Resumen - Todo Lo Sólido Se Desvanece en El Aire
Resumen - Todo Lo Sólido Se Desvanece en El Aire
Resumen - Todo Lo Sólido Se Desvanece en El Aire
La
experiencia de la modernidad.
Los puntos en común entre Marx y los modernistas quedarán más claros cuando se tomen
imágenes como: “todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado”2,
estas imágenes no solo describen la situación histórica que está sucediendo sino lo que
sucederá. En última instancia, todo tiende al continuo cambio. De hecho, el Manifiesto
no solo muestra las características de la vida y cultura modernas sino también de sus
contradicciones.
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Marshall Berman (2004): Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. México D.F.:
Siglo Veintiuno.
2Véase Marx. C., Engels, F. (2007) El Manifiesto Comunista. México D.F.: F.C.E., trad. De Jesús Izquierdo Martín.
En esta versión es traducido: “[…] Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo sagrado es profanado” p. 159.
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obligados a abandonar el campo para instalarse en la ciudad. La ciudad será al mismo
tiempo el lugar donde se concentra la riqueza y la miseria.
Para Berman, Marx no solo describe la situación histórica con la irrupción de las formas
modernas, sino que nos lleva la mirada hacia adelante, a lo que vendrá. Y esto es todavía
más dramático porque no es el sujeto quien se opone a ese constante ritmo, sino que es
llevado por la corriente. Todo está en constante devenir, nada se escapa, nada permanece.
Una de las aparentes paradojas del Manifiesto se hace presente cuando Marx alaba a la
burguesía por haber desempeñado en la historia un papel revolucionario. En realidad,
como bien lo expresa Berman, esta celebración se debe a que la burguesía ha “hecho
realidad” las ideas y los sueños de los intelectuales modernos. El ideal de vida activa
aparecida tenida como tema central desde el Renacimiento se “ha hecho carne” gracias a
la burguesía. Y esto no es algo menor, todo lo que ha logrado hasta ese momento la
burguesía y todo lo que tiende a lograr solo puede significar algo: el poder de la actividad
humana.
Lejos de verse, Marx, como un adulador de las cosas creadas por la tecnología burguesa,
lo que le importa a Marx son las expresiones, energías y poderes humanos. Es en ese
sentido que celebra a la burguesía, el haber hecho posible que se realizara todo el
potencial de la humanidad. Pero, allí acaba la alabanza hacia la burguesía, estos se han
quedado en medio camino, han “cortado” las posibilidades del hombre al solo
concentrarse en hacer dinero. Si todos sus esfuerzos se concentran solo en este fin, no es
posible que este sea el sistema adecuado en realizar todas las posibilidades humanas. Y
esto queda claro porque ellos han demostrado que es posible cambiar el mundo. Por ello
¿qué les podría impedir a los hombres modernos organizarse para cambiar el mundo
todavía más?
Si bien es cierto que el cambio es una cualidad porque siempre dirige las fuerzas a la
transformación, esta se alimenta también y de gran manera de la crisis. Crisis y
transformación, son la fuerza motriz para el fortalecimiento de la burguesía. La relación
3 Ibíd., p.89.
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dialéctica de estas dos fuerzas contrarias le dan ese movimiento siempre hacia adelante.
Por ello si es que se quiere seguir siendo participe de la vida “los hombres y mujeres
modernos deben aprender a anhelar el cambio: no solamente estar abiertos a cambios de
sus vida personal y social sino a pedirlos positivamente, buscarlos activamente y llevarlos
a cabo.”4
Esta dinámica pese a su “explotar” las energías humanas no deja de tener problemas.
Según Berman, el capitalismo al mismo tiempo que crea incesantemente posibilidades de
desarrollo, también las destruye. Este sistema termina siempre por apagar las
posibilidades en mucho mayor medida porque desecha todo aquello que no es
comerciable y con ello se van a la sepultura muchas posibilidades que nunca vieron la
luz.
Siguiendo el desarrollo dialéctico, el freno que establece la burguesía sobre los hombres
hará que estos consideren como medio necesario librarse de las ataduras que impiden el
libre desarrollo de sus capacidades. De este modo, el luchar por su libertad individual se
convierte al mismo tiempo en lucha colectiva porque apuntan hacia lo mismo. El libre
desarrollo del individuo dentro de sus posibilidades según sus características y sus
necesidades solo podrán hacerse realidad si la sociedad también es libre. Ese debe ser el
camino al que debe apuntar la modernidad para ser más plena.
Pero la imagen del mago va más allá, también en esta imagen recae la dualidad
contradictoria que suponen las fuerzas burguesas. El mago burgués es comparado con el
Fausto de Goethe o el Frankenstein de Mary Shelley, los cuales luchan por la expansión
de las fuerzas humanas, pero termina siempre aplastados por estas fuerzas. Es esta
polaridad la que da forma a la cultura moderna.
4 Ibíd., p.90.
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Representando a las fuerzas destructivas desencadenadas serán los proletarios, quienes
despojarán del control de las fuerzas de producción a la burguesía debido a que ha cerrado
las posibilidades que ha abierto. El desarrollo moderno burgués le hace falta hacer real la
posibilidad de los diversos aspectos de la vida.
El mejor ejemplo de este despojo, de esta revelación de la verdad desnuda, según Berman,
es El rey Lear de Shakespeare, y no solo porque trata esta relación sino porque se acerca
bastante a lo que piensa Marx, es decir, la relación(cubierto-desnudo) es tratada de forma
dialéctica, al punto que aquello que lo redime en su condición de hombre lo destruye
políticamente. Pero, al margen de sus deseos exclusivamente individuales, se abre
posibilidad sobre una individualidad que se reconoce tan igual como el otro, esto es, que
es la base necesaria para la construcción de la comunidad verdadera.
Por otro lado, la imagen de lo desnudo revela también que los hombres se despojan de
toda referencia hacia el pasado, lo cual significa también que se verán despojados de las
ataduras que los hacían devotos de sus “superiores”. Con ello, queda claro que los
hombres quedan en la posibilidad de considerar de mejor manera las condiciones de su
existencia personal y colectiva, para que mediante su unión colectiva escapen al frio
utilitarismo burgués. Pero, esto no es más que una esperanza, nos dirá Berman, que lejos
de ser una luz firme e inconmovible, se asemeja más a una luz que parpadea, y esto debido
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a que no se puede asegurar que las relaciones de los hombres y mujeres modernos
devengan en colectivismo, sino que pueden quedarse en individualismos cerrados.
Sin embargo, para Marx esto resultado de algún modo provechoso ya que, si realmente al
burgués le interesa la libertad de comercio, no podrá hacer nada para impedir que nuevos
productos, ya sean económicos, políticos o culturales, circulen en la sociedad, y con ello
se asegurará que los comunistas ofrezcan sus productos de manera libre.
Para Marshall Berman este modo dialectico de ver la realidad tiene varias dificultades.
Primero porque el supuesto compromiso de la burguesía con la libertad de comercio en
sus diferentes aspectos no es más que un principio formal. En la práctica han demostrado
que siempre han luchado por controlar los mercados. Segundo porque los comunistas
tenderán a convertirse en mercaderes de la revolución, que las empresas revolucionarias
estarán muy cerca de convertirse en un negocio si es que el triunfo no llega rápidamente.
Tercero porque a pesar de que la promesa del comunismo nos ofrezca liberarnos del
nihilismo burgués ¿cómo podrá librarnos de él y llevarnos a una integración pacífica? De
hecho, puede ser que exista un nihilismo comunista y este podría resultar ser mucho más
despiadado.
5 Ibíd., p.108.
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mundo burgués, aquel que tenga ese símbolo de distinción conservará siempre su
tranquilidad.
Lejos de ser compasivo con estas formas religiosas, el capitalismo tiende a destruirlas,
todo tiene que ser trastocado, todo tiene que perecer, nada ni nadie debe ni puede
escaparse a ese destino. Esta destrucción, sin embargo, abre las posibilidades para la
construcción de una vida nueva. Al ser despojada de lo sagrado, la vida es despojada
también de los restos del pasado, es decir, se destruyen los antiguos privilegios para dar
paso a una sociedad igualitaria espiritualmente, además la burguesía al renunciar a estos
privilegios espirituales solo tendrá de su lado al poder material.
El drama del intelectual no está en ser parte de la clase obrera, ya que dentro de ella tiene
privilegios con respecto al obrero que solo subsiste. Lo que les afecta sobremanera es que
se involucran tanto en la creación de sus obras que “las fluctuaciones del mercado los
afectan de manera mucho más profunda”6, al venderse al mercado gran parte de lo que
ellos son venden no solo su imaginación, energía física, sus sentimientos y su
sensibilidad.
Ante ese panorama, los intelectuales buscan escapar de la realidad negándola. Por ello se
entregan a cosas como “el arte por el arte” o la “ciencia pura”, pero lejos de poder salir
en realidad solo escapan mentalmente. La labor de Marx, nos dice Berman, es totalmente
diferente. Él pretende “arrancar” las aureolas para poder enfrentarnos directamente a las
contradicciones generadas por el capitalismo. No hay otra forma posible.
6 Ibíd., p.115.
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6.- Conclusión: La cultura y las contradicciones del capitalismo
En esta última parte, Berman menciona que tanto Marx como la tradición modernista
comparten la visión de la vida moderna como contradictoria, y a la vez una visión de una
modernidad última. La vida moderna se mueve a un ritmo desenfrenado en donde todo
está en constante fluir. La gloria y el desastre se alterna papeles que duran muy poco, todo
se corrompe y casi de manera mágica vuelve a brotar del caos.
Otro de las constantes ensoñaciones, sobre todo de los países menos desarrollados es su
combate contra la modernidad, a pesar de las diferencias políticas, en muchos casos
parecen coincidir en el paso del feudalismo al socialismo. El fin de todos ellos se remite
a la protección de la cultura nacional, y con ese supuesto fin de proteger a la nación de la
modernidad, en muchos casos lo que se hace es reprimir el espíritu crítico de la gente de
sus mismos países. Sin embargo, no se dan cuenta que el espíritu moderno no puede ser
pasado por alto, no puede reprimirse algo tan solo con negarlo.
Para terminar Berman contestará dos acusaciones a Marx hechas por Herbert Marcuse y
Hannah Arendt. Lo común en estas dos criticas es que Marx se “reduce” a la celebración
de los valores del trabajo y de la producción, y con ello descuida otros modos de ser
humanos. Marcuse zafándose del dolor y el esfuerzo del héroe favorito de Marx,
Prometeo, exalta a figuras como Orfeo o Dionisio que representan las alegrías, la
sensualidad o la identidad con la naturaleza. Pero la acusación contra Marx es solo un
malentendido ya que Marx no se reduce al trabo y la producción, sino que tiene un ideal
más complejo, en donde se tenderá al libre desarrollo de la totalidad de las capacidades
del hombre. Con ello las cualidades apreciadas por Marcuse se englobarían dentro de este
ideal de Marx. Por su parte, Arendt sostendrá que el problema principal en Carlos Marx
es su falta de autoridad. Este problema no es tocado por Marx ya que él supone como
base principal, de llegar el comunismo, una sociedad donde el libre desarrollo individual
sea base para el desarrollo en conjunto. Además, este problema se alimenta del impulso
nihilista del desarrollo moderno tanto individual como colectivamente dará pie a no sea
un problema exclusivo de Marx sino de todas las bases de la vida moderna.
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