Cuba 88 Memorias de La UNEC
Cuba 88 Memorias de La UNEC
Cuba 88 Memorias de La UNEC
CUBA
— Memorias de la UNEC—
MORELIA, MICH.
1963
LUI S C A L D E R O N V E G A
CUBA 88
— Memorias de la UNEC —
SEGUNDA EDICION
MORELIA, MICH.
1962
bibt 'HTECA del
mSTITUTO TF.C-"’ A6 ‘C0 AUTONOMO DE MEXICO
' , P o rta l 99-078
Unidad 1. dependencia
Villa Aivaro Obregón
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Registrado conforme a la Ley.
México, D. F„ 1959.
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AL LE C TO R
bros el amado cuerdo del maestro, nos dimos cuenta de que atrás se
quedaba una época: allí, abajo, había estado el cuerpo del Padre Pro,
el del Padre Castiello: allí estaba aún el del Padre Vértiz; allí queda
ba ahora el del Padre Fundador: los cuatro grandes capitanes de nuestro
Movimiento.
"Tienes muchas omisiones” me había dicho Don Ramón.
Estoy convencido de que en todo el libro abundan las omisiones.
Escrito sin archivos a la vista y aprovechando sólo los recuerdos de al
gunos camaradas que en sabrosas pláticas los desempolvaron, sin (duda
quedaron omitidos numerosos nombres y hechos que debieron ser con
signados aquí. No es posible conservar en la memoria siquiera los datos
más importantes de aquel torrente de sucesos, hombres y circunstancias
que nos nutrió durante diez años.
M ás aún: es posible que algunos de los compañeros citados en
estas páginas deban ser ubicados en otras promociones, o épocas o cir
cunstancias distintas de aquéllas a las que confusamente les recuerdo
vinculados.
Al mismo tiempo que pido perdón por omisiones y confusiones,
espero que, con quienes vivieron la historia recogida en estas simples
"Memorias”, podamos hacer, así sea en colaboración epistolar que so
licito, una segunda edición en la que se corrijan estos y otros defectos,
en tanto que, quien pueda, se eche a cuestas el grato y pesado queha
cer de escribir la Historia de la U N E C .
•E N T R E LAS PA TA S D E LO S C A B A LLO S”
E L P LE IT O G R A N D E
C u BA 8 8 23
Esta fue la primera etapa del “pleito grande”. Así llama la H is
toria al litigio de jurisdicdolnes diocesanas, mantenido durante va
rias décadas por los santos e insuperados Obispos primeros de México
y Michoacán: Fray Juan de Zumárraga y Don Vasco de Quiroga.
“Pleito Grande” se me ocurre llamar a este conflicto de jurisdic
ciones ( ? ) juveniles.
III
M O V ILIZA CIO N N A C IO N A L
“Todos los criterios y teorías, unas veces los hombres selectos, otras
el clamor popular, han tomado posiciones para resolver los actuales pro
blemas de Ibero-América, porque es imposible desinteresarse de las
urgencias de nuestro ambiente, del porvenir y porque entrañan la pre
paración y la posición de las clases directoras. La gran fuerza católi
ca de la que somos parte se mueve, como otras veces, para salvar al
mundo, obligándonos, bajo el cargo de inactivos o indiferentes, a ocu
par sin excesos, con justicia y con valor, nuestro lugar de juventud
católica.
“Contar nuevos efectivos, estrechar nuestros filas, conjugar nues
tros elementos y aplicarlos íntegramente a la resolución de tales proble
mas, ése es nuestro anhelo. Por cuanto nunca nos hemos alejado de
las necesidades que apremian a los hombres, ahora, vigilantes, como
en toda la Historia, queremos captar y ordenar las inquietudes que
tanto han preocupado a la generación actual. Estamos seguros de que
los grandes problemas sólo pueden ser resueltos por series de vidas y,
así queremos empezar a tomar contacto más íntimo con nuestras reali
dades para que, al ocupamos plenamente de dar soluciones, no sean
improvisadas sino engendradas por el estudio, por las inteligencias cul
tivadas, por los hombres puros.
“Esto nos obliga a reunimos en una Convención Internacional.
Esto nos fuerza a invitar a todos los estudiantes católicos de Iberoamé
rica a nuestras jomadas de Diciembre. . .
Temas
LA S C O N V E N C IO N E S FU N D A C IO N A L E S
donde pasar los múltiples ratos desocupados que tienen los universita
rios, sería, por sí solo, suficiente para justificar su existencia. ..
tro, aunque las más disputadas eran las “Comisiones” de atención y aga
sajos a las reinas de la fiesta (1 1 ).
Por demás está decir que muchas veces tuvimos que deambular
hasta el siguiente día y no lo hacíamos siempre gracias a otro descubri
miento: un tubo, o mejor, una canal del desagüe de aguas de lluvia
que, bajando de la azotea, pasaba en medio de los balcones, amarrada
a la pared por endebles tirantes. El método de escalamiento surgió in
mediatamente, a pesar del peligro de que nos cazaran los agentes de
tránsito cuyo cuartel estaba al lado: antes de salir, nos deslizábamos al
“salón de los espejos” para quitar los pasadores a las vidrieras de un
balcón. Subir por la canal no era difícil y muchísimas veces fue nues
tra entrada. Pero sí lo era bajar. Y no pudo bajar Chapela una noche
C uba 88 49
E N R U M BO
C o b a 8 8 S i
Aunque una misma ansia de saber sacudía a todos, dos metas in
mediatas podrían señalarse como polarización de las lecturas: la pura
preocupación intelectual o académica, y la preparación para la lucha,
El arsenal daba armas a estudiosos y combatientes. Aquéllos llamaban
a éstos “los políticos”.
Estos requerían, sí, la sólida preparación remota sobre las grandes
líneas de la cultura; pero una inmediata, ciertamente amplia, sobre la
temática de la época, como doctrina para la orientación de los trabajos
de organización y propaganda de la U N E C . La cultura como un bien
querido por Dios; pero también como instrumento egregio para abrir
y hacer atractivo al universitario el camino hacia el orden religioso.
Otra íntima actividad, silenciosa e intensa, se desenvolvía corpo
rativamente.
Había junto a la escalera una minúscula capilla apenas suficiente
para las medidas rituales de un altar, apenas capaz de contener las co
losales proporciones de Don Ramón. N o estaba allí el Santísimo ha
bitualmente, aunque es de suponerse que El se sentía a gusto y satis
fecho del rinconcillo, cuando nos visitaba. Los tiempos no permitían
el lujo de tener en casa al Dios-Eucaristía; pero Don Ramón solía lle
varle algunos domingos y viernes primeros, y los muchachos de Labor
y U N E C recibían la Sagrada Comunión. No siempre podían hacerlo,
ni pudieron nunca regularizarse allí las Misas dominicales de los "cu
banos”. Tenían que seguir a su Asistente a donde sus compromisos
ministeriales le llevaban. Era Cuba, o Enrico Martínez, o San Fran
cisco, o la Villa o la Enseñanza. Cuando las Misas eran en el centro
de la ciudad, parte obligada del programa era la visita a “La Blanca” de
5 de Mayo, para el desayuno. Cuando aquéllas se celebraban en la
Villa, el asalto se consumaba a un puesto de tamales y de atole de cás
cara o de zarzamora. Con pródigo señorío, Don Ramón pagaba siempre.
Esta variación para las Misas tenía algo de militar y, aún mejor,
de universal. La devoción que engendraba no era una devoción do
méstica, “de capilla”, sino ecuménica, pública, catedralicia. Enseñaba
a orar en todos los altares y daba flexibilidad ritual y litúrgica.
“N o paraban allí esas misas”. El salón de cine solía convertirse
en recinto de pláticas cuaresmales. Allí, la oratoria sagrada, arrebata
C uba 88 57
dora y moderna del Padre Vértiz; la sobria y alta del Padre Iglesias;
algunas veces, la tranquila y profunda de los Padres Cesáreo Alba o
de la Peza.
Año tras año, una o dos tandas de ejercicios de encierro —algu
nas veces, en ciudades de provincia, en comunidad con los muchachos
de los Comités Regionales —completaban las prácticas cuaresmales. Las
peregrinaciones a la Villa, a principios y fines de cursos, lo iniciaban
todo y todo lo terminaban.
Había más. La vida interior se fortalecía y se intensificaba en el
diálogo frecuente y breve que con Don Ramón tenían los muchachos
en la intimidad de “el despacho”. Para eso estaba allí Don Ramón. El
lo sabía. Y estaba para orientar o reorientar la lección aprendida en la
Universidad, o para comentar el libro o el acontecimiento social o polí
tico, o recomendar la noticia periodística o la novedad editorial. Pero,
cualesquiera que fuesen los temas cuya consulta llevaba a todos a pedir
audiencia —un ligero toque con los nudillos, a la puerta, y un inolvi
dable, sonoro, metálico “¡adelante!” —y viniese o no a cuento, pocos
escapaban a esta clásica cuanto paternal e inevitable orden: “ ¡Híncate,
que voy a confesarte!”
Era la orden tan natural y tan obedecida, tan gustosamente obe
decida y, además, tan agradecida después, como aquella otra que pro
nunciaba el Padre cuando el automóvil tomaba rumbo por la carretera:
“¡Tres Aves Marías y. . . pícale que se nos hace tarde!” Y, antes de.
que fueran por la primera Santa María, el guayín o el “Mercedes”, ya
iba más arriba de los cien. Don Ramón no tuvo nunca virtudes de
tortuga.
Estas excursiones espartanas de los primeros años, al parecer sin
objetivos precisos, eran todo un método de educación. La orden era
salir a Acapulco y, de pronto, se paraba en Cuernavaca; o bien, “va
mos a comer a Puebla y por la tarde estamos de regreso” y tres días
después aún recorríamos Veracruz o estábamos almorzando en “Fortín
de las Flores” o en el mercado de Córdoba, para acudir, al siguiente,
a una huelga a Saltillo, o a una Conferencia a Monterrey.
Don Ramón colocaba a su equipo en los más distintos “centros
de interés” y en el seno mismo de conflictos y problemas —¡que en
58 Luis Calderón Vega
todas partes tenia el Padre tareas que realizar, órdenes que cumplir!—
Y enseñaba a observar, juzgar y actuar. Ora llevando de la mano, ora
abandonando a las propias fuerzas, no sin antes convencernos de nues
tra capacidad para triunfar. N o sé de otro modo más eficaz de forma
ción del criterio y la conciencia para los problemas sociales, sean morales
o políticos, sindicales o universitarios. . . . En todos nos colocó don
Ramón, de modo tal que pudiéramos intervenir y dar testimonio de
nuestro pensamieto en los más diversos cenáculos y asambleas. Hoy,
después de treinta años, todavía solemos ocupar muchas tribunas en
el país.
Pero nos enseñaba también a estar sobre la fatalidad. Como aquella
vez que, camino a Monterrey, el coche manejado por Antonio Alvarez
Urquiza se estrelló contra un árbol, a la entrada de Montemorelos. Don
Ramón, que venía atrás, en otro coche, encontró a Gustavo Ramírez
destrozado y a los demás con la natural angustia y desconcierto. En
unos cuantos minutos bendijo, absolvió, recogió heridos, los mandó a
Monterrey y . . .
—. . . ¡ E n marcha, h ijo s !... ¡Al volante, Toño, que aquí no ha
pasado n a d a !.. . Nuestras tres Aves Marías, con mucho fervor y. ..
¡aprisa, Toño, que quedan cien kilómetros por delante y tenemos que
alcanzar la ambulancia antes de que llegue al M uguerza!. . . “Dios te
salve, María. . . ”
Estos viajes nos dejaron, además, experiencias y conocimientos
inalcanzables de otro modo: el conocimiento de la geografía física y
de la geografía humana, indispensables para quien quiere hacer geo
grafía espiritual y emprender campañas nacionales. Con esa experien
cia, una gran riqueza íbamos atesorando: la de los lazos de afecto
que anudamos, y no son los menores los de tantas familias que nos
dieron posada, que nos sentaron a su mesa, que abrieron para agasa
jamos los roperos de su mantelería y el arca de sus afectos, a través de
los cuales nos hacían paladear el vino añejo del alma de nuestra
provincia.
U na grata costumbre, íntima, inolvidable, nos quedó de esas an
danzas: el Rosario en comunidad, la larga y disciplinada oración que,
lo sé muy bien, rezan aún los unécicos y les aleja de muchas solicita
ciones, cuando van en campaña.
VII
U N IV E R SID A D 1931
IN T E G R A C IO N
dió el paso a las oficinas y los líderes estudiantiles tuvieron que usar
de toda su energía para salvar al pueblo de una nueva agresión. Y, pa
ra salvar sus propias vidas, hubieron de abandonar la ciudad. De la
estación de Caldera, Coquet se dirigió al Presidente de la República
denunciando el asesinato y atropellos cometidos por “el cafre chichime-
ca Cuauhtémoc Esparza”.
Daniel Kuri Breña, con alma, indumentaria y altivez de autén
tico refugiado, apareció una noche en Mérida 42, de la ciudad de
México, residencia de los Delegados al I Congreso Nacional de la
U N E C . E l Congreso le tributó merecida ovación.
Lamentablemente este brote libertario y católico en Zacatecas no
pudo formalizar un grupo, debido a la constante presión del caciquis
mo que. ha sufrido aquel Estado y que se refleja en el ambiente uni
versitario, a través de una dirección asustadiza y tímida, cuando no
complaciente y servil, cómplice del Gobernante en turno. Empero,
allí habrían de mantener muy en alto la integridad cultural y la dig
nidad personal gentes como Eugenio del Hoyo y Jenaro Borrego, por
muchos años avanzada de la U N E C en tierras de López Velarde.
IX
R EN O V A C IO N U N IV ER SIT A R IA
solvió el Sr. Director Pontf. de A.C. y así nos lo comunica en una car
ta dirigida a “las Señoritas Presidenta y Secretaria. . . ” . . . que, en las
Diócesis donde se halle independiente la U FE C , continúe así, y sólo
se confedere a A-C. en general. Y he aquí la solución esperada por lar
gos años. . .: ni se disuelve, ni se incorpora a J .F .C .M .. . ”
En aquellas universitarias todo adquiriría gracia y profundidad,
hasta aquel irritante desprecio con que nos llamaban entre sí “ ¡los hom
bres!” porque, ciertamente, en nuestra brusquedad con que la lucha
nos acorazó, nos faltó muchas veces cortesía para ellas. Pero no siem
pre. Desayunos (en ocasión de Misas en común), meriendas (los sá
bados) y “posadas”, nos acercaban. Y motivo de trato cordial y gentil
fue un “cuadro dramático” —que posteriormente se llamó “José Mier
y Terán”—, teatro que cultivaron muy especialmente Edmundo Meou-
chi, Femando González Berazueta, Alberto Urueta Septién, José Luis
Sandoval, Adolfo Pimentel, Luis Villoro, Enrique López Astorquiza,
Julián McGregor y quien un tiempo fue director del “Cuadro” : Eula-
Iio Ortega.
Varios grupos U F E C se fundaron en la provincia, casi todos a
instancias de nuestros propagandistas. Así nacieron los Grupos de
Querétaro, del que fue Presidenta Consolación Fernández, hoy reli
giosa Carmelita; de Saltillo —encabezado, desde luego, por Celia Gon
zález García, hoy de Cantú Méndez—, de Orizaba —con Alma Virgen
Relia—, de Morelia —con Josefina Cervantes—, de Zacatecas —con Ju
lieta Franco—, de Tampico, de Aguascalientes y de San Luis Potosí,
alas vigorosas de nuestros respectivos Comités.
Asistentes Eclesiásticos de la U F E C fueron su fundador, el R.P.
José Mier y Terán, S.J., muerto el 30 de diciembre de 1942; el R.P.
Joaquín Sáenz, S.J. y, desde fines de 1947, el R.P. David Mayagoitia,
S.J., quien continúa al frente de este organismo que, por muchos títu
los, merece su realización y apoyo episcopales, en escala nacional.
IN T E R P R E T A C IO N D E LA U N E C
*) “Pura ello, entre otras cosas, fomenta el estudio de las Humanidades" —Nota
de los mismos Estatutos—,
96 Luis Calderón Vega
Sí: los dos idearios expresan el mismo anhelo; pero cada uno a
su manera, a la manera de su tiempo. En 1926 era la mentalidad de
fensiva y el mantenimiento del “modus vivendi” tradicional, dentro de
la hipótesis histórica de la libertad de enseñanza y del estilo de vida
muy siglo XIX; en 1931, era una mentalidad formativa dentro de la
tesis de la más alta tradición católica y de lo más avanzado de la cultu
“l .- E n cuanto a la FU N D A M E N T A L ID A D :
“Se reconoce que la U .N .E .C . tiene todos los requisitos de orga
nización Fundamental y que merecería ser reconocida ínmediatamen-
C u b a 8 3 99
R E N A C IM IE N T O
paso del cuadro porque aquello “no era una Santa sino una artista de
cine”; y el jesuíta universitario y el culto diplomático en vano ha
cían esfuerzos por convencer al señor Canónigo de la evolución pic
tórica, de la protección que la Iglesia ha dado siempre a los valores ar
tísticos nuevos, de las novedades revolucionarias que significaron en
su tiempo los frescos de la Capilla Sixtina o las obras del Museo Va
ticano. Todo inútil. El cuadro entró, pero sólo para ser colocado co
mo vergonzante, no dentro del presbiterio del altar mayor, sino en una
columna lateral y un tanto escondida.
Cuando, durante su sermón -—alto ensayo de Derecho Internacio
nal Cristiano—, Don Jaime evocaba o mencionaba a Santa Rosa, su mi
rada o ademán —en los que algo había de travesura— no iba a la es
cultura “oficial” de la ceremonia, sino a “su” Santa escondida, allá atrás,
por disposición de un señor Canónigo.
XII
DA M1H1 TA R A SC O S
de la tarde los miembros del grupo que don Ramón llamara alguna vez
“grupo fantasma”, estábamos reunidos con las señoritas Reyes, Pepe
Cardona, del D. F., los licenciados Estrada Iturbide y Chávez Gonzá-
les y el propio Padre Guillermo. Con nosotros, Pepe Canapillo, líder
capitalino que nos informó de su reciente conquista de la Vice-Presi-
dencia de la FE U . Después de él, Don Jaime nos habló de Don Vasco
y de su alma civilizadora. Creo que para todos fue una revelación aque
lla charla sencilla y llena de entusiasmo. ..
“El día 12 salimos en cuatro automóviles rumbo a Pátzcuaro. De la
A .C.J.M . nos acompañaban José Martínez Peñaloza, Luis Torres, Je
sús Montoya y Gerardo Martínez. Nos detuvimos en Tzintzuntzan,
donde Don Jaime quiso retratarse al pie de los olivos que plantó Don
Vasco. . . A medio día llegamos a la casa del “Viejo” Mendoza, en
Pátzcuaro. Visitamos la Basílica, vimos los restos de “Tata” Obisno, en
su gran bronce; sus sandalias y la campanita prodigiosa que ahuyenta
ba las tempestades. Volvimos a comer a la casa de los Mendoza.
“Don Jaime empleó la tarde en entrevistar ai limo. Sr. Abad, a
varios Canónigos y a las seis dio una plática a los muchachos de la
A .C.J.M . de aquel centro. . . Bajo una copiosa lluvia nos dirigimos des
pués al “Estribo” . . . Allí en lo alto, en aquella contemplación arro
badora, surgió la idea: llevar a Don Vasco a los altares. . .
“El grueso de la tropa pernoctó en la casa del “Viejo” Mendoza.
Al día siguiente, después de oída la Santa Misa en la Basílica, nos
embarcamos en dos grandes lanchones, rumbo a Janitzio, Santa Fe y
Erongarícuaro. En Janitzio convocamos al pueblo y, desbordante de
gozo y emoción, Don Jaime les habló, en la iglesia, sobre el mismo te
ma : Don Vasco. . .
“Seguimos a Santa Fe de la Laguna. Con verdadera devoción
visitamos el Hospital, aposento, capilla y corredores que santificó con
su presencia aquel santo varón. Don Jaime descolgó el histórico cua
dra de “Tata” Vasco para poder fotografiarlo. Allí pronunció aquellas
palabras que serían profédeas: “Le estamos quitando a Don Vasco el
polvo de los siglos”, y amorosamente lo sacudía con su pañuelo. . .
Habló después, con mucha ternura, a todos los inditos congregados en
la capilla del Hospital.
C u b \ 8 8 111
aún más de lo que tenía de su parte para cumplir la dura tarea que
aceptó en una sesión casi luctuosa del Comité Ejecutivo, a la que asis
tían para fortalecer nuestra ánima, como verdaderos amigos a un pésa
me, los Padres Iglesias, Heredia, de la Peza y José Antonio Romero.
Claro está que para nosotros eso era una verdadera barbaridad. Y,
bien vistas las cosas —y nosotros no las veíamos bien—, no había tal.
La experiencia de otras naciones y de otros movimientos sociales de
muestra que muchas veces el secreto del éxito estriba en la presencia
de una persona idónea que se entregue “full time” a esa empresa y de
la que, por tanto, viva, porque “quien al altar sirve, del altar” etcétera.
122 Luis Calderón V ega
dos los trabajos e intenciones y mirar todas las cosas “en tanto cuanto
que” están a Su servicio.
Todo fue broma, todo inusitado, todo imprevisto, aun aquel Ro
sario que dirigió Don Ramón, sólo interrumpido por las descargas de
la tormenta. Rosario que nadie ha olvidado, menos aquel muchacho
que esa noche volvió a la Fe Católica. “Lenin” le llamaban en la U ni
versidad; “Lenin” le seguimos llamando. Pero él era uno antes del via
je; fue otro después de éste. El rezo militar, “de campaña” dijo mucho
a su carácter de soldado. Hoy es un distinguido oficial que no ha olvi
dado aquel viaje, menos aquel Rosario, bajo aquella tormenta, dentro
de aquel vagón, con aquellos capitanes de la Compañía de Jesús y del
clero vallisoletano.
LA A C C IO N C A T O LIC A Y N O SO T R O S
l ección a rse para todo el país con los ingredientes y dimensiones del
Distrito Federal.
Esto también sucedió al plantearse nuestro conflicto, que he lla
mado “el pleito grande” aunque, en realidad, era cosa de pequeñeces.
El tal conflicto jamás se planteó en provincia, salvo contadísimas y
poco honrosas excepciones. El problema siempre pudo localizarse y re
ducirse a los términos del Distrito Federal y casi sería más exacto decir
de la Ciudad de México. Por el contrario, entre los Comités Regiona
les de la U N E C y los Diocesanos de la A.C.J.M ., hubo dos actitudes
generalizadas: la más general, la de una eficaz y espontánea colabora
ción expresada en el entusiasmo con que, en casi todas partes, eran
recibidos por los grupos de la A.C.J.M . los dirigentes de la U N E C
que con frecuencia visitaban la provincia y llevaban siempre en su
programa la charla o conferencia para aquellos jóvenes; y la otra acti
tud, en algunas partes y épocas, la de la indiferencia absoluta de gru
po a grupo, nacida de una triste ignorancia mutua de las respectivas
actividades, indiferencia que es bandera de la mexicanísima “política
de campanario” y resultado de la lamentable y habitual carencia de un
Directorio Católico que coordine actividades o, por lo menos, registre
las existentes para un elemental servicio de información técnica.
N o dejaban de filtrarse hacia la provincia las filias y las fobias
capitalinas; pero en el D. F. llegaban al encono, disimulado oficial
mente por diplomáticas actitudes y declaraciones, con valor de sal
vavidas. Sin embargo, y con toda claridad aunque sin publicidad, como
era lógico, en el seno de la Acción Católica se estaba discutiendo el
porvenir de la U N E C . Dos tesis se sostenían contra ésta: que su
espíritu no era el de la Acción Católica y que “hacía política”, lo que
en aquellos tiempos era un pecado capital.
Esta situación vino a agravarse con la salida del Padre Vértiz
—otro golpe a la cabeza— que acentuó la crisis de nuestros grupos en
el Distrito Federal. El movimiento continuo de la población estudian
til había operado substituciones radicales de personas; los nombres co
nocidos en nuestras filas naturalmente ya no sonaban. Una nueva ge
neración, casi adolescente, componía nuestros grupos que, por los cam
bios en la Asistencia Eclesiástica, ya no tenían la solidez de generacio
136 Luis C aldk&ók V m a
C u b a 8 O 147
a los jefes antiguos y a los actuales, con gravísima mengua para la dis
ciplina de nuestros cuadros estudiantiles. Varios compañeros nuestros
se acercaron al Comité Ejecutivo Nacional y al propio Padre Vértiz,
para denunciar tan innoble labor.
"Nuestras ideas sobre la unidad estudiantil católica nunca impli
caron el abandono de la defensa de nuestra amada Organización. Tuvo,
pues, el Comité la obligación de separar de sus puestos en el mismo
a los compañeros que en forma tan desleal trabajaron en contra de la
Organización; de igual manera, tuvimos que limpiar nuestros Grupos
de elementos que ponían en riesgo nuestra distintiva disciplina y el
éxito de las tareas encomendadas a nuestros militantes (3 9 ).
“Asumo, camaradas del V Consejo Nacional, la responsabilidad
absoluta de la línea de colaboración con dicho grupo secreto y de las
consecuencias que de ello se dedujeron. Ustedes tienen la obligación
y el derecho de juzgar los actos que, como Jefe de la U N E C , realicé.
Creo haber obrado con lealtad de caballero y de católico siempre, y
supuse ingenuamente —este fue mi error— que los elementos con los
cuales trataba responderían en igual forma. Por desgracia, no fue así.
Tengo la seguridad de que los jefes futuros de la U N E C aprovecha
rán mi experiencia para las labores que la Organización emprenda en
el porvenir. ..
D O N JU L IO J. VERT1Z
N o era sólo que Don Julio sostuviera las más avanzadas tesis en
materia social, como ya era célebre por las polémicas que, en algunos
Congresos, había sostenido con los Reverendos Padres Iglesias y Joa
quín Sáenz, tesis que, en un Congreso Eucarístico de Orizaba, concre
tó en el apotegma: “nadie tiene derecho a más del mínimo, en tanto
todos no tengan el mínimo”.
Acaso ésta fue la única vez que de veras se molestó con nosotros
Don Julio. Apechugamos con la situación y nos fuimos a Catedral,
donde habríamos de desarrollar cada uno un tema prefijado. Yo no
sé si la cerveza, el calor o la ocasión lo hicieron, pero lo cierto es que
fueron tres intervenciones ¡hasta brillantes, qué caray, que la humildad
es la verdad!
ellos: “Decidme, ¿de qué marca es la bebida del General Grant que le
hace ganar tan buenas batallas?” . . .
Le contestamos a una:
—!. . . Dos Equis, licenciado!
—¡M ajaderos!.. . ¡Vamos a tomamos o tra !.. . ¡Pero creo que es
hora mejor para un café!. . . Allí veo uno. ..
Preparando el V Congreso U N E C , convinimos Juan José Gutié
rrez Mendoza —del grupo de Comercio— y yo en componer el Himno
de la U N E C : él la música, yo la letra.
CORO
lo que más te guste. Por ejemplo, un pastel, pero un pastel tan grande,
¡tan grande como el Peñón de Gibraltar con la bandera de España
encima!. . .
Pero ¿es que Don Julio era sólo anécdota? No.
LA REFORM A
se hizo y nada más vivo y fiel, entre lo que a mano tengo escrito, a
pesar de sus defectos, que el Informe que leí en el VI Congreso N a
cional de la U N E C , que iré citando y glosando oportunamente:
“En enero anterior (de 1941) el que habla creyó necesario pre
sentarse a recibir las instrucciones más claras, más concretas y más di
rectas de su Prelado. En aquella ocasión, sobre dos temas esencialísimos
pedimos orientación: sobre el apostolado universitario en el seno de las
organizaciones estudiantiles (neutras o antirreligiosas) y sobre la po
lírica que deberíamos seguir respecto a las organizaciones de tan extra
lógica moda en México, de carácter secreto y exóticamente deformante.
Sobre esto último recordamos la frase de Su Excelencia que señala to
da una orientación práctica, cuyas consecuencias hemos tratado de llevar
a sus últimos términos: “Las organizaciones secretas son apenas tolera
bles; de ninguna manera recomendables”. Sobre el primer punto se
nos ratificó la doctrina expuesta anteriormente, añadiéndose que, cual
quier transformación debería hacerse con la graduación prudente y ne
cesaria para no lesionar ni los legítimos intereses, ni las estratégicas po
siciones conquistadas a base de tan duros y prolongados esfuerzos. . . ”
Zacatecas, nos dio una bella charla sobre la liturgia de la Misa y Gon
zález Berazueta dictó las instrucciones prácticas de trabajo. El domin
go 21 de septiembre volvimos a la Capital.
Aquel grupo de Aguascalientes merece especial mención. La
U R E C A (U nión Regional de Estudiantes Católicos Aguascalentenses),
fundada en 1933, como ya se dijo, había enviado a México un fuerte
contingente de estudiantes que colaboraba en los trabajos del Distrito
Federal. Una brillante y generosa promoción venía a rehacer la histo
ria de la U R ECA , en cuya Presidencia estuvieron durante éste y los
últimos tiempos sucesivos, Armando Avila Sotomayor, J. Trinidad Mer
cado, Jesús Antonio de la Torre, Jorge de la Torre Macías, Arturo Díaz
de León, Efrén Mayagoitia. Con estos. . . ¡legiones! de las que recuer
do a Alfonso López Aparicio, José Maldonado Núñez, Genaro, Ernes
to y Godofredo Díaz de León, Salvador Mata, Luis y Manuel Nava
rro Sotomayor, Jesús Barajas Bernal, Carlos Ortiz González, Jesús e
Ignacio Romo Armería y. . . ¡Llamas, Varela, Macías Villalpando, Ló
pez Cuellar, Serna Valdivia!. . .
A estos grupos tocó la más dura embestida demagógica contra su
Instituto, emprendida por el cardenista Gobernador Juan Alvarado. U n
hijo de éste, estudiante, logró temporalmente escindir las filas del
Círculo de Estudiantes del Instituto, único y sólido hasta entonces, y
fundar el Bloque de Estudiantes Revolucionarios, muy a la moda ideo
lógica.
Dominada la situación por el Círculo contra el Bloque y contra
sus apoyos extrauniversitarios, los muchachos se lanzaron al movimien
to de Autonomía del Instituto. Este movimiento triunfó en 1941 y el
decreto de Autonomía es de fecha 1942. Pero los tesoneros trabajos
de los muchachos, desde 1939 y 40, cuando todo parecía en contra
y ningún recurso de lucha tenían, deben ser consignados. De estos
trabajos meritísimos, una anécdota es elocuente.
Dos de estos chicos, validos de su carácter de conscriptos —bajo
el régimen especial de ejercicios y marchas mañaneras—, una noche to
maron el tren rumbo a México para buscar el apoyo de la C .N .E . Les
pareció fácil hacerse pasar por soldados de la escolta. Y. .. ¡en la
estación de León los echaron a tierra.. . “¡sin un quinto, mano!”
C ¥ B A 8 8 181
* * *
“Orizaba representa otro de los jalones que este año pudimos dar
para nuestro entroncamiento intelectual y moral con los muchachos de
aquella Provincia —releo en el Informe—. . . Decir Orizaba, en el
tiempo de nuestra Semana de Estudios, era decir Padre Rúa, Sacerdo
te y líder, padre y amigo, piedra angular en la vida social y religiosa
de Orizaba y clave de la solución de graves conflictos obrero-patro
nales de la Pluviosilla. Gracias a él pudimos reunirnos allí, por pri
mera vez, en una Semana de Estudios, con los compañeros de Xalapa,
cuyo Comité hemos visto consolidarse seriamente, y con los del Puerto,
cuya delegación presente aquí es manifiesta prueba de su vitalidad que
tanto tiempo habíamos deseado para nuestro Grupo porteño.. . *
En el despacho del Padre Rúa, allá en la vieja Parroquia oriza-
beña, planeamos en grande el futuro de la U N E C . Todos nuestros
Grupos estaban en pleno trabajo: una nueva conciencia empezaba a
germinar en la nueva generación y la fuerza de su movimiento, espi
ritual e intelectual —que venía dragando en el alma de la juventud
universitaria desde el año de 31— envolvía a los Asistentes Eclesiás
ticos, muchos de ellos jóvenes Sacerdotes que empezaban a sentir, co
mo nosotros, las angustias y los problemas universitarios y el gozo in
menso de rescatar para la Iglesia a la clase estudiantil mexicana.
P e ro ...
XVIII
LA E N T R E G A D E LA FLO TA
Por cierto que, cuando el P. Iglesias, quien por allí andaba inten
tando que “los politécnicos se organizaron por el sistema secreto de
decurias”, se enteró de que Chabela incluía en su estudio un capítulo
sobre “Partidos Políticos”, anunció que se presentaría en el Pleno a
impugnar “la misma dañosa existencia de Partidos”. El anuncio bastó pa
ra que muchos de los antiguos dirigentes U N E C , ya abogados, llenaran
la primera fila de butacas del palco superior de nuestra sala —que desde
luego se le llamó “barra de abogados”—. Pero el Padre no se presentó.
F I N
N O T A S
1) R1VERO D EL VAL, Luis. “Entre las Patas de los Caballos”, 29 Ed. JU S,
1954, páginas 25-90, 47 y 56-57
mero Diego Tinoco y Carlos Septién García, como Directores; Carlos Gómez Chi
co A., en la Gerencia; Bertrand Wood y Mariano Noriega, en Publicidad; Manuel
Creixell, Plácito Díaz Barriga y Pedro Muriel, en Circulación. Este último de
partam ento y sus titulares desaparecen del Indicador en el tercer número y, desde
•el cuarto, figura Sergio Ramos Carrera como Gerente. En diciembre de 1940 se
anuncia a Armando Cuevas S. como Administrador y, por último, en 1941, compo
nen el Cuerpo Consultivo: Lie. Luis de Caray, Carlos Septién García y Diego T i
noco Ariza; Administrador, Víctor Guzmán H .; Redacción, Adolfo Pimentel Me-
jia y Antonio Diego Fernández.
En esta revista —ágil, universitaria, orientadora— fue donde se reveló la ma
durez, hondura y alegría del periodista consumado que fue Carlos Septién G arda,
muerto en misión de prensa, en un accidente de aviación el día en que los Pre
sidentes de México y de los Estados Unidos inauguraron la Presa Internacional
“Falcón”, el 19 de octubre de 1951. El nombre de Carlos lo llevan ahora la Escuela
de Periodismo de la Acción Católica, en México, y un Premio creado por el Ins
tituto de Cultura Hispánica de Madrid, para un Concurso de trabajos periodísticos.
Su postrer salida la hace "Proa" en 1943, en tamaño de 35 x 45. Se mantiene
a flote por cinco o seis números, y se hunde, por fin, en el ancho mar. Dirige es
ta Epoca —según vemos en el Directorio del Número 5, de junio de 1943— Miguel
Castro Ruiz, con la Jefatura de Redacción de Alfonso Rubio y Rubio y la Admi
nistración de Vicente Celis.
Esta es la historia sucinta, "sin dialéctica de calamar", pero con fuerza de
Proteo, que vivió “Proa”.
Si Gómez Robledo abrió sus páginas con un bellísimo Mensaje Guadalupano
—‘Por Mi Raza Habló una M ujer"— y les dio exquisitez intelectual con sus “Pre
sencias y Ausencias de Gog” y su ensayo tan cabal, tan certero y tan breve sobre
"L a Novela Moderna”, con Islas, en México, “Proa” ingresó o la Universidad com
batiendo, y Castro Ruiz puso punto final con la crónica escrita por Guillermo Cas
tilla, del cambio de casa de la UNEC, de Cuba 88 a Hidalgo 120.
En su primera Epoca, la tapatía, fue “Proa” el “periódico organizador nacional” de
las Convenciones y sobre éstas, su dirección y contenido cargó el acento "Discipli
na de Unidad", de López González, “L a Convención como Liberación de Espíritu”,
de Garcilita Partida. En esos días escribe Junco “La Santa Osadía”, José Alvarez
define la "Posición Ante el Norte” y de Garay y Toral presentan las nuevas orien
taciones del Derecho contemporáneo.
En su segunda Epoca, Islas abrió "Proa" con "Panamericanismo, Iberoamericanis-
mo y Sociedad de las Naciones ante el Derecho Tradicional Cristiano”, escribe mes
a mes unas notas sobre la “Realidad Nacional" y, con “Indicador”, ametralla las
desviaciones universitarias- Una nutrida bibliografía, con breves comentarios de
Pérez Sandi, orienta la lectura y abre horizontes nuevos.
Con Carlos Septién García, desde que escribe en "Vértice", se llena de aliento
hispánico con aquel su "Maeztu, Caballero de la Hispanidad, H a muerto”, o con
C u b a 88 197
los versos de López Manjarrés “ Cinco Flechas”; revive la epopeya de los Cristeros
con “Non Ommis Moriar”, el soneto-saeta del Padre Vértiz a la memomia del
joven Manuel Acuña Rodríguez, fusilado en Coahuila el 17 de enero de 1927;
vindica las glorias de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana con un
homenaje al Padre Bergoend; pone el acento en graves cuestiones modernas, como
"E l Caso de la Action Francaise", de Antonio Gómez Robledo, o en la intimidad
de la vida religiosa, con los apuntes que éste escribió sobre “Ejercicios Espirituales”;
da guiones culturales con Pardinas, páginas jurídicas de Radbruck y Del Vecchio,
con Toral y Aguayo o, en fin, difunde el mensaje de la Confederación Iberoame
ricana de Estudiantes Católicos, como lo hace en el último número de la V Epoca,
o lanza a la publicidad la música y letra del Himno de la U N E C ...
Siempre la tónica vital, en cada cuestión con gran libertad, con gran alegría.
Sin prisas, con síntesis, con modernidad. Valga un botón de muestra de Una
página breve, casi una viñeta, alta y definida como un friso, una concepción ar
quitectónica de la filosofía de nuestra vida, unas “Ideas” de Enrique de la Mora,
en el número 1 de febrero de 1932:
“Hemos sido cortados de la tradición.
“Arquitectura pre-cortesiana y arquitectura colonial. Arquitecturas muertas.
Para revivirlas, instituyamos de nuevo los sacrificios humanos y la inquisición. Im i
tarlas es hacer arquitectura máscara, teatral, arqueológica. L a arqueología, a ¡os
museos. Estudiémoslas racionalmente, en su medio. Tomémoslas como lección. Nada
más.
Siglo X IX : siglo sin orientación, sin cultura, extranjerizado, se alza entre la
tradición y nosotros, separándonos. No hay fisonomía. Sin arquitectura.
“Siglo X X : fierro, concreto, cambio constructivo. Revolución. Cambio social.
“Nada queda de la tradición.
“ Unico apoyo: la necesidad, la lógica y la técnica.
" Nuestro papel: precursor y orientador”.
• • •
10) E L SIDEC trabajó desde luego y es todavía grato hojear su selecto Boletín
mensual que contiene actualísima información del mundo estudiantil y de los mo
vimientos intelectuales.
Por circunstancias políticas locales, el Congreso no pudo celebrarse en Lima
—a pesar del magnifico grupo de distinguidos organizadores—, y fue realizado en
Roma, del 10 al 29 de Diciembre de 1933, y de él salió una vigorosa CJDEC (Con
federación Iberoamericana de Estudiantes Católicos).
L a Presidencia de la CIDEC quedó en manos de un chileno. En el II Congreso,
celebrado en mayo de 1939, en Lim a, en el que representaron a México Carlos Sep-
tién García, Daniel K uri Breña y Luis Calderón Vega, la Presidencia pasó a manos
de un peruano. E l III Congreso, que tuvo lugar en Bogotá, en junio de 1941, en
tregó la Presidencia a Luis Calderón Vega.
Pero México ya no contaba con su pujante organización estudiantil y el Comi
té CIDEC sólo pudo organizar tres recorridos por Centro y Sudamérica para fortale
cer las organizaciones estudiantiles, colaborar en la realización de la Semana de Es
tudios “ CIDEC-PAX ROMANA", de Santiago de Chile (marzo de 1944) y asistir a
entregar la Jefatura al IV Congreso, reunido en Roma (julio de 1950). Este IV
O v i a 8 8 199
lealtad a la Civilización Occidental, México debe alinearse con aquel pueblo, que
es baluarte y garantía de esa Civilización; pero, por lealtad a su propio pueblo y a
los principios de dignidad y libertad, México debe postular una sincera y cauta po
lítica de defensa contra flaquezas y defecciones de los Estados Unidos".
Cf. S. S. Juan X X III, " Mater et Magistra”, Parte III, "Exigencias de Justicia en
las Relaciones entre Naciones en Grado diverso de Desarrollo Económico" Ed. Pau
linas, 1961, p. 42-46.
Pero ahora, esa gente es distinta, es gente "de partido” bien pagada, equivoca
dos a sueldo, sin justificación, que han llevado la Universidad a extremos inimagi
nables.
Ya era lamentable esta situación con el Rector Eli de Gortari que convirtió la
Universidad descaradamente en organismo propagandístico del Partido Comunista,
mediatizado por su filial P.P.S. Pero se ha empeorado con el régimen introducido
por el nuevo Rector, Lie. Alberto Bremauntz que preside un curioso “combinado
al natural” de comunismo pepino y comunismo priista.
los graves errores en que ha incurrido la administración que preside el Rector Eli
de Gortari, y que comprometen seriamente los altos intereses y el prestigio de nues
tra Institución.. . , para solucionar en forma definitiva el problema vital que nos
preocupa. . .
“Habremos de señalar desde este momento la fobia con que el Rector ha trata
do a maestros respetables y ameritados de nuestra Casa de E stu d io s... Los ha ex
torsionado para excluirlos del ámbito universitario.. . : al Profesor de Filosofía E n
rique González Rojo, amigo suyo y promotor de su designación, lo separó para subs
tituirlo con un pariente suyo de menos que mediana capacidad docente y sin se
riedad p e rso n a l...; el maestro Juan Díaz Vázquez, Doctor Honoris Causa y Decano
de la U niversidad... fue retirado; el Profesor Alfredo Zalee, artista de categoría
nacional, fundador de la Escuela de Pintura, siguió la misma suerte; el Ingeniero
Jaim e Trejo, (fue) depuesto de la Dirección de la Facultad de In g e n ie ría ...; al
Doctor Mario A lvizou ri... investigador cien tífico... lo degradó como Profesor de
Carrera; al Doctor Julio Macouzet, Diplomado en B ioq u ím ica... se denegó el nom
bramiento de Maestro de P la n ta ...; al Doctor Héctor Vázquez, postgraduado en
Farmacología y Catedrático de tiempo com pleto... lo despojó arbitrariamente de
sus percepciones...; al Doctor Héctor Solis Quiroga, traído para fundar un Centro
de Investigaciones Crim inológicas... le presentó obstáculos que frustraron el pro
yecto, sólo por una ciega indisposición a la Facultad (de D erecho).. . ; al Licenciado
Alberto Lozano Vázquez, actual Procurador de Justicia en el Estado, le entretuvo la
reexpedición de su nombramiento como Profesor de tiempo com pleto.. . ; a la Srita.
Enfermera Maurilia González.. . , organizadora de la Escuela de Enfermería, la des
tituyó por haber practicado en una ceremonia de imposición de cofias el tradi-
C u b a 88 203
Y, otro capitulo:
" Con un espíritu autocrático, al margen de la ley, haciendo prevalecer su volun
tad en el Consejo Universitario . . . :
"Se asignó un sueldo sin precedente de nueve mil pesos mensuales y, además,
dispone de sumas considerables de dinero, para lo cual no obtiene la aprobación
que se requiere legalmente del C o n se jo ...; hace gastos dispendiosos a cargo de la
Tesorería de la Institución, aparte de sueldos que asigna a sus familiares y amigos
de su casa. U n a a u d ito r ía garantizada e idónea pondría al descubierto la forma ile
gitima en que ha manejado los fondos de la Universidad y atropellado el ejerci
cio del presupuesto..
y se concluye:
“En orden a todo lo que hemos expuesto, invitamos a todos los universitarios,
profesores y alumnos, a examinar con responsabilidad el problema que confronta
mos y a reclamar la destitución inmediata del Doctor Eli de Gortari como Rector
de la Universidad, por exigirlo asi los más caros intereses de la In stitu ció n ...”
Ferreira, Gonzalo Dorantes R., Rafael Mendoza Valencia, Anastasio Zamudio Fraga,
Gregorio Torres Fraga, José Amezcua Manjarrez, Luis Manuel Rojas, Rodolfo Mu-
rillo Alvarez, Humberto Aguilar Cortés, Arturo Vega Villagámez, J. Jesús Vázquez
Pallares, Mariano Domínguez Martínez y Roberto Valenzuela Jurado; los Profeso
res Leonel Santoyo Rojas, Emilio Vázquez García, Antonio Martínez Gutiérrez, Abel
Valdovinos Hernández, M i Guadalupe Núñez, Alfonso Correa V., José Alfonso Mier
Suárez, Apolinar Juárez Caballero, M i Salud Vázquez Fernández, Gregorio Mata L ó
pez, Josefina Gómez Trillo, José González García, M i Dolores Pacheco M., Ignacio
Magaña Estrada, Adolfo Alvarez y Alvarez, Faustino Martínez Pérez, Mauro Sánchez
López, Alfonso Urbina Molina, Amador Gallegos Bautista, Armando Guzmán y Au
rora Núñez González, y los Doctores en Medicina Mario Alvizouri Muñoz, Luis Mo
ra Serrato, Lauro Viveros Chávez, José M i Pineda Ortuño, Onofre Chávez Fraga,
Arturo Alvarado Torres Valle, Antonio Gutiérrez Arroyo, Elíseo Mendoza Gutiérrez,
Yolanda Cuevas Zavala, Mario Tapia Sandoval, Antonio Rubio Linares, Juan Fa
bián Ruiz, Gabriel Avila Galinzoga, José Luis González Galván, Enrique Sotoma-
yor Huerta, Alfonso Guzmán Carreón, Eduardo Plaza Pérez, M i Concepción Quijos
Huerta, Guillermo Corona Díaz, Adán Lozano Vázquez, Virgilio Murillo Ortiz, Pon-
ciano Tenorio Montes, José Núñez Martínez, Emilio Bolaños Guzmán, Julio Ma-
couzet Tron, Rodolfo Anguiano López, José Sierra Rosiles, Francisco Esquivel R o
dríguez, Ubaldo Martínez Gutiérrez, Cecilio Páez jr. y Roberto Rico Pantoja.
Entre estos firmantes los hay marxistas, pseudo marxistas, católicos, semi cató
licos, liberales, neoliberales, socialistas románticos y socialistas presupuestívo
ros, clericales paternalistas y anticlericales de profesión, arriaguistas de corazón y
antiarriaguistas por vocación, damasistas incatalogables y lazaristas bien cataloga
d o s... Un mosaico de criterios y de filosofías, una gama de diferentes y aún encon
trados intereses personales, un museo de banderines políticos, una compleja orogra
fía de posiciones.
Cabía preguntar: ¡era posible una victoria que sólo se alcanza con unidad de
metas y de métodos?, ¿qué posible coincidencia de objetivos podría darse?... Aun
que parezca increíble, un simple objetivo llevó al triunfo a este abigarrado grupo:
la elemental defensa del claro y alto interés universitario.
Después de haber sido "tomado” el edificio del Colegio de San Nicolás por los
antidegortaristas, y de habérselos arrebatado los amigos del Héctor, poco después,
éstos convirtieron el edificio venerable en cuartel de milicias organizadas por la
técnica de lucha prescrita por el castro-cardenismo: “Batallón 501”, “Batallón Estre
lla R o ja”, "Batallón Lenin”, “Batallón guarachudos veloces" (tal vez aludiendo al
grupo de lideres campesinos del Movimiento de Liberación que vinieron a “defen
der" el Colegio, algunos de los cuales fueron inscritos como alumnos en diversas
escuelas para legalizar las democráticas votaciones). Por los altavoces colocados en
los balcones del Colegio, constantemente escuchaba la ciudad las marchas y las aren
gas de los guerrilleros cubanos o se entonaba patéticamente la “Bella Chao”, de los
guerrilleros italianos. La bandera negra y el lema "Universidad o Muerte” pusie
ron tinte trágico en el conflicto.
Como desde los primeros días de febrero el Rector, señor y árbitro del Consejo
Universitario, primero consignó a los firmantes del manifiesto por considerarlo
" subversivo” y, después, decretó la expulsión de 34 Profesores y 13 estudiantes ¿atro
pellando todo procedimiento legal, un clima de ardor y de violencia alentó Ja lu
cha; los mítines, ya dentro de las escuelas, ya en las plazuelas públicas, se sucedie
ron, cada día con más frecuencia y, como las agresiones y trastornos del orden
también aumentasen, la presencia de las fuerzas militares y policiacas vino a crear
una tensión general en la ciudad.
No hubo entonces pérdida de vida alguna. Pero si una pérdida total del sen
tido común en el mando de aquella “ operación". Sin que mediara provocación al
guna, la fuerza policiaca, preparada para el asalto, se lanzó al ataque —protegida,
eso si, por las bayonetas militares que avanzaban cubriéndole la espalda— sobre los
grupos que acampaban en la Plaza Ocampo. Un sistemático, técnico, despiadado
bombardeo de gases que victoriosamente hizo retroceder a los grupos y después po
nerse en fuga; y aún, con máxima estrategia envolvente: acorralarlos para pisto
lear, rendir a culatazos y encarcelar a aquellos que hicieron resistencia verbal, per
seguir a los grupos hasta los barrios de la ciudad, hasta humildes vecindades, en
alguna de las cuales las bombas lesionaron peligrosamente a un recién nacido; me
tódicamente, por la calle principal, hasta Villalongin, barrer con gases para ame
drentar a la ciudad, con sublevante inmunidad.
E l asalto rufianesco —al que se negó, según dicen y ojalá sea cierto, el General
Alvarez, de la Policía— pudo tener gravísimas consecuencias, pues, algunos jóvenes
subieron a los campanarios de los templos y tocaron a rebato. Y bien comprendie
ron las altas autoridades, que, ocultas, giraban sus órdenes nerviosamente, que ha
bían cometido la grave equivocación. Y no fue el temor lo que contuvo a la ciudad
para una respuesta adecuada a la agresión, sino la influencia moral que pudimos
ejercer sobre el pueblo quienes, deliberadamente lejos del conflicto —aunque los
galopines de la demagogia crean lo contrario—, tuvimos que echarnos a la calle a cal
mar al pueblo, evitando un episodio sangriento que aún y siempre pesaría en la
conciencia del señor Gobernador.
Nada hay que justifique la torpeza oficial que dejó prolongar el conflicto hasta
estos extremos incalificables, cuando desde el primer momento en que asumió gra
vedad se tuvo el recurso del que tardíamente se echó mano.
208 Luis C a l d e r ó n ViOA
Antonio Martínez Báez, Gabino Fraga, Enrique Arreguin jr., J . Jesús Romero
Flores, Carlos García de León y R aú l Arrióla Cortés, gobernadores de la Universi
dad, tuvieron en sus manos, en aquellos graves momentos, el honor de salvarla.
No lo hicieron.
Pedia el momento histórico un hombre de gran calidad, con alta vocación
jurídica y cultural y un noble sentido de armonía y de humanismo, para hacer que
la Universidad Michoacana volviera al orden institucional y, lograda la paz, repa
radas las injusticias, pusiera las bases indispensables para el cumplimiento de ¡a
nobilísima misión universitaria. Sobre este criterio que debió guiar la elección de
Rector, prevalecieron las fobias decimonónicas y socializantes.
El hombre que se necesitaba ciertamente no lo es el Lie. Alberto Bremauntz.
Sincero revolucionario, incansable luchador de izquierda, esta definición humana
no encaja en una tarea rectora; de ardiente pasión antirreligiosa, de obsesionados
criterios marxistas que él sabe expresar más claramente como un facismo alreve
sado, no puede pedírsele el tolerante equilibrio intelectual que exige la esencia
misma de la Universidad.
"Vengo a manejar la Universidad con criterio revolucionario y ustedes son
reaccionarios. Continuaré la política del compañero de Gortari” —afirma uno de los
dirigentes antidegortaristas que esta fué una privada declaración del señor Bre
mauntz en el principio de su rectoría.
y es, en el fondo, la misma profesión de fé que hizo al inaugurar el nuevo
Consejo Universitario. Y parece que lo ha cumplido. “Su falta de ponderación, la
intolerancia partidista que lo posee, dieron al traste con todo germen o posibilidad
C v b a 8 8 209
Jesús Herrera, Francisco Fernández, José Ma. Pineda, José Sierra Rosiles, Virgilio
Murillo, Juan Fabián, Rafael Morelos\ Valdés, Francisco Esquivel, Cecilio Páez,
Jorge Rodríguez, Jorge Vega Núñez, Gabriel Avila, Adán Lozano, Ponciano Tenorio,
Félix Conlrcras, Enrique Sotomayor, José Santos Ramírez, Manuel Martínez Estrada,
Onofre Chávez Fraga y José Luis González; y las Farmacéuticas Ma. Salud Vázquez
y Ma. Guadalupe Núñez.
Hay otro aspecto también interesente entre los resultados de la genial solu
ción del Gobierno al conflicto universitario.
1.a limpia fuerza estudiantil que, a veces, llegó a heroísmo en los duros mo
mentos de la lucha, no pudo ni supo oponerse a las maniobras del Rector. Al
respaldo gubernamental con que éste cuenta, vino a sumarse la confusión que,
entre las filas de aquéllos introdujo la capitalización política por el partido oficial:
los agentes de éste se dedicaron a cantar las alabanzas de la brillante solución del
Gobierno, a identificar éste con el partido y, la política de los dos, con la gallarda
actitud de los universitarios y, puesto que, entre bambalinas, los jóvenes priistas
tienen entablado el duelo con los pepinos, han arrastrado a los muchachos que
dieron la batalla contra de Gortari, a darla contra el PPS, pero dentro del frente
priista . Explotando la esperanza estudiantil, han sido llevados a engrosar el sector
juvenil del PRI.
a despintar calles y paredes, sin que faltaran los encuentros entre estos dos grupos
antagónicos, con lo que, de este modo tan poco universitario, iban adquiriendo,
mayor " conciencia” de partido las huestes juveniles.
Y es tanto más grave esta conducta cuanto que la corrupción opera sobre el
espíritu indefenso y noble de los jóvenes.
.r
En los momentos de cerrar esta nota (julio 18) la "Fraternidad Nicolaita” hacia
circular en Morelia un manifiesto dirigido a la Jun ta de Gobierno de la Univer
sidad y a la Opinión, en el que, abundando en los datos y reflexiones que hemos
hecho, resume:
Mario Alvizouri; Lie. Humberto Aguilar; Ing. Jesús Castillo Janacua; Dr, Eduardo
Plaza; Prof. Apolinar Juárez Caballero.—Estudiantes: Pedro Acosta; Ricardo Eguía;
Ju an Manuel Santillán; Carlos Velazco; Constantino Rojas; Amador Gallegos; Jesús
Ramírez; Trinidad González; Rafael Protasio Ramírez; José Luis Tinoco; José Luis
.Miranda; Joaquín Castellanos; René Sosa; José Luis Ramírez y César Palafox.
15) Quienes la iniciaron con Francisco Alcalá, Gabriel López Martínez, Rubén de
Lira, Antonio, Rubén y Guillermo Alba, Salvador Salas Henares y, en una inmediata
generación, Luis López Martínez, Manuel Guerrero Murillo, Joaquín Cruz Ramírez,
Francisco Carrera Hernández, Pascual Rodríguez Gómez, Felipe Reynoso, Salvador
Bata Padilla, Saúl de A lb a ... Fueron Presidentes de los primeros Comités Francisco
Alcalá, De Lira, Gabriel y Luis López Martínez y Felipe Reynoso.
16) Creo que a través de Julio Chávez se estableció el contacto formal con este
grupo. Lo cierto es que, entre sus organizadores destacaron Jesús de Anda, Gabriel
Aguirre y Armando Ramírez y además, entre los miembros fundadores, Alfonso
Arronte, Roberto Ordóñez, Enrique Miller, Manuel Collado, "el rorro” Uranga,
Caños Aguirre, los hermanos Heiras, Carlos Zuloaga, Pedro Madero y, más tarde,
Oscar Gutiérrez y Alfonso Esparza.
18) Estos profesores eran: Antonio Caso, Manuel Gómez Morin, Mariano Azuela,
jr., Miguel Palacios Macedo, Roberto A. Esteva Ruiz, Luis Chico Goerne, Trinidad
G arda, Gabriel García Rojas, Manuel Borja Soriano, Ricardo José Zevada, Enrique
González Aparicio —¡también!—, Manuel Sánchez Cuén, Vicente Peniche López,
Agustín García López, Daniel Cosío Villegas —¡también!—, José Rivera, P.C., Sal
vador Azuela, Juan José Bremer, José Hernández Delgado, Hilario Medina, Ricardo
Cortés, Octavio Medellin Ostos, Francisco González de la Vega, Antonio Carrillo
Gi b i S 8 213
Flores, Manuel Cual Vidal, Andrés Sierra Rojas, Luis Garrido, Rafael Rojo de la
Vega, Angel Caso, Eduardo Villaseñor, Emilio Pardo Aspe, Mario Souza, Jesús Cas
toreña, Manuel Avilés y José Aguilar y Maya, enumerados en el mismo orden de sus
firmas que aparecen en la renuncia que presentaron el 10 de octubre de 1933.
19) Debe ser conocido el hecho de que los Profesores de Artes Plásticas publicaron
entonces un Manifiesto en apoyo del Director de la Escuela, que era Lombardo.
Entre los firmantes figura el Ing. Antonio Santa Cruz, que ya era de la Base sub
terránea de las "Legiones", Director del Sinarquismo y Hermano de la Congregación
Mariana de San Francisco.
A riesgo de no citar a muchas chicas que merecerían ser citadas por su ejemplo
■v sus trabajos —y a quienes pido perdón por la involuntaria omisión— es necesario
mencionar algunas. En el equipo de María Angelina se contaban María Teresa Mén
dez, Zayda Falcón, Carmela Sargeant, Rebeca Bucheli; en el de Delfina Esmeralda,
sus hermanas Graciela y Flor de María, Enriqueta López Becerril (de Leyes), y
Conchita Gálvez Monroy, María Teresa Frost, Josefina Campos, Betriz Aguilera,
Amelia Villegas, Ana Luisa Morlet, Alicia Amor y Villalpando, Rebeca Tello, Emma
Verduzco y Carmen Aguayo; en el de éstas últimas, varias de las citadas anteriormente
y Magdalena Juárez, Lola Macias, M aría Antonieta Doneau, Socorro Ornelas, Lucia
Carrasco, Pilarica Menchero y María Enriqueta López Sarrelangue.
“ ...G ran d e s esperanzas de un porvenir mejor en Méjico nos hacen concebir los
jóvenes universitarios que trabajan en la Acción C ató lica... Es evidente que ellos
forman parte, y parte muy importante, de esta Acción C atólica.. . Estos universita
rios no solamente forman, como acabamos de decir, la más firme esperanza de un
mañana mejor, sino que ya ahora mismo pueden ofrecer efectivos servicios a la
Iglesia y a la P a t r ia ..." (“Firmissima Constantia, Roma, 28 de marzo de 1937—Ed.
del Comité Central Méx. M CM XXXVIII, parágrafos 30, 31 y 32, pdgs. 10-11).
23) Secundados, con muchísimos otros, por supuesto, por Horacio Caballero Pa
lacios, José González Jduregui, Manuel Altamirano, Enrique Miller, Clemente H e
rrera, Enrique Alvarez, José Pérez Sandi, Joaquín Izquierdo, Mauricio Martínez, Sal
vador Ibarrola, Roberto Arenas, Carlos Hernández Esquivel, Agustín Aguilera, en
Medicina; R afael Aguayo Spencer, Efrain Moto Salazar, Manuel Cantil, Santiago
Oñate, José Campillo, José Ortiz Paniagua, José Sdenz, Carlos Athié, Adalberto To
rres, Rigoberto López Valdivia, José Macias Villaseñor, Jesús de Anda, Nicolás Gon
zález Jduregui, en Derecho; Antonio Alvarez Urquiza, Fernando García Valdés, Igna
cio Sdenz, Fermín Athié, Teodoro Schumacher, René Etcharren, los hermanos López
Mendoza y todo el siempre en disponibilidad grupo L a b o r, en Ingeniería; Juan Gon
zález Jduregui y José Higareda, en Odontología; Pedro González Jduregui, Gabriel
Avila y Salazar Sada, en Ciencias Químicas; un estupendo grupo promovido por Je
sús S. Sodi, en ¡as Preparatorias Diurna y Nocturna: Antonio Hidalgo, Alfonso Sal
gado Matehuala, Quirino Jiménez Herrera, Luis Conrado Cerda, Manuel Ruines,
Antonio Bravo, Antonio Grawell, Arturo Narro, Enrique Núñez, Martínez Páren
te, Angel Escalante, Jorge y José Luis Amante, Jorge Velasco, Carlos Chico Alatorre,
Salvador Macias, etc.; "la palomilla", que con gente de Comercio encabezaban Berna
bé Molina, Enrique López Astorquiza, Guillermo Lombera, Jorge López Santibáñez,
Leopoldo González, Mario Luque, Miguel Alarcón, a quienes después se les sumaron
Armando Cuevas, Alberto Salgado, Gonzalo Nieto y el Chato Eugenio Espinoza,
quien todavía en Salina Cruz alienta el espíritu UNEC; entre los líderes de los Co
legios Particulares, Jaim e y José Cárdenas, Fernando Goitia, Antonio Diego Fernán
dez, Gabriel Robles; en la Escuela Libre de Derecho, Gumersindo Galván, Manuel
Gómez Linares, Alfonso Martínez, José Sdenz Arroyo, Francisco Solis, José Kuri Bre
ña, Adolfo Pimentel, Enrique Galland, Juan Vidal, Eduardo Facha, José Arce, Fran
cisco García Jimeno, Edmundo Meouchi, los morelianos Zeferino Calderón, Rafael
Murillo, José Vicente Torres, Adolfo Contreras. A estos últimos se sumaron un po
co más tarde los regiomontanos de gran calidad Roberto Guajardo, Alfonso Gonzá
lez Segovia, Emilio Guzmán Lozano, Efrain Roel Villarreal, Francisco González y,
con ellos, sus contemporáneos Pedro Vargas Basauri, José Hernández, Sergio Carre
ra Ramos, y otros morelianos de la siguiente generación: Miguel Castro Ruiz, Vicente
Celis, Manuel García Rojas, Alfonso Fernández, Efrén Delgado y Alfonso Rubio
y Rubio.
confieso, era ajeno a mis propósitos, como, estoy cierto, lo ha podidó supóner).
Pues, seguro de que en sus poderosos padrinos no harían mella los ataques de
" reaccionario” que se le lanzaron, no sólo no me ha desmentido sino que “ca
sualmente” concurrió, cuando era “precandidato" a una reunión de ex-alum-
nos salesianos y “ casualmente” publicó la prensa de México una foto de Agus
tín, del "conejo” Figaredo y otros concurrentes a dicha reunión, fotografía que, como
sobre la roja muleta de un mataor magistral, se echaron encima sus impugnadores, la
reprodujeron y con profusión la pegaron por las calles morelianas, con el “casual” re
sultado apetecido: ganarse la confianza del capitalismo campante y liberaloide y de la
burguesía reccionaria de Morelia y de los riquillos pueblerinos, esos supervivientes ca
ricaturescos de nuestro farisaico y pseudoreligioso feudalismo rural, peones de estribo
de los decadentes hacendados de ayer, pero peones de estribo también de cualquier
gobernante de hoy que les proteja.
Por supuesto olvidaron estos grupos reaccionarios que, entre la época a que
se refiere este párrafo y la campaña electoral de 1962, (en la que, contra Agustín,
contendió un ex-salesiano también, compañero de banca de Agustín, pero de diaman
tina y recta linea espiritual, Jorge Eugenio Ortiz), mucha agua ha corrido bajo los
puentes, y que ni la amistad, ni el parentesco están sobre los superiores intereses de
la comunidad.
Quisiera equivocarme, por el bien de esta comunidad y el propio de Agustín;
pero cada día estoy más seguro de que, si éste si sabe a dónde va y lo que quiere
y busca, la pequeña burguesía que lo apoya y que lo halaga, otra vez ha dado la
espalda a su pueblo y a su historia para salvar sus pequeños intereses y sus peque
ñas vanidades, sin saber y sin importarle a dónde va, ni siquiera qué es ¡o que
busca y quiere. La engañosa solución al conflicto universitario y la sistemática ca
pitalización política de obras y actos del Gobierno, en favor del partido oficial son
lecciones elocuente de corrupción.
En los últimos meses —abril y mayo de 1963— y, como colofón a la lucha uni
versitaria, a la que ya nos referimos en nota aparte, en varias ocasiones, los comu
nistas del PPS han imputado al Gobernador el “asesinato” del estudiante Manuel
Oropeza García, y, entre los numerosos invitados a la gran fiesta del 8 de Mayo,
en la Universidad, hicieron circular un pasquín, en forma de esquela luctuosa, en
una de cuyas caras se lee: “Agustín Arriaga Rivera, Asesino de Estudiantes, Traidor
a la U niversidad... En 1939 huyó de nuestra Casa de Estudios cuando iba a ser
expulsado por pertenecer a a un grupo reaccion ario...”
Para probar dicha infamia, reproducen, en la otra cara impresa del pasquín, la
página 192 de la primera edición de este libro, a cuyo texto corresponde esta nota.
Por supuesto, mis apuntes no prueban nada de lo que allí se afirmaba por una
inexistente o totalmente ignorada "Fraternidad Nicolaita del Distrito Federal”, tuya
rúbrica en el pasquín mencionado quiere encubrir, pero, por el contrario consti
tuya prueba plena de la bajeza de los autores de la imputación.
C u b a 88 217
32) Con Nacho, Pablo Cadena, Guillermo Castilla, Javier y Mario de la Riva,
José Cruz Escobedo, Federico García Peña, Indalecio González, Francisco Imperial,
Noé de León, Humberto Molina, Roberto Maltos, Arturo y Roberto Narro, (éste ú l
timo, aún en fecundos trabajos apostólicos), Samuel Oropeza, Mauricio Rodríguez,
Mario y Segundo Rodríguez, Salvador Recio, Federico Siller, Mariano Siller Mala-
cara, José Isaac Saucedo, Miguel Valle y Bueno, Salvador Delgado Cepeda (un gi
gantón, magnífico amigo, a quien llamábamos “el chiquito” y le seguimos llamando
aunque sigue creciendo en cuerpo y merecimientos) y otros muchachos venidos de
Torreón, como Gabriel de Alba y Francisco González de la Garza. Todos ellos co
nectados a nosotros a través de Jesús Juárez García. Casi todos estos chicos pasaron
después a la Capital donde fortalecieron el Comité Nacional.
33) En el que recuerdo a Isidro Vizcaya, Lencho y Oscar Morales, Luis Garza
Vedia, los hermanos Ortiz, Sergio Francisco de la Garza, José García Izaguirre, R i
cardo Treviño, Daniel Lozano. Vizcaya había sido la base del grupo que en Ciudad
Juárez habían organizado Jesús de Anda y Carlos Septién García, en 1938.
31) Entre los chicos Presidentes de la VUNEC, de 1941 a 1944, señalamos * Luis
Lozano, el primero, el propio Gonzalo Burgos, Enrique Wintergerst y, entre los de
más muchachos, Pablo Escobar (organista del “ Coro de Niños de la Cruz de Made
ra"), Carlos Plata Salgado, Roberto Sánchez Dávalos, José Luis Cervantes Méndez,
Mario Villagómez Ornelas, Enrique del Valle Toledo, Rafael Hernández, y Orte
ga, Luna, Arturo Cunillé, Emilio Carballido, G é rard ...
35) “El Secretariado es una obra que debe ayudar a todas y no debe estorbar a
ninguna; su objeto es prestar de una manera eficaz sistemática y ordenada ¡os servi
cios que requieran las obras existentes o que hayan de fundarse en la República, de
tal suerte que, bajo una dirección técnica común y con orientación social uniforme,
puedan contrarrestar ¡a corriente de anarquía social, animadas del espíritu católico
y siguiendo métodos y procedimientos en armonía con los adelantos de la época y
218 Luis C alderón Vboa
con la índole peculiar del p a í s ... Como Organo del Episcopado debe ser no sólo
el guardián de la catolicidad de las obras, sino también el intérprete de la doctrina
católica en sus apreciaciones a la solución del referido problema social . . . ” (Pastoral
Colectiva. Episcopado Mexicano, 8-IV-23, págs. 5 y 6).
39) Pocos meses más tarde, cuando preparábamos nuestros contingentes para el
Congreso de la C.N.E. en Puebla, uno de cuyos temas era “El Articulo 39 Constitu-
nal", que tuvo como resultado previo la conjugación de las fuerzas comunistas para
defender su posición doctrinal, tuve una conversación con los dos ex-miembros del
Comité Nacional de la UNEC, expulsados por su calidad de conejos. Asi informé
de ello al VI Congreso UNEC:
“ ...E n esa inolvidable ocasión propusieron al que habla, después de aclarar, eso
si, "que sus sacrificios eran por la causa de Dios", que, puesto que seria contradecir
peligrosamente el criterio gubernamental —lo cual era perder ocasión para nuestra
mejor posición política— y, aunque ellos (mis dos interlocutores) pensaban como
nosotros (la UNEC) que la educación es primordial facultad y derecho de los padres
de familia, "deberíamos atenuar esta afirmación, subrayando, por el contrario, el de
recho —"sostenidos por las más modernas teorías sobre el Estado" (según me infor
maron )— que sobre la educación de la juventud tiene el propio Poder Público".
“Nuestra situación en Puebla era, pues, clara: íbamos a luchar contra las fuer
zas conjuntas de las dos Rectorías (México y Puebla), las delegaciones socialistas invi
tadas por el Rector de la Universidad Nacional (Mario de la Cueva), las fuerzas mo
vilizadas por la Secretaria de Educación Pública (Sánchez Pontón), todas ellas agluti
nadas por la maleable y viscosa emulsión de los grupos cuasi-secretos" (Informe al
VI Congreso Nacional de la UNEC, 26 de diciembre de 1942).
37) Mucho después de haberse escrito estas páginas, la prensa del país dio cuen
ta del asalto consumado el 27 de mayo (1958) por un nutrido grupo de estudiantes de
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Desde hace muchos años —precisamente desde que Efrain González Luna, uno
de ¡os más prestigiados maestros de la Universidad de Jalisco y de los más merito
rios fundadores de la Autónoma de Guadalajara, no quiso someterse a la maffia
que, de pronto, dominó ésta —la masonería blanca constituida por los “tecos” ha he
cho de la infamia contra EG L una de las pasiones enfermizas y diabólicas que son
esenciales en la mística negativista de quella organización universitaria subterránea.
La integridad moral y el prestigio intelectual, nacional e internacional de E G L arde
constantemente como una bofetada en el oculto o encaretado rostro de aquellos men
tecatos. Parece ser el aprendizaje del odio a EG L la primera lección a los catecúme
nos de la sociedad secreta —adolescentes, inermes, todos éstos—,
y como quiera que ya son varias las generaciones "tecas” salidas de la Autóno
ma, sus egresados han penetrado en todas las formaciones y capas sociales y desde
todas ellas han combatido al Lie. González Luna y las causas que éste representa.
Quien quiera convencerse de esto y de los nexos del autor de este proceso con
la organización secreta de la Autónoma de Guadalajara, sólo tiene que seguir las
publicaciones que se sucedieron alrededor de este asalto de los “tecos” al Instituto
Tecnológico de Occidente:
2P—EI mismo día, una supuesta Confederación Nacional de Estudiantes (tan ar
tificial que necesita agregar a su nombre las iniciales “A.C.” que desmienten su cali
dad universitaria), explicaba y justificaba el asalto en los siguientes términos:
de Guadalajara para uncirla a los intereses del Partido Acción Nacional, ha tratado
de crear una tercera “universidad" que venga a servir a sus funestos intereses...
“Ante su fracaso, González Luna y su grupo han mantenido desde entonces una
sistemática provocación en contra de la Universidad de Guadalajara y sus dirigen
tes, .. .repitiendo con igual táctica intentos para desintegrar los cuadros de profeso
res de la Autónoma ...c o n el propósito de provocar la desunión de los alumnos y
tratar de desacreditar a la Universidad. . .
“ ...p o r lo que se puede afirmar que esta provocación es más grave que la an
terior y que la natural defensa de los universitarios tenia que desembocar en hechos
lamentables. . .
“L a Confederación Nacional de Estudiantes se ha dirigido al licenciado Yáñez
pidiendo la inmediata libertad de los universitarios que han sido detenidos injusta
mente por oponerse a que la enseñanza superior sea supeditada a los intereses de
facción”. (Excélsior, 29-V-58).
“Pero, si me da gran pena el atentado, más me ha dolido que las primeras de
claraciones de algunos dirigentes, que aparecieron en la prensa, en lugar de conde
nar el hecho, como era su deber hacerlo, se manifestaban inclinados a justificar lo
sucedido. ¿,Qué se puede esperar de tales educadores?
C uba 8 8 221
"Por lo demás, muy a mi pesar, ya que muchos de estos atentados se hacen con
pretexto de defender la religión, me veo en la necesidad de declarar con mi autori
dad episcopal que la Universidad Autónoma no reúne las condiciones para que sea
una Universidad Católica.—Guadalajara, Jal., 29 de mayo de 1958.—José Garibi R i
vera, Arz de Guadalajara".
59—E l dia 31 de mayo fue dictada formal prisión para los 19 estudiantes dete
nidos por el atentado en el lugar de los hechos.
69—El martes 3 de junio apareció en tre s p la n a s del diario “El Universal”, un in
fame desplegado que, con el titulo "Monseñor Garibi Rivera, Efrain González Luna
y el Fraude Contra Sáinz Aldrete y los Padres Salesianos”—“Pruebas”, escrito y paga
do por el mismo millonario Sáinz Aldrete, acusador inmoral de González Luna. Las
únicas pruebas que el infeliz presentaba eran varias cartas dirigidas por él mismo al
Excmo. Sr. Arzobispo, escritos insolentes, y las humildes respuestas del Padre a
quien aquél amenazaba: “si la intervención de usted (el señor Arzobispo) se produce
para intentar falsear la verdad en un vano esfuerzo por salvar al licenciado González
L u n a ..., le comunico que estoy preparado para defenderme publicando, si es pre
ciso, cuál es la doloroso situación en que usted se encuentra, siendo moralmente pri
sionero de un grupo de personas a quienes usted ha confiado inexplicablemente muy
fuertes intereses m in isteriales...”
79—En los momentos en que las prensas del diario citado imprimían el costoso
desplegado (15 mil pesos por lo menos), el avión que salía a las 10.15 de la noche
de Guadalajara caía incendiado, a la vista de aquella ciudad. Y en él viajaban, en
misterioso viaje que sólo a su madre confió, el propio Sáinz Aldrete y —no era
coincidencia, sino complicidad— el licenciado Dionisio Fernández, uno de los más
decididos y tenebrosos fundadores y sostenedores de los “tecos".
40) Con él y el Padre Lazcano, primero, el Padre Alvarez, M. Sp. S., después, y
en la última época, con el Padre Vicente Echarri, aragonés cordialisimo y tesonero,
los potosinos rehicieron s u grupo con Odilón Carrillo, Domingo Cervantes, Horacio
Chenhalls, Víctor Gaytán, Roberto Guerra, Luis Jiménez Macias, Roberto Mercado,
Luis Monroy, Nicolás Pérez Cerrillos, Salvador Pinilla, Ignacio Ramírez, Juan Fran
cisco Ramírez, Antonio Ramírez, José Rosillo, José Romo, Ernesto Báez Lozano, J . J e
sús R odríguez... El grupo alternaba sus luchas por la Federación con los Círculos
de Estudio y las excursiones campestres que se hicieron célebres, como la fallida a
Santo Domingo y la accidentada a la Estación de Santa María.
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OCAMPO 140
MORF.LIA, MICH.
ITAM- BIBLIOTECAS