Edifica Un Altar para Dios Bajo 4 Estapas en Tu Vida
Edifica Un Altar para Dios Bajo 4 Estapas en Tu Vida
Edifica Un Altar para Dios Bajo 4 Estapas en Tu Vida
Génesis 12:7
Introducción:
Dios les hizo claro que se acercaran edificando altares, esos altares debían ser de
tierra, donde quiera que hubiera tierra podían edificar un altar, no era un requisito
complicado, eso muestra lo accesible que Él estaba para que se acercaran ante su
presencia.
Sobre la tierra debían colocar piedras, piedras que no podían ser cortadas, ni
moldeadas en ninguna manera. Nuestra adoración tiene que ser natural, sin adornos,
ni acomodos o cortaduras de ninguna índole. No estilizada sino rústica, común,
natural como aquellas piedras.
Cada altar que edificó Abram representaba una etapa progresiva en su vida, desde su
salida de Ur de los caldeos hasta su muerte.
Es necesario entender que en todo altar algo tiene que morir, algo debe ser
destruido, algo debe ser sacrificado, en los tiempos bíblicos tenía que haber
derramamiento de sangre, muerte.
Construir altares le recordaba que Dios era el centro de su vida, cada vez que
edificaba un altar le ayudaba a recordar lo que Dios desea, le impulsaba a
obedecerle. Deberíamos imitar a Abraham, convertirnos en edificadores de altares
en cada circunstancia de nuestra vida.
1.El primer altar que edificó Abram fue en el encino de More en Siquem. More
significa lluvia temprana y Siquem, cargar sobre la espalda de un hombre o de una
bestia. Aquel altar representaba la lluvia temprana de su primer encuentro con Dios.
Nuestros primeros encuentros con Dios son llenos de expectación, entusiasmo, de
emoción por las promesas, esa es la lluvia temprana. A la misma vez se colocaba un
gran peso de responsabilidad y demanda en la vida de este hombre, obedecer no
sólo en medio de la lluvia temprana sino en los próximos años que vendrían.
Ya había salido conforme a la orden de Dios, había llegado a Canaán , vio que el
cananeo estaba en la tierra pero Dios le afirma que esa misma tierra será de él, ante
esa afirmación, Abram levanta el primer altar, el de la fe sencilla, el de la confianza
absoluta en lo que Dios ha dicho.
2.El segundo altar que edifica. Betel Betel significa Casa de Dios y Hay significa
Ruina, Escombros, Montón, con el sentido de estar revueltos, volteados.
En medio de tu caminar cristiano en pos de las promesas que Dios te ha dado, en pos
del propósito por el cual existes, te puedes encontrar como Abram, entre la Casa de
Dios y los Escombros o la Ruina. Miras al occidente y ves la Casa de Dios, ves a Dios
en ella, moviéndose, ves que todavía hay esperanza, ves que Él es fiel, ves que Él fue
quien inició todo, ves que Él fue quien te llamó, quien te prometió. Del occidente
sale el sol, tus esperanzas y tu confianza se renuevan.
De pronto miras al oriente, lo que ves son escombros, todo revuelto, pareciera que
nadie puede componer ni arreglar lo arruinado que contemplas a tu alrededor. El
futuro parece incierto, las promesas no se materializan, lo que ves es el ocaso,
llegando la oscuridad, poniéndose el sol otra vez.
Te paras en el medio, al occidente está Betel, al oriente está Hay, ¿qué vas a hacer?
Haz lo que hizo Abram, ¡edifica un altar en medio de los dos e invoca Su nombre!
En Génesis 13:4 Abram vuelve a ese segundo altar después del incidente en Egipto
con Faraón en el que miente acerca de Sara. Hace un recorrido de vuelta y llega al
altar entre Betel y Hay, retorna al lugar de la incertidumbre y vuelve a invocar el
nombre de Jehová. Esta vez no edifica un altar, ya había uno, va allí a recordar, dar
gracias y adorar. En medio del recorrido ha sido bendecido y prosperado a pesar de
sus errores y faltas.
Hay momentos en que debemos retornar al lugar donde una vez edificamos un altar
y allí recordar la fidelidad de Dios para con nosotros. En nuestro peregrinar y en
medio de nuestras faltas, malas decisiones y pecados es necesario volver al altar que
antes habíamos edificado y restaurar allí nuestra comunión con Dios.
3.En este tercer altar es necesario sacrificar relaciones, sí, suena fuerte, pero es
necesario cortar, separarse de relaciones que impedirán que avances hacia el
cumplimiento de los propósitos de Dios en tu vida.
Es en este tercer altar que comprendes que tu mayor y más poderosa alianza no es
con hombres sino con tu Dios, es aquí donde recobras vigor en tu alianza, tu pacto,
unión y compromiso con Dios. Es donde decides mejor camino solo, humanamente
hablando, antes de obstaculizar lo que Dios tiene preparado y determinado para mí.
El encuentro de Dios con Abram en el tercer altar le aseguró que había hecho lo
correcto y le confirma nuevamente lo que le había prometido: “toda la tierra que
veían sus ojos se la daría”.
4.Pero faltaba aún otro altar por edificar, el cuarto altar, es el altar donde se sacrifica
lo que más se ama, , Génesis 22:1-19, este era el clímax, el punto máximo de
adoración en la vida de Abraham allí tenía que demostrar que no amaba a nada o a
nadie más que a su Dios. Es el altar de la renuncia, es el altar donde coloco mi
consagración, mi compromiso con Dios ante que cualquiera otra cosa, aun cuando la
ame tanto como la ame.
En el cuarto altar estoy dispuesto a colocar lo que El me pida aunque parezca ilógico,
antinatural y hasta pagano, como en el caso de Abram con su hijo. Dios no toleraba
sacrificios humanos y ahora requería uno, ¿cómo comprender esto?
Este cuarto altar es el altar del refinamiento, es el altar donde se forja nuestro
carácter. Dios estaba comprometido con Abraham, El había iniciado esta relación de
pacto con él, la había sellado con sangre, Génesis 15:1-21, ¿cumpliría Abraham hasta
las últimas consecuencias lo que Dios pidiera de él?
Conclusión:
¿En qué altar te encuentres hoy? No concluyas hasta llegar al cuarto altar, no te
detengas en el recorrido, después que lo entregues todo...espera lo que viene en
camino: el cumplimiento de lo prometido.