Masculinidad Tradicional
Masculinidad Tradicional
Masculinidad Tradicional
Aunque son los varones quienes cometen la mayoría de los delitos en todas las
épocas de la historia de la humanidad para las que se tiene registro (Carabí, 2000),
sería un error decir algo como que, a diferencia de las mujeres, ellos son más
agresivos y entonces, violentos.
Muchas de las violencias de los varones ocurren en el mundo público, mientras que
las violencias de las mujeres se expresan principalmente al interior de las familias,
no sólo con el maltrato físico infantil, sino con la violencia emocional y el control de
la pareja a través del sexo y la maternidad (Gómez, 2013).
Los varones, por nuestra parte, somos socializados en un "ser para nosotros
mismos" que niega al resto de las personas. Concentrándose en ello las dos
ideologías de la masculinidad tradicional y hegemónica de las que habla el psicólogo
Luis Bonino (2006): el individualismo a ultranza y el rechazo al otro/otra diferente. A
las expresiones cotidianas de esa forma de masculinidad anacrónica es a lo que
nombramos, coloquialmente, machismo.
Si evidenciar los “malestares femeninos” fue el primer paso para cuestionar los roles
tradicionales y anacrónicos de las mujeres, en los varones esto apenas ocurre.
No porque no padezcan de los roles y estereotipos tradicionalmente asignados, sino
porque este reclamo colisiona con las propias características de la masculinidad
tradicional y hegemónica.
Aunque los varones padecemos en cuerpo y emoción la violencia ejercida por las
expectativas sociales de la masculinidad, con sus exigencias irrealizables a costa
del bienestar propio y de las personas, pues sus quejas son débiles o nulas
Las contradicciones están por todas partes. Uno puede apreciar, por ejemplo,
canciones populares revestidas del “halo de lo varonil” pero cuyos contenidos llegan
a ser extremadamente románticos.
Imperativos De La Masculinidad Tradicional
La primera regla es la más importante aunque también la más difícil de cumplir. Las
emociones son inherentes a todo el género humano, y ante el miedo y la tristeza
sólo es válido que los varones expresemos, al menos en público y frente a los otros
considerados iguales, el enojo.
Únicamente en ciertos contextos los varones pueden mostrar lo que sienten, y tal
vez por eso es que ellos mismos se vuelcan obsesivamente hacia esos espacios en
los que se permite que externen, por así decirlo, su humanidad: las competencias
deportivas. Algo evidente pero cuyo estereotipo no se cuestiona, incluso se celebra,
como puede verse en este comercial:
Aguantarse como los machos es una regla que no puede ser más explícita. Se
desprecia la debilidad como una característica asociada tradicionalmente a las
mujeres.