Contrato Mercantil
Contrato Mercantil
Contrato Mercantil
Carrera:
Licenciatura en Administración
Materia:
Derecho Empresarial
Catedrático:
Juana Ruth Martínez Avendaño
Semestre:
3
Grupo:
AA
NATURALEZA JURÍDICA
El contrato de emisión y colocación de Títulos-Valores es un contrato sui géneris,
que carece de legislación específica propia. Estamos en presencia de un contrato
novedoso y complejo, pues no solo abarca la colaboración de títulos valores que se
contempla también de diferentes servicios de asesoramiento (particularmente en la
etapa inicial, pero también durante su funcionamiento, pues pueden presentarse en
la práctica hechos que no fueron inicialmente considerados o debidamente
evaluados).
También debemos poner énfasis en que se trata de una novedosa palanca de
funcionamiento que, bien estructurada, puede tener una amplia dentro del área
fundamentalmente empresarial, por su ya mencionada función de financiamiento
oportuno. También se ha dicho que es un contrato mercantil, respecto de lo cual
debemos señalar que, si bien no se encuentra tipificado en el Código de Comercio
ni en ninguna de nuestras leyes y tiene características propias, nadie cuestiona su
carácter mercantil. Por otro lado, no es un contrato de comisión, pese a que el
underwriter actúa como comisionista y el emisor como comitente.
ELEMENTOS PERSONALES DEL CONTRATO LA EMISORA.
La entidad que encarga la emisión es obviamente aquella que requiere fondos que
no puede o no quiere obtener a base de créditos bancarios o financieros, ni tampoco
encuentra eco en sus accionistas para un aumento de capital. Desde luego que por
tratarse de una compleja operación financiera y ordinariamente de grandes
números, se necesita la intervención del órgano correspondiente para que se
apruebe la emisión, siendo este tema relacionado con la existencia de poderes
suficientes para actos de enajenación.
EL UNDERWRITER
El underwriter, también denominado “la colocadora“, es la
empresa especializada en esta clase de operaciones que se hace cargo del servicio
de colocación de las acciones o bonos emitidos. Lo usual es que sea una persona
jurídica con una solvencia económica y pleno conocimiento del mercado. Como en
el caso anterior y por tratarse de un contrato oneroso, se requiere poderes
suficientes para celebrarlo.
TÍTULOS OBJETO DEL CONTRATO
La doctrina considera que el underwriting es una operación típica del mercado de
capitales y no del mercado del dinero, diferenciándose ambos tipos de mercado
financieros en la amplitud del plazo de los títulos que circulan en él. En el mercado
de capitales se negocia con instrumentos de mayor madurez y riesgo que los
cortos plazos (no mayor de un año), considerados como sustitutos cercanos del
dinero.
EMISIÓN Y COLOCACIÓN DE LOS TÍTULOS.
Esta última etapa del proceso se inicia con la emisión de los títulos y culmina con la
colocación de los mismos. La colocación puede realizarse en forma pública o
privada, aunque lo usual es lo primero, por medio de una campaña de promoción
de los títulos, utilizándose como medio de difusión un documento que en el mercado
norteamericano se llama “Offering Circular” o prospecto, que se describe las
actividades de la empresa emisora, el giro de su negocio, les características de los
títulos, los estados financieros de la empresa, las perspectivas de desarrollo futuro
y otros datos de interés para los inversionista. Este documento generalmente es
preparado por el underwriter.
Fidelidad
En primer lugar, y en términos generales, la persona que se plantea la posibilidad
de integrarse en una red de franquicia debe ser consciente de que se trata de un
sistema que, a fin de garantizar la absoluta fidelidad del negocio reproducido en el
franquiciatario, coarta en gran medida la capacidad de éste de tomar decisiones
sobre su propio negocio. Por ello, cualquier innovación, modificación o peculiaridad
que uno piense aplicar está desechada en este sistema de asociacionismo. De otra
forma se quebraría, más pronto que tarde, la identidad de la red.
Ante esta realidad, la primera pregunta que un emprendedor debe hacerse es si su
personalidad es adecuada para admitir tal limitación de la propia autonomía. Sobre
la selección del franquiciatario más adecuado, puede servir de ejemplo el caso del
mercado norteamericano, con gran experiencia en materia de franquicia, y donde
algunas marcas buscan su franquiciatario ideal en la figura del "militar retirado". Esto
que puede resultar un poco extraño es perfectamente comprensible, si se observa
como efectivamente en él existen algunas de las figuras que mejor adornan el ideal
de franquiciatario: se valora no sólo su capacidad de inversión en el propio negocio,
sino, sobre todo, su espíritu disciplinario, su capacidad de trabajo y el hecho de que
se trata de una persona acostumbrada a trabajar por objetivos. Pese a todo, debe
tenerse en cuenta, que esto no implica en ningún modo que el franquiciatario ideal
sea una persona carente de iniciativa y personalidad, ya que éstas son también
características muy apreciadas en todo emprendedor, sea cual sea el modelo de
negocio que quiera establecer.
Carácter emprendedor
En este sistema debe diferenciarse entre el franquiciatario que busca abrir un
negocio como fórmula de autoempleo, de aquel que busca esta actividad como una
forma de inversión. En el primer caso, el franquiciatario debe tener un carácter
emprendedor y suficiente capacidad como para desarrollar una actividad
empresarial en la que trabajará directamente y en la que deberá afrontar y superar
todas las dificultades propias de la misma. Por ello, el franquiciatario ideal es aquella
persona constante, que sepa afrontar y resolver los problemas inherentes a toda
actividad económica y con capacidad para dirigir a sus empleados y tomar
decisiones.
En el caso del inversor, lo ideal es que posea suficiente capacidad de gestión como
para conseguir coordinar y dirigir a sus trabajadores, sin necesidad de llevar
directamente el día a día de su negocio.
Capacidad económica
Como en cualquier negocio, el franquiciatario deberá disponer además de la
suficiente capacidad económica para desarrollar el negocio concreto. La inversión,
que varía sustancialmente de unas franquicias a otras, no deberá contemplar sólo
el capital necesario como para poner en marcha el negocio, sino también el
suficiente para llevarlo hasta el punto de equilibrio, en el que empiece a dar
beneficios, ya que lo contrario puede llevar al fracaso y el consecuente cierre de la
actividad.
Perseverancia
Dirigir cualquier negocio como trabajador-propietario requiere tiempo, energía e
iniciativa, sobre todo en los primeros meses de iniciar cualquier actividad. Es posible
que para obtener los primeros beneficios se necesite, en ocasiones, mucho más
tiempo de lo esperado, por lo que la perseverancia y la motivación son aspectos
que el franquiciatario nunca debe perder.
Capacidad de gestión
También es necesario tener la capacidad de gestión adecuada a la actividad
seleccionada. Esta será muy diferente y, normalmente, estará en relación con el
nivel de facturación y la complejidad de la franquicia, pero, en todo caso, será de
gran ayuda el conocimiento y dominio de las herramientas de gestión necesarias
para el desarrollo del negocio.
Dotes de comunicación
Cualquier negocio, en mayor o menor medida, exigirá contacto con clientes,
proveedores y empleados, por lo que las dotes de comunicación del futuro
franquiciatario, el gusto por las relaciones personales y la capacidad de "caer bien"
y de establecer una relación de mutua confianza es, en la mayoría de los casos, un
gran aliado para el éxito.
Ética
El franquiciatario ideal siempre debe tener presente que él es uno más de una
amplia red de asociados. Por ello, cualquier acción o comportamiento negativo en
la gestión de su negocio puede afectar directamente al resto de franquiciatarios y a
la propia cadena.