Bruce Resumido

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Biología del pensamiento (o Biología de la creencia) por el

Dr.Bruce Lipton (Biólogo celular)

Nos han hecho creer que el cuerpo es una máquina bioquímica controlada por genes
sobre los que no podemos ejercer ninguna autoridad, eso implica que somos víctimas
de una situación, no los elegimos, los recibimos al nacer y ellos programan lo que
sucederá. Cogí tres grupos de células, las puse en tres placas de Petri, cambié las
condiciones, cambié el medio de crecimiento y los componentes del medio ambiente
en cada una de las tres placas.

Luego verifiqué que en una de las placas se formó hueso, en otra músculo y en otra,
células liposas. ¿Qué fue lo que controló el destino de cada una de ellas si eran
genéticamente idénticas? Eso demuestra que los genes no lo controlan todo, es el
ambiente, el ser humano es el que controla, dependiendo de cómo lee el ambie nte, de
cómo su mente lo percibe. Estamos en un punto de la historia en que hemos de elegir
ser soberanos o permanecer dependientes. No estamos limitados por nuestros genes
sino por nuestra percepción y nuestras creencias”. Dr. Bruce Lipton.

Según la nueva biología, somos más dependientes del medio ambiente que de los
genes. Ya no se pueden usar los genes para explicar por qué los humanos estamos en
el tope de la cadena evolutiva ni tampoco para explicar por qué nos enfermamos, o
cómo actúamos.

Los científicos que siguen a Darwin están cometiendo los mismos errores. Su
problema es que subestiman al medio ambiente y que han dado más importancia a la
determinación genética, es decir, a la creencia de que los genes controlan la biología
humana. Cuando tú crees que los genes controlan tu vida tienes una excusa para
considerarte una víctima.

Hay enfermedades que sí, en efecto, son causadas por un gen, pero estas
enfermedades equivalen a menos del 2% de los malestares que sufre la población
mundial. La mayoría de la gente viene a este mundo con genes que deberían
permitirles vivir una vida feliz y saludable. Las dolencias más comunes actualmente
como la diabetes, los problemas del corazón y el cáncer son el resultado de la
interacción entre múltiples genes y sobre todo de los factores medio ambientales y no
son el resultado de uno solo y único gen como se está diciendo.
La confusión viene cuando constantemente los medios de comunicación y la gente en
general confunden el significado de dos conceptos diferentes: correlación y relación
causa-efecto.

Correlación significa que una “cosa” está ligada a una enfermedad determinada,
mientras que una relación causa-efecto implica que esa misma “cosa” controla
directamente la enfermedad. Por eso se ha pensado que la mayoría de las
enfermedades tienen una causa genética [hereditaria] y que por tanto no podemos
hacer nada para defendernos de ellas o para curarnos; las personas viven en un
constante miedo esperando el día en que sus genes actúen contra ellos y se enfe rmen
mortalmente. El cáncer es un buen ejemplo.

Las células tienen memoria. Aprenden a través de la experiencia, de su contacto con


el medio que las rodea, y luego guardan una memoria que les permite adaptarse
mejor y anticiparse a los cambios. Es decir, la células son inteligentes. ¡Esta memoria
incluso se mantiene intacta en las células de los órganos que se han donado !.

Las células sin genes (les han quitado el núcleo que contiene el ADN) continuan
presentando cierto control “inteligente” de sus procesos, es decir que el ADN no
controla su biología ni el núcleo es el cerebro de la célula como se había creído hasta
ahora. Se ha descubierto que el verdadero cerebro de la célula está en su membrana,
quien convierte las señales ambientales en comportamientos que permiten la
superviviencia de todo el cuerpo humano; somos un conjunto de células.

Estudios del genoma han indicado que los seres vivos comparten sus genes no sólo
entre individuos de la misma especie -a través de la reproducción y que luego pasan
los genes a sus hijos- sino tambien entre individuos que no son de la misma especie.
Esto ha sido una adaptación evolutiva para aumentar la sobrevivencia de los seres
vivos en el planeta ya que los genes son memorias físicas de las experiencias
aprendidas por todos los organismos vivos.

Los peligros de la ingeniería genética y de los alimentos transgénicos saltan a luz con
estos nuevos descubrimientos ya que la modificación de los genes de un pimiento -por
ejemplo- no se detiene con los pimientos sino que altera la biosfera entera de
maneras incontrolables. Se sabe que cuando un humano ingiere un alimento
modificado genéticamente, los genes artificialmente creados de dicho alimento se
transfieren dentro de las bacterias benéficas de su intestino y modifican los genes de
dichas bacterias.
La medicina lucha contra los microorganismos ignorando el hecho de que muchas
bacterias son muy importantes para nuestra salud. Por ejemplo , las bacterias que
están en el estómago son esenciales para nuestra supervivencia. El uso de los
antibióticos es nocivo para la salud porque matan de forma indiscriminada,tanto las
bacterias necesarias como las bacterias nocivas para nuestra salud.

Bruce Lipton y Wayne Dyer

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CAPÍTULO I .- Lecciones de la placa Petri: elogio a las células y a los alumnos


inteligentes

Relata como comienza sus clases de Histología y Biología Celular en la


universidad del Caribe y cómo la preparación académica de sus alumnos –que eran muy
variopintos- comparados con los de la universidad de Wisconsin era bastante inferior. Sin
embargo, logró levantar el ánimo de sus alumnos y se responsabilizó ante ellos para
sacarlos adelante en el curso. Terminó siendo el periodo más estimulante de toda su carrera
profesional por sentirse libre del encorsetamiento de las universidades de Estados Unidos y
enseñó la asignatura como le dió la gana, es decir, con una visión nueva que le había estado
rondando la cabeza durante años. Enfocó a las células -para su mejor comprensión-, como
“humanos en miniaturas”.Una idea antropomorfica.
Los “verdaderos” científicos consideran el antropomorfismo como un pecado
mortal y condenan al ostracismo a los científicos que lo utilizan a sabiendas en su trabajo.
Piensa que la prohibición tácita del antropomorfismo es un remanente anacrónico de la Alta
Edad Media, en la que las autoridades religiosas rechazaban cualquier relación directa
existente entre los humanos y el resto de las creaciones de Dios. Los seres humanos somos
organismos multicelulares, así que no es de extrañar que compartamos patrones básicos de
comportamiento con nuestras propias células.
La mayor parte de las estructuras celulares se denominan orgánulos, “órganos en
miniaturas” suspendidos en el gelatinoso citoplasma. Los orgánulos son los equivalentes
funcionales de los tejidos y órganos de nuestro cuerpo. Entre ellos se incluye el núcleo (que
es el más grande de los orgánulos), las mitocondrias, el aparato de Golgi y las vacuolas.
Enseñó a sus alumnos que los mecanismos bioquímicos utilizados por los orgánulos son
esencialmente los mismos que rigen los sistemas orgánicos humanos. Hizo hincapié en que
no hay una sola función de nuestro cuerpo que no se exprese en las células individuales.
También les dejó claro a sus alumnos que las células son organismos inteligentes
que pueden sobrevivir sin ayuda como muy bien han demostrado los científicos al separar
células individuales del tejido y hacerlas crecer en medios de cultivo. Las células buscan
activamente entornos que permitan su supervivencia y evitan los que le resultan tóxicos u
hostiles. Al igual que los humanos, las células individuales analizan miles de estímulos
procedentes del microambiente en el que habitan. Mediante el análisis de esos datos, las
células seleccionan las respuestas apropiadas que aseguren su supervivencia. Asimismo,
son capaces de aprender de esas experiencias medioambientales y de crear una memoria
celular que transmitirá a su descendencia.
Explica con un ejemplo cómo en el caso de infección por el virus del sarampión, las
células inmunológicas crean un vasto surtido de distintos genes, cada uno de los cuales
codifica por un anticuerpo de una forma diferente. La célula selecciona la variante del gen
que produce el anticuerpo que mejor encaja con el tipo de virus.

Los orígenes de la vida: las células inteligentes se vuelven más inteligentes.


No es de extrañar que las células sean tan inteligentes ya que fueron los organismos
unicelulares las primeras formas de vida del planeta. Los restos fósiles demuestra que ya
estaban aquí hace 600 millones de años después de que se formara el planeta. Durante los
siguientes 2.750 millones de años tan sólo los organismos unicelulares poblaban el mundo.
Hace alrededor de 750 millones de años aparecieron los primeros organismos
multicelulares siendo una forma más inteligente de vida. Al principio las comunidades
celulares estaban compuestas por decenas o centenares de células, pero pronto se
extendieron a millones y billones de células socialmente interactivas.
Al fin de sobrevivir en un medio tan denso, las células crearon entornos
estructurados en donde estas sofisticadas comunidades dividieron el trabajo con más
precisión y efectividad asignando determinadas tareas especializadas a las células
individuales. Con el paso del tiempo este patrón de “diferenciación” comenzó a incluirse en
los genes de todas las células, lo que incremento de forma significativa la eficiencia y
capacidad para la supervivencia del organismo. Por ejemplo, en los organismos más
grandes, tan sólo un pequeño porcentaje de las células está implicado en la asimilación y la
respuesta a estímulos externos. Ése es el papel de los grupos de células especializadas que
conforman los tejidos y los órganos del sistema nervioso, es decir: percibir el entorno y
coordinar el comportamiento del resto de las células del organismo.
Por desgracia, “olvidamos” convenientemente que la cooperación es necesaria para
la evolución cuando Charles Darwin sacó a relucir una teoría radicalmente distinta sobre el
origen de la vida. Para Darwin, la lucha y la violencia no son sólo una parte de la naturaleza
animal, sino la “fuerza” principal que subyace tras todos los avances evolutivos. Nota mía:
Está claro que Darwin tuvo una visión totalmente individualista, competitiva y patriarcal
de la vida.

La evolución sin garras ensangrentadas.-


Aunque Darwin es el evolucionista más famoso, el primer científico que consideró
la evolución como un hecho científico fue el distinguido biólogo frances Jean Baptiste de
Lamarck. Incluso Ernst Mayr, el artífice principal del “neodarwinismo” dice en su conocido
libro: Evolution and the Diversity of Life “Me parece que Lamarck tiene mucho más
derecho a reclamar el título de “descubridor de la teoría de la evolución”. Lamarck no sólo
presentó su teoría 50 años antes que Darwin, sino que también ofreció una teoría mucho
menos violenta sobre los mecanismos evolutivos. La teoría de Lamarck sugiere que la
evolución se basa en una interacción cooperativa e “instructiva” entre los organismos y el
entorno que permite a los seres vivos sobrevivir y evolucionar en un medio dinámico. Su
idea era que los organismos adquieren y transmiten las adaptaciones necesarias para su
supervivencia en un entorno cambiante. Curiosamente la hipótesis de Lamarck se ajusta a la
moderna noción de los biólogos acerca de la adaptación del sistema inmunológico.
La teoría de Lamarck se convirtió en un objetivo inmediato de repulsa por parte de
la Iglesia. Se consideró una herejía que evolucionáramos a partir de formas de vida
inferiores. El biólogo evolucionista alemán, August Weismann, ayudó a condenar a
Lamarck al anonimato cuando trató de probar -cortándole la cola a varias parejas de
ratones- que las crías nacían de nuevo con cola. No tuvo en cuenta que la teoría de Lamarck
se refiere a “inmensos períodos de tiempo” y tampoco tuvo en cuenta que Lamarck dijo que
los rasgos se transmiten a la descendencia cuando son necesarios para la supervivencia.
Hoy en día las teorías de Lamarck están siendo reconsideradas bajo el peso de un
grupo de nuevas ciencias que sugiere que el castigado biólogo no estaba del todo
equivocado y que el laureado Darwin no estaba del todo en lo cierto.
Una de las razones por las que los científicos están reconsiderando las teorías de
lamarck es porque descubrieron hace mucho tiempo las relaciones simbióticas de la
naturaleza, además de que los evolucionistas siguen recordándonos el inestimable papel que
juega la cooperación a la hora de mantener la vida en la biosfera. El estudio de estas
relaciones se enseña ahora en un campo llamado “biología de sistemas”.
Los recientes avances de la genética han revelado un mecanismo adicional de
cooperación entre las especies. Resulta que los organismos vivos entran a formar parte de
una comunidad celular compartiendo sus genes. Hasta ahora se creía que los genes sólo se
transmitían a la descendencia de un organismo individual a través de la reproducción. En la
actualidad los científicos han descubierto que los genes se comparten no sólo entre los
miembros individuales de una especie, sino también entre miembros de distintas especies.
No hay muros entre las especies y la distribución de la información mediante la
“transferencia genética” acelera el proceso de la evolución, ya que los organismos pueden
adquirir experiencias “aprendidas” por otros organismos.
Ahora que se es consciente del este mecanismo de transferencia de genes, los
peligros de la ingeniería genética han quedado en evidencia. Por ejemplo; chapucear con
los genes del tomate tal vez tenga consecuencias no sólo para ese tomate, sino para toda la
biosfera, y de forma que ni siquiera podemos llegar a imaginar. Los ingenieros nunca
tuvieron en cuenta la transferencia genética cuando introdujeron cuando introdujeron
organismos genéticamente modificados en el entorno. Ahora estamos empezando a
experimentar las calamitosas consecuencias de este descuido, ya que los genes artificiales
se están extendiendo y modificando a otros organismos del entorno.
Debemos dejar atrás la teoría darviniana que resalta la importancia de los
“individuos”, y acoger una que enfatice la importancia de la “comunidad”. El científico
Timothy Lenton ha dado pruebas de que la evolución depende más de la interacción entre
especies que de la interacción entre individuos de la misma especie.

Predicar con el ejemplo de las células.-


Durante sus años como profesor de la facultad de medicina llegó a darse cuenta de
que los estudiantes de esta carrera son, dentro del entono académico, más competitivos y
arrogantes que un cargamento de abogados. Se esfuerzan por seguir la lucha de Darwin en
su empeño por llegar a ser uno de los “más aptos”. Este obcecado objetivo de convertirse
en licenciados estelares, sin fijarse siquiera en los compañeros que están alrededor sigue sin
duda el modelo darviniano. No obstante, sus prejuicios sobre los estudiantes de medicina se
desmoronaron durante su estancia en la Isla.
La clase de inadaptados dejó de actuar como los típicos estudiantes de medicina;
abandonaron esa mentalidad en la que sólo lo más aptos sobreviven y se agruparon en una
fuerza única, en un equipo que los ayudó a llegar con vida al final del semestre. Los
estudiantes más fuertes ayudaron a los más débiles y, de esta forma, todos se volvieron más
fuertes. No hubo ninguna diferencia entre los resultados de estos “rechazados” y sus
colegas de la “élite” de Estados Unidos.
En aquellos momentos pensó que la clave del éxito había sido el formato de las
clases, es decir, superponer y comparar la biología humana con la celular, pero más tarde se
dio cuenta que sin él decirles nada, sus alumnos después de escuchar cómo él elogiaba la
capacidad de cooperación de las células para formar organismos más complejos y
prósperos, intuitivamente siguieron esa dirección.

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