Resúmen de La Historia de Venezuela Des PDF

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600053795Z
RESUMEN
1iE LA

HISTORIA DE VENEZUELA

RESUMEN
DK LA

HISTORIA DE VENEZUELA
DESDE EL AÑO DE 4797 HASTA Kí. DE 1850,

RAFAEL MAIUA BARALT Y HAMON DÍAZ.

TIENK AI. FIN UN BREVE ROSQUEJO HISTÓRICO QUE COMPRENDI LOS AÑO8
un 1834 HASTA 4837.

Acaso et momento en qne tos actores (de nna revotnción)


van á expirar, es et mas propio para escribir ta historia,
pnes entonces se pnede recoger et testimonio de ettos sin
participar de todas sns pasiones.
M. A. THIERS, Historia de ta revotnción francesa.

TOMO SEGUNDO.

PARÍS
IMPRENTA DE H. FOURN1ER Y COMP",
Cktt.B OS SA1NT-BRHOIT , «o 7.
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RESUMEN
DE LA

HISTORIA DE VENEZUELA.

ANO DE 18SO.

Por lo demas Santander hizo en su empleo de vicepresidente


útiles servicios á Colombia, no solo en la parte militar sino en los di
ferentes ramos de la administracion. Persuadido de ser conveniente
la union de Venezuela con la Nueva Granada, no bien recibió la lei
fundamental, reunió á todos los empleados principales , á los ciu
dadanos mas visibles , y á las autoridades de toda especie para exi
girles su adhesion á ella. Fácil, por supuesto, fué obtenerla estando
de por medio toda la influencia de Bolívar y el vehemente deseo
de conseguir la independencia; y el 12 de febrero prestaron todos
obediencia al acta de la asamblea de Guayana, reservando al con
greso general que debia reunirse la facultad de confirmarla ó alte
rarla. Demas de este servicio , tenido con razon en grande estima
por el Libertador , organizó en breve una escuadrilla considerable
en el rio Magdalena , formó depósitos para el ejército , allegó gente
y activó las operaciones militares.
Estas, en la Nueva Granada , fueron tan felizes que para prin
cipios del año muchas de sus provincias estaban libres de realistas.
Emancipadas en efecto quedaron por consecuencia inmediata de la
u.—HIST. «ion. <
__ 2
batalla de Boyacá , Casanare , Tunja y Cundinamarca : la del So
corro fué abandonada á Fortonl por su gobernador : el de Pam
plona huyó al acercarse Carillo, y Sonblette , como hemos visto ,
arrojó de los valles de Cúcuta á La Torre : Antioquia y la rica Po-
payan se levantaron espontáneamente en armas á la voz de algunos
patriotas granadinos : Mariquita, Neiva y el Chocó, se adhirieron
sin oposicion á la causa de la indtependencia ; y ántes de espirar el
año de 1849 el domiífo de l'os realistas qufecro reducido á Cartage
na, Santa Marta, Rio dtel Hacha, é Istmo de Panamá. El virei , lle
gado que hubo á Cartagena, dispuso una espedicion contra Antio
quia , al mando del coronel Warleta , siendo su plan amagar un
ataque por el Chocó , llamar la atencion de los patriotas por Nare,
y dirigirse por Zaragoza ai ruten de la provincia*
Evacuada Popayan por Calzada en fuerza de los repetidos triun
fos que sobre él obtuvieran las partidas mal armadas de patriota5
del Cauca, habia sido ocupada en 21 de octubre anterior por las
tropas republicanas ; mas poco áwtes del enero de este año se supo
que reforzado el enemigo con Iropas, dinero y armas remitidas
por el presidente de Quito Don Melchor Aymerich , y con gente
alistada en la provincia por sugestiones del obispo Jiménez, volvia
de prisa contra aquella plaza. En Ocaña se organizaba una co
lumna enemiga para reforzar la division del general La Torre, ó
amagar la provincia de Pamplona por la parte de Cácote ; y en
Mompox se equipaba una espedicion contra Honda. Santander y sus
ministros hacian esfuerzos estraordinarios de actividad y zelo para
allegar gente y armarla ; pero el considerable número de incluías
reunido en la Nueva Granada , habia pasado á Venezuela con el
objeto de disciplinarse, y los pequeños cuerpos acantonados en el
territorio carecian del armamento necesario. A principios de este
año se hallaba , pues , el territorio granadino invadido por cinco
puntos diferentes.
En Venezuela la situacion militar de los partidos contendientes
hacia presumir que durante mucho tiempo no se ejecutarían mo
vimientos de grande consecuencia ; pues á la vez qae las miras de
los patriotas estaban puestas en la total reconquista de la Nueva
Granada , esperaban los realistas refuerzos de España para asegurar
el buen éxito de sus esfuerzos , limitándose entre tanto á situar
sus divisiones en los puntos mas convenientes para darse inutuo
ausüio en caso necesario , bien se moviese Páez desde Apure , ó bien
se viera La Torre obligado á retirarse de la provincia de Marida ,
en donde observaba las fuerzas independientes que de Cuenta la
habian lanzado el ano anterior. La division española de vanguardia
al mando de Moráles se hallaba en Calabozo , las divisiones I ." y
3.a cubrían, en comunicacion con La Torre, la provincia de Ba-
rinas, y el grueso del ejércite) se estendia por Valencia, el Pao y San
Cárlos , en contacto con las otras fuerzas. Hallábanse ademas bien
provistas y guarnecidas la plaza y provincia de Cumaná : tropas
habia suficientes en la de Barcelona y muchos batallones y cuer
pos francos se hallaban situados en varios puntos de las de Carácas
y Maracaibo. El número total de estas fuerzas ascendia á .12,200
hombres.
Poco habia sin embargo que temer por este lado, vista la actitud
defensiva del enemigo ; pero mucho del lado de la Nueva (¡ranada,
donde si bien tenían los espanoles ménos fuerza , debian tambien
contar con ménos resistencia. Y tambien porque un acontecimiento
desgraciado ocurrido á principios del ano en la provincia de Po-
payan dejó indefenso el pais por aquel rumbo. Y fué que hallán
dose el gobierno en la imposibilidad de ausiliar al coronel Antonio
Obando, comandante general de operaciones en el mediodia , debió
este jefe evacuar á Popayan y retirarse al Cauca, donde el terreno ,
el entusiasmo de los habitantes y la mayor copia de recursos, ha
brían sin duda hecho fácil la defensa. Tomáronse en efecto para
ello algunas medidas, pero con tanta lentitud y con tan poca pre
vision, que el dia de emprender la retirada (24 de enero) sobrecogió
Calzada á los patriotas en la ciudad , les mató mucha gente y se
apoderó de un gran número de armas y de la mayor parte de la
tropa. Destruida de este modo una columna que pasaba de mil
hombres, y ocupado Popayan, era consiguiente la pérdida del valle
del Cauca y aun la invasion de la provincia de Neiva. Subyugado
el primero , estaba en manos del enemigo combinar sus opera
ciones con las de Warleta para ocupar á Antioquía , y reducida la
segunda , podia acercarse sin obstáculo hasta la misma capiial.
Afortunadamente , las parciales y débiles espedicioues dispuestas
por Sámauo se habian disipado como el humo ; ni podia ser de otra
manera atendida su poca fuerza y las considerables distancias que
mediaban entre unas y otras. La que por el Atrato invadió la pro
vincia del Chocó fué destruida eH 9 de enero, al mismo tiempo que
la fragata Andes, baque nacional de Chile, ocupaba algunos puertos
de la costa y hacia triunfar en ella la causa de la libertad. La que
remontando el Magdalena se dirigió á Nare con una flotilla conside
rable, sufrió el 20 del mismo mes en el Peñon de Barbacoas un ter
rible descalabro de cuyas resultas quedaron destruidos sus buques
y en poder de los patriotas 500 fusiles que les fueron de suma uti
lidad. Inquietando sin embargo al gobierno el temor de una combi
nacion entre Calzada y Warlela, que aun no habia abandonado las
inmediaciones de Antioquia, envió armas, municiones y mas ausi-
lios de toda especie á esta ciudad, á Neiva, á Ibagua y él Magdalena.
Una columna de tropas debia penetrar por Guanácas, ó por el cami
no de tierra adentro á Popayan ó Caloto : el coronel granadino José
Concha, gobernador del Cauca, por Quindio á Cartago ; parte de las
tropas de Antioquia, defender el estrecho de Bnfú en el Cauca ; y la
escuadrilla, hacer incursiones en el distrito de Ocaña, isla de Mo
ráles é inmediaciones de Mompox , sin comprometerse en encuen
tros desiguales y poniéndose en comunicacion y contacto con una
division que el Libertador babia dirigido á Ocaña desde San Cris
tóbal al mando del coronel Francisco Caí mona. El resultado de es
tas operaciones fué que Warleta, rechazado en los Remedios y Zara
goza, se dirigió por el Cauca á Cáceres y al Yurumal ; que perseguido
vivamente por el teniente coronel José Maria Córdova, no paró has
ta Nechi, punto en que el rio de este nombre se une al Cauca.
Alli , séase que conociese la temeridad de su empresa ó que tuviese
noticia del desgraciado suceso del Peñon de Barbacoas y de la espe-
dicion de Ocaña, bajó á Mompox y dividió su tropa , reforzando la
escuadrilla que se hallaba en el Banco y cubriendo á Tamalaineque
y Chiriguaná con el objeto de entorpecer las operaciones del coro
nel Carmona. No teniendo que temer Antioquia , ni de Warleta, ni
de las fuerzas de Popayan , algunas tropas que marchaban en su
ausilio retrocedieron , y el gobierno , juzgando que era llegado el
caso de obrar sobre el Magdalena, dispuso que el jóven Córdova,
oficial lleno de audazia y ardimiento, bajase por el Cauca y procu
rase poner en insurreccion las llanuras del Corosal y la ciudad de
Mompox , punto mui interesante para aposesionarse de la navega
cion de aquellos dos rios. Al mismo tiempo , el coronel granadino
Hermógenes Maza debia batir las fuerzas sutiles enemigas que obra
ban en las inmediaciones de Mompox á las órdenes del teniente co
ronel Don Vicente Villa.
El Libertador, ántes de disponer estos dos últimos movimientos
habia tomado otra medida igualmente útil para activar las operacio
nes en el Magdalena. Montilla, como sabemos, debia obrar por llio-
Hacha , Santa Marta y el valle de Upar en combinacion con tropas
de Cúcnta mandadas por Urdaueta, pero este jefe en quien Bolí
var tenia y con razon una gran confianza por su fidelidad y zelo á
toda prueba , fué destinado por él á desempeñar el encargo intere
sante de hacer frente á La Torre en la provincia de Mérida. No po
dia sin embargo dejarse solo á Montilla en el bajo Magdalena, ni to
lerar que el enemigo impidiese la comunicacion con él , mante
niéndole aislado á tanta distancia de los cuerpos principales del
ejército. Para llevar, pues, adelante el primitivo plan y reforzar a
aquel jefe, habia dispuesto el Libertador los movimientos de Maza
y Córdova, y el anterior, que ya conocemos, deCarmona sobre Oca-
ña. Este oficial despejó de enemigos el pais intermedio ; pero como
se detuviese en Ocaña mas liempo del necesario , ordenó el Li
bertador que dos columnas al mando de los coroneles Lara y Car-
reno se dirigiesen por distintas rulas á aquella ciudad, y que allí
reunidas incorporasen en sus filas á Carmona y siguiesen mandadas
por el primero al P.io del Hacha ó Santa Marta, buscando á toda
costa la comunicacion con Montilla, que debia estar sobre el Mag
dalena. Lara, cumpliendo exactamente las órdenes del Libertador,
marchó sobre el enemigo , derrotó varias partidas que quisieron
oponérsele en el tránsito de Ocaña á Chiriguaná, y tambien algunas
fuerzas que encontrara en las inmediaciones del valle de Upar. En
esta ciudad supo de un modo positivo que la legion irlandesa se
habia amotinado y reembarcado, abandonando el servicio de la re
pública, por cuyo motivo y el de hallarse con un gran número de
enfermos y sin los medios necesarios para emprender por sí solo
movimiento alguno sobre Maracaibo ni Santa Marta, contramarchó
háciala ribera derecha del Magdalena para reunirse con la division
Montilla á toda costa. Y ahora veamos cuáles habian sido las ope
raciones de este benemérito jefe desde su salida de Margarita.
Dificnllaiies de todo género embarazaron el apresto de esta espe-
dicion, siendo la principal de ellas el retardo de las tropas irlan
desas, de las cuales solo algunos piquetes habian llegado á Marga
rita. Las vituallas necesarias para el viaje, la prevencion de la es
cuadra y las infinitas exigencias de la Iropa estranjeraen momentos
angustiadisimos para el tesoro público, hubieran acaso frustrado
la empresa desde su comienzo si Montilla, siguiendo sus instruccio
nes, no resolviera partir, llegado marzo, con las tropas que se ha
bian reunido. De hecho el dia 6 dió la vela en la escuadra de Brion,
conduciendo 678 hombres, la mayor parle irlandeses y algunos je
fes, oficiales y soldados criollos: los buques del almirante eran seis
bergantines, cinco goletas y un falucho.
Fué feliz la navegacion y el 12 de marzo surgió la escuadra en el
rio del Hacha, á cuyo gobernador Don José Solis intimaron rendi
cion los gefes patriotas. Rechazada con entereza por el español la pro
puesta de entregar los fuertes de la plaza, dispuso Montilla el desem
barco de su tropa en la mañana del .1 5, persuadido de que correspon
diendo á las palabras los hechos, iba á oponerle el enemigo una vigo
rosa resistencia. Mas léjos de ser así, evacuóla Solis luego al punto,
dejando abandonada la poblacion á los azares de la guerra, por seguir
el prurito que lenian las autoridades realistas de no entrar en ajuste
con las republicanas. Montilla, empero, deseando conciliarse la
buena voluntad de los naturales con una conducta prudente , los
invitó a volver á sus casas ofreciéndoles seguridad para sus bienes
y personas ; declaró que los efectos de particulares, depositados en
los almacenes, serian devueltos á los que probasen ser sus dueños,
•y dió órden para que se pagasen por el tesoro público los que hu
bieran sido tomados para el consumo de la tropa. Hecho esto y
nombrado por gobernador político de la ciudad el coronel Ramon
Ayala, sujeto de valor y de perfecta integridad, se movió Montilla
el 29 con una columna de 400 irlandeses á ocupar el valle de
Upar, llevando el doble objeto de dispersar las guerillas enemigas
que Solis y el coronel Daza habian organizado en los pueblos inte
riores, y el de ponerse en comunicacion con las tropas que debian
obrar por aquel punto, segun lo hemos indicado. Montilla perma
neció algun tiempo en el valle paciücando los pueblos de la provin
cia que se manifestaban hostiles á la causa nacional ; pero estando
todo el territorio de la de Santa Marta ocupado por tropas realistas,
y careciendo absolutamente de caballería, le fué imposible alejarse
mas de la costa y abrir las comunicaciones con Ocaña. A todo esto
el gobernador de Santa María Don Pedro Ruiz de Pórras, habiendo
reunido fuerzas considerables, las puso en movimiento á las órde
nes del coronel Don Vicente Sanchez Lima con órden de atacar las
<¡ue ocupaban el valle. El 8 de mayo se presentaron efectivamente
en las inmediaciones del poblado y el mismo dia emprendió Mon
tilla lentamente y en órden su retirada á la vista del enemigo : el
i 2 ix'nnukw ya un destacamento que estaba en San Juan y oíros
iiiterniediosse. mantmotii'ine, por ver si Sánchez Lima se empeñaba ;
pero este, no atréviendose á atacarle, le dejó seguir su movimiento
*ftbre la costa, y á favor de su timidez entró sin novedad en e'
Hacha el 17 por la tarde , con un hospital considerable de enfer
mos y de heridos. Los realistas se acercaron el 1 9 á una legua de la
ciudad, llevando una fuerza de 560 hombres de infantería y 500 gi-
netes, parte veteranos, parle colecticios.
Y sucedió que apénas vieron los irlandeses inevitable el rompi
miento, se sublevaron pidiendo las pagas atrasadas y el crecidisimo
enganche con que los hahia reclutado en Dubliu el gene al Deve-
reux. La situacion de Montilla fué entónces angustiada y peligrosa
por estremo, atontq que aquellos hombres componían la mayor parte
de la division y era imposible hacerlos entrar por la fuerza en su
deber. Los medios pazíficos de persuasion, reconvenciones y pro
mesas, únicos que podian emplearse, fueron inútiles : mantuviéronse
finnes en el motin, abusando villanamente del estado crítico de su
jefe, y solo pudo conseguirse i|ue prometiesen estarse á mirar el
combate sin tomar parte en él , y defenderse caso que la ciudad
fuese atacada, sin que por esto se entendiera que desistían de re
embarcarse é irse como querían á Jamaica, á ménos que no se les
permitiese atacar á Santa Marta, dándoles la ciudad á saco por tres
dias. Montilla, que por una parte no quería dejarse hacer la lei por
¡tquella soldadesca inmoral y que por otra deseaba probar fortuna
en el campo de batalla ántes de dejar aquel pais, resolvió combatir
cou los poros venezolanos que tenia, ausiliado por la marina y por
tres compañías do voluntarios que se habian formado en los pue
blos inmediatos. El 25 hizo, pues, una salida de la plqza y á las 6
de la manana se comenzó un tiroteo con las avanzadas enemigas
cerca de la laguna Salada. Kn vano empeñó Sánchez sucesivamente
tpda su fuerza , pues á las tres horas de fuego hubo de retirarse en
desórden hácia la llanura del Patron. Protegido empero por la ca
ballería se rehizo allí algun tanto; mas al acercarse los patriotas
sostenidos por las piezas de artillería que habian llevado de Gua-
yana y que dirigía bizarra y hábilmente un oficial irlandes de
nombre Fiulay, huyeron en desórden dejando sus heridos en el
campo. No quisieron las tropas extranjeras prestarse siquiera á
picar la retaguardia al euemigo ; y como Montilla carecia de ginetes
y el estado de los caminos no permitía seguir con los canones , se
vió en la forzosa necesidad de replegar á la cindad para disponer
el reembarco de los irlandeses, ya mas tranquilo por hallarse libre
del gran cuidado que le daba el enemigo.
En el estado en que Montilla se hallaba , todo proyecto de em
prender operaciones en la misma provincia era inútil y peligroso.
La mayor fuerza estaba sublevada y dispuesta á tomar las armas
si se diferia su salida del pais, y ya no quedaba otro recurso que el
nuii desagradable de evacuar la plaza, hallándose victorioso y sin
ningun temor por entónces de enemigos.
La evacuacion se veriflcó el 4 de junio con bastante órden : los
enfermos, el parque, las municiones, todas las personas compro
metidas y las que voluntariamente quisieron abandonar aquel pais
fueron puestas á burdo de los diferentes buques que existían en
la bahía. Los irlandeses debian permanecer en sus cuarteles hasta
que fuesen destinados á los buques de comercio que debian condu
cirlos á Jamaica , segun sus pretensiones ; pero á las pocas horas
se entregaron al desórden , empezando por saquear las miserables
reliquias que dejaban en sus hogares los habitantes de Rio-Hacha.
Despues se embriagaron con algunos licores que habian quedado
en las casas y acabaron por incendiar la poblacion sin que ninguna
providencia del gobierno , ni medida de sus jefes bastase á conte
nerlos. Hicieron armas contra algunos oficiales de graduacion y no
cesó el desórden hasta que se vieron en los buques. La ciudad es
tuvo bien pronto reducida á cenizas, y el 5 fué volado el fuerte ;
única cosa que quedaba en pié.
Para terminar este desagradable episodio añadiremos que ya em
barcados los irlandeses fué necesario amenazarlos con echar á pique
los bajeles para que entregasen los fusiles que querían llevarse con
sigo á Jamaica. Montilla puso esta ocurrencia en conocimiento del
duque de Manchester, gobernador de Jamaica y del amirante in
gles Sir Hóme Popham, los cuales, como de razon, reprobaron la
conducta de sus compatriotas. Lo mismo hicieron despues los jefes,
oü'ciales y soldados irlandeses que se hallaban en Apure, manifes
tando al general Bolívar en una represen I acion llena de nobles sen
timientos, el profundo dolor que les habia causado aquel compor
tamiento. Por lo demas, el Libertador enseñado por la espcriencia
y viendo por otra parte que el estado de las cosas le permitía pa
sarse sin socorros estraños, ordenó en setiembre que no se admi
tiesen mas tropas ni oficiales estranjeros al servicio de la república.
Reducido Montil la á la fuerza de 1 60 soldados que le quedaban
disponibles por la separacion de los legionarios y la determinacion
que tomaron los granadinos de quedarse en el pais para formar
guerrillas en sus respectivos pueblos, se decidió á invadir la pro
vincia de Cartagena por las bocas del Magdalena, procurarse la co
municacion con el Libertador, ó á lo ménos con Bogotá , y ofrecer
al gobierno el parque que llevaba á bordo. Este, en efecto, podia ser
conducido por el rio, ya al interior, ya á la orilla derecha, donde
debia hallarse la division ofrecida por el presidente, ya á Antioquía,
si estaba franca la navegacion del Cauca. Al decidirse Moni.il la á una
empresa que tenia todos los caractéres de temeraria, influyó en su
ánimo el conocimiento que poseia del patriotismo de los habitantes
de la ribera izquierda del Magdalena, donde él misino era muí co
nocido desde 1816, y el poder confiar la organizacion política y
económica del pais á muchos ciudadanos ilustres que se habian
reunido á su tropa en Rio de Hacha; tales eran los venezolanos
Pedro Gual y Francisco Paul, el canónigo Madariaga, y los grana
dinos Vicente Burrero y Miguel Santa María. Formado el plan de
operaciones, se dirigió la escuadra desde el rio del Hacha á sota-
veulo y habiendo permanecido un dia entero al frente de Santa Mar
ía , cononeando la ciudad y aparentando por la noche fondear y des
embarcar sobre Caira, cambió de direccion y navegó hácia la ba
hía de Sabanilla. Fondeados en ella el dia siguiente por la larde
enarbolaron los buques el pabellon espanol y en la madrugada del
9 de junio desembarcaron aquellos pocos soldados y por sorpresa
se hicieron daeños del poblado. En sabiendo Montilla por los pri
sioneros la fuerza que guarnecia á Cartagena, la situacion de los
destacamentos enemigos y la libertad de Antioquia , destinó una
parte de su tropa á recorrer algunos pueblos del interior en de
manda de gente y vituallas, con órdenes de írsele á reunir en la
villa de Barrauquilla , para donde él mismo marchó al punto.
Todo sucedió como lo habia previsto y á medida de sus deseos.
En Barrauquilla encontró antiguos patriotas y compañeros que pu
sieron mano amiga en la empresa, ayudándole con sas bienes y per
sonas. Y como hallase la misma cooperacion en Soledad, hizo des
embarcar el parque y llamó al almirante para disponer por su me
dio una escuadrilla con que poder hacerse dueño del rio. El almi
rante desplegó en este servicio una actividad tan grande, que pocos
dias despues de empezado el trabajo flotaba ya ea las aguas del
_ .Jo —
caudaloso Magdalena una flotilla respetable. Barranquilla y Soledad
pasaron del estado monótono y sombrío en que se hallaban al que
dan el movimiento, el bullicio y la alegría. Formáronse en corto
tiempo astillero, maestranza, herrerías; almacenes bien provistos
impedian las derramas y las exacciones arbitrarias tan enojosas al
pueblo. Oficiales de todas armas adiestraban con infatigable cons
tancia la gente voluntaria que acudia á las banderas; y para el 20
de junio tenia ya Montilla buques bien armados y tripulados, 400
infantes, 60 ginetes y 4 cañones de á 4 que manejaban escelentes
artilleros ingleses. Estos arreglos en lo militar fueron acompañados
de otros no ménos importantes en los ramos de administracion y
economía. Nombróse por gobernador civil de la provincia al D.r Pe
dro Cual, por gobernador militar y segundo jefe de la division al
coronel Ramon Ayala. Y puesta siempre la mira en ahorrar á los
vecinos sacrificios odiosos, se habilitó para el comercio esterior el
puerto se Sabanilla, bajo las mismas leyes de importacion que re
gían en Guayana.
No tardó mucho en saberse que el gobernador de Cartagena, re
cobrado algun tanto de la sorpresa que le habia causado la invasion,
se disponía á destruir aquella colonia militar que amenazaba con
una insurreccion general del pais circunvecino. Mas le salió mal
la intentona, porque el 4 de julio batió Montilla en Pueblo-Nuevo
la columna mandada salir de la plaza con aquel intento; y esta
ventaja aunque pequeña bajo el aspecto militar, inspiró tal con
fianza á los habitantes, que en pocas semanas reunió el jefe repu
blicano una fuerza de 600 hombres sin gran disciplina, es verdad,
pero briosos y rebosando en patriotismo y buena voluntad. Favo
recido hasta entónces por la fortuna, no quiso Montilla perder sus
favores entregándose á correrías de poca consecuencia; ántes resol
vió marchar sobre Cartagena eon la esperanza de insurgir las po
blaciones del tránsito y reducir el enemigo al recinto de la plaza.
Este por su parte habia resuelto mantenerle distante de ella ó des
truirle, y en consecuencia destinó nn cuerpo de 500 infantes y I 4 0
caballos al mando del teniente coronel Don Ignaico Romero para
que le atacase en sus mismas posiciones. Romero y Montilla mar
chaban sobre un mismo punto y pronto se hallaron muí cerca uno
de otro, el primero en la villa de Sabana-larga, el segundo á una
legua de distancia en las inmediaciones, ignorante cada cual de los
movimientos de su contrario. Aunque es presumible que Romero
— H —
supiese al fia ó sospechase algo de los de Montilla, porque cuando
este se preparaba á atacarle, entendió que se habia retirado apresu
radamente hácia Cartagena. Le persiguió, pero no pudiendo alcan
zarle, guió hácia Turbaco, sorprendió el destacamento que lo guar
necía y puso sus reales en aquel punto, como el mas adecuado para
organizar el sitio de la plaza y atender á los movimientos que de
bían emprenderse sobre las provincias invadidas.
Córdova entre tanto se habia puesto eu movimiento, y despues
de haber batido los destacamentos españoles que habia en el Maja
gual y sus cercanías, se dirigió al Corozal, donde allegó algunos
caballos. En recibiendo allí los primeros oficios que Montilla diri
giera desde su desembarco en Sabanillas , se puso en comunicacion
con el coronel Maza, resolviendo bajar hácia Mompox. Los españo
les que temieron verse atacados por el caño de Loba á espaldas de
aquella ciudad , la evacuaron yéndose á bordo de su escuadrilla ,
y como esta fuese mui superior á la de Maza en el número y en la
calidad de los buques, resolvieron atacarle. Encontráronse las dos
flotillas en el Banco el 25 de junio, y el resultado del combate fué
adverso para el jefe español Don Vicente Villa , el cual despues de
haber hecho prodigios de valor, perdió toda su fuerza y tambien la
vida, dando fuego, por no querer rendirse, al buque que mandaba.
Apoyó Córdova á sus- compañeros con un piquete de su fuerza que
habia hecho pasar á la ribera derecha del Magdalena y el coronel
Maza dió otra vez muestras de la bravura que ya le habia valido la
opinion de ser uno de los oficiales mas valientes del ejército. Des
pues de esta accion importante en que los enemigos perdieron las
fuerzas sutiles que lenian en el alto Magdalena , siguieron los dos
jefes republicanos , bajando el rio, y tomaron á Tenerife y á Bar
ráncas, por consecuencia de lo cual entraron desde luego en comu
nicacion con Montilla. Lara se reunió á él poco despues con la
gente mui disminuida por el gran número de enfermos que pro
dujo su larga y penosísima marcha.
Por consecuencia de estos movimientos y combates , las partidas
realistas se retiraron á la Ciénaga de Santa Marta , punto que ha
bían fortificado de antemano y sobre el cual fundaban grandes es
peranzas. Miéntras aquella provincia y la de Rio del Hacha , redu
cidas á sus propios recursos é incapazes de intentar nada serio fuera
de su territorio, eran libertadas, resolvió Montilla bloquear la
plaza de Cartagena , verdadero centro y baluarte del poder espanol
en la comarca. Con tal objeto, los buques mayores servibles fueron
situados al frente de la plaza al mando de un marinero italiano
llamado Babastro, que montaba un bergantin colombiano y vivia
en el pais con gran fama de entendido y valeroso, haciéndose pasar
por haber servido mucho y noblemente al rei Mural. La línea de
Turbaco se estcudió por la derecha : por la izquierda se formaron
guerrillas hasta la bahía y el comandante de Sábanas recibió órden
de situarse en las costas de Lorica y Tolú para impedir que por
tierra entrasen víveres á la plaza. El capitan de navio José Padilla»
granadino de una audazia y buena suerte singulares , obtuvo el
mando de las fuerzas sutiles, y el almirante con algunos buques
mayores se dispuso á cruzar oportunamente sobre la costa de Santa
Marta para apoyar los movimientos de las Iropas que se destinasen
á invadir la Ciénaga. La division de Lara, compuesta de dos batallo
nes y un escuadron , y reforzada poco despues con un cuerpo que
bajó de Antequera, estaba prevista para esta empresa; y como una
grave enfermedad afligiese por entónces á su jefe principal , ocupó
su puesto el coronel Carreño, oficial de gran mérito, á quien .17 he
ridas y la falta del brazo derecho , perdido el año de 4844 en los
Cerrítos-Blancos, no quitaron actividad ni coraje. Situado este jefe
en el pueblo del Penon á la ribera derecha del Magdalena, solo
aguardaba para ponerse en camino que Padilla franquease los ca
ños salientes á Ciénaga-grande, obstruidos por los españoles.
Por todas partes en la Nueva Granada triunfaban las armas
colombianas ; de modo que cuando Mantilla, Córdova y Maza con
gran provecho de la república, abrían las comunicaciones mihta
res y mercantiles del Magdalena , otros jefes igualmente afortuna
dos y valerosos despejaban de enemigos las riberas del Cauca y re
conquistaban la rica Popayan. Este honor cupo á Valdes que, como
sabemos, conducia desde el oriente de Venezuela una hermosa
division. Para el 5 de marzo se hallaba en Sogamozo , y desde allí
siguió al sur de la Nueva Granada por órden del Libertador, el
cual le habia conferido el mando superior de la division que obraba
por aquel rumbo. En gran parte se hallaba esta reunida de ante
mano en Neiba y se componía de tres batallones de infantería y un
buen cuerpo de caballería , sin contar las tropas diseminadas en el
Cauca y que debian reunírsele.
Calzada era , segun dijimos ya , el enemigo que amenazaba á la
república por aquel lado ; pero aunque su invasion había parecido
formidable á los principios por la ocupacion de Popayan y la de
algunos pueblos del valle , sus progresos fueron bizarramente con
tenidos por los jefes granadinos que allí mandaban, por las pobla
ciones y por las acertadas medidas de Santander y sus ministros.
A esto se agregó que Calzada tuvo la desgracia de malquistarse con
el obispo Jiménez y con sus propias tropas, en términos tales
que á pesar de sus primeras ventajas , la desercion y el descontento
promovido contra él por el prelado entre los babitantes mas adictos
á la causa real , disminuyeron y desmoralizaron grandemente las
fuerzas que tenia. Hubo, pues, de evacuar los pueblos del valle del
Cauca , y retirado á Popayan , prendió al gobernador de la plaza y
á varios sugetos importantes , separó del ejército algunos jefes y
oücialesde quienes rezelaba, y últimamente empeoró su situacion
en vez de mejorarla. Sucediéronse los desastres luego al punto. Una
columna suya que habia tramontado los Andes con direccion á la
provincia de Neiba , fué completamente destruida el 28 de abril en
la Plata por el coronel Mires : de trescientos hombres que la com
ponían solo diez á doce escaparon. El general Valdes no se hallaba
aun al frente del ejército ; pero reunido á él poco despues, se puso
en marcha por el páramo de Guanacas hácia el Cauca. El enemigo
intentó destruirlo al salir de los desfiladeros ó por lo ménos impe
dir que se reuniera á las tropas de Concha situadas en el valle, para
despues cargar nuevamente sobre estas y hacerse dueño de la pro
vincia. Al efecto una columna de \ 000 hombres de lo mejor y mas
seleclo de sus tropas , al mando del teniente coronel Don Nicolas
López atacó á Valdes el 6 de junio en Pitayó con tanto denuedo,
que hizo plegar la mayor parte de la vanguardia republicana : pero
reforzada esta con 200 ingleses al mando del teniente coronel
Mackintosh y algunos júneles regidos por el valiente Lucas Carba-
jal, fué arrollada y destruida. Si López y algunos oficiales y solda
dos pudieron reunirse á Calzada que se hallaba en Piendamó, lo
debieron á que el fragoso camino por donde Valdes habia atrave
sado la cordillera inutilizó casi del todo su caballería.
Esto fué causa de que el jefe republicano no siguiese despues de
este triunfo á Popayan, en cuyas inmediaciones conservaba Calzada
un pequeño cuerpo i!e tropas. Preflrió y con razon dirigirse á Ca-
loto con el objeto de reunirse á las tropas que obraban en el valle
y proveerse de los recursos que necesitaba para marchar á Popayan
y luego á Pasto ; territorio este áspero en estremo, lleno de quiebras
y montañas y habitado por una raza de hombres en estremo igno
rantes, belicosos y hostiles á la causa republicana. Calzada no quiso
esperar el golpe y evacuó á Popayan , moviéndose en retirada há
cia la cresta del Tambo y rocas del Juanambú. Mas aunque ocupó
la ciudad el .16 de julio recibió órden del gobierno para abandonarla
y situarse en el valle del Cauca , dejando en ella solamente un pe
queño cuerpo de observacion. La division carecia aun de medios
para pasar de Popayan hácia Pasto y era en verdad mui prudente
numeiiiiirla y organizaría ántes de emprender operaciones militares
contra una provincia cuyo suelo habia sido fatal mas de ana vez á
los ejércitos republicanos. Calzada , entre tanto, llega á Pasto, y
Aymerich , que tambien se dirigía á aquella comarca desde Quito ,
le separa del mando y pone en su lugar á Don Basilio Garcia.
Miéntras esto pasaba en la Nueva Granada , Morillo, cercado en
pectador
Venezuela,de conservaba
los progresosla de
actitud
sns contrarios.
defensiva,Así,
forzado
en lo émilitar
inermenada
es-*

ocurrió allí digno de especial memoria, pues hasta el tiempo en que


ramos todo se redujo á reencuentros de guerrillas, casi siempre
desfavorables para los patriotas, pero de poca ó ninguna conse
cuencia. Y esto no solo en las provincias de Apure y Carácas, sino
por mar y tierra en las de oriente, donde los jefes republicanos,
divididos con rencillas y rivalidades, entorpecian mas que adelan
taban los negocios. Pero con todo, las miras de Bolívar se cumplían.
Las fuerzas de Páez concentradas prudentemente en el Apure
amenazaban sin cesar las llanuras de Calabozo y de Barínas, ó
impedian que Morillo se desprendiese de una parte de las suyas
para ausiliar á la Nueva Granada. Muerto el heróico Anzuátegui
en Pamplona eH5 de noviembre del año anterior, reemplazóle dig
namente Urdaneta en el mando de varios cuerpos de infantería y
caballería que se denominaron Guardia del presidente. Situada la
mayor parte de ellos en la línea de San Cristobal, Tariba y Lova-
tera, impedian que Latorre pasase de Bailadores y la Grita, reci
biendo entre tanto una organizacion y disciplina que mereció elogios
ó*e los enemigos y les valió desde entónces la reputacion de ser los
mas brillantes cuerpos del ejército republicano. En las llanuras de
Carácas y Barcelona, en la provincia de Cumaná , en el Orinoco
mismo, en las costas, en todos los vericuelos de aquella belicosa
region, por mar y tierra se derramaba sangre en combates ince
santes : no tenían plan ni resultado, pero cansaban á lo» realistas,
— 18 —
los mantenían á raya y hacian el biefn de impedir que reuniesen sus
fuerzas contra un solo objeto.
samiento
E1 estado
de enviar
próspero
á Europa
de la guerra
un agente
habiaactivo
sugerido
y zeloso
á Bolívar
que desem
el prit-

peñase varias dependencias importantes , y escogido Zea para el


caso comino el congreso de Guayana en darle el permiso necesario
para ausentarse del pais, y nombró para que le sucediese interina
mente en la viccpresidencia de Colombia al Dr. Roselo que era vi
cepresidente del distrito de Venezuela. Zea partió de Angostura el
\° de marzo, y como luego exigiesen las operaciones militares en este
pais un director mas hábil que podia serlo Roscio en materias de
guerra, el Libertador relevó á este buen ciudadano de la vicepresi-
dencia de Venezuela confiandola á Sonblette. Asi, el antiguo jefe de
•estado
tidura política
mayor delel encargo
ejércitorealmente
recibió con
mui aquella
díflcil dedistinguida
dirigir la guerra
Inves-

en su pais, teniendo á sus órdenes á Bermndez que mandaba en


tónces las provincias de Barcelona y dimaná, y á Páez que regia e'
Apure. Nombrado Sonblette eH°demayo se encaminó luego al
punto á Angostura; pero ántes de hablar de sus operaciones,
conviene que demos cuenta á nuestros lectores de un gran suceso
político ocurrido en lispaña y que tuvo consecuencias importantes
en el pais cuya historia referimos.
No escarmentado el gobierno español con las calamidades que
habian seguido los pasos de todas sus espediciones ultramarinas, y
obstinándose en cerrar los ojos para no ver las que le amenazaban
en
vadir
su propio
el rio de
suelo,
la Plata,
preparó
contra
una nueva,
cuya república
para reforzar
era grande
á Morillola (5ani
iu-

madversion, por haber invadido sus tropas el reino de Chile. Y como


hubiese acometido á Cádiz la liebre amarilla en el otoño del año de
4819, pusiéronse las tropas en varios acantonamientos de la pro
vincia, á donde por fortuna no llegara el contagio. Desde el año
mencionado, varios síntomas revolucionarios hicieron conocer
en aquellas tropas una gran repugnancia á hacer el servicio á
que estaban destinadas , y poco faltó para que se consumase su
completa insurreccion. Contenidos por el pronto renacieron mas
tarde y últimamente el 4o de enero de este año se dió en el acan
tonamiento de Cabezas el grito de la revuelta proclamando la cons
titucion de \ 8 1 2. Fueron sus jefes el coronel Don Antonio Quiroga ,
el comandante de batallon Don Rafael del Riego y otros oficiales de
igual ó mayor graduacion. Por director de aquel movimiento se eli
gió al primero , y el segundo con una pequeña columna fué desti
nado á recorrer los otros cuarteles y á generalizar la insurreccion
en todo el ejército. Despues de haber andado vagando sin plan fijo
por algunos pueblos en donde no halló ni oposicion ni simpatía, la
fuerza de Riego se dispersó el .1 4 de marzo sin haber hecho cosa de
provecho. Bien pudieron haberle destruido las tropas del gobierno,
pero tan poco enérgicas éstas como el rei Fernando le dejaron cor
reteará su antojo, hasta que la fatiga y la desercion disiparon su
columna. La España que hacia poco mostrara tanto fuego y tan su
blime valor por defender su independencia, no se movió absoluta
mente para conquistar su libertad , y una cuestion que debió ser
puramente popular, quedó reducida a querella entre el gobierno
absoluto y algunos súbditos rebeldes. Estos, sin embargo, no se des
animaron, y el 2.1 de febrero una parte de las tropas de la Coruña
proclamó la constitucion y arrestó al capitan general, al gobernador
y á otros jefes. El Ferrol y Vigo siguieron este movimiento : algu
nos pueblos en Aragon , Astúrias y Barcelona hicieron otro tanto, y
el gobierno tan cobarde ahora, como cruel habia sido ántes, quiso
transigir con la revolucion prometiendo reunir las cortes de la mo
narquía segun la forma antigua. Mas ¿ no habia prometido lo mismo
el rei Fernando en 4 de mayo de 1814, sin acordarse de cumplirlo
despues que se vió tranquilo poseedor de la corona defendida
por los pueblos? Era pues tarde para engañar con falazes pro
mesas.
Por fin el general Mina entró en Navarra el 25 de febrero, reunió
alguna gente, proclamó con 20 hombres la constitucion en Santisté-
ban , y Pamplona le abrió sus puertas el \ I de marzo. Para en
tónces, y animados con el pronunciamiento de algunas Iropas que
estaban en Ocaña , habian logrado los conspiradores de la corte
que el rei jurara la constitucion el 9 de marzo. Esta fué la revolu
cion política de España, reconocida poco despues con una que otra
escepcion, por la diplomacia europea. Las coi tes se reunieron á
principios de julio y sus primeros pasos tuvieron por objeto resta
blecer el dominio de España en América por medio de una amnistía
á favor de los disidentes.
Morillo recibió á Unes de marzo las primeras noticias de estos
movimientos y en .1.1 de abril una órden para restablecer la paz en
Venezuela y la Nueva Granada por medio de una reconciliacion
—n—
fraternal. Sea lo que fuere del gusto que tuviese el pacificador de
ver restablecido en su patria el gobierno liberal, lo que hai de cierto
es que de dia en dia diferia reconocerlo y proclamarlo en Venezuela,
y que si lo hizo al fin fué forzado por las circunstancias. Efectiva
mente el 29 de mayo pidió el ayuntamiento de Carácas al brigadier
Don Ramon Correa, encargado de la capitanía general, que se pu
blicase y jurase la constitucion del mismo modo que se habia he
cho en Cuba y Puerto-Rico, y como aquel escelente sugetose prestase
á ello de buena voluntad y lo avisase á Morillo, acudió este de Va
lencia y el 7 de junio proclamó solemnemente el código político de
la monarquía española.
El gobierno de la Península, ignorante quizá del verdadero espí
ritu de la revolucion de América, juzgó que la concesion de institu
ciones liberales seria suficiente incentivo para hacerla volver á la
obediencia, uniendo á esta dádiva una oferta á los jefes republicanos
de conservar su poder en las provincias con dependencia del go
bierno general de la metrópoli. Instruido de este plan, se dirigió
Morillo oficialmente á los caudillos patriotas, proponiéndoles desde
luego una suspension de hostilidades miéntras sus comisionados
esplorabau la voluntad del congreso y la de Bolívar. Contestaron.
los primeros que sus operaciones dependian del gobierno , y algu
nos se propasaron á hacer al general Morillo acriminaciones tan
extemporáneas como odioos. El congreso cuyas sesiones se habian
suspendido desde enero, fué convocado estraordinariameutc para
considerar el oficio cu que Morillo le anunciaba el envío de sus
comisionados Don Juan Gires y Don José Domingo Duarlo, y el \ I
de julio conlestó por medio de su presidente Peiialver : « Que de
seoso de establecer la paz, oiría con gusto todas las proposiciones
que se hiciesen de parte del gobierno español, siempre que tuviesen
por basa el reconocimiento de la soberanía é independencia de Co
lombia, i) Esta sencilla y grave respuesta cortó de raiz la negocia
cion por aquel lado. Bolívar por su parle, enterado de que hácia su
cuartel general de San Cristóbal se dirigían dos comisionados espa
ñoles, no quiso por esperarlos retardar un viaje que tenia dispuesto
para el Magdalena , y dió poder para contestar rn su nombre á
Pedro Briceño Méndez y á Urdaneta. Estos rechazaron en 20 de
agosto como inadmisible la propuesta de sometimiento constitu
cional á Espana, y como injuriosa al desinteres y patriotismo de
los próceres de la independencia, la de conservarlos en el mando
II.—BIST. MOD. 2
á trueque de hacer perder á Colombia el rango á que la habian
elevado sus esfuerzos.
La guerra, pues, debia continuar entre la madre patria y la
colonia , porque esta rehusaba someterse ; pero los pasos que dió
Morillo para la reconciliacion fueron seguidos de un importante
resultado, cual fué el de aumentare! partido republicano en Vene
zuela , presentándolo á los ojos de los estranjeros y de los realistas
mismos con una importancia que hasta entónces hiciera esfuerzos
por disimular en lo posible. Desde luego ios términos en que escri
bió el jefe español á los caudillos republicanos fueron comedidos y
urbanos ; á todos ellos, así como al congreso, les dió los títulos que
por sus grados y funciones les correspondian : y no fué pequeño
el interes que mostró por alcanzar de ellos, ántes que todo, la
suspension de las hostilidades. Muchos americanos egoistas y co-
J>ardes á quienes el temor ó la mejor fortuna de los realistas rete
nían en sus filas, vieron entónces claramente la fuerza física y mora'
de aquellos hombres llamados hasta entónces rebeldes, sin union,
sin habilidad y sin poder. Húbolos que comenzaron á vacilar en sus
opiniones al ver posible y casi verosímil el triunfo de una causa
que hasta allí consideraran quimérica. Otros, que acostumbrados
en su profunda ignorancia á reverenciar el despotismo, tenían por
impíos los gobiernos republicanos de América , empezaron á mi
rarlos con ménos ojeriza , desde que en España aparecieron pro
clamados los principios liberales. Y muchos militares espediciona-
rios adictos de corazon á estos principios , cansados de la guerra y
ansiosos por volver á la regenerada patiia. ó se fueron ó siguieron
tibios y descontentos una contienda injusta á todas luzes.
Ello es que desde mayo hasta principios de noviembre la causa
republicana de Venezuela mejoró de fortuna con el aumento de
muchos realistas americanos que se pasaron á sus filas, y que gene
ralmente hablando, los cuerpos francos patriotas adquirieron sobre
los españoles una conocida superioridad. Los de Monágas y Cedeño
en el oriente, y los que obraban contra Moráles en la provincia de
Caráca consiguieron sólidas veniajas. Muchos pueblos proclamaron
la independencia, y algunos famosos guerrilleros abandonaron el
partido español y se pasaron al venezolano con las fuerzas que
mandaban. Arana que hasta entónces recorriera, matando é incen
diando impunemente varias comarcas del oriente , se vió obligado
á retirarse de Onolo hacia Oriluco. Fué tan rápido el progreso de
«jo
la opinion , que ya para fines de octubre habian sacudido el yugo
español casi lodos los pueblos de las provincias de Cumaná y Bar
celona. La capital de esta última fué ocupada por Monágas sin opo
sicion el 22 de aquel mes, y un destacamento de las tropas de
Bermúdez al mando del bizarro coronel Felipe Mazero invadió por
Uchire la provincia de Carácas , se apoderó de las trincheras levan
tadas por los realistas eu la boca de la laguna de Tacarigua, y des
pues de varios reencuentros y alternativas de buena y mala suerte,
se hizo dueño del pais hasta Caucagua. Por el occidente las tropas
de Páez se apoderaron de casi toda la provincia de Barínas.
Vuelto Bolívar de su viaje al Magdalena, escribió á Morillo desde
San Cristóbal eu 21 de setiembre, diciéndole que no obstante los
perjuicios que se seguirían á las armas republicanas de suspender
las hostilidades , habia resuelto entrar en negociaciones para tratar
del armisticio que le habia propuesto , siempre que se dieran á
Colombia las garantías y seguridades que tenia derecho á exigir ;
con cuyo motivo establecería su cuartel general en la plaza de
San Fernando , punto adecuado para abreviar las comunicaciones
reciprocas. No por esto, sin embargo, debian considerarse sus
pendidas las operaciones, y de hecho el Libertador se puso á la ca
beza de los cuerpos de la Guardia y marchó contra las tropas rea
listas que mandaba el coronel Don Juan Tello en lugar de La Torre,
destinado á Calabozo. El enemigo evacuó á Bailaderas y a Mérida
del 26 al 29 de setiembre y el Libertador hizo su entrada en la
segunda el .1.° de octubre. Libertada aquella provincia, siguió sin
oposicion á la de Trnjillo, cuya capital ocupó el 17, miéntras que
Tello continuaba en retirada hácia el Tocuyo. Esta marcha produjo la
libertad de dos provincias y el sometimiento espontáneo de Réyes
Várgas y Torrellas, guerrilleros realistas que obraban en tierra de
Carera.
Por lo que toca á Morillo, uo bien recibió el oficio del Liberta
dor cuando remitió copia de él á una junta titulada de pacificacion
que habia creado en Carácas, y dió poderes para tratar con Bolívar
al brigadier Don Ramon Correa , á Don Juan Rodríguez de Toro y
á Don Francisco González de Linares ; venezolano el segundo y to
dos tres sugetos honradisimos y de buenos sentimientos. La junta
apresuró la marcha de estos comisionados á Calabozo, donde reci
birían instrucciones del general La Torre, y Morillo hizo poner en
sus manos la contestacion que daba al presidente de Colombia.
— 20 —
Esta contestacion fecha en San Cárlos á 20 de octubre, se reducia
á aceptar la propuesta, á anunciar el envío de sus comisarios, y á
espresar el deseo de que su mision tuviese el éxito dichoso que exi-
gia la salud de unas comarcas por cuya prosperidad se interesaba
vivamente. El jefe español adelantó sus marchas hasta Barquisi-
meto, y Bolívar le escribió diciéndole que una enfermedad del ge
neral Urdaneta , destinado á mandar aquel ejército le habia impe
dido ir á San Fernando, y que como desease abreviar los términos
de la negociacion , proponía directamente las basas del ajuste. Mo
rillo haljó ( y era la verdad ) que ostas basas perjudicaban los inte
reses de la nacion española y salían del circulo de sus facultades ;
pero añadió que sus comisionados habian recibido órden de ir á
reunírselc y que á ellos tocaba discutir y arreglar definitivamente
las condiciones del ajuste , segun sus poderes. Contestando á esta
nota olicial fué cuando Bolívar suplicó al general español en 5 de
noviembre autorizase á sus comisionados para concluir un tratado
« verdaderamente santo, decia. que regularizo la guerra de hor
rores y crímenes que hasta ahora ha inundado á Colombia en
sangre y lágrimas. »
Morillo entre tanto seguía su marcha hácia Carache y el 4 4 de
noviembre estableció su cuartel general en Humucaro-bajo. Allí re
cibió al general Sucre , jefe de estado mayor, y al coronel Ambro
sio Plaza á quienes Bolívar enviaba con el encargo de hacer algunas
esplicaciones verbales á los comisarios realistas ; si mas bien no era
con el de sondear á Morillo, examinar sus fuerzas y dar de las suyas,
hábilmente, una idea ventajosa. Despues de un dia de mansion en el
campo español, los dos enviados regresaron informando que Correa
y sus compañeros no habian llegado, y llevando un oficio en que
Morillo espresaba con calor y buena fe el deseo de llegar á un ajuste
racional.
Mas como entre tanto no se hubiesen suspendido las operaciones,
continuó su camino y llegó á Carache. Un escuadron de caballería
que allí habia, mandado por Mellao y Juan Gómez, se retiró com
batiendo heróicamente contratos húsares de Fernando VII, y entón
ces aconteció nn hecho de armas singular que no influyó poco en
aumentar la buena opinion que ya tenían del ejército colombiano
los jefes españoles. Gómez al ver bajar por la cuesta de Carache el
ejército español , separó de su fuerza y mandó retirar todos los
hombres que por enfermos, estropeados ó mal montados eran in
_ 21 —
capazos de pelear, y retuvo solo 50 gincles regidos por Mellao con
los cuales se adelantó á reconocer la fuerza de Morillo ántes que
tajase al pueblo. Destacóse contra él una compañía de húsares que
no pudiendo intimidarle, fué reforzada sucesivamenle con oiras,
hasta que Morillo tumando a empeño destruirle, se puso él mismo
ála cabeza de todo el regimiento. Mellao y Gómez replegaron por
la vega del rio, que es angosta de uno y otro lado ; con lo que se
guros de que no podian ser cortados, volvian caras con frecuencia,
alanzeaban algunos ginetes enemigos y continuaban gallardamente
su repliegue. Tres leguas anduvieron de este modo, has'a que lle
gados al pié de ln cuesta llamada del Higuerote, donde concluyen
las vegas del Carache , cansados los españoles de perseguirlos inú
tilmente les dejaron seguir en paz hasta Trujillo. Y sucedió que uno
delos ginetes republicanos, muerto su caballo, quedó abandonado, á
pié y con sola su lnuza en medio de los enemigos. Intimáronle que
se rindiese ; mas no lo hizo, ántes bien mató á dos de ellos, y rota
el hasta iba a perecer cuando Morillo gritó que le salvaran. Cubierto
gunos
el cuerpo
diasdedespues
heridas se
le entablaron
llevaron al hospital
las negociaciones
de Carache,
de y armisticio,
cuando af-

el valiente Morillo le envió sin canjeal cuartel general del Liberta


dor despues de haberle dado una suma de dinero. El general liolívar
correspondió á aquel Gno rasgo de galantería española devolviendo
á su generoso enemigo ocho soldados del regimiento de Barbastro.
El ejército Libertador tomó posiciones en Sabana-larga, distante
de Trujillo tres leguas á retaguardia, dejando un cuerpo fuerte de
infantería y caballería avanzado en el sitio de Mocoy al pié del re
cuesto de Santa Ana. Trujillo fué evacuada , Morillo lijó su cuartel
general en Carache y las hostilidades quedaron suspendidas. Los
comisionados españoles llegaron á su campo eM9 de noviembre,
y el 21 empezaron los tratos en la capital de la provincia con los
tres comisarios de Bolívar, que lo fueron el general Antonio José
de Sucre , el coronel Pedro Briceño Mendez y el teniente coronel
José Gabriel Pérez. Los enviados realistas fueron acogidos en Tru
jillo con demostraciones de urbanidad y confianza sin ejemplo en
todo el curso de la guerra. Su carácter personal lo merecia por una
parte, y por otra era grande en todos el deseo de llegar á un aveni
miento amistoso, que cuando no corlase, suspendiese por lo ménos
una contienda que parecia deber consumir enteramente aquellas
comarcas desgraciadas. Mas á pesar de esto las primeras negociacio
— 22 —
nes fueron tan desgraciadas, que los comisionados realistas habieron
de notificar su despedida caso que los republicanos insistiesen en
sus pretensiones. Volvióse con esto á nuevos escritos, á nuevas con
ferencias largas y penosas en que á pesar de la oposicion de los
intereses reinó siempre de una y otra parte la urbanidad y la de
cencia ; y por fin á las •) 0 de la noche del dia 25 de noviembre se
firmó un armisticio que debia durar seis meses prorogables por el
tiempo que se creyese necesario, siempre que expirado el término
prescrito , no se hubiesen concluido las negociaciones que debian
entablarse para ajustar la paz. Designarónse en él las posiciones que
debian ocupar las tropas dependientes de uno y otro ejército ; se
convino en enviar y recibir comisionados para tratar de la paz y se
prometió celebrar un tratado que regularizase la guerra segun lo
demandaban la humanidad, el derecho de gentes y la práctica de las
naciones civilizadas. Este se formó en efecto el 26, y ambos fueron
ratificados oportunamente por uno y otro jefe.
Concluidos los tratos, el general Morillo manifestó á sus comisio
nados que deseaba ardientemente tener una entrevista con Bolívar,
á lo cual contestó este poniéndose en marcha para el pueblo de San
ta Ana, seguido solo de algunos jefes y de sus ayudantes de campo.
Morillo se dirigió al mismo lugar el 27 de noviembre, destinó cua
tro oficiales de alta graduacion al encuentro del Libertador y él
mismo con toda su comitiva salió hasta la entrada del pueblo á re
cibirle. Al acercarse echaron prontamente pié á tierra, y con grande
afeelo y viveza se abrazaron. El general La Torre hizo lo mismo;
y despues dándose el brazo, siguieron á la poblacion, donde Morillo
tenia prevenido un banquete militar, sencillo y delicado.
En este convite, luego en la noche, en la mañana siguiente y
hasta que se despidieron para no volverse á ver jamas, fueron aque
llos dos hombres inseparables uno de otro. Bolívar sentía una satis
faccion vivísima en ver y oír aquel franco y vallente soldado, bron-i.
co es verdad, pero ingenuo y afectuoso, que encantado de su re
conciliacion y viendo en ella un medio de volver á España, deliraba
de gozo y bendecia la mano que lo abria las puertas de su hogar y
de su patria. Morilto ademas cedia sin sentirlo ó sin querer evitarlo
á la i n U ttenéis de aquel dichoso americano, dotado por el cielo con
las virtudes del guerrero, la capazidad del estadista y las gracias
amables de discreto cortesano. Por su parte el Libertador se go
zaba al ver borrada por su propia mano la sangrienta página que
— 25 —
en Tmjillo escribió el mismo el año aciago de .1845 : se gozaba
tambien en el recuerdo de aquel tiempo crudo y glorioso, origen de
la dicha presente y de otra mayor que concedería sin duda el cielo
á sus esfuerzos. Grandes eran, pues, en uno y otro caudillo los mo
tivos de contento y de esperanzas; así fueron estremas las recipro
cas pruebas que se dieron de cariño, de sensibilidad y de franque
za. Morillo, cuyo corazon estaba mas interesado que ninguno en
las consecuencias de aquel gran suceso, y que sentia tambien eon
mas viveza las dulces emociones que produjo, quiso que se levan
tara un monumento para perpetuar la memoria de tan fausto dia.
Él y Bolívar pusieron la piedra fundamental en el lugar donde por
la primera vez se vieron y abrazaron ; sobre ella se abrazaron de
nuevo ellos y los oliciales patriotas y realistas, y sobre ella finalmente
en la alborada del 28 de noviembre se estrecharon repetidas vezes,
victorearon á Colombia y á la madre España y se despidieron,
reiterando el juramento de una eterna amistad.
Tal fué la famosa negociacion del armisticio, reprobada por casi
todos los jefes que obraban a largas distancias del campo de Bolí
var; mal vista en Guayana y fecunda sin embargo en grandes re
sultados. El Libertador habia para entónces estendido considera
blemente el teatro de sus operaciones, y para asegurar la libertad
de la Nueva Granada, destinado fuerzas á Popayan y al Magdalena.
La estacion del invierno no permitía ningun movimiento de impor
tancia á las tropas que obraban en las llanuras; las fuerzas de
oriente, pocas y desparramadas en un grande territorio, no pndkm
adelantar gran cosa. Demas de eso Bolívar se hallaba apénas con
las municiones suficientes para dar una batalla, porque los repues
tos no habian podido pasar de Guasdualilo á causa de la falta de
trasportes y las inundaciones de San Camilo. Por otra parle no ha
bía
llo hasta
un cuerpo
Bogotá,dey tropas
una derrota
intermedio
en semejantes
en que apoyarse
circunstancias
desde Truji-
le ha

bría hecho perder infaliblemente, así en territorio como en opinion,


todo el fruto de las ventajas anteriores. Esperar pues tranquila
mente á que el tiempo pusiera en actividad las diferentes divisiones
del ejército, adquirir pertrechos, reunir caballerías y combinar
mejor y con mas espacio las operaciones, fué lo que se propaso
conseguir y consiguió en efecto con el armisticio. Y fuera de estas
razones militares, habia otras políticas de mucho peso que á ello
mayormente le determinaron. Conocia que los pueblos, cansados
de la guerra, le agradecerían el haberla suspendido ; y que tratando
con los españoles de igual á igual, les haría ver que sus huestes no
eran catervas de bandidos, sino hombres que valían por lo ménos
lanto como sus adversarios. Luego el roze y comunicacion que du
rante la tregua iba á establecerse entre unos y otros, le atraería la
confianza de los hijos del pais, con tanta ventaja suya como perjui
cio de sus enemigos. Estos en efecto perdieron desde entónces toda
su fuerza moral ; los pueblos vieron regularidad, ejércitos y gobier
no allí donde los realistas decian que no habia sino desórden,
guerrillas mal armadas y anarquía ; el edificio de patrañas y men
tiras levantado con tanta pena por el impudente gazeiero de Carácas,
vinó á tierra en un momento ; la jóven república, radiante de glo
rias militares, ufana de sus héroes, llena de vida y esperanzas apa
reció colosal al lado de la caduca monarquía ; y Bolívar triunfó en
las negociaciones, como habia triunfado en la campaña; y los hom
bres mas opuestos á sus planes vieron despues con asombro brotar
nuevas raizes al pié de aquella planta, que naciera, creciera y pros
perara bajo su mano generosa.
Ya hemos estucado la situacion en que se hallaban al tiempo del
armisticio lo; diversos cuerpos de tropas que obraban en el terri
torio de Venezuela. Esa misma conservaron eu virtud de aquel tra
tado. Hácia el sur de la Nueva Granada Valdes no se habia adelan
tado mas allá de las posiciones en que le dejamos hace poco; mas
por
nio republicano
el lado del Magdalena
con adquisiciones
el armisticio
importantes.
halló aumentado el domi- .

Montilla , como todos los demas jefes republicanos , habia con


testado á la propuesta de suspender las hostilidades diciendo que
no estaba autorizado par ello ; y ya se preparaba á estrechar mas de
cerca á Cartagena, cuando el 22 de agosto llegó el Libertador á
Soledad , punto desde el cual dirigía como centro de operaciones,
los movimientos militares. Revistadas las tropas , almacenes y hos
pitales, quiso el presidente hacer por sí mismo una intimacinn á
Cartagena , y con ese objeto se encamino á Turbaco donde man
daba el coronel Ayala, y el dia 28 escribió al gobernador Don Ga
briel Tórres proponiéndole una capitulacion honrosa. Con la pér
dida de las espe'liciones dirigidas sobre el rio Magdalena y la de
todas las fuerzas sutiles, habia quedado la plaza en un estado las
timoso de miseria y confusion ; mas con todo eso su gobernador dió
una respuesta harto desabrida á la propuesta de Bolívar. Y de aquí
— 25 —
vino que irritado este con la altanería del español le dirigió un ofi
cio aun mas violento y descomedido en que á él, yá los realistas
todos, y á su nacion tildaba á un tiempo. Despues de lo cual par
tió (50 de agosto) de regreso para Cundinamarca. Mas el jefe es
panol, picado hasta lo sumo, esciló por medio de una furiosa pro
clama el brio de la guarnicion y dispuso una salida general de su
tropa con el objeto de sorprender al Libertador ó ver si por lo mé
nos lograba alguna ventaja sobre las tropas sil adoras. Efectiva
mente el I .° de setiembre á las cinco de la mañana desembarcaron
en la hacienda de Cospique , sorprendieron un destacamento de
caballería que estaba allí situado, lucieron prisionera una guerrilla
que cubría un pnnto intermedio hácia Turbaco, y á las ocho rom
pieron el fuego sobre las avanzadas del campamento cargando
bruscamente y con acierto los cuarteles, guardias y piezas de arti
llería , de tal modo , que en mui poco tiempo se hicieron dueños
del pueblo , con pérdida de muchos patriotas y dispersion de los
que no quedaron muertos. Por fortuna la caballería del capitan
Diego Jugo queforraj eaba á alguna distancia, acudió, apenas oyó
el fuego , al punto atacado, y si no pudo llegar á tiempo para im
pedir los males sucedidos, logró por lo ménos sustraer buen nú
mero de personas á la fcrozidad de la desenfrenada soldadesca.
Huyó esta en efecto á la caiga de Jugo, refugiándose al bosque y
seguidamente se reembarcó en el mismo Cospique con algunos ofi
ciales y soldados de ménos entre muertos y heridos.
El coronel español Balbuena que dirigió este ataque á la cabeza
del regimiento de Leon, hizo degollar á los rendidos, á los enfermos
del hospital , á dos venerables sacerdotes y a un gran número de
mujeres y niños que en medio del tumulto habian buscado refu
gio en el templo. Mandó quemar despues el pueblo ; mas los ginetes
de Jugo consiguieron apagar el fuego y lo salvaron del esterminio.
Ayala hizo grandes esfuerzos para reunir los dispersos en Arjona ,
pueblo distante tres leguas de Turbaco y allí permaneció hasta el 8
que llegado Montilla restableció el sitio de la plaza.
Miéntras esto pasaba, el gobernador de Santa Marta intentó sor
prender á Carreito en el Peñon con todas sus fuerzas disponibles al
mando del brigadier Sánchez Lima. El jefe republicano signiendo
sus instrucciones evitó un combate desventajoso, pasando el Magda
lena y situándose en el valle de Soledad ; mas para el 20 de oc
tubre habia ya repasado el rio y ocupado Guaimaro. El 21 se
— 26 —
movió sobre la Ciénaga de Santa Marta-á tiempo que Padilla se ha
llaba con su escuadrilla en Ciénaga Grande. Los realistas lo dis
putaron inútilmente el paso en Cotinc con una columna de infan
tería que se retiró al pueblo de la Fundacion y se reunió al cuerpo
principal ; cuyo movimiento tenia por objeto que la division liber
tadora se empeñase sobre la Ciénaga para combatirla de frente en
Rio Frio el teniente coronel Don Francisco Labarcés, á tiempo que
Sánchez Lima la atacase por retarguardia con las fuerzas de su
mando.
Carreño burló este plan fingiendo que caía en la red tendida por
sus enemigos : así que, cuando estos le esperaban de frente, eje-
cntó su movimiento por el flanco derecho , cargó sobre las fuerzas
que defendian el paso del río y destrozó completamente en el Codo
á Sánchez Lima, que de resultas huyó despavorido á Maracaibo con
algunos oficiales. Sin perder momento siguió luego Carreño su mar
cha en derechura y atacó la' posicion que defendia Labarcés en Rio-
Frio. Dispersóle, y ya libre de aquellos dos cuerpos enemigos, fijó
el dia del ataque contra las baterías de la Ciénaga, previniendo á
Padilla que eN0 de noviembre por la mañana abordase en la es
tacada de pueblo viejo la escuadrilla enemiga , avisando de ello á
Brion para que obrase en consecuencia. Efectivamente el 10 ataca
ron casi á un tiempo á los realistas Carreño y Padilla: El prí-
Ttiero tomó á la bayoneta las diferentes baterías que defendian el
pueblo interior de la Ciénaga, y aunque cori alguna pérdida se apo
deró de los cañones que la coronaban. Y es de notar que los indi
genas adictos á la causa real pelearon en aquella ocasion con un
valor, mas bien diremos con un fanatismo imponderable; siendo
tal su encarnizamiento en mantener el combate, que ántes de dis
persarlos, hubo de hacer en ellos la caballería una mortandad
horrorosa. Despues de lo cual el coronel Carreño sin malgastar el
tiempo persiguió á los fugitivos y tomó posesion de la batería de
San Pedro sobre el mar. Por lo que hace á Padilla, encontró las
fuerzas sutiles enemigas en la entrada do Pueblo-viejo y allí las
atacó y venció completamente. Acto continuo y segun las órdenes
que tenia desembarcó la columna de infantes que al mando del coro
nel Maza iba á su bordo, y este jefe reunido á Carrono un San Pedro
fue destinado á tomar las baterías del Dulcino y Caira , á tiempo
que Padilla salía por la barra á reunirse con el almirante que
bloqueaba la ciudad.
— 27 —
Sabedor el general español Porras de la pérdida dé la Ciénaga y
de la posterior del Dulcino, envió á Carreño una comision compues
ta de vecinos respetables de la ciudad ofreciendo entregarla al día
siguiente con tal que se suspendiesen las hostilidades para evitar
sufrimientos y perjuicios á los habitantes. A ello accedió gustoso
Carreño haciendo alto y pernoctando en Caira ; pero Pórras que
por la cuenta, tenia los mismos principios que en otro tiempo ma
nifestaran Fierro, Quero y Antoñánzas, no se curó de cumplir su
palabra y fugó la misma noche en una goleta con direccion á Pa
namá , de cuya plaza habia sido nombrado comandante general.
Sabedor de lo cual el almirante, hitó desembarcar una columna
de infantería de marina y tomó posesion de la plaza, tremolando
el dia I \ de noviembre en sus puntos fortificados el pabellon trico
lor. Carreño entró luego, y los vecinos entregados á discrecion por
la mala fe de Pórras, imploraron su clemencia. Crande fué la que
en ellos usó el vencedor así en los bienes como en las personas,
precaviendo á unos y otras de los escesos á que con frecuencia se
entregan las tropas en semejantes circunstancias. Con cuyofmotivo
observaremos que la humanidad manifestada por Carreño en los
combates de aquella corta y útil campaña, le han valido los únicos
elogios, que haya dado jamas á la piedad republicana la pluma par
cial y atrabiliaria de Torrente.
Montilla luego que supo la ocupacion de Santa Marta, se fué á
ella con el iiu de disponer la libertad del Hacha, en donde se habian
refugiado los dispersos de Labarcés y Sánchez Lima. El enemigo
despavorido no pensó en defenderse, y huyendo precipitadamente
hácia Maracaibo por la Goagira y las montañas del Socuy, abando
nó á los patriotas, no solo la comarca entera del Hacha, sino la del
valle de Upar. De aquella nombró por gobernador al teniente
coronel José Sardá , y á Carreño de la provincia de Santa Marta.
Y como por aquel lado se hubiese concluido felizmente la guerra,
dirigió sus movimientos contra Cartagena, ya que con motivo
de los recientes triunfos habia logrado aumentar sus fuerzas su
tiles y podia disponer de un mayor número de tropas. Varios con
tratiempos habian disminuido el de los buques mayores de la es
cuadra, en términos de quedar esta en la incapazidad de medirse
con la enemiga, dado que esta fuese ausiliada con bajeles de la
Habana. Era, pues, necesario aumentar la escuadrilla é introdu
cirla en el puerto Bahía á toda costa ; y esto procuró hacer Monti
— 28 —
lia dando el mando de ella al intrépido Padilla y ordenándole en
trar á favor de la creciente del Magdalena por el dique de Barrán
cas basta la villa de Mahates, y allí esperar la ocasion de obrar ac
tivamente. El coronel Laia, ya restablecido de sus dolencias, fué
destinado con una columna de tropas regidas por Maza á ocupar
las llanuras del Corosal y el territorio situado á sotavento de Cár
tagena, de donde sacaban algunos víveres los realistas encerrados en
la plaza. Varios cuerpos de todas armas asentaron su campo en
Turbaco, y la ciudad fué circunvalada por una línea de guerrillas
formadas de hijos del pais. En este estado y ya para salir de Santa
Marta en direccion á Turbaco, recibió el coronel Montilla la notifi
cacion del armisticio, y vencidos con su aproximacion á Cartagena
algunos tropiezos que para darle cumplimiento se tocaron en aque
lla plaza, quedaron en comunicacion y trato sitiadores y sitiados.
Estos fueron los sucesos del año de \ 820, favorables todos á la
causa de la república y precursores de otros aun mas brillantes
que completaron y afirmaron su triunfo. La parte que en ellos debe
atribuirse al acierto de Bolívar, es fácil deslindarla segun lo que
hemos dicho. Si no tanta, por los ménos una muí considerable ha
de darse con justicia en las adquisiciones del Sur y el Magdalena,
á la conducta administrativa de Santander y sus ministros y á la
Luena voluntad del pueblo granadino. En medio de los grandes
sacrificios que hacian para mantener la guerra las provincias de
Chocó, Antioquia, Popayan y Mariquita, se les exigieron 5. 500 es
clavos que dejarían de serlo cuando hubiesen servido tres años en
los ejércitos de la república, conforme á un decreto del Libertador
que dejaba á salvo, sin embargo, el derecho de los propietarios.
La provincia de Antioquia se desprendió graciosamente del contin
gente que le correspondia, las de Mariquita y Neiba dieron ocho
cientos soldados para el ejército de Cúcuta. Aquella comarca y la
de Bogotá remitieron allí un número considerable de acémilas, la
mayor parte donadas voluntariamente. Obra de cuatro mil reclutas
granadinos habian seguido en partidas para Venezuela hácia la mi
tad del ano. De las cajas de la capital salieron en todo él para los
gastos del ejército 552.296 pesos, y de su maestranza, talleres y fá
bricas porcion considerable de vestnarios, pólvora y armas. Para
comprar tres mil fusiles y otros artículos de guerra, se destinó en
enero á Chile con dinero de la Nueva Granada al teniente coronel
José Antonio Muñoz, el cual regresó en efecto á fines del. año , lie
— 29 —
vando cuanto se le habia encargado y ademas dos fragatas, una
corbeta y un bergantin de guerra para cubrir las costas del sur y
facilitar las operaciones sobre Panamá y Guayaquil.
Por lo que toca á Morillo cuyos errores contribuyeron tanto á
estos medros de la independencia americana, cansarlo de luchar en
vano contra ella y anhelando cada dia mas por reunirse á su fami
lia, habia pedido al rei licencia para retirarse á España. Negáron-
sela al principio ; pero al fin la obtuvo á poder de súplicas é ins
tancias, y el 17 de diciembre dió ta vela para Cádiz donde se baila
ba su familia. Las primeras autoridades y corporaciones de Cnrácas,
la Guaira , Petare y San Antonio le rogaron que suspendiera su
marcha para hacer frente á Bolívar en la campaña que ibaá abrir
se. Morillo que habia recibido el permiso de ausentarse en los pri-
merosdias de noviembre, se detuvo en efecto hasta concluir la ne
gociacion del armisticio, la cual le facilitaba un medio decoroso de
dejarla tierra y el ejército. Así, apénas terminada, volvió á Carácas,
entregó el mando á La Torre en 14 de diciembre y se alejó para
siempre de América con ménos gloria y mas dinero del que á ella
habia llevado. En cuanto al juicio de su conducta militar y política
en aquella comarca, hable por nosotros una lengua española hábil,
iinparcml y discreta.
« No entra de ninguna manera en in i plan el tejer la historia de
las campañas del general Morillo en América ; el resultado de ellas
dice mas de lo que yo pudiera escribir, sin que esto ceda en menos
cabo del valor de Morillo y de sus tropas. Pero no me parece aven
turado el decir yo que en una guerra que debia hacerse mas con
política que con armas, precisamente lo que faltó fué la política. Con
una indiscreta persecucion se agrió á Bolívar, que en Jamaica,
Santo Domingo y Curazao encontró los recursos que necesitaba para
vengarse, y cuya llegada á Costa-Firme habría podido impedir el
navio si no se hubiese quemado ; con preferencias á las tropas es-
pedicionarias se descontentó á las del pais, que habituadas ya al
oficio de la guerra, se pasaron á Bolívar, y se enajenaron los ánimos
de los jefes que ántes las habian mandado : con indisciplinas y or
gullo de confiada dominacion , y con vejaciones , se oprimió aun á
los españoles europeos establecidos de largo tiempo en aquellas
provincias, y que mayores sacrificios hicieran por la union de ellas
con la metrópoli. Me consta que muchas representaciones suyas en
el sentido que espreso, y á las que yo me remito, deben hallarse
—• 50 »•»
en el gobierno espaüol desde '1 8 1 7 y 1 8 1 8. Como quiera , despues
de cinco años y medio de guerra, el armisticio de Trujillo por seis
meses ( que solo duró algunos dias ), y la conferencia üe Santa Ana
de 25 y 27 de noviembre de 1 820, manifestaron bien á las claras,
por entre los brindis y festejos con que la última fué celebrada ,
que babia á la sazon en Costa-Firme lo que no existia cuando Mo
rillo llegó, á saber, jefes y ejércitos enemigos que se trataban y res
petaban de igual á igual. Obró pues mui cautamente Morillo en
instar por ser relevado de un mando que ya era mucho mas com
prometido que cuando lo recibió, y en procurarse así una retirada
prudente, que echando sobre otro la vergüenza de evacuar el pais,
le asegurase a él en todo caso , sobre el grado de teniente general
habido ántes de salir de Cádiz, el condado de Cartagena , aunque
abandonase á Cartagena, y la gran cruz de Isabel la Católica, aun
que amenazase próximo el tiempo en que por la batalla de Carabo-
bo, solo la memoria de esta ínclita reina era lo que con aprecio ó
con encono habria quizas de conservarse en aquellas regiones (1{. »

ANO DE 1S551.

A principios de este ano , abundante en sucesos adversos para


los realistas y decisivos en bien de sus contrarios , se hallaba el
ejército español reducido ya á 44.000 hombres acantonados en
Calabozo, Barquisimelo, Tocuyo, San Carlos y Carácas, y en los
puertos de Cumaná, Maracaibo, Puerto-Cabello y la Guaira.
A pesar de la cordialidad con que se habia celebrado la suspen
sion de las hostilidades, y de las demostraciones de reciproco afecto
que á porfía se dieron los jefes de uno y otro partido , mui pronto
se anubló toda perspectiva de concordia y de tranquilidad. Así que,
uo habian concluido aun los dias de enero ni marchado á España los
agentes republicanos encargados de negociar la paz , y ya se habian
perdido en Venezuela las esperanzas de una franca y estable recon
ciliacion. El primer suceso que preparó la continuacion de la guerra
fué el pronunciamiento que en 28 de enero hizo la ciudad de Ma
racaibo en favor de la independencia, y la ocupacion de la plaza
por tropas de Urdaneta con violacion del armisticio.
Maracaibo en 4840 era la capital del gobierno de una provin.
cía compuesta de los distritos del mismo nombre, del de Trujillo,
Mérida y la Grita, y la única de Venezuela que entónces aspirase á
competir con Carácas, así por el progreso que ya babia adquirido
su comercio, como por la mayor cultura y riqueza de que gozaba en
aquel tiempo. Desde la revolucion de Cual y España se manifestó
enemiga de novedades políticas ; y tanto mas, cuanto que recor
dando su antigua dependencia del vireinnto granadino y estiman
do las relaciones que con él babia conservado , se notaba en su
opinion un secreto deseo de separarse del gobierno de Carácas.
Fuerte era esta adhesion y la robustecia su comercio, entónces muí
activo y rico con los valles de Cúcuta, por cuyo medio internaba en
la Nueva Granada mercaderías ultramarinas y retornaba frutos de
la provincia de Pamplona y gruesas partidas de oro desde Antiqonia
y Popayan.
Las primeras tentativas hechas en Carácas para establecer jun
tas gubernativas, aumentaron su ojeriza contra aquella capital y la
mala voluntad con que veia su union, por temor á los males que de
luego á luego llevaría consigo la revuelta y la interrupcion de sus
relaciones mercantiles con la tierra granadina. Tan fuerte y general
era este sentimiento, que cuando proclamó Curácas un gobierno pa
trio eH9 de abril, los comisionados que destinó á Maracaibo fue
ron detenidos ántes de llegar á la ciudad, presos despues en el
castillo de San Cárlos y remitidos finalmente á Puerto-Rico para ser
juzgados como conspiradores. Esta insigne tropelía no debe atri
buirse á Miyares solamente, pues á ejecutarla contribuyeron de
consuno el clero, el cabildo , los comerciantes, los empleados, el
pueblo en fin.
Porque efectivamente el interes mercantil en unos, en olros el
deseo de ascensos, en todos el hábito de la sumision y reverencia á
España, y la bienandanza general de que el pais gozaba , habian
formado una opinion general y decidida contra las recientes nove
dades. Así , declarado Maracaibo enemigo de ellas , quedó inde
pendiente en todos los ramos de administracion civil, militar y judi
cial. Su gobernador empezó desde entónces a ejercer un poder
igual al de los capitanes generales, y la vecindad se dió á creer
que iba á lograr la primacia sobre todas las de Venezuela.
No faltaron empero hombres ilustrados y magnánimos que com
prendiendo el verdadero sentido de la revolucion y juzgando nece
sario y útil su triunfo, tuvieron la noble franqueza de oponer á
aquel frío egoísmo popular los principios generosos de la libertad,
—-52 —
y que defendieran con franqueza y energía los derechos del pueblo
americano. Así como los patriotas de Carácas, decian que las colo
nias estaban en el caso de establecer juntas populares para regirse
en la ausencia del rei, del mismo modo que lo hiciera España ; y
ciertos de que ásemejante resultado no podia llegarse sin emplear
la fuerza, se animaron á hacer una revolucion á mano armada. El
corifeo principal de esta revuelta era Domingo B. Briceño, her
mano del famoso Antonio Nicolas, no ménos fogoso y arrojado que
este, pero mas sagaz, mas ilustrado y cuerdo. Otro era el Dr. Don
Luis Ignacio Mendoza, canónigo de Mérida, varon de gran virtud y
ciencia, mui querido y respetado en el pais. Y á estos ausiliaban
con sus riquezas , ó su influjo, ó su valor, Francisco Yepez que ya
hemos visto morir gloriosamente en el campo de batalla, José An
tonio Almarza, los hermanos Luis y Lucas Baralt y pocos mas, entre
los cuales habia algunos sacerdotes.
La primera tentativa de estos patriotas se frustró enteramente;
pues delatado el plan por uno de los comprometidos, solo sirvió
para afirmar todavía mas la autoridad española en el pais. Millares
reunió el pueblo y el cabildo, y estos de acuerdo decidieron jurar
obediencia á Fernando Vil, no establecer junta alguna ni adherirse
á otra de América, obedecer al gobierno constituido en la Penín
sula, autorizar al gobernador para ejercer toda la autoridad pública
y perseguir como reos de lesa-Manestad á los insurgentes. Estos
como era natural fueron mandados prender; pero Briceño y otros
se fugaron. Algunos hubo que á fuerza de empeños lograron sofocar
la persecucion , y contra ninguno se empleó rigor estremo ; el
tiempo de las matanzas no babia llegado todavía, y ademas de eso
Millares y el comandante de las armas Don Ramon Correa eran
hombres de escelente corazon.
Otra revolucion proyectada en febrero de .1812 fué descubierta
por un clérigo é inmediatamente sofocada por el gobernador Don
Luis de Pórras, con tanta mas facilidad, cuanto que los sucesos de
aquel año aciago presagiaban la completa ruina de la república. Los
patriotas maracaiberos, pocos en número, vigilados de cerca por el
gobierno , y sin comunicacion con los del resto de Venezuela, ce
dieron á la fuerza y callaron, esperanzando en mejor porvenir. Solo
Yépez y Briceño salieron del pais y tomaron mas ó ménos parle ac
tiva en la contienda : el primero pagó noblemente su deuda á la
patria ea al campo de honor : el segundo oeupado en comisiones se
— 33 —
cretas de la junta de Carácas cayó en poder de los realistas y estu
vo preso hasta \SÍS. Absuelto, empero, de culpa y cargo permi-
tiósele vivir en Maracaibo donde tenia su familia y allí , en acecho
siempre de una coyuntura favorable para insurgir la comarca , lo
gró su objeto en el enero de este año. Hé aquí de qué manera.
Despues del armisticio quedó Urdaneta en la provincia de Tru-
gillo con cuatro escuadrones y el batallon de Tiradores, al mando
este del teniente coronel José Rafael tleras , bizarrísimo oficia)
natural de la Habana que habia servido en España en tiempo de la
invasion de Bonaparte. Ademas de esta fuerzo puso el Libertador á
las órdenes de Urdaneta todas las que se hallaban acantonadas en
la línea que se estiende desde Harinas hasta el lago de Maracaibo ;
le confló el encargo de velar en la ejecucion del armisticio , y aun
añaden que poco despues le escribió para indicarle la necesidad de
promover una revolucion en Maracaibo. Y sea por esto, sea, como
líos inclinamos á creerlo, por un deseo espontáneo de libertar de es
pañoles á su pais natal, Urdaneta se puso en comunicacion con su
compatriota Don Francisco Delgado, gobernador militar de aquella
plaza, y logró que este diese oidos á sus insinuaciones. A fin de llevar
á efecto una revuelta popular en que las armas no tuviesen parle
era preciso desembarazarse artificiosamente de la tropa española
que estaba de guarnicion en la ciudad y ántes de todo hallar dine
ro para preparar la trama y concertar con los patriotas lus medios
de ausiliar por medio de la fuerza el movimiento, dado que fuese
necesario. Y esto sin ocurrir á cartas ó papeles de ninguna especie,
por ser este genero de comunicacion, sobre dilatado, peligroso. Bri-
ceño que ya estaba, como era natural, en el secreto, propuso en
tónces la idea ingeniosa de enviar a Urdaneta un comisionado con
poderes del cabildo para pedir la devolucion de algunos esclavos
que se habian fugado de Maracaibo y entrado al servicio de los
republicanos. A este enviado, que fué él mismo , se unió otro con
poder del gobernador militar, para exigir el cumplimiento del tra
tado de Trujillo, infringido con el acantonamiento de tropas co
lombianas en las márgenes de la laguna. Y este enviado fué el ofi
cial José Maria Delgado, hermano del gobernador. Logrado esto, au
torizados los comisionados con amplias facultades, en una creden
cial dictada por Briceño mismo, todo se allanó pronta y fácilmente,
pues ya se deja ver cuán fácil seria arreglar la revolucion de Mara
caibo entre personas á cual mas interesadas en ella y con recursos
II.— HIST. MOR. 5
— 54 —
suficientes para conseguirte. Urdaneta fué largo en obras y prome
sas, y á mas de ascensos y empleos que concedió de antemano á mu
chos conjurados, entregó 4, 000 pesos fuertes para facilitar la sali
da de las tropas españolas, é hizo marchar el batallon de Tiradores
á Gibraltar con órden de ocupar la plaza de Maracaibo al menor
aviso de Delgado ó de Briceño. Luego con una órden de La Torre
fingida en la ciudad por otro hermano del jefe de las armas, se con
siguió q»e la gua'rnicion española evacuase su recinto y se pusiese
en marcha para Coro; por donde libres de temores los conjurados,
preparado ya todo, y esperando de un momento á otro las tropas
ofrecidas para dar el golpe, proclamaron la independencia el 28 de
enero, catorce dias despues del regreso de los dos enviados.
Mas sucedió que cuando Heras, llamado por Briceño, iba á embar
carse en ausilio de Maracaybo, recibió órden de Urdaneta para re
troceder á Trujillo, con lo cual parecian quedar muí espuestos la
revolucion y sus actores, atento que la guarnicion española se hallaba
aun en los puertos de AMagracia el mismo dia del pronunciamento.
En puridad de verdad, esto no era mas que una treta dispuesta
entre Heras y Urdaneta , para que aquel tomando generosamenle
sobre sí la responsabilidad del acto, se embarcase y dejase libre al
otro y al gobierno de todo cargo por infraccion del armisticio. Y
así fué que el jefe de batallon reunió á los oficiales inmediatamente,
y manifestándoles el peligro que correrían los patriotas de Mara
caibo si no se les ausiliaba en tiempo , declaró su resolucion de ir
á libertarlos. Aprobado el parecer, salieron en efecto ; pero Briceño
que no estaba en el secreto de esta máquina, se sorprendió no poco,
cuando en la mañana del 28, dado ya el grito de la revolucion, re
cibió cartas de Heras en que le participaba lo ocurrido y le añadia
que por falta de suficiente número de buques le seria imposible
llegar á la plaza el dia señalado. Si semejante noticia se divulgaba,
era evidente que los españoles iban á volver á la ciudad, ó que en
ella sus adictos intentaríán una reaccion ; por lo ménos el consi
guiente desmayo de los conjurados podia ser la causa de que aban
donado el campo quedase en contingencia la victoria ya casi conse
guida. En tan penosa situacion el valeroso tribuno ocurrió al medio
de hacer publicar una nueva contraria á laque habia recibido, y un
instante despues las campanas puestas á vuelo, la música militar y
el cañon anunciaron al pueblo que Heras iba luego al punto á ha.i
cer su entrada en la ciudad. Una diputacion del cabildo partió á re
— 35 —
cibirle; los conjurados, los ociosos y los noveleros salieron dando
gritos de alegría por las calles, y las horas se pasaron , y la noche, y
l..i mañana, creyendo unos lo que deseaban, otros lo que temiau;
y todos aguardando en vano. Por fin llegó la tropa hácia la mitad
del dia siguiente.
La Torre representó en vano contra esta violacion del armisticio,
cuyas principales circunstancias, á pesar del cuidado que se puso en
ocultarlas, fueron luego al punto conocidas. Deseando, sin embar
go, mantener aquel tratado que él habia cumplido. con religiosa
exactitud, propuso que las tropas republicanas que habian ocupado
á Maracaibo, la evacuasen obligándose por su parle á no inquietar la
ciudad basta el momento de la renovacinn delas hostilidades, dado
queántesno consiguiesen ajustaría paz los plenipotenciarios destina
dos á España. Urdaneta no contestó á esta propuesta ; el Libertador
sin darse por entendido de ella escribió al general español en 4 9 de
febrero declarando que no devolvería la plaza : bé aquí por qué ra
zones. Segun él entre dos naciones beligerantes, el derecho de gen
tes solo puede ser observado estrictamente cuando no tienen pactos
ni tratados particulares; puesá tenerlos, su sentido literal es el que
se cumple , y se entiende permitido todo lo que no está prohibido
por ellos: principio de mas rigorosa aplicacion « cuando la guerra
( son palabras suyas ) no es entre naciones constituidas sino entre
pueblos que se separan de sus antiguas asociaciones .para formar
otras nuevas. » Así pues, los tratados de armisticio y regularizaron
de la guerra, únicos que existiesen entre España y Venezuela, erao
los que debian dirimir la cuestion , mayormente cuando los dos
pueblos beligerantes no se habian considerado sujetos á ningun
derecho en todo el curso de la guerra. Ahora bien, el armisticio de
Trujillo no incluía ninguna cláusula que le privase dela facultad
de amparar á aquel ó á aquellos que se acogiesen al gobierno de
Colombia ; ántes bien sus negociadores sostuvieron, contra los del
gobierno español, que se reservaba el derecho de amparar y prote
ger á cuantos abrazasen su causa, y por eso fué que no se hizo men
cion en el tratado del artículo en que Morillo exigía la devolucion
de los desertores y pasados. El armisticio pues, solo prohibia á en
trambas parles las hostilidades y la violacion de los territorios res
pectivos. Establecido aquel principio la cuestion quedaba reducida
á examinar, si la ocupacion de Maracaibo por una columna de sus
tropas habia ó no sido una invasion del territorio español ; y claro
— 56 —
era que no; primero, porque Maracaibo babia hecho su pronuncia
miento formal y espontáneamente ántes que Horas lo ocupase; se
gundo, porque el armisticio no garantizaba la integridad de sus
respectivos territorios; tercero, porque el derecho de insurreccion
contra la fuerza injusta era el que habian ejercido los patriotas de
aquella tierra, y el único, si bien suficiente, que tuvieran los pue
blos de América para tomar las armas y para pretender y apoyar
con ellas su independencia y su soberanía. Así que, todo bien exa
minado « el derecho de gentes » autorizaba a Colombia para recibir
á aquel pueblo é incorporarlo, ó por lo ménos para entabiar con él
relaciones de cualquiera especie. Y si estas razones no bastaban
para legitimar su derecho de proteger á Maracaibo, proponía que
la cuestion se resolviese por árbitros y él nombraba desde luego
para que le representase como tal, al brigadier español Don R;imon
Correa. Kste oficio singutar en el cual comenzaba el Libertador de
clarando francamente que habia desaprobado la marcha del co
mandante Heras, y que esle oficial seria juzgado por haberse esce
dido de sus facultados, no agaardando la resolucion de su jefe, con
cluía preguntando á La Torre, si en el caso de no devolverse á
Maracaibo, empezarían de nuevo las hostilidades.
El general español contestó como debia pidiendo respuesta del
oficio en que propuso la evacuacion de la plaza, y ofreció no moles
tarla por su parte; pero cuando niénos lo esperaba recibió de Bo
lívar una intimacion para renovar las hostilidades en el término de
40 dias, señalado por el armisticio de Trujillo. El presidente daba
por razon que las tropas situadas en Barínas se disminuían cada dia
por las enfermedades y la escasez de vituallasen aquella provincia;
y que en la alternativa de ver perecer su ejército ó empezar de nuevo
la guerra, prefería este último partido, á ménos que los enviados
españoles Don José Sartorio y Don Francisco Espelius, no quisiesen
tratar de la paz, bajo el supuesto de la independencia absoluta de
Colombia.
Para entender esta cláusula ha de saberse que poco despues de
celebrado el armisticio llegaron á la Guaira aquellos dos sugetos ,
encargados por el rei de la pacificacion de Venezuela, y otros cua
tro mas con la misma mision para la Nueva-Granada y para Qaito.
No teniendo ya objeto su viaje con motivo de aquel tratado, se de
tuvieron en Carácas y allí esperaron que se les reunieran loí ple
nipotenciarios que el Libertador debia enviar á España segun lo
— 57 —
convenido. Por fin el presidente despues de algunas dificultades
que nacian de no haberse reunido aun el congreso, nombró el 24
de enero por tales plenipotenciarios á los ciudadanos Tiburcio Eche
verría y José Rafael Revenga, los cuales llegaron á la capital de Ve
nezuela y procedieron á cumplir el encargo adicional de ajustarcon
Sartorio y Espelius un nuevo armisticio.
Pendiente se hallaba esta negociacion, y lo que es mas, la que es
relativa áMaracaibo, cuando el Libertador intimó desde Boconó.de
Trujillo eH 0 de mano la alternativa de continuar la guerra ó reco
nocer la independencia de su patria. El presidente sabia que para
esto no estaban autorizados, Morillo, La Torre ni los comisionados ;
los tratos de Trujillo se habian celebrado bajo este supuesto, y de
ello era una prueba el envío de Echeverría y de Revenda á España :
este motivo no era pues sino aparente. El verdadero fué quedarse
con la plaza do Maracaibo, malamente habida y retenida, por mas
que dijera lo contrario, porque sin entrar á discutir el fondo de
sus argumentos, y suponiendo que ignorase las trazas de Úrdaosla,
era evidente que Heras no podia haber llegado á Maracaibo el 29 de
enero sin violar primero el territorio español, surcando el Lago án
tes de la revolucion de aquella plaza ; y en efecto salió de Gíbral-
lar el 27 por la noche, cuando todavía pertenecia Maracaibo á los
realistas. La Torre conoció, aunque tarde, el plan de sus enemigos
y no siéndole ya posible ni decoroso insistir en mantener aquella
tregua equívoca, mas fatal para él que la guerra, aceptó el reto de
Bolívar, señalando el 28 de abril para la apertura de la campaña.
Aunque sus ti opas se habian disminuido con la desercion, podia
aun contar con •i0..i00 soldados de todas armas, aguerridos y disci
plinados. La vanguardia acantonada en Calabozo tenia 5. 000 hom
bres , en Carácas y cn sus valles orientales habia 1.900; otros
1.000 guarnecian á dimaná y 2.500 pertenecían á las divisiones
4.a y 5.a, que debian situarse con el cuartel general en S. Cárlos,
y á la 5.a destinada á Araure.
No embargante este aparato de fuerzas, la situacion de La Torre
era tan triste como brillante la de su contrario. Aquel veia á todos
sus oficiales y sus soldados europeos disgustados de la guerra, y en
vidiando la suerte de los que habian vuelto á su patria con Morillo ;
los criollos no ya vacilantes, sino declaradamente hostiles á la causa
realista , que premiaba i on harta parcimonia sus servicios , solo
aguardaban ocasion favorable para pasarse á las lilas de Bolívar ;
• — 10
tío ™"

ya nnu.hos como sabemos lo habian hecho ; otros , y entro ellos el


célebre Remigio Rámos lo hicieron luego ántes de renovarse las
hostilidades. Las representaciones imprudentes con que varias cor
poraciones invitaron á Morillo para que permaneciera en Venezuela,
por no haber, dijeron, sugeto capaz de reemplazarle, disminuyeron
el crédito y la con lianza que justamente merecia su sucesor; y el pér
fido Moráles, furioso de que La Torre hubiese sido preferido por la
corle para ocupar un empleo a que aspiraba su ambicion , no per
donó intrigas ni malas artes para perderle en la opinion del pueblo
y del ejército. Bolívar por el contrario babia ganado una do las
provincias mas importantes del pais, aumentado sus tropas con los
soldados enemigos , inspirado á estas una conflauza ciega en su in
genio y en su fortuna , y por último tomado con anticipacion las
medidas necesarias para emprender la campaña con nuevo teson y
empeño.
Cuando el Libertador intimó a La Torre la continuacion de la
guerra, dispuso que los cuerpos de caballería que habia en Trujillo
marchasen á Barínas, y que Urdaneta pasase á Maracaibo coa el
objeto de organizar una espedicion contra Coro. El coronel Carrillo
recibió órden de cooperar á este movimiento con las tropas de Réyes
Várgas y otras colecticias de la provincia de Trujillo , obrando por
«1 Tocuyo y Barquisimeto. flecho esto se trasladó á Barínas por
donde se proponía abrir las operaciones , pasó en segnida á Achá-
guas para tratar de la incorporacion de Páez á sus tropas ; nombró
por Ticepresidente de la república de Colombia al general Antonio
Nariño, en consecuencia de la muerte de Roscio, y finalmente
volvió á Barínas con el fin de disponer el movimiento de sus tropas.
Allí recomendó á estas la observancia del tratado de Trujillo. « Sa-
« béd , les dijo , que el gobierno os impone la obligacion rigorosa
« de ser mas piadosos que valientes Sufrirá pena capital el que
« infringiere cualquiera de los artículos de la regularizacien de
« la guerra. Aun cuando nuestros enemigos los quebranten, nosotros
« debemos cumplirlos para que la gloria de Colombia no se amau-
« cille con sangre. »
A las tropas españolas dijó en otra proclama : « Vuestro general
« en jefe os ha dicho que no queremos la paz , que hemos infrtn-
« gido el armisticio, que os despreciamos. Vuestro general os en-
« gaña : es el gobierno español el que quiere la guerra. Se le ha
* ofrecido la paz por Aiedio de nuestro enviado en Lóndres bajo
— 59 —
« de un pacto federal , y el duque de Frías por órden del gobierno
« español ha respondido que es absolutamente inadmisible
« El gobierno de Colombia no ha infringido el armisticio , sino solo
« en haber tomado cuarteles nuestras tropas dentro de esta ciudad,
« cuando no debia alojarlas sino en las cercanías Vosotros ve-
a nís á degollarnos , y nosotros os perdonamos : vosotros habéis
« convertido en horrorosa soledad á nuestra afligida patria, y nues-
« tro mas ardiente anhelo es volveros á la vuestra. »
Cuando se celebró el armisticio los patriotas eran dueños de todo
el curso del Unare , de Barcelona y su provincia ; ademas tenían
franco él camino de Rio-Chico por la costa para invadir cuando
quisiesen la provincia de Carácas. Durante los pocos meses que es
tuvo en observancia aquel tratado conservaron los valles de Gua-
nape y el pueblo de Uchire con infraccion del convenio , porque
este les prescribió por límite el Unare. Era Bermúdez quien aquí
mandaba y su division debia llamar poderosamente la alencion
del ejército espanol sobre Carácas á fin de ausiliar el movimiento
principal que ejecutaba el Libertador en combinacion con el ejér
cito de Apure. Así, Sonblette, encargado de dirigir las operaciones
en el oriente y en la provincia de Carácas, ordenó á Bermúdez mar
char sobre esta , á Monágas ausiliar con la brigada de caballería
al
marcas
general
de Calabozo
Zaraza, yy ádeeste
ürituco.
dar principio á la guerra en las c«-

No embargante una peste de viruelas que redujo su division á


menos de 900 hombres, el intrépido Bermúdez se puso en marcha
para la capital, ocupó sin oposicion los atrincheramientos de Taca-
rigua, se aposesionó del Guapo y de Caucagua, batió á los enemi
gos en Chuspita y mas luego en el Rodeo de Guatire , en donde ya
reforzados con ausiliosde Carácas habian tomado posiciones. El pri
mer bien que produjo esla rápida marcha , fué la desmembracion
de las tropas de La Torre, pues como supiese en San Cárlos el mo
vimiento de Bermúdez sobre Tacariguay le ponderase el brigadier
Correa el número de los invasores, le envió el 2.° batallón de Va-
lencey, y él continuó con las demas tropas hácia Araure, juzgán
dose acaso con tiempo y fuerzas suficientes para batir al Libertador
ó hacerle retirar á la márgen derecha del Apure. Mas no habiendo
recibido Correa oportunamente el refuerzo, evacuó la capital des
pues de la rota del Rodeo, y Bermúdez sin disparar un tiro la ocupó
cH 4 de mayo. Y hé aquí que La Torre j listamente alarmado de ver á
- 40 —
los patriotas dueños de aquella ciudad y luego de la Guaira, convoca
á junta de guerra, y oido su dictámen deja en Araure la 5.a y 5.a
division para observar á Bolívar , retrocede con el resto de sus
fueizas á San Cárlos, da órden para que la caballería situada en Ca
labozo se traslade al Pao y continúa su marcha hácia Valencia. Mo
ráles entre tanto marchaba rápidamente con 800 hombres á los
valles de Aragua, en donde debian reunírsele el 2.° de Valencey y
los dispersos. Segundo bien que produjo esta oportuna diversion
de Bermúdez, porque Bolívar podia ahora seguir sin inconveniente
poderoso su camino de Barínas á San Cárlos , reunirse á Páez donde
quisiera y caer sobre Valencia en^ocasion de hallarse desparramados
sus contrarios.
El \ 8 emprendió Bermúdez la marcha hácia los valles de Aragua,
despues de haber reforzado la division de su mando con mas de
800 hombres que se le reunieron en Carácas y en el Puerto de la
Guaira. Correa se habia situado en el pueblo del Consejo con cerca
de 500 soldados, restos de los cuerpos que habian sido batidos en
las acciones anteriores, y en la tarde del 20 fué atacado en sus po
siciones. Sobre desconcertada , fué débil por estremo la defensa de
los realistas. A la hora de fuego abandonaron el puesto dejando
en su fuga despojos en gran copia, machos prisioneros y entre ellos
al brigadier Don Tomas Gires. Bermúdez se adelantó despues de
esto basta la Victoria, pero noticioso dela aproximacion de Moráles,
retrocedió al Consejo y en seguida á la altura del Limon , donde
aguardó al enemigo y le hizo frente el dia 24 en la mañana. Defen
dióse allí el jefe republicano heroicamente f contra fuerzas supe
riores hasta la noche, en que falto ya de municiones continuó su
repliegue hácia Autimano, segun las instrucciones de Sonblette. Bien
quisiera el fogoso cumanés esperar otra vez y otra vez al enemigo,
y pelear sin cesar; pero Sonblette que salió de Carácas á reunírsele
en Antimano , dispuso que desde este pueblo guiase la division
por Guarenas y Guatire y se hiciese firme en la altura del Rodeo.
l.'.l objeto á que allí habia sido destinado estaba conseguido , y si
retirándose Bermúdez á los valles de Barlovento era perseguido por
Moráles , mayor segundad habría de que esas fuerzas no con
currirían á batalla con Bolívar. A mas de que ni por comunicacio
nes directas , ni por noticias ad .uiridas en el territorio ocupado
por el enemigo se sabia cosa alguna de la marcha del Libertador;
y dado caso que hubiese sido retardada por accidentes imprevistos, la
division de Bermúdez debia ser envuelta. Las fuerzas de este por
otra parte eran inferiores á las de Mofáles, y las municiones estaban
agoladas ; circunstancias que por sí solas aconsejaban aguar
dar la llegada de varias partidas de tropa que estaban en camino,
áittos de conprometcrse en una accion á todas luzes temeraria. Ta
les faeron las muí sólidas razones que tuvo Sonblclte presentes
para abandonar la capital pocos dias despues de haber entrado en
ella. Por lo demas el repliegue se hizo sin molestia, pues el ene
migo, cauto ó medroso, siguió de léjos á los patriotas, y llegado el
28 al pié de la posicion del Rodeo retrocedió hácia Guarenas siu
haber siquiera inlentado un reconocimiento.
El coronel Macero que desde la ocupacion de Carácas habia sido
enviado á los valles del Tuy, se retiro á Cancagua y el coronel Fran
cisco Avendaño que mandaba en la Guaira recibió órdenes para di
rigirse por la costa á Curiepe. Arizmendi se incorporó á la division
el 50 de mayo con 400 hombres de infantería, y dejando esta fuer
za al cargo de Bermúdez, fué destinado á la comandancia militar de
las provincias de Cumaná y Barcelona. Por su parte Moráles habia
encargado del mando al coronel Pereira desde el dia 26, despues de
lo cual se dirigió á Caracas, estuvo en ella poco tiempo y luego se
encaminó á Valencia para reunirse con La Torre.
Parece ser que Pereira, enterado de estar mui próximo el mo
mento de una gran datalla entre este jefe y el Libertador, quería
aguardar su resultado ántes de trabar pelea formal con las tropas
de Bermúdez. Por lo ménos él habia esquivado el combate en el
Rodeo, y despues se hmitó á enviar una columna al mando del te
niente coronel Don Ramon Avoy con solo el lin de inquietar los va
lles. La operacion empero no fué mala, pues como se hubiese ade
lantado Avoy hasta Santa Lucia, derrotó completamente á Macero,
que desde Cancagua se habia movido á su encuentre, obligándole á
replegarse con pérdida considerable á sus cuarleles : esto sucedió
el 8 de junio en el sitio del Rincon. Herido Avoy en el rencuentro,
ocupó su lugar el teniente coronel Don Lucas González á (¡uien Pe
reira reforzó con mas de 500 hombres, queriendo ya vigorar aquel
movimiento para atacar por el flanco izquierdo la posicion princi
pal de los patriotas, miéntras él los amagaba por el frente. Bermú
dez pues debia abandonar el Rodeo, repasando las montanas deCa-
paya para reunirse á Sonblette en este punto, ó batir á Don Lucas
González ántes que pudiese ser socorrido por Pereira. El vicepre
•— 43 —

sidente prefirió este último partido y al efecto dispuso on movi


miento combinado entre las tropas d«l Rodeo y las que se habian
reunido de nuevo en <]aucagua á la órdenes del coronel Franc'sco
Vicente Parejo. Una marcha fehz, pronta y bien dirigida reunió los
dos cuerpos el dia 25, y en el siguiente atacó Bermúdez á Gonzá
lez en el alto de Macuto á inmediaciones de Santa Lucia. Pereira
engañado con un destacamento que quedó en el Rodeo, se mantuvo
tranquilo, y González creyendo que Bermúdez permanecia aun en
su puesto, empeñó confiadamente sus fuerzas contra los patriotas.
El combale que se siguio fué obstinado, terrible, y pareció decidirse
al principio en favor de González ; mas á poco murió este, y su tropa
desanimada cedió el campo y el triunfo despues de una resistencia
brillante que costó á Bermúdez entre muertos y heridos una pér
dida doble que la de su contrario. Muí larde fué cuando Pereira
se apercibió del conflicto de su teniente, y entónces resolvió ir con
todas sus fuerzas á ausiliarle. Su descubierta llegó á encontrarse
impensadamente con la de Bermúdez en la quebrada de Caiza, pero
resolviendo nuevamenteallí volver á sa anterior sistema, ó querien
do poner la capital á cubierto de un golpe de mano, con tramarchó
por Baruta y Chacaito y no se detuve hasta Carácas. Allá le siguió
Bermúdez con resolucion de darle batalla donde quiera que le ha
llase, despreciando la propuesta que por dos vezes le hizo su ene
migo de suspender las hostilidades hasta saber el resultado de las
operaciones de Bolívar y La Torre ; propuesta mui racional sin
duda y mui humana que tenia por objeto evitar á la ciudad Ios hor
rores de un combate en su recinto y á los beligerantes un inútil
derramamiento de sangre. Que evacuase la ciudad contestó siem
pre Bermúdez; pero Pereira que era un jefe tan valiente como pun
donoroso, se situó en el cerro del Calvario que domina el poblado
por el rumbo de ocaso , y atacado allí por el belicoso cumanes el
25 de junio, le dió tan cruda rota, que de 4500 hombres patriotas
que entraron en accion apénas 200 pudieron Juego llegar al Ro
deo. Ni debia ser otro el resultado siendo las tropas de Pereira su
periores on número y en disiptina, y hallándose tan bien situadas
que varios jefes prudentes y entendidos, quisieron disuadir á Ber
múdez del intento. A una legua de Carácas encontró este á Son-
blette que habia marchado á rennírsele desde Capaya, y como uno
y otro jefe ignorasen lo ocurrido hasta entónces en el cuerpo pria-
cipal del ejército, y careciesen de fuerzas para continua roperacio
— 45 —
oes activas sobre la capital, resolvieron defender tos valles del Tu y
y observar por aquella parte al enemigo. Pero este atacó el 24 ea
lo Guaira al teniente de fragata Matias Padron que dos dias ántes
babia ocupado aquel puerto, y le obligó á retirarse por el camino
de la costa: el 26 se presentó en Cuarcitas : el 27 se avanzó á Gua-
tire. ¥ no teniendo los patriotas fuerza suficiente con que bacerle
frente, se retiraron por Capaya y Rio-Chico, llevando la intencion
de rehacerse en Uchire. Mas sucedió que apénas habian llegado á
Machurucuto cuando recibieron la nueva de hallarse Bolívar ven
cedor, libre Carácas y destruido en Venezuela el poder español.
En efecto, miéntras Sonblelte y Bermúdez distraian buena parte
de las fuerzas realistas con sus operaciones sobre los valles de Bar
lovento y la antigua capital, se acercaba el Libertador (reunido ya
á Páez desde San Cárlos) á las llanuras de Carabobo que por con
sejo de Moráles ocupaba La Torre desde principios de junio con
todas sus fuerzas disponibles. Ya para entónces las divisiones rea
listas que estaban en Guanare y Araure, así como la caballería situada
e» el Pao, se habian reunido, subiendo con esto el cuerpo de batalla
enemigo á obra de 5500 hombres. Una pequena columna al man
do del tenieute coronel Don Manuel Lorenzo hacia frente por San
Felipe á Carrillo que obraba en aquella direccion, y el dia 21 de
junio por consejo tambien de Morales y otros jefes del ejército fué
enviado el coronel Tello á reforzarle con 500 hombres de escelente
infantería, sacados del cuerpo principal. De este modo el general La
Torre, cediendo á torcidassuj ostiones, cometió la falta de desmem
brar sus fuerzas a presencia de un enemigo superior en número,
por atender á cubrir un tlauco distante que daba tiempo á esperar,
mayormente cuando Lorenzo, aunque apurado, resistía valerosamen
te y con buen éxito los embates repetidos de sus enemigos. Mi era
por oira parte lisonjera la situacion del jefe español en e! campo
de Carabobo. rallábante víveres, tanto porque el pais empobrecido
y agostado no podia ofrecerlos , como porque de tiempo atras las
autoridades civiles andaban en rencillas con las militares y, que
riendo defender las inmunidades constitucionales, ento.ipecian el
servicio. A fin de obviar este inconveniente tomó el mismo Moráles
de su cuenta recoger vituallas en los pueblos; pero lo que hizo fué
vejarlos y exasperarlos en beneficio propio y con estremo tal, que
poco despues recibió órdenes para retirar de los campos sus parti
das destructoras. La caballería mandada por el y compuesta en
— 44 —
gran parte de los antiguos restos de Yáñez y de Bóves, recordaba
por su indiciplina y desenfreno, los tiempos de aquellos hombres
crueles. La infantería era escelente : veteranos europeos encaneci
dos en los combates, probados en fatigas de todo género, constantes
y obedientes; y criollos valerosos á quienes una severa disciplina
Labia hecho pacientes y sumisos. Pero aquellos, cansados de una
lid sangrienta é ingloriosa cuyo término se dilataba cada dia, no te
nían mas pensar que el de volver á su patria ; y estos seducidos con
el ejemplo de los republicanos ó mal hallados con los españoles,
comenzaban a considerar ignominioso el combatir por sus banderas.
Unos y olros se hallaban desnudos y descalzos, y los caballos sin
forraje, paciendo ágran distancia del campamento. A estos males,
origen de desmayo y descontento, unió la perfidia de Moráles la di
vision entre los jefes para entorpecer los movimientos de La Torre,
suscitarle enemigos entre sus hermanos de armas y preparar con la
caida de aquel fiel servidor su propia elevacion y poderío.
Tal era la situacion digámoslo así, moral de La Torre : esplique-
mos ahora su posicion militar. La encrucijada de los caminos rea
les del Pao y de San Cárlos, cae aproximadamente en la mitad de
la llanura de Carabobo, vasta y despejada planicie que corre al oc
cidente del rio Paito y casi al sur de Valencia. Una tropa que desde
el Tinaquillo quiera entrar á ella como Bolívar lo intentaba, debe
despues de pasado el Chirgua penetrar por el desfiladero de Buena-
vista que cae al nordeste ; posicion esta formidable , en que pocos
soldados pueden fácilmente detener un ejército. Dado que venza
aquel inconveniente y ios que en mucho Irecho de .camino fragoso
le oponga aun el enemigo, debe vencer el paso de una abra estre
cha, ménos difícil es verdad, pero tambien defensable, que se forma
entre cerros y da entrada por el ocaso á Carabobo : allí empieza la
llanura. La Torre habia situado en el abra algunns piezas de arti
llería, y de uno y otro lndo en los cerros que la dominan, guerrillas
numerosas. En lo llano al sahr del abra, estaba desplegada en ba
talla una línea de infantería cuya derecha se apoyaba en un ma
torral poco espeso : á esta línea seguía otra tambien de infantería :
entre flanco y tlanco de ambas, dos fuertes cuerpos de caballería.
En esta situacion la segunda línea de batalla tenia á la izquierda el
camino del Pao, y el cuerpo de ginetes del mismo flanco se hallaba
colocado á la falda de un cerro por donde jiasa dicha rula : en la
cresta del cerro se hallaba un batallon.
— 45 —
La Torre estendió sus partidas de observacion hasta el Tinaquillo,
y esto le daba la ventaja de saber mui anticipadamente las opera
ciones de los patriotas; cosa que Bolívar deseaba ocultar para nodarle
tiempo de incorporar á sus filas otros cuerpos. El teniente coronel
Laurencio Silva fué desunado eH 5 a ahuyentar con aquel objeto la
descubierta enemiga, y lo hizo con tal felicidad , que solo un sol
dado de los que la componían pudo escapar : el comandante de ella
y cuatro hombres mas murieron en el acto, y los otros sobrecogi
dos quedaron prisioneros. Dos faltas cometieron los realistas des
pues de este suceso , una la de mandar retirar el deslacamento
que cubría á Buenavista, dejando á Bolívar franco el paso de aquella
garganta inaccesible : oira la de insistir en la marcha de Tello á pe
sar del movimiento progresivo del contrario.
El Libertador ocupó el desfiladero ( dia 24 ) y desde allí observó
la posicion de los españoles. Fuerte era esta todavía, pero hallándose
á la cabeza de 6.000 hombres que sin exageracion podian lla
marse los mejores soldados de la América, aceptó gustoso y confiado
la batalla. La primera division de su ejército se componía del ba
tallon Británico, del de Apure y de \ .500 ginetes ; mandábala Páez.
La segunda era regida por el general Cedeño y contaba el batallon
Tiradores, que habia ido de Maracaibo, el de Boyacá, el de Vargas,
y ademas un escuadron que decian Sagrado á las órdenes de Ara-
mendi. El coronel Ambrosio Plaza mandaba la 5.* que se componía
de los batallones Rifles, Granaderos, Vencedor en Boyacá , Anzuá-
tegui , y el regimiento de caballería del coronel Rondon. Uno de
estos cuerpos , (el de Rifles al mando del bizarro teniente coronel
ingles Sandes), habia hecho la campaña de Cartagena y Santa Marta :
Montilla habia aumentado su fuerza hasta 4.200 veteranos y de
órden del Libertador lo envió á Venezuela por la via de Maracaibo.
Ahora entraba á nuevas lides despues de haber hecho prodigios de
valor á una gran distancia de su patria.
El camino estrecho que seguía Bolívar no permitía mas frente
que el necesario para desfilar, y el enemigo no solamente defendia
la salida á la llanura, sino que dominaba el abra con la artillería y
gran número de infantes. La posicion era intomable. Pero coligien
do de la colocacion del ejército español que este no temia el ataque
sino por el camino principal de San Cárlos ó por el del Pao, dispuso
que el general Páez se intrincase con suma dificultad y riesgo por
unn vereda muí poco frecuentada , que iba á salir sobre la de
— .56 —
reeha de los realistas. Esta vereda arranca del camino real de San
Cárlos al oeste del abra , siguiendo por la cima de un montecille
que la artillería espanola dominaba, y da á una quebrada cuyo
pasaje debia hacerse desfilando, por ser la barranca harto fragosa.
El enemigo que no contaba con aquella atrevida operacion, y por
consiguiente nada habia hecho para embarazarla ó precaverla, debió
cambiar el plan de su defensa y hacer esta con la desventaja que
trae consigo una sorpresa. Mas por otro lado el movimiento era
difícil, la senda estrecha, agria la tierra ; por donde con solo colocar
algunos cuerpos en la salida del atajo podia impedirse, obrando ac
tivamente, que Páez desembocase á la llanura.
De hecho algunos bata I Iones suyos llegaron á la quebrada á tiempo
que el de Apure empezaba á pasarla , y allí se rompió el fuego de
infantería, vigorosamente sostenido por ambas partes. El cuerpo
republicano al fin logró pasar, pero no podiendo resistir solo la
carga que le dieron, se arremolinaba ya y cedia cuando llegaron en
su ausilio los ingleses al mando del coronel Juan Ferrier. El ene
migo habia empeñado en el ataque cuatro de sus mejores batallones
contra uno solo del ejército libertador ; sucesivamente podia ha
berlos contenido y arrollado á todos. Mas aquellos valerosos estran-
jeros desfilaron y se formaron en batalla bajo un fuego horroroso
con una serenidad que no parecia de criaturas racionales : despues
hincaron la rodilla en tierra y no hubo medio de hacerles dar un
paso atras. Muchos allí gloriosamente perecieron y casi todos sus
oficiales quedaron heridos ; pero el servicio que prestaron no fué
por eso ménos grande. Su heróica firmeza dió tiempo al batallon
Apure para rehacerse y volver á la carga, y tambien para que el
fogoso Heras condujese al lugar de la pelea dos compañías del de
Tiradores. El enemigo cedió al ataque simultáneo que á la bayoneta
le dieron estos cuerpos ; mas aunque perdia terreno, no dejaba de
hacer fuego en buen órden, replegándose hácia el grueso de sus fuer
zas y buscando el apoyo de su caballería. A todo esto el primer es
cuadron de la de Páez al mando del coronel Cornelio Muñoz y los
jefes y oficiales de la plana mayor de este general habian pasado la
difícil quebrada, y reunídose á Tiradores, Apure y la legion britá
nica. Desalojados, empero, de su primeros puestos los realistas, por
el esfuerzo de toda aquella tropa, se rehicieron en parte, y llamando
en su ausilio la caballería de su flanco derecho que estaba á la ma
no, intentaron dar una carga de firme á los patriotas, á tiempo que
— 47 —
los ginetes de estos perseguían con un ardor imprudente á los in
fantes enemigos que habian buido. El momento era propicio para
que los antiguos soldados de Bóves, conducidos por su teniente Mo
ráles. bubioseu socorrido la bizarra infantería espanola y ayudádole
á recuperar lo perdido ; mas todos ellos, cobardes no, traidores ,
huyeron vergonzosamente al solo embate de 80 á 1 00 giuetes que
á la hjera pudieron reunir los republicanos para hacer rostro al
peligro en aquel momento decisivo. La batalla estaba ganada, pues
el enemigo ya no pensó sino en salvarse. La caballería de Moráles
en su fuga tii ó por el camino del Pao y arrastró consigo los otros
neas
cuerpos
espanolas
de la misma
: la republicana
arma que cubrían
que sucesivamente
el flanco izquierdo
iba recibiendo
de las I í-

refuerzos de todos los escuadrones (¡ue pasaban la quebrada , hizo


la persecucion con un vigor estraordinario. Batallones enteros
se tomaron prisioneros : otros arrojando sus armas se dispersaron
disueltos por los bosques. Solo el Io de Valencey que estaba á re
taguardia cubriendo el camino principal de San Cárlos á Valencia,
y que no habia entrado en combate, se retiró en buena formacion
por aquella via al mando del bizarro coronel espanol Don Tomas
Garcia : un cuerpo de caballería de los de Moráles lo acompañaba ,
pero huyó luego como habian hecho los otros, dejándolo desampa
rado. A pesar de esto Valencey continuó su reptiegue en columna
cerrada hácia Valencia, rechazando con admirable impavidez las
terribles cargas de los gineles republicanos conducidos por sus me
jores jefes. L'na ó dos vezes llegó á perder su formacion , pero acto
continuo se rehizo, y despues de una marcha de seis leguas, estaba
ya á las inmediaciones de Valencia cuando fué alcanzado por los
batallones Rifles y Granaderos de la Guardia, puestos á caballo por
órden del Libertador. A nuevo y mas temible ataque se vió en
tónces espuesto Valencey ; pero resistiólo con buena suerte y á las
diez de la noche llegó con la mayor parte de su fuerza ( obra de
900 hombres) al pié de la cordillera de Puerto-Cabello, en donde
permaneció con La Torre y su plana mayor reuniendo dispersos
hasta el amanecer. Esta tropa y las columnas de Tello y de Lorenzo
que tambien se retiraron á Puerto-fabello, fué lo único que quedó
de aquel íamoso ejército espedicionario, tan valiente, tan brillante,
tan temido. La pérdida de los patriotas no fué , segun la espresion
de Bolívar, sino dolorosa : apénas doscientos muertos y heridos. Y
dijo bien, porque entre los primeros estaba el general Cedeño, que
— 48 —
intentando romper la columna de Valencey, t murió en medio de
« ella del modo heróico, como merecia terminar su noble carrera
« el bravo de los bravos de Colombia. La república añadia, ha per-
« dido en el general Cedeño un grande apoyo en paz ó en guerra :
« ninguno mas valiente que él , ninguno mas obediente al go-
« bierno. »
Esto escribió Bolívar de aquel constante y fiel amigo suyo ; y
hablando de Plaza, que quedó postrado en el acto de lanzarse so
bre u.n batallon enemigo con el objeto de rendirlo , manifestó al
congreso « que le juzgaba acreedor á las lágrimas de Colombia y á
« los honores de un heroísmo eminente. » Allí murió tambien Me-
llao, uno de los héroes de las Queseras del Medio , á quien vimos
no hace mucho tan bizarro en Carache.
La victoria de Carabobo obtenida con solo una parte mui pequeña
del ejército colombiano, fué completa y brillante : ella coronó al cabo
de onceaños la empresa que Carácas empezó el 19 de abril de 1810 :
fué gloriosa para las armas de la república y su jefe, de gran prez
y honor para Páez y de inmortal renombre y fama para la legion
británica que contribuyó poderosamente á ella , haciendo prodigios
de valor. El congreso, reunido ya en el Rosario de Cúcuta, decretó
á Bolívar y al ejército los honores del triunfo y ordenó que el re
trato del hijo ilustre de Carácas fuese colocado en los salones de las
cámaras legislativas con esta inscripcion : Simon Bolívar, Liber
tador de Colombia. En todos los pueblos de la república y en las
divisiones de sus ejércitos se dedicada un dia del año á regocijos pú
blicos en honor de la victoria de Carabobo. A Páez se le concedia
el empleo de general en jefe que « por su estraor.linario valor y sus
« virtudes militares, le habia ofrecido el Libertador á nombre del
« congreso , en el mismo campo de batalla. » Y finalmente, en
tre otras cosas se ordenó levantar una columna álica en la llanura
de Carabobo para recordar á la posleridad la gloria de aquel dia y
los nombres de Bolívar, de Cedeño y de Plazn. De paso diremos que
la tal columna ática tuvo la misma suerte que olros monumentos
mandados erigir en honor del Libertador ó para perpetuar la me
moria de otras épocas mas ó ménos importantes. Las atenciones de
la guerra, las tempestades civiles que á esta se siguieron, un fondo
grande de levedad y de indolencia en el carácter nacional y mucha
dósis de ingratitud, hizo que pasados los primeros instantes de al
borozo, se olvidaran los triunfos, los triunfadores y los monumen
tos. Acaso nuestros hijos, mas felizes y virtuosos, satisfarán la
deuda de la patria , honrando las cenizas y la memoria de sus hé
roes.
Anudando ahora nuestra suspendida narracion, diremos que re
tirado La Torre á Puerto-Cabello y bloqueado en aquel punto por
una parte del ejército vencedor en Carabobo, siguió el Libertador
con el general Páez á Carácas, llevando consigo tres batallones y un"
regimiento de caballería. Su designio era atacar á Pereira por la
espalda en la suposicion de hallarse aquel jefe espanol persiguiendo
los restos de Bermúdez. Mas no era así, ántc^ se habia retirado á
la Guaira , despues que supo la rola de la Torre, prefiriendo esta
determinacion á la de internarse por los valles de Barlovento á las
llanuras, como primero lo intentara. Miéntras que Bolívar practicaba
esta marcha, salia de Puerto-Cabello por órden de La Torre una
division de buques menores para recoger aquella tropa en la Guai
ra ú otro punto de la costa; pero regresó sin noticia de su paradero,
por hallarse Pereira á la sazon caminando hácia el Tuy en ejrcu-
cion de su primer designio. En llegando este á la Guaira, se halló
sin buques en que embarcarse, y para buscarlos guió para la cos
ta de Sotavento. Tampoco allí los encontró ; ni la tierra, fragosa,
cubierta de bosques vírgenes y jamas transitada hácia Puerto-Ca
bello, ofrecia paso. Volvió, pues, á la Guaira, y entónces solicitó
del almirante frances Julien el permiso de embarcarse en su escua
dra, surta á la sazon en aquel puerto; mas no habiéndosete conce
dido, resolvió mantenerse allí miéntras daba a La Torre los avisos
necesarios. Era tarde, sin embargo, porque el Libertador que desde
el 29 se encontraba ya en Carácas, le intimó rendicion ántes de re
cibir el socorro de bajeles que esperaba; y hubo de entregarse por
capitulacion el 4 de julio. « El coronel Pereira ha manifestado en
« esta ocasion la mejor fe, un carácter inflexible y un ze'o sin
« igual por la causa de su nacion y el honor de sus armas. Al mé-
n rito de estas apreciables caalidades debe atribuirse la bondad del
« Libertador en concederle una capitulacion tan generosa. » Éralo
mucho en efecto, y ella y estas palabras que copiamos de un do
cumento público prueban basta qué punto sabia Bolívar reconocer
y apreciar el mérito, aun en sus mismos enemigos.
Un dia despues de este suceso se vió Bolívar con Sonblette en
Carácas , conferenció con él acerca de \arios puntos de gobierno y
administracion, y marchó en el siguiente á Valencia con el objeto
II.— BIST. HOIi. *
— so —
de activar las operaciones del sitio de Puerlo-Cabello. Por órden
suya espidió el vicepresidente un decreto restableciendo en Carácas
la capital de Venezuela ; fijando en ella la residencia de varias cor
poraciones y autoiidades principales, y en el puerto de la Guaira la
corle de Almirantazgoque estaba en Margarita. Antes de este tiempo,
es á saber , desde principios de junio en que el Libertador se dis
ponía á marchar contra La Torre, para darle batalla, habia exhor
tado á los habitantes criollos y europeos de Carácas áno abandonar
sus familias c intereses , reproduciendo con una inútil ó imprudente
emigracion , las tristes escenas de otros años ; mas á pesar de este
consejo , muchos hombres tercos , por odio á los patriotas ó in-
justo rezelo de que no cumpliesen el tratalo de Trujillo , se refu
giaron á las colonias estranjeras ó vivian escondidos en el poblado
y en los montes, figurándose peligros que no habia. Otros conoci
damente realistas y malos ademas. se quedaron , temiendo por sus
bienes ; y se quedaron hostiles , no reconciliados. Para obviar á
estos males, se llamó á los escondidos, dándoles seguridad y protec
cion , y en li de julio espidió Sonbletle un decreto ofreciendo pa-
snporle á los realistas que quisieran salir del pais y exigiendo jura
mento de obediencia y de fidelidad á los que se quedaran. Esta
disposicion , justa en sí misma , hubiera sido contraria á las inten
ciones de Bolívar, si Sonblette nola acompañara, como lo hizo,
con mui favorables condiciones ; cuales fueron las de poder llevar
ó dejar sus familias y caudales , y disponer de los bienes raizes que
tuviesen , segun su voluntad. Por último el vicepresidente entre
olros decretos espidió el de C de agosto disolviendo el ayuntamiento
español que habia continuado en ejercicio y mandando proceder á
la eleccion de otro nuevo formado de patriotas conocidos. El Liber
tador, con cuya aprobacion procedió Sonblette á hacer estos arre
glos, salió de Carácas el \.° de agosto y se dirigió á la Nueva Gra
nada , visitando al paso la ciudad de Maracaibo. Antes de partir
dividió provisionalmente á Venezuela en tres distritos militaros:
uno que comprendia las actuales provincias de Coro, Mérida y Tru
jillo puso á cargo de Marino: otro que se componía de las de Cará
cas , Carabobo , liarquisimeto , Harinas y Apure al de Páez : el ter
cero en fin, formado de las de Barcelona . Cumaná, Margarita y
Guayana , dejó á las órdenes. de Bermúdez, á quien recientemente
habia elevado , con aprobacion del congreso , á general en jefe.
Este arreglo provisional manifiesta que en Venezuela ardia aun
el fuego de la guerra, y en efecto, bien que el glorioso triunfo de
Carabobo hubiese privado para siempre á los realistas de los medios
de continuarla con esperanzas de ventura, tenían aun en su poder
las
tantes
plazas
querían
de Puerto-Cabello
conservarlas ypor
Cumauá,
medio ydeá fuer
cualesquiera
de valientes
sacrificios.
y eona-

Mayormente cuando ademas de aquellos dos puntos importantes ,


peleaban todavía por su causa algunos guerrilleros atrevidos en las
llanuras de Carácas, y la mui leal y mui porfiada Coro.
Ya dijimos que Urdaneta al abrirse la campaña debía dirigirse
contra esta provincia jamas pisada por los republicanos en todo el
curso de su lar^a guerra ; y en efecto aquel activo jefe se puso en
marcha para los puertos de Allagracia y del 4 0 al 1 1 de mayo ocupó
sin oposicion la capital, por haberla evacuado y retirádosc á Puerlo-
Cabello su gobernador. Este paseo militar hecho por el camino de
San Félix y Sasárida, no costó á Urdaneta mas trabado que el de sor
prender ó dispersar algunas guerrillas insignificantes : los pueblos
del tránsito, ó por temor, ó por el modo con que los trató , le die
ron pruebas de adhesion : la península de Paraguaná alzó espon
táneamente el grito de la independencia, y el teniente coronel
Don Pedro Luis luchauspe, que era comandante militar del Pedre
gal, ofreció disolver una partida que le obedecia , presentarse en
Coro y reconocer el gobierno nacional. Urdaneta, paes , dió por
concluida su pacifica campana, y habiendo recibido órdenes de
Bolívar para marchar con las fuerzas de su mando á reunírsele en
San Cárlos, nombró por gobernador de Coro al coronel Juan. Esca
lona, sugeto que á favor del armisticio habia salido de su escon
drijo y presentádose luego en Maracaibo. Sucedió, empero, que
luchauspe, lejos de presentarse en Coro como habia ofrecido, se
levantó en armas, sublevó el populacho de vai ¡as poblaciones, ase
sinó entre otros oficiales á los comandantes militares del Pedregal
y de Mitare, hizo lo mismo cofi varios vecinos que rehusaron ayu
darle en su empresa criminal , y encendió enlin la primera chispa
de una guerra cruel y asoladora que convirtió despues en yermo
aquella tierra, escalona no tenia á su disposicion para hacer frente
al peligro sino alguuos veteranos, varios jefes y oficiales y mui poca
tropa colecticia del pais ; nada en sustancia. Bien quisiera Urda
neta, que aun no habia salido de la provincia, socorrerle; pero el
Libertador tenia precision de reunir todas sus fuerzas para caer so-
b»e La Torre, y las órdenes recibidas eran preciosas y absolutas
— 52 —
hasta el estremo de no permitirle dejar tropa alguna veterana, aun
que se corriese el riesgo de ver perdida á Coro. Marchóse, pues ,
con 2000 hombres que tenia ; en Barquisimeto recibió órden de
reforzar con un batallon la columna que al mando de Carrillo de-
bia obrar por San Felipe, y hallándose tullido enteramente, envió
los restantes con Ranjel á la villa de San Cárlos.
Demasiado débil Escalona para luchar solo contra un enemigo á
quien hacia formidable la opinion decidida de los habitantes , no
pudo impedir que lachauspe se apoderase de la sierra de San Luis,
privándole de los recursos que sacaba de ella para mantenerse en.
Coro. Esto, la falta de agua y el hallarse por toda fuerza con
300 recluías mal armadbs, le obligaron á retirarse á Cumarebo , y
allí fué a tacado el H de julio por ochocientos enemigos. Triunfó
completamente de ellos aquel dia , confirmando su antigua repu
tacion de hombre valiente ; pero falto de municiones, no pudo per
seguir á Inchauspe hasta destruirle , y este mal hombre ocupó la
península de Paraguaná, comunicó suf cuiía al general La Torre y
obtuvo de este que le enviara en ausilio á Tello con 500 soldados
veteranos. Envanecióse el guerrillero hasta lo sumo con aquel re
fuerzo , y el 8 de agosto , haciendo alarde de 2000 hombres que
llevaba , atacó de nuevo á Escalona en Cumarebo ; mas el digno
jefe colombiano abatió otra vez su arrogancia dejándole de resultas
tan maltrecho , que hubo de implorar la clemencia del vencedor y
reconocer la república pocos dias despues de recibidos el grado de
coronel y el título de gobernador de la provincia de Coro. Tello
habia vuelto á Puerto-Cabello con poca gente que, salvó de la rota
de Cumarebo.
Mas no se acabó aquí la guerra, porque el teniente coronel Don
Manuel Carrera tomó el mando de la faccion realista y , mas hábil
que su predecesor, llevó adelante las hostilidades con éxito dichoso.
A lo cual contribuyó no poco el haber sido nombrado el coronel
Justo Briceño para dirigir las operaciones militares en relevo de
Escalona ; medida cuyo origen ignoramos y que sorprende en hom
bre tan avisado como el general Bolívar. Pues sea dicho en verdad :
Briceño era un soldado valeroso y activo , pero mas que activo y
valeroso, fanfarron y aturdido, y de pobrísima cabeza en todo gé
nero de asuntos. Y luego , le dieron por compañero al coronel Juaa
Gómez , hombre que fuera de una intrepidez realmente admirable
era por todo lo demas entre lo malo lo mas malo. E1 resultado cor
— 55 —
respondió á tan esencial alleracion en el órden de las cosas. Briceño
reunió en Citmarebo H0O hombres de infantería (mucha parte de
esta y de los ginetes la habia él llevado y era veterana) y 200 de
caballería, con los cuales abrió sus operaciones ocupando la ciudad
de Coro y el puerto de la Vela , derrotando á Carrera en dos reen
cuentros y tomándole la artillería. No le persiguió, sin embargo,
y con ser la línea de San Luis un punto de suma importancia, le
dejó retirarse á ella, Fiando en que Réyes Várgas le acabaría de des
truir. Carrera se fortiflca allí, allega gente , reune sus partidas y
rechaza al indio basta Baragna , miéntras Briceño , mui ufano coa
la ocupacion de Paraguaná , no consigue en realidad siuo inutilizar
sus caballos en aquella península de arenales sin aguas y sin pastos.
A todo esto el Libertador , juzgando que la reduccion de Coro, des'
pues del primer reencuentro de Cumarebo, era cosa pronta y fácil,
habia dado órden á Briceño para que una vez desahogado enviase
una gran parte de sus fnerzas á Maracaibo , punto prevenido para
la reunion de un cuerpo numeroso de tropas destinado al istmo de
Panamá. Briceño, pues, habia embarcado en Paraguaná buena por
cion de sus veteranos en el supuesto de que retirado Carrera á la
sierra de San Luis, fácilmente le destruiría combinando sus movi
mientos con los de Réyes Várgas. A cuyo fin envió una parí ida de
200 hombres á unirse con este; pero Várgas, como sabemos, esta
ba ya en Baragua y la partida , atacada por el realista con fuerzas
superiores , fué completamente derrotada. Carrera con esto de fu
gitivo pasó á ser agresor e invadió la ciudad de Coro á la cabeza
de 500 hombres. El teniente coronel Leon Pérez que la ocupaba
con solo 450, le rechazó con valor, le persiguió y le mató gen
te ; pero no pudiondo sostener el putsto, se retiró á la Vela. Allí es
taba Briceño, y allí poco despues un motin militar despojó á este
del mando poniéndolo en manos de Juan Gómez ; ejemplo el pri
mero de esta clase que daban tropas colombianas.
El nuevo jefe quiso justificar la usurpacion dando muestras de
actividad y energía ; y de aquí vino el volver á Coro, por súplica
de los vecinos, con 400 hombres, y el avanzar Perez con 200 y
dos piezas de artillería hácia Buena-vista en direccion á la sierra,
como si quisiese atacar á Carrera eu su guarida. Luego se
ocupó en reclutar gentc de Paraguaná, que era la única comarca
en que se conseguía alguna y eso con gran pena. Y á decir verdad
Gómez hizo cuanto le fué posible para conducir la guerra con mas
— 54 —
actividad que su predecesor ; pero le siguió igual ó peor fortuna.
Carrera, siempre derrotado y siempre rehecho, lé atacó en Coro el
6 de noviembre, ocupando la ciudad y reduciéndole al convento y
plaza de San Francisco. Allí se defendió bizarramente durante cua
tro dias de pelea incesante , en que el realista y sus soldados se
condujeron con un ardor y porfía estraordinarios. Pérez, enterado
del caso, se reunió á su jefe el tercer dia rompiendo las líneas ene
migas, y en el cuarto, saliendo juntos de la plaza, arrojaron á Car
rera. de la ciudad y cerca de ella le acometieron y despedazaron.
La falta de municiones y de caballería impidió el que le persiguie
sen ; con lo que aunque vencedor hubo Gómez de retirarse i !a
Vela en busca de pertrechos. Esto paró en que Carrera se repuso
"de nuevo y llamó en su ausilio al general La Torre, el cual salió
de Puerto-Cabello el 12 de diciemlire con .1200 hombres, desem
barcó en los Taques, reconquistó á Paraguaná, ocupó á Coro, y
atacando diferentes vczes á Gómez on la Vela, le obligó á rendirse
por capitulacion en O de enero del siguiente año.
En las comarcas de oriente y en las llanuras de Carácas no fue
ron tan dichosos los realistas, antes perdieron por siempre el domi
nio de una y de otra tierra.
Dueño La Torre de Puerto-Cabello y habiendo reunido allí mas de
4.200 hombres despues de la batalla de Carabobo. se dió á pensar en
el modo de proseguir la guerra, ó por lo ménos de conservar lo que
había podido salvarse de aquel desastre fiero. Desde luego el sitio
de Puerto.Cabello era poco temible por entónces, pues ni los pa
triotas estaban para hacerlo en toda forma, ni tenían en Venezuela
marina capaz de combatir la suya. Pero convenia desembarazar la
plaza de consumidores, dar maiío amiga á Coto, ausiliar á Cumaná
con buques mas que con soldados, insurgir de nuevo las llanuras y
distraer la atencion de los republicanos con un amago constante á
Valencia y sus contornos. Esto resolvió hacer La Torre, oido que
hubo la opinion de una junta de guerra. Y para ello envió á Tello,
como vimos , en ausilio de Inchauspe : mandó organizar guerrillas
en el interior de la provincia de Carácas, conflando las principales
al cuidado de los coroneles venezolanos Alejo Miraba! y Antonio
Rámos : dispuso algunas salidas contra la línea sitiadora, y preparó
en fin un ausilio para Cumaná. Ya hemos visto el resultado de la
marcha de Tello. La suerte de Miraba! y liámos fué desgraciadisi
ma. El primero reunió alguna fuerza y quiso apoderarse de Cala
— 55 —
bozo , donde mandaba el corouel Judas Tadeo Piñango , y no ha
biéndolo conseguido con la prontitud que deseaba , se puso á vagar
sin plan alguno lijo por los distritos del Pao y de San Carlos. Lejos
de adelantar Bada con esto, la gente que llevaba se le dispersó, y
de resultas -él y el compañero ofrecieron someterse. Rínilense en
efecto , mas como por la cuenta lo que realmente pretendian era
burlarse del gobierno, se les persigue luego al punto. Ramos apre
hendido y juzgado, paga con la cabeza :• Mirabal se presenta al co
mandante militar del Pao, pero inspira despues temores, es preso
y en camino para Valencia la escolta que le llevaba le da muerte.
Que fuera , como algunos dicen , porque intentó el triste fugarse ;
ó como otros piensan , solo por crueldad , no lo sabemos. En
cuanto á las salidas de la plaza, una que hicieron los realistas
en 20 de agosto, les fué desfavorable. Y por lo que loca á Cumaná,
Bermúdez la babia tomado ya por capitulacion eMG de setiembre,
cuando la escuadra de Puerto-Cabello al mando de Don Angel La-
borde llegó en socorro de ellu. De resultas marcharon para Puerto-
Rico 800 capitulados ; un corto número tomó servicio con los in
dependientes , y las provincias orientales quedaron libres desde
entónces de incursiones terrestres y marítimas. A Bermúdez, pues,
que condujo aquel sitio con gran tino y con su habitual intrepidez ,
debió la república el ver libre de enemigos aquella hermosa tierra.
En la de occidente la guerra se limitó á algunas tentativas infruc
tuosas hechas por los de Puerto-Cabello contra Valencia y las cos
tas de Ocumare. i
Las hostilidades así en la Nueva-Granada como en Venezuela
debian renovarse el 28 de abril, segun el convenio ajustado entre
los jefes principales de los beligerantes. Así por órden del Liber
tador lo intimó el general Montilla á Tórres , y acto continuo dis
puso que Padilla entrase en la bahía de Cartagena por Pasacabállos,
donde se habia situado ya una columna respetable de infantería
para apoyar el movimiento , dado que á él quisiesen oponerse los
realistas. No se opusieron , temiendo la superioridad de sus con
trarios, y el marino colombiano, que durante el armisticio se habia
mantenido en el rio Sin ik preparándose para aquella operacion, la
ejecutó sin obstáculo : el enemigo se puso bajo la proteccion de los
castillos de Bocachica, y poco despues se retiró á la bahía interior
de la plaza. Con este movimiento quedaron aquellos castillos sin
comunicacion con la ciudad de Cartagena y en la imposibilidad de

r
— 36 —
recibir vituallas como no fuese por el mar. Por donde ya fué ase
quible formalizar el bloqueo y quedar á cubierlo de sorpresas igua
les á la de Turbaco ; y de heclio para conseguirlo se mandó situar
una fnerte columna de tropa en Ternera al principio, despues en
el convento del cerro de la Popa y en Alcivia, para que se diese la
mano por la izquierda con Padilla. Esta columna fué puesta á las
órdenes del conde Federico Alderscreulz, sueco de luzes y valor, que
habia sido admitido al servicio de Colombia en clase de teniente
coronel. Solo fallaba, pues, que la escuadra de buques mayores
mandada por BabasUo (hallábase Brion enfermo en Curazao) iu-
terceptase completamente las comunicaciones marítimas de la plaza,
para reducir á los sitiados á la úliima estremidad. Efectivamente
aquel marino italiano se presentó frente á Cartagena ; mas no fué
para cumplir con. su deber, sino para alzarse con el mejor buque
de guerra nacional y dar la vela en él para la Habana , dejando
abandonados h.s demas : estos, viéndose sin jefe por la desercion
del pérfido estranjero, remontaron á Sabanilla con el fin de recibir
un nuevo arreglo.
Mas aquel contratiempo no impidió por fortuna que las opera
ciones del bloqueo continuasen , y á poco un suceso importante,
mejor diremos decisivo, hizo á ¡\lontitla árbitro cu cierto modo de
la plaza. Y fué que , como la guarnicion de los castillos de Boca-
chica se hallase sumamente escasa de mantenimientos, y padeciese
grandes trabajos con las alarmas en que á cada instante la ponían
los patriotas , se sublevó contra sus jefes y los obligó á capitular.
Con lo cual obtuvo Montilla piezas de grueso calibre, obuses, mor
teros y proyectiles para conducir á la Popa y convertir en sitio
formal aquel bloqueo. Pero ántes era preciso destruir ó tomar los
buques armados que así pequeños como grandes estaban en lo in
terior de la bahía y bajo los fuegos de la plaza ; porque ellos podian
impedir el trasporte y desembarque de his cañones y municiones
qne desde Bocadiica debian precisamente conducirse al puerto de
la Quinta, tanto mas que este se halla dominado por los castillos de
San Felipe y Pastelillo. Pensando en ello estaba Montilla cuando
su buena suerte le deparó un medio escelente de llevar á cabo
aquella empresa, tanto como arriesgada, provechosa. Pues sucedió
que sus amigos y espías de Cartagena le informaron que el 2.¡ de
julio habría en ella una tiesta de masones, á la cual debía asistir. la
mayor parte de los jefes y oficiales de marina y aun algunos de los
— 57 —
que hacian su servicio en ciertos baluartes de la plaza. Con este
aviso y previa una entrevista que tuvo coa Padilla , dió órdenes al
comandante de las fuerzas sutiles y al conde Alderscrcutz para que
en la noche de aquel dia obrasen simultáneamente, el primero ata
cando las fuerzas enemigas ancladas en la bahía, á fin de apresarlas
ó quemarlas; el segundo llamando la atencion de los enemigos por
los frentes de tierra para facilitar las operaciones de los buques.
Lo cual se ejecutó con lau buen éxito, que ya estaban en poder de
los patriotas y navegando para Cospique las lanchas enemigas y to
davía creian los realistas que el verdadero ataque se dirigía al cas
tillo de San Felipe y Tenaza de Santa Catalina. Vueltos empero de
su error, empezaron á cañonear la escuadrilla republicana desde el
reducto de Chambacú y del Arsenal ; logrando matar algunos hom
bres , herir otros y entre estos peligrosamente al alférez de fragata
Antonio Quintana , que mandaba aquella expedicion. Mas no impi
dió esto que alcanzado el objeto con el apresamiento de los bajeles
enemigos , se procediese al trasporte de los cañones ; si bien fué
necesario hacerlo de noche por estar el punio del desembarque ¡i
medio tiro de canon de los rastillos que nombramos hace poco.
El conde sueco, que en este y en los trabajos sucesivos mostró
discernimiento y una constancia á toda prueba, fué reforzado como
lo reilueria su posicion y el nuevo plan de ataque. Seguidamente
se establecieron aproches contra el castillo y la media luna, y rolo
el fuego, se logró .apagar en poco tiempo una batería de mor te os
situada en la Cruz é introducir muchas balas y granadas en el re
cinto de la plaza. No tuvo entretanto Cartagena ociosos sus caño
nes, los cuales desmoronaron el convento de la Popa é hicieron
fiero estrago en las filas de Montilla; pero este reparaba fácil y
prontamente sus pérdidas con una diligencia constante y por la
buena voluntad del pueblo y de la tropa, á tiempo que los sitiados,
trabajados del hambre, divididos en opiniones políticas, rodeados
de una poblacion descontenta, y desesperando ya del buen éxito de
la defensa, hacian aquesta á disgusto, mas dispuestos á rendirse
que á hacer alarde de iirmeza. Así el gobernador Tórres, que hasta
entónces habia sostenido el honor de su puesto, y se manifestara
decidido á mantenerlo, reconoció que en tales circunstancias no le
quedaba ya ningun recurso, mayormente cuando parecia haber si
do del todo abandonado por las autoridades de Puerto- Rico y de la
llabana; Por su parte Montilla, conociendo la posicion. de su con
— «8 —
trario y la propia , y deseando evitar derramamiento inútil de san
gre y mayores miserias á la angustiada Cartagena, ofreció á Tórres
una capitulacion honrosa. El resultado fué celebrar un ajuste por
el cual se comprometieron los realistas á evacuar la plaza el 50 de
setiembre si ántes no recibian socorrosde la Habana ó directamente
de España ; y como sucedió que no los recibieron^, entregaron la
ciudad el .1 \ de octubre. La guarnicion hiío juramento de no to
mar las armas contra la América durante la guerra; su embarco
para Puerto-Rico debia hacerse por cuenta de la república ; á los
particulares que quisiesen permanecer algun tiempo mas en la ciu
dad, se .concedia un término de cuatro meses para disponer de sus
propiedades ; estas y las personas se respetarían. Mas lo que no
pudieron obtener los realistas fué que Montilla entrara á la plaza
despues que ellos la evacuasen ; cosa que por un resto de insensato
orgullo solicitaron con vivísimas instancias. Verdaderamente aque
lla en todo el curso de la guerra americana iba á ser la vez primera
que una plaza de armas pasase de sus manos á la de los patriotas
con todas las formalidades de la guerra; y en esta entrega era du
ro para los antiguos señores del Nuevo Mundo, arriar su pabellon
y saludar el de sus colonos rebelados. Y hubieron de hacerlo mal
su grado aquellos tristes, pues Montilla se obstinó, acaso de propó
sito, en recibir puesto por puesto, con lo que á medida que en ca
da uno de ellos descendia la bandera española, se enarbolaba la
colombiana y era saludada por las baterías. Así fué como cayó en
poder de los republicanos el escudo del antiguo vireinato de San-
tafé y la mejor plaza fuerte de la América del Sur. Los vencedores
encontraron en ella 55 morteros, 295 cañones da grueso calibre
montados, mas de ^0 sin montajes, todo el tren de artillería que
llevó Morillo, 5.200quintalesde pólvora, 2.000 fusiles, .1.200 sa
bles y muchos almacenes repletos de municiones de guerra. Sus
llaves de oro enviadas por Montüla á Bolívar, fueron devueltas á
aquel jefe con las honoríficas espresiones que merecian su inteligen
cia, su valor y su constancia.
Los libertadores de Cartagena quisieron entónces volver las ar
mas victoriosas en el Magdalena hácia el istmo de Panamá, y pre
paraban para invadirlo una espedicion , cuando supieron el levan
tamiento espontáneo de la villa de los Santos, al cual se siguió el de
toda la provincia y luego el de Veragua, su vecina, á principios de
diciembre. Con esto quedó, sin intervencion de las armas y por
-39 -
solo el ímpntso de la pública opinion, libre y segnra toda aquella
tierra. Veamos ahora lo que hahia sucedido en la de Quito.
A fines del año anterior habia proclamado Guayaquil su in
dependencia y tambien enviado una espedlcion contra Quilo a
las órdenes del general .Luis Urdaneta ; pero derrolado este en
Guachi el 12 de noviembre, se retiró, dejando á Yaldes todo el pe
so de la guerra en aquellos lejanos parses. Igualmenté desgraciado,
movióse Valeles de Cali hácia Pasto, atravesando' el Juanambú y
fué batido en Genoi el 2 de febrero de este ano en que vamos, re
plegándose con este motivo á Mercaderes. En aquellos mismos dias
se recibió la noticia olicial del armisticio, y el general Sucre que
habia sido encargado dol mando de la division Valdes, lo confió al
general Pedro Leon Tórres y se encaminó a Guayaquil con el fin de
organizar tropas pnra la próxima campaña.
Rotas de nuevo las hostilidades, so preparaba Sucre á salir de
Guayaquil para Quilo, cuando la defeccion del teniente coronel
Nicolas López (poco ántes haiiia sido hecho prisionero y á pedimento
suyo admitido por Sucre en el servicio de la república ) y la del co
ronel Bartolomé Salgado con parte de la fuerza del ejército, llegó
á interrumpir el curso de su empresa. Sometidos, empero, pronta
mente los bajeles que de acuerdo con los traidores se habian suble
vado en la misma ria de Guayaquil, y puestos en fuga los caudi
llos del motin, emprendió Sucre su marcha hácia aquella ciudad á
tiempo que contra él se movian una division organizada en Cuenca
por el coronel Don Francisco González y otra que por Guaranda
conducia Aymerich. El jefe republicano, supliendo con la celeridad
sus pocas fuerzas , se dirigió rápidamente contra la primera y la
derrotó en Yaguachi cuando intentaba atravesar por allí para reu
nirse á la del Presidente, el cual se vió obligado á retirarse sobre
los refuerzos que habia pedido á Quito en consecuencia de la derrota
de González. Alarmado luego Aymerich por la suerte de la capital,
emprende hácia ella su retirada, y por lo pronto, á lin de rehacerse,
se sitúa en Riobamba, al mismo tiempo que Sucre iba sucesivamente
ocupando en su persecucion las posiciones que dejaba : por fin el
jefe republicano colocó sus tropas en el pueblo de Mocha paralela
mente á Riobamba . y al otro lado de la cordillera del ChimborazO.
En estas posiciones permanecieron ambos jefes algun tiempo hasta
que, prosiguiendo el uno su retirada y la persecucion el otro, se
encontraron en Guachi el 12 de setiembre, y allí trabado un com
— 60 —
bate reñidisimo, resultó Sacre derrotado con pérdida considerable,
quedando Mires prisionero. Este fué el que tuvo la culpa de aquel
desastre, porque empezó la pelea contra las órdenes de Sucre, el
cual, reconociendo la superioridad de la caballería enemiga, quería
evitar la llanura. Los realistas con fuerzas quíutuplas que las de
Sucre, perdieron la tercera parte de ellas ; pero fuera del honor de
sus banderas, el jefe republicano, perdió todo.
Abandonado esta vez por la fortuna en el campo de batalla, ad
quirió, sin embargo, como hombre de estado las ventajas que no
había podido alcanzar como guerrero. Dos meses despues de la
accion de Guachi propuso á los enemigos una suspension de hosti
lidades que por noveutadias ratificó Aymerich, y durante ella, mién
tras los ojos vulgares veian solo timidez é indecision en su conducta,
reapareció mas fuerte que ántes con un cuerpo de tropas rcclutado
sin esfuerzo entre pueblos que adoraban sus virtudes. Y ¡ cosa sin
gular! cuando la guerra estaba próxima á espirar, cuando toda la
gloria que ella habia podido conceder parecia estar definitivamente
repartida entre cierto número de hombres eminentes, entre los
cuales no se hallaba inscrito Sucre, comienza este una carrera que
va á colocarle al lado de.ellos, y próximo á Bolívar. Aquí en efecto
empieza á llenar el hijo invicto de Cnmaná las páginas mas brillan
tes de la historia colombiana, y desde aquí su nombre afortunado
unido al nombre mas glorioso que se encuentra en los fastos mili
tares de la América , se hace inseparable de él en la vida y en la
muerte, en los ücm¡.os que ilustraron y en la posteridad.
Esta es la historia militar del año .1821. La política, mas corta y
no ménos interesante, se encuentra en las actas del primer congreso
colombiano instalado el 6 de mayo en el Rosario de Cúcuta : esta
villa fué en efecto el lugar designado para el caso por la lei funda
mentaI, y á ella se habia trasladado el asiento del gobierno por un
decreto de Roscio dado á 9 de noviembre del año anterior en An
gostura. . i
El congreso se instaló con diputados libre y legalmente elegidos
por veinte y dos provincias emancipadas del gobierno colonial ; y
de luego á luego hubo de ocuparse en considerar la renuncia que
de su magistratura política hizo el general Bolívar. Nombrado por
el congreso de Venezuela presidente interino del estado , y exis
tiendo ya una asamblea soberana que ejercia los poderes del pueblo
de Colombia, no se consideraba jefe de ese pueblo, porqfle no habia
— 61 —
sido nombrado por él , « porque estói cansado , añadia, de verme
« llamar tirano por mis enemigos, y porque mi carácter y mis
« sentimientos me oponen una resistencia insuperable. » Santan
der, imitador entónces de Bolívar, hizo igual renuncia de la vice-
presidencia de Cundi nano aca; pero el congreso declaró que uno y
otro, y Nariñoy Sonblette, siguiesen desempeñando sus funciones
como ántes hasta el arreglo definitivo del gobierno por medio de la
constitucion que se daría al estado.
La union definitiva de Venezuela y la Nueva Granada por la que
tanto se había desvelado Bolívar, que era el fundamento de aquella
misma asamblea y la condicion indispensable de su existencia, fué
y debió ser la atencion primera y preferente del congreso. Poco se
habló dela union ensimisma porque todos, con razon, la considera
ban útil, mejor dicho, indispensable en aquel tiempo aun no tran
quilo en que la libertad de la república exigía el concurso general
y simuttáneo de todos los recursos. Fueron sí objeto de largos y
serios debates las condiciones del pacto fraternal que debia ligar á
paises diversos, fuera del idioma y de la religion , por todo lo de
mas. Mas ¿qué pacto, se dirá, podia hacer el prodigio de confundir
los pueblos que separa la naturaleza? ¿qué gobierno podia man
tener trabadas las heterogéneas partes de aquel vasto cuerpo polí
tico?
a Los pueblos de la Nueva Granad^ y Venezuela , dijo él en 1 2 de
u julio, quedan reunidos en un solo cuerpo de nacion , bajo el
« pacto espreso de que su gobierno será ahora y siempre popular
« representativo. — Esta nueva nacion será conocida y denominada
« con el título de república de Colombia. — La nacion colombiana
(¡ es para siempre e irrevocablemente libre é independiente de la
« monarquía española j de cualquier otra potencia ó dominacion
« estranji.ra. Tampoco es ni será nunca el patrimonio de ningima
« familia ni persona. — El poder supremo nacional estará siempre
« dividido para su ejercicio en legislativo , ejeculivo y judicial. —
« El territorio de la república de Colombia será comprendido dentro
« de los límites de la antigua capitanía general do Venezuela y el
« vireinato y capitanía general del Nuevo reino de Granada. Pero
« la asignacion de sus témanos precisos queda reservada para
« tiempo mas oportuno. — El presente congreso de Colombia for-
« mará la constitucion de la república conforme á las basas espre-
« sadas y á los principios liberales que ha consagrado la sabia
— 62; —
« práctica do otras naciones. —. Son reconocidas in solidum como
(i deuda nacional de Colombia las deudas que los dos pueblos haa
« contraido separadamente ; y quedan responsables á su satisfaccion
« todos los bienes de la república. — El congreso, de la manera
« que tenga por convenienle, destinará á su pago los ramos mas
« productivos de las rentas públicas, y creará tambien un fondo
« particular de amortizacion con qué redimir el principal ó satisfa-
(i cer los intereses, luego que se Laya verificado la liquidacion. —
« En mejores circunstancias se levantará una nueva ciudad con el
« nombre del Libertador Bolívar, que será la capital de la repii
« blica de Colombia. Su plan y situacion serán determinados por el
« congreso, bajo el principio de proporcionarla á las necesidades de
« su vasto terrüorio y á la grandeza á que este pais está llamado
« por la naturaleza. — Mientras el congreso no decrete las armas
« y el pabellon de Colombia se continuará usando de las armas
« actuales de ¡a Nueva Granada .y pabellon de Venezuela. »
Estos SÜH los principales artículos de la segunda lei fundamental
fado
de Colombia,
sobre el yfederalismo
ellos manifiestan
, las ideas
quede.
enunidad
el congreso
y de conceulraciou
habian triun- .

en el gobierno, conservando á este sin embargo la forma democrá


tica que le dieron las constituciones de Carr.ras y Guayana. Que con
ella se lograse el objeto de regir en paz y conveniencia la república,
es cuestion que jio podía resolverse sino en la constitucion, segun
y como modificase esta las basas establecidas, en benelicio de la
fuerza del gobierno ; porque osta fuerza, en las circunstancias
de Colombia y su egtensioa, era indispensable á su existencia.
La constitucion decretada .en 50 ile agosto difería. en muchos
puntos esenciales de las anieriores , y en otros (el mayor número)
estaba con ellas perfectamente de acuerdo : la diferencia consistía
en que igualmente distante del federalismo republicano de !os pri
meros coas'.ituyentes y de las ¡deas aristocráticas del Libertador,
quiso establecer un sistema estrictamente arreglado á la teoría del
gobierno popular representativo.
Keconocidala soberanía nacional como fuente de toda potestad,
dábase como de razon al pueblo ana cierta parte.en la eleccion de
sus gobernantes y en esta se adoptaron los mismos principios de la
constitucion de Venezuela , es decir , que las elecciones pasaban
porros dos grados de juntas parroquiales y juntas provinciales ,
reservando al congreso la facultad de hacer las de presidente y
_ 63 *—
vicepresidente de la república, si en favor de estos no se minia un
cierto número de votos. Los senadores no eran , como en la consti
tucion deGuayana, vitalicios, porque segun las ideas dominantes
en el congreso de Cúcuta , á semejante prerogativa se oponia el
espíritu del sistema popular. En este , el cuerpo neutro entre el
pueblo que quiere anonadar la autoridad y el poder ejecntivo que
tiende siempre á aumentarla , no es el senado , sino todo el cuerpo
legislativo. Todo él tiene una suprema inspeccion sobre los altos
magistrados : lodo él vela en mantener el imperio de la constitu
cion. Solamente divide el ejercicio de sus funciones cuando se trata
de juzgar , pues para ello acusan los procuradores ó representantes
y falla el senado. ¿ No seria un delirio , decian , hacer á todo el
cuerpo legislativo vitalicio ? De tnl punto á la destruccion del sis
tema representativo, ui habría (jue dar sino un solo paso. Siguié
ronse , pues , en esto y sin escepcion en todos los empleos los prin
cipios de eleccion ptriódica y alternativa , esenciales en la teoría
de! gobierno popular. Así el presidente, que ejercia con ministros
responsables el poder ejecutivo ; el vicepresidente , que ocupaba
en ciertas casos su lugar; los senadores y los representantes , que
constituían la potestad legislativa ; lodo en liu, en materia de fun
ciones públicas era temporal, lista regla aplicada al estamento ó
cámara do senadores, el poder ejecutivo ejercido por un solo indi
viduo, y la unidad del gobierno para toda la república, eran las
diferencias esenciales que se notaban entre la constitucion de Cú-
"cuta y las de Caracas y Giiajaaa.
Distribuíase en diez l.tulos , de los cuales daremos una idea lije-
rísima, cual debe esperarse de loe límiles estrechos á que hemos
tenido que reducir este trabajo.
Era el primero de la nacion colombiana y d» los colombianos.
Renovábase en su contesto el. principio do la independencia y so
beranía del pueblo y se estableela como deber de la nacion el de
proteger por leyes sabias y equitativas (a libertad , la seguridad, la
propiedad y la igualdad de todos sus individuos. Individualizábanse
igualmente en «lidio título los que debian conceptuarse colombia
nas , ora hubieseu jiaoido en el territorio , ora fuesen estranjeros ,
exigiéndose de los últimos carta de naturaleza. Y finalmente se in
sertaba tambien allí mismo una breve declaracion de los deberes
que tenían que cumplir los individuos para con la república.
Hablaba el título segundo del territorio y del gobierno : aquel
— 64 —
seria dividido en deparlamentos, provincias, cantones y parro
quias : este debia ser popular representativo, y sn ejercicio que
daba distribuido en las tres principales potestades, perteneciendo
la legislativa al congreso, la ejecutiva al presidente de la república,
y la judicial á los tribunales.
El tercer título trataba de las elecciones, y ya hemos dicho que
estas pasaban por los dos grados de juntas de parroquia y de pro
vincia. Allí se especiücaban quiénes debian conceptuarse hábiles
para dar su voto en las unas y en las otras , y en qué casos se per
dia ó suspendia aquel derecho. Así, para poder dar voto en las pri
meras se necesitaba ser colombiano, y casado ó mayor de veinte y
un años : saber leer y escribir ; si bien 'esta condicion no tendría
efecto hasta el año de ^40 : ser dueño de alguna propiedad raiz
que alcanzase al valor libre de cien pesos, ó ejercitar algun oficio,
profesion , comercio ó industria útil con casa ó taller abierto, sin
dependencia de otro en clase de jornalero. Para poder dar voto en
las segundas se necesitaba ser votante parroquial no suspenso : sa
ber leer y escribir : ser mayor de veinte y cinco años y vecino del
canton : ser dueño de una propiedad raiz que alcanzase el valor
libre de quinientos pesos , ó gozar de un empleo ó renta de tres
cientos , ó profesar alguna ciencia , ó tener un grado científico. Los
locos , furiosos ó dementes ; los deudores fallidos y los vagos decla
rados por tales ; los que tuviesen causa criminal abierta hasta que
fuesen absueltos , ó condenados á pena no aflictiva ni infamante,
y los deudores al tesoro público con plazo cumplido , tenían sus
pendido el derecho de elegir. Y lo perdian los que admitiesen em
pleo de otro gobierno sin licencia del congreso, teniéndolo con
renta por el gobierno de Colombia : los que hubiesen sido penados
con castigos de dolor ó infamia , y los que hubiesen vendido su
voto, ó comprado el de otro , para sí ó para un tercero.
El cuarto título , uno de los mas importantes por tratarse de la
potestad legislativa, dividia esta en dos cámaras , disponiendo que
en cualquiera de estas pudiese tener origen la discusion de las leyes;
si bien las de contribuciones ó impuestos habían de ser propuestas
necesariamente por la de representantes. El concurso de ambas
era , sin embargo , necesario para la formacion definitiva de cual
quiera lei, decreto ó estatuto, y por lo general la sancion voluntaria
del poder ejecutivo, para su cumplimiento. Las dos cámaras reunidas
componían el congreso y este tenia atribuciones especiales que, con
— 65 —
poca diferencia , eran las mismas que le concedia la primera cons-
litucion de Venezuela. El resto del título trataba de las funciones
económicas y de las prerogativas comunes á ambas cámaras y á sus
miembros : del tiempo, duracion y lugar de las sesiones del con
greso : del escrutinio y elecciones que le correspondian : del nú
mero de representantes y senadores que debia elegir cada provin
cia y de de las cualidades indispensables á unos y oleos. Sobre estos
puntos diremos primeramente que la constitucion cometía el error
de escluir de la discusion en las cámaras á los secretarios del des
pacho y á los consejeros ile estado ; error que provino acaso de una
estricta sujecion al principio de separar de un todo la potestad le
gislativa , siu considerar la mútua dependencia de ambas , la uti
lidad de oír en el congreso la voz del primer magistrado nacional
para la formacion ó mejorando las leyes , y fuera de otras razones
importantes , la de convertir con la amalgama en amigos , á hom
bres dispuestos por su abso!uta separacion del congreso , ;i sor con
trarios de sus resoluciones. Las sesiones de las cámaras debian ser
públicas y anuales : su duracion de noventa dias, prorogablos basta
por treinta si así lo resolvian las dns terceras partes de los miem
bros del congreso. Cuatro años duraba en funciones un represen
tante , ocho un senador. Toda provincia nombrara un represen
tante por cada treinta mil almas de MI poblacion ; pero si calculada
esta, quedaba un sobrante de quince mil , teudria uno mas. Cadn
departamento debería tener cuatro senadores. Varios requisitos de
edad, naturaleza ó vecindad, residencia , propiedad ó renta se exi
gían para poder ejercer uno ú otro encargo.
Era relativo el quinto título al poder ejecut¡vo,*cl cual se con-
tiaba á una sola persona por cuatro años, no pudiendo ser reelegi
da mas de uoa vez, sino despues de haber mediado una diputacion
ó sea período legislativo. En esto , en las funciones, deberes y pre-
rogativas del presidente, y cu las condiciones que se requerían para
serlo, era muí semejante esta constitucion á la de Guayana ; y tam
bien á la de Carácas, si se esceptúa con respecto á la última el pun
to que ya indicamos, es decir, el de ser en esta de Cúcuta uno y no
tres los individuos que debian ejercer aquella potestad.
Trataba el sesto título del poder judicial, y este se confiaba á un
tribunal, centro de todos los olros, que decian Alta Corte de justi
cia. Habia ademas otras cortes que se llamaban superiores de jus
ticia, y los juzgados infeiiores.
II.—BI8T. MOD. 8
La organizacion interior de la república era el objeto del sétimo
título , y como el territorio habia de dividirse en departamentos,
provincias, cantones y parroquias, el gobierno de ellos se confiaba
á diversos empleados , agentes inmediatos del poder ejecutivo y
nombrados por él. El mando político de cada departamento resi
diría en un magistrado llamado intendente : en cada provincia ha
bría un gobernador encargado del régimen inmediato de ella con
subordinacion al intendente, el cual seria tambien gobernador de
la provincia en cuya capital residiese : subsistirían los ayuntamien
tos ó cabildos en los cantones.
El título octavo , llamado de disposiciones generales, se destinó
á establecer los derechos políticos y civiles de los colombianos , y
en esta parle la constitucion de Cúcuta fué tan completa y liberal
como la de Carácas. Persuadido el congreso de que ni la separacion
é independencia de los poderes públicos, ni las frecuentes eleccio
nes, ni la responsabilidad , eran garantías suficientes de la libertad
si el pueblo no cambiaba los Iristes hábitos de la servidumbre por
las nobles costumbres de una nacion virtuosa y grande , no omitió
cosa alguna esencial para asegurar á su comitente el mas amplio
disfrute de la libertad, de la seguridad y de la propiedad. Acaba
mos de decirlo : en tales puntos fué tan cuidadoso ó mas, si cabe,
que el primer congreso venezolano; y esta esá un tiempo la espli-
cacion y el elogio de aquel título importante.
El nono hablaba del juramenteque debian prestar todos los em
pleados, sin escepcion, al ocupar sus destinos, y el décimo era rela
tivo á la observancia de sus leyes antiguas y á la interpretacion y
reforma de l#constitucion. Sobre esto, lo mas notable era la dispo
sicion del artículo \ 9 1 , que decia : « Cuando ya libre toda ó la
« mayor parte de aquel territorio de la república que hoi está bajo
ii del poder español, pueda concurrir con sus representantes á per-
« feccionar el edificio de su felizidad , y despues que una práctica
« de diez ó mas años haya descubierto todos los inconvenientes ó
« ventajas de la presente constitucion, se convocará por el congre-
« so una Gran Convencion (congreso constituyente) de Colombia
« para examinarla ó reformarla en su totalidad, o
Eslas eran las principales disposiciones de la constitucion de Cú
cuta, famosa despues, no por los bienes que hizo al pueblo, sino
por sus desgracias, por su envilecimiento y por las revueltas de que
fué caasa ó pretesto. Y sin embargo, ¿qué faltaba á esta lei funda
mental para ser buena? ¿ No .con sagraba ella los principios mas sa
nos de la ciencia política , los principios de la revolucion america
na? Sí, pero hecha cuando aun sonaba el clarin de la guerra , para
un pueblo de vastísima ostension , avezado primero á la servidum
bre, despues á las revueltas, no tenia el vigor necesario para soste
nerse por sí sola. Ella misma en su arlículo 128 revelaba su im
potencia. « Eu los casos, decia , de conmocion interior á mano ar-
« nuida que amenaze la seguridad de la república, y en los de una
« invasion esterior y repentina , puede (el presidente) cou previo
« acuerdo y consentimiento del congreso, dictar todas aquellas me-
« didas estraordinarias que sean indispensables, y que no estcn
« comprendidas en la esfera naturat de sus atribuciones. Si el con-
« greso no estuviese reunido, tendrá la misma facultad por sí solo;
« pero le convocará siu la menor demora, para proceder conforme
« á sus acuerdos. Esta estraordinaria autorizacion será limitada
« únicamente á los lugares y tiempo indispensablemente necesa-
« ríos. » Habia, pues, casos en que se anulaba la constitucion y en
que al imperio de ella sucedia el de la dictadura. Y así por ceder al
torrente de ideas teóricas.que marca siempre el pasaje del despo
tismo á la liberlad , por no atender á la esperieucia y á los desen
ganos que á una aconsejaban el ensanche de la potestad ejecutiva
en aquella tierra de militares soberbios y engreidos, por coger en
fin de un golpe los frníos de la liberlad sin dejar nada al tiempo y
al progreso de las luzís, preparó la constitucion misma su ruiua
por medio de un espediente considerado por el congreso como iudi-
calivo de ignorancia suma en los paises donde se habia adoptado.
Mas felizes los legisladores de Cúcnta en otras ffyes secundarias,
espidieron algunas mui útiles y sabias para promover la educacion
del pneblo, fomentar las ciencias, dar vida á las rentas públicas y
organizar debidamente el pais.
Una de 49 de julio declaró libres los hijos de esclavas que na
ciesen desde el dia de su publicacion. Los dueños de las madres de
berían sin embargo alimentarlos, vestirlos y educarlos hasta la edad
de diez y ocho aíios cumplidos, compensando ellos con su servicio
estos cuidados. Prohibia que los esclavos se vendiesen ántes de la
pubertad para fuera de la provincia en que se hallasen : tambiou la
venta de ellos para fuera del territorio de Colombia ; y su introduc
cion, de ninguna manera que se hiciese. Esta lei de justicia y de fi
— 68 —
lantropía, terminaba estableciendo un fondo para la manumision
segun la justa tasacion de peritos abonados.
Oira de 28 de julio suprimió con escepcion de los hospitalarios
todos los convenios de regulares que el dia de su sancion no tu
vieran por lo ménos ocho religiosos de misa. Todos los edificios,
los bienes muebles, raizes, censos, derechos y acciones que la pie
dad de los fieles habia dado á las comunidades que se hallasen en
ese caso, se aplicaban ála educacion nacional. En los conventos de
religiosas se mandaron establecer escuelas de niñas. En cada una de
las provincias de Colombia un colegio y por lo ménos una escuela
de primeras letras en todas las cuidades, villas, parroquias y pue
blos que no bajasen de cien vecinos.
Un decreto de .18 de setiembre autorizó al poder ejecutivo para
espulsar del pais á lodos los que habiendo emigrado con los espa
ñoles al tiempo de la ocupacion de un territorio por las armas de la
república, hubieran vuelto, y en su conducía diesen motivos de sos
pecha ; y taml-ien á los que sin haber emigrado estuviesen consi
derados como indiferentes ú hostiles al gobierno republicano. Po
dian llevar consigo sus bienes muebles ó semovientes ; por los in
muebles quedaban sin poder ser enajenados, en poder de sus ma
yores, herederos forzosos, ó personas de su conüanza, como prenda
de su buen comportamiento.
Una lei de 2 de octubre sobre organizacion y regimen político
del territorio dividia este en siete departamentos : el de Orinoco
comprendia las provincias de Guayana, Cumaná , Barcelona y Mar
garita : el de Venezuela las de Carácas y Barínas : el del Zulia las
de Coro, Trajino, Mérida y Maracaibo : el de Boyaca las de Tunja,
Socorro, Pamplona y Casanare : el de Cundinumarca las de Bogotá,
Antioquía , Mariquita y Neiba : el del Cauca las de Popayan y el
Chocó : el del Magdalena las de Cartagena con sus islas adyacentes,
Santa Marta y Rio de Hacha. No mas larde que el 6 del mismo mes
se autorizó ya al poder ejeculivo para constituir en los tres primeros
un jefe superior civil militar por todo el tiempo que lo exigiese la
guerra y la organizacion de la hacienda pública. Brecha esta no pe
quena que abria el congreso á la constitucion y segundo paso retro
grado que daba en su marcha de justicia y regularidad ; siendo el
primero un decreto de 29 de setiembre concediendo al poder eje
cutivo el ejercicio de las facultades estraordinarias en ciertas comar
— 69 —
cas conmovidas por algunos malhechores insignificantes. Pero lo
que mas hizo conocer á un tiempo el inmenso poder é influencia
de Bolívar, y la imposibilidad en que estaba aquella constitucion de
regir la república , fué el siguiente decreto del congreso ; su fecha
9 de octubre.
Art. \ . El presidente de la república podrá mandar las armas en
persona lodo el tiempo que estime conveniente, quedando el vice
presidente encargado de las funciones del poder ejecutivo.—Art. 2.
Podrá aumentar el ejército hasta donde lo crea necesario en el pais
que vaya libertando. — Art. 5. Podrá exigir contribuciones en el
mismo pais. — Art. 4. Podrá admitir al servicio de la república
oficiales de cualquier graduacion , y cuerpos enteros del enemigo.
— Art. 5. Podrá conferir á los oficiales que admita los grados mis
mos que tengan ú otros superiores ; poniéndolos desde luego en
posesion . con calidad de exigir siempre la aprobacion constitucional
del senado. — Art. 6. Podrá dar ascensos á los oficiales superiores
de la república que se distingan , poniéndolos en los mismos tér
minos desde luego en posesion , y dando cuenta , cuando sea posi
ble, al senado para obtener la misma aprobacion constitucional. —
Art. 7. Podrá organizar el pais que se vaya libertando del modo que
l0 crea conveniente , siempre que no sea posible y oportuno poner
inmediatamente en práctica la constitucion y demas leyes de la re
pública. — Art. 8. Podrá conceder en nombre de Colombia pre
mios y recompensas á los pueblos é individuos que se distingan
ausiliando y concurriendo de alguna manera al buen éxito de la
campaña. — Art. 9. Podrá imponer penas á los criminales ó desa
fectos que sea preciso castigar, sin las formalidades rigurosas de las
leyes. — Art. 40. Podrá conceder indultos generales y especiales en
los casos que crea prudentes y útiles al objeto. — Art. -H. Podrá
obrar discrecionalmente en lo demas de su resorte, segun lo exija la
salud del estado.— Art. 42. El ejercicio de estas facultades comen
zará desde que se reuna el ejército en la provincia de asamblea y
entre en ella el presidente ; pues en el resto de la república deben
tener todo su vigor la constitucion y las leyes. — Art. 45. Las dis
posiciones y órdenes generales que emanaren del poder ejecutivo y
que fueren comunicadas al presidente, serán puestas en ejecucion
en el territorio que vaya libertando segnn lo permitan las circuns
tancias que obligan á esta estension de facultades. — Art. \ 4. El pre
sidente de la república llevará consigo estas facultades respecto de
— 7» —
los lugares donde haga personalmente la guerra : respecto de los
otros, quedarán en el vicepresidente, quien podrá delegarlas en la
parte y con las restricciones que juzgue necesarias.
Conforme á la constitucion que le concedia la faculdad de hacer
por la primera vez los nombramientos de presidente y vicepresi
dente de la república, el congreso habia elegido en 7 de setiembre
á Bolívar para el primero de aquellos empleos y á Santander para
el segundo. En este último nombramiento luvo por su mal el Li
bertador una gran parte, pues no era ni podia ser general en el
congreso la buena disposicion hácia aquel funcionario granadino;
ménos por odio á su persona ó desconfianza de su capazidad , que
por haber otros hombres mas dignos por sus servicios de ocupar
tan alto puesto. Nariño por ejemplo, que lo servia interinamente
era con igual ó mayor suma de conocimientos mas respetado, mas
querido y digno. No sabemos porqué Bolívar que le nombrara poco
ántes en Acháguas , rehusó empeñar por el su valimiento en el
congreso : acaso no futí esto repugnancia hacia Nariño, sino con
fianza escesiva en Santander, exagerada idea de sus talentos admi
nistrativos y el deseo vivísimo que siente el hombre de elevar mas
y mas á sus hechuras. Por lo que toca á él mismo, parécenos que
Bolívar, anles de sancionarse la constitucion, renunció el mando
por modestia ; despues de sancionada , por disgusto. Ello es que
llamado á prestar el juramento acudió á Cúcuta y escribió en
.1° de octubre al presidente del congreso un oficio en que manifes
taba su repugnancia con una energía estraordinaria. «Pronto decia
« á sacrificar por el servicio público mis bienes, mi sangre y hasta
« la gloria misma, no puedo sin embargo hacer el sacrificio de mi
« conciencia , porque estói profundamente penetrado de mi inca—
(i pazidad para gobernar á Colombia, no conociendo ningun género
« de administracion. Yo no soi el magistrado que la república ne-
« cesita para su dicha : soldado por necesidad y por inclinacion, mi
« destino está señalado en un campo ó en los cuarteles. El bufete es
« para mí un lugar de suplicio. Mis inclinaciones naturales me
« alejan de él tanto mas, cuanto que he alimentado y fortificado
<i estas inclinaciones por todos los medios que he tenido á mi al-
« canze, con el fiu de impedirme á mí mismo la aceptacion de un
« mando que es contrario al bien de la causa pública y aun á mi
« propio honor. » El congreso insistió y el Libertador juró cumplir
religiosamente la constitucion : « Ella junto con la independencia,
— 1\ —
« dijo en un discurso á la asamblea , sera el ara santa en la cual
« haré los sacrificios. » Mas como, segun babia dicho ya, si se en
cargaba de la presidencia era por el tiempo de la guerra y á condi
cion de que se le autorizase para continuarla á la cabeza del ejérci
to, espresó en aquel mismo discurso la resolucion de retirarse del
servicio público cuando la paz se hubiese conquistado. « Entónces,
« señor, yo ruego ardientemente no os mostréis sordo al clamor de
« mi conciencia y de mi honor, que me piden á grandes gritos que
« no sea mas que ciudadano. Yo siento la necesidad de dejar el pri-
« mer puesto de la república, al que el pueblo señale como al jefe de
« su corazon . Yo soi el hijo de la guerra ; el hombre que los combates
« han elevado ála magistratura: la fortuna me ha sostenido en este
« rango , la victoria lo ha conBrmado. Tero no son estos los títulos
« consagrados por la justicia, por la dicha y por la voluntad nacional.
« La espada que ha gobernado á Colombia, no es la balanza de As-
« trea, es un azote del genio del mal que algunas vezes el cielo deja
« caer sobre la tierra para castigo de los tiranos y escarmiento de
« los pueblos. Esta espada no puede servir de nada en el dia de
« paz, y este debe ser el último de mi poder ; porque así lo he ju-
« rado para mí, porque lo he prometido a Colombia y porque no
« puede haber república donde el pueblo no está seguro del ejercicio
« de sus propias facultades. Un hombre como yo es un ciudadano
« peligrosoen un gobierno popular : es una amenaza inmediata á la
a soberanía nacional. Yo quiero ser ciudadano para ser libre y para
« que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador,
« porque este emana de la guerra, aquel emana de las leyes. Cam-
« biádme, señor, todos mis dictados por el de buen ciudadano. »
El congreso llenando la condicion puesta por Bolívar entonces
para continuar la guerra, dió luego facultad en el decreto de que
ya hemos hablado, al poder ejecutivo para negociar un empréstito
de tres millones de pesos , y cerró sus sesiones el 1 4 de octubre.
El Libertador partió de Cúcuta para Bogotá (declarada por el con !
greso capital provisional de la república ) á hacer los preparativos
de su campaña al sur, y Santander dió principio á su administra
cion, acompañado de cuatro ministros hábiles que promelian á la
república un gobierno d;choso.

^
ANO DE 1&99.

No fué recibida en Venezuela la constitucion de Cúcuta ni in-


condicionalmentc ni con grandes muestras de alegría. Destruida la
soberanía del pais, dividido cste en departamentos privados de le
yes propias y colocado el centro del gobierno en la distante Bogo
tá, no podian los venezolanos vivir contentos bajo aquel pacto de
union, por mas que la guerra lo hiciese necesario ; así el cabildo de
Carácas habia declarado en 29 de diciembre del año anterior que
se guardara y cumpliera la constitucion de Colombia sin que por
eso sus futuros representantes quedasen impedidos para promover
reformas en ella, visto que muchas de las disposiciones suyas eran
inadaptables al territorio de Venezuela y que la mayor parte de las
provincias no habian concurrido á sancionarla.
Publicóse no obstante en Carácas el 4 .° de enero de este año, y
todos jararon el 2 obedecerla : el cabildo mismo lo hizo el 5, si bien
renovando su protesta.
Por este tiempo tuvo su cumplimiento un decreto del poder eje
cutivo que dispuso la reunion del mando militar en los departa
mentos de Venezuela, Orinoco y Zulia, y confió nuevamente la di
reccion de la guerra en ellas al general Sonblette; este habia sido
nombrado ademas por intendente del primero. Páez lo fué por
comandante general del mismo, Bermúdez del de Orinoco, del de
Zulia el general Lino Clemente.
La provincia de Coro, como ocupada por los espanoles, debió
ser y fué en efecto, el objeto de la atencion y cuidado del director
de la guerra en Venezuela. Mui ántes de que Gómez la perdiese se
le habia dado órden al coronel Montesdeoca para que le socorriese
con una columna que tenia en Carera^ pero jamas lo hizo. Ni Gó
mez mismo quiso situarse en Cumarebo, como se le mandara en
tiempo; atento solo á combatir para probar su acierto. Esto paró
como sabemos en la capitulacion de la Vela; y en esta, si bien muí
honrosa , escediéndose Gómez de sus facultades, no solo estipuló
con La Torre una alteracion esencial en los ajustes bajo los cuales
se habian entregado Cnmaná á Bermúdez , y Pereira al general Bo
lívar, sino que adiccionó el tratado de Trujillo sohre rcgularizacion
de la guerra. Verdaderamente es inconcebible cómo pudo La Torre
— 73 —
creer válidas semejantes estipulaciones ; mas ello es cierto que se
firmaron por él y Gómez. Por lo demas inútilmente, atento á que
Sotiblfüe ratilicó solo los artículos de la capitulacion relativos á la
entrega de la plaza, declarando como de razon nulos los demas.
Gómez dió cuenta de su conducta en un consejo de guerra, y el
general en jefe espanol volvió á Puerto-Cabello. Acto continuo una
columna realista al mando del teniente coronel Don Lorenzo Mo
rillo, sorprendió ^6 de enero) en Baragua al indio Réyes Várgas
que se hallaba allí con 600 hombres, y seguidamente ocupó á Ca-
rora por haberla evacuado Montesdeoca. De resullas el enemigo se
paseó por todo aquel .territorio y los síntomas mas alarmantes de
insurrccion y revuelta se presentaron en todo el ocidente. Afortu
nadamente el coronel Judas Tadeo Pifíango habia llegado ya á Bar-
quisimeto con un batallon que Sonblette destinó a la defensa de
aquellos lugares; Páez con otros dos cuerpos de la misma arma y
tres e cuadronos se le incorporó el 22 ; y aunque no pudieron lle
gar á las manos con el enemigo, se hicieron dueños de la tierra y
restablecieron la confianza entre los habilantes.
Ha de saberse que La Torre al regresar á Puerto.Cabello dejó
dos batallones en San Miguel del Tocuyo con el objeto de allegar
gente, revolver el pais y obrar en combinacion con las guerrillas
que en él se levantaran. Para impedir que penetrasen por San Fe
lipe ó bien que siguieran por la costa á Puerto Cabello, dispuso
Soublette que el coronel Manuel Manrique se situase en Montalvan
con alguna fuerza; y al general Páez previno terminantemente los
buscase y batiese ántes que cambiando de plan quisieran invadir á
Venezuela por la frontera de Caroca. Páez sin embargo volvió á Va
lencia el 25 de febrero y manifestó verbalmente que las liebres y
la fnlta de vituallas le hacian ver como infalible la destruccion de
cualquier cuerpo que se moviese sobre la columna enemiga situa
da en la embocadura del Tocuyo. La Torre que se apercibió luego
al punto de la falsa posicion de aquellos dos cuerpos, y que ademas
tcmia por Coro, y deseaba hacer invadir á Maracaibo por Moráles,
les ordenó pasará la primera de aquellas ciudades. Allí Jos encon
tró el canario á principios de marzo, y reuniendo á su fuerza las que
obraban sobre Carora, emprendió el 22 su movimiento de invasion.
Sabido esto, reforzó Sonblette al coronel Piñango y le dio órden
terminante para marchar sobre Coro y batir al enemigo ; pero po
co despues y en consecuencia de la declaracion exagerada de un
— 74 —
prisionero, le mandó Páez suspender su movimiento. El aviso de
esta contraórden lo recibió Sonblette en Carácas el 2 de abril y en
tónces resolvió acercarse al teatro de la guerra, á fin de impedir va
cilaciones y tardanzas. E1 .1 5 del mismo mes estaba en Barquisi-
meto.
Corla penetracion se necesita para ver en todas estas operaciones
mui poco acuerdo entre los jefes, es decir, entre Soublette general
de division y director de la guerra; y Páez general en jefe, coman
dante general del deparlamento, responsable de su defensa y su
bordinado sin embargo al otro en materias de guerra. Cuando á
Sonblette se delegaron por el poder ejecutivo las facultades estra-
ordinarias, no se le nombró general en jefe del ejército de Vene
zuela ; pues su comision quedó reducida á combinar las operacio
nes, facilitar los recursos, y dictar providencias generales cuando
obrasen á un mismo tiempo las fuerzas de los tres departamen
tos que estaban á su cargo. Nada tenia que entender en lo que
relativamente á la defensa de cada uno de ellos debian hacer por
separado los comandantes generales ó el jefe de operaciones que
para ello se nombrase. Tocaba, pues, esclusivamente al de Venezue
la defender su departamento, y para ello tenia la fuerza necesaria,
y medios de aumentarla. No obstante esto, Sonblette, al recibir las
primeras noticias de los movimientos del enemigo sobre Carora, se
fué á Valencia y dió á Páez las órdenes que dejamos referidas ; pe
ro este general so apercibió de que sus funciones quedaban redu
cidas á obedecer órdenes de otro, en un departamento de cuya con
servacion y defensa era responsable por un decreto especial del go
bierno : y de vuelta á Valencia manifestó á Sonblette en 5 de mar
zo que siendo iunecesaria su presencia en el ejército, se le diese
una licencia temporal para ir á cuidar de sus negocios. Fácil es con
cebir cuál seria la sorpresa de Sonblotte y su conflicto cuando re
cibió semejante representacion. Fuése á Valencia, resuelto segun
escribió al gobierno á no volver á la capital basta la pacificacion de
Coro ; pero Páez le bizo ver que su permanencia en el cuartel ge
neral podia ser origen de disensiones, y con esto se volvió á la ca
pital despues de haber negado á aquel jefe el permiso que pedia y
dádole instrucciones sobre los movimientos ulteriores, segun el ene
migo invadiese la provincia de Carácas ó la de Maracaibo. De este
modocreyó Sonblelte cortar aquella desavenencia ; mas por la cuen
ta sus instrucciones fueron mal cumplidas, visto que con motivo
— 73 —
de la marcha de Piñango se tío ea la necesidad de acudir al ejér
cito no obstante el riesgo que en ello habia y que se le indicara po
co ántes. La posicion de Sonblette no era fácil por cierto, ni agra
dable á pesar del arte y maña que ponia en hacerla llevadera ; por
lo cual pidió al gobierno le exonerara de la direccion de la guerra,
conñándola esclusivamente á Páez. Esto hubiera convenido ; pero
Santander, encargado del gobierno de la república por ausencia de
Bolívar en el sur, no quiso hacer alteracion en los mandos milita
res, y el desacuerdo de las voluntades, mas disimulado y por eso
mismo mas funesto, siguió como era natural de mal en peor.
El coronel Piñango marchó desde Barquisimeto el dia \ .° de abril
y el \ \ ocupó a Cumarebo : llevaba 2.000 infantes escelentes y 200
hombres de caballería lijera. Moráles por su parte, emprendedor y
activo como siempre , se habia dirigido á los puertos de Altagracia
y desbaratado allí los aprestos que hacia el coronel Heras para in
vadir y libertar á Coro. Seguidamente proyectó dar á Maracaibo un
golpe de mano , y observando que podia hacerlo sin hallar tropiezo
en el lago, dispuso que dos columnas de buena tropa desembarca
ran á barlovento una, y otra á solavento de aquella ciudad, com
binando sus movimientos de tal suerte que entretuviesen las tropas
que la guarnecian, mientras él, con el resto de las suyas, las seguía.
Sucedió sin embargo que verificado el paso de las columnas , llegó
á su noticia que Piñango marchaba sobre Cumarebo ; y entónces ,
difiriendo para mejor coyuntura dar cumplida ejecucion á su pro
yecto, acudió animoso á hacer frente al enemigo.
Entre tanto el jefe republicano, así que hubo reunido sus fuerzas
en Cumarebo, las dividió en dos trozos ; uno que, á las órdenes del
coronel Carlos Nuñez, dirigió á la Vela ; otro que , capitaneado por
él mismo, marchó hácia la capital do la provincia. El primero ba
tió en Chipare ( 17 de abril) una columna realista que el brigadier
Tello mandaba ; y esta fué la única novedad militar de aquella
marcha. Reunidos despues los dos cuerpos patriotas, guiaron el 27
de Coro hácia el Pedregal , con el designio de incorporarse á Réyes
Vargas , que por órden de Sonblette ocupaba aquel punto con un
destacamento. Moráles entre tanto llega á Sasárida, y Piñango que
ignoraba la desmembracion de sus fuerzas, que se ve distante de él
á jornada y media, y que se considera inhábil para dar una batalla,
resuelve retirarse á Carora y lo ejecuta : allí se reune á Sonblette
el 9 de mayo con un hospital de 700 enfermos , y el resto de la

'
— 76 —.
tropa en el estado mas lastimoso de miseria y desaliento. Debióse
esta calamidad al grau rodeo que hizo Piñango por Cumarebo para
peneirar en la comarca de Coro, y á la falta de subsistencias en
aquella marcha emprendida desde Yaritagua por los mortíferos bos
ques de Moroturo. Moráles que se habia avanzado hasta Urumaco,
tuvo noticias allí de la retirada de sus contrarios y queriendo asir
de nuevo la perdida ocasion , regresó de priesa á los Puertos de Al-
tagiacia, donde le esperaba la triste nueva de la ruina de sus co
lumnas invasoras , acaecida miéntras el malgastaba sus pasos en
seguimiento de los patriotas.
En efecto , aunque los jefes enviados por Moráles contra Mara-
caibo contaban con fuerzas suficientes para llevar á término dichoso
el plan confiado á su zelo, la falta de acuerdo y debida combina
cion , ocasionó su esterminio. El capitan Don Juan Ballestéros, uno
de ellos, desembarcó á barlovento y se hizo fuerte en las empaliza
das del hato llamado Juana de Ávila, á poca distancia de Maracaiho.
Abandonado allí á sus propios recursos, se defendió cuanto pudo
el 24 de abril contra fuerzas superiores enviadas á su encuentro,
y no rindió las armas sino despues de largo y recio conflicto, cos
toso á los patriotas por la muerte del coronel Heras. Prisionero coa
las reliquias de su tropa , que ántes de la accion subia á 21 6 hom
bres, fué conducido á la ciudad, y allí donde naciera, murió de sus
heridas. Siguióse luego á la pérdida de Ballésteros la de la segunda
columna que á Perija habia dirigido Don Lorenzo Morillo, pues en
terado del desasire de su compañero , aceptó el 26 la capitulacion
que le ofreció el general Lino Clemente, y rindió las armas con 562
soldados que le acompañaban, los cuales debian ser trasladados por
cuenta de la república á Santiago de Cuba. Hecho el embarco y
principiada la navegacion, una noche ántes de salir del lago, cayó
al agua Morillo y se ahogó ; sin que haya podido averiguarse si su
desgracia fué obra de villana traicion, ó del acaso.
El objeto de la operacion confiada á Piñango se hallaba en parte
conseguido , cual era el de socorrer á Maracaibo. Con todo la bri
llante division de Venezuela estaba absolutamente desorganizada y
casi per.iida : la mas completa derrota en el campo de batalla no ha
bría producido en sus filas mas estrago. Y hallándose Sonhlette frente
á frente de un enemigo emprendedor, cauto y activo, fuerza le era
rehacer á loda priesa aquellos cuerpos, poco ántes tan numerosos y
bellos. Mas de lo que podia esperarse se hizo en efecto para resta
— 77 -
blecer el ejército y el 22 de mayo estaba ya en estado de entrar
nuevamente en campaña, escepto un batallon y un escuadron que
fueron destinados al Tocuyo para salvarlos de su total destruccion :
trescientos enfermos quedaron ademas en Carora. Apénas 864 fusi
leros estuvieron en disposicion de volver á las fatigas militares y en
tre estos solo 475 veteranos de los batallones Boyacá y Orinoco.
Con esta fuerza se movió Sonblette de Carora eH 8 de mayo , y
el 25, al acercarse al Pedregal encontró y derrotó una columna
enemiga , que al mando del teniente coronel Don Simon Sicilia ,
se organizaba allí con el objeto de atacarle en su cuartel general.
Ocupado el Pedregal y tomada lengua del pais, se supo que en
Coro estaba el coronel Tello con 200 hombres , y que Moráles per
manecia en los Puertos de Altagracia. Por lo cual se dispuso que el
coronel Torrellas quedase en el Pedregal con una columna de vo
luntarios par hacer frente á Tello y que los convalecientes del To
cuyo y Carora se incorporasen al cuerpo de operaciones. Acto con
tinuo se dirigió Sonbletle á Urumaco , luego á Sasárida y poste
riormente á Dabajuro , donde en la tarde del 6 de junio supo la
llegada de Moráles á Juritiva en aquel dia , y que por la noche de-
bia acampar en Seque. No se tenia un conocimiento perfecto de
las fuerzas de la division de Moráles , y mucho ménos de las dis
posiciones con que hubiese marchado por aquellos lugares. Por va
rias cartas suyas del 26 de mayo que interceptó la division colom
biana , se sabia que hasta aquella focha permanecia en los Puertos
de Allagracia y que la marcha de Sonblette le inquietaba mui poco,
á causa de suponerle escaso de fuerza y sin mas objeto que el de
distraerle de sus operaciones contra Maracaibo. Por oira parte el
general Clemente habia recibido órden de observar cuidadosamente
los movimientos del enemigo en los Puertos de Altagracia . para
obrar por la espalda en el momento que marchase sobre Sonblette ;
de modo que , ligando sus operaciones con las de este , pudiesen
dar á Moráles un golpe cierto y duro. Consideró , pues, eldirector
de la guerra que , ó bien Moráles iba á su encuentro con parle de
sus fuerzas solamente, y en este caso le seria fácil batirle , ó que
si se habia movido con toda ella , la division del Zulia debi;i estar
maniobrando por su retaguardia y podrían tomarle entre dos fuegos.
Esta consideracion le determinó á buscarle el dia siguiente, 110
obstante que solo tenia presentes en su campamento poco mas de
700 hombres, por hallarse recorriendo la tierra algunas partidas en
— 78 —
demanda de víveres. Y en efecto al amanecer del 7 se puso la divi
sion en marcha desde Dabajuro formada en columna de ataque
y con disposicion de acometer al enemigo en donde fuese encon
trado , supliendo con la audazia la diferencia de fuerzas.
Desde Dabajuro al campamento enemigo partían dos caminos pa
ralelos y Sonblette prefirió el de la izquierda por ser mas amplio y
llano. A las dos ó tres horas de marcha su descubierta cogió algu
nos oficiales y soldados «nemigos que custodiaban municiones y
equipajes, y entónces se supo que la division de su mando se halla
ba colocada á espaldas y muí cerca de la espanola, por haber esta
acertado á lomar el camino de la derecha. Informaron tambien los
prisioneros que Moráles llevaba consigo toda su fuerza compuesta
de 4200 á 4500 hombres y 2 piezas de artillería, y ademas que
ningun movimiento se habia sentido á retaguardia por parte de
las tropas de Maracaibo. Esta circunstancia y la superioridad nu
mérica del enemigo hacian en estremo aventurada la posicion de
Sonblette, tanto mas que entre la gente con que debia entrar á
combate solo tenia 400 veteranos. Siguió empero por la retaguardia
del enemigo y eu su demanda, juzgando poder sorprenderle en su
marcha , y cuando no destruirlo , por lo ménos quitarle la artillería
y dispersarle alguna gente. Pero fué el caso que Moráles, .fatigado
del cansancio y la sed, habia hecho alto en un jagüel que se halla á
corta distancia de Dabajuro, y miéntras una parte de su tropa bebia
sin desordenarse, otra estaba tendida en batalla á la derecha del
camino con la artitíería á su frente. El terreno , llano como de or
dinario Io es el de Coro : cubierto sí de cardones y nopales , tan
espesos que á pocos pasos , ni aun estando á caballo , puede des
cubrirse el campo.
Ya pues no habia medio de evitar el combate á ménos de huir
vergonzosamente , y en la fuga perecer sin remedio. Lo cual visto
por Soubletle , ordenó que los batallones Boyacá y Orinoco , y una
columna de indios de Siquisique, fuesen conducidos por el coronel
Piñango á la pelea contra el batallon realista llamado de Baríuas, que
era el que Moráles tenia formado en batalla. El choque fué duro ,
la defensa bizarra : venezolanos eran unos y otros. Pero á pesar del
vivo fuego de fusil y de cañon que á quema ropa recibieron , logra
ron los patriolas poner en derrota á Harinas , el cual se desbandó
en parte , y en parte se guareció de un cuerpo númeroso de espa
ñoles que entraron de refresco á reemplazarle. Renovóse el com
—« 79 —
bate con ventaja de Moráles , y de resultas , Orinoco que había
atacado por el centro y Boyacá por la derecha, quedaron separados :
la izquierda confiada á los indios había abandonado su puesto
desde el principio de la accion. El batallon colombiano de nombre
Occidente, que estaba de reserva en el camino, hizo un movimiento
á su frente y se apoderó instantáneamente de la artillería enemiga ;
pero tuvo al instante que replegar por carecer de fuerza para contra-
restar á sus contrarios victoriosos. Respetaron estos, sin embargo,
la posicion que lomó en una pequeña altura cercana , donde se
hizo firme con algunos dispersos de Orinoco; con gran ventura de
Sonblette , á quien solo quedaba para defenderse aquella tropa.
Porque Boyacá y parte de Orinoco se retiraban entre tanto por el
camino de Casieure, sin ser en manera alguna molestados por el
enemigo ; siendo de notar que este no se movió despues á cosa al
guna de importancia. De tal modo que el jefe republicano, viendo
no ser prudente continuar nueva pelea con sus restos , guió por la
noche hacia Dabajuro, y llegó tranquilamente el 9 al pueblo de Mi-
tare. Allí se reincorporaron el coronel Torrellas y las partidas que
estaban fuera del cuartel general, y el 40 en la alborada, conti
nuó su repliegue áCarora, bien para encontrarse con el batallon
Apure que estaba en marcha desde el Tocuyo ó bien para evitar
una nueva reyerta con Moráles. El Áó llegó en efecto á Carora y allí
se le reunió Apure : tambien Boyacá, que separado de la accion
hizo dichosamente tu retirada por el camino de Taratarare. Y
aquesta fué la mui sonada accion de Dabajuro que los españoles
elevaron hasta las nubes diciendo de ella maravillas , á tiempo que
los émulos de Soublette . por odio á esle , la presentaban con ne
grísimos colores. Lo cierto es que en ella los patriotas pelearon
contra fuerzas mui superiores en número , si acaso no en calidad •
y que á pesar de eso solo tuvieron una périida de 4 07 hombres
entre muertos heridos y dispersos. Mayor sin comparacion fué la
de Morales , á quien ademas de eso se le forzo á desistir por en
tónces de la invasion de Maracaibo, con abandono de los bajeles
que ya habia reunido para ello en los Puertos de Allagracia. En
Dabajuro cayeron prisioneros el coronel Piñango y algunos oficiales
mas, y aunque Moráles respetó segun el tratado de Trujilio la vida
del primero, hizo fusilar á los capitanes Telechea y Trainer (ingles
este), al subteniente Francisco Velasco, y á otros varios. Desgracia

/"
— 80 —
fué ¿ mas cómo impedir que estando vivo no fuese aquel hombre
el peor de los nacidos ?
Desde que Sonblelte llegó á Carora contrajo toda su atencion á
poner la tropa que tenia en estado de abrir nuevas operaciones sobre
Coro y dió órdenes premiosas para que la division del Zulia se le
incorporase eH6 de julio entre Casigua y Seque, á fin de marchar
luego al punto contra los realistas.
El lü de julio se movió de Carora por el camino de Taratarare ,
y eH7 encontró las tropas de Maracaibo en Juritiva al cargo del
coronel Julio Augusto de Reimboldt de nacion aleman. El 18 con
tinuaron la marcha ambas divisiones reunidas llevando la fuerza de
2000 hombres , y el 23 llegaron á la ciudad de Coro y al puerto
de la Vela. Pero desde el dia ántes se habia embarcado en este Mo
rales para Puerto-Cabello con parte de sus tropas, enviando por
tierra el batallon Harinas.
Ni quedaron entónces mas fuerzas realistas en Coro que las guer
rillas de Carrera; por lo que juzgando inutil Sonblette su presen
cia en aquellos parajes, resolvió encargar la persecucion de ellas á
otro jefe práctico de la comarca. Este fué Torrellas, el cual para de
cirlo de paso, dispersó en breve las partidas que infestaban la pro
vincia y logró hacer prisioneros á todos sus jefes incluso el princi
pal. Sonblette le dejó dos batallones, otro envió á Maracaibo, y él
con tres enderezó su marcha hácia Valencia á largas jornadas y sin
hacer mansion en parte alguna.
El motivo de la marcha precipitada de Moráles á Puerto-Cabello
era un llamamiento de La Torre para entregarle el mando, en cali
dad de capitan general, por haber sido él destinado con igual em
pleo á Puerto Rico. Por fin aquel mal hombre cuya conducta atra-
viliaria, cruel y últimamente traidora, habia hecho tanto mal á
España y su colonia, obtuvo del gobierno español el objeto por que
anhelaba e intrigaba de mucho tiempo atras. Por esta vez, sin em
bargo, la corte, que apénas se bastaba contra la anarquía demagó
gica de España, y que no podia dar ningun ausilio á América , es
acaso disculpable de haber puesto los ojos en Moráles para el mando
de Costa-Firme; pues al fin, el canario conocia el país, tenia pren
das militares y era entre los jefes realistas que habian quedado en
Venezuela , el que , por su graduacion podia ocupar el puesto de
Lo Torre. Sea lo que fuese, Moráles estrenó su nueva autoridad
— 81 —
con una empresa atrevida que su fortuna y los errores de sus ene
migos llevaron á término dichoso.
Acabamos de decir que cuando se puso en camino para Puerlo-
Cabello, envió por tierra con la misma direccion al batallon Barí-
nas. A lin pues de proteger su entrada, y llamar la atencion de los
colombianos sobre un punto , de que pensaba alejarse, salió de la
plaza el \ I de agosto con \ 800 hombres, y el \ 2 bajó á la llanura
de Naguanag'ja sin que hubiese hallado oposicion en el camino;
atento que la crudeza de la estacion y las enfermedades que fueron
su consecuencia habian hecho levantar el sitio de Puerto-Cabello.
Nada podia hacer Moráles mas agradable á Paez que descender á la
llanura donde la brillanle y numerosa caballería colombiana le ha
bría hecho un mal inmenso; así el mismo .12 fué arrollado por
fuerzas menores, y obligado á tomar posiciones en las alturas. Paez
le provocó de mil maneras el siguiente dia; pero en vano. Mucho
ménos quiso bajar despues, porque los cuerpos que Sonblelte, pre
viendo sus movimientos, habia sacado Je Coro tan de priesa, se reu
nieron á Páez el 44. Su objeto empero estaba conseguido, cual era
el de hacer acudir hacia aquel punto las mejores tropas colombia
nas; por donde luego que de ello se hubo cerciorado, regresó á
Puerto-Cabello , y el 24 de agosto se embarcó con \ 200 hombres ,
dirigiendo el rumbo á la península Goagira. Da principio á su feliz
y corta campaña , desembarcando en los arenales de Cojoro el 29
del mismo. Allí despide sus baques para que cruzen en el golfo,
aparentando querer introducirse en el laso, y engrosado con algu
nos indios, se dirige á la línea de Sinamaica, de la cual y de la villa
del mismo nombre se apodera sin oposicion tres dias despues.
El oficial que defendia el puesto de Sinamaica tenia muí poca
tropa y debió replegarse como lo hizo, despues de haber tomado
algunos prisioneros y retirado el ganado; pero olvidó limpiar de
embarcaciones el Socuy, único paso que tenia Mnráles, é imposible
de vencer si hubiera carecido de ellas.
Mándanse empero colocar avanzadas en el rio, ya cuando el ene
migo se hallaba en la ribera, juzgando que estas darían avisos opor
tunos de sus movimientos, y tiempo á que cuatro piraguas arma
das que allí habia impidiesen el paso. Pero por un nuevo y mas fa
tal error las avanzadas se pusieron á bordo de los buques, y estos
despues de haber tirado unos cuantos canonazos á las tropas rea
listas, se fueron á la isla de Toa.; en el tablazo, dejando abaudona-
II.— UIST. 3IOD. 6
dasatgunas canoas, que debieron haberse recogido cuando no que
mado, y que un traidor puso luego en manos de Moráles. La situa
cion de este ántes de aquel suceso era desesperada : por toda racion
habia hecho distribuir á cada hombre un puñado de maiz, y ni en
la Goajira , ni en Sinamaica habia encontrado una sola res. Ni
podia detenerse á buscar bastimentos , á causa de que el tiempo
urgente por demas, no daba para ello.
Entretanto el general Clemente habia confiado el mando de la
tropa que tenia al teniente coronel Cárlos Castelli, oficial valeroso,
único ya de'aquellos italianos que se reunieron á Bolívar en Haití el
año de 1816. Este pues habia recibido órdenes de dirigirse á mar
chas forzadas hácia puerto del Mono , camino por el cual debia
entrar el enemigo despues de pasado el Socuy. Las mejores posi
ciones, las únicas que debian tomar las tropas colombianas, estaban
á la orilla derecha de aquel rio y su paso principal, por el cual
era imposible que lloráles lo esguazase aun siendo corla y débil
la defensa. Las canoas que un indio del Mojan puso en sus manos,
no tenían cabida sino para cinco ó seis soldados á la vez, y estos
despues de atravesar buen espacio con el agua hasta el pecho
destilando por la margen izquierda, debian embarcarse en aque
llos frágiles barquichuelos para llegar al paso Zulela ¡ Buena cosa,
no poner mas que avanzadas en el obstáculo, y estarse á esperar
que el enemigo lo haya pasado para atacarle! Así fué que casi á un
misno tiempo supo Castelli que las embarcaciones armadas habian
abandonado el rio y que el enemigo lo estaba atravesando sin obstá
culo, desde el 4 de setiembre al mediodia. Calculados el tiempo y
la capazidad de los buques, se vino en cuenta de que á his \ 0 de
la noche (hora en que la tropa podia llegar á Zulela y oponérsele)
debia tener en tierra obra de 600 hombres. Púsose pues en mar
cha con la desventaja de ignorar las posiciones que en la ribera
ocupaban ya los invasores ; y tanto por esto cuanto por la obscuri
dad y los tropiezos que ofrecia el terreno, anegadizo y montuoso de un
lado , de otro cubierto de planías espinosas, fué rechazado fácil
mente por los españoles, á pesar de la muerte de su segundo jefe el
bizarrísimo coronel de Valancey D. Tomas Garcia. Dueño del paso
y árbitro de entrar al terreno llano, Moráles con fuerzas superiores
en número, animadas con una victoria, puestas en el caso de morir
ó vencer, y conducidas por un gran número de bravos oficiales,
no podia hallar oposicion invencible en parte algoaa.
— «5 —
Desconfiando ya Clemente despues de esto , del buen éxito de la
defensa, hizo embarcar en Maraeaibo el parque y otros efectos, y
recibidos 420 hombres de Coro pertenecientes al batallon Carácas,
salió al encuentro de Moráles con 700 hombres , situándose en
Salina Rica, entre la capital y el Mojan. Error gravísimo , primer»
porque en caso de una derrota (muí probable de suyo) la retirada
hacia Maraeaibo, y el embarco, serían sumamente difíciles, atento
á lo corto de la distancia, y á que en toda ella no habia una sola
posicion en que hacerse firme, para resistir á una persecucion
activa ; y segundo, porque Moráles podia ocupar á Maracaiho por
un camino que le quedaba á la derecha, salvando el obstáculo de
Clemente y sus tropas: caso este que de haber sucedido, habria
dejado á los patriotas sin retirada á parte alguna. Moráles empero,
poco práctico de la tierra , prefirió combatir y lo hizo con buen
éxito, derrotando á los republicanos el 6 de setiembre en el punto
que ocupaban. Fué poco activo en la persecucion , lo cual debe
acaso atribuirseála falta de caballería; pero el dia 7 ocupó la ciu
dad sin la mas pequena oposicioa. Entre muertos, heridos y pri
sioneros tuvieron los patriotas muí pérdida de 522 hombres : los
restantes, y entre estos algunos heridos , se embarcaron por el
puerto de Aguiar y otros puntos hácia Moporo en la ribera orien
tal de la laguna. El general siguió este movimiento, que fué en
verdad el mas desacertado de toda la campaña. Despues que Mo
ráles hubo pasado el Socuy , Clemente, en lugar de presentar
batalla al enemigo, debió retirarse al castillo de san Cárlos y allí,
recogidas las mas embarcaciones que pudiese, mantenerse dueño
del lago y de aquella importante fortaleza , en tanto que por mar
y tierra le ausilinseii. Si no , pudo haberse replegado hácia la
sierra de Perijá , desde donde le era fácil darse la mano con las
tropas del Magdalena y defeuderse en escelentes posiciones. Derro
tado cu Salica ltica, todavía era asequible uno ú otro plan ; con lo
cual Moráles quedaba sin víveres, sin salida por el lago, ni por el
Socuy, ni por la sierra ; y caso que ¡uienuisc huir por lascabezeras
de los ríos que forman el Socuy, ¿con cuánta fuerza, preguntamos
con Montenegro, con cuánta fu«rza habría llegado á las playas de
la Go;ijira? La retirada á Moporo produjo luego la pérdida del
castiHo de San Cárlos y de las baterías de la barra, que su coman
dante entregó el O, sin la mas pequeña oposicion, DO obstante ha
llarse con recursos .de lodo género , suficientes para dejar bien
— 84 —
puesto siquiera el honor de las armas. Esta villanía aseguró al ene
migo la completa y segura posesion del pais ; y allí donde debió
encontrar su ruina, se rehizo, cobró aliento y amenazó con nueva
guerra. Si bien se examina el origen de los errores á que se
debió esta desgracia , hallaremos que fué ignorancia del terreno ,
pues sobraban en el jefe, en los oficiales, en la tropa y en el pueblo
mismo, con pocas escepciones , valor y buena voluntad. Por lo
que toca á Moráles, desapiadado y soberbio como siempre, apénas
se vió dueño de Maracaibo , espidió un decreto imponiendo pena
de muerte y confiscacion á los estranjeros que encontrase con las
armas en la mano, y no contento con esta escandalosa infraccion
del tratado de Trujillo, declaró mas larde , insubsistentes muchos
de sus artículos. Despues de varias reclamaciones por parte del
gobie'rno de la república, y del comandante de las fuerzas navales
anglo-americanas situadas en las Antillas, Páez dió órden á las
tropas colombianas de su mando para cumplir estrictamente
aquel convenio , a pesar del mal ejemplo de los enemigos : noble
y digna represalia acreedora al mas alto elogio.
Lus primeros movimientos de Morales sobre Maracaibo llegaron
á noticias de Sonblette al comenzar setiembre, y entónces dispuso
la salida de una espedicion marítima á las órdenes del capitan de
navio Renato Bcluchc, la cual debia desembarcar en Coro trescien
tos soldados y despues seguir á Maracaibo en ausilio de Ctemente.
Al geneial Páez le autorizó para obrar a discrecion con tres bata
llones en el occidente de la provincia de Carácas y en la de Truji
llo, siendo el objeto de su operacion socorrer á Clemente si aun
ocupaba este á Maracaibo ; y si lo hubiese perdido, conservando
empero la laguna, como era de suponerse, embarcar la division Y
reconquistar la plaza. Páez llegó á Carache el 28 de setiembre, y
allí supo por comunicaciones de Clemente que este jefe, despues de
la entrega del castillo se habia retirado de Gibrallar á Betijoque, y
que Moráles tenia en su poder todos los bajeles del lago. Adelantó
su marcha hasta Trujillo ; pero conociendo que su permanencia en
aquellos parajes era inútil, y que el comandante general de Zulia
tenia fuerzas bastantes para conservarlos, se retiró á Valencia al
promediar de octubre. Reluche surgió frente de la barra de Mara
caibo el .19 del mismo mes, y el 20 observando que no iban los
Itácticos á bordo, envío la lancha de su bajel con cuatro hombres
y vin oficial al castillo de S. Cárlos. No volvieron ; con lo que cier
— 85 —
to de que los enemigos ocupaban el castillo y las baterías, dio la
vela para el puerto de la Guaira. De esta manera se vieron frustra
das las oportunas providencias que se dictaron para recuperar á Ma-
racaibo, retardándose con gravísimo daño de la república la épo
ca de su reconquista. Con diez dias que el infiel comandante de
las fortalezas las hubiese mantenido, los buques colombianos en
tran en la laguna yPáez con su brillante division pone fin a la
guerra en Venezuela. Veamos ahora como Morales triunfa otra vez
de los patriotas que quieren espelerle de su conquista, y como en
ella mas y mas se asegura y establece.
Cuando en setiembre supo Montilla en Carlagena la pérdida de
Maracaibo, se trasladó á Rio de Hacha á fin de poner á cubierto de
un golpe de mano la provincia, reforzando su guarnicion con algu
nos infantes y ginetes escogidos. A poco recibió órdenes terminan
tes de Bogotá para observar de cerca á Moráles y amenazarle por la
Goajira, no fuera que, internándose por Cúcuta, cayera sobre las
provincias del Socorro y de Pamplona ; entónces indefensas. Y co
mo el gobierno ignorase aun la entrega del castillo, anadiásele que
hiciese ocupar a Maracaibo, dado que el enemigo se lanzase al in
terior, en tierras de Mérida ó Trujillo. A estas órdenes se siguieron
otras en que Santander, enterado ya de lo ocurrido, le mandaba
formar un ejército de í.000 hombres para libertar por la Goajira
á Maracaibo, y en cumplimiento de ellas fué que Montilla, reu
niendo de priesa cuantas fuerzas tenia á la mano, puso mil solda
dos escogidos de infantería y caballería á las órdenes de Sardá, con
prohibicion de combatir al enemigo, á menos de serle mui supe
rior en fuerzas, y de no pasar el Socuy sino cuando de cierto su
piese la internacion de Moráles y el desamparo de la ciudad. Tras
pasando sin embargo Sardá los límites que se habían prescrito á
sus movimientos sobre Maracaibo, atravesó el istmo de la Goajira ,
se apoderó de la villa de Sinamaica, y se dispuso á pasar el Socuy
por el punto que dicen Puerto de Guerrero. Sábelo Moráles el 42
de noviembre, y sin perder momento atraviesa el rio con 4800 in
fantes y I20ginetes, encuentra á su enemigo en las llanuras de
Garabulla y le derrota despues de una accion sangrienia que duró
mas de dos horas. No sin pérdida, pues tuvo la de su jefe de estado
mayor D. Leon Iturbe, venezolano de nacion, y 500 hombres mas ,
muertos en el campo. Pero Sardá, á quien llevaron á aquel trance

f
— 86 —
un ardor temerario y el deseo de distinguirse en Colombia, como
ya lo hiciera en Méjico peleando por la independencia, dejó muer
tos y heridos mas de 500, prisioneros S00 inclusos 2.f oficiales,
y él con mui pocos soldados, de caballería los mas, regresó al Ha
cha. Por fortuna que Sonblette habia enviado desde Venezuela al
mismo punto un cuerpo de infantes y otro de ginetes, que llegaron á
tiempo para reforzar el ejército del Magdalena ; disminuido con aquel
terrible descalabro; y tambien que Montilla, dando nuevas prue
bas de actividad y acierto, reparó pronto el mal, organizando consi
derables fuerzas de mar y tierra, para abrir nuevamente la cam
paña.
Engreido Moráles con estos triunfos, y libre con el último del
cuidado que hasta entónces le habia detenido en Maracaibo, resol
vió invadir las comarcas de Coro, y al efeclo desembarcó con un
gran cuerpo de tropas en el Ancon, mientras otro menor ocupaba
el puerto de Seibita y costas de Trujillo, aparentando invadir la
provincia. Casi todo este cuerpo regresó inmediatamente á Mara
caibo ; pero el principal siguió áSasárida, desprendió háciael Pedre
gal un baiallon para cubrir la avenida de Carora, y el 5 de diciem
bre ocupó sin oposicion la capital de Coro. Incapaz Torrellas de re
sistir fuerzas mayores, y mejores que las suyas, se retiró á las
posiciones de Caurimagua. Acosado en ellas por los realistas, re
chazólos valerosamente al principio, pero cierto ya de que no po-
•dia recibir los ansilio.; que esperaba , hubo al fin de abandonartas
con pérdida de sus puestos avanzados, retirándose á Trujillo, en
tanto que Moráles, al ver asegurada la posesion de Coro, buscaba
léjos de allí nuevos combates. Para ello se dirigió al puerto de Mo-
poro en el lago á tiempo que Clemente con noticia de su aproxima
cion, replegaba por Betijoque hácia Trujillo y Carache, en donde
Torrellas se le incorporó despues.
Tantos desastres no tuvieron mas compensacion que el apresa
miento de la corbeta de guerra María Francisca, hecho eH 6 de di
ciembre por la escuadrilla colombiana que mandaba el capitan de
navio John Daniel. Aquel hermoso bajel estaba tripulado por 250
hombres, y llevaba de Cuba para Puerto Cabello 30.000 pesos,
vestuarios y víveres en gran copia, y tambien varios individuos de
!a tropa de D. Lorenzo Morillo, los cuales volvian á hacer la guer
ra al continente , en contravencion de lo capitulado. Mas aunque
- 87 —
útil y brillante este hecho de armas, estaba muí léjos de consolar á
Venezuela de las pérdidas sufridas en este año, verdaderamente
aciago, cuya historia militar terminamos aquí.
No parece sino que la victoria, tiel solo á Bolívar, había abandona
do con él las armas de su patria ; por lo menos en esle año, solo su
espada y la de Sucre brillaron á la luz de útiles triunfos. Ya hemos
dicho que el Libertador había regresado á Bogotá desde Venezuela
á fines del año anterior, y ahora añadiremos que salió de aquella
capital para el sur el 45 de diciembre. A principios de enero del
presente se hallaba en Cali, desde cuyo punto se dirigió á Popayan
con el objeto de esperar los cuerpos que debían seguirle para abrir
ja campaña de Quito. Comenzada esta, púsose en camino hácia Pas
to , y el 7 de marzo despedazó á los españoles acaudillados r or Don
Basilio García en la célebre batalla de Bombona, gloriosa si biea
cara a las patriotas por la muerte del general Pedro Leon Tórres.
Sus armas victoriosas le abrieron las puertas de Pasto , á cuya ciu
dad entró el 8 de junio recibiendo prisionero á Garcia y las reli
quias que de su tropa conservaba.
Para cuando estas cosas sucedian, andaba activa y encarnizada la
guerra por el lado de Guayaquil entre Sucre que habia vuelto á
tomar la ofensiva, y Aymerich que por muerte de ¡Vlurgeon dirigia
otra vez los asuntos militares y políticos. El caudillo de los patrio
tas atravesó la cordillera occidental por Machala y ocupó el 9 de
febrero á Zaraguru en la provincia de Loja ; allí se le reunieron
algunas tropas ausiliartsque enviaba del Perú el Protector Don José
de San Martin en reemplazo de un batallon colombiano que servia
á los españoles, y que se pasó á sus tilas. Aqueste cuerpo era aquel
famoso de Numancia que con hijos de Venezuela formó el valiente
Yáñez en 48f5; conducido al Perú, abandonó á los realistas y con
tribuyó de tal manera á los triunfos de San Martin , que pagado
este de su valor y disciplina, no quiso desprenderse de él por nin
guna consideracion. Habiendo caido sucesivamente Cuenca y Alaus{
en poder de los colombianos , persiguió Sucre a los realistas que
desde la primera de aquellas ciudades se habían retirado á Rio-
bamba , y ocupó esta plaza el 22 de abril despues de un brillante
combate en que su caballería triunfó de los realistas, mui superiores
en número.
pugnables
Movióse posiciones
el 28 del que
mismo
el terreno
punto sobre
fragosoQuito
de aquella
, evitando
tierra
lasofrecia
inex

r
— 88 —
á los españoles ; y dirigiéndose por la llanura de Turubamba á re
taguardia de sus contrarios, logró situarse sobre uno de sus flancos,
entre los pueblos de la Magdalena y Chillogallo, apoyado en las al
turas dominantes que forman la crcsta del volcan de Pichincha.
El 25 de mayo levantó por la noche su campo , y apareció el 24
sobre la montaña, burlando diestramente y con feliz audazia la vi
gilancia de los enemigos. Este movimiento ( como todos los de aquel
insigne capitan ) tenia un objeto útil , y era el de colocarse entre
Quito y Pasto , impidiendo que se reuniese al presidente Aymerich
un cuerpo que iba en su ausilio desde esta provincia. Confiados lo»
realistas en la superioridad de su infantería y queriendo privar á
Sucre de la cooperacion de su caballería, mui temible para ellos
desde la accion de Riobamba, intentaron desalojar a los colombia
nos de su posicion ; la lucha sangrienta que entónces se trabó, de
fendiendo unos lo adquirido, queriendo los olros recuperar lo
que perdieran , es la que llama la historia batalla de Pichincha,
eterno honor de Sucre. Los realistas enteramente derrotados , sin
refugio seguro, sin esperanza de racional defensa, rindieron por
capitulacion la ciudad de Quito, entregándose prisionero Aymerich
y el resto de sus tropas el 25 de mayo , dia precisamente en que
doscientos ochenta años ántes flameó por la primera vez en su re
cinto el pabellon temido de Castilla.
Así ilustraron el nombre de la patria Sucre y sus compañeros en
esta corta y brillante campaña, en que tambien se vieron las tropas
de Buenos-Aires y el Perú combatir al lado de las de Colombia, por
la noble causa de la independencia americana. En la cordial efu
sion de su gozo y de su gratitud , ratilicó Quito ( acta de 29 de
mayo ) en una asamblea de sus mas ilustres ciudadanos , el pacio
de union con la Nueva Granada y Venezuela , dictando al mismo
tiempo otras medidas que tenían por objeto recordar a la posteri
dad el Iriunfo de Pichincha, y la gloria de sus libertadores.
A imitacion de Quito, se declaró tambien Guayaquil unido á Co
lombia, por el órgano de una asamblea popular reunida el 51 de ju
lio. Desde entónces quedó adherido á la gran república, y pocos dias
despues formó de él Bolívar un nuevo departamento de Colombia.
Años adelante (en ^24) organizó el congreso otros dos en el her
moso territorio de la antigua presidencia ; á saber, el del Ecuador,
cuya
Volviendo
capital al
fuéLibertador
Quito; y eldiremos
de Asuay,
que que
el 1 5tenia
de junio
por tal
llegó
á Cuenca.
á Quito
— 89 —
y el .1 4 de julio á Guayaquil, en medio de las aclamaciones de aque
llos pueblos y de todos los del tránsito . Infinitas fueron las mues
tras de amor, que así ellos como el ejército le dieron, y no poc
contribuyó á su bien merecida satisfaccion la visita que el 26 de
julio le hizo en Guayaquil el Protector del Perú Don José de San
Martin. Despues de esto y dado que hubo algunas disposiciones para
organizar la administracion de la comarca, se trasladó á Cuenca y
allí ofreció al gobierno del Perú un ausilio de 4.000 colombianos.
La capitulacion de Pasto, humana y generosa como todas las que
Bolívar concedia á sus enemigos, dió entrada al ejército colombia
no en un pais jamas hasta entónces hollado por plantas republica
nas ; pais de supersticion y fanatismo , de valor y constancia , de
energía y crueldad ; pais en fin , ó como decia el Libertador en su
lenguaje pintoresco, « cadena de escollos en donde hombres por es
tremo tenazes defendian las posiciones mas formidables que la na
turaleza haya creado parala guerra ». La de Quito, no ménos gene
rosa , aseguró la libertad de un pais hermoso y vasto, y puso en
manos de Sucre 4 60 oficiales, \ .1 00 prisioneros de tropa, \ 4 piezas
de artillería, .1.700 fusiles, y cuantos elementos de guerra poseía
el ejército español. Dejemos que Bolívar ( proclama de 8 de junio )
anuncie á los colombianos estos hechos.
« Ya toda vuestra hermosa patria, les dijo, es libre. Las victorias
« de Bomboná y Pichincha han completado la obra de vuestro he-
« roismo. Desde las riberas del Orinoco hasta los Andes del Perú ,
« el ejército libertador marchando en triunfo ha cubierto con sus
« armas protectoras toda la ostension de Colombia. Una sola plaza
« resiste, pero caerá. — Colombianos del sur : la sangre de vuestros
« hermanos os ha redimido de los horrores de la guerra ! Ella os
« ha abierto la entrada al goze de los mas santos derechos de liber-
« tad y de igualdad. Las leyes colombianas consagran la alianza de
« las prerogativas sociales con los fueros de la naturaleza. La cons-
« litucion de Colombia es el modelo de un gobierno representativo,
« republicano y fuerte. l\o esperéis encontrar otro mejor en las ins-
« tituciones políticas del mundo, sino cuando él mismo alcanze su
« perfeccion. »
Lo mas notable que fuera de Venezuela ocurrió en el resto del
año fué la sublevacion promovida y abanderizada en Pasto por un
oficial español prisionero de Pichincha. Era este hombre Don José
Bóves , sobrino del famoso caudillo que desoló á Venezuela , y no
— 99 —
ménos que él inquieto, porfiado é inhumano. A pesar de esto el ge
neral Sucre , intendente de Quito , le habia tratado con I ondad y
aun ofrecidole su pasaporte para la Península ; poro Bóves á
quien se le babia metido en la cabeza la diabólica idea de emular á
su tío, le pagó escapándose del depósito de prisioneros y reaniman
do en l'asto el fuego mal apagado de la guerra. Fué en vano , sin
embargo, que reunidos en considerable número los pastusos, logra
sen rechazar á Sucre en un ataque que les dió hallándose situados
en fuertes posiciones sobre el Guailara. Un mes despues fueron
hechos pedazos por el mismo jefe en el reñido combate de Yacuan-
cuer ; y como rehusasen entregar la ciudad por capitulacion , fué
entrada esta á viva fuerza por el ejército de Colombia. A medios
ruines, á conspiraciones ineficazes sin otro resultado que el com
prometimiento y casi siempre la muerte de los que á tramarlas se
prestaban, ocurrían ya los realistas en la rabia de su impotencia.
Por una de ellas á fines de este año se vió turbada igualmente la
tranquilidad de la Nueva Granada, siendo el caso, que Don Fran
cisco Labarces, antiguo capitan realista, y un comerciante catalan de
nombre Puyais, insurgieron en combinacion el uno la Ciénaga , el
otro la ciudad de Santa Marta. Esta revolucion promovida de acuer
do con Moráles y algunos españoles residentes en esta última plaza ,
tuvo al principio un carácter alarmante, porque el coronel Luis
Rieux, gobernador de ella, se dejó engañar por Labarces, y poco avi
sado, cuando volvió en sí, fué para verse batido y prisionero. Por
fortuna sucedió que el comandante Pedro Rodríguez, á quien el in
tendente del Magdalena enviara en comisioná Santa Marta cuando
ya había estallado en la Ciénaga la revolucion, dió sobre ella y el es
tado de las cosas á Montilla un aviso oportuno y discreto, asegurán
dole que Rieux perdería á Santa Marta. Con esta advertencia sobre
cuya exactitud no tenia duda, por serle Rodríguez conocido, se em
barcó Montilla llevando enausilio dela plaza el batallon Tiradores.
Cuando llegó á principios de enero de 1825, ella y las fortificaciones
del Morro estaban ocupadas por los enemigos ; y como frese muí
arriesgado un desembarco á las inmediaciones del poblado, se diri
gió á sotavento y lo verificó en Sabanilla, entrando por la boca del
Magdalena. Marchando luego rápidamente sobre Soledad , penetró
por tierra el teniente coronel Reimboldt con los Tiradores y una
compañía de caballería al mando del capitan Ricardo Crofton. Mon
tilla en persona con los esquifes y lanchas que pudiera) armarse de
— 91 —
prisa entró por la Ciénaga llevando una columna de doscientos infan
tes al mando del teniente coronel Miguel Arizmendi. En fin, el 20 de
enero fueron destruidos los realistas casi del mismo modo que en
4820 por el coronel Carreño. El 21 estaban ya restablecidas las au
toridades colombianas y poco despues se embarcó Montilla para la
ciudad del Hacha , dejando tranquila ó por lo ménos sometida la
provincia.
Asi , pues , en este año ( aunque desgraciado para Venezuela )
Bolívar completó la independencia del vasto territorio de Colombia
y se preparó para llevar las armas victoriosas de la república aun
mas allá de sus confines. La España entre tanto , tierra clásica de
energía, de imprevision é inconsecuencias, se hallaba entregada al
flujo y reflujo de opiniones contrarias y muchas , que luchaban ,
unas por conquistar la libertad , otras por restablecer el despo
mo
tismo.
de opresion
Como siempre
á otro de
, enlibertad,
todos loshabíase
paises convertido
que pasan esta
de un
allíestre-
poco

ménos que en licencia , y los que al principio se declararon cam


peones suyos quisieron ser á poco sus señores. Así en el conflicto
de las ideas conservadoras , de las progresivas y de las retrógradas
se vió que Riego , « deslumhrado con la popularidad que gozaba,
« hablaba como si fuese dictador ó emperador , títulos que aspira-
« ban á darle los que se valían de él como un instrumento pode-
« roso de anarquía (2). » En una situacion semejante los partida
rios de lo pasado adquieren á la larga sobre los visionarios de lo
futuro la ventaja de la union, porque en efecto la idea del absolu
tismo en materia de gobierno es tan sencilla como complicada la
de una perfecta libertad. Que la monarquía no es posible si la le1
no es una concesion del monarca : hé arjuí el símbolo único , claro
y corto de la tiranía, y por eso ninguna ambigüedad , ninguna idea
accesoria, ninguna modificacion posible podrá jamas dividirá los que
le siguen y confiesan. Pero ¡cuánta diferencia entre la libertad tur
bulenta, confusa y desunida de las antiguas comunidades españolas, la
libertad de los Estaclios.Unidos, la libertad de la Francia revoluciona
ria y la libertad de la vieja y sabia Inglaterra ! Mas ó ménos, sin
embargo, todas estas instituciones conducen á un fin justo y noble,
cual es el de poner el gobierno en manos de la sociedad ; pero tam
bicn sus teorías, de sUyo complicadas, dividen los ánimos generosos
que aspiran á lo perfecto , y casi siempre proviene de esta division
el rjoe la libertad , víctima de sus propios secuazes , perece luego
— 92 —
en el torbellin o de las pasiones y de las abstracciones revoluciona
rias. Ademas en España el terreno de las reformas políticas y reli
giosas, embarazado con las ruinas de tres siglos de tiranía y mona
quisino, sentía ademas los terribles sacudimientos del pueblo , que
se entregaba á la licencia ; de los libertadores militares , que aspi
raban al poder ; de las sociedades masónicas , que lo querían para
sí ; de los exaltados , que deseaban marchar, y de los absolutistas
cuyo único pensamiento era retroceder. Los hombres buenos, lla
mados por baldon moderados , senalaban útiles reformas; pero ni
estaban muí de acuerdo en cuáles debian ser, ni eran muchos, ni
enérgicos. En lanío el rei fijos los ojos en el cetro y el corazon en
el congreso de Verona , esperaba prudentemente que la Sania
Alianza pondría fin á sus inquietudes , arrancando de cuajo el
árbol débil todavía de la libertad peninsular.
Imposible era , pues, para España el impedir que sus colonias ,
recorriendo la escala ascendente de la guerra, llegaran con el tér
mino de esta á la emancipacion completa. Y luego , pasado el
tiempo de las herencias imaginarias fundadas en concesiones pon
tificias, gozando España de un gobierno liberal cuyos principios
eran idénticos á los que el Nuevo-Mundo proclamaba, ¿cómo no
creer que las cortes reconocerían su soberanía sin otra ventaja que
la que los vínculos de la sangre diera á los descendientes de los
primeros conquistadores? Sin embargo, los enviados de Colombia
sentaron la independencia como basa de toda negociacion, y la Espa
ña, no solo se negó á admitirla, sino que toleró que el gobierno los
espulsara del territorio sin respeto á su carácter. En las cortes se
propusieron varios planes para arreglar las diferencias de la madre
patria y las colonias; pero el mas generoso de toJos ellos tenia ar
tícnlos de subsidio, plazas entregadas en rehenes, cláusulas restric
tivas del comercio , conservacion de empleados españoles y una
quimérica confederacion por la cual la América y la Península for
marían una sola familia , á cuya cabeza se pondría el rei de España
con el título de Protector de la gran Confederacion hispano-ame-
ricana. Ninguno de ellos se llevó á efecto ; y las cortes concluyeron
por autorizar al gobierno para proceder segun las circunstancias á
interponer su influjo y autoridad, ó usar de olros recursos mas enér
gicos
Peroy miéntras
activos para
la España
sostener
perdia
sus empresas
así la ocasion
en eldeNuevo-Mundo.
corlar la guerra

en tiempo; de escusarse estériles sacrificios y de obtener útiles y


— 93 —
racionales concesiones en favor de su comercio, la Inglaterra , mas
hábil en conocer sus inlereses, admitía en sus puertos el pabellon
de los gobiernos independientes de la América del Sur, y los Esta
dos-Unidos, autorizaban en ellos agentes públicos y hablaban en
sus congresos de reconocer la independencia y soberanía que ha
bían conquistado.

ANO DE 19*3.

Hemos dicho que Moráles á su regreso de Coro se dirigió á Mo-


poro. Llevaba ^ ,700 hombres, y se proponía atacar á Lino Cle
mente que al saberlo se retiró de Betijoque á Trujillo y luego á Ca
rache: no tan pronto y acertadamente sin embargo, que impidiese á
Moráles molestar su retaguardia ánlesde llegar al primero de estos
dos últimos pueblos. Allí se detuvo el jefe español, y renunciando al
proyecto de perseguir á Clemente , cambió de direccion hácia Mé-
rida en solicitud de Urdaneta, á quien creía en marcha desde Cú-
cuta para atacarle por la espalda y cogerle entre dos fuegos. Para
quedar cubierto por el lado de Trujillo dejó á Calzada con 700
hombres en las avenidas de aquella ciudad, y con el resto se dirigió
á Bailadores. Urdanela que tenia el mando de la frontera de Cú-
cuta y algunas tropas en ella, se avanzó hasta Táriba al encuentro
de Morales; pero no entrando en los planes de este ningun choque
formal con los patriotas, retrocedió desde la Grita y se dirigió por
Onia á San Carlós de Zulia para trasladarse á Maracaibo , dejando
en la parroquia de Bailadores un pequeno cuerpo de tropa para
cubrir su retaguardia. Este cuerpo de observacion fué desalojado
de aquel punto y en seguida del cerro Mariño , por el coronel Car
rillo que desde Carache se habia puesto en seguimiento de Moráles
luego que Manrique, sucesor de Clemente, hizo replegar sobre
Maracaibo á Calzada. Este con una baja de 400 hombres llegó á
aquella plaza muí antes que su jefe principal.
Luego que Moráles regresó á Maracaibo, tuvo noticia de la suble
vacion de Santa Marta y para darle ayuda y conveniente estension,
mandó en ausilio de Labarces al coronel D. Narciso López y al te
niente coronel D. Eugenio Mendoza. Debia dirigirse por la sierra
de Perijá al valle de Upar el primero , y por la Goaj ira hacia Rio-
Hacha el segundo.

r
— 94 —
Montilla que, como dijimos hace poco, se hallaba cuesta ciudad,
envió contra Mendoza un cuerpo de caballería y otro de infantería
al mando del coronel Carmona, con órden de salir por la espalda
del enemigo. Fácil hubiera sido esta operacion si el jefe republicano
quisiera seguir la ruta que nú hombre práctico del terreno le indi
caba ; pero desatendió sus consejos y Mendoza, advertido en tiempo,
se retiró; si bien con tanto desórden, que á pesar de la ventaja
que llevaba, se le hicieron algunos prisioneros. Eu cuanto á la otra
columna realista , Montilla mismo se puso en marcha para comba
tirla; pero López eludió la pelea primero evacuando la ciudad del
Valle, despues abandonando la fuerte posicion del Voladorcilo y
retirándose á Perijá. Un fuerte destacamento que dejó en la altura
del Volador (á inmediaciones del paso del rio Socuy ea la sierra)
fué hecho prisionero pocos dias despues. Despejadas con esto de
enemigos las fronteras del Hacha, y encargada la seguridad del in
terior de la de Santa Marta al zelo del coronel José Félix Blanco,
dióse Montilla al cuidado de preparar una espedicion contra Mara
ca! bo. en combinacion de las fuerzas navales que debian forzar la
barra.
Porque ha de saberse que el plan atrevido y al parecer leme-
mario de entrar por aquella angostura, arrostrando con los fuegos
del castillo, se habia ya tratado por Montilla en junta de hábiles
marinos. En efecto , poco despues d.e la derrota de Sardá , empezó
aquel jefe á reunir en el Hacha los buques de guerra que segun las
órdenes del gobierno debian dirigirse sobre Maracaibo. Los pri
meros que llegaron fueron los bergantines Independencia y General
Bolívar, aquel perteneciente á la república y mandado por el capi
tan de navio Renato Bcluche , el segundo propio del capitan de
navio Nicolas Joly y montado por él. Estos dos hombres, de nacion
franceses, habian hecho útiles servicios á la causa americana y prin
cipalmente á la de Venezuela, y con merecida reputacion de vale
rosos é inteligentes gozaban la de ser amigos fieles y afectuosos del
pais. Con ambos, pues, separadamente trató Mantilla muí despacio
el plan de introducir en el lago de Maracaibo la escuadrilla ; idea
que algunos prácticos de la barra habian defendido como de po
sible ejecucion. Y de hecho tanío lic'uchc como Joly afirmaron que
era asequible y aun prometieron forzar el temeroso paso , si se les
daba una fuerza capaz de resistir á la que , despues de vencido ,
opusiera en el interior del lago el enemigo. Uno y otro particion
— 9* —
luego á situarse en los Taques para cruzar en la boca del golfo r
privando de recursos y ausilios marítimos á los realistas, en tanto
que el coronel Pa lilla, comandante general de la escuadra, reunía
en Cartagena el resto de bajeles que debían componerla. En esto
ocurrió la sublevacion de Puyais y Labarces, luego la correría de
López y Mendoza ; pero calmado todo como acabamos de ver, llegó
Padilla á Rio de Hacha con la corbeta Constitucion y demas buques
aprestados en Carlagena para la campana, y conferenciando con
Montilla, juzgó ser asequible la empresa de forzar la barra y ofre
ció cumplirla á iodo trance, con tal que se aumentaran los bajeles
situados en los Taques con tres embarcaciones para asegurarse de
la posesion del lago. Partió pues al golfo de Venezuela, con autori
zacion de pedir las embarcaciones á la Guaira, y bien prevenido de
dar con anticipacion oportuno aviso del dia designado para forzar
la barra , á fin de que el ejército pudiese moverse hácia la Goajira
y buscar por el Socuy la comunicacion con la escuadrilla.
Por su parle Sonblette entre otras medidas encaminadas á es
trechar á Morales, en lo que se consideraba como su último asilo,
tomó la de reforzar ma-¡ y mas el ejército del Magdalena. Al efecto
en enero partió para Uio-Hacha el general Francisco Esteban Gó
mez , que había sido nombrado por el gobierno segundo jefe de
aquel ejército, y en febrero siguieron el mismo camino el batallon
Carabobo (así se llamaba Albion desde la batalla gloriosa en que
tanto brilló su valor) y un escuadron de caballería.
Se ve, pues, que el gobierno y sus jefes no omitían cosa alguna
para recuperar la plazade Maracaibo, punto importan te desde el cual
le era dado á Moráles llevar la guerra á diferentes provincias muí
distantes entre sí para poder oportunamente ausiliarse, obligando á
los patriolas á mantener en pié numerosas divisiones y á tener re
partida su atencion y cuidados. El activo jefe realista no economi
zaba por su parte medio alguno para desembarazarse de los enemi
gos que se le acercaban. Dueño absoluto del lago, ne quería con
sentir que sus contratios ocupasen tranquilamente ningun punto de
la costa. Causóle rezelo que Manrique se estuviese en Gibraltar, y
mandó atacarle. Mal le salió con tudo el proyecto de desalojarle,
pues rechazadas sus tropas el4í de abril, coa trabajo se ampara
mentados.
ron,
Cansada
los que
ya de
escapar
protegerle,
pudieron,
mostróle
en sus
conbuques,
otro revessaliendo
la fortuna
escar-
los .
— 96 —
rigores que deparaba á su constancia. El dia .l.° de mayo apresó
Labnrde, jefe de escuadra español, en la costa de Borburata, las
corbetas Carabobo y María Francisca, que mandaba el comodoro
Daniels y que hacian parte de las fuerzas marítimas que sitiaban á
Puerto-Cabello. Cruzaba entónces en el saco de Maracaibo con al
gunos buques Padilla, indeciso en acometer la empresa, hasta en
tónces tenida por imposible, de forzar la barra que obstruye la en
trada del lago; si bien para ello necesitaba de los buques que habia
pedido á Sonblette desde fines de marzo, destacando al intento uno
de los mejores que tenia al mando de Beluche. Y sucedió que pre
cisamente cuando este intrépido marino daba con ellos la vela en
Borburata, se presentó Laborde, y se vió en la necesidad de com
batir : á duras penas salvó su bajel y con él fué á dar la triste nue
va al apostadero de los Taques. Por lo demas, tal era la confianza
de los realistas en la eficazia de los fuegos de la fortaleza que situa
da en el estrecho lo defiende, que se burlaban á la sola idea de que
alguno pensase en atravesarlo á viva fuerza ; y como inútiles, no ha
bian querido tomar precauciones para el caso de que tal suceso
padiera acontecer. Empero, nada es imposible al verdadero valor
urjido por la necesidad. La necia confianza del enemigo da bríos al
natural aliento de Padilla. La preponderancia que la marina espa
ñola acaba de adquirir sobre la colombiana con el apresamiento
de sus mejores y mas fuertes buques, le pone en la dura alternati
va de escoger entre dos grandes peligros : el de arrostrar sin la mas
remota probabilidad de buen éxito con la escuadra de Laborde ó el
de tentar una empresa, difícil es verdad, pero acaso no entera
mente impracticable. Debe arrebatar a Moráles su importante con
quista si logra penetrar en el lago; entónces las fuerzas todas de la
república pueden simultáneamente emplearse contra ella. Grande
es en verdad el riesgo ; mayor será por lo tanto la gloria y utilidad
del vencimiento. Resuelto en fin á acometerla empresa, aunque en
ello le fuese la vida, se apareja al combate, y dada la señal preci
pítase á toda vela al canal. La fortuna obedeció al valor. Descubrió
el suceso que los fuegos del castillo (en el estado en que se halla
ban) eran insuficientes , y aquel temido riesgo el menor que cor
rerse podia en el intento de forzar el paso. En vano contra él
tronó aquel dia el canon de la fortaleza. Sus bajeles pasaron feliz
mente la estrechura : uno solo que varó (el de Joly) y fué preciso
resolverse á perder, se incendió para que no cayera en manos de
— 97 —
los enemigos, despues de haber estraido la artillería y cuanto po-
dia ser útil. A favor de esta feliz operacion entró Padilla al lago
( 8 de mayo) y de él se enseñoreó. Constantemente vencedor en
diversos encuentros con la escuadrilla española, fué dueño de
cruzar libremente aquellas aguas, de interceptar los víveres que
de la costa á la ciudad se enviaban y de mantener cu fin á los
realistas en constantes alarmas.
No ménos felizes las armas republicanas en la provincia de Coro,
donde por disposicion de Sonblettc mandaba el teniente coronel
Réyes González, habian conseguido libertarla casi completamente
de enemigos. El .1° de mayo fueron estos derrotados en el Tanque
S inmediaciones de la ciudad. Quedó so'o entónces haciendo la
guerra en aquellos parajes el coronel Lorenzo; pero batido en Cu-
marebo el .10 de junio, se retiró á Sasárida y luego a Maracaibo ,
logrando afortunadamente atravesar el lago por los puertos de
Altagracia con las reliquias de su tropa.
Empezaba con esto á ser muí apurada la situacion de Moráles,
porque hallándose Padilla dueño del lago, puede decirse que tenia
á las puertas de Maracaib,) ires enemigos temibles cada cual por
separado, y si reunidos, formidables. Uno era Réyes González,
pacificador di; Coro, tanto mas de respetar, cuanto que Sonblette
ántes que supiese la rota de Lorenzo, le ha.bia reforzado con un
cuerpo de infantes escelentes. Otro, Manrique, que como ya hemos
visto, amenazaba por Gibraltar; el tercero y mas fuerte Mon-
tilla y su ejército del Magdnlena.
Este jefe habia despachado, como dijimos, ¿Padilla ; y ostaba
preparándose para ponerse en viaje á Maracaibo al primer aviso,
cuando recibió el del combale naval de Daniels y LaDorde : luego
la feliz nueva de haber entrado por la barra parle de los baques
colombianos. Lista ya para marchar su espedicion, movióle aquel
suceso á acelerar la partida ; tanto mas , que él anhelaba por la
gloria de entrar el primero en Maracaibo, objeto entónces esclusivo
de la atencion del pueblo y del gobiern i. Y acaso hubiera logrado
su deseo, porque su division se componía de escelentes soldados
de todas armas y llevaba cuatro piezas de á 4 bien montadas y ma
nejadas, dos obuses de á seis pies con sus dolaciones completas,
una recua crecida de muías pira el parque, muchas reses cu pié,
víveres en abandancia, y cuanto era en fin necesario para lamar-
cha y el combate. Pero en esto enfermó gravemente y hubo de
II.— IHST. JIOD. 7
— 98 —
entregar el mando al general Gómez, siendo este aquel mismo
margariteño que vimos en ofro tiempo tan heroico en la defensa de
su patria contra el general Morillo, y hombre al par de honrado,
valeroso.
Sabiendo pues Moráles que Gómez se acercaba por la via de Sina-
maica, dejó en Maracaibo una pequeña guarnicion y con la marina
y el resto de su ejército se trasladó al paso del Socuy; no empero
con tanto sigilo y precaucion que lograse ocultar de los pat riolas
su precipitado movimiento. Acaudillados estos por Manrique, que
se hallaba á la tazon embarcado con sus tropas en la escuadra de
Padilla, ocuparon la plaza el .16 de junio á pesar de la oposicion
que les hizo el destacamento español que la guarnecia; pero cono
ciendo que no podian conservarse en la ciudad, la evacuaron
inmediatamente y se reembarcaron despues de haber destruido
las baterías que miraban al lago y puesto en sus buques los
víveres que les fué posible recoger, el parque y cuanto podia ser
de alguna utilidad al enemigo. En tal estado se hallaba la plaza
cuando Moráles regresó á ella luego que supo haberse retirado
Gómez por la Goajira.no por falta de vituallas, sino acaso por care
cer de noticias acerca de la escuadra, que debia facilitarle el paso
del Socuy.
Hasta entónces el director de la guerra en Venezuela habia con
siderado las operaciones en la laguna y la provincia de Coro como
ausiliares del movimiento principal, es decir, el del cuerpo de
operaciones del Magdalena ; pero como este no habia lomado la
parle acliva á que estaba naturalmente llamado, acaso por dificul
tades insuperables, varió de plan y dispuso en 5 de julio que los
cuerpos que solo debian observar y divertir al enemigo, se le acer
caran y le combatieran. Al efecto obra de 1 000 hombres marcharon
de Coro á reunirse con Manrique, y si este con ellos no quedó en
estado de buscar en tierra al general Moráles, por lo ménos adqui
rió respetabilidad y medios efiicazes de hacer útiles, como luego
sucedió, los movimientos de la escuadra.
A fines de junio despachacl capitan de navio D. Angel Laborde
desde la isla de Curazao algunos ausilios á la escuadrilla de Moráles,
y el 4 del siguiente mes salió él mismo con direccion á Maracaibo,
llegando el 44 al castillo de San Cárlos con dos golelas mercantes
solamente, pues habia ordenado que sus buques de alto bordo, üo
pudiendo pasar por la barra , quedasen cruzando en el golfo.
- 9* -
Reamó luego en Zapáras la escuadrilla y se dirigió á pasar el
tablazo, lo cual verificó el 22 á pesar de alguna resistencia que le
opusieron los buques colombianos ; logrando montar al siguiente
dia el islote de Capitanchico y fondear entre él y Maraca! bo. Los
independientes dieron la vela de Punta de Palmas y el mismo dia
anclaron en Altagracia y Punta de Piedras. Ambas escuadras se
preparaban para atacarse el 24 y solo esperaban por el viento,
cuand i los patriotas que lo tuvieron favorable á las dos de la tarde
dieron la vela sobre sus contrarios. Arrejerados estos esperaron el
ataque con la desventaja de no poder maniobrar ni hacer uso de
todos sus fuegos, á tiempo que los patriotas , dueños de moverse
en todas direcciones, podian elegir el punto del ataque y presen
tarles alternativamente sus costados. Con esta superioridad dió
Padilla a las tres y media de la tarde la señal del abnrdaje. Reci
biéronte los realistas impávidamente con un fuego bien sostenido
de cañon y de fusilería que no fué contestado por los patriotas hasta
que, hallándose á toca penoles, comenzaron á hacer uso de ambas
armas. Como los jefes de los dos ejércitos habian puesto sus mejo
res tropas á bordo de los buques , el choque fué sangriento. Arro
járonse unos sobre otros con la saña del ódio y el furor de la deses
peracion. Los colombianos tenían que vengar sobre Laborde la
reciente victoria naval de Borburata : los españoles tenian que sos
tener su antigua reputacion marítima y justificar con un Iriunfo
otro triunfo. Nunca mas ciego valor, mas ira, mas esfuerzos fueron
desplegados por realistas y patriotas que en aquella batalla memo
rable que colocó ln gloria de la marina de Colombia al par de la de
su brillante ejército. Algun tiempo estuvo la fortuna indecisa : de
claróse en fln por los oprimidos contra los opresores, y Padilla ven
ció, y las postreras esperanzas de los españoles desaparecieron. Due
ño del lago, lo era de' Maracaibo. Moráles sin salida debia rendirse.
Sus mejores soldados habian perecido, y no existia un punto sobre
el cual pudiera dirigirse con fuerzas suficientes para superar las
primeras resistencias. Capituló, pues, el 5 de agosto, con ventajosas
condiciones que sus generosos enemigos tuvieron á gloria conce
derle, y eH5 del mismo mes se embarcó para Cuba con los que
quisieron seguirle. Así se vió libre Maracaibo, posicion militar la
mejor de Colombia, punio desde el cual puede llevarse la guerra al
corazon de Venezuela y de la Nueva Granada, y cuya defensa es
fácil y no exige gran dispendio de fuerzas ni recursos.
. — 400 —
La escuadra colombiana con 85 piezas , casi todas de á 1 8, tenia
872 hombres de dotacion en tres bergantines, siete goletas y una
fuerza sutil respetable; esta con 45 piezas de diferentes calibres y
527 hombres de dotacion : la de Moráles compuesta de tres bergan
tines. doce goletas y diez y seis embarcaciones menores, tenia por
todo 67 piezas, entre ellas .18 deá 4, 925 hombres de tropa embar
cados y 497 marineros. Así , con razon manifestó Laborde por dos
vezes á Morales ser aventurada una accion naval contra fuerzas su
periores, tanto por la clase de los buques, y la pericia y disciplina
de los que los manejaban , como por el número y calibre de sus
piezas. La perdida de los independientes fué de 8 oliciales y 56 in
dividuos de tripulacion y tropa muertos , \\ de los primeros y .105
uc los segundos heridos. La de los realistas ascendió á mas de 800
de unos y otros, quedando prisioi 8ros 69 oficiales y 569 soldados
y marineros. « Hl c.ipitan de navio Gualterio Chylty, ingles de na-
« cion , dirigió las fuerzas sutiles con acierto y bravura : Joly y
a Beluche se portaron como de costumbre; y puede asegurarse,
« que todos los oficiales colombianos y los que estaban á sus ór-
« denes acreditaron en este memorable combate, que no habia sido
« equivocado el juicio que de ellos llegó á formarse Laborde cuau-
« do previó el resultado funesto que debia producir la ignorancia
« de Morales , culpable , no solo por su terquedad , sino mas aun
« por el descuido en que habia incurrido , dejando á merced de los
« independientes la entrada en la laguna , en tiempo que tenia ásu
e disposicion todo lo que era necesario para heberlo impedidn. »
Este juicio de Montenegro nos parece muí exacto.
Ya desde el 24 de abril se habia rendido por capitulacion el mi
rador de Solano ; pero hasta fines de setiembre no restableció Páez
un sitio riguroso en Puerto-Cabello. Y como los españoles desecha
sen con altanería la intimacion que les hizo, prosiguió activamente
los trabajos y empleó lodo el mes de ociubre en aproximar sus lí
neas de ataque, estableciendo baterías en diversos puntos y priván
dolos del agua del rio y de una casa fuerte que tenían fuera de las
trincheras, desde la cual incomodaban constantemente á los sitiado
res. Tarde, empero, hubiera caido en poder de estos la plaza, atendida
la obstinacion con que Calzada la defendia, lo fuerte de sa posicion y
los pocos aparejos de sitio regular con que para rendirla se conta
ban, si un aviso seguro no hubiera instruido á Páez del único lado
vulnerable de su recinto.
— 101 —
Lo que se llama pueblo interior de Puerto-Cabello, se halla cons
truido en una peijiieña península que se prolonga hácia el norte
de la costa y está fortilicado por el sur , que mira al pueblo este-
rior, y por el occidente hácia la entrada del puerto : por el norte
hai un canal profundo que lo separa de la isleta en donde se halla
construido el castillo que defiende la entrada. Por la parte que el
castillo resguarda no está fortificado , ni tampoco por el naciente
en que la naturaleza lo ha defendido con un estenso manglar , de
poco fondo en la baja marea y tenido por invadeable hasta entón
ces. Únese esta parte de la poblacion por un istmo mui estrecho á
la que se denomina pueblo esterior, fundado , parte en el conti
nente , parte en la prolongacion del istmo , y este se halla cortado
bajo la muralla de la plaza por un foso que comunica las aguas del
manglar con las del mar esterior. Es, pues, fácil concebir que aun
que los patriotas eran dueños de la poblacion esterna , hallándose
esta bajo los fuegos de la plaza y careciendo de medios suficientes
para apagarlos y batirla en brecha, poco habian adelantado cuando
el aviso de un paso al traves de los barrizales del mangle que la
rodea , vino á indicarles la posibilidad de penetrar en ella. Discu
tido y aprobado el proyecto , púsose en ejecucion el 7 de noviem
bre á la diez de la noche, hora en que precedidos por el práctico
que debia senalar el peligroso camino , enteramente desnudos para
evitar el ruido y poderse reconocer en la oscuridad y guardando el
mas profundo silencio , partieron de la Alcabala , punto del pueblo
esterior, 400 fusileros y 100 lanzaros al mando del sargento mayor
Manuel Cala , acompañado de otros jefes. Haciendo un gran rodeo
para no ser descubiertos por los centinelas de las fortificaciones
salientes de la plaza , que miran por el S. E. á la direccion que se
guían , lograron , despues de andado un espacio de mas de mil va
ras, introducirse por la parte desguarnecida de la ciudad. Puesto
el pié en tierra con no comun felizidad á las dos y media de la ma
ñana , se subdivieron en varias partidas destinadas á atacar por la
espalda y simultáneamente las baterías de la plaza , el muelle y la
puerta de la estacada que comunica el paeblo esterior con el inte
rior. Sentidos entónces, empezó á oirse el fuego, y el choque, y la
confusa grita por todas partes. Los españoles sorprendidos , corta
dos , quisieron vender cara su postrera derrota. ¡ Vanos esfuerzos !
Los patriotas peleaban no solo por la gloria , sino por la vida. Ven
cidos , uno solo de aquellos denodados no hubiera sobrevivido á
— 402 —
su audazia : vencedores , iban á recibir de sus compañeros y de
sus generales la recompensa que merecia el último triunfo obte
nido por los venezolanos sobre sus antiguos dominadores. Cedió
todo á sus esfuerzos. Los realistas se defendieron con valor ; que
pocas vezes han entregado sin combatir la victoria : empero al
fin rindieron las armas y entregaron dos dias despues el castillo
por medio de una capitulacion honrosísima en que Páez accedió á
cuanto quisieron pedirle. Así sucumbió Puerto-Cabello , último
recinto que abrigaba todavía las armas españolas en el vasto terri
torio comprendido entre la ria de Guayaquil y el magnífico delta
del Orinoco. Aquí concluye la guerra de la Independencia de Co
lombia. En adelante no se emplearán las armas de la república sino
contra guerrillas de foragidos que la tenazidad peninsular armó y
alimentó por algun tiempo , ó en ausiliar mas allá de sus confines
á pueblos hermanos en la conquista de sus derechos. Feliz mil ve
zes si los laureles de tan notables victorias no se hubieran visto
marchitados por la guerra civil ; si su propia sangre no hubiera te
ñido en fratricida discordia los campos en que con inmarcescible
gloria se vertiera en santa lid con sus contrarios.
Estas ventajas robustecieron la opinion y buen crédito de la re
pública. Los nuevos gobiernos americanos se apresuraron á unirse
con vínculos de amistad é iutereses al naciente y poderoso pueblo
que con tanto lustre se inscribía por sus propios esfuerzos en el
catálogo de las naciones. Y aun la rica y entendida Inglaterra no se
desdenó de enviar cónsules á su territorio para cultivar una amis
tad que tan útil debía ser á su comercio.
Por lo que respecta á Venezuela, lo mas notable que ocurrió en
este año fué la ejecucion de la lei (I .° de julio) y decreto del go
bierno ( 7 del mismo ) sobre espulsion de desafectos , mandada ha
cer por Soublette en 4 1 de setiembre ; lo cual produjo en Caracas
una fuerte sensacion. Los colombianos que constantemente babian
seguido la suerte de la revolucion y que á consecuencia de sus
triunfos volvieran al territorio , conocian la necesidad de la medi
da ; pero la deploraban algunos de estos mismos y todos los que ,
sin estar en su caso, veian envueltos en ella á sus amigos ó parien
tes mas cercanos. Seria necesario retrogradar á la época en que ta
les providencias se llevaban á efeclo, para poder juzgar y apreciar
debidamente aquesla. Y aun así sería difícil colocarnos en un punto
de im¡iarcialidad tal , que nos pusiese á cubierto de las pasiones de
— 40.3 —
los diferentes partidos que entónces existían. Para nosotros, aunque
hombres de otro tiempo , es fácil , empero , concebir que la in
fluencia que los españoles vecinos de Venezuela continuaron ejer
ciendo en el pais depues de libertado este por las armas republica
nas , debia ser vista de mui distinta manera por los colombianos
que entraron y por los colombianos que residieron, Estos seguían
viendo y tratando á personas con quienes babian vivido sin inter
rupcion , y aunque en el fondo de su alma amasen la independen
cia del pais, ni tenían una confianza ciega en el triunfo del ejército
libertador , ni estaban determinados á todas las consecuencias de
un rompimiento absoluto y rigoroso con España y con los españo
les ; y á mas eran bijos , esposos ó amigos. Los que enlraban esta
ban en un caso mui diverso. Ese rompimiento lo habían hecho de
mucho tiempo airas y era irrevocable : nada por tanto debían omi
tir de cuanto contribuyese á asegurar y perpetuar el triunfo de las
armas libertadoras , á colombianizar , por decirlo así , el pais :
una vez adoptado el sistema electivo, era indispensable alejar cual
quier influencia contraria á los intereses de la república.
La severidad de esla medida se limitó á hacer salir del pais á to
dos ó casi todos los españoles y canarios , sin causarles estorsion
alguna en sus propiedades , pues aunque se declaró que estas que
daban como rellenes de su conducta en el eslranjero, ninguna pro
videncia se dictó para inquirir cuál fuese ella , y sucesivamente , á
proporcion que el pais ganaba en seguridad interior , se les permi
tió regresar al seno de sus familias. Volvieron , sí , y no hallaron
ni enemistad , ni odio , ni restricciones para su industria , resul
tando de su momentánea y mui poco gravosa separacion del pais
grandes bienes para la provincia de Carácas. La ejecucion de la lei
y decreto de espulsion concitó contra Sonblette la enemistad de
todos los que reprobaban la medida ; y esto era natural , atento
que si bien no fué dada ni provocada por él , la cumplía. Muchos
y fuertes escritos se publicaron eniónces ; pero ni en ellos ni en las
averiguaciones que detenidamente hemos hecho sobre el caso, ha
llamos una sola imputacion contra aquel íntegro magistrado , de
faltas que puedan llamarse vergonzosas , tales como las de vender
la justicia
El congreso
ó desviarla
se reunió
porelmezquinas
8 de abril.pasiones
Ocupadode esclusivamente
su fiel verdadero.
en

el fomento de la educacion , el comercio y la industria, así como


en el arreglo de los ramos administrativos , sus providencias no

r
— 404 —
tienen aquel carácter de generalidad y trascendencia que pudieran
colocarlas dentro de los estrechos límites de este bosquejo. El mas
nolable de sus actos es la autorizacion dada al general Bolívar en
4 de julio para ausentarse del lerritorio de la república en ausilio
del Perú , á que Labia sido invitado por los diferentes gobiernos
que sucedieron al protectorado de San Martin.
Para quien no se hallase instruido de la situacion de los negocios
políticos y militares de aquel vireinato cuando los hijos de Colom
bia marcharon en su socorro , serian poco inteligibles los sucesos
que a su intervencion se siguieron. Ni debería estrañarse que ca
reciendo de dalos fijos para apreciar la importancia de sus servi
cios, dudase de ellos ó los tuviese en poco con mengua de la gra
titud y de la justicia. Y cuando la consideracion de la propia glo
ria no moviese al escritor nacional á presentar á sus lectores la
mas clara y prolija relacion de los sucesos , compatible con la es-
tension del reducido cuadro , fuera bastante motivo para determi
narle á ello el interes de no dejar lagunas , dudas, ni reticencias
que perjudiquen á la inteligencia de la historia con menoscabo de
su verdad y de su pureza.
Hallábase tranquilo el Perú por los años de .1819 y mas de la
mitad del siguiente bajo la direccion del virei español Pezuela ,
cunndo Chile, libre ya de sus enemigos para entónces, encargó al
general San Martin de una espedicion de 4300 hombres destinada
á libertar el antiguo imperio de los Incas. Desembarcó este en Pisco
el 8 de setiembre de 1 820 protegido por la escuadra del justamentc
celebrado marino Lord Cockrane ; y como resultasen sin efecto las
proposiciones de paz que se discutieron en Miraflóres, cercado
Lima , por los comisionados de uno y otro partido , continuaron
activamente las hostilidades, disponiendo el jefe espedicionario que
un cuerpo de .1 200 hombres á las órdenes del coronel Arenáles se
internase desde Pisco para conmover el territorio, dando apoyo á la
opinion ; y él se trasladó embarcado hácia el pais del norte con el
resto de sus tropas, tomando tierra en Huacho el 9 de noviembre.
Arenáles fué dichoso en su empresa : batió á los enemigos en diver
sos encuentros : vió engrosadas sus filas con los naturales de aquella
tierra y con el batallon Numancia , en un todo compuesto de vene
zolanos : abrazaron su causa muchas poblaciones que se pronun
ciaron por la independencia, y despues de infinitos obstáculos,
siempre triunfante , llegó basta Pasco, habiendo ocupado sucesiva
— 405 —
mente todos los puntos intermedios de la sierra. A fin del año se
hallaba San Martin dueño de toda la parte norte del Perú.
Desatinados los españoles con estos reveses, se empeñaron en
atribuirlos á la obstinacion con que el virei conservaba la rapita!,
y olvidando los servicios que habia prestado á la causa de la metró
poli , le depusieron por medio de una conspiracion fraguada por
los principales jefes del ejército . dándole por sucesor á Laserna.
El gabinete de Madrid , esclavo siempre de la voluntad y desafue
ros de sus subdelegados de ultramar , se apresuró á sancionar con
su aprobacion aquel atentado tan contrario á la disciplina y al buen
órden. Empero este cambio de autoridades no era el que podia
sacar álos realistas de su apurada situacion. Mas larde , al contra
rio , la insubordinacion de otro jefe completó la ruina de su cansa
ó la aceleró cuando ménos ; constanle y universal resultado de la
desunion y el desconcierto que produce la desobediencia.
En esta situacion se hallaban los realistas del Perú cuando la
llegada de Abreu , comisionado por el gobierno constitucional de
España para entrar en transacciones con los patriotas , produjo un
momentáneo descanso entre los contendientes. Tuviéronse nuevas
conferencias en Punchauca ; pero como no pudiesen avenirse entre
sí los partidos por razones iguales á las que en Colombia habian
frustrado todo plan de conciliacion , rompiéronse nuevamente las
hostilidades en el mes de junio de 4824 , espirado que hubo el ar
misticio de 40 dias en que habian convenido. Y no siendo posible
á Laserna conservar por mas tiempo la capital , vióse en la necesi
dad de evacuarla, quedando tranquilo poseedor de ella San Mar
tin , quien con el títuto de Protector se puso al frente del gobierno.
Despues de este suceso que le hacia dueño de los recursos de Lima
y daba importancia á su causa por el influjo moral de su posesion,
mejoróse ademas considerablemente el estado He los negocios con
la ocupacion de la plaza del Callao que por convenio le entregó el
general Lamar en el mes de setiembre. Libre de esta atencion el
Protector, se preparó á concluir la guerra dirigiendo sus tropas
contra La' erna situado en el Cuzco , Canterac en Jauja y Valdes en
Arequipa , los cuales tenían á sus órdenes un total de 1 2.000 hom-
Ires aguerridos ; pero ántes de emprender estas operaciones resol
vió tener vistas con Bolívar, y en su busca se embarcó en febrero
de 1822 con direccion á Guayaquil , delegando interinamente el
mando civil en Torretagle y el militar en Alvarado, general de
— Í06 —
sus tropas. Noticioso en el tránsito de que el Libertador no podia
concurrir por entónces á la entrevista, regresó á Lima , y aunque
no reasumió el mando, dispaso una espedicion de 2400 hombres
qoe á cargo del general Tristan fué destinada contra el puerto de
ka en las costas del Sur.
La completa derrota que dieron á este jefe Canterac y Valdes á
principios de abril , inspiró fuertes bríos y aliento al partido espa
ñol, á tiempo que la posicion del Protector, desmejorada ya con la
inobediencia de lord Cockrane , con la escasez de numerario para
sostener sus tropas y con la opinion desventajosa que de sus mi
ras políticas tenían los naturales, llegó sobremanera á compli
carse.
Eu tal estado, sabiendo San Martin la llegada de Bolívar á Guaya
quil , se dirigió á aquel punto y tuvo el 26 de julio su entrevista
con el Libertador de Colombia. Las doce boras que en dicha ciudad
se detuvo San Martin , casi todas se emplearon en aquella reser
vada conferencia, cuyo asunto y pormenores son aun el dia de hoi
un misterio para la historia. Inmediatamente regresó á Lima, adon
de llegó el .19 de agosto, reasumiendo el mando el 21. Y cuando
todos esperadan verle apresurar las operaciones de la guerra y ven
gar el reciente descalabro que habian sufrido sus armas, se presen
tó á deponer ante el congreso, instalado el 20 de setiembre, la su
prema autoridad que ejercía. El congreso le exoneró, como era jus
to , de toda ella en la parte política, y le nombró generalísimo de
las tropas; pero San Martin no quiso acoptar aquel título. Cuáles
fueran los motivos de tan singular y voluntario retiro, se ignoran ;
empero su sinceridad se vió claramente luego, pues sin tardanza
abandonó el Perú y se dirigió á Chile. El congreso nombró entón
ces una junta gubernativa compuesta de Lamar, Alvarado y Vista-
Florida.
A la inoportuna cuanto inesplicable ausencia de San Martin, fué
consiguienle la division y el desórden que produce siempre la falta
de una cabeza que, enseñoreándose del poder, refrene en los parti
dos la ambicion y las pretensiones de sus secuazes poderosos. A fa
vor del trastorno medraron los realistas, multiplicáronse sus triun
fos. Las acciones de Toratá y Moquehua en las que Valdes y Can
terac destrozaron al general independiente Alvarado , llevaron el
espanto y la consternacion á Lima, y lo que es peor, sirvieron de
pretesto para el motin mililar con que logró Santa Cruz que el con
greso destituyese la junta y confiara el gobierno á Riva-Agflero,
dándole á él la direccion y mando del ejército.
Estos acontecimientos tuvieron lugar á principios del año de
4825, y miéntras el nuevo director de la guerra en el Perú, deseo
so de justificar su usurpacion , preparaba otra fuerte espedicion
contra las cosías del Sur, salian de Guayaquil en el mes de marzo,
con direccion á Lima, las primeras tropas ausiliares de Colombia. A
tiempo llegaron estas de poder tomar parte en la empresa proyec
tada; mas queriendo Santa Cruz obrar solo con fuerzas nacionales,
se movió á mediados de mayo llevando consigo 5000 peruanos. A
fines del mismo mes llegó Sucre á Lima en calidad de enviado del
Liberlador, pero no permaneció enla capital mucbo tiempo, porque
acercán Jose Canterac con un ejército de 9000 hombres, bubo de re
tirarse bajo los fuegos del Callao con 5000 colombianos que ya se
hallaban en la capilal cuando fué evacuada por los patriolas, y cuyo
mando tomó por eleccion voluntaria de los generales y por súplicas
del gobierno del pais.
Habíanse, ántes de este suceso, refugiado al Callao varios miem
bros del congreso por resultado de las desavenencias que anda
ban entre dicho cuerpo y Riva-Agücro. Perdida Lima, esta frac
cion de la legislatura nombró á Sucre supremo jefe militar, y
Riva-Agüero , destituido por ella, tomó el camino de Trujillo,
hizo reunir algunos diputados que le eran adictos y á su sombra
continuó ejerciendo en aquel apartado distrito la superior autori
dad, listas fatales disensiones á la vez que dividian el pndor y los
recursos que reunidos hubieran podido emplearse decisivamente en
favor de la república , tenían el grave inconveniente de entorpecer
las operaciones militares disminuyendo el peso moral de la autori
dad de aquel a quien tocaba dirigirlas.
Por suerte los progresos de Santa Cruz llamaron la atencion de
Canterac, el cual conociendo la imposibilidad de reducir el Callao,
marchó prontamente hácia las provincias del Sur, evacuando el
46 de julio á Lima. Libre entónces Sucre para dirigirse á donde
el mayor riesgo le llamaba , dejó el mando político á Torretagle y
con los 5000 colombianos se dirigió á Chala para ausiliar á Santa-
Cruz.
No entra en el plan de estos apuntes seguir paso á paso las ope
raciones de aquella campaña. Bastará decir que Santa-Cruz fné des
pedazado en diferentes acciones, y que en su retirada desastrosa,
— .108 —
apénas pudo reembarcar poco mas de 1 000 hombres, de los cuales
perdió aun 500 que fueron en la navegacion apresados por un cor
sario. Sucre pudo socorrerle á tiempo; pero mezquinos resentimien
tos, la emulacion, digamos mas bien la envidia, se apoderaron del
ánimo de Sania Cruz y le indujeron á rechazar el ausilio ofrecido
por el jsfe colombiano , que sahia dominar sus propias pasiones,
cuando los iniereses públicos lo. requerían. De resultas él mismo
hubo de retirarse al fin con alguna pérdida que le causaron los
realistas en Arequipa y Uchumayo. Merced á sus sabias maniobras,
laespedicion se reembarcó casi completa en Quilca.
Para el 4o de setiembre en que Bolívar llegó á Lima en medio de
universales aclamaciones, rodeado de los homenajes de la admira
cion y de la gratitud, el estado de los negocios en aquella parte de
Ja América era en verdad desesperado. Todo el alio Perú y la mayor
parte del bajo estaban en poder de los realistas. Recientes y bri
llantes triunfos habian reanimado su vator y sus esperanzas cuando
el desaliento reinaba entre los patriotas, divididos ademas en ban
dos políticos, escasos de recursos metálicos y apénas poseedores de
la capital de Lima y de los paises situados en la costa del Norte, en
tre los cuales ménos como amiga que como contraria debia con
tarse á Trujillo ocupada á la sazon por el partido armado de Riva-
Agúero. Ya veremos, empero, al gran caudillo de Colombia, supe
rior á tantos contratiempos, desplegar en la tierra del Sol los recur
sos de su genio fecundo y poderoso, y llevar en triunfo la libertad
hasta los áridos desiertos de Alacámas y las apartadas vertientes del
Rio de la Plata.

ANO DE

La Santa Alianza, despues de haber pedido inútilmente á las cor


tes y al ministerio español una modificacion en los principios de la
Constitucion, mala, segun ella, por su tendencia á la democracia
pura, se dejó de embozos é intervino con las armasen la Penínsu
la, á fin de restaurar el poder absoluto. La Francia, encargada de
cumplir el decreto liberticida, envió á ella un ejercito el año de
1825 al mando del dutjue de Angulema, y este llegó hasta la capi
tal sin encontrar resistencia alguna séria, favorecido por los faccio
sos y aplaudido por el vulgo. Algunos jefes españoles, Mina sobre
— 409 —
lodos, se defendieron valerosa pero desgraciadamente : otros, co
mo Morillo, transigieron sin combale con los estranjeros y volvie
ron la espalda al gobierno constitucional. Así, mayores fuerzas
por parte de sus enemigos, las disensiones interiores, la inconse
cuencia del pueblo y la traicion, se reunieron para derribar el no
bien cimentado edificio de la libertad peninsular, y España , una
vez mas, volvió á verse bajo el yugo de hierro de Fernando. Si
guióse al triunfo de la mala causa el bambre y sed de las vengan
zas, y bubo destierros, prisiones, comisiones mililares, juntas de
purificaciones y cadalsos. Mas el rei, aunque dominado por una fac
cion ávida de sangre, pareció a esta un instrumento poco dócil pa
ra una reaccion indefinida ; y lié aquí que los vencedores conspi
raron para colocar en el trono al infante Don Cárlos, mas propio
segun ellos para aquel intento. No lograron su designio; pero de
allí vino que Fernando, rodeado por do quiera de enemigos, hubo
de descuidar los negocios coloniales, con gran provecho, por cierto,
de americanos y españoles ; pues en efeclo si aquellos afirmaban su
independencia y libertad, estos se ahorraban estériles y costosos
sacrificios.
Impolente, pues, para recomenzar la guerra en sus perdidos
dominios de América, abandonaba los realistas del Perú á sus pro
pios esfuerzos y se contentaba con saber que en Venezuela queda
ban algunas partidas que hacian la guerra eiisu nombre; ignorando
ó finguendo ignorar que estas partidas, capitaneadas por José Dio
nisio Cisnéros en los valles de Ocumare, Petare, Guarénas y Santa
Lucia, y por Juan Centeno, Doroteo Herrera y otros en San Sebas
tian y Orituco, no eran mas que gavillas de foragidos desalmados
que buscaron una divisa para cometer todo género de desafueros
y escesos, atentos, ménos al triunfo de ningun partido político, que
á la satisfaccion de sus hábitos de sanare y de rapazidad. Mas como
no influyesen eslas bandas de malhechora gente ni en la paz gene
ral del pais , ni en su organizacion, hablaremos de ellas y sus
hechos allá en la época de su mayor incremento , dedicando por
ahora la narracion á mas importantes sucesos.
Era , pues , este tiempo el de la paz y las reformas útiles en la
tierra que tantos sacrificios habia hecho para lograr una y otras. Y
no puede negarse que el segundo congreso colombiano, reunido
el 5 de abril, dedicó con zelo y esmero sus tarcas á hacer
útiles reformas; pero entre sus medidas hubo alguna que si bien

í
i
dictada por el mas puro sentimiento de amor patrio, fué injusta y
arbitraria en su esencia, inoQciosa tal vez para su objeto, y fuente
por otra parte de malos actos y de descrédito para la república.
Fué la medida de que hablamos la lei de 28 de julio en que auto
rizaba el congreso al Poder Ejecutivo para declarar en estado de
asamblea las provincias amenazadas de invasion esterior, ó conmo
cion á mano armada, pudiendo en este caso exigir contribuciones,
hacer alistamiento de tropas, y espulsor del territorio, sin las for
malidades de la lei, á las personas que juzgase desafectas á la inde
pendencia. Autorizado para delegar estas facultades , así como la
de indultar , que tambien le habia sido concedida , traspasólas el
Ejecutivo á las doce comandancias de departamento, en que estaba
dividida la república ; y bé aquí el origen de aquel tremendo poder
que se ejerció frecuentemente en las provincias con escarnio de la
opinion y de la justicia. Vióse muchas vezes fingir, en medio de la
paz, el temor de una quimérica espedicion española, ó pretestar el
riesgo, mas quimérico aun , de insignificantes asonadas, para de
clarar en un departamento nulas las leyes generales , nulos los
derechos y garantías sociales del ciudadano , y valedera solo la
potestad absoluta de ciertos hombres, que por miras de siniestra
política ó á impulsos de iunobles venganzas, arrancaron del hogar
doméstico á muchos ciudadanos pacificos y los condenaron al des
tierro ó a trabajos infamantes, ó á llenar las filas del ejército ; á
tiempo que invadida la fortuna de los particulares, se vió dismi
nuida por contribuciones forzadas, exigidas con escandalosa vio
lencia. Largo tiempo duró este abuso que contribuyeron á prolon
gar las variaciones políticas que sufrió el gobierno, hasta que de
infortunio en infortunio vino este á parar en unas solas manos,
con menoscabo de las leyes y de los principios republicanos.
A este mal de violencia que claramente demostraba no estar ci
mentada la libertad ni en las costumbres, ni en los intereses, ni en
las leyes, se siguió uno de avaricia y concusion que tuvo su origen
en el decreto del congreso constituyente de Cúenta, su fecha 7 de
julio de .1 825, por el cual se autorizaba al poder ejecutivo para
emitir ó poner en circulacion en Europa ú otra parle, por via de
empréstito ú operacion de cambio , vales , obligaciones ó pagarés
sobre el crédito de la nacion, hasta la suma de treinta millones de
pesos fuertes, quedando responsables al pago del capital é intereses
las rentas del estado y en particular la del tabaco. En consecuencia
— .m —
de esto el gobierno confirió su poder á los señores Manuel Antonio
Arrublas y Francisco Montoya, los cuales contrataron en Calais á
14 de abril de este año y con la casa de B. A. Goldsmiht y Compa
ñía un empréstito de 4. 75 0.00 0 libras esterlinas al interes de 6 por
ciento anual, interes que, para decirlo de paso, comenzó á deven
garse desde el 45 de enero, bien que los fondos no empezaron á
recibirse basta el junio del mismo año. Los agentes formaron en
Hamburgoel 45 de mayo de .1824 con los mismos señores un con
trato de venta del empréstito, estipulando que la república daria
por cada 85 libras que recibiese en dinero efectivo, 4 00 en vales,
y estipulando el modo de pagar los 4.57.500 libras á que se redu
jo por esta operacion.
Ya la república tenia otras deudas estranjeras. Una de ellas se
originó de las contratas celebradas en Lóndres por los señores Real
y López Méndez, como comisionados de la Nueva Granada y Vene
zuela, y de los ausilios que algunos estranjeros prestaron al general
Bolívar para la espedicion famosa de los Cayos. Mas tarde (en 24
de diciembre de 1849 ) autorizó este mismo general al vicepresi
dente Zea, para que entablase en Europa relaciones diplomáticas y
abriese un empréstito de dos á cinco millones de libras esterlinas.
Zea promovió transacgiones con los acreedores, y á pesar de las
exageradas pretensiones de estos y de los vicios de la mayor parte
de los documentos en que fundaban sus derechos , se avino con
ellos, y á fuer de generoso les concedió cuanto quisieron pretender.
Así, elevando capitales, duplicando intereses y accediendo a condi
ciones no ménos onerosas, las contratas de Real y Méndez formaron
una deuda de 547.785 libras esterlinas, por la cual dió vales el
ministro á nombre del gobierno. Luego, y entre otras cosas para
amortizarla, contrató el 45 de marzo de 4822 con los señores Her-
ring, Graham y Powles, del comercio de Lóndres, un empréstito de
dos millones de libras esterlinas al 80 por ciento, admitiendo como
numerario los vales que él mismo habia puesto en circulacion, con
cuya medida llegó en efecto á quedar pagada la deuda primitiva.
El primer congreso constitucional de Colombia por decreto de 7 de
julio de \ 823 desaprobó la conducta de aquel ministro, por haber
concluido sus operaciones fiscales de una manera definitiva sin es
tar au tomado para ello, y mas que todo por haber recibido , dis
tribuido y consumido de su propia autoridad la mayor parte dej
empréstito, sin solicitar oportunamente la aprobacion de su con.*
duela ; mas deseando al mismo tiempo cimentar el crédito público
sobre basas sólidas, ordenó que se hiciese una liquidacion y que se
reconociesen por el poder ejecutivo todas aquellas cantidades sumi
nistradas realmente á la república, junto con sus respectivos inte
reses. Larga, complicada y casi imposible operacion despues de estar
representada la deuda en vales emitidos ya, y circulando de mu
cho tiempo atras. Así fué que no embargante la desaprobacion que
dejamos referida, el congreso posteriormente ( lei de 22 de mayo de
i 820 ) reconoció como deuda nacional los dos millones de libras
esterlinas, sin perjuicio de la liquidacion; la cual jamas llegó a ve
rificarse.
Mui fáciles son de concebir las razones que movieron al Liber
tador á dar la autorizacion fiscal y diplomática que dejamos indi
cada ; pues de nada ménos se trataba que de fundar el crédito pú
blico de la incipienie república, de pagar lo que con tanta genero
sidad se le Labia prestado y de adquirir nuevos recursos para con-
ÜHiiar una lucha cuyo término se veia mui distante. Así, cuando el
Libertador, y no él, sino el gobierno que existia en Angostura , re
cibió algunos buques, armas, pertrechos y otras cosas de mala cali
dad y con enormes precios, fué por estrema precision, y porque
solo con grande utilidad para los prestamistas podia conseguirse uno
que otro especulador atrevido capaz de aventurar sus fondos en
manos de los pocos y desvalidos patriotas que entónces componían
la En
república.
mui diversas circunstancias se contrataba ahora este emprés

tito cuantioso, raiz de escándalos y males infinitos que destruyeron


la república. Su inversion fué decretada definitivamente en 24 de
mayo de este año, y segun ella, deducida la cantidad necesaria para
el pago de los intereses de dos años, se destinaba el resto al de los
vales que el poder ejecutivo debia poner en jiro á consecuencia de
la liquidacion de que hemos hablado al tratar del empréstito de
Zea; al de las acreencias cstranjeras liquidadas por u.. a comision
establecida en Bogotá, y registradas en el gran libro de la deuda ; al
de los gastos hechos y que debian hacerse para socorrer al ejército
y marina ; al del empréstito de 200.000 pesos, levantado por de
creto de 4 de mayo de \ 821 y de los demas que el gob'erno por sí
ó por sus agentes hubiese exigido para cubrir las atenciones del
erario ; al de los elementos necesarios para el armamento, equipo
y subsistencia de 50.000 hombres mandados levantar por decret
— 415 —
de \ I de mayo de este mismo ano de 1 824 ; al de los sueldos de la
lista diplomática en paises estranjeros ; al del tercio de súcldo rete
nido á los empleados por disposicion del poder ejecutivo ; y por úl
timo, al pago de los réditos de la deuda doméstica liquidada y re
gistrada ó que se liquidase y registrase en lo sucesivo. AI fomento
de las rentas públicas ( que jamas se Comentaron ) se aplicaban dos
millones de pesos, y por un decrelo posterior (28 de abril de .1825)
se destinó un millon al de la agricultura , qúc siempre se quedó
como estaba : de este millon solo locaron a Venezuela 300. 000 pe
sos. La paz y el urden que, bien gobernada \ debian seguirse á la
república de sus recientes y brillantes triunfos, bastaban solos para
Lacer prosperar los diversos ramos de la riqueza pública y parti
cular , los cuales no necesitan de ninguna especie de fomento por
parle del gobierno, sino de sosiego y libertad : esos 50.000 hombres
que se mandaron levantar y que jamas se levantaron, porque ni se
podia hacer, ni habia realmente para qué, era una idea quijotesca,
incomprensible en un pais que acababa de conquistar su indepen
dencia sin tales aparatos, y que en lin.ar de aumentar, debia en lo
posible disminuir sus tropas : los empleados diplomáticos eran in-
útiles para pueblos cuya política debia reducirse á esperar las pro
posiciones delosestranjeros, sin tomarse el trabajo de ir á mendi
gar una amistad que estos tenían precision de contraer : los otros
empleados debian aguardar á que el tesoro adquiriese con qué pa
garles sin necesidad de sacrificios, imitando en ello la noble con
ducta del ejército en casi todo el curio de la guerra :'y por fin ,
para amortizar las otras deudas, no de otras deudas, sino de econo-
• mías habia de echarse mano. Mas pasado el peligro , el pais que
habia sido teatro de hazañas militares se convirtió en lonja de es
peculaciones mercantiles : el hambre y la sed del oró se apoderaron.
de los corazones ; imagináronse peligros para hacer grandes aparatos
de defensa ; creáronse necesidades que no fiabia ; quisieron en (¡u
lucir galas los mendigos ; y como el pais no ofrecia recursos para
tanto , hubieron de buscarse en el estranjtro. V aquí empieza la
desmoralizacion y desórdenes del gobierno.
Los rezelos que la liga de monarcas conocida con ét nombre de
Santa Alianza, inspiraba á las nuevas repúblicas , y el temor de
que la España no abandonaría fácilmente sus proyectos' dé recon
quistar la América, impulsaron al congreso de Colombia á decretar
la leva de 50,000 hombres, de que acabamos de hablar. Diflculta-
:i J..M ?... r. ¡¡ i.o
II.—BIST. Non.
— H4 —
si -,h n.Mwk -iof dIi fp. ; * . • ,¿
des que para soslener v equipar un ejercito tan numeroso se toca
ron por la •penuria dé las rentas y la situacion calamitosa de un
pais salido apenas de -una larga contienda, movieron al general
Santander, que ejercía el poder ejecutivo en ausencia de Bolívar, á
njSner'e-q practica la leí sobre alistamiento de la milicia y á regla
mentarla por un Secreto especial de 51 de agosto, creyendo de este
modo conciliar la- urgencia de poner el territorio en estado de de-
iéqsS.-wjfl los atrasos, del erario y las necesidades, del comercio, de
'^agricultura y'Jaiaii&ustria. Antes de este decreto se había orga-
^nízado e?rtárácasi un "batallon con el nombr bre de milicia cívica, el
-'¿'uaí de-íia ! asi"cómo- tos demas cuerpos que existieran , refundirse
"en -lbs'de jiueva- creacion. Ya poique desagradase á los civicos la
disolucion' de/s,u -cuerpo, ya porque les pareciera preferible con-
^eVva"r'lós-Vaíaíió-pes paganizados á destruirlos para formar otros
nuevos, consiguieron que el intendente del departamento (éralo en
tonce? el ge nerar'ífuan Escalona) aprobara un reglamento que para su
gobierno y regimen -formaron , con previo permiso de la misma
^aiiíonáaá jb-uscanó'o por este medio soslener su asociacion sin
" ra-riar-esencialmente el tenor de la lei , ni frustrar su objeto
^morlíSa1^u||8w"ni podia ser otro que la formacion de una
fuerza nacional capaz 'de defender el pais en caso necesario. Pasa
ban estcs cosas a-med'ados de setiembre y así permanecieron hasta
'%\ies§?Vs\amealevme%- en que el comandante general (éralo Páez),
- íu-sViendo sobre ¥a( ejecucion del decreto del poder ejecutivo, lo
nizop^ficaVpopandp Tan grande fué el disgusto y general alarma
"que cáuso"esft m-édida? que el cuerpo municipal se reunió el 5 de
-'iíóyjéUbVpara considerarla, y acordó pedir al intendente lasus-
""peiislp-n ^el alistamiento, que juzgaba contrario á las garantías so-
" cíales -adios colpm-bian"ps. Tambien tomó activa parte en este asunto
cí ingeníente r pero á'-pesar de sus reclamaciones y las del ilustre
^£fTVonmnmj$L "creyó Páez necesario prestar obediencia á las
úidenes'de? gobierno^ al cual dió cuenta de lo ocurrido. Escudado
el poder ejecutivo coiiMa perfecta legalidad de su decreto ; animado
.por (a obediencia que -en los otros departamentos se le habia dado,
"- y no v|éjádo-en1a,-res'ís?encia del pueblo de Carácas sino una terca
é^ümálLf^ia^', hija mas del capricho., que de bien
"jreyíA» wconVe^iénfes , desaprobó el reglamento de los cívicos,
dalaió nula íasa'ncíoíi'que el intendente le habia dado con usur-
pacrondie ía-po'tes-lad- 'legislativa, y previno al comandante general

r
del departamento impidiese su ejecucion, llevando á puro y debido
efecto lo mandado. Justo es decir que en todo este negocio procedió
el gobierno de acuerdo con la lei y en el circulo de sus atribu
ciones ; pero si bien se examinan el decreto y las circunstancias" en
que se espidió, se verá que no eran infundadas ni del todo injustas
las atarmas que produjo su publicacion, precursoras de la tempes
tad á que mas tarde dió lugar el empeño de hacerlo cumplir, con
desprecio de la voluntad pública. Preciso es decirlo. Las facultades
estraordinarias delegadas á los comandantes generales, y el uso
poco discreto que estos habian hecho de ellas, hizo creer al pueblo
que la formacion de cuerpos de milicias, sujetos en el alistamiento,
organizacion y mando á la autoridad militar , no era mas que un
medio indirecto de sujetar la república al fuero de guerra, atendida
la facilidad con que podian de un momento á otro ser llamados al
servicio, como soldados del ejército, con solo que?e quisiesen pre-
testar razones para declarar la provincia en estado de gaerra. Y
como si se hubieran querido justificar estos rezelos populares, el
comandante general de Venezuela y Apure, que de una parte se
veia urgido por las órdenes premiosas y terminantes del gobierno,
y de otra se hallaba contrariado hasta cierto punto por las autori
dades civiles , declaró en asamblea (estado de guerra) ambos de
partamentos, para hallar pronta y sin restriccion la obediencia.
Así terminó para Venezuela el añod« 1824, sin otra ocurrencia
notable que un alboroto promovido entre los esclavos del circuito
de Pelare por algunos clérigos de la capital, mal hallados con las
instituciones republicanas. Sofocado al nacer por la actividad y vigi
lancia de las autoridades , fueron castigados algunos de los culpa
dos
prendiendo
cogidos con
en lalasgracia
armasá los
en seductores
la mano, y de
se aquellos
indultó al
infelizes.
resto, comL

Los trabajos de la paz no dan materia á la historia : cesa el in


teres que esla inspira cuando no puede referir grandes crímenes,
Sangrientas batallas, ó calamitosos sucesos. Colombia (u este corto
período de tranquilidad nada ofrece por lanío, que merezca refe
rirse. Toda la atencion de la república estaba lija en el Perú , pais
remoto en que debia decidirse. el drama político de América. Los
hijos de .Colombia, despaes de haber segado mies opima de laureles
patrios, no saciados de triunfos, habian ido á buscarlos en el Apw-
rimac, y allí compraban con su sangre la victoria que aseguró para
siempre el destino de aquellos vastos paises. Tal es el gran su
ceso
Hemos
que debeme?
dicho en elreferir
bosquejo
para anterior
completar
cuálel era
cuadro
y cuán
de este
tristeaño.
la

situacion política y militar de los ausiliares republicanos en el Perú.


Para formarse idea exacta de la preponderancia española en aquellos
paises á principios de este año, baste saber que sus fuerzas ocupa
ban el valle de Jauja, parte de la provincia de Tarmay del distrito
de Pampas, estendiendo su línea al valle de lea y dominando el pais
basta mas allá de Cañete ; de tal modo que para quedar cortados en
Lima no faltaba á los patriotas sino perder las fortalezas del Callao.
Este desgraciado suceso tuvo lugar el 5 del mes de febrero por la
defeccion de algunas tropas de Buenos Aires que las guarnecian , y
que capitaneadas por un sargento prendieron á los oficiales y en
tregaron la plaza á los realistas. En consecuencia de este deplo
rable acontecimiento, se disolvió el congreso despues de haber re
vestido á Bolívar de la autoridad dictatorial ; y llamados los ene
migos á la capital por el mismo presidente Torretagle y su secre
tario de guerra Berindoaga , la ocuparon sin oposicion el 29 del
mismo mes. Antes de esta última desgracia obtuvieron sin embargo
los patriotas una ventaja de alguna consideracion sobre los buques
enemigos. R. B. Addison , marino estranjcro al servicio del Perú,
incendió el 25 de febrero dos fragatas y seis bajeles de menor porte
en la bahía del Callao, sin haber perdido un solo hombre en esta
espedicion, emprendida con una falúa y tres botes tripulados con
50 valientes.
Nada era con todo esta hazaña, mas brillante que útil , en com
paracion de los males que con espantosa rapidez se sucedian para
sufocar en su cuna la naciente república : nada en paralelo con la
traicion del presidente y de ]la mayor parte de .los empleados del
gobierno : nada en fin, con la division que promovian sus partida
rios y los amigos del régimen antiguo, y los ocultos enemigos del
Libertador y del ejército ausiliar. Cuando á pesar de las intrigas ,
seducciones y cohechos de la faccion de Torretagle, unida con los
humillados adictos del malogrado Kiva-Agüero , depositó oí con
greso en manos de Bolívar la odiosa dictadura , el Perú, herido por
la defeccion de sus propios hijos, por la traicion de una parte de
sus aliados y por la cuchilla desapiadada del estranjero , era un
cuerpo sin fuerzas ni aliento , que solo podia revivir al soplo de
vida con que el Libertador lo reanimara.
Y téngase presente, para examinar á verdadera luz la conducía
—m—
del caudillo colombiano, que este se dallaba á la sazon á cuarenta
leguas de Lima con sus tropas , y que la asamblea legislativa del
Perú obró entónces con entera independencia de el y á la vista de
sus enemigos. Bolívar Labia logrado á fines del año anterior des
truir en Trujillo la faccion de Ri va- Agüero y aun apoderarse de la
persona de este , por haberlo abandonado sus parciales armados.
Libre de aquella atencion y no siendo posible sostener las tropas
colombianas en el Callao por falta de víveres , que de propósito y
para disgustarlas les escaseaba el gobierno de Torretagle, se retiró
á la provincia de Huamalies ; y allí dedicado á la organizacion de
sus tropas y en espera de los refuerzos de Colombia , meditaba el
plan de la campana , cuando recibió las noticias de la sublevacion
del Callao, la ocupacion de Lima, su investidura dictatorial y la
traicion de Torretagle. A tantos errores y desgracias opuso Bolívar
6.000 colombianos y 4. 000 naturales que debian conquistar la paz
y la independencia del Perú.
« Inconcebible parece , dice el realista Torrente , cómo en tau
« poco tiempo hubieran logrado los insurgentes poner en campaña
« una fuerza lan numerosa y bajo un pié tan respetable de arregla
« y buena direccion. Abundan las provisiones de guerra y hoca, el
« armamento, vestuario, medios de trasporte y cuantos elementos
« militares se necesitan para abrir una importante campana. ii
Verdad es que el Libertador no habría podido organizar u u
cuerpo tan respetable de tropas si los españoles divididos entre sí
no hubieran empleado sus armas en sostener sus respectivas preten
siones, y dejádole tiempo y medios para llevar adelante sus planes.
En efecto, la escision del general Olaüeta, que por enemistad per
sonal con el virei y otros generales al principio, y mas luego á pre-
testo de sostener la autoridad absoluta del rti , habia negado á
Laserna su obediencia, obligó á este á separar de su ejército una
fuerte division que al mando del general español Valdes marchó al
alto Perú con el objeto de someter á los rebeldes. No fueron bas
tantes á sufocar aquellas disensiones los medios de la conciliacion
empleados por el virei ni la abolicion del sistema constitncional en
España, en que él y sus tropas se apresuraron á convenir; porque
Chineta pretendia que anulados por Fernando Vil todos los actos
emanados del gobierno anterior , habia cesado la autoridad de La
serna; al paso que sostenido é instado este por sus generales, coa-
—m—
servó el poder de que habia manifestado querer deshacerse. Y la
guerra civil continuó mas obstinada y morlífera que ántes.
Bolívar, entre tanto, aprovechándose de estas disensiones que
tenían divididas las fuerzas y opiniones de los realistas , se puso en
marcha desde Huaras sobre Pasco, cruzando los horribles desfi
laderos de los Andes, dice Torrente, con tanta constancia y su
frimiento, que seria un acto de injusticia negarles el gran mé
rito contraído en esta campaña. Canterac que desde los primeros
movimientos estratégicos de Bolívar, habia evacuado á Lima para
guarnecer los desfiladeros de Jauja, tenia sus puestos avanzados en
Casas, y no sabiendo á punto fijo la direccion de su contrario, ade
lantó su ejército hasta Caruamayo y Pasco con el objeto de hacer
un reconocimiento; pero enterado entónces de que Bolívar habia
salido de este punto el 3 de agosto , y se dirigía por la derecha de
la laguna de Junin , retrocedió rápidamente para impedir que se
colocara á su relaguardia. En este movimiento retrógado fueron
alcanzados los realistas el 6 de agosto en Junin ó Pampa de Réyes
por la caballería, que al mando del intrépido general chileno Ne-
cochea se habia adelantado al trote, y que al verlos se formó ofre
ciéndoles el combate, en la misma llanura. Aceptólo gustoso Cante
rac. librando la suerte de su ejército en su brillante caballería ,
superior á la de Bolívar en número y disciplina, y á la que catorce
años do victorias habian engreido hasta el punto de juzgarse inven
cible. No era infundada sin embargo ni temeraria la confianza que
al retar átan valientes y aguerridos enemigos, manifestaba el Liber
tador de Colombia. Timbres y glorias tenían tambien sus soldados
capazes de hacerles concebir una segura confianza del triunfo, y
circunstancias raras y felizes hacian un héroe de cada uno de ellos.
Allí se hallaban en estraño lerritorio y á millares de leguas de sus
hogares, émulos de prez y honra, los hombres mas valientes de los
dos estrenios de la América del Sar. Junto al granadero de los
Andes que San Martin acostumbró en Chile á la victoria, peleaba el
llanero esforzado, terror del nombre español en Venezuela. En aquel
mismc-campo, cuatro años ántes, habian obtenido las huestes repu
blicanas un triunfo completo sobre O'Reilly ; y para que todos los
motivos de gloria y estímulo concurriesen á sostener el varonil es
fuerzo del soldado, allí estaba Bolívar, el hombre y la fortuna mas
grandes de América. Al valor de tales soldados fué proporcionada
la obstinacion del choque , su horrible estrago y sus furores. Ar
^9 —
rollados al principio los escuadrones republicanos, en poco esjuvo
la
quelibertad.
la victoria,
En elinjusta
calor de
estaaquella
vez, hubiera
momentanea
abandonado
ventajaél se
pendon
desban-
cíe
daron
j los
, incautos vencedores,
, y cuando
" , -•!persiguiendo a los ven-
ii, Fi. K-ifiii VI-V-J-""-- yi}<
cidos
dos
., escuadrones
entonaban
, . el que
...
himno
se hallaban
del
, , tnunfo,
, . de„ reserva,
fueron
. ín-!if•i7
cargados
y horriblemente
w,*P.fioa su(juina
vezacu
por-i',

chillados : huyeron, abandonando el campo los pocos que sotreví-


vieron a aquel, couílicto
„. , ternble,
, ... en que solo se-emplearon
M^oiriTl-tl) inuml la
vi lanza,
,íí-Ui<

y el sable.
Grandes fueron las ventajas que en favor cíela caiisa del.Períi
produjo este suceso, no Biendo la menor entre 'ell,ás Ja, desmorali
zacion de la soberbia caballería de los realistas-, que, désacredilada
y disminuida no pudo de allí en adelante- prestar servició-álgurio
de consideracion. El general Rodil que m-andaíia lá guarnicicn ¿fe*
Lima se encerró inmediatamente en el Calíao, .déjan-dbía capital a
la merced de los patriotas. Canterac con la-infantefía y eír,esíóiic
sus caballos continuó ordenadamente su retirada, perseguido siem
pre por Bolívar, que ocupó á Tarma, Jau¡a"rÍuáncáyo y -Huamañga
á proporcion que los enemigos se adelantaban 'hacia e-í Cuzco", %
donde llegaron con una pérdida de mas cíe' '^.ÓÓO'homb'res. Detuy
vose el ejército libertador en Huamanga v allí permanecio cerca de
un mes. ni i y , iiT¡c.ni■iii"-w ii< ii>

Despues de este descanso indispensable1 ordeqó el Libertador ú


Sucre mover el ejército sobre Challuanca, dejando
"-**" * " • ' !el -"camino
-• nal
Ifliiití
del Cuzco á la izquierda, para amenazaf fá éspalda del élíemígq','
miéntras él en persona hacia un reconocimiento sobre- el Apurlma'c,
Venhcose este en efecto cuando se supo la llegada de Sucre á Cha-
lluanca, recorriendo Bolívar la costa de áqueUióYá¿ppn{KiHlo la
preparacion de puentes y balsas para salvar eí mayor o^stáculoque
se
vierno,
oponíael áejército
la persecucion
Perú-colombiano
de Canterac.
enlro.-en
Perjo^eniesío-líegp
.cuarteles, y-ei Liber-
éf i^
tador,
y, se
, encaminó
urgido
...de
al motivos
norte. delpoderosos,
Perú
, á organizar
dej(o
,- .[•> elulel mando
..liliií
gobiernofi-Mijp
dey las
preparar
"filiLi
tropas

,losmedios
,. de
, concluir
. . la
. campana.
» •• '" l .i"" - ii n"-¡ü SfwlH
, . .. . , , , , , ... ..-- -1 -"ii- ü-/-l-lf iJ BÜ-il
A la noticia
acierto del descalabro
que había de desmembrar
cometido en Junm,
• conociendo
KiinriifioT Laserna
su ejército
.iTT-. njíib el
TI des-
-quiso Bire«
pararlo dando órden á Valdes , que acababa de obtener uojríunfo
completo sobre la mas fuerte division de planeta^ parajquftatyan-
donase a este el alto Perú, y á marchas ^í-zadiis^se je iucoEPorase
— 420 —
en el- Cuzco. Así lo verificó del 40 al II de octubre, y tomando
entonces el virei el mando de las tropas, se encaminó en busca de
sus contrarios para darles una batalla decisiva. Sucre por su parte
se movió hacia el Ápurimac en demanda de los realistas, á tiempo
que estos, juzgando ser Huamanga el teatro probable de sus ope
raciones, pasaban a-|uel rio cerca de su nacimiento, y se dirigian
sobre el flanco -derecho del general colombiano. Por medio de este
largo rodeo lograron en efecto llegar basta Huamanga y Matará ,
cortando las comunicaciones de los patriotas con la capital , y si
tuándose á su retaguardia. Era su proyecto seguir entónces por el
camino real ele Lima a colocarse en los alios de Uripa y obligar á
fcucre, que andaba por las inmediaciones de Andabuailas,á batirse
en aquel punto; pero como encontrasen á Uripa ocupada por los
republicanos, cambiaron de plan y se propusieron torciendo el ca
mino hacia la derecha por Concepcion , hacer creer á Sucre que
intentaban volverse á su antigua lima de operaciones por el mismo
camino qué desde el Cuzco habían traido. El general republicano
pasó el Pampas en su persecucion, y viendo libre el camino para
volver á Matará, se dirigió á aquel punto sin curarse de la treta
de sus contrarios. Burlados estos en sus combinaciones, se pusieron
¿ri su seguimiento, y cuando Sucre retrocedia de nuevo en busca
de un campo adecuado para la batalla, fué atacada y destrozada su
retaguardia en el paso difícil de la quebrada de Corpahuaico ,
donde perdió lodo el parque, uno de sus dos cañones y considera-
B¡ei número dé equipajes. Enorgullecidos con este pérfido halago
dé la fortuna , continuaron molestando la retaguardia de Sucre
liásfa que llegado que hubo este á Ayacucho, les dió el frente y
convidólos al combate. Preparáronse á pelear los realistas ocupando
las alturas de Con-dorcanqui que dominan la pequeña llanura de
Ayacucho, situada al E. de Quinua y resguardada solo con dos bar
rancos que en parte la circuyen.
" Amaneció ei famoso 9 de diciembre en que debia decidirse la
suerte de un pueblo. Formó Sucre su ejército en tres divisiones y
una reserva que se apoyaban sobre los barrancos laterales, teniendo
á-sú frente otro barranco que corlaba casi en su totalidad la lla
nura. Dadas las disposiciones necesarias, recorrió las filas y arengó
á los diversos cuerpos, recoi dándoles sus glorias y su patria. Mil
vivas-al Libértador resonaron entónces , y nunca, dice Sucre, se
mostró el entusiasmo con mas orgullo en la fíenle de los guerre
ros. Dióse, en fin, la señal del conflicto y los españoles bajando con
velozidad sus columnas se precipitaron sobre los patriotas.
Tocó al general español Valdes la suerte de comenzar vivamente
el ataque por la izquierda de los patriotas, los cuales reforzados por
su parte con algunos cuerpos de la reserva, lo sostuvieron con va
lor. Si en los olros puntos de la línea hubieran estado tan equili
brados el ataque y la defensa , mas tiempo hubiera sido dudoso el
éxito del combate ; pero no lardó mucho en decidirse, porque unos
cometieron errores y fueron los otros prontos y felizes en aprove
charlos. Dos batallones realistas que con el objeto de llamar la aten
cion por la derecha se habian adelantado temerariamente en la lla
nura, fueron envueltos y destruidos antes de poder ser socorridos
por la division a que pertenecian. La del centro, que mandaba el
general Monet , se empeñó con el objeto de ausiliarlos, en el paso
del barranco y eu el desórden causado por este intempestivo mo
vimiento le opuso Sucre la division Córdoba y la caballería. Cor
doba (José María) emprendió su marcha contra Monet arma á dis
ension, y despreciando el horroroso fuego de sus contrarios, llegó
sin disparar á cien pasos de sus filas. Cargado entónces por 8 escua
drones espanoles , trabó la pelea, y ayudado por la caballería que
mandaba el intrépido Miller, de nacion ingles, lo hizo plegar todoá
su frente. Derrotados por la derecha y por el centro de la línea, ha
cia aun Valdes una viva oposicion á los esfuerzos del general La
mar (colombiano que poco ántes habia abandonado el servicio de los
españoles), que por el flanco izquierdo le atacaba; pero no pudien-
do resistir el choque del ejército que por todas partes victorioso se
dirigió contra él, hubo de ceder el terreno y el triunfo disputándolo
sí heróicamente y salvándose con pocos á las alturas de retaguar
dia. Allí lograron reunirse á Canterac que con la reserva de los rea
listas habia intentado inútilmente restablecer el combate. Yodo es
taba perdido para el ejército real. Las tropas se hallaban deshechas,
el virei prisionero ; un número inmenso de jefes, oficiales y solda
dos habian rendido las armas en el campo; bagajes, artillería, per
trechos , todo estaba en poder del vencedor. Manifestó Sucre en
tónces que era digno de los favores de la fortuna, sellando su es
pléndido triunfo con la heróica generosidad de un valiente. En cir
cunstancias en que segun la espresion de un escritor español, « po
dia considerarse como una gracia cuanto les fuera otorgado por su
—m—
orgulloso enemigo » concedió á los restos del ejército vencido una
honrosísima capitulacion de que ofrece la historia pocos ejemplos.
Por ella se comprometió á asegurar las vidas y propiedades de los
realistas : á costear el viaje á la Península de los individuos del
ejército que quisieran hacerlo : á permitir que los buques mercan
tes ó de guerra españoles se proveyesen de víveres en cualquier
punto de la costa : á conservar á los vencidos los honores y distin
ciones de su rango : á reconocer como peruanos á todos los que ha-
bian seguido el partido del rei y aun á permitirles su incorporacion
al ejército libertador con sus mismos grados : al olvido de lo pa
sado y á la suministracion de la mitad de los sueldos á los capitu
lados para sostenerlos hasta su salida del territorio. Los españoles
por su parte se obligaron á entregar la plaza del Callao y los paises
que aun dominaban sus armas en el alto y bajo Perú.
Inmensos fueron á la par de sus ventajas los trofeos de este triun
fo. Por él cayeron en poder del vencedor \ 6 generales, incluso el
virei, 46 coroneles, 68 tenientes coroneles 484 sargentos mayores y
oüciales , mas de 2000 soldados , once piezas de artillería , grau
cantidad de fusiles , todas las cajas de guerra, municiones y cuan
tos elementos militares poseian los españoles. Este era el mas bri
llante, numeroso y aguerrido de sus ejércitos y el último que com
batiera bajo el pendon de Castilla contra los pueblos de América.
Contaba al comenzar la batalla con la fuerza disponible de 9,51 0
hombres : el ejército de Sucre solo alcanzaba á 5,780.
Hase dicho que los realistas comprendieron en la capitulacion
todos los paises que en el alto y bajo Perú estaban dominados por
sus armas. Se ve , pues , que renunciaban de este modo los medios
de defenderse con las fuerzas que aun tenían en el Sur y en el Ca
llao , y que reunidas pasaban de 8000 hombres. Empero los jefes
que capitularon en Ayacucho, ó convencidos de lo infructuoso de
sus esfuerzos despues del recibido desengaño, ó temiendo mas caer
en manos de Olañeta que confiar su suerte en las del jefe colom
biano, adoptaron este último partado, abandonando para siempre la
posesion de aquella tierra codiciada , cuyas riquezas fueron origen
de tanta ruina americana.
No tardó mucho Sucre en ponerse en marcha para aprovecharse
de las ventajas que su victoria le ofrecia. El Cuzco se entregó sin
resistencia á su vanguardia el dia 24. EJ general Tristan que habia
— .125 —
sido reconocido como virei y que afectó al principio dar impulso á
la agonizanle causa española, se sometió igualmente al gobierno de
la república, prestándole juramento de fidelidad. El general D. Ra
fael Maroto y olros jefes realistas que tenían mandos militares en
el bajo Perú , abandonaron el territorio junto con los que habian
capitulado; mas como quiera que otros de entre ellos no quisiesen
considerarse ligados con el convenio de Ayacacho y se negasen á
entregar las tropas y parajes que en su poder se bailaban, detúvose
algun tanto el ejército libertador en el Cuzco, miéntras se aparejaba
Sucre á completar la libertad del territorio.
ramente
De aquílosenesparcidos
adelante marcha
y desanimados
sin oposicion
restos de
basta
las aniquilar
fuerzas reales
ente-:

nada puede oponerse al que acaba de hacer pedazos las mejores tro-
pas que defendian la causa de la Espana contra sus antiguas colo
nias. La grande obra americana está perfeccionada. La independen
cia del Perú, fruto de la palma de Ayacucho, asegura los derechos de
Colombia , la existencia política de Chile y Buenos Aires , y reune
emancipados á la sombra de la libertad , los pueblos que hace poco
eran esclavos de una misma tiranía.
Como en todas las grandes ideas que tenían por objeto la indepen
dencia de los pueblos americanos, Bolívar fué de los primeros en
concebir la de llevar la guerra libertadora al Perú; y como todos
los hombres á quienes dió el cielo el poder de concebir lo grande y
la voluntad de ejecutarlo , halló dificultades en el tiempo y en los
hombres cuando trató de realizar su empresa.
¡ A cuántas interpretaciones y desfavorables juicios no se halló
es puesta esta conducta generosa ! Los escritores de la época y junto
con ellos , hombres de juicio y luzes desaprobaron que Colombia
hubiese tomado sobre sí la guerra del Perú : mal éxito y conse
cuencias funestas presagiaran otros, y algunos supusieron en la in
tervencion fines aviesos. Los cobardes temian , los egoístas desani
maban, no faltaron profetasquecompararon la espedicion de Bolívar
á la de Napoleon en Rusia ; y miéntras cada uno en Colombia á su
manera espresaba así el descontento, diferia el gabinete de San Já
mes el reconocimiento de la república hasta que no justificase el
suceso la parle que tomase en una buena y noble causa. Solo Bo
lívar no injurió con triste duda la estrella de Colombia y la de su
fortuna ; íolo el Perú al llamarle repetidas vezes en su ausílio, hizo
á su ingenio y á su constancia justicia ; solo el congreso deColom
bia al favorecer las miras del Libertador, comprendió el porvenir y
justamente es partícipe en la gloria del vencimiento y en la grati
tud debida á los libertadores.
El congreso del Perú en el primer arrebato de su gratitud de
cretó honores y recompensas estraordinarias, acaso escesivas, á sus
ausiliares. Un decreto suyo ( 4 2 de febrero de \ 825 ) ordenó que
se abriese una medalla en honor del Libertador, y que su estatua
ecuestre figurase en un monumento que debia erigirse en la plaza
principal de Lima : que en la plaza mayor de las capitales de los
departamentos se fijase una lápida con una inscripcion de gratitud
por haber salvado á la república, y que en las casas de los ayun
tamientos se colocase con todo el decoro posible su retrato : que
disfrutase en todo tiempo los honores de presidente de la república :
que se pusiesen á su disposicion dos millones de pesos; uno para
sí como regalo (el cual rehusó) , otro para que lo distribuyese á discre
cion entre los generales , jefes , oficiales y tropa del ejército : que
para ello contratase un empréstito bajo el crédito de la nacion : que
el general Sucre fuese reconocido con el dictado de Gran mariscal
de Ayacucho : que á todos los individuos que hubiesen servido en la
campana del Perú desde el 6 de febrero de .I S24 hasta el dia de la
victoria de Ayacucho, se les considerase como peruanos de nacimien
to paralos efectos civiles y políticos : y finalmente, que Bolívar insti
tuyese y señalase cualquiera otra clase de premios honoríficos ó pe
cuniarios como recompensa de los servicios ya prestados y estímulo
de los que pudiera necesitar la nacion en adelante. Por otros decre
tos votó despues accion de gracias á la república de Colombia por los
servicios que habia hecho á su aliada y confederada la del Perú :
al senado y cámara de representantes de la misma por haber per
mitido al presidente la salida y decretado poderosos ausilios para
hacer la guerra á los enemigos de la independencia peruana : á
Simon Bolívar, padre y salvador del Perú y al heróico ejército
libertador.

ANO Dtí iSSS.

Cualquiera habría juzgado próspera la situacion de la república.


Fuerte dentro de sí misma y abundante en hombres y en valor ha
bía podido, libre apénas de larga y penosa guerra, enviar al Perú
un poderoso ausilio de guerreros , sin que su generosidad ménos
cabara en lo mas mínimo sus medios de defensa propia. Podia glo
riarse ya de la amistad de todos los gobiernos americanos y de la
de algunas grandes potencias europeas. La Inglaterra habia imitado
á los Estados-Unidos reconociendo su independencia luego que los
brillantes triunfos de sus armas en el Perú, le probaron su fuerza
y la estabilidad de su gobierno.. Prudente y sabia fué la conducta
del poder ejecutivo en algunas de sus relaciones diplomáticas con
estas diversas naciones. La tranqnilidad reinaba en lo interior:
ejercia la imprenta su poder con bastante independencia y á vezes
obtenía del gobierno satisfaccion á sus cargos y acatamiento á sus
juicios. Trabajábase con asiduo teson en fomentar y estender la
instruccion pública, indispensable elemento de la verdadera liber
tad ; y se contaba con recursos suficientes para sostener en cual
quier evento y contra un golpe de mano la existencia y dignidad
de la república. .
Pero el ejército sostenido bajo el pié de guerra consumia cuan
tiosas sumas y absorbia casi todo el producto delas rentas. Las tro
pas de Venezuela solamente gastaron en ocho meses la enorme can
tidad de 700.000 pesos sin que sus necesidades quedaran del todo
satisfechas. El empréstito estranjero, decretado por el congreso
constituyente, contratado en .1824, y ratificado por la legislatura
del presente año era para el tesoro público un gravamen, para el
pueblo un inútil derroche, motivo de justo descrédito para la admi
nistracion y para las venideras generaciones un pecho horrible,
una rémora constante de su prosperidad y engrandecimiento.
El favor y las intrigas obtenían letras de cambio para Lóndres y
á costa de la república se enriquecian repentina y escandalosamente
los agentes del gobierno. Para pagar el cuarto dividendo del primer
empréstito, que debia vencerse en .1° de mayo de 1828, se contaba
con 530.000 libras esterlinas que se creían en poder del ministro
Hurtado ; mas Goldschmidt y Compañía quebraron, y r.queHa grue
sa suma se perdió porque, segun se supo despues, estaba deposi
tada en su casa de comercio. Llenáronse los almacenes de cadenas
para navios, de jarcias, alquitran, balas de calibres desconocidos y
otros artículos comprados á precios exorbitantes con el dinero del
empréstito. Del mismo fondo se sacó para comprar buques, que ó
no sirvieron, ó sirvieron corto tiempo, siendo de advertir que no
se quiso escarmentar con otros adquiridos ántes y que resultaron
malos. Vamos á probarlo : las fragatas Colombia y Cundinamarca
importaron en los Estados-Lnidos .1.068.845 pesos : doce goletas
pequeñas, especie de cañoneras ó cosa semejante ( porque nanea
pudo saberse lo que eran ) mandadas construir en aquel mismo
pais por órden del gobierno, importaron 474.744 ; totaH.245.589.
Los dos buques mayores hicieron varias campañas de poca ó nin
guna consecuencia, y algunos años despues, careciendo de aplica
cion, y siendo runi costoso mantenerlos en servicio, empezaron á po
drirse bajo ramada en la bahía de Puerto-Cabello, hasta que el go
bierno de Venezuela vendió los cascos, por vales de su deuda. Las
cañoneras jamas sirvieron, ora porque estaban, segun dijo el go
bierno, construidas sin las condiciones que se habian exigido, y con
pésimas maderas, ora { y es lo que nosotros creemos ) porque el
plan de construccion fué disparatado á todas luzes. La corbeta Bo
lívar comprada en 1822 por la suma de .156.549 pesos, sirvió
ménos de tres años y se vendió en los Estados-Unidos por el cón
sul colombiano en 5.454 : de e'sta Suma deducidos los gastos resul
tó líquida la de 1.500 y aun esta no se recaudó enteramente por
bancarota de uno de los compradores. El bergantin Independencia
comprado en .1822 por la suma de 48.000 pesos, fué declarado
inútil en 4827, y se vendió en 2.661. El navio de guerra Liberta
dor comprado en Europa en mas de 80.000 pesos, llegó á Co
lombia (u 4825 y sin haber servido se vendió en 4826 por la
suma de 4.565. Júzguese ahora del discernimiento, ciencia y
honradez con que se hicieron estas adquisiciones. Las plazas fuertes
eran en aquella época lo que serán por mucho tiempo en las na
ciones de América; una servidumbre costosa que no impedirá la
invasion estianjera, que servirá de apoyo al despotismo doméstico
y de basa y sosten á las revueltas civiles. Trescientos mil pesos se
habiau distribuido entre varios departamentos para reparar las
fortificaciones, y no menos grandes eran las sumas que se espendian
para mantener el fastuoso aparato de una gran marina que no te
nia enemigos que combatir, ni objeto en que pudiera ser empleada
con provecho. Por último, tan distantes estaban las rentas de cu
brir los gastos públicos, principalmente los que causaban el ejér
cito y los bajeles armados, que el poder ejécutivo creyó necesario
salvar ante el congreso su responsabilidad, por si algun grave mal
acontecia de resultas de un estado semejante de cosas.
Nadie tenia confianza en las instituciones. Léjos de eso, desde
- .1 27 —
\ 825 empezaron á difundirse algunas ideas de federalismo , las
cuales alarmaron al Libertador en tanto grado, que al punto escri
bió sobre ello al gobierno desde Guayaquil. Que era insuficiente la
constitucion para llenar su objeto, lo prueba la necesidad en que
á cada paso se habia visto el. congreso de conceder facultades
estraordinarias al ejecutivo y este á sus brazos en kis departamen
tos. No pocas brechas abiertas en ella por las legislaturas mismas
y el gobierno habian aumentado su descrédito , mejor dicho , el
desprecio con que se la miraba desde que, impotente para repri
mir las de los mandones militares , parecia ménos que repesion,
escudo de ellas. Jefé militar hubo que con motivo de espresiones
vertidas en el congreso relativamente á su conducta pública, escri
bió .al gobierno un oficio en que pedia satisfaccion do aquel insulto,
« bien entendido, decia, que no basta el que el poder ejecutivo sola-
« mente por su parte se muestre satisfecho do mis procederes. » Y
suplicaba se le exonerase del mando miéntras aquel negocio se lleva
ba por todos los trámites dela lei, « atento que ostaba resuelto á rio
desistir en nada de lo que llevaba espuesto. » La cosa paró en que al
fin hubo de calmarse con una respuesta lisonjera del poder ejecu
tivo; pero esto prueba cómose entendía por los guerreros la inmu
nidad de los legisladores y cuán débil debia ser un gobierno que se
fundaba en el apoyo de sus armas. Otro mal grande habia, y era que
Saudander, privado del lustro que dan las glorias de la guerra, y
un tanto cuanto caviloso adomas, no tenia simpatías en el ejército,
y se mantenía en sa puesto, monos por la voluntad pública quepor
la del Libertador. Esto y lo poco que entónces valiesen la opinion
nacional y el congreso, mas que ninguno, lo conocia y confesaba el
mismo vicepresidente, cuando en carta particular de 6 de mayo de
este año decia á Bolívar: «'Bien que con qae usted me haya dadolas
« gracias (por los servicios hechosal Perú) estói contenio y satisfecho,
« pues vale mas para mí y en la opinion pública una lefra satisfac-
« toria de usted que un decreto de todos los congresos de América.
« Si se ha de decir la verdad, nuestro congreso es acérrimo ene-
« migo do las recompensas que ganan los militares. Tienen un odio
« mortal á los libertadores de la patria'. Diputado ha habido que
« proponga qué ño carguemos ni uniformé' militar, y muchos 'que
« hayan pedido el absoluto desafuero ; qué hombros, qué hpm-
« bres ! » Es una lástima que no se publiquen los diarios de de-
« bales para que viésemos maravillas y se conociese toJo lo qrie he
— 428 —
« tenido que sufrir. » Este era el hombre que Bolívar, pródigo de
lisonjas con sus amigos y compañeros de armas, llamara « el
hombre de la lei : » este era el vicepresidente constitucional de la
república. Mas es lo cierto, que como él, pensaban todos los mili
tares, con muí pocas escepciones. %
Muchos hombres buenos, que temian el desarrollo indefinido y
amenazador del poder militar , y aun preveian trastornos para el
año siguiente, escribieron al Libertador instándole por que volviese
á Colombia y se pusiese al frente del gobierno. Solo Santander le
presentaba el estado del pais como satisfactorio, y le aconsejaba no
encargarse del mando por esta r el gobierno rodeado de leyes que
nadie entendía. El Libertador que algo empezaba á creer ya del
mal estado de las cosas, propuso entónces envirr al general Sucre
de comandanle general de Venezuela y nombrar por intendente á
Peñalver. « Me parece, le escrihió Santander en octubre, que el
« medio mejor de que se despopularize Sucre y pierda su reputa-
« cion es el ponerle en Venezuela con mando alguno ; pues la gente
« republicana es infernal. Páez me parece escelente, porque s¡-
« quiera le tienen mucho miedo. Debemos conservar á Sucre de
a reserva como un general inteligente, afortunado, de gran nom-
« bradia, y columna indestructible de la union. » En vista de esto
Bolívar desistió de su intento, en mala hora tal vez para el bien
de la república.
Vamos ahora á hacer mencion de das sucesos de este ano , poco
notables al parecer, pero en realidad muí importantes, por cuanto
manifiesta uno de ellos la tendencia de algunos gobiernos europeos
á deprimir y ajará las nuevas repúblicas, y el otro porque influyó
en el desarrollo y progreso de las discordias civiles que afligieron al
país poco despues.
En 40 de enero fondeó en Puerto-Cabello una division naval
francesa al mando del capitan Dupolet. Traia un pliego del almi
rante Julien, comandante del apostadero de las Antillas , pidiendo
satisfacción porque un buque de guerra colombiano habia obligado
á otro de su nacion á enviarle á burdo un oficial. A esta queja muí
sencilla de suyo y que podia ser muí puesta en razon, se juntaba
otra que de propia autoridad ponía el mismo señor Dupotet, sobre
el apresamiento de un buque mercante frances por dos corsarios
nacionales y la confiscacion declarada á una parte 4e su cargamen
to. En esta reclamacion se prescindia del recurso directo al gobier
— .129 —
no supremo ante quien debia entablarse y por quien únicamente
debia oírse y decidirse, á tiempo que intentada por una autoridad
subalterna, habia sido espresada en términos violentos y desaca
tados, y acompañada de una conducta hostil y ofensiva. La del go
bierno en estas circunstancias fué tan juiciosa y prudente como
ilustrada. Fundado en los principios del derecho de gentes, satis
fizo la reclamacion del capitan frances manifestando que el buque
apresado, procedente de Burdéos y con destino á la Habana, habia
sido detenido por llevar á su bordo propiedades españolas, y que la
comandancia general de marina establecida en Puerto-Cabello pro
cediendo con arreglo á la ordenanza nacional de corso , habia de
clarado buena presa, dejando libre el buque y el cargamento per
teneciente á neutrales : que era contraria al derecho consuetudi
nario de las naciones la pretension de que el pabellon cubriese la
propiedad enemiga, y sumamente escandaloso que mantuviese un
puerto colombiano en una especie de bloqueo deteniendo y visi
tando los buques nacionales. Esta contestacion , dada al coman
dante Julien, contenia la oferta de hacer el gobierno las convenien
tes esplicaciones sobre el primer punto, luego que hubiese oido los
informes de los oficiales del buque colombiano que habia motivado
la queja, y terminaba invitándole á que autorizase cerca del poder
ejecutivo un agente contidencial con quien pudieran arreglarse
cualesquiera diferencias entre los dos gobiernos, obviando el in
conveniente de haber de entenderse con autoridades subalternas, con
mengua de su decoro y dignidad. Aquí se terminó un negocio que
causó grande sensacion y alarma en las provincias de Venezuela.
Páez habia tenido noticias muí anticipadas de la gestion francesa
y en modo tal, que justamente rezeloso de los proyectos é inten
ciones de los reclamantes, trató de poner el pais en estado de de
fensa, y quizas fué este uno de los motivos que le indujeron á fines
del ano anterior á declararse en uso de las facultades estraordina-
rias. El 10 de marzo dejaron los buques de Dupotet las costas de
Venezuela, y ya que no pudo este hallar motivo para continuar
sus violencias, encontró términos descomedidos y altivos con que
llenar sus comunicaciones de despedida, si bien no habia sido de
ellos avaro en las que pasó á su llegada.
E1 segundo de los acontecimientos anunciados fué la sentencia
dada por el senado de Colombia constituido en tribunal de justicia
contra el ministro de la alia corte Don Miguel Peña , por haberse
».—»HT. MOD. 9
negado este á suscribir el fallo en que aquel tribunal condenó á
muerte al coronel Leonardo Infante. Peña fué declarado culpable A?.
una conducta manifiestamente contraria á los deberes de su empleo,
y suspendido de él por el término de un año. Desde entónces este
hombre , en odio á los que le habian desposeido y castigado , juró
rencor inestinguible al gobierno en cuyo nombre obraron, y figuró
despues á la cabeza de los que el año siguiente empujaron á Páez á
la sima de la defeccion y de la guerra civil , inspirándole descon
fianzas y regelos contra las autoridades y magistrados de la capital
de la república.
El primer arduo negocio que tomó en consideracion el tercer
congreso constitucional reunido en Bogotá el 2 de enero de este año,
fué la renuncia que hizo de la presidencia de estado el general lio-
lívar , desde Lima , en 22 de diciembre del año anterior. Ya ántes
habia dirigido desde Pativilca, en el Perú, otra renuncia de que no
juzgó conveníame dar cuentra á la legislatura el vicepresidente.
Creyendo el congreso, como entónces creian la América y la Euro
pa, que la cesacion del mando de Bolívar era una calamidad irre
parable para un pais que él solo podia conservar unido y tranquilo
en los primeros y difíciles años de su organizacion política, se apre
suró á negar su dimision por unanimidad de votos. Gentes zelosas
de la gloria y del poder de Bolívar y que para este tiempo habian
formado dudas acerca de sus miras políticas , pretendieron que su
renuncia no tenia aquel carácter de franqueza que se necesitaba
para convencer á los representantes del pueblo de su aversion sin
cera al mando. Que por el contrario, estaba de tal modo concebida,
que lejos de argüir motivos para exonerarle de la autoridad , los
efreeia poderosos para continuarle en ella , pues buscando Bolívar
en el voto de la representacion nacional una respuesta victoriosa
contra las inculpaciones de ambicion que le hacian, segun sus pro
pias palabras, los serviles de Europa y los liberales de América, no
era posible que el congreso se negase á justificarle manifestando al
mundo la ilimitada confianza y gratitud que le debia, y conserván
dole como por fuerza y mal su grado en el ejercicio del poder. Que
la primera de sus numerosas renuncias, decian, la habia hecho Bo
lívar de palabra al acto de instalarse en Angostura el congreso de Ve
nezuela en 484 9, confesando « que una sospecha rigorosa era la ga
rantía de la libertad republicana y que los ciudadanos de Venezuela
debian temer son justicia que el magistrado que los habia gobernado
— \3\ —
por tanto tiempo, los gobernara siempre. » Que consiguientemente
no podian causar sentimiento y estrañeza á Bolívar las dudas que
acerca de sus miras políticas se formaban en 1824, cuando esas du
das, justas en todas ocasiones, lo eran mucho mas entonces que mas
tiempo había permanecido en sus manos una autoridad « cuya
continuacion en un mismo individuo fuera frecuentemente el
sepulcro de los gobiernos democráticos. » Que muchas verdades
de este género habían arrancado á Bolívar en diversas ocasiones, ora
el grito de su conciencia política, ora el instinto de su propia gloria,
en pugna con las sugestiones de la ambicion. No parece, añadian,
sino que temeroso del peligro que corría la libertad de su patria y
desconfiando de hallarse siempre con fuerzas para resistir la terri
ble tentacion del despotismo , quería armar contra sí mismo á los
pueblos, inspirándoles dudas sobre la pureza de sus sentimientos.
Y por último decididamente presagiaban que la historia de los su
cesos posteriores mostraría que entonces sobraba prevision ó faltaba
sinceridad á sus protestas.
A pesar de estos tristes pronósticos, hijos de desconfiado y asus
tadizo patriotismo , las victorias del ejército en el Perú realzaron
mas y mas el nombre de Bolívar y produjeron en Colombia un en
tusiasmo que se comunicó al cuerpo legislativo y que dió origen al
decreto de recompensas en favor de los vencedores de Junin y Aya-
cucho dado en \ \ de febrero de este año. Tributábanse por él á Bo
lívar los honores del triunfo, á Sucre una espada de oro, al ejército
un escudo. Pródigo en su munificencia , nada omitió el congreso
para manifestar su gratitud y engrandecer las glorias de las armas
colombianas.
Asuntos de mas grande trascendencia y cuantía le ocuparon tam
bien, mereciendo entre ellos particular mencion la lei de \ 8 de fe
brero que imponía penas á los traficantes de esclavos en Colombia
y su jurisdiccion marítima, en consonancia con la del constituyente
deCúcutade %\ de julio que prohibió este horrible comercio. Hoi
que las naciones mas ilustradas del antiguo mundo han tomado á
su cargo el filantrópico empeño de abolir el tráfico de sangre hu
mana con que un espíritu de infame logrería habia manchado
la civilizacion moderna , en mengua de la razon y de la sana polí
tica, que
blos debecontra
recordarse
él alzóque
su Venezuela
voz para abominarlo
fué uno dey destruirlo.
los primerosMarcar
pue'-

'
— 152 —
debe Carácas con letras de oro en sus fastos el dia 14 de agosto de
48J0 en que usando de una parte de la soberanía , proscribió el
comercio de víctimas africanas con que pobló su suelo la codicia de
sus mal avisados opresores. Carácas debia prepararse entónces á su
larga y sangrienta lucha de independencia : Carácas , colonia hasta
entónces , no era conocida sino en oscuros mercados : Carácas no
era sino una esclava rebelde , cuando los grandes y adelantados
pueblos europeos llenaban el mundo con su fama y sus tesoros.
Pues en esos momentos de azares y peligros y cuando léjos de abolir
ese comercio, se enriquecian con él esas mismas naciones que hoi se
precian de haberlo estinguido, la generosa y pobre capital de Ve
nezuela justificaba su revolucion y sus principios proclamando ante
las cultas naciones los derechos que ellas olvidaban ó proscribian
en medio de sus ciencias, de su poder y de su gloria.
Nada, pues, mui importante ocurrió este año en Venezuela , ni
en las otras comarcas de Colombia. En el Perú quedaban aun sos
teniendo la divisa real despues de los triunfos de Sucre, Olañeta en
las provincias del Sur, y Rodil en las fortificaciones del Callao, con
desprecio de la capitulacion de Canterac.
Cuando Olañeta recibió las primeras noticias del desastre de Aya-
cucho , formó la resolucion de mantener por sí solo la guerra y al
efecto dirigió parte de sus fuerzas al Desaguadero y parte á Puno.
Frustrado el objeto de estos movimientos por haberse sometido
Tristan y por la defeccion de las tropas de Cochabamba, hubo de
recoger su dispersada gente y retirarse con ella á Potosí, en lamen
table y desesperaba situacion. Todo conspiró á un tiempo contra él.
Sucre que no encontraba obstáculos en su marcha , se adelantó
hasta Oruro : Arenales, con tropas de Buenos Aires se movia desde
Salta en combinacion con el jefe colombiano ; y buen número de los
mejores soldados realistas se sublevaba en la Paz y Valle-grande, pa
sándose á las filas de los independientes. Perdido con la desgracia el
tino, dividió nuevamente sus fuerzas Olañeta destacando algunas
contra los recientemente sublevados y otras á hacer frente á la inva
sion de Arenales, que con parte de su ejército babia ocupado á Tupi-
za. Siguióse á este error otra desgracia. Las fuerzas destinadas contra
el argentino, hallaron que el comandante Medinaceli que con ellas
debia cooperar se habia sublevado tambien, con lo que exasperado
y fuera de sí Olañeta, marchó á atacarle y fué muerto en la pelea,
— \55 —
á manos de los suyos , segun unos , por demasiado arrojo segun
otros. Las tropas destinadas á Valle-grande capitularon , sellando
así la libertad del alto Perú.
Bolívar que desde oí I O de diciembre anterior habia entrado en
Lima , espidió un decreto convocando el congreso para el .I 0 de
febrero del presente. Reunióse este en efecto el dia señalado y
sus primeros actos fueron dirigidos á manifestar su gratitud á los
libertadores del Perú , colmándolos , como hemos visto , de gracias
y recompensas. Al devolver el Libertador al cuerpo legislativo las
ilimitadas facultades de que le habia revestido al acto de cerrar sus
sesiones el año anterior, quise herir, dijo, el orgullo nacionalpara
que mi voz fuese oída y el Perú no fuese mandado por un co
lombiano; pero todo ha sido vanamente : el grito del Peni ha
sido mas fuerte que el de mi conciencia. En efecto el congreso
le confirió el poder ejecutivo, para cuyo ejercicio pidió permiso
á Colombia, porque segun se espresó , reconocía monstruosa
aquella autoridad , é impropia de él. Bien merecia , sin duda ,
este espresivo dictado el poder sin límites que el mismo dia de su
instalacion le confirió el congreso. Autorizóle nada ménos que para
diferir la reunion ordinaria de la legislatura , para suspender en
todo ó en parte la constitucion y leyes vigentes , para delegar estas
facultades en una ó en mas personas y para nombrar quien le sus
tituyera en algun caso inesperado. Sin hacer ninguna otra cosa no
table se disolvió este congreso el 4 0 de marzo ; un mes despues de
haberse reunido.
Desde que Sucre puso el pié en el territorio del alto Perú, con
vocó una asamblea general de representantes del pueblo con el
objeto de organizar su gobierno. Estas provincias que desde 4778
habian sido desmembradas del vireinato de Lima para componer
parte del de Buenos Aires y que habian vuelto accidentalmente
á su primera dependencia luego que empezaron los disturbios
políticos de Charcas en \ 809 , quedaron en libertad para consti
tuirse en virtud del abandono que ambos gobiernos hicieron de
sus respectivas pretensiones. Con esle motivo el de Buenos Aires
ordenó al general Arenáles que protegiese su organizacion política,
y Bolívar por un decreto dado en Arequipa en \6 de mayo con
firmó la convocatoria hecha por Sucre , aunque reservando á
la sancion del congreso peruano de \ 826 las resoluciones de la
asamblea del alto Perú , cuyo territorio debia quedar entre tanto
— 454 —
dependiente del gobierno de Lima , bajo el mando inmediato de
Sucre. La oondncta de los argentinos en este negocio tiene visos
de sobrado interesada, á pesar de su aparente desprendimiento,
pues al paso que el congreso constituyente de Buenos Aires protes
taba dejar á las provincias del alto Perú en completa libertad para
disponer de su suerte , mandaba un ejército para invitarlas á que
le enviasen sus representantes. Verdad es que Bolívar al ratificar
la convocatoria de Sucre establecia una reserva que hacia dependef
el destino de aquellas provincias de la sancion del Perú , cuya ad
ministracion dirigía con absoluta é ilimitada autoridad ; pero pu-
diendo diferir indefinidamente la reunion ordinaria del congreso
de Lima, lo convocó sin embargo para eH 0 de febrero del siguiente
año y se debió á su eficaz cooperacion el que la asamblea general
del alto Perú lograra instalarse el .10 de julio del presente. Decla
róse el 6 de agosto (aniversario de la batalla de Junin ) , la inde
pendencia de aquellas provincias y el H del mismo mes se consti
tuyeron bajo la denominacion de República Bolívar , confiando el
poder ejecutivo al Libertador por todo el liempoque residiera den
tro de su territorio y encargando á Sucre del mando inmediato de
los departamentos. Disolvióse la asamblea el 6 de octubre despues
de haber fijado el 25 de mayo del siguiente año para la reunion
del cuerpo constituyente , encargando al Libertador una constitu
cion política para el pais y dejando una comision permanente de
su seno para que le ausiliase en aquel trabajo arduo y delicado.
Libre todo el alto Perú, diputó el ilustre Sucre cerca del gobierno
de Colombia un oficial del ejército para presentarle los trofeos de
la última campaña. Hallábanse entre ellos el estandarte real de Cas
tilla que condujo Pizarro á aquellas apartadas regiones trescientos
años ántes , y los pendones que eran la insignia del vasallaje de
sos provincias á los descendientes de Fernando VI. Desde Ayacucho
á Tupiza se habian humillado ante los libertadores 25 generales
realistas, .1.400 jefes y oficiales y 18.000 soldados : libres se ha
llaban dos millones de habitantes que diseminados en un inmenso
territorio empezaban á gozar los bienes de la independencia, de
bidos á los esfuerzos generosos de Colombia.
Quedaba aun por reducir la plaza del Callao que con tenaz resis
tencia conservaba Rodil en la obediencia de España , en medio de
la desgracia de sus armas. Componíase su guarnicion de 2400 hom
bres y encerraba en su recinto inmensos repuestos de víveres, efec
— 455 —
los de guerra y caudales de que se habían apoderado los realistas
al acto de la sublevacion que lo puso en sus manos en el ario ante-
terior. Ya se ha visto que cuando esto suceso tuvo lugar, el estado
de los negocios se presentaba del modo mas lisonjero para los es
pañoles ; y aunque el descalabro de Junin vino en seguida á des
mejorar su posicion , no renunciaron á la esperanza de defender
con ventajas la fortaleza cuando vieron , en setiembre, llegar en
su ausilio el navio Asia y el bergantín Aquíles , que unidos á los
bajeles con que la plaza contaba, podian conservar sus comunica
ciones marítimas y aun oponerse con buen éxito á la escuadra com
binada de los sitiadores. No fué, empero, de larga duracion esta
Juz de próspera fortuna; que luego la apagaron , cobardes ó trai
dores, los que debian conservarla. Un tal Gruzeta, comandante del
navio y á quien Rodil había confiado el mando de la escuadra, supo,
en ocasion de hallarse cruzando sobre las costas de Intermedios, la
derrota de Ayacucho ; y cobrando un terror pánico , abandonó
aquellos mares y dió la vela con su navio y los bergantines Aquíles
y Conslaute para Manila , enviando á guarecerse en España y en
Chiloe los otros bajeles de la escuadra. Hallándose el acobardado
marino sobre las aguas de las islas Marianas, se sublevó la tripula
cion del navio , se puso en armas y arrestó á sus oficiales. Obligado
por la fuerza el capitan del Constante á conducir á Méjico el buque,
entregáronlo allí los amotinados , comprendiendo al bergantín en
el convenio que al intento hicieron con las autoridades de aquella
república. El Aquíles, que se había alejado del convoi , cuando
oyó el tumulto de la sublevada marinería , tambien fué presa de
un motin semejante, y vino á parar en manos de los patriotas de
Chile , á quienes fué entregado por la tripulacion.
Resistióse Rodil al cumplimiento de la capitulacion de Ayacucho,
tanto porque le pesaba entregar á los patriolas el último amparo de
las armas reales, cuanto confiado en que tenia víveres para un año,
término suficiente para poder recibir ausilios de la Península. Ni
porque en aquella batalla hubiera andado tan abatida la fortuna de
los realistas, renunciaba á entrar en comunicacion con Olañeta por
medio de su escuadra, cuya fuga y dispersion ignoraba todavía ; pero
un oficial á quien envió con este objeto fué preso en Quilca por
los chilenos; batieron los republicanos una division que salia dia
riamente de la plaza para hacer forrajear el ganado vacuno y la ca
ballería : las enfermedades habían reducido la guarnicion á la mi
— 456 —
lad de su número y las conspiraciones se multiplicaban al rededor
del jefe español.
No ignoró por mucho tiempo el obstinado defensor del Callao la
pérdida de sus bajeles , tanto mas sensible cuanto que alejando
toda esperanza de conservar la fortaleza, hacia estériles los cruentos
sacrificios de sus defensores. Ya en mayo no se daba racion en la
plaza sino á los empleados en servicio ; se consumieron cuantos ca
ballos y muías pudieron haberse á la mano, y como la miseria apre
tara, no se despreciaron los mas inmundos y asquerosos animales.
Llevóse el hambre y el escorbuto mas de 6000 individuos de esta
trisle gente : estrechado por mar el bloqueo, á esfuerzos de las es
cuadras combinadas de Chile , Perú y Colombia , y vivamente hos
tilizada la plaza por las obras de tierra que el colombiano Bartolo
mé Salon dirigía : sin vislumbrar ninguna posibilidad de humano
socorro, y ya en el trance de una muerte cierta y próxima, dió Ro
dil oidos á las proposiciones que se le hicieron, firmando una capi
tulacion el 25 de enero de 1 826, honrosa cual convenia á su esfor
zada defensa, y cual acostumbraban concederla á sus enemigos los
hijos generosos de América.
Cuando la plaza se rindió, se hallaba su guarnicion reducida á
400 hombres en situacion tan lastimosa, que con dificultad podian
tenerse sobre sus pies. Rodil y los oficiales que estuvieron en es
tado de embarcarse , marcharon el mismo dia para la Península.
La toma del Callao puso término á la guerra de independencia
en la América del Sur, y fué el último triunfo de Bolívar en esta
sangrienta y larga lucha, empezada y acabada por los valientes hi
jos de la heroica Venezuela.

ANO DE 1SSA.

La repugnancia con que se habia recibido por la opinion pública


el decreto del ejecutivo del año de \ 824 sobre el alistamiento ge
neral de milicias, obligó á Páez á suspender su ejecucion en Carácas
cargando con la responsabilidad que el mismo decreto le imponía
y en la esperanza de que el congreso diclase una Ici que allanase
los inconvenientes que habia presentado hasta entónces el cumpli
miento de aquella medida . Kn esta espcctativa pasó todo el año de
.1823, sin que se hubieran hecho mas que débiles tentativas para
- 457 -
llenar las fórmulas de obediencia, basta que á principios del actual
resolvió Páez ejecutarla á todo trance, movido por la necesidad de
aumentar la fuerza armada en ocasion de anunciarse una revolu
cion peligrosa en los pueblos del interior de la provincia, cuya ave
riguacion ocupaba ya la atencion de los tribunales. Como Fáez ha
bla palpado la resistencia de los ciudadanos á esta especie de mili
cia, y como hubieran sido infructuosas dos citaciones que para mu
nirlos se les babian hecho, convocólos por tercera vez para el 6 de
enero al convento de San Francisco, cuartel á la sazon de dos bata
llones de tropas de línea « con ánimo, segun sus propias palabras,
de hacerles sentir todo el peso de la autoridad. » Y no faltó por
cierto á su propósito, pues no habiendo sido la reunion tan nume
rosa como él esperaba, destacó por la calles gruesas partidasde tropa
con órden de llevar a San Francisco á cuantos hombres encontra
ran, sin distincion alguna; mandato que fué ejecutado con la violen
cia que era de presumirse en semejante modo de proceder. Ignoran
do muchos el origen de esta coaccion inesperada, y al notar que al
gunos ciudadanos respetables eran arrastrados con violencia por los
soldados y que otros con afan y susto se refugiaban ásus casas hu
yendo de tener la misma suerte, propagóse rápidamente el sobre
salto por toda la ciudad , la cual presentó por muchas horas la
imágen de una espantosa revolucion.
Las (res de la tarde serian cuando las patrullas recibieron órden
de retirarse á sus cuarteles á instancias del intendente Escalona, que
ofreció á Páez publicar un bando al dia siguiente para convocar á
nuevo alistamiento. A beneficio de esta oferta fueron despedidos á
las cuatro de la tarde los concurrentes voluntarios y tambien los
forzados despues de haber sufrido un largo y rigoroso encierro en
que se les trató con sobrada dureza.
Vivamente alarmado el consejo municipal y creyendo de su de
ber representar contra estos escesos, dirigió al intendente una espo-
sicion en que despues de hacerle la pintura mas animada del acon
tecimiento, le exhorta á vigilar en el cumplimiento de las leyes
para impedir que se repitiera un hecho atentatorio, en su concepto,
á los derechos sociales de los ciudadanos y que ponia á estos, débi-
débiles é inermes, á la merced de una autoridad arbitraria y despó
tica.
Publicado el bando de alistamiento por órden del intendente ,
como este lo habia ofrecido, verificóse la reunion el dia 9, tan nu
— 458 —
morosa que dejó satisfecho al comandante general, pues no faltaron
á ella ni los empleados, ni las corporaciones : y bien que los miem
bros del consejo municipal concurriesen tambien al llamamiento de
la autoridad civil, ne creyeron que debian limitar sus esfuerzos á
pedir solo la cesacion de un mal cuyo ongen atribuían á la carencia
de una lei conveniente, sino que pidieron esta á la cámara de re
presentantes en un memorial esforzado en que la informaban tam
bién de lo acontecido en los dias 6 y 9. Por su parte el intendente,
que no andaba muí de buenas con Páez por motivos que no son de
este lugar, ocurrió al gobierno supremo, quejándose de los procedi
mientos de la autoridad militar. Notábanse en su informe los concep
tos de que Páez habia insultado al pueblo de obra y de palabra y
aun anadia que á las patrullas destacadas por las calles se les babia
dado órden de hacer fuego sobre los que huyeran , y de allanar
las casas para estraer á los que en ellas se refugiaron; conceptos
que tal vez sujirió al general Escalona su conocida mala voluntad
contra Páez, y así debe creerse, porque de no haber comprobado SUH
imputaciones resultó que el ejecutivo se abstuviese de proceder.
iNo sucedió lo mismo con la cámara de representantes , que juz
gando como el cuerpo municipal de Carácas que los derechos de
los venezolanos habian sido hollados en la manera de dar cumpli
miento al decreto de milicias , propuso contra él una acusacion que
admitió el senado el 50 de marzo suspendiéndole de su empleo por
una mayoría considerable de sus miembros y llamándole á la ca
pital de la república á dar cuenta de> su conducta. El ejecutivo al
dar cumplimiento á esta resolucion que en vano, segun aparecia,
procuró evitar, lejos de mitigar en lo posible lo que ella tenia de
acerbo y duro para Páez, parece que de intento procuró exaspe
rarle, eligiendo para sucederle á su enemigo declarado el general
Escalona. Esta desgraciada inconsecuencia hirió como era natural
profundamente el corazon do Páez , á cuya imaginacion se presen
taron en el acto dos circunstancias muí capazos de sugerirle ideas
siniestras : una que Santander jamas le habia perdonado el nego
cio de Casanare : otra que varios diputados enemigos suyos (si bien
con motivos suficientes ) y amigos del vire-presidente , habian
propuesto su acusacion y heclio mucho por que se admitiera.
Grande fué, pues, el dolor é indignacion que le causó aquella
odiosa medida de Santander ; mas á pesar de esto y de las sugestio
nes insidiosas y criminales de algunos hombres que le rodeaban ,
— 459 —
mandó reconocer al general Escalona por comandante general de
los departamentos de Venezuela y Apure. ¥ aun, segun se dijo,
disponía ya su marcha á Bogotá , despreciando noblemente los te
mores fundados ó infundados que procuraban inspirarle sus pér
fidos y artificiosos consejeros, cuando estos, viendo escaparsela
ocasión de realizar los inicuos planes de su ambicion y de su ven
ganza, recurrieron para detenerle á otros medios mas violentos, si
bien mas elicazes.
Hallábase reunido el 27 de abril en Valencia, residencia de Páez
á la sazon, el cuerpo municipal , con el objeto de recibir una con
tribucion voluntaria para el mantenimiento Ue las tropas. En esto
algunos de sus miembros , á quienes debemos suponer cómplices
en el premeditado trastorno, propusieron que el consejo municipal
suspendiera , si estaba en sus facultades, el cumplimiento de la ór
den que separaba á Páez del mando, pintando como peligrosa esta
separacion á la tranquilidad pública. Páez era realmente amado
de los venezolanos; y para demostrarle su afecto mas bien que
porque dudase el cuerpo de su incompetencia para tomar sobre
sí tan ardua decision, convocó á todos los letrados de la ciudad,
les propuso la cuestion y pidió consejo. Hallábase entre ellos el
doctor Miguel Peña, marcado notoriamente, segun la espresion de
Montenegro « como el principal promovedor de la citada preten
sion y uno de los agentes mas activos dü cuanto ocurrió despues,
ya en venganza de la suspension á que habia sido condenado por
el senado de Colombia, ó ya para evitar los graves cargos que le
hacia el gobierno de resultas de haberse apropiado muchos milla
res de pesos en el cambio de la monnda que recibió en la Nue
va-Granada y la que entregó en la tesorería de Carácas, sobre una
gruesa suma destinada al fomento de la agricultura en Venezuela. »
Fuese, empero, que por clara y fácil la cuestion no habia modo
de tergiversarla, ó como pretendo el autor citado, porque en el
plan entraba que los vecinos tomaran á su cargo la culpa de la aso
nada qne se fomentaba, lanzándose en una franca y descarada re
belion , es lo cierto que acorde con otros dos letrados Pena expu
so : « que no habia ninguna medida legal que pudiera suspender
la ejecucion de la órden y que ni el mismo ejecutivo podia hacerlo
sin infringir abiertamente la constitucion. » Y como la municipali
dad no quisiese llevar su afecto á Páez hasta el estremo de romper
rn su obsequio el pacto social , se limitó á acordar que se le mani
festase el profundo sentimiento que le causaba su ausencia, el amor
y respeto que á su persona profesaba, y la esperanza de que puesto
en el caso de salir del departamento en obedecimiento de las leyes,
le volvería á ver plenamente justificado.
Frustrado así el intento de comprometer el vecindario, se ocur
rió del fraude á la violencia, de la amenaza al crimen. Era preciso
realizar el pronóstico de que sobrevendriau desórdenes : era nece
sario inspirar terror y arrastrar la voluntad, ya que no se había
logrado la persuasion; y así fué que sin detenerse en los medios se
recurrió al atroz arbitrio de asesinar á tres infelizes cogidos al acaso
para el sacrificio, cuyos cadáveres se arrojaron despues á la puerta
de la municipalidad. Cometiéronse varios robos, figuráronse revo
luciones, esparciéronse noticias alarmantes; y como los manejos
secretos anduviesen activos y se contase á todo trance con la tropa,
que en gran parte habia segundado estos trastornos, se atumul
tuaron sin rebozo y obligaron al cuerpo municipal á reunirse de
nuevo el 50 de abril. Solo un hombre en aquellas difíciles circuns
tancias , mostrándose digno magistrado de un pueblo libre, alzó
generoso la voz de la obligacion y de la conciencia reclamando el
imperio de la razon y de la lei en medio de la deshecha tempestad
que amenazaba el naufragio de la república. Este hombre fué
Fernando Peñal ver gobernador de la provincia, el cual instado por
la municipalidad para reponer á Páez, lo resistió con denuedo,
clamó contra la ilegalidad del procedimiento, é interpeló con ener
gía al coronel Francisco Carabaño, jefe de estado mayor y uno de los
principales conspiradores, para que hiciese cumplir con su deber á
los militares reunidos en el salon. ¡ Esfuerzos infructuosos aunque
nobles en que el patriotismo luchaba desigualmenle contra el des
variado temor de unos, la venganza irreflexiva y los ambiciosos
proyectosde otros 1 A sus fundadas razones contestaron los amotina
dos con gritos tumultuosos, y en el empeño de llevar adelante sus
criminales intentos, se dirigieron de tropel á la casa de Páez, le
condujeron entre el ruido de sus aclamaciones á presencia del cuerpo
municipal, y este, considerando graves y efectivos los males, y viendo
por otra parte inevitable el suceso segun su espresion, determinó
que Páez reasumiese el mando de que habia sido suspendido. Acep
tólo el general despues de protestar « que lo hacia urgido por el
deseo de corresponder á la confianza de sus conciudadanos. »
De este modo ofuscado Páez ménos por la ambicion que por el
resentimiento, desconoció que era monstruoso someterse al acuerdo
de una municipalidad incompetente para tomar aquella resolucion
y competida á hacerlo por la fuerza, á tiempo que negaba su obe
diencia » una órden del senado comunicada por el poder ejecutivo
de la república. Ni fué esta por desgracia suya y de su gloria la
única contradiccion á que le condujo la necesidad de justificar su
desacierto y su facilidad en dar oidos á los pérfidos consejos de .los
que le rodeaban. En comunicacion de 26 de mayo decia al gobierno,
recomendando Iaprudencia con que debia precederse, « que aunque
el asunto de Valencia era una insurreccion á mano armada , que
debia castigarse, no era ménos cierto que un pueblo de guerreros es
difícil de sojuzgar y que seria temeridad intentarlo en la falsa creencia
de que la fuerza estaba en las leyes ». Olvidando despues que babia
asentado, el principio de que una revolucion á mano armada debia
castigarse, dijoal gobierno en o'.ra comunicacion de .1 6 de julio estas
estrañas palabras : « Desde que existe una revolucion, ya quedó
o legitimada, porque solo puede originarse de una causa general,
« acompañada de una fuerza irresistible, y en tal evento no son
« culpables los autores ó cooperadores del desórden, sino aque-
« líos que con sus abusos y escesos de autoridad provocan al
a rompimiento. »
Jamas llorarán suficientemente los pueblos el maléfico influjo
que arrastró á Páez á oscurecer su gran nombre, asociándolo á la
discordia civil y poniéndolo al frente de la temeraria y anárquica
empresa de derrocar el legítimo gobierno de su patria. Muchos
años han pasado en pos de aquellos sucesos y de sus lamentables
consecuencias : dias mejores han brillado sobre la república : ha-
zanas guerreras y políticas han nuevamente inscrito el nombre de
Páez en el catálogo de los grandes hombres de la patria : hoi es,
y merece serlo, el Ciudadano Esclarecidode Venezuela; y con todo el
recuerdo de los sufrimientos que dimanaron del tempestuoso 50 de
abril, afeela aun penosamente la memoria. ¡ Cuán noble, sin em
bargo, aparece Páez hablando años despues sobre aquellos mismos
sucesos ! Alicionado por la esperiencia, mejor instruido de la natu
raleza de la legítima gloria y deseoso de trasmitir la suya á la pos
teridad , ha reconocido sus errores, y lo que aun es mas bello , los
ha expiado, confésándolos ante el tribunal infalible de la nacion.
— 442 —
Nunca, coa orgullo deben decirlo los venezolanos, nunca el arre
pentimiento político arrancó de la boca de un hombre elevado
sobre la comun esfera de sus conciudadanos mas hermosas palabras
que aquellas en que Páez, para su bien y el de la patria, inmorta
lizó su conciencia. « Yo he cometido mil errores, ha dicho, cuyas
« dolorosas sensaciones se han disminuido por la indulgencia de
* mis compatriotas. Los sucesos de 4 826 á que me condujo una
« acusacion injusta y mal interpretada por algunos , introducida
< contra mí en el senado de Colombia, me llenan todavía deamar-
« gura y arrepentimiento. »
Habiendo correspondido al deseo de los conspiradores sus prime
ras tentativas para popularizar estas revueltas , moviéronse á es
tender sus esfuerzos para darles consistencia y generalidad. Había
acordado la municipalidad de Valencia que se participase este acon
tecimiento á todas las autoridades del antiguo territorio de Vene
zuela , y aprovechándose ellos de esta circunstancia, enviaron emi
sarios que predicasen por todas partes la rebelion. Halagábase
con lisonjeras promesas al desalumbrado é inconstante populacho,
siempre amigo de trastornos y bullicios : prometíánse reformas á
los que, mas ilustrados, trabajaban de algun tiempo atras en sus
tituir la federacion al sistema central de la república : para deci
dir á los renuentes poníaseles á la vista el cuadro de los asesinatos
de Valencia, y como conociesen la importancia de que marchara Ca
ricas en la huella revolucionaria, esforzaron contra ella para com
prometerla sus mas eticaxes amanos. Segundando estos planes anun
ció Marino su aproximacion á la capital con una vanguardia de
5000 hombres y pidió para ellos cuarteles y raciones. El jefe polí
tico que había suscrito la esposicion á la cámara de representantes,
negándose á convocar la municipalidad, se mantuvo oculto algun
tiempo. Descubierto é instado por sus amigos que le hacian respon
sable de la repeticion de las escenas de Valencia, débil mas que cri.
minal. se prestó al fin á lo que de él exigian, y reuniendo el cuer
po, firmó ea 5 de mayo una acta por la cual se aprobaba el motin
de Valencia, ae felicitaba al general Páez por su reposicion y aun
te ettendia su autoridad á cuanta quisiese apropiarse en virtud de
bu circunstancias. Esta conducta singular de parte de un cuerpo
que bal.ia suscrito el acuerdo de 7 de cuero y el memorial á la cá-
i«»ra de representantes, jolo puede esplicarse por el terror que á
los ciudadanos babian inspirado las vías de hecho : por las
,_ M5 _
amenazas que no cesaban de hacer los militares adictos á aquellas
novedades : por la aproximacion de Marino, y el sinnúmero de fra
guadas conspiraciones con que contristaban el ánimo preocupado
del vecindario. Un hombre honrado y valeroso habia tambien in
tentado en Caracas oponerse, aunque en vano, al torrente revolu
cionario. Convocado á la reunion del 5 de mayo el intendente Cris-
tóba! Mendoza, procuró al principio dar al negocio un sesgo pru
dente que evitase una declaratoria ilegal y al cuerpo municipal
una vergonzosa prevaricacion. Mas hallando prevenidos los ánimos
en favor del trastorno, ó por connivencia de algunos ó por temor de
todos, se retiró protestando que no autorizaría ninguna determina
cion que no estuviera en armonía con las leyes. Despues de hecho el
mal se palpó lo infundado|de algunos temores que habían contribui
do á acelerarlo. Mariño, por ejemplo, se apareció en Caracas poco
tiempo -despues con solos 40 hombres de los 5000 que componían
la imaginaria vanguardia con que habia logrado asustar al vecin
dario.
Bien que consumado el levantamiento, carecia aun de ramifica
ciones suficientes para medrar y sostenerse. En la precision de afian
zarlo y darle una apariencia de concierto, organizacion y regulari
dad, se caminó hácia el blanco de la reforma de la constitucion, á
cuyo intento el consejo municipal de Valencia á sujestion de Peña,
llamado ex profeso á su seno, acordó entre otras cosas que se invi
tase al de Carácas y otros que habían asentido al pronunciamiento
del 50 de abril, á reunirse por medio de diputaciones con el fin de
justificar su conducta y pedir se acelerase la época prevenida para
la reforma de la constitucion. Tambien acordó se llamase al Liber
tador presidente para que propendiese con su influjo á uniformar
en esta opinion la de los demas departamentos, é invistió entre tan
to á Páez con la suprema autoridad civil y militar del pais. A la ce
lebracion de dicha acta concurrieron dos diputados que para darle
cuenta de) acuerdo de 5 de mayo envió el cabildo de Carácas, y el
•I 6 fué ratificada y ampliada por este cuerpo, al que despues siguie
ron imitando otros muchos.
Todo esto tenia lugar entrelos que se titulaban amigos de Páez,
siendo así que con mas exactitud hubiera podido llamárseles ene
migos del órden y del gobierno general. Ningun acto fué mas re
probado nui.ca por la generalidad de la gente sana del pais, En
odio al general Santander, cuya administracion constitucional con
— U4 —
esceso y acaso no pocas vezes con injusticia se deprimió, tomaron
parte contra el gobierno á cuya cabeza estaba, algunos hombres á
quienes su reeleccion á la vicepresidencia del estado hecha por el
congreso en 4S de marzo de este ano, no habia de modo alguno
agradado ; siendo el principal motivo del odio que á su persona te-
nian, sus persecuciones encubierl as contra los escritores de la opo
sicion y el modo con frecuencia bronco y desmañado con que reba
tía los ataques de la imprenta, á los que con mengua de su carác
ter, se mostraba nimiamente sensible. Otros creyéndose autoriza
dos por la protesta con que juró la municipalidad de Carácas la
constitucion de Cúcuta, á cuya sancion no concurrieron los repre
sentantes de su distrito, apoyaban un movimiento cuyo resultado
inmediato era la separacion de la Nueva Granada, habiéndose para
entónces difundido mucho los principios y la aficion del federalis
mo ; empero generalmente se detestaban los medios que se habian
empleado para conseguir útiles reformas, y el buen juicio de los
venezolanos prefería sufrirlos inconvenientes de un sistema políti
co que no le convenia, á verlo derrocado por la defeccion ó empeo
rado por la anarquía. Temerosos con todo los hombres ilustrados
y previsores de un rompimiento que teñiría en sangre hermana
las armas de uno y otro partido : no seguros de buen éxito los no
vadores al haber de combatir en mala causa contra las Iropas del
gobierno, contra el pueblo y la opinion, y no disminuido aun el
respeto y amor que inspiraba Bolívar, todos los partidos, todos los
intereses, todos los sentimientos se reunieron para desear su pronta
vuelta como el único medio de salvar la patria sin necesidad de em
plear para ello medios violentos, que entorpecieran ó menoscaba
ran su prosperidad. Y bien que el poder ejecutivo se preparase á
sostener la majestad de la lei y el decoro del gobierno, animado de
iguales esperanzas se abstuvo por el pronto de toda medida dehos-
tilidad. En el mismo sentido obraron los encargados de los depar
tamentos de Orinoco y del Zulia; pues aunque Bermúdez, coman
dante general del primero, lo declaró por precaucion en estado de
asamblea , protestó luego no emplear la fuerza contra Páez.
Este respiro concedido en amor de la paz á la revolucion, dió
tiempo y medios á los conspiradores para propagar el trastorno, y á
poco se convirtió la república en un caos de confusion y de anar
quía. Estendidas sus ramificaciones a Cumaná, creóse allí un par
tido cuyo primer paso en favor del desórden fué el desconocimiento
de Bermúdez. Con desprecio de la declaratoria hecha por el gobier
no de que las ocurrencias del 50 de abril eran una verdadera in
surreccion á mano armada, se reunieron en Valencia el 29 de ju
nio los diputados de los consejos municipales de Venezuela y Apure,
y en sus acuerdos hicieron cargos al gobierno de la república, de
clararon injusta la acusacion de Fáez, y llegado el caso de reformar
la constitucion de Cúcuta, no sancionada por el voto libre de los
pueblos. Allá en los confines meridionales de la república pedia lo
mismo Guayaquil, y Quito le imitaba. Maracaibo espresa igual que
rer, á tiempo que mas franco y abierto Puerto-Cabello, proclama
por acta de 8 de agosto la Federacion, que por inoportuna rechaza
el 2.1 del mismo el cabildo de Carácas. Seguido entre tanto el co
ronel Macero por el batallon Apure, deja á Carácas y se acerca á
Barcelona, declarando obediencia al gobierno. Sostenida por el ge
neral José Tadeo Monágas, pide convencion la ciudad de Aragua :
coveucion tambien pide Cumaná. Y de esta plaza se apoderan los
descontentos á las órdenes del coronel Domingo Móntes, protestan
do sin embargo su acomodaticio ayuntamiento sumision al gobierno
y respeto á las leyes que infringía.
Ya veremos en sazon y lugar conveniente que el Libertador ha-
hia dado á la república de su nombre una constitucion fundada en
un todo sobre los principios políticos que habia seguido : consti
tucion que , para decirlo de paso, juzgaron de distinto modo dos
hombres importantes. Santander que la llamó con harta lijereza
absurda en .1 829, halló en \ 826 que era liberal, popular y vigoro
sa. Sucre, el mas virtuoso de los tenientes de Bolívar , gobernó con
ella algun tiempo, y al separarse del mando del pais de Bolivia pa
ra volver á su patria dijo, en su discurso de cuenta y despedida, al
congreso : « del Perú se ha dicho que los bolivianos están descon
tentos de la constitucion ; y esta voz repetida por los agentes de
allá entre nosotros, y apoyada por un muí pequeño número de in
dividuos ha hecho que algunos tímidos se plieguen á las pretensio
nes de fuera para deshacerla. Yo no he observado tal descontento
de la nacion ; pero si lo hai, toca á ella y no á los estranjeros el de
clararlo. De mi parte haré la confesion sincera de que no soi par
tidario de la constitucion boliviana : ella da sobre el papel estabili
dad al gobierno, miéntras que de hecho le quita los medios de ha
cerla respetar; y no teniendo vigor ni fuerza el presidente para
mantenerse, son nada sus derechos, y los trastornos serán frecuen-
II.—BIST. MOD. <«
tes; » En effílo, fa concepcion política qu« el Libertador llnniíiha
modestante nt e su delirio legislativo, estaba mas distante de la ti
ran/a que la constitucion de Gúcula; y sea dicho en verdad, si nos
otros no creemos todo el bien qoe dijo de ella, el mas acalorado de
sus apologistas (I), mucho ménos creeremos el mal que dijeron
sus contrarios. Ella fué empero un nuevo elemento de discordia
en Colombia; y cómo sucedió vamos á referirlo con la posible bre
vedad.
Hase dicho que Guayaquil, dócil al ejefflpl» que le ofrecian algu
nos desgraciados pueblos de Venezuela , habiá pedido (6 de ju.lio)
por medio de su consejo municipal que se acelerase la época de la
reforma constitucional y se convocase el cuerpo destinado á hacer
la. Notable es la diferencia que se observa entre la contestacion del
encargado del poder ejecutivo y la del general Bolívar, á quienes
esta solicitud fué á la vez dirigida. Al recomendar el primero la mo
deracion en el uso del derecho de peticion que estaba concedido
por la leí á los ciudadanos y á las corporaciones, ofrece elevar la
suya al cuerpo legislativo protestando que él, como encargado de la
primera magistratura nacional, seria traidor á su conciencia y á la
nacion colombiana si tomase parte en medidas que estaban en opo
sicion con sns deberes constitucionales. Aunque de acuerdo la de
Bolívar en someter á la decision del congreso la solicitud de Gua
yaquil, calificando de graves y poderosas las razones en que la fun
daba, dejó claramente entrever el apoyo que daria al pensamien
to de reformas y aun sugirió las. qlie á sus deseos convenían. No
puede deducirse otra cosa de la respuesta á que nos contraemos y en
la cual declara (l.° de agosto) su secretario general que el Libertador
habia hecho su profesion de fe política en la constitucion presenta
da á Solivia, que era eíi su concepto la que á los ciudadanos ofrecia
mayor suma de seguridad social é individual. Guayaquil que en
cerraba bastantes elementos de disociacion, abrió el 28 de agosto
una nueva brecha á la tranquilidad del pais. Una junta general
compuesta del cabildo y demas autoridades tanto civiles como mi
litares, declaró que la república estaba en disolucion sin que hu
biera un partido qne pudiera llamarse nacional y que aquel pue-
bfo, reasumiendo sn.dírecho de soberanía primitiva, consignaba so
ejercicio en manos de Bolívar á quien autorizaba para reunir (cuan
do por conveniente lo tuviera) la Gran Convencion Colombiana
qtie debía fijar definitivamente el sistema de la república, bien en-
— UCl —
tendido que desde entónces se pronunciaba aquel depara ^
por el Código boliviano. La corriente de estas ideas trastornais
invadió
pios y resoluciones
á Quito, quedeenGuayaquil.
acta de 6 Otros
de setiembre
cabildos adoptó
ménos losprinl
exaltados

se contentaron con investir á Bolívar del poder supremo, pidién


dole que reuniese la convencion : los hubo tambien, y no en pe
queño número, que se declararon por el legitimo gobierno ; empe
ro solo uno, el de Ibagué en el departamento de* Cauca, cono
ciendo los límites verdaderos de su autoridad, y bien qtre escitado
por el gobierno de la provincia á emitir su voto en órden á los
departamentos de Venezuela, tuvo el buen juicio de declararse in
competente para representar legítimamente al pueblo en decisiones
semejantes, dando así una leccion de respeto y sumision á la lei que
por desgracia no encontró imitadores.
Desentendiéndose el gobierno de la parte que sospechaba haber
tenido la declaratoria de Á ." de agosto en los sucesos del Sur, des
aprobó terminantemente las actas de Quito y Guyaquil, con la pro
testa de que sostendría la constitucion, para lo cual contaba con
una parte considerable de la nacion y principalmente con el influ
jo personal del Libertador, bastante, en su concepto, para sostener
la unidad de la república, su gobierno y sus leyes sin necesidad de
Ja terrible dictadura.
Progresaba entre tanto en* Venezuela el movimiento revolucion
«ario. Habíanse puesto- á la moda las actas y pronunciamientos: ca
da provincia, cada pueblo sé creia obligado á manifestar su opi
nión en ejercicio de su primitiva soberanía, á la cual consideraban
haber vuelto de resultas del general trastorno. Declarábanse unos
por el gobierno federal, otros por el central : cuál concedia faWJP
tades extraordinarias, cuál ocurría á las armas para sostener sus
pretensiones. Margarita, deseando sacar el mejor partido para sus
intereses de la comun anarquía, cansada de sn dependencia al dé
partamento de Maturin, se declaró- unida al de Venezuela, depo
niendo al comandante de armas de la isla en una asamblea'genéral
á que concurrieron mas de dos mil hombres armados1.
Eran entre tanto los federalistas los que marchaban á su fin cort
mas unidad y concierto. Enseñoreados en Carácas de la direccion
de los negocios, indujeron fócilnrente al cabildo á convocar una
asamblea plena donde las personas mas caracterizadas y notables
de la ciudad espusiesen sus opiniones, así sobre la conveniencia de
— 448 —
adoptar e) sistema federal, como sobre los medios de apresurar la
reunion de la gran Convencion colombiana. No habiéndose creido
autorizado por las leyes el intendente para convocar una asamblea
con tal objeto, sometió el acuerdo al jefe civil y mititar que lo
aprobó, aunque con la singular protesta de que sostendría la inte
gridad de la república. Designado el lugar para la reunion de la
asamblea, tuvo esta lugar el 5 de octubre y en ella se acordó la
adopcion del sistema popular, representativo federal y la reunion
de diputados de todos los consejos municipales de las provincias, á
fin de pedir por su órgano al congreso y al gobierno la convocatoria
de la gran Convencion. Valencia siguió el ejemplo de Carácas, y en
asamblea de .1 5 del mismo mes adoptó sus acuerdos. Gran paso era
este hácia el fin que los federales se proponían ; no tan decisivo y
directo, sin embargo, que bastase á tranquilizarlos en cuanto al
resultado, porque en sustancia no era mas que la manifestacion de
un deseo, cuyo cumplimiento se hacia depender de la voluntad de
la Convencion, en la cual debian ser representados los demás de
partamentos ; y como entre estos los hubiese que tenían diversas y
aun opuestas pretensiones, no era evidente que se satisficiese un
simple querer de Carácas y ni aun de toda Venezuela , dado caso
que su manifestacion hubiese sido ó se reconociese ser á todas I n/es
espontánea, libre y legal. Aprovechándose, pues, hábilmeníe de la
alarma que habian causado á los liberales de todos los partidos las
novedades de Quito y Guayaquil, que se veian como anuncios de
un plan preparado de antemano para introducir en la patria un
código estranjero, y haciendo valer para autorizarse una espresion
oficial de Bolívar en que presentaba la república vuelta al estado de
creacion , obtienen de Páez que convoque y presida una nueva
asemblea general para fijar en aquella crisis el destino político de
Venezuela. Tuvo esta junta lugar el 7 de noviembre eu el templo
de San Francisco, y en ella se propuso constituir á Venezula en es
tado independiente y soberano. Para oponerse á este paso estremo
y sosteniendo el acuerdo del dia 5, tomaron la palabra algunas
personas notables, entre las cuales por su persuasiva elocuencia y
energía se distinguió el intendente Mendoza. Mas como se notara
que estos discursos empezaban á conmover el ánimo de la multi
tud, cortó la discusion el presidentede laasamblea, ordenando que
alzasen la mano en señal de aprobacion los que estuviesen por la
separacion é independencia de Venezuela. Levantadas en efecto al
{iunas manos, sin contar ni comparar con estas las que se quedaron
como estaban, dióse por decidida afirmativamente la cuestion. Re
lativas todas á esta decision se hicieron á la concurrencia varias
preguntas que fueron contestadas de un modo poco claro por me
dio de gritos tumultuosos, y perfeccionado asi el acto ( son pala
bras de aquel curioso documento), quedó autorizado el jefe civil y
militar para reunir los colegios electorales que debian nombrar los
disputados al congreso constituyente, para designar tambien el lu
gar de la reunion de este cuerpo é invitar á las otras provincias á
enviar á él sus representantes. Solo <r> paisanos y .15 militares
suscribieron esta acia que, espuesta al público en seguida por espa
cio de ocho dias en el consejo municipal, logró reunir al fin 260
firmas. Autorizado de este modo, dió Páez un decreto designando el
40 de diciembre para la reunion de los colegios electorales en las
capitales de las respectivas provincias y el \ 0 de enero del siguiente
ano para la instalacion en Valencia del cuerpo constituyente. Trai
dores á la patria declaraba este decreto á los que infringieran al
guno de sus artículos ó que directa ó indirectamente entorpecieran
las elecciones.
Por lo demas esta declaratoria extemporánea que, como se ve,
léjos de ser obra de la sana é ilustrada parte de la opinion general,
fué sancionada con sobrada precipitacion y en despecho delas enér
gicas y valerosas reclamaciones de ciudadanos tan respetables como
el intendente Mendoza, radicó mas y mas entre este magistrado y
el general Páez la disension que entre ellos y hacia tiempo existia
de resullas de que el primero pugnaba inúlilmeute por arrancar
del lado del segundo algunos hombres violentos y mal intenciona
dos. l.a oposicion del intendente al acuerdo tumultuario y mañoso
de 7 de noviembre, le concitó mayor odio y mas fuerte persecucion
de parte de aquellos malos sujetos. Conociólo Mendoza, y viendo
inútil ya su autoridad y desoídos sus consejos hizo dimision de su
destino y pidió pasaporte para el estranjero. Concedióle Páez lo
primero : superabundantemente lo segundo, pues acompanó el per
miso con la órden de >alir del pais dentro de ocho dias. Meudoza
mente
volvió por
de suBolívar,
honrosoque
destierro
hacia grande
el año ysiguiente,
justo aprecio
llamado
de suespesa
saber y

probidad.
Para este tiempo habian ocurrido algunos sucesos notables en
las provincias orientales de la república. Sublevóse el batallon Orí
noco en ia ciudad de Guaya na proclamando federacion ; pero pa
gada, racionada y vestida la tropa, convino en evacuar ia plaza y
marchar á Cumaná. Poco despues se encendió en esta ciudad la
guerra civil, oponiéndose sus habitantes á la entrada de Bermúdez
( defendia este al gobierno), á quien obligaron por último á reti
rarse abandonando los puntos que había ocupado á inmediaciones
de la plaza.
Mui poco faltó para que Puerio-Cabello fuese tambien el teatro
de escenas sangrientas. El acta de la asamblea de Carácas celebrada
el 7 de noviembre, habia revelado á los partidarios del código bo
liviano la posibilidad de que sus planes quedaran frustrados, y para
contrariar la nueva marcha del federalismo consiguieron ganar el
batallon Granaderos que guarnecia á Puerlo-Cabeilo. Como quiera
que los cabildos se habian convertido en dóciles instrumentos de
todos los trastornos , consiguióse que el de esta plaza que poco
tiempo ántes se habia el primero pronunciado por la federacion,
se declarase contra ella en acta de 21 de noviembre, protestando
que sin desistir de la causa de las reformas , ratificaba la eleccion
que habia hecho de Bolívar por mediador en las disensiones ocur
ridas, y que no siendo las facultades de que estaba revestido bas
tantes para reunir la gran Convencion, en lo necesario y para solo
este objeto se le autorizaba. Mas fácil es concebir que pintar el sen
timiento que causó á Páez ver desconocida su autoridad en una
plaza que con tanía gloria habia arrancado de las manos del comun
enemigo. En los primeros instantes de su indignacion, amenazó po
ner por segunda vez el' pié triunfante sobre los muros de la plaza y
hacer un ejemplar escarmiento en los promovedores de aquel mo-
vimiento que calificaba de atentado, si el cabildo volviendo sobre
sus pasos no se sometía pronta, pura y simplemente. Antes de esta
intimacion se habian disparado algunos tiros con motivo de haberse
acercado á la plaza una partida de tropa destacada de Valencia, y
quién snbe hasta dónde este incidente y el personal resentimiento
de Páez contra los sublevados hubieran contribuido á hacerle lle
var á efecto sus amenazas, si la noticia de la llegada á Bogotá del
Libertador presidente no hubiera dado esperanzas de una próxima
reconciliacion. Si |os temores de la guerra civil contristaban el
ánimo de los buenos ciudadanos y losmantenian en perpetua alar
ma, no era» motivos menores para afligirlos las medidas de repre
sion dictadas por el jefe civil y mililar en la necesidad de maute
ner su autoridad. Desde el mes de julio se habian ya sujetado aI
fuero militar varios cuerpos de milicias y establecidose con el ca
pedir
rácter la
decirculacion
policia unaderigorosa
impresospesquisa
y cartascon
queque
contrariasen
á prelesto de
el mo
im>

vimiento de Venezuela, se autorizaba la violacion'de la correspon


dencia privada. Pero ninguna de estas medidas tuvo un carácter
mas odioso que la declaratoria en asamblea de todo el reciente es
tado de Venezuela, que Páez, agravada su posicion por el suceso de
Puerto-Cabello, dictó el 25 de noviembre. Por ella ordenaba ú los
comandantes militares « contraer principalmente su vigilancia á la
« persecucion y pronto castigo de cuantos maquinaran ó en algun
« modo contrariaran la ejecucion y cumplimiento del sistema de
« gobierno popular, representativo federal, » poniéndose así, sin
lei ni juicio, la suerte de los ciudadanos á merced de la arbitrarie
dad y de la violencia.
Meses ántes de que el Libertador tuviese noticia de los aconteci
mientos de Venezuela y cuando debia juzgar tranquila y próspera
la república que de nuevo le habia llamado á la presidencia por
el voto de los colegios electorales, babia enviado á Páez con uno
de sus ayudantes de campo la constitucion boliviana, acompañán
dola de una espresiva recomendacion en que se notan estas pala
bras « | Ojalá pudiéramos adoptarla en Colombia cuando se haga
la reforma I » Y aunque ya entónces le anunciaba su resolucion de
volver á Venezuela , se hallaba todavía en Lima para el mes de ju
lio cuando llegaron á Paila dos comisionados encargados de poner
en su noticia los sucesos de Valencia y Carácas. Sabiendo estos allí
que el Libertador debia trasladarse por mar á Guayaquil , retroce
dieron á este punto sin dejar por eso de enviarle á Lima los despa
chos de que eran portadores. Con este motivo aceleró Bolívar su
marcha ; si bien tenia ya noticias de aquellos sucesos.
Antes de estos escándalos y del alboroto de Valencia que les
dió origen , habia escrito Páez á Bolívar una carta cuya contes
tacion (6 de marzo de 1826) es la siguiente.
« He recibido la mui importante de usted de 10 de diciembre
« del año próximo pasado, que me envió usted por medio del señor
« Guzman , á quien he visto y oído, no sin sorpresa, pues su
•« mision
lombia es estraordinaria.
semejante á la de
Usted
Francia
me dice
cuando
que Napoleon
la situacion
se encon-
de Co-

« traba en el Egipto, y que yo debo decir con él : los intrigantes van


a á perder la patria : vamos á salvarla. A la verdad casi toda la carta
« de Usted está escrita por el buril de la verdad ; mas no basta la
« verdad sola para que un plan logre su efecto. Usted no ha juz-
« gado, me parece, bastante imparcialmente del estado de las cosas
« y de los hombres. Ni Colombia es Francia , ni yo Napoleon. En
« Francia se piensa mucho y se sabe todavía mas ; la poblacion es
« homogénea , y ademas la guerra la ponia en el borde del preci-
« picio : no habia otra república mas grande que la de Francia , y
« la Francia habia sido siempre un reino. El gobierno republicano
« se habia desacreditado y abatido hasta entrar en un abismo de
« execracion. Los monstruos que dirigian la Francia eran igual-
« mente crueles é ineptos. Napoleon era grande, único y ademas
« sumamente ambicioso. Aquí no hai nada de esfo. Yo no soi Na-
8 poleon , ni quiero serlo : tampoco quiero imitar á César , ménos
« aun á Itúrbide. Tales ejemplos me parecen indignos de mi gloria.
« El título de Libertador es superior á todos los que ha recibido el
« orgullo humano. Por tanto me es imposible degradarlo. Por otra
« parte nuestra poblacion no es de franceses en nada, nada, nada.
« La república ha levantado el pais á la gloria y á la prosperidad ,
« dando leyes y libertad. Los magistrados de Colombia no son Ro
ce bespierre ni Marai . El peligro ha cesado cuando las esperanzas em
ir piezan. Por lo mismo nada urge para semejante medida. Son
« repúblicas las que rodean á Colombia , y Colombia jamas ha sido
« un reino. Un trono espantaría tanto por su altura como por su
« brillo. La igualdad seria rota y los colores temerian perder sus
« derechos por una nueva aristocracia. En fin, mi amigo, yo no
« puedo persuadirme de que el proyecto que Guzman me ha co
« municado sea sensato, y creo tambien que los que lo han sujerido
« son hombres semejantes á aquellos que elevaron á Napoleon y
« á Itúrbide para gozar de su proyecto, y abandonarlos en el peli-
« firo; ó si la buena fe los ha 'guiado , creea Usted que son unos atur-
«didos, ó partidarios de opiniones exageradas bajo cualquier
u forma ó principios que sean. Diré á Usted con toda franqueza que
« este proyecto no conviene, ni á Usted , ni á mí, ni al pais. Sin
« embargo, creo que en el próximo período senalado para la refor-
« ma de la constitucion se puedan hacer en ella notables mutacio-
« nes en favor de los buenos principios conservadores , y sin violar
« una sola de las reglas mas republicanas. Yo enviaré á Usted un
« proyecto de Constitucion que he formado para la república Bou
— 455 —
» via : en él se encuentran reunidas todas las garantías de perma-
« nencia y de libertad , de igualdad y de órden. Si Usted y sus
o amigos quisiesen aprobar este proyecto, seria muí conveniente
« que se escribiese sobre él y se recomendase á la opinion del
« pueblo. Este es el servicio que podemos bacer á la patria , ser-
« vicio que será admitido por todos los partidos que no sean
« exagerados , ó por mejor decir , que quieran la verdadera liber-
« tad , con la verdadera utilidad. Por lo demas, yo no aconsejo á
« Usted que baga para sí, lo que no aconsejo para mí ; mas si el
« pueblo lo quiere y Usted acepta el voto nacional , mi espada y
« mi autoridad se emplearán con infinito gozo en sostener y defen-
« der los decretos de la soberanía popular. Ksta protesta es tan
« sincera como el corazon de su invariable amigo (2). »
Esta carta no necesita de comentarios : Bolívar rehusaba pasar
el Rubicon. Clara y sencilla sobre el asunto principal, lo era igual
mente sobre dos puntos accesorios : uno, el deseo de que se adop
tase su constitucion : otro, que esto se hiciese ilustrando la opinion
por medio de la imprenta en el período señalado para la reforma
de las instituciones colombianas, y sin violar una sola de las reglas
mas republicanas.
Despues que el Libertador tuvo noticia de los escándalos de Ve
nezuela, puso en marcha á Guzinan para Colombia con encargo de
predicar la paz y la reconciliacion, y de llevar á Páez otra carta
( su fecha en Lima á 8 de agosto de este año ) cuyo tenor es el si
guiente :
« Usted me envió ahora meses al señor Guzman para que me
• informara del estado de Venezuela, y Usted mismo me escribió
• una hermosa carta en que docia las cosas como er.m. Desde esta
« época todo ha marchado con una celeridad estraordinaria : los
ii elementos del mal se han desarrollado visiblemente. Diez y seis
« años de amontonar combustibles van á dar el incendio que qui-
« zas devorará nuestras victorias, nuestras glorias , la dicha del
« pueblo y la libertad de todos. Yo creo que bien pronto no tendre-
• mos mas que cenizas de lo que hemos hecho.
« Algunos de los del congreso han pagado la libertad con negras
« ingratitudes y han pretendido destruir á sus libertadores. Kl zelo
« indiscreto con que Usted cumplía las leyes y sostenía la aatoridad
« púbhca, debia ser castigado con oprobio y quizas con pena. La
« imprenta, tribunal espontáneo y órgano de la calumnia, ha des
« garrado las opiniones y los servicios de los beneméritos. Ademas
« ba introducido el espíritu de aislamento en cada individuo, por-
« que predicando el escándalo de todos, ha destruido la contian/a
« de todos !
« El ejecutivo , guiado por esta tribuna engañosa y por la reu-
« uion desconcertada de aquellos legisladores , ha marchado en
« busca de una perfeccion prematura y nos ha ahogado en un pié-
« lago de leyes y de instituciones buenas ; pero superfinas por
(i ahora. El espíritu militar ha sufrido mas de nuestros civiles que
« de nuestros enemigos : se les ha querido destruir hasta el orgu-
« lio : ellos deberían ser mansos corderos en presencia de sus cau-
« livos, y leones sanguinosos delante de los opresores; preten-
« diendodeeste modo una quimera cuya realidad seria inui infausta.
« Las provincias se han desenvuelto en medio de este caos : cada
a una tira para sí la autoridad y el poder : cada una deberia ser el
« centro de la nacion. No hablaremos de los demócratas y de los
« fanáticos ; tampoco diremos nada de los colores , porque al eu-
« traren el hondo abismo de estas cuestione», el genio de la razon
« iría á sepultarse en él como en la mansion de la muerte. ¿ Qué
« no deberemos temer de un choque tan violento y desordenado
« de pasiones , de derechos , . de necesidades y de principios ? El
« caos es ménos espantoso que su tremendo cuadro, y aunque
a apartemos la vista de él, no por eso lo dejaremos y dejará de per-
« seguirnos con toda la saña de su naturaleza. Crea Usted, mi que-
« ndo general, que un inmenso volcan está á nuestros pies, cuyos
« síntomas no son poéticos sino físicos y harto verdaderos. Nada me
« persuade que podamos franquear la suma prodigiosa de dificul-
« tad' s que se nos ofrecen. Estábamos como por un milagro sobre
« un punto de equilibrio casual, como cuando dos olas enfurecidas
« se encuentran en un punto dado y se mantienen tranquilas apo-
« yada una de otra y en una calma que parece verdadera, aunque
« instantánea. Los navegantes han visto muchas vezes este original.
« Yo era este punto dado, las olas Venezuela y Cundinamarca , el
« apoyose encontraba entre las dos y el momento acaba de pasarse
o en el período constitucional de la primera eleccion. Ya no habrá
« mas calma, ni mas olas, ni mas punto de reunion que forme
« esta prodigiosa calma : todo vaá sumergirse en el seno primitivo
« de la creacion : la materia , sí la materia digo , porque todo va á
« volverse á la nada.
« Considere l'sted , mi querido general , quién reunirá mas los
« espíritus. Los odios apagados entre las diferentes secciones, vol-
« verán á galope como tndas las cosas vinlentas y comprimidas.
« Cada pensamiento querrá ser soberano ; cada mano empunar el
« baston : cada toga la vestirá el mas turbulento. Los gritos de se-
« dicion resonarán por todas partes, y lo que todavía es mas bor-
ii rible que todo esto, es que cuanto digo es verdad. Me preguntará
« Usted ¿ qué partido tomaremos '! ¿en qué arca nos salvaremos i
(t Mi respuesta es runi sencilla: Mirad el mar que vais á surcar
« con una jrágil barca cuyo piloto es tan inesperto. No es amor
« propio ni una conviccion íntima y absoluta la que medida este
« recurso ; es sí falla de otro mejor. Pienso que si la Europa entera
0 se empeñase eu calmar nuestras tempestades, no baria quizas mas
« que consumar nnestras calamidades. El congreso de Panamá,
« institucion que debería ser admirable si tuviera mas eficazia , no
« es otra cosa que aquel loco griego que pretendia dirigir desde
« una roca los buques que navegaban. Su poder será una sombra
« y sus decretos meros consejos, nada mas.
« Se me ha escrito que muchos pensadores desean un príncipe
» con una constitucion federal , pero ¿dónde está el príncipe ? ¿y
« qué division política producirá armonía ? Todo es ideal y ab-
« simio. Usted dirá que de ménos utilidades es mi pobre delirio
« legislativo que encierra lodos los males. Lo conozco ; pero algo
« he de decir por no quedarme mudo en medio de este conflicto.
« La memoria de Guzman dice mil bellezas pintorescas de este
« proyecto^ Usted la leerá con admiracion y seria muí útil que l.s-
« ted se persuadiese por la fuerza de la elocuencia y del pensa-
« miento , pues un moniunto de entusiasmo suele adelantar la vida
« política. Guzman esteuderá á Usted mis ideas sobre este proyecto.
«i Yo deseara que con algunas tijeras modificaciones se acomodara
« el código boliviano á estados pequenos enclavados en una vasta
« confederacion ; aplicando la parte que pertenece al ejecutivo, al
< gobierno general , y el poder electoral á los estados particulares.
« Pudiera ser que se obtuviesen algunas ventajas de mas ó mó-
i( nos duracion , segun el espíritu que nos guiara eu tal laberinto.
(i Desde luego lo que mas conviene bucer es mantener el poder
1 público con vigor para emplear la fuerza eu calmar las pasiones,
.( reprimir los abusos ya con la imprenta , va con los púlpitos y ya
ii con las bayonetas. La teoría de los principios eg buena en las épocas
— 456 —
« de calma; pero cuando la agitacion es general, teorías seria co
tí mo pretender regir nuestras pasiones por las ordenanzas del
« cielo , que aunque perfectas , no tienen conexion algunas vezes
« con las aplicaciones.
« En fin, mi querido general , el señor Guzman dirá á Usted
« todo lo que omito aquí por no alargarme demasiado en un papel
« que se queda escrito aunque varíen mil vezes los hechos.
« Hace cien dias que ha tenido lugar en Venezuela el primer
« suceso de qne ahora nos lamen tamos, y todavía no sabemos lo que
« Usted ha hecho y lo que ha ocurrido en ese pais : parece que
« está encantado.
« Confieso á Usted francamente que tengo mui pocas esperanzas
« de ver restablecer el órden en Colombia , tanto mas que yo me
« hallo sumamente disgustado de los acontecimientos y de las pa-
« siones de los hombres. Es un verdadero horror al mando y aun
« al mundo el que se ha apoderado de mí. Yo no sé qué remedio
a pueda tener un mal tan cstenso y tan complicado. A mis ojos la
« ruina de Colombia está consumada desde el dia en que Usted fué
« llamado por el congreso.
« A Dios , mi querido general. Dios ilumine á Usted para que
« salve ese pobre pais de la muerle que lo amenaza — Soi de
« Usted amigo de corazon — Bolívar.
cr I1. D. Despues de cerrada esta carta, he tenido que abrirla para
« participar á Usted que en este instante acabo de saber que los
« señores Orbaneja é Ibarra, comisionados por Usted cerca de mí ,
« llegaron á Paita y se volvieron á Guayaquil creyéndome allí : ellos
« me han escrito participándome el objeto de su mision , y ella es
« de tal naturaleza, que ya me preparo á embarcarme para Guaya
te quil , adonde siempre habia pensado encaminarme , aun cuando
« no hubiese recibido este aviso. »
Esta.carta tambien es clara , pues en ella el Libertador, viendo
pérdido el órden , ofrece su código político como el arca de sal
vacion. Mas ¿ qué medios se emplearán para hacerlo adoptar? La
imprenta sola no bastaría en pais tan agitado ya, tan revuelto y di
vidido. Los cabildos eran instrumentos, sobre insuficientes , ilega
les. ¿ Seria la convencion en la época determinada por la carta co
lombiana ? Mas hubiera sido preciso empezar por restablecer el im
perio de esta , visto que si quedaba detinitivamente destruida en
virtud del alzamiento casi general de los pueblos contra ella , ha
bria sido absurdo conservar vigentes las disposiciones que trataban
de su reforma. Nada hablaba sobre estas cuestiones Bolívar; pero
su declaratoria de f ." de agosto y sus actos subsecuentes probaron
que admitía la revolucion hecha por la mayoría de los departamen
tos. Si él hubiera preparado esa tormenta popular para aprove
charse de ella en beneficio propio , ó por el placer de ver adoptadas
sus ideas , traidor con sobrada razon le llamaríamos ; pero el des
órden habia sido promovido por olros, y llamado él por todos los
partidos que de consuno habian sacudido el freno de las leyes , á
salvar la república de la guerra civil , creyó que no le era da
do impedirla sino substituyendo á su perdido influjo el de la
Tuerza.
Mas ¿ correspondia esta conducta al presidente constitucional de
la república ? ¿al hombre que habia jurado sostener y defender la
carta colombiana ? ¿ [No debia por el contrario, zeloso defensor y
fiel custodio de las instituciones, darles vigor , ora con su ascen
diente, ora, si era necesario, fulminando contra los rebeldes la es
pada redentora de la patria? Con una reputacion colosal, rodeado
do amor , de adoraciones ; sostenido por la lei y la fuerza, ¿ ha
bría habido acaso quien resistiera á sus palabras y á sus accio
nes , si unas y otras hubieran tenido por causa y objeto el bien
procomunal ?
Para emitir nuestro juicio sobre esta grave cuestion , origen de
los mas fuertes cargos que se han hecho sobre la conducta de Bolí
var , es necesario tener presente que este no pudo acudir en
tiempo á cortar los progresos de la revolucion en Venezuela , por
culpa del vicepresidente. « Desde que el ejecutivo (dijo despues
< este magistrado en un manifiesto que publicó para justificarse)
« supo el suceso de Valencia, llamó privada y oticialmente al l.i-
• berlador, entónces residente en Lima , encareciéndole la nccesi-
« dad de volver á Bogotá á ponerse á la cabeza del gobierno. »
Y no es cierto, porque él supo el suceso de Valencia el dia 4a de
junio y no lo comunicó ni aun confidencialmente al general Bolívar
hasta el (¡ del mismo mes, y entónces no le llamó ni le encareció
la necesidad de ponerse á la cabeza del gobierno. El 9 de junio
le dió el primer aviso olicial del acontecimiento, y tampoco le
llamó. Con fecha ^J de julio (un mes y diez y nueve dias despues
de haber sabido el caso) le dijo en una carta particular : « Res-
« pecto á la venida de Usted, permítame que le diga mi opinion.
— 458
« Usted no debe venir al gobierno, porque este gobierno rodeado
« de tantas leyes, amarradas las manos y envuelto en mil dih'cul-
« tades, espondria á Usted á mncbosdisgnstos,y le grangearia ene-
« migfls. Una vez que uno solo de elios ( él fué de los primeros, y
« sus amigos los primeros) tuviera osadia para levantar la voz,
<t toda so faerza moral recibiría un golpe terrible, y sin esta fuerza,
# á Di»s Colombia , órden y gloria. Cuando hablo así, tenso pre-
« sente soto el bien público, y de ninguna manera el mio. Yo estói,
« como he dicho, loco porque ya me faltan fuerzas para resistir
«t tanto golpe, y ojos para llorar los males de la patria; por lo
« mismo bailaría de contento el dia en que Usted tomase el go-
« bierno.» Mas abajo en la misma carta añade : « Supuesto, pues,
« (aquí da por cierto lo que deseaba) supuesto pues que no debe
« Usted venir á desempeñare! gobierno, este debe autorizarle para
« que siga á Venezuela con un ejército á arreglar todo aquello. »
Así la parte delicada del negocio quería el general Santander
encargarla á Bolívar, miéntras él se quedaba en Bogotá á la cabeza
del gobierno; intencion poco generosa (por decir de ella lo méTios)
y en la cual entraban á un tiempo el miedo y la ambicion. Por
ahora sobre el asunto en cuestion recordaremos que Bolívar igno
raba en agosto lo que despues del suceso de Valencia hubiese ocur
rido en Venezuela.
Añádase á esta consideracion la del estado calamitoso de un pais
cuyo tesoro estaba exhausto, cuyos hombres prominentes se halla
ban divididos; estado horrible verdaderamente, en que la lei no
era obedecida, ni tos gorbernantes respetados; en q«e los soldados
de la libertad, convertidos en guardias pretorianas, habian perdido
toda relacion fraternal con el pueblo ; estado en que se verificaba
el anuncio qwe Bolívar hizo á Páez., « pues los odios apagados
entre las diferentes secciones habían vuelto al galope, como
todas las cosas violentas y comprimidas , y cada pensamiento
quería ser soberano, y cada mano empuñar el baston, y cada
toga vestírsela el mas turbulento. » La sedicion en On se había
anunciado par do quiera, y sangre hermana empezara ya á correr
enCumaná. ¿ Para qué desoiría Bolívar el clamor general por una
pronta reforma de las instituciones salvando el período señalado
por ellas, ó mejor dicho. dándolas por anuladas? ¿ Para que?
Para devolvera la constitucion de Cúcuta nna autoridad nominal
q'ue nadie respetaba . porque nadie habia obedecido ; una autori
— 499 —
dad que ella misma y los congresos derogaron con las facultades
estraonl i liarías; una autoridad que apenas se había ejercido en el
recinto de la capital. Cuando las leyes triunfan de la anarquía ó de
la sedicion, ora por medio de bisanuas, ora por el sometimiento vo
luntario de los rebeldes, su condicion se mejora , su podar, con la
victoria, adquiere fuerza y majestad. A cualquier costa pues el
buen patriota debe combatir por ellas. Esta regla de buen orden
social, no es sin embargo, como ninguna regla, absoluta, poes solo
debe apocarse á aquellas leyes que en sí y fuera de sí , tienen lo
que deben constituirlas tales, á saber, fuerza propia, unánime con
sentimiento, y obediencia. Mas si esa lei, esencialmente anárquica,
autorizó con su propia voluntad la violacion y el desuso : si una y
oíro la anularon privándola de accion y de respeto : si odiada, es
carnecida, no por una sola faccion, sino por todos los partidos, por
el pueblo, se hizo necesario sustituirla con otra, ¿ seria prudente,
posible, patriótico, desenvainar la espada para sostenerla? Qoeeste
era el caso en Venezuela, lo prueba el hecho de que en ella los
amigos y los enemigos de Páez , los federalistas y centralistas , los
exaltados y los moderados , todos á una se declararen por la reforma
de la constitucion, y lodosa una odiaban el gobierno. Y que tam
bien lo era en la mayor parte de los pueblos de Colombia, clara
mente se manifiesta enla prnotitud con que cundieron por do quiera
las ideas revolucionarias; siendo así que ni Páez tenia influjo en
ellos, ni Bolívar los habra incitado. Los pocos departamentos que
se mantuvieron libres del contagio debieron su actitud á la cer
canía y esfuerzos del gobierno gPHera*.
Santander, que despues figuró á la cabeza de los enemigos de su
bienhechor, que anduvo por el mundo algun tiempo gozando
los honores de un mártir de la libertad , y que muerto Bolívar no
temió calumniarle, ¿ quería acaso defender de buena fe la consti
tucion de Cúcuta , ó aspiraba solo por ese medio á vengarse de
Páez, y de Peña y de Venezuela toda, su enemiga? Sobreesto recor
daremos que en 49 de julio quería autorizar á Bolívar para hacer
la guerra mientras él se estaba quedo en Bogotá. Luego en carta
suya fecha en agosto le decia : « El origen de nuestros males está á
« mi entender en que desde la constitucion hasta el último regla-
« mento- han sido demasiado liberales para un pueblo sin virtud y
« viciado por el régimen español. » Ni era esta la primera ocasion
én que el vicepresidente hablaba mal de las instituciones ; pues no
— 460 —
sus enemigos , sino él mismo las desacreditó con Bolívar en térmi
nos muí mas fuertes que los que jamas emplease Peña para concitar
contra aquel código la animadversion de sus conciudadanos. Justo
empero se dirá , y patriota, cuando lo defendia sacrificaba á su
deber sus convicciones. No ; porque no lo hizo , sino quiso que lo
hiciese el Libertador ; el Libertador á quien él mas que ninguno
habia inspirado desprecio por aquellas instituciones; el Libertador,
á quien segun dijo quería conservar con toda su fuerza moral , en
beneficio del órden y la felicidad de Colombia. No; porque como
veremos él fué el primero que se sometió á la dictadura, aceptando
un empleo que le dió Bolívar en cambio de la vicepresidencia.
No; porque Francisco de Paula Santander en .1 849 (carta de 26 de
setiembre) ofreció á Bolívar votar como diputado del congreso de
Angostura, por la presidencia vitalicia, y en 4S26 (carta al gran
mariscal Andres de Sania Cruz , presidente del consejo de gobierno
del Perú, escrita en 5 de diciembre) ofreció poner de su parte
enanto le permitiesen sus fuerzas, para hacer popular y llevar á
cabo la confederacion de Colombia , Perú y Bolivia, bajo el go
bierno vitalicio del Libertador; resultando de aquí que su conducta
anterior y posterior no tenían por norte la buena fe y el patrio
tismo.
Y qué eran esas propuestas de Corona salidas no solo de Vene

zuela , sino de muchas partes , y de muchos hombres, así militares


como civiles? No hai ningun motivo para creer que fueron insi
diosas , porque la generalidad de los próceres que las hicieron a
Bolívar, le acompañaron despues, mas ó ménos, en todas sus fortu
nas : eran odio justo ó injusto al gobierno , á Santander y á la
constitucion que defendia en público , y en secreto desacreditaba :
era la persuasion íntima y profunda de no convenir al pais institu
ciones democráticas. No culpemos á esos hombres por solo el hecho
de haber abrazado opiniones contrarias á las que hoi sirven de fun
damento al sistema político de América. Si para hacerlas triunfar
no conspiraron, nadie tiene el derecho de decir que es un crimen el
haberlas concebido y aun manifestado ; pues la libertad racional de
los pueblos no es propia esclusivamente de una forma de gobierno.
Mas téngase presente que Bolívar rehusó constantemente, « sentarse
en las cuatro planchas cubiertas de carmesí, que llaman Trono
y que segun añadia, daban mas inquietudes que reposo. Y tam
bien que a espíritus tan preocupados en favor de principios opues
tos á la constitucion no podia sin temeridad imponer esta por la
fuerza.
Ni por mas que hoi se diga era evidente que esta triunfase sin
. combales en Venezuela, donde muchos hombres valerosos estaban
resueltos á correr con Páez los azares de la guerra en favor de la
revolucion. Mucho podría esperarse de la influencia del Libertador;
pero la desesperacion de un hombre valiente hace prodigios, y los
pueblos son en ocasiones insensatos.
Nuestra opinion es pues que Bolívar debia , oyendo el voto de
todos, promover la reforma de las instituciones, y desde luego res
tablecer el sosiego público, calmar las pasiones, y disponer el pais
á recibir sus nuevas leyes. La fuerza era para ello tan indispensa
ble como la persuasion : no la fuerza que promueve asonadas y
tumultos, sino la que conserva el órden, impone silencio á la gri
ta de los partidos y precave la guerra civil. Veamos pues lo que
hizo para dar á Colombia calma y union.
El Libertador salió de Lima el 4 de setiembre negándose á las
instancias de los pueblos del Perú que anhelaban retenerle en su
seno, y dejando al consejo, de que era presidente Santa Cruz, en
cargado del mando supremo. Al pisar las playas de la patria en
Guayaquil dirigió á los colombianos su hermosa proclama de .1 5 del
mismo mes. » Os llevo, decia, un ósculo comun y dos brazos para
uniros en mi seno. Cese el escándalo de vuestros ultrajes, el delito
de vuestra desunion ». El M de noviembre llego á Bogotá en donde
fué recibiJo por todos con finceras demostraciones de gratitud y
afecto; si bien los constitucionales de Cundinamarca, alarmados
con los sucesos de Guayaquil y Quito, y con los pronunciamientos de
Cartagena y Panamá que decian sugeridos (y lo fueron en efecto)
por hombres que se llamaban amigos de Bolívar, empezar.m a te
mer, como por escrito se lo dijeron ese mismo dia, que no fuese ya
el mismo hombre qiic habia bcjiío al congreso constituyente de Co
lombia la mas hermosa protesta de sentimientos liberales y filantró
picos de que podia honrarse el co.azon hnmano. En el salon prin
cipal del palacio de gobierno fué recibido por el vicepresideuce de
la república acompañado de todos los funcionarios públicos y de las
corporaciones. Santander lu dirigió la palabra fclizitándole por su
venida, senal de la salud de todos, prenda de la libertad y lazo
fuerte que conse. varia la union á que habia consagrado el Liber
tador lautos csfue"zo3. o Yo no l.e hecho bien alguno , dijo el se-
II.— UIST. I!OD. !!
— 162 —
« gimdo magistrado de la república, durante mi administracion.
« Apénas he podidido cumplir con lo que ofreci cuando me encar-
« gastéis de gobierno. Dije entónces que la constitucion penetraría
a tocio mi espíritu, y lo penetró : que baria el bien ó el mal segun
« lo dictase, y lo he hecho : que seria esclavo de la lei, y to he si-
« do. o El Libertador habló con entusiasmo de los triunfos recientes
del ejército y recordó las recompensas bonoríGcas que el Perú y Bo-
livia habian tributado á sus bienhechores : alabó fa conducta del
ejecutivo en las angustiadas circunstancias de la república : hizo
particular y honorífica mencion de la administracion del vicepre
sidente, y concluyó diciendo : « Yo he consagrado mis servicios á la
« independencia y libertad de Colombia y los cogsagraré siempre á
cion
« la union
de la oficialidad
y al reinado
de de
la las
capital,
leyes.dos
» En
diassudespues,
respuestase áespresó
la felicifa-
Bo

lívar de una manera mas esplícitaaun. Mánifestóle que habia sabi


do con satisfaccion su obediencia á las leyes y á los magistrados, y
su
bia veneracion
ser siempreallaevangelio
conductadedelosunderechos
soldado del
; porque
puebloel: que
dia en
esa que
de-

la fuerza armada deliberase, peligraría la libertad y se perderían


los inmensos sacrificios de Colombia.
No admitida por Bolívar la renuncia que á su llegada hicieron
de sus destinos los ministros del despacho, continuaron estos desem
peñándolos bajo su direccion. Eranto José María del Castillo, de
hacienda ; José Manuel Restrepo, del interior y justicia; Cárlos Son-
bletle, de marina y guerra, y José Rafael Revenga de relaciones este—
riores. Este fué nombrado poco despues por secretario general para
acompañarle en sn viaje á Venezuela. Durante su permanencia en
Bogotá espidió diez y nueve decretos relativos á la administracion
(!c justicia y otros ramos. Por uno de ellos se declaraba revestido
do facultades estraordinarias por hallarse el pais en el coso del
artículo '128 de la constitucion. Fundaba este decreto en el es-
tado agitado y revuelto de la república, dividida en opiniones
sobre el régimen político y amenazada de la guerra civil y de una
invasion estertor : en que el cjeculivo habia tomado ya la misma
medida : en la voluntad de muchos departamentos que habian pe
dido se revistiese de facultades estraordinarias, y últimament en el
deseo de corresponder a la confianza de los pueblos y de conservar
¡r constitucion de Cúcuta , miéntras que la nacion por medio de
sus legítimos representantes no proveyese a su reforma. Por otros,
— 465 —
suprimia algunos gobiernos de provincia, ciertas corles de justicia
y varias comandancias de armas, todo en beneficio de la economía.
Suspendió muchos sueldos y pensiones gravosas : reprimió los frau
des contra la hacienda pública : concedió autoridad coactiva á los
recaudadores de rentas ; pero mas que ningunos merecen parti
cular mencion tres de sus decretos. Es el primero ei de 24 de no-
vietnbre, reuniendo los departamentos de Guayaquil , Azuay y
Quilo, denominados del Sur, bajo la autoridad de un jefe superior
con dependencia del ejecutivo, pero revestido con las facultades
estraordinarias que estimase convenieutes para el régimen y mejora
de aquel territorio. El segundo, de la misma fecha, reunía en los
deparlamentos y provincias el mando militar en la misma persona
que ejerciese el civil ; lo cual se fundaba eu la necesidad de dimis-
nuir los gasios del erario público, cuyos fondos no alcanzaban á
cubrir los de la administracion del estado, y en el buen deseo de
cortar las dispulas que entorpecian el servicio y la administracion.
Disponía, cu fin, el tercero y mas notable de estos decretos que todo
funcionario público y toda corporacion se arreglaran estrictamente
en el ejercicio de sus funciones á lo prescrito en las leyes y en las
resoluciones del Libcrlador ó del poder ejecutivo, en virtud de las
facultades estraordinarias : cualquiera acto contrario era declarado
hostil á la tranquilidad pública. Por él se prohibia toda junta y
reunion., á escepcion de las que autorizaban las leyes, y si bien. se
conservaba á los ciudadanos y corporaciones el derecho de peti
cion, se les impedia ejercerlo.en juntas populares que escediesen de
diez individuos, haciendo estensiva esta prohibicion á los militares
e imponiendo las penas de destitucion y aun la de presidio , en sus
casos, á los contraventores. Fundaba estas disposiciones, entre
otros molivos, en la necesidad de conservar el órden púbico, y en
la de impedir que se estraviase la verdadera y sana opinion na
cional, presentando al mundo actos que pudieran interpretarse
contra el'honor de la república.
Segun el contexto de una lei de Colombia, el presidente y vice
presidente de la república debian cesar en sus funciones el 2 de
enero de 1S27 y entregar el mando al úllimo presidente del senado,
estuviese ó no reunido el congreso en aquel dia, que era el señalado
pOr la constitucion. 'Bolívar y Santander Iiabian sido reelegidos por
los colegios electorales; pero tenían necesidad de prestar ante aquel
— 464 —
cuerpo el juramento de estilo, para entrar nuevamente en ejercicio
de sus magistraturas respectivas. Empero el Libertador en uso de sus
facultades estraordinarias ordenó á Santander por oficio de 42 de
diciembre y desde el Rosario de Cúcula, continuaren el gobierno de
la república caso de que no se instalase oportunamente el congreso,
y usar de las facultades estraordinarias donde él mismo no las em
please. El vicepresidente obedeció no solo sin réplica , sino con
grandes muestras de recocijo y gratitud. « En todas circunstancias,
o dijo de olicio á Bolívar (en 21 de diciembre, pocos dias despues de
« la caria de Santa Cruz) la opinion de V. E. es una egide formidable
« contra la maledicencia, pero hoi que la tierra entera se ocupa en
« admirará V. E. y despues de las proclamaciones y muestras de
« ilimitada confianza que le acaban de dar los pueblos de la repú-
« blica ¿cuál no será la fueiza de esta opinion? Me atrevo á repetir
o lo que en una ocasion dijo á V. E. el virtuoso presidente de la
o Nueva Granada : un rasgo de V. E. impone mas en la opinion
« pública que todas las declaraciones envenenadas de los ca-
« lumniadores. Senor, continúa, las circunstancias en que V. E. se
o baila colocado actualmente, me inspiran confianza para someterme
« á sus designios, respecto de mi continuacion en el gobierno. V. E.
« está encargado de la salud pública y puede en su beneficio diciar
« las medidas que en su sabiduría estime convenientes. V. E. quiere
o que no me separe del gobierno y yo debo hacerme el bonor de
« pensar que V. E. estima este paso conducente á la salud pública. »
Lo particular en esto es que al dia siguiente escribió de oücio al pre
sidente del senado Luis Andres Baralt, poniendo en su noticia la re
solucion del Libertador y anunciándole que le entregaría el mando
el 2 de enero. « Ciertamente decía que me veo en el mas penoso con-
o flicto; de un lado mi ciega y firme adhesion á las leyes constilu-
« cionales me dictan la separacion del destino actual, y del otro,
« mis deseos de cooperar con el Libertador presidente, á cuanto
o en el actual estado crea conveniente al bien comun me aconsejan
« no contrariar aquella determinacion. Si el Libertador (y esto es
« notable) no estuviera revestido de la autoridad que ha declarado
« tener, y silos pueblos no hubieran mostrado recientemente tanta
« y tan obsoluta é ilimitada confianza en S. E., no vacilaría un ins-
« tante en tomar el partido que conviene á mi carácter y princi-
« píos. » Su salud se lo impedia ; pero cuando Baralt por dudas
— 465 —
sobre la inteligencia de cieitos artículos constitucionales, y por
miramiento á h decision de Bolívar, rehusó lomar el mando, él lo
conservó á pesar de sus enfermedades.
Ya cuando csto, como ha podido observarse, estaba en marcha el
Libertador. En efeclo desde el 25 de noviembre se habia dirigido á
Venezuela , precedido de una proclama en que despues de hacer
reseña de los Iriunfos del ejército colombiano en el Perú y de pro
meter nuevamente su consagracion absoluta á la voluntad nacional,
que reconocia soberana é infalible, anadió aquellas famosas pala-
« bras : El voto nacional me ha obligado á encargarme del mando
« supremo: yo lo aborrezco morlalmentepues por él me acusan i!e
« ambicion y de aspirar á la inonanjuía. Qué! ¿me creen tan in-
« sensato que aspire á descender? ¿ no saben que el destino de L¡-
« berlador es mas sublime que el Irono ? »
En su tránsito hasta ('.fíenla dictó algunas medidas encaminadas
á reunir tropas suficientes para acercarse á Venezuela en una acti
tud imponente y para restablecer el órden legal. Así lo significó
desde aquella ciudad ti las autoridades de Mécida y de Maracaibo.
En seguida se dirigió á este último punto despues de haber en
viado á su ayudante de campo el coronel Guillermo Fergusson
por la via de Trujillo, con el objeto de anunciar su aproximacion
y organizar algunas fuerzas. El 16 de diciembre dió en Maracaibo
una proclama en que invitó & los venezolanos á suspender sus dis
cordias y les ofreció acelerar la época de la Gran Convencion , para
que en ella decretase sus leyes fundamentales el pueblo, pues « solo
« él dijo, conoce su bien y es dueño de su suerte , y no un pode-
« roso, ni un partido, ni una fraccion del mismo pueblo. » En la
misma ciudad espidió dos decretos : uno el 18, declarando en
asamblea el departamento del Zulia : otro el 19, poniéndole
bajo su inmediata autoridad, junto con los de Malurin, Venezue
la y Oricono , y ofreciendo que á su llegada á Carácas convocaría
los colegios electorales para que declarasen, cuándo, dónde y
en qué términos querían celebrar la Gran Convencion na
cional.
A la noticia de la aproximacion de Bolívar algunos destacamen
tos de tropas en los pueblos de occidente, abandonando la causa
de la revolucion, se pusieron á las órdenes de sus agentes. Luego
destinó al general Urdaneta para que de ellos se encargara ,
así como de las fuerzas que se organizasen en Mcrida , Trujillo y
— 466 —
pueblos occidenta!es de la provincia de Carabobo. El coronel Cala
que ocupaba la ciudad de Barínas por disposicion de Páez, hubo
de evacuarla luego que supo la defeccion de la tropa de Barquisi-
metoy que algunos jefes se pronunciaban por el sosten del gobierno,
así como varios cantones de la provincia de Apure que al prin
cipio habiau abrazado la causa de los disidentes.
Desde que Páez supo la llegada de Bolívar á Bogotá, anunció su
venida por una proclama en que invitaba á los pueblos á recibirle
sin temor ni desconfianza, como quien iba á ayudarlos a con sus
« consejos, su sabiduría y consumada esperiencia a perfeccionar la
« obra de las reformas. Estói autorizado, añadia, para haceros
« esta promesa. » El Libertador, que continuó su marcha por Coro,
llegó á Puerto-Cabello el último dia del ano, ála sazon de encon
trarse Páez en Valencia.
Hallábanse, pues, frente á frente estos dos hombres ilustres,
acompañado el uno de su gran nombre, á que daba nuevo y mas
noble realze la reciente libertad de dos repúblicas, y con un poder
que la lei hacia inmenso , la razon irresistible ; querido del pueblo,
amado del ejército : fuerte el otro con su propio valor, rodeado
de falaces y artificiosos amigos, de un corto número de descontentos
y de algunos cuerpos de tropa que la confianza en su fortuna ha
bia reunido á su atrededor. Esperaban todos anciosamentc el de
sentazo de este drama complicado en que se iba á decidir la
suerte de la patria.
Ni eran estos los únicos males que afligían la república ; que la
penuria del teroso público llegó tambien a complicar su situacion
de una manera cruel y alarmante , pues al paso que sus rentas
solo alcanzaban á 6 millones de pesos, montaba á mas de \ 5 el
total de sus gastos , siendo la mayor parte causados por el ejército.
Para cubrir este enorme déficit así como para acallar el clamor de
los acreedores estranjeros , que con sobrada justicia reclamaban del
tivo
gobierno
que elelPerú
cumplimento
le devolviese
de los
sus cuantiosos
compromisos,
fondos
contaba
con queel leejecu<-
babia

ausiliado; pero fué infructuosa la tentativa hecha por aquella re


pública para obtener en Lóndres un empréstito promovido con este
objeto. Cuánto contribuyesen los sucesos políticos de este año á
empeorar la situacion calamitosa de las rentas, se concebirá fácil
mente reflexionando que uno de los medios con mas urgencia in
dicados para dimisinuir los gasto?, era la reduccion del ejército, y
— wt —
que este debia ahora necesariamente aumentarse con motivo de la
insurrección de Venezuela.
Tal era á fines de este año la situacion de la república : desunida
y arminada dentro : á fuera empeñada, y próxima á perder su cré
dito naciente. Habíase, pues, desatendido la lecci«ri de la esperien-
cia propia que la historia marcó en las primeras- péginas de su re
volucion, y el ejemplo con que la amonestaba elocuente el destino
de otros pueblos americanos entregados al torbellino de la civil dis
cordia. Y así empezó la época azarosa que entre vaivenes, sangre y
ruinas condujo por fin á Venezuela al año de 4S50. Felizmente en
aquella época de regeneracion, grandes acciones borraron grandes
faltas, y un perdon generoso pero merecido de la patria, hiz-o bri
llar de nuevo algunos nombres que las revueltas civiles habían os
curecido. Mas antes de llegar á ella ¡ cuántos hombres que hemos
amado en los fastos militares, van á decaer en nuestro aprecio al
verlos, de guerreros convertidos en conspiradores I ¡ Y cuánta noble
vida desaparecerá del campo que hermoseó con sus hechos ! ¡ Y
cuánto crimen, y cuánta ingratitud, y cuanta liviandad, ocupará el
lugar del valor heróico, de los nobles sacrificios, de la virtud ge
nerosa! Mas es pieciso que la historia ejerza su grave y difícil mi
nisterio. En cuanto á nosotros sacerdotes indignos de la severa mu
sa, al ménos, no la deshonraremos con torpes oblaciones hijos de
la adulacion, del rencor ó de otro avieso motivo.
Ningun suceso militar tenemos que referir este año del Perú.
Habia cesado ya la época de las nobles proezas de la independencia,
y para no acabar tan pronto ni con tanta gloria comenzaba la con
tienda de unos jefes contra olros por la posesion de la autoridad ;
contienda en que, pueblos sin energía, sin instruccion, sin volun
tad decidida, se plegaban al capricho de efímeros dominadores, ele
vados hoi por un motin, mañana derribados por una rebelion; con
tienda en que opresores y oprimidos, vil juguete de una soldadesca
desmoralizada por sus mismos jefes, fluctuaban en un mar de trai
ciones y violencias.
El Libertador habia espedido en Chuquisaca á 26 de noviembre
de 4 825 un nuevo reglamento de elecciones para un congreso cons
tituyente de Bol i via que debía reunirse en dicha ciudad el 4 9 de
abril del presente año. Instalado en efecto adoptó en julio con algu
nas modificaciones el proyecto que desde Lima le envió Bolívar junto
c&a el reconocimiento que de aquella república habia hecho el con
— 468 —
sejo de gobierno del Perú. En consecuencia nombró el congreso pri
mer presidente vitalicio al general Sucre, que solo por dos años ad
mitió esta dignidad y, lo que es mas raro, por dos años no mas la
conservó, pudiendo en ella perpetuarse. Dígase con placer y repítase
eu honor de la memoria de aquel gran colombiano. Tan modesto
como desinteresado, juzgó que la casi general eleccion que de él
habian hecho para aquel destino los colegios electorales, y la uná
nime confirmacion del congreso, no eran suficientes para justificar
contra el tenor de la constitucion semejante nombramiento en un
estranjero, que teniendo en su favor el prestigio de la victoria y de
la autoridad podia considerarse como instrumento de su propia ele
vacion, en la tierra que aun pisaban sus soldados. La moderacion
que dirigió todos los actos de su corto gobierno y la religiosidad
con que cumplió su voluntaria promesa de abandonar el mando á
los dos años, prueban que su conciencia le dictó aquellas protestas,
y que él obedecia á su conciencia.
Libre ya de enemigos el Perú, creyóse llegado el tiempo de plan
tear la constitucion de .1825, y de que cesase la ilimitada autori
dad que en fuerza de la guerra y de los trastornos políticos habia
hasta entónces ejercido Bolívar. Eu el mensaje que este hizo al pri
mer congreso constitucional reunido á principios de este año, recono
cia que los votos nacionales no podian ser otros que los de restable
cer la república bajo la conducta de legítimos magistrados que di
rigiesen la marcha de la nacion hacia un órden estable y digno de
un pueblo independiente, poseedor de leyes propias.
Las esperanzas que la instalacion de este cuerpo hizo concebir
fueron, por desgracia, de corla duracion. Dividiéronse sus miem
bros en partidos, unos queriendo que la constitucion nacional se
conservara, pugnando otros por hacer admitir la de Bolivia. Tomó
parte en estos asuntos el consejo de gobierno y en 17 de abril de
claró írritos y nulos los poderes conferidos por los colegios electo
rales á los diputados de algunas provincias. Disuelto el congreso,
52 individuos de su seno pidieron al gobierno que suspendiese has
ta el año venidero la convocatoria de aquel cuerpo : que se consul
tase a las provincias si debia conservarse ó reformarse la constitu
cion del Estado : si en este último caso debia ser su revision par
cial ó general : y últimamente que los pueblos designasen la per
sona que debia ejercer la presidencia de la república. Conformán
dose el consejo de gobierno con estos pareceres, determinó por de
— 469 —
creto de \." de mayo que lodo se hiciese como se pedia, reserván
dose convocar el congreso cuando conviniera. Reunióse pues el co
legio electoral de la provincia de Lima el 16 de agosto y lomando
en consideracion las peticiones de los 52 diputados y la constitucion
boliviana que el consejo de gobierno le presentó, aceptóla como
código fundamental del Perú y nombró al geneial Bolívar presi
dente perpetuo de la república. El Libertador en su contestacion
al que dándole cuenta de este suceso hablaba en nombre de la na
cion y del colegio reunidos, espresó suma satisfaccion por que hu
biesen los colegios electorales aceptado la constitucion que habia
dado al pueblo de su nombre. « El consejo de gobierno , añadia,
« deseoso de t¡jar la dicha del pais, me consultó y yo convine en
« que se ofreciese á los pueblos (!el Perú. Esta constitucion es la
« obra de los siglos : porque yo he reunido en ella todas las leccio-
« nes de la esperiencia y los consejos y opiniones de los sabios. »
La peticion de los diputados, la opinion que sobre ella emitió el
Libertador y 59 actas originales en que aparecian los votos pro
nunciados por los colegios electorales, fueron, entre otras razones
las mejores que movieron al consejo de gobierno á declarar lei fun
damental del estado la constitucion boliviana, y al Libertador, pre
sidente vitalicio de la república bajo el hermoso título de Padre y
Salvador del Perú que le dió la gratitud del congreso; y en conse
cuencia se hizo solemnemente la proclamacion de aquella carta, á
que prestaron juramento todas las corporaciones, las autoridades
y los empleados. Era presidente del consejo el gran mariscal Andres
Santa-Cruz, vocales los señores José de Larrea y el general colom
biano Tomas de Héres ; secretario el señor José María de Pando.
Cuando á principios del año siguiente se vió libre el Perú por la
primera vez de interesados ausiliares y consiguiera al fin regir su
propia
vocó unsuerte,
congreso
el presidente
estraordinario
de eseconstituyente
mismo consejopara
de que
gobierno
decidiese,
con-

« con arreglo á los votos de la nacion peruana » cuál hubiese de ser


la constitucion del estado, y quiénes su presidente y vicepresiden
te, « visto que se habian suscitado dudas acerca de la legitimidad con
que los colegios electorales hablan procedido á sancionar el proyec
to de constitucion que les fué sometido por el gobierno » y que
« un gran número de ciudadanos respetables, á nombre de tos ve
cinos de la capital habian representado contra la legalidad de
aquel procedimiento. » Efectivamente fué declarada despues esta
— no —
sancion, ilegal y atentatoria á la soberanía nacional, que solo puede
darse el pacto social por medio de sus representantes legítimamen
te diputados para el seto ; y para dejar fuera de duda el modo con
que á darla procedieron los colegies electorales reunidos en Lima,
se registra entre los documentos de aquel tiempo una protesta he
cha por ellos el 6 de febrero do 1827 de la cual aparece « que los
a electores fneion encerrados en la casa de la universidad de San
Marcos y rodeados de tropas : que de un lado les presentaban los
satélites de la tiranía dádivas aereas y de «tro la muerte : que CH
el conflicto de tantos intereses opuestos prefirieron por entónces
los de su conservacion y que así oprimidos, autorizaron aquellos
atentados por efecto de las arterías y la violencia. »
Si aguijados. los electores por el deseo de justificar su conducta
ante la nacion y las nuevas autoridades, consignaron en esta pro
testa cargos injustos ó.eiajerados contra el gobierno que habia caí
do, motivo es de duda racional y necesaria ; empero que las tropas
de Colombia eran odiadas cu el Perú., que aquel pueblo las acusaba
de proteger su opresioa y que el consejo de gobierno, que dirigía
entónces tos negocios del país , dio pasos oficiales para estender la
autoridad: del Libertador en toda aquella tierra sin curarse mucho
de la voluntad nacional , es cosa que no se podría negar el dia de
lioi sin renunciar voluntariamente á la razon, á la verdad. Sean
pruebas de esto los 'fundamentos en que apoyó este mismo consejo
la .convocatoria del congreso estraordiitario constituyente y los ofi
cios posados por el general ea jefe del ejército colombiano ausiliar
en.el Pernal gobierno desaquella república en 24 de diciembre de
este año y I ." de enero del siguiente. En ellos suplicaba se dispu
siese el retino de la division « porque ito habia un solo individuo
«de ella que no ansiase restituirse alsemrdc su patria : porque se
«•gritaba que el ejército de Colombia en el Pera, sin.el objeto de la
« guerfa^ ó era un opresor, ó temalas patftii«Hlhres.mirss de <y»e'aou-
« sabau al gobierno : porque en calles y plazas se dejaban oírlos ecos
ai de la voz - del Perú; que lo apellidaba enemigo : porque ya se habia
« oído decir al pueblo mueran las' colombianos : porque hablén*
« dose libertado el territorio no habia necesidad de gravar aque-
o líos pueblos con la forzosa subsistencia que debian prestar á snfijér-
« cito aliado, en circonstanciasde hallarse agostados , noconvale-
« cidos de sus pasados sufrimientos y sin mcdios.para conservar por
« mas tiempo huespedes que habian cumplido subcomision. » Última
—m —
mente el bueno del general Lara, deducia de lo espuesto que el re
tino del ejército de su mando, vista la situacion en que se hallaba
la república, « debía coadyuvar á su mas pronta prosperidad y
a á su mayor riqueza, á tiempo que resultaría, de hacerlo perma-
« neGer en el territorio, que se creyesen oprimidos y subyugados
« los peruanos. » Corroboran estas verdades las conspiraciones fra
guadas contra el Libertador y su ejército por los oficiales natu
rales de la tierra y los que aun quedaban de Buenos Aires y Chile.
El descubrimiento de una de ellas costó la libertad entre otros
muchos oficiales, al distinguido general argentino Necochea, héroe
de Junin, y movió al consejo de gobierno (decreto de II de agosto)
á despedir del territorio á todos los militares sueltos y retirados de
aquellas dos repúblicas , dentro de un término breve é improroga-
ble. Por la resolucion del supremo tribunal de justicia del Perú
dada en la causa seguida contra los conspiradores, se viene en co
nocimiento de que tomaron mas ó menos parte en ella ó que por lo
méuos fueron sindicados , sugefcos de mucho crédito y respetabi
lidad.
Lástima da ver que el respeto y amor que Bolívar inspirara por
do quiera, se hubiese tan pronto convertido en odio á su persona y
á sus huestes. En cuanto al que contra estas concibieron los pe
ruanos, no hai nada que decir , pues el jefe que las mandaba nos
ha esplicado honradamente, cuando no todos sus motivos, por lo
ménos los mas fuertesi Tocante al Libertador, cuya conducta pri
vada para con los pueblos que emancipó del yugo colonial fué
siempre dulce y moderada , debemos y podemos decir, que en la
pública es que ha de busearso el origen de los sinsabores que sufrió
presente, y de los. que ausente tuvo luego. No porque nosotros de
mos asenso á lo que sus adversarios han gritado constantemente de
opresion, y tiranía, y proyectos monárquicos, tan distantes de la
cabeza de aquel hombre como la buena fé de las de muchos de
sus ingratos enemigos ; pero sí eremos que su política, en uno y
otro Perú fué sumamente indiscreta , que se dejó, arrastrar de la
alicion á sus sistemas, y finalmente, que sacrifico á la vanidad de
hombre de estado el, reposo de su vida y mucha pacte del amor
de sus contení poránoes.
Personas mal informadas de las cosas han hecho dos cargos á
Bolívar : uno el de haber constituido las provincias del alto Perú
en república, con perjuicio de los darechos que los argentinos te-
_ 172 —
nian á aquel territorio : otro el de haber querido dividir el mando
de la América meridional con el emperador del Brasil. El gobierno
de las provincias unidas del Rio dela Plata manifestó desde el
principio, como hemos visto, estar dispuesto á dejar á la fu tura
Bolivia árbitra de su propia suerte, y aun quiso, ó por lo ménos
aparentó favorecer el cumplimiento de su voluntad con un cuerpo
de tropas, temiendo la ambicion del gobierno del Perú. Esto y el
reconocimiento que poco despues hicieron de su soberanía todos los
gobiernos americanos, basta para justificar el decidido apoyo que le
dió Bolívar. En lo cual procedió guiado si se quiere por una seduc
cion del amor propio, pero haciendo un gran bien á aquellas
provincias, á los gobiernos que deseaban su posesion y al sosiego
de la América. Muchos hombres instruidos cuya opinion tenia peso
en su ánimo le aconsejaron devolver á los argentinos ( que lo
deseaban realmente) aquel importante territorio, para de ese modo
poner en contacto a su gobierno y el del Perú, en bene6cio de la se
guridad de Colombia; pero el Libertador que no tenia proyectos
que debiesen fundarse en los zelosy desconfianza de naciones her
manas, creó á Bolivia con el unánime consentimiento delos natu
rales, é hizo de ella una condicion de paz entre peruanos y argen
tinos. Es falsa la suposicion de que él quisiese dividir el gobierno
de la mitad del Nuevo-Mundo con el Brasil. Por el contrario, á no
ser por el gobierno del Perú , por Sucre, y mas que todo por la
conducta de Buenos-Aires , Bolívar se hubiera mezclado en la
guerra que á la sazon existia entre este gobierno y el emperador,
y eso en momentos de hallarse un ministro plenipotenciario del
gabinete de Lima en Rio-Janeiro ; guerra imprudente que hubiera,
sin ningun provecho, arruinado al Perú. Pero el gobierno de
Buenos-Aires no quiso que el Libertador fuese en persona sino
que enviase sos tropas ; y esta especie de desconfianza le disgustó é
hizo desistir del plan. El resultado fué que en el Brasil se supieron
aquellas cosas, y que el emperador, resentido de Bolívar, hizo
escribir mucho y mui fuertemente contra él.
El proyecto verdadero, el único que con relacion á mando pú
blico concibiese alguna vez el Libertador , fué regir el gobierno
general de una confederacion entre Colombia, Perú y Bolivia, en
calidad de presidente vitalicio. En prueba de ello diremos, que coa
instrucciones y autorizacion suücientes del consejo de gobierno del
Perú, celebró el Dr. Ignacio Ortiz de Cebállos un tratado de confe
— 475 —
deracion entre aquella república y Bolivia , que por parle de esta
firmaron el coronel Facundo Infante, ministro de relaciones este-
riores, y el Dr. Manuel Urcullu, diputado en el congreso constitu
yente. Eran los principales artículos acordados , la liga de los dos
pueblos bajo el título de Confederacion Boliviana y la presidencia
suprema y vitalicia del Libertador, á quien se autorizaba para de
signar el lugar de la reunion de la primera asamblea general y para
nombrarla persona que debia succderle en la presidencia de la con
federacion, con acuerdo del congreso. El artículo í 5 de este tratado
ordenaba que ratificado que fuera por los gobiernos del Perú y de
Bolivia, se nombrarían ministros plenipotenciarios cerca del gobier
no de Colombia para negociar su accesion al pacto federal, y caso
que por parte de dicha república se propusiesen algunas modiOca-
ciones que no variasen la esencia del tratado, se procediese sin
embargo á la instalacion del congreso federal que arreglaría defi
nitivamente las basas de la liga, con tal que los diputados de los
ostados fuesen munéricamente iguales y que el Libertador fuese el
primer jefe de la confederacion y desempeñase por sí las atribu
ciones que le babian sido concedidas. El tratado fue celebrado
el \ 5 de noviembre de 4 826.
Este pacto singular fué propuesto al congreso de Bolivia por la
comision de negocios estranjeros, con algunas modificaciones sus
tanciales, entre las cuales se nota la de que muerto el Libertador
quedarían las partes contratantes en libertad para continuar ó di
solver la confederacion y que esta quedaría sin efecto si la repúbhca
de Colombia no entraba como parte integrante á componerla.
Las variaciones que esperimentó el gobierno del Perú á princi
pios del año siguiente, y los disturbios y agitaciones de Colombia ,
cortaron el vuelo á este pensamiento, poco digno á nuestro ver del
claro ingenio del Libertador , si se mira como concepcion política ;
pero que está mui lejos de merecer lo que en su contra han dicho
los enemigos de aquel grande hombre , afectando mirarlo como un
plan de tirania y despotismo.

ANO DE

No duró mucho tiempo la inquietud y ansiedad de aquellos que


por los preparativos de Bolívar y las precauciones de Páez llegaron
— 174 —
á creer inevitable el rompiniento. un dia despues de su llegada á
Puerto-Cabello espidió el Libertador un decreto de amnistía en que
confirmaba á Píez el lítalo y autoridad de jefe civil y militar con
ferido a aquel jefe por los consejos municipales al principio de la
revolucion. El mismo decreto confirmaba á Mariño el empleo de
intendente y comandante general del departamento de Maturin que
en pró de las reformas proclamadas por Venezuela desempeñaba
de antemano , y reiteraba la oferta de convocar la gran convencion
nacional. Conformándose Páez con estas ventajosas disposiciones
dictó otro decreto el 2 de enero reconociendo y mandando recono
cer la autoridad de Bolívar como presidente de la república : anu
lando el que habia espedido en 15 de diciembre para la reunion
en Valencia del congreso nacional de Venezuela, y mandando á los
pueblos que se preparasen para tributar á Bolívar los honores del
triunfo que ántes de sn regreso del Peni le habia decretado el con
greso. Luego que Bolívar obtuvo esta prenda de la sumision del
jefe civil y militar firmó su proclama del 5 , anunciando á la re
pública hallarse restablecido el órden legal. « Ahoguemos , dijo ,
« en los abismo; del tiempo el ano de .IS26 .... yo no he sabido
« lo que ha pasado. » Puestos así de acuerdo los dos caudillos ,
pensó Páez que le seria conveniente vindicar su buena fama por
medio de un juicio y para conseguirlo pidió á Bolívar designase el
tribunal que debia ocuparse en conocer de su acusacion, que no ya
anulada sino diferida habia considerado para tiempo de mayor calma
y sosiego. En contestacion á esta solicitud que hizo Páez el 5, le es
cribió el mismo dia Bolívar desde Puerfo-Cabello , invitándole á
dar gracias al cielo, cual otro Escipion, por las victorias adquiridas
sobre los enemigos de la patria en la guerra de la independencia, y
declarando que léjos áe ser culpable le reconocia por salvador de
la patria. Con estos antecedentes se puso Bolívar en marcha para
Valencia el dia 4 yá las dos de la tarde se alistó al pié del cerro
deNaguanagua con Páez, que acompañadode un gran séquito habia
salido á recibirle. Abrazáronse allí los dos guerreroscon grandes y
reciprocas muestras de cordial afecto, y poniéndose juntos en viaje
llegaron á Valencia á las cinco de la tarde, vitoreados por el pueblo
que celebraba con alegría y alborozo su pronto cuanto feliz aveni
miento. Para confirmarlo y mostrar su sinceridad dispuso Páez que
se retiraran inmediatamente los cuerpos de tropa que en aquella
ciudad estaban reunidos.
— +75 —
De género mui distinto eran las escenas que por éslé-tiémpo -pa
saban en Carácas. Fué él caso que se bairia enviado allí un escua-
dron á pié con el objeto de montarlo en cabatlos de la propiedad y
uso de los vecinos. Estos resistían como era natural entregarlos sin
previa indemnizacion ; y como el coronel francisco Carabaño co
mandante de armas entónces quisiese hacer recaer sobre otro la
odiosidad anexa á la ejecucion de órden semejante , pretestó que
haceres en la Guaira para donde se ausentó, encargando su destmo
militar al mismo comandante del escuadron. Era este el coronel
Francisco Farfan, hombre á quien su arrojo y bravura habían
elevado como otros muchos en la carrera de la milicia ; pero que
reunía á suma ignorancia , sumo orgullo , costumbres selváticas y
una ferozirfad espantosa de carácter. Ni escribir ni leer sabia. Como
militar reducíase su ciencia á arrojarse el primero sobre el ene
migo ; y no -acataba en los demas hombres otras consideraciones
que un grado superior en el ejército. Su primera medida fué desta
car partidas de su propia tropa que allanando las casas estrajesen
de ellas las muías y caballos ; y como los ejecutores de malos man
dalos ponen siempre algo de su parte para hacer mas duro y odioso
el cumplimiento , Carácas que había sido respetada hasta por
los soldados de Bóves , se vió por dos dias entregada al saqueo ,
que á pretesto de buscar cabalgaduras y aparejos , perpetra
ron aquellos hombres desalmados, sin que las casas de los es-
tranjeros se respetaran , ni valiera á muchos de ellos, para no ser
despojados, la personal Intervencion de algunos ministros públicos.
Si Venezuela toda vio en la llegada de Bolívar un motivo de justa
y grande alegría , fácil es conocer hasta dónde haría llegar Carácas
los trasportes de la suya , cuando en medio del sobresalto y el terror
de tan insólitas demasías recibió , junto con la nueva Je su arribo
al territorio, los decretos y proclamas que anunciaban la sumision
de Páez y el restablecimiento del orden. Carabaño al saberlo se
trasladó á Carácas, reasumió el mando é hizo devolver las bestias
robadas, sin dejar por eso de cargar sobre sí la execracion con que
pagó el pueblo las tropelías á que por su causa se vio , sin defensa,
entregado.
Llegaron Bolívar y Páez él 4 0 de enero á Carácas. No tanto por
la suntuosidad de los aprestos que para recibir al Libertador se
hicieron cuanto por el júbilo que inspiró á los ciudadanos su pre
sencia, puede calificarse de espléndido su triunfo. Despues de ¡ti
gunos años de ausencia se le veia tornar cenida la frente de nobles
laureles conquistados en lejanas regiones por la defensa de la liber
tad. Aquel hombre que habia formado naciones, que había consa
grado su vida á devolver sus perdidos derechos á un mundo en
tero ; aquel hombre, que era la gloria de América, la admiracion
de Europa , Labia nacido en Carácas. Cinco años ántes purgó su
suelo de enemigo estraños : ahora le devuelve la paz que la civil
discordia habia turbado y con ella la esperanza de mas felizes dias.
¡Dichoso él si aquel tan apacible y sereno de su gloria hubiera sido
el último de su carrera !
Despues de los primeros desahogos del júbilo y de la novedad,
se tornó á pensar en los pasados sucesos, á examinar los presentes
y á preparar los del porvenir. Desde luego, llegado apénas á Ca
rácas, se vió Bolívar asediado por un partido que deseaba conver
tirle en instrumento de su propia elevacion y de su venganza contra
los autores de una revolucion que los habia mantenido apartados
de los negocios públicos ; siendo así que ellos ménos eran amigos
de la constitucion y leyes de Colombia que de la persona del Liber
tador. Desoyendo , sin embargo , estas instigaciones y procediendo
de acuerdo con sus miras de conciliacion dispuso este (15 de enero)
que se comunicara á todos los impresores del distrito de su inme
diato mando una circular en que, so pena de ser perseguidos como
enemigos del órden público , les prohibia encargarse de imprimir
ó publicar papel ninguno en que se defendiera , se reprobara , ó
se recordara siquiera la pasada discordia. Bien que al dar esta dis
posicion hiciera Bolívar uso muí estenso de sus facultades estraor-
dinarias , con todo, disculpado por el objeto que se proponía, muí
laudable habría sido su conducta , si limitándose tan solo á resta
blecer la concordia hubiera servido de regulador á los partidos ,
sin proteger decididamente á ninguno ; pero traspasando los lími
tes de justa y decorosa imparcialidad y ansioso por ganarse la buena
voluntad de los autores de la revolucion de Venezuela , dióles gra
dos y empleos, llenólos de agasajos y atenciones , prefiriólos en
todo y para todo á sus propios amigos y á los del gobierno, y colmó
la injusticia manifestando á estos con frecuencia desprecios irri
tantes ; conducta que , segun la exacta espresion de un contem
poráneo , de sus amigos le hizo enemigos y de sus enemigos hipó
critas. ... ....
¿ Qué fué lo que al Libertador irritó tanto contra Bermúdez, por
—m—
ejemplo, y contra Macero, contrarios ambos á la revuelta de Valen
cia y de Carácas? Verdad es que á la tenazidad del primero se de
bió la sangre cumanesa derramada eU 9 de noviembre del año pa
sado cuando, desoyendo buenos y pacificos consejos, quiso entrar
la ciudad á viva fuerza ; y que el segundo se separó de Páez con el
batallon Apure dando con ello un ejemplo de indisciplina militar.
Pero cuando uno y otro no hubiesen tenido por disculpa el haber
lo hecho en defensa del gobierno y con mejores motivos que los di-
sidentes, claro es que deberían por lo ménos ser tratados con la
misma indulgencia que estos, si el fin de la amnistía era conciliar
los ánimos y hacer olvidar las pasadas disensiones.
Grave error fué este y que dió armas á sus enemigos para ata
carle sin rebozo, destruyendo su popularidad y su influencia. Pues
de luego á luego, comparando estos hechos con los últimos sucesos
del Perú, las actas de Guayaquil y Quito, y su deseo de que se
adoptase el código boliviano, dedujeron que su intencion era el
hacerlo plantear en Colombia, aprovechándose del trastorno ocasio
nado por la revolucion de Venezuela. Por otra parte el Libertador
habia hablado y hablaba lleno de indignacion contra los sucios ma
nejos relativos al empréstito, y los derroches injustificables del te
soro público; y en esto, á decir verdad, por mas razon que tuviera,
no se mostraba enteramente justo y consecuente. ¿No habia dado
una prueba de confianza á Santander dejándole al frente del go
bierno con facultades estraordinarias ? ¿ No habia absuelto por de
cirlo así la pasada administracion, negándose á admitir la renuncia
que hicieron los ministros? « Revisto con sentimiento, dijó entónces,
la dimision que los secretarios de estado, señores Castillo, Restrepo,
Sonblette y Revenga, hacen de sus respectivos destinos. Aunque yo
no estoi encargado del poder ejecutivo en el dia , porque mi salud
no me lo permite, y porque me preparo para marchar á Venezuela,
donde me llaman las necesidades de la patria, es de mi deber dar
un testimonio público de la estimacion en que tengo á estos dignos
secretarios del despacho, cuya probidad y talentos nadie ha revoca
do en duda : que conozco como los mas distinguidos servidores,
difícilmente reemplazables por otros ciudadanos, ya esperimentados
en los negocios de la república ; de cuya crisis no han sido los di
chos secretarios ni el poder ejecutivo mismo responsables.» ¿A qué,
pues, podia conducir el mover aquellos malos tratos del empréstito
y los disparates económicos, en los momentos delitados de una re-
II.— III9T. MOD. 43
conciliacion general? A que Santander, mohino ya de ver triunfar
á Páez, se declarase en abierto hostilidad contra él y empezase á
hact'i' el papel de fogoso partidario de la constitucion , despues de
haberla desacreditado en secreto y prometido su valimiento para
plantear el gobierno federal de las tres repúblicas creadas por Bo
lívar. Nosotros por lo ménos, no mui instruidos aun de las causas
que produjeron en el vicepresidente de Colombia este nuevo cam
bio de opiniones y conducta, no encontramos para esplicarlo sino
lasque dejamos referidas. Mas sea lo que fuese, el antiguo parti
dario de la presidencia vitalicb, el amigo y la hechura del Liber
tador se puso desde entónces al frente de los hombres qne en su
correspondencia privada no habia cesado de pintar como revolve
dores peligrosos.
Por lo demas Bolívar, que á la verdad lo habia encontrado des
organizado todo en los departamentos de Venezuela, se ocupó en dar
durante su permanencia en Carácas, nueva forma y arreglos á los
diversos ramos de la administracion pública, y con ese objeto dictó
varios decretos entre los cuales se hacen notar el que restablecia el
antiguo impuesto de la alcabala , el de aranceles para las aduanas
y el que creaba consejos de guerra permanenies en cada departa
mento pava juzgar desertores. A estos tribunales intentó someter
pocos dias despues, no solo á los acusados por crímenes militares ,
sino á los que de cualquier modo turbasen la tranquilidad pública;
disposicion qne derogó, sin embargo, á instancias de la corte su
perior de justicia. Otros varios arreglos civiles, militares y de ha
cienda dejó planteados ántes de su salida de Venezuela, y á la Uni
versidad de Caiácas dió unos buenos estatutos, la doló con renías
suficientes y acreció con varias sumas las que servian al único
establecimiento destinado en aquella ciudad á la educacion de
las ninas. Es de .notar que Bolívar, aun en las épocas calamito
sas de la guerra , jamas .perdia de visia la instruccion de la juven
tud. Formarse puede un estenso catálogo de los actos con que desde
el principio de su carrera pública marcó su predileccion á ese im
portante objeto del legislador filantrópico, ya en su patria, ya en la
tierra e&lraujera qi;e libertaron sus ai mas.
Cuando ilado así á legislar se hallaba Bolívar, recibió noticias po
co favorables tle cómí) andaban en Bogotá las cosas y los hombres.
Habiase allí aumentado el número de los que reprobaban las re
formas ilegales: muchos militares á cuya cabeza estaba el general
— U9 —
Gómez renovaron por medio de una esposicion dirigida ai gobierno
en 13 de febrero su juramento de fidelidad á la constitucion de
Cúcuta. « Creemos, decian, que cuando ella deje de existir, porque
« baya terminado de un modo legal y no por ataques de la fuerza
« armada ó por la seduccion , el pueblo i.o querrá un gobierno
« cuyas funciones se ejerzan pni un individuo en perpetuidad ó se
« hereden pur sucesion. » Preteslando iguales principios y capita
neada por un militar granadino de nombre José Bustamente, se su
blevó el 26 de enero en Lima la 5a division colombiana ausiliar
en el Perú. Santander que á las claras habia aprobado la res
petuosa si bien extemporánea y provocativa manifestacion de \ 5
de febrero , celebró el delito de Bustamante cual pudiera una vic
toria, paseándose en la noche por las calles de liogotá con música y
algazara , poco dignas, por decir lo menos, de su puesto y circuns
tancias. Despues le escribió una carta que la historia debe conser*,
var como un monumento de inmoralidad. Dice así :
«El 9 del corriente me entregaron Bravo y Lerzundi sus impor
tantes comunicaciones del 28 de enero, los documentos que las
acompañaban y su carta particular. Ellos dirán á V. los sentimien
tos de júbilo, que han manifestado los pueblos al ver la fidelidad y
lealtad que han espresado los militares de esa division en unos dias
en que no han sido pocos los que, olvidando sus deberes, y lo que
Colombia habia gunado bajo su constitucion , nos han dado tantos
pesares. El gobierno espresa á V. sus ideas en la comunicacion ofi
cial que conducen los mismos oficiales, y V. la hará trascendental
al ejército. » ( ..- ,
« Muí graves juzgo que fueron los motivos que los obligaron á dar
el paso del 26 de enero, y se deja conocer la desestimacion en que
los tenia el pueblo de Lima, cuando despues del suceso se ha por
tado de otro modo. Ha sido lástima que V. no hubiese remitídome
los dalos en que fundaron sus sospechas contra los jefes que han
separado : estos dalos habrían puesto el procedimiento de VV. bajo
una claridad tan grande que nada habria quedado que desear. Pero
considero que las circunstancias fueron urgentes, y que no tuvo V.
lugar para hacerlo todo. »
« No es fácil ni prudente, que el gobierno juzgue de un suceso- tan
importante por las primeras comunicaciones que ha recibido * V.
comprende que el gobierno debe hablar con cordura y razon, por
que debiendo presentar sus procedimientos delante de todo el
— 180 —
mundo americano y europeo ; debe cuidar de no ser inconsecuente,
de no sancionar actos contra la disciplina militar , ni de minar las
bases sobre que descansa todo régimen social. VV. uniendo su suerte,
como la han unido, á la nacion colombiana y al gobierno nacional
bajo la actual constitucion, correrán la suerte que todos corramos.
El congreso se va á reunir dentro de ocho dias , á él le informaré
del acaecimiento del 26 de enero ; juntos dispondremos lo conve
niente sobre la futura suerte de ese ejército, y juntos dictaremos la
garantía solemne, que á V. y á todos los ponga á cubierto para
siempre, o
«El régimen constitucional sigue, y el gobierno firme como el
primer dia en sostenerlo contra ¡novaciones prematuras é ilegales,
no cederá una línea , miéntras que la nacion por medios legítimos
y competentes no lo reforme ó varíe. Entónces todos debemos ce
der á la voluntad nacional, y portarnos con honor y carácter en lo
que prometamos. Entre tanto, el apoyo y fuerza que VV. han
dado á la nacion y al gobierno con su acto de 26 de enero, es muí
eficaz y poderoso. »
«Pero es preciso que la disciplina militar no se relaje, que caide
V. de ella y de la asistencia de las tropas, de su equipo, de la sub
ordinacion de todas las clases, del buen Irato al pueblo, de no in
gerirse en nada , nada de cuanto se haga en el pais , y de prestar
sumision á ese gobierno. Yo escribo hoi al gobierno acerca del
ejército para ver si ya es preciso traerle á su patria , y darle aquel
descanso que parece justo y que sea compatible con nuestra situa
cion. »
(r He pensado mucho en el jefe que haya de ir á mandar esas tro
pas, porque ademas de las cualidades mihtares, que debe tener .
es preciso que sea de sentimientos políticos uniformes con el go
bierno constitucional. No irá , sino un jefe que merezca mi conüan-
za, y cuando el gobierno le ocupa en el mando de esas tropas, VV.
deben creer, que es porque merece toda su confianza. Hizo V. bien
de llamar al coronel Elizalde , porque es una prueba de su desin
teres y de que VV. no han querido consultar en su movimiento
sino al bien público. »
« Siento que urja el tiempo, y que no conozca bien la antigüedad
y servicios de todos esos olicialesy sargentos para haberles enviado
hoi algunas recompensas ; pero el jefe que vaya llevará instruc
ciones sobre todo esto, y V. le dará informes exactos para que pueda
proceder bien y justamente. Espero la razon que V. me ofrece so
bre el estado de los cuerpos, ascensos de algunos sargentos y con
ducta de la tropa que está en Arequipa y en Solivia. Oficialmente
sé la ida de Matute con algunos granaderos para Buenos-Aires. El
querer Vds. cortar un suceso semejante, es un buen documento jus
tificativo del acto del 26 de enero. »
«No me acuerdo si conozco á V.; pero conozco á su padre, y fui
condiscipulo y amigo de colegio de un jóven hermano suyo. Honra
á V. mucho su lealtad al gobierno y su patriotismo, y cuando se
complete el triunfo de la causa de la constitucion colombiana, nin
gun hombre liberal y amigo de la libertad olvidará el nombre de
V. y de cnnnios han contribuido á dar una prueba tan solemne de
su amor á las instituciones patrias y de obediencia al gobierno na
cional, Esto independientemente de la trascendencia que tenga el
suceso del 26 de enero en la suerte próspera del Perú y en la se
guridad de otros estados. »
« Escríbame siempre aunque llegue el general que ha de ir, pues
V. conservará un puesto correspondiente en el ejército. Yo me ale
gro de que la primera vez que le escribo , sea para reconocerle co
mo oficial liberal, y obediente al gobierno. »
«Con sentimiento de amistad particular soi su apreciador compa
triota, amigo y servidor. »
A esta carta acompañó Santander un despacho de coronel para
Bustamenie, y un oficio en que el ministro de la guerra decia á
aquel jefe lo siguiente:
« El vicepresidente de la república encargado del gobierno ha
recibido por medio del teniente Lerzundi la comunicacion de V.
del 28 de enero, el acta que la oficialidad de esa division celebró
en 26 del mismo , y las proclamas que V. dirigió á los soldados y
al pueblo de Lima. El poder ejecutivo ha considerado detenida
mente estos documentos ; ha pesado su importancia, trascedencia ,
y consecuencias, con la debida rectitud, y me ha ordenado mani
festarle sus sentimientos. »
« La lei de Colombia } su orgánica del ejército nacional determi
nan que el objeto de la fuerza armada es defender la independencia
y libertad de la república , mantener el órden público y sostener
el cumplimiento de las leyes. Cualquiera paso que se desvíe de esta
regla está fuera de los límites prescriptos á los deberes de la fuerza
armada, y ella cumple exactamente con sus obligaciones cuando
—m—
llena el objeto mencionado. Pero la fuerza armada tiene por otra
parte reglas particulares que le determinan el modo , tiempo y
forma paro" llenar sus deberes en beneficio de la sociedad, y de tal
suerte que el ejército sea el apoyo del gobierno y la egida de los
Ciudadanos en vez de ser lo contrario. Estas reglas son las que
constituyen la disciplina militar tan necesaria é importante en cual
quiera estado bien ordenado, y el dia en que se altera una de ellas,
la fuerza armada , cambiando su naturaleza de esencialmente obe
diente, se erige en cuerpo deliberante y amenaza desde ese mismo
punto la independencia y libertad de su patria. Si el poder ejecutivo
hubiera de considerar en el caso del movimiento de esa division
estos solos principios , no vacilaría en desaprobarlos, como que la
separacion de los jefes que con autoridad suficiente mandaban la
division es un acto de indisciplina ofensivo al poder del gobierno y
peligroso á la seguridad general, y solo puede disminuir su grave
dad por las circunstancias y el objeto que se propuso la oficia
lidad, e
« Las circunstancias en que V. y la division se resolvieron á emi
tir sus sentimientos de obediencia al gobierno y á las leyes, pro
metiéndole sostener la constitucion que durante cinco años fué ge
neralmente observada, y á la cual prestaron V. y los oficiales un
juramento solemne , disminuyen en efecto la culpabilidad del he
cho. ¿Porqué habría sido forzoso á la division deColombia guardar
silencio en unos dias en que, asociada una parte de la fuerza ar
mada á algunas ciudadanos, ha pronunciado impunemente sus opi
niones contra la constitucion, contribuido á despedazarla, y faltado
á la obediencia que debia al gobierno nacional, y mucho ménos en
un pais donde segun las anteriores comunicaciones del general Lara
era desestimada justa ó injustamente , porque se la miraba como
instrumento de opresion? ¿ Podiia la division de Colombia sin ha
ber hecho el pronunciamiento de 26 de enero haberse preservado
de que se repitiese en ella el funesto suceso de uno de nuestros es
cuadrones de Granaderos existenle en Bolivia? El gobierno consi
dera detenidamente e<las circunstancias y halla en su conciencia ,
que el honor de un oficial ligadn con juramentos solemnes á las
leyes de su patria y penetrado del fuego santo de la libertad , el
temor de ver perdidas para la república en esta época de disturbios
unas fuerzas tan preciosas, la distancia que las separaba del go
bierno colombiano, eran estímulos mui poderosos para emitir sus
— .T83 —
opiniones y dar un dia de consuelo á esa misma patria afligida en
estremo por los sucesos que han lamentad» junto coii el gobierno
lodos los humos patriotas. El gobierno tro anunciado solamente
que si se concedia á los militares y al pueblo el derecho de reunirse
para tomar deliberaciones fuera del tiempo y modo que la lei se lo
permite, no habia motivo de estrañar que se repitiesen semejantes
actos, ni aun derecho para castigar á los últimos que hubiesen se
guido el ejemplo de los primeros que no habian sido reprimidos. »
« Sin este curso que habían tomado las cosas hasta el decreto de
24 de noviembre , espedido por el Libertador presidente en esta ca
pital contra tales reuniones, que esa comandancia general no habia
recibido ántes del Ü6 de enero', el gobierno no escusaria , como es
cusa por las circunsiancias espuestas, el acto de la oficialidad. »
t Y desdeluego, léjos de que el poder ejecutivo desapruebe la con
ducta de V. y la oficialidad de la division, la aplaudirá altamente
y la estimará como merece en cuanto se asegure de que los jefes
separados de la division coadyuvaban a desquiciar las bases de
nuestra constitucion y á oprimir las libertades nacionales segun lo
anuncia V. en su carta del 28 de enero , porque entónces el acto de
la oficialidad independiente de las circunstancias en que se ha
visto la república, está conforme á la lei orgánica del ejército que
declara ser delito de alia traicion emplear la fuerza armada á des
truir tí trastornar las bases del gobierno establecido por la lei fun
damental y constitucion de la república. Entónces V., la oficiali
dad y esas tropas han añadido á las coronas de laureles que tan he
róicamente han ganado en los campos de batalla, la corona civica
que corresponde á lns ciudadanos que salvan las libertades nacio
nales. » x
« El gobierno dará al jefe á quien encargue del mando de ese ejér
cito las instrucciones correspondientes. »
« Entre tanto y separando el poder ejecutivo de su consideracion
el modo con que se ha efectuado el acta de 26 de enero, y fijando
sus ojos en el objeto que V. y la division se han propuesto, ensal
za como debe el patriotismo de la oficialidad y tropas de la divi
sion, la lealtad de su corazon y la fií meza de carácter con que nue
vamente se consagran á la causa de las leyes. El gobierno nacional
que ha tenido el dolor de ver desertar de las banderas constitucio
nales a varios ciudadanos de todas profesiones faltando así á sus
juramentos y promesas, y desesperando de la salud de la patria,
— 484 —
acaba de recibir esta prueba irrefragable de las virtudes é incor-
ruptibilidad de las tropas ausiliares del Perú, existentes en Lima;
ellas no han olvidado que pertenecian á Colombia, y que tienen el
título glorioso de ejército libertador; el resplandor de sus armas
victoriosas con que han humillado á los enemigos de la América en
laníos combates inmortales, relucen mas al presentar esas mismas
armas prontas á sostener las instituciones nacionales y á proteger á
la nacion, obedeciendo ciegamente al gobierno supremo. Conducta
es esta que el pueblo colombiano sabrá apreciar por mas que pue
dan desestimarla los pocos que se han equivocado en el uso de sus
derechos, y que exageraron en su imaginacion los males de la re
pública. Desde que ese ejército ha unido su suerte á la del gobier
no constitucional, él correrá la que corra el mismo gobierno. »
o El poder ejecutivo celebra que la division haya guardado el res
peto y consideracion debida al gobierno y pueblo del Perú, y que
puesto V. á su frente, trabaje activa y eficazmente en que se observe
una rígida disciplina, se atienda á la subsistencia de las tropas, y
se las haga conducir como ausiliares de un pueblo amigo, aliado y
hermano. El gobierno en la primera oportunidad y cuando sobre
datos seguros pueda distribuir recompensas justas que no ofendan
el derecho de otros, probará á V. y á esa oficialidad y tropa que
sabe estimar sus servicios, su constancia y fidelidad ; y correspon-
deá V., á los oliciales y tropa hacerse dignos, no solo de ulteriores
recompensas, sino de la estimacion del gobierno supremo y de sus
compatriotas, portándose como militares de honor, y con la mas
ciega obediencia. »
« Esto es lo que he recibido órden del poder ejecutivo nacional de
responder á V. á su precitada nota, y de la misma añado, que la
haga publicar en la órden del dia para conocimiento de todo el
ejército. »
Cuando el gobierno transcribió al Libertador el anterior oficio,
su secretario general Revenga contestó luego al punto en estos tér
minos :
« He tenido la honra de recibir y poner en noticia del Libertador
la comunicacion de V.S. de 45 de marzo último, en que V.S. in
sertó la que en la misma fecha habia dirigido al comandante José
Elisiamente , ahora jefe de la division ausiliar en Lima. Avisé á
V.S. en 14 del corriente, haber instrnido á SE. del parle que dió
este jefe de hallarse al frente de dicha division, y de que V.S. me
— 485 —
remitió copia en \ ) del mismo marzo ; pero no habiendo entónces
datos suficientes para estimar el suceso, me reduje á dar aquel
aviso. »
(i Se carece lodavía de mucho de lo que debe caracterizar tan im
portante acontecimiento; mas ya se sabe que reunidos en Lima al
gunos subalternos el 26 de enero último, y presididos por un te
niente coronel y un primer comandante, depusieron, segun ellos
dicen, por graves y fundadas sospechas, á los jefes de la division y
de cada uno de los cuerpos : que el caudillo de este movimiento
arengó á los pernanos el 27, declarando que el ejército ausiliar ha-
bia hecho una revolucion porque no cayesen por tierra las leyes,
y que para el 28 el cabildo de la ciudad, el prefecto del departa
mento, los ministros de gobierno, todo era nuevo; y aun el mismo
encargado del ejecutivo confiaba la conservación de su honor á la
gratitud que le debian los peruanos 111 Ya ántes habia comunicado
el general Lara la inquietud y espíritu de insubordinacion que des
cubría en algunos oficiales, y que le parecian tan peligrosos, que
desde entónces habia salvado su responsabilidad. ii
« V. S. sin embargo , al responder á Bustamante á nombre del
ejecutivo , asienta como dudoso , si él y sus .jsociadns hayan obrado
ó no inconsultamente. Se declara en la acia del 26 que se procedia
solo á virtud de sospechas , y el ejecutivo Ie Colombia no solo pa
rece haber cedido á las disculpaciones desnudas de toda prueba con
que se escuda aquel oficial en su carta particular, sino que asien
ta que está léjos de desaprobar la condut la de los sediciosos, y que
separaba de su consideracion el modo couio se celebró el acta. Hu
bo una verdadera rebelion de los subalternos contra los gefes : solo
se escuda con sospechas la infraccion do las nías santas leyes, y el
ejecutivo la santilica por el objeto quá gratuitamente se alega , y
la ensalza como demostracion de patiiotismo y de lealtad. Es de
puesto el jefe de una division de tropas esclarecido entre sus con
militones, masque por su valor, pnrel amor y la estricta observan
cia de la disciplina á que debió que el gobierno del Perú espresa-
mente lo pidiese para el mando de estas tropas : con él son depues
tos los demas jefes de la division ó de los cuerpos que la compo
nían, y depuestos por los mismos que él habia denunciado ya ante
el gobierno como incapazes de freno, y todos deportados sin que los
acompañase ninguna otra prueba del nefando delito, ni otro cargo
que sospechas; y el ejecutivo ha supuesto que los sediciosos hayan
— 186 —
podido merecer el mejor premio que nunca se concedió al buen ciu
dadano,
« A la la
rebelion
coronacontra
cívica.
sus» jefes, á la deportacion de estos y escar

nio de la lei y del gobierno nacional , ha de añadirse la intervencion


en el gobierno y en el pais estraño, que debe deducirse de la in
tempestiva renovacion de la municipalidad de Lima, y del prefecto
del departemento; de la mutacion de faz del gobierno peruano, y de
la situacion en (jue quedó su presidente , á quien dos dias despues
se ve invocando la proteccion de sus paisanos : becbos coetáneos ó
que sucedieron mui de cerca á la revolucion de que Bustamente
blasona en su proclama; y sin embargo, el ejecutivo de Colombia
celebra que la division ansiliar del Perú baya guardado respeto y
consideracion al gobierno y al pueblo de quien era ausiliar ; y solo
siente no tener datos seguros para distribuir recompensas á los mi
nistros que se preconizan autores de una revolucion que. segun to
das las aparencias, ba oprimido al Perú! Se ha creido que todo esto
se hizo | or que no cayesen por tierra las leyes ! l\'o babrá pues cu
adelanie crimen ninguno que no pueda lavarse, y aun merecer pre
mio pretestando un objeto que no sea punible !!! »
«El Libertador ha quedado asombrado con tan inesperada prueba
de la decadencia de la moral del gobierno. Crece su espanto , al ver
en la comunicacion de V. S. cuán presente tenia entónces el eje
cutivo los deberes de la fuerza armada ; y que si osta no debe nun
ca emplearse contra las leyes ni contra el libre sufragio de las asam
bleas electorales 6 de los legisladores , nunca es tampoco delibe
rante, ni puede escudarse con sospechas. Oh! y cuánto se alejaron
de esta senda los que estraviaron á la division ausiliar del Perú,
y no solo la hicieron hollar las leyes patrias , la autoridad de sus
propios jefes y gobierno , sino tambien al gobierno é instituciones
de un pais aliado . en donde se hallaban de ausiliares, y en donde,
como tales, habian encontrado una hospitalidad y gratitud sin
ejemplo. El ejército del Perú era un modelo de disciplina : sus
triunfos habian escedido á toda esperanza : y era sin embargo su
mejoi' timbre la perfecta neutralidad que habia conservado en los
negocios interiores del pais : al presente debe estar detestado ; y
Bustamante y sus asociados son deudores á Colombia de la gloria
que habia adqairido este ejército , y que con este suceso, ha que
dado cubierta de indeleble infamia. Si hai algo que pueda agravar
la falta, crea S. E. que solo puede ser el espanto con que la Amé
rica, la Europa , y el mundo entero oirán el juicio del ejecutivo.
¿Qué gobierno podrá desde ahora reposar en las bayonetas de que
se crea sostenido? Qué nacion se fiará ya en la fe , ni en la justicia
de su aliado? Cuál no sera la consecuente degradacion de Colombia?
De modo que anonadado de vergüenza el Libertador, no sabe si
haya de parar su consideracion mas bien en el crimen de Busta-
mante que en la meditada aprobacion que se le ha dado en premio. »
« Mencionadas faltas tan prominentes, no he de estenderme sobre
las demas por graves que sean ; y aun omitiré llamar la atencion
de V. S. á las circunstancias á que el ejecutivo atribuye tan pode
roso influjo , y efectos incompatibles con los deberes del militar, y
del ciudadano, del patricio y del estranjero, y aun mas que de to
dos, del amigo y del aliado. Si hubiese de moralizar sobre las cir
cunstancias á que el ejecutivo atribuye tal omnipotencia, examina
ría entónces, si sea siquiera posible bien alguno que al menos pu
diese paliar el mal causado : si el escarnio de los jefes y de un go
bierno estraño y situado á centenares de leguas de distancia, influ
yese do ningun modo en las leyes que nos diera nuestro pueblo : si
semejante intento no sea un baldon para nuestro ejército , para el
gobierno y para el Libertador que por sí solo, y veinte seis y dias ántes
del deplorable crimen, habia restablecido el órden y el imperio de
la lei en los depar'amenios disidentes : si tamaño atentado pruebe
adhesion á la constitucion ; y si en ningun caso corresponde á parte
alf.una del ejérclio ni á todo él , oponerse á la voluntad del pueblo.
Nueve departamentos de Colombia sostenían ya la causa de las re
formas : da gran importancia á ello el Libertador que en toda la
historia de su vida pública , no ha hecho otra cosa que obedecer á
la voluntad del pueblo, y para qnien no hai desgracia comparable
á la mengua del honor naiconal. Pero S. E. quiere que en repuesta
á V. S. me reduzca á lo que de su órden dejo dicho. »
Si á esta justa y enérgica desaprobacion de la conducta del go
bierno puede aííadirse alguna cosa, es la opinion que sobre ella ma
nifiesta Sucre á Santander en carta particular de 4 0 de julio de este
año. « Los aplausos, le dijo, que los papeles minsteriales de Bo-
« gotá dan á la conducta de Bustamante en Lima, muestran cuántos
« progresos hace el espíritu de partido. Ya estos elogiadores esta-
« rán humillados bajo el peso de la vergüenza, sabiendo que este mal
« coloiub ano no ha tenido ningun estímulo noble en sus procede -
« res. La nota del general Lamar de \ 2 de mayo al general Torres
« justiflca que las pretensiones de estos sediciosos eran sustraer á
« Colombia sus departamentos del sur y agregarlos al Perú en cam-
ii bio de un poco de dinero ofrecido á Bustamante y sus cómpli-
« ees La nota del secretario de guerra á Bustamante aprobando
« la insurreccion es el fallo de la muerte de Colombia. No mas dis-
(i ciplina, no mas tropas. no mas defensores de la patria. A la glo-
« ría del ejercito Libertador va á suceder el latrocinio y la disolu-
« cion. Por supaesto que dentro de poco la division de Colombia
« en Bolivia cubrirá de oprobio á nuestras armas y á nuestra pa
« tria. Los papeles ministeriales aplau len la infame conducta de
« Matute; qué delirios! Por desgracia esta division creia que el
« gobierno no solo desaprobaría, sino que castigaría á Bustamaute;
« pero desde abora en adelante no sé mas de lo que suceda. Desór-
« denes, turbaciones, motines preveo; y la pobre Bolivia sufrirá
« los males del estravío y de las pasiones ajenas. » Entre las razo
nes que para justificar su conducta dió el gobierno, parécenos dig
na de alguna consideracion la de haber tenido que contemporizar
con un cuerpo de tropas capaz de conducirse á los mayores escesos
si se le despechaba con una improbacion terminante que le cerrase
la puerta á todo avenimiento.
Pasemos abora á describir el suceso de Bus! amante y sus tristes
consecuencias.
Hallábanse de guarnicion en Lima, al mando del general de di
vision Jacinto Lara, los batallones Vencedor , Rifles, Carácas y
Araure y el 4° escuadron de Húsares de Ayacucho que formaban
la 5a division del ejército de Colombia ausiliar en el Perú. Hacia
algun tiempo que estos costosos huéspedes eran vistos con zelo y
mala voluntad por las tropas y pueblos de aquella república. Que
jábanse las unas de que primero y mejor que á ellas se les pa
gase y atendiese, y los olros los veian como instrumento de opre
sion é invencible ostáculo al establecimiento de un régimen propio
y convenienle de gobierno, El jefe de los colombianos habia pal
pado ya mui de cerca estos síntomas de descontento y alarma de
parte de los habitantes, y aun en su propia tropa habia notado co
natos de insubordinacion y de revuelta. Prodacialos el anhelo de
volver á la patria, la seduccion y el cohecho de los estranjeros, y el
estar mal hallados con la severa disciplina en que su general los
mantenía.
Y puede asegurarse que con igual fuerza y de consuno influyeron
— 489 —
estas causas en los suesos posteriores. Verdad es que movido por
estas razíTnrs hahia Lara solicitado con encarecimiento el regreso
de la division ; pero tambien es cierto que teniendo por imposible
un motin, vio con indiferencia los avisos que el gobierno del Perú
le diera acerca del plan que se tramaba para sublevarlos cuerpos,
hasta que mui á costa suya se efectuó la sublevacion el 26 de enero,
en cuya madrugada fueron sorprendidos y presos, él, los jefes prin
cipales de ladivision y varios oliciales queá poco tiempo despacharon
para Colombia los amotinado*.
El primer comandante José Bustamante , caudillo principal de
esta sublevacion, y los oficiales que de acuerdo con él la hicieron ,
celebraron una acia el mismo dia, por la cual declaraban depuestos
del mando á la mayor parte de sus jefes, suponiéndoles cómplices
de planes hostiles á la consiilucion de Colombia y su gobierno, y
protestando sostener una y otro á todo trance. Movíantos á dar este
paso , segun se espresaban, la noticia de los trastornos de Vene
zuela y las actas de los cabildos de Guayaquil, Quito, Cuenca, Car
tagena y otros, los cuales al nombrar dictador ó prohijar un código
estraño, zapaban por sus fundamentos la lei fundamental de Co
lombia. Y como prueba de que eran fieles á su patria , ofrecian al
gobierno sus servicios para defenderle á despecho de los iunova
dores. Firmáronta (i jefes y 80 oficiales.
Algo se ha anticipado en el bosquejo del año anterior relativamente
al indujo que tuvo este hecho en los acontecimientos políticos de
aquel pais. La claridad de la narracion obliga á diferir para otro
lugar una mas circunstanciada relacion de ellos, por deber con pre
ferencia referir los resultados que produjo en Colombia este levan
tamiento escandaloso.
Cualesquiera que fuesen las verdaderas razones que precipitaron
á Rustamante en la insubordinacion y el amotinamiento, debe en
justicia confesarse que su conducta posterior respecto del pueblo y
el gobierno del Perú, fue á todas luzes digna de elogio. Rehusando
ingerirse en los negocios peculiares de aquella tierra, dejó al libre
arbitrio de sus habitanles constituir nuevamente su gobierno, elegir
sus funcionarios y ejercer otros actos de su soberanía. Mantenidas
las tropas, entretanto, con particular esmero, permanecieron algun
tiempo mas en el territorio, hasta que Santa Cruz que hahia que
dado á la cabeza de la administracion con un nuevo ministerio, se
dió sus trazas para desembarazarse de aquellos peligrosos estranje
— 490 —
ros, cuyo buen comportamiento no tranquilizaba suficientemente á
los que hahian presenciado y tal vez instigado y movido la relaja
cion de su disciplina, única basa del órden militar. Mucho tiempo
hacia que el gobierno del Perú ansiaba desprenderse de las tiop^s
ausiliares que, segun él, debian haber regresado á su patria desde la
rendicion del Callao, y aun ántes, luego que con la batalla de
Ayacucho se terminó el objeto de su mision ; pero le habiadetenido
para siquiera proponerlo el temor de que Colombia juzgara aquel
paso como una manifestacion de ingratitud ó desconfianza. Aprove
chóse, por tanto, con júbilo y ardor de la ocasion que le ofrecia la
insurrecion de aquellas tropas p;)ra preparar su salida del territorio;
y si bien no pudo satisfacerles todo lo que les adeudaba, así por
la recompensa que les babia decretado el congreso de .f 825 ,
como por los ajustamientos de las campañas anteriores , logró á lo
ménos proveerlas de dinero, vestuarios y transportes; con lo cual
se hallaron en disposicion de dar la vela eH9 de marzo hácia las
costas del sur de Colombia.
En gran manera reprensible aparecería el gobierno del Perú
si hubiera , como algunos pretenden , empleado ocultos manejos
para provocar la insurrecion de 26 de enero ; pero muí léjos de estar
prohado este cargo contra los que dirigían entónces los negocios pú
blicos en aquella tierra, apareen que la denunciaron oportuna
mente al jefe de las tropas; demiis de eso, la opinion pública favo
rable á ella, pidió la remocion de los ministros tan luego como se
vió realizada ; y esio los absuelve. La permanencia de Santa Cruz
en el mando supremo provisional en calidad de presidente del con
sejo, no prueba, cuando mas, sino la imposibilidad de exonerarlo
legalmentc en aquellas circunstancias y su destreza en acomodarse
al jiro que tomaron, con motivos de aquel suceso, los asuntos. Aun
el dia de boi, tan desviado de aquella época, es imposible designar
las causas verdaderas de la sublevacion del 26 de enero. Unos (el
mismo Bustnmante lo dijo despues en una declaracion) la atribuyen
á manejos de Santa Cruz : otros á los de Santander. La única con
jetura verosímil y basta cierto punto probada es que á ella contri
buyeron, con dinero dado al jefe y á las tropas, muchos peruanos
respetables que ansiaban ver libre á su patria de un ejército es-
tranjero, inútil para entónces, cosiose y opresivo. Prescindiendo
empero de su origen, debe decirse en justicia y verdad que los es
fuerzos que, perpetrado ya el motin militar, hicieron el gobierno y
los naturales de aquella tierra para alejar de su suelo unas tropas
sin dependencia, que podian ser cansa de nuevas conmociones y
tiiisinnios. eran no solamente prudentes y permitidos, sino de todo
punio necesarios.
Cuando alegres y ufanos los del Perú celebraban la partida de
sus peligrosos libertadores, y entregados á sí mismos se apresuraban
á organizar un gobierno propio y regular, poníanse en armas los
pueblos del sur de Colombia, noticiosas las autoridades de que
Bustamente sin esperar la* órdenes de su gobierno , como lo habia
ofrecido, se acercaba á ellos con la 3.a division. Los departamentos
de Guayaquil , Asuay y Ecuador ostaban entónces reunidos bajo el
gobierno de un jefe superior que lo era el general José G. Pérez,
revestido de facultades estraordinarias , y á la sazon se bailaba de
comandante gencial propietario del último é interino del primero
el general Juan José Flóres. Viendo este digno jefe una agresion en
la intempestiva marcha de aquellas tropas, declaró el departamento
de Guayaquil en estado de asamblea y en demanda de fuerzas se
encaminó al licuador, esperando volver en tiempo para impedir se
llevaran á efecto los intentos de los agresores, ó en caso necesario,
para combatirlos. Habia entre lauto dividido sus tropas Elistamente
en dos cuerpos ; uno que á sus órdenes desembarcó en las costas
de Paita, otro que lo hizo en Montemsti , provincia de Manabi,
á las del coronel retirado Juan Francisco Elizalde. Y miéntras él
marchaba por Loja y Cuenca á Quito, Elizalde se ponia en comu
nicacion con las autoridades y con el pueblo de Gaayaquil. Hallá
base en esta ciudad el jefe superior cuando llegó á sus manos un
oficio fecha 6 de abril, en que Elizalde decia que la misma razon que
sus soldados tuvieron para separar á sus jefes en el Perú, les asistía
entónces para desconocer á todos los funcionarios que con faculta
des estraordinarias se hallaban comprometidos en el plan de formar
un grande imperio de las repúblicas de Colombia , Perú y Bolivia.
Estaban convencidos, anadia, de que el gener.il Bolívar no pensaba
en laleliüidad de los pueblos, sino en esclavizarlos, como lo mani
festaban sus esfuerzos por plantear la constitucion boliviana ; y
que miéntras no se presen tase ante ti congreso de la repú
blica , como simple ( ¡udadano , á dar únenta de su conducta en el
Perú, la 5.a division no reconocería, en los departamentos del
sur, oí ro poder legítimo que el de los consejos municipales. Últi
mamente lo conminaba á que abandonase el distrito junio con los
— 192 —
demas empleados sospechosos y comprometidos en el plan de mo
narquía, asegurándole que nada detendría la marcha de las tropas
hasta que lograsen ver libres de ellos todo aquel territorio. Ter
mina este singular documento con una oferta de esperar tranquila
mente á que el congreso determinase la forma de gobierno mas adap
table á la situacion de la república. En la comunicacion oficial
que con la misma fecha dirigió tli/.alde á la municipalidad , le in
serta la anterior y la invita á restablecer la constitucion de Cúcuta
y á nombrar un intendente de su confianza , en la inteligencia de
que sus tropas obedecerían las órdenes de este magistrado y no
reconocerían olros enemigos que los que á la voluntad de sus her
manos se opusieran. Forman raro y chocante contraste estos oficios
con el que en la misma fecha escribió Elizalde al intendente de
Guayaquil , asegurándole que los cuerpos de su mando guardarían
la mas ciega obediencia á la constitucion y á las leyes y se man
tendrían acantonadas en la provincia de Manabí hasta recibir órde
nes del vicepresidente de la república.
Aun ántes de partir Flóres para Quito comenzaron las autorida
des principales del departamento en union del jefe superior á to
mar medidas para impedir el desembarco de las tropas de Elizalde
ó defenderse en la ciudad si era preciso. Fuese empero que estas
medidas, entre las cuales se halló la publicacion de la lei marcial,
desagradasen. como era natural, á la poblacion ; fuese que esta en
odio á los que mandaban, mas bien como á salvadores que como á
enemigos viese á los que de ellos venían á libertarla; ó fuese en
fin porque abundaban los de Guayaquil en deseos de que se adop
tase para la república el sistema federal, lo cierto es que tibios y
rehacios aquellos habitantes opusieron á los planes de defensa obs
táculos invencibles. Ni se redujeron á esta inerte resistencia, sino
que en breve se pusieron en abierta insurreccion, con apoyo de la
fuerza armada que guarnecia la ciudad. Consistía esta fuerza en
250 hombres que acaudillados por el comandante Rafael Merino y
por el coronel Antonio Elizalde, hermano del que mandaba las
tropas desembarcadas en Montccristi, se amotinaron en la madru
gada del 46 de abril segundando los votos del puel lo, que de paz y
no como contraiios quería se re'cibiese á los soldados de la tercera
division. Noticiosos de este movimiento y convencidos de la inuti
lidad de cualquiera resistencia, se refugiaron á los buques de guerra
surtos en el puerto, el jefe superior, *el comandante general Juan
— 495 —
Manuel Valdes y el intendente Tomas Cipriano Mosquera, miéntras
que el consejo municipal convocaba una asamblea popular, y esta
de mano poderosa deponía las autoridades legítimas, fingiendo mirar
su fuga como un abandono voluntario de sus cargos. Seguidamente
nombró al gran mariscal del Perú Don José Lamar, nacido en Gua
yaquil , por jefe de la administracion política y militar de todo el
departamento, y por comandante de las armas al coronel Antonio
Elizalde. Los empleados que se ampararon de los bajoles de guerra,
negociaron la entrega de estos con las nuevas autoridades de Gua
yaquil , a condicion de que se les permitiera estraer sus intereses \
y en todo, con tal que se fueran , no al Ediador sino al istmo de
Panamá, convino gustoso el pueblo amotinado, luciéronto asi, en
efecto, los depuestos y se alejaron del Guayas en buques de tras
porte , llevando consigo, dice un informe que sobre aquellas ocur
rencias dirigió al gobierno el consejo de Guayaquil , « cuanto
« bacia parte de su rico mobiliario y hasta los monumentos con
e que habian insultado la moral del pais y llenado de oprobio, de-
« gradacion y luto la santidad del matrimonio y el respetable de-
« caro de las familias mas virtuosas y notables. » ¡No hablaban con
el granadino Mosquera este cargo ni los otros que contenia aquel
escrito, segun el cual, « aquel departamento , que tantos ausilios y
a socorros prestara á la nacion , habia recibido en recompensa la
« dura lei de los pueblos rigorosamente conquistados. Puestos al
u frente de la administracion unos funcionarios que insultaban la
« moral pública y todos los derechos sociaks, alejaban la voluntad
« del pueblo del amor á los que lo gobernaban, El ministro do lo
« interior debia tener á la vista intinitas relaciones y doenm('iitos
« que comprobaban esta verdad Ei pueblo de Guayaquil nunca
ii pidió mas que lasimple reforma del sistema central, sin pensaren
« la constitucion que se le debiese subrogar, ni autorizó estraordi-
« nanamente al Libertador sino parala convocatoria de la gran con-
« vencion que los poderes constituidos no podian reunir ántes de
« diez años. Sin embargo los guayaquileños habian cargado con la
« execracion que les atrajo el acta de 28 de agosto de 1826, escan-
ii dalosamente variada y corregida por las autoridades del departa-
ii mento. » . . .'
íS'o teniendo medios para defenderse sin el apoyo del pueblo.
ii proyectaron el jefe superior y el general Valdes (continúa dicien-
K do el informe ) invitar á los ciudadanos á pronunciarse por la fe-
II.— UIST. MOD. U
— 494 —
« deracion. Al efecto formaron una lisia de mas de cien vecinos no-
« tables para que reunidos con la municipalidad el dia 4 2 de abril
a hiciesen su declaratoria con entera libertad, empeñando su honor
« y su crédito como garantes de lo que resolviesen.... Desgraciada-
« mente regresó el general Tomas Héres del crozero que se habia
« establecido para impedir el desembarco de la division aosiliar, y
«los planes represivos contra el pueblo cobraron su fuerza. » La
municipalidad concluía protestando sostener la integridad de la re
pública « sin exigir otra cosa por aquel acto de lealtad, sino que se
« dejase la administracion pública en manos de sus propios hijos. «
La parte de la tercera division que mandaba Elizalde comenzó á
entrar por compañías en Guayaquil el 24 de abril, y seguidamente
se dirigieron á las bodegas de Yaguachi en donde esperaban recibir
órdenes de su jefe Bustamante, que como se ha dicho se adelantaba
por el camino de Loja hácia Cuenca. El activo y avisado Flóres ha-
bia para entónces regresado de Quito y situádose en Riobamba con
alguun tropa, en su mayor parte colecticia, incapaz de resistir el
choque y empuje delos mas aguerridos soldados de Colombia. Bien
al cabo de esta desventaja, propúsose 'Flóres negociar por el pronto
para ganar tiempo y reforzarse, y con este objeto envió comisiona
dos á Cuenca, en donde se hallaba Bustamente, para preguntará este
cuál era el objeto de su marcha por los paises del sur de la repú
blica y aun de acordar con él , si era preciso , una transacion que
evitara conflictos y derramamiento de sangre entre hermanos.
Mal recibidos sus parlamentarios por el jefe de los amotinados y
por Luis López Méndez que desde el Perú le acompañaba como
consejero privado, regresaron á su cuartel general sin haber podido
obtener contestacion á las notas de que eran portadores, y sin otro
fruto que haber comprendido por informes de algunos oficiales y de
vecinos notables de Cuenca que Bustamante tenia miras contrarias
á la integridad del territorio de la república y que no pensaba en
tregar el mandi) de la division al general Obando , nombrado jefe
de ella por el gobierno de Colombia. Concibió Flóres entónces lo
crítico y angustiado de su posicion, siendo así que se hallaba colo
cado frente á frente de un enemigo superior en número y disciplina,
y flanqueado del lado de Guayaquil por fuerzas mayores, que solas
hubieran bastado quizá para destruirle. Su fértil ingenio le sugirió
para salir de lal apuro un medio, si bien decisivo, arriesgado y
peligroso, y fué el de sublevar contra Bustamante á sus propios
soldados. Valióse para ello del capitan A. Bravo que regresaba á
incorporarse con la tercera division despues de haber cumplido una
comision de que había sido encargado para el gobierno de Colom
bia. Logró este en efecto, puesto á la cabeza del batallon Rifles el
ciales
5 de mayo,
de quienes
prender
desconfiaba;
á Bustamente,
y sometiendose
á López Méndez
á Flóres,
y á otros
no solo
oli-

le libró de un riesgo inminente, sino que le puso en actitud de


marchar sobre Guayaquil con una conocida superioridad , así por
el aumento que tuvieran sus fuerzas como por la confianza que la
obtenida ventaja le inspiraba.
Prefiriendo , empero , al uso de las armas el de pacifico aveni
miento, puso en libertad á Bustamante el H de mayo y le envió ;í
Guayaquil para que , como se lo había ofrecido , restableciese el
órden en aquella ciudad. Nada conduce , sin embargo , a creer
que Bustamante intentara siquiera llevar á cabo su promesa . pues
aunque fué colocado por Lamar á la cabeza de los cuerpos que con
dujo Elizalde, las cosas continuaron bajo el mismo pié que antes
en la capital del departamento. En estas circunstancias llego á Gua
yaquil el general Obando á cuyas órdenes debían ponerse los cuer
dos de la 5a division segun lo dispuesto por el ejecutivo. Al tras
mitir esta órden á Lamar anadia el jefe superior, vuelto para este
tiempo al territorio , que pues se reconocia la autoridad del go
bierno, se entregara el mando del departamento al mismo Obando,
encargado de restablecer el órden constitucional y las autoridades
legítimas. Desentendióse Lamar de esta segunda disposicion ; pero
sí cumplió la primera que emanaba del gobierno, poniendo al ge
neral Obando á la cabeza de las tropas y participándolo al jefe su
perior el mismo día en que la autoridad de este era desconocida
por el ayuntamiento. ¡No por eso se dejaba de acatar la del gobier
no nacional , al cual se habia dado cuenta de todo lo ocurrido y
cuya resolucion se protestaba obedecer.
Pueslo de esta manera el, general Obando al frente de las fuer/as
que habían apoyado la revolucion de Guayaquil, parecia que esta se
hallaba terminada. Nada, sin embargo, era menos cierto. Lamar
que aseguró al gobierno de la república , a las autoridades espul
sadas , al puebfo y á las tropas que habia sido forzado á admitir el
mando ilegal para que le nombró al ayuntamienlo , lo retenía , ha
llándose á su lado un jefe de la confianza del gobierno y poseedor
de la suya y de la de los habitantes hasla el grado de, habérsele con
fiado el mando de las armas. El ayuntamiento que en todos sus ac
tos protestaba reconocer y acatar al gobierno , seguía alterando el
órden constitucional con actos reiterados de usurpacion. El general
Obando se hizo cargo de las tropas en nombre del gobierno y sos
tuvo con ellas el trastornado sistema de cosas que habia encon
trado ; sin dar un solo paso para refirmarlo. Todos gritaban á una
voz que solo se esperaban para restablecer los asuntos á su estado
propio y loga! las órdenes del gobierno, y estas órdenes que apare
cen espedidas en 29 de mayo y 22 do junio, no llegaron sino mucho
tiempo despues , cuando los males se habian empeorado. Lo que
puede aun referirse de estos complicados y oscuros acontecimien
tos iiajo la fe de documentos públicos, no alcanza á dar una idea
exacta del espíritu verdadero de aquellas revueltas. Ora se creería
ver en Lamar el futuro enemigo de Colombia preparando la segre
gacion de Guayaquil dul territorio de la república; ora vislumbrar
en los procederes del ayuntamiento y del pueblo, no ya el deseo de
romper los vínculos de la asociacion nacional, sino el odio concen
trado hácia los que por tanto tiempo ejercieran en su tierra auto
ridad ilimitada y despótica. A Obando podiu mirársele ménos como
un agente del gobierno, interesado en el restablecimiento del órden,
que como el instrumento de un partido político sacrificando la públi
ca quietud á la idea de suscitar embarazos á Bolívar. Y finalmente
el jefe superior no era el magistrado impasible que promueve sin
mezcla de pasiones iunobles la vindicta de las leyes, sino el hombre
irritado que busca el desatavio de personales ofensas en la consu
macion de una ruidosa venganza.
Entre todos, Flóres solamente observaba franca y desembozada
cuuducta. Dependiente del jefe superior y hallándose en la preci
sion de reconocer su autoridad, se acercó con 2000 hombres á Gua
yaquil resuelto á tomarlo á viva fuerza. Situado se hallaba en su
cuartel general de Babahoyo cuando se abocaron con él tres comi
sionados del consejo municipal llevando, propuestas de amigable
avenimiento , y para arreglarlo autorizó otras tres personas por su
parte. De acuerdo con los primeros, firmaron estas el .10 de junio
un tratado cuyas principales disposiciones eran que las tropas de
Guayaquil siguieran á Panamá y Pasto, refundiéndose en otros
cuerpos ó licenciándose parte de ellas; que la plaza admitiera una
guarnicion de las tropas de Flóres: que el mariscal Lamar conti
nuara en el mando del departamento hasta la resolucion del go
— 497 —
bienio : que no pudiera hacerse uso de los buques de la ria sino en
servicio público, y que los oficiales comprometidos en el primer mo
vimiento de Guayaquil, fueran á la capital a dar cuenta de su con
ducta ó abandonaran el pais. Tan fácil es adivinar que Flóres rati
ficó este tratado como que el consejo municipal lo rechazó ; ni era
posible que fuera de otro modo. Por él temieron los habitantes
entregarse indefensos, no a Flóres, á quien estimaban, sino á a je-
« fes resentidos de quienes ninguna otra cosa podian esperar que
« males y vengan/as ; » y Lamar debió considerarse preso en Gua
yaquil con un mando nominal é irrisorio ; y los militares cul
pables, sometidos á juicio ó destierro. Habiendo quedado sin efecto
esta transaccion, prosiguió Flóres su marcha y se dirigió á Daule
pocas leguas distante de Gaayaquil,en donde se preparaban á reci
birle como enemigo, protestando siempre que su resistencia no era
contra el gobierno, sino contra el jefe superior. Con tal que rste se
desconociese , ofrecióle Obando restablecer la tranquilidad en el
pais ; pero como creyese Flóres que no pndia convenir en ello sin
ofensa del gobierno nacional que le habia puesto á sus órdenes, dió
cuenta de la propuesta al general Pérez y continuó su marcha hasta
el paso de San Gabriel, en cuyas inmediaciones se encontró con tro
pas de Guayaquil. ENS de junio logró sorprender y dispersar una
partida de ginetes milicianos y veteranos que habian destinado á
observar sus movimientos. Fué duelo para todos los corazones , se
gun la espresion del mismo Flóres, esta ventaja obtenida sobre
hermanos. Y esla era la. segunda ocasion en que, despues de la re
volucion de Venezuela , tan fecunda en desgracias de todo género,
se derramaba la sangre de la patria por las armas de sus propios
hijos. Allá en Cumaná se diera el pernicioso ejemplo que meses
despues se imitaba harto fielmente en Guayaquil, como para con
firmar la desconsoladora persuasion de que entónces orn I» lei un
nombre vano en Colombia y que los males tanto mas se agravaban
cuanto mayor era la distancia á que estaban los pueblos del asiento
del gobierno ; quizas porque a esta distancia era este un fantasma
para los que Ungiendo obrar en su nombre sustituían al bien pro
comunal sus propios intereses y mezquinas pasiones.
Mui bien pudo Flóres, aprovechando la triste ventaja que habia
obtenido, terminar la campaña , cortando un cuerpo entero de
tropa veterana de los que habian salido de Guayaquil para oponér
sele, pero resuelto á evitar otro conflicto de guerra por todos los
— 198 —
medios posibles, escribió inmediatamente al mariscal Lamar pro
poniéndole un avenimiento paciQco, y ana le invitó pocos dias des
pues á una entrevista , por cuyo medio creia poder arreglar las co
sas de un modo honoroso y favorable. Antes de verificarse esta , sin
embargo , recibió una órden del gobierno fecha 2.1 de mayo some
tiéndole al general Obando,y otra de este jefe mandándole suspender
las operaciones contra Guayaquil y retirarse con parte de la division
al Ecuador. De nuevo pareció ahora terminada la guerra civil del
Sur, y así lo participió Obaudo al gobierno ; pero hé aquí que
cuando Flóres se ponia eu movimiento á cumplir lo que se le orde
naba , apareció otra disposicion del ejecutivo datada ocho dias des
pues de la primera, por la cual se le sujetaba nuevamente al jefe
superior é instrucciones de este para continuar activamente la
guerra. Angustiado y perplejo el jefe de las Iropas en medio de
tanías contradicciones y oscuridades, si bien decidido á restablecer
el órden en el .departamento, renovó sus propuestas de paz al
consejo municipal, y repetidas vezes invitó á Obaudo á interponer
su influjo y autoridad eu beneficio de un amigable convenio. Ne
góse á sus proposiciones obstinadamente el cuerpo manicipal, y
aunque Obando dió esperanzas de emplearse con provecho en la
paeilieaciea , ausentóse de repente dejando el mando de las tropas
de Guayaquil al coronel Aatonio Elizalde que, como se ha dicho t
ejercia
abril. Y en
estoaquella
sucediaciudad
precisamente
un poder.
cuando
ilegaluna
desde
novísima
las revueltas
resolucion
de

del gobierno despojaba á Pérez de su oficio de jefe superior y de las


facultades estraordinarias, restableciendo á Obando en el gobierno
del departamento. Flóres entónces dispuso retroceder con sus tro
pas camino de Quito, dejando libre la tierra para que á su modo
se gobernara, en ocasion que el jefe superior habia cesado en sus.
funciones y el que debia sucederle se hallaba en viaje para la ca
pital de Colombia. No tardó mucho el consejo municipal en hacer
un nuevo ensayo de su pretendida soberanía, pues habiéndose au
sentado Lamar el 24 de julio para ir al Perú á tomar posesion de
la presidencia de aquella república, convocó á todos los padres de
familia , y reunido á ellos aouibró un intendente y un con>audante
de armas despues de haberse pronunciado por el sistema federal,
sin olvidar la sabida proiesta de conservarse unidos á Colombia.
Continuaron esta acta otras iguales de los pueblos del (departamen
to, que por «1 pronto se creyó constituido cn estado soberano.
— 499 —
Difícil seria pintar el disgusto que causaron ¡i Bolívar las pri
meras nuevas de los acontecimientos de enero en Lima y mucho
mas difícil espresar el asombro con que vió la artiüciosa aproba
cion que dió el gobierno á la conducta de Bustamente y sus cóm
plices. En los primeros momentos de su indignacion contestó como
hemos visto al ejecutivo improbando su proceder en términos duros
y amargos que revelaban un profundo sentimiento. Persuadido
luego mas y mas de la necesidad de encargarse de la administracion
general de la república, para velar de cerca sobre los pertubadores,
se dispuso á regresar á la capital , é hizo marchar hacia Cúcula y
Cartagena algunos cuerpos de tropas , con los cuales se proponía
obrar sobre los departamentos del sur, ignorando para entónces
los últimos sucesos ocurridos por aquella parte. Púsose finalmente
en camino para Bogotá el 5 de julio por la via de Cartagena, de
jando ántes arreglada la administracion de Venezuala. Arreglo fue
este (para decirlo de paso) que, sin armonía con la constitucion,
especial para aquellas provincias, y favorable con esceso al ejercicio
ilimitado y despóicio de la autoridad , no era sino un gobierno pu
ramente militar, ensayo malhadado del que mas tarde se estableció
por toda la república. Y hasta qué punto pudiese concebirse con
fundamento la esperanza de una reconciliacion sincera y general
que devolviera á la república su perdido sosiego , fácilmente se
juzgará si decimos que despues de su partida el jefe civil y militar
dirigió á los pueblos de Venezuela una proclama en que se con
gratulaba con ellos porque el Libertador « habia oido de cerca sus
a quejas (ontra la administracion corrompida del gobierno. »
No habiéndose podido verificar la reunion del congreso en la
época designada por la constitucion por fallar algunos de sus miem
bros, ordenó Santander que se trasladaran los que ya estaban en la
capital á la ciudad de 'Funja, en donde por enfermedad se hallaba
detenido un senador. L)e este modo se logró instalar el 5." congreso
de Colombia el 2 de mayo , y para eH2 pudo ya continuar sus
sesiones en Bogotá. Uno de los primeros y mas importantes actos
suyos fué la lei de 4 de junio que echando un velo sobre los sucesos
políticos que habian afligido la república desdo 27 de abril de .1 826
en adelante, los relegaba al olvido , y absolvia de todo cargo á sus
autores. Medida provocada por el poder ejecutivo y tanto mas justa,
cuanto que podia contribuir á calmar los disturbios del sur de Co
lombia sin necesidad de emplear las armas y el rigor de las leyes
— 200 —
contra hombres tal vez ménos culpables que los indultados por el
Liberlador en Venezuela. Dos ilias despues se ocupó el congreso en
considera' la renuncia que desde Carácas habia hecho (6 de fe
brero) dela presidencia de la república el general Bolívnr. La
1.a vez era esta que intentaba devolver al pueblo la tremenda au-
I. ridad que constantemente en sus manos bahía hecho de él un
ciudadano peligroso , y en la ocasion presente harto clara y senci-
Ilamente exponía el Libertador fuertes razones para decidir al con
greso en favor de la admision de su renuncia. « Las sospechas de
« una usurpacion tiránica , dccia , rodean mi cabeza y turban los
« corazones cotombianos.. Los republicanos zelosos no saben consi-
« dernrmesin un secreto espanto, porque la historia les dice que to-
« dos mis semejantes han s;do ambiciosos. En vano el ejemplo de
« Washington quiere defenderme y en verdad una ó muchas es-
K cepciones no pueden nada contra toda la iida del mundo oprimi-
« do siempre por los poderosos... Yo mismo no me siento inocen-
« te de ambicion Con tale< sentimientos renuncio una, mil y
(i mitlones de vezes la presidencia de la república, El congreso y el
« pueblo deben ver esta renuncia como irrevocable... No querrán
« inmolarme á la ignominia de la desercion, t
En ninguna época de su vida fué acaso mas sincero este len
guaje de liolívar, porque en ninguna conoció mejor los sinsa
bores del mando y sus peligros. El tiempo sin embargo que lo
degrada y gosta todo, habia hecho perder á sus acentos mucha
parte de su mágica influencia ; lanío mas que las divisiones civiles
le habian suscitado crueles enemigos, que no omitían cosa alguna
para hacerle perder la confianza de los pueblos. Así para muchos
aquella renuncia no erala espresion del sentimiento puro y desin
teresado que se agravia á sí mismo para inspirar patrióticos rezelos ;
y los corifeos del partido que podia llamarse conservador porque
rechazaba como inoportuna é ilegal toda iunovacion, se declararon
enérgicamente por que se admitiera, fundando sus principales ar
gumentos en las palabras mismas de Bolívar.
« Si ella es sincera, decian, nada mas conveniente, mas justo,
mas humano que desembarazar al Libertador del grave peso del
gobierno que alguna vez apellidara un suplicio. Ni debia esponér
sele á la ignominia de la desercion , manteniéndole en un mando
que aborrecía tanto como la misma tiranía. Concediéndole re
posar de sus gloriosas fatigas en el seno del bogar doméstico, debia
— 201 —
proporcionársele el medio de salvar su propia gloria y la de Co
lombia arrancándole de entre las furias de la ambicion de qm
no se creia esento. » Si por el contrario no era sincera esa renun
cia, el congreso no podía dejar la suerte de la nacion y sus liber
tades en manos de un hombre que habría en este caso quebrantado
sus juramentos mas solemmes, y que habiendo hablado a los pue
blos de ÑUS derechos imprescriptibles miéntras necesitó de sus sa
crificios, les presentaba despues un código de ignominiosa esclavi
tud. » Despues de acalorados debates, puesta en fin á votacion la
renuncia, resultó que la negaron 50 votos, contra 24 que estuvieron
por admitirla. La 5a dimision de Bolívar habia sido rechazada uná
nimemente por el congreso de Colombia el año de 4825. Compa
rando aquel resultado con el actual , debió notar Bolívar que pues
entre muchos hombres de buena fe , algunos de gran valía por su
crédito, virtud y saber juzgaban conveniente su separacion de la
autoridad, una no mni favorable revolucion se habia operado en su
contra, y que entre sus ruinas contaba ya Colombia la de su poder
moral y su influencia. Dura, acerba debió serle á la par de esta vo
tacion la que aquel mismo dia tuvo lugar con motivo de la renun
cia que por 2a vez hacia Santander de la vicepresidencia. Cuatro
votos no mas se pronunciaron por su admision. Tal vez iban por
buen camino los que opinaban por alejar del asiento del gobierno
á uno y otro magistrado.
El 19 de junio dictó el congreso un decreto que negaba al poder
ejecutivo el uso de las facultades estraordinarias sin consentimiento
de la representacion nacional , estando esta reunida ; que resta
blecia el órden político de la república al estado que tenia ántes
del 27 de abril de 1 826 y que por último autorizada á los colom
bianos para desobedecer las órdenes de aquellas autoridades que no
se hallaban constituidas en la forma prescrita por la constitucion ó
por las leyes vigentes. Ya se verá mas ade'anie hasta qué punto
fué obedecida esta disposicion sobre cuyo cumplimiento pocas es
peranzas podian formar ( atendido el estado de las cosas ) las mis
mas personas que la sancionaron.
Y la prueba de que todos se hallaban convencidos de su inefica-
zia es la lei de 5 de agosto por la que el congreso esplicando el ar
tículo 49< de la constitucion se declaró autorizado para convocar
ánti's d« les diez años prefijados en ella la convencion que podia
reformarla, designándose la ciudad de Oca ña y el 2 de mayo de 1 858
— 202 —
para lugar y tiempo de su reunion. Esta leí cuya discusion ocupó
muchas sesiones del congreso, fué sometida antes de espedirse á la
censura del poder ejecutivo. Y de acuerdo con sus observaciones
quedó resuelto que no debería hacerse novedad en la observancia
plena y puntual de la constitucion y de-las leyes ántes> que una ú
otras fuesen reformadas por la nueva asamblea constituyente. Esto
lo primero ; lo segundo fué declarar el congreso por sí y á nombre
de la nacion, que consideraba como condiciones perpetuas é irre
vocables del pacto social las q,ue aseguraban á la república su inde
pendencia y al pueblo el ejercicio de su soberanía en las elecciones
primarias, el goce de un gobierno popular , representativo y res
ponsable, y la division de los poderes nacionales en legislativo, eje
cutivo y judicial.
Recio conflicto de dudas, desconfianzas y recíprocos zelos reina
ba por aquel tiempo entre el congreso y Bolívar, y entre Bolívar y
Santander, presagiando mayor desunion y peores males que los ya
sufridos, para lo futuro. Y cuando de ello no fuera clara muestra la
protesta que acaba de leerse, veríase demostrado en dos incidentes
que ocurrieron este año y que hai precision de referir para dar á
conocer la marcha de los sucesos y el verdad«ro espíritu que ani
maba á los actores del drama político de entónces.
Se ha dicho ya que por órden del Libertador se dirigian á la
Nueva Granada dos cuerpos de tropas. Este movimiento que en otras
circunstancias apénas babwa llamado la atencion , causó entónces
vivas alarmas al congreso. Pidierónse esplicaciones al secretario de
la guerra , así sobre el objeto de aquella marcha , como sobre las
medidas que tomaría el gobierno, caso que, á pesar de sus órdenes
se continuase por las de Bolívar. Contestó el ministro que el poder
ejecutivo ningun conocimiento oficial tenia acerca del destino y ob
jeto de aquellas fumas; que hasta cierto puntó podia asegurar que
ellas se encaminaban a los departamentos del Sur cuya pacificacion
no tenia tiempo de saber el Libertador, (así era la verdad) y que res
pecto de las medidas que se tomarían por el gobierno en el supuesto
de que se adelantasen hácia Cundinamarca , las ignoraba todavía.
Pasaba esto el 2f de julio, y el 20 de agesto, noticioso el gobierno
de que los cuerpos que se dirigian por Cúenta habiau recibido ór
denes de avanzar hasta Pamplona , oceurrió á su vez al senado de
la república, manifestándole sos temores por la aproximacion de
unas tropas dependientes del Libertador, el cual conforme á la lei
— 203 —
no debia ejercer autoridad ninguna en la república miéntras no
prestara ante el congreso el juramento constitucional. Y para dar
mayor fuerza á sus fingidas inquietudes, llamó la atencion del con
greso á una comunicacion del secretario general de Bolívar, en qtw
con ocasion de hablar del decreto de .1 9 de junio sobre el resta
blecimiento del órden político, se estendia hasta hacer cargos inju
riosos y personales á los agentes del gobierno en lenguaje destem
plado y altanero. Realmente, á punto tal habia llegado este porte
descomedido de los amibos del Libertador, que el intendente y co
mandante general del Zulia se atrevió á improbar que la represen
tacion nacional hubiera sancionado y el poder ejecutivo mandado
cumplir el mencionado decreto. « La mayoría de nuestros manda-
« tarios, decia en una proclamado 51 de julio, ha.decretado el in-
« cendio de la república. Cada palabra del fatal decreto está mar-
« cada con el sello de la maligna influencia de la faccion bogo-
« tana. ... ¿Será dable vacilar entre el que lo ha sacrüeado todo
« por esta cara patria y un ingrato que se levanta poderoso de en-
« tre sus ruinas? »
E1 segundo de los incidentes mencionados, manifiesta aun mas si
es posible, la preocupacion y desconfianza con que veian Bolívar y
el congreso sus actos respectivos. Un decreto de4 congreso de 6 de
agosto limitaba la fuerza armada de la república á 9.980 hombres,
y esta reduccion heclía segun las indicaciones del poder ejecutivo,
se fundaba principalmente en la paz que disfrutaba la república y
en la estricta economía qae el estado deplorable de sus rentas hacia
necesaria. Muí de otro modo esplicó sin embargo Bolívar.esta de
terminacion del cuerpo legislativo. En una carta oficial que con fe
cha 24 de agosto dirigió desde cáchira al presidente del senado, la
improbó sin ambajes ni disimulacion , tildándola de inconsulta y
ruinosa, arrancada al congreso con falsos y maliciosos informes so
bre el estado verdadero de la república, que segun él tocaba á su
disolucion. « Si se niega al ejecutivo, decia, la facultad indis pensa-
« ble para salvar la nacion, yo no me encargaré de presidirla. » El
senado contestó que la reduccion mencionada era para los tiempos
ordinat ios de paz y reposo; pero que en nada alteraba ni disminuía
las facultades estraordinarias que el artículo 428 de la constitucion
concedia en ciertos casos al poder ejecutivo.
Ciego ha de estar cl qtte no vea dominante en el congreso el par
tido «k Santander,. y en el Libertador profundamente arraigado ya
— 204 —
el odio contra sus intrigas. Que le condujese harto léjos el pun
tillo de desbaratarlas, no puede negarse: q«e á este sentimiento de
de despecho, poco digno de su elevado espíritu, se uniese tambien
su siempre viva oposicion á las formas de gobierno estrenidamente
democráticas, es tambien una verdad. Pero hade considerarse que
acostumbrado á la adoracion y á la confianza , aquellos insólitos
rezelos le exasperaron tanto mas, cuanto que provenían de un hom
bre cuya mala fe se conocia á fondo; que ese hombre le debia su
elevacion y su fortuna; que hasta entónces sus providencias ha-
bian tenido por objeto el restablecimiento del órden y la represion
necesaria de muchos y diferentes conatos revolucionarios; y final
mente que ignorando el estado de los negocios en el sur, podia mi
rar con razon los embarazos que se querían poner á su autoridad
y movimientos, como contrarios á la salud de la república. •
Por fin eH0 de setiembre llegó á la capital y el mismo dia juró
ante el congreso, que al efecto bahía sido convocado estraordinaria-
men te, sostener y defender la constitucion de la república. Inme
diatamente despues tomó posesion del gobierno y dictó un decreto
ordenando que el cuerpo legislativo continuase sus sesiones estra-
ordinaiias para ocuparse en considerar las materias importantes
que debia someter á su exámen y juicio relativamente á los depar
lamentos del norte de Colombia. Efectivamente, el secretario gene
ral presentó al congreso en una larga memoria la relacion circuns
tanciada de cuanto habia hecho el Libertador en aquellos parajes
para organizar los diversos ramos de la administracion y su régi
men político , confiados á la direccion del general Páez en calidad
de jefe superior civil y militar.
El congreso dió por bien hecho cuanto el Libertador habia ejecu
tado; y de este modo echó por tierra su decreto de 49 de junio so-
sobre el restablecimiento del órden político en toda la república.
Muestra de palpable inconsecuencia que hizo ver su debilidad en
tónces, ó su precipitacion un poco ántes.
Mas de un mes habia permanecido Guayaquil gobernándose por
los magistrados que la municipalidad constituyó en julio, gozando
CH paz de la momentánea independencia que le dejó la suspension
de las hostilidades: mas como este sosiego en mucha parte tambien
dependiese de la sumision de la tropa á cuya merced se hallaba ¿
vióse turbado á poco por uno de aquellos motines militares que la
relajacion de la disciplina hacia entónces tan frecuentes. Los docu
— 205 —
incnlos oficiales no dan suficiente luz sobre la naturaleza y objeto
de este nuevo escándalo. Lo que aparece es que habiendo el coronel
Antonio Elizalde, comandante de armas de Guayaquil , reducido á
prision á un anciano de nombre Arriela y á varios oficiales del ba
tallon Guayas, se sublevó este cuerpo en la noche del 40 de se
tiembre , dirigido por el capitan José Arriela (deudo acaso del otro)
el cual puso en libertad á los presos y se apoderó de la artillería y
do las lanchas. La insurreccion no progresó sin embargo, pues ha
biendo resistido tanto el consejo municipal como el pueblo desti
tuir, como pretendian los amotinados, al coronel Elizalde, cedieron
Arriela y sus parciales conviniendo en desterrarse y abandonar la
ciudad. Aprovechándose de esta favorable coyuntura para restable
cer en la poblacion la autoridad del gobierno, valióse Flóres del jefe
del batallon. Ayacucho, intimándole por medio del coronel Manuel
José Leon volviese las cosas al órden que tenían ántes del arribo de
la 5a division á las playas de Colombia. Aconteció , pues, que el
teniente coronel Manuel Barrera puso en noticia de las .autoridades
de Guayaquil la recibida intimacion, espresando al propio tiempo el
deseo de que puntualmente se cumpliese. Reunióse en consecuen
cia el consejo municipal el 25 de setiembre y celebró un acuerdo
por el cual se restablecia el órden constitncional y quedaba reco
nocido en calidad de intendente del 'departamento el general Igna
cio Tórres, nombrado en .1 5 de agosto por el gobierno de Colombia.
El 27 de setiembre tomaron posesion de la ciudad las tropas del
general Flóres y el 29 hicieron su entrada en ella este jefe y el
nuevo intendente. Habiánse pai a entónces fugado hacia el Perú la
mayor parte de los militares comprometidos en los desmanes de la
."i" division, cuyos cuerpos fueron disueltos en noviembre por dis
posicion del general Bolívar.
Cuando por este lado se calmaban agitaciones y desasosiegos ,
presentábanse por otros conmociones , desafueros y guerras ; que
no parecia sino que, apalabrados los trastornadores, á un tiempo
mismo y con diversas armas , laceraban la patria de propósito para
repartirse sus pedazos. Allá en Cumaná se levantó á fines de este
año una faccion acaudillada por Pedro Coronado y los hermanos
Cotillos, cuyos rápidos progresos de tal manera alarmaron y aun
intimidaron álas autoridades, que recurrieron al arbitrio dedeclarar
ía provincia en asamblea. Ni mejores motivos que esta ó mas noble
objeto tenia la conspiracion descubierta eH9 de octubre en Ba
— 206 —
rinas. Proponíase nada menos que llevar á cal» el horroroso plan
de degollar a varios ciudadanos, y robar las arcas nacionales, para
lo cual se tenia ideado seducir la guarnicion y proceder de concierto
con las partidas de salteadores que infestaban la provincia de Ca
rácas. En el canton San Luis de la de Coro varios hombres ilusos ó
mal aconsejados intentaban hacer revivir la ya entónces y para
siempre perdida causa española. Y para colmo de inquietudes y
escándalos, estalló en Guayana el 50 de octubre una asonada popu
lar sostenida por la tropa , la cual depuso al intendente y coman
dante general del departamento y al gobernador político de la pro
vincia ; si bien es justo decir que á vueltas de la ilegalidad y violen
cia de semejante procedimiento , no se descubría en él otro objeto
que la separacion de aquellos empleados , ni mas móvil que el
odio profundo de algunos contra sus personas. La potestad mi
litar fué puesta en manos de un jefe acreditado, y la política en
las de persona á quien por la lei correspondia : el orden y la tran
quilidad se conservaron despues de aquel tumulto y amotinamiento
popular, en el cual tomó una parte mui principal el cabildo ; cosa
que segun andaban los tiempos, era natural y casi necesaria. ¡ Y
cómo en vista de esto podian llevarse á mal las medidas severas de
Bolívar !
Por entónces las partidas de Clsnéros, Doroteo Herrera y Centeno,
que no habían cesado de inquietar en los años pasados los pueblos
del sur de la provincia de Caracas , tomaron un incremento alar
mante á favor de una especie de organizacion que les dió el teniente
coronel español Don José Aricábalo. De todas ellas la que mas
daños había hecho por su aproximacion á la capital y por el ca
rácter de su jefe, era la de Cisnéros, hombre sumamente práctico
del terreno que pisaba, y que logró siempre burlarse de las perse
cuciones y zeladas que contra él se emplearon. Rancheaba siempre
en el coi a/.on de las selvas y montañas casi inaccesibles, y para no
dejar tras sí rastro ni indicio alguno que indicara su camino, hacia
marchar su gente pisando sobre una sola huella y con frecuencia
caminando hácia atras ; con lo que conseguía engañar á sus perse
guidores á cerca del número de los suyos y de la verdadera direc
cion que llevaban^ El terror que inspiraba á los pueblos y habi
tantes comarcanos, y sus horribles atrozidades hacian que en todas
partes encontrara este bandido espías por cuyo medio se imponía de
cuanto en su daño se tramaba ; siendo tan crueles, prontas y se
guras las venganzas que ejercia contra los qbe alguna vez descu
brían el secreto de su paradero, que los severos castigos empleados
por el gobierno para cortar. estas counivencias, no bastaron á im
pedir que tuviese muchos y fieles amigos en los pueblos y caserías
del contorno. Con tales ventajas raro era el golpe que marraban
estos astutos malhechores. De improvisa y cautelosamente caian
sobre haciendas y poblados y los entraban á saco, ó los quemaban, ó
imponían contribuciones como rescate de las propiedades y las
vidas ; de tal modo, que para conservar estos bienes llegó á ser mas
eficaz la amistad de los bandoleros que el amparo de la fuerza pú
blica. Diversos jefes de los mas acreditados por su pericia militar,
por su conocimiento de la tierra ó por su habilidad en este género
de guerra, mas que á la comun á la caza de bestias ferozes pare
cida , se emplearon en ella sin otro fruto que el de ver apocados
en la persecucion los batallones, como si salieran de larga y criiel
campaña. Muchos centenares de hombres así paisanos como mili
tares sucumbieron en estas escursione* difíciles y peligrosas contra
un punado de hombros indisciplinados que ora acometían , ora aco
sados se desparramaban por montes y breñas, huyendo hácia un
punto señalado do anlemano para su reunion en guaridas inacce
sibles y de ellos solos conocidas. Yermais y despobladas quedaron
entónces las ferazes campiñas q.tie fueron siempre y lo son hoi el
verjel y la mas rica joya do la provincia. Huyeron á las ciu
dades sus roas acomodados moradores y solo quedaron los que
compraban de Cisnérosuna seguridad precaria, ó la íntima gente á
quienes la miseria sirve de amparo y de resguardo.
Los otras partidas que a mayor distancia de la capiíal devastaban
el pais y consternaban los pueblos, eran conducidas por cabezillas
igualmente crueles y desalmados , si bien ménos astutos que Cisnó-
ros ; y todos obraban con entera independencia , sin reconocer au
toridad superior, aunque tomasen el nombre del rei de España co
mo divisa de sus latrocinios. Tanta fué sin embargo la ceguedad de
algunos espanoles y americanos realistas, que llegaron á fundar sobre
estas gavillas de foragidos grandes esperanzas de una reconquista ,
sin pensar en el desdoro que redundaba á su causa del empleo de
medios tan ilícitos y odiosos. Sucedió, pues, que á mediados del año
anterior, Don José Ariiábalo, oficial capitulado en Maracaibo y ju
ramentado de no servir contra la tepública miéntras no se le can
jeara , logró introducirse en Venezuela á favor de algunas arnis
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tades de intereses ó de familia. Valiéronle tal vez estas mismas re
laciones la propuesta que de admitirlo al servicio de la república en
el arma de artillería le hizo el general Bolívar, el cual confiando
con esceso en la proverbial buena fe castellana , le dió tiempo para
decidirse y aun le permitió recorrer entre tanto libre y seguro el
territorio. « A tales muestras de benevolencia y largueza corres-
« pondió Arizábalo, dice Torrente, con simulada urbanidad, seguro
o de que el término de seis meses bastaría para dar el grito de
« muerte contra los desleales venezolanos. » Y en efecto, obtenida
una autorizacion del capitan general de Puerto-Rico para organi
zar tropas en nombre del rei y, con el título de comandante gene
ral de operaciones en CostanVme, la promesa de prontos ausilios tic
nrmas y dinero, púsose Arizábalo en comunicacion con los partida
rios de la causa española en la provincia y marchó a las selvas de los
Güires que, así por ser la guarida de las partidas de Centeno , Do
roteo y olros, como por su favorable posicion para proveerse de ga
nados y caballerías, juzgó punto adecuado para hacerlo el centro do
sus operaciones. Solamente Cisnéros, bien que hubiese reconocido
su mision y admitido un despacho de coronel , se negó constante
mente á ponerse á sus órdenes, prefiriendo á esta dependencia el
continuar por sí , sin lei ni autoridad la carrera de sus devastacio
nes. Los otros cabezillas le reconocieron por comandante general
de las fuerzas reales. y recibieron de él grados y promesas lisonje
ras. Así reunidos consiguió Arizábalo dar á esta guerra una cici ta
regularidad, direccion é incremento, que por el pronto causó vivas
inquietudes á las autoridades. Pero á pesar de su zelo y actividad ,
se vió mui pronto el jefe español reducido á dejar nuevamente el
pais como mas adelante se verá, convenciéndose los realistas de que
la opinion de los naturales habia enteramente abandonado la causa
de la metrópoli, y que esta empresa infructuosa debiaser la última
que intentaran para recuperar su antiguo señorío.
Algo se ha indicado en el bosquejo del año anterior y en algun
lugar del presente sobre los sucesos ocurridos en Lima despues de
haberse de ella retirado el Libertador. Poco es , pues, lo que resta
que decir sobre la historia contemporánea de aquella tierra, cuyas
relaciones con Colombia ha sido preciso notar aunque someramente
en beneficio de la mejor inteligencia de los hechos patrios.
El 28 de enero de este año , dos dias despues de la sublevacion
de Bustamante, convocó el general Santa Cruz para el 4" de maya
— 209 —
próximo un congreso constituyente en virtud de «haberse suscitado
« d iidas acerca de la legitimidad con que los colegios electorales de
" la república habian procedido á sancionar el proyecto de consti-
« tucion boliviana que les fue sometido por el gobierno en oí año
« anterior. » Y estas dudas provenían así de la esposiclon del ca
bildo y ciudailanos notables de Lima, reunidos el 27 para reclamar
con Ira la ilegalidad del proceder de los colegios electorales , cuanto
de una protesta que, como ya se ha dicho, hicieron estos do haber
sido viotentados por medio de la fuerza armada á adinitir aquella
constitucion y nombrar á Bolívar presidente de la república. El
mismo dia 28 organizó Sania Cruz un nuevo ministerio, por haber
dimitido sus destinos dos de los antiguos secretarios.
Luego que se reunió el congreso fué uno de sus primeros cuida
dos declarar que la constitucion jurada en 9 de diciembre del año
an'erior « era un'a y de ningun valor por haber sido sancionada de
« un modo ilegal y atentatorio á la soberanía del pueblo.» Y asimis
mo dispuso qae miéntras se ocupaba el cuerpo en formar una nue
ra y mas adecuada Ici fundamental, se observara provisionalmente
la sancionada en .1 825 con supresion de algunos capítulos. Esta so
lemne declaratoria se hizo el .1 1 de junio, y ya para entónces había
nombrado la asemblea presidente de la república al gran mariscal
Don José de Lamar y vicepresidente á Don Manuel Salazar y Baqui-
jnno « por haber quedado insubsistente el nombramiento qtie los
« llamados colegios electorales habian hecho para el primero de es-
« tos destinos en la persona de Bolívar, a á quien por decreto de 4 O
de junio se mandó comunicar la instalacion del congreso, la anula
cion de su caria fundamental y la eleccion de los primeros magis
trados del estado.
Para'este tiempo se hallaba el mariscal Lamar ejerciendo, con.o
no debe haberse olvidado , una autoridad ilegal en Guayaquil. Sa
lido de allí en julio, desembarcó en Chancay y de oculto, para evi-
tnr los obsequios que se le tenían preparados, se trasladó á Lima el
49 de agosto en la noche y el dia 22 tomó posesion de su destino.
Fuese que Lamar intentase proteger los movimientos revolucio
narios de Guayaquil con la mira de un r su territorio á la república
peruana, ó que le moviese el temor de que liolívar llevase allá la
guerra valiéndose de las fuerzas de Colombia y Bolivia, es lo cierlo
que reunió y situó muchos cuerpos de tropas en las fronteras de la;
dos repúblicas limítrofes y que, como mui pronto se veíá, intervino
II.—UIST. KOD. ''
á las claras y sin reboso en los negocios de BoKvia, promoviendo
la relajacion de la disciplina en las tropas que servían en aquella
república , violando su territorio y conculcando sus fueros.
Independientemente sin embargo del mal influjo del Perú, la des
moralizacion de las tropas ausiliares de Colombia en Bolivia reco
nocia otras causas no ménos poderosas. Fué una de ellas el engrei
miento y orgullo' que habian cobrado con sus triunfos y su larga y
ociosa permanencia en medio de pueblos mansos y pacificos que
fueron serviles en el esceso imprudente de su gratitud. Otra de las
causas fué la especie de independencia en que los jefes de aquellas
tropas quisieron mantenerlas respeto del gobierno de Bolivia, sien
do una de las naturales consecuencias de este estado de cosas la
impunidad de los eseesos á que «e propasaron con frecuencia. No
tardaron mucho en hacerse sentir sus funestos efectos. Un teniente
de caballería de nombre Matute y de nacion venezolano sublevó en
Cochabamba el .M de noviembre de \ 826 parte de los granaderos
de Colombia, y esparciendo el terror y la desolacion por donde quie
ra que pasaba , atravesó la tierra de Bolivia y se refugió en la de
Buenos Aires en circunstancias de hallarse mui desunidas y en guer
ra las provincias de aquella confederacion, sin reconocer autoridad
alguna general, ni observar otro órden que el que á sí mismas que-
rian imponerse. Situado Matute en Salta y bien segundado por sus
granaderos, tomó acliva parte eu las disensiones civiles, y sin guia
ni freno, en tierra estraña'y desunida, no hubo linaje de eseesos a
que no se propasara, llenando de estrago y confusion el pais que
hospitalariamente le acogiera. Bien merecido pago empero, si es
cierto, como lo aseguró Sucre oficialmente á Colombia, que el ge
neral Arenáles, gobernador de Salta, habia sidoel promotor de la de
sercion de Matute. Despues de diez meses de correrías, agitaciones
y crímenes, cansados de sufrirle los mismos á quienes servia de ins
trumento para llevar á cabo las miras de una política siniestra, fué
reducido á prision y sin forma de juicio , en sumaria y violenta
manera fusilado el 44 de setiembre en las cercanías de Salta, por
disposicion del mismo que lo concitara á su funesto estravío. Dis
persados luego los granaderos, considerableasente disminuidos pa
ra entónces, desarmados y hechos el ludibrio de todos los parti
dos, solicitaron ser acogidos por Bolivia; á lo cual accedió Sucre
generosamente con tal que se presentaran á sus jefes para ser em
pleados segun las órdenes del gobierno de Colombia.
— 214 —
Estos desórdenes y la insurreccion de la tercera division en Lima
afirmaron mas y mas á Sucre en la «ka de devolver á Colombia
todas las tropas ausiliares: pensamiento que mucho tiempo ántes
le habia sugerido el deseo de dar al Perú y a Buenos Aires inequí
voca muestra de las miras pacificas de su gobierno, y á los pueblos
do la república un testimonio de la confianza que tenia en su amor,
y de la seguridad que le inspiraban sus propios procederes. En ello
se ocupaba activamente preparando trasportes y dinero, enando un
nuevo motin concitado por las intrigas del Perú y dirigido por el
general Agustin Gamaira que se hallaba con tropas en las fronteras
de Rolivia, vino á amargar nuevamente sa corazon y á dar princi
pio ;i los trastornos que despues, muUiplkadamente y sin respiro,
turbaron el sosiego de la incipiente y desgraciada Fepública. •
En la madrugada del 23 de diciembre el batallon Voltigeros, una
parte del de Bogolá y del regimiento de granaderos de Colombia,
so pusieron en armas en la ciudad de la Paz de Ayacucho capita
neados por algunos sargentos ; redujeron á prision á los generales
Urdininea, Figueredo y Fernández, á sus jefes y oficiales, al prefecto
del departamento; y formados luego en la plaza principal, vitorea
ron al Perú y al general Sania Cruz. Acto contintio se apoderaron
de ocho mil pesos que habia en tes arcas públicas, y como exigiesen
del prefecto en un término angustiado sesenta mil mas, se le ocur
rió
licitarlos
á este seel lebuen
ponía
pensamiento
en libertaddejunto
ofrecerles
con losveinte
jefes mil
y oficiales
si para que
so-

se hallaban arrestados. Por medio de este ardid y pnr influjo del


capitau Valero que aparentó tomar partido con los rebeldes, convi
nieron estos en la proposicion, y el dinero recogido entre los veci
nos pudientes les fué religiosamente entregado. No era empero el
ánimo del prefecto y los jefes emplear la adquirida soltura en bus
car solo el diiiero ofrecido á aquellos hombres, sino que cumplien
do en lo posible sus deberes, enviaron órdenes premiosas á varios
cuerpos de tropa que se hallaban en las inmediaciones para que
sin perder momento y aparejados para combatir, marchasen con
cuanta celeridad pudiesen á impedir que los rebeldes se encamina
ran al otro lado del Desaguadero á guarecerse en tierra del Perú.
Por fortuna aquellos euerpos estaban ya prevenidos y en marcha
por el aviso que les dió en hora temprana y oportuna el teniente
coronel Arévalo, el cual logró escaparse de manos de los sublevados
cuando ibaa á prenderle. Difícil empresa coa todo hubiera sido
dárouso tranquilos despues de su asonada. Cisuéros. es verdad, y las
partidas de los Guipes, cada cual per su lado, seguían inquietan
do al gobierno y los pueblos. De vez en cuando una nueva atrozi-
dacl del primero, ó un reencuentro con las segundas, avivaban las
alarmas y avigorizaban la persecucion ; pero el teatro de esta guer
ra oscura era el corazon de las montañas , la tierra agria y despo
blada de la provincia ; por lo que pocas vezes ó ninguna llegó á
punto de ocupar esclusivamen te la atencion de la suprema autori
dad. Parte de estos facciosos (los que mandaba Arizábalo), pudieron
á principios de este año cobrar aliento y fuerzas temibles. Una escua
dra española al mando de Laborde dió la vela de la Habana, tocó
en Puerto-Rico, recibió allí víveres y dinero, y enderezando la proa
á las costas de Venezuela , llegó á ellas por el mismo tiempo. Rico
acopio de fusiles, municiones de guerra, de boca y dinero llevaba
á Arizabalo ; pero fuese que en los nueve dias que cruzó sobre Rio-
Cbico y Tacarigua no pudiese adquirir noticias del partidario espa-
uol, ó que creyese (y hubiera creido bien) que aquellas partidas se
componíanle facinerosos que habian tomado la real divisa para dar
uua sancion legítima á sus desórdenes , lo cierto es que Laborde
se retiró con sus bajeles , canjeó en la Guaira algunos prisioneros y
sin cometer ninguna hostilidad, dirigió el rumbo á su apostadero
d« Cuba , dejando libres las aguas üe la república al principiar
ftbrero.
El 8 de este mismo mes fué cuando tocara la provincia de Cu-
manti el fin de los disturbios ocasionados por la faccion de Corona
do y los Castillos y que sin interrupcion había. sufrido desde agosto
del año anterior. Los cabezillas de esta revolucion , refugiados on
las montuosas cabezeras del Manzanáres y aprovechando las cir
cunstancias de hallarse pobre y desguarnecida la plaza , se vigo
raron de tal modo, que á pesar de los esfuerzos de Mariño para
destruirlos en su origen, llegaron a medirse con ventajas contra las
fuerzas del gobierno. Sorprendieron y asesinaron al coronel Do
mingo Móntes, que para hacer un reconocimiento se habia adrian-
la(io hácia ellos con solo cuatre individuos de su tropa, y ocupando
luego á Cumanacoa, lograron allegar seiscientos hombres. Acabába
se entro lanío de descubrir en Maturin una conspiracion contra el
gobierno. La muerte de Móntes habia causado gran desánimo y de
sercion en las tropas de Mariño , hasta el estrcmo de haberse visto
pasar enlera al enemigo una partida de cien barceloneses enviados
— MS —
en aasilio á Cananá. Últimamente, las facciones políticas que dentro
de la plaza se revolvían y agitaban, llegaron á angustiar seriamente
el ánimo del jefe del departamento; el cual no por eso se amilanó,
antes redoblando sa actividad y zelo en proporcion que los obstá
culos se multiplicaban , pudo reunir una fuer/a respetable que
confió á los generales Bermúdez y Monádas. Preparándose estaba
para atacar y esterminar á los facciones cuando recibió aviso de
que á transigir con estos se acercaban á Cumaná autorizados y en
viados por el jefe superior, el coronel Ramon Burgos y Bonifacio
Coronado, hermano de Pedro el cabezilla. Estos comisionados ha
bían ajustado el \\ de octubre del año anterior un convenio por el
cual los insurgentes se avinieron á conservar en pié solos 250 hom
bres, quedando poseedores del canton de Cumanacoa hasta la reso
lucion de Páez, á cuyo cuartel general debía partir Pedro Coronado
en calidad de negociador. Hízose todo como se había pactado ; pero
ántes de que se supiese el resultado de las vistas de Páez y Coro
nado , rompió MariBo, sin previo aviso , las hostilidades , dando
por razon que los facciosos se habían apoderado de algunos puntos
del terrilorio y saqueádolos durante la tregua, comcliendo al abrigo
de esta toda linaje de atrozidades. Hizo mas odiosa aun esta viola
cion de la buena fe, eercaudo cautelosamente á los enemigos cuando
ellos , no avisados del peligro , reposaban conliados en la validez
de un pacto celebrado bajo la salvaguardia del honor y de la auto
ridad del jefe superior. Encargóse á Bermúdez la ejecucion de esta
perlidia que coronó con éxito dichoso la fortuna. Cercados los des
prevenidos insurgentes por todos lados, sin que les valiera su tenaz
resistencia , fueron sobrecogidos , lanzados de sus atrincheramien
tos y desbaratados, y perseguidos, huyeron desordenadamente en
riscándose los que escaparon por las asperezas de aquellos lugares.
La faccion no acabó con esta rota, sin embargo : los principales
facciosos habían logrado escaparse : las divisiones políticas en Cu-
maná mas y mas se estendian alterando el sosiego público : muchos
que por esperiencia propia no confiaban en Mariño ó que pre
ferían seguir su mala vida , nuevamente se reunieron , y amena
zaron á Carúpano, Riocaribe y otras poblaciones. Afortunadamente
el comandante Juan de Dios Manzanequc , destinado á pacificar es
tas revueltas , logró derrotarlos completamente el 8 de febrero de
este año yendo á buscarlos á sus mismas guaridas. Presentáronse
los principales : los hermanos Castillos, viéndose perdidos, se espa-
triaron voluntariamente y el órden quedó restablecido en el depar
lamento de Maturin.
Como perturbadores del órden y peligrosos á la tranquilidad
pública fueron deportados á la isla de Curazao en enero de este
año algunos vecinos notables de Maracaibo por órden del coman
dante general del Zulia. La agitacion que en aquella ciudad causó
este golpe de autoridad contra hombres á quienes solo podia im
putárseles no ser amigos del Libertador, y los mas fundados rezelos
que debia inspirar al gobierno la situacion de los otros departamen
tos del norte, sirvieron de fundamento al decreto de .19 de febrero,
por el cual se ponían en estado de asamblea ios departamentos de
Maturin , Venezuela , Orinoco y Zulia , declarándose Bolívar en
ejercicio de las facultades estraordinarias en el territorio que ellos
comprendian. Por olro decreto de 26 del mismo mes retenta el
ejercicio ordinario del poder ejecutivo que la constitucion le con
feria, y tambien el de las facultades estraordinarias durante el viaje
que pensaba hacer a aquellos departamentos, alegando como razo
nes que nosalia del territorio de la república, ni ibaá mandar ejér
cito, únicos casos en que segnn los artículos .1 08 y .H 8 de la consti
tucion , debería separarse de la potestad ejecutiva, y anadiendo que
la capital solo servia para la residencia ordinaria del gobierno. Por
él autorizaba á los ministros para despachar por sí solos en los ca
sos comunes por el tiempo de su viaje , mandándoles reunirse en
consejo para dar evasion á los negocios graves y urgentes. Y de este
modo el vicepresidenle que debia reemplazarle en sus ansencias,
vinoá quedar escluido.del ejercicio de sus funciones naturales ; efec
to todo de la declarada enemistad que entre los dos reinaba. Y por
que habian crecido desde el 19 de febrero, dice otro decreto (15
de marzo), los datos fundados de una invasion esterior y los temo
res de trastornos interiores á causa de la desmoralizacion de los
pueblos y del ejército, se hacia ostensivo á toda la rtpública el uso
de las facnltades extraordinarias, esceptuando únicamente el canton
de Ocaña en donde solo las ejercería para hacer reformas en el
ramo de hacienda. Tanto este decreto como el espedido en 1 9 de
febrero contenían la promesa de convocar el congreso, que por falta
de número compelente no se habia podido instalar el 2 de enero,
luego que cesara la imposibilidad que oponía á su reunion la cir
— 217 —
cunstaucia de ser muchos de sus miembros diputados de la gran
convenioa nacional.
tutre los otros decretos que ántes de su salida espidió el Liber
tador, hai dos que requieren especial mencion. Uno fué el de 25
de febrero imponiendo penas á los traidores y á los conspiradores ;
y así nombraba á los que en diversos casos y con distintas circuns
tancias tomasen las armas para hacer guerra civil ó estranjera á
la república ó depusiesen las autoridades constituidas, Comenta
sen ó aconsejasen la rebelion y mantuviesen correspondencia con el
enemigo. Los conspiradores estaban divididos en desclases, y á los
couiprodidos en la primera y á los traidores se les imponía la pena
de muerte y la de contiscacion de bienes á favor del estado , esccp-
tuaudo la dote y gananciales de la mujer y el tercio y quinto de los
hijos ó de otros herederos forzosos, con tal que estos ó la esposa re
sultasen inocentes del juicio, el cual se baria sumario y correspon
dería privativamente y sin que valiera fuero alguno en contrario á
los comandantes generales de los departamentos ó á los coman
dantes de armas, y donde no los hubiese, á los gobernadores de
provincia, debiéndose pronunciar con dictámen de auditor la sen
tencia y esta ser inmediatamente ejecutada. Del mismo modo eran
juzgados los que sabedores de nna revolucion no la denunciasen ,
los que esparciesen noticias falsas sobre los movimientos y el nú
mero de los enemigos, los que divulgasen especies capazos de desa
lentar el ánimo del pueblo ó de hacerle concebir ideas contrarias
al gobierno ó al sistema establecido, escitando á la rebelion, y
finalmente los que resistiesen cumplir las providencias decretadas
por el gobierno para salvar el pais. Las penas señaladas á esta clase
de reos eran la de presidio que no escediese de ocho años ó la de
espulsion que no pasase de diez. Por lo pronlo.el decreto se mandó
observar en los cuatro departamentos del norte; pero el \a de
marzo, á semejanza de las facultades estraordinarias, áb hizo
ostensivo á toda la república. No ya la administracion dela justi
cia, sino la educacion pública tenia por blanco el otro decreto de
Bolívar que se ha juzgado digno de recordacion , espedido el .12 de
marzo. Establecia que en ninguna de las universidades de Co-
lüiubia se leyesen los tratados de legislacion civil y penal escritos
por Jeremías Bentham , quedando reformado un artículo del plan
de estudios que los habia señalado para la ensenanza de aquella
ciencia importante, y se autorizaba á la direccion general y á las
— 243 —
sflbdirecciones de instruccion pública para variar los libros elemen
tales de jurisprudencia y teología, lo mismo que ewalesqmera tes
tos que se hubiesen adoptado para la lectura de otras ciencias y
artes de conformidad con el citado plan de estudios.
Despues de estos arreglos el Libertador, preocupado siempre con
los trastornos del Norte, se puso en camino el 16 de marzo con el
intento lo trasladarse por la via de Guayana á tierra de Venezuela.
En Suatá se hallaba cuando recibió el 25 del mismo mes la des
agradable nueva de haberse alterado el órden en Cartagena ; si bien
le sirvió de consuelo saber al propio tiempo que los disturbios de
los departamentos que se habia propuesto visitar se hallaban ente
ramente disipados. Conociendo, pues, ser ya iunecesario su pro
yectado viaje á aquellos lugares , fijó su residencia en Bucara-
manga , para observar mas de cerca el Magdalena , segun lo dijo
de oficio en \\ de abril su secretario general.
Otras mas graves causas influyeron tambien en esta resolucion, y
Bolívar mismo las ha revelado á posteridad. Una caria suya datada
en Suatá el mismo 2o de marzo y dirigida á Mendoza intendente
de Venezuela , dice. « Yo marcho inmediatamente hácia Ocafta y
« el Magdalena á remediar los males y á sacar partido del mal su-
« ceso. » En otra del \ ." de abril escrita al mismo sngeto desde
Bucaramanga, se leen estas palabras. « Yo marchaba á Venezuela
« con el objeto de pasar por los departamentos de Orinoco y de
« Maturin en donde se necesita la presencia del jefe del gobierno ;
« pero he suspendido mi viaje , primero, por el actual estado de
« Venezuela en donde no hai que temer, y secundo, por acercarme
« á Cartagena con motivo del inicuo atentado que acaba de coroe-
« ler allí el general Padilla en contra de la autoridad Me ha si-
« do tambien muí satisfactorio ver las representaciones de los
« cuerpos de Carácas y otros lugares con tanía mas razon , cuanto
« que están de acuerdo con las que dirigen á la convencion los pue-
« blos del snr y del centro. Yo no dudo , pues, que nuestro, bue-
« nos diputados apoyados tan fuertemente por la opinion pública,
« desbaraten las ideas de federacion que tienen algunos con apoyo de
« Santander y se conserve la integridad de la república, junto con
t la fuei.za del gobierno. Este es el sentimiento que domina en
« estos pueblos Todo ello unido al favorable ostado de Vene-
c zuela y al último acontecimiento de Cartagena , me han obligado
« á determe aquí diez ó doce dias, para que los mismos aconteci
« mientos me indiquen la ruta que debo tomar; si á Ocaua, Cú-
« cuta ó Bogotá. » Semejantes indecisiones y temores se veian en
tónces justificados por la situacion de la república.
Hallábase esta por aquel tiempo dividida en dos grandes partidos
políticos, en los cuales se habian refundido todos los demas , segun
sus respectivas aflnidades y simpatías. Componíase el primero de
los que aspiraban de buena fe á hacer útiles y liberales altera
ciones en la carta constitucional, con la benéfica mira de cortar el
Tuelo á las autorizaciones arbitrarias. Tambien se encontraban en él
los que por entre todas las revueltas que desde 1826 habian agitado
el pais y desvirtuado las instituciones , pretendieron conservarlas
integras y puras; pero que al ver desquiciado el órden por la
fuerza y por la seduccion, y que el grito de reformas, lanzado en
su origen por los demagogos exajerados de Venezuela , era repe
tido con calor por el partido de la constitucion boliviana, re
nunciaron á la de Cúcuta que ya no era posible sostener y abra
zaron la divisa del federalismo mas conveniente en su concepto
al goze de una libertad racional. Alistados igualmente en este
partido estaban los que veian en él un medio acomodado para
echar por tierra la autoridad de Bolívar, movidos, no ya por senti
mientos generosos de patriotismo, sino llevando en mira particu
lares venganzas; no siendo pocos los que entónces figuraron como
zelosos defensores de los pueblos, que hubieran sido sus opresores
mas crueles á haber logrado colocarse á la sombra del poder que
aspiraban á derrocar. Prestábante por último voz y apoyo los que
no juzgando posible la aplicacion de instituciones liberales al hete
rogéneo , vasto y despoblado territorio de Colombia , aspiraban á
formar de él tres pequenos estados independientes entre sí , si
guiendo la division quo establecieron los espanoles para el gobierno
de Venezuela, la Nueva Granada y Quito. Defendían todos estos
hombres principios que estaban en armonía con los sentimientos y
opiniones de localidad , y hallándose regidos por caudillos diestros
y lenazos, formaban un muro contra el cual chocaban sin fruto
los partidarios de Bolívar.
Deudos y amigos personales de este constituían el segundo bando
político de entónces, y por ser muohos y tener en sus manos la
fuerza material, parecian poderosos, no siendo en realidad sino 'os
mas débiles. Para ellos, segun se espresaron á la faz de la repú-
blira, «era lo mismo patria que Bolívar; .ni debía considerarse dig
— 220 —
no del título de Colombiano á quien repugnara semejante princi
pio. » Cun estos hombres ciegos en su afecto á la persona del Li
bertador y sinceros tal vez en su estremada admiracion por él , se
hallaban unidos los que guiados por un villano egoísmo querian
crecer y medrar á costa de la patria y aun de la ruina futura del
hombre que ensalzaban con estrepitosa y ridicula algazara. La
mayor parte de los generales, jefes y oficiales venezolanos, que for
maban los dos tercios de la lista militar de la república , segunda
ban á las claras el plan de un gobierno que llamaban vigoroso y
que se reducia á conferir a Bolívar la suprema autoridad para que
la ejerciera del modo y por el tiempo que juzgaia oportuno, cons
tituyéndole así árbitro, ó mejor dicho , dueño de la patria. Conta
dos fueron los militares granadinos y ecuatorianos que aparecieron
alistados en este partido : circunstancia notable que demuestra el
espíritu de provincialismo que reinaba en los bandos contendien
tes. Figuraban, por el contrario, en sus tilas todos los estranjeros
que se hallaban al servicio de la república. Muchos individuos hu
bo en Venezuela que se cubrieron con la máscara de liberalismo é
imploraron reformas en la constitucion, por solo contrariar á San
tander y destruir el gobierno que él regia; pero que viéndole al fin
entre los que pedian esas mismas reformas, se pasaron con descaro
al bando opuesto. Y abundaron los que no buscando sino medros
propios en los disturbios civiles, despues de haber arruinado la re
pública promoviendo sus primeros trastornos, cambiaron por em
pleos su decantado y mentido patrioiismo. Hombres buenos, pa
triotas antiguos, conocidos en la nacion por sus servicios y saber,
pertenecieron tambien á este partido llevados de la profunda y
arraigada conviccion de ser necesario al pais un gobierno, republi
cano sí, pero mas favorable á la potestad ejecutiva, que al desar
rollo ilimitado ó por lo ménos mui estenso de la autoridad popular,
y de las pretensiones provinciales. Opinion cuerda por cierto desde
el mnmento en que se admitiese como indispensable la unidad en
el gobierno de Colombia. Pero á destruirla, con mas razon, aspi
raban sus contrarios.
« De todo lo que ha traido el correo (esto decia el honrado Su-
« ere á Santander desde Chuquísaca en la carta particular que ya
« hemos citado , su fecha \ O de julio del ano pasado ) deduzco que
« esta pobre América va á ser la presa de todos los desórdenes. El
(i Libertador se marchará fuera probablemente, y Colombia despe
— 221 —
« dazada al momento, existirá pronto en tres miserables secciones
« que á su turno serán desmoronadas en muí pequeñas partes. Veo
o un aciago porvenir á mi desgraciada patria ; y para completar la
« tristeza de mis ideas, observo que V. se ha dejado aféclar de un
o sentimiento local pernicioso á la república, y descubro que tauí-
iibien el Libertador está tocado del mismo mal. ¿ Y es posible que
(ilos dos personajes á quienes Colombia ha confiado sus esperanzas,
« y sus destinos aventuren su repulacion por ningunos intereses?
« Todas las noticias, todos los papeles me han llenado de ideas me
« lancólieas : en Colombia se repetirán las funestas escenas que la
« discordia ha representado en la república argentina ; y veo que
c la tierra de los héroes y de la gloria, va á convertirse en la de los
o crímenes y la desolacion. »
Estas curiosas cuanto proféticas palabras, nos revelan áun tiem
po el modo de pensar de Sucre acerca de la division de Colombia,
y el vicio radical que se.íun él existia en las opiniones de uno y de
otro caudillo político.' Lo primero no es de admirar en hombres
que veian grande, poderosa , llena de prestigios la república , y pe
queña, mezqaina, y débil cada una de las partes integrantes. En
Colombia amaban justamente aquellos hombres la obra de sus sa -
crilicios y de sus proezas. Dividirla valia para ellos tanto como
borrar un nombre glorioso ; despedazar un territorio vasto, mag
nífico, repleto de riquezas, fecundo en esperanzas de prosperidad ,
y de grandeza , y por fin entregar sus fracciones á la irregular os
cilacion que se notaba en todos los de América, donde las ideas de
un demagogismo frenético habiau deshonrado la causa de la liber
tad, y hecho mas perniciosa que útil la conquista de la indepen
cla. Ellos no veian los bienes que debian resultar de una division
política mas conforme á la naturaleza, cual era la de los tres estados
que componían la república, diversos entre sí por la índole del pue-
Mo y sus costumbres, por la naturaleza del suelo, por su clima y
prodacciones : ellos no veian que una gran parte de los males que
amargamente deploraban , provenían de la amalgama forzada de
aquel vasto cuerpo político en cuyo seno se agitaba y crecia por
instantes el espíritu de los fueros provinciales : ellos en flu no se
hacian cargo de que la unidad de Colombia aconsejada por la
guerra, era en la paz una asociacion monstruosa y débil. Mas sus
ilusiones se hallaban estrechamente ligadas á su gloria, y eran dis
culpables ; mayormente cuando la profunda mala fe de Santander
— 222 —
y sus secuazes principales justificaban hasta cierto punto sus ideas,
haciéndoselas mirar como las únicas capazes de salvar el pais de la
anarquía. ¿ No habia sido Santander partidario de la presidencia
Vitalia ? ¿ no habia sido enemigo de la constitucion de Cúcula ? ¿ no
habia estado de acuerdo en la confederacion de estados america
nos ? ¿ no habia ílamado infernal la gente republicana? ¿ no babia
pintado con negrísimos colores, en sus cartas á Bolívar, el carácter
y los principios de la mayor parte de los hombres á quienes en
seguida se habia unido ? Pues entónces, ¿ cómo no creer que seme
jante hombre sostenía una causa mala á todas luzes , con la mira
iunoble do destruir el poder de su antiguo amigo y bienhechor?
Por lo demas, nosotros no disculpamos los abusos de ningun parti
rios
do, ylos
hemos
hombres
de decir
exagerados
que en de
el uno
empeño
y otro
de creyeron
triunfar de
lícitos
sus contra-
los me

dios que de cualquier modo los condujeran al fin que se propo


nían.
Así , con el objeto de justificar la necesidad del arbitraje supremo
de Bolívar, era preciso que conflagrado el pais se comprobara la insu
ficiencia de las leyes ordinarias para restablecer y mantener el órden
público. Y fué por eso que siguieron promoviendo con ardor y sin
rebozo esos pronunciamientos tumultuarios, ilegales y ridiculos en
que la fuerza armada se hacia deliberante y en que los consejos mu
nicipales que solo estaban encargados de la policia urbana se mez
claron en asuntos arduos y generales, se figuraron poder represen
tar el pueblo en sus derechos soberanos y ensayaron regir con im
potente brazo el destino de la patria. Y hé aquí por qué forzados
esos cuerpos á plegarse á la voluntad del mas fuerte, se contradi
jeron tantas vezes con escándalo, y fueron dóciles instrumentos de
todas las pasiones y de todos los caprichos. Dueños los bolivianos
de la fuerza, quisieron avasallar el pensamiento ó impedir por lo
menos su publicacion. En dia claro, en la capital de la república,
en lugar público y concurrido el coronel José Bolívar, oficial del
séquito del Libertador, maltrató brutalmente de palabra y obra á uu
respetab!e ciudadano, escritor de la oposicion ; y como quedase im
pune este crimen á pesar delas enérgicas reclamaciones del ofendi
do y á despecho de la vindicta pública, repitióse poco tiempo despues
en la misma ciudad, si no de una manera mas odiosa, sí mas desfa
chatada y alarmante por cuanto se empleó para perpetrarlo el apa
rato de la fuerza pública. El coronel Luque, comandante del bata
— 225 —
llon Várgas, se apoderó de unos impresos, y apoyado con su tropa
los hizo quemar públicamente. A, este hecho, de suyo escandaloso,
anadió el dia siguiente una violencia mayor. Asocióse con el coro
nel Fergusson, ayudante de campo del Libertador, y juntos entra
ron en una imprenta, inutilizaron los enseres, confundieron y des
parramaron los tipos y dieron de golpes á los oficiales que en ella
trabajaban ; quedando impune tambien esta insigne fechoría , pues
nunca parecieran en juicio los culpables , á posar de la órden que
para ello dió el gobierno. El partido que así se portaba, so pretesto
de reformar los abusos de la prensa, no fué, sin embargo , el que
ménos la empleó para zaherir á sus contrarios con amargas perso
nalidades.
Estos por su parte, no teniendo fuerzas materiales de que dispo
ner, usaron de los tipos con injusticia unas vezes y muchas otras
con vituperable indiscrecion. Crujió la prensa en Bogotá, vomitan
do dicterios contra el Libertador y sus adictos. Cada acto del pri
mer magistrado de la republica era un ataque á la libertad : la mas
insignificante medida nn nuevo eslabon forjado á la cadena de la
servidumbre : el pensamiento, la palabra eran objetos de malignas
interpretaciones y comentarios. Poníase en práctica todo lo que
tendiese á contrariar los planes que suponían á Bolívar, aunque
de ello debieran originarse trastornos y derramamiento de sangre
colombiana. Fueron elogiados y hasta las nubes ensalzados como
heróicos hechos dignos de gratitud y recompensa, la desercion de
Matute, la sublevacion de Bustamante y el motiu militar de Boli-
via. Obra de este partido fueron, como pronto se verá, esas infa
mes conspiraciones contra el Libertador, tan costosas á sus autores
como ineficazes pava el objeto que se proponían. Por ella perecie
ron en el campo y en los patíbulos ilustres granadinos cuya vida
segada sin provecho por la segur revolucionaria, hubiera sido mas
tarde honra y gloria de su patria.
Una de ellas fué la que promovió Padilla en Cartageua con mo
tivo de una esposicion que los jefes y oficiales de aquella plaza fir
maron á principios del año, en que pedian á la convencion nacional
una lei de premios y retiros para los militares que habian hecho la
guerra de la independencia, y otra que asegurase el pago de sus
acreencias contra el estado y la conservacion del fuero militar. Co
mo esta representacion contenía algunas espresiones duras, alusivas
á personas notables del partido de la oposicion y ro pocas amena
— 226 —
aquellos monumentos de la humana flaqueza, si fué mayor la de
los que erigieron altares á Bolívar ó la de este hombre eminente en
agradecer, tan odiosas•y punibles adoraciones.
Menguado así el crédito y respetabilidad de la contencion, y ro
deada de tristísimos augurios, se instaló el 9 de abril con 64 miem
bros de los 4 08 que correspondian á toda la república. El diputado
Francisco Soto á quien tocó presidir en ella provisionalmente,
pronunció un discurso sumamente notable per el sentido de algu
nas de sus frases. « Acaba de instalarse, dijo, la gran convencion
« de la república de Colombia..,. ¡Qué desengaño tan convincente
« para los que habían llegado á formar esperanzas de engrandeci-
« miento propio sobre las discusiones pasadas '.....Esperanzas lison-
« jeras vendrán á tentar nuestro ánimo para que sacrifiquemos los
« intereses del pueblo colombiano, y no es imposible que este sacri-
« ficie se intente revestir con el terrible pero augusto ropaje de im-
« perio de las circunstancias y el mayor bien de Colombia. Pero yo
« espero que la seduccion y el terror no podrán penetrar en este
ii recinto... » Despues de hecho el -nombramiento de funcionarios,
prestaron estos y en seguida lodos los miembros de la corporacion
el juramento prescrito por la lei. Obligábanse por él á no promo
ver cosa alguna contraria á la integridad de la república y á su
independencia de dominio eslranjero ó que la hiciese patrimonio
de familia ó persona ; ofrecian sostener la libertad civil y política ,
la forma de gobierno popular, con responsabilidad de todos los
empleados, y la division de los poderes públicos para la mejor ad
ministracion del gobierno. Juramento notable en el cual algunos
miembros de la convencion creyeron ver coartadas las atribuciones
de aquel cuerpo soberano. Anunciaron en seguida su reunion á la
república los convencionales por medio de una alocucion en que
decían. « Vuestro primer magistrado proclamó ála faz del mundo
« que la gran convencion era eé grito de Colombia. Convocada
« por el congreso, lodos han aplaudido su llamamiento y vosotros
« habéis hecho elecciones de vuestra voluntad. Ninguna especie
« de coaccion ha impedido el pronunciamiento de la opinion na
« cional.... Los grandes nombres dignos de eterna memoria que
« echaron los.primeros fundamentos de la libertad : tantos ciuda-
« danos generosos que rindieron la vida en el campo del honor:
« un crecido número de patriotas virtuosos sacrificados en los pa-
« tíbulos, todos ellos do se inmolaron sino á la patria para legarnos

Y
— .227 —
« sus heróicos hechos como otros taníos lítulos al establecimiento
« de un gobierno que por su bondad sea equivalente á tan inmeu-
« sos sacrificios. Colombia apénas naciente tuvo una alta reputacion
« debida a sus instituciones y á su marcha firme y majestuosa —
« era un alto honor ser colombiano— sucesos desgraciados han
« eclipsado este nombre y oscurecido sus glorias.... Tristes y
« malhadados acontecimientos han abierto heridas al crédito na-
« cional, han turbado el órden.... Hagamos una mútua y general
« reconciliacion... En el templo de la patria no deben levantarse
« altares, sino abrirse sepulcros á la discordia. »
Una resolucion de \ 6 de abril declarando urgente la reforma de
la constitucion de Cúcuta , fué uno de los primeros actos do Iu
asamblea constituyente y el único de importancia en que lodos sus
miembros estuvieron de acuerdo, porque desde mui temprano se
manifestó entre ellos desunion y guerra , y de parte de la mayoría
del cuerpo zelos y desconfianza hacia Bolívar.
Dirigió este al presidente de la convencion dos comunicaciones
datadas en Bucaramanga a .10 de abril. Decía en la primera, que
por informes y queja del comandante general del Magdalena l:abia
sabido con sorpresa que varios miembros nombrados para la gran
convencion y reunidos en Ocafta el 2 de marzo para examinar los
registros de las asambleas electorales, habían lomado conocimiento
de una representacion que les dirigió el general Padilla y decrelá-
dole acciones de gracias por los acontecimientos de Cartagena ; in
tervencion que á ser cierta vería como una usurpacion de autoridad
de parte de los elegidos del pueblo, los cuales por el mero hecho se
convertían en instigadores de nuevas conspiraciones y eu instru.
mentos de la completa ruina de la patria, liase dicho ya que Padi
lla al llegar á Monipox dirigió á varios miembros de la comision
copia del oficio en que daba cuenta a Bolívar de los sucesos de Car
tagena. La relacion que de ellos hacia no era por cicrlo desapasio
nada ; mas con todo eso se colegia de su contesto que el mismo
nase
habiaofreciendo
sido el promovedor
sostener condesuaquellos
persona alborotos.
y su influjoPero
á la como
convencion,
Icrmi-

por considerarla rodeada de peligros, acordó la comision á pro


puesta de su director Francisco Soto (acta de .17 de marzo), que
se le manifestase la gratitud del cuerpo por su zelo eu favor del
órden público , de la observancia de las leyes y de la seguridad (!.•
la convencion, desplegado en las ocurrencias de Cartagena. No mas
— 228 —
larde que un dia despues, arrepentida sin duda la junta de paso
tan indiscreto é inmeditado, revocó aquel acuerdo, limitando su
respuesta á manifestar á Padilla el aprecio con que veia sus senti
mientos de respeto hácia la gran convencion. Fundada sin duda en
esta revocatoria , creyóse autorizada la convencion para contestar
á Bolívar que ni Padilla habia dirigido representacion alguna á los
diputados existentes en Ocaña, ni estos habian hecho otra cosa que
avisarle el recibo de un oficio con espresiones de urbanidad, pres
cindiendo de calificar su conducta, y que la convencion habia sen-
iklo que el general Montilla , creyéndose con derecho de formar
quejas contra algunos de sus diputados por el solo fundamento de
una simple caria, hubiese empeñado la respetabilidad del Libertador
y coiT'prome'ídole en desagradables contestaciones. Aquí la con
vencion , echando mano de pueriles sutilezas, desmintió un hecho
cierto y perfectamente comprobado.
La segunda comunicacion de Bolívar tenia por objeto reclamar
contra una resolucion de la junta calificadora, que escluyó al Dr Mi
guel Peña, diputado por la provincia de Carabobo, fundándose en
que habia contra él una causa criminal pendiente en el senado de
la república, por atribuírsele usurpacion de caudales públicos. De-
cia el Libertador que su decreto de I ° de enero de .1 827 habia sido
una amnistía para cuantos estaban comprometidos en la revolucion
de Venezuela, y que se estendia no solo al efecto sino á las causas
que habian dado origen á aquellos trastornos; y que este decreto
habia sido aprobado por el congreso de 1827, sin ninguna limita
cion. Entre otras razones añadia que muchos de los que en 1826
habian con mas calor y cficazia contribuido á derrocar las institu
ciones tenían asiento en la convencion, y que mayores abusos que el
de Peña se habian cometido contra el tesoro nacional , y no habian
sido acusados. En su breve y decisiva respuesta dijo sustancial-
mente la convencion á Bolívar, queriendo inapelables los juicios
dela junta calificadora, aquel asunto estaba terminado.
Cierto es que Santánder y sus amigos abusaron de su mayoría en
la convencion ; pero aunque en el empeño de dar cima á sus pla
nes fueran injustos con sus contrarios, cosa que no carece de
ejemplos en los cuerpos colegiados, es de todo punto indisculpable
el lenguaje desacatado con que ciudadanos particulares, autorida
des y corporacioues maltrataron y envilecieron la asamblea toda,
a ciencia y paciencia del gobierno. Dos^diputados de la provincia
— 229 —
de Tunja escluidos por la junta calificadora ocurrieron al Liberta
dor reclamando contra aquella medida y diciendo de nulidad contra
lo que sancionasela convencion, á la que apellidaban cuerpo ilegal
y apasionado. Y queriendo despicar en ella el enojo que le causó
el negocio relativo a Peña , el consejo municipal de Valencia diri
gió á Bolívar un merooriaPen que guiada, decia, del mas vivo
interes por el bien de la patria , asentaba que el general Santander
por su mala administracion habia colocado la república soHro el
cráter de un volcan, y que cuando pidieron convencion los pueblos
de Venezuela, solo habian tenido por objeto libertarse del ominoso
poder de aquel magistrado. La comision calificadora, añadia el con
sejo, correspondiendo mal al voto de los pueblos, habia escluido de
la convencion á ciertas personas adictas todas al bien del pais
de consiguiente á la continuacion del Libertador en el mando su
premo. Por eso Peña no fuera admitido en la asamblea consti
tuyente, al paso que en ella habia quedado con notable impuden
cia y escándalo el general Santander , acusado por Iodos los pueblo8
de haber malversado los fondos públicos y de ser el jefe de la fac
cion liberticida que conducía la nacion á su final esterminio.
En el odio hácia determinadas personas, en el abuso de la mayo
ría y en oí criminal deseo de disminuir la respetabilidad de la con
vencion en el ánimo de los pueblos , preparándolos á la desobe
diencia, debe buscarse el origen de estos procederes irrespetuosos
que por desgracia, si no buenas razones, hallaron despues plausibles
prelestos en la desunion que con estraña violencia se manifestó en
aquel cuerpo luego quo se quisieron t¡jar los principios que debian
servir de fundamento á las reformas. Suscitáronse con este motivo
largos y acalorados debates entre los partidos que dividian la con
vencion con aspiraciones estrenías é inconciliables , hasta que á
manera de tácita transaccion y con el dese,) de impedir el progreso
de la discordia , adoptaron como basas tres proposiciones generales.
Por ellas se determinaba que en Colombia solo habría un poder
legislativo, otro ejecutivo , y el tercero judicial ; que la administra
cion de todos sus ramos seria mejorada de modo que hiciese mas
eficaz la accion del gobierno , y que por último , se establecerían
en los departamentos asambleas ó consejos. De este modo los fede
ralistas concedian á sus contrarios el aumento de fuerza en el go
bierno, al paso que estos les otorgaban , en el establecimiento de
asambleas departamentales, un simulacro del sistema federal.
— 250 —
Parece ser que estas concesiones mutuas no fueron parte á im
pedir que cada cual quisiese ver cumplidos sin ningun menoscabo
sus particulares intentos ; pues no puede deducirse otra cosa de los
desagradables altercados que ocurrieron en la comision á que se
pasaron las basas acordadas para que COA arregto á ellas formase el
provecio de Ici fundamental. Tales fueron estas rencillas (en que no
anduvieron escasos los denuestos) que obligaron á la asamblea á
reformar la comision y dieron motivo para que algunos propusie
sen escitar al Libertador á trasladarse á Ocaña con la esperanza
de que su presencia contribuiría á uniformar las opiniones. Así
dijeron, sosteniendo que la lei que prohibia al poder ejecutivo
residir en Ocaña durante las sesiones de la asamblea, no impedia
que esta le llamase. No debió de hacer gran fuerza á la convencion
este argumento, pues ni siquiera quiso tomar en consideracion la
propuesta, temerosa quizas de di.cutirla.
Tanto fue el ahinco y priesa con que trabajó la nueva comision,
que ya para el 21 de mayo pudo presentar un proyecto de lei polí
tica fundamental que, admitido por el cuerpo, empezó desde luego
á discutirse. Era un traslado de la constitucion de cuenta, en cuyo.
plan se habian hecho algunas alteraciones sustanciales conser
vando, sin embargo, sus particiones y estructura. Dividiase el ter
ritorio en departamentos , provincias y cantones, debiendo ser de
veinte por los ménos el número de los primeros. En cada uno de
estos se establecia una asamblea ó legislatura departamental com
puesta de diputados de los cantones y á cuyo cargo estaba deliberar
y resolver sobre los intereses peculiares del departamento ; si bien
para conservar unidad en el sistema se concedia al gobierno la fa-.
cuitad de suspender, y al congreso la de anular los actos ilegales de
aquellos caerpos. Los consejos municipales se subrogaron por asam
bleas que solo podian reunirse tres vezes al año en la cabezera del
canton y con atribuciones limitadas á promover y arreglar los inte
reses locales. Para el régimen político de cada departamento se es
tablecian prefectos que elegiría el poder ejecutivo á propuesta que
debian hacerle en terna las asambleas departamentales. Estos ma
gistrados eran agentes del gobierno y tambien de aquellas juntas
legislativas, cuyos acuerdos estaban encargados de hacer cumplir,
aunque padiendo suspender su ejecucion en ciertos casos.
Conservando la estructura del cuerpo legislativo, variáronse el
modo de elegirlo y en parte sus atribuciones. Fijábase un número
— 254 —
mayor de habitantes que el requerido por la constitucion de Cúcnta
para enviar un diputado al congreso, y se disponía que este fuese en
parte renovado todos los años , encargándose á las asambleas de
partamentales el ciudado de calificar la eleccion de sus miembros.
Quitóse al senado toda intervencion en el nombramiento de los em
pleados , y en la mayor parte de las acusaciones propuestas por la
Cámara de representantes se limitaba su autoridad á suspender al
acusado para entregarle al tribunal competente.
Esenciales reformas se proponían tambien en las funciones del
poder ejecutivo. Quísose que este no tuviese el tremendo poder
que le concedia la constitucion de Cúcuta en el uso de ilimitadas
facultades estraordinarias, y para conseguirlo se prefijaron las que
podia emplear en determinados casos, dándole en cambio el derecho
de presenfar proyectos de lei á las cámaras legislativas y el de enviar
á ellas, cuando á bien lo tuviese , dos cualesquiera de los miembres
del consejo de gobierno. Ninguna intervencion se le dejaba en el
nombramiento de los ministros y juezes de los tribunales de jus
ticia, cuyos destinos debian ser temporales como todos los demas
de la rcpúhli0 : y para hacer completa la independencia de aque
llos magistrados, prohibídseles recibir merced ó empleo del poder
ejecutivo. Un consejo debia consultar á este en casos arduos, y en su
composicion entraban cuatro individuos nombrados por el congreso
y solo dos secretarios del despacho, siendo unos y otros responsa
bles de los actos del gobierno á que de alguna manera contribuye
sen. Y a fin de evitar abusos y dar alivio y respiro á la angustia
del tesoro nacional , debían fijarse anualmente por el congreso la
fuerza permanente, las contribuciones y los gastos públicos, siendo
obligacion del gobierno rendir cuenta 'anualmente tambien de
estos últimos.
La coartacion de las facultades estraordinarias que Bolívar lla
maba con mucha razon, torrente devastador ; el derecho concedido
al poder ejecutivo de proponer proyectos de lei ; la concurrencia de
los secretarios del despacho á las discusiones del congreso y su res
ponsabilidad; la eliiniiiacion; en fln, de los consejos municipales eran
reformas indicadas en el mensaje que dirigió á la convencion el
presidente de la república. Los partidarios de este , sin embargo,
combatieron de muerle el pro ecto de la comision, diciendo de el
que las restricciones diseminadas astutamente en casi todos los
artículos tendian á establecer un poder sin fuerza, un gobierno sin
— 252 —
¡iccion, al paso que se multiplicaban los medios de combatirlo y
vejarlo : que los departamentos serian en realidad estados inde
pendientes y sus asambleas verdaderas legislaturas con atribuciones
exhorbitantes : que siendo los juezes electivos y periódicos, sin
que el ejecutivo tu viera en su nombramiento la mas pequeña inter
vencion,.se aislaba y empeoraba la administracion de jnstie'a : que el
consejo de gobierno, así por sus atribuciones como por componerse
de miembros en su mayor parte elegidos por el congreso, era en
vez di¡ consejo espionaje y censura , no un medio de accion, sino
remora y embarazo diarios , y en fin , que examinado con detencion
y cuidado, debia considerarse el proyecto « como el veneno mas
aclivo que pudiera propinarse á la república. »
Opinando tan mal de es'e proyecto, creyeron los bolivianos que
debian reemplazarlo con otro, y en cfecto presentaron uno que
tenia tamJjien por basa ln constitucion de Cucúta; pero que diferia
del de sus contrarios en punios cardinales. Dividian el territorio en
solo catorce departamentos, conservando las asambleas propuestas
en el plan anterior, bien (¡ue despojadas de toda funcion legislativa,
del derecho de proponer ternas para llenar vacantes Aciertos em
pleos y del de peifecionar las elecciones de senadores y representan
tes : quedaban reducidas en suma sus atribuciones á espedir regla
mentos sobre puntos estrictamente económicos y á pedir al congreso
por medio del poier ejecutivo la creacion de impuestos que cubrie
sen los gastos del servicio municipal. Introducia este nuevo proyecto
una novedad singular pnra los casos en que el poder ejecutivo obje
tase una lei, y era la de quedar esta sin efecto á ménos que dos legis
laturas sucesivas no insistiesen en su conveniencia por las dos ter
ceras parles de sus miembros. El consejo de gobierno debia com
ponerse de todos los secretarios del despacho y de seis individuos
designados por el presidente de la república con previo consenti
miento del senado. Aumentado así el poder del gobierno , dál;asele
aun mas estension con el derecho de nombrar todos los empleados
de la administracion pública, á los cuales podia tambien remover á
su arbitrio. Al propio tiempo que se le concedia el de elegir juezes
para todos los tribunales, unas vezes á propuesta de estos y otras
con la venia del senado, bien que no podría destituirlos ni sus
penderlos en ningun caso. Reemplazábase el artículo \ 28 de la
constitucion de Cúcuta con otro, en el cual se determinaban las fa
cultades estraordinarias que podia usar el ejecutivo en los inter
— 255 —
regnosdel congreso, quedando autorizado este cuerpo paravariarLs
y estenderlas temporalmente segun las circunstancias. La duracion
dol presidente, que segun la consiitucion de Cúcuta y el anterior
proyecto era de cuatro años , se prolongaba hasta ocho por el pro-
sente , guardando silencio sobre si podría ser ó no reelegido.
Tales eran las principales disposiciones de este proyecto que ¡i
íluras penas lograron sus autores hacer admitir á discusion. Los
santnnderistas alzaron el grito contra sus adversarios. K! nuevo
proyecto, segun ellos, era mas monárquico que la constitucion bo
liviana y su único fin perpetuar en el mando al Libertador, orga
nizando en favor suyo el mas insoportable despotismo. Para pro
barlo decian, que las asambleas departamentales ( imitacion, si no
perfecta, utilísima del sistema federal) quedaban anuladas, conser
vándose en lodo su vigor el ominoso centralismo : que el silencio
guardado sobre la reeleccion del presidente de la república envol
via el claro designio de hacer servir las leyes á su continuacion in
definida en el mando : que haciendo necesaria la insistencia de dos
congresos sucesivos parala validez de una lei objetada, se constituía
al gobierno ¿n árbitro de la legislacion : que no contentos con las
estensas facultades que en clase de estraordinarias concedían al po
der ejecutivo, abrían la puerta á la usurpacion y á los abusos, auto
rizando á los congresos ordinarios para otorgar otras mayores : y
finalmente, que invistiendo al poder ejecutivo con la tremenda fa
cultad de nombrar todos los empleados y de destituir á la mayor
parte de c|los, se le armaba de un influjo irresistible que subordina
ba el estado ásu querer absoluto.
Con opiniones y principios tan opuestos era imposible que estos
dos partidos se acordasen entre sí del modo íntimo y franco quo
exige el deliberar en los arduos y delic.idos negocios de interes pú
blico. Así fué que aquel congreso , objeto de tantos anhelos, se vió
convertido en un campo de batalla en donde cada uno. 5 a i|iie no
lograse el triunfo de su causa, se contentaba con frustrar del suyo
á los contrarios. Por donde llegando á persuadirse los bolivianos de
la inutilidad desus esfuerzos, y viendo que su presencia en la con
vencion no iba á servir sino para legalizar los acuerdos que echaban
por tierra todos sus proyectos , imaginaron ausentarse de la asam
blea y aun de la ciudad de Ocaña. De ello noticiosos algunos hom
bres moderados que deseaban la conciliacion y aun la creían posi
ble, promovieron conferencias privadas entre los mas exaltados cori
— 254 —
feos de uno y otro bando en la esperanza de que, cediendo algo de
sus mútuas pretensiones, no quedarían hurtados la confianza y los
intereses de sus comitentes. Todo fué en vano sin embargo. Estas
conferencias , en que cerea se vieron hombres ya muí irritados y
entre los cuales ponía insuperables obstáculos la desconfianza, léjos
de apaciguar los ánimos, contribuyeron á encresparlos mucho mas ,
y en tal grado, que desde entónces se vió como inevitable la diso
lucion de la asamblea. ürgia el tiempo entre tanto; las circuns
tancias apremiaban, y creyendo algunos patriotas que ántes de to
car al término vergonzoso que se temia, era preciso que la conven
cion diera á los pueblos el cimiento de útiles reformas, presenta
ron el dia 6 de junio con el nombre de acta adicional á la consti
tucion del año undécimo un compendio del proyecto de los sanían-
deristas, proponiéndose discutirlo y aprobarlo á la hjera para poder
contar con la presencia de los diputados que anunciaban separarse
de Ocaña.
El mismo dia se leyó en la asablea un oficio en que estos for
malmente se despedian y en modo desembarazado y paladino es
presaban sus motivos determinantes, y se declaraban reftieltos á no
prostituir su representacion pública, autorizando los actos de la
mayoría, á los cuales llamaban « obra de las pasiones. » Por fin sa
lieron de Ocaña el .10 de junio, en número de diez y nueve.
Poco despues abandonó otro diputado su puesto ; con lo que reu
nidos veinte en la parroquia de la Cruz, pusieron en noticia de Bo
lívar su procedimiento avisándole que en Ocaña no quedaba el nú
mero legal de cincuenta y cinco representantes para continuar las
sesiones. Y en efecto 54 miembros que permanecieron en la ciudad
así lo declararon et 12 de junio, comunicando igualmente al go
bierno el triste y vergonzoso término de una corporacion que, com
puesta en su generalidad de hombres virtuosos é ilustrados , estaba
llamada á hacer la felizidad de la patria.
Táchase á los santanderistas de haber empleado para el triunfo
de su causa sobrada acrimonia contra sus antagonistas y manifes
tado escesiva mala voluntad hácia Bolívar. Justo es empero confe
sar que aprensados de todas partes con memoriales ofensivos á mu
chos de ellos y á la autoridad de la convencion, casi se vieron for
zados á desplegar la estraordinaria energía que los condujo á sin
razones. En estas quisieron justificar los diputados disidentes su
resolucion de disolver la asamblea ausentándose de Ocaña ; pero es
— 255 —
dudoso que la posteridad admita este descargo y el principio de que
el menor número de individuos en un cuerpo deliberante pueda
calificar sus actos é imponerle condiciones.
En el estado de descrédito en que habian puesto á la convencion
sus propias disensiones y la vozería de los enemigos del reposo pú
blico , no era probable que se hubiesen admitido pacificamente las
reformas si estas no correspondian á los desvelos y anhelar del par
tido que disponía entónces de la fuerza. Persuádelo así lo ocur
rido en Bogotá el 13 de junio. Todavía no Labia tiempo para qúe
allí se supiesela separacion de los diputados disidentes, ni mucho mé
nos la disolucion de la asamblea constituyente, cuando el intendente
de Cundinamarca Pedro Alcantara Berran convocaba al pueblo á
reunirse para que por sí mismo rigiese sus destinos, c no habiendo
« nada que esperar, decia , de la convencion , cuyos acuerdos solo
« podían producir males, por el espíritu de faccion que los dicta-
« ba. » Ya los diputados que aman el bien del país y su felizidad ,
« anadia, desesperanzados de todo buen suceso, están resueltos á
« retirarse para no traicionar con su presencia actos que serian
« un decreto de muerte contra la patria. » Ocurrieron al ilegal
llamamiento el mismo dia muchas personas notables de la ciudad
y suscribieron una acta en que se protestaba no obedecer uingua
acuerdo ó reforma que emanase de la convencion , revocando al
mismo tiempo los poderes de los miembros que representaban el
deparlamento. Al general Bolívar encargaban esclusivamente el
mando supremo de la república y con instancia le pedian volviese
á la capital a organizar el gobierno segun su voluntad hasta que
juzgara oportuno convocar una nueva representacion nacional. El
consejo de gobierno, al cual se comunicó esta decision, la aprobó el
mismo dia, calificándola de necesaria y fundada. Y otro tanto hizo
el Libertador con fecha del .16, ananciando su pronta marcha á
Bogotá para poder llenar sin demora, decia , los volos del pueblo y
magistrados que le honraban con su confianza y tomaban sabre sí
salvar la patria creando una autoridad que pusiese fin á la anar
quía, cuando la disolucion del congreso de Ocaña se presentaba
amenazando la existencia nacional. Enteradas de estas occurrencias
por avisos del gobierno las autoridades políticas y"militares de la re
pública, promovieron y llevaron á cabo en todas partes nuevas actas
semejantes á la de Bogotá ; y ora porque las juzgasen adolecientes
de los mismos achaques que las anteriores, ora porque quisiesen dar
— 256 —
les mayor eficaziaen el ánimo preocupado de la multitud, exigieron
que á cumplirlas se obligasen con solemne y venerando juramento
las tropas , las corporaciones y los empleados. Y como si echasen
en olvido que el perjurio habia acompañado todas las violaciones
de la lei esperimentadas hasta entónces, pusieron al cielo por tes-
tigo de que reconocian al Libertador por jefn supremo del estado
con facultades ilimitadas, y que se obligaban á guardar, cumplir y
ejecutar lielmente todas las disposiciones que sancionase. De este
modo despreciada primero y despues frangida abiertamente la cons
titucion de Cúcnta, vino á parar en que de un todo se la arrumbase
y desconociese, estableciendo sobre sus ruinas el coloso de la dicta
dura.
En ejercicio de ella y sin esperar el pronunciamiento de los de
partamentos mas distantes, Bo'ívar que desde el 2.'( de junio habi»
Lecho su entrada en Bogola, empezó á legislar en materias impor
tantes. Mandó restablecer los conventos que habian sido suprimidos
por la lei, y derogó la que, tendiendo á destruirlos completamente,
prohibiera recibir en ellos donados, novicios y devolos menores de
25 años. Reuniendo varios departamentos bajo una sola potestad
política, civil y militar, estableció jefes superiores con facultades
estraordinarias y sujetó al fuero de guerra los batallones de la mi
licia ausiliar. Poco. despues ya no quedó ninguna duda de que el
código político de Colombia habia dejado de existir. En su lugar
puso Bolívar el decreto orgánico de 27 de agosto que debia servir
como lei constitucional hasta el año de .1850. Por él se reglamentó
la dictadura, se suprimió la vicepresidencia de la república y se or
ganizó bajo otra forma el consejo de estado, se dió mayor estensioa
á la autoridad de los que con la denominacion de prefectos debian
gobernar los departamentos, y se declaró dominante la religion
católica, apostólica romana. Con este decreto acompañó una pro
clama en que manifestaba las razones que le habian determinado á
aceptar el encargo penoso y delicadode regir la república. «Colombia-
no^decia, las voluntades públicas se habian espresado enérgicamente
por las refnrmas políiieasde la nacion : el cuerpo legislativo cedió
á vuestros votos mandando convocar la gran convencion, para que
los representantes del pueblo cumplieran con sus deseos, constitu-
yen/lo la república conforme á nuestras creencias , á nuestras
inclinaciones y á nuestras necesidades : nada qaería el pueblo que
fuera ajeno de su propia esencia. Las esperanzas de todos se vie
— 257 —
ron, no obstante, burladas en la gran convencion, que al fin tu
vo que disolverse, porque dóciles unos á las peticiones de la ma
yoría , se empeñaban otros en dar las leyes que su conciencia ó
sus opiniones les diciaban. La constitucion de la república ya no
tenia fuerza de lei para los mas ; porque aun la misma conven
cion la habia anulado, decretando unánimemente la urgencia de
su reforma. Penelrado el pueblo entónces de la gravedad de los
males que rodeaban su existencia, reasumió la parte de los dere
chos que habia delegado ; y usaudo desde luego de la plenitud de
su soberanía, proveyó por sí mismo á su segundad fulura. El so
berano quiso honrarme con el título de su ministro y me autorizó,
ademas, para que ejecutara sus mandamientos. Mi carácter de pri
mer magistrado me impuso la obligacion de obedecerle y servirle
aun mas allá de lo que la posibilidad me permilia. No he podido
por manera alguna denegarme, en momento tau solemne, al cumpli
miento de la confianza nacional ; de esta confianza que me oprime
con una gloria inmensa, aunque al mismo tiempo me anonada ha
ciéndome aparecer cual soi.
«Colombianos! Me obligo á obedecer estrictamente vuestros legí
timos deseos : protegeré vuestra sagrada religion como la fé de to
dos los colombianos y el código de los buenos : mandaré haceros
justicia por serla primera lei de la naturaleza y la garantía univer
sal de los ciudadanos. Será la economía de las rentas nacionales
el cuidado preferente de vuestros servidores; nos esmeraremos por
desempeñar los obligaciones de Colombia con el estranjero generoso.
Yo en lin , no retendré la autoridad suprema sino hasta el dia que
rne mandéis devolverla, y si ántes no disponéis otra cosa, convoca
té dentro de un año la representacion nacional.
« Colombianos 1 No os diré nada de libertad , porque si cumplo
m's promesas, seréis mas que libres, seréis respetados ; ademas bajo
la dictadura ¿quién puede hablar de libertad? ¡Compadezcámo
nos mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que man
da solo !
No sin motivo pidió Bolívar compasion paia sí y para el pueblo
que juzgaba no poder gobernar por las reglas ordinarias. El pri
mer uso que hizo de las facultades estraordinarias fué el de coartar
la libertad de imprenta, mancomunando en la responsabilidad á los
impresores con los escritores públicos, y autorizando á los inten
— .258 —
dentes de los departamentos para tomar oiras medidas represivas,
segun las circunstancias. No es dable pararse en el terreuo move
dizo y deleznable del mando absoluto en que cada movimiento,
cada paso conduce insensible y suavemente al abismo de la tiranía.
Meses despues no bastó ya para la seguridad del gobierno poner
trabas al pensamiento, sino que fué preciso recurrir á la persecucion
de las personas. A pesar de que la lei declaraba irresponsables á los
miembros de la convencion por las opiniones que en aquel cuerpo
emitiesen, muchos de los que mas á las claras y esforzadamente ha
bían combatido las opiniones de los bolivianos , se vieron forzados
á abandonar sus hogares y á espatriarse por órden del gobierno.
Entre los que sufrieron tan triste suerte en Venezuela bailábase el
ilustre é inmaculado patriota Martin Tovar, uno de los antiguos y
denodados fundadores de la independencia americana. Hombre que
de sí mismo podia decir con noble orgullo : « yo he servido á la
patria, por ella he padecido en los dias de su adversidad y nada he
solicitado ni esperado en los tiempos de su mejor fortuna. » Así di
jo en efecto aquel ilustre ciudadano Cuando al quejarse del violento
é injusto proceder, pedia se le oyese y juzgase con arreglo á las
leyes. Nada puede dar una idea mas triste ni mas exacta á la vez
del estado político de la república en aquel tiempo,'que la contesta
cion dada por el jefe superior de Venezuela á esta justa y enérgica
reclamacion. « No baTi sido siempre, le dijo, forajidos ó malhechores
« los espulsados de su patria. El mundo presenta bastantes ejem-
« píos de que lo fueron aquellos que habian hecho grandes servi-
« cios, cuando abusando del influjo que les daba su mérito quisie—
« ron estravíar el voto del mayor número de sus conciudadanos...
« ..El gobierno tiene fundamentos, que publicará cuando conven-
« ga, para considerar contraria á la tranquilidad pública la perma-
« nencia del Sr. Martin Tovar en estos territorios, y motivo para
« no abrir ahora el juicio que se solicita, o Remedo grotesco que
hacia el poder arbitrario para oprimir la libertad, del ostracismo
que á Cn de conservarla empleaban injustamente los antiguos re
publicanos. Por último, en el empeñole mantener en pié el edificio
de la dictadura, se occurrió al medio de rodearla de suspicaz y te
nebrosa policia ; arbitrio terrible, invencion malhadada del despo
tismo y que solo á él puede convenirle.
La dictadura de 1828 es á nuestro ver el grave error de Bolí
— 269 —
var; error de que no puede disculparlo el temor de la anarquía,
las desgracias de la patria, ni las intenciones de Santander y sus
amigos principales. Malas eran aquellas; pero no le tocaba á él im
pedir sus efectos sustituyendo á la constitucion de Cúcuta el poder
absoluto. ¿Era este acaso mejor que las instituciones que quería
dar á la patria la mayoría de la convencion? Acaso se responderá
que el Libertador no pensó jamas en hacer de la dictadura un sis
tema de gobierno ; y que su intencion era calmar las agitaciones
del pais, y prepararlo á recibir nuevas leyes fundamentales de un
congreso que se reuniese en mejores circunstancias. Sí, es verdad ;
pero esto no impide que fuese una oficiosidad indiscreta hacer un
mal presente por impedir otros futuros; mayormente cuando no eran
estos evidentes , y sobre todo cuando las ¡iotas que se llamaban po
pulares, no podian ser un motivo suficiente, para determinarle á dar
un paso de lauta consecuencia. A él fué arrastrado el Libertador,
por la ignorancia en que estaba de que estas actas fuesen general
mente hablando, obra de la seduccion y de la fuerza empleada por
los que se donan sus amigos : en parte tambien por sus creencias
políticas q(ie le hacian ver la anarquía donde quiera que el gobier
no no fuese poderoso ; pero principalmente, por el puntillo de triun
far de su artificioso enemigo, echando por tierra sus proyectos. La
ingratitud de Santander habia profundamente herido su corazon, y
el rubor que le causaba la idea de verse desacreditado y vencido por
tal hombre, le hizo salvar el abismo que separaba de su buena ra
zon y su elevado espíritu la odiosa dictadura. Mas aunque en este
error no tuvo parte el deseo insensato de la tiranía, muí distante de
su carácter y principios, hí/olo el caer del amor y respeto de sus
compatriotas. Elevado y poderoso cuando no era sino el mas escla
recido de los ciudadanos de la república , viósele pequeno y débil
ahora que se hallaba en el pináculo del poder absoluto, y fué objeto
de oprobiosa compasion para algunos , de temores y desconfianza
para otros. No era ya líolívar el Ídolo de su patria, y así lo mani
festó mui pronto al mundo americano un espantoso suceso: la cons
piracion de 25 de setiembre.
No fué solamente odio personal contra so persona lo que dirigió
el brazo de los conjurados. Algunos de ellos habian sido objeto de
sus particulares favores ; otros en cuyo número se contaba al dis
tinguido poeta granadino Luis Vargas Tejada , eran hombres de
aventajadas partes morales y conocida ciencia. Jóvenes catedráticos
— 240 —
y estudiantes de precoz y prometiente ingenio, en la edad del entu
siasmo y de los sentimientos generosos, tomaron parte en el aten
tado , y en él se mezclaron tambien militares de elevada gradua
cion que habian hecho á la patria eminentes servicios, y unos po
cos oficiales subalternos. Todo, pues, conduce á creer que esta cons
piracion fué un plan político, un estravío del patriotismo.
Las escenas de Ocaña, sembrando alteraciones y discordias en los
ánimos, habian puesto en el de muchosel gérmen de una conjura
cion criminal para dar muerte al Libertador, á quien apellidaban
tirano de la patria. Firmes en la creencia de que tolo su nombre y
sus esfuerzos sostenían el edificio de la dictadura, imaginaban 'que
este, cuando él no existiera, vacilaría, y desprendido de sus mal
planteados cimientos, Vendría á tierra para nunca mas levantarse.
V así fué que, olvidando la inmensa gratitud debida á sus servicios
y la enormidad misma del crimen, buscaban con afanado ahiuc,)
la ocasion da asesinarle. Acasos impensados, oposicion de algunos
de los comprometidos que no juzgaron propicia la ocasion, ó el de
seo de asegurar mejor el golpe y sus resultas, impidieron que so
perpetrara el crimen en un baile á que asistió Bolívar el 4 0 de
agosto, y tambien el 24 del mismo en ocasion de hallarse de paseo
y casi solo en Soacha, pueblo inmediato á Bogotá. Ideando planes
y preparando los medios de llevarlos á término cumplido, llegó el
25 de setiembre en que fué delatada la conjuracion y preso un mi-
lilar cómplice en ella. Como las noticias que pudieron obteneise
por este accidente solo daban una idea vaga y general del plan pre
meditado, no se tomaron con oportunidad las medidas convenien
tes para frustrarlo, mayormente cuando el jefe de estado mayor
del departamento, que debia examinar al delator y al preso, estaba
complicado en la trama. Alarmados con el riesgo los otros conju
rados, precipitaron el desentazo. Parte de la brigada de artillería
debia atacar el palacio en que moraba Belívar, y el resto dirigirse
contra los cuarteles del batallon Várgas y del escuadron de graua-
tieros, dando libertad al general Padilla para ponerle al frente de
la empresa. Media noche seria y reinaban calma y profundo silen
cio en la ciudad, cuando los conjurados dieron comienzo á su obra
con el ataque del palacio , al cual se precipitaron los mas osados
y valerosos. Nada pudo oponerse á su inesperado y fiero empuje.
Dispersaron la guardia, hirieron de muerte á los centinelas, y lle
gando sin tropiezo hasta la estancia de Bolívar, quebrantaron la
puerla y se abalanzaron en busca de su presa. No la encontraron.
La fortuna que tanías vezes salvó al Libertador por medios mara
villosos y estraordinarios, le sugirió el pensamiento de apiojarse á
la calle por una ventana que por descuido ó precipitacion se habia
dejado sin custodia. Burlados en el objeto principal de sus anhelos,
atumultuados, ciegos de furor y enojo, partieron en demanda de sus
do
compañeros,
en que lesdecididos
asistiese mas
á hacer
favorable
los últimos
estrellaesfuerzos
en otra yparte.
esporanzan-
Al salir

se presentó delante de ellos el coronel Fergnssnn que habiendo oi-


do rl fuego y grita de los que atacaban y defendian los cuarteles,
con ia desalado á ocupar su puesto cerca de Bolívar. No tuvo tiem
po el valero o y fiel escoces ni aun para preguntar el motivo de tan
estraño trastorno, pues un pistoletazo le derribó sin vida al suelo.
Crueldad inútil en que el oficial venezolano Pedro Canijo, amigo
y protegido de Fergusson, mostró en toda su horrible desnudez el
fondo de maldad que velaba sa esterior desabrido, austero y miste
rioso, y que mas larde debia costar otros lutos y llantos á su patria.
Ni fué esta la única atrozid;id que se perpetraba á favor de las ti-
nichlas de aquella noche atribulada. A manos de asesinos. traido-
ramentc, no en lucha igual y noblex pereció tambien el coronel Jo
sé Bolívar. Le habia sido encargada la custodia de Padilla, y parte
de los conjurados, para poner á esteen libertad, escalaron la prision
y precavidamente se introdujeron en la estancia que era comun al
preso y á su guarda. Manchó entónces el ilustre marino su antigua
gloria permitiendo la muerte del inerme guerrero que reposaba
tranquilo, confiado en su hidalguía.
A estos hechos bastardos se limitaron las ventajas obt.enidas por
los conspiradores. En vano lidiaron denodadamente : en vano
oscilaron al pueblo á tomar parte en la revuclta, vociferando pala
bras de muerte contra Bolívar y vítores á la constitucion y á San
tander. Tímido el pueblo ó indiferente, los esquivó su ayuda, y las
tropas del gobierno,;! cuya cabeza se pusieron los jefes que se halla
ban en la ciudad , los rechazaron en todas partes. Cayendo en ellos
el desmayo y la consternacion , perseguidos y acosados por do
quiera, ciaron y se desparramaron por las calles buscando abrigo
en las casas y en los campos, á tiempo que Bolívar se reunía á los
suyos en la plaza principal. Aquella misma noche fueron aprehen
didos mucho s de' los conjurados y sucesivamente todos , con la sola
.escepcion de Luis Várgas Tejada.
II.—BIST. MOD. 16
— 242 —
Una tcnt;ii iva semcjantc. ajena de la índole mansa y pazífka de
los habitantes de Colombia, y única en su historia, causó un
asombro difíciI de esplicar y que se colige de la priesa que se puso
en su castigo. Proato fué y terrible. Cinco dias despues algunos de
los comprometidos pagaron con la vida su empresa temeraria, y al
promediar octubre catorce de entre ellus habian sido fusilados. En
el patíbulo acabó su existencia el denodado general Padilla, que
tanta gloria habia dado á su patria y lauto lustre y renombre á la
marina colombiana. Recuerda su adversa suerte la que Ie cupo al
malaventurado Piar, como él bizarro y denodado en las batallas ,
como él inquieto é imprudente. Regó tambien con su sangre el ca
dalso Pedro Celestino Asuero, jóven catedrático de filosofía. ¡\¡da
de hermosas y brillantes esperanzas era la suya! : en mejores tiem
pos hubiera sido lumbrera de la patria , que vió con llanto su
temprana y lastimosa muerte. No ménos aciaga y dura fué la del
malogrado Luis Vargas Tejada, único de los conspiradores que
escapó de la persecucion. Intrincóse en los montes de la provincia
temiendo siempre ser descubierto, y desalentado, vagó muchos
dias buscando de propósito para guarecerse la tierra mas agria é
inaccesible. Poco acostumbrado á tan rigoroso género de vida,
sucumbió por fin á trabajos del cuerpo y del espíritu en impensado
y crudo accidente. Delatando a sus compañeros consiguió Carujo
que se le conmutara por otra pena mas suave la de muerte, y así
quedó con vida . aunque sin honra. Igual favor obtuvieron los
asesinos del coronel José Bolívar, y al par de estos insigues crimi
nales otros muchos comprometidos contra quienes resultaron car
gos poco graves ó meros indicios , fueron condenados á presidio ó
confinados a provincias distantes. Debióse esto al consejo de go
bierno , y tambien el que se sobreseyese en los procesos, dándose
fin al derramamiento de sangre con un indulto general á que mu
chos se acogieron.
Uno de los mas notables incidentes de esta conspiracion fué la
causa seguida , con motivo de ella , al general Santander. Juzgó-
sele, como á todos los demas, con arreglo al decreto de conspira
dores , por un tribunal especial que le condenó á muerte , fundado
en que á la vez que negaba haber tenido noticia de que se tramase
«inspiracion alguna contra la persona del Libertador, varios de los
conjurados declararon ser tenido entre ellos por primer agente del
plan y haberle, no solo consultado este en globo, sino tambien el
intento de dar muerte en Soacha á Bolívar. Los que así le acusaban
decian tambien que.se babia opuesto y aun contribuido á evitar el
asesinato , proponiéndoles un nuevo y mas esteuso proyecto de re
volucion por medio de sociedades republicanas que de secreto se
estableciesen en los departamentos; y Santander al convenir en
estas circunstancias desmentía la general y absoluta asercion de
ignorar tales trama». Ademas resultaba del proceso que habia
exigido de los conjurados difiriesen todo golpe de mnno basta MI
salida del territorio que debia efectuar en desempeno de una co
mision diplomática á los Estados- Unidos del Norte; por lo que no
solo babia fallado á sus deberes como ciudadano y como general de
la república, sino que lumia cometido un crimen de alta traicion
por no haber denunciado los primeros designios que se formaroit
para asesinar al Libertador. Tales eran sustancia I meu te las razones
en que apoyaban IJrdancta (comandante general deCuudiuamarca)
y su asesor, el fallo de muerte contra el antiguo vicepresidente de
la república. Justo y arreglado pareció al consejo de gobierno ; pero
tambien cre,yú aquel cuerpo que no estando probada la .complici
dad del reo cu el suceso especial de 25 de setiembre, y resultando
que babia impedido la tentativa de Soacha, debia mitigarse la pena
conmutándola en privacion de empleo, y destierro durante el cual
solo podría tener el usufructo de sus bienes : estos se mantendrían en
depósito como prenda de su buen comportamiento ulterior. Adoptó
el gobierno el parecer de su consejo y Santander salió pata Carta-
geua ; pero cuando pensaba dirigirse desde allí á ultramar, se le
detuvo encerrándole en el castillo de Bocacbica, OH donde permane
ció siete meses « poco decorosamente tratado » segun se esplicó.
Luego se le mandó trasladar á las cosías de Venezuela para ser en
cerrado en una de las mazmorras de la Guaira ; pero Pácz al saber
esta resolucion , algun tiempo ántes de que se llevase á efecto , ba
bia escrito al Libertador intercediendo por el preso y manifestando
su repugnancia de encargarse de la custodia de un liombre que podia
tal vez considerarle como su capital enemigo. A esta noble con
ducta del jefe superior de Venezuela se debió el que se permitiese
á Santander pasar á Europa y que tuviese Páez el gusto de enviarle
el pasaporte cuando de tránsito para la Guaira tocó por acaso cu
Puei.to. Cabello el buque que le conducía.
En uno de los muchos escritos que Santander ba publicado para
justificar su conducta ( Apuntamientos para la memoria sobre
— 244 —
Colombia y la Nueva Granada, ^37) se lee una representacion
dirigida por él al Libertador desde la forta'eza de Bocachica, y de la
cual juzga él mismo en estos términos. « Tal fué el lenguaje fran-
« co, firme y respetuoso de que yo usé ante el supremo jefe del
« estado, el cual se habia revestido de una omnipotente dictadura, y
« á pesar de haber dicho en su proclama de 27 de agosto de 1 828 :
« bajo la dictadura ¿ quién puede hablar de libertad? este fué
(i en el que representé desde la terrible prision de Bocachica donde
« se pretendia imponerme silencio. Los que tanto se jactan de haber
« defendido la verdadera libertad de estos píises, presenten un solo
« documento donde hayan hablado con la dignidad de un republi-
« cano perseguido perlas opiniones y hechos contrarios á proyectos
« liberticidas. » La representacion de que habla Santander nunca
llegó á manos del Libertador ; pero sí una harto humilde en que
confiesa su delito. Por lo demas él fué, como ya lo hemos hecho no
tar, el primero que se sometió al gobierno del dictador, aceptando
sin vacilar una mision diplómatica para los Estados-Unidos, inme
diatamente despues de haber sido privado de la vicepresidencia.
Cuando regresó de Ocaña se empeñó con muchos amigos de Bolívar
á fin de lograr una reconciliacion . y posteriormente en París rogó
al general Lafayetto se interesara con el Libertador, para alcanzarle
aquella gracia, ofreciendo cooperar con el dictador, en cuanto su
piese y pudiese. Mal sienta, pues, á aquel hombre hablar de patrio
tismo y entereza , pues la honra de uno y otra no pertenece á los
que cambian de pensamiento segun sus pasiones; á los que adoran
sus interes, no á la patria; á los que humildes hoi, y mañana so
berbios , carecen de los fundamentos esenciales de la virtud polí
tica : pureza en el pensamiento, y en la ejecucion templanza.
Grande fué é intenso el dolor que causó a Bolívar la conspiracion
de 23 de setiembre. Asegúrase que desfallecido, lleno de tribula
cion y de congoja quiso perdonar á sus enemigos y abandonar la
tierra de la patria ; pero que consejos insidiosos de los que se lla
maban amigos suyos torcieron su ánimo de la clemencia para in
clinarlo al castigo. Tales andaban ya las cosas en Colombia , que
aquel pensamiento, por estraño que á primera vista apareciese, era
tal vez el mas sano, el mas político, el mas útil que podia concebir
Bolívar : á haber tenido valor para realizarlo, mas brillante que en
ningun tiempo hubiera resplandecido su gloria. Si es cierto que al
Libertador se le ocurrió alguna vez semejante designio, mni pronto
— 243 —
desistió de él , pues no mas larde que el 26 de setiembre espidió
un decreto declarándose en el ejercicio pleno y absoluto de la au
toridad dictatorial , atento que la lenidad que habia caracterizado
hasta entónces todas las medidas del gobierno solo sirviera para
alentar el crimen. Y como ademas creyese hallar el ongen del mal
sucedido en las e\ajeradas teorías de las ciencias políticas que se
enseñaban á la inesperta juventud por autores que al lado de máxi
mas luminosas contenían muchas opuestas á la religion y á la mo
ral de los pueblos, se hicieron con fecha 20 de octubre algunas re
formas importantes en el plan general de la ensenanza pública.
Mandáronse suspender desde luego las cátedras de legislacion uni
versal, de derecho político, de constitucion y ciencia administrativa,
sustituyéndolas con una de fundamentos y apología de la religion
católica romana, de su historia y de la eclesiástica. Se mandó hacer
el estudio de la ética y del derecho natural : se recomendó el idioma
latino como necesario para el conocimiento de la religion y de la
bella literatura, y finalmente, dando mayor estcusion al curso de de
recho civil, patrio y canónico, se mezcló la lectura de estas ciencias
con la economía política y el derecho de gentes. Otro decreto pos
terior prohibió las asociaciones secretas, fundándose en que la espe-
riencia de Colombia y la de otros paises habian acreditado que en
ellas se preparaban los trastornos políticos, y que solo servian para
turbar el sosiego y la dicha de los pueblos.
Quizá producian estas medidas un efecto contrario al que Bolívar
se proponía ; cuando ménos puede asegurarse que ellas no bastaron
á reprimir los conatos revolucionarios. Pues bien fuese por efecto
de anteriores combinaciones, como hai fundamento para creerlo,
bien porque temiesen las revelaciones consiguientes al malogro de
la conjuracion de setiembre, en que se hallaban complicados, es lo
cierto que los coroneles José María Übando y Jo e Hilario López,
apénas supieron lo ocnrrido en Bogotá cuando poniéndose en abierta
insurreccion en la provincia de Popayan, declararon guerra á Bolí
var y proclamaron el código político de Cúcuta. Aunque parcial
y distante este movimiento, considerólo Bolívar de cuenta é impor
tancia, viéndolo dirigido por tenazes guerrilleros y sostenido por la
porfiada y animosa gente de los Pas'os, en tierra que por lo que
brada, áspera y montuosa ofrecia medios de hacer mortífera y du
radera la contienda. Fueron tan rápidos los progresos de esta fac
cion, que casi al principiar lograron sus parciales ocupar la ciudad
— 246 —
dePopayan el dia 1 4 de noviembre, despues de haber derrotado las
fuerzas que la guarnecian, en los campos inmediatos de la Ladera.
No permanecieron sin embargo mucho tiempo en aquella rica ciu
dad, pues derrotados en los Pastos por tropas de Flóres al mando del
general Tomas Héres, y desgraciados en olros reencuentros de pe
queña importancia, hubieron de abandonarla al general José María
Córdoba, que desde Bogotá y con fuerzas de consideracion se dirigía
contra ellos. Quedaron entónces los alzados reducidos á algunas
partidas que habian organizado en el valle de Patía y que por al
gun tiempo alentaron con la esperanza de los ausilios interesados
que el Perú, ya en guerra con Colombia, les babia prometido ; por
que estos hombres, posponiéndolo todo al vehementísimo deseo de
derrocar el poder de Bolívar, hubieran querido triunfar de él aun
á cosía del honor nacional y de la integridad del territorio ele la
república. Este se hallaba efectivamente invadido entónces por las
armas de aquella antigua aliada y favorecida de Colombia.
Y como en esta guerra escandalosa anduvieron mezcladas las
quejas del Perú por la existencia de los ausiliares colombianos en
Boliyia, y resentimientos del Libertador por la intervencion peruana
en los negocios de la república que llevaba su nombre , es necesa
rio hacer preceder á la historia de las hostilidades entre los gobier
nos de Lima y Bogotá la de las agresiones que el primero de estos
perpetró contra el pais que Sucre gobernaba.
Desde el año anterior se habia reunido en Puno un ejército pe
ruano á las órdenes del general Gamarra, con el objeto de velar los
movimientos de las tropas ausiliares de Co1ombia.cn Bolivia y
acechar los de Sucre á quien se obstinaban en presentar como ins
trumento de Bolívar y con órdenes de este para invadir el territo
rio del Perú. Idea que de mala fe se esparcia yáque no daba lugar
la conducta franca de Sucre , el cual en una conferencia tenida cou
Gamarra el 3 de mayo en la márgen boliviana del Desaguadero, la
desmintio con datos oficiales y renovó sus protestas de dejar el
mando de Bolivia y regresar á su patria, en el término q«e él
mismo voluntariamente Labia ofrecido. Manifestóle en aquella oca
sion que parte de las tropas ausiliares colombianas estaban en mar
cha para embarcarse , de vuelta á sus hogares, «reí puerto pe
ruano de Arica. y que el no haberlo hecho ántes consistiera, ya en
la oposicion del Perú á franquearles el paso por su tcrriwrro, ya en
Ta falta de trasportes. Y le recordó finalmente que el primer coo
greso constitucional de Boüvia ante el cual dimitiría la presidencia
estaba convocado y sus elecciones se hacian á la sazon , legal y R-
brerúenle en toda la república. Estas vistas de que Gamarra apa
rentó quedar muí satisfecho dieron por resultado el reciproco com-
prometiento de retirar de la frontera las tropas de una y otra na
cion ; promesa que cumplida fielmente por Sucre , aseguró los
proyectos del peruano , dirigidos solo á revolver y sojuzgar aquella
tierra. En efecto , no desalentado por el mal éxito que tuvo a fines
del año anterior la insurreccion militar de las tropas ausiliares en
la Paz , creyó ser tiempo de renovar una tentativa igual á aqueHa
á que lan villana y traidoramente se prestaron los soldados ya cor
rompidos de Colombia, en ocasion de hallarse solo un resto insigni
ficante de ellas en Bolivia, y cuando el primer magistrado de aquella
república se confiaba mas que nunca en la hidalguía y en la amis
tad desus vecinos. Escogióse el alborear del 18 de abril para man
char los fastos americanos con un nuevo crimen militar, y este se
perpetró en la ciudad de Chuquisaca por unos pocos soldados que
formaban la guarñicion , los cuales dirigidos por dos sargentos y
algunos paisanos de la ínfima plebe, depusieron á sus oficiales y se
alzaron contra el gobierno. Sabedor del suceso el presidente á las
seis y media de la mañana , se dirigió acompañado de solo seis per
sonas al sitio del motin. No poco se intimidaron y sobrecogieron al
verle los sablevados, y como el denodado caudillo lo observase,
se abalanzó sobre ellos con su pequeña comitiva pugnando por
restablecer e! órden. En aquel momento perdiendo la fila los amo-
tinadus, quisieron de prisa y desbaratadamente retirarse á su cuar
tel ; y cuando el presidente, que los seguía, estaba próximo á herir
con su espada á uno de ellos , recibió á quema ropa un balazo en
el brazo derecho ; con lo que desarmado hubo de retirarse á su
palacio. La ciudad quedó entónces en poder de los amotinados; los
miembros del gobierno se vieron presos, y todo fué desórden y con
fusion hasta cl 22, en que saliendo los facciosos ai encuentro de
algu j piquetes de tropa enviados contra ellos de Potosí, fueron
rechazados, desbaratados y perseguidos, volviendo las .cosas de la
capital al órden anterior. Costó esta funcion la vida al ilustre gene
ral Lanza hijo de Bolivia y uno de los mas antiguos y valerosos
defensores de la independencia.
Sabido apénas por Gamarra el motin de Chuqtiisaca , depuso la
máscara de moderacion con que hasta entónces se cubriera , aunn
. — 248 —
ciando oficialmente su resolucion de internarse con Iropas en Bo-
livia para proteger, segun se esplicaba, la preciosa vida del gran
mariscal de Ayacucho y libertar el pais de las facciones y de la
anarquía. A poco , desechando ridiculos pretestos , obró desembo-
zadamente y con violencia; pues, pisando ya el ajeno territorio ,
dirigió proclamas al pueblo, á las tropas de Bolivia y á las colom
bianas que aun quedaban en su suelo, invitándolas á la rebelion
para derrocar aquel mismo gobierno que al principio aparentaba
defender. « El general Don Agustin Gamarra , dice una nota oficial
« del ministro de relaciones estranjeras de Bolivia al de Colombia,
« á la cabeza de un ejérci'.o de cinco mil bombres , ha penetrado
« en el territorio de la república Tal alevosía es inaudita si
« se considera que la agresion se ha perpetrado luego que se em-
« barcaron |.aia su patria las tropas ausiliares y cuando el vencedor
« de Ayacncho estaba en imposibilidad para obrar por la herida que
« recibió en el brazo derecho ÍXo ha habido previa declaracion
« de guerra, ni aun esplicaciones.»
Gamarra llegó á la Paz el 8 de mayo, á la sazon de hallarse á la
cabeza del gobierno y de las tropas de Bolivia el presidente del
consejo de ministros general José María Pérez de Urdiuinea , el
cual viendo su ejército disminuido por la traidora desercion al ene
migo de muchos jefes y soldados, y que era ademas numéricamente
inferior al del Perú, se replegó en direccion á Oruro, ciudad que
el 2 de junio ocuparon á su turno los invasores. Antes de este su
ceso, aunque con posterioi idad á la invasion, habia heclio Gamarra
algunas proposiciones de avenimiento quo por duras y onerosas
para Bolivia rechazó con indignacion L'rdininea. Despues, sin haber
variado esencialmenle el estado do las cosas, cuando los buenos pa
triotas esperaban ver defendida la independencia de la república
con el brío que inspira siempre una buena causa, y cuando en fin
nacionales y cstranjeros se prometían honrado y noble proceder de
quien basta entónces mereciera la buena reputacion de que gozaba,
se vió desmentir á Urdininea sus recientes protestas de oponerse
basta morir al envilecimiento de su patria. ratificándose el ignomi
nioso tratado pue ajustaron en Piquiza sus comisionados con lo¿ del
jefe del ejército invasor. Estipulábase en aquel convenio que en un
estrecho plazo evacuarían el territorio de la república los naturales
de Colombia y generalmente todos los estranjeros que «xistiesen
en el ejército , esceptuando solo á los oficiales subalternos rclacio
— 249 —
nados en él, los cuales podian quedarse si dejaban el servicio de las
armas. Se reuniría sin tardanza el congreso con el objeto de recibir
el mensaje y admitir la renuncia del general Sucre, de nombrar
un gobierno provisional, de convocar una asamblea nacional cons
tituyente que reviese y modificase la constitucion del estado, y ántes
que todo de elegir el nuevo presidente de la república y de lijar el
dia en que el ejército peruano debia evacuar el territorio de Boli-
via. Este congreso debia componerse, no de los diputados reciente
mente elegidos por el pueblo , sino de los que formaron el con
greso constituyente cuyos poderes habian ya caducado. Entre tanto
el producto de las rentas de la mayor parte del territorio, deducidas
las pensiones de las tropas nacionales, quedarla en beneficio de las
peruanas , comprometiéndose finalmente la república á no entrar
en relaciones diplomáticas con el Brasil miéntras ai|uel imperio se
hallase en guerra con las provincias unidas del Rio de la Plata.
Tales fueron las principales estipulaciones de aquel ajuste vergon
zoso en rjue los unos abusaron inicuamente de la fuerza y en que
los otros, rindiéndose sin combatir, concedieron aun mas de aquello
á que hubiera podido forzárseles despues de una derrota completa
é irreparable.
No se retardó mucho su cumplimiento. Los restos del ejército
ausiliar colombiano se pusieron luego en marcha para su pais por
la ruta que plugó á Gamarra prescribirles ; y como para entónces
estuviesen ya bloqueados por la escuadra del Perú los puertos del
sur de Colombia, no fué poca la fortuna que tuvieron aquellos sol
dados en burlar la caza que les dieron algunos bajeles enemigos,
llegando felizmente á Guayaquil el 26 de agosto. Viendo Sucre
que el congreso convocado con arreglo á las estipulaciones de Pi-
quiza no podia instalarse en tiempo oportuno , puso en mano de
algunos de sus miembros, ya presentes en Chuquisaca, tres pliegos
que contenían su renuncia de la suprema magistratura , la organi
zacion del gobierno provisional y las propuestas que le tocaba ha
cer, segun la constitucion, para la vicepresidencia de la república.
Inmediatamente despues se encaminó á su pairia, tocando de paso
en el Callao para ofrecer al gobierno de Lima su mediacion parti
cular en el arreglo de las diferencias que daban origen á su guerra
con el de Colombia. Recibida con frialdad y aun con desden esta
oferta generosa , abandonó Sucre las costas peruanas y llegó á
Guayaquil el 4 7 de setiembre , despues de seis años de ausencia y
— 250 —
de servicios , por resultado de los cuales quedó libre el Perú ,
constituida Bolivia y terminada la guerra de la independencia ame
ricana.
Con el regreso deí gran mariscal de Ayacucho y el de los últimos
soldados colombiauos que permanecian en uno y otro Perú cesó el
motivo que hubo para ligar con la historia de Colombia la de aque
llos paises, los cuales solamente se mencionarán en adelante con
referencia á la guerra ya empezada y á su término.
La intervencion armada del Perú en los negocios de Bolívia no
fué el único ni el mas grave de los motivos que tuvo el Libertador
para declararla. Quejabase tambien de que el gobierno de Lima
había promovido la rebelion de Bustamante y encargado á este la
sacrilega mision de despedazar la patria con el intento de arreba
tarle sus tres deparlamentos meridionales. Echábale en rostro el
haber reducido á prision á un ministro diplomático de Colombia
por sus enérgicas reclamaciones contra su conducta en aquel suce
so , espulsándole al fin con escándalo y violencia. Tambien le in
crepaba por haber acogido despues del restablecimiento del órden
en los departamentos del sur á los traidores que llevaron á ellos la
guerra, espulsando del Perú á los colombianos que no quisieron
tomar parte en aquellos sucesos. La retencion de las provincias de
Jaen y Mainas era el fundamento de oira de las reconvenciones que
hacia Bolívar al gobierno de Lima, lo mismo que el haber preten
dido adormecer la vigilancia de Colombia enviándole un ministro
diplomático que anunciaba como autorizado para contestar los car
gos que la voz pública le hacia , y que al momento de tratar re
sultó sin poderes ni instrucciones para concluir cosa alguna. Por
el contrario, en la conducta personal de ese ministro creyó Bolívar
descubrir intencion premeditaba de complicar los negocios y hacer
mas difícil un amistoso arreglo, pues no solamente se negó á con
venir en la liquidacion de lo que adeudaba su gobierno al de Co
lombia por los ausilios que este le habla prestado en la guerra de
la independencia, y desconoció el tratado en que se estipulaba el
reemplazo numérico de las bajas que sufriesen los cuerpos ausilia-
res colombianos, sino que en estilo destemplado y allanero pidió
satisfacciones en vez de darlas, propasándose luego y con descaro á
provocar la sedicion en el seno mismo de la república. Todos estos
motivos de queja reunidos al rompimiento de las hostilidades por
parte del Perú, cuando se hallaban aun pendientes las negociaciones
— 2SÍ —,
con su enviado, sirvieron de apoyo á Bolívar para determinarse á
declararle la guerra, anunciando al ejército en proclama de 3 de
julio que su presencia en el sur de Colombia seria la señal del com
bate entre ambos pueblos. Aceptó Lamar el reto de su contrario, y
devolviendo á Bolívar cargo por cargo y denuesto por denuesto, en
proclama de 30 de agosto llamó á los peruanos á las armas, con
vidándolos con un triunfo fácil y glorioso. Poco despues este gene
ral, que se habia puesto á la cabeza del ejército del Perú, declaró
en estado de bloqueo los puertos del sur de Colombia.
Y al proceder de este modo fundándose en la proclama de Bolí
var, prescindía de los pasos dados posteriormente por este con el
objeto de evitar la guerra, poniendo así de manifiesto que era su
deseo remitir la decision de la contienda á la suerte caprichosa de las
armas. En efecto, desde el 31 de julio habia nombrado Bo•ívar á su
ayudante de campo el coronel O'Leary, para convenir y ajustar con
el presidente del Perú una suspension de armas que sirviese de
preliminar á mas franca y duradera reconciliacion. Negáronse los
gobernantes peruanos á admitir esla pacífica mision, pretendiendo
que ántes de espedir salvo conducto y pasaportes al comisionado
colombiano, debia instruírseles de las basas de la negociacion, bien
que confesasen no ser siempre necesarios semejantes datos para
proceder á concertar transacciones diplomáticas. Y aunque O'Leary
contestó que sus instrucciones no tenian otra limitacion que la jus
ticia y propuso al gobierno de Lima enviase á Guayaquil un comi
sionado para tratar sobre el propuesto armisticio, todo foé desaten
dido, quedando así totalmente frustrados los conciliadores designios
de Bolívar.
No mas tarde que el 22 de noviembre se presentaron fronte á
Guayaquil una fragata , una corbeta y tres buques menores que
componían la escuadra peruana al mando del vicealmirante Guise.
Confiando esto esforzado marino en un partido que creia existente
en la ciudad á favor del Perú, y aprovechándose del viento y marea
que le eran favorables, tuvo el arrojo de introducirse en la ria,
forzó é iicendió el fuerte de Cruzes, desaló la cadena que impedia
el paso , y remontando hasta el puerto, hizo sobre la poblacion un
horroroso fuego de artillería. Con tan fañosa y brutal agresion
embravecidos los pacíficos habitadores é irritadas las tropas de la
guarnicion, de consuno y denodadamente se aparejaron á la de
fensa, y la hicieron en efecto con tanta dicha y véntaja en los dias
— 252 —
25 y 24, que á duras penas lograron e¿capar mui averiados y á
remolque sus mejores bajeles.
Miéntras el general llliugrot sin fuerzas navales y con baterías
formadas de priesa bajo los fuegos enemigos, daba este señalado
escarmiento a los peruanos, penetraban 8.400 de estos regidos por
Lamar en el territorio de Colombia por la provincia de Loja y la
de Cuenca.
Y hé aquí que para fines de este año tenia Bolívar dividida su
atencion entre una guerra estranjera, olía civil y la que sordamente,
aunque de muerte, hacían los muchos enemigos de su poder ilimi
tado. Contaba, sin embargo, para hacer frente á todos con buenas
tropas, con escelentes generales y con los poderosos ausilios de su
fecundo iugenio y su constancia. Hacia rostro á los peruanos el há
bil y afortunado Sucre ; el valeroso Córdoba dirigía las operaciones
militares contra Obando y López á quienes tambien y por su espal
da hostigaba el general Iléres; y para contestar victoriosamente á
las imputaciones de ambicion que se le hacian, convocó desde Po-
payau el 24 de diciembre un congreso que debería reunirse en Bo
gotá el 2 de enero de ^50, con el carácter de constituyenle.
Resta solo para dar punto á la relacion de los sucesos de este año
hacer una lijera reseña de los mas importantes decretos espedidos
por Botívar sobre diversos ramos de la administracion pública y en
ejercicio de su f.oder absoluto. Prohibió el matrimonio de españo
les con mujeres colombianas : dispuso que se admitiesen en los
mercados los frutos peninsnlares bajo la salvaguardia de bandera
neutral : restringió el corso : restableció con diverso nombre el
tributo que pagaban los indigenas : reformó los tribunales de jus
ticia : suprimió los degradados cuerpos municipales, y finalmente
organizó el régimen político y económico de las provincias con
forme al decreto de 27 de agosto que debia servir de lei funda
mental hasta el año de .1 850.

AÑO DE 1999.

Estaba dado el escándalo de una guerra americana. Libres apé-


uas Colombia y el Perú de la dominacion estranjera, novicias en la
ciencia política, ignorantes en las benéficas artes de la paz, y cuan
do hubieran debido dirigir todos sus recursos á reparar el cúmulo
de males nacidos de su larga conlienda con los españoles, vióscles
— 255 —
hacer un ensayo fratricida de las débiles fuerzas que escasamente
bastaban para impedir sus conmociones y trastornos interiores.
Contrista el ánimo ver á estas dos jóvenes repúblicas confiar al tran
ce incierto de un combate, el arreglo de fáciles cuestiones que un
poco de cordura y buena fe hubieran pronta y fácilmente termina
do. Quisieron Chile y Buenos-Aires interponer una generosa me
diacion entrelos combatientes; pero la inmensa distancia que de
ellos las separa y la dificultad de las comunicaciones hicieron que
llegase tarde.
Despues de los primeros sucesos de Guayaquil dió muestras la
fortuna de querer favorecer á los peruanos, concediéndoles venta
jas en aquella misma plaza de donde á fines del año anterior se les
viera tan valerosamente rechazados. Repuestos de su primer des
calabro, estrecharon el bloqueo; y aunque trabajados por el ham
bre tropa y habitantes, como conservase algunas comunicaciones
con el interior, rehusaba tenazmente Illingrot evacuar la ciudad
intentando á todo trance defenderla. En estas circunstancias se
amotinó el pueblo de Daule el dia .15 de enero asesinando á su co
mandante militar, y la escuadra peruana, aumentada con una fuer
te nave de guerra se situó en las bocas de los ríos Daule y Babaho-
yo. Privados con esto los colombianos de los escasos recursos que
sacaban del vecino territorio, al que no podian destacar ninguna
parle de sus fuerzas por los continuos amagos de la escaadra, vié-
ronse forzados á capitular el 21 de enero y entregar á los prrua-
nos la plaza, las fuerzas sutiles que tenían en el puerto, la artille
ría y los parques; todo en depósito hasta la conclusion de la guerra.
Continuaba entretanto su marcha el cuerpo principal de los in
vasores, y la provincia de Loja fué ocupada por /i500 soldados que
se colocaron en escalones hasta Nabon, trece leguas distante de
Cuenca. Era á la sazon esta ciudad el punto donde se organizaba
el ejército de Colombia, el cual reunido presentó en revista solo
5800 infantes y 800 ginetes disponibles para el combate. Manda
das inmediatamente estas tropas por Flóres (Sucre dirigía las opera
ciones de la campaña) se pusieron en marcha por Cumbe y Xima el
29 de enero en solicitud de sus contrarios", que al saberlo empren
dieron su retirada hácia Oña y luego á Saraguro. En el tránsito se
les reunieron 5200 hombres que conducia el general Gamarra, á
pesar de lo cual y de pisar terreno llano y propio para una bata
lla, la esquivaron lomando posiciones inespugnables. El 4 de fe
— 2S4 —
brero se. situaron los colombianos á su fronte en el pueblo de Pa-
quichapa desalojando algunas companías de tropa tijera, que lan
zaron al otro lado del rio de Saraguro, interpuesto entre uno y otro
ejército, Itcconocidas por Sucre las posiciones de su contrario y
hallándolas inatacables, buscaba modo de penetrar por sus flaneos,
cuando recibió órdenes de Bolívar para no. aventurar batalla coa
fuerzas interiores y limitarse á maniobrar sobre la defensiva basta
tanto que, paciikados los tumultos de Pasto, pudiera él mismo re
forzarlo con la gente que llevaba. En obedecimiento de esta órden
se detuvo Sucre por lo pronto, si bien formó la resolucion de velar
los movimientos del enemigo en acecho de una coyuntura favora
ble para tomar la ofensiva.
Desde la época en que Sucre se encargó de la direccion de la
guerra, en calidad de jefe supenor del Sur, hizo á Lamar la pro
puesta de poner término á aquella contienda por medio de pacili-
co avenimiento. Hubo con este motivo entre ambos jefes algunas
comunicaciones oficiales en las que una estudiada cortesía disimu
laba con trabajo su profunda y antigua enemistad. Hallábase con
Sucre O'Leary que, como se ha dicho, tenia poderes de Bolívar pa
ra ajustar pazes ó treguas con los peruanos ; y como estos deseasen
conocer los artículos del convenio, iirmó una minuta de ellos que
fué remitida á Lamar por el jefe colombiano. Contenían que las
fuerzas militares del Perú y las del sur de Colombia se redujeran
al pié de paz, debiéndose arreglar los límites de uno y otro estado
por una comision que tomaría por basa la division política y civil
de los vireinatos de la Nueva Granada y el Perú conforme estaban
cuando estalló la revolucion de Quito en agosto de .1809. La mis
ma ú otra comision liquidaría las acreencias de Colombia y sus sub
ditos. Entregaría el Perú un número de europeos igual al de los
reemplazos que debia al ejército ausiliar colombiano, ó una indem
nizacion pecuniaria para su contratacion y trasporte. El gobierno
de Bogotá daría espiraciones suficientes por haberse negado á con
ceder audiencia pública al Sr. José Villa, plenipotenciario del Perú,
y el de Lima se prestaría á satisfacer á Colombia según la usanza
de las naciones por el atrnpellamienlo y espulsion de su agente en
aquella capital. Ninguno de lus contendientes intervendría en los
negocios domésticos del otro, ni de ningun modo se mezclaría en
loa de Boli\ ia, cuya independencia y soberanía pactarían respetar.
Los pantos dudosos se someterían al arbitraje de dos naciones ame
— 253 —
ricanas nombradas por las parles, y tan luego como se ajustase el
tratado deflnitivo de paz, se pondria bajo la especial custodia de un
gobierno estranjero para asegurar su cumplimiento, autorizando si
era preciso, su intervencion armada, por un término que no debia
bajar de seis aíios. Y por último, que una vez reconocidas aquellas
basas, se procedería á ajustar y firmar un tratado de paz, debiendo
para ello retirarse el ejército peruano á la oriMa izquierda de"l rio
Sania y el de Colombia al norte del departamento del Asuay.
Los peruanos por su parte opusieron á estas , otras propuestas
totalmente contrarias. Exigían la devolucion de todos los iudividuos
que el Libertador habia sacado de aquel pais despues de la batalla
de Ayacucho en reemplazo de las bajas del ejército ausiliar , ó una
indemnizacion. pecuniaria por los que faltasen. Pretendian que Co
lombia pagase los gastos de la guerra hasta su conclusion, y que
Guayaquil y su departamento volviesen al estado en que se baila
ban cuando en 1822 los agregó á Colombia el general Bolívar. Úni
camente manifestaban convenir en que la liquidacion de las cuen
tas pendientes entre los dos gobiernos y la demarcacion de sus lí
mites respetivos se fijasen por comisionados especiales, así como en
el objelo y términos de la intervencion de una potencia estranjera.
Y designaron para ello á los Estados-Unidos del Norte, dejando em
pero á cargo de Colombia el cuidado de solicitar y obtener su a-
quiescencia.
Fácilmente se colegirá de la comparacion de estas propuestas
con las anteriores cuán difícil fuese el conciliarias. Queriendo em
pero salvar las apariencias, convino Lamar á instancias de Sucre en
que se nombrasen por cada parte dos comisionados para continuar
los tratos , si bien entónces mismo manifestó que no deseaba sin
ceramente la paz, eligiendo junto con el general Luis Orbegoso, al
señor José Villa, y sosteniendo el nombramiento á pesar de las ob
jeciones de Sucre. Los comisarios de este fueron el general Tomas
Héres y el coronel O'Leary , los cuales se reunieron á los del pe
ruano el 4 I y el 1 2 de febrero en el puente de Saraguro. Inútil
mente ; pues como renovase cada cual sin menoscabo y con lena/
solicitud sus primeras pretensiones , hubieron de separarse enemi
gos, dejando el campo á los estragos de la guerra.
El mismo dia I 0 de febrero en que firmaba las credenciales de
sus negociaderes , ordenaba Lamar un movimiento por el flanco.
derecho de los colombianos paia salir por Utnquilln á Giron y ata
— 236 —
carlos por la espalda. La indiscrecion de uno de los comisionados
peruanos y un oficio interceptado, revelaron á Sucre aquel plan de
perfidia y le sugirieron el pensamiento de dar á su contrario una
fuerle y merecida leccion. Al efecto dispuso hacer un movimienfo
retrógado para oponérsele, al mismo tiempo quedos compañías de
los batallones Cauca y Carácas, y veinte hombres del de Yaguachi,
eran destinados á atacar los puestos avanzados que habia dejado en
el puente y los pasos del rio de Saraguro, con el objeto de encubrir
su marcha. El general Luis Urdanela, á quien fué confiado el ata
que, y el coronel Manuel Leon que mandaba la tropa, lo ejecutaron
con tanto acierto en la noche del 12, que no solamente lograron
sorprender las avanzadas enemigas sino que sobrecogieron y des
barataron dos compañías ventajosamente situadas á que los fugiti
vos pretendieron apoyarse. En obteniendo esta ventaja, debida es-
clusivamente á los de Yaguachi, prosiguieron con estosen persecu
cion de los derrotados hasta el pueblo de Saraguro, media legua
distante. Allí se hallaban, formados en la plaza, dos batallones pe
ruanos con fuerza de 1.500 hombres. Y como durante la persecu
cion se uniesen á los de Yaguachi algunos ginetes que patrullaban
el campo á las órdenes del comandante Camacaro, y fuese oscura
la noche y adecuada para un rebato , peones y caballos se abalan
zaron al pueblo y cargaron vigorosamente á sus contrarios. Llenó
a estos de terror lo inesperado del ataque y lo aumentaron el tro
pel y clamoreo de los fugitivos y la idea de tener sobre sí á todo el
ejército colombiano. Pocos instantes duró la débil resistencia de
aquellos hombres, los cuales abandonados por sus oficiales y oyen
do resonar la pavorosa voz de « sálvese quien pueda » desalenta
dos, se arremolinaron y en seguida huyeron dispersándose en todas
direcciones. La una de la mañana st'ria cuando aquel puñado de
valientes obtuvo tan glorioso triunfo ; y aunque las tinieblas , la
fragura de los caminos y el hallarse sin guias impidieron á Urdaneta
continuar mucho tiempo la persecucion , no por eso volvieron á
reunirse los derrotados, ántes se desparramaron, buscando abrigo
por las lejanas comarcas de Papaya y Loja.
Vaciló Sucre un momento entre perseguir el grueso del ejército
enemigo por la ruta que habia tomado sobre su flanco ó retroceder,
segun lo habia pensado ántes, para interponerse entre él y Cuenca.
Decidióle á seguir el último partido la consideracion de que adop
tándolo conservaría sus comunicaciones con el Ecuador y coa su
— 237 —
division de reserva que se hallaba en üaule ; no espondria sus tro
pas á los rigores del mortífero clima de Yunquilla; é impediría final
mente el que los peruanos poniéndose en contacto con (¡uayaquil
y los revoltosos de la provincia de Pasto, embarazasen el paso á las
tropas que Bolívar llevaba en su ausilio. Movióse pues sobre Oña y
Nabon al amanecer del 15 con el fin de salir el 16 al pueblo de Gi
ron donde debia encontrar la vanguardia del ejército peruano. No
ticioso Lamar de su aproximacion , se detuvo en Lenta y corriéndose
luego mas sobre la derecha del colombiano, se situó entie aquel
punio y San Fernando despues de baber cortado los puentes del
Rircay y de Ayabamba. Quedó de este modo colocado en difíciles
posiciones ; y como tidiase Sucre que esctisaba combatir ó que pre
tendia comprometerle áun reencuentro desventajoso, ocupó la lla
nura de Tarqui para observar sus movimientos y cubrir las aveni
das. ! n 21 dias de maniobras desde su salida de Cuenca habla lo
grado el gran mariscal de Ayacucho poner fuera de combate dos
mil soldados enemigos : habia destruido á Lamar dos piezas de ar
tillería, muchas armas y la mitad du sus municiones de guerra; y
cogídole gran cantidad de acémilas y de ricos equipajes. INi era la
menor de las ventajas obtenidas el desaliento que cayó en sus con
trarios con motivo del desastre de Saraguro, menoscabando en sus
tilas la virtud militar.
Noticioso luego de que los peruanos concentraban sus fuerzas en
San Fernando y hacian reconocimientos sobre Giron y Cuenca, re
trocedió á Narancai. En estas posiciones distaban diez leguas entre sí
los dos ejércitos ; y así permanecieron hasta que cerciorado Sucre por
sus espías de que una fuerte columna enemiga, al mando del gene
ral Píaza, ocupaba á Giron, regresó á Tarqui el 26 en la noche con
la resolucion de atacarla, continuándolo en este propósito el saber
que aquella fuerza ocupaba ya el Portcte del mismo nombre, cuando
Lamar marchaba desdo San Fernando para reunírsele con el grueso
de su ejército, queaunse hallaba distaute.
Es el Portete de Tarqui una alta colina que defienden por su
llauco derecho breñas escarpadas del mas difícil acceso , y por el
izquierdo un cerro cubierto: de chaparrales y de espeso. bosque ,
que lo hace impenetrable : por él pasa una estrecha senda que con
duce á Giron. Al fronte de la colina principal corre un riachuelo
pedregoso cuya elevada y áspera barranca solo puede atravesarse
desfilando de uno en uno. T;il era la posicion escogida por el ge-
II.—mST. MOD. 17
— 258 —
neral Plaza , el cual habia situado su gente en la colina y breñas
de la derecha, para esperar el ataque de los colombianos. Que
riendo sorprender á sus contrarios, marchaban estos precedidos del
escuadron Cedeño que Camacaro mandaba , y de un destacamento
de infantes escogidos á las órdenes del capitan Piedraita. Las cinco
de la mañana serian cuando Sucre llegó á las inmediaciones del
Portete con tres batallones que componían su primera division, de
jando atras la segunda y sus caballos. Y esto sucedia á tiempo que
el escuadron Cedeño, comprometido en el paso del arroyo, se ha
llaba sufriendo solo el fuego de los enemigos por el estravío de los
peones que estaban destinados á protegerlo. Advertido Sucre por las
descargas del riesgo de su gente, envió en su ausilio al batallon
RiQes , pero la oscuridad y las dificultades del terreno fueron parte
á que este cuerpo entrara en accion cotí poco órden, y se aumentó
el mal con la llegada de Piedraita , que desconociendo á sus
compañeros, I rabó con ellos la pelea. Por fortuna comenzó luego
á aclarar y pudieron reconocerse unos y otros. En aquel instante
ordenó Sucre que el batallon Yaguachi entrando, parte por la de
recha, parte por la izquierda del enemigo, formalizase el ataque ; y
ya cedia este en ventaja de los colombianos, cuando apareció sobre
la colina una fuerte columna conducida por Lamar. Para oponérsele
lanzó Sucre á la lid su tercer batallon al propio tiempo que olros dos
cuerpos peruanos regidos por Gamarra llegaban á disputarle la vic
toria. .Vióse entónces generalizado el fuego entre mil quinientos
colombianos y cinco mil soldados del Perú , y así se mantenía con
éxito dudoso cuando se dejó ver á lo lejos la segunda division del
«jército de Sucre. Ordenóte esle que apresurase la marcha y que á
<oda prisa reforzase con alguna tropa lijera de infantería la gente de
Yaguachi, que hacia rostro al enemigo por la derecha del campo.
Y esta oportuna providencia, ejecutada con acierto y bizarría , de
cidió de la batalla. Aposesionáronse de las breñas los recien lle
gados, los tres batallones colombianos se reunieron, y á la vez, fe
lizmente segundados por el escuadron Cedeño que en aquellos
momentos .regia O'Leary, cayeron sobre sus enemigos. Todo cedió á
este empuje simultáneo y violento. Rotos y desordenados abando
naren el campo los peruanos, dejándolo cubierto de cadáveres; y en
desatentada fuga queriendo ganar el desfiladero del Portete, halla
ron en él su sepulcro ó rindieron las armas implorando la piedad
del vencedor. Entre muertos, heridos y prisioneros perdió Lamar
— 250 —
en esta batalla 2.500 hombres inclusos 60 jefes y oficiales. La baja
del ejército colombiano fue de 545 soldados y \ 7 jefes y oliciales,
teniendo que llorar entre los muertos á los denodados lenientes co
roneles Camacaro y Vallarino, que habiéndose adelantado demasiado
en el ardor de la persecucion , cayeron en manos de un escuadron
de caballería mandado por el general Necochea, cuyos subalternos
despues de atarlos los alanzearon sin piedad. Este escuadron así
como toda la caballería peruana habia quedado en la ruta de
Giron sin entrar en combate, y perpetró aqael crimen en ocasion
de bailarse cercano al campo de batalla protegiendo la fuga de los
suyos. Esparcióse rápidamente la noticia de! asesinato de los jefes
colombianos y en el primer movimiento de su indignacion ejercie
ron los vencedores crueles represalias á que puso término Sucre
condenando á muerte al que privara de la vida á un prisionero. No
contento con esto, mandó tambien suspender la persecucion, pues
satisfecho el honor de Colombia, era ya inútil derramar mas sangre
americana. Repugnaba al que fué tan clemente y magnánimo con
los españoles en Ayacucho mostrarse en Tarqui severo y vengativo
con hermanos ; y por eso , recordando los hechos de aquel dia de
gloria y de virtud , ofreció á Lamar una capitulacion que salvara
las reliquias de sus fuerzas. Aceptóse la propuesta por los vencidos
despues de alonas dificultades , firmándose en Giron el 28 de fe
brero un convenio en el que se incluyeron como artículos princi
pales los que rechazaran poco tiempo ántrs en las conferencias de
Saraguro. Se estipuló tambien que el gobierno del Peni enl regaría
á Colombia la corbela Pichincha y la cantidad de 130.000 pesos
para pagar las deudas contraidas por su ejército y armada con al
gunos particulares, así como la devolucion de la ciudad de Guaya
quil en los terminos pactados el 21 de enero . dejándose á la comi
sion encargada de fijar los límites de una y otra república el deci
dir en el asunto de los reemplazos. Últimamente acordaron que en
todo el mes de mayo se reunirían en Guayaquil plenipotenciarios
suficientemente autorizados .para ajuslar un tratado definitivo de
paz que debía reconocer como basas forzosas las presentes transac
ciones. A tan poca costa redimieron los peruanos los i estos de su
ejército , no habiendo querido Sucre imponerles mas duras condi
ciones para probar, decio, que la justicia de Colombia era la misma
ántes que despues de la batalla. El \\ de marzo se pusieron en
marcha de vriella a sus hogares , no logrando repasar el Macará
— 260 —
sino escasamente la tercera parte de los que meses ántes le atra
vesaron ufanos y llenos de confianza para invadir á Colombia. .>
Hablando Sucre de los que mas se distinguieron en esta batalla
memorable , dijo al gobierno : « es inútil hacer recomendaciones
« por la conducta del señor general Flóres, gallardeen todas ocasio-
« nes y señalado siempre. Yo me aproveché del mejor momento de
« la batalla para nombrarle sobre el mismo campo general de divi-
« sion y para espresarle la gratitud de la república y dol gobierno
« por sus servicios. El señor general Héres se ha recomendado por
« una admirable serenidad en los riesgos de esta jornada. Losgene-
o rales Sandes y Urdaneta han desempeñado sus deberes en toda la
«campaña. » Y seguía elogiando « el valor ominente » de los coro
neles O'Loary, Brown (el que hemos visto tan heróico en Bolivia),
y Manuel Leon. De otros muchos jefes y oficiales hablaba con grande
elogio, y entre ellos se hallan los nombres de los coroneles Leon
Febres Cordero, Antonio Guerra y Ricardo Wright.
Miéntras que en una campaña de 50 dias triunfaba así Sucre de
los que, sobradamente imprevisores, se desdenaron de emplear su
mediacion en esta misma guerra, hacia Bolívar los mayores esfuer
zos para desembarazarse del obstáculo que el alzamiento de los
Pastos oponía. á su reunion con el mariscal de Ayacucho. Para ello
habia desde el 26 de enero espedido un indulto en favor de las per
sonas comprometidas en él ; pero viendo que los efectos de esta
medida, ni en prontitud ni en eOcazia correspondian á su impacien
cia, envió comisionados á Obando y Lóp(z con propuestas de amis
toso avenimiento que ellos admitieron por hallarlas honoríficas y
ventajosas. Libre ya de este cuidado, continuó su marcha á Quito,
y allí presentes todas las autoridades civiles, militares y eclesiásti
cas, le presentó Sucre el 22 de marzo las banderas tomadas en Tar-
qni á los peruanos.
Apagado el fuego de la guerra civil, vencidos los enemigos cs-
tranieros, obedecida y respetada la autoridad de Bolívar de un estre-
mo a otro de la república , parecia ser que la Providencia, segun
dando sus ideas, le presentaba la ocasion de realizarlas. Tal era ,
empero . su destino que cuando mas cercano creia hallarse al ven
cimiento, llamábante al combate nuevos enemigos, convirtiéndose
frecuentemente en obstáculos los mismos medios que empleaba
para removerlos.
Volviose contra los vencedores la generosidad con q'ue ilustraron
— 264 —
el Iriaulb de Tarqui , porque Lamar que deseaba continuar la
guerra á toda costa , léjos ya del alcanzo de Sucre , se negó á dar
cumplimiento al convenio de Giron, alegando para cohonestar su
mala fe, frivolos é injustilicables pretestos. Y con el intento de lle
var á cabo sus proyectos hostiles , se afanaba por reunir en Piura
un ejército tanto ó mas numeroso que el que en una cortísima cam
paña habia visto harto fácilmente deshecho. Hallóse pues Bolí
var con que la guerra ibaá continuar mas encarnizada que tintes,
y resuelto á emplear para terminarla todos los recursos de Colom
bia, se dirigió contra Guayaquil , que los peruanos , violando á un
tiempo dos convenios , se habian negado á devolver. Muí pronto,
doblando el caho de Hornos, debia dominar las agnas del Paciüco
una escuadra respetable que de antemano habia mandado se apres
tase en los puertos de Venezuela y de la Nueva Granada. Fuerzas de
tierra tenia aguerridas y numerosas ; y los recientes triunfos, enar
deciendo su entusiasmo, las hacian muí superiores á las que, des
mayadas con los reveses, pudieran oponerle sus contrarios. Hízose
felizmente la apertura de la campaña. Bajo la inmediata direccion de
Bolívar emprendieron las operaciones los generales Flóres é lllin-
groi contra el departamento de Guayaquil, siéndoles favorable I,;
fortuna en algunos reencuentros parciales. Pero ni estas ventajas ,
ni el desgraciado y casual incendio de la fragata peruana Prueba,
acaecido en el puerit mismo de Guayaquil y con gran riesgo de la
poblacion el 18 de mayo, fueron parte en desalentar á sus defen
sores ; y ya se preparaba Bolívar á entrarla á viva fuerza, esperando
hallar obstinada y sangrienta oposicion , cuando uno de aquellos
cambios súbitos, tan frecuentes en la historia militar de América, la
puso pacificamente en sus roanos.
Sin dar crédito á todo lo-que contra el gobierno del general La
mar han dicho sus enemigos, es indudable que su política oscura c
insidiosa le habia hecho sobradamente impopular en el Perú. Vió-
sele . colora lo apénas en el puesto de que le escluia su calidad de
colombiano, volver contra sus hermanos en Bolivia y en su propia
patria ora las asechanzas, ora la seduccion y últimamente la guerra.
Quizá hubiera tolerado el Perú que, hijo ingrato y desnaturalizado,
llevase las armas contra el hogar desus padres: que, vecino inquieto y
desleal, a provcchase la afliccion de su vecino para invadir su suelo y
oprimirlo : que, novel soldado de la independencia, intentara desa
cordado y soberbio humillar á los mejores capitanes de la revolucion
— 262 —
americana. Pero lo que no pudieron sobrellevar en paciencia los
prohombres de su patria adoptiva fué que sacrificara la prosperidad
del Perú y la sangre de sus hijos en una guerra que no tenia mas
objeto que saciar de venganza odios personales é i unobles. Así fué que
algunos
to en beneficio
diestros ambiciosos,
de su engrandecimiento
sacando partido
propio,
del general
se aunaron
desconten-
para •

derribarle del asiento del poder. Y para ello el general Antonio Gu


tierrez de la Fuente que se hallaba en Lima á la cabeza de un pe
queño cuerpo de tropa , despues de haber 'hecho renunciar su em
pleo al vicepresidente, se declaró el 5 de junio jefe supremo provi
sional de la república, á la vez que el general Gamarra destituía en
Piura á Lamar del mando del ejército y le espulsaba á Guatemala.
Esplicando los motivos de su conducta decia el intruso presidente al
congreso reunido poco despues del atentado : « ni los reveses de
nuestros soldados en la jornada del Portete, ni los sacrificios arranca
dos á nuestra patria espirante bastaban a calmar el.furor y encono
dela faccion opresora... ella habría arrastrado inevitablemente la
república a su perdicion c infamia, si prevaleciendo sus crímenes,
sus errores, su nulidad y su monstruosa impericia, hubiera conti
nuado rigiendo sus destinos.»
Desde que Bolívar tuvo noticia de la deposicion de Lamar en Pia
ra, conociendo que aquel suceso podia influir favorablemente en el
arreglo amistoso de la contienda, se dirigió al jefe de las tropas pe
ruanas de Guayaquil proponiéndole una suspension de hostilidades.
Celebrada esta en Buijo el 27 de junio, hizo partir un comisionado
para que exigiendo de Gamarra la devolucion de la plaza de Guaya
quil, ajustase con él un convenio que hiciese esteusivo el armisticio
á todas las armas de mar y tierra , hasta que reunido el congreso
del Perú , decidiese de la guerra ó de la paz. Convínose á ello Ga
marra y se firmó en Piura el dia .10 de julio un arreglo en el qae
tambien se estipuló la devolucion de los enfermos peruanos, la for
macion de un depósito de los prisioneros que ántes y despues de la
rota de Jarqui habian sido incorporados á las Olas colombianas y
la reciproca. entrega de las presas de mar que pudieran hacerse du
rante el armisticio. En consecuencia de esta transaccion ocupó Bolí
var ¡í Guayaquil el 2 1 del mismo mes.
Gran paso era este hácia la deseada reconciliacion, por cnanto en
ól manifestaba francamente al Perú renunciar á sus ideas de domi
nio sobre aquellas comarcas, Estoy el haber recibido Bolívar del
— 263 —
general la Fuentc manifestaciones de afeelo particular y de sn anhe
lo por restablecer la armonía y buena inteligencia entre ambos
gobiernos, no impidió que se retardase algun tiempo la paz defi
nitiva, siendo preciso aguardar para poder negociarla la reunion
del congreso peruano. Instalado este cuerpo el 51 de agosto y
elegidos para presidente y vicepresidenle de aquella república los
generales Gamarra y la Fuente, se continuó, como era natural,
en el plan de conciliacion, y en consecuencia fué nombrado para
sellarla por medio de un tratado solemne, el antiguo ministro y
amigo de Bolívar José de Larrea y Loredo. Reunióse en Guaya
quil este plenipotenciario con el Sr. Pedro Cual, autorizado al in
tento por el Libertador, y junios firmaron el 22 de setiembre una
convencion por la cual se acordó entre otras cosas ménos importan
te», que se reconocerían como lindes de los respectivos territorios
los que tenían antes de su independencia los antiguos vireinatosde
la. Nueva Granada y del Perú. Reduciríanse al pié de paz las fuer
zas de las fronteras. I.a deuda del Perú á Colombia seria liquidada
en Lima por una comision especial. Devolvería el Peni los bajeles y
artículos de guerra que mantenía en depósito por el convenio de
2.1 de enero. Quedaban comprometidas las dos naciones en coope
rar á la completa abolicion del tráfico de esclavos, declarando y cas
tigando como piratas á los que en él se ocupasen sobre sus respec
tivos mares. Y porque deseaban sinceramente alejar todo motivo de
ulteriores desavenencias, pactaron que las dudas que ocurriesen en
aquel convenio serian resueltas por una potencia amiga. Hasta aquí
el tratado.
Hiciéronsele , á fin de complementarlo ¿ dos adiciones, por una
de las cuales se designó la república chilena para el arbitraje acor
dado y por la otra se estipuló que ten luego como el Perú resti
tuyese al ejército ausitiar colombiano las distinciones y honores que
se le habian conferido por sus servicios pasados, revocaría Bolívar,
en términos satisfactorios, un decreto de 27 de febrero espedido
por Sucre en el Portete de Tarqui, que mandaba erigir un monu
mento para recordar la gloria de las armas colombianas en aquella
jornada gloriosa, Ratificáronse sin restriccion alguna estas transac
ciones, cuyo tenor manifiesta, mejor que ninguna reflexion podría
hacerlo, cuán grande obstáculo era la persona de Lamar para el res
tablecimiento de la paz entre ambos pueblos. Al considerar que por
ellas quedaron las cosas como estaban ántes de 26 do enero de I $27,
— 264 —
se conorerá que esta guerra , hija de pasiones y designios persona
les, hahia sido promovida por el jefe del Perú y sus parciales contra
la voluntad y los intereses de la nacion. Se ha hecho un cargo á
Bolívar de no haber sacado en este arreglo todas las ventajas que
su propia posicion y la del Perú lo daban derecho á exigir, siendo
así que por el contrario abandonó algunas de las pretensiones enta
bladas ántes y aun admitidas y legitimadas por el convenio de Gi
ron. Pero ademas de iIue este mismo cargo justifica las miras desin
teresadas de Bolívar en la contienda, no se presentaba esta bajo un
aspecio tan favorable como á primera vista aparecia. Eran buenas,
en verdad, valerosas y suficienles las tropas de Colombia : el triunfo
habia aumentado su fervor y natural ardimiento. Bnlívar, sin em
bargo , no podia mantenerlas 'mucho tiempo. Estaban los pueblos
afligidos por la miseria, las rentas destruidas, talados los campos : la
mano del enemigo habia pasado por encima de todo y en todo habia
dejado una llaga : era el pais una desolacion. Tan apurados esta
ban los recursos en los departamentos del sur, que Bolívar nosola-
men:e tuvo que ocurrir al odioso arbitrio de decretar una contri
bucion estraordinaria que no debia bajar de 100, 000 pesos en toda
la repúh l.ca, sinp que redujo el ejército del sur á la simple racion,
sin abono de sueldos. Tampoco puede culparse al Libertador por
haber sobreseido en la pretension de que se reemplazasen las bajas
del ejército ausiliar colombiano, pues en esto obraba guiado quizá
por un principio de estricta justicia. Los batallones que pasaron á
Colombia despues de libertado el Perú y ántes de la sublevacion de
Bustamante. casi eu su totalidad se componían de homares de aque
lla tierra, no siendo fácil a'veriguar si su número era mayor ó me
nor que el de los ausiliares que perecieron en ella. La oferta de re
vocar el impolítico decreto de Sucre que ordenaba la ereccion de
im monumento de. oprobio para los peruanos, era no solo generosa,
sino necesaria, tratándose de establecer una paz duradera entre dos
pueblos llamados por su situacion y circunstancias á mantener las
mas estrechas relaciones de amistad.
Al tiempo mismo que Bolívar se descariaba de un enemigo, que
humillado mas no rendido permanecia en armas á las puertas de la
república , dentro de ella y por sus propios hijos se le suscitaban
nuevas pendencias de mas peligroso carácter. Un general distin
guido que acababa de hacer la guerra á los insurrectos de Pasto y
Popayan : que ántes había promovido y liimado la fatnosa acia de
— 265 —
Bogotá en que se desconoció la convencion y se puso la dictadura
en manos de Bolívar : que contribuyó eficazmente al malogro de la
conspiracion de setiembre atacand > y persiguiendo á sus autores, y'
que sirviera un ministerio de estado bajo el régimen del gobierno
absoluto , Cordoba, en fin, escogiendo como de intento la época en
que Bolívar no tenia enemigos que combatir, se declaró el 12 de
setiembre en completa insurreccion , proclamando en la provincia
de Antioquia la ya olvidada y con esceso escarnecida constitucion de
Cúcula.
Hace subir de punto la sorpresa que causó este movimiento teme
rario , el considerar que estando de acuerdo con Obando segun su
propia confesion, despreció la oportunidad de unir sus esfuerzas a
las de este guerrillero cuando habia mas probabilidad de buen éxi
to. Oíficil es determinar la causa verdadera de la conducta de un
hombre á quien por sus procederes anteriores no puede suponérsele
movido solamente por un patriotismo puro y desinteresado. Si ha
de darse crédito á lo que entónces espu>o en sus proclamas y en
cartas particulares , le habian abierto los ojos acerca de los in
tentos verdaderos de Bolívar unas basas de constitucion que aca
baban de llegar á sus manos y estaban redactadas segun lo? prin
cipios del cóiligo boliviano, para que sirviesen de norma en sus ta
reas al próximo congre.o constituyente. Así lo dijo á Pácz en mi
siva privada invitándole a coadyuvar con él en la patriótica em
presa de echar por tierra el poder ilegítimo de Bolívar, y cmpe-
zaudo por aconsejarle que se desprendiese de los hombres coa quie
nes insidiosamente le habian rodeado para espionarle y venderle.
Efectivamente existia entónces eu muchas cabezas y con especiali
dad en las de los consejeros de estado, el proyecto de variar la for
ma d.' gobierno, cambiándolo de republicano en monárquico; si
bien es cierto que, concebido y prepara lo en secreto , no podía ha
ber llegado todavia á noticia de Córdoba con todos sus pormenores.
Persuádelo así la incompleta revelacion que hizo de él cuando mas
le importaba, para justificarse, presentarlo tal cual era á la nacion,
sin que deje por eso de ser cierto que ya empezaban á descubrirlo
los manejos y malas artes empleadas para llevarlo á cabo. Poco tiem-
po despues y cuando fueron mejor conocidas, manifestó la esperien-
cia queel pueblo repugnaba, á la par de Córdoba, el cambiamiento
que se tramaba. Faltó empero destreza y mesura á aquel caudillo
cuando, queriendo anticiparse á la opinion del comun, se lanzó es
— 26« —
temporáneamente en lid desigual contra el coloso de la dictadura;
Y por esto y porque generalmente se le negab» la capazidad y el
tino necesario para realizar tamaña empresa , negáronlo su ayuda
los sensatos dejándole entregado á sus propios esfuerzos. Tal era
sin embargo el renombre de valeroso que justamente merecia aquel
jóven guerrero, que á las primeras nnticias de su defeccion, el con
sejo, que á nombre de Bolívar gobernaba, puso en accion cuantos
medios juzgó conducentes para sofocarla en su orígea. Creyóse
desde luego obligado á dirigir á los pueblos una alocucion refu
tando el manifiesto en que Córdoba espoaia los motivos y objeto de
su pronunciamiento. Despues de este escrito cuyo estilo ensañado y
descompuesto desdecia de la cordura que debiera haber señalado
los actos de cuerpo lan principal y notable, eontió al general Ur-
daneta el mando militar de los departamentos de Cundinamarca ,
Cauca y lio; acá, el cual debia ejercer bajo el dictado de jefe supe
rior del centro y con retencion del ministerio de guerra y marina.
Y finalmente puso á las órdenes d«l ya general D. F. O'Leary un
cuerpo de infantería y un piquete de caballería , regido el primero
por el coronel Castelli y el segundo por los comandantes Ricardo
Crofton y Ruperto Hand, acompanándole en calidad de jefe de estado
mayor el comandante Mnrrayí
Púsose en marcha O'l.eary para las Bodegas de Honda , y allí se
embarcó
dalena hasta
con su
Nare.
tropaInternóse
el o de octubre
despues bajando
por tierrarápidamente
en la provincia
el Mag-
de

Antioquia, y fné tan grande la diligencia que empleó en buscar á su


contrario, que doce dias despees pudo. ya informar al secretario de
la guerra haberle destruido en el sitio del Santuario. Ni podia ser
de otra manera. Necesitábase un milagro para que Córdoba , con
escasa gente, bisoña, allegadiza y mal armada, hubiera podido triun
far de la escelente infantería <le O'Leary. No fué empero 'la victoria
ni tan fácil ni tan prontamente obtenida •como lo prometía la des
igualdad de las fuerzas. «Los facciosos, dijo O'Leary al participar el
suceso, queriendo imitar el indómito y espléndido coraje de su cau
lor
dillo,
sino
pelearon
de prudencia
como desesperados.
la que aceleró» Ysuenderrota.
efecto, no
Unafné.falta
falsa retirada
de va-.

de las tropas del gobierno hizo que Córdoba deslumhrado compro


metiera locamente su reserva para perseguirá las que, no vencidos
sino astólos, huiau á su vista , despaes dedos horas de un fuego
sostenido, Hábil O'Leary ea aprovechare de este error^ ordenó
— 267 —
una carga general de sus infantes y ginetes sobre la desparramada
gente de su contrario, la cual fué atropellada y destruida en un ins
tante. Vanos fueron entónces los esfuerzos admirables de Córdoba
para restablecer el combate ó siquiera dilatar con gloria el momento
de su ruina. Entero siempre y denodado, como cuando en Tenerife,
Pichincha y Ayacucho se hacia notar cutre los bravos, disputó á
palmos el terreno, recogiéndose por fin, cuando lo vió todo perdido,
á una casa cercana, acompañadode veinte soldados y algunos oficia
les. Resistió con ellos por algun tiempo el ímpetu de los vencedo
res, hasta que O•Leary que habia ocurrido al sitio y hecho cesar el
fuego de su tropa, viendo segun dice, que los de Córdoba no para
ban el suyo, mandó á Hand y á Castelli que forzasen la casa sin dar
cuartel á los que resistiesen. Ejecutábase esta órden con sobrada
exactitud miéntras que O-Leary, engañado por un falso informe, bus
caba á Córdoba en otra parte del campo. A su regreso, halló á este
infortunado ya prisionero, y postrado con una herida que acababa
de recibir y otra aun mas grave que sacara del combate general.
Pocos instantes despues ya no existia uno de los mas valientes sol
dados de la América -del Sur. Murió en la flor de su edad, favoreci
do con muchos dones de la naturaleza y la fortuna, siendo así que
era rico y agraciado de rostro y de persona; escaso sí en las fuer
zas del entendimiento. No carecia de disposicion y genio para al
guna de las artes que requiere el penoso ejercicio de la guerra, y
entre sus virtudes , como mas aventajadas y sobresalientes, brilla
ban el valor y la constancia. Por lo demas, hombre de carácter du
ro y obstinado, y de condicion desapacible.
Resta solo añadir á este triste episodio de la historia de Colombia
que
bierno,
O"Leary,
propuso
de acuerdo
á Córdoba conquelas rindiese
instrucciones
las armas,
que tenia
ofreciéndole
del go^

un indulto que este desechó con indignacion antes del combate,


ya porque creyese ignominioso aceptarlo, ya porque desconfiase {y
ciertamente sin razon ) de la sinceridad de sus enemigos.
Para cuando estas cosas sucedian en el occidente de la república,
mas útilmente empleadas sus armas eu el norte , purgaban el terri
torio de parte considerable de aquellos enemigos que guarecidos en
las selvas le hacían una guerra cruel con divisa estranjera. Los
mayores esfuerzos de lús agentes de la España situados en las islas
adyacentes á la tierra firme, las intrigas de los emigrados realistas
y los secretos manejos de muchas personas que toleradas en el

'

-/
— 268 —
pais anhelaban verlo de nuevo sometido al, dominio peninsular,
no lograron que el fuego de la insurreccion se estendiese. Ni con
siguieron otra cosa que ver por él consumidas algunas pequeiias
poblaciones y hacer mas y mas odiado el¡ gobierno español, á cnyo
nombre se ejecutaban tales devastaciones. Ocupada la república en
sus disensiones domésticas , descuidó por mucho tiempo hacer una
eficaz persecucion á las gavillas de Arizábalo y Cisnéros, dándoles
vagar y respiro. De vez en cuando sus demasías escitabau el clamor
público y llamaban la atencion de las autoridades; entónces se les
buscaba con ardor hasta que deshechos y acosados se volvian á sus
guaridas. La buena estrella de Cisnéros y el cuidado que tuvo
siempre de acompañarse con pocos, le facilitaron los medios de con
servarse oculto en las suyas. No así Arizábalo. Queriendo este obrar
mas en graude al frente de la faccion de los Güires, allegó gente,
organizóla á usanza de gnerra regular y aun obtuvo pequeñas ven
tajas ; pero mui pronto frustradas sus quiméricas esperanzas, vióse
reducido á lamentable situacion. Quedáronse en promesa ó nunca
recibió los ausilios que el capitan general de Puerto-Rico le habia.
ofrecido para hacer la guerra : sus relaciones en el pais con los des
afectos al gobierno le sirvieron de poco , reduciéndose en lo ge
neral á meras correspondencias escritas ó verbales : el aumento de
sus tropas le perjudicó, porque confinado en las selvas carecia, de
recursos para alimentarlas y vestirlas : él mismo era |-oco hábil en
semejante guerra é incapaz de habituarse , ya entrado en años , al
rigor del clima y á la miseria de aquellas desiertas comarcas.
Viéndose , pues , estrechado por su propia gente que enflaquecida
y desmayada amenazaba abandonarle, despues de haber sufrido
grandes trabajos , imploró la clemencia del gobierno y el .18 de
agosto firmó una capilu'acion honrosísima para él, que ratificó en
setiembre el jefe superior. En virtud de ella los cabezillas Centeno
y Doroteo se presentaron jurando obediencia al gobierno. Arizábalo
solo, fiel á su causa y á sus principios se trasladó, á Puerto-Rico
para volver á su patria. . . :•
La paz que sucedió á estos triunfos de tan diverso origen y ca
rácter, léjos de dar reposo y dicha á Colombia, era precursora de
un trastorno general á cuyo impulso debia desaparecer su nombre
del catálogo de las naciones. Penoso es el deber de un historiator
nacional que habiendo de referir hechos contemporáneos halla, en
ocasiones entretegidas con nobles hechos, dignos de loa ,. acciones
— 269 —
vituperables que infaman la memoria de los muertos , ó manchan
la reputacion de un viviente poderoso , de un deudo ó de un amigo.
Vehículo pasivo del crimen y de la virtud, ha de trasmitir uno y
otro a la posteridad , ahogando los impulsos del afecto ó el grito
ora
de lahalagüeñas
sancre, y desechar
con que con
el miedo
entereza
ó ellasinteres
imágenes
tiendan
ora ápavorosas,
descami .

narle y perderle.
No eran ya estraños enemigos los que al ruido de las armas en
los campos de batalla pugnaban por destruir la república. Su rui
na se tramaba por los ministros del gobierno en la ausencia de
Bolívar. De hecho, los partidarios del poder absoluto, que desde la
disolucion del congreso de Ocaña habian trabajado á las claras por
el establecimiento de la dictadura, no estaban satisfechos de su
obra. El blanco de sns anhelos era una monarquía. Sueño pareco
que en hombres que habian visto en Carácas , en Angostura y Cú-
cula, en Ocaña y Bogotá tanto espíritu patriótico, tanto valor,
tanto odio á aquella especie de gobierno, cupiese el pensamiento
de imponerlo al pueblo contra la voluntad terminantemente mani
festada de la mas sana parle suya.
Y apénas se concibe como al propio tiempo que Córdoba, con
mas coraje que prudencia proclamaba el código de Cúcuta , con
tase el consejo de ministros ( componíanto el general Rafael Urda-
Deía, secretario de marin'a y guerra, Estanislao Vergara, de rela
ciones esteriores, Nicolas M. Tanco de hacienda , José Manuel
Restrepo de justicia é interior) contase, decimos, con la obe
diencia servil de la nacion para arrancarle el frulo de sus inmensos
sacrificios.
Algun tiempo permanecieron estas artes criminales medio es
condidas á los ojos del público, hasta que el aumento de prosélitos
y la actividad y descaro de sus maniobras revelaron parte del plan
y dieron la alarma al partido liberal , que lo echó por tierra. No
fué, con todo, sino en época mui posterior cuando se conocieron en
toda su ostension los atrevidos pasos que habia dado el consejo de
ministros para llevarlo á cumplido remate. Y como hoi mismo la
poca publicidad de los documentos origina dudas ó incredulidades
en unos, y juicios exagerados en otros, se hace necesario esclarecer
y lijar este delicado punto de la historia colombiana.
« No atreviéndose el consejo (dice el ministro de relaciones es-
n tcriores ) á proclamar su opinion sin contar con un apoyo , em-
— .270 —
o pezaron sas miembros á difundirla sordamente por medio de
« cartas á sus amigos y á personas respetables de los departamen-
« tos; y habiendo sido bien recibida, ha comenzado á generalizarse. »
Adelantóse á mas el consejo, pues convocó en Bogotá á una junta
secreta de notables que habiendo convenido en la idea, « se com
prometieron á propagarla. » Animados los ministros por el buen
éxito de estas primeras tentativas , quisieron dar al proyecto la
última mano. Al efecto acordaron en 5 de setiembre abrir con los
agentes diplomáticos de Francia é Inglaterra una negociacion con
traida : Io. á manifestarles la necesidad que tenia Colombia, para
organizarse definitivamente, de variar la forma de su gobierno es
tableciendo una monarquía constitucional, y á preguntarles si lle
gado el caso de que el congreso la decretase , seria bien vista ta
maña mutacion por sus gobiernos respectivos ; 2°. á indicarles que
efectuado el cambio era la opinion del consejo que Bolívar gober
nara por el tiempo de su vida con el título de Libertador y que el
de rei no se tomase sino por el que le sucediera en el mando; 5°. á
preguntarles si sus gobiernos reconocerían la libertad que tenía
Colombia, establecido que fuese el nuevo órden de cosas, para nom
brar á Bolívar por su jefe y para designar la dinastía, rama ó prín
cipe que debia sucoderle ; 4°. y por último se les baria presente
que como dado este paso tan importante para la organizacion de
Colombia y del resto de la América , era muí probable que los
Estados.Unidos del Norte y las otras repúblicas se alarmasen y qui
siesen contrariarlo, era necesario para sostenerlo la poderosa y efi
caz cooperacion de la Inglaterra y de la Francia. .Al comisionado de
esta última potencia , prevenía al acuerdo del consejo se le hiciese
entrever la posibilidad de que al tratarse de elegir el sucesor de
Bolívar, so pensase para ello en algun príncipe de la casa real de
Francia, la cual, por tener la misma religion de los colombianos y
por otras razones políticas, era la mas adecuada para gobernarlos.
Los ministros estranjeros recibieron de distinto modo esta con
fianza. El coronel P. Cambell, encargado de negocios de S. M. B.,
acusó cortesmeu te el recibo de la comunicacion que se le pasó al
efecto por el secretario de relaciones esteriores, y contestándola con
la reserva que es característica á los de su nacion , se limitó á de
cir que la trasmitiría inmediatamente á su gobierno y que espera
ba que el enviado estraordinario de Colombia en Lóndres recibiría
las instrucciones necesarias para entrar en francas explicaciones so
— S2W —
bre el particular. El frances Cáries Bresson,' comisionado de S M.
Cristianísima, espresó calurosamente la alta esiima que lo inspiraba
tan grande muestra de aprecio , y queriendo corresponder á ella
destinó al duque de Montebello que lo habia acompañado á Colom
bia, para llevar la noticia al reí su amo. Aun hizo mas, pues tomó
sobre sí la responsabilidad de suspender su partida hasta recibir
nuevas órdenes de su gobierno. Este mismo señor Bresson habia
cia
manifestado
de que Bolívar
poco ántes
permaneciese
al consejoendeelparte
mandode todo
Cárlos
el X
tiempo
laconvenien-
posible;

y es probable que su corla mision á Colombia no tuviese otro ob


jeto que el de promover la destruccion de las formas republicanas,
tan azarosas y aborrecibles para la Santo Afianza.
ii En la mayor parte de las provincias, decia di consejo, han sido
n nombrados para el congreso diputados cuyos sentimientos por
« esta forma de gobierno (el monárquico) son bien conocidos. »
Fundaban en esta circunstancia los consejeros sn esperanza de verlo
adoptado ; y para persuadir que tal era el deseo de la nacion, hacian
observar que el pueblo, sabiendo ya lo qtre se meditaba, habia he
cho libremente su eleccion en personas notoriamente adictas al
proyecto. « Los hábitos de nuestros pueblos, añadian, son mmár-
« quicos , como que la monarquía fué el gobierno que tuvieron
« por siglos : se decidieron por la independencia, y en la embria-
« guez que'los cansaron los triunfos obtenidos para destruir el.po-
« der español, se persuadieron que una libertad ilimitada era la
o que les convenía ; pero la esperiencia les ha hecho conocer que
« ella les era perjudicial , y hoi se nota una general tendencia á las
« instituciones monárquicas. » A pesar da esto , no dejaban de te
mer aquellos señores la influencia de hábttos opuestos cuando
creian necesario que bolívar gobernase toda su Vida para que se
olvidase él sistema de elecciones y se pasase suavemente á la mo
narquía. Prometíanse que un senado'hereditario y el aumento de
las fortunas particulares bajo un gobierno que inspirara seguridad
y confianza , serian las basas de la futura aristocracia , dejando al
tiempo la formacion de otros muchos elementos monárquicos de
que estaba escasa. Hablando en el mismo sentido el secretario de
relaciones esteriores decia entre otras cosas á Bresson , que la di
solucion del congreso de OcaTia habia producido el benéfico efecto
de manifestar que la voluntad de los pueblos estaba decidida en
favor de un gobierno fuerte y enérgico coa ol Libertador 'á su
— 272 —
frente : que el congreso debia decretar la monarquía si no echaba
en olvidí) lo que habia pasado en Colombia y lo que estaba pasando
en otros estados de América dominados por la demagogia y entre
gados á los escesos de una libertad ilimitada : y que S. M. Cristia
nísima, como interesado en cstender los principios monárquicos ,
debia prestar su apoyo á la empresa de planteados en el Nuevo-
Mundo, á lin de que no quedase asilo alguno á los demagogos, ene
migos de una libertad racional.
Los ministros diplomámeos residentes en París y Lóndres recibie
ron instrucciones para traiar con la Francia y la Inglaterra del es
tablecimiento de la monarquía colombiana. Ordenábaseles sostener
como basa esencial/Mina , y de todo punto imprescindible en caal
quier arreglo , que Bolívar gobernase la república dui ante su vida.
« Porque , decia el secretario de relaciones estranjeras, S. E. es su
« creador y conservador : ella le debe una suma inmensa de gra-
« titud que esta obligada á pagarle confiándole sus destinos. Sabe
« por su propia esperiencia que el Libertador no abusa del poder
« que se pone en sus manos. » Su nombre , empero , no dubia
comprometerse en este asunto , pues hasta ahora, escribió en otro
lugar de las instrucciones el mismo secretario , « no ha podido re-
« cavarse del Libertador sino la promesa de que sostendrá lo que
« haga el congresn con tal que no vea en él una faccion como la
a que se formó en Ocaña. Confiado en esta promesa ha procedido
« el consejo de ministros á intentar la negociacion, sin que sus
« miembros hayan tratado nunca de comprometer al Libertador
« á dar sobre ella una respuesta positiva, porque sabi;in que es-
« lando interesado personalmente , nunca habia de darla. » Hes-
pecto di; la sucesion á la corona, recibieron los agentes colombianos
instrucciones que en algo se diferenciaban. El que moraba en Fran
cia tuvo órden de hacer entender al gabinete de lasTullcrías, caso
de ser preguntado, que si bien aquel punio no podia aun resol
verse, el consejo estaba convenido de que un príncipe de la casa
real francesa era el mas acomodado para Colombia. En igual cir
cunstancia mandábase contestar al residente en Lóndres, que se
pensaba en un príncipe de las dinastías europeas, y que el gobierno
británico debia estar persuadido que llegada la ocasion de efec
tuarse un arreglo definitivo , serian consultados sus intereses. Pro
porcionada á la utilidad que cada cual de aquellos gobiernos debia
sacar de estos arreglos , era la intervencion que se les pedia. Con
— 275 —
hombres, armas y dinero cooperaría la Francia, al paso que la In
glaterra debia limitarse al empleo de su influjo moral. Aparece do
los documentos de aquel tiempo que esta diferencia en el modo de
intervenir
nado de Carlos
fué establecida
X. por el consejo , á peticion del tomisio^

Ningun instrumento oficial ni particular prueba que Bolívar tu


rio
viese
deducirse
parte endeaquellas
muchosculpablic
actos y escritos
maniobras.
suyos,Puede
que despreció
por el contra-
siem

pre con indignacion la propuesta que frecuentemente se le hiciera de


poner sobre sus sienes la corona, porque estaba convencido de que
su gloria no ganaba cambiando el títuto do Libertador por el de rei.
Aun en esta ocasion en que le son poco favorables las apariencias, se
ve que porolicio de 22 de noviembre dirigido al secretario de rela
ciones esteriores, desaprobó la conducía del consejo echando en ros
tro á aquel cuerpo el que hubiese dado pasos demasiado avanzados
en el mas arduo negocio de las sociedades humanas, y protestó no
reconocer como suyos tales actos, ni otro que no fuera el de some
terse al gobierno que decretase el constituyente , en uso de sus po
deres soberanos y libre de toda influencia que menoscabara la liber
tad de sus resoluciones. No por esto üa dejado de hacer la opinion
pública á Bolívar dos cargos graves sobre este negocio delicado.
Uno de ellos es el no haber acompanado, á la desaprobacion de las
demasías del consejo, el juicio y castigo de sus miembros , tanto
mas culpables, cuanto mayor era la confianza que burlaban cons
pirando contra las instituciones patrias. No faltaron ciudadanos
ilustrados y amigos verdaderos del Libertador que le propusieron
satisfacer la vindicta pública con el ejemplar escarmiento de aque
llos hombres ; pero desechando tan justo y cuerdo dictámen, dejólos
en sus puestos y dividió con ellos la responsabilidad de una culpa
que pudo y debió haber castigado. El segundo cargo se contrae á
las reiteradas órdenes que dió al consejo para que solicitase la pro
teccion de un gobierno europeo ( como no fuese el de España) , á fin
de poner la América á cubierto do los males que estaba sufriendo
y de los que todavía la amenazaban. Porque segun el sentir del par
tido liberal , equivalía este paso á pedir la intervencion armada de
la Santa Alianza que entónces dirigía la política de todo el antiguo
mundo. Y era ademas verosímil qne el consejo, al ver escluido al ga
binete de Washington de aquella proteccion , creyese que se tra
taba de uniformar con los gobiernos de Europa los de la América
II. — IUST. 31011. '8
— 274 —
meridional. Por lo ménos aquel cuerpo, intrepretando á su modo la
órden citada, fundó en ella su famoso acuerdo de 5 de setiembre y
se creyó bastante poderoso para variar las instituciones políticas de
su pais , ignorando que un pueblo , como dice Ancillon , no es un
instrumento sobre el cual pueda un gran compositor ejecutar in
distintamente y ásu antojo todas las armonías que conciba su ima
ginacion.
Acercábase entre tanto el dia señalado para la reunion del con
greso constituyente, asamblea que llamada por el Libertador ad
mirable á causa de los que la componían , era á un tiempo objeto
de la inquientud de un partido y de las mas vivas esperanzas de
otro. El deseo de que no se le atribuyese intiujo alguno en sus de
liberaciones, hizo formar al Libertador el propósito de mantenerse
distante de Bogotá en donde debia instalarse, y no satisfecho con
mostrar esta moderacion , quiso que libre y desembarazadamente
manifestase su querer la opinion nacional en el arduo nogocio de
la organizacion política que debia darse á la república. Tal fué el
objeto de la autorizacion que en I 4 de octubre concedió á los
pueblos para que emitiesen con la mas absoluta libertad su dicta
men , ya fuese usando de la imprenta , ya de cualquiera otro medio
no prohibido espresamente. « No teniendo el Libertador , decia la
(i autorizacion, ninguna mira personal relativa á la naturaleza del
« gobierno ni á la administracion que dchia presidirlos, todas las
« opiniones por exageradas que parezcan serán igualmente bien
« acogidas , con tal que ellas se emitan con moderada franqueza y
« que no soan contrarias á los derechos individuales y a la inde-
« pendencia nacional. » Hubo personas avisadas que trataron de
disuadir á Bolívar del intento de circular esta disposicion ; guiadas
unas por principios de órden y de recta política , otras por puro
afecto á su persona. Alegaban que podiendo hacerse semejantes
pronunciamientos por cada individuo en particular, por cada cor
poracion, por un cuerpo cualquiera sin forma determinada, podian
y aun debian variar de infinitas maneras, y solo iban á servir para
embarazar al congreso poniéndolo en el conflicto de conciliarios ó
on el de desecharlos sin distincion. Lo primero era probablemente
imposible : lo segundo. peligroso en estremo, por enanto se espimia
el constituyente a ver desautorizadas sus resoluciones dando un
pretesto á la desobediencia. En ambos casos se atacaba la libertad
delos diputados, los cnales en rigor solo hubieran podido recibir
— 275 —
instrucciones de los electores que legalmente les contlnron poderos
á nombre y en representacion legítima del pueblo. Finalmente de
cian que era arriesgado poner á disposicion de las facciones políti
cas un instrumento de que tantas vezes abusaran y con el que podian
á salva mano alterar nuevamente el órden , constituyéndose los mas
osados en órganosde la opinion nacional.
No pasó mucho tiempo siu que Bolívar se arrepintiera de haber
desoido tan juiciosos consejos, pues la autorizacion produjo los
efectos pronosticados. Repitiéronse las escotias tumultuarias do los
años anteriores. Los partidos que dormian despertaron con mayo
res fuerzas, y reuniéndose en juntas, mas ó ménos numerosas," for
maron peticiones tan varias, tan contradictorias como lo eran entre
sí sus principios políticos. En muchos pueblos fueron manejadas
estas peticiones por ciertos militares, de los cuales el mas atrevida
se anunciaba como autor del acia ó encargado de hacerla suscribir
por todos, y entónces no se escaseaban las amenazas \.i aun las
violencias. Aprovechándose en otros de la inercia de los vecinos
honrados, corría las calles una turba de gente ociosa y alborotado
ra, de la que en las poblaciones no tiene mas oficio qne acalorar
novedades, y entrándose tumultuariamente en las casas, amedren
taba á los ciudadanos y los obligaba á suscribir al ruido de sa con
fusa algazara lo que donosamente llamaban un pacifico pronuncia
miento. Hubo lugares donde se procedió con mas órden y regula-»
ridad, si bien los resultados no fueron esencialmente mas satisfac
torios. Unos pidieron el establecimiento del' sistema monárquico
moderado en Colombia , debiendo ser Bolívar el primer ni", que
ríante otros jefe vitalicio en una república democrática y con dere
cho de nombrar sucesor : quién limitaba este derecho á escoge*
entre los candidatos que le presentara el pueblo : qnién designaba
como sucesor necesario al vicepresidente del estado : constitucion
liberal, con un presidente de eleccion periódica, el ejercicio •esclu-
sivo de la religion católica y la conservacion de los fuew é in
munidades eclesiásticas, era el voto de alguna ciudad, y las Lubo
que manifestándose indiferentes en punto á la f rrna de gobierno,
exigían que este reconociese como basas fundamentales los princi
pies conservadores de la libertad social é individual, Esiaban de
acuerdo la mayor parte de ellas en la necesidad de mantener á Bo
lívar al frente de la administracion pública, cualquiera que fuese
el titulo ó denominacion que á so autoridad se diese. Este fati el
— 276 —
espíritu de la mayor parte de las acias del centro y del sur de la
república.
¡ Muí diferente por cierto del que dirigió las de los departa
mentos del norte ! Varias poblaciones entre las cuales figuraba la
de Valencia donde moraba Páez entónces, habian empezado por
redactar sas acuerdos dándoles la forma de acatadas peticiones al
constituyente. En ellas se pronunciaban contra el sistema monár
quico é indicaban la conveniencia de separar á Venezuela del resto
de la república para constituirla en estado independiente. Poco des
pues, variando de lenguaje y de medios, abandonaron el ruego hu
milde, y para ver cumplidos sus deseos tomaron francamente el ca
mino de una revolucion, que, como siempre, acaudilló Caracas.
Gran número de vecinos notables prestándose en aquella ciudad
á una invitacion de Arizmendi, jefe general de policia, se reunió en
su morada el dia 2.í de noviembre. Tratábase de convenir en las
peticiones que debian dirigirse al congreso en virtud de la autori
zacion de Bolívar y de una caí ta en que Páez los animaba á emitir
francamente sus opiniones. Uias hacia que eran (stas generales por
un tompiruiento decisivo con el Libertador y su gobierno ; y á de
clararlo así se manifestó resuelta la mayoría de los concurrentes ,
despues de una acalorada discusion. Ardua era con todo la empre
sa, llena de peligros; y la junta, aunque numerosa, no lo bastante
para resolver por sí un negocio del cual pendia la suerte de la ge
neralidad. Convenidos en este punto, acordaron se convocase el
pueblo á una asamblea general y así lo pidieron á la primera au
toridad civil del departamento. Prestóse esta de Lutu grado á or
denar la convocatoria, y á las nueve de la mañana det siguiente dia
hizo publicar un bando en el que convidaba á todos las ciudadanos
á reunirse en el templo de San Francisco. Proporcionado fué el
concurso á la importancia y novedad del objeto. Y se notó que en
la reunion, aunque helerogénea, estuvieron tan acordes los pare
ceres, que prontamente y sin dificultad se fijaron las cuestiones
que debian ser objeto del debate. Dos dias consecutivos duró este>
manifestando tal cordura el pueblo, tal juicio é ilustracion los ora
dores, que léjos de asemejarse á junta revolucionaria, parecia aque
llo un cuerpo organizado que ventilaba pacificamente los negocios
de su instituto bajo el amparo de la lei. Como previos se resolvie
ron algunos puntos relativos al modo de conducir la discusion y
de consultar el voto de los concurrentes, despues de lo cual eu
— 277 —
Irando en lo ensencial del negocio, se propuso separar á Venezue
la de la asociacion colombiana para constituirla en república inde
pendiente y desconocer la autoridad del general Bolívar. Defen
diendo el pacto de union impugnaron mui pocos la primera pro
puesta ; pero ni siquiera una voz (decimoslo con vergüenza y pe
na) se alzó para sostener directamente al Libertador, á quien in
culparon muchos con escesivo rigor y aun desacato, rebajándole al
nivel de su consejo. Una que otra proposicion se. hizo con el visi
ble intento de entorpecer el movimiento revolucionario, desviando
el debate de su objeto principal. Ni faltó orador que provocase con
palabras imprudentes una tormenta popular ; pero la interposicion
oportuna de muchas personas notables restableció el sosiego ; el
buen sentido general desechó inútiles y embarazosas cuestiones, y
caminando la asamblea derechamente y sin tropiezos al blanco de
la revolucion, acordó el acta que la consnmaba.
« Bien pudiera prescindirse, dice aquel documento, del mensaje
« (discurso) que dirigió el general Simon Bolívar al congreso de
« Angostura el año de ISI!) , ('n que propuso basas de gobierno
« contrarias al sistema proclamado en Venezuela desde el momento
« de su trasforroacion política : de su inconformidad con la cons-
« titucion de Cúcuta á pesw del juramento que prestó de some-
« terse a ella y que eludió ausentándose á remotas reuiones por
« no gobernar con trabas : de la profesion de los principios de su
« política en la constitucion que presentó á la república boliviana
« y que recomendó con encarecimiento para las del Perú y Co-
« lombia : de los medios de que se valió para disolver el congreso
« del Perú y la gran convencion reunida en Ocaña : de la acogida
« favorable y apoyo que prestó á los que por un movimiento revo-
« lucionario destruyeron en Bogotá el gobierno popular para cons-
« t¡luirle en jefe supremo y árbitro de la suerte de los colombia-
« nos. Bien pudiera tambien prescindirse de los rumores con que
« en diversas épocas se ha anunciado el pensamiento de trastornar
« la república para refundirla en monarquía; pero no es posible
« ver ya con indiferencia los ataques repetidos y directos que bajo
« la administración dictatorial se han dirigido y dirigen contra los
« principios inalterables y sagrados que la filosofía y la política
« establecieron y que la libertad ba arrancado á sus enemigos á
o costa de tanta sangre y de tan estupendos sacrificios : contra esos
« principios que la América del sur proclamó ha Veinte años en la
— 278 —
« aurora de su revolucion, por los cuales han muerto nuestros pa-
« dres y hermanos , hemos perdido la quietud y el bien estar, y
« están reducidas á escombros nuestras poblaciones , á eriales
« nuestros campos. Desde que la voluntad de un hombre es la única
« lei de los colombianos, no solo han dejado de oirse vivas á la
« libertad, sino que la imprenta se ha visto obligada á renunciar al
« grandioso instituto de ilustrar los pueblos no derramando mas
« que elogios al absolutismo y maldiciones á las ideas liberales. Se
« nos ha llegado á decir por la gazeta ministerial de Colombia y
« por las oficiales de distriios , redactadas por órden del gobierno,
« que los principios eran la gangrena de las sociedades y la ruina
«dela América, miéntras senos aseguraba que el gobierno de
*« uno
ciega
losamente
era
podrían
el los
mejor
hacernos
apósioles
y quedichosos
desolo
la servidumbre
la quietud
Se han
servil
y propagado
se hay perseguido
la obediencia
escanda-
en

« todas parles á los patriotas Para los primeros se ha dilapi-


« dado el tesoro ; y las familias de los otros lloran huérfanas y mi-
« serables. La agricultura toca ya á su ruina y perecen de hambre
« sus honrados sostenedores, mientras que el comercio alejado por
« reglamentos precipitados y caprichosos, deja solitarios los puertos,
■ cerrados los almacenes y medio pueblo en la inaccion El
« mismo general Bolívar ha dicho en una carta que sus amigos
« imprimieron que el gobierno no tiene unidad ni fijeza , que anda
« ágrandes saltosdejandopordetrasinmensos vacios : que está deses-
« perado y que nos hallarnos todos á punto de perdernos : que no
« puede ya con la carga de la administracion : que su deber y su
« honor le mandan retirarse. El pueblo sufria todo esto con pa-
« ciencia , porque á lo ménos había la esperanza de que estando
« vigente el sistema republicano, touiariau las cosas algun dia su
« curso regular Pero tomándose las apariencias por realidades,
« se creyó que el silencio era aquiescencia , la moderacion temor...
■i Túvose por llegado el momento y partieron escitaciones ma-
« quiavélicas y profundamente mal intencionadas á todos los hora-
« bres de crédito y de poder Todos saben que el jefe superior
« del centro, miembro del consejo de gobierno y ministro de la
« guerra, es el autor de la seduccion. Tambien saben que segun el
« tenor de aquellas comunicaciones, se cuenta con poderosos
« apoyos, que media el influjo interesado de gabinetes estranjeros
« y que (como á la letra dicen ) las relaciones esteriores están com
279 —
i, prometidas y no puede darse ya un paso retrógado. Tal atentado
«pareció al principio un sueno; pero muí luego fué necesario
c convenir en la verdad de los hechos y en la existencia del pro-
« yecto de monarquía. »
Ninguna revolucion , por justa que sea , se hace nunca sin las
timar opiniones é intereses existentes ; porque toda revolucion es la
victoria de un sistema y la ruina necesaria de otro. Así, en el calor
del combate no es estrauo que exaltadas las pasiones hasta el fre
nesí , se ceben con violencia é injusticia sobre cuanto puede directa
ó indirectamente contrariarlas. Olvidadas entónces la verdad , la
gratitud , la decencia misma , estámpanse aquellos juicios que des
miente y perdona la posteridad , porque son una consecuencia in
dispensable de las circunstancias y los tiempos. No se entienda que
por esto queremos atribuir á la junta de Caracas miras aviesas , ó
espíritu de falsedad y villanía, en la defensa de una causa justa de
suyo y conveniente. No : lo que queremos decir es que , colocada
en línea opuesta a Bolívar, no son sus juicios los que deben , con
esclusion de todo otro, tenerse presentes para apreciar debidamente
el carácter, los servicios y conducta de aquel hombre eminente.
Léjos de eso , creemos como Zea , que cuando todo lo débil y todo
lo pequeño de nuestra edad , las pasiones , los intereses y las vani
dades hayan desaparecido , y solo queden los grandes hechos y los
grandes hombres, entónces se pronunciará su nombre con orgullo
en Venezuela y en el mundo con veneracion.
Apoyada .en las cazones que dejamos estampadas, decidió la
asamblea : 4o Desconocer la autoridad del general Bolívar y sepa
rar á Venezuela del gobierno de Bogotá aunque conservando paz
y amistad con los departamentos del centro y sur de Colombia.
2° Comisionar al jefe superior para que consultando la voluntad de
los departamentos qoio formaban el territorio dfi la antig.ua Vene
zuela, convocase un congreso cuyos miembros dchian ser nombra
dos ála mayor brevedad segun las reglas conocidas en el sistema de
elecciones indirectas. 5" Que este congreso constituyente por media
de un manifiesto justificase y defendiase la separacion que intenta
ban los venezolanos, forzados por imperiosas ckeuHslaucias. ¿° Q«e
miéntras se instalaba el congreso, se encargase del mando de los
departamentos el general Páez que merecia la confianza de todos.
8» Y por fin, qae Venezuela protestaba no desconocer SAIS propios
comprometimientos ni los que hubiera. contraido durante la aso
— 280 —
ciacion colombiana con naciones ó individuos, dejando al congreso
el arreglo de ellos conforme á los principios de justicia.
Una diputacion de la asamblea marchó á Valencia con el encar
go de poner este acuerdo en manos del jefe superior y el de ins
tarle porque pasase á Caracas á arreglar el gobierno provincial.
Contostó Páez de palabra que no se lo permitía en manera alguna
la naturaleza de sus deberes ni la obediencia que habia jurado al
decreto de organizacion política espedido por Bolívar en agoslode
^28. Esla manifestacion estaba de acuerdo con lo que espuso al
gobierno de Bogotá en oficio de 8 de diciembre al darle cuenta de
aquellos sucesos. Merecen insertarse aquí algunos de sus concep
tos. « El pueblo de Carácas, dice, es el que mas ha escedido los tér-
« minos de la autorizacion concedida por el Libertador, descono-
« ciendo su autoridad y resolviendo separar á Venezuela del resto
« de la república Instado vivamente por que pasase á aquella
« ciudad y considerando que el estado de desesperacion á que se
ii hallaban reducidos sus habilantes puede inducirles á tomar otras
« medidas de hecho, capazes de causar confusion y tal vez de con-
0 ducirnos á la anarquía, les be ofrecido que no se verán molesta-
« dos por sus opiniones y que sus deseos tendrán cumplido efecto
« en las resoluciones del congreso constituyente, ácuya fuente le-
« gal deben dirigirse, dejándome entre tanto gobernar, como es
« de mi deber, en nombre y por autoridad de S. E. el Libertador.
« De esta manera he podido conservar el órden y sosegar la agita-
« cion y alarma de los pueblos que han estado y aun están verda-
« deramente inquietos Si la separacion de Venezuela es un mal,
« ya parece inevitable, porquese desea con whemencia, y creo que
« no dejarán pasar esta ocasion, sino á costa de sangrientos sacriB-
1 cios Esta opinion es general, superior al influjo de todohom-
« bre ; es en realidad la opinion del pueblo. o
E-n efecto el voto de Carácas se difundió rápidamente y fué aco
gido con fervoroso brio por los habitantes del territorio que forma
ba en lo antiguo la capitanía general de Venezuela ; de tal modo,
que ántes de terminarse el primer mes del año siguiente, no había
una sola de sus poblaciones que no estuviera esplícitamente com
prometida á defender los principios y resoluciones proclamadas.
No fué manchado por demasía ni esceso alguno este movimiento
popular y generalmente espontáneo. En las calles de Carácas y en
las de otros lugares aparecieron, es verdad, pasquines alusivos al
Libertador, y en los que con ruindad se le ofendia ; pero estas eran
villanas producciones de gente cobarde, zizañera y mal mirada que,
inútil en los momentos de peligro, mete su oscara mano en los bu
llicios para ensuciarlos torpemente. Mucho indignaron á los cuer
dos y sensatos , y dieron origen á una órden circular que dirigió
Páez á todas las autoridades escitándolas á contener semejantes
abusos, que calificaba, con razon, de deshonrosos para el pais.
Complicábase entre tanto mas y mas la posicion del jefe supe
rior, Por un lado reconocia sus comprometimientos con el Liberta
dor, y la reciente protesta de mandar en su nombre y por su au
toridad hacia mas estrecha la dependencia que le ligaba al gobier
no de Bogotá. Por otro, oste mismo gobierno y el Libertador eran
desconocidos por Venezuela, que le invocaba para que la guiase >
protegiese en la empresa de recobrar su soberanía. Y luego, si fal
laban á Páez recursos para oponerse con buen éxito al poder ul
trajado de la dictadura, tanto y mas escaso de ellos estaba para
contrarestar el voto de la opinion pública solemnemente espresado.
Tal vez con el intento de tantear la disposicion del vecindario de
Carácas á sostener con sacrificios su resolucion del 26 de noviem
bre, ó lo que es mas probable, con el de mitigar lo que esta tenia
de acerbo para Bolívar, se trasladó á aquella ciudad y presidió el
24 de diciembre una asamblea á que concurrieron, invitadas por
el, mas de mil y quinientas personas de lo mas granado del pais.
Esta reunion tuvo por objeto ostensible pedir un subsidio para su
fragar á los gastos de la guerra, dado que fuese necesaria; pero
segun pensaron muchos al ver el poco empeño y zelo que se puso
en la recaudacion de las cantidades que entónces se ofrecieron,
movia >olo á Páez el designio de hacer redactar y suscribir una re
presentacion al Libertador, haciéndole presente la justicia y conve
niencia de dejar tranquila á Venezuela en la obra de su nueva or
ganizacion política, ltí/.osc así y la esposicion firmada por todos se
remitió á Bolívar sin demora. « Ningun motivo justificable, decian,
« puede armar el brazo de V. E. ni el del gobierno de Bogotá pa-
« ra atacar nuestros derechos; miéntras que V. E. conocerá que
« nos es permitido resístir y defendernos. »
Por este tiempo se hallaba en Carácas el vicealmirante ingles Sii
Cárlos Elphinstone Fleming con el designio de hacer un tratado
relativo al tráfico de esclavos , segun lo supusieron personas ins
truidas en las cosas de Venezuela y que tuvieron con él amistad y
trato frecuento. Obvias razones y muí parlicularmente su conducta
desmienten semejante suposicion. Sir Cárlos no podia cneer que le
fuese posible concluir con Páez, jefe de distrito militar, una nego
ciacion de tal especie. Y que no estaba de viaje para Bogotá, asiento
entónces del gobierno general, lo prueba su mansión de muchos
meses en Venezuela, de donde regresó á Europa. El porte del vice
almirante autoriza para decir que su viaje á Costa-Firme solo tuvo
por objeto influir en los negocios de aquel pais. 'Viósele allí acalo
rando los partidos y activando los manejos revolucionarios para
derrocar á Bolívar. No de otro modo puede esplicarse su continua
asistencia á las reuniones públicas, su intimidad con los principa
les y mas fogosos agentes de la revolucion de Venezuela, la grande,
si bien poco costosa generosidad de promesas con que halagaba á
muchos y animaba á los mas, sus frecuentes paseos á Valencia para
Terse con el jefe superior, el continuo navegar de sus buques á las
islas vecinas y á varios puntos del continente, buscando noticias ó
esparciéndolas, y en suma losofrecimientos de todo género que hizo
á Páez para el caso probable de una guerra con el Libertador. Tal
vez hizo Sir Cárlos un bien á Venezuela y aun á Colombia toda ;
pero entónces dudaron muchos de la sanidad de sus intenciones
recordando los antiguos servicios que prestó á la Españ;i , sus opi
niones adversas á la emancipacion política americana, manifestadas
desde mui temprano en una correspondencia que siguió el año de
48H con las autoridades de Chile en ocasion de hallarse desempe
nando comisiones del gobierno español , y finalmenie su depen
dencia del ministerio Wellmgton, cuando la Santa Alianza plagaba
al mundo de agentes y proyectos contrarios á la libertad de las na
ciones. Mas fuertes cargos y escesivamente injuriosos hizo al vice
almirante, cara á cara, el:Dr. Miguel Peña, hombre irascible é in
flamable que no pudo perdonar al ingles el empeño que tomó eu
malquistarte con Páez, de quien era por aquel tiempo secretario.
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••V A1ÍO DE 14*3O.

.Miéntras el pueblo no fuese llamado álas elecciones, y por medio


de sus legítimos representantes no se constituyese y organizase se
gun su voluntad é interes., creia con razon el partido liberal que
la nueva revolucion, de Venezuela estaba sin consumarse; y cano
— 285 —
por otra parte dependiese su seguridad de que la nacion en ejerci
cio de la soberanía afirmase aquella revolucion sobre el sólido ci
miento de instituciones propias, era natural que desconfiasen de
Páez al verle retardar la convocatoria de las primeras asambleas
electorales, y tambien que graduasen su conducta por sobrado cau
telosa con sus pontos de embozada y torcida. , .
A esta causa se unían otras para tener sobresaltados ó inquietos
á los liberales venezolanos acerca del plan y miras del jefe superior.
Una de ellas era la respuesta por de mas evasiva que dió á los co
misionados encargados de presentarle el acta de Carácas, y la sin
gular contestacion oficial de 8 de diciembre en que reconociendo sus
compromisos con el gobierno de Bogotá, protestaba seguir man
dando á nombre y por autoridad de Bolívar.
ISi bastaba a tranquilarlos baberle visto emplearan influjo para
que Valentía y Puerto-CabeIIo pidieran en sus primeras actas la
separacion de Venezuela, porque esta separacion, segun ellos,
miéntras no fuera acompanada con el desconocimiento de la auto
ridad de Bolívar, entraba en los planes que suponían á este y sus
adictos. Recordaban para demostrarlo el proyecto que desde \ 82ft
se concibió para reunir los pueblos de Colombia, Perú y ¡Solivia en
«na gran confederacion que el Libertador gobernaría como jefe
Tilalíoio. De lo que basta entónces habia podido traslucirse de se
mejante plan , en el cual estaban de acuerdo la mayor parto de los
próceres militares de Venezuela, Santander, y uno que otro gra
nadino mas, deduciase qneel territorio de las tres repúblicas habia
de dividirse eu siete estados formando cuatro de Colombia, dos del
Perú y uno de Bolivia, cada uno de los cuales seria regido por un
presidente vitalicio con la constitucion boliviana, y juntos debian
componer la gran confederacion de los Andes , poco üias ó me
nos segun Ias basas del tratado concluido rn Chiquisaca en 4826.
En el sentirde los que así discurrían, todos los'pasosde Bolívar.y
tos de sus partidarios . desde aquel aiio aciago , se habian dirigido
á realizar tan estraño pensamiento. Las provincias del alto Perú
habian recibido de manos del Libertador la constitucion boliviana :
las del Bajo Perú fueron forzadas á admitirla. Colombia existía
anida y libre si no prospera : su pacto social no podia ser vanado
.hasta el año de .1831 . Se necesitaba , pues, un trastorno que vol
cando las instituciones. aétoriíase ó disculpase al ménos la reforma,
— 284 —
y la revolucion de Valencia se presentó oportunamente á ofrecer un
pretesto para consumarla.
Vnela Bolívar desde el Perú, llamado á sostener la constitucion
desu patria, y se anuncia con una profesion de fe política contraria
á ella : no solo tolera sino que autoriza y protege las actas en que
algunos pueblos, gobernados por sus amigos, acogen su sistema le
gislativo, y por todas partes se ven agentes y emisarios suyos que
para hacerlo adoptar tan pronto se valen de la seduccion como de
la fuerza. Llega Bolívar á Venezuela ; Páez y él se esplican y en
sus abrazos queda decidida la ruina de las instituciones. Reciben
entónces una organizacion especial todos los ramos de la adminis
tracion pública en los deparlamentos del norte, formándose de ellos
una seccion de Colombia que para casi nada necesitaba del gobier
no general. Qnería Bolívar que la convencion se reuniera para dar
á sus proyectos una sancion legal; pero el congreso de 1827 al
convocar aquella asamblea le puso trabas que embarazaban sus
proyectos. Dirige el partido liberal las elecciones en los pueblos de
la Nueva Granada , en Venezuela misma y en el Ecuador. El pa
triotismo de los representantes del pueblo en lucha abierta con la
insidia y con la fuerza , opone en Ocaña a la tiranía muro incon
trastable; y la convencion se disuelve á instigacion de Bolívar y por
obra de algunos de sus miembros con escándalo de la república.
De aquí la dictadura que segun la espresion de Constant sustituye
la esclavitud á las tempestades. Atento solo á llevar á cabo su mal
aventurada confederacion , transige ignominiosamente con Obando
y López, y mas luego para ganarse la buena voluntad del pueblo y
de los magistrados del Perú, termina la guerra con el convenio de
Guayaquil , por el cual abandonó despues de la victoria las recla
maciones que dieron origen á las hostilidades y concedió álos ene
migos mas aun de lo que pidieron ántes de romperlas. Queriendo
entónces preparar la separacion del Ecuador como lo estaba la de
Venezuela, creó en Quito el .H de abril del ano anterior una junta
compuesta de dos miembros por cada una de las siete provincias
que comprendian su tres departamentos. Nombrólos él mismo y
quedaron encargados de presentar al gobierno todas las peticiones
útiles á aquellas comarcas ; de formar minutas de decretos y regla
mentos para la mejora de la hacienda pública, del régimen muni
cipal y de los varios ramos de la administracion ; de dar su opi
— 285 —
nion sobre los decretos del gobierno que fuetan perjudiciales ó in
adoptables al territorio del Sur ; de elevar informes sobre las per
sonas idóneas para el desempeño de los destinos públicos , denun
ciando á las que por iucapazidad ó mala conducía no mereciesen.
conservarlos. El jefe superior del Ecuador que por su parle tenia
iguales facultades que el de Venezuela, debía presidir esta junlaen
cuya composicion entraron algunos diputados que habian desertado
en Ocaña. Semejante asamblea formada de criaturas del Libertador
no podia ser custodio de las libertades públicas , sino instrumento
de los caprichos do un hombre, y por ella quedaba el distrito del
Sur separado de Colombia en todo lo que le era peculiar. Y como
los departamentos del Magdalena , Zulia é Istmo componían tam
bien distrito separado regido por un jefe snperior , conforme á un
decreto de .1 828 , quedaban aisladas las provincias del centro , y
era ya un hecho la division de la república en cuatro estados go
bernados todos por generales venezolanos. No faltaba pues para
dar acabamiento al proyecto sino que el congreso lo sancionara
por medio de una lei, y hé aquí el origen de la convocatoria del
constituyente de 1850. Pero como era conveniente que este cuerpo
apareciese guiado por la opinion nacional, se quiso que los pueblos
hábilmente manejados, espresasen el mismo querer de sus direc
tores. Así esplicaban la peregrina autorizacion que concedió Bolívar
al pueblo para pedir lo que él se reservaba el derecho de limitar
con arreglo á sus planes ; así, el interes que manifestó Páez en que
se pidiese al congreso la separacion del modo como al principio lo
hicieron Puerto-Cabello y Valencia , y así su disgusto al ver que
Caracas, traspasando los límites de la autorizacion, zapaba por sus
fundamentose! proyecto, pues desconocia la autoridad de Bolívar.
Que semejantes deducciones no eran temores vanos de cojijoso
patriotismo; que el proyecto tal cual se representaba existió, lo
hallaban prohado los liberales en los pasos que desembozadamente
se daban para establecer una monarquía , que no era en realidad ,
segun ellos , sino el mismo pensamiento en estremo perfeccionado.
Y como previesen la objeccion que podia hacérseles con un mani
fiesto de 7 de febrero del año anterior , en que Páez queriendo jus
tificar á Bolívar del cargo de aspirar al cetro y la corona, declaraba
ser él mismo incapaz de doblar la rodilla ante un monarca, hacian
observar : que despues de publicado aquel manifiesto , la sumision
de Olxuulo , la batalla de Tarqui y la destruccion y muerte de Cor
— 286 —
dova , habiau animado á los absolutistas á arrojar la máscara tras
parente con que intentaban cubrirse adoptando el nombre y las
formas de una monarquía que vinculase en unas pocas familias la
sucesion hereditaria del poder. Y ademas anadian que Bolívar con
formándose con el ejercicio de la suprema autoridad, no se pagaba
de títulos vanos : que en la carta que escribió al general O'Leary
en 6 de agosto del año anterior espresaba mui bien esta idea mani
festando que convendría se le dejase de simple generalísimo , y
finalmente que si habia desechado el dictado de rei que le habian
ofrecido muchas vezes sus amigos , no era ménos cierto que estos
querían conferirle la autoridad absoluta. Y aquí era el recordar las
repelidas comisiones secretas que con este motivo partieron de Ve
nezuela y otros puntos, y las cartas particulares que al Libertador y
unos con oíros se escribieron los presuntos reyezuelos, sus escon
didos manejos y las violencias que emplearon contra los firmes y
virtuosos patriolas.
El que haya leido hasta aquí nuestro imperfecto y diminuto re
súmen, tiene datos suficientes para juzgar de la exactitud' ó inexac
titud de estos cargos relativamente á Bolívar. Por lo que hace á
Páez , ciialesqueria que hubiesen sido sus opiniones hasta el ano de
4829 , es justo decir que en la ocasion presente no dió motivos á
tan exagerada desconfianza. Era una sinrazon exigir que se decla
rara defensor de la revolucion aun ántes de saber si la mayoría de
los pueblos la aeogiay estaba dispuesta á sostenerla. Y dado caso
que así fuese , tambien era preciso que hallándose desprevenido
ocurriese á la astucia para desviar por el pronto los primeros golpes
que pudieran asestarse á Venezuela y prepararla cómodamente á
la defensa.
En efecto , desde qué se conoció de un modo indudable que la
generalidad de los venezolanos quería romper los vínculos que los
unian á Coiombia y su gobierno , se decidió Páez á sostener á todo
trance sus .votos, y comeuzó á dictar algunas providencias que no
podian dejar dudas sobre su resolucion. Ya desde eM5 de diciem
bre del año anterior habia nombrado á Mariño por comandanle
general del departamento de Orinoco, encargándole la vigilancia de
la frontera por el lado de la Nueva Granada. Algunos dias despues
manifestó oficialmente al comandante del 5" distrito miliiar : que
estaba decidido por una parte á evitar en lo posible la guerra con
el resto de Colombia y por otra á dar proteccion y seguridad á los
pueblos para <jue arreglasen libremente su 'gobierno. Con este ob
jeto le ordenaba allegar gente , cuidar de que no se alterase la
tranquilidad pública é impedir que los comisionarlos que pudiesen
llegar de Bogotá pendrasen en el territorio de Venezuela. Llamó al
servicio activo muchos cuerpos de milicia ausiliar, oíros de la cí
vica .y los batallones veteranos se completaron de órden suya, y
finalmente espidió los dos decretos de \ 3 de enero de este año, que
poniendo la revolucion en manos del pueblo y de sus prohombres,
quitaban todo prelesto ;í la desconfianza nacional.
Uno de ellos fué el que creaba tres ministerios de estado para
el despacho del gobierno provisional de Venezuela. Fueron nom
brados secretarios de estado el general Sonbletlc, el doctor Miguel
Peña y el licenciado Diego B. Urhaneja; aquel para marina y guer
ra; el segundo para interior, justicia y policia; para hacienda y re
laciones esteriores el tercero. \l\ otro decreto tenia por objeto dar las
reglas que debian observarse para la eleccion de representantes del
pueblo. Designábase el I .° de marzo para la apertura de las asam
bleas parroquiales, en las cuales las personas á quienes se declaraba
con derecho para ello, volarían por un cierto número de electores.
Reunidos ellos. ci 4.° de abril cu cada cabeza de provincia, elegi
rían los diputados de la nacion y el 50 del mismo mes se instalaría en
Valencia el congreso constituyente con las dos terceras partes de sus
miembros. Si por a!gun accidento llegaba el I "¡ do mayo sin que
hubiera podido concurrir á Valencia aquel número de represen
tantes, podia hacerse la instalacion con la mitad, mas uno, de los
elegidos.
Miéntras los venezolanos recibian con júbilo y aplauso estos de
cretos y se preparaban á regularizar por sn medio el alzamiento ,
poco instruidos en Bogotá de su ostension y fuerza llegaron á creer
posible contrariarlo y aun sofocarlo completamente en su origen los
amigos de la dictadura. Obra solo de Carácas juzgaron por el pronto
aquel movimiento espoutáueo de muchos pueblos, y en los primeíos
ímpetus do su despecho solo anhelaron por el castigo de los rebel
des. Caminando á ese fin obtuvieron de algunos miembros del con
greso que se bailaban en la capital y se habian constituido desde rl
2 de enero en comision preparatoria, que se llamase á Bolívar ; y
esto se efectuó por acuerdo del dia 4 del mismo. Hiciéronlo ale
gando ser conveniente que el I,ibertador instalase por sí mismo el
congreso para probar á los pueblos la buena armonía en que esta
— 288 —
ban sus escogidos con el padre de la patria y para combinar juntos
los medios de salvar el pais de las calamnidudes que lo amenaza
ban. Obedeciendo al llamamiento llegó Bolívar á Bogotá el .15 de
enero y el 20 instaló en persona el congreso con 47 diputados.
Mejor que de cualquiera reflexion pueden deducirse de las propias
palabras de la esposicion que presentó el mismo dia al constituyente,
cuáles eran su situacion y sus conflictos. « Temo con algun funda-
o mento que se dude de mi sinceridad , al hablaros del magistrado
« que baya de presidir la república , decia , pero el congreso debe
« persuadirse que su honor le prohibe pensar en mí para estenom-
« bramiento, y el mio se opone á que lo acepte.... Dentro y fuera
é de vuestro seno hallaréis hombres ilustres que desempeñen la
« presidencia del estado con gotria y ventajas. Todos, todos mis
a conciudadanos gozan de la inestimable fortuna de parecer inocen-
« les á los ojos de la sospecha : solo yo estoi tildado de aspirar á la
a tiranía Creadme, un nuevo magistrado es ya indispensable
« para la república. El pueblo quiere saber si dejaré alguna vez de
« mandarlo. Los estados americanos me consideran con cierta iu-
« quietud que puede traer algun dia á Colombia males semejantes
« á los de la guerra del Perú. En Europa mismo no falta quien
« tema que yo desacredite con mi conducta la hermosa causa de
e la libertad. ¡ Cuántas conspiraciones y guerras no hemos sufrido
« por atentar á mi autoridad y á mi persona ! Estos golpes han he-
« cho padecer á los pueblos cuyos sacriücios se habrían ahorrado
o si desde el principio los legisladores de Colombia no me hubiesen
« forzado á sobrellevar una carga que me ha abrumado mas que la
« guerra y todos los azotes. Mostráos conciudadanos dignos de re-
(i presentar á un pueblo libre, alejando toda idoa que me suponga
« necesario para la república. Si un hombre fuera preciso para
ti sostener un estado , tal estado no debería existir , y al fin no
« existiria... Yo lo juro , legisladores, yo lo prometo á nombre del
« pueblo y del ejercito colombiano : la república será feliz si al ad-
o mitir mi renuncia nombráis de presidente á un ciudadano que-
« rido de la nacion ; ella sucumbiría si os obstináseis en que yo la
« mandara. Oíd mis súplicas; salvád la república ; salvád mi glo-
« riaque es de Colombia Disponéd de la presidencia que res-
« pectnosamente abdico en vuestras manos. Desde hoi no soi mas
« que un simple ciudadano armado para defender la patria y obe-
« dccer al gobierno. Cesaron mis funciones públicas para siempre.
— 289 —
« Os bago formal y solemne entrega de la autoridad suprema que
« los sufragios nacionales me habian conferido, »
De acuerdo con este discurso dirigió en la misma fecha una pro
clama á la nacion. Comenzaba anunciándole que habia dejado de
mandarla y añadia : « Veinte años há que os he servido en calida-
(i des de soldado y magistrado. En este largo período hemos recon-
n quistado la patria, libertado tres repúblicas, conjurado muchas
« guerras civiles y cuatro vezes he devuelto al pueblo su omnipo-
« tencia reuniendo espontáneamente cuatro congresos constituyen-
« tes. A vuestras virtudes, valor y patriotismo se deben estos scr-
« vicios; á mí la gloria de haberos dirigido Temiendo que se
(i me considere como un obstáculo para asentar la república sobre
« la verdadera basa de sufelizidad, yo mismo me he precipitado de
« la alta magistratura á que vuestra bondad me habia elevado.
« He sido víctima de sospechas ignominiosas sin que haya podido
« defenderme la fuerza de mis principios. Los mismos que aspiran
« al mando supremo se han empenado en arrancarme de vuestros
« corazones atribuyéndome sus propios sentimientos, haciéndome
« parecer autor de proyectos que ellos han concebido, represen-
« tándome en fin con aspiracion á una corona que mas de una vez
(i me han ofrecido ellos y que yo he rechazado con la indignacion
« del mas fiero republicano. Nunca, nunca, os lo juro, ha maueha-
« do mi mente la ambicion de un reino que forjaron arlificiosa-
« mente mis enemigos para perderme cu vuestra opinion. »
Parecia imposible que el congreso no se rindiera á las razones
que esponia Bolívar para que se le separase del mando y á las mui
obvias que podia fácilmente deducir del ostado en que se hallaba la
república. Admitiendo entónces su renuncia hubiera por una parte
desvanecido la vehementísima sospecha de ser adicto á los proyectos
del dictador, y ganado la confianza de que lanío necesitaba para
hacer respetar y obedecer sus resoluciones. Por otra parle, quitando
el temor que causaba á los novadores la presencia de Bolívar. al
frente del gobierno , ya que no hubiese conseguido el restableci
miento del antiguo régimen central , habría tal vez logrado conser
var la integridad y el nombre de Colombia por medio de una con
federacion republicana que estaba en la mente é intereses de todos
los pueblos. Empero la ignorancia acerca de los sucesos de Vene
zuela, de los que apénas. se conocia en Bogotá el movimiento de
Carácas, estravió al congreso. Negóse á admitir la renuncia de Bo-
II.— III9T, 31011. *9
— 290 —
fítar so pretesto de que él solo podia librar la república de los
males de la anarquía', y le exigió que conserrara la autoridad hasta
que sancionada la constitucion y nombrados los empleados supe
riores en el órden político, quedase cumplida la mision que le con
fiaron sns comitentes.
« El constituyente esperiroenta la pena, decia la contestacion,
« de tener que lamentar con vos en su primer acto, que la junta tic
« una ciudad ilustrese haya cscedido del ohjeto legal de su reunion...
« Por lo que hace á vuestra reputacion, ella no puede sufrir menos-
o cabo por las calumnias de vuestros detractores : la existencia de
« esta asamblea es la respuesta mas victoriosa á todas ellas. v
Prestóse Bolívar al querer del congreso. Y ora faese con el in-
ten'fo de someter á Venezuela por la fuerza , ora porque quisiese
solamente evitar que la revolucion cundiese en la Nueva Granada,
• dispuso que algunos cuerpos de tropas se acercaran á Circula y que
su jefe el coronel José Félix Blanco estendiese su antoridad hasta San
Cristóbal, territorio de Venezuela. Aun se le ordenó que penetrase
hasta Mérida ignorando que aquella ciudad estaba ya pronunciada
en favor del alzamiento de Carácas. Dando cuenta Bolívar de estas
medidas al congreso, participó tambien que con el fin de transigir
los asuntos de Venezuela habia propuesto á Páez una entrevista en
la ciudad de Mérida , á donde pensaba trasladarse. Pero como para
dar eficazia á este paso y á caalesquiera otros que tuviesen por ob
jeto la pacificacion , se requerian amplias facultades , pedia para
poder usarlas una autorizacion ilimitada. Eludió esta peticion la
asamblea legislativa, contestando , que ella debia ceüirse á ejercer
las atribuciones qne le marcaba cl decreto de' su cWrtfocütoria , y
que el Libertador bailaría en la autorizacion que hahia recibido de
los pueblos el poder suficiente para hacer todo el bien que deseaba :
qtte el congreso le ofrecia aquella cooperacion que le permitiesen
sus facultades , au lomándolo , entre tanto, para asegurar en su
nombre a los colombianos : que iba á dedicar sus tareas al noble
fin de mantener la. union sin detrimento de los intereses Irreales ; á
combinar la libertad con el órden , y á poner fu" era del afcíinze del
poder no ménos que de las facciones , la tranquilidad comun y las
garantías individuales. Bien claramente dejó entrever el consti
tuyente en esta ocasion el deseo de que Bolívar rt# se atrsetiláse de
Bogotá, ántes al ménos de que sancionada la lei fundatíiental, pu
diese ofrecerla á los ptrebios domo Una prenda de Kbertód y de
— 2W —
concordia. Esle modo indirecto de retenerle hizo que desistiese de
la empresa , contribuyendo á ello quizás las noticias que llegaban
sucesivamente de Venezuela y que al dar á conoeer la generalidad
del alzamiento, hacian palpable la ineficaziade sus vistas epu Páez
para reducirla otra vez á la obediencia.
Ademas de esto, el congreso manifestó poco despues y de la ma
nera mas terminante el deseo de que no se empleara la fuerza
contra los pueblos disideutes. Hizo aun mas. ¡orno si estuviese per
suadido deque inspiraba poca confianza á la nacion, se apresuróá
desmenür las opiniones y principios que se atribuían al mayor nú
mero de sus miembros, sancionando precipitadamente las basas de
laconsiilucionque proyectaba. Por ellas se resolvía sustener el pacto
de union ¿integridad de la república bajo un gobierno popular y
representativo, cuya administracion ejerceriau con entera indepen
dencia los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. A un congreso
dividido eu dos cámarras se encargaba el primero y no podría de
legarse : tocaba el ejercicio del segundo al presidente per el pr
gano necesario de los ministros del despacho y ausiliado por un
consejo en los negocios graves : se confiaba el tercero á los tribu
nales y juzgados. Dividiase el territorio en departamentos , provin
cias, cantones y parroquias, debiendo establecerse en las primeras,
cámaras de distrito con facultades para resolveren lo económico
de los municipios que comprendian. Los periodos de elecciones se
prolongaban. Todo empleado público era responsable, y aun el
presidente en casos de alta traicion. Ninguno podria jamas ejercer
otras funciones que las que señalasela constitucion. La religion del
estado seria la católica, apostólica romana, sin permitirse olro cul
to. Y por fin protegería la constitucion los derechos de propieJad,
seguridad , igualdad y pclicion , el libre ejercicio de la industria y
de la prensa.
Acordadas estas basas y hecha por el congreso la declaratoria de
ser ilegítimos y nulos todos los acuerdos celebrados en algunos pue-
hlos, si no estaban reducidos á representarle acerca de .la forma de
gobierno que mas cominiese á Colombia , determinó apresurar la
parlida de una comision de su seno, nombrada de antemano para
ofrecer la paz á las provincias del norte. Grandes resultados se pro
metía de todo esto. Juzgaba dejar por este medio satisfechos los,vo.
tos del pueblo y disipar para siempre las sospechas da que inten
tase estatuir un gobierno monárquico y poco liberal. Tambien

r
— 292 —
creyó que destruido por este medio el principal fundamento de
la revolucion de Venezuela, vacilaría el ánimo de sus habitantes
cuando la viesen desaprobada por el congreso, y que allanado así el
camino para una transaccion satisfactoria , conseguirían esta fácil
mente sus comisionados, en cuyos talentos é influjo personal cifraba
por oira parle el constituyente no pequeñas esperanzas.
Instruido Pácz por despacho oficial del ministro de guerra de Bo
gotá del o! jeto y marcha de esta comision, nombró otra que reci
biéndola en los límites del estado oyese sus propuestas y las contes
tase de acuerdo con las instrucciones que al efecto se le darían. Los
enviados del congreso de Colombia llegaron á Tariba, pueblo de la
provincia de Mérida , el .1 4 de marzo, y á pesar de la oposicion de
las autoridades se internaron hasta la Grita-Nueva; mas fuerte
mente embarazados en su marcha por las órdenes terminantes de
Páez que les fueron trasmitidas por el jefe del distrito , retroce
dieron al Rosario de Cúenta. Y habiendo dado cuenta de lo ocur
rido á su comitente, fuéles contestado que esperasen allí á los comi
sarios de Venezuela y con ellos se entendiesen del mismo modo que
lo hubieran hecho con el jefe superior, á no haber sido rechazados.
Con efecto , poco despues y en el lugar indicado el general Sucre,
el obispo de Santa Marta y el licenciado Francisco Aranda que com
ponían la comision del congreso, y el general Mariño, el doctor
Ignacio Fernández Peña y Martin Tovar que formaban la de Vene
zuela, dieron principio (18 de abril) á las conferencias.
Ahiléronse estas por los apoderados del constituyente esponien
do el objeto de su comision , que era en sustancia el de conservar
la asociacion colombiana. En las basas de constitucion acordadas
ofrecian á los venezolanos una prueba evidente de que no existia
el proyecto de monarquía, sino que por el contrario se trataba de
dar á los pueblos una mas directa intervencion en el manejo de sus
intereses locales , adoptando del sistema federal todo aquello que
era compatiblé con la integridad de la república. Dependia de esta
integridad la gloria de Colombia, y mal podría, segnn ellos, resol
verse su territorio en estados independientes, sin ofensa de los pú
blicos y solemnes comprometimientos que la ligaban con naciones
é individuos, y sin esponer á grandes riesgos la libertad del pueblo
y aun su independencia política : para evitar tamaños males decian
que el congreso estaba dispuesto á realizar cuantas reformas se le
propusiesen, con tal que en ellas se dejasen á salvo la union gene
— 295 —
ral y los intereses de las otras provincias. No podia ponerse en duda
(así contestaron los de Venezuela) que se hubiese realmente inten
tado destruir la república para fundar sobre la ruina de sus institu
ciones la odiada monarquía : hechos y documentos irrefragables lo
probaban. Así esto como los enormes males causados por el gobierno
de Colombia á Venezuela, habian contribuido á generalizar de tal
modo la opinion en favor de su reciente alzamiento, que era preciso
juzgarlo irrevocable. Dispuestos se hallaban á sostenerlo á todo
trance ; y como nada influirían contra esta decision los acuerdos del
congreso, se limitahan á proponer, con arreglo á sus instrucciones,
el reconocimiento del derecho que tenia Venezuela para constituir y
organizar su gobierno con enteca y cabal independencia. Y como al
propio tiempo declararon no serles permitido tratar sobre otra base,
siendo esta contraria á la union que segun los comisionados de Bo
gotá limitaba sus poderes, debieron considerarse desde luego ter
minadas las conferencias.
Convinieron, sin embargo, en reunirse al dia siguiente para con
tinuar la discusion, no ya con el carácter de agentes públicos, sino
en calidad de compatriotas y amigos que deseaban hallar medios
para restablecer la concordia , librando á los pueblos de los males
de un rompimiento.
Inútil fué tambien esta conferencia. Los comisionados de Páez
presentaron una serie de artículos que contenían el desarollo de un
plan de separacion para constituir en estados federados á Quito,
Cundinamarca y Venezuela, proponiendo tambien que para remo
ver todo motivo de desconfianza, se escluyese de mando y empleos
en el gobierno general á los que durante los últimos diez años hu
biesen servido la presidencia y vicepresidencia do la república, las
secretarías del despacho y las plazas de consejeros de estado. Obje
tando Sucre lo principal de estas proposiciones que á su ver no
contenían lo necesario para la organizacion de un gobierno general
que mantuviese las relaciones esteriores de Colombia y cuidase del
crédito nacional , dijo que en ellas se dejaba apénas vislumbrar la
esperanza de que los congresos dejos tres estados mantuviesen la
union de la república, y qae si se temía la continuacion del Liber
tador en el mando supremo, aseguraba á nombre de la comision ,
que la última renuncia de Bolívar era tan so'emne , que induda
blemente le seria admitida. Pero que conviniendo con los enviados
de Venezuela en la necesidad de que hombres nuevos entrasen á
— 294 —
regir los destinos públicos, proponía que lodos los generales en jefe
y tambien los de cualquiera graduacion que hubiesen sido presiden-
'te y vicepresidente, ministros consejeros de estado y jefes superiores,
fuesen igualmente eseluidos de los dos mas elevados puestos de la
administracion ejecutiva, así en el gobierno de la union como en el
de los estados federados que pudieran establecerse y durante tin'pe-
ríodo que no debia bajar de cuatro años. Sucre ofrecia sostener con
todas sus fuerzas estas opiniones en el constituyente, si pactaban.
hacer otro tanto en Venezuela los comisionados del jefe superior;
mas ellos rechazaron la propuesta conociendo que no tenia otro Cn
que privar á Venezuela del apoyo de Páez endrcunstancias de ne
cesitarlo para defender su causa y constituir su gobierno. Mal po
dia entóneos, sin hacer dudoso el éxito de la revolucion, comenzar el
pueblo por apartar de los negocios públicos á hombres que , si bien
peligrosos á la libertad por su poder é' influjo, eran los mas ade
cuados para los dias de peligro y combates. .Fundándose en lo limi
tado de sus instrucciones, íampoco consintieron los comisionados de
Venezuela en que el gran mariscal y sus compañeros pasasen á Va
lencia á tratar directamente con el congreso, ni en seguir ellos viaje
'á Bogotá .con el mismo objeto; pero ofrecieron que despues de reu
nido el constituyente de Venezuela , le seria permitido á cualqaiera
•«nviado del gobierno de Bogolá dirigirse libremente á la capital del
rstado. Aquí se puso término á las conferencias , ya convencidos
unos y oíros de la inutilidad de prolongarlas y de lo muí inconci
liables que eran, á lo ménos por entónces. los intereses de sus res
pectivos muitentes.
•Paro.estc tiempo habian ocurrido en Bogotá algunos sucosos no
tables. Debiendo asistir á las sesiones del congreso en calidad de
áiputado el presidente del «onsejo, fue nombrailo para reemplazar
le el general Domingo Caicedo, en cuyas manos pusointerinameu-
<e Bolívar el 2 de marzo el mando de la república. Alterada la sa
lud del Libertador con tantas inquietudes y tribulaciones, quiso go
zar por la primera vez del repnso de la vida privada despues de
veinte años consagrados al trabajo incesante tle'.los negocios pú
blicos, miéntras el congreso malgastaba el tiempo empleándolo en
formar una constitucion quede antemano veía rechazafla por los
pueblos. No se ocultó esta verdad al nuevo encargado de la admi
nistracion, y lo manifestó á'.los representantes en oficio de 45 de
abril, cou laudable sencillez y franqueza. 'Segnn él, no podía haber
— 295 —
Utilidad en sancionar un código político que no debia regir ni un
solo dia, existiendo la desconsoladora certidumbre de que los pue
blos lenian disposicion á rechazarlo. Por lo cual aconsejaba al con
greso se ocupase en dar una organizacion provisional al gobierno y
en elegir altos empleados de la administracion superior del estado,
autorizándolos para convocar una asamblea constituyente de la Nue
va Granada. « Tales son, anadia, los deseos generales, tal el cami-
« oo que traza la opinion pública para precaver los males que no
a solo se temen, sino que ya se tocan. » Adoptando estas mismas
opiniones celebraron en 20 de abril una acta los empleados y ve
cinos de la ciudad de 'funja, en qae ademas pedian se dejase ó Ve
nezuela árbitra de su suerte, y suspendiese el congreso sus sesiones
despues que nombrase al general Caieedo por jefe interino del gc*.
bienio.
Mas audazes aun los habitantes do Pore, capital de la provincia
de Calmare, habíanse levantado el 4 de abril contra el gobierno de
la union , y declarando que desraban formar parte integrante del
.territorio .do Venezuela, se acogieron á su amparo. Empero ni es
tos sucesos, ni otros 'muchos y diversos sintomas de trastornos >¡iic
por do quiera asomaban anunciando la disolucion de Colombia,
fueron parle á que el congreso desistiese de su ingratísijua larea
legislativa.
tad general,Firme
qaisoendará
el puesto
la nacion
a qae
una
se prueba
creia llamado.
de la pureza
por la volun<-
de sus

principios, no ménos calumniados por los vituperios de un par


tido ijue por los elogios y esperanzas de otro, y sancionó el 29
de abril un código político en todo conforme á las basas anterior
mente acordadas ; el cnal pnso fin al desgraciado régimen de la djc-
Jadura. ,
Concluida la constitucion, no quedaba al congreso por llenar
otro deber que el de elegir presidente y vicepresidente para la .re
pública. En semejante caso creyó conveuiontc Bolívar escribir de
nuevo á la asamblea. « Debéis estar ciertos, dijo á los representan-
.- tes, de que el bien de la patria exige que me separe para siem-
« pre del pais que me dió la vida, para que mi presencia no sea
« un impedimento á la felizidad de mis conciudadanos. Venezuela
« ha preteslado para efectuar su separacion miras ambiciosas, de
« mi parte, luego alegará que mi reeleccinn es un obstáculo á la
« concordia; y al lin la república tendría que sufrir un desmcm-
« bramieuto ó una guerra civil.,» Indudablemente la revolución
- 296 —
de Carácas habia hecho variar de tal modo las cosas, que los que
se llamaban partidarios del Libertador, empezando por abandonar
el proyecto de monarquía, concluyeron por convenir en que se Ie
escluyera del mando. No era este, en verdad, muí apetecible en el
terrible Irance á que habia llegado la república, ni habia muchos
hombres inmaculados en cuyas manos pudieran ponerse las rien
das de un gobierno sin fuerzas, sin crédito y que solo podia soste
nerse algunos instantes mas por la consideracion que los diputa
dos mereciesen al pueblo. Y fué por esto que en aquella eleccion,
libre de aspiraciones personales y de intrigas, se vió expresar á to
dos los partidos el voto de su conciencia. Fueron pues nombrados
Joaquin Mosquera por presidente y el general Domingo Caicedo
por vicepresidente de la república. Era el primero natural y rico
propietario de la ciudad de Popayan ; varon de gran saber, doctri
na y probidad ; justo y patriota. Poseía grandes dotes oratorios á
los que daba realze la compostura y natural gallardia de su perso
na. Y era tan aventajado en la prendas morales, que admirado sin
envidia y atacado despues sin odio, obtuvo respeto y estima hasta
de sus propios enemigos. Pertenecia en fin al pequeño número de
hombres que habrían podido conservar la union del estado en me
dio del mas completo desórden de las rentas, de la insubordina
cion de las tropas, de la division de los pueblos y de la imprudente
ambicion de los caudillos, si hubiera bastado la virtud sola para
conseguirlo. Tan poco adecuado como el nuevo presidente era pa
ra los tiempos que corrían el general Caicedo. Hijo de la nueva
Granada y soldado antiguo en las lides de su independencia, care
cia con todo de influjo en las tropas, siendo apénas conocido de
los jefes militares de Colombia. Modelo de honradez política y pri
vada, de condicion manso y apacible, ..faltábale la fuerza de espí
ritu necesaria para hacer frente á los sucesos y á los hombres en
aquellos momentos de crímenes y desenfreno.
Decrcló el congreso en 5 de mayo (un dia despues de la elec
cion ) que la lei constitucional sancionada se ofreciese por el go
bierno á las provincias de 1a antigua Venezuela, y que en el caso
de exigir estas, para aceptarla, que se le hiciesen algunas variacio
nes, se convocara á una asamblea general de Colombia en Santa
Rosa, villa del departamento de Boyacá. Pero si todos ó la mayor
parte de los pueblos del norte de la república rehusaban admitir la
constitucion, rechazando absolutamente los medios de conservar
— 297 —
la unidad nacional, prohibia el congreso que se les hiciese la guer
ra y disponía que los diputados del resto de Colombia se reuniesen
en algunas de las ciudades del valle del Cauca y allí reviesen el
cód:go político y lo perfeccionasen adaptándolo á sus nuevas cir
cunstancias. A este acto de equidad respecto de los pueblos, unió
el congreso otro de justicia hácia Bolívar, manifestándole, en de
creto de 9 del mismo mes y á nombre de Colombia, estima y gra
titud por sus servicios en la causa de la emancipacion americana,
y otdenando al poder ejecutivo el fiel cumphmiento de un decreto
de 25 de julio de 1825, por el cual dispuso la legislatura de aquel
año que al retirarse del servicio público el Libertador disfrutase
una pension vitalicia de treinta mil pesos anuales. Con estas provi
dencias puso el sello á sus trabajos aquel congreso , que llamado á
dar nueva vida y organizacion á la república, solo pudo ser testigo
impotente de su final disolucion. Terminó sus sesiones el .M de
mayo y faé la última asamblea legislativa reunida á nombre y en
representacion de Colombia.
Tres dias ántes, Bolívar, redacido á la condicion de simple ciu
dadano, salió de Bogotá bácía Cartagena con ánimo de embarcarse
allí para Europa. Habia poca justicia en hacer responsable á este
varon ilustre de todos los males que acongojaban entónces á su
patria ; pero es iunegable que al descender del alto puesto que ocu
pó por tantos años, la dojaba en situacion sobrado triste y lastimosa.
Él mismo hizo al constituyente en pocas palabras la mas cabal pin
tura de estos males. « Me ruborizo al confesarlo, le dijo, pero la
« independencia es el único bien que hemos adquirido á costa de
o todos los demas. » Inútil seria hablar de agricultura , comercio
y artes útiles en un pais en que los trastornos y las revoluciones
se habian sucedido sin intermision por el espacio de cuatro años.
Agobiábalo ademas enormísima deuda, y léjos de poder pagarla, no
bastaban las rentas para cubrir los gastos ordinarios. La penuria
del tesoro ptíblico era tanta, que por dos decretos de 44 y .15 de
'mayo se redujeron á sola la racion todas las clases del ejército y se
declararon suprimidas las pensiones y sueldos que no tuviesen
anexo el desempeño actual de un empleo. El ejemplo de Venezuela
haciéndose. contagioso, contribuyó mas que nada á comptetar el
desconcierto del estado , porque los pueblos se levantaron á porfía
buscando en sus propios recursos la libertad y el órdi.n que espe
raran eu vano de un gobierno débil y ultrajado. Desde el 21 de
.abril se habian declarado contra Bolívar los habitantes de los valles
de Cúcula, aprovechándose de la soltura en que Jos dejó la retira
da á ramplona de las fuerzas colombianas que velaban la frontera
.de Venezuela. Moviólos luego el temor de ser atacados á pedir au.-
sllio á Marino que en calidad de jefe del ejército do vanguardia se
hallaba acantonado en la tierra limítrofe con suficiente número de
tropas. El venezolano dudó al principio si debiese, violando estra-
ño territorio, prestar un socorro que podia considerarse como una
abierta é impolítica agresion para la cual no estaba autorizado ;
pero nuevas instancias de los vecinos y la necesidad de bnscar ali
mento para su gente le determinaron á pasar el Táchira el M de
mayo. Resolucion inconsiderada, tomada contra ót;Jeaes espresas
del gobierno y que pudo traer á Venezuela riesgos y calamidades
infinitas , si las tropas colombianas que Marino provocaba de esta
manera á la guerra no se hubieran pasado á sus tilas de un modo
tan inesperado como dichoso y por un concurso raro de circunstan
cias. Mas tarde se referirá este sucedo con la ostension que merece su
importancia, pues.el órden y la claridad de la narracion exigen que
se comprendan solo.en este cuadro aquellos hechos que den á cono
cer el estado del centro y sur de Colombia cuando Mosquera se en
cargó de la presidencia de la república. Cierto es que los habitan
tes de los valles de Cúcuta volvieron espontáneamente á la obe
diencia de\ gobierno de Bogotá tan luego como las nuevas elecciones
quitaron el motivo principal de su inquietud y cuidado. Mas no
sucedió lo mismo en otros pueblos. Los de la provincia del Socor
ro recibieron con disgusto la constitucion y aun ántes de que esta
¿e .publicase .andaba desasosegada la ,provincia de fasto, por virtud
de Ios manejos que en ella se empleaban para separarla del depar
tamento del Cauca. No al gobierno de Bogotá sino al general Flóres
se dirigieron. algunos pastusos e| £7 de abril manifestando estar
resueltos
tos basta áJareunir
línea; que
al Ecuador
forma elel Mayo,
territorio
y pidiéndole
de la provincjaide
que Ip decretage
los l'aa-

así, pues de otra manera harían sentir los «ievitaljle,s resultados


de su despecho. Alguwos dijeron o,ue Flónes, je£e;*uperjor del sur,
meditando ya convertir en estado independiente el dislciip ,que
•mandato á nombre del. gobierna, quis/e apropiar.se de .ante.mano
;aq««llas cojjwuYas, .ta«lo par ser ejlas.un aa.tefiij«r8|¡fojrmjdable qjje
cerraba el (taso á cualquiera invasion de parlo de la Nueva Grana
da, cuanto porq(*ea(«m>el ejemplo.de.Casanaw lehwo tal vez creer
— «99 —
oportuna aquella ocasión para repartirse los despojos de (a «otig*ia
Cundinamarca, como si fueran un botin de buena guerra. Lo cierto
es que Flores ofreció, segun su espresion, apoyar y sostener aquel
¡trastorno « por todos los medios legales y á costa de cualesquiera
sacrificios. » Si él se frustró fué porque Obando al saberlo ocupó
á Pasto con tropas, miéntras que á Flóres lo entretenían en Quito
otros cuidados. Luego que 6e supo en aquella ciudad la resolucion
en que estaba Bolívar de ausentarse de Colombia, se reunieron el
4dos
5 de
á ello
mayoporlaelautoridades,
procurador del
corporaciones
comun y cony gente
previo~acuerdo
principal,del
escita
jefe

superior del distrito, cuya venia se captó al intento. Resolvióse en


la asamblea constituir en estado libre é independiente los pueblos
de los departamentos de Guayaquil , Asuay y Quito y los mas que
quisiesen incorporarse, por su propia conveniencia. Quedaba pro
visionalmente encargado del mando supremo el general Juan José
Flóres, el cual convocaría á un congreso constituyente compuesto
de diputados de todas las provincias. Estas, como era de esperarse,
uniformaron prontamente sus manifestaciones y en consecuencia
convocó Flóres para el4o de agosto la representacion política de
aquellas comarcas, señalando como punto de reunion la ciudad de
Riobamba. •
De este modo, circunscrita la autoridad delos nuevos jefes de la
repiíbliea á ejercerse en el territorio, no completo, de la NuevaGra-
nada , veamos cuáles eran aun allí mismo los obstáculos que á su
consolidacion oponían, como á porfía, los manejos secretos del par
tido boliviano y la desenfrenada y espantosa relajacion de la disci
plina militar. No ya flojo, sino roto enteramente el lazo de la obe
diencia, vióse al soldado, convertido en arma de las facciones^ em
peñar á unas y á otras su fe vacilante, y á vezes lanzarse á la- rebe
lion por su propia euenla y sin principios, sin conciencia , ni guia.
Sabida apénas por el batallon Boyacá la resolucion que en 46 de
enero tomó Maracaibo de adherirse al voto de los otros pueblos de
Venezuela, determina seguir su ejemplo, y al efecto, guiado por su
jefes y oficiales, abandona la ciudad de Rio-Hacbaen donde se ha
llaba de guarnicion, encamínase á la capital del Zulia, y allí se po
ne á las órdenes del jefe superior. Mas poligroso que este movimien
to fué el que intenta-ron en Bogotá algunos ciegos partidarios de
Bolívar con el objeto de disolver el congreso , arrojar de su pues
to las autoridades legítimas , y proclamarla dictadura en medio de
— 500 —
un motin sangriento. Descubrióse el 22 de abril y quedó frustrado
por el zeloso patriotismo de los habitantes, la eficaz ayuda de algu
nos jefes anutaros de alta graduacion, y las oportunas medidas del
gobierno. La víspera precisamente del dia en que el Libertador sa
lió para Cartagena, un nuevo desórden puso en consternacion la
capital; Sublevados el batallon Granaderos y el escuadron Húsares
de Apure que la guarnecian, prendieron á sus jefes, declararon
su resolucion de regresar á Venezuela y exigieron con las armas en
la mano el pago de una gruesa suma que se les dchia por sueldos
atrasados. Semejante pretension era en aquellas circunstancias im
posible de satisfacer por hallarse exhausto el tesoro público ; y en
el conflicto de no tener el gobierno fuerza alguna que oponer á los
insurrectos, se ocurrió al arbitrio vergonzoso aunque necesario de
negociar con ellos. A beneficio de algunos generales que en esta
ocasion quisieron servir de mediadores entre las autoridades y la
tropa, consintió ésta en retirarse de la ciudad como lo efectuó
aquel mismo dia a las órdenes de los generales Portocarrero y Silva,
conformándose con algunas promesas que les hizo el gobierno. Di
rigieron su marcha á Pamplona y allí se reunieron con los otros
cuerpos que á fines de mayo se entregaron á Mariño para pasarse á
Venezuela. Al prestar Mosquera en 15 de junio el juramento pre
venido por la lei, espidió una proclama en que convidaba á los hom
bres de todos los partidos á unirse por el interes de la patria. Aun
que poco eficaz este meJiode exhorto y súplica para conciliar opi
niones é intereses tan opuestos, era por desgracia el único de que
podia disponer aquel vano simulacro de gobierno que luchaba inú
tilmente por conservar á Colombia un resto menguado de exis
tencia. • . ¡ •..:,' :.
Porp es tiempo de que volvamos la vista á Venezuela para con
templar los esfuerzos que hacian los patriotas á fin de asegurar
el frulo de su revolucion. No era esta un suceso ordinario y de pa
sajeras consecuencias, sino una época que debia marcarse en los
anales del pais, y juntamente la resolucion de un problema político
de grandes consecuencias para los pueblos de la América ántes es
pañola. Tratábase de decidir si seria dable á los próceres de la in
dependencia abusar siempre del influjo que les dieran sus servicios
para mantener á la nacion en perpetuo pupilaje ; ó si habia llegado
el tiempo en que los pueblos cansados de' ser el juguete de ajenas
pasiones y el instrumento de su propio descrédito, debian recobrar
— 504 —
su honor perdido y adquirir la libertad que con perfidia le ofrecie
ron sus opresores y que ellos esperaron vanamente hasta entónces.
Libertad sin la cual la guerra de indepencia no habría sido otra cosa
que una insigne y descabellada maldad. Esta revolucion, esencial
mente diversa de las que se habian hecho en el pais desde 4826,
debia contrariar muchos intereses fundados en los abusos que se
querían destruir ; siendo dos las clases de personas mas opuestas á
su espíritu reformador. Venezuela que habia sido largo tiempo el
teatro de la guerra de emancipacion, tenia una gran lisia de jefes y*
oficiales. Ademas de estos hombres que por fuerza habian de ver en
el cambiamiento intentado una amenaza directa á sus prcrogativas,
habia otros que careciendo de mérito propio, vcian estinguido con
el Libertador el prestado brillo que de él recibian para deslumhrar
la multitud, siéndoles duro volver á su natural opacidad. Si bien es
cierto que los militares por lo pronto no contrariaron la revolucion,
ántes bien la ayudaron , en la creencia de que podrían convertirla
en su provecho, haciéndola , como otras vezes, motivo de guerras
ó escalon de medros y de ascensos. Y tambien lo es que los segun
dos, mui reducidos en número y de escaso influjo para contrarestar
por sí solos el volo popular, no hicieron sino una débil é impotente
resistencia. Y por esto fué que el alzamiento marchó en sus prin
cipios rápidamente y sin estorbos.
Fundados rezelos que hizo concebir el movimiento de tropas dis
puesto hácia Pamplona por Bolívar, y dudas sobre el partido que
este tomaría con motivo de los sucesos de Venezuela, si, como to
dos lo temían , se le continuaba en el mando, obligaron á Páez á
pensar ántes que todo en el aunento y organizacion del ejército,
despues de lo cual lo situó del modo mas conveniente para repeler
cualquiera acometida, líl mando de la vanguardia se confió á Ma
rino : una respetable division situada en el Zulia cubría el Hundio
derecho del ejército, cuyo grueso principal se co!ocó por escalones
en el Tocuyo. Barquisimeto y San Cárlos. No queriendo Páez ahor
rar ningun medio que pudiese conducir á evitar la guerra , dirigió
en 27 de febrero una nota oficial al gobierno de Colombia , en la
que procuraba darle á conocer el verdadero estado de la opinion
en Venezuela, la unánime cuanto decidida resolucion en que esta
ban sus habitantes de mantenerse independien tes, y los enormes ma
les que á todos acarrearía el intento tal vez infructuoso de forzarlos
á una union que no les convenia y que fundadamente detestaban.
— 502 ^-
Pocosdias despues anunció á los venezolanos por medio de una pro
clama el peligro de que los creía amenazados : mas esplícilo en esta
ocasion que lo habia sido basla entónces , declaró hallarse identifi
cado con los pueblosen el convencimiento de que conveuia á la vi
da polítiea de Venezuela la separacion de Bogotá, y de que era per-
judicialísimo á la perfecta organizacion del gobierno el iaflujo del
general Bolí-.ar. Tiempo adelante cuando estaba ya cercano el dia
prefijado para la reunion del congreso, marcho Páez á San Carlos
•para tomar en persona el mando del ejórcitoi.
Bien que las elecciones se hubiesen hecho en paz y con entera
libertad en todo el territorio de Venezuela , no se halló en Valencia
el número competente de diputados hasta el dia 6 de mayo en que
congregados Ireinta y tres de ellos, quedó instalado el congreso
constituyente. Su primer acto fué acordar que Páez continuase al
frente del gobierno como poder ejecutivo hasta nueva resolucion.
Y aunque el jefe superior hizo presente que estaba decidido á re
tirarse de la vida pública y presentó su dimision al congreso, in
sistió este en su primer dictámen y le llamó á preslar el juramento
necesario paia entrar en ejercicio de su nueva autoridad. Obede
ciendo Páez el mandato de la representacion nacional , regresó á
Valencia y juró en 27 de mayo cumplir y hacer ejecutar la volun
tad de la nacion, espresada por sus legítimos apoderados. Tambien
dispuso el congreso participar su instalacion al constituyente de
Colombia que suponía aun reunido en Bogotá, á cuyo efecto diri^
gióen 28 del mismo mes al presidente de aquel cuerpo un despacho
oficial , por el que le instruía a! propio tiempo dedos resoluciones
importantes. Declarábase en la primera de estas que Venezuela
estaba pronta á entrar en transacciones con Quito y Cundinamarca
para el arreglo de sus comprometimientos comunes y de sus recí
procos intereses. « Pero Venezuela , decia el oficio , á la que una
« serie de males de todo género ha ensenado á ser prudente, que ve
* en el general Simon Bolívar el origen de ellos y que tiembla to-
« davía al considerar el riesgo que corrió de haber sido para siem-
« pre su patrimonio, protesta que miéntras este permanezca en el
a territorio de Colombia, no tendrán lugar aquellas transacoio-
« oes. » Disuelto, como ya se ha dicho, el congreso de Colombia ,
desde el -H de mayo, fué á parar esta comunicacion á manos del
presidente Mosquera, el cual dudoso del partido que conviniese to
mar, la transcribió á Bolírar que se hallaba en Cartagena para in
formarle, decía , de aque!la notable circunstancia en que se inte
resaban su propia gloria y la felizidad de la patria. Llamóse por.
los amigos de Bolívar gratuita ofensa hecha á su persona un proce
dimiento que parecía envolver el designio de impelerle á salir del
pais ; y esto en momentos de hallarse caido, prohe y sin salnd.
Haya ó no sido esta la intencion del ministerio de Mosquera ,
compuesto á la verdad, de hombres qne Iiabian contrariado siem
pre los planes de Bolívar, es notable que un hecho escandaloso se
presentase luego á comprobar la justicia con que temia Venezuela
la permanencia del Libertador en el territorio de Colombia. Ilalhí-
Itase el congreso de Valencia pacificamente ocupado en sus traba
jos legislativos cuando unos pocos militares y algunos paisanos tur
bulentos, tomando el nombre de los vecinos de Rio-Chico, se de
clararon defensores de la integridad de la república apellidando á
Bolívar jefe supremo del estado. A este alzamiento so siguieron
otros de algunos pueblos del Llano alto de la provincia de Carácas,
contribuyendo á ellos no poco, crecidas sumas de dinero que un
empleado en la renta del tabaco repartió á los conjurados. Tran
quilizado Páez acerca de los intentos del gobierno de Bogotá con
las variaciones ocurridas en él, pudo á mediados de junio contraer
toda su atencion á reprimir aquellos disparatados alborotos, y aun
se trasladó á Caracas con el designio de volar mas de cilrca las ope
raciones emprendidas contra los disidentes. No llegó, empero, el
caso de hacerse uso de las armas para rendirlos, porque Páez desean
do evitar la efusion de sangre, les envtó como mensajero de Paz al
general José Tadeo Monágas , y á este se sometieron por convenio
celebrado en las márgenes del Lnare á los 20 dias del mes de junio.
Del contesto del ajuste aparece que la ignorancia en que estaban
aquellos hombres de los acontecimientos de Bogotá fué la causa
principal de su amotinamiento. Perdida la esperanza de recibir
ausilio, no les quedó otro partido que ofrecer sumision y obedien
cia al nuevo gobierno de Venezuela. Tal era, sin embarco , el há
bito de sedicinn contraido por los jefes militares , tal la impunidad
que acompañó siempre á esle crimen , que llegaron á verlo como
medio lícito y acomodado de medrar á costa del reposo do los
pueblos y de la dignidad del gobierno. No debe, pnes, admirar que
ostos facciosos , aunque convencidos de su impotencia para resistir
la fuerza pública, pretendiesen , como lo hicieron, quc se lesfon-
— 504 —
servase en sus empleos , que se habilitase el puerto de Rio-Chico
para el comercio de importacion y esportacion ; que el gobierno
cargase con todos los gastos que ellos habian hecho para llevar á
cabo el alzamiento ; y que cumpliese las contratas que habian cele
brado para conseguir armas y municiones de guerra. Pero sí es es-
traño que el comisionado del gobierno , que era á la vez miembro
del congreso , accediese a tan estravagantes exigencias . traspasando
con sobrada facilidad los límites de su autorizacion. El consti
tuyente , como era natural , aceptó la sumision de los sublevados ,
hizo estensivoel indulto a todos los comprometidos, y sin reprobar
á las claras la conducta del enviado, negó su Fancion á los artí
culos del convenio en que se hacian concesiones onerosas para el
gobierno.
Al mismo tiempo que de este modo ponía término el congreso á
las revueltnsde Río-Chico, recibia el Libertador noticia de ellas per
conducto de un comisionado que le enviaron los sublevados y que
puso en sus manos las acias en que apellidaron su autoridad su
prema y la integridad de Colombia. Creyó el Libertador que debia
hacer sabedor de estos sucesos al gobierno de Bogotá, y con este lin
le envió los documentos relativos a aquellos sucesos. Desaprobólos
terminantemente el presidente Mosquera, así en la contestacion que
dió á Bolívar como eu la que dirigió al prefecto del Magdalena, el
cual añadiéndole algunas noticias sobre la situacion interior de Ve
nezuela, tambien se habia apresurado por su parte á noticiarle lo
ocurrido. Con este motivo declaró aquel gobierno su resolucion de
no emplear para restablecer la unidad de la república « otros me-
« dios que los pacificos y amigables, segun estaba espresamente or-
« deuado por el congreso constituyente. Seria una inconsecaencia,
« añadió, que se atribuiría á falta de sinceridad y buena fe. adoptar
« providencias hostiles, en circunstancias de haberse enviado á Ve-
« nezuela una comision de paz encargada de ofrecerle la consl'ilu-
« cion y leyes sancionadas por el último congreso. » ,.
En efecto, desde el 4 de julio habia llegado á Valencia el ciuda
dano Juan de Dios Aranzazu, elegido por el presidente Mosquera
para desempeñar aquella mision importante. Mas como el congreso
no dió resolucion definitiva sobre el asunto hasta algun tiempo des
pues , se hace forzoso anticipar á su narracion la de otros sucesos
que ocurrieron en el intermedio. Y bastará por ahora añadir que
— 505 —
el granadino fué recibido por todos eu Venezuela con benevolencia
y sincero agasajo , llevando el congreso su cortesía y atenciones
hasta darle un asiento entre los diputados del pueblo.
Si la cesacion del mando del Libertador , su salida de Bogotá y
la creencia en que por muchos dias estuvieron todos de que se em
barcaría en Cartagena para Europa, contribuyeron de algun modo
á la pronta rc(luccion de los disidentes de Río-Chico ; no fué este
su efecto mas importante en Venezuela. Ya se ha indicado que las
fuerzas colombianas situadas en Pamplona por órden de Bolívar se
incorporaron á Mariño en los valles de Cúcuta. Compuesta aquella
division casi en su totalidad de tropas venezolanas y mandada por
jefes ciegamente inclinados á la dictadura, debia inspirar al geaeral,
Caicedo, que entónces gobernaba provisionalmente fa república,.
justos rezelos de que pudiera convertirse en instrumento de opre
sion ó cuando ménos de revueltas. Para precaver estos males dis
puso que un general granadino de su contianza relevase al jefe ve
nezolano que la mandaba ; pero este, ó por efecto de la insubordi
nacion que ya se habia hecho un distintivo de los soldados do Co
lombia, ó porque viese en aquella medida el malogro de algun plan
ulterior, la resistió abiertamente reteniendo el mando y haciendo
salir de Pamplona al jefe destinado á reemplazarle. Poco ménos
que independientes quedaron aquellas tropas desde oí 29 de abril
en que negaron obediencia al gobierno, hasta que la llegada del ba
tallon Granaderos y del escuadron Húsares de Apure, y la certeza
de que el Libertador habia dejado de mandar en Colombia, reduje
ron á sus jefes á la alternativa de someterse, corriendo los azares de
un juicio , ó entregarse á Venezuela. • .
Dícese que el plan de los que dirigieron la marcha de los dos
cuerpos fugitivos, era el de pasar, reunidos con las tropas de Pam
plona, á incorporarse en Buenamanga con dos escuadrones de Hú
sares que allí habia : ponerse luego en comunicacion con las auto
ridades del Magdalena y cooperar juntos á la destruccion del régi
men constitucional. Y aun se añade, que juzgando despues mas
seguro para el logro de aquel intento comenzar sometiendo las pro
vincias del norte, para emplear sus recursos en el restablecimiento
de la antigua dictadura , se dispuso que las tropas de Pamplona
aparentaran hacer causa comun con Venezuela para internarse
traidoramente en su territorio. Adelantóse el discurso hasta supo
ner que para ello contaban con algunos de los jefes que rodeaban
H.—UI8T. MOD. SO
— 506 —
á Marino y con la buena disposicion de una parte de sus soldados.
El hecho es, que el jefe de la vanguardia venezolana, sabedor de
lo ocurrido en Pamplona el 29 de abril, entró en tratos con el ge
neral de la division que guarnecia aquella ciudad, ofreciéndole
para él y sus tropas un asilo en Venezuela. Aceptada la oferta, des
pues de corta resistencia , y previo un decreto de Mariño en que
á nombre del gobierno ofrecia conservacion de grados militares ,
segari(iad y buen recibimiento á los que se incorporasen á sus filas,
emprendieron su ¿marcha los batal lunes •Granaderos y Rifles, la co
lumna de infantería lijera de Occidente y el escuadron Húsares de
Apure, los cuales empezaren á entrar en San José de Cúcuta el día
50 de mayo.
A pesar de lo ventajoso que á primera vista se presentaba este
suceso, el congreso de Venezuela que ya habia desaprobado 1a e»-
trada de Marino en el territorio de la Nueva Grasada , desaprobó
tambien algunas de las concesiones que este bizo á varios jefes y
•Oficíales .de las tropas incorporadas. Y luego que supo que estas se
bailaban próximas á Valencia, ordenó al gobierno que bajo ningnn
protesto les permitiese entrar en ella armadas : que dos de aquellos
cuerpos se licenciasen y que la (aerea de los otros se refundiera
cairo los del ejército venezolano si lo tenia por conveniente, ó bien
$* les despidiera del servicio como á los primeros. En vano se opuso
Marino á la ejecucion de estas órdenes como contrarias al tenor ád
convenio celebrado con las tropas colombianas, á la buena fe coa
que defcia observarse y al mismo honor del gobierno. Porque ere-
dendo de punio la desconfianza con frecuentes avisos y declaracio
nes que se dieron acerca del plan de los recienllegados , insistió el
congreso en su primera providencia. Páez para llevarla á cato dis
puso que aquellos cuerpos fuesen desarmados , y así se verilicó li-
eeneiando en seguida la tropa de que se componían. Igual conducta
se observa respecto de uno de los batallones de milicias que hicie
ron la campa fia del Táchira por haber sido tambien en aquel tiempo
sospechado
tido boljvjanfl.
de complicidad en las tramas que se urdian por el f»r-

La aceptada ejecucion de estas medidas y las protestaciones de


lidelidad que hicieron varios cuerpos del ejército, tranquilizaron
por el pronto al congreso acerca del mayor peligro que temía. Na
se ocultaba , empero, á los diputados del pueblo que con los jefes y
oficiales de las tropas licenciadas se vería considerablemente refor
— 50T —
zado el partido de los malcontentos ; ni fampoco desconocia cuán
precarios debian ser el órden y la seguridad que se librasen sobre
la inconsistente y mudable opinion del gremio militar del pais;
pues aquellas exajeradas protestaciones de sumision á la lei y de
odio á la tiranía no podian ser á su vista, ni eran cu realidad, sino
la obra de reducido número de oficiales , capazes del noble senti
miento del patriotismo. Con todo eso el constituyente no desmayó
en la empresa de hacer útiles reformas ; pero ántes de dejarlas plan
teadas en la constitucion y en las leyes, quiso arreglar algunos ne
gocios importantes relacionados con la política interior y esterior
del nuevo estado.
Antes de referir estas medidas se hace necesario recordar que el
cuerpo municipal y los vecinos mas notables de Pore , capital de la
provincia de Cnsanare , celebraron un acuerdo el 4 de abril sepa
rándose de la Nueva Granada para unirse á Venezuela, lín conse
cuencia de aquella solemne y espontánea declaracion, se dirigieron
al gobierno pidiéndole que acogiese sus votos y aun enviaron un di-
pntado que los representase en el congreso. En demanda do su au-
silio y proleccion habian igualmente acudido el 21 de abril los pue-
felos de Cúenta, estendiéndose á solicitar intervencion armada para
libertará Cundinamarca del poder de Bolívar. La circunstancia de
bailarse entónces Venezuela con un poderoso enemigo del cual de-
tia temer todo linaje de hostilidad, hacia mui U'ntadora la ocasion
que se le ofrecia de alejar el peligro debilitando á su contrario con
la desmembracion de aquellas importantes comarcas y haciéndole
la guerra en su mismo territorio y con sus propios recursos. Graves
y acalorados debates suscitaron en el congreso estas cuestiones : la
primera de ellas sobre todo encontró enérgicos y elocuentes defen
sores. Pero el constituyente, anteponiendo la justicia y los dictados
de la sana política , á motivos de momentánea conveniencia se negó
á aceptar la agregacion de Casanare y despidió al diputado dc-qtie-
fla provincia. Considerando , sin embargo, que la conducía de los
habitantes de Pore podia esponerlos á la animadversion del gobierno
á que pertenecian , interpuso su mediacion á fin de que no fuesen
"molestados con motivo de las pasadas ocurrencias. Cua.ndo H con
greso comunicó al jefe del estado este acuerdo, confesó « que en
« ninguna ocasion hafeia acrecido m.ss contrariíMk» el hombre pú-
dióse
« blicogeneralmente
por el hombre tanprivado,
circunspecto
el defccr
preceder
portesy afectos.
no menos» \p\tm-
el que
— 508 — •

observó en órden á la intervencion solicitada por los vecinos de


Cúcuta , negándose á prestarla y desaprobando como ya se ha di-
cho el que hubiese Mariño traspasado la línea divisoria , por mas
que á ello se hubiese visto competido por la penuria que padecian
sus tropas y por las instancias reiteradas de los vecinos de aquella
tierra, los cuales á su costa y con patriótica largueza las avituallaron.
Cuaudo el comisionado de Mosquera llegó á Valencia , pndo ya
noticiar á sn gobierno estas moderadas resoluciones en que los re
presentantes del pueblo, respetando los derechos de la Nueva Gra
nada, le quitaban todo pretesto de mezclarse en los arreglos domés-
tcos de Venezuela. Y el mismo debió ver frustrado desde entónces
el objeto de su comision ; pues si bien no podia considerarse esta
como una intervencion que debiese originar hostilidades, causaba
rezelo y ojeriza el plan de privar al pais de la independencia á que
aspiraba , aunque para llevarlo á cumplido remate no se empleasen
sino medios pacilicos y amigables. Por dicha, era tan general en
ambos pueblos la opinion por constituirlos con separacion absoluta,
que el encargo confiado al comisionado no era visto sino como un acto
de mera obediencia á los decretos del último congreso y como el
postrer acatamiento que se hacia á Colombia. De esta verdad es
clara prueba lo bien recibida que fué por granadinos y venezolanos
la resolucion que dictó el congreso el 16 de agosto sobre este im
portante negocio. Por ella se negó á admitir la constitucion que se
ofrecia, aunque declarando estar dispuesto á entraren pactos fede
rales con los otros pueblos que habian hecho parte de la antigua
república , tan luego como estuviesen constituidos y organizados ,
y cuando el general Bolívar se hallase fuera de sus respectivos ter
ritorios.
Por mas que una esperiencia dolorosa hubiese manifestado que
una misma lei era inaplicable á pueblos de tan diversas razas y
costumbres, casi aislados entre sí por falla de comercio reciproco
y de medios para comunicarse , con escasa poblacion , y esta dise
minada en vastísimo territorio, y sujetos á necesidades tan distin
tas cuanto lo eran las tierras en que habitaban y sus climas ; no
faltaban hombres respetables que , adictos á la separacion polí
tica de Venezuela , deseaban al mismo tiempo conservar el nombre
de Colombia como un recuerdo de los gloriosos hechos que le die
ron existencia. A estos y al mayor número de los venezolanos satis
fizo el congreso vigorando con su volo la anhelada separacion y de
— 509 —
jando vislumbrar á la vez la esperanza de reanudar bajo otra forma
los vínculos que entónces se rompian.
Este decreto por el cual fijaba el congreso la naturaleza do las
relaciones que podian establecerse cntre Venezuela y los demas es
tados en que Colombia se subdividiesc, fué precedido de otro que
espidió en .10 de julio arreglando las funciones, deberes y respon
sabilidad del encargado del poder ejecutivo, y organizando la ad
ministracion del gobierno por medio de secretarios y consejeros de
estado. Tambien contenía algunas disposiciones relativas a los tri
bunales supremos de justicia. Pero como la parte sustancial de este
decreto quedó luego refundida en la constitucion y en ella se in
cluyó literalmente el contesto de otro acordado en 6 de ago.to so
bre derechos civiles y políticos de los venezolanos, es ocioso separar
el análisis de aquellas disposiciones , siendo así que debe hacerse
el de la lei fundamental de Venezuela.
Hijos unos de la justicia y la clemencia, arrancados otros por las
circunstancias ó por la necesidad de la propia conservacion, espidió
el congreso en distintas fechas cuatro decretos que merecen recor
darse. El primero ( de 25 de junio) mandaba poner en libertad á
los detenidos en prision por haber tomado parte en los aconteci
mientos de la Nueva Granada posteriores á la disolucion del con
greso de Ocaña , y permitía regresar á los que se hallaban espatriados
por virtud de los mismos sucesos. Mas general en sus efectos otro
de 26 de dicho mes, contenia el indulto de los desertores del ejército
ó marina , de los contrabandistas de tabaco y de los que habiendo
pertenecido álas gavillas de Arizábalo y ála de Cisnéros, que erra
ba aun por las montañas, depusiesen las armas y se presentasen á
las autoridades. Estendíase el indullo á todos los encarcelados, con
tal qne no fuesen reos de grandes crímenes y aun á estos conmu •
tábaseles la pena capital en la de diez años de presidio. De muí
distinta naturaleza fueron los otros dos decretos. El uno, espedido
en 23 de agosto, prohibia que entrasen en Venezuela aquellas per
sonas á quienes el consejo de gobierno calificara de desafectas al
régimen político nuevamente proclamado, y tambien disponía que
los militares ausentes que por no hallarse en este caso volviesen al
territorio , no tuviesen sueldos ni empleos basta no sef incorpora
dos en el ejército con previo acuerdo del congreso , ó del consejo
en sus casos. El otro, sancionado el dia 10 de setiembre con motivo
derecientes agitaciones acaecidas en la Nueva Granada, autorizaba
— 510 —
al ejecutivo para que con anuencia de un consejo especial que se
compondría del de gobierno y. de cuatro personas nombradas al
intento por el constituyente, espulsase del territorio á los que sos
pechara de contrarios á los principios de libertad y órden que se
guía Venezuela. En ejercicio de esta tremendn facultad, que solo
debia durar basta que se publicase la constitucion, fueron confina
dos en las provincias del estado ó de ellas espelidos varios jefes
militares á quines senalaba la opinion pública como parciales de
cididos del Libertador.
Nuevas y mas alarmantes noticias que por aquel tiempo se reci
bieron representaban tan agitados los partidos y tan conmovidos los
pueblos de la ¡Nueva Granada , que el congreso, creyendo en gran
peligro la tranquilidad y aun la independencia de Venezuela, auto
rizó ni gobierno par levantar un ejército de 40,000 hombres y pa
ra negociar un empréstito de doscientos mil pesos, con el fin de
mantenerlo.
Tal era la situacion de Venezuela, no mui próspera, en verdad,
ni mui segura, cuando el congreso cumplió coa el encargo princi
pal de sus comitentes sancionando el 22 dé setiembre la constitn
ción política de la nueva república. Ella será imperfecta como lo
es siempre cuanto sale de las manos del hombre ; pero fué el triun
fo mas esplendido de la razon pública : enriqueciéronla sus autores
con los trabajos y las esperieneias políticas de las épocas anterio
res : contiene cuanto puede bastar á la felicidad del pueblo, y res
plandecen en ella el patriotismo y la ciencia de los mas ilustres hi
jos de Venezuela. Disculparáse, por tanto, que se haga de sus mas.
importantes artículos un brevísimo compendio.
Por territorio de la república reconoce todo ei que ántes del
aiío de I S20 estaba comprendido en la jurisdiccion de los capi
tanes generales y lo divide para su administracion en provincias,
cantones y parroquias. La cualidad de venezolano se adquiere por
nacimiento ó por naturalizacion; pero para entrar en ejercicio de
los derechos políticos se requiere ser casado ó tener veiate y un años,
de edad, poseer una propiedad raiz que rente cincnenta pesos, ejer
cer alguna imlu>t i ¡a que produzca el doble de aquella cantidad sin
dependencia de otro en clase de sirviente doméstico.,. ó tener suma
tríplice por sueldo de empleo particular ó público. Los congresos
sucesivos quedan autorizados para tijar el tiempo en que la condi
cion de saber leer y escribir debe comenzar á ser obligatoria. Tam
— zu
bien determina la constitucion los casos en que se suspende ó pier
de el uso de estos derechos.
Creyó conveniente el congreso adaptar una forma de gobierno
media entre el centralismo y el federalismo, y por eso al dividir la
potestad suprema para su ejercicio en judicial, legislativa y ejecu
tiva, introdujo en la constitucion un cuarto poder que puede lla
marse municipal.
El ejecutivo esta á cargo de un magistrado con la denominacion
de presidente de la república : el legislativo se ejerce por un con
greso de diputados del pueblo y se divide en dos cámaras, llamada
la una de representantes, de senadores la otra. Corresponde la ad
ministracion de justicia á una corte suprema, ácortes superiores, á
juezes de primera instancia y a los demas tribunales que creare la
leí. El poder municipal tiene tambien su parte legislativa y ejecu
tiva. Hállase atribuida la primera á diputaciones de provincia, cuyos
gobernadores tienen la segunda á su cargo.
Son órganos precisos del poder ejecutivo nacional tres secretarios
responsables que en sus negociados respectivos deben autorizar sus
providencias para que puedan ser obedecidas. En la resolucion de
ciertos casos arduos ó importantes debe consultar la opinion de un
consejo compuesto del vicepresidente de la república, de un mi
nistro de la corte suprema de justicia, designado por ella misma ,
de cuatro consejeros que nombre el congreso y de ios tres secre
tarios del despacho á quienes elige á su arbitrio el presidente.
Toca á este conservar la paz y seguridad del estado : hacer eje
cutar las leyes : regir las fuerzas de mar y tierra. Pero para man
darlas en persona necesita del consentimiento del congreso, lo mis
mo que para llamar al servicio las milicias y para decretar la guerra
á nombre de la república. Dirige las negociaciones diplomáticas ; si
bien para ratificar los tratados debe preceder la aprobacion del con
greso. Este mismo cuerpo ó el consejo en Sos casos determina
aquellos en que el presidente pueda espedir patentes de navegacion,
eorso ó represalias, Y es preciso tambien u» consentimiento previo
del congreso para admitir oficiales estranjeros al servicio de las
aímas. Espide todos los despachos militares ; pero los de generales y
coroneles y los de capitanes de navio requieren la aprobación del
Senado , siendo necesario solamente para, tos de clases inferiores la
propuesta de los jefes inmediatos y la circunstancia de tener anexo el
mando efectivo. Con el voto consultivo del consejo puede convocar
— 5l2 —
estraordinariamente el congreso : nombrarlos agentes diplomáticos
de cualquiera calegor/a : separar de sus destinos á los empleados
en ramos de su dependencia, cuando se muestren negligentes ó in-
capazes, y finalmente, conmutar las penas capitales, siempre que
estas no hubiesen sido impuestas por el senado, cuando en oierlas
ocasiones se convierte, coiio luego se dirá, en tribunal de justicia.
Tor sisolo puede el presidente conceder cartas de naturaleza : nom
brar para todos aquellos empleos civiles , militares ó de hacienda
cuya eleccion no esté reservada á otra autoridad : suspender de sus
plazas á estos mismos empleados poniéndolos á disposicion de los
tribunales competentes cuando pueda probárseles que han quebran
tado las leyes ; y conceder retiros y licencias conforme se ordene en
reglamentos especiales de la materia. De las ternas que debe pre
sentarle la corte suprema , escoge el presiente los ministros para
las cortes superiores, y de otras que forman las diputaciones de pro
vincia elige á los gobernadores. Debe cuidar de la recaudacion é in
version de las rentas públicas; ven Dn, de que la justicia se admi
nistre pronta y cumplidamente á los pueblos.
Consideróse que en muchas circunstancias no bastarían las atri
buciones ordinarias del poder ejecutivo para acudir con fuerzas
suficientes al peligro y evitarlo. Tales son los casos de hallarse la
república interiormente conmovida por facciones armadas , y el de
verse amenazada con invasion del estranjero ; en los cuales puede
el encargado del gobierno pedir al congreso, y no hallándose este
reunido, al consejo de estado , la autorizacion competente para lla
mar al servicio una parle de la milicia nacional ; para exigir antici
padamente las contribuciones ó negociar empréstitos; para interro
gar y aun reducir á prision á los sospechados -de conspiradores, de
biendo ponerlos á disposicion de los juezes ordinarios en el térmi
no preciso de tres dias despues del arresto; y últimamente para
conceder amnistías ó indultos generales y particulares.
Védase al encargado del gobierno salir del territorio de la repú
blica mientras ejerza el poder ejecutivo y un año despues, á Gn de
que no sea burlada la responsabilidad en que incurre por quebran
tamiento de la constitucion , por atentar contra la independencia
del estado ó contra la forma de gobierno establecida y por cual -
quiera de aquellos crímenes que las leyes castigan con pena de
muerte ó de infamia.
El presidente no puede regir la administracion pública fuera del

/
— 515 —
ámbito de la capital, y en cualesquiera casos previstos ó improvis
tos en que deje de hallarse á la cabeza del gobierno, entra a succ-
derle el vicepresidente ; á este le subroga el vicepresidente del con
sejo, elegido por sus miembros de entre los que no son dependien
tes del poder ejecutivo.
Sin necesidad de convocatoria debe reunirse el congreso el 2 de
enero de cada año en la capital de la república : noventa dias duran
sus sesiones y son por otros treinta prorogables.
Corresponde á la cámara de representantes velar la inversion de
las rentss nacionales y examinar la cuenta de los gastos públicos
que el ejecutivo debe presentar anualmente : ver las acusaciones
que se propongan contra cualquier empleado y declarar si hai ó no
lugar á formacion de causa, sin perjuicio de las atribuciones pro
pias de los tribunales He justicia.
Ks atributo de la del senado sustanciar y resolver los juicios ini
ciados en la cámara de representantes. Cuando se trate de acusa
ciones contra el presidente ó vicepresidente de la república ó con
tra algun miembro del consejo ó de la corte suprema , incorpora ;i
su seno este tribunal para sentenciar definitivamente. En cualquiera
de las dos cámaras y solo á propuesta de sus miembros, pueden te
ner origen las leyes y decretos, esceptuando los que establecen im
puestos cuya iniciacion pertenece á la de representantes. A toda
Iei ó decreto deben necesariamente dársele por cada cámara tres
debates en tres sesiones distintas. Si la una cámara no aprobase lo
que la otra ha sancionado ó propusiese modificaciones en que no
convenga aquella en que el proyecto tuvo origen, queda este sin
efecto. Aprobado por ambas, pasa al ejecutivo , el cual lo manda
cumplir ó lo objeta. En el primer caso tiene fuerza de lei : en el
segundo vuelve á la cámara que lo propuso. Considérase nueva
mente, y si entónces las dos terceras parles delos miembros de una
y otra cámara insisten en la conveniencia de la disposicion, debe el
gobierno mandarla ejecutar sin que para oponerse á ella le quede
arbitrio alguno. Lei tambien será si el encargado del gobierno no la
devolviese objetada á los diez dias de haberla recibido, á ménos
que dentro de aquel término suspendiese sus sesiones el consreso,
en cuyo caso se harán las objeciones en los diez primeros dias de
su reunion inmediata.
Fija el congreso los pesos y medidas , la lei , tipo y valor de la
moneda : establece tribunales y juzgados : crea ó suprime empleos
y determina sus asignaciones : decreta cada año k Tuerza militar
permanente, y dicta realas para la organizacion de la milicia : puede
enajenar, adquirir ú cambiar territorios : señala anualmente ei
montamiento de los gastos públicos : coatrae empréstitos sobre el
crédito del estado : celebra contratas para la navegacion interior,
para la apertura ile caminos y canales y para otros objetos de uti-
lilidad comun : conuede privi'egios esclusivos temporales para fo
mentar el progreso, introduccion ó mejora de inventos útiles : pro
mueve la educacion : acuerda amnistías : designa el lugar en que
ha de residir el gobierno : demarca la division territorial : da pre
mios y recompensas á los buenos servidores de la patria ó decreta
honores á su memoria. Los senadores y representantes no son de
ninguna manera responsables por las opiniones que emitan en las
cámaras, y gozan de inmunidad durante las sesiones y miéntras van
á ellas ó regresan á sus domicilios, escepludndo el caso de que hu
biesen cometido crimen que merezca el último suplicio. En delitos
en que la lei señala castigo corporal ó infamante , loca á la cámara
respectiva poner al acusado á disposicion del tribunal competente.
E1 ascenso de escala en su carrera es el único empleo que en el
período de su eleccion pueden recibir del ejecutivo los senadores,
y representantes.
La mas elevada autoridad judicial «lo la república reside en la
corte suprema de justicia, compuesta de cinco juezes, y son atri
buciones suyas : conocer en ciertas ocasiones de las causas qne por
responsabilidad se formen á los secretarios del despacho y tambien
de las que lanío á eslos como al presidente y vocales del consejo
puedan seguirse por delitos comunes. Decide en tas litis conten
ciosas do los plenipotenciarios ó enviados estranjeros , cuando lo
permite el dereeho público y con sujecion á los tratados, y en las
que por responsabihdad se inicien á los agentes diplomáticos de la
república. Resuelve las controversia» que se originen de contratos
celebrados por el ejecutivo. Oye los recursos de queja contra las
cortes de justicia ú en particnlar contra alguno de sus miembros,
y le loca tambien conocer de la nulidad de las sentencias que
aquellas pronnncien en última instancia. Dirime las competencias
de los tribunales superiores y propone al congreso las reformas que
crea convenientes para la mejor administracion de justicia.
Son responsables los ministros de la corte suprema, por el delito
de traición con Ira la patria y el de cohecho. Y ni ellos ni lo» demas
juezes pueden, ser suspendidos de sus destinos , sino por acusacion
admitida legalmentc ; ni depuestos sino por causa probada y sen
tenciada; •,
Las diputaciones provinciales se reunen el l.° de noviembre de
cada año en las capitales de provincias : duran sus sesiones treinta
dias que son prorogables basta cuarenta. Son deberes de estas
asembleas : velar el exacto cumplimiento de las leyes y denun
ciar con pruebas suficientes ante la cámara de representantes ó
ante el poder ejecutivo las infracciones ó abusos que cometan los
empleados públicos : pedir á la autoridad eclesiástica que separe
de sus curatos aquellos párrocos cuya conducta sea notoriamente
mala : presentar al gobernador ternas para el nombramiento de
los jefes de canton y para los empleados del fisco provincial : re
partir elltre los cantones de la provincia las conlribueiones estra-
ordinarias que decrete el congreso , y hacer k> mismo con los
reemplazos del ejército y armada : formar anualmente el presu
puesto de los gastos que requiera el servicio municipal.
Pueden las diputaciones establecer impuestos provinciales , arre
glar su recaudacion y determinar el número y sueldo de sus em
pleados. Contraía empréstitos sobre sus fondos : adquiere, enajena,
ó permuta las propiedades del comun urbanas ó rurales : organiza
el servicio de policía con sujecion á la leí : fomenta la educacion
primaria : abre caminos y canales : construye puentes, funda hos
pitales, plantea otras obras de beneficencia , comodidad ú ornato :
concede privilegios eselusivos por tiempo determinado : erige nue
vas poblaciones : muda á otros sitios las antiguas , y en fin , le cor
responde favorecer la emigracion y colonizacion de estranjeros
industriosos.
Las ordenanzas y acuerdos de las diputaciones pasan al gober
nador de la provincia, á quien se concede el derecho de objetarlas,
en el término de cinco dias. De no hacerlo, tiénense por leyes mu
nicipales y tambien; cuando no estimándose justas las dificultades
que opusiere, insista la asamblea por el voto de las dos terceras
partes de sus miembros en que se lleve á efecto lo mandado.
Aunque el congreso tieae facultad para desaprobar aquellos actos
de las diputaciones que sean contrarios al tenor espreso de las leyes,
no es necesaria su aprobacion para que empiezeu á obedecerse
desde que hayan sido decretados y sancionados. Pero se suspende
la ejecucio i de los, que dieren origen á competencias entre dife
— 5l6 —
rentes diputaciones basta que el cuerpo legislativo dirima la con
tienda.
Los diputados provinciales gozan de la misma inmunidad que
los senadores y representantes : son responsables en iguales casos ,
y ademas, por los escesos que comelan en el uso de las atribuciones
que esta constitucion les señala.
El régimen superior político de las provincias está á cargo de
gobernadores dependientes del poder ejecutivo, del que son agentes
naturales c inmediatos. En todo lo perteneciente al orden, á la se
guridad interior, el gobierno político y económico, les están sujetos
todos los demas empleados públicos. Pueden convocar estraordina-
riamente las diputaciones provinciales.
Tal es la forma, estructura y enlaze de los poderes políticos que
constituyen el gobierno. Resta solo hablar de la parte que en el sis
tema de la organizacion social , tiene el pueblo , concluyendo con
una breve noticia de las disposiciones generales y de aquellas que
consagran las garantías de los venezolanos.
No ejerce el pueblo , por sí mismo , otras funciones de la sobe
ranía , que las de escoger electores. Estos son los que á su turno
bacen directamente las elecciones.
Los electores no son nombrados indistintamente por todas las
clases populares, sino por los ciudadanos que se hallen en ejercicio
de los derechos políticos. Hácese su eleccion en las cabezas de par
roquia y correspondo uno á cada cuatro mil habitante» del canton
y otro á cualquier residuo que no baje de dos mil.
Requiérese para ser elector: estar en pleno goze de los derechos
de ciudadano, haber cumplido 25 años, saber leer y escribir, tener
un año de residencia en alguna de las parroquias del canton que le
elige, ser dueño de una propiedad raiz que rente 200 pesos ó ejercer
alguna industria que produzca 500 ó gozar 400 de sueldo. El cargo
de elector dura dos años.
El 1 .° de octubre de cada bienio se reunen los electores en las
capitales de provincia , votan por presidente ó vicepresidente para
la república y eligen la mitad de los senadores , representantes y
diputados provinciales que les corresponden : todos duran cuatro
años. , - ,
Los registros en que se asientan los sufragios emitidos en la elec
cion de presidente y vicepresidente se remiten al congreso, al cual
toca hacer su escrutinio. Si llega á suceder que ningun ciudadano
— 3H —
reuna en su favor las dos terceras partes de la totalidad de los vo
tos, el congreso perfecciona la eleccion escogiendo uno de entre los
tres que hubiesen obtenido mayor número de ellos.
Para ser presidente ó vicepresidente se necesita : ser venezolano
por nacimienlo; haber cumplido treinta años de edad; tener tres
de residencia continua inmediatamente antes de la eleccion, sin que
se entienda aquella interrumpida por las ausencias que ocasione el
servicio de la república; ser dueño de una propiedad raiz que rente
ochocientos pesos ó ejercer alguna industria que produzca mil ó
gozar un sueldo de mil doscientos.
El presidente y el vicepresidente duran en sus destinos cuatro
años , son nombrados con dos de invervalo y no pueden ser reeli-
gidos para el período de elecciones sucesivo á aquel en que sirvie
ron sus empleos. El encargado del poder ejecutivo cesa en sus fun
ciones el mismo dia en que espira el término legal de ellas, si por
algun accidente no se hubiere reunido el congreso que debe darle
sucesor segun el voto de las asambleas electorales.
Corresponden dos senadores á cada provincia, cualquiera que sea
su poblacion, y para poder ser elegido se necesitan las mismas cir
cunstancias que deben concurrir en el presidente, con la única di
ferencia de que basta ser natural ó vecino de la provincia que le
nombra.
Cada una de ellas debe enviar al congreso un diputado por lo
menos. Las que tengan gran poblacion nombran uno por cada
veinte mil habitantes y otro por un residuo de doce mil. Los requi
sitos para ser representante del pueblo son sustancialmente los
mismos que deben tener los miembros del senado ; si bien la man
sion en el territorio y la renta son menores.
Los miembros de las diputaciones provinciales no se nombran
por basa de poblacion, sino que cada provincia elige de entre sus
vecinos tantos cuantos son los cantones en que está subdividida. La
que tenga, empero, menos de siete, envía siempre á la asamblea
siete diputados. Y son de todo punto iguales á las de representantes
las condiciones que en ellos se requieren.
Los venezolanos por naturalizacion que hayan de tomar asiento
en las cámaras legislativas ó en las provinciales, necesitan residen
cia mas larga y mayor renta que los que lo son por nacimiento. Y
están absolutamente escluidos de ser nombrados para aquellos des
tinos el presidente y vicepresidente de la república, los miembros
— 518 —
del consejo, los ministros de la corte saprema y los jefes militares
que ejerzan comandancias de armas.
Se estractara lo mas importante de las disposiciones generales de
la constitucion.
Declara que los magistrados, juezes y demas empleados son agen
tes de la nacion, y como tales, responsables ante la íei por su conduc
ta pública. La fuerza armada es por su esencia obediente y nunca
puede deliberar. Son culpables así el que espide como el que obe
dece órdenes contrarias á la constitucion ó á las leyes. Cualquiera
que sea el estado en que se halle una litis jurídica, pueden las par
tes componerla por medio de pacifico arbitraje. La casa de un ve
nezolano es un asilo inviolable : inviolables son tambien sus cartas
y papeles particalares. Nadie puede tomar el nombre del pueblo
para dirigir peticiones 5 las autoridades : todos pueden hacerlas en
el suyo propio. Es libre el ejercicio de la imprenta. Ninguno pue
de ser juzgado sioo por lei anterior á su delito y nunca por comi
siones especiales, ni por tribunales estraordinarios. Los venezola
nos no pneden ser .obligados á deponer con juramento en causa cri
minal contra sí mism'os, ni contra sus deudos inmediatos Ni deben
ser arrestados sin previa informacion sumaria; y resultando de es
ta que el hecho de que son acusados no merece pena corporal, se
les pone en libertad bajo fianza, en cualquier estado del proceso.
Lo mas tarde al tercer dia despues de su prision se recibirá al reo
su declaracion con cargos y el carcelero no puede incomunicarle ni
aherrojarle sin órden escrita del juez. La infamia que /levan consi
go algunos delitos no mancha la familia del delincuente. Quedan
abolidas las penas crueles y las confiscaciones. Todo tratamiento que
agrave la pena impuesta por la lei es un delito. Una porcion , por
pequeña que sea, dela propiedad individual no puede aplicarse á
usos públicos sin el consentimiento de su dueño ó del congreso, y
una indemnizacion previa. La industria comercial, la fabril, la
agraria , todo linaje, en fin, de labor ú ocupacion honesta pueden
ser ejercidas libre é indistintamente por todos. Prohíbese el esta
blecimiento de mayorazgos y vinculaciones : ni 1iai títulos de no
bleza, ni honores y distinciones hereditarias; todos ante la lei son
iguales. Ningun venezolano pnede ser juzgado por las leyes mili
tares, á ménos que se haTIe acuartelado y á sueldo de la nacion.
Para que un empleado de la república pueda admitir regalo, título
ó pension de gobiernos estraños, tiene que impetrar el conseníi
miento del congreso. "Recibese en Venezuela á todos los extranjeros,
y gozan estos en aquella tierra de la proteccion y la segnridad que
la con stilocion y las leyes conceden á los naturales.
La constitucion, ultimamente, provee el modo coreo deben hacer
se á sus disposiciones aquellas reformas que la esperiencta y el vo
to general demanden urgentemente. Cuando en las dos cámaras se
hayan declarado necesarias por el díclámen de las dos terceras par
tes de sus miembros, pubíicánse por la imprenta para que la na
cion las conozca y discuta. Pasados los cuatro afios que se necesitan
para que el congreso esté completamente renovado, de nuevo se
consideran y debaten en público, y puedes acordarse por las dos
terceras partes delos legisladores que se haílaren presentes al acto.
Modo fácil y sabiamente combinado de mejorar cH código político, y
que reune á la ventaja de ponerlo á cubierto del influjo transitorio
de las facciones , la de dar tiempo para que la opinion nacional se
csprese, sin necesidad de ocurrir á medios estraordinarios, siempre
violentos y peligrosos.
La copiosa legislacion que qtrfso Colombia adafrtar á pueblos en
tre sí tan diversos, habia sido sobre manera embrollada por los de
cretos especiales con que esperó el Libertador remediar sus incon
venientes. Tras la confusion de las reglas vino el abuso de las in
terpretaciones arbitrarias: con el régimen militar y las autoriza
ciones casi ilimitadas concedidas á los jefes superiores, cumplíánse
las Ifyes ó se les negaba obediencia segun cl qiierrr del que man
daba. Habiase introducido la práctica <le derogarlas en parte y
dejarlas en parle vigentes, originándose deequí 1a1 incertidumbre,
desconcierto y enredo, que ni el juez podia estar seguro de fallar
en virtud de la lei , ni el letrado de pedir to que ella le acordaba.
Ffo estaba el mal sdamente en la multiplicidad de las disposiciones
y en sw forma irregular- sino que inspiradas unas por e1 espíritu
republicano que animé á los congresos de Colombia , y decretadas
otras segun el de la dictadora, eran p«r lacrea inconexas y á vezes
de todo punto inconciliables. Gran paso hácía el órden habia dado
el congreso de Venezuela; pero sus trabajos legislativos habrían
sido inútiles si limitándolos al código fundamental., no hubiera
puesto en armonía con él aquellas disposiciones que contrariaban
ó entorpecian su marcha. Todas las reformas útiles no podian, sin
embargo , ser obra de sus manos ; que el tiempo ei a escaso , las
atenciones numerosas y entre los abusos y prácticas aviesas que
— 520 —
debian corregirse, las habia que por ser vetustas y arraigadas de
mandaban pensar maduro, gran tino y convenientes precauciones.
El constituyente, pues, contrajo su atencion á lo mas importante,
dejando á los congresos sucesivos el encargo de perfeccionar la em
presa comenzada. tí
Habia nacido en la época calamitosa de la guerra á muerte y por
efecto de mutuas represalias eutre los partidos la bárbara práctica
de las confiscaciones, que bien pronto autorizada por, las leyes
se vió ejercida con sobrado rigor y á costa siempre de familias
nacionales. Poco quedaba ya por secuestrar despues de muchos
años de esquisitas indagaciones por parte de aquellos á quienes las
leyes agraciaban con la adjudicacion de bienes confiscables ; pero
manteniendo en perpetuas alarmas á los propietarios la codiciosa
soli(itud de aquellos hombres , no se conformó el congreso con
proscribir las confiscaciones en el código político, sino que por de
creto de 4 de agosto mandó sobreseer en el conocimiento de las
causas pendientes sobre secuestros, declarando libres los bienes que
no se hallasen aun confiscados, y amparando á los poseedores por
adjudicaciones consumadas.
Desde que en el año \ 826 se quebrantó abiertamente la consti
tucion de Cúcuta, hicieron constantes esfuerzos para sustituirle una
especie de régimen militar que bien pronto invadió todos los ramos
de la administracion pública. Estableciéronse jefes superiores cu
los distritos, comandantes generales en los departamentos, coman
dantes de armas en las provincias , comandantes militares en los
cantones y aun en las parroquias, los cuales sin mas reglas que
sus voluntades caprichosas lo sujetaron todo á su jurisdiccion, anu
lando de hecho las leyes comunes. Concurría eficazmente á fortale
cer este plan el fuero de guerra, á que se sujetó, en son de gracia ,
á las milicias. Y el pueblo entero se vió por estos medios apartado
de la potestad. de los tribunales ordinarios. A hombres sin mas mé
rito que su andar diligentes para conducir pliegos ó llevar mensajes,
se les prodigaron los grados militares con desdoro de los antiguos
y beneméritos soldados que los compraron á precio de su sangre
en las lides de la independencia.
Habia ya cesado el ruido de la guerra cuando el prez .del valor
y de los servicios se daba al histrion y al músico que ociaban á los
poderosos con pueriles entretenimientos, á los parásitos que for
maban su séquito, á los aduladores ^uc los corrompían con el ve
— 524 —
neno de la lisonja. A preteslo de comisiones del servicio cruzábase
en todas direcciones una multitud de oficiales que afligian á los
pueblos del tránsito con bagajes y con otras frecuentes exigencias
de exacciones -violentas. Obra larga seria la de trazar el cuadro de
estos desórdenes, que consumían la sustancia del pais y que al fin
apuraron la paciencia de sus habitadores. Tan universal fué el cla
mor que contra ellos levantó la república, que el congreso consti
tuyente desechando miramientos y personales consideraciones, re
solvió cortar en su raiz las causas de tantos y tan escandalosos abu
sos. Ya habia fijado en la constitucion la manera d? dar ascensos
militares y determinado los casos en que un venezolano debiese
sujetarse al fuero de guerra. Por leyes y decretos especiales orga
nizó la fuerza militar del eslado, suprimiendo las comandancias
generales, reduciendo las otras á las mui necesarias para la defen
sa del territorio y sus funciones á solo el mando de armas. Dismi
nuyó el número de bagajes y el de los casos en que pudieran exi
girse, cometiendo á las autoridades civiles el esclusivo encargo de
pedirlos al vecindario y siendo su coste de cuenta del erario público;
y por último, mandó establecer las milicias con oficiales electivos,
sin dependencia de las autoridades militares ni para su formacion,
ni para su llamamiento al servicio de campana. Era necesario de
terminar la estension y uso de la libertad de imprenta y los lími
tes racionales que debian reconocerse en la inviolabilidad del asilo
doméstico y de la correspondencia privada ; y en la premura del
tiempo creyó conveniente el congreso adoptar las leyes de Colom
bia que arreglaban aquellos puntos y que habían caido en inobser
vancia bajo el gobierno de la dictadura. Tambien declaró vigente
la legislacion colombiana en el órden judicial, derogando los de
cretos de Bolívar que de cualquier modo la alterasen. Establecié
ronse tribunales mililares sujetándolos, para la secuela de los pro
cesos é imposicion de las penas, á las ordenanzas españolas de ejér
cito y marina, y á sus leyes adicionales hasla 1808, con algunas va
riaciones que hacia necesarias la índole del sistema político adop
tado por Venezuela. Conforme á los principios fundamentales de la
constitucion organizó el régimen económico y gubernativo de las
provincias, demarcando las funciones de los gobernadores y de los
jefes de cantones y de parroquias. Erigieronse juntas de sanidad, y
se restablecieron bajo la denominacion de Consejos los cuerpos
municipales estinguidos por Bolívar.
II.—BIST. HOD. SI
Aunque la constitucion de Cúenta había dejado de existir y por
una consecuencia necesaria lodo acto legislativo encaminado á for
talecerla, y aunque era sobradamente esplícila la de Venezuela en
jmnto á las autorizaciones estraordinarias, estaban tan recientes los
daños que estas habian causado y tan odiada su memoria , que el
congreso analó #or decreto especial aquel tan famoso de \b de
agosto de 4 82.5, origen principal de las catástrofes colombianas.
Derogó tambien espresamente el decreto sobre conspiradores dic
tado por el Libertador dos años ántes , porque omitiéndose en .él
los trámites establecidos para los juicios criminales , creyólo
azaroso á la libertad y contrario á los derechos individuales;
pero como era necesario un procedimiento espedilo y sumario en
los juicios de alta traicion, dispuso que á todos los reos de este
crimen se les sujetase á la jurisdiccion de los tribunales ordinarios,
sin qne contra ello valiese fuero ni privilegio alguno. Fijó la gra
duacion de la delincuencia y la del castigo, estrechó los lapsos ju
diciales é impuso severa responsabilidad á los juezes lentos ú omi
sos en el cumplimiento de sus deberes. De esta manera procuró el
congreso conciliar la seguridad del estado con el espíritu de las
instituciones patrias.
La lei que espidió el congreso de Cúenta sobre estincion gradual
de la esclavitud , si bien sábia y benéfica , había presentado en la
práctica algunos inconvenientes que disminuían en parte sus bue
nos efectos. No remedió oí mal Bolívar con un decreto en que se
propuso vigorarlas disposiciones de la lei cu el .cobro del impuesto
destinado á la manumision de los siervos. Y por esto .se movió el
constituyente á reformarla poniendo acordes su piadoso instituto
con los principios de la propiedad individual y la mejor educacion
de los libertos. Desde luego confirmó el precepto fundamental de
la antigua lei, que hacia libres los .partos de las esclavas y dejó
subsistente la obligacion que de alimentar, vestir y educar álos
manumisos se imponía en ella á tos dueños de sus madres; pero á
fin de indemnizarles el coste de estos beneficios , .quiso que tes
prestasen obediencia y servicios basta la edad de veinte y un años los
que naciesen despues-de publicada la nueva lei. De este deber están
esenlos los que teniendo ascendientes ó hermanos legítimos de
estado libre , sean por ellos sacados de la potestad de sus patronos.
Antes de la pubertad no puede separarse á los hijos del lado de sus
padres trasladando á unos ó á otros á diferentes provincias, y en
— 525 —
ningun caso os permitido venderlos puní Míranos paises , ni llevar
los á Venezuela, castigándosela infraccion con la pérdida del es
clavo introducido , el cual por el hecho queda libro, ó con una
multa de trescientos pesos por cada uno de lasque se estrajesen de
aquel tcrritorio. Fijd la lei el número menor de siervos que en
cada año deben libertarse cou el producto de una contribucion es
tablecida al efecto. Fáganla de dos por ciento los bienes de los que
mueran dejando herederos colaterales : de diez por ciento los de
aquellos que instituyan herederos estrañes , y acrece el fondo la
hacienda toda del que muera abintestado y sin tener sucesores le
gales,
mero del.'.l esclavos
tesoro público
determinado
suple enpor
todo
la caso
lei; para
y paramanumitir
velar el cumpli
el.nú-

miento de esta, se organizan juntas superiores en las capitales de


provincia, y subalternas en las cabezas de todos los cantones. Y
finalmente encarga á las últimas la designacion de los siervos que
hayan de recibir la libertad , concediendo tí los mas ancianos el
derecho de sor llamados ántes que otros al goze de tan inestimable
beneficio.
Varias providencias dictó el congreso en órden á las rentas na
cionales y á las municipales. Con respecto á aquellas creó adminis
traciones dependientes de una tesorería general : hizo uniforme el
sistema de sus cuentas: demarcó las funciones del tribunal que
debia examinarlas y erigió juntas consultivas del gobierno econó
mico de hacienda , dándoles intervencion en las contratas y rema
tes que hubiesen de hacerse por cuenta del estado. Por lo que toca
á las otras rentas , debiendo crearse estas por tes diputaciones pro
vinciales, se limitó á designar los ramos de contribucion y los ob
jetos en que precisamente habian de invertirse.
.El añejo y odioso impuesto de la alcabala , restablecido por Bolí
var en toda su ostensión y eon sus vejatorias formalidades , habia
vuelto á gravar la venta de .los. frutos, entorpeciendo el trafico in
terno con molestia y perjuicio del labrador empobrecido y de los
uonsm u ¡dores. Cortó este mal el congreso reemplazando aquel im
puesto con otro mas moderado que se pagaría ai esportar las pro
ducciones del pais , y disponiendo qne solo se cobrase un peqaeno
derecho por la venta de bienes raizes y cuando se hiciese imposi
cion de nuevos censos. . ,•
Debióse ademas á los decretos paternales del congreso consii-
luyontc el establecimiento de una escuela militar en la universidad
— 524 —
de Carácas. A los principios solo se consideró como un seminario de
buenos oficiales de ejército ; pero ha recibido posteriormente tan
acertada estension, que haciendo partícipes del beneficio á todas las
clases de la sociedad , se ha logrado naturalizar, por decirlo así, en
el pais, las ántes ignoradas ciencias exactas. Por decreto de í5 de
octubre ordenó tambien la formacion de los planos corográficos de
todas las provincias de la república ; y esta providencia ha dado
origen á la presente obra.
En lugares distintos y al paso que se vayan refiriendo los sucesos
de que dimanaron , se hará mencion de otros actos del congreso,
el cual cerró por fin sus largas sesiones eH 4 de octubre. Indica
das sus principales tareas legislativas, tiempo es ya de volver la
vista á los peligros que nuevamente amenazaban la naciente repú
blica. No pocos arrostró el constituyente con varonil esfuerzo,
«uando se ocupaba en discutir los puntos relacionados con los pri
vilegios y fueros de corporaciones . ó con envejecidos abusos. Fre
cuentemente vió cercado el edificio donde celebraba sus sesiones y
repletas las galerías de gente armada que amenazándole procuraba
iacerle abandonar el camino emprendido y que dejase entregada
la patria á la carcoma que la consumía. Nunca , empero, tímidos
« vacilantes antepusieron lo's legisladores el cuidado por su propia
.existencia al cumplimento de sus deberes públicos. Varones de
ánimo fuerte y de elevados sentimientos, merecieron la gratitud de
sus conciudadanos y el lugar de honor que reserva la historia para
los amigos del órden y de la justicia.
Tan noble y magnánima conducía bastaba para mantener sin
mancha el honor de los miembros del congreso ; pero acaso , sin
impedir las violencias de sus audazes enemigos , los habría llevado
á un estéril sacrificio si eV encargado del gobierno no hubiera sofre
nado á los malcontentos , mas con su personal ascendiente que con
la fuerza de la autoridad pública. Porque en aquellas delicadas
circunstancias no podia esperarse el órden solamente de las leyes
cuando algunos de los que debian sostenerlas con las armas se la
deaban á los trastornos, y cuando habia otros que por ignorancia ó
corrupcion sometieron siempre su albedrio al de sus astutos y po
derosos caudillos. •• : • •
Por entónces , sin embargo , gracias al poder de la opinion ge
neral, á la firmeza del congreso y á la ayuda eficaz del gobierno,
no eran estos peligros interiores los mayormente temidos, sino
— 525 —
aquellos que del lado allá de las fronteras preparaban al pais los
autores de nuevos escándalos.
Cuan difícil y peligrosa fuese la posicion del presidente Mosquera
al encargarse del gobierno de Colombia, ya lo hemos visto. Mejo
róse despues algun tanto con la voluntaria sumision de los depar
tamentos del centro, los cuales á falta de un gobierno peculiar re
conocieron y juraron la constitucion sancionada por el último con
greso. Pasados los primeros trastornos dedicó el gobierno de Bogotá
sus cuidados á mantener la p;iz entre los pueblos que le prestaban
obediencia ; si bien la separacion de Venezuela y las novedades
ocurridas en el sur de la república, le Lacian ver como provisional
la autoridad que ejercia y necesaria la reforma de ese mismo código
político. Era este , sin embargo , y á pesar de sus defectos el lazo
que por entónces podia mantener la union y el sosiego entre los
ciudadanos. Desobedecerlo bubiera sido destruir la única autoridad
capaz de salvar el pais de la anarquía. Cumplido entónces el voto
de los enemigos de la libertad y de la independencia, oiríaseles re
petir de nuevo que era preciso el despotismo para poner termino al
desórden, ó bien que la mano fuerte del estranjero debia inter
venir en la organizacion de un pueblo incapaz de regirse por sí
mismo. Esto decian los patriotas granadinos y mui pronto se vieron
verificados en parte sus pronósticos, pues conservaba en su seno
aquella tierra desgraciada todos loe elementos de disociacion que
acumularon para su ruina los gobiernos anteriores. Muchos y muí
alarmantes síntomas de efervescencia se habian nolado ya en Bo
gotá , cuando un suceso favorable para la causa popular suministró
á los partidos la ocasion de romper y chocarse abiertamente.
El batallon Boyacá habia sido conducido al Táchira por Mariño
cuando este jefe situó la vanguardia dfl ejército de Venezuela en
aquella frontera. Negociada despues la incorporacion de las tro
pas de Pamplona, se entresacaron de estas y del mismo batallon
Boyacá los oficiales y soldados granadinos. Estos, formando un cuer
po, se dirigieron á la anticua capital de Colombia , en donde se ha
llaba de guarnicion el batallon Callao, compuesto en su mayor parte
de venezolanos. Allí fueron acogidos por el partido liberal con exal
tacion y vivas muestras de contento; pues desconfiando del Callao ,
creyeron ver en los recientlegados un flrme y poderoso apoyo del
gobierno. Constrenidos m éntras estuvieron á la merced de dos que
tenían por enemigos, á usar en su porte con ellos de moderacion y
das
prudencia,
sus filasáseunreputaron
tiempo abandonaron
mas numerosas
unay ypolen
otra,tes.
cuando
Agriáronse
aumenta*
mas

los ánimos entónces con chismes tras los cuales llegaron disputas
y amenazas. A poco se adoptaron divisas y colores que marcaban
los bandos, y la ciudad revuelta y agitada por ellos estuvo muchas
veces próxima á ser el teatro de escenas sangrientas. El gobierno ,
entre intimidado y rezeloso, creyó conveniente debilitar un partido
quitándole el apoyo de las bayonetas, y al efecto dispuso que el ba
tallon Callao marchase á Tunja para que allí de secreto y precavi
damente lo desarmasen, licenciando á los oficiales y á la tropa. En
cumplimiento de es4a órden salió aquel cuerpo de Bogotá el dia9de
agosto, pero aun no habia hecho dos jornadas cuando se le reunieron
do
las milicias
majidatosde del
los pueblos
gobiernodel
y representando
tránsito y de losá circunvecinos.
este dominadoFingien'
por un

partido que aspiraba á destruir la religion, lograron algunos descon


tentos abusar de la inocente sencillez de los campesinos y ponerlos
en armas. Traidores hubo que revelando á los del Callao el verdadero
objeto de su marcha á Tunja, consiguieron apartarlos del camino de
la obediencia, irritándolos hasta el estremo de hacerles convenir en
neral
el proyecto
Caicedo,
de derrocar
que por ausencia
el gobierno.
del presidente
Conflado, sin
gobernaba
embargo,
la repú
el gei-

blica,
nez, jefe
en del
las prolestas
Callao, dispuso
de subordinacion
que saliese del
de coronel
la capitalFlorencio
un piquete
Jimé-

soldados bastante eu su concepto para poner á raya las milicias. La


pequeña fuerza del gobierno se adelantó hasta Zipaquirá y encon
trándolas aHÍ, intentó dispersarlas; pero atacada á su vez por ei
Callao se vió obligada á volver sobre sus pasos. Animados con estaí
yentaja marcharon los insurrectos sobre Bogotá y cercándola quisie
ron imponer condiciones al gobierno. Escandalosas eran por cierto'.
Pedian el cambio del ministerio ejecutivo y el nombramiento del ge
neral Urdaneta para secretario de guerra , el destierro de todos los:
comprometidos en la conspiracion de 25 de setiembre y el aument&i
de la fuerza del Callao hasta igualarla con la de los otras cuerpos
que guarnecian la ciudad, e! cual aumento debia efectuarse ántes.
de que entrasen en la plaza y con el fin de que los partidos ya qu«'
no pudiesen avenirse, al ménos se respetasen mutuamente. Por todft!
respuesta, cediendo entónces el gobierno al impulso de la opinio»
publica , ántes embravecida que intimidada con tan estrañas deman
das, llamó los ciudadanos á la defensa de sus hogares y reunidos e»
— 527 —
considerable número empuñaban ya las arma» y aun salían de la
dudad en busca de los rebeldes, cuando estos, cambiando de tono, s»
manifestaron dispuestos á entrar en un convenio racional y pacifico.
Caicedo, por medio de comisionados prometió á los insurrectos per
don absoluto siempre que el Callao se encaminase de nuevo á lon
ja y que los campesinos allegados para formar aquel tumulto se dis
persasen prontamente volviendo á sus pueblos. Tanto cuanto se les
exigió prometieron y otro tanto dejaron de cumplir, pues parece
que su intento era ganar tiempo para robustecer la faccion y en
gañar á sus contrarios. Y así fué que á pesar de haberles en
viado el gobierno personas de estimacion y carácter como prenda y
seguridad de su oferta, no hicieron mas que retirarse a las cercanas
poblaciones y desde allí renovar sus primeras y estravagantes exi
gencias. Entre tanto el presidente Mosquera acudió á su puesto, lla
mado por el peligro de la patria, y despreciando el riesgo de ponerse
indefenso en manos de los enemigos de su autoridad , abocóse coa
ellos en su propio campo; porque deseaba oir sus quejas y redu
cirlos á la obediencia sin derramamiento de sangre. Si hubiera
existido buena fe de parte de los alzados habría debido calmarlos y
salifacerlos aquella muestra de confianza. Mas proponiendose ellos,
como lo acreditó el suceso, un plau que tenia por basa la destruc
cion del gobierno legítimo, era en vano pretender contentailos ha-
eiéndoles concesiones racionales, é imposible apartarlos, con solo ra
zonamientos, de un crimen premeditado y deliberados ciencia cier
ta. Hubo , pues, Mosquera de volverse llevando tan tristo conven
cimiento ; mas como no quisiese abandonar fácilmente la esperanza
de impedir la guerra civil , allí donde no valia la mansedumbre
probó la firmeza y el dia 25 de agosto hizo publicar un enérgico de
creto cuyo contenido da idea cabal de la penosa situacion en que
se hallaba. Los facciosos, segun él, ofrecian, mentirosos y falazes,
reconocer la constitucion y las leyes de la república , siendo así que
se hallaban armados contra el gobierno , que habian atacado las
fuerzas que lo sostenían, que interceptaban los correos, que hncian
prisioneros á los ciudadanos y ocupaban sus propiedades , que dis
ponían de los caudales públicos y que en tin , asediaban la ciudad,
impidiendo la entrada de víveres y cometiendo todo género de hos
tilidades. No obstante esto, el gobierno, ántes de librar su suerte y
la del pueblo al trance de un combate, ofreció amnistía á todos log
delincuentes que depusiesen las armas dentro de uu término pro
— 528 —
ciso, y rechazada la generosa oferta, todavía autorizó al comandante
general del departamento de CumIinamarca para que espidiera un
indulto en favur de los que abandonasen las filas enemigas , pa
sándose á las del gobierno. Inútiles esfuerzos! Los insurrectos
aumentaban la audazia á medida que Mosquera se ostentaba mas
clemente , y el tiempo perdido así en inoficiosas transacciones , lo
aprovechaban Jiménez y sus parciales allegando gente y apareján
dola á la pelea. Ln une\o suceso vino en tanto á aumentar la con
fianza de los unos, miéntras hacia mas difícil la posicion de los
otros. Las tropas que en ausilio de la capital había pedido el go
bierno á las autoridades del Socorro, se insurgieron tambien,
acaudilladas por el general Justo Briceño y proclamaron á Bolívar
generalísimo del ejército para que sostuviese la integridad política
de Colombia. Libre de este cludado marchó Jiménez contra Bogotá,
creyendo acaso que desanimados sus defensores no acertarían á po
nerle resistencia. Mal juzgó aquel veterano del valor de los grana
dinos.
Saliéronte al encuentro en número considerable, y hallándole el
27 de agosto á dos leguas de la ciudad, trabaron con él reñidísimo
combate. Venció, es verdad, porque su tropa era aguerrida y dies
tra en los ejercicios militares; pero su triunfo, obtenido contra
gente bisona que armó de priesa el patriotismo , hará siempre el
oprobio de su memoria, dando mayor realce á la de los buenos ciu
dadanos que con ánimo sereno lidiaron y murieron por la libertad
y por las leyes. Casi un tercio de las tropas del gobierno y eI jefe
que las mandaba perecieron en aquella aciaga jornada conocida en
la historia con el nombre de accion del Santuario. \ ella se siguió
el dia 28 una capitulacion que puso la ciudad en manos de los fac
ciosos, los cuales abusando de la victoria forzaron al gobiei no á con
venir en el destierro de muchos ciudadanos distinguidos. Condicion
ignominiosa que no llegó á cumplirse, porque nombrado entón
ces Urdanela por secretario de la guerra, consiguió que los insurgen
tes se prestaran á revocarla por una declaracion anadida al con
venio.
Despues llegaron unas en pos de otras las ridiculas farsas con
que los perturbadores de la quietud pública acostumbraban coho
nestar sus demasías, haciendo que el pueb'o pidiera por medio de
irrisorios memoriales la misma servidumbre á qne los sujetaba la
violencia. Asi fué que amedrentados los vecinos de Bogotá y dando
—.329 —
por disuelto de hecho el gobierno de la nacion, celebraron el 2 de
setiembre un acuerdo en que llamaban á Bolívar, le con ferian pode
res ilimitados y depositaban el mando, duran lo su ausencia y con
igual autorizacion, en el general Urdanela. Afectando ver en estos
enredos, que eran obra esclusiva de su propia malicia , una mani
festacion espontánea y general de la opinion pública, dirigiéronse
al presidente Mosquera los facciosos Jiménez y Justo Briceño por
medio de un oficio peregrino en sn especie, porque es el mas im
pudenle y absurdo de cuantos ofrece la historia de las disensiones
civiles de Colombia, fecunda por demas en documentos inmorales.
En su propio nombre y lomando ademas el del pueblo y la tropa
preguntaban al encargado de la administracion pública si existia el
gobierno, y en este caso si estaba dispuesto ¿ seguir la marcha que
le indicaría el partido vencedor, á llamará Bolívar y á recibirle con
el carácter que quisieran darle los pueblos. No vaciló un instante
el presidente de la república en la adopcion del único partido que
en aquel trance difícil convenia á su honor y á sus deberes : apo
yado en el dictámen del consejo de gobierno, declaró que se abste
nía del ejercicio de la autoridad pública y que iba á retirarse del
palacio de gobierno. Así lo hizo en efecto el dia 4 de setiembre y
al siguiente un nuevo acuerdo del consejo municipal , celebrado á
instancias de los jefes militares, ratificó el acta del 2, y puso á 1.'r-
daneta en posesion del mando provisional del estado. Aceptólo
aquel jefe y al punto nombró nuevos ministros del despacho eje
cutivo y una comision para instruir de lo acaecido á Bolívar, que
aun se hallaba en Cartagena. Parece, pues, necesario que tornando
la vista á este personaje, veamos cuál era su situacion y cuál la de
aquellas comarcas en que habia tijado su residencia , á tiempo que
en Bogotá ocurrían los ya mencionados desafueros.
Bolívar habia llegado á la capital del Magdalena declarando su
resolucion de hacer viaje para Europa : varias personas ofrecieron
acompañarle, otras fueron convidadas por él, y los fondos necesa
rios se aprestaron. De uno en otro dia fué, sin embargo, difirién
dose la partida, hasta que por fin se supo que el Libertador habia
del todo abandonado la ¡dea de emprenderla. Dimanaron con fre
cuencia los errores de aquel hombre ilustre y desgraciado, ménos de
sus propios sentimientos que del influjo que ejercian las pasiones
ajenas sobre su imaginacion de fuego y su alma apasionada ; pues
formó siempre en él notabilísimo contraste el querer enérgico y
— Joir —
voluntarioso con su estrenía debilidad liácia los que le mostraban
cariño y adhesion. Tuvo sin duda Bolívar quienes de veras y desin
teresadamente le amasen y sirviesen ; pero rodeábanle por lo comun
hombres que no veian en su poder sino un medio de elevarse á los
empleos y á los honores sin necesidad de trillar el áspero sendero
del merecimiento : otros que no podian hermanar las ideas de po
der y de virtud, y muchos, en fin, que destituidos de ciencia y cor
rompidos por la revolucion, eran incapazes de aconsejar y hasta de
concebir los nobles principios del bien público. Y todos se reunie
ron para empujar á Bolívar al abismo de la usurpacion , creyendo
acaso que así conseguiría claro y duradero renombre entre las gen
tes, Estos fueron los que aprovechando para sus fines la ocasion de
hallarse mui quebrantada la salud del Libertador suscitaron emba
razos á su viaje ; interpusieron ruegos y osaron tomar el nombre
de la patria para estorbarlo, y últimamente los que tuvieron á dicha
conseguir que abandonase el único medio que le quedaba de con
servar su reposo. Y no contentos con esto minaron por do quiera el
orden público trabajando en apartar á los pueblos de su obediencia
al gobierno legítimo, á los principios sordamente y con embozo, lue
go con inaudito descaro.
Como todos ellos conspiraban al mismo fin, así que se tuvo no
ticia en Cartagena de la defeccion de Jiménez y de las maniobras
revolucionarias de Justo Briceño en el Socorro , convocóse á junta
por
litares
el comandante
existentes en general
la plaza.delReunidosel
departamento
dia 2á de
todos
setiembre
los jefesresol
mi—

vieron que se pidiese al gobierno de Bogota la destitucion del mi


nisterio ejecutivo , suspendiendo hasta obtenerla , el cumplimiento
de sus despachos. Autorizaron al comandante general para prestar
ausilios á los departamentos que habian hecho y á los que hiciesen
en adelante igual declaratoria , y llamaron á Bolívar al mando del
ejército. Por invitacion del prefecto se reunieron el dia siguiente
los vecinos- mas notables de la ciudad y acordaron adherirse á lo re
suello por los jefes militares ; siendo digno de notarse que así unos
como otros pretendían sostener de este modo la constitucion y las
leyes de la república. Poco despues se supieron en Cartagena el de
sastre del Santuario y sus consecuencias, por lo que desechando
inútiles simulaciones situó el comandante general del Magdalena
desde Moropox á Ocaña un escuadron y cuatro batallones vetera
nos que debían dar mano fuerte á los encargado» de estender el
— 35? —
trastorno. Al dirigirse ala autoridad militar de Atitibqaia el- 16 de
seliembre comunicándole las medidas adoptadas con aquel intento,
le aseguró : « Que el Libertador estaba decidido á ponerse á la ca-
* beza del ejército y á reintegrar la república á toda costa, salvando
« de este modo las reliquias del honor nacional amancillado por la
« pasada administracion, por los demagogos y asesinos, y por todos
* los enemigos del nombre colombiano. » Dos dias despues se con
firmó esta aseveracion no sin profunda pena de los que consideran
do la buena fama dé Bolívar como un título de honor para la Amé
rica, deseaban verle salir triunfante de los combates que le suscitó•
la desvariada ambicion de sus parciales. Por largo tiempo aunque
sin fruto resistió el Libertador á las pérfidas sugestiones de la in
sensata turba; No podia entónces oponerles el vigor y la energía de
sus felizes años ; que apénas animaba al cuerpo trabajado por las
fatigas y las enfermedades, un destello de aquel antiguo y poderoso
espíritu que pudó concebir y alcanzar la libertad de tantos pueblos.
Grandemente contribuyó á su fatal decision el arribo de los comi
sionados de Urdaneta y las noticias que comunicaron de haberse
adherido á la revolucion de Bogotá las comarcas de Tunja, M-om-
pox y Mariquita. Ponderando entónces el peligro en que se habían
comprometido por su causa, segun lo aseguraban, y rodeándole de
engaños y seducciones, arrancaron, en fin, de Bolívar sus conseje
ros la proclama de t8 de setiembre que dice así :
« Colombianos : las calamidades públicas que han reducido á Co
lombia al1 estado de anarquía me obligan á salir del reposo de mi-
«retiro para emplear mis servicios como ciudadano y como sol
<r dado. Muchos de vosotros me llamáis para que contribuya á li-
<i brar la república de la disolucion- espantosa que la amenaza. Yo
<i os prometo, penetrado de la mas pura gratitud, corresponder en
« cuanto dependa de mis facultades á te confianza1 con que me hon-
« ráis. <>s ofrezco todas mis fuerzas para cooperar á te reunion de
« la familia colombiana ahora sumergida en los horrores de la guerra
ir civil. Toca á vosotros para salvarla reuniros en torno del- gobier-
«• no que el peligro comun ha puesto á vuestra cabeza. Olvidad, os-
« ruego, hasta vuestras propias pasiones, pues sin este heroico sa
ri erificio Colombia no será mas , dejando la infausta memoria de
« un pueblo frenético que por no entenderse inmoló su gloria, su
« libertad , su existeneia Pero no , colombianos , vosotros sois
— 552 —
0 dóciles á la voz de la religion y de la patria , vosotros amáis los
« magistrados y las leyes, vosotros salvaréis á Colombia. »
Hasta allí se habia limitado Cartagena á conferir á Bolívar el
mando militar. Viendo luego que otros pueblos le ganaban por la
mano, se apresuró á nombrarle en junta popular de 22 de setiem
bre jefe supremo de la república. Quizas creyeron tambien necesa
rio dar aquel paso para curar los escrúpulos que aun despues de
su proclama manifestaba Bolívar : esto lo demuestran el lenguaje
que con él usaron los encargados de noticiarle el acuerdo, y la res
puesta que de su propia boca recibieron.
« Habiéndose alzado pueblos y provincias importantes ( así ha-
« blaron los diputados) contra una administracion prevaricadora;
1 resistiéndose lamentablemente el ejecutivo á escuchar el clamor
i público ; vencida y enterrada la demagogia en el campo del San-
« tuario ; denegándose los altos funcionarios á ejercer acto alguno
« gubernativo ; y faltando el consejo de estado á la obligacion en
« que se hallaba de dar nuevos magistrados á la nacion , la repú-
i! blica iba á quedar acéfala, la anarquía amenazaba invadirlo todo,
« si los pueblos no proveian por sí mismos los medios de salvarse...
« No creáis que vos solo hacéis sacrificios encargándoos del mando
<i supremo. Tambien los hacemos nosotros, amantes del órden y de
a la libertad, cuando traspasamos la barrera de la leí para confiá-
« roslo ¿ Podréis ser insensible á ios infortunios del pais , cor-
« responderéis mal á nuestra confianza , faltaréis á la bella mision
« que la providencia os destina, tan solo por salvar las apariencias
« de una legalidad que ya no existe en parte alguna y por conservar
« inmaculada una gloria que desaparecerá como un vapor lijero
a desde el instante en que Colombia, abandonada por vos, desapa-
« rezca? Si quisiérais permitir a un sincero admirador de vues-
« tras virtudes civicas que os hiciese en esta circunstancia una
a indicacion á nombre del heróico pueblo de que tengo la honra
« de ser órgano, os diria : Señor, meditád bien vuestra resolucion :
« considerád bien que Colombia y la América, la Europa y el mun-
« do aguardan de vos un acto sublime de consagracion : la historia
« misma os contempla ahora para fallar sobre vuestro mérito, se-
« gun la conducta que adoptéis en esta ocasion. Ella no os dará el
« título de grande hombre si vuestro sucesor en Colombia es una
« anarquía perdurable , si no le dejáis por legado al fin de vuestra
- 335 —
« carrera política la consolidacion de la libertad y de las leyes. He
« ofrecido ( contestó Bolívar ) que serviré al pais en cuanto de mí
« penda como ciudadano y como soldado : esto mismo tengo el ho-
« nor de repetirlo ahora. Pero decid, señores, á vuestros comiten-
« tes que por respetable que sea el querer de los pueblos qun han
« tenido á bien aclamarme jefe supremo del estado , sus votos no
<i constituyen aun aquella mayoría que sola pudiera legitimar un
« acto semejante , en medio de la conflagracion y de la anarquía
« espantosa que por todas partes nos envuelven. Decidles que si se
« obtiene aquella mayoría, mi reposo, mi existencia, mi reputacion
« misma los inmolaré sin titubear en los altares de la patria ado-
ii rada, á fin de salvarla delos disturbios intestinos y de los peligros
o de agresion estraña, para volver a presentar á Colombia ante el
«mundo y ante las genera(iones futuras tranquila, respetada,
« próspera y dichosa. »
Nadie podía conocer mejor que los promovedores de estos tras
tornos la imposibilidad de hacer populares los anárquicos princi
pios que guiaban su conducta y cuán precisa era la intervencion
de la fuerza para estenílerlos hasta formar « aquella mayoría de
votos » que echaba de ménos el Libertador y creia con razon ne
cesaria para legitimar su nueva autoridad. Y hé aquí por qué des
de muí temprano caminando hácia ese tín y para afirmar la usur
pacion, órdenó el gobierno provisional que a toda prisa se proce
diese á allegar y organizar un cuerpo de ejército. Dehia este com
ponerse de dos divisiones al mando la una del coronel Florencio
Jiménez y al del general Justo Briceño la otra, y ascendería su to
tal fuerza á 5,000 infantes y C0O ginctes ; se contaba ademas con
seis cuerpos veteranos del Magdalena y con algunos de milicias, de
biendo aprestarse todas estas tropas para abrir la campaña el 50
de setiembre.
Si los enemigos que tan próximo á combatir se hallaba el gobier
no provisional eran los nuevos esiados del Ecuador y de Venezue
la, ó bien las reacciones que opusiesen los pueblos granadinos al
impulso revolucionario,, duda ee que no puede resolver la historia
con solo los documentos que han visto la luz pública. Acaso los
que lean la presente narracion hallarán motivos para sospechar
que los aprestos de guerra se disponían contra unos y otros.
Al mismo caer el gobierno legítimo llegaba á Bogotá un enviado
del Ecuador con el encargo de proponer á Mosquera la confedera
— .334 —
don <l(¡ los tres gcandes estados en que. de heche se hallaba dividida
Colombia. Presentó sus credenciales á Urdaneta, el cual tomando
por pretesto su calidad de provisional, esquivó entrar en .parlamen
tos. En asunto tan grave segun él, debia reservarse la resolucion
definitiva al Libertador, que llamado por lodosá regir la nacion,.era
á la vez el mas interesado en mantenerla unida y tranquila. Sien
do asunto de grande importancia para el Ecuador y acaso el prin
cipal de aquella embajada el obtener seguridades de que no se in-
tentar.ia bacer uso de .Ias armas para tomarlo á la unidad colom
biana, es presumible que viese el comisionado en aquella respuesta
mas bien la guerra que la paz, cuando insistió en hacer presente la
necesidad de un tratado. Al efecto manifestó que aunque el gene
ral Bolívar era tan generalmente estimado por los pueblos del Sur
y por su jefe que su separacion del mando y el anuncio de su sali
da de Colombia habian sido los principales motivos que tuvieran
para desunirse del centro, demandaba la justicia que no se hiciese
depender su suerte de la existencia de un hombre que ademas pe
dia no aceptar la autoridad que se le habia ofrecido. Convenia íam-
bien proceder de acuerdo con las instrucciones dadas á otro comi
sionado ecuatoriano enviado al mismo tiempo á Venezuela; y por
tanto proponía como basas de un ajuste amigable, el mutuo reco
nocimiento de la independencia y soberanía, y la convocatoria de un
congreso general de la union al que enviarían los tres estados un
número igual de representantes. Este congreso debia organizar el
gobierno de la confederacion , arreglando los negocios de la paz y
de la guerra, las relaciones estranjcras, el crédito nacional interno y
esterno, y los límites de cada territorio. Estrechado así Urdaneta y
no queriendo contraer compromisos que mas tarde pudieran atra
vesarse en el camino de ulteriores proyectos, contestó : gue.no le
era dado apartarse ni siquiera un ápice de lo ordenado por el con
greso constituyente en su decreto de 5 de mayo sobre el modo de
presentar á los pueblos la última constitucion política de Colombia.
Y al ver esta salida , conociendo el comisionado de Flóres que no
podia dar vado á su negocio, pidió pasaporte y se volvió al sur por
la via de Cartagena. • •
Tocante á sus relaciones con Páez, el intruso gobierno de la
Nueva-Granada aparentaba desearlas amistosas, a licinpo que mo-
tivos varios é importantes impedian que fuesen tales de una y de
otra parte. Yenezuela habia dicho (:y lo repitió al comisionado de
— vS55 —
Flóres ) que no entraría en trato* con la Nueva-Granada miéntras
el Libertador pisase la tierra de Colombia, y tan esplícita declara
toria, hecha en tiempo de Mosquera , debia por fuerza cumplirse
estrictamente al ver convertido en realidad lo que al principio fué
solo prevision. Aun hai mas. Urdaneta no podia ignorar que cuando
se supo en Valencia la eaida del gobierno constitucional de Colom
bia, espidió el congreso constituyente un decreto en que se autori
zaba á Fáez para ajustar medidas de defensa comun con la provin
cia deCasanare, si esla ó cualquier punto de Venezuela llegaban á
ser invadidos, y que en tal caso se le permitía llevar en persona la
guerra al corazon de la Nueva-Granada para establecer las autori
dades legítimas. Verdad es que á pesar de estas muestras de mala
voluntad que debían inspirar desconfianza y rezelos á los usurpa
dores, no retiraron estos á Aranzazu las credenciales de su pacifica
mision, hallándose, decian, mui léjos de promover la union y la
integridad nacional por otro medio que el de las vias legales, deco
rosas y conciliatorias. Pero semejante moderacion en las palabras
se avenía mal con sus recientes hazañas, con las sordas maniobras
que se practicaban para conmover los paises del norte y con el
allegamiento de tropas ; y como por otra parte el designio de res
taurar la dictadura al propio tiempo que lu unidad colombiana, era
incompatible con la independencia política de Venezuela, vino de
aquí el que los liberales atribuyesen á sus contrarios la intencion
de adormecer su vigilancia con manosos ardides , miéntras adqui
rían fuerza y recursos para atacarlos cara á cara.
Debíanse con todo vencer graves impedimentos para llegar á es
te caso, no siendo los menores, aquellos que opusieron á la usur
pacion los pueblos granadinos ; pues si algunos, oprimidos ó me
drosos callaron ó unieron su voz á la gritería de los anarquistas,
los hubo que se alzaron generosa y esforzadamenle, apellidando
contra ellos guerra y venganza. Veamos cuáles fueron estos y aque
llos, quiénes los jefes que los guiaron : cómo y por qué medios me
dró el trastorno amenazando con inminente ruina las nacientes ins
tituciones populares ; de qué manera alternaron entre los partidos
las esperanzas con los desconsuelos, y en fin cuán grande fué el pe
ligro de la patria. Conviene al efecto echar una ojeada sobre el ter
ritorio de la república para enumerar rápidamente los movimien
tos de sus diversas provincias.
Fiel amiga de Venezuela y teniendo a honor seguir sus huellas,
— 556 —
fué Casanare la primera y la mas briosa en declararse contra el
nnevo gobierno de Bogotá. Apénas asomaron los peligros cuando
Mosquera en demanda de ausilios ocurrió a ella, hallándose ente
rado para entónces de que el congreso de Valencia se habia negado
á admitirla como parte integrante del territorio venezolano. Pero
como Casanare insistiera en su propósito, á pesar de la repulsa, su
jefe Juan Nepomuceno Moreno exigió que Mosquera declarase pre
viamente recibirle como ausiliar, no como súbdito. Ya estaba ven
cido el presidente cuando se escribia esta respuesta, y por tanto,
los casanareños se limitaron á mantener una actitud hostil, apoya
dos de Venezuela , que si bien rehusó otra vez aceptar su agrega
cion, no por eso dejó de unírseles, como ya se ha visto, para defen
der la comun causa.
Esperando ayuda de Moreno se alzaron tambien varios pueblos
de la provincia del Socorro, capitaneados por el comandante Pablo
Duran. Faltó buena suerte y cordura á sus esfuerzos, porque si
tuados en medio de paises que dominaba la faccion opresora, y
envueltos por sus mojones tropas, fueron atacados y deshechos
ántes de que pudiera llegarles el ausilio pedido á Casanare. Siguié
ronse á su derrota muchas lástimas causadas por el rigor vengativo
de los vencedores.
Poco ántes de este suceso el comandante general del departamen
to de Boyacá , acompañado de algunos militares fieles al gobierno
legítimo , se habia refugiado al territorio de Venezuela por carecer
de fuerzas con que oponerse á los insurrectos. Entónces ampharon
estos su dominio estendiéndolo hasta la línea del Táchira, adonde
avanzaron una parte de sus tropas al mando del general Cruz Car
rillo. La noticia del movimiento del Socorro habia animado á los
emigrados granadinos á intentar por el lado de Cúcula una diver
sion que partiendo la gente enemiga favoreciese la empresa de los
patriotas de aquella benemérita provincia. Reunidos en efecto mu
chos de ellos á las órdenes del coronel José Concha, pasaron la fron
tera y dieron sobre un destacamento que se hallaba en el pueblo
de Cúcuta pensando poder forzar en seguida el paso del rio San
José y encaminarse á la villa de este nombre. Tocóles tambien á
estos suerte adversa , pues en alborada de 5 de noviembre sobre
cogidos y rotos murieron Concha, un hijo suyo y varios soldados.
De resultas y persiguiendo á los que huyeron hizo Carrillo una in
cursion en el territorio de Venezuela y se tiroteó con un pique'.e
— 557 —
de milicianos que se bailaba apostado eu San Antonio, despues de
lo cual volvió a sus posiciones. De este suceso nacieron cargos mú
tuos entre el gobierno de Bogotá y el de Venezuela, quejándose
aquel del atague y este disgustado por la violacion de su frontera.
En rcaliilad la incursion de Concha no fue promovida por las auto
ridades venezolanas ; pero sí toleraron estas á los emigrados que
allegasen gente, que la armaran y que en son de guerra se mo
vieran á invadir el aledaño.
Ménos justa fué la reconvencion que hizo á Páez el general Urda-
nela con motivo de algunas agitaciones sobrevenidas en la pro
vincia de Kio-llaclia, cuando ignorándose aun la suerte de Mos
quera , se pusieron en armas sus habitanles contra las primeras
acias de Cartagena. Fué el hecho que viéndose débiles para man
tener por sí solos su declarada disidencia , enviaron comisiona
dos á Maracaibo implorando proteccion y ausilios. A prestarlos se
negaron, como era natural , las autoridades del Zulia, por carecer
de instrucciones del gobierno para tal intervencion, y los enviados
regresaron llevando consigo á dos oficiales que voluntariamenle
quisieron seguirlos. Ni uno ni otro , sin embargo , pertenecian al
ejército de Venezuela ; eran un rapitan granadino de nombre Gómez
y el famoso Pedro Carujo , recien salido de las mazmorras de Puer-
to-Cabello en virtud del indulto que espidió el congreso consti
tuyente. Aceplados sus servicios, confiéseles oí mando de ^00 mi
licianos y con ellos se movieron hácia el valle de Upar, ocupado ya
por 500 veteranos que conducia contra los riohaclieros el corone
José Félix Blanco. Hubieran de luego á luego chocado estas tropas
á no hallarse interpuesto entre ellas y con las muchas lluvias re
dundante el rio Upar. Pugnando por esguazarlo mantúvose Cuiujo
tres dias en la ribera , hasta que noticioso de haber march aiío otro
cuerpo á las órdenes de Muntilla con direccion á la ciudad , replegó
á ella, dejando la mitad de su gente con Gómez para contener á
Blanco y cubrir su retaguardia. Bajó el tio y aprovechándose de
la poca vigilancia de sus contrarios, lo pasó Blanco sin oposicion ,
deshizo luego á Gómez el 28 de octubre en el pueblo del Molino,
avanzó hasta San Juan de César, y allí , atacado el 8 de noviembre
por,.Carujo} le derrotó completamente obligándole á retirarse por
la Coajira y con mui pocos á Maracaibo. Quedó entónces todo el
departamento , no uniformado en opiniones ,. sino en sujecion y
obediencia á las autoridades de Cartagena. :.;.
II.— HIST. MOD. 22
— 538 —
Las del Istmo por su parte , cómplices en el plan de rebelion
contra el gobierno legítimo, hablan promovido desde el 26 de se
tiembre una junta de militares y paisanos , cu la cual se declaró
roto el vínculo que los unía á Colombia é independiente y sobera
no el departamento si Bolívar no tomaba nuevamente el mando' de
la república. De este modo quedaron algan tiempo los istmeños,
gobernados por el general J. D. Espinar, hasta que los sucesos de
Bogotá y la certeza de que el Libertador volverla al Iragin de la vi
da pública los hicieron tomar á la union, reconociendo el gobierno
provisional de Urdaneta.
No logró este tan general sometimiento en los pueblos occiden
tales, pues do las cuatro provincias del Cauca, la de San Buenaven
tura so habia desde mui ántes declarado unida ásu vecino el Ecua
dor : la de Pasto hizo lo mismo al promediar noviembre; y en el
último mes del año siguió sus huellas la capital del departamento.
Sin duda en todos estos negocios anduvo, ora descubierta, ora su
til y cautelosa la activa mano de Flóres ; pero es cierto tambien que
al ménos la separacion de Papayan fué provocada por los manejos
del partido de Urdaneta. Efectivamente eH \ de noviembre se reu
nió en Buga una junta á que concurrieron por medio de diputa
dos muchos pueblos del Cauca , siendo su objeto el de tomar un
panido que los pusiese á salvo de la confusion y desastres que ha
cia temer la caida del gobierno legítimo. Desde que se supo en Bo
gotá el proyecto de reunir aquella asemblea, se dió órden al general
Pedro Murgoitio para disolverla si no la hallaba dispuesta á reco
nocer la autoridad usurpadora. No llego este caso, porque la ma
yoría de los diputados se allanó á prestarle obediencia; pero ha
biendo leido los popayanensos en la gaceta del gobierno provisional
la órden mencionada, indignáronse y resolvieron oponerse abierta
mente á la faccion que los vejaba y oprimia. Un consejo de oficiales
nombró al general José María Obando director de la guerra y eN.°
de diciembre las autoridades y vecinos notables de Popayan decla
raron, como ántes se dijo, que era su voluntad unirse al Ecuador
y que lo hacian prestando homenaje á la constitucion política y á
las leyes que recientemente se habia dado aquella tierra.
Cuando acaso creia Flóres ensanchar de esta manera los lindes
setentríonales del territorio que gobernaba , no menos diestros los
partidarios del centralismo colombiano, empleaban ventajosamente
contra él sus propias armas. El congreso convocado á la ciudad de
— 359 —
Riobamba y reunido el II de agosto, habia dado á los paeblos del
Ecuador instituciones republicanas cuyos principios no diferían mu
cho de los que para Venezuela adoptaron sus representantes. Con
tenia , sin embargo , la constitucion política , dos disposiciones que.
hasta cierto punto la despojaban de aquel carácter de permanencia
sin el cual no pueden las leyes concillarse el respeto,y la veneracion
del pueblo. Declarábase por ellas que el Ecuador concurriría á una
asamblea de plenipolenciarios, enviando á ella tantos diputados cuan
tos faesen en representacion de cada una de las otras dos grandes
partes de la antigua república ; y como aquel cuerpo debia consti
tuir el gobierno general de una confederacion colombiana, queda
rían anula Ios todos los artículos de la lei fundamental del Ecuador
que s^' opusiesen á sas ordenamientos. Resolucion singular que iba
á poner el destino político de aquella tierra en manos de otros pue
blos, y ijue envolviendo por tanto la renúncia de su soberanía, pre
sentaba al congreso de Riobamba delegando mas poderes de los que
pudieron conferirle sus mismos comitentes. Oira de las actas no
tables del constituyente ecuatoriano fué la que declaró á Bolívar,
Protector del estado y p;idre de la patria en honor de los grandes
servicios del hombre estraordinario á quien oprimia entónces con
escesivo rigor el infortunio. Pero ni esta muestra de gratitud y res
peto hácia el Libertador, ni el haberse manifestado dispuesto á sa
crificarlo todo por la conservacion de Colombia, pudieron libertar
al sur de revoluciones abroqueladas con los nombres de union y
de Bolívar. Apellidándolos tumultuariamente gentes mercenarias,
de toda regla y órden enemigas, se levantaron en los departamen
tos del Azuay y Guayaquil , desconocieron el gobierno y nombra
ron por caudillo al general Luis ürdancta. La sedicion movida al
principio por las tropas fué luego esforzada por un número compe
tente de actas, de las que se llamaban populares en aquellos míse
ros tiempos, de suerte que, á fines de diciémbre, estaba reducida
á solo el departamento del Ecuador la autoridad legal de Flóres.
Mas dichosa Venezuela, habia logrado librarse por entónces del
contagio revolucionario empleando para ello precauciones estremas,
sí bien necesarísimas. Cuando se enumeraron los actos del congreso
constituyente, se habló muí de paso del que prohibia la entrada en
Venezuela á los desafectos á su causa y del que autorizaba al po
der ejecutivo para espulsarlos del territorio ó hacerles cambiar de
domicilio por tiempo limitado. En uso de esta facultad calificó el con-
— 540 —
sejo de gobierno con la nola de peligrosos 'al sosiego público á trein
ta y cuatro ciudadanos , de los cuales solo nueve fueron apartados
de Venezuela ; y aun á esos mismos, que eran militares, se les con-
servaroo sus pensiones de retiro, haciéndoseles ademas la promesa
de alzarles el destierro á tal de que se mantuviesen en un pais neu
tral sin tomar parte en las disensiones civiles de Colombia. Solo
uno cumplió la condicion, pues los otros, como si hubieran queri
do comprobar la justicia que para desconfiar de ellos se tenia, tras
ladáronse luego, á Cartagena y desde allí hicieron cuanto les fué
posible para encender en su patria el terrible fuego de la guerra in-
.testina.
A proporcion que el trastorno ganaba terreno en los paises veci-
i3os, se aumentaba el anhelo de los facciosos por introducirlo en Ve
nezuela. Situados muchos de ellos en las comarcas limítrofes y otros
en algunas de las islas fronterizas , inundaron por decirlo así , el
pais de escritos públicos y privados en los que se concitaba á la sub
version de las leyes y del órden.
Víctimas de estas maniobras y de su propia ignorancia . se suble
varon en el occidente de Venezuela varios oliciales acaudillados por
un coronel de nombre Castañeda. Corrieron á las armas los pueblos
de aquel distrito, y regidos por Torrellas fué tan grande y eficaz su
empeño por destruirlos, que en el corto término de quince dias,
vencidos y presos , los entregaron á los tribunales de justicia. Su
cedia esto en noviembre.
Y por este mismo tiempo un hecho mas grave y peligroso traia
desasosegado al pueblo y ocupaba la atendí in del gobierno. Tratá
base nada ménos que de conservar ilesa la constitucion política de
la nueva república contra la malicia de algunos empleados que
pretendiendo poner límites y condiciones á su obediencia, querían
jurarla en modo restrictivo y con protestas. Fué el arzobispo de
Carácas el que dió el ejemplo de este cisma , haciendo aparecer las
ideas religiosas y la conciencia del clero en pugna con los principios
fundamentales del gobierno. Ordena la lei fundamental de Vene
zuela que sin dar ántes juramento de cumplirla y sostenerla no
ejerzan las funciones de sus plazas los empleados públicos ; y que
los de elevada jerarquía lo presten en manos del presidente de la
república , á quien autoriza para delegar este encargo. Fundado en
estas disposiciones, comisionó el ejecutivo al gobernador de Cará
cas para recibir el juramento promisorio al diocesano ; mas se negó
— 5.H —
el prelado á darlo en la me^ópoli, como mandaba un decreto del
constituyente, y pretendió alterar la fórmula que en él se prescribia
para la promesa , haciéndola, no lisa y llana, sino con la cláusula
de dejar á salvo las libertades é inmunidades de la Iglesia , que al
tiempo de su consagracion habia ofrecido snstener. Recordóse eri-
lónces que ménos escrupuloso cuando dos años ántes se trató de
conferir á Bolívar el poder supremo de la república , juró solem
nemente y sin limitaciones Cl arzobispo en el presbiterio de su ca
tedral , guardar , cumplir y ejecutar todas las órdenes y decretos
que el dictador sancionase. Y por eso algunos le atribuyeron de
signios de pnlílica mundana, allí donde otros no vcian sino erróneas
máximas de supremacia espiritual y algun mandato romano, des
tructor de la legítima potestad de los gobiernos. Es lo cierto que
desde el año de 1829 habia sabido el gobierno de Colombia por
conductos mai seguros que José Ignacio Cienfuégos, canónigo de
Chile , regresaba á su patria con un breve enciclico , dirigido á los
obispos de América. Añadiase que en 61 se les ordenaba una su
mision absoluta en lo espiritual y temporal y que impidiesen á los
nuevos gobiernos el ejercicio del patronato y el uso de los diezmos
y bienes eclesiásticos. Vivamente alarmado el general Bolívar con la
noticia de esta guerra pontificia, cuantojmas sorda mas temible,
habia mandado que prontamente y con cautela se tomasen precau
ciones para frustrar al papa sus proyectos. Verdad es que la bula,
aunque buscada con esquisita solicitud, no pudo hallarse y por eso
negaron muchos su existencia ; pero otros creyeron verla demos
trada en la conducta del arzobispo , prefiriendo esplicarla de aquel
modo á calificarla de inconsecuente y caprichosa. Volviendo al ju
ramento , no valieron súplicas ni exhortaciones privadas de I'áez
para hacer que el prelado lo prestase sin cortapisas ni ambajes, por
lo que el gobierno le declaré privado de la autoridad y jurisdiccion
eclesiástica, mandándole salir del territorio de Venezuela. Igual
conducta de parte de los obispos de Trícala y de Jericó, vicarios
apostólicos de Guayana y de Mérida, produjo los mismos resultados.
Y así fué como los tres diocesanos de Venezuela abandonaron su
grei por llevar adelante un pueril é inútil puntillo de jurisdiccion,
esponiéndose á interpretaciones desfavorables para sos virtudes pa
trióticas. Cede en alabanza del gobierno oí sentimiento que mostró
al emplear rigor ían necesario y justo ; pues en honor de la verdad,
los tres prelados eran sugetos de estimables prendas. El metropoli
— 542 —
Uno habia hecho grandes servicios á la patria eu los dias de azares
y peligros , distinguiéndose entre los proceres de la independencia
colombiana. Apacible y reposado el de Trícala y no monos patriota,
era hombre entendido en las ciencias eclesiásticas , sin que por eso
se desdeñase de cultivar las buenas letras profanas ; y la dulce y
mansa eondicion, la purísima virtud del diocesano de Marida , re
cordaban la santidad de los varones cristianos de la Iglesia primi
tiva. La firmeza del gobierno, sin embargo, fné generalmente
aplaudida : ella atrajo respeto á las leyes, y poniendo á raya las
pretensiones contrarias á su espíritu, hizo entrar en su deber á mu
chos protestantes , así eclesiásticos como militares, que seducidos
por el mal ejemplo quisieron imitarlo.
Gentes avezadas á la licencia de la guerra ó apegadas al régimen
del gobierno destruido : nuevos intereses sustituidos á los antiguos :
abusos estirpados : esperanzas desvanecidas, debian con razon ha
cer temer á Venezuela que no bastasen para asegurarle tranquili
dad las ventajas conseguidas por sus armas y por su política. No
eran con todo, aquellos motivos de rezelo, los que mas la inquie
taban , sino los que nacian de la actitud fuerte y amenazadora que
Labia tomado la faccion militar acaudillada por Urdaneta.
. Así, pues, mas ó ménos conmovWos por esta se hallaban los pai
ses que componían la antigua república, y oprimidos y opresores,
pueblos y gobiernos se volvian a Bolívar como al objeto de todos
los temores y de todas las esperanzas. El bien ó el mal estaban ea
su mano : á su voz podia reaparecer el órden : la paz y Ia libertad
cobrar su imperio, ó den amarse á torrentes la sangre colombiana.
Latían con pena los corazones embargados por la inquietud y la
•afanosa zozobrado la iucorlidumbre, cuando esparcida por la fama,
sobrecogió los ánimos de todos la nueva de un gran suceso : la
.muerte de Bolívar. ;
Parece indudable que los males de la patria de cuya salud llegó
á desesperar : la persuasion de que no estaba ya en su mano regir
los elementos que en otro tiempo creara él mismo para el bien y
gloria de la nacion , y mas que todo el fallo terrible que pronunció
Venezuela contra su conducta pública , aceleraron el tin temprano
y triste de aquel varon egregio. Mni quebrada estaba ya su salud
cuando alcanzó hasta su retiro la noticia del escandaloso .suceso del
Santuario, y á poco oyó resonar su nombre unido 4 la infamia de
aquel crímea. La voz ingenua de uno que otro amigo fiel y
— 5*5 —
dero do podia hacerse escuchar en medio de la grita tumultuaria
de hombres empeñados en desfigurar la verdad de los hechos re
presentándolos á la mente fatigada del Libertador con los colores
de sus pasiones ó de sus intereses. Distante de los paises que eran
el teatro de los acontecimientos, estaba tambien mui decaido de
ánimo y de fuerzas para frecuentar el trato de las gentes, y no veia
otros escritos que los forjados en Cartagena por la mala fe y el em
buste. Fácil fué , pues , estraviar su juicio acerca de la causa ver
dadera de los males públicos, y pintándole á Colombia entregada á
la anarquía, persuadirle que debia sacrificar hasta su reputacion
para mediar entre los bandos y salvarla de sus furores. De esta ma
nera consiguieron hacerle firmar la proclama de ^ 8 de setiembre ;
último acto de la -vida pública de Bolívar, y que llenando su alma
de inquietudes turbó su espíritu, apuró sus fuerzas y le condujo
rapidamente al término de su carrera, fin efecto, algun tiempo
despues, desfallecido y postrado , se le condujo á Sabanilla para
hacerle respirar mejores aires. Pasáronle de allí á Santa Marta el
í° de diciembre y el 6 á la quinta de San Pedro, poco distante de
la ciudad ; pero lejos de conseguir alivio, el mal, descuidado en su
principio, desarrollóse luego con una vehemencia que no fueron
parte en detener los desvelos de la amistad ni los socorros tardios
de la medicina : y el 17 á la una de la tarde, despues de larga
agonía, exhaló Simon Bolívar el último aliento de su vida. Siete
dias ántes y en cortos momentos de tregua que le dieron sus dolo
res y la perturbacion frecuente de su juicio, dictó con ánimo sereno
sus postreras disposiciones y se despidió de Colombia en una sen
tida alocucion que termina con estas generosas palabras : « mis
« últimos votos son por la fclizidad de la patria ; si mi muerte con-
« tribuye á que cesen los partidos y se consolide la union , yo ba
ií jaré tranquilo al sepulcro. »
La muerte del Libertador habia sido precedida por la de otro
insigne americano. No en el lecho del justo, ni en el campo de
batalla que tantas vezes ilustró con la victoria y la clemencia , sino
á manos de viles asesinos y por efecto de atroz alevosía , pereció
Sucre en la Uor de sus años y cuando la patria estaba mas necesi
tada de la virtud y los talentos de aquel hijo esclarecido. Se ha
visto ya que el gran mariscal de Ayacucho ocupó la presidencia del
congreso constituyente de Colombia; y ha de saberse que allí , se
parándose del comun senir de sus conmilitones y de las ideas
— 544 —
exajeradas del partido opuesto , defendió la libertad del pueblo y
los principios mas sanos de órden y gobierno con el tino , ilustra
cion y cordura que brillaron siempre en todas sus acciones. Difícil
es concebir por qué tuvo Sucre enemigos/habiendo sid.o moderadas
sus opiniones, sus servicios á la patria desinteresados, tinas y
agradabtes sus maneras , bueno su corazon y en estremo generoso.
Tal vez era molesta e importuna en aquella época de errores y de
crímenes tan escelsa virtud , pues contrariaba la ambicion de cau
dillos poderosos ó los planes insensatos de algun bando político ; y
casi confirman estas sospechas los precedentes y circunstancias de
la traicion que logró privarle de la vida. Pruebas hai de que el
golpe fué preparado despacio y á sangre fi ia : es bien sabido que la
misma víctima tuvo con tiempo avisos del peligro y que tres dias
ántes de ejecutarse el atentado, se predijo en un papel público de
Bogotá , hasta con la indicacion de que José María Obando lo man
daría ejecutar. Eran por desgracia muí urgentes los negocios que
exigían en el sur la presencia del gran mariscal y muí noble su
alma para que pudieran intimidarlo riesgos oscuros á que por otra
parte no dió crédito, fiado en el testimonio de una conciencia pu
ra. Y así se puso en camino para Quilo con la misma tranquilidad
y confianza que le acompanaban siempre á todas parles. Habia pa
sado ya los límites occidentales de Cundinamarca y á Popayau y el
Mayo. Eniró despues en la tierra montuosa y triste de Pasto, la
maspiopia que podian escoger hombres cobardes para perpetrar
un crimen á salva mano; y allí fué precisamente donde Sucre, co
mo si le arrastrase á la muerte un destino inexorable, se manifestó
ménos cauteloso , omitiendo hasta las precauciones que hacen pre
cisas en aquel pais los malhechores que de ordinario abriga en sus
guaridas. Habia dejado adelantar las personas que le acompañaban
y con un criado atravesaba el 4 de junio la oscura montaña de
Berruecos. En un estrecho del camino y ocultos en el tnpido arbo
lado de sus altos bordes acechábale , como á fiera bravia , una
banda de asesinos armados de fusil , los cuales al pasar hicieron
sobre él una descarga á quema ropa, que hiriéndole en el pecho ,
la espalda y la cabeza , le derribó instantáneamente muerto..
De las averiguaciones judiciales practicadas por las autoridades
delos pueblos cercanos, resulta que no fueron ladrones los perpe
tradores del crimen, pues dejaron transitar los equipajes y abando
naron el cadáver sin despojarlo. Fué José María Obando, coman
— 545 =
dante géneral del departamento , quien desde Pasto y un dia dés
pues del suceso lo comunicó primero en carta de oficio al prefecto.
Suponeen ella que los delincuentes debian de ser algunos desertores
del ejército del sur que pocos dias ántes habian pasado por aquella
ciudad; que el objeto del crimen babia sido el de robará Sucre, y
concluye con las siguientes palabras : « el esclarecimiento de este
« inesperado suceso le es al deparlamento del Cauca y a sus au-
« loridades tan necesario, cuanto que en las presentes circunstan-
« cias puede ser este fracaso el foco de calumnias para alimentar
K partidos con mayores miras. » Los mismos rezelos manifestó este
hombre al participar á Flores el suceso. « Sucre , le dice , ha sido
« asesinado en la montaña de la Venta ayer 4 del corriente, y yo
a voi á cargar con la execracion pública. » Lo que hai de mas sin
gular en la conducta de Obando, es que hubiese dado este paso, y
aun creido necesario enviar comisionados al presidente del Ecuador
para justificarse, ántes de tener la certeza de que le acusarían, y que
al mismo tiempo procurase, de acuerdo con otros, complicar el
nombre de Flóres en el horrible asesinato. Fué siempre propension
de culpables, para alejar de sí las sospechas, hacerlas recaer sobre
otros con afanado ahinco. Y por esto y acaso porque era verosímil que
la presencia de Sucre inspirara temores á los partidarios del nuevo
estado ecuatoriano, tomaron tanto empeño en propagar la torpísima
calumnia. La opinion pública, sin embargo, designó al mismo
Obando y al general López, su grande amigo y compañero, como
autores principales del delito, por cuya razon se dirigieron ellos al
presidente Mosquera pidiendo se les oyese en tela de jnicio, para
probar su inocencia; pero la súbita caida del gobierno legítimo se
opiuo á que tan justa solicitud quedase satisfecha , habiéndose ne
gado aquellos jefes á reconocer la autoridad de Urdaneta. Acusólos
este públicamente, y aunque el tenerlos entónces por contrarios
pudiera hacer sospechosa la denuncia, menesteres decir que en sus
manos reposaban documentos remitidos del lidiador y en los cua
les , segun dijo Flóres al congreso de Kiobamba , se hallaban com
probados el hecho y sus autores. Ofrecieron entónces Obando y Ló
pez que ellos mismos provocarían su juicio tan luego como viesen
restablecido el gobierno legítimo. Restablecióse; pero las pruebas,
no habiéndose archivado, pasaron de unas á otras manos y al fin se
perdieron en el torbellino de los trastornos subsiguientes. Los tribu
nales y el poder ejecutivo, en lugar de proceder á la averiguacion
— 346 —
del hecho, contentáronse con declarar que los papeles de la secre
taría de guerra no suministraban cargo alguno contra los dos acu
sados : y de este modo , impune el crimen por la incuria de los
juezes y por la flojedad del gobierno , ostenta su afrentosa marca
en la frente erguida de los culpables con escándalo de la moral y
ultraje de las leyes (4).

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APÉNDICE,

Siempre ha sido nuestra intencion poner finá este trabajo en el


año de 4850 , época en que la separacion de Venezuela quedó per
feccionada con la constitucion espedida porel congreso constituyente
de Valencia. La tarea, siempre difícil y peligrosa , de escribir la
historia contemporánea con severa imparcialidad , llega á ser im
posible al entrar en aquella época en que por ser mui reciente, se
abstiene todavía la opinion pública de pronunciar sus juicios sobre
muchos sucesos importantes. El voto de algunas personas ilustra
das á quienes hemos eonsultado y nuestra propia concienoia nos
mandan detener aquí, porque si bien son en gran parle de nuestro
tiempo las cosas que dejamos referidas, en ellas solo hemos estado
«orno simples espectadores, al paso que en alguna que otra de las
subsecuentes hemos tenido á vezes una pequeña intervencion ; cir
cunstancia que necesariamente afecta de parcialidad el modo de ver
y de juzgar los acontecimientos.
Quedaría sin embargo mui imperfecto nuestro trabajo sino dié
ramos una idea sucinta de los progresos que ha hecho Venezuela
en los años posteriores, de los principales actos de sus congresos ,
y del modo mas ó menos dichoso con que ha logrado vencer algu
nos obstáculos que se oponían á la marcha de sus instituciones. Esto
último lo haremos con mucha brevedad y esousando en lo posible
hasta estampar el nombre de las personas que de cualquier ma
nera hayan influido en los sucesos. A otro tiempo y á otra pluma
toca dar á cada uno el galardon ó vituperio á que sus obras le hayan
-hecho acreedor. . • ,
La muerte del Libertador fué un acontecimiento decisivo contra
la faccion de Bogotá. Por todas partes se manifestó la opinion de
los pueblos dispuesta á combatirla, y las derrotas de Palmira, el
Albejorrral y Corinza acabaron de echarla enteramente por tierra.
Restablecióse pues el gobierno legítimo y la Nueva Granada, des
pués de haber espulsado de su seno á los fautores de aquel trastor
— 548 —
no^en su mayor parte venezolanos, pudo consagrarse en paz á repa
rar los males que le haiiian causado las guerras nacional y civil, y
las agitaciones domésticas. Porque no solamente fueron sometién
dosele aquellas provincias que se habian sustraido á su obediencia ,
sino que al año siguiente se restableció la buena armonía entre
ella y el gobierno que se habia dado el Ecuador.
IS'i la muerte de Bolívar, ni sus inmediatas consecuencias pudie
ron saberse en Venezuela con la prontitud que hubiera sido nece
saria para evitar males de grande importancia. Los bolivianos que
.existían en el pais ó en las colonias estranjeras, y los militares disgus
tados por la abolición de su fuero, se unieron para conspirar, y el
1 5 ilo enero lograron que en la ciudad de Aragua de Barcelona se
formase la primer acta desconociendo al gobierno. Las razones que
para ello tenían , claramente alegadas en este famoso documento,
dan bien á conocer quiénes eran sus fautores y cuáles sus persona
les intereses. Decian que no habia seguridad para nadie, pues los
prelados , los curas y los mas beneméritos jefes y oficiales se veian
vejados y espulsados, que la constitucion política atacaba la reli
gion, sugrtaba los eclesiasticos al pago de contribuciones, y á ellos
y á los militares los despojaba de su fuero. Concluían proclamando
la integridad de Colombia y poniéndose bajo la inmediata autori
dad y proteccion del general Jose Tadeo Monágas á quien daban el
título de jefe civil y militar. Rápidamente se comunicó el contagio
alas otras provincias del oriente. Los pueblos de Cumaná, Barcelona,
Margarita y Angostura, adoptaron el acta de Aragna y lo mismo hicie
ron Río-Chico, Caucagua, Orituco, Chaguaramas y otros puntos de
la provincia de Carácas.
El consejo de gobierno , al saber estas occurrencias , autorizó al
ejecutivo para convocar estraordinariamente el congreso, para ofre
cer una amnistía á los sublevados ó para emplear contra ellos la
fuerza pública; ácuyo fin debia levantarse un ejército respetable.
El mando en jefe de este se confió al general Mariño, ministro á la
sazon de la guerra, y una comision compuesta de ciudadanos respe
tables fué encargada de convidar .con olvido de lo pasado á los je
fes comprometidos, que quisieran volver sobre sus pasos.
' Desecharon estos la pacifica mision , y la guerra empezó luego
porque habiendo marchado Marino con un cuerpo de i ropas res
petable por Calabozo y el Sombrero hácia Chaguaramas, tuvo<ju&
combatir en el tránsito con algunas guerrillas dependientes de Mo
— -549 —
nágas, que sin cesar le hostilizaron. Retrocedió Mariño al Calvario
donde fué reforzado y recibió órden de entrar por Oriluco y tramon
tar la serranía para reunirse en Ocumare con el general Macero. Jun
tos debían obrar sobre Barcelona por el camino de la costa. Mariño
llegó hasta Orituco; pero allí cambió de propia autoridad el plan
que le habia trazado el gobierno y en vez de ir á Ocumare se diri
gió al pueblo de Aragüita, cerca de Caucagua, abriendo al efecto
una pica por la montaña. Esta circunstancia pudo ser mui favora
ble, porque al llegar á Aragüita supo que tropas del oriente al man
do de José Gregorio Monágas habían pasado por allí el dia anterior
con direccion a Ocumare, y hubiera sido- fácil cogerlas despreve
nidas y desbaratarlas. Léjos de esto, Marino se dirigió á Guaréuas
donde efectuó su reunion con Macero, y Monágas, despues de ha
ber causado muchos males en los valles del Tuy, se salvó por el
camino de los Pilones. El ejército constitucional siguió entónces
hácia Barcelona, pero se detuvo en Píritu, sin querer el general,
aunque pudo, ocupar la capital, en la que no habia sino una escasa
guarnicion. l .
Ya para entónces habia empeorado mucho la situacion de Moná
gas. La muerte de Bolívar era un suceso conocido, y muchos comen
zaban á flaquear en un proyecto que debían ver como impractica
ble, no existiendo el único hombre capaz de realizarlo. Así fué que
el general Bermúdez con mui pocos amigos que reunió en Gñiria,
pudo restablecer allí la autoridad del gobierno, y como Rio Cari
be, Cariaco, Carúpano y Cumanacoa siguieron este ejemplo, muii
pronto se vió con hombres y recursos suficientes para hostilizar á
los facciosos. Hízolo así dirigiéndose hacia Cumaná y ocupándola
sin ninguna oposicion.
Desde que Monágas vió la mala vuelta que tomaban las cosas ,
envió dos comisionados á la capital solicitando una conferencia con
el presidente del estado. El congreso que se hallaba reunido desde
-\S de marzo, autorizo al general Páez para satisfacer los deseos de
Monágas , pudiendo ofrecerle á él y á todos los comprometidos se
guridad en sus personas y en sus intereses, si deponían prontamente
las armas. Con esta facultad y la de mandar en persona el ejército
salió el presidente de la capital el 49 de abril.
Hemos entrado en estos detalles para que se pueda comprender
cuál era la situacion de Monágas y su partido, cuando Mariño por
una de aquellas aberraciones tan naturales á su carácter insustan
— 850 —
ci•al y amigo de novedades, quiso emplear la armas que le había
confiado el gobierno, en consumar su destruccion. Despues de una
conferencia que tuvo con Monágas en el Unare, regresó este á Bar
celona , y reuniendo á muchos de sus principales vecinos les hizo
firmar una acta que al intento habia redactado aquel. En ella se
acordaba que aquella provincia y la de Cumaná , Margarita y An
gostura formaran un estado soberano para entraren confederacion
con ios otros eslados que se fueran organizando en Venezuela. La
nueva república se llamaría Colombia : reconocería en la consti
tucion general como religion esclusiva , la católica apostólica ro
mana ; y restablecería el fuero militar. Mariño quedaba elegido por
jefe del estado y Monágas por su segundo. Despues de todo esto ,
anadia el acta que se reconocia la suprema autoridad del gobierno
de Venezuela en la persona de su presidente el general Páez.
Como un triunfo espléndido de sus armas y de su política anun
ció Marino al gobierno este singular acto de sumision, y no se puede
decir hasta qué punto hubiera llevado el negocio cuando vió desa
probada sn conducta por el presidente y el congreso, si la tropa que
mandaba hubiera podido ser un instrumento ciego entre sus ma
nos. No fué así por fortuna, pues todos los jefes y oficiales de aquel
ejército eran hombres fieles á su deber , y muchos bastante ilus
trados para discernir hasta dónde puede:ser obligatoria la obedien
cia pasiva del soldado.
Frustrada pues la última esperanza de Monágas, se dió por fin á
partido y en el Valle de la Pascua se avistó con Páez, obteniendo de
él ( 24 de junio ) un indulto generoso para sí y para todos los que
se habían mezclado en aquellas culpables maniobras.
Otras revueltas habían ocimido en los pueblos de occidente pro
vocadas y acaudilladas por algunos oscuros militares. Pero como
fuesen contrariadas por el patriotismo de los pueblos, se apacigua
ron luego, y á todo puso término el congreso indultando á los cul
pables. Necesario se habia hecho en aquel tiempo este sistema de
estremada indulgencia con los crímenes políticos, porque Venezuela
agitada largo tiempo por desecha borrasca, no podia aspirar á una
calma repentina. Mas severo fué el gobierno con otra conspiracion
que estalló en Carácas el dia -H de mayo por la noche , y con ra
zon ; porque sus autores nada menos 6e proponían que destruir una
parle de la sociedad para repartirse sus despojos. Lograron en efecto
sorprender la carcel, que estaba mal custodiada : cometieron varios
asesinatos, y pusieron en libertad los presos ; pero atacados repen
tinamente por seis hombres valerosos, se dispersaron y huyeron des
pavoridos. Presos mas tarde y juzgados por los tribunales, fueron
muchos de ellos condenados al último suplicio.
Hase dicho que el congreso se hallaba reunido desde el .18 de
marzo. Fué una de sus primeras tareas hacer el escrutinio de las
elecciones resultando de él nombrado para primer presidente cons
titucional el general Páez y para vicepresidente por dos años el li
cenciado Diego Bautista Orbaneja. Despues de esto los actos mas
notables del congreso fueron : la resolucion de 22 de abril acor
dando que se enviara á la Nueva Granada una comision para tratar
con su gobierno, luego que se hallara perfectamente constituido,
sobre el modo y forma en que debía convocarse una convencion
colombiana para el arreglo de sus comunes intereses : el decreto de
25 de mayo designando á Carácas por capital de la república : el
de \ 5 de junio aprobando y adoptando para Venezuela el tratado
de amistad, comercio y navegacion que habia celebrado con el rei
de los Paises Bajos el gobierno de Colombia : la resolucion de la
misma fecha derogando el decreto de Bolívar que prohibia á los es
pañoles contraer matrimonio con las hijas de Colombia : y en fin
la lei de! 15 reformando la que trataba de la forma que debia se
guirse en las caasas de conspiradores, los cuales quedaron sujetos
a la jurisdiccion ordinaria sin ecepcion ni fuero alguno.
Despues de terminadas las sesiones del congreso, estuvo á pique
de alterarse nuevamente el órden en las provincias del oriente por
sugestiones del general Bermúdez ; pero afortunadamente no encon
tró partidarios , y las prontas y acertadas medidas del' gobierno lo
graron atajar el mal , aunque tambien quedó entónces impune el
delincuente. Para fines del año no quedaba ya otro enemigo dé la
república que se mantuviera en actitud hostil sino el incansable y
porfiado Cisnéros , en los valles del Tui. Hacia mucho tiempo que
Páez , deseando domar la fiereza de este astuto guerrillero que
habia fatigado las armas de Colombia, procuraba ganar su estima
cion y so confianza , usando para ello un medio irresistible á todo
corazon paternal. Y fué el' caso que habiendo una partida que per
seguía á Cisnéros logrado sorprenderle y apoderarse de un hijo
suyo pequeiiuclo , le tomó Páez bajo su proteccion , le ílevó á su
propia casa y le hizo cuidar con esmero y carino. Cinco añoshabian
trascurrido despues de aquel suceso, y prendado Cisnéros de lan
_ 552 —
noble y constante proceder, le escribió para darle las gracias y
pedirle que continuara sus buenos oGcins en la educacion del hijo.
Entónces creyó Páez llegado el tiempo de realizar el proyecto que
meditaba, y le propuso una entrevista, que despues de muchas di
ficultades fué aceptada y se veriOcó en la montana de Lagartijo.
Allí dictó el presidente, suficientemente autorizado por el consejo
de gobierno, su decreto de 22 de noviemhre por el cual aceptó
su sometimiento conservándole el grado militar de coronel que
tenia por los españoles. Este decreto fue aprobado despues por el
congreso, y los valles del Tui vieron renacer su agricultura, que
veinte y un años de inquietudes y guerras babian enteramente
aniquilado.
Así finalizo el año de 4854 : al principiar el de 52 todo daba
motivo para esperar paz y órden duraderos cu la naciente repú
blica. La Nueva Granada, reconociendo el derecho de Venezuela
para constituirse en un gobierno independiente, habia imitado su
ejemplo, y ambosestados pensaron luego en arreglar amistosamente
sus comunes intereses. De esto se ocupó con mucha preferencia el
segundo congreso constitucional de Venezuela reunido el 51 de
enero. El artículo 227 de la constitucion le autorizaba para
promover la confederacion de Venezuela, el Ecuador y la ¡Nueva-
Granada, con el fin de que fueran arregladas y representadas las
altas relaciones de Colombia ; y como muchos veian con dolor que
este nombre glorioso iba á desaparecer, resolvió en 29 de abril re
conocer
ciones políticas
á la Nueva
, y enviar
Granadacomisionados
y al Ecuador
para
en que
sus de
nuevas
acuerdo
consiitu-
y en

union con los de aquellos gobiernos propusieran las basas de tina


nueva constitucion colombiana que estableciera pactos de confede
racion. Entre las instruciones que formó el mismo congreso para
sus comisionados, un solo artículo tenia el carácter de basa indis
pensable, y era el que exigía que los estados tuvieran en la conven
cion colombiana igual número de representantes, cualquiera que
fuese la diferencia de sus poblaciones respectivas. Otro de los actos
mas notables de aquel congreso fué la lei de 4 8 de abril dividiendo
lodo el territorio dela república en tres grandes distritos judiciales
con la denominazion de Oriente , Centro y Occidente, y fijandopara
la residencia de las tres cortes superiores las cuidades de Cumaná ,
Valencia y Maracaibo. .' . • . ,¡ ,. .
Este ano se pasó sin ninguna ocurrencia grave sino es el regreso
— 555 —•
del arzobispo de Carácas y del obispo de Trícala, que habiendo
obtenido pasaporte del gobierno, llegaron en mayo á la capital y
prestaron el juramento liso y llano de obedecer la constitucion del
estado. Tambien es de mencionarse el establecimiento de la acade
mia de matemáticas que tuvo lugar en setiembre bajo la direccion
del ilustrado venezolano Juan Manuel Cagigal, conforme al decreto
del constituyente de 13 tic octubre de 1850.
El tercer congreso ordinario se reunió el 25 de enero de 1855 y
uno de sus primeros actos fué el de perfeccionar la eleccion de vi
cepresidente de la república para el segundo período constitucional,
quedando nombrado el doctor Andres Narvarte. Un asunto grave ocu
pó luego la atencion de la legislatura. Muchos oOciales beneméritos
por sus grandes servicios en la guerra de independencia , fueron
arrojados de la Nueva Granada por la parte que tomaron en sus últi
mos trastornos, y hallando cerrados para ellos los puertos de Vene
zuela, vagaban por las colonias estranjcras, sin patria y sin recur
sos. Creyó el congreso que si la prudencia había hecho necesaria
aquella severidad en los momentos de estarse organizando el go
bierno del pais bajo una nueva forma, seria dureza y aun ingrati
tud prolongar su destierro, cuando nada anunciaba que la paz in
terior pudiese ser turbada. Por estas razones dictó cu 6 de febrero
uu decreto incorporando al ejército y marina á los generales, jefes
y oficiales que se hallaban ausentes, pero solo con los grados que
tenían en I ,° de enero de 1 850.
A esta medida de justicia hácia algunos particulares, siguieron
luego dos de gran conveniencia y utilidad pública. Fué una el de
creto de 20 de marzo declarando estinguido el monopolio del ta
baco y libre el cultivo de este fruto. La otra fué la lei de dos de
abi'il mandando cesar en el cobro de los diezmos y disponiendo
que del tesoro público se pagara el sostenimiento del caito.
Va para este año habian variado mutv.o las ideas en cuanto á la
pretendida confederacion colombiana. Nadie la creia posible sin
esponer el pais á los embarazos, á las inquietudes y á los trastornos
pasados : así fué que el congreso reformó su decreto del año ante
rior , limitándose á mandar que el poder ejecutivo promoviera é
inii iara con los gobiernos de la Nueva Granada y del Ecuador las
estipulaciones necesarias para el arreglo de la deuda comun y la
celebracion de otros tratados de interes mutuo. El ejecutivo nom-
ii.—BIST. >ioi-. as '
— 55,i —
l..ró para este importante negociado al ministro de hacienda San
tos Micneleua , el cual marchó para Bogotá en el mes de junio
con el carácter de enviado estraordinario y ministro plenipoten
ciario. Por fin , ántes de terminar sus sesiones aprobó el congreso
un tratado preliminar de comercio entre Venezuela .y el 'reino
de Francia, el cual fué mas tarde ratificado .por los .respectivos
gobiernos.
Este año como el anterior se pasó sin que llegase á turbar el ór
den público ningún acontecimiento grave; pues no merecen tal
nombre las tentativas impotentes del coronel Cubante pava hacerse
partidarios contra el gobierno. Este olidal, que en 1829 y \ 850 se
habia mostrado cooperador decidido de la separacion de Venezuela,
se disgustó luego porque el ejecutivo no le mandaba pagar en los
términos que el proponía una suma de dinero á que el constituyente
le reconoció acreedor y que debía serle satisfecha segun las reglas
establecidas para la deuda flotante. Con este motivo y, segun se dijo
entónces, mal aconsejado.por algunos que deseaban ver trastornada
la quietud pública, se dirigió álas llanuras, y habiendo reunido una
pequeña partida, proclamó en oí pueblo de Tucupido la integridad
de Colombia. Tan estrambótica idea no halló partidarios, y habién
dole perseguido las tropas del gobierno, fué preso y enviado á Ca
rácas para ser juzgado. Dióse tiempo sin embargo con la lentitud
del juicio y el descuido de jos que custodiaban la carcel á que la
quebrantara, ausília '(i de fuera por un hermano, y juntos andu
vieron algunos meses ocultos por los montes, á las inmediaciones de
la Victoria. Era ya entrado el año de 485.5 caando fué sorprendido
por el coronel Cisnéros en la quebrada de Acapro, donde se hallaba
con una .pequeña partida. El hermano quedó allí muerto, así como
olros tres ó cuatro, y Gabante huyó por los cerros del Pao, para ser
poco despues asesinado entre Ortiz y el Sombrero por uno de los
pocos hombres que le acompañaban.
El cuarto congreso ordinario se reunió si 25 de enero de 4854.
Son actos suyos tu lei.en que se declara no estar prohibido en Ve
nezuela oí ejercido púhlico de ningun culto religioso, y la que esta
blece la libertad de contratar tanto los intereses del dinero cuanto
el remate de los bienes del deudor por loque se ofrezca en pública
subasta, mandando cesar los privilegios de retracto y de restitucion
in integrum. Tambien son de esta legislatura algunas leyes sobre
puertos habilitados, régimen de aduanas, aranceles, comercio de
— .1555 —
cabotaje y comisos, así como la que declara grandes fiestas nacio
nales los dias .49 de abril y 5 de julio.
Un gran acontecimiento para Venezuela se preparaba este aflo
en la eleccion del presidente que debia regir la república en el se
gando período constitucional. Cuando no ha i un hombre cuya ca-
pazidad y servicios le hagan sobresalir mucho sobre el resto de sus
conciudadanos , se dividen naturalmente las opiniones buscando
cada uno el mérito entre aquellos que le rodean mas de cerca, ó
afectando no verlo sino en la persona cuya elevacion puede conve
nir al medro ile los intereses propios. Gran diversidad de pareceres
hubo pues en la capital y en las provincias: sin embargo, luego que
los partidos se apercibieron de su debilidad para triunfar aislados,
empezaron a concentrarse, sacrificándose mutuamente una parte de
sus aspiraciones. Cuatro fueron entónces los principales candidatos;
Diego Bautista Urbaneja, que habia servido ya la vicepresidencia y
otros altos destinos con general aceptacion ; los generales Marino y
Sonblette , antiguos veteranos de la independencia ; y el modesto
doctor Joté Vargas, sin mas recomendacion que sn virtud, sin mas
méritos que su saber y su amor desinteresado á la patria. Los tres
primeros tuvieronpor partidarios á sus numerosos amigos : Sonblette
estaba ademas favorecido , con pocas «acepciones, per el voto de
todos los hombres que en alguna manera dependian del gobierno:
la eleccion de Várgas era sostenida con empeno por la mayor parle
de la gente acomodada del pais, agricultores , comerciantes y pro
pietarios. A proporcion que se acercaba la época en que debia ha
cerse la eleccion, redoblaban los partidos la actividad de .sus traba
jos. Los de Marino y Urbaneja se juntaron y confundieron en uno
solo, para asegurar el triunfo del primero de estos candidatos : los
de Várgas y Sonbletle se acercaron para obrar de acuerdo y aun
darse la mano en caso necesario, aunque sin dbandonar en el fondo
sus respectivas pretensiones. La imprenta que debia ser el órgano de
una discusion moderada, se convirtió en instrumento de acusaciones
injustas órxagerndasyde pasiones y de venganzas. A pesar dedales an
tecedentes tuvieron lugar las elecciones, sin que se viera turbada la
tranquilidad pública. Solo en Maracaibo habían ocurrido poco an
tes algunas inquietudes qne se calmaron luego; y mas.tarde en Cu-
maná se suscitaron disputasnntre la corte y el gobennador, querien
do la primera obligar ni secundo y .negándose este, á reconocer cu
ino legítimos los actos de la diputacion provincial. Fué el caso que
— 556 —
reunido el colegio electoral y viendo la minoría que iba á prevalecer
la opinion de sus contrarios, ocurrió al arbitrio culpable de sepa
rarse para disolver el cuerpo; pero la mayoría no ménos inconsulta
cerró los ojos sobre la irregularidad en que, por falta de número le
gal, la dejaba aquel suceso, y procedió á la eleccion. El goberna
dor, como era natural, estimó nulo cuanto emanaba de aquel acto.
El presidente de la corle de oriente queriendo sostener á la diputa
cion, pretendió suspender en sus funciones al gobernador; el eje
cutivo le mantuvo en su puesto, y estas cuestiones llevadas mas lar
de al congreso fueron el origen de acaloradas discusiones.
Como era natural , vista la division y el calor de los partidos,
ninguno de los candidatos quedó definitivamente elegido por los
colegios electorales. Tocábale al congreso perfeccionar el acto , es
cogiendo entre Mariño . Sonblette y Vargas que habian atcanzado
mayor número de votos. Reunido este cuerpo el 20 de enero de
4855, se ocupó desde luego de la cuestion de dimaná, cuyos di
putados habian ocurrido á ocupar un asiento que se les dispataba.
En esto se emplearon muchos dias, y el término del negocio fué
que , anuladas las elecciones de aquella provincia , se mandaron
hacer de nuevo. El seis de febrero se reunieron las dos cámaras
y eligieron para presidente de la república al doclor Várgas, el
cual prestó el juramento el dia 9.
Durante todo el curso de la lucha eleccionaria habia procurado
Várgas con modestas razones, sacadas segun decia de su conciencia
y de su carácter, alejar de sí el honroso encargo con que la opi
nion pública quería distinguirle. Nombrado por el congreso, aceptó
la presidencia por puro acatamiento á la soberanía nacional : pero
aun no habian pasado tres meses cuando viendo que las sesiones
del congreso iban á terminarse, presentó su renuncia, que á pesar
de mil súplicas, no le fué admitida. Esto fué el 29 de abril : el 50
terminó sus trabajos el cuerpo legislativo, siendo los mas impor
tantes actos suyos el decreto de 54 de marzo que aprobaba la con
vencion celebrada con S. M. Británica adoptando para Venezuela
cl tratado de comercio y navegacion que existia entre aquel go
bierno y Colombia ; y el de 28 de abril por el cual se prestó con
sentimiento á la convencion de 25 de diciembre sobre el arre
glo de los negocios fiscales de Colombia , concluida en Bogotá entre
los Laministros
inútil renuncia
plenipotenciarios
de Várgasdeprodujo
la Nuevaun Granada
resultadoy Venezuela.
pernicioso.
— 557 —
El partido que habia trabajado por Mariño, irritado con su derro
ta , se manifestaba hostil á la nueva administracion , amenazaba
públicamente con revueltas y trastornos sangrientos , é Interpre
tando como una debilidad lo que era solo efecto de modestia, cobró
nuevos brios , y comenzó á conspirar. Hablábase públicamente de
estas cosas : todo el mundo conocia y señalaba á los conspiradores ;
pero faltaban pruebas legales para .proceder contra ellos. Y fuese
por esto, ó porque no se les viese pretesto plausible para hacer
popular una revolucion á mano armada, dejeseles libertad y tiem
po para continuar sus tramas. Tan públicas eran estas y tan cono
cidos sus autores , que un periodico escribia en el mes de abril:
« La repugnante alianza de dos facciones enemigas que se hicieron
« guerra á muerte, acaba de efectuarse en nuestros dias. Los lla-
« mados demócratas, que no respiraron mas que tumultos y anar-
« quía , y los nombrados monarquistas, que no vieron mas que
« peligrasen las reuniones populares, y por mal seguro y no emi-
« nentemcnte enérgico tuvieron un gobierno representativo, en-
« cubren hoi sus odios , contradicen sus principios, y forman una
« masa hostil de elementos heterogéneos que fermenta y se cor-
« rompe en el seno de nuestra sociedad. »
Los manejos de csta faccion no estaban reducidos á la capital ,
sino que se estendian á oiras provincias, hallando prosélitos donde
quiera que habia militares resentidos por la pérdida de su fuero ,
ansiosos de guerras y trastornos , y disgusta tos con un órden de co
sas que los condenaba á la pobreza ó al trabajo. Anticipándose á
todos, los de Maracaibo proclamaron la federacion y á Mariño co
mo jefe de ella, el dia 7 de junio. Pero las autoridades lograron
atajar el motin derrotando á los cabe/illas , y el órden se restable
ció por entónces. Aun no era tiempo de que se supiera en Carácas
esta última circunstancia, y temiendo los conspiradores darle lugar
al gobierno para reprimir el alboroto de Maracaibo, precipitaron el
desentazo de su trama. Poco mas de 200 hombres del batallon An-
zuátegui era toda la guarnicion de la capital, y valiéndose de esta
fuerza, que ganaron por medio de los oficiales subalternos y de al
gunos sargentos, echaron por tierra el gobierno, apoderándose el~
ocho de julio del jefe de la administracion , á quien junto con el
vicepresidente espulsaron del territorio, para una colonia estran-
jera. La presencia de ánimo de Várgas salvó en aquellos apurados
momentos las instituciones de Venezuela , pues aprovechando un
— 358 —
corto respiro que le dieron los conspiradores, reunió su consejo y
da
de él
en recibió
el restablecimiento
la autorizacion
delnecesaria
orden, pudiendo
para emplear
llamarla basta
fuerza10,000
arma*

hombres al servicio , nombrarles un jefe y tomar en empréstito las


cantidades necesarias. Vargas no podia titubear en la eleccion de
un jefe militar para el mando del ejército. Páez, querido del pue
blo, amigo del gobierno , respetado por los veteranos de la inde
pendencia, recibió el hermoso encargo do defender la constitucion
que habia nacido y prosperado por sus propios esfuerzos. Hallábase
en su hato de S. Pablo entregado á ocupaciones domésticas cuando
recibió el dia 44 1a autorizacion del gobierno. Su proclama del 45
anunció á los pueblos su aceptacion y la promesa que hacia de no
ahorrar sacrificios para salvar la república del peligro en que se
hallaba, El t7 salió de S. Pablo con solo cincuenta hombres mon
tados en gran parte en sus propios caballos : en su rápida marcha
le facilitaron los pueblos cuantos ausilios necesitó, y cuando llegó
frente á Valencia, el dia 25, llevaba ya 500 hombres^
Esta ciudad y la de Puerto-Cabello estaban ya en poder de los refor
mistas, que así empezaban á llamarse los partidarios de aquel mo
tín. Las tropas que habia en ella les sirvieron como en Carácas para
llevar á cabo el trastorno, quedando de este moJo aposesionados de
las tres plazas donde estaban los principales depósitos de armas y
municiones. Afortunadamente los reformistas de Valencia se so
metieron á Páez, el cual incorporando los soldados que allí en
contró á los que ya llevaba, se dirigió á la capital el dia 24. En
Cagua se le unieron tres escuadrones de Ortiz , Tiznados y Calabozo :
en las Lijas se le sometió el 26 una columna de infantería, que ha
bían levantado los reformistas en los valles de Aragua; y el 2% al
amanecer entró en Carácas, al mismo tiempo que lo hacia por el
Valle una division formada en el Tuy y conducida por el general
Macero. Los reformistas habían abandonado la ciudad desde la
noche anterior, dirigiéndose hácia Barcelona por el camino de la
costa. Aquella gente era conducida por los principales autores del
trastorno : Mariño, á quieu llamaban jefe supremo y que en reali
dad no ejercia ningun poder : los Ibarras y los Brieeños> sobrinos
los primeros y protegidos los segundos del Libertador : el coman
dante Pedro Canijo, cómplice de los que quisieron asesinarle en
Bogotá: muchos militares de dudosa reputacion, y algunos particu
lares de los que se decian mariñistas, demócratas, federalistas y
— 559 —
bolivianos; hombres todos de principios contradictorios, si prin
cipios pueden llamarse aquellas reglas de conducta que varían
segun el interes del momento.
El primer cuidado de Páez cuando llegó á Carácas fué oficiar al
consejo de gobierno para que reuniéndose restableciese en sus fun
ciones la primera autoridad del estado. Así se verificó luego al
punto, y de este modo tuvo la gloria el jefe de operaciones de llevar
á cabo en 20 dias y sin derramar una gota de sangre , la parte mas
importante de su noble mision. Deseando terminarla bajo los mis
mos principios de humanidad , ofreció á los reformistas con acuer
do del gobierno, una capitulacion que les dejaba sus grados mili
tares, como lo habia hecho con los de Valencia y las Lajas ; pero no
habiéndola aceptado, destinó contra ellos algunas tropas, y él se
detuvo en Caracas, haciendo nuevos preparativos para una cam-
paiia regular. Dos comisiones, una nombrada por el gobierno y otra
por el general en jefe partieron inmediatamente para Sautómas,
con el fin de participar lo ocurrido al presidente y vicepresidente y
de acompañarlos en su regreso al territorio de la república.
Por aquel tiempo ocurrió que los sublevados de Puerto-Cabello,
volviendo sobre sus pasos, hicieron una retractacion ambigua, er*
que sin reconocer espresamente al gobierno nacional, se manifesta
ban dispuestos á obedecer los mandatos del general Páez. Que
riendo este asegurarse de aquel punto importante , mandó relevar
la guarnicion que allí habia de tropa veterana , por las milicias de
la misma ciudad ; pero en el acto de efectuarse el cambio, cayeron
los veteranos sobre la milicia desarmada, y así de ella como del
pueblo asesinaron á muchos, con lo que volvieron á declararse en
abierta insuireccion. Esta violencia , que ni el gobierno ni los ciu
dadanos habían provocado , fué dispuesta por los jefes reformistas
para compcometer á los soldados, obligándolos á defender la plaza,
como el único medio de escapar á un justo castigo.
Cemo los que salieron de Carácas conducidos por Carujo, habían,
seguido hacia la provincia de Barcelona, y ya corria la voz de qu*
el general José Tadeo Monágas se uniría á ellos para eslender el
trastorno en los pueblos del oriente, dirigió Páez á este un comisio
nado convidándole á sostener las instituciones y recordándole con
noble sinceridad los males públicos que sus propios yerros habían
ocasionado en la revolucion de 4826. Luego trasladó su cuartel
general á Maracay, así para organizar el ejército, como para vigilar
— 560 —
nías de cerca las operaciones que debiau intentarse contra Puerto-
Cabello. Pocos días despues regresaron de Santómas los dos prime
ros magistrados de la república.
Mal aconsejado Monágas por algunos hombres turbulentos y am
biciosos que buscaban medios á la sombra de un trastorno, desoyó
la voz de la patria y el interes de su propia gloria ; y léjos de ad-
mitir el nombramiento ile comandante general de las provincias
orientales con que le brincó Páez , se hizo elegir jefe superior y
logró que muchos pueblos se adhirieran al moliii del dia 8. Lo que
haide mas singular en todo esto, es que los revolvedores no estaban
de acuerdo sino en el solo punto de destruir el gobierno, pues ni
en los cargos que hacian á este, ni en las reformas que deseaban
introducir, habia la mas remota semejanza. Los de Carácas pedian
reformas sin decir cuáles eran. Exigían que se les conservase en los
grados y empleos que ellos mismos se habian dado : que se estable-
ciescun gobierno militar y que se reuniese una convencion ó cuerpo
constituyente. A posar de esto, ellos se declaraban restablecedores
de los principios del sistema popular representativo , alterna
tivo y responsable que decian bollados por las facciones. Los de
oriente pretendian organizar de nuevo la antigua Colombia, pero
dándole ahora !a forma de una gran confederacion de estados. La
religion nacional seria la católica apostólica romana : el fuero mi
litar se restablecería ; y los. empleos públicos deberían necesaria
mente ponerse en manos de los fundadores de la libertad y antiguos
patriotas.
A pesar de hallarse en poder de los reformistas las capitales de
Cumaná y Barcelona , muchos pueblos de ambas provincias se ma
nifestaron resueltos á sostener el órden constitucional : otros, que
habian cedido á las sugestiones ó al temor que les inspiraba la
fuma, se retractaron luego de su primer debilidad, y los hombres
de uno y otro partido se prepararon para sostener con las armas
sus principios, sus opiniones ó sus intereses. Luego comenzó la
guerra, derramándose la primer sangre en la villa de Rio-Chico, la
Cual fué atacada y ocupada por los reformistas el I" de setiembre.
El mismo mes se vió Cariaco hecho el teatro de escenas sangrien
tas : finalmente el 8 de octubre alcanzaron los constitucionales en
Úrica su primer Iriunfo, aunque con la perdida dolorosa del bravo
coronel Juan de Dios Infante, que murió de sus heridas.
Tambien en los pueblos del occidente se turbó la tranquilidad
— 564 —
pública. Una faccion depuso en Quíbor la primera autoridad del
canton, proclamó las reformas y quiso apoderarse de Barquisiriieto.
El vecindario sin embargo opuso vigorosa resistencia y los amoti
nados huyeron despavoridos. Muchos fueron presos y el que hacia
de jefe, viendóse acosado y perdido, aceptó un indulto que le ofre
ció el gobernador de la provincia. Mas serio y peligroso que eslo
fué lo ocurrido en Maracaibo. Las antiguas y mal apagadas disén
siones , aparecieron de nuevo mas irritadas y violentas. Una pro
clama en que el gobernador escitaba á la paz y á la concordia pro
dujo el efecto contrario ; porque, como en ella dejase ver la posi
bilidad de que el pueblo se reuniese á deliberar, perdió la confianza
de los amigos del gobierno, é hizo creer á los otros que podian
contar, para echarlo por tierra, con su eficaz cooperacion. Al fin
sonó el grito de reformas en los puertos de Altagracia, y luego fué
repetido en Maracaibo, cuyo vecindario, amedrentado con la deser
cion de la tropa, cedió el campo á los conspiradores. Fieles sin em
bargo á su deber algunos jefes, lograron conservar para el gobierno
la posesion de la laguna y el castillo de San Cárlos.
Al tiempo mismo que esto sucedia, se derramaba la sangre vene
zolana en el otro estremo de la república. El general Francisco Es
téban Gómez, nombrado por Páez para dirigir la guerra en las
provincias orientales, se hallaba en Carúpano con algunas fuerzas
colecticias y mal armadas, cuando se vió repentinamente acometi
do por los reformistas al mando de Carujo. Por espacio de cinco
horas defendió Gómez el pueblo y no lo hubiera abandonado á no
faltarle enteramente las municiones. Entónces se retiró á Rio-Ca
ribe y de allí pasó á Margarita, de donde regresó bien pronto pro
visto de lo necesario. Al presentarse frente á Carúpano, se retira
ron los reformistas en direccion á Cumaná.
Esta resolucion de Carujo era producida tanto por el temor r¡ue
le inspiraba la constante porfía del fiel y valeroso margariteño ,
cuanto por la noticia de que el general Páez, con una fuerza respe
table entraba ya por las llanuras en la provincia de Barcelona. En
tónces concibieron los reformistas un plan, al parecer, de fácil eje
cucion. Monágas se encargaría de hacer frente á Páez sin compro
meter un lance decisivo, miéntras que Marino, Carujo y los otros
jefes, enmarcándose en Barcelona con ochocientos hombres de
buena infantería, llevarían la guerra á las costas de Carácas.
Contaba el gobierno para la defensa de la capital con un escua
— .5Í2- —
ilron de caballería y un batallon de milicias reunido y armado de
prisa, sin instrucción ni disciplina, por lo cual no dejaron de con
cebirse serias inquietudes cuando se presentaron los enemigos frente
á Catia amagando hacer un desembarco. Por fortuna el general Páez
babia mandado retroceder una columna de 4 50 hombres, que mar
chaba por la costa á las órdenes del comandante Agustin Codazzi y
la oportuna llegada de esta fuerza, restableció la confianza. Tal vez
un aviso oportuno de que la ciudad no estaba indefensa como ha
bian pensado, obligó á los reformistas á desistir de su primer inten
to ; lo cierto es que despues de haber bordeado por allí algún
tiempo, se dirigieron á Puerto-Cabello donde desembarcaron el 25
de octubre. Con los veteranos que había en la plaza y los que lleva
ban formaron una division de 4 ,.J 00 hombres , todos de infantería,
y luego sin perder tiempo salieron por el camino de San Estéban
para caer sobre Valencia.
Hácia esta ciudad se retiró la pequeña fuerza constitucional que
bloqueaba aquella plaza ; sin embargo la resistencia que opuso a
los reformistas en la serranía dió tiempo á las autoridades para ha
cer algunos preparativos. Acababa de llegar á Valencia el general
Carroño enviado por el gobierno para atender á su defensa y como
este jefe no encontró allí sino 400 hombres de infantería y 500 gt*
netes todos en mui mal estado, resolvió evacuar la ciudad para es
perar los ausilios que le debian llegar de los valles de Aragua y de
Carácas. Dejó sin embargo cerca de 400 hombres de milicias dis
tribuidos en la torre y otros edificios de la plaza mayor, para in
quietar á los reformistas y ocultarlessu movimiento. Con este mismo
fia efectuó su retirada por el camino de Tinaquillo", pero en lle
gando la noche cambió de direccion y fué á situarse en el que con
dnce á los Guayos. Por fortuna los reformistas se dejaron enganar :
al ver la tenazidad con que los' milicianos defendian las casas ,
creyeron qne todas ó la mejor parte de las tropas de Carreño esta
ban allí encerradas, y no atreviéndose á dejarlas á su espalda, per
dieron mucho. tiempo.en un inútil tiroteo, costoso para ellos mas
que para los constitucionales. A esta circunstancia se debió el quo
Carreño permaneciese tranquilo hasta que se le incorporaron al
gunas compañías de milicias y la columna del comandante Codazzi.
Viéndose entónces fuerte con estos autillos, volvió sobraMa plaza ,
que á su turno abandonaron los reformistas , dirigiéndose hacia
Naguanaguav Picada vivamente su -retaguaedia, tornaron posiciones
— 5«5 —
en
suerte
el sitio
de losdeGuaparo
defensoresydel
allígobierno
se trabóque
el combate.
los jefes reformistas
Quiso la buena
des

unidos entre sí y zelosos de la autoridad, obraron desacordados en


aquel momento de gran peligro para la república. Triunfantes en
Guaparo, se hacian dueños de los valles de Aragua y do todos sus
recursos, la capital caia nuevamente en sus manos y la guerra se
prolongaba de un modo indefinido. Pero queriendo hacer cada cual
una cosa diferente sin sujecion á los jefes principales que ellos
mismos se habian dado, echaron neciamente por tierra todos los
proyectos de su loca ambicion. No de otra manera puede esplicarse
cómo huyeron casi sin disputar el campo aquellos arrogantes ve
teranos de Anzuátegui, que en tiempos mas felizes dieran á Colom
bia tantos dias de gloria militar. Lo cierto es que huyeron, siendo
superiores en número, y no de todas las fuerzas de Carreño , sino
de dos compañías de la columna de Codazzi y de algunos grupos
de milicianos mal armados y sin ninguna disciplina. Entre muer
tos , heridos y prisioneros perdieron los reformistas mas de 500
hombres en la funcion de Guaparo. Con el resto volvieron los jefes
á encerrarse en Puerto-Cabello.
Fácil es de concebir cuáles serian las angustias de Páez en
aquellos momentos , ignorante de lo que pasaba en las provincias
del centro y no teniendo motivos para esperar un desenlazo lan
contrario al que anunciaban todas las probabilidades. Monágas ha
bía realizado con destreza la parte que le cupo en el plan de los
reformislas. Mas práctico que su contrario del terreno que pisaba,
habia logrado burlar su persecucion , sin dejar de hostilizarle y
tenerle en continuas zozobras ; fatigaba su caballería, en cuya arma
estribaba la principal fuerza del ejército, y ocupaha á este con una
guerra lenta y ruinosa , en los momentos mismos en que el go
bierno podia tener mas necesidad de su apoyo para hacer frente a
los soldados de Canijo. Tales fueron entre otros los motivos que
obligaron á Páez á dictar su famoso decreto de 5 de noviembre en
el sitio del Pirital , concediendo á Monágas y á los suyos una am
nistía tan generosa, que les conservaba sus grados y gozes milita
res, como si en nada se hubieran comprometido. Sabiendo luego
lo acaecido en Valencia , licenció su ejército y regresó á dirigir en
persona el sitio de Puerto-Cabello.
Hallábanse los reformistas escasos de vituallas y con mas gente
de la que necesitaban para la defensa de la plaza. Esta considera
— 364 —
cion los obligó á enviar ana parte de ella en ausilio de Parias que
mandaba á los amotinados de Maracaibo. Algun tiempo despues , y
hallándose Páez en la Vigía , hizo Garujo una salida con .100 hom
bres hácia el sitio de Paso-Real , tal vez con el intento de recoger
algun ganado. Ignoraba la aproximacion del jefe constitucional y
así fué grande su sorpresa cuando se vió cercado y acometido por
fuerzas superiores. Derrotado y mortalmente herido , fué hecho
prisionero junto con otros muchos de los suyos : el resto quedó
sobre el campo ó se dispersó , logrando mui pocos regresar á la
plaza. A este suceso se siguió luego otro no ménos favorable á la
causa nacional. El general Montilla, nombrado por 2° jefe del ejér
cito y encargado de reducir á Maracaibo , partió con este objeto
llevando 500 hombres de buena tropa. No tuvo, empero, necesi
dad de usar de las armas, porque al saber Parias los desastres de
sus compañeros y viendo que aun no estaba agotada la clemencia
del gobierno , aceptó un indulto que le aseguraba á él y á los suyos
la vida \ propiedades.
Desesperada se hizo entónces la situacion de los reformistas de
Puerto-Cabello, porque siéndoles contraria en todas partes la opi
nion de los pueblos. ninguna esperanza tenian de ser socorridos, y
sus medios de subsislencia se escaseaban mas y mas cada dia. Para
colmo de infortunio los mejores buques de su escuadrilla deser
taron con Mariño, y otro que enviaron á Santómas en busca de pro
visiones . fué embargado y remitido á la Guaira por el gobernador
de aquella isla. Obstinados hasta entónces, no habian querido oir
ninguna proposicion que no tuviera por basa el conservarles sus
grados militares , pero este último golpe los hizo cambiar de tono
y hablaron de entregar la plaza con mas racionales condiciones.
Hallábase para entónces reunido el sesto congreso constitucional
por lo cual no creyéndose Páez bastante autorizado para decidir
por sí solo , consultó al gobierno y este dió cuenta á las cámaras.
La consecuencia de todo fué el decreto de 4° de marzo por el cual
se concedió al poder ejecutivo la facultad de indultar á los faccio
sos con ciertas condiciones , siendo las principales de estas el per
dimiento de empleos , grados y gozes , y la espulsion perpetua ó
temporal segun los casos que en él se espresaban. Al mismo tiempo
que el congreso se ocupaba en esto, se apoderaba Páez de la plaza
de Puerto-Cabello sin ninguna condicion. Fué el caso que los re
formistas que guarnecian el castillo traicionaron á sus companeros.
— 365 —
proclamando en él la constitucion y sometiéndolo á la autoridad del
jefe del ejército. Entónces no quedó otro arbitrio á los del pueblo
interior que rendirse á discrecion, y luego al punto fué ocupado por
los constitucionales este último refugio de los conspiradores de ju
lio. Informado el congreso de lo ocurrido , revocó su primer de
creto espidiendo otro por el cual se esceptuaban de la gracia de ser
indultados á los ejecutores de algunos crímenes comunes y á mu
chos de los principales autores del motín de Carácas. Sin embargo,
el poder ejecutivo conmutó en otras penas la de muerte impuesta
á estos por los tribunales ordinarios. Así terminó la descabellada
empresa de los reformistas , último esfuerzo de los vicios heredados
de Colombia , al que concurrieron la mayor parte de los militares
y todos los cuerpos de tropas veteranas que pagaba el gobierno para
su defensa. Leccion fué esta costosa para Venezuela , pero suma
mente útil , porque ella le reveló en pocos meses lo que la espe-
i ¡cnria de muchos años apénas habría bastado á descubrir : que sus
instituciones eran buenas y amadas del pueblo. Ella ademas sirvió
para purgarla república de una multitud de espíritus turbulentos,
de hombres que viendo con repugnancia y hastío la necesidad de
ganar la subsistencia con un trabajo honesto, deseaban renovar
los trastornos pasados y con ellos su poder y su ociosidad.
Restablecida la paz, dirigió Várgas al congreso nueva y mas esfor
zada renuncia de la presidencia del estado. Tan eficazes eran y tan
sinceras las razones en que la apoyaba , que al fin le fué ad
mitida en 24 de abril. Antes y despues de esto , se ocupó el
congreso en muchos negocios importantes , entre los cuales hai al
gunos que merecen especial mencion. Por decreto de 25 de
febrero aprobó el tratado de amistad, comercio y navegacion cele
brado con la Nueva Granada ; negándose sin embargo á admitir
los artículos que se referían á límites ó que estipulaban la inter
vencion reciproca de las dos repúblicas en los casos de conmocio
nes interiores. Por el de 5 de marzo se mandaron demoler algunas
fortificaciones, costosas en todos tiempos para el estado y muí per
judiciales en los de revueltas civiles, porque allí iban siempre á
tramarse las conspiraciones, ó á buscar sus autores un asilo contra
la fuerza pública. Por el de .18 de abril se determinó un nuevo es
cudo de armas para Venezuela. Por la lei de 50 del mismo se man
daron establecer los tribunales de comercio. Un decreto de 5 de
mayo aprobó el tratado de paz , amistad , navegacion y comercio
— •366 —
celebrado con los Estados-Unidos. En la misma fecha se espidió una
lei reformando la de elecciones , en que la esperiencia de 4854 ha
bía hecho descubrir muchos defectos sustanciales. Una deuda de
gratitud tenia contraida la nacion con sus fieles defensores en la
pasada crisis, y el congreso la satisfizo en su decreto de \ 2 de abril.
Por él se acordaron recompensas al ejército constitucional y al
general Pácz una espada de oro y el honroso título de Esclarecido
Ciudadano con que debia nombrársele en todos los actos oficiales ó
públicos. Tambien se decretaron honores fúnebres á los que habían
perecidocombatiendo por defenderla constitucion y las leyes. Mucho
tiempo hacia que un clamor general se dejaba oir por todas parles
contra las formas viciosas y lentas de la administracion de justicia.
Con el fin de poner en ello algun remedio , hizo el congreso impor
tantes reformas en la organizacion de los tribunales y juzgados y
mandó poner en práctica un nuevo código de procedimiento judi
cial , obra del ilustrado venezolano Francisco Aranda , que á la sa
zon era miembro de la cámara de representantes.
Terminadas las sesiones del congreso continuó la república go
zando de bastante tranquilidad. Solo la provincia de Apure tuvo que
sufrir de una partida de malhechores que levantó allí el coronel
Farfan, no eon el objeto de sostener ningun principio ni cambia
miento político, sino con el de vengar agravios recibidos de sus ene
migos personales. Oportunamente se acudió por parte del gobierno
para atajar el mal ; interpuso Páez su influjo con el jefe eslraviado,
y en los primeros dias de junio se sometió este deponiendo las ar
mas y acogiéndose á un indulto que espidió en su favor el gober
nador de la provincia. Despues de este suceso lo mas notable que
ocurrió á fines de 4856 fué la espulsion y estrañamiento del arzo
bispo de Carácas en virtud de una sentencia de la corte suprema,
por haberse resisliilo el prelado á obedecer la lei de patronato san
cionada por-los congresos de Colombia y adoptada por los de Vene
zuela.
El sétimo congreso constitucional se reunió el dia 26 de enero
de 4857. Desde el 20 había cesado ¡Varvarte en las fnnciones del
poder ejecutivo por haber espirado el tiempo de su eleccion, reem
plazándole como vicepresidente del consejo de gobierno el general
José M. Carroño. Fué la causa de esto que el genéral Soublette, á
quien acababan de nombrar los colegios electorales para la vice—
presidencia del estado, se Imitaba á la sazon ausente en servicio
— •567 —
de la república. Envióle el gobierno á España creyendo llegado el
tiempo de ajusfar con la metrópoli un tratada en que, reconociendo
esta la independencia de Venezuela, asegurase para su comercio
aquellas ventajas de que tanta necesidad tiene su atrasada indus
tria y que aun era tiempo de que le fueran ofrecidas en el interes
de uno y otro pueblo. No correspondió el suceso a la esperanza.
Quiso el gobierno de la península que Veneznela, despues de haber
ganado su independencia á costa de la sangre de la mayor parte de
sus hijos, la comprara tambien con sus tesoros ; pues le exigió que
reconociese como propias todas las deudas contraidas por él en el
tiempo de su dominacion, y que indemnizara á cuantos súbditos
españoles habian perdido sus bienes por efecto de las represalias de
la guerra. No pudiendo obtener mejores condiciones, pidió Son-
blette su pasaporte y el .H de mayo llegó á Carácas y se encargó
de la administracion ejecutiva.
Con grande satisfaccion fué recibido el vicepres'dente por todos
sus compatriotas. Ausente del territorio desde ántes del motin mi-
litar de julio, y por consiguiente libre de la exaltacion y de las pa-
s'ones que desenvuelven de ordinario los trastornos civiles, era el
hombre mas adecuado para conciliar los parlidos y afianzar la paz
y el órden públicos con una conducta justa y moderada. Otra cau
sa mai poderosa hacia tambien necesaria su presencia al frente del
gobierno. Sabiase que 'muchos de los reformistas que habian bus
cado un asilo en las Antillas, conspiraban desde allí contra Vene
zuela queriendo conmoverla para volver á ella á favor de un tras
torno. Ya habian logrado que Farfan levantara de nuevo el estan
darte de la rebelion en un pueblo de la provincia de Guayana, y
Mariño .y otros se habian ti asladado a Haiti 'buscando ausilios v
dir
partidarios
á todo esto
para con
invadir
un remedio
la costapronto
firme.y seguro
Era pues
, cual
necesario
podia espe
aen-

rarse de la eonocida actividad y de la ilustrada esperiencia de Son-


blette.
El levantamiento de Farfan habla 'hecho eii esta ocasion mui rá
pidos progresos. A mediados de 'febrero juntó una partida en el
cauton Alto. Orinoco, y cayendo sobre el pueblo de la urbana, ase
sinó á muchas personas y cometió otros graves atentados. Luego se
dirigió á la provincia de Apure, derrotó una partida enviada con
tra él y se apoderó de Achaguas donde tenia el gobierno una débil
guarnicion. El congreso, que desde las primeras noticias habia au
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torizado al ejecutivo para llamar dos mil hombres al servicio, am
plió luego basta ocho mil aquel número, concediéndole todas las
demas facultades necesarias para la formacion y mantenimiento del
ejército. Páez fué inmediatamente nombrado para dirigir la campa-
üa, y el gobierno le encontró pronto, como en ^53 , á sacrificar
su reposo por el bien de ln patria.
Las circunstancias en que Páez aceptó el encargo de restablecer
la tranquilidad del Apure, eran verdaderamente angustiadas. El
ejército que debía mandar no existia, porque lodos los cuerpos de
tropa habian sido licenciados á medida que se fueron sometiendo
los reformistas, y la fuerza permanente decretada por el congreso
no habia podido organizarse. Por otra parte era necesario obrar
con mucha celeridad atendiendo á que , dueños los facciosos del
Apure, tenían la facilidad de juntar caballerías é invadir ála vez las
provincias de Carácas y de Barínas, como en otro tiempo lo habian
hecho Bóves y Yáñez. Esto sucedería probablemente si San Fer
nando caia en manos de Farfan , porque ademas de su posicion
ventajosa adquiriría con ella armas y pertrechos en abuftdancia ; y
San Fernando estaba casi desguarnecido. Ordenes premiosas se co
municaron en consecuencia á varios jefes para que armasen á toda
prisa á cuantos hombres fuese posible reunir : el coronel Codazzi
con una companía de fusileros partió sin demora en ausilio de
San Fernando, y muí luego se dirigió el general en jefe hácia Cala
bozo , punto designado de antemano para la reunion de todas las
fuerzas con que él mismo debia obrar por aquella via. Hallándose
en esta ciudad, supo que Codazzi habia llegado á tiempo de salvar
la plaza de San Fernando ; pero que estrechamente sitiada esta , y
escasa de provisiones, sufriría mucho la guarnicion si no era opor
tunamente socorrida ; por lo cual sin esperar la llegada de las fuer
zas que en muchos pueblos se armaban á la lijera , resolvió con
tinuar con las pocas que ya tenia y con las que le ofreció Calabozo,
cuyos principales vecinos se alistaron voluntariamente en sus
lilas. Sabida por Farfan la aproximacion de Páez, levantó el sitio
de San Fernando y fué á situarse en la Guamita , de manera que
sin hallar ningun obstáculo entró el ejército en la plaza. Todo
anunciaba en los enemigos la intencion de esquivar un combate
decisivo, pasándose al otro lado del Arauca ; en cuyo caso, y hallán
dose próxima la estacion en que se inundan las llanuras, iba á
quedar diferida la campana con ¡;ran perjuicio de la república ,
— 569 —
pas,
que se
para
vería
volver
forzada
á comenzar
á mantener
la guerra
en piéenunel crecido
verano.número
Entre lanío
de Iro-
el

Apure seria desolado, pues aquellos bandidos no se hablan reu


nido con otro fin , ni proclamaban otro principio que el robo y el
esterminio de los ricos propietarios.
Jamas en su larga y gloriosa carrera acometio Páez empresa mas
temeraria que la que entónces le inspiró su valor; pero tampoco
ninguna tuvo por móvil un sentimiento mas puro de patriotismo.
Sabia que las fuerzas de Farfan pasaban de .1 000 hombres y que
con ellos se dirigía ya al Arauca ; y como viese que sus soldados
no podian seguir el alcanze de los que se retiraban bien monta
dos, escogió entre sus ginetes los que tenían mejores caballo?,
y poniéndose á su cabeza partió al galope contra los enemigos
para forzarlos al combate. No alcanzaban á cien hombres los que
llevaba Páez, y aun de estos una tercera parte se quedó rezagada
por no haber podido seguir su rápido movimiento ; así fué que
cuando llegó á San Juan de Payara apénas tenia 60 compañeros.
Y fué lo peorque al salir atropelladamente del pueblo encontró á
Farfan en la llanura que le demora al poniente, no ya en retirada
ni descuidado, sino con su gente en tres columnas de caballería y
una de peones formadas y apercibidas al combate. Amedrentados á
la vista de fuerzas tan superiores y mas aun al observar que los fac
ciosos se movian en buen órden contra ellos, comenzaron á retro
ceder muchos de los mas valientes, y ya daban muestras de ponerse
en declarada fuga , cuando se dejó oir la voz irresistible de Páez
que les mandaba detenerse y hacer frente al peligro. A esta bizar
ría del general en jefe y á su incansable fortuna se debió el bri
llante suceso de aquel dia. Dos de los jefes que mandaban las co
lumnas enemigas, creyendo ya vencido aquel puñado de hombres
temerarios, se adelantaron tanto, que fueron alanzeados y muertos
por los asistentes de Páez. Temiendo igual suerte Farfan que guiaba
la tercera y que en la carga habia quebrado el freno de su caballo,
hizo por cambiar la primera direccion de este, y no pudiendo con
tenerle, le dejó correr en una opuesta. Muchos de los facciosos le si
guieron ; otros viéndose sin jefes titubearon y perdieron la forma
cion.
El momento era favorable , y Páez fue pronto en aprovecharlo
mandando á los sayos que cargaran á su vez. En esta brillante vic.
loria no hubo combate sino derrota y persecucion. Solo dos hom-
II.—BIST. MOD. SI
los d¡ feusoros ¡\ .I ¡wt;k'nio: mas d,e 130 los
|os¡ cuales, se dispersaron en todas dir$ccv)ges , sin que
reunidos ¡tomaran el mismo cambio: en su fuga des-
alcuMa. , .1
Tal fué la funcion de armas que tuvo lugar el 26 de abril eu las
llaniiiMs de Payar?. Fardan, que dflmi ;i ¡ud di i la vida á la casua
lidad de haber sido arrojado por su caballo dentro de mi pantano ,
se refugió luego eu Casanare, y la tranquilidad del Apure quejó
restablecida. Bien pronto estuvo tambien libre el gobierno del cui-.
dado que le habian inspirado los reformistas con sus manejos cu
Haití. Un agente de Venezuela enviado á esta, república obtuvo de
su ilustre presidente las mayores seguridades de amistad y buena
inteligencia, ofreciendo Boyer que velaría sobre Mariño y sus com
paneros, y que castigaría con arreglo á las leyes á cualquier persona
que tomara parte en una agresion tan injusta como opuesta á los
principios del gobierno que él regia.
Son estos los sucesos mas notables del ano de .1857. Réstanos
solamente hablar de algunos actos del gobierno ó del cuerpo legis
lativo. .. , :: -,
yn decreto espedido por Carreüo en 5 de febrero mandó esta-r
blecer en Carácas una corte superior , estendiendo su jurisdiccion,
á las provincias de Apure , Cumaná , Guayana , Barcelona y Mar
garita.
En 21 del mismo mes declaró el congreso vigentes las leyes de.
Colombia , que babia derogado el general Bolívar , sobre supresion
de conventos. Uu decreto de .10 de marzo autorizó á las juntas di
rectoras do estudios en los colegios nacionales para conceder grados.
de bachiller en filosofía ; y otro del .1 4 ausilió dichos establecimien
tos con algunas sumas que debian sacarse del tesoro público. Por
una lei de 5 de mayose destinaron fondos para el pago de los inte
reses de las deudas estranjera y nacional , y se establecieron reglas
para la gradual amortizacion de esta última. Otras dos leyes de S y
6 del mismo mes gravaron la]destilacion del¿aguardiente, y estable
cieron un impuesto subsidiario para cubrir el déficit ocasionado por
los trastornos de 1853. Tambien se 'ocupó este congresp en hacer
algunas reformas importantes así en el régimen de aduanas, conjo
eu, la organizacion de las oficinas. superiores de hacienda., , .,. , ,
"• 'i!u. '.i.. ¡ i i "i ...i/ K¿tti¡r... n. ,••„;•»... •, .•!•, !m .!•'
titiií! -iíl» 4 MI* .114,1 iJ '"j.M'..J '* Ct.in'iíi Ot!Í« '• i, . I''1' . !¡.tí I..I I I
.•i H{ . t-irt— .11
NOTAS.

l.a — Vadillo, apuntes históricos.


2. — Alberto Lista , historía universal.
3 a — (En el testo dice (1) por equivocacion). Ojeada á la consiitucion
bolivíana , por Antonio Leocadio Guzman.
4.a — Las noticías históricas publicadas por los señores Felicíano Monte
negro de Colon y doctor Francisco Javier Yanes; los documentos de la
-vida pública del Libertador; los archivos del gobierno; los papeles perió
dicos de Venezuela , el Ecuador y la Nueva Granada , y muchas apuntacio
nes manuscritas que nos han sido suministradas por el mismo señor
Yanes y por algunos jefes militares de alta graduacion , testigos ó actores
en la mayor parte de los acontecimientos , tales son las principales guías
que hemos tenido para la redaccion de esta obra. Los estrechos limites á
que nos han forzado á reducirla la escasez de tiempo y de recursos , son
causa de que no se haya podido citar á cada uno en su lugar correspon
diente , contentándonos con hacerlo aquí de un modo general.

FIN.

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i
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