Capitalismo
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Capitalismo
El Estado por su parte, tendría el rol de proveer de un marco jurídico que permita la libre
competencia e iniciativa de las empresas. Esto incluye la protección de los derechos de
propiedad, la intermediación de conflictos (Tribunales) y la actuación subsidiaria en
aquellos casos en los cuales la competencia no sea factible o esté limitada.
Basar un sistema en la economía de mercado da importancia a los equilibrios originados
entre oferentes y demandantes, que determinarán sus asignaciones de bienes y servicios
a producir y consumir, con un alto grado de independencia de poderes o instituciones.
Para la existencia de mercados libres se necesita que los distintos gobiernos se centren
en el control y la supervisión de los derechos de productores y consumidores en lugar de
manejar a voluntad sus actividades. Sistemas políticos más proteccionistas estarán más
alejados de economías de mercado, mientras otras corrientes como
el keynesianismo hablan de un papel de influencia relativo.
Con el desarrollo histórico de teorías que dan más protagonismo al sector privado
(especialmente el capitalismo) la definición de economía de mercado ha ido
evolucionando hasta la actualidad, como pilar de la economía global. Actualmente
prevalecen los modelos mixtos, pues en la mayoría de países el sistema económico
predominante toma características del libre mercado y de planificación gubernamental.
Teoría Keynesiana
Hacia principios de los años 30 del siglo pasado el mundo entraba en una crisis muy
profunda, los niveles de desempleo y marginación se extendieron por la debacle conocida
como la “Gran Depresión” que, iniciada en Estados Unidos, se dilató a todo el mundo
capitalista. Por aquel entonces reinaba en el mundo académico económico las teorías de
los denominados clásicos, expresión que Karl Marx usó para envolver las ideas de
economistas como Adam Smith y David Ricardo; a los que Keynes sumará los nombres
de John S. Mill, Francis Edgeworth, Alfred Marshall y Arthur Pigou.
Los pensadores clásicos cuponían pleno empleo para todos los factores de la producción,
si bien hay momentos de la vida económica en que esto no sucede así, afirmaban que
hay una clara tendencia a su cumplimiento. Si la economía demora en llegar a su
equilibrio, esto sucede por la existencia de intervenciones por parte del gobierno o de
poderes monopólicos que impiden el correcto funcionamiento de la competencia. Sólo
admitían la existencia de paro voluntario, es decir, los individuos que deciden por propia
voluntad no ofrecer sus servicios en el mercado laboral al salario vigente; y paro friccional,
que incluye los individuos que cambian de trabajo y al hacerlo transcurre un tiempo desde
el cese de la última ocupación hasta el comienzo de la nueva.
Entonces la teoría clásica intentaba explicar cómo asignar los recursos productivos, el
desempleo no era un problema a resolver y como los mercados son autorregulables, los
niveles de desempleo pronto serían reducidos por las mismas fuerzas que operan en el
mercado, evitando así un gran desempleo. Estos economistas pronto caen en descrédito
puesto que se hace casi imposible sostener dichas teorías ante la abrumadora realidad
de la crisis de 1929.
Por otro lado, no sólo el desempleo, también la inflación depende del volumen de
demanda efectiva; cuando la demanda es deficiente se produce el desempleo y cuando
la demanda es excesiva se produce la inflación. Keynes acepta la conclusión tradicional
de que los aumentos de la cantidad de dinero llevarán a aumentos en el nivel de precios,
pero difiere en el proceso causal. El impacto inicial del aumento en la cantidad de dinero
disminuye los tipos de interés, lo que aumenta la demanda efectiva por inversión,
asociada a un aumento de la renta, del empleo y de la producción. Es a causa del
incremento en el costo de la mano de obra que los precios también comienzan a subir.