El Socialismo Del Siglo XXI Boliviano - La Razón PDF

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El socialismo del siglo XXI boliviano

Sin intención, Álvaro García acuñó una frase para describir al anterior gobierno: ‘desorden moral’.

La Razón (Edición Impresa) / Nancy Vacaflor G. es periodista


00:00 / 29 de enero de 2020

Álvaro García Linera en su artículo ‘Curva de Elefante’ y clase media,


publicado en el suplemento Animal Político del 12 de enero de 2020, nos
grafica el modelo boliviano del socialismo del Siglo XXI en su aspecto
económico; resumiendo el contenido de la columna sostiene que el gobierno
del “proceso de cambio” en sus casi 14 años de gestión como política hizo lo
siguiente:

1. Enriqueció a los más ricos, como la banca y los sectores empresariales,


“Las clases altas (…) han tenido también un notable crecimiento en sus
ingresos.”

2. Muchos pobres han dejado de ser muy pobres: “Según el INE, entre 2006
y 2018, 33% de los bolivianos anteriormente pobres alcanzaron  ingresos
medios (entre 5 y 50 dólares/día)”.

3. En cambio, “las clases medias tradicionales tuvieron un incremento


moderado de sus ingresos (…)”. Además, de ser una clase desplazada de los
“privilegios estatales y de los lugares preestablecidos, social y
geográficamente”, por esa razón, tiene “(…) un rencor encolerizado por lo
que considera un desorden moral del mundo”.

4. “Por eso el odio es el lenguaje de una clase envilecida, que no duda en


calificar como salvaje al cholaje que la está desplazando”, sostiene García.

Lo que podemos inferir de este esquema de redistribución de la riqueza en


Bolivia durante la gestión del gobierno de Evo Morales es que “los ricos son
más ricos y los pobres son menos pobres”.

A confesión de parte relevo de prueba. No ha existido ninguna “revolución”,


las estructuras de poder y de dominación no han sido modificadas, la infra y
la superestructura no han sufrido modificación, no ha existido “un desorden
social y económico”. En definitiva se ha cambiado algo para que nada
cambie.

Como este esquema boliviano del socialismo del siglo XXI no ha dado
resultado para mantener en el poder a Evo Morales ad infinitum (hasta el
infinito) y, a la fecha, sus ejecutores como el expresidente y sus exministros
se encuentran en calidad de refugiados, algunos procesados en la justicia y
uno en la cárcel con detención preventiva; el exmandatario plantea el
modelo venezolano con milicias armadas, es decir, grupos paramilitares, que
sostengan su ambición por el poder.

Desorden Moral. Sin intención, García acuñó una frase para describir al
régimen del “proceso de cambio”, caracterizado por su “desorden moral”.
Fue un desorden moral que una facción de la clase “resentida” le haya
robado al expresidente Morales su triunfo electoral. A la cabeza del autor del
artículo, un grupículo de esa “clase envilecida”, a la que también pertenecen
Carlos Romero, Juan Ramón Quintana, Nardi Suxo, Luis Arce y Héctor Arce,
se apropiaron de años de trabajo político del Instrumento por la Soberanía
de los Pueblos (IPSP) y expropiaron para su beneficio personal el éxito y el
triunfo electoral del exjefe de Estado.

Fue un desorden moral que este grupículo haya separado a su líder  —


Morales— de sus más allegados miembros, luchadores y verdaderos
masistas, que fueron fundadores del Movimiento Al Socialismo (MAS)
como: Román Loayza, Filemón Escobar, Isabel Ortega, Rebeca Delgado,
Damián Condori, entre otros.Fue un desorden moral que hayan elevado la
prebenda a política de Estado, pagando dirigentes, dividiendo y cooptando a
los movimientos sociales, aniquilando las organizaciones no
gubernamentales críticas.

Fue un desorden moral la administración de justicia títere del Órgano


Ejecutivo, que se convirtió en una maquinaria de persecución política para la
oposición y dirigentes díscolos, como el presidente de la Asociación
Departamental de Productores de Coca de los Yungas, Franclin Gutiérrez o
el dirigente cívico de Achacachi Elsner Larrazabal y otros.

Fue un desorden moral el haber abandonado a su suerte o a su muerte al


entonces viceministro Rodolfo Illanes. El exministro Romero en su
alocución ante la Asamblea Legislativa, que lo interpeló por este caso,
manifestó que se habían cumplido con todos los protocolos de una situación
de secuestro, hecho que no ha sido probado, porque el exviceministro llamó
desesperadamente a las autoridades de los ministerios de Gobierno y la
Presidencia que no respondieron sus llamadas, lo que demuestra que ni si
quiera existió una línea de comunicación libre y expedita de interferencias
para una negociación con los secuestradores (mineros cooperativistas), la
prueba más fehaciente de este hecho, se encuentra en el reporte de llamadas
del número de celular de Illanes.

Fue un desorden moral que no haya existido ningún responsable político por
la fatídica derrota sufrida en la demanda marítima en la Corte Internacional
de Justicia; en cambio, el Gobierno hizo mofa ante los bolivianos
sosteniendo que no habíamos perdido. Este hecho no tuvo ningún costo
político, todos sus ministros siguieron en sus cargos. Perdimos ante Chile,
perdimos todo lo que se había avanzado mediante negociaciones. Perdimos
por segunda vez el mar. 

Fue un desorden moral burlar el voto popular del referéndum convocado por
el régimen y creer que se puede impunemente reírse de la voluntad popular
y la soberanía del pueblo.

Fue un desorden moral realizar un fraude electoral ante la mirada


estupefacta de los bolivianos, de la comunidad internacional, y pretender —
por segunda vez— escamotear la voluntad popular.

El desorden moral impuesto por el régimen “amoral”, desesperado de poder,


soberbio y que ahora enfrenta denuncias de corrupción fue derrotado por las
protestas de las “pititas” en las calles, las rotondas, las plazas y plazuelas.
Al cerrar este artículo le recordamos al exvicepresidente una frase de René
Zavaleta Mercado, que suponemos ha leído. “Lo que aquí nos interesa es la
visión popular acerca de la democracia representativa, y no la de los
intelectuales que eran gente eventual; pero no hay duda de que el fácil
desdén por la democracia representativa era una simplificación” (Bolivia:
Algunos Problemas Acerca de la Democracia, el Movimiento Popular y la
Crisis Revolucionaria, Obras Completas, Tomo II, pág. 504).

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