Paraiso Perdido PDF

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Alzaos
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pues, armáos con presteza,
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O doblād al vil vugo la cabeza


º l/arreara cuyº.
loosa on Say.

PIN PEIIIII). º DE VA

Da Seguros,
TRADUCIDo EN VERso CASTELLANo

Poa ... -

- D. J. DE ESCOIQUI7,
. Al s"eer/écasa o «Me A Mcesa "cáz, Ry ceasa dóse yo ele les
- seresta dy esfera elMe Toleado. ele". etc.
- -

TOM0 l.

¿Eé\,333$ 2:

Imprenta y eana de la union Consercial.


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PRoLoG o
DEL TRAD UCTO R.

Deseaspo ocuparme durante el tiempo


de mi residencia en Francia, con alguna
utilidad para mi patria, hize animo de darla
la traduccion de una obra de las mas celebres
en el Orbe literario, y de que aun carecía;
á saber, la del famoso poéma inglés de Milton
intitulado el Paraiso perdido, trasladado
ya en casi todos los idiomas de la Europa.
Para hacerla más util, y agradable, resolvi
añadirla las eruditas notas de Addisson, y
algunas mias, que aclarasen las dificultades,
que habian de ocurrir al comun de los
lectores, en gran parte poco instruidos para
resolverlas por si solos. -

Estas explicaciones eran tanto mas nece


sarias, quanto el asunto de que trata el
poéma, es uno de los mas misteriosos, de
licados, é importantes de nuestra religion
r
¿ PROL O GO
christiana, y por consiguiente expuesto á
mas equivocaciones, y errores.
Milton para formar de dicho asunto un
poéma epico, se vió precisado á dar á los
hechos un colorido enteramente humano; en
lo que de algun modo, no ha hecho mas que
imitárá la misma escritura sagrada, de don
de los ha sacado, que para proporcionarse
al alcance de los hombres á quienes está
destinada, habla de Dios en muchas partes,
como si tubiera ojos, manos, y pies, ó como
si fuera mudable, y sus providencias proce
diesen de arrepentimiento, de ira, ó de ven
ganza, dando á proporcionestas propias ideas
de los Angeles, tanto buenos, como malos.
Su sagrado texto refiriendo, por exemplo,
la caida de nuestros primeros padres, nos
la presenta cubierta con un velo material,
aunque lleno de misterio, no reduciendose
á otra cosa en la apariencia, que á la con
versacion de una serpiente con Eva, de
cuyas resultas, esta seducida por ella, come
la fruta del arbol prohibido, sin que se mos
diga una palabra para explicarnos, que no
pudiendo hablar, ni raciocinar por si un
animal bruto como la serpiente, esta no era
DE L TRADU CTO R, 3
mas que el instrumento de la envidia delxefe
de los Angeles precitos, para engañará
muestra común madre, y perder por su me
dio á su esposo, y á todo el linage humáno.
La caída de los Angeles se nos pinta del
mismo modo en la escritura, con las pro
pias imagenes materiales de que Milton
ha hecho uso, dandolas toda la extension
posible, como se vé en las palabras sigui
entes de Ysaias. (Cap. 14, v, 12). En las
que describiendo la destruccion del reyno de
Babilonia, hace la siguiente alusion á la caída
de Satanás con sus Angeles reprobos: como
has caído del cielo, ó luzero de la ma
fiana, que parecias tan brillante alapuntar
la aurora º Como has sido derribado, tu
que decias en tu corazon subiré al cielo,
estableceré mi trono sobre los astros de
Dios, me sentare sobre el monte de la
alianza, al lado del Aquilón, me colo
care sobre las nubes mas elevadas, y sere
semejante al altissimo ? Y con todo has
sido precipitado de aquella gloria al in
fierno, á lo mas profundo del lago.
Puede considerarse este pasage sublimej
como el que ha servido de base á todas las
4 p ROL O GO

descripciones poéticas de Milton, sobre la


caída de los Angeles, añadiendole el del
Apocalipsis, en que se dice: Hubo una
gran batalla en el cielo. El dragón peleaba
con el Arcangel Miguel Miguel peleaba
con el, y consiguió la victoria,
Debe pues estár advertido el lector poco
instruido, de que no ha de entender ma
terialmente las descripciones de Milton,
como tampoco las de la sagrada escritura,
sinó solo como otras tantas figuras de suc
cesos puramente espirituales, que ni nues
tro entendimiendo, en el estado en que se
halla en esta vida, puede comprender, ni
el lenguage humano podría explicár, aun
que lo comprendiese, segun lo advierte
el mismo Milton.
Tampoco ha de figurarse el lector, que
el caracter, que dá el autor del poéma á
Satanás, y á los demas Angeles malos,
sea en realidad el que tienen, pues para
no hacerlo tan odioso á los lectores; que
la repugnancia con que lo mirasen, dismi
nuyese el interes del poéma, les ha atri
buido algunas calidades morales, como
por exemplo el afecto entre si, el amor á
D EL TRA D UCTO R. S.

su xefe, la compasion, y el cariño de este


para ellos, cierta especie de generosi
dad, y otras que están muy lexos de tener,
en los terminos desinteresados que se les
atribuyen ; pues si hai alguna union, or
den, y subordinacion entre aquellos espi
ritus malignos, y desesperados, que se
aborrecen reciprocamente, es solo con el
objeto de causar mayores males, y de ven
garse en quanto pueden de Dios, en las
criaturas que quiere favorecer.
No contento Milton con dar alegorica
mente cuerpos à los Angeles, se los atri
buye efectivos, aunque ethereos, y sutiles,
cosa contraria á la doctrina catholica, que
los cree absolutamente incorporeos; pero
le ha sido indispensable esta ficcion, pues
sin ella, la composicion de su obra, era del
todo imposible, ó en lugar de un poéma,
hubiera dado á luz un frio, y exacto tratado,
de methaphisica.
Creo tambien que no habrá lector tan
insensato, que se persuada, que se puedan
estudiar, la moral, la politica, las ciencias,
y mucho menos los dogmas de la religion en
un poéma epico, al que la ficcion, y la ilu

6 P R oLoG o
sion deben por naturaleza servir de adorno,
y en que la verdad, sopena de no ser tal
poéma, debe estár vestida de todas las in
venciones de la fabula, en terminos que
sea imposible desenvolverla de ellas, y que
en caso que se desenvuelva, lo que quede
del poéma, no sea mas que un bosquejo
informe, ó un esqueleto el mas descarnado.
Al paso pues, que el lector juicioso se
divierte con las riquezas de imaginacion,
que halla en esta especie de obras, y saca de
su estilo, de sus descriptiones, de las tales
quales maximas cientificas, ó morales que
caben en ellas, y de sus bellezas literarias,
todas las utilidades á que se destinan, mira
en lo demas dichas obras como vacías de
solidez y de verdad, y se guarda muy bien
de considerarlas como unas composiciones
dogmaticas, ó didacticas, que puedan servir
de norma, ó de fundamento á su creencia
religiosa, moral, politica, ó cientifica.
Nada tengo que decir de las blasfemias
que se ponen en boca de Satanás, de sus
sequaces, y aun de nuestros primeros padres,
en los primeros momentos de la embriaguez
de su culpa, pues solo un lector el mas necio
DEL TRADUCT e R. 7

pudiera escandalizarse de oirlas de parte


de unos seres, cuya sobervia, y malignidad
corren parejas con su desesperacion, ó de
unos hombres en medio de la ceguedad de
su pecado. Lo mismo digo de los errores
voluntarios, ó dudas aparentes de los An
geles infernales, acerca de la grandeza, po
der, justicia, y providencia de su criador,
pues se les atribuyen como otras tantas
proposiciones, que ellos mismos reconocen
por falsas, pero que les eran utiles para
engañar de algun modo su orgullo, su odio
y su furor, contra aquel señor suyo, á quien
miraban como un inplacable enemigo.
Entre otras dificultades, que he encontra
do para traducir con alguna propiedad este
poéma á nuestra lengua, me ha ocurrido
una, que consiste en no tener en castel
lano otra voz del genero masculino, que
signifique la muerte, que la de fallecimiento,
que es absolutamente inpropia para nom
brarla personificada, como se nombra en
el poéma ingles, y ser por otra parte ne
cesario, segun se verá en el episodio de la
culpa con la muerte por su mismo con
texto, no dar á esta un nombre femenino:
8. - PR Q E. O G. O.

me he servido pues para salir de este em


barazo, siempre que hay inconveniente en
darla su nombre femenino, del arbitrio de
nombrarla por un epiteto del genero mas
culino que la convenga, como el de mons
truo, esqueleto, etc.
Me ha parecido util, y agradable para
mis lectores, acompañar mi traduccion de
las notas del celebre Addisson, en las que
encontrarán una critica juiciosa, del merito,
y de los defectos del poéma, y una res
puesta al mismo tiempo á las amargas cen
suras que algunos escritores de otras na
. . ciones han hecho de el, con mas pasion,
que justicia, llevados unos de odio nacional,
y otros de una nimia delicadeza.
Puede decirse con verdad, que si Addisson
en su critica sobre alguno ü otro punto, ha
manifestado alguna parcialidad en favor de
Milton, aunque fundandola siempre en ra
zones plausibles: los adversarios de este
poéta, no han hecho mas que extenderse en
declamaciones vagas sobre sus defectos, ya
ponderandolos, ya tratando de tales los
pasages mas sublimes de aquella composi
cion, y que han manifestado una acrimonia,
D EL TR A D U CTO R. 9.

que por si sola bastaria á hacer sospechosi


simas sus censuras.
Este empeño, nacido en gran parte de
envidia nacional, es tanto menos estraño,
quanto lo han experimentado los mas ce
lebres poetas antiguos, y modernos, como
el Taso, el Ariosto, el Dante, y Ercílla,
cuyos defectos han sido cruelmente censu
rados por los escritores de los demas paises,
no menos que los de Homero, y Virgilio
entre los antiguos,
Tampoco es estraño, que la novedad
del asunto del poéma de Milton, y su co
nexion con la religion, le hayan atrahido
muchos mas censqres, que á otros com
positores de poémas epicos. El que abre
un camino nunca transitado, ha de encon
trar por precision muchos mas tropiezos,
que el que no hace mas que seguir el tril
lado; y el que dá por supuestas, para
fundar sobre ellas su composicion, ciertas
verdades, que aunque las mas constantes,
humillan el orgullo humano, é incomodan
sus pasiones, por las consequencias mo
rales, que se siguen de ellas, ha de en
contrar precisamente muchos adversarios,
---
Io P. R. O LO GO

en especial en un siglo, en que un partido


numeroso de hombres preciados de criticos,
no dá quartel á las verdades mas evidentes,
principalmente religiosas, intentando su
mergir al mundo en un absoluto pyrro
nismo, sobre todo lo que pertenece á ellas.
Por desgracia para los tales criticos, las
dos principales verdades que sirven de fun
damento á nuestro poéma, no solo cons
tan por la revelacion à los que la creemos,
sinó á todo hombre sensato, por la tradi
cion universal, uniforme en el fondo, y
nunca interrumpida, de todas las nacio
nes civilizadas, y aun de las que no lo
son sinó en el mas infimo grado, á pro
porcion de la escasez de su civilizacion.
Sirvanos de garante en quanto al hecho
del pecado original, el corifeo mismo de
dichos criticos, Voltaire, que confiesa que
esta tradicion ha dado, bajo diferentes nom
bres, la vuelta al mundo. Todas las naciones
con efecto, como se vé por la lectura de
la historia, han creido como una verdad
religiosa, una edad de oro, ó de inocencia,
un paraiso terrenál, una primera culpa atri
buida en general á la muger, nacida de
DEL TR A D UCTO R. • II.

curiosidad, y de desobediencia, que intro


duxo el mal en el mundo, y deterioró la
naturaleza humana. Esta creencia uniforme
en el fondo, no ha variado sinó en las cir
cunstancias poco importantes del hecho; y
asi se encuentra en la Pandora de los Grie
gos, el Erimanes de los Persas, el Typhon
de los Egipcios, el Adimo de los Yndos, etc,
Ybajo de diversos nombres, en el Asia, como
en la Europa, y entre los pueblos de la Ame
rica, como entre los del Africa. Los mismos
filosofos antiguos de mas juicio, como Platón
entre los Griegos, y Cicerón entre los La
tinos, admirados de la universalidad de esta
tradicion, y de la situacion del hombre,
cuyas contradicciones en bien y en mal, les
parecian inexplicables sin ella, la adoptaron,
variando unicamente en los terminos; su
poniendo por exemplo como este ultimo en
su tratado intitulado Hortensius, citado por
S. Agustin; que las penas de los hombres
en esta vida, provenian de las culpas co
metidas en otra anterior, que ignorabamos.
Ob aliqua scelera suscepta in vita supe
riori, paenarum luendarum causa nos esse
natos: tal fue tambien el origen del sistema
14 PROLOGO DEL TRADUCTOR,
todos los primores que caben en la epopeya,
Debo por ultimo advertir, que nada he
cercenado del original en mi traduccion,
sinò algunas alusiones, que el celebre De
lille ha omitido tambien en su traduccion
francesa, como ridiculas, é indecentes,
contra los ritos, y usos de la Yglesia ca
tholica, propias de la secta en que habia
nacido Milton, y que lexos de acrecentar
el merito del poema, lo desfiguran,
NOTAS DE ADDISS ON
A

PARAISO PERDIDO.
Cedite Romani scriptores; cedite Graii.

NADA es mas fastidioso, que las disputas sobre pa


labras. No trataré pues aqui de la controversia que
dura hace algunos años, sobre si el Paraiso perdido
de Milton puede ó no ser llamado un poéma heroico.
Los que no quieran darle este titulo, tienen el ar
bitrio de calificarle de poéma divino. Basta para su
perfeccion, que contenga todas las bellezas de la mas
sublime poesía. En lo demas los que pretenden, que
no es un poéma heroico, no le perjudican mas, que
si dixesen que Adán no es Enéas, y que Eva no
es Heléna. -

Voy á examinar ahora dicha obra segun las reglas


de la poesía epica, y veremos si es inferior á la
Yliada, ó á la Eneida, en toda aquella clase de ador
nos, que son esenciales á tal genero de escritos.
Lo primero que debe observarse en un poéma epico
es la fabula, cuya perfeccion depende de la grandeza
del asunto, y aun mas del arreglo que se dá á la accion.
Esta debe tener tres circunstancias; á saber que sea
35 No T As
una, entera, y grande. Cotexemos ahora las acciones
de la Yliada, de la Eneida, y la del Paraiso per
dido, baxo estos tres diversos puntos de vista.
Homero para conservar la union de su accion, se
traslada, como lo ha observado Horacio, al medio de
los sucesos. Si hubiese ido á buscar el huevo de Leda,
ó hubiese á lo menos comenzado por el rapto de
Heléna, ó por el principio del sitio de Troya, es indu
dable que su poéma hubiera sido un texido de ac
ciones diferentes. Para evitar este defecto comienza
por la discordia de los xefes, y enlaza con arte en el
curso de la obra una narracion de las cosas impor
tantes relativas á su asunto, que acaecieron antes de
aquella funesta disension. -

A imitacion suya nos presenta Virgilio desde luego º.

su heroe á vista de Ytalia, en los mares de Tos


cana, porque la accion que trata de celebrar, no es
otra que su establecimiento en el pais latino; pero
era mecesario, que el lector estubiese informado de
las aventuras, que le habian sucedido en la toma de
Troya, y en el curso de sus viages; Virgilio hace que
las cuente su heroe en forma de episodio, ocupando
en esto el segundo, y el tercer libro de la Eneida.
Los succesos que en ambos refiere son anteriores á
los del primer libro, pero son posteriores en el or
den del poéma, afin de conservar la unidad de la
accion. Milton á imitacion de aquellos dos grandes
poétas, comienza su Paraiso perdido por un consejo
infernal, en que los demonios preparan la caída del
hombre, que es la accion principal. -

En
-
DE AD DIS SON, 17

En quanto á la batalla de los Angeles, y creacion


del mundo, que preceden, siguiendo el orden de los
tiempos, y que en mi dictamen hubieran destruido
totalmente la unidad de la accion principal, si se
hubieran referido en orden dialectico, Milton las hace
entrar episodicamente en el quinto, sexto, y sep
timo libro.
Aristoteles conviene en que Homero no observa
con mucha exactitud la unidad de la fabula: con todo
aquel famoso critico procura paliar esta imperfeccion
del poéta Griego , achacandola de algun modo á la
naturaleza del poema epico. Algunos créen que la
construccion de la Eneida peca tambien en este punto,
y que contiene episodios, que mas se pueden mirar
como superfluidades, que como partes de la accion.
El poema de que aqui se trata al contrario, no tiene
otros episodios, que los que naturalmente nacen del
asunto y á pesar de esto, está lleno de una mul
titud de incidentes admirables, que reunen la mayor
variedad, á la mayor sencillez, y constituyen un -

todo uniforme en su naturaleza, aunque diferenciado


en la execucion,
Al mismo tiempo que Virgilio celebra el origen del
imperio romano, describe el nacimiento de su fa
mosa rival la republica de Carthágo. Milton del mismo
modo, en su poéma sobre la caida del hombre,
cuenta tambien la de los Angeles malos, que son sus
mayores enemigos. Este episodio contiene muchas bel
lezas, está naturalmente conexo con la accion prin
cipal del poéma y no rompe su unidad, como hubiera
2
x8 N o TAS
hecho qualquiera otro episodio, que no hubiera tenido
la misma union con aquel objeto primario; esto mismo
es lo que los criticos admiran en el Frayle español,
por otro titulo, el duplicado reconocimiento, en el
qual las dos diferentes intrigas se presentan contra
puestas, y parecen con todo copias una de otra.
La segunda calidad que se requiere en la accion de
un poéma epico, es la de que sea entera. Llamase
accion entera, la que es completa en todas sus partes,
ó como dice Aristoteles, la que se compone de un
principio, un medio, y un fin: no debe introducirse
en ella incidente alguno, que no concurra al desenlaze,
tampoco se debe omitir la menor circunstancia, que
- pueda ser mirada como un escalon necesario, para con
ducir á su terminacion. Asi vemos en la Yliada el
principio de la colera de Aquiles, su continuacion, y
sus efectos: acompañamos del mismo modo á Eneas
hasta la Ytalia, por medio de una infinidad de peli
gros, que tiene que arrostrar, ya por la tierra, ya por
los mares. La accion de Milton, á mi parecer, excede
aun en este punto á aquellas dos: la vemos proyectada
en los infiernos, executada sobre la tierra, y castigada
por el cielo: cada una de estas partes se refiere de un
modo enteramente distinto, y con todo proceden una
de otra en el orden mas natural.
La tercera calidad de la accion epica, es su grandeza.
La colera de Aquiles es de tanta importancia, que di
yide à los reyes de la Grecia, destruye los heroes
de la Asia, y hace tomar parte á todos los Dioses
en la disension. El establecimiento de Eneas en Ytalia,
DE ADDISS ON. 19

es el origen, nada menos que del imperio romano,


y de toda la gloria de los Cesares. El objeto de Milton
es aun mas grande que ambos; no decide del destino
de algun corto numero de personas, ó de algunas ma
ciones, sinó de la suerte de todo el genero humano :
las potencias infernales se coligan para la destruccion
del hombre, la efectuan en parte, y la hubieran con
seguido completamente, si la Deidad misma no se
hubiera opuesto á ella. Los principales actores son el
hombre en su mas alta perfeccion, y la muger en su
mayor belleza, sus enemigos los Angeles caidos, su
abogado el Mesías, y su protector el Todopoderoso.
Todo lo que hay de maravilloso en el universo, sea
en el recinto de la maturaleza, sea fuera de el, obra,
y representa en este admirable poéma. En la poesía,
como en la arquitectura, no solamente el todo, sinó
los miembros principales, y cada una de sus partes
deben tener nobleza. No me atreveria á decir, que los
juegos funebres de la Eneida, y de la Yliada carecen
absolutamente de ellas tampoco me propasaré á re
prender en Virgilio la comparacion del trompo, ni
otras cosas semejantes, que se pudieran censurar en
la Yliada; pero sin hacer perjuicio á estas obras ad
mirables, creo que en cada parte del Paraiso perdido,
hay una magnificencia infinita, y una sublimidad, que
es imposible hallar en sistema alguno gentilico.
No solo entiende Auistoteles por grandeza de la ac
cion, que sea grande por su naturaleza, sinó que lo
sea tambien por su duracion; es á decir, que tenga una
longitud proporcionada, y esto es, con efecto, lo que
2O. NOTAS

entendemos propiamente por la palabra grandeza. El


mismo explica su justa medida por la comparacion si
guiente: un animal que no es mayor que un arador,
no puede parecer perfectamente á nuestros ojos, por
que abrazandolo nuestra vista todo de una sola mirada,
no puede distinguir individualmente parte alguna suya,
ami por consiguiente formar idea exacta de ella; si se
supone al contrario un animal que tenga diez mil esta
dios de longitud, la capacidad de nuestros ojos se lle
maria de tal modo, con una sola parte de su cuerpo,
que no podria darnos idea de su totalidad: lo mismo á
proporcion sucederia con una accion demasiado corta,
ó demasiado larga, respecto á la memoria; la primera
seria por decirlo asi absorbida por esta facultad, y la
segunda jamas podria caber en ella. En esta proporcion
pues, es en la que Homero, y Virgilio han manifes
tado mas su habilidad.
La accion de la Yliada, y de la Eneida son en si
mismas muy cortas, pero las han extendido, y va
riado con tal magnificencia, por medio de episodios,
maquinas, y otros ornatos poéticos, que componen
una historia divertida, y propia para exercitar la me
moria, sin abrumarla.
La accion de Milton está hermoseada por tal diver
sidad de circunstancias, que la lectura de su historia
agrada tanto como las ficciones mas divertidas.
Las tradiciones que sirven de fundamento á la Yliada,
y á la Eneida, eran sin duda mas circunstanciadas, que
la historia de la caida del hombre, segun la refiere la
sagrada escritura. Por otra parte era tanto mas facil
DE AD DIS SON. 2.

á Homero, y Virgilio, el interpolar la verdad comº


fabulas, quanto en ello no corrian riesgo alguno de
alterar la religion de su pais. Milton al contrario, no
solo tenia que ceñirse á un corto numero de acaeci
mientos, sinó que se veia ademas obligado á proceder
con infinita circunspeccion en lo que añadicse de su
puño. Apesar no obstante de esta sujecion, ha llenado
su asunto de incidentes tan maravillosos, y tan con
formes al texto de la escritura, que debe agradar á
los lectores mas delicados, sin ofender á los mas es
crupulosos. -

Los criticos modernos han medido, por varios


pasages de la Yliada, y la Eneida, el tiempo que
dura la accion, en cada uno de aquellos dos poémas.
Como una gran parte de la historia que celebra Milton,
pasa en unas regiones, que están fuera del alcance
del sol, y de la esfera del dia, es imposible sa
tisfacer al lector por medio de igual calculo, que
al fin vendria á ser mas curioso que instructivo;
ademas, ninguno de los criticos antiguos, ó moder
nos, ha establetido reglas para reducir la accion de
un poéma epico, á un numero determinado de años,
dias ú horas. Diré con todo en adelante alguna cosa
sobre esto.

Notandi sunt tibi mores.


H o R.
-

-Despues de haber dado una ojeada á la accion


del Paraiso perdido, debemos considerar los actores
Aristoteles exige, que despues de examinar la fabula,
22. N OTAS

se examinen las costumbres, esto es, lo que nosotros


generalmente llamamos los caractéres. Homero en
estos, por su muchedumbre, y su variedad, ha dexado
muy atrás, à todos los poétas que han trabajado en
la epopeya. Cada uno de los Dioses, que introduce
en su poéma, hace el papel particular, que corres
ponde solo á el, entre todos los demas; sus principes
se diferencian tambien en los genios, tanto como en
sus estados; aun aquellos á quienes no concede otra
prenda que la del valor, tienen cada uno un valor de
diversa especie, que no se parece al de los demas;
en una palabra, apenas se podrá hallar en toda la
Yliada un solo discurso, una sola accion, que el
lector no reconozca ser de la persona determinada
que habló, ó que obró, aunque el poéta no se lo diga.
Sobresale singularmente Homero, no solamente por
la variedad, sinó tambien por la novedad de sus ca
ractéres; introduce entre sus principes Griegos un
personage, que ha vivido tres edades de hombre, y
que ha alcanzado áTeséo, Hercules, Poliphémo, y
toda la raza primitiva de los Heroes. El principal actor
de su poéma, és el hijo de una Deidad, sin hablar
de otros descendientes de Dioses, que entran igual
mente en el. El venerable monarca de Troya, es el
padre de una muchedumbre de reyes, y de heroes.
Enfin los caractéres de Homero parecen formados ex
presamente para el poéma epico. No se contentó con
esto: añadió el contraste de varios caractéres, y asi
como representó en Vulcáno un objeto de la burla de los
Dioses, hizo de Tersites el del escarnio de los mortales.
DE AD DIS SON. 23

Virgilio es muy inferior á Homero, tanto en la


variedad, como en la novedad de los caractéres. El
de Enéas es verdaderamente perfecto; pero en quanto
á Acátes, aunque amigo de aquel heroe, nada hace
de heroico en todo el poéma. Los caractéres de Gyas
Mnestéo, Sergésto y Cloánto, son vaciados en el mismo
molde: el fuerte Gyas , y el fuerte Cloanto
Es verdad que el personage de Ascanio es agradable,
y que el de Dido merece toda la admiracion, pero
nada de nuevo, mi de particular observo en el de Turno;
Palante, y Evandro son copias de Hector y Priamo;
Lauso, y Mezencio, apenas se diferencian de estos;
los caractéres de Niso, y Eurialo son bellos, pero
comunes: no debemos olvidar los personages de Simón,
de Camila, y de algunos otros, retocados sobre origi
males del poéta griego. Pero de todo resulta, que no
hay en los personages de la Eneida, aquella variedad,
ni aquella novedad, que observamos en los de la Yliada.
Si examinamos los caractéres de Milton, notarémos
en ellos toda la variedad, de que es susceptible la
materia de su poéma. No le presentaba entonces el
genero humano mas que dos actores: vemos con todo
quatro caractéres distintos en aquellas dos personas,
es á saber, los de ambas en toda la pureza de la ino
cencia, y en el estado de la mayor perfeccion, y los
que se les siguieron en la epoca de su pecado, y de su
mayor baxeza. Es cierto que estos dos ultimos carac
téres son comunes, y vulgares; pero los otros dos
primeros , no solamente son magnificos, sinó de
mayor novedad, que quantos se hallan en Virgilio,
24 NOT A S

en Homero, y en toda la extension de la naturaleza:


Milton conocia tanto. esta falta de personages,
á quíenes pudiese atribuir caractéres distintos, que in
troduxo dos actores imaginarios, á saber, el pecado
y la muerte, por cuyo medio enrriqueze tambien el
cuerpo de su ficcion, una alegoría tan bella como bien
inventada. Aunque la hermosura de esta alegoría
pueda de algun modo justificarla, no acabo de creer,
que tales personages, cuya existencia es quimerica,
convengan en un poéma, por que como lo expondré
con mas amplitud dentro de poco, nunca el animo se
presta con gusto á concederles aquella realidad, ne
cesaria para la accion.
Es cierto que Virgilio ha personificado la fama en
la Eneida; pero el papel que hace es muy corto, y no
es seguramente uno de los mas hermosos pasages de
aquella obra. En los poémas burlescos, en especial en
el Dispensary, y en el Lutrin, encontramos tambien
muchos personages alegoricos, que caen muy bien
alli, y prueban que sus autores los creian adaptables
á un poéma epico. Y yo mismo estaria encantado en
favor del libro, que examino ahora, de que el lector
fuese del mismo dictamen; añadiendo que si seme
jantes entes imaginarios pueden ser admisibles, jamas
han sido empleados con mas delicadeza, ni con mas
propiedad, que en el Paraiso perdido.
Otro principal actor de Milton, es el grande enemigo
del genero humano. Aristoteles ha admirado mucho el
caracter de Ulises en la Odiséa de Homero. Aquella
fabula está, no solamente llena de enrredos, y de suc
DE AD D I SS o N. 25
cesos agradables, por las diferentes aventuras de su
viage, y por la habilidad de su conducta, sinó que es
tambien muy notable, por el modo con que se oculta, y
conque se descubre en varias partes del poéma. En el de
Milton, el demonio hace un viage mas largo que el de
Ulises, se vale aun de mas astucias, y estratagemas, y
toma muchos mas difrazes , y mas extraordinarios,
à pesar de los quales, el lector le reconoce siempre con
gusto, y con admiracion.
Podemos observar ademas, con que arte ha variado
el poéta los caractéres de los personages, que hablan en
su conciliabulo infernal, y al contrario, quan bien ha
reunido las tres distinciones de criador, de redemptor,
y de consolador, en la deidad, que desplega su bondad
sobre el hombre. s

Tampoco se debe omitir el personage de Rafaél: en


medio de su termura, y de su amistad para el hombre,
manifiesta en sus discursos, y en su conducta, toda la
dignidad, y toda la indulgencia, que corresponden á
una naturaleza superior. Los Angeles de Milton se
- distinguen, tanto por sus respectivos papeles, como los
Dioses de Homero, ó de Virgilio. Nada encontrará
el lector en lo que se atribuye á Uriel, á Gabríel, a
Miguél, ó á Rafaél, que no convenga á sus caracté
res respectivos.
Hay otra circunstancia en los principales actores de
la Yliada, y Eneida, que dá un grado superior de in
teres á ambos poémas, y que ha sido imaginada con
gran cordura; es á saber, el cuidado de los dos poétas
en escoger por principales personages á unos heroes,
26. NoT As ----- y -

que tenian la mas intima relacion con las naciones,


para las quales escribian.
Aquiles era Griego de nacion, Enéas el primer fun
dador de Roma, y asi el amor de la patria atrahia
á las lectores. Un romano no podia menos de ale
grarse, al ver á Enéas salvarse de las llamas, de las tor
mentas, y de las manos de sus enemigos, al paso
que debia contristarse con las desgracias, y los es
torbos que habia tenido que sufrir. Los Griegos veian.
á. Aquiles con iguales ojos; y es evidente que cada
uno de aquellos poémas pierde algo con los lectores,
para quienes los tales heroes son estraños, ó indife
rentess

En esto es precisamente en lo que sobresale, de


xandolos muy atrás, el poéma de Milton. Es im
posible que lector alguno, de qualquier pais que sea,
dexe de tener interes en los personages, que son los
principales actores de su poéma : hay mas, estos mis
mos actores son, no solo nuestros padres, sinó nues
tros representantes; tenemos un interés real y pre
sente, en todo lo que les vemos hacer; de nada
menos se trata, que de nuestra felicidad; y nuestra
suerte está en sus manos.
Añadiré á la reflexion precedente una observacion
de Aristoteles, que ha sido muy mal entendida por
algunos criticos modernos. Un hombre de una virtud
perfecta ó consumáda, que tiene que sufrir algunas
duras pruebas, excita á la piedad, y no al terror, por
que no tememos que la suerte de aquellos, con quienes
no tenemos proporcion alguna, puedas
comprender
DE AD DISS O N. 2y

nos; pero añadase una desgracia, que acontece á un


hombre, cuya virtud está mezclada con algunas fla
quezas, no solo excita nuestra lastima, sinó nuestro
espanto; una impresion secretanos hace temer los
mismos golpes de la suerte, por la proporcion in

tima que tenemos con aquel, que los padece á nuestra


vista.
Si esta observacion de Aristoteles es verdadera en
algunas ocasiones, no es aplicable al asunto de que
tratamos. Aunque los dos grandes actores del poéma,
posean la virtud mas perfecta, y mas consumada, no
solamente nos hacen considerar, que podemos parti
cipar de su misma suerte, sinó que la nuestra es in
separable de ella. Embarcados con ellos en una misma
nave, experimentamos las mismas tempestades, les
acompañamos, y dividimos su felicidad, ó su desgracia.
Se vé pues que las reglas sacadas por Aristoteles de
sus reflexiones sobre Homero, no pueden adaptarse
exactamente á los poémas heroicos posteriores á su
tiempo. Todo censór imparcial conocerá facilmente
que hubieran sido mas perfectas, si hubiese leido la
Eneida, que no se compuso, sinó algunos siglos des
pues de su muerte.
En los articulos siguientes recorreré las demas partes
del poéma de Milton, y espero que mis notas servirán
de comentario, no solo á este, sinó tambien à Aris
toteles.

Reddere persona. scit convenientia cuique.


- Ho R.

Habiendo ya examinado en general la fabula, y


28 NOTAS

los caractéres de Milton, nos quedan que examinar;


segun el methodo de Aristoteles, los sentimientos, y
la expresion, y luego que hubiere concluido, mis re
flexiones generales sobre estos quatro puntos, escogeré
algunos pasages del poéma, para dar una idea de sus
bellezas, y sus defectos: por lo tanto ruego á mi lector,
que suspenda su juicio sobre esta critica, hasta que la
haya visto por entero. -

Por la palabra sentimientos, entendemos los pensa


mientos, y la conducta. Los sentimientos son exactos,
siempre que no se separan del caracter; deben con
venir á las circunstancias, no menos que á las personas,
y para ser perfectos, es necesario que nazcan del asunto.
Asi quando el poéta pretende convencer, ó exponer,
amplificar, ó disminuir, excitar el amor, el odio, la
lastima, el terror, ó qualquiera otra pasion, debe con
siderarse, si los sentimientos que emplea, son á pro
posito para lo que intenta. Los criticos acusan á
Homero de haber pecado sobre esto en varias partes
de la Yliada, y la Odiséa; los que han hecho justicia
á aquel gran poéta, han atribuido este defecto al siglo
en que vivia. Si la delicadeza de pensamientos, que
advertimos en obras producidas por hombres de in
genio muy inferior, le falta algunas veces, es justo,
como dicen, achacarlo á su epoca; pero para un parage
en que Homero dormite, hai mil en que es inimitable.
Virgilio ha sobrepujado á todos sus antecesores, en
la exactitud de los sentimientos, pero Milton, sobre
todo, brilla en este punto. No debo omitir una refle
xion que le realza en el: Homéro y Virgilio presentan
IDE ADDISS o N. 29
personages, cuyos caractéres son conocidos comun
mente entre los hombres, y que pueden encontrarse
á cada paso en la historia, y en el trato ordinario;
quando al contrario, Milton es, por decirlo asi, criador
de nuevos caractéres, que ha adaptado à seres toma
dos fuera de los limites de la naturaleza. Shakespear
muestra por lo mismo mas fuerza en su Calyban , que
en su Pracundo, y en su Julio Cesar, cuyos caracté
res no exeden los terminos comunes de la humanidad.
Homero tenia menos que hacer para encontrar
sentimientos propios à una asamblea de generales Gri
egos, que Milton para sostener su consejo infernal,
por medio de caractéres propios, y variados. Los
amores de Dido, y Enéas, no son mas que copias de
lo que se vé acaecer todos los dias. Pero Adán, y Eva
antes de su caida, eran de una especie diferente, res
pecto de los hombres que descienden de ellos, y solo un
poéta de la mas vasta invencion, y del tacto mas fino,
hubiera podido llenar de circunstancias tan exactas su
conversacion, y su conducta, en el estado de la ino
cencia. -

No basta que un poéma epico brille por su natura


lidad, es preciso que domíne en el la sublimidad y
en este punto Virgilio es muy inferior á Homero. No se
encuentran en aquel, á la verdad, tantos pensamientos
bajos, y vulgares, como en este, pero tampoco los
tiene tan nobles, y tan elevados; y puede decirse,
que apenas se encuentran en Virgilio sentimientos gran
des, y maravillosos, sinó quando la Yliada le ins
pira su ardor. Agrada, y encanta generalmente por la
3o - NOTAS

amenidad de su ingenio, pero casi nunca nos sublima;


y nos emagena, sin que eche mano de algunos rasgos
de Homero.
La sublimidad constituye la excelencia, y el prin
cipal talento de Milton : hay entre los modermos al
gunos, que le igualan en cada qual de las otras partes
de la poesía, pero en la grandiosidad de los senti
mientos, triunfa sobre todos los poétas antiguos, y
modernos, exceptuando solo á, Homero. No puede
-

la imaginacion humana producir ideas mas elevadas,


que las que ha empleado en su primero, segundo y
sexto libro. El septimo, en que describe la Creacion del
mundo, presenta bellezas admirables, pero no es
con todo, tan propio para mover el animo de los
lectores, ni tan perfecto, porque hay en el menos
accion. Recorra el lector las observaciones de Longino
sobre varios pasages de Homero, y hallará en aquel
sabio critico las reflexiones mas ventajosas, para el
poéma de Milton. " s º

Como debe hacerse uso en el poéma heroico de


dos generos de sentimientos, á saber, del natural,
y del heroico, asi tambien es menester evitar cuida
dosamente en el, otros dos, que son el afectado, ó
poco natural, y el bajo, ó vulgar. En quanto al
afectado, se encuentran pocos exemplos de el en
Virgilio: no gasta aquellos conceptillos, ni puerili
dades, que se notan á cada paso en Ovidio, ni
aquellas frases epigramaticas de Lucano, como mi
tampoco aquellas expresiones hinchadas, tan frequentes
en Estacio, y Claudiáno, ni los ornatos irregulares
DE ADDISS ON. 3 E.

del Taso; todo es en el exacto, y natural. Sus senti


mientos muestran que tenia un perfecto conocimiento
de la naturaleza humana, y de quanto es mas propio
para excitar sus pasiones.
- Haré ver en adelante, quanto se ha apartado Dryden
del modo de pensar de Virgilio, en la traduccion que nos
ha dado de la Eneida. En quanto á Homero, no hago
memoria de haber notado en el en parte alguna, aquella
especie de faltas, que son un efecto de la sutileza
pueril de los ultimos siglos. Debemos confesar, que
Milton ha pecado algunas veces en este punto, como
lo haré ver con mas amplitud en otro articulo: con
todo, si consideramos, que todos los poétas del siglo
en que escribió, estaban contagiados de este mal gusto,
tendrémos que alabarle, por ño haberse entregado mas
á el, y que disculparle, de haberse prestado alguna vez
á aquella viciosa pasion, que aun prevalece en tantos
escritores.

Sin la naturalidad no hay verdaderas bellezas, pero


hay, con todo, un escollo que evitar en ella: este es el
de la bajeza. Homero por sencillez de algunos senti
mientos, se ha expuesto à las burlas de aquellos, que
tienen mas delicadeza, que grandiosidad en el ingenio;
pero aquella sencillez, como ya lo he advertido, era
mas un defecto de los tiempos, que del poéta. Zoilo
entre los antiguos, M Perrault entre los modernos,
han sido los que mas han ridiculizado aquellos senti
mientos. En este punto nada hay que censurar en Vir
gilío, y muy poco en Milton.
Presentaré solo un exemplo de este defecto en
32 NOTAS

Homero, y le compararé con dos pasages de la misma


naturaleza en Virgilio, y en Milton. Los sentimientos
que pueden excitar la risa, son poco decentes en un
poéma heroico, cuyo objeto es el de excitar las mas
nobles pasiones; con todo, Homero en el retrato de
Vulcáno, y de Tersites, en su historia de Marte, y
de Venus, en la pintura de Yro, y en otros pasages,
ha caido en aquel estilo burlesco, y se ha separado
de aquella gravedad, que parece esencial á la nobleza
del poéma epico. En quanto á la Eneida, no me
acuerdo en ella, sinó de una sola chanza, que pueda
mover á la risa, que está en el quinto libro, en donde
presenta á Mnestéo arrojado de su nave al mar, y
enjugandose despues sobre una peña; y aun este quadro
está al cabo tan bien colocado, que la mas severa cri
tica se veria apurada para condenarlo, pues que se
trata precisamente en aquel parage, de juegos, y di
versiones publicas, en que debe suponerse el animo
del lector dispuesto al regocijo. Milton no se ha per
mitido el tono burlón, sinó en el sexto libro, en donde
los demonios, ensoberbecidos con el succeso de su
nueva artilleria, escarnecen á los Angeles buenos ; y
con todo miro este pasage, como uno de los mas de
fectuosos de todo su poéma.

Ne quicumque Deus, quicumque adhibebitur heros,


Regali conspectus in auro, nuper et ostro,
Migret in obscuras humili sermone tabernas;
Aut dum vitat humum, nubes et inania captet.
H o R.

Despues de haber hablado de la fabula, de los ca


ractéres
DE AD DIS SON. 33

ractéres, y de los sentimientos, nos queda que tratar


de la elocucion. Como están muy divididos los sabios,
acerca del merito de Milton en esta parte, espero que
se me escusará, si adhiero á aquellos, que juzgan mas
favorablemente de el.
El estilo de todo poéma heroico debe será un tiempo
claro, y sublime; á no ser asi, es defectuoso. La cla
ridad debe preceder á todo. El lector sensato mirará
con indiferencia, alguna leve falta contra la gramatica,
y la syntaxis, siempre que le sea imposible equivocar
el sentido del poéta. Vé aqui un exemplo de esta ma
turaleza en Milton: dice hablando de Satanás, ex
ceptuando a Dios y a su hijo, no estimaba, ni te
mia a ninguna criatura, frase imperfecta, que á pri
mera vista parece incluir á Dios, y á su hijo, en el
numero de las criaturas. Vé aquiptra relativa á nues
tros primeros padres : Adaún el mas perfecto de los
hombres, que vinieron despues de el al mundo, y Eva
• la mas hermosa de sus hijas; parece que dá á entender
por su construccion, que Eva fué una de las hjas de
Adán. Estas faltas verdaderamente leves, quando los
pensamientos son grandes, y naturales, son de
aquellas que debemos imputar con Horacio, à una in-.
advertencia, disculpable en la flaqueza de la naturaleza
humana, que no puede fixar su atencion en cada me
mudencia, ni dar la ultima mano á todas las circunstan
cias particulares de una obra tan larga. Los antiguos
criticos, que censuraban con calor, mas que con un
animo quisquilloso, han inventado figuras rethoricas,
para paliar aquellos ligeros defectos en los autores,
\, por otra parte estimables. 3
34 No TAs
Sinó debieramos pararnos mas que en la claridad,
y en la pureza de las expresiones, bastaria para el
merito del poéta, que explicase sus pensamientos del
modo mas sencillo, y mas natural, pero como sucede
muchas veces, que las frases usadas llegan á ser de
masiado familiares al oido, y pasando por las bocas -

del vulgo, contrahen cierta especie de bajeza, tiene


tambien que evitar cuidadosamente aquellos modos
de hablar triviales. Ovidio, y Lucano se sirven fre
quentemente de un lenguage poco elevado, se aco
modan con las primeras expresiones que se presentan,
sin tomarse el trabajo de buscar otras, que serian no
solamente naturales, sinó nobles, y sublimes. Milton
cae pocas veces en tales faltas.
Los grandes maestros en materia de composicion,
saben que hay muchas frases, que aunque por si mis
mas elegantes, estan proscritas para un poéta, ó para
un orador, como envilecidas por el uso vulgar, cir
cunstancia que dá una gran ventaja à las obras anti
guas, escritas en lenguas muertas, sobre las de los
modernos, que lo estàn en lenguas vivas. Si exis
tiesen casualmente en Virgilio, y en Homero, algu
nas frases, y expresiones bajas, no disonarian à los
oidos de los mas delicados lectores modernos, como
hubieran disomado à los de un Griego ó Romano de
los antiguos tiempos, porque jamas las oimos pro
nunciar en nuestras calles, ni en las conversaciones
ordinarias. .
No basta, pues, que el estilo de un poéma epico sea
claro, debe ademas ser sublime, para lo que es nece
sario, que se eleve sobre el lenguage vulgar. El bu
pE ADDIsso N. as
en gusto de un poéta se descubre, sobre todo, en que
sabe huir de las expresiones triviales, sin incurrir en
modos de hablar afectados, y poco naturales: es nece
rario que se guarde de una falsa sublimidad, que
consiste en la hinchazon, al paso que evite el otro
extremo. Entre los Griegos, Eschiles, y Sofocles,
caen algunas veces en esta falta; entre los latinos,
Claudiano, y Stacio, y entre nuestros patricios Sha
kespear, y Lye. En estos autores, la afectacion de
grandeza perjudica frequentemente à la claridad del
estilo , asi como en otros muchos, el deseo de ser
claros, impide la sublimidad.
Aristoteles observa, que las methaforas sirven para
elevar el estilo, pero al mismo tiempo, que esºne
cesario sean exactas, y no demasiado frequentes,
pues si lo son, hacen la obra obscura: nuestro autor
las usa rara vez, quando las palabras propias pueden
explicar con la misma viveza su pensamiento.
Es permitido tambien alguna vez usar de palabras de
otros idiomas; asi Virgilio abunda de terminos griegos,
ó de Helenismos, como los llaman los criticos; y aun
con mas abundancia que en Virgilio, se encuentran en
las odas de Horacio. Es inutil hablar de la diferencia
de Dialectos, de que se ha servido Homero. Milton
conformandose con esta practica de los antiguos poétas,
ha sembrado de Latinismos, Helenismos, y aun He
braismos su poéma. -

El adjetivo pospuesto al substantivo, la transposicion


de palabras, la transformacion del adjetivo en subs
tantivo, y otras semejantes libertades, contribuyen
3ó - NOTAS

á dar mas harmonia á los versos, y á diferenciarlos de


la prosa. - «

El tercer methodo referido por Aristoteles, es mas


analogo á la lengua griega, que á otra alguna; Homero
InOS proporcionará muchos exemplos de el; consiste

en la libertad que el se toma con frequencia, de


extender la oracion, mediante una añadidura de pa
labras, que pueden introducírse en ella, ú omitirse,
como tambien en prolongar, ó contraber varias pa
labrás por la insercion, ó por la omision de ciertas
silabas. Milton hace esto algunas veces, como quando
emplea la palabra Heremitaño, en lugar de Hermi
taño, de que usa comunmente. Si se observa la me
dida de sus versos, se vé que en muchas palabras su
prime una silaba, y otras veces de dos silabas hace
una. Con este arbitrio da mayor variedad á sus me
didas. En los nombres propios de personas, y de
paises, como Beelcebúht, Hessebón y otros, no se
ha sujetado al rigor de la orthographia, ó les ha
dardo nombres, que no eran los mas comunes, para
apartarse del lenguage vulgar. Ha hecho uso tambien
alguna vez de palabras antiquadas, que hacen su poéma
mas venerable, dandole una apariencia de vexez.
Debo advertir tambien, que se hallan en Milton
varias palabras de fabrica suya, y si el lector se ofende
de esto, le remito á un discurso de Plutarco, en que
este muestra, quantas veces se ha tomado Homero la
misma libertad.
Con estos socorros, y con la eleccion de las pala
bras y frases mas nobles, que nuestro idioma podía
DE ADDIS SON. 37
suministrarle, Milton elevó nuestro lenguage á mayor
altura, que ningun otro poéta inglés anterior, ó pos
terior lo ha hecho hasta ahora, igualando á los an
tiguos en la sublimidad del estilo.
He dado mayor extension á estas observaciones
sobre el estilo de Milton, por que es precisamente
la parte en que mas sobresale. Las reflexiones que he
hecho sobre la practica de los otros poétas, como las
que me ha proporcionado Aristoteles, disminuiran
quizá la preocupacion, que algunas personas tienen
contra aquel poéma. No obstante debo confesar, que
su estilo, aunque en general admirable, me parece
algunas veces duro, y confuso, por la frequente re
petición de aquellos methodos, que Aristoteles ha
prescrito para elevarlo.
Aquella abundancia de circumloquios extrangeros,
como los llama Aristoteles, convenia tanto mas á
Milton, quanto su poéma está escrito en versos libres:
la rima por si sola, basta para distinguir el verso de la
prosa, y sirve frequentemente de salvo conducto á
frases, que no pasan de medianas; pero quando el
verso no está sostenido por ella, la pompa del sonido,
y la enérgia de la expresion, son indispensablemente
necesarias, para realzar la obra, y para impedir que
degenere en prosaica. -

Aquellas personas que no tienen gusto, y que acos


tumbran ridiculizar á un poéta, quando se separa del
modo comun de explicarse, harian muy bien en ver
como ha tratado Aristoteles á un antiguo autor llamado
Euclides, por sus inspidas chanzas sobre este punto
*
38 . N OT AS
Si se consideran los numeros de Milton, se per
mite diversas elisiones, que no son regulares entre los
poétas ingleses, como puede notarse en la supresion
que hace de la letra (i) quando precede á una bocal.
Estas singularidades, y algunas otras, en la medida
de sus versos, forman en sus numeros una agradable
variedad, y no fatigan el oido, como lo haria una
medida uniforme, que es el efecto, que la repeticion
perpetua de la rima , no dexará jamas de producir el
todo poéma un poco largo. Concluiré estas notas sobre
la elocucion del Paraiso perdido, advirtiendo, que
Milton ha imitado mas á Homero, que á Virgilio, en
la longitud de los periodos, en la riqueza de las frases,
y en el enlaze de sus versos, que están encadenados
-

casi todos uno con otro,


een

Ubi plura nitent in carmine, non ego paucis


Offendar maculis, quas aut incuria fudit
Aut humana parum cavit natura.
H o R.

He considerado el poéma de Milton, por Io to


cante á la fabula, caractéres, sentimientos, y elo
cucion; he dado á conocer que sobresale en cada uno
de estos ramos, y espero que algunos de mis descu
brimientos podrán parecer nuevos.
Para poder formar un juicio seguro, seria necesario
tener noticia, no solo de los criticos franceses, á
italianos, sinó tambien de los antiguos, y modernos,
que han escrito en las lenguas sabias: convendria tam
bien poseer los poétas griegos, y latinos, sin lo qual
-
DE A TOD ISS ON. 39
está uno expuesto muchas veces á equivocarse, quando
mas cree haber comprendido el pensamiento de al
gun critico.
Sucede con la critica, lo que con todas las ciencias,
é investigaciones. Aquel que tiene adelantadas no
ciones implicitas, y que ha hecho algunas observa
ciones sobre los poétas, encontrará en las obras de
un buen critico, desenvueltas sus propias reflexiones,
y colocadas en orden methodico; quizá admirará en
tonces muchas bellezas, que antes se le habían esca
pado, al paso que el hombre que carece de aquellas
luces, nada entiende de lo que lee, ó le dá las mas
veces una falsa interpretacion.
No basta que un lector, que pretende ser juez, haya
recorrido los autores que he insinuado, es indispen
sable ademas, que tenga el ingenio recto, y geo
metrico: sin esto da en una infinidad de extravios, y
se equivoca á cada paso en el verdadero sentido del
escrito que quisiera impugnar, ó si sucede que lo
comprehénda, no tiene el don de explicar sus pensa
mientos de un modo inteligible. Aristoteles, que era
un excelente critico, era tambien uno de los mejores
logicos del mundo.
Habrá quien mire el ensayo de M. Locke sobre el
entendimiento humano, como un libro inutil, para
el hombre que se dedique á la critica; pero lo que es
cierto es, que el autor que no haya aprendido el arte
de hacer diferencia entre las palabras, y las cosas,
y que no sepa ordenar suspensamientos, y darles su
verdadera claridad, incurrirá siempre en la confusion
4o NOT AS

Tambien debo advertir, que no hay autor griego, ni


latino, que no haya manifestado, aun en el estilo de
sus obras criticas, que poseia toda la elegancia, y
delicadeza de su lengua nativa.
No hay cosa mas absurda, que querer juzgar lo que
no se entiende, y no obstante, muchos de nuestros
escritores, que han procurado señalarse en obras de
critica, no solamente han descuidado aprender á or
denar sus ideas, sinó han mostrado evidentemente,
por las frases de que se sirven, y por la obscuridad
de sus pensamientos, que no tienen la menor nocion
de las artes, y de las ciencias. Un corto numero de re
glas generales, sacadas de autores franceses , y acom
pañadas de cierta xerga, ha hecho pasar algunas veces
á un ignorante, y pesado escritor, por un critico
juicioso, y formidable. . -

El hombre que no tiene ni tacto, ni ciencia, rara vez


se aventura á alabar una obra, á no ser que haya sido
bien recibida antes, y aprobada por el publico, y
siempre recae su critica sobre defectos leves, ó errores
de poco momento. Es tan facil brillar en este oficio,
que todo lector, á unas medianas luces que tenga,
apenas se publica un nuevo poéma, se halla con sufi
ciente talento, y malignidad, para ridiculizar algunos
pasages de el, y á veces con acierto.
Un critico verdadero, fixa antes la vista sobre sus
bellezas, que sobre sus faltas, se ocupa en descubrir
el merito oculto del escritór, y en comunicar al pu
blico, lo que encuentra digno de aprecio. Los ter
minos mas escogidos, y los mas primorosos rasgos
DE ADDISS O N. 4.

de un autor, son precisamente los que por lo comun


parecen aventurados, y defectuosos, á un hombre falto
de gusto, y los mismos pasages son tambien los que
un critico mal humorado, y superficial, censura con
mas acrimonia. Cicerón observa que es muy facil el
criticar, y zaerir lo que el llama verbum ardens, esto
es, qualquiera expresion atrevida, por hermosa que
sea, por ser estas las mas faciles de ridiculizar, para
un censor frio, y maligno: un ingenio superficial, es
no menos capaz de condenar una cosa sublime, que de
alborotar sobre el mas ligero defecto. Aunque este
modo de proceder excite naturalmente la indignacion
de los lectores juiciosos, no dexa de hacer impresion
sobre el publico, que siempre se persuade, que todo
quanto se ridiculiza con alguna agudeza, es absurdo.
Esta especie de burlas, manifiestan casi siempre el
poco seso del que las hace, mas con animo de indis
poner al lector, que de instruirle. Asi, hacen risible del
mismo modo muchas veces un pasage excelente, que
uno defectuoso. El escritór satirico da contra todo lo
que le presenta ocasion de exercitar su oficio favorito,
y muchas veces censura un pasage, no porque lo me
rezca, sinó por no perder un gracejo, ó una chanzo
neta; de lo que debe inferirse, que la zumba sienta
muy mal en una obra de critica, en la que los pri
meros maestros antiguos, y modernos, han tomado
-
siempre un tono instructivo, y serio.
Como yo me propongo dar á conocer en los articulos
siguientes, los defectos del Paraiso perdido de Milton,
he creido á proposito hacer estas advertencias preli-.
*
42 - NOT AS

minares, afin de que el lector vea lo que me euesta


entrar en semejante discusion; asi me contentaré con
notar sus faltas, sin tirar á envenenarlas ridiculizan
dolas. Longino observa que las producciones de un
grande ingenio, aun quando tengan muchas inadver
tencias, y defectos, son preferibles á las de un talento
inferior, aun que estas se coformen exacta, y escru
pulosamente á las reglas.
Concluiré este articulo con un apologo sacado de
Boccalini, que nos manifiesta la opinion, que este autor
juicioso tenia de aquella especie de censóres.
Habiendo juntado un famoso critico , dice, todas
las faltas de un poéma celebre , hizo con ellas un
regalo d Apolo; esta deidad las recibió con mucho
agrado , y quiso recompensar al autor, de un modo
correspondiente , al trabajo que se habia tomado;
con esta mira puso delante de el un montón de trigo,
que no estaba aventado ; mandole despues , que se
parase la paja del trigo , y la pusiese a parte ; el
critico lo hizo con mucha destreza , y despues de

hecha la duvision , Apolo le dió la paja en premio


de su trabajo.
a y.

Veluts

Egregio inspersos reprehendas corpore noevos.


H o R.

Despues de lo expresado en este ultimo articulo, en


traré en materia, sin otro prologo, y advertiré las va
rias faltas que se encuentran en los sentimientos, y
, en la diccion del Paraiso perdido de Milton, Espero que
a
DE AD D ISS O N. 43
el lector me perdonará, que alegue al mismo tiempo
todo quanto pueda decirse para escusarlas. La primera
que hallarémos en la fabula, es la de que el desenlaze
es desgraciado. La fabula segun la division de Aris
toteles, es simple, ó complexa: se llama simple, quando
no hay en ella mutacion de suerte; complexa quando
la suerte de los principales actores cambia de mal en
bien, ó de bien en mal. La fabula complexa se tiene
por la mas perfecta, y quizá tambien es la mas propia
para mover las pasiones, por lo mismo que presenta
mayor variedad de sucesos.
La fabula complexa, es de dos especies: en la pri
mera, el actor principal experimenta una infinidad de
peligros, y de estorbos, antes de llegar al honor, y á
la prosperidad, conforme lo vemos en los sucesos de
Ulises, en la Odiséa. En la segunda especie, el principal
actor del poéma, cae desde algun grado eminente de
honor, y de prosperidad, en la miseria, y en la des
gracia: asi vemos pasar á Adán, y Eva, en el Paraiso
perdido, del estado de la inocencia, y de la felicidad,
à la mas vil servidumbre del pecado, y de la miseria.
Las tragedias de los antiguos, que han logrado mas
suceso, y particularmente la de CEdipo, versan sobre
una accion complexa, y el objeto de esta tragedia,
si hemos de creer á Aristoteles, es uno de los mas
felizes que se hayan inventado. -
He procurado en otro discurso mio demostrar, que
el desenlaze, ó catástrofe desgraciada de una fabula
complexa, és mas propio para mover al lector, que
el de la simple, ó el de la que, sin serlo, tiene una
44 NOTAS

terminacion feliz. Es cierto que muchas composiciones


excelentes, tanto de los antiguos, como de los mo
dernos, han seguido un plan contrario; pero con todo,
es preciso confesar, que esta especie de fabula com
plexa, es la mejor para la tragedia, aunque la menos
del caso para el poéma epico. -

Milton que ha conocido este flaco en el suyo, ha


procurado remediarlo de varios modos, y particu
larmente, por la mortificacion que hace sufrir al grande
enemigo del genero humano, á su vuelta entre los
espiritus infernales. Corrige tambien su asunto, por la
vision que coloca al fin del poéma, en que Adán se
instruye del glorioso triumfo de su posteridad sobre
aquel atroz enemigo, y en la felicidad que tendrá
con ella, de disfrutar para siempre otro Paraiso,
mucho mas delicioso, que el que ha perdido. -

Hay otra objecion que hacer contra la fabula de


Milton, que parece una repeticion de esta, pero que
con todo, se opone bajo un aspecto diferente. Se cen
súra que el heroe del Paraiso perdido, no solo sea des
graciado, sinó tambien demasiado inferior á sus ene
migos, lo que ha hecho decir á Dryden, que el diablo
era realmente el heroe de Milton. A esta objecion, á
que creo haber satisfecho en otra parte, responderé en
suma, que siendo el Paraiso perdido un poéma épico,
ó narrativo, el que busque en el un heroe, piensa en
lo que Milton jamas ha soñado : no obstante, si se
hace empeño en hallar un heroe en aquel poéma, se
lo presentarémos en el Mesias, que tiene el caracter
del mayor heroismo, sea en la accion principal, sea
DE AD DISS ON. 45
en los episodios e mas consideracion. No podia el
gentilismo proporcionar aciones mas grandes para una
fabula, que las de la Yliada, y de la Eneida, y esto
ha hecho creer à los criticos del Paganismo, que solo
una accion de la misma naturaleza, podia convenir á
un poéma heroico. No me empeñaré en demostrar que
el asunto de Milton es aun mas sublime: basta hacer
ver que el Paraiso perdido tiene toda la grandeza en
el plan, toda la regularidad en la descripcion, y todas
las bellezas que descubrimos en Homero, y en Virgilio.
Milton ha introducido en el texido de su fabula,
algunas particularidades, que carecen, al parecer, de
la verosimilitud necesaria, para un poéma epico: tales
son las acciones, que atribuye al pecado, y á la muerte,
la pintura del limbo de la vanidad, y algunos pasages
del libro segundo. Semejantes alegorias son mas pro
pias de las sutilezas de Spenzer, ó de Aristoteles,
que del estro de Homero, y de Virgilio.
Tambien mezcla demasiadas digresiones en su
poéma, y Aristoteles observa juiciosamente, que el
heroe debe ocultar al poéta á los ojos de los lectores;
en efecto, quanta mas fuerza nos hace, oir á Enéas, ó
á Aquiles, que,á Virgilio, ú Homero? Ademas, que
pomiendose el autor en lugar de sus heroes, no hace
mas que usurpar la dignidad de sus sentimientos, y
la nobleza de sus expresiones. Cicerón dice , ha
blando de su dialogo sobre la vexéz, en el qual Catón
es el principal actor, que se sorprehendió agradable
mente al volverlo á leer, figurandose, que era Catón,
y no el mismo, el que expresaba su modo de pensar
sobre aquel asunto.
46 NOT AS
Si el lector se toma el trabajo de examinar la Yada,
y la Eneida, verá con admiracion, que sus autores casi
nunca se presentan por si mismos, dexando á sus per
sonages, que lo digan, y lo hagan todo. Milton ha ob
servado muy bien esta regla en la disposicion general
de su fabula: apenas nos llega un tercio de ella por
medio del poéta; lo demas se nos dice por medio de
Adán, ó Eva, ó de algun Angel bueno, ó malo,
empeñado en su defensa, ó en su destruccion.
De lo que acabo de observar, se sigue, que las
digresiones no convienen en un poéma epico. Si no
debe el poéta en el curso de su narracion, hablar por
si, sinó lo menos que pueda, con mas razon se exige
de el, que jamas la suspenda, para hacer reflexiones
de su cabeza. He reparado muchas veces con secreta
admiracion, que la mas larga reflexion de esta especie
en la Eneida, es el parage del decimo libro, en que
Turno se reviste de los despojos de Palánte, despues
de haberle muerto, Virgilio interrumpe alli su accion,
para hacer el reparo siguiente. *,

Nescía mens hominum fati sortisque futurae,


Et servare modum, rebus sublata secundis !
Turno tempus erit, magno quum optaverit emptum
Intactum Pallanta, et quum spolia ista diemque
Oderit, etc.

Como el gran suceso de la Eneida, y la muerte


que Enéas dio á Turno, por verle adornado con los
despojos de Palánte, estriban sobre aquel incidente,
Virgilio se para á hacer esta reflexion, sin la qual una
circunstancia de tan poca monta, hubiera escapado
DE ADDISS O N. 47
á la atencion del lector. Lucáno, poéta que carece de
juicio, abandona muchas veces su asunto, para en
tregarse á digresiones, ó extravios, como los llama
Escaligero. Si nos habla de los prodigios que prece
dieron la guerra civil, es declamando con este mo
tivo, para mostrarnos, quanta felicidad es para el
hombre, el no prever sus desgracias, hasta que lleguen.
Las quexas de Milton sobre su privacion de vista,
su elogio del matrimonio, sus reflexiones sobre la
desnudez de nuestros primeros padres, sobre la co
mida de los Angeles, y otros pasages de su poéma,
incurren en esta censura. Debg no obstante, confesar,
que aquellas digresiones tienen tantas bellezas, que no
querria que se suprimiesen.
He hablado ya de los caractéres del poéma de Mil
ton, y he declarado mi juicio, acerca de los per
sonages alegoricos que ha introducido en el.
Si examinamos sus sentimientos, creo que son al
gunas veces defectuosos, por la razon siguiente, á
saber, porque los sutiliza demasiado, y degeneran
en conceptos frivolos. Pienso por exemplo, que es
de esta ultima especie, aquel pasage del primer libro,
en que habla de los Pygmeos, quando los llama pe
queña infanteria, arrebatada por las grullas.
Es reprehensible tambien su frequente alusion á
las fabulas gentilicas, que no vienen ciertamente bien
con el asunto divino de que trata. No censuro estas
alusiones, quando el poéta mismo las dá por fabu
losas, como lo hace en algunos parages, sinó sola
mente quando las refiere como verdades, y como
48 NOTAS
hechos. Los limites de mi disertacion no me permiten
- citar exemplos de esto, pero el lector los notará fa
cilmente en la lectura del poéma. -
Peca tambien bastante amenudo, por una ostenta
cion inutil de ciencia. Es cierto que Homero, y Vir
gilio poseian toda la erudicion de su tiempo, pero
no se dexa ver en sus obras, sinó de un modo in
directo, y oculto. Milton al contrario, parece que
tiene prurito de hacernosla manifiesta, por sus ex
cursiones sobre el libre alvedrio, y la predestinacion,
por un gran numero de noticias historicas, astrono
micas, y geograficas, como tambien por su empeño
en persuadirnos por los terminos, y frases con que las
dá, que era versado en las artes, y ciencias.
Si observamos por ultimo la diccion de este gran
poéta, tendrémos que convenir, como ya lo he insi
nuado, en que algunas veces es demasiado refinada, y
otras obscura, por su palabras antiquadas, transposicio
nes, y terminos de idiomas extrangeros: por esta razon
le aplican muchos la censura de Seneca, hablando del
estilo de un autor celebre : riget ejus ratio , nihil in
ea placidum , nihil lene. Como yo no podia negar
enteramente la justicia de esta aplicacion, tomé el
partido de disculpar en lo posible á Milton antici
padamente, en uno de mis articulos anteriores, y
añado aqui, que los sentimientos, y las ideas de este
poéta, son tan sublimes, que le hubiera sido im
posible explicarlas, sin estos auxilios estraños: nues
tra lengua era insuficiente para el; no alcanzaba á la ac
tividad
DE ADDIS SON 49
tividad de un ingenio, que la presentaba imagenes tan
elevadas.
Otro defecto de este estilo, es su affectacion, bastante
frequente, de servirse de equivocos. Sé que algunos
de los mas famosos autores entre los antiguos, han
hecho uso de ellos, y que Aristoteles los ha colocado
en su rethorica, entre las bellezas de aquel arte: pero
esta falsa elegancia, es en si misma frivola, y bur
lona, y por lo tanto en el dia está segun creo, gene
ralmente desechada, por todos aquellos que saben
escribir, º
La ultima falta que descubro, es el uso frequente
de los terminos, que los sabios llaman técnicos, ó
terminos del arte. Una de las mayores bellezas de
la poesía, es la de hacer inteligibles las cosas di
ficiles, y exponer lo que es en si mismo abstracto,
en terminos tan claros, que puedan ser entendidos,
aun por el vulgo de los lectores; y por otra parte, la
ciencia de un poéta antes debe parecer natural, é ins
pirada, que sacada de los libros, ó de las escuelas.
Dryden ha incurrido en este defecto en su traduccion
de Virgilio, haciendo uso de algunas palabras que
no son comprensibles sinó para los marinos.
Milton se sirve del termino babór, quando habla
de naves, hace mencion de columnas doricas, pilas
tras, cornisas, frisos, y arquitrabes ; quando trata
de los cuerpos celestes, se encuentran en el los
terminos de ecliptica, excentrico, y trepidacion de
estrellas que caen del zenit, y de rayos que hieren
• 4
5o NO TAS

a plomo. el equadór, á los que podríamos añadir


otros muchos exemplos de la misma naturaleza.
-

Volet haec sub luce viderí


Judicis argutum quae non formidat acumen.
H o R.

He visto en las obras de un filosofo moderno º un


mapa de las manchas del Sol. Mi ultimo articulo en
que acabo de tratar de las faltas de Milton, puede ser
considerado como un bosquejo de la misma naturaleza,
y siguiendo esta alusion añadiré, que en las partes del
cuerpo luminoso de que he hablado, las hay que bril
lan con mas resplandor, y que despiden una luz mas
viva que las otras, y asi, aunque ya he hecho ver en
general , que la obra es extremadamente hermosa,
voy ahora á manifestar con mas detalle las bellezas,
que sobre todo me han admirado. "
El principio del poéma es sencillo, y natural, en lo
que el autor ha seguido el exemplo de Homero, y el
precepto de Horacio. . . - -

Su invocacion, para una obra que trata principal


mente de la creacion del mundo, está con mucho
juicio dirigida á la Musa, esto es, al ardor divino,
que inspiró áMoyses en aquellos libros, de donde
nuestro autor ha sacado su asunto, y al espiritu santo,
que cooperó de un modo especial á la primitiva pro
duccion de la naturaleza. Despues de este exordio, el
autor se eleva como por grados, y la transicion á su
fabula se presenta con la mayor naturalidad.
D E ADDISS ON, 51

El desmayo en que permanecen nueve dias los


Angeles, despues de su caida del cielo, es una cir
cunstancia muy ingeniosa. La division del infierno en
mares de fuego, y en tierra firme, igualmente en
cendida, y la esperanza desterrada de aquellas re
giones desgraciadas, dan á conocer tambien la fer
tilidad de su imaginacion.
Los sentimientos que se encuentran en el primer
discurso, y en la descripcion de Satanás, que es uno
de los principales actores de este poéma, nos dejan
una idea perfecta de aquel espiritu maligno: su soberbia,
su envidia, su venganza, su obstinacion, su desespe
racion, y su impenitencia, están pintadas con todo
el arte posible. Su primer discurso es una compli
cacion de todas estas pasiones, que se descubren sepa
radamente en adelante. El caracter de este fiero ene
migo del linage humano, hierve de rasgos capaces de
elevar, y de aterrar al mismo tiempo, el animo del
lector. Tales son, en el primer libro que ahora exa
minamos, la viveza con que vuelve el primero, de
aquel general letargo, su postura sobre el lago ardiente,
el modo con que se levanta para salir de el, la des
cripcion de su broquel, y de su lanza, y la excla
macion, que hace á los otros demonios adormecidos,
en aquel mar de fuego.
Pero no hay parage mas sublime en todo el poéma,
que aquel en que describe la estatura, y presencia de
Satanás.
Sus sentimientos corresponden en todas partes á su
caracter, y convienen perfectamente á un ser, cuya
52 NOT A S

naturaleza es extramadamente noble, y no menos de


pravada; tales se muestran , por exemplo, en el parage
en que toma posesion de aquel lugar de tormentos.
En medio de las impiedades que aquel furioso es
piritu profiere, ha tenido gran cuidado de no mezclar
ninguna, que no sea enteramente absurda, é incapaz
de escandalizar á un lector religioso. Teniendo sus
discursos, conforme lo expresa el mismo poéta, solo
la apariencia del merito, y no la realidad; se in
troduce tambien con mucho arte aquel espiritu mali
gno, confesando á pesar suyo la omnipotencia de su
adversario. Qualesquiera que sean los falsos colores,
que el dé á la justicia, á la misericordia, y á los
demas atributos del ser supremo, reconoce á cada
paso su poder sin limites: su orgullo industrioso en
lisonjearle, le pone delante de los ojos, toda la gloria
de su enemigo, para disminuir la verguenza de su
derrota. -

No debo omitir aqui, aquella hermosa circunstancia


de las lagrimas que derrama, á vista de los Angeles
innumerables, que se hallan envueltos en su delito,
y en su ruina.
El catálogo de los espiritus malignos está lleno de
erudicion; la descripcion que hace de los lugares, en
que eran adorados, ateniendose segun el uso de los
antiguos poétas, á los nombres de los rios, que son
invariables, no contribuye poco á la gracia de aquellos
pasages. El autor sin duda tuvo presente en aquella
descripcion, el catálogo de las naves de Homero, y
la revista de los guerreros de Virgilio. Los caractéres
DE AD DIss o N. 53

de Moloch, y Belial preparan al lector á lo que dicen,


y hacen, en el segundo, y sexto libro. El retrato de
Thámús es una pintura agradable, y conforme á lo que
leemos en los antiguos, acerca del culto que se daba
á aquel idolo.
El lector me permitirá, que inserte aqui un extracto
de la relacion del ingenioso M. Mandrel, que nos ex
plica, en la historia de su viaje, el culto de aquel idolo
antiguo, y probablemente, el origen de semejante su
persticion. •
Llegamos , dice, a un hermoso y ancho rio, que
es sin duda el antiguo Adonis , tan famoso por las
ceremonias idolatricas, y por las lamentaciones que
alli se hacian , en honor de la deidad del mismo
nombre. Tubimos tambien la fortuna de ver lo que
ha dado sin duda motivo a lo que dice Luciano da
aquel rio, d saber, que en ciertas temporadas del
año , sobre todo en la época de la fiesta de Adonis ,
estaban sus ondas teñidas en sangre. Los Gentiles
atribuian este fenomeno al sentimiento sympatico,
que aquel rio eaperimentaba de la muerte de Adonis,
destrozado por un jabali en los montes, en donde
tenia su nacimiento: vimos en efecto una cosa pa
recida a aquello el agua era extremadamente en
carnada, y como lo observamos en nuestro viaje ,
conservaba bastante aquel color, aun muy adentro
del mar, lo que proviene sin duda de una especie de
bermellon , ó tierra roaca , que las grandes lluvias a-.
carrean al rio, sin que tenga la menor parte en ello,
la sangre de Adonis.
El parage del catálogo, en que Milton expone la fa
54 " No TAS
cultad, que tienen los espiritus para transformarse, y
variar de dimensiones, produce incidentes extraordina
rios, y curiosos, en la serie del poéma. Alfin del primer
libro hay uno, que es al mismo tiempo maravilloso,
y probable, como que ha sido preparado. Apenas está
concluido el palacio infernal, quando la muchedumbre
vulgar de los espiritus inferiores se comprime, y reduce
á un pequeño volumen, afin de que haya cabida en
el salón, para una asamblea tan numerosa; pero el
primor del poéta es admirable, por que aunque el
vulgo de los espiritus infernales achique su forma, los
de primer orden conservan siempre su grandeza natural.
La pintura de Mammón, y la descripcion del Pan
demónio, están llenas de bellezas.
Hay en el primer libro otros diversos rasgos de una
poética maravillosa, y que hace ver bien claro el su
blime ingenio del autor, como la descripcion de la
figura de Azaziel, y del tamaño, y magnificencia del
estandarte infernal que desplega; la horrible luz, por
medio de la qual, los espiritus malignos se divisan unos
á otros en los tormentos; los gritos de los Angeles
formados en batalla; la revista que el principe de las
tinieblas hace de su exercito precito; el brillo repentino,
que relampaguea en el momento en que desnudan
sus espadas; la produccion instantanea del Pandemônio;
y las iluminaciones artificiales que lo alumbran.
Tambien se encontrarán en el primer libro del Pa

raiso perdido las mas bellas comparaciones. Conviene


observar en ellas, que quando Milton hace alusion á
las cosas ó á las personas, jamas dexa su comparacion,
sin que la haya terminado en alguna idea grande,
•,
DE AD DIS SON. 53

y muchas veces agena del objeto de que se ha ori


ginado. La analogia no dura quizá mas, que en uno,
ó dos versos, pero el poéta se dilata sobre aquella
cuerda, hasta que haya sacado de ella alguna imagen,
noble, ó algun sentimiento, propio para inflamar el
animo del lector, y mantenerle en una sublimidad,
conveniente á la naturaleza de un poéma heroico. Los
que han leido á Virgilio, y á Homero, no pueden
menos de encantarse con las comparaciones de Milton
Me he extendido en esta materia, por que los lectores
ignorantes, que han formado su gusto sobre las com
paraciones frivolas, ó sobre los conceptos agudos,
que son tan de moda entre nuestros poétas modernos,
no aciertan á tomar el gusto á las bellezas de una
naturaleza mas sublime, y podrian por consiguiente
eensurar las comparaciones de Milton, en que no
hallan una semejanza completa. M. Perrault que es
de este caracter, ha procurado ridiculizar por lo mismo,
varias comparaciones de Homero, que el llama com
paraciones de cola larga. Concluiré este bosquejo del
primer libro de Milton, con la respuesta que le da
M. Boileáu. -

Las comparaciones no se ponen , dice, en las odas ,


y poémas epicos, unicamente para aclarar, y adornar
el discurso, sinó para divertir , y dar descanso al
animo del lector, separandole de quando en quando,
del objeto principal , y paseandole por otras imagenes
agradables: en esto sobresalió singularmente Homero,
en el qual, no solo las comparaciones, sinó los dis
cursos todos, estan llenos de imagenes de la natu
-
*,
56 NOT AS

raleza, tan 2 erdaderas , y tan variadas , que aun


que ella es siempre la misma, parece no obstante ,
siempre diferente, instruyendo d cada paso al lector,
y haciendole observar en los objetos mismos , que
tiene todos los dias delante de los ojos , cosas que
no le habia ocurrido siquiera reparar. Añade á esto,
como una maxima universalmente admitida, que na
es necesario en materia de poesía, que los puntos de
la comparacion correspondan en todo exactamente
unos a otros, que basta una conexion general, y
que una nimia puntualidad oleria a pedantismo.
Si examinamos enfin, la conducta de Homero, de
Virgilio, y de Milton, hallarémos, que asi como la
fabula principal, es el alma del poéma, asi cada uno
de sus episodios, es una brebe fabula, que sirve para
dar una variedad agradable á sus obras, y sus com
paraciones otros tantos breves episodios. Si el lector
considera bajo este aspecto las comparaciones del sol
eclipsado, del sueño de la ballena, de los enjambres
de abejas al rededor de sus colmenas, y de la danza
de las hechizeras, que contiene el primer libro, notará
facilmente las bellezas de todos aquellos pasages.

Dii, quibas imperium est animarum, umbraeque sientes,


Et Chaos, et Phlegethon, loca nocte tacentia late,
Sit mihi fas audita loqui; sit numine vestro,
Pandere res altà terrà, et caligine mersas.
V 1 R G.

He observado ya en general, que la conducta, y


los sentimientos de los personages, que Milton intro
DE AD DIS SON. 57
duce en su poéma, quadran perfectamente con sus ca
ractéres respectivos cada circunstancia de sus dis
cursos, y acciones, está apropiada con el mayor arte
á los sujetos que hablan, ó que obran. Como este
poéta descuella en el talento de sostener sus caractéres,
espero que se me permita considerar bajo este punto
de vista, diversos pasages de su segundo libro. Aquella
preminencia, y aquella falsa magestad, que se atri
buyen al principe de las tinieblas, están admirable
mente conservadas al principio de dicho libro: la
abertura, y la conclusion del consejo; la osadia, con
que Satanás toma á su cargo la grande empresa, cuya
idea sola hacia temblar á toda aquella junta infernal,
y su encuentro con la fantasma horrible, que guar
daba las puertas del infierno, y que se presenta á
el, rodeada de todos sus terrores, caracterizan per
fectamente aquel espiritu soberbio, y arrojado, que
no podia someterse á la omnipotencia.
El mismo orgullo, la propia intrepidez se des
cubren en varias aventuras de su viaje, al través
de las regiones de la materia informe, y principal
mente se notan en el modo con que se dirige á los
formidables potentados, que dominaban el imperio
del Cahos. - -

El caracter de Molóch, está brotando aquella vio


lencia, que le distingue de todos los demas Angeles
malos: en el primer libro se le pinta bañandose en
la sangre de los sacrificios humanos, deleitandose en
ver correr las lagrimas paternales, y en oir los que
xidos de los niños: en el segundo se le representa
58 NOTAS
como el espiritu mas furibundo, de quantos han com
batido en el cielo; y si observamos el papel que
hace en el sexto libro, en donde se cuenta la ba
talla de los Angeles, veremos que conserva siempre
el mismo caracter de rabia, y de furor.
El es el primero que se levanta en la asamblea;
se declara en tono el mas duro à favor de la guerra,
y expresa su indignacion contra sus compañeros, que
á su parecer pierden el tiempo, aun en deliberar
tanto sobre este punto : todos sus dictamenes son au
daces, arrojados, desesperados; tal es por exemplo,
el de armarse con los instrumentos mismos de sus
suplicios, y volverlos contra el que los ha conde
mado á ellos. -

El ardor con que consiente verse aniquilado, antes


que vivir miserable, y cubierto de ignominia, y el
consuelo que se propone en turbar la paz del cielo,
son sentimientos dignos de aquel espiritu implacable.
En el primer libro se describe á Belial como el
idolo de la disolucion, y la luxuria : en el segundo
se le caracteriza de timido, y perezoso: no se distingue
en las batallas de los Angeles, sinó por las expre
siones vanas, s y orgullosas, que dirige á Satanás,
acerca de la ventaja imaginaria, que tiene sobre sus
enemigos : tal es el genio que constituye á este
espiritu inmundo. Su modo de opinar en la assem
blea infernal, corresponde siempre á su caracter : en
el descubre los terrores que tiene de una segunda
batalla, el horror de ser anonadádo, y su amor á
la vida, por mas infeliz que sea. No necesito ad
DE AD D I SSO N. 59
vertir, que el contraste de este modo de pensar, con
los consejos de Molóch, sirve para variar agrada
blemente las opiniones.
El retrato de Mammón está tan propio en el pri
mer libro, que nada le añade el poéta en el segundo:
hemos sabido en aquel, que enseñó á los hombres á
buscar el oro, y la plata, en las entrañas de la
tierra, y que fue el arquitecto del Pandemómnio, ó
palacio infernal, en donde debian juntarse á con
sejo los Angeles precitos. Su discurso en este se
gundo libro, conviene perfectamente con aquel ca
racter tan depravado : no se ocupaba en el cielo,
sinó de la pompa exterior, y de la magnificencia de
aquel lugar, fixando mas su atencion en la riqueza de
su pavimento, que en la vision beatifica, y asi ase
gura ahora, que la posesion del oro basta para hacer
soportable el infierno.
Belcebúth es mirado entre los demonios, como e
segundo en dignidad, y tambien es en el primer libro,
el segundo en volver del desmayo general confe
rencia con Satanás, y sostiene siempre su rango: se
levanta con magestad, sus discursos respiran gran
deza, y reune con su prudencia todos los dictamenes.
La proposicion que hace de destacar alguno de aquellos
espiritus, para ir á descubrir el mundo nuevo, está
fundada sobre algunas palabras de Satanás.
El lector conocerá, quan conveniente era no omitir
en º primer libro, el proyecto sobre que rueda todo el
poéma. No debia ser otro su autor que el principe mis
mo de los demonios, y el primero despues de el en
6o NOT AS

dignidad, era naturalmente, el mas propio, para desem


volverlo, y apoyarlo. El antiguo rumor propagado por
el cielo, tocante á la futura creacion del genero hu
mano, da à entender la dignidad del hombre, haciendo
ver que ha sido el objeto de las conversaciones del
cielo, aun antes de haber recibido la existencia. Vir
gilio para engrandecer la republica romana, hace
pasar revista á sus heroes en su estado de preexistencia.
Milton honrra harto mas á nuestro linage, haciendonos
columbrar al hombre, mucho antes que saliese de la
nada.

La separacion de aquella grande asamblea, está tra


tada de un modo en extremo sublime, y poético.
Las diversiones de los Angeles malos, y el lugar
de su morada, se describen con admirable abundancia
de pensamientos, y con la mas rica invencion : aquel
los entretenimientos son perfectamente analogos à
unos seres, à quienes ya no quedaba mas que una
fuerza, y unos conocimientos mal aplicados.
Emplean su habilidad para la musica, en celebrar
sus culpables hazañas, y sus discursos, en sondear
las profundidades impenetrables del destino , del libre
alvedrio, y de la presciencia. Los rios que se pierden
en el mar de fuego, la oposicion extremada del frio,
y del calor, como tambien el rio del olvido, se fun
dan totalmente, en la tradicion. Los animales mons
truosos, que produce aquel mundo infernal, están
representados en una sola ojeada, que nos da de ellos
una idea mas horrible, que la hubiera dado la mas
larga descripcion.
DE AD DTSS O N. 61

Esta pintura de los demonios, y de su habitacion,


está felizmente colocada, para que descanse el lector á
la salida de su consejo; un poéta mediano no hubiera
dejado de alargar aquellas circunstancias, con lo que
hubiera debilitado la fabula principal, en lugar de
adornarla.

El vuelo de Satanás á las puertas del infierno, está


perfectamente pintado. -

He declarado ya antes mi parecer, sobre la ale


goría del pecado, y de la muerte, que es con todo
una obra maestra, siempre que no se la considere
eomo una parte del poéma epico. Satanás da á luz
la culpa, y esta pare la muerte; la union incestuosa
de la culpa con la muerte, produce aquellos mons
truosos perros infernales, que de tiempo en tiempo,
vuelven á esconderse en el vientre de su madre, y
despedazan las entrañas en que recibieron el ser: con
esta invencion, pinta las agitaciones de una mala con
ciencia, y las horribles inquietudes, en los corazones
de los reprobos.
No es necesario advertir al lector las razones de
interes commun, que reunen los tres personages de
esta alegoria, como tampoco la propiedad con que
se encarga á la culpa la custodia de la entrada del
infierno, y se atribuye á ella sola el poder de abrir
las puertas, que conducen á aquel lugar de tormento.
Las descripciones de esta alegoría son enérgicas,
y están llenas de ideas sublimes. La figura de la
muerte, la corona real que ciñe su cabeza, las ame
nazas que hace á Satanás, su modo de avanzarse al
62 * NOT AS

combate, y el clamor universal que acompañó á


su nacimiento, son particularidades notables, y que
corresponden perfectamente á su terrible poder. Es
inutil advertir la propiedad de la filiacion de aquellos
personages symbolicos, esto es, que la culpa nació
con la rebelion de Satanás, que la muerte apareció
de resultas al momento, y que los terrores de la
conciencia fueron concebidos á la entrada misma
del infierno. La descripcion, y la abertura de sus
puertas, son muy poéticas, y todo descubre en ellas
el cuño de Milton. -

El viaje de Satanás al través del Cahos, presenta


varios personages imaginarios, que habitan aquel
abismo inmenso de materia. Semejantes ideas pueden
gustar á ciertos lectores, que nada hallan de bueno
en un poéma, sinó lo que está animado: yo por
mi parte prefiero en el los pasages que tienen mas
verosimilitud, y están al alcanze de lo posible. La
elevacion de Satanás sobre el humo que vomita acia
arriba el abismo infernal: su descenso en una nube
de nitro, y otras materias combustibles, que dila
tandose despues con impetu, le rechazan de nuevo
á lo alto: su elevacion posterior, como una pira
mide de fuego, y su transito laborioso por medio
de la confusion de los elementos, que el poéta califica
de matriz de la naturaleza, y tal vez de sepulcro
suyo, son pensamientos de esta especie.
Los rayos luminosos, que desde la extremidad
del universo, penetran hasta el Cahos, y el des
cubrimiento de la tierra, que Satanás divisa suspen
DE ADDIs soN. 63
dida cerca de la luna, á una prodigiosa distancia,
tambien presentan ideas nobles, y poéticas.

Nec Deus intersit, nisi dignus vindice nodus


Inciderit. H o R.

Si Horacio aconseja al poéta, que mida bien sus


fuerzas, parece que Milton conoció perfectamente las
suyas: su ingenio era nacido para la sublimidad, y
su asunto fue tambien el mas noble que podia caber
en el entendimiento humano : quanto hay de grande
en la naturaleza: el sistema del mundo intelectual: el
Cahos y la creacion: el cielo, la tierra, y el iu
hacen su papel en aquel poéma.
fierno ; todos
Despues de haber bosquejado en el primero, y
segundo libro, el mundo infernal, con todos sus
horrores, el hilo de la fabula guia naturalmente á
las regiones opuestas, es á decir, á las de la biena
venturanza, y de la gloria.
Si parece que baja Milton algunas veces de su acos
tumbrada elevacion, és en los parages en que intro
duce las personas divinas; se notará en ellos, como
yo me lo figuro, que el autor procede con cierta especie
de temor, y temblor, quando hace hablar al om
nipotente: no se atreve entonces á dar una plena
libertad á su imaginacion, y toma el partido de conte
nerse en las ideas, sacadas de los libros teologicos
mas orthodoxos, y de ceñirse á las expresiones de
la sagrada escritura.
Las bellezas que se encuentran en aquellos discur
SOS,

64 NOTAS
sos, no son de naturaleza poética, y si mas propias
para llenar el animo de pensamientos de religion,
que de grandes sentimientos. Consiste pues, la bel
leza particular de dichos discursos del tercer libro,
en la brevedad, y claridad, con que el poéta ha tra
tado los mas altos misterios del Christianismo, y
reducido á un sistema regular, la conducta de la pro
videncia, para con el hombre : ha representado, y
con mayor resplandor que ningun otro escritor de
los que conozco, los dogmas abstractos de la pre
destinacion, del libre alvedrio, y de la gracia, como
tambien los importantes objetos de la encarnacion,
y redencion, indispensables en un poéma, que trata
de la caida del hombre: por lo mismo que estos puntos
son por si, tan aridos para el vulgo de los lectores,
no se puede admirar bastantemente la viva luz, que
esparce sobre unas materias tan obscuras, como tam
poco el arte, con que mezcla en ellas, todos los
ornatos poéticos, de que son susceptibles. Esta pin
tura es tan superior al modo con que Virgilio ha
representado á Jupiter, quanto la idea que dá el
Christiano del ser supremo, es mas razonable, y
mas sublime, que la que tenian los Gentiles. Los
objetos particulares, sobre los quales le hace poner
los ojos, están animados del modo mas vivo, y mas
magnifico.
La marcha de Satanás hacia los confines de la
creacion, está muy bien representada en el principio
del discurso del eterno, y los efectos, que este dis
curso produce en los espiritus bienaventurados, y
en
DE ADDIS SON. 65
en la persona divina, á quien se dirige, no pueden
menos de llenar el animo del lector de un secreto
gozo,
No necesito ponderar la belleza del pasage, en que
el exercito angelico aparece sorprehendido. Me dis
pensaré tambien de expresar quan del caso es el
silencio del cielo en aquella ocasion, pero hablaria de
la conclusion de aquel divino coloquio, y del hymno
de los espiritus celestiales, si los limites de mi dis
curso me lo permitiesen.
La llegada del principe de las tinieblas sobre la
parte exterior de este universo, que se presentaba
de lexos á su vista, como un globo mediano, pero
que le pareció, quando estubo cerca, una llanura
inmensa, es noble y natural. Los espacios que re
corrió sobre aquella cubierta exterior del mundo,
entre la masa de que fue hecho el universo, y aquel
montón informe de materiales que quedaron toda
via en el Cahos, y en la confusion, presentan à la
imaginacion una perspectiva extraordinaria. He hablado
ya del limbo de la vanidad, que el poéta coloca sobre
aquella superficie del universo, pero voy con todo á.
extenderme un poco mas sobre este articulo, y sobre
otras alegorías del poéma. -

Aristoteles previene, que la fabula del poéma epico,


debe abundar de circunstancias probables, y mara
villosas, ó como se explican los criticos franceses,
que debe estar llena de verosimilitud, y de mara
villa; y no hay en toda la poética de Aristoteles otra
regla mas bella, ni mas acertada que esta.
- 5
66. - NOTAS

Si la fabula es unicamente probable, en nada se


distingue de una verdadera historia, y si solo es ma
ravillosa, no es mas que una novela; el asunto está,
en dar á lo maravilloso un ayre de verosimilitud. La
fabula de Milton es una obra maestra en este puntos
la guerra del cielo; la reprobacion de los angeles;
el estado de inocencia; la tentacion de la serpiente 2 .
y la caída del hombre, á pesar de lo maravilloso,
son no solamente creibles, sinó articulos de fé.
Puede conciliarse lo maravilloso con lo verosimil,
introduciendo actores, capaces por la superioridad de
su naturaleza, de efectuar prodigios, que no entran
en el curso ordinario de las cosas. La nave de U
lises convertida en roca, y las de la esquadra de
Enéas transformadas en ninfas, se acercan á la ve
rosimilitud, desde luego que los Dioses toman parte
en ellas: Homero, y Virgilio, han hallado con esta
ficcion el secreto de llenar sus poémas de sucesos,
que sorprehenden, pero que no son imposibles, con
lo que excitan en el animo del lector el sentimiento
mas agradable, que es el de la admiracion. Si la
Eneida tiene algo de vicioso en este ramo, es al
principio del tercer libro, en donde un mirto, ar
rancado por Eneas, destila sangre para hacer to
lerable aquella ficcion, Polidoro, que se supone
identificado con el arbol, refiere que atravesado
por los dardos, y flechas de los barbaros habitantes
de aquel pais, la madera de dichas armas introdu
cida en su cuerpo, se arraigó en la tierra, y pro
duxo aquel arbol, del qual salia la sangre. Esta.
-
DE ADDISS Ó N, 67
invencion tiene mucho de maravilloso, pero nada de
verosimil, por que se atribuye á efecto solo de la
naturaleza. Si examinamos las fabulas de Milton, aun
que llenas de incidentes prodigiosos, vemos que son
correspondientes á las ideas del Christianismo : todo
en ellas se encuentra, por decirlo asi, templado por
una justa medida de probabilidad. Lo unico que debo
exceptúar, es el limbo de la vanidad, con el episodio
de la culpa, y de la muerte, y algunos personages
imaginarios del Cahos, que son todos, descripciones
de sueños, y de sombras, no de cosas, ó personas,
Sé que muchos criticos miran como alegorias, las
historias de Circe, de Polyphémo, y de las sirénas,
y aun toda la Yliada, y la Odiséa, pero aun quando
esto fuese efectivo, aquellos poémas, y pasages,
siempre son fabulas, que segun las opiniones cor
rientes en su tiempo, podian ser admitidas al pie de
la letra, y los personages, que se suponen obrar
en ellas, son de tal naturaleza, que hubieran podido
hacer todo lo que se les atribuye, asi como las cir
cunstancias, en que se fingen acaecidos aquellos pro
digios hubieran podido, segun el mismo sistema,
ser reales, y verdaderas. Esta apariencia de proba- .
bilidad, éstan esencial á la poesía, que Aristoteles
adviérte, que los escritores antiguos, para dar á sus
asuntos mayor aire de verdad, se servian de los nom
bres de aquellos personages celebres, que habían vi
vido efectivamente en el mundo, en los papeles de sus
tragedias, aun quando estas trataban de aventúras,
que jamas les habian sucedido. En una palabra, la
68 NOTAS

alegoría de un poéma epico, debe parecer verosimil,


no solo en el sentido oculto, sinó en el literal. La
parte historica en el, debe ser tal, que qualquiera
lector vulgar pueda adoptarla, sea qual fuere la verdad
natural, moral, ópolitica, que los hombres de mas
penetracion puedan descubrir en ella.
Satanás, despues de haber andado largo tiempo
errante sobre la superficie, ó cubierta exterior de
este universo, descubre en ella una abertura, para
mantener la comunicacion entre el cielo, y los
objetos criados : por alli es por donde bajan los
angeles á este mundo inferior, para cumplir sus
comisiones cerca del genero humano. La pausa que
el principe de las tinieblas hace á la orilla de aquel
transito, su atencion en contemplar la perspectiva de
la naturaleza, que le parece estár en la flor de su
hermosura, y la comparacion, que, se sigue inme
diatamente á esto, llenan el animo del lector de ideas
tan nobles, como maravillosas: precipita sus ojos,
ó por mejor decir, su vista intuitiva, en el pro
digioso hueco del universo: recorre las maravillas de
aquel inmenso anfiteatro, que está entre los dos
polos del cielo, y percibe de una ojeada, toda la cir
cunferencia de la creacion.
El vuelo del monarca infernal, por medio de los
diversos mundos, que brillan á todos lados, y la
descripcion particular del sol, manifiestan la mas fe
cunda imaginacion: la figura del demonio; su dis
curso ; su transformacion en angel de luz; todo está
tratado con una primorosa belleza. El viaje que le
*.
DE AD DIS SON. 69.
hace hacer acia aquel astro, que es segun la opinion
vulgar el objeto mas brillante de la creacion, y el
angel que en el se coloca, para gobernar su esfera,
son dos particularidades notables, y tanto mas fun
dadas, quanto los mas celebres filosofos han preten
dido, que cada Orbe tenia una inteligencia particular
para dirigirlo. La escritura misma nos dice, que el
Apostol S. Juan vio un angel como aquel en el
sol. La respuesta que aquel angel dá al demonio
sin conocerle, está llena de moderacion, y de ma
gestad: el parage en que se explica, como habiendo
asistido á la creacion, prepara al lector, para lo que
sigue en el septimo libro.
Muestra á Satanás la tierra de un modo tan exaeto,
que el lector se traslada casi desde donde está, para
verla, á aquella enorme distancia.
No debo concluir mis reflexiones sobre el tercer libro,
sin detenerme en la famosa lamentation de Milton,
por donde comienza, y que ciertamente merece todas
las alabanzas que han podido darsela; no obstante
como he insinuado ya, puede mirarse mas como una
digresion, que como una parte del poéma, y lo mismo
puede decirse del bello pasage, que trata de la hipo
cresia, en el mismo libro,

Nee satis est pulchra esse poémata, dulcia sunto.


H o R .

Los que saben quantos volumenes se han escrito


sobre Homero, y Virgilio, perdonarán facilmente la
7e No TAS
prolixidad de mis discursos sobre el Milton. Miran los
mejores jueces al Paraiso perdido, como la produceion.
mas grande del ingenio humano, ó á lo menos, como
la obra mas hermosa, que se ha dado á luz en nuestra
lengua, y por lo mismo, aunque en mis seis primeros
articulos, he procurado dar una idea de sus bellezas,
y de sus defectos, me he creido obligado á formar uno
sobre cada libro en particular. No es necesario advertir
á mi lector, que hay en todo el poéma, y sobre todo,
en las descripciones, una infinidad de primores, de que
no he hecho mencion, por ser mi intento, el de ma
nifestar unicamente aquellos, que me parecen mas
dignos de admirarse, ó que pueden escaparse facil
mente á la atencion del lector.
Saben muy bien todos aquellos que han leido comen
tarios sobre la Odiséa, la Yliada, y la Eneida, que los
que los han hecho, convienen todos entre si, de las
principales bellezas de aquellos poémas, y no obstante
cada uno en particular ha descubierto varios golpes ma
gistrales, no advertidos por los demas; asi no dudo de
que todo escritór, que trate despues de mi, del poéma
de Milton, encontrará en el bellezas, en que yo no he
hecho alto. -

Como los mas celebres maestros en punto de critica,


varian unos de otros, sobre ciertas reglas del poéma
epico, no me he conformado eserupulosamente con las
que cada uno de ellos ha dado, y me he tomado la li
bertad de atenerme, ya á las de uno, ya á las de otro,
y aun la de separarme de todos ellos, quando he creido
que lo exigia la razon. -
DE A D DISS O N. 71
Podemos dividir en tres clases las bellezas del quarto
libro: comprendo en la primera, las pinturas de la vida
tranquila, que encontramos en las descripciones del
Edén, de sus vergeles, del cenador de Adán etc: la
segunda contiene las maquinas, es á decir, los dís
cursos, y conducta de los buenos, y malos angeles;
la tercera, y ultima, consiste en los procederes de
Adán, y Eva, que son los principales actores del poéma.
Por lo que hace á la descripcion del paraiso, Milton
ha seguido la regla de Aristoteles, en que previene, que
se prodiguen todos los ornatos de la diccion, en los pa
rages languidos, en que la accion escasea: asi reparará
el lector, que las expresiones son mas floridas, y mas
acabadas en aquellas descripciones, que en las demas
partes del poéma. Debo añadir tambien, que aunque
semejantes pinturas de jardines, de rios, metheoros,
y de otras partes inanimadas de la naturaleza, sean jus
tamente censuradas en un poéma heroico, quando son
demasiado largas, la descripcion del paraiso hubiera
sido defectuosa, si el poéta no se hubiera extendido un
poco en ella, como que es la escena, en que pasa la
accion principal, y que nos dá alguna idea de la felici
dad, de que cayeron nuestros primeros padres. El plan
que nos dá de aquel paraiso, está formado sobre el re
ducido bosquejo, que existe en la escritura sagrada.
La imaginacion fecunda de Milton ha derramado
sobre aquella morada de la bienaventuranza, y la ino
cencia, una cantidad tan prodigiosa de bellezas, que no
acabariamos, si pretendieramos admirarlas todas en
particular.
72 NOT AS
... No es justo que abandone este articulo, sin hacer la
observacion, de que costaria mucho trabajo, encontrar
en el poéma un solo discurso de Adán, ó de Eva,
cuyos sentimientos, y alusiones, no hiciesen relacion
á aquella habitacion deliciosa: el lector durante todo el
curso de la accion, se paséa agradablemente por medio
del paraiso. Por ultimo, los criticos han juzgado, que
en los poémas, en que se introdueen pastores, los pen
samientos deben tener siempre cierto colorido de bos
ques, campos, y rios. Casi nunca pierden de vista
nuestros primeros padres, su feliz habitacion, ni en lo
que dicen, ni en lo que hacen: sus pensamientos, si el
lector me permite esta expresion, tienen siempre el
aroma del paraiso. . - - -

Ahora tenemos que considerar las maquinas del


quarto libro. A vista del Edén, Satanás se llena de sen
timientos , bien diferentes de aquellos, que habia con
cebido en los infiernos; aquel lugar le inspira pensa
mientos mas blandos. Reflexiona sobre la dichosa suerte
de que ha caido; rompe en un discurso, en que la ver
dad arranca de su boca la confesion de su ingratitud;
pero despues de haberse acusado á si mismo, se endu
rece de nuevo en la impenitencia, y en el proyecto que
ha formado de arrastrar al hombre á su delito, y á su
miseria. Este combate de pasiones opuestas, está ani
mado con mucho arte.
El principe de las tinieblas dirige al sol un discurso
lleno de fuego se ocupa despues en estudiar la situa
cion de nuestros primeros padres, y en descubrir, como
podrá acometerles con mas ventaja. El salto que dá
DE AD DTS SON. 73
por encima de la cerca del paraiso, la figura que
toma, para ponerse en emboscada sobre el arbol
de la vida, que estaba en medio del jardin, y des
collába entre todos los demas arboles; su bajada para
mezclarse entre la turba de animales, que con tanta
gracia se representan, retozando al rededor de Adán,
y Eva, y sus transformaciones en varias criaturas
materiales, afin de oir la conversacion de aquella ama
ble pareja; todas estas circunstancias repito, sorpre
henden agradablemente al lector, y sirven tambien,
para enlazar aquella serie de aventuras, en que el
poéta enrreda á aquel grande artifice de maldades. "
La idea de transformar á Satanás en buitre, y
de colocarle sobre el arbol de la vida, parece ser
una imitacion de la Yliada, en la que baxo el mismo
disfraz, paran dos deidades sobre la copa de un
roble.

No se puede decir otro tanto del pasaje, en que


Milton le coloca baxo la figura de un sapo; pero el
estremecimiento, con que al toque de la lanza an
gelica, recobra su propia, y natural figura, sorprenden
al lector, tanto por su descripcion literal, como por
la moral oculta baxo asuella alegoría. Su repuesta,
quando ya descubierto, se le intima que dé la razon
de su situacion, y disfraz, es propia de la sobervia,
y de la intrepidez de su caracter.
La reprension de Zephón es magestuosa, y tierna.
El orgullo del principe de los demonios, quando se
presenta delante de Gabriel, xefe de los angeles
buenos, que guardan el paraiso, reune tantas bel
74 NOT AS

lezas, que no puede dejar de encantar á lo general


de los lectores. El pasaje, en que Gabriel anuncia
de lexos, la proximidad del nuevo cautivo, está dis
puesto con la mayor fuerza, y una prodigiosa vi
veza de imaginacion. -

Los discursos de Gabriel, y de Satanás, contienen


los sentimientos mas propios de aquellos xefes. El
pasage en que Satanás se arma de fuerza, y de
audacia, quando se prepara para el combate, es ver
daderamente sublime, y quizá superior á la des
cripcion de la Discordia, celebrada por Longino, ó
á la de la Fama de Virgilio, en que estas dos Dei
dades, se nos representan con los pies fixos sobre la
tierra, y la cabeza escondida en el Cielo.
Debo reparar aqui, que Milton está por todas partes
lleno de rasgos, y algunas veces de pasages, tra
ducidos literalmente, de los mayores poétas, griegos,
y latinos; pero no quiero interrumpir la serie de
estas notas, con reflexiones, que no serían utiles
mas que para los sabios.
La separacion del combate entre Gabriel, y Satanás,
por medio de las balanzas de oro suspendidas en el
Cielo, es una perfeccion del pensamiento de Homero,
que nos dice, que Jupiter pesó las suertes de Hector,
y de Aquiles, antes de que llegasen á las manos:
pasage que puede ver el lector, en el vigesimo segundo
libro de la Eneida.
Tambien en el combate, que debe decidir de la
suerte de Turno, y de Eneas, pesa el mismo Jupiter
los destinos de ambos. Aunque Milton haya sacado
DE AD DISS ON. 75
esta bella idea de la Yliada, y de la Eneida, no la
introduce allí como un ornato poético solamente, sinó
como un medio de prolongar su fabula, separando
los dos guerreros. Encontramos igualmente esta no
table alegoría en la escritura sagrada, en donde se
dice del impio rey Balthasar, algunas horas antes de
que fuese muerto, que habia sido pesado en la ba
lanza, y hallado demasiado ligero.
No debo detenerme aqui, por lo que toca á las
maquinas, mas que en el descenso de Uríel sobre un
rayo de luz: este artificio de que el poéta se sirve,
para hacerle bajar, y subir al sol, es un donaire,
que se hubiera podido admirar en un poéta de poca
imaginacion, pero que parece poco digno del ingenio de
Milton. La descripcion de las legiones de angeles
armados, que hacen su ronda nocturna en el pa
raiso, merece mas aprecio.
La idea sobre los canticos de los angeles, que
nuestros primeros padres oyen resonar frequente
mente, durante la noche, es á un tiempo divina, y
agradable.
Tenemos que considerar, por ultimo, la conducta
que hace tener áAdán, y á Eva, en el quarto libro:
la situacion en que el poéta los presenta á Satanás,
inspira á aquel angel rebelde, movimientos de en
vidia, y de sorpresa.
Nuestros primeros padres aparecen sentados sobre.
una alfombra de flores, à la orilla de una fuente, ro
deados de diversos animales, que parecen prestarles
vasallage,
76 No TAs
Los coloquios de aquellos primeros amantes, res
piran á un tiempo la pasion, y la sinceridad. Las
declaraciones que se hacen uno á otro de su afecto, son
las mas vivas, pero al mismo tiempo las mas naturales;
son en una palabra, expresiones cariñosas, dignas del
paraiso. -

El pasage en que Eva cuenta las ideas que la ocur


rieron, en el instante inmediato á su creacion, y el
modo con que fué conducida á Adán, es uno de los
mas hermosos de Milton, y quizá no cede á los mas
acabados de los mayores poétas. Está trabajado con
tanto arte, que agradará seguramente al lector mas
delicado, sin ofender al mas severo.
Un poéta inferior en juicio, y en invencion, hu
biera encontrado mucha dificultad, para llenar aquellas
situaciones, de sentimientos adequados al estado de
la inocencia no hubiera podido pintar la viveza del
amor, sin afectacion, ó sin hyperbole : le hubiera
costado gran trabajo, hacer decir al hombre las cosas
mas tiernas, sin salir de la dignidad que le era na
tural, y hacerlas escuchar à su muger, sin ofender
visto, enfin, muy
la modestia de su sexo. Se hubiera
embarazado, para aproximar la sabiduria de la bel
leza, y hermanár estas dos perfecciones, que parecen
estar en perpetua guerra.
La conversacion de nuestros primeros padres, al
acabar el dia, está llena de imagenes agradables, y
de sentimientos propios de su estado, y de sus ca
ractéres. El discurso de Eva particularmente, da á
conocer la dulzura del suyo: sus palabras, y sus pen
DE AD DISS O N. 77

samientos son tan naturales, que no es posible admi


rarlos como merecen.
Concluiré mis reflexiones, sobre este libro, ha
ciendo observar la transicion inimitable, que se halla
en su oracion comun: es una belleza de la clase de
aquellas, que Longino ha ensalzado en su capitulo vi
gesimo tercio.

Major rerum mihi nascitur ordo.


VIRg.

Hemos visto en el libro precedente, comº se a


cercó á Eva el demonio, afin de inspirarla en el
sueño, pensamientos de vanidad, de orgullo, y de
ambicion. El autor, que prepara todos los acaeci
mientos con extremado arte, funda sobre esta si
tuacion la primera parte del quinto libro. Adán, al
despertarse, mira á Eva aun dormida, y descubre en
su semblante, un no sé que, extraordinario. La pos
tura con que la contempla, está pintada con una ter
nura imponderable; y el murmullo de que se sirve,
para déspertarlá, es el mas dulce que haya llegado
jamás, al oido de una persona, á quien se ama.
En la conversacion de Adán, y Eva, ha tenido Mil
ton presente con frequencia, el libro de los cantares. En

aquel sagrado volumen se nota el gusto de la poesía


oriental, y mucha semejanza con Homero, que segun la
opinion mas general, era contemporaneo de Salómon..
Es indudable, que el poéta ha imitado estos dos pasajes
de dichos cantares, pronunciados con igual ocasion, y
78 NOT A S.
que están llenos de estas agradables imagenes de la na
turaleza. Ve aqui mi amado , que habla , y me dice
levantate, apresurate , mi muy amada , mi paloma ,
mi unica belleza, porque ya ha pasado el invierno ,
las lluvias se han disipaao , y han cesado entera

mente. Las flores han aparecido en nuestra tierra ,


ha llegado el tiempo de la poda ; la voz de la tortola.
se ha hecho oir en nuestros campos, la higuera ha
comenzado a brotar los primeros higos ; las viñas
estan en flor, y se siente ya el delicioso olor que
despiden : levantate , pues , mi unica belleza , y
ven...... 2 en mi muy amado , y vamonos al campo ;
madruguemos , para ir a nuestras viñas; veamos si
florecen , si brota el tiernº agraz , y si los granados
arrojan ya botones (cant. 2, v. 1o, y 7 , v. II.)
La preferencia que dá al jardin de Edén, sobre aquel
en que el sabio monarca se recreaba en compañia de su
bella egypcia, manifiesta que el poéta tenia en la ima
ginacion aquella escena deliciosa. - -,

El sueño de Eva está lleno de aquellas vanas ilu


siones, madres de la soberbia, que el demonio se es
forzaba á inspirarla. Las palabras, que ella en sueños
dirige áAdán participan del mismo espiritu.
Un poéta de poco juicio, hubiera atribuido á Adán
el mismo lenguage lisongero, pero el Adán de Milton,
no entendia de adulaciones, ni falsedades: ademas, ni
aun Eva en el estado de la inocencia podia, á no ser
en sueños, prestarse á semejantes discursos, que eran
obra del demonio, que no tiraba mas que á manchar
Sll imaginacion. Aunque este sueño prepara la catas
DE AD DISSO N. 79
trofe del poéma, sus particularidades están cubiertas
con tanto arte, que no precipitan el acaecimento del
noveno libro; y si en el se encuentra naturalidad, es
acompañada de cierto desorden, efecto propio del
sueño. Adán, como corresponde á la sabiduria que
posée, instruye en aquel lance á Eva, y la consuela
al mismo tiempo. - º * - -

El hymno matutino, es imitacion de uno de aquellos


salmos, en que arrebatado por un impulso de agra
decimiento, y de adoracion, convida el Salmista, no
solo á los angeles, sinó á las partes mas notables de
la naturaleza, á unirse con el, para ensalzar á su
comun autor. Esta especie de invocaciones, llena el
animo de ideas grandes, acerca de las obras de Dios,
y despierta aquel natural entusiasmo de la piedad.
Si en todo tiempo se puede convidar á las partes
inanimadas de la naturaleza, á juntarse con nosotros,
para celebrar la gloria del eterno, aun era esto mas
propio de nuestros primeros padres, que tenian el
animo totalmente ocupado de la
novedad de la creacion
Aun les eran, con todo, desconocidas las diferentes
medidas de la providencia, para con el genero hu
mano, é ignoraban muchos motivos de alabarla, que
pueden en el dia alimentar la devocion de su pos
teridad. Seria inutil hacer resaltar la nobleza, y la
poesía esparcidas en todo aquel hymno, como tam
bien la santa resolucion que lo termína.
La partida de Rafaél, y su vuelo por medio de
los coros de los angeles, están altamente imaginados.
Milton llena continuamente su poéma de circunstancias
- º 2.
8o NOTAS,
maravillosas, y magnificas asi por exemplo, repre
senta las puertas del Cielo fabricadas de modo, que
se abren por si mismas, para que entre el Arcangel.
En este pasage, parece que tuvo presente el poéta
dos ó tres parajes del libro decimo octavo de la Yliada,
y sobre todo aquel, en que Homero dice, hablando
de Vulcáno, que habia hecho veinte Tripodes, que se
movian sobre ruedas de oro, y que podian ir por si
mismos á la asamblea de los Dioses, como también
volverse, quando ya no eran necesarios. Escaligero
ha censurado sobre este punto á Homero, con la
mayor severidad, al paso que Dacier ha procurado
justificarle : por mi parte no pretendo decidir, si en
este pasage de Homero, lo maravilloso se aparta, ó
mo, demasiado, de lo verosimil; pero la construc-.
cion de las puertas de Milton, no és tan extraordinaria
como la de aquellos Tripodes, y estoy persuadido de
que no hubiera presentado semejante idea, sinó se
hubiera visto autorizado por un texto de la escritura,
en que hablando de unas ruedas celestiales, se dice
que eran animadas, que se movian por si mismas, y
se detenian, como los Querubines que las acompa
ñaban. - -

En el libro siguiente, describe el carro del Me


sias, con las mismas ruedas vivas, conforme al plan de
la vision de Ezequiel. Estoy persuadido de que si el
padre Bossà, y M. y Mºº Dacier, que justifican
todo lo que se critica en Homero, alegando exemplos -

de la sagrada escritura, hubieran tenido presente lo ,


de las ruedas de Ezequiel, no hubieran dexado de
servirse
DE AD D ISS O N. 8f

servirse de ellas en favor de los tripodes de Vul


cano.

Muchos poétas franceses, italianos, é ingleses


han dado libre curso á su imaginacion para pintar los
- angeles; pero Milton ha dexado muy atrás en esta
parte á quantos he leido; y lo que nos dice es total
mente conforme á las ideas , que de ellos nos dá la es
eritura sagrada. Despues de habernos mostrado aquel
poéta á Rafaél, bajando á la tierra, con todas sus ce
lestiales galas, concluye su descripcion, con una cir
cunstancia, no menos nueva, que bien imaginada.
El recibimiento que los angeles del Paraiso hacen
á Rafaél; su marcha al traves de un diluvio de aromas,
y su aparicion á Adán, que le reconoce de lexos, con
tienen todas las gracias de que es capaz la poesía. El
autor mos dá despues una descripcion particular de las
ocupaciones domesticas de Eva.
Este pasage, como otros muchos del mismo libro,
no trata mas que del modo con que nuestros primeros
padres vivian en el paraiso; pero está adornado de ima
genes tan agradables, y de expresiones tan fuertes, que
no es uno de los menos deleitosos del poéma.
La magestad natural de Adán, y su sumision al ser
superior que se digna visitarle; la salutacion solemne
que el angel hace á la madre del genero humano, á
Eva, ocupada en servirles, todo junto forma un quadro
admirable.

La conducta de Rafaél conviene totalmente á la dig


nidad de su naturaleza, y á aquel caracter sociable,
bajo el qual el autor le ha introducido con tanto acierto.
6
82 No TAS
Habia recibido orden de conversar con Adán, como
con un amigo; estaba encargado de hablarle del ene
migo que maquinaba su ruina ; y en consequencia se
le representa sentado á la mesa con Adán, y comiendo
de las frutas del paraiso. La ocasion trae naturalmente
la conversacion, sobre el modo con que se alimentan
los angeles. Despues de haber discurrido con el hom
bre sobre materias indiferentes, pasa naturalmente á
la historia de los angeles precitos, que se ocupaban
entonces en la perdicion de nuestros primeros padres.
Si yo hubiera seguido el metodo del Padre Bossú,
que supone que la accion de la Eneida comienza en el
segundo libro, hubiera mirado el discurso de Rafaél
como el principio de la accion del Paraiso perdido, pero
he tenido solidas razones, para adoptar el systema con
trario. Podría manifestar tambien, por que he consi
derado la toma de Troya, como un episodio, segun la
inteligencia comun de este bocablo; pero como seme
jante disertacion seria fastidiosa, y aun tal vez inutil
para los que han leido mi primer articulo, no quiero
extenderme mas sobre este asunto. Ymporta poco el
saber qual de estos dos Systemas es el verdadero la
unidad de accion en el poéma de Milton, está conser
vada, sea que consideremos la caida del hombre en
su causa inmediata, como procediendo de las resolu
ciones tomadas en el conjeso infernal, sea que la re
firamos al momento de la primerá rebelion de los
angeles en el cielo. La causa que Milton atribuye á
la rebelion, está fundada sobre varios pasages de la
escritura, y sobre la opinion de algunos grandes es
DE ADDIsso N. 83
critores. No podia tomar el poéta mejores garantes.
Aquella rebelion de los angeles, está pintada con
la mayor fuerza de imaginacion, y con una variedad
admirable. -

Homero, hablando de las personas, y de las cosas, nos


dice, que en el idioma de los Dioses, tienen nombres
distintos de los que les dán los hombres. Milton le ha
imitado, y ademas se ha apoyado en la autoridad de la
escritura. El personage de Abdiel, que de todo el
exercito de Satanás, es el solo que conserva la obe
diencia á su criador, nos da un bello exemplo de sin
gularidad religiosa. El Serafin hace brillar su zelo, con
sentimientos religiosos, sostenidos por las expresiones
mas vivas. Su caracter descubre aquel desprecio gene
roso, y aquella intrepidez, que acompañan á la virtud.
El autor, sin duda, le propone por modelo, á los que
viven en un mundo corrompido, y depravado.

Vocat in certamina divos,


V I R G.

Entremos ahora en el sexto libro del Paraiso perdido,


en donde el poéta describe la batalla de los angeles.
En varios pasages de los libros precedentes, ha hecho
ya nacer una grande expectacion de ella, y asi su lector
se encuentra preparado á aquella terrible guerra. En
mis reflexiones sobre los primeros libros, no me he
parado á fixar la atencion de mis lectores en los pasa
ges relativos á la accion de este libro.
Jamás habla el poéta de aquella batalla, sin que
84 NOTAS

presente imagenes grandes, terribles, y correspon


dientes á tan extraordinario objeto. Sobre todo no
puedo dexar de notar el pasage del tercer libro, en
que el potentado, que domina el Cahos, habla con
Satanás. -

Era necesaria uma grande abundancia de inven


cion, y una imaginacion muy valiente, para llenar
aquella batalla de circunstancias, que pudiesen elevar,
y admirar el animo del lector : era menester al mismo
tiempo un juicio muy fino, para evitar todo lo que
hubiera podido parecer pequeño, y trivial.
Los que están versados en Homero, se admiran de
ver, que sus batallas se animan cada vez mas, hasta
la conclusion de la Yliada: el combate de los an
geles de Milton, tiene la misma belleza. Comienza
por las señales de ira, que son propias de la omnipo
tencia irritada. - -

La primera batalla se dá bajo una boveda de fuego,


formada por nubes de dardos encendidos, é inu
mérables saetas. El segundo ataque es aun mas ter
rible : está el campo lleno de rayos artificiales, que
parecen hacer dudosa la victoria, y aun producen una
especie de consternacion en los angeles buenos. Siguese
á esto el arrancar, y arrojarse los montes, y los pro
montorios. Acude en fin el Mesías, con toda la plenitud
de magestad, y de terror. La pompa de su aparicion,
en medio de los estampidos de sus truenos, del fuego
de sus relampagos, y del estruendo de las ruedas de
su carro, está pintada con toda la viveza posible.
Nada hay en las batallas del primero y ultimo dia,
DE A DE) ISS O N. 85

que no parezca natural, y acomodado á las ideas, que


la mayor parte de los lectores formarian, de un com
bate entre dos exercitos de angeles, siguiendo las ilu
siones de la imaginacion.
Aquellas descripciones podrán parecer extraordina
rias, á los que no hayan estado preparados para ellas,
por la lectura de los antiguos poétas, y sobre todo de
Homero. La idea de atribuir el primer uso de la ar
tilleria á los angeles rebeldes, es á la verdad muy
arrojada. Una invencion tan permiciosa, era digna de
ser parto de aquel ser maligno, que dotado de superior
penetracion, quiere remedar en todo, la grandeza de
su criador. Este artificio era el unico que podia poner
por obra, para imitar aquellos rayos, que en toda
la poesia, tanto sagrada, como profana, son nombrados
las armas del todopoderoso. El arrancar los montes,
no era un pensamiento menos osado que el anterior.
Nos hallamos de algun modo dispuestos á aquel inci
dente, por las relaciones que los antiguos poétas nos
han dexado de la guerra de los gigantes, lo que ha
autorizado tambien á Milton á servirse de el.
Muchos sabios pretenden, que la fabula de la guerra
de los gigantes, que tanto ruido ha hecho en la an
tigua edad, y que ha dado origen á la mas sublime
descripcion de las obras de Hesiodo, es una ale
goría, fundada sobre la tradicion del combate entre
los buenos, y los malos angeles.
No seria quizá fuera del caso considerar, con que
juicio ha evitado Milton, todo lo que hay de bajo,
y de trivial, en las descripciones de los poécas griegos-
86 NOT AS

y latinos, y como ha hermoseado al mismo tiempo,


quanto ha encontrado de grande en sus obras. Homero,
en un pasage, que Longino ha celebrado por su su
blimidad, y que Virgilio y Ovidio han imitado, nos
dice que los gigantes arrojaron el monte Ossa sobre
el Olympo, y el Pelion sobre el Ossa. Añade al Pe
lion, el epiteto de Agitador de hojas, para engran
decer aun la idea, presentando á la imaginacion de
los lectores todos aquellos bosques, que regularmente
cubren los montes: tambien escogio con mucho arte
aquellos tres montes tan conocidos de los griegos. La
escena de Milton no le permitia poner en uso este
ultimo adorno. Claudiano en su fragmento sobre la
guerra de los gigantes, nos ha dado bien á entender
el natural desenfreno de su imaginacion, añadiendo
que los gigantes arrancaron islas enteras de sus raices,
y las arrojaron contra los Dioses. Nos pinta en par
ticular á uno de ellos, cogiendo en brazos la isla de
Lemnos, y disparandola contra el cielo, con toda la
herrería de Vulcáno. Otro arranca el monte Yda, con
el rio Enipéo que nace de el ; pero el poéta, no con
tento con presentarle con tal carga sobre sus hombros,
nos añade, que el rio eorria por sus espaldas, mientras
tenia agarrado el monte. Todo lector juicioso conoce que
semejantes ideas tienen mas de burlesco que de su
blime, proceden de una imaginacion desarreglada, y
divierten, en lugar de admirar, Milton al contrario ha
tomado solo lo sublime de los antiguos, por lo que
ha compuesto magnificas imagenes.
Vemos en su descripcion toda la magestad de Ho
DE ADDISS O N. 87.
mero enrriquecida con la imaginacion de Claudiano,
separada de sus puerilidades.
No es necesario hacer observar la situacion de los
angeles malos, quando vieron precipítarse de un modo
tan terrible sobre sus cabezas, aquellos vastos pro
montorios, ni extendernos en las demas infinitas bel
lezas de este libro: son tan notables que no pueden
escaparse al lector mas vulgar.
Hay, con efecto, tantos rasgos maravillosos de poesia
en este libro, y tan grande variedad de ideas sublimes,
que seria imposible hacer enumeracion de ellas en este
discurso; ademas sé que milord Roscomond ha in
sertado la mayor parte de ellas en su ensayo sobre
la poesia, donde podrán verse.
Apesar de la sublimidad del ingenio de Milton, se
ha ayudado en este libro de todo lo que ha podido
sacar, ó imitar de los antiguos poétas: la espada de
Miguél por exemplo, que hace tan gran carnizeria
entre los malos angeles, ha salido del arsenal de
Dios; asi como Virgilio, cuenta que la espada de
Enéas, que hizo pedazos la de Turno fraguada en una
herreria mortal, le fue regalada por una Deidad. La
moral de aquel pasage, es divina. La espada alego
rica de Milton, en manos de un favorito del cielo,
concuerda con el antiguo modo de pensar de los Orien
tales. \

Homero empleó esta idea, y hallamos en el libro


de los Macabeos, que el heroe, que habia combatido.
Con tanta gloria ,
y suceso al frente del pueblo esco
gido, recibio en sueños una espada de manos del
88 NOT A S

profeta Jeremias. La herida de Satanás es tambien


una imitacion de Homero, que nos dice; que des
pues, que Diomodes hubo herido á Marte, y á Ve
mus, salió de sus heridas una sangre purissima, como
que no provenia de carnes mortales, y que dichas
heridas, hechas en aquellas subtancias revestidas de
immortalidad, se cerraron, y curaron prontamente,
aunque las causaron dolores muy vivos.
Tampoco dudo, que Milton en la description de Mo
lóck, quando en su fuga ruge con el dolor de la herida
que habia recibido, haya tenido presente el pasage de
la Yliada, en que Marte herido se retira de la ba
talla, dando un alarido mas terrible, que el de un
exercito al comenzar á acometer. Homero añade, que
á aquel alarido del Dios de la guerra, los griegos, y
los troyanos, metidos yá en la refriega, quedaron ex
tremecidos de espanto ridiculeza en que no ha dado
Milton, al paso que ha conservado todo el horror de
aquella descripcion. -

Se ha servido tambien utilmente de muchas nobles


imagenes de la escritura. Ha sacado x.g. el carro del
Mesías, de la vision de Ezequíel, que como lo ob
serva Grocio, tiene mucho de la poética de Homero.
El paraje en que el erno envia á su hijo, á con
fundir el exereito de los angeles rebeldes, és, imitacion
de un pasage sublime de los salmos.
Facilmente descubrirá el lector en el discurso del
poéma , otros muchos rasgos de la misma naturaleza,
Antes de poner á los angeles en el combate, Milton
se calentó sin duda la imaginacion, con la lectura de
-
1D E AD D ISS O N. 89
la refriega de los Dioses en la Yliada. Homero nos
dá alli un expectaculo de hombres, de heroes, y de
Dioses, mezclados en la pelea : Marte anima á en
trambos exercitos, y levanta la voz de manera, que se
le oye distintamente, en medio de los gritos, y de la
confusion del combate : Jupiter truena encima de
ellos: Neptuno excita una tempestad tan furiosa, que
el campo de batalla, y las cumbres de los montes,
tiemblan alrededor de los combatientes, y aun Plutón
mismo en su reyno infernal, metido en el centro de
la tierra, siente la conmocion, y salta despavorido de
Su tro no.

El poéta griego describe despues á Vulcáno, exci


tando un incendio contra el rio Xanto, y á Minerva
arrojando un peñasco á Marte, que al caer, cubre con
su cuerpo siete aranzadas de tierra. -

Homero hace despues entrar en el combate de los


Dioses, todo quanto hay de grande, y terrible en la
naturaleza. Milton á exemplo suyo ha llenado de hor
ror la batalla de los angeles. Los clamores de los
exercitos, el extruendo de los carros de bronce, los
riscos, y montes arrojados por los aires, el temblor de
la tierra, el fuego, el trueno, todo lo ha puesto en
movimiento, para elevar la imaginacion del fector, y
darle una idea adequada de aquella grande accion. Y
con que arte no ha representado la tierra, extremecida,
aun antes de ser criada!
Que exactitud; y que sublimidad no se halla tam
bien en el paraje, en que conmueve, bajo las ruedas
del carro del Mesias, el cielo todo, á excepcion del
trono de JDios.
9o NOT AS

Aunque el Mesias aparezca revestido de terror, y


de Magestad, ha encontrado medio el poéta, para
hacer concebir de el á su lector una idea, aun mas
grande, que la que puede explicarle. - -

En una palabra, el noble ingenio de Milton, soste


nido por una erudicion profunda, se eleva en este libro
hasta la sublimidad de su objeto. Como coñocia á fondo
lo que era capaz de mover los animos, sabia que era
necesario propocionar, de tiempo en tiempo al lector,
ciertas pausas, para que descansase. Ha mezclado en
consequencia, con mucho arte, gran numero de refle
xiones, de discursos, de comparaciones, y de otros
entretenimientos semejantes, para alegrar la narracion,
y aliviar la atencion del lector, afin de que pueda se
guir constantemente su accion principal, y que por
este contraste de ideas, tome mas gusto á los parages
mas sublimes de su descripcion.
*

Uthis exordia primis


omnia, et ipse tener mundi concreverit orbis e
. . Tum durare solum, et discludere Nerea ponto
, Coeperit et rerum paulatim sumeret ormas.
V R G.

- Longino afirma, que puede haber cierta elevacion


de sentimientos, en algunos pasages, en que no hay
pasion, y para justificar su opinion, trae exemplos sa
cados de los antiguos autores. Lo patetico, como el lo
advierte, puede animar á lo sublime, y hacerlo mas
interesante, bien que no és esencial que lo acompañe,
por lo que, continúa, vemos muchas veces, que los
que tienen mas habilidad, para excitar las pasionesa
T) E ADDISS O N. 91
carecen de ellas, para escribir de un modo grande
y sublime, y del mismo modo por el contrario. Mil
ton nos ha hecho ver su capacidad en uno, y otro ramo
El septimo libro, en que vamos á entrar, es un exem
plo de la sublimidad desnuda de pasion. El autor se
deja ver en una especie de Magestad tranquila, y com
puesta, y aunque sus sentimientos no causen una com
mocion tan viva, como los del libro precedente, no
dejan de admirar, por su magnificencia. El sexto libro,
como un mar agitado, representa la grandeza, en
medio de la confusion: el septimo al contrario lison
gea la imaginacion, como un mar en calma, y llena
agradablemente el animo del lector sin producir en el
cosa que se parezca al tumulto, y á la agitacion.
Entre otras reglas que dá Longino, para conseguir
este genero de sublimidad, recomienda á su lector la
imitacion de los mas celebres autores, y le aconseja
sobre todo, que si escribe de un asunto poético, con
sidere como hubiera hablado á Homero en igual oca
sion 3 medio por el qual, un grande ingenio hace suyo
el estro de otro, sin copiarlo servilmente. Hay, con
efecto, en Virgilio v.g., mil pasages brillantes, en
cendidos, digamoslo asi, al fuego de Homero.
Aunque Milton poseía toda la fuerza de ingenio ne
cesaria, para producir por si solo una obra perfecta,
no se ha desdeñado de elevar sus idéas mediante esta
imitacion, recomendada por Longino.
En el libro que trata de la obra de los seis dias, no
ha podido ayudarse mucho de los autores profanos,
para quienes las maravillas de la creacion fueron des
92 - No T As
conocidas; pero ha tomado muchos rasgos poéticos de
la sagrada escritura. El Sabio autor que acabo de citar,
aunque gentil, ha admirado el modo sublime, con que
el legislador de los judios describe la creacion, en los
primeros capitulos del Genesis. Tódos los parages de
la escritura sagrada, en que se habla de aquel gran
suceso, abundan de la misma magestad. Milton ha
mostrado la delicadeza de su juicio, de un modo muy
notable, extrayendo de ella lo que convenia á sur
poéma, y modificando aquellas figuras de la poésía
oriental, destinadas para lectores, cuya imaginacion
estaba montada sobre un tono mas alto, que las de
los climas mas frios.
El discurso con que Adán ruega al angel, que le
instruya de lo que ha pasado en el ambito de la natu
raleza antes de su creacion, está lleno de grandeza,
y magestad. El parage en que le dice que queda aun
bastante dia para tratar de aquel asunto, es sobresa
liente en su clase.
El consejo, que el angel dá á nuestros primeros
padres, de que procuren instruirse modestamente, y
las razones que les expone de la ereacion del mundo,
son de una grande exactitud, y belleza. El Mesias,
por quien, segun nos lo enseña la sagrada escritura,
fué criado el mundo, se presenta con todo el poder
de su padre, rodeado de una multitud de angeles, y
revestido de la magestad que le corresponde, á dar
principio á una obra, que segun nuestras ideas limi
tadas, parece un esfuerzo de la omnipotencia. Y quan
bella no es la descripcion, que muestro autor ha formado,
DE AD DIS S o N. 93
sobre aquel pasage, de uno de los profetas, que dice :
Yo veia quatro carros, que salian de entre dos montes
de bronce l
He hablado ya de aquellos carros de Dios, y de
las puertas del cielo: solo añadiré aqui, que si Homero
mos representa tambien sus celestiales batientes, como
abriendose por si mismos, destruye despues esta idea
diciendonos, que quando es necesario abrir, ó cerrar
aquellas puertas eternas, las horas apartan, ó acercan
sin trabajo la espesa nube, que las sirve de barrera.
Nada conozco de mas sublime, que el pasage, en
que el Mesias al frente de su angeles, da una mi
rada al cahos, calma su confusion, se abanza hasta
su centro, y traza la circumferencia de la creacion. La
idéa del compás de Oro es conforme al gusto de Ho-.
mero, y añade una nobilissima circunstancia, á aquella
maravillosa descripcion. Quando Homero habla de los
Dioses, les atribuye con la misma sublimidad sus di
versas armas. No tiene el lector mas que recorrer para
verlo, la pintura de la Egida, ó broquel de Minerva,
en el quinto libro de la Yliada, la de su lanza, que
derribaba esquadrones enteros, y la de su morrion,
que bastaba para cubrir un exercito, compuesto de
las tropas de cien ciudades. El compás de oro, parece
un instrumento muy natural, en la mano de aquel,
à quien Platón llama el geometra divino. La poesía
se complace en ocultar ideas, abstractas, bajo de ale
gorías, é imagenes sensibles. Asi hallamos tratada
la creacion, por este termino, en uno de los profetas,
quo nos representa al arquitecto omnipotente, mi
diendo las aguas en el hueco de su mano, y, los
94 NOT AS .

Cielos con su palmo. El es, dice, el que llena las


celestiales medidas , con el polvo de la tierra, pesa
los montes , y pone en la balanza los collados. Otro
describiendo al ser supremo, ocupado en la grande
obra de la creacion, le presenta á nuestros ojos po
niendo los fundamentos de la tierra, y extendiendo
sobre ella su nivel; y en otro parage nos le pinta,
adornando los Cielos, apoyando el polo septentrional
sobre el vacio, y suspendiendo la esfera terrestre
sobre la nada.
Las bellezas de las descripciones de este libro son
tan numerosas, que es imposible detallarlas en este dis
curso el poéta ha empleado en ellas toda la energia de
su lengua. Las diversas escenas
de la creacion se pre
sentan una tras otra, de modo que al lector se le
figura, que está presente á aquella obra prodigiosa,
y que ocupa, por decirlo asi, su puesto en los coros
de los angeles, que la estan mirando. La conclusion
de aquel primer dia tiene infinito merito.
La misma elevacion de pensamientos se nota en
el tercer dia, en que fueron hechos los montes, y
formados los valles. -

Nos parece tambien ver salir de la tierra el mundo


vejetable : la relacion de este dia está llena de todas
las gracias, que los demas poétas han prodigado en
sus descripciones de la primavera, y ofrece á la ima
ginacion del lector diferentes escenas, que á un tiempo
le encantan, y le sorprenden.
Los diversos ornatos de los cielos, brillan en el
quarto dia.
Se admira uno de ver, como ha podido el poéta ser
DE AD DIS SON. 95
bástante conciso, en su descripcion de la obra de los
seis dias, para haberla comprendido en los limites de
un episodio, y como há podido con todo, referir todas
las particularidades, capaces de dar de ella la mas
viva idea. Esto es aun mas notable en su narracion del
quinto, y sexto dia, en que nos ha puesto delante de
los ojos la creacion de los animales, desde el reptil, .
hasta el elefante. El leon es el rey de los animales ter
restres, y Leviathán, ó la ballena, es el objeto de la
admiracion del mar, y el autor por lo tanto, se ha
extendido, con mucho juicio, en describirlos. El sexto
dia se termina por la creacion del hombre, que da mo
tivo al angel, como antes la narracion de la batalla
celestial, para hacer á Adán un recuerdo de su debida
s obediencia, que era el principal fin de su visita.
Representa despues el poéta al Mesias, volviendo
á los cielos, y considerando su admirable obra. Es
grande la sublimidad en aquella parte del poéma, en
que el autor describe las circunstancias maravillosas de
aquel grande periodo del tiempo: tales son la perfeccion
del cielo, y de la tierra; el triunfo del Mesias, al en
trar por las eternas puertas; el placer que siente quando
baja los ojos acia aquella nueva creacion; el gozo, que
cada parte de la naturaleza parece experimentar de su
*- propia existencia; los hymnos que las estrellas de la
mañana cantaron juntas; y las aclamaciones, que die
ron los hijos de Dios al triumfador.
No acierto á concluir aquel libro sobre la creacion,
sin hablar de un poéma, que se ha dado á luz poco
tiempo hace, con este titulo. La obra está llena de los
-
96 NOT AS

propios sentimientos, y merece mirarse, como tina de


las mejores producciones de la poesía inglésa. El lector
verá en ella, con sensible gusto, los mas profundos
misterios de la filosofía, animados por todos los he
chizos de la poética, y tratados con tanto juicio, como
imaginacion. Su autor nos ha mostrado este fin en to
das las obras de la naturaleza, que nos conducen al co
nocimiento de su primera causa. Enfin ha presentado
en el mayor resplandor aquella Sabiduria incompren
sible, que el hijo de Sirach ha atribuido con tan noble
expresion, al ser supremo, en la formacion del mundo,
diciendo, que la crió, la vió , la numeró, y la der
ramó en todas sus obras. -

Sanctius his animal, mentisque capacius altae


Deerat adhuc, et quod dominari in caetera posset,
Natus homo est.
O V. I De Metam.

La pintura que hace el Arcangel Rafaél de la ba


talla de los angeles, y la historia de la creacion del
mundo, tienen todas las calidades, que se requieren
en un episodio, estando ambas conexas con la prin
cipal accion, y haciendo un cuerpo con la fabula.
El octavo libro se abre por una bella descripcion,
del efecto que produxo el discurso del angel, en nues
tros primeros padres. La natural curiosidad, induce á
Adán, á informarse de los movimientos de los cuerpos
celestes, obras las mas notables, y magnificas de
aquellos seis dias. -

La habilidad del poéta en apartar á Eva de aquella


- sabia
DE ADDIS SON 97

sabia conversacion, para divertirla de un modo mas


propio de su sexo, merece toda atencion. El autor ha
creido deber separarla durante el episodio de este libro,
que hubiera sido demasiado lisongero para ella, y para
esto se ha valido de un artificio muy agradable. Las
respuestas del angel á las preguntas de Adán, por
lo que hace á la moral, son de la mayor edificacion,
pero por lo respectivo á la ciencia, son algo ambiguas;
por que hubiera sido un absurdo dar á un angel,
por garante de sistema alguno particular de filosofia.
Los principales puntos de las hypothesis de Toloméo,
y Copermico, se exponen alli, con mucha precision,
y claridad, y se explican de un modo agradable, y
poético.
Hay en aquel mismo libro dos bellezas notables, la
una es el pasaje en que nuestro primer padre expone á
Rafaél, el placer que tiene en su conversacion, y se
ofrece para alargarla, á contarle su historia; y la otra
es el rodeo del angel, para dar á nuestro primer padre
ocasion de hablar. Virgilio al conducir á Enéas con
la Sybila, á los infiernos, les hace divisar cerradas
las puertas del Tartaro oyen los gemidos, el ruido
de las cadenas, y los golpes, que resuenan en aquellas
regiones de dolor, y de tristeza; y Milton ha imi
tado este pasage, de la Eneida. -

El episodio en que el hombre conversa con el angel,


ofrece situaciones admirables. Nada es mas propio,
para despertar la atencion del lector, que el embarazo
de nuestro primer padre, quando era, por decirlo
asi, enteramente nuevo, como que acababa de salir
7.
98 NOT AS

de las manos del Criador. Se sorprende de su propia


existencia; considera las varias obras de la natura
leza: las luces de su razon le aseguran de que todo
quanto vé, ha sido, como el mismo, producido por
un ser infinitamente bueno, y poderoso, y que asi
le debe su culto, y su adoracion. El discurso que
dirige al sol, y á las partes mas brillantes de la crea
cion, está lleno de naturalidad.
No puede admirarse bastante la idea, que se pre
senta desde luego á su animo, quando pasa por pri
mera vez al sueño; se le figura que vuelve á la nada;
pero aquel sueño, en el qual encuentra otra prueba de
su existencia, ( si me es permitido servirme de este
termino ), y su traslacion al jardin, que le estaba
destinado, son circunstancias muy bien imaginadas, y
que se fundan sobre lo que la historia sagrada nos en
seña. -

Estos incidentes admirables, y otros muchos seme


jantes, que se encuentran en esta parte de la obra,
agradarán por su novedad, y naturalidad. Parece que
nacen del asunto mismo: no obstante, solo un grande
ingenio puede haberlos imaginado , pues aunque natu
rales no son comunes, lo que constituye el verdadero
caracter, que deben tener para ser apreciables.
La impresion, que deja en los animos de nuestros
primeros padres, la prohibicion de tocar al arbol de la
vida, está trazada con gran fuerza, y mucho juicio;
y la revista de los animales, y de las aves, delante
de Adán, es muy hermosa, y viva.
Adán expone tambien una conversacion que tuvo,
DE AD DIS SON, 99
sobre su soledad, con su Criador. En aquel paraje,
el ser supremo, para ensayar su propia obra, pone á
prueba aquella facultad racional, de que habia dotado
á sa criatura. Adán insiste en aquel divino coloquio,
sobre su imposibilidad de ser feliz, á pesar del pa
raiso, y del imperio del mundo, mientras carezca de
la conversacion, y sociedad, de alguna otra criatura
racional, que divida con el todos aquellos dones. Este
dialogo, por sola la belleza de los pensamientos, aun
prescindiendo de otros adornos poéticos, es uno de los
pasages mas sobresalientes del poéma; y el lector debe
hacerse cargo de su exactitud, y su delicadeza. El poéta
ha conservado maravillosamente el caracter de ma
gestad, y de condescendencia en el Criador, asi como
el de humildad, y adoracion en la criatura.
Adán pasa despues á la historia de su segundo sueño,
en el qual se le hizo ver la formacion de Eva. El
nuevo afecto que esta vista excita en su corazon, está
magnificamente tocado.
La tristeza de Adán, quando desaparece de su vista
aquella bella ilusion, sus exclamaciones de gozo, y
de gratitud, quando descubre una criatura real, y
verdadera, igual, á la que se le habia presentado en
aquel sueño, y las demostraciones de su amor, están
expresadas con todo el primor posible.
Aunque esta parte del poéma está escrita con mu
cho ingenio, y fuego, el amor que se vé en ella es
el que corresponde al estado de la inocencia. Si el
lector compara el modo con que Adán conduce á
Eva al lecho nupcial, con el que Dryden ha empleado
Ioo - NOTAS
en la misma ocasion, en una escena de la caida del
hombre, advertirá mejor el cuidado, que Milton ha
tenido de evitar en una materia tan delicada, todos
los pensamientos, que podian ofender la religion, ó
el pudor. Al paso que los sentimientos son castos,
nada tienen de frios, y presentan al animo ideas de
la pasion mas viva, junta con la mayor pureza. Que
noble mezcla de ardor, y de inocencia, no ha sabido
reunir nuestro autor, en la reflexion que Adán hace,
sobre los placeres del amor, comparados con los
de los sentidos !
La declaracion de nuestro primer padre, desen
vuelve tan bien al angel el corazon humano, que
este parece que ya recela los males, que los ex
cesos de aquella pasion podrán causar al genero hu
mano en general, y á Adán en particular. Precave,
y fortalece á este con consejos oportunos, que pre
paran al lector á los sucesos del libro siguiente, en
los que la flaqueza, que Adán ha descubierto ya en
este, en sus expresiones de excesivo cariño para con
Eva, le hace caer en la desobediencia, que es
el objeto del poéma. Su respuesta á la reconvencion
del angel, manifiesta, que su amor, por violento que
pareciese, estaba fundado sobre la razon, y por
consiguiente no era todavia indigno del paraiso.
El discurso de Adán al angel, quando se despide,
respira un rendimiento, y una gratitud, que sienta
muy bien en una naturaleza inferior, y está lleno de la
dignidad, que convenia al padre del genero humano
en el estado de la inocencia.
DE AD DIS SON. 1OE

In te omnis domus inclinata recumbit.


VIR G.

Si examinamos los tres grandes poémas, que se han


dado á luz hasta el dia, hallarémos que su asunto es
el mas sencillo. Homero vivia á cosa de trescientos
años despues de la guerra de Troya, y como los Griegos
no escribían mucho en aquel tiempo, podemos conjetu
rar, que la tradicion no habia conservado hasta el, sinó
muy poca cosa de la historia de Ulises, y de Aquiles.
La historia en que se funda el poéma de Virgilio,
era igualmente arida; su obscuridad autorizaba la fic
cion, y permitia á Virgilio, que diese una plena li
bertad á su imaginacion: vemos no obstante, que ha
mezclado en el curso de su fabula, las principales par
ticularidades de la historia de Enéas, de la que el lector
encontrará un sumario en Dionisio Halicarnaseo.
Ya que ninguno de los criticos ha considerado la fa
bula de Virgilio, por la parte historica, no será tal vez
fuera de proposito, examinarla ahora en quanto mi
asunto lo permite. Todo el que se tomare el trabajo de
leer el sumario de que acabo de hablar, reconocerá en
Enéas un caracter distinguido, por la mucha piedad
para con los Dioses, y por una supersticiosa obser
vaoion de los prodigios, oraculos, y agigros. No solo
ha conservado Virgilio este caracter en la persona de
Enéas, sinó ha dado lugar en su poéma á las pro
fecias, que la marracion de los escritores, y la tradi
cion, habian hecho llegar hasta su tiempo; pero con
tentandose con adoptar los hechos sabidos, les ha dado
despues el orden que ha querido, para hacerlos parecer
1O2. NOT A S.

mas naturales, mas agradables, ó mas maravillosos.


Lo que ha chocado á muchos lectores es aquel ora
culo pueril, que una de las Harpias anuncia á los
troyános en su tercer libro; á saber, que antes que
hayan edificado la ciudad, que intentan fundar, se
verán reducidos por la hambre á comer sus propias
mesas. Pero qualquiera que sepa, que esta circuns
tancia es un punto de la historia de Enéas, convendrá
en que el poéta ha hecho muy bien en hablar de ella.
Dionisio Halicarnaseo nos refiere con efecto, que una
agorera habia pronosticado á Enéas, que debia seguir
su navegacion acia el Occidente, hasta que llegase á
parage, en que sus compañeros hambrientos devorasen
sus mesas. Esta profecia se verificó quando hubieron
desembarcado en Ytalia: se pusieron á comer las gal
letas, en que ponian la comida, á falta de platos, lo
que hizo decir con gracejo á uno de ellos: ola parece
que nos comemos las mesas fºs Notaron al instante
aquella expresion, y concluyeron de ella, que el
agiiero estaba cumplido. No creyó pues, Virgilio deber
omitir una particularidad tan esencial; pero es util
considerar, con que juicio, la ha tratado, y como ha
separado de ella, todo lo que podia parecer inferior, á
la magestad de un poéma heroico. La que hace el pro
nostico es una Harpia hambrienta, y el joven Ascanio
es el que advierte su frivolo cumplimiento.
Esta observacion era muy natural en la boca de un
niño, y hubiera sido ridicula en la de qualquiera otra
persona de las que estaban alli. Me persuado tambien,
de que la transformacion de las naves troyánas en
DE ADDIS SON. Io3

Nymfas, se podria justificar quizá, con alguna otra tra


dicion historica, que ahora ignoramos. Esta parte de
la maquina, es con todo, lo que hay de mas forzado
en la Eneida, y es tambien lo que ha ofendido á mu
chos criticos. Virgilio mismo, antes de comenzar aquella
narracion, nos previene de que lo que va á decir, pa
recerá increible, pero que está autorizado por la tra
dicion. Lo que me confirma tambien, que la transfor
macion de aquellas naves era un hecho recibido, es que
Ovidio la ha insertado igualmente en su historia de la
mithología gentilica.
No he hallado critico alguno, que haya examinado
bajo este aspecto la fabula de la Eneida, ni que haya
observado, que la tradicion autoriza aquellos pasages,
que parecen los mas defectuosos; asi espero que la
prolixidad de esta reflexion, no será desagradable á
los lectores curiosos.
El hecho sobre que estriba el poéma de Milton,
es aun mas reducido que los de la Yliada, y la
Eneida. El poéta ha colocado toda sus circunstancias
en el cuerpo de su fabula. El noveno libro está fun
dado sobre algunas palabras de la escritura, en que
se nos dice, que la serpiente era el mas sutil de todos
los animales; que propuso á la muger, que comiese
del fruto prohibido; que esta cedió á la tentacion, y
que Adán siguió su exemplo. De este corto numero de
particularidades, ha formado Milton la accion mas in
teresante: ha interpolado estas circunstancias con tantas
ficciones agradables, y naturales, que su historia pa
rece un comentario sobre la sagrada escritura, ó Por
ro4 NOTAS

mejor decir, la narracion detallada de un suceso, de


que aquella no es mas que un compendio. He insistido
tanto mas sobre esta observacion, quanto miro la mar
cha de los succesos, como la principal belleza del no
veno libro, que está mas cargado de incidentes, que
otro alguno del poéma. El viage de satanás al rededor
del globo, y la sombra de la noche, en que permanece
siempre con cuidado, para no ser descubierto por el
angel del sol, que antes le habia reconocido, preparan
admirablemente para lo que vemos suceder luego. El
principe de los demonios, despues de haber examinado.
todas las criaturas, y haber escogido la que mas con
venia á sus miras, vuelve al paraiso terrenal, se in
sinua de noche en el jardin, por el conducto de un rio
subterraneo, y sale de aquella simá, por una fuente,
que corre cerca del arbol de la vida. El poéta, que no
habla por si mismo, sinó lo menos que puede, y que á
exemplo de Homero, llena toda su obra de aciones y
de caractéres, expone un monologo de nuestro ene
migo infermal. Satanás despues que lo ha acabado, se
introduce, transformado en niebla, al trabés del jardin,
para buscar el animal, bajo cuya forma habia resuelto
tentar á nuestros primeros padres. Esta pintura tiene un
no se que, de muy poético, y de muy maravilloso.
La descripcion de la mañana, conviene perfecta
mente á un poéma, y á la primaravera de la natura
leza. El autor representa la tierra, antes que cayese
sobre ella la maldicion, como un altar inmenso, que
exalaba su incienso por todas partes, y despedia un
aroma agradable acia el trono de su Criador 3 ha
DE ADTDTSS ON. ros
eiendo despues una noble pintura de Adán, y Eva,
que ofrecen su oracion matutina, incorporada con el
concierto universal de alabanzas, y de adoracion de
la naturaleza, en obsequio del verdadera Dios.
La disputa que sigue entre muestros dos primeros
padres, está tratada con mucho arte; procede de di
versidad de juicio, y no de pasion : no se mezcla en
ella acrimonia alguna; cada uno expone con dul
zura sus razones. Esta disputa es de la naturaleza de
aquellas que hubieran podido acaecer en el paraiso, si
el hombre hubiera conservado su feliz estado de ino
cencia. En la moral contenida en el discurso de Adán,
se nota la mayor delicadeza, en terminos que el lector
mas vulgar, no puede dexar de percibirla. Aquel amor
violento, que el padre del genero humano exprime
con tal magnificencia, se manifiesta en este noveno
libro de muchos modos: las tiernas miradas que dá á
Eva quando se separa de el, nos lo anuncian; su im
paciencia, y su ocupacion, mientras está ausente,
lo demuestran; pero singularmente se descubre en
aquel discurso apasionado, en que viendola perdida
sin remedio, toma la resolucion de perecer en su
compañia, antes que vivir sin ella.
Los diferentes artificios de que el tentador se vale,
quando encuentra á Eva separada de su marido, las en
cantadoras imagenes de la naturaleza, interpoladas
con aquella parte historica, y el progreso natural acia
la catastrofe, son bellezas tan notables, que es inutil
indicarlas. - -

No me he ocupado en mis observaciones sobre


yo6 NOT A S

esta grande obra, en examinar con detalle las com


paraciones, de que he dado solo una idea general,
en mi articulo sobre el primer libro; pero hay una
en el que ahora recorro, de la que hablaré particu
larmente, no solo porque es muy hermosa, sinó porque
es la mas viva de todo el poéma; y es la que exprime la
prontitud, y el noble paso de la serpiente, animada por
el espiritu maligno, al guiar á Eva á su ruina, mientras
que Adán está demasiado distante de ella para ampararla.
Aquel gozo envenenado, aquellos impulsos pasa
geros de deleite, propios del crimen, que el poéta
representa en nuestros primeros padres, al comer el
fruto prohibido; aquel abatimiento de animo; aquella
negra tristeza, y aquellas reciprocas acusaciones que
se siguen, todo ello enfin, está lleno de imaginacion,
y de naturalidad.
Quando en el quarto libro de la Eneida se entrega
Dido á la pasion, que fué causa de su ruina, nos dice
Virgilio, que tembló la tierra, se poblaron los cielos
de relampagos, y que las Nynfas dieron horribles ala
ridos, sobre las cumbres de los montes. Milton con el
mismo ingenio, representa turbada toda la naturaleza,
en el momento en que Eva probó el fruto vedado.
Quando Adán cae en el mismo delito, padece el
universo segunda vez las mismas convulsiones.
Como toda la naturaleza se resintió del crimen de
muestros primeros padres, aquellos sintomas de tur
bacion, y de consternacion, son muy bien imaginados,
como que sirven á un tiempo de anuncios, y de testi
monios del dolor universal.
DE AD DIS SON. ro.7
La conversacion de Adán, y Eva, despues que han
comido el ponzoñoso fruto, es una copia exacta de la
de Jupiter, y Juno, en el libro decimo quarto de la
Yliada. Juno se acerca á Jupiter con la cintura que ha
recibido de Venus; Jupiter la dice, que le parece aun
mas hermosa, y mas adorable, que al principio de sus
amores. Despues se les vé descansar sobre la cima del
monte Yda, que produce bajo de ellos una cama de
flores de lotos, azafran, y jacinto: concluyendo Ho
mero su descripcion, con el sueño de ambos.
Entre todos los poétas, Milton es el que mas ha es
tudiado á Homero, y el que mas se le asemeja en el
ingenio, por cuya razon, creo que hubiera dado un
detalle imperfecto de sus bellezas, sinó hubiera ma
mifestado los pasajes paralelos, mas dignos de aten
cion, que se hallan en estos dos grandes autores. Hu
biera podido hablar de varios versos, y expresiones
de Milton, sacadas del poéta griego, pero he temido,
que estas observaciones pareciesen demasiado nimias,
y las he omitido expresamente. En quanto á los inci
dentes mas considerables, su conformidad con Ho
mero, no solo les dará valor, sinó los pondrá á cu
bierto de la censura de los ignorantes, y de los inge
mios limitados.

Quis talia fando


Temperet á lacrymis ?
V I R G.

El decimo libro del Paraiso perdido, presenta mayor


variedad de personages, que otro alguno del poéma.
Io8 NOT A S.

Acercandose el autor al desenlaze, produce á quantos


han tenido parte en la accion: es como el ultimo acto
de una buena tragedia, en que á todos los personages
se les trae delante del expectador, para pomerlos en
una situacion correspondiente á la que han tenido en
la pieza. s

Voy á considerar este libro, por lo respectivo á di


chos personages, celestiales, infernales, humanos, y
fantasticos.

Comenzando por los del cielo, vemos á los angeles


custodios del paraiso, volver acia el Empireo, despues
de la caida del hombre, con el intento de justificar su
vigilancia: su llegada, su recibimiento, y el dolor á
que se entregaron con la noticia, todos aquellos espi
ritus celestes, que se alegran, como dice la escritura,
de la conversion de un pecador, están perfectamente
tratados.
El hijo de Dios, que en los libros precedentes de
este poéma, intercede por nuestros primeros padres
antes de su caida, que abatió á los angeles rebeldes,
y que crió el mundo, baja del cielo, y pronuncia la
sentencia de los tres reos. La frescura de la tarde,
circunstancia que la sagrada escritura trae de intento
en aquel gran suceso, está poéticamente pintada por
nuestro autor. En quanto á los terminos del juicio de
los culpados, los ha trasladado tales quales están en
el Genesis: ha preferido descuidar la cadencia de sus
versos, á mudar cosa alguna en los discursos, que
se nos han trasladado divinamente: el remordimiento,
y la confusion de muestros primeros padres, desnu
DE AD DISS O N. Iog
-

dos en presencia de su juez, están completamente


representados. A la llegada de los dos monstruos, la
culpa, y la muerte, que se arrojan sobre la tierra,
expone el Omnipotente á los angeles la profundidad
de sus designios. -

Las voces celestiales, comparadas por la escritura


al ruido del trueno, y al estruendo de los mares, ce
lebran en sus canticos al Santo de los santos.
Aunque el autor haga frequentes alusiones á la es
critura, no he hablado en mis notas, sinó de aquellas,
que son de una naturaleza poética, como por exemplo,
la de este libro, en que describe á la culpa, y á la
muerte, atropellando en su marcha, por medio de
las obras de la naturaleza, á la que añade, que la
muerte no habia montado aun sobre su palido caballo,
lo que hace relacion, á. aquel texto de la escritura,
tan poético, y tan terrible para la imaginacion, que
dice: al mismo tiempo vi aparecer un caballo pa
lido; el que estaba montado en el se llamaba la
muerte, y el infierno le seguia (Apoc., cap. 6, v. 8).
Podemos comprender en la clase de las cosas ce
lestes, la orden que recibieron los angeles, de hacer
diversas mutaciones en la naturaleza, y de alterar
su pureza.
Dan en consequencia á los astros, y á los pla
metas, influxos malignos, debilitan la luz del sol,
traen el invierno á las regiones mas templadas; co
locan los vientos, y las tempestades en diversos pun
tos; arman las nubes de truenos; y en una palabra,
establecen una relacion secreta,- entre la naturaleza,
IIO NOTAS
y el hombre corrompido. Estos incidentes son her
mosisimos, y el pasage en que vemos los angeles
levantar el exe de la tierra, cuya posicion mudan,
respecto al sol, está lleno de aquella sublimidad de
imaginacion, tan peculiar á muestro grande autor.
Tenemos que observar en segundo lugar, los agentes
infernales, segun la idea que Milton nos ha dado de
ellos en este libro.
Los que han querido realzar la grandeza del plan
de Virgilio, advierten que ha conducido á su lector
por todas las partes de la tierra conocidas en su tiempo:
la Asia, la Africa, y la Europa le sirven de teatro.
El plan de Milton es aun de mucha mayor extension,
y llena el animo de ideas, harto mas maravillosas.
Satanás dá la vuelta á la tierra, siete veces : al salir
del paraiso sube hasta las constelaciones, y despues
de haber atravesado el universo, prosigue su viage,
por medio del cahos ; le seguimos con la vista, hasta
su imperio infernal.
La primera aparicion, que hace en la asamblea de
los angeles precitos, está adornada de circunstancias,
que sorprenden agradablemente al lector; pero no hay
incidente que mas efecto haga, que la transformacion
de los asistentes. La mutacion lenta, y sensible de
Satanás en un horrible dragon, está en el gusto de
Ovidio, y puede disputar la preferencia à sus mas
celebres transformaciones. Jamas deja Milton de her
mosear sus quadros, y de dar la ultima mano á cada
incidente de los que admite su poéma. El silvido
repentino que se hace oir en aquel episodio, las di
DE ADDIS SON, II

mensiones, y corpulencia de Satanás, tan superiores


á las de los otros espiritus infernales, transformados
como el, y la renovacion anual de esta triste mu
danza, que les hace padecer; todo, lo repito, jus
tifica quanto acabo de decir. Fs tambien muy digna
de notarse en este episodio, la hermosura de la dic
cion, como tambien el juicio, y la invencion, de que
ya tengo hecha memoria, en mi sexto articulo.
Tenemos que considerar ahora á Adán, y Eva, esto
es, á los personages humanos. En ninguna cosa so
bresale mas el arte de Milton, que en el modo con que
sigue el caracter de nuestros primeros padres. La idea
que nos dá de el, sin falsificar la historia, debe ins
pirar al lector la mayor compasion acia entrambos.
Aunque Adán envuelve á todo su linage en su des
gracia, su delito procede de una flaqueza, que no hay
hombre que no este inclinado á escusar. Nos sentimos
movidos à compadecerle, porque vemos en su culpa,
mas un efecto de la fragilidad humana, que una mala
intencion, y cada uno disculpa con gusto una falta,
en que conoce, que el mismo hubiera podido caer. El
exceso de su amor para Eva, fue el que arruinó á
Adán, y à su posteridad. No necesito añadir, que el
autor está justificado en este punto, por muchos pa
dres, y escritores los mas orthodoxos. Milton ha lle
nado su poéma de aquel estilo atractivo, que los cri
ticos franceses llaman tierno.
En el libro de que ahora tratamos, Adán, y Eva
nos dexan ver sentimientos, que no solo interesan al
lector en su afliccion, sinó que excitan en el los afectos
152 NOTAS

mas dulces de humanidad, y de conmiseracion,


Quando Adán observa las tristes variaciones de la
naturaleza, experimenta en su animo el desorden 2.

que corresponde, á quien ha perdido á un tiempo, su


inocencia, y su felicidad: se le vé lleno de horror,
de remordimientos, y de desesperacion : entre las an
gustias de su corazon, se queja á su Criador, de que
le haya dado la existencia, que el no le pedia. No tarda
con todo, en reconocer su temeraria presuncion, con
fiesa que su condenaciones justa, y pide la muerte,
como una consequencia de las palabras de Dios.
Todo este discurso está lleno de la misma agitacion,
y de sentimientos naturales, á un animo"abatido por
la turbacion, y el dolor. No debo omitir tampoco,
aquella generosa compasion, que nuestro primer padre
muestra de su posteridad, y que debe enternecer al
lector. -

Y quien es posible que vea al padre del linage hu


mano, postrado con la faz en la tierra, lamentandose
durante la noche, deplorando su existencia, y deseando
la muerte, sin tomar parte en su dolor ?
La situacion de Eva en este libro, no es menos
tierna, ni menos propia, para disponer al lector en
favor suyo se acerca á Adán, con el mas humilde,
y tierno cariño; el la rechaza con las amargas re
convenciones de una indignacion, proporcionada al
estado de un hombre , que la pasion arrebata. El dis
curso de que ella hace uso para apaziguarle, es con
extremo poético.
La reconciliacion de Adán, y de Eva, está llena
de
DE AD DIS SON. II3

de ternura. Eva cegada por su desesperacion , propone


á su marido vivir en el celibato, para evitar, que su
crimen se propague á su posteridad; si este partido
le parece imposible de realizar, consiente en darse la
muerte. Estos sentimientos excitan la compasion del
lector, y contienen una excelente moral. La resolucion
de morir para evitar nuestra desgracia, no prueba
tanta firmeza, como la determinacion de sufrirla, y
de someterse á los decretos de la providencia; “por
cuya razon, nuestro autor, con gran delicadeza, atri
buye aquella á Eva, y hace, que desaprobada por
Adán, proponga este la ultima.
Debemos observar por ultimo los personages ima
gimarios, á saber, la muerte, y la culpa. Tales ale
gorías son ciertamente esfuerzos dignos de grandes
ingenios; pero como lo he insinuado, no son con
formes á la naturaleza de un poéma heroico. Esta del
pecado, y de la culpa, es sobresaliente en su clase,
siempre que se la considere en si misma, y no como
parte de tal obra. Las verdades, que se contienen en
ella, son tan claras, y sensibles, que no perderé el
tiempo en notarlas : me contentaré unicamente con
advertir, que es dificil concebir, como ha podido en
contrar el poéta palabras, y expresiones tan propias,
para describir las acciones de aquellos dos personages
imaginarios, y particularmente en aquel parage, en
que hace fabricar á la muerte un püente sobre el cahos.
Esta empresa era digna de Milton. *

Pues que hallo ocasion de hablar de las clases de


personages imaginarios, que pueden ser admitidos en
8
II4 No TAs
los poémas epicos, propondré con sumision mi dic
tamen, sobre una materia curiosa por si misma, que
jamas ha sido tratada hasta ahora por critico alguno.
Es cierto que Homero, y Virgilio, están llenos de
personages imaginarios, que hacen un excelente efecto
en la poesía, quando solo se encuentran sin tener ac
cion seguida. Asi Homero personifica el sueño, y le
dá un corto papel en su Yliada. Aunque miremos
aquel personage como quimerico, debemos reflexio
nar, que los gentiles le erigieron estatuas, le colo
caron en sus templos, é hicieron de el una Deidad
efectiva. Homero no emplea tales figuras, sinó para
trasladar agradablemente al lector alguna cosa sencilla.
Pasa por cima ligeramente, y sus expresiones de
aquella especie, mas deben mirarse como frases poé
ticas, que como descripciones alegoricas. En lugar,
por exemplo, de decirnos naturalmente, huyen quando
se espantan, introduce la fuga, y el miedo, como com
pañeros inseparables; en lugar de decir, que habia
llegado el tiempo en que Apólo recibiese su recom
pensa, nos dice que las horas se la traxeron; en lugar
de describir los efectos que producia la exida, ó escudo
de Minerva, nos dice que el terror, la derrota, el
furor, la persecucion, la muerte, y la carnizeria, for
maban su orla. Del mismo modo nos representa la vic
toria, siguiendo á Diomodes, la Discordia como madre
de los funerales, y de la tristeza, á Venus vestida por
las gracias, y á Belona cubierta del terror, y de la
consternacion, como de un vestido. Virgilio nos daria
tambien muchos exemplos de esto. Milton se sirve
DE AD D ISS O N. 115

muchas veces de iguales figuras, como quando dice,


que la victoria iba al lado del Mesías, quando marchaba
contra los angeles rebeldes; que al salir el sol, las
horas abrian las puertas de la luz, y que la discordia
era hija de la culpa. Tales son tambien aquellas ex
presiones, de que usa, quando tratando del canto del
ruiseñor, añade que el silencio estaba encantado de
oirle; y quando el Mesías manda al cahos, que se tran
quilize, y dice que la confusion oyó su voz. Pudiera
añadir una multitud de expresiones del mismo genero,
que se encuentran en Milton. Es evidente, que estas
alegorías no se han hecho, para que se tomen en sen
tido literal, sinó solo para presentar al lector de un
modo agradable diversas ideas. En este supuesto con
cluyo, que tales personages imaginarios, no deben ser
admitidos como principales actores : son demasiado
aventurados, para convenir á un poéma heroico, cuyas
principales partes deben ser verosimiles.
No puedo menos de creer, que la culpa, y la muerte
son actores tan impropios en nuestro poéma, como la
fuerza, y la necesidad, en una de las tragedias de Es
quiles, que representa aquellos dos personages, atando
á Prometéo á un risco, lo que con razon han censu
rado los mayores criticos. No conozco personage alguno
imaginario empleado de un modo mas sublime, que
el que se halla en uno de los profetas. Al representará
Dios bajando de los cielos, para visitar los pecados del
hombre, añade esta terrible circunstancia: delante de .
el iba la peste. Es cierto que hubiera podido describir
este personage imaginario, con todas sus manchas li
116 NOT AS
vidas; hubiera podido hacerle preceder por la fiebre,
colocar el dolor á su derecha, el frenesi á su izquierda,
y la muerte á sus espaldas : hubiera podido introdu
cirle aqui abajo, haciendole caer de la cabellera de un
cometa, ó arrojandole envuelto en un relampago. Podia
su aliento corromper la atmosfera, y el fuego de sus
ojos devorar á los humanos; pero yo me persuado de
que cada lector conocera, que la sencillez de la escri
tura tiene algo de mas exacto, mas grande, y mas su
blime, que quanto el poéta mas fertil hubiera podido
inventar.
-

- Crudelis ubique
Luctus, ubique pavor, et plurima mortis imago.
VI R G.

Milton ha mostrado un arte maravilloso, al des


cribir aquella variedad de pasiones, que se despertaron
ea nuestros primeros padres, despues de su desobe
diencia. Les vemos pasar del triunfo de su delito, á los
remordimientos, á la verguenza, á la desesperacion,
á la contricion, á la oracion, y á la esperanza, que les
conducen como por grados á un arrepentimiento per
fecto. Acia el fin del decimo libro , se postran contra
el suelo, y lo riegan con sus lagrimas, á lo qual ha
añadido el poéta, la bella circunstancia, de que ofrecen,
el dolor de su culpa, en el mismo lugar , en donde su
juez ha pronunciado su sentencia. -

La misma se encuentra en una tragedia de Sophocles.


CEdipo, despues de haberse arrancado los ojos, pide
que le conduzcan al monte Citherón, afin de acabar su
DE AD DIS SON. r17

vida en el mismo paraje, en que habia sido expuesto,


y abandonado, despues de su nacimiento, y en donde
hubiera muerto, si la voluntad de su padre se hubiera
executado.

Jamas deja el autor de dar á sus pensamientos un


colorido poético. Al principio de este libro vemos los
ruegos de nuestros primeros padres oidos, mediante
una corta alegoría, que el autor ha fundado sobre aquel
hermoso pasage de la escritura sagrada, en que se dice:
vino otro angel, que se presentó delante del Altar,
con un incensario de oro 4 y se le dió una gran
cantidad de perfumes , qfin de que ofreciese las
oraciones de todos los santos sobre et altar de oro, que
esta delante del trono de Dios , y el humo de los
aromas, compuesto de las oraciones de los santos ,
levantandose de la mano del angel, subió a la pre
sencia de Dios (Apocal., cap. 8, v. 3, 4).
El mismo pensamiento se encuentra tambien en la
intercesion del Mesías, que está concebida del modo
mas noble, y mas enfatico.
Entre los parages poéticos de la escritura, que Milton
ha introducido en su narracion, no debo omitir aquel,
en que Ezequiel, hablando de los angeles, que se le
aparecieron en una vision, dice, que cada uno tenia
quatro caras, y que sus cuerpos, sus espaldas, sus
manos, y sus alas, estaban sembrados de ojos.
El concurso de los angeles, que se juntan para oir
el augusto decreto, que Dios ha pronunciado contra
el hombre, está representado de un modo muy vivo
En medio de aquel juicio, no olvida el Todopoderoso
118 NOT A S
su misericordia, y manda á Migué, que execute su
comision en los terminos mas suaves, afin de que
el animo del hombre, ya oprimido por el remordi
miento de su delito, y por el sentimiento de su mi
seria, no se abandone á la desesperacion. -

La conversacion de Adán, y Eva, abunda de los


mas tiernos afectos. Apenas se han levantado, des
pues de la triste noche, que han pasado juntos, quando
descubren el aguila y el leon, que persiguen cada
uno su presa acia la puerta oriental del paraiso. En
éste incidente se encuentra una duplicada belleza: no
solamente presenta grandes, y exactos presagios, que
son siempre agradables en la poesía, sinó que caracte
riza ademas, aquella enemistad, que nació entonces entre
los animales. El poéta, para expresar las otras novedades
de la naturaleza, como tambien para adornar la fa
bula, con un hermoso prodigio, hace eclipsar el sol.
Este fenomeno del cielo produce una magnifica con
traposicion. Una nube resplandeciente, y llena de un
exercito de angeles, mas luminosos que el mismo
sol, baja al mismo tiempo por el occidente. Todo
él teatro de la naturaleza está obscurecido, afin de que
esta gloriosa maquina aparezca con mas pompa, y
mas brillantéz. -

No necesito advertir el acierto, con que nuestro


autor, que sabe distribuir con la mayor perfeccion
sus papeles, hecha mano de Miguél, para desterrar
del paraiso á nuestros primeros padres. Este arcangel
en aquel lanze, no se presenta con su forma naturals
no se acerca á los culpados, con aquel aire familiar ,
DE AD D I SS O N. 119.
con que Rafaél hablaba al padre del genero humano,
antes de su caida: su presencia, su porte, y su con
ducta corresponden á su alto rango.
Las quexas de Eva, quando oye que tiene que
salir del paraiso, son dignas de notarse. No solo son
sus sentimientos los mas propios en aquel caso, sinó
tienen tambien, un no sé que de dulze, y de fe
menino, si se me permite valerme de este termino.
El discurso de Adán al contrario, aunque lleno
de sentimientos tiernos, conserva un tono mas varonil,
y mas elevado. -

El angel conduce á Adán, al monte mas alto del


paraiso: expone delante de el todo un emisferio, como
el teatro de las visiones, que van á presentarse á su
vista. He hecho observar ya, quan superior es el plan
de Milton en muchos parages, á los de la Yliada,
y la Eneida. El heroe de Virgilio tiene el gusto de
ver aparecer en su presencia, todos sus principales
descendientes, pero aunque aquel episodio sea justa
mente admirado, como uno de los pasages mas her
mosos de la Eneida, debemos convenir en que el de
Milton es de una naturaleza mas elevada. La vision
de Adán no se ciñe á una tribu particular del genero
humano, sinó se extiende á todo el.
En aquella gran revista de sus hijos, y sus hijas,
el primer objeto que se le presenta, es la historia
de Caín, y de Abel, tratada con toda la brevedad,
y exactitud posible. Aquella curiosidad, y aquel horror
natural, que concibe Adán, á vista del primer hombre
moribundo, están pintados con el mayor magisterio.
I2O N OTAS

La segunda vision que pasa por delante, es la misma


imagen de la muerte, en una gran variedad de si
tuaciones. El angel para darle una idea general de
los efectos, que su delito ha producido en su poste
ridad, presenta delante de el, uno de los asilos del
dolor, lleno de personas acometidas de toda especie
de enfermedades mortales. Y que belleza no brilla
en el parage, en que el poéta, empleando juiciosamente
aquellos personages alegoricos, de que he hablado en
mi articulo precedente, nos representa á los hombres
consumidos de enfermedades crueles, é incurables
La compasion que esta vista excita en el corazon
de Adán, es la mas natural.
El discurso, que la sigue, entre el angel, y Adán,
contiene una excelente moral. •

Como no hay cosa mas agradable en la poesía,


que un contraste bien dispuesto, el autor, despues
de este triste espectaculo de enfermedades, y de
muerte, presenta otro de diversion, de amor, y de
regocijo. El placer secreto que se insinúa en el co
razon de Adán, al atenderá esta alegre vision, está
imaginado con mucha delicadeza. Tampoco debo dejar
de hacer mencion, de aquella turba de mugeres li
cenciosas, que seduxeron á los hombres, hasta en
tonces buenos, que la escritura llama Hijos de Dios.
La vision inmediata es de una naturaleza total
mente distinta representa todos los horrores de la
guerra; á su vista se deshace Adán en lagrimas, y
se abandona á las mas tristes reflexiones.
Milton, para entretener una agradable variedad en
DE AD DTSS O N. I2

aquellas visiones, despues de haber excitado en el


animo de su lector las diversas ideas espantosas, que
la guerra puede producir, pasa á las dulces imagenes
de los triunfos, y de las fiestas, y presenta despues
un bosquejo de la disolucion, y de la luxuria, que
atraxeron el diluvio.
Es facil de ver, que el poéta ha copiado de Ovidio
su descripcion del diluvio; pero debe reparar el lector,
con que juicio ha evitado todo lo que hay de superfluo,
ó pueril en el poéta latino. No vemos en su pintura,
ni al lobo nadando entre las obejas, ni otra alguna
de aquellas imagines vagas, que Seneca reprende,
como impropias de aquella gran catastrofe de la na
turaleza. Si el poéta ha imitado aquellos versos de
Ovidio, en que nos dice que todo era mar, y que
aquel mar no tenia riberas, ha tenido cuidado de
no extender tanto aquel pensamiento, que merezca
incurrir en la censura, que los criticos han pronun
ciado contra el poéta latino. La ultima parte de aquellos
versos de Ovidio es rastrera, y superflua, y es al
contrario, en Milton, hermosa, y exacta. La primera
parte de la descripcion del poéta inglés en ellos, no
desluce la ultima.
Tambien podrá encontrar facilmente el lector, otros
pasages analogos, de la descripcion inglésa, y la la
tina del diluvio, en que sin disputa es superior nuestro
poéta. Los cielos cargados de nubes, la rapidez de las
lluvias, la elevacion de los mares, y el arco mages
tuoso, que aparece en el cielo, son imagenes, cuya
belleza está al alcanze de todo el mundo.
22 NOTAS
La circunstancia relativa á la destruccion particular
del paraiso, está artificiosamente imaginada, y es con
forme á la opinion de muchos sabios escritores.
La transicion del diluvio, á la impresion que hizo
sobre Adán, es del todo hermosa, y copiada de Vir
gilio, aunque el primer pensamiento que contiene,
sea mas conforme al gusto de Ovidio
He extendido mas mis reflexiones sobre este libro
precisamente, por que en general no se le mira como
uno de los mas brillantes del poéma; y por consi
guiente el lector podria dejar de advertir muchos pa
rages dignos de ser admirados. Los dos ultimos libros
tratan principalmente, de la salida de nuestros pri
meros padres fuera del paraisº. Aunque este asunto
no sea tan sublime, como los de la mayor parte de
los libros anteriores, está variado por incidentes tan
nuevos, y por episodios tan agradables, que dichos
dos libros no desdicen de este divino poéma. Debo
añadir tambien, que si Milton no se hubiera exten
dido á representar la expulsion de nuestros primeros
padres del paraiso, la caida del hombre no hubiera
estado completa, y por consiguiente la acción de su
poéma, hubiera quedado imperfecta.

Segnius irritant animos demissa per aurem a


Quam quae sunt oculis subjecta fidelibus.
H o R.

Despues de haber pasado revista á la historia del ge


nero humano, hasta su primer periodo, Milton expone
su serie posterior, en una narracion. Ymagina un mo
DE ATD DIS SON. 123

tivo muy diestro, para inducir al angel á exponersela


á Adán; pero la verdadera razon sin duda, es la di
ficultad, que el poéta hubiera encontrado, para figu
rar por medio de objetos visibles, una historia tan
mixta, y tan complicada. Yo con todo, hubiera de
seado, que el autor lo hubiera hecho, por mas trabajo
que le hubiese costado; pues si he de decir libremente
mi dictamen, creo que en representar parte de la his
toria del genero humano en una vision, y parte en una
narracion, ha hecho lo mismo, que un pintor, que se
contentase con pintar la mitad de su asunto, y pusiese
por escrito lo restante. Si el poéma de Milton arrastra,
y está languido en alguna parte, es en esta narracion.
El autor se ha atenido en tanto grado, en aquel libro,
á la theologia, que ha descuidado la poesía. Confieso
que la narracion puede animarse con felicidad, quando
su objeto es susceptible de ormatos poéticos: como
puede verse en la de la confusion que se introduce
entre los fabricadores de la torre de Babél, y en la
de las plagas de Egypto. La tempestad de granizo, y
fuego, y las tinieblas que cubrieron la tierra durante
tres dias, se describen en esta con mucha viveza.
El dragon, ó el cocodrilo, tan comun en el rio Nilo,
es la figura de Pharaón. El autor le señala con esta
alusion, sacada de este sublime pasage de Ezequiel: Ve
aqui lo que dice el Señor: vengo a ti Pharaón Rey de
Egypto, dragon grande, etc. (Exeq. c. 29, v. 3. ).
Milton nos representa otra imagen muy noble, y
muy poética, en la misma descripcion, que ha sacado
casi literalmente de la historia de Moysés.
124 NOTAS

Se trata en aquel episodio de dar á Adán una idea


de la persona divina, que debe rescatar la natu
raleza humana, y restablecerla en la bienaventu
ranza, y la perfeccion de que habia caido; asi el poéta
se ciñe al linage de Abraham, del que debia nacer
el Mesías: el angel ve yá al patriarca, viajando ac
tualmente por la tierra prometida, lo que comunica una
viveza singular, á aquella parte de la narracion.
Como probablemente ha sido la vision del sexto libro
de la Eneida, la que ha dado á Milton la idea de este
episodio, el ultimo verso es una traduccion de aquel,
en que Anchises nombra varios parages de la tierra,
por los nombres que deben tener algun dia.

Hec tum nomina erunt, nunc sunt sine nomine terrae.


V I R G.

El poéta ha pintado muy bien el gozo, y la satis


faccion, que experimenta Adán en su corazon, quando
oye hablar del Mesías. En el momento, que ve al
través de los typos, y figuras, el dia de aquel re
dentor, se llena de regocijo; pero quando reconoce
completa yá la redencion del hombre, y renovado el
paraiso, queda arrebatado de un extasis sagrado.
He dicho en mi sexto articulo sobre Milton, que el
desenlaze de un poéma heroico debe ser feliz, esto es,
que es necesario que el lector sea conducido, por
medio de una serie de dudas, temores, penas, é in
quietudes, á un estado de satisfaccion,y de tranquilidad;
y como la fabula del Paraiso perdido, tan recomen
DE ADDI SS o N. I25

dable por otros respectos, era defectuosa en este punto,


el poéta ha mostrado su juicio, como tambien la fe
cundidad de su imaginacion, hallando un modo de re
mediar este defecto natural de su asunto. La ultima vez
que nos presenta al enemigo del genero humano, le
pinta sumergido en un abismo de humillacion, y de
desesperacion: nos le hace ver mascando tierra, arras
trando en el polvo, oprimido de penas, y de tormentos.
Nuestros primeros padres al contrario, recobran su
tranquilidad, por medio de sueños, y de visiones agra
dables; quedan consolados, con promesas de protec
cion, y asegurados de algun modo, de una felicidad
mayor, que la que han perdido. Por ultimo, Satanás es
extremadamente infeliz, en medio de sus triunfos, y
Adán dichoso, y triunfante, en el mas alto punto de
su miseria
El poéma de Milton acaba noblemente: los ultimos
coloquios de Adán, y del arcangel, están llenos de
moral, y de maximas instructivas. El sueño que sor
prende á Eva, y que sirve para calmar el desorden de
su animo, produce el mismo alivio en el animo del
lector, que no és posible dexe de sentir un secreto de
leyte, al llegar al ultimo discurso, atribuido á la madre
del genero humano.
Heliodóro en sus ethiopicas nos dice, que el movi
miento de los dioses se diferencia del de los mortales,
en que los primeros no mueven los pies, y no andan
paso á paso, sinó resbalan sobre la superficie de la
tierra, con un impulso uniforme de todo el cuerpo; y
el lector podrá observar el modo poético, con que Mil
26 NoTAs
ton atribuye el propio impulso á los angeles, quando
van á tomar posesion del paraiso.
El autor ha imitado tambien la conducta del angel,
que segun la escritura sagrada, tubo el encargo de sacar
de sodóma á Loth, y su familia.
La escena que sorprende á nuestros primeros padres,
quando vuelven la vista acia el paraiso, admira singu
larmente al lector. Y no hay cosa mas natural s que las
lagrimas que les vé derramár en aquella coyuntura. El
numero de libros del Paraiso perdido, es igual al de
los de la Eneida. Nuestro autor en su primera edicion
habia dividido su poéma en diez libros, pero aumen
tando algunas cosas, y dividiendo el septimo, y el
decimo, añadió otros dos. Si se reflexiona, se reconc
cerá, que obró con el mayor juicio en esta segunda
division. No la hizó por la quimerica perfeccion, de
conformar su numero con el de Virgilio, sinó para
arreglar su magnifica obra, de un modo mas exacto ,
y mas methodico,
Los que han leido al Padre le-Bossú, y á otros
criticos que han escrito despues, no me perdonarian,
que omitiese el observar la moral particular, que se
incluye en el Paraiso perdido. Aunque yo no pienso
como ellos, que un autor epico se ocupe en escoger
una moral determinada, para servir de fundamento á
su poéma, y que despues acomode á ella su historia,
creo con todo, que un poéma de aquella especie,
sería imperfecto, sinó se pudiese sacar de el alguna
gran moralidad. La de Milton es la mas universal, y
la mas util que puede imaginarse se reduce en pocas
DE AD D ISS O N. 127

palabras, á probar que la obediencia á la voluntad de


Dios, hace á los hombres felices, y que la desobe
diencia á sus ordenes los hace miserables: tal es vi
siblemente la moral de la principal fabula, si se con
sidera que Adán, y Eva permanecieron en el paraiso,
todo el tiempo, en que guardaron la orden formal,
que se les habia dado, y fueron hechados de el,
luego que la quebrantaron. Esta es tambien la moral
del mas importante episodio, que nos muestra, como
fué precipitada á los infiernos, una multitud innu
merable de angeles, á causa de su desobediencia. Ade
mas de está grande moralidad, que puede mirarse
como el alma de la fabula, hay en el discurso de
la obra, una infinidad de excelentes maximas, que
hacen aquel poéma mas util, y mas instructivo que
otro alguno.
Los que han trabajado sobre la Odiséa, y la Yliada,
y sobre la Eneida, han procurado con mucho empeño
fixar el numero de meses, ó de dias, que dura la
accion. Si alguno quiere ocuparse en examinar este
punto, por lo respectivo al poéma de Milton, verá,
que desde la primera aparicion de Adán, en el quarto
libro, hasta la epoca en que sale desterrado del pa
raiso, se pasan diez dias. En quanto á la parte de la
accion que se describe en los tres primeros libros,
como no acaece en los limites de la naturaleza, he
advertido yá, que no está sujeta al calculo del tiempo.
A esto se reducen todas mis observaciones, sobre
una obra, que honrra infinito á la nacion inglésa. He
dado una idea general de ella, bajo estos quatro as
128 NOT A S
pectos, á saber, la fabula, los caractéres, los senti
mientos, y la locucion, dedicando un articulo parti
cular á cada una de estas partes. He examinado despues
lo que se podia censurar en nuestro autor, sobre ellas, y
he reducido lo que comprenden estas censuras á dos ar
ticulos. Hubiera podido aumentar este numero, si mi
humor me hubiera permitido detenerme en una ma
teria tan ingrata; pero creo que no encontrará el lector
mas severo, en esta obra de Milton, defecto alguno,
que no pueda reducirse á los que yo he notado.
Despues de haber hablado en general del Paraiso
perdido, he creido que no bastaba celebrar en general
este poéma, sin entrar en el detalle de sus bellezas,
y por lo tanto he compuesto un articulo sobre cada
libro, en que he procurado, no solo probar que el
poéma es hermoso, sinó hacer ver sus bellezas par
ticulares, y dar á conocer en lo que consisten. He
observado el merito de algunos pasages, por su su
blimidad, de otros, por su dulzura, y de otros, por
su naturalidad. He notado los parages mas dignos de
señalarse, por los efectos, por la moral, por los sen
timientos, y por la locucion. Me he aplicado igual
mente á mostrar, quanto brilla el ingenio del poéta
por su feliz invencion, por alusiones exquisitas, ó
por una imitacion juiciosa; como ha copiado, y ador
nado á Homero, y Virgilio, y como ha elevado su
pronta imaginacion, por el uso que ha hecho de muchas
ideas de la escritura sagrada. Hubiera podido insertar
tambien varios pasages del Taso, que nuestro autor
ha imitado; pero como yo no tengo al Taso por un
garante
DE AD DIS SON. 129
garante suficiente, no he querido importunar á mi
lector con estas citas, que harian mas honor al poéta
italiano, que al poéta inglés. Me he esmerado enfin,
en particularizar todas las diferentes bellezas, que son
esenciales á la poesía, y que pueden hallarse en la
obra de Milton, pero sería fastidioso recapitularlas aqui.
Si yo hubiera creido, al tomar este empeño, que
me habia de llevar tan lexos, no lo hubiera empren
dido; pero la aprobacion, con que muchas personas,
cuyo juicio aprecio, han honrrado mi obra, no me
dá motivo de arrepentirme, del trabajo que me ha cos
tado componerla.
PARAISO PERDIDO.
avavvuAvuA/wwwwwwwAAAMºvwRAAAAwwAAAAA vM
-

SU MIA RIO

DE L L I B R. O PR IMER O.

Proposese el objeto del poéma , que es la deso


bediencia delprimer hombre, y su castigo. Se nombra
el autor del pecado, a saber, Satanas, que baaco la
figura de la serpiente , seduzco a nuestros primeros
padres, para vengarse de Dios, cuya terrible jus
ticia le habia desterrado del cielo, precipitandole al
abismo , con los compañeros de su rebelion. Se
describe a Satanas , y a sus Angeles , en medio
de los infiernos, que no se suponen entonces
en el centro del mundo, pues que el cielo ,
y la tierra , no existian aun , sinó en las ti
nieblas exteriores, a las que se da el nombre de
cahos. Atropellados por los rayos, se ven allí desfal
lecídos , y flotando esparramados en un lago de
fuego. El Monarca infernal vuelve en sí: dirige la
palabra dí Belzebúth , y despues despierta sus le
giones , que se levantan de las ondas de fuego , y
se van juntando en sus orillas abrasadas. Se trata
de su numero prodigioso, de su orden de batalla , y
de sus principales acefes , baaco los nombres con que
los conoció la idolatría. Satanas les habla , les anima
con la esperanza de reconquistar el cielo, y les da
134 SUM. A.R.I.O.

noticia de un nuevo mundo , que debia formarse,


que es el nuestro, y del hombre que se debia criar
en el, lo que es analogo a la opinion de algunos
santos padres, que han creido que el universo fué
criado mucho tiempo antes, que este mundo 2 isible.
Trata despues el Monarca infernal, de examinar
en pleno consejo, lo que pueden hacer, en conse
quencia de lo que ha propuesto. Sus asociados con
sienten en ello, y construyen en un momento el Pan
demónio, ó palacio de Satands, en donde las Po
testades infernales se juntan para la deliberacion.
PARAISO PERDIDo.
LIB R. O PRIMER O.

D EL primer hombre la desobediencia


Canto, y la fatal fruta del vedado
Arbol, cuyo bocado,
Desterrando del mundo la inocencia,
Dió entrada á los dolores, y á la muerte,
Y nos hizo perder el paraiso;
Hasta que el hijo del Eterno quiso,
Lleno de amor, baxár á nuestro suelo,
Hacerse hombre, y volver con brazo fuerte;
A abrir las puertas del cerrádo cielo.
Asisteme piadosa,
O tu! Verdad divina, y encendida,
Unica Musa digna de mi canto,
Que de Oreb en la cima, en la escondida
Cumbre del Sináy, la venturosa
Alma del pastor santo,
Te dignaste alumbrar con tu luz pura,
Afin que á la escogida
Nacion, la prodigiosa historia diera,
La narracion segura,
136 PA RAISO PERD ID O.

Del modo con que el orbe, á la primera


Voz de su Criador obedeciendo,
De repente salió del cahos horrendo:
O, si más de Sion, la alta colina
Te deleita, ó la fuente peregrina
De Silóe, cuyo curso arrebatado
De su divino templo al pie fluyendo,
Te inspire como oraculo sagrado,
Dignate desde alli animar mi acento,
Supuesto que cantar osado intento
Cosas sublimes, nuevas, celestiales,
No cantadas aun por los mortales.
Tu sobre todo Espiritu fecundo,
Que de un corazon puro la morada
Prefieres, á los templos mas suntuosos;
Tu que el abismo lobrego, y profundo,
Que quando nació el orbe de la nada,
Le envolvia en sus velos tenebrosos,
Con tu calor divino fomentaste,
Tus beneficas alas extendiendo
Sobre el, y á producir, le preparaste;
Pues que nada se oculta á tu alta ciencia,
Descubreme benigno, el ignorado
Orden de los succesos, que pretendo
Cantar, hasta que llegue al deseado
Fin de hacer ver la sabia providencia
T, I B RO I, 137

De Dios, y los decretos soberanos,


Justos, con que govierna á los humanos.
Dignate, pues que todo está patente
A tu vista, en el cielo, y en el mismo
Centro del infernal profundo abismo,
Dignate revelarme claramente,
Que causa fue, la que hizo desgraciados
Nuestros primeros padres, que gozaban
Del divino favor, quando habitaban
Del Edén los pensiles encantados,
De todo bien tranquilos poseedores,
Fuera de un solo fruto, prohibido,
Afin de que se hiciesen acreedores,
Tan ligero precepto exactamente
Observando, á otro bien no conocido
De los mortales, á la deliciosa
Suerte de ver á Dios eternamente,
Del cielo en la morada venturosa.
Dime quien fué el cruel que los sedujo,
Satanás solo, la infernal serpiente
Fué, el que de envidia, y de furor ardiendo
Contra su Eterno dueño, desde el dia
En que de su sobervia, y rebeldia
Le castigó arrojandole al horrendo
Abismo, con millones de otros fieros
Angeles de su culpa compañeros,
I38 PA RAIS O PERDID O.

Quiso vengar en el linage humano,


Objeto del amor del soberano
Señor, á quien sus iras dirigia,
Lo que en su ser excelso no podia.
El miserable, de sobervia erguido,
De una multitud de Angeles seguido
Vanos como el, se habia lisongeado,
Ynsano, colocar su trono al lado
De su eterno hacedor, desconociendo
Todos, que á su bondad sola debian
Los dotes, y el ser mismo que tenian;
Llegando á tanto el atentado horrendo,
Que contra Dios se armaron,
Y á hacerle impia guerra se arrojaron.
Intento vano el brazo omnipotente
Los precipitó á todos, abrasados
En vivas llamas, desde el eminente
Alcazar de los cielos, con horrible,
Y vasta ruina, á aquel infernal suelo;
Sima sin fondo, en donde los malvados,
Con cadenas de bronce aherrojados,
Consumidos de un fuego inextinguible;
Sufren á un tiempo mismo, sin consuelo,
Eternamente, el frio, las mortales
Angustias, y otros infinitos males.
Mientras que nueve veces mide el dia,
L I B RO T. x39
Y otras tantas la noche tenebrosa;
Del tiempo á los humanos la carrera,
El fiero Arcangel, con su turba impia,
Aturdido rodó, en la tempestuosa
Superficie de aquellas formidables
Olas de fuego, que en la sima fiera,
Entre negros peñascos espantables,
Forman un lago inmenso, y turbulento:
Al fin como inmortal, restituido,
Para padecer mas, á su sentido,
Recorre en su agitado pensamiento,
Con amargo dolor, ya la perdída
Felicidad, ya el bárbaro tormento,
A que está para siempre reducido.
Vuelve despues la triste, y encendida
Vista, á lo lexos, á uno, y otro lado.
En sus ojos, el triste abatimiento,
El desmayo profundo, está pintado,
Junto à la endurecida
Sobervia, y al rencor mas obstinado.
Da al contorno una funebre mirada,
Tan lexos, como alcanzan los vivaces
Ojos de un Angel, por la dilatada
Extension, y á sus miseros sequaces,
Vé en aquel mar ardiente amortecidos,
Fluctuar entre las ondas esparcidos.
14o P. A R A ISO PERDID O.
Observa á todos lados una obscura
Boveda inmensa, que las llamas cubre
Del lago, que en lugar de una luz pura,
No esparcen mas que palidos horrores
De un resplandor funesto, una palpable
Lobreguéz, que descubre
Aquel vasto recinto de dolores,
Asilo de las sombras espantable,
Y visiones horribles. Desgraciada
Region, que para siempre está cerrada
Al reposo, y la paz; que aun la esperanza;
Que á todas partes lleva su consuelo,
Jamas visita; en donde la venganza,
Sobre el malvado, agota el justo cielo,
Con diluvio de fuego, alimentado
Eternamente por su soplo airado.
Tal es la prision dura, preparada
Por la justicia del Eterno dueño,
Para siempre, á aquel Angel insolente,
Y á la turba rebelde, y obstinada,
Que sus vanderas sigue. Un breve sueño
Fué su felicidad. Quan diferente
Era, ó suerte el lugar en que habitaron,
Quando de Dios las manos los formaron !
Tres veces mas, que desde el eminente
Polo septentrional, hasta el segundo
L IB R. O I, I4I

Polo, que á una con el sostiene el mundo,


Hay desde aquel divino
Alcazar, á su carcel, de camino.
Mas ya el furioso Arcangel, descubriendo
Sus sequaces, en medio del horrendo
Fuego, de un incesante torbellino
De rayos, que sobre ellos, apiñados
Llueven aun del cielo, atolondrados,
Dá un profundo gemido, y distinguiendo
Al fiero Belzebúth poco distante,
Le habla con ronca voz de esta manera:
« Sieres tuaquel..! ¡mas oh! ¡quan diferente,
» Quan distinto, del que era
» Hace poco una estrella tan brillante,
» Un principe glorioso, y eminente,
» En aquellas regiones venturosas,
» Moradas de la luz, y la alegria !
» Del que, entre mil millones de gloriosas
» Deidades, en beldad sobresalia!
» Si eres tu aquel, que en la atrevida guerra,
» Conmigo unieron en estrecha alianza,
» Los planes, los deseos, la esperanza,
» Como ahora la desgracia nos encierra
» Juntos, en este abismo tenebroso!
». Si eres aquel Arcangel poderoso
» Igual á mi; que ruina lamentable,
I42 P A R A ISO PERD ID O.

» Nos perdió para siempre! ¿Y quien podia


» Adivinar la fuerza formidable
» De sus ardientes rayos? ¿Quien habia
» De pensar, que á un exercito sin cuento
» De espiritus tan nobles, é inmortales,
» Precipitar lograse en un momento,
» Del cielo, hasta estas simas infernales?
» Pero todo el furor de ese terrible
» Enemigo, ni el mal, que aun puede hacerme,
» Jamas podrán al arrepentimiento,
» Ni á la menor bajeza resolverme.
» Por mas que pierda el resplandor visible,
» La magestad augusta,
» Primer objeto de su envidia injusta,
» Que corresponde á mi naturaleza,
» Jamas dexará mi animo inflexible
» El odio, la venganza, que ha jurado,
» A ese Altísimo ser, que me ha obligado,
» Humillando envidioso mi grandeza,
» A disputarle el cetro, sostenido
» De innumerable exercito, escogido
» Entre los inmortales
» Seres tratados con igual vileza,
» Que mis nobles vanderas prefirieron
» A las de su opresor, que defendieron
» Conmigo sus derechos naturales,
T, I B R. O I. 143
» Combatiendo en los campos celestiales
» Con dudosa batalla, y conmovieron
. » Su eterno trono. Es cierto que perdimos
» El campo: ¿mas que importa?No está todo
» Perdido, si concordes retuvimos
» El animo invencible,
» Y nos queda el ingenio necesario,
» Para encontrar un modo,
» Por mas que sea osado, y temerario,
» Con que saciar el odio inextinguible,
» La venganza, la ira,
» Que ese fiero enemigo nos inspira:
». Si nos queda firmeza,
» Para repugnar siempre la bajeza
» De obedecerle, de doblar rendidos
» El cuello al yugo, ó darnos por vencidos.
» Antes de esto perezca mi memoria !
» Toda su rabia, toda su potencia
» Agotará, sin conseguir la gloria
» De haberme reducido á su obediencia,
» Sin lograr, que le doble la rodilla,
» O le pida perdon. Aunque á la silla,
» Que en el cielo he perdido, me volviera,
» Y al lado de su trono me pusiera,
» Bastara, que viniese de su mano
» El don, para que yo lo aborreciera.
144 PA RAIS O PERDID O.
» Jamas estará ufano,
» De que le adore yo. Mayor baxeza
» Sería, que esta misera caida, -

» El adorar á aquel, que ha vacilado (1)


» En su trono elevado,
» De este brazo al sentir la fortaleza.
» Y pues que ser no puede destruida
» De un hijo de los cielos la existencia,
» Pues que ha dispuesto el hado,
» Que este divino ser, que poseémos,
» Sea inmortal, sus iras desprecíemos.
» De esta misma desgracia á la experiencia,
» Sin abatir nuestro animo indomable,
» Una leccion preciosa deberemos
» De cautela, y prudencia,
» Para hacer una guerra interminable,
» Por arte, si por fuerza no es posible,
» A ese enemigo, hasta ahora tan terrible.
» Esta esperanza debe dar aliento
» A los nuestros, y mas en un momento,
» En que de su victoria envanecido,
» Triunfa en el cielo solo, y sin rivales,
» Desprecia nuestras fuerzas desiguales,
» Y no recela ser acometido,
» Dexandonos el tiempo suficiente,
» Para adoptar el medio mas prudente. »
- Asi
Asi habló Satanás, en la apariencia
Intrepido, mas dentro acongojado,
Maldiciendo su misera existencia,
De su debilidad desesperado:
A lo que en tono ronco, y lastimero,
Asi le respondió su compañero:
« ¡O Principe O caudillo generoso
» De tantos Tronos, tantas Potestades !
» Que de los Serafines ordenados,
» Conduxiste los fieros batallones,
» Al combate mas justo, y peligroso,
» Que ocurrir puede en todas las edades !
» Tu, que con tus heroicas acciones,
» Incapaz de temor, dudár hiciste,
». Si debe el Criador omnipotente
» Su autoridad suprema, al contingente
» Hazár, ó si en su mismo ser consiste!
» ¡Ah! ¡ Demasiado vi la inesperada
» Confusion, la derrota desastrada
» De todo nuestro exercito valiente,
» Despues de hacer temblar extremecida,
» Con sus esfuerzos la extension del cielo:
» La fiera destruccion, que de la vida
» Feliz (pues que otra no puede quitarnos,
» Siendo Deidades, la enemiga suerte ),
» Nos privó, y nos entrega al desconsuelo
IO
146 PA RAIS O PERDID O.
» De otra peor, é interminable muerte,
» Que en este abismo debe atormentarnos
» ¿ Que fruto, con efecto, sacarémos
» De nuestra eterna, y misera existencia,
» Si ese Dios... (por que al fin la omnipotencia,
» Confieso que negarle no podemos,
» Pues nunca á nuestro exercito glorioso
» Venciera, sinó un Todopoderoso)
» Si ese Dios quiere, que entre los horrores
» De este fuego, sirviendo á sus furores
» De triste cebo, en indecibles penas,
» Arrastrémos muriendo sus cadenas;
» Si ese Dios, digo, nos conserva vivos,
» Solo para saciar su atroz venganza,
» Con tormentos eternos, y excesivos?
» ¿En este caso, puestas en balanza
» La muerte, y vida, quanto mejor fuera,
» Que de una sola vez nos destruyera ?
» Sea qual fuere, le replica osado
El infernal caudillo, « nuestra suerte,
» Mas, ó menos cruel; solo una fuerte
» Resolucion, un animo invencible
» Harán, que sea menos desgraciado
» Nuestro destino, no una vil flaqueza.
» Hasta ahora ignoro su naturaleza;
» Pero qualquier que fuere, es imposible,
L I B R o I. r47

» Lo sabes como yo, que en adelante,


» Tu corazon, y el mio gozar puedan
» De algun bien: incapaces de mudanza,
» La roedora envidia, la constante
» Sed insaciable de una atroz venganza,
». Son los solos placeres, que nos quedan.
» Hacer mal, debe ser nuestra incumbencia
» Unica, por lo mismo que el no quiere,
» Sinó es el bien. Lo que el amare odiemos,
» Y lo que aborreciere fomentemos.
» Quando su providencia -

» Sacár bien de los males pretendiere,


» Procuremos nosotros lo contrario.
» Pues que se reservó nuestro adversario,
» Como un Dios, para si, el placer divino
». De hacer bien, nuestro lote son los males;
» Sigamos cada qual nuestro destino,
» Mas juntemos el arte á la osadia,
» Que, ó yo me engaño, ó llegará algun dia,
» En que, á pesar de nuestras desiguales
» Fuerzas, el alto triunfo consigamos,
» De perturbar sus planes mas secretos,
» Y de humillar su odiosa tirania,
» Burlando sus despoticos decretos;
» Unico alivio, que esperar podamos,
» En la funesta situacion que estamos.
x48 PA RAISO PERDID o.
» Mas á lo lexos, acia el cielo mira,
» Que el vencedor su exercito retira,
» Que aun aquella sulfurea lluvia espesa
» De rayos, y de piedra, que caía.
» En torrentes de fuego, y perseguia
» Constante nuestras huestes aterradas,
» Hasta aqui mismo, por momentos cesa;
» Que no retumban ya las dilatadas
» Bovedas de este abismo, con el fiero
» Huracán, é incesantes estallidos
» De prolongados truenos, ni el ligero
» Resplandor de relampagos seguidos,
» Interrumpe, como antes, la palpable
» Lobreguez de esta carcel formidable.
» Sea pues que el enemigo haya agotado
». Sus armas, ó que ya se haya cansado
» Su furor, ó mas bien, que envanecido
» De su victoria, en despreciable olvido
» Nos dexe, este momento aprobechemos
» Feliz, y nuestra ruina reparemos.
» ¿Ves acia aquella parte una llanura
» Inmensa, y desolada,
» Cubierta toda de una niebla obscura,
» Apenas por los palidos fulgores
» De este lago de fuego penetrada,
» Infecunda region, desierto suelo
LIB RO I. 149

» Triste abrigo de todos los dolores?


» Acia ella dirijamos nuestro vuelo.
» Alli, ya libres del balance horrible,
» De estas ondas del lago proceloso,
» Hallarémos quizás algun reposo,
» Si es ay de mi! posible,
» Que habite este lugar desventurado
» Alli, nuestros guerreros, esparcidos
» Por ese ardiente mar, reunirémos,
» Afin de que sus pechos abatidos
» Recobren su valor acostumbrado.
». Despues con madurez tratár podrémos,
» Juntando de los xefes el senado,
» De acertar con el plan mas ventajoso,
» Para dañar á ese enemigo odioso,
» Reparar nuestras perdidas, y acaso
» Sacar utilidad de este fracaso,
» Pues á lo que no llega la esperanza,
» La desesperacion tal vez alcanza.»
Asi en el desmayado compañero,
Entre las negras llamas sumergido,
Satanás, el antiguó ardor guerrero
Procura despertar, adormecido,
Y desde el pecho arriba con presteza,
La espantosa cabeza,
Sobre el liquido fuego levantando,
5o PA RAIs o PERDID o.
Centellas de los ojos arrojando,
Registra ansioso la desconocida
Boveda, para ver si halla salida. :
Lo restante del cuerpo desmedido,
En las sulfureas olas extendido,
Veinte estadios ocupa, à semejanza
De los Gigantes hijos de la tierra
Briaréo, ó Typhón, cuya pujanza,
Segun pinta la fabula, al potente
Jupiter hizo formidable guerra,
Hasta que enfin, armado del ardiente
Rayo, los hizo caer precipitados,
Y junto á Tarso fueron sepultados.
Tal ep las ondas la Ballena inmensa;
Reyna del mar, de lexos aparece,
Que quando inmovil duerme entre la densa
Niebla, que es tan frequente en la apartada,
Costa de la Noruega, siempre elada,
Al pescador atonito parece
Una isla, y confiado, en su piel dura º ,

El ancora clavando, cree segura


Su debil barca, hasta que en el oriente,
La suspirada Aurora se presente.
Asi el infernal Principe extendia .
Su cuerpo enorme, sobre el inflamado
Golfo, en que para siempre encadenado,
E, B RO F. r.5 r

Gemido hubiera, si el Omnipotente,


Que acrecentar su humillacion queria,
Y su castigo, no le permitiera,
Que de aquella prision cruel saliera.
Por este medio aquel endurecido
Monstruo, al forjar ansioso las agenas
Miserias, nuevamente confundido,
Habia de agravar sus propias penas,
Y ver, de eterna rabia consumido,
Que solo habia servido su malicia,
Contra el linage humano dirigida,
A dar mayor realce á la justicia
De Dios, con su sentencia,
Por sus nuevos delitos merecida,
Y á su inmensa bondad, á su clemencia,
Con el perdon piadoso, concedido
Al hombre, por su envidia seducido.
Mas ya, en el fuego liquido estribando,
De pie se pone el infernal Gigante,
A un elevado monte semejante.
Retroceden bramando,
De ambos lados, las olas inflamadas,
A impulso de los brazos separadas,
Y al paso que se alejan, - -

Un vasto ahumado valle, entre ellas dexan.


El sus enormes alas extendiendo,
asa PA RAI so PER Drdo.
Con espantoso extruendo,
El ayre corta, rápido, que gime
Bajo el no usado peso, que le oprime.
En breve tiempo pisa la ribera
De la remota tierra, si pudiera
Asi llamarse, un suelo eternamente
Inflamado, y en nada diferente,
Sinó en la solidez, del que fluctuaba
Dentro del lago; un calcinado suelo
Semejante á los trozos formidables
De ardiente, y dura lava,
Que arranca de sus asperas entrañas,
Y escupe el abrasado Mongibelo,
O el Vesubio, agitados de espantables
Convulsiones extrañas,
Quando el aire en su centro comprimido
Arde, y su carcel rompe embravecido,
Con humo denso el dia obscureciendo,
Estragos, y terrores esparciendo.
Alli el caudillo, y su lugar-teniente
Belzebúth, que de cerca le ha seguido,
El vuelo paran, y concordemente
La nueva libertad, de haber salido
Del lago ardiente aplauden, qual si fueran
Deidades, que á sus fuerzas la debieran,
Ignorando que Dios la permitia,
T, IBRO T. 153

Para mas confusion de su osadia.


« ¡Es esta la region, es este el clima,
» Grita el precito Principe, gimiendo,
» Que hemos cambiado, por la excelsa cima
» Del cielo, por su estancia luminosa
». Sea asi, pues que aquel, cuya espantosa
» Fuerza, está de la suerte disponiendo,
» Lo halla por justo. Quanto mas remotos
» De el estémos, pues somos desiguales
» A el en poder, aunque en el resto iguales,
» Tanto mas consolados viviremos.
» ¡Adios pues, dulce objeto de los votos
» De nuestro corazon ! ¡Adios moradas
» Celestiales Mansiones deleitosas
» Del gozo, á donde nunca volveremos,
» Por siempre adios! Salud, ó temerosas
» Regiones, por las sombras habitadas !
» ¡Salve principalmente, ó tu hondo infierno!
» Tus puertas abre á tu Monarca eterno,
» Al nuevo poseedor de tus horrores,
» A aquel cuyo caracter inflexible,
» Por mas que el cielo agote sus furores
» Sobre el, que corra el tiempo, ó que cambiare
» De lugar, ó de estado, es imposible
» Que la menor mudanza experimente.
» ¿Yá que mudar? En donde me encontrare,
154 P A R A ISO PERDID O.

» Formar puede mi mente,


» Pues que en si sola existe, si es preciso,
» Aun del infierno mismo un paraiso,
» Como del propio cielo un cruel infierno.
» Nuestra dicha consiste, - -

». No en la naturaleza del externo


» Lugar, á que la suerte nos destina,
» Sinó en la voluntad. Esta divina
» Facultad, lisongeando nuestro triste
» Corazon, y calmando sus dolores, .
» En placeres convierte los horrores.
» Guarde su cielo pues, nuestro enemigo,
» Que á su corte servil anteponemos,
» Reynar en este abismo, á cuyo abrigo
» La dulce libertad conservarémos.
» Nuestra felicidad, unicamente
» En no serle inferiores coloquemos.
» Nihay que temer, que de este Reynointente
» Privarnos. Ya su rabia lo ha criado
» Tal, que no pueda sernos envidiado.
» Mas despertemos á nuestros queridos
» Amigos, en el lago amortecidos.
» Tratemos de inspirarles nuevo aliento:
» Ya que una misma ruina nos aterra,
» Dividan el alivio, que encontramos
» En esta firme, aunque funesta tierra;
L IB RO T. 155

» Y reunidos en noble ayuntamiento,


» Con reflexion veamos,
» Si nos conviene renovar la guerra
» Contra el despota cruel, ó interiormente
» Nuestro implacable enojo alimentando,
» Para una hora oportuna, ir cautamente
» Las mas sabias medidas preparando.»
» ¡O capitan Oxefe valeroso,
Responde Belcebúth, « de aquel luciente
» Exercito, al que nada resistiera,
» A no ser solo el Todopoderoso!
» Apenas oigan nuestros atrevidos
» Guerreros los acentos conocidos
» De esa voz, con que en tantas ocasiones;
» En medio de los riesgos, inspirastes
» Nueva audacia á sus fieros batallones,
» Y las fuerzas de un Dios equilibrastes;
» Esa voz, que es la prenda mas segura
» De su esperanza, en la refriega dura;
» Está seguro, de que en el momento
» Despertarán del triste abatimiento,
» Del letargo en que están en ese lago,
» Nada estraño, despues del fiero extrago,
» La horrible rapidez, con que han caido,
» De mucho mas allá del firmamento,
» A esa profunda sima del olvido.»
156 PARAI so PERDID o
Sin dexarle acabar, marcha el caudillo
A la orilla del lago: el vasto escudo
De celestial materia fabricado,
Compacta, impenetrable, que desnudo
Al brazo izquierdo lleva, esparce un brillo,
Qual de la luna el disco dilatado,
A los curiosos ojos reflexaba
De aquel sabio toscano, que ayudado
Del telescopio, ansioso la observaba
De la cima de Fésole, advirtiendo,
En las que á nuestra vista parecian
Manchas, tierras, y mares, distinguiendo,
Aun montañas, y selvas, que extendían
A lo lexos sus sombras prolongadas,
En aquellas regiones ignoradas.
Lleva en la mano su espantosa lanza,
Con la qual comparado el alto pino,
Que á las nubes sobervio se avalanza
En la elada Noruega, con destino
A ser palo mayor de una guerrera
Nave almiranta, un junco pareciera.
Sobre ella se sostiene, y lento avanza
Con paso incierto, sobre el encendido
Desigual suelo, no con la ligera
Noble presteza, con que en la llanura,
Volaba, de los cielos, algun dia.
LIB R. O I. 157
Su cuerpo (2) por el fuego atormentado,
Y por la interior pena que le apura,
No siente ya el esfuerzo que tenia.
Llega enfin á la orilla, y esparcidos,
Ve fluctuar sin sentido sus guerreros,
A fuerza de terror amortecidos, -

En numero mayor, que en Val-umbrosa,


La muchedumbre de ojas asombrosa,
Que el suelo cubre, desde los primeros
Dias de otoño, hasta que apresurado,
El duro invierno extiende el cetro elado;
O qual los juncos secos amontona
El encendido Orion, en la ribera
Del mar bermejo, que segun menciona
Del Hebreo la historia verdadera,
Aquel pueblo, que el cielo protegia,
Pasó á pie seco, y donde perseguido
Por Faraón, que con su numerosa
Hueste vio entre sus ondas sumergido,
Celebró con cantares de alegria
La subita victoria milagrosa;
De la segura orilla contemplando
Sus carros destruidos, anegadas
Sus falanges, en medio de las fieras
Olas, de sus cadáveres sembradas,
Que hasta sus pies, bramando,
158 PA RAIS O PER D Í D O.
Sus despojos preciosos le trajeron,
Riquezas tales, que sus lisongeras,
Codiciosas ideas excedieron.
Al contemplar aquella muchedumbre
De Angeles, para siempre desdichados,
Siente el caudillo nueva pesadumbre;
Mas con tonante voz, sus aterrados
Batallones convoca, repitiendo,
Los infernales ecos el estruendo.
« O vosotros, les grita, flor del cielo,
» En otro tiempo vuestro, ahora perdido!
» Príncipes, Serafines, Potestades .
» ¿ Que es de vuestro valor, de vuestro zelo
» Por la causa comun? ¿Unas Deidades,
» Quales lo sois, es dable que al olvido
» Asi se entreguen ? ¿ Ha llegado á tanto
» Nuestra desgracia, que á un cobarde espanto,
» Vuestro antiguo valor haya cedido ?
» Mas cansados quizá del trabajoso
» Combate, ¿ pretendeis hallar reposo
» Sobre las llamas de este lago horrible;
» Y con sueño apacible,
» Como alla en las mansiones celestiales,
» Restaurar vuestras fuerzas agotadas?
» ¿O bien quereis, en esa vil postura
» Postrados, como subditos leales,
L I B R. O I. . . 15g
» Adorar á ese vencedor altivo,
» Que de las apartadas
» Bovedas del Empireo, en esta obscura
» Laguna, os vé con el placer mas vivo,
» Hechos juguete de sus olas fieras,
» Con vuestros carros, armas, y vanderas?
» ¿ Aguardais por ventura, -

» Que vuestro torpe abatimiento viendo,


» Ansiosos aprobechen sus ligeros
» Soldados, tan funesto parasismo?
» Que con nuevo furor acometiendo,
» Agoten en nosotros sus postreros
» Rayos, y en lo mas hondo de este abismo,
» Entre sus torbellinos inflamados,
» Nos dexen para siempre encadenados?
» Alzáos pues, armáos con presteza,
» O doblád al vil yugo la cabeza!»
Despiertan todos al horrible acento,
Y de su torpe miedo avergonzados,
Se ponen al instante en movimiento.
Hierven las ondas, á los formidables
Impulsos de sus alas, que ya el viento,
Silvando cortan, sus inumerables
Esquadras trasladando á la ribera,
Donde el fiero caudillo los espera.
Asi las descuidadas centinelas,
r6o PA RAISO PERDID O.
Que el sueño vence en las nocturnas velas,
De la alarma á la voz sobresaltadas,
Los vapores letárgicos sacuden
De sus robustos cuerpos, é indignadas,
A combatir al enemigo acuden.
Como al tender la vara milagrosa,
De Amrán el hijo, sobre el obstinado
Egipcio, densa nube tenebrosa
De langostas aladas, por el viento
De Oriente conducida, volvió el dia
En noche, en aquel Reyno dilatado,
En que su muchedumbre no cabia,
Asi con repentino movimiento,
Y con horrible estruendo, en un momento,
Aquel enxambre de Demonios sube,
Y el lago asombra qual inmensa nube.
No vomitó jamas el proceloso
Elado Norte, de su belicoso
Seno, un numero tal de batallones,
Quando el Rhin, y el Danubio, sus riberas
Vieron hervir de bárbaras vanderas,
E ignoradas naciones,
Que al modo de un diluvio arrebatado,
Inundaron de Europa las regiones,
De la Noruega elada, al elevado
Calpe, y aun desde alli, á los encendidos
- Arenales
Arenales del Africa escondidos,
En mayor multitud las infernales.
Legiones, en sus alas balanceadas,
Sobre el negro horizonte, á las señales
De su Principe atienden,
Y por sus capitanes ordenadas,
Al suelo ardiente rapidas descienden,
Los primeros magnates ya rodean
Al temído Monarca. Su figura,
Sus armas, su estatura,
Su vigor, nada tienen de mortales:
De resplandor vestidos centellean,
Como que sobre tronos celestiales,
Algun dia sentados estuvieron 3
Mas ya sus malhadados nombres fueron,
Para siempre del libro de la vida
Borrados, por la culpa cometida.
Ellos en su sobervia pertinaces,
Otros nuevos despues substituyeron,
Sacados de las mas viles pasiones, .
Segun que los juzgaron eficaces,
Para engañar los miseros humanos,
Hacerse tributar adoraciones,
Tener altares, y de inciensos vanos
Saciar su orgullo, qual si Dioses fueran,
Yá ellos todos los cultos se debieran:
- - II.
x02 P A R A ISO PERDID O.
Con efecto, á los hombres pervirtieron;
Eñtre ellos esparciendo mil errores,
Que de Dios se olvidasen, consiguieron,
Y les prostituyesen los honores
Divinos, que al Criador solo debian,
Baxo de extraños nombres, y figuras,
Ya de astros que en el cielo relucian,
Ya de monstruos, ya de hombres, de reptiles,
Y aun de plantas, y de entes los mas viles,
Uniendo el culto, con las mas impuras
Costumbres, y delitos vergonzosos,
Gratos á aquellos Angeles odiosos ;
La pompa, el explendor, y la alegria,
Que á aquel perverso culto acompañaban,
Mas y mas á los hombres engañaban,
Extendiendo la atroz idolatria;,
Permitíendolo asi la providencia,
Para probar al hombre envanecido, .. -

De su corta razon la insuficiencia,


Y castigar de nuevo la insolencia
. Del Diablo, en su sobervia endurecido.
Dime ahora, ó Musa! por los nombres varios,
Que adoptaron, los xefes principales,
Que al frente de las tropas infernales,
A la voz los primeros acudieron
De su Monarca, y que sus temerarios
1L. IB RO T. I63

Proyectos, con sus votos sostuvieron,


Y tambien los que menos arrojados,
A la paz se mostraron inclinados.
Molóch al frente está de los primeros,
Molóch, que de los llantos lastimeros
Maternales, gozoso se apacienta,
Y de sangre de niños se alimenta,
Quando sobre sus bárbaros altares
Los vé sacrificados á millares,
De las manos de su ídolo nefando
A la espantosa hoguera,
A sus pies encendida, resbalando,
Mientras que sus gemidos, una fiera
Musica de panderos, y tambores
Cubre, volviendo en fiesta los horrores.
Este tambien fue el monstruo, que emulando
De Dios la gloria, en el augusto templo
De Sión introdujo temerario, -

Su ídolo, hasta en su mismo santuário,


Dando á sus camaradas el exemplo
De insultarle en su trono cara á cara,
Sacrílego erigiendo, junto al ara
De Jehová, sus altares, y su silla,
Frente al Arca, en que estaba colocado,
Sobre los Querubines apoyado, -

Y haciendo que los hombres, la rodilla,


s64 PA RAISO PERDID O.
En la presencia, humildes le doblasen,
De su mismo Criador, y le adorasen:
Audacia de los otros imitada,
Que el santo templo convirtio en impura
Morada de desorden, de locura,
A los vicios mas torpes consagrada.
A su culto reduxo la regada
Llanura de Rabbá, y el Ammoníta
Pueblo. De alli á Basán, y Argól pasando,
A las tierras, que el rio Arnón limita,
Fue su aspero dominio dilatando;
Y hasta Hinnón mismo propagó sus leyes.
Con el tiempo el mas sabio de los Reyes. "
Cayó en sus lazos, y con increible -

Ceguedad, abrazando el culto horrible, . .


Llegó á insultar al Todopoderoso,
Erigiendole un templo, en el famoso
Monte, que del oprobio fue llamado.
Despues llegaste tu, espantajo obsceno !
Por las credulas hijas adorado
De Moab. Tu, ó Chamós que del veneno
De tu culto á Aroératosigaste,
Yá Nebó; que de alli lo propagaste
Hasta Hesebón, y adonde se extendia
El desierto al ardiente mediodia,
Pasando á la llanura deleitosa
LIB Ro I. r65
De Sibmá, por sus vinos afamada,
Desde alli á Eleálé, y á la azufrada
Laguna, que aun humea tenebrosa
De los fuegos del cielo, con que ardieron
De Sodoma, y Gomórra las ciudades,
(Triste recuerdo á todas las edades ),
Que en donde están sus aguas florecieron.
Peór, aquel Dios falso se nombraba
En el Hebreo pueblo, quando daba
Junto á Setím, á su idolo profano,
Al salir del Egipto culto impuro,
Que la torpe luxuria presidia,
Y que atraxo un castigo largo, y duro;
Sobre aquel pueblo ingrato, de la mano
De Dios, cansado de su rebeldia.
Viose despues el idolo execrable .
En el monte de oprobio, ya nombrado,
Al lado de Molóch entronizado,
La luxuria reunir, y la alegria
De sus fiestas, al eco lamentable
De las victimas tristes, abrasadas
A los pies del sangriento compañero.
i Contraste cruel! en que naturaleza,
Vió con horror sus leyes trastornadas,
Y que duró, hasta tanto, que el piadoso
Rey Josías, ardiendo en un sincéro
166 PA RAISO PERDID O.
Zelo, contra tan bárbara torpeza,
Las ofensas del Todopoderoso
Vengó, aquellos altares destrozando,
Y sus impuros idolos quemando.
Despues de estos, veloces acudieron
Todos aquellos Angeles inmundos,
Que del antiguo Eufrates, los fecundos,
Y extendidos paises poseyeron,
Y á su dominio, desde alli, reunieron,
Quanto media, hasta aquel pobre arroyuelo,
Que del moreno Egipcio, el fertil suelo,
De la Siria separa.
Los mas autorizados se llamaban
Astaróth, y Baál, con lo que daban
A conocer su sexo diferente, --

Aún mas que su caracter, pues la rara


Facultad los Demonios poseian,
De adoptar aquel sexo, que querian (3),
Y aun variar prontamente
A voluntad: tal es la sutileza
De aquella superior naturaleza, º
No qual la nuestra, material, pesada,
De huesos, y de carne fabricada,
Carga, bajo la qual nuestra alma gime,
Y que su natural vigor oprime,
Sinó es etérea, transparente, y pura,
I, I B RO T. 167
Que quando quieren, muda de figura,
Pequeña, ó grande, obscura, ó luminosa,
Suelta, ó compacta, bella, ó pavorosa,
Segun que lo requieren sus amores
Infames, ó de su ira los furores.
Por tales monstruos, el linage humano
Olvidó á su Hacedor, y envilecido,
A los brutos mas bajos dió rendido
Adoracion, creyendo que habitaban
Sus Deidades en ellos. Culto insano !
Increible que atraxo la ruina
Aun á los Israelitas, que gozaban
Con tal favor la proteccion divina.
Astoréth, con escolta numerosa
Vino despues, envuelta en tenebrosa
Nmbe: Astoréth, que fue mas adelante,
Baxo el nombre de Asthárte respetada,
Como Reyna del cielo, del brillante
Creciente de la luna coronada,
A la que dieron culto las Sidónias
Doncellas, con nocturnas ceremonias,
Y cantos amorosos. •

Sión tambien sus ritos misteriosos


Adoptó, y un Monarca, á quien el cielo
Colmó de beneficios sin medida,
La edificó sobre la cima erguida
168 PA RA, ISO PERDITD O.

De un monte, en medio de arboles frondosos;


Un magnifico templo, sin recelo -

De la ira del Eterno, el culto sacro


Partiendo entre el, y el torpe simulacro.
Llegó despues Thamúz, por cuya herida,
Hecha por una fiera enfurecida,
Que cada año se abria, derramaban
Las hijas de Sidon amargo llanto,
Baxo el sombrío manto,
Que los Cedros del Líbano formaban,
De escondido prado en la verdura,
Donde estaba su triste sepultura.
Un dia aquellas virgenes lloraban
Su infausta muerte, mientras silencioso
El rio Adonis, que se suponia *,

El herido Thamúz, con las sangrientas"


Aguas bañaba el campo delicioso,
Y en dos brazos partido, se metia
En el mar, que de purpura teñia,
Mezclado con sus ondas turbulentas.
Pronto corrió esta fabula amorosa
Por todas partes; y qual contagiosa
Peste, aun á Sión misma emponzoñaba,
Quando Ezequíel, por el hendido muro,
De orden de Dios, miró lo que pasaba
En lo interior del templo, y espantado,
\
L IB RO I. • . 169
Los llantos vió, con que se celebraba,
Delante del señor, el culto impuro,
En su recinto sacro profanado,
Y de Judá las hijas seducidas,
Con sus infames ritos pervertidas..
A esta falsa Deidad sigue el monstruoso
Idolo, que de veras afligido,
Con llanto doloroso
Regó su altar, quando precipitado,
Cayó á los pies del Arca hecho pedazos:
Del Arca, que el contaba haber traido
A su profano templo prisionera,
Y que de su alto trono, separado .
De la cabeza, el tronco, y de los brazos,
Le hizo rodar al suelo. Su nombre era
Dagón: su simulacro presentaba,
De medio cuerpo arriba, la figura
De un hombre, lo demas, de la cintura
Abajo, en pez disforme remataba.
Los campos de Ascalón, y los hermosos
Valles de Ger, el culto profesaron
De esta Deidad marina;
Temblando la adoró la Palestína;
De Gaza, y Accarón los belicosos
Pueblos, á el sus inciensos tributaron
Y el rico templo, que en Azót tenia,
-
17o PA RA ISO PERDID O.

Insultar á los cielos parecia. -

Y tu, Rimmón, tambien alli acudiste;


Tu que el pais de Damasco poseiste,
Regado por las aguas cristalinas
Del Abána, y Farfár, cuyas riberas
Amenas, y de frutas peregrinas -

Colmadas, fueron causa, que atraxeras


Al fin la Siria toda á tu obediencia.
No contento con esto, la insolencia
Tambien tuviste, de ir con tu profano
. Culto, á insultar al Dios omnipotente,
En medio de su pueblo, astutamente
Al Rey Acház venciendo,
Que fue tu vencedor, y que alli, ufano
De su triunfo, te habia conducido;
A Fuerza de artificios consiguiendo,
Que el mismo te erigiese
Un templo en sus dominios, y un vencido
Dios, al Dios verdadero antepusiese.
Llegó tras de Rimmón, la numerosa
Caterva de ridiculas Deidades,
Que en las varias magnificas ciudades,
Sembradas en la margen deleitosa
Del Nilo, los inciensos dividieron, -

Por los crédulos pueblos adoradas,


Que el nombre del Señor prostituyeron
T, I B RO T. 17r

A Isis, Osíris, Horo, y otras brutas


Esencias, en los cuerpos alojadas, .
De bestias, de reptiles, plantas, frutas,
Y á quanto objeto material encierra
El ambito del mar, y de la tierra.
Israél mismo en este abominable
Error cayó, quando al becerro de oro,
Formando al rededor alegre coro,
Al pie del fuego, y humo, que espantable
El Sinaí cubria, en la presencia
De Dios, que hacia alli su residencia,
Sin temer su ira, le adoró postrado.
Poco despues en Dan un Rey malvado,
Y en Bethél, introduxo aquel funesto
Veneno, hasta que el Dios omnipotente,
Irritado de ver, que era pospuesto
Su nombre, al de los viles animales,
De improviso se armó de sus mortales
Enojos, y tomó del insolente
Exceso, la mas aspera venganza,
En un solo momento exterminando,
De la funesta noche en los horrores,
...Todos los primogénitos nacidos
En la extension de Egipto, la esperanza
De sus infieles padres; y asolando,
Con las aras, y Dioses bramadores,
172 P A. R. A ISO PER. D. ID O.

Templos, y sacerdotes confundidos.


Belial despues al xefe se presenta.
Entre quantos rebeldes malhechores
El infierno contiene, no se cuenta
Otro mas acreedor á aquel castigo:
Es de todos los vicios el amigo.
Por todas partes los propaga ardiente,
Los ama, meramente
Por que lo son. De su odio es el objeto
La virtud sola, á que jamas perdona.
Nunca de los humanos el respeto,
El culto, los inciensos lisongeros
Apreció, qual los otros compañeros;
Este impuro demonio no blasona,
Sinó de que en la furia, y la malicia;
Le ceda toda la infernal milicia.
Su mayor complacencia
Es la de penetrar lo mas interno
Del templo santo, y en el escogido
Gremio de sus ministros, la licencia
Introducir del vicio, y el olvido
Fomentar, y el desprecio del Eterno.
Quando de Helí los hijos ultrajaron -
El templo augusto, con su atroz violencia,
Sus artificios solos lo causaron.
Este espiritu infame se complace
• LIB Ro L. 173

En los palacios, y en las cortes hace


Su mansion mas frequente; se recrea
En correr las cuidades mas viciosas;
Sobre sus torres plácido volando,
Se cierne, quanto pasa examinando:
Desde alli con delicia saboréa
Las risas, las canciones luxuriosas,
Las riñas, las venganzas, los gemidos
De la inocencia, y la desenfrenada
Disolucion, contra ella encarnizada,
Unico incienso grato á sus sentidos.
Sodóma impura, tu memoria ofrece,
De esta verdad, el testimonio claro
Tu, teatro de horrores que aborrece .
El vicio mismo, mientras su torpeza
No huella audaz á la naturaleza
¡ Y tu, de la pureza vano amparo,
Santa hospitalidad, atropellada
En la cuidad de Gaba, que obligada
Te viste á tolerar que pereciera
Victima de la fuerza una inocente
Muger, por evitar que el insolente
Pueblo mayor delito cometiera !
Sería no acabar, si se añadiera
A esta turba de xefes distinguidos,
La serie inumerable
174 PA RAISO PERDID o.
De los Dioses Ionios, descendidos -

Del antiguo Javán, que supusieron,


Que al cielo, y á la tierra precedieron;
Los Titánes, la prole abominable
De Saturno, y de Rea procedente,
Que la Grecia en la cumbre formidable
Del Olimpo adoró, ya en la eminente
Cima del Ida, ya en la selva umbrosa
De Dodóna; familia prodigiosa
De biznietos, de nietos, y de abuelos,
Que reciprocamente
Se fueron arrojando de los cielos,
Que el oraculo Délfico fundaron,
O. que el furioso Adriatico pasaron,
Al Dios, que Jove proscribió, siguiendo,
Y su trono en la Hesperia estableciendo,
Desde donde á los Celtas trasladaron,
Y aun hasta la lejana
Thule, en el vasto mar, su ara profana.
A estos guerreros Dioses, en la cumbre
Del cielo anteriormente colocados,
Se siguio la confusa muchedumbre
De los vulgares Dioses, no nombrados.
Ninguno queda de la turba inmunda,
En el lago. Ya están en la extendida
fibera, pero todos, abatida
4. LIBRO I. 175
La vista, del espanto, y la profunda
Tristeza, en sus semblantes dan señales, .
En medio de las quales,
Qual la luna entre nubes, relucia
Con todo una vislumbre de alegria,
Viendo de su caudillo en los intentos,
Que de su suerte aun no desespera.
Al notar que á pesar de su caida,
Tan horrible, conservan aun la vida,
Viene á esforzar de nuevo sus alientos
Un resto de esperanza lisongera;
Satanás lo repara; sus miradas -

Dudosas, atestiguan los temores,


Que ocupan sus potencias agitadas;
Pero al fin, recobrando su primera
Audacia, trata de animar su gente,
Y despertar de nuevo sus ardores
Guerreros: su temor disimulando,
Y una falsa confianza aparentando,
Manda que prontamente,
Con el son de clarines, y timbales,
Las bovedas retumben infernales,
Y se desplegue al víento
La vandera imperial. En el instante
El fiero Azaziél, que disfrutaba
i Ay triste de este honor, quando pisaba
176 PARAIS O PERDID O.
Las bovedas del alto firmamento,
De tan funesto trueque bien distante,
La desenvuelve al aire, tremolando
La inmensa tela, que del mas brillante
Méteoro las luces eclipsando,
La vista ofusca. En ella está expresada,
De piedras preciosisimas bordada,
Por mano de la Diosa de memoria,
De aquellas huestes la pasada gloría.
A la señal de la imperial vandera,
Y del herido bronce al ronco estruendo,
Responde aquella muchedumbre fiera,
Con guerrero clamor, que estremeciendo
La boveda infernal, entre la densa
Obscuridad, por toda aquella inmensa
Triste region circula repetido.
Millares de estandartes al momento,
En su recinto ondeando por el viento,
Dan á la sombra un vivo colorido
Purpúreo, tal que en donde el claro dia
Nace, el bello matiz se envidiaria.
Una selva de dardos, y morriones,
De acicaladas picas, de millones
De escudos de oro, arroja al circunstante
Campo, por todas partes luz brillante.
La vista admira la magnificencia,
El
LI B R o I. 177
El numero de aquellos batallones,
Y Su profundidad inconcebible,
A pesar de sus filas apretadas. -

Mas ya á un tiempo, con presta diligencia


Se mueven las esquadras ordenadas,
Al compás, fiero á un tiempo, y apacible,
De los celebres Dóricos acentos -

De mil oboés, y flautas: harmonia


Magestuosa, y pátetica, que unia
La varonil firmeza á la dulzura;
Que en el antiguo tiempo, los alientos
Se ocupó en excitar del heroísmo;
Que del cielo, y la tierra es el encanto;
Como lo fué en aquella coyuntura,
Del infernal abismo;
Que la cólera excita, ó la modera;
El desmayo destierra, y el espanto;
Que las idéas del peligro auyenta,
Y da un aire tranquilo en la tormenta;
Que la furia guerrera /

Transforma en un esfuerzo inexpugnable,


Para qualquier fortuna inalterable.
De esta especie el valor de aquellos fieros
Angeles era. De el asegurados,
Marchan todos unidos, y callados,
Espesa miés formando los aceros
124
378 p A RAISO PERDID O.

De las picas, y dardos, al sonido


De aquella orquesta, que los dolorosos
Pasos templaba, sobre el encendido
Suelo, con orden tal que se diria,
Que un espiritu solo los movia.
Avanzan, y á los ojos codiciosos,
Desplegan ya su frente formidable,
Sin fin por aquel campo dilatada,
"Terrores, y amenazas respirando,
Revestidos de acero impenetrable
A la manera usada
Por los antiguos heroes, adornando
Sus armas mil empresas, y colores,
Que burlaban del arte los primores.
Hacen alto llegados á su puesto,
Aguardando las ordenes ansiosos.
El infernal Monarca, su dispuesto
Exercito, registra de una ojeada,
Mas penetrante aun, que los fogosos
Resplandores del rayo: una mirada
De aquellas, que deciden las batallas,
Hasta el fin atraviesa sus murallas
Vivientes. La presencia belicosa
De su gente, el ardor que resplandece
En sus ojos, su procera estatura,
Su porte, que en un todo se parece
-
-
sº L I B R. O I,
179
Al de los Dioses que la fabulosa
Poesía fingió, su orden severo,
Su vivo zelo, su lealtad segura,
Mas que su muchedumbre prodigiosa,
Sinó le vuelven su valor primero,
Disipando por fin su desconfianza,
Le llenan de sobervia, y de esperanza.
Los exercitos todos, que la tierra
Hollár vió sus campiñas devastadas,
Si reunidos, á aquel se compararan,
A la risible hueste asemejaran,
Con que el debil Pigméo hace la guerra
A las grullas, contra el encarnizadas.
Juntense los Titánes, cuya audacia
Amontonó las sierras de la Tracia,
Unas sobre otras, con el fiero intento
De asaltar el remoto firmamento;
Los intrepidos heroes Tebános,
Los Capitanes Griegos, y Troyános,
Que por una muger tal guerra hicieron;
Los Dioses que con ellos combatieron;
Quanto los libros de caballeria,
La fabula, y la historia relataron .
De la espantosa fuerza, y valentia
De aquellos caballeros, que á la gloria
Del famoso Rey Artus, asociaron
18o p A R A ISO PER. D. ID O.

De sus hazañas propias la memoria;


Quantos en los torneos vencedores,
Del premio disfrutaron los honores;
Los famosos guerreros, ya christianos,
Ya tambien musulmánes, ó pagános,
Que al pie de las murallas de Aspramónte,
Y Montalván, hicieron sus hazañas,
O en diverso horizonte,
Llenaron de su gloria las campañas
De Trebisónda, la abrasada arena
De Bisérta, ó tal vez la vega amena
De Damásco, las tropas, que á millares
El Africa lanzó, contra el valiente
Carlo-magno, en el tiempo en que sus Pares
En Roncesválles fueron destrozados,
Con lo mas escogido de su gente;
¿ Que serían al cabo estos mortales
Poderes, comparados
Con aquellos intrepidos rivales
Del cielo, en destruirlo conjurados?
Con paso grave Satanás recorre
Sus dociles esquadras, y descuella
Sobre ellas todas, qual excelsa torre.
Una serenidad, aunque aparente,
Se dexa ver sobre su noble frente:
Aun se notan en ella,
LIB R. O I, 131

Algunos rastros de su primitiva


Hermosura. La luz resplandeciente,
Que antes en sus facciones deslumbraba,
Mezclada con la sombra no era viva
Como antes; mas con todo, no dexaba
Duda, á los que sus tristes ruinas vieran,
De que las ruinas, de un Arcangel eran.
Asi el sol al nacer, en una obscura
Atmosfera cubierta de vapores,
Solo despide tristes resplandores,
O alguna claridad poco segura;
Y tal tambien se vé descolorido,
Quando su hermana eclipsa su encendido
Inmenso disco, que penado arroja
Algun rayo de luz funesta, y roja,
Anuncio de sucesos desgraciados,
Terror de los mas altos potentados;
Mas con todo, á pesar de las fatales
Tinieblas, con que espanta á los mortales,
Los demas astros, nunca le disputan
El Reyno, y vasallage le tributan.
Tal el terrible Arcangel se presenta:
Su resplandor celeste, aunque eclipsado,
Eclipsa á los demás. Su rostro, arado
Por el vengador rayo, está cubierto
De negros surcos, y en la macilenta
182 PA RAIS O PERDID O.
Frente se aloja el roedor cuidado;
En su ceño se muestra al descubierto
La estudiada sobervia, el indomable
Furor, que solo anhela una implacable
Venganza; mas con todo en sus miradas
Crueles, al lado del remordimiento,
Se vé el dolor, y el arrepentimiento,
Al fixarse en aquellas desgraciadas
Victimas de su culpa, que caidas
Con el en el abismo, hubieran sido
Felices, en no haberle conocido,
Tristes, para una eternidad, perdidas,
Desterradas de aquella venturosa
Patria: su multitud, que en el instante
Vuelve á admirar; la suerte dolorosa
En que se hallan, poco antes tan brillante,
Y ahora eclipsada, sin que la mudanza
De millones de siglos, y millones;
Pueda dar á sus tristes corazones
El mas pequeño rayo de esperanza;
Todo junto, su pecho aflige tanto,
Que apenas puede reprimir el llanto.
Aun mas su dolor crece, quando piensa;
Que toda aquella muchedumbre inmensa,
Que solo por seguirle está penando,
Fiel a su causa, y siempre generosa,
L I B RO . y83

Desafiando intrepida la saña


Del cielo, en su desgracia le acompaña,
Su honor, aunque oprimida, conservando.
Tal la encina en el monte, alta, y frondosa,
O en la colina algun robusto pino,
Con que tropezó el rayo en su camíno,
De sus ojas, y ramas despojados,
En medio de las ruinas encendidas,
Que cubren sus contornos esparcidas,
A los cielos insultan aun osados.
El Monarca infernal se para al frente
De sus tropas, que en circulo formadas,
Le cercan con las alas encorvadas:
Los Xefes, revestidos de eminente
Dignidad, en el centro le rodean;
Sus ordenes aguardan sileneiosos,
Con ansia tal, que apenas pestañean.
El por tres veces, á sus valerosos
Batallones, romper á hablar intenta,
Y otras tantas lo impiden, con violenta
Avenida las lagrimas, corriendo,
Sin querer, de sus ojos tenebrosos;
Su aparente firmeza desmintiendo:
No lagrimas eomunes, sino quales
Derramar pueden entes celestiales:
Al fin reprime su dolor, y á todo
134 PA RA Is o P E R DID o.
Su exército se explica de este modo.
« ¡ O vosotros, gloriosos Querubínes,
» Potestades, Virtudes, Serafines,
» Angeles todos cuya audacia fiera . . .
» Solo el poder de Dios vencido hubiera;
» Que si no conseguisteis la victoria,
» Tubisteis á lo menos la alta gloria,
» De disputarla con tan gran denuedo !
» La resulta cruel negar no puedo,
» Que aquel combate horrendo ha producido;
» Este abismo la muestra, en que penamos;
» Mas siquiera el honor no hemos perdido.
» ¿Y al mirar este exercito sin cuento
» De altas Deidades, que con tal aliento,
» Contra el fiero enemigo disputamos
» Nuestros derechos, quien pensado habria;
» Por mas que la experiencia, el velo obscuro
» Le enseñase á correr de lo futuro,
» Por mas penetracion que disfrutara,
» Que aquella lucha en esto pararia ?
» ¿Mas que digo? Ahora mismo en este triste
» Estado, que la suerte nos depara,
» Por mas que del pasado tanto diste,
» ¿ Quien es el que tendrá por imposible s
» Que el número, la union, y la terrible
» Fuerza de tantos seres inmortales,
LIB RO T. 185

» Quebrante estas prisiones infernales,


» Y vuelva á conquistar la patria amada
» Del cielo, con su ausencia despoblada ?
» En quanto á mi, lo espero; y por testigo
» Cito á todo ese exército celeste,
» De que en los riesgos del combate fiero
» Fui, como en los consejos, el primero,
» Y que si nos venció el cruel enemigo, s

» No consistió en nosotros, sinó en que este;


» Que ahora allá arriba está con tal sosiego,
» Ese Dios, á quien un respeto ciego,
» Fundado sobre el uso envexecido,
» La magestad, la pompa, y la apariencia ,
» Sobre el caduco trono han sostenido,
» Sus fuerzas ocultando cauteloso,
» Para probar mejor nuestra obediencia,
» El camino allanó á la rebeldia.
» Esta es pues la razon, por que ha caidos
» Un diluvio de penas doloroso
» Sobre nosotros; pero ya en el dia, º,

» Gracias á la leccion de la experiencia;


» Hemos podido ver la diferencia
» De su fuerza á la nuestra, y por lo tanto
» Burlarnos de sus rayos no debemos,
» Mas tampoco mirarlos con espanto:
» Y ya que, aunque en las fuerzas inferiores,
B6 PA RAI so P ER Dr Do.
» En la astucia le somos superiores,
» Con una sorda guerra procuremos,
»Destruir su poder. Que el mismo vea,
» Que por mas que abatido,
» Un enemigo, por la fuerza sea,
» A medias solamente está vencido.
» ¿Y quien sabe tambien las novedades,
» Que puede producir en nuestro estado,
» La larga sucesion de las edades ?
» Nuevos mundos quizá existir verémos,
» Y en ellos nuestro agravio vengarémos,
» Pues que en el cielo es cierto, que se ha hablado;
» De que en un apartado, y delicioso
» Orbe, el tirano, que nos ha proscrito,
» Se ha empeñado en formar nuevos vivientes;
» Que compondrán su pueblo favorito,
» Y que seran, mediante el poderoso
» Decreto, de uno solo descendientes,
» Gozando privilegios casi iguales
» A los hijos del cielo naturales,
» Como ellos de sus dotes adornados,
» Yá usurpar nuestros tronos destinados.
» Rompamos pues, rompamos las cadenas
» De esta prision horrible, tan agenas
» De nuestro noble ser. De este parage
» Salgamos. Que esta hazaña la primera
L I B R o I. . 187
» Sea; no nos hagamos el ultraje
» De pensar, que del cielo descendidos,
» Para estar siempre aqui somos nacidos,
» Volemos pues acia esa nueva esfera:
» Lo que ha hecho alli el Criador examinemos,
» Y asi en nuestra conducta acertarémos;
» Pero antes es preciso, con gran tiento
» Tratarlo en general ayuntamiento.
» Sobre todo, jamas entre nosotros
» Hablar se oiga de paz, de tregua, ó de otros
» Medios de transigir con el tirano,
» Que de nuestros sollozos se apacienta.
» Guerra, guerra sin fin la mas sangrienta:
» Todo otro plan es un delirio vano.
» Tal es mi voto, á que confiado, espero
» Responda el de mi exercito guerrero.»
Acaba apenas, quando mil millones
De desnudos aceros, por el viento
Brillan, en los broqueles, y morriones
Sus vivos resplandores reflexando, .
Y aun del infierno en el profundo asiento,
Entre las densas sombras centelleando;
Armas con armas chocan, y el cruxido
Horrible, por los ecos repetido,
La general alarma prontamente
Lleva á todos sus senos tenebrosos.
188 PA RAI so PERDID o. .
La aumentan del exercito insolente
Las blasfemias, y gritos sediciosos,
Con que el delirio de su audacia impia,
Al eterno en su trono desafia.
Cerca de alli se alzaba una inflamada
Cumbre, que continuados torbellinos
De llamas, y humo espeso despedia.
Toda la falda, de que está cercada,
De una costra brillante está cubierta,
Que da á entender, que algunos peregrinos
Minerales oculta su terreno,
Que el azufre labró, de que está lleno.
Vuelan al punto, á hacer la descubierta
De aquellos preciosisimos metales,
Algunos esquadrones infernales.
Como se vé una turba numerosa
De fuertes Zapadores, dividida
En tropas, y en los campos extendida,
Que de picos armados, y azadones,
Excavan con una ansia presurosa
Fosos, ó alzan trincheras, ó espaldones;
Asi se esparcen todos, presididos
Por Mammón de los Angeles caidos .
Reputado el mas vil, por su avaricia
Vergonzosa. Aun estando en el dichoso
Celeste Alcazar, con mayor codicia
-
LTB R. O I. 189
Parecia atender al suntuoso
Adorno, á la riqueza que brillaba
En su sobervio pavimento de oro,
Que á los encantos del celeste coro:
Quando este al verá Dios, en los ardores
De su divino amor se enagenaba,
Y concorde entonaba sus loóres,
A el, por efecto de su villania,
Siempre al suelo mirar se le veia. -
Este espiritu inmundo
Fue, el que la sed del oro en nuestro mundo
Introduxo despues. El hombre ingrato,
De su madre la tierra penetrando
Los senos, sus entrañas destrozando,
En ellas fue á buscarlo. Que insensato!
El mismo se privó, con mano avara,
Del solido tesoro, que le diera,
Si en lugar de seguir la lisongera
Vana ilusion, juicioso la labrara.
Masyala infernal tropa ha hecho, en la dura
Falda del alto monte, una abertura
Ancha, afin de extraer el escondido
Oro, en sus negras venas esparcido.
Ni es de extrañar se hallase en aquel puesto,
En el infierno, aquel metal funesto:
¿Donde mejor hallarse deberia ?
-

19o PA RAIS o PERD ID o.


Venid á hora vosotros, que á porfia,
En las antiguas hojas de la historia, , ,
Los estraños prodigios ponderasteis
De Memfis, y de Thébas, y su gloria
Hasta el cielo ensalzasteis,
La vereis eclipsada en el momento,
Al lado del magnifico portento,
Que en una ojeada sola fabricaron
Aquellos poderosos, é inmortales
Espiritus ! ¡ Vereis como humillaron
La sobervia del hombre, y de sus reales
Obras mas afamadas;
Lo que á el le costó siglos de un constante
Empeño, á que sus artes agotadas
Llegaron, superando en un instante
Todos trabajan, todos se apresuran:
Varios conductos, desde el lago ardiente
Practicados, al pie de la eminente
Montaña, un fuego líquido conducen ;
El metal bruto en el funden, y apuran;
Separada la escoria, lo introducen,
Formando mil arroyos espumosos
De vivo fuego, en otros tantos fosos,
En donde hirviendo, qual requiere el arte,
Liquido, y puro, ºtoma ya la forma,
Para echarlo en los moldes, excavados
- es

LIB RO 1. • 9º
En el solido suelo, en donde aparte
Cada porcion se enfria, y mitigados
Los fuegos, lentamente, se transforma
En solidas figuras, delicadas,
Y varias, á la fabrica arregladas.
En el Organo asi, tan solo un viento,
Por todos los cañones repartido,
Por cada qual con diferente acento,
Melodioso, varia su sonido.
De un magnifico templo á la manera,
El inmenso edificio, se levanta
Por grados todo, con presteza tanta,
Qual de la tierra exalacion ligera,
Al son de una agrádable sinfonia;
Asi como á la dulce melodía,
Y al compas de la lyra, se elevaron
Las murallas, que á Thebas circundaron.
La magnifica mole levantada,
Dexa ver una serie dilatada
De sobervias columnas, en que el oro
Con la plata compite, y en que ostentan
Los sabios arquitectos, el decoro,
Con el gusto, y primor; los arquitraves
Qual los zocalos todos, que sustentan
Las doricas pilastras, y aun las naves
De relieves, y adornos revestidas,
192 PA RA ISO PERDID O.
Todos con alusiones conocidas
A los pasados hechos, tan precioso
Portento de las artes, de la ciencia,
Y la riqueza, ostentan reunidas,
Que supera la humana inteligencia.
Jamas, aun quando el Nilo caudaloso,
Y el Eufrátes, porfiados compitieron,
En fabricar con mas magnificencia
Sus templos, y palacios, consiguieron,
Acercarse de esta obra á la grandeza,
Y menos del trabajo á la belleza.
Ya enfin aquel inmenso monumento
Completo está, sobre su firme asiento;
Sobervia, incomparable maravilla,
Digna de que establezca alli su silla,
De los cielos el emulo insolente.
Mas las puertas de bronce, de repente
Sobre goznes enormes resonando,
Se abreni, á un lado, y otro, presentando
A la vista curiosa, el fondo interno,
Que se extiende sin fin, obra acabada,
Sin igual. De la boveda elevada,
Mil arañas preciosas encendidas,
Con torrentes de luces, del Infierno,
Hacen un nuevo Cielo, suspendidas,
Y un resplandor esparcen indecible,
- Mantenidas
LIB R. O I. 193
Mantenidas de asfalto inextinguible.
Entra la muchedumbre en el, ansiosa,
Admirando el magnífico edificio:
A este sorprehende, el ver su portentosa
Capacidad; aquel pasmado, alaba
Su preciosa materia; otro no acaba
De ensalzar la destreza, y artificio .
Del arquitecto, y todos convenian
En que la obra era digna del obrero
Celeste, cuya ciencia conocian,
Como que en el Empireo, primero,
Los palacios habia fabricado,
Los altos domos de los Serafínes,
Desde los quales cada qual, sentado
Como Rey, sobre un trono magestuoso;
Con el cetro en la mano, governaba
La provincia del cielo, cuyos fines
El supremo Monarca le confiaba.
Tambien el arquitecto primoroso
Fue conocido del linage humano
En la Grecia, y la Ausonia; adoraciones
Recibio baxo el nombre de Vulcáno,
Y si hemos de dar fe á las narraciones
De la fabula, el fue al que el iracundo
Jove, desde el palacio cristalino,
Que con arte divino, ,
13
194 PA RAIS O PER D ID O.
Para su uso en el cielo habia labrado,
De un puntapié, hasta el mundo,
Que habitamos, echó precipitado,
Desde la aurora, hasta que el medio dia
Declinó, y desde entonces, hasta tanto
Que la noche extendió su obscuro manto,
El triste, sín parar volteado habia
Por el eter inmenso, qual si fuera
Una estrella brillante, que cayera,
Hasta, que en Lemnos, hija de los mares,
Paró, y se vió adorado en sus altares.
La fabula habla asi; pero mucho antes
Del cielo, con los Angeles restantes
A una, cayó, ¿Y que saca el desgraciado,
De haber con tal primor edificado
Palacios, mas allá del firmamento,
Pues que, en castigo de su atrevimiento,
Dios le ha arrojado, á trabajar en tales
Obras, en los abismos infernales?
Mas ya los reyes de armas, con pomposo
Fausto, y las trompas con sonoro acento,
De orden suprema, al pueblo belicoso
Llaman al general ayuntamiento,
Que. debe en aquel templo celebrarse.
Los Xefes principales á juntarse
Comienzan en el vasto Pandemónio,
Capital de su nuevo patrimonio.
Sigue despues la turba, con afluencia
Tal, el ancho vestibulo llenando,
Y en lo interior cargando
De todo el templo, que aunque en competencia
Con el mayor cercado entrar podian,
En que en la antiguedad lidiar solian
Con lanza en mano, ó despedir ligeros
Dardos, los vigorosos caballeros,
O disputar en carros la primera
Corona de la rapida carrera,
Aun no eran, ni con mucho, suficientes,
A contener las infernales gentes.
Su muchedumbre, que la tierra inunda,
Los aires obscurece,
Y al ruido de sus alas extremece
El vasto espacio. Asi en la primavera,
Quando el campo fecunda
Con su rocio, la temprana aurora,
De las negras abejas la guerrera
Multitud, en enxambres dividida,
El aire, y las llanuras va ocupando;
Y quando ya el sol dora
Con su luz, á lo lexos extendida,
Las olorosas flores,
De sus calices bebe, susurrando,
r96 PA RAIS o PERDID o.
Los preciosos licores,
O amontonada toda sobre un viexo
Tronco, en el colocarse solicita,
Y alli teniendo sabia su consejo,
Los intereses del estado agita.
Del mismo modo aquella inumerable
Multitud, alli dentro se apresura,
Y no puede caber: mas ó admirable
Prodigio á una señal, que de repente
Hace su rey, la prócera estatura
De los soldados, que era semejante
A la de aquel gigante
Pueblo de los Titánes, prontamente
Se reduce, se encoge de tal forma,
Que cada uno en pigméo se transforma,
Como aquellos que ocupan la ribera
Del Estrimón, que en un pequeño espacio
Cabe su multitud, como pudiera s

En el vasto recinto de un Palacio.


Asi el pastor al resplandor dudoso
De la luna, imagina, ó mas bien sueña,
Que vé volar en torno, un numeroso
Pueblo de aéreos, y pequeños entes,
Turba humilde, que danza á sus lucientes
Playos, y que el Planéta con risueña .
Cara, presencia aquella alegre fiesta;
I, I B R. O I, 197

Su alma al temor, y á la ilusion dispuesta,


Sigue á su vista la gloriosa escena
Lexos, y se figura, que á su oido
El dulce acuerdo de sus voces suena,
De placer, y terror estremecido.
Como ellos pues, se encuentran achicados
En un instante, los agigantados
Angeles infernales, y debaxo
Del vasto techo caben sin trabajo;
Pero los Serafínes elevados,
Los Querubines, y otros principales
Xefes, conservan todos su estatura,
Su talle, y nobilísima figura,
Sobre el inmenso vulgo descollando;
Y en el remoto fondo, sus sitiales
Regios, de el separádos, ocupando,
Segun el ordell de sus dignidades,
Forman un gran senado de Deidades;
Hasta que el gran Monarca se endereza
Acia su solio, y el consejo empieza.
a vivvawvw.wvwww.wvº uvº va ºvºvºvºvivº ºvºvºvvº vvavwavvuAvº vvavva

NOTAS

D EL TRAD UCT OR

AL LIBRO PRIMERO,

(1) PA G. I44, v. 4. Esta blasfemia, como todas las


demas de la misma especie, que se encontrarán en los
discursos de Satanás, y los de sus sequaces, en la ex
tension de el poéma, no son mas que un efecto de su
desesperacion; pues como se verá por otras expre
siones, puestas igualmente en su boca, todos ellos
estaban bien ciertos de su debilidad. y de su abso
luta dependencia de Dios, y asi todas las injurias, y
horrores, que vomitan contra el, no son mas que fal
sedades, reconocidas por los mismos que las pro
fieren, y nacidas de su sobervía obstinada, y de su
odio injusto. Tengase esto presente, en quantos pa
sages ocurran de esta clase, pues nadie mejor que los
angeles reprobos conoce practica, y especulativamente,
que Dios lo puede todo, y nada sin el todas las cria
turas juntas. -

Lo mismo digo de las expresiones, que Milton les


atribuye, en que suponen, como en los versos que
NOT A S. 199

se siguen poco despues, la existencia del Hado, y le


dan por autor de su ser, de su immortalidad, ó de
otros qualesquiera sucesos, pues no podian ignorar,
que no hay mas Hado que la voluntad de Dios, ni
otro autor de quanto existe, que el mismo. Asi Milton
les hace prorrumpir en dichas expresiones, como en
unas ficciones, hijas de su ingratitud, y orgullo, que
les hacen desear engañarse á si mismos, para lison
gearse de no deber su existencia, y sus dotes al Señor,
á quien aborrecen, como lo dan á conocer en otros
pasages de el mismo poéma, en que no teniendo in
terés para propalarlas, lo confiesan ellos mismos.
Tampoco podian hablar en otro tono, quando
aquellas ficciones venian al caso, unos espiritus tan
desesperados. Ni debe estrañarse, que en ellas hablen
los demonios, como verdaderos demonios, esto es con
la soberbia, y la mentira en la boca. Habia de ser pues
muy mentecato el lector, para escandalizarse de se
mejante lenguage; y para el que estubiere en este caso,
si con efecto se verifica, es para el que se destina esta
nota, en que una vez para todas, se le precabe contra
semejante necedad.
(2) Pag. 157, v. 1. Aunque los angeles segun la doc
trina de la iglesia catolica, son puros espiritus, Milton,
como lo hemos advertido en el prologo, los supone
tambien corporeos, por que sin esta fiecion, era impo
sible hacerlos figurar en una obra de imaginaeion, qual
es un Poéma Epico,
(3) Pag. 166, v. 18. Esta facultad de mudar de sexo,
es una nueva fabula, adaptada á la naturaleza angelica,
*
2oó N o TAS,
supuesta la anterior de hacerla corporea, que antes
habian defendido como efectiva algunos cabilosos es
colasticos,que dio lugar á sus questiones sobre los
demonios incubos y sucubos, y que Milton no ha
hecho otra cosa que reproducir, y adornar.
--
wwwwwvwwwwwwwwwwwwwwwww.wvwawwwwwwwwwwwwwwwww.

SUMIA RIO

DEL LIB R. O SEGUND O.

Trara Satands en el consejo infernal, sobre si


conviene aventurar aun otra batalla , para recobrar
el cielo. Algunos son de este dictamen , y otros se
oponen. Determinase, que es necesario antes de todo,
seguir la idea de Satanas, inquiriendo el sentido de
la profecía , ó tradicion del Cielo, acerca del nuevo
7mundo , destinado a una especie de criaturas, poco

inferiores a los angeles, y que al parecer estaba ya


en tiempo de verificarse. Se refiere su embarazo para
saber, a quien han de enviar a descubrir aquel nuevo
mundo. Satanas se encarga solo de aquella empresa ,
colmado de honores , y de aplausos. Acabado el con
sejo, se separan los angeles , y para suspender sus
males , entre tanto que su acefe vuelve de la em
presa , se ocupan en diferentes eacercicios. Satanas
llega a las puertas del infierno , que halla cerradas ,
y guardadas por dos montruos espantosos. Despues
2o.2 SUMARIO,

de algunas explicaciones, se las abren. Ya fuera


de ellas, ave el abismo colocado entre el infierno , y
el Cielo, y lo atraviesa , aunque con mucha difi
cultad. El Cahos que reyna en el, le da señas del
camino que ha de seguir, para llegar al mundo
que busca.
PARAISO PERDIDO.

LI BIR O SEGUNDO,

Es regio trono, mas resplandeciente


Con mucho, que las barbaras, pomposas
Riquezas de oro, y perlas, que el oriente
Derrama á plenas manos,
Sobre los ponderados soberanos
De Ormuz, y de las Indias fabulosas,
El fiero Satanás se vé sentado,
Por todas partes, de magnificencia,
E indecible aparato, circundado.
i Triste gloria! ¡ Funesta preminencia,
Que al merito de ser el mas culpable,
Debe, y su orgullo indomito alimenta !
¿ Que es en efecto aquella miserable
Elevacion, sinó un escollo horrendo,
En que debe estrellarse su esperanza,
Con los embates de la mas violenta.
Cruel desesperacion, que se avalanza
A empeños, que sus fuerzas excediendo;.
Han de dexar su ardiente sed burlada,
204 PA RAIS o PERDID o
Y aumentar la tormenta
De desgracias, sobre el acumulada ?
Mas su sobervia nada reflexiona,
Y ciego á sus proyectos se abandona:
En vano le ha mostrado la experiencia,
De su debil poder la insuficiencia
Contra su Criador, que audaz se cierra,
En hacerle sangrienta eterna guerra,
Y con este discurso á aquella dura
Empresa, á todos animar procura:
« Tronos, Dominaciones, Potentados,
» Monarcas de los Cielos respetados !
» De los Cielos repito, pues no es dable,
» Por mas que la injusticia nos oprima,
» Que un pueblo de inmortales seres, gima
» Siempre en esta prision insoportable;
» Y asi no doy los Cielos por perdidos
». Para nosotros; de ellos descendidos,
» Nuestra caida misma darnos debe
» Un natural impulso, que nos lleve
» Con mayor fuerza á nuestra patria amada;
» Y quanto mas la odiosa tirania
» Vemos en abatirnos empeñada,
» Mas se debe aumentar nuestra osadía.
». En quanto á mi, que la naturaleza
» Destinó de este trono á la grandeza,
T, IB RO II, 2o.5

». Y que vosotros mismos libremente,


» Por vuestro Rey habeis reconocido,
» A estos derechos, con justicia puedo
» Decir, que otros mayores he añadido,
» Sirviendoos con el zelo mas prudente
» En los consejos, y con un denuedo,
» Sin igual, en la guerra batallando,
» El primero los riesgos arrostrando.
» A estos títulos debo este alto puesto,
» Que nadie envidia. ¿Y quien envidiaria
» Un trono, sobre el qual no conseguia, (1)
» Sinó estar á los males mas expuesto?
» Que tenga pretendientes, no es posible,
» El triste cetro de este abismo horrible:
» Sola del cielo la feliz morada
» Merece con empeño disputarse.
» ¿ Mas habrá acaso, quien de mi abrasada
» Corona tenga aliento de encargarse?
» Quanto mas vasta, es mas desventurada:
» El bien tan solo la ambicion excita,
» Y asi donde no lo hay, la paz habita:
» El mismo exceso de la desventura,
» Que nos oprime, nuestra union conserva,
» La ambicion desterrando,
» Y con lazos eternos la asegura:
» La envidia para el cielo se reserva;
266 p AR A ISO PERDID O.

» Que alli halla cebo la ambicion del mando,


» Y no entre estas cadenas, -

» En que este no produce mas que penas.


» Esta ventaja pues, que al cielo hacemos
» En concordia, y firmeza, aprobechemos;
» Hagamos á lo menos lo posible,
» Por recobrar nuestra primera herencia:
» La honrra, y el interes á competencia
» Nos lo aconsejan, y por otra parte,
» Nuestra actual situacion es tan horrible,
» Que aunque en la empresa no seamos felices,
» Jamas nos podrá hacer mas infelices.
» Solo pues queda, que juzgueis, si al arte
» Hemos de recurrir, ó si mas cierta
» Será nuestra ventaja en guerra abierta.»
Satanás acabó, y en pie elevado
El Xefe, que inmediato se seguia
En aquella malvada compañia,
El mas feroz, mas fuerte, y mas osado
Entre los moradores del inferno,
Molóch, que se decia al Ser eterno
Igual, y en su delirio preferia,
Perder enteramente la existencia,
A concederle alguna precedencia,
Terrores, y amenazas despreciando,
Y el cielo, y los infiernos olvidando,
L IBRO II, 2o.7

Cediendo del despecho á la violencia,


El furioso Molóch, su horrible encono
Con voz áspera exala en este tono:
«Venganza, guerra abierta, interminable:
» Tal es mi unico voto. No me precio
» De artes, ni de ficciones,
» Arma solo adaptable
» A unos seres cobardes, que desprecio:
» Usenlas ellos, en las ocasiones ,
» En que las necesiten; mas que ahora,
» En proyectos inutiles gastemos
» El tiempo, quando todo ese valiente
» Exercito, del ocio ya impaciente,
» A si mismo en silencio se devora,
» Hasta que el freno á su furor soltemos;
» Y que á tantos millones de soldados,
» Por una causa tan gloriosa armados,
» A tragar sus ultrages precisemos,
» Tranquilos en los hierros vergonzosos
» De la mas detestable servidumbre,
» Y á que se tengan casi por dichosos,
» En ser esclavos, mientras de la cumbre
» Del cielo, al vernos mano sobre mano,
» Se burla de nosotros el tirano,
» En medio de su corte envanecida,
» Y su govierno injusto consolida;
2e8 PA RAISO PERDID O,
» Tolerar no es posible tal vileza.
» Partamos pues, volemos con presteza;
» Esta carcel horrible destruyamos;
» Para nuestra venganza armas hagamos,
» De esas mismas cadenas inflamadas,
» De esos nuevos, y crueles instrumentos,
» Que su autor destinóá nuestros tormentos.
«Volvamoslos contra el Que esos torrentes
» De fuego, que esas olas azufradas,
» Al soplo de su colera encendidas,
» Nuestra marcha precedan, en ardientes
» Rayos por nuestra rabia convertidas.
» Si ese enemigo, de piedad ageno,
» Se lisongéa de infundir desmayo
» En nuestros pechos, con su fiero trueno,
» Trueno á trueno opongamos, rayo árayo:
» Que nuestros fuegos rápidos, rompiendo,
» A manera de horrible torbellino,
» El aire, tropezando en el camino
» Con los suyos, su trono estremeciendo,
» Vayan á herirle á el mismo, entre los vanos
» Obsequios de sus viles cortesanos.
» ¿ Mas quien podrá, dirán, su osado vuelo
» Elevar, del profundo infernal suelo,
» En que yacemos, hasta aquella altura?
» ¿Y su ventaja no será segura
Desde
T, I B R. O II. ae,
» Desde ella, sobre gente ya vencida,
« Falta de fuerzas, y que no podemos
» Juzgar apta á tan aspera subida ?
» Infundado terror! ¿Pues que, no vemos,
» Que si nuestro vigor se ha amortecido
» Un momento, al beber en ese hirviente
» Lago las torpes aguas del olvido,
» El Angel á subir naturalmente,
» Por su propia energia destinado,
» Y para descender violentado,
» Es preciso recobre prontamente
». Su natural impulso ?¿Y no lo vimos
» Todos, quando una fuerza irresistible
» Nos arrojó del cielo ? ¿A que debimos,
» Sinó á este impulso solo, la constante
» Resistencia, que hicimos al pujante
» Brazo, que al fondo de este abismo horrible,
» Con su peso fatal nos impelia?
» A cada paso al cielo nos volvia
» Nuestra ñaturaleza, batallando
» Con los rayos, y á palmos disputando
» El campo, que quizás jamas perdiera
» Nuestra guerrera gente,
» Si conocido hubiera
». Su fuerza natural, como al presente.
» ó El exito temeis? ¿Y por ventura,
I4
2IO P A R AISO PERDID O.

y Acrecentar podrá ese Dios terrible,


» De esta infausta morada los horrores?
» ¿Podrá mas, si la colera le apura,
» Que acabar de una vez nuestros dolores,
» Privandonos del ser? ¿Y era posible,
«Si aqui hemos de existir, que nos hiciese
» Una gracia, que mas nos conviniese ?
» Sobre nosotros tiene ya perdido
» La desgracia su influxo. No podemos
» Vernos mas infelices, que nos vemos.
»¿Y que podrá añadir, por irritado
» Que esté, al infierno en que nos ha metído?
» Privados de la dicha, y la alegria,
» Desterrados de aquella venturosa
» Patria, de la luz misma, á este olvidado
» Asilo de la noche tenebrosa,
» Victimas de una baja cobardia,
» A esos fuegos de pabulo sirviendo;
» Mientras que en otro abismo, aun mas horrendo,
» Os sepulta ese barbaro tirano, -

» Qual vasallos rendidos id, prestadle .


» Homenage; aguardad que sus feroces
» Verdugos, sus tormentos mas atroces,
» Arrepentir os hagan, y aunque en vano,
» Que os perdone apiadado suplicadle !
» Sabeis que no lo hará, y aunque lo hiciera,
T, I B R. O II. * 21E:

» Mil veces yo el infierno prefiriera.


» Y ¿ que recelo pueden ya causaros
» Sus amenazas? ¿En la horrible suerte,
» Eñ que os hallais, acaso puede daros
». Otro tormento nuevo, que la muerte?
» ¿Que fuerza pues os hace un enemigo,
» Que daros ya no puede otro castigo,
» Por mas que le irriteis, que el de quitaros
» La vida, pena menos espantosa
» Mil veces, que la suerte dolorosa,
» Que temeis para siempre en adelante?
» Si es qual lo creo, nuestro ser divino,
» Y la inmortalidad nuestro destino,
» Tan larga duracion será bastante,
» Para cansar su furia, por constante
» Que sea, y agotados
» Sus rayos, su poder desfallecido,
» Podrá ser con ventaja acometido;
» La experiencia nos dicta, que podremos
» Al fin llevar la guerra á sus estados,
» Y por mas que se precie de invencible,
» Sobre su odioso trono inaccesible
» Insultarle: testigos los extremos
» A que le vimos todos reducido,
» En la batalla cruel, que hemos perdido;
» Y enfin, aunque vencerle no logremos,
212 p AR A ISO PERDID O.

» Aunque caidos mil veces nos veamos,


» Otras tantas con nuevo ardor, volvamos
» A hacer guerra al tirano endurecido.
» Y sean siempre el odio, y la venganza,
» Nuestro consuelo, y bienaventuranza.»
Asi acaba, los dientes rechinando,
Y el entrecejo lugubre arrugando:
Se vé en su boca una sonrisa horrible;
Sus miradas, que arrojan un funesto
Resplandor; su aire audaz, y fiero gesto,
El enemigo anuncian mas temible, -
Para todo otro que el Omnipotente.
Mas humano, mas suave, y cariñoso
En su trato, Belial, el mas hermoso
Entre todos los Angeles perdidos,
Repugnando el dictamen precedente,
Habla despues: Belial, cuyos fingidos
Rasgos de dignidad, y de nobleza,
Del mas vil pecho ocultan la baxeza;
Pero que en sus palabras tal dulzura
Derrama, y con tan noble gracia toca
Qualquier materia, por ingrata, y dura
Que séa, que no hay alma, que á su influencia
Haga, por mas que quiera, resistencia:
La miel destila siempre de su boca,
A pesar de la hiel de que está lleno
L I B RO II. 213

Su corazon: su ingenio cauteloso


Sabe envolver, entre las delicadas
Redes de sus palabras estudiadas,
A la razon: esparce su veneno
Con lenguage doloso
Sobre toda virtud, y su artificio
Hace, que en su lugar se aplauda el vicio:
Para toda accion noble negligente,
Solo para ruindades es ardiente;
Mas no obstante, su voz encantadora
Cautiva la atencion, y asi perora:
«No menos que vosotros ó Señores !
» Odio la esclavitud, y tirania:
» No menos de la guerra los ardores
» Mi pecho encienden; pero yo querria,
» Que no se decidiese de ligero, -

» Yá impulsos del furor, mal consejero;


» Sinó que, consultando á la prudencia,
» Viesemos, si el hacerla convenia.
» Voy pues á examinarlo, y lo primero
» Hallo, que el mismo Xefe generoso,
» Que nos govierna, y que en inteligencia,
«Y en valor sobresale, desconfia
» De que el exito sea ventajoso.
» La desesperacion es el cimiento
» Solo, en que funda todo su ardinmiento,
214 P A R A TS O PERT) I D O.

» Y su ultima esperanza está cifrada,


» En vernos reducidos á la nada:
» La aniquilacion es la sola mira
» A que, con tal que esté vengado, aspira:
» Mas que venganza! ¿Acaso esta es posible?
» Hueste inmensa de espiritus leales
» Está velando sin cesar, armada,
» Sobre los altos muros celestiales,
» Y hace toda sorpresa inasequible,
» A veces parte de ella, hasta en las puertas
» Del infierno, la vemos acampada,
» Y una gran multitud de sus despiertas
» Avanzadas, penetran con desvelo
» Nuestro mismo horizonte, registrando
» Con negras alas todo este hondo suelo.
» Siendo pues imposible una sorpresa,
» ¿Se podrá á fuerza abierta nuestra empresa
» Conseguir? Las tinieblas agregando
» Unas á otras, en este abismo horrendo,
» Envuelto todo nuestro inumerable
» Exército en su lobrega espesura,
» ¿ Podrá acercarse al Cielo, obscureciendo
» Con sombra prolongada, y espantable
» Del eter intermedio la luz pura ?
» Vano intento! Del trono inaccesible;
» De resplandor eterno circundado,
LIB RO II. 215

» Ese enemigo nuestro arrojaria


» Raudales de su luz incorruptible,
» Que volviesen la noche en claro dia,
» Que penetrando hasta este abismo odiado,
» Nuestros debiles ojos deslumbrasen,
» Y aun mas al fondo nos precipitasen.
» Ultrage sobre ultrage acumulemos,
» Dicen, asi su colera agotando,
». Su venganza quizás engañarémos,
» Y que nos haga perecer logrando,
» En la muerte hallarémos el remedio
» Unico, del dolor, que nos oprime.
» ¿En la muerte decis? Que triste medio
» ¿Y quien, no obstante sus horribles penas,
» Querrá sufrir, que su funesta mano,
» A cuyo aspecto consternado gime
» El universo, rompa sus cadenas;
» Saber qual corta la guadaña dura
» De ese monstruo inhumano;
» Para siempre perder esa luz pura,
» Ese espiritu activo, cuyo vuelo .
» La inmensidad recorre en un momento;
» Verlo apagar baxo del torpe yelo
» Del sepulcro, y caer desde la altura
» De la inmortalidad hasta la nada;
» Eterna lobreguez, que el pensamiento,
216 P A R AISO PERDID O.

» El sentido, y el ser mismo anonada ?


» Yaunque fuese el perder nuestra existencia
» Algun bien, y ese Dios poder tuviera
» Para hacerlo ¿ os parece, que el quisiera
» Con nosotros usar tanta indulgencia?
» Dudoso es, que lo pueda; pero es cierto,
» Que nunca incurrirá en tal desacierto.
» No puede un Dios tan sabio, de manera
» Cegarse, que de su ira no sea dueño.
» Creer que no sepa aquel Ser elevado,
» Y omnipotente, que domina al mundo,
» Dominarse á si mismo, fuera un sueño.
» ¿Por mas que con nosotros esté airado,
» Querrá revocar nunca una sentencia
» Dictada por el odio mas profundo,
» Y á la muerte voraz dandó licencia,
» De penetrar en esta sima ardiente,
» A un golpe, de sus victimas privarse,
» Y de aquel placer dulce de vengarse,
» Que puede disfrutar perpetuamente?
» Si es asi, me dirán ¿ por que dudamos
». Combatirle mil veces? ¿Por fatales
» Que sean las resultas que suframos,
» Podran crecer acaso nuestros males?
» Pues que! ¿Os parece tan cruel, Señores,
» La situacion en que ahora nos hallamos,
L I B RO II. 217
» En medio del infierno , y sus horrores?
» ¿Poco se os hace, que se nos conceda
» Conspirar quietos, libres, reunidos,
» En este vasto templo establecidos?
» ¿ Juzgais, que no pudieran ser mayores
» Nuestros trabajos? Si memoria os queda;
» Acordaos de aquel terrible dia,
» En que de la celeste monarquia,
» Por ese mismo Dios precipitados,
» De una lluvia de rayos aterrados,
» Este abismo invocabamos gimiendo,
» Donde en tropel nos iba sumergiendo,
» Con mas miedo á sus golpes espantosos,
» Que á los voraces fuegos tenebrosos,
» En que su ira feroz nos sepultaba.
» ¿ Quien de vosotros no se reputaba,
» Decidmelo, por mas desventurado,
» Que en el presente estado ?
» ¿Pues que fuera, si aquellos vengadores
» Fuegos, al soplo rapido encendidos
» De su furor, doblasen sus ardores
» De nuevo, y nuestras penas duplicaran?
» ¿ Que, si de vivos rayos, despedidos
» Por su irritada mano, nubes densas,
» Cortando del vacio las inmensas
» Regiones, otra vez nos inundaran
218 PA RAISO PERDIDO.
» De un diluvio de llamas insufrible?
» ¿Que en fin, si su venganza completando,
» Sobre nuestras cabezas derribase
» Esa boveda horrenda, derramase
» El vasto mar de fuego inextinguible,
» Que sostenido en ella está bramando, .
» Y envueltos en la ruina, en los raudales
» De aquellas cataratas infernales,
» Para siempre en su fondo nos metiera?
» ¿Y quien sabe, si mientras con sosiego
» Aqui reunidos, nuestro encono ciego
». Sus varios planes de vengarse traza,
» Ese Dios, que de lo alto considera
» Nuestros vanos proyectos, que permite,
» Para hacernos escarnio, ahora en desquite,
» Con mueva tempestad nos amenaza,
» Que sobre alguna de esas duras rocas
» Vivos nos clave, expuestos al embate
» De las tormentas, y los torbellinos,
» O que quizá de sumergirnos trate
» En ese ardiente mar, con nuestras locas
» Tramas, al fondo de esos remolinos
» De fuego abrasador, encadenados,
» Funesta habitacion del negro espanto,
» Donde no se oye sino eterno llanto;
» En el que para siempre sepultados
LIBRO IT. 2.19

» Sin piedad, sin remedio, y sin reposo,


» Pasemos siglos nunca rematados,
"» Sin otra perspectiva, que un lloroso
» Teatro de dolores inmortales,
» De opresion eruel, é interminables males?
» ¿Y á esta suerte queremos exponernos?
» Harto mejor, creedme, es absteneros º
» De combatir. Sabemos demasiado,
» Lo que es el brazo de ese Dios terrible.
» A la astucia, y la fuerza inaccesible,
» Todo lo sabe, y puede, y sosegado
» En su trono, al ver esta clandestina
» Junta, y quanto se trata, y determina,
» Nuestra flaqueza, y nuestro orgullo necio,
» Aun mas que su ira, excitan su desprecio.
»? Pues que, direis, nosotros, que traemos
» Del cielo nuestro origen, sufriremos
» Que se nos dé el infierno por morada ?
» ¿La cabeza tendremos agoviada -

» Bajo un vil yugo, y á los inhumanos


» Hierros presentaremos nuestras manos?
» Con razon os quexais; y yo el más fuerte
» Impugnador de tal arbitrio fuera,
» Si una vislumbre de esperanza hubiera,
» De no empeorar, peleando, nuestra suerte.
» Mas por desgracia........ no nos engañemos»
22o P A R A ISO PERDID O.

» No existe, y nuestro mal agravarémos:


» Sometamonos pues como vencidos ;
» Qual cautivos, suframos los estrechos
» Hierros, puesto que asiquieren los hados,
» Y de los vencedores los derechos. -

» En todos los trabajos ser sufridos, -

5 Es tan propio de pechos generosos,


» Qual lo es el ser osados, -

» En qualesquiera eventos peligrosos;


» Y pues para sufrir fuerza tenemos,
» Firmes los nuestros tolerar debemos.
» ¿Y hay acaso razon, para quexarnos?
» ¿Quien en nuestras desgracias tuvo parte,
» Sino nosotros mismos? Por ventura,
» De otro exito pudimos lisongearnos,
» Quando sin reflexion, y á la aventura,
» Desplegó nuestro, orgullo el estandarte
» Contra Dios? Yo me rio ciertamente,
» Al ver aquella furibunda gente,
» En los primeros lances tan osada,
» No poder sufrir ahora acobardada,
» La ignominia, el destierro, y demas males,
» Que eran las consequencias naturales
» De un succeso funesto, y un castigo,
» Que era fuerza esperar del enemigo.
» ¿Y quien sabe, si acaso desarmado -
LIB RO II. 22, I

» Ese Dios, al notar nuestra obediencia,


» Su furia aplacará, y desagraviado
» Por los tormentos, que hemos padecido,
* x Quietos nos dexará con negligencia,
» En un rincon del Reyno del olvido?
» Temamos, si insistimos, al contrario,
» En renovar el choque temerario, -

» Despertar su ira, y avivar el fuego.


» Si obramos con prudencia, y con sosiego,
» Este al fin se enfriará, y nuestras esencias
» Puras, sentirán menos las influencias
» De sus llamas mortiferas. Lo allana
» El tiempo todo, y la costumbre puede
» Esta sima pestifera hacer sana : ,
» Del habito á la fuerza todo cede:
» Con ella, aunque ahora aquinos abrasemos2.
» Estas llamas quizá no sentiremos:
» Aun esta sombra que nos intimida,
» Veremos en luz clara convertida;
» Ya con aspecto menos espantoso,
» Brillará este desierto doloroso,
» Nuestro fatal estado suavizando,
» Y todas nuestras penas aliviando.
» Asi lo espero. ¿Y contareis por nada
» Las grandes novedades,
» Que acostumbra á traher la continuada
222 P A R A ISO PERDID O.
» Serie de las edades,
» Ese fluxo, y refluxo de los varios
». Sucesos, que no pueden ser contrarios
» A nosotros, de modo miserables, A

» Que han de sernos por fuerza favorables?


» Ayer felices, hoy desventurados,
»"Esperemoslo todo de los hados;
» Pero nuevos esfuerzos no tentemos,
» Con que este infierno mas profundicemos.»
Asi Belial, fingiendó una prudencia
Faláz, aconsejaba á sus oyentes
Con titulo de paz, vil indolencia: .
Mammon habló despues en este tono:
« ¡ Potentados, y Xefes eminentes !
» Quando nuestro caudillo se dispone s
» A nueva guerra, en ella se propone
» Precipitar á Dios de su alto trono,
» O aquellos recobrar, que hemos perdido:
» Este deseo vieramos cumplido,
» Si la casualidad, favoreciendo
» Nuestro vivo interés, con su dudoso
» Influxo los decretos no minara
» Del destino, ó si el cahos, sumergiendo
» Otra vez en su seno tenebroso
» El orbe, esta gran causa sentenciara;
» Pero contra el Altissimo, ¿ que puede
LIB R. O II. 223

» Nuestro loco furor? Nada esperemos,


» Contra el que á todos en grandeza excede:
» Tampoco de lograr nos lisongeemos
» Mexor suerte. ¿Y que puesto apetecible
» Habrá para vosotros en el cielo?
» Mientras que alli domine ese tirano,
»¿Podriais disfrutarlo sin recelo ?
» Pero un momento demos por posible,
» Que nuestras tramas nos perdone humano,
» ¿ Ireis, el abandono consagrando
» De los derechos vuestros, qual rendidos
» Vasallos, á postraros en presencia
» Suya, y darle homenage, y obediencia?
» O humildes, de rodillas, disputando
» El incensario á los envilecidos
» Angeles, antes vuestros compañeros,
» Su deidad adorando y
» Vuestro encono interior disimulando,
» A adularle con himnos lisongeros,
» Yá celebrar forzados sus grandezas,
» Al mismo tiempo que el, vuestras cabezas
»Huelle orgulloso, desde su elevado
» Trono, en el polvo, sin honor postradas?
» Vuestros acatamientos vergonzosos
» Contará entre sus triumfos mas gloriosos,
» Y de tales baxezas admirado,
124 PA RAISO PERDID O.
» Sobre sus aras, de Angeles rodeadas,
» Y de inmortales flores coronadas,
» Saboreará á su gusto la ambrosía.
» Yd pues, con despreciable cobardía,
» Sus despoticas leyes, obedientes
» Cumplid, y tributadle reverentes,
» Los cultos en su corte regulares,
» Con eternos, é insípidos cantares !
» Tal es el que hacer noble, que os espera,
» O vil rebaño en la celeste esfera.
». Y que siglos eternos tan penosos
» Gastareis, en dar cultos fastidiosos,
» Sin cesar, á un tirano aborrecido !
» Sea pues que el os llame á su celeste
» Carcel, sea que poco esfuerzo os cueste
» A ella volver, tened bien entendido,
» Que si habeis de vivir con tal afrenta,
» Ni aun habitar el cielo os tiene cuenta.
» Antes que mendigar una pomposa
» Esclavitud, vivamos, qual prudentes,
» Para nosotros mismos. Poseemos
» En nuestros corazones la abundosa
» Fuente de nuestra dicha. Si sabemos
» Buscarla dentro de ellos diligentes,
» Burlar podremos, aun desde este suelo,
» La colera del despota del cielo.
Por
L I B RO II, 225.

» Por mas que esta prision parezca horrible,


» Será para nosotros apacible,
» Si nuestra libertad, aunque penada,
» Anteponemos á una acomodada Y

» Esclavitud, y á la magnificencia
» De los grillos, la noble independencia. -
» Sacar de los sucesos mas fatales
» La dicha, en bienes convertir los males,
» Formarnos una patria de este triste
» Destierro, substituir á la pobreza
» La industria, manantial de la riqueza,
» Inventar, cultivar los ingeniosos
» Artes, á lo que nada se resiste;
» Tales deben de ser en adelante
» Vuestras empresas, ó hijos laboriosos
» De la activa miseria! ¿Y que victoria
» Sería en nuestro estado mas brillante?
» Quanto menos los medios, mayor gloria.
» ¿ De esta region, acaso os intimida
» La obscuridad ? Pues dad á la extendida
» Eterea llanura una mirada :
» Ved al Eterno, con el negro manto
» De la noche, cubrir su augusta frente:
» Notad esa tormenta, de repente
» De las espesas nubes fabricada :
» El mismo, precedido del espanto,
226 P A R A ISO PERDID O,

» Viene en su seno, mientras que rugiendo


» Estremece la esfera amedrentada,
» Abrasadores rayos despidiendo,
» Al compas de horrorosos estallidos,
» Por los lejanos ecos repetidos,
» Y velado en sus sombras, é invisible
» Aun es mas magestuoso, y mas terrible.
» Supuesto pues, que al cielo adoptar vemos
» Del infierno los funebres colores, º
». ¿Por que su resplandor no imitarémos,
» Y su adorno, como el, nuestros horrores?
» Duerme enterrado aqui mas de un tesoro;
» Nuestros pies negligentes huellan oro,
x Y diamantes. ¿Y acaso la destreza
» Nos falta, para darles las labores,
» Que exigen el valor, y la belleza
» De estas nobles materias? ¡Que consuelo
» Será lograr, á fuerza de desvelo,
» Que el blando luxo, que es de la riqueza
» Hijo, en este hondo infierno se introduzca,
» Y mil comodidades nos produzca
» Ese fuego, hasta aqui nuestro tormento,
» Con el tiempo será nuestro elemento,
» Y aun hará la costumbre tolerables
» Sus llamas, que nos son insoportables,
» Sus dolorosas puntas embotando,
» Y á nuestro temple el suyo acomodando.
» Todo exige la paz. A las divinas
» Venganzas, arranquemos nuestras ruinas;
» Nuestras pérdidas tristes reparemos;
» El bien aprovechemos, suavizando
» Los males; nuestros votos arreglemos,
» Como nuestros proyectos, con prudente
» Juicio, al estado en que ahora nos hallamos;
» Y cautos, de la suerte contingente
» De los combates, sobre todo huyamos:
» Yo la paz voto.» Apenas ha acabado,
Quando un sordo murmullo prolongado
De general aplauso, dulce suena,
En el salon inmenso, semejante
A aquel ruido confuso de los vientos;
Que en los peñascos concavos resuena
De la orilla del mar, quando distante
La tormenta, ya calma sus violentos
Impetus, entre tanto, que acogido
Al fondo de una cala mas remoto,
De altas rocas rodeado, al fin rendido
De las fatigas del pasado apuro,
Anclado el barco, de temor seguro,
Duerme con sueño placido el piloto,
Por las olas, y rafagas mecido. -

Asi la paz, la paz, con alegría;


a 3• PA RAIS O PERDID o.
» Unica ya, á que el vulgo todo aspira.
» Imprudentes! ¿Tan pronto se os olvida
» Ese Dios sin piedad, ese implacable
» Vencedor? ¿Desde quando esta espantable
» Sima veis en asilo convertida ?
» ¿ Os lisongeais de hallar algun seguro
» Abrigo, en este calabozo obscuro,
» Que oculte vuestras tramas un instante
» A su vista severa, y penetrante?
» ¿Pensais, que aqui podreis, conspiradores
» Tranquilos, otra vez contra el ligaros,
». Fuera de alcance de su brazo fiero,
» Y evitar de sus leyes los rigores?
» Que daños no traería, el lisongearos
» Con este falso sueño pasagero
» Ese Dios, no dudeis, es el primero,
» Y el ultimo, el mas grande, y eminente,
» Asi como el mas sabio, y mas prudente.
» Todo lo puede, todo lo contiene;
». Su excelso imperio limitas no tiene:
» Aunque de estos abismos tan distante,
9 Siempre cautivos suyos, su venganza
» En su mas hondo seno nos alcanza:
» Para nosotros, no es su cetro de oro, .
» Mas que un cetro de acero fulminante.
» ¿Por que pues, quando aun suenaávuestro oido
-
LI B Ro II. 231.

» El fragor espantable de sus truenos,


x Y el hostil eco del clarin sonoro
» De su hueste, cercana á este escondido
» Abismo, cada instante nos aterra;
» Expendemos el tiempo muy serenos,
» En disputar sobre la paz, ó guerra?
» La guerra nos perdió sin duda alguna;
» Nos perdió para síempre; y ya ninguna
» Abertura de paz juzgo posible,
» ¿ Que condiciones conceder podría
» A esclavos, qual nosotros, su amo airado,
» Sino carceles, hierros, y tormentos,
» Y quanto imponer puede mas terrible,
» De un vencedor, como el, la tirania,
» A vencidos, que asi le han agraviado?
»¿Y que pacto, á los nobles sentimientos
» Que profesais, conviene , ó que tratado?
» Solo el de alimentar un implacable
» Odio, ofender sin fin á ese enemigo,
» Que de todas maneras nos oprime:
» Insultar á su misma formidable
» Venganza: hacer escarnio del castigo,
» Y no abandonar nunca la esperanza
» De que el tiempo los duros hierros lime,
» Que nos sujetan, con feliz mudanza.
» Esta al fin llegará, no lo dudemos:
*
23a PA RAIS o PE R DID o
». Su furor, por mas que haga, cansaremos.
» Con nuestra astucia, su poder minando,
» Y hasta en los Cielos su quietud turbando,
» Sus triunfos á lo menos aguardemos;
» Mas cerremos, creedme á mi, la puerta,
» A todo lo que sea guerra abierta: .
..» Dexemonos de sitios, y batallas;
..» De asaltar no soñemos las murallas
» Del cielo, á todo esfuerzo inaccesible,
» Y mucho mas el trono luminoso,
..». No menos que del Todopoderoso,
».A la fuerza, y al arte inasequible:
» Medios nos quedan menos arriesgados,
» Y eficaces. Sinó son inventados
» Ciertos rumores, que generalmente
» En el Cielo han corrido,
» En un mundo de nuevo construido,
» Muy remoto, la mano omnipotente
» Vá presto á dar el será unas criaturas
» Venturosas, y puras, . . . .

» Que en un jardin habiten delicioso,


». Y aunque tal vez nos cedan en la ciencia
» El poder, y nobleza de la esencia, (2)
» Disfruten de los dones, y el precioso
». Afecto de su dueño poderoso :
» Añaden, que del cielo en el senado
*
L I B RO II. 233

» Está ya este decreto publicado;


» Y que Dios mismo, desde el alto asiento
» Del trono eterno, con su juramento ,
» Sacro, esta voluntad ha confirmado,
» En presencia del Cielo estremecido.
» Siendo esto asi, nuestra atencion volvamos
» A ese nuevo lugar desconocido:
» Acia el nuestra venganza dirijamos ?
» Y nuestra actividad: averiguemos,
» Que habitantes en ese nuevo mundo,
» Ha producido su poder fecundo:
> Como han salido de el investiguemos:
» Sepamos, que materia, que elementos
» Forman sus cuerpos, qual es su figura,
» Qual es su duracion, y su extructura:
» Quales son sus costumbres, sus talentos,
» De su virtud la fuerza ó la flaqueza:
» Si debemos armarnos de violencia
» Cotra ellos, óvalernos de destreza.
» En vano de altos muros circundados
» Los cielos, invencible resistencia
» Nos opondrán : en vano los osados
» Esfuerzos nuestros burlará á su gusto,
». Seguro en ellos, su Monarca augusto: s

> Si ese mundo reciente acometemos,


» Que de sus reinos forma la frontera,
234 PA RAI so Pr RDID o,
» Sin resguardo quizás le encontraremos;
» Sin muros, sin soldados, y patente
» Sin mas defensa, que su debil gente,
» Y una empresa será la mas ligera,
» Meternos en su placida morada.
» Perezca pues, perezca enteramente,
» Por el infernal fuego devorada,
» Y vea su Criador, que ha destruido
» Nuestra justa venganza, en un momento,
» Lo que con tanto empeño ha construido;
» O mejor, conservando aquel portento,
» Gozemos de los bienes destinados
» A aquellos seres, y pues nos destierra
» Del cielo, tambien ellos desterrados
» Salgan de aquella deliciosa tierra. . . .
» Asi de el á placer nos vengaremos: ;
» Seducir á lo menos procuremos,
» Con astucia, ese pueblo favorito;
» Rebelarlo contra el; que degradado
» Por nosotros, tambien sea proscrito;
» Que se vea forzado
» A aborrecer lo que antes ha querido,
» Yá destruir su obra misma arrepentido.
»¿Y podeis concebir lo despechado
» Que estará? ¿Qual será el furor sangriento
». Suyo, al ver que turbamos un momento
LIB R. O II. 235

» El tirano placer, que en nuestras penas


» Disfruta? ¿Y qual será nuestra alegria,
» En poder derramará manos llenas,
» Sobre esos hijos suyos tan queridos, :
» Los males, que nos tienen afligidos,
» Y lograr, que maldigan á porfia,
» En este propio abismo sus bondades,
» Nuestras crueles desgracias dividiendo,
» Del mismo modo que nuestras maldades;
» A ese bienhechor suyo aborreciendo;
» Y lloren con nosotros su pasada
» Gloria, antes tan brillante, ya eclipsada
» Con befa de ese protector divino?
» Hablad pues, ¿ Elegis este destino
3. Util en todo evento, y decoroso,
» O el funesto proyecto ignominioso
» De ese imperio soñado,
» En esta infernal noche sepultado?»
Asi el astuto Belzebúth procura -

Persuadir, que se adopte el plan maligno,


De la invencion de su Monarca digno,
Que en su arenga lo habia ya indicado.
¿Y quien sino el, abriendonos la impura
Senda del mal, emponzoñar pudiera
Al humano linage, en su primera -
Fuente, asociar la tierra á los furores
236 PA RAIS O PER D I D Cy.

Del infierno, é intentar osadamente


Turbar la paz del Rey del universo?
¡ Inutil arrogancia! los mayores
Esfuerzos de aquel animo perverso
No serviran sino es á hacer patente,
Mas que nunca, su gloria, y su potencia:
Pero los infernales moradores,
Apenas oyen esta audaz propuesta,
Quando, de una comun inteligencie,
La aprueban todos, con clamor gozoso,
Y el brillo de sus ojos manifiesta,
Quanto admiran el plan maravilloso :
Con tono entonces ya mas arrogante,
Vuelve á hablar Belzebuth de esta manera:
» Quanto consuelo, ó celestial senado!
«Ese concorde voto me ha causado,
» De vos tan digno Llegará el instante
» Quizás, y aun presto, en que á la envidia fiera
» De ese tirano, arranque esta gloriosa
» Resolucion las victimas, que ahora s
» En este abismo funebre devora,
» Y libres á su patria venturosa
» Las acerque. A su vista aun mas valientes,
» Tal vez volando al cielo, lograremos
» Recobrar nuestros tronos eminentes,
» O sinos rechazare del divino . . . .
LIB R. O II. 237
» Lugar, sin duda nos dará el destino
» Otra zona mas dulce, en que podremos
» Algun rayo gozar de la apacible
» Luz de los cielos, y de la frescura
» Del oriente, alejados de esta horrible,
» Negra prision. Alli con su aura pura,
» Alegre, calmará la primavera,
» Qual balsamo suave, los dolores
» De estos cuerpos, que el fuego ha marchitado. -
» ¿ Mas quien irá á buscar, por los horrores
» De un ignorado espacio, esa ribera
» Feliz, en que termina este abrasado
» Abismo? ¿ Quien será tan animoso
» Entre nosotros, que el arrojo tenga,
» De emprender ese viage peligroso,
> Sin que terror alguno le detenga,
» De atravesar á solas por la inmensa
» Region del infinito; entre su densa
» Obscuridad, volar, baxar, subirse; -

» En su sima sin fondo sumergirse;


» Con alas incansables remontarse
» Cada vez mas, y mas, hasta encontrarse
» Victorioso en esa isla deseada, º
» De la extension del éter circundada ?
».¿Y que fuerza, ó que astucia son bastantes,
» Para poder burlar las vigilantes
238 PA RAIs o PERDID o.
» Guardias, las numerosas centinelas,
» Que las eternas puertas, noche, y dia
» Custodian, evitando sus cautelas,
» O abriendo paso á fuerza de osadia?
» Quanto es mas de temer la resistencia,
» Quanto mas peligroso es el objeto,
» Tanto debemos con mayor prudencia,
» Examinar las prendas del sugeto,
» Que ha de inentar la hazaña señalada,
» En que nuestra esperanza está cifrada. »
Se sienta á estas palabras, y girando
Los ojos, impaciente está esperando,
Ver quien se ofrece, entre la fiera turba,
Al riesgo de efectuar la audaz empresa:
Palido espanto á todos los perturba;
Cada qual triste, y en silencio pesa
El arrojo temible, y de horror lleno
Su miedo mide, por el miedo ageno.
"Cierto de lo que sabe, y lo que puede,
Satanás solo, que en valor excede,
Como en todo, á los otros, se adelanta,
Y asi en tono de un Rey la voz levanta:
« De los cielos ilustre descendencia,
» Pueblo de Serafines visto el giro, .
» Que ha tomado este asunto, no me admiro,
» Que el valor ahora ceda á la prudencia.
T, I B RO II, 239
» Mas que de los peligros, sorprehendidos
> De las dificultades, que presentan
» Las circunstancias, vuestros valerosos
» Pechos se turban, no se desalientan.
» Obstaculos se oponen nunca oidos;
» Caminos los mas largos, y escabrosos,
» Desde el abismo lobrego conducen,
» De la noche á los campos, en que lucen
» Del Cielo los primeros resplandores;
» Cierra un recinto casi insuperable
» Esta carcel; un muro formidable
» De negro fuego, nueve vueltas dando, *
» De nuestros calabozos los horrores
» Cerca, y aumenta, sin cesar bramando.
» Sus puertas aun mas duras que el diamante,
» Para nosotros siempre estan cerradas.
» Una ley de aquel Dios, cuyo constante
» Encono, en ellos cierra amontonadas
» Nuestras huestes, nos tiene prohibida,
» Sevéra, irrevocable, la salida.
» Y aun quando estos obstaculos sea dable
» Vencer, triunfo á mis ojos muy dudoso,
» Queda que superar el inapeable
» Abismo del vacio; ese espantoso
» Desierto, por la nada limitado,
» Donde la negacion de la existencia
,
24o PA RAISO PERDID O.
» Asusta nuestra corta inteligencia:
» Reyno que el ser jamas ha disfrutado,
» Que amenaza quitar al atrevido,
» Que en el se engolfe, el ser que allí ha traido,
» Y triunfa, envuelto en noche, dela ausencia
x De quanto existe. Y aunque se consiga
»» De
De este
todo abismo
aborto salir,
origenvasto, y profundo,
infecundo, ºs

» Para que al fin propuesto el viage siga,


» Quanto nos falta aun! ¡Que de extendidas .
» Regiones, hasta aqui desconocidas,
» Tiene que transitar Quantos penosos
» Trabajos que sufrir Quan horrorosos
» Peligros que arrostrar á cada paso !
» No es posible contarlos. ¿Pero acaso.
» Satanás, digno de este cetro fuera,
» Si quando vuestra gloria un sacrificio
» Exige, ó de evitaros un perjuicio
» Se trata, un temor bajo le impidiera,
» Que á qualquier pena, ó riesgo se arrojára?
» ó Con que derecho Satanás gozára
» Este supremo rango? ¿ Que serian .
» Este augusto diadema, este glorioso
» Cetro, sino el ornato mas ocioso,
» Si olvidando el deber, que le imponian,
» A su poder su zelo no ígualase,
LIB RO, TT. 24

» Y el publico interes abandonase?


» No se hizo el trono, para que de un vano
» Homenage disfrute el soberano;
» Y el valor debe ser, al eminente
» Grado de cada qual, correspondiente.
» Idos pues, camaradas generosos
» De mis desgracias, aún terror del Cielo!
» A pesar de ellas, idos sin rezelo,
» A concertar el modo de abreviaros
» Las largas horas de los dolorosos
> Dias, que en esta lobrega morada
» Os quedan que pasar, y recrearos
» Lo mejor que podais, mas con cautela;
» No sea que la vista penetrante
» De ese Dios, que jamas esta apartada
» Region olvida, y en su daño vela,
» Astuta se aproveche del instante
» De mi ausencia, y pretenda acometeros.
» A vosotros os toca defenderos
» En este caso, mientras de la muerte
» Atravesando el Reino tenebroso,
» Voy á buscaros otra mejor suerte.
» Sé que el empeño es arduo, y trabajoso;
» Y pues solo á los riesgos me aventuro,
» Mia solo ha de ser tambien la gloria;
» Mas con vosotros, de otro interes puro,
16
a 4» PA RA1 S O PERD ID o.
» Los frutos partiré de la victoria. »
Dice, y sin permitir se ratifique
Su propuesta, ó que alguno le replique,
La señal hace de que se ha acabado
El infernal consejo, receloso
De que alguno movido de envidioso
Orgullo, sin peligro disputarle
Quisiese aquella gloria, asegurado
De que su oferta no se admitiria;
Y que con tal ficcion su cobardia,
Del honor consiguiera defraudarle
De ser solo, y partir villanamente
Con el, el premio, y fama de valiente.
Su orden la puerta á toda astucia cierra.
Solo una seña de su magestuoso
Semblante, aquella muchedumbre aterra
Mas, que todos los riesgos de que ha hablado,
Y se disuelve al punto el gran senado.
El ruido dél concurso bullicioso
Al salir, al del trueno se parece,
Quando lejano por el Cielo rueda,
Y sus bovedas altas estremece.
Satanás solo, fixo en pie se queda,
Los respetos de todos recibiendo,
Que la frente al pasar, á su presencia
Inclinan con humilde reverencia;
LIB RO II. 2.43
Aquel arrojo intrepido aplaudiendo,
Le ensalzan, y le igualan á Dios mismo;
Como se sacrifica, ponderando,
Su bien por el del publico olvidando.
Tal es la fuerza, que hasta en el abismo
La virtud tiene, que aun á la enemiga
Perversa raza, á respetarla obliga. .
Resuelta de este modo la importante,
Y dudosa question, con alabanza
De Satanás, brilló por un instante
En el infierno un rayo de esperanza. -

Asi quando del austro el denso viento,


Vencido el aquilon, con su violento
Soplo, del horizonte
Barre las nubes, y en las elevadas
Cumbres las junta de uno, y otro monte,
El dia en noche obscura transformando,
Descolora los campos, con un velo
Formado de sus sombras dilatadas,
Cubriendo el astro, que domina el Cielo;
La tierra con tormentas inundando,
Y la piedra, ó la nieve derramando;
Si acia la tarde, el sol á romper llega,
Con sus rayos, aquella noche ciega,
Viniendo á despedirse dulcemente
De la naturaleza, los colores
2.44 P A R A ISO PER. D. II) O.

Recobran de repente
Los arboles, las plantas, y las flores;
Todo renace, vuelve la alegria
A los montes, los valles, y los prados:
Sus gozosos balidos los ganados
Repiten, y las aves á porfia
Renuevan su agradable melodia:
Tales tambien, las tenebrosas frentes
De aquellos infernales habitantes,
Se abren alegres, á los refulgentes
Rayos de la esperanza, aunque distantes.
Un plan, un mismo voto los reune,
Y en liga inseparable á todos une.
Asi aun aquellas fieras infernales
Concordes viven en su abismo horrendo,
Y los hombres ó exceso vergonzoso !
Solos entre los seres racionales,
Feroces, uno al otro aborreciendo,
Quando el Cielo piadoso
A la paz, y concordía los convida,
Y al dulce premio de otra feliz vida,
De odios, enemistades, discusiones,
Alimentan sus negros corazones,
En incesantes guerras derramando
Su sangre, y todo el orbe devastando
i Infelices! En tanto que engañados
T, I B R. O II. 245

Saciais asi estas barbaras pasiones,


En lugar de estar todos hermanados,
Prestais necios el flanco, à las heridas
De aquellos infernales homicidas,
En vuestra perdicion encarnizados !
Disuelto ya el consejo, se esparcieron
• Todos, menos los Xefes principales,
Que á hacer corte á su Rey se detuvieron.
Sola, entre sus cabezas desleales,
Audaz domina su elevada frente.
Despotico no tiene otros rivales,
Que el ser omnipotente,
Al qual el solo espera hacer mas guerra;
Que quantas tropas el infierno encierra.
Su corte alrededor, con reverencia,
Desplega de un real luxo la opulencia.
Un armado esquadron de Serafines,
Cubierto de blasones inmortales,
Fiero le guarda, y quatro Querubines,
Desde los quatro puntos cardinales
De la luz, de orden suya, con sonora
Trompa, publican á una misma hora,
El decreto infernal. Los tenebrosos
Antros repiten el fatal sonido:
Lo oye el Cielo, y con gritos espantosos,
Por la precita turba es aplaudido.
245 PA RArs o PERDID O.
La esperanza suspende la tristeza
De esta, y crece su orgullo por momentos,
En valor convirtiendo su flaqueza.
Cada Angel por su parte, distraido
Con alegres, ó tristes pensamientos,
Va á buscar el parage mas del caso,
Segun su idea, ó su secreto instinto, -

Para que no le canse el tardo paso


De horas tan dolorosas, y anda errante
Por la extension del lobrego recinto,
Esperando con ansia, que triunfante,
Y feliz, su Rey vuelva á consolarle,
Y de todas sus penas á librarle.
Algunos hacen justas, y torneos,
Para pasar el tiempo entretenidos.
Varios de entre ellos, á la semejanza
De los Pythicos juegos, y Neméos,
En atleticas luchas su pujanza
Desplegan; estos por los extendidos
Campos la muestra dán de su presteza,
El espacio volando señalado.
Muchos en el vigor, y la destreza
Disputan, disparando al apartado
Blanco dardos, y flechas, ó siguiendo
Las leyes de la Olimpica carrera,
Envueltos en nublado polvoroso,
r, I B Ro II. 247
En rapidos caballos se apresuran
A la meta, ólos carros dirigiendo
A ella, raudos volando, con ligera
Vuelta, evitan su encuentro peligroso.
Con mas utilidad, otros apuran
Las reglas de la tactica, reuniendo
Las tropas de su mando á sus pendones,
Y haciendolas hacer evoluciones; -

Como quando en la atmosfera encendida 2 -

Nos figuramos ver una reñida


Batalla, entre diversos esquadrones,
De aparentes guerreros celestiales,
Anuncio triste de espantosos males :
Los caudillos aéreos , vestidos
De resplandor, con furia se abalanzan,
Con las picas se envisten, ó se lanzan
Dardos; al fin combaten confundidos;
La tormenta prosigue , amontonando
Inmensas nubes, que entre si chocando,
El orbe atruenan, de donde la aurora
Nace, hasta el antro, en que la noche mora.
Otros Demonios, aun mas esforzados y
En negros torbellinos remontados,
Alborotan con juegos espantosos,
De la noche los reynos silenciosos;
Con fuerza sin igual, de las entrañas
248 PA RAIS O PERDID O.
De aquel suelo, peñascos, y montañas
Arrancan, y se arrojan mutuamente,
Lo mismo los Gigantes en Thesalia
Se nos cuenta que hicieron, é igualmente
Del vencedor se dice de la Oechalia,
De Hercules el membrudo,
Que delirante con la envenenada
Tunica, con su piel incorporada,
De una alta roca, de piedad desnudo,
Al triste Lycas, con el brazo fiero
Lanzó en el mar, con vuelo mas ligero;
Que la piedra de la honda disparada,
Y que desarraigando el roble, el alto
Pino, les hizo dar el proprio salto.
Otros, que eran de un genio mas tranquilo,
En valles silenciosos, separados
Del ruido, buscan agradable asilo:
Alli alivian sus penas, con los suaves
Acentos del Laúd, acompañados
De los tonos, ya agudos, y ya graves,
De un patetico canto, en que, gimiendo;
Se quexan del destino, que á la odiosa
Fuerza de un yugo barbaro, ha rendido
Como esclava, su gente valerosa,
Todas sus esperanzas destruyendo:
Sus gloriosas hazañas luego cantan,
LI B RO II. 249

Y hasta el Cielo, aun el choque que han perdido,


Qual si vencieran, con ardor levantan.
La sobervia dictaba sus canciones,
Mas con todo, tal es de la harmonia
Celestial el hechizo, adormecia
Esta en aquellos tristes corazones
Las penas crueles; y su influxo tierno
Calmaba, aun los tormentos del infierno.
* Fuera de si, la turba presurosa
Se aprieta en torno, y la maravillosa
Dulzura goza con atento oido,
Echando sus desgracias en olvido.
Otros de aquellos infelices seres, s

Igualmente remotos del ruido,


El tiempo en doctos raciocinios gastan,
Mas noble ocupacion, cuyos placeres
Sus almas grandes, á las que no bastan
A aliviar, los deleites del sentido,
Encantan de manera, que suavizan
De su funesto estado la amargura,
Y calman de las llamas los ardores,
Que alli hasta los instantes eternizan.
De la sublime altura,
A que su vivo ingenio los eleva,
Con vuelo audaz dominan los horrores
De aquella inapeable sima obscura:
25a PA RAIS o PERDID o.
De grado en grado su razon los lleva,
A discurrir sobre la eterna esencia
De Dios, sobre sus leyes inmortales,
Sus nobles atributos, y decretos, (3)
Y sobre conciliar de su presciencia
La infalibilidad, con la absoluta
Libertad de los entes racionales.
Pasan de alli á tratar de los secretos
Caminos de su augusta providencia:
Del orden inmutable se disputa,
Y del termino cierto, á que el destino,
Que es de su voluutad solo un divino
Acto, conduce todos los eventos:
De unos en otros puntos, engolfados
Se pierden, en un vasto, insuperable
Laberinto de vagos pensamientos.
Por mil varios objetos extraviados
Cada instante, en su larga conferencia
Ocurren, el enigma inexplicable
Del bien, y el mal, los impetus violentos
De las pasiones, y la resistencia,
Para vencer su impulso necesaria;
La libertad, la dicha, los perjuicios
Del error, las virtudes, y los vicios,
La eternidad, sus penas, y placeres,
Con otra multitud extraordinaria
T, I B RO IT, 251

De qüestiones abstractas, que tocando


Al infinito son incomprehensibles,
Fuera de Dios, á los restantes seres.
Entre un millon de dudas, delirando
Su loca ciencia, en cosas imposibles,
E inutiles esfuerzos se perdia ;
Mas con todo sus penas consolaba,
Su valor, y esperanzas alentaba,
Y como un triple bronce, endurecia
Sus voluntades de sobervia llenas,
Por que en secreto en ellas fomentaba
El desprecio del mal, y de las penas.
Muchos en esquadrones numerosos,
De viajar adoptaron el partido,
Y buscar por aquellos tenebrosos
Vastos Reynos, algun desconocido
Clima mas tolerable, algun parage,
Donde poder vivir con mas sosiego.
Quatro puntos distintos desde luego,
En otras tantas tropas separados,
Registrar se proponen en su viage.
Costean quatro rios señalados,
Que en aquel infernal lago de fuego
Desaguan sus corrientes encendidas;
El negro Estíx, cuyas aborrecidas
Ondas el odio exalan , el horrible
252 P A R A ISO PERDID O.

Coccito, en todos tiempos insensible


A los perpetuos miseros gemidos,
A los gritos, que afligen los oidos
En toda su ribera; el Acheronte
Profundo, manantial de la amargura,
Y el rapido abrasado Flegetonte,
Cuya corriente de rabiosa, y pura
Activa llama, todo lo destruye.
Muy lexos de ellos, silencioso fluye,
Con lento curso, el rio del olvido,
El plaçido Letheo, y al reposo
Convida, á los que huellan su ribera
Tranquila. En el instante que qualquiera
Sus cristalinas aguas ha bebido,
Queda en perpetuo olvido delicioso,
De todas quantas penas ha pasado,
Como de los placeres que ha gozado:
Del licor el efecto prodigioso
Es tal, en aquel dulce parasismo,
Que llega aun á olvidarse de si mismo.
Mas allá de este rio penetrando,
Se vé un mundo glacial, por todas partes
De tempanos cubierto endurecidos
De nieves, y de hielos esparcidos
Sin orden por el suelo, figurando
Viexas ruinas de antiguos baluartes,
LIB RO II. 253

De torres, y edificios, por el blando


Favonio soplo, nunca derretidos,
Teatro de huracanes agitado,
De nubes, y tormentas abrumado:
Un abismo sin fondo,
De eterna, y densa nieve lo termina 3

Harto mas espantoso, que aquel hondo


Golfo arenoso, entre la celebrada
Damieta, y la pendiente prolongada,
Que desde el alto Casio á ella declina 2

Cuyas olas tragaron, en sus fieros


Remolinos, exercitos enteros.
Abrasa todo aquel funesto suelo y.

Qual lo pudiera el fuego, el frio hielo.


Por turno en ciertos tiempos, trasladadas
Se ven á aquel desierto , las impias
Victimas, al infierno condenadas.
Alli recien salidas del ardiente
Fuego, mil crueles furias , mil Harpias,
A su encuentro acudiendo de repente,
Las zambullen á fuerza en las heladas
Nieves, que sus tormentos acrecientan »
Hasta un grado de pena inconcebible 3

Con el contraste horrible 3

Quº del calor al frio experimentan.


Asi, en lugar de hacerles beneficio
254 PA RAISO PERD ID O.

Mudar de clima, aumenta su suplicio.


De extremo áextremo pasan, ahora hirviendo
En vivas llamas, ahora entorpecidos,
En inmoviles masas convertidos
De duro hielo, sin morir, muriendo:
En vano imploran con crugir de dientes,
Del éter puro el tibio, y dulce aliento.
Luego que en lo posible, aquel tormento,
Su fuerza con el habito ha perdido,
Los transfieren de nuevo á las ardientes
Llamas, y de estas al empedernido
Hielo otra vez. La variacion imploran,
Mas en la variacion siempre empeoran.
Para añadirles nuevas aflicciones
En estas continuadas translaciones,
Las beneficas ondas del Letheo
Vadear les hacen, sin que les permitan
Beber de ellas. En vano su deseo

Con una sola gota se contenta,


Para echar sus angustias en olvido.
Sin fruto aun esta gracia solicitan -

Si al fin desesperados, la sedienta -

Boca baxan acia ellas, al instante,


En que las vá á tocar el encendido
Labio, un destino barbaro lo impide;
Una Furia espantosa, que despide
LIBRO II. 255

Centellas de la vista fulminante,


Una Gorgona horrible se adelanta,
Sus serpientes eriza, y los espanta ;
Al paso que las aguas engañosas,
Al trueno de su voz obedeciendo,
De su boca se apartan presurosas,
De Tantalo el suplicio repitiendo.
Todo esto los precitos caminantes,
De una á otra playa transitando errantes,
En aquellas regiones tenebrosas,
Unica herencia suya, repararon.
Aterrados de aquellas temerosas
Perspectivas, perdidos los colores
De sus semblantes, por la vez primera
A conocer con claridad llegaron,
De su infeliz morada los horrores.
No han hallado el descanso en su carrera;
Pero si en todas partes los dolores; .
En vano aquel desierto interminable
Penetrando, mil climas espantosos
Han registrado, con imponderable
Pena, trepando á veces encumbrados
Alpes de hielo, á veces prodigiosos
Alpes de fuego; nada han advertido
Sinó antros, rocas, lagos congelados,
Breñas, y precipicios escarpados,
-
256 P A R A ISO PERD IDO,

Simas de fuego, sombras, y visiones


Horribles, precursoras de la muerte,
Por las que, prevenida de su suerte,
La desesperacion la vista gira,
Y no vé mas que un mundo de aflicciones,
Y de dolor, en que la vida espira,
En que la muerte vive, y su crudeza
Exerce libremente;
Y sus mismas informes producciones
Vé con espanto la naturaleza:
Seres desfigurados, embriones,
Monstruosas criaturas, que la mente
No puede concebir horrorizada,
Fantasmas mas terribles, que lo han sido
Todas las que la fabula ha creido,
O la imaginacion mas exaltada
Ha podido inventar. Gorgonas fieras
Furias, Larvas, Dragones, y Chimeras.
Tales son pues, aquellas afligidas,
Y malditas regiones,
Al gozo, y á la paz desconocidas,
Del eterno dolor vastas prisiones,
En que ya justamente padeciendo,
Ya su rigor los cielos exerciendo,
Todo es delitos, penas, y furores,
Lamentables gemidos, y terrores,
Alli el despota LIBRo
mismo delII.infierno, - y
a 57

El mal, executando del eterno


Las leyes, es el que obra unicamente
Bien, castigando al mal severamente.
Mas ya de sus rebeldes planes lleno,
Satanás, en sus alas sostenido,
Rapido parte, de temor ageno,
Cortando el aire denso, y tenebroso,
A dos distintos puntos dirigido.
Por solitarias sendas, silencioso,
Las puertas del infierno vá buscando,
Tan pronto al negro lago paralelo
Baxo, acia el orizonte, lleva el vuelo;
La direccion variando,
Ya adonde mora el apartado oriente,
Ya adonde acaba el lobrego poniente;
Tan pronto el fiero vuelo remontando,
A la elevada boveda camina, -
* -

Y el vasto abismo intrepido domina.


Asi quando ha tomado el peligroso - - -

Rumbo una nave, desde la apartada


Ribera de Bengala, ó de los mares .
De Tidór, conduciendo su oloroso,
Y rico fruto, acia sus patrios lares,
Sigue errante su marcha aventurada;
Al cabo, que termina el Africano.
- - 17
258 P A R AISO PERDID O.
Suelo, en la inmensidad del Oceáno,
Sus espumosos surcos endereza,
Unas veces con rapida presteza
Volando, por la liquida llanura,
Otras, en los abismos sumergida,
Que forma de sus olas la pendiente,
O en la mayor altura
De sus rizadas cumbres eminente,
Con las obscuras nubes confundida.
Dia y noche su viage continuando,
De direccion al parecer variando,
Sus extravios mismos, con acierto
Combinados, la surgen en el puerto.
Tal Satanás su viage dirigia,
Asi con vuelo rapido surcaba,
Recto, ó si era á proposito, bordeaba
Por el vacio inmenso, ó se cernia.
Sobre sus vastas alas, extendiendo
Su vista á todas partes, hasta tanto,
Que divisó, con indecible encanto,
La extremidad de aquel abismo horrendo,
Y llegó á tropezar con las fatales -

Puertas, de las regiones infernales.


Nueve en numero son, que la salida
Una tras de otra cierran. Tres de azero,
Tres de bronce brillante,
T, I B R. O II, 259
Y tres de dura roca de diamante.
Ademas otro estorvo hace la huida
Mas dificil á todo prisionero;
De inextinguible fuego un muro ardiente,
Y elevado, las cerca enteramente.
Dios solo, con sus manos inmortales,
Fabrícó aquellas puertas eternales,
Y á esto añadió, las incesantes velas
De las mas horrorosas centihelas,
Dos espantables monstruos, que sentados
De la primera puerta á entrambos lados,
El paso impiden siempre vigilantes.
De medio cuerpo arriba, la figura
De muger tiene el uno, y los brillantes
Atractivos de gracia, y de hermosura;
La otra mitad, á modo de Serpiente,
Masa informe, en mil vueltas prolongada,
Arrastra por el suelo torpemente:
De un latigo la mano tiene armada:
Saliendo de su vientre, y en cadena;
De perros infernales una muta,
En fiereza disputa
Al trifauce cerbero, y con ladridos
Horribles, sin cesar el aire atruena;
O de un subito espanto poseidos
Los crueles perros, su feroz nidada
26o PA RAIS O PERDID O.

Redoblando medrosa sus ahullidos,


El seno maternal de nuevo llena,
Entrando dentro de el atropellada
A refugiarse, y con rabiosos dientes,
Ingrata despedaza las calientes -

Entrañas, que la dieron á la vida.


Aun menos espantosa era la corte
De perros, de que Scila era seguida,
Y la que baxo del elado norte,
Puebla los aires en la noche obscura,
Escoltando á la barbara hechizera,
Que al infierno con pacto fiel unida,
De una inocente victima la pura
Sangre al oler, de lexos saboreando
El horrible festin, vuela ligera, y,
Del Lapon á las hijas, que gozosas.
Sus maldades ayudan, convidando
A celebrarlo, con sus bulliciosas
Danzas, al mismo tiempo que parada
La luna, en fuerza del terrible encanto,
Entre nubes, oculta con espanto
Su macilenta luz amortiguada.
Con aspecto mas fiero, y pavoroso
El otro monstruo, al que le mira aterra,
Si acaso en dar tal nombre no se yerra,
A un espectro engañoso, , , ,
LIBRO II. .. . . 26.

Semejante á las sombras fabulosas;


De que en tiempos, pobló la fantasia
Poetica las simas tenebrosas,
Que el duro cetro de Pluton regía,
O á los vanos vapores aparentes,
Sin forma, sin materia, y existentes
Tan solo de algun sueño en el reposo;
Mas con todo su rostro es mas horrendo,
Que lo es el del Demonio mas odioso,
Mas triste que la noche, que cubriendo
Está el infierno. Al ver al extrangero,
Con un gesto feroz se alza, esgrimiendo
Un largo dardo en la derecha mano,
De ensangrentado acero; -

De una corona el simulacro vano


Ciñe su altiva frente. - ;

Al Angel vá á encontrar rapidamente;


O por mejor decir á el se avalanza, a
Inmensos saltos dando. Al movimiento, -
Tiembla del negro infierno el hondo asiento,
Satanás, á su vista sorprehendido,
Mas no turbado, acia el tambien se avanza.
El fiero Satanás, cuya osadia ... -

Dios solamente intimidar podria,


Le observa de alto á baxo, y detenido
El paso, asi le dice desdeñoso:
26, PA RAISO PERDID O.
«¿Quien eres? ¿Que me quieres, espantoso
» Monstruo?Responde presto. ¿Por ventura
» En cerrarme te empeñas esas puertas?
» Mi brazo hará, que pronto estén abiertas
» A pesar tuyo, y rota la clausura.
» Desaparece pues, sombra horrorosa
» Huye Lexos de mi lleva esa odiosa
» Figura, ó te haré ver con esta lanza,
» Lo que de una Deidad la fuerza alcanza,
» Y que una infernal sombra, ceder debe,
x Al que de hijo del Cielo el nombre lleve.»
» ¿Y tu mismo quien eres º le responde
Con voz horrenda, la fantasma airada, .
Blandiendo el dardo, con la diestra armada:
«¿Acaso á mi sufrir me corresponde
» La audacia de aquel Angel temerario,
» Que tuvo la ridicula osadia,
» De declararse publico adversario
» Del mismo Dios, á quien su ser debia,
» Ingrato á su bondad, desconociendo
». Su omnipotencia, astuto seduciendo
» A tantos celestiales moradores,
» A quienes su señor tierno queria,
» Y que ahora tristes lloran, dividiendo
» Con el, de ese hondo abismo los horrores?
> ¿Desde que Dios, con justa providencia,
LI BR O II, .- 263

» Airado os arrojó de su presencia;


» Que sois ellos, y tu, seres malvados?
» ¿ Que sois, sinó unos viles desertores,
» Unos cobardes, miseros proscritos,
» Para siempre al infierno condenados; ;
» En que debeis pagar vuestros delitos?
» ¿ Como te atreves pues, á intitularte
» Hijo del Cielo, en vez de avergonzarte,
» De verte con justicia en tal afrenta? 2
x» Y para hacer tu rabia mas violenta º
» Contra mi, que desprecio tu odio insano,
» ¿ Como has tenido, dime, atrevimiento,
» Para insultarme á mi, tu soberano,
» Y en mi corte, debiendo humildemente
» Rendirme vasallage ? Huye al momento:
» Vuelve á pagar tus culpas: diligente
x, Tira con esas alas á ausentarte, y.

» Que bien las necesitas, pues si un punto,


» Baxo, y vil desterrado en escaparte
» Tardas, con vivo azote de escorpiones,
» Haré, que eches de menos tus prisiones,
» Y veas, que el infierno todo junto,
» Con sus tormentos, es menos temible;
» Que un golpe solo de este brazo horrible. »
. Asi con voz tonante,
De un volcan al estruendo semejante,
254 PA RAIs O PERDID o.
Le amenaza el espectro furibundo.
Feroz, á nadie en el valor segundo,
Satanás no se inmuta, mas rabioso,
Tales injurias no oye con reposo.
Se adelanta los dientes rechinando,
Vivos rayos los ojos arrojando.
Jamas se presentó tan ominoso
El astro errante, que con su abrasada
Cabellera, de Ophicuo la apartada
Constelacioh enciende, y coloreando,
Del norte elado el cerco tenebroso,
De su noche los velos despedaza,
Y cuya luz funesta, y macilenta,
A los pueblos pasmados amenaza
Con la peste homicida, la sangrienta
Guerra, ó con otras plagas lastimosas; -

Que al sacudir su horrible cabellera,


Dexa caer en la terrestre esfera.
Asi aquellas dos furias espantosas
A combatir se aprestan; frente á frente,
Uno al otro se observan cautamente;
Blandiendo el arma, cada qual la mira
Dirige del contrario á la cabeza, -

Pues segundear no quieren. Con destreza.


Espian la ocasion, y nadie aun tira.
Tales dos negras nubes, impelidas
- T, IBRO II. 265

De dos opuestos puntos, á embestirse


Furiosas vuelan, con los densos senos
Preñados de tormentas, y de truenos;
Tal vez con todo, un rato suspendidas,
Proximas ya, pero sin combatirse,
Aguardan el instante, en que los vientos,
Con su soplo invisible,
Den la señal de la descarga horrible,
Con que han de estremecer los elementos.
Asi ambos monstruos, con ceñudas frentes,
Añadir al infierno parecian,
Tinieblas. Como en fuerzas competian,
Eran tambien iguales en alientos;
Pero por mas que sean tan valientes,
Llegará al fin un dia, en que la suerte
Les haga conocer otro mas fuerte
Vencedor, que aniquile su potentia !
Ahora todo el abismo, á la violencia ,
De sus iras, se hubiera confundido,
Si al instante con gritos espantables,
El otro monstruo, que las formidables
Puertas guardaba, no hubiera acudido,
Aquel vestiglo á cuya dura mano,
Sus llaves fió el eterno soberano,
Llega, entre ellos se arroja, los separa,
Y hablando asi, con Satanás se encara:
366 P A R AISO PERDID O.

«¿Porque ese furor ciego, ó padre amado;


» Contra tu unico hijo ? ¿Y tu, hijo mio,
» Intentaràs bañar tu acero impio
» De tu padre en la sangre? ¡O deslumbrado!
» Ese temido Dios, cuya justicia,
» Mejor dire, cuyo furor maquina
» De los tres, que aqui estamos, la ruina,
» Desde el Cielo se está de tu impericia
» Riéndo, al ver que tu mismo fomentas
». Sus proyectos. ¿ Ignoras, que algun dia
» Hemos de ser las victimas sangrientas,
» Que ha de sacrificar ?» Este discurso,
De Satanás la colera resfria,
Que asi responde al ser desconocido:
«Tus clamores, y suplicas, el curso
» De mis justos furores han parado,
» Y mis mortales golpes suspendido;
» Pero quiero saber en el instante,
» Quien eres, el origen de tu informe
» Cuerpo, en tan rara forma duplicado,
» ¿Como tu padre soy ? y ese disforme
» Espectro ¿como es mi hijo? el, que delante
» De mis ojos jamas se ha presentado;
» El, cuya fealdad, cuya fiereza
». Sonrroja, espanta à la naturaleza.
» Como responde la infernal portera,
LIB R o Ir. 267
» ¿ Desconoces tambien al caro objeto.
» De tu mas fino amor, á tu querida
» Hija, que ha sido de tu ser perfecto
» La produccion primera,
» Que en el Cielo nacida
» En tiempos mas felices, fue tu encanto º
» ¿Tu infeliz suerte te ha mudado tanto,
» Que la epoca dichosa se te olvida,
» En que los Serafines conjurados
» Contigo, y otros seres inmortales,
» Contra Dios en el Cielo se reunieron ?
». ¿Note acuerdas, que estando congregados,
x Mientras todos urdiais los fatales
» Planes de rebelion, te sorprehendieron
» Los mas crueles dolores, se turbaron
» Tus ojos, tu razon obscurecida
» Te abandonó, tus fuerzas desmayaron,
» Se abrió tu frente, en llamas encendida,
» Y dió á luz de repente esta criatura,
» Que à tu vista parece ahora espantosa,
» Y que llena de gracias, y hermosura
» Celeste, joven, refulgente, armada,
» Semejante á una Diosa,
» Fué como tal entonces admirada -

» Por toda aquella augusta concurrencia?


» La Culpa el nombre fue, que me dió el Cielo.
268 PARA SO PERDID O.

» Todo el mundo, á pesar del dulce encanto


» De mi hermosura, y gracia, ámipresencia
» Retrocedió de espanto; . -

» Pero pronto olvidaron su recelo:


» Ganaron, mis facciones hechizeras,
» Imagenes en todo verdaderas
» De las tuyas, los ojos seduciendo,
» Gran numero de aquellos corazones.
» Los mismos, que con odio me miraron,
» Al habitó de verme, al fin cediendo,
» Fueron despues, en todas ocasiones,
» Aquellos, que con mas ardor me amaron;
» Y sobre todo tu, á quien inflamaron
» Mis bellos ojos, tu, que en mi figura,
» Retratada, adoraste tu hermosura.
» Por el placer unidos prontamente,
» A sentir comencé, que palpitaba
» En mi interior, de nuestro amor ardiente
» La prenda, que yo ansiosa deseaba.
» La guerra, que ya entonces se encendia
» En el Cielo, ocupó tu valentia;
» Venció Dios. ¿Mas acaso ser pudiera,
» Que el Todopoderoso no venciera?
» Arrojados del Cielo los guerreros
«Tuyos, aquibaxé entre los primeros.
» Nuestro enemigo en el instante, ufane
LIB Ro II, 269 .
» De la victoria, confió á mi mano
» Las llaves de esta puerta formidable,
» Que desde entonces, pende solamente
» De mi arbitrio, y que nadie, por osado
» Que haya sido, jamas ha transitado.
» En este lugar pues, desagradable,
» Por fuerza á sus decretos obediente,
» Solitaria vivi, siempre sufriendo, -

» Hasta que al fin, di á luz el fruto horrendo


» De nuestro torpe amor. Yo la primera
». Me atemoricé, al ver peste tan fiera,
» Y de ese hijo del Cielo la presencia, º
» Al mismo infierno estremeció de espanto.
» Los dolores, que yo senti entre tanto,
» Mis pasados deleites excedieron,
» Apurando del todo mi paciencia,
» Y esta triste mudanza,
» En mi cuerpo ya debil, produxeron.
» El fruto mismo de nuestros amores,
» Solo nació para tormento mio. .

» Salio blandiendo la sangrienta lanza,


» Esa lanza que causa los terrores
» De todo el universo. Me desvio
» Del moral golpe. Corro apresurada,
»»Toda
Sin volver
fueraladecabeza, y conlavoz
mi, grito: fuerte
Muerte s.
*.

27o TP A R A ISO PER D) I D O.

» Esas cavernas à este nombre horrible


» Temblaron. Retumbó esa dilatada
» Boveda. Los abísmos repitieron,
» La Muerte y aquel nombre aborrecible
» A sus mas hondas simas extendieron.
» En vano quise huir; alegué en vano
» El titulo de madre; el monstruo horrendo,
» Aun mas que de ira, de luxuria ardiendo,
» Me alcanzó, me oprimió con su profano
» Abrazo; á mi, su madre desdichada.
» Este exceso inaudito, abominable, -

» Dio á luz esa mortifera manada


» De monstruos, que con ansia imponderable,
» Sin cesar concebidos,
» Y sin cesar de nuevo producidos,
» En mi exercen rabiosos su venganza.
» Mi seno apenas fuera de el los lanza,
» Quando en el nuevamente recogidos,
» Ahullando con furor, roen, devoran
» A su madre. Este seno desgraciado
» Es sucuna, y á un tiempo acomodado
» Antro, en que todos moran;
» Son de su hambre insaciable el alimento
» Perpetuo, estas entrañas, destrozadas
» Por sus feroces dientes. Renovadas
» Con prodigio cruel, cada momento
L I B Ro II. 27r
» Eternizan su pasto, y mi tormento.
» Esa fantasma misma, que me tiene
» Por victima, y por madre, á darlas viene
» Nueva rabia, y á gritos las anima
» A comerme. Por mas que ansiosa gima,
» Y la implore, ella propia saciaria
» Su apetito voraz, en esta triste
» Madre suya, si pasto la faltara, . .
» A no ser por que sabe, que consiste
». Su existencia en la mia,
» Y que si yo mi vida terminara,
» La suya al mismo instante acabaria;
» Que conmigo triunfante, juntamente
» Perecerá conmigo. Decretado
» Lo tiene asi el Monarca omnipotente.
» Pero tu, ó caro padre ten cuidado;
» No provoques su enojo formidable.
» De nada servira tu impenetrable ,
» Celestial armadura. Nada puede
» Al brazo resistir de ese inhumano
» Verdugo: á sus furores todo cede,
» Fuera del Rey del Cielo soberano.»
Con mas dulzura, Satanás prudente,
Responde entonces: «Pues que tu, hija mia,
» Reclamas en mi un padre, y de mifino
» Afecto me haces acordar confiada;
272 PA RAISO PERDIDO

» Pues que esa prenda del amor ardiente,


» Que allá en el Cielo nos unió algun dia,
» Vuelves á mi cariño, y que el destino,
» De aquel amor tan dulce, en que cifrada -
» Tuve toda mi gloria,
» Tan sola me ha dexado la memoria,
» Desde que de los Cielos desterrados,
» Fuimos en el infierno sepultados,
» No temas, que yo venga conducido
» Por el odio. El amor solo me guia;
» ¿Y que odio, nuestro amor no apagaria? -
» A tu hijo, a ti, y á quantos desgraciados
» En las mismas desdichas han caido
» Que nosotros, que un mismo golpe ha envuelto
» En nuestra ruina, por que generosos
» Nuestros justos derechos reclamaron,
» De este abismo fatal vengo resuelto
» A sacaros. En el, con fausto agüero,
» Nuestros nobles guerreros, encargaron
» A mi solo este empeño peligroso;
» Victima voluntaria, yo no quiero
» Que nadie me acompañe en ese inmenso
» Desierto, en que concluye la existencia,
» Y el vacio comienza silencioso ;
» Solo en sus sombras engolfarme pienso;
» Transitaré sus vastas soledades, , , , ,
- En
L I B RO II, 273
»En busca de ese mundo, por la ciencia
» Profetica anunciado, en las edades
» Futuras, tántas veces, como un hecho,
» No solo por mil calculos sospecho,
» Sino creo, que ha sido ya criado;
º Mundo de nuevos seres habitado,
» Que en el disfrutan una paz profunda,
» Hollando con placer una fecunda,
» Y deliciosa tierra, en la frontera
» Del Cielo colocada, *.

» O bien un nuevo Cielo, en que dichosos


» No envidiarán quizá nuestra primera
» Suerte feliz, ni aquellos venturosos
» Campos de nuestra patria suspirada. 4.

» ¿Y quien sabe tambien, si la divina


» Providencia, á esos seres les destina,
» A ocupar con el tiempo los brillantes
» Tronos, ay tristes que llenamos antes?
». Si el darselos por ahora, ha suspendido,
» Procedera tal vez de algun recelo,
» De que la redundancia de habitantes,
» Mueva nuevos disturbios en el Cielo,
» Que precaver primero haya querido
» Con algunas medidas. Mas qualquiera
» Que sea su proyecto, yo esa esfera
» Voy á reconocer sin mas tardanza:
18
274 . PA RAIS O PERDID o.
» Adios pues, mientras vuelvo allá állevaros:
» En ella trocareis libres, gozosos,
» En placeres, con súbita mudanza,
» Estos vuestros afanes dolorosos;
»» De delicias sin termino saciaros
Podreis completamente. •

» Tu, hijo mio, tambien, como tu amada


» Madre, á todos los ojos invisibles,
» De la atmosfera pura embalsamada
» Gozareis, de las flores de un viviente
» Universo, de todos los sensibles
» Deleites, y de victimas lucidas
» Vuestras aras vereis abastecidas;
» De aquel orbe despoticos señores,
» Y de una inmensa presa poseedores. »
A estas palabras saltan de alegria
Sus corazones. Con sonrisa fiera
La muerte las celebra; aguarda el dia,
En que su hambre voraz saciar espera,
Y ya devora con el pensamiento
Sus victimas futuras; mientras tanto
Que su madre se ocupa con encanto,
En ver de los delitos el aumento,
Y á Satanás responde: «El poderoso
» Rey del Cielo, á mi sola ha confiado
» Las llaves del infierno: á el solo debo
» De ellas dar cuenta: este amo rigoroso,
» De su venganza cruel me ha amenazado,
» Si tan sacro deposito, me pruebo
» A otro á fiar: la puerta formidable
» Es para los demas inexpugnable:
» Si abrirla pretendiese otro qualquiera,
» Mas que esa triple valla poderoso,
» De la invencible muerte, el espantoso
» Dardo, á su loca empresa se opusiera,
» ¿Y qual es el viviente tan osado,
» Que pueda resistir su brazo airado?
> ¿ Mas, que derecho tiene á mi obediencia
» Un Dios, cuya inclemencia, -

» Siendo yo hija del Cielo,


» Por morada me dió este horrendo suelo,
» Y me precisó á hacer esta penosa
» Faena, tan funesta, y vergonzosa ?
» Metida sin cesar en los horrores
» De largas agonias, y dolores,
» No oigo continuamente mas, que ahullidos
» De esos monstruosos hijos, que metidos
» En mis entrañas, de ellas se alimentan,
» Y á esta su madre misera atormentan;
» Pero por mas que á mi, como á enemiga,
» De estos hijos ingratos me persiga
» La rabia, yo ámi padre debp amarle,
275 PARAIS o PERDID o,
» Y quanto esté en mi arbitrio consagrarle,
» Tu en efecto serás, el que á esta hollada
» Hija, de esta prision abominable,
» Conduzcas pronto á la feliz morada,
» En que una gloria, un gozo interminable
» La aguardan, donde en paz no interrumpida,
» La dicha, de sus horas sea medida ;
» Donde á tu diestra en dulce ocio, sentada,
» Vuelva á ver renacer los deleitosos
» Placeres, de mis dias venturosos,
» Prospera, un vasto imperio dominando,
» Digno de tu hija amada,
» Digno del padre, que me dió su mando.» —/

De la negra cintura, al decir estas


Palabras, arrancando las funestas
Llaves, los instrumentos de los males,
Que nos affligen, miseros mortales
Se dirige á la puerta, y con ligera
Mano, qual si una debil paja fuera,
Del rastrillo de hierro el peso horrendo
Alza, y la enorme llave, introduciendo
Por la vasta abertura, .
La vuelve en la azerada cerradura:
Barras, cerrojos, bronces, hierros, ceden
Al facil juego de su diestra mano;
Para ella sola todo estorbo es vano:
L I B R. O II. 277

A impulso de su fuerza temerosa;


Temblando ambos batientes retroceden;
Batientes, que el infierno todo, unido,
En vano abrir hubiera pretendido.
Con presteza espantosa,
Sobre los goznes rapidos tronando,
A un lado, y otro vuelan, y patente
Dexan la puerta, al Angel impaciente:
Responde con bramidos el profundo
Infierno, y la ancha boca dilatando,
Se prepara á tragar, del nuevo mundo
Las ruinas, sin que ya una vez abiertas,
Aun la que las ha abierto, en adelante
Volver pueda á cerrar las duras puertas.
Por su vasta extension, quanto se encierra
En el infierno, de el en un instante
Puede en orden de guerra
Junto salir: exercitos enteros,
Armas, caballos, carros, con los fieros
Estandartes al aire desplegados,
Y toda su tonante artilleria
De rayos, y centellas, anchamente
Pueden caber, en formacion de frente,
Por mucho que se extiendan sus costados.
A manera de un horno, despedia
Voraces llamas, con que se abrasara
-
278 P A RAISO PERDID O.
Un mundo entero, la abertura inmensa,
Revueltas de humo en una nube densa.
A su funesta luz, que se extendia
Entre las negras sombras, ya se aclara
El horizonte nuevo, y el camino,
Que ha de seguir el perfido viagero,
Para poder llegar á su destino.
A su vista aparece de repente,
Del espacio el desierto interminable,
Oceano infinito, en que es un cero
Qualquier grandeza: abismo inapeable,
En que desaparecen totalmente,
La longitud, profundidad, y anchura,
El numero, y el tiempo. Alli la obscura º
Antigua noche, como el cahos profundo, .
De la naturaleza antecesores,
Tienen, como antes que naciese el mundo,
Su tirana anarquia establecida.
De la discordia eterna en los horrores,
En el ruido, en la sombra, en la reñida
Confusion, su poder está fundado.
Sin orden, sin objeto, y sin reposo,
Los embriones del aire, y de la tierra,
Con los del agua, en incesante guerra,
Se agitan en su imperio alborotado.
Con estruendo no menos espantoso 2,
L I B R. O II, 475
Y aun con mayor desvio,
La sequedad, con la humedad, el frio,
Con el calor, rivales implacables
Dirigen al combate inumerables
Atomos vagos, baxo sus vanderas,
En densos batallones reunidos,
Por diferentes xefes dirigidos,
Y todos ellos, de sus armas vanos
Están, sean pesadas, ó ligeras,
Asperas, lisas, finas, ó groseras:
Unos apresurados, y otros lentos,
Pero de su poder todos ufanos,
Tan numerosos, como las movibles
Arenas, arrancadas por los vientos,
De la arida Cirene en la llanura,
Cuyo lastre de arena, colocado
Encima de sus alas invisibles,
Y demasiado leves, asegura
Su vuelo, sin tal peso aventurado:
Asi, el que mayor numero ha juntado
De aquellos polvorosos batallones, .
Es de aquellas regiones,
Que á cada paso mudan inconstantes
Rey algunos instantes.
El cahos solo, obtiene el duradero
Cetro de aquel imperio pasagero: ,
g8o PA RAIS O PERD ID O.
El, de aquellos inquietos torbellinos
Dispone águsto, rige los destinos,
Aumenta su discordia, y turbulencia ;
Y sobre ella asegura su potentia,
Al paso que el hazar ciego, reputa
Justas sus leyes, y las executa.
Tal es la vasta sima, el tenebroso,
Hueco, que fue de la naturaleza
Cuna, y tal vez allá en la edad futura,
Sera su sepultura 3. - -

Lugar donde jamas reyna el reposo,


Lobrega habitation de la tristeza,
Sin luz, sin mar, sin aire, sin orillas,
Donde continuarán siempre en pandillas;
Los diversos principios batallando,
A no ser que el Eterno sacar quiera,
Sus esteriles senos fecundando, -

De ellos á luz, alguna nueva esfera. -


Satanás pensativo, y solitario,
A sus riberas en silencio para.
A tal empresa peligrosa, y rara
Ningun valor vulgar fuera bastante;
Es preciso un arrojo temerario.
Ya de los huracanes el tonante
Furor, y de elementos divididos
Los duros choques, hieren sus oidos,
LI BR6) I T. 28r

Tal (si á las grandes las pequeñas cosas


Se cotexaren ) tal quando invencible
Marte, soltando el freno á sus furiosas
Iras, á los asaltos se prepara,
Es de sus truenos el fragor horrible,
Y de la cruel refriega la algazara;
Retumban, por los ecos repetidos, º
De las bombas los fuertes estampidos;
Los cruxidos, y estruendos prolongados
De edificios, y muros, que arruinados,
Despues de horrendos estremecimientos;
Al suelo vienen. ¿Pero que seria
Todo esto, al lado de lo que tenia
Detenido á la orilla al Angel fiero?
El orbe todo de sus fundamentos
Arrancado; la boveda elevada
Del Cielo que cayese destrozada;
De quanto existe el halito postrero;
No hubieran suspendido su osadia,
Como la suspendió lo que veia ;
Pero pronto en si vuelve: Qual la nave
Sus anchas velas desenvuelve al viento,
Satanás que impaciente ya no cabe
En si, desplega sus agigantadas
Alas al aire, y sobre el pie estrivando,
Rapido como el rayo, en un momento
384 PA RAISO PERDID O.

Parte, y desaparece, señaladas,


Con surcos de luz palida dexando,
Las sendas prolongadas,
Por donde corta el eter tenebroso;
Sobre los torbellinos, animoso
Se remonta, al traves de las tormentas,
Y subiendose á tientas,
Sobre un obscuro grupo de nublados,
Como en carro triunfal, rapidamente
A la mayor altura lleva el vuelo,
Hasta que, de las nubes disipados
Los debiles vapores, de repente
Falta debajo de sus pies el suelo.
Sobre el vacio solicita en vano
Apoyarse de nuevo acia el lejano
Abismo, por su peso descendiendo,
Cada momento mas se precipita,
Por mas que sus esfuerzos repitiendo,
Sus vastas alas enojado agita
En el espacio, en que estribar no pueden.
Ya estas, cansadas ceden,
Y sin duda, sin fin rodado hubiera,
. Si de nuevo, otra nube condensada,
Con impetu acia lo alto arrebatada,
Sobre su negra cumbre, no le diera
Comodo asiento, en que se colocase,
T, I B R. O II. 383

Y aun mas que anteriormente se elevase.


Un suelo encuentra al fin sin consistencia,
Que ni es tierra, ni mar, de la influencia
De un clima sin calor producto informe,
Y cede baxo de sus pies, conforme
Sobre el estriba. Para sostenerse,
De sus alas tambien ha de valerse,
Y qual se surca el mar, á remo, y vela;
Los pies rapido mueve, forcejeando,
A proporcion del riesgo; y aleteando,
Al mismo tiempo que anda, tambien vuela
Como el Grifo, que avaro guarda el oro,
Quando el diestro Arimaspio, su tesoro
Le ha robado, los montes, y los llanos,
Con las alas, y pies rapido corre,
Hasta arrancarlo á sus rapaces manos,
Asi el infernal Principe recorre z

Mil caminos, mil sendas diligente;


Adopta quantos medios, á su ardiente
Ansia ocurren; la fuerza, y la destreza,
Los pies, las manos, quantas facultades
Tiene, ocupa en romper las tempestades,
Las nieblas, las tormentas, y huracanes
Que se amontonan sobre su cabeza:
Sobervia la alza al fin, y los domina;
Nada le para, ni le descamina;
284 PA RAIS O PERD I D o.
Logra tambien vencer con sus afanes,
Los hondos valles, los erguidos montes,
Los precipicios, los desfiladeros,
La espesura del aire, los ligeros
Vapores, los torrentes, las dormidas
Aguas; y quanto aquellos horizontes
Horrorosos le oponen, lo supera,
A nado, á vuelo, á rastras, ó á carrera;
Sin dar jamas sus fuerzas por rendidas.
Mas presto su atencion llama, el estruendo
De variedad de gritos espantosos,
De sordos ruidos, y ayes lastimosos,
Confusos, de mil gritos diferentes,
Que aquel vacio enorme ensordeciendo,
Temblar hicieran à los mas valientes.
Acia donde se escucha el turbulento
Sonido, se encamina, con intento
De averiguar á quien el raro estado
Pertenece, que espiritu dirige,
O que ser, aquel Reyno alborotado ;
Que se informe tambíen su empeño exige;
Del camino, que al nuevo mundo guia,
Desde aquella asombrada Monarquia.
Llega cerca, y divisa de repente -

Al viexo Cahos, que sobre eminente


Trono, domina la region estraña, -
LIB RO II, 283,

De prolongados lutos revestida,


Y en si misma sumida,
La antigua, y triste Noche le acompaña.
El Cahos, con ella su poder divide,
Y ella tambien, quando este se las pide
Sus tinieblas le presta. El horroroso
Orco está cerca de ellos, y el odioso
Denmogorgón, cuyo temido nombre
Es suficiente, para que se asombre
Aun el infierno mismo. Están al lado
La Casualidad ciega, los errantes
TRumores, y las Voces disonantes,
Por las cien fieras bocas exaladas .
De la Discordia. Tal del malhadado,
Insensato Monarca, es la escogida
Corte, digna de su alma entorpecida.
«¡ Principes, Potestades respetadas,
Les dice Satanás con tono osado,
» De este vasto dominio Cahos obscuro !
» Y tu, Noche, que amais con preferencia
» El desorden confuso, y la anarquia,
» Ningun recelo os cause mi presencia
» No vengo á investigar, os lo aseguro,
» Los secretos augustos, que venero,
» De vuestra respetable Monarquia:
2. No soy mas que un viagero,
286 PA RA ISO PERDID O.

» Que perdido el camino, y extraviado


» Por casualidad pura, aqui he llegado;
» Camino solo, y á pediros vengo,
> El favor de indicarme la mas corta
e» Direccion, que conduce á aquel dudoso
» Punto de vuestro imperio tenebroso,
• Mas cercano á los Cielos, y os prevengo,
• Que aun mas que ámi, el hacermele osimporta;
» Y no es de desdeñar la recompensa,
2. Que os prometo por el, pues el glorioso,
e» Unico objeto de este osado viage,
2) Es el de ver, llegando á aquel parage,
» Lo que ese Rey del Cielo, ávuestra extensa,
º» Antigua Monarquia, iniquamente
º» Hausurpado: yo haré que prontamente
» Todo os devuelva ese vecino injusto,
» Y otra vez quede vuestro Imperio augusto
» Integro; que el sol pierda su luciente
» Resplandor, quando llegue á su frontera,
» Y que todo recobre la severa,
» Antigua magestad, que obscurecía
» Sus confines, y tanto os complacia.
» Poned pues nuestros premios en balanza,
> Vereis que es el imperio, el que os espera
» Sin riesgo alguno, y yo enmiempresafiera,
». Otro no aguardo mas, que la venganza»
LIBRO I.1. 287
Satanás acabó, y tartamudeando,
El Anarquico anciano, de este modo
Le contextó: «Extrangero, sé ya todo
».Quanto puedes decirme, sé tu historia,
» Tu nombre, y que al Eterno disputando
y En abierta batalla la victoria,
» Os cubristeis de gloria tu, y tu bando.
» Dios triunfó á la verdad, y tu perdiste
»Tu resplandor, pero en tu misma ruina
» Tu celestial grandeza descubriste:
» Oí, ví la derrota temerosa,
» En que os puso la colera divina.
» ¿Y como tal exercito pudiera,
» Rodar desde la altura prodigiosa,
» Sin ser sentido, hasta esta negra esfera?
» Vi con efecto, si, y desde aquel dia
» Mi temblor no ha cesado todavia,
» Vi caer unas sobre otras, de la cumbre
» De los cielos, tus huestes apiñadas,
» Las ruinas de su horrible muchodumbre
» Confusas, hasta aqui precipitadas:
» Desorden espántoso, aun á mis ojos.
» Encarnizadas con vuestros despojos,
» En mucho mayor numero, os seguian
» Las huestes del Eterno, vencedoras;
» Rapidas por los aires descendian
sas P A R A ISO PERDID O.
» Con furor, dando alcance á los vencidos;
» Hasta las mismas puertas del infierno.
» Yo desde entonces, viendo que por horas
» Mis antiguos dominios disminuian, .
» Me ocupé en conservar estos ceñidos
» Estados. Lo que siento es, que un interno
» Principio de discordia contribuye,
» Mas que todo, á su ruina, y nos destruye,
» Aun ese abismo, adonde el Cielo airado,
» Vuestros guerreros ha precipitado, -

» La mas bella mitad formó algun dia


» De mi vasta, y antigua Monarquia,
» Hasta que de mi mano fue arrancado,
» Para formar en el vuestras prisiones.
» El cetro de la noche, enflaquecida
» Por la vexez, igualmente que el mio,
o Han perdido otras grandes posesiones,
» De una cadena de oro, suspendida
» A nuestro trono estaba aun una esfera
» Brillante, que alguñ tanto este sombrío
» Espacio, desde lexos aclaraba,
» Quando ese Dios, que despojar quisiera
» A todos, y que al hombre deseaba
» En ella colocar, la ha conquistado;
» Y asi, en caso que el termino deseado
» De tu camino, sea ese orbe hermoso D
- 6
L I B Ro II, 289
» De la tierra, bien puedes animoso
» Esperar encontrarlo, pues confina
» Con ese mismo punto de los Cielos,
» Por donde aqui os echó la ira divina.
» Ve asi, si son fundados mis recelos,
» Con ese peligroso vecindario:
» Sigue pues ese empeño, necesario
» A todos: parte, siembra con destreza
» Por todas partes, la discordia, el llanto,
» El confuso desorden, el espanto;
» Confunde Cielos, tierra, vencedores,
» Vencidos, toda la naturaleza,
» De una misma ruína en los horrores;
» Que en la turbacion fundo mi grandeza,
» Y en los males mi triunfo, y mis honores.»
Sin contextarle, Satanás extiende
Las raudas alas, y el camino emprende:
Con la nueva esperanza, -

Alegre al alto Cielo se avalanza,


Qual columna de fuego luminosa,
La atmosfera cortando tenebrosa:
Del cahos pasa el turbulento imperio:
Al paso mismo que el peligro aumenta;
Su intrepido valor mas se acrecienta.
Con harto mas terror otro emisferio,
Si hemos de creer historias fabulosas,
19 ,
29e p A RAI s o PER Dr D o,
Y con menos esfuerzo, vio arrojarse
La nave de Argos, entre las furiosas
Ondas del mar de Tracia; y asustarse
Al oir bramar las amenazadoras
Bocas de Scyla, y á sus ladradoras
Mutas, ó ver venir el fluxo horrendo
De tumultuosas olas, que rugiendo,
Caribdis por la boca recogia,
O con vomito fiero despedia,
De Ithaca el celebrado peregrino,
Quando le embarazaron el camino.
De todo triunfa á fuerza de trabajo,
Pues aun no existe aquel funesto atajo,
Que la culpa, y la muerte coligadas,
Con audacia infernal despues abrieron:
Un ancho inmenso puente construyeron,
Que sobre el vasto abismo suspendido,
De sus negras moradas,
Firme, hasta el nuevo mundo conducia:
Asi el Señor en su sabiduria,
Justamente lo habia permitido.
La tierra, y el infierno, comunican
Por aquel puente mismo hasta el presente.
Por el, de los demonios, que se aplican
A seducir los hombres, el perverso
Trato prosigue con nuestro universo,
LIB R. O II. agi
Y el precito dragon, con rabia ardiente,
Seguido de ministros infernales,
Va, vuelve, engaña, y pierde á los mortales,
Ninguno de su furia se librara,
Si la gracia de Dios no le esforzara,
O los Angeles buenos no velasen,
Y aquellos enemigos auyentasen.
Mas el viagero intrépido, siguiendo
Su vuelo, al fin divisa algun dudoso
Crepusculo, que se iba introduciendo,
Por medio de las sombras dilatadas.
Asi como asomando un numeroso
Exército, se auyentan consternadas,
Las guardias de otro menos poderoso,
Asi, con las vanderas ya plegadas,
Retrocede temblando silencioso
El cahos, y con el huyen ligeras,
De la naturaleza en las fronteras,
Las tinieblas, que á toda prisa lanza
A sus cuevas obscuras,
El resplandor del mundo, que se avanza:
A sus luces, aún poco seguras,
Satanás mas tranquilo, vá surcando
Un mar placido yá, que dulcemente
Le sostiene. Por el rapidamente,
Sus esfuerzos, mas faciles, doblando;
*
aga PA RAIS o PERDIDo. n

Como nave, que llega destrozada


De las tormentas de una prolongada
Navegacion, á vista ya del puerto,
Se anima, y dirigida con acierto,
Al fin consigue verse en el anclada,
Satanás alentandose á si mismo,
Vencedor del obscuro inmenso abismo,
Llega al cabo gozoso, á la ribera,
Al termino deseado
De su arriesgada, y rapida carrera.
De alli, un rato parado,
La atmosfera cargada de vapores,
Parecidos al aire en sutileza,
Sobre sus vastas alas balanceado,
Registra; admira sobre su cabeza,
Los vivos, y agradables resplandores
De la alta inmensa boveda del Cielo;
A sus ojos la forma, en su grandeza
Se pierde; sus murallas de preciosos
Safiros, y topacios fabricadas,
Contempla ansioso, y de su desconsuelo,
Renueva los recuerdos lastimosos;
Los brillantes palacios, las moradas
Felices de su patria divisando,
Por los Angeles fieles habitadas,
Se abandona al despecho sollozando.
LIB RO II. . 293
Al fin distingue, junto á la lumbrera
Plateada que remplaza el sol ardiente,
De una cadena de oro sostenida,
Colgada al Cielo la terrestre esfera,
Igual en el tamaño á una luciente
Estrella, de las que hay en la extendida
Region del firmamento colocadas,
Y entre las mas pequeñas numeradas;
El fiero Arcangel, ya su ardid profundo
Prepara, parte: ¡Ay de el ! ¡Ay de estemundo!
Aanº AAAnvavv vv van vuwwAAlvwvwvvavvºlvwvwººlwºº AAAMuvvivww.viva

NO TE AS

D EL TR A D U CT o R.
AL LIB RO SEGUND O.

(1) P, G. 2o5, v. 11. La escritura está llena de pa


sages, que indican esta especie de monarquia esta
blecida entre los espiritus malígnos, como tambien que
Satanás es el que la obtiene, y que hay entre ellos
aquella especie de gerarquia, y de subordinacion, com
patibles con su naturaleza, y con las circunstancias en
que se hallan; bastando para probarlo las siguientes
palabras de Jesu Christo. Decian de el los fariseos,
que lanzaba los demonios en nombre de Beelzebúó.
principe de los demonios; hic non ejicit daemones ,
zmisi in Beelzebúb principe daemoniorum; a lo que el
Señor respondio; todo Reyno dividido contra si, sera
destruido..... y si Satanas lanza a Satanas , esta divi
dido contra si como subsistira pues su Reyno Omne
zegnum divisum contra se , dosolabitur.,... et si Sata
znas Satanam ejicit, adversus se divisus est: quomodo
ergo stabit regnura ejus Math C. 12. v. 24, y sig
-

(2) Pag. 232, v. 23. Aqui pone Milton en boca


de el orador infernal, un testimonio de la excelencia
NOT AS 295
de la naturaleza de el hombre , de la que casi duda
si es igual á la de los Angeles , conforme al texto de
el salmo 8. Paulo minus ab angelis constituisti eum:
le hiciste poco inferior a los angeles: excelencia que
nuestra degradacion posterior, producida por el pecado
original, no nos permite conocer en esta vida, pero
que nos pasmará, quando abramos los ojos en la ve
midera, libre ya el alma de este cuerpo corruptible,
que segun la escritura es un peso que la abruma, y
que comprime todas sus facultades. Corpus enim quod
corrumpitur aggravat animam, et terrena inhabitatio
deprimit sensum multa cogitantem. Sap. Cap. 9 ,
2». 15. -

(3) Pag25o, v. 4. En estos versos hace ver Milton


lo que hé dicho en mi primera nota al libro anterior,
esto es, quan distinto es el modo de pensar de los es
piritus infernales, acerca de la grandeza de Dios, y
de sus atributos », quando hablan como sienten, de el
que ostentan en los discursos publicos, que les atri
buye, en los que su sobervia, y su encono contra
Dios, les hacen ocultar, desfigurar, ó negár, las ver
dades mas evidentes, que ellos mismos se ven forzados
á creer temblando, como se vé por las palabras de el
Apostol Santiago en su epistola ( cap. 2, v. 19), et .
daemones credunt, et contremiscunt. -

Precave tambien, en los versos que se siguen, á los


hombres, contra la audaz curiosidad, que puede lle
varlos á escudriñar los secretos de Dios, en materias
superiores á sus alcances, haciendoles ver los errores
de los Angeles mismos, que tanto les exceden en el
a 96 DEL TRA DUCT o R.
ingenio, y en los conocimientos, quando tienen la
temeridad de querer profundizarlos leccion que viene
mui al caso, para ciertos hombres de nuestro siglo,
tan temerarios, como superficiales, que niegan los
misterios de la religion, por que no los comprenden,
y ensoberbecidos con el titulo de filosofos, no com
prendiendo las cosas mas tenues, y triviales de la
naturaleza criada, pretenden comprender claramente
la de su divino Criador. Son tan acreedores á la risa,
y al escarnio, como á la compasiona
A/w"AMAMA, AA/NAAnn,

SUMARIO
DE L LIB R. O TER CER O.

Desor lo alto de su trono 2ve el Eterno a Satanas,


2volando acia el mundo nuevamente criado : se lo
enseña d su hijo sentado a su diestra: le anuncia que
el hombre caera en la culpa ; y hace 2 er que no
puede acusar de ella a su justicia, ni a su sabiduria ,
pues que le ha criado libre, y capaz de resistir a la
tentacion ; sigue declarando a su hijo, que la justicia
divina exige una satisfacción ; y, que debe morir el
hombre con toda su posteridad, a no ser que algun.
ser, capaz de expiar su ofensa, sufra por el el castigo.
El hijo de Dios se ofrece voluntariamente d ello: el
padre lo admite consiente en su encarnacion, y
pronuncia que sera exaltado sobre todo quanto easiste
en el Cielo, y en la Tierra. Manda despues a los
Angeles santos que le adoren : le obedecen , y todos
sus coros, uniendo sus voces a los ecos de sus harpas,
celebran la gloria del padre, y del hijo. Satanas
llega a la superficie exterior de este universo, pa
sando por un parage llamado el Limbo de la va
midad, cuyo destino se describe : desde allí se tras
lada a la orbita del sol, con animo de hablar con
298 SU M.A.R.I.O.

Uriel conductor de aquella esfera luminosa; perar


antes de acercarse a el, se transforma en Angel de
luz, y pretextando que el zelo le ha hecho em
prender aquel 2»iage , para contemplar el nueva
mundo, y el hombre colocado por Dios en el , se in
Jforma por este medio, del parage en que esta si
tuado. Despues de haberlo sabido , parte, y para su
vuelo sobre la cumbre del Niphaíes.
PARAISO PERDIDO.
sºn."" vuº

w.

LIBR o TER CER O.


l SAve ó tu, hija del Cielo, luz del dia;
Fuente de la belleza, y la alegria,
Del resplandor eterno procedente,
Emanacion del mismo Omnipotente,
Fulgor inseparable de su esencia,
Que en torno de su solio derramada,
Qual pavellon augusto, su presencia
Ocultas Explendor de su sagrada
Inteligencia De su excelsa gloria
Fecunda produccion Inagotable
Manantial, fuente pura, inalterable
De la felicidad, que á la memoria
De la eternidad misma precediste,
Y escondiendo tu origen, esparciste,
Como esparces en todas las edades,
Tus beneficas dulces claridades;
Salve Antes que una voz tan sola diera
El nacimiento al mundo,
Y la tierra arrancara del profundo
Abismo de los mares; que el luciente
Sol, su trono en los aires erigiera,
º
3co PARAIS o PERDID o.
Y la naturaleza diligente,
El vacío á sus leyes reduxera;
Antes que el Cielo mismo recibiese
Por ella el ser, y de astros guarneciese
Brillantes, su sobervia vestidura,
Existias tu, ó luz divina, y pura!
Y á la voz del Eterno, en el instante
En que el orbe nació de los horrores º
Del negro abismo, con tus resplandores,
Formaste su envoltura rutilante.
Del tenebroso infierno al fin salido,
En que he estado harto tiempo detenido,
Despues de haber despacio registrado
Sus cavernas obscuras, y profundas,
Sus volcanes, sus rios espantables,
Sus sombrias llanuras infecundas,
Su turbulento oceano abrasado,
Centro de aquellas simas inapeables,
La eterna Noche, el cahos he cantado
Por otros tonos, que los de la lyra
De Orfeo, que no pueden en grandeza
Igualar los acentos, con que inspira
La musa que me asiste, mi flaqueza.
Esta celeste musa me dió aliento,
Para baxar con tanto atrevimiento
Al abismo, y subir con tal presteza.
-
LI B R. O III. 3cr

Ahora ya fuera de el, á visitarte


Vuelvo, ó luz pura desde su espantosa
Obscuridad, y alegre á saludarte.
El Cielo vuelvo á hallar, la deliciosa
Tierra, que de magnificos colores
Vistes, y que fomentan tus ardores.
Ya poderosa, y agradable, inflama
Mi pecho elado, tu divina llama.
Masay triste! Que en vano nueva vida
Me dás, pues para siempre estoy privado
De ver tus resplandores, y perdida
Mi vista, en noche eterna sepultado,
No puedo ya gozar de su hermosura.
Los orbes de mis ojos extinguidos,
En vano ruedan en la sombra obscura,
Y ansiosos en la bóveda del Cielo
Buscan tu claridad, ó dirigidos
A la tierra, de pena consumidos,
Procuran distinguirla. Un negro velo,
Para siempre la esconde à su porfia.
Tu resplandor, que de mis ojos huye,
Una obscura tristeza, substituye
A mi antigua alegria :
Con todo, atenta á mi incesante ruego,
Aun, la celeste musa, la voz mia,
Inspira, alienta, con su sacro fuego:
3oz P A R A ISO PERDID o.
Aun, con dulce delirio, sus pisadas
Sigo, baxo las bóvedas alzadas
De los antiguos bosques, por los prados
De balsámicas flores matizados,
Por el torcido, ó rapido camino,
Que se abre el arroyuelo cristalino,
Y por los frescos valles cultivados,
Que para otros los rayos luminosos
Doran del sol, ay Dios! para mi ociosos,
Mas sobre todo tu santa montaña
De Sion y tu Fuente sacra, y pura!
Cuya corriente baña
Su verde falda, y á sus pies murmúra,
El camino entre flores ocultando,
Y sus tiernas raices refrescando:
Vosotras, quando acudo en el reposo
A visitaros, de la noche obscura,
Me inspirais vuestro acento melodioso.
Tambien, pues somos en desgracia iguales,
Invoco á aquellos celebres mortales,
Que entre tinieblas, como yo, cantaron,
Y cantando su nombre eternizaron.
Ojala que de penas compañero,
Lógre serlo tambien de vuestra gloria !
O Tamíris ! Tiresias y tu Homero l
iPueda yo dividir vuestra memoria! .
T, I B RO. III. 3o3

Como ellos, en silencio fecundando


Mil objetos diversos, la harmonia
De mis faciles versos, emulando
La suya, fluye, y mi corazon vierte
Sus amarguras, de la misma suerte,
Que el triste ruiseñor, en la sombria
Copa de un arbol, su nocturno canto,
Mezclado entona con su tierno llanto.
El tiempo vuela, y en la sombra eiega
De la noche, se apaga el claro dia;
Pero vuelve, conforme lo ha dispuesto
Por ley, la celestial sabiduria ;
Mas nunca para mi su vuelta llega,
Aunque está á todo el orbe manifiesto;
Vanamente mis ojos los colores,
Disfrutár quieren de las nuevas flores:
El plateado cristal del arroyuelo,
Los matutinos rayos del oriente,
La purpura sobervia del poniente,
Del paxarillo el agradable vuelo,
Del ganado los juegos divertidos,
Y el hermoso semblante,
En que, al criar al hombre, su brillante
Imagen gravó Dios, ya son perdidos
Para mi. Las desgracias me han quedado
Del ser humano; pero estoy privado
304 PA RAIS O PERDID O.
De sus placeres. Ya de aquel fecundo
Teatro de deleites, y belleza,
Que presentaba la naturaleza,
De aquellas deliciosas perspectivas,
Que en mis ojos cabiendo con un mundo,
Producian imagenes tan vivas,
Nada me resta. En vano se reviste
De su vario matiz, la flor, ó el fruto;
Para mi vista funebre, no existe
Mas que un solo color, y es el del luto.
Como mi vista obscurecida, niega
Todo paso á la luz, nunca á ella llega
De los objetos la menor pintura;
Todo es vago, confuso, de una obscura
Niebla siempre cubierto,
Y para mi, de la naturaleza,
Jamás está el hermoso libro abierto,
¡Adios pues, de las artes la belleza !
Adios, ó producciones primorosas,
Tesoros de la ciencia, y la riqueza !
Os tragaron las sombras espantosas.
¡Ven dulce hija del Cielo, luz divina!
A falta de mis ojos, ilumina
Mi razon: con tu fuego purifica
Mi alma, y su ardor ya muerto vivifica
¡ Haz que el Cielo, que oculta celestiales
Objetos,
L I B Ro III. 3o5.

Objetos, que no han visto los mortales,


En mis versos heroicos levante,
Y dignamente su grandeza cante
Desde el trono invisible, y elevado,
De donde en paz profunda, la divina,
Incomprehensible magestad domina,
Las alturas de todo lo criado,
Al traves del cristal azul, y puro
De los Cielos, el Ser eterno habia
Dirigido la vista, á lo profundo
Del ser. Nada á sus ojos se escondia:
Patente estaba, asi el infierno obscuro,
Como la clara esfera de este mundo,
Qual lo que amaba, lo que aborrecia,
Y en todo quanto al rededor miraba,
Su propia gloria impresa contemplaba.
En numero mil veces mas crecido,
Que los astros sin cuento,
Que alumbran por la noche el extendido
Campo, del azulado firmamento,
Los celestiales coros le rodeaban,
Con la divina luz resplandecientes,
Que en ellos reflexaba el encendido
Fulgor de su semblante, y en torrentes
De inexplicable gozo se anegaban:
Su hijo, su viva imagen, su traslado
- 2g
366 PA RAISO PERDID O.
Unico, á su derecha está sentado.
El Padre celestial dá una mirada
Acia la tierra, y vé en un delicioso
Recinto, nuestros dos progenitores
Inocentes, coger de su poblada
Arboleda los frutos, y las flores
Con placer, y sin mezcla de penoso
Afan: por otra parte, en lo profundo
Ve el infierno, y el transito espantoso,
Que lo separa del viviente mundo,
Y á Satanás divisa, que callando,
Sigue su vuelo, al orbe caminando
Por el, y que aunque ya sus fuerzas cedan
Al cansancio, y no puedan
Sostenerle, ya la arida ribera
Toca, de donde la terrestre esfera
Descubre toda con la vista ansiosa,
Mientras que en su carrera presurosa
Ignora, si aquel liquido elemento
En que nada, es un mar, ó denso viento;
Y como está rodeado de la obscura
Noche, solo un vislumbre le asegura,
De que pronto ha de ver el firmamento.
Dios con aquella ojeada penetrante,
Que junta á lo presente, y lo pasado
Lo futuro, por mas que esté distante,
L IBRo III. 3oy
Viendo su infausto viage terminado,
Vuelto á su hijo divino, asi se explica:
«Vé con que nueva rabia se dedica
» A hacernos guerra, ese enemigo osado.
» Contra nosotros sin cesar conjura.
» Esos tormentos, esa sima obscura
» Del infierno, sus barras, y sus puertas,
» Sus cadenas pesadas, y encendidas,
» Esas regiones vastas, y desiertas
» Del Cahos, sus tormentas repetidas,
» No han bastado á impedir de su venganza
» El impetu. Furioso, allá se avanza,
» Desafiando al Cielo. Su demente
» Proyecto recaerá sobre su frente;
» Pero entre tanto, rotas mis cadenas,
» De ambos abismos vencedor, buscando.
» Viene ese nuevo mundo, en que mismanos
» Esos seres humanos,
» Esas criaturas de inocencia aun llenas
» Han colocado, hacerlas proyectando
» Victimas de sus iras, empleando
» Contra ellas, ya la fuerza,
» Ya la astucia, resuelto
» A no parar un punto, hasta que tuerza.
» Su recta voluntad, de la acertada
» Senda, que yo les tengo señalada. -
se8 PARAIso PERDID o
» En sus pérfidos lazos caerá envuelto
» El hombre; yo lo se; y en su extraviado
» Corazon, triunfará ese temerario
» Enemigo, del Dios que le ha criado.
» He impuesto al hombre un solo mandamiento,
» Suáve al mismo tiempo, y necesario,
» Para que pueda su agradecimiento
» Hacerme ver, y humilde tributarme
» Una leve señal de dependencia.
» No tardará, con su desobediencia,
» Quebrantado el precepto, en precisarme,
» A que sobre el exerza mi justicia,
» Castigando severo aquel ultrage.
» De tan enorme culpa la malicia,
» Qual contagiosa plaga, su linage
» Corromperá, corriendo por las venas,
» Aun de sus mas remotos descendientes,
acarreará las mismas penas:
>» Y les

» A nadie culpen de su desgraciada


» Suerte, sinó á ellos mismos, Inocentes
» De mi poder salieron, adornados
» De dones celestiales, destinados
» A darme culto. Asi ha sido criada
» Toda esa muchedumbre de diversos
» Espiritus, ya buenos, ya perversos:
» Hijos de un mismo Dios, un mismo aliento
LIB RO III, 309
» Los anima. Cada uno, de absoluta
» Libertad de obrar bien, ó mal, disfruta:
» Su suerte, de su propio movimiento,
» De su eleccion depende unicamente :
» Asi entre ellos, aquellos que pecaron,
» Lo hicieron libre, y voluntariamente,
» Y los que en la virtud perseveraron,
» Con libertad obraron igualmente:
» Y sin ella ¿ que merito tuvieran
» Ni su fidelidad, ni su obediencia
» A mis ojos? ¿ Que aprecio merecieran
». Los obsequios forzados,
» Que el temor tributase á la potencia;
» Los servicios de seres governados
» Por la necesidad, que nada hiciesen -
» Por mi, aun quando servirme pareciesen?
». Si su razon, y voluntad no eligen
» El bien, ni libremente me dirigen
» Sus cultos, yo de esclavos nada quiero;
» Ni á ellos placer alguno les resulta,
» De su obsequio, ni á mi la menor gloria.
» Los ingratos diran de mi severo
» Castigo, que es injusto; pues la oculta
» Fuerza de mi decreto insuperable,
» Con precision los liga perentoria -

» Almal; que obrarno pueden de otro modo


31o. P ARA, ISO PERDITO O.

» Que lo que yo previ no es evitable; (1)


» Vanas escusas! Libremente en todo
» Obran, y el bien, y el mal unicamente
» De su arbitrio dependen, no de agenas.
» Influencias. Quando yo los he criado,
» Atendiendo á su clase diferente,
» Leyes equitativas les he dado,
» No grillos, y cadenas.
» Aunque lo porvenir yo no previera,
» ¿ Dexaria por esto su futuro
» Crimen, de ser igualmente seguro,
y» Mientras su voluntad la misma fuera º
» ¿Mi prevision acaso la ha forzado?
» No; no; mi prevision, ni mi infalible
» Conocimiento de lo venidero,
» Ni la fuerza inflexible -

» De mis decretos, que al poder de un hado


» Fingído achacan, ni del orbe entero
». El influxo reunido,
» Son de oprimir la libertad capaces,
» Que yo á su voluntad he concedido.
» De esta los movimientos eficaces,
» Son los que determinan sus acciones.
» Ella, aunque siempre consultar debia
».A la razon, en muchas ocasiones
» Espontaneamente se desvia
- LIBR C II -. 3x1.
» De sus consejos, y lo malo elige.
» ¿Y que otra libertad mayor exige
» La equidad, para darlos por culpados ?
» ¿Acaso, en sus caprichos obstinados,
» Pretenderán, que yo á estos condescienda,
» Mude á su gusto mis irrevocables
» Leyes, los seres todos trastornando,
» Los hombres, y los Angeles variando,
» Que de ser yo quien soy me desentienda;
» Qual los entes mudables,
» De mi querer perdiendo la firmeza,
x Y turbe toda la naturaleza?
» Tal es de sus deseos la injusticia ;
» De ellos que libremente, y por malieia
» Pura, se hicieron contra mi culpables.
» Los Angeles los menos excusables,
» En su desorden, fueron,
» Pues que solos por si se pervirtieron,
». Y su crimen del todo voluntario,
» Con razon debe ser irremisible,
» Quando al hombre al contrario,
» Con perfidia increible, ..
» Por las astucias de ellos seducido,
» Y en si menos perfecto, si en olvido
» Mi bondad echa, y me desobedece,
x. Aunque castigo á proporcion merece,
-
312 P ARATS O PERDID O.

» Perdonar quiero. Asi mi generosa


» Clemencia, y mi justicia en la dichosa
» Tierra, como del Cielo en las moradas,
» Juntamente serán glorificadas:
» Con todo, la clemencia la primera
» Lo será, y la justicia la postrera.
» Tal es mi voluntad irrevocable.»
Asi El eterno habló, y llenó del Cielo
Los ciudadanos, de un gozo inefable,
Y nuevo, al paso que por su azul velo,
Delicioso, á lo lexos se esparcia
Un perfume divino de ambrosia. ”
Sobre la multitud inumerable,
De los mas altos inmortales seres,
Sobre los tronos todos, y poderes
Domina á una distancia imponderable
Su hijo celeste, Dios de Dios, traslado
De su gloria perfecto, y engendrado
De su misma substancia. En sus miradas
La dulce claridad brilla adorable, ...
La gracia, la piedad, las inflamadas
Llamas del puro amor, y la infinita
Bondad, que unicamente en Dios habita;
Y asi con voz divina, se dirige
A su celestial padre: « La clemencía,
» o padre mio eon que al delinquente
LIB Ro III. 313

» Hombre infeliz, ofreces tu indulgencia,


» La admiracion del universo exige.
» Por ella, todo ser inteligente,
> Te deberá alabanzas inmortales;
» Por ella, los espiritus leales,
» Que habitan en tu corte, al dulce acento
» De sus liras; Virtudes, Serafines,
» Redoblando sus himnos celestiales,
» Encantarán del Cielo los confínes;
» Bendiciones sin cuento,
» Ensalzarán tu nombre soberano,
» Por tal piedad con el linage humano.
» ¿Y tu bondad podria por ventura,
> Abandonar al hombre; á esa criatura
» Predilecta, y destruir tu imagen bella;
» Que en todo lo visible, que has formado;
» Sola dotada de razon descuella,
» Aunque á tu sacra ley desobediente,
> El infeliz delinca alucinado
» Por la perfidia cruel, de ese insolente
» Angel astuto, contra ti obstinado,
» Que se sepa valer de su flaqueza?
» ¿ Correspondiera acaso á tu grandeza,
» Castigarle por ello eternamente ?
» Lexos de ti, justicia tan severa!
» ¿Como es dable, que tu ira destruyera
314 PA RAIs o P ERD ID o.
» A tus hijos, y diese á ese adversario
». Suyo, y nuestro, la barbara alegria
» De haber de ti triunfado, qual queria 2
» Para este triunfo, indispensable fuera,
» Que el Dios del bien, cediese al temerario,
» Yvil Angel del mal, y este, orgulloso,
» Escarneciendo al Todopoderoso,
» De sus manos al hombre arrebatara
» Vencedor, y al abismo lo arrastrara.
» El humano linage,
» Como victima asi sacrificado,
» Sería entre sus llamas abrasado,
» Eterno pregonero del ultrage
» Hecho á tu omnipotencia,
» Y tendria la triste complacencia
» De vengarse, con verte desairado.
» Y tu mismo, olvidado de tu gloria,
» Tranquilo en abolir consentirias
» De tus dignos favores la memoria,
» Y el hombre, objeto de ellos entregando
» A su perseguidor, permitirias,
» De su empeño el succeso tolerando,
» Ya que de tus derechos se dudase,
» Y no solo quedara sin castigo
» El crimen de ese perfido enemigo,
» Sinó que impune su intencion lograse,
I, IBRO IIT, 31$.

» Ya que con alta cara, de su impia


» Blasfemia se jactase, y su osadia?»
«Hijo mio el Eterno le responde:
» Hijo querido, amor del Cielo, y mio,
»Tu, en quien yo me complazco, y me glorio,
» En quien me amo, y me admiro; poderoso
» Verbo mio, á quien solo corresponde
» Ser en persona mi sabiduria;
» Lo que tu quieres, hijo generoso,
» Desde la eternidad, ya yo lo habia,
» Con voluntad suprema, decretado.
» No; no está sentenciado
» El hombre, ni proscrito sin recurso:
» Migracia tiene pronta, y en su "fuente
» Perenne, la hallará perpetuamente, º
» Si á ella quiere acudir; pero no obstante,
» Sin mi libre concurso,
» Su fuerza, por la culpa enflaquecida,
» Para sacarla no será bastante.
» No se la negaré. Quando lo pida,
» Mi auxilio le daré. Su paso incierto,
» Por las sendas guiaré de la justicia,
» Y si me sigue fiel, podrá estar cierto
» De vencer toda la infernal milicia,
» Y reparar su suerte desdichada;
» De mi suma bondad en la grandeza,
316 P ARIA SO PERDID O.

» Olvidaré su debil, y malvada


» Conducta, y haré que el, desengañado
» Por la experiencia, vea su flaqueza
» Para el bien, mientras no sea animado
» Por mi auxilio, y que nadie por si mismo,
» Puede sin el, librarse del abismo.
» En todo su linage numeroso
» Tendré mis escogidos, que zeloso
» Conservaré. Mis gracias especiales
» Los librarán de todos los fatales
» Esfuerzos del infierno, de manera;
» Que antes el orbe todo pereciera,
» Que ellos. Tal es mi voluntad augusta
» A los que pequen, con remordimientos
» Moveré. Los preceptos de mi justa
» Ley, darán luz á sus entendimientos.
» Si se van á arrojar al precipicio,
» Los detendre á la orilla. Con mi gracia
» Los llamaré, para salir del vicio.
» Quando tengan, siguiendo sus pasiones;
» De atollarse en su cieno la desgracia,
» Mi inspiracion divina, á un dolor santo
» Los atraherá, y á humildes oraciones;
» De los ojos mas aridos, el llanto
» Hará correr, y si se arrepintieren
» De sus pasadas culpas, y volvieren
LIB R. O III. 317
» Sinceramente á mi, hallarán abiertas
» A su favor, de mi piedad las puertas:
» Sus lagrimas, sus ruegos repetidos,
» Con ternura por mi serán oidos.
» Yo mismo los guiaré por la segura
» Senda de mis preceptos, si con pura
» Conciencia velan siempre, hasta el tranquilo
º Puerto, su eterno, y venturoso asilo;
» Pero si á sus pasiones se abandonan,
» Si sordos á mis tiernos llamamientos,
» De la conciencia los remordimientos
» Desprecian, si frenéticos blasonan
» De su dureza, y su desobediencia,
» Y obstinados apuran mi paciencia,
» Me vengaré de sus empedernidos
» Corazones, cerrando sus oidos
» A la verdad, corriendo un denso velo
» Sobre sus ojos, que á la luz del Cielo
» Impida penetrar. Abandonados
» Por mi gracia, en la noche tenebrosa .
» De sus vicios, errantes, extraviados
» De delito en delito, en su espantosa
» Ceguedad moriran impenitentes,
» Y del profundo infierno, en las ardientes
» Simas, caerán al fin precipitados.
» De estos perfidos solos la insolencia,
318 PA RAI so pºr RDID o.
« No podrá hallar abrigo en mi clemencia;
» Mas no es aun el castigo suficiente,
» Para satisfacer á mi ofendida
»Magestad: ya que el hombre, osadamente
» Mis leyes quebrantando, ha provocado
» Mi justicia, ha de ser sacrificado,
» Ha de sufrir la pena merecida,
» O ha de quedar mi gloria obscurecida:
» Pues que orgulloso pretendió elevarse
».A la clase de un Dios, y eternizarse
» Como tal, este arrojo temerario
» Debe pagar. Que muera es necesario
» El, y que muera todo su linage;
» Heredero por el de su delito,
» Para siempre, como el, queda proscrito,
- -º º

» Si para compensar tamaño ultrage, *

» Una victima tal, tan inocente, (2) ;


» Y augusta, qual requiere mi grandeza, º
» A mi justo furor proporcionada, -

» No se presenta voluntariamente,
» A rescatar su muerte, prodigando s

» Por el su vida. ¿Y quien de la nobleza º


» De esta accion de piedad tan extremada,
». Sus propios intereses olvidando,
» Será capaz, aun entre las mas puras,
» Mas sublimes, y dignas criaturas º
LIB R. O III. 3rg
» ¿ Que ser se atreverá, con su inocente
» Sangre á salvar al hombre delinquente?
»¿Habrá quien quiera, entre los inmortales,
» Morir, por redimir á los mortales?»
Esto dixo el Señor, y todo el mundo,
En el senado augusto, y numeroso,
De aquel terrible empeño receloso,
Se mantuvo en silencio el mas profundo.
Ninguno se atrevio á ser medianero
Del hombre, ni á mostrar el mas ligero
Intento de excusar su rebeldia,
Y mucho menos aun á aventurarse,
Por delitos agenos, á entregarse
Al castigo. La muerte ya tenia
Su presa asegurada, y asi hubiera
El humano linage perecido,
Sin duda alguna, por su mano fiera,
En el infernal seno sumergido,
Si un Salvador magnanimo, el glorioso
Hijo unico del Todopoderoso,
En cuyo pecho están depositadas
Todas las gracias, todas las sagradas,
Y puras llamas del amor divino, -

Al ver del hombre el misero destino, , , ,


No hubiera, de su eterno padre airado,
La venganza justísima aplacado.
3ao PA RAI so PER D ID o.
» Padre mio! le dixo, tu clemencia
» Ha dictado del hombre la sentencia;
» Ya perdonado está. Acaso la santa
» Gracia, precioso, y dulce don del Cielo,
» Que con alas de fuego se adelanta
» A prevenir el ruego, y el rendido
» Deseo mismo, apenas ha nacido,
» Que aun al que no lo pide, da consuelo,
» Podrá encontrar estorvo, que la impida
» Därle con su asistencia nueva vida ?
» Dichoso aquel, que sin esfuerzo hallarla
» Puede ¿ Mas como el hombre miserable,
» Que tu ley conociendo, la culpable
» Locura cometió de abandonarla,
» Muerto á la gracia, volverá á buscarla?
» ¿ Qual será el rico don, ó qual la pura
x Victima, que su crimen satisfaga,
» Y compre su perdon ? ¿ Una criatura, -

» Que no puede, por mas esfuerzos que haga,


» Pagar por si la deuda inconcebible,
» Que tiene á su Hacedor, como es posible
s» Que las agenas pague ? ¿Y que seria
» El precio, que á este fin ofreceria,
» Aun quando sin reserva presentara
» Quanto tiene, y su ser sacrificara ?
» El hombre pues jamas podrá pagarte;
Peor.
L I B R. O III, 32.

» Pero veme aqui pronto; yo he de darte


». Satisfaccion por el. Tomo con gusto
» Sobre mi su delito; y su sentencia
» Yo mismo sufriré. Daré mi vida,
» Por que quede la suya redimida:
» Sus ofensas son mias, y asi es justo,
» Que yo padezca solo la violencia
» De su infeliz, y merecida suerte.
» Me separaré pues, de tu presencia,
» Dexaré el Cielo, y salvaré muriendo,
» Esa obra de mi Padre. Que la muerte,
» Toda su rabia contra mi volviendo,
» En mi la sacie. Presto de ella dueño,
2) Sus funebres sepulcros victorioso
» Hollaré, y libre de su torpe sueño,
» Sus elados despojos arrancando,
» Y sus tristes cenizas avivando,
» Acabaré con su dominio odioso.
» De ti recibo siempre eterna vida,
» La humanidad á mi persona unida,
» Es lo unico que en mi podrá encontrarse;
» De que pueda la muerte apoderarse:
» Dispondrá de ella; pero satisfecha
» Esta deuda, acia ti vuelvo glorioso:
» No dexarás penar mi carne pura
» Por largo tiempo, en la prision estrecha
3az PA RAIS O PERDID O.
» Y corrompida, de la sepultura.
» Despues que intacto esté en su tenebroso
» Seno un momento, qual si su cautivo
» Fuese, volaré de el, brillante, y vivo,
» Arrebatando de aquel antro horrible,
» De una Deidad el cuerpo incorruptible.
» Tu misma, ó muerte! alcarro encadenada
» De mi triunfo, mi marcha victoriosa
» Has de seguir, tu muerte lamentando,
» Hasta que te haga caer precipitada
» Otra vez en la noche tenebrosa,
» De que lograste un tiempo libertarte,
» En el mundo habitando.
» Tus vanderas caerán, a la gloriosa
» Vista de mi benefico estandarte,
» Y romperé tu dardo envenenado,
» En tu corazon mismo atravesado.
» Dividirá tus merecidas penas,
» Cautivo como tu, y entre cadenas
» Arrastrado en mi triunfo, el orgulloso
» Angel rebelde, con el numeroso
» Sequito de los seres miserables y

» Que con su seduccion ha hecho culpables,


» Al paso que los Cielos, elevado
» Penetráre, de gloria coronado,
» Tu mismo ó padre mio! con amables
? Miradas, de tu trono dirigidas,
IL I B RO III. 323

» Completarás mi gloria, acompañando


» Con ellas por los aires, mi triunfante
»Marcha, mientras tu imperio dilatando
» Con mi victoria, adorarán rendidas,
» Tu poder y bondad, las redimidas
» Almas, y ensalzarán con incesante
» Himno gozoso, el mundo reparado;
» Cantarán el horrible luto eterno,
» Sobre tus enemigos derramado;
» Qual su presa infeliz soltó el infierno,
» Y como, hasta la muerte desarmada,
» Fue en su propio sepulcro sepultada.
» Los cautivos, que de el habré sacado,
» Mi triunfo seguirán, y con gozosos
» Ojos, en esos tuyos tan piadosos,
» El benigno perdon de su delito
» Verán, con letra celestial escrito.
» Huirá el terror de tu divina frente,
» Solo de dulce amor resplandeciente,
» De clemencia inefable,
» Y de una paz eterna inalterable.»
Acabó; pero el zelo que le inspira,
En su silencio mismo es eloqüente.
Su rostro un inmortal amor respira -

Para el hombre , que solo al amor tierno


Puede igualarse, de su Padre Eterno.
324 PA RAIS O PERDID O.
Que exprese pues su voluntad espera,
Para la obra benefica á que aspira;
Victima voluntaria, considera
Su sacrificio, y apresura ansioso
La epoca, en tanto que pasmada admira
La circunstante corte, el misterioso
Empeño. Vuelve el Padre la amorosa
Vista al hijo, y anuncia en sus divinos
Ojos, en que la dulce paz reposa,
De su hijo eterno el triunfo venturoso,
Y del mundo los prosperos destinos.
« i O tu, le dice, mi unica delicia,
» Sacrificio el mas grande, el mas augusto
» De todos quantos puedan ofrecerme,
» Capaz el solo de satisfacerme,
» Aun mas allá de lo que mi justicia
> Exige del exceso mas injusto ! -

» Tu sabes, que yo aprecio á los humanos,


» Como que son una obra de mis manos;
» Juzga quanto los amo, pues consiento,
» No obstante que mi ley han quebrantado,
» En que desciendas de tu eterno asiento,
» Y que á padecer vayas, ó hijo amado
» La pena que sobre ellos ha caido.
» Parte pues: dá á tu voto cumplimiento,
» Y de la forma humana revestido,
L I B R o III. 325.

» Vuelve al mundo la paz, que antes tenia:


» Vé á ser un hombre-Dios. Llegará el dia,
» Para todo viviente el mas plausible,
.» En que por un misterio inconcebible,
» Propio de mi bondad, el venturoso
». Seno de una muger, que juntamente
» Será virgen, y madre, á mi glorioso
» Hijo ha de dar á luz. Vé del humano
» Linageáserá un tiempo el Soberano,
» Y el nuevo Adán. Todo el seguramente;
» A no haber tu mediado, pereciera;
» En ti renacerá. Ya que el delito
» De los primeros padres, ha proscrito
» Sus descendientes, hasta la postrera
» Rama, quiero que su arbol corroido,
» Enxertandose en ti, restablecido
» Se vea en su verdor, y en su primera
» Robustez, con ventaxa conocida:
» Que el rio de la vida,
» Desde su origen mismo emponzoñado;
» En fuerza de tu merito inefable,
» Quede en lo porvenir purificado.
» El hombre, por ti vuelto á su nobleza,
» Vencedor de si mismo, la baxeza
» De todo amor mundano, y despreciable
» Desterrará prudente, Tu, adorado
3.6 PA RAI so PERDID o.
» En el Cielo serás; pero en la tierra
» Proscrito, haz al infierno cruda guerra,
» Con tu sangrienta muerte. Que interceda
» Por los reos mortales, el mas digno
» De su linage, el redentor benigno
» De ellos todos, el unico que pueda *,

» Mediar en su favor, victima pura,


» Cuyos tormentos voluntarios, sean
» Por el Cielo admirados. Asegura
» De tu piedad á todos los humanos:
» Hombre; rescata al hombre; que te vean
» Llenos de espanto, todos los vivientes,
» La muerte padecer por tus hermanos.
» Dios; perdona qual Dios, los delinqüentes;
» Será tu muerte causa de su vida,
» Tu sangre, precio de su justa pena;
» Asi reparador de la perdida
» Naturaleza humana, en justo duelo,
» Al infierno por ti vencerá el Cielo,
» Y al odio el dulce amor, que te enagena.
» El hombre de la envidia triste objeto,
» Como de compasion ó habrá pensado
» Jamas, á tan gran precio ser comprado?
» ¿El, á quien yo doté de un sano juicio,
» Que con todo dió oidos al proyecto
» De la infernal malicia, y antepuesta
LIB RO III. 327
» A mi ley sacra, su ilusion funesta,
» Me obliga á ese tan grande sacrificio ?
» Y tu, que por baxar al mortal suelo,
» El trono celestial, tan generoso
» Abandonas, jamas tengas recelo
» De envilecer con esto tu divino
» Origen: quanto mas esté eclipsado
» De tu naturaleza el magestuoso
» Resplandor, tanto mas será adorado.
» Lexos de mi, en la tierra peregrino
» Vivirás algun tiempo desterrado;
» Como hombre sufrirás, serás sensible,
» Como Dios vencerás, siempre impasible.
» Tu humillacion magnanima, bendita
» Será por todo el mundo en adelante,
» Pues que de mi hijo solo, la infinita
» Inefable bondad, fuera bastante,
» Para olvidar, por una criatura
» Humilde y desgraciada, su eminente
» Magestad, y mostrarla tal ternura:
» Solo de mi hijo la alma compasiva,
» Puede abrigar bondad tan excesiva:
» Será prueba evidente
» Tu misma obscuridad, de tu nobleza.
» Quanto sea mayor tu abatimiento,
» Añadirá mas brillo á tu grandeza,
328 P A R A ISO PERDID O.

» Y presto vuelto á tu celeste asiento,


» Tu humanidad, á tu deidad uhida,
» De tus humildes Angeles rodeada,
» Con himnos inmortales aplaudida
» Se verá, y á mi diestra sublimada:
» Dios, y hombre, hijo de Dios, y juntamente
» Del hombre, reinarás eternamente.
» Quiero que todo, hincada la rodilla, º
»Te adore humilde, y tiemble en tu presencia;
» Que lo que mas en el Empireo brilla,
» Y en quanto existe, Tronos, Serafines,
» Arcangeles, Virtudes, Querubines,
» Reyes, y Potestades, obediencia
» Y homenage te presten humillados.
» Todos los pueblos han de ser juzgados
» Por ti, su juez supremo establecido:
» Para esto, el universo estremeciendo,
» Baxarás á la tierra, quando el dia
» Temido llegue, al espantoso estruendo
» De truenos incesantes, precedido
» De tus Angeles todos, que la fria
» Ceniza de los hombres, reuniendo
» Con sus almas, al funebre sonido -

» De la trompeta, harán que al formidable


» Juicio, acuda su turba inumerable.
» Tu, por tus Querubines, conducido
L I B R. O III, 329

» En triunfo sobre el trono magestuoso,


» Terrible, espantarás con tus miradas,
» A las naciones á tus pies postradas.
» A tu señal con vuelo presuroso,
» Los Angeles, la atmosfera cortando;
» Acia los quatro terminos del mundo,
"» Los buenos, de los malos separando,
» Colocarán los buenos á tu diestra 3

» Y los malos á un tiempo, á tu siniestra.


» Todos, en el silencio mas profundo,
» Penderán de tu vista. Congregadas
» Ante tu tribunal todas las gentes,
» Vivos, y muertos, jovenes, y ancianos,
» De toda clase, y sexo, soberanos,
» Como vasallos, todas las pasadas
» Generaciones estarán presentes,
» Tremulas aguardando tu sentencia.
» Ninguno habrá exceptuado de la dura
» Convocacion: á la señal temida,
» La muerte soltará sin resistencia
». Su presa, y tu voz fuerte será oida,
» De los sepulcros en la noche obscura,
» Decidida la causa, los malvados
» Recobrará el infierno, y con candados,
» Sus cien puertas de bronce reforzadas,
» Quedarán para siempre condenadas.
33o PA RAISO PERDID O.

» Las llamas, todo el mundo devorando,


» Lo purificarán de las inmundas
» Heces, que en el la culpa ha producido:
» Mas, pronto nacerán de sus fecundas
» Cenizas, otros orbes, que brillando
» Mas puros, que los que hayan perecido,
» Sirvan de habitation al escogido
» Pueblo, que con tus penas has salvado.
» Alli, baxo de un cielo no nublado,
» Llenos de gozo, en el tranquilo puerto,
» Olvidarán las fieras tempestades,
» Los trabajos horribles del desierto
» Arido por donde han peregrinado.
» Alli, colmados de felicidades
» Eternas, cogeran los deliciosos
» Frutos de los jardines venturosos
» Del Cielo; un dia de oro cada dia
» Será, de dulce paz, y de alegria:
» Dios será todo en todos: el desmayo,
» La inquietud, ni el temor, alli morada
» No hallarán, y tu colera aplacada,
» Hará que caiga de tu diestra el rayo.
» Vosotros pues, espiritus leales,
» Postráos á los pies de un Dios, que muere
» Benigno, por salvar á los mortales,
» Y cada qual se esmere,
T, I B RO TII. 331

» En igualar en todas ocasiones


» El hijo, al Padre, en las adoraciones.» (3)
Dixo, y retumbó el Cielo, enagenado
De gozo, con aplausos tan ruidosos,
Como los movimientos tumultuosos
De las olas del mar alborotado,
Y á un tiempo dulces, qual la melodia
De un concierto de voces, arreglado
Con el mayor esmero á la harmonia.
Las voces, los acentos, los hosannas,
Resuenan por las bovedas lexanas
De los vastos palacios celestiales:
Todos de amor deliran, y alegria;
En el respeto, y en el pasmo iguales,
Todos se postran con humilde frente,
Ante aquel doble trono, en que eminente
Reside el Padre, con el hijo al canto,
A sus pies deponiendo sus coronas,
En que al oro, con arte primoroso,
Brilla inmortal, reunido el amaranto.
Bello amaranto, tu, planta escogida,
Que ahora nos abandonas,
Delicia del Eden en su frondoso
Jardin, cerca del arbol de la vida
Crecias. Eva, tus hermosas flores,
En su rostro imitando sus colores,
332 º A R A ISO PERDID O.

En el tiempo cogió de su inocencia.


La inocencia ofendida
Huyó, y con ella desapareciste.
El Cielo en que naciste,
Su alto don recobró con diligencia.
Vuelto á tu cuna, con tu fresca sombra
La fuente de la vida, te complaces
En ocultar, creciendo en sus riberas;
Con placer tambien haces
Brotar tus flores, en la verde alfombra
De las orillas, que con sus ligeras
Y cristalinas aguas, caudaloso,
El rio de delicias atraviesa;
De correr por los Cielos nunca cesa;
Con su puro cristal espirituoso,
Las eliseas flores renovando,
Y todos los contornos perfumando.
Con ellas los celestes habitantes,
Texen guirnaldas nunca marchitadas;
Con las quales sus frentes rutilantes,
Se vén de nuevos brillos hermoseadas:
Tambien el amaranto, corre el suelo,
Que ocupa el vasto giro -

De las sobervias bovedas del Cielo,


Y de aquel vasto mar de oro, y safiro ,
Varia los colores inmortales,
LIBRO III. 333

Ostentando sus rosas virginales.


Mas ya, aquellos obsequios concluidos,
Vuelven los Serafínes, encendidos
En vivo amor, á coronar sus frentes:
Ya las liras, y citaras pendientes,
Qual carcáx de sus hombros, descolgando,
Por las tremulas cuerdas resbalando,
Sus sabios dedos prueban, con sonoro,
Dulce preludio, aquella melodia,
Que enagena los Cielos de alegria.
Todos cantan; las voces, é instrumentos;
Nada discorda en el celeste coro,
Las mas pequeñas notas, los acentos:
Donde hay paz, alli habita la harmonia.
¡ A ti primero, ó Padre omnipotente,
Inmutable, infinito, inconcebible !
A tien tus mismas luces invisible,
Y eterno, de quien todo está pendiente,
Ensalza de sus himnos la excelencia;
A ti cantan: « O autor de la existencia,
» Rey terrible, de nubes circundado!
» Los rayos de tu luz activa y pura,
» Penetran, quando quieres, su espesura;
». Y el trono de oro muestran elevado,
» En que resides, cuyos resplandores
» Nos ocultan tu rostro, y nos deslumbran,
334 PA RAIs O PERDID o.
» Al paso que en las sombras nos alumbran.
» El Angel mismo con sus perspicaces
» Ojos se ciega, y lleno de terrores,
» Los parpados cerrando, á sus vivaces
» Rayos, no puede estár en tal apuro,
» Sobre sus alas tremulas seguro.
» Hosanna, al Dios inmenso eterno, y santo!»
Asi concluye aquel celeste canto,
Que á ti despues dirigen «¡ ó divino
» Hijo, del Padre Todopoderoso,
» Que en tu semblante brilla, hecho visible
» A ti, por quien el orbe fue criado,
» Que terrible abatistes el ferino
» Orgullo del infierno tenebroso,
» Con audacia increible,
» Contra tu eterno Padre conjurado.
» No ahorrastes en aquel sangriento dia
» Sus formidables rayos, ni su espada
» Divina, por su colera afilada,
»Ni sus flechas de fuego. Estremecia
» Las llanuras del Cielo el movimiento
» Rapido de su carro fulminante,
» Que tu, sereno, desde su alto asiento
» Governabas, al paso, que aun distante,
» El enemigo huía consternado, -

» Qual niebla áimpulso del furioso viento.


LIB R. O III. 335

» O Verbo, de tu padre amor, y gloria!


» Con que triunfo, á tu vuelta, tuvictoria
» Se celebró en el Cielo! Con tu airado
» Brazo, en el Angel fiero rebelado,
» Sus injurias vengaste,
» Y al hombre del perdon aseguraste. -

» Tu mismo, ó Dios, ó padre omnipotente


» A tu amor le volvistes indulgente.
» Tu hijo, tu hijo piadoso, tu justicia
» Satisfizo, burlando la codicia
» De sangre, que al inmundo
» Exército infernal atraxo al mundo.
» Al delito del hombre vergonzoso,
» Tu poder ofendido
» Dudó entre la piedad ,
y la venganza;
» Hizo caèr bien pronto la balanza
» A favor del culpado, tu piadoso
» Hijo, hablando por el compadecido.
» Tu grandeza una victima pedia,
»¿Y habrá otra igualá la que te ofrecia?
» Un Dios rescata al hombre! Con sublime
» Bondad, por el ensangrentado gime,
» La tierra consolando, -

»La ira del Cielo en dulce amor trocando.


» O piedad sin exemplo, á que se inclina
» Pasmado, con respeto el mas profundo, -
336 P A RAISO PERDID O.
» El universo! Sola la divina
» Naturaleza puede poseerte.
» Jamas podrá explicar, el mas facundo
» Espiritu celeste, tu grandeza, ,
». Ni llegar claramente á conocerte.
» ¡Salve ó verbo de Dios, cuya termeza
» Salvó á los hombres. De las harpas de oro,
» Y de las liras al compas sonoro,
» Un himno interminable cantarémos:
» En los eternos siglos, que habitemos
» Este divino templo venturoso,
» Al Hijo, como al Padre, ensalzarémos.
» El Cielo todo aplaudira gozoso,
» Y jamas vuestros nombres adorados,
» Serán en nuestros cantos separados. »
Asi de la luz pura en las moradas,
Se pasaban las horas encantadas.
Lexos de alli sobre la esfera inmensa,
Que de boveda sirve á nuestro mundo,
Y sus brillantes astros, de la densa
Noche del Cahos, solida separa, .
Satanás fatigado el vuelo para.
Dando de alli una ojeada á lo profundo,
Como si fuera un globo reducido,
Divisa nuestro mundo obscurecido.
El, de una espesa atmosfera rodeado, S
e
"Lr B R o III. 337
Se halla en un continente dilatado
Sin fin, sombrio, inculto, y silencioso,
Que amenazan de cerca, asi la obscura
Noche, como el estruendo proceloso
Del Cahos. A lo lexos la ribera
Del orbe remotisimo, una pura
Luz despide, mas solo una ligera
Vislumbre llega, á aquellas apartadas
Regiones, por las sombras ocupadas.
De aquel vasto desierto, que es frontera
Del Cahos, en que riñen furibundos
Los vientos, y abrasados torbellinos
De negras llamas, con los remolinos
De aguas inmensas por alli esparcidas,
Registra Satanás los infecundos
Espacios. Asi el buitre, que ha nacido
En las rocas erguidas s

De Imatis, sierra que una impenetrable


Barrera opone, al Tartaro bandido,
Con sus puntas de hielo endurecido,
Huyendo su aridez intolerable,
Parte voráz, buscando los ganados,
Que del Hidaspes los floridos prados
Pingües habitan, ó el supersticioso
Cristal beben, del Ganges caudalóso :
Desfallecido de su largo vuelo,
2X
338 PA RA ISO PERDI Do.
Descansa sobre algun arido suelo,
De Sericana en la desierta arena,
En la llanura inmensa, en que sin pena
El habitante diestro, el soplo fiero
Del viento aprovechando, con tendidas .
Velas, hace que vuele su ligero
Carro, y se dude si en el mar undoso
Va vogando, ó si rueda presuroso y
En movibles arenas extendidas.
Tal Satanás descansa, y al instante,
Por aquel yermo se encamina errante.
Va, viene, corre, vuela, ya baxando,
Ya subiendo, buscando -

Su presa con ojeada penetrante.


Un inmenso vacio se desplega
Por todas partes á su vista ansiosa; • .

Ni un ser viviente, ni la menor cosa


Inanimada, en el á encontrar llega.
No obstante, un nuevo mundo se ha formado (4)
En su extension, despues de que extraviádo
El hombre por su loco orgullo ha sido.
Allá, entre el aire vano despedido
De nuestra esfera, suben los deseos
Quimericos, los sueños engañosos,
Qual ligeros vapores, con los feos
Y raros monstruos, que la fantasia
T, IBR O. III. 336
Se entretiene en formar, en los ociosos
Ratos, y quanto la naturaleza
A luz produce, quando se extravia;
Toda obra insubsistente, todo objeto
Caprichoso, ridiculo, incompleto,
Allá qual niebla leve se endereza;
Los que en la vida actual, ó en la futura,
Han soñado en alguna imaginaria
Felicidad a la razon contraria;
Aquellos, que cediendo á la locura
De un falso zelo, por algun famoso .
Nombre engañados, ciegos abrazaron
Sus sistemas, sin ver si verdaderos
Eran, y á exemplo suyo deliraron;
Los que, por un error menos dañoso,
De los aplausos vanos, pasageros
Se alimentaron, que el hazar dispensa;
Vanos, alli su vana recompensa
Vuelven á hallar, sus necias diversiones,
Sus proyectos, y locas invenciones.
Tambien teneis alli vuestra morada,
Vosotros orgullosos, que elevasteis
En Senaár la torre celebrada,
Con que espantar al Cielo imaginasteis;
De impotente sobervia empresa osada,
Si algun ser real, alli posible fuera ,
s4o PA RAISO PERDID O.
Naciese, su ridicula mania
Fabricar otras mil intentaria:
Tambien están alli los insensatos,
Que á una falsa esperanza lisongera
Cediendo, y agotando sus conatos,
De una frivola ciencia en la quimera,
La vida consumieron, s - •

O de un vano saber martires fueron ;


El loco entre ellos, que del Mongibelo
Se sumergió en el crater espantoso,
De saber sus secretos deseoso, º
Y murió en su abrasado, y hondo suelo;
Y tu igualmente, que à Platón oyendo,
Sus Cielos á buscar fuiste corriendo,
Y la vida perdiste por curioso.
No lexos moran, los que en su fecundo
Cérebro, cada dia un nuevo mundo
En idea construyen, mas perfecto;
Llegan apenas á llevar á efecto
Las lineas primeras de aquella obra,
Quando á un soplo del viento, es destruido
El fragil edificio, y convertido
En polvo, que la atmosfera recobra;
Pero pronto, empeñandose obstinados,
En seguir el proyecto imaginario,
Su infatigable orgullo temerario,
LIB RO III. 34,
Sobre los planes mismos arruinados,
Otros levanta igualmente infundados.
Asi el insecto, que sus redes tiende
Agil, para buscar su subsistencia,
De aquella fragil descompuesta trama,
Los hilos rotos, nuevamente extiende.
. Envanecidos con su hinchada ciencia,
Los eruditos locos, por su parte,
Quando mas su saber grita la fama,
A mil esfuerzos vanos todo su arte
Vén reducido, y que de ruina en ruina,
Su corto ingenio sin cesar camina;
Mas con todo, jamas se desengañan,
Y que no los adore el mundo extrañan.
Este humo vano es digna recompensa,
Del que de si con tal orgullo piensa.
Otro, llevado de esperanza avara,
De los bienes que el Cielo le depara,
No haciendo cuenta, triste y consumido,
Al lado de un crisol, sin cesar vela,
Y de sus privaciones se consuela,
Hallar creyendo aquel desconocido
Secreto, de volver el plomo en oro,
Y hacerse dueño del mayor tesoro:
Mas, mientras su esperanza alegre crece,
Ye gimiendo, que en humo convertido,
34, PA RAIs o PERDID o.
El perfido metal desaparece.
Hay tambien otros locos, que alli ostentan
Un ambicioso luxo: trasladados
Con ellos sus jardines deliciosos,
Sus palacios de jaspe primorosos,
Vivir felices cuentan,
Mas, les sucede que por todos lados,
Por que lo quiere asi la providencia,
De un funebre desierto estan cercados,
En que el silencio mas profundo habita:
Baxo sus techos de oro la alegria,
Acompañada de la complacencia,
En vano introducirse solicita;
El desprecio, y olvido, noche y dia, º
Hacen en el umbral guardia severa;
La Deidad de cien bocas habladora,
Para ellos solos tiene su sonora s

Trompeta ociosa, y al pasar ligera,


Sus ojos cierra, para no ver cosa,
Que excitar pueda su atencion curiosa.
Bien pronto en sus magnificas moradas
Los persigue el fastidio, y la tristeza;
Sin testigos, les cansa su grandeza,
Y lloran sus delicias ignoradas. º

A lo menos aspiran á la gloria


De eternizar sus nombres; mas gravados
LIB R. O II. 843
En la arena, al momento están borrados,
Y los vientos se llevan su memoria.
En registrarlo todo se embebece
El Angel infernal, quando aparece
A su vista en las sombras, el dudoso
Timido resplandor, que en la lexana
Esfera, dá principio á la mañana;
Acia su claro origen vuela ansioso:
Presto á la luz de la rosada aurora,
Las infinitas, y brillantes gradas
Nota, de la magnifica escalera,
Que sube á los palacios celestiales.
Un portico sobervio la decora
En lo alto, por el qual las mas nombradas
Obras del regio luxo, si se hiciera
Su cotexo, á pesar que con parciales
Ojos se viesen, fueran eclipsadas.
Todo él despide llamas, con brillantes
Preciosisimas piedras adornado;
Sobresalen el oro, y los diamantes;
Ningun pincel dar puede un adequado
Bosquexo, de su augusta arquitectura.
Menos luciente aun, hasta la altura
Del Cielo, á vista de Jacob subia,
La escala misteriosa, que lo unia
Con nuestra tierra, en su admirable sueño,
344 PA RAIS O PER DID O.
Quando del trono de su eterno dueño
Ir, y venir los Angeles veía,
Y vuelto del letargo milagroso,
Profetizó, exclamando con gozoso
Rostro: « al traves de los mortales velos,
» Veo abiertas las puertas de los Cielos ».
Mas, la escalera, que el Arcangel mira,
A la boveda eterna se retira,
Y de su alcance al fin desaparece.
Un mar de claridad de nacar puro,
Y de liquida plata se le ofrece
A la vista, en vez de ella, que movible,
Ondas rueda de luz incorruptible. -

Aquel mar refulgente, es el seguro


Feliz asilo, adonde, desde luego
Que mueren los felices escogidos,
En angelicos brazos conducidos
Son, ó en un carro rapido de fuego:
A esto, con toda su magnificencia,
La escalera baxó resplandeciente
De nuevo, ó por burlar al enemigo,
Que asomaba, ó por dará su insolencia
Mas severo castigo,
Haciendole sentir mas vivamente
De su perdída dicha la amargura.
Del portico sobervio en derechura .
T, I B RO III. 345
Al risueño jardin, en que vivia -

En dulce paz el hombre venturoso,


Al Eden , un camino conducia 2
Y desde alli, del mundo á lo restante.
Excedia el camino, en lo espacioso,
A la via sagrada,
Por Dios á sus ministros preparada,
Para que de su trono, al fulminante
Santo monte de. Sinay descendieran,
Por la que al pueblo de Israel, ligeros,
Enviaba, sus alados mensageros,
A fin de que sus ordenes le dieran:
Por ella desde el Cielo, Dios miraba
Con placer, y hasta el Nilo contemplaba,
Qual por la fertil tierra se extendia
. Aquel pueblo querido,
Del septentrion al sud establecido.
Acia otra parte, no menos se abria
4.
Aquel camino largo, y luminoso,
. En donde puso el Todopoderoso
Con propia mano, los intransitables
Terminos á las sombras tenebrosas,
Qual las costas del mar incontrastables,
Por cotos á sus ondas procelosas.
Al pie de la escalera,
Mas que nunca admirado se detiene
346 PA RAISO PERDIDO.
Satanás, y subido en la primera
Grada, recorre ansioso la extendida
Sobervia escena, que á la vista tiene,
Yve en la inmensidad la inesperada
Pompa del universo, reunida
En sola una mirada.
Asi el escucha diestro, que en la obscura
Noche, su oficio cumple peligroso,
Acechando camina recelosq;
Llegado, al huir las sombras, á la altura
De algun monte encumbrado,
Que alumbra ya el fulgor de la mañana,
Pára, contempla, abarca una lexana
Inmensidad de tierras admirado,
Para el desconocidas, en las quales,
Entre varias cuidades derramadas
Cerca, y lexos, dominan levantadas
De una Corte las torres imperiales.
Tal Satanás el mundo contemplaba,
Y, aunque el Cielo habia visto, lo envidiaba.
Devora su interior un vil despecho,
Al pensar en las manos, que lo han hecho.
Aun mucho mas allá del alto asiento,
Por las nocturnas sombras dominado,
Descubre un firmamento,
Extendido sin termino, poblado
LIB Ro III. . 347
De mundos estrellados, y curioso
Los recorre uno á uno, desde el punto
Del Zodiaco remoto y luminoso,
En que la justa Astrea con su libra,
Los dias con las noches equilibra,
Hasta aquellas esferas, que el conjunto
Forman del refulgente vellocino
De Aries, que al lado opuesto la hace frente,
Y mucho mas allá del peregrino
Cielo, en que el mar Athlantico termina,
Cargado con Andromeda camina.
Enfin, entrambos Polos totalmente,
Con la vista abrazando,
Registra todo el orbe, y de repente
Se precipita rapido, volando,
Dentro de su recinto magestuoso,
Cuya belleza, al paso que le hechiza,
Para su envidia es un objeto odioso.
Sobre las alas placido nadando,
Por sus azules ondas se desliza,
Entre esferas sin numero pasando,
Que desde donde el viene, en los profundos
Aires, parecen astros, y son mundos,
O tal vez islas, como el deleitable
Jardin de las Hesperides, que lleno
De flores, y de frutas, en el seno
348 PA RAIS o PERD rD o.
Se alzaba del oceano espantable.
Quizá tambien aquellas aisladas
Esferas, contendrán sus verdes prados,
Sus florídas llanuras cultivadas,
Sus frescos valles, sus enmarañadas,
Sombrias selvas, y sus cristalinas,
Fuentes, que las recorran peregrinas,
Las ve, las examina ; mas no excita
En el ninguna de ellas, el curioso
Deseo de saber, que pueblo habita
Feliz, en su recinto venturoso.
Entre tantos objetos al sol mira,
Que en resplandor, á la celeste esfera,
La igualdad casi disputar pudiera,
Y su belleza, que encantado admira,
Exceder la del mundo le parece.
Acia el vuela, de cerca deseando
Contemplar su explendor: su pasmo crece,
Quando ademas de su magnificencia,
Nota, que varios mundos, de su influencia
Penden, y en su contorno circulando,
A distancias diversas, como Reyes
Vasallos de otro Rey mas poderoso,
Cada uno observa sus severas leyes
Y su orbita completa respetuoso, -

Años, meses, y dias, reduciendo



-
T, I B RO III. 349
A su marcha, que exacto va siguiendo.
Al paso que aquel astro magestuoso
Desde su trono á todos los atrae
Con magnetico influxo, ó los despide
De si, segun la utilidad lo pide,
En torrentes su luz sobre ellos cae,
Yá cada qual, con un calor fecunda
Proporcionado á su naturaleza.
Su movimiento mismo es procedente
De su espiritu etéreo, que inunda
Sin cesar cada esfera dependiente
De su sistema, y cuya sutileza,
Y fuerza, no hallan cuerpo impenetrable
A su influxo vital, y saludable.
Mas, Satanás ya huella aquel brillante º
Astro, y nunca una mancha semejante,
Los ojos en su disco descubrieron:
Con gran placer, los del Demonio, vieron
Aquel inmenso globo fulminante.
La materia preciosa que formaba
Aquel cuerpo, en la tierra no se hallaba.
Si el hombre la compara á los metales
Mas finos, dirá que es un mar de plata,
Un oceano de oro el mas luciente;
Si con las piedras mas preciosas trata
De cotexarla, bien que desiguales *.
35o PA RAISO PERDID O.

En la belleza, de Carbunclo ardiente,


De Rubi, y de Topacio, se diria,
Que el encendido mar se componia,
O de las piedras todas, con que tanto,
De Jehová el eterno nombre santo,
Quando encima del pecho lo llevava
El sumo sacerdote Aarón, brillaba.
No la iguala con mucho en la hermosura,
Quando en nuestra codicia deliramos,
La rica piedra, que se nos figura
Encontrar, con la qual en oro puro,
El metal se convierta mas impuro;
Piedra que ansiosos sin cesar buscamos,
Sin hallarla; secreto, que por parte
De algun hazar, quizá será encontrado
En lo futuro, y en que hasta áhora el arte,
En vano sus esfuerzos ha agotado;
El arte, que fixando la substancia
Movible del Mercurio, ha sugetado
A sus leyes su indocilinconstancia,
Que ha buscado del mar en las arenas,
A este nuevo Proteo,
Lo ha encontrado, y conforme á su deseo,
Diestro, le ha puesto al fin en sus cadenas,
Asi el hombre en las artes industrioso,
Hace aun al mundo mas maravilloso.
LI BR o III. 35 r

¿ Admirarémos pues, que en la carrera,


Con que fecunda el sol la vasta esfera,
Vertiendo de sus fuegos el tesoro,
Ondas de plata ruede, y rios de oro,
Quando, aunque de el estemos tan distantes,
Su influxo en nuestro globo, del impuro
Y blando material del cieno obscuro,
Sabe formar rubies, y diamantes;
En el crisol oculto de la tierra,
En que penetra, y su calor encierra,
Metales producir, y de las flores,
Componer los balsamicos olores?
i Vanos tesoros, si se compararen
Con el que los produce, aun reunidos
A los que otras esferas presentaren,
De las que anima con sus encendidos
Fuegos ! No obstante toda la belleza,
Que el arte añade á la naturaleza,
Un rayo solo de su lumbre pura,
A eclipsar bastaria su hermosura.
Satanás vé la escena prodigiosa,
Sin deslumbrarse, y toda la espaciosa,
Y nueva inmensidad, desde la altura
En que se halla, registra con atento
Cuidado, envuelto entre los resplandores
Del sol, entre las ondas transparentes,
352 PA RAIS o PERDID o.
Matizadas de mil vivos colores,
Que vá esparciendo, mientras por el viento,
Rodando diligentes
Los demas orbes, cada uno camina
Con rapida presteza -

En torno de el. Asi en aquel instante


El Angel de la noche, con brillante
Agena luz, parece que domina º
De una mirada la naturaleza.
Divisa en esto al Angel luminoso,
Que san Juan vió despues sobre el fogoso
Astro, al que entonces, cerca de el parado,
Vuelto de espaldas, mira embelesado,
En el su viva imagen conociendo.
Satanás ver su rostro no podia,
Mas toda la belleza distinguiendo
De su celeste porte, conocia
Que era un ser importante. Alas hermosas,
En que compite el nacar con las rosas,
Le están sobre los aires sosteniendo.
Un diadema brillante, entretexido
De los rayos mas puros, que ha elegido,
Del sol uno á uno, ciñe su cabeza:.
Su cuerpo, al alabastro en la blancura
Excede, y acrecientan la belleza
De su celeste, y placida figura,
Los
L I B R. O III, 353

Los cabellos en bucles descendiendo


Sobre el, y como el oro reluciendo.
Pensativo medita, y silencioso,
Sobre el orden del mundo milagroso.
Lleno de astucia Satanás espera
Conseguir engañarle
Con falsas apariencias, de manera,
Que le de las noticias, que águiarle
Son necesarias, hasta el encantado
Jardin, en que termina su arriesgado
Viage, y en que nacieron nuestros males.
Oculta cuidadoso las señales,
Que pueden descubrirle, y disfrazado
Con todo el arte, á fuerza de impostura,
Toma de un Angel bueno la figura;
Pero de un Angel de segunda clase,
Para que su ocio menos extrañase.
De una celeste juventud la aurora
Brilla en sus ojos, y su cuerpo airoso
Reviste de una gracia encantadora:
Corona el oro su agradable frente:
Al arbitrio del viento, su rizado
Cabello ondea sobre el cuello hermoso:
Los colores del Iris suavemente,
De oro, de azul, de verde, y encarnado
Relumbran en sus alas: el agrado
23
-

354 PA RAIS O PERDID o.


De su gesto, su porte, su belleza,
De un Angel manifiestan la pureza;
Y anuncia un caminante su vestido,
A su cuerpo con purpura ceñido:
Lleva de plata una flexible vara:
Su andar es noble, como lo es su cara:
Llega: sin verle el Querubin le siente,
Y acia el se vuelve magestuosamente.
Satanás reconoce en el semblante
A Uriel, al mismo que el Señor honrraba
En sus tiempos, con mas de un importante
Encargo, y que glorioso se contaba,
Como uno de los siete Serafínes,
Que están siempre delante
De su alto trono, de su pensamiento
Observando el mas leve movimiento,
Para volar á los remotos fines
Del universo, quando lo requiere
Su voluntad sagrada. o
La menor seña, la menor ojeada
Basta, para que sepan lo que quiere,
Y rapidos del alto firmamento,
Dexando atrás, del aire las ligeras
Corrientes, ó del mar las ondas fieras,
Se arrojan á este mundo en un momento,
A intimar sus decretos soberanos J.
LIB Ro III. 355
Su sacra voluntad á los humanos.
«¡O Querubin le dice reverente
» Satanás, te conozco; Uriel te llamas;
» Sé que uno de los siete mensageros
» Eres de nuestro Dios; que justamente
» Su favor logras, entre los primeros
» Cortesanos celestes: que proclamas
». Sus leyes, y prodigios de orden suya,
» Y aun quizá fiado en la prudencia tuya,
» A este globo remoto, y encendido,
» Como su embaxador, te ha dirigido:
» Yo por mi parte, soy solo un curioso
» Viagero, de instruirme deseoso,
» Y saciar mis sencillas
x Ansias, de ver las grandes maravillas
» De Dios, y entre ellas, la que mas excita
» Mianhelo, esto es el hombre, esa apreciable
» Produccion , su criatura favorita,
» Para quien ha formado esa admirable
» Boveda de los Cielos azulada.
» Por esto solo dexo la morada
» Del Empireo, y me ves por aquierrante.
» Guia mis pasos pues, ó tu, glorioso
» Querubin porque ignoro la carrera,
» Que deberé seguir de aqui adelante,
x Para acertar; entre ese numeroso
356 P AR A ISO PERDID O
» Exercito de mundos, con la esfera,
» En que habita ese Ser tan venturoso.
» Para evitar qualquiera contratiempo,
» Dignate detallarmela, y á un tiempo
» Decirme, si es perpetua la morada
» Del hombre en aquel orbe, ó destinado
» Está á vivir alguna temporada
» En el, y á otros despues ser trasladado
» Por su turno. ¡Que yo de su glorioso
» Criador los beneficios contemplando,
» Los cante, ó los admire silencioso! -

» Que su amor, en mi pecho rebosando,


» Haga que corresponda agradecido
» A tantos, como yo mismo he debido
». A su bondad! ¡Que su poder eterno -

» Admire yo en el hombre, como hasta ahora


» Lo he admirado en el cielo, que le adora,
» Y aun en el hondo infierno,
» Donde perpetuas llamas implacables
» Castigan á los Angeles culpables !
» Es de creer, que esta raza delinquente,
» Del cielo para siempre desterrada,
» Por el hombre inocente,
» Y su linage sea remplazada.
» Para nosotros, que gozo seria
» Ver, que el culto de Dios asi crecia
LIBRo III. 35z -

» Lo mexor dispondrá su providencia,


» Que une con la justicia la clemencia. »
Del Angel falso tal es el doloso
Lenguage. Con aquel sutíl engaño, -

A Uriel deslumbrar logra, y no es extraño;


Pues á excepcion del Todopoderoso
Nadie puede saber, lo que en la mente
Dc un espiritu pasa interiormente,
Y muchas veces la sabiduria
De Dios permite, que la hipocresía,
A la verdad hurtando sus colores,
Astuta, enrrede al mundo en sus errores;
Y aun quese meta, baxo el sacro manto
De la virtud, en el lugar mas santo.
¡Ah! ¡ En vano la prudencia se desvela,
Para impedir la entrada á sus horrores !
La sospecha, su cauta centinela,
A veces á su puerta adormecida, -
Confiada, el incesante riesgo olvida,
A la inocente sencillez entrega
Su guardia, y esta, á quien su bondad ciega;
Juzgando lo interior, por la apariencia,
En el oculto mal, vé la inocencia.
Tal es su suerte, y tal fué la del bueno
Uriel, aunque de juicio, y ciencia lleno;
Siendo mas perspicaz que otro qualquiera,
Entre los inmortales de su esfera,
358 PA RAI so P ERD ID o.
Con todo á Satánas, por su alma pura,
Midió: victima fue de su impostura,
Y afable contextó de esta manera.
«Puesto que el noble ardor aqui te guia,
» De ver, y de adorar las admirables
» Obras de Dios, jamas á tus laudables
» Deseos, ó Angel bello negaria
» Mi aprobacion, ni menos las noticias,
y

» Que desear pareces,


» Necesarias al logro de tu intento.
» Y quantas alabanzas no mereces
» Tu, que tan generoso, á las delicias
» Te has arrancado del celeste asiento,
» Solo para venírá estos lexanos
» Parages, á admirar los soberanos
» Atributos de Dios, en la grandeza,
» Que ha prodigado á la naturaleza,
» Y por tus ojos ver las maravillas,
« Que otros quizá, por no dexar sus sillas,
» Solo sabrán por relacion agena ! ..
» Y quan grande, y magnifica, quan buena
» Es la suma deidad, que ha derramado,
»En un desierto inmenso, esos distantes,
» Y nuevos mundos, esos rutilantes
» Sobervios astros ! ¿Quien ha numerado
» Hasta ahora, estos testigos de su gloria ?
L1 B RO IT 1. 359
» Quan dulce es verlos, y saber su historia!
» Como resalta su sabiduria
» Incomprehensible, en todos los objetos !
» La causa oculta, y muestra los efectos.
» De esto fui buen testigo en aquel dia,
» En que la masa informe, inmensa, y bruta,
» Del universo todo, en su presencia,
» Apareció á su voz. El cahos temblando
» La oye: el abismo cumple, aunque bramando
» Su orden: sola la noche, que aun enluta
» La masa, hace dudar de su existencia.
» Hayga luz dice Dios, y en el instante
» Todo queda nadando en luz flamante.
» De la confusion misma el orden sale:
» Cada elemento, el puesto, á el destinado,
» Aguarda apenas, que se le señale;
» Y al punto vá á ocuparlo apresurado:
». Segun su peso el aire, fuego, tierra,
» Y agua, en el que les toca, establecidos,
» Fixos, suspenden su implacable guerra.
». Su imperio cada qual tiene, y su oficio;
» Pero obedecer deben reunidos
» A la constante ley, que en beneficio
» Comun por el Criador se les ha impuesto.
» Partes de ellos, ya cerca, ya distantes,
» El universo forman: las restantes
» A establecerse fueron á otro puesto
36o PA RAISO PERDIDO.

» Remoto, y con un muro, que elevaron,


» Las bovedas del mundo aseguraron.
» ¿Ves aquellas llanuras azuladas,
» De los suaves rayos alumbradas
» De una palida luz, que no muy lexos
» De nosotros están? Pues ve ahi la tierra;
» Que al rededor del sol viene rodando,
» Y que de propia luz no disfrutando,
» Brilla á medias, de este astro á los reflexos;
x Pues de su redondez nunca destierra
» Totalmente la noche, y cada dia
x Mientras su media esfera está mirando
» Al sol, la otra mitad está sombria.
» Aquel punto, que ves alli luciente
» Cerca de ella, es la luna, (que este nombre
» Dan á esa esfera, tan propicia al hombre: )
» La que aunque tambien brilla con prestada
» Luz, la parte con ella diligente, -

» Y con su fulgor suave la consuela,


» Quando de la del sol la vé privada.
» Ella igualmente es la que se desvela,
» En darla de sus meses la medida,
» Variando por tres veces inconstante
» Su cara, ya creciente, ya menguante,
» Ya llena, y ciertos dias escondida
» En cada uno, hasta tanto que cobrada
«Toda su luz, de nuevo, con plateada
L I B R. O III. 36r

» Claridad, en las sombras resplandece,


» Y al dormido emisferio, dulce mece.
» ¿Mas ves aquel terreno reducido,
» Aunque fertil? Alli está establecido
» El hombre en un jardin, que cada dia,
» Con su cultivo, está mas deleitoso:
» Alli la dicha goza, y el reposo.
» Un camino inerrable allá te guia.
» Parte: no necesitas mi asistencia ;
» Otro deber exige mi presencia. »
Dice, y se va. En silencio, respetuoso,
Se inclina Satanás, guardando el fuero,
Que se debe á su clase. Con esmero
Se hace en los cielos esta diferencia
De rango; á cada qual exactamente
Se tributa el honor correspondiente;
Distincion justa, y util, que conserva
En el publico el orden, y preserva
De insubordinacion a todo estado,
Que entre sus sacras leyes la ha adoptado.
Mas ya Satanás rapido se alexa
Volando, y en el aire un surco dexa
De opaca luz, qual fiero torbellino,
A la tierra siguiendo su camino,
Y no para con la ansia, que le anima,
Hasta hollar del Nifátes la alta cima.
NOT A S

D EL TR A D U c T o R
AL LIBR o TERCERo.

/
r
(1) PAc. 3ro, v. 1. No hay un misterio, que haya
ocasionado mas cabilaciones al orgullo de el hombre,
que todo lo quiere penetrar, que este de la concordia
de la presciencia divina, con la libertad humana. Su
dificultad no nace, sino de la cortedad de nuestra in
teligencia, que en esta vida no nos permite conocer
los dos extremos, que se trata de reunir, pues que
no pudiendo formar mas que una idea imperfectisima
de lo que es Dios, y de lo que es nuestra alma misma,
es imposible que la tengamos, á no ser igualmente
imperfecta, de la Prescicracia divina, ni de nuestra
libertad. Pero si conociesemos, como acaecerá des
pues de nuestra muerte, ambas cosas, con la perfec
eion posible, lexos de encontrar dificultad en conci
liarlas, nos parecería su conexion, la mas clara, y
mas natural. Asi un hombre que no tiene idea alguna
de el arte de navegar, aunque sepa materialmente lo
que es un navio, y lo que son los vientos, que dando
en sus velas lo ponen en movimiento, si se le dice que
el hombre lo hace navegar con un mismo viento, acia
363 DEL TRADUCT o R.
donde quiere, y aun casi directameute contra el rumbo
ó direccion de este, halla una dificultad insuperable
en conciliar el impulso determinado de el viento, con
la oposicion de las direcciones de la nave, á que
communica su movimiento 3 pero en el instante en
que embarcado, se le muestra el mecanismo de el ti
mon, y de la disposicion de el velamen, concilia con
la mayor claridad ambas cosas, y le parece tan na
tural su conexion, que se admira de no haber caido
en ella

Nunca llegará el hombre á adquirir la sabiduria ver


dadera, de que es capaz en este mundo, si no co
mienza por humillarse, reconociendo la cortedad de sus
alcances, y que por consiguiente no debe decidir la
incertidumbre de una proposicion, precisamente por
que sea incomprehensible para el, antes si tenerla por
cierta, aunque no la comprenda, siempre que haya
por otro lado razones solidas, para creerla, mucho
mas si interviene la autoridad divina.
(2) Pag-318, v. 17. Asi como la tradicion general
de todas las naciones ha conservado. como he dicho
en el prologo de esta obra, la memoria de el pecado
original, y de que en fuerza de el, nacen los hombres
contagiados é inclinados al mal, asi tambien nos ha
transmitido el modo de aplacar el cielo irritado con
tra nosotros, tanto por aquella mancha con que nace
mos, como por los pecados personales, que son con
sequencias naturales de ella. El rito pues, observado por
todas las naciones, desde los tiempos mas remotos,
para este efecto, ha sido el de los sacrificios san
NOT A S 364
grientos de toda especie de animales, los mas utiles,
y necesarios al hombre. Rito por el qual han confe
sado solemne, y constantemente, que el hombre
nace pecador, merecedor de la muerte, y hecho ob
jeto de la ira de el cielo, al que no puede aplacar,
sino haciendo morir en su lugar, para expiacion, y
satisfaccion de sus culpas, otras victimas inocentes
de ellas; no siendo el capaz, como culpado, de ex
piarlas con su propia sangre. Esta practica tan antigua
como el genero humano, y extendida uniformemente
de un cabo á otro de el mundo, no puede haber te
nido otro origen, que el de la persuasion de dicha
verdad, debida á la tradicion de los primeros padres
de el linage humano; pues sin ella, por donde podia
ocurrir á todos los pueblos en general, que la muerte
de un animal util, é inocente, tubiese conexion con
el perdon de sus culpas heredadas, ó personales? No º

la hay en efecto, pues la sangre de los hombres, y de º

todos los animales juntos, no tiene proporcion alguna


con la ofensa hecha á un Dios infinito, á no ser que
se mires, somo fisºreº de el caerificio de una victima
de infinito precio, á saber, de el Verbo Divino huma
nado, sola victima digna de Dios, capaz de lavar las
culpas de todos los hombres, y adequeda, y propia,
para aplacar, y satisfacer la justicia divina. Esta ver
dad sirve de fundamento al discurso que pone Milton
en boca de el Padre Eterno, dirigido à su hijo, y sobre
el que recae esta nota.
(3) Pag. 2or, v. 17. Esta expresion de Milton, alude
á lo que dice san Pablo, hablando de Jesu Cristo (en
DEL TR AD UCTO R. 365

la epist. ad Hebreos, cap. 1, v. 6.), et cum iterum


introducit primogenitum in orbem terrae, dicit: et
adorent cum omnes Angeli Dei. Esto es, y quando
despues introduce a su primogenito en el orbe de la
tierra, dice: adorenle todos los Angeles de Dios.
Pero como las expresiones de Milton, aunque con
formes á esta sagrada autoridad, pueden dar motivo
á que algun lector ignorante, ó poco instruido en los
misterios de nuestra religion, se figure que el hijo de
Dios, en el modo de pensar de Milton, no fue reco
nocido, ni adorado como Dios por los Angeles, hasta
aquella epoca, y en fuerza de un decreto especial de
su Eterno Padre, error tan ageno de Milton, como de
qualquier catolico enterado de la doctrinada de la igle
sia; debo advertir al tal lector, que la adoracion
de el Verbo Divino, y de el Espritu santo, fueron
siempre imprescindibles para los Angeles, de la de
el Padre Eterno, pues que se les reveló desde el prin
cipio, la trinidad de sus personas, como la unidad
de su esencia, y que asi solo se trata en este pasage,
de que hablamos, de las adoraciones dadas por los An
geles á la humanidad de Jesu Cristo, que no habian de
comenzar, si no en la epoca de la encarnacion de el
Verbo Divino.

(4) Pag 338, v. 19. Este Lymbo, que puede lla


rmarse de la vanidad, es una ficcion, que aunque algo
extravagante, debe perdonarse á Milton, por la gracia
de las descripciones y pinturas, á que da motivo,
que contienen mucha moralidad.
FIN DE L T o M o PRIMER o,

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