Análisis Funcional
Análisis Funcional
Análisis Funcional
La evaluación conductual es un enfoque idiográfico de la evaluación psicológica. Permite que el evaluador examine las singulares causas de los problemas
conductuales de una persona y en qué medida pueden diferir de forma específica en el tiempo y en distintos contextos, y cómo pueden diferir los agentes
causales y las relaciones funcionales entre personas con problemas conductuales similares. También permite al evaluador relacionar los métodos y estrategias
de evaluación con los objetivos de evaluación de la persona evaluada. Por lo tanto, la evaluación conductual es un ejemplo de evaluación psicológica basada
en la conceptualización y la metodología, que incluye las habituales medidas conductuales y sus causas, con datos integrados de métodos múltiples de recogida
de datos (p.ej., la observación directa y las entrevistas funcionales) y de múltiples fuentes de datos (p.ej., cónyuges, padres, profesores). Debido al énfasis
idiográfico en la evaluación conductual, el evaluador orienta su evaluación teniendo en cuenta la sensibilidad del individuo evaluado, y las diferencias
individuales que pueden influir en el proceso de evaluación y los resultados. El evaluador obtiene el consentimiento informado, respetando los derechos y la
autonomía de la persona; asegura una buena relación entre el cliente y él mismo durante el proceso de evaluación; y colabora en el establecimiento de
objetivos de evaluación con la persona o personas evaluadas. El evaluador también es sensible a las diferencias individuales -una persona de edad, sexo, etnia,
nivel socioeconómico, orientación sexual, afiliación religiosa, y la limitación física y cognitiva- que puedan afectar a la validez de los datos recogidos y las
consecuencias que se derivan de los datos (p.ej., las decisiones de tratamiento y evaluaciones de resultados). De este modo, el paradigma de la evaluación de
la conducta fomenta la autonomía y singularidad de un individuo, y al tiempo mantiene la relación cliente-evaluador.
Al igual que los datos recopilados durante el proceso de evaluación, los métodos y estrategias utilizados afectan a los tipos de datos que se reúnen y a su
validez. En consecuencia, los datos recopilados durante el proceso de evaluación, ya fuese en una aplicación clínica o en una investigación más controlada,
afectarán a la validez de nuestro criterio sobre los problemas conductuales de una persona y los objetivos del tratamiento. De este modo, el paradigma de la
evaluación conductual emplea métodos y estrategias de evaluación que pueden capturar la naturaleza dinámica y condicional de los problemas conductuales
de una persona. Es decir, cómo el comportamiento y sus causas pueden modificarse con el paso del tiempo (p.ej., cambios diarios o semanales), la
configuración (p.ej., casa versus trabajo), y los contextos (p.ej., los diferentes estados de la persona). Este énfasis en la sensibilidad al cambio sirve para mejorar
la validez de nuestros criterios en la investigación clínica y la formulación de casos clínicos, lo que facilita las decisiones de tratamiento, las predicciones sobre
el riesgo de sufrir daños o la recaída después del tratamiento, y la estimación de los resultados del tratamiento.
Las entrevistas funcionales de la conducta, los cuestionarios y las listas de verificación son útiles métodos de auto-informe para la evaluación idiográfica de
los problemas conductuales de una persona. Se denominan métodos de auto-informe de conducta funcionales, porque están diseñados para describir y
explicar el comportamiento humano. Es decir, ayudan a identificar las dimensiones importantes (frecuencia, duración, intensidad, duración, latencia), los tipos
de respuesta, (es decir, afectiva, cognitiva, fisiológica y motora), y las relaciones funcionales de los problemas conductuales en una persona a través de las
situaciones y contextos (Barbour y Davison, 2004; Fernández-Ballesteros, 2004). Sin embargo, no todas las entrevistas de evaluación, cuestionarios y listas de
verificación permiten especificar los problemas conductuales e identificar sus relaciones funcionales mediante entornos y contextos. Las entrevistas
funcionales de la conducta, los cuestionarios y listas de verificación son particularmente útiles para el examen de baja frecuencia (p.ej., la agresión física), los
menos observables (p.ej., las actitudes y creencias), y las conductas socialmente sensibles (p.ej., los comportamientos sexuales).
Como se ilustra, las entrevistas funcionales de la conducta, los cuestionarios y las listas de verificación se pueden adaptar a los problemas conductuales
específicos de un individuo y los objetivos de evaluación. Además, son de utilidad en diversas poblaciones, tanto en la investigación como las aplicaciones
clínicas. También pueden ser relativamente fáciles de administrar, siempre que se cuente con una formación adecuada, y son más rentables y eficientes en
comparación con otros métodos de evaluación. Sin embargo, tienen también sus limitaciones, como el hecho de ser sensibles a los sesgos de auto-
declaraciones y limitaciones cognitivas de los encuestados. Las entrevistas también pueden verse sometidas a sesgos del entrevistador cuando, por ejemplo,
sus ideas preconcebidas sobre el problema conductual de una persona influyen involuntariamente en la información obtenida.
El género, la etnia, y las diferencias socioeconómicas (para nombrar algunas de ellas) entre el evaluador y la persona evaluada también pueden afectar a la
información obtenida de los métodos de auto-informe. Por ejemplo, un paciente de sexo masculino puede tener dudas al hablar de sus impulsos sexuales con
una evaluadora. Del mismo modo, un cliente de sexo femenino que en el pasado fue agredido sexualmente por un hombre puede ser reacio a hablar de su
funcionamiento sexual con un evaluador de sexo masculino. Un inmigrante recién llegado a los EE.UU. que está teniendo dificultades con su jefe, puede dudar
en compartir sus pensamientos por el miedo de ser discriminado frente a un evaluador de la misma etnia y nivel socioeconómico de su jefe. Le remitimos a
Tanaka-Matsumi (2004) para un debate más detallado sobre las diferencias individuales que afectan a la evaluación conductual.
Observación naturalista
Las observaciones naturalistas son poderosos métodos de evaluación para abordar cuestiones relacionadas con las interacciones medio-conducta. Tienen una
buena validez ecológica, es decir, cómo los datos obtenidos a partir de un método de evaluación particular representan los datos que se habrían obtenido de
los mismos objetivos en el entorno natural de interés. Pueden llevarse a cabo por un observador externo o bien un observador participante, como el ayudante
de un profesor, que ya forma parte del entorno natural. Las observaciones directas en el medio natural pueden ser útiles en la medición de eventos muy
específicos relacionados con las dimensiones y las funciones (es decir, las contingencias de respuesta, como la atención o evitación de una tarea desagradable,
que puede servir para mantener un comportamiento) de un problema conductual y sus probabilidades condicionales (es decir, la probabilidad de que ocurran)
con el paso del tiempo (Hartmann, Barrios y Wood, 2004). En nuestro escenario, el ayudante del profesor podría observar y registrar la frecuencia con la que
el estudiante le interrumpía durante una clase, así como lo que ocurre justo antes (es decir, eventos antecedentes) y justo después (es decir, las consecuencias)
de la interrupción.
Al realizar observaciones naturalistas, los problemas conductuales y los eventos ambientales pueden ser registrados manualmente y codificados en tiempo
real o grabados con instrumentos (p.ej., vídeo o grabadora) y posteriormente codificados para registrar problemas conductuales específicos (Dishion y Granic,
2004). Los observadores también pueden utilizar ordenadores portátiles o PDA para registrar los eventos en tiempo real, así como desarrollar un sistema de
codificación sistemática o adoptar previamente sistemas de codificación desarrollados que incluyen las definiciones operativas de las conductas y eventos
ambientales de interés (Kerig y Lindahl, 2001). En nuestro escenario, el estudiante y la clase podrían haberse grabado en video para su posterior codificación,
en lugar de hacer que el ayudante del profesor registre sus observaciones durante las clases en directo. Las observaciones naturalistas permiten una mayor
precisión y especificidad en la medición de las interacciones medio-conducta de un individuo. Se trata de un método de evaluación flexible y fácil de realizar
(p.ej., puede hacerlo cualquier persona que aprenda el sistema de codificación) y puede utilizarse en las conductas, las poblaciones y el contexto que se desee
(p.ej., el colegio, el hogar, situaciones sociales, en la calle). La observación conductual también es susceptible a las estrategias de evaluación con diseños de
series temporales, una estrategia valiosa para la identificación de relaciones funcionales entre los problemas conductuales y los posibles factores de control
(Kahn y Iwata, 1998). La utilidad de la observación conductual puede verse limitada por el grado en que aparezcan los comportamientos durante la
observación, siendo por lo tanto menos útiles en las conductas de baja frecuencia y las socialmente sensibles. Los efectos reactivos también podrían disminuir
la validez ecológica de los datos, puesto que la conducta o el entorno de la persona puede verse influenciado por la presencia de un observador externo o un
dispositivo de grabación. La fiabilidad del sistema de codificación y las habilidades del observador también puede afectar a la validez de los datos recopilados.
Los métodos y estrategias de evaluación conductual se guían por varios principios relacionados con la naturaleza de los problemas conductuales, sus causas,
y su medición. En este apartado se tratarán los principios básicos del paradigma de la evaluación conductual. Se habla sobre las personas que con frecuencia
tienen problemas de conducta múltiples y funcionales, que pueden diferir en sus dimensiones (p.ej., ritmo, intensidad y duración), tener diferentes
modalidades de respuesta (p.ej., afectiva, motora, fisiológica y cognitiva), y que pueden cambiar con el tiempo y las situaciones. También se habla sobre cómo
los problemas conductuales similares, sin embargo, pueden tener diferentes relaciones específicas, que también puede cambiar con el tiempo y las
situaciones, según las características de cada problema y persona.
Las personas tienen problemas múltiples y funcionales Las personas que buscan, o necesitan, tratamiento psicológico a menudo tienen problemas
conductuales co-mórbidos. Por ejemplo, un alto 99% de los niños que sufren esquizofrenia o trastorno esquizoafectivo tienen al menos un trastorno
conductual comórbido: depresión (30%), trastorno de oposición desafiante (43%), y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (84%) (Ross, Heinlein, y
Tregellas, 2006). En las personas que abusan de sustancias inhaladas (p.ej., nitrato amílico y óxido nitroso), existe una alta co-morbilidad del estado de ánimo
(48%), ansiedad (36%), y los trastornos de la personalidad (45%) (Wu y Howard, 2007). Los problemas conductuales co-mórbidos también pueden encontrarse
en personas sin un diagnóstico psiquiátrico formal, como cuando los factores de estrés laborales provocan problemas del sueño (Knudsen, Ducharme y Roman,
2007) o cuando los conflictos conyugales conllevan síntomas depresivos (Balong et al. 2003). Le remitimos a Haynes y Kaholokula (2008), Krueger y Markon,
(2006), y Lilienfeld, Waldman e Israel (1994) para ampliar la discusión sobre la co-morbilidad.
La evaluación conductual tiene ciertas características y que se resumen en (Buela & Sierra, 1997):
EVALUACIÓN TRADICIONAL Y EVALUACIÓN CONDUCTUAL
La psicología tradicional enfatizaba en que la conducta era el resultado de alguna carencia de la persona,las expectativas, un rasgo, la paranoia o el potencial
de crecimiento, por tanto, la evaluación y tratamiento consistía en buscar arduamente esa carencia y demás elementos, que generalmente se había dado en
el pasado del paciente. A diferencia de esta postura el conductismo dejó de lado el estudio de lo subjetivo dando paso a una de las bases teóricas
fundamentales de la evaluación conductual que nos dice: el funcionamiento humano es considerado como el producto de la interacción continuada entre
la persona y la situación, por lo que las personas van construyendo continuamente su vida y su ambiente, pero también se va conformando por las experiencias
de aprendizaje que el medio ofrece; es así que, las personas y sus situaciones interactúan recíprocamente, pues cada persona crea las situaciones que
componen su vida y así como también las situaciones determinan el tipo de persona en que cada uno se convierte.
El enfoque conductual ha sido ampliamente reconocido por todos sus aspectos metodológicos y el éxito en sus técnicas, sin embargo ha sido también blanco
de críticas dirigidas a los efectos del tratamiento una vez pasado el tiempo y a la generalización de los efectos a otros contextos distintos a los de
intervención. Ante las críticas a las que se enfrentó este enfoque algunos autores como Stokes & Baer (1977) definieron 9 estrategias para mejorar la
generalización:
Es preciso diferenciar la formulación de hipótesis de la formulación clínica. La formulación de hipótesis se refiere al establecimiento de
relaciones tentativas entre eventos específicos o conjuntos de eventos de carácter probabilista, sujetas a validación, que permite hacer predicciones sobre el
comportamiento. La formulación clínica, además de hacer una formulación de hipótesis, incluye la generación de un modelo causal dentro del cual se
enmarcan y se interrelacionan las diferentes hipótesis.
En el proceso de formulación clínica se busca identificar relaciones funcionales tanto correlaciónales como causales que permitan explicar un conjunto de
conductas problema en los niveles molecular y molar.
Existen dos fuentes de información en la formulación clínica que nos permiten generar hipótesis clínicas:
DIFERENCIAS
análisis funcional
Gracias a Skinner y a sus investigaciones en la conducta operante, la cual postulaba que la conducta humana está en gran medida influida por todos aquellos
acontecimientos ambientales y también por las consecuencias que le siguen a dicha conducta, se pudieron describir importantes principios que gobernaban
a este fenómeno, tales como el reforzamiento, el castigo, la extinción y el control del estímulo, los cuales tenían distintos resultados en la conducta del
sujeto (Kazdin, 1983). A partir de ello fue importante realizar un análisis funcional de la conducta, que como mencionan Kendall & Norton (1988) implica
evaluar los acontecimientos que preceden al comportamiento (antecedentes) y a los que suceden una vez ejecutada la conducta (consecuencias), así como
lo que sucede en el momento en que se presenta, pues a través de ello se pueden detectar cómo se está sintiendo el paciente, lo que piensa y cómo se
comportará ante determinados estímulos. Es importante mencionar que el análisis funcional ha ido incluyendo más aspectos de análisis, tales como las
variables organísmicas, tales como variables físicas, psicológicas y cognitivas, las cuales dan un panorama mucho más completo.
A O R K C
Almazán, O. (S.F.). Análisis Funcional, Modelo Secuencial Intregrativo. Universidad Nacional Autónoma de México
FORMULACIONES BASADAS EN SISTEMAS DE RESPUESTA Y ANALÍTICA CONDUCTUAL
Tiene elementos comunes con el análisis funcional en la Incorpora los modelos anteriores dentro de un esquema
medida en que trata de identificar relaciones entre más general que busca logar la comprensión total de las
estímulos, respuestas y contingencias, pero le añade una variables causales que dan lugar a disfunciones específicas
dimensión que ha mostrado enorme utilidad y es la a través del establecimiento de relaciones entre los
participación de distintos sistemas de respuesta, o más distintos problemas o entidades, para llevar a cabo un
concretamente, de respuestas que están reguladas por método de intervención que responda a las características
diversos sistemas de relaciones. particulares de cada paciente.
3. Describa la historia y /o
acontecimientos desencadenantes de
cada uno de los motivos de consulta.
4. Establezca el nivel inicial en el que el
paciente presenta su motivo de
consulta.
En los enfoques conductuales siempre se ha hecho hincapié en la importancia de las variables que explican el mantenimiento de un problema y se han
considerado en un segundo lugar o incluso despreciado aquellas que determinaron la aparición y desarrollo del mismo.
En la actualidad parece establecido la necesidad de contar, al menos, con alguna información acerca del desarrollo histórico del problema.
FACTORES DE PREDISPOSICIÓN:
Factores biológicos: relacionados con la estructura y función del sistema nervioso y endocrino o con el desarrollo biológico del sujeto
Factores psicosociales: estatus económico, nivel educativo, grupos de referencia, modelos disponibles, etc.
Factores de aprendizaje: repertorios de conducta del sujeto en los momentos de origen del trastorno.
ESTRATEGIAS DE EVALUACION
la evaluación conductual se ajusta perfectamente a amplias formas de aplicaciones clínicas y de investigación debido a su enfoque idiográfico, a sus bases
conceptuales, y su diversidad metodológica. El análisis funcional es solo una aplicación de la evaluación conductual. Se han realizado varias definiciones del
término análisis funcional por parte de distintos especialistas y disciplinas en la terapia conductual. El análisis funcional se define como la identificación
idiográfica (cuando se habla de la formulación de caso clínico conductual) o la manipulación sistemática (al hablar de investigaciones experimentales) de
variables y de relaciones funcionales relevantes sobre los problemas conductuales específicos, en condiciones y entornos determinados.
A continuación, se describen brevemente las principales características del análisis funcional para mostrar la coherencia que mantiene con el paradigma de la
evaluación conductual y su utilidad en la identificación de las variables y las relaciones funcionales relevantes para los problemas conductuales de una persona.
Las características principales del análisis funcional son los siguientes:
• Un análisis funcional hace hincapié en la identificación de las variables relevantes (p.ej., mayor magnitud del efecto), controlables (p.ej., susceptibles de
modificación durante el tratamiento) y causales que están funcionalmente relacionadas con los problemas conductuales de una persona.
• Un análisis funcional se basa en nuestras mejores estimaciones o hipótesis de trabajo de los problemas conductuales de una persona, sus causas y sus
relaciones funcionales. Por lo tanto, se trata de un conjunto de criterios clínicos provisionales y susceptibles de modificación, basado en la adquisición de
nuevos datos y posterior integración tras la investigación previa.
• Un análisis funcional no excluye la posibilidad de la existencia de otras relaciones funcionales válidas. Por ejemplo, una fuerte relación funcional entre los
pensamientos negativos sobre el aumento de peso y la recaída en el tabaco, no excluyen la posibilidad de una fuerte relación funcional entre el aumento de
los factores situacionales de tensión y la recaída en el tabaco.
• Un análisis funcional es dinámico, ya que puede cambiar con el tiempo. Por lo tanto, los criterios clínicos derivados nuevos datos adicionales sobre los
cambios en los problemas conductuales de una persona son susceptibles de cambiar a través del tiempo, así como sus variables causales y sus relaciones
funcionales.
• Un análisis funcional es condicional porque su validez se limita a dominios específicos (p.ej., entorno, estado psicológico de la persona o etapa de desarrollo).
Por ejemplo, un análisis funcional sobre la probabilidad de que una persona sufra una recaída en el tabaco durante una reunión social, será diferente de un
análisis funcional sobre su probabilidad de sufrir una recaída en el tabaco en casa o en el trabajo.
• El nivel de especificidad puede variar en un análisis funcional. El grado en el que se utilizan las variables de orden superior (p.ej., depresión) e inferior (p.ej.,
hipersomnia o pérdida del apetito) en un análisis funcional varía en función de su objetivo específico de tratamiento.
• Un análisis funcional es compatible con un enfoque constructivo de la evaluación, donde el objetivo es aumentar las conductas deseables y reducir conductas
indeseables. Por lo tanto, un enfoque constructivo de la evaluación se basa en identificar las fortalezas y los recursos disponibles de una persona, y los objetivos
positivos de la intervención (Haynes y O'Brien, 2000). Las estrategias de intervención constructivas también dependen de las estimaciones que se realicen,
basadas en la evaluación de la varianza compartida4 y la magnitud del efecto.
• Un análisis funcional es la integración de los resultados nomotéticamente basados en investigaciones empíricas con datos de evaluación cualitativos y
cuantitativos para un cliente determinado. La validez del análisis funcional de una persona puede aumentar si los evaluadores conocen la investigación
empírica que exista relacionada con un problema conductual específico y sus variables funcionalmente relacionadas más comunes. Esta información puede
guiar las evaluaciones iniciales con una persona, y ayudar a establecer hipótesis razonables sobre las posibles causas de los problemas conductuales de esa
persona.
• Un análisis funcional debe incluir amplios sistemas sociales, sobre todo cuando tienen consecuencias en el tratamiento de los problemas conductuales de
una persona. Por ejemplo, el conjunto de variables causales puede estar relacionadas con la conducta de los padres, los profesores, los inspectores, los
miembros del personal, etc., que también se ven afectados por el comportamiento de otras personas, las situaciones de tensión y las políticas en su lugar de
trabajo.
• El análisis funcional tiene otras características no descritas aquí, como la consideración de variables no contiguas (p.ej., las variables causales no relacionadas
temporalmente) entre un problema conductual y los tipos de respuesta funcionales de una conducta. Le remitimos a Haynes y O'Brien (2000) para una
descripción más detallada de las características del análisis funcional.
El Análisis Funcional consiste en la búsqueda de la explicación dinámica de una determinada conducta, o en la práctica, patrón de conductas. Cuál es la
conducta, en qué situaciones específicas aparece, y qué consecuencias produce, en términos de reforzadores, que explicarán su mantenimiento en el futuro.
Simplificando, intentan buscar el “por qué”. Además, el análisis funcional también busca una hipótesis razonable sobre su origen, como empezó; cuales fueron
las variables de vulnerabilidad y de inicio.
La evaluación de las conductas problema, ej.: depresión, siempre se realizan longitudinalmente, a modo de secuencias, de manera dinámica, e incluyen la
propia conducta, las situaciones que la elicitan y las consecuencias que genera. Así pues, todo Análisis Funcional constaría de las siguientes partes:
El organismo
El organismo se refiere a la persona. A qué persona tenemos enfrente, al margen del problema a tratar.
El estilo personal
¿De qué clase de persona estamos hablando? Edad, profesión, nivel cultural, estado civil, relación familiar…
La respuesta
También llamada conducta-meta o problema, y en términos coloquiales el malestar, el dolor emocional, la razón por la que el cliente busca ayuda. Podemos
encontrar tres tipos de respuesta; cognitiva, emocional/fisiológica y motora.
– Respuesta cognitiva: se refiere a los pensamientos. Específicamente a lo que la persona está pensando cuando sufre el malestar emocional.
– Respuesta motora: Se refiere a lo que la persona hace, a cómo actúa cuando está en pleno sufrimiento.
Los estímulos
También llamados eventos disparadores o antecedentes. Los estímulos se refieren a aquella parcela de la realidad que elicita o provoca la aparición de la
respuesta. Pueden ser internos o externos.
Las consecuencias
Cambios emocionales en el propio sujeto, o cambios en el comportamiento de otras personas que, a su vez, provocan cambios emocionales en el sujeto que
van a explicar si en el, una conducta se mantiene o desaparece. En el primer caso les llamamos consecuencias internas, y en el segundo, consecuencias
externas.
Consecuencias internas:
– Refuerzo negativo: Cuando la conducta del sujeto opera el cambio de reducir un malestar que ya sufría la persona, este alivio y la sensación de control
que provoca, refuerza la conducta negativamente, fortaleciéndola y, por lo tanto, asentándola mas en el repertorio conductual, su forma de actuación, del
cliente.
– Refuerzo positivo: el cambio que opera la conducta motora del sujeto, es notar un estado emocional positivo, satisfactorio para la persona que lo
ejecuta.
Consecuencias externas:
– Refuerzo positivo externo: se produce cuando una conducta en particular es fortalecida o incrementada por el comportamiento de otra persona o
fuente fiable de información, experimentando un estado emocional positivo.
– Refuerzo negativo externo: La conducta operante del sujeto provoca que otra persona o fuente fiable de información, reasegure al cliente, reduciendo
un estado emocional negativo original.
– Castigo
– Extinción
Una vez construido el análisis funcional y entendiendo la naturaleza real del problema, el siguiente paso será decidir cuál es la conducta blanco u objeto
prioritario de modificación. La conducta blanco suele ser la conducta operante, y así es, porque la operante es la que al ser ejecutada por el sujeto produce la
consecuencia (refuerzo positivo o refuerzo negativo) que a su vez mantiene el problema.