Escogidos en Cristo Trenchard

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EN
CRISTO
José M . Martínez

Ernesto Tyencí)ard

Publicaciones Portavoz Evangélico


CONTENIDO

Prólogo a la segunda edición 7

Una introducción necesaria 11

Escogidos en Cristo, de José M . Martínez y Ernesto Trenchard, © 1966


y 1987 por José M. Martínez y Literatura Bíblica (Madrid), PRIMERA PARTE: EXPOSICIÓN D O C T R I N A L 17
y publicado con permiso por Publicaciones Portavoz Evangélico,
filial de Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan.
Todos los derechos reservados. 1. Prolegómenos 19

Segunda edición ampliada 2. L a voluntad de Dios 28

Portada: Don Ellens 3. L a gracia de Dios 35

4. L a caída y la d e p r a v a c i ó n total 52
PUBLICACIONES P O R T A V O Z EVANGÉLICO
Kregel Publications
5. E l libre albedrío 61
P.O. Box 2607
Grand Rapids, Michigan 49501, USA 6. L a soberanía de Dios y el evangelio . . . . 72

ISBN: 0-8254-1737-6 7. L a cruz de Cristo 83


Depósito Legal: B. 12.745-1987
8. L a vocación 105
Impreso en los Talleres Gráficos de la M.C.E. Horeb,
E.R. n° 265 S.G.- Polígono Industrial Can Trias, 9. L a regeneración . 120
calles 5 y 8 - VILADECAVALLS (Barcelona)
10. L a doctrina de la elección 130
Printed in Spatn
11. Los pactos y el nuevo pacto 149
6 ESCOGIDOS E N CRISTO

173
12. E l argumento de Romanos 9—11
189
13. L a providencia divina

SEGUNDA P A R T E : H I S T O R I A D E L A D O C T R I N A . 201

Introducción 203
PRÓLOGO
14. E l período preagustiniano 205
A LA SEGUNDA EDICIÓN
15. Agustín y su teología 210
16. Pelagianismo y semipelagianismo 215
Veintiún años han transcurrido desde que ESCOGIDOS EN
17. Los siglos de la Edad Media 222 CRISTO apareció en su primera edición. A lo largo de este
18. E l período de la Reforma (Lutero, Melanchton y tiempo, numerosos testimonios han confirmado nuestro conven-
cimiento de que una obra así debe hallarse permanentemente al
Zuinglio) 228
alcance de los creyentes evangélicos de habla española.
19. Calvino y la difusión del calvinismo . . . 236 Con ciertas intermitencias, la exaltación y propagación de la
teología calvinista experimenta renovados impulsos. Este hecho
20. Arminio y el arminianismo 255
presenta aspectos positivos, pues generalmente es el resultado
21. Períodos moderno y contemporáneo . . . . 268 de un deseo loable: oponer a las desviaciones de la teología
moderna la verdad inconmovible de la Palabra de Dios. Siempre
Bibliografía 305 ha sido grande la tentación de la Iglesia a adaptar las doctrinas
bíblicas a las corrientes de pensamiento de cada época. Y en esa
Indice de textos bíblicos 307 tentación ha caído más de una vez, como puede verse en amplios
sectores del protestantismo de nuestros días. Ante los extravíos
Indice de temas y nombres propios 311 teológicos, cualquier voz que se alce proclamando la autoridad
de la Palabra divina conforme al principio de sola Scriptura me-
rece ser oída.
Pero a menudo la oposición al error produce una reacción
pendular que, como se verá a lo largo de la obra, conduce a posi-
ciones extremas, no siempre acordes con las enseñanzas funda-
mentales de la Biblia. Tales posiciones no sólo suscitan el debate
teológico. También suelen tener serias implicaciones pastorales,
pues son en gran parte determinantes de las ideas, sentimientos,
actitudes y comportamiento del creyente. Es innegable que los
8 ESCOGIDOS E N CRISTO PRÓLOGO 9

postulados calvinistas relativos a la predestinación, por ejemplo, Y quiera Dios seguir usando esta obra para que muchos
han sumido a no pocos cristianos en la incertidumbre y el te- lectores, «aferrados a la verdad en amor», puedan crecer «en
mor, en contraste con la certeza y la gozosa confianza que las todo hacia Aquel que es la Cabeza, Cristo» (Ef. 4:15).
enseñanzas básicas de la Escritura inspiran. De ahí la necesidad
de ajusfar nuestra dogmática a los grandes textos bíblicos, tan JOSÉ M . M A R T Í N E Z
claros como expresivos de la infinita gracia de Dios ofrecida
a todos los hombres. Diciembre de 1986
Como señalamos en la introducción, el propósito del libro
nada tiene que ver con el afán de controversia. Con profundo
respeto hacia quienes discrepan de nosotros, nos propusimos
analizar con la máxima objetividad tanto las enseñanzas
bíblicas como el testimonio histórico de veinte siglos de cristia-
nismo. Hoy presentamos esta segunda edición de ESCOGIDOS
EN CRISTO con la esperanza de que continuará orientando a
muchos en la búsqueda de «todo el consejo de Dios» y en su
correcta interpretación.
En el texto hay notables adiciones, tanto en la exposición
doctrinal como en el análisis histórico. En la primera parte se
añaden, con diversas consideraciones propias, citas de teólogos
tan prestigiosos como G. C. Berkouwer y Hermán Ridderbos.
En la segunda, además de aditamentos menores, ampliamos el
desarrollo de la doctrina de la elección en la Edad Media con
puntos del pensamiento de Tomás de Aquino entresacados de su
Summa Theologica. Al final dedicamos nuevas páginas a la neo-
ortodoxia y a una exposición crítica del movimiento secularista
y de la Teología de la Liberación, lo que completa el contexto
teológico en el que se mueve la Iglesia hoy.
No puedo concluir este prólogo sin manifestar mi emocio-
nado recuerdo del co-autor, D. Ernesto Trenchard, promovido
en 1972 a la presencia del Señor. Nuestra colaboración, no sólo
en la preparación de este libro, sino en muchos otros trabajos
en la obra de Dios, robusteció nuestra amistad y fue para mí
un estímulo perdurable. ¡Gracias a Dios por su amplio y rico
ministerio!
Quede, asimismo, patente nuestro reconocimiento a Publi-
caciones Portavoz Evangélico por su decisión de asumir la res-
ponsabilidad de esta nueva edición.
UNA INTRODUCCIÓN
NECESARIA
H A Y C O R R I E N T E S de pensamiento que, independientemente
de los elementos de verdad o de error que pueda haber en su
contenido, perduran a lo largo de la Historia de modo inextin-
guible. Unas veces discurren sobre la superficie, a menudo con
estrépito de controversia; otras, se aquietan y hasta se ocultan
para reaparecer m á s tarde con renovado ímpetu. Este fenómeno
puede observarse en el sistema teológico denominado calvinismo.
Durante largo tiempo, este sistema ha experimentado — y
todavía experimenta— un decaimiento en sus puntos más con-
trovertidos. E n el continente europeo —con excepción, tal vez,
de H o l a n d a — el campo evangélico apenas siente preocupación
por los problemas dogmáticos que los puntos clásicos del calvi-
nismo plantean. E n los Estados Unidos de América la mayoría
de cristianos evangélicos no son calvinistas. Algunos grupos
lo son moderadamente, y los que profesan un calvinismo secta-
rio a ultranza no gozan de mucha simpatía. A u n muchas de las
iglesias de tradición calvinista en varios países han relegado
a un segundo término su doctrina de la doble predestinación,
que en otro tiempo era casi el santo y seña de la ortodoxia
reformada.
La situación en Inglaterra, país de rancia solera calvinista,
se asemeja, en términos generales, a la de los Estados Unidos;
pero desde hace algunos años acusa un reavivamiento de la teo-
logía de Juan Calvino en algunos de los medios más conserva-
12 ESCOGIDOS E N CRISTO UNA INTRODUCCIÓN NECESARIA 13

dores. Se ha creído ver en ella un remedio para acabar con la desconocimiento de las grandes aportaciones espirituales — y
deplorable superficialidad que, salvo excepciones, caracteriza la aun político-sociales— del calvinismo a lo largo de la Historia.
predicación evangélica. Se estima que la dogmática reformada Con no menos ignorancia, algunos calvinistas tildan de «armi-
constituye un sólido apoyo contra las fuerzas del liberalismo que nianos», y hasta de «pelagianos» a cuantos no comulgan con
han minado el protestantismo inglés. Y posiblemente no faltan todas sus ideas particulares. A l hablar de los arminianos lo
quienes creen que la vuelta a las posiciones doctrinales de los hacen como si se tratara de traidores a la Palabra, empleando
puritanos produciría el mismo avivamiento que el país conoció términos de desprecio exento de toda caridad, sin haberse to-
en los días de George Whitefield. Siempre ha habido los adic- mado la molestia de examinar lo que A r m i n i o realmente ense-
tos al «arcaísmo», es decir, aquellos que, en palabras del gran ñó. De hacerlo, descubrirían que, como veremos en la sección
historiador A . Toynbee, «intentan remontar la corriente de la histórica, el sistema del profesor de Leyden no era otra cosa
vida con la esperanza de realcanzar uno de aquellos remansos que el calvinismo modificado en algunos extremos que choca-
que en días difíciles se deploran, tanto más agudamente cuanto ban con el tenor general de la doctrina bíblica.
más atrás han q u e d a d o » . Hasta ahora, el avivamiento espiritual En esta obra queremos examinar los términos teológicos del
tan deseado — l o decimos con profundo pesar— no se ha pro- calvinismo extremo y fijar nuestra posición a la luz de la Pala-
ducido. Pero el calvinismo ha resurgido en sectores evangélicos bra; pero no por eso condenamos a los «calvinistas» como
influyentes de la Gran Bretaña y su influjo ha alcanzado, aunque tales, pues, tomando como base de su doctrina la Institución
con menqjs intensidad, puntos de otras latitudes. de la religión cristiana y los Comentarios de Juan Calvino,
Desgraciadamente, en algunos lugares, aprovechando la fas- concordamos con la mayor parte de lo que expuso aquel gran
cinación que suelen causar ciertos nombres prestigiosos, se pre- reformador, especialmente en los Comentarios. A d e m á s , lo que
senta el calvinismo como la única teología evangélica ortodoxa ha dado su gran fuerza al calvinismo en la historia de los últi-
y completa, como la m á s pura esencia de la verdad bíblica, mos siglos no son los extremos que se deben al afán de perfec-
hasta el punto de identificar «todo el consejo de Dios», al que cionar un sistema teológico, sino su fidelidad a los grandes
se refirió Pablo, con toda la Dogmática reformada, y el mensaje principios de la Palabra de Dios aceptados por todos los cris-
pleno de la Biblia con el uso insistente de todos los conceptos tianos verdaderamente evangélicos, y a aquel carácter cum-
y expresiones acuñados por los teólogos calvinistas. plido de los calvinistas que, temiendo a Dios, desechaban todo
Más triste es que en algunos casos la propagación de las otro temor. Desde luego, en la historia de la religión, ha habido
doctrinas se haya efectuado con un espíritu fuertemente secta- hombres más calvinistas que Calvino, y «arminianos» que han
rio, sin respeto o consideración hacia las convicciones dispares han enseñado doctrinas diversas de las de A r m i n i o , pero aquí
de sus hermanos, tan ortodoxos, tan amantes de la verdad y tan sólo queremos abogar por el respeto mutuo, dentro del afán
celosos de la gloria de Dios como podría serlo el calvinista de entender la Palabra y glorificar a Dios salvaguardando la
más conservador. T a l estrechez de miras ha originado algunos unidad de su Iglesia. Son las doctrinas extremas de ambas
problemas, y ha creado cierta confusión en las mentes de al- tendencias y el espíritu divisivo que debemos evitar, a la par
gunos creyentes sinceros que desean ser fieles a la verdad. E n que asimilamos la sustancia bíblica de toda enseñanza honrada,
otros ha producido reacciones partidistas y ha fomentado el repasándola y c o m p r o b á n d o l a constantemente mientras estudia-
uso nada cristiano de motes impuestos a modo de sambenitos. mos las Escrituras, pidiendo la luz del Espíritu Santo. Sólo el
A causa de esas reacciones, unos han condenado absurdamente texto de la Biblia es inspirado, y Agustín, Lutero, Calvino, A r -
a los «calvinistas» como si fuesen el peor tipo de herejes, con minio, Wesley, etc., no pasan de ser expositores m á s o menos
ESCOGIDOS EN CRISTO UNA INTRODUCCIÓN NECESARIA 15
14

iluminados, más o menos sujetos a los fallos humanos. los del libro, no sólo surge por necesidad de la dualidad de
Una simple ojeada h a r á ver al lector que el libro no se autor, sino también de nuestro deseo de presentar estudios rela-
limita al tema de la elección. E l hecho es que en la teología tivamente completos sobre cada uno de los temas tratados.
calvinista este punto se halla extrechamente unido a otros, tales E l lector comprensivo no se extrañará de tales repeticiones, sino
como la soberanía, la voluntad y los decretos de Dios, la natu- que se alegrará de ver conceptos fundamentalmente reiterados
raleza humana después de la caída, el libre albedrío, la Cruz de dentro de su contexto apropiado.
Cristo, la vocación, la regeneración y la providencia. Esta con- Presentamos este trabajo no con prurito de polémica, sino
catenación nos obliga a tratar también, aunque someramente, los con el propósito de señalar algunas razones por las cuales re-
temas mencionados. Presentamos estas grandes doctrinas soterio- chazamos la mayor parte de los clásicos puntos distintivos del
lógicas con tanto más placer por cuanto elevan la obra por en- calvinismo. Cumplida esta tarea, nuestra gran preocupación
cima de la esfera meramente controversial, d á n d o l e , dentro sigue siendo la de siempre, la que domina también a los líderes
de sus límites, valor didáctico, pues invita al lector a meditar evangélicos (calvinistas y no calvinistas) más conscientes de todo
en centenares de textos y pasajes bíblicos que constituyen una el mundo: aglutinar esfuerzos en nuestro testimonio cristiano.
rica vena de enseñanza apostólica. L a época de crisis que atravesamos obliga a la Iglesia a
Por supuesto, resulta difícil hacer un "análisis del calvinis- apretar filas para enarbolar la bandera de la verdad frente a los
mo, pues, a pesar de que tiene puntos básicos inalterables, tam- errores de múltiples «ismos» y hacer visible su auténtica unidad
bién presenta sus complejidades y entre sus teólogos hallamos en Cristo ante movimientos de dudoso signo. L a coyuntura reli-
una extensa gama, desde los m á s rígidos supralapsarios hasta giosa del momento actual es particularmente delicada en nues-
los calvinistas más moderados que niegan la doble predestina- tro país. C o n sus nuevas posibilidades, lleva aparejadas graves
ción y sitúan la soberanía de Dios como paralela al libre al- responsabilidades que exigen sensatez y discernimiento.
bedrío humano en una antinomia inexplicable. Ante tal varie- Para concluir esta introducción, hacemos nuestro el triple
dad, resulta prácticamente imposible en una obra como la lema que informa la actitud de la madurez cristiana:
nuestra referirse a todos los diversos matices que sobre unos
mismos puntos pueden hallarse en el campo calvinista. Por tal « E n lo esencial, unidad;
razón, cuando tratamos de exponer la posición reformada, da- en lo secundario, libertad;
mos mayormente citas de sólo algunos de sus m á s distinguidos en todo, caridad.»
representantes (.Charles Hodge, Luis Berkhof, Abraham Kuyper,
/. /. Packer, etc.), a d e m á s de las del propio Calvino.
Anticipándonos a posibles objeciones, hemos de manifestar
que las citas que en el libro aparecen de algunos autores no
estrictamente conservadores, en modo alguno significan que nos
identifiquemos con todos sus puntos de vista. Como podrá ob-
servarse, las citas consignadas apoyan generalmente tan sólo
opiniones de análisis histórico. Confiamos, a d e m á s , en que el
lector, con personalidad intelectual propia, no se preguntará
tanto «quién lo dice» como «qué dice».
La repetición de ciertos conceptos en los diferentes capltu-
PRIMERA PARTE

EXPOSICIÓN DOCTRINAL
> Una exposición de la d o c t r i n a de l a elección
d i v i n a formulada en l a Palabra de Dios
CAPITULO 1
PROLEGÓMENOS

Los c a m i n o s de D i o s

LUTERO SOLÍA HABLARdel Dios revelado y del Dios escon-


dido para subrayar el hondo misterio que rodea a Dios en la
infinitud de su persona y la profundidad de sus designios, sien-
do evidente que Dios sólo ha revelado lo que nosotros —como
hombres— necesitamos y lo que podemos llevar, pues «nadie
conoce al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoce alguno, sino
el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar» (Mt. 11:27).
Pero lo que interesa al creyente es precisamente la revelación
de sí mismo que Dios se ha dignado darnos por medio del Verbo
encarnado, dentro de la Palabra escrita, pues el que ha visto al
Hijo ha visto al Padre (Jn. 14:9-10). Hemos de volver constan-
temente al gran principio que a n u n c i ó Moisés: «Las cosas se-
cretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son
para nosotros y para nuestros hijos para siempre» (Dt. 29:29).
La sabiduría de los hijos de Dios consiste en explorar lo reve-
lado con todo afán mediante el estudio inteligente de las Escri-
turas, con humildad de corazón, pidiendo a Dios la iluminación
de su Espíritu Santo, Autor de las páginas que estudiamos. N o
somos llamados a hacer más y es peligrosísimo procurar encajar
lo revelado dentro de un sistema determinado, haciendo que
20 PROLEGÓMENOS 21
ESCOGIDOS E N CRISTO

la lógica humana supla lo que «falta» en la revelación, para ?. Pero hemos de pasar en seguida al examen del contexto,
que tengamos la satisfacción, meramente filosófica, de atar pues ¿1 texto no puede entenderse bien sino dentro del argu-
todos los cabos, algunos de los cuales quizás el Señor quiere mento general del pasaje más amplio en que se encuentra.
que queden sueltos. Los secretos de Dios le pertenecen a E l , no
a nosotros. 3. Como extensión de este principio, hemos de pensar en
Creemos que el pensamiento teológico del hombre ha ido el fondo del libro de la Biblia que estudiamos, preguntando:
más allá de lo revelado en las Escrituras cuando se ha querido ¿ Q u i é n lo escribió? ¿ A quiénes? ¿ C o n q u é objeto? ¿ E n q u é
aplicar la suma y resta de la Aritmética al hondo misterio del circunstancias? ¿ C u á l es el fondo h i s t ó r i c o ? ¿ Q u é clase de
n ú m e r o de los escogidos, diciendo: «Dios en su pura soberanía literatura representa?, etc., etc.
ha predestinado a cierto n ú m e r o de los nacidos en este mundo
a la vida; ergo, los restantes son predestinados a la reprobación, 4 . Pero hay m á s todavía, pues el concepto de la Biblia
puesto que la presciencia de Dios es igual a un decreto suyo como un solo libro exige que consideremos cada pasaje a la
que no puede fallar.» Como ejercicio de lógica la proposición luz de las grandes doctrinas bíblicas, interpretando lo oscuro
puede ser impecable, pero: 1) rechazamos enérgicamente la por medio de las doctrinas claramente declaradas, y no anu-
idea de que la lógica humana pueda aplicarse a los secretos de blando estas doctrinas con lo oscuro.
Dios; y 2 ) positivamente estamos seguros de que la Palabra
revelada arroja clara luz sobre el plan divino de la redención, 5. Dios se digna expresar las verdades que quiere revelar
que, contemplado en esta luz, modifica sustancialmente la pro- a los hombres, no sólo por medio de declaraciones directas,
posición. Es extraño que los hermanos que tanto hablan del sino t a m b i é n por medio de expresiones metafóricas, muchas
«decreto oculto» para justificar las arbitrariedades de su sis- de las cuales son antropomórficas. Es decir, Dios, quien es
tema, no respeten este secreto primordial, insistiendo en una Espíritu, habla de sí mismo y de la obra que realiza como si
predestinación negativa cuando las Escrituras no revelan más que fuera hombre con «brazos», «ojos», « c o r a z ó n » , etc. S i leemos,
la positiva. por ejemplo, que sacó a Israel de Egipto «con brazo fuerte»,
sabemos que se trata de una metáfora antropomórfica, y el
lector de buen sentido c o m p r e n d e r á en seguida que el término
ilustra gráficamente el ejercicio directo de la potencia de Je-
N o r m a s exegéticas
hová al salvar a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Halla-
mos otros muchos tropos retóricos en las Escrituras, como en
Si empezamos con un sistema teológico, nuestra tendencia
toda otra literatura. Es muy importante que comprendamos las
será la de encajar todo cuanto leemos dentro de él, con despre-
limitaciones de la figura, sacando de ella sólo lo que es propio
cio de las conocidas normas exegéticas, las únicas que pueden
de] Dios eterno, omnipotente y omnipresente. S i hablamos de
orientarnos al buscar el verdadero sentido del detalle de un
un padre y de su hijo en el contexto de la vida normal huma-
pasaje y del conjunto de una doctrina.
na, deducimos rectamente que el padre existía antes que el
hijo y que le e n g e n d r ó en cierto momento dado. Pero si Dios
1. Utilizando los mejores medios a nuestro alcance —tra- se digna ayudar nuestra flaca comprensión aplicando los tér-
ducciones, concordancias, diccionarios, variados comentarios, minos de Padre y de Hijo a las personas primera y segunda
etc., debemos afanarnos por entender bien las palabras y fra- de la Santa Trinidad, no es lícito deducir de estas expresiones
ses del pasaje.
22 ESCOGIDOS EN CRISTO PROLEGÓMENOS 23

más que la identidad de esencia entre ambas, y la posibilidad se reveló en seguida, y que la consumación de la revelación
de amor y de comunión. E l intento de sacar más consecuencias bíblica se halla en Cristo, el Verbo encarnado, y en las doc-
de las relaciones humanas, aplicándolas a Dios, nos llevaría trinas específicamente dadas a la Iglesia por los apóstoles, como
a graves herejías. De igual forma hemos de comprender que «mayordomos del misterio». Las enseñanzas y los ejemplos del
la gran obra única de la Cruz se revela también por medio Antiguo Testamento han de apreciarse dentro de la perspectiva
de metáforas y figuras basadas en la experiencia humana, pero de la doctrina apostólica.
no dejaremos de comprender en todo momento que la obra
trasciende infinitamente a esa experiencia humana implícita en
la expresión; los términos y conceptos, pues, han de interpre- La racionalización de la e x p e r i e n c i a
tarse dentro de los límites de lo posible, tratándose de una obra
divina. Por ejemplo, la obra de la Cruz se llama «redención» Dios habla a los hombres de muy distinta manera, pero
porque liberta al pecador que se arrepiente y cree en Cristo, el expositor tiende — s i n darse cuenta de ello— a dar una im-
basándose la figura en los usos de los mercados de esclavos del portancia exagerada a su propia experiencia, llegando a racio-
Imperio de Roma, en los cuales el pago del precio del rescate nalizarla al considerar las doctrinas bíblicas. Recordemos, por
podría poner en libertad al esclavo. Pero no es permisible ejemplo, que Agustín había luchado contra la luz durante mu-
forzar la figura más allá de la verdad revelada, preguntando, chos años, y cuando por fin cedió a los impulsos del Espíritu,
por ejemplo, a quién se entregó el precio. L a pregunta no es le pareció que la mano de Dios se había echado sobre él, casi
pertinente al caso, pues la figura no hace más que enfatizar la a pesar suyo. H i z o bien en considerar todo ello como una mara-
necesidad del pago del precio de rescate, con la libertad con- villosa manifestación de la gracia de Dios, pero la exageración
siguiente de aquel que antes era esclavo. E n la sección «La Cruz de un principio bueno le llevó a desequilibrar las doctrinas, pa-
de Cristo» examinaremos varias de tales expresiones, como pro- reciéndole irresistible la gracia divina y nula la voluntad huma-
piciación, justificación, reconciliación, etc., y las mismas consi- na. E l desequilibrio se acentuó más aún al tener que combatir
deraciones han de aplicarse a las expresiones pacto y juramento, la herejía de Pelagio, quien enseñaba que cada hombre empe-
por las que el propósito inquebrantable de Dios se expresa zaba moralmente de nuevo al nacer, exento de pecado, siendo
por medio de términos basados en costumbres humanas. E l libre para forjar su propia salvación. Era natural que la reac-
exegeta debe examinar y analizar, pero a la vez recordar que ción en contra de la herejía pelagiana llevara a Agustín a enfa-
ilustran aspectos parciales del cuadro total de la obra de la tizar en términos extremos la operación de la gracia divina.
gracia, y que su uso en la esfera divina se limita por la natura- Pero la indignación es mala consejera, y la reacción le llevó
leza de Dios y de su obra. E l término pacto es expresivo, ya a una posición que no puede justificarse por el conjunto de las
que sirve de gran consuelo para el creyente, quien comprende Escrituras. ¡Y cuánta filosofía griega se había mezclado ya con
por él que los designios de Dios en relación con el hombre fiel la doctrina bíblica en la época de Agustín! ¡Cuan difícil resul-
son inquebrantables. Sirve además para establecer las relaciones taba acudir al texto bíblico con un puro afán exegético! ¡Cómo
entre Dios y su pueblo, pero no debe servir como fundamento se había arraigado ya el sacramentalismo! ¡Cuan difícil resul-
para sustentar todo un sistema de teología. taba reconciliar la doctrina de la regeneración bautismal con
la «regeneración» por gracia irresistible de los predestinados!
6. Hemos de recordar, a d e m á s , que hay un progreso doc- Calvino era francés, abogado, estudiante de la escolástica
trinal en su Palabra, pues aun siendo todo ella verdad, no todo medieval, cuya culminación se halla en el tremendo sistema
24 ESCOGIDOS E N CRISTO PROLEGÓMENOS 25

teológico-filosófico de T o m á s de Aquino. Es cierto que Calvino a Dios a la categoría de una Primera Causa, indiferente al orden
reaccionó fuertemente en contra de muchas doctrinas de Roma, de la naturaleza una vez que hubo establecido sus leyes. Frente
pero no lo es menos que había heredado la idea de la teología a los hombres, llegó a ser el Padre de la raza, quien todo lo
como sistema completo y cerrado, y que esta idea se afirmó comprende y todo lo perdona. Desde luego, este «Dios» del
por el instinto para la lógica tan propio del francés que había humanismo y del liberalismo teológico no es el que se revela en
estudiado la carrera de Derecho. Empezó a formular su Insti- la Biblia, y fuese por el barthianismo, fuese por el retorno
tución de la religión cristiana a los pocos años de su conver- al calvinismo puro de la Institución, una fuerte reacción era
sión, lo que acrecienta nuestra admiración frente a tan ingente inevitable, especialmente en vista del fracaso moral del hombre
obra, pero ello le dejó muy poco tiempo para que sacudiese «civilizado» puesto de manifiesto durante las dos guerras mun-
las influencias formativas que acabamos de notar. E n la sección diales. Pero lo que lamentamos nosotros es que no se limita
histórica veremos la tremenda inconsecuencia de haber aceptado la reacción al renovado estudio de las Escrituras que coloca al
la herencia del bautismo de niños del sistema eclesiástico rei- hombre caído en el bajo lugar que le corresponde, sino que
nante, en lugar de volver a la práctica bíblica del bautismo de vuelve frente a cierto sistema teológico como si fuese la única
creyentes que confesaban su fe. alternativa frente al humanismo y al liberalismo. Volveremos
a la historia de estas doctrinas, y no las mencionamos a q u í sino
Es un lugar c o m ú n entre escriturarios que Calvino el co-
para situar el problema dentro del marco de la historia contem-
mentador, sujeto al texto bíblico, es mucho menos «calvinista»
que el j Calvino de la Institución, el arquitecto del sistema p o r á n e a , subrayando la inmensa importancia de formular ideas
teológicp que lleva su nombre. puramente bíblicas sobre el hombre en relación con su Dios.

D i o s y e l hombre La soberanía d e D i o s

Los Padres griegos de los siglos n i y i v se esforzaron Todo creyente fiel admite la soberanía de Dios, como ex-
mayormente por definir la cristología, la Trinidad, etc., o sea, presión necesaria del concepto de la deidad; no sólo eso, sino
los aspectos llamados metafísicos de la fe. Tertuliano había que se goza al pensar que Dios es poderoso para hacer preva-
enfatizado la ruina espiritual del hombre, pero sin formular lecer su voluntad, pues de no prevalecer la suya, se i m p o n d r í a
una doctrina de la gracia, que tuvo que esperar la obra de 1* de los hombres o la de los demonios. ¡Pensamiento aterra-
Agustín. Desde entonces, la mayor preocupación de los pensa- dor! N o , Juan Wesley tenía un concepto tan elevado de lá sobe-
dores occidentales ha girado alrededor del problema soterio- ranía de Dios como podía tenerlo Calvino o Beza, y la dife-
lógico y la cuestión fundamental de las relaciones entre Dios rencia estriba en que Wesley contemplaba la voluntad de Dios
y el hombre. a la luz de las Escrituras, en íntima relación con los atributos
Si el calvinismo vuelve a ejercer considerable influencia que se dan a conocer en la Biblia, mientras que Calvino y sus
en nuestros días, según pudimos observar en nuestra introduc- sucesores pensaban en aquella voluntad como la piedra clave
ción, es como una reacción —saludable en parte— contra el y el punto de partida de su sistema teológico, como voluntad
humanismo que tanto ha influido en el pensamiento de los tres desnuda, que resulta ser m á s bien u n postulado filosófico que
últimos siglos. L a teoría de la evolución subrayaba la impor- no una verdad revelada. Esta voluntad incontrastable — s e g ú n
tancia del hombre en su lucha para perfeccionarse, relegando el pensamiento calvinista— todo lo ordena en todos sus detalles.
26 ESCOGIDOS E N CRISTO
PROLEGÓMENOS 27
Como es obvio que algunos hombres se salvan y otros no, los (Mt. 1 1 : 2 5 - 2 7 ; 1 C o . 2:10-16). 2 ) Que el tema de la Biblia es
salvos lo son por la operación directa de la voluntad predes- precisamente la revelación del plan de la redención. 3) Que la
tinadora de Dios e igualmente los perdidos lo son por la misma Biblia no explica el misterio del origen del mal —aunque puede
voluntad incontrastable. S i al hombre le parece que tal con- haber algunas consideraciones que echen cierta luz sobre el pro-
cepto hace a Dios responsable por el mal, es porque es rebel- blema—, pero en manera alguna glorificamos a Dios haciéndole
de — d i c e n — a causa de su naturaleza caída, pues los miste- autor del mal. Puede permitirlo para adelantar otros propósi-
rios del Dios escondido no pueden explicarse para ser com- tos, pero l a cita de arriba no deja lugar sino para la acción
prendidos por la inteligencia humana. directa de la voluntad de Dios. 4) L a Biblia siempre trata al
hombre como un ser moralmente responsable de sus hechos.
Calvino escribió: Tendremos que volver sobre estos extremos, pero baste lo
Mantenemos que Dios es el dispensador y el gobernador de expuesto para hacer constar que no es glorificar a Dios el enfa-
todas las cosas, y que desde la eternidad más remota, según tizar su voluntad incontrastable tanto que no dejemos lugar
su propia sabiduría. Él decretó todo cuanto había de hacer, para las grandes verdades que Él mismo ha revelado, y con
y ahora ejecuta por medio de su propia potencia aquello que grave riesgo de convertir la voluntad en arbitrariedad, haciendo
decretó. Por eso mantenemos que Él predestinó, no sólo el a Dios responsable del mal.
cielo y la tierra y las cosas inanimadas, sino también los con-
1
sejos y las voluntades de los hombres.

E l doctor A . Dakin resume la posición escribiendo:

Este decreto de Dios es secreto: un punto que el reformador


enfatiza con frecuencia. Hay en Dios un inescrutable misterio,
hallándose la voluntad divina en el centro del misterio. Eso
quiere decir que la voluntad de Dios constituye la última
realidad. No podemos examinarla, ni formular preguntas acer-
ca de ella. No nos toca más que discernirla, y conocerla en
2
sus resultados.

Admiramos el deseo de glorificar a Dios colocando su vo-


luntad divina en el centro de todas las cosas —lugar que ver-
daderamente le corresponde—, pero hay otros factores que ne-
cesitan tomarse en cuenta: 1) Que a Dios le ha placido reve-
larse en su Palabra para la comprensión de los humildes de
corazón, en la medida de lo que Él ha estimado conveniente

1. Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, I, XVI, p. 132.


2. A. Dakin, Calvinism, p. 25.
LA VOLUNTAD DE DIOS 29

en cuyo.rostro resplandece la gloria de Dios (Jn. 1:1-3; 1:14;


14:9-10; 2 C o . 4 : 6 ) . Consideremos a Cristo en relación con
toda clase de hombres y veremos que la gracia suya siempre
fluía sin obstáculo para bendición en el caso de todos los nece-
sitados humildes, pero que frecuentemente chocaba contra la
barrera de la incredulidad, el orgullo y la hipocresía. Volverá
a surgir el tema en otros contextos, pero muy pertinentes al
tema de la voluntad de Dios son los casos siguientes: 1) Según
Marcos 6:1-6, Jesús visitó su ciudad de Nazar^t y halló que
CAPITULO 2 la arrogancia de sus conciudadanos creaba un estado de opi-
nión en que el asombro no venció la incredulidad rebelde, con
el resultado que se nota en los versículos 5 y 6: « Y no pudo
LA VOLUNTAD DE DIOS hacer allí ningún milagro», salvo que «sanó a unos pocos en-
fermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de
la incredulidad de ellos.» 2) A quienes conocían las Escrituras
La voluntad d e D i o s y s u s atributos r e v e l a d o s sin recibir su verdadero mensaje, dijo el Señor: « N o queréis
venir a m í para que tengáis vida» (Jn. 5:40). 3) Frente a la
La soberanía de Dios es la operación de su voluntad en ciudad rebelde de Jerusalén, exclamó: «¡Jerusalén, J e r u s a l é n ! . . .
perfecta armonía con los atributos suyos que le ha placido ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus
revelar, y que asegura la consumación del plan de redención polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!» (Le. 13:34).
que también ha revelado. E l amor es a ú n m á s que atributo, Por otra parte podemos considerar como típico el caso de
ya que se presenta como esencia de la deidad, pues Dios es Bartimeo ( M r . 10:46-52). Oyendo que Jesús estaba cerca, em-
amor. Su voluntad, por lo tanto, no se ha de desvincular jamás pezó a pedir su favor a voces. Llevado a la presencia del Maes-
de su amor, y siempre obrará conforme a la santidad, la justi- tro, Éste le dirige la siguiente pregunta: « ¿ Q u é quieres que te
cia, la perfecta sabiduría y la misericordia. Su voluntad será h a g a ? » Expresa su vehemente deseo, y Jesús le dice: «Vete, tu
inescrutable en aquello que no ha revelado, pero, en lo que ha fe te ha salvado.» Estos bellos ejemplos evangélicos se con-
dado a conocer, somos exhortados a ser «llenos del conocimien- vierten en una farsa desagradable si hemos de suponer que per-
to de su voluntad en toda sabiduría y espiritual inteligencia..., sonas como Bartimeo no p o d í a n sentir su necesidad n i clamar al
creciendo en el conocimiento de Dios» ( C o l . 1:9-10). Salvador sin una previa «regeneración» por la o p e r a c i ó n de la
gracia irresistible de Dios.
E n cambio, el Señor, Dios encarnado, expresaba su deseo
La voluntad d e D i o s frente a l o s h o m b r e s para la salvación de otros que rechazaron su oferta de gracia.
en e l ejemplo d e J e s u c r i s t o Él quería, pero ellos no querían. ¿ H e m o s de suponer que el
Dios-Hombre, frente a personas preteridas por decreto divino,
Como lección práctica para poder discernir la voluntad de expresaba tales deseos por ignorancia de su parte o bajo una
Dios en relación con los hombres, hemos de estudiar el minis- hipócrita manifestación de un deseo que no p o d í a en manera
terio terrenal del Señor Jesucristo, quien es el Logos encarnado, alguna cumplirse?
ESCOGIDOS EN CRISTO
LA V O L U N T A D DE DIOS 31
30

Esta revelación, tanto de la voluntad de Dios como de su ver cómo podemos eludir la conclusión de que Dios mismo sea
gracia, en los Evangelios se reviste de extraordinaria impor- el autor del crimen que se produce por su voluntad. Esto se
tancia, ya que Cristo declara: «El que me ha visto a m í , ha destaca, sobre todo, en la forma de la doctrina de la Caída
visto al Padre» (Jn. 14:8-11). Jesucristo es el Verbo encarnado, llamada «supralapsaria» implícita en las enseñanzas de Calvino
y en su Persona los apóstoles contemplaron la gloria de Dios y propugnada por Beza y otros, quienes, lógicamente, incluían
en los términos de una vida humana (Jn. 1:14; 1 Jn. 1:1-4). la misma Caída dentro del «Decreto» de Dios. Los argumentos
2
de Berkhof, que procuran eludir la responsabilidad de Dios
Doctrinas abstractas que no concuerdan con esta revelación
frente al mal, según esta teoría no pueden convencernos, pues
concreta no se ajustan a la norma de actuación de quien era
no pasan de ser arbitrariedades y argucias, sin base en la
verdad y vida.
doctrina misma.

La voluntad d e D i o s e n e l Evangelio
¿Decreto o propósito?
Ningún supuesto teológico puede anular el Evangelio que
halla hermosa expresión en Juan 3:15-19.. A q u í se revela la La dogmática reformada, o calvinista, después de describir
voluntad de Dios para todo aquel que cree (véase el capítulo la Deidad, pasa a sus «decretos», como expresión de su sobe-
«La soberanía de Dios y el Evangelio»). ranía, por los que determinó todo cuanto había de acontecer
en toda su Creación, según un plan predeterminado. Los de-
cretos deciden no sólo los actos de Dios, sino que abarcan
El peligro d e l d e t e r m i n i s m o también los de sus criaturas libres. Dios mismo asume la res-
ponsabilidad de llevar a cabo todo lo determinado, aunque el
Los teólogos calvinistas rechazan enérgicamente el supuesto decreto se llama «permisivo» cuando se trata de los hechos
de que su sistema entraña el fatalismo, pero la defensa se pecaminosos de sus criaturas racionales. Este concepto de «de-
lleva a cabo por medio de sutilezas que juegan con los térmi- creto permisivo», dentro del sistema calvinista, es contradictorio:
nos, sin cambiar los hechos. S i todo cuanto acontece en la un mero término para eludir las consecuencias morales inheren-
naturaleza y todos los movimientos de los hombres —incluso tes en una predestinación a ultranza, puesto que un decreto
el asesinato de un comerciante a manos de unos bandidos, ordena y regula por encima de todo, como bien insisten los
1
según Calvino — resultan de la providencia particular de Dios, mismos teólogos en todos los demás casos.
el hombre se encuentra frente a un determinismo tan rígido De hecho, las Escrituras hablan de la voluntad de Dios,
como el del fatalismo de los estoicos, aun cuando se llame «la de su consejo y de su propósito, todo ello relacionado con
voluntad de Dios». M á s tarde hablaremos de la consoladora Cristo y la Obra de la Redención (véase pp. 91-94).
doctrina bíblica de la providencia, pero en esta forma extrema, Procedemos, a renglón seguido, a considerar los términos
que anula la libertad del hombre como agente moral, es difícil más importantes y los textos del Nuevo Testamento en que
se hallan.

1. Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, I, XVI, 7, pá-


2. Luis Berkhof, Teología sistemática, pp. 126-127.
ginas 131 y 132.
32 ESCOGIDOS E N CRISTO LA VOLUNTAD D E DIOS 33

Boule as. Consejo, propósito. De las doce veces que aparece derlas de los «sabios y e n t e n d i d o s » cegados por su orgullo
la palabra, ocho se refieren a Dios (Le. 7:30; H c h . 2 : 2 3 ; 4:28; (Mt. 11:26 y L e . 10:21). E n este proceder de Dios se sigue
13:36; 20:27; Ef. 1:11 y H e . 6:17). U n examen objetivo de un principio de justicia. Se usa también en el mensaje angélico
estos versículos nos muestra aspectos varios del consejo divi- el día de Navidad para expresar la « b u e n a voluntad» de Dios
no: el plan relativo a la salvación de los hombres por Cristo hacia los hombres (Le. 2:14). Pablo emplea esta palabra para
(rechazado por los escribas); la determinación de la muerte de denotar el beneplácito de Dios respecto a nuestra adopción
Cristo para poder llevar a efecto esa salvación; el conjunto como hijos suyos y la revelación de su voluntad que ha tenido
de verdades reveladas contenidas en la enseñanza apostólica; a bien hacernos (Ef. 1:5, 9), así como para señalar la fuente de
la herencia del creyente en Cristo y la inmutabilidad del pro- «el querer y el hacer» en la experiencia cristiana ( F i l . 2:13).
pósito divino. E n ninguno de ellos encontramos nada que se
asemeje a los «decretos» metafísicos de la dogmática reformada. Todos estos vocablos, y los textos que los contienen, pre-
sentan un carácter marcadamente positivo y expresan el plan
Prothesis = Se usaba para designar algo colocado a la redentor de Dios, trazado en la eternidad y ejecutado en el
vista; de a q u í su aplicación a los panes de la proposición (Mt. tiempo a lo largo de la Historia. E n ninguno de ellos encon-
12:4 y otros). Pero también significaba propósito. Referido a tramos «materia p r i m a » para elaborar los decretos metafísicos
Dios, su uso, exclusivo de Pablo, se relaciona con el origen de del calvinismo. Ninguno, en buena exégesis, apoya la enseñanza
nuestro llamamiento (Ro. 8:28); con la elección conforme al reformada de la elección, equivalente a la selección de una
propósito de gracia y no en virtud de méritos humanos (Ro. parte de la humanidad para salvación y el abandono a priori
9:11); con nuestro destino en Cristo (Ef. 1:11); con la pro- del resto para una condenación de la que ningún hombre no
clamación de «la multiforme sabiduría de Dios» por medio de escocido se puede librar.
la Iglesia (Ef. 3:10-11) y con nuestra salvación y llamamiento
(2 T i . 1:9).

Thelema = Voluntad. Esta palabra se emplea numerosas El c o n t e x t o d e l o s términos


veces en un sentido general. Matices m á s particulares los halla-
mos en conexión con: 1) el deseo de Dios de que « n o se Consideraremos aparte el célebre pasaje de Romanos cap. 9,
pierda uno de estos pequeños» ( M t . 18:14); 2) la vocación cuyo contexto es tan especial, ya que se trata de explicar por
al apostolado (1 C o . 1:1 y otros paralelos); 3) la adopción de qué Israel no participaba plenamente en las bendiciones del
creyentes en Cristo como hijos de Dios (Ef. 1:5); 4) el carácter Evangelio, notando aquí que el contexto de Efesios 1:1-14; Ro-
oculto («misterio») que en siglos pasados había tenido el plan manos 9:39-40; 2 Timoteo 1:9-10 y 1 Pedro 1:18-21 es gozoso
divino revelado después en el Evangelio (Ef. 1:9; cp. 3:4-6); y triunfal. Frente al gran problema del mal, y en vista de la
perdición de la raza por la Caída, Dios revela un propósito
5) la voluntad de Dios como causa de sus propósitos (Ef. 1:11);
suyo, anterirr a los siglos, de efectuar la redención por medio
6) la santificación y la gratitud de los cristianos (1 Ts. 4 : 3 ; 5:
de Cristo, el Mediador, en quien toda la Nueva Creación hallará
18); 7) el testimonio eficaz (1 P . 2:15); y 8) el sufrimiento
por fin su Centro (Ef. 1:10), remediando así el caos que resultó
de los creyentes (1 P. 4:19).
de la desobediencia de seres hechos para moverse dentro de la
Eudokia = Complacencia. Se refiere a la satisfacción divi- órbita de la voluntad divina. Todo el énfasis recae en Cristo,
na al revelar las verdades del Evangelio a los «niños» y escon- quien es el Agente divino y voluntario para cumplir la voluntad
34 ESCOGIDOS EN CRISTO

de Dios (He. 10:5-10), y es digno de notar las muchas veces


que la frase «en Cristo» y similares se hallan en Efesios 1:1-14.
Es trágico que la revelación de este buen propósito de gracia,
establecido para remediar el desastre de la Caída, se llegase a
convertir en el decretum horribile de la doble predestinación
—para vida y para p e r d i c i ó n — que ha arruinado la vida espi-
ritual de miles de buenos creyentes, quienes no pueden por
menos que preguntarse si son elegidos o reprobados, ya que la
cuestión se relaciona únicamente con un decreto ignoto. E l
temblor de tales almas muestra que son humildes y que desean CAPITULO 3
hacer la voluntad de Dios, hallándose en Cristo por la fe;
y las Escrituras les consuelan señalando el firme fundamento
de su fe, que es Cristo. E l propósito, por cierto, es «según el LA GRACIA DE DIOS
puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su
gracia, con la cual nos hizo aceptos en el A m a d o » (Ef. 1:5-6);
pero no hay nada arbitrario en este bendito propósito de gracia El c o n c e p t o d e la g r a c i a
que se ha revelado en el Evangelio, «dándonos a conocer el
misterio de su v o l u n t a d » (Ef. 1:9). L o escondido se ha mani- Es extraordinario que el hermoso concepto de la gracia
festado (2 T i . 1:9-10; 1 P. 1:20) para que se proclame la gracia de Dios llegue a inspirar terror, por considerarse como una
de Dios al ofrecer la salvación en Cristo a todos los que, arre- fuerza irresistible y arbitraria que llevará a algunos a la gloria
pentidos de sus pecados, quieran recibirla. y pasará por alto a otras almas, dejándolas sumidas en la per-
1
E l propósito eterno consuela también a los salvos, quienes dición. L a p e q u e ñ a palabra «jaris» de los griegos (un don,
pueden gozarse al pensar que Dios los conoció en Cristo desde un favor y hasta un saludo) se eleva en el Nuevo Testamento
antes de la fundación del mundo. Como Calvino, creemos en a sublimes alturas, ya que representa todas las operaciones de
la perseverancia de los santos, ya que su salvación no está su- Dios, al solo impulso de su amor, sin mérito de parte del hom-
jeta a fluctuaciones temporales y subjetivas, sino asegurada en bre, que obran para la redención de los hombres y para sacar
Cristo, según el propósito divino (Jn. 10:27-29). Dios revela a la luz la Nueva Creación donde m o r a r á la justicia y el amor
la doctrina de la preordinación precisamente para alegrar a los (2 P. 3:13; 1 Co. 13:13).
santos que ven que su historia en Cristo se extiende desde la Los términos teológicos de la dogmática reformada oscure-
eternidad hasta la eternidad, lo que les permite participar en cen el hecho bíblico de que la gracia de Dios opera a favor de
el cántico triunfal de Pablo en Romanos 8:24-39. todos los hombres, sobre la base de la Obra de Cristo de alcance
universal, de modo que los perdidos lo son porque se han

1. Para un estudio más detallado del significado de jaris, ver la


obra La Gracia de Dios, de Charles C. Ryrie (Grand Rapids: Publica-
ciones Portavoz Evangélico, 1979).
36 ESCOGIDOS E N CRISTO 37
LA GRACIA D E DIOS

opuesto a sus benditas operaciones según la necesaria libertad ¿bajo— haciendo constar nuestra convicción de que •—según las
moral del hombre que examinaremos después. ¡Cómo resplan- Escrituras— el hombre es incapaz de salvarse a sí mismo, pero,
dece la gloria de la gracia y del amor de nuestro Dios —Padre a la vez, puede «dejarse salvar»; o, alternativamente, puede
de nuestro Señor Jesucristo— en el hecho de que a m ó de tal despreciar la gracia divina confirmando su propia p e r d i c i ó n .
modo al mundo de los hombres, que dio a su Hijo unigénito
para que todo aquel que cree tenga vida eterna! ¡Cómo se revela
el horror del pecado cuando vemos que la L u z salvadora ha
La g r a c i a e n e l A n t i g u o T e s t a m e n t o
venido al mundo, pero «los hombres amaron más las tinieblas
que la lUz, porque sus obras eran m a l a s » ! (Jn. 3:18-20). «Aque-
Es evidente aun por una lectura r á p i d a de las Escrituras
lla luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este
que Dios se revela a los hombres de distintas maneras a través
m u n d o » (Jn. 1:9). Dios, en su gracia, «quiere que todos los
de las épocas de la Historia, y de a h í nace el concepto de «dis-
hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad»
pensaciones» o de «administraciones», cada una de las cuales
(1 T i . 2:4): palabra revelada y firme que define bíblicamente
lleva su característico sello. Pensemos en la época prediluviana,
la operación de su voluntad (cp. M t . 18:14; E z . 18:23, etc.).
en la que media entre el D i l u v i o y el llamamiento de A b r a h a m ,
S i los hombres se pierden, pues, es porque resisten la gracia,
en los cambios introducidos por este momento crucial, en la
que, por ende, no puede ser irresistible. A l considerar el estado
fepcca legal, en la m o n a r q u í a davídica, en el advenimiento
del hombre caído veremos que, efectivamente, le es imposible
dt. Cristo. Pero se trata de la variada «administración» de una
la salvación aparte de las operaciones de la gracia, obrando és-
sola gracia, según la definición que ya adelantamos, y los fac-
tas no sólo en el plano histórico de la Obra de la Cruz, sino
tores fundamentales de las relaciones entre Dios y el hombre
subjetivamente, en el corazón, que necesita el auxilio divino
— l a operación de su gracia y las reacciones de los hombres
para comprender lo que es el pecado a fin de arrepentirse
frente a ella— son constantes a través de los siglos. L o que
y poner su fe en el Salvador; pero las Escrituras están llenas
da consistencia al plan de Dios y hace posible la proclamación
de ejemplos de hombres que han sido objeto de las operacio-
del Evangelio en todos los tiempos es el hecho de la C r u z
nes de la gracia de Dios y se han perdido, pecando contra el
considerado como un propósito de l a gracia de Dios, determi-
Espíritu Santo ( G n . 6:3; M t . 7:22-23; 12:29-32). Dios se de-
nado antes de los tiempos de los siglos, y manifestado histó-
clara frecuentemente, frente a los hombres, como el Dios im-
ricamente por la muerte expiatoria de Cristo en el Gólgota en la
parcial que «no hace acepción de personas, sino que en toda
c o n s u m a c i ó n de los siglos (He. 9:26). E n este sentido «el Cor-
nación se agrada del que le teme y hace justicia» ( H c h . 10:34-
dero fue inmolado desde el principio del m u n d o » ( A p . 13:8
35; cp. R o . 2:2-16).
cp. 1 P . 1:18-21) y Dios pudo « p a s a r por alto en su paciencia
Las Escrituras no saben nada de los adjetivos que los teó- los pecados pasados» bien que la justa base de su gracia no
logos han añadido al sublime t é r m i n o gracia, que abarca todo fuese manifestada hasta consumarse la O b r a de la Cruz en el
el auxilio divino que el Dios de amor presta al hombre con el marco histórico (Ro. 3:25-26). A b e l , Enoc, N o é , A b r a h a m
fin de salvarle, manifestándose la gloria de Dios precisamente y D a v i d son ejemplos destacados de muchísimos hombres su-
en esta obra, que halla una bella ilustración en la parábola del misos de corazón, hombres de fe, que hallaron p e r d ó n , vida
Buen Samaritano. Los diversos hilos de este sublime tema se y justificación a pesar de ser pecadores. L a base fue la propi-
entrelazan de tal modo que no podemos por menos que ver la ciación ya determinada. Los medios son el arrepentimiento
gracia de Dios en relación con la voluntad del hombre — v é a s e y la fe, como en todas las épocas.
38 ESCOGIDOS EN CRISTO LA GRACIA DE DIOS 39

Pablo halla una manifestación típica de la gracia en las recibir las abundantes bendiciones que Dios, en su gracia,
promesas que Dios dio a Abraham, confirmadas por el pacto quería derramar sobre el pueblo. ¿ N o raya en la blasfemia
que se describe en Génesis capítulo 15. E l pacto fue otorgado pensar que Dios mismo «extendía sus manos» en tierna súplica
por Dios, siendo unilateral e incondicional. Por lo tanto, razona ante personas que Él mismo había preterido, determinando su
Pablo, no puede ser abrogado por el pacto posterior de la Ley, condenación, desde antes de los tiempos de los siglos? E l siervo
y su aplicación depende sólo de la actitud del corazón de Abra- de Dios puede ignorar el decreto de Dios y proceder, sobre el
ham y de sus descendientes. L a sumisión y la fe de ellos no supuesto de que, invitando a todos, los elegidos responderán
constituyen obligaciones y entregas que corresponden a lo que —aunque no es así como hablan las Escrituras—, pero esas
Dios aporta, sino sólo la actitud de corazón que renuncia a todo razones no pueden aplicarse a Dios, n i a Cristo, el Dios-Hom-
esfuerzo propio para recibir lo que la gracia de Dios provee, bre, quienes también invitan a todos.
que es la totalidad de la obra. De eso depende ol desarrollo
de todo el argumento de Pablo, tanto en Romanos como en
La gracia d«i D i o s e n l o s Evangelios
Gálatas 3 (véase especialmente G á l a t a s 3:6-26).
E l Salmo 32 —cuyos versículos 1 y 2 cita Pablo en Roma- «La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo»
nos 4 : 7 - 8 — es típico de la actitud del israelita piadoso que (Jn. 1:17), principio que no desestima las operaciones de la
confiesa el pecado por el cual ha infringido l a Ley, hallándose gracia en el Antiguo Testamento, sino que señala la plena
bajo su condenación, pero todavía tiene l a seguridad de que manifestación de la gracia en la persona y obra de Jesucristo.
su transgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado. ¿ C ó m o Lo que los piadosos e n t e n d í a n «en enigma» durante el régimen
podía ser eso bajo régimen legal? L a verdad es que las disci- anterior, llegó a destacarse con toda claridad en el ministerio
plinas de la Ley no abrogaron las promesas hechas al hombre terrenal de Cristo, en la entrega de sí mismo como sacrificio
de fe, y que la Cruz, el hecho central de la Redención, se reve- en la Cruz (siendo a la vez víctima y sacerdote) y en el glorioso
laba en medio de Israel, simbólicamente, por el sistema de los triunfo sobre el pecado y la muerte «por el cual sacó a luz la
sacrificios, de modo que el justo siempre vivía por su fe (Hab. vida y la i n m o r t a l i d a d » .
2:4, citado en R o . 1:17; G á . 3 : 1 1 ; H e . 10:38). Por eso Pablo Habiendo notado ya que la voluntad de Dios se da a conocer
declaró que la justificación es « a p a r t e de l a Ley [de Sinaí]» por medio de las obras de misericordia del Cristo —que al-
y a la vez «testificada por la L s y (Pentateuco) y p j r los profe- canzaron a todos aquellos que acudieron a Él o a aquellos
tas» (Ro. 3:21). Los piadosos del Antiguo Testamento no se que se hallaban en su camino, con la sola excepción de los in-
salvaban por una obediencia parcial de la Ley de Sinaí, pues crédulos—, nos basta notar que todo el ministerio terrenal de
bastaba un solo pecado para colocarles bajo la maldición de Cristo es una cumplida manifestación del abundante fluir de su
ella ( G á . 3:10-12; Stg. 2:10-11), sino por su actitud de sumisión gracia. De la manera en que el Reino de Dios se había acercado
y de fe frente a la revelación que h a b í a n recibido. L a gracia a los hombres en su Persona, la gracia — e l favor redentor in-
divina fue aprovechada por quienes esperaban en Jehová, an- merecido— «vino» por medio del Cristo y se manifestó en cada
dando en humildad de espíritu (véase la hermosa declaración obra de sanidad y de bendición. L a obra máxima es la de la
de Is. 57:15). Fue desechada por los contenciosos que despre- Cruz, resultando de todo ello que «el evangelio es la gloria de
ciaban «las manos extendidas» de Dios (Is. 65:1-3). Cristo» y éste es «la imagen — l a exacta expresión— de Dios»
Las declaraciones de los profetas consisten en gran parte (2 Co. 4:4, 6). Si nos hacemos «niños», volviendo a a c o m p a ñ a r
de invitaciones al arrepentimiento como condición previa para al Cristo en la casa de Simón (Le. 7:36-50), en la puerta de
40 ESCOGIDOS E N CRISTO LA GRACIA D E DIOS 41

Naín (7:11-17), debajo del sicómoro de Jericó (Le. 19:1-10) La g r a c i a d e D i o s e n l o s H e c h o s d e l o s Apóstoles


y en tantos otros lugares donde se produjeron benditos encuen-
tros entre su gracia redentora y la necesidad de los desvalidos Típica manifestación de la gracia de Dios es el derrama-
y necesitados, no tendremos duda alguna sobre el significado del miento del Espíritu Santo sobre los ciento veinte discípulos
término gracia, pues la veremos en acción en la persona del que formaron, a consecuencia de ello, el núcleo de la Iglesia.
Dios-Hombre. Estas revelaciones gráficas valen m á s que muchas E l don fue la obra culminante del Mesías glorificado (Mt. 3 : 1 1 ;
alambicadas definiciones teológicas, pues en ellas se basan las Hch. 1:3-5) y tuvieron participación en él, en olas sucesivas,
conocidas palabras de Pablo: «Ya conocéis la gracia de nuestro todos aquellos que recibían la Palabra ( H c h . 10:44; 1 C o . 12:
Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo 13). Las manifestaciones del Espíritu Santo en la c o m p a ñ í a de
rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos» los santos se describe así en Hechos 4 : 3 3 : «Y abundante gra-
(2 C o . 8:9). cia era sobre todos ellos» (cp. H c h . 6:8). E l mensaje predica-
Muchas de las parábolas ilustran asimismo el principio de do por los apóstoles era «el evangelio de la gracia de Dios»,
la gracia. E l judío herido, auxiliado por el buen samaritano, equ'valente a la proclamación «del arrepentimiento para con
no podía hacer nada para salvarse, n i tenía con q u é pagar la Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo» (Hch. 2 0 : 2 1 , 24),
ayuda prestada. A l contrario, dependía de su prójimo hasta y la gracia de Dios prestaba poder al testimonio que daba
para los gastos de la posada. L a gracia pura resplandece en el lugar a la fundación de nuevas iglesias (11:23). Todo el libro
samaritano caminante que todo lo hizo por amor. E l herido nos muestra la gracia de Dios en acción al extender el Evange-
podía dejarse salvar y nada m á s . Los deudores de Mateo 18: lio por vastas regiones desde el a ñ o 30 hasta el 62 d. C .
23-27 y de Lucas 7:41-42 fueron perdonados precisemente por-
que nada tenían; su condición desesperada despertó la mise-
La g r a c i a d e D i o s e n l a s Epístolas
ricordia del acreedor. Por la p a r á b o l a de los obreros de la viña
(Mt. 20:1-16) aprendemos que es contraproducente hacer tratos Las doctrinas cristianas no se presentan en las Epístolas
legalistas con Dios, pues el que tal hace recibirá lo que corres- como en las secciones —cuidadosamente ordenadas— de nues-
ponde a sus obras, mientras que el otro, aquel que todo lo deja tras dogmáticas, sino que surgen de las necesidades de iglesias
a la bondad del Maestro, recibirá m á s de lo que podía pensar. y de individuos durante la era apostólica. U n examen de la
En la historia de las bodas del hijo del rey (Mt. 22:1-14) se doctrina de la gracia desde las epístolas a los Romanos a la de
describen provisiones que bastan para todos, pero los primeros Judas necesitaría un volumen para su debido desarrollo, pero
invitados rechazaron la amorosa invitación y recibieron luego
eso no anula el valor de la mención de sus características m á s
el juicio merecido por su rebeldía. Entonces la invitación se
destacadas.
extendió a todos aquellos que los siervos podían hallar por los
caminos, pero en el incidente del vestido de boda se halla El régimen de gracia. E l apóstol Pablo habría estado muy
implícita una condición: la de revestir la prenda provista. E l de acuerdo con la declaración de Juan, que ya notamos: « L a
banquete llegó a ser para todos a condición de acudir a él y de ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad
despojarse de los trapos sucios con el fin de ponerse el vestido vinieron por medio de Jesucristo» (Jn. 1:17). E n dos versícu-
de boda. N o podemos fundar doctrinas sobre p a r á b o l a s , pero los consecutivos (Ro. 6:14-15) Pablo insiste en que nosotros,
a q u í reconocemos ilustraciones de gran valor que concuerdan los creyentes, no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia,
exactamente con el cuadro general bíblico. y todo intento de diluir la antítesis paulina entre la gracia
42 ESCOGIDOS EN CRISTO L A GRACIA DE DIOS 43

y la Ley tiende a desvirtuar sus típicos argumentos. Pablo es- presiones bíblicas al hablar de los misterios de la voluntad de
cribía siempre con el problema judaico delante, y ya se sabe Dios antes de los tiempos de los siglos. Frente al propósito de
que los judíos intentaban salvarse acumulando obras legales. crear al hombre y frente al misterio del mal, el Trino Dios
(Véase el maravilloso análisis de R o . 10:3 en su contexto.) formuló un propósito de gracia que se centró ú n i c a m e n t e en el
Frente a este sistema legalista, frente a los esfuerzos humanos, Hijo y se proyectó para la salvación de los hombres según los
señala la fe que une el alma con Cristo; frente a la carne —en términos del Evangelio, que también fueron ordenados por Dios.
todas sus manifestaciones— presenta la obra del Espíritu Santo. La idea de decretos cuadraba bien con el lenguaje legal de un
Para él hay personas que son ek tou nomou o ek ton ergon abogado del siglo x v i , pero a q u í se habla de un propósito
nomou (de la sustancia de la ley y de sus obras) que procuran de gracia y debemos tener cuidado de no permitir que nuestras
basar toda su vida en la Ley y en sus méritos legales; éstos son propias metáforas nos lleven inconscientemente m á s allá de lo
en todo contrarios a quienes son ek tes písteos (de la sustancia escrito. Es cierto que Dios vio a los salvos en Cristo desde antes
de la fe) por esperar solamente en Cristo. de la fundación del mundo y que los escogió para ser santos
E n el régimen de gracia, la fe real y vital del creytnte y sin mancha en Cristo según el glorioso propósito de su gracia.
permite el abundante fluir de las bendiciones del Cielo, lo que Esto es lo que la Palabra nos asegura. N o puede haber conflicto
no nos excusa diligencia al aprovechar tos medios de gracia. entre el propósito en sí y el medio que Dios escogió para llevarlo
L a Ley nos instruye en justicia, conjuntamente con toda Escri- a cabo, o sea, la predicación del Evangelio a toda criatura, con
tura divina (2 T i . 3:16-17), pero ahora ha de entenderse a la la oferta de la vida eterna a todo aquel que cree.
luz de la O b r a consumada de la Cruz, de la potencia de la
Resurrección y del descenso del Espíritu Santo. Nadie tiene
derecho de a m a ñ a r los clarísimos argumentos de Romanos 3: La gracia m a n i f e s t a d a
21—4:17; 7:1-14; 8:1-4; Gálatas 3:6—4:25 y 2 Corintios
3:6-18 en los intereses de teoría alguna. E l advenimiento del «Ahora ha sido manifestada [la gracia] por la aparición
Cristo introdujo de forma manifiesta el régimen de gracia, y el de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó
«ayo» de la Ley pudo retirarse ( G á . 3:24-25). Pablo nunca a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio» (2 T i . 1:10).
contrasta la gracia con el arrepentimiento y la fe, sino que los «Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a
ve como cara y cruz de un mismo asunto; el contraste que se todos los h o m b r e s » (Tit. 2:11). N o hace falta insistir más
establece es siempre entre la gracia y la fe por una parte, en el hecho de que el escondido propósito de gracia llegó a ser
y la Ley y las obras por otra. un hecho histórico en la Persona y Obra de Cristo, quien quitó
el pecado y la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad.
Tito 2:11 declara que la manifestación de esta gracia interesa
El propósito d e l a g r a c i a a «todos los h o m b r e s » ; no que todos serán salvos sino que sólo
los rebeldes, los contenciosos e incrédulos se excluirán de los
« D i o s . . . nos salvó y llamó con llamamiento santo, no con- beneficios de una O b r a de infinito valor y de alcance univer-
forme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la sal. E n un capítulo sobre la Cruz de Cristo desarrollamos más
gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos ampliamente este tema de fundamental importancia, de modo
de los siglo» (2 T i . 1:9, cp. E f . 1:3-14; 1 P . 1:18-22). Como que basta aquí señalarlo como la manifestación más típica de
señalamos en otros lugares, debemos limitarnos a notar las ex- la gracia de Dios, piedra angular que sustenta todo lo demás.
LA GRACIA D E DIOS 45
44 ESCOGIDOS E N CRISTO

gracia de Dios, al impulso de su amor, y que se ha de recibir


La salvación y la justificación p o r l a gracia
por la fe, siendo vanas las obras. « E s t o » , siendo de género
neutro, tanto en el castellano como en el griego, resume «sois
La Obra total de salvación es tan vasta y polifacética, que
salvos» (este sesosmenoi), ya que «fe» (pistis) es sustantivo
los autores inspirados fueron guiados a presentarla bajo las
femenino. E n otro lugar postulamos precisamente el auxilio del
metáforas de salvación, redención, justificación, reconciliación,
Espíritu Santo en todos los aspectos de la salvación, pero, en
regeneración, etc.; pero las muchas facetas de un diamante no
vista del mal uso que se ha hecho del versículo 8, notamos a q u í
destruyen la unidad de la preciosa piedra, sino que multipli-
el sentido exacto según los cánones de una buena exégesis.
can el brillo de lo que es única y perfectamente un solo dia-
mante. Quizás en el Cielo se empleará algún « n o m b r e nuevo» ¡ustificados por la gracia. Según Romanos, capítulos 3 a 5,
que exprese en lenguaje celestial la totalidad de la Obra de la todos los hombres son reos y culpables delante de Dios, habien-
Cruz, pero, mientras tanto, hemos de examinar las metáforas sin do pecado tanto contra la luz de l a naturaleza como contra la
perder de vista que son expresiones parciales de una verdad de la Ley. N o les espera m á s que la sentencia de una condena-
total..Sin duda alguna la gracia es la fuente de toda bendición ción eterna aparte de « u n a justicia» que Dios provee en su gran
que Dios derrama sobre los creyentes, pero se enlaza formal- misericordia. Procede esta justificación de la abundante fuente
mente con los conceptos de salvación y de justificación. de su gracia, pues somos «justificados gratuitamente por su
gracia» (Ro. 3:4), hallándose l a misma frase en Tito 3:7; está
Salvos por gracia. Efesios 2:1-10 es el locus classicus que establecido firmemente sobre el fundamento de la propiciación,
demuestra la terrible condición del hombre caído, pasando ya que la vida de infinito valor del Dios-Hombre ofrecida en
luego al bendito y dramático contraste de los versículos 4-8: sacrificio expiatorio en la Cruz satisface plenamente todas las
«Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor demandas de la justicia del Dios santo y justo (Ro. 3:25-26;
con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, 1 Jn. 2 : 2 ; H e . 9:26); es recibida por la fe que renuncia a todo
nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y esfuerzo humano para descansar totalmente en Cristo (Ro. 3:25;
juntamente con Él nos r e s u c i t ó . . . Porque por gracia sois salvos, 5:1; 4:1-8). Esta fe establece una u n i ó n vital entre el creyente
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; y Cristo, de modo que Dios no sólo nos da la vida, sino tam-
no por obras, para que nadie se gloríe.» Notemos que la mise- bién la justicia, «juntamente con Cristo», quien «nos es hecho
ricordia (igual a gracia aquí) b r o t ó espontáneamente de su gran justificación» (1 C o . 1:30). Hemos de rechazar toda idea de una
amor. N o se dice nada de la necesidad de un cambio místico mera «declaración de justicia» independientemente de la u n i ó n
en la condición del pecador por la operación de la gracia irre- con Cristo que los teólogos romanos, con razón, califican de
sistible para que pudiese creer, sino que se resalta y se reitera «ficción legal», pues el Dios de verdad no declara nada que
que los beneficiarios estábamos muertos en delitos y pecados. no sea u n hecho real. L a fe « d e entrega» nos une vitalmente
L a vida llega a nosotros gracias a nuestra unión por la fe con Cristo, quien cumplió la sentencia por su muerte y resucitó
con Cristo resucitado, quien ya había quitado el pecado. L a para demostrar el hecho: «el cual fue entregado a causa de
gracia es la bendita y única fuente de salvación, que se recibe nuestras transgresiones y resucitado a causa de nuestra justifi-
por medio de la fe en marcado contraste con las obras. H e cación» (Ro. 4 : 2 5 , trad. lit.).
a q u í el punto que enfatiza el apóstol. « Y esto no de vosotros»
(v. 8) no se refiere a la fe, sino al proceso de salvación que El resumen de Tito 3:4-7. Y a hemos notado que, según
Pablo describe. E l tema es el de la salvación que brota de la Tito 2 : 1 1 , la gracia de Dios fue manifestada para salvación
46 ESCOGIDOS EN CRISTO LA GRACIA D E DIOS 47
a todos los hombres (traducciones alternativas son: «fue mani- el Espíritu Santo, que producen una limpieza al transformar
festada, trayendo salvación a todos los h o m b r e s » , o «fue ma- nuestra naturaleza, haciendo que seamos hijos de Dios. Los
nifestada a todos los hombres, trayendo salvación»), con una regenerados son también los justificados por la gracia, herede-
indicación ineludible del alcance universal de revelación y de ros de la vida eterna, y disfrutan en abundancia de la presencia
salvación en sentido potencial. T a m b i é n hemos citado Tito 3:7, y del poder del Espíritu Santo. Es un caso típico de la necesidad
que reitera la doctrina de Romanos y Gálatas sobre la justifi- de enfocar la luz de los pasajes de clara doctrina sobre términos
cación por la gracia. Pero todo el pasaje de Tito 3:4-7 gira que han de ser entendidos dentro de la perspectiva general del
alrededor del tema de la gracia y es preciso considerar sus Evangelio, sin que se inventen definiciones para «regeneración»
componentes con mentes libres de la influencia de presuposi- o para «lavamiento» que carecen de todo apoyo en otras Escri-
ciones de ciertos sistemas teológicos. E l versículo 4, con el pri- turas. Por la interpretación partidista de «lavamiento» o «lava-
mer movimiento del versículo 5, vuelven a insistir en la mani- cro» se llega a la herejía de la regeneración bautismal. Por la
festación de la bondad de Dios nuestro Salvador (bondad aquí interpretación igualmente partidista del término «regeneración»,
equivale prácticamente a gracia) al impulso de su amor. «Nos se llega al concepto calvinista de la implantación de una nueva
salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, vida producida en los elegidos por la operación de la gracia
sino por su misericordia», y vuelve a plantear el típico con- irresistible, anteriormente al arrepentimiento y la fe, concepto
traste paulino entre obras de justicia, producto del esfuerzo para también ajeno al conjunto de las enseñanzas bíblicas.
cumplir la Ley, y la gracia (misericordia) de Dios que realizó
la obra de salvación en la Persona de su Hijo por su propia
iniciativa, sin que hubiera habido motivo alguno en el hombre La recepción d e l a gracia
caído que la provocara. «Por el lavamiento de la regeneración
y por la renovación de [o por] el Espíritu Santo.» Hemos de
Nadie que haya leído con cuidado el Evangelio de Juan y
rechazar todo concepto de «lavacro» como «acto bautismal»
las Epístolas a los Romanos y a los Gálatas (escritos que están
que produce la regeneración por el llamado sacramento del bau-
conformes con el conjunto total del Nuevo Testamento) puede
tismo, como algo contrario a toda la revelación del Nuevo
negar que tanto el Maestro como los apóstoles insisten siempre
Testamento. Tampoco hemos de suponer un sentido especial
en que el p e r d ó n y la vida que la gracia de Dios provee y ofre-
para la «regeneración» sino, en buena exégesis, hemos de en-
ce en el Evangelio han de ser recibidos por el arrepentimiento
tender el término a la luz de los pasajes que hablan del nuevo
y la fe sincera. S i no fuera por ciertas presuposiciones teológi-
nacimiento, en el que la semilla de la Palabra, al ser recibida
cas, nadie podría deducir del texto de los Evangelios, de Los
por la fe, es vivificada por el Espíritu Santo, dando lugar
Hechos y de las Epístolas que los receptores del mensaje de la
a la nueva naturaleza del «engendrado de Dios» (véase el ca-
gracia fuesen incapaces de arrepentirse y creer en Cristo. E l que
pítulo 9: «La regeneración» y m á s abajo «La recepción de la
se arrepiente declara su propia nulidad delante de Dios; el que
gracia», notando especialmente Jn. 1:12-13; 3:3-8; 1 P . 1:23-
cree en Cristo manifiesta que no tiene otro apoyo alguno, ya
25; R o . 10:17).
que carece de méritos personales y no ve en parte alguna un
Nuestro pasaje, pues, no hace más que reiterar el tenor descanso para su alma sino en el Dios-Hombre, el Salvador.
general de las Escrituras al declarar que somos salvos no por Reiteramos la verdad que es evidente en todas partes: las
obras, sino por la gracia de Dios, coincidiendo la salvación Escrituras siempre enfrentan los esfuerzos legales y carnales
con la regeneración y la renovación obradas en nosotros por con el arrepentimiento y la fe, y el que abandona aquéllos se
48 ESCOGIDOS E N CRISTO LA GRACIA DE DIOS 49

acoge a Cristo por medio de éstos, hallándose aquí la esencia dad, el evangelio de vuestra salvación, y de haber creído en
del Evangelio. Juntar el arrepentimiento y la fe con las obras Cristo, fuisteis sellados con el Espíritu Santo prometido, quien
humanas, como si la sumisión de fe entrañara algún mérito es las arras de nuestra h e r e n c i a . . . » (Ef. 1:13-14, versión His-
humano, es falsificar el típico contraste de las Escrituras. Las panoamericana, que traduce exactamente el griego). Primero es
invitaciones evangélicas se dirigen a los hombres como son, per- oír la Palabra, después creer en Cristo y entonces ser sellados
didos en sus pecados, y los que se humillan y reconocen su po. el Espíritu Santo. Nadie tiene derecho a cambiar este orden
peligro se allegan a Cristo y son salvos. Juan 1:11-13 nos hace que es corriente y normal en todo el Nuevo Testamento.
ver que muchos rechazaron aquella luz verdadera que, vinien- Arriesgando alguna repetición, quisiéramos dar satisfacción
do a este mundo, alumbra a todo hombre: «mas a todos los al hermano que citara Juan 6:44 (véase también Jn. 6:37 y 39):
que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potes- « N i n g u n o puede venir a m í , si el Padre que me envió no le
tad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.» Todos los creyen-
de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, tes «bíblicos» están de acuerdo en que toda la obra de salvación
sino de Dios». ¿Cómo se atreven algunos a cambiar el orden es de Dios y que el pecador necesita el auxilio de la gracia
de esta sublime declaración fundamental? N o acudieron a Cris- divina para comprender lo que es el pecado y acudir a Cristo
to •• porque habían sido regenerados anteriormente por gracia (Jn. 16:8-11). Es natural, pues, que algunos textos subrayen esta
irresistible, sino que fueron regenerados precisamente a causa obra fundamental del Padre que hace posible la recepción de
de ¿haberle recibido. la gracia, especialmente en la presencia de personas que, a causa
??Los Evangelios sinópticos empiezan por el mandato de creer de su incredulidad frente a Cristo, dificultaban la labor del Es-
el Evangelio, que presupone la capacidad de responder al men- píritu, quien convence del pecado. Pero cualquier lector del
saje. «Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Evangelio según Juan puede comprobar que este énfasis se da
Dios, diciendo: E l tiempo se ha cumplido y el reino de Dios en contadísimos textos, mientras que el llamamiento a « t o d o
se ha acercado; arrepentios, y creed en el evangelio» ( M r . 1: aquel que cree» o a «quienes tienen sed» se halla por doquier.
14-15). Los términos no cambiaron después del descenso del N o se ha de anular la tremenda responsabilidad humana frente
Espíritu Santo. Los compungidos de corazón se acercaron a Pe- al llamamiento evangélico enfatizando indebidamente los pocos
dro con la pregunta: «Varones hermanos, ¿ q u é h a r e m o s ? » textos que señalan que todo es de Dios. T a m b i é n es muy natu-
Pedro les dijo: «Arrepentios, y bautícese cada uno de vosotros ral que el conjunto de los fieles sean considerados como un
en el nombre de Jesucristo para p e r d ó n de los pecados; y recibi- precioso « d o n » que el Padre da al H i j o , quien llevó a cabo la
réis el don del Espíritu Santo... Así que, los que recibieron obra redentora; pero este aspecto consolador de la obra total
su palabra fueron bautizados» ( H c h . 2:37-38, 41). Y a hemos no puede citarse para anular miles de textos que dirigen llama-
visto que Pablo identificaba la predicación del Evangelio de la mientos y avisos a los hombres que pueden aceptar la salva-
gracia de Dios con el anuncio de la salvación por medio del ción por fe o rechazarla con incredulidad para su eterna con-
arrepentimiento para con Dios y Ta fe en nuestro Señor Jesu- denación.
cristo ( H c h . 20:21 y 24). Las Escrituras revelan «la gloria de la gracia» de nues-
E l orden de la recepción de la gracia de Dios se establece tro Dios, manifestada plenamente en Cristo y en su obra. N o
muy claramente en Efesios 1, que tanto se cita (y con razón) hemos de permitir que postulados teológicos conviertan «la
en cuanto a la elección de los santos. « E n quien [en Cristo] gloria de su gracia» en «el terror de su gracia». Que el lector
también vosotros, después de haber oído la palabra de la ver- repase el vocablo en una buena concordancia, considerando el
50 ESCOGIDOS E N CRISTO LA GRACIA D E DIOS 51

contexto de la gracia divina en cada caso. N o hallará nada de la vida cristiana es «recibir en vano la gracia de Dios» por
arbitrario, ni nada que le espante, sino una revelación de «las no redimir el tiempo (2 C o . 6:1-2). L a oferta es permanente,
riquezas de su gracia» a la disposición de toda alma humilde y \A sublime don de Dios no puede ser anulado sino por el
que invoque su nombre. descuido, la frialdad o la rebeldía del hombre. «La gracia del
Es la sublimidad del amor total revelado en el Evangelio Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu
que evoca la respuesta afirmativa del alma sumisa. Santo sean con todos vosotros, Amén» (2 Co. 13:14).

E l D r . James Denney escribe:


La plena manifestación d e la gracia
Es este gran Evangelio que es apto para ganar almas; es este
mensaje de un amor que lleva y expía el pecado el que se
E l tema del Apocalipsis es el triunfo de la gracia que saca
ofrece para ser recibido, tomando toda la responsabilidad del
pecador sin condiciones ni preludios, si únicamente se aban- a luz la gloria y la plena bendición de la Nueva Creación. Se-
dona a la oferta. Sólo la predicación de una salvación com- gún Efesios 2:5-7, nuestra resurrección espiritual con Cristo
pleta ahora, como nos declara Wesley —¿y quién le gana a él obedece al propósito de Dios de colmar a los fieles de infinitas
en experiencia?—, lleva en sí la promesa de avivamiento. 2
bendiciones en los siglos venideros: «para mostrar en los siglos
venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad
para con nosotros en Cristo Jesús». Dios mismo buscará los
La g r a c i a eficaz e n la v i d a d i a r i a medios para sacar a luz facetas abundantes de su gracia que
irán siempre en aumento. Entonces no existirán los estorbos
«Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor del mal y el favor y la bondad de Dios para con los redimidos
Jesucristo» (1 C o . 1:3). H e aquí la bendición que Pablo solía en Cristo no conocerán límite alguno. Si «la gracia reina por
pronunciar al dar principio a sus cartas apostólicas, pues la la justicia para vida eterna mediante Jesucristo» ahora (Ro. 5:
misma gracia que ideó y realizó la sublime obra de la reden- 21), ¿cuál no será su reinado cuando llegue la consumación
ción en Cristo, está a la disposición de todos los creyentes en su del siglo de los siglos?
testimonio, servicio, luchas, pruebas y oportunidades. L a paz
siempre acompaña a la gracia, pues si el cristiano se da cabal
cuenta de que Dios obra en su favor al impulso de su amor,
se hallará libre de la agitación de las luchas carnales y estériles.
Pablo se consideraba como «el más p e q u e ñ o de los apóstoles»
porque persiguió la Iglesia de Cristo, pero a ñ a d e : «Pero por la
gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano
para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos» (1 C o .
15:9-10). E n todas las circunstancias de la vida el Señor nos
asegura: «¡Bástate m i gracia!» (2 C o . 12:9) y la mayor tragedia

2. James Denney, The Death of Christ, p. 159.


LA CAÍDA Y L A DEPRAVACIÓN TOTAL 53

El pacto de las obras. Los teólogos reformados imaginan


un pacto entre Dios y A d á n , y el concepto de «pactos», con
sus variadas condiciones, es columna vertebral de todo su
sistema. H a y pactos — y de ellos nos ocuparemos en otro capí-
tule^— claramente designados como tales en la Biblia; por ejem-
plo, el noético, que regula la vida del hombre como tal en la
tierra ( G n . cap. 9); el abrahámico de pura gracia, que anticipa
CAPÍTULO 4 el Nuevo Pacto sellado por la sangre de Cristo ( G n . 15 con G á .
3); el sinaítico, de obras y de disciplina para revelar el pecado
(Ex. 19-20), pero que no deja de relacionarse con el abrahámico
en lo que se refiere a la formación del pueblo; el davídico, que
LA CAÍDA estableció el trono de D a v i d y el reino mesiánico (2 S. 7); y
Y LA DEPRAVACIÓN TOTAL sobre todo, el Nuevo Pacto basado sobre l a O b r a de la Cruz
que garantiza la remisión de pecados y el Reino a todo cre-
yente. E l intento de establecer un «pacto de obras» entre Dios
y A d á n fuera del claro alcance de estos pactos no ilumina el
¿La Caída dentro d e l d e c r e t o d e D i o s ? plan de Dios, sino que introduce confusión humana. S i n duda
había condiciones implícitas en la estancia feliz de la primera
YA H E M O S N O T A D O que el concepto verdaderamente calvi- pareja en el E d é n , pero sólo Oseas 6:7 da pie para pensar
nista de l a Caída (el supralapsario) hace que la tragedia obe- en un pacto, y l a traducción no es segura. Veremos luego la
dezca a un decreto de Dios: solidaridad que existe entre la raza y su primera cabeza, A d á n ,
como también aquella que une a los hombres con Cristo, el
Sin duda el decreto eterno de Dios hizo segura la entrada
Postrer A d á n .
del pecado en el mundo, pero no se ha de interpretar este
hecho en el sentido de que Dios sea causa del pecado, como
1
su autor responsable. La naturaleza del hombre en inocencia. L a gravedad de la
Caída se destaca, en el relato bíblico, sobre el fondo de la
Creemos fervientemente en las Escrituras que Berkhof cita para dignidad del hombre según Dios l o c r e ó . L a divina consulta
probar que Dios no puede ser el autor del m a l , pero no vemos y propósito de hacer al hombre a « n u e s t r a imagen y según
cómo nadie puede aceptar tales textos y a l a vez creer que Dios nuestra semejanza» para dominar sobre todas las formas de
decretó la Caída (Job 34:10; Is. 6 : 3 ; D t . 3 2 : 4 ; S a l . 9 2 : 1 5 ; vida en la tierra ( G n . 1:26-28) eleva al hombre a una esfera
Stg. 1:13; D t . 25:16; Sal. 5:4; 11:5; Z a c . 8:17; L e . 16:15). inmensamente superior a la de los animales, aun los m á s desa-
E l misterio del origen del mal no se ilumina n i por esta rrollados. L a «imagen» no pudo ser física, pero abarca una inte-
teoría n i por ninguna otra, y lo que hace la Biblia es revelar ligencia capaz de entender las obras de Dios; el sentido estético,
el plan divino para vencer el mal por medio de su Hijo. desconocido por los animales; la capacidad de filosofar sobre e l "
presente, el pasado y el porvenir; el ingenio capaz de explorar
los secretos de la naturaleza con el f i n de utilizar sus fuerzas,
1. Luis Berkhof, Teología sistemática, p. 220. y así «tener d o m i n i o » ; el libre albedrío, muy diferente de los
LA CAÍDA Y L A DEPRAVACIÓN TOTAL 55
54 ESCOGIDOS EN CRISTO

reflejos instintivos de los animales; sobre todo, el inmenso pri- también podía no pecar, y no existía tendencia que le arras-
trara hacia el pecado. E l impulso vino de fuera, por medio
vilegio de poder comunicarse con Dios, respondiendo libremen-
de una tentación satánica, pero la decisión de desobedecer fue
te con amor al amor de su Creador. Nadie duda de la libertad
deliberada, y aquel movimiento de su voluntad en contra de la
de la voluntad del hombre en inocencia; pero, según las con-
voluntad revelada de su Creador constituyó el pecado típico
diciones de la creación, esta voluntad se movía dentro de la
que q u e b r a n t ó la ley fundamental de la existencia humana. E n
voluntad divina, en la cual hallaba plena felicidad y satisfac-
aquel momento se creó el «yo» rebelde del hombre que se
ción. U n ser que dependía tan directamente de Dios no necesi-
enfrentaba con Dios por haber creído la mentira diabólica:
taba un pacto formal, con condiciones expresas. Bastaba un
«Seréis como Dios.» Este ser caído no pudo beneficiarse más
medio para poner a prueba la voluntad del hombre. ¿ O b e d e -
del «árbol de la vida» y «murió» espiritualmente en aquel
cería la condición esencial de su bendita humanidad, recono-
momento, porque se introdujo una barrera entre él y la Fuente
ciendo a Dios como Centro de todo su ser y sus operaciones,
de vida. T a m b i é n empezó a morir físicamente, cosa que no
o pensaría en elevar su propio ser a u n centro independiente es natural en el hombre aparte del pecado; y ante él se abrió
de Dios? la funesta posibilidad de la muerte eterna, a no ser que se
Si se pregunta por q u é Dios creó al hombre con el riesgo aprovechara de la redención en Cristo ya determinada en el
de la Caída, hemos de contestar que no p'odemos saber por Cielo. L a historia de cada individuo, y el curso de la historia
q u é creara Dios al hombre, precisamente. Esto es algo que de la raza, ilustran los funestos resultados de la entrada del
compete a Dios y no a nosotros; pero sabemos que, dado el pecado en el mundo. E l conjunto de los términos y los ejem-
propósito de crear al hombre, éste tenía que ser libre, pues, de plos bíblicos manifiestan que el pecado personal consiste siem-
lo contrario, faltaría lo más esencial de su personalidad y la pre en el movimiento de l a voluntad de la criatura en contra
hermosa criatura se reduciría a u n bonito juguete, una mario- de la del Creador, según el ejemplo de A d á n , bien que no se
neta movida por los hilos de la voluntad divina sin participa- llama transgresión si no quebranta un mandamiento previo y
ción propia en ella. ¿ Q u é padre hay que quisiera tener hijos conocido.
« b u e n o s » al precio de eliminar su voluntad propia, haciendo de
ella un mero reflejo de los deseos del padre? E n tal caso el
amor no sería amor, n i la obediencia virtud, pues todo se redu- El pecado original
ciría ¡x u n puro mecanismo.
E n vista de las enseñanzas de Pablo en Romanos 5:12-21
(con 1 C o . 15:21-22), ningún expositor que quiera ser fiel a las
El s i g n i f i c a d o de l a Caída
Escrituras puede negar que la raza cayó en A d á n . «Por tanto,
como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el
Todo el huerto — y todo el mundo— estuvo a la disposi-
pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres,
ción del hombre, con una sola excepción: «el árbol del conoci-
por cuanto todos pecaron [en Adán].» Las tortuosidades de las
miento del bien y del m a l » , y eso por mandamiento explícito
definiciones teológicas pueden resumirse en este tremendo hecho:
de Dios. T a l árbol no era u n « m a n z a n o » n i tenía nada que
la raza toda cayó en su progenitor y cabeza, Adán, participan-
ver con el deseo sexual, sino que constituía sencillamente la
do inconscientemente en aquel primer pecado. E l resultado es
piedra de toque que pusiera a prueba la voluntad del hombre.
que los niños nacen pecadores, y luego cometen pecados perso-
Dada su necesaria libertad, a éste le era posible pecar, pero
56 ESCOGIDOS E N CRISTO LA CAÍDA Y L A DEPRAVACIÓN TOTAL 57

nales — s i n excepción— porque son pecadores por naturaleza. g r a c i a » . . . «como el pecado reinó para muerte, así t a m b i é n la
L a muerte que reinó antes de la promulgación de la Ley de gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo,
Moisés (Ro. 5:13-14) y la de criaturas que no han llegado al uso Señor nuestro») para señalar una gracia a medias que actuara
de la razón, y, por lo tanto, no han cometido pecados cons- irresistiblemente sobre algunos, para «preterir» a otros, deján-
cientes, demuestra la universalidad del hecho del pecado en la dolos deliberada y necesariamente fuera de su alcance y despro-
raza, pues «la paga del pecado es muerte» (Ro. 6:23). vistos aun de la posibilidad de disfrutar de sus bendiciones.
E l cuadro es oscuro, pero notemos bien que Pablo, en los
dos pasajes citados, no examina la perdición de la raza como
tema aislado, sino que lo desarrolla en estrecha asociación con La depravación total
la obra de Cristo. Romanos presenta la salvación de Dios bajo
las formas de justificación, santificación y glorificación, y des- L a discusión calvinista-arminiana en su forma original giró
pués de exponer la justificación por la fe bajo su aspecto per- alrededor de este punto crucial: dentro del estado de perdición
sonal (3:21—5:11), Pablo quiere que la veamos dentro de la del hombre pecador, ¿se ha anulado hasta tal punto su voluntad
perspectiva de la raza antes de pasar al tema de la victoria que no puede ni aceptar el Evangelio? (proposición calvinista),
sobre el pecado en las vidas de los creyentes en 6 : 1 — 8 : 1 7 . o, hallándose completamente incapaz de salvarse por las obras
Análogamente el tema de 1 Corintios 15 es la resurrección, y si propias, ¿ p u e d e admitir o rechazar la gracia divina que le quie-
bien todos mueren en A d á n , todos serán vivificados en Cristo. re salvar en Cristo por la acción del Espíritu Santo? Nosotros
Como ¿siempre, lo que resalta es lo positivo, no lo negativo; creemos que la segunda proposición es la que surge del examen
el plan de la Redsnción, no las ruinas producidas por Satanás, de todas las Escrituras, y que la primera se basa en una redu-
que ya ha sido derrotado por la Cruz (Jn. 12:31-32). A d á n se cida minoría de textos bíblicos sin que éstos sean situados
presenta como la figura contrastada de Cristo, en el sentido de bien n i en su contexto n i en la amplia perspectiva de las doc-
que una sola Cabeza de la raza llevó a cabo una obra única trinas apostólicas.
que afectó a todos los miembros de la raza. A d á n cometió una Las expresiones que las Escrituras emplean sobre el estado
transgresión que resultó en condenación y en el establecimiento del hombre caído (Ef. 2:1-3; 4 : 1 7 — 5 : 1 1 ; R o . 1:21-32; 3:10-
del reino de la muerte. 19) son fuertes y contundentes, no dejando lugar a mérito
Cristo, también Cabeza de la raza, como Hijo del Hombre personal alguno, señalando el desvarío aun del pensamiento y
y por el misterio de la encarnación, llevó a cabo un acto de de la voluntad. Pero, juntamente con pasajes como los ya seña-
justicia (así Ro. 5:18 lit.) cuando se presentó como víctima lados, hay otros que subrayan que el hombre caído no deja de
expiatoria en la cruz, haciendo posible que la gracia abundara ser una personalidad hecha a imagen y semejanza de su Crea-
para con todos, y los muchos (no todos) son constituidos justos dor. Es hombre caído, pero no es demonio (véanse referencias
(Ro. 5:19). E l lenguaje es triunfal, y el alcance potencial de la a la imagen y semejanza de Dios en G n . 9:6 y Stg. 3:9). Enfa-
obra es universal, como también en 1 Corintios 15:21-22. Se tizando el apóstol Pablo la imparcialidad de los juicios de
excluye todo pensamiento de universalismo ( = la salvación de Dios frente a todos los hombres, a pesar de las pretensiones de
todos al final), precisamente porque el hombre es capaz de los moralistas, emplea estas palabras: «El cual [ D i o s ] pagará
rechazar la sobreabundancia de la gracia que tanto se recalca a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perse-
en Romanos 5:20-21. Es difícil ver cómo tales expresiones pu- verando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,
diesen emplearse («donde el pecado a b u n d ó , s o b r e a b u n d ó la pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la
58 ESCOGIDOS E N CRISTO LA CAÍDA Y L A DEPRAVACIÓN TOTAL 59

verdad... pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, vez, define la depravación total en palabras que convierten al
al judío primeramente y t a m b i é n al griego, porque no hay acep- hombre en una mera masa de corrupción.
ción de personas para con Dios» (Ro. 2:6-11). N o está ense-
ñ a n d o , desde luego, una salvación por obras, que anularía el Que esté firme, como verdad indubitable... que el entendi-
tema de la epístola: la justificación por la fe; pero, contem- miento del hombre se halla tan enteramente enajenada de la
plando el mundo de los hombres, percibe que hay quienes buscan justicia de Dios, que no puede concebir, desear o planear
a Dios, expresando sus deseos mediante sus obras. nada que no sea malvado, deformado, v i l , impuro e inicuo;
Recalquemos aquí, y en todas partes, la necesidad de la que su corazón se halla de tal forma envenenado por el
acción de la gracia de Dios; pero si no existieran —como resul- pecado, que no respira sino corrupción y podredumbre; que
tado de esa acción— deseos para cosas mejores que dividen a si algunos hombres presentan de vez en cuando una apariencia
de bondad, está enlazada siempre con hipocresía y engaño,
los hombres en las dos clases de «humildes» y «contenciosos», 2
hallándose su alma sujeta por las cadenas de la iniquidad.
el argumento del apóstol carecería de todo valor y no haría
más que multiplicar palabras sin sentido. L o mismo pasaría con
Esto será verdad en cuanto a los contenciosos, que rechazan
el principio que enunció el Maestro: «El que busca, halla», que
toda iluminación y toda operación de la gracia de Dios, pero
no es lo mismo que decir: «El predestinado-por Dios, después
no es verdad de quienes se dan cuenta hasta cierto punto del
de su regeneración por la soberana e irresistible obra del Espí-
estado del hombre, con alguna manifestación de humildad, con
ritu Santo, busca y halla». « E l q u e » o generaliza la proposi-
algún temor de Dios y alguna consideración por el prójimo.
ción o no quiere decir nada. Cuando Calvino define la depra-c
Los hombres de la definición de Calvino no sólo no podrían
vación total, tiene en cuenta ciertas Escrituras, pero se olvida/
llegar a Dios, sino que tampoco podrían vivir en sociedades
del necesario equilibrio de la verdad a la luz de toda l a B i b l i a / humanas, cosa que no resulta verdad en nuestro propio trato
E l hombre está «muerto» espiritualmente, porque su pecado l a con los inconversos. ¿ D ó n d e se coloca a un hombre como Cor-
separa de la vida de Dios, pero, a l a vez, es una personalidad! nelio en esta definición?
«salvable» con capacidad de tener hambre y sed de justicia,]
pues, si no, todos los llamamientos de las Escrituras que leí Las Escrituras declaran que « n o hay quien haga lo bueno,
ni siquiera u n o » , pero eso ha de entenderse del hombre frente
exhortan con ruegos al arrepentimiento y la fe carecen de sen-j
a Dios y en relación con la posibilidad de la salvación. Suge-
tido. Recordamos la necesidad de comprender frases metafóri-
rimos la siguiente exposición de la «depravación total» como
cas dentro de los límites de la intención del autor inspirado
la que apoya toda la Escritura y no violenta a la evidencia de
y de las exigencias del caso. «Muertos en delitos y pecados»
nuestra experiencia:
es una metáfora que ha de entenderse en su contexto y a la luz
general de las Escrituras. Los apóstoles no sabían nada de suti-
lezas que tienen sus raíces en la filosofía moderna como la 1. E l hombre caído es incapaz de ninguna obra meritoria
pretensión de que el hombre es «libre» moral y psicológica- delante de Dios, puesto que toda acción suya —por aceptable
que sea delante de los hombres— lleva la mancha del pecado
mente pero, a la vez, incapaz de aceptar el Evangelio que se le
en una forma u otra, y no puede presentarse a Dios ni puede
ofrece por mandato divino. agradarle.
Calvino admite cosas buenas en los paganos —por ejemplo,
los elementos verdaderos de l a filosofía de Platón y de Aristó-
teles—, que atribuye a la «gracia general de Dios», pero, a la 2. luán Calvino, Institución de la religión cristiana, II, V, 19, p. 239.
60 ESCOGIDOS E N CRISTO

2. Dentro de todo hombre —por el hecho del pecado ori-


ginal— existe el germen de todo pecado que puede desarro-
llarse y manifestarse en condiciones propicias. Todo ser huma-
no es potencialmente un asesino, un ladrón, un a d ú l t e r o , etc.
)

3. E l pecado afecta a todas las partes de nuestra persona- -


lidad: inteligencia, sentimientos y voluntad.

Esta exposición no deja lugar alguno para jactancias huma-


CAPITULO 5

nas, y toma en cuenta que el hombre es un « m u e r t o » espiri- • i
tual; pero no anula su personalidad humana «salvable» y toma ~ )
en cuenta lo mucho y bueno que han hecho los hombres entre
sí, con verdaderos sacrificios, a favor del prójimo. A l a vez, EL LIBRE ALBEDRlO - )
reconoce el límite de las buenas obras sociales, ya que los es-
condidos gérmenes del mal pueden manifestarse en algún mo-
mento dado, cambiando al héroe en criminal o al filántropo en El h o m b r e y s u albedrío
peligroso egoísta.
L A C U E S T I Ó N de la libertad humana constituye uno de los
mayores problemas tanto para los teólogos como para los filó-
sofos. A l margen de toda connotación religiosa, el libre albedrío
ha sido objeto de encendidas discusiones. Sus defensores apenas
han concedido cortapisas a la capacidad del hombre para tomar
sus propias decisiones. Según ellos, las acciones humanas se
c-irncterizan por el indeterminismo y son siempre impredictibles.
Los detractores del libre a l b e d r í o , conscientes de los múltiples
y poderosos condicionantes que actúan sobre la conducta hu-
mana, sostienen el determinismo. E l hombre no decide libre-
mente. L o que hace es la resultante final de todas las fuerzas
interiores y exteriores, temperamentales y ambientales, que inci-
den en su mente. Y tan decisiva es esa conjunción de fuerzas
que la «decisión» no puede modificarse a menos que cambie
alguna de ellas. L a verdad ¿ n o se hallará entre esos dos extre-
mos? Como afirma G . C . Berkouwer:

A pesar de toda clase de determinación y de restricción ma-


siva, el sentido de libertad se manifiesta continuamente, y no
sólo en una popular intuición preintelectual, sino también
EL LIBRE ALBEDRÍO 63
ESCOGIDOS E N CRISTO
62
del hombre antes y después de la Caída. E l hombre caído siente
en círculos intelectuales, los cuales proclaman la libertad
la tentación como una fuerza de gravitación que le lleva moral-
humana, aunque esta libertad esté rodeada de todo tipo de
1 mente cuesta abajo. Las Escrituras señalan la concupiscencia
amenazas de no-libertad.
(los malos deseos) como elemento determinativo en el ser huma-
Se reconoce universalmente que la personalidad humana de- no, y si bien Agustín y otros concedían demasiada importancia
pende de la facultad de escoger entre dos cursos de acción, al deseo sexual en su definición de la concupiscencia, el terrible
llegando a decisiones que se convierten en actitudes y obras por hecho de los deseos humanos pervertidos existe, no sólo en la
las cuales el hombre, como tal, es u n ser responsable de sus ac- falta de control del deseo sexual, sino también en el deseo de
tos. Se disciernen dos fases en el libre albedrío: la selección conseguir todo cuanto agrade al «yo», con desprecio de la volun-
y la volición. L a razón determina la selección, y la volición tad de Dios y el bien del prójimo. L a concupiscencia es algo
es el esfuerzo de voluntad para conseguir el objetivo. propio del sistema del « m u n d o » que el diablo organizó al
E l doctor W . H . Griffith-Thomas observa: derrotar al virrey de Dios en la Tierra: «Porque todo lo que
hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos,
Voló ergo sum (quiero, por lo tanto soy) es una declaración y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del
evidentemente más certera que Cogito ergo sum (pienso, por m u n d o » (1 Jn. 2:16; cp. Stg. 1:13-15). E l que cede a la tenta-
2
lo tanto soy). L a libertad llega a ser el hecho primordial. ción y practica el pecado, llega a ser esclavo del pecado (Jn.
8:34), no pudiendo romper las cadenas de las malas costum-
Seguidamente, el gran teólogo cita a Illingsworth (Persona- bres, aun cuando llegan a serle aborrecibles. E n esta esclavitud
lity Human and Divine) a este efecto: moral se halla, después de la Caída, todo ser humano sin ex-
cepción, «por cuanto todos pecaron», impulsados por las ten-
La libertad es un tema que, en un razonamiento, no admite
dencias pecaminosas heredadas de Adán.
un juego de manos que baraje confusamente las cartas. Es
algo único que lleva su evidencia en sí mismo; en todo intento E l concepto bíblico de la verdadera libertad es inseparable
de eludir su existencia puede mostrarse que implica una pe- de la comunión con Dios y de la obediencia a su Palabra. E l
titio principii. libre albedrío no es autonomía total del hombre; es la capacidad
para escoger y realizar lo moralmente justo. Cualquier otro
U n ser humano incapaz de ejercer su libre albedrío tendría tipo de decisión no es indicativo de liberum arbitrium, sino de
que ser recluido en un hospital mental, pues en manera alguna servum arbitrium. E n esta libertad para la esclavitud se en-
podría vivir entre sus semejantes, dentro de la sociedad humana cuentra el hombre por naturaleza. Pero el propósito de Dios
normal. es devolver a los seres humanos la única libertad auténtica, la
propia de los redimidos por A q u e l que dijo: «Si el Hijo os
E! libre albedrío e n e l h o m b r e caído liberta, seréis verdaderamente libres» (Jn. 8:36). Esta realidad
es expresada lúcidamente por Berkouwer:
Evidentemente tanto las Escrituras como la experiencia en-
señan que hay una marcada diferencia entre el libre albedrío La Biblia nunca se embarca en una cruzada contra la verda-
dera libertad humana; no presenta, por ejemplo, la omnipo-
tencia y la providencia divinas anulando o aniquilando la
1 G. C. Berkouwer, Man: The Image ojGod p. 312. libertad humana. La perspectiva es del todo diferente: el
2. W. H . Griffith-Thomas, Principies oj Theology, p. 180.
- )

64 ESCOGIDOS E N CRISTO EL LIBRE ALBEDRÍO 65

testimonio bíblico sobre la libertad se limita a la relación del ¿ n o se indica claramente que la fe es por el oír, y el oír por la
hombre con Dios. L a voluntad esclavizada del hombre (ser- palabra de Dios? (Ro. 10:17). Observamos que, iluminado y
vum arbitrium) no significa impotencia frente a la omnipo- auxiliado por la gracia, deseó y pidió la salvación como hombre
tencia divina, sino más bien pecado, culpa, alienación, rebe- pecador que c o m p r e n d i ó su peligro, pero se salvó al recibir la
lión. E l pecado del hombre es no una manifestación de su
Palabra de la Cruz. H e a q u í un ejemplo entre tantos otros
libertad, sino su perversión. Por esta razón es de gran impor-
tancia prestar atención plena —y no ignorar por reacción— al registrados en la Escritura. Volveremos al tema al tratar de la
hecho de que la gracia divina perdona esta perversión de la predicación del Evangelio. )
libertad, esta rebelión, y aniquila sus efectos haciendo al hom- Deducimos, pues, que aun caído, el hombre no pierde su
bre de nuevo verdaderamente libre. 3
personalidad, y si bien su naturaleza pecaminosa le arrastra
hacia el pecado, puede admitir el auxilio de la gracia que le
lleva al arrepentimiento y la fe. De nuevo citamos a W . Grif- )
L a acción liberadora de Cristo es llevada a cabo mediante
la obra del Espíritu Santo, el cual actúa en el mundo entre fith-Thomas:
seres esclavizados en su pecaminosidad, rebeldes a la autori-
dad de Dios, carentes de todo principio de vida regenerada. E l libre albedrío quiere decir la libertad del alma al hacer
Es el Espíritu Santo el que «convence al mundo de pecado, de su elección, por la que determina una acción consciente. L a
doctrina de la voluntad —en cuanto a selección— es equiva-
justicia y de juicio» (Jn. 16:8) con miras a efectuar su obra )
lente a la doctrina del hombre. En este sentido nuestra liber-
liberadora.
5
tad es real, no siendo afectada por la Caída, y nuestro sen-
Ahora bien, el Espíritu Santo «convence al mundo de peca- tido de responsabilidad nos hace conscientes de ella. Toda
do¿ de justicia y de juicio» (Jn. 16:8-12) como parte primordial negación del libre albedrío en este sentido desemboca en el
de su misión en la tierra, y no hay razón bíblica ni experi- fatalismo o en el misticismo extremo. 4

mental para declarar que el hombre caído no puede admitir


estas santas operaciones —las principales de la gracia en la esfera E l contexto de esta cita muestra que la facultad de escoger
subjetiva— al efecto de aborrecer el pecado y desear la libera- no basta para la realización de lo que se escoge, pues el pecador
ción en Cristo. E l Espíritu, en su acción reveladora y vivifica- es impotente y necesita el auxilio divino para cualquier acto
dora, no obra de forma arbitraria, desvinculada de la voluntad volicional de obediencia a Dios, pero siempre será el hombre
del hombre, regenerándole primeramente para que pueda luego como tal quien lo admite.
desear el bien y arrepentirse, sino que convence al pecador de Por otra parte, no entendemos las distinciones que hace
su estado de pecado en el mundo. Antes de ser redimido, el el doctor J. I. Packer al finalizar su artículo sobre la « L i b e r t a d »
pecador ha de preguntar con todas las ansias de su alma: « ¿ Q u é en el New Bible Dictionary. Bajo el epígrafe de «El L i b r e A l -
es menester que yo haga para ser salvo?» Por desgracia, mu- b e d r í o » , declara:
chos sienten deseos y no llegan a apropiarse de la salvación,
pues ven lo que cuesta sn términos de valores humanos, y nc Si se entiende la frase libre albedrío en sentido moral y psico-
arrebatan el Reino» (Mt. 11:12). ¿Acaso fue regenerado el car- lógico, equivalente al poder de elegir sin impedimentos, es-
celero antes de poder formular su célebre pregunta? Antes bien, pontánea y voluntariamente, entonces la Biblia siempre da

3. Berkouwer, op. cit., p. 321. 4. Griffith-Thomas, op. cit., p. 180.


66 ESCOGIDOS EN CRISTO EL LIBRE ALBEDRÍO 67

por sentado que todos los hombres lo poseen, tanto los no El libre albedrío d e l hombre caído
regenerados como los regenerados.
Muy a menudo —aunque los teólogos calvinistas suelen ad-
Sigue diciendo que hay también una libertad «metafísica» mitir la cooperación del creyente en la obra de la santificación—
que se ejerce bajo la providencia de Dios. Luego a ñ a d e : se cita Filipenses 2:13 para «probar» que sólo Dios puede
producir el «querer» en el corazón del hombre. E l hermoso texto
Si la frase se entiende teológicamente, para indicar una capa- reza: « P o r q u e Dios es el que en vosotros produce así el querer
cidad natural de parte del hombre sin regenerar para realizar como el hacer, por su buena voluntad», y se dirige a los cre-
actos que son buenos —sin distingos— delante de Dios, o de yentes que han de «ocuparse en su salvación con temor y tem-
responder a la invitación evangélica, pasajes como Romanos blor». Por lo tanto, nada tiene que ver con la cuestión que
8:5-8; Efesios 2:1-10; Juan 6:44 parecen indicar que nadie se
acabamos de estudiar, sobre si el hombre caído puede desear la
halla libre para la obediencia y la fe hasta que sea librado
del dominio del pecado por la gracia preveniente. Todas sus salvación. E l creyente, al entregarse a Cristo, le entrega ideal-
elecciones voluntarias son actos de servicio al pecado de una mente toda su voluntad, y vuelve a moverse en la órbita de la
forma o de otra hasta que la gracia haya quebrantado el poder voluntad divina, dentro de la debida jerarquía reestablecida en
del pecado, llevándolo a obedecer el Evangelio. 5
Cristo (1 C o . 3:21-23). A l mismo tiempo, la «carne» queda en
él, bien que «crucificada» desde el punto de vista divino, que
N o entendemos cómo un ser humano puede ser libre y res- debe ser el nuestro ( G á . 5:24), y nos damos cuenta de que
ponsable moral y psicológicamente y luego, teológicamente, no necesitamos el auxilio del Espíritu Santo para el inicio de todo
poder aceptar el Evangelio, hecho que no tiene nada de meri- buen deseo según la Palabra, que luego Él transforma en obra.
torio, sino que es tan sólo el acto de extender la mano vacía Otras Escrituras enseñan enfáticamente que la voluntad rege-
—como mendigo espiritual— para que Dios la llene de su sal- nerada del creyente ha de colaborar con la del Espíritu, siendo
vación completa. E l subrayado es nuestro, para destacar la gran preciso poner toda diligencia al añadir la virtud a la fe, el cono-
confusión de mezclar un hecho evidente —que el hombre sin cimiento a la virtud, etc. (2 P. 1:5-8), equilibrándose la obra
regenerar no puede realizar actos buenos aceptables delante de esencial del Espíritu con la máxima responsabilidad del hijo de
D i o s — con otro asunto, completamente diferente: la posibili- Dios. Es un ejemplo importante de la necesidad de tomar en
dad de «dejarse salvar» sobre la base de la obra de Cristo y por cuenta el contexto, antes de utilizar un texto en una discusión,
la o p e r a c i ó n del Espíritu de Dios. El deseo de ser salvo, el cotejándolo, además, con otras Escrituras.
arrepentimiento y la fe no son obras ni virtudes: constituyen,
simplemente, la actitud del pecador que, a la luz de la Palabra
de Dios y bajo la acción del Espíritu Santo, ve su peligro e in- La soberanía d e D i o s y e l libre albedrío humano
voca a Dios para ser salvo (Ro. 10:11-13). ¿ Q u i é n pensaría,
ni por un momento, que hubiera algún mérito o virtud en un E l pensamiento del hombre se ha condicionado por su expe-
hombre que, ahogándose, anhelara la intervención de la tripu- riencia en este mundo, donde tantas veces se ha comprobado la
lación del bote salvavidas que le pueda poner a salvo? verdad del célebre dicho de Lord Acton: «El poder siempre
tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absoluta-
mente.» Los sistemas democráticos se han desarrollado preci-
5. J. D. Douglas, ed., New Bible Dictionary, p. 734. samente para conjurar los peligros del poder absoluto entregado
68 ESCOGIDOS E N CRISTO EL LIBRE ALBEDRÍO 69

en las manos de un solo hombre, e, inconscientemente, hemos sino en aquella fase que tiene que ver con las obras de Dios
llegado a postular siempre una pugna entre la voluntad del frente a agentes morales: aquellas criaturas que pueden actuar
en contra de su voluntad, y, en efecto, obran así con frecuen-
poder absoluto y la voluntad de quienes tienen que someterse
cia. Dios gobierna en el mundo de los hombres de la manera
a ella. Por eso, el hombre natural odia el pensamiento de la
en que un padre lo hace en relación con sus hijos en el hogar; _
soberanía de Dios, mientras que el calvinismo, reaccionando en o como un rey frente a sus subditos libres. E n manera alguna
contra del humanismo, tiende a anular el libre albedrío hu- los controla como el operario su máquina o el hipnotizador
mano. a sus víctimas. E l padre de familia o el soberano de la nación _
Casi todos los expositores subrayan el problema intelectual pueden obrar según su beneplácito dentro de ciertos límites.
de reconciliar la operación de la voluntad soberana de Dios La voluntad de Dios es infinitamente más importante y de Él
con la libertad de acción del hombre y muchos hablan de dos se escribe: Hace según su voluntad en el ejército del cielo,
líneas paralelas de revelación: la soberanía divina y la respon- y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su
sabilidad humana que sólo se encuentran y se resuelven en la mano, y le diga: ¿ Q u é haces? (Dn. 4:35). Él establece a uno
y humilla al otro, pero, con todo, aun Dios obra dentro de
eternidad. Más vale eso que el sistema «lógico» que tiene por
ciertos límites, y es evidente que se limitó a sí mismo al
centro la «voluntad desnuda» de Dios, con las consecuencias
crear agentes libres. Si se tratara sólo de potencia, Dios podría
que hemos visto. Pero gran parte del conflicto intelectual se determinar las voliciones del hombre y poner sus acciones
resuelve si nos acordamos del sencillo axioma: «Dios en su bajo una necesidad anterior, pero lo lograría sólo al coste de
soberanía creó al hombre en su libertad.» E n otras palabras, convertir al hombre en una especie de máquina racional,
si el hombre es libre para «querer» es porque Dios lo quiere destruyendo su verdadera libertad. Muy al contrario, con voz
así, de modo que este «querer» del hombre en manera alguna unánime las Escrituras, la razón y la consciencia declaran que
vulnera el principio primordial de la soberanía de Dios. Inci- el hombre es un ser moralmente libre, agente y no sólo un
dentalmente hemos notado los mismos postulados al hablar de la objeto sujeto a una agencia. Por lo tanto, el gobierno provi-
personalidad del hombre, que deja de ser personalidad si se le dencial de Dios en la esfera de los hombres se basa sobre su
priva del libre albedrío, y Dios, que es el Creador de esta perso- libertad como seres racionales y morales, y consiste en una
nalidad, no quiere destrozarla anulando su responsabilidad mo- administración y una guía frente a los asuntos humanos por
medio del Espíritu Santo, de tal naturaleza que anime a agen- _^ )
ral. Y a hemos insinuado que no podemos aceptar el juego de
palabras que deja al hombre caído con su libre albedrío moral tes morales libres a practicar la virtud y a apartarse del pe-
cado. Por ende, la providencia divina obra por necesidad so-
y psicológico, para luego anularlo teológicamente, donde menos
bre dos clases de voluntad: la que se somete a su gracia y la
problema existe, tratándose de la posibilidad de que el ser hu-
que se opone a ella.
mano perdido se dé cuenta — a la luz de la verdad y por el
auxilio del Espíritu Santo— de su perdición para clamar a Dios,
«quien es rico para con todos los que le invocan». La p r o v i d e n c i a d i v i n a e n relación c o n e l libre
albedrío p e c a m i n o s o
E l D r . W i l b u r F . Tillet, al escribir sobre la providencia y el
)
libre albedrío humano, expresa conceptos muy claros acerca
La providencia de Dios encuentra no sólo voluntades sumisas,
de esta cuestión:
sino también otras rebeldes. Pero no hay uniformidad en el
espíritu de rebeldía de los inconversos, y es cierto que la pro-
E l problema de la providencia divina llega a su última ex- videncia y la gracia especial de Dios a favor del individuo
presión, no en su relación con las leyes de la naturaleza física. antedatan a menudo el momento en que abandona el pecado

)
— )
)
ESCOGIDOS E N CRISTO EL LIBRE ALBEDRÍO 71

para aceptar a Cristo como su Salvador personal, como es Y concluimos con unas palabras de Bernardo de Clairvaux
evidente en todo estudio de biografía cristiana... ¿No será en las que hay tanta claridad como profundidad:
igualmente verdad, dentro de todas las probabilidades, que
el Espíritu Santo y la buena providencia de Dios actuaban Quitad el L I B R E A L B E D R I O y nada queda por salvar. Qui-
a favor de otros pecadores que persistían hasta el fin en su tad la G R A C I A y nada quedará como fuente de salvación.
rebelión frente a Dios? T a l es el poder de la agencia moral Esta obra [de salvación] no puede ser efectuada sin la pre-
y libre con la cual Dios ha investido al hombre que el agente, sencia de las dos partes: una, aquella de la cual procede; la
creado libre, puede derrotar el plan del amor infinito para su otra, aquella en quien se opera. Dios es el autor de la salva-
vida y frustrar las operaciones de la providencia (Jer. 18). ción. Pero sólo una voluntad libre es capaz de ser salvada.
Depende del libre albedrío del agente moral libre que se per- Nadie si no Dios puede otorgar la salvación; y nada, a ex-
4
mita o no en su caso el cumplimiento de los planes providen- separado por medio de la muerte.
ciales de Dios. Se hace constar en cuanto al Cristo de Dios
que no pudo hacer muchas obras poderosas en cierta ciudad
a causa de la incredulidad y oposición de sus habitantes. De
igual forma la providencia divina se condiciona y se limita
por el libre albedrío pecaminoso.
Es evidente a todo estudiante de la Biblia que los escritores
sagrados no consideran la existencia del mal como una ob-
jeción válida a la doctrina de la providencia divina. De hecho
la providencia logra sus fines más saludables y benéficos pre-
cisamente volviendo en bien lo que se considera como mal en
el mundo. Es fácil demostrar que, en las manos de Dios, el
mal natural y físico (la pobreza, la enfermedad, los sufrimien-
tos, etc.) llega a ser una de las agencias más poderosas para
restringir y corregir el mal moral y para procurar el bien
espiritual y moral de los hombres caídos y pecaminosos. L a
responsabilidad por el mal moral (el pecado) que existe en el
mundo recae enteramente sobre el agente moral y libre. Dios
no podía impedir que pecara el agente moralmente libre si
no dejando de crearlo, o, alternativamente, sujetando su vo-
luntad a una fuerza divina irresistible. Pero este último mé-
todo de control equivale virtualmente a la destrucción de toda
verdadera libertad. T a l control haría imposible en los hom-
bres no sólo el pecado sino también toda virtud y santidad sus expresiones. «Frustrar las operaciones de ¡a providencia» pasa más
como atributos de seres libres, pues el que no es libre para allá de la doctrina bíblica de la providencia según se desarrolla en el
capítulo 13. La providencia prevé todo y provee todo, haciendo que la
formular voliciones libres y pecaminosas, tampoco lo es para
6 ira del hombre acarree alabanza a Dios. Por ende, la resistencia de la
voliciones libres y santas. voluntad humana no frustra la voluntad de Dios. Deja al hombre sin la
bendición que tuvo a mano, pero la providencia aprovecha el mal para
otros fines dentro del plan divino.
6. Nota de los autores: Transcribimos esta larga cita del Dr. Tillet 7. International Standard Bible Encyclopedia, artículo sobre «Provi-
por el subido valor de su argumento general, sin identificarnos con todas dence», pp. 2483 y 2484.
LA S O B E R A N Í A D E DIOS Y E L EVANGELIO 73

murieron [en É l ] » (2 C o . 5:14). E l precursor i n a u g u r ó el mi-


nisterio del Señor señalándole como «el Cordero de Dios, que
quita el pecado del m u n d o » (Jn. 1:29). E l apóstol Juan declara:
«Él es la propiación por nuestros pecados; y no solamente por
los nuestros, sino t a m b i é n por los de todo el m u n d o » (1 Jn. 2 : 2 ;
se suple «los» en la traducción, pero eso no cambia el sentido
del texto en el original).
CAPITULO 6
La manifestación d e l propósito d e g r a c i a
LA SOBERANÍA DE DIOS
L o que fue «predestinado» se ha «manifestado en los pos-
Y EL EVANGELIO treros tiempos por amor de vosotros» —escribe Pedro— y se
ha presentado en el Evangelio «para que vuestra fe y espe-
ranza sean en Dios» (1 P . 1:18-21). De modo análogo Pablo
La obra redentora d e l D i o s - H o m b r e escribió: « D i o s . . . nos salvó y llamó con llamamiento santo,
no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo
E L P R O P Ó S I T O de bendición que fue determinado en Cristo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiem-
antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4-5; 3:11-12; R o . 8: pos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la
28-30; 1 P . 1:18-20; y 2 T i . 1:9-10) se manifiesta en la encar- aparición [manifestación] de nuestro Salvador Jesucristo, el
nación del Verbo, en la obra de expiación y de redención lle- cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por
vada a efecto en la Cruz, y en el triunfo manifiesto de la el evangelio» (2 T i . 1:8-10).
Resurrección. T a m b i é n halla hermosa ilustración en las obras
de Cristo durante su ministerio terrenal. Dios «invade» el mun-
do rebelde en la Persona de su Hijo con el fin de vencer el mal La proclamación d e l h e c h o c o n s u m a d o
y al diablo por la escondida sabiduría del plan divino que
tenía como centro la muerte y resurrección de Cristo. Como Lo que fue consumado en el plano histórico tenía que pro-
frecuentemente se insiste (Gá. 1:4; 2:20; 1 T i . 2 : 6 ; T i t . 2:14; clamarse en el kerygma, t é r m i n o griego que se conserva a me-
y He. 9:14) Cristo «se dio [se entregó] a sí mismo» en todo nudo para indicar el contenido del Evangelio, proclamado por
el valor de su persona indivisible de Dios-Hombre. Su huma- los heraldos del Rey a los hombres. E l resumen de 1 Corintios
nidad proveyó el enlace con la raza que había que redimir, 15:1-4 es clarísimo. E l Evangelio, pues, consiste básicamente
mientras que el infinito valor de su deidad da un mérito y un en la declaración de lo que Dios ha hecho en Cristo para hacer
alcance ilimitados al sacrificio de la cruz. «Dios estaba en posible la salvación de hombres pecadores, sin menoscabo de su
Cristo reconciliando consigo al m u n d o » , escribe Pablo (2 C o . 5: justicia; pero siempre se a ñ a d e la necesidad, por parte de los
19) y el «criterio» que había guiado e impulsado todo su servi- hombres, de aceptar el mensaje y someterse a la autoridad del
cio apostólico —aun cuando parecía locura delante de los hom- Rey. Pablo, ejemplo destacadísimo de un heraldo, testificaba
bres— se expresa así: « Q u e si uno m u r i ó por todos, luego todos «a judíos y gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios,
74 ESCOGIDOS EN CRISTO LA SOBERANÍA DE DIOS Y E L EVANGELIO 75

y de la fe en nuestro Señor Jesucristo» ( H c h . 20:21), rogando que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la
a los hombres, sobre la base de una obra universal a su favor: injusticia». N o hay preterición, pues, aparte del rechazamiento
«Reconciliaos con Dios» (2 C o . 5:18-20). voluntario de la verdad. Igual principio se ve en Romanos 1:18-
32, pues si Dios entrega judicialmente a ciertas clases de hom-
bres a la vileza, es porque no querían recibir la revelación
anterior de la verdad.
La r e s p o n s a b i l i d a d d e r e c i b i r l a proclamación

Dios, en su soberanía, decidió proveer en Cristo una amplia


La figura d e l a « s e d »
salvación para los pecadores. Pero asimismo ordenó la predica-
ción del Evangelio a toda criatura como medio para salvar a
«todo aquel que cree», y la historia bíblica de la evangelización Las invitaciones evangélicas se revisten de muchas metáfo-
echa sobre los hombres la responsabilidad de reconocer su pe- ras — y es preciso tomar en cuenta su elemento figurativo—,
cado, de confesarlo, de arrepentirse volviendo las espaldas al entre las que se destaca la satisfacción de la sed. E n el último
pasado, y de confiar plenamente en el Salvador para recibir y gran día de la Fiesta de los Tabernáculos, Jesús exclamó:
el Espíritu de vida. Como punto final de la'sublime exposición «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba» (cp. Jn. 4:10-14). L a
del propósito salvador de Dios en Cristo (Ef. 1:1-14) Pablo satisfacción y la bendición se obtienen mediante el acto de
escribe: «En él [Cristo] también vosotros, habiendo oído la beber, que es idéntico al de creer en los pasajes señalados. L a
palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habien- sed es el deseo que brota de la insatisfacción de quien ha pro-
do creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la curado beber de las «cisternas rotas» de este mundo. L a recep-
p r o m e s a » . Recalquemos otra vez el orden que ya observamos ción del Espíritu, según las citas anteriores, se efectúa cuando
en otro lugar: oír la palabra (el Evangelio), creer en Cristo, la mano de la fe establece contacto con el Salvador. ¿ C ó m o ,
recibir el sello del Espíritu Santo. S i comprendemos que en pues, es posible que la gracia preveniente haya regenerado el
un principio el bautismo fue el compendio de la profesión de alma para hacer posible el deseo de acudir al Señor cuando la
la fe, notamos un orden análogo en la exhortación de Pedro recepción del Espíritu — ú n i c o que puede regenerar— es el paso
en Hechos 2:37-39. final del proceso de tener sed, oír la Palabra, acudir al Salva-
dor y depositar en Él la fe? Nada nos autoriza a cambiar los
términos constantes de la oferta evangélica. E l alma no tiene
que ser regenerada para poder arrepentirse y creer, sino que
La i n c r e d u l i d a d j u d i c i a l
creer para poder ser regenerada, lo que quival a «nacer de
nuevo». (Véase el capítulo 9, «La regeneración».)
Hay casos en que Dios aumenta judicialmente la ceguera de
los incrédulos, pero únicamente después de haber manifestado
éstos su desprecio total frente a la palabra salvadora. Así los Con gran acierto, Griffith-Thomas escribe:
engañados por «el hombre de p e c a d o » (2 T s . 2:10-12). Este No hay duda de que todos los hombres pueden ser salvos,
enemigo de Dios obra «con todo engaño de iniquidad para los con tal que solamente quieran aceptar a aquel que murió por
que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad todos sin excepción. Por otro lado, Él salvará con toda segu-
para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para ridad a todos, excepto a quienes, habiendo oído, rechazan
que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los aceptarle de manera persistente y definitiva. Éstos, por haber
76 ESCOGIDOS E N CRISTO LA SOBERANÍA DE DIOS Y E L EVANGELIO 77

ejercido su libre albedrío, deben sufrir el resultado inevitable Hijo como gala y gloria que corresponden a quien pagó el precio
de tal elección. Así Cristo es no sólo el Salvador posible, sino en el Calvario.
el Salvador real de los pecadores, sujeto siempre tan sólo a Es interesante comparar los versículos 39 y 40 de Juan 6.
la facultad que todo pecador tiene en el ejercicio de su libre
E n el primero la salvación se presenta sub specie aeternitatis,
albedrío para rechazar la salvación.'
pero, con hermoso paralelismo, el Maestro vuelve a señalar el
proceso de la salvación desde el punto de vista de quien se
La atracción d e l Padre salva: 1) «Y esta es la voluntad del Padre, que me envió: Que
de todo lo que me diere, no pierda nada, sino que lo resucite
Entre tantas declaraciones e invitaciones evangélicas en el en el día postrero. 2) Y esta es la voluntad del que me ha en-
Evangelio de Juan que hacen recaer la responsabilidad de viado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida
creer, acudir, beber, comer, etc. sobre el hombre (véase espe- eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.» E l bendito propó-
cialmente 3:18), hay algunas que señalan la parte del Padre: sito de bendición se c u m p l i r á sin que se pierda nada «salvable».
« T o d o lo que el Padre me da, vendrá a m í ; y al que a m í viene, Pero, ¿ c ó m o se ve esto en la práctica? E l Evangelio se predica,
no le echo fuera» (6:37); « N i n g u n o puede venir a m í , si el los que se humillan ven al Hijo presentado como su Salvador;
Padre que me envió no le trajere» (6:44). Desde luego, estos luego creen en él (porque no son de los rebeldes) y tienen
versículos no anulan el sentido de tantos otros que apelan a la vida eterna y su parte en la Resurrección. Todo esto se lleva
voluntad del hombre, y han de entenderse con referencia a las a cabo según el plan y el m é t o d o que Dios o r d e n ó en su
operaciones de la gracia de Dios — m á s particularmente las del soberanía.
Espíritu^de D i o s — , las únicas que pueden convencer de pecado
y despertar el deseo espiritual (Jn. 16:8-11). Anteriormente he-
mos señalado la debilidad — y aun la muerte espiritual— del La soberanía d e D i o s y l a revelación d e l Hijo
hombre caído que necesita la gracia de Dios en todo y para
todo. Este mismo principio explica la sencilla y hermosa frase L o que acabamos de exponer en el punto anterior a y u d a r á
de Hechos 16:14, cuando se dice de L i d i a : « Y el Señor abrió a entender las declaraciones de Mateo 11:27, usadas a menudo
el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo en el intento de reforzar la posición calvinista. « N a d i e conoce
decía», que no excluye en manera alguna el deseo de ella al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el H i j o ,
— l a sed del alma— que anhelaba la Palabra vivificadora. y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.» N a d a hay en este
A u n Saulo de Tarso, tan fuertemente a t r a í d o . por el Señor, texto que sugiera arbitrariedad. L a voluntad de Cristo jamás
obedeció la visión celestial, lo cual indica la posibilidad de no se revela en los Evangelios como desvinculada de las actitudes
obedecer ( H c h . 26:19). E l hecho de que los creyentes se llaman humanas. Cuando el leproso se acercó a Él y le dijo: «Si quie-
el «don» del Padre al Hijo es una figura tan natural en ciertos res, puedes l i m p i a r m e » , el Señor contestó con un rotundo
contextos de Juan que no debe extrañar a nadie n i proveer base « I Q u i e r o ! » Jamás su voluntad le movió a rechazar a un solo
para doctrinas dudosas. Nada nos dice la frase del «mecanismo» ser humano que acudiera en busca de su intervención tan
de la salvación, sino sólo que el Padre presenta los salvos al compasiva como poderosa. Como siempre, el texto debe exami-
narse a la luz de su contexto, y al considerar las palabras de
Jesús consignadas en Mateo 11:27, observamos que fueron pro-
I. W. H . Griffith-Thomas. Principies of Theology, p. 255. nunciadas después de las increpaciones del Señor contra las
ESCOGIDOS E N CRISTO LA SOBERANÍA DE DIOS Y E L EVANGELIO 79
78

ciudades de Corazín, Betsaida y Capernaum a causa de la incre- vida eterna. A l mismo tiempo, el que rechaza manifiesta ser
dulidad de sus habitantes (vv. 20-24). N o debe sorprender que indigno del don de vida provisto por la gracia divina y se pierde.
Dios, en un acto de juicio, decidiera «esconder» la gloria de su E l que cree en la doble predestinación — l a predestinación para
revelación de aquellos seres obstinados y soberbios que, frente vida y la r e p r o b a c i ó n — no puede dirigirse con sencillez y sin-
a todas las enseñanzas y milagros de Jesús, optaban por la «sabi- ceridad a todo aquel que le escucha, pues está convencido de
que la suerte de las almas que tiene delante se ha fijado por
duría» tradicional de los rabinos judíos. Por el contrario, Dios
secreta decisión divina desde la eternidad. ¿ C ó m o puede decir
mostraría su verdad a los «niños» que, por su sencillez, su
a todas las almas que Dios las ama y que ha dado a su Hijo
dependencia y su confianza estarían dispuestos a recibirla. «Así,
para salvarlas, cuando está convencido de que Dios, con toda
Padre, porque así te agradó.» Y le agradó no en base de una
deliberación, por un decreto misterioso, ha preterido a muchas
selección caprichosa, sino en conformidad con los elevados prin-
de ellas, negándoles el socorro de su gracia para que sean salvas,
cipios de su propia justicia. E n cuanto a Cristo, su voluntad
y dejándolas sin posibilidad alguna de tener participación en
actuaba siempre en perfecta a r m o n í a con la del Padre y, en
los efectos de la O b r a de la Cruz, que se limitan a los esco-
consecuencia, bajo los mismos principios. Su trato con las
gidos?
diferentes clases de seres humanos lo confirma. Solícito, abier-
to y amoroso siempre con los que humildemente le buscaban, Es un hecho alentador que no pocos calvinistas han sido
se mostró reservado, frío y a veces severo con los que, altane- evangelistas y han anunciado el Evangelio en términos similares
ros e incrédulos, rechazaban obstinadamente el mensaje de Dios. a los arminianos —Whitefield, por ejemplo, colega de Wesley
2
La mejor interpretación de las palabras del Señor la hallamos por algún tiempo, o Spurgeon —, pero tales predicadores tie-
en su conducta. nen que olvidar el decretum horribile cuando están en el
Por otra parte, la declaración del H i j o en Mateo 11:27 con- pulpito, a fin de rogar a los hombres que se arrepientan para
firma la de Moisés en Deuteronomio 29:29, que ya hemos ser salvos, pues su dogma teológico afirma que muchos no
citado. E n la infinitud del Trino Dios hay profundidades que pueden creer para ser salvos. E l doctor J. I. Packer ha escrito
no son materia de revelación en la actualidad, pero todo lo un libro titulado Evangelism and the Sovereignty of Cod (El
revelado es por medio del Hijo y por el Espíritu Santo (1 Co- evangelismo y la soberanía de Dios), en el que afirma que el
rintios 2:10-16).

2. Ha sido traducido al español un librito titulado Spurgeon, un prín-


La d o b l e predestinación y l a predicación d e l Evangelio cipe olvidado. De escaso valor biográfico e insidioso desde el punto de
vista teológico, abunda en contradicciones, inexactitudes y aun falsedades,
sobre todo en sus diatribas contra el arminianismo. En él se cita la
Según entendemos, el Evangelio y su proclamación consti- conclusión de uno de los sermones del gran predicador inglés: «Os
tuyen el medio ordenado por Dios para la salvación del hombre conjuro por el Dios vivo, os conjuro por el Redentor del mundo, os con-
según el propósito eterno en Cristo, basado sobre una obra juro por la cruz del Calvario y por la sangre que manchó el polvo en
el Gólgota: obedeced este mensaje divino y tendréis vida eterna; pero
redentora de posibilidades infinitas. Por lo tanto, podemos po- rechazedlo, ¡y vuestra sangre sea sobre vuestras cabezas por los siglos
nernos delante de cualquier hombre o mujer en el mundo decla- de los siglos!» (p. 110). Esta conclusión confirma nuestro aserto de que
rando en el nombre de Cristo que el amor de Dios quiere la en el momento de anunciar el Evangelio a personas inconversas, a menu-
salvación de todo pecador, habiéndose hecho amplia provisión do se esfuman las diferencias teológicas y el más convencido calvinista
predica como un arminiano.
para esta salvación, de modo que todo aquel que cree recibe la
80 ESCOGIDOS E N CRISTO LA SOBERANÍA D E DIOS Y E L EVANGELIO 81

dogma mencionado —que acepta— no es razón para no predi- es siempre amor que se sacrifica por su objeto, amor que se en-
car con urgencia el Evangelio, ya que Dios ha ordenado tal pro- trega a favor del otro, mientras que los preteridos son, por defi-
clamación; enfatiza la importancia del mensaje en términos pa- nición, personas predestinadas a no recibir la gracia. ¿ Q u é bien,
recidos a los nuestros en esta obra, pero en su planteamiento pues, puede hacer el creyente a su vecino reprobado ofrecién-
de la cuestión hay algo que se parece a la doble visión de un dole un mensaje que es incapaz de aceptar? Es de suponer
esquizofrénico si es cierto que el oyente, como persona humana, que a u m e n t a r í a su condenación, ya que rechaza (necesaria-
no es libre para aceptar el mensaje y que sólo creerá después mente) el mensaje de vida. E l hermoso título de «Buenas Nue-
de que la gracia irresistible le haya «regenerado» según el de- vas» se reduce a un sarcasmo amargo en este caso, y Juan 3:16
creto de la predestinación. Dice Packer: pierde su glorioso contenido.
E l predicador en este caso no es un pescador de almas,
No debemos quedar atrás por el pensamiento de que si no sino sólo un «cribador». E l trigo es trigo y la paja es paja
son de los elegidos no nos creerán, y que nuestros esfuerzos por decreto oculto y eterno, y lo ú n i c o que puede hacer la
por convertirlos fracasarán. Eso es verdad; pero eso no nos predicación es separar manifiestamente el trigo de la paja. Eso
atañe a nosotros, y no debe afectar nuestra acción. E n primer no es sembrar la preciosa semilla que, en corazones dispuestos,
lugar, siempre es una equivocación dejar de hacer bien por puede brotar para vida eterna. Afortunadamente, nuestros her-
miedo de que uno no sea apreciado. En segundo lugar, los no- manos calvinistas suelen ser mejores en l a práctica que en el
elegidos, en cuanto a nosotros, son anónimos. Sabemos que
dogma que conservan para las discusiones teológicas, y muchos
r existen, pero no sabemos ni podemos saber quiénes son... E n
<í tercer lugar, somos llamados, como cristianos, a amar al pró- de ellos, empapados de la Palabra, predican como si estuviesen
j jimo, elegido o no, y no sólo a los escogidos de Dios. Ahora, convencidos de que las almas, ayudadas por la gracia, pueden
el sentido del amor es hacer bien y aliviar necesidades, de responder libremente al llamamiento del Evangelio, de modo
modo que si nuestro vecino no es convertido, hemos de mos- que se salvan quienes se arrepienten y creen, ya que el mensaje
trarle el máximo amor posible para compartir con él las se da como «Buenas Nuevas» para todos.
buenas nuevas sin las cuales perecerá necesariamente. Así M u y otra cosa es ver en el Evangelio, en su totalidad, el
hallamos que Pablo amonesta a todo hombre, no solamente plan ideado en consejo divino y soberano para la salvación de
3
porque era apóstol, sino porque todo hombre era su prójimo. las almas, revelándose los contenciosos porque rechazan la gra-
cia divina que se ofrece libremente a todos cuantos oyen el
Leído superficialmente quizás este párrafo nos produzca Evangelio y los elegidos porque acuden a Cristo (atraídos por
una grata impresión, pero si nos detenemos un momento para la gracia) para esconderse en el Elegido. Así, el predicador
meditar en que los «no-elegidos», según el dogma que el autor puede poner su corazón en su labor de proclamar el mensaje
acepta, son «preteridos» o « r e p r o b a d o s » desde siempre y para salvador, rogando con súplicas que se reconcilien con Dios,
siempre, excluidos del amor y de la gracia de Dios —no porque admirado t a m b i é n de los justos juicios de Dios, ya que l a pala-
los rechazan, sino porque no son objeto de ellos— las buenas bra rechazada juzgará a los impíos: «El que me rechaza —de-
palabras se reducen a un mero embrollo, pues el creyente ha clara el S e ñ o r — , y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue;
de amar a quienes Dios no ama: ágape en el Nuevo Testamento la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero»
(Jn. 12:48). E n el curso de las enseñanzas dadas en el cenáculo,
el Maestro declaró en cuanto a los contenciosos que le resis-
3. J. I. Packer, Evangelism and the Sovereignty of God., p. 99. (La
cursiva es nuestra.)
tían: «Si yo no hubiera venido, n i les hubiera hablado, no
g 2 ESCOGIDOS E N CRISTO

tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado...


P P
S y o no hubiese hecho entre ellos obras Torre
hecho no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborre-
cido á mí y a mi Padre» (Jn. 15:22-24). N o cabe declaración
S Í ? comundentT sobre la responsabilidad humana rente a la
revelación de Dios en Cristo ordenada según el designio sobe
rano de Dios.

CAPÍTULO 7
LA CRUZ DE CRISTO
La C r u z e s e l eje de toda doctrina bíblica

TODOS LOS EXPOSITORES que admiten la doctrina de la


inspiración de las Escrituras en su totalidad ven en ellas la
historia de la redención del hombre por la gracia de Dios. Por
ende, interpretando la frase la cruz de Cristo como resumen
de la obra expiatoria y redentora que en ella se llevó a cabo,
no podemos por menos que ver en el Gólgota el centro y eje
de las Escrituras, como también la clave para entender su
doctrina. Cualquier lector puede comprobar que las Escrituras
no discurren sobre los resultados de un supuesto pacto de re-
dención ordenado entre el Padre y el Hijo antes de los siglos,
ni sobre una extensión del mismo que determina las relaciones
entre el Padre y los elegidos, sino que señalan un propósito de
gracia determinado por el Trino Dios antes de la fundación del
mundo y manifestado en la obra del Hijo, quien se ofreció como
Siervo para llevar a cabo el designio divino. L a Encarnación
hizo posible la obra, que llegó a su consumación en la Cruz y la
Resurrección de Cristo. Según las sublimes palabras de Hebreos
9:26: «Pero ahora, en la consumación de los siglos, [Cristo]
se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo
para quitar de en medio el pecado.» Hacia tan sublime consu-
84 ESCOGIDOS E N CRISTO LA CRUZ D E CRISTO 85

mación avanzaban todos los siglos anteriores a la Cruz, y desde sona y obra de Cristo que son llamados a subrayar, pero todos
ella, como de inagotable fuente, brotan los siglos posteriores detallan los acontecimientos de la semana de la Pasión, dedi-
según el plan de Dios. cando a ella una parte muy considerable de su n a r r a c i ó n , indi-
E n la sección correspondiente notaremos que Cristo aplica cando así que la Cruz es el climax de la misión que Cristo
el término «pacto» a la garantía divina que asegura las bendi- vino a realizar. N o es cierto que los apóstoles — c o n referencia
ciones de la redención a todo creyente, y que la sangre es el especial a Pablo— trocaran un sencillo relato de amor y de
sello del Nuevo Pacto, puesto que es la vida ofrecida en sacri- servicio en u ñ a doctrina de expiación, bajo la presión de los
ficio por Cristo; pero el término «pacto» no hace más que conceptos judaicos y paganos de su tiempo, ya que hallamos
a ñ a d i r una expresiva figura a las muchísimas que ayudan a la misma doctrina en e m b r i ó n en los Evangelios. S i no pode-
nuestra pobre mente a comprender lo inefable de la Obra de la mos fiarnos de la historicidad de éstos, entonces no puede
Cruz, que revela tanto la justicia como el amor de Dios. Es existir el cristianismo. Juan el Bautista introdujo a Cristo con
importante notar que la gracia que fluye de la Cruz podía otor- la gran declaración: « H e a q u í el Cordero de Dios, que quita el
garse anticipadamente, puesto que el propósito de Dios no podía pecado del m u n d o » , lo cual ha de interpretarse a la luz de los
fallar; pero la justa base del perdón que recibían los creyentes tipos del Antiguo Testamento. E l mismo Señor recogió la de-
del antiguo régimen no pudo manifestarse en la historia hasta claración del precursor, s e ñ a l a n d o la necesidad de su muerte
que se consumara el drama del Gólgota (Ro. 3:26-27). Pudo como base de fe para vida eterna (Jn. 3:14 y ss.), como el sacri-
haber un pacto de gracia en el caso de Abraham en vista de ficio último y voluntario del Buen Pastor que así salva y r e ú n e
este principio de anticipación, lo que presta la debida unidad a sus ovejas (Jn. 10:11-18), como la aparente « p é r d i d a » del
a las Escrituras en todo lo que se refiere a las relaciones entre grano de trigo que cae en tierra con el fin de que se produzca
Dios y el hombre. Los juramentos, por los cuales Dios se dig- una cosecha abundante (Jn. 12:20-32). Las predicciones de la
naba obligarse, por el valor de su Persona, a cumplir sus pro- Cruz y de la Resurrección que conservan los sinópticos no su-
mesas, se revestían de un significado muy parecido al de los brayan tanto el p o r q u é del H E C H O , pero sí su necesidad, de
pactos de gracia, ya que el creyente recibía la seguridad de la tal forma que el Maestro destaca el tema como lección primor-
inmutabilidad de los designios de bendición de Dios (cp. G n . dial que se precisaba para la formación de los discípulos después
22:15-18 con H e . 6:13-18). de la confesión de Pedro en Cesárea de Filipo (Mt. 16:21; M r .
10:32-34, etc.). E n el caso especial de las declaraciones hechas
durante la Santa Cena, la doctrina se a n u n c i ó con toda claridad
por el Maestro, pues al tomar la copa, se dirigió a los discí-
Facetas del tema
pulos diciendo: «Bebed de ella todos; porque esto es m i sangre
del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión
Abreviamos mucho la doctrina de la Cruz, que es común de los pecados» (Mt. 26:27-28). L a sangre es el símbolo cons-
a todos los expositores fieles al concepto de la inspiración divi- tante de la vida ofrecida en expiación por el pecado en la Cruz,
na de las Escrituras, notando sólo los hechos que colocan la y es la única base para la remisión de los pecados de aquellos
Cruz en el centro tanto de la historia de la redención como que aceptan las condiciones del Evangelio. E l pacto es la ga-
de la doctrina cristiana. rantía de parte de Dios de que esto ha de ser realizado en el
caso de los «muchos» que responden al mensaje de vida.
La importancia de la Cruz en los Evangelios. Todos los
evangelistas seleccionan su material según la faceta de la per-
86 ESCOGIDOS EN CRISTO LA CRUZ D E CRISTO 87

La anticipación de la C r u z e n e l A n t i g u o Testamento L a doctrina neotestamentaria ha de interpretarse a la luz de


los siglos de preparación simbólica y profética, admitiendo siem-
E n vista de las enseñanzas de la Epístola a los Hebreos, es pre que la consumación se realiza no sólo sobre el plano histó-
legítimo ver en todo sacrificio de sangre ofrecido por mandato rico, sino también sobre otro celestial y eterno.
de Dios en el Antiguo Testamento un tipo veraz del sacrificio
de la Cruz. Las pieles de animales preparadas por Dios para
cubrir la desnudez de A d á n y E v a , el sacrificio que trajo A b e l , La d o c t r i n a apostólica
los holocaustos de N o é , las repetidas ofrendas de Abraham y de
los patriarcas en general: todos expresan de distinta forma que Tanto en los discursos de Pedro como en las epístolas de
sin el derramamiento de sangre no se hace remisión (He. 9:22). Pedro y de Juan hallamos la interpretación de la expiación
El cordero de la Pascua (Éx. 12) habla de sustitución, de pro- que nos ofrecen los testigos-apóstoles expresamente recogidos
tección de la sentencia de muerte, así como de comunión dentro para dar fe de la realidad histórica del doble hecho de la Cruz
de la «familia» sobre la base del sacrificio. Los sacrificios per- y de la Resurrección. E n los discursos y escritos de Pablo
sonales descritos en Levítico caps. 1 a 7 (holocaustos, sacri- hallamos la doctrina del apóstol a los gentiles, quien recibió
ficios de paces, sacrificios por el pecado) « c u b r e n » el pecado la explicación del «misterio» por comunicaciones celestiales, sin
del oferente que trae la víctima, identificándose con ella al que por ello dejara de utilizar el testimonio de los testigos ocu-
colocar su mano sobre su cabeza antes de la inmolación. El gran lares ( G á . 1:18; H c h . 13:31; 1 C o . 15:3-11). L o extraordinario
Día de Expiaciones — c u l m i n a c i ó n del sistema levítico— señala es que hallamos una perfecta concordancia en los conceptos de
el sacrificio como medio de desterrar el pecado del pueblo, per- todos los apóstoles, a pesar de las grandes diferencias de tempe-
mitiendo que Dios permanezca en medio de él. L a sangre de la ramento y de preparación que existen entre ellos.
víctima era salpicada sobre el propiciatorio que, a su vez, cubría
el arca donde estaban las tablas de la Ley, interponiendo así El testimonio de Pedro sobre el hecho de la Cruz se halla en
la señal del sacrificio entre la santidad de Dios y las exigencias su forma m á s desarrollada en las referencias que damos a con-
de la Ley que condenaba al pueblo. A la luz de este profundo tinuación, pero no hemos de olvidar que la doctrina de la Cruz
tipo hemos de interpretar el término «propiciación» en el Nuevo se halla entreverada, como elemento imprescindible, en toda la
Testamento, y lejos de ser el sistema levítico un epílogo mera- revelación apostólica, que era «la fe que ha sido una vez dada
mente ceremonial añadido a la Ley, viene a ser su base, porque a los santos» (Jud. 3). Medítense con cuidado las porciones
presenta el hecho eterno de la Cruz. L a interpretación exacta siguientes: H c h . 2:23-24; 3:15-16; 4:10-12; 5:30-32; 10:29-
del paréntesis que hallamos en Hebreos 7:11 es la siguiente: 43; 1 P. 1:18-23; 2:21-25; 3:18; 4:1-2.
« p o r q u e sobre la base de él [el sistema levítico] recibió el pue-
blo la ley» (ho laos gar ep' aute nenomotheteo); hasta tal punto El testimonio de Juan en su primera epístola se basa sobre
que « c a m b i a d o el sacerdocio, necesario es que haya también la revelación ya expuesta en el cuarto Evangelio, y es preciso
cambio de ley» (He. 7:12). E l capítulo 53 de Isaías, al descri- notar que el llamado «Apóstol del a m o r » está muy lejos de
bir el momento cumbre de la obra del Mesías, lo hace en térmi- creer que el amor de Dios pueda pasar por alto los pecados
nos de un sacrificio vicario y expiatorio, concepto que se explaya sin que se ofrezca la debida satisfacción delante del trono de
luego tanto en las declaraciones del mismo Señor como en las justicia del Dios de L u z y de Amor. A l contrario, el amor se
de los apóstoles (Le. 24:26-27; 24:47; 1 P. 2:22-25; 2 C o . 5:21). manifiesta precisamente a través de la propiciación, y en manera
88 ESCOGIDOS EN CRISTO LA CRUZ DE CRISTO 89

alguna puede prescindir de ella. Sin ser exhaustivas, las refe- tituir la firme base que hace posible la coordinación de la doc-
rencias siguientes presentan la doctrina de la Cruz, según la trina; pero una cosa es la presentación sistemática de la doctrina
expresaba Juan: 1 Jn. 1:7; 2:2; 3:5-8, 16; 4:9-10; 5:6-12 —con el humilde reconocimiento de que más luz p o d r á brotar
(versión Hispanoamericana). de la Palabra sobre los temas tratados— y muy otra la deter-
minación de apoyar un sistema ya reconocido como «ortodoxo»
El testimonio de Pablo. Con cierta razón se considera que por textos seleccionados y citados sin la debida referencia a su
la justificación por la fe es la doctrina paulina m á s típica; contexto. Hemos notado el pasaje fundamental que presenta la
por lo menos constituye el fundamento de su sublime cuerpo justificación por la gracia, la sangre y la fe, y recomendamos
de doctrina, destacándose en Romanos 1:16; 3 : 2 1 — 5 : 2 1 ; 9: el estudio de otros que destacan la doctrina de la Cruz en los
30—10:15. E l meollo de la doctrina se halla en 3:21-28. Este escritos de Pablo: Romanos 4:24-25; 5 : 1 , 5-11; 5:12-21; 6:1-14
pasaje declara que el pecado universal pone a todos los hombres (aquí se ve que la obra de la Cruz es la base de la doctrina de
sobre un mismo nivel, llegando a ser la desesperación de todos la santificación); 8:3-4; 8:33-34; 10:4-13; 14:9; 1 Corintios
una puerta de esperanza. Puesto que « n o hay diferencia», y na- 1:17-25; 2:1-5; 5:7; 11:23-29; 15:3-4, 20-23; 2 Corintios 5:
die podía justificarse por sus obras, sólo q u e d ó la gracia de 11- 21 (versión Hispanoamericana); 8:9; Gálatas 1:4; 2:16-21;
Dios, que era eficaz para todos. Esta gracia — l a actividad 3:1-2, 7-14; 6:13-15; Efesios 1:7; 2:1-10, 14-16; 5:2, 25-27;
redentora de Dios al solo impulso de su amor— es la fuente Filipenses 2:5-11; 3:4-11; Colosenses 1:14, 18-20; 2:11-15; 1
de ja justificación; la propiciación es la base de ella, ya que Tesalonicenses 1:9-10; 4:14; 5:10; 1 Timoteo 1:15-16; 2:3-7;
la justicia divina q u e d ó satisfecha en la Cruz; la fe se pone de 2 Timoteo 1:9-12, 2 : 8 ; T i t o 2:11-15; 3:4-7.
relieve como el único medio posible de recibir lo que Dios,
en su gracia, ha provisto. Romanos 3:24-26 deben leerse como El testimonio de Hebreos. E l autor de este libro acude
sigue, puesto que el orden de las palabras en el griego ha de repetidamente a los grandes temas del antiguo régimen con el
entenderse por el sentido: «Siendo justificados gratuitamente fin de mostrar a los vacilantes cristianos hebreos que la consu-
por su gracia, mediante la redención que se halla en Cristo mación de todos ellos se halla en Cristo, en quien ha de con-
Jesús, a quien Dios colocó en medio como propiciatorio, en su fiar por completo, abandonando las sombras preparatorias ya
sangre [para ser recibido], por medio de la fe, a fin de mani- cumplidas, que no por ello dejan de ocupar su lugar en la
festar su justicia en este t i e m p o . . . » Hemos de enlazar el con- revelación total de la Biblia. H a b l a mucho de Cristo como el
cepto de «propiciación» (a la luz de L v . 16:15; 17:11) con sumo sacerdote, quien según el tipo aarónico se ofreció a sí
la sangre, que es la vida de infinito valor de la Víctima ofre- mismo en sacrificio de eterno valor, antes de asumir el sacer-
cida sobre el altar de la Cruz, mientras que la fe es la mano docio real según el orden de Melquisedec, que ahora ejerce a la
que recibe el incalculable don de la justificación procurada por diestra de Dios. Las referencias al sacrificio, frecuentes y de
tal propiciación. gran valor, llenan grandes secciones de los capítulos 9 y 10.
Todos los aspectos de la grandiosa Obra de la Cruz hallan Debemos notar las profundas doctrinas de las referencias si-
lugar en los escritos de Pablo, sin que por eso desestimemos guientes: Hebreos 1:3; 2 : 9 , 14-15; 5:7-10; 7:25-28; 8:3-13.
la doctrina tal como la expresan Pedro y Juan. E l lector debe Se revisten de importancia especial los textos 2 : 9 ; 9:26; 10:
empaparse de los pasajes bíblicos, evitando la tendencia de 12- 13.
meter los textos a la fuerza dentro del marco de sistema alguno,
sea calvinista u otro cualquiera. L a buena exégesis ha de cons-
90 ESCOGIDOS E N CRISTO LA CRUZ D E CRISTO 91

La n e c e s i d a d d e l a C r u z ñora la importancia del factor fundamental del amor en toda


operación divina no se ajusta a la revelación que se nos ha
E l mismo Señor enseñó la necesidad de que el H i j o del otorgado en la Biblia y que se encarna en Cristo.
Hombre fuese levantado para poder dar vida a las almas que
m o r í a n a causa de la mordedura del pecado (Jn. 3:14-15 con Dios es el Arbitro moral de todo lo creado. Las Escrituras
N m . 21:9). Notaremos algunos hechos cruciales que determinan que declaran la perfecta justicia y santidad de Dios, afirman
esta necesidad aparentemente impropia del Dios soberano, re- también que sólo Él es Juez, a quien compete, por divina nece-
cordando que surge de las exigencias de su propio ser frente sidad, el mantener la norma de absoluta justicia en todo el
al problema del mal, y en manera alguna de las presiones de universo. E l amor exige la misericordia, pero ésta ha de obrar
voluntades o circunstancias ajenas a Dios mismo. dentro del marco de las exigencias de la justicia divina. He
a q u í el problema: el único que p o d í a existir para Dios y que
La caída del hombre. E l mal existía en otras esferas antes tuvo su solución en su buen propósito de gracia desde la
de la Caída, ya que la tentación tuvo su origen fuera del eternidad.
hombre, pero a nosotros nos interesa el plan de redención
que se revela frente a la ruina del h o m b r e - c a í d o , que nace El hombre pecador es incapaz de salvarse. E l llamado «pe-
pecador y sigue cometiendo actos conscientes de pecado. Según cado original» quiere decir que el hombre es pecador innato
1 Juan 3:4, el pecado es anomia, que no es tanto «infracción y, siendo así pecador por naturaleza, multiplica pecados cons-
de ley», sino ausencia de ley en la conducta del hombre, quien cientemente; ha transgredido también la santa Ley que le coloca
quiere hacer prevalecer el «yo», creando así la a n a r q u í a moral. bajo la ira de Dios, la cual viene a ser la reacción inevitable
Todo movimiento de la voluntad del hombre que no concuerda y constante de su justicia frente al mal que se halla en el
con la de Dios es pecado, bien que la Ley, al revelar las de- pecador; la concupiscencia (los malos deseos), que, juntamente
mandas de Dios, lo convierte en transgresión. E l hombre, al con el egoísmo, es la manifestación típica de la caída, le arras-
desafiar a Dios y al infringir su santa Ley, se hace transgresor. tra hacia lo malo. Sólo Dios le puede salvar, por los medios
que Él escoge, y éstos han de estar de acuerdo con los atri-
Dios ha de ser glorificado. Ignoramos el origen del mal butos revelados de Dios sin violar tampoco los principios bási-
porque no ha sido revelado, pero sabemos por las Escrituras cos del orden moral establecido por Dios mismo. E l hecho de
que el mal será vencido ya que Dios ha de ser glorificado, no que el hombre no puede salvarse no quiere decir que no puede
sólo en la salvación de quienes se acogen a los términos de su dejarse salvar, que es tema desarrollado en otros capítulos.
oferta de reconciliación, sino también en el justo juicio que
prevalecerá en contra de los pecadores que acrecentaron su
culpabilidad al rechazar la oferta de misericordia en Cristo L o s grandes p r i n c i p i o s básicos d e l a O b r a salvadora
(Jn. 3:17-19; 15:22-25; 16:5-11). de la C r u z

Dios es amor. E l amor es más que un atributo de Dios, La gracia de Dios. (Véase la sección bajo este epígrafe.)
pues se ha revelado como la misma esencia de su ser, pues L a salvación tiene que venir desde arriba, ya que no hay nada
«Dios es a m o r » . D e l amor, por divina necesidad, surge la gracia meritorio en el hombre ni fuerza humana que remedie su mal.
que opera en bien del pecador. Cualquier doctrina que ami- L a gracia ha de entenderse como la actividad salvadora de
92 ESCOGIDOS EN CRISTO LA CRUZ D E CRISTO 93

Dios al solo impulso de su amor que, por definición, hace al pecador en dura servidumbre! E l concepto revela que la O b r a
imposible toda arbitrariedad. de la Cruz, al satisfacer las demandas de la justicia de Dios
(véase «propiciación»), liberta al pecador que acude con fe a
La obra de expiación realizada en la Cruz. E n la O b r a de Cristo, sacudiendo las cadenas del pecado y de la sujeción
la Cruz la sabiduría de Dios (1 C o . 2:7-8) halló el medio de a todas las penosas condiciones de su antigua vida.
satisfacer las exigencias de su justicia —en absoluta fidelidad
a la ley moral del universo— y a la par abrir las puertas 4. Propiciación y expiación, hilasmos, hilasterion (Le. 18:
para el fluir de su gracia salvadora. Los términos bíblicos más 13; H e . 2:17; 1 Jn. 2 : 2 ; 4 : 1 0 ; R o . 3:25). E n propiedad el
importantes son los siguientes: concepto de propiciación tiene que ver con la satisfacción que
provee el sacrificio del Calvario frente a las demandas de la
1. Sacrificio, thusia (1 C o . 5:7; E f . 5:2; H e . 10:12, etc.) justicia de Dios, mientras que el verbo expiar tiene que ver con
Según los tipos del régimen levítico, que en todos sus aspectos el pecado borrado. Este último verbo (heb. borrar) se repite
hallan su antitipo en la Cruz, el sacrificio se interpone entre frecuentemente en Levítico 1 a 7, pero hallamos que el Nuevo
el pecador culpable y el Dios de justicia. Se enlaza íntima- Testamento pone todo el énfasis sobre el aspecto de satisfacción.
mente con los conceptos de sangre y de propiciación, ya que A pesar de la traducción castellana de Hebreos 2:17, el texto
la vida del Dios-Hombre, de valor sin límite, fue ofrecida sobre debe traducirse: « P a r a hacer propiciación [ = d a r cumplida sa-
el altar en sacrificio cruento. Cristo es a la vez el sacerdote que tisfacción] en cuanto a los pecados del p u e b l o » . L a propicia-
presenta el sacrificio y la víctima que rinde su vida. (Véanse ción es el concepto básico de la O b r a de la Cruz, pues primero
las referencias a la Epístola a los Hebreos que notamos an- deben satisfacerse las exigencias de la justicia divina para
teriormente.) que luego pueda el pecador arrepentido recibir las bendiciones
que resultan de la solución del problema básico. Se diferencia
2. Ofrenda o presente, prosphora (He. 10:5, 8, 10, 14, 18; totalmente del degradado concepto de los paganos, quienes
Ef. 5:2. Los términos sacrificio y ofrenda se combinan en Efe- pensaban que podían «propiciar» a sus caprichosos dioses por
medio de dones, ofrendas o actos de culto, pues aquí es Dios
sios 5:2. Este término enfatiza la presentación del sacrificio a
mismo quien provee el sacrificio que exige su justicia, siendo
Dios por Cristo mismo, quien «se ofreció como ofrenda de olor
la Víctima el Dios-Hombre que se presenta voluntariamente
suave» (o «agradable»); la voluntad divina se cumple perfecta-
para la O b r a . Ésta representa perfectamente al hombre por ser
mente en ella y el Nombre de Dios es glorificado.
el Hijo del Hombre y Cabeza de la raza, sin que por ello sufra
mengua el valor divino del sacrificio.
3. Precio de rescate, lutron, antilutron, apolutrosis ( M r .
10:45; 1 T i . 2 : 6 ; 1 P. 1:18-20, etc.). E l concepto de rescatar
es igual a redimir y la figura se basa sobre la liberación del 5. Reconciliación, katallage, verbos katallasso, apokatalla-
esclavo en el Imperio romano mediante el pago del precio fijado sso (Ro. 5:10-11; 2 C o . 5:18-20; C o l . 1:20-21, etc). L a re-
por ciertos sacerdotes paganos. Algunos teólogos del medioevo conciliación depende de la propiciación, pues una vez satisfechas
discurrían sobre quién recibiera el precio de rescate, cayendo las exigencias del Trono de Dios, éste, como Rey en sus amplios
en el típico error de llevar una metáfora m á s allá de la justa dominios, se halla libre para ofrecer p e r d ó n y paz a los subdi-
esfera de su aplicación. ¡Algunos llegaron hasta a pensar que tos que se acogen a sus condiciones. E l hombre no ha de decir:
el diablo tenía que recibir el precio por ser él quien detenía «¡Dios! ¡Reconcilíate conmigo!», pues la base del p e r d ó n ya
94 ESCOGIDOS EN CRISTO LA CRUZ D E CRISTO 95

se ha colocado por la gracia de Dios, y es Él quien se dirige presentarse un hombre, sin m á s , ya que todo ser humano es
a los hombres a través de sus embajadores diciendo: «¡Recon- pecador y necesita él mismo la redención.
ciliaos con Dios!» Las condiciones son la sumisión, el arrepen- Que Cristo era competente, desde el punto de vista divino,
timiento y la fe en Cristo. como Agente de la gracia es obvio para todo creyente, preci-
samente porque Cristo es Dios el Hijo. L o que no resulta tan
6. Salvación. Este es el término más amplio y c o m ú n para claro para muchos es la realidad de la representación humana;
ilustrar las bendiciones que fluyen de la Obra de la Cruz a favor o sea, parece sumamente difícil que el Verbo Creador pueda
del pecador que se arrepiente y cree en Cristo. Podemos pensar representar real y verdaderamente a los hombres pecadores en la
en el pecador como en un hombre que, habiendo caído en el Cruz. Según R. W . Dale, el Redentor ha de ser « u n o que tiene
mar, se hunde irremisiblemente porque no sabe nadar, y espera el derecho de hablar, obrar y sufrir como representante de la
1
con ansia la llegada del bote salvavidas y los fuertes brazos raza», y es preciso establecer esta verdad. Hallamos la clave
que le pueden poner a salvo. O , cambiando la figura, en un en el título que Cristo más frecuentemente se aplica a sí mis-
enfermo que padece un mal mortal de necesidad —que afecta mo, el Hijo del Hombre: título que se relaciona con la desig-
todo su ser— que no puede salvarse sin la intervención del nación paulina de «el postrer A d á n » (1 C o . 15:45). Ésta, a su
Médico divino. E l Nuevo Testamento emplea la misma palabra vez, halla su explicación en la analogía-contraste que Pablo
para la salud física y para la salvación del alma. E l Maestro establece entre Cristo y A d á n en Romanos 5:12-20 como cabe-
mismo hace uso de esta típica metáfora para explicar el pro- zas de la raza perdida y salvada. Siendo el Creador de todas
pósito de su venida: «para buscar y salvar lo que se h a b í a per- las cosas (como Agente que llevaba a su consumación los pro-
dido». pósitos de Dios, que Dios-Padre formula y expresa), el Hijo
era necesariamente el Creador y —por excelencia— Creador del
hombre en todo lo que tiene de humanidad fundamental, siendo
La p e r s o n a d e l R e d e n t o r imagen y semejanza de Dios (Jn. 1:3; He. 1:2; C o l . 1:16-20).
La ruina de la humanidad a causa del pecado no tiene que
Todo el valor de la obra de la redención depende de la cegarnos a la realidad de que el hombre, como hombre, tuvo
persona que la llevó a cabo. Y a hemos notado los factores su origen en el Hijo Creador. Es evidente, pues, que cuando
imprescindibles para un sacrificio que hiciera posible la oferta el Hijo se encarnó, no llegó a ser meramente un hombre m á s ,
de misericordia a todo hombre pecador, como también los que se destacaba únicamente por su perfección moral, sino que
grandes principios que informan la obra. E l Agente para su rea- reincorporó en sí aquello que tuvo en él su origen como Crea-
lización y su consumación había de ser necesariamente el Hijo dor. E l «Hijo del H o m b r e » , según el modismo hebreo, señala
—eternamente Verbo, Creador y Mediador— hecho hombre por su identificación completa con el hombre. He aquí la base de
el misterio de la E n c a r n a c i ó n . Ningún estudiante de las Sagra- una representación perfecta, gracias a la cual Cristo pudo ofre-
das Escrituras pensaría n i por un momento que un ángel pu- cerse por los hombres, por el mundo y por todos (1 T i . 2 : 6 ;
diese llevar a cabo la obra de expiación, pues faltarían los en- He. 2:9; Jn. 6:51; R o . 5:6; 2 C o . 5:14-15). Las preposiciones
laces esenciales tanto con Dios como con los hombres, además griegas en tales casos suelen ser huper o peri señalando la
del valor sin límites que ha de encerrar la víctima para poder
conseguir una satisfacción suficiente —es decir, de valor infi-
nito— delante del trono de eterna justicia. Mucho menos podría 1 R. W. Dale, Atonement, p. 402.
96 ESCOGIDOS E N CRISTO LA CRUZ DE CRISTO 97

posibilidad de bendición «a favor d e » todos, gracias a la obra insisten en la limitación de la intención divina. «La posición
de propiciación (véase abajo El valor universal de la Cruz). Por reformada es que Cristo m u r i ó con el propósito de salvar efec-
una parte, «Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mun- tivamente a los elegidos y sólo a los elegidos.» 3

d o » (2 C o . 5:19); y por otra parte, los hombres estaban perfec-


tamente representados por su Creador hecho Hijo del Hombre La luz bíblica. Los teólogos calvinistas «solucionan» pro-
y Cabeza de la raza por la E n c a r n a c i ó n . Sólo esta Persona pudo blemas que ellos mismos han creado, pues las Escrituras no
ser el Redentor con toda propiedad. plantean el « p r o b l e m a » en los términos que destaca Berkhof. A
nuestro modo de ver, la Biblia enfatiza la O b r a de la Cruz
como la respuesta de la sabiduría de Dios frente al problema
El propósito, alcance y recepción d e la O b r a total del m a l , cuya causa última no se ha revelado (1 C o . 2:6-
10). E l apóstol Juan lo expresa de esta manera: «Para esto apa-
La tesis reformada. Los teólogos calvinistas insisten en plan- reció el H i j o de Dios, para deshacer las obras del diablo...»
tear el propósito de la Obra de la Cruz en estos términos: (1 Jn. 3:8). E l autor de la Epístola a los Hebreos declara:
« P e r o ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una
Berkhof escribe:
vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de
A l enviar el Padre a Cristo, al venir Cristo al mundo para en medio el pecado» (He. 9:26). Hablando de Cristo como
hacer expiación por el pecado, y al hacerlo, ¿tuvo el designio aquel que vino para cumplir el sentido del Salmo 8, el mismo
de salvar de entre todos los hombres únicamente a los ele- autor declara: « P e r o vemos a aquel que fue hecho por un poco
2
gidos? Ésta es la pregunta y únicamente ésta. de tiempo menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria
y de honra a causa del padecimiento de la muerte, para que, por
Es típico de este sistema teológico el intento de plantear en la gracia de Dios, gustase la muerte por todos» (He. 2:9). E n
términos lógicos una cuestión tan fundamental como lo es el \p misma porción vemos que el Hijo participó de carne y sangre
propósito de Dios en la O b r a de la Cruz. L o que debe hacer «para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio
el estudiante es acumular datos bíblicos que p o d r á n echar luz de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por
sobre tan excelso misterio, estando dispuesto a dejar con Dios el temor de la muerte estaban toda la vida sujetos a servidum-
la parte del misterio que no se aclara por la revelación escrita. bre» (He. 2:14-15). E l bendito hecho de que Cristo se diera
L a presentación de la cuestión, según Berkhof —quien se hace a sí mismo con el fin de redimir y purificar a la Iglesia (Ef.
eco de los teólogos de la misma escuela que le precedieron—, 5:25), que es igual que redimir para sí u n pueblo propio, celoso
da lugar a disquisiciones posteriores sobre si Dios podía quedar de buenas obras (Tit. 2:14), no excluye l a revelación de los
frustrado en su propósito, dado el caso de que la O b r a fuese amplios propósitos ya notados que d a r á n por resultado la recon-
a favor de todos cuando, evidentemente, muchos se pierden. ciliación de todo el universo y la reunificación de todas las
Para ellos la voluntad detrás del propósito tiene necesariamente cosas y todas las personas redimidas alrededor de la persona
que cumplirse. Como, en efecto, sólo los elegidos se salvan, de Cristo ( C o l . 1:20-22; Ef. 1:10). Queda excluido de la
deducen que Cristo murió sólo por ellos. N o niegan que hay bendición todo aquel que rehusa enlazarse con el único Reden-
valor suficiente en la Obra de la Cruz para salvar a todos, pero

3. Ibid., p. 468.
2. Luis Berkhof, Teología sistemática, p. 468.
98 ESCOGIDOS E N CRISTO LA CRUZ DE CRISTO 99

tor por a sumisión y la fe (Jn. 3:18; 5:40; 15:21-26; A p . 21:8), salvación de los creyentes como de la condenación de los incré-
pero la maravillosa amplitud del propósito se destaca clara- dulos, pues esta condenación se agrava muchísimo por el
mente en los pasajes citados, típicos de otros muchos. E l «hom- hecho de que Cristo muriese a favor de todos, siendo recha-
bre más fuerte» vino para vencer y atar al « h o m b r e fuerte» zado t a m a ñ o amor por los contenciosos: «El que en él cree
(el diablo), para despojarle de sus bienes (Le. 11:21-22). Así no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,
Dios fue glorificado en el cumplimiento de su propósito me- porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios»
diante la muerte de la Cruz y el triunfo de la Resurrección. (Jn. 3:17-18). L a Cruz es la gran «piedra de toque» que divide
E n cuanto al n ú m e r o de los elegidos, acordémonos de la pre- la raza entre salvos y condenados, según la actitud de cada
gunta capciosa del interlocutor del Señor en Lucas 13:23: «Se- uno hacia ella: «Ahora es el juicio de este mundo —dijo
ñor, ¿son pocos los que se s a l v a n ? » , con la contestación del Cristo en la víspera de la C r u z — ; ahora el príncipe de este
Maestro: «Esforzaos vosotros a entrar por la puerta angosta...» mundo será echado fuera. Y yo, si fuere exaltado de dentro
Lo importante no era la «aritmética», secreto de la presciencia de la tierra [ a s í literalmente], a todos traeré a mí mismo»
de Dios, sino la responsabilidad de cada uno de entrar por la (Jn. 12:31-32). N o hay nada aquí — n i en los muchos pasajes
puerta de la salvación entretanto que estuviera abierta. Muchos ya citados— acerca de una preterición anterior, determinada
«religiosos», que creen que están dentro dLel círculo de bendición, por la inescrutable voluntad de Dios desde la eternidad, sino
q u e d a r á n excluidos por falta del contacto vital de la fe con una obra cumbre, en la manifestación del propósito del Dios
Cristo (Le. 13:25-30). soberano, que pone a prueba a los corazones de los hombres
En la Obra de la Cruz se halla la consumación de los siglos proveyendo plena salvación para los contritos y sellando el jui-
(He. 9:26); allí está la respuesta divina a todo el problema del cio de los rebeldes. Hablemos, pues, según los términos bíbli-
mal; allí se manifiesta el infinito valor de la propiciación que cos y no conforme a ciertos postulados teológicos que llegan
se administrará según los términos del Evangelio de Dios, en a sobreponer una tradición humana al Evangelio de la gracia.
su soberanía, ha revelado tan claramente según el propósito de Los términos del Evangelio, que señalan el camino de la salva-
los siglos; allí resplandece también en toda su gloria el amor ción a todo aquel que quiere verlo y seguirlo, se analizan en
divino. otro lugar. Ejemplos de textos que hablan del alcance de la
Obra de Cristo, según el propósito de Dios, son los siguientes:
1 Timoteo 1:15; 2:4-6; 2 Corintios 5:14-17; Romanos 5:18;
1 Corintios 15:22; Tito 2 : 1 1 ; Juan 12:31-32; Hebreos 2:9; 2
El valor u n i v e r s a l d e l a C r u z
Pedro 3:9; Juan 1:29; Juan 3:14-19; 6:33-51; 1 Juan 2:2-3
y Romanos 8:3.
Cristo murió por todos. Como ya se ha notado, ciertas
preposiciones griegas indican que Cristo m u r i ó a favor de to-
dos o de muchos (huper o peri). S i n que el uso sea siempre
fijo, frases introducidas por anti (con genitivo, en lugar de) indi- El llamamiento g e n e r a l
can propiamente el concepto de sustitución, que se reserva ma-
yormente para los «muchos» que de hecho se aprovechan de la Sobre la base de una Obra de alcance universal es posible
obra, para poder decir con toda convicción: «Cristo murió en fundar el llamamiento general del Evangelio, y ningún predi-
mi lugar». Tenemos que insistir en que la O b r a de la Cruz es cador fiel puede dejar de utilizar invitaciones bíblicas como las
la respuesta divina a todo el problema del mal, base tanto de la siguientes: «Para que todo aquel que en él cree no se pierda
100 ESCOGIDOS E N CRISTO LA CRUZ D E CRISTO 101

mas tenga vida e t e r n a . . . » , «Venid a m í t o d o s . . . » , «Todo aquel aserto de quienes afirman el hecho de lá redención particular,
que invocare el nombre del Señor será salvo», etc. E l doctor admitiendo, a la vez, que la obra de expiación tiene valor
James Denney, autor de la obra clásica sobre «La muerte de inherente suficiente para los pecados del mundo, y aun de diez
Cristo», declara: mil mundos? ¿ Y no es sobre la base de esta suficiencia que
se basa el derecho y la obligación de predicadores y de misio-
neros de proclamar a todos los hombres que pueden ser salvos
No tengo el menor interés en una teología que no nos ayuda
si se arrepienten y creen? Esta proclamación sería imposible
a evangelizar. E l pecado de todo el mundo ha sido expiado
si antes no se hubiese efectuado por medio de la muerte de
según el claro aserto de Juan en 1 Juan 2:2, y es sobre la 6
Cristo una expiación general a favor de nuestra raza caída.
base de esta obra consumada —que se entiende como el fun-
damento de todo lo demás— que procede la obra progresiva
de la purificación del cristiano. 4
Es cierto que el término « m u n d o » tiene varios sentidos en
las Escrituras, según el contexto en que se halla, pero cuando
E l doctor Griffith-Thomas escribe: se presenta como el objeto del amor salvador de Dios no puede
equivaler a otra cosa sino al conjunto de hombres salvables,
La oferta de la misericordia se dirige a todo el mundo, puesto a pesar de su pecado. E l pecado provoca l a ira judicial de Dios
que no hay pecador por quien no muriese Cristo, y todo pe- frente al elemento del todo contrario a su naturaleza santa,
cado, pasado, presente y futuro, se presenta como echado so- pero Juan 3:16 y 36 manifiestan con diáfana claridad que esta
5
bre él y llevado por él. ira no impide que Dios ame al hombre con el deseo de salvarle,
proveyendo el costoso medio para ello a l enviar a su Hijo, no
E . A Litton hace unas distinciones muy necesarias al tratar para la condenación del mundo como t a l , sino para hacer posi-
este tema: ble su salvación (Jn. 3:17-18).

Aun siendo particular la redención, no por eso se ha de limi-


tar el beneficio universal de la propiciación y la expiación por El valor d e l a C r u z para l a Iglesia
el pecado. De hecho esta distinción parece ser la única manera
de reconciliar las diversas declaraciones de las Escrituras so-
bre el tema. La muerte de Cristo colocó a la humanidad en su Es lógico, natural e inevitable que la mirada del Señor y de
totalidad en una posición nueva y más favorable frente a Dios, sus apóstoles descanse con deleite en la familia espiritual efecti-
aun cuando muchos no se aprovecharán de esa posición por vamente redimida, como objeto especial del amor del Padre
no reclamarla para sí mismos. L a propiciación no fue hecha y del Hijo, siendo el fruto no sólo del gran propósito divino
por nuestros pecados solamente, sino por los de todo el mun- que se formuló antes de los tiempos de los siglos, sino también
do (1 Jn. 2:2), lo que aseguró un bien público que puede del dolor extremo del alma del Redentor en l a Cruz. De ahí
volverse en olor de muerte para muerte o de vida para vida las referencias a los «muchos» redimidos ( M r . 10:45; M t . 26:
según que los hombres se valgan de él o lo rechacen (2 Co. 28-29; Jn. 17), a las ovejas por las cuales m u r i ó el Buen Pastor,
2:16). ¿No llegamos aquí esencialmente al significado del a los amados que no son del mundo, a «nosotros» a quienes
rescató el Salvador cuando a ú n éramos enemigos, impíos y dé-

4. James Denney, The Death of Christ, ed. 1951, p. 151.


5. W. Griffith-Thomas, Principies of Theology, pp. 58 y ss. 6. E . A. Litton, Introduction to Dogmatic Theology, pp. 235-236.
102 ESCOGIDOS EN CRISTO LA CRUZ D E CRISTO 103

biles (Ro. 5:5-11). Así «Cristo nos a m ó y se entregó a sí mismo arrepentimiento y la fe, aun cuando pueden ser aceptados o re-
por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante» (Ef. chazados. Dejando aparte textos que se aislan de su contexto
5:2), y así «Cristo a m ó a la Iglesia y se entregó a sí mismo (véase el análisis de R o . 9 a 11) no recibimos jamás la impre-
por ella para santificarla...» (Ef. 5:25-26). Pero el hecho de sión de que hay quienes no pueden responder porque son pre-
que la Cruz tenga una relación muy especial con la Iglesia, teridos, y porque en su caso la gracia irresistible pasa de largo.
en manera alguna anula las Escrituras citadas que declaran Siempre será cierto que «el que quiere» por pura voluntad
los aspectos universales de la O b r a . Dios no nos ha llamado humana, y «el que corre» por la energía de la carne, no conse-
a determinar si su propósito se lograría o no. Estamos seguros guirá nada, y que él mismo se excluye de los caminos de la
que sí, pero esta seguridad no se basa en nuestra lógica, sino gracia; pero jamás se elevó en vano la súplica del humilde
en la revelación que Dios nos ha dado de sí mismo a través delante del Trono de la gracia. E n el fondo se halla siempre
de la Palabra. E l problema que la Palabra inspirada plantea la Cruz. E n las manos del gran Intercesor se hallan las huellas
recibe amplia solución en las verdades que ella misma nos de la Cruz. L a satisfacción es amplia, ilimitada y perfecta, de
revela. Esto basta y sobra para el alma humilde y fiel. Como modo que todo aquel que invoca el nombre del Señor será salvo
consta en otra sección de este libro, el Elegido para llevar (Ro. 10:12-13).
a cabo todos los propósitos de gracia de Dios es Cristo, y el que E l que oye la «palabra de la Cruz» y responde a ella ex-
se halla en Cristo por la fe es u n elegido. L a Iglesia se com- clama con el apóstol Pablo: «¡Lejos esté de mí gloriarme, sino
porte únicamente de creyentes que se hallan en Cristo, y por en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me
esta razón es la Iglesia de los elegidos. es crucificado a mí, y yo al m u n d o » ( G á . 6:14). «Con Cristo
estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en m í ; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del
El valor d e la C r u z para e l c r e y e n t e Hijo de Dios, el cual me a m ó y se entregó a sí mismo por mí»
(Gá. 2:20). Para Pablo el creyente es siempre «el hombre en
E l tema del llamamiento o vocación se trata en otro capí- Cristo», estando identificado con él a todos los efectos de su
tulo, y sólo para redondear este sublime tema notamos que el muerte y de su gloriosa resurrección (Ro. 6).
Evangelio se dirige a los pecadores, a los perdidos a los cuales
Cristo vino a salvar (Mt. 9:13; L e . 19:10; 1 T i . 1:15). Para
ser convictos de su pecado, para poner su fe en Cristo y para El triunfo d e l C o r d e r o i n m o l a d o
ser regenerados necesitan la obra reveladora y vivificadora del
Espíritu Santo, quien toma de las cosas de Cristo para reve- El Cordero-León. E l Apocalipsis revela el triunfo final de la
larlas a los hombres. Los «niños» o sea, los sumisos de corazón, gracia de Dios y la derrota última de todas las fuerzas del
deponen toda idea de mérito propio, claman al Señor y son mal. Volvamos a contemplar la celestial escena descrita en los
salvos. Los incrédulos, que mantienen obstinadamente en el capítulos 4 y 5. Juan lloraba la falta del campeón que pudiera
orgullo de su amor propio, rehusan doblar la rodilla delante abrir el rollo y llevar a su término los últimos juicios de Dios,
de su Dios y Salvador, y se pierden. Las Escrituras presentan para inaugurar después la Nueva Creación en su manifestación
miles de amonestaciones, súplicas y ruegos, dirigidos a los plena. E l ángel dirige su mirada al León de la tribu de Judá,
hombres en sus pecados, y todos son sinceros, todos pueden ser título que concreta toda una serie de profecías mesiánicas des-
eficaces, lo cual quiere decir que impulsan realmente hacia el de el protoevangelio del Edén y la bendición de Jacob en ade-
104 ESCOGIDOS EN CRISTO

lante. Pero cuando mira Juan, ve « u n Cordero como inmolado»


(Ap. 5:5-6), puesto que su potencia invencible surge del hecho
del sacrificio que quita el pecado del mundo y deshace las
obras del diablo. N o sólo —sobre esta firme base— es capaz
de abrir los sellos del rollo, sino también de dirigir todos los
acontecimientos de la gran consumación a su fin, hasta oírse
el «Hecho está», referente a la Nueva Creación, que resuena
como sublime eco del « C o n s u m a d o es» de la Cruz del Gólgota
(Ap. 21:6). «Y en medio — s e g ú n la visión final de Juan— el
trono de Dios y del Cordero» ( A p . 22:1). CAPITULO 8
LA VOCACIÓN
U N O D E L O S T E M A S m á s sugestivos en el estudio de las
Escrituras es el que ha venido a ser llamado «El llamamiento
divino». Es algo así como una ventana abierta al gran corazón
de Dios y a su voluntad en relación con los hombres. Sin
embargo, también sobre este punto se proyectan las rígidas
conclusiones del sistema calvinista.

L o s datos de l a s E s c r i t u r a s

Desde el principio de la revelación bíblica advertimos la


solicitud de un Dios que busca y llama a los hombres para
cumplir en ellos todos sus propósitos de gracia. Y a A d á n , muy
poco después de su caída, escucha la voz de su Creador que
le sale al encuentro con vocación redentora. Severas fueron las
palabras de juicio pronunciadas por el Altísimo contra los
primeros pecadores; pero sobre el fondo sombrío de estas pa-
labras resplandece la promesa de la redención. L a cabeza de la
serpiente sería aplastada por la «simiente» de la mujer. Este
primer mensaje de Dios al hombre caído encierra en el fondo
una vocación gloriosa al arrepentimiento, a la fe y a la espe-
ranza. Así considerado, constituye un ejemplo y un principio
106 ESCOGIDOS EN CRISTO LA VOCACIÓN 107

de los que ininterrumpidamente seguirían haciéndose a los hom- tración de este hecho. L a conclusión del texto sagrado reviste
bres de todos los tiempos. E n un análisis minucioso del tema, un tono patético: «Muchos son los llamados, pero pocos los
quizá deberíamos hablar de «los llamamientos de Dios», en escogidos»; muchos son los que reciben la invitación del Evan-
plural, pues los propósitos con que el Todopoderoso ha llamado gelio, pocos aquellos que la aceptan. Así vemos cómo la voca-
a los hombres han sido muy diversos. Unos fueron instados ción, universal en el deseo de Dios, sólo resulta eficaz en quie-
a peregrinar como pueblo especial entre los demás pueblos; nes por fe hacen suyo el ofrecimiento divino.
otros, a profetizar; algunos, a reinar; muchos a servir en dis- En las epístolas del Nuevo Testamento, particularmente en
tintas actividades designadas por Dios mismo. Pero todo que- las de Pablo, por ser escritas para creyentes, se hace referencia
daba incluido en un propósito amplísimo; todo estaba subor- especial al llamamiento «eficaz» (Ro. 8:28-30; 9:24). Uno de
dinado a unos planes redentores del máximo alcance; todo los títulos que se da a los redimidos, entre muchos otros, es
desembocaba en el gran llamamiento para salvación que Dios el de «llamados» (1 C o . 1:24). Pero el lenguaje bíblico, tan
haría no sólo a Israel, sino a las gentes de todo el mundo natural y expresivo al mencionar uno de los eslabones en la
(Is. 45:4-5). preciosa cadena de nuestra salvación —es a saber nuestra vo-
Esta vocación no tiene límites en la intención divina. Es cación—, nunca sugiere nada que haga de ella una fuerza
universal. De los muchos textos bíblicos,„que podríamos citar irresistible en los «escogidos», de modo que la respuesta de-
escogemos algunos: «Deje el impío su camino, y el hombre penda de Dios mismo y no del hombre a quien el llamamiento
inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá se dirige.
de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en E l énfasis principal de la Escritura sobre la vocación, des-
p e r d o n a r » (Is. 55:7). «Diles: V i v o yo, dice Jehová el Señor, pués de ensalzar la magnanimidad de Dios, parece centrarse
que no quiero la muerte del i m p í o , sino que se vuelva el impío en las características y objetivos del llamamiento. Dios nos
de su camino y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos llama «en Cristo» (1 P. 5:10), «por medio del Evangelio» (2
caminos; ¿por q u é moriréis, oh casa de Israel?» (Ez. 33:11). Ts. 2:14), «a la comunión con su Hijo Jesucristo» (1 C o . 1:9),
«Mirad a mí, y sed salvos todos los términos de la tierra» (Is. «a libertad» (Gá. 5:13), «no a inmundicia, sino a santifica-
45:22). «Venid a m í todos los que estáis trabajados y cargados, ción» (1 Ts. 4:7), «a vida eterna» (1 T i . 6:12), por lo que lleva
y yo os haré descansar» (Mt. 11:28). «Por tanto, i d , y haced aparejada una «gran esperanza» (Ef. 4:4). Con toda razón,
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Pablo da a este llamamiento el título de «supremo» ( F i l . 3:14).
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mt. 28:19). «Si alguno Se comprende también que, ante su grandiosidad, Pedro exhor-
tiene sed, venga a mí y beba» (Jn. 7:37). « D i o s . . . ahora manda tara: «Haced firme vuestra vocación y elección» (2 P. 1:10).
a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan» ( H c h .
17:30). «El Espíritu y la Esposa dicen: V e n . Y el que oye,
diga: V e n . Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome La vocación e n la teología reformada
del agua de la vida gratuitamente» ( A p . 22:17).
Sin embargo, se da un hecho triste. E l llamamiento de Dios Generalmente se distingue entre el llamamiento externo y el
no siempre tiene una respuesta positiva por parte de los llama- interior o «eficaz». E l externo tiene lugar siempre que la Pala-
dos, pues los gloriosos ofrecimientos de salvación muchas veces bra de Dios es anunciada, independientemente del resultado
son rechazados con indiferencia y desprecio. Las parábolas de que pueda producir en los oyentes. E l interior se efectúa en los
la gran cena o del banquete de bodas nos brindan buena ilus- «escogidos», a quienes el Espíritu Santo ha dado el oído espi-
108 ESCOGIDOS E N CRISTO LA VOCACIÓN 109

ritual y una disposición de mente y voluntad que lleva inde- bra, otras veces por medio de su predicación aumentando su
fectiblemente a aceptar el llamamiento. A él se refería Calvino ceguera y torpeza... el Señor Supremo, pues, al privar de la
cuando escribía: comunicación de su luz y dejar en las tinieblas a aquellos
que ha reprobado facilita el cumplimiento de su predesti-
3
nación.
La elección discriminatoria de Dios, que por lo demás está
E l hecho de que los reprobados no obedezcan la Palabra de
oculta en sí mismo, la manifiesta Él por su llamamiento...
Dios cuando se les da a conocer se imputa justamente a la
A l relacionar la vocación con la elección, la Escritura eviden-
maldad y depravación de sus corazones, con tal de que al
temente sugiere que no hay otro requisito para ella sino la
mismo tiempo se declare que son abandonados a su depra-
libre misericordia de Dios. Porque si preguntamos acerca de
vación porque han sido levantados por un juicio de Dios,
aquellos a quienes llama, y por qué razón, la respuesta es:
1 justo pero inescrutable, para desplegar su gloria en la conde-
a los que Él escogió.
nación de ellos... Aunque el Señor podía ablandar sus cora-
zones, fueron dejados en su obstinación porque su inmutable
Esta opinión adquiere un relieve escalofriante cuando Cal- decreto los había destinado para la destrucción. 4

vino compara el llamamiento externo con el llamamiento eficaz:

Hay un llamamiento universal, por el cual Dios, en la predi- Francamente, habría para temblar aterrorizados si ésta fuese
cación externa de la Palabra, invita a todos, sin discrimina- la verdadera enseñanza bíblica acerca de la acción de Dios
ción, para que vayan a Él, aun aquellos para los cuales en relación con los seres humanos. Resultaría, a d e m á s , suma-
destina que (la Palabra) sea olor de muerte y ocasión de una mente difícil sustraerse a l concepto de u n Dios sin misericor-
mayor condenación. Hay también un llamamiento especial, dia que «ilumina sólo durante algún tiempo» y luego abandona
con el cual favorece solamente a los creyentes, cuando, por al ser humano para incrementar el castigo que ha de ensalzar
iluminación interior de su Espíritu, hace que la palabra pre- su justicia. T a l concepto sería m á s propio de los falsos dioses
dicada penetre en sus corazones. Sin embargo, algunas veces paganos, crueles y volubles, que del Dios de l a Biblia, de quien
lo comunica a aquellos a quienes solamente ilumina durante tantas veces leemos que « p a r a siempre es su misericordia».
algún tiempo, y después los abandona a causa de su ingrati-
2 N o pocos calvinistas han tratado de poner sordina a las terri-
tud, hiriéndolos con mayor ceguera.
Del mismo modo que el Señor, por su llamamiento eficaz bles palabras de su maestro; pero esencialmente su posición
en los elegidos, completa la salvación para la cual los pre- es l a misma. E l llamamiento de Dios sólo se hace efectivo en
destinó en su eterno consejo, así manifiesta sus juicios contra aquellos individuos que Dios escogió de entre toda l a masa
los reprobados, por los cuales ejecuta su consejo respecto humana. Dice Berkhof:
a ellos. Por lo tanto, aquellos a quienes creó para una vida
de vergüenza y una muerte de destrucción, a fin de que En este acto de Dios queda implantado el oído que capacita
fuesen instrumentos de su ira y ejemplos de su severidad, al hombre para oír el llamamiento de Dios para la salvación
hace que alcancen el fin para el cual fueron predestinados, de su alma. Esta es la regeneración en el sentido más estricto
algunas veces privándolos de la oportunidad de oír la Pala- de la palabra. E n ella — l a regeneración— el hombre perma-
nece del todo pasivo. Habiendo recibido el oído espiritual,

1. Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, libro III, 24, 1,


página 763. 3. Ibid.. III. XXIV, 12. p. 774.
2. Ibid.. III, XXIV, 8, p. 770. 4. Ibid., III, XXIV. 14, p. 776.
110 ESCOGIDOS E N CRISTO LA VOCACIÓN 111

el llamamiento de Dios en el Evangelio es oído por el pecador La falta de fundamento bíblico para estas afirmaciones
y hace, efectivamente, su aposento en el corazón. E l deseo de será expuesta en el capítulo siguiente.
resistir ha sido cambiado en deseo de obedecer, y el pecador En cuanto al concepto de Berkhof sobre el «oído espiri-
se rinde a la influencia persuasiva de la Palabra por medio tual», hemos de notar la dificultad tremenda que plantea, pues
de la operación del Espíritu Santo. Este es el llamamiento
da a entender que, sin tal oído, el hombre no puede escuchar
eficaz por medio de la instrumentalidad de la palabra de la
la voz de Dios. S i así fuera, ¿ q u é sentido tendría el que Dios
predicación aplicada en forma efectiva por el Espíritu de
Dios. 5 hablara a personas no regeneradas, incapaces de oírle? ¿Cómo
Este es el «llamamiento eficaz» de la teología reformada clá- se explicaría su diálogo con Adán después de la caída, o con
sica, el primer acto en el ordo salutis, por medio del cual Caín, por citar sólo dos ejemplos? ¿ Y por q u é habló Jesús tan
se confieren los beneficios de la redención a aquellos para seriamente con Judas Iscariote, con los escribas y fariseos y
quienes estaba destinada. 6
con tantas otras personas que nunca llegaron a dar muestras
de regeneración? Si la metáfora de la sordera, o aun de la
muerte espiritual, se lleva a extremos de literalismo, nos encon-
El m o m e n t o de la implantación d e l oído espiritual traremos con que Dios muchas veces ha estado hablando a sor-
dos, a cadáveres, en los tonos más solemnes, ora denunciando
Aunque sea a modo de paréntesis, observemos la falta de sus pecados, ora instándoles al arrepentimiento y a la obedien-
claridad y unanimidad de los teólogos reformados respecto al cia. A causa de la condición en que se hallaban, no pudieron
orden en que se efectúan los actos de nuestra salvación. Packer oír, ni entender, n i arrepentirse, ni creer. Pero Dios tuvo que
sitúa el llamamiento eficaz en primer lugar, lo cual nos parece condenarlos con m á s grave juicio por no haber recibido la Pala-
atinado. bra que les fue anunciada (recuérdense las citas de Calvino
Berkhof, como ya hemos visto, antepone la implantación del consignadas en este mismo capítulo). ¿Es posible imaginar ma-
oído espiritual, que presupone la regeneración, al llamamiento yor sarcasmo? ¡Y se atribuye a Dios! Afortunadamente, tene-
interior, si bien da la impresión de que ambos actos son casi mos en la Biblia innumerables evidencias de que cuando Dios
simultáneos. Éste, según se desprende de sus palabras, es el habla a los hombres, aunque estén «muertos en delitos y peca-
orden en el caso de personas adultas. dos», es porque pueden escucharle con plena responsabilidad
Berkhof a ñ a d e : para tomar decisiones frente a su Palabra. L a parábola del ata-
laya (Ez. 33:1-9) es suficiente para echar clarísima luz sobre
No deberíamos cometer el error de considerar este orden ló- esta verdad.
gico como un orden temporal que tendrá que aplicarse en to- Volviendo ahora a considerar la vocación de Dios en su
dos los casos. L a vida nueva con frecuencia se implanta en el doble aspecto, externa y eficaz, pronto echaremos de ver las
corazón de los niños mucho antes de que sean capaces de oír graves dificultades y los problemas insolubles que plantea la
7
el llamamiento del Evangelio. teología reformada.

5. Luis Berkhof, Teología sistemática, p. 563. El llamamiento e x t e r n o


6. Everett F. Harrison, ed., Diccionario de teología, artículo ds J. I.
¿Es consecuente el llamamiento externo con la elección indi-
Packer sobre «Llamamiento», p. 321.
7. Luis Berkhof, op. cit., p. 563.
vidual propugnada por el calvinismo? Citamos a renglón se-
-
112 ESCOGIDOS E N CRISTO LA VOCACIÓN 113

guido la magnífica interpretación que otro gran teólogo refor- vación de todos. L a promesa de aceptación bajo la condición •

mado, Charles Hodge, da al llamamiento externo: de la fe se hace a todos. Y los motivos y razones que debieran
mover a la obediencia gravitan sobre toda alma a la cual el
En el Evangelio Dios manda a todos los hombres en todas llamamiento se dirige... E l agustinianismo enseña que un plan
partes que se arrepientan y crean en el Señor Jesucristo. En de salvación adaptado a todos los hombres y adecuado para
el Evangelio no sólo se ordena, sino que se exhorta a los la salvación de todos se ofrece libremente a la aceptación de
hombres a volver a Dios por el camino que Él ha señalado... todos, aunque en el propósito secreto de Dios Él se propuso
Además, el Evangelio se dirige a la razón, a la conciencia, que tuviera precisamente el efecto que en la experiencia ve-
a los sentimientos, a los temores y esperanzas del hombre; mos que tiene. Designó, al adoptarlo, salvar a su propio
y presenta toda consideración que pudiera mover a seres ra- pueblo, pero consistentemente ofrece sus beneficios a todos
9

cionales e inmortales a aceptar sus invitaciones de gracia. los que quieren recibirlos.
Este llamamiento es universal, en el sentido de que se dirige
sin discriminación a todos los hombres a quienes el Evangelio Nosotros nos preguntamos: ¿ q u é sentido tiene ofrecer la
es enviado... Siendo una proclamación de los términos en salvación a todos los que quieran recibirla si sólo pueden que-
que Dios quiere salvar a los pecadores y una exposición del rerla los «escogidos» én los que Dios obra de manera eficaz
deber que los hombres caídos tienen respecto a ese plan,
e irresistible? ¿ Q u é valor práctico hay en una amnistía gene-
necesariamente obliga a todos aquellos que se hallan en la
8 ral si los rebeldes a quienes se concede siguen encadenados
condición a que el plan se refiere.
y el soberano sólo rompe las cadenas de algunos de ellos? ¿ N o
rayaría en lo irónico que Dios dijera a todos los hombres:
Después Hodge formula una proposición que da al traste «Arrepentios y creed» sabiendo que l a mayoría no p o d r á hacer
con la cita anterior: «El llamamiento externo no está en desa- ni lo uno n i lo otro, por cuanto Él no ha tenido a bien darles
cuerdo con la doctrina de la predestinación.» Pero no llega a la gracia eficaz que los lleve al arrepentimiento y a la fe?
demostrarlo. Se vale de una ilustración que no puede aplicarse A d e m á s , se insiste en que este fracaso espiritual de los no ele-
en el orden espiritual. gidos aumenta la responsabilidad de éstos. Este llamamiento " v )
general del Evangelio, con la promesa de que todo aquel que
Una amnistía general bajo ciertas condiciones puede ser ofre- crea será salvo, sirve para mostrar l a maldad y perversidad
cida por un soberano a subditos rebeldes, aunque sepa que irracional de aquellos que deliberadamente la rechazan. L a jus- "_>. I
por orgullo o malicia muchos rehusarán aceptarla, y aunque, ticia de su condenación se hace así m á s evidente ante sí mis- > )
por razones sabias, él determinara no forzar su asentimiento mos y ante todas las demás criaturas racionales. «Y ésta es la
w

en el supuesto de que tal influencia sobre sus mentes estu-


condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron
viera en su poder. Es evidente, por la naturaleza del llama-
más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.»
miento, que no tiene nada que ver con el propósito secreto
de Dios de conceder su gracia eficaz a unos y no a otros. «El que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído
Todo lo que el llamamiento contiene es verdad. E l plan de en el nombre del unigénito Hijo de Dios» (Jn. 3:18-19). E l
la salvación está designado para los hombres. Está adaptado pecado m á s ilógico que los hombres cometen es rehusar al Hijo
a la condición de todos. Hace provisión abundante para la sal- de Dios como su Salvador. Este rechazamiento es tan delibe- _

8. Charles Hodge, Systematic Theology, Vol. II, p. 642. 9. Ibid., pp. 643-644.
ESCOGIDOS E N CRISTO LA VOCACIÓN 115
114

rado y tan voluntario en l a doctrina reformada como lo es en palabra en su verdadero significado— recae sobre el hombre.
la teoría luterana o l a pelagiana. 10 E n el segundo caso, recae sobre Dios. U n celo desmesurado
en la aplicación del soli Deo gloria, ¿ n o llegará a comprometer
Todo esto nos parece no una antinomia —que aceptaría-
seriamente la excelsa perfección de Dios en su justicia y su
mos si la consideráramos b í b l i c a — , sino un absurdo. S i el hom-
amor?
bre no puede n i siquiera aceptar el ofrecimiento de l a salva-
ción cediendo a l a acción del Espíritu Santo, a menos que Dios E n torno a esta cuestión, nos parecen decisivos dos pasajes
lo haya elegido y regenerado, independientemente de su volun- bíblicos. E n ambos habla Dios. E l primero (Is. 5) contiene el
lamento divino por la defección de Israel a pesar de todo lo
tad, ¿ p u e d e ser verdaderamente responsable de su rechaza-
que Jehová había hecho para que su pueblo respondiera a sus
miento del Evangelio?
propósitos. «Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de
Por otro lado, l a formulación reformada del llamamiento
Judá, juzgad ahora entre m í y m i viña. ¿ Q u é m á s se podía
pone en entredicho l a sinceridad de Dios. Hodge continúa d i - hacer a m i viña que yo no haya hecho en ella? ¿ C ó m o , espe-
ciendo: rando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?» (Is. 5:3-4).
En respuesta a esta objeción, tan insistentemente presentada Dios había efectuado cuanto su gracia podía realizar, pero su
por luteranos y arminianos, basta decir que también puede deseo no se cumplió. E l Todopoderoso también tiene límites:
formularse en relación con la doctrina de l a presciencia de los que Él mismo se ha impuesto al tratar con seres dotados de
Dios, la cual es, como ellos admiten, un atributo esencial de personalidad, y por ende, de voluntad. Dios ejercerá todas las
su naturaleza. ¿Cómo puede Dios ofrecer la salvación a quie- influencias que estime posibles para que su llamamiento sea
nes la despreciarán y rechazarán con el conocimiento previo eficaz; pero siempre será factible que, al final, resulte ineficaz
de Dios...? Debemos darnos por satisfechos con los hechos. por el endurecimiento de la voluntad humana.
Lo que realmente sucede ha de ser recto por cuanto Dios lo
11 E l segundo ejemplo es otra expresión no menos patética
permite.
del corazón divino ante el conflicto de voluntades existente en-
tre Dios e Israel: conflicto que no puede decidirse mediante
Aquí Hodge no desvanece la dificultad; simplemente la sos-
un mero acto de soberanía omnipotente. Oigamos el lamento
laya. Contrariamente a lo que él supone, hay una gran dife-
del Señor Jesucristo ante la ciudad de Jerusalén: «¡Cuántas
rencia entre saber y permitir, por u n lado, y decretar, por otro.
veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollue-
Que Dios, por su Espíritu, ofrezca a los hombres l a salvación
los debajo de las alas, y no quisiste!» (Mt. 23:37). ¿ P o d e m o s
lograda por Cristo, los ilumine, los convenza, los invite con la
creer que el deseo de Dios no era sincero, o que no tenía n i la
fuerza persuasiva de su Palabra y les deje a ellos l a decisión
intensidad n i la gracia suficientes para que el «llamamiento
de responder, es una cosa. Que Dios haga su invitación, con
externo» se convirtiera en «llamamiento eficaz»? Sinceramente,
una obra de gracia parcial, a todos los hombres, pero que la
no creemos que las Escrituras, rectamente interpretadas, nos lle-
gracia salvadora que capacita para aceptar el llamamiento la
ven a tal conclusión.
reserve exclusivamente a sus elegidos, es algo muy distinto. E n
el primer caso, l a responsabilidad — s i es que aceptamos esta Suelen argüir 'quienes propugnan la posición calvinista que
si la salvación del hombre dependiera, aunque sólo fuera en
parte, de su propia decisión y no de un decreto eterno de Dios,
podría suceder que nadie quisiera salvarse y que la obra de la
10. Ibid., p. 653.
11. Ibid., p. 644.
redención humana resultará un fracaso total. E n cambio, la
116 ESCOGIDOS E N CRISTO LA VOCACIÓN 117

elección y el llamamiento irresistible aseguran que un n ú m e r o preservar en cierto modo la verdad, la moralidad y la religión,
determinado de seres humanos serán salvos. ¿ N o es un tanto capacitar al hombre para ejecutar buenas obras en el orden civil
pueril este argumento? ¿ N o podía el Omnisciente ver desde el o meramente humano y asegurar a los hombres muchas bendi-
principio todo «el fruto de la aflicción del alma» de su Hijo, la 13
ciones riateriales. Pero esta gracia no es suficiente para la
multitud incontable de redimidos que se rendirían a É l ? Sin salvación de una sola persona. L a gracia salvadora está reser-
necesidad de decretos irresistibles, Dios podía saber perfecta- vada para los escogidos. Sólo en éstos completa el Espíritu
mente que su obra de gracia en los corazones de los hombres no Santo su obra.
fracasaría. E n relación con la gracia c o m ú n , Hodge subraya las influen-
cias del Espíritu de Dios concedidas a todos los nombres. Basa
el hecho de tales influencias en las Escrituras ( G n . 6:3; H c h .
La g r a c i a común y l a gracia e s p e c i a l 7:51; R o . 1:25-28; H e . 6:4) y en la experiencia. Cuanto dice
sobre ésta merece especial atención:
L a palabra «jaris», gracia, aparece en la Escritura —como
ya vimos— con diversos significados, pero en su sentido m á s Lo que así se enseña en la Escritura queda confirmado tanto
por la experiencia de todo hombre como por la de la Iglesia
frecuente y profundo se refiere a la buena voluntad de Dios
en todo el curso de su historia. Dios no deja a ningún hombre
hacia seres indignos e inmerecedores de su amor. N o es, sin
sin testimonio. Nadie puede afirmar que no hubo un tiempo
embargo, la gracia un mero sentimiento divino, sino una fuente en que fue movido a pensamientos serios, a preguntas inquie-
de acción sublime que tiene por objeto la salvación del hombre tantes, a deseos y esfuerzos, a los cuáles no podían atribuirse
pecador en base a la obra mediadora de Cristo, hecha efectiva razonablemente una causa natural. Estos efectos no se deben
en el individuo por la acción del Espíritu Santo. a la mera influencia moral de la verdad o a la de otros
E n el lenguaje teológico, empero, el término «gracia» ha hombres sobre nuestras mentes, ni a la acción de las cir-
adquirido nuevos matices que conviene examinar. Paralela- cunstancias en que estamos colocados. Hay algo en la natura-
mente al llamamiento externo y al llamamiento eficaz, el sis- leza de estas experiencias, en la manera en que se presentan
tema doctrinal reformado acentúa una diferencia entre gracia y se desvanecen, que demuestra el origen que tienen en la ope-
común y gracia especial o particular, aunque esta diferenciación ración del Espíritu de Dios. Como la voz de la conciencia
lleva en sí una autoridad que no se deriva de nosotros mis-
no tuvo su origen precisamente en Calvino.
mos, así estas experiencias tienen un carácter que revela su
L a gratia communis se extiende «a todos los hombres, en procedencia. Son los efectos de aquella voz suave que se deja
contraste con la gratia particularis que se limita a una parte percibir en todo oído humano diciendo: «Este es el Camino;
12
de la humanidad, es decir, a los elegidos». L a primera actúa andad en él». Esto, en ciertas ocasiones, es mucho más claro
mediante la luz de la revelación de Dios, los gobiernos terre- que en otras. Hay momentos en la vida de todo hombre
nales, la opinión pública y los castigos y recompensas provi- cuando su alma se siente abrumada por el peso de estas con-
denciales que Dios manifiesta ya en esta vida. E l propósito vicciones. Puede tratar de suprimirlas mediante un esfuerzo
de esta gracia común es el de demorar la sentencia de muerte de voluntad, mediante argumentos tendentes a demostrar lo
que pesa sobre el pecador, restringir el pecado en el mundo, irrazonable de las mismas y distrayendo en vano su mente por

12. Luis Berkhof, Op. cit., p. 517. 13. Luis Berkhof, Op. cit., pp. 526-529.
118 ESCOGIDOS EN CRISTO
LA VOCACIÓN
119
medio de actividad y diversiones. Dios se revela tan clara-
que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, vol-
mente en nuestra naturaleza interior como a través del mundo veos de vuestros malos caminos; ¿ p o r q u é moriréis?» (Ezequiel
exterior. Los hombres sienten que están en las manos de 33:11).
Dios, que les habla, que arguye con ellos, que los reprende,
les exhorta y los persuade. Y ellos saben que le están resis- Dios desea que su llamamiento llegue por el Evangelio a
tiendo cuando pugnan por acallar esta voz misteriosa que se todo ser humano, pues «quiere que todos los hombres sean
oye dentro de ellos. 14
salvos y vengan al conocimiento de la verdad» (1 T i . 2:4). S i
su vocación no resulta efectiva en muchos casos, ello se debe
Finalmente, muchos de estos hombres se endurecen y se a la voluntad humana que, a pesar de toda la obra de Dios,
contra todas sus amorosas solicitudes, se empeña en su orgu-
pierden para siempre. A q u í surgen grandes preguntas: ¿ P o d í a n
Uosa negativa.
haberse rendido a la acción del Espíritu Santo? ¿ E r a n capaces
de prestarle oído a la voz que hablaba en su interior? ¿ P o d í a n
haber llegado al arrepentimiento y la fe? Según la teología re-
formada, no. E l Espíritu Santo solamente despertó pensamien-
tos serios, suscitó profundas inquietudes y grandes deseos; creó
en el corazón un sentimiento agobiante bajo el peso de la con-
vicción. Pero no tuvo a bien darles un poco m á s de gracia:
aquella gracia especial que h a b r í a producido en ellos la rege-
neración, el arrepentimiento, la fe y la conversión. Sin esto
último, ¿ d e q u é vale la «gracia c o m ú n » ? ¿ Q u é beneficio real
representaría para los no elegidos la demora en la ejecución de
una sentencia de muerte eterna, la restricción del pecado, la
moralidad, la religión y todas las bendiciones temporales de la
tierra si su destino eterno es la condenación? « ¿ D e q u é apro-
vechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su
a l m a ? » ( M r . 8:36).
L a respuesta que se da a estos interrogantes angustiosos es
siempre la misma: Dios es soberano. « ¿ Q u i é n eres tú, para que
alterques con D i o s ? » (Ro. 9:20). Pero la soberanía de Dios
jamás puede significar la negación de sí mismo, n i puede ser
reducida a simple voluntad desligada de su justicia perfecta
y de su gran misericordia. N i en el espíritu de la Escritura n i en
su letra correctamente interpretada podemos descubrir dupli-
cidad de intenciones por parte de Dios cuando dice: «Vivo yo,
dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino

14. Hodge, Op. cit., pp. 669-670.


LA REGENERACIÓN 121

no se verifica en un momento, ni en un día, ni en un año,


1
sino mediante avances continuos, a veces lentos...

El d e s a r r o l l o p o s t e r i o r d e l c o n c e p t o

Los teólogos reformados del siglo x v n suelen omitir la


distinción que más tarde se haría entre regeneración y con-
versión. Esta omisión se nota, asimismo, en las confesiones de
fe y en las conclusiones del Sínodo de Dort, una de las m á s
CAPITULO 9 importantes formulaciones doctrinales del calvinismo. Posterior-
mente se sintió la necesidad de precisar el significado de la
regeneración. Este p r o p ó s i t o , bueno en sí, ha llevado a la teo-
LA REGENERACIÓN logía reformada actual a conclusiones que carecen por completo
de apoyo bíblico.
Según Berkhof, la palabra «regeneración» se usa actualmente
El c o n c e p t o de C a l v i n o en un sentido restringido, tanto que acepta la distinción entre
«engendramiento» y « n u e v o nacimiento» como dos cosas dis-
Y A N O S H E M O S referido antes, incidentalmente, a la rege- tintas. E l primero es «la i m p l a n t a c i ó n de la nueva vida en el
neración, punto estrechamente relacionado con el de la elec- alma, aparte de las primeras manifestaciones de esta vida»
ción en el esquema teológico calvinista. Por tal motivo, y dada en el alma. 2

la gran importancia que en sí tiene la clara comprensión de


esta doctrina bíblica, nos extenderemos en más amplias consi- En un sentido más limitado es un cambio que ocurre en la
deraciones sobre ella. vida subconsciente. Es una obra de Dios secreta e inescruta-
Resulta difícil precisar la posición reformada sobre esta ble, que nunca se percibe por el hombre. E l cambio puede
cuestión, pues en el progreso de su teología ha habido dife- tener lugar sin que el hombre sea consciente de él momen-
renciaciones importantes. Calvino, en su Institución, alude a la táneamente, aunque éste no es el caso cuando coinciden la
3

regeneración en su capítulo sobre el «Arrepentimiento». Con regeneración y la conversión.


la consiguiente confusión, identifica prácticamente ambos con-
ceptos. «El arrepentimiento consiste en dos partes: la mortifi- Más explícito que Berkhof es Abraham Kuyper, uno de los
cación y la vivificación del espíritu... E n una palabra, entiendo expositores más completos de esta posición. Las citas que siguen
que el arrepentimiento es regeneración, cuya finalidad es la causarán, sin duda, sorpresa en muchos de nuestros lectores,
restauración de la imagen divina en nosotros.» C o n estas últimas quienes fácilmente d e s c u b r i r á n los errores a que conduce la es-
palabras, incluye en la regeneración, además, la obra de santi-
ficación, idea que amplía poco después.
1. Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, libro III, cap. III,
9, p. 454.
Por lo tanto, con esta regeneración somos restaurados por la 2. Luis Berkhof, Teología sistemática, p. 557.
gracia de Dios a la justicia de Dios... Mas esta restauración 3. Ibid., p. 560.
122 ESCOGIDOS E N CRISTO LA REGENERACIÓN 123

peculación y el afán de dar coherencia a u n sistema rebasando Nuevo no nos autorizan para identificar la plenitud del Espí-
el límite de las enseñanzas contenidas en l a Escritura. ritu Santo como preparación para una obra determinada y el
Después de referirse a la diversidad de conceptos surgidos nuevo nacimiento espiritual, que, como veremos m á s adelante,
en torno a l a palabra «regeneración», detalla varios puntos siempre va relacionado con la fe y la Palabra de Dios.
considerados como fases o etapas en el conjunto de la obra de E l error apuntado parece tener su origen en la cuestión que
gracia. Entresacamos los dos primeros: plantea a la teología reformada la situación de los infantes hijos
de creyentes. Con una hipótesis extrabíblica se ha pretendido
1. La implantación del principio de la nueva vida, común- solucionar u n problema que sobre base puramente escrituraria
mente llamada regeneración en el sentido limitado, o la im- nunca se hubiera planteado: el problema de la santificación
plantación de la facultad de fe. Este acto divino es obrado en y bautismo de niños inconscientes. Consideraciones sobre la
el hombre en edades diferentes; nadie puede decir cuándo. obra de Cristo como el Postrer Adán nos hacen pensar que
Sabemos por el caso de Juan el Bautista que puede producirse niños que mueren sin haber llegado a un estado de verdadera
aun en el seno de la madre. Y la salvación de los niños consciencia son beneficiados por el sacrificio de la Cruz, pero
fallecidos nos fuerza a creer, con Voetius y todos los teólogos la Biblia no nos enseña nada en detalle sobre este punto. Con
profundos, que este acto original puede ocurrir a edad muy mucha razón afirma E . A . Litton:
temprana de la vida.
2. La preservación del principio de vida implantado, mien- La Escritura sólo nos proporciona datos sobre el caso de
tras el pecador todavía continúa en pecado, en cuanto a su adultos, y de éstos podemos sacar conclusiones. Por consi-
conciencia se refiere. Las personas que recibieron el principio guiente, no debemos rebajar el sentido de un término de la
de vida en sus primeros años ya no siguen estando muertas, Escritura para hacer que se ajuste a un caso excepcional, res-
sino que viven. Si mueren antes de que se efectúe la conver- pecto al cual la Escritura nos deja en una gran oscuridad...
4
sión, no se pierden, sino que se salvan. La conclusión puede ser que, al igual que en el punto de la
justificación, el término no sea estrictamente aplicable a los
5
Según este criterio, entre la regeneración, es decir, la im- niños.
plantación de l a nueva vida, y la conversión — s u fruto— pue-
den transcurrir a ñ o s . ¿ Q u é texto bíblico puede aducirse para Pero no todos los teólogos han tenido la misma prudencia,
separar y aun distanciar de tal modo ambos hechos? ¿ Q u i é n , por lo que algunos se han precipitado en deplorables errores.
a la luz de la Escritura, puede admitir la posibilidad de que Citemos nuevamente a Kuyper:
una persona sea regenerada y siga viviendo en el pecado por
no haber llegado a ú n a convertirse? L a referencia de Kuyper Es evidente que la gracia preparatoria varía en diferentes
a Juan el Bautista, apoyo de la regeneración prenatal, es u n personas; y esa distinción debe ser hecha entre los muchos
regenerados en los primeros días de la vida y los pocos na-
atrevimiento mayúsculo. E l texto de Lucas nada sugiere en
cidos de nuevo a edad más avanzada.
cuanto a regeneración. Se limita a declarar: «será lleno del Es-
Por supuesto, nos referimos solamente a los elegidos. En los
píritu Santo, aun desde el vientre de su m a d r e » (Le. 1:15). no elegidos, la gracia salvadora no actúa; de aquí que la
Los antecedentes del Antiguo Testamento y las enseñanzas del gracia preparatoria esté complemente fuera de lugar. Los pri-

4. Abraham Kuyper, The Work of the Holy Spirit, II, IV, p. 295. 5. E. A. Litton, Introduction to Dogmatic Theology, pp. 327-328.
124 ESCOGIDOS E N CRISTO LA REGENERACIÓN 125

meros nacen, con pocas excepciones, en la Iglesia. No entran Según la teología calvinista, el hombre está tan incapacitado,
en el pacto de gracia más adelante en el curso de su vida, tan depravado, tan muerto espiritualmente, que no puede n i
sino que pertenecen a él desde el primer momento de su oír, n i entender, n i arrepentirse, n i creer, n i convertirse si antes
existencia. Proceden de la simiente de la Iglesia y, a su vez, no es regenerado. Y Dios sólo regenera a quienes Él quiso
contienen en sí mismos la semilla de la Iglesia futura. Y por escoger antes de la creación del mundo.
este motivo, el primer germen de la nueva vida es impartido
a la semilla de la Iglesia (la cual está, por desgracia, siempre Por maravilloso e inescrutable que sea el misterio de la elec-
mezclada con mucha paja) más a menudo antes o poco des- ción —y ninguno de nosotros podrá jamás contestar la pre-
6
pués del nacimiento. gunta de por qué uno fue escogido para ser vaso de honor
y otro fue dejado como vaso de ira—, en la cuestión de la
Aunque las disquisiciones de Kuyper no resultan demasiado regeneración no nos enfrentamos con ese misterio. E l que
claras, nos muestran su convicción acerca de una regeneración Dios regenere a uno y no a otro está de acuerdo con una regla
prenatal o efectuada durante los primeros días de la vida. L a fija e inalterable. Él se allega mediante la regeneración a
todos los elegidos, dejando a los no elegidos. Por tal motivo
carencia de todo fundamento bíblico en tales disquisiciones es
este acto de Dios es irresistible. Ningún hombre puede decir:
tan evidente que consideramos innecesario extendernos en refu-
«yo no quiero nacer de nuevo», o impedir la obra de Dios,
taciones. o poner obstáculos en su camino o dificultarlo hasta el punto
7
de que no pueda realizarlo.

C ó m o s e efectúa la regeneración Esto hace que, a juicio de los calvinistas, la regeneración


sea «monergista», o sea, una obra de Dios con exclusión total
Prácticamente existe unanimidad entre todos los evangélico* 8
de cualquier participación humana. E n ella el hombre es total-
tanto en lo que se refiere a la necesidad del nuevo nacimiento mente pasivo, con la pasividad de u n tronco o de una piedra
como a su origen. Sin ese nuevo nacimiento no es posible entrar (truncus et lapis) y con la impotencia de un cadáver.
en el Reino de Dios; tampoco sería posible la santificación Por nuestra parte, sostenemos con el mismo énfasis que el
del cristiano. E n cuanto a su origen, todos concordamos en que más acérrimo calvinista la imposibilidad de que el hombre
no es resultado del esfuerzo o de la voluntad del hombre, sino puede salvarse por sí mismo. Efectivamente, las consecuencias
que es obra de Dios (Jn. 1:13). Es su Santo Espíritu el que del pecado afectan de tal modo a la inteligencia, los sentimien-
infunde en nosotros la nueva vida con una naturaleza divina. tos y la voluntad del hombre que n i n g ú n ser humano puede
Sólo Dios puede realizar la «nueva creación» que significa l a entender el plan salvador de Dios n i dar un solo paso en el
regeneración. camino de la conversión si antes no es. iluminado, convencido
Pero, ¿ c ó m o tiene lugar este gran acto divino? Es al tratar y atraído por el Espíritu Santo (1 C o . 2:9-14; Jn. 16:8-11; A p .
de contestar esta pregunta que aparece la diversidad de opinio- 22:17). Pero nótese bien la diferencia entre iluminación, con-
nes, viéndose la íntima relación que existe, como indicábamos vicción y atracción —todo obra del Espíritu de Dios condu-
al principio de este capítulo, entre la doctrina que nos ocupa cente al arrepentimiento y la fe— y la regeneración que se
y la de la elección.

7. Ibid., p. 307.
6. Kuyper, Op. cit., p. 299. 8. Berkhof, Op. cit., p. 555.
126 ESCOGIDOS E N CRISTO LA REGENERACIÓN 127

nos presenta en el Nuevo Testamento como una obra que Dios Si la Palabra ha de ser un instrumento adecuado para la rege-
hace en quienes reciben a Cristo por la fe. neración, ésta debe ser más que una mera gracia mística,
porque la Palabra actúa apelando a la conciencia y a los
L a respuesta de Jesús a Nicodemo acerca de cómo se efectúa sentimientos y, si algún resultado produce, opera un cambio
el nuevo nacimiento culmina con aquellas sublimes palabras: moral.
«Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es Tales son las inconsistencias en las que hombres eruditos
necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que caen cuando tratan de reconciliar las declaraciones de la Es-
todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna» critura con las teorías escolásticas de la Edad Media. E l hecho
(Jn. 3:14-15). E l nuevo nacimiento y la fe en Cristo son insepa- es que esta idea de una gracia espiritual conferida en el bau-
rables. Así lo entendía Pablo, quien declara: «Sois hijos de tismo, neutral en cuanto a carácter, un principio adormecido
Dios por la fe en Cristo Jesús» ( G á . 3:26). sin determinación para el bien o para el mal, es una adapta-
Se cita a menudo el texto de Juan 1:13 para resaltar el ción a la teología protestante de la doctrina romana del ca-
9
rácter impreso».
nacimiento espiritual como obra de Dios, lo cual es correctísimo;
pero a menudo, al hacerlo, se omite el versículo precedente:
Independientemente de la acción que la obra regeneradora
«Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nom-
de Dios pueda tener en el subconsciente, el nuevo nacimiento,
bre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.» Bastaría
a la luz de la B i b l i a , nunca se produce sin que el hombre sea
este solo texto para probar que la fe es condición del nuevo
consciente de determinados hechos obrados por el Espíritu San-
nacimiento; pero citaremos algunos más que nos llevan a la
to: inquietud espiritual, convicción de pecado, comprensión del
misma conclusión. «Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la
Evangelio, atracción hacia Cristo y aceptación de su obra re-
palabra de verdad» (Stg. 1:18); «siendo renacidos, no de si-
dentora. Por eso decimos que la regeneración y la conversión
miente corruptible, sino de incorruptible, por la palabri de
coinciden desde el punto de vista cronológico, aunque sean as-
Dios que vive y permanece para siempre» ( 1 P. 1:23). pectos diferentes de nuestra experiencia de salvación. Si el hom-
bre iluminado y atraído poderosamente por el Espíritu Santo,
mediante la Palabra divina, cede a su maravillosa influencia,
La regeneración y la conversión se vuelve a Dios, se convierte; a la vez Dios infunde en él una
naturaleza y una vida nuevas, es decir, lo regenera. «Regene-
ración o nuevo nacimiento es el aspecto divino del cambio de
De hecho, la fe y la Palabra de Dios son términos correla- corazón que, visto desde el lado humano, llamamos conver-
tivos. « L a fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios» sión.»10

(Ro. 10:17). S i tenemos en cuenta que la Palabra de Dios no


obra en el hombre de manera mecánica sino a través de su En el sentido m á s estricto, esta obra es, en efecto, «moner-
entendimiento, descartaremos a u t o m á t i c a m e n t e la idea de rege- gista», pues el hombre no es ni parcialmente autor de esta
neración infantil en un estado de inconsciencia. E . A . Litton, vida nueva que recibe de Dios. Pero si se relaciona con las
refutando la teoría que hace de la regeneración una gracia condiciones que Dios mismo impone para efectuarla —«reci-
mística del Espíritu, comunicada normalmente a través del bau- bir» a Cristo, creer en Él (recuérdese Jn. 1:12)—, puede afir-
tismo, dice cosas muy sustanciosas que pueden aplicarse a la
hipótesis de regeneración infantil sostenida dentro del campo 9. Litton, Op. cit., pp. 324-325.
reformado: 10. A. H . Strong, Systematic Theology, p. 809.
128 ESCOGIDOS E N CRISTO
LA REGENERACIÓN 129
marse que hay un aspecto «sinergista» en el nuevo nacimiento, 1. L a regeneración implica no solamente una adición de
pues se produce cuando concurren la acción de Dios y la acep- ciertos dones o gracias, un fortalecimiento de ciertas cualida-
tación del hombre. des innatas, sino un cambio radical, el cual revoluciona todo
La posición de Melanchton nos parece atinada. Sostenía que nuestro ser, redarguye y vence a nuestra vieja naturaleza caí-
el Espíritu de Dios es el agente o causa primera en la conversión da, colocando nuestro centro de gravedad espiritual completa-
y la Palabra de Dios la causa secundaria o instrumental, mien- mente fuera de nuestra propia capacidad en el reino causal
tras que la voluntad humana permite su acción y se rinde libre- de Dios.
mente a ella.
2. Es la voluntad de Dios que todos los hombres sean hechos
Con gran lucidez, Litton confirma esta misma condición: participantes de esta nueva vida (1 T i . 2:4) y, como se
Apenas es necesario añadir que la obra de la regeneración afirma claramente que algunos están destituidos de ella (Jn.
no es llevada a cabo sin la cooperación del sujeto humano. 5:40), es evidente que el defecto radica en el hombre. Dios
La fe que proporciona la justificación antes del bautismo no invita a todos los hombres a que se arrepientan y se vuelvan
es un principio adormecido o latente, ni un don otorgado a Él (Hch. 17:30) antes de que Él pueda efectuar la regene-
a un sujeto inconsciente, sino un acto que apela a nuestra ración. L a conversión, que consiste en el arrepentimiento
naturaleza moral en sus mayores profundidades; incluye un y la fe, es, por lo tanto, la respuesta humana al ofrecimiento
despertamiento de la conciencia al mal del pecado, un sentido de salvación que Dios nos hace. Esta respuesta da ocasión
| de alarma frente a las consecuencias del pecado, un deseo al acto divino de renovación (regeneración), el cual es simul-
de ser librados de su culpa y de su poder y una apropiación táneo a la respuesta. E l Espíritu de Dios entra en unión con
vehemente de la promesa del Evangelio. Del mismo carácter el espíritu del hombre que cree y recibe. Esto significa comu-
u

es también el arrepentimiento que precede al bautismo. E l nión con Cristo (Ro. 8:10; 1 Co. 6:17; 2 C o . 5:17; Col. 3 : 3 ) .
intento de reducir la cooperación humana a lo que sigue
al bautismo, en otras palabras, a la santificación del cristiano,
mientras queda prácticamente ignorada en los requisitos pre-
paratorios, con objeto de hacer de la gracia regeneradora el
acto de Dios, excluyendo toda idea de cooperación por parte
del hombre, es una limitación arbitraria, ideada únicamente
11
en beneficio de una teoría.

Queremos cerrar este capítulo con algunas de las conclusio-


nes a que llega el doctor John L . Nuelsen en su artículo sobre
«Regeneración» en la International Standard Bible Encyclope-
dia, una de las obras más recomendables y autoritativas desde
el punto de vista evangélico.
Aunque no siempre se hace una distinción clara entre la
regeneración y otras experiencias de la vida espiritual, po-
demos resumir nuestra creencia en las siguientes tesis:

12. International Standard Bible Encyclopedia, artículo por John N


11. Litton, Op. cit., p. 326. Nuelsen sobre «Regeneration». P
'
LA DOCTRINA DE LA ELECCIÓN 131

Por cuanto todas las cosas están a la disposición de Dios,


y la decisión de salvación o muerte le pertenecen, Él ordena
todas las cosas por su consejo y decreto de tal modo que algu-
nos hombres nacen destinados desde el seno materno para una
muerte cierta a fin de que su nombre sea glorificado en la
3
destrucción de éstos.
Ni debiera parecer absurdo cuando digo que Dios no sólo
CAPÍTULO 10 previo la caída del primer hombre, y en él la ruina de la pos-
teridad, sino que la dispuso con complacencia. 4

LA DOCTRINA No pocos teólogos calvinistas han tratado de suavizar las


afirmaciones del gran reformador; pero, en el fondo, la posición
DE LA ELECCIÓN es inalterable. Berkhof define la elección como

aquel acto eterno de Dios por el cual, en su beneplácito sobe-


rano, y sin tomar en cuenta ningún mérito visto de antemano
La interpretación c a l v i n i s t a
en ellos, elige cierto número de hombres para hacerlos reci-
5
pientes de gracia especial y de eterna salvación.
A L O L A R G O de esta obra, el lector ha tenido ya ocasión de
conocer la posición que el calvinismo sostiene en cuanto a la
Esta elección para salvación incluye, lógicamente, l a repro-
elección. Sin embargo, estimamos conveniente una presentación bación de los no elegidos, que se expresa en los siguientes
en síntesis de dicha posición, antes de pasar a lo que, a nuestro términos:
juicio, enseña l a Biblia sobre el tema. Calvino enseñó:
Es el acto eterno de Dios por medio del cual determinó pasar
La predestinación es el decreto eterno de Dios por el que por alto a algunos hombres, negándoles las operaciones de su
ha determinado lo que quiere hacer de cada uno de los hom- gracia especial y castigarlos por causa de sus pecados, para
bres. Porque Él no los crea a todos con la misma condición, la manifestación de la justicia. 6

sino que ordena a unos para la vida eterna y a otros para


condenación perpetua. Por tanto, según el fin para el cual
La conclusión siempre es la misma. Dios sólo ha elegido a un
el hombre es creado, decimos que está predestinado a vida
1 n ú m e r o determinado de seres humanos, en los cuales, a su
o a muerte.
En conformidad con la clara doctrina de la Escritura, afirma- debido tiempo, lleva a efecto una obra de gracia irresistible
mos que por un consejo eterno e inmutable, Dios ha deter- que asegura su salvación. Todo el resto de l a humanidad está
minado una vez y para siempre a quiénes admitirá a la sal- irremisiblemente perdido. Como consecuencia de su estado na-
2
vación y a quiénes condenará a la destrucción.

3. Ibid., III, XXIII, 6, p. 753.


1. Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, III, X X I , 5, 4. Ibid., III, XXIII, 7, p. 754.
pp. 728-729. 5. Luis Berkhof, Teología sistemática, p. 134.
2. Ibid., III, X X I , p. 733. 6. Ibid., p. 136.
132 ESCOGIDOS E N CRISTO LA DOCTRINA DE LA ELECCIÓN 133
inocente y débil, sino con el hombre pecador. Nunca se pre-
tural, en cuyo origen no tuvieron parte ni suerte, los no elegidos senta como una «fuerza mayor» arbitraria. A u n en Romanos
están totalmente incapacitados para cualquier acto que pudiera 9, el «silencio» que se exige frente a Dios no quiere decir:
librarlos de la condenación. N o tienen ni siquiera capacidad «Estás detenido pasivamente y sin esperanza en el puño del
para aceptar el ofrecimiento redentor de Dios. Sólo tienen capa- poder infinito», sino más bien: «Tú, como criatura, eres
cidad y libertad para seguir pecando, con lo cual se asegura incapaz de juzgar a tu Creador, quien ha de comprender infi-
lo justo de su condenación. Resulta, pues, que Dios, en el ejer- nitamente más de las causas y de las razones que no la obra
cicio de su voluntad soberana, los abandona a ese estado natural de sus manos.» Podemos estar seguros de que el misterio
surge del derecho más fundamental y de la razón más per-
que ha de llevarles irreversiblemente a la perdición eterna. T a l
fecta, pero éstos operan por ahora a lo menos en una región
interpretación la consideramos del todo inaceptable. que no podemos penetrar. Además, la elección no se presenta
nunca como la violación del libre albedrío humano, ya que
El c o n c e p t o d e teólogos m o d e r a d o s el hombre es siempre un ser moralmente responsable en la
Biblia. Aun siendo inescrutable la relación entre las volunta-
Teólogos de mayor moderación y sensibilidad se han visto des divina y humana, queda asegurada la realidad de ambas...
obligados a expresar sus opiniones con la máxima prudencia. A veces, a través de la historia cristiana, el tema de la elec-
Refiriéndose a la elección, escribe el piadoso obispo anglicano ción se ha tratado como si pudiésemos esquematizarlo en su
H . C . G . Moule: totalidad, no tanto por la luz de la revelación como por el
auxilio de procesos lógicos. Cuando algunos hombres han
Sobre este gran misterio, hablemos con humilde reserva y re- seguido este método, bajo el impulso de una fascinación
verencia. H a sido, y es, motivo de agonizante perplejidad para más intelectual que espiritual, se ha colocado la doctrina de la
muchos corazones que le son caros a Dios. Bastan muy pocos elección en el centro del sistema religioso donde domina los
pasos del pensamiento para que hayamos de detenernos al demás aspectos de la revelación, dando lugar —por no
borde mismo de lo ignoto. Toda inferencia sobre esta revela- decir más— a una distorsión que convierte una verdad en un
ción tiene que ser siempre gobernada y modificada por las error. Así se ha nublado la hermosura del carácter divino,
verdades inalterables: que las tiernas misericordias del Señor puesto que la soberanía divina se ha divorciado del amor,
están sobre todas sus obras, que Él no quiere la muerte deformándose en un fiat arbitrario que descansa sobre la
del pecador, que Dios es amor. Dios nunca es, ni por un sola base de una aserción de omnipotencia. Esto constituye
solo momento, inclemente, despiadado o injusto. Nunca mag- el mal lastimoso de aischron ti legein peri ton theon, o sea
nifica uno de sus atributos a costa de otro.7
«la difamación de Dios». Por ejemplo, de la revelación de
una selección divina positiva se ha sacado la deducción de un
El mismo autor escribe en otro lugar: correspondiente rechazamiento despiadado y terrible, como
si el Amor Eterno fuese capaz de rechazar o aplastar aun la
Hemos de tener en cuenta que la elección bíblica es total- aspiración más débil hacia Dios del espíritu creado... De
mente diferente de la necesidad fatal de los estoicos, por una cosa podemos estar seguros: que detrás del velo de mis-
ejemplo. Nunca se presenta como una operación mecánica terio no se esconde nada que contradiga la verdad suprema
o un destino ciego. Tiene que ver con la voluntad del Dios y determinante de que Dios es amor. 8

que nos ha dado pruebas indubitables de su bondad absoluta


y de su benevolencia suprema. Se relaciona no con el hombre
8. International Standard Biblical Encyclopedia, art. «Election», II,
7. H . C. G. Moule, Bosquejos de doctrina fundamental, p. 37.
134 ESCOGIDOS EN CRISTO LA DOCTRINA DE LA ELECCIÓN 135

Recientemente Francis Foulkes, comentando Efesios 1:4, es- y falto de solidez, a la par que alaban el calvinismo. Pero en
cribe: la práctica, o cuando discurren por cauces puramente exegéti-
cos, se ven obligados a modificar los postulados del calvinismo
Esta doctrina de la elección, o predestinación, no se presenta extremo —doble elección, anulación del libre albedrío, etc.—,
como tema para la controversia o la especulación, ni se despojando así al sistema de la fuerza de su lógica. Por un lado,
coloca en oposición al hecho —que no necesita demostra- se identifican algunos aspectos del arminianismo con el pela-
10
ción— del libre albedrío del hombre. La doctrina supone una gianismo — l o cual no es cierto en cuanto a la posición de A r -
paradoja que el Nuevo Testamento no intenta resolver y que minio— y luego se modifica el calvinismo hasta tal punto que,
nuestras mentes finitas no pueden profundizar, y Pablo enfa- prácticamente, aparte de la perseverancia de los santos, llega
tiza tanto el propósito soberano de Dios como el libre albe- a asemejarse mucho con el arminianismo en su forma original.
drío del hombre, llevando el Evangelio de la gracia a todos Dentro de la tradición reformada no han faltado en nuestros
y ofreciéndolo a todos. Luego, frente a quienes habían acep-
días eminentes teólogos que han criticado con seriedad y de
tado el Evangelio, presentó la doctrina de la elección como
modo equilibrado los postulados calvinistas. G . C . Berkouwer,
una doble finalidad que también se halla en Juan 15:16;
Romanos 8:29; 2 Tesalonicenses 2:13; 2 Timoteo 1:9 y 1 por ejemplo, en un recio capítulo («El corazón de la Iglesia»)
Pedro 1:2. E n primer lugar, el creyejnte ha de comprender de una de sus obras, cuestiona algunas de las afirmaciones con-
que su fe descansa totalmente en la obra de Dios, tan dis- tenidas en los cánones de Dort, declaración de fe la Iglesia
tinta del cimiento inestable de cualquier cosa subjetiva. Todo Reformada de Holanda, y pone de relieve la inconveniencia
es obra del Señor, realizado conforme a su plan: el plan for- de las mismas por sus efectos negativos en la predicación del
mulado antes de la fundación del mundo. E n segundo lugar, evangelio. Alude a la objeción de que la confesión de la elec-
aprendemos que Dios nos escogió para que fuésemos santos ción divina está en el fondo dominada por la arbitrariedad, y
y sin mancha delante de Él (Ef. 1:4; cp. 5:27, C o l . 1:22). L a declara:
elección no es sólo para la salvación, sino para santidad de
vida. Fuimos «creados en Cristo Jesús —según Efesios 2:
Por arbitrariedad entendemos la decisión hecha en la eter-
10— para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
nidad «una vez por todas» que sella la suerte de todos los
para que anduviésemos en ellas». Fuimos preordinados «para
seres humanos para siempre. E l decreto eterno de predestina-
que fuésemos hechos conformes a la imagen de su Hijo»
9 ción (o predeterminación) tiene su corolario lógico en la «do-
(Ro. 8:29).
ble predestinación»: elección y reprobación. La cuestión es:
la doble predestinación, ¿no priva de sentido a lo que las
Estas últimas citas apuntan a la posición a que tiende nor- personas deciden y hacen? Intuitivamente —y bíblicamente—
malmente el exegeta evangélico en una interpretación objetiva la respuesta surge con facilidad. L a vida humana es esbo-
del texto bíblico. Con frecuencia hallamos a autores —entre ellos zada por el evangelio en motivos de tensión y conflicto en
James O r r y W . Griffith-Thomas— que incurren en contradic- contraste con cualquier razón patente para la indiferencia o la
complacencia. ¿Quién no recuerda, entre muchos ejemplos,
ciones e inconsistencias cuando se expresan en términos de
la dinámica de la oración de Cristo a favor de Pedro: «que
teología sistemática. Repudian el arminianismo como ilógico
vuestra fe no falte»? (Le. 22:32)... Pero esta tensión puede

9. Francis Foulkes, Ephesians, Tyndale New Testament Commenta-


ries, p. 46. 10. W. H. Griffith-Thomas, The Principies of Theology. p. 245.
-
136 ESCOGIDOS E N CRISTO LA DOCTRINA DE LA ELECCIÓN 137

desvanecerse fácilmente si se piensa que el decreto, fijado Dios. Los textos que se refieren a lo previsto o hecho por Dios
desde la eternidad, el decreto que determina todas las cosas «de a n t e m a n o » no señalan un fondo oculto. - I
y a todas las personas, un decreto que debe ser cumplido en
— )
la historia. Dentro de este horizonte, ¿existe todavía posibi-
El significado de estas cláusulas no radica en una predeter-
lidad para una predicación genuina que invite a los hombres
11 minación general, que, a su vez, es la implicación lógica de
a una decisión de fe?
una idea abstracta de Dios; radica en el advenimiento del
plan divino, único, de salvación (el misterio) que fue reve-
Más adelante se pregunta: lado en Cristo. Todos los conceptos incluidos en la expresión
«de antemano» son, en el fondo, categorías de salvación y
¿Cómo podría aclararse que la elección divina no es un de- señalan la plenitud de la excelencia moral de Dios como
creto arbitrario que abre la puerta al fatalismo y al determi- el origen y el poder de sus actos salvadores en Cristo. Para
nismo en los que los eventos de nuestro tiempo y de la histo- Ridderbos la predestinación no es un problema de soberanía
ria son despojados de todo su genuino significado? 12 divina frente a la responsabilidad humana; es más bien «una
afirmación de la gracia de Dios en contraposición a todas las
quejas o méritos humanos». L a idea de una doble predesti-
I. H . Bavinck, también holandés, ha destacado el hecho de nación la considera «una distorsión arbitraria y radical de
que la doctrina de la elección, «tal como a menudo se predica», la intención original de las palabras bíblicas». Ve la elección
ofende en vez de invitar a los hombres a participar en las conectada no con un número determinado de personas, sino
riquezas de la gracia de Dios en Cristo. Por su parte, Berkou- con Cristo. 14

wer centra la atención en los aspectos positivos, maravillosa-


mente amplios, de l a elección. A su modo de ver, dicha doctrina Con estos puntos de vista podemos identificarnos plena-
es un «consuelo inefable» tanto para el creyente como para mente.
quien no lo es, pues proclama que hay esperanza para «los m á s Ahora, dejando a un lado las disquisiciones teológicas, trata-
miserables de los hombres». Por eso considera que el pelagia- remos de examinar el tema a la luz de las Escrituras. Tanto
nismo es inmisericordemente duro, ya que, en su demanda de en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se nos habla de
virtud meritoria, el pobre publicano no tienen ninguna espe- «elección», y es natural que todo creyente desee saber, hasta
13
ranza. donde sea posible, lo que la Palabra de Dios enseña acerca de
Mención especial merece H e r m á n Ridderbos. A la luz de tema tan debatido. A continuación, con l a humildad que debe
conversaciones sostenidas con é l , hace Berkouwer una sucinta distinguir a quien seriamente escudriña este asunto y sin preten-
exposición de su pensamiento en lo concerniente a la elección. siones de haberlo agotado, ofrecemos el fruto de nuestro estudio
Para Ridderbos, «el Nuevo Testamento no reconoce un pro- bíblico.
blema de predestinación; sólo tiene u n evangelio de predesti- •

nación». L a salvación no está limitada a un numerus clausus.


\ )
Está completamente vinculada a l a propia gracia soberana de
" - I
_ >
11. G. C. Berkouwer, A Half Century of Theology, pp. 82-83.
12. Ibid., p. 89.
13. Ibid., p. 103. 14. Ibid., p. 101.
138 ESCOGIDOS EN CRISTO LA DOCTRINA DE LA ELECCIÓN 139

L A D O C T R I N A A L A L U Z DE L A S E S C R I T U R A S exactamente al concepto israelita. Evidentemente los «escogi-


dos» ahora son los discípulos de Jesús. Dios va a constituir su
Reino. Pero sus subditos no serán los descendientes naturales
Antecedentes en e l Antiguo Testamento de Abraham o de Jacob, sino los que, arrepentidos de sus pe-
cados, recibirán la palabra de su Hijo Jesucristo; no serán la
Tanto la idea como el hecho de la elección se encuentran simiente carnal del patriarca, sino la espiritual, la de la fe (Le.
tempranamente en la revelación bíblica. E l caso más sobre- 3:8; M t . 9:10-12; R o . 11:13-16; G á . 3:14, 29).
saliente lo hallamos en A b r a h a m , prolongado m á s particular- Observamos, pues, que el título, bello y sugestivo, dado
mente a través de Israel. Hay aquí, indudablemente, una selec- otrora a los israelitas, se traspasa decididamente y con licitud
ción determinada por libre decisión divina. Dios quiere formar a los creyentes en Cristo, quienes, a fin de cuentas, venían a ser
un pueblo especial, sobre el cual resplandecerá la gloria de su el Israel espiritual, el verdadero pueblo de Dios, sin menoscabo
verdad, de su justicia, de su amor y de su poder redentor. Pero de las promesas particulares dadas a la nación. Este hecho
es de la máxima importancia subrayar el propósito antecedente nos ayuda a entender las palabras finales de la parábola de las
a la elección. Abraham no fue escogido cual favorito exclusivo bodas: «muchos son llamados, y pocos escogidos» (Mt. 22:14).
de Dios, sino con miras a que en él fuesen benditas todas las La pretensión de los judíos de que eran el pueblo elegido no
familias de la tierra ( G n . 12:3). Israel es elegido para venir tenía justificación. A ellos había llegado la invitación mesiánica
a ser depositario de la revelación divina y testigo del Dios vivo del Reino, pero muy pocos la habían aceptado. Sólo a estos
(Is. 43:10). A u n sin excluir las bendiciones espirituales y la pocos les correspondía propiamente el nombre de «escogidos»;
salvación de los israelitas piadosos, el Antiguo Testamento mues- los demás quedaban excluidos de tan digna posición.
tra de modo predominante la función de Israel como pueblo. Cuanto acabamos de exponer contribuye a iluminar el sig-
Aunque ni por un momento se desentienda de los individuos. nificado de la elección, pero es necesario examinar los textos
Dios se relaciona primordialmente con la nación que ha sido neotestamentarios antes de formular una interpretación bíblica
separada para cumplir una elevada misión en el mundo. Así, de la doctrina.
pues, la elección de Israel en tiempos antiguos es una elección
para servicio y no para salvación en el sentido neotestamentario.
Con todo, este pueblo así elegido fue objeto especial de la La terminología d e l N u e v o Testamento
misericordia y del poder de Dios, y en más de un aspecto los
israelitas vendrían a ser figura de los «escogidos» del nuevo Son varias las palabras que en el original griego se usan
pueblo de Dios que se formaría con gentes de toda la tierra en estrecha relación con la acción electiva de Dios. Examinare-
en torno a la persona del Redentor y en respuesta al llama- mos las más importantes, a la par que remitiremos al lector
miento universal del Evangelio. a las páginas 31 y 33, donde se adelantan definiciones sobre
el «propósito» y la «voluntad» de Dios que facilitarán la com-
prensión del estudio que sigue.
La transición a l c o n c e p t o d e l N u e v o Testamento
Proorizo (predestinar, determinar de antemano). L a pala-
Del modo más natural, los evangelistas usan repetidas veces bra ocurre seis veces ( H c h . 4:28; R o . 8:29-30; 1 C o . 2 : 7 ; Ef.
la palabra «escogidos» con un sentido que ya no corresponde 1:5, 11). En el primero de estos textos la idea de predestinación
140 ESCOGIDOS EN CRISTO LA DOCTRINA DE LA ELECCIÓN 141

recae sobre la muerte de Cristo. E l de 1 Corintios se refiere y misericordia, Dios pudo ordenar su providencia maravillosa,
a la sabiduría de Dios. Los restantes versículos presentan como a fin de llevar a efecto la salvación de todos los que creerían
beneficiarios de la predestinación a los santos de Dios, pero en su Hijo, los que responderían a su llamamiento y aceptarían
el énfasis se hace más bien en la finalidad de la misma: «pre- su grandiosa iniciativa de amor. Todos ellos le eran conocidos
destinados para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo», desde el principio de los siglos y hacia cada uno de ellos se diri-
«predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de giría, con particular complacencia, su acción redentora en el
Jesucristo», «predestinados... a fin de que seamos para alabanza momento oportuno del tiempo. « L a presciencia de Dios incluye
de su gloria». Parece que la intención inspirada del apóstol su gracia de elección, pero esto no excluye la voluntad humana.
15
es mostrar que las obras de Dios jamás tienen carácter de impro- Dios prevé el ejercicio de la fe que trae salvación.» Escuche-
visación, sino que responden a planes eternos. E n este pensa- mos también a F. B . Meyer, tan conocido como estimado en el
miento hay una mina de consolación para el creyente, no hallán- mundo entero por la profundidad espiritual de sus libros. Discu-
dose en ninguno de los versículos citados — y son todos los rriendo sobre la elección de Pablo para el ministerio cristiano
que en el Nuevo Testamento contienen la palabra— el menor escribe:
asomo de una doble predestinación de unos seres humanos
para salvación y de otros para condenación. Conocidas de Dios, dijo el grave y justo Santiago, son todas
i sus obras desde el principio del mundo. Si sus obras fueron
conocidas con anticipación, [cuánto más sus santos! También
. Proginosko (conocer con antelación). Este verbo aparece el evangelista nos dice que Jesús sabía desde el principio
seis veces en el Nuevo Testamento ( H c h . 2 6 : 5 ; R o . 8:29; 11:2; quiénes eran los que no creerían, y quién le había de entre-
1 P. 1:20; 2 P. 3:17), y el nombre correspondiente, prognosis, gar; seguramente, pues, debe haber sabido desde entonces
presciencia, sólo dos (Hch. 2:23 y 1 P. 1:2). Hay quien ve en quiénes eran los creyentes y quiénes habían de llegar a ser
esta palabra la idea de amor especial hacia aquellos que han sus amigos y apóstoles consagrados. Antes de que comenza-
sido «preconocidos», lo cual es natural si tenemos en cuenta ran los tiempos se sabía en el Cielo quiénes habían de ser
que la acción redentora de Dios ha estado desde el principio atraídos por el amor a la Cruz para confiar, amar y obedecer;
quiénes serían atraídos al Hijo de Dios muerto y resucitado;
regida por su misericordia. Incluso en algunos textos (p. ej., R o .
quiénes tendrían afinidad eterna con E l en la muerte y la
11:2) puede tener la palabra una connotación que incluya la
resurrección. De éstos se dice: «Porque a los que conoció en
idea de elección. Pero no nos parece justo enfatizar el elemento su presciencia, les predestinó también, para ser conformados
afectivo del verbo hasta el punto de que se soslaye el más a la imagen de su Hijo; para que Él fuese el primogénito
preponderante, el de conocimiento previo, cuando tal vez es entre muchos hermanos» (Ro. 8:29). 16

el que podría arrojar más luz sobre el hecho de la elección.


«Escogidos según su presciencia» puede arrancar de raíz toda Se alega que esta interpretación reduce la soberanía de Dios
sospecha de arbitrariedad por parte de Dios. Por su presciencia, por cuanto hace depender la salvación en último término de la
Dios podía conocer, desde antes de la creación del mundo, las libre aceptación por parte del hombre de la gracia de Dios
actitudes, las reacciones y las decisiones de todos los hombres, y que la gloria divina en la elección queda eclipsada al ser
no sólo las reales, las manifestadas en las circunstancias histó-
ricas de cada ser humano, sino las contingentes, las que se
habrían producido en cualesquiera otras circunstancias. A la 15. Vine, Expository Dictionary of New Testament Words, p. 131.
luz de este conocimiento, y bajo los principios de su justicia 16. F. B. Meyer, Pablo, siervo de Jesucristo, p. 12.
142 ESCOGIDOS EN CRISTO LA DOCTRINA DE LA ELECCIÓN 143

condicionada a la decisión humana. Francamente, jamás hemos biles, los viles y los menospreciados (los «niños» de M t . 11:25),
podido ver fuerza alguna en esta objeción. Consideramos que aunque totalmente exentos de mérito también por el estado pe-
una elección por parte de Dios que toma previamente en cuenta caminoso en que se encuentran, están en condiciones más fa-
las actitudes humanas —no sus méritos, inexistentes— concuer- vorables de ceder a la acción del Espíritu Santo y recibir la
da perfectamente con la soberanía del Dios revelado en el Evaa- Palabra de Dios. «Bienaventurados los pobres de espíritu, por-
gelio y lejos de e m p a ñ a r o desdorar su gloria, la confirma. E n que de ellos es el Reino de los cielos» (Mt. 5:3). Observemos,
otro lugar hemos destacado el hecho, iluminador, de que es pues, que hay cierta relación entre la elección divina y la posi-
Dios en su soberanía quien fijó las condiciones de la salvación ción y las actitudes del hombre ante Dios. E n segundo lugar,
del hombre que se proclaman en el kerygma, lo que anula las advertimos que en la elección obra un principio de justicia
capciosas objeciones que hemos notado. y sabiduría divinas con una finalidad retributiva y educativa:
« . . . p a r a avergonzar... a fin de que nadie se jacte en su pre-
Eklektos (escogido). Esta palabra se aplica unas veces a sencia».
Cristo (Le. 23:35; 1 P. 2:4, 6); otras veces a los ángeles (1 T .
5:21) y más generalmente a los creyentes. E n este último sen- Haireomai (escoger). Este sinónimo de eklegomai se en-
tido hallamos el término nueve veces en les Evangelios, a modo cuentra tan sólo tres veces en el Nuevo Testamento, dos con
de título de los redimidos que constituyen el nuevo pueblo de referencia a una elección humana ( F i l . 1:22; H e . 11:25) y una
Dios, como ya hemos visto m á s arriba (Mt. 20:16; 22:14; 24: a la elección divina (2 Ts. 2:13). E n este texto no se destaca
22, 24, 31; M r . 13:20, 22, 27; Le. 18:7). E n las epístolas, la la idea de selección, sino, una vez más, el propósito salvador
palabra se usa también en el mismo sentido que en los Evan- de Dios «mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la
gelios (Ro. 8:33; 16:13; C o l . 3:12; 2 T i . 2:10; T i t . 1:1; 1 P. verdad». L a elección en la Biblia siempre es positiva, para sal-
2:9; 2 Jn. 1, 13). Sólo en un texto (1 P. 1:2) sobresale la idea vación. L a condenación, a la luz del contexto, recae sobre los
de elección con verdadero relieve, pero en relación y confor- incrédulos, no porque Dios decretó que esos hombres se per-
midad con la prognosis o presciencia de Dios. diesen, sino porque « n o creyeron a la verdad y se complacieron
en la injusticia» (2 Ts. 2:12).
Eklegomai (escoger) ( M r . 13:20; L e . 6:13; 14:7; Jn. 6:70;
13:18; 15:16, 19; H c h . 1:2, 24; 13:17; 15:7; 1 C o . 1:28; Ef. Ekloge (elección) ( H c h . 9:15; Ro. 9:11; 11:5, 7, 28; 1 Ts.
1:5; Stg. 2:5). De estos doce textos, siete se refieren a elección 1:4; 2 P. 1:10.) E l primer texto se refiere a la elección divina
para servicio y no para salvación, uno destaca la procedencia de Saulo para el ministerio apostólico. Los textos de la Epístola
de los discípulos (Jn. 15:19), uno realza a Cristo como la base a los Romanos los estudiaremos en capítulo aparte, y los dos
de nuestra elección (Ef. 1:5), otro expresa el propósito divino últimos nada nuevo a ñ a d e n a lo que ya llevamos apuntado
de que el Evangelio fuese predicado a los gentiles a fin de que sobre la elección.
creyesen (Hch. 15:7) y dos nos dan cierta luz sobre los princi-
pios que rigen la acción de Dios en su relación con los hombres
(1 C o . 1:27-28; Stg. 2:5). A q u í no hay acción arbitraria sino E s c o g i d o s en C r i s t o
que emergen dos aspectos importantes de la elección. Los
«sabios», por su orgullo, se han excluido del conocimiento de Y a hemos visto que el adjetivo «escogido» se aplica en el
Dios y de la salvación. Los «necios», según el mundo, los dé- Nuevo Testamento a Cristo. Él es el Escogido por excelencia
144 ESCOGIDOS E N CRISTO LA DOCTRINA DE L A ELECCIÓN 145

y todos los propósitos electivos de Dios en relación con la diante espejo, borrosamente», pero lo que vemos sólo borro-
humanidad son inseparable del Dios-Hombre. Dios, en su pro- samente es sabiduría y no absurdidad. 18

pósito eterno, eligió el modo de salvar a los pecadores que


satisfacía plenamente las exigencias santas de sus divinos atri- Por su interés, y por hallarnos identificados con su sentido
butos y d e t e r m i n ó que el Verbo eterno, por su obra de Media- general, presentamos a continuación una amplia cita del doctor
dor perfecto, fuese el Salvador de los pecadores. Para esta Harold J. Ockenga:
obra sin par, Dios no escogió a ángeles n i a querubines, sino
a su Hijo amado.
Nótese que somos escogidos «en Cristo». Hay una enseñanza
Dios determinó, asimismo, que todos los hombres que, res- que pervierte los pasajes bíblicos que tratan de la elección
pondiendo a la iniciativa y al llamamiento de la gracia divina, y predestinación porque apoyan toda su teoría sobre la arbi-
se unieran a Cristo por medio de la fe, fueran salvos. Dios traria voluntad de Dios. Aquí se expresa claramente que en la
escogió a todos los creyentes en Cristo. Fuera de Él nadie puede eternidad Dios determinó que todos los que están «en Cristo»
ser escogido. Si alguno está en Cristo, el tal pertenece a los fuesen un pueblo elegido, apartado del resto de la humanidad
escogidos. Dios no eligió para salvación a los sabios, ni a los y hecho santo ante E l . Este es el gran concepto de elección
nobles, n i siquiera a los religiosos, sino a los que habiendo que asegura nuestra liberación y salvación. Esta elección
«visto» al Hijo creerían en E l (Jn. 6:40). depende de la soberanía de Dios y de su bondad: dos con-
ceptos que infunden ánimo y paciencia en el alma de los
Opinamos que esto es cuanto con plena certidumbre pode- hombres. Creer que Dios nos ha elegido con el fin de realizar
mos decir en cuanto a la elección. Es aventurado ver más en una tarea determinada infunde aliento y fortaleza en la
las inspiradoras palabras de Pablo en Efesios 1:5. Empeñarse voluntad del hombre. Esto siempre sucede en cuantos creen
en hallar en este texto — y en otros a n á l o g o s — la predestina- en la soberanía de Dios, tanto si son mahometanos como si
ción del calvinismo es querer hacer decir a la Biblia más de lo son calvinistas. Por otra parte, el conocimiento de que Dios
que realmente dice. es infinitamente bueno, a la par que soberano, nos propor-
Es asimismo optar por el absurdo, pese a todas las alega- ciona paciencia para sobrellevar las aflicciones por las que
ciones en contra hechas por los teólogos reformados tradiciona- tenemos que pasar en este mundo. En este pasaje de las Es-
les. Berkouwer recoge una confesión de A . F . N . Lekkerkerker: crituras, como en muchos otros, está claro que Dios, según
sus propósitos eternos, eligió a algunos para salvación, los
«A veces me siento inclinado hacia una doctrina absurda de la
predestinó, los justificó, y los glorificó. En verdad Dios dio
predestinación; pero no me atrevo a hablar de ella sino como
17
un pueblo a su Hijo en el pacto de redención en vista de la
tanteo y sólo entre amigos de confianza.» Y un poco m á s buena voluntad del Hijo, quien se ofreció a sí mismo para
adelante escribe Berkouwer: la salvación de ellos.
Los calvinistas de la vieja escuela, como Charles Hodge,
La Iglesia Cristiana ha puesto la sabiduría de Dios en contra-
dicen que los individuos están «en Cristo» porque se hallaban
posición con el «absurdo». Y el eslogan credo quia absurdum
incluidos en aquel decreto de elección, y porque estaban in-
(creo porque es absurdo) nunca ha sido aprobado por más
cluidos en Cristo por elección recibieron el don de la fe
de unos pocos, probablemente porque a nadie le gusta supo-
y del Espíritu Santo. Esto, llevado a su conclusión lógica.
ner que apuesta su vida sobre la irracionalidad. «Vemos me-

17. Berkouwer, Op. cit.. p. 85. Ibid.. p. 85.


146 ESCOGIDOS EN CRISTO LA DOCTRINA DE LA ELECCIÓN 147

quita, desde luego, toda responsabilidad por parte del hom- nismo surgió el humanismo. A la mente del hombre le repe-
bre. E l profesor Hodge dice: «Su unión voluntaria con Cristo lían las enseñanzas que hacían que Dios violara los atributos
por la fe no es la base de su unión federal, sino que, por el de su propia esencia. Si fuimos creados a la imagen de Dios,
contrario, su unión federal es la base de su unión voluntaria.» entonces nuestra inteligencia es semejante a la suya, y nues-
En estos versículos de la Escritura el calvinismo establece su tro sentido de justicia pide también de él aquellas cosas que
enseñanza de que Dios predestina a ciertos seres humanos son justas. A consecuencia de esto, el péndulo del pensa-
para salvación y otros para condenación y que su número miento contemporáneo se alejó del concepto de la soberanía
no puede ser aumentado ni disminuido. Nada que el hombre divina, de la elección y de un universo planificado, desvián-
pueda hacer alterará estos decretos de Dios. Un hombre pue- dose hacia la responsabilidad humana, el indeterminismo y un
de en un tiempo vivir en pecado y todavía ser un elegido de universo abierto. Los hombres empezaron a enfatizar las
Dios que más tarde será convertido. De esta manera se obras y el carácter como elementos en la salvación humana.
apoya la salvación en la voluntad arbitraria de Dios. Desde luego, esto es más falaz aún que el énfasis unilateral
Recuerdo que debatiendo este problema con el profesor Casper en la soberanía de Dios, y el resultado de esta reacción ha
Hodge, descendiente del famoso Charles Hodge y profesor en sido el abandono de la Biblia como Palabra de Dios, sustitu-
el Seminario Teológico de Princeton, aquél ilustraba su argu- yéndose por un evangelio de obras el Evangelio de la gracia
mento con el ejemplo de un hombre que, aunque tenía sitio divina, lo que da como consecuencia la pérdida de la seguri-
para todos en su barca, rescataba solamente a un número dad de la salvación.
determinado de personas que se estaban ahogando y abando- Nótese, sin embargo, que la Biblia postula nuestra elección
naba a las otras a su destinó. Si la salvación depende entera «en Cristo». Aquellos que están en Cristo forman la Iglesia,
y exclusivamente de Dios, entonces la analogía se mantiene. y fue esta Iglesia la que Dios escogió antes de la fundación
¿Por qué no salvó Dios a todos los hombres en vez de sola- del mundo para compartir con ella su don y con el fin de que
mente a unos pocos? Sin embargo, el calvinismo no deja llegara a ser la Esposa de Cristo. La verdad es que la Iglesia
de insistir en que Dios no estaba obligado a salvar a nadie está formada por personas unidas a Cristo por la fe. La Epís-
porque en su justicia podía dejar que todos se condenaran, tola a los Hebreos dice: «Sin fe es imposible agradar a Dios,
pero que en su bondad salvó a unos y omitió a otros. porque el que se acerca a Dios debe creer que lo hay.» De
La terminología bíblica enseña la elección, la predestinación manera semejante Pablo dijo a los efesios: «Por gracia sois
y la preordinación, pero no como lo enseñan estos calvinistas. salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don
Fijémonos en las afirmaciones bíblicas: Dios «quiere que de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.» Aquellos
todos los hombres sean salvos, y que vengan al conocimien- que son redimidos por el Señor Jesucristo mediante la fe,
to de la verdad» (1 T i . 2:4); Cristo «se dio a sí mismo en pre- componen el conjunto de los que están en Cristo. La Biblia
cio del rescate por todos» (1 T i . 2:6); «abogado tenemos para establece condiciones estrictas para que nosotros estemos
con el Padre, a Jesucristo el justo. Y Él es la propiciación «en Cristo», o sea, para que nazcamos de nuevo. Estas con-
por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino diciones son el arrepentimiento, la conversión y la fe. Pero
también por los de todo el mundo» (1 Jn. 2:1-2); «Dios estaba tenemos la fiel promesa de Dios de que Él dará el don del
en Cristo reconciliando consigo al mundo» (2 Co. 5:19); «Por Espíritu Santo y de la salvación a aquellos que se arrepien-
el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien tan, se conviertan y crean. Dios no se burla del hombre
Cristo murió» (1 Co. 8:11). Estas citas nos dan un concepto cuando le llama a la salvación. Todo hombre puede estar en
distinto del anterior en cuanto al modo en que Dios elige a Cristo si quiere arrepentirse, convertirse y creer, y no hay
los suyos. Fuimos elegidos «en Cristo» y esto es muy dife- ningún ser humano que no pueda ser salvo si cumple estas
rente de la rigidez pétrea del calvinismo. condiciones.
Como reacción en contra de las inflexibles teorías del - alvi-
148 ESCOGIDOS E N CRISTO

Sostengo que esto no es salvación por obras, sino por gracia,


mediante la redención por la sangre de Jesucristo que se
acepta por la fe. Por lo tanto, es posible dejar de formar
en las filas de los no elegidos, pasando a las de los elegidos
por la fe en el Señor Jesucristo. Pablo dice a los efesios
que ahora están seguros de la elección y de la predestinación
divinas: Habéis sido santificados vosotros, que «estabais
muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvis-
teis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que
CAPITULO 11
opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales todos
nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra
carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamien-
LOS PACTOS
tos; y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás» [Ef. 2:1-7].
Y E L NUEVO PACTO
Los elegidos nunca son hijos de ira. Éstos eran los no ele-
gidos, pero estos no elegidos, aun Pablo mismo, vinieron a ser Consideraciones generales
elegidos al cumplir las condiciones que Dios había estipula-
do. Fueron vivificados por la gran misericordia y gracia del
L o s P A C T O S del Antiguo Testamento y el Pacto Nuevo (pro-
Dios infinito. Fueron hechos aceptos en el Amado. Dios,
conociendo anticipadamente todos los acontecimientos de la fetizado en Jer. 31:31 y en otros oráculos) echan importante luz
Historia, y a todo ser humano, estableció todas las etapas sobre la obra salvadora de Dios, especialmente en relación con
del camino; sin embargo, nunca ha forzado ni forzará a su «siervo» Israel, en el régimen preparatorio, y con el pueblo
nadie para que se salve. ¿Elegidos? Sí. ¿Predestinados desde de Dios en el nuevo. C o n todo, es preciso recordar lo que ya
la eternidad? Indiscutiblemente. 19
hicimos constar en el capítulo «La Cruz de Cristo»: nos corres-
ponde aceptar la luz que procede de las metáforas que Dios
Y cada uno de nosotros, con tanta humildad como gratitud, utiliza en su Palabra inspirada con el fin de iluminar nuestra
reconociendo toda nuestra indignidad y toda la grandeza de la limitada inteligencia humana, tomando en cuenta que las ex-
gracia divina, adoramos gozosos a Dios. Le alabamos por su presiones verbales no hacen más que presentar facetas limi-
propósito eterno respecto a cada uno de nosotros, realizado por tadas de la verdad total. L o fundamental es la O b r a de la Cruz,
Cristo y aplicado por su Espíritu Santo. Estábamos perdidos por la que Cristo venció el pecado y al diablo, y sobre ella
y nos halló; hundidos y nos levantó; arruinados y nos enrique- —centro de la obra total del Redentor— se ha de fundar toda
ció; muertos y nos vivificó. Con toda nuestra alma bendecimos doctrina en su aspecto soteriológico. A nuestro entender, la «teo-
a aquel que de modo tan admirable, en la eternidad, nos cono- logía federal», o sea, «del pacto», que ocupa una parte tan
ció, nos a m ó , nos escogió y nos predestinó para una vida glo- extensa del sistema reformado, llega a desequilibrar la verdad
riosísima, y después, en el tiempo, nos buscó, nos llamó y nos bíblica por apoyarse excesivamente sobre cierta figura, lo que
salvó. ¡Sólo a Él sea la gloria! exige que los teólogos suplan conceptos que no se hallan clara-
mente expresados en la Biblia, pero que se suponen como nece-
19. Harold J. Ockenga, Faithful ¡n Christ Jesús, pp. 30-33. sarios a fin de lograr la esquematización de la doctrina.
150 ESCOGIDOS E N CRISTO dos PACTOS Y E L NUEVO PACTO 151

Términos bíblicos theke para expresar el concepto hebreo berith, desechando el


término m á s común de syntheke, probablemente porque éste en-
E l término «pacto» traduce berith del original hebreo, y so- fatiza la contribución de las dos partes, mientras que el pri-
bre su etimología ha habido mucha discusión. Para nuestro mero admite el sentido de un pacto unilateral, siendo, por lo
propósito — y dentro de nuestros límites— basta recordar que tanto, mucho más apropiado para expresar las promesas garan-
significa un acuerdo hecho entre dos partes, que pueden ser tizadas a los hombres por Dios. Diatheke no se emplea mucho
individuos, colectividades representadas por personas relevantes en el Nuevo Testamento — a diferencia de berith en el Anti-
o, en sentido figurado, entre Dios y ciertos hombres, pueblo u guo— pero adquiere gran importancia en las palabras explica-
otras colectividades. Cuando el pacto es «de mayor a m e n o r » tivas del Maestro en la Santa Cena como también en los argu-
llega a ser una promesa garantizada por el poder superior, o mentos de la Epístola a los Hebreos.
bien una obligación impuesta, que el inferior acepta según cier- L a figura del pacto (berith) se halla entreverada con los con-
tas condiciones. N o puede faltar la confirmación solemne del ceptos fundamentales de gracia y de ley, sobre todo en las rela-
pacto, que, en la remota antigüedad oriental, solía efectuarse ciones de Dios con su pueblo Israel, y aun rechazando términos
por medio de sacrificios animales y por el derramamiento de extrabíblicos, un estudio a fondo necesitaría un libro. Dentro
sangre. Cuando Dios otorga u n pacto, la diferencia entre las de los límites de este capítulo no podemos hacer más que des-
partes es tal que se destaca su carácter unilateral, llegando a ser tacar enseñanzas basadas sobre expresiones netamente bíblicas
una promesa garantizada por Dios que no se diferencia en nada que evitan los extremos de los sistemas opuestos del calvinismo
esencial del «juramento» por el cual Dios compromete todo el y del dispensacionalismo. De paso, debemos explicar que el
valor de su persona en cuanto al cumplimiento de lo prometido término «teología federal» se deriva de la raíz latina de foedus
( G n . 2:15-17; H e . 6:13-18). Los términos son sinónimos en («acuerdo» o «tratado» que se relaciona a su vez con fidare
muchos pasajes del Antiguo Testamento; sin embargo, a nadie [fiarse de]). N o tiene nada que ver directamente con el uso
se le ha ocurrido formular « u n a teología del juramento» pero moderno de federal o federación para expresar la unión de va-
sí una del pacto. Frente a Dios, el hombre no puede ofrecer rios estados dentro de un régimen común.
nada que no haya recibido ya de la Fuente de todo bien, pero
sí puede someterse a la revelación que Dios da de sí mismo,
recibiendo la promesa por medio de la fe, como en el pacto El «pacto de redención»
típico y fundamental con A b r a h a m ( G n . 15). Este pacto, pese
a su gran importancia, no hace sino confirmar solemnemente Los calvinistas no se contentan con los términos bíblicos
las promesas que se h a b í a n dado al patriarca en Génesis 12: de «propósito» (o designio) de gracia determinado por el T r i n o
1-3, como ayuda de su fe. Más tarde, después del sacrificio de Dios para hacer posible la salvación de los hombres perdidos,
Isaac, el juramento fue a ñ a d i d o en el mismo sentido. Por otro siendo el Hijo el instrumento para llevar a cabo el plan. Intro-
lado, todas las promesas se basan necesariamente en la Obra de ducen el concepto de un «pacto de redención» (pactum salutis)
la Cruz, ya determinada por el designio del Trino Dios desde concordado entre el Padre y el Hijo, derivándose de este acuer-
antes de la fundación del mundo y que había de manifestarse do el «pacto de gracia» que determina la salvación eficaz de los
en el transcurrir de la Historia en el Gólgota. elegidos. En vano hemos escudriñado todas las partes de las
L a traducción griega del Antiguo Testamento denominada la Escrituras para hallar tales expresiones. Los designios del T r i n o
Alejandrina (o la Septuaginta) se vale del vocablo griego dia- Dios son las expresiones de una voluntad única, común a todas
152 ESCOGIDOS E N CRISTO LOS PACTOS Y E L NUEVO PACTO 153

las «personas», y no necesitan «acuerdos» para reconciliar va- los descendientes de Set y de Caín ( G n . 4—6). Las familias
riados intereses que no pueden existir. Sin embargo, ha adqui- noéticas se multiplicaron r á p i d a m e n t e , sin haber aprendido las
rido tal fuerza el concepto «federal» (del pacto) en la teología dramáticas lecciones del D i l u v i o , bien que se guardaba cierto
reformada que Berkhof dedica las páginas 313-344 de su Teolo- conocimiento del Dios único entre los hijos de Sem. Usando el
gía sistemática a disquisiciones sobre este tema, llegando a suti- lenguaje antropomórfico tan c o m ú n en las Escrituras, nos per-
lezas que se parecen poco a las declaraciones soteriológicas de los mitimos decir que Dios « c a m b i ó de plan» al escoger a A b r a h a m ,
escritos apostólicos ya anotados en el capítulo anterior. ¿ Q u é puesto que dejó de tratar directamente con la raza toda, para
hallamos efectivamente en cuanto a los términos berith y dia- conceder revelaciones especiales al patriarca, a c o m p a ñ a d a s por
theke en las Escrituras? disciplinas que despertaran y confirmaran su fe. Sus descen-
dientes, por la línea de Isaac y Jacob, habían de formar un
pueblo que recibiera y conservara la revelación que Dios quiso
dar al hombre hasta llegar a la manifestación del Verbo encar-
Los pactos bíblicos
nado. Dios no dejó de ser Dios de toda la humanidad, pero las
bendiciones de la gracia h a b í a n de canalizarse a través del
Hay mención de muchos pactos (o de renovación de pactos)
pueblo escogido, que fue separado de las naciones al efecto de
en el Antiguo Testamento, hallándose el término berith por pri-
que no quedara anegado en la ola creciente de la idolatría y de
mera vez en relación con las promesas que Dios dio a N o é ,
sus vicios correspondientes. E l tema de Israel y su misión es
que garantizaron un m í n i m o de seguridad para la vida física
complicado, pues el pueblo se ve desde tres puntos de vista
del hombre sobre esta tierra que había de ser el escenario para
distintos:
el desarrollo del plan de la redención ( G n . 6:18, 9:9, etc.). Hay
pactos —como el que se juró entre D a v i d y J o n a t á n — que se
limitan a determinar las relaciones entre dos personas. E l pacto 1. Israel como la nación completa e ideal, según las ex-
levítico estableció los privilegios y responsabilidades de los presiones de Pablo ante Agripa en una época cuando parecía
levitas y los sacerdotes ( M a l . 2 : 4 , etc.) y el davídico garantizó que Dios había rechazado a su pueblo: «Por la esperanza de la
la permanencia de la soberanía de D a v i d y de sus sucesores, promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio:
hallando su cumplimiento final en el Mesías, Hijo de D a v i d promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nues-
(2 S. 7; Sal. 89). E l juramento de Jehová es igual a la ratifi- tras doce tribus, sirviendo constantemente a Dios de día y de
cación de su pacto, y se destaca mucho el término en el Salmo noche» ( H c h . 26:6-7; cp. R o . 11).
89. Todos estos pactos echan luz sobre el concepto del berith,
pero, en relación con el tema de la obra de gracia, se destacan 2. La nación externa, que tuvo su buena época bajo Josué,
notablemente los siguientes: el a b r a h á m i c o , el sinaítico y el nue- David y Salomón, pero que se caracterizaba en general por
vo pacto de Mateo 26:28. una perversa y persistente inclinación hacia la idolatría, según
profetizó Moisés antes de su muerte, quien predijo también el
castigo, la dispersión y la restauración de Israel (Dt. 28—30).
El pacto abrahámico T a l nación mantiene la necesaria continuidad histórica y externa
de la raza abrahámica, y ha tenido que cumplir los propósitos
Hasta el llamamiento de Abraham, Dios trató con la raza divinos, muchas veces a pesar suyo. Pensemos en el ministerio
humana en su totalidad, aparte de la distinción que se hizo entre profético que surgió de su decadencia como también en el hecho
154 ESCOGIDOS EN CRISTO LOS PACTOS Y E L NUEVO PACTO 155

de que las Escrituras fueron llevadas a todas partes gracias nesis. L o importante es que Dios condesciende a dar a Abraham
a su dispersión. las seguridades de un pacto garantizado según los usos contem-
poráneos. Normalmente, las dos partes contrayentes pasaban por
3. El resto fiel que se hallaba dentro de la nación rebelde. en medio de las piezas del sacrificio partido en dos, pero en
En su mayoría son los fieles, representados por aquellos hom- este caso sólo el símbolo de la deidad siguió el camino ensan-
bres piadosos que elevan su corazón a Dios en los Salmos. Con- grentado ( G n . 15:9-18), ya que sólo Dios comprometió su pala-
fiesan sus pecados, pero su vida se orienta hacia Dios en sumi- bra inquebrantable en cuanto a la realización de todas sus pro-
sión y fe, como testifican tantas de sus expresiones. Desde otro mesas, tanto terrenales como espirituales, las cuales fueron acep-
punto de vista, son los elegidos, « p o r q u e no todos los que des- tadas por la fe de Abraham. Pablo señala el principio funda-
cienden de Israel son israelitas» y « h a quedado un remanente mental en 2 Corintios 1:20: «Porque todas las promesas de
escogido por gracia» (Ro. 9:6; 11:5, ss.). Dios son en él [ C r i s t o ] . » Cristo había de ser el Agente divino
para llevar a cabo todos los planes de gracia, siendo la sangre
Es preciso que recordemos estos tres aspectos del pueblo de del sacrificio el sello y la garantía de todo. Pablo insiste en que
Israel al considerar tanto el pacto a b r a h á m i c o como el sinaítico. el pacto que confirmó de forma tan solemne todas las promesas
Todos los descendientes de Jacob eran ^circuncidados y partici- de gracia no podía ser invalidado por la Ley que fue dada 430
paban de ciertos beneficios externos de la promesa, pero muchí- años más tarde ( G á . 3:17). N i n g ú n expositor tiene derecho a eva-
simos eran «vasos de ira» por cuya causa el nombre de Dios dir esta gran verdad al interpretar tanto el sentido del pacto
fue blasfemado entre las gentes. Hemos de notar el dramático abrahámico como el del sinaítico.
contraste entre l a b e n d i c i ó n ideal de Génesis 12:3; Éxodo 19: Abraham, como hemos visto, no pudo hacer más que rogar
4-6, etc., con las terribles denuncias del Señor mismo en Mateo a Dios que confirmara sus promesas, recibiendo la palabra divi-
23 y de Pablo en Romanos 2:21-29. Prácticamente es el resto na con fe, pese a todas las apariencias en contra. Recordemos
fiel el que mantiene el testimonio en todo tiempo, y Pablo lo que aún no había nacido el hijo prometido, factor imprescin-
considera como la semilla de la cual b r o t a r á la nación transfor- dible para el cumplimiento de todo ( G n . 15:4-8). Dios otorga
mada, predestinada a ser medio de bendición universal según sus promesas y empeña su palabra, mientras que Abraham cree
la promesa primordial reiterada en Romanos 11:15-32. Como en el Dios que levanta a los muertos, siéndole contada su fe
es natural, muchas de las promesas confirmadas por el pacto de para justicia. N o había mérito alguno en la fe, pero sólo ella
Génesis 15 y por el juramento de Génesis 22:15-18, tienen re- pudo enlazar a Abraham y sus hijos fieles con el propósito
ferencia a condiciones temporales, destacándose mucho el tema divino que hallaría su consumación en la Cruz. Este pacto uni-
de la tierra de C a n a á n ; pero a la vez se vislumbra el elemento lateral y de pura gracia, no puede anularse jamás, quedando
mesiánico que ha de cumplirse en Cristo ( G á . 3:15-18). Muchas como elemento fundamental en la vista del resto fiel de Israel
promesas son particulares para Israel, pero el elemento de la fe, a través de los siglos, hasta hallar su plena consumación en
en relación con la obra de la Cruz, h a b í a de dar a Abraham una el Nuevo Pacto garantizado «en» (por medio de) la sangre del
amplia descendencia espiritual entre las naciones gentiles (Ro. Cordero de Dios. Desde este punto de vista, los teólogos refor-
4:9-18; G á . 3:6-29). mados tienen razón al declarar que el pacto sinaítico no intro-
E l pacto detallado en Génesis 15 no a ñ a d e nada especial a duce una nueva dispensación, ya que el pueblo verdadero de
las promesas juramentadas concedidas a varios patriarcas, que Israel, en el fondo espiritual de sus relaciones con Dios, se regía
hallamos esparcidas por los capítulos 12 a 35 del libro de Gé- siempre por el pacto a b r a h á m i c o . A l mismo tiempo, negar el
156 ESCOGIDOS E N CRISTO LOS PACTOS Y E L NUEVO PACTO 157

contraste entre Ley y gracia en los escritos de Pablo es rehusar ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree» (Ro. 10:4):
el sentido clarísimo de sus repetidas enseñanzas sobre el par- palabras claves cuyo significado no hemos de soslayar, puesto
ticular. que concuerdan admirablemente con toda la doctrina paulina
expuesta en las Epístolas a los Romanos y a los G á l a t a s .

El pacto sinaítico La presentación de la legislación mosaica. N o nos e x t r a ñ e


que Moisés mezcle hechos y preceptos en la redacción de los
Si por el pacto sinaítico queremos decir toda la revelación libros Éxodo a Deuteronomio, puesto que Dios se revela cons-
que Dios dio a Israel al pie del monte Sinaí, enlazada con su tantemente por sus hechos redentores y judiciales, que forman
obra en el libro de Éxodo, aceptada solemnemente por el pue- luego la base para las e n s e ñ a n z a s correlativas.
blo y sellada por la sangre del sacrificio (Éx. 24:8), nos en-
frentamos con un hecho sumamente complejo, de modo que 1. El llamamiento de Moisés y el Éxodo se presentan como
cualquier solución simplista, sea reformada sea dispensaciona- el cumplimiento de las promesas hechas a los patriarcas según
lista, tiene que descartarse, porque no puede contener más que los designios de Jehová, Dios de Israel el eterno Y O S O Y . E l
un aspecto parcial de la verdad total. Si recordamos la triple pueblo desempeña un papel puramente pasivo, y hasta mur-
naturaleza de Israel —como ideal, como nación histórica y re- mura desde el principio. C o n todo, hubo un elemento de fe
belde, y como resto fiel— y si tomamos en cuenta también las en la inmolación del cordero de la Pascua y cuando el pueblo
variadas facetas del pacto a b r a h á m i c o y el hecho de que las siguió a Moisés por las aguas del mar Rojo. Las murmuraciones
leyes se dieron primeramente en el desierto y luego en las llanu- se acentúan durante el viaje desde Egipto a Sinaí, pero Dios
ras de Moab (en el libro de Deuteronomio), con miras a la siempre provee en gracia todo cuanto necesita su pueblo redi-
vida del pueblo en Palestina, nos vemos incapaces de redactar mido (Éx. 15—19).
una fórmula que sirva de clave para tantas complejidades. E n
la presentación de las leyes y preceptos no se distinguen clara-
2. El Decálogo (Éxodo 19 y 20). Dios somete a su pueblo
mente los cúlticos, los morales, los sociales, los nacionales, los
a variadas experiencias y les da diversas instrucciones, con el
bélicos, etc., según los análisis propios de la mentalidad occi-
fin de formar un pueblo capaz de llevar a cabo la misión que
dental, lo que dificulta más el asunto. Nosotros estudiamos la
le corresponde por el pacto a b r a h á m i c o , de modo que no hay
legislación sinaítica después de ver el trágico desarrollo de la A
láiu c continuidad en la historia del pueblo, pero sí, según
historia de Israel, conociendo también el ministerio profético
las claras enseñanzas del apóstol Pablo, se introducen al pie del
y teniendo delante la doctrina apostólica. Todo ello ha de
Sinaí nuevos elementos legales que sirven temporalmente como
tomarse en cuenta; pero, sobre todo, estamos obligados a contem-
el «ayo» que conduzca las almas convencidas de su pecado
plar la legislación mosaica a la luz de la Muerte y de la Resurrec-
a los pies de Cristo. E l Decálogo puede considerarse desde dis-
ción de Cristo, y sólo así podremos distinguir entre los ele-
tintos puntos de vista: 1) Como una expresión lapidaria de la
mentos transitorios de esta legislación y aquellos otros de vali-
justicia de Dios frente al pecado del hombre, basada en el reco-
dez permanente. Los rabinos judíos han creado una literatura
nocimiento de Jehová como el Dios único, redentor de su pue-
talmúdica de enormes proporciones a través de los siglos, que
blo, Juez justo, Creador de los cielos y de la tierra. Como tal,
arranca en último término de los libros de Moisés, pero existe
es capítulo importantísimo de la instrucción en justicia que es
un tope en nuestro caso « p o r q u e el fin [ c o n s u m a c i ó n ] de la
común a todas las Sagradas Escrituras (2 T i . 3:15-17). 2) Con
LOS P A C T O S Y E L NUEVO PACTO 159
158 ESCOGIDOS EN CRISTO

todo, revela la justicia de Dios frente al hombre pecador, y no base del pacto y que h a b í a n de repetirse o elaborarse después
manifiesta la santidad de Dios como tal, que ha de verse en en distintos capítulos de Levítico, Números y Deuteronomio.
Cristo. Como Pablo declara explícitamente, «la ley no fue dada L a parte social y jurídica no difiere en mucho de otros cuerpos
para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para legislativos comunes en el Medio Oriente por aquella época
los impíos y pecadores», etc. (1 T i . 1:8-10). L a ley que prohibe (pensemos en el famoso Código de Hamurabi), pues no intenta
la idolatría presupone su existencia; el mandato « n o hurtarás» revolucionar el tipo de vida conocido, sino que lo adapta a las
se dirige al ladrón potencial; « n o matarás» avisa al enojado condiciones especiales de Israel, constituido ya como pueblo de
que no ha de dejar que la ira degenere en el homicidio; «no Dios. L a base de los preceptos jurídicos es la llamada lex talio-
adulterarás» quiere poner freno al desarrollo de un crimen que nis, o «la ley del talión», por la que el causante de daños y per-
se halla en germen en el corazón de todo hombre caído. 3) El juicios ha de dar satisfacción adecuada a la persona que recibió
Decálogo encierra los principios básicos que se han de desarro- el mal. E n su forma más radical se halla en Éxodo 21:23-25:
llar en los demás preceptos, y por eso denuncia el pecado, «Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano,
convirtiéndolo en abierta transgresión, según el pensamiento pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe
tantas veces repetido de Pablo (Ro. 3:20; 5:20; 7:7-13; Gá. por golpe.» E n la práctica el d a ñ o podría compensarse por
3:19-24). H e a q u í la función primordial de la Ley, que auxilia medio de multas u otros castigos impuestos por los jueces, pero
la gracia por medio de esta trágica revelación de la necesidad la pena de muerte era irremisible en el caso de crímenes que
de ella, pero no por ello ha de confundirse con la operación di- atentaran contra la misma naturaleza del pueblo de Dios (Éx.
recta de la gracia. 4) La Ley promulgada produjo terror y dis- 21:12, 14, 15, 16, 17, etc.). Se admitía la esclavitud en el caso
tancia (Éx. 19:16-21; 20:18-21; H e . 12:18-26). Es principio de extranjeros y, en forma atenuada y suave, en el de los
reconocido en todo el Antiguo Testamento que si el hombre hebreos (Éx. 21:1-11).
pecador se halla en la presencia del Dios de justicia, sin la pro- Esta legislación que garantiza una «satisfacción legal» es la
tección de la sangre de la propiciación, ha de considerarse base obligada de toda legislación que ordena lo mejor posible
como «muerto» (Is. 6:5), de modo que la voz de Dios, al pro- los asuntos de sociedades compuestas de hombres pecadores,
mulgar el Decálogo, infundió terror en el pueblo, que debía egoístas y violentos; pero nos extraña que algunos teólogos no
mantenerse a distancia. E l autor de la Epístola a los Hebreos hagan la debida distinción entre aquella legislación y las nor-
recalca este aspecto del Monte y lo contrasta con la dulzura de mas del Reino de Dios, fundadas sobre la Obra de Cristo y que
Sion como símbolo de gracia, que obra por la sangre rociada de se adelantan, por ejemplo, en el llamado «Sermón del M o n t e » ,
Cristo. E l legalista, queriendo salvarse por las obras, se halla que debería llamarse m á s bien la «Constitución del Reino». Es
siempre bajo esta nube de la ira divina. verdad que ninguna expresión de la justicia de Dios ha de dese-
charse (Mt. 5:17-18), pero el Gran Legislador sustituye la lex
talionis por la ley del amor dentro de su Reino, lo que presu-
El libro del pacto (Éx. 20:22—23:33). Inmediatamente des-
pone la Obra de la Cruz, l a potencia de la Resurrección y la
pués de la promulgación pública del Decálogo, y a petición
presencia del Espíritu Santo. N o abolía la Ley, que estaba bien
del pueblo aterrorizado, Moisés se adelantó solo para recibir
en su debido lugar y dentro de las limitaciones de su propósito,
los demás preceptos fundamentales, antes de consagrarse el
pero introdujo una ley espiritual destinada a los subditos de su
pacto. Esta sección parece ser un resumen de variados precep-
Reino, regenerados por el Espíritu Santo, enlazada con la anti-
tos, aplicables a muchos aspectos nacionales, religiosos, sociales
gua por la ley del amor (Mt. 22:36-40; Ro. 13:8-10). Según lo
y particulares de los hijos de Israel, adelantados para formar la
LOS PACTOS Y E L NUEVO PACTO 161
160 ESCOGIDOS E N CRISTO

la Ley que, al promulgar sus mandamientos, resulta «débil por


que fue dicho a los antiguos (a Israel al pie del monte de Sinaí),
la c a r n e » , pues el hombre caído no puede obedecer lo manda-
el homicidio sería juzgado conforme a la ley de «satisfacción»,
do; la gracia fluye potente de la Cruz y la Resurrección, de tal
pero Cristo condenó el principio del odio, que es el germen del
forma, que el Espíritu produce en el creyente frutos «contra
crimen consumado. Según la lex talionis, el que recibiera un
los cuales no hay ley» y que cumplen l a justicia de la Ley en el
golpe en la mejilla debía dar otro golpe igual a su contrincante,
creyente (Ro. 8:2-4; G á . 5:22-23).
pero según la ley del Reino, ha de ofrecer la otra mejilla, con
toda mansedumbre, sin buscar satisfacción carnal alguna; al
contrario, ha de orar por su enemigo, manifestando en todo su Instrucciones sobre el Tabernáculo (Éx. 25—31). E l cre-
parecido con su Padre en los Cielos (Mt. 5:20-48). yente que acepta sinceramente l a inspiración de las Sagradas
Escrituras no puede pensar que el orden de las secciones del
libro del Éxodo obedezcan al capricho de los redactores, y no-
La confirmación del pacto por la sangre (Éx. 24:1-8; H e . 9:
tará que, después de la p r o m u l g a c i ó n del Decálogo del « L i b r o
18-20). Por tres veces el pueblo aseguró que iba a cumplir lo
que el Señor había mandado, a pesar de que su historia reciente del Pacto», Moisés se retiró al monte, no para que Dios elabo-
no revelaba sino una gran debilidad moral y una tendencia rara el detalle de los preceptos entonces, sino para recibir el
constante a la m u r m u r a c i ó n . Las pobres seguridades que daban esquema del T a b e r n á c u l o , centro del culto levítico basado en
tajes hombres no hacían m á s que exponerles a los juicios de sacrificios. Allí abajo, al pie del monte, el pueblo inconstante
Dios; pero Moisés intervino r á p i d a m e n t e con el símbolo del se a b u r r í a y, olvidando r á p i d a m e n t e sus promesas, r o m p i ó su
sacrificio y del derramamiento de sangre, que anticipaba las parte del pacto cometiendo el pecado del becerro de oro. E n
lecciones del sistema levítico. E l autor de Hebreos subraya el lo alto, Moisés se fija en el diseño del T a b e r n á c u l o que h a b í a de
significado del momento al escribir: « D e donde n i aun el pri- representar la obra redentora determinada en Cristo desde antes
mer pacto fue instituido sin sangre. Porque habiendo anunciado de los tiempos de los siglos. L o importante era el Plan de Re-
Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó dención y no las fluctuaciones de hombres pecadores, aun cuan-
la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, do é ^ c s se habían constituido en un pueblo especial para Dios.
lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a
todo el pueblo, diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios El pacto violado y renovado (Éx. 31:18—34:35). D e s p u é s
os ha m a n d a d o . » N o hace falta repetir que la sangre, que ha- de las instrucciones dadas a Moisés, mayormente sobre el Taber-
blaba de la propiciación que había de efectuarse en el sacrificio n á c u l o , Dios entregó a Moisés dos tablas de piedra escritas con
del Calvario, pudo proteger al pueblo pecador y dar su limitada «el dedo de Dios» (Éx. 31:18). Se trata del Decálogo, como
eficacia al pacto antiguo. A l mismo tiempo, el derramamiento expresión de los principios básicos de la Ley. A l ver que el
de sangre enlaza el pacto sinaítico con el a b r a h á m i c o , que fue pueblo había quebrantado tan pronto todos los capítulos del
sellado por el mismo medio. C o n tal que veamos la obra de l a Decálogo, empezando con los primeros, Moisés q u e b r ó las ta-
Cruz en el fondo (véase el capítulo L a Cruz de Cristo) no hay blas al pie del monte, como gráfica demostración del fracaso
1
dificultad en reconocer con Berkhof que hay elementos de del pueblo y antes de proceder a una obra de juicio. E l que no
gracia en el pacto sinaítico, pero eso no anula la antinomia entre comprende el significado de este acto, se ciega deliberadamente
a las enseñanzas de la Palabra. L a Ley podía seguir cumpliendo
su función principal de revelar el pecado; el pueblo de. Israel
podía llevar a cabo parcialmente su misión histórica, con refe-
1. Luis Berkhof, Teología sistemática, pp. 353-357.
162 ESCOGIDOS EN CRISTO LOS PACTOS Y E L NUEVO PACTO 163

rencia especial al resto fiel, pero la flaqueza y la rebeldía de mada insiste en imponer sobre la sencillez y el poder del Evan-
todo lo que era humano y natural en Israel q u e d ó al descu- gelio. « D i o s . . . nos hizo suficientes para ser ministros de un
bierto aun antes de entregarse las tablas que consignaban las nuevo pacto, no de letra, sino del Espíritu; pues la letra [equi-
demandas de la justicia de Dios. E l pacto fue renovado por vale a la Ley en su forma externa] mata, mas el Espíritu vivi-
apelar Moisés a las firmes promesas de gracia otorgadas a Abra- fica. Y si el ministerio de muerte, grabado con letras en piedra
ham, como también sobre la base de su propia intercesión (fi- fue con gloria... ¿ c ó m o no será con mucho más gloria el minis-
gura en esta parte de la O b r a de Cristo), pero el pueblo quedó terio del Espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue
potencialmente bajo el juicio total (Éx. 32:13-14; 33:12-14). Los con gloria, mucho más abunda en gloria el ministerio de justi-
propósitos de Dios h a b í a n de llegar a su consumación, no por c i a . . . porque si lo que se está desvaneciendo fue con gloria, mu-
los méritos de un pueblo carnal, sino por la obra de expiación cho más lo que perdura será con gloria... Pero las mentes de
que había de simbolizarse en medio del pueblo, cuya importancia ellos [de los israelitas] fueron endurecidas. Porque hasta el día
y misión descansaban sólo en esta obra de Dios. E l pecado del de hoy, en la lectura pública del antiguo pacto, permanece el
becerro de oro llega a ser el símbolo del fracaso de l a nación mismo velo, no siendo revelado que en Cristo está anulándose
en su forma externa e histórica a través de los siglos, de la aquel pacto... Mas cuando se volviere [Israel] al Señor el velo
manera en que el É x o d o se menciona una y otra vez como de- será quitado» (2 C o . 3:6-17, versión Hispanoamericana). E l
mostración de la gracia redentora de Dios. Es en esta parte nuevo pacto no es el viejo del Sinaí un tanto cambiado, sino algo
externa que el pacto fracasa, pero queda firme todo lo que fue diferente en sus principios esenciales de operación, bien que
garantizado por la Cruz. es preciso no abandonar la unidad de los principios evangéli-
L a profecía «clave» de Jeremías 31:31 ss., citada amplia- cos, que se revelan en la gracia de Dios obrando para la salva-
mente y comentada por el autor de Hebreos en su capítulo 8, ción de los fieles. N o podemos pensar, tampoco, en un pueblo
prueba palmariamente que el pacto que Dios hizo con su pue- que pasa al nuevo régimen quedando sustituido Israel por la
blo cuando los sacó de Egipto se da por viejo y caducado; es Iglesia y el rito de la circuncisión por el acto bautismal.
reemplazado por el nuevo, que se escribe sobre el corazón gra- Todo lo externo se desvanece, como una etapa ya pasada
cias a la O b r a de la Cruz y la potencia del Espíritu, quien obra de revelación y de disciplina. Todo lo interno, que se enlaza
subjetivamente en los redimidos. L a parte eterna no puede con el propósito de gracia, permanece. (Véase el fuerte con-
referirse, pues, al pacto nacional que sólo necesita extenderse traste entre los dos pactos en G á . 4:21—5:1.)
para incluir ampliamente a los gentiles en el Nuevo Testamento,
2
según el postulado de los teólogos calvinistas. N i tampoco de- El sistema levítico. Las nuevas tablas de la Ley fueron la
saparecen ciertos elementos legalistas dejando el pacto nacional bradas por Moisés después del pecado del becerro de oro y Dios
en pie, puesto que Pablo, en 2 Corintios 3, establece una clara se dignó volver a escribir en ellas el Decálogo, pero no fueron
antinomia entre el ministerio del pacto viejo (administrado por colocadas a la vista del pueblo, sino escondidas dentro del
Moisés) y el del nuevo, vitalizado por el Espíritu Santo. E l pa- Arca del Pacto, símbolo de la presencia de Dios con su pueblo,
saje merece una amplia cita, pues su claridad deshace las nebu- sobre cuya cubierta (el propiciatorio) era salpicada la sangre
losidades de los conceptos «federales» que la teología refor- de la víctima en el Día de Expiaciones (Dt. 10:1-5). E l simbo-
lismo no puede ser más claro, pues si Dios « n o ha notado ini-
quidad en Jacob ni ha visto perversidad en Israel» ( N m . 23:21),
2. Ibid., pp. 354 ss. pese a sus numerosas y descaradas rebeliones y provocaciones,
164 ESCOGIDOS EN CRISTO LOS PACTOS Y E L NUEVO PACTO 165

era porque la sangre del sistema levítico, hablando de la o b n en la Iglesia significaba estar en la nación, y viceversa. N o
había excomunión espiritual; la excomunión significaba ser
expiatoria de la Cruz, «cubría» el pecado. E n el párrafo «La 4
separado por medio de la muerte.
anticipación de la Cruz en el Antiguo Testamento» del capítulo
«La Cruz de Cristo» hemos señalado que el sistema levítico, Estas consideraciones no toman en cuenta la posibilidad — y
lejos de constituir un mero epílogo al cuerpo legal de Sinaí, el hecho— de una apostasía generalizada, durante la cual el tes-
forma su base, dando consistencia a cuanto podía permanecer timonio sólo se conservaba por medio de un resto fiel como
y haciendo posible el período de la disciplina de la Ley. De el que representaban Isaías y sus discípulos (Is. 8:16-18). A
nuevo hacemos referencia a la traducción literal de Hebreos 7: juzgar por los profetas, desde Moisés en adelante, esta apostasía
11. E n cambio, según la declaración de Pablo en Romanos 5: de Israel fue normal durante la mayor parte de su historia.
20, «la ley se introdujo de un lado (nomos de pareiselthen) para Idealmente el idólatra tenía que ser cortado de su pueblo, pero
que abundara la transgresión». C o n razón escribe Berkhof: «Fue realmente, a través de largas épocas, la mayoría de los israelitas
instituido un sacerdocio separado, y se introdujo una predica- por nacimiento eran idólatras, quedando dentro del pueblo exter-
1
ción continua del evangelio por medio de símbolos y de t i p o s » no, bien que Dios los rechazaba. Éstos eran «los amos» y perse-
y nosotros quisiéramos insistir que precisamente estos símbolos, guían a los fieles seguidores de Jehová. Cuando se levantaron
que enlazaban con la Cruz, revelaban el propósito de Dios y las reyes piadosos en Judea — n o hubo ninguno totalmente fiel en
condiciones de su aplicación, desvaneciéndose los elementos del el reino n o r t e ñ o — tuvieron que renovar el pacto en el sentido
pacto que se referían al pueblo carnal. Es natural que los escri- de abolir la idolatría —hasta donde se p o d í a — , llamando al
tores inspirados del Nuevo Testamento (pensamos en pasajes pueblo a comprometerse de nuevo a volver a Jehová, su Dios.
como 1 P . 2:9-10) describan el pueblo espiritual del nuevo pacto Pensemos especialmente en el caso de Ezequías y Josías. ¿ C ó m o
en términos derivados de la vida del pueblo de Israel, pero no podían ¿star en «la Iglesia de Israel» los rebeldes que dese-
se puede fundar la continuidad del pacto sobre tales figuras, chaban su palabra y perseguían a sus profetas, aunque guarda-
en vista de las claras enseñanzas sobre la caducidad del viejo ran las formas externas de la religión, unidas a ritos i d ó l a t r a s ?
pacto. U n a y otra vez la Palabra afirma que eran incircuncisos de co-
razón, a pesar de su nacimiento carnal de la línea de A b r a h a m ,
El israelita bajo el pacto. Siempre es cierta la declaración pensamiento que confirma Pablo al declarar que su circunci-
de Dios en. cuanto a Eliab, hijo de Isaí: «Jehová no mira lo que sión les fue contada por incircuncisión (Ro. 2:25-29; F i l . 3:2-3).
mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus Hemos de distinguir tres clases de israelitas bajo el pacto
ojos, pero Jehová mira al corazón» (1 S. 16:7). Por eso es ex- antiguo:
traño que teólogos como Berkhof no hagan la debida distinción
entre los israelitas rebeldes y los fieles al hablar del pacto. 1. E l hombre sumiso y fiel que procuraba cumplir los man-
damientos del Señor y orientar su vida hacia Él, ayudado por la
Delante del monte de Sinaí el pacto se convirtió en un verda- Palabra ya dada, por el s á b a d o , las fiestas, los sacrificios y de-
dero pacto nacional. L a vida civil de Israel quedó ligada con más instituciones del culto. No p o d í a conseguir la vida mediante
el pacto, en tal forma, que no podrían ser separados. E n gran el cumplimiento de la Ley, pero su fe le fue contada para jus-
parte la Iglesia y el Estado se convirtieron en uno. Estar ticia en vista del hecho eterno de la Cruz. Su corazón se revela

3. Ibid.. p. 355. 4. Ibid., p. 354.


LOS PACTOS Y E L NUEVO PACTO 167
166 ESCOGIDOS E N CRISTO

nes pactadas por tales cauces. Sólo el hombre fiel y humilde, el


en los Salmos, y su vida se contrasta con la del hombre impío,
primer caso que hemos notado, es el verdadero israelita. E l
también israelita por nacimiento. E r a bienaventurado, no porque
marco nacional fue una necesidad para el desarrollo histórico
hubiera guardado la Ley — c o n d i c i ó n imprescindible en un pac-
del plan de redención, pero la continuidad de bendición se
to de obras—, sino porque su transgresión había sido perdc
mantiene por quienes siguieron en las pisadas de fe de su padre
nada y cubierto su pecado (Sal. 32:1-2; Is. 57:15). Conjunta
Abraham; los demás eran enemigos de Dios y rebeldes a su
mente, estos israelitas verdaderos, en quienes no h a b í a engaño
Palabra, fuese bajo formas religiosas o fuese por manifesta-
(Jn. 1:47), lormaban el resto fiel, la verdadera Iglesia de Israel.
ciones de franca rebeldía. Todos los fieles apelaron al pacto
Ayudados por los profetas, esperaban la promesa de la venida
abrahámico, y de nuevo subrayamos que éste no cesó de ser
del Mesías y al umbral del Nuevo Testamento se hallan repre-
válido a través de todos los siglos de la historia de Israel, pa-
sentados por personas como Zacarías, Elisabet, M a r í a , Simeón sando, con todos sus principios esenciales, a ser incorporado en
y A n a (Le. 1 y 2). L a verdadera continuidad del Evangelio se el nuevo pacto (Éx. 3 2 : 1 3 ; Dt. 9:27; 2 R. 13:23; Sal. 105:9;
halla en las relaciones de los tales con Dios y su Palabra, y por Le. 1:55, 73).
eso Pablo acude a ellos para ilustrar el principio permanente de
la justificación por la fe (Ro. 3:21; 4:1-8; 11:1-5).
El Nuevo Pacto
2. E l hombre religioso que se enorgullecía de sus obras,
creyéndose capaz de salvarse por sus propios esfuerzos. Eran
los fariseos de siempre, que ocultaban sus malas obras hechas Referencias al pacto en el Nuevo Testamento. Como ya
en secreto bajo la capa del celo religioso, despreciando a quienes hemos hecho constar, el tema del pacto no se destaca mucho
no pertenecían a Israel y, a la vez, deshonrando el santo nom- en el Nuevo Testamento. S i el lector puede repasar las refe-
bre de su Dios. U n a típica denuncia de los tales se halla en rencias a diatheke en la Concordancia Greco-Española verá que,
Isaías 57, y Pablo nos ofrece un análisis de todo legalismo dejando aparte referencias puramente históricas y técnicas, que-
—aun del más respetable— en Romanos 9 : 3 0 — 1 0 : 3 . ¿Podían damos con las antinomias que Pablo establece entre el pacto
estos hombres —que llegaron a crucificar a su M e s í a s — perte- viejo de Sinaí y el nuevo del Espíritu en 2 Corintios 3 y Gála-
tas 4 : 2 1 — 5 : 1 , con las declaraciones del Señor en la Santa
necer al Israel verdadero y estar incluidos en el pacto? E l Maes-
Cena (Mt. 26:28; M r . 14:24; Le. 22:20; 1 Co. 11:25) y el
tro decía que los tales no eran hijos de Abraham, sino de!
tema del «mejor pacto» de Hebreos. Por desgracia, diatheke se
diablo, cuyas obras hacían (Jn. 8:31-47). L a idea de bendicio-
traduce a veces por testamento en nuestras versiones castellanas,
nes pactadas, basadas sobre relaciones y ritos externos, contra-
pero, aun en el caso tan discutido de Hebreos 9:16-17, siempre
dice la misma esencia del mensaje bíblico.
es posible y preferible la traducción de pacto, en el sentido de
las bendiciones salvadoras que Dios garantiza a su verdadero
3. E l hombre francamente rebelde e impío, protagonista pueblo, sobre la base del sacrificio, vitalizadas en el corazón
de tantos salmos, que persigue al hombre fiel. Era hijo de Abra- de los fieles por el Espíritu Santo.
ham por descendencia natural, pero siendo contencioso, se ha-
llaba bajo maldición (Sal. 69:22-28; Dt. 2 9 : 2 1 , etc.). Las
numerosas citas de Romanos 3:10-18 que empleó Pablo para pro- «£/ nuevo pacto en mi sangre». Eliminando las suposicio-
bar la depravación total del hombre, se dirigieron en primer tér- nes teológicas de tipo «federal», nada hay que decir acerca de
mino a «israelitas». N o puede haber continuidad de bendicio- las declaraciones del Señor en Mateo 26:28 que no se haya
168 ESCOGIDOS E N CRISTO LOS PACTOS Y E L NUEVO PACTO 169

expuesto ya bajo el epígrafe de «La Cruz de Cristo». E l adjetivo régimen anterior. H e a q u í la clave para entender la epístola. L a
nuevo no está en todos los textos, pero el concepto es claro y es expresión mejor pacto indica las deficiencias del viejo que reem-
apoyado por buenos textos en uno u otro de los paralelos. Si plaza, según las consideraciones ya adelantadas sobre Jeremías
nos fijamos en la continuidad del propósito de la redención por 31:31 ss., con el inspirado comentario de Hebreos 8:6-13. L o
medio de Cristo y la Obra de la Cruz, el pacto llega a ser nuevo que se desvanece es la parte legal y la responsabilidad del hom-
por el hecho de su realización, bien que sus principios arrancan bre, que no obsta para la permanencia de los elementos divinos,
del pacto a b r a h á m i c o , ilustrados por todos los sacrificios del tanto antes como después de la manifestación de Cristo. E l autor
Antiguo Testamento. L a copa simbolizaba la sangre que había inspirado basa la excelencia del nuevo pacto en: 1) la calidad
de derramarse en el sacrificio final y único de la Cruz, equiva- superior de la Víctima, cuya muerte es una necesidad si ha de
liendo, por lo tanto, a la entrega de la vida de infinito valor haber una relación permanente establecida entre Dios y su
del Dios-Hombre, base de la perfecta propiciación en orden a pueblo (9:11—10:18); y 2) la obra del Mediador, quien ejerce
nuestros pecados y los de todo el m u n d o » (1 Jn. 2:2). Por eso el sacerdocio eterno según el orden de Melquisedec, b a s á n d o s e
ofrecía la garantía perfecta y absoluta de la remisión de pecados éste en el sacrificio realizado una vez para siempre, pero man-
para los muchos que h a b í a n de creer en Cristo, los conocidos teniéndose por la vida de resurrección del Mediador. H a y un
desde la eternidad por la presciencia de Dios. E n efecto, Cristo eco aquí del pensamiento de Pablo en Romanos 5:9-10, quien
deja con sus discípulos un símbolo válido del valor del Evan- declara que nosotros, habiendo sido reconciliados por la muerte
gelio «hasta que venga». N o hemos de ver en el pacto m á s que del Hijo, somos salvos por su vida (véanse H e . 8:6 con 2:9-18;
la realización, en la consumación de los siglos, del propósito de 4:14—5:10; 7 : 1 — 8 : 2 ; 9:11—10:25). Las fluctuaciones e in-
redención ya determinado antes de la fundación del mundo, certidumbres del antiguo régimen temporal han pasado ya, reti-
como base de las relaciones que existen entre Dios y su verda- rándose las sombras para dar lugar a la sustancia de la promesa.
dero pueblo: los creyentes regenerados por la Palabra y por el Las relaciones de Dios con su pueblo se determinan objetiva-
Espíritu Santo. mente por la muerte del sacrificio único, llevado a cabo en la
consumación de los siglos, juntamente con el ministerio del Sumo
El mejor pacto. Y a hemos notado la antinomia que subraya Sacerdote que ministra a favor de todo aquel que acude a Dios
Pablo entre el pacto inscrito en piedra y el nuevo grabado en por medio de Él (7:25). N o cabe mayor seguridad n i m á s
los corazones por el Espíritu, de modo que no nos queda más amplia y abundante b e n d i c i ó n para el alma fiel.
que notar el concepto del «mejor pacto» en Hebreos. E l autor Si en Hebreos 13:20 se habla de «la virtud de la sangre de
se dirige a un grupo de cristianos, de procedencia judaica, que un pacto eterno», la referencia no es a un pacto iniciado antes
se hallaban bajo fuerte presión para volver a las glorias del del pacto único, asegurado por la sangre, que es la vida dada
judaismo. Reconoce con verdadero cariño las maravillas de la en propiciación por la Víctima del Calvario, llamada a q u í «el
historia israelita, con las instituciones y los tipos del Antiguo gran Pastor de las ovejas».
Testamento, pero, a la vez, los halla deficientes, porque perte-
necían a una época preparatoria que esperaba la plenitud de los
pensamientos de Dios cuando enviara a su Hijo. Las glorias del Resumen
Hijo se describen en Hebreos 1:1-4 a guisa de introducción
a la presentación de Cristo como aquel que había llevado a su Ateniéndonos a declaraciones claramente bíblicas, compren-
consumación todo lo que se había iniciado y simbolizado en el demos que Dios siempre podía establecer relaciones de gracia
170 ESCOGIDOS E N CRISTO LOS PACTOS Y E L NUEVO PACTO 171

y de misericordia con los hombres en virtud del propósito de lugar a juicios, que se consumaron en la dispersión del pueblo
gracia que llegaría a su consumación histórica en la Muerte y la y el abandono de la tierra. Israel era la esposa infiel a su pacto
Resurrección del Dios-Hombre, quien, como H i j o , se ofreció de la profecía de Oseas. Él resto fiel mantenía las condiciones
para tan bendita como cruenta misión antes de la fundación del fundamentales del pacto, pero sus ministros confesaban ser pe-
mundo. L a propiciación efectuada por Cristo siempre hacía cadores que esperaban en la gracia de Dios para su perdón,
posible que Dios otorgase firmes promesas a quienes se coloca- siendo bendecidos por su fe. Siempre era verdad que «el justo
sen en la debida actitud de sumisión y de fe. N o vemos que por su fe vivirá». E l sistema levítico, lejos de ser marginal y
aparezca la figura de un «pacto» en cuanto a los designios pre- meramente ilustrativo, constituía la base del pacto, porque re-
temporales del T r i n o Dios, n i podemos pensar que la sola refe- presentaba en sombra y figura (la profecía gráfica) la obra de la
rencia de Oseas 6:7 justifique el complicado sistema de la Cruz ya determinada por el designio divino. Jeremías anunció
teología del «pacto de obras» que se ha levantado sobre las el fin del pacto en su sentido externo, lo que no supone inte-
supuestas relaciones de Dios con A d á n y sus descendientes. L a rrupción alguna en la aplicación de los principios de gracia en
verdad es que la metáfora se emplea frecuentemente en muchos el caso de los fieles. E l resto fiel llegó a ser el «puente» que
contextos, y que cada pacto tiene que considerarse según las enlazaba Israel con la Iglesia como el pueblo espiritual de esta
condiciones, las promesas y las personas implicadas en él. E l dispensación, sin que ello obste para el cumplimiento total, en
pacto abrahámico, según hemos visto, se reviste de una impor- Cristo, de todas las promesas juramentadas en el caso del Israel
tancia muy especial, ya que Dios obra en él unilateralmente ideal.
con miras a la obra de la Simiente, recibiendo Abraham las ben- Hemos adelantado amplia evidencia bíblica en prueba de que
diciones posibles en su tiempo porque «creyó en esperanza con- lo externo no es válido a los ojos de Dios si no manifiesta una
tra esperanza para llegar a ser padre de muchas gentes» (Ro. realidad interna y espiritual. L a circuncisión en la carne de los
4:18-25). Por eso aquel pacto llegó a ser una «primera entrega» desobedientes y rebeldes no servía para nada, pues había cesado
del permanente que se relaciona únicamente con la sangre de de ser la señal del pacto relacionado con los propósitos eternos
Cristo, destacando su significado sublime y eterno. de Dios en Cristo. N o podemos admitir la identificación de una
E l pacto sinaítico, en su aspecto ideal, recogió las promesas nación externa y rebelde con la verdadera «Iglesia de Israel»:
otorgadas a Abraham y formó un pueblo como el especial tesoro concepto contrario a los principios enunciados en innumerables
de Dios, un reino de sacerdotes. E n este aspecto, participa de la profecías del Antiguo Testamento, como también a las enseñan-
permanencia del pacto a b r a h á m i c o , pero la introducción de la zas del Maestro y de sus apóstoles en el Nuevo. E l pacto nuevo
Ley, en su forma fundamental en el Decálogo, y bajo formas es la O b r a de la Cruz ya manifestada históricamente, que ga-
jurídicas y sociales legisladas por medio de los variados pre- rantiza las relaciones del pueblo espiritual —los hombres de
ceptos que ordenaban la vida de un pueblo de pecadores, da humildad y de fe— con su Dios y Salvador por medio de Cristo.
lugar a elementos temporales, sean de disciplina para revelar el No podemos admitir la transferencia a la Iglesia de dudosas
pecado, sean sociales para hacer posible la vida de hombres ideas sobre el pacto con Israel, n i admitir que los hijos de
muy imperfectos en la tierra de Palestina. E l punto céntrico del creyentes puedan heredar beneficios pactados por ser sus padres
pacto era el reconocimiento de Jehová como Dios de Israel, al creyentes: funesto error que crea una «Iglesia visible» de bauti-
cual todo el pueblo debía acatamiento. Los muchos movimien- zados que no coincide necesariamente con la Iglesia real de los
tos rebeldes de la mayoría del pueblo, que se inclinaban una y creyentes. Son éstos, y sólo éstos, quienes forman el Cuerpo
otra vez a la idolatría, anulaban los beneficios del pacto y dieron espiritual de Cristo según las enseñanzas apostólicas.
172 ESCOGIDOS E N CRISTO

Las referencias al pacto en el Nuevo Testamento son limi-


tadas, señalando la mayoría de ellas la caducidad del pacto
antiguo, a causa de sus elementos legales. E l fin de lo caducado
da lugar a una obra de Dios, basada sobre el sacrificio del Gól-
gota e inscrita en el corazón de los creyentes por el Espíritu
Santo.

CAPITULO 12
EL ARGUMENTO
DE ROMANOS 9—11
>
El argumento general
k
E L CAPÍTULO 9 de la Epístola a los Romanos es el locus clas-
sicus de la discusión sobre la reprobación, y mientras que sería
presunción suponer que de manera simple p u d i é r a m o s aclarar
misterios que han preocupado a mentes esclarecidas a través de
los siglos, creemos firmemente que las dificultades de esta por-
ción se han exagerado muy a menudo al entresacar unos textos
de su contexto general. L o que nos interesa es que el lector
pueda seguir el argumento general del apóstol a los efectos de
limitar el sentido de ciertos textos, tantas veces citados, a su
verdadera función dentro del desarrollo del argumento del pa-
saje total.
A través de los capítulos 9, 10 y 11, Pablo considera el lla-
mado «problema j u d í o » de sus días. E l capítulo 9 no es más
que el primer movimiento de la discusión. Como Pablo reco-
noce ampliamente en Romanos 9:4-5, Dios escogió a Israel,
como vimos en el capítulo anterior, para un cometido especial,
equipándolo para su cumplimiento por medio de la adopción, la
gloria, el pacto, la Ley, el culto (simbólico) y las promesas.
Finalmente, el Mesías vino por medio de la misma nación es-
cogida. Ahora bien, desde que se abrió la puerta del Evangelio
174 ESCOGIDOS E N CRISTO EL ARGUMENTO DE ROMANOS 9 11 175

a los gentiles ( H c h . 10), y a raíz de las grandes expediciones Este preludio es necesario, pues nos ayuda a ver las frases
misioneras de Pablo como apóstol a las naciones, el n ú m e r o de del capítulo en su verdadera perspectiva, recordando que Pablo
incircuncisos que creían iba aumentando de día en día, mientras en manera alguna se pone a dictaminar sobre la suerte de los
que los judíos se retraían más y m á s . S i las promesas espirituales nacidos en este mundo en relación con los consejos eternos de
del Antiguo Testamento hallaban su cumplimiento en el Evan- Dios, sino que traza algunos rasgos sobre la providencia divina
gelio, ¿ c ó m o se explicaba que «los hijos de la promesa» lo iban en orden a Israel y al mundo. S i bien la voluntad electiva de
rechazando mientras que los pueblos fuera de las promesas y del Dios se destaca necesariamente en la primera fase del argumen-
pacto lo r e c i b í a n ? Estos pueblos o naciones, claro está, no to, la responsabilidad humana se subraya a continuación, vién-
creían como tales, pero en ellos u n gran n ú m e r o de personas dose que el Centro de los propósitos de Dios es C R I S T O , fin
que creían venía a formar parte del «pueblo de Dios». E n líneas de la Ley, quien ha consumado toda la obra de la redención
muy generales, Pablo propone esta solución del problema: en su persona. Mucho del primer movimiento del argumento
se dirige a judíos recalcitrantes que quieren «argüir» con Dios,
1. Desde el comienzo hubo un principio de elección aun y frente a tales contenciosos Dios no tiene por q u é dar razones
dentro de los descendientes carnales de Abraham. Es en relación de sus propósitos. Por eso Pablo insiste primeramente en que
con este pensamiento que surgen las frases sobre la elección se acepte el principio de la soberanía de Dios en su elección.
que p o d r í a n parecer arbitrarias, como Pablo admite en su argu- A l definir el Evangelio en 10:4-13 todo cambia, pues está
mento; pero es un gran error aislar esta porción, pues Pablo pensando ahora en el vastísimo campo del mundo, donde Dios
sigue declarando: se digna manifestarse por la predicación apostólica para sal-
vación de «todo aquel que invocare el nombre del Señor»
2. Los israelitas perdían su bendición por no entender los (10:13), «pues el mismo que es Señor de todos, es rico para
caminos de Dios en relación con ellos, empeñándose en sus es- con todos los que le invocan» (10: 12).
fuerzos por utilizar la Ley como medio de justificación propia, En el contexto global de los tres capítulos (9—11) se ob-
a través de las obras (9:30—10:3). serva que la soberanía de Dios es iluminada con el esplendor
de sus amplísimos propósitos redentores. Nada hay que nos
3. Cristo es el fin (o consumación) de la Ley, habiéndola haga pensar en un decretum absolutum relativo al destino de
cumplido en todos sus aspectos con el fin de que la justicia los seres humanos. E l énfasis no recae en el arbitrio divino
sea de todo aquel que cree. L a riqueza de la gracia de Dios como voluntad desnuda, sino en las sabias decisiones de Dios
ofrece esta salvación a todos, de modo que todo aquel que in- que se extienden admirablemente el alcance de la salvación
voca el nombre del Señor será salvo (10:4-13). para que de ella puedan ser beneficiarios todos los pueblos de la
tierra. L o que más sobresale no es la soberanía en sí, sino la
4. ¿ P o d r í a ser que Israel no hubiera oído la Palabra por misericordia, que rige los designios divinos. Por eso, como ha
la que viene la fe? Varias citas prueban lo contrario (10:14-21). escrito C . E . B . Cranfield, « c o m p r e n d e r e m o s mal estos capítulos
1
si no reconocemos que su palabra clave es "misericordia"».
5. L a caída de Israel no es definitiva, pues aun perdiéndo-
se los rebeldes, siempre ha habido un resto fiel que da conti-
nuidad al testimonio de Israel, y, por fin, todo Israel será salvo
y hecho medio de gran bendición para el mundo (11:1-36). 1. C E . B. Cranfield, The International Critical Commentary, p. 448.
176 ESCOGIDOS E N CRISTO EL ARGUMENTO DE ROMANOS 9 11 177

Los d e s c e n d i e n t e s de A b r a h a m , 9:6-16 E l estudiante del Nuevo Testamento sabe cuan enraizada


estaba en los judíos la pretensión de que ellos eran el pueblo
Los judíos se jactaban de ser hijos de Abraham (Jn. 8:33, 39); escogido de Dios. Todos los demás eran los «perros de los gen-
Pablo, sin embargo, les recuerda que Abraham tenía varios tiles». E n su engreimiento parecían convencidos de que Dios,
hijos, pero la Palabra divina señaló sólo a Isaac: «En Isaac te fiel e inmutable, en modo alguno podía desecharlos, y menos
será llamada descendencia.» Más a ú n , Isaac tuvo dos hijos me- aún transferir su predilección a otras gentes. Ante t a m a ñ o dis-
llizos, Esaú y Jacob, de una sola mujer; pero antes de nacer late, Pablo tiene que enseñarles que Dios es soberano, que no
ellos le fue dicho a Rebeca: «El mayor servirá al menor.» es deudor de nadie, y que, por lo tanto, nadie puede pedirle
Dios, pues, manifestó sus propósitos por medio de promesas cuentas de lo que hace. Nada p o d í a reprochársele si en su bene-
que recayeron sobre unos y no sobre otros. A h o r a bien, tanto plácito santo y amoroso extendía su gracia a quienes antes no
la declaración, «El mayor servirá al m e n o r » , como la palabra habían sido « p u e b l o » , haciendo llegar su mensaje salvador a
profética de Malaquías después de muchos siglos de historia, todos los lugares de la tierra.
«A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí» ( M a l . 1:2-3), tienen que A d e m á s , el apóstol subraya que las pretensiones religiosas
ver con' las naciones que descendieron de estos hombres, Israel de los judíos como nación carecían en el fondo de verdadero
y Edom. Esaú no sirvió a Jacob durante la vida de ambos, pero fundamento, pues « n o los que son hijos según la carne son los
Edom se halló bajo el dominio de Israel durante siglos. Nos hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son
movemos a q u í sobre el plano de la providencia de Dios, por contados como descendientes» (9:8). Este versículo y el siguien-
la que Israel fue su «siervo» como instrumento importante en te deberían estudiarse a la luz de los pasajes paralelos de Gá-
la ejecución del plan de la redención, mientras que Edom no lo latas 3:6-9 y 4:21-31. M u l t i t u d de judíos, por su apego a la
fue. E l objetante de este pasaje exclama: « ¿ H a y injusticia en Ley como base de justificación y por su incredulidad frente a
Dios?» Y Pablo contesta citando Éxodo 33:19. Todo Israel había Cristo, estaban excluyéndose de la descendencia espiritual de
pecado en el asunto del becerro de oro, pero Dios declara que Abraham y, en consecuencia, del verdadero pueblo de Dios.
tendrá misericordia según su propia voluntad. E l principio de Si parecía haber algún desplazamiento en los objetos de la elec-
operación se basaría, como siempre, en su amor y su justicia, ción divina, no se debía a arbitrariedad por parte de Dios para
pero en este punto del desarrollo de su argumento, no se trata de con los judíos, sino a su justicia y a la grandiosidad de su plan
explicar el «cómo» del Evangelio, sino de establecer el hecho universal de salvación, basado sobre principios de eterna va-
de la elección. «El sentido de las palabras —dice el profesor lidez.
F. F. Bruce— es que la misericordia y la compasión de Dios
2
no pueden ser sujetadas a nada fuera de su propia gracia libre.»
Siempre será verdad que nada depende de aquel que quiere Faraón y l o s v a s o s d e i r a , 9:17-24
como afirmación de su «yo» ni de aquel que corre con fuerza
carnal, y que todo viene de Dios que tiene misericordia, lo que
Algunas veces el versículo 17 se interpreta como si dijera
no anula en absoluto que «todo aquel que quisiera hacer su
Dios a Faraón: « P o r esto mismo te he hecho nacer, para mos-
voluntad sabrá de la doctrina» (Jn. 7:17).
trar en ti m i p o d e r » , justificando la reprobación de ciertas
vidas por el solo decreto de Dios. Pero los lectores estarían fa-
miliarizados con É x o d o 5—15 y sabrían que F a r a ó n rechazó
2. F. F. Bruce, Romans, Tyndale New Testament Commentary. arrogantemente la Palabra de Dios desde el principio, y si luego
178 ESCOGIDOS E N CRISTO EL ARGUMENTO DE ROMANOS 9 11 179

fue endurecido judicialmente, este juicio no hizo más que con- Supongamos que Dios quisiera manifestar sus rectos juicios
firmar su propia elección, por la que se enfrentó con el Dios y su poder —razona Pablo—. ¿Por qué no ha de soportar
de Israel. A tal hombre Dios «levantó», o mantuvo en el poder, pacientemente a personas como Faraón, vasos de barro según
hasta la terminación del período de las plagas y el paso del mar la metáfora, hechos para proveer lecciones de su ira y adap-
tados para ser destruidos? ¿Y por qué no ha de demostrar
Rojo, utilizando un «vaso de ira» (9:22) para el adelanto de
su excelsa gloria por medio de otros vasos —en quienes da
sus propósitos. De hecho, el caso de Faraón no es más que uno lecciones de misericordia— preparados de antemano para tan
entre los muchos en que Dios utiliza hasta a sus enemigos para glorioso propósito? Pablo, más prudente que algunos que han
la disciplina o la bendición de su pueblo, como en el caso de querido sistematizar sus doctrinas, no dice en palabras tex-
los reyes de Asiría y Babilonia frente a Israel. tuales que Dios lo hace así, pero pregunta: ¿Y si lo hace?
Frente a los contenciosos, Pablo no hará más que insistir ¿Quién puede pedirle razones?
en la soberanía de Dios, pues los vasos de barro no han de alter- Mientras que Pablo no permite cuestiones sobre el derecho
car con el Alfarero (9:19-22), pero eso no es m á s que una fase de Dios a hacerlo que quiere con lo suyo, no enfatiza la
de la discusión, y citamos al profesor F. F. Bruce: ira de Dios que cae sobre el reprobado, sino más bien la
demora del juicio frente a hombres que ya hace tiempo han
Podemos conceder que la analogía, del alfarero y sus vasos madurado para la destrucción. Como indicamos anteriormente
no presenta más que un aspecto de la relación entre el Crea- en el comentario sobre Romanos 2:4, el propósito de la
dor y sus criaturas, con referencia especial al hombre, a quien manifestación de la misericordia y de la paciencia de Dios
es el de dar tiempo a los hombres para el arrepentimiento,
creó a su propia imagen. Los vasos de barro no son hechos
pero si éstos persisten en endurecer más y más sus corazo-
a imagen del alfarero, ni le contestan ni se quejan de su
nes, como lo hizo Faraón tras repetidas oportunidades, no
técnica; pero los hombres insisten en replicar porque han
hacen más que amontonar sobre sí mismos un peso adicional
sido creados a imagen de Dios. Sin embargo, hay diferentes
de retribución para el día de juicio.
maneras de contestar, que pueden surgir de la fe, como en el
caso de Job o de Jeremías, que piden a Dios una explicación Es una lástima que algunas escuelas teológicas hayan formu-
de sus misteriosos caminos. A u n Cristo en la cruz preguntó: lado su doctrina de elección sobre un uso excesivo de esta
«¿Por qué me has abandonado?» Pero los hombres de fe primera etapa del argumento actual de Pablo, sin tomar
hacen sus angustiosas preguntas precisamente porque han en cuenta suficientemente la conclusión del argumento en
aceptado la justicia y el poder de Dios como las premisas fun- 9:25-32...
damentales de su modo de pensar. M u y otra cosa es la réplica Como un hecho, que se realza con bendita claridad en la
de la incredulidad y de la desobediencia del hombre que se parte posterior del argumento, la gracia de Dios se extiende
atreve a tratar a Dios como reo, sometiéndole a interrogato- mucho más ampliamente de lo que nadie hubiera podido
rios. Pablo dirige su severa reprimenda al tal, recordándole atreverse a esperar; pero, precisamente por el hecho de ser
que no pasa de ser una criatura de Dios. Muchos no han gracia, nadie puede pretenderla como derecho, y nadie puede
entendido el argumento de Pablo y le han criticado sin razón exigir que Dios dé cuenta de los principios que determinan su
porque no han comprendido que tapa la boca perentoria- distribución o que lo haga de forma distinta a como lo hace.
mente al rebelde que desafía a Dios, y no entra en su argu- La gracia, en su soberanía, puede imponer condiciones, pero
3

mento el caso de aquel que busca a Dios confusamente. De no puede estar sujeta a ellas.
hecho, en su gracia, Dios permite las preguntas de su pueblo,
pero en manera alguna soportará las interpelaciones de cora-
zones endurecidos e impenitentes. 3. Ibid., pp. 189-191.
180 ESCOGIDOS E N CRISTO EL ARGUMENTO DE ROMANOS 9 11 181

De acuerdo con este valioso estudio, notemos, sin embargo, contenciosos no tienen derecho de argumentar con el Dios que
que 9:22 no dice que Dios p r e p a r ó los vasos para destrucción, rechazan, y Dios sí tiene toda la autoridad para utilizar los
aun dentro de la forma hipotética ya notada de la porción; en «vasos de ira» a fin de llevar a efecto sus planes. N a d a se
cambio, sí se declara en el versículo 23 que Él p r e p a r ó de ante- dice de que Dios fijara la preterición y la condenación de indi-
mano los vasos de misericordia para gloria, que coincide con el viduos antes de nacer. Se enseña que sus misericordias son am-
énfasis bíblico sobre la predestinación positiva para salvación. plísimas. Los «vasos de ira» son los contenciosos (figuran mu-
Desde luego, Dios ordena que el hombre contumaz siegue lo cho en los Salmos) quienes, como el F a r a ó n del Éxodo, excla-
que ha sembrado (Gá. 6:7-8; Jud. 4), pero jamás se indica —sino man: « ¿ Q u i é n es Jehová para que yo oiga su voz y deje i r a
todo lo contrario— que ordenara la contumacia del rebelde. Israel?» (Éx. 5:2).
Es una gran verdad, también, que Dios no tiene que dar L a gracia de Dios es la operación salvadora del Dios de
cuenta de su gracia, por ser gracia (Mt. 20:13-15), pero no lo amor, y, siendo Dios infinito, y siendo amor, su gracia no conoce
es menos que en el Evangelio revela su gracia y da a conocer límites en sí; se destaca el principio constante que no da su
su manera de manifestarse, y que Pablo, en inspirada oración, Espíritu por medida (Jn. 3:34). A h o r a bien, como ya hemos
pide: «que sean plenamente capaces de comprender, con todos visto, Dios, en su soberanía, quiso recibir la obediencia, la fe
los santos, cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la y el amor de hombres libres, creándolos a su imagen y seme-
altura [de la gracia, o del propósito, de Dios] y de conocer el janza. L a omnipotencia no significa que Dios puede hacerlo
amor de Cristo que excede a todo conocimiento, para que seáis todo, forzando todas las contingencias, sino que es poderoso
llenos de toda la plenitud de Dios» (Ef. 3:17-21). (Véase el ca- para cumplir su voluntad dentro de lo que exigen su propia
pítulo «La soberanía de Dios y el Evangelio», p. 72.) naturaleza y sus designios. D e s p u é s de su caída, el hombre no
podía acercarse a Dios para rendirle fe, amor y adoración sin
la acción redentora de Dios, y, por eso, siempre en vista de la
Obra de la Cruz, Dios le presta la ayuda de su gracia «preve-
Las m i s e r i c o r d i a s d e D i o s , 9:24-29
niente», si se quiere emplear tal t é r m i n o teológico. Exactamen-
te cómo Dios alumbra a todo hombre por la venida del Verbo
Las citas de este movimiento del argumento se sacan de los
encarnado al mundo (Jn. 1:9) no lo sabemos, pero sí sabemos
profetas Oseas e Isaías. E n su texto original enseñan que Dios
que hay algunos que admiten el auxilio divino y «buscan gloria,
tiene misericordia de Israel, pese a la incredulidad de la mayo-
honra e i n m o r t a l i d a d » , y en tal caso Dios les lleva por el ca-
ría, y guarda siempre un «resto» que vendrá a ser núcleo de
mino de la vida eterna (Ro. 2:5-11; H c h . 10:1-8, 33, 42-48).
una nueva nación salvada, tal como se anticipa en las aclara-
Los contenciosos son rebeldes a la Palabra, como se ve tantí-
ciones del capítulo 11. Pero el principio de que Dios llama «pue-
simas veces en los profetas, en los Evangelios, en Los Hechos,
blo mío» a quienes no lo eran se aplica a todos los salvados,
aclarándose el principio en 2 Tesalonicenses 2:10-11: «Son
sean judíos o gentiles (24 y 26), pues en favor de todos sobre-
condenados todos los que no creyeron a la v e r d a d » . Los princi-
abunda y reina la gracia, ya que Cristo m u r i ó por todos (Ro. 5:
pios positivos de la salvación se detallan a continuación.
20-21). Como siempre, hemos de fijarnos en lo que Dios revela
de sus operaciones, y no aplicar el raciocinio humano a la «gra-
cia soberana».
E l capítulo 9 enseña, pues, que Dios llevó a cabo sus pro-
pósitos en orden a Israel según el principio de elección. Los
182 ESCOGIDOS EN CRISTO EL ARGUMENTO DE ROMANOS 9 11 183

El error de Israel y e l E v a n g e l i o d e la gracia, 9 : 3 0 — 1 0 : 1 3 Cruz, en a r m o n í a con el amor, según la profunda sabiduría del
plan de redención (1 C o . 1:18-21; 2:7-9). Se ha de desechar,
La justicia propia. E l celo religioso que se manifestaba en pues, todo pensamiento de ganar la justicia por las obras lega-
Israel no benefició a la mayoría ni dio gloria a Dios, porque les, dando paso a la contemplación de la obra que Cristo realizó
«iban tras una ley de justicia» sin alcanzar la verdadera, que al descender al abismo y subir a la diestra del Padre por medio
es por la fe. Su grave error se enuncia en frases lapidarias en de la Resurrección y la glorificación (10:6-7). Pablo contrasta
10:3: «Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando es- el principio de obras legales de Levítico 18:5 con la gracia que
tablecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios.» se vislumbra en la cita de Deuteronomio 30:12-14, pues la pala-
Concibieron a Dios como un Ser que exigía algo que ellos podían bra del Evangelio estaba cerca, ofrecida a cuantos quisieran re-
cumplir. Por eso su «celo» consistía en establecer delante de cibirla (10:8-13). Con mucha razón los versículos 10:9-10 han
Dios una justicia legal que les cegaba a las infinitas demandas servido de base para un sinnúmero de mensajes de evangeliza-
de la Ley (no sólo en el orden externo, sino en el espiritual, ción, pues señalan el hecho de la Resurrección (que presupone
R o . 7: 14), las cuales sólo p o d í a n ser satisfechas por el sacrificio el de la Muerte expiatoria) como base para la fe interna del co-
de valor infinito de la C r u z . Esta estimación propia les llevó a razón y la confesión externa que aclama a Jesús como Señor.
rechazar al Hijo de Dios, cuya presencia puso de manifiesto «Si confesares... y creyeres... serás salvo.» Y este ofrecimiento
su hipocresía, y cumplieron tanto lo que estaba escrito en la Ley se hace a todos, sin distinciones (10:12-13). L a doble predesti-
como las predicciones de los profetas al condenarle a la muerte nación volvería la oferta universal de gracia de estos versículos
de Cruz ( H c h . 13:27, 38-39). en un sarcasmo, pues, de hecho, establecería una diferencia
fundamental, ya que muchos de los oyentes habrían sido pre-
destinados a la perdición antes de fundarse el mundo. Notemos
que Dios derrama la riqueza de su gracia sobre todos precisa-
El Evangelio d e l a g r a c i a d e D i o s , 10:4-13 mente porque es Señor de todos, como una sagrada obligación de
señorío en el caso del Dios Creador, quien es amor. Hallamos
«Cristo es el fin de la Ley para justicia a todo aquel que
un pensamiento análogo en Romanos 3:29-30.
cree» se traduce sencillamente en la New English Bible por:
«Cristo pone fin a la Ley y trae justicia a todo aquel que tiene
fe». L a voz griega telos significa tanto consumación como f i n ,
y no nos equivocaremos si entendemos esta declaración en el La proclamación d e l Evangelio, 10:14-21
sentido de que Cristo trajo la Ley a su fin, consumándola en su
persona. N o sólo cumplió el simbolismo del ritual levítico, sino Y a hemos subrayado las enseñanzas de esta sección de Ro-
también la sentencia de la Ley al entregarse en la Cruz a favor manos 9 a 11 que son pertinentes a nuestro tema, pero habiendo
de los hombres, como Víctima expiatoria (Gá. 3:10-14). L a exhortado al lector a considerar los textos dentro del contexto
Ley —como todo el Antiguo Testamento— encierra lecciones de total del argumento de Pablo, notamos muy brevemente que la
justicia práctica para los creyentes; pero en el nuevo siglo del sección 10:14-21 recoge las objeciones —relativas a la incredu-
Espíritu, fundado sobre la O b r a de la Cruz, «las justas de- lidad de Israel— sobre el mensaje y su predicación. ¿ H a b r á n
mandas de la Ley se cumplen en nosotros, que no andamos con- oído los israelitas la Palabra? ¿ L a h a b r á n entendido? ¿Llegó
forme a la carne, sino conforme al Espíritu» (Ro. 8:3-4). a todos ellos? Pablo contesta afirmativamente por medio de una
L a justicia divina ha resplandecido maravillosamente en la serie de citas del Antiguo Testamento que dejaron a Israel sin
184 ESCOGIDOS E N CRISTO EL ARGUMENTO DE ROMANOS 9 11 185

excusa por esa parte. A nosotros nos interesa subrayar el gran de la salvación es una determinación de la voluntad sobe-
principio del versículo 17: «Así que la fe es por el oír, y el oír rana de Dios, condicionada tan sólo por la misericordia eter-
por la Palabra de Dios» (o «de Cristo» en ciertos textos). L a na, que es su naturaleza y propiedad; pero, en segundo
fe no es elemento meritorio n i místico, sino sencillamente la lugar, obra por la respuesta libre del hombre, por la fe, y
aquellos a quienes Dios rechaza son los que han rechazado
confianza completa en el mensaje del Evangelio (concretamente
la oportunidad que se les ofrecía. L a nación judía como
en Cristo, Centro del mensaje) cuando éste es oído y compren- conjunto, aunque conocía (o podía haber conocido) los ca-
dido. Insistimos en la necesidad del auxilio de la gracia en minos de Dios, escogió su propio camino, de modo que los
todo; pero este pasaje, como tantos m á s , echa la responsabilidad judíos no pueden quejarse si el propósito divino los ha
de creer sobre los oyentes. omitido y ha seleccionado a los gentiles (tal como Dios mis-
Notamos también que el pecado de Israel consistía en per- mo había dicho siempre que haría) como recipientes de sus
4

manecer rebelde frente a los reiterados llamamientos de Dios: promesas.


«Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contra-
dictor», dice Jehová (10:21). Como hemos visto («La soberanía
de Dios y el Evangelio», pp. 72-82), el hermano calvinista que El r e c h a z a m i e n t o y la restauración d e Israel, 11:1-36
predica el Evangelio dice que puede invitar a todos a ser sal-
vos, a pesar de saber que muchos son preteridos y no pueden Que Dios no actúa de manera arbitraria se confirma por el
creer, porque él ignora quiénes son. ¿ S e puede emplear este hecho de que no ha desechado a su pueblo Israel de modo
argumento en cuanto a los llamamientos de Dios mismo? ¿ E s absoluto. Buen ejemplo de ello es el mismo apóstol Pablo y
concebible que extienda manos suplicantes frente a personas que muchos otros judíos que h a b í a n creído el Evangelio. Como ya
Él mismo ha consignado a la perdición desde la eternidad? E n hemos visto, vuelve a emerger el «resto» fiel que Dios ha poseí-
contexto análogo dice Isaías: « H e a q u í que no se ha acortado la do aun en los momentos m á s oscuros de la historia (11:1-5).
mano de Jehová para salvar, n i se ha agravado su oído para oír; Pero este «resto» tiene su base de existencia no en las equivo-
pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y cadas pretensiones de los demás judíos que trataban de justifi-
vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros carse por la Ley, sino en la «gracia» (11:5-6). Aunque las pa-
su rostro para no oír» (Is. 59:1-2). labras del versículo 6 no se hallan en algunos manuscritos, pa-
Aprendamos que la gracia de Dios obra de variadas maneras, rece evidente que el pensamiento inspirado de Pablo se centra
misteriosas para nosotros, pero que el endurecido la rechaza en el contraste entre las obras y la gracia. Como escribe F . C o l -
por amor a su pecado. Si luego le sobreviene un endurecimien- quhoun: «El punto que a q u í se enfatiza es que el resto elegido
to adicional judicial, esto tiene que ver con la providencia y de los israelitas convertidos debe su salvación por completo a la
juicios de Dios según principios que son absolutamente justos gracia de Dios, no a obra o virtud alguna por su parte.» Se ve
e imparciales (Ro. 2:3-16). claramente que, para Pablo, la gracia y las obras se excluyen
Como resumen de lo expuesto, aportamos lo que escribe el mutuamente como m é t o d o s de salvación. T a l salvación debe
profesor C . H . D o d d refiriéndose a los capítulos 9 a 11 de Ro- atribuirse enteramente o a la una o a las otras. N o puede ser
manos: una combinación o mezcla de ambas. E l principio así enunciado

Las dos primeras partes del sermón (9 y 10) deben ser toma-
das como suplementarias. En primer lugar, el plan divino 4. C. H . Dodd, The Epistle of Paul to he Romans, p. 182.
ESCOGIDOS EN CRISTO EL ARGUMENTO DE ROMANOS 9 11 187
186

no sólo es de vital importancia, sino que el lenguaje usado En este climax lo que se destaca no es una voluntad desnu-
aporta un testimonio enfático del concepto neotestamentario de da de la que emanan decretos de vida y de muerte, de salvación
la «gracia». Es algo que n i se gana n i se merece, independiente y de reprobación, sino lo maravilloso de la gracia de Dios en
de las obras. Esto es exégesis sana. A la luz del contexto gene- acción a lo largo de la historia. O . Noordemans, según Berkou-
ral de los dos capítulos anteriores, se ve que ése es el signi- wer, se sintió fascinado por el «deleite místico» con que Pablo
ficado de las palabras «resto escogido por gracia», que los concluye Romanos 11. A q u í dijo que no hay nada de la «arbi-
calvinistas aprovechan como otra piedra de apoyo para su in- trariedad inexplicable que impele a poner los dedos sobre los
terpretación de la predestinación y la gracia soberana. labios». Hay solamente acentos positivos, acentos que la Igle-
E n cuanto al endurecimiento de los israelitas que no forma- sia, desgraciadamente, ha asumido con vacilación. A menudo
ban parte del «resto» (11:7-10), ya hemos indicado que, apar- — a ñ a d í a — en la elección soberana de Dios sólo sentíamos arbi-
te de las leyes morales que de modo «natural» producen ese trariedad y poder... Así el impacto de la predestinación en
resultado en los rebeldes, hubo en él u n acto judicial divino: nosotros era el propio de un concepto prendido del principio
«fueron endurecidos». Esta acción retributiva por parte de Dios de poder absoluto. L a Iglesia «raras veces fue capaz de seguir
5
era el castigo que recibió su obstinación al desechar «los de- a Pablo hasta el punto culminante de su contemplación».
signios de Dios respecto de sí mismos» (Le. 7:30). Cuando captamos el pensamiento del apóstol y seguimos el
Sin embargo, el rechazamiento de Israel —temporal y no hilo de su exposición, observamos que los puntos principales
definitivo (11:11-31)— es aprovechado admirablemente por coinciden con las enseñanzas tan claras como fundamentales del
Dios e incorporado en su providencia como factor importante evangelio. Nuevamente citamos a F. F. Bruce:
para la salvación de los gentiles, según las abundantes ilustra-
ciones que se hallan en el libro en Los Hechos. Y porque el Todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios,
rechazamiento de Israel no es definitivo, hay un capítulo glo- ha declarado ya Pablo (3:23). Todos se hallan convictos ante
rioso de la Historia que sólo se ha escrito en profecía. Sí, llegará el tribunal de Dios; nadie, ni judío ni gentil, puede alegar
el menor derecho a su misericordia. Si ha de haber esperanza
el día en que «todo Israel —en escala nacional— será salvo» para alguien, ésta debe depender únicamente de la gracia de
(11:26), con lo que se incrementará la bendición divina sobre Dios. Pero la esperanza es ofrecida sin restricción. E l propó-
el mundo (11:15). Estos hechos deben producir humildad en sito de Dios, al encerrar a judíos y gentiles juntamente en
los gentiles convertidos, despertando a la vez una viva simpatía una situación que revelaba la desobediencia de ellos a su
hacia Israel (11:16-24). Ley de tal modo que tenía que ser reconocida, era para poder
E l capítulo alcanza su punto culminante al poner de relie- otorgar su misericordia inmerecida a judíos y gentiles por
6
igual.
ve la misericordia universal de Dios. A lo largo de los siglos su
plan se ha ido desarrollando. Sin violentar jamás el don de la
libertad que Él mismo concedió al hombre, ejecuta sus mara- Ante el panorama excelso de estos gloriosos resultados, el
villosos designios salvadores. Durante un tiempo permitió que apóstol Pablo se remonta en alas de una doxología inspirada
el pecado creciera (Ro. 5:20) y que todos —gentiles y j u d í o s — a las alturas de las perfecciones divinas desplegadas en la obra
fueran sujetos a «desobediencia» (11:32), como fases prelimi-
nares de la gran obra que, desde el principio, ha estado regida
por una sola y magna finalidad: « p a r a tener misericordia de A a l f C e n U r y 0 1 T h e l 0 e y P 93
6.' Loe, O?"™"?. 22 3 ' ° ' '
todos».
188 ESCOGIDOS E N CRISTO

-
de la redención. Con ánimo reverente le seguimos y con él ex-
clamamos: « ¡ O h profundidad de las riquezas de la sabiduría
y de la ciencia de Dios! ¡Cuan inescrutables son sus juicios, e -
inescrutables sus caminos! Porque ¿ q u i é n entendió la mente del
Señor? ¿ O quién fue su consejero? ¿ O quién le dio a Él pri-
mero para que le fuese recompensado? Porque de Él, y por - )
Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los
siglos. Amén» (11:33-36).
-
CAPITULO 13

LA PROVIDENCIA DIVINA -

Es I M P O S I B L E separar la doctrina de la elección del tema


más amplio de la providencia divina, y quisiéramos resumir sus
rasgos m á s sobresalientes, de una forma positiva, según se ha-
« \ i
llan en las Escrituras.
i

Definición

Etimológicamente, el término «providencia» viene de pro-


videre, « p r e v e r » ; pero, según su uso, hemos de a ñ a d i r también
el concepto de « p r o v e e r » , entendiéndose que u n ser racional
tiene delante una meta y que luego procura con diligencia los
medios para llegar a ella. L a doctrina de la providencia divina
declara que el Dios que ha creado todas las cosas, las cuida,
las preserva y las gobierna con el fin de que cumplan su propó-
sito al crearlas. E l gobierno providencial de Dios abarca las
cosas inanimadas, los reinos vegetal y animal, y los seres racio-
nales. A nosotros nos interesa su providencia en relación con
la raza humana, pero el hombre se mueve en u n escenario «na-
tural» que le afecta de m i l maneras, de modo que los hilos de
su vida se ven entreverados con los del universo, pues incluso
su vida depende de factores astronómicos. N o excluimos tam-
LA PROVIDENCIA DIVINA 191
190 ESCOGIDOS EN CRISTO

poco factores espirituales y angelicales (He. 1:14), pero todo Escrituras enseñan en todas sus partes que el adelanto de todo
está en la mano del Todopoderoso. Es perfectamente legítimo lo bueno es obra directa de Dios. Pero como el mal existe y el
hablar de las «leyes de la naturaleza» al referirnos a fenómenos hombre se constituyó pecador por la Caída, resulta que la provi-
que se producen de una forma regular en nuestra experiencia dencia ha de manifestarse, no sólo planeando y efectuando lo
—por ejemplo, la rotación del globo terrestre sobre su eje, los bueno, sino también volviendo el mal en el «bien posible» al
movimientos en órbita de los astros, la germinación de las semi- efecto de llevar a cabo el plan total. E l ejemplo más sublime
llas según su género, etc., etc.—, con tal que las comprendamos de esta obra providencial se describe por Pedro en Hechos 2:
como una expresión de la voluntad del Creador, y no como 23: «A éste [ J e s ú s ] , entregado por el determinado consejo y
«algo» que puede subsistir por sí mismo, o aun impedir la in- anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por ma-
tervención del Creador. Dios se da a conocer tanto por lo que nos de inicuos, crucificándole.» Así, el crimen más negro de la
hace con regularidad como por las intervenciones especiales Historia fue el medio para cumplir la parte más esencial de la
que llamamos «milagros». L a providencia en la naturaleza y en Obra de la Redención.
la Historia se llama «general»; su operación directa al bendecir Con todo, las interacciones de estos factores, bajo la provi-
y socorrer a los suyos se llama «especial». dencia de Dios, dan lugar a muchos problemas, puesto que no-
sotros no vemos más que el revés del tapiz, el cual parece una
confusión laberíntica de hilos multicolores, pero las Escrituras
nos aseguran que el dibujo del anverso es hermosísimo y per-
La p r o v i d e n c i a y e l hombre fecto. L a doctrina es consoladora en extremo, y nos gozaremos
en ella siempre que andemos a la luz de las Escrituras con sen-
C o n referencia al Hijo como Creador, Pablo escribe: «Por-
cillez, humildad y fe.
que en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los
cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles... todo
fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas La meta d e l propósito
las cosas, y todas en Él subsisten» ( C o l . 1:16-17). E l concepto
Los capítulos finales del Apocalipsis, 2 Pedro 3:13, con
del Dios Creador que mantiene su obra, con todas las provi-
muchas profecías del Antiguo Testamento —especialmente los
siones necesarias, es algo tan sencillo y lógico que apenas po-
capítulos finales de Isaías— nos hacen ver que Dios ha de
d r í a m o s concebir otro pensamiento. Pero en la esfera de seres
sacar a luz una nueva Creación, limpia de toda mancha del
racionales el proceso se complica por dos factores que hemos
mal, habitada solamente por los salvos, donde reinará la más
notado anteriormente:
perfecta justicia y donde la gloria de Dios resplandecerá sin
1. El hecho del mal, tan real y visible en su existencia nubes ni celajes. E n cuanto al hombre redimido, llegará a la
como misterioso e inexplicable en su origen; plenitud de las posibilidades de su humanidad glorificada, ado-
rando a Dios a través de variados servicios fructíferos, sin
2. E l hecho de que Dios, en su soberanía, determinó crear cansancio, y en estado de perfecta santidad y bienaventuranza.
a seres libres, capaces de actos de volición propia y responsables La Iglesia, esposa de Cristo, estará en la intimidad de su Señor,
de sus acciones. quien será el Centro visible de la nueva Creación; pero hay
indicios de otros seres salvos (y aun de naciones salvas) que
N o hace falta volver sobre la verdad evidente de que la
no estarán dentro de la Iglesia.
personalidad del hombre depende de su libre albedrío. Las
192 ESCOGIDOS EN CRISTO LA PROVIDENCIA DIVINA 193

Además de los pasajes citados, deben leerse: Efesios 1:4, pensado que el cometido de A d á n era el de convertir toda la
10, 14, 18; 2 : 7 ; 3:9-11; 5:27; 1 Corintios 15; Romanos 8:28- Tierra en un E d é n . Pero todo esto no pasan de ser meras con-
30; 11:25-36; Hebreos 11:10; 12:22-24; Juan 14:1-3; 1 Juan jeturas. L o que sí conocemos es la realidad de una Creación
3:2; Mateo 25:34, etc. De interés especial para la comprensión afectada por el mal que se conserva bajo «leyes naturales» con
de la meta son los epílogos de las cartas a las siete iglesias en el fin de hacer posible el desarrollo de la historia humana y para
Apocalipsis 2 y 3. ser escenario del drama de la Redención. Este es el sentido del
H a b r á infinita variedad en la nueva Creación, y, con refe- pacto noético ( G n . 9) y de tantos pasajes que hablan de la pro-
rencia a los seres humanos redimidos, la personalidad de cada videncia de Dios en cuanto a la vegetación y la vida animal
uno será conservada, reflejándose la gloria del Señor a través (Sal. 104; L e . 12:27-28). Cuando no sólo la obra redentora de
de los hombres que Dios creó, salvó y educó para que cada Dios, sino también el proceso judicial hayan llegado a su cul-
uno fuese algo especial para Él por todos los siglos de los siglos. minación, los cielos y la Tierra serán transformados « p o r fuego»,
Se ha dicho que no h a b r á dos vasos iguales en el Cielo, pero que frase que podría representar un completo cambio atómico (2
todos estarán llenos. E l propósito de Dios de tener delante de sí P. 3 : 1 ; A p . 21:1). Podemos suponer que las maravillas de esta
una raza de personalidades creadas a su imagen y semejanza Creación serán «sublimadas» en la nueva, pero sin la fealdad
no será frustrado (Ro. 8:29; C o l . 1:20; H e . 12:23). de algunos aspectos de ésta, que parecen reflejar el m a l . Así
h a b r á un escenario adecuado para la c o n s u m a c i ó n de la obra
• de Dios en la glorificación de su pueblo. Es difícil describir el
El c a m i n o y l a m e t a Cielo —aparte del uso de s í m b o l o s — , pero no por eso será
menos real: al contrario, esto es la sombra y aquello será la
L a providencia de Dios se relaciona íntimamente con la sustancia.
meta final, y opera con el fin de que Dios triunfe en su propó-
sito a pesar del hecho del mal — y a vencido potencialmente en
la C r u z — sin violar la libertad moral de los hombres, aparte La H i s t o r i a y l a m e t a
de la cual no pasarían de ser marionetas, incapaces de glorifi-
car a Dios. Desde luego, la gloria que recibe Dios de la obe- Es difícil discernir un desarrollo hacia alguna meta en la
diencia, el servicio y la alabanza de seres libres, creados a su historia de las naciones en general, y será mejor no intentarlo.
imagen y semejanza, es inmensamente superior a la que res- Desde luego, no vemos el progreso que aclaman los humanis-
plandece en su obra material. Las obras naturales no son más tas, pues los meros triunfos científicos no hacen nada si no hay
que el fleco del manto de su gloria. cambio moral en el hombre, y de esto —aparte de la obra de
Dios por medio del Evangelio— no se ve nada en absoluto.
Todo lo «histórico» —dejando aparte Israel y la Iglesia—
La naturaleza y la meta ilustra la filosofía de la Historia que el apóstol Pablo ade-
lanta en pocos versículos en Romanos 8:18-25, reflejando e in-
No sabemos lo que habría pasado con la creación de cielos terpretando el libro de Eclesiastés. Dios ha sometido la crea-
y Tierra —tan buena en sí ( G n . 1:31)— sin la intrusión del ción a un yugo de vanidad a causa del pecado. Es su contes-
mal. Quizá se h a b r í a n desarrollado por etapas hasta la gran rea- tación invariable a la falsa declaración del diablo: «Vosotros
lidad final, bajo la mano guiadora de Dios, y algunos han seréis como Dios.» « V a n i d a d » equivale a «frustración», y Dios
194 ESCOGIDOS EN CRISTO LA PROVIDENCIA DIVINA 195

dice al hombre: «Seguirás trabajando y sudando, pero nunca 3:15 e ilustrado por los sacrificios del Edén, de Abel y de N o é .
faltarán cardos y espinos; levantarás edificios, y caerán en rui- Pero no se puso de manifiesto históricamente hasta el llama-
nas; fundarás y desarrollarás civilizaciones y, al madurarse, miento de Abraham, a quien Dios separó de las naciones que
e m p e z a r á n a corromperse; buscarás la felicidad natural en la se precipitaban por el declive de la idolatría (Ro. 1:20 ss.) a
sociedad, en el hogar, etc., pero tu ingénito egoísmo y tu afán pesar de la lección del juicio del D i l u v i o . Génesis 12:1-3 re-
de mando trocará mucha de la felicidad en tragedia. N o prospe- sume la historia de la redención hasta manifestarse la bendición
rarás en el pecado, y el temor de la muerte te hará sombra de todos los pueblos por medio de Israel y la «simiente», que
siempre. Date cuenta de que la paga del pecado es muerte, para más tarde se identifica con el Mesías.
invocar a tiempo mi Nombre a fin de que seas salvo.» L a historia de Israel, pues, es ordenada directamente por
N o es éste el único punto de vista frente a la vida de las providencia de Dios, y la nación tiene que cumplir su misión
naciones bajo la providencia de Dios, pero es el más importante, hasta la cima señalada en Romanos 11:15, 25-27, 32, a pesar
y llegará a su culminación cuando los hombres, por inspiración de la rebeldía de muchos y los terribles fallos de sus príncipes.
satánica, busquen una solución en el « h o m b r e de pecado», pe-
reciendo juntamente con su ídolo (2 Ts. 2; A p . 13, etc.). 1. E n el Éxodo, en la conquista de C a n a á n , en las glorias
Por otra parte, la continuidad de las bendiciones del pacto de los reinados de David y de Salomón (con otros buenos reyes,
noético, juntamente con el orden de los tiempos y las regiones, el testimonio fue directo y eficaz, extendiéndose por todas las
hablan de un Dios que es «Dios de todos» y que desea bendecir tierras del Oriente (Jos. 2:9-11; 2 R. 8:40-43, etc.).
al hombre si éste deja los caminos del mal (Hch. 14:15-17;
17:22-31). Según los términos del pacto noético, el estableci- 2. E n la Dispersión, casi a pesar suyo, los judíos llevaron
miento de la autoridad de gobernante es un «ministerio» que los sagrados escritos por muchos pueblos, dando a conocer el
Dios ha ordenado para preservar la sociedad del caos (Ro. 13: Dios único y preparando el terreno para la extensión del Evan-
1-8), aun cuando los gobernantes en sí sean malos y tengan gelio entre las gentes (Hch. 13—19).
que responder de sus hechos en la Historia y frente al Tribunal
de Dios. 3. D e esta nación nació el Mesías, y aun al rechazarle y
N o falta jamás el gran principio providencial y judicial que crucificarle los judíos cumplieron inconscientemente las profe-
rige en todos los órdenes de la vida del hombre como ser racio- cías del Mesías que sufría y expiaba el pecado (Hch. 2:23).
nal: « N o os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo
lo que el hombre sembrare, eso también segará.» Las naciones 4. A l convertirse al Señor, por fin, Israel será salvo y
rebeldes pueden ser instrumentos para adelantar los propósi- hecho medio de suma bendición para todo el mundo (Ro. 11
tos de Dios aun a pesar suyo, y Él establece y quita reyes según y centenares de profecías desde Isaías hasta Malaquías).
su voluntad ( D n . 4:25, 32).
Los judíos dieron a los libros históricos el nombre de «los
profetas anteriores», porque comprendían que Dios hablaba por
Israel y l a m e t a medio de ejemplos vividos. Por eso los incidentes y las obras
se enjuician según principios morales. Hechos importantes en
E l consejo divino sobre el plan de la redención se estableció la historia secular apenas se nombran o no se nombran en abso-
en la eternidad y fue revelado en el protoevangelio de Génesis luto. Otros detalles, insignificantes según las normas humanas,
196 LA PROVIDENCIA DIVINA 197
ESCOGIDOS E N CRISTO

se destacan. Es importante lo que adelanta el plan de Dios. La providencia e n L o s H e c h o s


Son «buenos» y prósperos los reyes que procuran conocer y
hacer su voluntad. Los escritos históricos del Antiguo Testa- E l descenso del Espíritu Santo fue la culminación de los
mento son preciosas ilustraciones de la operación de la provi- grandes actos salvadores de Dios, quedando constituida la Igle-
dencia de Dios: sia, cuyos miembros fueron bautizados por el Espíritu. Las na-
rraciones de Los Hechos ilustran hermosamente la vida de
1) A través de siervos suyos que entienden sus caminos,
siervos de Dios que obran conforme a su plan bajo la dirección
como Abraham, José, Moisés, Josué, Samuel, D a v i d , Elias, etc.;
del Espíritu Santo. Nada les acontece al azar, aun cuando les
2) a través de instrumentos muy defectuosos, como Jefté y San-
toca pasar por persecuciones, que a menudo adelantaron más
són (en tiempos de decadencia); 3) a pesar de reyes malos,
la extensión del Evangelio. E n el capítulo 12 vemos que Jacobo
como Acaz; y 4) por medio de «instrumentos ciegos», como
halló pronto su corona de m á r t i r , mientras que Pedro fue librado
Egipto, Asiría, Babilonia, que actúan por lo general, a modo
milagrosamente del poder de Herodes. N o hay nada que expli-
de instrumentos de juicio, bien que Ciro es ejemplo de uno
que la diferencia, pero los creyentes veían en ambos casos la
escogido para una labor positiva (Esd. 1:1-4 con Is. 45:1-4).
providencia de Dios y la contestación a sus oraciones.

La manifestación d e C r i s t o y la m e t a
>t Las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento «preveían» La p r o v i d e n c i a e n l a s Epístolas
la¡ venida del Ungido, quien no sólo había de restaurar a Israel,
sino también llevar la luz de la salvación de Dios hasta lo pos- Las provisiones de Dios a favor de su pueblo, según los
trero de la tierra (Is. 49:5-6). Su advenimiento y obra cons- ^"r'gnios de su buena voluntad, se reconocen en todas las partes
tituyen el eje de toda la acción de la providencia, ya que por de jstos escritos apostólicos, y la doctrina de la providencia
ellos Dios se reveló a los hombres en la persona del Verbo especial halla su m á s cumplida expresión en Romanos 8:28:
encarnado, quitando el obstáculo del pecado por el sacrificio «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
expiatorio del Calvario. Aquel sacrificio satisfizo todas las ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
demandas de la justicia de Dios en orden a los hombres, de tal llamados». De parte de Dios se revela el propósito de amor
forma que su gracia puede fluir sin estorbos para la bendición que halla su reflejo en los corazones de los creyentes. Los hilos
de todo aquel que quiere. «Ahora, en la consumación de los de miles de acontecimientos se combinan para tejer la urdim-
siglos, [Cristo] se presentó una vez para siempre por el sacri- bre de sus vidas, algunos del oscuro color del sufrimiento,
ficio de sí mismo para quitar de en medio el pecado» (He. 9:26). otros que brillan con el oro del gozo, pero todos entreverados
L a Resurrección sacó a luz la vida y la inmortalidad, inaugu- para producir el diseño que Dios ha determinado para la vida
rando la nueva Creación (2 T i . 1:10; 2 C o : 5:11-18). de cada hijo suyo, y que será para el mayor bien de cada uno.
Como Maestro, Cristo enseñó tanto la providencia general
como la especial. Por una parte, recordó que el Padre hace salir
su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos La p r o v i d e n c i a y la oración
(Mt. 5:45). Por otra, enseñó que hasta los cabellos de los hijos
son todos contados por el Padre, ya que ningún detalle de su ¿ P a r a qué oramos si Dios sabe todas las cosas de ante-
vida está fuera de su amoroso cuidado (Mt. 10:29-39). mano, ordenando lo mejor para sus elegidos según su omniscen-
198 ESCOGIDOS E N CRISTO LA PROVIDENCIA DIVINA 199

cia y omnipotencia? Es una pregunta que se ha formulado mu- nos siglos después y en la tierra de Palestina, se h a b r í a n arre-
chas veces, pero, como tantas otras, no tiene sentido aparte de pentido (Mt. 12:21) al oír la palabra y ver los milagros de Jesús?
lo que Dios ha revelado de sí mismo y para sus hijos. L a difi- Pero no debemos olvidar que tanto en el orden cronológico
cultad surge mayormente al pensar en la eternidad como si como en el circunstancial, Dios ha actuado conforme a su sabi-
fuera una línea horizontal que se extiende sin límites, mientras duría, teniendo en cuenta el conjunto de su plan redentor e in-
que, para Dios, la eternidad es un «presente» inseparable de su terviniendo de la manera que m á s eficazmente pudiera adelantar
misma Persona. L a presciencia abarca las oraciones del pueblo la realización de dicho plan. Cristo, por ejemplo, vino «en el
de Dios —como también el clamor de quienes se dan cuenta cumplimiento del tiempo», y hoy entendemos que, en efecto,
de su pecado y necesidad para invocar su nombre— y las ora- desde el punto de vista histórico, por sus condiciones políticas,
ciones constituyen acontecimientos de primer orden e importan- religiosas, culturales y hasta comerciales, aquél fue el momento
cia en el desarrollo de su plan. Como ley espiritual, Dios ha más propicio para el gran acontecimiento de la Encarnación y
ordenado que sus hijos mantengan contacto importante del «me- de la diseminación subsiguiente del Evangelio.
canismo» de cuanto sucede al obrar Dios todas las cosas con- También el emplazamiento geográfico del «pueblo escogido»,
juntamente para el bien de sus hijos. E l deseo de alabar, de en una región en que convergen las vías de comunicación de
dar gracias y de suplicar es obra del Espíritu Santo en las pro- Europa, Asia y Africa nos ayuda a comprender algún aspecto
fundidades del ser del creyente, llegando a ser parte impres- del plan divino al escoger a Israel como recipiente de su reve-
cindible del plan total (Ro. 8:24-27). U n a buena comunicación lación. Que el Espíritu Santo prohibiera a Pablo predicar en
entre los padres y los hijos, que consiste en parte de expresio- Asia y Bitinia durante su segundo viaje de evangelización tam-
nes de gratitud y en parte de peticiones, es esencial para una bién pudo parecer un misterio, tanto para él como para sus
vida familiar normal, a pesar de que los padres comprenden acompañantes, pero después el misterio se aclaró a la luz de los
tanto mejor que los p e q u e ñ o s sus necesidades y se aprestan a maravillosos resultados de su ministerio en Europa. E n toda
suplirlas. estrategia hay puntos vitales que conviene alcanzar y acciones
decisivas que se deben realizar; los demás objetivos muchas
veces se logran después como consecuencia de haber conseguido
La p r o v i d e n c i a y la elección los primeros. E n la providencia de Dios también hay estrategia:
la determinada por su sabiduría, su justicia y su misericordia
E l tema de la elección ha de situarse en este extenso marco infinitas. Por otro lado, no olvidemos que Dios juzgará a cada
de la providencia de Dios, y recordamos una vez m á s que la uno conforme a sus obras y según la luz que haya recibido
Biblia presenta la predestinación de los hijos de Dios en Cristo (Ro. 2:6-16). Y si todavía quedan puntos oscuros, de una cosa
en relación con aquella gran meta que hemos visto. podemos estar seguros: que lo que ahora no entendemos lo en-
Es verdad que, como hemos apuntado ya, hay elementos de tenderemos algún día junto al Trono de Aquel que juzgará al
misterio en la providencia de Dios vista desde nuestro plan mundo con justicia perfecta, sin arbitrariedad de ningún género
terreno. Podríamos formular una larga serie de preguntas: ¿Por y sin renunciar jamás al principio básico del amor.
q u é hay personas que nunca han oído el Evangelio? ¿ P o r qué Por lo que a los perdidos se refiere, la Palabra nos da a
no vino Cristo dos m i l años antes? ¿ P o r q u é fue predicado el conocer que se pierden a causa de su rebeldía y es un atrevi-
Evangelio entre los incrédulos de Corazín, Betsaida y Capernaum miento lindante con la blasfemia achacar su ruina a un decreto
y no en Tiro y en Sidón, cuyos habitantes, de haber vivido algu- divino de reprobación. E n lo que Dios ha revelado tenemos
- i
200 ESCOGIDOS E N CRISTO -

riquezas incontables y clara guía para nuestra vida, testimonio


y servicio hasta que el Señor venga. ¿ P o r q u é , pues, hemos de
querer someter los secretos de Dios al escrutinio de nuestra
pobre lógica humana? Dios es glorificado en la manifestación
-
de su amor santo, que halla su m á x i m a expresión en la Cruz
(Jn. 12:28; 13:32; 17:1,4) y éste es el tema de la revelación, -
como lo será de los cánticos de los redimidos en el Cielo ( A p .
5:9, 12): «Digno es el Cordero que fue inmolado de tomar el
-
poder, y riquezas, y sabiduría, y fortaleza, y honra, y gloria,
y bendición.»
SEGUNDA PARTE
-
HISTORIA DE LA DOCTRINA
B r e v e r e s u m e n de l a s f o r m u l a c i o n e s de

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la d o c t r i n a d e l a elección d e s d e l a época
subapostólica hasta n u e s t r o s días
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INTRODUCCIÓN
E S T A S E C C I Ó N tiene por objeto no tanto informar sobre la
evolución de la doctrina de la elección como subrayar las cir-
cunstancias y factores que contribuyeron decisivamente a la
esquematización de la teología agustiniano-calvinista. Ello nos
ayudará a comprender por qué ha habido a lo largo de los
siglos cristianos piadosos, amantes de las Sagradas Escrituras,
que, junto a sus grandes aciertos en muchos puntos doctrina-
les, llegaron a conclusiones erróneas en cuanto a la doctrina que
nos ocupa.
Tendremos ocasión de observar el papel importante que en
las sucesivas formulaciones teológicas tuvieron factores tales
como la racionalización de la experiencia; la fuerza de la reac-
ción que, tratando de corregir un error, conduce a otro; la filo-
sofía y el poder de la influencia religiosa con el impulso que
algunas grandes personalidades han imprimido a los diversos
movimientos confesionales. A menudo, estos factores han im-
pulsado a ciertos teólogos hacia determinadas posiciones dog-
máticas que se han mantenido hasta nuestros días, en detrimento
de la sana exégesis de la Escritura.
Si esta segunda parte de nuestro libro logra proporcionar
una perspectiva histórica objetiva que permita entender el por-
qué de ciertas formas del pensamiento cristiano, el lector estará
en mejores condiciones para discernir entre lo que es realmente
verdad bíblica y lo que son errores acumulados cual sedimento
por las corrientes teológicas que han fluido en el transcurso
de los tiempos.
CAPITULO 14
EL PERÍODO
PREAGUSTINIANO

Los p r i m e r o s s i g l o s d e la Iglesia

A U N Q U E L A I N T E R P R E T A C I Ó N calvinista de la elección tuvo su


verdadero origen en Agustín (siglo v), en el curso de nuestras
consideraciones debemos remontarnos a los tiempos subapostó-
licos. Ello nos llevará a descubrir tres hechos importantes. E n
primer lugar, que antes de Agustín ninguno de los llamados
Padres sostuvo la doctrina de la predestinación incondicional.
E n segundo lugar, que el excesivo énfasis que hicieron en la
libertad del hombre y en su capacidad moral, a m é n de su
concepción superficial de la gracia redentora de Dios, habría
de producir, tarde o temprano, una reacción tendente a corregir
los errores de los pensadores cristianos. Finalmente, que la reac-
ción vino con la teología profunda de Agustín, si bien la fuerza
de la reacción, incrementada por su propia experiencia, llevó
a Agustín a rebasar el punto central de la verdad bíblica para
situarse en una posición extrema. A partir de entonces, el pén-
dulo de la controversia sobre la predestinación seguiría en mo-
vimiento ininterrumpido a lo largo de todos los tiempos.
Y a en la postura doctrinal de los escritores cristianos de los
primeros siglos advertimos la fuerza de la reacción frente a
corrientes de pensamiento greco-oriental (concretadas especial-
206 ESCOGIDOS E N CRISTO
EL PERÍODO PREAGUSTINIANO 207
mente en el gnosticismo y, en ciertos aspectos, en el maniqueís-
mo) que presentaban el pecado como una necesidad y los sufri- influenciado —mayormente por conducto de Victoriano Afe-
1

mientos de la humanidad como impuestos por poderes satánicos ro— por doctrinas platónicas.
o por la tiranía del destino. N o es de extrañar que se alzaran Esta influencia se discierne sobre todo en su concepto del
en la Iglesia cristiana fuertes voces en defensa de la santidad orden de la Iglesia visible y en el desprecio por el cuerpo, el
original del hombre, de su libre albedrío y de su responsabili- matrimonio, etc., que no dejan de afectar tanto su definición
dad, si bien no se profundizó demasiado en las consecuencias de la depravación total del hombre como la tendencia a siste-
del pecado sobre la voluntad humana. matizar la doctrina cristiana en un círculo cerrado en relación
con la Iglesia universal y visible, o sea, la Iglesia de los bau-
La escuela alejandrina. Y a que hemos mencionado el pen- tizados.
samiento greco-oriental que se reflejó en los sistemas gnósticos,
E n su antropología la escuela alejandrina presenta la volun-
marcionitas y maniqueos, es importante notar la fuerte influen-
tad del hombre como poseída de un poder pleno para el bien,
cia del platonismo y del neoplatonismo que logró entrada en el
y capaz de apartarse del pecado por su propia energía inhe-
pensamiento de los teólogos cristianos a través de la escuela ale- rente. Clemente de Alejandría sostiene que «creer o no creer
jandrina, con referencia especial a Clemente y a Orígenes. L a depende tanto de nuestra voluntad como el filosofar o dejar de
materia —pensaban— es mala en sí, lo que contradice la doc- filosofar»...
trina bíblica tanto de la Creación como de la E n c a r n a c i ó n y de
la Resurrección. E l espíritu puede purificarse, ya que existe una E l hombre, como todo otro ser espiritual, no puede perder
chispa divina en todo hombre capaz de convertirse en llama para nunca la capacidad de elección. Por medio de este poder, las
unirse con la esencia divina (neoplatonismo de Plotino y sus almas nobles de todos los tiempos, ayudadas por el Poder
sucesores). Detrás de las deficientes manifestaciones del bien en Divino indispensable para el éxito, se elevan de la ignorancia
y la profunda corrupción moral para acercarse a Dios y a la
la tierra, se hallaban perfectas «formas» del bien, de la hermo- verdad. 2

sura, etc., siendo Dios el alma suprema del universo. E l alma


humana, suelta de su prisión de carne por la muerte, volvía a Salta a la vista que, si bien en las palabras de Clemente
unirse con el alma del universo en una «inmortalidad» que no de Alejandría hay un fondo de verdad, se acentúa erróneamente
quiere saber nada de la resurrección del cuerpo. Hacemos cons- el poder de la voluntad del hombre y deja asomar la idea, igual-
tar esta invasión del platonismo en el pensamiento cristiano para mente equivocada, de la iniciativa humana en la salvación. Esta
que el lector comprenda que Agustín no trabajaba con ánimo idea se expresa abiertamente cuando Clemente afirma:
libre sobre el texto bíblico, sino que había heredado un sistema
teológico mezclado ya con los conceptos filosóficos del plato- Dios coopera con las almas que quieren... en la renovación
del pecado, éste da los primeros pasos y después Dios acude
nismo y con el sacramentalismo derivado de los «misterios» en su ayuda. 3

griegos, tales como el órfico. Dice The Oxford Dictionary of the


Christian Church: Este sinergismo es, a todas luces, ajeno a la enseñanza bí-
blica.
Los comienzos del sincretismo del pensamiento cristiano y del
platonismo se remontan a Clemente de Alejandría y Oríge-
nes. Quizá de mayor importancia para la historia de la teo-
logía es el hecho de que San Agustín se hallaba fuertemente Hitory o, C h r ^ i T ^ i ^ ^ ^ x ^ p
W I I Ü a , n T
°" ' S h e d d e
"
3- Ibid., p. 3 2 . ' ' '
208 ESCOGIDOS E N CRISTO EL PERÍODO PREAGUSTINIANO 209

Estos puntos de vista de Clemente son compartidos por Orí- Todo nuestro poder es de Dios. E n Él vivimos; en Él tenemos
genes, quien, en el tercer libro de De Principíis, interpreta las fortaleza. Nuestro corazón meramente se abre sediento ante
palabras de Pablo « N o es del que quiere, sino de Dios que tiene Él. E n la proporción en que aportamos una fe recipiente,
5

misericordia» en el sentido de que la existencia de l a voluntad bebemos de la gracia fluente.


como facultad depende del poder divino, pero no su uso. Sostie-
Pero el p é n d u l o no quedaría a q u í ; seguiría indefectible-
ne asimismo que la relación entre l a voluntad humana y el bien
mente su movimiento en dirección opuesta a la posición de los
o el mal moral es exactamente la misma. L a voluntad del hom-
maestros anteriores para alcanzar el otro extremo en l a teología
bre tiene capacidad tanto para l a santidad como para el pecado.
de Agustín. Ambrosio e Hilario calan hondo en l a herencia de
L a misma tendencia, aunque expresada en forma algo m á s
pecado de los descendientes de A d á n ; pero siguen adhiriéndose
equilibrada, se observa en Justino M á r t i r , el cual declara:
a la interpretación sinergista de la renovación del hombre, a
Aunque en nuestra creación no hubo lugar a elección por pesar de que en algún momento acusan cierta inconsistencia.
nuestra parte, sí lo hay en nuestra regeneración; porque Dios Hilario expresa con firmeza y diafanidad su posición cuando
solamente persuade y nos atrae suavemente en nuestra rege- escribe:
neración cooperando libremente con aquellas facultades ra-
cionales que Él nos ha concedido. 4
En la preservación de nuestra justicia, a menos que seamos
guiados por Dios, seremos inferiores por nuestra propia natu-
Estas-concepciones antropológicas son compartidas, general- raleza. Por lo tanto, necesitamos ser ayudados y dirigidos
mente, por los demás Padres griegos. E n consecuencia, ense- por su gracia a fin de que alcancemos la justicia de la obe-
ñan una predestinación condicional, basada en la presciencia diencia... L a perseverancia en la fe es de Dios, pero el origen
de Dios.' L a elección, para los Padres de l a Iglesia oriental, y el principio de la fe está en nosotros mismos... Es parte
es una preordinación de bendiciones o recompensas para quienes de la misericordia divina auxiliar a los que ya quieren,
serían, hasta cierto punto merecedores de ellas. L o fundamental confirmar a los que están empezando, recibir a los que se
acercan. Pero el comienzo es nuestro, para que Dios lo con-
de su error estribaba en la idea de mérito atribuido al hombre 6
sume y perfeccione.
pecador.

La reacción en contra de la escuela alejandrina. A media- Esta interpretación necesitaba ser purgada de su elemento
dos del siglo m , empieza a notarse entre los Padres latinos una antibíblico: l a dignidad del hombre pecador que le hace acree-
tendencia a rectificar los errores de las escuelas antes mencio- dor de la elección, pues tal concepto nubla la gloria de la
nadas. La. presión del gnosticismo h a b í a disminuido y las men- gracia de Dios que ama y salva al pecador, no por su dignidad,
tes de los pensadores se volvieron m á s a los efectos del pecado sino a pesar de su indignidad, cuando responde a la Palabra de
en la voluntad misma. A partir de entonces se nota un despla- Dios y recibe por l a fe la salvación que se le ofrece en Cristo.
zamiento de énfasis. Deja de exaltarse la capacidad humana, Pero muy pronto veremos cómo lo que pudo haber sido una
para dar relieve a la gracia divina. Por un momento, el pén- corrección purificadora vino a constituir una deplorable tergi-
dulo teológico parece estar en el centro. L a enseñanza se hace versación de la verdad de la Escritura.
más equilibrada y m á s bíblica. Cipriano dice:
5. De Gratia, ad Donatum, c. 4, 5. W. G . T. Shedd, op. cit., p. 47.
4. Justino Mártir, Apología I, 10. 6. In Psalm CXIX, lit. 1, 12; 14, 10; Shedd, op. cit., p. 50.
AGUSTÍN Y SU T E O L O G Í A 211

de sus conceptos sobre iglesia, episcopado, autoridad, sacramen-


tos y otros puntos son inadmisibles por demasiado «católicos».
Y a hemos notado que h e r e d ó un sistema teológico sincrético
bien arraigado que se había apartado mucho de la pureza bí-
blica.
Sin duda alguna, la m á s valiosa aportación teológica de
Agustín fue su redescubrimiento de la sola gratia. Nadie antes
captó como él la concepción paulina del pecado, que pone al
descubierto no sólo los actos pecaminosos del hombre, sino su
CAPITULO 15 naturaleza depravada y su incapacidad moral para librarse de
ella. Para Agustín, el Evangelio es el mensaje de la gracia de
Dios que libera al hombre de la esclavitud del pecado. Su propia
AGUSTÍN Y SU TEOLOGÍA experiencia era, para él, la mejor confirmación de esta verdad.
Como muy bien lo expresó James O r r , eminente erudito evan-
gélico: «La teología de Agustín sólo ha de entenderse en rela-
ción con la experiencia de Agustín; la biografía en este caso
S I N E N T R A R en detalles biográficos, recordaremos que el autor 1
es más que información: es comentario y clave.»
de las Confesiones, a pesar del ambiente cristiano respirado en
N o fue únicamente la experiencia de su conversión lo que
su hogar, pasó su juventud perdido en el laberinto del error
le indujo a magnificar la gracia de Dios. Influyó también el de-
y en las redes de una vida lujuriosa. E n medio de sus excesos
sarrollo posterior de su vida cristiana. Inicialmente se gozó en
sentía aumentar sus inquietudes, que no hallaron remedio n i en
la esperanza de que pronto alcanzaría un estado de santidad
las aberraciones del m a n i q u e í s m o n i en la metafísica del plato-
perfecta; por consiguiente, de paz espiritual completa. Tenía un
nismo. Bajo la influencia de Ambrosio de Milán, sobrevino el
elevado concepto de las posibilidades inherentes a la voluntad
momento de su gran crisis espiritual. E l misterioso mandato
humana, cuya libertad defendió contra el determinismo mani-
Tolle lege (Toma y lee) le llevó a abrir el Nuevo Testamento
queo. Pelagio incluso citó pasajes de la obra de Agustín Sobre
al azar y sus ojos dieron con el texto de Romanos 13:13-14. C o n
el libre albedrío para reforzar sus propias opiniones. C o n el
la lectura de estas palabras se c o n s u m ó su gran revolución inte-
tiempo, sin embargo, descubrió Agustín las limitaciones de esa
rior. Dios había triunfado en él. L a importancia de estos hechos
libertad y lo dramático de la lucha entre la carne y el espíritu
no puede omitirse al enjuiciar la teología de este destacado
a lo largo de toda la vida del creyente. Llega al convencimiento
maestro de la Iglesia. de que el libre albedrío es inexistente en lo que concierne a la
L a figura de Agustín ha pasado a la Historia dejando una elección y práctica del bien. Los hombres sólo son libres «para
huella indeleble en el pensamiento teológico. Hombre de dotes arrojarse al precipicio» (Conf. I V , 1,1). E l cristiano está des-
excepcionales y de profunda piedad, produce una obra de tinado a continuar imperfecto en su estado presente. L a meta
complejidad extraordinaria, por lo que las diversas ramas del de sus anhelos se halla más allá de esta vida, y si algún progreso
cristianismo histórico han hallado en su teología tanto enseñan-
zas valiosísimas como errores inaceptables. Para el protestantis-
mo, por ejemplo, su doctrina de la gracia es un rico caudal 1. lames Orr, The Progresa of Dogma, p. 138.
incorporado a la dogmática de la Reforma, mientras que muchos
AGUSTÍN Y SU T E O L O G Í A 213
212 ESCOGIDOS E N CRISTO

La fe misma es el don de Dios. Los demás son dejados en sus


espiritual había de experimentar en la tierra, éste dependería
pecados: dejados para que perezcan. N o son predestinados
totalmente no de sus propios esfuerzos, sino de la voluntad
para el pecado, sino más bien para el castigo que el pecado
soberana, inescrutable, de Dios. E n esta voluntad encontraría merece, del que no son salvados por la gracia electiva. E l
Agustín la clave para explicar la génesis y el desarrollo de toda número de los escogidos está fijado. Está predeterminado en
la experiencia cristiana. L a conclusión última sería que la salva- el plan de Dios. Pero no todos los creyentes son elegidos.
ción del hombre tiene su origen en la elección divina incondi- L a perseverancia en la vida nueva y santa es don de Dios
cionada. y se otorga a aquella parte de creyentes a quienes Dios en su
3
Consecuencia de la predestinación era para Agustín la per- inescrutable sabiduría ha escogido para concedérsela.
severancia de los santos, que es contemplada como el m á x i m o
premio de Dios al creyente. Este «don» otorga a seres humanos E n esa formulación de Agustín la elección se desvincula de
frágiles de por sí la misma estabilidad moral que Cristo había la fe en Cristo. L a fe no implica necesariamente la certidumbre
mostrado en su naturaleza humana. Como consecuencia, el hom- de la elección, y, por ende, de la salvación. De este modo, la
bre se une para siempre a Dios, cuya mano le protege del elección escapa del plan redentor de Dios aplicado a los cre-
mundo. 2 yentes en Cristo para convertirse en una incógnita. Viene a ser
la selección misteriosa e inescrutable de un numerus predesti-
E n los primeros tiempos de su vida cristiana, Agustín mues-
natorum de entre la massa perditionis.
tra" en su pensamiento la influencia de su maestro Ambrosio
y ocasionalmente aparece en sus escritos cierta tendencia al si- Parece que Agustín deseaba dar a su doctrina de la elección
nergismo y a la elección condicional. un carácter netamente positivo. L a predestinación es para salva-
ción, no para condenación. E n la r e p r o b a c i ó n de los no elegi-
En el año 394, cuando escribió su comentario sobre la Epís- dos sólo hay «presciencia» por parte de Dios. Usando un t é r m i n o
tola a los Romanos, contrastaba una elección basada en las de época posterior, diríamos que Agustín era un infralapsario.
obras con la elección condicionada a la fe, y atribuía a los Sin embargo, como siempre ha sucedido, la doble predestina-
elegidos méritos ocultos —ocultissima merita—; es decir, ción surgía inevitablemente tan pronto como las doctrinas no-
ciertas disposiciones de corazón que son fundamento y razón tadas se llevaban a sus últimas consecuencias. E n su famosa
3
de su elección. obra Enchyridion, p e q u e ñ o sumario de doctrina cristiana, se re-
fiere explícitamente a «aquellos a quienes Dios, en su justicia,
Pero posteriormente, estudiando las Escrituras a la luz de ha predestinado para castigo» y a «la salvación de aquellos a
su experiencia, llegó a creer que la elección es incondicional. quienes Él, por su misericordia, p r e d e s t i n ó para la gracia». 6

Con gran precisión, Fisher resume los puntos de vista del Padre E n su Civitas Dei, alude a los predestinados «para sufrir cas-
africano: tigo eterno» y para «ir con el diablo al fuego eterno». 7

Los que creen en el Evangelio con fe salvadora, no son mera- Otro punto que merece m e n c i ó n especial es el problema
mente elegidos para ser recipientes del galardón celestial; insoluble que se planteó a Agustín al tratar de sostener simul-
4
son elegidos para ser recipientes de la fe.
5. Fisher, History of Christian Doctrine, pp. 191-192.
2. Agustín, De dono persev., 7, 14. ü. Ibid., p. 100.
3. G. P. Fisher, History of Christian Doctrine, p. 192. 7. De Civitas Dei, X V , I, 1, y X X I , 24, 1, citado por Sydney Cave
4. G . P. Fisher, De Praedest. Sanctorum, 37, c. 18. en The Christian Estímate of Man, p. 97.
ESCOGIDOS EN CRISTO
214
táneamente las doctrinas de la elección incondicional y la rege-
neración bautismal. Como muy bien dice James O r r ,

si todos los bautizados son regenerados, y si el bautismo se


administra por voluntad humana, ¿dónde y cómo queda la
soberanía de la gracia divina o la certidumbre de la elección?
Parece difícil combinar una doctrina de elección con otra
que hace de toda persona bautizada correctamente un hijo CAPITULO 16
8
de Dios.

Como veremos m á s adelante, en dificultades análogas se


vio envuelto Calvino al tener que enfrentarse con la cuestión
PELAGIANISMO
de la salvación de los niños. Pero, independientemente de las Y SEMIPELAGIANISMO
contradicciones que se observan en el sistema agustiniano, su
doctrina de la predestinación vendría a ser piedra de escándalo
perdurable, principio de ardientes y prolongadas controversias El p e l a g i a n i s m o
a lo largo de la historia de la Iglesia.
U N A V E Z M Á S nos encontramos frente a una antropología
engendrada mayormente por la experiencia personal, la reac-
ción y la especulación filosófica más que por las Escrituras.
Fue Pelagio un monje británico que se trasladó a Roma a
principios del siglo v. E n contraste con la experiencia de Agus-
tín, la de Pelagio había estado exenta de los agudos conflictos
interiores y de las luchas contra el pecado que caracterizan la
vida del primero antes de su conversión. Austero en sus cos-
tumbres, fue Pelagio hombre de moralidad acendrada y carác-
ter irreprensible. De la gran estima en que era tenido por la
1
pureza de su vida, el propio Agustín da testimonio.
No es sorprendente que experiencias tan dispares influyeran
de modo tan poderoso en la formulación de doctrinas antagó-
nicas. Cuando Pelagio llegó a Roma, oyó en cierta ocasión citar
la oración de Agustín: «Señor, da lo que mandas y manda lo
que quieras.» Estas palabras actuaron en su ánimo a modo de

1. Ep. 186 ad Paul. De Pecc. Merit. III, 1, 3. Citado por G . P.


Fisher, History of Christian Doctrine, p. 183.

8. J. Orr, Op. cit., p. 144.


216 ESCOGIDOS E N CRISTO PELAGIANISMO Y SEMIPELAGIANISMO 217

fulminante y se opuso a ellas con gran excitación. Él sostenía, Zosimo, obispo (papa) de Roma, le llevó al principio a otorgar
al igual que Kant siglos después, que todo mandamiento pre- a Pelagio un certificado de ortodoxia y a censurar a sus acusa-
supone por parte de quien lo recibe la posibilidad de obedecer. dores. Sin embargo, la fuerte oposición de un concilio reunido
Así, sobre una premisa puramente filosófica y no sobre la Escri- en Cartago le hizo revocar su primera decisión y anatematizar
tura, se levanta el sistema pelagiano, según el cual el hombre, la doctrina de Pelagio. O r r , con un fino sentido de humor,
en su condición natural, tiene suficiente poder para hacer en observa que la actuación de Zosimo constituye un comentario
2
todo la voluntad de Dios. curioso sobre la infalibilidad papal. Finalmente, el pelagia-
Antes del año 409 ya había ganado Pelagio la adhesión de nismo fue condenado en el llamado Concilio Ecuménico de Éfe-
Celestius, abogado romano dotado de gran habilidad dialéctica, so, en el a ñ o 431.
quien dio al pelagianismo forma y vigor. Sus principales puntos A l comparar los dos sistemas, el agustiniano y el pelagiano,
pueden bosquejarse en breves líneas: 1) A d á n era mortal por resaltan los errores de ambos. E l comentario que sobre ellos
naturaleza y la muerte no le sobrevino como consecuencia del hace Sydney Cave es valioso por su equilibrada objetividad:
pecado. 2) E l pecado de A d á n sólo le afectó a él y no tuvo
ninguna consecuencia en la capacidad de la raza para practicar E l pelagianismo era una interpretación inaceptable del cris-
el bien. 3) Los niños nacen en un estado de perfección idéntica tianismo. No somos libres para obrar como si no tuviésemos
a la de A d á n antes de su caída; es decir, no hay transmisión ya malos hábitos formados, ni quedamos exentos de la in-
fluencia que entraña la solidaridad del mal: ese sistema cor-
i hereditaria de una naturaleza pecaminosa. 4) E l hombre puede
porativo de pensamientos y actos pecaminosos entre los
cumplir perfectamente los mandamientos de Dios. 5) Sus peca-
cuales todos hemos de vivir. E l ejemplo y la instrucción,
dos se deben a la influencia de los malos ejemplos. 6) L a gracia aunque sean el ejemplo y la instrucción de Cristo, no son
de Dios es una ayuda para el hombre, pero se interpreta equi- suficientes. No podemos levantarnos por nosotros mismos
parándola a los dones naturales o a factores externos, tales para ir a Dios. Solamente por la gracia de Dios podemos ser
como la buena educación. 7) E l bautismo es u n rito de consa- restaurados a la comunión con Él.
gración que, al mismo tiempo, anticipa el p e r d ó n futuro. 8) E n Las palabras de Agustín —da lo que pides y pide lo que
conclusión, como no hubo caída o muerte de la raza en Adán, quieras— son una expresión propia de la piedad cristiana.
tampoco hay resurrección en Cristo. Son palabras que aparecen en las Confesiones, libro escrito
en forma de oración. Cuando oramos, el sentido de la pre-
N o es necesario conocer profundamente la Escritura para
sencia de Dios conduce a la penitencia y a la convicción de
descubrir lo erróneo de todas las aseveraciones anteriores. Los
que solamente por la gracia de Dios podemos conocer y hacer
embates de la reacción pelagiana frente a las innovaciones teo- su voluntad. Pero hablar de su «gracia irresistible», como lo
lógicas, no exentas de error, de Agustín no fueron ciertamente hace Agustín, es ser víctimas de una metáfora. Si la gracia
afortunados. Forzosamente, a pesar del limitado sector que lo se concibe como una fuerza, entonces podemos hablar cierta-
apoyó, el nuevo sistema habría de ser rechazado por la Iglesia. mente de la gracia de Dios como irresistible, ya que lo finito
E n el concilio de Cartago (años 411 y 412 d. C.) se condenaron debe rendirse a lo infinito. Pero la gracia de Dios no denota
las opiniones de Celestius. Posteriormente, dos sínodos cele- una potencia misteriosa. Se trata de una perífrasis para decla-
brados en Palestina (414-416) juzgaron a Pelagio; pero, de- rar que Dios es un Dios de gracia. L a relación entre Dios
sorientados por lo especioso de sus explicaciones, lo absolvieron.
E l caso volvió a considerarse en Roma (416-418), a instancias
del primer sínodo de Palestina. L a vacilación e ignorancia de 2. Ibid., p. 160.
218 ESCOGIDOS E N CRISTO PELAGIANISMO Y SEMIPELAGIANISMO 219

y el hombre no puede ser interpretada como si se tratase de inquietarse ante la idea de una responsabilidad humana que, de
una fuerza infinita que actúa sobre un objeto finito. Es una hecho, sería inexistente?
relación personal porque Dios es amor santo. Y el amor sig- Parece que estas consideraciones y otras análogas habían
nifica no sólo propia realización, sino anonadamiento, ke-
producido confusión y desorden en el Norte de África. Algunos
nosis. Un Dios de amor no trata a los hombres como si fue-
monjes del claustro de Adrumentum, disputando acerca del sig-
sen cosas, sino como personas. Agustín tuvo razón al enfatizar
la necesidad de la gracia de Dios para el principio, la conti- nificado de la predestinación absoluta, habían caído —como su-
nuación y el fin de la vida cristiana, pero se expresó con cedería en otros casos a lo largo de los siglos— en la duda y la
tales términos al hablar de su poder, que oscureció su amor. desesperación. Otros hicieron de esta doctrina motivo de indi-
En otro lugar, Agustín ha escrito más brillantemente que ferencia y libertinaje. U n tercer grupo admitía la intervención,
ninguno de los Padres de la Iglesia antigua sobre el amor, aunque mínima, de la voluntad humana en la regeneración. Con
pero en la racionalización de su experiencia de la gracia di- objeto de corregir esta situación, Agustín escribió sus dos tra-
vina describió a Dios en palabras más propias de un déspota tados, De Gratia et libero arbitrio y De correctione et gratia (La
oriental que del Padre de Nuestro Señor y Salvador Jesu- gracia y el libre albedrío; L a corrección y la gracia), con lo
3
cristo. que, al parecer, desaparecieron las dificultades de los monjes
en cuestión.
Más fuerte y duradera fue la oposición a Agustín suscitada
El s e m i p e l a g i a n i s m o en el sur de las Galias, desde donde dos de sus m á s fieles
discípulos, Próspero e Hilario, le escribieron con honda inquie-
A pesar de la condenación del sistema pelagiano, el agusti- tud. Se había formado una escuela teológica entre las flore-
nianismo no consiguió una aceptación u n á n i m e . A u n Jerónimo, cientes iglesias de esta región de Francia que, al parecer, trataba
campeón de la causa agustiniana, no a b a n d o n ó su creencia en de reproducir la antropología de siglos anteriores. Sin embargo,
un resto de libertad de l a voluntad, n i adoptó las doctrinas de sus maestros no eran pelagianos, pues sostenían que «todos los
hombres pecaron en el pecado de A d á n » , y que «nadie p o d r í a
la elección absoluta y l a gracia irresistible. E n el concilio de
salvarse por sus obras, sino sólo por la gracia de Dios en la
Cartago, celebrado en el a ñ o 418, no se incorporaron a sus
regeneración»... «Antes de la creación del mundo, Dios había
conclusiones las enseñanzas distintivas de Agustín sobre la
preconocido y predestinado para su reino a aquellos que Él
incapacidad total del hombre natural para escoger el bien n i su
previo serían llamados por gracia para ser dignos de su elec-
concepción de la gracia como fuerza irresistible que cambia la 4
ción.» Para responder a las preguntas de sus amigos, Agustín
voluntad. escribió sus tratados Sobre la Predestinación de los Santos y
Para muchos, el agustinianismo resultaba tan poco atractivo Sobre el don de la Perseverancia. Pero estos tratados no con-
como el pelagianismo. Libertad de la voluntad y gracia irresisti- vencieron a los críticos de Agustín, entre los cuales se destacó
ble eran términos irreconciliables que se excluían recíproca- Juan Casiano, fundador del monasterio de Masilia (la moderna
mente. S i la voluntad no es libre, ¿ p o r q u é exhortar a los Marsella), alumno y amigo de Crisóstomo y reorganizador del
hombres al arrepentimiento, a la fe y a la diligencia en la vida monasticismo occidental. Casiano no sólo rehuyó las enseñanzas
cristiana? Si todo estaba predeterminado por Dios, ¿ p o r qué

3. Sydney Cave, The Christian Estímate of Man, pp. 98-99. 4- Ep. CCXXV. Citado por S. Cave, op. cit., p. 100.
220 ESCOGIDOS E N CRISTO PELAGIANISMO Y SEMIPELAGIANISMO 221

de Pelagio, sino que las atacó enérgicamente. Pero con el mismo punto de que el sínodo de Arles, en el a ñ o 473, le diera su
vigor se opuso a las enseñanzas de Agustín, que parecían ame- apoyo a la par que condenaba la doctrina de la predestinación
nazar la realidad de la lucha moral. E n el capítulo trece de sus propugnada por Agustín. Este éxito fue temporal. E n el segundo
Conferencias, Casiano enseña: «La debilidad humana por sí so- sínodo de Orange, celebrado en el año 529, el semipelagianismo
la, es decir, sin la ayuda de Dios, no puede lograr nada en lo fue condenado. Sin embargo, el impacto que este sistema había
concerniente a la salvación.» Por otro lado, reafirma las pala- producido se puso de manifiesto, puesto que los cánones de
bras del Señor: « N o es la voluntad de vuestro Padre que nin- este sínodo no hacen ninguna referencia a la elección, a no
guno de éstos pierda», y pregunta: « ¿ C ó m o podemos imagi- ser para anatematizar a quien se atreviera a enseñar la predes-
nar, sin incurrir en grave blasfemia, que Él no quiere la sal- tinación para el m a l . E l resultado de la pugna entre el semipela-
vación de todos los hombres, sino que en vez de todos sólo gianismo y el agustinianismo quedaba, pues, indefinido, relegado
5
algunos sean salvos?» a la oscuridad y al silencio. De hecho, nadie p o d í a determinar
Apoyándose en la enseñanza de «todos los Padres», detalla cuánto de la teología de Agustín se confirmaba por la condena-
las diferentes etapas de la acción divina en el hombre, pero sal- ción del semipelagianismo.
vaguardando siempre la libertad de la voluntad humana. E n este A pesar de todos los anatemas que se han lanzado contra
sistema la conversión se debe a la doble acción como factores el semipelagianismo, cualquier investigador honrado h a b r á de
coordinados. reconocer en ese movimiento el primer esfuerzo serio por es-
E n cuanto a la predestinación, el semipelagianismo no reco- tablecer el equilibrio en la antropología cristiana, reteniendo lo
noce ningún decreto incondicional de Dios. L a elección para que en otros sistemas doctrinales pudiera haber de verdadero
salvación o para perdición depende del uso que el hombre y desechando sus extremos erróneos. N o diremos que el semi-
haga del resto de libertad que para el bien le queda. E l de- pelagianismo consiguió plenamente su propósito o que estuvo
creto de la elección es, por lo tanto, condicional. exento de errores. T o d a v í a enfatizaba torcidamente la voluntad
Hay quienes acusan a los críticos de Agustín de tergiversa- humana como punto inicial de la salvación. Pero m a r c ó una
ción de sus enseñanzas. Pero algo semejante ha acontecido con pauta y señaló una actitud que, de haberse ahondado mediante
los opositores del semipelagianismo. E n su origen mismo, Prós- el estudio serio de las Escrituras, h a b r í a podido cerrar defini-
pero, al que ya hemos aludido como leal discípulo de Agustín, tivamente una de las controversias que, con algunas modifica-
manifestó que las doctrinas semipelagianas favorecían el pelagia- ciones, no ha dejado de agitar a la Iglesia.
nismo. Sus razones denotan una apreciación tendenciosa del sis- Existe bastante confusión en el empleo del término semi-
tema que combatía y muestran una decidida desfiguración del pelagianismo y lo que está escrito aquí sólo se refiere al intento
mismo. Debilidades semejantes se han observado con motivo de lograr una doctrina equilibrada durante el p e r í o d o de refe-
de parecidas controversias posteriores. De haberse impuesto la rencia: el siglo v y el principio del v i . H a y elementos de semi-
ecuanimidad, probablemente no se hablaría hoy de semipelagia- pelagianismo en la doctrina oficial de la Iglesia Católica que no
nismo sino de semiagustinianismo. entran en nuestra discusión aquí.
L a fuerte reacción de los sectores agustinianos no pudo im-
pedir que el semipelagianismo extendiese su influencia hasta el

5. Ibid., p. 101.
LOS S I G L O S D E L A EDAD MEDIA 223

(829); pero m á s tarde se le ordenó reanudar su vida monástica,


esta vez en Orbais (Francia). Necesitado de consuelo y aliento,
se dedicó al estudio de Agustín y en su doctrina de la predesti-
nación halló la explicación de su retorno a la vida monacal.
Era monje, no por su propia voluntad, sino por la gracia irre-
sistible de Dios.
CAPITULO 17 Gottschalk fue el primero que usara la terrible frase predes-
tinado gemina (doble predestinación), si bien trató de salvar el
imponente escollo que esta posición suponía recurriendo al ca-
LOS SIGLOS rácter permisivo del decreto de Dios relativo al pecado. L a
doctrina de la elección que Agustín había introducido en su
DE LA EDAD MEDIA vasto complejo teológico, fuertemente trabado por su mente
sutil, fue aislada por Gottschalk y llevada a su extremo lógico.
Como corolario de su doctrina sobre la predestinación, Gott-
L o s G R A N D E S D E B A T E S de los primeros siglos perdieron inten- schalk enseñó que la voluntad salvífica de Dios es limitada y
sidad durante el período medieval. Las ingentes masas converti- que Cristo murió solamente por los escogidos. Inconmovible
das al cristianismo en toda Europa d e b í a n ser instruidas o, más en sus convicciones, fue condenado por los sínodos de Mainz
bien, disciplinadas. Por otro lado, la Iglesia se consideraba (848) y Quiercy (849).
más y más como una sociedad visible, jerárquicamente organi- Aunque Gottschalk tuvo duros adversarios, también contó
zada, realización del Reino de Dios en la tierra, y su principal con amigos que apoyaron sus puntos de vista. Entre éstos se
problema no era precisamente teológico, sino práctico. L a gran destacó Remigio de Lyon, quien refutó los cargos que contra
necesidad de aquellos tiempos radicaba en la consolidación de Gottschalk había formulado Hincmar, arzobispo de Reims.
la autoridad de la Iglesia y no en la defensa de unos dogmas. Contemporáneo del monje de Orbais fue también Juan Scoto
Sin embargo, a ú n hubo chispazos polémicos que reencendieron Erigena, de mente sutil. E n la controversia sobre la predestina-
las pasadas controversias. ción, trató de resolver el problema teológico declarando que
Aunque Agustín y su sistema c o n t i n u ó gozando de la máxi- desde el punto de vista de Dios no hay ni pasado ni futuro,
ma estima, su doctrina de la predestinación q u e d ó relegada al ya que Él es eterno y ve a los seres humanos de todos los tiem-
olvido hasta que en el siglo i x Gottschalk la sacó nuevamente pos como en un presente constante. Afirmó, asimismo, que la
a la luz con matices de rigor extremo. disyunción entre presciencia y preordenación es falsa, por cuan-
to Dios sólo puede conocer lo que hace. Las enseñanzas de
Scoto Erigena fueron igualmente condenadas en diferentes sí-
nodos.
La d o c t r i n a e x t r e m a d e G o t t s c h a l k

Monje y teólogo del siglo i x , ingresó primeramente en el Tomás d e A q u i n o


monasterio benedictino de Fulda (Alemania) obligado por su
padre, el conde sajón Bruno. Teniendo en cuenta su falta de Este eminente teólogo del siglo x m , con su enorme capaci-
vocación, fue dispensado de sus votos por el sínodo de Mainz dad analítica y su afán sistematizador, no podía pasar por alto
224 ESCOGIDOS E N CRISTO LOS S I G L O S D E L A EDAD MEDIA 225

las cuestiones relativas a l a elección. A ellas se refiere en l a destine a los hombres, por cuanto todo está sujeto a su provi-
primera parte de su monumental Summa Theologica. dencia. E n su opinión, resulta claro que «la predestinación es
E n el tratado sobre Dios las entrelaza o r d e n á n d o l a s del si- una especie de ordenamiento de algunas personas a l a salvación
5
guiente modo: la voluntad de Dios, el amor de Dios, l a justicia eterna, según plan existente en l a mente d i v i n a » . Es Dios quien
y la misericordia de Dios, l a providencia de Dios, l a predesti- lleva a la criatura racional a u n f i n que no alcanzaría por sí
nación y el libro de l a vida (cuestiones 19 a 24). misma; el hombre llega a esta meta como l a flecha al blanco
6
Sus disquisiciones sobre l a voluntad de Dios son marcada- disparada por el arquero.
mente metafísicas, con matizaciones diversas derivadas de con- T o m á s no se limita al aspecto positivo de la elección. Caute-
ceptos como necesidad y contingencia, voluntad absoluta y vo- losa pero decididamente se enfrenta también con el aspecto
luntad antecedente, que no siempre son aclaratorias. S i n em- negativo: l a reprobación.
bargo, se deja bien sentado que «por cuanto l a voluntad de
Dios es la causa universal de todas las cosas, es imposible que Como la predestinación es una parte de la providencia res-
la divina voluntad no produzca su efecto». 1
pecto a quienes han sido divinamente ordenados para l a sal-
E n cuanto a la providencia, el concepto de T o m á s es claro. vación eterna, así l a reprobación es una parte de la providen-
Se trata del ordenamiento de todas las cosas hacia u n f i n pre- cia relativa a quienes se desvían de ese fin. De ahí que la
2 reprobación implique no sólo conocimiento, sino también algo
existente en la mente de Dios. E n oposición a Demócrito y los
más... Como la predestinación incluye la voluntad de confe-
epicúreos, quienes sostenían que el mundo es fruto de l a causa- rir gracia y gloria, así la reprobación incluye la voluntad de
lidad, afirma «que todas las cosas están sujetas a l a divina pro- permitir a una persona que caiga en el pecado y de imponer
3
videncia, no sólo en general, sino también en su ser individual». el castigo de la condenación a causa de ese pecado. 7

Esa sujeción incluye el ejercicio de la libre elección, en l a que


pesa la especial acción de Dios. Esta acción es eminentemente Pero en l a Summa no se resuelve satisfactoriamente —como
salvífica en el caso de los creyentes. no se resuelve en l a obra de n i n g ú n teólogo agustiniano— el
problema que surge al intentar compaginar una soberanía abso-
Dios extiende su providencia sobre el justo de modo más ex-
celente que sobre el impío, ya que evita que acontezca lo que luta de Dios con el libre albedrío del hombre.
pudiera impedir su salvación final (Ro. 8:28). Pero del hecho
de que [Dios] no refrena del mal a los impíos, se dice que los La reprobación por parte de Dios no sustrae nada de la
abandona —no que retira totalmente su providencia de ellos, capacidad de la persona reprobada. De ahí que, cuando se
pues de otro modo, si no fuesen preservados por su provi- dice que el reprobado no puede obtener gracia, esto no debe
dencia, volverían a la nada. 4
entenderse como implicando una imposibilidad absoluta, sino
sólo una imposibilidad condicional; como se ha dicho más
E n relación muy estrecha con l a providencia, expone T o m á s arriba, el predestinado debe ser necesariamente salvo, pero
su doctrina de la predestinación. Considera lógico que Dios pre- por una necesidad condicional, que no anula la libertad de
elección. De ahí, también que aunque ninguno de los repro-

1. Tomás de Aquino, Summa Theologica, I: 19, 6.


2. Ibid., I: 22, 1. 5. Ibid., I: 23, 2.
3. Ibid., I: 22, 2. 6. Ibid., I: 23, 1.
4. Ibid., I: 22, 2. 7. Ibid., I: 23. 2.
226 ESCOGIDOS E N CRISTO LOS S I G L O S D E L A EDAD MEDIA 227

bados por Dios puede adquirir la gracia, sin embargo, el hecho mantenido con rigor e intolerancia. Como se pondría de mani-
de que caiga en éste o aquel pecado particular proviene de su fiesto en la furiosa reacción en contra del jansenismo del siglo
libre elección. Por eso le es imputado justamente como culpa.* x v n , el romanismo oficial acepta de Agustín su concepto de
Iglesia expuesto en De Civitate Dei, pero no da lugar adecuado
Otro punto confuso es el que relaciona la predestinación a su doctrina de la gracia, n i en sus aspectos sanos n i en sus
con el mérito. Por u n lado, se niega toda posibilidad de supedi- puntos extremos. Téngase en cuenta, sin embargo, que el semi-
tar la elección a méritos del hombre; pero no se descartan éstos pelagianismo a que ahora nos hemos referido no ha de confun-
como causa secundaria. «Podríamos decir que Dios predetermi- dirse con el de los siglos v y v i ya examinado.
nó dar gloria a causa del mérito y que p r e d e t e r m i n ó dar gracia Volviendo a l siglo x m , los teólogos franciscanos Alejandro
9
para merecer l a gloria.» Evidentemente, el Doctor Angélico no de Hales y Buenaventura parecen inclinarse al semipelagianis-
escapó del todo a l a influencia del concepto de mérito que mo, aunque en su doctrina de l a elección interpretaban la pres-
prevalecía en su tiempo. ciencia de Dios, no como el fondo de la predestinación, sino
L a síntesis que acabamos de presentar es coherente con lo como su conmitante. Duns Scotus, profesor de Oxford, enfatizó
que T o m á s creía sobre l a gracia. Aunque su concepto de la la soberanía de Dios, pero al mismo tiempo reafirmó el libre
gracia varía, y pese a l a enrevesada división que de l a misma albedrío del hombre, y vino a ser el precursor de un movimiento,
hace (gratuita y santificante, operante y cooperante, preveniente dentro de la Iglesia Católica, con tendencias pelagianas. Contra
y subsecuente), ve en ella, sobre todo, l a acción de Dios inspi- este movimiento se alzaron Bradwardine y Wycliffe, quienes
rada en su amor. Esta gracia es necesaria para conocer l a reavivaron los conceptos agustinianos con subidos matices de
verdad y practicar e l bien. S i n ella el hombre no puede merecer determinismo.
la vida eterna; no puede por sí mismo salir del pecado y con- Así, a lo largo de diez siglos, se mantuvieron las mareas de
vertirse en justo. Tampoco puede prepararse para recibirla. Y la controversia sobre la predestinación, con sus movimientos
cuando ha sido recibida, se hace necesaria una nueva provi- sucesivos de flujo y reflujo, de acción y reacción. Pusieron de
sión (de gracia) para l a perseverancia en el bien y l a evitación relieve los valores innegables de la teología de Agustín, pero
del pecado. 10 al mismo tiempo mostraron l a tenaz resistencia que siempre se
Vemos, pues, que T o m á s siguió l a línea de Agustín, aunque opuso a los conceptos de una regeneración monergista y una
elección incondicional que hacía de los hombres meros objetos
con matizaciones propias tendentes a salvaguardar tanto l a jus-
en las manos de Dios.
ticia de Dios y su amor hacia todos los hombres como l a realidad
del libre albedrío humano.
Pese a l a enorme influencia del tomismo en l a Iglesia ro-
mana, el pensamiento agustiniano en el campo de l a soterio-
logía, asumido esencialmente por T o m á s de A q u i n o , no privó
en el desarrollo de l a teología católica. Ésta se inclinaría más
bien a posiciones de un semipelagianismo poco bíblico que sería

8. Ibid., I: 23, 3.
9. Ibid., I: 23, 5.
10. Ibid., II: 109, 3-10.
EL PERÍODO DE LA R E F O R M A 229

Iglesia privaba el criterio de que la salvación es un premio que


Dios concede a las obras meritorias. Los conceptos de gracia
y fe, en el sentido neotestamentario, habían quedado oscurecidos
y anulados.
E n esta situación era de esperar que los reformadores, en su
afán de reivindicar la sola gratia, rechazaran de plano todo
sistema que tendiera a atribuir el menor valor al hombre peca-
CAPITULO 18 dor o a sus obras y acogieran sin reservas la teología de Agustín
en esta parte. U n a vez m á s la fuerza de la reacción, corroborada
por la fuerte experiencia y por la capacidad especulativa de
EL PERÍODO Calvino, en movimiento de retorno a muchas de las verdades
bíblicas, llevaría a los líderes de la Reforma a las mismas posi-
DE LA REFORMA ciones extremas a que h a b í a llevado antes al obispo de Hipona
en la doctrina de la predestinación.
• E m i l Brunner, en un objetivo estudio histórico sobre este
(Lutero, M e l a n c h t o n y Zuinglio) tema, escribe:

Si hemos de tener una correcta apreciación de la doctrina


Antecedentes sobre la predestinación de Lutero o de Calvino, debemos em-
pezar por el hecho de que examinaban el problema en su
E N L O S S I G L O S de la Edad Media, la idea de mérito humano en
totalidad desde un punto de vista: agustinianismo versus pe-
la salvación había ido adquiriendo importancia creciente. Tomás lagianismo. Así, desde el principio mismo, adoptaron la posi-
de Aquino, paradójicamente, cierra su Tratado sobre la Gracia ción de la disyuntiva, por lo cual aceptaron la fatal perver-
con un capítulo sobre el Mérito, en el que emerge de manera sión dft la idea de elección. , Una vez embarcados en esta
inconfundible el punto de vista católico, a pesar de los esfuer- dirección, prosiguieron su ruta, hasta su desagradable fin: el
2
zos de su autor por mantener incólume el concepto de gracia. decretum horribile de la doble predestinación.
Siguiendo la línea de los teólogos medievales, T o m á s distingue
entre el meritum de congruo —atribuido, no a deuda, sino a
capacidad— y el mérito de condigno, premiado por Dios en Martín Lutero (1483-1546)
justicia, y afirma que «un hombre en gracia puede merecer la
1
vida eterna condignamente». La posición de M a r t í n Lutero sobre la predestinación apa-
Bien conocidos son los extremos a que en la práctica llegó rece con cierta mesura cuando comenta la Epístola a los Roma-
a fines de la Edad Media el concepto de m é r i t o , escandalosa- nos y en el prefacio a los capítulos 9 a 11 escribe: «Nuestra
mente mercantilizado mediante las indulgencias. E n los tiempos justificación es arrebatada de nuestras manos y puesta en la
que precedieron inmediatamente a la Reforma, dentro de la mano de Dios.» Esta afirmación, que refleja admirablemente la

1. Sydney Cave, The Christian Estímate of Man, p. 115. 2. Emil Brunner, The Christian Doctrine oj God, p. 342.
230 ESCOGIDOS EN CRISTO
EL PERÍODO DE LA REFORMA 231

verdad de la Escritura, sirve a Lutero de base para su interpre- años de Martín Lutero, hace un autorizado comentario histó-
tación de la predestinación. «Como somos tan débiles e inse- rico:
guros —escribe—, si dependiese de nuestro poder, ningún
hombre sería salvo... Pero como en Dios hay seguridad y su Este determinismo predestinante fue después contradicho por
predestinación no puede fallar, no habiendo quien pueda resis- su nueva comprensión de la elección, lograda mediante una
nueva percepción de la verdad del Nuevo Testamento. Lutero,
tirle, aún tenemos esperanza contra el pecado.» Tampoco faltan
es verdad, nunca revocó lo que había dicho en De servo
elementos de verdad en este corolario, que el reformador ale- arbitrio; pero desde el año 1525 en adelante su enseñanza fue
mán sitúa en un contexto de prudencia y buen sentido. diferente. Se había librado del planteamiento agustiniano del
Sin embargo, Lutero cayó en el extremismo al escribir De problema y del pensamiento causal de Agustín. V i o que esta
servo arbitrio (Sobre la voluntad esclavizada), obra destinada doctrina de la predestinación era especulativa, teología natu-
a refutar la de Erasmo, De libero arbitrio (Sobre el libre albe- ral, y entendió la idea bíblica de la elección en y por Jesu-
drío). E n esta posición más avanzada, Lutero expone la doctrina cristo. Por cuanto este cambio en el pensamiento de Lutero es
de la predestinación de manera casi brutal, «haciendo aparecer muy poco conocido de la mayoría... y ya que nos ocupamos
a Dios como un déspota arbitrario y sin misericordia, y al hom- aquí de una verdad importantísima, por no decir fundamental,
bre como una víctima pasiva de la omnipotencia». E l gran 3 debemos ahora tratar de este tema con mayor detalle.
Mientras que antes del año 1525, y especialmente en De
historiador del cristianismo, Kenneth S. Latourette, escribe:
servo arbitrio, Lutero explícitamente niega el universalismo
de la voluntad divina en cuanto a la salvación, ahora enfatiza
Lutero admitía que la razón natural se ofende ante la doctrina la verdad de que Dios nos ofrece en Cristo, como su única
de la impotencia del hombre en el pecado y por una concep- voluntad, el Evangelio de gracia, y a esto añade que cual-
ción de Dios que, a la par que lo presenta como bueno, ense- quiera que especule sobre la voluntad de Dios fuera de
ña que por su mera voluntad endurece y condena a los hom- Cristo pierde a Dios. En Cristo, el Crucificado, «tú conoces
bres a quienes no ha escogido para salvación. Confesaba que la esperanza cierta de la misericordia de Dios hacia ti y hacia
en cierta ocasión la contradicción aparente le llevó a tal toda la raza humana». Ahora hace una distinción explícita
4
abismo de desesperación que deseó no haber nacido. entre el universalismo de la promesa y el particularismo del
modo en que el mundo llegará a su fin: «porque el Evangelio
Afortunadamente, Lutero tenía una clara visión del Dios ofrece a todos los hombres, ciertamente, perdón de pecados
revelado en Jesucristo como el Dios de amor. N o llegó a resol- y vida eterna por Jesucristo; pero no todos los hombres
ver el dualismo que en su concepción había entre el Dios reve- aceptan la promesa del Evangelio...; pero el hecho de que
lado y el Dios escondido (Deus absconditus), pero supo aconse- todos los hombres no aceptan a Cristo se debe a su propia
jar sabiamente: «¿Por qué te atormentas a causa de la predes- culpa..., porque es la voluntad de Dios que Cristo sea un
tinación? Contempla las heridas de Jesús.» communis thesaurus omnium..., pero el incrédulo resiste esta
Además, De servo arbitrio no fue la última palabra de L u - voluntad de Dios»... Lutero se da cuenta de que la cuestión
de la predestinación está fuera de la esfera de la revelación
tero sobre el asunto que estamos considerando. Brunner, que en
cristiana y de la fe, y que constituye una cuestión de teología
cierto modo ha redescubierto el pensamiento de los últimos natural especulativa. Es la teología especulativa escolástica que
hace distinción entre una voluntas signi (voluntad revelada)
y la voluntas beneplaciti, el inescrutable propósito divino de
3. Sydney Cave, Op. cit., p. 136. elección o rechazamiento. Nadie debiera disputar acerca de la
4. Kenneth S. Latourette, A History of Christianity, p. 724.
232 ESCOGIDOS E N CRISTO EL PERÍODO DE LA REFORMA 233

nuda Divinitas (es decir, acerca de la voluntad de Dios que Como éste, al principio, c o m p a r t i ó el concepto de la predesti-
no ha sido revelada), sino que deberíamos huir de tales pen- nación absoluta. Más tarde, modificó su punto de vista y empezó
samientos como del infierno mismo y de las tentaciones del a escribir cautelosamente. E n t e n d i ó que la idea de responsa-
diablo. Sólo en el Verbum Dei tenemos el verdadero conoci-
bilidad humana ú n i c a m e n t e puede tener sentido sobre la base
miento de la voluntad de Dios.
de siquiera un m í n i m o de libertad por parte del hombre y ase-
En todo esto, Lutero ha percibido dos verdades: en primer
lugar, que la doctrina tradicional de la predestinación, como veró que, contra todas las imaginaciones peligrosas acerca de la
él mismo la había tomado de Agustín, es teología especulativa, predestinación, la promesa del Evangelio es universal en su
por lo que no resulta en un conocimiento real de Dios, sino alcance.
que, por el contrario, conduce a los hombres a la desespera- Paralelamente a su cambio de ideas sobre la predestinación,
ción; y, en segundo lugar, que este punto, como en tantos se observa en Melanchton una evolución hacia el sinergismo
otros, Lutero ha liberado el Evangelio de la carga de tradi- en sus conceptos acerca de la conversión. E n las ediciones suce-
ción que casi la había oscurecido por completo, y una vez sivas de la Confesión de Augsburgo pueden apreciarse los
más basa la verdad teológica sobre la revelación de Dios en 6
pasos que fue dando para llegar a su afirmación de que en
5
Jesucristo. ,
la conversión la voluntad del hombre tiene una parte, aun-
que m í n i m a , en cooperación con el Espíritu Santo y con la
Estas investigaciones de Brunner sobre el pensamiento más Palabra de Dios.
maduro de Lutero exponen el quid de tan discutida cuestión: Melanchton nunca fue molestado por Lutero a causa de
¿ H e m o s de aceptar el Evangelio tal como se presenta en las habar aceptado estas nuevas ideas. De hecho, la doctrina que
Escrituras o hemos de entregarnos a especulaciones filosóficas dominaba la mente y el corazón de Lutero era la de la salva-
sobre la voluntad de Dios? Se destacan claramente las difi- ción por la gracia divina que prescinde de toda idea de mérito
cultades insuperables con que han tropezado los defensores de humano. A d e m á s , como ya hemos observado, en el mismo Lutero
una predestinación absoluta frente a la gloriosa revelación que se operó un cambio en el énfasis dado a la doctrina de la pre-
Dios ha hecho de sí mismo en Cristo, así como la necesidad destinación, por lo que la actitud innovadora de Melanchton
de adoptar posturas m á s moderadas y m á s en consonancia con no le parecería intolerable.
el conjunto de las enseñanzas bíblicas. L o contrario fácilmente Aunque la Fórmula de la Concordia —que fue publicada
desfigura y destruye la grandiosa esencia del Evangelio, que es
en 1580 con el fin de salvar la unidad de la Iglesia luterana—
buena nueva de salvación provista por un Dios de gracia para
condenaba algunas de las opiniones de Melanchton y m a n t e n í a
un mundo pecador.
en su forma esencial las doctrinas de Lutero, la teología lute-
rana fue separándose m á s y m á s de sus conceptos originales
sobre la predestinación y en la actualidad la admite como total
Felipe M e l a n c h t o n (1497-1560) o parcialmente condicional, por lo que dista m u c h í s i m o de la
definición calvinista.
E n Melanchton halló la Reforma alemana el intelectual por
excelencia que dio expresión clara a la dogmática de Lutero.

5. Brunner, Op. cit., pp. 242-245. 6. Véase p. 128.


234 ESCOGIDOS EN CRISTO
EL PERÍODO DE LA REFORMA 235
Ulrico Z u i n g l i o (1484-1531) hecho, Zuinglio va a ú n más lejos al declarar que todo es obra
7
únicamente de Dios.
E l gran reformador suizo, que en tantos puntos sostuvo posi-
Aparte de que Zuinglio incluía entre los elegidos a personas ciones netamente bíblicas, se desvió deplorablemente en los as-
que no h a b í a n sido bautizadas ni habían conocido a Cristo, nin- pectos de su teodicea que dejamos anotados. Sus conclusiones
guna diferencia seria hubo entre él y Lutero (en su primera nos confirman una vez más cuan fácilmente puede llegarse a
época) o Calvino respecto a la doctrina de la predestinación. aberraciones doctrinales cuando, apartándose de la Escritura,
Pero en sus conceptos se acentúa mucho m á s la especulación se siguen los caminos de la metafísica y de la tradición teológica'
filosófica. Sus puntos de vista sobre esta cuestión fueron expues-
tos sin ambigüedades en su gran sermón sobre la Providencia
pronunciado en Marburgo.
Partiendo de la idea de Dios como el Summum bonum
—idea adquirida de la filosofía platónica y no de la revelación
bíblica—, Zuinglio pasa a exponer los atributos divinos de la
omnisciencia y la omnipotencia, apelando a Moisés, Pablo, Pla-
tón y Séneca, para llegar a conclusiones netamente panteístas.
Con su doctrina de Dios, el Absoluto, combina Zuinglio
su concepto del mal, fuertemente teñido de neoplatonismo. E l
mal es «necesario» para que resalte la belleza de la virtud. Esta
doble línea de pensamiento le lleva sin gran esfuerzo a derivar
de la « b o n d a d » de Dios, tanto como de su justicia, su doctrina
de la predestinación con sus repelentes implicaciones morales.
Zuinglio declara que «si un hombre comete un crimen, como
solemos llamarlo, eso es una expresión impropia, ya que en él
está actuando Dios; solamente que no podemos llamar "crimen"
a su acción por cuanto él no se halla sometido a ninguna ley».
Pone como ejemplo el adulterio de D a v i d y el del ladrón que
mata a su víctima. Dios incita al ladrón para que cometa el
acto fatal del homicidio. Pero si es Dios quien le incita a cometer
el asalto, ¿ n o es el ladrón forzado a hacerlo? Zuinglio admite
que sí, pero asevera a la vez que el ladrón debe ser ejecutado. De
este modo todo se deriva de la pan-causalidad de Dios; si Dios
es la causa tanto del pecado como de la condenación que éste
acarrea, a ú n más es la causa del bien, de la salvación y de la vida
eterna. Todo está determinado en la voluntad de Dios. De
7. E. Brunner, Op. cit., p. 323.
C A L V I N O Y L A DIFUSIÓN D E L C A L V I N I S M O 237

valiosísima contribución: su Institución, que, en frase de Ritschl,


constituyó «la obra maestra de la teología protestante». E n
efecto, la mayor parte de su recio contenido sigue mereciendo
la entusiasta aprobación de todos los cristianos evangélicos,
sin distinción de denominaciones o escuelas teológicas. Pero su
aceptación acentuada de l a doctrina agustiniana sobre la pre-
destinación renovó en el seno del protestantismo las luchas teo-
CAPITULO 19 lógicas que en otro tiempo habían enfrentado a agustinianos y
pelagianos o semipelagianos.
La Institución, en su primera edición ( a ñ o 1536), era un
CALVINO Y LA DIFUSIÓN sumario de enseñanza cristiana. Sus escasas referencias a la
elección muestran cómo, en gran parte, l a posición de Calvino
DEL CALVINISMO en este punto fue determinada por el loable afán -•—al que ya
nos hemos referido— de salvaguardar l a doctrina de l a gracia.
A l final del capítulo sobre La Ley, escribe:
N A C I D O E N N O Y O N , cerca de París, Juan Calvino cursó estu-
dios de Derecho y llegó a ser un distinguido humanista. Pronto Es por la misericordia (benignitas) de Dios, no por artificio
tuvo conocimiento de las doctrinas de la Reforma, pero durante alguno de nuestra parte, que somos llamados a la esperanza
algún tiempo se resistió fuertemente a aceptarlas. Por f i n , se de la salvación eterna... Pero en Cristo somos elegidos desde la
rindió a ellas. Esta experiencia, aunque diferente de las de eternidad antes de la fundación del mundo, no por ningún
Agustín o Lutero, tuvo para Calvino u n significado igualmente mérito nuestro, sino conforme a la voluntad del beneplácito de
2
hondo. Refiriéndose a ella, escribió m á s adelante: Dios.

Cuando estaba demasiado obstinadamente adherido a las L a gran preocupación de Calvino es mostrar que «si alguien
supersticiones del papado para poder sacarme a mí mismo atribuye la m á s insignificante porción de nuestra salvación a las
del lodo, Dios subyugó mi alma, la cual estaba demasiado en- obras, pervierte y corrompe el conjunto de la Escritura, la cual
durecida para m i edad, y la sometió a la docilidad mediante 3
tributa toda la alabanza a la misericordia d i v i n a » . ¿ Q u i é n
1
una conversión repentina. se atrevería a discutir estas aseveraciones de fuerte sabor bíblico,
rotundas pero ponderadas? Sin embargo, ya en esta primera edi-
A semejanza de la experiencia de Agustín, la del reformador ción aparecen aspectos del pensamiento de Calvino que, desarro-
francés constituiría un elemento importante en la elaboración llados posteriormente, resucitarían con rigidez estremecedora
de su sistema doctrinal. la idea de la doble predestinación, apuntada t í m i d a m e n t e por
De mente m á s disciplinada que Lutero, m á s profundo y sis- Agustín y propugnada —como vimos— por Gottschalk de la
temático en su pensamiento, Calvino aportó a la Reforma una

2. Juan Calvino, Corpus Ref., xxix, col. 51 y 55; Institución de la


1. Prefacio al Comentario a los Salmos Corpus Reformatorum, lix, religión cristiana, p. 145.
col. 21. Sydney Cave, The Christian Estímate of Man, p. 144.
3. Ibid.
ESCOGIDOS E N CRISTO CALVINO Y L A DIFUSIÓN D E L C A L V I N I S M O 239
238

forma más descarnada. N o es de e x t r a ñ a r que, con razón o 3in a los tales y los hiere con una ceguera mayor. N o menos severas
ella, muchos apenas vean en el reformador ginebrino otra figura son las declaraciones que hallamos en el mismo libro y que ya
que la del profeta proclamador del decretum horribile. transcribimos en el capítulo sobre « L a Elección». L a doctrina
L a Institución, después de una segunda edición considera- calvinista de la doble predestinación adquiere matices terribles
blemente aumentada en 1539, alcanzó su forma final en el año al relacionarla con el destino de los niños. Este destino quedaba
1559. Este último texto es el que desde entonces se ha usado envuelto en la incertidumbre. Unos serían salvados y otros con-
siempre que se hace referencia a la monumental obra de Juan denados sin que ninguno tuviera la menor parte en la elección.
Calvino. Recordemos que un problema de índole semejante se le planteó
Siguiendo u n orden de asuntos semejante al del Credo apos- a Agustín (véase p . 213). Parece que el mismo Calvino se sintió
tólico, en su primer libro trata extensamente del conocimiento un tanto horrorizado ante este concepto y, aun al precio de l a
de Dios como Creador; en el segundo del conocimiento de Dios contradicción, trató de arrojar algunos rayos de esperanza sobre
tan oscuro cuadro mediante su doctrina de los sacramentos.
como Redentor; en el tercero del modo de obtener l a gracia de
Citando una vez m á s a S. Cave:
Cristo, y en el cuarto de las doctrinas de la Iglesia y de los
sacramentos.
E l tema de la predestinación surge en el tercer libro de l a En la parte más original y valiosa de la Institución, el IV l i -
bro, que trata de la Iglesia y los sacramentos, Calvino inter-
Institución de la religión cristiana en relación con l a obra del
preta el bautismo infantil como el sacramento de la Pater-
Espíritu Santo. Ciertamente no hizo Calvino de esta doctrina el nidad de Dios. Describe el bautismo como «la primera en-
centro de sus enseñanzas, pero sus atrevidas afirmaciones resul- trada que tenemos para ser reconocidos como miembros de
tan no sólo desproporcionadas sino equivocadas. la Iglesia y contados en el número del pueblo de Dios. Por
La predestinación es el eterno decreto de Dios, por el que tanto, el bautismo es la señal de nuestra regeneración y naci-
5

ha determinado lo que quiere hacer de cada uno de los hom- miento espiritual por el cual somos hechos hijos de Dios».
bres. Porque Él no los crea a todos con la misma condición, Concluye su discusión sobre el bautismo infantil con palabras
sino que ordena a unos para la vida eterna y a otros para de gratitud a Dios por su misericordia preveniente hacia nues-
condenación perpetua. Por tanto, según el fin para el cual el tros niños. «Por lo tanto, si no queremos oscurecer malicio-
hombre es creado, decimos que está predestinado a vida o a samente la bondad de Dios, presentémosle nuestros niños a los
muerte. 4 cuales ha asignado un lugar en su familia, es decir, entre los
6
miembros de su Iglesia.» Así la lógica de Calvino cede lugar
7

Calvino reconoce las dificultades inherentes en el misterioso ante su humanidad.


tema de la predestinación, pero a l a vez insiste en que debe
Es digno de encomio el empeño que Calvino tuvo siempre
enseñarse y él mismo avanza en sus especulaciones hasta puntos en basar sus enseñanzas sobre la Escritura; pero es evidente
escalofriantes. Remitimos al lector a l a cita que insertamos en que m á s de una vez su interpretación de los textos bíblicos
nuestro capítulo sobre «La vocación», donde Calvino afirma sufrió distorsión bajo la fuerza de su genio especulativo. A jui-
que a veces la acción iluminadora del Espíritu Santo en los no cio de A . W . Harrison:
elegidos es ejercida sólo por un tiempo; después Dios abandona

5. Ibid., IV, xvi, 30, p. 1064.


4. Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, III, X X I , 5, 6. Ibid., IV, xvi, 32, p. 1069.
pp. 728-729. 7. Sydney Cave, Op. cit., p. 152.
240 ESCOGIDOS E N CRISTO CALVINO Y L A DIFUSIÓN D E L CALVINISMO 241

La teología de Calvino le conduce finalmente a los dominios especial toma la dirección que la soberanía le da; no regula
de la metafísica donde discute la predestinación, pero su la soberannía. E l concepto es que Dios quiere, como fin
deidad es el Dios de los decretos, del Senado y el Tribunal, supremo, su propia gloria; es decir, la manifestación de todo
8
más que el Absoluto del filósofo. su carácter, tanto de la ira como del amor; y el plan del mun-
do está dirigido con infinita sabiduría para llegar a la rea-
Así lo reconocen también muchos calvinistas moderados lización de ese fin. Su objetivo supremo es, ciertamente, la
que no pueden hallar en la Biblia fundamento alguno para la salvación de los escogidos para vida eterna, pero de modo
doble predestinación. Brunner, perteneciente a otro círculo teo- paralelo se destaca la oscura sombra que se proyecta sobre el
lógico, pero generalmente objetivo en sus análisis históricos, es- destino de los demás, en quienes Dios se complace en revelar
cribe: su ira. Éstos pueden ser objeto de la bondad y paciencia de
Dios en otros aspectos, y su ruina nunca se considera sino
Calvino no llega a darse cuenta del verdadero origen de esta- en relación con su pecado, pero la gracia soberana no los ha
doctrina porque cree que la ha derivado enteramente de las escogido para salvación; no son objeto del amor de Dios en
Sagradas Escrituras, combinando ciertos pasajes bíblicos unos sentido especial. Sin temor a errar, me atrevo a decir que esto
con otros sin que ninguno de ellos realmente contenga su no es una concepción en la que la mente cristiana pueda per-
enseñanza. Lo hace de tal forma que conjuntamente estos manecer. L o impiden una penetración más profunda por
pasajes parecen proveer la prueba bíblica de la gemina prae- nuestra parte en la doctrina de Dios como amor, así como el
destinatio, pero de hecho se ha de buscar el origen de su doc- testimonio expreso de la Escritura respecto al carácter y el
trina en la teología natural especulativa, que aplica el con- amor de Dios hacia el mundo. N o podemos aceptar esa posi-
cepto de causalidad al fenómeno de la incredulidad. 9 ción por más que sintamos desconfianza frente a nuestra
propia razón o pensemos que la reflexión de Calvino es una
Quizás el fallo principal de Calvino es su exaltación de la contemplación sub specie aeternitatis de lo que realmente
voluntad de Dios de tal forma que queda prácticamente des- acontece en el tiempo. Estamos seguros de que si Dios es
soberano, su amor y no su soberanía debe ser entronizado
vinculada de sus atributos morales. E l juicio de James O r r es
como principio central de su carácter; que, como Hans Mar-
iluminador:
tensen ha dicho: «Todos los atributos divinos se combinan en
Calvino exalta la soberanía de Dios, y eso es justo; pero yerra el amor como en su centro y principio vital. L a sabiduría
al situar su idea básica de Dios en la voluntad soberana más es la inteligencia del amor, el poder su productividad; toda
que en el amor. E l amor se subordina a la soberanía, en vez la creación natural y toda la revelación de la justicia en la
de la soberanía al amor. L a voluntad de Dios no es una vo- Historia son medios por los cuales alcanza sus metas ideo-
11

luntad arbitraria para Calvino. En el pasaje en el cual habla lógicas.» Con esto se relaciona la concepción orgánica o teleo-
más fuertemente sobre el tema, repudia expresamente la lógica de la Historia, de la cual ya he hablado. E l amor yace
0
idea de que la voluntad de Dios es ex lex} Es una voluntad tras el plan divino; pero aun el amor sólo puede efectuar sus
santa, sabia y buena que sigue una línea definida —aparte de designios en etapas graduales, en armonía con la justicia y con
la bondad y misericordia natural mostrada hacia todos—, el debido respeto frente a las leyes de la naturaleza y a la
12

siendo una voluntad amorosa; pero el amor en este sentido libertad humanas.

8. A. W. Harrison, The Beginnings of Arminianism, p. 3.


9. Ibid., p. 345. 11. Hans Martensen, Dogmatics, p. 99.
10. Juan Calvino, Op. cit.. III, xxiii, 2. pp. 748-749. 12. James Orr, The Progress of Dogma, pp. 292-294.
ESCOGIDOS E N CRISTO CALVINO Y L A DIFUSIÓN D E L CALVINISMO 243
242
electivo de Dios había tenido lugar en vista de una humanidad
Supralapsarios e infralapsarios caída.
La doctrina calvinista de l a predestinación causó gran confu- E l orden de los decretos en el sistema infralapsario es el si-
sión y controversia. Repetidas veces, Calvino tuvo que protestar guiente: 1) crear, 2) permitir la caída, 3) elegir para salvación
vehementemente contra la acusación de que tal doctrina hacía a a un n ú m e r o determinado de seres humanos de entre la raza
Dios autor del pecado. Sin embargo, h a b í a material suficiente caída, 4) proveer un Redentor para los elegidos, y 5) enviar el
Espíritu Santo para aplicar la redención a los encogidos. E n los
en sus enseñanzas para deducir esta conclusión. E l problema
capítulos doctrinales insistimos en que debemos limitarnos a
se agravó al dividirse l a Iglesia reformada en torno a l a rela-
términos netamente bíblicos, lo que nos libra del afán puramente
ción entre el decreto de Dios y l a caída de A d á n . ¿ H a b í a que-
lógico de establecer el orden de decretos que no pasen de ser
rido Dios aquella c a í d a ? Según Theodore Beza, sucesor de Cal-
una suposición teológica.
vino, Dios l a había querido. Dios h a b í a decretado que algunos
hombres pecadores se salvaran y que otros se condenaran, con En l a Institución de la religión cristiana de Calvino podría
hallarse apoyo para ambos sistemas. Damos a continuación algu-
objeto de exaltar tanto su misericordia como su justicia. Conse-
nas citas de esta obra:
cuentemente, Dios decretó a d e m á s no sólo l a creación del hom-
bre, sino t a m b i é n su caída, con objeto de poder después ejecutar
su decreto de salvar a los escogidos. Así que el propósito inicial Es inútil discutir acerca de la presciencia, cuando es claro
fUe el de l a elección. Todo lo d e m á s (creación, providencia y re- que todos los acontecimientos tienen lugar por la determina-
ción soberana de Dios... Es imposible negar que Dios cono-
dención) es considerado como medios para l a realización del
cía de antemano cuál iba a ser el fin del hombre y lo sabía
decreto inicial. Quienes sostenían esta teoría recibieron el nom- porque Él así lo había ordenado por su decreto... N i debiera
bre de supralapsarios. pensarse que es absurdo afirmar que Dios no solamente previo
la caída del primer hombre y la ruina de su posteridad en Él,
Una doctrina de esta clase quiere que pensemos en criaturas sino que también lo dispuso todo por la determinación de su
cuya creación no se ha concebido aún, y, por lo tanto, sólo propia voluntad. 14

son posibles —dejando aparte por el momento que el con-


cepto será de hombres pecadores— y como tales apartadas
o para la bienaventuranza eterna o para la perdición, mien- En otros lugares, parece ser que Calvino quería defender l a
tras se concibe la Caída y l a Redención simplemente como justicia de Dios y usa palabras que p o d r í a n apoyar la interpre-
medios para efectuar el propósito en cuanto a estas posibles tación infralapsaria:
criaturas. Ningún alegato de consecuencia lógica podrá indu-
cir la mente humana a aceptar tal doctrina, que no puede E l hombre cae, pues, de acuerdo con el designio de la divina
por menos que provocar una reacción rebelde en contra de Providencia, pero cae por su propia culpa... Por su propia
13
todo el sistema con el cual se halla asociado. maldad corrompió la naturaleza que había recibido pura del
15
Señor.
E n oposición a los supralapsarios, los infralapsarios, entre
los que descuella Enrique Bullinger, insistían en que el decreto

it' Ía-" ^alvino, Op. cit., III, xxiii, 7, pp. 753-754, p. 755.
15. Ibid., III, xxiii, 8, p. 755.
13. Ibid., p. 296.
C A L V I N O V L A DIFUSIÓN D E L C A L V I N I S M O 245
244 ESCOGIDOS EN CRISTO

Sin embargo, el tenor general de este capítulo de la obra del calvinismo. Fue allí donde, a instancias del Elector, se re-
de Calvino parece más bien favorecer la idea de una acción dactó el famoso Catecismo de Heidelberg, el cual vino a ser el
directa, no permisiva, por parte de Dios en la caída de A d á n . credo de las iglesias reformadas de Alemania. Más allá de Ale-
N o obstante la mayoría de las confesiones reformadas se vieron mania, la influencia calvinista alcanzó Polonia, Bohemia, Mora-
obligadas a adoptar esta última posición con objeto de librar al via y H u n g r í a .
calvinismo de la horrible blasfemia que significaba atribuir el Holanda llegó pronto a constituir uno de los bastiones más
pecado a Dios. fuertes de la escuela de Calvino. E n este país, la fe reformada
i
i
fue reforzada por el fervor patriótico que surgió de las luchas
i contra Felipe II, quedando profundamente enraizada en la
La difusión d e l c a l v i n i s m o mente popular. N o sólo eso, sino que los teólogos holandeses
llegaron a gozar de gran reputación, por lo que su influencia
E n Suiza, Alemania y Holanda la recia personalidad de Cal- ¡ se dejó sentir notablemente en amplios sectores del protestan-
vino, lo amplio y compacto de su teología, la intensidad de sus tismo. Fue, sin embargo, en Holanda donde surgió el primer
actividades y su extraordinaria influencia personal, dotaron al i brote de oposición seria al calvinismo: el movimiento armi-
movimiento reformado de una tremenda fuerza expansiva. Gine- niano, del que en breve nos ocuparemos.
bra-fue el centro vital del que irradió el calvinismo en todas E n oposición a este movimiento, la Iglesia Reformada de
direcciones, tanto en Europa como en América. Holanda celebró el sínodo de Dort (1618-19), en el que se fi-
E n Suiza la figura central de la Reforma había sido Z u i n - I jaron con gran crudeza los puntos esenciales del calvinismo: la
glio, pero pronto se dejó sentir la influencia del gran teólogo gi- total depravación del hombre, la elección incondicional, la ex-
nebrino. Muerto Calvino, la autoridad de Beza fue reconocida piación limitada, la gracia irresistible y la perseverancia de los
en todo el país, y la Segunda Confesión Helvética, publicada en santos.
1566, en nombre de todos los cantones con excepción de dos,
es expresión del más puro calvinismo, aunque moderado por la ¡ E n Francia. Era de esperar que en las iglesias protestantes
vinculación de la elección a la Persona de Cristo y a la fe en ¡ de Francia el calvinismo hallara también terreno abonado para
4
Él.» su difusión. E n su pugna, tanto contra el absolutismo del mo-
De modo análogo penetró la corriente de Ginebra en Ale- narca como contra la intolerancia de la Iglesia católica, los
mania, especialmente en las regiones del R h i n y el Palatinado, hugonotes hubieron de enfrentarse con duras persecuciones.
cuya universidad de Heidelberg se convirtió en un baluarte Altamente sugestivos eran sus símbolos: la zarza que arde sin
consumirse y el yunque golpeado sin romperse. E n tales cir-
cunstancias, la teología calvinista reforzaría el nervio espiritual
16. He aquí el segundo párrafo del artículo 10: «De manera que de los protestantes galos y los convertiría en héroes al estilo de
Dios, usando de medios (pero no a causa de algún mérito nuestro) nos Guillermo de Orange y de su pueblo h o l a n d é s , de Juan K n o x
ha elegido en Cristo y por causa de Cristo, de donde resulta que los
elegidos son aquellos que por la fe ya han sido plantados en Cristo. Los y de los Covenanters como también de los Padres Peregrinos.
reprobos o no elegidos son quienes no están en Cristo, según el dicho Dicho sea de paso que «fue a causa de la persecución en Fran-
apostólico: "Examinaos a vosotros mismos para ver si estáis en fe; pro- cia que Calvino concibió y escribió la Institución, la primera
baos a vosotros mismos. ¿No os conocéis a vosotros mismos que Jesu- edición de la cual fue dirigida al rey Francisco I y traducida
cristo está en vosotros? Si así no fuera, es que estaríais desechados"
al trances inmediatamente después de su p u b l i c a c i ó n , para uso
(2 Co. 13:5)» (Bullinger, por M. Gutiérrez Marín, p. 159).

i
ESCOGIDOS E N CRISTO CALVINO Y L A DIFUSIÓN D E L CALVINISMO 247
246

— s e g ú n testimonio del propio escritor— de sus compatriotas».17


trono por medio de la religión nacional—, evolucionaba lenta
L a Confessio Gallica, promulgada por el primer sínodo nacional y cautelosamente hacia una posición más bíblica. L a muerte de
celebrado en 1599, está basada en una breve confesión redac- Enrique V I I I y la accesión al trono del joven Eduardo V I bajo
tada por Calvino. la protección del Lord Somerset, abrió la puerta para un verda-
dero avance. Sin embargo, aparte de un grupo de eruditos que
En Escocia. Tampoco sorprende que la Reforma en Esco- habían establecido contactos con los protestantes del continente
cia tomara el sesgo inconfundible del calvinismo. Su principal europeo, la reforma se imponía desde arriba, quedando la masa
líder, Juan K n o x , estando en Ginebra, fue gran amigo y admi- del pueblo confusa frente a los frecuentes cambios y con ten-
rador de Calvino, con quien mantuvo estrecho contacto durante dencia más bien conservadora.
toda su vida y de quien recibió consejo, aliento y ayuda. L a E l primer Prayer Book — l i b r o de oraciones y de culto tan
firmeza del carácter de K n o x y su vehemencia arrolladura influ- importante para el anglicanismo— fue aprobado en el a ñ o 1549.
yeron decisivamente para que la Iglesia escocesa viniera a ser L a liturgia está redactada en inglés, bajo una influencia más
el vastago más puro de Ginebra y para que el calvinismo im- bien luterana que ginebrina, y siempre dentro de un estilo
pregnara toda la vida nacional. puramente nacional y conservador, llevando el signo de pru-
dencia de Cranmer, su autor. E l paso de los años a u m e n t ó la
E n Inglaterra. L a historia del progreso de la Reforma en influencia de Calvino — y aun de Zuinglio— de modo que la
Inglaterra es tan complicada y tan peculiar al país, que es casi revisión del Prayer Book, en el a ñ o 1552, cambió la misa defi-
imposible trazar la influencia calvinista dentro de los límites nitivamente en un festín memorial y el altar en una «mesa».
de un breve párrafo, lo que explica la relativa extensión de Con todo, los fieles se arrodillan para recibir los símbolos, el
nuestro resumen aquí. Hemos de recordar que el proceso fue ministro se llama priest («sacerdote», bien que etimológica-
iniciado por Enrique V I I I , quien renunció a su lealtad (y la del mente viene de «presbítero») y se retiene el persignarse. L a
reino) al papado por razones personales, políticas y económicas Biblia se reconoce como fuente de revelación, pero la Iglesia
que nada tenían que ver con cuestiones doctrinales. A u n en el anglicana no quiere cortar los lazos que la unen con la historia
año 1539, el parlamento pudo aprobar Los seis artículos que rei- del medievo.
teraron todo lo esencial de la doctrina romana, pasando los E l reinado de María (1553-1558) señala un breve y san-
verdaderos evangélicos por un período de persecución, pese a griento paréntesis de reacción, durante el cual más de trescien-
que el rey ya había sido reconocido como cabeza de la Iglesia tas personas fueron sentenciadas y quemadas por su fe evan-
anglicana en lugar del «obispo de R o m a » . S i n embargo, se gélica. Felipe II de España, marido de María, comprendió que
había abierto una brecha y Biblias traducidas al inglés se encon- lo que era «bueno» en Sevilla y Valladolid no adelantaba sus
traban ya en las iglesias parroquiales. L a figura «clave» de este intereses políticos en Inglaterra, donde ya existía un sentido
período es la de Thomas Cranmer, arzobispo de Canterbury, muy arraigado de libertad personal, pero su fanática y amargada
quien, a pesar de aparecer como el instrumento acomodadizo de esposa estaba dispuesta a todo con tal de sujetar el país otra
las diversas políticas de Enrique V I I I —inspiradas únicamente vez al papado. De hecho, este b a ñ o de sangre «bautizó» el mo-
en sus intereses egoístas y su determinación de fortalecer el vimiento protestante, dándole cierto arraigo popular por primera
vez —especialmente en la región londinense— como justa reac-
ción frente al martirio de tantos cristianos, reconocidamente
dignos y piadosos.
17. A. Dakin, Calvinism, p. 155.
248 ESCOGIDOS E N CRISTO CALVINO Y L A DIFUSIÓN D E L CALVINISMO 249

Isabel I, hija de Enrique V I I I y de A n a Bolena, tuvo que Sagradas Escrituras en toda cuestión de doctrina. E n s e ñ a n la
apoyarse en las fuerzas nacionales protestantes por necesidad; predestinación en su forma positiva, soslayando el punto crucial
sin embargo, la debilidad del trono durante los primeros años de íñ doble predestinación. L a posición se presenta claramente
de su reinado la obligaba también a evitar guerras, lo que con- por O w e n Chadwick:
siguió por medio de complicados juegos diplomáticos con las
potencias europeas, fuesen protestantes o católicas. N o tardó Si los obispos de Isabel I buscaban una autoridad doctrinal,
en anular la obra de su hermana mayor frente al papado, pero miraban más bien a Bullinger, de Zurich, con quien varios
no le interesaba soliviantar los ánimos de la mayoría de sus de ellos habían trabado amistad durante su exilio bajo el rei-
subditos por reformas rápidas al estilo luterano o calvinista. De nado de María. Se sintieron unidos por su lealtad a la reina
la misma manera en que Cranmer había sido el instrumento Isabel y al establecimiento nacional eclesiástico, como también
de su padre Matthew Parker, también arzobispo de Canterbury, por su resistencia a los calvinistas, que rehusaron aceptar este
era el suyo y juntamente buscaban un establecimiento religioso establecimiento. En aquel período no argumentaban sobre la
y nacional, libre de Roma, que admitiera verdades bíblicas, sucesión apostólica de los obispos, ni aun querían determinar
y a la vez continuase las tradiciones más o menos externas de la si el sistema episcopal fuese la mejor forma para el gobierno
Iglesia de la Edad Media. De este momento escribe Owen de la Iglesia. Sólo mantenían que el gobierno inglés de la
Iglesia y del Estado tenía derecho de organizar la Iglesia con
Chadwick:
obispos sin repudiar la autoridad de las Escrituras. Hasta este
punto se parecen a los luteranos, y se preocupan por defen-
La doctrina protestante no penetraba mucho más allá de las der la moderación de Isabel y de Parker, como también por
homilías que [el clero] tuvo que leer y la liturgia que se les mostrar que el abuso de ciertas prácticas no prohibe necesa-
obligaba a emplear. U n cuerpo sustancial —tanto más fuerte riamente el debido uso de ellas. Para ellos el insistir en que
cuanto más se alejaba de Londres— prefería los caminos an- nada que el papado había usado mal podía ser retenido con
tiguos. A los líderes reformadores —excepción hecha de utilidad por la Iglesia constituía un principio falso, una «co-
19
Matthew Parker— no les gustaban los restos de los modos lumna podrida».
antiguos, y deseaban cambiar la constitución más radical-
mente según el padrón de Zurich o de Ginebra. E l fin de la
revolución no había llegado en 1559. Algunos piensan que la Una debida c o m p r e n s i ó n del desarrollo de la doctrina cris-
accesión de Isabel I señala el principio de la Reforma inglesa, tiana y del sistema eclesiástico en Inglaterra depende de nues-
no su fin.18
tra comprensión del anglicanismo: la vía media isabelina, tan
típicamente inglesa, que sigue siendo un factor fundamental en
Sólo en el a ñ o 1571 fue posible definir la doctrina de la la vida religiosa en Inglaterra hasta nuestros días.
Iglesia anglicana por medio de los mafosos Treinta y nueve Los puritanos, que abogaban por una mayor sencillez en la
Artículos, que dan clara expresión a las clásicas doctrinas de la liturgia, en la organización eclesiástica y en la vida particular,
Reforma, tales como la justificación por la fe, la inutilidad de eran generalmente calvinistas, pero no necesariamente: punto
los sacramentos aparte de la fe personal, y la autoridad de las crucial para comprender el desarrollo de la Reforma en la época
post-isabelina.

18. Owen Chadwick, The Reformation. The Pelican History of the


Church, III, p. 136. 19. Ibid.. p. 213.
250 ESCOGIDOS E N CRISTO CALVINO Y L A DIFUSIÓN D E L CALVINISMO 251

Jaime I, sucesor de Isabel I, e hijo de la tristemente célebre religioso convocando la Asamblea de Westminster, conforme
María, reina de los escoceses, había sido criado con presbiteria- al modelo de los consistorios de Ginebra. Predominaron —por
nos en Escocia, pero, al ascender también al trono de Inglaterra, primera vez— los presbiterianos, mayormente por la abstención
c o m p r e n d i ó que el poder real hallaba un poderoso aliado en el de los episcopales a causa de su lealtad al rey, estando presente
sistema episcopal, mientras que el calvinismo representaba una también una minoría de independientes. A l confirmarse la so-
fuerza disolvente frente a la m o n a r q u í a . De ahí su célebre di- lemne liga y pacto entre el Parlamento inglés y los escoceses
cho: «Sin obispos, no hay rey». Como consecuencia natural, la influencia calvinista llegó a su apogeo, y en lugar de cumplir
el presbiterianismo (calvinista) pasaba más y más a la oposición el propósito original de revisar los Treinta y nueve Artículos la
y los hilos políticos —durante aquella época el Parlamento Asamblea de Westminster se puso a formular la célebre Confe-
reclamaba derechos que limitaran el poder real— se entrevera- sión de Westminster, con los catecismos correlativos, el largo y
ban siempre más con la cuestión religiosa. L a sorda lucha polí- el corto, que se admiten como la expresión clásica del calvinis-
tica y religiosa aumentaba en intensidad cuando Carlos I, in- mo moderado.
fluenciado por el arzobispo L a ú d , quería llevar a todos a la L a Confesión subraya la doctrina de la elección, pero man-
uniformidad eclesiástica episcopal — c o n ribetes de arminia- tiene a la vez la necesidad del libre albedrío, distinguiendo
nismo— por medios tiránicos, prescindiendo del Parlamento los dos pactos: el de las obras entre Dios y Adán con sus des-
siempre que le era posible. Por entonces la doctrina anglicana cendientes y el de la Gracia establecida en Cristo. Mantiene la
halló adecuada expresión en Las leyes de la política eclesiástica oferta de la salvación bajo la condición de ser recibida por la fe.
de Richard Hooker, y la corriente del calvinismo ganaba en fuer- L a Confesión hace una distinción también entre la Iglesia visible
za en oposición al sistema anglicano dominante. Pero ¿hasta y la invisible. Hallamos aquí una expresión fuerte pero prudente
d ó n d e había de llegar la reforma? Muchos ya, con libertad de de las doctrinas calvinistas, con el resultado de que la Confesión
estudiar las Escrituras, no h a b í a n de aceptar n i el sistema epis- constituye la norma de fe en las iglesias presbiterianas de Esco-
copal del anglicanismo, n i tampoco las «rígidas doctrinas de cia, los Estados Unidos, etc., a pesar de que el sistema no
Calvino, impuestas, siempre que fuese posible, por la autoridad prosperó en el país que dio a luz el célebre formulario. L a
de los consistorios, o sínodos. E l poeta Juan M i l ton, glorioso doctrina de la Confesión ha dejado fuertes huellas en varias
portavoz de los «independientes», expresó con frase lapidaria denominaciones disidentes de Inglaterra, pese a la casi extinción
la suspicacia del pueblo frente a las exigencias doctrinales y del presbiterianismo, como tal, después de la Restauración de
disciplinarias de los calvinistas: «El nuevo presbítero no es Carlos II.
más que el antiguo sacerdote escrito con letras de molde.»
E l Parlamento debió su victoria en la guerra al ejército «nue-
De los movimientos radicales surgieron los independientes, vo modelo» creado por Cromwell, en el que predominaban ten-
tos bautistas, los congregacionalistas, los cuáqueros, etc., que tan- dencias independientes. E l calvinismo inglés recibió un rudo
ta importancia llegaron a tener durante el régimen de Oliver golpe cuando el general victorioso rompió la alianza con los
Cromwell. De tales raíces creció el poderoso movimiento disi- escoceses. E n el nuevo régimen el sistema presbiteriano carecía
dente (no anglicano) que ha d e s e m p e ñ a d o un papel tan impor- de apoyo oficial, y las parroquias fueron regidas por ministros
tante en la vida religiosa inglesa. de distintas tendencias, siempre que mantuviesen las doctrinas
Con el estallido de la guerra civil, el Parlamento de Londres cristianas fundamentales y que su vida fuese sin tacha. Por la
asumió poderes ejecutivos válidos en todas las regiones del país primera vez en Europa se hizo un experimento con la libertad
donde prevalecía su autoridad. Quiso solucionar el problema religiosa, excepción hecha de los católicos romanos y los minis-
252 ESCOGIDOS E N CRISTO CALVINO Y L A DIFUSIÓN D E L CALVINISMO 253

tros de la «alta iglesia» como ha venido a llamarse el ala epis- ción de su u n i ó n de Estados, pero desde el principio hubo un
copal y sacramental a ultranza de la Iglesia anglicana. L a excep- mosaico de creencias, dentro de una ortodoxia general, según
ción se debió a consideraciones políticas, pues los «papistas» la región. N o extraña, pues, la proliferación de tantas sectas en
y simpatizantes con la «iglesia alta» no podían ser leales a la los Estados Unidos hoy en día. E n un período posterior, el calvi-
Commonwealth de Cromwell. L a muerte del gran Protector y la nismo resurgió con el llamado « G r a n Avivamiento» (1734-35),
restauración de la monarquía en la persona de Carlos II moti- cuyo principal representante fue Jonathan Edwards.
varon la restauración del establecimiento isabelino con la ex- Fue Edwards hijo de un pastor congregacional y se distin-
clusión de toda forma de puritanismo. guió por su brillante inteligencia, así como por su temperamento
L a nación, reaccionando contra todos los extremos, llegó a con tendencias místicas. Educado en la Universidad de Yale,
conformarse con la religión oficial; prevalecía una fuerte dis- fue conocedor de los escritos de algunos filósofos notables de
criminación en contra de los disidentes, aunque pocas personas su época (Locke, Newton y los platonistas de Cambridge), y en
querían suscitar de nuevo las contiendas religiosas, que h a b í a n su sistema de pensamiento se combinan el calvinismo con el neo-
llevado el país a la guerra civil y al regicidio. Pero permanecía platonismo. E l impacto del « G r a n Avivamiento» fue notable,
buena semilla soterrada que h a b í a de brotar en tiempos a ú n no sólo por la nueva vitalidad que i m p a r t i ó a gran parte del
futuros. L o que menos influía por el momento era el sistema protestantismo de las Colonias y por su influencia en los movi-
calvinista, tan admirablemente definido por la Confesión de mientos que propugnaban la separación de la Iglesia y el Estado,
Westminster. S i n embargo, los Treinta y nueve Artículos, ya sino también por las modificaciones que Jonathan Edwards in-
restaurados como norma doctrinal, y gracias a la prudente elas- trodujo en el calvinismo clásico con objeto de adaptarlo a la
ticidad de su redacción, permitieron que ministros anglicanos evangelización. A pesar de estas modificaciones mantuvo y enfa-
pudiesen adherirse a la doctrina de la elección en el sentido tizó la soberanía de Dios en la conversión y la elección para
calvinista — s i q u e r í a n — sin salir del seno de la Iglesia angli- salvación en virtud de un decreto divino, aunque dejó m á s
cana. De hecho, los Artículos han sido interpretados en sentido lugar para la acción del hombre en la aceptación de la salvación.
muy diversos por las alas «alta», «ancha» y «evangélica» del H u b o oposición por parte de los «Calvinistas Antiguos», pero
anglicanismo, factor que no deja de tener su importancia en prevalecieron, especialmente en Nueva Inglaterra, los puntos
las renovadas discusiones de nuestros días. de vista de Edwards y sus sucesores.
Los «padres peregrinos» que pasaron a la Nueva Inglaterra L a teología de este movimiento fue sistematizada por Sa-
en el barco Mayflower, dando principio a las colonias que m á s muel Hopkins; pero algunos años m á s tarde Natanael W . Tay-
tarde serían los Estados Unidos de América, eran mayormente lor, continuador de la misma escuela, introdujo variaciones con
independientes, como el famoso Juan Robinson, quien no que- objeto de eliminar la rigidez original, y en la primera mitad
ría encerrarse dentro de ninguno de los grandes sistema protes- del siglo x i x la reacción contra la tradición calvinista fue au-
tantes. mentando en intensidad. Este hecho era natural en una época
E n América, el calvinismo se introdujo mayormente por me- en que tanta importancia se daba al « A v i v a m i e n t o » , pues en él
dio de holandeses y escoceses que atravesaron el Atlántico y, al ocupaba lugar importantísimo la invitación al arrepentimiento
radicarse en este continente, establecieron sus iglesias presbite- dirigida a los pecadores. Era difícil instar a los inconversos
rianas. S i n duda, los principios político-religiosos del gran refor- a volverse a Dios y poner su fe en Cristo, y al mismo tiempo
mador francés influyeron considerablemente en la estructura- enfatizar la doctrina calvinista de la soberanía de Dios y los
ción colonial de Norteamérica e indirectamente en la constitu- decretos.
254 ESCOGIDOS E N CRISTO

E n el movimiento de reacción contra el calvinismo o c u p ó


lugar especial Carlos G . Finney, uno de los mayores evangelistas
de los siglos x v i n y x i x . Fue originalmente presbiteriano, pero
llegó a dejar su d e n o m i n a c i ó n por creer —contrariamente a
los dogmas del calvinismo estricto— que todo ser humano pue-
de arrepentirse y porque en sus predicaciones apremiaba a todos
sus oyentes a que se convirtieran a Dios. Dwight L . Moody,
a pesar de que él mismo nunca tuvo pretensiones de teólogo, CAPITULO 20
fue uno de los predicadores m á s poderosamente usados por el
Espíritu de Dios en la evangelización, y la nota más destacada
de su predicación fue siempre el amor de Dios hacia todos los ARMINIO
hombres.
A pesar de tan poderosos movimientos, divergentes de la Y EL ARMINIANISMO
teología calvinista, ésta seguiría manteniéndose, no sólo en las
iglesias reformadas, sino t a m b i é n en otras varias denominacio-
nes de los Estados Unidos. L A H I S T O R I A R E G I S T R A más de un paralelo en la correlación
Nuestros datos sobre la difusión del calvinismo no pretenden de hechos semejantes. A la acción teológica de Agustín se opuso
ser n i siquiera un bosquejo completo del tema, pero pueden dar la reacción de Pelagio, seguida del movimiento moderador y se-
al lector una idea de cuan amplia y hondamente influyó aquel mipelagiano. De modo análogo, frente a las doctrinas extremas
sistema en el mundo religioso después de la Reforma. Es com- de algunos reformadores (en particular de Calvino) sobre la pre-
prensible que, dadas la recidumbre y profundidad de sus raíces, destinación, surgió pronto la disconformidad de Fausto Socino
así como la vitalidad de algunos de sus principios, el calvinismo —casi tan plagada de errores como la de Pelagio— y la resis-
no sólo se mantenga, sino que resurja en ciertos momentos his- tencia de A r m i n i o , mucho más equilibrado en sus formulacio-
tóricos con renovada pujanza, aunque en ese resurgir no siem- nes doctrinales por su sincera adhesión a las Escrituras.
pre se distinga lo bíblicamente positivo de lo especulativo, lo
verdadero de lo erróneo, en las doctrinas de Calvino.
Fausto S o c i n o (1539-1604)

Fausto Socino criticó duramente la interpretación calvinista


del cristianismo en su libro De Jesu Christo Servatore. E n él
se afirma la libertad del hombre y se descubre la inconsistencia
de los calvinistas que exaltan la justicia divina al hablar de la
justificación por la fe, mientras que, al tratar de la providen-
cia de Dios y la predestinación, silencian esa justicia y se escu-
dan en el «inescrutable consejo divino». Esta oposición produjo
escasos resultados, pues las herejías de Socino contenidas en sus
enseñanzas acerca de la divinidad de Cristo, la personalidad
256 ESCOGIDOS E N CRISTO ARMINIO Y E L ARMINIANISMO *257

del Espíritu Santo, el pecado original, la expiación y la justi- viera de formulaciones precipitadas. S i n embargo, paulatina-
ficación por la fe, entre otras, desacreditaron el conjunto de su mente llegó a la conclusión de que la doctrina de la elección
sistema. De mayor alcance y de m á s hondo contenido evangéli- surgía de la misericordia de Dios hacia sus criaturas caídas. E l
co es la reacción arminiana. decreto divino determinaba la salvación por Jesucristo de todos
los que se arrepintieran y creyeran en Él. Dios conocía desde
la eternidad a aquellos individuos que por su gracia preve-
J a c o b o A r m i n i o (1560-1609)
2
niente y por su gracia subsecuente perseverarían. Estas con-
clusiones significaban una ruptura completa con el decretum
Nació Jakob Hermandszoon (Jacobus Arminius en su forma horribile del reformador ginebrino.
latina) en Ondewater, p e q u e ñ a ciudad del sur de Holanda. N o transcurrió mucho tiempo sin que el cambio de ideas
Adoptado por el sacerdote de su parroquia, que se había con- de A r m i n i o suscitara oposición; pero tan grande era su presti-
vertido al protestantismo, recibió no sólo las enseñanzas de la gio que, a pesar de los cargos de heterodoxia que empezaban
fe reformada, sino principios de la m á s acendrada moralidad. a hacerse contra él, en 1603 fue nombrado profesor de Teología
Después de su brillante carrera en la universidad de Leyden, en la Universidad de Leyden. S i n embargo, tan pronto como
fue enviado a Ginebra para ampliar sus estudios teológicos bajo sus nuevas ideas alcanzaron mayor difusión, se multiplicaron
la dirección de Beza, quien a la sazón estaba desarrollando una toda clase de ataques contra las doctrinas y contra la persona
serie de exposiciones sobre la Epístola a los Romanos. de A r m i n i o . Es triste que la distorsión de sus palabras y la
f
D e regreso en Holanda, A r m i n i o fue nombrado pastor en calumnia fueran usadas sin demasiados escrúpulos por sus opo-
Anisterdam. Apenas se había iniciado su prometedor ministerio sitores. Este pecado, agravado con ciertas medidas impropias
cuando recibió el encargo de refutar las opiniones de Koornhert, de espíritus elevados, prevaleció a lo largo de toda la contro-
quien había atacado la doctrina calvinista de la predestinación. versia que precedió el sínodo de Dort. N o es, por cierto, este
Como ha sucedido en tantos casos análogos, el estudio obligado capítulo de la Historia de la Iglesia uno de los más edificantes
de la cuestión le condujo a posiciones muy distintas de aquellas en lo que a honorabilidad cristiana se refiere, pese a todos
que había sostenido y ahora debía defender. Su mente, cauta los atenuantes de tipo político o histórico que se quieran adu-
3
y sincera, tropezó con los escollos insalvables del calvinismo, cir. N i n g ú n fundamento serio se ha podido hallar para acusar
y después de prolongada meditación rechazó la doctrina refor- con justicia a A r m i n i o de pelagianismo, socianianismo o de con-
mada de la elección, tanto en su forma cruda de los supra- tubernio con el catolicismo romano o con el gobierno de E s p a ñ a .
lapsarios como en la más suave del infralapsarianismo. A los ataques de sus adversarios, A r m i n i o trató siempre de
Pronto se advirtió un cambio en sus puntos de vista a lo responder con razones que él hallaba en las Escrituras. E n su
largo de sus predicaciones sobre la Epístola a los Romanos, amor a la Palabra de Dios no iba a la zaga de Calvino. A este
pero A r m i n i o fue siempre prudente. «La verdad teológica —dijo respecto, dice A . W . Harrison: « T o d a su teología era b í b l i c a . . . ,
en una carta a su amigo Uitenbogaert— está inmersa en un
pozo hondo, por lo que no puede ser obtenida sino a costa de
1
mucho trabajo.» Este criterio explica por q u é A r m i n i o se abstu- 2. lacobo Arminio, Works, I, 589; Decl. 5, IV.
3. A quien desee información amplia sobre el origen y desarrollo del
arminianismo recomendamos la lectura del libro que ya hemos mencio-
nado, y al que volveremos en nuevas citas: The Beginnings of Arminia-
1. A. W. Harrison, The Beginnings of Arminianism, p. 26. nism, por A. W. Harrison.
258 ESCOGIDOS E N CRISTO ARMINIO Y E L ARMINIANISMO 259

de más valor y fuerza que todos los testimonios de los doctores Las manifestaciones de Arminio hirieron la dogmática refor-
y maestros.» 4
mada en su punto más sensible, y l a refriega teológica se enconó
E n Leyden, A m i n i o tuvo que arrostrar la oposición de Goma- de manera inevitable. A fin de hallar una solución, se propuso
ra, colega suyo ya entrado en años y calvinista supralapsario la celebración de un sínodo nacional con objeto de revisar el
que veía en las innovaciones de A r m i n i o una seria amenaza Catecismo de Heidelberg y la Confesión Belga, las dos expre-
a los fundamentos de la fe reformada. C o n Gomaro, Plancio y siones m á s autorizadas de la ortodoxia calvinista; pero la propo-
Hommio creían que el pensamiento de los ministros jóvenes sición tropezó con una fuerte resistencia por parte de los síno-
estaba siendo corrompido, y estimaron que no podían guardar dos provinciales, motivo por el cual el sínodo no se celebró
silencio. Gomaro hizo una exposición desafortunada de la elec- hasta el a ñ o 1618, nueve años después de la muerte de Arminio.
ción. Esta exposición, en síntesis, m a n t e n í a que Los puntos de vista de Arminio se hallan principalmente
contenidos en su Declaración de sentimientos, hecha ante los
en el primer momento o punto de tiempo Dios quiso reprobar Estados de Holanda, en L a Haya, el día 13 de octubre de 1608,
algunas criaturas racionales; es decir, destinarlas a la conde- en su Apología (o Defensa) y en sus Discusiones sobre algunos
nación. En el segundo momento, como tales criaturas no po-
de los principales temas de la religión cristiana.
dían ser condenadas mientras no existieran, determinó crear-
las a fin de que Dios pudiera tener criaturas a las cuales L a posición de Arminio en cuanto a la predestinación quedó
condenar. E n el tercer momento, por cuanto debía conde- claramente expuesta en su Declaración. Después de analizar
narlas justamente, era necesario que pecaran y cayeran en la y refutar l a doctrina calvinista en sus diferentes interpretacio-
maldad; pero no podían pecar a menos que fueran creados nes, presenta su propio punto de vista:
justos. E n consecuencia, Dios determinó crearlos justos, im-
ponerles una ley y ordenar que pecaran y cayeran en la maldad 1. E l primer decreto absoluto de Dios relativo a la salva-
a fin de que así se pudiera alcanzar el fin de su creación: ción del hombre pecador es aquél por el cual decretó la asig-
es decir, llevar a efecto su reprobación condenándolos para nación de su Hijo, Jesucristo, como Mediador, Redentor, Sal-
5
la gloria de Dios. vador, Sacerdote y Rey, que pudiera destruir el pecado por su
propia muerte, obtener mediante su obediencia la salvación de
Esto era hablar claro, y tales declaraciones conturbaron
lo que se había perdido y comunicarla por su propio poder.
hondamente a A r m i n i o , quien m á s tarde replicó vigorosamente
con su Examen de las tesis del Dr. Gomaro sobre la predesti-
2. E l segundo decreto preciso y absoluto de Dios es aquél
nación, en el que sostiene que, aun cuando no fuera propósito
por el cual determinó recibir en su favor a quienes se arrepin-
de Gomaro, de sus tesis se seguía que
tiesen y creyesen en Cristo, por su causa y mediación, llevar a
Dios es el autor del pecado; no sólo esto, sino que Dios tam- efecto l a salvación de tales penitentes y creyentes que perseve-
bién peca realmente; aún más, sólo Dios peca, de lo que nece- rasen hasta el fin. Determinó, además, dejar en el pecado, y bajo
sariamente se deduce que el pecado no es pecado, por cuanto la ira, a todas las personas impenitentes e incrédulas, y conde-
Dios no puede pecar. 6
narlas como ajenas a Cristo.

3. E l tercer decreto divino es aquél por el cual Dios decretó


4. Arminio, Op. cit., p. 41.
5. Ibid., III, pp. 608-609. Citado por A. W. Harrison, Op. cit. administrar de manera suficiente y eficaz los medios que eran
6. Ibid., III, p. 657. necesarios para el arrepentimiento y la fe e instituir la adminis-
260 ESCOGIDOS E N CRISTO ARMINIO Y E L ARMINIANISMO 261

tración siguiente: a) de acuerdo con l a sabiduría divina, por la está solamente herido, mutilado, debilitado, torcido y atenua-
cual Dios conoce lo que es propio y conveniente, tanto a su do, sino que está también apresado, destruido y perdido. Y
misericordia como a su severidad; y b) de acuerdo con l a jus- sus facultades no solamente están debilitadas e inutilizadas
ticia divina, por l a cual Él está presto a adoptar todo aquello —a menos que sean auxiliadas por la gracia—, sino que ca-
que su sabiduría prescriba y ejecute. rece absolutamente de capacidad si ésta no se produce por la
gracia divina. Porque Cristo ha dicho: «sin mí nada podéis
4. A éstos sigue el cuarto decreto, por el cual Dios deter- hacer». San Agustín, después de haber meditado diligente-
mente en cada palabra de este pasaje, habla así: Cristo no
mina salvar y condenar a ciertas personas particulares. Ese de-
dice: sin mí podéis hacer poco; ni dice: sin mí no podéis
creto tiene sus fundamentos en l a presciencia de Dios, por l a cual
hacer nada difícil, n i sin mí podéis hacer algo con dificultad.
Él conocía desde la eternidad a aquellos individuos que, por l a Él dice: ¡sin mí no podéis hacer NADA! Tampoco dice:
gracia preveniente de Dios, creerían y, por su gracia subsecuente, ¡sin mí no podéis completar nada; sino sin mí NADA podéis
perseverarían, de acuerdo con l a ya mencionada administración hacer. 9

de aquellos medios que son adecuados y propios para l a conver-


sión y la fe; y, por dicha presciencia, Él conocía igualmente a Pocos maestros en l a Iglesia cristiana han puesto tanto én-
aquellos que no creerían ni perseverarían? fasis como hizo A r m i n i o sobre l a intervención del Espíritu Santo.

Es innegable que hay en esta presentación de sus convic- Todo lo que podamos tener de conocimiento, santidad y po-
ciones una matización equilibrada, concordante con su sano der es engendrado en el creyente por el Espíritu Santo; el
principio de interpretación de que «nada debe enseñarse res- cual, a causa de esto, es llamado «el Espíritu de sabiduría
pecto a ella [ l a doctrina de l a p r e d e s t i n a c i ó n ] m á s allá de lo y de inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de
8
que las Escrituras dicen». A l mismo tiempo es evidente l a conocimiento y de temor de Jehová» (Is. 11:2), «el Espíritu
influencia de la teología calvinista en cuanto a l a expresión de de gracia» (Zac. 12:10), «de fe» (2 Co. 4:13), «el Espíritu
estos puntos, pues al modificar los extremos anteriores, no de adopción» (Ro. 8:16) y «Espíritu de santidad», al cual se
puede librarse del lenguaje de los decretos que son deduccio- atribuyen en las Escrituras los actos de iluminación, regene-
10
ración, renovación y confirmación.
nes teológicas de las verdades bíblicas, sin que se halle esta lista
en ninguna parte del sagrado texto.
A r m i n i o , sin embargo, no se hacía ilusiones en cuanto a la
La enseñanza de A r m i n i o es igualmente clara a l tratar del
reacción que sus enseñanzas producirían, n i se equivocaba al
estado del hombre caído, de l a gracia y de la obra del Espíritu
presentir las consecuencias que l a rigidez reformada reportaría
Santo. A la luz de sus escritos, resulta ridículo afirmar que en su
en la controversia iniciada. C o n palabras preñadas de patetismo,
teología hay fisuras de tipo pelagiano. Las siguientes citas
vehemencia y sinceridad, concluye su Declaración:
hablan por sí solas:
Pero si mis hermanos no pueden ver la posibilidad de tolerar-
En tal estado [el subsecuente a la caída de A d á n ] , el libre
me o de concederme un lugar entre ellos, en lo que a mí
albedrío del hombre para determinar el bien verdadero no

7. The Writings of Arminius, I, p. 247. 9. Ibid., I. p. 526.


8. Ibid.. I, p. 569. 10. Ibid., I, p. 529.
262 ESCOGIDOS E N CRISTO ARMINIO Y E L ARMINIANISMO 263

respecta no ha habido ninguna intención de que por este mo- El m o v i m i e n t o a r m i n i a n o y e l sínodo de Dort
tivo se produzca un cisma. Que Dios evite semejante catástro-
fe, pues demasiadas divisiones han surgido ya y se han propa- La muerte de A r m i n i o no significó el fin del conflicto teoló-
gado entre los cristianos. Debiera ser más bien el esfuerzo gico iniciado durante su vida. Sus amigos prosiguieron su obra
ardiente de todos disminuir el número de esos cismas y des- bajo la dirección de Uitenbogaert. E n Gouda fijaron su posición
truir su influencia. Sin embargo, aun en tales circunstancias de protesta, remonstrancia, frente a los siguientes puntos calvi-
(cuando haya sido rechazado de la comunión de mis herma- nistas:
nos) en paciencia poseeré mi alma; y aunque en ese caso
dimita de mi cargo, continuaré viviendo para el provecho 1) E l decreto supralapsario; 2) el decreto infralapsario; 3) la
de nuestro cristianismo común en tanto a Dios le plazca alar- limitación de los beneficios de la muerte de Cristo a los ele-
gar mis días y prolongar mi existencia. Sin olvidar nunca este gidos; 4) la enseñanza de la gracia irresistible; y 5) la indefec-
sentimiento: Sat Ecclesiae, sat Patriae datum (Bastante se ha tibilidad de los elegidos.
1
hecho para satisfacer a la iglesia de Cristo y a mi país). ' E n la lucha religiosa que durante años conmovió a Holanda
se entremezclaron fuertes elementos políticos. E l príncipe Mau-
Después de una agitada vida, A r m i n i o cayó mortalmente ricio, apoyado por los calvinistas en su resistencia contra Es-
enfermo. Casi perdió la vista de su ojo izquierdo, hecho que dio p a ñ a , se opuso abiertamente a Oldenbarneveldt, el prinicipal
lugar a que sus enemigos aplicaran a su caso las palabras de estadista de los Países Bajos y protector de los arminianos.
Zacarías 14:12 y otros textos por el estilo. ¡Pobre ejemplo de Tras prolongada pugna, prevaleció el príncipe, quien llevó a cabo
caridad! Sus amigos, por el contrario, preferían hablar de la una acción tan amplia como hábil y enérgica para anular la in-
ejemplaridad con que soportaba la enfermedad y de las oraciones fluencia político-religiosa de los arminianos. Sus visitas a dife-
que constantemente elevaba en pro de la unidad de la Iglesia. rentes ciudades p r o d u c í a n a veces situaciones de paroxismo
E l 19 de octubre de 1609, a la edad de 49 años, falleció Jacobo religioso. A su llegada a Amsterdam fue recibido con una
Arminio. pancarta que lo saludaba como a un nuevo Mesías: Bendito el
que viene en el nombre de Dios." Su éxito fue coronado con el
Celosamente amado por sus amigos, objeto de la desconfianza arresto de Oldenbarneveldt, Grotius y otros arminianos. E n este
de sus opositores a causa de la agudeza de su ingenio, su marco histórico se dio principio al famoso sínodo de Dort, no
nombre fue puesto para caída y levantamiento de muchos en para discutir el arminianismo, sino para condenarlo.
Israel. Cuando ambas partes han sido oídas, podemos por lo E l 13 de noviembre de 1618 tuvo lugar la solemne apertura
menos admirar al estudiante consecuente y laborioso cuyo del sínodo, con representación no sólo de los teólogos holande-
único objetivo en la vida parece haber sido descubrir la ver-
ses y alemanes, sino del rey Jaime I de Inglaterra. Los setenta
dad donde juzgó que podía ser hallada, y transmitirla a sus
12 y nueve representantes de las Provincias Unidas, con excepción
oyentes en toda su pureza.
de tres, eran todos Contra-Remonstrantes (antiarminianos) y la
posición de los Remonstrantes, más que la de representantes del
sector arminiano, fueron desde el principio algo así como reos
que habían de ser juzgados.

11. Ibid., I, p. 275.


12. Ibid., p. 130. 13. Harrison, Op. cit., p. 272.
264 ESCOGIDOS E N CRISTO ARMINIO Y E L ARMINIANISMO 265

L a falta de espacio impide entrar en detalles sobre el de- este punto de vista se llevó la ventaja a pesar de las confesiones
curso del sínodo, por lo que nos limitamos tan sólo a mencionar de fe calvinistas». 15

sus resultados. Los cinco artículos de los Remonstrantes fueron Mencionaremos particularmente la expansión del arminia-
condenados y en tonos infralapsarios fueron reafirmadas las nismo en Inglaterra, donde muy pronto arraigó en el estrato
doctrinas calvinistas sobre los mismos puntos. Los cánones fueron aristocrático-eclesiástico. Después de la restauración al trono de
promulgados en mayo de 1619. Pocos días después, Jan van Carlos II influyó en amplios sectores de la Iglesia oficial, si
Oldenbarneveldt, el protector de los arminianos, fue ejecutado.
bien la intensidad del conflicto calvinista-arminiano fue dismi-
Las condiciones impuestas por el sínodo a los Remonstrantes nuyendo paulatinamente bajo la influencia de Locke y de su
para su permanencia en Holanda eran tan onerosas que la filosofía hasta que sobrevino el avivamiento del siglo x v m .
mayoría de ellos optaron por el exilio. Dentro del país se Fue éste uno de los m á s grandes avivamientos registrados en los
mantuvo una atmósfera de hostilidad fanática contra todo lo que anales de la Iglesia cristiana y, a juicio de historiadores serios,
oliera a heterodoxia. Contribuyó decisivamente a esta situación libró a Inglaterra de una tragedia semejante a la de la Revolu-
el príncipe Mauricio de Nassau. « N o conozco nada más odioso ción francesa. Sus líderes fueron Jorge Whitefield, calvinista,
a su Excelencia —dice Cerleton— que el nombre de un armi- y los hermanos Wesley, arminianos.
14
n i a n o . » E l ardor que caracterizó la controversia nos ayuda
Las diferencias teológicas que h a b í a entre ellos, a pesar de
a comprender el rescoldo de pasiones que q u e d ó después del
su amistad personal, atizaron nuevamente el fuego de la discu-
sínodo. L o incomprensible es que, siglos más tarde, en otros
sión Pronto Juan Wesley vino a ser el representante más desta-
países, haya habido cristianos que han mentado a los arminia-
cado de un arminianismo netamente evangélico, fervoroso, exen-
nos con idéntica animadversión, como si fueran temibles herejes
to de tendencias racionalistas y de fuerte sentido práctico. Su
y los mayores enemigos de la Iglesia. S i en el correr de los
concepto de la gracia universal de Dios era el fundamento de su
años ha habido serias desviaciones doctrinales en ciertos secto-
actividad evangelizadora. Su pensamiento sobre la relación entre
res arminianos, no menos grave es la apostasía a que han llegado
Dios y el hombre, aunque enfatizó fuertemente la depravación
en todo el mundo numerosas iglesias que originalmente fueron
del hombre caído, lo expresa en uno de sus escritos de manera
calvinistas.
inequívoca:

Toda la multiforme sabiduría de Dios (como también su po-


der y su bondad) se revela en su gobierno del hombre como
El d e s a r r o l l o d e l a r m i n i a n i s m o hombre; no como un tronco o una piedra, sino como un
espíritu inteligente y libre, capaz de escoger entre el bien y el
L a supresión oficial del arminianismo en Holanda no sig- mal. E n esto aparece la profundidad de la sabiduría de Dios,
nificó en modo alguno su extinción. Fuera de su país de origen, en su adorable providencia; en gobernar a los hombres sin
alcanzó una difusión notable y, como reconoce Roger Nicole, destruir ni su entendimiento, ni su voluntad, ni su libertad.
«ejerció fuerte influencia en Francia, Suiza, Alemania e Ingla- Dirige todas las cosas... para ayudar al hombre a alcanzar la
meta de su ser —que es su propia salvación— hasta donde
terra, y después a través de todo el mundo. E n algunos casos

15. Everett F. Harrison, Diccionario de Teología, artículo «Arminia-


14. Harrison, Op. cit., p. 386. nismo», p. 62.
266 ESCOGIDOS E N CRISTO ARMINIO Y E L ARMINIANISMO 267

pueda hacerse sin compulsión y sin derribar su libertad..., Más adelante añadía que esta doctrina «hace vana toda pre-
sin dejarlo incapaz del bien o del mal, del premio o del cas- dicación» y «tiende a destruir la santidad que es el fin de todas
16
tigo. las ordenanzas de D i o s » . . . «el consuelo de la religión» y «nues-
19
tro celo para las buenas o b r a s » .
L a teología wesleyana difería t a m b i é n de la calvinista en el
Con tono quizás un tanto destemplado, tilda de blasfema la
punto relativo al alcance de l a expiación. E l fundador del meto-
doctrina calvinista de la predestinación.
dismo rechaza repetidas veces l a doctrina de una redención
limitada, refiriéndose a la cual declara que preferiría «ser turco
Nadie puede dudar de que Jesús hablaba como si quisiera
[mahometano], deísta, o aun ateo antes que creer esa doctrina. que todos se salvaran. Por lo tanto, asegurar que no deseaba
Es menos absurdo negar la misma existencia de Dios que pre- la salvación de todos equivale a presentarlo como falto de
17
sentarlo como un tirano». sinceridad. Jesús dijo: «Venid a mí todos los que estáis tra-
E n cuanto a la doctrina de la elección, Wesley es igual- bajados y cargados.» ¿Acaso llama a los que no pueden venir,
mente tajante. Recusando la pretensión calvinista de que su a los que Él sabe que no podrán venir? ¿Cómo puede acep-
doctrina de la predestinación está basada en las Escrituras, tarse tal suposición sin atribuir a Cristo la mayor insinceri-
20
dad?
dice:

Hay muchas Escrituras cuyo verdadero sentido no conoce- Carlos Wesley expresó en poesía lo que su hermano Juan
remos hasta que la muerte sea sorbida para victoria. Pero había definido como teología, si bien alguna vez satirizó ciertos
esto lo sé, que... no puede significar que el Dios de verdad extremos del calvinismo con excesiva crudeza. Así, una vez
sea mentiroso... que el Juez de todo el mundo sea injusto. más en el curso de la Historia se hizo sentir la repulsa frente
Ninguna Escritura puede significar que Dios no es amor, o a doctrinas que, a pesar de ser defendidas a menudo por hom-
que su misericordia no esté sobre todas sus obras; es decir,
bres eminentes y piadosos, ni tienen suficiente apoyo bíblico ni
pruebe lo que probare, ninguna Escritura puede probar la
18 han sido jamás aceptadas por todos los cristianos ortodoxos.
(doble) predestinación.
E n otros capítulos de este libro hemos intentado la definición
E n su famoso sermón sobre la gracia libre, predicado en de la verdadera doctrina bíblica de elección en Cristo, de modo
Bristol en 1740, Juan Wesley dijo: que no nos identificamos con todas las frases de las citas que
hemos sacado de Wesley, pues es preciso distinguir entre la
Llamadlo por el nombre que os plazca, elección, preterición, verdadera doctrina bíblica y las exageraciones que surgen de
predestinación o reprobación, al final todo es la misma cosa. meros postulados teológicos. Las citas sirven para señalar la
E l sentido de todo es llanamente éste: en virtud de un decreto reacción — q u i z á s excesiva— de un eminente siervo de Dios
de Dios, eterno, inmutable e irresistible, una parte de la hu- —cuya obra fue sellada por el Espíritu de D i o s — frente a la
manidad es infaliblemente salvada y el resto infaliblemente crudeza del calvinismo extremo.
condenada.

16. Works, p. 318; citado por B. Foster Stockwell en La teología de


Juan Wesley y la nuestra, p. 34.
17. Stockwell, Ibid., p. 77. 19. S. Cave, Op. cit., p. 164.
18. Stockwell, Ibid., p. 47. 20. Works, VII, pp. 379-380. Citado por Stockwell, Op. cit., p. 46.
- )

PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORANEO 269

sobre el Dios trascendente. Las Escrituras, entre tanto, siguen


inmutables en su testimonio, que armoniza la trascendencia y la
inmanencia de Dios, viéndole plenamente revelado en Cristo
Jesús.
)
Así, pues, aunque en este ú l t i m o capítulo rebasemos amplia-
mente los límites de la doctrina de la elección —considerada
desde el ángulo h i s t ó r i c o — , procuraremos presentar al lector
CAPITULO 21 una perspectiva global del movimiento filosófico-religioso dentro
del protestantismo durante los últimos dos siglos. Ello nos ayu-
d a r á a entender el p o r q u é del renovado énfasis del calvinismo
actual en su interpretación de la soberanía de Dios y sus de-
PERÍODOS MODERNO cretos.
Y CONTEMPORANEO - )

La teología liberal
T
C O M O Y A H E M O S apuntado al inicio de esta sección histó-
rica, no es nuestro propósito hacer una exposición exhaustiva Concepto fundamental. D e una forma o de otra la teología
del curso que la doctrina de la predestinación ha seguido a tra- liberal —popularmente denominada «el modernismo» en círcu-
vés de los siglos. Tampoco disponemos de espacio para ello. los evangélicos— supone la exaltación de la razón o de los
Las reacciones actuales que notamos en la Introducción se de- sentimientos del hombre por encima de la revelación que Dios
ben a complicadas causas arraigadas en diversos movimientos en su gracia soberana le ha dado. Por ende, llega a ser una
—filosóficos, científicos y teológicos— que han operado desde filosofía antropológica m á s bien que una teología, puesto que
I
los tiempos de Juan Wesley y George Whitefield. el interés se centra en el hombre quien formula su concepto
E n la época moderna ha habido cristianos genuinamente de Dios, al par que deja de prestar atención a la Biblia como
evangélicos que se han mantenido firmes en su fe gracias a su Palabra revelada de Dios. Es cierto que el teólogo liberal acude
sana doctrina de la inspiración y autoridad de las Escrituras, a la Biblia, pero solamente para examinar estratos del «pensa
mientras que otros cristianos han cedido ante nuevos vientos miento teológico» de tiempos pretéritos, entre los que escoge para
filosóficos y científicos. H a pasado lo que tiene que pasar siem- su uso aquellos que se conforman al pensamiento del « h o m b r e
pre que la Iglesia se compromete con las modas pasajeras del m o d e r n o » . Llega a ser, pues, el humanismo secular disfrazado
pensamiento de ciertas épocas, y el p é n d u l o ha fluctuado con de los vestidos religiosos o teológicos de moda en la época. Nor-
agitados movimientos entre extremos homocéntricos y teocéntri- malmente esta moda cambia de énfasis con el paso de cada
cos, entre formulaciones de sistemas que tienen más de filosofía década.
que de teología, y otras que han vuelto a insistir en la soberanía
de Dios. Cuando el hombre trata de adaptar tanto el concepto Antecedentes. Los límites de esta sección nos impiden exa-
de Dios como el contenido de las Escrituras a las ideas humanas minar todas las corrientes del pensamiento humano que dieron
en boga en su época se suele enfatizar el concepto del Dios lugar a la teología liberal, cuyo apogeo pertenece al final del
inmanente; cuando llega la reacción, el énfasis vuelve a caer siglo x i x y principios del x x . Nos ceñiremos, pues, a algunos
ESCOGIDOS EN CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 271
270

hechos esenciales. E l Renacimiento de los siglos x i v a x v n sacó todo hacia lo Absoluto por medio de un proceso dialéctico: tesis,
a luz las glorias de la civilización grecorromana para luego poner antítesis y síntesis, es decir, cada acción provoca una reacción,
en tela de juicio los principios y normas —algunos de ellos in- llegando los dos movimientos a una solución de síntesis que
sostenibles— que h a b í a n regido la sociedad y la religión du- participa de la naturaleza de ambos. Este intento de proveer
rante la Edad Media. E n la esfera religiosa, la Reforma trasladó una clave para la comprensión de la Historia también había
a la Palabra de Dios la autoridad que se habían arrogado el de ejercer una poderosa influencia sobre la manera de pensar
Papa y la Iglesia. Pero, poco a poco, el mismo impulso dio de algunos teólogos de la «nueva ola». Cuando Carlos Darwin
lugar a preguntas que afectaban toda la estructura de la socie- publicó su Origen de las especies en 1859 no tuvo la menor in-
dad, de la filosofía y de la religión. Tanto Francisco Bacon, en tención de atacar la Biblia, pero puso de moda la idea de «evo-
Inglaterra, como Rene Descartes, en Francia, iniciaron el mé- lución» que Hegel y otros ya habían manejado, y pronto los
todo inductivo, afanándose por llegar a conclusiones razonables teólogos germanos veían «evolución», no sólo en la naturaleza,
sobre la base del experimento, en contraste con la filosofía ante- sino en el desarrollo de las religiones, creyendo que la Biblia
rior que, arrancando fundamentalmente de Platón y de Aristó- reflejaba las últimas fases del progreso que, empezando con el
teles, tomaba como punto de partida algún concepto maestro, animismo (adoración de espíritus), pasa a la idolatría, luego a la
procurando luego adaptar los hechos al concepto. Se había ini- adoración del dios tribal (Yahweh en este caso), llegando, por
ciado la era de la razón. Inevitablemente los hombres «razona- fin, al concepto más noble de un Dios único, Creador de todas
bles» pasaron más tarde hasta poner en duda los postulados las cosas.
de la revelación, pensando los materialistas que el examen de los
datos, juntamente con la experimentación, p o d r í a llevarles a con-
clusiones seguras independientes de una revelación sobrenatu- A d a l i d e s de la teología liberal
ral. E l gran éxito del m é t o d o científico en su aplicación indus-
trial prestigió grandemente tanto la ciencia como la razón. C o n Las influencias señaladas arriba fermentaban ya dentro del
todo, la idea de una Primera Causa todavía pareció razonable ámbito del cristianismo, siendo orientadas por varios líderes,
a los líderes intelectuales de la Edad de la Razón, que eran notables como pensadores, pero cuya influencia fue funesta para
deístas más bien que incrédulos. el protestantismo. Las modas del «pensamiento cristiano» han
A l final del siglo x v m Emanuel Kant señaló que la razón cambiado con la misma vertiginosa rapidez que las de la filo-
se ejercía solamente frente a los «fenómenos» (cosas según su sofía, pero, aparte de los evangélicos conservadores —que han
apariencia externa), sin poder tratar de las cosas en su esencia mantenido el valor total e inspirado de la B i b l i a — , todos los
(que él llamaba « n o u m e n a » ) . Sin embargo, le pareció innegable sistemas adolecen del mismo m a l : se trata del hombre caído
que había en cada hombre la conciencia del bien y del mal —pese a sus conocimientos— que elabora una nueva teoría v i -
— e l llamado «imperativo categórico»—, deduciendo de ello ciada desde el principio por la flaqueza de todo lo humano.
que existía un Arbitro moral del Universo. Su énfasis sobre lo
subjetivo había de influir mucho en la teología de Friedrich Friedrich Schleiermacher utilizó los conceptos subjetivos de
Schleiermacher. E n cambio Jorge Hegel abrió el siglo x i x con Emanuel Kant en su formulación de una nueva teología «cris-
un sistema filosófico que subordinaba todo a lo Absoluto que tiana». «Dios se da a nosotros en nuestros sentimientos», decla-
actuaba por medio de un principio racional parecido al «logos» ró, y bien que postulaba la dependencia del hombre frente a
de los griegos. L a Historia — s e g ú n é l — señala la evolución de Dios, enfatizó más bien la sensibilidad del alma humana. Para
272 ESCOGIDOS EN CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 273

él, el pecado llega a ser la falta de esta sensibilidad y la preemi- Ferdinand Baur se destaca como líder de la llamada «Escuela
nencia de Cristo depende, no de su obra, sino de la perfección de T u b i n g a » , y dedicó sus energías a la crítica literaria del Nue-
de esta misma sensibilidad frente a Dios. Schleiermacher creía vo Testamento, creyendo ver en sus páginas señales de la pro-
que había formulado una teología independiente, tanto de cual- longada lucha entre cristianos de ideas mesiánicas y judaizantes,
quier teoría crítica de la Biblia como de todo adelanto del pen- capitaneados por Pedro, y otros «universalistas», que aceptaron
samiento científico. E l tiempo, sin embargo, había de demostrar las enseñanzas —mejor orientadas— de Pablo. « E n el fondo
que no había seguridad alguna en divagaciones subjetivas, que —comenta Alee R . V i d l e r — , n i Strauss n i Baur quisieron com-
pueden compararse a un ancla echada en la bodega del barco prender que el cristianismo h a b í a surgido de acontecimientos
en lugar de agarrarse a la roca. concretos y específicos, sino que pensaban en él como una
Hay en la teología de Schleiermacher lugar para el deter- parte de un proceso ideal y evolucionado, y parece ser que ma-
minismo especulativo, el cual nos conduce, por caminos algo nejaron unos datos históricos según sus presuposiciones filosó-
2
diferentes, a los mismos problemas que antes h a b í a n sido sus- ficas.»
citados por el calvinismo supralapsario. E n su obra Fe Cristiana,
escrita en los años de su madurez, aborda el tema de «los atri- Ritschl y Harnack. Albrecht Ritschl volvió a enfatizar el
butos divinos que se relacionan con la conciencia de pecado» hecho de la manifestación de Cristo en la Historia, intentando
y, entre otras cosas, afirma que «los atributos divinos relativos desligarlo de todo sistema filosófico. E n lugar de los decretos
a la conciencia de pecado, aun cuando solamente se consideran y pactos de la teología calvinista, insistió en el concepto primor-
por e l h e c h o de que la redención está condicionada por el pe- dial del Reino de Dios en la revelación cristiana. C o n todo, se
cado, sólo pueden ser establecidos si al mismo tiempo conside- aparta del cristianismo objetivo, ya que los hechos de la mani-
ramos a Dios autor del pecado». 1 festación de Dios en Cristo adquieren su valor en el criterio
L a concepción de Schleiermacher abrió el camino al deter- del individuo. Adolfo Harnack hizo grandes contribuciones al
minismo de orden natural. Cuando la metafísica ocupa el lugar estudio histórico de los orígenes del cristianismo, pero, entre
de la Palabra, todas las aberraciones son posibles. los muchos aciertos de estos dos eruditos, hallamos elementos
subjetivos y humanos que minan su valor. Son teólogos libera-
David Strauss, cuya Vida de Jesús vio la luz en 1835, fue les, ya que, para ellos, es la razón humana la que por fin lo
el primer teólogo que elaborara en detalle la teoría del «mito» determina todo, sin aquella sumisión total a lo revelado que
(en su sentido filosófico) para explicar los Evangelios. Según constituye la fe cristiana.
él, Jesús había vivido en la tierra como un hombre de extraor-
dinaria influencia, pero todo lo sobrenatural que se narra en Julio Wellhausen, cuya obra culminante, Prolegómenos a la
los Evangelios procedía de la imaginación de la comunidad que historia de Israel, fue publicada en el a ñ o 1875, aplicó las ideas
se había formado como recuerdo de su vida. Cristo era un hom- revolucionaristas de sus días a los escritos del Antiguo Testa-
bre que marchaba hacia la perfección del ideal hegeliano y no mento, postulando una serie de autores (o grupos de autores)
Dios manifestado en carne. anónimos cuya obra fragmentaria, basada en las antiguas leyen-
das de Israel, llegaron a redactarse definitivamente sólo unos

1. S. Cave, The Christian Estímate of Man, p. 162. 2. Alee R. Vidler, The Church in an Age of Revolution, p. 106.
274 ESCOGIDOS E N CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 275

siglos antes de Jesucristo. Los adelantos en los estudios arqueo- Alberto Schweitzer a y u d ó a romper esta imagen dulce e ine-
lógicos han dado al traste con muchos de los postulados funda- ficaz cuando publicó su Búsqueda del Cristo histórico, escrito
mentales del sistema wellhausiano, pero, pese a ello, sigue ejer- según un criterio escatológico. Cristo —según é l — compartía
ciendo una amplia influencia en los estudios de muchos de los con los judíos la esperanza de la consumación del mundo, cre-
seminarios de nuestros días. yéndose el Agente para su realización. Cuando se dio cuenta
de su error, llegó a la conclusión de que Él había de entregarse
a l a muerte con el f i n de salvar a su pueblo de las aflicciones
de los últimos tiempos. Como comprenderá el lector, la nueva
El c o n c e p t o liberal d e D i o s , d e C r i s t o y d e l h o m b r e interpretación distaba tanto de la verdad bíblica como las ante-
riores. E n estos sistemas, el pecado no era asunto muy grave,
A través de todos los cambios del pensamiento liberal, distin- conceptuándose m á s bien como el residuo de la naturaleza ani-
guimos ciertos postulados que son comunes a todas las escuelas mal del hombre en el curso de su evolución. Desde luego, frente
en grado mayor o menor. L a reacción en contra de los decretos a estos conceptos, no hacía falta lo que se llamaba despectiva-
arbitrarios de un Dios soberano es tajante, pero no quedaron mente el «Evangelio de sangre»; bastaba el ejemplo de Cristo
3
allí los liberales, sino que rechazaron igualmente el concepto y el esfuerzo humano.
revelado del Dios de justicia, quien no podía pasar por alto el
pecado aparte de una expiación suficiente. Para ellos, Dios era
el Padre de todos los hombres, el Dios del amor comprensivo, Reacciones inevitables
quien, lejos de juzgar a los pecadores, comprendía sus luchas
en la lenta evolución de los siglos. Por consiguiente, Cristo Las dos grandes guerras mundiales que estallaron en los
llega a ser la manifestación de este interés y de este amor, pero, años 1914 y 1939 revelaron la bancarrota moral del hombre
a menudo, su deidad se esfuma y es presentado m á s bien como civilizado, obligando a muchos pensadores sinceros a revisar el
la culminación de l a humanidad en el proceso evolutivo. Varia- concepto del progreso encarnado en el Cristo de los liberales.
ban las teorías acerca de la Cruz, pero, en general, Cristo pa- Alemania había sido la cuna de impresionantes sistemas filosó-
dece como Víctima de amor, entregándose voluntariamente co- ficos como también de los nuevos conceptos sobre la Biblia,
mo ejemplo de sacrificio, con el fin de suscitar efectos subjeti- pero precisamente allí se encendieron las hogueras para el exter-
vos en el corazón de los hombres. Cada teorizante manejaba minio de los judíos. A l notar el hecho, no tenemos intención
los datos de los Evangelios conforme a las exigencias de su alguna de señalar con dedo acusador a la nación germana, que
sistema, y mientras que algunos concedían bastante valor histó- actualmente aborrece las atrocidades nazis. Más bien hemos
rico a los escritos neotestamentarios, ninguno de esta escuela querido ilustrar por medio de un ejemplo conocidísimo el mal
admitía que las Escrituras, como tales, constituían la revelación que anida en el corazón de todo hombre, aun en el m á s civi-
plena y autoritativa que Dios había dado de sí mismo. Cada lizado. Como ejemplo de una reacción sana, pensamos en D . R.
«Vida de Cristo» le presentaba de distinta manera, pero el Davies, cristiano humanista, propagador del socialismo y del
«gran Enseñador h u m a n i t a r i o » de los liberales se parecía poco
al Cristo que se destaca en el estudio de los Evangelios en su
totalidad, en quien se manifiestan tanto la justicia como el
3. Para un resumen magistral de las ideas de la época de la teología
amor. liberal, véase The Progress of Dogma, por James Orr, pp. 323-344.
276 ESCOGIDOS E N CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 277

pacifismo en la Gran Bretaña, quien se había entregado a traba- Estos sabios, que trabajaron al final del siglo x i x y princi-
jos agotadores impulsado por el espejismo del hombre perfectible. pios del x x , han transformado el concepto de exégesis para la
Cuando vislumbró los abismos del mal revelados por las gue- ventaja de cuantos les han seguido. Desde un punto de vista
rras, empezó con voz profética a analizar la bancarrota del hu- más teológico, filosófico e histórico, el doctor James O r r —tan-
manismo en obras como Back to Orthodoxy, Down Peacocks tas veces citado en esta obra— examinó los sistemas de Albrecht
Feathers, The Two Humanities, etc., etc. («El retorno a la orto- Ritschl y otros, reafirmando con profunda y sana erudición las
doxia», «Abajo las plumas del pavo real», «Las dos humanida- grandes doctrinas básicas de la fe apostólica. The Death of
des»). Otros seguían aferrados a sus teorías religioso-sociales, Christ ( L a muerte de Cristo) por el doctor James Denney es
pero es innegable el impulso que las hecatombes bélicas han un ejemplo clásico de un estudio teológico basado sobre el
dado a la reacción en contra del Dios, del Cristo y del hombre escrutinio detallado de los textos bíblicos estudiados en su
de la teología liberal. contexto.

Matices en la posición evangélica histórica. Lamentamos que La época misionera. E l evangelismo agresivo del f i n del
el término «evangélico» se emplee en el continente europeo co- siglo x i x y principios del x x tendía a dejar a un lado las acerbas
mo equivalente de «protestante», pues parece m á s propio el disputas sobre el calvinismo y el arminianismo, con el sano i n -
sentido en que se usa en la G r a n Bretaña para señalar al cris- tento de adelantar el esfuerzo misionero bajo el signo escato-
tiano fiel a las doctrinas apostólicas registradas en una Biblia lógico. L a esperanza de la pronta venida del Señor prestaba ur-
4
que es en sí la Palabra de Dios. E n este campo verdaderamente gencia a la tarea de evangelización, mientras que las conven-
evangélico hubo diversas reacciones frente al ataque crítico, ciones celebradas en Keswick, Inglaterra, manifestaban los de-
pasando algunos creyentes —especialmente en los Estados U n i - seos de muchos para una renovación espiritual de la vida de los
dos— a un oscurantismo beligerante empeñado en no prestar creyentes como asunto de m á x i m a importancia. L a escatología
consideración inteligente a los descubrimientos científicos, n i si- solía seguir las líneas dispensacionales popularizadas en las notas
quiera a los saludables resultados de la crítica textual que nos de la Biblia Anotada de Scofield. Y a hemos advertido el peligro
restaura —hasta donde es posible— el texto de los autógrafos de un dispensacionalismo exagerado, que tiende a dividir las Es-
inspirados. Más importante fue la reacción de un grupo de eru- crituras en compartimientos estancos; pero podemos dejar los
ditos en la Universidad de Cambridge — J . B . Lightfoot es la extremos sin despreciar doctrinas y actitudes que motivaron el
figura m á s representativa—, quienes dijeron en efecto: celoso envío del Evangelio hasta los fines del mundo.

Aún no sabemos cuáles serán los resultados finales de las


nuevas teorías, pero lo importante es que trabajemos para El retorno parcial del calvinismo. Mientras tanto, los calvi-
conseguir los mejores textos posibles (pensemos en los traba- nistas ocupaban sus bastiones en Holanda y en distintos cen-
jos de Westcott y Hort) y que nos entreguemos a una labor tros de los Estados Unidos, llevando a cabo algunos de sus
de exégesis exacta sobre la base de tales textos. eruditos una estimable labor de estudio bíblico dentro de los
límites del sistema que hemos analizado. Benjamín Warfield se
destacaba como campeón, culto y elocuente de la doctrina de
4. También en Alemania, en los últimos años, se ha empezado a
las Sagradas Escrituras, capitaneando una escuela que armoni-
usar la palabra evangelikale, equivalente al evangelical británico, para
distinguir a los creyentes «bíblicos» de los protestantes luteranos a quie- ~iha la ortodoxia propia de este campo con una erudición que
nes, por tradición histórica, se da el calificativo de evangelisch. podía equipararse con la de los m á s notables teólogos de la
PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 279
278 ESCOGIDOS EN CRISTO

escuela liberal. E l prestigio subsiguiente así ganado ha sido La neo-ortodoxia


uno de los factores m á s potentes en el aumento de la influencia
de su escuela. Muchos cristianos estaban hartos del cristia- Este movimiento, denominado por algunos «neo-liberalis-
nismo diluido e ineficaz de los modernistas; la época de los m o » , es conocido también como «teología de crisis» por su én-
grandes exegetas había pasado y se hacía sentir la falta de una fasis en el punto de vista de que la cristiandad y el mundo occi-
erudición bíblica, sana y prestigiosa a la vez. Muchos pensa- dental, con su cultura, está bajo el juicio divino en un momento
ban — y piensan— que se hallan ante una disyuntiva inevitable: de encrucijada. E l nombre de «teología dialéctica», que se le
o seguir la corriente barthiana (véase abajo) o volver a la orto- ha dado igualmente, expresa su recurso frecuente a la paradoja
doxia fuerte de Calvino. L a disyuntiva es falsa, pues Dios no como único medio para expresar toda la Verdad, tanto en lo que
ha dejado de guiar e iluminar a su pueblo fiel desde la Reforma, se refiere a Dios como en lo que concierne al hombre.
y las doctrinas necesitan formularse, no dentro de los límites Se considera, y con razón, a Soren Kierkegaard como el
de La institución de la religión cristiana, sino sobre la base de precursor de la neo-ortodoxia, pero es asimismo importante la
los profundos trabajos exegéticos que han visto la luz desde el influencia que en su sistema han ejercido filósofos existencia-
siglo x v ; no según los postulados de métodos lógicos pasados listas como K a r l Jaspers y M a r t i n Heidegger. Estos antecedentes
de moda, sino a la luz de lo mucho que el Señor ha dado a su aparecen con claridad en las formulaciones teológicas neo-or-
pueblo en estos últimos tiempos y en la libertad del Espíritu. todoxas, las cuales giran básicamente en torno a la existencia del
Ültimamente ha habido una renovación de estudios bíblicos hombre como ser responsable. Dios, Ser soberano, trascendente,
serios y profundos dentro del campo evangélico que debe mucho creador, coloca al hombre bajo una responsabilidad inviolable.
a escriturarios de diversas tendencias. Dios interpela al hombre por medio de su Palabra y le exige
A u n dentro de las iglesias reformadas se ha producido una una respuesta. Jesucristo es el Hijo de Dios, por medio del cual
reacción contra las formulaciones tradicionales del calvinismo. Dios se revela al hombre, y en la capacidad de responder a esa
Hombres como Berkouwer y Ridderbos han contribuido nota- revelación radica la mayor dignidad del ser humano. Asimismo,
blemente —como vimos— a despojar la doctrina de l a elección Jesucristo es la Palabra de Dios hecha carne para nuestra sal-
de sus adherencias filosófico-teológicas y presentarlas en una vación, lo que pone al descubierto nuestra pecaminosidad. Dios
perspectiva bíblica cuyo centro es no una idea abstracta de sobe- se revela en la libertad y el amor de Jesús, así como en su
ranía, una exaltación aislada de la «causalidad universal» de perdón; pero el perdón pone de relieve el pecado. Sólo de este
Dios, sino Cristo, expresión suprema de la gracia de Dios hacia modo se puede llegar a comprender la grandeza y la miseria
un mundo caído. Su posición podría resumirse con las palabras del hombre y alcanzar una existencia personal equilibrada entre
de Berkouwer: «...la Biblia no nos presenta dos clases de per- la soberbia y la desesperación.
sonas, sino sólo una, los pecadores que son llamados a la sal- La importancia del hombre en la teología neo-ortodoxa ex-
vación». 5
plica su énfasis de tipo político y la influencia que ha ejercido
en otros movimientos teológicos contemporáneos, los cuales han
avanzado mucho más hasta situarse abiertamente sobre la arena
de los problemas socio-políticos con tendencias marcadamente
secularistas. De algunos de ellos nos ocuparemos más adelante.
A pesar de sus valiosos elementos positivos, no procede cla-
5. G. C. Berkouwer, A Half Century of Theology, p. 95. sificar la neo-ortodoxia como movimiento netamente evangélico.
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Hay mucho que el creyente fiel a las Escrituras puede aceptar conocer a Dios, sino Dios quien se da a conocer a los hombres
de lo enseñado por los teólogos de esa escuela; pero no es poco por medio de su Palabra. Esta Palabra dice al hombre: «Dios está
lo que debe rechazar. Se impone el discernimiento, máxime en 6l cielo y tú estás en la tierra.» Esta misma Palabra juzga al
si se tiene en cuenta que tales teólogos usan el lenguaje tradicio- hombre y pulveriza sus m á s caras pretensiones. « H e m o s hallado
nal de la Biblia, los credos y la teología ortodoxa, pero intro- en la Biblia —escribiría B a r t h — un nuevo m u n d o . »
duciendo cambios radicales en el significado de los términos Estos puntos de vista han llevado a algunos pensadores con-
más importantes. Por otro lado, la veracidad histórica de muchos temporáneos a ver en la teología de Barth u n «neocalvinismo»
relatos bíblicos es puesta en tela de juicio o abiertamente ne- que, aun enfatizando la soberanía de Dios, ha expurgado la
gada, especialmente si se refieren a acontecimientos sobrenatu- doctrina de la elección de todo vestigio de determinismo. E n los
rales. L a autoridad de la Biblia no es la tradicionalmente acep- escritos de Barth la doctrina de la predestinación unas veces
tada por los evangélicos conservadores. E n la Escritura, según la aparece con claridad; otras, de manera confusa y abundante
neo-ortodoxia, se mezclan la Palabra de Dios y el testimonio de en contradicciones. Louis Berkhof expone sucintamente la po-
los hombres, este último expuesto a error; la Biblia sólo es sición del teólogo suizo:
Palabra de Dios cuando Dios nos habla a través de ella. La predestinación conduce al hombre a una crisis en el mo-
Como representantes más destacados de la neo-ortodoxia po- mento de la revelación y decisión. Ella le condena atendiendo
demos destacar a K a r l Barth, E m i l Brunner, Rudolf Bultmann, a la relación por naturaleza como pecador, guarda para con
Reinljold Niebuhr y, en posición más extrema, a Paul T i l l i c h . Dios. Y en esa relación Dios le rechaza, pero también lo elige
Seleccionamos como mención especial algunas de las ideas atendiendo a la relación según la cual el pecador es llamado
de los dos primeros, con particular referencia a su posición en Cristo y para la cual fue destinado en la creación. Si el
respecto a la doctrina de la elección. M u y sucintamente nos refe- hombre responde a la revelación de Dios por medio de la fe,
riremos asimismo a Bultmann, cuyos postulados siguen mante- es entonces lo que Dios ha querido que sea, un elegido; pero
si no responde, sigue siendo un reprobado. Pero puesto que
niéndose en boga en amplios sectores teológicos.
el hombre siempre está en crisis, el perdón incondicionado
y el completo repudio continúan aplicándose a cada uno si-
Karl Barth. Pocas figuras han sido tan controvertidas en el multáneamente. Esaú puede convertirse en Jacob; pero Jacob
campo de la teología contemporánea como Barth. Educado en la puede convertirse otra vez en Esaú. Dice McConnachie: Para
tradición liberal de Ritschl y Harnack, supo emanciparse de su Barth, y como él cree, para S. Pablo, el individuo no es el
influencia e inició decididamente un amplísimo movimiento de objeto de elección o de la reprobación, sino más bien el esce-
renovación teológica. nario de la elección o de la reprobación. Ambas decisiones se
A l margen de todas las disputas y reiterando nuestra discon- encuentran en el interior mismo del individuo; pero en un
formidad con muchos de los postulados barthianos, fuerza es modo tal que, visto desde el lado humano, el hombre siem-
pre está reprobado; pero visto desde el lado divino, el hom-
reconocer que nadie ha logrado con más eficacia que él con-
bre es un elegido... L a base de la elección es la fe. Pero,
trarrestar la acción devastadora del racionalismo humanista que ¿quién es aquel que cree? ¿Y quién es aquel que no cree?
dominaba el pensamiento protestante del siglo pasado. Frente La fe y la incredulidad tienen su base en Dios. Estamos a las
al «inmanentismo» que caracterizaba a la teología liberal, Barth puertas del misterio. 6

alzó muy alto el concepto de la trascendencia y la soberanía de


Dios. E n oposición a las pretendidas excelencias del hombre,
enfatizó la gloria del Altísimo. N o es el hombre quien llega a 6. L. Berkhof, Teología sistemática, p. 131.
282 ESCOGIDOS EN CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 283

Pero estas apreciaciones no armonizan plenamente con las solo evangélico conservador que no pueda suscribir el párrafo
conclusiones a que llega Barth cuando centra la elección en la que seguidamente .citamos:
persona de Jesucristo mediante una doble tesis: Jesucristo es
el solo Dios que elige; Jesucristo es el ú n i c o Hombre elegido. No hay duda alguna de que muchos actualmente se alegrarán
E l desarrollo de la última tesis le lleva a la idea del «Dios- de oír tal doctrina y se regocijarán de que por fin un teólogo
Hombre preexistente». Esta idea, producto de su genio teológi- se haya atrevido a desechar la idea de un juicio final y la
co, no halla suficiente apoyo en la frase «el segundo hombre doctrina de que un hombre puede «perderse». Pero hay un
del cielo» de 1 Corintios 15:47, y a n u l a r í a la doctrina de la punto que no pueden contradecir: que, al hacerlo, Karl Barth
E n c a r n a c i ó n . Sus filigranas dialécticas le llevan a afirmaciones está en absoluta oposición, no sólo a toda la tradición ecle-
tan peregrinas como las siguientes: « D e s d e el principio, y en sí siástica, sino —y ésta es la objeción final a tal teoría— a la
mismo, Él [Cristo] es la doble predestinación» y —sobre la clara enseñanza del Nuevo Testamento. ¿Cómo podemos eli-
minar la proclamación del juicio divino final de las parábolas
base del decreto de D i o s — «la única persona realmente repro-
7 de nuestro Señor, de la enseñanza de los apóstoles —de Juan
bada es su propio Hijo».
tanto como de Pablo, del escritor de la Epístola a los Hebreos
De esta conclusión se deduce que los individuos, como tales, como de las cartas de Pedro y del libro del Apocalipsis— sin
ya no son reprobados en ningún caso. Tanto para creyentes destruir enteramente su significado? Lo que la Biblia dice
como para no creyentes, la c o n d e n a c i ó n y el juicio han sido acerca de la liberación, la condenación y el juicio es esto:
eliminados. E l impío es también uno de los elegidos, aunque que «no hay ninguna condenación para los que están en Cristo
por desconocer esta verdad todavía no vive de acuerdo con ella. Jesús»; que Cristo salva a los creyentes del juicio de ira que
A pesar de las protestas de Barth en contra, es evidente su ha de venir; que por su amor redentor «todos los que creen
inclinación al universalismo, a la esperanza de salvación final en Él no perecerán»; que la locura de la cruz «es el poder
de todos los hombres.' de Dios para nosotros, los que somos salvados», pero es
«locura» para los que se pierden; que la nueva justicia divina
Resulta interesante que haya sido Brunner —teólogo de la es «para todos los que creen», y que Jesucristo hace justo
misma escuela— quien con mayor vehemencia y más claro jui- al que «cree en Cristo»; por eso hay dos caminos: el ancho
cio haya refutado este error de Barth. N o creemos que haya un que lleva a destrucción —«y muchos son los que lo encuen-
tran»—, y el estrecho que conduce a la vida —«son pocos
los que lo hallan»—. ¿Cómo, pues, es posible que Barth
7. Karl Barth, Dogmatics, II, pp. 170 y 350. llegue a tal perversión fundamental del mensaje cristiano de
9
8. Wolfhart Pannenberg, en su análisis crítico de la postura de Barth salvación?
sobre la predestinación de Jesucristo y sus implicaciones respecto al
hombre, intenta situarse en una posición más equilibrada. Para él, son los Más adelante a ñ a d e :
cristianos los elegidos «en» Jesucristo. Jesucristo es el «Hijo escogido»
por el Padre (Le. 9:35) con respecto a aquellos a los cuales ha sido en-
viado. Él es la piedra fundamental elegida (1 P. 2:4 ss.) en relación Agustín dedujo su doctrina de la doble predestinación del
con la casa espiritual que debe edificarse sobre ella. Sin embargo, no hecho —que él creyó probado por la evidencia de la Escri-
aparece demasiado claro su concepto de «recapitulación» de todas las tura— de que habrá dos clases de personas el día del juicio:
cosas en Cristo, aplicado a toda la creación. «La predestinación de Jesús
significa su predeterminación a la reconciliación del universo en el sen-
tido de que todo debe ser asumido en la filiación» (W. Pannenberg,
Fundamentos de Cristología, pp. 472 ss.). Emil Brunner, The Christian Doctrine of God, p. 349.
284 ESCOGIDOS E N CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 285

los que se salvarán y los que se condenarán; de este hecho se Desarrolla Brunner su punto de vista sobre el tema en un
remontó a la causalidad divina y derivó su conclusión. Fue capítulo de la primera parte de su Dogmática, titulado «Los
mera especulación: la teología natural asentada sobre la base decretos divinos y l a elección». Partiendo de los amorosos propó-
de una declaración que tenía un núcleo bíblico. Karl Barth sitos eternos de Dios que se nos han revelado por medio de
sigue la línea opuesta. Del hecho de que, de acuerdo con la
Cristo, e identificando el mensaje de la elección con el mensaje
enseñanza de la Escritura, Jesucristo es el ofrecimiento divino
de la salvación para todos, concluye que, en consecuencia, de la buena nueva, Brunner descarga una fuerte andanada con-
todos son salvos; esto viene a ser igualmente un postulado tra toda concepción determinista de esta doctrina.
de la teología natural basado en una declaración que tiene
sustancia bíblica. A l asignar la condenación a un decreto
Por otro lado, ¡cuan terrible y paralizador es todo cuanto se
eterno, Agustín abandona el terreno de la revelación bíblica
hable de predestinación, de un decreto de Dios por el cual
a fin de llegar a una conclusión lógica que le parece lumi-
todo lo que ha de acontecer ha sido ya establecido desde la
nosa. Karl Barth, al transferir a los incrédulos la salvación
eternidadl ¿Hay algo más devastador para la libertad y la
ofrecida a la fe, deja el terreno de la revelación bíblica a fin
realidad de la decisión que esa idea de que todo está prede-
de alcanzar una conclusión lógica que le parece, asimismo,
10 terminado? ¿ N o reduce toda la Historia a algo que ya ha sido
luminosa.
determinado y se está realizando sobre líneas preconcebidas,
¡ convirtiendo toda decisión y toda libertad en una ilusión? T a l
A pesar de las grandes diferencias, en el fondo existe una punto de vista hace de la historia humana un mero juego de
afinidad entre la interpretación agustiniana-calvinista y la de ajedrez, en el cual las figuras humanas son movidas sobre
Barth, pues ambas coinciden en que todo se ha decidido de el tablero por una mano superior e invisible, o semejante a un
antemano independientemente del hombre y de sus decisiones. tapiz de múltiples colores, en el que los numerosos destinos
de la humanidad son entretejidos, pero sin la asistencia de
los hombres: un tapiz preparado ya desde la eternidad, el
Emil Brunner. Y a hemos señalado que Brunner, profesor de cual va siendo descubierto en el tiempo. ¿Hay en tal punto
Teología en Z u r i c h , se ha alineado con Barth en l a posición neo- de vista lugar para el solo elemento que da significado y dig-
ortodoxa, aunque ha discrepado de éste —como el lector acaba nidad de a la vida humana: el elemento de la acción respon-
de ver— en puntos importantes. sable, impulsada por una voluntad libre?
Sobre la doctrina de la elección, según Berkhof, parece tener Finalmente, si todo está predeterminado por el decreto divi-
no, ¿qué otro tribunal de apelación, aparte del de Dios, que
un concepto más escritural que Barth; pero rechaza entera- lo ha predeterminado, sería responsable de lo que acontece?
mente la doctrina de la reprobación. Admite que ésta, lógica- Si todo está predeterminado, el mal tanto como el bien, la
mente, se deduce de la doctrina de la elección; pero amones- impiedad al igual que la fe, el infierno como el cielo, el
ta en contra de dejarse guiar por la lógica humana en un caso «perderse» como el «salvarse», si están predeterminados por
como éste, puesto que la doctrina de la reprobación no se en- el decreto eterno de Dios no solamente los destinos tempo-
seña en la Escritura. 11
rales de los hombres, sino los destinos eternos —asignados
en desigualdad—, de modo que desde la eternidad unos están
destinados para la muerte eterna y otros para la vida eterna,
¿es posible llamar a Aquel que ha promulgado este decretum
horribile el Padre amante de todos los hombres? Si este de-
10. Ibid., pp. 350-351.
11. Berkhof, Op. cit., p. 136. creto oculto de Dios existe tras la revelación de Jesucristo,
286 ESCOGIDOS E N CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 287

¿qué significado tiene el llamamiento a la fe, al arrepenti- modo el hombre se convirtió en el objeto de la acción de la
miento y a la confianza agradecida? ¿No amenaza esta doc- gracia, truncus et lapis. L a relación personal entre Dios y el
trina todo el significado del mensaje del amor de Dios, ade- hombre vino a ser una relación causal: Dios era la causa, la
más de la seriedad de la decisión de fe? fe el efecto. Por aquel entonces no se sabía que aun en la
Si hay un punto que urge sea reexaminado por la Iglesia en el esfera de la causalidad física no existe una mera pasividad,
contenido del mensaje cristiano, este punto es ciertamente la sino solamente reactividad. Del postulado teológico de la
doctrina del decreto divino y de la elección. 12
sola gratia se construyó la teoría de un proceso puramente
pasivo en el alma, o sea, un proceso en el cual la fe es
Sabiamente, Brunner relaciona la elección con Cristo, con su interpretada única y simplemente como el efecto de la gracia
divina que actuaba como su causa. Por supuesto, tal fe no
obra redentora y con la fe. tiene ninguna conexión con que la Biblia llama «fe», y viene
a ser una teoría puramente artificial de los teólogos que,
La elección tiene aquí lugar por el hecho de que el amor carente de base, queda desvinculada de cualquier otro hecho
de Dios penetra en la maldición que la humanidad pecadora de la experiencia humana. E l postulado quedó establecido:
ha acarreado sobre sí... Junto a la cruz oímos el llamamiento lo que conocemos como fe es solamente el efecto de la gracia
de Dios, un llamamiento que tiene una sola condición: que divina como causa sin que debamos preguntarnos si la apli-
le oigamos como el llamamiento incondicional que es, y que cación de la idea causal a la relación personal entre la Palabra
13
creamos (Ro. 3:22 y 26). de Dios y la fe es de algún modo permisible o posible. Este
equivocado concepto de la fe, sin embargo, afectó también
U n a clara percepción permite a Brunner enjuiciar con so- la interpretación de la elección. Ésta se convirtió en «deter-
briedad y acierto el concepto de causalidad introducido en la minación». Por la elección eterna, el hombre es determinado
teología de la Reforma en relación con la gracia, para fijar luego y se fija su suerte. E l dibujo del tapiz ha sido ya tejido antes
un concepto preciso —que estimamos luminoso— sobre la po- de que el hombre iniciara su existencia real; la vida solamente
sición del hombre: significa la revelación de lo que ya ha sido consumado. Si
éste es el significado de la elección, no hay ciertamente deter-
minismo más radical que el contenido de la doctrina de la
Fue especialmente el interés de los reformadores en la sola 14
elección, o predestinación.
gratia, el deseo de librarse de todo vestigio de sinergismo,
lo que les llevó a entender el hombre como un mero objeto de
la gracia, y la fe simplemente como la obra de la gracia E n su refutación de la doble predestinación, Brunner alude
divina. E l dudoso término medio aquí fue mere passive, es a la elección de Israel, resaltando únicamente la libertad de
decir, en relación con la recepción de la gracia, el hombre es Dios, y a ñ a d e :
meramente pasivo. E l elemento correcto en esta idea era que
el hombre es solamente receptivo, que la fe no es ni un mé- Esta fase preparatoria de la revelación, la elección de Israel
rito ni un logro. Pero esta idea teológica condujo a una idea se convierte, por la revelación completa de Jesucristo, en la
psicológica de pasividad. E n lugar de lo que es «puramente elección de todos los que creen en Él. Aquí la idea de «nú-
receptivo» surgió la idea de lo «puramente efectuado». De este mero», del cual se hace una selección, se derrumba; la elec-
ción pierde el substrato de selección. L a gracia de Dios en su

12. Brunner, Op. cit., p. 306.


13. Ibid., p. 311. 14. Ibid., pp. 315-316.

I
288 ESCOGIDOS E N CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 289

libertad se «localiza» ahora enteramente en Jesucristo; en £1 pensamiento en el reducido espacio de estas páginas, por lo que
la gracia de Dios está presente, por lo que todo aquel que de modo muy resumido expondremos tan sólo algunas de las
está en Cristo pertenece a los «elegidos». Los «elegidos» se que m á s han contribuido a configurar su teología.
identifican con los creyentes genuinos. Hay una «selección» L a especial formación de Bultmann en la metodología crí-
solamente en el sentido de que la condición humana, que tica le llevó a proseguir y ampliar los estudios de Martín Dibe-
ha sido siempre incluida en la idea de elección, como en el lius sobre la historia o crítica de las formas (Formgeschichte),
caso de la elección de Israel, aquí aparece muy claramente cuyo objeto es recuperar las unidades de tradición oral que cir-
como el único principio de selección: «que todos los que culaban en l a Iglesia primitiva antes de que fueran escritos los
creen en Él no se pierdan» (Jn. 3:16; 1:12); he aquí la conti-
Evangelios. A su labor crítica se dedica Bultmann con el propó-
nuación en un sentido particular de la declaración universal:
«De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo sito de lograr una interpretación de la B i b l i a adecuada a la
Unigénito.» L a gracia libre y absoluta de Dios, el amor mentalidad y a las necesidades del hombre moderno. Su preo-
generoso —Jesucristo— se aplica al mundo como conjunto; cupación h e r m e n é u t i c a es constante; pero t a m b i é n lo es la in-
tiene aplicación para todos; pero la tiene para todos los fluencia que sobre él ejercen sus presupuestos filosóficos. E n
que crean. Cualquiera que se excluya a sí mismo, es excluido; todo trabajo interpretativo se debe, por u n lado, descartar todo
el que no permite que sea incluido, no es incluido. Pero el lo sobrenatural, por su incompatibilidad con la comprensión
que permite que sea incluido, el que cree, es elegido. Creer científica de los hechos, y por otro lado, se ha de proveer una
en Jesucristo y pertenecer a los elegidos es una y la misma «interpretación existencial» que sitúe a quien oye la Palabra de
cosa, de igual modo que no creer en Jesucristo y no pertenecer Dios ante la necesidad de una decisión.
a los elegidos es la misma cosa. N o hay otra selección aparte
de ésta; no hay otro número fuera del que se constituye por Esta p r e o c u p a c i ó n de Bultmann por resaltar el valor exis-
el hecho de creer o no creer. 15
tencial del mensaje cristiano tiene mucho de laudable, aunque
sus conceptos sobre este punto no siempre se distinguen por
una excesiva claridad. Pero es deplorable que este énfasis des-
Los párrafos anteriores expresan, sin duda, el pensamiento poje a la h e r m e n é u t i c a del valor objetivo de la Historia. Para
de muchos protestantes auténticamente evangélicos sobre la Bultmann, no tiene prácticamente importancia que los hechos
debatida doctrina de la elección. Por nuestra parte, destacaría- relatados en los evangelios sean históricamente verídicos o no.
mos de manera especial el afán de Brunner de separar lo que es L o que importa es el mensaje que nos comunican, el kerygma,
realmente verdad bíblica de lo que es excrecencia filosófica. lo único válido para el hombre actual.
L a forma en que este mensaje aparece en el Nuevo Testa-
Rudolf Bultmann. H a sido uno de los teólogos m á s influ- mento es como un ropaje, propio de una época pero inadecuado
yentes en las últimas décadas. Gran admirador de Barth al prin- para nuestro tiempo. Los relatos de la e n c a r n a c i ó n , el nacimien-
cipio, llegó a discrepar de él en puntos importantes y formó su to virginal, la resurrección y la segunda venida de Cristo son
propia «escuela», la cual cuenta con numerosos seguidores en el mitos derivados de la mitología helenista del gnosticismo y de la
campo teológico de todo el mundo. E l volumen de su obra nos literatura apocalíptica judía. Los evangelios no son biografías
impide ocuparnos adecuadamente de sus principales líneas de del Jesús histórico, sino producciones de la comunidad cristiana
del primer siglo. Por consiguiente, una interpretación auténtica
del texto bíblico exige su «desmitificación».
15. Ibid., p. 320. Evidentemente, el radicalismo de Bultmann le coloca en una
290 ESCOGIDOS EN CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 291

línea neo-liberal que poco tiene en c o m ú n con la teología evan- dad de una esfera espiritual necesarios para la vida pen-
16
gélica basada en los grandes hechos salvíficos registrados en las samiento».
Escrituras. Los representantes de este movimiento teológico, con sus
L a evolución de la neo-ortodoxia en los últimos tiempos evi- lógicas diferencias, coinciden en que el Evangelio debe ser des-
dencia la flojedad de su base y no ha significado realmente una pojado de todo lo sobrenatural (en este aspecto comparten la
vigorización de la teología reformada, como algunos pensaban, acción desmitificadora de Bultmann) y expresado en términos
sino la pavimentación de un camino que ha conducido a serias seculares. Brevemente exponemos lo esencial del pensamiento
desviaciones. Lógicamente, cuando el Evangelio ha sido «desmi- secularizador tal como llega a nosotros a través de sus figuras
tificado» al estilo de Bultmann, cuando el concepto de Dios más relevantes.
queda reducido a la nebulosa idea del «fondo del ser», se borran
las fronteras entre Dios y el hombre, entre la Iglesia y el mun- Dietrich Bonhoefjer. Este valeroso pastor y profesor ale-
do y se prescinde del testimonio bíblico acerca de la encarnación, mán, miembro activo de la resistencia anti-nazi ejecutado en
la obra expiatoria y la resurrección de Cristo, como sucede en abril de 1945, es considerado por muchos como una especie de
la teología de T i l l i c h , sólo puede esperarse un avivamiento del oráculo prestigioso que dijo lo que la Iglesia del siglo xx nece-
sitaba oír.
radicalismo religioso de corte humanista y liberal divorciado
del mensaje bíblico y a menudo antagónico a él. Conviene, antes de llegar a conclusiones precipitadas en
cuanto a este pensador, tomar en consideración el conjunto de
su obra y el hecho de que posiblemente no había llegado aún
a una plena m a d u r a c i ó n teológica en el momento de su muerte.
El m o v i m i e n t o s e c u l a r i s t a Quien ha leído su obra Nachfolge (Seguimiento) y sus 17

cartas escritas en el campo de concentración no puede menos


Pese a la bancarrota moral de la humanidad, puesta de que admirar la fe profunda de Bonhoeffer. Pero, al mismo tiem-
manifiesto por los horrores de dos guerras mundiales, los líderes po, no puede negarse que fueron algunos de sus escritos sobre
del pensamiento vuelven al humanismo, o sea, a la perfecta- un mundo mayor de edad y un cristianismo sin religión los que
bilidad del hombre, centro de todas las cosas. Los efectos de dieron impulso decisivo a la teología secularista. Citando sus
esta corriente se observan en la teología « m o d e r n a » , la cual se propias palabras:
convierte m á s y m á s en mera antropología. E l hombre, no Dios,
ocupa el centro. De hecho, Dios no sólo es desplazado; prácti- La única manera de ser sinceros es reconocer que hemos de
camente es eliminado. T a l sucede en la teología secularista. vivir en el mundo etsi deus non daretur (como si Dios no
L a invasión de fuerzas secularizantes en el campo religioso existiese). Y esto es precisamente lo que vemos ¡ante Dios!
debe admitirse sin ambages. N o pocos teólogos, dominados por De este modo, el que hayamos llegado a alcanzar nuestra ma-
el afán de alcanzar al hombre moderno y ganarlo a la fe (?), yoría de edad nos obliga a un reconocimiento verdadero de
han llegado a extremos inconcebibles en sus concesiones al secu-
larismo, el cual ya fue objetivamente definido en el Consejo
Misionero Internacional de Jerusalén (1928) como «un modo de 16. Jerusalem Meeting Report, vol. I, p. 284. Citado por Leslie New-
bigin en Honest Religión for Secular Man, p. 8.
vida y una interpretación de la vida que incluye solamente el
17. Publicado en español por Ediciones Sigúeme con el título El
orden natural de las cosas y que no considera a Dios o la reali- precio de la gracia.
292 ESCOGIDOS E N CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 293

nuestra situación delante de Dios. Dios nos enseña que John A. T. Robinson. E l obispo anglicano de W o o l w i c h ,
debemos vivir como hombres que pueden prescindir muy bien no deja lugar a dudas en cuanto a su radicalismo. Su famosa
18
de él... Ante Dios y con Dios, vivimos sin Dios. obra Honest ío God (Honrado frente a Dios), inspirada básica-
mente en los postulados de Bonhoeffer, Bultmann y T i l l i c h ,
Refiriéndose a Bultmann, estima Bonhoeffer que en su des- y escrita en lenguaje m á s bien popular, constituye u n alegato
mitificación del Nuevo Testamento no había ido suficiente- incisivo en favor de l a secularización teológica. Sea cual sea
mente lejos. el juicio que se emita sobre el radicalismo del libro, lo paradó-
jico —valga el eufemismo— es que su autor fuese u n obispo
No sólo son los conceptos mitológicos, tales como los mila- de l a Iglesia anglicana, pues, como él mismo afirma en l a pri-
gros, la ascensión y otros semejantes (que en principio no son
mera parte de su prólogo, «corresponde a l oficio de obispo en
separables de los conceptos de Dios, fe, etc.) los que resultan
problemáticos, sino los propios conceptos «religiosos». No se la Iglesia ser g u a r d i á n y defensor de su d o c t r i n a » . Después
puede, como se imagina Bultmann, separar a Dios de los de leer su contenido, muchos han llegado a l a conclusión de
milagros, pero se debe poder interpretar y proclamar ambos que Robinson, m á s que «guardián y defensor», ha sido destruc-
en un sentido «no-religioso». 19
tor de l a doctrina tradicionalmente atesorada en su iglesia.
Desde el principio de su obra, Robinson expresa su preocu-
De la intervención de un Dios sufriente en el mundo, dedu- pación por reformular l a ortodoxia tradicional en términos mo-
ce Bonhoeffer l a actitud del cristiano y de l a Iglesia en su en- dernos y llega a afirmar que «se exige una refundición mucho
torno social. E l cristiano es llamado más radical, en el proceso de l a cual se d e b e r á n i r a l a fusión
las categorías m á s fundamentales de nuestra teología: Dios, l o
a participar en los sufrimientos de Dios a manos de un mundo sobrenatural y l a religión m i s m a » . E l motivo alegado para tal
impío... Ser cristiano no significa ser religioso en un sentido
refundición es que «hay una sima creciente entre el sobrenatu-
particular, cultivar alguna forma particular de ascetismo (co-
mo pecador, penitente o santo), sino ser un hombre. N o es ratfaac ortodoxo tradicional que ha estructurado nuestra fe y las
un acto religioso lo que hace a un cristiano lo que es, sino categorías que el mundo "laico" (a falta de u n t é r m i n o mejor)
la participación en el sufrimiento de Dios en la vida del encuentra hoy significativas».
20
mundo. Destaca Robinson l a convicción de que l a idea de Dios «allá
arriba» (sea física, metafísica o metafóricamente) no puede ser
Como consecuencia, «la Iglesia sólo es lo que debe ser cuan- aceptada de modo literal y actualmente ya no preocupa, pues
21
do existe para la h u m a n i d a d » . «en lugar de u n Dios que se halla literal o físicamente "allá
N o es mucho lo que Bonhoeffer escribió sobre los temas arriba", hemos aceptado como parte de nuestro equipo mental
apuntados, pero sí lo suficiente para que otros después de él un Dios que está espiritual o metafísicamente "allá f u e r a " » .
lo desarrollaran hasta alcanzar conclusiones que el mártir ale- Pero aun este Dios d e b e r á ser abandonado. Cabe suponer que
mán tal vez nunca habría suscrito plenamente. el Dios «allá fuera» sea realmente sólo una versión sofisticada
del « A n c i a n o del cielo». Y se pregunta Robinson si hemos
afrontado seriamente l a posibilidad de que el abandono de tal
18. D. Boenhoeffer, Letters and Papers From Prison, pp. 121-122. ídolo pueda ser en el futuro el único modo de que tenga sen-
19. Ibid., p. 94. tido el cristianismo.
20. Ibid., pp. 122-123.
21. Ibid.. p. 166. Cuando trata de explicar a Dios, Robinson expresa su reco-
PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 295
294 ESCOGIDOS EN CRISTO

nocimiento hacia T i l l i c h , de quien se apropia el concepto de Paul van Burén. Discípulo de Barth durante algún tiempo,
Dios como el « F o n d o de nuestro ser» sin despojarlo de su am- evolucionó en su pensamiento bajo la influencia de la escuela
bigüedad original. Así nos sitúa ante una forma extrema de británica de análisis lingüístico. Su obra más importante es
The Secular Meaning of the Gospel ( E l significado secular del
inmanentismo que apenas se distingue del panteísmo. Por su-
Evangelio). A l igual que Robinson, no oculta el impacto que
puesto, el Dios de Robinson en nada se parece al Dios de la
han producido en él Bonhoeffer y Bultmann.
revelación bíblica.
Igualmente antibíblicos son sus conceptos relativos a Cristo, Su preocupación aparece clara cuando subraya que la cues-
la oración y la ética, la cual es presentada abiertamente como tión que le interesa no es el modo como un cristiano debe pre-
una ética de situación en la que no caben principios absolutos dicar el Evangelio al hombre secular para que éste llegue a ser
inmutables. « N a d a hay prescrito, sino el amor.» E n el fondo, cristiano, sino el modo como el hombre moderno dentro de la
la obra de Robinson es la defensa de u n ateísmo disfrazado. Iglesia puede conservar una visión radicalmente secularista y,
sin embargo, seguir siendo cristiano en el sentido más verda-
dero. Como atinadamente observa E . L . Mascall, «resulta muy
Harvey Cox. Sigue básicamente la línea de pensamiento de
curioso que, a pesar de hablar tanto de lo secular, no tenga V a n
Robinson. E n su libro The Secular City (La ciudad secular),
Burén ninguna teología de lo secular; lo único que le importa
publicado en 1965, trata de interpretar el proceso histórico de 22
es la secularización de la teología».
tal modo que el fenómeno de la secularización puede aceptarse
con toda naturalidad. Lejos de ver en él una calamidad espiri- En su análisis del lenguaje teológico, advierte que la «reli-
tual, lo contempla con satisfacción, como una oportunidad que gión» para Bonhoeffer, y también para Bultmann, es un recurrir
debe ser bien recibida. L a secularización no debe ser consi- a Dios como medio de «rellenar la imagen» del mundo o de los
derada como un enemigo del Evangelio, sino m á s bien como asuntos humanos. Pero la palabra «Dios» —como señala C o x —
un fruto del mismo. Y aunque Cox parece seguir creyendo en un parece haber perdido ya todo significado objetivo. E n las propias
Dios trascendente, estima que con el tiempo la trascendencia palabras de V a n Burén, «el mundo de la dificultad para el era-
puede, a través del arte, los cambios sociales y las nuevas rela- pirista que hay en nosotros no está en lo que se dice de Dios,
ciones en la esfera del trabajo, revelar a u n nuevo hombre, ya sino en el mismo hablar de Dios. N o sabemos " q u é " es Dios,
23

que la palabra «Dios» sobrevive, pero quizás ha perdido su y no podemos entender cómo se emplea la palabra " D i o s " » .
utilidad. Debemos redefinir a Dios como el Dios de este mundo, L a cristología de V a n Burén no puede ser más liberal. Jesús
no meramente como el Señor en una esfera religiosa aislada. fue un hombre y nada m á s . L a fórmula de que Jesucristo es
E l mundo, no la Iglesia, debe ser el centro de nuestra atención. plenamente hombre y plenamente Dios le resulta contradictoria
Con miras a ese centro, debemos revisar nuestra teología ex- y carente de sentido. L a doctrina de la creación queda reducida
purgándola de sus elementos ontológicos y reactivándola con el a «una vista afirmativa del mundo de los hombres y de las
espíritu de un activismo dinámico. cosas», sin que se explique el significado de tal «vista». L a Igle-
sia significa, simplemente, que los cristianos comparten una
Como sucede con tantos otros teólogos modernos, la preo-
misma perspectiva histórica y que la «libertad de Jesús» se ha
cupación que Harvey Cox siente por el mundo está más deter-
minada por las corrientes de pensamiento del mundo mismo que
por la Palabra de Dios. E l l o explica la pobreza de sus ejercicios
de exégesis bíblica en su famosa obra, así como lo inaceptable 22. E. L. Mascall, Cristianismo secularizado, p. 62.
de sus conclusiones en sana teología cristiana. 23. Paul Van Burén, The Secular Meaning of the Gospel, p. 84.
-
296 ESCOGIDOS EN CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 297 -
-
hecho «contagiosa» a través de ellos. L a oración intercesoria asamblea continental, se ponían de relieve los problemas de
no es una voz dirigida a Dios; es más bien un ejercicio de dependencia económica, política, cultural, tecnológica y militar
reflexión que conduce a la acción adecuada. «La acción de con que se enfrenta la América latina y se definía el proceso -
gracias y la adoración expresan la alegría y asombro (del cris- de liberación como la « r u p t u r a con el sistema de dependencia
tiano) ante el hecho de que el mundo y él existan y de que su y explotación económica bajo la cual sufre nuestro pueblo, a
perspectiva histórica le proporcione una forma de comprenderse causa de la acción del imperialismo en alianza con las clases
a sí mismo y también al m u n d o . » 25
nacionales d o m i n a n t e s » . C o n miras a lograr esta ruptura, se
La teología secularista ha pesado — y sigue pesando— nota- estima el análisis marxista como el más apropiado para entender
blemente tanto en el ámbito del Consejo M u n d i a l de las Iglesias el problema latinoamericano y resolverlo mediante una acción
como en amplios sectores de la Iglesia Católica Romana y ha radical efectiva.
contribuido al desarrollo de activos movimientos propulsores del Destacadas figuras protestantes en el campo de la teología de
compromiso político por parte de la Iglesia. la liberación son R u b é n Alves, autor de Religión: Opio o Ins-
trumento de Liberación; José Míguez Bonino, más conservador,
y Richard Schatrll.
Teología de la Liberación
L a preocupación social ha tenido efectos semejantes entre
Sólo indirectamente y no de modo decisivo han influido la teólogos católicos latinoamericanos, los cuales han impulsado
teología dialéctica y la secularista sobre la llamada «teología fuertemente el movimiento de liberación. Descuellan entre ellos
de la liberación». Surgió ésta en la América latina en la década Hugo Assmamr, qtrrerr ocupó trrr krgar de vanguardia con su
de los sesenta, más que como resultado de una inquietud estric- oura Opresión-Liberación: Desafío a los Cristianos; Juan Luis
tamente teológica, como un intento de respuesta a las cuestiones Segundo, y Gustavo G u t i é r r e z , autor de Teología de la Libera-
político-sociales planteadas en un continente de mayorías ator- ción, probablemente la obra más sistemática escrita sobre el te-
mentadas por la pobreza y la injusticia social. Pero la voz de los ma y la más difundida. Algunos denominan a este libro «la bi-
teólogos de la liberación ha tenido fuertes resonancias en el blia del movimiento liberacionista». ~; )
mundo entero, incluidos los países occidentales. Salvando las lógicas diferencias que pueden observarse entre
Una de sus características es la simultaneidad con que ha todos estos teólogos, destaca su c o m ú n renuncia a la teología
brotado tanto en la Iglesia católica como en el campo protes- clásica occidental. L a verdadera teología — s e g ú n ellos— no es
tante. Las referencias históricas sitúan a I S A L (Iglesia y Socie- una mera actividad reflexiva en torno a conceptos m á s o me-
dad en la América Latina), estrechamente relacionada con el nos abstractos, sino una reflexión dinámica a partir de situacio-
Consejo Mundial de Iglesias, como la organización pionera en nes históricas concretas y conducente a resolver los problemas
el movimiento teológico de liberación. Su primera consulta, de la sociedad. Hugo Assmann señala que la teología debe asen-
celebrada en H u a m p a n í , Perú, en julio de 1961, fue presidida tarse sobre el análisis de las realidades socio-políticas, y Gustavo
por el propósito de hallar «el significado que los cambios socia- Gutiérrez afirma que la teología de la liberación
les tienen desde ¿>r punto dt; vista cristiano y nuestra c o m ú n res-
24
ponsabilidad hacia ellos». Diez años más tarde, en la cuarta
25. América Latina: Movilización popular y Fe cristiana, p. 140,
citado por Emilio A. Núñez, Evangelical Review of Theology, Vol. III,
24. Encuenttw y desafío {Montevideo: ISAL, 1961). p. 12. núm. 1, p. 39. ^ )
_ )
298 ESCOGIDOS E N CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 299

no se limita a pensar en el mundo, sino que busca situarse tanto si se refieren a Israel como si las aplicamos a otros
como un momento del proceso a través del cual el mundo grandes eventos de liberación político-social registrados a l o
es transformado: abriéndose —en la protesta ante la dignidad largo de la Historia?
humana pisoteada, en la lucha contra el despojo de la inmen- Como para salir a l paso de esta objeción de ingenuidad,
sa mayoría de los hombres, en el amor que libera, en la Gutiérrez trata de dar al pecado «el lugar que le corresponde
construcción de una nueva sociedad, justa y fraternal— al en l a trama histórica de la h u m a n i d a d » , pero su énfasis no
2
don del Reino de Dios. * recae en l a «ruptura de amistad con Dios» —aunque la men-
ciona—, sino en la ruptura producida en las relaciones humanas
Sin duda, hay mucho en l a teología liberacionista que debe
por situaciones de injusticia.
ser considerado por cualquier cristiano evangélico como u n reto
saludable. Sus acentos deben despertar l a conciencia cristiana
No se trata, en la perspectiva liberadora, del pecado como
a las implicaciones sociales del Evangelio. Tanto el creyente realidad individual, privada e intimista, afirmada justo lo ne-
como la Iglesia han de tomarse en serio la dimensión horizontal cesario para necesitar una redención «espiritual», que no
de su vocación y superar el individualismo y la indiferencia res- cuestiona el orden en que vivimos. Se trata del pecado como
pecto al mundo que a menudo les distingue. hecho social, histórico, ausencia de fraternidad, de amor en
E l pueblo de Dios no puede soslayar su responsabilidad pro- las relaciones entre los hombres... E l pecado se da en estruc-
fética en medio de los pueblos de l a tierra. turas opresoras, en la explotación del hombre por el hombre,
Pero, por otro lado, un análisis objetivo de l a teología de la en la dominación y esclavitud de pueblos, razas y clases so-
28
ciales.
liberación nos muestra los errores de ésta, consecuencia de las
premisas sociológicas de que parte y del escaso rigor exegético
con que usa l a Escritura, l a cual es reducida a paradigma his- Los líderes de este movimiento omiten los elementos espiri-
tórico y prácticamente despojada de su autoridad normativa. tuales y trascendentes de l a salvación y excluyen la necesidad
Conceptos bíblicos tan fundamentales como la salvación, Cristo, absoluta de l a fe en el sentido bíblico. Su visión es eminente-
la Iglesia, entre otros, sufren serias distorsiones en l a reinter- mente universalista.
pretación liberacionista. E n l a teología de la liberación, l a cristología no ocupa u n
L a salvación adquiere u n matiz marcadamente político y se lugar de especial relieve y está determinada por su antropología.
manifiesta en la liberación de toda forma de opresión temporal. «El Dios de la Biblia es un Dios cercano, de comunión y com-
29

De a q u í que se d é tanta importancia a l a experiencia de Israel promiso con el h o m b r e . » Se revela en el monte Sinaí, en la
vivida en su salida de Egipto. Para Gustavo Gutiérrez, la libe- tienda (tabernáculo), en el templo y, más plenamente, en Jesu-
ración del éxodo «es un acto político. Es la ruptura con una cristo. Pero los perfiles bíblicos que configuran de modo preciso
situación de despojo y de miseria y e l inicio de l a construc- la persona y l a obra de Cristo se esfuman. L a encarnación del
ción de una sociedad justa y fraterna. Es la supresión del desor- Verbo es simplemente el modo de expresar la presencia de Dios
27
den y la creación de un nuevo o r d e n » . ¿ N o revelan estas pala- en la historia de la humanidad con miras a realizar el proceso
bras u n optimismo ingenuo carente de confirmación histórica, de liberación. « E l Dios hecho carne» es «el Dios presente en

28. Ibid., pp. 236-237.


26. Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación, p. 41.
29. Ibid., p. 244.
27. Ibid., p. 204.
300 ESCOGIDOS E N CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORANEO 301

todos y cada uno de los hombres... Desde que Dios se hizo rencia consiste en que el creyente conoce lo que el no creyente
hombre, la humanidad, cada hombre, la historia, es el templo ignora: el propósito liberador de Dios relativo a toda la huma-
vivo. L o "profano", lo que está fuera del templo, no existe nidad.
30
m á s » . Se halla a Cristo en todo ser humano y especialmente E n la práctica, esto equivale a que la Iglesia se comprometa
entre los pobres. «En el encuentro con los hombres se da nues- activamente en el proceso de liberación mediante un ministerio
tro encuentro con el Señor, sobre todo en el encuentro con de denuncia profética de toda situación deshumanizante y de
aquellos a quienes la opresión, el despojo y la alienación han anuncio del amor del Padre, pero con « u n a función concienti-
33
desfigurado el rostro humano y no tienen ni apariencia n i pre- zadora o, en otros términos, politizadora». E n o p i n i ó n de Ass-
sencia y son "desecho de hombres" (Is. 5 3 : 2 - 3 ) . » 31
mann,
Dejando a un lado la osadía de Gutiérrez en el uso que de
esta referencia bíblica (Is. 53:2-3) hace, se observa en sus ase- ahora que el significado meramente «salvacionista» de la
veraciones un trasfondo humanista que ignora las enseñanzas misión de la Iglesia ha sido superado, la afirmación abierta
de la posibilidad universal de salvación ha cambiado radical-
cristológicas y antropológicas fundamentales del Nuevo Testa-
mente el contexto de la misión de la Iglesia en el mundo...
mento. Sin subestimar la responsabilidad del cristiano ante sus
la Iglesia se orienta hacia un servicio a la humanidad nuevo
semejantes, a Cristo lo hallamos en su Palabra, no en el prójimo y radical. 34

de manera indiscriminada. Una sana exégesis de Mateo 25:31-45,


texto favorito de Gutiérrez y de muchos teólogos de nuestro Esta concepción de la misión de la Iglesia lleva aparejada
tiempo, no permite la supresión de la diferencia que según el la idea de que cuantos participan en el movimiento liberador,
Nuevo Testamento existe entre creyentes y no creyentes en creyentes o no, demuestran mediante sus obras que forman
relación con Cristo. parte de la Iglesia. Según Juan Luis Segundo, la Iglesia está
Pero lo más grave de la teología de la liberación es no tanto compuesta por aquellos que conocen el significado de huma-
lo que se afirma como lo que se omite. De la obra expiatoria de nidad y la humanidad se convierte en una Iglesia «latente».
Cristo, de su ministerio como mediador entre Dios y los hom- Salta a la vista la discrepancia entre estas posturas teológi-
bres y de su parousia — l a gran meta del «devenir» h i s t ó r i c o — cas y el Nuevo Testamento, en el que se marca claramente la
nada o muy poco se dice. línea de demarcación que separa a la Iglesia del mundo, se en-
T a m b i é n la eclesiología liberacionista prescinde de las dis- fatiza la necesidad de la fe para formar parte del pueblo de
tinciones bíblicas. L a humanidad entera es incluida en el pue- Dios y se determina la misión evangelizadora que este pueblo
blo de Dios. L a historia del mundo no debe dividirse en sagra- tiene en el mundo.
da y secular. L a diferencia entre mundo e iglesia básicamente Pese a su loable inquietud frente a los problemas sociales,
no existe. L a Iglesia es «sacramento de la Historia» en el que la teología de la liberación, con su concepto p a r a d i g m á t i c o de
«se realiza y se revela el designio salvífico, es decir, se hace la Escritura y con su mezcla de humanismo, relativismo, marxis-
32
presente entre los hombres y para los h o m b r e s » . L a única dife- mo y ecumenismo, dista mucho de ser una teología evangélica.

33. Ibid., p. 347.


30. Ibid., p. 250. 34. Hugo Assmann, Opresión-Liberación, pp. 73-74, citado por Emilio
31. Ibid., pp. 264-265. A. Núñez en «Theology in Latin America», Evangelical Review of Theo-
32. Ibid., p. 332. logy, Vol. III, núm. 1, p. 49.
302 ESCOGIDOS EN CRISTO PERÍODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO 303

Palabra final
que se perpetúe la proclamación de la Palabra de Dios con su
eficacia redentora.
La Historia siempre es buena maestra para quienes la es-
Como habrá podido observar el lector, las tendencias c u d r i ñ a n sin apasionamientos ni prejuicios. En particular, la
teológicas expuestas someramente en las últimas páginas historia de las doctrinas que se han enseñado o enfatizado en el
poco tienen que ver directamente con la doctrina de la elección, decurso de los siglos es un auxiliar no despreciable para la recta
tema central de nuestra obra; pero nos hemos referido a ellas comprensión de los oráculos divinos. Sirve de boya que señala
para ampliar la visión global de la teología contemporánea. Y lo tanto los escollos a evitar como las entradas libres de los bue-
hemos hecho con un doble p r o p ó s i t o : poner de relieve la deva- nos puertos donde podemos pasar con toda seguridad.
luación de la autoridad de la Escritura, causa de múltiples E l lector que haya seguido atentamente las páginas de esta
extravíos doctrinales, y destacar la fuerza con que un huma- sección h a r á bien en ponderar su contenido para luego fijar
nismo poco bíblico se impone en dilatados campos del pensa- de nuevo su atención en las Sagradas Escrituras y, embebido en
miento actual. su espíritu, seguir la verdad con humildad y en amor, como
Estas corrientes teológicas se distinguen por su antropocen- corresponde a los verdaderos «escogidos en Cristo».
trismo y por las perspectivas universalistas que éste abre. L a
salvación del hombre —se piensa— debe entenderse en térmi-
nos seculares. Es la meta hacia la cual deben avanzar individuos
y pueblos. L a nueva humanidad no es el conjunto de los cre-
yentes «escogidos en Cristo», redimidos por la gracia de Dios.
Es el logro de hombres que, independientemente de su fe, aca-
ban con la injusticia y establecen un orden nuevo en el que
prevalecen el bienestar social y la paz. Esta utopía, por supues-
to, difiere radicalmente de lo que la Biblia nos enseña sobre el
Reino de Dios.
U n a vez más el p é n d u l o ha alcanzado un extremo en el que
la trascendencia, la soberanía y la gracia de Dios, si no han
sido totalmente negadas, han quedado oscurecidas por los fal-
sos conceptos que el hombre tiene tanto de sí mismo como de
su ilusoria capacidad redentora.
Es preciso que la Iglesia cristiana recupere el equilibrio doc-
trinal centrando su fe en las enseñanzas claras de la Palabra de
Dios, sin ceder al influjo humanista, pero sin caer en dogma-
tismos que desfiguran las m á s gloriosas verdades de la revela-
ción bíblica. Para ello debe mantenerse sobre «la roca inexpug-
nable de las Escrituras», según la frase de Gladstone, repetida
posteriormente por Churchill. Por medio de sus páginas, el Es-
píritu Santo sigue guiando y renovando a la Iglesia a fin de
I

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308 ÍNDICE DE TEXTOS BÍBLICOS 309
ESCOGIDOS E N CRISTO

53, 86 15:21-26, 98 8:16, 261


10:32-34, 85 8:18-25. 193
53:2-3, 300 10:45, 91, 101 15:22-25, 82, 90
55:7. 106 16:5-11. 90 8:24-39. 34. 198
10:46-52, 29 8:28, 32. 197. 224
57:15, 38 13:20,22,27, 142 16:8-11, 49, 64, ,76, 125
59:1-2, 184 17:30, 106, 129 8:29, 134, 140, 141, 192
14:24, 167 8:33-34, 89, 142
65:1-3, 38
HECHOS 9-11, 229
LUCAS 9:4-6, 154. 173
JEREMIAS 1-2, 166 1:1-14, 33, 34, 42. 74
18, 70 1:2,24, 142 9:6-16, 176-177
1:15, 122 9:11, 143
31:31, 149, 162 1:55,73, 167 1:3-5, 41
2:23-24, 32, 87 9:17-24. 177-180
2:14, 33 9:20, 118
EZEQUIEL 3:8, 139 2:1-10, 44, 45
2:37-39, 41, 74 9:22-23, 180
18:23, 36 6:13, 142 9:24-29, 107, 180-181
33:1-9, 111 7:11-17,41-42, 40 :-23, 191, 195
3:15-16, 87 9:25-32, 179
33:11, 106, 119 7:30. 32 9:30-10:15. 88, 166, 174
7:36-50, 39 4:28, 32, 139
DANIEL 9:35, 282 5:30-32, 87 9:30-10:31, 182
4:25,32, 194 10:21, 33 10:1-8,33,42-48, 181 9:39-40, 33
11:21-22. 98 10:5-10, 34 10:3, 42
4:35, 69 10:29-43, 87 10:4-13, 89, 157, 66, 103, 174
12:27-28. 193 10:12-13. 175
OSEAS 13:34, 29 10:34-35, 36
13:25-30, 98 11:23. 41 10:14-21, 174, 183-186
6:7. 53, 170 10:17, 46, 65, 126
14:7, 142 13-19. 195 11, 195
HABACUC 16:15, 52 13:17, 142
2:4, 38 18:3. 93 13:31. 87 11:1-36, 174, 185-188, 195
18:7, 142 13:36, 32 11:13-16, 139
ZACARIAS 19:1-10, 40, 15:7 142 11:2, 140
8:17, 52 22:20, 167 102 20:21,24, 48, 74 11:5,7,28. 143, 154
12:10, 261 22:32. 135 20:27. 32 11:15-32, 154
14:12, 262 23:35, 142 26:5, 140 11:25-36, 192
24:26-27, 47, 26:6-7, 153 13:8-10, 159
86 26:19, 76 13:13-14, 210
MALAQUIAS 14:9. 89
1:2-3, 176 JUAN
2:4. 152 1:3, 95 ROMANOS
1:16. 88 1 CORINTIOS
1:12-13, 46, 48, 124, 127 1:3, 50
1:14. 29, 30 1:18-32, 57, 75
NUEVO TESTAMENTO 1:20, 195 1:17-25. 89
1:17, 39, 41 1:18-21. 183
1:29, 73, 99 1:21-32, 57
1:25-28, 117 1:24. 107
MATEO 1:47, 166 1:27-28, 142
3:11, 41 3:3-8, 46 2:2-16, 36, 184
2:4, 179 1:30, 45
5:3. 143 3:14-19, 85, 90, 99, 126 2:1-5, 89
5:17-18, 159 3:15-17, 30 2:5-11, 181
2:6-16. 58, 199 2:6-10, 97
5:20-48, 160 3:16,36, 101, 288 2:7-8, 92, 139, 183
5:45, 196 3:17-19, 90, 99, 101 2:21-29, 154, 165
2:10-16, 27
:
7:22-23, 36 3:18, 76, 98, 142 3:10-18,21, 57, 166
3:20. 158 3:21-23, 67
9:10-12, 139 3:34, 181 5:7, 89, 92
10:29-39, 196 4:10-14, 75 3:21-28, 38, 88, 286 5:17, 129
11:12, 64 5:40, 98 3:21-5:21, 56, 87 5:19, 96
11:20-24, 78 6:33-51, 99 3:23, 187 10:6-7, 183
11:25-27, 19, 27, 33, 77, 78, 143 6:37,44, 66, 76 3:25-26, 37, 45, 93 11:23-29, 89, 167
11:28. 106 6:39-40, 70, 144 3:29-30, 183 12:13, 41
12:21, 199 6:70, 142 4:1-8, 38, 45 13:13. 35
12:29-32, 36 7:17, 176 4:9-18, 154 15:1-4. 73
16:21, 85 7:37, 106 4:18-25. 170 15:3-4,20-23, 89
18:14, 32 8:31-47. 166 4:24-25, 89 15:2-11, 87
18:23-27, 40 8:33,39, 176 5:1,5-11, 45. 89, 102 15:9-10, 50
20:13-15, 180 8:36, 63 5:9-10, 169 15:21-22, 55, 56. 99
20:16, 142 10:11-18, 85 5:12-20, 89, 95 15:47, 282
22:1-14, 40, 139, 142 10:27-29, 34 5:13-14,18-19, 56 15:54, 95
22:36-40, 159 12:20-32, 85 5:20-21, 51, 56. 158, 164. 186
23:37, 115 12:28, 200 6:1-8:17, 56
24:22,24,31, 142 12:31-32, 56, 6:1-14, 89 CORINTIOS
1:20, 155

.-i
25:31-45, 192, 300 12:48, 81 99 6:14-15. 41
26:27-29, 85, 101, 152, 167 13:27,38-39, 6:23, 56 1:21-32. 57
13:32, 200 182 4 182 2:9-16, 78, 125, 100
MARCOS 14:1-3, 192 IU
8; ' 89, 99, 161, 182 3:6-19, 42, 57, 163
14:8-11, 19, 4:6, 29. 39
1:14-15, 48 15:16,19, 14229, 30 8:5-fl 129
66
4:13, 261
6:1-6, 29
s.:o,
310 ESCOGIDOS EN CRISTO ÍNDICE DE T E X T O S BÍBLICOS 3 11
5:11-21, 89, 196 4:14, 89 2:10-11, 38 1:1-4, 30
5:14,17, 73, 95, 99, 129 5:10. 89 3:9, 57 2:1-2, 146
5:19. 72, 146 5:18. 32 2:2, 45, 73, 88, 93, 100, 168
5:18-21, 74, 86, 93 1 PEDRO 2:2-3, 99
6:1-2, 51 2 TESALONICENSES 1:2, 134, 140 2:16, 63
8:9, 40, 89 2, 194 1:18-20, 34, 72, 92 3:4. 90
13:14. 51 2:10-12. 74, 143, 181 1:18-21, 33, 37, 42, 73, 87 3:8, 97
2:13, 134, 143 1:23-25, 46 3:5-8,16, 88
GALATAS 4:7, 107 2:9-10, 142, 164 4:9-10, 88, 93
1:4, 72, 89 2:4,6, 142, 282 5:6-12, 88
1:18, 87 1 TIMOTEO 2:15, 32
2:20, 72, 103 1:8-10, 134, 158 2:21-25, 86, 87 2 JUAN
2:16-21, 89 1:15-16, 89, 99, 102 3:18, 87 1,13, 142
3:1-2, 89 2:3-7, 89 4:1-2, 87
3:6-9, 7-14, 177 2:6, 72, 92, 95, 146 4:19, 32
5:10, 107 JUDAS
3:6-26, 38, 126 2:4, 119, 129, 146 4, 180
3:6-29, 154 2:4-6, 99
3:6-4:25, 42 6:12, 107 2 PEDRO APOCALIPSIS
3:10-14, 192 1:5-8, 67 2-3, 191, 192
3:15-18, 154 2 TIMOTEO 1:10, 107, 143 5:5-6, 104
3:14,29, 139 1:8-10, 73, 196 3:1, 193 5:9,12, 200
3:17, 155 1:9-10, 32, 33, 42, 43, 74 3:9, 99 13, 194
4:21-31, 177 1:9-12, 89 3:13, 35, 191 13:8, 37
4:21-5:1, 163, 167 2:4. 36 3:17, 140
5:13, 107 21:1,6, 104, 193
2:8, 89 21:8. 98
5:22-23, 161 2:10, 142 1 JUAN 22:17, 106, 125
5:24, 67 3:15-17. 42. 157 1:7, 88
6:14, 103
TITO
EFESIOS 1:1, 142
1:10, 97 2:11, 43, 45, 99
1:11, 32 2:11-15, 89
1:5,9, 32, 33. 34, 139 2:14, 72, 97
1:10, 14, 18, 192 3:4-7, 45, 46, 89
2:1-3, 57
2:1-7, 51, 148, 89, 192 HEBREOS
2:1-10, 66, 89 1:1-4, 89, 95, 168
2:14-16, 89 1:14, 190
3:4-6, 10-11, 32 2:14-15, 97
3:11-12, 72 2:17, 93
3:17-21, 180 2:9, 89, 95, 97 , 99
4:17-5:11, 57 4:14-5:10, 169
5:2,25-27, 89-92 5:7-10, 89
5:25-26, 102 6:4, 117
5:27, 134, 192 6:13-18, 32, 84, 150
7:1-8:2, 169
FILIPENSES 7:11-12, 86
1:22, 143 7:25-28, 89, 169
2:5-11, 89 8:6, 169
2:13, 33, 67 8:3-13, 89
3:2-3, 165 9:11-10:25, 169
3:4-11, 67 9:14, 72
3:14, 107 9:16-17, 167
9:18-20, 160
9:22, 86
COLOSENSES 9:26, 37 , 83, 89, 97, 98
1:4,18-20, 89 10:5,8,10,14,18, 92
1:9-10, 28 10:12-13. 89
1:16-20, 95, 190, 192 10:38, 38
1:20-22, 93, 97, 134 11:10. 192
2:11-15. 89 11:25, 143
3:3, 129 12:18-26, 158
3:12, 142 12:22-24. 192
13:10, 169
1 TESALONICENSES
1:4, 143 SANTIAGO
1:9-10, 89 1:13-15, 52,63
4:3, 32 2:5, 142
ÍNDICE DE TEMAS Y NOMBRES PROPIOS 313

Berkouwer, G. C , 61, 63, 135, 136, 144. Confesiones (Agustín), 210, 217
278 Confesión de Augsburgo, 233
Bernardo de Clairvaux, 71 Confesión Belga. 259
Beza, Theodore, 25, 31, 242, 244, 256 Confesión Helvética, Segunda, 244
Biblia, 26-27; Palabra de Dios, 269, 276; Confesión de Westminster, 251-2
según neo-ortodoxia, 280; teoría crí- Confessio Gallica, 246
tica, "71 Congregacionalistas, 250
Biblia Anotada de Scofield, 277 Consejo Misionero Internacional de
Bolena, Ana, 248 Jerusalén, 290
Bonhoeffer, Dietrich, 291-3, 295 Consejo Mundial de las Iglesias, 296
Boule, 32 Contra-Remonstrantes (antiarminianos),
Bradwardine, 227 263
Bruce, F. F., 176. 178 Covenanters, 245
Brunner, Emil, 229-30, 232, 280, 282, Conversión, 118, 236, 253; condición
ÍNDICE DE TEMAS 284-8
Buenaventura, 227
Bullinger, Enrique, 242, 249; infralap-
del nuevo nacimiento, 147; y rege-
neración, 122-3, 126-9
Cox, Harvey, 294-5
Y NOMBRES PROPIOS sario, 242
Bultmann, Rudolf, 280, 288-9, 291, 293,
295
Cranfield, E . E . B., 175
Cranmer, Thomas, 246-8
Creación, 31, 242, 295; * Cristo, Crea-
Búsqueda del Cristo histórico (Schweit- dor; * Dios, Creador
Un asterisco (*) delante de una palabra indica que la palabra que sigue tiene zer), 275 Credo apostólico, 238
entrada en este Indice. Credo quia absurdum, 144
Caída del hombre, 14, 36, 52-60, 62, Cristo; Abogado con el Padre, 146:
64, 90, 105, 111-112. 131, 161, 181, Agente para cumplir la voluntad
Abraham, 37, 86, 138, 150, 196; descen- Antropomorfismo; expresiones, 21, 153 242-3; * Hombre divina, 33, 95, 155; amor, 101, 180,
dencia espiritual, 154-5, 166, 177; des- Apología (Arminio), 259 Calvinismo, 11-14, 33, 68, 111, 114, 121, 274, 279. 288; base de la elección,
cendientes naturales, 139, 153, 166-7; Apóstoles, apostolado, 23 , 47, 50, 86-89, 236-54, 258, 269; difusión, 244-5; dis- 142; Cabeza de la raza, 56-7, 93, 96;
fe, 37, 153-5; intercesión, 162; llama- 101, 143; doctrina, 32, 156, 171; predi- cusión original con arminianismo, Centro del mensaje del Evangelio,
miento, 37, 152-6, 195; * pacto prome- cación, 41, 175 57; extremo, 12, 135; influencia, 24; 184; concepto liberal, 274-5; Cordero-
sa de Dios a, 38, 162, 170 Aquino, Tomás de, 24, 223-7, 228 moderado, 251; movimiento de reac- León, 103-4; consumación de reve-
Acton, Lord, 67 Aristóteles, 58, 270 ción contra, 254; opuesto al dispen- lación bíblica, 23; Creador, 94-5; *
Adán, 53, 55-6, 86, 193 , 251, 260; cabeza Arminianismo, arminiano, 13, 70, 114, sacionalismo, 151; retorno parcial, Cruz de Cristo; de la Nueva Crea-
de la raza, 53; calda, 55, 105, 111, 245, 250, 263; desarrollo, 264-7; discu- 277-8 ción, 33, 191; de propósitos de Dios,
242-4; descendientes, 170, 209; diálogo sión original con calvinistas, 57; Calvinistas, 11-15, 24, 30, 77, 79, 21, 175; Dios-Hombre, 29, 39, 45, 47, 72-3,
con Dios, 111; según pelagianismo, movimiento y el sínodo de Dort, 263- 109. 125, 131, 141, 151, 162, 184, 188, 93, 114, 144, 170, 282; Elegido, 81,
216 4; según Gnffith Thomas, 134-5; su- 250; antiguos, 253; vieja escuela, 145 102, 142-3, 282; Encarnación, 56, 83,
Adopción, 32; de Israel, 173 presión del, 264 Calvino, Juan, 11, 13, 14, 23-6, 30-1, 34, 94, 199, 206, 282, 289. 299; fin de la
Adrumentum, claustro de, 219 Arminio, Jacobo, 13, 255-67; Apología, 58-9, 108, 111, 116, 120, 130, 214, 229, Ley, 174-5, 182; Hijo del Hombre,
Afero, Victoriano, 207 259; biografía, 256-6; doctrina de 234, 236-54, 257, 278; * Comentarios; 56, 90, 95; Intercesor. 103; lamento
Agustín, San, 13, 23, 24, 63, 205-6, 209, predestinación, 259-60; muerte, 262-3 fallo principal, 240; formación, 23- sobre Jerusalén, 115; Mediador, 33,
215, 216-21. 222-7, 229, 231-1, 236-7, 239, Arrepentimiento, 34, 37, 48, 74, 79, 24; * Institución 94, 116, 144, 169, 259; Logos. 28;
255 , 283-4; citado por Arminio, 261; 111, 120, 128-9, 139, 179, 259; defini- Carlos I, 242. 250 muerte, 37 , 72-3. 156, 169, 180, 183,
teología, 210-4 ción según Calvino, 120; en predi- Carlos II. 251-2, 265 263, 275; obra, 35-6, 53, 66, 73-4, 83-4,
Agustinianismo, 113, 210-14, 217-221, cación de Finney, 254; y fe, 47-8, 58, Carne; andar en, 182; en el creyente, 88, 86, 116, 144, 160, 162, 182, 196;
222-4, 229-230; semiagustinianismo, 65. 73, 75. 94, 101, 103, 105, 111, 113. 67; energía, 103 voluntad, 148 Postrer Adán, 53, 95, 123; Redentor,
220, 237; versus pelagianismo, 229, 118, 125, 147, 218; invitaciones al, 38, Casiano, Juan, 219-20 94-6, 149; Representación de la raza,
237 253; llamamiento al, 58, 105; manda- Catecismo de Heidelberg, 245, 259 95; * Resurrección; Revelación, 77;
Alejandrina, traducción de (Septua- miento universal, 106, 112 Cave, Sydney, 217, 239 Sacerdocio, 89, 169, 259; sacrificio,
ginta), 150; * Escuela alejandrina; Asamblea de Westminster, 251 Celestius, 216 85-6, 92, 160, 169, 176, 196, 274; Sal-
reacción en contra, 208-9 Assmann, Hugo, 297, 301 Cenáculo; enseñanzas dadas en, 81; vador, 75-6, 259; venida, 94, 168, 181,
Alejandro de Hales, 227 Avivamientos, 253, 265 * Santa cena 196, 277, 289; Verbo encarnado, 23,
Alemania; difusión del calvinismo en, Cerleton, 264 28, 30, 72, 94, 144, 153, 181, 196;
244-5; influencia del arminianismo en, Bacon, Francisco, 270 Chadwick, Owen, 248-9 Víctima expiatoria, 56, 92-3, 182, 274;
264 Barth, Karl, 280-4, 288, 295 Churchill, Winston, 302 voluntad, 77-8, 145
Al ves, Rubén, 297 Barthianismo, 25, 280-4; * Neo-ortodoxia Cipriano, 208 Cristología, según Gutiérrez, 299
Ambrosio de Milán, 210, 212 Bauer, Ferdinand, 273 Circuncisión, 163, 165, 171; inclrcun- Crítica textual, 276
América, * Estados Unidos Bautismo; de creyentes, 24; de niños, cisión, 165, 174 Cromwell, Oliver, 250-2
Angel(es), 94, 97, 190; escogidos, 142 24, 123, 126, 239; no sustituye la cir- Código de Hamurabi, 159 Cruz de Cristo, Í4, 22, 56, 83-104, 159,
Anglicanismo, 247, 250, 252 cuncisión, 163; profesión de fe, 74; Colquhoun, F., 185 164, 183; alcance, 96; doctrina apos-
Antiguo Testamento, 23, 133, 138, 158, * Regeneración bautismal; sacramen- Comen'arios (Calvino), 13 tólica, 87-9; en el A. T., 86-7; impor-
182-3, 273; doctrina de la gracia en, to, 46; según Calvino, 239; según Concillo de Cartago, 216-18 tancia en los evangelios, 84-5; obra,
37-9, 86-7; escritos históricos, 196; pelagianismo, 216 Concilio de Éfeso, 217 36-7, 39-42, 53. 86, 149-50. 154, 160-5,
* Cruz de Cristo; pactos en, 150-2; Bautistas, 250 Concupiscencia; manifestación típica 168, 171, 181-2; necesidad, 90-1; pre-
piadosos del, 38; profecías, 171, 191, Bavinck, J. H . , 136 de la Caída, 91; significado, 63 dicciones de Cristo, 85; tesis refor-
196; promesas espirituales, 174; sacri- Berith. 150-2 Condenación, 33, 39, 56, 81. 101. 109. mada, 96-7; valor para el creyente,
ficios, 168; tipos, 85, 168 Berkhof, Luis, 14, 31, 52, 96-7, 109-11, 111, 113, 118. 132. 140. 143. 146, 181, 102-3; valor para la iglesia, 101-2;
Antinomia(s), 114, 160, 162, 167 121. 131, 152, 160. 164, 281, 284 213; base, 98-9: eterna. 49. 130 valor iintvftr^al O R - 0
ESCOGIDOS E N CRISTO ÍNDICE DE TEMAS Y N O M B R E S PROPIOS 315
314
126, 129, 132, 145, 175, 185, 187, 194. 260, 267; pecado contra, 36; regene- contraste con las obras, 183, 185-6;
Cuáqueros, 250 197. 211, 223, 231-2, 237 240 ración por, 159; renovación, 47; re- derecho de Dios, 180; doctrina, 24,
Cuerpo de Cristo, * Iglesia Disidentes, movimiento de los, ¿su vela a Dios, 64 , 78; sello, 74; según 238; eficaz, 112; en el A. T., 37-39,
Dispensaciones, dispensacionalismo, 3/, Arminio, 261; vivifica la Palabra, 47, 86-7; en los evangelios, 39-40; en los
155-6, 171, 277 64, 102, 110 Hechos, 41; en las Epístolas, 41-2; en
Dakin, A., 26 Dodd, C. H., 184 Estados Unidos de América, 11, 251-4, pacto sinaítico, 160. 170; en la vida
Dale, R. W., 95 Dogmática (Brunner), 285 276-7 diaria, 50-51; especial, 70, 116-9, 131;
Darwin, Carlos, 271 Dort; Cánones de, 135; Sínodo de, 237 Eudokia, 32-3 fuente de justificación, 88; general
Davies, D. R., 275-6 Duns Scotus, 227 Evangélico; posición histórica, 276-7; (Calvino), 59; iluminación, 59, 65;
Death of Christ, The (Denney), 277 término, 276 iniciativa, 144; irresistible, 23, 29, 36,
Decálogo, 157-8, 161-3, 170; * Ley Evangelio; desmitificado, 289-91; invi- 44, 47-8, 80, 103, 131, 218, 223, 245;
De Civitate Dei (Agustín), 227 tación, llamamiento del, 99-100, 106-7, jaris, 116; * Justificación; libre, 176,
Decretos de Dios, 14, 20, 26, 29-35, 39, Eclesiología, 300
43, 52, 79-80, 109, 115-6, 130-1, 143, Ecumenismo, 301 113, 138; obediencia al, 66; predi- 288; * Llamamiento; manifestada, 43,
145, 200. 223, 243, 253, 269, 274, 284-5; Edad Media, 92 , 222-7, 247, 270; teo- cación, proclamación, 37, 74, 78-82, 51, 73; obra, 58, 116, 184; oferta, 29,
* Ley de Moisés; según Arminio, 257, rías escolásticas, 126-7 175, 183-5, 295; rechazamiento, 112-4; 81, 183; * Pacto de gracia; preve-
Eduardo VI, 247 según Agustín, 211; según Lutero, niente, 75, 181; propósito(s), 34, 42-3,
259-60 Edwards, Jonathan, 253 231; de sangre, 275; término, 276 73, 91, 105, 151, 163, 170; recepción,
Decretum absolutum, 175 Elección, 14, 43, 114, 130, 148, 176, 179, Evolución, teoría de, 24 47-50, 287; según Agustín, 211-4; se-
Decretum horribile, 34, 79, 229, 238. 207, 241-2; concepto novotestamen- Evangelismo, 277 ún Aquino, 225-6; según Arminio,
257, 285
Declaración de sentimientos (Arminio),
tario, 138-9; condicional, 212; doble
finalidad, 134; doctrina, 130-48 , 223,
Existencialismo, 289
Expiación, 72, 83, 86, 92-4, 101, 195,
f60-1; según Cave, 217-8; según Hi-
lario, 209; según pelagianismo, 216;
259. 261 251, 256, 266, 281; * Confesión de 245; Cristo, victima; * Muerte; * Pro- según Wesley, 266-7; sin límites, 181;
Deísmo, deístas, 270 Westminster; * Elegidos; enseñanza piciación; * Sacrificio; * Sangre; sim- soberana, 136, 181, 186; surge del
De Jesu Christo Servatore, 255 reformada, 96-7, 111, 116, 125, 131, bolizada bajo la Ley, 162-3 amor, 90; tesis calvinista, 112-3, 123-4,
De libero arbitrio (Erasmo), 230 205, 237, 258; incondicional, 245; inter- Experiencia, racionalización de, 23-4 286-7
Demócrito, 224 retación calvinista, 130-2, 205; de Gran Avivamiento, 253
Denney, James, 50, 100, 277
Depravación total, 57-60, 245. 166; se-
Ínación;
srael, 138-9, 180, 287-8; * Predesti-
y providencia, 189. 198, 200;
Griffith-Thomas, 62 , 65, 75, 100, 134
Faraón, 177-80 Grotius, Hugo, 263
gún Agustín, 206-7; según tesis calvi- y regeneración, 120; según Agustín, Guerras mundiales, 275
nista, 109, 125; según Wesley, 265 210-14 , 223; según Aquino, 225; según Fe; actitud receptora, apropiación, 38,
45-6, 66, 74-5, Í26, 170, 178; condición Guillermo de Orange, 245
Descartes, Rene, 270 Arminio, 257; según Barth, 280-2; se- Gutiérrez, Gustavo, 297-300
De servo arbitrio, 230-1 gún Berkhof, 131; según Beza, 242; de salvación, 94, 147, 174, 181; efecto
Determinismo, 30-31, 227, 231, 272, 281. según Brunner, 284-8; según Ed- de gracia divina, 287; en Cristo, 34,
285, 287 wards, 253; según Hilario y Ambro- 74, W, 102, 126. 145, 213, 244; esta-
Dibelius, Martín, 289 blece unión vital con Cristo, 45, Haireomai, 143
sio, 209; según Lutero, 229-32; según 143-5; y gracia, 41-2; * llamamiento; Harnack, Adolfo, 273, 280
Diatheke. 151-2, 167 Moule, 132-3; según Padres griegos,
Diluvio, 37, 153, 195 208; según semipelagianismo, 220, según Agustín, 211; según Aquino, Harrison, A. W., 239, 257
Dios: Alfarero, 178; amor, 28, 45 , 80-1, 227; teólogos moderados, 132-143; 224; según Cipriano, 208-9; según Hi- Hechos de los Apóstoles; gracia en,
87, 90-1, 132-4, 181, 183, 197, 218, 230, y vocación, 107-110 lario, 209; según Litton, 128; tesis 41; ilustraciones de salvación en,
241, 286; Arbitrio moral, 91, 270; bon- Elegidos, 20, 34, 39, 47, 80-3 , 91, 98, calvinista, 145, 286-7 186; providencia en, 197
dad, 46, 51; complacencia, 32-3; con- 102, 107-8, 113-4, 116-7, 123, 125, 138, Fe cristiana (Schleiermacher), 272 Hegel, Jorge, 270-1
cepto liberal, 274-5; Creador, 31, 54-5, 148, 151, 154, 243, 288; * Elección; en Federal, teología; * Teología Heidegger, Martin, 279
57, 68, 105, 157, 178, 190, 192, 238, 242, Cristo, 143-8, 282, 302; número, 20, Felipe II, 247 Hilario, 209, 219
271, 279; * Decreto de Dios; difa- 98, 107, 131, 145, 288; según Calvino, Figuras; * Antropomorfismo; expre- Hilasterion, 93
mación, 133; escondido, 19, 26, 230; 145-6 siones metafóricas, 21-2 , 46- 57, 75, Hincmar, arzobispo, 223
Hijo de, 19, 21, 49, 72, 76-8, 83, 94-6, Eklegomai, 142-3 86, 92-4, 111, 149, 170-1, 178-9, 181, Hodge, Casper, 146
145, 151, 168; imagen, 39, 57, 147, 181; Ekletos, 142 217; * Parábolas; * Tipos Hodge, Charles, 14, 112, 114, 145-6
ira, 91, 101. 108, 158, 178-9; Juez, 91, Ekloge. 143 Filosofía antropológica, 269 Holanda, 11, 244-5, 256, 259, 263-4, 277;
157; juicio(s), 57, 74-5, 78, 81, 159, Enrique VIII, 246-8 Finney, Carlos, 254 difusión del calvinismo en, 244-5
161, 171. 178-9, 184, 197, 199, 266; jus- Época misionera, 277 Fisher, G. P., 212 Hombre, humanidad, 52-60, 61-71. 115,
ticia, 45, 73, 78, 84, 88, 91, 115, 118, Erasmo, 230 Fórmula de la Concordia, 233 189; actitudes, reacciones del, 77,
120, 140, 143, 157, 176, 183; miseri- Ergo, 20 Foulkes, Francis, 134 140; * Calda del hombre; concepto
cordia, 45. 94, 120, 132, 148, 176, 180-1, Francia; difusión del calvinismo en, liberal, 274-5; conciencia, 112, 117,
186, 239, 256, 259; omnipotencia, 181, Escocia, 246, 250 245-6; influencia del arminianismo 127; consciencia. 69, 121, 128; crea-
234; paciencia, 37, 179; plan, 37, 77, Escogidos, * Elegidos en, 264 ción, 43. 54-5. 68, 147, 178, 181, 192,
84, 112. 125, 134, 151, 153, 186. 196; Escolasticismo, teorías en Edad Me- Francisco I, rey, 245 206, 242; debilidad espiritual. In-
presciencia, 28 , 98, 114, 140-2, 208, dia, 127, 231 capaz de salvarse, 36, 57, 59, 65, 76,
217, 243, 260; propósito(s), 31, 43, 51, Escuela alejandrina, 206-9 91, 125, 162; * Depravación total;
73, 84, 91, 96-8, 106, 113, 138, 142-4, Escuela de Tubinga, 273 doctrina, 65; egoísmo, 91; en inocen-
153, 162, 164, 171, 185, 197; provi- España, 263 Gladstone, 302 cia, 54; entendimiento, 126; frente
dencia, 14, 66, 70-1, 141, 176, 189-200, Espíritu Santo; agente de la conver- Gnosticismo. 206, 208; * Bultmann a Dios. 24-5 , 59, 100, 112, 150, 291;
224, 255; pueblo, 174; revelación, 19, sión, 128; atrae a Cristo, 125, 127; Gomaro, 258 impío, 101, 106, 118; libertad moral,
78, 118, 150, 190; revelado, 19, 230; auxilio, 45, 67-8; convence de pecado, Gottschalk, 222-3 , 237 36, 54, 62-7, 81, 181, 186, 190, 192, 205,
sabiduría, 18 , 97, 140, 143, 183, 199, 49, 64-5, 76, 102. 114, 118. 125, 127; Gracia, 35-51, 116-9, 141-3, 178; acti- 255; * Libre albedrío; * Mérito hu-
241, 260, 265; según Calvino, 240-1; se- despierta, 118; iluminación interior, vidad salvadora, 88, 91-4, 163, 181-2- mano; natural, 68, 131-2; naturaleza,
gún Cox, 294-5; según Robinson, 293; 108, 114, 125, 127; influencia, 117, 118; auxiliada por la Ley, 158; auxilio, 14, 41, 53-4, 65, 118, 128; no-elegido,
según Zuinglio, 234-5; * Soberanía; infunde nueva vida, 124, 167; minis- 49 76, 184, 209; base de la existencia 113, 118, 123, 125, 132, 148; obras, 57-
voluntad. 14. 25 , 28-34 . 36 . 39 . 43 , 54, terio, 162-3; obra, 41-2, 46-8, 64 , 66-7, del «Resto fiel», 185; común, 116-9- 60, 66, 117, 166; pasivo, 125, 286; per-
63 , 67 , 69, 77-8 , 92 , 96, 99, 105, 116, 76, 114, 118, 127, 143, 198, 238, 243, concepto neotestamentario. 186, 227- dido, 68; perfectible, 276; personali-
316 ESCOGIDOS EN CRISTO ÍNDICE DE T E M A S Y NOMBRES PROPIOS 317

dad, 57, 60, 62, 65, 68, 115, 190, 192; 139; fracaso, 161; función como pue- Mascall. E . L., 295 ilustran providencia divina, 199
y la providencia, 190-1; * Razón; blo, misión, 138, 153, 161, 173-4. 177, Mauricio, principe, 263-4 Packer, J. I., 14, 65, 79-80, 110
relación con Dios, 84, 217-8; respon- 195; historia, 156, 168, 195-6; ideal, McConnachie, 281 Pacto(s); abrahámico, 38, 53, 84, 149-72;
sabilidad, 27, 49, 62, 65, 67, 74, 76, 153, 156, 171; * Idolatría; incredu- Melanchton, 232-3, 128; doctrina de la bíblicos, 152; davídico, 53, 152; del
82, 98, 111, 113-4, 133, 147, 169, 175, lidad, 177, 180, 183; instituciones, conversión, 233 Espíritu, 167-8; en Confesión de
184, 190, 206, 285; según Agustín, 164, 168; y la meta, 194-6; no susti- Mérito humano, 32, 228-9, 237 Westminster, 251; eterno, permanen-
217-8; según Arminio, 260-1; según tuido por la Iglesia, 163; pecado, Metodismo, 266 te, 169; de gracia, 84, 124, 151, 251;
Casiano, 219-20; según Pelagio, 215- 184; piadosos en, 138, 154; profecías Meyer, F. B., 141 levítico, 152; libro del, 158-60; me-
21; según Wesley, 265-6; sentimien- de Moisés acerca de, 153; promesas Miguez Bonino, José, 297 jor, 167-9; noético, 53, 153, 194; Nue-
tos, 60, 112, 125; voluntad, 36, 54-55, dadas a, ,139, 174; rechazamiento Milton, Juan, 250 vo, 53, 84, 141-72; de obras, 53, 166,
57, 62, 64-7, 69-71, 76, 91, 108, 114, de, 185-8; resto fie), 154-6, 162, 165-6, Modernismo; 'Teología liberal 170, 251: profecía clave del, 162; de
117, 124, 128. 131, 133, 145, 190, 206-8, 171, 174, 180, 185-6; restauración, Moisés, 78, 153, 157. 161-3, 196 redención, 83, 145, 151-2; referen-
211, 218, 233 153, 185-8, 196; verdadera, 156, 166 Monergismo, 227, 132 cias en N. T., 167, 172; sinaítico,
Hommio, 258 Moody, Dwight L., 254 antiguo, 53, 153-4, 156-67, 170-1; * Teo-
Latourette, Kenneth S., 230 logía federal; violado y renovado,
Honest to God (Robinson), 293 Laúd, arzobispo, 250 Moravia, 245 161-3
Hooker, Richard, 250 Legalismo, 166 Moule, H . C. G., 132
Hopkins. Samuel, 253 Lekkerkerker, A.F.N., 144 Muerte, * Cristo; espiritual, 111; eter- Padres de la Iglesia; griegos, 24, 206-
Hugonotes, 245 Ley, concepto de; contraste con gra- na, 118; * Expiación; predestinación 208; Clemente, 206-7; Mártir, 208;
Humanismo, humanistas, 24-5, 68, 147, cia, 151; del amor, 159; espiritual para, 130-1; * Sacrificio Orígenes, 206-8; latinos, 208-9; Am-
193, 269, 280, 290-1, 301 del Reino, 159; moral del universo, Mundo; consumación, 275; conjunto de brosio, 209-10; Cipriano, 208; Cri-
Hungría, 245 91; y obras, 42 hombres salvables, 69, 72-3, 75, 101, sóstomo, 219; Hilario, 209, 219; Je-
Ley de Moisés, 38, 41-, 155-67, 170. 145: * Hombre rónimo, 218; Próspero, 219
185. 187; debilidad, 161; * Decálogo; Padres peregrinos, 245
Idolatría, 153, 165, 170, 183, 271 demandas y exigencias, 86, 91, 182; Pannenberg Wolfhart, 282
Iglesia, 32, 97, 238-9; constituida en disciplina, 42, 163, 170; fin de Cris- Nachfolge (Bonhoeffer), 291 Panteísmo, 294; en enseñanzas de
Pentecostés, 197; Cuerpo de Cristo, to, 156-7, 174, 182; función primor- Neo-calvinismo, 281 Zuinglio, 234
171; Esposa de Cristo, 147, 191; his- dial, 157, 161, 170; mandamientos, Neo-ortodoxia, 277 , 279-90; * Barthianis- Papa, papado, 217, 236, 246, 249
toria 1Í7; de los elegidos, 102; de 161; no podía dar vida, 165; sen- mo; movimiento no evangélico, 279-80 Parábolas, 111, 129; ilustran actitud de
Israel 165-6, 171; invisible, 251; no tencia. 182 Neo-platonismo, 206, 234, 253 los llamados, 106-7; ilustran el prin-
sustituye a Israel, 163; núcleo, 41; Lex Talionis, 159-60 Newton, John, 253 cipio de la gracia, 40
período preagustiniano, 205-9; real Liberalismo, 12, 269-75, 278 Ni-ola Roger, 264 Parker, Matthew, 248-9
de los creyentes, 171; relación con Libre albedrío, 14, 53, 61-71, 76, 133, Nieb^.ir, Reinhold, 280 Pecado(s); anomia, 90; concepción
Israel, 171; según Berkhof, 164-5; 135, 190, 206, 211, 225; en Confesión Niños; bautismo, 24, 123; destino, 239; paulina, 211; contención, contradic-
según Kuyper, 123-4; valor de la Cruz de Westminster, 251; en el hombre fallecidos, 122; plantación del oído ción, desobediencia, rebeldía, 38,
para, 101-2; visible, 171, 207, 251; caldo, 62-66; reafirmado por Duns espiritual en, 110-11; regeneración en 43, 81-2, 113, 166, 189, 194, 216; efec-
según Assmann, 301; según Segundo, Scotus, 227; según Arminio, 260-1; inconsciencia, 126-7; salvación, 214; tos en la voluntad, 208; en el sis-
301; separación del Estado, 253 según tesis calvinista, 65-6 santificación, 123; según pelagianis- tema liberal, 275; incredulidad, 43,
Iglesia Anglicana, 246-9, 252, 293; * An- Lightfoot, J. B., 276 mo, 216; según Kuyper, 122-4 49, 70, 75-6, 102, 143, 178; original,
glicanismo Litton, E . A., 100, 123 Nueva Creación, 33, 35, 51. 103-4, 124, 55-57, 60, 90; revelado por la Ley,
Iglesia Católica Romana, 221, 226-7, Locke, 253, 265 191-3. 196 161; según Calvino, 59; según gnós-
229, 245, 248, 251, 257, 296 Nuevo nacimiento, 121-129 ticos, 206; según Gutiérrez, 299; se-
Locus classicus, 173 gún Pelagio, 23; transgresión, 38, 45,
Iglesia Luterana, 233 Luteranos, 114, 249, 276 Nuevo Testamento; concepto de la elec-
ción en, 138-43; crítica literaria, 273; 55-6, 90, 164, 166
Iglesia Reformada, de Holanda, 135, Lutero, 14, 19, 229-32, 236
237, 245 Lutron, 92 referencias al Nuevo Pacto en, 167, Pedro, apóstol; testimonio, 87
Illingsworth, 62 Llamamiento, llamados; a la fe, 105, 172; regeneración en, 125-6; pacto en Pelagianismo, 135-6, 215-21, 227, 257;
Imperativo categórico, 270 286; characterísticas y objetivos, 151. 172 agustinianismo versus, 229, 255; *
Incredulidad judicial, 74-5 107; de Dios, 14, 49, 105-19, 141. 148, Nuelsen, John L., 128 Semipelagianismo
Independientes, 250 184; eficaz o interior, 107-10, 116; es- Normas exegéticas, 20-23 Pelagio, 23. 211, 215-7, 255
Infralapsarismo, infralapsarios, 242-4, pecial, 108; evangélico, 49, 81, 102-3; Perdición, 33, 35, 79, 130-1, 143, 183-4
256, 263-4; Agustín un, 213 externo, 107-8, 111-13, 115; general, Perseverancia, 34, 57, 135 , 212, 245
Inglaterra; difusión del calvinismo en, 99-101, 113; irresistible, 116; llamados Obras, 88, 199; buenas, 97, 134; contras- Plancio, 258
246-52; influencia del arminianismo (título), 107, 139; para salvación 106, te con gracia, 185-6; de justicia, 46; Platón: 234; filosofía, 58, 270
en, 264-5 109-110; supremo, 107; tesis reforma- evangelio de, 147; * Hombre; legales, Platonismo, 206, 210, 234, 253
Institución de la religión cristiana da, 107-110 universal, 107-8, 112, 148; 159; meritorias, 59, 228-9; salvación Plotino, 206
(Calvino), 13, 24-5, 120, 237-9, 243. 'Vocación por, 147, 58; pacto, 53 Polonia, 245
245. 278 Ockkenkga, Harold J., 145 Prayer Book, 247
Isabel I, 240, 248-9, 252 Odio. 160 Predestinación, 20, 26, 31, 58, 73, 99,
ISAL (Iglesia y Sociedad en América Mal; concepto, 52, 70, 72, 90, 127, 190-4; Oído espiritual, 110-11 101, 112. 126. 139, 144, 148, 180, 198;
Latina), 296 moral, 207; misterio, 43, Í90; origen, Oldenbarneveldt, Jan van, 263-4 de Israel, 154; * Decretos de Dios;
Israel, israelitas, 106, 149, 153-67, 170-1. 27, 52, 90, 190; problema, 33, 90, 97-8; Oración; y providencia, 197-8 * Determinismo; doble. 11, 34, 78-
173-7, 185; apostasía, 115, 165; bajo el en el sistema pelagiano (según Ca- Origen de las especies (Darwin), 271 82. 135, 137, 140, 146, 213 , 223 , 229,
pacto, 164-7; caída no final, 174; celo ve). 217; según Kant, 270; según Orígenes, 206, 208 239-40, 249, 283-4. 287; doctrina, 34,
religioso, 182; clases de, 165-7; como Zuinglio, 234 Orr, James, 134, 211, 214, 217, 240, 277 12, 130-48. 229, 234, 255 . 260; * Elec-
nación, 153, 156; depositario de re- Maniqueísmo. 206, 210 ción; incondicional, 205; positiva, pa-
velación, 138, 197; disciplina, 178; ra salvación, 180, 249; según Agustín,
María, reina de Escocia, 247-9 213, 221-3, 283-4; según Aquino, 224-5;
dispersión, 154, 195; endurecimiento, Martensen, Hans, 241 Pablo, apóstol; elección de (según Me-
163, 186; espiritual, 139; error, 182; yer), 141, 143: testimonio sobre la según Arminio, 257, 259-60; según
Mártir, Justino, 208 obra de la Cruz, 88-89; viajes de Barth, 281; según Brunner, 287-8;
* Elección; figura de los escogidos, Marxismo, 301
318 ESCOGIDOS E N CRISTO
ÍNDICE DE TEMAS V NOMBRES PROP, O S

doctrina, 206; pelagianismo niega, 216


319
según Calvino, 130-1, 238, 240; según Sínodo de Quiercy, 223
Lutero, 229-32; según Melanchton, Revelación, 19, 68 , 78 , 89-90, 97, 270, Soberanía de Dios, 14, 20, 28, 31, 25- Thusia, 92
233; según Padres griegos, 208; según 273; etapa pasada, 163; por la Pala-
Haies y Buenaventura, 227; según bra, 102, 105
27, 72-82, 98-9, 115, 118. 134. 141, 145,
175, 177-8, 181, 185, 190, 212, 225, Tillich, Paul, 280. 290 291 A
teología luterana, 233; según Zuin- Revolución francesa, 265 227, 240, 253, 268-9, 274, 279, 281, Tillet, Wilbur F , 68 9
glio, 234; teología especulativa, 232; Ridderbos, Hermán, 136-7, 278 302 lipos; antitipo. 92- Ac\ é l m e n

tesis calvinista, 26, 108, 130, 145, 186, Ritschl, Albrecht, 273, 180 vltico, 92- 168 *' í S. le-
238-44 según Wesley, 266-7 Robinson, J. A. T., 293-4 Socinianismo, Arminio acusado de, 257 _ bolos y tipos Í64 'f' '°s; Sacr
sím- c

Predestinatio gemina, 223 Roma, Imperio de, 22, 92 Socino, Fausto, 255-6 Toynbee, A., 12
Proginosko, 140 Somerset, Lord, 249 Treinta y Nueve Artículos 24» « i 2 5 1 - 2

Prolegómenos a la historia de Israel Sola gratia, 211, 229, 286-7 Tubinga, escuela de, 273 '
(Wellhausen), 273 Sacrificio(s), 89, 92; base de las ben- Spurgeon, Carlos H . , 79
Propiciación, 22, 87, 93, 98; base de diciones de Dios, 167; * Cristo; Strauss, David, 272
la salvación, 37, 45, 88, 92, 100; be- ofrenda, 92; * Propiciación; reve- Suiza; difusión de calvinismo en, 244; Uüenbogaert; sucesor de Arminio. 256
neficio universal, 100, Cristo es la, laban la Cruz, 86, 160, 168; * San- influencia del arminianismo en,
73, 146; efectuada por Cristo, 167-8, gre; sistema, 165
170; sangre de la, 89, 158, 160; tér- Salmos; revelan corazón del israelita 264
mino, 86, 93 fiel, 166; contenciosos figuran mu- Supralapsarismo, supralapsarios, 14,
Proorizo, 139-40 cho en, 181 52, 31, 242-4, 256, 263, 272
Próspero, 219 Salvación, salvos, salvados, 32, 34, Vaso B e P a u l 2?

Prosphora, 92 44-7, 71, 73-9, 106-7, 112-3, 115-17, Tabernáculo; instrucciones sobre, 161 vasos H-
de "'
S - 5-6
ira, 177-80
Tabernáculos, Fiesta de las, 75
Protesis, 32 131, 136-7, 163, 175, 185, 213, 133; Taylor, Nataniel W., 253 Vocación ' ^ ( ¿ I S ^ y 2 7 2

Protestantismo, 248, 253 , 269, 271, 276; base, 98-9; completa, 50, 66; de is- Telos, 182 l a , e o l o í a

deuda a Agustín, 210 raelitas piadosos, 13B, 180; en el formada, 107 10 ' " «
A. T., 37; principios positivos, 181-5; Teología federal. 149, 151-2, 162, 167; Voetius, 122
Providencia, 14 , 68, 70-1, 176, 186, 189- * Pacto
200, 224, 234, 242; definición, 189-90; según Casiano, 219-20; según Cle-
en las Epístolas, 197; en los Hechos, mente, 207; según Pelagio, 23; se- Teología de crisis, 279
197; y la elección, 198-200; y la gún teología de la liberación, 298-9; Teología del juramento, 150 Warfield. Benjamín B. 277
oración, 197-8 término, 94; tesis reformada, 96-7 Teología de la liberación, 296-303; Wellhausen, Julio, 273-4
Puritanos, puritanismo, 249, 252 Sangre, 160-1; * Cristo; concepto, 92; cristología, 299-300; eclesiologta, Wescott y Hort, 276
confirmación del pacto, 160; * Pro- Wesey, Carlos, 265 267
300-1 Wesley, Juan, 13, 25 79 «
piciación * Sacrificios; símbolo, 85 Teología liberal. 269-76, 278. 280
Razón; determina la selección, 62; Santa Cena, 85, 151, 165 Teología reformada, 31, 123, 107-10,
en doctrina de Aquino, 223; en mo- Santa Trinidad, Trino Dios, 21, 24, 43, 118
dernismo, 269; en era de, 270; uso, 83; designio(s), 151-2, 170 Teología secularista, 290-6
56. 69 Santidad, 71, 191, 211; destruida por Teoría del mito, 272
Reconciliación, 22 , 44, 81, 90, 93-4, 97 la doctrina calvinista, 267; finalidad Tertuliano. 24
Redención, redimidos, 44 , 84, 95, 97, de la elección, 134; * Santificación Thelema, 32 Zosimo, 217
101, 110, 148, 162, 183, 193, 242; Santificación, 32, 56, 102, 107, 124. Thomas, W. H . Grifflth, * GriffUh Zuinglio, Ulrico, 234-5, 244, 247
* Cristo, Redentor: limitada, 266; 143; doctrina, 89; * Santidad
obra. 72-3, 93-4, 115, 175, 188, 191; Satanás (Diablo), 56; doctrina gnósti-
* Pacto; particular, 100-01; plan, 20, ca, 206 hijos de, 166; obras, 97, 104,
27. 33, 90, 151, 161, 168, Í76, 183, 166; príncipe de este mundo, 63, 99;
194-5, 199; vocación redentora, 105 iríncipe de la potestad del aire,
Reforma, 205 , 232, 236, 254. 270; pe- Í48
ríodo, 228-35, 244, 246, 248-9 Schleiermacher, Friedrich, 270-2
Regeneración, regenerados, 14, 29, 44, Schaull, Richard, 297
46-7, 67, 102, 109-11, 120-9, 208 , 219; Schweitzer, Albert, 275
bautismal, 47, 127, 214; cómo se Scoto Erigena, Juan, 223
efectúa. 124-6; desarrollo posterior, Scotus, Duns, 227
121-4; monergista, 125, 127, 227; se- Secular City, The (Cox), 294
gún Kuyper, 121-4; tesis reformada, Secular Meaning of the Gospel (Van
47, 80, 115-6, 121; y la conversión, Burén), 295
126-9 Seguridad, 76; basada en la vida del
Remigio de Lyon, 223 Cristo resucitado, 169; de la elec-
Reino de Dios, de los Cielos, 39, 48, ción, 148; en Cristo, 34; en el A. T.,
64, 124, 139, 273 , 298, 302; normas, 38, 84; pérdida, 147; según teólogos
159-60; según doctrina medieval, 222 reformados, 131
Remonstrantes, 263-4 Semipelagianismo, 218-21, 226-7, 255;
Renacimiento, 270 * Pelagianismo; término, 221
Reprobación, reprobado(s), 20, 79, 131, Séneca, 234
177, 179, 199; * Doble predestina- Sermón del Monte, 159
ción; * Locus classicus; rechazada Sincretismo, 206, 211
or Brunner, 284; según Aquino, Sinergismo, 207, 209, 212 , 233 , 286
525-6; según Barth, 281; según Cal-
vino, 108-9
Sínodo de Arles, 221
Sínodo de Dort, 121, 245 , 257, 263-4
Resurrección de Cristo, 42, 45, 72, Sínodo de Mainz, 222-3
85, 98, 103, 141, 159-61, 183, 196; Sínodo de Orange, Segundo, 221
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