T 1 Estudiar 1
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Ferré, J. y Ferré, M
Editorial Lebón, Barcelona, 2013. pp. 83-97
ISBN: 9788492785339
Esta obra está protegida por el derecho de autor y su reproducción y comunicación pública, en la
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Propiedad Intelectual. Queda prohibida su posterior reproducción, distribución, transformación
y comunicación pública en cualquier medio y de cualquier forma.
Neuro-psico-pedagogía infantil
En el bebé neonato y hasta los siete u ocho meses, los dos hemisferios funcionan
por separado, de forma alternante, es la que llamamos fase homolateral alterna.
Cuando el niño empieza a arrastrarse, se activa la fase duolateral. Los dos hemisfe-
rios se activan al mismo tiempo y empiezan a comunicarse entre sí. Poco a poco,
gracias al proceso de mielinización y la maduración de las respectivas conexiones,
la comunicación es cada vez más directa y más veloz.
De esta forma, cuando se activan las vías de coordinación cruzada, se activan am-
bos hemísferios.
Los dos lóbulos occipitales se comunican a través del tercio posterior del Cuerpo
Calloso y son los responsables del control del sistema visual y la integración e in-
terpretación de lo que vemos o leemos.
El lóbulo occipital del hemisferio izquierdo es el responsable de la percepción de
imágenes verbales discriminadas y de las imágenes visuales epicríticas, de la per-
cepción y decodificación de las imágenes simbólicas y contribuye a elaborar las
imágenes discriminadas de lo consciente. Es el primer decodificador del lenguaje
escrito alfanumérico. El lóbulo occipital del hemisferio derecho interviene en la
percepción de imágenes visuales no verbales y en la elaboración de las praxias
perceptivas como son la identificación de los rostros, las expresiones, los objetos y
las imágenes globales no simbólicas. Elabora las imágenes globales de las percep-
ciones y es el que construye las imágenes asociadas al subconsciente. Tal como
hemos dicho, a nivel general, elabora el contexto de lo decodificado y construye la
imagen global de lo que hemos percibido.
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Fig. 8: La activación de las vías de movimiento cruzado permite relacionar la función sub-
cortical de los dos hemisferios y facilitar la activación del Cuerpo Calloso comunicando las
áreas corticales (imágenes de gateo contralateral). El cerebelo se va mielinizando progresi-
vamente hasta los 4 ó 5 afios e interviene en el aprendizaje de movimientos nuevos.
Para entender mejor la forma en que se integran los dos lóbulos occipitales y el
valor que damos a la lateralidad diestra o zurda, vamos a analizar someramente
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cómo se organiza la vía visual y cómo llega la imagen que percibimos del exterior
a ambos lóbulos occipitales.
La proyección del campo visual sobre la retina está organizada de forma que el
campo visual que está a la derecha del punto de visión central se proyecta en la
mitad izquierda de cada retina y el campo visual que queda a la izquierda se pro-
yecta en la mitad derecha de la retina de cada ojo.
Cada campo visual se proyecta sobre la mitad nasal de la retina del ojo del mismo
lado y sobre la mitad temporal de la retina del ojo del lado contrario.
Desde el tálamo, la vía visual sigue su camino de forma que las fibras de la mitad
temporal de la retina del mismo lado y la mitad nasal de la retina del otro ojo viajan
juntas. Eso explica que cada lóbulo occipital reciba la información del campo vi-
sual contralateral.
/
Así, podemos dirigir la proyección de un estímulo visual al hemisferio que desee-
mos situando el estímulo en un determinado lado del campo visual. Es uno de los
principios que explica los resultados que se obtienen en las experiencias del cere-
bro dividido. Podemos mostrar imágenes, símbolos o palabras en el campo visual
derecho y se proyectarán en el hemisferio izquierdo o viceversa. Ésta es la forma
simplificada de funcionamiento en el caso de que los dos lados del cerebro funcio-
naran por separado.
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Los estudios realizados con las pruebas de visión dicótica han puesto de manifiesto
la ventaja del campo visual derecho para los estímulos verbales (letras, palabras,
dígitos) y del campo visual izquierdo para las imágenes y los estímulos no verbales
(brillo, color, movimiento, localización, orientación, discriminación de formas y
caras). Estas diferencias son las que hay que considerar al hablar de la dominancia
lateral.
Hasta los ocho o nueve meses, el sistema funciona en monocanal: El bebé activa un
canal visual, uno auditivo, uno motriz y un lado del cerebro.
El segmento posterior del Cuerpo Calloso (tercio posterior) une las dos zonas occi-
pitales e interviene de forma muy directa en el proceso de binocularización y en el
análisis de la información visual. Percibimos una imagen con cada ojo y el cerebro
tiene que integrarlas, unificarlas, fusionarlas y construir una unidad, una sola ima-
gen.
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Hemos visto que las vías visuales se cruzan en varios niveles (quiasma óptico),
pero el Cuerpo Calloso es el responsable de la integración superior de la informa-
ción visual. El Cuerpo Calloso, conectando las dos áreas occipitales, cumple dos
funciones importantes:
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Ya hemos dicho que una imagen adquiere significado completo cuando la interpre-
tamos dentro de su contexto y eso requiere la participación de ambos hemisferios.
Si sólo utilizamos las áreas occipitales del hemisferio derecho, captaremos la glo-
balidad y el contexto, pero no percibiremos el detalle de los estímulos.
También hemos visto el papel funcional del Cuerpo Calloso en los estudios que
realizó Roger Sperry. En el caso del cerebro dividido, si mostramos estímulos vi-
suales en un solo campo visual, los estímulos sólo se proyectarán en el hemisferio
contralateral. La falta de función del Cuerpo Calloso impide que la información
pueda llegar al otro hemisferio.
En condiciones normales, el cerebro tiene que funcionar como una unidad integra-
da, de modo que cualquier alteración patológica o funcional de la visión que com-
prometa la relación interhemisférica, como las disfunciones binoculares, puede
fragmentar la información audiovisual y producir alteraciones de la lectoescritura y
del aprendizaje en general.
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Para construir imágenes con profundidad del campo, necesitamos pasar las imáge-
nes bidimensionales a tridimensionales, gracias a los mfcanismos de integración
interhemisférica, porque la retina es una estructura bidimensional y no puede ela-
borar imágenes tridimensionales por sí misma.
Cuando las imágenes procedentes de ambos ojos no son muy similares, aparece la
supresión de una de ellas como mecanismo de defensa. Si son suficientemente
similares, el cerebro sintetiza una imagen única que es tridimensional, cualidad
fundamental para percibir correctamente el espacio, el relieve de la figura sobre el
fondo y la distancia que existe entre los objetos.
Los niños de cinco o seis años que tienen problemas de estereopsis son incapaces
de coger una pelota al vuelo, bajar unas escaleras corriendo o saltar sin miedo des-
de escasa altura y, cuando son más mayores, son incapaces de dibujar con perspec-
tiva y profundidad.
e
Podemos resumir diciendo q u las funciones más importantes del tercio posterior
del Cuerpo Calloso tienen una relación muy directa con la visión y son:
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Cada uno de los dos hemisferios accede sólo a una parte de dicha información y, en
estas condiciones, la lectura se convierte en una decodificación excesivamente
analítica o excesivamente global: Esta es una característica que puede permitir a los
maestros descubrir que el niño que presenta esta sintomatología, más que un pro-
blema primario de lectura, probablemente padece un trastorno de la función visual
o del Cuerpo Calloso.
Y no olvidemos que todas las áreas del cerebro están comunicadas entre sí y que
todos los sentidos, y por supuesto la visión también, debemos entenderlos íntima-
mente relacionados con el equilibrio, la función del cerebelo, el tacto, las sensa-
ciones propioceptivas, el esquema corporal y las distintas áreas de integración de
cada hemisferio.
Eso explica la existencia de diferentes tipos de agnosias visuales, que son una alte-
ración del reconocimiento visual de los objetos en personas que conservan la agu-
deza visual, los campos visuales, las funciones de rastreo visual, la función lin-
güística y las funciones mentales superiores.
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que ocupan los objetos en el espacio y si se mueven o no y la vía baja o vía del
What, que conecta el lóbulo occipital con el lóbulo temporal, que interviene en el
análisis de las formas.
,En los casos de alexia agnósica, alexia pura o alexia sin agrafia que afectan al
adulto, la causa estriba en la falta de reconocimiento visual de las letras, sílabas o
palabras debido a la lesión (ictus, traumatismo, etc.) del tercio posterior del Cuer-
po Calloso. El paciente no las reconoce de forma visual, pero las puede reconocer
por vía táctil. Eso explica que no pueda leer y, en cambio, pueda escribir, porque
en su, memoria interior posee los grafogramas de cada letra, pero no los puede
comparar con lo que percibe cuando lee.
Si la lesión se produce en las fibras de conexión de las zonas visuales del hemisfe-
rio derecho con la zona del lenguaje del hemisferio izquierdo, cuando pedimos al
paciente que clasifique piezas de colores (bloques lógicos), el agnósico cromático
puede agruparlos bien porque percibe los colores, pero no los reconoce, y el
acromatópsico no puede clasificar las piezas por colores porque no los percibe.
Pues bien, en la práctica clínica, nos encontramos con muchos niños que presentan
trastornos del aprendizaje instrumental, que muestran signos de este tipo, aunque
menos marcados o menos intensos, que son debidos a una inmadurez, una disfun-
ción o una falta de suficiente permeabilización y mielinización de estas vías.
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zando la línea media. La lectura, desde el punto de vista motor, requiere una elabo-
ración interhemisférica para que el movimiento visual de izquierda a derecha sea
·uniforme, para que el campo de visión central esté totalmente unificado.
Cuando un niño tiene dificultades para cruzar la línea media, se presenta un con-
flicto de percepción e integración entre los dos hemisferios cerebrales que produce
saltos de los ojos al cruzar la línea media, con muchas repercusiones al leer y escri-
bir. Hemos de tener en cuenta que la lectura se realiza precisamente en la zona
central del campo visual, en la línea media y, si el campo central no está unificado,
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Los niños con tendencia a realizar un trabajo monocular porque padecen una am-
bliopía (ojo vago) o anulan un ojo en visión próxima suelen inclinar mucho el pa-
pel o las líneas al escribir, porque la horizontalidad de las líneas al escribir depende
directamente del nivel de desarrollo del esquema corporal y de una función binocu-
lar equilibrada.
Cuando leemos con los dos ojos, la información visual se convierte en lógica y
lineal en el hemisferio izquierdo, mientras que el hemisferio derecho integra todo
el flujo de palabras y las convierte en conceptos comprensibles.
Como hemos dicho, en el hemisferio izquierdo, decodificamos los datos, las cifras,
las letras, las sílabas y las palabras, pero el verdadero significado depende del con-
texto en el que se encuentre cada uno de los elementos y eso es tarea del hemisferio
derecho. Así que para que la lectura sea comprensiva, es fundamental contar con
un sistema visual bien organizado y conectado a las áreas de asociación y decodifi-
cación.
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Algunos niños que tiene problemas visuales y tienen que realizar grandes esfuerzos
para obtener la información visual de la lectura se ven obligados a inhibir la infor-
mación que les llega por vía auditiva y, aunque estén leyendo en voz alta, no se
oyen a sí mismos porque el cerebro inhibe la ruta audio-verbal. Hacen algo pareci-
do a la persona que está conduciendo y necesita disminuir el volumen de la radio
del coche para leer el cartel de la autopista o para aparcar, algo que no debería ser
necesario.
Lógicamente, en estas condiciones, además del gran esfuerzo que significa leer, el
niño no obtiene el refuerzo de la información verbal y el nivel de compresión lecto-
ra decae.
Gracias al cerebro visual, podemos construir una imagen mental de los objetos. La
palabra imaginar viene precisamente del concepto de imagen. Imaginar es construir
imágenes mentales a partir de la experiencia perceptiva y de la memoria.
Está claro que, desde el punto de vista neurológico, la realidad no es la misma para
todos y, como consecuencia, a nivel psicológico y pedagógico tampoco. Lo prime-
ro que hacemos con las percepciones es descomponerlas y después recomponerlas
de nuevo. Es algo parecido a lo que debemos hacer con los alimentos, descompo-
nerlos en sus principios inmediatos para utilizar los elementos básicos y construir
nuestros tejidos.
Pensemos que, si nos injertan un trozo de músculo de una vaca en un brazo, nues-
tro organismo lo rechaza, mientras que, si nos comemos un filete, no. Eso es así
porque el sistema digestivo y el metabolismo se encargan de desmenuzar la carne
hasta llegar a los componentes básicos (carbono, oxígeno, nitrógeno, iones, ami-
noácidos, etc.), que ya no tienen valor ni capacidad antigénica.
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Fig. 9: En este esquema, se explica la correlación que existe entre la maduración del siste-
ma visual, el desarrollo psicomotriz y la evolución del cerebro visual. Las percepciones y el
aprendizaje están íntimamente vinculados al movimiento.
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Los niños son muy sensibles a la información, sobre todo la audiovisual, porque el
Sistema Nervioso acaba organizando todas las unidades perceptivas discriminadas
alrededor de dos puntos de referencia básicos: La imagen del objeto (forma, tama-
ño y color) y el sonido que emite el objeto en cuestión o la palabra que lo represen-
ta. Por este motivo, desde el punto de vista pedagógico, es tan importante conside-
rar el valor que tiene proporcionar al niño la posibilidad de moverse y una infonna-
ción lo más completa posible, con el fin de activar al mismo tiempo los dos hemis-
ferios y el Sistema Límbico.
Y el tacto, que aporta datos volumétricos antes de que la visión sea tri-
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Más tarde, a medida que desarrolla su vocabulario, empieza a utilizar palabras rela-
cionadas con las imágenes mentales que es capaz de construir y evocar, al mismo
tiempo que sigue ampliando el lenguaje que deriva de las percepciones (arriba y
abajo, delante y detrás, dentro y fuera, alrededor de, cerca y lejos, etc.)
Por tanto, existe una íntima relación entre las habilidades audioverbales dependien-
tes del hemisferio izquierdo y las imágenes de representación mental que compone
en el hemisferio derecho.
Gracias a la capacidad de imaginar algo que no está viendo en ese momento (lo que
en psicología se h a dado en llamar la persistencia del objeto permanente), el niño
llega a construir imágenes mentales que se basan en toda la experiencia perceptiva
previa y en la mielinización de las vías implicadas.
L a capacidad para elaborar imágenes varía con el desarrollo y con la edad de modo
que la imagen mental de una naranja no es la misma para u n bebé de ocho meses
que para un niño de cuatro años o para u n adulto.
Primero, las imágenes mentales hacen de soporte de la capacidad que tiene el niño
para dibujar. Después, el dibujo le ayuda a construir imágenes más complejas y
más detalladas. N o concedemos al dibujo el valor que tiene. El papel que juega esta
capacidad de representación mental en el desarrollo y en el aprendizaje queda pa-
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Veremos más adelante que el dibujo es un instrumento tan válido como los núme-
ros y las letras para valorar el nivel de desarrollo de esta capacidad, para detectar
problemas funcionales que pueden interferir el aprendizaje y para preparar al sis-
tema para el aprendizaje de la lectura y la escritura.
Un ejemplo muy significativo del papel que juega el lóbulo occipital respecto al
lenguaje escrito es el de la lesión cerebral occipital que cursa con un cuadro de
alexia sin agrafia 13 • En este tipo de alteraciones, se comprueba que la onda P-300
de los potenciales evocados está ausente cuando se estudian eventos relacionados
con tareas de discriminación fonética, pero sí que se registra cuando el paciente
realiza tareas de discriminación gráfica.
Los objetos concretos y estáticos, como un vaso, una mesa o un plátano tienen una
representación mental muy clara, una especie de fotografía mental. Las palabras
silla, hamaca, sofá, taburete, descalzadora, butaca, mecedora, etc. tienen perfecto
sentido cuando tenemos una imagen mental distinta para cada una de ellas.
Cuando pensamos en verbos y acciones, como saltar, correr, comer o gritar evoca-
mos una especie de clips de video y, cuando pensamos en adjetivos, como triste,
alegre, melancólico, pensativo, etc., visualizamos escenas.
Inicialmente, para el niño pequeño, las palabras "agua" y "pan" representan todo lo
que bebe y come. Después, a medida que es capaz de imaginar la leche, los zumos,
las galletas, el chocolate, etc., va teniendo necesidad de ampliar el vocabulario para
poder expresar de forma más precisa lo que desea en cada momento.
La imagen visual actúa como soporte de las palabras y un vocabulario más extenso
requiere la capacidad para construir y evocar imágenes mentales más discrimina-
das. Así, por ejemplo, es más fácil entender las palabras parábola u órbita cuando
somos capaces de imaginarlas.
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