Directorio Nacional de Catequesis

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DIRECTORIO

NACIONAL
DE CATEQUESIS
NIHIL OBSTAT
Este Dicasterio ha examido detalladamente el “Directorio Nacional
de Catequesis de Ecuador” y ha consultado la Congregación para la
Doctrina de la fe en relación a los elementos de su competencia.
Ahora esta Congregación comunica que el mencionado Directorio se
considera un válido instrumento para promover y coordinar el minis-
terio catequístico en Ecuador. Por esto es aprobado.

Cardenal Darío Castrillón Hoyos


Prefecto de la Congregación para el Clero

Mons. Csaba Ternyák


S e c retario de la Congregación para el Clero

• TEXTO: Emisión Episcopal de Magisterio de la Iglesia


• DISEÑO GRÁFICO: Pop Design
• IMPRESIÓN: Gráficas Iberia
• DISTRIBUCIÓN:Librería de la Conferencia
Episcopal Ecuatoriana
Telf.: 2 554 672 - 2 509 609
Fax: (593-2) 2 551 763
E-mail: itepe@uio.satnet.net
Quito - Ecuador
Presentación
a Iglesia que peregrina en Ecuador frente a los desa-

L fíos de la Nueva Evangelización ha emprendido un pro-


ceso de renovación de la catequesis en sintonía con las
orientaciones dadas por el Directorio General para la Ca-
tequesis. Así trata de responder con eficacia evangélica a
los retos que la cultura adveniente presenta.
Dentro del Área de Magisterio de la CEE, el Programa de Ca-
tequesis entrega el presente Directorio Nacional de Cateque-
sis. Este documento fue elaborado por un grupo de exper-
tos que recogieron los criterios, experiencias y sugeren cias
dadas por los Directores Nacionales de catequesis. El primer
documento de trabajo fue examinado por la Asamblea Ple-
naria de Obispos que apro b a ron el documento con algunas
observaciones y sugerencias. Las observaciones fueron sis-
tematizadas por el Programa de Catequesis, y fuero n
presentadas al Consejo Permanente de la CEE. El Dire c t o-
rio Nacional de catequesis fue remitido a la Congregatio
Pro Clericis. En su contestación, esta Congregación dice:
"El mencionado Directorio se considera un válido instru-
mento para promover y coordinar el ministerio catequístico
en Ecuador. Conforme a los principios generales presentados
en el D.G.C., son rectamente presentadas la naturaleza y la
finalidad de la catequesis y se toman en la justa considera-
ción las condiciones religiosas, sociales y culturales de los
destinatarios. Por esto el mismo es aprobado."
El presente Directorio Nacional de Catequesis está en
línea de continuidad con el Directorio de 1981 y con las

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enseñanzas de "Opciones Pastorales" y "Líneas Pastora-
les". Además, actualiza los principios y normas orientado-
ras fundamentales de la pastoral catequística en el con-
texto de la "Globalización" y "Nueva Cultura". El Directo-
rio Nacional de Catequesis promueve la inculturación del
Evangelio, la promoción humana, la misión y la auténtica
liberación, la celebración gozosa de la fe en la comunidad
cristiana que crece y se consolida por el anuncio y la pra-
xis de la Palabra Liberadora.
Este Directorio Nacional de Catequesis se propone ayudar
a los catequistas en su formación, y en la aplicación de su
ministerio catequístico, que mira a la formación integral
de las personas, a la educación en la fe, al fortalecimien-
to de la comunión eclesial, al crecimiento de la comuni-
dad cristiana, y a la eficaz construcción y extensión del
Reino de Dios.
Invitamos a todos los catequistas y a los Dire c t o res Dioce-
sanos a estudiar y profundizar este material que será de
gran provecho para la formación y consolidación de la vida
cristiana de todos los evangelizadores y educadores en la fe.
Que La Santísima Virgen María, la Hija predilecta de Dios
Padre acompañe y guíe nuestro caminar eclesial a la ca-
sa del Padre.

Mons. José Mario Ruiz Navas


Presidente en la Comisión
de Magisterio de la Iglesia de la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana

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Introducción
a Catequesis en El Ecuador, ha sido y sigue siendo la

L tarea prioritaria, asumida con gozo y entusiasmo, en


todos los sectores de la Iglesia Católica.
A ella han dedicado sus mejores iniciativas y energías
Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Religiosas y Seglares,
ofreciéndose como catequistas o elaborando material
didáctico que ha facilitado enormemente esta acción
evangelizadora.
Por eso, la Jerarquía, en sintonía con el Magisterio
Universal, siempre ha estado promoviendo, animando y
estimulando la labor catequística en los Agentes de
Pastoral y en todo el Pueblo de Dios, en todo tiempo y
circunstancia.
Para orientar esta labor se ha elaborado este Directorio
que, partiendo de una visión pastoral de la realidad nacio-
nal trata de responder a algunos interrogantes que
conviene tener siempre presente: ¿Para qué catequizar?
¿Cómo catequizar? ¿A quiénes catequizar? ¿Dónde y
cuándo catequizar?
Unos principios teológico-pastorales de caracter funda-
mental, un itinerario catequístico que toma en cuenta a
niños jóvenes y adultos, la pedagogía y metodología
propia de la catequesis y la organización de la catequesis
tanto a nivel nacional como diocesano, constituyen los
ejes de este Directorio Nacional de Catequesis.
En el Directorio Nacional de Catequesis se encuentran
orientaciones no solo para la catequesis sino también,

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para la elaboración de los Directorios diocesanos y sobre
todo, para la elaboración de los textos para la catequesis
a fin de mantener la necesaria unidad en la entrega del
Mensaje. De esta manera el Directorio se propone no
solamente actualizar sino dinamizar y hacer fecunda la
catequesis.
Manteniendo los puntos centrales de Catechesi tradendae
que inspiró el primer Directorio y siguiendo muy de cerca
el Directorio General, en el Directorio Nacional de Cate-
quesis se toman muy en cuenta las Orientaciones y
Normas de Opciones Pastorales y Líneas Pastorales para
la Evangelización en El Ecuador, documentos que guían
la acción pastoral de nuestra Iglesia.
Confiamos que este instrumento al servicio de la cateque-
sis en El Ecuador sea bien acogido, bien utilizado y bien
fecundo en realizaciones y frutos.

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Siglas
CAT Catecismo de la Iglesia Católica.
CIC Código de Derecho Canónico.
CT Catechesi Tradendae.
DCG Directorio Catequético General, Roma, 1998.
DNC Directorio Nacional de Catequesis, Quito, 1981.
DV Constitución Dogmática sobre la Divina Revela-
ción. Vaticano II.
EN Evangeli Nuntiandi.

GS Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo


actual.

LP Líneas Pastorales. Documento de aplicación de Santo


Domingo a la Iglesia en el Ecuador, Quito, 1994.

OP Opciones Pastorales. Documento de apliación de


Puebla a la Iglesia en el Ecuador, Quito, 1980.

P CELAM, Documento de Puebla, III Conferencia Ge-


neral del Episcopado Latinoamericano,
SC Constitución Dogmática sobre la sagrada liturgia.
SD CELAM, Documento de Santo Domingo, IV Confe-
rencia General del Episcopado Latinoamericano,
Santo Domingo, 1992.
SSLC Segunda Semana Latinoamericana de Catequesis.
Caracas 1996.

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VISIÓN
PASTORAL
DE LA
REALIDAD
ECUATORIANA
a Catequesis se realiza en un mundo concreto y con personas

L c o n c retas. La Iglesia y, con ella, los catequistas deben leer en


el libro de la vida los signos de los tiempos, e interpretarlos a
la luz de la Palabra de Dios y de la Doctrina Social de la Iglesia. Así,
se imita a Jesucristo, catequista por excelencia, el Hijo de Dios en-
carnado en una realidad cultural, social, política, económica, re l i-
giosa concreta. Como Jesús, el catequista ha de encarnarse en la
realidad en la que vive y actúa para conocerla y transformarla.

1. REALIDAD CULTURAL

El Ecuador es un país pluriétnico y pluricultural. Su geografía,


su historia y sus gentes tienen rasgos comunes y diversos.
La diversidad geográfica no influye únicamente en la produc-
ción agrícola ni significa solo diversidad de paisajes. Influye, so-
bre todo, en la sicología de los habitantes. La sierra, la costa, el
oriente amazónico y las islas marcan con rasgos propios a quie-
nes las habitan.
La historia del Ecuador es, como la de todos los pueblos, muy
compleja. Cada etapa histórica va creando una sociedad parti-
cular; somos herederos de épocas pasadas: pueblos primitivos,
dominación incásica, conquista y colonia española, indepen-
dencia y república. Una historia influenciada por el mundo que
la rodea en cada momento.
La diversidad social y cultural son factores predominantes en
la nación ecuatoriana. Los pueblos aborígenes, los conquista-
dores, colonos europeos y los negros arrancados de Africa ca-
minan lentamente al mestizaje. Los pueblos indios y afroecua-
torianos, marginados por años, van haciéndose presentes con
mayor fuerza en la sociedad ecuatoriana.
En ciertos grupos aún se mantiene un racismo latente,
ifícil de extirpar; y aparecen otras formas de dividir a la población,
fundamentadas en el poder económico y político.

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La lengua común es el español. Esta unidad se ve disminuída
por la dificultad de una buena parte de la población ecuatoria-
na indígena de expresar con fidelidad sus sentimientos e ideas
en esa lengua común.
El español sirve al indígena, sobre todo, para el intercambio
económico. Su lengua propia no es aún suficientemente apre-
ciada y ha perdido pureza al contacto con la lengua predomi-
nante.
Junto a la lengua y a la historia, la religión católica es princi-
pio de unidad; la gran mayoría de los ecuatorianos son bauti-
zados en la Iglesia católica. La invasión de nuevos movimientos
religiosos de la más diversa especie, disminuye y, a veces, rom-
pe esta unidad.

Reconocer la presencia del Espíritu en las diferentes cul-


turas; es decir, evangelizar desde la cultura, asumiendo
la diversidad simbólica, musical, litúrgica, como riqueza
y no como obstáculo para la evangelización.
Crear instrumentos de catequesis que se adapten a la
realidad de los sujetos: campesinos o urbanos; de costa,
sierra o amazonía; indígenas; negros o mestizos.
Cultivar desde la catequesis elementos que configuren
la identidad nacional (regional, local, étnica), con un
profundo sentido de comunión y respeto hacia la diver-
sidad.

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2. REALIDAD SOCIAL

La familia, célula y fundamento de la sociedad, se mantiene co-


mo tal en Ecuador. En general, la familia se inscribe en el mode-
lo inspirado en el Evangelio y propio de la naturaleza humana.
Varios factores, sin embargo, inciden negativamente sobre esta
institución fundamental: factores tradicionales como ciertas
formas de poligamia, de matriarcado en la costa y de machis-
mo generalizado; y nuevos, como el creciente número de divor-
cios, la no valoración de la fecundidad matrimonial (anticon-
cepción), elementos atribuidos a la cultura adveniente y secu-
larista, fuertemente promocionada por los medios de comuni-
cación social.
Comienzan a aparecer nuevas corrientes, derivadas de tenden-
cias existentes en pueblos nórdicos, que pretenden poner al la-
do del modelo de familia, acorde con la naturaleza (padres, ma-
dre e hijos), modelos nuevos del todo opuestos a la ley natural,
como serían los “hogares” formados por homosexuales.
La participación social se ha manifestado, tradicionalmente, a tra-
vés de los partidos políticos y del populismo. Desde hace poco in-
tentan intervenir los llamados “movimientos sociales”, pero con
poca claridad en su constitución y de su misión en la sociedad.
Se ha pasado de la antigua forma de estructuración de la so-
ciedad (aristocracia, burguesía y plebe) a otras formas, funda-
mentadas en el poder económico. En un extremo está un gru-
po social, formado por pocos muy ricos y, en el otro, un exten-
so estrato social pobre, caracterizado por un fuerte movimien-
to migratorio, que vive en la pobreza y, muchos, en la miseria.
En el centro, una clase media cada vez más débil y reducida.
Esta estructuración no favorece la participación de los ciuda-
danos en la vida política, económica y cultural.
La presencia de numerosas instituciones llamadas ONGs (Or-
ganizaciones no Gubernamentales) revela cierta vitalidad social

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y la incursión del sector privado en lo que antes era casi mono-
polio del Estado: la promoción del desarrollo y de la asistencia
social. No siempre estas ONGs llenan las expectativas de la
gente, pues algunas resultan ser una forma de vida para sus
promotores.
La corrupción ha existido siempre en la esfera privada y públi-
ca, pero en los últimos años se ha acentuado de manera tal que
se ha constituido en un cáncer difícil de extirpar. Se manifies-
ta de modo particular en la contratación pública en forma de
coimas, en el uso deshonesto de los recursos del Estado, en su
apropiación, en la evasión de impuestos y en una administra-
ción de justicia alejada de las normas de equidad.
Para algunos, la ética ha pasado de ser la norma moral supe-
rior que rige las relaciones sociales a ser dependiente de la eco-
nomía. El lucro es el valor supremo.

Hacer una catequesis con mayor participación familiar y


tratar de fortalecer los valores profundos de nuestras
familias.
Realizar con los catequizandos, desde temprana edad,
encuentros con otros grupos para que se descubra la
importancia de formar el tejido social y eclesial, como
fuerza transformadora.
Realizar una catequesis oportuna para catequizandos
con características migrantes.

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3. REALIDAD POLÍTICA

Desde 1979, los ecuatorianos vivimos en un estado de Dere c h o ,


en el que se respetan las libertades públicas de pensamiento,
conciencia, sufragio y prensa.
La participación es la prueba de la democracia. Teóricamente,
todos los ecuatorianos podemos y estamos llamados a partici-
par en la vida pública. No siempre se cumple esto, a causa de
la presión que ejercen grupos de poder en la política y la eco-
nomía.
Con el ocaso de los partidos políticos, tradicionales conservador,
liberal y socialista, han aparecido nuevos partidos políticos que
tratan de ocupar un espacio. Grave mal es la multiplicación de los
partidos políticos, empeñados en ocupar el mismo espacio y
c reando confusión e indiferentismo en el pueblo frente a su com-
promiso auténticamente político (el bien común).
El populismo es un fenómeno político de larga tradición en
Ecuador; está aún muy arraigado y se presenta con diversos
nombres, disfrazado de partido político y de movimiento social.
Merecen especial atención el deterioro de los partidos políticos
y la tendencia de los laicos católicos a no intervenir en ellos,
prefiriendo funciones meramente intraeclesiales.

O f recer formación socio política, para que las personas


sean militantes en la sociedad civil y asuman su participa-
ción como una responsabilidad histórica.

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Formar políticamente al pueblo, para que sepa discernir y
escoger apropiadamente en las elecciones a los mejores
candidatos, sin caer en el espejismo de la demagogia.
Cultivar en las personas el sentido de participación, ejerci-
tándose en la familia y en los pequeños grupos.

4. REALIDAD ECONÓMICA

El fenómeno más sobresaliente y preocupante es el hecho de


que una gran mayoría de ecuatorianos vive en la pobreza y aún
en situación de extrema pobreza (miseria).
La pobreza actual es diversa a la de los años de la revolución
industrial. Afecta sobre todo a los “no productivos”: niños, mu-
jeres, ancianos, discapacitados.
Tres factores contribuyen al nacimiento de la nueva pobreza: la
crisis del Estado de bienestar, la crisis de la economía y la cri-
sis de los valores.
Al desaparecer el Estado de bienestar, la asistencia y el seguro
social se vuelven insuficientes y miles de personas quedan al
margen, o reciben servicios del todo insuficientes.
La crisis económica fomentada por la economía de mercado y el
crecimiento de la deuda externa concurren, en diverso grado, a
agravar el sistema social caracterizado por el desempleo y la
inseguridad laboral.
La crisis de valores da lugar a la anti-ciudad con sus áreas de
exclusión, prostitución, droga y criminalidad.
Con la caída del muro de Berlín, desaparece del escenario la
fórmula marxista y queda solo el capitalismo que intenta una

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nueva fórmula económica: el neoliberalismo. Lamentablemen-
te, este modelo no logra superar el creciente abismo entre un
grupo minoritario que se torna cada vez más rico, mientras mu-
chos son cada vez más pobres.
La realidad económica debe situarse en un nuevo contexto: el
mundo se presenta como aldea global. Nadie puede intentar vi-
vir fuera de ella.

Es necesario analizar la realidad económica con seriedad


científica, a la luz del Evangelio de la fraternidad y de la
Doctrina Social de la Iglesia.
Los cristianos deberán comprometerse en formas sociales
y económicas que hagan posible una economía de
solidaridad.
El verdadero desarrollo socio-económico debe tener
como centro la persona humana.
La economía está sujeta a la ética y no la ética a la economía.

5. REALIDAD RELIGIOSA
En la actualidad se destaca una situación de pluralismo religio-
so que tiene diversas expresiones en los distintos estratos que
conforman la sociedad ecuatoriana. Así, los campesinos, los

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grupos étnicos, las poblaciones populares urbanas han ido
abandonando los comportamientos rurales, los intelectuales se
encuentran fuertemente marcados por una cultura seculariza-
da, los empresarios y los grupos sociales más acomodados tien-
den a estar más apegados a las tradiciones.
Avanza el secularismo, que aleja de Dios cada vez más a la per-
sona, suscita una actitud de fuga frente al Creador y, en mu-
chos casos, cuestiona hasta la propia esencia del ser humano.
El ser humano de hoy pareciera no contar con Dios a la hora
de pensar y tomar decisiones: en la familia, en el trabajo, en el
ejercicio de la profesión, en la elaboración de nuevas leyes, en
el comercio, en el arte, en la vida cotidiana.
Asistimos a un auge del fenómeno de la religiosidad, en donde
predomina una búsqueda de lo trascendente, en sus múltiples
y variadas expresiones, con un talante individualista, cósmico
y masivo. Esta verdadera ansia por lo religioso ha generado un
supermercado de oferta religiosa en la sociedad que va más allá
de las religiones tradicionales e históricas, ya que constante-
mente surgen nuevos movimientos religiosos y sectas. De algu-
na manera se quiere dar respuesta a la necesidad que tienen
las personas de sentirse acogidas en el seno de un pequeño
grupo en medio del anonimato urbano.
Lo religioso, en sus diversas expresiones, se relega cada vez
más a lo privado y al terreno de lo personal. En contraste con
las décadas de los sesenta y setenta, el compromiso social reli-
gioso va perdiendo fuerza porque lo público ha perdido credibi-
lidad y produce un repliegue del individuo sobre sí mismo en la
búsqueda de la armonía personal.
El fenómeno de la New Age se extiende cada día más. Esta
“nueva religión”, “nueva espiritualidad” o “nuevo paradigma”
sin Dios atrae indiscriminadamente a muchas personas. Se
presenta como una religión planetaria que pretende dar res-
puesta de manera integral a los diversos enigmas humanos (vi-
da, dolor, convivencia, muerte y vida futura) promoviendo una
vivencia religiosa cósmica de bienestar personal sin Dios.

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La creciente urbanización y los efectos de la globalización difi-
cultan la comprensión de la unidad parroquial en términos de
límites territoriales. Lo que explica la creciente adhesión a los
movimientos como punto de referencia eclesial, pero no siem-
pre en comunión con las Iglesias Particulares.
El número de cristianos sin Iglesia (indiferentes) va creciendo, es-
pecialmente entre los jóvenes. Más aún, para muchas personas la
p ropia Iglesia es entendida como un punto de referencia más que
de pertenencia, ya que no se sienten totalmente identificadas con
ella, con su misión, con su ética ni con sus declaraciones oficiales.
Sin embargo, la religiosidad popular sigue siendo la caracterís-
tica predominante en nuestro pueblo, con sus variadas expre-
siones personales, comunitarias y masivas (peregrinaciones,
visitas a los santuarios, preferentemente a los marianos, devo-
ciones, sacramentales).
Las expresiones de piedad popular son numerosas y ricas. De
hecho, pueden ser oportunidad para que los fieles
encuentren a Cristo Viviente. Es urgente realizar, en las mani-
festaciones de la religiosidad popular, un proceso de discerni-
miento, a fin de purificarlas de elementos incompatibles con la
fe católica y para descubrir verdaderos valores evangélicos que
pueden ser enriquecidos con la genuina doctrina católica, de
modo que esta religiosidad lleve a un compromiso sincero de
conversión y a una experiencia concreta de caridad.
Actualmente son muchos los factores que amenazan la solidez
de la institución familiar y que son, a la vez, grandes desafíos
para los cristianos. Entre ellos, podemos mencionar el aumen-
to de divorcios, la difusión del aborto, del infanticidio y de la
mentalidad contraceptiva.
La formación cristiana impartida por los padres de familia des-
de la más tierna infancia se ve reforzada por medio de su testi-
monio de vida cristiana. En un ambiente familiar en donde se
vive el amor, el respeto, la práctica de la oración, no será difícil
que los hijos sepan descubrir su vocación al servicio de la co-
munidad y de la Iglesia.

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La presencia de los laicos en la acción evangelizadora de la Igle-
sia es cada vez mayor. Los espacios en los que los laicos reali-
zan su vocación son dos. El primero, y más propio de su con-
dición laical, es el de las realidades temporales, que están lla-
mados a ordenar según la voluntad de Dios. El otro, en el que
muchos fieles laicos están llamados a trabajar y que puede lla-
marse “intraeclesial” orientado a la construcción de la comuni-
dad eclesial, como ministros de la Palabra, ministros extraordi-
narios de la Eucaristía, catequistas, animadores de comuni-
dad, visitadores de enfermos, etc.
La Iglesia sigue siendo la Institución pública con mayor credi-
bilidad. Por su participación activa y protagónica en la promo-
ción y defensa de los derechos humanos, por su mediación y
participación para solucionar los problemas sociales, por su
participación en la vida social, su palabra es escuchada con
respeto.

Propiciar con la catequesis el diálogo entre fe y cultura.


Dios está presente con su Espíritu en todas las culturas.
El mensaje de Jesús necesita encarnarse en una cultura
concreta para llegar a todas las personas de manera
auténtica y creíble.
Ayudar a las personas a suscitar una auténtica experien-
cia de Dios a partir del encuentro personal con Jesucristo
vivo, camino para la comunión, la conversión y la solidari-
dad y el diálogo con la cultura.
Orientar la catequesis en orden a la maduración de la fe de
las personas como un proceso integrador en el seno de una

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comunidad para vivir en ella la comunión, el servicio, el
anuncio y el testimonio.
Caminar hacia una catequesis más participativa y concien-
tizadora, en cuyo mensaje esté presente la lucha por la jus-
ticia, los anhelos de liberación y la opción preferencial por
los pobres, a la luz de la Enseñanza Social de la Iglesia.
Acompañar con la catequesis a las familias en su tarea na-
tural de ser educadoras de la fe, para que vivan y transmi-
tan a las nuevas generaciones la fe cristiana como un teso-
ro. Así, las familias católicas realizan el ideal al que están
llamadas por voluntad de Dios: convertirse en verdaderos
focos de evangelización.
Reconocer las tareas de los laicos a nivel intraeclesial, co-
mo ministros laicos, fundamentados en los sacramentos
del bautismo y la confirmación. Será necesario procurar
que el apostolado intraeclesial de los laicos coexista con la
actividad propia de los laicos, en la que no pueden ser su-
plidos por los sacerdotes: el ámbito de las realidades tem-
porales.

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LA CATEQUESIS
EN LA MISIÓN
EVANGE-
LIZADORA
DE LA IGLESIA
1. LA REVELACIÓN, LA
EVANGELIZACIÓN Y LA CATEQUESIS
a) La Revelación
“En diversas ocasiones y bajo diferentes formas, Dios habló
a nuestros padres, por medio de los profetas, hasta que en
estos días que son los últimos, nos habló a nosotros por me-
dio de su Hijo” (Heb 1,1-2).
El Vaticano II presenta la Revelación como el acto por el cual
Dios se manifiesta personalmente a los seres humanos. Dios
se muestra, en efecto, como alguien que quiere comunicarse
a sí mismo, haciendo a la persona humana partícipe de su
amor. (DCG 36).
La Iglesia está convencida de que su principal tarea es la co-
municación de la Buena Nueva de Dios a todas las personas.
La Iglesia sabe que sólo vive para comunicar el Evangelio a
todos los seres humanos, hombres y mujeres. “Por eso, va-
yan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bau-
tícenlos” (Mt 28,19).
Llamamos revelación a la comunicación del Padre al mundo,
para dar a conocer el Misterio de sí mismo y su designio de
salvación para todos los hombres: Dios revela la verdad so-
bre sí mismo y la verdad sobre el hombre. Por medio de su
revelación, el Padre nos manifiesta su amor y su miserico-
dia; nos señala la vocación a la que todos estamos llamados,
una vocación para la comunión con Él y con todos los seres
humanos; nos ofrece, como don de su bondad y de su amor,
la salvación y la liberación plenas y definitivas; nos invita a
la conversión y a la reconciliación.
El Padre se revela de muchas formas movido sólo por su ter-
nura hacia los seres humanos. Dios ha hablado bajo diferen-
tes formas a lo largo de la historia humana. Habló y habla a
través de la creación, sembrando huellas de sabiduría, belle-

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za, bondad y providencia. Ha hablado, a través de la histo-
ria por medio del Espíritu Santo, haciéndose presente en sig-
nos de salvación. Pero nos entrega estupendamente su
Evangelio sobre todo en la persona de su Hijo Jesús. Dios ha
hablado sobre todo en Jesús de Nazaret, la Palabra misma
de Dios hecha persona y hecha historia. Jesús es la Buena
Nueva de Dios (cf. Mc 1,1). Quien ve y se encuentra con Je-
sús, está ante la presencia del Padre (cf. Jn 14,9).
Jesús se declara enviado para revelar el Evangelio del Padre,
especialmente a los débiles y a los pobres (cf. Lc 4,43). Él es
el signo supremo para la comunicación con Dios. “Nadie vie-
ne al Padre sino por Mí” (Jn 14,6).
Jesús, la Palabra de Dios que en la plenitud de los tiempos
se hizo hombre en el seno de María (cf Gál 4,4), es el centro,
la plenitud, el objetivo final de la revelación de Dios: una vez
más la Palabra de Dios se hace acontecimiento, se hace
historia, se hace hombre-Dios. Cristo es, en la revelación, la
Palabra suprema y definitiva: punto culminante de la mani-
festación de Dios y de su proyecto de salvar la humanidad.1
El anuncio de Jesús se centra en la voluntad del Padre,
cuya ternura y misericordia constituyen la portentosa reve-
lación del Hijo. En palabras del documento de Puebla: Jesús
aparece actuando en la historia de la mano del Padre,
siguiendo sus caminos y sus ritmos, sintonizando fiel y
a m o rosamente con su quere r, tratando de conocer y aguard a r
la hora que el Padre le tiene señalada, escudriñando los
signos de su providencia (cf. P 246-277).
En la sinagoga de Nazaret, Jesús recurre a la profecía de
Isaías para explicar en qué consiste ese proyecto, cuál es su
programa, cuál es su misión: “El Espíritu del Señor está
sobre mí. Él me ha ungido para traer Buenas Noticias a los
pobres, para anunciar a los cautivos su libertad y a los
ciegos que pronto van a ver. A despedir libres a los oprimi-
1 Cf CAT 51, 54, 65, 75.

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dos y a proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19).
La misión evangelizadora de la Iglesia tiene su fundamento
en el anuncio y en la praxis del mismo Cristo, que no vino a
anunciarse a sí mismo, sino a poner toda su vida, palabras
y obras al servicio del Reino de Dios.
El “acontecimiento Cristo” se realizó de una vez por todas en
la plenitud de los tiempos. Cristo sigue presente y revelán-
dose en la historia humana para ser comprendido y vivido en
cada circunstancia. Por eso podemos hablar del carácter di-
námico de la revelación.
Viviendo nuestra historia a la luz de la revelación, podemos
expresar nuestra única fe de forma tal que la verdad revela-
da sea cada vez mejor percibida, mejor entendida y mejor ex-
presada. Dios sigue hablando hoy en los acontecimientos de
nuestra historia y en la realidad concreta que llamamos “sig-
nos de los tiempos”.
Dios se revela en la Biblia; y con esa luz nos corresponde a
nosotros encontrarlo en el libro de la vida, para transformar-
la.2 La Palabra reveladora de Dios ilumina e interpreta los
acontecimientos, los problemas existenciales e históricos y
hace de ellos una lectura creyente a la luz del proyecto sal-
vífico de Dios, y nos compromete activamente en la cons-
trucción de su reino de fraternidad, de justicia, de amor y de
solidaridad.3 Así lo han hecho, en estos 500 años, testigos de
la fe: santos, mártires y catequistas de América Latina.

b) La evangelización
La Iglesia, comunidad de discípulos, prolonga y continúa la
misión evangelizadora de Cristo, obedeciendo el encargo
completado y concretizado después de la resurrección. El
mandato de Jesús comporta varios aspectos, íntimamente
unidos entre sí: anuncio, testimonio, enseñanza, celebra-
2 Cf SD 95; CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA, En Camino hacia el Reino de Dios, Quito 1996, 5.
3 Cf En camino hacoa elReino de Dios 19, 21-22

27
ción, sacramentos, unidad, comunión con Cristo, amor al
prójimo, hacer discípulos y discípulas. Todos estos aspectos
son vías y medios para comunicar y compartir el único
Evangelio y constituyen los elementos de la evangelización.4
Insertar la catequesis en el contexto de la nueva evangelización
exige desplegar e incorporar los diversos aspectos: el testimo-
nio y el anuncio, la palabra y el sacramento, el cambio interior
y la transformación social. Los agentes de evangelización han
de saber trabajar con una visión global de la catequesis e iden-
tificarla con el conjunto de la misión de la Iglesia.5
Nuestra misión, como discípulos de Jesús y miembros de la
comunidad eclesial, es evangelizar. Esa misión la concretamos
en dar la Buena Noticia y buenas noticias a los pobres, acer-
car y construir el Reino de Dios, luchar por la justicia, denun-
ciar y combatir las injusticias, crear comunidades que vivan y
comuniquen el anuncio del Dios Amor y de su Hijo Liberador.
Movidos por la fe y la caridad, toda actividad que realizamos
d e n t ro de la comunidad es evangelizadora: las visitas a las fa-
milias y las misiones para formar comunidades vivas y CEBs,
el fortalecimiento de las mismas; las mingas y trabajos comu-
nitarios; la búsqueda de alternativas solidarias como tiendas,
bodegas, botiquines, comedores, la comercialización e inter-
cambio de productos, los talleres populares; las acciones soli-
darias con enfermos, ancianos, niños de la calle; el compro m i-
so por la defensa de los derechos humanos; los rezos, novenas,
semana bíblica, la búsqueda y formación de guías y catequis-
tas, la catequesis presacramental, la catequesis de adultos, los
c í rculos bíblicos, las asambleas cristianas, diversas obras de
educación, las reuniones de los diferentes grupos eclesiales…

c) La catequesis
En las iglesias particulares, como un aspecto importante de
la misión evangelizadora, dedicamos mucho tiempo, esfuerzo,
4 Cf DCG 46. 5 Cf DCG 46.

28
recursos humanos y materiales a la tarea de la catequesis.
Debemos tener muy claro por qué y para qué hacemos cate-
quesis. Para muchos, la catequesis no es más que un trámi-
te para que sus hijos reciban los sacramentos: el bautismo,
la eucaristía, la confirmación. El encargo que Jesús nos da es
mucho más amplio, no se reduce a la sacramentalización. Él
nos convoca a evangelizar, a ser sus testigos en el mundo.
La catequesis no se reduce a la preparación para la celebra-
ción de los sacramentos, aunque ciertamente, “una forma
eminente de catequesis es la que prepara a los sacramentos”
(CT 23). No se puede identificar sin más evangelización con
catequesis, aunque entre una y otra no existe separación
sino complementariedad.

2. LA CATEQUESIS EN EL
PROCESO DE LA EVANGELIZACIÓN

a) En los orígenes de la Iglesia


Jesús es el primer evangelizador: con sus palabras y con sus
obras, con su mensaje y con sus signos. Él anuncia la Bue-
na Noticia a los pobres, anuncia que el Reino de Dios está
cerca y entre nosotros, anuncia a Dios como un Padre todo
amor, misericordia y perdón, anuncia las Bienaventuranzas
como actitudes permanentes para construir el Reino.
Los discípulos y las discípulas de Jesús reciben el encargo
de continuar la tarea evangelizadora. Primero, en la vida pú-
blica de Jesús (misión de los doce y misión de los setenta y
dos) y, después, en la resurrección.
Los apóstoles, los discípulos y discípulas, cumpliendo el en-
cargo de Cristo y animados por el Espíritu Santo, fueron
anunciando la Buena Noticia desde Jerusalén y Judea
hasta Samaria y los confines del mundo conocido. Iban
anunciando el mensaje y creando comunidades de seguido-

29
res de Jesús que, a su vez, eran germen de evangelización.
Desde el principio, la vivencia de la fe se realiza en comuni-
dad. A partir de esa fe, vivida en comunidad, los discípulos
se convierten en pregoneros de una realidad totalmente nue-
va: “El Señor ha resucitado y está de nuevo entre
nosotros”. La fe en Jesús resucitado lleva consigo la misión
de evangelizar.6

b) En América Latina
Con la llegada de los primeros misioneros, comenzó la evan-
gelización de los pueblos que la habitaban. Desde entonces,
y en estos cinco siglos, la tarea evangelizadora se ha desen-
vuelto entre luces y sombras, fidelidad y traición, actitudes
evangélicas y antitestimonio, martirio y colaboracionismo
culpable con los opresores, denuncia profética y apoyo al
statu quo.7
Desde los primeros evangelizadores, la Iglesia en América ha
tenido la catequesis como instrumento privilegiado de
evangelización. Hay que reconocer su esfuerzo por la evan-
gelización para mantener incólume el depósito de la fe. Pero,
a veces, la catequesis ha sido utilizada para reforzar la
estructura eclesiástica y social, adoctrinando a los fieles y
provocando en ellos actitudes sumisas y descompro m e t i d a s .8
Dios renovó su Alianza con nuestro pueblo, cuando hace
quinientos años se inició la siembra del don precioso de la
fe. Agradecemos a Dios por el don de la fe (SD 16-21). Él nos
ha acompañado en toda nuestra historia, aún antes de
haber recibido la luz del Evangelio. Nuestros pueblos indíge-
nas supieron reconocer la presencia de Dios creador en la
naturaleza y en la vida. (LP 25-26).
En los primeros años de evangelización, la catequesis fue
vista como una necesidad sentida. Según lo expresan los
6 Cf SD, Mensaje a los pueblos 26. 8 Cf LP 27.
7 Cf SD 2, 16-20

30
obispos reunidos en III Concilio Limense de 1584, quieren
cuidar estas nuevas y tiernas plantas de la Iglesia. Para es-
to, se empeñan en la elaboración de un catecismo bajo el tí-
tulo de “Doctrina cristiana y catecismo”. Este catecismo es-
tá dividido en dos partes: “Catecismo breve”, destinado para
los rudos y ocupados; y el “Catecismo mayor”, para los más
capaces Estos catecismos están redactados en tres idiomas:
español, quichua, aymara.
Los catequistas (obispos, curas de indios, doctrineros, los in-
dígenas mismos) debían enseñar el mismo contenido: el sím-
bolo (credo), los mandamientos, los sacramentos y la oración
del Padre Nuestro. Para ello se utilizaba la repetición y la
memoria como métodos. Era necesario enseñar que este ca-
tecismo en la propia lengua del destinatario.
Como resultado de esta evangelización, se formó el catolicis-
mo popular, que es expresión de una fe inculturada, caracte-
rizada por la devoción a Jesucristo, al Santísimo Sacramen-
to, a la Vi rgen María, a los santos. El mayor signo de re s p u e s-
ta de nuestro pueblo a la acción salvífica de Dios en nuestra
historia es la presencia de santos, profetas y mártires del
Ecuador, algunos canonizados y muchos anónimos, quienes
han dado testimonio de seguimiento fiel a Jesucristo, han
anunciado la verdad y denunciado las injusticias. (LP 33)

c) En la segunda mitad de este siglo


Resaltamos como hitos importantes en la evangelización de
América Latina el Magisterio de la Iglesia, en especial, el del
Vaticano II; la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi,
que definió la evangelización como tarea esencial de la Igle-
sia; la ex. ap. Catechesi Tradendae, el Catecismo de la Igle-
sia Católica y el nuevo Directorio General de la Catequesis;
también, las Conferencias del Episcopado Latinoamericano:
Río de Janeiro (1955), Medellín (1968), Puebla (1979). En
Ecuador, la Declaración Programática de la Iglesia ecua-
toriana para la aplicación del Vaticano II, en 1968; el do-

31
cumento de la Conferencia Episcopal “Opciones Pastora-
les”, instrumento de aplicación de las Conclusiones de
Puebla a nuestra realidad más cercana.

d) La aplicación del documento de Santo Domingo en el


Ecuador
El año 1992, en la IV Conferencia del Episcopado Latinoa-
mericano, reunida en Santo Domingo, el Papa Juan Pablo II
convocó a los obispos a iniciar la “Nueva Evangelización”, en
la que expresamente pide: “Todos los evangelizadores han de
prestar una atención especial a la catequesis… Se trata de
un valioso instrumento para la Nueva Evangelización”.9
El Documento de SD define en forma muy clara el sujeto de
la Nueva Evangelización: “toda la comunidad eclesial”; su fi-
nalidad: “formar personas y comunidades maduras en la fe
y dar respuesta a la situación que vivimos”; su contenido:
“Jesucristo, evangelio del Padre”; y cómo debe ser: “nueva en
su ardor, en sus métodos y en su expresión”. Todo lo cual
atañe íntimamente a la catequesis.10
La aplicación del documento de Santo Domingo en el Ecua-
dor tiene su expresión en el documento Líneas Pastorales, de
la Conferencia Episcopal Ecuatoriana. En él encontramos un
d e s a r rollo de las ideas de Santo Domingo mucho más cercano
a nuestra realidad ecuatoriana y una definición más concre-
ta de la Nueva Evangelización y de sus características.11
Dentro del gran proyecto de Nueva Evangelización, la cate-
quesis tiene una importancia especial. Santo Domingo pre-
senta la catequesis como elemento de la revelación y elemen-
to evangelizador que hace madurar una fe inicial, nutriéndo-
la con la Palabra de Dios y llevándola hacia el seguimiento de
Cristo en las situaciones históricas concretas. Dice también:
“Nuestra catequesis ha de ser un itinerario continuado que
9 SD. Discurso de Juan Pablo II 6-7, 9-11
10 Cf SD 25-28; cf En camino hacia el Reino 1928 - 1932
11 Cf LP 70-78, 86, 183.

32
abarque desde la infancia hasta la edad adulta,
utilizando los medios más adecuados para cada edad y situa-
ción” (SD 49). Líneas Pastorales también resalta la importan-
cia de la catequesis en la tarea evangelizadora: “Entre todos
los medios de evangelización, la catequesis tiene prioridad”.12
Santo Domingo nos dice que “el compromiso es de todos y
desde comunidades vivas”. Líneas Pastorales también afir-
ma: “La Nueva Evangelización es tarea de todos: obispos, sa-
cerdotes, religiosos y laicos”, e indica cómo cada uno de es-
tos sujetos está cumpliendo o debe cumplir su cometido en
la Iglesia ecuatoriana. En cuanto a los compromisos pasto-
rales y las acciones necesarias para cumplirlos, son abun-
dantes en Líneas Pastorales, pero destacamos en el campo
específico de la catequesis la siguiente: “Orientar la cateque-
sis, tanto la presacramental como la de adultos, en la línea
de un profundo servicio a los demás, que promueva la viven-
cia comunitaria de la fe”.13

e) En los últimos años


Se ha avanzado en la valoración de la inculturación del
Evangelio, aplicándola también al campo de la catequesis.
Se ha avanzado igualmente hacia una metodología concreta
de catequesis, la catequesis familiar, considerada en Santo
Domingo como uno de los modos de fortalecer la vida de la
Iglesia y de la sociedad; y en Líneas Pastorales se constata
que “se va logrando la integración de la catequesis familiar y
la vinculación de los padres de familia al proceso de la cate-
quesis de sus hijos”.14
La catequesis ha de considerarse como un elemento evange-
lizador privilegiado, relacionado íntimamente con otros ele-
mentos igualmente evangelizadores, que deben enriquecerse
mutuamente. La catequesis ya no consiste únicamente en

12 LP 126; cf SD 33, 41, 49, 293-294.


13 LP 197-201
14 LP 126; cf 177, 197, 177, 197, 200, 265, 267-269, 271, 274, 479, 482, 492, 521; Cf SD 115, 230.

33
adquirir unos conocimientos de la doctrina cristiana y del
dogma, ni su finalidad es únicamente preparar a los niños y
los jóvenes a recibir los sacramentos. Es un elemento evan-
gelizador de alcance e importancia mucho más amplios.

3. LA CATEQUESIS EN SÍ MISMA

a) Primer anuncio y catequesis


La evangelización, invita a hombres y mujeres a la conver-
sión y a la fe. Las palabras de Jesús “conviértanse y crean
en la Buena Nueva” (Mc 1,15), siguen resonando hoy por la
acción evangelizadora de la Iglesia. La fe es un encuentro
personal con Jesucristo, es hacerse discípulo suyo, exige el
compromiso permanente de pensar como Él, juzgar como Él
y vivir como Él lo hizo.
El primer anuncio de la Buena Nueva se dirige a los no cre-
yentes y a quienes de hecho viven en la indiferencia religio-
sa. El Kerigma anuncia el Evangelio y llama a la conversión.
La catequesis promueve y hace madurar la conversión ini-
cial, educando en la fe al convertido e incorporándolo a la co-
munidad cristiana. De aquí se destaca la relación existente
entre primer anuncio del Evangelio y catequesis como distin-
tas y complementarias.
El primer anuncio del Evangelio está en el corazón de la ac-
ción misionera de la Iglesia. Misión que se realiza mediante
el testimonio de los cristianos en medio de todos los ambien-
tes y estructuras de la sociedad. La misión de la Iglesia no
es completa si no lleva consigo un anuncio explícito de la
buena noticia del Reinado de Dios.
Este primer anuncio tiene como finalidad: suscitar inicialmen-
te la fe (DCG 17), suscitar la conversión (CT 19), suscitar la ad-

34
hesión global al Evangelio del Reino. El primer anuncio quiere
lograr, mediante el influjo del Espíritu, la adhesión inicial, ra-
dical, global al Reino de Dios, es decir al mundo nuevo, a la
nueva manera de ser y de vivir que inaugura el Evangelio.
La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida, debe-
rá ser, tarde o temprano, proclamada por la Palabra de Vida.
No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el
nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el mis-
terio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios (EN 22).
La catequesis debe ser considerada como un momento prio-
ritario de la evangelización en cuanto constituye enseñanza
y aprendizaje del mensaje cristiano que se extiende a lo lar-
go de toda la vida. Los creyentes son iniciados en el misterio
de la salvación y en el estilo de vida propio del Evangelio.

b) La catequesis al servicio de la iniciación cristiana


La fe evangélica no es algo con lo que se nace, sino que es
un acontecimiento que sucede en la vida de la persona y que
la persona acepta consciente y libremente. Así, la catequesis
es un elemento fundamental para iniciación cristiana y está
estrechamente vinculada a los sacramentos de la iniciación,
especialmente al Bautismo, sacramento de la fe.
La finalidad de la catequesis es la educación en la fe del cre-
yente con vistas a iniciarle en la comunidad cristiana que
construye el Reino de Dios en el mundo. Por ello, junto a la
profesión de fe, a la celebración de los misterios y a la viven-
cia de los valores evangélicos, la comunidad es meta de la
catequesis y en ella desemboca.
En la acción pastoral, la iniciación cristiana habrá que plan-
tearla desde la perspectiva de la Iniciación a la vida de la
comunidad. La integración en la Iglesia-Comunidad es signo
o sacramento de la participación en el misterio de la muerte
y resurrección de Cristo. Y es en este gran signo donde en-
cuentran pleno sentido los sacramentos.

35
c) Naturaleza de la catequesis: ¿Qué es?
La catequesis es una educación orgánica y sistemática de la
fe. Más que una enseñanza es un aprendizaje de toda la
vida cristiana. Se trata ya de una auténtica iniciación
cristiana integral, que propicia un auténtico seguimiento de
Jesucristo centrado en su persona.
La catequesis, por ser orgánica y sistemática, es formación
para la vida cristiana, se centra en lo común para todo cris-
tiano, incorpora a la comunidad, celebra y testimonia la fe.
Por tanto la catequesis, al mismo tiempo, ejerce las tareas de
iniciación, educación e instrucción.
El anuncio Kerigmático es un momento que antecede a la ca-
tequesis sistemática. La acción catequizadora sigue al Kerig-
ma y desencadena un proceso de iniciación, de crecimiento
y de maduración en la fe.
Como iniciación, pone al creyente en marcha para que
aprenda a escudriñar el misterio de Cristo.
Como crecimiento, lo sitúa en el ámbito de la comunidad para
que se inserte en su vida y viva la comunión y la fraternidad.
Como maduración, lo va conduciendo a la estatura del hom-
bre perfecto, cuya madurez se expresa la decisión personal de
seguir a Cristo, en el testimonio y el servicio a los hermanos.
La catequesis, por ser educación en la fe, se realiza en forma
gradual y progresiva. Todo lo que hace la Iglesia contribuye,
de alguna manera, a educar la fe de los creyentes. La Iglesia
educa en la fe no solo por su predicación y catequesis, sino
también por sus celebraciones litúrgicas, por la acción soli-
daria y el testimonio de sus miembros e, incluso, por su mis-
ma configuración. La Iglesia en todo su ser y vivir tiene una
dimensión educativa.
La catequesis, como servicio a la educación permanente del
cristiano, propiciará una iniciación a la comunidad para
bautizados que comprende cuatro dimensiones: 1) iniciación

36
en el conocimiento del misterio de Cristo y del designio sal-
vador de Dios; 2) iniciación en el estilo de vida evangélica,
según las bienaventuranzas; 3) iniciación en la experiencia
religiosa genuina, en la oración y en la vida litúrgica; 4) ini-
ciación en el compromiso apostólico y misionero de la Igle-
sia, como confesión de su fe.
Algunas orientaciones del Magisterio aclaran la naturaleza
de la catequesis.15
- No es un acción aislada: su lugar está dentro de la activi-
dad pastoral y misionera de la Iglesia, esto es, dentro de
la misión evangelizadora de la Iglesia. Y dentro de esta mi-
sión, tiene un papel esencial.
- “La catequesis es uno de los momentos -¡y cuán señala-
do!- en el proceso de la evangelización”16.
- Es parte del ministerio profético de la Iglesia y actualiza
permanentemente la revelación manifestada en Jesu-
cristo.
- “Es una educación en la fe (no solo instrucción) de los ni-
ños, de los jóvenes y adultos («nadie debería sentirse dis-
pensado de recibir la catequesis»), que comprende espe-
cialmente una enseñanza de la doctrina cristiana (es el
mensaje que transmite la catequesis), dada generalmente
de modo orgánico y sistemático (para dar a esa enseñanza
seriedad, coherencia, integralidad), con miras a iniciarlos
en la plenitud de la vida cristiana (la fe, iluminada por la
doctrina, madura y se hace operativa)”17.
- Es un proceso en el que se implica toda la comunidad
cristiana, catequista y catequizandos, pues la Iglesia
es, al mismo tiempo, “la gran catequista y la gran catequi-
zanda”18.

15 Cf Sínodo 1977, 1, Propuesta 21; DNC 1981, 14, 16, 21; SD 33, 49, 239; LP 183.
16 CT 18.
17 CT 18.
18 CT 45..

37
d) Finalidad de la catequesis: ¿Para qué es?
El Magisterio de la Iglesia19 nos dice que la catequesis tiene
algunas finalidades:
- “Hacer madurar la fe inicial y educar al verd a d e ro discípulo
por medio de un conocimiento más profundo y sistemático
de la persona y del mensaje de Nuestro Señor Jesucristo…
Poner a uno, no sólo en contacto, sino en comunión e intimi-
dad con Jesucristo. (Es) el fin definitivo de la catequesis”20.
- Suscitar la adhesión personal a Jesucristo y a la Iglesia;
esto es, formar cristianos “adultos”, “comprometidos
personalmente con Cristo, capaces de comunión y parti-
cipación en el seno de la Iglesia y entregados al servicio
salvífico del mundo”21.
- Fortalecer la comunión e intimidad con Jesucristo a tra-
vés de la práctica de los sacramentos, especialmente de la
eucaristía, y de la oración, para alcanzar la santidad,
sentido último de la vida del hombre. Esta comunión im-
pulsará al discípulo a unirse con todo aquello con lo que
el propio Jesucristo estaba unido: con Dios, su Padre y
con el Espíritu Santo; con la Iglesia, su cuerpo; con sus
hermanos, cuya suerte quiso compartir.
- Edificar y robustecer la comunión e insertar plenamente
a los discípulos de Jesús en la vida de la comunidad.
Comunidad eclesial, pero también comunidad humana.
Formar no sólo la pequeña comunidad local, sino la gran
comunidad universal.
- Promover el compromiso de los miembros de las comuni-
dades cristianas, para que sean testigos de Jesús median-
te la escucha de su Palabra y ejemplo de vida; para que
hagan opción preferencial por los pobres, como lo hizo
Jesús; para que conozcan y analicen la realidad y encuen-
19 Cf DNC 1981, 14.1, 18-19; LP 199; En camino hacia el Reino 1929; DCG 80.
20 CT 19 y 5.
21 P. 1000

38
tren posibles soluciones a la luz de la Palabra de Dios; pa-
ra que trabajen por la justicia y por la paz y promuevan
un mundo más humano y fraterno.
- Actualizar constantemente la Palabra de Dios, iluminan-
do las realidades concretas de hoy, pues “las situaciones
históricas y las aspiraciones auténticamente humanas
forman parte indispensable del contenido de la cateque-
sis”22.

e) La comunidad, fuente, lugar y meta de la catequesis23


La catequesis es acción de la Iglesia. No puede ser asumida
de manera individual y aislada. Toda la comunidad cristia-
na, en comunión con sus legítimos pastores y guiada por
ellos, es el sujeto responsable de la catequesis, tanto para
atender a la educación de la fe de sus miembros como para
ofrecerles un ambiente propicio donde puedan vivir lo apren-
dido. La catequesis es responsabilidad de la comunidad por
diversas razones:
- Dios es familia, es comunidad.
- En la comunidad hemos nacido y crecemos en la fe, en ella
nos vamos haciendo cristianos, somos evangelizados y evan-
gelizamos, construimos el Reino y nos ponemos al servicio
de los demás.
- La comunidad es el lugar de encuentro con Dios y con el
prójimo.
- El primer núcleo o célula de la comunidad es la familia,
donde se asume el compromiso de educar a los hijos en la fe.
- La comunidad encomienda a la familia la tarea de evangeli-
zar: los propios padres son los evangelizadores de sus hijos
y la comunidad los guía y alienta en la tarea de comunicar
la experiencia de la vida comunitaria.
22 SEGUNDA CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO L ATINOAMERICANO (Medellín, 1968), VIII, 6.
23 Cf II Congreso Nacional de Catequesis del Ecuador, Quito, 1992

39
- La Iglesia latinoamericana y ecuatoriana han hecho opción
por los pobres y opción por las CEBs como forma de hacer
más viva la experiencia de fraternidad, de compartir, de vivir
como hermanos en el mandamiento nuevo del Señor.
- La familia que participa en las CEBs y en las comunidades
vivas es al mismo tiempo objeto y sujeto de evangelización,
es evangelizada y evangelizadora.

f) Tareas de la catequesis24
Se desprenden de la naturaleza y de la finalidad de la cate-
quesis. Se podría agruparlas en cuatro bloques, que deben
estar muy relacionados entre sí, enriqueciéndose mutua-
mente.
1) Propiciar el crecimiento de la fe, a nivel de conocimiento y
de vida
- La catequesis es un periodo de enseñanza y de madu-
rez. Utilizando los medios más adecuados para cada
edad y situación, la catequesis comunicará un conoci-
miento amoroso de las verdades de la fe, explicándolas
mediante un discurso dirigido a la razón y al corazón,
orientándolas hacia la práctica cristiana en la Iglesia y
en el mundo, descubriendo sus exigencias morales, co-
nectándolas con la liturgia y la escatología.25
- La catequesis hará conocer lo básico de la fe: el Credo.
Conocer a Dios, su designio, su proyecto, su señorío
sobre la creación; conocer la Biblia, la Palabra de Dios;
conocer a Jesucristo, su vida y misterio, su mensaje,
parábolas, signos, las Bienaventuranzas como código
de conducta; ayudar a orientar la ética y la moral; co-
nocer y alimentar la conciencia con la doctrina social
de la Iglesia. Educar litúrgicamente para explicar qué
24 Cf Ct 20-21, 23, 27, 53; En 18-20; DNC 1981; P 226-227, 361-368, 997-998, 1000, 1006, 1008; II Congreso Nacional de Cate-
quesis; LP 27, 38, 126, 198-199, 267, 438, 566; En camino hacia el Reino 1321-1313, 1315, 1767, 3186-3187; DCG 85-86.
25 Cf CT 23, 25, 29.

40
es la liturgia cristiana y qué son los sacramentos, ex-
perimentar los diferentes tipos de celebración, para
descubrir y amar el sentido profundo de los símbolos y
de los gestos.26

2) Posibilitar la vivencia y el compromiso


La catequesis es una llamada a la conversión. Debe
mostrar la exigencia ineludible de acomodar la conduc-
ta al modelo que Jesús ofrece. Así, la catequesis ayu-
dará a superar la falta de coherencia entre la fe y la vi-
da.27 Por esto, la catequesis debe hacerse desde y para
la vida concreta y real, a todos los niveles:
- Personal: lleva al seguimiento, adhesión y compro-
miso personal con Cristo y la comunidad.
- Familiar: fortalecer los lazos familiares, mediante la
catequesis familiar y comunitaria; hacer que los
padres sean los primeros catequistas de sus hijos;
llevar a la participación de la familia en la vida de la
comunidad eclesial.
- Comunitario: orientar hacia la participación en las
CEBs, comunidades vivas, grupos juveniles y otras
formas de vida comunitaria; participar en la vida
celebrativa, litúrgica, sacramental y misionera de la
Iglesia, viviendo una religiosidad popular evangeli-
zada y purificada.
- Social: suscitar el diálogo y la relación crítica y enri-
quecedora con el mundo; favorecer la comprensión
de la realidad y el compromiso para transformarla;
asumir los compromisos socio-políticos; iluminar
desde el Evangelio las relaciones sociales, económicas,
políticas, culturales.

26 Cf DCG 87. 27 Cf SD 24, 44, 48.

41
3) Hacer análisis crítico y concientizador de la realidad
Aprender a mirar la realidad, dominar las claves para in-
terpretarla, descubrir los “signos de los tiempos”, utilizar
preferentemente el método Ver-Juzgar-Actuar, luchar por
la transformación de la realidad, acercando el Reino. To-
mar conciencia de la realidad y asumir compromisos con-
cretos para cambiarla, participando del plan de Dios.
Comprender las estructuras sociales, económicas, políti-
cas, culturales (los fenómenos nuevos como globalización,
neoliberalismo, cultura adveniente, “New Age”...)

4) Valorar las culturas


Respetar las culturas tradicionales y nuevas, consideran-
do los distintos pueblos, etnias, estratos culturales, tradi-
ciones que componen el Ecuador. Conocer las culturas e
insertarnos en ellas; valorar sus lenguas, sus expresiones
más significativas, sus valores, riquezas. Descubrir y ha-
cer germinar “las semillas del Verbo”. Elaborar catecismos
en las distintas lenguas y culturas; inculturar el evangelio
y la catequesis. Contribuir al surgimiento de una nueva
cultura para la vida, basada en el mensaje del Evangelio.

4. CATEQUESIS Y ENSEÑANZA
RELIGIOSA ESCOLAR (ERE)

Con la Revolución Liberal de 1895, el Ecuador dejó de ser un


Estado confesional, separando Iglesia y Estado e implantando
la educación estatal laica. Esto impidió durante cien años ofre-
cer educación religiosa escolar en las escuelas fiscales.
La Iglesia defiende el derecho de los padres de familia para de-
cidir, de acuerdo con sus convicciones, el tipo de educación pa-

42
ra sus hijos; por lo tanto, garantiza el derecho de recibir ERE a
todo nivel.28
Como respuesta a este derecho de los padres de familia, la Igle-
sia ecuatoriana se comprometió en 1994 a “gestionar la pro-
mulgación en las escuelas y colegios fiscales de la enseñanza
religiosa escolar”.29
El compromiso de la Iglesia Ecuatoriana, asumido en el docu-
mento Líneas Pastorales, en 1994, se hizo realidad en el mismo
año a través de la Ley de Libertad Educativa de las Familias del
Ecuador, y del Reglamento para la aplicación de la Ley, en 1995.
La enseñanza religiosa escolar se desarrolla en contextos esco-
lares diversos, por ello adquiere diversos matices de acuerdo a
las condiciones históricas, políticas, legales, a los modelos pe-
dagógicos, a los presupuestos y a las relaciones con la cateque-
sis familiar y parroquial; condiciones que varían notablemente
en cada nación de nuestro continente.
Es compromiso de cada Iglesia particular preparar y acompa-
ñar a los profesores de religión, según los programas estableci-
dos por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.
Entre la catequesis y la enseñanza religiosa escolar (ERE) exis-
te una relación de distinción y complementariedad: “Hay un ne-
xo indisoluble y una clara distinción entre catequesis y ense-
ñanza de la religión”.30 Esto proporciona a la Educación religio-
sa escolar su característica propia: penetrar en el ámbito de la
cultura y relacionarse con los demás saberes. Es esta una for-
ma original del ministerio de la Palabra, pues hace presente el
Evangelio en el proceso personal de asimilación sistemática y
crítica de la cultura.31
La catequesis, cuyo ambiente propio es la parroquia, y la edu-
cación religiosa escolar desarrollada en la escuela, se encuen-

28 Cf SD 272.
29 LP 548.
30 CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Dimensión religiosa de la educación en la Escuela Católica (7 de abril
1978), n. 68, Roma, 1988.
31 Cf CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, La Escuela Católica (19 de marzo 1977), n. 26.

43
tran en íntima conexión por el sujeto a quien se
dirigen, por el contenido del anuncio y por el educador, que de-
be ser un cristiano con conciencia de su propia identidad. La
educación religiosa escolar tiene un carácter racional, pues se
da dentro de una estructura escolar. La catequesis, sin perder
el carácter racional, trata de promover la maduración espiri-
tual, litúrgica, sacramental y apostólica que se realiza en la co-
munidad eclesial local. Si la educación religiosa escolar hace
conocer lo que Jesús dice y hace, la catequesis motiva a acep-
tarlo y vivirlo.32
Es necesario que la educación religiosa escolar aparezca como
disciplina escolar, con la misma exigencia de sistematicidad y
rigor que las demás materias y en diálogo interdisciplinar. La
presentación del mensaje cristiano incidirá en el modo de con-
cebir, desde el Evangelio, el origen del mundo y el sentido de la
historia, el fundamento de los valores éticos, la función de las
religiones en la cultura, el destino de la persona humana, la re-
lación con la naturaleza. Por esto, la educación religiosa esco-
lar fundamenta, potencia, desarrolla y completa la acción edu-
cadora de la escuela.33
La educación religiosa escolar “deberá hacer conocer de mane-
ra documentada y con espíritu abierto al diálogo, el patrimonio
objetivo del cristianismo según la interpretación auténtica e in-
tegral que la Iglesia Católica da de él, de forma que se garanti-
ce tanto el carácter científico del proceso didáctico propio de la
escuela, como el respeto de las conciencias de los alumnos, que
tienen el derecho de aprender con verdad y certeza la religión a
la que pertenecen”.34
Los alumnos de los establecimientos educativos católicos reciben
la educación de la fe a través de la aplicación de la Ley de Liber-
tad Educativa de las Familias del Ecuador, cuya finalidad prime-
ra no es la preparación para la celebración de los sacramentos.

32 Cf CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Dimensión, n. 69.


33 Cf CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Dimensión, n. 70.
34 JUAN PABLO II, Discurso en Simposio Internacional sobre ERE, Roma, mayo 24, 1991.

44
Los sacramentos tendrán que prepararse y celebrarse en las co-
munidades parroquiales respectivas. En algunos casos, cada
diócesis decidirá sobre la posibilidad de que en los estableci-
mientos educativos se celebren excepcionalmente los sacra-
mentos, como una labor de suplencia.
Se debe propiciar el diálogo entre la parroquia y los centros
educativos, con el fin de promover comunidades educativas re-
lacionadas e insertadas vitalmente en la comunidad parroquial.

45
EL MENSAJE
EVANGÉLICO
EL MENSAJE EVANGÉLICO 1

La Iglesia “existe para evangelizar”, esto es, para “llevar la Buena


Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo,
transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad”.2
“El ministerio de la Palabra es elemento fundamental de la evan-
gelización”.3
Este ministerio se ejerce “a través de formas muy variadas”.4
“ F o rmas importantes del ministerio de la Palabra son: el pri-
mer anuncio o predicación misionera, la catequesis pre y pos
bautismal, la forma litúrgica y la forma teológica”. 5
“Cada forma del ministerio de la Palabra ordena y pre s e n t a
el mensaje evangélico con arreglo a su carácter pro p i o ” . 6
Así, pues, se trata aquí de “las normas y criterios que debe seguir
la catequesis para fundamentar, formular y exponer su propio
contenido”.7
“Aunque estos criterios son válidos para todo el ministerio de la
Palabra, aquí se presentan referidos en relación a la
catequesis”.8
Los ejes y criterios que aquí se presentan no determinan necesa-
riamente el orden que hay que seguir en la exposición del mensa-
je cristiano. Este orden puede organizarse de diferentes maneras,
según las condiciones y la situación de fe de los destinatarios.
“Hay que escoger el itinerario pedagógico más adaptado a las cir-
cunstancias por las que atraviesa la comunidad eclesial o los des-
tinatarios concretos a los que se dirige la catequesis”.9 “La exqui-
sita fidelidad a la doctrina católica es compatible con una rica di-
versidad en el modo de presentarla”.10
1 Cf DCG, 94ss. 6 DCG 93.
2 EN 14 Y 18; Cf DCG 46. 7 DCG 93.
3 DCG 50. 8 DCG 97.
4 DCG 50. 9 DCG 118.
5 DCG 52; Cf 51. 10 DCG 122.

49
1. EJES DE LA CATEQUESIS

a) La Palabra de Dios
“La catequesis extraerá siempre su contenido de la fuente vi-
va de la Palabra de Dios”.11
La Escritura, que nace de la Tradición, es la fuente primera de
la predicación, por la fuerza de su divina inspiración. Ella con-
tiene la Palabra de Dios y, por ser inspirada, es Palabra de Dios
para siempre. Esta Palabra contiene la revelación del misterio
de Cristo y en Él, el misterio de Dios y de la humanidad.
La Escritura es el libro por excelencia de la catequesis. No es
un simple subsidio. Para comprender su mensaje necesita-
mos conocer los modos históricamente diversos de los cua-
les Dios se sirvió para revelarse.
Una interpretación segura solo es posible si tenemos presen-
te la unidad de la Escritura y si recurrimos a la fe y al Espí-
ritu de la Iglesia, que se manifiestan en su Tradición y en la
doctrina viva del Magisterio.
No podemos tampoco olvidar que la Escritura ha de ser
leída e interpretada con la ayuda del Espíritu Santo que la
inspiró y que siempre hace resonar la viva voz del Evangelio
en el mundo.
Hablar de la Tradición y de la Escritura como fuentes de la
catequesis es subrayar que ésta ha de estar totalmente im-
pregnada por el pensamiento, el espíritu y las actitudes bí-
blicas y evangélicas, a través de un contacto asiduo con los
mismos textos sagrados; y es también, recordar que la cate-
quesis será tanto más rica y eficaz, cuanto más lea los
textos con la inteligencia y el corazón de la Iglesia. (DCG 127)
La lectura e interpretación de la Biblia es responsabilidad de
toda la comunidad. En ella deben participar todos los cris-

11 CT 27; Cf DCG 94.

50
tianos, cada cual desde su propia competencia y en comunión
con quienes Dios llamó a ser pastores. De esta búsqueda co-
munitaria de la voluntad de Dios en la lectura y meditación
de la Palabra de Dios, nace el “sentido de fe de la Iglesia”.12
La Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado
de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia, fielmente guarda-
do y transmitido bajo la guía amorosa y vigilante de los
pastores (los obispos), en comunión con el sucesor de Pedro,
el Papa, es el espacio dentro del cual se debe leer e interpre-
tar la Biblia: es lo que llamamos el Magisterio de la Iglesia.13
Interpretar la Biblia de acuerdo con la Tradición y el Magis-
terio exige ante todo nuestra identificación “teórica” con la
doctrina de la Iglesia (ortodoxia), pero exige también nuestra
identificación “práctica” con la vida de la Iglesia (ortopraxis),
nuestro compromiso cristiano concreto en una comunidad
donde actúa el Espíritu Santo.
La Palabra de Dios es transmitida y está contenida en la
sagrada Tradición y en la sagrada Escritura: ambas consti-
tuyen “el único depósito sagrado de la Palabra de Dios,
confiado a la Iglesia”.14
Esta Palabra de Dios:15
- es meditada y comprendida más perfectamente por el
sentido de la fe de todo el Pueblo de Dios, bajo la guía del
Magisterio eclesiástico, que “tiene la función de interpre-
tar auténticamente la Palabra de Dios”;
- es profundizada en la reflexión teológica;
- es celebrada, proclamada, interiorizada y actualizada en
la liturgia;
- resplandece en la vida de la Iglesia, en su historia y en el
testimonio de los cristianos;
12 Cf CAT 94. 14 DV 10a; Cf DCG 94.
13 Cf DV 10; CAT 85. 15 Cf DGC 95.

51
- se manifiesta en los valores religiosos y morales presen-
tes, como semillas de la Palabra, en las diversas culturas.
Por consiguiente, la catequesis debe presentar el mensa-
je desde una perspectiva bíblico-teológico-litúrgica:
- Fundamentar, formular y exponer la catequesis desde la
Palabra de Dios: “La Nueva Evangelización ha de hacerse
necesariamente con la Biblia, la Tradición y el Magisterio
de la Iglesia”.16
- Hacer ver cómo hombres y mujeres, en todo tiempo y lu-
gar, encarnan en su vida la Palabra de Dios.
- Proclamar la Palabra de Dios en fidelidad a la verdad con-
tenida en la Biblia.
- Anunciar las maravillas de Dios que constituyen la histo-
ria de salvación.
- Presentar el mensaje bíblico en relación con la vida de la
Iglesia.
- Proclamar un mensaje esencialmente religioso: “dar testi-
monio, de una manera sencilla y directa, de Dios revela-
do por Jesucristo mediante el Espíritu Santo”.17
- “Llevar a los fieles a la experiencia de Dios, como la máxi-
ma preocupación de los pastores”.18
- “Intensificar el conocimiento, difusión, manejo y reflexión
de la Biblia, debidamente interpretada de acuerdo a las
normas impartidas por el Magisterio de la Iglesia”.19
- “Promover una seria y permanente formación litúrgica”,20
a fin de lograr una “participación plena, consciente y ac-
tiva en las celebraciones litúrgicas”.21
- “Formar a los fieles para una vida de oración contempla-
tiva como respuesta a la Palabra de Dios y con el compro-
miso de vivir la fe en sus propios ambientes”.22
- “Celebrar liturgias más vivas y participativas”.23

16 LP 59. 20 SC 51.
17 EN 26. 21 SC 14; Cf LP 202-204.
18 LP 194. 22 LP 202.
19 LP 195. 23 LP 204.

52
b) Jesucristo24
“No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el
nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el mis-
terio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios”.25
“Jesucristo no sólo transmite la Palabra de Dios: Él es la Pa-
labra de Dios. Por eso, la catequesis -—toda ella-— está re-
ferida a Él”.26
La catequesis debe ser cristocéntrica:27
- anunciar la Persona de Jesucristo, Dios verd a d e ro y hom-
bre verd a d e ro, enviado del Padre, Salvador y Señor: “el cris-
tianismo no puede ser sólo un conjunto de enseñanzas teó-
ricas y de prácticas morales; es, ante todo, la presencia viva
de una persona viva en medio de nosotros, de la persona de
Jesucristo en cada corazón y en la sociedad entera”.28
- Poner a Jesucristo como centro de la fe y de la vida cristiana.
- Presentar a Jesucristo como centro hacia el cual conver-
ge y en el cual se realiza la historia de la salvación.
- Mostrar el rostro verdadero de Jesucristo, “en toda su ri-
queza y plenitud, tal como se desprende de las sagradas
Escrituras tomadas en su integridad”.29
- Ayudar a los catequizandos a hacer una opción personal
y decisiva por la persona de Jesús y su Evangelio.
- Exponer el pensamiento, criterios, estilo de vida, enseña-
dos y propuestos por Jesús (la verdad sobre sí mismo, la
verdad sobre Dios, la verdad sobre la persona humana).
- Presentar a María Virgen en relación con Jesucristo.
- “Acompañar, evangelizar y purificar la religiosidad popu-
lar”,30 orientándola hacia el encuentro con Jesucristo.

24 Cf DCG 98. 28 LP 47.


25 EN 22. 29 LP 50.
26 DCG 98. 30 LP 196.
27 Cf. DCG 98.

53
- Propiciar el seguimiento de Jesucristo y la comunión con
Él, como finalidad propia de la catequesis: “El espíritu de
la Nueva Evangelización supone, pues, una conformación
radical con Jesucristo”.31
- Llevar a los fieles hasta la cumbre de la vida cristiana, hacia
la santidad, principalmente por medio de los sacramentos.

c) La Santísima Trinidad32
“La Palabra de Dios, encarnada en Jesús de Nazaret, Hijo de
María Virgen, es la Palabra del Padre, que habla al mundo
por medio de su Espíritu. Jesús remite constantemente al
Padre, del que se sabe Hijo Único, y al Espíritu Santo, por el
que se sabe Ungido. Él es el camino que introduce en el mis-
terio íntimo de Dios”.33
La catequesis debe ser cristocéntrica y trinitaria:
- Al exponer el mensaje, tomar en cuenta que “el misterio
de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y
de la vida cristiana”34 y constituye “la originalidad del
mensaje cristiano”.35
- Mostrar la vida íntima de Dios a partir de las obras salví-
ficas realizadas por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en
comunión de amor, de vida y de acción.
- Presentar las relaciones vitales que el misterio de Dios Uno y
Trino conlleva para toda la humanidad: filiación divina, pater-
nidad-maternidad, dignidad, fraternidad, comunión, igual-
dad, solidaridad, vocación de eternidad, etc.
- Presentar a la Iglesia como comunión de personas, en la uni-
dad y en la diversidad, a imagen de la Santísima Trinidad.
- Presentar a María en relación con el Padre, el Hijo y el Es-
píritu Santo.

31 LP 73. 34 DCG 99.


32 Cf DCG 99-100 35 DCG 100.
33 DCG 99.

54
d) La Iglesia36
La catequesis tiene su origen en la Iglesia, pues anuncia y
transmite la fe de la Iglesia. “En su mensaje resuena la fe de to-
do el pueblo de Dios a lo largo de la historia... En la catequesis
está presente la fe de todos los que creen y se dejan conducir
por el Espíritu Santo”.37 Pero la catequesis, al mismo tiempo,
ayuda a la Iglesia a entender y vivir su identidad y su misión.
La catequesis debe tener un carácter eclesial:
- Proclamar y enseñar la fe auténtica y verdadera tal como
la Iglesia la ha recibido, la comprende, la celebra, la vive
y la comunica.
- Hacer notar que “el Evangelio que se entrega es sólo uno”,
así como hay “un solo Señor, una sola fe, un solo bautis-
mo, un solo Dios y Padre de todos (Ef 4,5)”.38
- “Presentar las dos dimensiones de la Iglesia: como miste-
rio de comunión con Dios Trino y como sacramento, sig-
no de unidad e instrumento de salvación para toda la hu-
manidad”.39
- Crear en todos los bautizados conciencia de ser Iglesia y de
pertenecer a la Iglesia de Jesucristo, una y única (cf SD 26).
- Unir a los miembros en comunidades cristianas concre-
tas, en las que cada creyente participa efectivamente y se
siente acogido personalmente; insertado en la comunidad
de comunidades donde vive la universalidad y la unidad
de la única Iglesia.40
- Alentar la conciencia misionera de los bautizados, para
que todos participen en la obra evangelizadora, según la
función, vocación y circunstancias de cada uno.41
- Presentar a María, primera creyente, madre y modelo del
caminar de la Iglesia.

36 Cf DCG 105-106 39 DNC 35.


37 DCG 105. 40 Cf CT 24; Cf SD 54.
38 DCG 106. 41 Cf CT 24; Cf LP 249.

55
2. CRITERIOS PARA LA PRESENTACIÓN DEL MENSAJE

Son criterios que brotan de la Palabra de Dios y “están íntima-


mente relacionados entre sí”.42
a) La persona humana
“La catequesis, al presentar el mensaje cristiano, no sólo
muestra quién es Dios y cuál es su designio salvífico, sino que,
como lo hizo el propio Jesús, muestra también plenamente
quién es la persona humana: su naturaleza, fragilidad, debili-
dad, tendencia al pecado, y cuál es su altísima vocación”.43
La catequesis debe contener una dimensión antropológica:
- Mostrar el sentido primario de la vida del ser humano, su
dignidad de hijo de Dios.
- Responder a uno de los interrogantes profundos de toda
persona humana: ¿Quién soy yo?
- Descubrir las exigencias que de ese interrogante brotan
para la conducta humana: ¿Qué debo hacer?
- Presentar una antropología personalista, en la que se afir-
me la centralidad, el valor y la dignidad en sí de toda per-
sona humana.
- Al mismo tiempo, destacar la dimensión dialogal del ser
humano, abierto a la relación interpersonal.
- “Impulsar la educación en la libertad y en la responsabi-
lidad”44 y la educación del amor.
- Destacar la dimensión trascendente de la persona huma-
na, creada por Dios y a Él ordenada como sentido último
de la existencia humana.
- Presentar al ser humano como un ser-en-proceso, llama-
do y comprometido a SER cada vez más plenamente, en
ejercicio auténtico de su libertad.
42 DCG 96. 44 LP 543.
43 DCG 116.

56
- Acentuar la realidad unitaria de la persona humana, con
sus dimensiones espiritual y corpórea.
- Revalorizar la sexualidad, destacando su significado
humano e integrándola en el proyecto de vida elegido por
cada persona para dar sentido y realización a su vida.

b) Salvación y liberación45
“Como núcleo y centro de la Buena Nueva, Cristo anuncia la
salvación: ese gran don de Dios que es liberación de todo lo
que oprime al hombre, pero que es sobre todo liberación del
pecado y del maligno... La Buena Nueva del Reino de Dios,
que anuncia la salvación, incluye un mensaje de liberación
dirigido de una manera muy particular a los pobres”.46
Por consiguiente, la catequesis debe anunciar la salvación y
promover la liberación:
- Hacer “una clara proclamación de que en Jesucristo, Hi-
jo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece
la salvación a toda la humanidad, como don de la gracia
y de la misericordia de Dios”.47
- Proclamar al Dios liberador, tal como fue experimentado
por el pueblo de la Biblia.
- Presentar el Reino de Dios como centro de la predicación
de Jesús; y como realizado ya plenamente en la Persona
de Jesucristo.
- Anunciar el Reino de Dios como presencia cercana, amo-
rosa y salvadora de Dios que actúa en medio del mundo y
de la humanidad.
- Hacer ver que la salvación es, a la vez, histórica y escato-
lógica, inmanente y trascendente: “comienza ciertamente
en esta vida, pero tiene su cumplimiento en la eternidad”.48

45 Cf DGC 101-104. 47 EN 27.


46 DCG 101 y 103. 48 EN 27.

57
- Anunciar que la historia humana, entre la gracia y el pecado,
camina y se orienta hacia su plena realización en la vida fu-
tura, vocación profunda y definitiva de la existencia humana.
- Anunciar las exigencias de conversión y de fe en el Evange-
lio como condiciones para pertenecer al Reino de Dios: con-
versión a la justicia, a la paz y al amor.
- Presentar la Iglesia de Jesús como germen y comienzo del
Reino en la tierra.
- Anunciar la liberación de los pobres y de los que sufren pobre-
za económica, cultural y religiosa; liberación del hambre, la en-
fermedad, el analfabetismo, la injusticia, las discriminaciones.
- Alentar a los cristianos en su compromiso por hacer que se re a-
lice esta liberación y por dar testimonio de ella; y apoyar todo
esfuerzo y toda lucha en favor de la libertad y de la liberación.
- Promover en los cristianos el amor al trabajo como co-crea-
dores y administradores de la creación.
- Comprender la liberación como parte integrante de la evan-
gelización.
- Enseñar la moral social cristiana, como exigencia de la libe-
ración total obrada por Jesucristo.
- Impulsar la opción preferencial por los pobres, que lleva con-
sigo el compromiso por la justicia y el amor.
- Presentar a María como mujer salvada y liberadora.

c) La historia49
La salvación “tiene un carácter histórico, pues se realiza en
el tiempo: “empezó en el pasado, se desarrolló y alcanzó su
cumbre en Cristo; despliega su poder en el presente; y espe-
ra su consumación en el futuro”.50 Así pues el designio de
Dios para la salvación humana se realiza dentro de la histo-
ria concreta.
49 Cf DCG 107-108. 50 DCG 107.

58
La catequesis debe ser “histórica”:
- Presentar la historia de la salvación -hecha de obras y pala-
bras- a través de los grandes acontecimientos del Antiguo y
del Nuevo Testamento, centrándolos en el tema clave de la
Alianza.
- Presentar la historia de la Iglesia, leída desde la fe y como
parte fundamental del contenido de la catequesis.
- Iluminar e interpretar, desde la Biblia, “los acontecimientos
actuales de la historia humana..., la vida de los hombres de
nuestra época, los signos de los tiempos y las realidades de
este mundo”.51
- Ayudar a vivir las situaciones, problemas y aspiraciones de
hoy como historia de salvación, en los cuales Dios continúa
revelándose y realizando su proyecto.
- Situar los sacramentos y la liturgia dentro de la historia de
salvación, cuyos hechos se releen, reviven y actualizan en el
“hoy” de la liturgia.
- Ayudar a descubrir el valor y la importancia de los signos de
los tiempos, como huellas y presencia de Dios: “el conoci-
miento de la fe es un conocimiento por medio de signos”.52
- Presentar el papel y el lugar de María dentro de la Historia
de la Salvación, como mujer de esperanza, abierta al querer
de Dios.

d) La inculturación53
“La Palabra de Dios se hizo hombre, hombre concreto, situa-
do en el tiempo y en el espacio, enraizado en una cultura de-
terminada... Ésta es la originaria “inculturación” de la Pala-
bra de Dios y el modelo referencial para toda la evangeliza-
ción de la Iglesia”.54

51 DCG 107 y 108. 53 Cf DCC 109-110.


52 DCG 108. 54 DCG 109.

59
“La inculturación de la fe...es un proceso profundo y global y
un camino lento... Se trata de la penetración del Evangelio en
los niveles más profundos de las personas y de los pueblos,
afectándolos... hasta las mismas raíces de sus culturas”.55
La catequesis debe inculturarse e inculturar el Evangelio:
- “Promover la inculturación del Evangelio en todas las cul-
turas indígenas, afroecuatoriana, mestiza y adveniente”.56
- “Conocer vivencialmente la historia del pueblo (sus valo-
res, lengua, cosmovisión, costumbres, etc.) y su ‘memoria
cristiana’, presente en la religiosidad popular”.57
- Conocer las raíces y el ambiente cultural dentro del cual
se proclama el Evangelio.
- Ayudar a discernir las riquezas culturales (criterios, valo-
res, expresiones, estilos de vida) compatibles con el Evan-
gelio, para asumirlas; y aquello que contradice o se opone
a la fe cristiana, para sanarlo, purificarlo y transformarlo.
- Evangelizar la religiosidad popular, en actitud de respeto
crítico hacia sus manifestaciones y en un esfuerzo por pe-
netrar en sus motivaciones internas y profundas.58
- Ayudar a dar el paso desde una fe meramente “cultural”
o intelectual hasta una fe de compromiso personal con
Jesucristo.
- Capacitar a los cristianos para que sepan «dar razón de la
esperanza»59 en ambientes no creyentes.
- Propiciar el diálogo fe-cultura, fe-ciencia.
- Proclamar el mensaje perenne del Evangelio con un
lenguaje nuevo en los signos y en las palabras.
- “Asumir en las celebraciones litúrgicas los símbolos, ex-
presiones e idioma de las diversas culturas”.60

55 DCG 109. 58 Cf SD 36, 53, 247; LP 517.


56 LP 513. 59 1P 3, 15.
57 LP 514. 60 LP 522.

60
- Elaborar catecismos, guías y subsidios catequéticos, que
respondan a las exigencias de las diferentes culturas, a
sus aspiraciones, interrogantes y problemas propios.
- Presentar a María como modelo de inculturación del
Evangelio.

e) Integralidad61
Inculturar la fe no significa “adaptar” el Evangelio, para ha-
cerlo más atractivo. Tampoco significa deformarlo, falsearlo,
mutilarlo o disminuir sus exigencias. Al contrario, el discí-
pulo de Cristo “tiene derecho a recibir la palabra de fe...
completa e integral, en todo su rigor y su vigor”.62
“A ningún verdadero catequista le es lícito hacer por cuenta
propia una selección en el depósito de la fe, entre lo que es-
tima importante y lo que estima menos importante, o para
enseñar lo uno y rechazar lo otro”.63
La catequesis debe presentar íntegramente el mensaje evangélico:
- Exponer en forma íntegra y gradual, el mensaje evangéli-
co adaptándose a la edad, conocimiento y capacidad de
los destinatarios de la catequesis.
- Presentar el mensaje evangélico auténtico, tal como se
contiene en la sagrada Escritura y es interpretado por el
Magisterio de la Iglesia; sin reducir sus exigencias, pero
también sin “fantasías” o “invenciones” que desvirtúan o
falsifican el mensaje.
- Presentar los diferentes aspectos del mensaje cristiano en
forma ordenada.

f) Organicidad y jerarquización64
La catequesis consiste en la exposición ordenada y progresi-
va del mensaje evangélico, constituyendo una síntesis orgá-
61 Cf DGC 111-113. 63 CT 30.
62 CT 30; Cf DCG 111.

61
nica, coherente, vital y armoniosa de las diferentes verdades
de la fe. Esta síntesis se articula y “se organiza en torno al
misterio de la Santísima Trinidad, en una perspectiva cristo-
céntrica” (DCG 114); y a partir de allí se establece una “je-
rarquía de verdades”.
En esta “jerarquía de verdades”, todas ellas pertenecen por
igual a la fe y son verdades de fe, aunque «algunas verdades
se apoyan en otras como más principales y son iluminadas
por ellas».65
La catequesis debe presentar un mensaje orgánico y jerar-
quizado:
- Desarrollar “una enseñanza sistemática, no improvisada, si-
guiendo un programa que le permita llegar a un fin preciso”.66
- Destacar nítidamente las verdades esenciales y funda-
mentales de la fe, sin pretender “abordar todas las cues-
tiones disputadas ni transformarse en investigaciones
teológicas o en exégesis científicas”.67
- Suscitar la obediencia en la fe y la adhesión a todo cuan-
to Dios ha revelado.
- Presentar las grandes síntesis orgánicas de la fe, tal como
han sido formuladas por la fe de la Iglesia: la historia de
la salvación, el credo, los sacramentos, los mandamien-
tos, el Padre nuestro.
- Utilizar métodos y recursos que faciliten una presenta-
ción ordenada del mensaje.

g) Significatividad68
La finalidad de la catequesis es ayudar a realizar la comu-
nión de la persona humana con Jesucristo, enseñando “a
pensar como Él, obrar como Él, amar como Él”, de modo que

64 Cf DCG 114-115. 67 CT 21.


65 DCG 114. 68 Cf DCG 116-117.
66 CT 21.

62
“todo lo que Cristo vivió, hace que podamos vivirlo en Él y
que Él lo viva en nosotros”,69 actualizado en la vivencia litúr-
gica de la Iglesia.
De esta manera, al conocer y descubrir a Jesucristo, la
persona humana se conoce y se descubre a sí misma y co-
noce el sentido último de su existencia, pues “el misterio
del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo en-
carnado”.70
Por consiguiente, la catequesis debe ofrecer un mensaje
significativo para la persona humana:
- Prestar atención a “los gozos y esperanzas, tristezas y an-
gustias de los hombres de la época actual”,71 a sus gran-
des interrogantes, anhelos y aspiraciones.72
- Partir de las situaciones y experiencias humanas más im-
portantes, tanto personales como sociales, iluminarlas
con la Palabra de Dios y volver a ellas, transformándolas
y superándolas.
- Mostrar cómo el Evangelio “satisface plenamente el cora-
zón humano”73 y da respuesta segura a sus inquietudes
más profundas.
- Presentar a Jesucristo y a su Evangelio como luz que ilu-
mina y como fuerza que transforma y da esperanza.
- Enraizar la moral evangélica, los mandamientos y las bie-
naventuranzas en los valores y virtudes humanas, pre-
sentes en el corazón humano.
- Relacionar la celebración de los sacramentos con las
grandes experiencias de la existencia humana.
- Presentar a María como mujer plenamente realizada des-
de la fe.
69 DCG 116. 72 Cf SD 48.
70 GS 22a; Cf DCG 1106. 73 DGC 117.
71 GS 1.

63
- Promover la oración cristiana expresada desde la vida y
que impulsa al cristiano a transformar la realidad perso-
nal y social.
- Ayudar al cristiano para que celebre la fe desde la vida.

h) El ecumenismo
“Jesús quiere la unidad de la Iglesia. Debemos promover la
oración y la unidad de todos los cristianos”.74
“El ecumenismo es una prioridad en la pastoral de la Iglesia
de nuestro tiempo”.75 “La catequesis no puede permanecer
ajena a esta dimensión ecuménica”.76
La catequesis debe contener una dimensión ecuménica:
- Suscitar y alentar un deseo de unidad en la verdad.77
- “Alentar un cambio de actitud de nuestra parte, dejando
atrás prejuicios históricos, para crear un clima de con-
fianza y cercanía”.78
- “Descubrir y reconocer los valores que están presentes en
otras Iglesias y religiones, para propiciar el diálogo con to-
dos los creyentes y llegar a la unión con los hermanos de
otras Iglesias”.79
- “Desarrollar una catequesis que instruya debidamente al
pueblo, explicando” aquellos aspectos en los que podría
darse alguna confusión con los miembros de otros movi-
mientos religiosos.80
- “Sin renunciar a enseñar que la plenitud de las verdades
reveladas y de los medios de salvación instituídos por
Cristo se halla en la Iglesia Católica”.81

74 LP 180. 78 SD 138.
75 SD 135. 79 LP 180.
76 CT 32. 80 Cf SD 142.
77 Cf CT 32. 81 Cf SD 142.

64
3. EL CATECISMO

Este capítulo se refiere al contenido de la catequesis que la Iglesia


propone a la comunidad eclesial a través de los catecismos, los cua-
les son una exposición oficial de la fe en forma sintética y abreviada.
a) El catecismo en general
• ¿Qué es un catecismo?82
Un catecismo:
- es un texto oficial del Magisterio de la Iglesia,
- que expone en forma precisa, sistemática y orgánica y a
modo de síntesis lo que la Iglesia Católica cree, celebra,
vive y proclama,
- en sintonía con la sagrada Escritura, la Tradición y el
Magisterio de la Iglesia,
- recoge lo que es básico y común en la vida cristiana,
- sin proponer como doctrina de fe interpretaciones parti-
culares u opiniones privadas.

• El Catecismo de la Iglesia Católica


El Catecismo de la Iglesia Católica83 “es una exposición de la
fe de la Iglesia y de la doctrina católica, atestiguadas por la
Sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio de
la Iglesia... Es un catecismo de carácter universal, ofrecido a
toda la Iglesia. En él se presenta una síntesis actualizada de
la fe, que incorpora la doctrina del Concilio Vaticano II y los
interrogantes religiosos y morales de nuestra época”.84
El Catecismo de la Iglesia Católica constituye un servicio
eclesial, en cuanto:85

82 Cf DCG 119, 124. 84 DCG 120 y 124.


83 Promulgado mediante la Contitución Apostólica Fidei 85 Cf DCG 121.
Depositum, de Juan Pablo II, el 11 de octubre de 1992.

65
- instrumento válido y autorizado al servicio de la comu-
nión eclesial, que facilita la unidad de la fe;
- norma segura para la enseñanza de la fe, que responde al
derecho de todo bautizado a conocer lo que la Iglesia cree;
- punto de referencia para la redacción de catecismos des-
tinados a una porción determinada del Pueblo de Dios: el
Catecismo de la Iglesia Católica, de valor universal, no
sustituye a los catecismos locales.

• Dimensiones del catecismo86


El Catecismo de la Iglesia Católica -y todo catecismo- se ar-
ticula en torno a cuatro dimensiones fundamentales de la vi-
da cristiana:
- Creer: la fe conocida, aceptada y creída, tal como está
contenida en el Credo y es enseñada por la Iglesia;
- Celebrar: la fe celebrada en la liturgia, que comunica la
gracia divina y santifica;
- Obrar: la fe hecha vida y concretada en obras, centrada en
el amor a Dios y al prójimo, núcleo de la moral evangélica;
- Orar: la fe hecha oración, alentada por la esperanza cristiana.
Estas cuatro dimensiones se corresponden con los cuatro pi-
lares que sostienen la transmisión de la fe:
- Credo o Símbolo de la fe
- Sacramentos
- Mandamientos o Decálogo
- Padre Nuestro.
Cada Iglesia particular debe considerar el modo más con-
veniente de ordenar y comunicar este contenido funda-
mental de la fe, en un catecismo que responda a las cir-
cunstancias concretas que ella misma vive.
86 Cf DGC 122.

66
• Jesucristo, inspiración y centro del catecismo
Jesucristo, “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14,6), es el eje cen-
tral del catecismo: Él nos introduce en el misterio de Dios,
Uno y Trino, e ilumina el misterio de la persona humana.
La profesión de fe, la liturgia, la moral evangélica y la ora-
ción deben tener, como inspiración y como hilo conductor, el
misterio de la Santísima Trinidad, que es “el misterio central
de la fe y de la vida cristiana”.87
Al mismo tiempo, el catecismo debe mostrar las consecuen-
cias vitales que brotan del misterio Trinitario para la perso-
na humana y para la sociedad: creación de los seres huma-
nos por Dios y para Dios, vocación a la filiación divina, dig-
nidad e igualdad de todas las personas, llamamiento a la fra-
ternidad y a la comunión universales.

• Contenido del catecismo


La catequesis transmite la Revelación de Dios, tal como está
contenida en la Tradición y en la sagrada Escritura y es in-
terpretada por el Magisterio de la Iglesia. Por esto, el catecis-
mo debe contener, de forma sobria y clara, a modo de sínte-
sis orgánica y atendiendo a la “jerarquía de verdades”, los
acontecimientos y verdades fundamentales de la Revelación,
pues ésta se realiza mediante obras y palabras.88
El catecismo expone este contenido fundamental de manera
que ofrezca una respuesta a las diferentes culturas, edades
y situaciones sociales y eclesiales de cada lugar; de manera
que ilumine las diversas situaciones históricas, ya que éstas
forman parte integrante del contenido de la catequesis.89
El contenido concreto de las guías catequéticas para cada
etapa del itinerario de catequesis parroquial está presentado
en las Matrices de Contenidos para la Catequesis.
87 DCG 99. 89 Cf Medellín, VII, 6.
88 Cf DV 2.

67
b) Relación entre Sagrada Escritura, catequesis y catecismo
La Escritura, inspirada por el Espíritu Santo, es la norma
suprema de la fe de la Iglesia. La catequesis, ministerio de la
Palabra y actividad profética de la Iglesia, es la educación de
la fe de manera ordenada y progresiva, realizada por la co-
munidad eclesial, en el seguimiento de Jesús. El catecismo
es una exposición breve y sistemática de la fe de la Iglesia.
La Biblia y el catecismo son referencia e inspiración de toda
la acción evangelizadora de la Iglesia en nuestro tiempo: la
fecundan, inspiran la catequesis bíblica y son el apoyo de la
comunidad, de los catequistas y catecúmenos.90

• Sagrada Escritura
La Sagrada Escritura juntamente con la Tradición son la
“regla suprema de la fe”. Por ello, la sagrada Escritura debe
tener un puesto preeminente en el ministerio de la cateque-
sis. “Hablar de la Tradición y de la Escritura como fuentes
de la catequesis es subrayar que ésta ha de estar totalmen-
te impregnada por el pensamiento, el espíritu y las actitudes
bíblicas y evangélicas, a través del contacto asiduo con los
mismos textos; y es también recordar que la catequesis será
tanto más rica y eficaz cuanto más lea los textos con la
inteligencia y el corazón de la Iglesia”.91

• Catequesis
La catequesis debe ser una auténtica introducción a la
“lectio divina”, es decir, a la lectura de la sagrada Escritura,
hecha según el Espíritu que habita en la Iglesia.92
La catequesis transmite el contenido de la Palabra de Dios
según la Iglesia lo posee, lo interioriza y lo vive: como narra-
ción de la historia de la salvación y como explicitación del
símbolo de la fe.
90 Cf DCG 127. 92 Cf ibidem.
91 DCG 127.

68
• El Catecismo
El catecismo está al servicio del anuncio del Evangelio y de
la comunicación de la fe. Tiene en la Palabra de Dios la refe-
rencia suprema.93
El catecismo es un instrumento al servicio de la catequesis
y del catequista, servidores de la educación y de la vivencia
de la fe.

c) Criterios para elaborar catecismos en las Iglesias


Particulares
• Características de los catecismos locales94
Un catecismo local:
- Es el que ha sido asumido como propio por una Iglesia local;
- guarda la unidad de la fe y la fidelidad a la doctrina cató-
lica;
- es elaborado o aprobado por los obispos diocesanos o por
la Conferencia Episcopal;
- debe estar al día en cuanto a métodos y contenidos;
- es un instrumento indispensable para la educación de la fe;
- comunica el Evangelio de una manera accesible y adapta-
da a las personas históricas y concretas, hablándoles en
su propia lengua95;
- es un texto de base y de carácter sintético;
- juntamente con la sagrada Escritura, es un instrumento
referencial para hacer catequesis;
- adopta una pedagogía.

93 Cf DCG 125. se dirige, si no utiliza su “lengua”, sus signos y símbolos, si


94 Cf DCG 131, 132. no responde a las cuestiones que plantea, si no llega a su
95 “La evangelización pierde mucho de la fuerza y de su efica- vida concreta” (EN 63).
cia, si no toma en consideración al pueblo concreto al que

69
- criterios para su elaboración
- Adaptación, tomando en cuenta:96
- La cultura, de modo que el catecismo asuma la mentali-
dad, valores, expresiones, celebraciones propios de los
destinatarios;
- La edad, de modo que el catecismo, asumiendo las expe-
riencias vitales fundamentales de los destinatarios, pre-
sente un mensaje significativo para ellos;
- El ambiente, de mayor o menor religiosidad;
- La necesidad de establecer el diálogo fe-ciencia y fe-vida;
- La realidad social, económica, política, familiar, etc., de
modo que el catecismo proporcione criterios evangélicos
para iluminar y transformar esa realidad;
- La situación eclesial concreta que vive la Iglesia particu-
lar, de modo que el catecismo acentúe la evangelización
en los aspectos más urgentes.
- Creatividad97
- El catecismo local debe ser verdaderamente tal, en el sen-
tido de que responda a las situaciones y necesidades con-
cretas de la Iglesia particular.
- Creatividad en cuanto a la selección, estructuración y for-
mulación de contenidos y métodos, haciendo un esfuerzo
por “buscar siempre el modo más apropiado de comuni-
car la doctrina a los hombres de nuestra época, porque
una cosa es el depósito mismo de la fe, o sea sus verda-
des, y otra cosa es el modo de formularlas, conservando
el mismo sentido y el mismo significado”.98
- Creatividad, particularmente, en cuanto a la expresión:
“La Nueva Evangelización requiere nuevos signos y len-
guajes que, de acuerdo con las realidades culturales de

96 Cf DCG 133. 98 GS 62b.


97 Cf DCG 134, 135.

70
hoy, acerquen el Evangelio de Jesucristo a los hombres y
lo encarnen en sus culturas... Es preciso expresar el men-
saje evangélico de modo que los pobres y sencillos lo en-
tiendan...”.99
- Unidad y diversidad
El Catecismo de la Iglesia Católica y los catecismos loca-
les son expresión concreta de la “unidad en la misma fe
apostólica” y, al mismo tiempo, de la rica diversidad de la
formulación de esa misma fe. Lo cual manifiesta:
- La catolicidad de la Iglesia: las riquezas culturales de los
pueblos se incorporan a la expresión de la fe de la única
Iglesia.
- La comunión eclesial: uno de sus vínculos visibles es la
“profesión de una sola fe”.
- La realidad de la colegialidad episcopal: los obispos, cada
uno en su diócesis, y juntos como colegio, en comunión
con el sucesor de Pedro, tienen la misma responsabilidad
de la catequesis en la Iglesia.
La unidad entre las guías de catequesis del itinerario de cate-
quesis parroquial está dada por las Matrices de Contenidos de
la Catequesis aprobadas por la Conferencia Episcopal, las cua-
les deberán ser necesariamente acomodadas a la diversidad de
realidades siguiendo los criterios de adaptación y creatividad.
Los catecismos elaborados por las Iglesias locales pueden tener
un carácter diocesano, regional o nacional y, serán aprobados
por la Santa Sede, la Conferencia Episcopal y el obispo dioce-
sano, según sea el caso.

99 LP 82 Y 83,

71
PEDAGOGÍA Y
METODOLOGÍA
PARA LA
CATEQUESIS
1. PEDAGOGÍA DIVINA EN LA CATEQUESIS

a) La pedagogía de Dios
La pedagogía de Dios en la historia de la salvación ha sido
seguida muy de cerca, tanto por los Santos Padres como por
la Iglesia de hoy, a través de la homilética y el catecumena-
do, entendido como educación de la fe.
La salvación de la persona, que es el fin de la revelación, se
presenta como fruto de una original y eficaz pedagogía de
Dios. La sagrada Escritura nos presenta a Dios como Padre
misericordioso, maestro sabio que toma a su cargo a la per-
sona en las condiciones en que se encuentra para liberarla
de los vínculos del mal, la atrae con lazos de amor, la hace
crecer progresiva y pacientemente hacia la madurez de hijo
libre y obediente a su Palabra.1

b) La pedagogía de Cristo
En la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo Jesucris-
to al mundo, quien nos entregó el don supremo de la Salva-
ción, realizando su misión redentora a través de un proceso
que continuaba la pedagogía de Dios. A lo largo de la breve
e intensa vida de Jesús, sus discípulos tuvieron acceso a la
experiencia directa de los rasgos fundamentales de la peda-
gogía de Jesús:
- La acogida al otro, preferencialmente al pobre, al peque-
ño, al pecador;
- el anuncio genuino del Reino de Dios, como Buena
Noticia de la verdad y misericordia del Padre;
- un amor fuerte y tierno que libera del mal y promueve la
vida;

1 Cf DCG 139.

75
- la invitación apremiante a vivir la novedad de la fe en
Dios, la esperanza en el Reino y la caridad hacia el próji-
mo;
- el empleo de todos los recursos de la comunicación inter-
personal;
- la coherencia entre lo que vive y hace;
- la adaptación e identificación con cada persona;
- la actitud de buen pastor que busca, acoge y da la vida
por su rebaño;
- la conmoción frente al sufrimiento y desesperanza;
- la intensidad con que presenta y vive la misión encomen-
dada por el Padre.

c) La pedagogía de la Iglesia
Desde sus comienzos, la Iglesia vive su misión en continui-
dad visible y actual con la pedagogía del Padre y del Hijo, ba-
jo la iluminación del Espíritu Santo. En esta continuidad la
comunidad cristiana es en sí misma catequesis viviente que
anuncia, celebra, vive y permanece siempre como el espacio
vital indispensable y primario de la catequesis.2

d) La pedagogía divina y la catequesis


La catequesis, en cuanto comunicación de la Revelación di-
vina, se inspira radicalmente en la pedagogía de Dios, y ba-
jo la guía del Espíritu Santo desarrolla una sabia síntesis de
esa pedagogía favoreciendo así la verdadera experiencia de fe
y el encuentro filial con Dios. De este modo la catequesis:
- es una pedagogía que se inserta y sirve al diálogo de sal-
vación entre Dios y la persona,

2 Cf DCG 141.

76
- acepta el carácter progresivo de la revelación como tam-
bién su adaptación a las diversas personas y culturas,
- reconoce la centralidad de la persona de Jesús, Palabra
de Dios encarnada,
- reconoce el valor de la experiencia comunitaria de la fe,
como propia del pueblo de Dios, de la Iglesia,
- se enraíza en la relación interpersonal y hace suyo el pro-
ceso del diálogo,
- se hace pedagogía de signos, en donde se articulan ense-
ñanza y experiencia,
- encuentra su fuerza de verdad y de compromiso en el tes-
timonio inagotable del amor divino.
La catequesis desarrolla al mismo tiempo una acción de educa-
ción, enseñanza y aprendizaje.
La catequesis de la Iglesia debe inspirarse en la pedagogía de
Dios con su pueblo, integrando y armonizando la riqueza catecu-
menal de los Santos Padres con la concepción y los contenidos
de la catequesis de hoy, configurada en siete elementos básicos:
- Las tres etapas de la historia de la salvación: el Antiguo Tes-
tamento, la vida de Jesucristo y la historia de la Iglesia.
- Los cuatro pilares del catecismo: el símbolo de la fe, los Sa-
cramentos, los Mandamientos y el Padre Nuestro.
Estos elementos deben articularse íntimamente, tanto en la ca-
tequesis de iniciación como en el proceso permanente de ma-
duración de la fe, en la variedad de catecismos, según los des-
tinatarios y las diferentes situaciones culturales.3

e) Fidelidad a Dios y a la persona


“Por fin, Dios se reveló y habló por su Hijo” (Heb 1,2), de mo-
do que ya no hay otra revelación que la que Dios ha hecho
por Jesús.

3 Cf DCG 130.

77
La pedagogía tratará de utilizar todos los medios posibles pa-
ra acercar a la persona a Dios y viceversa, para que pueda
darse el verdadero encuentro.
Se busca, pues, hacer una presentación de la persona de Je-
sús, tal como ocurrió en los inicios de la Iglesia, para que sea
Él el que transforme el corazón de toda persona.
A partir de ahí encuentra sentido y tendrá eco la doctrina y
el mismo Magisterio de la Iglesia: Jesucristo es el único mo-
delo del cristiano.
La pedagogía buscará adecuarse a cada grupo humano y a
cada persona, para que puedan encontrarse con el Señor,
que sale al encuentro en todos los momentos y circunstan-
cias de sus vidas.
Cada persona es un ser concreto, con un nombre y apellido,
ubicado en unas coordenadas históricas concretas. Dotada
de dignidad y llamada por Dios a la plena felicidad. Hay que
ser fiel a esa persona y no a otra, irreal, ideal.

2. METODOLOGÍA

El método se puede describir como el conjunto de técnicas y


procedimientos que van de acuerdo con un criterio determina-
do y que tienen en vista un determinado fin. El método no es
neutro, siempre va acompañado de una ideología. Se funda-
menta en concepciones o cosmovisiones, tanto de la realidad
del ser humano, como de educación. Para que un método pue-
da ser aplicado a la catequesis será necesario tener en cuenta
la coherencia con los criterios evangélicos y con la finalidad de
comunicar la verdad revelada.
En catequesis el principio de fidelidad a Dios y fidelidad al hom-
bre afirma la necesaria correlación e interacción que se da en-

78
t re contenido y método. Por otra parte, el catequista sabe que el
contenido de la catequesis no es indiferente a cualquier método,
sino que exige un proceso de transmisión adecuado a la natura-
leza del mensaje, a sus fuentes y lenguajes, a las circunstancias
c o n c retas de la comunidad eclesial, a la condición de cada uno
de los fieles a los que se dirige la catequesis (DCG 149).
La comunicación de la fe en la catequesis es un acontecimien-
to de gracia, es un regalo de Dios, que se hace realidad en el
encuentro de la Palabra de Dios con la libertad de la persona.
Este encuentro se realiza por medio de signos visibles y abre a
la comprensión del proyecto amoroso de Dios.
Método es el camino que se elige y se sigue para el logro de es-
ta meta. En catequesis, cualquier método es bueno, siempre
que dé espacio a la gracia de Dios y siga la pedagogía que em-
pleó Dios con su pueblo.
La catequesis implica la metodología como elemento constituti-
vo para que ésta logre su objetivo: la educación y maduración
de la fe, sin perder el sentido último de la existencia: la vida
eterna y el llamado a la santidad.
A lo largo del tiempo, el método de transmisión del mensaje
cristiano ha evolucionado de acuerdo con la época, las culturas
y las personas concretas, desde formas metodológicas espontá-
neas hasta procesos más sistemáticos. Actualmente, la meto-
dología de la catequesis se ha enriquecido con los adelantos de
la pedagogía general, la antropología, la historia, la psicología y
la sociología. Lo cual ha permitido que el método actual de la
catequesis sea situacional, antropológico y concientizador.
Es frecuente caer en el error de confundir el método con los re-
cursos, los procedimientos, las ayudas metodológicas o las
prácticas usadas en el desarrollo del proceso de comunicación
de la fe. El método es el proceso, considerado globalmente, de
las diversas etapas que implican su desarrollo y los principios
teóricos que orientan su realización concreta. Las técnicas me-
todológicas, actividades y recursos son resultados directo del
método y ayudan a conseguir sus objetivos.

79
Los principios son válidos en forma general, pero cada persona
los pone en práctica en función de sus aptitudes y necesidades
concretas. El rendimiento de una actividad depende en gran
parte de la calidad del método utilizado y éste, a su vez, depen-
de de la persona del catequista. Sus cualidades humanas y la
madurez de su compromis cristiano son elementos esenciales
de una buena catequesis que garantizan el uso correcto de los
textos y de otros instrumentos de trabajo.4
El catequista es el mediador que facilita tanto la comunicación
entre Dios y los catequizandos y la interlocución entre la comu-
nidad y sus miembros; en este contexto, el Directorio General
para la Catequesis afirma que una sólida espiritualidad y un
testimonio de vida cristiana en el catequista constituyen el al-
ma de todo método. (DCG 156)

a) Tendencias metodológicas
La Iglesia no se atiene a un único método en la comunica-
ción de la fe, sino que a la luz de la Pedagogía de Dios, refle-
xiona y discierne entre los métodos característicos de cada
época y de cada contexto, y asume con libertad de espíritu
aquellos elementos metodológicos que son coherentes con la
pedagogía divina y que favorecen la educación en la fe.
Método deductivo, que en la acción catequística se denomi-
na procedimiento kerigmático o vía descendente. Parte de la
fe como expresión del mensaje, para llegar a la vida.
Método inductivo, que en los itinerarios operativos se men-
ciona como procedimiento existencial o vía ascendente. Éste
parte de la vida humana con sus problemas y situaciones,
para proceder seguidamente a iluminarlos con la Palabra de
Dios. Se caracteriza por tener en cuenta la situación de la
persona, está inspirado en una educación liberadora que da
mayor importancia al sujeto de la catequesis. Parte de lo co-
nocido a lo desconocido, de la situación de la persona hacia

4 Cf DCG 156.

80
el descubrimiento y formulación del mensaje, de situaciones
concretas de la vida para descubrir en ella la presencia o au-
sencia de los valores del Reino.
En la praxis catequística estos dos métodos no se excluyen
sino que se complementan mutuamente, en tanto que son
modos legítimos de educación de la fe, si se respetan todos
los factores en juego: el misterio de la gracia y la existencia
humana, la comprensión de fe y el proceso de racionalidad.
La persona humana es considerada en su integridad.
La catequesis no se toma como un adoctrinamiento sino co-
mo un proceso de concientización fiel a la pedagogía de Dios,
quien para dialogar con el ser humano se valió de su lengua-
je, tomó su naturaleza y se encarnó asumiendo no sólo su
corporeidad, sino también su situación social e histórica.
En muchas de nuestras comunidades los catequistas están
privilegiando los métodos participativos que faciliten al cate-
quizando el desarrollo de la capacidad de construir el cono-
cimiento propio de la fe y propicien el desarrollo de una in-
teligencia emotiva en coherencia con los valores evangélicos.

b) La memorización en la catequesis
La catequesis está vinculada a la “memoria” de la Iglesia, que
mantiene viva entre nosotros la presencia del Señor. Por tan-
to, el ejercicio de la memoria es un elemento constitutivo de
la pedagogía de la fe. Habrá que superar los riesgos de una
memorización mecánica, integrando armónicamente el ejerci-
cio de la memoria a las diversas funciones del apre n d i z a j e .
Se han de considerar como objeto de memoria las principales
fórmulas de la fe, los textos de la Escritura, del dogma, de la
l i t u rgia y oraciones más conocidas en la tradición cristiana.
Lo esencial es que los textos memorizados sean interiorizados
y entendidos pro g resivamente en su profundidad para que
sean fuente de vida cristiana personal y comunitaria.5

5 Cf CT 55.

81
c) Método de la catequesis
El método de la catequesis es, fundamentalmente, el camino
del seguimiento de Jesús. “Yo soy el camino, la verdad y la vi-
da” (Jn 14, 6). El seguimiento implica la búsqueda de comu-
nión e identificación con Cristo. Según el evangelista Marcos,
no basta ver los milagros de Jesús y oír sus palabras. Es nece-
sario seguirlo. Tanto es así que muchos que no siguieron a Je-
sús interpretaron de modo bien diferente lo que habían visto y
oído (cf Mc 2, 6-7; 3, 6; 3, 22). La santidad de los que anuncian
el Evangelio es, por tanto, método básico de la catequesis.6
En continuidad con la pedagogía de Dios, que se manifiesta
en la experiencia de cada persona y de cada grupo humano,
es fundamental que en el método catequístico se tome en
cuenta la realidad concreta de los catequizandos, la realidad
social, cultural, religiosa, etc. “Las situaciones históricas y
las aspiraciones auténticamente humanas forman parte in-
dispensable del contenido de la catequesis. Deben ser inter-
pretadas seriamente, dentro de su contexto actual, a la luz
de las experiencias vivenciales del pueblo de Israel, de Cris-
to y de la comunidad eclesial, en la cual vive y actúa conti-
nuamente el Espíritu de Cristo Resucitado”.7 De ahí que el
método catequístico opte por una pedagogía que sea expe-
riencial, participativa y transformadora.
La catequesis es un proceso permanente. Ha de llevar gra-
dualmente a una formación integral y sistemática, buscando
la unidad del Mensaje en la diversidad de sus expresiones y
teniendo en cuenta el contenido del Catecismo de la Iglesia
Católica. Es siempre necesaria la práctica del mensaje, su ce-
lebración y el testimonio por la profesión de la fe.

d) Momentos del método catequístico


Existen, como anotamos arriba, diversos métodos para lo-
grar la experiencia catequística. Lo importante es discernir

6 Cf SSLC 104.

82
el más apropiado para el grupo humano con el cual vamos a
compartir y acompañar el camino de crecimiento en la fe, lle-
gando a la adhesión libre y consciente al proyecto de Dios.
En la realidad concreta de nuestro país, desde la experiencia
de los últimos años, el método que mejor responde a las ne-
cesidades y desafíos que vive nuestra gente es el método del
Ver, Juzgar, Actuar, Evaluar y Celebrar. Aquí lo pre s e n t a m o s
detalladamente, en sus cinco momentos, no excluyendo que
o t ros métodos pueden servir en situaciones particulares.

• VER
Es un acercamiento a la realidad, presentada como aconte-
cimiento, hecho de vida, experiencia o situación humana. En
lo posible debe elegirse un solo hecho, una sola experiencia.
Es necesario que el catequista aprenda a ver la realidad:
Actitues para ver:
- Ver con ojos de fe, con los ojos de Cristo,
- ver lo profundo de la realidad, ir a las causas,
- descubrir la vida como signo y lenguaje,
- ver la realidad tal como se presenta, sin desfigurarla, juz-
garla o condenarla,
- partir de situaciones concretas de la vida personal o de la
comunidad,
- descubrir los “signos de los tiempos”,
- ver desde los pobres con ojos y corazón de pobre,
- acoger amorosamente la realidad,
- contemplar la realidad como don de Dios y tarea humana,
- ver con amor, lo cual se expresa en la solidaridad.

7 Medellín VIII, 6.

83
• JUZGAR
Es el momento de escuchar a Dios que habla: qué piensa, qué
dice, cuáles son sus proyectos, qué actitudes tiene,
cómo actúa, con qué criterios juzga, qué pide. Se trata de
mirar la realidad desde el proyecto de Dios. Este momento debe
ser considerado como el corazón de la catequesis, ya que impli-
ca el anuncio de la Palabra que ilumina la realidad. La ilumina-
ción de la Palabra de Dios debe cuestionar la realidad personal
y comunitaria, debe llevar al compromiso, a la conversión y a la
transformación de la realidad en clara sintonía con el Reino.
Actitudes para juzgar:
- escucha orante de la Palabra de Dios,
- fidelidad a la Palabra,
- capacidad de diálogo,
- apertura a la presencia del Espíritu,
- conversión continua,
- cuestionamiento frente a la realidad.
- actitud contemplativa y de búsqueda de la sabiduría que
da sentido a las manifestaciones del Dios de la vida.

• ACTUAR
Es el momento de confrontar la vida con la Palabra anuncia-
da y escuchada. Es urgente tomar decisiones, a fin de que la
realidad se ajuste a las exigencias del proyecto de Dios. Es
el tiempo de la acción, del compromiso, de las respuestas,
del encuentro personal y comunitario con Dios, a través de
la oración y de las opciones asumidas para la transforma-
ción de la realidad.
Actitudes para actuar:
- confianza y abandono en Dios; apoyarse en la gracia divina,
- valor y fidelidad para mantenerse en camino,

84
- coherencia entre fe y vida,
- decisión para emprender los cambios que permitan trans-
formar la realidad,
- actitud de consenso y de búsqueda de la unidad,
- respeto por el otro y sus ideas,
- testimonio inspirado en el seguimiento de Jesucristo,
- búsqueda de la verdad.

• EVALUAR
Es el momento para sintetizar las vivencias, los contenidos
del mensaje y hacer que el grupo lo verbalice y memorice.
También es el momento de verificar el camino recorrido tan-
to por las personas como por la comunidad.
Actitudes para evaluar:
- disponibilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo,
- creatividad para asumir los correctivos necesarios dentro
del proceso,
- flexibilidad y adaptación a los ritmos personales y comu-
nitarios,
- escucha atenta y reflexiva a las personas y a la comuni-
dad,
- dinamismo para evocar y provocar.

• CELEBRAR
Es el momento del encuentro gozoso y celebrativo con Dios.
Momento privilegiado para dejar que actúe la gracia de Dios,
que anima e impulsa el proceso catequístico. Es un camino
para educar a la persona y al grupo en la oración y en la con-
templación en el diálogo filial y amoroso con el Padre, en el

85
encuentro personal y comunitario con Él. Habrá que supe-
rar las formas de oración puramente rutinaria y memorísti-
ca, al inicio o al término del encuentro, para llegar a una
oración que nazca espontánea y libre como respuesta de
amor a lo que se ha reflexionado juntos.
Actitudes para celebrar:
- vivir la experiencia personal y de grupo como don de Dios,
- relacionarse con Dios personal y comunitariamente,
- amar a Dios y al prójimo,
- superar el individualismo y la competencia con acciones
de perdón y reconciliación,
- llegar a la Eucaristía (acción de gracias de la comunidad)
como cumbre de toda celebración.
- educar para la participación en la liturgia,
- vivir la celebración de cada sacramento como meta del ca-
mino recorrido y como invitación a alimentarse personal
y comunitariamente para seguir caminando.

e) Sugerencias para los cinco momentos del método


Debe propiciarse la creatividad, tanto del catequista como
del grupo.
Es conveniente partir de la vida personal o comunitaria que
estamos viviendo, de modo que evitemos escaparnos de la
realidad que vivimos.
La proclamación, ya sea de la Palabra de Dios o del Magis-
terio de la Iglesia, se puede hacer a través de dramatiza-
ciones, lectura dialogada, mímica, diapositivas, cartas, di-
bujos, etc.
Para que el “actuar” pueda influir positivamente en los cate-
quizandos y ayudarlos como grupo a cambiar, a tomar pos-

86
turas distintas, debemos escoger de común acuerdo un com-
promiso concreto, significativo y evaluable.
Fomentar la oración personal para provocar un encuentro
profundo con Dios Padre, oración que asuma los símbolos de
la vida y de nuestra experiencia personal.

87
LOS
DESTINATAR-
IOS
DE LA
CATEQUESIS
esús anunció la Buena Nueva a todas las personas, primordial-

J mente a los más pobres. Por eso, la catequesis tiene como des-
tinataria a la comunidad cristiana, en cuanto integrada por
obispos, sacerdotes, religiosos/as y laicos/as.1
Para responder al creyente y a la comunidad en forma convenien-
te y satisfactoria, la catequesis debe tener en cuenta la
situación en la que se encuentran sus destinatarios. Por eso, pa-
ra atender a las personas en sus distintas y variadas situaciones,
la catequesis debe recorrer múltiples caminos para salir al en-
cuentro de sus diversas necesidades y adaptar el mensaje cristia-
no y la pedagogía de la fe a cada circunstancia.
Se considera a los destinatarios desde sus exigencias peculiares:
- La evolución física y psíquica de los catequizandos. Así se tiene
la catequesis según las edades.
- La situación especial en que se encuentran: discapacidad, mar-
ginación, diferencia de mentalidad, ambientes.
- El contexto socio-religioso en el que se encuentran los sujetos.
- El contexto socio-cultural en el que están inmersos los fieles.

1. CATEQUESIS SEGÚN LAS EDADES

La catequesis según las edades es una exigencia esencial para


la comunidad cristiana. Por eso, es indispensable tener en
cuenta todos los aspectos tanto los antropológico-evolutivos,
como los teológico-pastorales, en lo que concierne a cada una
de las edades.
Además, es necesario integrar las diversas etapas del camino
de la fe. En esta integración es pedagógicamente eficaz hacer
referencia a la catequesis de adultos y desde ahí orientar la ca-
tequesis de las otras etapas de la vida.2

1 Cf DCG 167-168. 2 Cf DCG 171.

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a) Catequesis de los adultos
• IMPORTANCIA
Los adultos son, en el sentido más amplio, los destinatarios
del mensaje. De ellos depende la formación de las nuevas ge-
neraciones cristianas a través del testimonio en la familia, en
el mundo social y político, en el ejercicio de la profesión y en
la práctica de vida en la comunidad.3
La catequesis debe tener muy en cuenta las experiencias vi-
vidas, los condicionamientos y los desafíos que tales adultos
encuentran, así como sus múltiples interrogantes y necesi-
dades respecto a la fe. En consecuencia, es necesario distin-
guir: adultos creyentes, adultos bautizados (que no viven su
compromiso bautismal), adultos no bautizados.

• CRITERIOS
Atención a los destinatarios adultos teniendo en cuenta sus
problemas y experiencias, capacidades espirituales y cultu-
rales; atención a su condición laical; atención por despertar
el interés de la comunidad, para que sea lugar de acogida y
ayuda; y atención a un proyecto orgánico de pastoral de
adultos que integre la catequesis, la liturgia y la caridad.4

• OBJETIVOS
La catequesis de adultos debe proponer la fe cristiana en su
integridad, autenticidad y sistematicidad. Sus tareas son:
- Ayudar a vivir una vida de gracia alimentada por los sa-
cramentos.
- Promover una sólida formación de los laicos.
- Promover la formación y la maduración de la vida en el
Espíritu de Cristo resucitado.

3 Cf DNC (1981), 85.4. 4 Cf DCG 174.

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- Ejercitar las obras de caridad-solidaridad.
- Cumplir los deberes del propio estado de vida: casado,
soltero, consagrado.
- Educar para juzgar con objetividad y a la luz de la fe los
cambios socio-culturales de la sociedad .
- Dar respuesta a los interrogantes religiosos y morales de hoy.
- Desarrollar los fundamentos de la fe, que permita dar ra-
zón de la esperanza.
- F o rmar para asumir responsabilidades en la misión de la
Iglesia y para saber dar testimonio cristiano en la sociedad.5
- Formar verdaderas comunidades cristianas.

• MODALIDADES
Es necesario tener en cuenta que:
- hay situaciones y circunstancias que exigen particulares
formas de catequesis: la catequesis de la iniciación cris-
tiana o el catecumenado de adultos que está expresado en
el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos;
- la catequesis al pueblo de Dios en forma ordinaria o en la
forma extraordinaria de misiones populares;
- la catequesis avanzada para dirigentes;
- la catequesis con ocasión de los principales acontecimien-
tos de la vida (matrimonio, bautismo, enfermedad, etc);
- la catequesis con ocasión de acontecimientos particulares
que afectan a la vida de la Iglesia y de la sociedad (servi-
cio militar, emigración);
- la catequesis para personas que viven situaciones irregu-
lares (divorciados, separados, unión libre);
- la catequesis para personas que “regresan” de las sectas.

5 Cf DCG 175.

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b) Catequesis de la infancia y de la niñez
• IMPORTANCIA
La niñez y la infancia se caracterizan por tener la gracia de una
vida que comienza, de la cual brotan admirables posibilidades
para la edificación de la Iglesia y humanización de la sociedad,
p e ro también grandes necesidades a las que responder.
Hoy el niño/a tienen derecho al pleno respeto y ayuda para
su crecimiento humano y espiritual; están necesitados de la
catequesis, que nunca les debe faltar.

• CRITERIOS
La infancia y la niñez constituyen el tiempo de la primera so-
cialización y de la educación humana y cristiana en la fami-
lia, en la escuela y en la comunidad; por eso, hay que consi-
derarlas como una etapa decisiva para el futuro de la fe. Or-
dinariamente en esta etapa tiene lugar la iniciación cristia-
na con la recepción del sacramento del Bautismo.

• OBJETIVOS
El proceso catequético en esta etapa será eminentemente
educativo y estará atento a desarrollar el sentido de la con-
templación, de la confianza, de la gratuidad, del don de sí,
de la comunicación con Dios, de la alegre participación. La
educación para la oración y la iniciación a la sagrada Escri-
tura son aspectos centrales de la formación cristiana de los
pequeños.

• MODALIDADES
La catequesis de los pequeños es fruto de la intervención de
distintos educadores. Hay que tener en cuenta la importan-
cia de dos ámbitos educativos: la familia y la escuela. La ca-
tequesis familiar es insustituible.

94
En algunas escuelas se imparte enseñanza religiosa escolar.
Todo esto requiere que la catequesis y los catequistas reali-
cen una colaboración constante con los padres y con los
maestros.
En nuestro país, a muchos niños les falta un apoyo religioso
familiar adecuado por no tener una verdadera familia, por no
f recuentar la escuela, por condiciones de inestabilidad social
y de inadaptación y causas ambientales. Muchos no están
bautizados; otros no realizan el camino de iniciación. Corre s-
ponde a la comunidad cristiana suplir estas care n c i a s .6

c) Catequesis de los jóvenes


• IMPORTANCIA
En la actual situación de crisis espiritual y cultural, los jó-
venes son las primeras víctimas, aunque también en ellos
están puestas las esperanzas de una sociedad mejor. La Igle-
sia los contempla como un gran desafío para el presente y
futuro.
Para mayor claridad, es útil distinguir tres etapas: la prea-
dolescencia, la adolescencia y la juventud.
- Preadolescencia: se puede afirmar que es una etapa igno-
rada. En esta edad, al recibir la Confirmación, muchos jó-
venes concluyen el proceso de iniciación sacramental y
tienden a alejarse de la práctica de la fe.
- Adolescencia: es la etapa de la vida que precede a la asun-
ción de las responsabilidades propias del adulto.
- Juventud: tiempo de espera, a veces de desencanto y de
insatisfacción, incluso de angustia y de marginación. El
alejamiento de la Iglesia, o al menos la desconfianza ha-
cia ella, está presente en muchos jóvenes, como actitud
de fondo. Se nota la falta de apoyo espiritual y moral de

6 Cf LP 115, DCG 180.

95
las familias y la precariedad de la catequesis recibida.
Muchos tienden a la búsqueda del sentido de la vida, a la
solidaridad, al compromiso social, e incluso a la experien-
cia religiosa misma.7

• CRITERIOS
La catequesis debe estar atenta a las luces y a las sombras
de la condición de los jóvenes, tal como se dan en las distin-
tas regiones y ambientes.
El corazón de la catequesis es la propuesta explícita de Cris-
to al joven del Evangelio: “Vende todo, dáselo a los pobres y
sígueme” (Lc 18,22). Pero esta propuesta no es impuesta,
pues los jóvenes no son sólo objeto de la catequesis; son, so-
bre todo, interlocutores, sujetos activos, protagonistas de la
evangelización y artífices de la transformación social.
La catequesis para jóvenes debe tener presente las dife-
rentes situaciones religiosas, emocionales y morales. Por
ejemplo, la de jóvenes no bautizados; la de jóvenes bauti-
zados pero que no han realizado el proceso catequético ni
completado la iniciación cristiana; jóvenes que atraviesan
crisis de fe, a veces graves; otros, con posibilidades de ha-
cer una opción de fe o que ya la han hecho y esperan ser
ayudados.8

• OBJETIVOS
Esta catequesis será más provechosa si se lleva a cabo al
interior de una pastoral más amplia de preadolescentes,
adolescentes y jóvenes orientada al conjunto de problemas
que afectan sus vidas. A este fin, la catequesis debe integrar
aspectos tales como el análisis de la situación actual, el
aporte de las ciencias humanas, de la educación, la colabo-
ración de los laicos y de los mismos jóvenes.
7 Cf DCG 181-182 8 Cf DCG 184.

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• MODALIDADES
Para ser eficaz, la catequesis puede servirse de los siguien-
tes espacios:
- una acción de grupo bien orientada,
- encuentros para vincular al joven con la familia,
- la pertenencia a asociaciones juveniles de carácter educa-
tivo,
- un acompañamiento personal al joven, en el que destaca
la dirección espiritual,
- la formación de la personalidad del joven, teniendo en
cuenta las diferentes situaciones sociales, económicas,
religiosas y su proceso evolutivo de maduración.
La catequesis de jóvenes puede ser realizada en form a
de catecumenado juvenil o bien como una catequesis
que complete y culmine la iniciación cristiana, también
como una catequesis sobre cuestiones específicas o en
f o rma de encuentros más o menos ocasionales e infor-
males.
Es urgente proponer a los jóvenes una catequesis con iti-
nerarios nuevos, abiertos a la sensibilidad y a los proble-
mas de esta edad que son de orden teológico, ético, histó-
rico, social. En particular, deben ocupar un puesto adecua-
do la educación para la verdad y la libertad según el Evan-
gelio, la formación de la conciencia, la educación del amor,
el planteamiento vocacional, el compromiso cristiano en la
sociedad y la responsabilidad misionera en el mundo. La
evangelización contemporánea de los jóvenes debe adoptar
un carácter misionero más que estrictamente catecumenal.
La catequesis debe adaptarse a los jóvenes, sabiendo tra-
ducir a su lenguaje, con paciencia y buen sentido, el men-
saje de Jesucristo.9
9 Cf DCG 185.

97
d) Catequesis de los ancianos
• IMPORTANCIA
Es necesario destacar el valor de las personas ancianas co-
mo un don de Dios a la Iglesia y a la sociedad, por su apor-
te de experiencia y de vida. A ellos hay que dedicarles tam-
bién una catequesis adecuada. Tienen, con respecto a ella,
el mismo derecho y deber que los demás cristianos.

• CRITERIOS
La catequesis de los ancianos debe estar atenta a los aspectos
particulares de su situación de fe; pero, en cualquier caso, la
condición del anciano reclama una catequesis de la esperanza,
que proviene de la certeza del encuentro definitivo con Dios.10

• OBJETIVOS
El anciano es, de hecho, testigo de la tradición de fe, maes-
tro de vida y ejemplo de caridad. La catequesis debe valori-
zarle y ayudarle a redescubrir las ricas posibilidades que tie-
ne dentro de sí, ayudándole también a asumir funciones ca-
tequéticas en relación con el mundo de los pequeños, de los
jóvenes y de los adultos. Esto favorecerá un diálogo interge-
neracional en la familia y en la comunidad.11

2. CATEQUESIS PARA SITUACIONES ESPECIALES

a) Discapacitados e inadaptados
La pobreza y la debilidad de los discapacitados e inadapta-
dos, por dificultades de carácter físico, psíquico y social, son
muy graves. A todos ellos y especialmente a los niños que se

10 Cf DCG 186-187. 11 Cf DCG 188.

98
encuentran en tales condiciones hay que ofrecerles una ca-
tequesis apropiada, a la que por otra parte tienen derecho
como bautizados; y, si no están bautizados, como llamados
a la salvación.
Las características peculiares de esta catequesis exigen de
parte de los catequistas una preparación específica.12 Una de
las tareas más importantes de la catequesis sería el integrar
a los discapacitados en la comunidad. Mención especial re-
quieren los sordos, para quienes la catequesis deberá elabo-
rar itinerarios adecuados, personalizados, que faciliten la
acogida y maduración de la fe en sus vidas.

b) Marginados
La catequesis irá al encuentro de los marginados y de los
más pobres consciente de que todo el bien que se hace a los
“hermanos más pequeños” se lo hace a Jesús.
Se pueden considerar marginados: los emigrantes, las perso-
nas sin hogar, los enfermos crónicos, los tóxico-dependien-
tes, encarcelados y prisioneros. Dentro del grupo de los po-
bres, encontramos a los indígenas, los afroecuatorianos, los
desempleados, las mujeres, los niños y niñas de la calle.
La catequesis, a la luz de la Palabra de Dios, debe compro-
meterse de manera preferencial con su realidad lacerante,
pues en cada uno de sus rostros está el rostro del Señor.

c) Personas en situación familiar irregular


La catequesis deberá tomar en cuenta también a las perso-
nas que viven en situación familiar irregular, que con fre-
cuencia son mal vistas y resultan ser marginadas. La cate-
quesis deberá partir de su situación para poder llegar a al-
guna solución, para acompañarles y ayudarles a aceptar y
vivir el amor en su situación actual.

12 Cf DCG 189.

99
d) Grupos diferenciados
Hay personas que por su profesión específica, y más amplia-
mente por su situación cultural, requieren itinerarios espe-
ciales de catequesis. Tal es el caso del mundo obrero, de las
profesiones liberales, de los artistas, de los hombres y muje-
res de ciencia, de los grupos del poder político, militar y eco-
nómico, de la juventud universitaria.13

e) Ambientes
La catequesis debe tener muy en cuenta el ambiente, pues
éste ejerce una gran influencia sobre las personas y vicever-
sa. En general, el ambiente rural y el urbano exigen formas
diferenciadas de catequesis.
La catequesis en el mundo rural ha de reflejar las necesida-
des que están unidas a la pobreza y a la miseria y, a veces,
a miedos y supersticiones. Pero también ha de tener en
cuenta que este ambiente es rico en experiencias de senci-
llez, de confianza en la vida, de sentido de la solidaridad, de
fe en Dios y fidelidad a las tradiciones religiosas.
La catequesis debe llevar a los campesinos a tomar concien-
cia de ser una fuerza dinamizadora en la construcción de
una sociedad más participativa.14
La catequesis en el medio urbano ha de tener en cuenta una
amplia variedad de situaciones, que van desde las de bie-
nestar hasta las de pobreza y marginación.
El ritmo propio de vida de la ciudad es, a menudo, fuente
de estrés, de gran movilidad, de sugestivas llamadas a la
evasión y al desinterés, donde es frecuente la situación de
anonimato y de soledad.15

13 Cf DNC 6; DCG 191. 15 Cf DCG 192.


14 Cf DCG 192.

100
3. LA CATEQUESIS SEGÚN EL CONTEXTO SOCIO-RE-
LIGIOSO
a) Situación de pluralismo y de complejidad
En esta situación, algunos cristianos pueden confundirse y de-
sorientarse. Su fe corre el riesgo de morir. Es indispensable, en-
tonces, una catequesis evangelizadora que eduque a los cristia-
nos en el sentido de su identidad de bautizados, de creyentes y
de miembros de la Iglesia, abiertos y en diálogo con el mundo.16

b) En relación con la religiosidad popular


En nuestro país, la religiosidad popular es una realidad rica
y a la vez expuesta a deformaciones, en la que la fe, que es
su fundamento, necesita purificación y robustecimiento.17
Se requiere una catequesis que, asumiendo tal riqueza reli-
giosa, sea capaz de percibir sus dimensiones interiores y sus
valores innegables, ayudándola a superar los riesgos de fa-
natismo, superstición, sincretismo e ignorancia religiosa.
Es necesaria también una catequesis que permita superar
los elementos caducos de la piedad, que subraye los valores
perennes y que incorpore aquellos datos doctrinales que son
fruto de la reflexión teológica y son enseñados por el Magis-
terio de la Iglesia.18

c) En relación con el ecumenismo


La catequesis debe asumir una dimensión ecuménica que
permita el diálogo con los hermanos de otras Iglesias cristia-
nas.19 Para ello, ha de ofrecer una exposición completa de la
revelación; ha de poner de manifiesto la unidad y diversidad

16 Cf DCG 193. 18 Cf DCG 195.


17 Cf LP 41. 19 Cf SD 135, LP 180.

101
de fe de los cristianos, pero suscitando el deseo de unidad;
preparará para vivir en contacto con gente de otros grupos
cristianos, cultivando la propia identidad católica en el res-
peto a la fe de los otros.
Para facilitar el diálogo ecuménico con otros grupos cristianos, se-
rá muy oportuno programar, con la debida prudencia, determ i-
nadas actividades de colaboración en el campo de la enseñanza
religiosa, de la promoción humana y de la justicia, celebraciones
en tiempos litúrgicos fuertes, tales como la semana de oración por
la unidad de los cristianos y encuentros de diverso tipo.20

d) En relación con otras religiones


En el Ecuador, la mayoría de las personas son cristianas. Pe-
ro están presentes también personas que practican religio-
nes no cristianas.
Para afrontar esta situación, la catequesis debe profundizar
y robustecer la identidad de los bautizados; ayudar a tomar
conciencia de la presencia de otras religiones e impulsar el
diálogo interreligioso y promover un vivo sentido misionero.21

e) En relación con los nuevos movimientos religiosos y las


sectas
Los nuevos movimientos religiosos (corrientes espiritistas,
rosacruces, gnósticos, Hare Krishna, Luz Divina, grupos
derivados del budismo y del hinduismo, etc.) existen en
nuestro país, pero no son tan conocidos como las sectas
fundamentalistas.22
Las sectas son grupos religiosos que:
- interpretan la Sagrada Escritura exclusivamente en for-
ma individual y fundamentalista,
- insisten en la proximidad del fin del mundo y afirman que
el juicio final está próximo.
20 Cf DCG 197. 22 Cf LP 122.
21 Cf SD 122. DCG 200.

102
- desprecian la religiosidad popular y por ello han dejado
un gran vacío espiritual que lleva a muchos al indiferen-
tismo religioso.
- traen división en muchas comunidades, especialmente en
los indígenas,
- tienen en general un carácter muy proselitista y combativo.
- a veces responden a la necesidad de relaciones interper-
sonales y otras veces llenan el vacío religioso creado por
el horizontalismo.23
Para hacer frente a las sectas, la Iglesia está llamada a pro-
mover al interior de la comunidad una catequesis bíblica,
mariana, integral y sistemática, a la que indispensable-
mente ha de acompañar el testimonio cristiano auténtico.24

4. LA CATEQUESIS SEGÚN EL CONTEXTO SOCIO-CULTURAL

Es urgente promover la inculturación del evangelio en las cul-


turas indígenas, afroecuatorianas, mestiza y adveniente; cono-
ciendo las culturas de nuestro pueblo y encarnando el evange-
lio en ellas; asumiendo sus formas y símbolos en las celebra-
ciones litúrgicas; caminando hacia la apropiada inculturación
de la Iglesia con rostro propio según las diferentes culturas.25

a) Tareas en la inculturación
La catequesis está llamada a llevar la fuerza del evangelio al cora-
zón de la cultura y de las culturas; por eso, entre sus tareas están:
- Conocer en profundidad la cultura específica de cada gru-
po humano y el grado de penetración en su vida.
- Reconocer la presencia de la dimensión cultural en el
mismo evangelio.

23 Cf LP 120. 25 Cf LP 513.
24 Cf DCG 201.

103
- Anunciar el cambio profundo, la conversión que el evan-
gelio opera en las culturas.
- Dar testimonio de que el evangelio trasciende toda cultu-
ra y no se agota en ella y, a la vez, discernir las semillas
del evangelio presentes en cada una de las culturas.
- Promover, desde el interior de cada una de las culturas,
nuevas expresiones del evangelio, procurando un lengua-
je de la fe que sea patrimonio común de los fieles y, por
tanto, factor fundamental de comunión.
- Mantener íntegros los contenidos de la fe de la Iglesia y
explicarlos teniendo en cuenta las situaciones culturales
e históricas de los destinatarios.

b) Proceso metodológico en la inculturación


La catequesis debe proponer el evangelio de manera viva, en pro-
fundidad y tocar hasta las raíces mismas de la cultura y de las
culturas. Esto determina un proceso metodológico integrado por
diversos momentos: escuchar en la cultura el eco de la Palabra
de Dios; discernir cuanto hay de valor evangélico o al menos
abierto a él; purificar lo que está bajo el signo del pecado (pasio-
nes, estructuras del mal) o de la fragilidad humana; suscitar en
los catequizandos actitudes de conversión radical a Dios, de diá-
logo con los demás y de paciente maduración interior.26
Hay que procurar verificar si en el proceso de la catequesis
se han infiltrado elementos de sincretismo. La catequesis es
auténtica si, a más de asimilación intelectual del contenido
de la fe, alcanza al corazón y transforma la conducta, gene-
ra un modo de vida dinámico y unificado por la fe, establece
la unión entre la fe y la vida, entre el mensaje cristiano y el
contexto cultural y produce frutos de santidad.27

c) Espacios privilegiados para la inculturación


La catequesis está llamada a acercarse a las personas allá donde
viven, en particular a la familia, la escuela, el trabajo y el tiempo

26 Cf DCG 204. 27 Cf DCG 205.

104
libre. Así mismo, es importante que se haga presente en algunos
ámbitos antropológicos como la cultura urbana, el turismo y las
migraciones, el mundo juvenil y otros fenómenos de relieve social.
También deben ser iluminadas con la luz del evangelio algu-
nas áreas como la comunicación, el compromiso por la paz,
el desarrollo, la liberación de los pueblos y la ecología; el
área de la defensa de los derechos humanos, sobre todo los
de las minorías, de la mujer y del niño; el área de la investi-
gación científica y de las relaciones internacionales.28
Una forma adecuada de inculturación es la catequesis de jóve-
nes y la de adultos; también la catequesis de iniciación cristiana
de los niños. La catequesis litúrgica es una vía privilegiada, por
la riqueza de símbolos con que se expresa el mensaje y porque a
ella tiene acceso una gran parte del pueblo de Dios. Son útiles
también los contenidos de los leccionarios, la estructura del año
litúrgico, la homilía dominical, etc. También la familia, ya que es
el agente primario de una transmisión inculturada de la fe.29

d) La comunicación al servicio de la inculturación


Con respecto al lenguaje, la inculturación de la fe es, en ciertos
aspectos, obra del lenguaje. Por eso la catequesis debe respetar y
valorar el lenguaje propio del mensaje y también entrar en comu-
nicación con formas y términos propios de la cultura de sus des-
tinatarios. Debe encontrar el lenguaje adaptado a cada edad, el
lenguaje de los estudiantes, de los intelectuales, de los analfabe-
tos y personas de cultura elemental, de los minusválidos, etc.30
Los medios de comunicación están íntimamente ligados al
lenguaje corporal, verbal, simbólico. Por eso la catequesis
deberá favorecer una mayor valoración de los medios, la pro-
moción de la madurez crítica de los destinatarios, la elabo-
ración de materiales catequéticos en relación con los medios
de comunicación social y la colaboración provechosa entre
los agentes de pastoral.31

28 Cf DCG 211. 30 Cf DCG 208.


29 Cf DCG 207. 31 Cf DCG 209.

105
LA
CATEQUESIS
EN LA
IGLESIA
PARTICULAR
a Iglesia universal está presente en cada Iglesia particular. Es

L aquí, en una situación y lugar concretos, donde quienes han


optado por seguir a Jesús llevan adelante su proyecto, reuni-
dos en comunidad, alrededor del obispo:
- Anuncian el Reino de Dios (ministerio profético),
- comienzan a realizarlo con Él y con todos los hombres y muje-
res de buena voluntad (ministerio real),
- celebran, con la presencia de Jesús resucitado, el proceso del
Reino en la historia (ministerio sacerdotal).
La catequesis participa del ministerio profético de la Iglesia con su
servicio específico: hacer resonar en una comunidad cristiana la
Buena Noticia de Jesús y de su Reino ya presente, para que quie-
nes forman parte de esta comunidad, empapados por esta Buena
Noticia, se conviertan y se comprometan a trabajar para que el
mundo camine según el proyecto del Reino.
Se trata de un servicio indispensable para el crecimiento de la
Iglesia en fidelidad a su misión. Es un servicio único realizado de
modo conjunto por presbíteros, diáconos, religiosos/as y laico-
s/as, en comunión con el obispo.

1. RESPONSABLES Y AGENTES DE LA CATEQUESIS


La catequesis es responsabilidad de toda la comunidad cristia-
na. De la comunidad debe nacer la preocupación por la cateque-
sis en sus distintos niveles. La catequesis debe desarrollarse en
la comunidad, animada por catequistas que sean miembros ac-
tivos y responsables de ella. Una catequesis que sea auténtica
debe caminar hacia una verdadera experiencia comunitaria.
Aunque toda la comunidad cristiana es responsable de la cate-
quesis y aunque todos sus miembros deben dar testimonio de
su fe, no todos reciben la misión de ser catequistas. Los padres
tienen esta misión respecto de sus hijos. A otros, especialmen-

109
te llamados, la Iglesia confía oficialmente esta delicada tarea de
transmitir y hacer crecer la fe dentro de la comunidad.

a) El Obispo
En la Iglesia particular el obispo es “el primer responsable de
la catequesis, el catequista por excelencia”.1 Esta re s p o n s a b i-
lidad es compartida por la Comisión Diocesana de Catequesis.

b) El presbítero
Por el sacramento del Orden, el pre s b í t e ro, en comunión con el
obispo, es educador nato de la fe: es su tarea fomentar la vo-
cación y el ministerio de los catequistas dentro del Plan de Pas-
toral de Conjunto de la diócesis. El párroco, en particular, tie-
ne algunas tareas propias, en lo que se re f i e re a la catequesis:
- Promover en la comunidad parroquial la conciencia de
responsabilidad que todos tienen en relación con la cate-
quesis; y promover el reconocimiento y aprecio hacia los
catequistas.
- Fomentar y discernir las vocaciones para el servicio cate-
quístico y cuidar de la formación inicial y permanente de
los catequistas.
- Cuidar la orientación de fondo de la catequesis y su ade-
cuada programación y organización.
- Asegurar la integración de la catequesis en la realidad so-
ciocultural y en el plan pastoral de la parroquia, que es-
tará en sintonía con el plan diocesano.

c) Los padres de familia


Por el sacramento del matrimonio, los padres de familia re-
ciben la gracia y la responsabilidad de ser los primeros cate-
1 Cf CT 63.

110
quistas de sus hijos. La catequesis familiar debe preceder,
acompañar y enriquecer toda otra forma de catequesis.2 El
programa Familia, Vida y Fuerza de la Comunidad de la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana, es un subsidio válido
que ayudará a asumir esta tarea.

d) La vida consagrada
Las personas de vida consagrada dan un aporte original y
fundamental a la catequesis mediante el testimonio público
de su consagración, que los convierte en signos vivientes de
la realidad del Reino, en la perspectiva específica de cada
uno de sus carismas. Además, pueden estar llamadas a de-
dicar sus capacidades y sus posibilidades a la obra específi-
ca de la catequesis: muchas familias religiosas nacieron pa-
ra la educación cristiana de niños y jóvenes.

e) Los laicos
Los laicos ejercen la catequesis viviendo dentro de las condicio-
nes de vida ordinarias en el mundo. La vocación específica pa-
ra la catequesis tiene su raíz en el sacramento del Bautismo y
es robustecida por el sacramento de la Confirmación. El obis-
po y el párroco, en la comunidad, suscitan y disciernen esta
llamada divina y confieren a los laicos la misión de catequistas
que, de hecho, puede ejercerse en grados diversos de dedica-
ción, según la situación y las posibilidades de cada persona.

f) El catequista
La figura del catequista en la Iglesia presenta modalidades di-
ferentes que responden a situaciones distintas. Por ejemplo:
- Catequistas en tierras de misión, que son los responsa-
bles de la inculturación del Evangelio en sus comunida-

2 Cf CT 68.

111
des y, además, cooperan en otros servicios de animación
comunitaria.
- Catequistas que en pequeñas poblaciones rurales y en
barriadas de las grandes metrópolis prestan un servicio
catequístico y, al mismo tiempo, de animación comunitaria.
- Catequistas que acompañan el proceso de iniciación cris-
tiana de jóvenes y adultos y animan la catequesis especí-
fica de adultos en encuentros presacramentales (Bautis-
mo y primera Comunión de los hijos, Matrimonio...).
- Catequistas de niños y adolescentes que se preparan
para los sacramentos de la Reconciliación, Eucaristía y
Confirmación.
- Catequistas para categorías de personas que necesitan
una atención especial: desadaptados, discapacitados, mi-
grantes, excluídos, etc.

2. FORMACIÓN DE CATEQUISTAS
La pastoral catequética, a nivel diocesano y parroquial, debe
dar absoluta prioridad a la formación catequística de los pres-
bíteros (en los seminarios), de los/as religiosos/as (en las casas
de formación) y de los catequistas laicos/as. La formación de
catequistas es tan importante como la renovación de los textos
y la organización de la catequesis.

a) Perfil del catequista


La formación trata de capacitar a los catequistas para trans-
mitir la Buena Noticia de Jesús, inculturándola en todas las
culturas, adaptándola a edades y situaciones.
Se necesitan catequistas:
- con madurez humana;

112
- con fe profunda y clara identidad cristiana y eclesial, ali-
mentada por la oración y la experiencia sacramental;
- con honda sensibilidad cultural y social para interpretar
desde el Evangelio la realidad en que viven, con sus valo-
res, sus desafíos y sus sombras;
- con sólidos y amplios conocimientos doctrinales y peda-
gógicos; pero dispuestos a seguir formándose;
- que participen activamente en la vida de la comunidad
parroquial o de alguno de sus grupos o movimientos;
- que sean al mismo tiempo maestros, educadores y testi-
gos, capaces de comunicar no sólo una enseñanza, sino
una formación cristiana integral;
- que sean críticos para no dejarse llevar por tendencias
contrarias al Evangelio y ofrezcan una catequesis plena y
completa, conjugando la ortodoxia y la ortopraxis, el sen-
tido social y el eclesial;
- que se sientan miembros activos y responsables dentro
del grupo de catequistas.
- si son laicos/as, que sean conscientes de su misión y es-
piritualidad específicas.

b) Líneas para la formación de los catequistas


La formación de catequistas comprende varias dimensiones.
Se trata ante todo de formar el ser del catequista, ayudán-
dole a madurar como persona, como creyente y como após-
tol. Después está lo que el catequista debe saber, en fideli-
dad al mensaje, a la persona humana y a la realidad en que
actúa. Finalmente, está la dimensión del cómo enseñar, ya
que la catequesis es un acto de comunicación.3
Partiendo de una madurez humana inicial, la formación
apunta a ayudar al catequista a crecer en equilibrio afectivo,
3 Cf DCG 238.

113
en sentido crítico, en unidad interior, en capacidad de rela-
ción, de diálogo, de amor y cariño auténtico y de trabajo en
equipo. Al mismo tiempo, debe alimentar su espiritualidad y
su conciencia apostólica, configurándolo siempre más con
Jesús Maestro, de modo que su acción brote del testimonio
de su vida.
Para cumplir con su misión de testigo de la fe que anuncia,
el catequista debe ser una persona de oración personal y co-
munitaria, capacitada para celebrar con su gente el camino
de fe que van haciendo juntos. Una seria formación litúrgica
y una oportuna creatividad le ayudarán a realizar esta im-
portante tarea.
Además de testigo, el catequista debe ser maestro de fe. Una
formación bíblico-teológica adecuada le debe proporcionar
un conocimiento orgánico del mensaje cristiano, articulado
en torno al eje central de la fe que es Jesucristo, respetando
la “jerarquía de verdades”. La Biblia debe ser el centro de to-
da la formación; el Catecismo de la Iglesia Católica, el Direc-
torio Nacional, las Matrices de Contenidos y las Guías de Ca-
tequesis de la Conferencia Episcopal son elementos de refe-
rencia doctrinal fundamental.
La formación debe ser muy cercana a la experiencia huma-
na, capaz de relacionar, en perspectiva profética, los diferen-
tes aspectos del mensaje cristiano con la historia y con la vi-
da concreta de los hombres y mujeres, teniendo en cuenta el
aporte y el valor de la Doctrina Social de la Iglesia.
Para poder cumplir con su misión de maestro, es importan-
te que el catequista conozca algunos elementos fundamenta-
les de psicología: los dinamismos psicológicos que mueven al
ser humano, la estructura de la personalidad, las necesida-
des y aspiraciones más hondas del corazón humano, la psi-
cología evolutiva, la psicología religiosa, etc.
Así mismo, la formación debe proporcionar al catequista una
creciente capacidad educativa (saber hacer), que implica: la
atención a las personas, la habilidad para interpretar y res-

114
ponder a la demanda educativa, la iniciativa de activar pro-
cesos de aprendizaje y el arte de saber conducir hacia la ma-
durez humana y cristiana.

c) Espacios para la formación de los catequistas


Todas estas actitudes y técnicas pueden adquirirse mejor si se
imparten al mismo tiempo que se realizan: formarse en el ejer-
cicio mismo de la catequesis, oportuna y seriamente evaluado.
La comunidad cristiana, la parroquia en especial, es el lugar
donde el catequista experimenta su vocación, alimenta cons-
tantemente su sentido apostólico y encuentra la oportunidad
para su formación permanente, por medio de la participa-
ción en actividades comunitarias, cursos periódicos de puesta
al día, retiros, convivencias. La aportación y el interés del
párroco son fundamentales para que la comunidad se
preocupe por estas tareas.
La Escuela de Catequistas, a nivel zonal, diocesano y/o pa-
rroquial, debe ser una instancia que proporcione a los cate-
quistas las dimensiones más específicamente catequéticas
de la formación: el mensaje cristiano, el conocimiento del ser
humano y del contexto socio-cultural y la pedagogía de la fe.
Para favorecer la preparación de responsables de la catequesis
en parroquias o zonas pastorales, es necesaria la presencia
de escuelas o cursos específicos, que pueden convertirse o
integrarse en centros de formación de agentes de pastoral.
El Instituto Nacional de Catequesis tiene una importancia
fundamental. Sus tareas principales son animar y acompañar
en cada una de las jurisdicciones eclesiásticas la formación
de catequistas y de responsables de catequesis a distintos
niveles y proporcionar líneas y materiales oportunos para es-
ta formación.4 Es también su tarea apoyar la preparación de
los Profesores de Enseñanza Religiosa Escolar.5

4 LP 216. 5 LP 549.

115
Una formación catequética de nivel superior, a la que puedan
acceder sacerdotes, religiosos/as y laicos/as, es indispensa-
ble para la catequesis. Las universidades católicas del país y
o t ros institutos superiores deben ofre c e r, bajo diferentes
modalidades, este aporte calificado a la catequesis nacional.

3. LUGARES DE LA CATEQUESIS

La comunidad cristiana fundamentada en la Palabra de Dios,


animada por el Espíritu Santo en el seguimiento de Jesucristo,
es el origen, lugar y meta de la catequesis. Es la comunidad la
que acoge a quienes quieren conocer a Jesús y llevar adelante
su misma misión.

a) La familia
La familia, como “Iglesia doméstica”, debe reflejar el compro m i-
so de la Iglesia entera -anuncio, construcción y celebración del
Reino- por medio de la catequesis, el testimonio y la oración.
Como lugar de catequesis, la familia debe transmitir el Evan-
gelio, inculturándolo y enraizándolo en el contexto de profun-
dos valores humanos. Se trata de una educación cristiana so-
bre todo testimonial, situacional, permanente y cotidiana.6

b) La parroquia
La parroquia, como casa de familia, fraternal y acogedora,
donde los cristianos se hacen conscientes de ser “Pueblo de
Dios”, es el ámbito ordinario donde se nace y se crece en la
fe. A pesar de los cambios sociales, especialmente a nivel ur-
bano, que la afectan y la cuestionan, sigue siendo el lugar
privilegiado para la catequesis,7 aunque puede haber situa-

6 CF LP 267-268. 7 Cf CT 67.

116
ciones en las que deba complementarse con otras institucio-
nes e instancias supraparroquiales.
Para que la parroquia cumpla con su misión respecto de la
catequesis, debe tomar en cuenta algunas condiciones:
- Dar importancia prioritaria a la catequesis de adultos.
- Plantearse con valor el anuncio del mensaje cristiano a
los alejados. Son ocasiones oportunas los encuentros pre-
sacramentales de preparación al Matrimonio, al Bautismo
y primera Comunión de los hijos.
- Promover y animar el camino de CEBs y de movimientos
eclesiales como referente concreto para la catequesis, de
jóvenes o de adultos.
- Apoyar los planes para la aplicación de la ERE.

c) En las Comunidades Cristianas (CEBs)


En las CEBs los cristianos se reúnen para escuchar la Pala-
bra de Dios (que ilumina la realidad desde la experiencia de
los pobres), para vivir relaciones más fraternas, para cele-
brar desde la vida su propia fe y para asumir el compromiso
de transformación de la sociedad. En estas comunidades, la
catequesis puede encontrar un lugar muy fecundo para una
adecuada inculturación del mensaje y para una experiencia
auténtica de vivir el Evangelio. Igualmente, las comunidades
educativas promovidos por laicos, por CEBs u otras asocia-
ciones de cristianos, que siempre deben ser luz del mundo.

d) La comunidad educativa católica


Las comunidades religiosas que tienen a su cargo estableci-
mientos educativos son lugares importantes de la cateque-
sis; en sintonía con el párroco, formarán comunidades edu-
cativas que se integren activamente en la vida de la parro-
quia, comunidad de comunidades.

117
e) Las diversas asociaciones
Las diversas asociaciones, movimientos y agrupaciones ecle-
siales quieren ayudar a los cristianos a realizar su misión
laical en el mundo y en la Iglesia. La catequesis es una di-
mensión esencial en el proceso de formación de los miem-
bros de estos grupos.
Además, sin pretender ser una alternativa a la parroquia, si-
no en comunión con ella, pueden dar un aporte a la cateque-
sis, respetando siempre su naturaleza propia. Fieles a su ca-
risma, pueden ofrecer, a quienes recorren el camino de la ca-
tequesis, un espacio para vivir concretamente el mensaje
evangélico.

4. ORGANIZACIÓN PARROQUIAL, DIOCESANA Y NA-


CIONAL

a) A nivel parroquial
En cada comunidad parroquial habrá un equipo de
catequistas responsable de la actividad catequística
parroquial. Algunas de sus tareas son:
- comunicarse con la Comisión Diocesana de Catequesis.
- Establecer y apoyar centros catequísticos en distintos lu-
gares de la parroquia, según las necesidades.
- Promover reuniones periódicas de formación de catequis-
tas y para la organización de la catequesis.
- Fomentar reuniones de preparación y evaluación.
- Proveer materiales para la formación y transmisión de
contenidos.
- Procurar que el coordinador de catequistas haga parte del
Consejo de Pastoral Parroquial.

118
- Apoyar el trabajo con los Padres de Familia.
b) A nivel diocesano
La organización de la Pastoral Catequética tiene como pun-
to de referencia al obispo y a la diócesis. La Comisión Dioce-
sana de Catequesis apoya al obispo en su tarea de dirigir y
orientar todas las actividades catequéticas de la diócesis.
Ninguna diócesis puede carecer de una Comisión de Cate-
quesis propia.8
Esta comisión, formada por personas dotadas de competen-
cia específica (sacerdotes, religiosos/as, laicos/as), tiene
tareas fundamentales:
- asegurar en la Iglesia particular la prioridad efectiva de la
catequesis dentro de la pastoral.
- Suscitar y mantener una verdadera mística de la catequesis,
reflejada en una organización catequística dinámica y eficaz.
- Elaborar e impulsar un proyecto global de catequesis, in-
tegrado en la pastoral de conjunto de la Iglesia particular,
en el que se determinen líneas pastorales, objetivos y me-
dios comunes; y en el que se tome en cuenta:
- la realidad y las necesidades propias de la Iglesia particu-
lar, en sus diferentes aspectos;
- el plan diocesano de pastoral;
- el Directorio Nacional de Catequesis;
- las matrices de contenidos para la catequesis y otras
orientaciones catequéticas aprobadas por la Conferencia
Episcopal Ecuatoriana;
- la relación con la enseñanza religiosa escolar (ERE);
- las normas de la Iglesia Universal.
- Velar por la autenticidad de la doctrina y por la calidad de

8 Cf DCG 267, LP 216.

119
los textos e instrumentos utilizados en la catequesis de la
Iglesia particular.
- Promover la formación gradual y permanente de catequistas,
apoyando las escuelas de catequistas (organizadas, según
las posibilidades, a nivel zonal, diocesano, regional) y otros
centros y medios de formación.
- Aprobar o elaborar textos, materiales y otros instrumentos
utilizados para la catequesis en la Iglesia particular. Estos
instrumentos deben ser adaptados -en lenguaje y en orien-
tación de contenidos- a las distintas culturas.9
- Mantener comunicación con los responsables de la
catequesis a nivel nacional (con el Programa de Catequesis
de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana).
Para la preparación o selección de textos didácticos (catecis-
mos), guía para catequistas y medios audiovisuales para la
catequesis, debe tomarse en cuenta la doble fidelidad a Dios
y a la persona humana, el respeto de los valores de las cul-
turas y de la religiosidad popular.10 La publicación de cate-
cismos, preparados con la participación de los agentes de la
catequesis, en sintonía con el catecismo de la Iglesia Católi-
ca y con las matrices de contenidos aprobadas por la Confe-
rencia Episcopal Ecuatoriana, es una responsabilidad que
atañe directamente al obispo.
Es deseable que varias diócesis con características similares
unan su acción para poner en común experiencias y proyec-
tos, servicios y recursos.

c) A nivel nacional
Dentro de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana debe fun-
cionar el Programa de Catequesis, cuya función es promover
y orientar en todo el país la pastoral catequética.11 Se propo-
nen estas tareas:

9 Cf LP 566. 11 Cf CIC 775, 3.


10 Cf LP 200.

120
- preocuparse de todas aquellas tareas que exceden las po-
sibilidades de las diócesis,
- responder a las necesidades catequéticas concretas de ca-
da una de las diócesis, conforme éstas requieran,
- ofrecer publicaciones de interés nacional,
- organizar congresos nacionales de catequesis,
- relacionarse con los medios de comunicación social na-
cionales,
- mantener contacto con organismos catequísticos interna-
cionales,
- coordinar acciones con otros departamentos de la CEE,
- promover, a nivel nacional, regional y diocesano, la forma-
ción de catequistas y responsables de la catequesis,
- establecer un sistema de formación a distancia para cate-
quistas,
- apoyar a las diócesis en la publicación de informaciones,
materiales y proyectos catequéticos,
- tramitar la aprobación de la Santa Sede para los catecis-
mos emanados de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.12

12 Cf CIC 775, 3.

121
INDICE GENERAL
Presentación …………………………………………………………………………………………………………………………………… 3
Introducción …………………………………………………………………………………………………………………………………… 5
Siglas …………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 7

UNIDAD 1
Visión Pastoral de la realidad ecuatoriana
1. Realidad cultural ……………………………………………………………………………………………………………… 11
2. Realidad social …………………………………………………………………………………………………………………… 13
3. Realidad política …………………………………………………………………………………………………………………… 15
4. Realidad económica ………………………………………………………………………………………………………… 16
5. Realidad religiosa ……………………………………………………………………………………………………………… 17

CAPITULO II
La Catequesis en la misión evangelizadora de la Iglesia
1. La revelación, la evangelización y la catequesis ………………………………………… 25
a) La Revelación…………………………………………………………………………………………………………………… 25
b) La evangelización ………………………………………………………………………………………………………… 27
c) La catequesis …………………………………………………………………………………………………………………… 28
2. La catequesis en el proceso de la evangelización ………………………………………… 29
a) En los orígenes de la Iglesia ……………………………………………………………………………… 29
b) En América Latina …………………………………………………………………………………………………… 30
c) En la segunda mitad de este siglo …………………………………………………………………… 31
d) La aplicación del documento de Santo Domingo
en el Ecuador ……………………………………………………………………………………………………………… 32
e) En los últimos años …………………………………………………………………………………………………… 33
3. La catequesis en sí misma ………………………………………………………………………………………… 34
a) Primer anuncio y catequesis ……………………………………………………………………………… 34
b) La catequesis al servicio de la iniciación cristiana ……………………………… 35
c) Naturaleza de la catequesis: ¿Qué es? ………………………………………………………… 36
d) Finalidad de la catequesis: ¿Para qué es? ……………………………………………… 38
e) La comunidad: fuente, lugar y meta de la catequesis ………………………… 39
f) Tareas de la catequesis ………………………………………………………………………………………… 40
4. Catequesis y enseñanza religiosa escolar (ERE) ………………………………………… 42

CAPITULO III
El mensaje evangélico
1. Ejes de la catequesis ………………………………………………………………………………………………………… 50
a) La Palabra de Dios …………………………………………………………………………………………………… 50
b) Jesucristo ………………………………………………………………………………………………………………………… 53
c) La Santísima Trinidad ……………………………………………………………………………………………… 54
d) La Iglesia ………………………………………………………………………………………………………………………… 55

122
2. Criterios para la presentación del mensaje …………………………………………………… 56
a) La persona humana …………………………………………………………………………………………………… 56
b) Salvación y liberación ……………………………………………………………………………………………… 57
c) La historia ………………………………………………………………………………………………………………………… 58
d) La inculturación ………………………………………………………………………………………………………… 59
e) Integralidad …………………………………………………………………………………………………………………… 61
f) Organicidad y jerarquización ……………………………………………………………………………… 61
g) Significatividad ……………………………………………………………………………………………………………… 62
h) El ecumenismo ……………………………………………………………………………………………………………… 64
3. El catecismo ………………………………………………………………………………………………………………………… 65
a) El catecismo en general ………………………………………………………………………………………… 65
b) Relación entre Sagrada Escritura, catequesis y
catecismo ………………………………………………………………………………………………………………………… 68
c) Criterios para elaborar catecismos en las Iglesias
particulares …………………………………………………………………………………………………………………… 69

CAPITULO IV
Pedagogía y metodología para la catequesis
1. Pedagogía divina en la catequesis ………………………………………………………………………… 75
a) La pedagogía de Dios ……………………………………………………………………………………………… 75
b) La pedagogía de Cristo……………………………………………………………………………………………… 75
c) La pedagogía de la Iglesia …………………………………………………………………………………… 76
d) La pedagogía divina y la catequesis ……………………………………………………………… 76
e) Fidelidad a Dios y a la persona ………………………………………………………………………… 77
2. Metodología ……………………………………………………………………………………………………………………………… 78
a) Tendencias metodológicas …………………………………………………………………………………… 80
b) La memorización en la catequesis …………………………………………………………………… 81
c) Método de la catequesis ………………………………………………………………………………………… 82
d) Momentos del método catequístico ……………………………………………………………… 82
e) Sugerencias para los cinco momentos del método ……………………………… 86

CAPITULO V
Los destinatarios de la catequesis
1. Catequesis según las edades …………………………………………………………………………………… 91
a) Catequesis de los adultos …………………………………………………………………………………… 92
b) Catequesis de la infancia y de la niñez ………………………………………………………… 94
c) Catequesis de los jóvenes …………………………………………………………………………………… 95
d) Catequesis de los ancianos …………………………………………………………………………………… 98
2. Catequesis para situaciones especiales ……………………………………………………………… 98
a) Discapacitados e inadaptados ………………………………………………………………………… 98
b) Marginados …………………………………………………………………………………………………………………… 99
c) Personas en situación familiar irregular …………………………………………………… 99
d) Grupos diferenciados ……………………………………………………………………………………………… 100
e) Ambientes ………………………………………………………………………………………………………………………… 100

123
3. La catequesis según el contexto socio-religioso ………………………………………… 101
a) Situación de pluralismo y de complejidad ……………………………………………… 101
b) En relación con la religiosidad popular …………………………………………………… 101
c) En relación con el ecumenismo ………………………………………………………………………… 101
d) En relación con otras religiones ………………………………………………………………………… 102
e) En relación con los nuevos movimientos religiosos y
las sectas ………………………………………………………………………………………………………………………… 102
4. La catequesis según el contexto socio-cultural ……………………………………………… 103
a) Tareas en la inculturación …………………………………………………………………………………… 103
b) Proceso metodológico en la inculturación ……………………………………………… 104
c) Espacios privilegiados para la inculturación ………………………………………… 104
d) La comunicación al servicio de la inculturación …………………………………… 105

CAPITULO VI
La catequesis en la Iglesia particular
1. Responsables y agentes de la catequesis ………………………………………………………… 109
a) El Obispo ………………………………………………………………………………………………………………………… 110
b) El presbítero …………………………………………………………………………………………………………………… 110
c) Los padres de familia ……………………………………………………………………………………………… 110
d) La vida consagrada …………………………………………………………………………………………………… 111
e) Los laicos ………………………………………………………………………………………………………………………… 111
f) El catequista …………………………………………………………………………………………………………………… 111
2. Formación de catequistas ……………………………………………………………………………………………… 112
a) Perfil del catequista …………………………………………………………………………………………………… 112
b) Líneas para la formación de los catequistas ………………………………………… 113
c) Espacios para la formación de los catequistas …………………………………… 114
3. Lugares de la catequesis ……………………………………………………………………………………………… 116
a) La familia ………………………………………………………………………………………………………………………… 116
b) La parroquia …………………………………………………………………………………………………………………… 116
c) En las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) …………………………………… 117
d) La comunidad educativa católica …………………………………………………………………… 117
e) Las diversas asociaciones …………………………………………………………………………………… 118
4. Organización parroquial, diocesana y nacional ………………………………………… 118
a) A nivel parroquial ………………………………………………………………………………………………………… 118
b) A nivel diocesano ………………………………………………………………………………………………………… 119
c) A nivel nacional……………………………………………………………………………………………………………… 120
Índice general ……………………………………………………………………………………………………………………………… 122

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