Rodríguez Cultura y Educación Bajo El Primer Peronismo

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Artículo 2: “Cultura y educación bajo el primer peronismo.

El derrotero institucional de
Ricardo Levene”; de Martha Rodríguez
El objetivo del artículo es recorrer las relaciones entre la comunidad académica de historiadores
y el poder político entre 1945 y 1955. Ello lo hace a través de un recorrido por las acciones
político institucionales (a la vez que académicas) de Leve ne desde la década del ‘30 hasta el
gobierno del peronismo (inclusive) durante el cual Levene ocupó varios cargos en instituciones.
Trata de relacionar la posición político-ideológica y el accionar en la institucionalización de la
historia de Levene bajo un gobierno peronista que, a priori, estaría en oposición con esa obra.
Poco se sabe del período 40-60 en general –y del período 45-55 en particular– de nuestra
historiografía, existen “grandes lagunas”entre la historiografía, los relatos del pasado nacional, y
el primer peronismo. Todo esto puede ser, dice la autora, por cuestiones políticas, o por falta de
fuentes, o por vaya a saber por qué. Según los que se metieron a analizar esta situación (la
pluma complicada de don T. Halperín, entre otros) dicen que “la corporación de historiadores
adopta nuevas características y la política irrumpe en el mundo académico creando
adhesiones y disidencias, y nuevos clivajes en el mundo académico” (según la autora, pág. 41).
La trayectoria de Levene hasta 1945:
titular de la cátedra de Sociología de FFYL-UBA y de la misma en Humanidades de UNLP; titular
de Historia Argentina en Derecho de UNLP; titular de Introd. al Derecho en Derecho (UBA) y
Director de los Institutos de: Historia del Derecho de FD-UBA e Int. De Sociología de FFYL-UBA.
Director de Archivo Histórico de la provincia, Comisión Nacional de Museos, Monumentos t Sitios
Hist. Y de la ANH hasta su muerte (ya había sido presidente entre 1927-31 y desde 1934 a 1938,
cuando era JNHN, en donde continuó hasta 1959 (muerte). Controlaba muchísimos accesos a
publicaciones, investigaciones, etc., y tenía, según la autora, mucha influencia. Ella lo define
como un admirador de la tradición liberal, que había rescatado a los fundadores de la Nación:
Moreno, Rivadavia, Sarmiento, Mitre, San Martín, y había desarrollado la idea de nacionalidad a
la vez que la idea de que el historiador tenía que ser un profesional y un apolítico (pág. 43/44).
Destaca que Levene no era un militante, a diferencia de Ravignani o Molinari, él se mantiene al
margen de la política.
Entonces, ante esta personalidad y esta concepción de la historia y del historiador, la cuestión
radica en interpretar por qué Levene siguió a cargo de todo eso durante 1945-55, pesando que
es difícil ocupar el cargo que se encarga de recuperar la memoria, el pasado, desde lo oficial, y
que esa persona no era adepto a Perón. Sólo recién después de 1952 empiezan algunos roces,
que incluso, tienen que ver con las instituciones –como la ANH– pero no con él o los resultados
de su gestión pública; ya que éstos, incluso, no diferían mucho: su posición política o su discurso
histórico es bastante parecido a las imágenes del pasado que intentó construir el peronismo
(esta va a ser la llave de la cuestión) (pág. 44/45). “Son institucionales” los problemas.

Las actividades académico-institucionales de Levene entre 1945 y 1955:


Se aleja de algunas e incorpora otras.
Universidad: este fue uno de los bastiones fuertes de la lucha contra el peronismo. De hecho la
dominaba la oposición. Pero las universidades son llevadas a una situación mediante decretos
del poder ejecutivo y proyectos de ley, que no debía realizar actividades políticas, invocando su
carácter de corporación universitaria “a la cual no se la ha puesto a para dirigir el país ni para
dictar doctrina (...) si quieren hacer política que vayan al comité y no a la
Universidad”(declaraciones del gobierno, citadas por la autora). Lo cierto es que el gobierno
ejerció bastante control a través de decretos, leyes, de la reforma del ’49 de un ámbito que le
era opositor. Qué ocurre con Levene. A partir de una nueva ley universitaria de 1947 Levene
renuncia a todas sus cátedras menos a las de la FD-UBA. En su renuncia, el interventor de la UNLP
la hace un homenaje reconociendo su trayectoria, y diciendo que se va por motivos personales
luego de la implementación de la ley. En Derecho mantiene los cargos, done la misma facultad
le había pedido uqe realizara una historia de la facultad.
Función pública: Era en la década del ’30 asesor presidencial (Justo) de varios temas. Pero,
como hemos visto, ocupaba un montón de cargos, que a partir de 1945 no cesaron, sino que se
incrementaron: participa de funciones ejecutivas dentro e varias dependencias del Poder
Ejecutivo Nacional y Provincial, o asesor en Comisiones para diferentes Ministerios para funciones
específicas (por ejemplo la Comisión que compra obras de Arte). Un tiempo después la comisión
directiva de esta dirección renuncia –incluido Levene–, parece que hay un cambio de
funcionarios o del área de la que depende. Pero la autora considera que no era por cuestiones
políticas, podía haber algunas tensiones entre sus miembros y de algunos de ellos con el
gobierno, pero no parece ser así lo de Levene. De hecho, sigue ocupando otras y nuevas
comisiones. Participa de una Comisión Nacional de Honor con Perón, Quijano, Mercante,
Cámpora (sí, el Tío, presidente de la H.C. Diputados). Todo eso a nivel nacional. En la provincia
de Bs. As., sus actividades no son menos relevantes, tiene muchos cargoas, además del Archivo
Histórico de la Provincia (un verdadero multiimplantado!). También desarrolló un congreso sobre
San Martín en el cual fue el único orador no político. También fue a otras provincias a asesorar
cuestiones de museos, archivos, etc. Su actividad tuvo verdadero alcance nacional.
Dice la autora: “El número y la relevancia de las actividades desempeñadas por Levene en la
función pública, nos llevan a pensar en que su elección no fue casual, sino inspirada –entre otras
cosas– en el prestigio que el nombre de este historiador podría transmitir a sus actividades, más
necesario para el gobierno que un adicto al régimen pero desconocido”. (pág. 53)
*Luego habla de sus funciones en el Archivo Histórico de la Provincia (nada que sirva para
agrear a lo ya dicho, son casi dos carillas).
Academia Nacional de la Historia: 1946 y la llegada de Perón no cambia radicalmente el
accionar de la Academia, quizás algunos miembros no participaban más de actos o
ceremonias públicas, no así, como ya vimos su director –Levene.
La cuestión radica –dice la autora– en que el gobierno peronista de 1945/55 mantuvo una
posición, en cuanto a los orígenes, que no difería mucho de las investigaciones que hacía
Levene y la ANH. Por ejemplo la valoración de los aportes de la etapa “hispánica” como
antecedente a nuestra nación, en vez de hablar “colonia”, poruqe el primer término se ajusta
mejor a la verdad histórica, según recomendaba la ANH, y tenía eco en el gobierno, quien
también hacía eco de lo bueno de esta tradición. La autora cita un discurso de Perón donde
habla de lo bueno de lo hispánico (pág. 56).Incluso comparten la exaltación de varios próceres
del panteón liberal. Pero sí hubo algunos problemas, más que nada con la institución ANH,
porque el gobierno –Minist. de Educ.– a partir del ’50 trata de controlar las diversas academias,
cuestión que sí tiene un matiz historiográfico, pero más con un corte político de mantener un
espacio de poder que controle la imagen del pasado, más que construya una diferente. Desde
1952 hasta 1955, hubo una supresión de las actividades.
Problemas institucionales: El gobierno trató se sumar más que de dividir, al menos en los primeros
tiempos. En los 50 sí cambió un poco la cuestión. Ahí ya interfiere también la conjunción más
sólida de grupos revisionistas con sectores del peronismo, y la cuestión de Rosas sí iba a hacer
entrar en conflicto a la ANH y al Ministerio de Educación. De todas maneras el gobierno no fue
oficialmente revisionista, pero esto empezó a ser conflictivo, y hubo conflictos con el propio
Levene. Luego la autora se explaya en un conflicto que hubo por la “Colección Colombres
Mármol”, que era un embajador que había mediado para conseguir el archivo personal de un
historiador peruano, que tenía mucho sobre San Martín–. Varios integran una comisión, entre
ellos Levene. Hay todo un conflicto y llegado el año ’50 este embajador se enfrenta con la ANH.
A este conflicto se suma lo anterior de Rosas, que el Minist. de Edu. Había credo una comisión
para investigar y revisar el período de Rosas. Estos conflictos entre ANH y M.deE. llevan a que en
1950 se intente controlar las Academias y la suspensión mencionada antes.
Sin embargo, Levene sigue ocupando varios de sus cargos públicos y académicos. Esto se debe
a la capacidad de adaptación de Levene –personalidad conciliadora, dice la autora–, al no
choque directo, y evitar los pronunciamientos políticos que pudieran ser cuestionados. A la vez,
el gobierno peronista necesitaba gente de prestigio en el campo cultural, para conseguir la
adhesión de un mundo –el cultural supongo– que le era hostil, dice la autora. Esto muestra que
el peronismo en los primeros años optó por cobijar varias tradiciones e interpretaciones
alternativas sin comprometerse con ninguna. Luego de los ’50, la situación cambia, el margen
de neutralidad –debido a los conflictos políticos (peronismo /antiperonismo)– se achica y
lefrente peronista se hace más homogéneo. Pero –lamentablemente para la autora– no hay
investigaciones sobre las políticas educativas y culturales de los últimos años del peronismo. FIN

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