Sergio Politoff Derecho Penal Con Mesura
Sergio Politoff Derecho Penal Con Mesura
Sergio Politoff Derecho Penal Con Mesura
"Buen jurista es el jurista con mala conciencia", escribió Gustav Radbruch. ¿Cómo
responder a la inquietud de la conciencia frente a la pérdida de credibilidad de los
fundamentos tradicionales de la legitimidad del sistema penal? El paradigma abolicionista,
aunque suscite reservas inspiradas en la necesidad de tutela de bienes esenciales, ha sido un
estímulo fructífero para buscar alternativas que, sin mengua de la seguridad de los
ciudadanos, supriman el costo social de una, a menudo, innecesaria estigmatización. Las
ideas de descriminalización, despenalización y mitigación se abren camino en la moderna
política criminal (un buen ejemplo son las recomendaciones del Consejo de Europa). No en
todas las circunstancias, sin embargo, la descriminalización puede valorarse positivamente:
hay países en que ella ocurre de manera regular cuando los poderosos no tienen interés en
proteger determinados bienes jurídicos. La descriminalización de facto del crimen
organizado, a través de la corrupción y la colusión con las autoridades no es un fenómeno
excepcional. Una ética de la responsabilidad (en el sentido Max Webber), que tome en
cuenta los resultados previsibles, en contextos diferentes, de la violencia formalizada del
Estado, se conforma con la legitimación provisional del sistema penal- que es también la
legitimación de sus garantías- en aquellos casos en que su retórica simbólica y su práctica
instrumental puedan servir todavía para proteger a los débiles contra la violencia privada y
favorezcan la vigencia y extensión de los derechos humanos. El sistema penal irá
reduciendo progresivamente su lúgubre prestigio secular en la medida en que se descubran
o inventen nuevas vías eficaces de tutela jurídica, que preserven la dignidad y derechos de
la persona. Así, hay que entender otra formulación de Radbruch: no se trata de lograr "un
mejor derecho penal", sino "algo mejor que el derecho penal".
Groot, Rousseau, Fichte), sea por la antigua ética cristiana (Julius Stahl, Pío XII), sea por la
filosofía clásica alemana (Kant, Hegel).
De ahí que Arthur Kaufmann declare que no es sólo la sociedad, sino el delincuente
mismo, quien tiene un derecho a la pena, a través de la cual recupera su libertad moral
perdida en razón de su culpa4.
"Buen jurista es el jurista con mala conciencia", escribe Gustav Radbruch 8. El buen
juez que no tome demasiado en serio la pedantería del discurso retribucionista no podría
satisfacer a su conciencia arrastrando a la cárcel a un paralítico (ya castigado por la
desgracia e incapacitado para ulteriores delitos) y seguramente hallaría alguna fórmula de
retórica jurídica para responder a su sentimiento de justicia. Ante el conductor imprudente
que, en la colisión con un árbol, ocasiona la muerte de su mujer y de sus hijos, ¿qué puede
añadir de razonable el derecho penal? ¿No es bastante, para calmar la manía retribucionista,
la poena naturalis con que el hechor se castigó a sí mismo? Es cierto que la renuncia a la
pena innecesaria no está prevista explícitamente en nuestra ley, pero, al fin y al cabo, ¿no
decía Aristóteles, en su Retórica, que "si la ley escrita perjudica nuestro caso, abiertamente
debemos acudir a la ley universal e insistir en su mayor equidad y justicia?"9.
pequeñas infracciones, como el hurto en las tiendas o las contravenciones del tránsito 14,
pero tal efecto se refiere más bien a los efectos desagradables de la posibilidad de ser
pillado (en muchos casos con sanciones puramente policial-administrativas).
En lo que respecta a la prevención especial son, sobre todo, los escasos resultados
prácticos que se logran alcanzar a través de las penas para la socialización o resocialización
o reinserción del delincuente (nothing works)18- comparados con el enorme efecto negativo
de la estigmatización del pequeño delincuente para su vida ulterior- lo que ha conducido al
completo descrédito de esa teoría19 y al desarrollo de alternativas a las penas privativas y
restrictivas de libertad. Se advierte en todos los países una cierta resignación frente al
"optimismo de la resocialización" que reinaba en el pasado20. En ese sentido, merecen
elogio las reformas introducidas por la Ley 18.216 a las condiciones de la remisión
condicional de la pena y la creación por esa ley de los regímenes de reclusión nocturna y de
libertad vigilada (semejante al sistema anglosajón de la probation), todo ello bajo la
inspiración del criminólogo Marco Aurelio González Berendique21.
Sergio Politoff Lifschitz
Hay, como es bien sabido, fórmulas más feroces para suprimir la "capacidad para
delinquir", como las proposiciones de algunos neolombrosianos que quieren la intervención
quirúrgica en la agilidad de la mano del ratero o la lobotomía para suprimir los impulsos
violentos o la castración de los violadores o las más recientes proposiciones de los
partidarios de las llamadas protective sentences que, sobre la base de un pronóstico de
peligrosidad, quieren que sean puestos fuera de circulación por un período substancial, en
el interés de la seguridad pública, individuos who are likely to cause further serious harm.
Entre aquellos de quienes se supone la probable comisión de graves hechos dañosos, se
cuentan, según Jean Floud, también los que representan un serio peligro para el Estado22.
Tales ideas -de completa ineficacia para garantizar la seguridad de los ciudadanos, cada vez
que se han aplicado, según-lo comprueba la dolorosa experiencia histórica- son
insoportables para el sentimiento de justicia e incompatibles con los derechos humanos, con
la dignidad de la persona y con el Estado de Derecho.
"Los juristas deben estar satisfechos cuando hallan una justificación para la
racionalidad y la necesidad de la pena"23. Una semejante postulación, que se escucha con
frecuencia, parte de la base que la amenaza penal y la imposición de la pena son fatales e
ineluctable s, para las cuales sólo cabe una justificación post hoc. Tal visión resulta cada
vez más anacrónica. En muchos países se trazan, en la actualidad, signos de interrogación
sobre el sistema penal como panacea que se entiende por sí mismo y se abren camino
tendencias hacia la descriminalización y la despenalización y hacia la mitigación del
sistema penal. El profesor sueco Hans Thornsted, profesor en Estocolmo, escribe: "La
criminalización es sólo admisible cuando aparezca inevitable"24.
LA DESCRIMINALIZACIÓN
2. una opinión distinta sobre el papel del Estado y/o sobre los derechos humanos
conduce a que el Estado no se inmiscuya en lo sucesivo respecto de cierto tipo de
conductas;
Derecho penal con mesura: una respuesta reduccionista a la mala conciencia del jurista
3. se concluye que, en ciertos casos, es mejor no hacer nada, (cuando el remedio sea
peor que el mal), aunque se reconozca la admisibilidad de la intervención del
Estado;
Tales ideas, que parecen actualmente muy novedosas, tienen en Holanda una
antigua tradición. Cuando se discutió el Código Penal holandés, sostuvo uno de sus
grandes inspiradores, el Ministro Moddermann, que sólo aquellos hechos estimados ilícitos
son merecedores de pena "respecto de los cuales la experiencia ha enseñado que (...) por
ningún otro medio pueden ser contenidos adecuadamente. La amenaza penal debe
permanecer como un ultimum remedium (...). Hay que evitar que la pena pueda convertirse
en un remedio peor que la enfermedad"26.
DESPENALIZACIÓN Y MITIGACIÓN
recurrir a una jurisdicción en que hay riesgo de costas e incertidumbre en los resultados.
Hay quienes proponen una combinación de la primera fase (policial) del proceso penal, con
el proceso civil para asegurar así las posibilidades de buen éxito para el que sigue esa vía27.
¿LEGALIDAD U OPORTUNIDAD?
del interés general"28. A diferencia del supuesto que sirve de base al principio de legalidad,
que considera -como pretendían los escritores alemanes- que el derecho es lückenlos
(completo, continuo, ininterrumpido), esto es, que aquello que no se puede construir
jurídicamente tampoco existe en la realidad, sostienen los partidarios del principio de
oportunidad que la antes aludida "diversidad de las situaciones de la vida social 'hace'
imposible prever todos los casos"29.
conductas perpetradas durante partidos de fútbol profesional y que, además de las penas
tradicionales, introduce las de inhabilitación para ser miembro de la directiva de un club y
de privación del derecho a asistir a futuros partidos. En casos menos graves esas sanciones
operan como penas alternativas de las privativas de libertad; para los menores se prevé
simplemente la prohibición de asistir a nuevos partidos, por un período determinado.
También puede citarse aquí la Ley sobre violencia intrafamiliar, aunque se trata, en rigor en
tales hipótesis, de hechos que -según las definiciones de la Ley 19.325 del 19 de agosto de
1994- no se puedan calificar de delitos, en el sentido del Código Penal. Está dispuesto un
procedimiento ante un tribunal civil, con la posibilidad de imponer determinadas penas,
entre las cuales están previstas la de asistencia a programas terapéuticos y la de efectuación
de trabajos al servicio de la comunidad. La supresión -en virtud de la Ley 19.413, publicada
en el Diario Oficial del 20 de septiembre del presente año, que crea la figura de la
receptación- de la inicua presunción de conocimiento de la procedencia de especies
hurtadas y robadas respecto del que "comercia habitualmente en la compra y venta de cosas
usadas" que contenía el inciso final del Artículo 454 del Código Penal constituye, además
de un progreso técnico, una medida mitigadora, en parte, de los excesos de la acción ciega
del aparato represivo (el crazy horse, para usar una expresión cara a los abolicionistas) que,
con frecuencia, alcanzaba a muchos comerciantes modestos de buena fe.
EL PARADIGMA ABOLICIONISTA
Entre las advertencias sensatas del Ministro Moddermann, antes citadas, de que la
pena no debe convertirse en un remedio peor que la enfermedad, y la llamada perspectiva
abolicionista de juristas como el escritor católico holandés Louk Hulsman31 y el
criminólogo noruego Nils Christie32, entre varios otros, hay una cierta continuidad lógica.
La crítica radical del sistema penal, por parte de los abolicionistas, conduce a una reducción
drástica de los medios tradicionales de la política criminal, en especial de la privación de
libertad. En la visión de Hulsman el abolicionismo es, sobre todo, una nueva manera de
comprender el sistema penal y, por ende, de ejercer influencia sobre él y dentro de él. El
abolicionismo no implica que, de una plumada, todas las cárceles se cierran y la legislación
penal se envía al museo de antigüedades. Lo que se propone es romper el universo cerrado
del derecho penal.
(ocuparse del caso no es ocuparse de lo que pasó en la realidad de la vida, sino ocuparse de
lo que está escrito en el expediente). Todo ello tiene como consecuencia que las
operaciones burocráticas del sistema penal (encerrar en las cárceles o amenazar con ello,
privar de bienes jurídicos, acarrear el estigma de condenado) tienen lugar bajo la protección
de un marco de referencia compuesto de palabras legitimadoras, tomadas del mundo de la
vida.
Las ideas abolicionistas han sido descalificadas por muchos como una nueva utopía.
Convengo, sin embargo, en la validez de las palabras del jurista belga Dupont: "No es
preciso estar de acuerdo con todas las formulaciones del abolicionismo ni suscribir, sin
reservas, todos sus objetivos de política criminal para reconocer que se trata de un
paradigma extremadamente fructífero para abordar problemas y soluciones fuera del campo
de mira tradicional"33. Por mi parte, pienso que las ideas de despenalizar y de
descriminalizar, de reducir el sufrimiento y la estigmatización inútiles deben servir de
fundamento para retirar competencia al sistema penal, sólo en la medida en que la opción
que se proponga para afrontar una determinada situación-problema signifique un avance en
la protección de la dignidad y de los derechos de la persona. La misión tutelar del Estado de
Derecho sobre bienes esenciales de los individuos, particularmente su vida, incolumidad
física y libertad, hará necesario el mantenimiento del sistema penal (no obstante las dudas
sobre su eficacia y legitimidad, inherentes a la "mala conciencia" del buen jurista) para
afrontar todos aquellos casos no abordables, por ahora, de otro modo. De esto se sigue -he
escrito antes34- que "no hay ninguna razón para que el Estado de Derecho desestime otras
vías de tutela jurídica que reemplacen a una a menudo innecesaria estigmatización".
DESCRIMINALIZACIÓN Y CORRUPCIÓN
En lo que concierne al injusto penal, pienso que éste debe interpretarse de una
manera objetiva, esto es, como dañosidad social (lesión o puesta en peligro de bienes
jurídicos) y no como "ruptura de la lealtad hacia la comunidad"36, una formulación que
tuvo su origen en la época nacional-socialista en Alemania y que -tal vez por el desinterés
de algunos juristas sobre los efectos prácticos de las teorías- ha ejercido evidente influencia
en la dogmática posterior (también en la doctrina penal de habla castellana) a partir de los
años 50. Para escritores como Welzel es la sola protección de los bienes jurídicos un
propósito meramente policial-preventivo. "Al derecho penal le interesa más la positiva
tendencia para actuar de los súbditos del derecho, que el resultado de una acción
singular"37, dice. Con frecuencia se acepta y repite -a mi juicio, sin percibir sus riesgos- la
postulación de que al derecho penal incumbe, en amparo de la comunidad, guiar a las
personas a que quieran cosas de contenido correcto (zu inhaltlich richtigem
Wollenanzuleiten38). Esas teorías trasladan, como se ve, el centro de gravedad del derecho
penal del amparo de bienes jurídicos, a la "comprobación de un ánimo conforme al
derecho" (Bewährung rechtlicher Gesinnung), lo que es concebible en un régimen
totalitario, pero no se concilia con una sociedad pluralista en un Estado de derecho.
Con razón observa Günther Spendel que si uno se queja de la hipertrofia del
derecho penal y quiere reducir su alcance a límites razonables, no puede a la vez reducir el
campo de aplicación de la impunidad exigiendo elementos subjetivos en las causales de
justificación. En tal caso, las miras de la voluntad "malévola" o "enemiga del derecho"
pasarían a tener la primacía sobre la exclusión objetiva de la punibilidad 39. Sigue siendo
valedera -a mi juicio- la resuelta afirmación de Von Hippel: "Si la acción es objetivamente
conforme a derecho, resulta básicamente indiferente por qué motivo o con qué finalidad
actuaba el hechor. Porque una acción conforme a derecho continúa siéndolo aunque
provenga de un ánimo antisocial"40. "El ordenamiento jurídico abandonaría la misión que le
está confiada de hacer posible la vida comunitaria -se lee también en el Tratado de
Rodríguez Devesa y Serrano Gómez- si hiciera depender su intervención, no del
comportamiento externo de los que están sometidos a él, sino de sus íntimas motivaciones:
dejaría de ser Derecho para convertirse en una Religión"41. Una interpretación de la
antijuridicidad con énfasis en la materialidad del daño social y no en la policía de los
pensamientos y que se sirva, además, de los criterios de proporcionalidad y de
Derecho penal con mesura: una respuesta reduccionista a la mala conciencia del jurista
Es claro que las consecuencias para la libertad serían mucho peores si las
alternativas para el sistema penal consistieran en un aparato de control social basado en un
modelo psiquiátrico, administrativo y "reeducativo", basado en la "peligrosidad" o en la
"antisocialidad" como se proponía, por ejemplo, por Filippo Gramatica43. Una estrategia
reduccionista debe basarse, no sólo en la eventual efectividad del control social, sino sobre
todo en la dignidad y los derechos del ser humano. El sistema penal irá reduciendo
progresivamente su lúgubre prestigio secular en la medida en que se descubran o inventen
nuevas vías eficaces de tutela jurídica de la sociedad, que preserven esa dignidad y
derechos. Así hay que entender la formulación de Gustav Radbruch: no se trata de lograr
"un mejor derecho penal", sino" algo mejor que el derecho penal"44.
NOTAS
1. MAURACH, Reinhan, Deutsches Strafrecht Allgemeiner Teil, Karlsruhe, 1971. p. 77.
5. KLUG, Ulrich, "Abschied von Kant y Hegel" en BAUMANN (director de la edición), Programm für ein
neues Strafgesetzbuch. Der Alternatlv-Entwurf der Strafrechtslehrer, Francfort del Mein, 1968.
7. WELZEL, Hans, Persönlichkeit und Schuld, Zeitschrift für die gesamte Strafrechtswissenschaft, tomo
61, 1941, pp. 428-475. Lo anterior sin considerar aquí la dimensión esquizofrénica de una teoría que exige la
expiación para un delito común de poca monta en una época en que el Estado criminal nazi perpetraba, de
manera sistemática, los más execrables crímenes masivos.
8. RADBRUCH, Gustav, Eine Feuerbach-gedenkrede sowie drei Aufsätze aus dem wissenschftlichen
Nachlass, Tubinga, 1952, pp. 24 y ss.
9. Cfr. ARISTOTLE, The art of rhetoric, Loeb Classical Library, 1967. Ver también W.N.A. Klever,
"Dialectisch syllogisme als structuur van juridisch denken" en Nederlands Tijdschrift voor Rechtsfllosofie
en Rechtstheorie, año 15, 1986, p. 42 y ss.
10. HASSEMER, Winfried, Fundamentos del Derecho Penal, traducción y notas de Francisco Muñoz
Conde y Luis Arroyo Zapatero, Barcelona, 1984, p. 380.
11. Véase sobre el concepto de "pubblico scandalo" y, en general, sobre el delito de incesto en ANTOLISEI,
Francesco, Manuale di Diritto Penale. Parte Speciale I, Milán, 1966, p. 343 y ss.
12. Me viene a la memoria la llamada "Ley del Oro" -un conjunto de disposiciones penales despachadas por
el Congreso Nacional en pocas horas para afrontar una crisis de divisas durante el gobierno de Jorge
Alessandri- en cuya virtud la compraventa de oro o de monedas extranjeras, sin determinadas autorizaciones,
era sancionada severamente. No pocas personas que intervinieron en la realización de transacciones, hasta el
día anterior legítimas, se vieron en prisión preventiva, como autores, cómplices o encubridores sin entender el
porqué.
14. Así, entre otros, HAZEWINKEL-SURINGA, D./ REMMELINK, J., Inleiding tot de studie van het
Nederlandse Strafrecht, Arnhem, 1994, p. 901.
15. FREUD, Sigmund, Totem und Tabu. Einige Überelnstirnmungen im Seelenleben der Wilden und
der Neurotiker, Leipzig, 1922.
16. STRENG, Franz, "Schuld ohne Freiheit? Der funktionale Schuldbegriff auf dem Prüfstand" en Zeitschrift
für die gesamte Strafrechtswissenschaft, N°101, Cuaderno 2, 1989, p. 282.
17. Ver POPITZ, H., "Über die Präventivwirkung des Nichtwissens? Dunkelziffer" en Norm und Strafe,
Tubinga, 1968.
19. Sin contar las razones de tipo doctrinal que impugnan la imposición forzada de valores en una sociedad
que se quiere pluralista. Recuérdese que, según Welzel en 1944, los valores que se debían inculcar a través de
la "fuerza formadora de moralidad del derecho penal eran: "Lealtad al pueblo, al Estado, a los líderes
(Führung), obediencia a la Autoridad, disposición para aceptar el deber militar". WELZEL, Hans, "Überden
substantiellen Begriff des Strafgesetzes" en Problemeder Straferneuerung. Eduard Kohlrausch, zum 70,
Geburstag dargebracht, Berlín, 1944, p. 118.
Derecho penal con mesura: una respuesta reduccionista a la mala conciencia del jurista
20. Ver, por ejemplo, HEINRICH JESCHEK, Hans, Lehrbuch des Strafrechts, Berlín, 1978, p.610.
21. Véase GONZÁLEZ BERENDIQUE, M.A., "Una proposición de legislar sobre alternativas a las penas
privativas o restrictivas de libertad" en Cuadernos de Criminología, mayo de 1944, p. 155 y ss.
22. FLOUD, Jean, "Dangerousness and criminal justice" en British Journal of Criminology, Vol. 22, N°3,
julio 1982, pp. 216 y ss.
23. ENGISCH, Karl, Die Lehre von der Willensfreiheit in der strafrechtsphüosophischen Doktrin der
Gegenwart, Berlín, 1963, p. 65.
24. THORNSTED, Hans, "Die Strafrechtsreform derskandinavischen Staten in Vergleich mit der
Strafrechtsreform der Bundesrepublik Deutschland" en Strafrechtsreform und Rechtsvergleichung,
Berlín/Nueva York, 1979, p. 72. También en Francia se advierte la tendencia a descriminalizar, como lo
demuestra el nuevo Código Penal francés de 1992.
25. Véase COMITE RESTREINT D'EXPERTS SUR LA DÉCRIMIN ALISATION, Rapport sur la
Décriminalisation, Estrasburgo, 1979, p.3 y ss.
26. Cfr. SMIDT, H.J., Geschiedenis van het wetboek van strafrecht edición, 1891-1901, revisada por
SMIDT, J.W. y SMIDT, E.A., Harlem, p .43.
27. Ver HULSMAN, L.H.C., "Die Behandlung der Bagatellkriminalität in den Niederlanden" en Zeitschrift
für die gesamte Strafrechiswissenschaft, Vol. 92, 1980, p. 586 y ss.
28. DE BOSCH KEMPER, J., Nederlandse Jaarboeken voor regtsgeleerdheid en wetgeving, N°I, 1847, p.30.
Citado por VAN DER LINDEN, G.M., "Strafrecht en Strafvordering" en Themis, Regtkundig Tijdschrift,
Parte 8, pp. 537-574 (541).
29. BOOT, W., De afhankelijkheld van het Openbaar Ministerie, ten opzlchte van het Instellen der
Strafvordering, Amsterdam, 1885, p. 13.
30. Con todo, en el proyecto de reforma del procedimiento penal, en actual tramitación y discusión en el
Congreso Nacional, se ha previsto la introducción, en forma limitada, del principio de oportunidad para casos
de 'criminalidad de bagatela' (cuando se tratare de un hecho que por su insignificancia no comprometiere
gravemente el interés público, a menos que la pena mínima asignada al delito excediere la de presidio o
reclusión menores en su grado mínimo o que se tratare de un delito cometido por un funcionario público en el
ejercicio de sus funciones" (Art.259). Véase MINISTERIO DE JUSTICIA/FUNDACIÓN PAZ
CIUDADANA/CORPORACIÓN DE PROMOCIÓN UNIVERSITARIA, Propuesta Anteproyecto nuevo
Código de Procedimiento Penal enero de 1995, p. 80.
31. Véase LOUK HULSMAN y BERNAT DE CELIS, J., Sistema penal y seguridad ciudadana en
traducción castellana y con postfacio míos, Barcelona, 1984.
32. Véase CHRISTIE, N., "Conflict as Property" en The British Journal of Criminology, Vo1. 17, N°1, y
Limits to pain, Oslo, 1981.
33. DUPONT, L., "Polemische bespiegelingen over strafrechtshervorming" en Panopticon año 8, N°s 5-6,
septiembre-diciembre 1987, p. 391.
34. POLITOFF, Sergio, "Sistema jurídico-penal y legitimación política en el Estado democrático de derecho"
publicado en la~ Nuevo Foro Penal, N°45, septiembre de 1989, pp. 313-327 y, en italiano, en la revista Dei
Sergio Politoff Lifschitz
delitti e delle pene, N°1, 1992, p.115 y ss. Asimismo en Chile, en la revista Gaceta Jurídica de Santiago,
N°172, octubre, 1994, pp. 10-22.
36. Cfr. BRUNS, Hans-Jürgen, Die Befreiung des Strafrechts vom zivilistischen Denken. Belträge zu
elner selbständigen, spezlfisch strafrechtlichen Auslegungs- und Begriffsbudungsmethodlk, 1938.
Citado por GÜNTHER, Hans-Ludwig, Strafrechtswidrigkeit und Strafunrechtsauschluss. Studlen zur
Rechtswidrigkeit als Straftatmerkmal und zur Funktion der Rechtfertigungsgründe im Strafrecht,
Colonia, etc., 1983.
37. WELZEL, Hans, Das deutsche Strafrecht. Eine systematische Darstellung, Berlín, 1960, p. 57.
38. JESCHECK, Hans-Heinrich, Lehrbuch des Strafrechts: All. Teil dición, Berlín, 1972, § 24 IIIc. Cfr.
crítica de BAUMANN, Op. Cit., p. 300.
39. SPENDEL, Günther, "Gegen den 'Verteidigungswillen' als Notwehreríordemis" en Festschrlft ror Paul
Bockelmann, zum 70, Geburtstag, Munich, 1970, p. 260.
40. VON HIPPEL, Robert, Deutsches Strafrecht, Tomo II, Berlín, 1930 (reproducción inalterada de 1971),
p. 196.
41. RODRÍGUEZ DEVESA, José María y SERRANO GÓMEZ, Alfonso, Derecho Penal Español, Parte
General, Madrid, 1992, p.504. Es significativa también la resistencia de las tendencias "que hacen hincapié
prácticamente sólo en lo subjetivo" (las formas extremas de la doctrina finalista) para aceptar "que existen
también, y en qué medida, filtros objetivos, que deban tenerse en cuenta para afirmar el incumplimiento de
exigencias específicamente objetivas del injusto típico" (FRISCH, Wolfgang, Tipo penal e Imputación
objetiva, Madrid. 1995, p. 16).
42. FREUDENTHAL, Berthold, Schuld und Vorwurf im geltenden Strafrecht, zugleich ein Beltrag zur
Krltlk des Entwurfs zu elnen deutschen Strafgesetzbuch von 1919, Tubinga, 1922, p.1. Ver también p. 27.