10 Reglas de Oro
10 Reglas de Oro
10 Reglas de Oro
Mientras que muchos alimentos están mejor en estado natural (por ejemplo, las
frutas y las hortalizas), otros sólo son seguros cuando están tratados. Así, conviene
siempre adquirir la leche pasteurizada en vez de cruda, y si es posible, comprar
pollos (frescos o congelados) que hayan sido tratados por irradiación ionizante. Al
hacer las compras hay que tener en cuenta que los alimentos no sólo se tratan para
que se conserven mejor, sino también para que resulten más seguros desde el punto
de vista sanitario. Algunos de los que se comen crudos, como las lechugas, deben
lavarse cuidadosamente.
Esta regla es la mejor medida de protección contra los microbios que puedan haber
proliferado durante el almacenamiento (un almacenamiento correcto retrasa la
proliferación microbiana pero no destruye los gérmenes). También en este caso, un
buen recalentamiento implica que todas las partes del alimento alcancen al menos
una temperatura de 70º C.
Un alimento bien cocinado puede contaminarse si tiene el más mínimo contacto con
alimentos crudos. Esta contaminación cruzada puede ser directa, como sucede
cuando la carne cruda de pollo entra en contacto con alimentos cocinados. Pero
también puede ser más sutil. Así, por ejemplo, no hay que preparar jamás un pollo
crudo y utilizar después la misma tabla de trinchar y el mismo cuchillo para cortar el
ave cocida; de lo contrario podrían reaparecer todos los posibles riesgos de
proliferación microbiana y de enfermedad consiguiente que había antes de cocinar el
pollo.
7. Lavarse las manos a menudo
Hay que lavarse bien las manos antes de empezar a preparar los alimentos y
después de cualquier interrupción (en particular si se hace para cambiar al niño de
pañal o para ir al retrete). Si se ha estado preparando ciertos alimentos crudos, tales
como pescado, carne o pollo, habrá que lavarse de nuevo antes de manipular otros
productos alimenticios. En caso de infección de las manos, habrá que vendarlas o
recubrirlas antes de entrar en contacto con alimentos. No hay que olvidar que ciertos
animales de compañía (perros, pájaros y, sobre todo, tortugas) albergan a menudo
agentes patógenos peligrosos que pueden pasar a las manos de las personas y de
éstas a los alimentos.
9. Mantener los alimentos fuera del alcance de insectos, roedores y otros animales
El agua pura es tan importante para preparar los alimentos como para beber. Si el
suministro hidráulico no inspira confianza, conviene hervir el agua antes de añadirla a
los alimentos o de transformarla en hielo para refrescar las bebidas. Importa sobre
todo tener cuidado con el agua utilizada para preparar la comida de los lactantes.