1 Adriana Puiggros Civilizacion y Barbarie
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Editorial Galerna
Civilización o barbarie
Educación con bastón y levita
La organización de los establecimientos educativos en forma de sistema escolar y la implantación
de los principios de gratuidad y obligatoriedad tuvieron dos orígenes simultáneos, aunque de
distinto signo político. Los caudillos pretendían que la organización de la educación reflejara su
proximidad política con la gente a la cual gobernaban. Su obra educacional estuvo dirigida a los
habitantes de los pueblos y del campo que confiaban en ellos. El interés del conservadurismo liberal
porteño estaba centrado en la educación de los dirigentes, junto con una atracción estética por el
progreso, que lo seducía por ser una moda en Europa. Pero no le interesaba como un eje de la
organización de la vida de.la población.
El arquetipo del conservadurismo liberal porteño fue Bernardino Rivadavia, quien actuó en la
educación argentina siendo secretario de Guerra del Primer Triunvirato, colaborador de Las Heras y
presidente de la Republica. Adhería al utilitarismo ingles y a la "ideología", corriente europea de
corte conservador. Su visión geopolítica era estrecha, pues se circunscribía a los intereses de los
porteños de levita y quería desembarazarse del interior. Se subordinaba a la larga mano de
Inglaterra, con la cual contrato el empréstito con la compañía Baring Brothers, que podríamos
señalar como fundador de nuestra política de endeudamiento externo. Creo el Banco de Descuentos
y la Bolsa de Comercio y estableció el sistema de enfiteusis, muy discutido en cuanto a sus
resultados efectivos, mediante el cual se repartieron tierras públicas a colonos. Representando a
capitales ingleses, disputo las minas de Famatina al grupo riojano dirigido por Braulio Costa e
integrado, entre otros, por Facundo Quiroga. Negó ayuda a San Martin; pacto con el absolutismo
español después del Congreso de Viena de la Santa Alianza y aisló fuertemente a Buenos Aires de
las provincias. Su mentalidad administrativista y centralista fue una de las primeras expresiones de
la naciente oligarquía porteña.
Rivadavia introdujo el método lancasteriano en todas las escuelas de Buenos Aires; decretó la
obligatoriedad escolar y fundó la Sociedad de Beneficencia, a la que encomendó dirigir escuelas
para niñas. Promovió el desarrollo de la educación media, nivel aun en germen en la época,
abriendo el Colegio de Ciencias Morales, sobre la base del Colegio de la Unión del Sud, y estimuló
la enseñanza de la ciencia en el Departamento de Estudios Preparatorios de la universidad, que creó
en 1821. ¿Cuál era la diferencia entre el imaginario educacional de los caudillos más progresistas y
el de Rivadavia? Este opto por el modelo napoleónico consistente en una pirámide en cuya cúspide
esta la universidad, que funciona como rectora de todos los establecimientos educativos. Quiso
una centralización completa de la educación en el poder porteño. Los caudillos progresistas
prefirieron promover Juntas Protectoras de la Educación, provinciales y locales, en las que los
vecinos tuvieran activa participación y defendieran la autonomía de los sistemas educativos de
sus provincias. La idea rivadaviana no era estatista en el sentido de la moderna educación publica
democrática, sino con el carácter absolutista que tenía lo público en la concepción napoleónica.
Artigas trato de difundir la instrucción a las provincias del Litoral; Rivadavia quiso circunscribir la
reforma a Buenos Aires; López vinculaba la educación de los provincianos con la integración de la
sociedad nacional; Rivadavia aspiraba a formar a una minoría esclarecida y privilegiada.
El sujeto pedagógico imaginado por Rivadavia se caracterizaba por su aislamiento respecto del
resto de los connacionales, una mentalidad moderna, utilitaria, economicista y desinteresada del
contexto social. Un mismo método, en este caso el Lancaster, cobraba efectos distintos si se
articulaba en el discurso rivadaviano o formaba parte de las preocupaciones de Artigas por mejorar
y modernizar la educación de sus paisanos. Del imaginario pedagógico rivadaviano deriva un
liberalismo pedagógico elitista o un conservadurismo modernizante. Del imaginario pedagógico de
los caudillos progresistas surge un federalismo pedagógico democrático que se engancha con
las propuestas de Simón Rodríguez, el maestro de Simón Bolívar, aunque lamentablemente no
hayan llegado a conocerse.
Las tendencias educativas que hemos mencionado no alcanzaron una síntesis. Es innegable que
existen elementos incompatibles, que pertenecen a proyectos enfrentados. Pero la historiografía
tradicional, tanto la nacionalista como la liberal, sólo fue capaz de usar una lógica dualista,
estableciendo contradicciones donde la existencia de una posición excluía la otra -como en el caso
del liberalismo rivadaviano y el nacionalismo de los caudillos-, pero no pudo detectar, por ejemplo,
que los caudillos progresistas habían puesto las bases del sistema que Sarmiento extendió,
generalizó y terminó de instituir como tal. Esa insuficiencia en el análisis tuvo consecuencias
políticas graves porque colaboró en la fractura de la cultura política nacional entre nacionalismo y
liberalismo, tomando estos dos valores como absolutos y sin distinguir en el interior de cada uno
corrientes ni matices ni zonas fronterizas.
El sistema educativo no siguió esos mismos lineamientos. En su interior se conjugaron todas las
posiciones del espectro que mencionamos. Aunque creció de acuerdo con los parámetros
establecidos en la primera mitad del siglo XIX, es decir, bajo la principalidad del Estado y
siguiendo la forma de la escolarización, el problema de su relación con la comunidad quedó siempre
irresuelto, y en su carácter unitario o federal radicó uno de los mayores puntos de conflicto. Pese a
los principios liberales de política educativa que guiaron la organización del sistema, el
nacionalismo católico se instaló fuertemente en el discurso.