Vengaza o Muerte
Vengaza o Muerte
Vengaza o Muerte
2 (2005): 117-129
Resumen
En 2 Samuel 21:1-14 se relata una venganza de sangre exigida por los gabaonitas en contra de la
casa de Saúl. Puesto que ésta no se ha ejecutado, una hambruna azota a Israel. El rey David, pre-
ocupado, consulta a Dios. Se le comunica que el castigo es por causa de una acción hostil de Saúl
en contra de los gabaonitas que no ha sido solucionada todavía. Cuando David dialoga con este
grupo, se le exige al rey que ejecute la venganza pendiente. Después de la muerte de siete descen-
dientes de Saúl, la armonía social es restablecida. Algunos eruditos suponen que este relato acusa
al rey de utilizar la hambruna como excusa para eliminar a los descendientes de Saúl. Otros lo ex-
plican como una venganza de sangre que debe ser ejecutada. Por lo tanto, en este trabajo la pro-
puesta es dilucidar esta dualidad interpretativa del texto a la luz de los conceptos de justicia des-
critos en el relato.
Abstract
2 Samuel 21:1-14 contains the narrative of a blood vengeance that the Gibeonites demand against
the house of Saul. Due to the fact that the vengeance is not executed, a famine befalls the land.
Consequently, King David consults God and is told that the famine is a result of the hostile ac-
tion of Saul against the Gibeonites that had not yet been resolved. When David dialogues with
the Gibeonites, he is challenged to execute the unresolved blood vengeance. After the death of
seven descendents of Saul the social equilibrium is reestablished. Some scholars have suggested
that the famine was used by King David as a pretext to eliminate Saul’s descendents. Others have
understood it as a blood vengeance that required execution. The present study seeks to shed light
upon both interpretations against the background of the concepts of justice perceivable in this
narrative.
1. INTRODUCCIÓN
En este trabajo se analizará uno de los textos más intrigantes del Antiguo Testa-
mento cuando se lo evalúa a la luz de los conceptos contemporáneos de justicia.1 En 2
Samuel 21:1-14 se relata una venganza de sangre exigida por los gabaonitas en contra
de la casa de Saúl cuando éste, en un arranque de locura y con la mera ilusión de im-
presionar, intentó exterminarlos (21:2, 5). Puesto que esta venganza no se ha ejecuta-
1 Bernard S. Jackson menciona la dificultad que representan estas leyes en la mentalidad popular con rela-
ción a la legislación del Antiguo Testamento. Véase Bernard S. Jackson, “Problem of Exod. 21:22-25 (Ius
Talionis)”, VT 23.3 (1973): 273.
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do, una hambruna azota a Israel.2 El rey preocupado por esta calamidad decide con-
sultar a Dios. Se le comunica que la hambruna es producto de una acción injusta de
Saúl en contra de los gabaonitas que no ha sido resarcida legalmente todavía. Cuando
David dialoga con este grupo, se le dice que la venganza está pendiente y debiera ser
ejecutada. Aparentemente ellos no se atreven a realizarla y piden el apoyo legal del rey,
quien se compromete a satisfacer sus demandas. Después de la muerte de siete des-
cendientes de Saúl, Dios nuevamente bendice a Israel.
Algunos eruditos suponen que todo este relato descubre las verdaderas intenciones
de David. Afirman que el rey utiliza la hambruna como excusa para eliminar a los des-
cendientes de Saúl considerados posibles rivales de su trono.3 Otros toman el relato
literalmente y lo explican como una venganza de sangre pendiente contra la casa de
Saúl.4 Esto sucede a pesar de la orden divina de realizar dicha venganza y de los pre-
juicios que tal procedimiento podrían acarrear a los conceptos actuales de justicia.5
Por lo tanto, en este trabajo la propuesta es intentar dilucidar si la hambruna es un
castigo por la negligencia del rey con relación a la justicia, o bien una excusa para eli-
minar a los descendientes de Saúl al considerarlos una amenaza por ser posibles can-
didatos a su trono. También, otro de los objetivos será analizar la posibilidad de que la
muerte de los hijos de Saúl sea sólo parte de una pena capital o bien de un sacrificio
real para una situación de emergencia. Finalmente, se tratará de determinar si la inten-
ción de David era retardar la venganza de sangre reclamada por los gabaonitas para
evitar posibles conflictos con la familia de Saúl, o si era su deseo eliminar definitiva-
mente a sus descendientes para anular su pretensión al trono.
2 Hay registros hititas de desastres nacionales adjudicados a violaciones de pactos según “Plague Prayers of
Mursilis”, traducido por Albrecht Goetze (ANET, 394-96).
3 Walter Brueggemann, “2 Samuel 21-24: An Appendix of Deconstruction?”, CBQ 50.3 (1988): 387.
4 P. Kyle McCarter, Jr., II Samuel: A New Translation with Introduction and Commentary (AB 9; New York: Dou-
bleday, 1984), 441-45.
5 La historia se muestra extraña y aun repelente para la concepción actual de justicia, venganza y resar-
cimiento compensatorio. No obstante, se debiera interpretar de acuerdo a los lineamientos de la épo-
ca. Véase David F. Payne, I & II Samuel (The Daily Study Bible Series; Philadelphia, Pa.: Westminster,
1982), 259.
6 William McKane, I & II Samuel (London: SCM, 1963), 284.
Quiroga: La venganza gabaonita a la luz de los conceptos actuales de justicia 119
nen que es mejor ubicar cronológicamente el relato después de 2 Samuel 9:1.7 De to-
das maneras, la intención de este trabajo es lograr una interpretación del párrafo; la
ubicación del mismo no incide metodológicamente. Por lo demás, la narrativa es con-
siderada consistente y homogénea.8
7 Ibid., 196.
8 Simeon Chavel, “Compositry and Creativity in 2 Samuel 21:1-14”, JBL 122.1 (2003): 23.
9 Raymond H. Swartzback hace un detallado estudio de la palabra “venganza”. El término se relaciona con
una situación local propia de la época del texto. Además, indica el tiempo de la retribución final de Dios.
Ambas percepciones se dan en el ámbito de la justicia divina sin excluir conceptos tan dispares como la ira
y el amor. Véase Raymond H. Swartzback, “A Biblical Study of the Word Vengeance”, Int 6.4 (1959): 455-
56.
10 Se informa que el hambre es una situación común en Palestina debido a las sequías. Como ejemplo, Gé-
nesis 12:10 y Rut 1:1. También se afirma que puede ser producto del enojo divino. Véanse 1 Reyes 17:1 y
con más detalles Robert P. Gordon, I & II Samuel (Library of Biblical Interpretation; Grand Rapids,
Mich.: Zondervan, 1988), 299.
11 El texto puede indicar ahorcamiento, posible crucifixión o, en su defecto, desmembramiento según A. A.
Anderson, 2 Samuel (WBC 11; Dallas, Tex.: Word, 1989), 249.
12 Ya se conocía la lex talionis en las leyes de Mesopotamia, Eshnuna (2000 aC); Amurabi (1700 aC) y Lipit
Ishtar (1860 aC). La intención original parece que era poner un límite a las venganzas familiares o tribales.
Era realmente ojo por ojo y diente por diente, no más que un ojo o un diente si ese hubiera sido el daño.
Por otra parte, la restitución monetaria era posible. Por ejemplo, en Eshnuna, un golpe en la nariz se eva-
luaba en una mina de plata. Igual en un ojo. Por un diente, 172 minas, y por una bofetada, 10 shekels de
plata. Los valores de pago no eran los mismos, si la clase social era diferente. En particular, se pagaba un
precio menor por lastimar un esclavo, pero si un rico dañaba el ojo de otro de la misma condición social,
la lex talionis se cumplía estrictamente. Aquel no podía quedar con su ojo sano. En otro orden, en el Penta-
teuco, las leyes taliónicas parecen ser más misericordiosas y equitativas, tanto para el natural como para el
extranjero, rico o pobre, amo o esclavo. El talión, en las Escrituras hebreas, no es, entonces, aplicado lite-
ralmente como una ley de retribución. Por el contrario, es usado en ciertos y pocos casos en los cuales la
congregación tendería a considerarlos como difíciles de tratar o bien con el propósito de producir efectos
igualitarios en la aplicación de la justicia. Véase Eugene J. Fisher, “Lex Talionis in the Bible and Rabbinic
Tradition”, JES 19.3 (1982): 583-85.
13 Saúl mató a los gabaonitas sin la aprobación divina (2 S 21:1, 6) de acuerdo a Henry P. Smith, The Books of
Samuel (New York: Scribner’s, 1977), 374.
120 DavarLogos: Revista bíblico-teológica
una hambruna.14 De acuerdo con la narración de Jueces 9, los gabaonitas que eran
amorreos habitantes de Canaán,15 haciendo uso de una hábil estratagema, habían lo-
grado salvar sus vidas haciendo un pacto con los conquistadores israelitas. Éstos se
comprometieron a perdonar la vida al pueblo gabaonita, empleándolos de por vida
como servidores en las actividades cultuales del tabernáculo. Luego, según 2 Samuel
4:2, 3, algunos autores, asociando Beerot con Gabaón,16 deducen que los gabaonitas
habían huido de Beerot a Guitaín por causa de la persecución realizada por Saúl. Este
rey, en su celo desmedido por Israel, y posiblemente suponiendo que los gabaonitas
extranjeros podían llegar a aliarse con los filisteos, decide aniquilarlos colectivamente.17
Se cree que por esta razón Recab y Baana, ambos exiliados en Beerot y posiblemente
con ánimos de venganza, asesinan a Ishboset.18
También, Saúl es considerado por algunos autores como una persona exagerada-
mente celosa por la causa de Israel.19 Aparentemente, su impotencia frente a los filis-
teos lo lleva a sospechar de cualquier persona o grupo que no le inspire confianza. La
objeción que se adjudica a Saúl es su cobardía por atacar a un grupo de personas sin
preparación adecuada para enfrentar una actividad bélica, y más cuando ésta es inespe-
rada. Los gabaonitas sufrieron quizá, por parte de Saúl, el mismo tipo de ataque trai-
dor, injustificado y sin previo aviso como el de los sacerdotes de Nob.20
Entonces, de acuerdo a la tradición de la época,21 sobre Saúl y sobre su casa pesaba
una venganza de sangre22 por romper el pacto pacífico de convivencia israelita-
14 La interrelación entre la conducta del hombre y las consecuencias que ésta pudiera acarrear, es un asunto
crucial en el entorno cultural de aquella época. Véase Joyce Baldwin, 1 & 2 Samuel (Downers Grove, Ill.:
InterVarsity, 1988), 196.
15 Ibid., 283.
16 McKane, I & II Samuel, 196.
17 Ibid.
18 Ibid. Véase también 2 Samuel 4.
19 Gnana Robinson, Let Us Be Like the Nations. I & II Samuel (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1993), 265.
20 Se piensa también que es el mismo ataque. Véase McCarter, Jr., II Samuel, 441.
21 De acuerdo a William W. Hallo, las cinco culturas lingüísticas están íntimamente relacionadas; es decir, la
egipcia, hitita, semítica occidental, acádica y sumeria. Véase William W. Hallo, “Summer and the Bible: A
Matter of Proportion”, en The Context of the Scripture: Archival Documents from the Biblical World (ed. William
H. Hallo; Leiden: Brill, 2003), liii. Es evidente que el sistema legal de compensación del ACO fue modifi-
cado, adaptado e incluido en el código legal israelita según opina Baruch A. Levine, Leviticus (The JPS To-
rah Commentary 3; Philadelphia, Pa.: Jewish Publication Society, 1989), 269.
22 Se comenta que todo el pueblo debía ser culpable de la matanza de los gabaonitas dado que Saúl no actuó
sólo sino acompañado del ejército israelita. Francis Nichol, ed., Seventh-day Adventist Bible Commentary (7
vols.; Washington, D.C.: Review & Herald, 1958), 3:234. Sin embargo, el pueblo actúa cumpliendo las ór-
denes de su comandante en jefe, por lo tanto, la responsabilidad recae sobre Saúl.
Quiroga: La venganza gabaonita a la luz de los conceptos actuales de justicia 121
gabaonita.23 Después de esta acción impune, sólo se esperaba el castigo divino consis-
tente en hambre, sequía o matanza generalizada.24
Por su parte, David representa la justicia de su monarquía y, por lo tanto, debe
ejercerla en favor de los damnificados.25 En consecuencia, la ejecución de siete26 de los
descendientes de Saúl realizada por orden del rey, efectúa una reconciliación entre los
gabaonitas e Israel. De allí la pregunta de David, “¿qué satisfacción os daré […]?”,27 la
cual implica una búsqueda de reconciliación.28
Por otra parte, algunos autores suponen que la evidencia para afirmar que David
no tiene intenciones políticas en esta venganza, es que hace provisión para una sepul-
tura apropiada de Saúl, de Jonatán y de los siete descendientes ejecutados.29 También,
otro argumento podría ser el hecho de que David, por el momento, había dejado las
cosas como estaban sin tomar ningún tipo de resolución aunque se esperaba que las
tomase, es decir, respeta la casa de Saúl pero Jehová no acepta su posición pacificado-
ra.
23 Incluso, la exposición de los cuerpos al aire libre es una evidencia cultural del rompimiento de un pacto
según McCarter, Jr., II Samuel, 444.
24 Baruch Halpern, “Gibeon: Israelite Diplomacy in the Conquest Era”, CBQ 37.3 (1975): 303. Nótese la
descripción del pacto gabonita-israelita en Joseph Blenkinsopp, “Are There Traces of the Gibeonite Co-
venant in Deuteronomy”, CBQ 28.2 (1966): 209.
25 Algunos autores suponen que cuando Simei increpa a David como “hombre sanguinario” (2 S 16:7) está
refiriéndose a esta venganza ordenada finalmente por David. Véase McKane, I & II Samuel, 286. La apa-
rente contradicción cronológica de que el texto en estudio esté ubicado después del que alude a Simei, se
explica con la argumentación presentada donde se lo considera como un apéndice del libro (p. 2).
26 De acuerdo con Gordon es un número simbólico que representa a toda la familia de Saúl. Véase Gordon,
I & II Samuel, 299. McKane, I & II Samuel, 284, sostiene que es un número sagrado. También es intere-
sante destacar que los cinco hijos atribuidos a Mical son, en realidad, de Merab. Para comprobar esta rela-
ción, es necesario comparar 1 Samuel 18:19 con 2 Samuel 6:23. Howard Jacobson, “Adoptive Parents in
Rabbinic Exegesis of the Bible”, VT 49.2 (1999): 261-62, argumenta que este es un caso de adopción ates-
tiguado en el código de Hammurabi y, posteriormente, en las leyes rabínicas. No necesariamente la men-
ción de Mical es un error escritural en lugar de Merab, porque aquélla nunca tuvo hijos (2 S 6:23) como
afirma Anderson. Véase, por ejemplo, Anderson, 2 Samuel, 250. De acuerdo a Jacobson, bien pudo adop-
tar los hijos de Merab.
27 Véase 2 Samuel 21:4. La palabra “satisfacción” viene del verbo hebreo rp;K' y puede entenderse como
“expiación”. Pero en un contexto secular diferente al ritual levítico, de acuerdo a Baldwin, 1 & 2 Samuel,
284. No es el tipo de expiación que puede pagarse con dinero como en Éxodo 21:30, sino que es un tipo
de venganza que debe pagarse con la vida del culpable como en Números 35:31 según McCarter, Jr., II
Samuel, 443; McKane, I & II Samuel, 284; Baldwin, 1 & 2 Samuel, 283-84, y Gordon, I & II Samuel, 300.
28 A David se lo percibe como un rey interesado por el bienestar de su pueblo y de su tierra. No es necesa-
rio, como se sugiere, que el rey hubo asimilado ciertas prácticas cananeas de culto a la fertilidad según
McCarter, Jr., II Samuel, 445.
29 Alden Thompson, Samuel (La Biblia amplificada; Buenos Aires: ACES, 1995), 315. Dios no envió su ben-
dición hasta que los restos de Saúl y Jonatán estuvieran debidamente sepultados. De todas maneras, no
parece que David hubiera actuado muy prestamente, pues es posible que haya transcurrido cierto tiempo
hasta que por la actitud de Rizpa decidió hacer un enterramiento digno conforme a 2 Samuel 21:10-14.
122 DavarLogos: Revista bíblico-teológica
De todas maneras, este tipo de ejecución crea ciertos interrogantes para los lectores
contemporáneos.30 Entonces, es necesario dedicar un breve espacio a analizar el con-
texto cultural de la época con relación a esta clase de venganza.
un padre podía pagar con su vida por el homicidio cometido por su hijo. En cambio, ese
procedimiento penal está prohibido en el Pentateuco (Dt 24:16).37 En la ley mosaica, la
mutilación debía corresponder estrictamente con el daño ocasionado (Ex 21:24, 25).38
No siempre sucedía lo mismo en las culturas vecinas, los abusos solían ser frecuentes,
aun en la cultura israelita.39
El asunto es cómo aceptar con la mentalidad moderna la forma de aplicación de la
justicia de aquella época. El problema se vuelve más complicado todavía cuando Dios
está involucrado exigiendo el cumplimiento de dicha ejecución. A pesar de estos apa-
rentes obstáculos, se tratará de resumir mucho de lo que ya se ha escrito sobre el te-
ma.40
La primera referencia bíblica que sanciona una venganza de este tipo, es la de Gé-
nesis 9:6, “el que derramare sangre del hombre, por el hombre su sangre será derra-
mada […] y de mano del hombre […] de mano del varón su hermano demandaré la
vida del hombre”.41 Antiguamente, cuando una persona era asesinada, con o sin inten-
ción, era la responsabilidad del pariente más cercano vengar la sangre de la víctima.42
Números 35 y Deuteronomio 19 hacen una provisión para salvaguardar la vida del
homicida, en caso de una muerte accidental, instituyendo la ley de las ciudades de re-
fugio.43 A estas ciudades, administradas por los levitas, podía huir el homicida para
evitar ser muerto por el vengador de la sangre. El juicio era realizado por la congrega-
ción de la ciudad de refugio con la participación de por lo menos dos testigos y de los
ancianos de donde se había producido la muerte.44 Si el homicida era encontrado ino-
cente; es decir, que la muerte hubiera sido por accidente, éste debía permanecer en la
ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote y, si por alguna razón abando-
naba este sitio, el vengador de la sangre tenía el derecho de matarlo (Nm 35:26-28). Si
se comprobaba que la muerte había sido premeditada, entonces el homicida era entre-
gado al vengador para que lo ejecutara (Nm 35:19).45 En resumen, las leyes de las ciu-
dades de refugio tenían el propósito de limitar el derecho de venganza.46
En el caso del texto de 2 Samuel, David opera como el vengador de la sangre
mientras que los gabaonitas son la parte ofendida que reclama justicia.47 Por lo tanto,
se espera que David haga algo con relación al acto injusto de Saúl.48 De acuerdo con
los procedimientos judiciales de la época, David no puede actuar de otra manera, dila-
tar el juicio y dejar las cosas sin solucionar. David, no puede argumentar que no tiene
que ver con el asunto y permitir, si pretende un reinado justo, que los gabaonitas ten-
gan una venganza pendiente. Las cosas no funcionan así en esa época.49 Se ha derra-
mado sangre inocente, el equilibrio social se ha alterado, Dios está disgustado y la si-
tuación debe ser corregida.50 Los que representan la justicia no deben actuar como si
nada hubiera sucedido.
44 Wenham, Numbers, 238, y Katherine Sakenfeld, Numbers: Journeying With God (Grand Rapids, Mich.: Eerd-
mans, 1995), 182.
45 La ley de las ciudades de refugio representa un avance en la aplicación de la justicia con respecto a la cultu-
ra de ese tiempo por lo menos en cuatro puntos. Primero, no sólo el vengador sino el grupo decide la cul-
pabilidad del homicida. Segundo, se hace una diferencia entre muerte voluntaria o accidental. Antes cual-
quiera fuera la intención del homicidio, igualmente se castigaba con la muerte. Tercero, sólo el homicida
debía morir; por lo tanto estaba estrictamente prohibido tomar venganza de la familia o grupo social del
matador. Cuarto, la ley prohíbe la aceptación de dinero para evitar la pena de muerte o para obtener la li-
bertad de la ciudad de refugio. Este último punto, más que los otros, demuestra que el código divino hace
una alta valoración de la vida humana debido a que impide que los ricos puedan matar a voluntad o que
alguien aproveche una muerte como oportunidad para enriquecerse. Véase George Buchanan Gray, Num-
bers (Philadelphia, Pa.: Westminster, 1968), 471.
46 Bruce Birch, Let the Justice Roll Down (Louisville, Ky.: Westminster, 1991), 163-64.
47 Hubiera sido un acto suicida para los gabaonitas hacer justicia por sus propias manos. Era imposible para
ellos, como grupo minoritario, tomar venganza de los israelitas. Pero el sentimiento de la época está pre-
sente y los gabaonitas no han olvidado la injusticia de la que fueron objeto de acuerdo a McKane, I & II
Samuel, 284.
48 En el caso de Saúl, el ofensor real, sus descendientes sufren por su pecado. El rey es el culpable en este
caso por no administrar justicia, el ofensor potencial y, en consecuencia, toda la tierra sufre la culpa. Véase
Henry McKeating, “Development of the Law on Homicide in Ancient Israel”, VT 25.1 (1975): 60.
49 Las leyes eran un patrimonio común de las naciones del ACO. Quizá había una modificación, una adapta-
ción a las situaciones particulares, pero en general se compartían como un conocimiento común. Julian
Morgenstern, “The Book of Covenant”, HUCA 7.1 (1930): 20.
50 De acuerdo con las creencias de la época, el asesinato voluntario o la muerte accidental contaminaban la
tierra. La muerte premeditada sólo podía ser expiada por la muerte del matador mientras que el homicidio
Quiroga: La venganza gabaonita a la luz de los conceptos actuales de justicia 125
Por otra parte, los gabaonitas no pueden desagraviarse por su propia cuenta pues
no tienen el poder suficiente para funcionar como vengadores. Entonces, acuden a
David para que actúe como el vengador de la sangre derramada injustamente por Saúl,
aunque los mismos gabaonitas serán los ejecutores (2 S 21:6, 9). Finalmente, de acuer-
do al texto, es como si Dios hiciera lo que permite que suceda de acuerdo a la cultura
de la época.51
accidental era expiado por la muerte del sumo sacerdote. Si alguien había sido muerto por premeditación,
voluntariamente el asesino debía morir; pero si alguien había sido muerto accidentalmente, la ausencia de
una vida debía pagarse con la ausencia de la otra, confinando al homicida a una ciudad de refugio. Cuando
el sumo sacerdote moría quedaba restablecido el equilibrio y el homicida por accidente quedaba en liber-
tad. El vengador ya no tenía derecho sobre esa vida. La muerte del sumo sacerdote había expiado el de-
rramamiento de sangre inocente. Véase The Torah, Numbers: A Modern Commentary (New York: Union of
American Hebrew Congregation, 1979), 340.
51 Robinson, I & II Samuel, 264.
52 Se dice que David consulta al oráculo como quien consulta a un rey. McCarter, Jr., II Samuel, 440.
53 Baldwin, 1 and 2 Samuel, 196.
54 Es lo que propone McKane, I & II Samuel, 196.
55 Por esta razón, quizás, las víctimas son para Jehová. Véanse 2 Samuel 21:6, 9 y Baldwin, 1 & 2 Samuel,
197.
126 DavarLogos: Revista bíblico-teológica
Otra explicación recalca que se pretende presentar a David como sin intenciones
perversas al darle una sepultura digna a Saúl y sus descendientes.62 En realidad, una
vez muertos los posibles rivales, que reciban todos los honores posibles pero muertos.
El carácter secreto del oráculo también es tomado como una prueba de la estratagema
de David para lograr sus propósitos políticos de exterminación de la casa de Saúl.63
Sería una manera piadosa de involucrar a Dios en sus planes homicidas.64 En general,
se toma la perícopa de la venganza como una protesta contra el reinado violento e
irónico de David65 o bien como una intención velada de excusar los procedimientos
sanguinarios del rey David.66
5. CONCLUSIÓN
Como se ha podido percibir, cualquiera de las dos teorías tiene sus argumentos de
peso para sostener sus pretensiones. Ambas concuerdan con ciertas costumbres de la
época. Si David atiende la exigencia gabaonita que se ejecute una venganza de sangre
pendiente contra Saúl, la ejecución del culpable por parte del vengador tiene su parale-
lo en las leyes taliónicas del Pentateuco y de los pueblos vecinos de Israel. Si David
ofrece un sacrificio real para conjurar la hambruna, también tiene su paralelo en las
costumbres de su época.
Sin embargo, la actitud de David hacia los descendientes de Saúl es lo que se cues-
tiona. En la teoría de la venganza, Dios es el que ordena atender los reclamos de justi-
cia de los gabaonitas. David es solamente un instrumento legal que autoriza la ejecu-
ción del grupo culpable. En este caso Dios es un protagonista activo en la venganza y
David aparece como un pacificador apático que no quiere más problemas con la casa
de Saúl. Pero el reclamo gabaonita es válido para Jehová dado que ellos habían sido
adoptados como parte de la comunidad israelita. Por esta razón, tienen el derecho de
reclamar justicia. Dios se indigna por la actitud indiferente de David y envía una ham-
bruna en señal de su desaprobación. Puesto que Dios exige la venganza, su actitud y
no la de David debiera ser cuestionada en todo caso. De todas maneras, Dios exige
que se cumpla la ley de la venganza, que se atienda la solicitud gabaonita y que la justi-
cia, como se la entiende en esa época, sea respetada y ejecutada.
En la teoría de la hambruna como excusa política válida de David para eliminar a
los descendientes de Saúl, Dios adquiere un carácter pasivo y David una posición acti-
va. No obstante, eso no es lo que presenta el texto. Dios es el que exige el cumpli-
miento de la petición gabaonita y esto difícilmente pueda ser tomado como una vía
para aniquilar a los familiares de Saúl. No hay evidencia tampoco para suponer que los
gabaonitas fueran instrumentos pasivos de David para lograr ciertos propósitos ambi-
Quiroga: La venganza gabaonita a la luz de los conceptos actuales de justicia 129
ciosos de la monarquía reinante. Este grupo, junto a Jehová, emerge como protagonis-
ta activo en el relato y no como tramando una estrategia asesina junto con David.
Ellos están activos aún antes de la disposición divina a apurar el juicio. Los gabaonitas
están esperando que se haga justicia mientras que el rey, mediante su actitud concilia-
dora, se hace el desentendido. Dios no aprueba esta postura indolente de David e in-
terviene con una hambruna para castigar al pueblo por la injusticia cometida contra los
gabaonitas.
En definitiva, no hay elementos en el texto para considerar a David como esperan-
do una ocasión para eliminar definitivamente a sus posibles rivales descendientes de
Saúl. Más bien, se lo señala ignorando la causa gabaonita y como quien ya no quiere
dificultades de ningún tipo con la familia de Saúl. Finalmente, Dios no está de acuerdo
con su postura estoica e injusta. Luego, a través de la hambruna exige a David que
haga ejecutar la venganza. Sólo mirando a través de los conceptos de justicia de la
época puede entenderse este relato tan difícil de aceptar para la mentalidad moderna.