La Vida Interior de Los Animales
La Vida Interior de Los Animales
La Vida Interior de Los Animales
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La vida interior de los animales, de Peter Wohlleben, me ha impactado tanto como su libro
anterior, La vida secreta de los árboles.
Con la vida interior de los animales he aprendido muchísimo, hay anécdotas que me han
encantado y otras me han removido tanto que llegué a pensar que no sería capaz de acabar
el libro.
La vida interior de los animales es un libro para abrir consciencia o sí, o sí, o al menos para
despertar la compasión hacia nuestros hermanos los animales. Al leer esto os preguntareis
porqué lo digo si vosotros amáis mucho a vuestras mascotas e incluso a los animalitos del
bosque, como a la graciosa ardilla o al dulce Bambi, sin embargo y aunque creo que todo
aquel que tiene una mascota la ama, no va por ahí mi pensamiento, sino más bien en como
maltratamos a los animales que luego nos comemos, porque están en granjas hacinados sin
poder moverse, estando encima mismo de sus propias heces, cosa que sí el animal estuviera
suelto en la granja, jamás haría, ya que parece que los animales hacen como nosotros
aprovechan una zona alejada para utilizarla de retrete, e incluso cuenta que hay animales
que pacen por una zona mientras naturalmente van defecando por ella y luego ya no pasan
por esta zona. Esto nos demuestra que los animales son muy pulcros en cuanto a su
higiene, por eso hasta los propios cerdos que estando sueltos no se sentarían nunca en sus
propias heces, en las granjas están estresados porque están encima de sus desechos.
Otra cosa que me impactó negativamente es como a los ratones, las cobayas que los
científicos siguen utilizando como conejillos de indias para saber si sienten dolor, han sido
capaces de infrigirles daño, de maltratarlos una y otra vez hasta que verifican que sí que
sienten dolor y yo me pregunto ¿de verdad hace falta esto en el siglo XXI?, ¿de verdad no
hay otra manera de comprobar los estudios científicos? Con lo listos que somos aún
seguimos maltratando y generándoles estrés una y otra vez hasta que llegamos al número de
veces adecuado para verificar y confirmar que si sienten dolor. Y luego los inteligentes y
evolucionados somos nosotros. Pues bien veo que sabemos mucho de electrónica y
tecnología, pero poco de compasión hacia estos animales que al fin y al cabo están
compuestos de células, órganos, energía y demás elementos como nosotros mismos.
No sabría decir si me ha impactado más porque soy vegana, pero realmente ha habido
capítulos que me han puesto los pelos de punta porque, ya no hablamos de alimentarnos y
de supervivencia, hablamos realmente de una industria que no mira nada más que el
negocio y nosotros metidos en nuestra propia vida y en nuestra sociedad consumidora nos
da igual que la carne que consumimos haya estado sometida a estrés y a un montón de
medicamentos para que los propios animales no enfermen por las condiciones a los que los
sometemos. Por eso ahora la carne no sabe como antes cuando los animales pacían libres
aunque el final fuera el mismo alimentarnos de ellos.
En su capítulo sobre el dolor la pregunta era si los peces sienten daño cuando se les clava el
anzuelo, lo más obvio y lo que yo contestaría sin pensar es que claro que lo han de sentir,
sin embargo hasta ahora se había considerado improbable y sigo pensando ¿que tenemos en
nuestra cabeza? En la del pescador o la del cazador que infringe dolor para luego no
comerse ese animal, solo por mero disfrute, sé que se ha hecho durante toda la vida y que se
seguirá haciendo, pero cuanto más lo pienso más me desagrada.
Dicho todo esto que era lo primero que tenía que mencionar porque es lo que más me ha
impactado, continúo con las experiencias hermosas y amorosas que ha podido vivir Peter y
su familia, compañeros e incluso los intrépidos excursionistas.
Se han hecho muchas investigaciones tanto con animales como en personas, quiero
mencionar una concrétamente que se hizo con una mujer, esta sentía miedo a los insectos y
a los reptiles, hasta que a raíz de haber generado una extraña enfermedad en la que las
células de la su amígdala sufrieron necrosis, dejó de tener miedo y fue capaz de tocar a los
animales, sentía curiosidad pero ya no miedo, el mismo estudio se llevó a cabo con peces
rojos para que huyeran pitando a una esquina concreta del acuario nada más un foco verde
empezará a centellear, si no lo hacían les daban una descarga eléctrica, entonces los
investigadores paralizaron una parte del cerebro, el telencéfalo, qué equivale a nuestro
centro de dolor y a partir de entonces los peces rojos ignoraron sin miedo la luz verde, aquí
se pone de manifiesto otra vez que los animalillos siente dolor. Seguramente habrá
emociones como el amor y la felicidad que no podremos demostrar científicamente, no
obstante lo sabemos por la forma como se comportan dichos animales.
Una criatura realmente curiosa de la que nos habla en el libro es un hongo, que se
encuentra, a veces, en la madera cuando esta está en descomposición. Dicho animalillo no
tiene cabeza y sin embargo se mueve, son capaces de salir por la noche de los vasos en que
han sido provisionalmente depositados por los investigadores para jugar con este unicelular
mucilaginoso. Al mixomiceto, así se llama dicho hongo, lo ponen en un laberinto y, tras
horas, da con la salida adecuada. Toda una hazaña contando que carece de cabeza, ja ja
¿dónde se encontrará el raciocinio de este perspicaz hongo?
Algo más sobre inteligencia, o supervivencia no sabría muy bien donde encasillarlo, nos lo
cuenta el profesor Johannes Baumgartner de la Universidad de Medicina Veterinaria de
Viena, detectó una gran personalidad entre los cerdos que había observado y habla de una
vieja puerca, explica que tras haber parido 160 lechones a lo largo de su vida, ayudaba a sus
hijas a prepararse en el momento del parto a modo de partera.
La astucia es algo que Peter demuestra en el libro observando al gallo que tiene en su
corral, es un gallo muy apuesto con una vida sexual muy activa y con solo dos gallinas,
dichas damiselas están hartas de tanto enviste por lo que él ha de ser muy astuto, las
engaña, les hace creer que hay comida donde él está, ellas van allí y se lanza sobre ellas
para volverse a aparear, las gallinas después de dos o tres engaños ya no sucumben a su
artimaña por lo que el don Juan se tendrá que buscar otro tipo de engaño.
Las golondrinas también hacen algo parecido, si el macho al regresar al nido no encuentra a
la hembra en este, da un gran grito de alerta para que la hembra vuelva rápidamente y así
no le pueda ser infiel, cuando esta regresa al nido solo encuentra calma.
Las ardillas del bosque donde vive el guardabosques Peter, han de almacenar alimento para
subsistir en el frio invierno, y para ello hacen unas despensas que luego estarán cubiertas
por mantos de nieve, si estas ardillas ven que algún congénere las está mirando no echan
nada dentro de la despensa, solo cuando no las ve nadie reparten la comida en su particular
alacena. El siguiente reto será tener memoria para encontrar todas las despensas que han
fabricado para subsistir en la época invernal.
Lo que pasa es que no sé porque los insectos nos generan asco, en lugar de ver lo valientes,
trabajadores y organizados que son cómo las avispas, las hormigas, las abejas, las
mariposas y el resto de la larga lista de bichitos, si ya sé que para ellos es supervivencia, sin
embargo son dignos de observar e incluso copiar algunas de sus habilidades.
Otra demostración de inteligencia es la prueba del espejo, hay animales que pasan esta
prueba y son capaces de comprender que el reflejo que ven en el espejo no es un colega
sino su propia imagen proyectada, el creador de este método fue el psicólogo Gordon
Gallup y fue una prueba para los monos, esta prueba se considera la demostración de la
existencia de una conciencia de sí mismos, un apunte, decir que los niños pequeños solo
superan esta prueba a partir de los 18 meses, desde que este psicólogo lo puso en marcha
han superado la prueba simios, delfines, elefantes…motivo para que los investigadores los
pueden mirar con otros ojos.
Las urracas y los cuervos también pasan de sobra esta prueba, debido a su inteligencia, a
estos animales se les llaman los monos del aire. El ensayo ha ido más allá, a los cerdos se
les ha hecho una prueba un poco más complicada, les escondieron comida detrás de una
reja, después colocaron a los cerdos de tal modo que únicamente podían ver el cebo
reflejado en un espejo colocado frente a ellos, 7 de 8 cerdos entendieron a los pocos
segundos que tenían que volverse para dirigirse detrás de la reja llegando al manjar,
superando con creces dicha prueba, demostrando que son muy listos.
Los animales también son capaces de avergonzarse lo mismo que los humanos y de sentir
envidia, a veces jugamos con nuestras mascotas y no nos damos cuenta de que hemos
hecho más caricias a uno que a otro, o incluso hemos dado más comida a uno que a otro, el
que sale perjudicado siente envidia o celos.
Los animales son colegas entre ellos, como ya nos contó Peter en su libro La vida secreta
de los árboles, los árboles son colegas de sus hermanos, ayudan al más pequeño o
necesitado en el propio bosque, pues los animales hacen lo mismo, muestra de ello es
cuando se acerca algún enemigo el primero que lo ve da el grito de alarma para que los
otros huyan, otro dato de compañerismo lo vemos en los murciélagos sudamericanos, estos
muerden al ganado vacuno y otros mamíferos de noche, sin embargo los inexpertos se
quedan sin poder comer, hecho que se remedia cuando los que ya están saciados vuelven a
las cuevas, allí regurgitan parte de su ración de sangre para los compañeros menos
afortunados, de manera que todos puedan ser alimentados.
Otra cosa que me ha llamado mucho la atención es el capítulo donde habla del sueño, los
vencejos por ejemplo no paran, no se posan en listones, por lo que duermen volando, hecho
super arriesgado por los depredadores y los posibles accidentes, os preguntareis como lo
hacen, vuelan, vuelan, vuelan hasta que llegan muy alto y entonces descienden poco a poco
planeando aprovechando así esos instantes para sus tranquilas siestas o pegar una
cabezadita, los caballos para dormir bien se tienen que recostar de lado como si hubieran
sido abatidos, en esos momentos se adentran en un profundo sueño donde no perciben nada,
aunque sólo están así unos minutos, el resto del día dormitan de pie bloqueando una rodilla.
Os hablaría de este maravilloso libro capítulo por capítulo, ya que es un libro que es para
devorar, para el que le gusten los animales y para el que no, aunque no lo voy a hacer
porque si no, no lo leeréis ja ja.
Nos da muchos datos sobre muchos experimentos de inteligencia que se han hecho con
animales, de la parte del amor que demuestran hacia su camada, hacia su pareja e incluso
hacia el humano que está con ellos,
Peter nos detalla escenas muy interesantes de pájaros mamíferos y animales salvajes que
ha vivido en primera persona, en su magnífico observatorio en los bosques de Hümmel
donde trabaja como guardabosques, viviendo allí mismo disfrutando de sus horas de
descanso mientras mantiene a sus propios animales y observa cómo se comportan tanto
estos como los salvajes, que han tenido que desarrollar de verdad una inteligencia suprema
para poder subsistir y además ahora tienen un reto mayor, vivir junto al humano,
adaptándose a sus carreteras y a la ciudad, que cada vez les deja menos espacio de bosque
virgen.
Un libro que desde luego te hace meditar en muchas cosas, te hace valorar más al animal y
al insecto, ese diminuto ser que no por ser pequeño es tonto o necio sino todo lo contrario
es inteligente y avispado, porque ha de sobrevivir.
Cómo me gustaría pasar una temporada en el bosque con Peter disfrutando y abrazando los
magníficos árboles, además de observando a los animalillos en su quehacer diario y en sus
juegos interminables.
Gracias por escribir parte de tus pasiones en estas líneas, porque así personitas como yo
pueden aprender y vivir la vida a través de tus ojos tiernos.