Exequias
Exequias
Exequias
(PRAENOTANDA)
3. Dejada de lado toda vana ostentación, es conveniente honrar los cuerpos de los
fieles difuntos, que han sido templos del Espíritu Santo. Por eso, por lo menos en
los momentos más importantes entre la muerte y la sepultura, se debe afirmar la fe
en la vida eterna y orar por los difuntos.
Los principales momentos pueden ser, según la costumbre de los lugares: la
vigilia en la casa del difunto, la colocación del cuerpo en el féretro y su traslado al
sepulcro, previa reunión de los familiares y, si fuera posible, de toda la comunidad,
para escuchar, en la liturgia de la palabra, el consuelo de la esperanza, para ofrecer
el sacrificio eucarístico y para la última despedida al difunto.
II. Formas de celebración
4. Después de considerar las condiciones y posibilidades de las diversas regiones,
el Ritual de exequias propone tres formas de celebración:
1
Cf. SIMEÓN DE TESALÓNICA, De ordine sepulturae: PG 115, 685 B.
También la aspersión, que recuerda la inscripción en la vida eterna realizada
por el bautismo, y la incensación, con la que se honra el cuerpo del difunto, templo
del Espíritu Santo, pueden ser consideradas como gesto de despedida.
11. En cualquier celebración por los difuntos, tanto exequias como común, se
considera parte muy importante del rito la lectura de la palabra de Dios. En efecto,
ésta proclama el misterio pascual, afianza la esperanza de un nuevo encuentro en
el reino de Dios, exhorta a la piedad hacia los difuntos y a dar un testimonio de
vida cristiana.
Los salmos
12. En los oficios por los difuntos, la Iglesia recurre especialmente a los salmos,
para expresar el dolor y reafirmar la confianza. Procuren, pues, los pastores de
almas, mediante una adecuada catequesis, que sus comunidades comprendan, con
mayor claridad y profundidad, los salmos que se proponen para la liturgia exequial,
por lo menos algunos de ellos. En cuanto a los otros cantos, cuya conveniencia
pastoral se indica con frecuencia en el rito, procuren que expresen «un amor suave
y vivo hacia la sagrada Escritura»2, a la vez que el sentido de la liturgia.
Las oraciones
13. La comunidad cristiana también en las oraciones confiesa su fe e intercede
piadosamente por los difuntos adultos, para que alcancen la felicidad junto a Dios;
felicidad a la cual cree que ya han llegado los niños difuntos, que son hijos de
adopción por el bautismo. Por los padres de estos niños, como también por los
familiares de todos los difuntos, ora la comunidad, para que en su dolor reciban el
consuelo de la fe. El Oficio de difuntos
14. Donde por ley particular, por fundación o por costumbre, se celebra el Oficio
de difuntos, con motivo de las exequias o fuera de ellas, puede conservarse este
Oficio con tal que se celebre digna y piadosamente. Pero, teniendo en cuenta las
2
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Sacrosanctum Concilium,
sobre la sagrada liturgia, núm. 24
condiciones de la vida actual y de la pastoral, en lugar del Oficio de difuntos, puede
celebrarse una vigilia o una liturgia de la palabra.
14 bis. Se han de celebrar exequias por los catecúmenos y, además, según establece
el canon 1183 del Código de Derecho Canónico, se pueden celebrar también:
a) por aquellos niños que sus padres deseaban bautizar, pero murieron antes
de recibir el bautismo;
b) según el juicio prudente del Ordinario del lugar, por los bautizados que
estaban adscritos a una Iglesia o comunidad eclesial no católica, con tal de
que no conste la voluntad contraria de éstos y no pueda hacerlas su ministro
propio.
Exequias y cremación del cadáver
15. Se puede conceder las exequias cristianas a quienes han elegido la cremación
de su cadáver, a no ser que conste que dicha cremación fue elegida por motivos
contrarios al sentido cristiano de la vida.
En este caso, las exequias se celebrarán según la forma que se usa en la región,
pero de tal manera que no se oculte que la Iglesia prefiere la costumbre de sepultar
los cuerpos, como el mismo Señor quiso ser sepultado; evítese también el peligro
de escándalo o de sorpresa en los fieles.
Por otro lado, los ritos que se hacen en la capilla del cementerio o junto al
sepulcro pueden tener lugar en el edificio del crematorio; más aún, si no hay un
lugar adecuado, dichos ritos pueden hacerse en la misma sala del crematorio,
evitando todo peligro de escándalo o de indiferentismo religioso.
3
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Sacrosanctum
Concilium, sobre la sagrada liturgia, núm. 32
b) considerar, con cuidado y prudencia, cuanto pueda admitirse,
oportunamente, de las tradiciones y el modo de ser de los diversos pueblos y,
también, proponer a la Sede Apostólica otras adaptaciones que se estimen
útiles o necesarias para introducirlas con su consentimiento;
c) mantener vigentes o adaptar los elementos propios, cuando los hay, ya
existentes en los Rituales particulares, siempre que estén de acuerdo con la
Constitución sobre la sagrada liturgia y las necesidades actuales;
d) preparar las versiones de los textos, de manera que se acomoden
verdaderamente a las diversas lenguas y culturas, agregando, cuando fuere
oportuno, melodías aptas para el canto;
e) adaptar y completar las instrucciones de la edición típica del Ritual Romano,
de modo que los ministros comprendan plenamente y realicen adecuadamente
la significación de los ritos;
f) al preparar las ediciones de los libros litúrgicos, ordenar los textos del modo
que sea más apropiado para el uso pastoral, con tal de que no se omita nada
del material contenido en esta edición típica; si pareciera oportuno añadir
algunas rúbricas o textos, se los distinguirá de los de la edición típica con un
signo o carácter tipográfico adecuado.
22. En la preparación de la edición en la lengua vernácula del Ritual de exequias.
Corresponderá a las Conferencias Episcopales:
a) ordenar los ritos según una o más formas, como se indica en el núm. 9
b) sustituir las fórmulas propuestas en el rito principal, si pareciera
oportuno, por otras de las que se encuentran en el capítulo de textos
potestativos;
c) cuando la edición típica latina del Ritual de exequias presenta varias
fórmulas optativas, añadir otras fórmulas del mismo género (de acuerdo con
el núm. 21,f);
d) juzgar si un laico puede ser elegido para celebrar las exequias (cf. núm.
19);
e) cuando razones pastorales lo indiquen, establecer que la aspersión y la
incensación puedan omitirse o ser suplidas por otro rito;
f) establecer para las exequias el color litúrgico más adecuado a la
idiosincrasia de cada pueblo, que no ofenda al dolor humano y que haga
patente la esperanza cristiana, a la luz del misterio pascual.
a) por regla general, todos los textos pueden ser cambiados por otros, con
la cooperación de la comunidad y de la familia, para obtener en cada caso
una celebración que se adapte mejor a las diversas circunstancias;
b) algunos elementos no son obligatorios, sino que se pueden añadir a
voluntad según las circunstancias, como, por ejemplo, en la casa del difunto,
la oración por los afligidos;
c) según la tradición litúrgica, se da una gran libertad de elección en los
textos propuestos para las procesiones;
d) cuando, por una razón litúrgica, se indica o aconseja un salmo que puede
ofrecer dificultad pastoral, se ofrece siempre la posibilidad de cambiarlo por
otro; más aún: si algún versículo de un salmo pareciera menos apto bajo el
aspecto pastoral, puede omitirse;
e) el texto de las oraciones se propone siempre en singular, es decir, por un
solo difunto; por tanto, en cada caso, el texto será adaptado según el género
y el número; por ejemplo: en lugar de las palabras tu hijo, se usará, según las
circunstancias, tu hija o tus hijos o tus hijas, etc.;
1. EN EL MOMENTO DE EXPIRAR
Terminadas las preces de la recomendación del alma, mientras el moribundo lucha con la muerte,
puede trazarse el signo de la cruz sobre su frente u ofrecerle un crucifijo para que lo bese,
diciendo:
O bien:
Cuando el moribundo ha entregado su alma a Dios, al cerrarle los ojos. uno de los familiares
puede decir:
Los familiares y amigos que se encuentren allí presentes pueden entonces orar junto al
cadáver, diciendo:
Te pedimos, Señor, que tu siervo (sierva) N., que ha muerto ya para este
mundo, viva ahora para ti y que tu amor misericordioso borre los
pecados que cometió por fragilidad humana. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
R. Amén.
Cuando el cadáver es puesto en el ataúd, uno de los familiares o amigos presentes puede orar
con estas palabras, a las que todos se suman en las súplicas finales:
En el momento en que es cerrado el ataúd, los allí presentes pueden orar por el difunto con
estas palabras:
Cuando los familiares y amigos acuden donde se encuentra el cadáver en las horas que preceden
al sepelio, será bueno que expresen su caridad cristiana para con el difunto orando allí por él, así
como también para dar muestras del consuelo cristiano que ofrecen a los más allegados del que
ha expirado. Esta oración se puede hacer de manera comunitaria o bien individualmente.
Si la oración se realiza de manera comunitaria, puede hacerse con uno de los cuatro primeros
formularios que siguen a continuación:
FORMULARIO I
Antífona
Preces
Que Cristo, que por él (ella) sufrió muerte de cruz, le conceda la felicidad
verdadera.
R. Te lo pedimos, Señor.
Oración
Preces
Oración
FORMULARIO III
Antífona
Preces
FORMULARIO IV
Antífona
Preces
Oración
FORMULARIO V
Cuando la oración ante un difunto se lleva a cabo individualmente, puede hacerse con el
formulario siguiente:
Antífona
Tú, Señor, que eres el descanso después del trabajo y la vida después de
la muerte, concede a nuestro hermano (nuestra hermana) el descanso
eterno.
Preces
A ti, Señor, grito, respóndeme; haz caso de las súplicas que te dirijo en
este momento de dolor por la muerte de tu siervo (sierva) N.
Señor Jesucristo, acógelo (acógela) en compañía de todos los elegidos
que nos han precedido.
Concédele gozar siempre de su paz.
Que encuentre en ti el perdón de sus pecados.
Que goce eternamente de la felicidad de los santos.
Que te contemple a ti, luz verdadera, y goce de tu presencia.
Conforta a sus familiares y a cuantos lloran su muerte.
Oración
Es muy aconsejable que, según las costumbres y posibilidades de cada lugar, los amigos y
familiares del difunto se reúnan en la casa mortuoria, antes de la celebración de las exequias, para
celebrar una vigilia de oración. Esta vigilia puede celebrarse también en la iglesia, pero nunca
inmediatamente antes de la misa exequial, a fin de que la celebración no se alargue demasiado y
no quede duplicada la Liturgia de la palabra. Esta vigilia de oración la preside el Obispo, un
sacerdote o un diácono o, en su defecto, la dirige un laico. Esta vigilia sustituye el Oficio de
lectura propio de la Liturgia de las Horas de difuntos.
I. Ritos iniciales
Oremos.
Escucha, Señor, la oración de tus fieles; desde el abismo de la
muerte, nuestro hermano (nuestra hermana) N. espera tu redención
copiosa; redímelo (redímela) de todos sus delitos y haz que en tu reino
vea realizada toda su esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
2. Liturgia de la palabra
Palabra de Dios.
6. En lugar de esta lectura bíblica, puede leerse alguna de las que se encuentran en el leccionario
de difuntos.
Si parece oportuno, puede leerse más de un texto bíblico, siguiendo el esquema habitual de
la Liturgia de la palabra, y añadirse una lectura patrística o eclesiástica.
Después de la lectura bíblica, el Obispo, el sacerdote o el diácono que presiden esta vigilia
pueden dirigir a los presentes unas breves palabras de homilía.
7. Después de haber escuchado la palabra de Dios, o después de la homilía, si ésta ha tenido
lugar, se puede invitar a los presentes a recitar juntos la profesión de fe:
8. La vigilia termina con las siguientes preces u otras de las que figuran en el Apéndice I:
FORMULARIO COMÚN I
Oremos.
Oh, Dios, justo y clemente,
mira con amor a tu siervo (sierva) N.,
que, por medio del agua del bautismo,
participó ya de la Pascua liberadora de Cristo,
y concédele entrar en la verdadera tierra de promisión
y gustar los bienes de la vida divina
en eterna comunión con su Redentor,
nuestro Dios y Señor Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
A continuación, se organiza la procesión hacia la iglesia. Durante esta procesión, el pueblo ora
por el difunto, o se entona algún canto popular apropiado. Para la oración por el difunto puede
usarse oportunamente la siguiente letanía:
3. Estación en la iglesia
Al llegar a la iglesia, se coloca el cadáver delante del altar y, si es posible, se pone junto a él el
cirio pascual.
El que preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente
fórmula:
Terminados estos ritos iniciales y, si se celebra la Misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten
piedad, se dice la oración colecta:
Oremos.
Te encomendamos, Señor,
a nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
a quien en esta vida mortal
rodeaste con tu amor infinito;
concédele ahora que, libre de todos los males,
participe en el descanso eterno.
Y, ya que este primer mundo acabó para él (ella),
admítelo (admítela) en tu paraíso,
donde no hay ni llanto ni luto ni dolor,
sino paz y alegría eternas.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
O bien:
Oremos.
Escucha, Señor, nuestras súplicas
y haz que tu siervo (sierva) N.,
que acaba de salir de este mundo,
perdonado (perdonada) de sus pecados
y libre de toda pena,
goce junto a ti de la vida inmortal;
y, cuando llegue el gran día
de la resurrección y del premio,
colócalo (colócala) entre tus santos y elegidos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
La celebración prosigue, como habitualmente, con la liturgia de la Palabra.
Después de la homilía, se hace la oración universal con el siguiente formulario u otro parecido:
Dicha esta oración, omitida la bendición y el Podéis ir en paz, se organiza la procesión hacia
el cementerio.
Si las exequias se celebran sin misa, la oración universal concluye con la siguiente fórmula:
5. Procesión al cementerio
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
A continuación, el que preside dice la siguiente oración sobre el sepulcro. Si el sepulcro está
ya bendecido se omite el texto entre corchetes.
Oremos.
Señor Jesucristo,
que al descansar tres días en el sepulcro
santificaste la tumba de los que creen en ti,
de tal forma que la sepultura
no solo sirviera para enterrar el cuerpo,
sino también para acrecentar
nuestra esperanza en la resurrección,
[dígnate ben+decir esta tumba y]
concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N.
descansar aquí de sus fatigas,
durmiendo en la paz de este sepulcro,
hasta el día en que tú,
que eres la Resurrección y la Vida,
lo (la) resucites y lo (la) ilumines
con la contemplación de tu rostro glorioso.
Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Si el sepulcro no está bendecido, se rocía con agua bendita y se inciensa.
A continuación, el que preside se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras
parecidas:
[Oremos.]
tus manos, Padre de bondad,
encomendamos el alma
de nuestro hermano (nuestra hermana),
con la firme esperanza
de que resucitará en el último día,
con todos los que han muerto en Cristo.
Te damos gracias
por todos los dones con que lo (la) enriqueciste
a lo largo de su vida;
en ellos reconocemos un signo de tu amor
y de la comunión de los santos.
Dios de misericordia,
acoge las oraciones que te presentamos
por este hermano nuestro (esta hermana nuestra)
que acaba de dejarnos
y ábrele las puertas de tu mansión.
Y a sus familiares y amigos,
y a todos nosotros,
los que hemos quedado en este mundo,
concédenos saber consolarnos con palabras de fe,
hasta que también nos llegue el momento
de volver a reunirnos con él (ella),
junto a ti, en el gozo de tu reino eterno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto
y agradecer a los presentes su participación en las exequias.
Después, el que preside termina la celebración con una de las siguientes fórmulas:
El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
Dios, fuente de todo consuelo,
que con amor inefable creó al hombre
y en la resurrección de su Hijo
ha dado a los creyentes la esperanza de resucitar,
derrame sobre vosotros su bendición.
R. Amén.
O bien:
Descanse en paz.
R. Amén.
Su alma y las almas de todos los fieles difuntos,
por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
Se concluye el rito con la fórmula habitual de despedida.
Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
FORMULARIO COMÚN II
Oremos.
Recibe,Señor, a tu siervo (sierva) N.,
que, salido del Egipto de este mundo,
llega ahora a tu presencia;
que los santos ángeles salgan a su encuentro
y lo (la) introduzcan
en la verdadera tierra de promisión;
reconócelo (reconócela), Señor, como criatura tuya,
llena de alegría su alma
y no te acuerdes más de sus culpas pasadas,
pues, aunque haya pecado,
jamás negó ni al Padre ni al Hijo ni al Espíritu Santo,
antes bien creyó [fue celoso (celosa) de tu honra]
y te adoró fielmente a ti,
Creador del cielo y de la tierra.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
A continuación, se organiza la procesión hacia la iglesia. Durante esta procesión, el pueblo ora
por el difunto, o se entona algún canto popular apropiado. Para la oración por el difunto puede
usarse oportunamente la siguiente letanía:
Al llegar a la iglesia, se coloca el cadáver delante del altar y, si es posible, se pone junto a él el
cirio pascual.
El que preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente
fórmula:
Terminados estos ritos iniciales y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten
piedad, se dice la oración colecta:
Oremos.
Señor Dios, Padre omnipotente,
tú que nos has dado la certeza
de que en los fieles difuntos
se realizará el misterio de tu Hijo muerto y resucitado,
por esta fe que profesamos,
concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
que acaba de participar de la muerte de Cristo,
resucitar también con él en la luz de la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
O bien:
Oremos.
Oh, Dios,
misericordia de los pecadores
y felicidad de tus santos,
al cumplir hoy el deber humano
de dar sepultura al cuerpo de tu siervo (sierva) N.,
te pedimos le des parte
en el gozo de tus elegidos
y que, libre de las ataduras de la muerte,
pueda presentarse ante ti
el día de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
La celebración prosigue, como habitualmente, con la liturgia de la Palabra.
Después de la homilía, se hace la oración universal con el siguiente formulario u otro parecido:
Si las exequias se celebran sin misa, la oración universal concluye con la siguiente fórmula:
5. Procesión al cementerio
Ant. Si morimos con Cristo, viviremos con él. Sal 117, 1-20
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
A continuación, el que preside se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras
parecidas:
[Oremos.]
Dueño de la vida y Señor de los que han muerto,
acuérdate de nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
que, mientras vivió en este mundo,
fue bautizado (bautizada) en tu muerte
y asociado (asociada) a tu resurrección
y que ahora, confiando en ti,
ha salido ya de este mundo;
cuando vuelvas en el último día,
acompañado de tus ángeles,
concédele resucitar del sepulcro;
sácalo (sácala) del polvo de la muerte,
revístelo (revístela) de honor
y colócalo (colócala) a tu derecha,
para que, junto a ti, tenga su morada
entre los santos y elegidos
y con ellos alabe tu bondad
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto
y agradecer a los presentes su participación en las exequias.
Después, el que preside termina la celebración con una de las siguientes fórmulas:
Descanse en paz.
R. Amén.
Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
RITO SIMPLIFICADO DE LAS EXEQUIAS
FORMULARIO I
El ministro, junto a la puerta de la iglesia, saluda a los familiares del difunto con las siguientes
palabras u otras parecidas:
Luego, se dirige a los fieles reunidos en la iglesia con las siguientes palabras u otras parecidas:
Terminadas las letanías, o el salmo 113, y omitido el acto penitencial y el Señor, ten piedad, se
dice la oración colecta:
Oremos.
Señor Dios,
ante quien viven los que están destinados a la muerte
y para quien nuestros cuerpos, al morir, no perecen,
sino que se transforman y adquieren una vida mejor,
te pedimos humildemente que acojas
el alma de tu siervo (sierva) N.
y la coloques junto a nuestro padre Abrahán, tu amigo,
para que pueda resucitar con gloria
en el día grande del juicio;
y, si en algo pecó contra ti durante esta vida,
que tu amor misericordioso
lo (la) purifique y lo (la) perdone.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
O bien:
Oremos.
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
humildemente te suplicamos por tu siervo (sierva) N.,
a quien acabas de llamar de este mundo;
dígnate llevarlo (llevarla)
al lugar del descanso, de la luz y de la paz,
para que, franqueadas victoriosamente
las puertas de la muerte,
habite con tus santos en el cielo,
en la luz que prometiste a Abrahán
y a su descendencia por siempre.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
La celebración prosigue como habitualmente, con la Liturgia de la Palabra.
Liturgia de la palabra
PRIMERA LECTURA
Palabra de Dios.
O bien, en Tiempo Pascual:
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 26, 1bcde. 7-8. 9abcd. 13-14 (R.: 1a)
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
V. El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quien temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quien me hará temblar? R.
V. Escúchame, Señor,
que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón:
«Buscad mi rostro».
Tu rostro buscare, Señor. R.
V. No me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R.
SEGUNDA LECTURA
(si se ve conveniente)
Veremos a Dios tal cual es
Queridos hermanos:
Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios,
pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que
seremos.
Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a el, porque lo
veremos tal cual es.
Palabra de Dios.
Jn 6, 39
EVANGELIO
Oremos con fe a Dios Padre, para quien toda criatura vive, y pidámosle
que escuche nuestra oración.
— Para que perdone los pecados de su siervo (sierva) N. y acepte sus
buenas obras. Roguemos al Señor.
— Para que lo (la) libre de toda pena merecida por sus culpas y pueda
participar ya en el descanso eterno. Roguemos al Señor.
— Para que, dejado ya este primer mundo, goce eternamente en el
paraíso. Roguemos al Señor.
— Para que a nosotros el Espíritu Santo nos lleve por las sendas de la fe
y nos dé la esperanza firme de alcanzar, junto a nuestro
hermano (nuestra hermana), el reino eterno. Roguemos al Señor.
Si en las exequias se celebra la misa, la oración universal concluye con la siguiente colecta:
Si las exequias se celebran sin misa, la oración universal concluye con la siguien te fórmula:
[Oremos.]
Te pedimos, Señor, que tu siervo (sierva) N.,
que ha muerto ya para este mundo,
viva ahora para ti
y que tu amor misericordioso borre los pecados
que cometió por fragilidad humana.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto
y agradecer a los presentes su participación en las exequias.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
V. Descanse en paz.
R. Amén.
V. Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
FORMULARIO II
El ministro, junto a la puerta de la iglesia, saluda a los familiares del difunto con las siguientes
palabras u otras parecidas:
Luego, se dirige a los fieles reunidos en la iglesia con las siguientes palabras u otras parecidas:
Terminadas las letanías, o el salmo 113, y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el
Señor, ten piedad, se dice la oración colecta:
Oremos.
Oh, Dios,
siempre dispuesto a la misericordia y al perdón,
escucha nuestras súplicas por tu siervo (sierva) N.;
a quien has llamado hoy a tu presencia,
y, porque en ti creyó y esperó,
condúcelo (condúcela) a la patria verdadera
para que goce contigo de las alegrías eternas.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
O bien:
Oremos.
No seas severo en tu juicio, Señor,
con este siervo tuyo (esta sierva tuya),
que acaba de salir de este mundo,
pues ningún hombre es inocente frente a ti,
si tú mismo no perdonas sus culpas;
te pedimos, pues, que escuches las súplicas de tu Iglesia
y le concedas un lugar entre tus santos y elegidos,
pues en esta vida ya estuvo marcado (marcada)
con el sello de la Santa Trinidad.
Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
PRIMERA LECTURA
Palabra de Dios.
Ya no habrá muerte
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la
primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte
de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.
Y oí una gran voz desde el trono que decía:
«He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y
ellos serán su pueblo, y el “Dios con ellos” será su Dios».
Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni
llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.
Y dijo el que está sentado en el trono:
«Mira, hago nuevas todas las cosas».
Y dijo:
«Escribe: estas palabras son fieles y verdaderas».
Y me dijo: «Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.
Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente.
El vencedor heredará esto: yo seré Dios para él, y él será para mí hijo».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
SEGUNDA LECTURA
(si se ve conveniente)
Palabra de Dios.
Después de la homilía, se hace la oración universal con el siguiente formulario u otro parecido:
Si las exequias se celebran sin misa, la oración universal concluye con la siguiente fórmula:
Después, el que preside añade la siguiente oración. Si se han hecho las invocaciones se omite la
invitación Oremos.
[Oremos.]
Señor Jesucristo, redentor del género humano,
te pedimos que des entrada en tu paraíso
a nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
que acaba de cerrar sus ojos a la luz de este mundo
y los ha abierto para contemplarte a ti, Luz verdadera;
líbralo (líbrala), Señor, de la oscuridad de la muerte
y haz que contigo goce en el festín de las bodas eternas;
que se alegre en tu reino, su verdadera patria,
donde no hay ni tristeza ni muerte,
donde todo es vida y alegría sin fin,
y contemple tu rostro glorioso
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto
y agradecer a los presentes su participación en las exequias.
Después, se recita el salmo 117, en el que se puede ir intercalando la antífona Esta es la puerta
del Señor.
Ant. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella.
Sal 117, 1-20
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Mientras se saca el cuerpo de la iglesia, se repite la antífona Esta es la puerta del Señor.
Ant. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella.
Colocado el cuerpo en el coche fúnebre, el que preside añade:
Descanse en paz.
R. Amén.
Su alma y las almas de todos los fieles difuntos,
por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS ANTE LA URNA DE
LAS CENIZAS
El ministro, junto a la puerta de la iglesia, saluda a los familiares del difunto con las siguientes
palabras u otras parecidas:
Terminadas las letanías, o el salmo 113, y, sí se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el
Señor, ten piedad, se dice la oración colecta:
Oremos.
Oh, Dios,
siempre dispuesto a la misericordia y al perdón,
escucha nuestras súplicas por tu siervo (sierva) N.,
a quien has llamado hoy a tu presencia,
y, porque en ti creyó y esperó,
condúcelo (condúcela) a la patria verdadera
para que goce contigo de las alegrías eternas.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
O bien:
Oremos.
No seas severo en tu juicio, Señor,
con este siervo tuyo (esta sierva tuya),
que acaba de salir de este mundo,
pues ningún hombre es inocente frente a ti,
si tú mismo no perdonas sus culpas;
te pedimos, pues, que escuches las súplicas de tu Iglesia
y le concedas un lugar entre tus santos y elegidos,
pues en esta vida ya estuvo marcado (marcada)
con el sello de la Santa Trinidad.
Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Después de la homilía, se hace la oración universal con el siguiente formulario u otro parecido:
El agua que vamos a derramar ahora sobre las cenizas de este hermano
nuestro (esta hermana nuestra) nos recuerda que en el bautismo fue
hecho (hecha) miembro del cuerpo de Jesucristo, que murió y fue
sepultado, pero que con su gloriosa resurrección venció la muerte. [El
incienso con que luego las perfuma remos nos traerá a la memoria que
lo que ahora solo son sus cenizas fueron templo del Espíritu y están
llamadas a ser, por la resurrección, piedras vivas del templo de la
Jerusalén celestial.]
Después, el que preside da la vuelta a la urna asperjándola con agua bendita. Luego, pone
incienso, lo bendice y da una segunda vuelta perfumándola con incienso. Mientras tanto, si es
posible, se entona un cantos o bien uno de los presentes puede recitar las siguientes invocaciones,
a las que el pueblo responde: Señor, ten piedad, o bien, Kyrie, eléison.
[Oremos.]
Señor Jesucristo, redentor del género humano,
te pedimos que des entrada en tu paraíso
a nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
que acaba de cerrar sus ojos a la luz de este mundo
y los ha abierto para contemplarte a ti, Luz verdadera;
líbralo (líbrala), Señor, de la oscuridad de la muerte
y haz que contigo goce en el festín de las bodas eternas;
que se alegre en tu reino, su verdadera patria,
donde no hay ni tristeza ni muerte,
donde todo es vida y alegría sin fin,
y contemple tu rostro glorioso
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto
y agradecer a los presentes su participación en las exequias.
Descanse en paz.
R. Amén.
Su alma y las almas de todos los fieles difuntos,
por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
Se concluye el rito con la fórmula habitual de despedida:
Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.