Principales Brechas de Género en Chile Magdalena Aguero
Principales Brechas de Género en Chile Magdalena Aguero
Principales Brechas de Género en Chile Magdalena Aguero
Elaborado por
Magdalena Agüero Caro
1. Antecedentes:
Durante el año 2012 el Estado de Chile informó ante Naciones Unidas de los avances
producidos en el país en los últimos años sobre su cumplimiento de la Convención sobre
la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la mujer, CEDAW,
Naciones Unidas. El Comité revisor de ese organismo señala su preocupación por la
falta de una definición general de discriminación contra las mujeres en la legislación del
Estado chileno, por lo que lo exhorta a que adopte una definición jurídica con miras a
lograr una igualdad formal y sustantiva entre mujeres y hombres.
En la primera observación realizada al país por el Comité se destacó el vacío estadístico
existente en varios de los ámbitos de la Convención ya que se observan vacíos y falta de
integración en el plano institucional en cuanto al análisis y uso de estadísticas en materia
de género. El Comité también observa la falta de información estadística desagregada
por sexo en muchas áreas cubiertas por la Convención. (Informe Naciones Unidas, 2012,
pág.1). Por tanto, el Comité recomienda al Estado chileno que haga más esfuerzos por
establecer un sistema unificado y completo de datos desglosados por sexo en todos los
ámbitos recogidos en la Convención. También recomienda que incluya en su próximo
informe datos y análisis estadísticos, desglosados por sexo y por zonas rurales y urbanas,
indicando la repercusión de las medias adoptadas y los resultados obtenidos a fin de
ilustrar de manera más completa la situación de la mujer en varias esferas” (Naciones
Unidas, 2012, pág.12).
En los últimos cuatro años la generación de contenidos relativos al género en la
administración del Estado ha avanzado lentamente hacia la igualdad entre los sexos por
medio de la transversalización del enfoque de género, es decir, por medio de considerar
cómo afecta el género a las personas en cada una de las fases de los quehaceres del
Estado. No obstante, el tránsito desde un enfoque tradicional al enfoque de género es
lento, por lo que actualmente ambos coexisten. El enfoque tradicional en el diseño,
ejecución y evaluación de las Políticas Públicas utiliza instrumentos e indicadores que
no consideran la diversidad de realidades y experiencias de mujeres y hombres, sino que
se fundamenta en el supuesto de la neutralidad universalista: no considera las diferencias
entre personas agrupadas bajo la misma categoría, sino que se apela a una especie de
sujeto “indeterminado”. El error en este enfoque es creer aquello y además muchas
veces considerar de forma tácita que este sujeto “indeterminado” es un “hombre” que
porta en sí todo el bagaje social, político y cultural representativo de cualquier ser
humano. Este enfoque entrega una interpretación incompleta y generalmente sesgada
sobre las situaciones que se estudian o se pretende intervenir. El no desagregar los datos
referidos a personas según sexo, da cuenta de un enfoque tradicional que no permite
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conocer a través de los datos cómo se encuentran, en determinada situación, las mujeres
y los hombres.
El enfoque de género, en tanto perspectiva que busca reconocer las diferencias y
desigualdades entre hombres y mujeres y cómo éstas les afectan en distintos ámbitos, ha
significado la visibilidad de experiencias de mujeres y hombres y la adecuación de
políticas públicas a sus necesidades y demandas particulares. Reconoce que los
fenómenos de las sociedades son cambiantes y complejos y se entraman con diferentes
características sociodemográficas de las personas. Por ejemplo, el poder analizar los
datos según sexo es una expresión del enfoque de género en las estadísticas (si bien no
es la única forma de expresarlo, sí es un requisito básico). Por ello, los trabajos
considerados para este informe son de los pocos que se han realizado en el país que dan
cuenta de las brechas existentes entre hombres y mujeres.
2. Desarrollo:
Para el propósito de este Informe en primer lugar expongo los resultados
cuanticualitativos del Informe GET 2016 (Género, Educación y Trabajo): Las 10
brechas de género de las mujeres en Chile. Este es un Primer estudio sobre la
desigualdad de género en el ciclo de vida. Una revisión de los últimos 25 años. Esta
investigación fue realizada por la organización ComunidadMujer, con el apoyo de la
Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile, el Centro de
Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) y la Sociedad de Economía de Chile
(SECHI).
En su metodología considera la revisión de toda la data disponible de Encuestas y
Registros Administrativos desde 1990 hasta 2015 sobre las brechas de género en las
dimensiones de educación y trabajo en los distintos ciclos de vida, donde se
consideraron primera infancia, infancia, juventud, adultez y vejez.
El informe está en 12 ítems, los que llamaron “12 piedras en el zapato”, siendo éstos:
los estereotipos de género desde la primera infancia; las niñas y la naturalización del
trabajo doméstico; el embarazo adolescente como un reproductor de la pobreza; la
feminización de los "nini" –jóvenes que no estudian ni trabajan–; la enseñanza
diferenciada de las matemáticas; carreras “para mujeres” en la Educación Superior; el
triple trabajo de las mujeres en las tareas domésticas y de cuidado; el escaso trabajo
femenino y sin poder de decisión; la brecha salarial de género; el costo no compartido de
la parentalidad; las bajas pensiones y la desigualdad en el mercado laboral; y la
violencia.
Resultados generales: Las diferencias entre hombres y mujeres se van incrementando a
medida que pasan los distintos ciclos de vida.
Entre los resultados cabe mencionar la presencia de una desigualdad en la educación de
niñas y niños donde el sistema escolar no potencia habilidades matemáticas de niñas y
eso influye en su futuro laboral y remuneraciones. Por otro lado, desde el trabajo, el
informe arrojó que el 45 % de las mujeres no trabaja jornada completa para
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“compatibilizar el trabajo y los hijos”. Y en cuanto a los puestos de poder en el trabajo,
“las gerencias están segmentadas: las mujeres están en asuntos corporativos, recursos
humanos, no en el corazón del negocio”. Y por último, cabe decir que en el ámbito de la
política pública, “leyes y prácticas laborales refuerzan que la parentalidad es un costo
asumido por las mujeres”.
2 Las niñas que trabajan en la casa: “Aun cuando hombres y mujeres realizan trabajo
doméstico, a medida que ellos van creciendo queda instalado que estas acciones sean
desarrolladas por mujeres. Esto se acrecienta durante la adolescencia. Los adultos se
apoyan en sus hijas para las labores de cuidado cuando deben ir a trabajar. Esto se
reproduce y normaliza”. Cuantitativamente entre los 15 y 17 años, la participación de las
mujeres en el cuidado de personas es mayor, 31% versus el 20% de sus pares hombres.
4 “Nini” con cara de mujer: “Las niñas que son madres adolescentes engruesan la fila
de ‘las ninis’ -ni estudian ni trabajan- esto marca la primera gran distancia con la
trayectoria que recorrerán sus pares masculinos en la vida. Las jóvenes que han sido
madres adolescentes tienen menos capital humano, menos años de educación y menos
oportunidades en el mercado laboral. Cuantitativamente de los 380 mil “ninis” que hay
en Chile, el 68% son mujeres y el 37% pertenece al primer quintil de ingresos (que no
superan una renta per cápita de $42.725 mensuales).
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mixtos a los hombres se les pregunta y refuerza más, ya sea positiva o negativamente.
Esto crea un desincentivo para las mujeres. Hay una segmentación del conocimiento.
Las mujeres se concentran en las humanidades y los hombres en las ciencias y en las
ingenierías, lo que no es real reflejo de sus capacidades”. Cuantitativamente, en la
prueba PISA de matemáticas, (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes
o PISA por sus siglas en inglés Programme for International Student Assessment) es un
estudio llevado a cabo por la OCDE a nivel mundial que mide el rendimiento académico
de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura) la diferencia en los resultados de las y
los adolescentes chilenos es de 25 puntos a favor de los hombres, siendo de las más
amplias de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos)
6 Un mercado laboral que discrimina: “Dado que les va peor en la PSU (Prueba de
selección universitaria)las mujeres están menos presentes en las universidades más
prestigiosas y están más presentes en las privadas no tradicionales y en los centros de
formación técnica, donde existe gran segmentación. Los hombres ingresan a carreras
asociadas a mejores ingresos pues a ellos les dijeron desde niños: “Tendrás que
mantener a tu familia”. Nuestro Código del Trabajo es discriminatorio hacia la mujer.
Ellas son las únicas que tienen la obligación y el derecho de cuidar a los hijos y a las
hijas. Finalmente, eso se transforma en un impuesto a la contratación de las mujeres”.
Cuantitativamente, en las carreras relacionadas con Ciencia, Tecnología, Ingeniería y
Matemáticas, solo hay un 27% de mujeres. La presidenta Michelle Bachelet admitió al
término de su gobierno que la brecha de género en ciencia y tecnología se sitúa por
encima del promedio de América Latina y el Caribe y lejos de las naciones líderes en esa
materia, ya que solo un 31,5% de las personas que trabajan en investigación son
mujeres.
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hogar femeninas”. Cuantitativamente mientras el ingreso medio de los hombres equivale
a $543.996, para las mujeres es de $382.253, es decir casi un 30% menos.
10 Bajas pensiones: crónica de una muerte anunciada “Como las mujeres ganan
menos que los hombres a lo largo de su vida, tienen menor capacidad de ahorro. Por eso,
hoy muchas mujeres con bajas pensiones y que viven bajo la línea de la pobreza”.
Cuantitativamente el 88% de las trabajadoras gana menos de cuatro sueldos mínimos
líquidos ($724.500). Tres cuartos de las pensionadas por vejez, recibe un monto inferior
a la línea de la pobreza ($143.335; versus el 46% de los hombres).
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Durante 2017, la tasa de femicidios a nivel nacional fue de 0,47. Es decir, cada cien mil
mujeres, 0,47 fallecieron por esta causa. Los mapas del Atlas muestran, además, que la
región con mayor tasa de femicidios a nivel nacional es Aysén (5,66), mientras que
regiones como Arica y Parinacota, Tarapacá, Atacama y Magallanes no registraron este
delito durante el año pasado. En cuanto a la tasa de femicidios frustrados, estos
aumentaron en el período 2013-2017 y actualmente presentan una tasa de 1,24 cada cien
mil mujeres, siendo Tarapacá la región que consigna la mayor incidencia (3,52) y la de Los
Ríos, la menor (0,49).
En cuanto a la prevalencia de la violencia intrafamiliar, en 2017, el 38,8% de las mujeres
entre 15 y 49 años declaró haber vivido una o más situaciones de violencia por parte de su
pareja, ex pareja o algún familiar a lo largo de su vida. Al revisar los datos por región se
observa que mientras en la Región Metropolitana el 50,6% de las mujeres dice haber vivido
violencia intrafamiliar, en la Región de Los Lagos esta cifra baja al 18,8%.
2. Maternidad Adolescente:
Porcentaje de personas nacidas vivas de madres adolescentes entre 10 y 14 años de
edad, 2015. A nivel nacional, en el año 2015 hubo 717 nacidos vivos de madres
adolescentes entre los 10 y 14 años de edad, lo que representó un 0,3% del total de nacidos
vivos. Cabe señalar que este porcentaje se ha mantenido entre un 0,3% y 0,4% durante el
período 1990-2015.
Porcentaje de personas nacidas vivas de madres adolescentes entre 15 y 19 años de
edad, 2015.A nivel nacional, del total de personas nacidas vivas un 10,4% corresponde a
nacidos vivos de madres de este rango etario. Durante el período 1990-2010, este
porcentaje fluctuó entre un 13,5% y un 15,8%.
Ámbito 2: Autonomía en la toma de decisiones: Se refiere a la plena participación de
la mujer en las decisiones que afectan su vida y a su colectividad. Para este ámbito
prioritario de seguimiento, se definen una serie de indicadores a considerar, entre los
cuales se encuentran:
1. Participación en gobiernos locales y regionales
Brecha de género en representantes electos y electas de Alcaldías, 2016.
Entre los años 1992 y 2016, el porcentaje de mujeres electas en alcaldías aumentó
de 6,4% a11,9%. En el mismo período, la brecha bajó levemente de -87,2 a -76,2 puntos
porcentuales. En 2016, el porcentaje de mujeres electas fue 11,9% y la brecha,-76,2 puntos
porcentuales a nivel nacional.
Brecha de género en representantes electos y electas en Concejalías, 2016
El porcentaje de mujeres electas como concejalas, a nivel nacional, aumentó levemente de
12,0% a 25,2% entre los años 1992 y 2012, bajando a 24,7% el año 2016. La brecha
disminuyó de -76,0 a -50,6 puntos porcentuales en el mismo período
Brecha de género entre representantes electas y electos en Consejerías Regionales,
2017
En 2017, el porcentaje de mujeres electas como consejeras regionales, a nivel nacional, fue
de 26,3%, con una brecha de -47,5 puntos porcentuales.
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2. Participación en el Poder Judicial
El porcentaje de ministras de las Cortes de Apelaciones, por otro lado, ha experimentado
fluctuaciones durante todo el período 1990-2016; mientras en 1990 llegó al 22,3% (brecha
de -55,4 pp.), en 1996 mostró la tasa más baja de participación, con 19,7% (-60,6 pp.). En
2016, sin embargo, el porcentaje de ministras ascendió a 42,0%, lo que corresponde la
brecha más baja del período señalado, -15,9 pp.
A nivel regional, el Atlas nos muestra que las únicas regiones que cuentan con más
ministras que ministros son la Metropolitana (60,8%) y la de Los Ríos (57,1%), con
brechas de -21,6 y -14,2 pp., respectivamente. Por el contrario, en la Región de O'Higgins
no se registró ninguna mujer en ese cargo durante 2016.
3. Participación en el Poder Legislativo
Brecha de género entre representantes electas y electos de la Cámara de Diputados,
2017
El porcentaje de mujeres electas en la Cámara de Diputados aumentó desde 5,8% a 22,6%
entre los años 1989 y 2017. La brecha disminuyó levemente, de -88,4 a -54,8 puntos
porcentuales. En 2017, las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Coquimbo, Maule y
Los Ríos no eligieron ninguna mujer como representante en la Cámara, mientras que en la
Región de Antofagasta ellas concentraron el 60,0% de los escaños.
Brecha de género entre representantes electas y electos del Senado, 2017
El porcentaje de mujeres electas en el Senado ha sido fluctuante: hay años sin ninguna
representante electa (1993 y 2001) y años con 26,1% (2017). La brecha ha fluctuado entre -
100,0 y -47,8 puntos porcentuales.
4. Participación en organizaciones sociales
Brecha de género en la dirigencia sindical, 2016
A nivel nacional, la participación de las mujeres en la dirigencia sindical aumentó
levemente entre 2012 y 2016, pasando de 23,6% a 27,5%. En el mismo período, la brecha
se redujo de -52,8 a -45,0 puntos porcentuales.
En este contexto, el Atlas nos indica que la Región de Arica y Parinacota presenta la mayor
cantidad de dirigentas (37,0%), con una brecha de -26,0 pp., mientras que la Región de
Antofagasta registra la menor proporción de ellas (19,3%), con una brecha de -61,4 pp.
Ambito 3: Autonomía económica: Capacidad de las mujeres para generar ingresos
propios y controlar los activos y recursos. Para este ámbito prioritario de seguimiento se
definen una serie de indicadores a considerar, entre los cuales se encuentran:
1. Mercado del trabajo
Brecha de género en la tasa de participación en la fuerza laboral, 2017
La tasa de participación laboral femenina a nivel nacional aumentó desde 45,3% en 2010 a
48,5% en 2017. Sin embargo, la brecha se mantuvo sobre los -20 puntos porcentuales.
El Atlas de Género muestra que la mayor expresión de esta disparidad se presenta en la
Región del Maule (-26,9 pp.), que posee 43,7% de participación femenina. La Región de
Aysén, por otra parte, cuenta con la menor brecha a nivel nacional (-14,6 pp.) y la mayor
participación de mujeres (63,9%).
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Brecha de género en la tasa de ocupación, 2017
La tasa de ocupación femenina, a nivel nacional, aumentó desde 41,0% en 2010 a 45,0% en
2017. La brecha de género disminuyó desde -25,9 puntos porcentuales en 2010 a -21,7
puntos porcentuales en 2017.
La Región de Los Lagos (43,1%), según el Atlas, es la que presenta en 2017 la mayor
disparidad, con -26,5 pp., mientras que Aysén registra la mayor tasa de ocupación (61,2%)
y la menor brecha (-15,5 pp.)
Brecha de género en la tasa de ocupación informal, 2017
En el trimestre octubre-diciembre 2017, existe una mayor tasa de ocupación informal en las
mujeres en 3,3 puntos porcentuales respecto a los hombres.
Brecha de género en el sector primario, 2017
A nivel nacional, durante el período 2013-2017, las mujeres se desempeñan en menor
proporción que los hombres en el sector primario. La brecha de género es negativa, pero ha
tenido una tendencia decreciente, partiendo de 64,6 pp. en 2013 y llegando a 59,1 pp. en
2017. Sin embargo, cabe señalar que en este último año, solo un 20,4% de las mujeres
trabajan en estas actividades.
Brecha de género en el sector secundario, 2017
A nivel nacional, se observa que durante el período 2013-2017 las mujeres se desempeñan
en el sector secundario en menor proporción que los hombres. La brecha de género es
negativa y se ha mantenido en torno a 57 y 61 puntos porcentuales. En 2017, solo el 20,7%
de las mujeres trabaja en estas actividades.
Brecha de género en el sector terciario, 2017
A nivel nacional, se observa que durante el período 2013-2017, mujeres y hombres se
desempeñan en el sector terciario de manera proporcional. La brecha de género es positiva,
registrándose la mayor en el año 2014, con 3,0 puntos porcentuales. En 2017, 50,6% de las
mujeres trabajan en estas actividades.
Brecha de género en la tasa de desocupación, 2017
La tasa de desocupación femenina disminuyó, a nivel nacional, de 9,6% en 2010 a 7,2% en
2017. Con ello se redujo también la brecha, pasando de 2,4 puntos porcentuales en 2010 a
0,9 puntos porcentuales en 2017.
Brecha de género en la tasa combinada de desocupación y tiempo parcial
involuntario, 2017
En relación a los hombres, se observa que hay una mayor proporción de mujeres que se
encuentran desocupadas o que, siendo ocupadas, trabajan una jornada parcial (1-30 horas)
de manera involuntaria, es decir, desean trabajar más horas y están disponibles para hacerlo
dentro de los próximos 15 días. Cabe señalar que en 2017, a nivel nacional, la brecha de
género para este indicador fue positiva y alcanzó 5,3 puntos porcentuales.
Porcentaje de mujeres fuera de la fuerza laboral por razones familiares permanentes,
2017
Desde el año 2010 se observa que más del 97% de quienes se declaran fuera de la fuerza
laboral por razones familiares permanentes son mujeres.
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Más de un tercio de las mujeres que se encuentran fuera de la fuerza laboral lo están por
razones familiares permanentes. No se registra mayor variación hasta el 2017.
2. Ingresos
Brecha entre personas de 15 años y más sin ingresos autónomos propios, 2015
En los últimos cinco años de la Encuesta Casen más del 75% del total de las personas de 15
años y más, sin ingresos autónomos propios fueron mujeres. En el año 2015, el 76,0% de
este grupo tuvo esta condición, con una brecha de 52,0 puntos porcentuales.
Con respecto a las personas en situación de pobreza por ingresos, desde el año 2006 hasta
2015, más del 52% de quienes se encontraban en aquella circunstancia fueron mujeres,
porcentaje que llegó al 54,5% en el último año de aquel período. La brecha de género,
además, aumentó de 4,6 a 9,0 pp. El Atlas nos muestra, además, que en 2015 las mayores
contracciones y expansiones de la brecha se presentaron en los extremos del país: mientras
en Arica y Parinacota esta llega a 2,6 pp., en Magallanes representa 12,4 pp.
Brecha de Género entre personas de 15 años y más, con ingreso autónomo, 2015
En todo el período 2006-2015, las mujeres de 15 años y más percibieron menos del 38%
del total del ingreso autónomo, pasando de 33,0% en 2006 a 37,7% en 2015. La brecha
disminuyó de -34,0 puntos porcentuales a -24,6 puntos porcentuales en 2015.
Porcentaje de hogares con una mujer como principal perceptora de ingresos
autónomos, 2015
La presencia de mujeres como principales perceptoras de ingresos autónomos de sus
hogares aumentó de 29,3% a 37,6% en el período 2006-2015.
Brecha de género en el ingreso medio mensual en personas ocupadas, 2016
El ingreso medio mensual de las mujeres ocupadas aumentó un 46,2% entre 2010 y 2016.
Sin embargo, la brecha de género del ingreso medio se mantuvo alrededor del 30%,
alcanzado su punto más alto el año 2011 con -34,5%. En el año 2016, las mujeres
percibieron un ingreso medio 31,7% menor que el ingreso medio mensual de los hombres
ocupados.
3. Pobreza
Brecha de género entre personas en situación de pobreza extrema por ingresos, 2015
En los últimos cinco años de la Encuesta Casen, más del 52% del total de personas en
situación de pobreza extrema fueron mujeres. El 54,9% de las mujeres tuvieron esta
condición el año 2015, con una brecha respecto de los hombres de 9,8 puntos porcentuales.
En el mismo período, la brecha entre mujeres y hombres en situación de pobreza extrema
aumentó de 5,6 puntos porcentuales en 2006 a 11,0 puntos porcentuales en 2013. Esta
brecha luego disminuyó a 9,8 puntos porcentuales en 2015.
Brecha de género entre personas en situación de pobreza multidimensional, 2015
Durante el período 2009-2015, se observa que más del 50% de las personas que se
encuentran en situación de pobreza multidimensional fueron mujeres (las dimensiones
consideradas son: educación, salud, vivienda y trabajo y seguridad social). El año 2015, un
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51,1% de las personas en esta situación fueron mujeres, con una brecha de 2,2 puntos
porcentuales a nivel nacional.
Brecha de género entre personas en situación de pobreza por ingresos, 2015
Desde el año 2006 hasta el 2015, más del 52% de las personas que se encontraban en
situación de pobreza por ingresos fueron mujeres. El año 2015, el 54,5% estuvo en esta
condición. Durante el período mencionado, la brecha aumentó de 4,6 puntos porcentuales
en 2006 a 9,0 puntos porcentuales en 2015, a nivel nacional.
4. Carga global de trabajo
Brecha de género en tiempo promedio día de semana destinado a la carga global de
trabajo según tipo de trabajo, 2015
El tiempo promedio destinado a la carga global de trabajo corresponde al tiempo destinado
al conjunto de actividades de trabajo. Es decir, el trabajo en la ocupación y producción de
bienes para el autoconsumo junto con el trabajo no remunerado.
Considerando la carga global de trabajo en día de semana, las mujeres dedican, en
promedio, 1,65 horas más que los hombres.
Brecha de género en tiempo promedio fin de semana destinado a la carga global de
trabajo según tipo de trabajo, 2015
Considerando la carga global de trabajo en fin de semana, las mujeres dedican 1,79 horas
promedio más que los hombres.
5. Trabajo No remunerado
Brecha de género en tasa de participación en día de semana en trabajo de cuidados no
remunerados a integrantes del hogar, 2015
Las mujeres registran mayor participación y tiempo que los hombres en los trabajos no
remunerados, sean estos de cuidados, doméstico para el propio hogar o quehaceres
domésticos y de cuidados para otros hogares en los días de semana.
Las mujeres, en día de semana, tienen una tasa de participación en el trabajo de cuidados no
remunerados a integrantes del hogar, mayor que los hombres en 12,6 puntos porcentuales.
La brecha en tiempo indica que las mujeres trabajan en promedio 1,49 horas más que los
hombres en día de semana
Brecha de género en tasa de participación en fin de semana en trabajo de cuidados no
remunerados a integrantes del hogar, 2015
A nivel nacional, en fin de semana, las mujeres tienen una tasa de participación, en el
trabajo de cuidados no remunerados a integrantes del hogar, mayor que los hombres en 11,3
puntos porcentuales.
La brecha en tiempo indica que las mujeres trabajan en promedio 1,07 horas más que los
hombres en un día de fin de semana.
Brecha de género en tasa de participación en día de semana en trabajo doméstico no
remunerado para el propio hogar, 2015
A nivel nacional, en día de semana, las mujeres tienen una tasa de participación mayor que
los hombres en el trabajo doméstico no remunerado para el propio hogar, generando una
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brecha de 10,7 puntos porcentuales. La brecha en tiempo indica que las mujeres trabajan en
promedio 2,08 horas más que los hombres en día de semana.
Brecha de género en tasa de participación en fin de semana en trabajo doméstico no
remunerado para el propio hogar, 2015
A nivel nacional, en fin de semana, las mujeres tienen una tasa de participación en el
trabajo doméstico no remunerado para el propio hogar, mayor que los hombres en 7,9
puntos porcentuales. La brecha en tiempo indica que las mujeres trabajan en promedio 1,81
horas más que los hombres en ese período de tiempo.
Brecha de género en la tasa de participación y tiempo promedio en día de semana en
trabajo no remunerado, 2015
Las mujeres participan más que los hombres en el trabajo no remunerado en día de semana
(95,5% de las mujeres versus 87,2% de los hombres). La brecha es de 8,3 puntos
porcentuales. La brecha en tiempo indica que las mujeres trabajan en promedio 3,3 horas
más que los hombres en día de semana.
Brecha de género en la tasa de participación en fin de semana en trabajo no
remunerado, 2015
Las mujeres participan más que los hombres en el trabajo no remunerado en el fin de
semana (94,6% de las mujeres versus el 88,0% de los hombres). La brecha es de 6,6 puntos
porcentuales. La brecha en tiempo indica que las mujeres trabajan en promedio 2,62 horas
más que los hombres en fin de semana.
Ámbito 4: Proceso de aprendizaje para el cambio cultural. Se trata de procesos
asociados a los ámbitos educativos formales e informales, así como a otros de
socialización a través de los medios de comunicación que promueven el cambio
cultural hacia una sociedad con equidad de género.
1. Participación en carreras universitarias
Brecha entre personas tituladas en carreras profesionales del área de tecnología, por
sexo, 2016
Durante el período 2007-2016, las mujeres representaron –a nivel nacional- menos del 25%
del total de personas tituladas en carreras profesionales del área de tecnología. En 2016
fueron 24,6%, con una brecha de -50,8 puntos porcentuales. La mayor expresión de esta se
advierte en la Región de Los Ríos (-58,1 pp.), donde solo el 21,0% de quienes se titulan en
este tipo de carreras son mujeres, en contraste con la Región de Aysén (-17,9 pp.) donde
ellas representan el 41,1%.
Brecha entre personas tituladas en carreras técnicas del área de tecnología, por sexo,
2016
Durante el período 2007-2016, las mujeres representaron –a nivel nacional- menos del 23%
del total de personas tituladas en carreras técnicas del área de tecnología con excepción de
los años 2015 - 2016, cuando sobrepasaron ligeramente el 25%, y con brechas alrededor de
-49 puntos porcentuales.
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El Atlas nos muestra que la región con mayor brecha en 2016 fue Magallanes (-61,9 pp.),
con solo 19,0% de tituladas, mientras que la menor se registró en Aysén (-25,0 pp.) con
37,5% de las mismas.
2. Rendimiento
En cuanto a las brechas de género vinculadas a la educación en Chile, una de las más
importantes es la que ocurre en la enseñanza de las ciencias. En el ámbito escolar, por
ejemplo, a nivel nacional y para el período 2006-2014, las mujeres obtuvieron puntajes
menores que los hombres en la prueba SIMCE de Matemáticas para segundo año medio.
La brecha, en este caso, fluctuó entre -10 pp. en 2006 y -5 pp. en 2014. Durante 2015 y
2016 no se observaron diferencias estadísticamente significativas entre los puntajes
obtenidos por hombres y mujeres. El Atlas de Género, sin embargo, muestra contrastes
importantes en el año 2016, dependiendo de la región. Mientras en Tarapacá y El Maule la
brecha fue 0, en Magallanes llegó a -8 pp. Ese mismo año, Antofagasta, Valparaíso, La
Araucanía y Los Ríos presentaron brechas de género de -6 pp. A nivel nacional para el
periodo 2006-2014, las mujeres obtuvieron puntajes menores que los hombres en la prueba
SIMCE de Matemáticas para segundo año medio.
El tercer informe considerado para esta Asignación es el último informe del Foro
Económico Mundial: Brechas de género. Informe FEM 2017
El último informe del Foro Económico Mundial (FEM) constata un retroceso en 2017 de la
paridad por primera vez en una década debido sobre todo a la desigualdad en el lugar de
trabajo y en representación política. La brecha ha aumentado así por primera vez desde que
el Foro Económico comenzara en 2006 a elaborar estadísticas al respecto.
Tras el declive del año 2017, el 68% de la brecha en la igualdad de género a nivel global ha
sido cerrada, ligeramente por debajo del 68,3% registrado en 2016 y del 68,1% observado
en 2015.
Detrás del retroceso está un incremento en la brecha de la paridad de género en los cuatro
pilares que analiza el informe: logros educativos, salud y esperanza de vida, oportunidad
económica y empoderamiento político, aunque las dos últimas áreas representan un mayor
motivo de preocupación. Ambas registran hasta ahora las mayores diferencias de paridad,
pero también eran hasta 2017 las dos áreas que más rápidamente mejoraban para cerrar la
brecha, indica el FEM.
“Al nivel actual de progreso, harán falta cien años para cerrar la brecha global en la
igualdad entre hombres y mujeres”, señalan los expertos de la institución económica con
sede en Ginebra. El año pasado eran aún 83 años, lo que evidencia el retroceso en términos
prácticos que se ha producido entre un ejercicio y otro. En las empresas, las perspectivas
son incluso peores: el FEM calcula que la igualdad entre trabajadoras y trabajadores no
llegará hasta dentro de 217 años -es decir en 2234-, cuando el año pasado estaba previsto
aún que llegaría en 2186. Los expertos del Foro indican no obstante que una serie de países
se han desmarcado de la tendencia sombría que dibuja el informe, dado que más de la mitad
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de las 144 naciones analizadas este año mejoraron su puntuación en este ámbito en los
últimos doce meses. Todas las regiones han reducido la brecha de género en los últimos
once años, pese al estancamiento en el progreso global. Con el presente nivel de avances, la
diferencia en la paridad podría eliminarse en Europa occidental en 61 años; en el sur de
Asia en 62; en Latinoamérica y el Caribe en 79 años; en 102 en África subsahariana; en 128
en Europa del este y Asia Central; en 157 en Oriente Medio y el norte de África, en 161 en
Asia oriental y el Pacífico y en 168 años en América del Norte. El país que está más cerca
de cerrar la brecha de género es Islandia, la nación más igualitaria entre hombres y mujeres
por noveno año consecutivo y que ha superado esa desigualdad en casi el 88%, según el
informe. La diferencia entre Islandia y el segundo país mejor posicionado, Noruega, ha
aumentado este año, dado que la brecha en esta última nación se ha incrementado, al igual
que ha ocurrido en el caso del tercer Estado más avanzado en la igualdad de género,
Finlandia. Les siguen en cuarto lugar Ruanda y en quinto Suecia. En la sexta posición
aparece el primer país latinoamericano: Nicaragua, y en el séptimo se sitúa Eslovenia, dos
naciones que han conseguido “un hito” este año al cerrar el 80% de sus respectivas brechas
de género por primera vez, según los expertos del Foro. Cierran el ránking de los diez
países más igualitarios Irlanda (8), Nueva Zelanda (9) y Filipinas (10). Chile figura en el
puesto 63, lo que indica que ha avanzado siete posiciones en comparación con el año
pasado.
Por regiones, Europa occidental sigue siendo la más avanzada en la igualdad de género,
dado que le queda por cerrar de media un 25% de la brecha en la paridad. Le sigue América
del Norte, que tiene que cerrar un 28% de la brecha de género, y Europa del este y Asia
Central han superado el 71% de la diferencia de sexos.
En cuarta posición se sitúa América Latina y el Caribe, que tienen una brecha media del
30% por cerrar y albergan a dos de los países que más rápidamente han mejorado en el
mundo desde 2006: Nicaragua (6) y Bolivia (17). Brasil es uno de los cinco países que han
logrado cerrar plenamente la brecha en el pilar del logro educativo, pese a que se posiciona
en el puesto 90 a nivel global. Los países con peores avances son Paraguay (96) y
Guatemala (110).
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