LOA. Toros

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Del deporte y los hombres, Roland Barthes

El ensayista francés Roland Barthes dedicó una parte de sus estudios a las mitologías, a los
relatos comunes de la vida cotidiana en la cultura Europa. En dichas reflexiones el deporte
no fue una excepción. Particularmente sobre las corridas de toros, en el libro Del deporte y
los hombres, Roland Barthes escribió lo siguiente:

“La corrida no es exactamente un deporte y, sin embargo, tal vez sea el modelo y el límite de
todos los deportes: elegancia de la ceremonia, reglas estrictas del combate, fuerza del
adversario, ciencia y coraje del hombre. Todo nuestro deporte moderno está en este
espectáculo de otra época, heredado de los antiguos sacrificios religiosos”.

Barthes decía que la corrida es una representación de la victoria del hombre sobre la
ignorancia, el miedo y la necesidad. Las palabras de Barthes están probablemente
relacionadas con el trasfondo histórico y mitológico de las corridas de toros y las oposiciones
que le dan forma: la racionalidad y el instinto, la luz y la obscuridad, la bestialidad y el
dominio de los instrumentos y las armas.

En la forma actual de la corrida de toros hay una inversión en el orden del relato del mito de
Teseo y el minotauro. En el relato mítico, el minotauro vive en la oscuridad y el héroe se
interna en el laberinto para enfrentarlo. En la corrida es el torero quien, vestido de luces,
espera en el exterior y es el animal quien sale en su búsqueda, para finalmente ser devuelto a
la obscuridad, a la muerte.

Historia del ojo, Georges Bataille

George Bataille, uno de los grandes escritores de relatos eróticos, escribió para su novela La
historia del ojo un par de fragmentos ubicados en la mítica plaza de toros Las Ventas, de
Madrid. En este episodio Bataille recrea una de las corridas más memorables de la Edad de
Plata de la tauromaquia española: La tarde del 7 de Mayo de 1922 el torero valenciano
Manuel Granero Valls fue abatido, recibiendo dos cornadas; la primera en el muslo, la
segunda en el ojo derecho.

Bataille aprovecha el escenario de la corrida para describir uno más de los espacios
privilegiados sobre el placer y las tentaciones de la mirada, sobre el humano y latente encanto
por lo escatológico. No es casual que la fatídica muerte de Granero es colocada en la novela
como contrapunto de los arrebatos sexuales de su protagonista Simone, en un fragmento
literario no apto para ojos e imaginaciones sensibles.

Lo que confiesan los toreros, José López Pinillos

Lo que confiesan los toreros consta de una serie de entrevistas realizadas por el periodista y
dramaturgo español, José López Pinillos, a toreros y novilleros que destacaban en las faenas
durante las primeras décadas del siglo XX. Así, por las páginas de este libro pasan los
nombres de Juan Belmonte, Joselito, Enrique Vargas “Minuto”, así como el del mito del
toreo mexicano, Juan Silveti Mañón
Las entrevistas de Pinillos son destacables por dos aspectos: El humor del escritor es notable
en cada una de sus páginas. La soltura con la que encaró a los toreros dio pie a desfachatadas
confesiones sobre hábitos, disciplinas, preferencias, miedos y alegrías durante la fiesta brava.
El atrevimiento del entrevistador pasa revista sobre temas clásicos sobre los toros como la
crianza, el tamaño y repara sin miramientos sobre asuntos personales de los entrevistados.

Lo que confiesan los toreros es sin duda un imprescindible para fanáticos y curiosos de las
historias y vivencias de grandes protagonistas de la tauromaquia.

Tauromaquia o arte de torear, José Delgado, “Pepe Hillo”

Este manual fue publicado por primera vez en 1796. Su autor, “Pepe Hillo”, torero sevillano
conocido por su gallardía, escribió estas reglas y suertes de la tauromaquia como una guía
para los aficionados y aprendices de una disciplina que entonces provocaba un gran revuelo.

La obra, además de las detalladas descripciones de las suertes, contiene un glosario, un


“Alfabeto de las voces y las expresiones de la tauromaquia”, donde se aclara el uso de
términos como “boyante”, “gallear”, “quiebro” y otras tantas formas verbales empleadas por
los fanáticos y los toreros.

Para verdaderos aficionados, Tauromaquia o arte de torear de José Delgado, “Pepe Hillo”
se encuentra en esta colección sobre las corridas de toros de las Ediciones Turner.

La música callada del toreo, José Bergamín

Apasionado por la tauromaquia, José Bergamín escribió una serie de textos en prosa sobre la
emoción, sobre el miedo y sobre la muerte en la experiencia taurina.

En detrimento de los argumentos que colocan la contemplación de las faenas taurinas en el


goce morboso, Bergamín destaca la emoción, la caída de la conciencia en el terreno de lo
mágico. Dice Bergamín:

“En el espectáculo mágico de la corrida, la presencia de la muerte está exclusivamente


vinculada al toro, y al torero, las luces de razón irracional, que se encienden y se apagan en
su traje enmascarador, le disfrazan de inmortalidad. En cuanto un torero nos expresa,
voluntaria o involuntariamente, su valentía o su miedo, la emoción mágica desaparece por
completo, porque la emoción del toreo es únicamente emoción de arte. El espectador que se
emociona de otro modo la destruye, sustituyéndola por una especia de pornografía mortal
que le convierte al mismo tiempo en un suicida masoquista y en un sádico asesino: ambas
cosas, claro, como un inconsciente onanismo fantasmal”.

Bergamín, en distintos momentos de la obra, insiste en que el éxito de la empresa taurina no


descansa en la bravuconería de los toros ni en la bravuconería de los toreros, pues sin el
carácter festivo el espectáculo se convierte en un acto vulgar de nervio y cobardía.
La música callada del toreo cierra con un poema homónimo de Rafael Alberti, dedicado a
Bergamín. Permíteme que le lea:

De luz en sueño y sombra la corrida:


Un abrir y cerrar, verte y no verte,
Un quererte en silencio por prenderte,
llama espiral, ceñida y desceñida.

Un silbo que aposenta su medida


En el aire acordado de la suerte,
Un pase de la luz al de la muerte
O en alas de la sombra al de la vida.

Un prodigios mágico sentido,


Un recordar callado en el oído
Y un sentir que en mis ojos sin voz veo.

Una sonora soledad lejana,


Fuente sin fin de la que insomne mana
La música callada del toreo.

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