Cap 5 Amarse A Si Mismo
Cap 5 Amarse A Si Mismo
Cap 5 Amarse A Si Mismo
“No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de
nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”.
(2 Corintios 3:5)
Si la imagen que tenemos de nuestra competencia o habilidad para hacer las cosas
es débil, nos sentiremos amenazados cuando alguien cercano a nosotros triunfe; o
tal vez nazca dentro de nosotros un sentimiento de orgullo, al oír de las debilidades
o fracasos de los demás.
La persona con autoestima cree en sus capacidades; tiene una sensación general de
que controla su destino; piensa, con razón, que es capaz de hacer lo que planea.
Tiene expectativas realistas, y cuando descubre que algunas no lo son, mantiene
una actitud positiva y se acepta como es. Puedo decir, sin temor a equivocarme,
que la persona que se acepta, se estima y tiene confianza en sí misma; donde quiera
que esté y cualquiera que sea su función, se volverá un gran LÍDER: le buscarán, le
imitarán, le consultarán. Sobresaldrá entre muchos, pues posee esas características
que atraen de todo líder.
En el liderazgo es más importante lo que usted es, que lo que usted hace. Podemos
decir que un hombre o una mujer pueden fracasar en su ministerio o trabajo,
pudiendo tener éxito, simplememte porque no están dispuestos a aceptarse a sí
mismos, como Dios lo ha hecho.
CARACTERÍSTICAS DE UN LÍDER EFICAZ
A continuación, quiero citar esas características típicas de las personas que se aman
y se valoran a la luz de Dios:
La persona que posee una sana autoestima sabe hacia dónde se dirige; tiene una
visión clara, unos objetivos definidos y es capaz de hacer que otros tomen acción
efectiva. Es sensible como persona, pero a la vez “hueso duro de roer”, es decir,
desarrolla capacidad de resistencia a la oposición. Siempre encontraremos
dificultades y tropiezos, ante los cuales muchos desertan y se desaniman, pero el
verdadero líder seguro de sí mismo sigue adelante, olvidando lo que queda atrás, y
prosiguiendo al blanco.
El líder eficaz debe tener una voluntad enérgica y dinámica, de tal manera que
cuando se le presente cualquier situación difícil pueda afrontarla. Esta característica
es sumamente importante para nuestra vida en general, y en nuestro desempeño
laboral o ministerial. Implica estar atento para detectar el momento en que
tengamos que tomar decisiones dramáticas, a pesar del temor de perder imagen.
Es un ejemplo consistente.
“Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el
ejemplo que tenéis en nosotros.”
(Filipenses 3:17)
Jesucristo tuvo un gran impacto como Maestro en la vida de sus discípulos, porque
sus enseñanzas eran fuertemente respaldadas por todo lo que él hacía. ¿Cuántos
discípulos tenemos que hablan de la manera que hablamos, que hacen las cosas
iguales o mejores que nosotros?, ¿ A cuántos hombres hemos logrado moldear
mediante nuestro ejemplo consistente? Esa será la evidencia de una persona que
aprendió a aceptarse y valorarse y, como consecuencia, está impactando a otras
vidas.
“Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo
lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.”
(1 Pedro 2:20)
Así mismo, un líder debe afrontar la presión que a veces proviene de los compañeros,
de los propios discípulos y hasta de los familiares. La oposición, la presión y la crítica
pueden ser elementos que nos ayuden a desarrollarnos; no hay que tenerles miedo.
A Cristo le persiguieron, a nosotros también nos perseguirán y nos resistirán. Si son
con nosotros indiferentes, es porque no estamos haciendo lo que nos corresponde,
o no lo estamos haciendo bien.
En este sentido, Jesús es el máximo ejemplo. No vino para ser servido, sino para
servir.
“Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre
ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el
mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. Porque,
¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a
la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.”
Antes de hacerse obedecer, hay que aprender a obedecer; antes de ser servido, hay
que servir; antes de ser maestro, hay que ser discípulo. Lo importante no es tanto
dar dirección con convicción, sino estar convencido de que ya recibió la dirección de
su respectivo líder. Cuando una persona empieza a criticar, a murmurar y a
mostrarse insatisfecha, está mostrando que tiene dificultad en obedecer órdenes, y
sólo puede ser líder cuando ha aprendido el significado de la obediencia.
Dios nos proveerá todos los recursos necesarios para hacer lo que él nos ha llamado
que hagamos. Este tipo de confianza se va desarrollando en la medida en que
aprendamos a caminar en el Espíritu Santo, y cultivemos nuestra comunión con él.
Este concepto de la confiabilidad tiene que ver también con áreas de la vida íntima.
Es necesario cuidar lo que se lee, los hábitos que se practican, las actitudes, las
conversaciones, pues, a veces, resulta fácil sucumbir bajo el bombardeo constante
que hay en el mundo exterior.
Todos nosotros, como hijos de Dios, estamos llamados a ser colaboradores suyos
en la empresa de la Gran Comisión. En la medida en que como fruto de la comunión
con Dios, se desarrolle un sano concepto de nosotros mismos y una adecuada
autoestima, en esa medida estaremos capacitados para ser instrumentos útiles en
sus manos. Mucha gente querrá seguirnos. Muchas vidas vamos a impactar cuando
permitamos que el Señor realmente esté en el centro de nuestro ser y nos dirija.
Un líder eficaz es un individuo que cuenta con un grupo o equipo que se está
modelando y construyendo día a día. Su primera tarea es crear elementos en los
cuales él pueda obrar su motivación y llevar a su grupo a ser personas productivas
y de éxito. El líder, quien es un buen motivador, no es el que hace muchas cosas,
sino más bien, el que logra que las cosas se hagan a través de otros.
Las siguientes son las características que se deben cultivar sobre la base de una
adecuada auoestima, para llegar a ser un gran motivador:
Es altamente Contagioso
Un líder no puede ser una persona aislada. Tiene que cultivar unas altas relaciones
interpersonales, aun temiendo equivocarse. Los lazos personales, con aquellos que
están bajo nuestra dirección, deben ser estrechos y fuertes. Mientras más cerca
esté usted de la gente, habrá mayores posibilidades de contagiarlos.
Ahora bien, el secreto para encender a otros es: “enciéndete primero tú mismo”.
Recuerdo una anécdota que alguien me contó, respecto del entusiasmo. Se cuenta
que en un auditorio, alguien se levantó y le preguntó al orador: ¿Lo que está usted
diciéndonos es verdad? Este respondió afirmativamente. La misma pregunta se la
hicieron varias veces; luego, alguien optó por decirle: si es verdad lo que nos está
diciendo, ¿por qué no lo comunica con más convicción y entusiasmo?
Un auténtico líder está llamado a motivar con lo que dice, con lo que hace, con lo
que tiene y con su propia vida. Por eso, debe evitar motivarse con cosas indebidas.
A la luz de la Biblia, nuestra principal motivación debe ser amar y servir a la gente,
tal como lo hizo nuestro Señor Jesucristo.
Percibe a las personas a la luz del potencial que representan y no del que
actualmente poseen.
La gente lo único que está esperando es que alguien crea en ellos, espere de ellos
lo mejor, y les dé una oportunidad. En realidad, nadie llegó a la vida cristiana con
sus capacidades desarrolladas; por el contrario, fruto de la restauración integral que
Dios opera en cada uno de sus hijos, se desempolvan los talentos que habían estado
dormidos.
Vale la pena preguntarnos: ¿estoy usando a la gente para mis objetivos?, o me estoy
dando a ellos para que se desarrollen. No es tanto lo que pueda hacer el individuo
para usted o su organización, sino lo que puede hacer usted y su organización para
desarrollar a ese individuo. Podemos decir, con certeza, que por lo general una
persona sabe cuando alguien está auténticamente interesado en su bienestar y
desarrollo personal.
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el
Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.”
(Juan 10:14 y 15)
El líder es quien siempre va delante, es quien “atrae y arrastra”. Esto implica que
tendrá que enfrentarse a los que le resisten, a los pesimistas, y a los negativos.
Siempre se debe evaluar qué efectos puede causar la actuación del líder en la vida
de las personas.
Hay líderes que son excelentes trabajadores, pero tienen dificultad en llevarse bien
con la gente. El amor es esencial en el liderazgo; de ahí que será buen líder aquél
, fruto de haberse saturado del amor de Dios, aprendió a amarse a sí mismo y le
queda fácil amar a otros.
Hay una frase reiterativa para mí: “Un líder no necesariamente será un hombre
cariñoso, pero un hombre cariñoso será siempre un líder”. Se espera que un líder
comunique carisma, don de gente, una personalidad atractiva; todo esto, como
resultado de la gracia de Dios en su vida, que le permite hallar gracia y buena opinión
ante los hombres.
Una vez más, nuestro modelo por excelencia es el Señor Jesucristo: aun en los
momentos de conflicto y tensión, manifestó su amor. Esto lo podemos ver en el
relato que hace San Lucas, en el capítulo 23. El día del arresto de Jesús en
Getsemaní, cuando uno de sus discípulos cortó la oreja derecha a un siervo del sumo
sacerdote, él tocó la oreja y le trajo sanidad. Su mensaje era fuerte, pero su
personalidad era amable y amorosa.
En muchas ocasiones, el Señor Jesús tuvo que desafiar y definir a sus discípulos
para ver si realmente estaban dispuestos a dedicarse a la causa. En una ocasión,
cuando fueron confrontados sobre si querían irse del lado de Jesús, Simón Pedro
respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:68),
dando a entender con esto su compromiso.
Los seres humanos siempre tenemos la opción de hacer o no hacer; ante esto, la
Biblia nos dice:
“Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.” (Eclesiatés
5:5).
¿Quién pronunció esta frase? Nadie menos que Saulo de Tarso, el eminente judío
que reunía en sí, características y atributos que llenarían de orgullo a cualquier
hombre: su conocimiento de la naturaleza del hombre, su habilidad natural para la
estrategia, sus dotes en táctica militar y su reconocido talento para influir
ideológicamente en otros, le permitieron convertirse, sin lugar a dudas, en el hombre
más importante del primer siglo, más conocido en el mundo occidental como Pablo.
Me llama la atención que el hombre que dice esta frase, y que gozaba de grandes
talentos, no se fio de sí mismo cuando tuvo que desarrollar su ministerio,
especialmente a los gentiles. Por el contrario, su autoconcepto y su confianza la basó
en la identificación con Cristo Jesús. Este es el mismo Pablo que dijo:
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que
no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener sino que piense de sí con
cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”
(Romanos 12:3)
Y hay otros pasajes como estos, que nos indican cómo su autoconcepto y su
confianza como líder, los desarrolló sobre la base del concepto que Dios tenía de él,
en Cristo Jesús.
Las siguientes son algunas características del hombre o mujer que desarrolla
liderazgo sobre la base de un sano autoconcepto, acrecentado en su identificación
en Cristo Jesús.
Esto implica vivir por prioridades y no por presiones; dejar las cosas buenas para
dedicarse a las óptimas, y alejarse de todo aquello que nos aparta del objetivo. La
agenda es totalmente personal, y se debe ajustar a nuestros planes, incluyendo sólo
lo que nos ayude a lograr los objetivos.
Es tal vez la tarea más difícil de un líder. Debe tener una voluntad enérgica, robusta
y dinámica, para afrontar cualquier situación por dramática que sea. Y son las metas
y los objetivos los que determinan la validez y el momento crucial en que el líder
toma una decisión; no son los sentimientos, ni la lógica.
La Palabra de Dios es una fuente de este tipo de dirección e instrucción, que muestra
la voluntad fime: “Andad en el Espíritu”; “Haced discípulos en todas las naciones”.
Por esto, alguien dijo que la Biblia es “el cayado del peregrino”, el “manual de vida
del dirigente”.
Nadie va a seguir a una persona que se siente insignificante y que, ni siquiera sabe
a dónde va. Si estamos convecidos de nuestra misión, lograremos que otros nos
acompañen.
Donde están los más grandes problemas, también están las más grandes
oportunidades. Por eso, debemos aprender a vivir con los problemas. La presión y
la tensión siempre estarán presentes a medida que caminemos hacia la meta.
Hay diferentes clases de líderes: El que trabaja como “loco”, del amanecer al
anochecer, sin ver los frutos. El que trabaja con reflexión: no se ve agotado, tenso,
neurótico, pero produce, rinde, porque trabaja estratégicamente. Debemos elegir
la alternativa de hacer las cosas, de tal manera que rindan los mejores resultados .
EPÍLOGO
Necesitamos descubrir que somos regalos de Dios al mundo, que nuestro Padre
Celestial nos creó con un propósito, y que él mismo está dispuesto a llevarlo a cabo,
en la medida en que nosotros nos dispongamos.
Preguntas como ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿de quién soy?, etc., tienen
respuesta en Dios como Padre y en su eterno amor, trayendo seguridad y confianza
en todo lo que somos y hacemos.
La opinión que Dios tiene de nosotros debe prevalecer sobre cualquier otra opinión.
En realidad, nadie nos puede hacer sentir inferiores, sin nuestro permiso.
Retomando las palabras de un discípulo, recordemos: DIOS NO HACE BASURA.
Sobre la base del amor de Dios nos podemos conocer y aceptar. Dejémonos
reprogramar para una vida de éxito y victoria. Somos valiosos, porque Dios ha
invertido en nosotros tiempo y paciencia, nos ha conquistado y él se hace
responsable de lo que conquista.