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Traducción
Vale
Mais
Krispipe
Recopilación y Revisión
Krispipe & Mais
Diseño
Evani
Sinopsis Capítulo 15 Capítulo 31
Capítulo 14 Capítulo 30
Amar a un Oscuro es invitar a la muerte...
Es peor quererla.
Consumirla es pecado.
Me han sido dados treinta días para probar mi amor a otra inmortal
—como humano. Maldecido a usar nada más que el lado de mí que siempre
desprecié para ganar su afecto. Soy Cassius, El Rey de los inmortales. Un
Oscuro.
Una donde mis visiones de amor han demostrado, que Stephanie será
mi fin.
Por su mano.
La mujer que amo.
—Cassius.
—Has fallado.
—¿Te das cuenta de lo que esto significa? —Las una vez púrpuras
plumas que rodeaban su voluminoso cuerpo se iluminaron en rojo. Los
latidos de mi corazón se ralentizaron a un ritmo suave mientras gotas de
sangre caían en cascada de sus plumas en perfecta cadencia con mi
respiración.
—Lo hago.
Por ella.
—Muy bien.
Hace unos días le había dado al único Oscuro que conocía, nuestro
Rey, mi esencia creyendo que moriría, dispuesta a hacer ese sacrificio. En
cambio, me había despertado al día siguiente completamente igual que
antes, como si mi inmortalidad hubiera sido restaurada.
Antes de que siquiera abriera los ojos, sentí que el poder de la muerte
surgía a través de mí, el tipo más profundo de frío se enraizó desde la punta
de mis dedos hasta los dedos de mis pies. Y una espeluznante clase de
oscuridad se convirtió en parte de mí, como una sombra de la que no podía
deshacerme. El terror corría por mi columna.
Para empeorar las cosas.
Lo cual, ¿para una inmortal que había pasado los últimos cientos de
años asumiendo que no era más que una sirena? Espantoso.
¡Bla!
Me estremecí.
¿Alguna vez estaría caliente otra vez? No era el tipo de frío del que
podías escapar, era una parte de mí, justo como mi corazón, el mismo
corazón que le había dado a Cassius, el único hombre que alguna vez había
amado.
Suspiré.
Cassius, nuestro líder, el único Rey que los inmortales han conocido,
había estado desaparecido por unos días, y me mataba pensar que era
porque estaba avergonzado de mí, avergonzado de lo que le había hecho a
Genesis.
No ayudó.
1
N. T. Equipo de futbol americano
—No lo sé. —Empujó el café hacia atrás e hizo una mueca—. ¿Desde
cuándo te vas de la casa, haces pucheros durante todo un maldito día, y
luego miras con anhelo a una pareja humana como si estuvieras a punto de
comértelos?
Me retorcí en mi asiento.
—Todo está bien, —dijo con voz áspera—. Agua bajo el puente, has
sido redimida, bla, bla, bla, vuelve a casa.
—¿En serio? —Me reí entre dientes y jugué con mi pajita—. ¿Ese es el
discurso?
—Todo un Donjuán.
—Pero sabes que tengo razón. Pertenece con nosotros en casa, no aquí
en Starbucks de todos los lugares.
—Se fue —susurré. Admitirlo en voz alta fue más difícil de lo que
pensé que sería. El único hombre que alguna vez amé y arriesgué a morir
para salvarlo.
Se había ido.
Como si hubiéramos tenido una especie de aventura de una noche de
la que estaba avergonzado.
—No.
—Inténtalo.
—No.
—Steph…
—Bueno, puede que tenga esto al revés considerado todo, quiero decir,
como piñas, pero siempre puedes saludar.
***
Lo único que había cambiado en los últimos días era que mi hambre
por Cassius había alcanzado proporciones épicas.
Los Oscuros solían ser machos. Sabía cómo funcionaban. Pero, ¿una
mujer? ¿Quién tenía tendencias de Sirena?
—No es el momento.
Por otra parte ella había sido el punto de inflexión. Había traído
equilibrio a nuestro mundo. Ahora era como una diosa para nuestra gente
y para su esposo Vampiro.
Ahora lo sabía.
—Vaya... hermanos. —Asentí—. Muy útil. ¿Dime otra vez dónde están
las hojas de afeitar para mis muñecas?
Todavía lo sentía.
—¡Oye! —Alex se sentó y frunció el ceño—. ¿Por qué tengo que revisar
a los Demonios? La última vez intentaron comer mi mano.
—¿Podría ser porque alguien les dijo que sabían a ambrosía? —Alex
pateó la silla de Mason casi haciéndolo caer al suelo.
Bien hecho.
Diablos sí, era peligroso. Pero tal vez eso es lo que necesitaba. Un poco
de peligro Me encogí de hombros, una tercera vez, genial, e hice contacto
visual con Ethan.
La mayoría de ellos eran demasiado listos como para hacer algo como
enojarme.
Conoce a Jefferson.
—Vaya. —Tomé dos grandes tragos impropios de una dama del vino y
me volví para mirarlo por tercera vez.
Le di un puñetazo en la mandíbula.
—Maldita sea. —La sangre negra salía de su nariz—. ¿Te mataría darle
una oportunidad a un tipo?
Jeffrey palideció y tragó saliva de una vez, mientras una voz decía
cerca de mi oído en un susurro áspero:
—Detrás de ti.
Rápidamente, me volví.
—Bueno...
Se balanceó sobre sus talones y levantó su mano en el aire. Una
cerveza hizo su camino desde el otro lado de la barra. La levantó y tomó un
trago largo, los músculos de su cuello se contrajeron mientras tragaba. La
mayoría de los humanos lo encontrarían hermoso. Yo lo encontraba irritante
y una abominación, pero ¿quién era para hablar?
—No.
Retrocedí.
—Perfume nuevo.
Era como si su cuerpo creciera ante mis propios ojos. Estaba haciendo
la transición a lo que realmente se parecía un Demonio, que era algo fuera
de la pesadilla de un niño de primer grado. Los cuernos aparecerían en su
cabeza, sus dientes se alargarían a colmillos, y su rostro se ahuecaría
dejando al descubierto nada más que calavera.
Excitación.
—Ángel —susurró Jeffrey con voz alegre, sus ojos rodando hacia la
parte posterior de su cabeza mientras se humedecía los labios y se ajustaba
a sí mismo.
Asqueroso.
Pero sabía que estaba estancado. La regla inmortal número uno era
nunca revelarse a los humanos.
Y Timber sabía que, si lo hacía, Cassius infligiría un infierno a toda la
población Demoníaca, borrando hasta el último.
—No tú Ángel.
—Dile eso a tu sangre. —Se pasó la lengua por los labios y empujó a
Jeffrey a través de la multitud. El olor a ceniza se quedó conmigo por unos
minutos. Casi había olvidado que todavía estaba en los brazos de mi
salvador, hasta que les dio un apretón.
Se me quebró la voz.
—¿Cassius?
—Más o menos.
—Pero eres…
—Humano.
Traducido por Vale
Diez horas. Me tomó diez horas desde mi maldita reunión con Sariel
para acostumbrarme a mi cuerpo.
Un humano.
Lo odiaba.
Levanté los ojos hacia el cielo y me quedé sin aliento cuando las gotas
de lluvia salpicaron mi cara rodando por mis labios. Sabía puro. Tenía un
sabor real, como si la vida se vertiera en mi cuerpo una y otra vez.
Como la lluvia.
Nunca tuve tiempo para detenerme y dejar que la lluvia caiga sobre
mi cabeza. Si la lluvia me irritaba, simplemente la descartaba. Si el sol
estaba demasiado caliente, cerraba mis ojos blancos y permitía que el hielo
se extendiera por mis venas—cortesías de ser parte Ángel, parte humano.
Y luego la vi a ella.
En Starbucks.
Sola.
Cada vez que un humano estúpido coqueteaba con ella me reía, hasta
que una pequeña voz dentro de mi cabeza me recordó que era igual de malo,
igual de bajo en el tótem.
No era su igual.
—No.
—Soy humano —lo dije de nuevo; se sentía raro en mis labios. Como
si mis ojos tuvieran ideas propias, me concentré en su boca. Maldita sea,
era linda. Me pregunté si alguna vez realmente me había tomado el tiempo
de apreciar su belleza.
O tal vez sabía que en el momento en que lo hiciera, estaría perdido.
—¿Cassius? —Me agarró del brazo. Miré esa mano mucho más de lo
necesario—. Tienes razón... deberíamos irnos.
La seguí fuera del bar, apretando mis manos en puños tensos para
evitar alcanzar su cuerpo.
—Mi coche está por aquí. —Stephanie señaló el Lexus más nuevo de
Ethan.
Sonaba gracioso.
El golpe fue tan fuerte que estaba bastante seguro de que una de mis
costillas simplemente se rompió por la mitad.
—¡No tuve otra opción! —rugí cuando el auto casi chocó con una casa
adosada.
—Estaciónate —ladré.
La besé.
Stephanie
Traducido por Vale
—¡Pero lo hago!
—¡Por supuesto que no! —La idea me hizo sentir mal del estómago—.
¿Estás herido?
No respondió, pero su rostro estaba más pálido que antes, y noté que
su respiración era un poco desigual. ¿Fue por la violencia o el beso?
Le robé otra mirada. ¿Cómo estaba tan calmado? ¿Y por qué no perdió
toda su buena apariencia en el momento en que se convirtió en humano?
¿Cómo era eso justo? Sus ojos azules eran eléctricos en el cielo nocturno.
Su piel aún era tan suave e impecable que quise extender la mano y tocarla.
Suspiró.
—Sí.
—¿Y luego, una vez que estamos seguros dentro de las paredes del
pequeño complejo de Ethan?
Siseó y retrocedió.
—Lástima... y... —Soltó una larga exhalación como si cada vez fuera
más difícil respirar—. No es fácil combatir, ¿verdad?
—El tirón... el sabor... —Se pasó la lengua por los labios como si
pudiera saborearme—. La promesa del toque de un Oscuro.
—Yo nunca…
Cada vez que abría la boca era como si perdiera el control total de lo
que debía decir y simplemente dejaba escapar cosas que sabía que causaban
dolor. Mis pensamientos estaban desordenados—cuando había sido
inmortal, podía compartimentar, atacar cada problema, encontrar una
solución y luego lidiar con el siguiente. Estar abrumado nunca fue un
problema porque nunca ocurrió.
Pero en ese auto, yendo hacia lo de Ethan, estaba tan abrumado con
la vida que era difícil respirar, difícil mantener mis pensamientos claros. No
ayudó que estuviese un noventa y nueve por ciento seguro de que tenía
sangrado interno y que tendría problemas para levantarme de la cama por
la mañana.
Quería reclamarla.
Quería ayudarla.
Ella suspiró.
Los reyes que nos habían jurado lealtad solo para cazarnos más tarde.
Sería más difícil para ellos, ya que eran los más antiguos, lo
suficientemente mayores como para haber estado involucrados en muchas
de las grandes batallas que casi aniquilaron a los humanos y a los
inmortales.
—Me imagino que aquí hay una historia, ¿te importaría contarla?
Suspiré.
Nada de protección.
Solo debilidad.
—Interesante.
Me encogí de hombros.
Genesis asintió.
—Quería lo que era mío —respondió Ethan, con los ojos verdes
encendidos mientras silbaba una maldición.
Él estaba en silencio.
Tragué saliva.
Por supuesto.
Sin emoción. Me fastidió. Al menos al ser humano, esperaba que
hiciera algo, reaccionara de alguna manera, al menos como lo había hecho
en el auto, pero ahora era como mirar a una pared de piedra.
—Debo... ayudarla.
Se encogió de hombros.
—Bueno… —la voz de Ethan era dudosa—, ¿por qué Sariel necesitaría
que fueras humano para poder hacer eso?
—No tengo el hábito de interrogar a los Arcángeles —dijo Cassius con
voz hueca—. ¿Tú lo haces?
—Sí. Algo como eso. Pero necesitaré estar con ella veinticuatro horas
al día, y no puedo hacer eso si no vivo... cerca de ella.
Parpadeé.
Bien, mi imaginación.
—No —ladró Cassius mientras todos los demás decían que sí.
—Uh, ¿películas románticas, hacer que las mujeres se rindan ante ti?
—Puede ser útil... aprender a tratar con mujeres, ya que trataré con
una enojadiza durante las próximas semanas.
Bien. Ahora estaba enojadiza. Si hubiera sido inmortal, lo habría
apuñalado en el pecho.
Y me irritó que algo tan simple como disfrutar de las visiones frente a
mí, de repente se fuer—tomado de mí. Los humanos realmente no entendían
la profundidad del color, y ahora me estaba dando cuenta de primera mano.
Ahora, aspiré aire a través de los pulmones, que según mis cálculos
dejarían de funcionar alrededor de los setenta y ocho años, posiblemente
setenta y nueve; sería algo simple que tomaría este cuerpo.
—Iré a verla.
Alex se movió frente a mí, con sus ojos de gato entrecerrados con
sospecha, las puntas de los dedos apretados contra mi pecho, dolía como el
infierno, no es que realmente fuera a admitir ante la Sirena que él era más
fuerte.
—Haré eso. —No tenía idea de cómo iba a manejar ser cuidadoso, esa
palabra nunca había estado en mi vocabulario. Ser cuidadoso significaba
que realmente me importaba.
Ella.
Tenía curvas.
Del tipo que hacía que cualquier hombre, sea mortal o no, se detenga
y lo note. Me imaginaba que era el epítome de la mujer perfecta.
—Por así decirlo. —Tiré de una silla junto a la suya y miré por la
ventana—. ¿Qué estás mirando?
—Aves.
—¿Aves? —repetí.
—¿Necesitas que hable más lento? Las orejas ya no son lo que solían
ser, ¿eh, Cassius?
Fruncí el ceño.
Contuve mi suspiro.
—Stephanie, si quieres ser un pájaro, estoy seguro de que Sariel
puede arreglarlo.
—Te enseñaré.
Se puso rígida.
—Lo hice. —Se aclaró la garganta—. Lo lamenté todos los días que no
estuviste.
—¿Y ahora?
—Debes haber hecho algo muy, muy malo —dije en voz baja,
moviendo sigilosamente mi silla y parándome, tanto por no ir allí—. Después
de todo, ¿cuándo fue la última vez que un Oscuro recibió mortalidad? ¿Fue
hecho humano?
Sonrió.
Era hermosa.
Cassius se acercó a mí, sus pasos decididos, caminé hacia atrás hasta
que mi cuerpo chocó contra la pared.
Arqueé mis cejas y abrí mi boca, pero puso su mano sobre ella.
Frunció el ceño.
—¿Estás loco?
Pero júbilo.
—Soy humano. Por lo tanto, cada segundo que inhalo aire, me estoy
muriendo. Habría valido la pena ver de lo que eres capaz.
—¿De verdad?
—Fuiste malo.
—Fue necesario.
—¿Cómo lo sabes?
Mi respiración se detuvo.
El calor goteó por mi pecho mientras miraba su boca. Sus ojos no
dieron nada, y todo al mismo tiempo. Mantuvo su expresión indiferente, sin
embargo, podía escuchar su corazón acelerarse.
No me devolvió el beso.
—¿Qué?
Cassius se tensó.
—¿Comer?
—Comida.
Se encogió de hombros.
—No lo hice.
—Es su nombre.
Cassius gimió.
2
Bugs Bunny es un conejo de un dibujo animado. En español bugs significa insectos y
bunny, conejo por eso menciona que no pueden ser los dos al mismo tiempo.
Un ceño gigante se formó en la cara de Ethan, y se agarró al borde de
la mesa donde estaba sentado.
Incliné la cabeza.
—¿Oh si?
—Canciones.
—Siéntate.
—Pero…
—¿Qué es esto?
—Debo haber hecho algo realmente horrible para ser maldecido con
un Oscuro que de repente quiere comida. ¡Se comerá todo!
Alex lo miró.
—Casi tan bueno como una bala entre los ojos, Alex, ¿te importaría
experimentarlo?
—¡Sí! —Genesis se puso de pie—. ¡No hemos hecho una cita nocturna
en semanas!
—Es romántico.
Me paré.
—Lo que sea, vayamos a un lugar cercano porque Cassius está a unos
cinco minutos de acosar sexualmente a ese pájaro.
—El Lodge. —Mason agarró sus llaves—. Siempre nos hacen espacio.
Vamos, niños... Antes de que papá se coma la mascota de la familia.
—Sarcasmo.
Extendió su mano.
—Todos son mis autos —dijo Ethan en voz baja y luego nos adelantó
con Genesis a rastras.
Suspiré.
—Llaves —repetí.
—Tendré que recordar eso para referencia futura. Di, por favor, y...
ella dice que sí.
Pompeya 79 AD
—Hemos estado en paz durante los últimos cien años —dije a través
de dientes apretados—. Y te hemos molestado porque ha habido… una
situación.
Los ojos de Sariel se pusieron blancos como el hielo mientras sus alas
se expandieron a través de la gran habitación, el largo de ellas alcanzando
quince pies de alto. Las plumas azules y púrpuras aletearon y luego hicieron
fuerza hacia adelante. El aire giró y las plumas se volvieron negras mientras
Sariel se ahogaba con su aliento.
—Los demonios usaron tus deseos más grandes contra ti, tejiendo
pequeñas verdades en grandes mentiras. No justificarán nada.
Suspiré.
El Rey Ebal levantó su cabeza, sus ojos amplios con miedo. Ningún
humano podía estar en la presencia de un Arcángel y no temer el fin de su
propia vida. Sabía de primera mano que Sariel era el más malo de los Angeles,
a veces escogiendo mostrar a los humanos un reflejo de su propia muerte en
el minuto en que enfocaban sus ojos en él.
—Ella tenía que morir. —Sariel apuntó a la niña—. En dos días hubiera
sido llevada al paraíso. En este día, perderá su alma, junto con cada persona
que consumió la sangre.
—Yo no llevaré a nadie. Aquellas vidas ya no son mías, esa elección fue
sacada de mis manos en el minuto en que decidiste jugar al Creador. —Sariel
miró por la ventana—. Si cientos de personas tienen la sangre, en veinticuatro
horas la ciudad enfermará; necesitarán sangre, no tendrán más opción que
alimentarse del otro.
La humanidad no tenía lugar en esta decisión. Miré a los inmortales a
los que había jurado proteger y luego miré entre los miles de humanos que
morirían por la estupidez de un hombre.
Ah, postre.
Palmeé mi estómago.
—Jesús —dijo Alex con voz monótona—. No sabía que esa palabra
estaba dentro de tu vocabulario.
Ignoré su sarcasmo.
—Tal vez Alex no cree que pueda hacerlo más… ¿has perdido tu toque,
hermano?
—Fran —dijo Alex con voz suave, sus ojos azules brillaron, su piel
tomó una apariencia perfecta, sus palabras fueron dichas lentamente, de
manera perezosa, Fran empezó a inclinarse hacia adelante, sus ojos
pesados—. Sé que recién vamos a ordenar, pero hay alguna manera de poder
conseguir nuestra comida… digamos en… ¿unos cuantos minutos?
Estamos positivamente… —Lamió sus labios—, hambrientos.
Fran parpadeó.
No se movió.
Alex bostezó.
Pensarías que acababa de anunciar que iba hacia una matanza. Todas
las miradas cayeron en mí, el movimiento cesó.
—En serio, es como si me estuvieras rogando que te mate una vez que
esto haya terminado.
Mi mente volvió hace unos días atrás, cuando ofrecí todo por una
oportunidad de… todo. Una oportunidad de enmendar un error.
Un lapso en el juicio.
No.
Yo era su líder.
Porque me temían.
Y tal vez ese era el plan de Sariel todo este tiempo, su último truco
cruel. Hacer que un Oscuro —que no tenía sentimientos—, sintiera.
Lo sentía todo.
Levanté un hombro.
—¿Eh?
—¿Noche?
—¿Toda la noche?
Cassius sonrió.
Tragué saliva.
—Supongo.
Cassius no respondió, pero sí pareció sorprendido ante mí mientras
encendía el auto y conducía hacia el tráfico, casi golpeando a dos autos en
el proceso.
—Eso no sucederá.
Él frunció el ceño.
—¿Eh?
—Treinta.
—¿Desde hoy?
—Estamos aquí.
—Quiero decir que estamos aquí, aquí es el lugar al que voy. Mi casa.
Era hermoso.
—Genial —dijo con voz baja—. Piensas que paso mi tiempo en los
pozos ardientes del infierno hasta que me ordenan que vaya a comer
pequeños niños, ¿verdad?
¿Cómo si las cosas hubieran estado yendo bien hasta este punto?
—¿Lo has hecho antes, verdad? —Arqueé mis cejas hacia arriba.
—¿… murió?
—¡Eso es horrible!
Inquietante.
Lamí mis labios en irritación. Lo último que sentía era ser especial…y
definitivamente no sagrada.
—Puede.
—¿Fue tu caso?
—Una vez.
Dejó la habitación.
Por supuesto.
Pompeya 79AD
—¡No puedes hacer esto! —me gritó Eva mientras subía más la
montaña—. ¡Cassius, detente!
Seguí caminando.
Eva continuó.
Sus ojos se cerraron, y luego extendió sus manos, sus palmas hacia mí.
—Entonces elige, Cassius —dijo Eva con voz desafiante—. Elige quién
se libra, salva a unos pocos. Todo lo que te pido es que salves alguno.
—Aquí estoy.
Cerré los ojos durante unos breves segundos, permitiendo que una
franja de humanidad se deslizase a través. Dios, quemó, casi cortándome por
la mitad cuando mi sangre de Ángel rugió de ira ante la debilidad. Fuerza y
debilidad, no podrían coexistir, no por mucho tiempo. Finalmente mi sangre
angelical destruiría a la humanidad que me quedaba.
Lo sabía.
Un día.
Ya no sería posible.
—Gracias, Cassius.
Todos niños.
Cuando me volví para echar un vistazo a la una vez Gran Ciudad, fue
para ver a Sariel sobrevolando el volcán, sus ojos tristes.
Y entonces…
Llovió rojo.
Traducido por Mais
Silenciosa.
Me encogí de hombros.
—Nunca lo leí.
Ella jadeó y luego cerró sus ojos, ¿en horror? ¿Decepción? No estaba
seguro, no era ni siquiera tan bueno para leer ya, pero sentí que la vergüenza
me invadía de todos modos.
—¿Nunca has leído una de las historias clásicas de amor de todos los
tiempos?
Otro fallo.
¿Por qué la conversación era tan artificial? ¿Y por qué infiernos estaba
golpeando mi pie como si fuera un bastardo impaciente? Nunca me había
sentido tan incómodo en mi vida, la confianza solía emanar de cada célula
de mi cuerpo, nunca lo había trabajado, nunca había tenido que hacerlo,
sabía lo que era, y de lo que era capaz.
¿Ahora?
—Sí, bien, ambos sabemos que los Vampiros prefieren la luz que la
oscuridad.
Me estremecí.
—No. —Me aparté lentamente—. Creo que es instinto. Cada vez que
me tocas, me intimido, no porque duela, tal vez es un miedo profundamente
arraigado que todos los humanos tienen, y ahora que soy completamente
humano… —Me encogí de hombros.
—¿Justo?
—No, gracias.
—Toma el riesgo.
—No. —Se alejó más de mí, su espalda colisionando con una de las
estanterías de libros.
—Podría matarte.
—Hazlo.
—¡No!
—Gallina.
Era inmaduro.
Lo sabía.
Ella lo sabía.
Era raro, observar a alguien más hacer lo que yo había hecho miles
de veces, esta vez yo siendo el que recibía.
—El siguiente paso… —¿Por qué estaba enseñando esto? ¿Cuándo era
tan débil? Claro, porque si yo moría todo caería en ella. Si fallaba, ella era
la última.
—¿Sí?
—La Marca.
—Sí, eso suena como una buena idea. ¿Cómo… qué…? —Su enfoque
vaciló. No estaba equilibrada, era muy nueva, muy sin experiencia. Me
imaginé que no tendría la concentración para realmente matarme.
Luché.
Perdí.
Y la luz destelló.
—Me traicionarás.
—Creo que hemos terminado por esta noche. —Inerte, caminé hacia
el interruptor de luz y lo apagué—. Después de todo, Ethan nos debe estar
esperando.
—Cassius, no tenía idea. El futuro puede cambiar, ¿verdad?
Grecia 79DC
Los gritos de los muertos hicieron que me doliera la cabeza. No podía evitarlo.
Sus almas estaban molestas.
No era su tiempo.
—La princesa —suspiró Eva—. El Demonio vino a por ella cuando empezaste
a quemar la ciudad.
—¿Y qué tenía que decir Timber? —Mantuve mis ojos enfocados en el
horizonte mientras el humo llenaba el aire.
—Me gritó, aunque fue capaz de llevarla hasta la puerta, Mason se encargó
del resto.
—¿Lo mataste? —Mis cejas se elevaron. Era un Demonio poderoso, tan viejo
como nosotros, había estado vivo desde la caída del hombre.
Sangre siempre debe ser derramada. Y una vez que se dictaba sentencia, no
existía la misericordia.
Debido a mi debilidad por una mujer que nunca podría tener… lo permití.
Los ojos verdes de Eva brillaron mientras asintió con la cabeza. La palabra
de un Vampiro lo significaba todo. Sabía que ella lo mantendría en secreto por la
eternidad.
—E imagino que los niños harán lo que hacen los niños… —Una última mirada
al horizonte y volví a centrar mi atención en Mason y Eva—. No debería de ser muy
difícil encontrarles casas, ¿pero Eva?
—¿Sí?
—No son tus niños —lo dije lentamente—. En el momento en el que tengan
casas, no volverás a verlos de nuevo. Los niños se fijan más que los adultos, les
llevaría solo días descubrir que algo es diferente en ti. Y no estoy seguro de cómo
Sariel quiere proceder. Imagino que vamos a tener que ser más cuidadosos con
respecto a quién revelamos nuestras verdaderas identidades.
La puerta principal se cerró tan fuerte que temía que se fuera a romper
por la mitad. Cassius pasó de golpe a Ethan como si lo estuviera cazando
con un arma y de hecho empujó a Mason fuera del camino para alcanzar
las habitaciones de arriba.
Tragué saliva.
Me encogí de hombros.
—¿Qué?
Gruñí.
—Solo dime.
—¿Qué números?
—No tiene sentido. Lo sé. Están reclamando que han sido víctimas de
un ataque Vampiro, dejándolos sin más oportunidad que… crear.
Mi sangre se enfrió.
Iba a matarlo.
—Trataré con más fuerza. —Me mordí el labio, casi sacando sangre—
. Haré que me enseñe y trataré de discutir menos.
Alex resopló.
En todos los años que había conocido a Ethan, nunca había sido
violento conmigo. Nunca.
Sabía que era su amor por Genesis que lo ponía paranoico, pero me
dolió que pensara tan poco de mí.
—O Cassius.
—Nunca —jadeé.
—Malditos Vampiros.
Y posiblemente la aniquilación.
Los Arcángeles solo nos dejaban existir si Cassius reinaba con puño
de hierro y él estaba en este momento lanzando una rabieta arriba y sus
puños no eran nada de hierro.
Grecia 79 AD
—Fuera.
Frunció el ceño.
—Así que, ¿no solo has estado con humanos, tampoco has cuidado de
ti misma? ¿Y si Timber vuelve, eh? ¿Y si trata de luchar contigo? ¿Y por tu
inhabilidad a seguir las reglas, te mata?
—Hola.
—Eres humano, los dolores son parte de ello, me temo. —Ofreció una
sonrisa tentativa—. Siempre puedes tomar un analgésico.
—¿Eh?
—Tal vez eso es parte de esta prueba. Tal vez Sariel hizo esto para que
aprendas a recaer en otros.
—Tal vez.
—¿Qué infiernos? Por favor dime que esa es tu idea de una broma.
—Me temo que no. —Stephanie se alejó de la cama y caminó hacia la
ventana abrazando su cuerpo—. De acuerdo a Ethan, los números
reportados a nosotros no encajan. Han estado creando.
—Pero…
Ella asintió.
—Gracioso.
—Me alejaba… cuando todo lo que quería era caminar hacia ti, fue la
cosa más difícil que he hecho. Pero todo lo que hice, cada decisión tomada,
fue para que tú florezcas, para que sobrevivas, para que te conviertas en
algo grande.
Se encogió de hombros.
—Mírame.
Irritado, ladré:
—¿Qué?
—Ya podríamos estar allá. —Mi piel picaba con consciencia, algo no
andaba bien. Solo no sabía qué, y no estaba seguro de cómo podía ayudar
más que parecer estar en control.
Grecia 79 AD
La forma en que ella reía y sonreía a través de su vida inmortal era una
cosa de belleza, y odiaba ser el responsable de desalentar esa luz.
—Te quiero.
Eva dejó al niño a sus pies. Él se estiró y capturó uno de sus oscuros
rulos entre sus dedos, lo soltó y luego se giró en sus talones y se alejó.
—Es precioso —dijo ella en voz alta, ya sintiendo mi presencia—. Era
su cumpleaños, no podía dejar que piense que ya no me importa.
Pero una unión entre un Oscuro y un Vampiro no haría nada más que
presentarnos con sentimientos de dolor cuando un lazo fallaba en tomar
lugar. No podíamos emparejarnos entre nosotros.
—Podemos adoptar.
—No.
—Un día… —Su voz estaba llena de tristeza—, seré emparejada con
alguien y tú te olvidarás de mí.
El aire se cargó con un aroma florar fuerte. Los ojos de Eva se ampliaron
mientras una voz dijo detrás de mí:
Lentamente, me giré.
—¿Sobrevivientes?
No podía mentir.
—No lo hice.
Las alas de Sariel se convirtieron en púrpura, el color de la realeza
angelical. Él estaba por pasar el juicio.
Asentí, incapaz de conjurar más culpa sobre hacer algo que diera
felicidad a Eva sin importar la temporalidad.
—¡No MORIRÁS por mí! —Sus ojos brillaron verdes mientras sus
colmillos salían más allá de su labio inferior. Su mirada se lanzó hacia
Sariel—. Si quieres una vida, toma la mía. Le pedí a Cassius que los salvara.
Es mi culpa.
—Pero…
—Sariel, piensa en ello. —Sabía que razonar con él no haría nada, pero
no podía evitarlo, esta era Eva, mi Eva. La había tenido a mi lado desde que
fui creado. Ella era la razón de que mi oscuridad no fuera tan oscura, la razón
por la que siempre retrocedía hacia la luz. Sin ella, ¿qué era yo?
—Y aquí está… —Sariel asintió—. Ella te hace débil. Ella te hace volver
a pensar tus decisiones. No es que importe, uno de ustedes debe morir por
este lapso serio en juicio, y Eva tiene razón. La culpa recae en ella y yo te
necesito para que lideres a los inmortales. Por lo tanto… —Sostuvo la pluma
hacia mí—. La vida es tomada.
Ahora él lo sabía.
No entendía esa clase de amor, así que tal vez realmente nunca la amé
después de todo. ¿Lo hice?
Justo ante mis ojos, mi querida amiga, mi amor, envejeció. Lo hizo tan
horriblemente, su cuerpo apretado volviéndose arrugado y delgado como el
papel. Perdió todo el brillo de la juventud, su cabello se volvió en diez tonos
diferentes de gris antes de finalmente caerse fuera de su cabeza, los huesos
en su cuerpo frágiles, el músculo desgarrado de sus posiciones correctas, y
mientras tomaba su último aliento, vi cómo sería ser humano, amar a un
humano y verlo morir.
Era imposible sobrevivir como Demonio sin otros. Y la forma más fácil
de matarlos era conseguirlos solos. Estaban interconectados como una
complicada masa de redes. Donde había un Demonio, siempre había varios
otros. Era una extraña mentalidad similar a una manada que se extendía
por todas las razas de inmortales.
—Yo iré.
¡No correría!
—Algo es diferente.
Podía sentir el poder surgiendo por mis venas, pero sabía que si
gastaba demasiado el glamour se disiparía en el aire, y realmente me
quitaría la cabeza frente a un puñado de personas.
Con toda la fuerza que pude reunir, dejé que la sangre angelical flotara
en la superficie de mi cuerpo y soplé una fuerte cantidad de aire frío sobre
su rostro, congelando sus labios.
Drenados de sangre.
Lo habría prevenido.
—Porque Alex tiene una buena voz —dijo Alex—. Suave, sexy, lo
suficientemente ronca como para entusiasmar a las mujeres, pero no tan
profunda como para que suene como un leñador que necesita afeitarse.
Y los gritos agudos de vidas perdidas, como si la persona del otro lado
de la puerta estuviera reproduciendo la escena de Pompeya.
—¿Serás mi papá?
Aunque debería.
Marcus se volvió.
—La muerte está más allá de esa puerta —susurré, mi voz sacudió la
base de la barra. Estaba gastando energía rápidamente. Necesitaba más
sangre, la necesitaba de inmediato. Marcus ya parecía sospechoso, su mano
se detuvo sobre la gran puerta negra de metal, sus uñas se alargaron.
Terminó en segundos.
—Dios mío. —Me estremecí al empujar más allá del grupo y casi
empalar a Marcus contra el picaporte en un esfuerzo por derribar la
puerta—. ¿Qué has hecho?
—¿John? —susurré.
—Tú.
—John. —Negué con la cabeza, incapaz de procesar cómo estaba
parado frente a mí. ¿Le habían dado la inmortalidad? ¿Esto era obra de
Sariel? ¿Cómo estaba vivo? Debería haber muerto en Grecia.
Mason aulló.
Porque había sido Mason quien había revisado a los niños cuando fue
demasiado doloroso para mí.
Marcus suspiró.
—Tu conjetura es tan buena como la mía, pero sabe cómo crear. Y ha
estado creando durante las últimas tres semanas. Hemos matado a los que
fueron... creados mal.
—Hay una chica humana. Fue creada, es... Siento pena por ella. No
deseo destruirla, ni deseo su muerte. Si pudieras... —Los ojos de Marcus
estaban suplicando. Oh demonios, sabía lo que iba a preguntar.
Con ambas manos aplaudí una vez y abrí las palmas juntas mientras
la humedad se acumulaba entre mis dedos. Cerré los ojos, me concentré en
chupar la humedad y luego la forcé alrededor de la cabeza de Marcus,
primero cegándolo, y luego haciendo que estuviera en una burbuja esencial
para que no pudiera oír, ver, saborear, sentir, oler, simplemente dejó de
existir.
—No importa. —Puso los ojos en blanco—. ¿Y por qué hiciste eso?
¡Usaste toda la sangre de Ángel que tenías!
—¿Un qué y una qué? —dijo Stephanie, con los dientes apretados—.
¡Cassius, apenas puedo enojarme sin matar cosas! ¿Quieres que me
concentre lo suficiente para marcarlo y hacerle creer que sucedió algo que
en realidad no sucedió?
—Para ser justos... —Maldita sea, olía bien, mis manos se dirigieron
naturalmente a su cabello largo y oscuro, enredándose en él, tirando—. Yo
lo haré, pero nos uniremos en cuerpo y alma, por lo tanto, estarás mirando.
—¿Ahora qué?
Era peligroso.
Como ser humano, era Pandora sin una caja. Con todo lo que tenía,
enfoqué nuestra atención en Marcus. Lejos de mí, lejos de mis
pensamientos, mis deseos, lejos de ella.
Stephanie asintió.
Tan hermoso.
—Una chica me dijo eso una vez en la cama... —Alex sonrió a lo lejos
como si evocara el recuerdo—. Sacudí su mundo dos veces por el cumplido
y luego tuve que borrar su memoria para que no se suicide después de
descubrir que ningún hombre jamás se compararía.
—Por mucho que me guste oírlos pelear como mujeres —dijo Ethan,
su cabello oscuro cayendo alrededor de su barbilla—. Realmente me
encantaría volver con mi esposa. Mason, asegura la última cadena, y Alex
encuentra un espejo.
Alex gimió.
—Daría al menos seis favores sexuales por una pierna de pavo en este
momento. Después de todas esas películas de Disney que Genesis nos hizo
ver, lo busqué en línea. —Sus ojos azules se agrandaron—. Toneladas de
piernas de pavo.
—Solo una suposición. —Mason empujó a Alex y ajustó las envolturas
de metal alrededor de las piernas de John—. Pero el sexo por las piernas de
pavo probablemente esté mal visto por el Rey Disney.
Eran débiles.
Un hombre perfecto
Goteando sangre.
—Un día, te arrepentirás de esa elección. Y espero que aún esté vivo
para verlo.
—Ella es hermosa.
Cassius retrocedió.
—Solo marcaría a mi amor verdadero e incluso entonces, no podemos
serlo.
—Ven conmigo.
—Yo hago las reglas. —Tiró de mi cuerpo contra el suyo, era tan
grande... en todas partes, que era abrumador para todos mis sentidos. Incluso
entonces había sido impotente, tan impotente.
—¡Te hago saber que mi humano favorito era un hombre que vivía en
una cueva!
Gruñí.
—No lo soy.
Estallé en carcajadas.
—Todavía tú.
Bajó la mirada.
—¿Y?
—¿Discúlpame?
—¿Por qué? ¿Eres tan viejo que los modales simples durante una
conversación se te escapan?
—Lo siento... Fornican en la cama... por favor. —Parecía aún más
confundido.
—Pero…
—Verdad. —Tropezó con sus palabras—. Sí, eso es todo, por supuesto.
Deberíamos… comer.
Traducido por Mais
—Sar…
Resoplé.
—Lo último que haría sería sentir celos de las pobres humanas que
caen en tu cama mientras tú les prometes eternidad solo para fantasear con
tu propio narcicismo.
—Mi toque salva vidas. —Alex rio entre dientes—. O eso me han dicho.
Mason siempre había sido más sensible que otros, así que mantuve
mi boca cerrada… o lo intenté, eso es, hasta que empezó a levantar su
tenedor hacia sus labios.
Los ojos de Alex se ampliaron tanto que pensé que iba a explotar en
su sitio.
Por suerte, Sariel había acordado con nuestra decisión así como el
Creador, o todos seríamos… nada más que polvo.
Sacudí mi cabeza hacia él. Él era tan brusco a veces que realmente
tenía la suerte de tener la habilidad de seducir a las mujeres por su físico.
Sin duda como el infierno que no era su cálida personalidad.
—No era tan mal… —Ethan entró a la habitación y cogió dos botellas
de agua del refri, mientras recuerdos de beber de Eva corrían a través de mi
cerebro.
Los ojos de Alex se entrecerraron en los míos.
—Eva sabía cómo pelear sin mi sangre. Solo resaltaba sus habilidades
regulares. Eres demasiado sedentario. Me imagino que sangre de un Oscuro
solo te llevaría a un estado de coma.
—¡Acabo de despertar!
John.
Escogí ignorarlo.
Gimió.
—Podemos entrenar... solo... —Otro bostezo—. Algunas horas, en
nuestros sueños.
Fruncí el ceño.
Algo sobre la forma en que acercó mis dedos a su boca mientras una
sonrisa se extendía por su rostro. La forma en que tiernamente sostuvo mi
mano.
—Aquí no pasa nada. —Apreté las yemas de los dedos contra su pulso
y cerré los ojos. ¿Cómo diablos se supone que debo seguir el pulso?
Girando, jadeé cuando noté sus ojos. Eran blancos, poderosos, se veía
como solía hacerlo.
—¿Cómo hiciste…?
—¡Podrías morir!
Sonreí.
—¿Culo humano?
—Los humanos tienen culos. Culos que se congelan. Piel que se cae.
Dientes que se caen. Deseos que nunca se hacen realidad. Deseos sobre los
que nunca se actúa. —Sus ojos se movieron hacia la parte posterior de su
cabeza mientras continuaba hablando, esta vez con su voz baja—. Los
Oscuros son bastante similares. Más poderoso, sí. Pero no podemos salvar
la creación con la que estamos alineados. ¿Qué tan horrible crees que es ver
una parte de ti morir todos los días sabiendo que no puedes hacer nada
para detenerlo?
—Lo has visto. —Cassius me niveló con una fría mirada mientras su
cabello negro se deslizaba alrededor de su rostro—. Te he visto mirándome
la piel, frunciendo el ceño mientras mis células te piden ayuda. Lo estabas
haciendo antes de que me durmiera, lo harás por una eternidad.
—Todas las células humanas llaman a los Oscuros. Ven a los Oscuros
como una forma de arreglar lo que ha sido roto, es en esencia por qué un
Oscuro toma a los humanos tan fácilmente como esclavos, también es por
eso que una vez que un Oscuro deja a un humano este muere. El deseo es
demasiado grande, el poder se pierde de repente, las células se incineran.
Casi me atraganto.
—Aquí. Estoy. —Su brusco uso de la frase me hizo creer que era el
último lugar en el que quería estar. Con un gesto amplio, agitó sus manos
sobre la llama. Esta subió más y más—. Un Oscuro es como este fuego...
—Así que, controla el fuego. —Me puse de pie, cepillando la piel sobre
el suelo nevado—. Estoy sintiendo un tema aquí, necesito controlar todo o
perder el control y matar.
—¿A veces?
—Me gusta ese truco —susurré, tendiendo mis manos para atrapar
los copos de nieve.
—Me salvaste la vida como una niña... y otra vez como una adulta.
Nos acercamos.
Emoción real.
No lujuria.
Sólo él.
Cassius.
¿Era eso lo que siempre sería la vida? ¿Una serie de líneas onduladas
que no tenían sentido hasta después de que mi decisión fuera tomada? ¿Y
cómo era eso justo?
—Sí.
Buena respuesta.
—¿Tristeza?
—¿Guerra? —supuse.
Ahuequé su mentón.
—¿Así cómo? —Cubrió mi mano con la suya, su boca estaba tan cerca
otra vez, solo unas pulgadas más y nos estaríamos tocando.
—Lo sé.
Las llamas cerca de la chimenea subieron mientras lo besaba
suavemente en la boca.
Ahí.
—¿Fe?
—Me gusta.
—¿Qué parte?
—No tengo tiempo para abordar lo que sea que sea esto. —Nos
señaló—. Parece que nuestra pequeña mascota en el calabozo no dejará de
chillar hasta que te vea. —Ethan suspiró, sus ojos brillando con irritación—
. Está encadenado, no puede hacerte daño en tu estado actual,
probablemente sea mejor que veas lo que puedes obtener de él.
Ethan sonrió.
—¿Por qué demonios nadie dijo nada? —rugí agarrando mi ropa con
manos entumecidas como el infierno y poniéndolas de un tirón.
Asintió.
***
—¿Oh?
Se rió.
Disparé a otro.
Y otro.
—Pero…
—Será castigado —terminó Sariel—. La mayoría de sus seguidores
murieron en la destrucción de la ciudad. Y como sabes, no podemos
simplemente matarlo por hacer algo que afirma que no sabía que era ilegal.
—¡Todo inmortal conoce las reglas! —grité, alzando mi voz una octava.
Sariel levantó su mano grande cuando una sola pluma negra cayó al
suelo creando un agujero a sus pies.
—Y por su castigo, servirá tiempo bajo tierra sin comida, agua o luz. Mil
años, debería ser suficiente.
—¡No puedes hacerme esto! ¿Sabes quién soy? Soy el hijo del...
—Haría cosquillas.
—Drénalo.
—Algo más, para crear. —Hice una pausa y levanté una ceja—. ¿Me
estoy perdiendo algo?
Ethan dio dos pasos hacia John y presionó su brazo contra la pared
para abrirle la muñeca con los dientes y pasar a la siguiente. John dejó
escapar un grito animal mientras la sangre negra goteaba de las marcas que
Ethan había hecho.
Los vampiros tenían la habilidad de hacer que la mordedura ardiera
como el infierno.
Levanté mi mano hacia Ethan para evitar que tomara más de la sangre
de John. Mi fuerza ya se estaba debilitando. Mi cabeza latía por el esfuerzo.
En cambio, una vez que bajé las escaleras las cosas se volvieron en
mi contra.
Ambos se callaron.
—Bueno. —Crucé los brazos—. Eres más que bienvenido para dejar
que Alex invada mis pensamientos... pero estoy diciendo la verdad.
—John no puede hablar en este momento —dijo Ethan con voz más
alegre—. Me estaba molestando muchísimo, pero su polvo no debería ser…
—…rojo —terminé—. Debería ser negro, mezclado con manchas grises
dependiendo de la edad que tenía, pero... rojo significa que recibió la sangre
de un Oscuro.
—Lo siento.
—Lindo es la palabra que los humanos usan para describir cosas con
colas mullidas... hamsters... pájaros domésticos. ¡Demonios, me he
convertido en tu mascota! ¡Libérame de inmediato!
—¿Amar?
—Er... comida.
—¿Qué?
—Yo también.
—Mi cuerpo es diferente... —La cara de Cassius cayó—. Pero creo que
mis sentimientos... son muy parecidos. —Inclinó la cabeza mientras me
tomaba la cara—. Más confusos que nunca.
—Cassius. —Me incliné hasta que nuestras bocas casi se tocaron—.
¿Por qué estás realmente aquí?
—Para entrenarte.
—Mentira.
—¿Para entrenarme?
—¿Cassius?
—Para amarte.
No fue así.
—Más como que, quién sabía, que como ser humano, sería tan capaz
de decir la verdad, en lugar de mentir.
—¿Preferirías mentirme?
—Para nada. —Cubrí sus manos con las mías, todavía estaban
ardiendo—. Dime que esto se siente bien.
—Se siente más que bien. Podría dormir en tu frío para siempre.
Lo quería.
La posesión me invadió.
Mío.
3
N.T. Se traduce literalmente como “gatos asustados”, quiere decir “cobarde”
Hay dos maneras de marcar a un humano... Sus palabras me vinieron
a la mente. Fuerza tu voluntad sobre ellos.
—¿Cassius?
—Lo siento.
—¿Por?
—Hacer algo que está prohibido... —Cerré los ojos y forcé mi voluntad
sobre él, pero en lugar de forzarlo a la esclavitud, a un típico culto de héroe.
Le di mi amor.
Él era mi todo.
Incluso si me matara.
El.
Tiempo.
Se.
Fue.
La nada.
Con los ojos aún blancos, su cuerpo volvió a su estado divino justo
delante de mis ojos, cuando su cabello pasó de negro a rojo, y luego a negro
otra vez. Su piel era la perfección en sí misma, una miríada vertiginosa de
diminutos cristales lisos, dorados.
—Te amaré. —Su voz tembló—. Para siempre. —Cassius presionó sus
labios sobre los míos y luego ahuecó mi cuello cuando un disparo de hielo
puro pasó de su mano a mis venas—. Mía.
—Observa.
Sariel cayó del cielo, aterrizando tan fuerte que un terremoto aniquiló a
otros cien Demonios.
—¿Admites la victoria?
—¡Silencio!
Timber se rió.
¿O lo habían hecho?
Asintió.
Observar mi vida a través de sus ojos fue doloroso… casi tan doloroso
como su palma contra mi cuello.
Ya no completamente humano.
—Eso fue…
Fue la última vez que me permití que mis propios placeres carnales
destruyeran una vida inocente.
Y eso, incluso una mujer tan hermosa como Genesis, nunca podría
llenar el vacío que la ausencia de Stephanie había hecho en mi vida.
—¿Así? —pregunté.
Ella asintió.
Ella dudó.
Me reí.
—Sí, puedo ver eso, gran detalle en el diamante y los pétalos de rosa
alrededor.
Fruncí el ceño.
—Por ti.
—Por mi egoísmo.
—Ahora que hemos dejado de lado todos los tecnicismos del camino.
—Hice un gesto hacia su anillo—, voy a hacerte el amor.
Nunca pensé.
—No pienso…
Ella sollozó antes de cada movimiento de mi lengua solo para que llore
después.
Y de pronto mi visión se convirtió en ella dándome placer. Apenas
podía mantener mi compostura.
—Cassius, te juro…
—Nunca.
Con un gruñido le di vuelta al tiempo que ella saltó en mis brazos, nos
tambaleamos hacia atrás contra la pared y luego caímos al suelo en un
tumulto de piernas y brazos mientras ella estaba sentada a horcajadas sobre
mí y luego se movía contra de mí.
Se arrastraba.
—Ella era fuerte. —Cassius tocó mi rostro con sus dedos—. Como tú.
—¡Pero todas las Sirenas tienen sus voces y se ven bien! —argumentó
Genesis desde su lugar en la sala.
—Sí, porque estoy seguro de que eso es lo que tiene en mente —siseó
Cassius—. ¡Jamón!
—Ropa.
—¿Cassius?
—Se trata de Alex. Mira, sé que te vuelve loco, vuelve loco a todos
pero… ya que Sariel está aquí, ¿puedes... descongelarlo con tu Mojo de
Oscuro?
—¿Mojo?
—¿Sí? —Volví a girar la mano, las yemas de mis dedos pesadas como
si algo necesitar salir de ellos.
—Deséalo.
Cerré los ojos y moví mi muñeca, deseando que Alex hablara de nuevo.
Suspiré.
Qué grupo tan triste y dispar. Qué mundo tan extraño, vivir en un
mundo en el que la manada del Lobo consistía en Sirenas, Oscuros y
Vampiros.
Los ojos de Mason se posaron en los míos antes de que sus uñas se
clavaran en las encimeras de granito, dejando pequeñas marcas de agitación
antes de que el horno emitiera un fuerte chasquido. Los ojos de Sariel se
sacudieron con atención y se fijaron a los míos.
Sonreí.
—Es jamón.
Pero opté por ignorarlos, apagando lo que sabía que no era mi cruz
para soportar. Escuchar los pensamientos de Mason era experimentar dolor
crudo una y otra vez. Nunca había una pausa en sus emociones, en el
sangrado de su alma, el único bálsamo en su vida de otra manera oscura.
Era Genesis
—¿Por qué estás aquí? —Saqué una silla y casi empujé a Stephanie
hacia ella y luego me las arreglé para alejarla de modo que estaba entre ella
y Sariel, exactamente donde tenía que estar.
—Creo que sabes por qué. —Su voz tenía un borde destructivo crudo
mientras sus ojos se volvieron blancos. Las plumas azules y moradas se
estremecieron de rojo antes de volver a los tonos violetas.
Pero él lo haría.
Por su familia
Alex abrió la boca para hablar, pero le envié una mirada furiosa de
cierra la maldita boca antes de que hiciera un puchero y esperara por más
información.
¿La respuesta?
Ella.
—No es necesario. —La sangre del piso de abajo se extendió entre mis
dedos, las diferentes manchas de polvo de color se extendieron alrededor de
la mesa. Una posibilidad solo porque la sangre estaba mezclada con sangre
de Ángel.
—Creo que eso significa que no lo sabía —susurró Alex en voz alta.
—¿No es que los ángeles lo saben todo? —musitó Genesis en voz alta.
Solo Ángeles.
Sangres pura.
—Sí.
—¿Una vez?
Respiré profundamente.
—No.
Hasta ahora.
Parpadeé mis ojos abiertos pero todo lo que vi fue oscuridad. ¿Estaba
soñando? Palpé la cama en busca de Cassius. Él todavía estaba a mi lado
pero no podía verlo.
—Yo puedo darte calor. —La voz se rió—. ¿Debo empezar un fuego?
¿Para los dos?
—Oscuridad —siseó.
—¿Oscuridad, dices?
—¿Qué sucedió?
—Tú. —Tragó saliva, sus ojos girando con azul y blanco—. Parece que
finalmente has conocido a Oscuridad.
—Él, eh…
—No lo entiendo.
Las cosas estaban yendo rápido, y por mucho que quería unirme a su
emoción…
La vida apestaba.
Recogí mi tenedor.
—Él lo es —corregí.
—Sabes que no discrimino entre sexos, si es guapo, bien por él, bien
por todos.
—¿Qué diablos esperas que diga? Oh, por cierto, en tus sueños, vas a
tener una visita de Oscuridad, diviértete, ten cuidado de quemar la casa.
Oh, y si estás caliente y excitada no soy yo.
Me ignoraron.
—¡Si no puede controlarse, no puede quedarse! —Ethan golpeó su
puño en el granito, rompiéndolo por la mitad—. ¡Genesis está embarazada!
Necesita protección de cosas como esa. —Pedazos de granito volaron por el
aire mientras Ethan apuntaba en mi dirección. Me hundí en mi asiento.
—Solo diles que te dejaste llevar con tu última stripper. Yo iría con
eso. Entonces una vez no le dimos nada más que dinero y un susurro de
“mafia”.
—Tal vez solo te llevaré contigo y les diré que eres mi amante. La
última vez que hicimos eso obtuvimos cincuenta por ciento de descuento.
Ethan se giró.
4
En inglés esta frase es: “En el Depot of Homes”, haciendo referencia al verdadero nombre
del lugar, “Home Depot”.
Un bajo gruñido escapó de Mason.
—Un día vas a ser atrapado por probar fruta prohibida. —Otra
frambuesa voló a través del aire y hacia su boca—. Y yo me reiré. ¿Qué va a
suceder cuando tus trucos dejen de funcionar en las humanas?
—Y cuando él dice calle, significa que tienes que irte con Cassius así
no quemas la casa de Ethan con su preciosa humana en ella —dijo Alex.
—Un Alce me siguió a casa una vez también. Pensó estaba enamorada
de mí. —Alex bostezó.
—¿Deberíamos empezar?
—¿Con miedo?
—No —jadeé.
La presión incrementó.
Cerré mis ojos y luego le dije a mis manos que empujaran en frente
de mí mientras giraba el viento hacia Cassius.
Con un gruñido, lo tuve contra el suelo, el mismo viento empujándolo
abajo.
—¡Oh, no! —Cubrí mi boca con mis manos y me incliné sobre él—.
¿Estás bien?
—Oh, sí. —Se rió oscuramente—. Más que bien, creo. —Buscó mi
cabeza, jalándola hacia abajo para presionar un beso hambriento contra mi
boca.
—No, Lobo…
—No te preocupes por eso. Lo que es entre Mason y yo, es entre Mason
y yo.
—¿Vamos afuera?
—Gran chico.
—Sabes por qué estamos aquí. —La voz de Cassius retumbó, como a
menudo cuando exudaba una enorme cantidad de poder. Me recordaba al
dibujo animado Hércules de Disney. Cuando se convertía en un dios, su voz
había desarrollado un eco mientras su cuerpo era luz en sí mismo.
Un hombre.
No un dibujo animado.
—S-sí. —El Demonio cubrió sus ojos—. ¿Podrías al menos atenuar las
luces, Cassius?
—Como desees. Sabes que mis amigos y mi familia son inocentes, has
probado la verdad en el aire en el momento en el que llegaste.
El aire era claro con honestidad, con nada más que verdad, y sí, un
poco de miedo. Gracioso, nunca había reconocido el miedo antes, siempre
pensé que era esta extraña emoción fugaz que paralizaba a los humanos.
Si cerraba los ojos lo suficiente como para verlo en mi mente, era como
un niño o un bebé, y entonces, de repente, lo alimentaron, creciendo ante
mis propios ojos hasta que fue un gigante, hasta que eclipsó todo en su
presencia.
Mientras que crear un Vampiro o una Sirena, no estaba tan mal visto,
en realidad poseían sus almas.
Y esa era la parte más triste de todo. Podían sentir, podían esperar
todo lo que querían… siempre en vano.
Alguien hablaría.
Nunca le había dicho que el camino sería fácil. Desearía que lo fuera.
—¿Qué quiere decir él? —preguntó Stephanie una vez que estábamos
en el estacionamiento cerca del Mercado Pike Place. Tan normal, caminar
mano a mano mientras hacíamos nuestro camino a través de lanzamiento
de pescado y gente vendiendo flores.
Sus dedos se presionaron contra los míos. Era todo lo que necesitaba,
pero como un recuerdo enfermo de la dirección de sus pensamientos, sentí
la Oscuridad en ella, envolviendo sus tentáculos negros alrededor de su
cuello, ahogándola.
Me había tomado años reconocer que esa voz era como el diablo que
se sentaba en mi hombro. La mayoría de las veces estaba en lo correcto.
La mayoría de veces me decía que destruyera cada humano que
veía.Me decía que bebiera de su sangre.Que rompiera sus cuellos.Me decía
que yo era un dios.Me decía que debía de ser adorado.Y la mayoría de los
días, no lo creía.
—Amor.
—¿Cómo la llamo?
—Eres tú. —Asentí, dejando que mis ojos se pusieran negros mientras
miraba a la pareja de nuevo, a través de lo que sabía que serían mis propias
sombras de oscuridad.
La pareja que se veía tan feliz, que parecía tan perfecta.Estaba lejos
de serlo.
La mujer estaba preocupada por su seguridad. Pero él estaba tan feliz,
el hombre proponiéndole, que esto era, ella pensaba, él iba a dejar de
golpearla. Él iba a detenerse porque la amaba.
¿Había pasado tanto tiempo desde que perdí a Eva? ¿Que había
dejado que la Oscuridad me consumiera? ¿Que había querido nada más que
saltar al hueco negro y dejar que abrazara cada parte de mi alma que todavía
poseía? Por unos cuantos minutos, se había sentido bien. Pero Ethan,
Mason y Alex no lo habían permitido.
Con un jadeo, ella chupó un dedo, luego dos, luego jaló mi cuerpo
contra el suyo y nuestras bocas se fusionaron en una batalla de dominación
mientras yo expandía mi frío alrededor de ella.
Aceptaré mi destino.
Feliz.
—¿Sabes cómo Ethan le dio lecciones a Genesis sobre inmortales y
nuestra historia? —preguntó Stephanie, cambiando de tema mientras
caminábamos mano a mano por la acera.
—Sí.
Ella se detuvo.
Ella asintió.
—Infiernos.
—Steph…
—Mentira.
—¿Eh?
—¿Nieve, eh?
Me recordaba a la Navidad.
—Una vez que puedas controlar tu poder serás capaz de ver a través
de futuros con facilidad —explicó Cassius—. Y Alex tiene… unos meses
intrigantes de aquí en adelante.
Y luego sonrió y recordé de nuevo por qué era tan hermoso, tan guapo
que dolía mirar su rostro por tanto rato. Su belleza era como una pintura
en constante cambio. Siempre notaba algo diferente sobre su rostro, sus
ojos azul brillantes, cómo de oscuras eran sus pestañas, el ángulo de su
mentón, la forma de sus labios esculpidos…. Siempre había algo
interesante, algo único, diferente, y yo era inmortal, estaba acostumbrada a
ver cosas bonitas.
—Estoy usando a Mason. —Miré hacia las botas peludas y reí—. Creo
que estaría enojado si las viera.
—Aquí no hacen daño a esa clase de lobos —prometió Cassius—.
Incluso la clase de Mason se mantiene alejada del frío amargo de Oymyakon.
Cassius sonrió aún más, tal vez estar en casa era bueno para él.
Fruncí el ceño.
—¿Qué?
El fuego crujió mientras expandía sus manos, sus palmas hacia abajo.
—Sí. —Su madre asintió, lágrimas llenando sus ojos—. Sí, haré eso.
Se levantó y salió, suavemente cerrando la puerta detrás de ella.
—¿Sariel?
Cassius asintió.
—Dijiste que querías saber lo que realmente eran los Oscuros y cómo
sucedió, así que voy a llevarte de vuelta al principio.
—¡Cassius! Haz algo, hay mujeres… —Se ahogó con un sollozo—. ¡Los
niños están muriendo!
—Niños mueren todos los días —dije con un susurro—. Ellos lo ven
todos los días, han estado observando durante cientos de años, ¿qué hace
este día diferente?
Más niños gritaron. Y luego, de pronto, una luz brilló en cada uno de
los doscientos hombres, parpadeando contra sus escudos dorados. Cada
escudo sostenía el diseño de un árbol, pero cada árbol era diferente como si
su origen viniera de un país o región diferente.
Los humanos agradecieron a los hombres, los mismos que los habían
visto sufrir durante días, semanas, años, sin saber que este no era un
ejército marchando como ellos aclamaban, sino seres, creados para observar
la humanidad.
—No fue suficiente. —Mi madre dejó caer su cabeza—. Estaré de luto
por él para siempre.
Como un ser angelical, el hombre podía sentir la tristeza de la mujer
como si fuera la propia. Se quitó el casco, dejó caer su armadura y la ayudó
a ponerse de pie.
Tan hermoso.
Yo. Deseo.
Deseo.
Deseo.
Deseo.
Deseo.
Deseo.
Deseo.
Él sabía que no debería decírselo, algo gritaba dentro de él, que estaba
mal, todo el intercambio, algo le decía que no terminaría bien, pero él solo
quería segundos, minutos, horas; tal vez quería días, ¿y estaba mal desear
tiempo? ¿Cuándo se le había dado mucho de este? Después de todo, todavía
estaba observando, solo observando. A ella.
Ella se giró.
Él deseaba.
Deseo.
Deseo.
Deseo.
—¡Sariel! —Uno de sus hombres ladró su nombre—. Regresamos a la
montaña.
Una vez que llegó a su choza, tocó la puerta y luego entró de golpe
cuando ella no respondió.
—¿Por qué siento algo fuerte por ti? ¿Un hombre? ¿Un extraño que no
conozco?
—La amo.
Sariel suspiró.
Sariel asintió.
—Lo… intentaré.
—Estoy embarazada.
—¿Lo es? —Ella sonrió con un brillo y Sariel continuó con la emoción,
presionando su mano contra su estómago en felicidad hasta que el destino
del niño se reprodujo en visiones horribles del futuro.
Con un jadeo, Sariel retiró su mano.
—¿Oscuridad?
—Nephal…
—¡Aléjate!
Esa noche, con Bannik a su lado, entró a la carpa, listo para destruir
a la abominación, cuando sus ojos se enfocaron en el niño.
—Están aquí.
Y como si el sol hubiera descendido a la tierra, una legión de Ángeles
aterrizó en el campamento, brillando con armadura dorada y plateada. Los
Arcángeles se unieron a la primera parte de las filas, mientras el resto de
los soldados se colocaron alrededor de la carpa.
Hacia su muerte.
—La creación está prohibida —dijo el Ángel con voz resonante—. ¿Qué
has hecho hermano?
—Lo entrenaré.
Dos mil Ángeles estaban de pie, listos para luchar mientras fuego
golpeaba desde el cielo, destruyendo la montaña donde los hermanos habían
observado.
La gloriosa montaña que solía proteger la villa del frío, ya que detenía
a los sistemas de tormentas antes de que fueran capaces de llegar a la
montaña. De pronto, estaba indefenso. Y maldecido con un invierno eterno.
—Siberia —susurré—, nunca debió ser frío. —Envolví mis brazos con
más fuerza a su alrededor, tanto como pude. No culpable de los sentimientos
que tenía por ella, el fiero deseo de tener que protegerla de la oscuridad
interior—. La razón por la que los Oscuros son fríos, usando partículas de
hielo y agua con un simple chasquido de nuestras muñecas. Es frío por
nosotros, nosotros somos el frío, somos la maldición que nos rodea. —
Pequeños pedazos de hielo volaron en el aire—. Te pierdes el punto de la
historia, mi amor.
—Antes de eso.
—Sí. Los cerró. No fue castigado por su amor, sino por ir en contra de
lo que fue creado. No estaba hecho para cerrar sus ojos, no era su propósito,
posiblemente por la misma razón que una vez que cerramos nuestros ojos,
miramos hacia dentro, perdemos enfoque de lo que está en frente de
nosotros. Las cosas más temibles no siempre yacen afuera… —Besé su
mejilla fría—, sino en nuestro interior.
Alex compartió una mirada conmigo, una que conocía bien, sus
pensamientos yendo hacia la línea de: ¿Por qué diablos la llevarías allí, solo
para asustarla como la mierda? Siempre tan elocuentes, Sirenas.
—¡Qué has hecho! —rugió—. ¡Mi amigo lobo favorito era blanco!
—Diez dólares a que duerme con ellas esta noche. —Alex rió entre
dientes.
—Se supone que debes hablar cuando te emparejes —dijo Mason bajo
su aliento, mientras todos los ojos se lanzaron hacia su dirección. Él levantó
la mirada—. Quiero decir, esa es nuestra… forma.
Atrapé los hielos a mitad del aire, uno de ellos perdió mi mano y me
golpeó en el lado. Con una mueca, caí de rodillas mientras el tiempo
comenzó de nuevo, y el hielo se estrelló contra el suelo.
—No puedo.
Silencio.
Admití que esta era una batalla que ella solo podía luchar por su
cuenta, una en la que ella no tenía entrenamiento, una que no podía ganar
por ella.
—Y yo a ti.
—Tengo miedo.
Imaginé que aquí a muchos años, siglos incluso, todavía pensaría que
su beso era el paraíso, el toque más grande, la presión de sus dedos contra
mi piel. Amar a Cassius era estar envuelta en exactitud.
Y él me estaba consolando.
El primero de su raza.
Una vida.
Mi corazón se hinchó.
—Déjame besarte…
Mi compañero.
—Déjame pasar.
—Distrayéndote.
Vería la oscuridad.
Vería mi vergüenza.
—S-sí.
Tragué saliva.
La habitación tembló.
O incluso placer.
Sino amor.
—Te amo.
—También te amo —susurró, balanceándome en mis brazos, de
adelante hacia atrás, con nuestras piernas todavía entrelazadas, nuestros
cuerpos con gotas de sudor congeladas.
—¿Stephanie?
Ella apretó sus dientes y golpeó sus manos contra mi pecho con un
grito.
—Lo siento. —Corrió hacia mí—. ¿Estás herido? Yo solo, solo estaba
tratando de alejarlo a él, no a ti.
—Iré contigo.
—Lo intentaré.
Y Ethan.
—¿Cassius?
Dudé al principio, los hábitos eran difíciles de dejar. Había habido una
vez cuando hubiese hecho de todo para tocarla, para emparejarme con ella,
romper la maldición que Ethan y yo habíamos empezado cuando su
compañera lo traicionó.
Observando.
—No puedes.
—No parece que Sariel quisiera dejar algo fuera como eso. ¿Estás
seguro que estás restaurado?
Fruncí el ceño.
Lentamente, me giré.
—Y nunca intentaré adivinar las ideas de una mujer por miedo a que
solo estaré en el lado equivocado de su afecto por un siglo. —Sonrió—. Al
menos.
—Está creciendo.
—¿Tu ego?
Su sonrisa se atenuó.
—Creo que ese barco navegó hace mucho tiempo, me temo. Después
de todo, solo puedo permitir tanta arrogancia antes de que me ciegue.
—Buen punto.
¿O realmente lo era?
—Siento…
Me reí.
—Dudo eso.
—¿Alguna vez has pensado sobre la batalla que luchó Cassius? ¿Las
guerras entre inmortales? ¿Por qué Oscuridad lo llamaría cuando es mitad
Ángel? ¿Por qué lo tentaba? ¿Es porque los humanos son tan oscuros? Pero
no. —Timber palmeó su mentón—. Eso no tendría sentido, ¿verdad? Para
que la sangre de un humano sea más fuerte que la sangre de Ángel… —
Caminó en frente de mí—. Tantas piezas de un rompecabezas, expandidas
alrededor de tus pies, sin embargo tú sigues recogiendo las piezas
equivocadas. Oscuridad, es solo es una pequeña clave de lo que eres mi
querida, lo que es Cassius. Es realmente triste, posiblemente patético, cómo
él se ha permitido ser usado todos estos años sin realmente entender que
ha estado en cadenas todo este tiempo.
Mi cabeza comenzó a doler. Presioné mis dedos contra los lados para
poder aliviar el dolor.
—Veo tu mente trabajando. —Un repentino frío llenó el aire, sus ojos
se dilataron antes de dejar salir un bajo siseo—. Hasta la próxima, Ángel.
—No.
—¡Acabas de mentir!
—¿Lo es?
—Quieres la verdad.
—Sí.
Sariel levantó la mirada hacia el cielo de noche, luego cerró sus ojos
mientras un destello de una luz brilló en él.
—Sí.
Sariel asintió.
—Pero pueden.
—No lo entiendo.
—Pero, la guerra…
—Para mantener bajos los números, ya que ellos son una clase de
chismosos. Viven juntos, hacen planes, pero hasta ahora habían estado en
silencio. Lo han estado durante miles de años. Y ahora, están en ello de
nuevo, y será tu trabajo aplastar la rebeldía antes que sea demasiado tarde.
Y desapareció.
¿Fueron segundos? ¿Minutos? ¿U horas? No tenía ni idea de cuánto
tiempo pasé mirando hacia el espacio, preguntándome cuál sería mi
siguiente curso de acción. Todo lo que sabía es que tenía la sospecha de que
Cassius estaba en la oscuridad tanto como yo, y que tal vez, solo tal vez, era
tiempo de que alguien hiciera algo.
¿Pero herido?
Me estremecí.
Para nada.
Traducido por Mais
Si es que lo hacía.
Ella lo haría.
Curioso, esperé, se cerró con más rapidez, más abrupto, como si ella
hubiese pensado sobre darle un golpe pero decidió en contra de ello.
Pisadas se sintieron.
Las mentiras eran como pequeñas paredes metidas entre alguien que
amabas, eventualmente, tendrías tanta separación, tanta desconfianza que
os volveríais extraños.
—¿Por qué?
—¿Alguna vez has pensado que tal vez, lo que estoy haciendo, es
ayudarte a ti? —respondió. Luego corrió fuera de la casa mientras yo caía
de rodillas y gritaba su nombre.
Stephanie
Traducido por Mais
Continué corriendo por la calle, mis pies llevándome más rápido ahora
que era parte Ángel.
—Entra.
—No tan lejos de ello, Ángel. —Sonrió y luego inclinó hacia atrás un
líquido grueso rojo, el olor de tierra llenando el aire—. Sangre humana, mi
mascota.
Uno torció su dedo hacia una mujer humana. Ella rió entre dientes y
caminó hacia él, se puso a horcajadas en su regazo y empezó a besar su
cuello.
Me estremecí.
Tal vez a eso se refería Cassius. ¿Por qué Eva lo había ayudado tanto?
Mientras tuvieras algo más haciendo de ancla… podías ignorar la oscuridad.
—Así que ella viene a solas. —La voz sonaba tan familiar, masculina,
cálida. La silla se giró lentamente.
Él sonrió.
—¿Qué eres?
—Soy un Osc…
—¿Qué?
—¿Un Ángel?
—Pero, los Demonios son una raza. Están en el libro inmortal como
una raza que fue creada…
Sacudí mi cabeza.
—¿Oh?
—Lo sientes incluso ahora. —Sus ojos se cerraron por unos segundos,
y cuando se abrieron, estaban negros, sin alma—. Cuando los Ángeles se
rinden, rompen las reglas, o deciden no pedir perdón… —Su risa fue
profunda, vacía—. De pronto son no deseados, enviados a la tierra por el
resto de su miserable existencia, la mayoría de ellos estaban bajo la
impresión de que eran como humanos, sin ninguna clase de habilidades.
Hasta Sariel.
Sonrió.
Diez hombres.
Enormes.
—Sariel…
—Sí, hablemos sobre el buen ángel. —Se rió, un sonido maligno que
se deslizó sobre mí como mantequilla caliente—. Dile, una guerra está
viniendo. Una que él no puede ganar. Oh, y saluda al rey inmortal por mí
mientras toma su último aliento. Tuvimos una buena carrera, una
realmente buena carrera.
La herida dolía, pero lo que dolía más, era el dolor físico de mi corazón
mientras demandaba correr hacia ella. Así que con toda la fuerza que poseía,
cerré mis ojos y lo deseé. Deseé mi fuerza hacia ella, cada onza que tenía, y
esperaba que fuera suficiente para mantenerla viva, incluso si significaba
mi muerte.
Estaba por gritar por Ethan cuando él apareció a mi lado, sus manos
apartando las mías mientras examinaba mi pecho. Con los ojos graves,
retrocedió.
—¡Alex! ¡Mason!
Sonreí.
—¿Te das cuenta de lo que esto significa? —Las una vez moradas
plumas rodeando su cuerpo grande se iluminaron de rojo. Mi latido de
corazón disminuyó a un gentil ritmo mientras gotitas de sangre caían en
cascada de sus plumas en perfecta cadencia con mi respiración.
—Lo hago.
—Muy bien.
Asumí mal.
Porque en el minuto en que Sariel tocó mi piel, sentí nada más que
vacío.
—Un regalo —susurró Sariel en el aire—, por mi único hijo que queda.
No respondió.
—No lo entiendo.
—Un sacrificio siempre debe ser hecho, mi hijo. Sangre siempre debe
ser derramada. Es la forma de la tierra. La forma de los cielos.
Sariel cerró sus ojos mientras una lágrima plateada corría por su
rostro fuerte.
—Todo lo que quería… —Sus ojos blancos de lágrimas parpadearon
hacia mí—, es ser valedero de esa palabra, solo una vez. —Sonrió—. Y hoy…
espero que recuerdes la forma en que sin esfuerzo liberaste las palabras más
hermosas en el aire, dándome una paz que he estado esperando durante
milenios. —Sonrió—. El resto de tu humanidad estaba en dos. Sí,
necesitabas su amor, pero también necesitabas ver que sin todo esto… —
Expandió sus brazos ampliamente—, todavía tenías algo que ofrecer.
Sonrió ampliamente.
—Aparentemente.
—Pero…
—Usa su poder bien. Ama con fuerza. Termina esta guerra. —Sus ojos
se convirtieron en extraño plateado—. Veo muchos futuros para los
inmortales.
—¿Qué?
—Sariel ha muerto.
—Incluso las plumas lloran su ausencia —dijo Ethan con voz grave,
deslizando su mano detrás de la espalda de Genesis y silenciosamente
llevándola fuera de la habitación.
Alex y Mason los siguieron, tal vez ellos también sintieron la tensión
en el aire, la parálisis absoluta de las células alrededor de nosotros como si
estas también estuvieran confundidas en qué acción tomar. Después de
todo, ¿cuál era el protocolo cuando un Oscuro de pronto sacaba alas fuera
de su espalda? Y no negras y rotas alas, sino verdaderas, las de su padre,
un Arcángel.
—Lo es.
—Lo es ahora.
Traducido por Mais
Alex sorbió una taza de café y pretendió estar leyendo pero raramente
volteaba la página, solo la miraba fijamente, perdido en sus oscuros
pensamientos, los mismos que usualmente trataba de enfrentar cuando en
realidad, era bastante posible que tuviera el futuro más difícil de todos
nosotros.
Y solo a ella.
—Sariel dio la vida por mí. —Mi voz no tembló, era suave, en comando,
algo que no sentía, pero todos sabían que solo porque tengas un sentimiento
no significa que lo estés sintiendo. Me sentía inseguro; eso no significaba
que necesitaba de hecho seguir a través de ello y volverme inseguro cuando
se trataba de mis decisiones, porque afectaban a cada ser a mi alrededor,
mortal o inmortal, tenía que enfocarme en mi conocimiento, en mi corazón,
en el amor rodeándome, no en el sentimiento tonto que me decía que tuviera
miedo.
Alex lo dijo por mí, sus ojos enfocándose en los míos mientras se
inclinaba hacia adelante en anticipación.
—Trata unos cuantos años, pero seguro que sip, solo decir unos
cuantos suena mucho mejor, como si parpadeáramos y oh, mira,
¡inventaron los autos!
Sonreí mientras más visiones del futuro de Alex yacían ante mis ojos.
Tal vez obtendría mi pago mucho más pronto de lo que originalmente pensé.
—Una cosa más —agregué, esperando hasta que cada par de ojos
estaba en mí—. Eres más fuerte cuando estás emparejado.
Estaba pálido.
Muy pálido.
Eventualmente.
—Red Bull…. —Alex rió—, también tiene alas, pero toco mis labios
contra esa lata como si fuera mi trabajo…
—Me parece que estás equivocado… ¿qué dijiste que le había pasado
a Sariel? ¿Se volvió oscuro? ¿Perdió la cabeza? ¿Dejó de existir?
Pero… al tanto.
—¿Podemos hablar?
Amándome.
El momento era tan hermoso, tan perfecto que podría haber llorado.
En su lugar, coloqué mis manos frías en su cuerpo. Y sentí calidez.
Jadeando, me aparté.
—Pero…
Sacudió su cabeza.
—¿Ochenta-veinte?
Otra sacudida.
Abrí mi boca de nuevo.
—Todavía caído.
—Ahora —dije.
Sentía el sexo.
O el amor.
Emparejado.
En absoluto.
Cada sexo.
Cada planta.
Animal.
Creación.
Amaba todo.
Me repartía por todas partes como lo hacían todas las Sirenas buenas,
y era malditamente bueno en eso. La sola idea de que estaría atado a un
miserable humano por la eternidad me hizo sentir la tentación de escribir
una nota de suicidio y robar la pequeña pluma púrpura de Genesis,
drenando mi propia inmortalidad a la mitad de un orgasmo.
Silencio.
Tal vez me sentía suicida, porque las primeras palabras que salieron
de mi boca fueron:
—Iré primero.
Dark Surrender (The Dark Ones Saga
#3)
¿De qué no estoy muy feliz? De que me digan que tengo que emparejarme
con una humana marchita y permanecer leal a esa persona durante los
próximos siglos. Hay una guerra por venir y por ser el idiota que soy, me
ofrecí a sacrificarme por el equipo para ayudar a un amigo.
Ahora mi apetito sexual está recibiendo una maldita patada en las pelotas.
Con una.
Miserable.
Humana.