Animación Litúrgica
Animación Litúrgica
Animación Litúrgica
LITURGIA.
Significado de la palabra “Liturgia”.
Significa originalmente “obra o quehacer público, servicio de parte de y en favor del pueblo”.
En la tradición cristiana quiere significar que el Pueblo de Dios forma parte en “la obra de Dios”. Por
la liturgia, Cristo, nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, continúa en su Iglesia, con ella y por ella, la
obra de nuestra redención.
La palabra “Liturgia” en el Nuevo Testamento es empleada para designar no solamente la
celebración del culto divino, sino también el anuncio del Evangelio y la caridad en acto. En todas
estas situaciones se trata del servicio de Dios y de los hombres. En la celebración litúrgica, la Iglesia
es servidora, a imagen de su Señor, el único “Liturgo”, del cual ella participa en su sacerdocio, es
decir, en el culto, anuncio y servicio de la caridad.
Con razón se considera la liturgia como ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo en la que,
mediante signos sensibles, se significa y se realiza. Según el modo propio de cada uno, la
santificación del hombre y, así, el Cuerpo Místico de Cristo, esto es, la cabeza y sus miembros, ejerce
el culto público integral.
C.I.C. (1069-1070).
Liturgia:
Celebración o renovación del Misterio Pascual.
Todos los actos sagrados que conlleven a su celebración.
Es un camino para acercarse profundamente al Padre.
En la liturgia, la Iglesia celebra principalmente el misterio pascual por el que Cristo realiza la obra de
nuestra salvación.
Es el Misterio de Cristo lo que la Iglesia anuncia y celebra en la liturgia a fin de que los fieles vivan
de él y den testimonio del mismo mundo.
En efecto, la liturgia, por medio de la cual “se ejerce la obra de nuestra redención”, sobre todo en
el divino sacrificio de la Eucaristía, contribuye mucho a que los fieles, en su vida, expresen y
manifiesten a los demás el Misterio de Cristo y la naturaleza genuina de la verdadera Iglesia.
Para la Iglesia Católica, la liturgia es el ejercicio del Sacerdocio de Cristo que es realizado por los
bautizados por medio de los sacramentos. El Concilio Vaticano II define la liturgia como “la cumbre
a la que tiende toda la acción de la iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda la
fuerza”.
La liturgia es el orden y forma con que se realizan las ceremonias de culto en una religión. El término
también puede utilizarse para hacer referencia al ritual de las ceremonias o actos solemnes que no
sean religiosos.
Animación litúrgica. Grupo de personas que asumen, con responsabilidad, algunos ministerios
o funciones en las celebraciones litúrgicas y dedican una parte de su tiempo a reunirse
periódicamente para prepararla.
Las animan con sus servicios para que la asamblea, reunida en el nombre del Señor, participe
consiente, activa y fervorosamente en el Misterio Pascual de Cristo que estamos celebrando.
Mateo 13,33. Como Mateo describe, el equipo de Animación Litúrgica es como ese grano de
mostaza y como la levadura que fermenta la masa (no es visible pero se siente).
Prepara las celebraciones, a conciencia, y prepararnos nosotros. A nivel doctrinal, pastoral, a nivel
técnico, testimonio o ejemplo. Animar desde dentro, es decir, que el equipo no está para ser visto
sino para participar igualmente con la asamblea y desde la asamblea, y desde dentro de la asamblea
sea ese fermento, esa levadura.
Animación: En todo evento hay personas encargadas de la animación. Inclusive hay personas
repartidas en medio de la asamblea para animar, para replicar lo que el animador principal diga y
de esa forma lograr la comunión de todas las personas participantes.
Animar la liturgia:
Animar: dar vida o expresión Comunicar aliento y entusiasmo. Dar movimiento, calor, fiesta.
Infundir vigor a un ser viviente.
Animación litúrgica: Dar vida y expresión a las celebraciones, en hacer participar a todos los que
forman la asamblea , en crear un ambiente de oración, silencio y respeto y también conseguir que
los fieles reunidos ofrezcan a Dios un culto en Espíritu y Verdad, como en San Juan 4,23.
La Animación litúrgica debe suscitar la participación tanto interna como externa en la asamblea, ya
sea pequeña o numerosa. Habitual o circunstancial, ya sea homogénea o diferenciada. Hay que
buscar una animación concreta, estructurada. La animación, entonces, no consiste en infundir un
alma en la asamblea, pues ya la posee por el bautismo, ya sabemos, sino en hacer que aflore y se
manifieste, que vibre ante el Misterio Pascual a Cristo que se celebra, ya que lo que tenemos
sabemos que es el Espíritu Santo el que nos está animando por dentro, pero que necesitamos es
que esto aflore, por lo tanto necesita salir, a que aflore en la persona y eso implica, pues, motivemos
nosotros para que desde dentro salga esa animación que no consiste simplemente en cantar o
simplemente danzar o aplaudir , va más allá, aunque también eso. La labor de los animadores es
poner en movimiento el alma de la asamblea para que ponga en juego todas sus capacidades de
participación. No podemos llegar simplemente a sentarnos, o como se dice, a calentar asientos, sino
a participar todos y todas, de acuerdo a nuestras capacidades de participación y que ayude n al resto
de los animadores a entrar en la dinámica del Misterio celebrado.
No hay que olvidar que el alma de toda celebración litúrgica es el Espíritu Santo presente y operante
que lleve a término esta obra iniciada por Cristo.