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3 UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE ARTES
MAGISTER EN ARTES CON MENCION EN
TEORIA E HISTORIA DEL ARTE

LA EXPOSICIÓN “DE CÉZANNE A MIRÓ” EN SANTIAGO DE


CHILE
Estudio de caso para la recepción del Arte Moderno en el contexto de la
Guerra Fría como dimensión cultural.

Tesis para optar al Grado de Magíster en Artes con mención en


Teoría e Historia del Arte

ARIEL ANDRÉS CHAMORRO ÓRDENES

PROFESOR GUÍA: Guadalupe Álvarez de Araya Cid

SANTIAGO DE CHILE
2017
INDICE

Página
Resumen……………………………………………. 2
Introducción …………………………….................. 3

Capítulo I:
Para una historia de la recepción en “De Cézanne
a Miró”. La exposición artística como práctica
discursiva.………………………………………….. 23
25
Sobre el sistema o mundo del arte………………….
40
La exposición como productora de discurso. ………
Capítulo II:
El arte moderno en la guerra fría cultural. El
traslado del capital cultural desde Paris a Nueva 50
York…………………………………………………
50
La Guerra Fría y su dimensión cultural……………..
55
El Museo de Arte Moderno de Nueva York………...
Capítulo III.
La recepción de la exposición. Una sociedad
receptiva al arte moderno. Función de la crítica. 70
Lectura contemporánea…………………………..
70
La exposición……………………………………….
76
Los Gestores internacionales……………………….
80
La recepción y los gestores nacionales…………….
93
Reflexiones sobre la exposición……………………
Conclusiones………………………………………. 110
Bibliografía……………………………………….. 116

1
Resumen

La presente investigación tiene como motivo principal revisar y analizar la


exposición titulada “De Cézanne a Miró”, presentada en el Museo de Arte
Contemporáneo de Santiago a mediados del año 1968. Fue Una exposición
itinerante enviada desde el Museo de Arte Moderno de Nueva York, como
parte del programa internacional del museo.
Fue la primera exposición realmente mediática de artes visuales en
Chile, y fue gestionada bajo ciertas condiciones que relacionaremos con
un contexto marcado por la Guerra Fría.
Se presenta un marco teórico que pretende revisar el papel de la
exposición artística en la Historia del Arte y en un concepto más amplio
denominado Campo Artístico. Se revisa parte de la discusión entorno al
Arte Moderno a nivel hemisférico y local, para determinar cómo la
exposición, en cuanto productora de discurso, se involucra de manera
subyacente con el contexto histórico.

2
Introducción

En Junio del año 1968 en Santiago de Chile, se inauguró una exposición

de arte moderno traída desde Nueva York. Tuvo un impacto mediático

que no había sido observado hasta la fecha; por lo menos, en lo que a una

exposición de arte pictórico se refiere. El número de visitantes fue tal, que

el tiempo de la exposición debió aumentar a todo un mes, en vez de veinte

días como estaba contemplado, y el museo que la recibió El Museo de

Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile debió habilitar horarios

especiales para recibir al público interesados, el cual abarcó ampliamente

a la sociedad de la época.

La exposición, titulada “De Cézanne a Miró”, traía a Sudamérica

una serie obras pictóricas de las postrimerías de siglo XIX y principios de

siglo XX, principalmente pintura francesa o relacionada estrechamente

con la escuela de París y la vanguardia pictórica europea. Era organizada

por el Consejo Internacional del Museo de Arte Moderno de Nueva York,

con el objetivo de visitar tres capitales sudamericanas: Buenos Aires,

Caracas y finalmente, Santiago de Chile. Las obras eran europeas, pero

3
pertenecían todas, a las colecciones más importantes de los museos de

Estados Unidos y de coleccionistas privados de ese país. Principalmente

del Museo de Arte Moderno de Nueva York más algunos préstamos de

otras instituciones de la costa oeste del país, entre los que participaban:

The Art Institut of Chicago; el City Art Museum of St. Louis; The Solomon

R. Guggenheim, New York; The Metropolitan Museum of Art, New York;

Museum of Fine Arts, Boston, y por supuesto del Museum of Modern Arts,

New York.

Es importante recalcar que las obras ya pertenecían en ese momento

a colecciones norteamericanas. No había préstamos desde museos

europeos o de colecciones privadas europeas, pese a que casi todas las

pinturas tenían ese origen. No es de menor importancia detallar, que la

exposición traía a los que se consideran tradicionalmente como grandes

maestros de la pintura moderna y, en particular, obras que se consideraban

maestras de estos artistas. Este detalle que puede ser acusado de relativo,

adquiere relevancia a medida que nos adentremos en la investigación. No

obstante, en este punto quiero recalcar que el formato presentado era el

cuadro y la técnica predominante la pintura al óleo, y no constaba de

estudios, bocetos o archivos.

4
Hay muchos datos, quizás menores, que hacen de esta exposición

digna de recordar. Es así, como la exposición, si bien es mencionada en

algunos libros de historia del arte chileno, la más de las veces es a través

del mundo académico que los estudiantes de arte saben de ella. También,

en algunas publicaciones especializadas de ella, se tiene una visión más

bien anecdótica; del mismo modo, y debido al carácter mediático de la

exposición, existen unas pocas visiones más críticas acerca de la

exposición y de lo que ella significó para estudiantes, artistas y público no

especializado.

En nuestro caso, el conocimiento inicial de esta exposición fue por

vías académica, las clases en el entorno Universitario; también a través de

una pequeña revisión a la historia del Museo de Arte Contemporáneo de

Santiago y su mención en uno que otro libro. Sin embargo, uno de los

hechos que motivó nuestro interés por adentrarnos en la exposición,

sucedió por el año 2011. En un artículo de un periódico local aparecía una

noticia relacionada con el rescate de una serie de filmes desde unas

bodegas de la Universidad de Santiago de Chile, ex Universidad Técnica

del Estado. Estos filmes contenían una serie de registros audiovisuales

acerca del Chile de los años 50 ,60 y 70. Se destacaba en la noticia que la

5
cinta que contenía el único registro audiovisual de la afamada exposición

“De Cézanne a Miro”. Con vistas a que todo este material tenía que ser

restaurado debido a las pésimas condiciones en las que se encontraban las

cintas, después de un par de años nos fue posible acceder al video en el

sitio web del archivo1.

El video nos traslada a los años sesenta, en el que se reconoce la

antigua infraestructura del Museo de Arte Contemporáneo en la Quinta

Normal, actual Museo de Arte y Tecnología. Bajo la voz de un narrador2,

el video nos cuenta un acotado recorrido por la exposición, mostrándonos

algunas de sus principales obras o por lo menos las más famosas. Una de

las cosas que más llama la atención fue que el video estaba mal datado. En

vez de situar la exposición en el año 68, indicaba el año 63, y como el

video, en sí mismo no indicaba fechas dentro de su contenido la situación

nos hizo considerar revisar datos de la exposición, debido a que no era la

primera vez que en exposiciones de arte realizadas en el país

encontrábamos errores en la datación. Creo que la razón principal esto se

debe a que en el caso de muchas exposiciones, de tener catálogo, estos no

1
http://archivopatrimonial.usach.cl/
2
Javier Miranda

6
traían los datos de publicación impresos. A veces solo se indicaba el año

de la exposición y no los meses. Esto se debía, quizás, a cambios de última

hora en la fechas y por la dificultad de remarcar esos cambios en el

catálogo, que debido a las características de publicación e impresión en

los, años sesenta, hacían muy difíciles estos cambios si no se hacían con

la suficiente anticipación. Estos impedimentos o dificultades para las

instituciones sobre la impresión y publicación del material nos permiten,

como investigadores, entender lo importante que es el trabajo en conjunto

con un archivo, ya que éste, pese a cargar sobre sus hombros el trabajo de

catalogar y archivar distintos documento de interés para el campo, necesita

de una constante retroalimentación. Como resultado, después de

corroborar las fechas de la exposición a través de la prensa, y a la literatura

publicada que contenía algunas inexactitudes, se informó al archivo digital

del error.

El revisar la datación de la exposición llevó a revisar periódicos y

algunos textos especializados de arte. De estas lecturas nacieron algunas

observaciones que no encontraban respuesta, es decir, unas posibles

problemáticas. La primera, es la falta casi total de contexto histórico y

atisbo de políticas culturales en el que se desarrolla la exposición,

7
especialmente en textos que abordan el tema años después del

acontecimiento, los cuales, por condiciones de posterioridad podrían haber

tenido una visión más amplia de ese acontecer. No se da cuenta, más que

escueta o diplomáticamente, de la razones de este envío a Sudamérica, no

se relaciona este envío con otros envíos de esta misma índole, no se

investiga el programa al que pertenece, su forma de financiamiento, las

razones de por qué en particular esta colección; no se vincula a otras

estrategias anteriores de intercambios culturales, ni con políticas

culturales, menos se hace alusión a posibles relaciones con el contingente

escenario, como el de polaridad ideológica que vive el mundo post segunda

guerra mundial, en la llamada Guerra Fría.

La segunda problemática se relaciona con la lectura realizada acerca

del Arte Moderno, las vanguardias pictóricas o la escuela de París a fines

de los años sesenta. Problemática que, desde el mundo del arte, quizás no

tendría mucha cabida en esos años, debido a que en primera instancia ya

habría sido recepcionado por los artistas y parte del mundo del arte chileno,

décadas atrás. Esto dentro de la lógica de transferencias culturales como

lógica de desarrollos artísticos durante el siglo XIX y XX, la cual, sin

cuestionarla mayormente, fue la lógica predominante en la enseñanza

8
artística desde la copia del modelo académico europeo en muchos países

de Latinoamérica, pasando por los sistemas de becas de estudio en el

extranjero para estudiantes de arte, los cuales iban principalmente a París.

La mirada hacia Europa y esta relación centro-periferia tenía un lugar

importante en la cuestión artística chilena. Entonces, frente al asunto, de

qué tanto peso o relevancia puede tener esta exposición de arte moderno

en la producción artística chilena situada a finales de los años sesenta, el

criterio común, nos presiona a pensar que, en esa década, ya no tendría

gran relevancia, siempre y cuando la perspectiva a considerar se entendiera

dentro desde esta lógica centro-periferia y en la recepción de los artistas.

Nos parecería absurdo, quizás, preguntarnos por la lectura del arte

moderno que presenta esta exposición para los artistas. Por otra parte,

pareciera que no fue así para todo el mundo del arte, es decir, lo que

generalizaremos por ahora, como el que involucra a artistas, estudiantes,

académicos, la crítica, museos y galerías.

Se encuentra una posible problemática si es que se consideran

algunos factores como la falta de reacción crítica frente a la exposición,

frente a la exacerbada reacción de difusión de los medios desde dos puntos,

por marketing y por una labor educativa. Antes de adelantarnos en ese

9
tema lo primero es situarnos en relación con el Arte Chileno. Se tiene

conocimiento que en Chile, gran parte de los escritos acerca de los

movimientos pictóricos que nos presenta esta exposición ya habían sido

leídos y, asimilados, muchos de sus descubrimientos plásticos ya para la

década del veinte, el principal ejemplo que evidencia esta asimilación y

reacción frente al arte moderno y las vanguardias pictóricas son: el Grupo

Montparnasse3, cuya producción trae a discusión, principalmente en la

prensa, los movimientos pictóricos Europeos y la producción crítica de

Jean Emar4 en el diario La Nación, el cual divulgaba el arte moderno y

además tuvo un importante papel en la difusión del grupo Monparnasse,

estableciéndose como una crítica de arte alternativa al oficialismo. Estos

son algunos factores que propiciaron el cuestionamiento a la educación

artística de la época; también se creó un nuevo decreto de ley en 1925,

llamado “Premio de Europa” 5 en el que el sistema de pensiones se regiría

por un concurso; éste también establecía un límite de edad y una

3
El Grupo Montpanasse es el nombre con el que asigna Jean Emar a cuatro artistas tras una exposición
en 1923 en la casa Rivas y Calvo. Los expositores eran: Manuel Ortiz de Zárate, Julio Ortiz de Zárate,
Henriette Petit, y Vargas Rozas. Luego el Grupo adopta este nombre.
4
Jean Emar funda en abril de 1923 la Pagina de Arte del diario La Nación, esta publicación dura hasta
Octubre de ese mismo año, después pasa a llamarse Notas de Arte y dura hasta Julio de 1925. Uno de
sus principales legados fue la divulgación de las vanguardias pictóricas Europeas
5
Decreto de ley nº605. Publicado en ele Diario Oficial nº14,302 de 21 de Octubre de 1925.

10
retribución lo cual también generó algunas polémicas a través de la prensa.

Estas situaciones, finalmente hacían visible una problemática en torno al

arte chileno y su enseñanza. Por último se favoreció a las vanguardias, en

1928 se crea una Dirección General de Enseñanza Artística dependiente

del Ministerio de Instrucción pública que reemplaza al Consejo de Bellas

Artes. No obstante, En 1929, el gobierno cerró la Escuela de Bellas Artes

y con el presupuesto envió a veintiséis artistas jóvenes, y al regresó

tendrían trabajo como profesores en la Escuela, de esta forma la

vanguardia se volvió oficial.

Repensar este problema, permite llevar a cabo una reflexión acerca

del éxito de la exposición en los sectores no especializados, es decir, en el

público general, en el gran público, en las masas. También nos explica, por

lo menos de manera superficialmente, la causa de lo que a nuestro juicio

consideramos una falta de reacción por parte de la crítica, acerca de

algunos puntos a los que hemos hecho referencia ya, en especial en cuanto

se refiere a políticas culturales. Si el contenido de la exposición es el Arte

Moderno, la escuela de París, es razonable que ya a esas alturas las obras

traídas se hayan constituido como un capital simbólico cultural del arte

occidental en los años sesenta. Sin embargo, existe un claro velo sobre un

11
hecho evidente, el cual es el origen de esta exposición, su procedencia y

organización, como explicábamos es una exposición que si bien nos

muestra arte moderno de París, es desde Estados Unidos de donde nos

visita, de sus colecciones, de sus adquisiciones, de su capital cultural

adquirido en Europa durante el transcurso del siglo XX.

Nace desde esta característica una tercera problemática, el de la

dicotomía existente en las artes chilenas desde la inauguración de la

academia de pintura: el de la lógica de la transferencia de la información

desde el centro a la periferia, de Europa a América, con los distintos

modelos tomados por la educación artística chilena, francesa, alemana,

española y luego francesa otra vez. ¿Cambia acaso esta lógica la

exposición desde Norteamérica? Como explicábamos anteriormente, la

respuesta sea posiblemente negativa si es que evaluamos la reacción de

artistas frente al contenido de la exposición. Pero, si revisamos los diversos

factores en los que se produce esta exposición, es decir, su procedencia,

financiamiento, selección, textos, la falta de ciertas miradas críticas,

difusión, se puede entender que enfrentar un tipo diferente de

problemáticas, que no se centre en el contenido de la exposición, sino en

sus formas de producción desde agentes institucionales y, por lo tanto

12
inscritos en políticas culturales, e incluso en la exposición como un agente

productor de un discurso en particular, es que podamos desarrollar

conexiones con el contexto histórico. O es que ¿acaso no representa esta

exposición un cambio, ya sea en la lógica centro periferia, o en la forma

de producir exposiciones, en el papel que ha jugado este dispositivo del

mundo del arte o por lo menos de la lectura que nosotros en la actualidad

podemos hacer de ella?

Creemos que los puntos neurálgicos de estas tres problemáticas se

relacionan profundamente y convergen en el cambio del centro cultural del

arte de París a Nueva York durante la mitad del siglo XX y en el contexto,

social, político e ideológico en el que se desarrolló este cambio, para lo

cual se debe considerar la exposición artística desde teorías más recientes

acerca de su capacidad, de no solo comunicar y transferir información, sino

también de producir un discurso, el cual se ve fuertemente vinculado a las

instituciones que la organizan y a su contexto histórico.

Dentro del campo de la la Historia del Arte, ha tomado peso, en los

últimos años, el papel que han cumplido las exposiciones y el trabajo

curatorial, lo que ha llevado a realizar una serie de publicaciones

13
relacionada con la historia de las exposiciones o, en su defecto,

investigaciones sobre exposiciones de carácter histórico. De momento

podemos entender esta condición, dentro de las exposiciones, como

aquellas que por determinadas características resultan inscritas ya sea por

su relevancia en distintos sentidos, dentro del corpus narrativo de la actual

historia del arte. Nos referimos a trabajos tales como el “El arte del siglo

XX en sus exposiciones” de Anna María Guasch, The salón to Bienal de

Bruce Altshuler. O, trabajos que abordan la historia de las instituciones,

como los museos de arte moderno, que es el caso de Hans Belting en “La

historia del arte después de la modernidad” , Didier Louvre “Memorias

del museo: historia, tecnología, arte”. Hay bastante material que ha

abordado el arte desde sus agentes o instituciones tradicionales.

La presente investigación se presenta entonces como un estudio de

caso para desarrollar conceptos relacionados con los envíos de

exposiciones itinerantes como productoras de discurso, en particular un

discurso vinculante a las hegemonía histórica del arte moderno y las

vanguardias pictóricas en occidente, relacionando de esta manera a los

contextos históricos de polaridad ideológica en el periodo denominado

Guerra Fría.

14
Dentro de los fundamentos para llevar a cabo esta investigación,

tenemos en primer lugar el déficit en la lectura de la exposición, ya sea en

la falta de discusión crítica de la época, así como en la literatura

especializada, y la falta de vinculación contextual de la exposición con el

acontecer histórico, con las políticas culturales y contextos sociales

enmarcados en el periodo de Guerra Fría. Factores que podrían generar

nuevas lecturas acerca de la posibilidad de producción de discurso en

exposición artística. También podemos encontrar atisbos en la políticas

culturales desarrolladas por Estados Unidos de la segunda postguerra y en

el cambio del centro cultural desde París a Nueva York, lo que presentaría

quizás el cambio en la recepción de la exposición de arte moderno en Chile

y el carácter mediático que la caracterizó.

Es de conocimiento general que el arte moderno tuvo una progresiva

aceptación en su recepción en el público especializado y en el no

especializado durante el siglo XX. Desde un punto de vista relacionado

con la crítica de arte, como un faro que ilumina a través de los medios de

comunicación a ambos tipos de público, es que podemos situar un cambio

en la recepción de éste en Chile. En vista de que estamos abordando

exposiciones de arte moderno tenemos un punto referencial con el que

15
podemos establecer una pequeña comparación temporal: la exposición

“De Manet hasta nuestros días” realizada el año 1950 y enviada desde

París. Esta fue exhibida en el museo de Bellas Artes y presentaba una

muestra de pintura de la Escuela de París y de algunos artistas franceses

contemporáneos. Si bien existen otras exposiciones de arte moderno,

incluyendo otras exposiciones enviadas desde Norteamérica y Europa.

“De Manet hasta nuestros días”6 cumple con tres condiciones que nos

servirían para desarrollar el análisis de esta investigación. La primera es la

temática: pintura y exactamente pintura francesa del siglo XIX y XX, de

la Escuela de París. Segundo: es una exposición itinerante, desde Europa

a Latinoamérica; en otras palabras, desde el centro a la periferia. Y tercero:

su procedencia, de París, capital cultural del arte moderno a inicios del

siglo XX en donde se desarrollaron las vanguardias pictóricas.

Si bien, el centro de esta investigación no es el cambio en la

recepción del arte moderno por la crítica especializada, revisar la crítica de

la época, en cuanto a ambas exposiciones serviría para reflexionar sobre

algunos factores que pudieron tener incidencia en la recepción del público

6
La exposición se tituló “Exposición de Pintura Francesa Contemporánea: De Manet hasta Nuestros
días”, Mayo de 1950, Museo Nacional de Bellas Artes.

16
no especializado. Lector de periódicos, principales difusores de la crítica

y de este tipo de eventos culturales. La comparación con esta exposición,

podría arrojar algunas luces acerca del motivo por el que tuvo tanto éxito,

y también, una visión general de los productores del evento, así como

posibles discursos tras las exposiciones.

Objetivos

Nuestro objetivo general será:

 Analizar la exposición “De Cézanne a Miró” como un estudio de

caso, en relación con su producción de discurso acerca del arte

moderno y las vanguardias pictóricas procedentes de Europa en el

contexto ideológico del Guerra Fría.

Objetivos específicos:

17
 Desarrollar nociones de teoría de la recepción en la historia del arte

a partir de un corpus teórico basado en la sociología y en la teoría

del arte.

 Desarrollar la noción de exposición artística como un dispositivo

artístico productor de discurso.

 Revisar el papel del arte moderno en el discurso ideológico de

Estados Unidos durante la Guerra Fría.

 Analizar la recepción de la exposición De Cézanne a Miró desde la

crítica de arte y cultural en Chile, considerando el impacto de la

exposición sobre la valoración del arte moderno

 Contextualizar la realización de la exposición en Santiago en el

horizonte del ambiente artístico y cultural de la sociedad chilena de

los años sesenta.

18
Antecedentes

Considerando los aspectos mencionados en esta introducción trabajaremos

bajo la siguiente hipótesis de investigación:

Durante el siglo XX el centro artístico de la cultura occidental y del arte

moderno se traslada desde París hacía Nueva York en el periodo conocido

como Guerra Fría. Esto, debido a múltiples factores, entre los que

destacan: las consecuencias desastrosas de la Segunda Guerra Mundial, las

cuales afectaron la economía y las infraestructuras de Europa; la

consolidación de potencia económica que alcanzó Estados Unidos en la

posguerra; el traslado de una intelligentsia europea hacia Estados Unidos;

la adquisición por parte de la alta sociedad norteamericana de una gran

porción del capital cultural del arte moderno y la creación de una

infraestructura cultural óptima para su difusión pública.

Hipótesis

Bajo esta premisa, podemos considerar como hipótesis de trabajo lo

siguiente: La exposición “De Cézanne a Miró” se inscribe dentro de

una serie de estrategias que se vinculan a la difusión del Arte

Moderno de tradición abstracta en Latinoamérica, como el arte

19
hegemónico de la cultura occidental adquirido y heredado como

capital cultural desde París y custodiado por Estados Unidos para

hacer difusión de éste en su esfera de influencia ideológica durante la

Guerra Fría.

Metodología

Para llevar a cabo esta investigación es preciso entonces aclarar que

nuestro enfoque metodológico como historiadores del arte, está

concentrado en las instituciones artísticas y algunos de sus instrumentos

comunes, como las exposiciones, museos, la crítica. Por lo que esto

llevaría a realizar un desplazamiento dentro de la historia del arte que tiene

como eje central la “historia de la creación”, es decir, en este caso del arte

moderno, el cual es convocado en esta muestra, a un “historia de la

recepción”. Es decir, por contradictorio que parece, la obra de arte, aquí,

parece tener un papel secundario, adquiriendo protagonismo el “sistema

del arte”.

La metodología utilizada para llevar a cabo esta investigación será

a partir de una base teórica que nos oriente en cuanto a la producción de

20
un concepto de “exposición artística” como productora de discurso. Para

ello nos apoyaremos en la teoría social de Pierre Bourdieu y del concepto

de dispositivo de Michel Foucault debido a que esta es nuestra base teórica

de conceptos neurálgicos como el campo del arte, o dispositivo, pensando

en los conceptos generales que hasta el momento hemos revisado y que

pretendemos profundizar, como el mundo del artes, agentes del mundo del

arte, instituciones, el público, el papel social del artista, entre otros.

Cruzaremos esto conceptos con teorías mas recientes como la teoría

institucional de George Dickie, la teoría relacionadas con museo y

exposiciones como la de Brian O’Dohertie, y Ana María Blanco. Con esto

pretendemos alcanzar una concepto claro de exposición de arte como

dispositivo artísticos, y como productor de discurso.

Estableceremos un contexto histórico, social, político en relación

con la guerra fría, el desarrollo social-político y el mundo del arte que

conlleva a esta exposición, principalmente en el plano norteamericano, que

es de donde es enviada esta exposición. Por lo que debemos revisar en

parte la historia y modelo museal del MoMA y la posición que toma el arte

moderno en estados Unidos , principalmente en guerra fría.

21
Creo que es importante revisar brevemente el papel de Chile en guerra fría

y cómo se posiciona en la polaridad ideológica de guerra fría.

Finalmente se revisarán los pormenores de la exposición a través de

algunas fuentes secundarias como catálogos, y fuentes primarias como

archivos institucionales. Revisaremos en la crítica la recepción de la

exposición en Santiago de Chile, y solo este caso en particular, porque es

solo de esta exposición que contamos con fuentes primarias.

22
Capítulo I: Para una historia de la recepción en “De Cézanne a Miró”.

La exposición artística como práctica discursiva.

En este capítulo abordaremos la posibilidad de producción de Historia del

Arte desde una historia de la recepción o discurso de la recepción, sobre la

base de teorías de lo contextual en el arte, así como posibilidad de la

exposición artística como una práctica discursiva.

Como discurso de la recepción en la Historia del Arte entendemos,

a grandes rasgos, aquella que para hacer historia del arte, desplaza su eje

central desde el rol protagónico de la Obra de Arte y de los Artistas, a otros

elementos participativos del sistema artístico, en este caso, la crítica, las

exposiciones, las instituciones, los curadores, el público, entre otros; los

cuales podemos denominar por el momento, como el mundo del arte. Con

“mundo del arte” no nos referimos a lo que algunas personas denominan

coloquial o peyorativamente como el “mundillo del arte”, es decir, esa

esfera de influencias y contactos entre algunas personas que participan en

actividades artísticas, aunque sí está en cierta forma ligado a ellas. Sino al

conjunto de participantes en el sistema artístico; nos desplazamos desde la

23
Obra y los artistas, a los museos, a la exposición, al mercado y otros actores

o agentes sociales que participan de este sistema, como historiadores,

comisarios, críticos. Nos referimos, entonces, a lo que podemos entender

más ampliamente como el “sistema del arte”.

Para definirlo apropiadamente nos valdremos de algunos corpus

teóricos y conceptos fundamentales como “campo del arte”, desarrollado

por Pierre Bourdieu. Y, la Teoría institucional del Arte de George

Dickie. En ambos casos, con destacadas diferencias, el mundo del arte

estaría conectado también a cuestiones o factores externos, tales como

factores sociales, económicos, culturales, políticos. Este capítulo nos

permitirá establecer una nomenclatura conceptual básica para el análisis

de la exposición “De Cézanne a Miró” en el complejo escenario contextual

en el que se llevó a cabo.

Como mencionamos anteriormente, el segundo objetivo específico

de este capítulo es definir el papel de la exposición artística como práctica

discursiva. Con ello se expondrán algunos puntos determinantes para

entender las características de una exposición artística y el papel que juega

dentro del mundo del arte. Dentro de la posibilidad de producción de

24
discurso, nos vemos en la necesidad de responder ante la exposición

artística ya no como una mera herramienta de las instituciones, sino puesto

en tensión ponerlo en tensión ante el concepto de dispositivo artístico; en

un sentido foucaultiano.

Sobre el sistema o mundo del arte.

Definir o desarrollar conceptualmente el sistema del arte parece una tarea

colosal, lo que no deja de tener sentido, si pensamos en que también

podríamos hablar de sistemas de arte, según cada localidad, tiempo,

contextos o comunidades. Nos gustaría aclarar entonces, que al llevar a

cabo este análisis nuestro objetivo es, principalmente, adquirir cierta base

conceptual y terminología habitual dentro de los sistemas del arte y, las

que nos ayudarán a establecer una nomenclatura conceptual básica para

referirnos a nuestro estudio de caso: la exposición “De Cézanne a Miro”.

Un corpus teórico que podría ayudarnos con estos fines es la

sociología de Pierre Bourdieu. Esto se debe a las características

25
polifacéticas que presenta su teoría y a la capacidad de algunos de sus

conceptos fundamentales, de trasladarse de unos campos de conocimientos

a otros, o más bien, porque poseen cierta transversalidad. Y, por otra parte,

la teoría resulta multidimensional, y, a la vez, se caracteriza por cierta

inmanencia entre distintos polos. También, es bastante contingente a los

periodos en los que se desarrolla nuestro caso.

En general, la teoría sociológica de Pierre Bourdieu cuenta con una

serie de conceptos que nos ayudarían a entender con más profundidad el

sistema artístico y sus variados actores. Entre estos conceptos, los que

adquieren un rol protagónico son el de habitus, campo, capital cultural y

agente.

En primer lugar nos gustaría determinar que la articulación: “campo

del arte” en lugar de mundo del arte o sistema del arte, nos podría traer un

mejor rendimiento.

La sociología de Bourdieu, constituye una variedad del pensamiento

constructivista que el mismo denominó como “constructivismo

26
estructuralista” 7 definiendo de tal modo ambas corrientes como: “Por

estructuralismo o estructuralista quiero decir que existen, en el mundo

social mismo, y no solamente en el sistema simbólico, lenguaje, mito, etc.,

estructuras objetivas, independientes de la conciencia y de la voluntad de

los agentes, las cuales son capaces de orientar o de impedir sus prácticas

y sus representaciones.”8

y por constructivismo, agrega:

“…hay una génesis social de una parte de los exquemas (sic) de

percepción, de pensamiento y de acción que son constitutivos de aquello

que yo llamo habitus, y de otra parte de las estructuras sociales, y en

particular de aquello que yo llamo los campos y los grupos, especialmente

de aquellos que normalmente se les denomina clases sociales”9

En este sentido, la corriente que nos propone se presenta como una

administración general de las prácticas sociales, que se centran y articulan

en nociones y conceptos básicos del capital, sus estrategias, y en una

antropología global que busca entender las acciones sociales. Superando

7
Bourdieu, Pierre: Cosas Dichas, Barcelona, Gedisa, 1988. Texto titulado “Espacio social y poder
simbólico”. Pág. 127.
8
Bourdieu, Pierre: Cosas Dichas, Barcelona, Gedisa, 1988. Pág. 127
9
Ibíd. Pago. 127.

27
las dicotomías clásicas del mundo de las ciencias sociales, por ejemplo,

pensando en nociones como individuo-sociedad, determinismo-libertad,

condicionamiento-creatividad, entre otras.

Como vemos, en su sociología, el concepto de habitus se propone

como una respuesta a problemáticas transversales dentro de la sociología.

“El habitus, como sistema de disposiciones a la práctica, es un

fundamento objetivo de conductas regulares, luego de la regularidad de

las conductas, y si se pueden prever las prácticas (aquí la sanción

asociada a cierta transgresión), es porque el habitus es lo que hace que

los agentes que de él están dotados, se comportarán de una cierta manera

en una cierta circunstancia.”10. Esta descripción deja entrever el carácter

protagónico del principio de disposición, o más bien, de un sistema de

disposiciones. Algo que podemos calificar como inherentes a la práctica.

Un principio que genera en las prácticas una intencionalidad que al

parecer carecería de intención y que se funda en una disposición, así

10
Bourdieu, Pierre: Habitus, code, codification , ARSS n°64, septiembre 1986, página 40. Traducción
al español de Cristina Chavez Morales.

28
mismo se proyecta como una racionalidad ausente de cálculo, una

regularidad que no es consciente de una regla.

Desde otro punto de vista, el concepto tiene una filiación histórica

que podemos trasladar al concepto aristotélico de hexis, el cual se

entendería como una disposición moral capaz de generar actos. Santo

Tomás también retoma este concepto en las virtudes. Dentro de la misma

sociología encontramos a Durkheim, quien usa el mismo término (habitus)

para referirse al carácter general y duradero que ejercen instituciones

como el colegio jesuita y la universidad, pero en general toda educación

comprendida como un proceso de socialización. Por ello, también

podríamos vincular el concepto de Max Weber en referencia al ethos: el

ethos protestante, el ethos burgués, que se diferencia de la ética. Incluso,

esta dimensión de disposición, nos permite pensar en una posible relación

con el adoctrinamiento de los cuerpos que propone Foucault en textos

como Vigilar y Castigar 11, y que de alguna forma atraviesa todos sus

estudios concentrados en el carácter de una sociedad de control. No

obstante, encontramos un autor que desde la historia del arte también hace

11
Foucault, Michel: Vigilar y Castigar, Siglo XXI, Madrid, 2013.

29
uso de una concepto relacionado al habitus, este es Erwin Panofsky, el cual

recupera la tradición escolástica del “hábito mental” para referirse a un

principio generador de creación en la cultura, en la obra Arquitectura

gótica y pensamiento escolástico12

Por ello, el concepto de habitus tiene múltiples dimensiones: el eidos

(estructuras cognitivas), ethos(disposiciones morales), hexis (registro de

posturas y gestos) y aesthesis(disposición estética). Esto quiere decir que

representa de modo indistinto el plano cognoscitivo, como el axiológico y

el práctico.

Pese a que el concepto es elaborado a partir de un estudio de caso,

en investigaciones sociales de prácticas rituales en sociedades

tradicionales, para Bourdieu también es aplicable a las sociedades

modernas, las cuales se caracterizarían por una diferenciación de campos

y de clase sociales. Esto ha generado diversas modificaciones en el

término: “el habitus no es el destino, como se lo interpreta a veces. Siendo

producto de la historia, es un sistema abierto de disposiciones que se

confronta permanentemente con experiencias nuevas y, por lo mismo, es

12
Panofsky, Erwin: Arquitectura Gótica y escolástica. Infinito, Buenos Aires, 1959.

30
afectada también permanentemente por ellas, es duradera, pero no

inmutable”13. Esta característica, otra vez plantea al concepto de habitus

como una suerte de producto y origen, como un concepto cíclico dentro de

la sociedad.

Es así como para aplicar de mejor manera este concepto a las

sociedades modernas, Bourdieu integra la noción de estrategia e involucra

la noción de Agente para evitar ese supuesto de una estructura sin agente.

Este último concepto es importante, porque el concepto de agente es, en

definitiva, el concepto para referirse a los participantes en un determinado

campo y en el espacio social.

También este modelo permitió articular una economía del habitus,

por la que la disposición adquirida podía ser pensada como un capital que

podía ser utilizado en un campo determinado, que a la vez podía funcionar

como un mercado de bienes simbólicos o materiales. Bourdieu reconoce

varios tipos de capital, pero son tres los principales. El económico, que se

constituye por el dinero, factores de producción y trabajo, bienes. El social,

como el conjunto de relaciones que poseemos. Y, el capital cultural.

13
Bourdieu, Pierre: Résponses, Paris: Seuil. Pág. 109.

31
Se reconocen tres estados del capital cultural, que principalmente

podemos identificar como: estado incorporado, estado objetivado y

estado institucionalizado.

Con estado incorporado se refiere a formas de disposiciones

duraderas del organismo. Nos aclara: “El capital cultural es un tener

transformador en ser, una propiedad hecha cuerpo que se convierte en

una parte integrante de la “persona”, un hábito. Quien lo posee ha

pagado con su “persona”, con lo que tiene de más personal: su tiempo.”14,

con ello arrastra ciertas características, como que no puede ser transmitido

instantáneamente por el don o la transmisión hereditaria, la compra o el

intercambio. Se puede adquirir esencialmente de manera inconsciente y

encubierta, y no puede acumularse más allá de las capacidades de

apropiación de una agente en particular; se debilita y muere con su

portador.

Con estado objetivado encontramos los bienes culturales, cuadros,

libros, instrumentos, etc. Este se relaciona estrechamente con el estado

14
Bourdieu, Pierre, “Los Tres Estados del Capital Cultural”, en Sociológica , UAM- Azcapotzalco,
México, núm. 5, pp. 2.

32
incorporado, ya que son bienes transmisibles y heredables, siempre y

cuando el receptor pueda hacerlos suyos, adquirirlos simbólicamente. Pues

también pueden ser transmitidos como un bien económico. “…lo que es

transmisible es la propiedad jurídica y no (o necesariamente) lo que

constituye la condición de la apropiación específica, es decir, la posesión

de instrumentos que permiten consumir un cuadro o bien utilizar una

máquina, y que por ser una forma de capital incorporado, se somete a las

mismas leyes de transmisión.”15. Esto supone entonces que el agente

receptor debe considerar una apropiación simbólica y no solo económica.

Esta relación nos permite entender mejor, por qué el uso del concepto

“estado” del capital y no un separación de distintos tipos de capitales.

El estado institucionalizado es una forma de objetivación muy

especifica, que se refiere a los títulos escolares.

Finalmente, el último elemento que revisaremos en la sociología de

de Bourdieu es el concepto de campo. Para explicar este concepto,

Bourdieu usa la noción de espacio social para referirse a un sistema de

posiciones sociales, el cual es, en definitiva, un sistema de diferencias

15
Ibíd. Pp. 3

33
sociales jerarquizadas en función de un sistema de legitimidades

socialmente establecidas y reconocidas en un momento determinado. Un

campo es un esfera de la vida social, que se ha ido autonomizando

progresivamente a través de la historia en torno a cierto tipo de relaciones

sociales, intereses y recursos propios; diferentes a los otros campos. Para

explicar sus interacciones recurre a la metáfora del juego; lo compara con

un espacio de juego relativamente autónomo, el cual tiene objetivos

propios, con jugadores (Agentes e instituciones) que compiten entre sí, con

estrategias y capacidad (Capitales), pero al mismo tiempo interesados en

jugar, porque creen en el juego. “Los jugadores pueden jugar para

aumentar o conservar su capital, sus fichas, es decir, en conformidad con

las reglas tácitas del juego y con las necesidades de reproducción del

juego y de los intereses del juego; pero también puede trabajar para

transformar parcial o totalmente las reglas inmanentes del juego” 16.

Entonces, podemos hablar de diversos campos en la sociedad, y que cada

uno tiene propias reglas y capitales específicos, además de ser un espacio

16
Bourdieu, Pierre: Réponses, Paris: Seuil. Pág. 75.

34
de posiciones entre distintos agentes, que se alimenta de un habitus y que

todos tiene por objetivo principal que el campo exista.

Estas características las acogemos para entender cómo se

conformaría básicamente el campo del arte, alimentándose de un habitus,

con jugadores que creen en este juego (el Arte), los cuales podemos

identificar como artistas, curadores, historiadores, estudiantes,

marchantes, galeristas, críticos. Así como instituciones, las cuales, también

se pueden concebir como agentes, pero con un matiz legitimador, o que

regulan ciertas reglas específicas del campo, tales como museos,

universidades, academias, ministerios, galerías, entre otros. Entre estas

relaciones encontramos las obras de arte, las exposiciones, los textos, entre

las cuales podríamos considerar las fichas dentro de este juego, es decir,

los capitales culturales. Bourdieu explica: “Así el sujeto de la obra de arte

no es ni un artista singular, causa aparente, ni un grupo social [...] sino

todo el conjunto del campo de producción artística [...]. El sujeto de la

obra es pues un habitus en relación con un puesto, es decir con un

campo”17. Considerando esto también podríamos concluir que el campo

17
Bourdieu, Pierre: « ¿Y quién creó a los creadores?», Conferencia pronunciada en la École Nationale
Superiéure des Arts Décoratifs, abril de 1980. Pág. 3.

35
del arte es indisociable del campo de la educación , y es la validación de

cierta universalidad por parte de las instancias institucionales del arte. Sin

embargo, recordemos que una de las características del campo es que los

agentes pueden cambiar las reglas del campo en el que son participes.

Finalmente, el concepto de violencia simbólica ligada al campo del arte.

Y es que para Bourdieu la legitimación no solo puede venir del mismo

campo sino de lo que él llama campo de poder como una forma de

dominación, y esto es entendido como violencia simbólica. Lo que se

traduce en que el valor entregado a la obra es otorgado por un grupo selecto

que tiene la capacidad de aprehender su estética debido al capital cultural

adquirido a través de un habitus, que es, para Bourdieu, históricamente

considerada como la clase dominante.

Ya revisados algunos de los conceptos fundamentales en la

sociología de Bourdieu revisaremos la “Teoría institucional del Arte” que

desarrolla el filósofo George Dickie en su texto El Círculo del Arte18. Esta

última se propone como una teoría institucional en donde un objeto puede

caer en la categoría de obra de arte gracias a la posición que ocupa dentro

18
Dickie, George. El círculo del arte: una teoría del arte. Barcelona, Paidós, 2005

36
de las prácticas culturales. “…las obras de arte son aquellos artefactos

que tienen un conjunto de propiedades que han adquirido un cierto estatus

dentro e un marco institucional particular llamado el <Mundo del

arte>.”19 La noción de un mundo del arte ya había sido desarrollada por

Arthur Danto para explicar la existencia de dos objetos visualmente

indistinguibles entre sí, pero aun así, que solo uno pueda ser una obra de

arte y la otra no, lo que lo lleva a pensar en que si uno de estos objetos es

posible como obra de arte es porque existe algún contexto o marco que le

otorga ese estatus diferente. Dickie establece ciertas diferencias con el

pensamiento de Danto, pero conservan ambas teorías esta premisa de que

hay algo externo a la obra de arte que le confiere su estatuto. Dickie, sin

embargo, tiene un interés por explicitar y dar las condiciones necesarias y

suficientes del arte. Establece, en resumen, las siguientes clasificaciones:

a) “Una obra de arte es un artefacto de un tipo creado para ser presentado

a un público del mundo del arte”20 b) “Un Artista es una persona que

participa con entendimiento en la elaboración de una obra de arte”21 c)

“Un público es un conjunto de personas cuyos miembros están hasta

19
Ibíd. Pág. 19
20
Ibíd. Pág. 115
21
Ibíd. Pág. 114

37
cierto punto preparadas para comprender un objeto que le es

presentado”22 d) “El mundo del arte es la totalidad de los sistemas del

mundo del arte”23 e) “Un sistema del mundo del arte es un marco para la

presentación de una obra de arte por parte de un artista a un público del

mundo del arte.”24. Analizando estas características podemos definir que

es el contexto el que adquiere un protagonismo en la asignación del

estatuto artístico de la obra, y que el sentido del “mundo del arte” no es

acotado sino que involucra a múltiples actores y estructuras sociales. Ante

la relación de los distintos agentes, propone el concepto de compromiso

como una convención primaria; la comprensión compartida de que todos

estamos implicados, comprometidos en una actividad o práctica

establecida.

Esto es en síntesis la teoría institucional del arte. Como podemos

ver tiene algunas conexiones con la noción de Bourdieu sobre el campo

artístico. No obstante, hay diferencia notorias, empezando por el énfasis

que establece Bourdieu en el papel del espacio social, base desde donde se

establecen los campos en la “relativa autonomía” que destaca en cada

22
Ibíd. Pág. 116
23
Ibíd. Pág. 116
24
Ibíd. Pág. 117

38
campo, la cual es relativa porque se ve afectada por algunos factores;

específicamente, propone el mercado como una causa que incluso es capaz

de aumentar la relativa autonomía de un campo; por ejemplo, el mercado

del arte posibilita una autonomía y podría afectar los devenires de ese

mercado dicha autonomía. En la teoría institucional pareciera que no tiene

un rol tan protagónico en relación con la dualidad cíclica que se genera en

ambas teorías en cuanto al carácter estructurante estructuralista, es decir,

en el sentido de que se produce a sí misma circular y no jerárquicamente

desde un organismo productor. Otra diferencia, es en relación con el

público; Dickie no establece un concepto que ocupe el lugar del capital

cultural en su estado integrado y tampoco cómo estos afectan los

consumos culturales, los cuales, para Bourdieu, resultan fundamentales en

la construcción del mundo social.25

Una distinción bastante clara es que ambas teorías provienen de

campos de estudios diferentes, pero como advertimos, la teoría de

Bourdieu resulta muy polifacética y de cierta transversalidad en el estudio

de las humanidades y, por lo demás, él mismo ha analizado la relación

25
sobre este tema revisar: La distinción: criterios y bases sociales del gusto (1979)

39
entre el arte y al sociedad, pero aborda desde estudios en relación con el

público consumidor, como lo hace en El Amor al Arte (1965), en el cual

trabajó con el público que visitaba los museos. Mientras que la teoría de

Dickie se propone desde un comienzo como una teoría del arte, lo que

marca una distinción en el trato del objeto artístico mismo, el que, si bien

es contextual, requiere un análisis más significativo con respecto a las

características del objeto artístico en sí mismo desde un punto de vista

ontológico.

La “exposición” como productora de discurso.

La Exposición, es un formato de convocatoria, generalmente de carácter

público, que reúne y exhibe colecciones de objetos de diversas temáticas.

Estas pueden ser obras de arte, hallazgos arqueológicos, experimentos,

alimentos, materias primas, tecnologías, archivos, instrumentos musicales,

cuerpos humanos. Estas categorías pueden ser infinitas, pues se

caracterizan por ser objetos que generan el interés de un sector o segmento

humanos. Podemos entonces caracterizar este concepto como un formato,

40
un soporte de presentación utilizado de distintas maneras, pero con el

objetivo de presentar bajo ciertas condiciones una cantidad de objetos.

La aproximación a un concepto de exposición artística, es la que nos

convoca en este subcapítulo, por lo que consideraremos el potencial que

tiene esta herramienta de presentación en el campo artístico. Esta se

presenta hoy como uno de los soportes más importantes dentro de las artes

visuales, se configura como el espacio idóneo para que la obra de arte se

transforme en un objeto accesible a algún tipo de público, especializado en

la recepción de la obra o no. Las energías que se entraman en la elaboración

corresponden a un sinfín de gestiones por parte de las instituciones, los

curadores, los artistas, los patrocinadores, la crítica, los publicistas, entre

otros. Estas características, si bien con el tiempo se han ido desarrollando

y especializando, revelan un entramado muy complejo en el que existen

distintas partes, cumpliendo éstas un papel determinado.

Exposiciones han habido muchas y de muchos tipos, pero solo

algunas han contribuido al desarrollo de las artes visuales, pues éste es solo

uno de los temas en el que la exposición juega un papel. En sí, la

exposición busca poner en acceso al objeto, aunque este objeto no

necesariamente cae en la categoría de artes visuales; como sabemos

41
también hay exposiciones arqueológicas y antropológicas. Más bien, creo

que en estos campos la exposición juega un papel diferente al que juega en

las artes visuales, pues en éstas lo que se pretende mostrar, son los objetos

y los conocimientos que se pueden obtener de estos. A. García Blanco en

su libro La exposición. Un medio de comunicación, aborda algunos de

estos temas. Revisando el desarrollo de la exposición mirada como un

herramienta, nos explica cómo funcionan y el objetivo de la exposición en

relación con el objeto“… el objeto es respuesta a unas necesidades

sociales y resultado o producto de una serie de acciones intencionadas

que han recaído en él y han determinado su identidad, quedando

reflejadas en él a modo de huellas.”26 Si bien esta aclaración funciona muy

bien para exposiciones de índole arqueológicas, antropológicas e incluso

para gran parte de las artes visuales, creo que se problematiza cuando

pensamos en el arte moderno y contemporáneo, porque este tipo de

planteamiento responde a un objeto que ha quedado encriptado en su

función en los ámbitos mencionados. Por otra parte, me parece que queda

tácitamente expuesto un concepto fundamental para entender la relación

existente entre los objetos y la exposición: el tiempo. En esta aclaración

26
García Blanco, A.: La exposición. Un medio de comunicación. Ediciones Akal, 1999, Madrid. Pág.20

42
que nos hace la autora nos pone en evidencia la problemática de

enfrentarse a los objetos contemporáneos, porque al parecer los objetos

con el tiempo adquieren un valor que se fundamenta en los significados

que encriptan.

Ahora bien, dentro de la historia del arte del siglo XX –podríamos

extenderlo desde fines del siglo XIX- las exposiciones han cumplido un

papel importante, como se dice “han hecho historia”; esta condición única,

creo poder afirmar, es del arte moderno y contemporáneo. Por lo que

considero de gran valor los estudios historiográficos y teóricos que en los

últimos años han llevado a cabo algunos historiadores del arte al revisar

nuevamente algunas exposiciones, observando el devenir de los objetos

artísticos y sus discursos, pero desde el lugar en el que se dieron a conocer.

Aportes como los que hemos mencionado de Ana María Guasch en El arte

del siglo XX en sus exposiciones: 1945-1995, Manifiestos del arte

posmoderno o la Crítica dialogada revisan el arte desde estos espacios que

son parte de su desarrollo; otro aporte reciente es el de Bruce Altshuler en

la edición de Saloon to biennial y en Biennials and Beyond. Así mismo,

Hans Belting, desde la historia del arte ha demostrado como ésta se

encuentra profundamente relacionada con la transformación de la

43
institución museo y con las exposiciones, en especial en La historia del

arte después de la modernidad. O incluso algunas visiones de Didi-

Huberman acerca del trabajo de las exposiciones y en sus estudios sobre

Aby Warburg. También Pedro Lorente desarrolla esta veta en Los Museo

de arte contemporáneo y en Historia de la crítica.

Los estudios antes mencionados son solo una pequeña muestra que

me empuja a desarrollar en este trabajo la posibilidad de revisar la

exposición de arte desde el concepto de dispositivo artístico. El cual me

parece más apropiado para entenderla a cabalidad. La complejidad que

podemos encontrar puede ser problematizada aclarando o entendiendo hoy

en día la exposición como dispositivo, es decir un como un productor de

discurso. Entender la exposición como un medio de comunicación como

lo hace García Blanco me perece un poco acotado, sobre todo si nos

referimos al tipo de arte mencionado; lo cual no quiere decir que dicha

fórmula no tenga un rendimiento crítico, aunque, no engloba la exposición

en la totalidad de sus complejidades actuales. Por otra parte, estos estudios

tienen algo en común, ya que sus autores, a simple vista, realizan en cierta

forma un relato o una historia sobre –en términos foucaultianos-

dispositivos artísticos del siglo XX: museos, instituciones, exposiciones,

44
critica, historia del arte. Y que a través de estos estudios se han dado

nuevos rendimientos al arte contemporáneo.

Entender la exposición como dispositivo tiene sentido si revisamos

brevemente algunas de las características que ha adquirido la terminología

foucaultiana. Como menciona G. Agamben en ¿Qué es un dispositivo?27,

Foucault no se vio en la necesidad de definir este término técnico que usó

en tantos de sus libros. Aunque, bastante conocida es la entrevista28 de la

que el mismo Agamben saca partido, en la que a Foucault se le pregunta

en 1977 por el sentido del término “dispositivo”, a lo que responde en tres

niveles de problematización.

Primero explica, “Lo que trato de situar bajo ese nombre es, en

primer lugar, un conjunto decididamente heterogéneo, que comprende

discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones

reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos,

proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas; en resumen: los

elementos del dispositivo pertenecen tanto a lo dicho como a lo no dicho.

27
Agamben, G.: ¿Qué es un dispositivo? Conferencia en la UNLP, 12/10/05
28
Foucault, M: “El juego de Michel Foucault” en Saber y verdad, Ediciones de la Piqueta, Madrid,
España, 1985. págs. 127-162. Disponible en http://www.con-versiones.com.ar/nota0564.htm

45
El dispositivo es la red que puede establecerse entre estos elementos.” 29.

Esta explicación resuelve el común error de pensar el dispositivo solo

como la institución. Incluye muchas cosas, lo que destaca es la cualidad de

red. En el caso de la exposición, ésta se desenvuelve de igual forma;

genera, o más bien es parte de la red que se establece en el campo artístico,

entre los objetos artísticos y el público, pero también entre artistas e

instituciones de diversa índole; también se crean relaciones entre las

empresas privadas y las instituciones públicas o viceversa; por otra parte

entre la crítica, los artistas y los soportes mediáticos.

Estas características son constituyentes de las exposiciones en un

sentido profundo, la red de la que habla Foucault pareciera no tener límites,

comienzo, ni fin; sin embargo, se debe tener claridad en un segundo punto

que menciona en la misma entrevista, el que establece la naturaleza de esta

red: “En segundo lugar, lo que querría situar en el dispositivo es

precisamente la naturaleza del vínculo que puede existir entre estos

elementos heterogéneos. Así pues, ese discurso puede aparecer bien como

programa de una institución, bien por el contrario como un elemento que

29
Ibíd.

46
permite justificar y ocultar una práctica, darle acceso a un campo nuevo

de racionalidad. Resumiendo, entre esos elementos, discursivos o no,

existe como un juego, de los cambios de posición, de las modificaciones

de funciones que pueden, éstas también, ser muy diferentes.”30 Resulta

interesante pensar la exposición y su desarrollo, pues ésta, en un principio,

se encuentra profundamente arraigada en la institución museal como

herramienta exclusivamente destinada a permitir un acceso el público a los

objetos; recordemos que en un principio las colecciones estaban destinadas

solo a algunos pocos privilegiados y la apertura a todo tipo de público se

gesta a través de ideas republicanas. De esta forma, hoy en día la

exposición parece estar vinculada no solo a una institución, sino que se

presenta más autónoma y es capaz de desarrollarse en cooperación con

instituciones museales públicas o privadas, pero también vincularse a todo

tipo de espacios expositivos, como bibliotecas, escuelas, centro culturales

y universidades y también ligada a lugares como el metro, malls y edificios

corporativos.

30
Ibíd.

47
Por último las exposiciones tienen una historia y un desarrollo. “En

tercer lugar, por dispositivo entiendo una especie -digamos- de formación

que, en un momento histórico dado, tuvo como función mayor la de

responder a una urgencia. El dispositivo tiene pues una posición

estratégica dominante.”31 Es decir, el acontecimiento forma parte

constitutiva del dispositivo, lo que lo conecta con estas posiciones

estratégicas. Como explicaba, en el caso de las exposiciones, las ideas

republicanas juegan un papel importante, en nuestro estudio de caso nos

daremos cuenta de cómo forma parte de la hazaña que los norteamericanos

lograron con su programa de itinerancias hacia otros países, desde las

primeras décadas del siglo XX. Lo cual responde a experiencias anteriores

que habían logrado resultados en las relaciones diplomáticas entre países.

Creo que los grandes antecedentes que mostraron el verdadero potencial

de las exposiciones los encontramos en las exposiciones universales, que

si bien tenían un objetivo distinto en cuanto a la presentación de un objeto,

en éste se confirmaban explícitamente todas las redes y conexiones que se

podían lograr entre distintos países.

31
Ibíd.

48
Cerrando este capítulo, debemos indicar que hemos propuesto este

marco teórico para establecer una base en cuanto a la propuesta de que una

historia del arte que se desplaza a un discurso de la recepción, y trabaja

con un estudio de caso, a saber, una exposición, tendrá acceso a través de

ésta a todo un contexto que posibilitará identificar un discurso subyacente.

En este caso, como lo hemos establecido en la hipótesis de investigación,

ese discurso se relaciona con una polaridad ideológica capitalista y

hemisférica presente en durante la Guerra, que busca la difusión de una

ideología de corte capitalista a través del arte moderno de tradición

abstracta.

49
Capítulo II : El arte moderno en la guerra fría cultural. El traslado

del capital cultural desde Paris a Nueva York.

La Guerra Fría y su dimensión cultural

Las investigaciones en torno a la Guerra Fría han abordado múltiples

matices y visiones a partir de la desclasificación de archivos que antes eran

de condición inaccesible. Como consecuencia han surgidos nuevas

perspectivas que desarrollan este conflicto con características de un

periodo histórico. Bajo diferentes posiciones, este periodo puede ampliarse

en algunos casos desde 1917 con la revolución rusa32; en otros, con la

Revolución Mexicana 33 o, como tradicionalmente se ha organizado su

desarrollo desde los años cuarenta, específicamente en 1948 con el

Bloqueo de Berlín. Hasta la disolución de la U.R.S.S., a principios de los

90. En el caso de Latinoamérica y su papel durante la guerra fría global,

estas nuevas investigaciones se han enfocado en estudiar conflictos

32
David C. Engerman, “Ideology and the origins of the Cold War, 1917-1962”, en Melvyn P. Leffler y
Odd Arne Westad, The Cambridge History of the Cold War, Volume I. Origins, 20-43.
33
Greg Grandin, “Living in Revolutionary Time: Coming to terms with the iolence of Latin America’s
Long Cold War, en Greg Grandin and Gilbert M. Joseph, eds. A Century of Revolution: Insurgent and
Counterinsurgent Violence During Latin America’s Long Cold War. Durham: Duke University Press,
2010, pp. 1-42.

50
coyunturales en la historia latinoamericana relacionados con estos

procesos globales, en especial la carrera ideológica, la polarización, las

reformas estatales sobre la propiedad, los golpes de estados, entre muchos

más. De manera similar las investigaciones relacionadas entre Chile y la

Guerra Fría global han servido para entender los procesos históricos

chilenos dentro de los procesos globales.

Frente a esta situación el objeto de este capítulo se relaciona

precisamente con una dimensión que tradicionalmente ha costado mucho

instalar en la discusión historiográfica; me refiero a la dimensión cultural,

cuya actividad investigativa radica casi exclusivamente en la sociología, la

teoría del arte, los estudios de la imagen y la estética y no, la Historia del

Arte, la que, ha tomado un papel secundario, sirviendo como objeto de

investigación para abordar temáticas que trabajan conceptos como Arte y

Política desde la teoría y la estética, los cuales en su mayoría se tiñen de

los procesos culturales desarrollados en torno al eje paradigmático de la

dictadura chilena. Por lo que regularmente se aborda la década de los 60

como un antecedente que gira en torno al golpe de estado del 73 y que

explicaría la transformación cultural durante la dictadura.

51
Por ello me parece importante revisar los acontecimientos culturales

desde perspectivas diferentes. En este caso revisar desde una perspectiva

que sitúa a la Guerra Fría como escenario y época histórica. No obstante,

me parece adecuado tomar una posición respecto a estos periodos. Si bien,

muchos autores que han revisado estas relaciones entre Chile y la Guerra

Fría han detectado contundentes argumentos que sitúan estos conflictos en

periodos anteriores a la década de los cuarenta, como por ejemplo la guerra

contra el comunismo que se ve muy bien relatada en la tesis de Valentina

Orellana34 titulada Profesores Rojos, nos parece prudente conservar en este

caso el periodo tradicional que sitúa este conflicto desde los años 47, sobre

todo porque en Chile este periodo coincide con hitos puntuales como la

creación de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia35, lo que a mi

juicio responde a presiones extranjeras sobre el Estado chileno. Por otra

parte me gustaría destacar otro acontecimiento que indica Marcelo Casals

con respecto a la “Campaña del Terror”: “…la elección de 1964 significó

el momento estelar de la «la internalización de la política» chilena, es

34
Valentina Orellana, "'Profesores rojos' y 'amenaza soviética'. El alineamiento de la educación y la
depuración de las escuelas durante la 'guerra contra el comunismo' en Chile. 1947-1949", Tesis para
optar al grado de Magíster en Historia, Santiago de Chile: Pontificia Universidad Católica de Chile,
2013, 13-35; I. La “guerra contra el comunismo” , 36-80; Conclusiones, 172-176
35
ley 8987, de Defensa Permanente de la Democracia fue una ley chilena publicada en el Diario
Oficial el 3 de septiembre de 1948

52
decir de la comprensión del conflicto político doméstico en términos

globales, fuertemente determinado por la lucha ideológica de la Guerra

Fría, y de la inserción de la política chilena en el radio de intereses de

distintos actores internacionales.”36 Por ello Casals sitúa esta “campaña

del terror”, no como la imposición de una potencia extranjera, sino como

la incorporación de la política chilena a un contexto global.

No obstante, cómo abordar la dimensión cultural en guerra fría en

cuanto a la convocatoria de nuestra investigación es un estudio de caso de

fines de los años sesenta. La problemática con la que nos encontramos es

que no pareciera haber nada concreto en esta vinculación, sin embargo se

encuentra presente constantemente en los vínculos periféricos que

encontramos en la gestión de la exposición. Por ello, creemos que el lugar,

en donde podemos establecer mayores conexiones con los discursos

desarrollado entorno a la guerra fría cultural, es el paso del Arte Moderno,

considerándolo como un capital cultural traído desde Europa,

principalmente desde París, hacia los coleccionistas norteamericanos. En

esta investigación la Institución que da origen a nuestro estudio de caso es

36
Marcelo Casals, “’Chile en la encrucijada’. Anticomunismo y propaganda en la ‘campaña del terror’
de las elecciones presidenciales de 1964”, en Harmer y Riquelme Segovia, op.cit., 89-111. Version
Kindle pos 2219.

53
el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el cual, tiene un papel

relevante, debido a que hemos estudiado el origen de su colección a través

de los conceptos Bourdianos, los cuales ya hemos revisado en los capítulos

anteriores. Por ejemplo, en este caso los coleccionistas tenían la capacidad

de adquirir arte moderno en Europa, es decir construir un capital, pero esto

no se manifiesta solamente en el hecho de la adquisición del bien, sino que

también nos muestra el capital adquirido de estos agentes, los

coleccionistas. De la misma manera una vez que deciden formar el museo,

consiguen los servicios de un agente con un capital adquirido y un capital

institucional, en este caso el director más emblemático del museo, Alfred

Barr.

La historia del museo de Arte Moderno de Nueva York,

precisamente se encuentra muy ligada a lo contextual, en varios sentidos:

por una parte su colección inicial, sus adquisiciones, sus exposiciones se

ven constantemente sometidas al cuestionamiento de distintos agentes e

instituciones, de la opinión pública, de artistas, de políticos, etc. Esto

debido a su entonces férrea defensa del Arte Moderno y en la adquisición

de una colección de carácter internacionalista.

54
El Museo de Arte Moderno de Nueva York

El MoMA al igual que la mayoría de los museos Norteamericanos,

nace sin un financiamiento por parte del Estado; fue fundado con fondos

de ciudadanos con poder adquisitivo, y sus fines puramente filantrópicos

son crear un espacio para la cultura. A diferencia de los museos europeos

e incluso latinoamericanos, cuyas fundaciones mayoritariamente tienen

un origen estatal. En el caso de Chile, la mayoría de los museos están

ligados al Estado, o indirectamente a éste a través de instituciones como

las Universidades; sin embargo, las colecciones, por lo general, provienen

de donaciones de privados. En este sentido hay un motor distinto en la

construcción de la institución museal. Por una parte la sociedad

norteamericana, a través de este tipo acciones, nos muestra como agentes,

con un rol protagónico dentro del campo del arte, a ciudadanos que se

presentan bajo la figura de coleccionistas, y es que el coleccionismo

norteamericano es un fenómeno muy particular y que no se replicó en la

misma medida en el resto de América. Este ciudadano encarna muy bien

al ciudadano acaudalado del siglo XIX que viajaba a Europa, en especial

a París, para nutrirse de una alta cultura que no encontraba en América.

Este fenómeno también se vivió en otros países de América, el viaje a París

55
se convirtió en una tradición para las juventudes provenientes de la élite.

Esto tenía distintos fines: cumplir misiones diplomáticas, estudios en

universidades del extranjero, o a veces por simple gozo. Como sea, se

tradujo en un importante intercambio cultural.

Como explicábamos, el origen del MoMA, radica en colecciones

privadas, en 1929, Lillie P. Bliss, Abby Aldrich Rockefeller (esposa de

John Rockefeller, Jr) y Mary Quinn Sullivan (esposa de Cornelius J.

Sullivan)37 se reunieron y decidieron organizar una nueva galería o museo

de arte moderno en Nueva York. Reclutaron para su causa a A. Conger

Goodyear, Frank Crowninshied, Paul J. Sachs y a la Sra. de W. Murray

Crane, y nombraron a Alfred Barr como primer director del Museo de Arte

Moderno, siguiendo la recomendación de Sachs quien había asistido a un

curso de arte moderno en la Universidad de Harvard que estaba a cargo de

Alfred Barr.

37
El establecer su lazo matrimonial de esta manera nace del hecho de que en mucha de la literatura
relacionada con la fundación del moma nos presenta a sus fundadoras como “Sra. de” lo que responde a
nuestro juicio como la presentación formal que se entregó en su inauguración y no necesariamente a un
visión patriarcal del de los autores que han tocado este tema. Sin embargo, sí creemos que representa
fielmente un momento social en el que el peso del nombre de la mujer en la sociedad no tenia relevancia
si no estaba una figura masculina detrás de esta.

56
Hay por lo menos dos razones de peso para considerar que la

fundación del MoMA se considere un acontecimiento en el mundo del arte.

En primer lugar, es el primero en plantear la necesidad de exponer el arte

moderno en lugares distintos a los espacio tradicionales heredados, y que

se propone como un ruptura con ellos. La segunda es que se plantea un

carácter interdisciplinario. En 1929 Barr, escribe un texto que explicaba el

proyecto al público; éste sería publicado en formato de folleto, en donde

se narra brevemente sus propósitos inmediatos y los de largo plazo. A

corto plazo se proponía celebrara por lo menos veinte exposiciones en un

periodo de dos años, las cuales debían contemplar una representación lo

más completa posible de los grandes maestros modernos europeos y

norteamericanos, “…desde Cézanne hasta nuestros días”38. Lo que

establece una inherente conexión entre la Escuela de París como

paradigma hegemónico del arte y la producción actual de pintura. Barr

realiza un diagnóstico y detecta una serie de fallas dentro de la ciudad de

Nueva York en torno al Arte Moderno, pero principalmente de índole

museística. No así con el coleccionismo o la falta de recursos. Una de las

conclusiones a las que llega es que este museo resolvería en parte la

38
Barr, Alfred: “La definición de arte moderno”, Alianza editorial, Madrid, 1989. Pág 75.

57
problemática acerca de la educación de arte contemporáneo en la ciudad.

Entre los planes estaba generar una colección de los antecedentes más

inmediatos, norteamericanos y europeos, del movimiento moderno.

También propone una relación dual entre el Metropolitan Museum

y el MoMA de forma similar a la establecida entre el Luxenburgo y el

Louvre. En el primero se exponía y se conservaban obras de artistas vivos,

mientras que en el Louvre se exponían y se conservaban obras de artistas

con una cantidad mínima de años fallecidos. No obstantes, la dicotomía

más acertada con respecto a las ideas de fundación del MoMA, o más bien

a las ideas de Barr, se presentan en los conceptos de Kunsthalle, es decir

un lugar de exhibición de las últimas obras de nuestro tiempo y la idea de

Kunstmuseum o una colección permanente, con esta dicotomía, lo que

pretendía el director, era la construcción de un museo que no pareciera una

tumba, por ello la adquisición de obra siempre incluía arte nuevo y

experimental, asunto que le trajo más de un problema con el resto de los

directivos del museo, que eran más propensos establecer el museo como

un Kunstmuseum. Sobre este tema escribía: “El museo de Arte Moderno

no entorpecerá en modo alguno el funcionamiento del Metropolitan, sino

que busca el establecimiento de una relación entre ambos similar a la que

58
mantienen el Luxenburgo y el Louvre. Poseerá un gran número de

funciones. En primer lugar, intentará crear una magnífica colección de

los antecesores más inmediatos –norteamericanos y europeos- del

movimiento moderno, artistas cuyos cuadros resultan aún demasiado

controvertidos para ser aceptados universalmente.”39. Por otro lado, “en

otras galerías del Museo podrán exhibirse colecciones permanentes

cuidadosamente elaboradas de los más importantes maestros vivos,

franceses y norteamericanos en especial, aunque finalmente habrán

grupos representativos de Inglaterra, Alemania Italia, Méjico y otros

países”40. Tenemos, por una parte, la propuesta de Barr de cambiar el

tradicional modelo de museo y posibilitar la exposición de arte nuevo. Este

formato permitiría en el futuro ir adquiriendo obras de artistas jóvenes y

en cierta manera otorgarle un estatuto privilegiado a estos artistas. En esta

dinámica se hacen presentes en gran medida las teorías de Bourdieu y de

Dickie, en cuanto al papel del contexto en los estatutos de la obra,

pensando en un nivel más clasificatorio o evaluativo de las calidades del

arte. Con esto quiero decir que había una selección de qué obras eran

39
Ibíd. Pág. 77.
40
Ibíd. Pág. 77.

59
apropiadas para entrar al museo, no bastaba que fueran francesas, ni

norteamericanas; el patrón selectivo se basaba en las características de lo

que definimos como moderno. No obstante, Barr fue siempre reacio a

definir el arte moderno desde una posición autónoma, probablemente por

su convencimiento de que los prejuicios reprimían toda receptividad ante

nuevas experiencias; en “Lo moderno y <<lo moderno>>” escribe: “El

arte moderno es con frecuencia motivo de debate, ataque y defensa:

estandarte a los ojos de los progresistas y bandera roja desde el punto de

vista de los conservadores. En ese sentido, la palabra “moderno” puede

no convertirse en un problema de periodos sino de prejuicios”41. Quizás,

por ello, la mayoría de su producción se aloja en los catálogos realizados

para las exposiciones del museo y un sinnúmero de cartas. Sin embargo,

los primeros no estuvieron lejos de la controversia.

Uno de sus textos más famosos es el que apareció como introducción

en el catálogo de le exposición Cubismo y Arte abstracto(1936). Este texto

estaba acompañado con un mapa del arte moderno (ilustración 1) que es

bastante famoso. El texto trata principalmente el concepto de abstracción

41
Ibíd. Pág. 90

60
en el arte. la principal crítica que se le hace se debe a su interpretación

tachada de formalista. Su principal crítico fue Meyer Schapiro quien

escribe “Naturaleza del Arte abstracto” y lo publica en la revista Marxist

quaterly en 1937 como una suerte de refutación a la introducción de Barr.

La controversia principal entre ambos textos es que la interpretación

formalista de Barr sostenía que lo artistas estaban motivados por el

impulso de abandonar la apariencia natural y limitarse a la materialidad de

la obra, a la pintura y sus valores particulares, es decir, se proponía como

autónoma. Mientas que para Schapiro el artista abstracto trabajaba bajo

una ilusión de libertad sin entender la complejidad de su situación. Para

Serge Guilbaut, este texto de Schapiro también supone un giro ideológico

y conceptual en su obra. “Mientras en 1936 Schapiro había argumentado

en Social Bases of Art que el artista tenía un lugar en el proceso

revolucionario, gracias a su alianza con el proletariado, en 1937 en

Nature of arbstract art, afirmaba que el artistas estaba aislado de toda

esperanza revolucionaria”42 debido a esa ilusión en la que vivía, quedando

en una frágil posición y sin ser capaz de entender todas las implicaciones

42
Guilbaut, Serge: De cómo Nueva York robó la idea de arte moderno. Macba, Valencia, 2007.Pág
53.

61
de su obra. Esto ponía entonces en evidencia que el arte abstracto tenía sus

raíces igualmente en el tejido social.

El mapa del arte moderno no deja de ser interesante, la audacia de

Barr consiste en proponer un mirada cartográfica sobre el arte moderno.

Creo que tiene sus fines como una herramienta, no solo propositiva, en

cuanto a sus teorías del arte moderno y la relación con la exposición en

curso, sino también en relación con unos de los motores principales de la

fundación del museo, la cual es su dimensión pedagógica. Este mapa

conceptual visualiza los distintos movimiento y conceptos transversales

del arte moderno y además nos entrega una dirección hacia el arte abstracto

en dos variantes, geométrico y no geométrico. Este mapa estaba presente

en la exposición para que el público pudiera situar a los artistas expuestos

en él; en un lugar dentro de una posibilidad de historia del arte, quizás, lo

que podríamos denominar un esbozo, pero no por ello eliminar la evidente

condición histórica del mapa.

La estrategia del MoMA fue históricamente el uso de exposiciones

temporales para la difusión de artistas relacionados con el movimiento

moderno, y siempre acompañadas de un corpus teórico a través de sus

62
catálogos, con la intensión de poner en valor el movimiento moderno y

establecer un determinado discurso sobre éste. Incorporarlo y generar una

tradición a través de la exposición de determinados artistas y movimientos,

generando estrategias narrativas que inscribieran y legitimaran estos

movimientos en post de un arte actual y posiblemente de un capital cultural

específico como la colección misma del museo.

Resulta claro que no podemos revisar todos los aspectos del campo

artístico que encontramos en Nueva York desde la fundación del MoMA,

para ello hay grandes estudios, como el mencionado De cómo Nueva York

robó la idea de arte moderno, investigación que propone, a grandes rasgos,

que la vanguardia norteamericana tuvo un éxito sin precedente a nivel

nacional e internacional no solo en consideraciones estéticas y estilísticas,

sino también, y aún más, en la resonancia ideológica del movimiento. Por

ello lleva a cabo un estudio social del expresionismo abstracto. Dentro de

los factores más determinantes establece uno ideológico que lo resume en

una progresiva desmarxización y despolitización de ciertos grupos

intelectuales de izquierda antiestalinista en Nueva York a partir del año 39,

cambiando el sentimiento nacionalista en la guerra y durante la guerra fría.

Los otros factores serían el Plan Marshall, aquel programa de ayuda

63
económica a Europa Occidental para sobrellevar los desastres de la guerra

y, por último, la consolidación de una clase media en Estados Unidos.

Si bien dicho análisis social está pensado para explicar la

vanguardia norteamericana y su éxito o consumación a nivel internacional

se aleja de nuestro motivo, es decir de la exposición de “De Cézanne a

Miró” la cual no contiene obras de la vanguardia Norteamericana. Sí nos

entrega muchas luces acerca del campo artístico de Nueva York desde la

década de lo 30 en adelante, e identifica los principales agentes vinculantes

entre el discurso norteamericano ideológico durante la guerra fría y la

esfera cultural, la cual se articulaba entre un sector intelectual con

capacidad de producción teórica y crítica, capaz de ocupar puestos

importantes en instituciones culturales; también nos muestra sus distintos

niveles de consumo artístico; es decir, una clase media y una elite

consumidora de cultura, las inversiones del sector privado en el arte y

estatales en la producción el arte y difusión de arte.

Concluyendo, podemos establecer que una de las características más

relevantes en relación con la producción discursiva que genera Alfred

Barr, es que ésta se genera a través de la institución museal precisamente

64
por medio de la curatoría de exposiciones y producción de texto en

catálogos, que para ese entonces, resultaban un verdadero adelanto en este

tipo de publicaciones, eran ediciones muy detalladas y bien acabadas. De

esta forma, como hemos visto en el caso de de la discusión crítica con

Meyer Schapiro, la exposición artística se comienza a considerar un lugar

para el discurso y es tomado así por los críticos que escriben desde otros

medios, como revistas especializadas y prensa. La discusión crítica sobre

el Arte Moderno en Nueva York no es poca, existieron varias revistas

especializadas y lugar en la prensa para la discusión acerca este tema. Entre

las que destacan la revista Partisan Review, The Arts, The Crimson, Vanity

Fair y más.

El tema central de estas discusiones es el carácter internacional de

la colección del MoMA y el concepto de moderno. Barr es criticado en

forma recurrente por no prestar la suficiente atención a la producción de

arte norteamericano, debate que se traslada a las instituciones, como el

MET o el Instituto de Arte Moderno de Boston, que en 1948, pasa a

llamarse Instituto de Arte Contemporáneo. Este cambio de nombre venía

a significar un alejamiento con respecto al MoMA ya que la institución en

1935, había sido fundado como una ramificación del MoMA. El director

65
del Instituto, James S. Plaut, escribe en un artículo que explica el cambio,

titulado “El arte moderno y el público norteamericano”, en el que describe

la noción como trasnochada y anticuada, pero sobre todo apunta a que éste

“…ha abandonado paulatinamente su punto de encuentro con el

público”43. Barr tomaba esto como parte de una campaña generalizada para

desacreditar el arte moderno y el museo. No obstante, entre la agitada

discusión y controversia en torno al arte moderno, tres instituciones

decidieron generar un manifiesto, presentado el 1950, que regiría los

principios generales que gobernarían a tres museos de arte contemporáneo:

el MoMA, el Instituto de Arte Contemporáneo de Boston y el Museo

Whitney de Arte Americano. Predicaba así:

“Afirmamos nuestra creencia en la constante validez de lo que se


conoce generalmente como arte moderno…que ha producido la
obras más originales y significativas de nuestro tiempo…
Creemos que el deber primordial de un museo de arte
contemporáneo es mostrarse receptivo a nuevas tendencias y
talentos…
Creemos que la denominada “incomprensibilidad de ciertas obras
de arte moderno no es sino el resultado inevitable de su explotación
de nuevas fronteras…
Creemos en el valor humanístico del arte moderno aun cuando este
pueda no coincidir con el humanismo académico y su insistencia

43
Plaut, James: “El arte moderno y el público Norteamericano”, citado por Irving Sandler en la
introducción a La definición del Arte Moderno, pp. 35.

66
sobre la figura humana como elemento central del arte. Un arte que
explore nuevos niveles de conciencia y nuevos métodos técnicos está
contribuyendo al humanismo en su sentido más profundo, ya que
está ayudando a la Humanidad a adaptarse al mundo moderno…
Dado que creemos profundamente en la calidad y viabilidad del arte
norteamericano, nos oponemos a sus definición en términos
estrechos y nacionalistas. Sostenemos que todo arte norteamericano
de carácter internacional es tan válido como otro tipo de arte que
resulte obviamente norteamericano en su tema. Deploramos el
resurgimiento de la tendencia a identificar el arte norteamericano
exclusivamente con el realismo popular, el tema regional o el
sentimiento nacionalista.
Asimismo rechazamos la presunción de que todo arte que constituya
una innovación estética deba considerarse de algún modo como
social o políticamente subversivo y, por tanto,
antinorteamericano.” 44

Este manifiesto, significó un cambio en la actitud hacia el arte

moderno, fue aceptado por muchos museos y por el público especializado.

Una de las características más importantes es que relaciona el arte moderno

con una disposición hacia la libertad individual, recogiendo el estandarte

norteamericano. También hace algunas referencias a los ataque que recibía

contantemente desde un sector conservador que describía al arte

44
Citado por Irving Sandler en la introducción a La definición del Arte Moderno, pp. 37-38. Texto
original en inglés: Modern Art—1950: James S. Plaut, Frederick S. Wight, Rene D'Harnoncourt,
Alfred H. Barr, Jr., Andrew C. Ritchie, Hermon More and Lloyd Goodrich. College Art Journal Vol.
9, No. 3 (Spring, 1950), pp. 338-340. Published by: College Art Association
DOI: 10.2307/773752Stable URL: http://www.jstor.org/stable/773752

67
norteamericano como comunista; el mismo manifiesto en un párrafo

recordaba cómo los nazis y los Soviet habían rechazado y suprimido el arte

moderno. Terminamos este capítulo con el manifiesto porque en cierta

forma su creación sintetiza parte de los conflictos que vivió el museo y su

postura frente al arte, así como también el cierre de un ciclo frente a las

constantes críticas hacia su línea curatorial.

68
Ilustración 1, Mapa del arte Moderno. Alfred Barr.1936.

69
Capítulo III. La recepción de la exposición. Una sociedad receptiva al

arte moderno. Función de la crítica. Lectura contemporánea.

En nuestro estudio de caso, situado en Chile durante la década de

los sesenta nuestro objetivo, una vez problematizada la condición de la

exposición artística como dispositivo productor de discurso y las teorías

contextuales del arte revisadas en el primer capítulo, junto con revisar el

papel del arte moderno en Estados Unidos durante parte de la Guerra Fría

en el segundo capítulo, es contextualizar la realización de esta exposición

y analizar su recepción en Chile, principalmente a través de los medios de

comunicación, datos estadísticos, y en la producción escritural

especializada.

La exposición

La exposición “De Cézanne a Miró” fue organizada por el Consejo

Internacional del Museo de Arte Moderno de New York (MoMA) durante

el año 1968, envío destinado a Latinoamérica. Tres fueron las ciudades que

70
recibieron esta exposición: Buenos Aires, Santiago de Chile y Caracas.

Consistía principalmente en una selección de obras de las primeras décadas

del siglo XX relacionadas con la llamada escuela de París y a las

vanguardias pictóricas, pertenecientes a la colección de MoMA, a

coleccionistas privados y a museos de la costa Este de Estados Unidos.

Esta muestra se llevó a cabo en Santiago en el Museo de Arte

Contemporáneo (MAC) de la Universidad de Chile, en el edificio llamado

“El Partenón”, ubicado en el Parque Quinta Normal, sede que abandonó

en 1974, para trasladarse a su sede actual en el Parque Forestal. Según el

catálogo oficial, la exposición se realizó entre el 26 de junio y el 17 de

julio. Sin embargo, revisando los archivos oficiales podemos constatar que

la exposición estuvo abierta al público desde el 21 de junio hasta el 20 de

julio.45

Los costos de la exposición fueron cubiertos tanto por el Consejo

Internacional del MoMA, como por el diario El Mercurio, el cual, no solo

estuvo a cargo de los costos de difusión, sino que participó activamente en

45
Informe de número de visitas a la exposición “De Cézanne a Miró”, 1968. Caja 16, Carpeta
COR.1968.23, Serie Correspondencia, FAIMAC, Archivo Institucional MAC.

71
el resto de los costos. El documento oficial46 nos indica en detalles cuáles

eran los costos cubiertos por el MoMA y cuales por los patrocinadores

chilenos. El MoMA se encargaría principalmente de costear el envío desde

su origen hasta las ciudades latinoamericanas, la mitad del costo de los

seguros, de los embalajes, las enmarcaciones de las obras, el costo

completo del catálogo (al que cada país tendría acceso a 2500 copias

gratuitas) y viáticos del personal del MoMA. Los patrocinadores chilenos

tendrían que costear la mitad de los gastos de seguros y embalajes de los

que se haría cargo, por un costo total de US $17.000, también tendrían que

hacerse cargo de todos los costos relacionados con la preparación del

museo para recibir estas obras, con las medidas correspondientes que

solicitó el MoMA: las medidas de seguridad, la repintura, la luminaria, y

también, los costos de derechos de reproducción de las obras usadas en los

afiches publicitarios y el diseño de estos. Un punto interesante es que en

este acuerdo el MoMA también exige una carpeta financiada por los

patrocinadores chilenos con todo el material realizado para la exposición,

incluyendo los afiches (específicamente 100 unidades), colección de

46
Traducción del borrador del MoMA para exposición “De Cézanne a Miró”, 2 de Febrero de 1968.
Caja 16, Carpeta COR.1968.23, Serie Correspondencia, FAIMAC, Archivo Institucional MAC.

72
artículos de prensa (incluyendo traducción al inglés), fotografías de

ceremonia de apertura, transparencia en colores y fotografías en blanco y

negro del proceso de montaje. Este último punto me parece de gran

relevancia, porque con esto el MoMA se asegura de conservar en su

archivo institucional los detalles de la exposición, demostrándose así una

política de conservación cultural, a diferencia de lo que hemos podido

observar en el archivo del MAC, en el cual los documentos acerca de la

exposición son escasos. Objetivamente no podemos acusar de negligencia

a esta institución, mi objetivo es dar cuenta de un hecho que quizás ha

resultado determinante en los conocimientos que se tienen hasta ahora

sobre este suceso y, por otra parte, no conocemos con claridad si la falta

de documentos es por un descuido de la institución o más bien por las

diversas situaciones que vivió y que posiblemente afectaron esta tarea. Por

ejemplo, el golpe militar de 1973 y la intervención militar que sufrió la

Universidad, especialmente la Facultad de Artes durante el régimen,

además del cambio de sede de la Quinta Normal a la sede del Parque

Forestal.

Fueron 55 obras las expuestas en total, las cuales se encuentran

especificadas en los dos catálogos publicados. Uno editado por el MoMA

73
y otro editado por el MAC, los dos con diferencias significativas de

contenido. Creo que la existencia de un segundo catálogo tuvo como razón

principal el escaso número de catálogo enviados por el MoMA a cada uno

de los museos participantes, lo cual estaba asociado a su costo, ya que este

catálogo era de mayor tamaño (63 páginas) y tenía impresa todas las obras

participantes en la exposición, mientras que el catálogo del MAC, de

menor tamaño (15 páginas) posiblemente tenía menor costo y daba la

posibilidad de una mayor distribución en la población. Estas obras también

se confirman en los documentos enviados por el MoMA. Incluso si

queremos tener seguridad de esto, podemos encontrar un artículo en El

Mercurio en el que se detallan las obras 47. El día de la llegada de éstas,

periodistas asistieron al Museo en el momento en el que se abrieron las

cajas, las cuales fueron revisadas en presencia de Federico Assler (director

del MAC), representantes de El Mercurio, representantes de La Aduana,

el Comisario de Investigaciones, autoridades de Carabineros de Chile y de

la Universidad de Chile. Estos, revisaron una por una las obras que se

encontraban en las cajas, las cuales quedaron registradas en la narración

del artículo mencionado; eran las mismas obras registradas tanto en los

47
El Mercurio, 18 de Junio de 1968, pp. 1 y 18

74
catálogos, como el borrador del proyecto enviado al MAC en Febrero del

mismo año. Asunto importante de ratificar ya que en algunos de los textos

mencionados no coincide el número de obra, lo que podía sugerir que al

momento de la ejecución del proyecto no se contó con todas estas. En

conclusión, podemos confirmar las 55 obras exhibidas y sus

correspondientes autores, los cuales incluía a todos los artistas

mencionados en el catálogo. En las ilustraciones 2, 3 y 4 podemos ver el

listado de artistas y sus obras, publicados en el catálogo oficial del MoMA.

Otro de los aspectos que podríamos denominar como importante, se

relaciona con su recepción en cuanto a números. Esta se concreta en la

cantidad de visitantes que tuvo. El número de estos asciende a la cantidad

de 218.72348, un número bastante alto si consideramos que en esa fecha la

población de Santiago era cercana a los 2.300.00049.

48
Informe de número de visitas a la exposición “De Cézanne a Miró”, 1968. Caja 16, Carpeta
COR.1968.23, Serie Correspondencia, FAIMAC, Archivo Institucional MAC.
49
Según censo 1970, documento extraído del Instituto Nacional de Estadísticas. www.ine.cl

75
Los Gestores internacionales

Explicábamos que la exposición fue organizada principalmente por el

Consejo Internación del MoMA (International Council), figura muy

interesante, ya que es un organismo que comenzó a gestarse en 195350

para consolidarse el año 1956, y surgió debido a una necesidad

principalmente económica. Resulta que el programa internacional del

museo es anterior a la formación de este consejo; existían otras

experiencias de itinerancias más antiguas, un ejemplo memorable es la

famosa exposición que se realizó en 1938 en París “Three Centuries of

American Art” (Musée du Jeu de Paume, París) y luego en la década del

40 varias exposiciones contratadas por oficinas gubernamentales. Éstas,

por lo general, consistían en exposiciones con la colección del museo y

también suplementadas con otras colecciones privadas. Empero, después

de la guerra, el gobierno dejó de invertir dinero en este plan y fue cuando

el mismo museo fundó el International Program en 1952, con el

financiamiento de la Rockefeller Brother Founds. Tal financiamiento solo

duraría unos años, por lo que se decidió crear el Consejo Internacional

50
La nota histórica del consejo internacional la podemos encontrar completa en el siguiente sitio web
del archivo del Moma: http://www.moma.org/learn/resources/archives/EAD/ICIP_SeriesIAf.html

76
para reunir financiamiento y gestionar las futuras itinerancias

internacionales del Museo. 51

Bajo estas circunstancias se generó la exposición que estamos

presentando, es decir el Consejo ya llevaba más de diez años funcionando

y el MoMA ya tenía incluso más experiencia generando envíos

internacionales. De hecho, según los archivos de éste, el Consejo ya había

organizado otras seis exposiciones que en su recorrido habían incluido una

estadía por Chile52. Hay muchos aspectos interesantes que sugieren las

relaciones entre el gobierno norteamericano, el MoMA y su proyecto de

envíos internacionales. Incluyendo el hecho de que muchos funcionarios

de Office of the Coordinator of Inter-American Affairs (CIAA), que

trabajaron con Rockefeller luego tuvieron puestos importantes dentro del

Museo y sus programas internacionales, por ejemplo el mismo René

d’Harnoncourt o Porter A. McCray, Director del MoMA y Director del

departamento de exposiciones itinerantes. Otro personaje importante

51
J. Pedro Lorente: Los museos de arte contemporáneo: Noción y desarrollo histórico. Ediciones Trea,
España, 2008.
52
Estas exposiciones fueron según el archivo del MoMa: The American Woodcut Today (1954-1960),
Built in U.S.A.: Postwar Architecture (1957-1958), Abstract Drawings and Watercolors: U.S.A. (1962-
1963), Jacques Lipchitz: Bronze Sketches, 1912–1962 (1964-1966), Josef Albers: Homage to the Square
(1964-1965) y Contemporary Painters and Sculptors as Printmakers (1966-1968). Sin embargo, no está
confirmado que éstas se hayan realizado, dilucidar esta información conllevaría generar una
investigación diferente.

77
resulta ser el director de esta muestra, el señor Monroe Wheeler, quien

había consagrado su carrera en el MoMA a mediados de los años 30 y

durante la Segunda Guerra Mundial; se desempeñó como Presidente de la

Comisión de Publicaciones de la Oficina de Asuntos Interamericanos

presentado por Nelson A. Rockefeller. En 1969, acompañó a este último

en su gira por América Latina como Asesor Cultural, también como parte

del Programa Internacional y bajo los auspicios del Consejo

Internacional.

Algunas investigaciones, como “La CIA y la guerra fría cultural”53

de Frances Stonor Saunders, explican esta falta de presupuesto debido a

presiones políticas internas en Estados Unidos, las cuales apuntan a dejar

de financiar el arte moderno debido a que tiene ideologías comunistas. Sin

embargo, otro sector indicaba todo lo contrario, que el arte moderno y

sobre todo el abstracto, lo que escenificaba era la idea libertad, de manera

que se transformaba en un estandarte norteamericano. Según esta

investigación, este tipo de programas comenzó a financiarse de otras

maneras, por vías privadas y por la CIA54, de manera secreta.

53
Stonor Saunder, Frances: “La CIA y la guerra fría cultural”,Editorial debate, Madrid, 2001.
54
Ibíd. Revisar especialmente el capítulo 16, Garabatos yanquis, 351-387.

78
No obstante, en esta investigación, nos referiremos a aspectos más

localizados en relación con el Consejo y nuestro país. Por el momento el

único dato que podemos relacionar con objetividad entre el Consejo

Internacional y sus relaciones con Chile se refiere estas exposiciones. La

exposición “De Cézanne a Miró” también tuvo otra consecuencia, esta fue

la inclusión de un ciudadano chileno al plantel del Consejo, esta persona

fue Malú del Rio, esposa de Agustín Edward Eastman, el dueño del diario

El Mercurio, principal patrocinador de la muestra. Revisando una

entrevista55 realizada a Malú del Rio, ella misma confirma esta

información.

La recepción y los gestores nacionales

Como hemos indicado la exposición tuvo un gran éxito con respecto a la

asistencia. Pero para adentrarnos en la recepción de ésta hemos revisado

principalmente la prensa.

55
MoMA Archives Oral History: M. Edwards, NOVEMBER 4, 1998

79
Pareciera que los esfuerzos del Museo por contar con una amplia

recepción del público se concentró, principalmente, en que éste

comprendiera algunos conceptos de la pintura moderna bajo la fórmula

conceptual de escuela y estilos. Inferimos estos objetivos del catálogo que

editó el MAC, en el cual no encontramos reproducido el texto de M.

Wheeler, director de la exposición, sino un texto introductorio a la muestra

y agradecimientos escritos por Luis Oyarzún Peña, catedrático e

importante figura en la facultad de Artes de la Universidad de Chile y,

además, un texto de Víctor Carvacho Herrera, quien se desempeñaba como

crítico de arte en distintos medios desde 1947, cuando comenzó su carrera

en la revista Pro Arte. Carvacho, en su texto, más que crítico con respecto

al asunto, asume una labor más bien didáctica, de un historiador del arte.

Al respecto nos dice: “La pintura moderna, entre Cézanne y Miró,

corresponde a un periodo de extraordinaria fecundidad. Esta fecundidad

no se refiere a la cantidad de producción de los artistas, fenómeno por

otra parte verdadero, sino a la variedad de orientaciones que ha

experimentado la pintura.”56, palabras que vienen a explicar el fenómeno

al que los visitantes están asistiendo, pues en lo que sigue del texto

56
De Cézanne a Miró, catalogo Mac, texto de Victor Carvacho.

80
Carvacho se dedica a definir y ejemplificar con diferentes obras

pertenecientes a la exposición, cada uno de los estilos de pintura que se

resumen en los diferentes ismos, así describe uno por uno los diferentes

conceptos: el impresionismo, el posimpresionismo, el puntillismo, el

simbolismo, el expresionismo, el primitivismo, el intimismo, el fauvismo,

el cubismo, el futurismo, el dadaísmos, el arte abstracto el surrealismo;

también deja una explicación aparte para algunos artistas en particular, y

analiza en forma independiente su autoría, por ejemplo la figura de Van

Gogh, Balthus, Gauguin y Picasso.

A nuestro parecer, el texto de Carvacho resulta de un carácter más

introductorio, dirigido a un público que no necesariamente tiene

conocimientos acerca de la pintura moderna; es más, pareciera que el texto

tiene el objetivo de informar directamente a este tipo de público el tipo y

calidad de obras que encontrarán en la exposición y cómo cada una de ellas

es representativa de un acontecimiento estético y parte de la Historia del

Arte. Sin embargo, encontramos algo muy interesante en este modo de

describir la historia del arte, porque este modelo sigue caracterizado por lo

que Belting designa como “el modelo guía de una historia del arte

poseedora de una lógica interna que favorecía la descripción de cambios

81
de estilo de un periodo a otro”57, en sí, lo interesante resulta el fallo del

que encontramos en este modelo aplicado al arte moderno, fallo que el

mismo Carvacho da cuenta, al tener que dejar a algunos artistas con una

explicación apartada, porque no calzan en algún concepto descrito, debido

a que estos autores superan dichos encasillamientos. Y ,por otra parte, al

mencionar la cantidad de producción en tendencias del arte moderno “cuyo

poder se aplica la desintegración de la imagen, tal y como la recibimos

del Renacimiento”58, nos explica que el modelo que ha aplicado el autor

para analizar la exposición, da cuenta de cómo estos artistas trabajaron en

oposición precisamente a estas lógicas de la historia del arte canónica y de

los museos. No obstante, este relato y este modelo, son los que se escogen

para llegar al público de la muestra, y es entendible, porque la lógica del

relato histórico es el que ha regido la historia del arte más canónico y más

tradicional, por ende más digerible o amigable para este público.

Esta situación, para nada aislada, quedó plasmada también en los

artículos de prensa que surgieron a medida que se acercaba la

57
Belting, Hans. La historia del arte después de la modernidad. Universidad Iberoamericana, 2010, pp.
23.
58
De Cézanne a Miró: Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile, Santiago. Texto de
Víctor Carvacho.

82
inauguración, en la que los críticos jugaron un papel importante en la

entrada de esta exposición al público. Por ejemplo, el artículo publicado

por Mario Carreño en El Mercurio, “Inventores de una nueva realidad”59

ocupó dos planas completas del periódico y fue un artículo que también

podríamos caracterizar como parte de la difusión de la exposición, pero

que, ante todo, tiene una carácter instructivo, o educativo acerca de las

obras y artistas que encontraremos en ésta. Es sobre todo el énfasis en

demostrar la importancia contenida de la exposición, pero una importancia

que está por sobre todo amparada en la Historia del Arte, no en el gusto,

aunque éste pasó a formar parte de un papel importante en la misma

difusión a través de la presión social que conllevó el evento. Otra

característica de este artículo es que resulta menos inclinado a la lógica de

la historia del arte tradicional, la de estilos y periodos; y, resulta más

reflexiva en relación con ésta, ya que unos de los puntos que resalta dentro

del desarrollo de la pintura parte de la aparición de los instrumentos de

reproducción técnica y su relación con este desarrollo pictórico, “Para una

mejor compresión del fenómeno artístico contemporáneo no hay que

olvidar que fue en el campo de la pintura donde se produjo la más radical

59
El Mercurio, 23 de Junio de 1968, pp. 10-11

83
de las revoluciones estéticas de todos los tiempos, principalmente a

consecuencia de la invención de a fotografía. Liberando al pintor de su

labor “documental” a la que estaba sometido hasta entonces,

proporcionándole la oportunidad de lanzarse por los caminos de la

creación pura”60. Es decir una de las características más importantes que

engloba la pintura de la muestra es que es capaz de ilustrar la superación

de la pintura mimética, lo que se transforma en el concepto central de su

texto, pero nunca es mencionado, sino que se reemplaza por el de “nueva

realidad”, punto que nos sugiere hacia qué tipo de público iba dirigido.

También toca el tema de las lecturas que se hizo del arte moderno en Chile,

de los importantes avances que surgieron en la pintura de estos maestros y

que algunos de los maestros chilenos supieron observar y recoger en su

producción plástica, tales como Juan Francisco González, Valenzuela

Llanos y Burchard. Por otra parte omite a los grupos que recepcionaron la

vanguardia pictórica parisina durante la segunda y tercera décadas del siglo

XX, como la generación del 13 y, por sobre todo, el grupo Montparnasse.

60
Ibid.

84
En general, el diario El Mercurio, publica artículos que tienden a

enriquecer la muestra, ensalzando la calidad de ésta y su función

pedagógica que es muy similar a la toma de postura que toman las

publicaciones y actividades del MAC y de la Universidad de Chile. Por

otra parte, detalla todos los despliegues y esfuerzos de cada de uno de los

diferentes actores para llevar a cabo este evento, por ejemplo el despliegue

policial, los cambios en la infraestructura de la Quinta Normal, entre otros.

Podemos entender entonces, que El Mercurio pasa a ser el diario

oficial de la exposición, pues es su auspiciador, por lo que nos fue de suma

urgencia indagar soportes de prensa, artículos que reflejaran una mirada

más cautelosa sobre ésta. Nos dirigimos especialmente los diarios El Siglo,

Última Hora y La Nación. La mayoría de ellos se refiere a la exposición,

pero omiten la dimensión acerca de las gestiones de este tipo de proyectos.

No encontramos nada acerca de las conexiones que existentes entre los

distintos actores que posibilitan el proyecto y los actores que tienen

participación en la política exterior de Estados Unidos.

El diario El Siglo publica algunas noticias concernientes a la

inauguración de la exposición y artículos de crítica de arte, a cargo Carlos

85
Maldonado, los días domingos 61, en su fascículo especial del día, la cual

continúa la línea de crítica que lleva a cabo el MAC y El Mercurio. Uno

de estos artículos tiene la particularidad de contar con una retórica de corte

marxista, es escrito por Luis Enrique Délano, en él destaca las

características de la Pintura Moderna, que a partir de Paul Cézanne tuvo

“características revolucionarias”62 y luego agrega “ Pero estos

movimientos artísticos terminaron por imponerse y hoy la burguesía rinde

homenaje a sus protagonistas […] y he aquí que El Mercurio ha

patrocinado (tenemos que agradecérselo) la presentación de una gran

exposición, verdaderamente valiosa, rica y, además, seleccionada con un

gran criterio pedagógico.”63 Como es sabido, este periodista fue miembro

del Partido Comunista, ex cónsul y en el gobierno de Allende se transforma

en el embajador de Chile en Suecia. De lo cual podemos sacar algunas

conclusiones. Por una parte es un personaje que participa activamente en

los procesos coyunturales que se vivirán a futuro en el país, también que

es consciente de la polarización que vive el mundo, sin embargo no hace

61
Carlos Maldonado: “De Cézanne a Miró” parte I. El Siglo, 9 de junio, 1968 pp.17. “De Cézanne a
Miró” parte II . El Siglo, 16 de Junio, 1968, pp 17. “De Cézanne a Miró” parte III El Siglo, 23 de Junio,
1968, pp 17.
62
Luis Enrique Délano. El Siglo, 27 de Junio 1968, pp 2.
63
Ibíd. pp.2

86
partícipe a la dimensión cultural de estos procesos que se viven. El artículo

termina enfocándose en una pequeña crítica hacia el olvido del sector

obrero, para el cual el precio de la entrada es excesivo.

Otro artículo muy interesante fue encontrado en el diario Última

Hora, ya que refleja la manipulación de la realidad por parte de los medios

de comunicación. Como hemos explicado el diario El Mercurio hace caso

omiso a todas la críticas hacia la exposición, y excluye parte de lo que

sucede en la inauguración de ésta. En Última Hora64 encontramos un

artículo que expone la situación tensa que vivió la inauguración cuando el

Decano de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, Pedro Miras,

electo en medio de los proceso de la reforma universitaria que se vivía en

esos días, entrega una carta al presidente Frei Montalva, quien asistía a la

inauguración. El contenido de esta carta es publicado en el artículo 65, en

ella el decano se refiere a situación actual de la reforma universitaria, en la

que con motivo de la exposición los actuales organismos representativos

de la universidad han respetado la realización de esta exposición, ya que

desconocer estas gestiones sería privar a la comunidad de un bien cultural.

64
Última Hora, 20 de Junio de 1968, pp. 3.
65Ibíd. pp.3.

87
No obstante, la carta interpela la incapacidad del gobierno de aportar

económicamente con la exposición obligando a sus gestores a cobrar una

entrada, la cual no pueden pagar los sectores más pobre del país. Además,

increpa a la empresa El Mercurio por “desconocer a las autoridades de

nuestra Comunidad, que ésta ha elegido democráticamente dentro del

marco de la reforma universitaria”66. Explicando también que por estas

razones, no asistirán las autoridades de la universidad a la inauguración. Si

bien propiamente estas tensiones no se encuentran directamente ligadas a

una relación con los procesos más característicos de la Guerra Fría, sí me

parece, que articulan la problemática ideológica que se vivía en el periodo,

así como la organización del estado y su papel en la sociedad y las vías

democráticas en la organización de las instituciones, en términos

ampliados a la polarización ideológica mundial.

El otro artículo, escrito por Antonio Romera, “Las corrientes

innovadoras en exposición De Cézanne a Miró” 67 desarrolla algunos

concepto en torno a lo que él considera el arte más actual, pensando en

66
Ibíd. Pp. 3
67
Romera, Antonio: Las corrientes innovadores en exposición De Cézanne a Miró. El Mercurio, 12 de
Junio de 1968, pp. 5

88
Mondrian, Klee, Kandisnky, Lager y la importancia del envío de

Malevich:

“Mucho se ha hablado en la historia del arte de la máxima

composición de Malevich “Blanco sobre blanco”, en cuyo seno algunos

tratadistas parece que vieron la muerte de la pintura. Malevich cuyo

discípulo más evidente es el venezolano Jesús Soto enunciaba sus

principios plásticos “grosso modo” diciendo que los medios no

importaban nada. Lo decisivo era el modo de disponerlos y distribuirlos

en el rectángulo, decía también que el mejor cuadro sería el vacío

absoluto, posición muy nihilista que intentó llevar a la practica el

malogrado Ives Klein” 68

El aspecto que más me interesa de este artículo es que resulta ser el

único que hasta el momento de nuestra investigación, hace un análisis y

relación del arte expuesto en la muestra, con prácticas artísticas

contemporáneas a esta. En primer lugar conectando la obra de Malevich

con la de Jesús Soto, artista venezolano, que fue importante dentro del

movimiento cinético de su país, y que en su producción ya podíamos

68
Ibíd.

89
encontrar obras como Desplazamiento de un elemento luminoso (1954) o

Metamorfosis (1954) con las que se puede establecer una clara relación

con la obra citada de Malevich, pero que yendo más allá, y pensando en

los conceptos establecidos y el papel de los medios en el rectángulo de

Soto, podemos pensar perfectamente en obras como los pre-penetrables y

los penetrables, ideas concretadas ya por el artista en esa fecha. Asimismo,

las obras que Yves Klein, de las cuales, en este contexto se me hacen

evidente obras como IKB (International Klein Blue) pero si pensamos en

esta esencia de vacío o que también podemos relacionar con la

inmaterialidad, nos lleva a obras como Salto al Vacío u Obsesión de la

levitación (1960), ilustración que muestra el cuerpo del artista saltando

desde los alto de un muro en una calle de París. Lo interesante de los

ejemplos que nos entrega A. Romera, es que en tales obras una de las

características principales es que comienzan a hacer notar la desaparición

de la obra-cuadro, y la aparición del proceso y del cuerpo en la obra; la

transformación del objeto artístico.

Si consideramos a la crítica de arte como la actividad de “quién

escribe ensayo no sobre el arte de tiempos pasados, ni de filosofía del arte,

90
sino para valorar el arte y los artistas de su tiempo” 69, el texto de Romera

es uno de los que se acercaría más a esta definición, ya que pese a que la

exposición no muestra obras contemporáneas, las usa como fuente para

desarrollar algunos aspectos del arte contemporáneo y nos demuestra

cómo algunos personajes que se relacionaban, ya sea con la crítica, el

campo académico o el artístico, sí tenían conocimiento de estas prácticas

actúales de una producción contemporánea a nivel internacional. Otra

conclusión que podemos hacer a raíz de estos artículos es que la mayoría

de los comentarios acerca de la exposición resultaba un tanto anacrónico

para el soporte, en la intención de informar y educar de alguna forma al

público y como consecuencia los artículos terminaban convirtiéndose de

críticas a artículos de historia del arte.

En esta misma línea, la exposición conllevó bastantes actividades

satélites a ésta; todas extensamente difundidas por la prensa. Se realizaron

en la Universidad de Chile, el Museo de Bellas Artes, el Instituto Chileno

Norteamericano, el Instituto Chileno Francés, la casa de la Cultura de

Ñuñoa y el Instituto Cultural de Providencia; entre ellas, encontrábamos la

69
Lorente, J. Pedro: Historia de la crítica del arte: textos escogidos y comentados, Zaragoza, Prensas
Universitarias de Zaragoza, 2005, pp.14.

91
proyección de películas relacionadas con la cultura y las artes, otras

exposiciones, y coloquios y conferencias que abordaban temas

relacionados ya sea con la exposición o con el arte moderno.

Reflexiones sobre la exposición

Uno de los aspectos que más nos intriga es la mirada hacia el pasado

que han dado algunos autores acerca de esta exposición, que por muchas

de sus características, la han catalogado de histórica. En la experiencia

popular que podemos recoger, principalmente del juicio de valor que hizo

El Mercurio, el cual afirmó que había “llegado a término uno de los

acontecimientos culturales más importantes de la historia del país” 70, el

cual se ha se ha reproducido en la memoria popular del país.

Gaspar Galaz y Milán Ivelic, escriben en su Chile Arte Actual una

breve reseña acerca de la exposición, la cual resulta bastante acertada en

cuanto a los datos recogidos en los documentos revisados en el archivo.

Cuando se hace un análisis y un juicio de valor a la exposición se destaca

70
El Mercurio 19 de julio de 1968.

92
la cita anteriormente extraída del Mercurio para cuestionarla, si bien la

exposición en muchos aspectos tuvo éxito (asistencia, cobertura,

organización, comportamiento de asistentes) esto no justifica que la

exposición sea valorada de tal forma.

“Si esta exposición la identificamos con una matriz cultural que

genera un modelo específico de promoción artística –el gran evento- que

cada cierto número de años nos visita para sorprender e impactar el país,

creemos que dicha matriz es insuficiente. A nuestro juicio, el proceso

cultural supone la continuidad en la elaboración y proposición de valores.

[…] No se entiende como la suma periódica de sucesos discontinuos que,

supuestamente, nutrirían de cultura a la sociedad” 71

Los autores alegan sobre la falta de continuidad de estos procesos,

sobre la base de que como sociedad nos hemos acostumbrado a relacionar

la cultura con una suma de determinados y puntuales sucesos. Además

destacan que no se logró una proyección, “no se aprovechó un público

cautivo para proseguir el proceso de asimilación de los valores artísticos

que ofrecieron las obra expuestas y prolongar la experiencia con el arte

71
Galaz, Gaspar- Ivelic, Milan: Chile Arte Actual, Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso,
1988. Pág. 114

93
nacional que al fin y al cabo, es el arte que vemos todos los días” 72. Si

bien, esta crítica se ve en parte justificada por la frustración que conlleva

hasta el día de hoy la poca participación del público en las artes visuales,

me parece que el reclamo cae principalmente en la poca capacidad de las

instituciones en lograr el entusiasmo que generó esta exposición con el

público. Por otra parte, me parece que los autores obvian la continuidad

que sí tuvieron esas exposiciones. Como decía anteriormente, estas

relaciones, en cuanto al programa de itinerancias del MoMA, no eran tan

aisladas como lo mencionan; el Consejo ya había formulado 7

exposiciones anteriormente. Y “De Cézanne a Miró” no fue la última,

después, el año 72 se concretó una bastante parecida en el MNBA sobre

los surrealistas.

Uno de los factores que más destacan para el éxito de la exposición

se refiere al despliegue de los medios de comunicación. Todos factores

que se lograron con la participación de la empresa privada, en este caso del

diario El Mercurio. Cuando entendemos la exposición como dispositivo

nos parece coherente todas esta redes formadas, que a los autores “Chile

72
Ibíd. Págs. 114-115.

94
Arte Actual” les parecen en cierta forma anecdóticas, porque se puede ver

que en su opinión las exposiciones reproducen lo que ellos llaman el “gran

evento”, y que eso, pensado como una suma discontinua de sucesos, parece

no establecer ninguna relación para transformar esa suma de sucesos en

algo no tan discontinuo. Pero, pensando la exposición como dispositivo,

debemos tener en cuenta que éstos surgen bajo ciertas condiciones

históricas. De tal manera, ni esta ni otras exposiciones nacen nacen de

forma anecdótica y forman un suceso de discontinuidad, hoy podríamos

seguirles la pista a estas exposiciones itinerantes, tanto desde Estados

Unidos a Chile como de Chile a Estados Unidos, siempre bajo el alero de

las relaciones diplomáticas. De partida, podríamos mencionar la

Exposición del Centenario, en la que Estados Unidos participó, y en al que

el MNBA adquirió algunas obras para su colección. Por lo demás, como

hemos mencionado, el programa de itinerancias nace bajo ciertas

condiciones en Estados Unidos, condiciones históricas que podemos

rastrear hasta la fecha de la exposición analizada. Pero, volviendo a la

Exposición del Centenario, que mencionábamos anteriormente, ésta fue

una de las primeras relaciones interculturales que se tuvo con ese país

posteriormente al conflicto bélico con estados Unidos (Baltimore).

95
Siguiendo con Chile Arte Actual, uno de los comentarios más

relevantes que hacen los autores, se refiere, a pensar la exposición desde

el binomio centro-periferia, bajo la sobrevaloración de los objetos de la

exposición, más bien que bajo el alero de un aura prestigiosa: “Aquí

quedan en evidencia dos fenómenos concomitantes: la transferencia

cultural y el monopolio del circuito de arte. Somos tributarios del primero

y estamos marginados del segundo”73. La transferencia cultural toma un

papel relevante en cuanto a las conclusiones a las que llegan Ivelic-Galaz,

pero que también se relaciona con las conclusiones a las que llegan otros

dos autores en textos que abordan esta exposición.

Justo Pastor Mellado en “El misterio de las exposiciones” y de

Pedro Zamorano “Principales exposiciones de arte en Chile durante el

siglo XX: circulación, recepción y debates escriturales”. Estos textos, el

primero del año 2005 y el segundo del 2013, llegan a conclusiones

similares a las de los autores anteriores, en el sentido que la exposición fue

significativa principalmente a nivel mediático y para el gran público,

entendiendo este último como un público no especializado. La principal

73
Ibíd. 115

96
justificación para esto es compararla con una exposición llevada a cabo en

mayo de 1950 en el MNBA titulada “De Manet hasta nuestros días”, la

cual también resultó ser una exposición itinerante, pero enviada desde

París. La exposición mucho menos visitada constó con muy poca

publicidad y fue duramente criticada por el entonces conservador crítico

Nathanael Yañez Silva, que en ese momento era el crítico oficial del diario

El Mercurio. Revisando la crítica mencionada por Mellado, encontramos

que Para N.Y.S. la exposición no es muy representativa de cada uno de los

autores expuestos. Expresa que tiene dos valores la exposición,

documental y de calidad, pero que en este caso es el valor documental el

que sobresale. Indica que para quien no haya visitado museos europeos la

presentación solo hasta el fauvismo es buena. En otras palabras, lo que nos

indica N.Y.S., es que la exposición no cuenta con cuadros importantes. El

único que encuentra representativo y de calidad es “La Inundación” de

Sysley. No obstante creo que la crítica dura va especialmente hacia los

jóvenes franceses, ya que esta exposición constaba con una sala para la

“escuela de parís” y otra para artistas jóvenes: “Son pintores de escaso

temperamento, de pocas dotes, de modestísimas condiciones para pintar.

Casi todos ellos magníficos ilustradores, cartonistas o modelistas para

97
tapices; otros, organizaciones (sic) de afichistas, que suelen tener un color

muy agradable, puesto en lo que ellos dicen plástica pura, o sea, en

lenguaje corriente, hacer líneas y poner manchas de color.”74 Así también

es igualmente duro con algunos surrealista y con el peligro que concierne

esta exposición para los artistas que están en formación: “Al pintor ya

formado esta exposición le servirá de estudio. Pero para el joven pintor

que está empezando, todo aquello va a ser contraproducente, le va a

esgrimir, nos lo va a lanzar a la cara. Cosa peligrosísima, como elija de

proyectil el cuadro de Coutaud”75

Por otro lado, el Mercurio no era el único soporte de escritura crítica,

por aquellos años aún se publicaba la revista Pro Arte, en esta encontramos

dos artículos sobre la exposición, uno de Víctor Carvacho y otro de Pedro

Lobos.

Al contrario de N.Y.S. el texto de Víctor Carvacho se concentra en

explicar lo representativa que es esta exposición con respecto a los

movimientos y sensibilidades del arte moderno característico de la escuela

de París, lo cual lleva a cabo revisando algunos cuadro presentados en la

74 El Mercurio, 06 de Mayo de 1968, pp.17


75 Ibíd. Pp. 17

98
exposición. Una de sus reflexiones que a mi parecer es aclaratoria es sobre

los jóvenes: “También nos enseñan que ellos pertenecen a una generación

que tiene un papel especialísimo que desarrollar: la de continuar la

tradición de un arte que se encuentra en pleno proceso de definición. Sí;

ellos son los continuadores de una enorme tarea colectiva que empezó con

el impresionismo y de cuyos dramas se tiene la historia mas fidedigna en

esta Exposición: la creación de la pintura correspondiente a nuestra

época; ésta tarea no puede cumplirse de una sola vez porque son muchos

los actos que deben consumarse para desprender de la retina y del espíritu

la huella de las formas del pasado”76 esto establecería una conexión

histórica de la escuela de París con el arte actual para Carvacho. Sin

embargo, también encontramos una crítica al arte abstracto dentro de este

artículo: “Nuestras interrogantes se dirigen también hacia otro sector que

se aparta, por evasión, de la vida humana y pretende aislarse en un arte

sin compromisos con la existencia y el destino del hombre. Nueva torre de

marfil en la que sólo la extenuación y el estrangulamiento de la vida son

las únicas esperanzas. Nos referimos a los abstractos y a todos aquellos

76 Carvacho, Victor: “Breve analisis de la exposición francesa”. Pro Arte, edición Nº91, año 2,
18 de mayo de 1950, pp. 1,2 y 6.

99
que eluden la responsabilidad de poner ante la sociedad que se

convulsiona el espejo que refleje su imagen verdadera. Sin embargo, aun

así, están en la etapa de análisis que tiende a superarse y deben avanzar,

so peligro de quedar retrasados, hacia los que ya están elaborando la

nueva, que es de síntesis.”77 Esta mirada sobre el arte abstracto es muy

similar a la que se encuentra en la lectura de ciertos críticos

norteamericanos en relación la colección del MoMA, como es el caso que

mencionamos de Meyer Schapiro, quien cambios esa disposición ante el

arte abstracto al entender que se relacionaba con tejido social.

El Artículo de Pedro Lobos apunta en la misma dirección que el de

Carvacho, que se sostiene en el supuesto alejamiento del artista de la esfera

social, explicándonos lúcidamente cómo ésta se conecta directamente con

los campos de poder: “La clase que actualmente ocupa el poder

hegemónico en nuestra sociedad, obstinada en no perder su rol dirigente,

que trata, por todos los medios de no perder su privilegiada situación,

aprovecha y estimula todo aquello que directa o indirectamente sirva a

esta finalidad, y es así, como en el terreno artístico otorga carta de

77 Ibíd.

100
ciudadanía estética, por ejemplo, a las actuales manifestaciones del arte

dehumanizado y formalista.”78. El artículo resulta ser muy contingente en

cuanto a la reacciones y discusiones norteamericanas frente al arte

moderno que describimos en los capítulos anteriores; esto nos presentaría

una suerte de actualidad en Chile frente a la discusión hemisférica, y

dejaría de situarnos en un contexto del fin del mundo. De hecho, ese mismo

año, en la revista Pro Arte fue publicado en español, traducido por André

Razc, el manifiesto de los museos norteamericanos de arte

contemporáneo79 que mencionamos anteriormente.

Esta exposición abordada también en los textos de Mellado y de

Zamorano poseen algunas inexactitudes. De todas formas, estos dos

autores destacan una diferencia radical en la recepción que estas dos

exposiciones recibieron y que se relaciona principalmente con la

transferencia de información, la cual en el caso de “Manet hasta nuestros

días” fue, según estos autores directa hacia los jóvenes artistas. “El hecho

es que “De Cézanne a Miró” fue una “exposición histórica”, porque se

convirtió en el primer efecto mediático ligado a una exposición de pintura

78Lobos, Pedro: “La exposición Francesa y Nosotros” Pro Arte, nº92 jueves 25 de Mayo de
1950, pp. 2 y nº93, jueves 1º de Junio de 1950, pp. 2 y 6.
79 Pro Arte.13 de abril de 1950. pp 6

101
en Chile. Su éxito fue, principalmente, de masas. En cambio, “De Manet

a nuestros días”, en 1950, fue fundamental para la propia comunidad

artística.”80 Entender las exposiciones como dispositivos, nos permite

primero entenderlas como algo mucho más complejo y que no se completa

con la transferencia de un saber, porque en la red, que conjuga la

exposición, encontramos otras instancias que involucran todas estas

conclusiones. Para empezar podemos comprender mejor la recepción de

ambas exposiciones, ya sea por la crítica local, como por los medios,

puesto que en ambos las redes que se conjugaban eran distintas. Como

podemos notar, el hecho de que la exposición De Cézanne a Miró fuera

patrocinada por el diario El Mercurio fue un factor importante para

conseguir tanta importancia mediática y que responde a otro escenario

contextual.

Me parece que la problemática principal de entender la exposición

como un mero medio de transferencia de información, en especial desde el

centro a la periferia, es análoga a la forma que tiene de entenderse la

exposición como un medio de comunicación, hay un saber, un saber

Mellado,
80
Justo Pastor, “El misterio de las exposiciones”, escritos de
contingencia<www.justopastormellado.cl>.

102
codificado y en este caso en una exposición lo leyerón un pequeño grupo,

en el otro, una gran masa. Probablemente la respuesta de quien revisa la

exposición como medio de comunicación es que, en el primer caso, las

estrategias museológicas no fueron las adecuadas, a diferencia del segundo

caso. Y, todo esto tomando el desarrollo del arte local a la manera del

desarrollo de un sujeto, en el sentido del aprendizaje. Los artistas de la

época fueron influenciados antes por la exposición anterior, lo que le quita

toda posibilidad a ésta de ser de importancia para los artistas y para el arte

local.

Los tres textos revisados acerca de la exposición analizan su

importancia en niveles de recepción. Encontramos una lógica que llamaré

lógica de transmisión, en términos bourdianos, del capital cultural.

Creemos que solo Justo Pastor Mellado revisa la exposición con

características de un dispositivo artístico, ya que él, sí revisa las

conexiones, la localiza como una red, aunque con algunos errores que,

creemos, hacen perder fuerza su argumento; me refiero principalmente a

que sitúa la exposición en 1963, en un contexto artístico distinto al de

1968. No obstante, en los tres encontramos esta mirada un tanto obtusa de

la transmisión del saber, por ello me parece interesante revisar en este

103
punto el análisis que hace J. Rancière acerca de este tema. En su texto El

espectador emancipado, este problematiza la cuestión del espectador a

través de sus estudios sobre Joseph Jacotot en el Maestro ignorante. Me

parece que esta fórmula podría reproblematizar el asunto que plantean los

autores que analizaron la exposición.

Lo que Rancière revisa en este texto es la relación ente el espectador

y la obra, en su caso el teatro, pero eso podría revisarse también en las artes

visuales y trasladarla especialmente a las exposiciones. En el caso de la

exposición “De Cézanne a Miró” uno de los factores de los que disponen

principalmente la opinión pública es su condición de exposición itinerante,

desde nueva York, ya consolidado como el centro del arte y, también, su

contenido: las grandes obras maestras del arte moderno. La posición que

toman estos tres autores me parece podría pensarse como la relación

pedagógica que ve Rancière en especial en torno a la transmisión de un

saber. Sobre esta relación nos explica “Lo que el maestro sabe, lo que el

protocolo de transmisión del saber enseña primero que nada al alumno,

es que la ignorancia no es un menor saber, que ella es el opuesto al saber;

104
es que el saber no es un conjunto de conocimientos, es una posición.”81.

Es decir, ante todo encontramos una posición dominante, en la que la

exposición se presenta en Chile con un tesoro, una información que viene

del centro a la periferia. Sin embargo, Rancière nos explica que eso es ante

todo una posición. Los autores referidos solo lo piensan como una

información que se transmite, intuyen ciertamente la dimensión de la

posición, que es una posición de poder, de dominación y sujeción,

especialmente Mellado, pero siguen manteniéndose en la dimensión de la

información o saber. Incluso separa aguas entre el público especialista -los

artistas-, y el público general, -las masas-. En la separación, estos

elementos se identifican con el espectador como el sujeto pasivo.

Por último, quisiera referirme a los textos contemporáneos, a las

muestras, los que revisamos anteriormente y que en su mayoría resultaban

ser de índole informativa. Si recogemos algunos de las ideas de Rancière

nos toparemos con lo que denomina práctica del embrutecimiento, algo

que utilizaba para denominar las lógicas pedagógicas explicadoras. El

autor propone la lógica de la emancipación del espectador en relación con

81
Rancière, Jacques: “El espectador emancipado”, Ed. Manantial, Buenos Aires, 2010 (2008). Pág. 16.

105
el trabajo que se ha hecho en el teatro, considerando al espectador como

pasivo/activo, proponiendo una revisión de esta radicalidad en los

conceptos: Activo/pasivo, mirar/saber, apariencia/realidad. Como una

división de lo sensible que descalifica al espectador por no hacer nada

mientras el actor lo hace todo. Según él, esto puede cambiar, pero lo

primordial en esta lógica es la estructura que opone dos categorías. En este

sentido, tanto los críticos de la época como los que posteriormente han

escrito acerca de la exposición “De Cézanne a Miró” han utilizado estas

lógicas en el análisis de la recepción. Lo que conlleva a replantear las

miradas sobre las exposiciones en general, pero, sobre todo, concluyendo,

entendiéndolas como dispositivos artísticos y no como mera herramienta

de difusión del arte.

106
Ilustración 2, Listado de Artistas, De Cézanne a Miró.

107
Ilustración 3, Listado de Artistas, De Cézanne a Miró.

108
Ilustración 4, Listado de Artistas, De Cézanne a Miró.

109
Conclusiones

Cuando pensamos en las obras que trae “De Cézanne a Miró” a Chile, ya

en el año 68 eran consideradas obras maestras y eran invaluables. Según

Monroe Wheeler “los cuadros no tienen precio –indicó más adelante,

cuando se le preguntó el monto del seguro. El dinero es sólo un índice de

la estima que se tiene por ellos y de la cantidad de gente que desearía

poseerlos.”82. Es decir, que su valor va más allá del costo en dinero. Nos

parece que uno de los medio más interesantes para concretar la

legitimación de esta colección es mostrándola al mundo a través de la

exposición, porque gracias a ella alcanzan una legitimación social a gran

escala; las masas reconocen el valor de los objetos que están dentro del

museo, la expectativa es tanta y es tanto el éxito que, como hemos descrito

en capítulos anteriores, llegado el momento de legitimación nadie

cuestiona el valor de las obras, o lo hacen mínimamente, o sencillamente

no encuentran espacio para publicar este pensamiento. Es en ese sentido,

que concluimos que la importancia de esta exposición no radicaba

82
El Mercurio, 17 de Junio de 1968 pp. 27 y 37

110
necesariamente en el alcance de la dicotomía centro periferia en el sentido

de acercar el arte moderno a los artistas chilenos, sino que su alcance y su

influencia queda más bien en acercar la exposición como gran espectáculo.

Pero, también nos damos cuenta, de que esto solo es posible por la

complejidad que presenta el Campo del Arte en cuanto a sus interacciones

en el espacio social. Este fenómeno solo se pudo presentar bajo un

contexto determinado, que se caracterizó por la puesta en valor del arte

moderno a nivel hemisférico, en una estrecha relación con los campos de

poder que involucraron la radical polarización ideológica durante la

Guerra Fría.

La comparación de la exposición “De Cézanne a Miró” con “De Manet

hasta nuestros días”, basándonos en fuentes primarias, nos permitió revisar

el material teórico e historiográfico escrito hasta la fecha sobre ambas

exposiciones. Y, a través de la revisión de esta crítica, publicada en

distintos medios, adquirimos nuevas visiones de nuestro objeto de estudio,

que lograron conectar ciertas situaciones aparentemente autónomas en un

complejo escenario contextual. En 18 años, aproximadamente, y con

nuevas propuestas mediáticas, el resultado fue completamente diferente,

esto se explicaría según conceptos de P. Bourdieu porque el campo del

111
arte obedece a leyes sociales que le son propias, es autónomo: “es un

mundo que tiene su propia ley(nomos), en el cual hay apuestas sociales,

luchas, relaciones de fuerza, capital acumulado (un artista célebre es

alguien que ha acumulado lo que llamo un capital simbólico que puede

producir efectos simbólicos, pero también económicos; un crítico puede

hacer el valor de una obra de arte, un experto puede decir lo que es o no

auténtico, puede hacer milagros sociales, transformar una cosa que no

vale nada, que está en un desván, en una obra carísima, etc.).”83. Es en

ese campo en donde están en lucha las instituciones y los agentes

comprometidos en el juego, y para que este campo funcione debe estar

provisto de un habitus, que implica el conocimiento y el reconocimiento

de las leyes inmanentes al juego. Con “De Cézanne a Miró” hubo, a mi

juicio, un reconocimiento masivo de este capital cultural otrora

cuestionado, pero ahora, siendo capaz de ser recepcionado o más bien

reconocido por las masas. Un ejemplo de esto, quizás algo anecdótico, pero

que no deja de mostrar el carácter realmente mediático y la capacidad de

83
Bourdieu, Pierre: Cuestiones sobre el arte a partir de una escuela de arte cuestionada (1999) en el
“El sentido social el gusto. Elementos para una sociología de la cultura”. Siglo Veintiuno Editores,
Buenos Aires 2011. Págs. 37-38.

112
reconocimiento del público es la edición especial de la revista Condorito

nº24 que hace alusión a la exposición (ilustración nº 5).

Con respecto a nuestra hipótesis inicial, podemos afirmar que hemos

encontrado, a través del desarrollo de esta investigación, datos interesantes

que nos muestran la relación de esta muestra itinerante con un contexto

global, específicamente desenvuelto en el contexto histórico de la Guerra

Fría, que culturalmente se caracterizó por llevar a esta dimensión la

polarización ideológica, involucrando en esa dicotomía el valor del Arte

Moderno y la discusión teórica acerca de éste. Como ya revisamos, este

fenómeno no fue exclusivo de Europa, pensando en las experiencias Nazi

y Soviética, con respecto al arte moderno, sino que también se estableció

en Norteamérica y en Chile. No necesariamente porque se insertara como

discusión impuesta desde los grandes centros culturales, sino porque esta

relación polarizada se generó a nivel hemisférico y global, dentro de lo

cual Chile se vio involucrado históricamente por relaciones económicas y

políticas, a la vez tocando la dimensión cultural y, por ello, el campo del

arte. No obstante hemos podido establecer que el campo del arte, si bien

puede ser influenciado por otros campos, sigue teniendo una autonomía,

y, en la discusión acerca del valor del arte moderno sus agentes e

113
instituciones se valieron principalmente de sus propias fichas de juego, es

decir de sus capitales culturales. La clave de esta disyuntiva se encuentra,

principalmente, en los valores que se le otorgaron al arte moderno de

carácter abstracto y a las discusiones sobre éste. El importante papel que

juega Alfred Barr y la discusión entre los principales agentes del campo

artístico en Estados Unidos acerca el arte moderno, vinculándolo a ideales

de libertad como discurso dominante, resultan necesarios para entender las

características de la dimensión cultural en la Guerra Fría. De la misma

manera, cómo estas características se vinculan a procesos de difusión y

legitimación de obra en las distintas esferas culturales; las que durante la

Guerra Fría adquirieron una carácter hemisférico y se ven notoriamente

reflejadas, como hemos revisado, en la gestión, desarrollo y culminación

de la exposición “De Cézanne a Miró” como envío .

114
Ilustración 5, Condorito nº 24, 1968

115
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Archivos

 Traducción del borrador del MoMA para exposición “De Cézanne a


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Correspondencia, FAIMAC, Archivo Institucional MAC.
 Informe de número de visitas a la exposición “De Cézanne a Miró”,
1968. Caja 16, Carpeta COR.1968.23, Serie Correspondencia,
FAIMAC, Archivo Institucional MAC.
 MoMA Archives Oral History: M. Edwards, NOVEMBER 4, 1998
 MoMA:
http://www.moma.org/learn/resources/archives/EAD/ICIP_SeriesIAf.
html

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