11-VAN DEN BERG El Péndulo de Foucault

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Pero estas observaciones pueden parecer gratuitas si no vienen ilus- murales se convirtió en materia: pintura sobre piedra —"¡Cuidado,
tradas y aclaradas por un ejemplo concreto. que no choque contra la pared!"—, materia sobre materia, lugar sobre
lugar, espacio sobre espacio. En este espacio se suspendió el péndulo.
El péndulo de Foucault Es una trasformación como la que se opera si, en medio, digamos,
del Kindertotenlieder de Mahler, alguien observase en voz alta:
A mediados del siguo pasado llegó Foucault a París y casi en se- "¡Esto ha sido una tercera!", recordando una realidad de ningún
guida maravilló a todo el mundo sabio con una sencilla, pero elo- modo idéntica a la de la música de Mahler, una realidad que Mahler
cuente prueba. Foucault suspendió en el Pantheón una bola de 2 8 usara, y que por este uso se haya reabsorbido tanto en el conjunto
kilos a un alambre muy fino de 6 4 metros. Cuando se puso el pén- de su creación que no le hace ningún daño irreparable al conjunto
dulo en movimiento resultó que la superficie de oscilación giraba y a prescindir de ella. Del mismo modo el arquitecto de catedrales hace
cada oscilación, que duraba 16 segundos, en la circunsferencia exte- uso de las piedras, las que constituyen una condición, pero en abso-
rior graduada podía leerse un desplazamiento de 2 milímetros y medio. luto el contenido del templo.
De este modo se hizo visible para todo el mundo lo que Galileo había Quien no haya visto el derribo de un edificio conocido, o de su
afirmado más de doscientos años antes: que la tierra da vueltas sobre propia casa, quedará sorprendido del cambio esencial de calidades y
su eje. Ahora apenas encontraríamos a nadie que interpretase con proporciones que la totalidad del solar presenta. ¿Esta es la habita-
un pensamiento único la ley sondeada por ese experimento y se pre- ción en dónde tanto tiempo he pasado? ¿Era ésta la escalera? Ape-
guntase si la movilidad, en él expresada, de la tierra nos dice efec- nas podemos creerlo. Tampoco tenemos porqué creerlo: lo que ve-
tivamente por qué movimiento está regido el mundo en que vivimos. mos es la habitación reducida a espacio, la escalera remitida a sus
proporciones de ancho y alto.
La reducción del Pantheón
Sobre algunas reducciones
¿Qué ocurrió, pues, cuando Foucault presentó y efectuó su expe-
pemento? En primer lugar esto: que del Pantheón, de esta iglesia La misma trasformación opera Foucault. E l Panteón se convierte
acabada en el año de la Revolución, que fue luego templo laico, en espacio. Y con este espacio se comporta él espacialmente. Cuelga
luego otra vez iglesia —en tiempos de Napoleón— para volver a ser allí un péndulo y lo hace oscilar. E l peso se desplaza. La tierra gira.
un gran cenotafio bajo Luis Felipe, de este monumento de la historia ¿Qué tierra? La tierra conforme al Panteón del péndulo. Ninguna
francesa que ha sido consagrado y secularizado varias veces, ya no otra tierra. La tierra reducida a espacio, a lugar en el espacio, a pla-
vio Foucault ningún lugar extraordinario en el que recogerse, por neta. ¿Es que hay otra tierra?
el que se producen ciertos sentimientos y que invita a pensar, sino ¿Acaso no hay otra tierra que la que Foucault obliga a I U C T Iplí-
que lo vio simple y sencillamente como espacio. Sólo como espacio sente abismándola así en la nada? Con esa otra tierra se naba . uno
mensurable. E l Panteón de París tiene 110 metros de largo, 8 4 de cimiento cuando abre uno la ventana una mañana de verano y ve
ancho y 83 de alto. Para los propósitos de Foucault con estos tres que ya es de día; el sol ahuyenta las neblinas y se eleva sobre lo
datos está todo dicho referente a este monumento. Hasta tal punto verde. "¡La Tierra gira!", esta csrlaniaricui vendría .i ser como aquél
ha reducido Foucault el Panteón a mero espacio cerrado, a mero "Ha sido una tercera" a que liemos aludido lince puro. Y asi cmun
recinto, que se abandona con naturalidad el silencio debido en este una terrera y toda una partitura se abisman en la nada al lucilai la
lugar y se permite llamar a voces y gritar como si tal cosa. Es música que civi'i Ylalilei y c|ue ilnsol ros, después de el, (linios ron sus
hasta recomendable, porque con los gritos se va localizando el pén- oídos (poique nuestros ciíilus se quedan cunos), así desaparece en
dulo. la nada el ¡jiiai ele l'uiieaiili esa mañana de verano, y rodo lo que
"¿Está bien a plomo?" debió gritar Foucault, grito que trasformó • -«ni i c - lucia, l» .//«• w mueve de un modo completamente distinto
el Panteón hasta sus cimientos, haciendo de este recinto un espacio il movimiento que l'oucaulf hizo. Sin lugar a dudas: hizo.
vaciado. " U n poco más hacia adelante" — replicaría otro gritando lil compositor, si quiere hacernos oír la música que él oye, recurre
también— y los pilares fueron sillares empilados, puntales para el a la ayuda de los intervalos. Lo mismo que el arquitecto, cuando ha
pesado techo, la longitud se redujo a sus 1 1 0 metros mondos y l i - visto lo que quiere edificar, echa mano de la piedra y del cemento.
mondos, la altura se rebajó a los 83 metros justos, y el color de los Éste hace uso del espacio de Foucault, no puede prescindir (si
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quiere edificar) del espacio; así como Mahler tampoco puede pres- un asunto pretérito. Mide lo que siempre ha sido y olvida que mide
cindir de los intervalos (si quiere hacerse o í r ) . E l compositor solicita el resultado de una reducción que él mismo ha inventado. ¿Es de
la ayuda de los intervalos, que son de por sí lo bastante molestos, tan extrañar, pues, que la ley que ha encontrado esté todavía en vigor
ostentosamente medidos, demasiado inter-vallum, espacio, para que ahora, más de cien años después?
se integren en la música con no poca dificultad. Y la misma dificultad Supongamos que en la prueba del péndulo se hubiese manifesta-
atraviesa el arquitecto, su obra arquitectónica sólo es un acierto si do una irregularidad que, en el curso del experimento, se hubiese
desaparece la piedra, si la pesadumbre material se hace invisible y comprobado como una variable, y que el cálculo matemático de los
las medidas de Foucault se han convertido en proporciones que ha números anotados hubiese dado por resultado que tales irregulari-
sabido ver y ha hecho para él. dades fuesen de carácter periódico. En tal caso, lo normal habría sido
Cuando Emma Bovary ve correspondido su amor, todo se remueve que el experimentador hubiese previsto una desviación bien exacta-
en su torno "con más fuerza que cuando las montañas cambian de mente definida para el año —digamos— 1984. Su pronóstico habría
sitio", pero de este movimiento no han tenido la menor noticia los consistido en situar el pasado en el año 1984.
Foucault. Y si en otra ocasión se encamina a su casa profundamente Se querrá tal vez calificar de "idealismo" la afirmación de que
conturbada, "el suelo tiembla bajo sus pies", pero estos temblores no los temblores sentidos por Emma Bovary sean más positivos que el
los sabrán registrar nunca los simógrafos. Y sin embargo es este terremoto que nos mata. Y sin embargo, pertenece aquél sentimien-
temblor el efecto de un choque más efectivo y sustancial que todos to a la más dura realidad. Una mañana de verano es algo más positivo
los choques sismológicos juntos. para "la existencia que llamamos nuestra que la proposición de Fou-
La tierra gira, cierto, si nos contentamos con un mundo desman- cault. Los verdaderos idealistas son aquéllos que, del todo compues-
telado, despojado y empañado, un mundo que no tenga ya nada en to por el hombre y el mundo, sólo toman un aspecto, el aspecto
sí de humano, que si no, en modo alguno. E incluso cuando la sacu- inerte, muerto, y que extienden sobre todas las cosas un aspecto ideal.
dida sísmica de la tierra me mate, seguirá siendo más auténtico y ¿Acaso la vida no es más que la muerte?
verídico el temblor que Emma Bovary experimentara *°. Porque el
terremoto ha venido a producirse en el lugar donde la muerte me Homogeneidades del siglo XIX
aguardaba, en ese lugar de la existencia idéntico al espacio de Fou.-
cault, el lugar que nos hace morir —y no que nos hace ir a la muerte, Es indudable que el pensamiento de la continuidad obligada, pro-
que expulsa la vida de la materia. Él choque me alcanza allí donde movida por Descartes y formulada como ley primeramente por
desde hace tiempo estoy destinado a la muerte, desde mi nacimiento Leibniz, tuvo su máxima vigencia en el siglo xrx. Ya he mencionado
y antes incluso, el choque me alcanza en mi pasado: desde el mo- a Lyell y Darwin.
mento de la concepción discurre la vida por un curso que nada ataja, En 1842, Robert Mayer y Joule, independientemente y según m é -
continuo, causal, necesariamente mtimo, hacia la disolución. El cho- todos completamente diferentes, formularon el equivalente mecánico
que llegó sólo algo pronto. M i continuidad se cruzó, en el momento de la unidad calórica, postulando que calor y trabajo son represen-
del terremoto mortífero (demasiado pronto) con otra continuidad tantes de una misma energía. Son tan iguales calor y trabajo como
y ambas se han descontado finalmente en el mismo pasado. M i muerte las cosas para Descartes. N i que decir tiene que son iguales única y
por el terremoto parte de un pasado muy remoto. Ser muerto es un exclusivamente como magnitudes (espacialidades), pero desde Des-
asnino de "antes", morir no; quien muere (de muerte natural), mue- cartes se ha hecho para nosotros tan importante lo mensurable que
re ahora. olvidamos cuántas desigualdades se nos han perdido así de vista. Por-
1.1 ley: atributo del pasado que calor y trabajo no son en su forma irreductible, efectiva, autén-
tica, iguales para nadie. Quien tiene frío busca una estufa y no un
mi \ -I pasado. Ya el hecho de que proyecte su tractor. Se nos tiene que enseñar que el trabajo puede convertir en
• ••>. q'ie le tenga sin cuidado si el péndulo calor nuestro castañetear de dientes. Y lo que se nos ha enseñado
• i u e l IHsTO, demuestra que lleva entre manos
Bach semblent soutenir le ciel. Que la lourdeur triomphe en Europe, ce ne
un>sse l í e t e le canon, me tuera peut-étre sera jamáis qu'une atroce apparence. La vrai demeure hors de toute
""' " " '|u'il i \i\ie. alors nue quelques notes de atteinte». Journal I , p.49 ( 3 0 - V T - 1 9 3 1 ) .

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