La Interculturalidad Visto Desde Un Punto Educativo
La Interculturalidad Visto Desde Un Punto Educativo
La Interculturalidad Visto Desde Un Punto Educativo
En verdad, estamos ante un modelo de corto alcance que apunta hacia la “disolución”
de la interculturalidad. La asimilación está muy lejos del tratamiento democrático del
fenómeno multicultural, toda vez que niega la participación y la idiosincrasia de las
personas y de los grupos. El modelo positivista corre el riesgo de manipular y controlar
a las personas, cual si se tratase de una “arquitectura de la conducta”.
2) Hermenéutico o interpretativo. Este modelo aspira a que los educandos se conozcan
mejor a sí mismos, con objeto de que se estimule la cooperación intercultural y se
reduzcan los prejuicios y discriminaciones. Se pretende fomentar la tolerancia y la
comunicación, aunque no hay una apuesta decidida por la relación intercultural
igualitaria. En la práctica, el cambio se limita a una mayor comprensión de la realidad,
pero sin actuar directamente sobre las condiciones sociales negativas.
3) Crítico o sociopolítico. Propone transformar la realidad desde un marco democrático
y ético. Desde esta perspectiva, la educación intercultural supone un compromiso con
la justicia cultural y social. Se pretende que las personas y los grupos se sientan “iguales
desde la diversidad”, es decir, que no haya desequilibrios ni supremacías, y que estén
en condiciones de convivir. Se apuesta por la vida democrática y plural en todos los
ámbitos. Por su complejidad, este modelo precisa aportaciones de numerosas
disciplinas y actuaciones diversas. La complejidad de los fenómenos educativos y la
necesidad de modificar positivamente la realidad hace que el modelo crítico esté
ganando adeptos. De todas formas, los tres enfoques pedagógicos presentan aspectos
valiosos que hay que aprovechar.
La educación intercultural no es ni mera actuación técnica ni exclusiva comprensión del
fenómeno multicultural; por el contrario, es praxis nacida de un corpus teórico
respetuoso de principios humano-sociales de alcance universal que se encamina al
cultivo de la participación, la solidaridad, la tolerancia, la justicia y la convivencia entre
culturas. De acuerdo a la perspectiva holística e integradora que adoptamos, la
educación ha de prestar atención a la diversidad cultural, estimarla y abrir canales de
comunicación. A diferencia de enfoques que contemplan a los miembros de los grupos
minoritarios como inadecuados y negativos, las teorías de la inferioridad genética, aquí
se enfatiza el valor de la persona y se defiende la necesidad de crear condiciones
favorecedoras de emancipación y autorrealización.
De igual modo, frente a algunas erróneas interpretaciones que instigan a la
confrontación como “vía necesaria” para evitar la servidumbre cultural y alcanzar la
igualdad de oportunidades, la educación intercultural que propugnamos se orienta a la
concordia desde la armonía y el diálogo. En un sentido lato, la educación intercultural
no se circunscribe a la institución escolar, es decir, también confía en las posibilidades
formativas de la familia, la sociedad y los más media, aunque es innegable que queda
mucho por hacer hasta lograr la integración de las diversas instancias educacionales. En
el presente, mientras se refuerza el tejido social, es la escuela la que protagoniza el
impulso de la interculturalidad, a pesar de que constantemente se cuelan por sus
aberturas influjos perniciosos. Por otro lado, la educación intercultural tampoco se
dirige exclusivamente a las minorías, sino a todas las personas. En la escuela, por
ejemplo, es la comunidad educativa por entero la que debe enriquecerse de esta
formación. La finalidad es que profesores, padres y alumnos de las diversas culturas se
acerquen, conozcan, comprendan y enriquezcan en un marco de convivencia.
INTERCULTURALIDAD DESDE EL PUNTO DE VISTA EN LA SALUD
Los términos de interculturalidad en salud, salud intercultural, enfoque o perspectiva
intercultural y otros semejantes se han introducido en el discurso y en la práctica de la
salud pública en los últimos años, sin que se haya logrado previamente un adecuado
consenso sobre su significado, sus diferencias o similitudes e implicancias. Una ya
abundante y creciente literatura médico-científica, utiliza estos conceptos y, diversas
iniciativas, públicas y privadas, algunas de alcance local y otras de alcance nacional en
muy diversos países, afirman fundamentarse en estos conceptos, sin embargo, una
simple revisión de sus alcances y orientaciones nos muestra una diversidad que
pareciera semejar la diversidad cultural sobre la que se fundamentan estos conceptos.
Esta realidad tiende a confundir al profesional de la salud que, por limitaciones
derivadas de su formación académica tradicional exclusivamente en biomedicina, está
muy alejado de las ciencias sociales y carece, por tanto, de una trama conceptual con la
cual adentrarse en las complicaciones de la incorporación de los aspectos culturales de
la práctica sanitaria.
INTERCULTURALIDAD. - Significa una relación entre varias culturas diferentes que
comparten el mismo entorno, que se realiza con respeto y horizontalidad. Es decir, que
ninguna se pone arriba o por debajo de la otra. En esta relación intercultural, se
pretende que personas de culturas diferentes, puedan entenderse mutuamente,
comprendiendo la forma de percibir la realidad y el mundo de la otras u otros. De esta
manera se facilita la apertura para ser escuchado y enriquecerse con las ideas de los
demás.
Interculturalidad en salud Son los procesos que, en los servicios de salud, consideran
el entorno cultural, la diversidad y el respeto, respecto a diferentes interpretaciones
relacionadas con la salud y enfermedad: La Interculturalidad en salud propone la
participación activa de los diferentes actores sociales de la salud, considerando no sólo
la relación entre las personas, sino los recursos terapéuticos, los espacios y los aspectos
administrativos y de dirección.
Dimensiones:
En el caso de las instituciones de salud, los usuarios a veces cuestionan la falta de
sensibilidad, escucha y respeto en el trato recibido por parte de los prestadores de salud,
el no respeto a la privacidad, el menosprecio de sus opiniones y la desinformación de
que son objeto, aspectos que dan lugar a la insatisfacción y abandono del servicio; y en
consecuencia, a la pérdida de confianza en la atención del personal.
El objetivo de este curso fue sensibilizar al personal sanitario sobre el respeto a los
derechos humanos, género y diversidad cultural, para que ejecuten acciones y
procesos desde un enfoque cultural.
Asimismo, tomando como base una visión socio antropológica del proceso de atención
a la población mexicana, se trataron una variedad de temas que incluyeron: medicina
tradicional indígena, discriminación, bioética, interculturalidad y políticas públicas,
género, salud, y herramientas interculturales, además del conocimiento de la existencia
de otros modelos de atención médica y las enfermedades.
Ahora bien, esta nueva forma de construir el derecho también genera un efecto en la
construcción de ciudadanía, pues si la visión de lo jurídico debe ser incluyente y
promover el dialogo y el respeto a las diferencias, las y los ciudadanos tendrán más
alternativas de participación, lo que puede traducirse en retomar la confianza hacia las
autoridades electorales. Desde una perspectiva intercultural los contenidos de los
derechos políticos de los ciudadanos deben repensarse si se pretende vivir en una
democracia participativa.
Por su parte Raúl Fornet Betancourt (2004a) nos dice que entiende la interculturalidad
no como una posición teórica ni como un diálogo entre culturas o tradiciones
filosóficas distintas sino como una ‘postura’ o ‘disposición’. Una actitud del ser humano
que se dispone a vivir ‘sus’ referencias identitarias en relación con los ‘otros’. Se trata
de una actitud que abre al ser humano hacia un proceso de reaprendizaje y de
reubicación cultural y contextual, que, por sacarnos de nuestras seguridades teóricas y
prácticas, nos permite percibir el analfabetismo cultural del que nos hacemos culpables
cuando creemos que basta una cultura, la ‘propia’, para leer e interpretar el mundo. La
interculturalidad es experiencia y vivencia de la impropiedad de los ‘nombres propios’ y
nos lleva a pensar que nuestras prácticas culturales deben ser también prácticas de
traducción.
Parece que transitar por el espacio intercultural no es sencillo, es muy fácil caer en el
terreno de la propia tradición, la propia lengua, ocupando sin darnos cuenta territorios
que no nos pertenecen. Sin embargo, este riesgo no puede llevarnos a la parálisis, a ser
meros espectadores (posmodernos) de lo que acontece a nuestro alrededor. Debemos
movernos en este espacio con una actitud especial y con los cuidados necesarios para
evitar caer en un solapado colonialismo cultural.
En los puntos siguientes plantearé una serie de cuestiones relevantes en torno a este
reposicionamiento filosófico que llamamos filosofía intercultural: el problema de la
definición de lo intercultural, la existencia o no de tradiciones filosóficas distintas a la
europea-occidental, y la posibilidad de construir un diálogo-polilogo intercultural.
Es importante preguntarnos por la necesidad de definición. ¿Por qué debemos definir lo
intercultural? La respuesta parece obvia, se está desarrollando una tesis en filosofía y se
debe delimitar el tema a tratar, especificar la metodología, clasificar el objeto de
estudio. Siguiendo a Fornet, es posible cuestionar esa obviedad.
Sucede que el arte de clasificar, así como la pulsión por la definición que nos es tan
propia, se inscribe en la lógica de la cultura científica de Occidente. Por lo tanto, la
necesidad de definir lo intercultural podría implicar cierta violencia para otras culturas
que no le dan al momento de la definición conceptual la importancia que le otorga la
nuestra.
Por otra parte, al definir, siempre lo hacemos dentro de un marco o disciplina teórica lo
que implica una delimitación, fragmentación o recorte de lo intercultural desde la
filosofía, la pedagogía, la antropología, la lingüística o desde el campo conceptual donde
trabajemos. Corremos el riesgo de perder la integralidad y unidad de las dimensiones
de lo intercultural que atraviesa todos estos campos.