Polémica Mitre-López
Polémica Mitre-López
Polémica Mitre-López
La polémica entre Mitre y López sirve para ver cómo el discurso romántico entra en crisis.
Cada uno muestra una línea por las cual el universo conceptual romántico se va a empezar a
problematizar.
La escuela “filosófica” de López se basaría en una visión subjetiva, romántica y arbitraria, más
problemática y compleja que la escuela “científica” de Mitre, que sería poseedora de una
perspectiva lineal y simplista. Sin embargo, ni López era ajeno a la búsqueda de algún rigor
histórico, ni la perspectiva de Mitre era tan neutral y objetiva.
Para Mitre la Revolución de Mayo fue fundamentalmente política, porque se discutía sobre la
soberanía: su naturaleza, que nueva forma de gobierno se iba a instaurar, etc. En cambio, López
dice que es principalmente jurídica porque funda un nuevo principio constitucional.
Historia de Belgrano: Esta obra se propone identificar cuáles son las claves que permiten
comprender nuestra evolución y desarrollo nacional. Lo importante a destacar va a ser el
concepto de la preexistencia de la nación, la nación no nace de la independencia sino que es una
entidad que se encuentra ya contenida en su origen mismo y que eso es lo que explica la
independencia. Si los argentinos se independizaron fue porque ya eran una nación. Se trazan
una serie de posiciones para identificar este núcleo primitivo de sociabilidad argentina. En el
primer capítulo, “Sociabilidad argentina”, se define un contraste entre:
Perú Río de la Plata
- sociedad estratificada - sociedad democrática
- presencia de indígenas - colonizadores
- cultura y hábitos - zonas comerciales con
acceso al mercado mundial
Esto da como resultado una “democracia rudimentaria” que, tras la independencia, pasará a ser
una “democracia orgánica”.
“METÁFORAS” MITRISTAS: López identifica a Mitre como el representante del concepto
genealógico, con todas las consecuencias fatalistas que de ahí se derivan. Pero Mitre introduce
en él ciertas precisiones que se apartan ya de ese modelo genético. Aparece otro núcleo de
metáforas. Para él tanto el medio como los hombres se comunican a partir de una serie de
impulsos eléctricos, de afinidades naturales que van a ser las van a gobernar sus interacciones.
Él introduce un concepto de matriz fisiológica. Dice que el desarrollo de esos principios
orgánicos, de lo que él llama el protoplasma de la nacionalidad argentina, en realidad se
va a desplegar a partir de un choque de polaridades que van a determinar el juegos de las
simpatías y aversiones que van a desencadenar las acciones y reacciones que van motorizar el
curso histórico. En el protoplasma de la nación argentina se encontraban ya las
determinaciones fundamentales de la nacionalidad, él concibe que ese embrión originario no
constituye verdaderamente un principio unitario, sino que alberga un conjunto heterogéneo de
fuerzas. Mitre va a empezar a minar este concepto evolucionista introduciendo un elemento
de indeterminación en el origen mismo de este proceso histórico que solo se va a ir
definiendo en el propio proceso de desarrollo.
Este proceso histórico tiene un sentido creativo, abre una concepción de este modelo como un
proceso por el cual no solo se va hacer manifiesto lo que ya existe, sino que se va a constituir esa
nacionalidad y ello va a involucrar una intervención subjetiva. La constitución de la nación
va a ser al mismo tiempo un resultado histórico y el resultado de un accionar puramente
político, o sea, lo político no se va a absorber completamente en la historia.
FÓRMULA JURÍDICA VS. FÓRMULA POLÍTICA: Lopez esgrime en contra de Mitre que
éste hace filosofía sin saberlo. Mitre le responde a López diciéndole que confunde la fórmula
jurídica con la fórmula política (que es previa a lo jurídico). La raíz de esto es el debate
producido en el Cabildo el 22 de Mayo entre Paso y el fiscal Villota. López sostiene
que la fórmula de la Revolución de mayo fue rigurosamente legal y principalmente tuvo forma
jurídica. Para Mitre, la Revolución era en sus tendencias esencialmente política, es la fórmula
política lo que se puso en discusión en la asamblea popular y que con la sanción del voto de la
mayoría se hizo ley.
Para Mitre, más importante que el discurso de Paso, fue el discurso previo de Castelli, el que
dice que la España ha caducado, y que fue este principio el que traslada toda la discusión del
plano jurídico el plano político. Para Mitre lo que se está discutiendo es el problema de la
soberanía y el pueblo. Lo que se está debatiendo no era el problema de la soberanía popular en
sí misma, porque el fiscal Villota no cuestiona la soberanía popular, sino que se estaba
debatiendo a quien refería ese principio, cuál era el pueblo del cual se hablaba. Sus argumentos
fueron 4:
(a) admitiendo que la España estaba perdida, admitía como una verdad la consecuencia
necesaria de que la soberanía del monarca retrovertia a los pueblos de hecho o de
derecho.
(b) negando, en principio, que como derecho correspondiere al pueblo de Bs As, estableci
que no podía arrogarse una persona que no tenia, usando de una facultad que no era
suya.
(c) concluía que todas las provincias del Virreynato debian ser consultadas al respecto, por
competir unicamente a todas ellas reunidas formar un gobierno legitimo.
(d) indicaba como lo unico legal y conveniente a la paz publica, aplazar el voto definitivo,
admitiendo por excepción que mientras tanto se asosiacen al Virrey en el mando
politico dos miembros de la audiencia.
“....esta confrontación prueba algo más, y es que el discurso del Dr. Paso no fue jurídico sino
político…” (pág. 17)
El problema de la soberanía nos traslada más allá del plano jurídico, hacia el plano político. Es
en el plano político en donde se constituyen estas identidades colectivas nacionales. Lo jurídico
no es nada más que la formalización de una acción política que la precede. La acción política
sienta las bases de una nacionalidad y luego el derecho viene a darle una constitución definida a
ese organismo nacional. El origen mismo de la nacionalidad no obedece a una lógica porque él
donde se aloja el sentido de todo accionar propiamente político. Ahí es donde, según Mitre,
López va a privar de sentido a la acción de los actores, y en última instancia va a vaciar la gesta
de mayo de todo contenido dramático.
La polémica historiográfica hunde sus raíces en conceptos políticos divergentes, y Mitre se había
apartado ya del concepto genealógico y había desarrollado un concepto político de orden
proselitista, donde la política emerge como la instancia fundacional de un pueblo. Y este
carácter político es lo que define un accionar propiamente histórico. Mitre intenta recobrar el
carácter creativo y político del accionar de los sujetos.
Esto supone una paradoja: Mitre va a terminar encontrando ahí el fondo de indefinición en los
fundamentos de la nación. Al refutar Villota el argumento patriota lo que va a terminar
desnudando es la radical singularidad del acto constitutivo de un organismo
nacional; lo que se encuentra en el origen de toda nación es un acto de llana violencia, no hay
un valor subyacente sino una decisión política.
Para él, el rechazo del gobierno hacia el derecho legítimo de insurrección no solo va a privar al
pueblo de toda posible reacción ante los abusos del poder, sino que además va a terminar
reduciendo todos los acontecimientos capitales de la historia argentina a meros actos de
sedición (conductas que puedan ser estimadas por la autoridad legal como motivo de
insurrección en contra del orden constitucional establecido, ya sea la exposición de discursos, el
desarrollo de organizaciones, la escritura y distribución de textos u otras acciones). O sea,
convertir los hitos que para Mitre forjaron nuestra nacionalidad a una serie de actos criminales.
Lo estarían perdiendo de vista sus antagonistas es que cuando lo que se encuentra en disputa
son los principios fundamentales que rigen la convivencia social no hay forma de dirimir las
diferencias por las vías legales pacíficas. Pero tampoco cabe la transacción aca: cuando se trata
de una medida de gobierno se puede llegar a un acuerdo, pero cuando se trata de principios
básicos, no se puede conceder sin claudicar; este plano no es materia de opinión.
En el plano político, hay certezas inmediatas e indubitables, que también escapa al ámbito de las
opiniones. Frente a un planteo de asunto fundamental se quiebra toda posibilidad de diálogo y
entendimiento. PROBLEMA: Este desplazamiento al plano político, supone un desplazamiento
al plano de la pura subjetividad, donde ya no hay parámetros objetivos que permitan dirimir las
controversias, porque justamente supone la quiebra de toda objetividad, de todo sentido de
racionalidad común. Se quiebra la idea misma de razón. El momento intuitivo de cada nación
nos traslada a una lógica en donde toda lógica se quiebra.
Introducción
Mediante una serie de oposiciones, Mitre irá revelando cómo se fue constituyendo el núcleo
primitivo de las formas locales de la sociabilidad.
Mientra en Perú la llegada de los españoles generó una sociedad altamente estratificada, en el
Río de la Plata se generó una sociedad igualitaria desde el comienzo (dada la ausencia de
indígenas para ser sometidos). Los colonizadores de Perú venían de las zonas más atrasadas de
España, en cambio, los de aquí provenían de las grandes ciudades.
Las condiciones naturales del medio, la naturaleza de las poblaciones que arribaron y la lejanía
de la metrópoli dieron lugar a un espíritu localista, a inspiraciones liberales y a una inclinación
por el trabajo personal, cosas desconocidas en otras zonas del imperio colonial español.
El resultado fue una “democracia rudimental” que encerraba en sí misma el embrión tanto de la
posterior anarquía, como de las fuerzas cohesivas que prefiguraban las formas institucionales
definitivas (la “democracia orgánica”), cuya realización Mitre creía estar ya vislumbrando.
Todo esto explicaría por qué una vez roto el lazo colonial las distintas naciones se recortaron
siguiendo sus líneas naturales de demarcación.
Hay una serie de tensiones que transitan la obra, que resultan de dos fuentes distintas:
Primero, del hecho de que su concepto genealógico de nación se cristaliza tardíamente (recién
en la tercera edición), cuando muchos de los supuestos románticos sobre los que dicho concepto
se sostenía se encontraban ya fuertemente cuestionados. En ese tiempo, el clima intelectual se
altera. Comienza el proceso que culmina en la conferencia de Renán “¿Qué es una nación?”
(1882), donde se desmontan las concepciones de las nacionalidades como entidades objetivas.
La obra de Renán es clave para reconstruir el suelo teórico sobre el que la Historia de Belgrano
se levanta. Él mostró que ninguno de los supuestos factores en que la nacionalidad se basa (la
unidad de la lengua, la raza, religión, geografía, etc.) puede explicar cómo las naciones se
formaron y delimitaron entre sí. Para cada candidato, Renán presenta un contraejemplo que lo
refuta. Entonces, a fin de constituirse como un todo homogéneo, la nación debe ser capaz de
llenar las fisuras internas que la dividieron históricamente. El olvido es una condición para la
constitución de la nación (un deber) y también la prueba de su existencia como nación (un
hecho). La nación se construye en el acto de olvidar sus antagonismos y ala vez, para que haya
olvido, es necesario que ya exista un sujeto que olvide. Los componentes objetivo y subjetivo de
la nación se retroalimentan. No es posible establecer parámetros objetivos para definir la
nación, entonces la cuestión se mueve al ámbito subjetivo. Pero la voluntad subjetiva presupone
la existencia de formas objetivas de organización social las cuales no pueden explicar su propio
origen sin apelar a un elemento subjetivo, y así ad infinitum. La narrativa histórica de Mitre
replicará esta oscilación entre lo objetivo y lo subjetivo, entre historia y política, aunque en él
esto responderá a un proyecto de desmontar las inconsistencias del concepto genealógico de la
nacionalidad.
Segundo, del hecho de que la confección de esta obra se prolonga por más de 30 años, años
llenos de eventos que determinaron profundas transformaciones políticas y sociales. El
pensamiento histórico de Mitre no permanecerá inconmovido ante esas transformaciones.
Esta trama compacta y homogénea resta carácter disruptivo a la Revolución, ésta aparece como
un hito en un proceso unitario. “La revolución argentina [...] fue producto espontáneo de
gérmenes por largo tiempo elaborados, y las consecuencia inevitable de la fuerza de las cosas.”
(pp 278-9).
Este capítulo no se concilia con el resto de la obra. Contradice muy obviamente su proyecto
original: destacar la efectividad de la acción humana en la determinación de los acontecimientos
históricos.
Polémica con Vélez Sarsfield (1864): giró en torno a la desobediencia de Belgrano. Vélez
Sarsfield condena el accionar de Belgrano alegando que, de todos modos, como luego se
comprobaría, la independencia de las provincias norteñas igual iba a producirse. Mitre no niega
que se hubiese producido igual, pero asegura que el resultado hubiese sido muy distinto (el
territorio sería otro). Acá asevera que sí, la independencia se hubiera producido, pero el
Noroeste argentino sería Bolivia. Lejos de ser un fatalismo natural (como en Historia de
Belgrano), la nación argentina aparece como el resultado contingente de un curso histórico
determinado por una serie de accidentes.
¿Por qué no logra Mitre rearticular su narrativa borrando las huellas de los distintos momentos
de elaboración? Esto revela que la idea mitrista de la evolución argentina tampoco es tan lineal.
Allí opera razones de índole conceptual, especialmente, su particular concepto “organicista” de
la historia.
El organicismo mitrista
La escritura de Mitre estaba llena de “metáforas” biológicas. Mitre recurre a definiciones de tipo
biológico para caracterizar a los personajes individuales y colectivos de su relato. Las
definiciones a partir de imágenes corporales identifican, asimismo, el principio motor que
explica el accionar de cada uno y el papel que les tocó desempeñar.
López tomaba las “metáforas” biológicas de Mitre como objeto de burla. De este modo, perdía de
vista las particularidades del concepto histórico mitrista, identificandolo sin más con el modelo
genético propio del pensamiento romántico (el que, para ese entonces, se encontraba
desprestigiado).
Una de las cuestiones que deja abiertas es cuál es el mecanismo específico de evolución. Esto
nos conduce al segundo núcleo de “metáforas” que organizan su núcleo discursivo: tanto el
medio como los hombres se comunican a través de impulsos eléctricos, magnetismo y afinidades
naturales que gobiernan las interacciones. Hay un concepto implícito de matriz química-
fisiológica, según el cual el desarrollo de los principios orgánicos latentes en el “protoplasma”
de la nacionalidad se despliega a partir del choque de las polaridades, desencadenando acciones
y reacciones en sus componentes, en busca de su centro natural de gravedad. Se articula de este
modo una suerte de “fisiología social”.
Mitre recurre al postulado de la existencia de un “principio motor” que ordena y explica los
desarrollos sociales (esta es la premisa en que se funda el concepto genético) para
inmediatamente preguntarse sobre aquello que el concepto genético presupone, es decir, cómo
se configura asimismo ese mismo principio motor. Esto resulta inabordable dentro su marco,
porque remite a un plano más allá de la historia, arroja la reflexión hacia un ámbito previo a
toda configuración histórico social pero que es relativo a su misma institución (se trata del
ámbito de lo político).
Argumento central de López contra Mitre: en su tercera edición de Historia de Belgrano Mitre
hace filosofía sin saberlo. López acusa a Mitre de robarle conceptos filosóficos de una serie de
artículos que publicó.
Entonces, Mitre y López coinciden en que la jornada del 22 de Mayo fue instancia crucial que
marcó el nacimiento de nuestra nacionalidad. Pero Mitre le critica a López la reducción jurídica
de la política porque priva de significado al accionar de los actores y vacía de contenido a la
gesta de Mayo.
Mitre: en su concepto proselitista la política emerge como una instancia fundacional por la
que el pueblo se constituye tal, esto es, remite a la articulación histórica de los valores y normas
que identifican a una comunidad. Este carácter político (creador de sentidos de identidad) es lo
que define una acción propiamente histórica.
Este concepto proselitistas tiene la paradoja de que, en el momento en que intenta trazar los
orígenes históricos de la nacionalidad, termina descubriendo el trasfondo de indecidibilidad
radical de sus fundamentos. Termina haciendo manifiesto eso que según Renán hay que olvidar
para poder constituirse como un pueblo: el fondo de contingencia en que se funda la
comunidad.
El rechazo del derecho legítimo de insurrección despoja al pueblo de sus medios para reaccionar
contra los abusos de poder y además, retrospectivamente, lleva a reducir a la revolución de
mayo, Caseros, etc. al nivel de meros actos de sedición. Si rechazamos este derecho, dice Mitre,
reducimos hitos históricos que dieron forma a nuestra nacionalidad al nivel de actos criminales.
PROBLEMA: ese desplazamiento al ámbito político como anterior al derecho abre la puerta a
la subjetividad: no hay parámetros objetivos que permitan dirimir las controversias. Esto se
debe a que el ámbito político se abre a partir del punto en que todo suelo común se quiebra. La
nación cobra forma en el punto donde se disloca.
Distingue la nación preexistente de las formas empíricas por las que se manifiesta. Convierte a
la nación en un concepto genérico, que podría servir indistintamente tanto para dar sustento
ideológico al Estado como para derribarlo.
¿Por qué la interrogación de Mitre apunta más allá del universo de pensamiento historicista-
romántico?
Mitre introduce temas extraños al modelo genético y termina fisurando el concepto genealógico.
Toda construcción genealógica de la nación presupone siempre un sujeto de esa nación, un
“pueblo” ya preformado en el embrión primitivo de la nacionalidad. Pero la inquisición mitrista
muestra que, si interrogamos este supuesto, se quiebra el sustento de objetividad que se
encontraría en la base de todo proceso evolutivo orgánico y proveería coherencia a su
desenvolvimiento. Se termina diluyendo toda inteligibilidad y toda racionalidad.
Para López no existe el germen de la nación: somos un fenómeno secundario y muy reciente de
la civilización moderna, la nación no está del todo formada (tiene límites difusos/es reciente),
hay muchas voluntades colectivas en pugna.
“El señor Mitre se olvida casi siempre de que en esta tierra que ocupamos somos inmigrantes
de ayer, que hemos hecho nuestro viaje de venida desde España, de un modo notorio, y a la
vista de todo el mundo civilizado. No hemos tenido tiempo, ni desarrollo propio, para
caracterizar una nueva entidad etnológica.”
La dislocación del concepto genealógico que realiza la inquisición mitrista se empieza a producir
en el momento en que se introduce un elemento de indeterminación en los orígenes de la
nacionalidad. López también va a producir otra dislocación de concepto genealógico, por una vía
distinta.
¿Por qué fue Mitre, y no López, el primero en ofrecer un primer esbozo de relato genealógico?
López mismo se va a encargar de señalar que la perspectiva mitrista se funda sobre una premisa
indemostrada. Más allá de las ambigüedades del relato mitrista, toda su narrativa parte de la
certeza de la preexistencia de la nación argentina:
Lo que para Mitre es una obviedad para López es algo ilusorio e inexistente:
Para López, entonces, no podemos escribir la historia argentina con los parámetros genealógicos
que sí son aplicables a las naciones de antigua data pero que aquí no tienen ningún sentido. Esta
primera respuesta es sólo parcial. El punto fundamental para López es que no solo no tiene
sentido buscar en el pasado argentino las raíces de la nacionalidad, sino que aún si las tuviera,
esto tampoco tendría sentido, porque él no comparte las mismas premisas, él piensa que el
pasado no explica el presente. En López opera un concepto diferente del genealogico.
La metáfora organicista
El concepto romántico preformista/evolucionista suponía tres principios:
1) Autodesarrollo: los organismos tienen un principio de desarrollo que les es inherente.
2) Finalidad: ese desarrollo evolutivo tiene una dirección, se orienta hacia cierta constitución.
3) Totalidad: los organismos vivientes forman totalidades integradas; cuando se altera un
elemento se altera el equilibrio del conjunto.
Para la segunda mitad del siglo XIX las ideas de “organismo” y “sociedad orgánica” se habían
alterado profundamente, desprendiéndose la matriz preformista-evolucionista. El pensamiento
local no está ajeno a esas transformaciones.
Para López, el evolucionismo preformista, que identifica como subyaciendo a la visión historica
mitrista, es insostenible, porque (i) tiene consecuencias fatalistas y amorales (“escuela sin
filosofía moral”) y porque (ii) no explica nada (¿cuál es el protoplasma a cuya realización
marchamos los argentinos? Ese protoplasma constituye una “vana y caprichosa teología,
nutrida de metáforas, pero poco concluyente respecto de la historia” (p. 225). Puede ser que
haya una predeterminación orgánica, un origen del desenvolvimiento histórico; esto López no lo
descarta. Pero de todos modos, no nos es posible conocerlo. Si existiera, sería inútil porque nos
es inaccesible: escapa al ámbito propiamente histórico para llevarnos a un terreno de esencias.
Es un supuesto indemostrable.
“La humanidad puede tener dentro de sí misma las leyes inmanentes que la salvan siempre de
su total perdición; pero ese es un hecho inescrutable , que no pertenece a la historia, y que no
puede ser discutido sino en las altas regionales de la ciencia pura y de la religión. La cuestión
inmediata y filosófica para cada uno de los miembros de la humanidad, ya sean los
individuos, ya las naciones del presente, es salvarse a sí mismos: no la de entregarse a ese
‘protoplasma’ del destino inminente de la eternidad humana, cuyos secretos y problemas no
son del resorte de la historia, ni entran en las leyes de su moral y de su filosofía”.
Ambos desmontan los dispositivos ideológicos del otro a costa de allanar las complejidades.
López pierde de vista cómo Mitre problematiza el concepto genético y viceversa: Mitre pierde de
vista todos aquellos puntos fundamentales que van a llevar a López a apartarse de esa matriz
genealógica.
Radicalismo discursivo
Cuando Mitre se plantea la problemática relativa a la conformación de las identidades colectivas
(el pueblo), sea aleja del modelo genético de pensamiento. López, extraño a la problemática
genética, también va a abrir una segunda fisura en él.
Así como Mitre instaura un elemento de indeterminación en los orígenes (pasado), López va a
problematizar la idea totalidad, de una “sociedad orgánica”; la idea romántica de pueblo como
una totalidad homogénea y unificada (presente). En López, la heterogeneidad pasa a ser un
elemento constitutivo. La idea de una sociedad orgánica es una que alberga ya pluralidad de
elementos heterogéneos entre sí.
En un sentido la fisura que abre López va a ser más drástica que la de Mitre, porque a partir de
este concepto más heterogéneo de la idea de sociedad, lanza una crítica a la idea representativa,
para él las instituciones públicas son ilegítimas. Sólo la deliberación pública puede hacer que
pasemos del plano de la opinión al plano de la razón. La soberanía es indelegable.
En la 2ª mitad del siglo XIX, aparece el tránsito de la idea romántica de pueblo a una idea de
sociedad civil, donde el concepto respecto de cómo se constituye lo social no obedece a un
concepto orgánico evolutivo, sino la idea de que la sociedad alberga intereses
contradictorios, nacionalidades distintas entre sí, y que los modos de articulación de eso en
una totalidad orgánica obedece a una suerte de lógica estratégica. Lo que se trata es de articular
mutuamente esa diversidad de intereses para constituir una cierta racionalidad comín, y ese es
un trabajo político, de mutua compatibilización de esos intereses diversos; se trata de algo que
debe estar constantemente reproduciéndose, no es algo que se crea de una vez y para siempre.
Esa integración es un trabajo permanente, debe forjarse y recrearse una y otra vez si quiere
preservarse, y ese es el trabajo mismo de la política.
Hasta acá vimos que el Estado provee a la sociedad su principio de unidad, es lo que permite a la
comunidad constituirse como tal; ese es, justamente, el trabajo de la política. Ahora, con López,
va a ver un desfasaje inherente y constitutivo: nunca el estado puede dar cuenta de esa
heterogeneidad como tal, justamente por esa demanda de unidad y homogeneidad que supone
todo sistema político.
El estado debe reducir la heterogeneidad a un único principio. La idea es tratar de lograr que el
sistema político se identifique con la sociedad. Toda institucionalización presupone un grado de
rigidez y eso supone un divorcio permanente respecto de la sociedad. ¿Cómo lograr un sistema
político que no se separe de la sociedad sino que forme parte integral de la misma? En el siglo
XIX lo que se busca es borrar todo vestigio de trascendencia. Se empieza a ver como perversa la
distinción entre política y sociedad. Lo que va a buscar , es lo contrario, que el sistema político y
la sociedad sean uno. Elimina toda distancia entre el sistema político y la sociedad. Todo
vestigio de trascendencia, lo único que hace es hacer manifiesta la existencia de relaciones de
poder, y eso se va a ver a partir de la era de las revoluciones como algo incompatible con el
concepto republicano.
El problema que ve López es que ese ideal de representación, mientras el Estado siga
funcionando en una esfera separada de la sociedad, la incompatibilidad Estado-sociedad no se
puede eliminar, porque ambos funcionan con lógicas distintas. El Estado tiende a unificar y a
perpetuar en el tiempo aquello que por definición escapa a toda institucionalidad: la opinión
pública. La singularidad, lo contingente, no se sitúa en el origen (Mitre), sino que se sitúa en el
presente, en la propia heterogeneidad de la sociedad y en la mutabilidad de las opiniones.
En este primer momento López todavía se inscribe dentro de del “concepto forense” de la
opinión pública: sigue pensando que la opinión pública es un tribunal neutro donde se
debaten ideas racionalmente, donde se puede alcanzar una verdad a partir del debate y la
participación. La contradicción la plantea en términos de la mutabilidad y la riqueza de la
opinión pública frente a la rigidez del sistema político. Recién en los 70 va a plantear una idea
más fuerte de sociedad civil.
Entre 1871-73, cuando se sesiona la Asamblea Constituyente de la Provincia de Buenos Aires,
Buenos Aires propone una serie de reformas. En el contexto de los debates sobre los sistemas
electorales López va a plantear que las ideas y opiniones no son más que aspectos
circunstanciales. Uno piensa algo hoy y otra cosa mañana, eso no es lo constitutivo de la
sociedad. Lo que es constitutivo de la sociedad son los intereses. Lo que hay es una diversidad
de intereses, y eso no es una cuestión meramente fáctica sino inherente a la sociedad. No existe
“el pueblo” sino las clases, cada una con sus intereses particulares, que no siempre están de
acuerdo con los intereses de la mayoría numérica (soberanía del pueblo). López pone en
cuestión el mecanismo de elección fundada en el principio de la representación mayoritaria. En
toda elección, como se impone la mayoría, se dejan de lado otras expresiones sociales.
Él busca entender cuáles son los mecanismos por los cuales dar cuenta de esta heterogeneidad.
Para ello, realiza una serie de propuestas (no terminan aplicándose). Él introduce este problema
de cómo volver representable esa heterogeneidad, ese problema no va a poder ignorarse
simplemente. Así, la idea romántica de pueblo se va volviendo insostenible.
Este concepto político está a la base de la polémica historiográfica con Mitre. La visión más
compleja de la sociedad y de la política tiene que ver con su crítica a Mitre de que unifica
fenómenos muy distintos entre sí. Esto se debe no sólo a que Mitre pierde de vista a la
heterogeneidad de lo social sino también la heterogeneidad de los procesos históricos. López ve
a la historia y ve que no es reductible a un único principio, y esto también es aplica a los
problemas políticos. Esa tendencia a las revoluciones de Mitre están asociadas, para López, a la
idea de la existencia de una “Verdad” de lo social. Mitre identifica la nación con unos principios
objetivos, aquello que él invoca para justificar sus alzamientos revolucionarios. Él pretende
hablar en nombre de la nación y de los verdaderos valores de la nación. Lo que López busca es,
justamente, dislocar ese concepto de Verdad, señar que no existe una Verdad sino una
pluralidad de opiniones, tanto respecto de la sociedad como respecto de la historia. Por eso la
historiografía de López busca rescatar esa riqueza diversidad de pareceres en los procesos
históricos. López dice que Mitre piensa la historia como si fuese una cuestión matemática, como
una ciencia exacta que obedece a un único principio, pero para él la historia es todo lo contrario.
La unica verdad esta en la lucha y en el debate.
López parte de una concepción de la sociedad como algo que se constituye estratégicamente y es
ese mismo concepto estratégico el que traduce al plano histórico. La historia es siempre historia
de partidos, siempre la escribe un hombre con una institución y con un interés, y la tarea
consiste justamente en reconstruir toda la diversidad constitutiva de todo proceso histórico. Y
esto, asimismo, explica porque a Mitre la visión de Lopez le parece subjetiva y arbitraria, porque
justamente lo que busca Lopez es destacar aquello que Mitre no alcanzaría a entender: esta
heterogeneidad de lo social y de todo proceso histórico.
Bartolomé Mitre
Comprobaciones históricas
“Nadie conoce mejor que su propio autor, no sólo los defectos de detalle, sino las deficiencias
esenciales, los vicios orgánicos y de conformación, la falta de proporciones armónicas que
adolecen la Historia de Belgrano, así en su concepción y su plan, como en su ejecución y
desarrollo históricos. Son defectos insanables, propios de la naturaleza del libro mismo y de
los propósitos limitados que lo expresaron en su origen”.
Asunto principal de la obra: para escribir la vida del protagonista, había que escribir la historia del pueblo
en cuyo medio se movía → el desarrollo gradual de la idea de la independencia argentina, desde sus
orígenes lejanos a fines del siglo XVIII y durante su revolución, hasta la descomposición del régimen
colonial en 1820.
La primera edición fue el germen de esta composicion, en la segunda asumio su forma definida,
y la tercera edición ha sido complementada, excediendo las primitivas proporciones en que fue
concebida, violentando en cierto modo su naturaleza y conformación nativa. De aquí los
defectos insanables a que hemos hecho referencia.
Mitre defiende su teoría (“la revolución argentina, lejos de ser el resultado de una inspiración
personal, de la influencia de un circulo, fue el producto espontáneo de gérmenes fecundos por
largo tiempo elaborados y la consecuencia inevitable de la fuerza de las cosas”) y asegura que
no se trata de hipótesis sino de deducciones rigurosas que fluyen de los hechos y se modelan en
la vida misma.
Frente a las acusaciones de plagio de López, Mitre no duda en señalar que ya en 1864 (diez años
antes que López formulara su teoría historia, ya él habia publicado “Estudios Historicos sobre la
Revolución Argentina” en donde sento las bases de su criterio histórico, desenvolviendo un
método experimental de observacion, y desarrollando una teoria sobre la revolucion y la
democracia argentina, y sobre su caudillaje.
Lopez toma como escenario el litoral argentino, Mitre el virreinato del Rio de la Plata durante la
conquista, primera colonización y coloniaje,
Lopez muestra cómo era y funcionaba una raza, cuál era su índole, Mitre cómo se formó y qué
elementos étnicos entraron en su composición.
Lopez toma como “tipos” a los gauchos y al ciudadano burgués, el hombre civil y el hombre de la
naturaleza modificado por las circunstancias de la revolución, Mitre al hombre argentino en su
medio, fundando una civilización embrionaria.
“Lopez tenía como propósito presentar un cuadro colectivo, con su movimiento, colorido,
contrastes y sombras, sus grupos y la fisonomia de una sociabilidad sorprendida en el
momento de la acción acentuada por las pasiones mas vehementes que peuda desenvolver la
fuerza en su mas alto grado, imprimiendo al conjunto un sello moral. Mitre, en cambio, se
proponia probar un hecho por la observacion armando suscivamente la sociabilidad como la
estatua de Condillac, en que cada organo se va agregando y cada sentido se va despertando
suscecivamente hasta formar un conjunto cuyo funcionamiento dejamos a los hechos
ulteriores manifestar cuando llegase el caso de narrar los sucesos acompañandolos con el
comentario que ilustra la sintesis del libro”
Luego repasa paso a paso los puntos comparados por Lopez en su cuadro comparativo,
evidenciando que no se trata de plagios sino de hechos que bien podrían haber sido
comprobados tanto por un autor como por el otro.
Sobre el 25 de Mayo
M: “la transición entre el viejo y el nuevo sistema se opero sin sacudimientos, entrando el
pueblo en posesion de su soberania, con la moderacion y conciencia de su derecho, tomando
los hombres y las cosas su colocación lógica y natural [organicismo]”.
La forma de la revolución de Mayo fue rigurosamente legal y su fórmula jurídica, por lo que
respecta a sus preliminares, fue la del derecho municipal. Pero la revolución era en sus
tendencias esencialmente política; su fórmula política fue la que se puso a discusión en la
asamblea popular. Lopez desconoció la fórmula política confundiéndola con la jurídica y dando
esta calificación a un argumento incidental aplicado a la faz práctica de la cuestión, perdiendo
de vista el principio fundamental que dominó el gran debate de Mayo.
Fórmula política: “si se ha de subrogar otra autoridad a la superior del Virrey, dependiente de la
soberanía, y en quién” = si se había de declarar caduca o no la autoridad superior, y en tal caso
¿quién debía reasumir la soberanía?
Según Lopez, Mitre le roba el discurso de Passo, el cual agrega en la edición extendida de la
Historia de Belgrano de 1876. Para M, el discurso de Passo no fue jurídico sino político. El
accidente que segun Lopez le imprimira aquel carácter no fue sino un mero argumento
subsidiario, sus premisas y conclusiones son “que la cosa se debia hacer, que era necesaria, y
que se haria de todos modos con doctrina juridica o con teoria politica”: fue más que político,
fue acentuadamente revolucionario.
Castelli formula su teoría política y Passo su aplicación, sus consecuencias prácticas y sus medio
de acción propios. “La España ha caducado!” esa palabra fue pronunciada por Castelli y
corroborada por Passo, en su más lata acepción política y en sus inmediatas consecuencias
prácticas en tal sentido, y resume la doble fórmula de Mayo.
Vicente López
“Que la fórmula de la doctrina revolucionaria del doctor Passo no fue política es cosa obvia,
pues su réplica no versaba sobre constitución ni forma de gobierno: que fue fórmula jurídica
es aun mas claro, pues ella versaba sobre la personería de Bs As para resolver alli sobre las
conveniencias y los derechos de las demas provincias, de acuerdo con los principios del
derecho civil sobre el negotiorum gestor que el orador invocaba y aplicaba al caso”