Jesús de Nazaret y Su Contexto

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JESÚS DE NAZARET Y SU CONTEXTO

Presentado por
ARMANDO JHONATHAN CALLE MUÑOZ

Presentado a
P. JUAN PABLO JIMÉNEZ FETECUA

SEMINARIO VILLA PAÚL


FUNZA, CUNDINAMARCA
22 de agosto de 2019
JESÚS DE NAZARET Y SU CONTEXTO
Con el presente ensayo se pretende presentar una síntesis crítica acerca de los principales datos
geográficos, arqueológicos e históricos de la época en que nació y vivió Jesús.
Partiendo del conocimiento básico que se tiene de la persona de Jesús, surge un interrogante: ¿Fue
Jesús realmente un personaje histórico y qué contexto histórico, social, político y religioso influyó
en su vida, palabras y acciones para ser reconocido por sus seguidores como el Mesías y el Hijo
de Dios? Para dar respuesta a este interrogante es importante conocer, en primer lugar, un poco
acerca del imponente Imperio Romano, del cual formaba parte la Palestina de su época.
En el año 37 a.C. fue nombrado rey dependiente de Roma, quien sería llamado luego Herodes el
Grande, hijo de Antípatro, general del rey palestino dependiente de Roma, Hircano II. Durante su
reinado tuvo lugar la reconstrucción del templo de Jerusalén. Herodes el Grande hizo demoler el
templo de Jerusalén y reconstruyó uno nuevo en su lugar. A la muerte de Herodes el Grande, en
4 a. C., su reino se dividió entre tres de sus hijos: Arquelao, designado rey de las provincias Judea,
Samaría e Idumea; Antipas, llamado Herodes Antipas, rey de Galilea y Perea; y Filipo, rey de las
provincias más remotas: Batanea, Gaulanítide, Traconítide y Auranítide.
Según las profecías, el mesías debía nacer en Belén de Judá y muchas de las acciones de Jesús
fueron realizadas en territorios de Judá, lo cual es descrito en algunos textos del N.T. Por ello, es
relevante hablar al menos someramente del reino de Judá.
En cuanto a su división territorial, Judea era la región más meridional, alta y seca, de Palestina.
Al sur y al este con grandes zonas desérticas, sus montañas forman un macizo cerrado y
accidentado. Se producía trigo en pocas cantidades, pero bastantes aceitunas, uvas, dátiles, higos
y legumbres. Casi todo el ganado producido era sacrificado en el Templo. Sus habitantes en
general eran pobres, se alimentaban principalmente con pescado ahumado y salado, y con poca
carne. La capital Jerusalén, la ciudad santa de los judíos, situada a 750 msnm, cerca al Monte de
los Olivos, mal situada para el tráfico y comercio. Su importancia era más bien religiosa. Allí
estaba el único templo judío del mundo, al que todos los judíos debían peregrinar. Era el principal
centro de formación religiosa y sede de la autoridad suprema. Es así como la vida de Judea giraba
alrededor de Jerusalén y su Templo.
En Judea están varios pueblos de importancia en la vida de Jesús: Betania, pueblito en la falda del
Monte de los Olivos, a unos tres kilómetros de Jerusalén; Belén, aldea a unos 8 km de Jerusalén,
que, según las profecías y los evangelios, fue el lugar de nacimiento de Jesús, el Mesías; Emaús,
aldea situada a unos 12 km de Jerusalén; Jericó, situada en un oasis muy fértil a unos 250 m bajo
el nivel del mar, distante de Jerusalén, se comunicaba con esta ciudad, a través del desierto de
Judá, por una ruta accidentada y peligrosa que propiciaba el bandidaje.
Pero no sólo Judá hizo parte de las andanzas del Jesús histórico, ya que según testimonios bíblicos
del N.T., se afirma que Jesús se relacionó con los habitantes de Samaría, región situada entre las
provincias de Galilea al norte y Judea al sur y habitada por una población mezcla de diferentes
etnias y creencias, como asirios e israelitas. Por otra parte, es importante recordar que entre judíos
y samaritanos se había desarrollado un odio mutuo, ya que en el 107 a.C., el judío Juan Hircano
se apodero de Siquén, capital de Samaría, y destruyó el templo de Garizím. Herodes el Grande lo
restauró en el año 30 a.C. y se casó con una samaritana. En el año 6 d.C., los samaritanos
profanaron gravemente el templo de Jerusalén y desde entonces se acrecentó esta hostilidad
implacable.
Para los judíos, los samaritanos eran un pueblo impuro con sangre contaminada por la de otros
pueblos extranjeros, tenían a los samaritanos como herejes y no querían ningún trato con ellos.
Sin embargo, los samaritanos creían ser los verdaderos descendientes de los hijos de Israel y
fueron quienes preservaron la escritura hebrea arcaica; se consideraban fieles a la Ley, verdaderos
israelitas; tenían su propio templo sobre el monte Garizím y negaban importancia al templo de
Jerusalén. En pocas palabras, los samaritanos negaban la importancia religiosa de Jerusalén.
Dentro del reino de Israel, se encontraba Galilea, situada al norte de Palestina y en cuya parte
montañosa se encuentran las ciudades de Naím, Caná, y Nazaret, esta última probablemente fue
la ciudad en la que se crio Jesús.
La parte más llana de Galilea se sitúa alrededor del lago o Mar de Tiberíades, también llamado
Mar de Galilea y Lago de Genesaret. Tiene 21 km de largo y 12 de ancho, está situado a 210 m
bajo el nivel del mar. La llanura de Genesaret era una zona pluricultural y multiétnica. Pasaban
por su camino caravanas de Damasco a Cesarea. Por ello había en Cafarnaúm una guarnición
militar. Las casas de los campesinos de la zona eran pequeñas y muchas veces de una única pieza.
En Galilea predominaba el latifundio. Las tierras solían ser del rey, de sus familiares, o de los
ricos comerciantes. Los galileos eran judíos, rodeados de pueblos paganos. El constante tránsito
de caravanas produjo una mayor mezcla de etnias y culturas.
Los judíos galileos, por el contacto con otros pueblos estaban más abiertos a otras culturas y
modos de ser, eran de un espíritu religioso menos observante y escrupuloso que los judíos de
Judea. Los judíos de Judea más minuciosos y legalistas, consideraban a los galileos semipaganos
y llamaban a la zona Galilea de los paganos. Por ello los letrados, fariseos y escribas, despreciaron
a Jesús y a sus discípulos. Los galileos eran en su mayor parte campesinos y pescadores, de ahí
que la mayor parte de las parábolas de Jesús tengan como marco la vida pesquera o agrícola.
Tenían fama de rudos e incultos, pero leales y sinceros.
Galilea tenía algunos rasgos diferenciales con Judea, como: una menor importancia en el templo,
una menor presencia de sectas religiosas como los saduceos y los fariseos, influencias helenísticas,
y presentaba grandes contrastes entre el medio rural y el medio urbano.
Al suroeste de Galilea se situaba la ciudad de Cesarea Marítima, lugar de residencia del prefecto,
luego procurador romano.
En pleno corazón de Galilea se encontraban también dos importantes ciudades: Séforis, muy
cercana, 5 ó 6 km, a Nazaret de donde ya se dijo que era originario Jesús, y Tiberíades, construida
por Antipas y cuyo nombre era un homenaje al emperador Tiberio. Tiberíades era la capital de la
monarquía de Antipas, y estaba muy próxima a Cafarnaúm, ciudad que fue con probabilidad el
centro principal de la actividad de Jesús.
Las ciudades eran focos de influencia de la cultura helenística, en general favorables a Roma y en
ellas residían las élites. En el medio rural habitaba un campesinado empobrecido, del que procedía
con toda probabilidad Jesús.
En las fuentes cristianas no se menciona que Jesús visitase ninguna de las ciudades de Galilea ni
de su entorno. Sin embargo, dada la proximidad de Nazaret, es fácil pensar que Jesús recibió la
influencia helenística en ellas. El medio campesino, del que procedía Jesús, veía con hostilidad
las ciudades. Los campesinos de Galilea soportaban importantes cargas impositivas, de los
poderes político y religioso, la monarquía de Antipas, y del templo de Jerusalén, por lo que su
situación económica era bastante difícil.
En cuanto a su división política, Judea gozaba de un cierto nivel de autogobierno, especialmente
Jerusalén gobernada por la autoridad del sumo sacerdote, y su consejo o Sanedrín. Fue
administrada directamente por un funcionario romano, que llevó primero el título de prefecto,
hasta el año 41, y luego desde el 44 el de procurador.
En el período de la actividad de Jesús, el prefecto romano era Poncio Pilato. El prefecto no residía
en Jerusalén, sino en Cesarea Marítima, ciudad de la costa mediterránea y se desplazaba a
Jerusalén en algunas ocasiones, por ejemplo, con motivo de la fiesta de Pascua, como se relata en
los evangelios. En estas fiestas, se congregaban miles de judíos y solían producirse tumultos.
Contaba con unos efectivos militares relativamente reducidos, unos 3.000 hombres. En tiempos
de Jesús, el prefecto tenía el derecho exclusivo de dictar sentencias de muerte.
En la época de Jesús reinaba Herodes Arquelao, quien era hijo de Herodes el grande y la
samaritana Malthace. En el 4 a. C. Augusto, le asignó la mayor parte del reino, Judea, Samaría e
Idumea. El título genérico de etnarca se usó en la Antigua Roma para referirse a aquellos
gobernadores de los reinos vasallos orientales que no llegaban al nivel de monarcas o reyes.
Herodes Arquelao, fue pues etnarca de Samaria, Judea e Idumea desde la muerte de su padre en
4 a. C. hasta 6 d. C. Sofocó con crueldad extrema una sedición de los fariseos, matando a cerca
de tres mil de ellos. En el 6 d. C., Judea queda bajo el poder romano directamente.
La violación de la ley de Moisés, junto a su crueldad, despertaron la ira de los judíos, que se
quejaron ante César Augusto. Arquelao fue por ello depuesto en el año 6 d.C. y desterrado a Viena
en las Galias. Es así como Judea, Samaría e Idumea fueron fusionadas en la provincia romana de
Judea bajo el gobierno un procurador romano de Judea, quien tenía el supremo poder militar,
aunque dependía del Legado romano de Siria. Además, nombraba al Sumo Sacerdote, era el
agente de finanzas del emperador romano, recogía la totalidad de los impuestos que los judíos
tenían que pagar al fisco imperial romano, bajo sus órdenes estaban los recaudadores de
impuestos, respaldados por sus soldados. La justicia ordinaria la ejercía el Sanedrín, pero el
Procurador romano se reservaba la ejecución de la pena de muerte. Residía en Cesarea, pero en
las fiestas acudía a Jerusalén y vivía en la ciudadela militar, en el ángulo nordeste del Templo con
la guarnición romana, una cohorte de Jerusalén. Era un sitio estratégico desde donde era fácil
controlar a la multitud que acudía al Templo.
En este contexto, es oportuno mencionar la figura de Poncio Pilato, quien fue prefecto de la
provincia romana de Judea, entre los años 26 y 36 d.C. Tuvo un papel relevante en los
acontecimientos del suplicio y condena a muerte de Jesús de Nazaret, relatados por los
Evangelios.
Agripa I, describe a Pilato como inflexible, de carácter arbitrario y despiadado, y le acusa de
venalidad, robos, ultrajes, amenazas, ejecuciones sin previo juicio, de crueldad salvaje e incesante;
fue un procurador frío y hostil a los judíos, poco comprensivo con las tradiciones religiosas,
provocó una resistencia no violenta cuando introdujo en Jerusalén, ciudad sagrada de los judíos,
estandartes con la imagen del emperador; exigió a los judíos dinero del tesoro del Templo para
construir un acueducto que resolviera el problema del agua en Jerusalén.
Cuando los judíos se alzaban, Pilato, con ayuda de sus soldados, disfrazados y mezclados con la
multitud, reprimía los motines, aporreando y matando a muchos. Lucas aludió a este hecho
diciendo que Pilato había mezclado la sangre de unos galileos con la de las víctimas que ofrecía.
El año 35 d.C. mató a unos samaritanos reunidos en el monte Garizím. Ante las quejas de judíos
y samaritanos Vitelio lo envió en el año 36 d.C. a Roma para que diera cuenta de sus abusos ante
el emperador. Posiblemente muere en el año 37 d.C. suicidándose.
En cuanto a Galilea, territorio natal de Jesús, se puede decir que fue gobernada hasta el año 39
d.C. por el rey Herodes Antipas hijo de Herodes el Grande, y responsable de la ejecución de Juan
el Bautista. Fue la región judía más conflictiva y cuna de los principales movimientos
revolucionarios antirromanos, hasta la destrucción de Jerusalén y su templo en el año 70 d.C., por
el ejército romano, dirigido entonces por el futuro emperador Tito, con Tiberio Julio Alejandro
como su segundo al mando. A la muerte de su padre Herodes el Grande, en el año 4 a.C., Augusto
le otorgó la tetrarquía de Galilea y Perea, que conservó hasta su muerte.
Herodes Antipas continuó la labor constructora de su padre: fortificó Séforis, haciendo de ella su
capital, hizo alzar la fortaleza de Bet-haram en Perea, bautizó esta ciudad, a orillas del lago
Genesaret, con el nombre de Tiberíades, en honor del emperador Tiberio, a donde trasladó su
capital y que fue durante mucho tiempo un gran centro cultural judío. Confiscaba y se apoderaba
de los bienes que le apetecían sin retroceder ante el asesinato. La cantidad de impuestos que
impuso, provocó la venta de tierras y la concentración latifundista en manos de unos pocos y los
miembros de la familia real. La mayoría de estos hacendados vivían fuera de sus tierras y dejaban
la administración en manos de empleados. Los jornaleros, gente sin empleos fijos, trabajaban para
esas haciendas. Esta concentración de fincas en Galilea fomentó el desempleo y la emigración.
Algunos se fueron a mendigar a Jerusalén, y otros al movimiento zelota. Los partidarios de
Herodes Antipas, pocos en número, eran llamados herodianos, y siempre fueron enemigos de
Jesús.
Agripa escribió al emperador Calígula, acusando a Herodes Antipas de haber concertado una
alianza secreta con los partos contra Roma. Calígula entonces ordenó deportarlo a él y su mujer,
en el año 39 d.C., a Lugdunum (Lyon), donde murió ese mismo año.
Palestina en tiempo de Jesús fue un Estado teocrático, un Estado en el que lo más importante era
la religión. El poder político del gobierno judío estaba sometido al poder religioso, a los
sacerdotes, sobre todo al Sumo Sacerdote. Éste ejercía el poder en nombre de Dios, por medio de
la Ley religiosa y de las tradiciones religiosas.
El Templo de Jerusalén, era considerado el centro religioso de la población judía de las distintas
provincias de palestina y del mundo. Su primera construcción y reconstrucción estaban en la parte
más visible de la ciudad, sobresalía con una torre de 50 m de altura en medio de una explanada
de 480 m de larga por 300 m de ancha, rodeada por un alto muro.
Herodes el Grande inició la reconstrucción del templo en el año 19 a.C., sobre las ruinas del
templo construido inicialmente por David y Salomón. Con algunos recubrimientos de oro que
resplandecían y mármol blanco que brillaba al sol, despertando la admiración de la gente. Nueve
grandes puertas daban acceso al templo, ocho de ellas recubiertas de oro y plata, lo mismo que
sus montajes y dinteles. La novena puerta, recubierta en bronce de Corintio. Abundaban los
utensilios como candelabros, copas y cadenas también de oro y plata.
La reconstrucción ampliada, arreglo y decoración del templo duró unos 84 años, desde el 20 a. C.
al 63 d.C. Siguió siendo el único templo que tenían los judíos para dar culto a Dios, era el centro
del poder religioso mundial. Este segundo templo fue destruido por los romanos, después de su
reconquista de Jerusalén en el año 70 d.C.
Esta síntesis del contexto antes durante y después del Jesús histórico, se ha logrado construir
gracias a los datos aportados por la geografía bíblica, la arqueología y la crítica textual, ciencias
fundamentales a las que se debe recurrir en un estudio teológico serio acerca de la historicidad de
Jesús, ya que con los datos que ellas arrojan, se puede hablar con fundamento de lugares, objetos,
personas, territorios, construcciones, lugares geográficos, que constituyen elementos históricos
claves para reconstruir la personalidad, forma de vida, palabras, acciones y comportamientos de
Jesús y sus discípulos, hechos que fueron configurando su misión y los albores del cristianismo.
En conclusión, los datos señalados demuestran que Jesús es histórico, así como Jerusalén, que
data desde David hasta nuestros días, que Jesús vivió en un territorio divido políticamente, que su
nacimiento aconteció durante el reinado de Herodes, que su pascua sucedió en tiempos de Poncio
Pilato, Procurador de la parte de la tetrarquía que le correspondía a Arquelao. Además, que Jesús
vivió en una cultura, que, aunque había sido conquistada por el imperio romano, estaba bastante
influenciada por el helenismo, y que la destrucción del Templo de Jerusalén es uno de los
testimonios claves acerca de la historicidad de Jesús, junto con la existencia anterior del templo y
su reconstrucción posterior, así como los reyes y líderes políticos que surgieron en su época.

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