La genética de la conducta estudia tanto los factores genéticos como ambientales que causan diferencias entre individuos. Los estudios han demostrado que muchos rasgos como el coeficiente intelectual, la personalidad y las psicopatologías están influenciados significativamente por factores hereditarios. Sin embargo, la genética de la conducta se enfoca en explicar diferencias individuales, no entre grupos, y reconoce que los genes no determinan directamente la conducta sino que interactúan con factores ambientales de forma compleja.
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La genética de la conducta estudia tanto los factores genéticos como ambientales que causan diferencias entre individuos. Los estudios han demostrado que muchos rasgos como el coeficiente intelectual, la personalidad y las psicopatologías están influenciados significativamente por factores hereditarios. Sin embargo, la genética de la conducta se enfoca en explicar diferencias individuales, no entre grupos, y reconoce que los genes no determinan directamente la conducta sino que interactúan con factores ambientales de forma compleja.
La genética de la conducta estudia tanto los factores genéticos como ambientales que causan diferencias entre individuos. Los estudios han demostrado que muchos rasgos como el coeficiente intelectual, la personalidad y las psicopatologías están influenciados significativamente por factores hereditarios. Sin embargo, la genética de la conducta se enfoca en explicar diferencias individuales, no entre grupos, y reconoce que los genes no determinan directamente la conducta sino que interactúan con factores ambientales de forma compleja.
La genética de la conducta estudia tanto los factores genéticos como ambientales que causan diferencias entre individuos. Los estudios han demostrado que muchos rasgos como el coeficiente intelectual, la personalidad y las psicopatologías están influenciados significativamente por factores hereditarios. Sin embargo, la genética de la conducta se enfoca en explicar diferencias individuales, no entre grupos, y reconoce que los genes no determinan directamente la conducta sino que interactúan con factores ambientales de forma compleja.
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LA HERENCIA EN LA ACTIVIDAD PSIQUICA
La genética de la conducta, en sentido amplio, ha sido campo de interés para muchos
investigadores desde finales del siglo XIX, cuando Francis Galton comenzó a plantearse leyendo las teorías de Darwin, primo suyo, sobre la evolución si la herencia afecta a la conducta humana. Él sugirió algunos de los métodos más utilizados después en genética de la conducta humana (estudios sobre familias, estudios de gemelos y diseños de adopción) y llevó a cabo los primeros estudios sistemáticos con familias que mostraron cómo ciertos rasgos de comportamiento «se transmiten en familias» (Galton 1875 y 1874).
En sentido estricto, la genética de la conducta inició sus primeros pasos a raíz de
algunos artículos aparecidos en los años 60, basados en estudios de gemelos y de adopción, cuyos autores llamaron la atención sobre la importancia que los factores genéticos podían tener en relación con el coeficiente de inteligencia
y algunas psicopatologías como la esquizofrenia (Heston 1966). Pero la genética de la
conducta comenzó a ser centro de atención de las ciencias sociales y del comportamiento a raíz de la polémica furibunda suscitada en 1969 por un extenso y elaborado artículo de Arthur Jensen, donde sugería que las diferencias en el CI medio entre negros y blancos podían ser debidas, en parte, a diferencias genéticas (Jensen 1969). La tormenta de reacciones, acusaciones y descalificaciones que provocó amenazó la propia continuidad de la genética de la conducta como disciplina.
En genética de la conducta interesan las diferencias entre individuos, no entre
grupos
La genética de la conducta es el estudio de los factores genéticos y ambientales que
originan las diferencias entre individuos. La herencia se refiere a la transmisión de estas diferencias de padres a hijos. Pero la genética de la conducta tiene muy poco que decir sobre las causas de las diferencias entre grupos y carece prácticamente de recursos para explicar, por ej., por qué las niñas tienden normalmente a realizar mejor las pruebas verbales que los niños o las causas de la diferencia de altura media entre hombres y mujeres. Hay tres razones para esto: 1) Las diferencias entre individuos son sustanciales, mucho mayores que las observables entre grupos. Además, de poco ayuda conocer el nivel medio de capacidad verbal del grupo para averiguar el rendimiento en las pruebas verbales de un individuo concreto; 2) Las diferencias entre individuos interesan más porque a menudo los problemas relevantes para una sociedad implican diferencias individuales (por qué unos chicos tienen problemas de aprendizaje que los demás no tienen, por ej.); 3) Las causas de las diferencias individuales no están relacionadas necesariamente con las causas de las diferencias medias entre grupos. Algunas diferencias entre individuos pueden tener una clara influencia genética, mientras otras serían inexplicables sin atribuir un papel importante a la educación y a las condiciones ambientales
Importancia de los factores genéticos en las diferencias entre individuos
Los investigadores en genética de la conducta entienden que los factores hereditarios
intervienen, y bastante, en muchas conductas complejas, incluyendo capacidades cognitivas, personalidad y psicopatologías, por ejemplo:
Coeficiente de inteligencia Creatividad
Retraso mental
dificultades para la lectura
Personalidad
Extroversión y neurosis
Otros rasgos de la personalidad
En resumen, para los investigadores en genética de la conducta parece incuestionable
la influencia extensa de los factores genéticos en múltiples facetas de la conducta humana, desde el CI hasta las psicopatologías. En opinión de Plomin, «la influencia genética es tan ubicua y generalizada que es preciso un cambio de énfasis: preguntar no por lo que es hereditario, sino por lo que no lo es»
¿Qué relación existe entre genes y conducta humana?
Las aportaciones de la genética de la conducta no deberían ser identificadas con los
resultados de la genética molecular. Cuando se desconocen los procesos básicos mediante los cuales los genes ejercen su influencia sobre la conducta, se tiende espontáneamente a creer que los genes influyen directamente en nuestro comportamiento, es decir, «codifican conductas». Pero la cosa es algo más compleja. Podríamos diferenciar dos presentaciones del problema: una más simple, de la cual circulan infinidad de versiones «simplistas», y otra más compleja, menos habitual y no siempre tenida en cuenta por quienes hacen una presentación «pedagógica» de la relación entre genes y conducta.
Conclusión
Jensen consiguió poner de moda otra vez el hereditarismo; su artículo y el debate
posterior fue la señal que esperaban los partidarios del determinismo biológico en muchas de sus versiones para dar a conocer sus trabajos. Así, el determinismo biológico encontró su mejor precursor en las teorías hereditaristas de la inteligencia, estrechamente asociadas a propuestas sociales de corte eugenésico y meritocrático, y desde los 60 la genética de la conducta constituye su prolongación natural.
La discusión sobre la influencia de lo genético/hereditario en los coeficientes de
inteligencia siempre ha tenido más elementos políticos que científicos. Decidir si los recursos educativos deben prestar atención especial a los niños con más bajo coeficiente de inteligencia para intentar reducir distancias sociales es una cuestión de política social, no de genética de la conducta. Esta disciplina intenta describir lo que hay, pero nada dice sobre lo que podría o lo que debería haber si se alteran tanto los factores genéticos como los ambientales en una población dada. Lo que debería haber implica valores, y con ellos entramos en el dominio de la política social. La apelación en estos casos a la genética no se hace para mostrar la ineficacia de la educación o de la atención sanitaria, que siempre son más o menos eficaces; se hace para justificar el recorte en gastos sociales que algunos responsables políticos consideran inútiles, en comparación con otros destinos más atractivos y productivos para esos fondos (subvenciones a fábricas y empresas, inversiones en infraestructuras, apoyo a la exportación, etc.).
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