Arte
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Resumen: A lo largo de los siglos VI y V a. C., los trajes de las mujeres griegas
experimentaron cambios que parecen relacionados con la evolución de las
mentalidades, la actividad cultural y algunos acontecimientos políticos. En
algunos casos, puede hablarse incluso de verdadera “moda”, en el sentido
moderno del término.
Abstract: All along the 6th and 5th centuries B.C., the clothes of the Greek
women experienced though changes, which seem connected with the evolution
of mind, cultural activity and some political events. We can sometimes talk
about true “fashion” in the modern sense of the world.
ENVIADO: 10.09.2014
ACEITO: 17.17.2014
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Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. E-mail: maelvirabarba@ghis.ucm.es.
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Profesora en la Universidad Camilo José Cela, Madrid. E-mail: mcarrasco@ucjc.edu.
José María SALVADOR GONZÁLEZ (org.). Mirabilia Ars 1 (2014/2)
On issues of Art and Aesthetics
Sobre cuestiones de Arte y Estética
Questões de Arte e Estética
Jun-Dez 2014/ISSN 1676-5818
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mantuvieron los atenienses contra sus vecinos los eginetas (h. 568 a. C.), los
primeros fueron tan completamente derrotados, que solo un guerrero quedó
con vida:
Vuelto el infeliz a Atenas, anunció el desastre acaecido. Pero las mujeres de los
muertos en la campaña, al oírle relatar la muerte de todos los hombres, no
pudieron soportar que solo él se hubiese salvado: lo fueron rodeando y, una
vez que lo tuvieron en el centro, le hincaron y clavaron sus fíbulas,
preguntándole cada una dónde había quedado su marido, de forma que allí
mismo le dieron muerte (…). A los hombres de Atenas, esta venganza y furia
femenina les pareció más grave aún que la pérdida de toda la flota y, no
hallando modo de castigar a las mujeres, resolvieron obligarlas a cambiar de
traje, haciéndoles vestir a la jónica, ya que antes las atenienses vestían a la
dórica, con un traje muy semejante al que usan aún hoy las corintias. De ahí
que, a partir de entonces, hubiesen de llevar túnica de lino, abandonando el uso
de las fíbulas (V, 87).
Desde una época remota, aunque difícil de fechar por falta de documentos
literarios y artísticos, la mujer griega usaba como vestimenta básica lo que
Homero denominaba heanós y hoy llamamos peplo: una prenda muy sencilla,
reducida a una amplia tela rectangular, como una sábana, que se colocaba
alrededor del cuerpo y que se colgaba de los hombros mediante unos broches
o fíbulas (peronai), de modo que el borde inferior rozase los pies. Sobre esa
idea común cabían algunas variantes: las fíbulas podían tener formas diversas,
aunque predominaban las largas agujas, capaces de herir y matar, como dice
Heródoto.
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pliegues del vestido: se prefería mostrar la tela lisa y hacer alarde, en ella, de
bordados multicolores con frisos geométricos, rosetas e hileras de animales.
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vestimenta totalmente distinto del presidido por el peplo: la túnica, fina, amplia
y ordenada en múltiples pliegues, era una especie de tubo que se sostenía
sobre los hombros de la mujer mediante hileras de botones o verdaderas
costuras, y que permitía aparentar en ocasiones la existencia de unas mangas
cortas. Pero era concebida, no como la prenda principal, sino como una
prenda interior, propia del dormitorio, de modo que exigía, para la vida
cotidiana y pública de la mujer digna, ir cubierta por el manto.
Imagen 2
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Si esta vestimenta “jónica” surgió en la propia Jonia hacia el 570 a. C., un par
de décadas más tarde la vemos difundirse por las islas del Egeo y, finalmente,
en torno al 530 a. C., como hemos dicho, hizo su irrupción en Atenas. Eran
los últimos años de la tiranía de Pisístrato (560-527), a quien sucedieron en el
poder sus hijos Hiparco e Hipias (527-514), y las necesidades de lujo de las
clases altas atenienses –los grandes comerciantes y propietarios de talleres–
buscaban respuesta en el refinamiento cultural de Jonia. En cuanto a los
jonios, estaban deseosos de fomentar esa tendencia, e incluso de emigrar a
Atenas en gran número: el rey persa Ciro el Grande había conquistado sus
ciudades, de modo que preferían buscar amparo entre sus hermanos o,
incluso, emigrar hasta sus colonias de Italia y el Mar Negro.
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Vaso de fines del arcaísmo, que muestra una mujer vestida con túnica larga y
chitonisco.
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Pero el traje más digno y serio era el que llevaban los hombres de cierta edad y
de alta condición, sobre todo cuando acudían a sus reuniones. Entonces, se
enfundaban dentro de una túnica larga hasta los pies, estrecha y sin pliegues,
que se sujetaba sobre los hombros con costuras y que, por lo general, no
necesitaba cinturón. Sobre esta prenda, se ponían un manto rectangular o, en
ciertas ocasiones, en forma de semicírculo. En las épocas más antiguas, lo
colocaban de forma simétrica sobre sus hombros –como el velo de las
mujeres–, pero, a partir del siglo VII a. C., fueron adoptando cada vez más lo
que llamaríamos el “manto terciado”, con las dos puntas extremas sobre el
hombro izquierdo y el resto del paño rodeando el cuerpo.
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Vaso de principios del siglo V a. C.: dos hombres, vestidos sólo con manto,
observan como unos escultores realizan una estatua
Pero son los jóvenes atenienses los que, durante los últimos veinte años del
siglo VI a. C., se permiten mayores audacias: en los vasos pintados, e incluso
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Sin embargo, pronto vemos que las damas, tanto en Atenas como en el resto
de Grecia, se plantean posibilidades nuevas para seducir con su apariencia: en
el momento más brillante del llamado Siglo de Pericles –hacia 440 a. C., por
poner una fecha aproximada– empezamos a advertir en efecto, tanto en vasos
como en esculturas y relieves, indicios de una vitalidad renovada en el campo
de la moda. Será un curioso fenómeno, que se prolongará hasta los últimos
años del siglo, es decir, hasta que la prolongada serie de enfrentamientos que
supuso la Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) acabase sumiendo a toda
Grecia en una de las más profundas crisis económicas de toda su historia.
Imagen 7
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Sin embargo, lo más vistoso en las modas de esa época fue la mezcla e
intercambio de prendas y calidades. En unas ocasiones, vemos cómo Atenea,
aun portando su peplo ritual, lo ha tejido en tela tan fina, que tiene que cubrirlo
con un manto. También las doncellas dedicadas a su culto, tal como aparecen
figuradas en las Cariátides del Erecteo, llevan peplos que parecen túnicas. Y no
son un caso aislado: ciertas Ménades del escultor Calímaco se agitan
armoniosamente portando túnicas con apoptygma, y mezclando por tanto las
formas del pesado peplo con las de la prenda más ligera.
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