El ABC de Los Primeros Auxilios
El ABC de Los Primeros Auxilios
El ABC de Los Primeros Auxilios
ABC
A: Abrir vías aéreas y verificar riesgos de obstrucción. para que el aire llegue a los pulmones,
observando, por lo tanto, el nivel de CONSCIENCIA.
√ Se abre la boca en busca de algo que pueda obstruir la vía aérea, en caso de haber algo a nuestro
alcance lo retiramos haciendo un barrido de gancho con el dedo índice.
√ En caso de no haber nada vamos a hacer la técnica de inclinación de cabeza para una mejor
aireación.
B: Buscar respiración (ver, oir y sentir). Se utiliza la nemotecnia; Ver: el pecho del paciente (si
sube y baja). Escuchar: la respiración y Sentir: el aire que sale por la boca o nariz. Hay que
determinar si respira por si solo, con que frecuencia y que tan profundas son las respiraciones.
√ Si hay ausencia de respiración, se debe restablecer de forma inmediata.
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C: Controlar la circulación: Se determina la presencia de signos de circulación, como el pulso o la
coloración de la piel, si está pálido, azulado; la temperatura corporal. Y revisar si presenta
alguna hemorragia evidente.
√ Si falta el pulso carotídeo, deberán de iniciarse las maniobras de RCP
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La Guía sobre la clasificación de desastres más frecuentes en Guatemala
Los desastres son consecuencia de fenómenos naturales desencadenantes de procesos que
provocan daños físicos y pérdidas de vidas humanas y de capital, al tiempo que alteran la vida de
comunidades y personas, y la actividad económica de los territorios afectados. La recuperación
después de dichos eventos requiere de la acción de los gobiernos y, en muchos países, de recursos
externos sin los cuales esta sería improbable.
La metodología de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), cuya primera
edición fue publicada en 1991, proporciona una opción para avanzar en la estimación del impacto
económico de los desastres naturales con el propósito de apoyar los procesos de reconstrucción y
reducción del riesgo. Este aporte comenzó en 1972 con la estimación del impacto del terremoto de
Managua y en la actualidad se cuenta con más de 90 informes en 28 países de la región. En los
estudios realizados, además de ofrecerse estimaciones monetarias de los daños y las pérdidas
sectoriales, así como de los potenciales efectos macroeconómicos, se da cuenta de la diversidad de
escenarios de afectación que suelen presentarse a consecuencia de un desastre. Algunos aspectos
importantes para diferenciar el alcance de un desastre, tanto inmediato como en el corto plazo,
son: la amplitud del impacto en términos económicos, espaciales y demográficos, el valor del capital
expuesto al daño, el desarrollo institucional de los países y el tamaño y la capacidad de resiliencia
de las economías afectadas.
Los desastres son consecuencia de la combinación de dos factores: a) los fenómenos naturales
capaces de desencadenar procesos que provocan daños físicos y pérdidas de vidas humanas y de
capital, y b) la vulnerabilidad de las personas y los asentamientos humanos. Estos eventos alteran
las condiciones de vida de las comunidades y las personas, así como la actividad económica de los
países. Mientras que algunos se originan en fenómenos violentos o inesperados, como los
terremotos, otros, que son de generación o evolución lenta, como las sequías, tienen un efecto
negativo en las sociedades y economías, y, dependiendo de su intensidad y duración, pueden llegar
a afectar la provisión de alimentos o servicios esenciales a la población (CEPAL, 2004).
Todas las naciones están expuestas, en mayor o menor medida, a eventos naturales extremos. Sin
embargo, no siempre provocan un desastre. Este tiene lugar cuando frente a un evento natural hay
condiciones de vulnerabilidad. Los fenómenos naturales con potencial destructivo sobre un
territorio están identificados como amenazas5. La vulnerabilidad es una condición previa —que se
manifiesta durante el desastre— y al mismo tiempo es un indicador de la exposición del capital y de
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la capacidad de tolerancia y resiliencia al daño por parte de personas, hogares, comunidades y
países.
Si bien los desastres surgen de una compleja relación de efectos generados por fenómenos
naturales con condiciones previas de vulnerabilidad social, económica y ambiental, su clasificación
suele realizarse de acuerdo con las características de la amenaza natural que los originó, en cuanto
al tipo de fenómeno, a la manera en que aparece
—súbita, como los terremotos, o mediata, como los huracanes—, y a su duración, ya sea corta,
mediana o larga.
Una de las clasificaciones más utilizada es la Estrategia Internacional de las Naciones Unidas para la
Reducción de Desastres (EIRD, 2009), que agrupa a los desastres en cuatro categorías, según se
originen por fenómenos:
El tercer grupo se relaciona con variaciones en las temperaturas de la atmósfera y los océanos,
responsables de la formación de fenómenos meteorológicos —como los huracanes o los tornados—
, las precipitaciones y las variaciones climáticas que en ocasiones extremas provocan inundaciones,
marejadas, sequías y otros fenómenos hidrológicos. En este grupo se incluyen las amenazas
recurrentes, provocadas por las modificaciones atmosféricas y oceanográficas, que ocurren en el
Pacífico de manera cíclica, en períodos de entre tres y ocho años, denominadas fenómeno de El
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Niño/Oscilación Austral (ENOA). Estas provocan cambios en la temperatura del agua de mar, que, a
su vez, alteran los regímenes de lluvias y ocasionan inundaciones y sequías, principalmente en los
países ribereños (en América Latina esto ocurre sobre todo en los países andinos y
mesoamericanos).
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Recuadro I.3
Clasificación de desastres, según el tipo de fenómeno que
los originó