Citología y Bioquímica de Los Líquidos Biológicos
Citología y Bioquímica de Los Líquidos Biológicos
Citología y Bioquímica de Los Líquidos Biológicos
EN EL LABORATORIO CLÍNICO
Ed Cont Lab Clín; 28: 112- 135
Anna Merino .
Servicio de Bioquímica Clínica y Genética Molecular. Centro de Diagnóstico Biomédico. Hospital Clínic
de Barcelona.
INTRODUCCIÓN
Los líquidos serosos son líquidos corporales que derivan del plasma y se encuentran en
la cavidad pleural, pericárdica y peritoneal. Estas cavidades corporales están delimitadas
por una membrana serosa parietal y una visceral, que están constituidas por una capa
de tejido conjuntivo con numerosos capilares, vasos linfáticos y una capa superficial de
células mesoteliales. Los líquidos serosos son ultrafiltrados del plasma y se forman en la
abundante red capilar de la membrana serosa. Su formación es similar a la del líquido
extravascular en cualquier otra parte del organismo, y en ella intervienen la presión hi-
drostática, la presión coloidosmótica y la permeabilidad capilar. En condiciones norma-
les, hay una pequeña cantidad de líquido en cada una de estas cavidades corporales que
permite el movimiento de las vísceras en cada uno de estos espacios potenciales. Un sis-
tema complejo de dinámica de fluidos regula el volumen de líquido. Cuando se alteran
los mecanismos fisiológicos responsables de la formación o absorción del líquido seroso
se produce un aumento excesivo del mismo. De este modo el líquido se acumula cuando
aumenta la permeabilidad capilar, cuando aumenta la presión hidrostática, cuando dis-
minuye la presión coloidosmótica, o cuando se obstruye el drenaje linfático (Figura 1).
Los trasudados son líquidos no inflamatorios que se originan por alteración de factores
sistémicos que afectan a la formación o reabsorción del líquido (presión hidrostática o
coloidosmótica). Los exudados son líquidos inflamatorios cuya formación depende de
un aumento de la permeabilidad capilar debido a alteraciones que implican directamen-
te a estructuras de la superficie de determinadas cavidades corporales: mesotelio, vasos
linfáticos y capilares.
Debido a las características de la muestra, el estudio inicial de los líquidos serosos debe
realizarse de forma inmediata, por ello se estudiarán las magnitudes cuya medición
debe realizarse de modo urgente. Posteriormente el estudio del líquido podrá comple-
tarse con aquellas magnitudes que aporten nuevos datos que expliquen la etiología del
derrame.
LÍQUIDO PLEURAL
En condiciones normales, el espacio pleural contiene de 1 a 10 mL de fluido. Se conside-
ra patológico un volumen de líquido pleural que pueda ser detectado radiológicamente
(aproximadamente 100 mL). El derrame pleural se define como la acumulación patoló-
gica de líquido en el espacio pleural y es el resultado de un desequilibrio entre la for-
mación y la reabsorción de líquido a este nivel. La mayoría de las veces se produce por
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La obtención del espécimen para su estudio se realiza por toracocentesis. Mediante esta
técnica se obtiene líquido para estudio o para su evacuación con fines terapéuticos.
Una vez obtenido el espécimen se ha de separar de forma inmediata en diferentes tu-
bos para el recuento celular, estudio bioquímico, microbiológico y anatomopatológico,
siendo obligado que la alícuota destinada al estudio microbiológico se recoja en un
recipiente estéril. Para la medición del pH la muestra debe ser mantenida en condicio-
nes anaeróbicas y llegar al laboratorio en la misma jeringa de extracción. El estudio del
líquido debe realizarse lo antes posible, siendo recomendable analizarlo dentro de las
dos primeras horas después de su obtención.
El primer objetivo en el estudio del líquido pleural es diferenciar entre trasudado y
exudado.
El primer criterio que se siguió para la diferenciación fue el contenido de menos o más
de 3 gr/dl de proteínas en líquido. Con este criterio se clasificaban bien hasta el 90 % de
los derrames pleurales. Para mejorar la clasificación en 1972, el Dr. Light, utilizando las
concentraciones de lactato deshidrogenasa (LDH) y proteínas observó que podía clasi-
ficar correctamente el 99 % de todos los derrames en exudados o trasudados y postuló
los que se conocen como los criterios de Light. Si cumple estos criterios el derrame es
considerado como un exudado:
Existen otras sustancias que se han investigado posteriormente para intentar una sepa-
ración más exacta. Entre ellas se encuentran las magnitudes que aparecen en la Tabla 1.
Tabla 1: Criterios bioquímicos para diferenciar entre exudado y trasudado en líquido pleural.
Trasudado Exudado
< 2/3 valor superior del > 2/3 valor superior del
LDH líquido pleural
intervalo de referencia en suero intervalo de referencia en suero
Si el derrame pleural es un trasudado, no son necesarios otros estudios bioquímicos. Si, por
el contrario, el derrame pleural es un exudado, se debe investigar su etiología (Tablas 2 y
3). Para ello se estudiarán las siguientes magnitudes: aspecto del líquido, concentración de
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Turbidez Color
Quiloso Hemorrágico
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• Una concentración de α-amilasa en líquido pleural mayor que el límite superior del
intervalo de referencia en suero sugiere enfermedad pancreática, neoplasia o rotura
esofágica.
Paraneumónico complicado
Empiema
Tuberculosis
Neoplasias
Rotura esofágica
Artritis reumatoide
Acidosis sistémica
Hemotórax
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Las patologías más frecuentes que originan derrames trasudados y exudados se encuentran
en las Tablas 6 y 7.
Tabla 6: Causas de trasudados.
Frecuentes Poco frecuentes
Insuficiencia cardíaca congestiva Obstrucción de la Vena Cava Superior
Cirrosis Urinotórax
Síndrome Nefrótico Embolismo pulmonar
Diálisis peritoneal Sarcoidosis
Glomerulonefritis Hipoalbuminemia
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Líquido pericárdico
El pericardio es un saco fibroseroso que rodea completamente al corazón, separándolo de
los órganos y estructuras vecinos. El interés por las pericardiopatías viene exclusiva y fun-
damentalmente justificado por el severo compromiso hemodinámico de algunos cuadros
pericárdicos (taponamiento cardíaco, heridas pericárdicas, etc.), y de forma más secundaria,
por los problemas de diagnóstico diferencial que estas pericardiopatías plantean con otras
afecciones habitualmente tratadas en nuestro medio (infarto agudo de miocárdio (IAM),
tromboembolismo pulmonar (TEP), insuficiencia cardiaca crónica (ICC), etc.).
El pericardio está formado por dos capas, una visceral (también llamada epicardio) unida
estrechamente a la superficie del corazón, y una parietal separada de la anterior por un
estrecho espacio capilar que contiene entre 15 y 50 ml de líquido pericárdico. Este con-
tiene 138 ± 4 mmol/L de Sodio, 4,5 ±1 mmol/L de Potasio, 109 ± 5 mmol/L de Cloro, 25 ± 6
mmol/L de Bicarbonato, 3,1 ± 0.6 gr/dL de proteínas y un pH de 7,57 ± 0.11. La obtención
del espécimen para su estudio se realiza por pericardiocentesis, con aspiración del líquido
mediante una jeringa heparinizada y separación inmediata en diferentes tubos, tal como
se ha descrito previamente para el líquido pleural, siempre que el volumen del derrame lo
permita.
• Aspecto macroscópico del líquido (Tabla 2): El líquido pericárdico normal es trans-
parente y de color amarillo claro. Un aspecto hemorrágico sugiere cualquiera de las
siguientes etiologías: pericarditis hemorrágica idiopática, síndrome de Dressler, sín-
drome post pericardiectomía, pericarditis tuberculosa, artritis reumatoide, lupus erite-
matoso sistémico, carcinoma metastásico, pericarditis bacteriana, pericarditis urémica
y rotura de aneurisma.
Líquido ascítico
El peritoneo es una capa lisa formada por células mesoteliales, con una superficie similar a
la superficie cutánea (1,7 m2). Reviste la cavidad abdominal y se dobla sobre sí mismo para
cubrir las vísceras abdominales.
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En condiciones normales contiene menos de 50 ml. de líquido: estéril, amarillo claro, con las
siguientes características:
La obtención del espécimen para su estudio se realiza por paracentesis abdominal, y las
condiciones de recogida y transporte son las anteriormente citadas para el líquido pleural.
Aunque hace años el líquido ascítico se clasificaba como exudado si la concentración de pro-
teína era superior 25 g/L, numerosos estudios han demostrado que el concepto trasudado
versus exudado tiene poca utilidad.
Para obtener una buena relación coste – eficacia en el estudio del líquido ascítico, éste debe
realizarse en dos etapas: 1) estudio inicial, y 2) estudio adicional, basado en los resultados
del estudio inicial. Puesto que la mayoría de los especímenes proceden de pacientes con
ascitis cirrótica no complicada, el estudio adicional generalmente no es necesario..
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ren un aspecto lechoso. Un aspecto hemorrágico puede ser debido a punción trau-
mática, carcinoma hepatocelular o carcinomatosis peritoneal. Una coloración verdosa
puede observarse en los casos de patologías que impliquen contaminación biliar del
líquido.
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Para completar el diagnóstico etiológico del líquido ascítico son de utilidad otras pruebas
que pueden realizarse de forma diferida, entre las que se encuentran: tinción y cultivo de
micobacterias, concentración de triglicérido, concentración de bilirrubina en líquido ascítico
y suero y marcadores tumorales.
El análisis del LCR es fundamental para el diagnóstico de los procesos patológicos relacio-
nados con el encéfalo, la médula y las meninges, así como con los procesos hemorrágicos
producidos en las cavidades que los contienen.
Las meninges son tres membranas que cubren el Sistema Nervioso Central (Figura 2) y se
dividen en dos grupos:
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El LCR es producido por los plexos coroideos y reabsorbido por las vellosidades aracnoideas,
cualquier desequilibrio entre estas dos funciones origina graves patologías al paciente que
las padece.
El LCR está sometido a una presión media de 130 mm de H2O (equivalente a unos 10 mmHg),
aunque puede oscilar entre 50 y 180 en una persona sana. La presión asciende al toser, sen-
tarse, llorar, realizar esfuerzos, etc.
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LCR SUERO
Electrólitos:
Sodio 135-145 mEq/l 135-145
Potasio 2,6-3 mEq/l 3,5-5
Cloruros 118-130 mEq/l 96-104
Bicarbonato 20-25 mEq/l 21-26
Calcio 2,1-2,7 mEq/l 4,6-5-4
Magnesio 2,4-3 mEq/l 1,5-2,4
Lactato 10-22 mg/dl 3-7
Osmolalidad 280-295 mosm/l 280-295
pH y gases:
pH 7,28-7,32 7,35-7,40
pCO2 44-50 mm Hg 36-40
pO2 40-44 mm Hg 95-100
Otros constituyentes:
Amoniaco 50-100 µg/dl 100-200
Creatinina 0,5-1,2 µg/dl 0,5-1,2
Glucosa 50-80 mg/dl 70-110
Hierro 1-2 µg/dl 50-150
Fósforo 1,2-2 mg/dl 3-4,5
Urea 6-16 mg/dl 8-20
Acido úrico 0,5-3 mg/dl 2-8
Sin embargo el LCR, como consecuencia de diversas patologías, puede presentar otros as-
pectos cuando lo observamos en el recipiente de recolección. Estos aspectos podemos cata-
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Turbidez Color
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EXAMEN BIOQUÍMICO:
Glucosa: La glucosa penetra en el LCR desde el plasma por dos mecanismos distintos: difu-
sión pasiva y transporte activo. La concentración de glucosa en el LCR de los adultos sanos
es aproximadamente el 60-70 % de la concentración sérica, esto equivale a 50-80 mg/dl.
Debido a esta estrecha correlación con la glucemia, es conveniente medir ambas concentra-
ciones simultáneamente.
Proteínas: Las proteínas normalmente difunden desde el plasma al LCR a través de la ba-
rrera hematoencefálica y aunque la mayor parte de las proteínas séricas se hallan también
en el LCR, incluyendo el fibrinógeno y lipoproteinas en concentraciones bajas, la proteína
con mayor presencia en LCR es la albúmina. La concentración de proteínas en el LCR varía
ligeramente con la edad, aunque durante el período neonatal la concentración es mucho
mayor (30-140 mg/dl), en el adulto joven desciende su concentración hasta 15-45 mg/dl.
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Enzimas: En el LCR se han medido muchas enzimas diferentes, aunque solo la LDH y la ADA
son clínicamente útiles en la actualidad.
La realización de una citocentrífuga para el análisis citológico de los líquidos biológicos está
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indicada cuando el recuento celular en líquido ascítico o pleural supere la cifra de 250 cé-
lulas / mm3. En el LCR, la citocentrífuga estará indicada cuando la cifra de células sea igual
o superior a 10 / µL. En la Tabla 10 se muestran los intervalos de referencia de los recuen-
tos diferenciales leucocitarios normales en LCR.
Tabla 10: Intervalos de referencia para el recuento celular y diferencial leucocitario en LCR
(Clinical and Laboratory Standards Institute, 2006).
A continuación se describen las características morfológicas de las células normales que pue-
den observarse al analizar los líquidos serosos.
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• Forma redondeada.
• Tamaño variable ente 10 y 30 μ con moderada-baja relación núcleo-citoplasma, núcleo
central o ligeramente excéntrico de contorno redondeado, y cromatina poco conden-
sada.
• El citoplasma es amplio y basófilo.
• Suelen mostrar poca cohesión y en ocasiones pueden observarse algunas figuras mi-
tóticas, sin que su presencia signifique malignidad. Las mitosis son más frecuentes
acompañando a células mesoteliales de aspecto reactivo.
• La presencia de vacuolas en el citoplasma constituye un signo de degeneración precoz.
En estos casos, en ocasiones puede resultar difícil su diferenciación con un macrófago.
Las células mesoteliales pueden verse en los líquidos pleural, ascítico y pericárdico, y su mor-
fología muestra una cierta heterogeneidad. Pueden verse aisladas o formando algún agre-
gado. Suelen descamarse hacia los líquidos serosos sin que su presencia indique algún tipo
de patología. Como veremos más adelante en procesos reactivos su morfología es diferente
respecto a las células mesoteliales normales, y pueden ser fagocíticas.
El denominado sistema mononuclear fagocítico (SMF) está constituido por las células pre-
cursoras monocíticas de la médula ósea, los monocitos circulantes en sangre periférica y los
histiocitos de los tejidos. Su principal labor es la eliminación, por fagocitosis, de aquellas sus-
tancias que son extrañas al organismo. Además, intervienen en otras funciones de defensa a
través de una modulación de la respuesta inmune, o citotoxicidad mediada por anticuerpos.
Los monocitos, a nivel de los tejidos, se diferencian a macrófagos e histiocitos.
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1.-PROCESOS INFLAMATORIOS:
Diferentes procesos inflamatorios agudos o crónicos pueden afectar las cavidades serosas y
ser una causa de derrame, frecuentemente exudados y, por tanto, con un elevado conteni-
do celular.
Las células que predominan en los procesos inflamatorios agudos, causados generalmente
por bacterias piógenas, son los polimorfonucleares neutrófilos (> 50 %) como ocurre en los
derrames asociados a neumonías bacterianas. En los procesos inflamatorios crónicos predo-
minan los linfocitos.
Las células que predominan en los derrames por tuberculosis son los linfocitos ( > 50 %)
junto a algunas células mesoteliales.
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Figura 5: Célula mesotelial reactiva de gran tamaño, y con cuatro núcleos en un líquido ascítico.
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Los tumores metastásicos son una causa frecuente de derrame. El mecanismo de ellos se
debe a la obstrucción de los vasos linfáticos de drenaje provocada por las metástasis gan-
glionares.
En los derrames pleurales las células neoplásicas más frecuentes que pueden observarse son
las de pulmón y mama. En los derrames peritoneales las células tumorales que predominan
son las que corresponden a neoplasias del tracto gastrointestinal y ovario.
Las células tumorales presentan características típicas de malignidad (Figuras 6 y 7), que se
enumeran a continuación:
• Tendencia a agruparse y formar “nidos celulares”.
• El citoplasma de las células neoplásicas suele confluir, es lo que se denomina “tenden-
cia del citoplasma celular a constituir sincitio”.
• Pleomorfismo celular con predominio de células de muy gran tamaño.
• Relación núcleo/citoplasma aumentada.
• Con frecuencia binucleadas o multinucleadas
• Núcleo de cromatina laxa e inmadura con presencia de nucleolos marcadamente visi-
bles.
• Intensa basofilia citoplasmática.
• Contenido de vacuolas en uno de los polos del citoplasma.
• Canibalismo de las células neoplásicas: facilidad para fagocitar otras células también
neoplásicas.
• Presencia de mitosis anómalas.
b) Neoplasias hematológicas
Las neoplasias hematológicas también pueden infiltrar a los diferentes líquidos biológi-
cos, por lo que se deben tener en cuenta determinadas características morfológicas de las
células atípicas (Figura 7) para saber diferenciarlas de las células normales, y de las células
derivadas de otras neoplasias no hematológicas.
Actualmente se dispone de una tecnología, la citometría de flujo, mediante la que a través
de determinadas combinaciones con anticuerpos monoclonales es posible conocer la estirpe
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de las células proliferantes que infiltran el líquido (B, T, células plasmáticas atípicas, linfoma
de células grandes…). Las muestras de líquidos biológicos con su contenido celular constitu-
ye un material muy valioso para la orientación diagnóstica inicial, así como para su posterior
estudio inmunofenotípico.
No es infrecuente que acuda al Servicio de Urgencias de un Hospital un paciente afecto de
una neoplasia linfoide todavía no diagnosticada y con un derrame pleural o ascítico. La
exploración física puede poner de manifiesto la presencia de adenopatías o visceromega-
lias. En estos casos el recuento de la muestra pone de manifiesto su elevado contenido de
células, por lo que se procede a la realización de una citocentrífuga y examen microscópico
de las mismas.
Figura 7: Célula correspondiente a una neoplasia de ovario observada en líquido ascítico. Obsérvese el gran
tamaño y la presencia de vacuolas de gran diámetro, preferentemente localizadas en uno de los polos del
citoplasma (neoplasia secretora).
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Figura 8: Infiltración de un líquido pleural por un linfoma de Burkitt. Obsérvese que la celularidad
acompañante está constituida por linfocitos de aspecto maduro.
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