Teatro Popular PDF
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DOCUMENTO: Textos
AUTOR: Óscar Cornago
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2000
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA: CORNAGO, Óscar. La vanguardia teatral en
España (1965-1975): del ritual al juego, Madrid, Visor, 2000, pp. 161-231
Para el teatro del pueblo sólo necesito una vasta y gran sala, o una sala de
reuniones públicas, preferentemente una sala dispuesta en pendiente para
que todos vean, y en el fondo o en el centro una elevada y larga tarima
desnuda. Para mí, sólo una condición para un nuevo teatro: que tanto el
escenario como la sala se puedan abrir a la muchedumbre, cobijar a un
pueblo y a las acciones de este pueblo.
aquellas que fueron fijadas por las vanguardias de principio de siglo, aunque
en un contexto social muy diverso. Una vez más el teatro fue reivindicado
como un medio de transformación social, una reacción activa contra las
corrientes ideológicas dominantes y un modo de comunicación capaz de
llegar a públicos populares. Ahora bien, los creadores y visionarios de
principios de siglo, inmersos en corrientes culturales de carácter metafísico
e idealistas, vieron en el teatro un medio de transformación de masas, de
disolución del individuo en una utopía colectiva en la que los valores
espirituales transformaran la sociedad. Una estética festiva, mágica y
envolvente perseguía la conversión del público insuflándole una auténtica
vida como parte de una nueva sociedad. Sin embargo, en los años sesenta,
las ideologías de masas ya habían mostrado su cara más terrible y la utopía
social, si bien retomó la idea de unión a través de una colectividad, no iba a
La vanguardia del teatro popular que se vivió a finales de los años sesenta
fue anticipada —y, en este sentido, también posibilitada— por la labor de
numerosos creadores y colectivos que, desde finales de la década anterior,
investigaron acerca de las posibilidades de renovación a partir de la rica
tradición de teatro de farsa —teatro inflado y artificioso, como indica el
sentido etimológico de la palabra— que se extendía, en la cultura de
Occidente, desde los pasos y entremeses hasta su recuperación en el siglo
XX, a través de figuras como Valle-Inclán y García Lorca, pasando por el
sainete y el género chico, junto a la comedia barroca, liderada por Lope de
Vega y Molière, las formas escénicas de la Commedia dell´Arte, sin olvidar la
antigua farsa griega de Plauto y Aristófanes, entre otras manifestaciones.14
El desarrollo de un teatro diferente a través de los lenguajes de la farsa
centrado en el trabajo del actor. Ahora bien, este gusto por la farsa y las
formas teatrales breves ya dominó la escena en España durante el primer
tercio de siglo, cuando la rica tradición de piezas breves que iban desde el
paso y el entremés hasta el género chico mostraron todo su inmenso caudal
de primitiva teatralidad y frescura, que ya la vanguardia histórica supo
descubrir.18 El montaje histórico de La Barraca de La guarda cuidadosa y La
cueva de Salamanca, bajo la dirección de García Lorca, en 1932 constituye ya
un excelente exponente de la utilización de los géneros breves para la
renovación del teatro popular a través de la introducción de nuevos códigos
teatrales familiares a los grandes públicos, como los juegos infantiles. Como
refería Nieva en su estudio sobre dicho espectáculo, «[p]our Lorca, l´idée
directrice semble surgir de l´association entre la farce et le jouet populaire.
Ce qui nous le confirme, c´est le choix de son décorateur, Salvador
Bartolozzi, connu surtout par ses illustrations de contes pour enfants».19
Entre las numerosas propuestas escénicas que han jalonado este recorrido
por los caminos de la farsa hay que destacar, ya en la segunda mitad de los
años cincuenta, La feria de Cuernicabra, opera prima de Alfredo Mañas,21
subtitulada «farsa violenta de canciones ibéricas», y en la que se
aprovechaban las formas breves del Siglo de Oro para alcanzar una
comunicación de carácter festivo y desenfadado entre la escena y la sala.22
El título original de la obra, Las coplas para el Corregidor y la Molinera,
señala abiertamente tanto sus orígenes tradicionales como su carácter
festivo. En 1959, Manuel Benítez volvía a montar la violenta farsa de Mañas,
esta vez en el Teatro Goya, donde la mezcla de personajes y muñecos, así
como la estética de charanga y pandereta, que caracterizaron el
espectáculo se convertirían años más tarde en elementos escénicos claves
del nuevo teatro
Pasando ya al sainete del siglo XIX, hay que destacar la puesta en escena de
Las aleluyas del señor Esteve, de Santiago Rusiñol, bajo la dirección de Salvat
siguiendo la estética popular y colorista de los tradicionales pliegos que
contribuyeron a conjugar la dramaturgia brechtiana con el tono popular.35
Josep Anton Codina, ayudado por Jordi Dodero y Lluís Mínguez, cerraba la
temporada 1966-1967 con Balades del clam i la fam, tres obras breves de
tono picaresco de la primera mitad del siglo XIX, que venían a ilustrar, a
través de códigos escénicos populares, historias de descontento y hambre
en la Cataluña de 1814 (final de la Guerra de la Independencia) a 1856 (final
del bienio progresista).36 Xavier
bien, ambas etapas en el desarrollo del teatro popular —la literaria, basada
en la farsa, y la parateatral, en otros códigos populares— no estuvieron
estrictamente separadas, sino que en muchas obras se dio una mezcla de
lenguajes farsescos
Yet the modest means with which she staged a politically acute
entertainment like Oh, What a Lovely War! and was able with it to speak in a
popular idiom to the hearts and minds of her fans is something for which
the entire theatre today should be grateful. This production not only toured
Europe and America, but also left roots behind it which sprouted in
unforeseen ways. It was folllowed by a whole new generation of satirical
musical entertainments and succeeded in evolving a willingness among
dramatic companies to spread out beyond the narrow frontiers of dramatic
performance into the wider field of total theatre, a treatre in which the
actor was not only a speaker of another man´s lines, but an active, creative
artist in his own right.52
El sistema teatral lograba conquistar así, no solo nuevos públicos, sino otros
modelos de creación en una línea más colectiva que rompía con las
jerarquizaciones impuestas por el tradicional autor o director, para llegar, a
partir de una nueva concepción del espacio escénico y la comunicación con
el público, a un teatro que reivindicaba su condición de espectáculo
popular. En este sentido, Jérôme Savary acertó a llevar más allá los
presupuestos del nuevo teatro popular, sumiendo escena y sala en un
improvisado ambiente de fiesta para el que no dudó en convertir el teatro
en un fenómeno circense, musical, deportivo, ilusionista o, simplemente,
erótico.53 Payasos, músicos, boxeadores, magos, ilusionistas, travestis y
Ahora bien, existe «otra cultura», del pueblo, muy distinta a la «cultura
oficial», compuesta por las historietas, los dibujos animados, la música
«pop», etcétera. Sobre estos elementos, hemos buscado un lenguaje
directo, sensorial, sin refinamientos simbólicos, que fuera común a todos.
Queríamos conseguir que el público riera como ríen los niños […] buscamos
en lo sensorial un lenguaje común a todos, que puede estar en los mismos
instintos.54
55 El curso ofrecido por el mimo chileno Italo Riccardi, discípulo del mítico
Marcel Marceau, alumno a su vez de Étienne Décroux, en el Teatro
Candilejas de Barcelona en octubre de 1961 fue el acontecimiento
desencadenante de la fundación de Els Joglars. A este curso asistieron
Anton Font, Carlota Soldevila y Albert Boadella, que se iniciaban entonces
en el arte del mimo. De estos talleres, salió ya un programa en el Teatre
Guimerà llevado a cabo por Boadella y Soldevila, junto con Italo Riccardi.
Tras el regreso de Boadella de la Escuela de Arte Dramático de Estrasburgo,
donde estudió con Italo Ricardi y Pierre Saragoussi, y en París con este
último, discípulo también de Marceau, se encontró con que cada uno de sus
compañeros llevaba ya un grupo de pantomima. Boadella había formado
entonces un grupo llamado El Arlequín. De la fusión de los diferentes
colectivos bajo el auspicio de la Agrupació Dramàtic de Barcelona, donde se
encontraba el grupo dirigido por Soldevila, se formó Els Joglars, bajo la
dirección de Font y Boadella. Tras seis meses de experimentación,
debutaban en octubre de 1962 en el Palacio de las Naciones de Montjuïc,
dentro del Primer Salón de la Imagen, con sus primeros números de
Mimodramas.
La evolución del grupo catalán Els Joglars constituye uno de los ejemplos
más peculiares y, al mismo tiempo, más significativos de lo que fue el
Estos primeros presupuestos teóricos instalaron los cimientos sobre los que
luego se desarrollaría la asombrosa maquinaria de creación escénica que ha
sido Els Joglars. Si, por un lado, el grupo buscaba un teatro popular, un
modo de comunicación eficaz, ingenioso y mayoritario, por otro, se situaba
dentro de la fuerte tradición de teatros laboratorios impulsada en los años
sesenta. El colectivo catalán venía a conjugar las dos corrientes centrales de
la vanguardia: la vuelta a una extrema sencillez de medios, junto con la
reflexión constante sobre los modos de producción de significados. Cada
espectáculo supuso un nuevo acercamiento al fenómeno de la creación
escénica, la experimentación con otros caminos formales, una combinación
diferente de los sistemas de signos escénicos, todo ello como reacción ante
la experiencia del espectáculo anterior y los resultados obtenidos frente al
público. Progresivamente, bajo la impronta de Boadella y no sin algunos
titubeos que llevaron a experimentar en unas y otras direcciones, el grupo
fue acercándose hacia un teatro de feria, de carcajada grosera y líneas
burdas, un teatro de joglars que buscaba la espontaneidad, el juego y la
magia artesanal del viejo cómico enfrentado, solo, desde el espacio vacío, al
espectador, como explicaba Boadella: «me gusta la artesanía popular, que se
noten las huellas de los dedos. Que la espontaneidad de los primeros
ensayos, o de las improvisaciones, se respire posteriormente. Dejo muchas
cosas expresamente para que den la sensación de impacto directo».57
Después del éxito que les supuso El joc, el grupo, fiel a su constante
dinámica de ruptura con los lenguajes ya experimentados y teniendo en
cuenta siempre la recepción obtenida, comenzó un conjunto de
improvisaciones alejadas de la contención formal y la cuidada medida que
había caracterizado este espectáculo. En Cruel Ubris se renunció a patrones
establecidos, para limitar un espacio de creación espontáneo y libre que
desembocó en el barroquismo anárquico. Sin embargo, lo que gran parte de
la crítica acusó como ausencia de la técnica o el rigor desarrollados en su
última producción no pudo ser logrado sino a través de un lento proceso de
creación. Con la centralización de la parodia como elemento básico de
creación, Boadella imprimió al grupo una estética bufonesca de tono
popular y primitivo que ha marcado toda su trayectoria. Cruel Ubris se
menos versatilidad. Una criada negra que introducía y retiraba objetos del
decorado cantando a Machín o un muerto que aparecía y desaparecía en los
momentos más inesperados eran algunos de los elementos que conferían
cierta unidad de tono, que no de tema, a la desatada farsa. La obra se
estrenó en Huesca el 26 de diciembre de 1971, aunque su representación
continuada no tuvo lugar hasta el 10 de enero de 1972 en el Teatro Capsa.
Llegó a alcanzar las 145 representaciones. La mayor parte de la crítica, aun
aceptando el alto nivel de creatividad, apuntó la falta de rigor técnico
demostrada en El joc, así como de precisión formal y eficacia crítica.67
Un escenario debería servir para pensar en voz alta, pero también para
cantar, bailar, hacer acrobacia, maravillar, en suma y en todos los aspectos.
Y la revista, con una carga erótica predominante y sin duda alguna excesiva
para el equilibrio del espectáculo, consigue así convertirse en el único y
auténtico «teatro popular» de nuestros días.
lugar hasta 1968 con las primeras representaciones en la recién creada sala
de la calle del Tusset, Cova del Drac,74 por la compañía Ca´Barret!, dirigida
por Josep Anton Codina.75 A través de esta experiencia, se intentó
presentar un nuevo modelo de teatro que respondiese a las necesidades de
estos espacios, estableciendo otro tipo de comunicación con el público a
través de una amplia gama de códigos de la más diversa extracción. De este
modo, la propuesta de Ca’Barret!, como la denominaron Capmany y Codina,
rompía radicalmente con lo que hasta entonces se había entendido por café-
teatro: la representación de piezas breves de corte satírico, con unos
medios mínimos, algo de improvisación y un contacto directo con el público
en los reducidos espacios de estos locales. Así explicaba uno de sus
protagonistas, Vidal i Alcover, años más tarde, la novedad que
El éxito de la propuesta de cabaret animó a Codina para volver con una obra
de Capmany, Vent de garbí i una mica de por —ya estrenada en 1965 por la
EADAG bajo la dirección de Salvat y con el propio Codina como ayudante—
en una versión más ligera y desenfadada, que limase las notas trágicas y el
trascendentalismo en favor de un incisivo tono satírico rayano en lo
burlesco. La obra fue reestrenada por la Nova Companyia de Barcelona en el
Teatro Romea el 29 de octubre de 1968. La crítica coincidió en señalar la
meticulosa dirección, el aprovechamiento de los más diversos recursos
escénicos y el grado de consolidación y madurez al que Codina había sabido
llevar sus trabajos. Un año más tarde, la compañía Ca´Barret! —registrada
como compañía de revistas y espectáculos y no como compañía de
teatro—79 volvía a estrenar en la ya famosa Cova del Drac, Manicomi d´estiu
o la felicitat de comprar i vendre, una veintena de situaciones desarrolladas a
través de breves diálogos y canciones sobre músicas populares y texto de
Jaume Vidal i Alcover. En un amable tono satírico, se presentaba una visión
crítica en clave cómica de la historia de los mecenas catalanes y los valores
que tradicionalmente han caracterizado la alta burguesía catalana, teniendo
como focos temáticos la injusticia social, la estupidez humana o la invasión
del turismo. Las melodías, arregladas por Josep Cercós y Josep María
Arrizabalaga, se basaron en conocidas canciones populares del folclore
catalán, algún pasodoble o composiciones de cabaret francés o alemán, a
veces deudoras de la obra de Kurt Weill. El decorado buscó la recreación de
un tono de ligera frivolidad propio de este tipo de espectáculos a través de
pinturas «in» que representaban orondas vedettes de los alegres años
veinte. Tanto la escenografía como los figurines, de un paródico carácter
barroco, estuvieron al cuidado de Montserrat Torres. Entre los escasos
Pero, sin duda, el gran hito que lanzó el género teatral al que apuntaban
algunas de estas propuestas, fue el sensacional éxito nacional que alcanzó la
accidentada producción de un grupo que apenas comenzaba a abrirse
camino, Tábano.85 A partir de la instrumentalización paródica de estos
códigos ampliamente
Como antecedentes más remotos, Tábano citaba desde las fuentes más
primarias de Manolita Chen, el Teatro Argentino o el Teatro-Circo hasta las
más refinadas de Celia, Ethel Rojo o Joaquín Gasa. Como antecedentes
próximos, conocían las experiencias de Capmany y Vidal i Alcover en
Barcelona, el montaje dirigido por Monleón Amics i coneguts, así como el
texto de ¡Qué bonita es la guerra!, del Theater Workshop de Joan Littlewood.
En el programa de mano, se refería el
Tras una breve gira a la que acompañó el escándalo y la polémica y que llegó
hasta el Teatro Romea a finales de julio, el audaz empresario del Teatro de
la Comedia, Tirso Escudero, decidió probar suerte con el espectáculo de
una amplia mayoría, para cuyo camino fundamental, una vez más, fue
marcado por las enseñanzas adquiridas en el teatro-circo de Manolita Chen:
llevó por gran parte de España, destacando especialmente los tres meses en
el Teatro Capsa de Barcelona. Asimismo, siguiendo la tradición del Teatro
Independiente, realizaron su primera gira europea para los emigrantes y
exiliados. La andadura llegó a su fin en el Pequeño Teatro Magallanes con la
prohibición a causa de la denuncia de un Comisario de Guerra de La
Coruña. Tanto el público como la crítica mostraron el respaldo unánime al
espectáculo, destacando el acertado empleo de códigos extraídos de la
cultura popular.119
Un año más tarde, Marsillach —mostrando una vez más su instinto para
llevar a la escena comercial las últimas corrientes— recurría a otra farsa de
Sean O´Casey, Canta, gallo acorralado para desarrollar los nuevos códigos
escénicos que las últimas propuestas de teatro popular habían recuperado
para el teatro. Especialmente bajo el signo del circo, concibió el director
catalán un disparatado montaje ágil, alegre y desenfadado, en el que el gallo
se presentaba como símbolo de vitalismo y libertad frente a la hipocresía y
la represión social. De especial relevancia, resultaron el diseño
escenográfico y los figurines de Fabià Puigserver: un espacio circular —en el
que no faltaron las lonas y los banderines— que ofrecían las máximas
posibilidades para la utilización de una heterogénea gama de formas
teatrales. Tanto la escenografía como los figurines estuvieron marcados por
la disparidad cromática que buscó el ruidoso contraste entre azules,
naranjas, verdes y, sobre todo, amarillos, dentro de un marcado tono
circense. Antonio Gala, a partir de la publicación del texto por la editorial de
Cuadernos para el Diálogo, realizó una adaptación en la que intentó
actualizar el léxico introduciendo vulgarismos y giros coloquiales. Alberto
Portillo se encargó de la coreografía y Alberto Bourbon de la música. Entre
los actores, aparte de la personal interpretación del mismo Adolfo
Marsillach, intervinieron Antonio Iranzo, José A. Salas, José Vivó, José María
Pou, Alberto Fernández, Antonio de Real, Silvia Vivó y Victoria Vera, entre
otros. La obra fue estrenada en el Teatro de la Comedia el 4 de diciembre de
1973 con una nefasta recepción crítica que acusó la propuesta de
Ensayo Uno En Venta: Anfitrión pon tus barbas a remojar (1974), de Plauto y
Molière
El grupo se dio a conocer con Non plus plis, estrenado el 1 de junio de 1972
en Olesa de Montserrat. Cinco días más tarde, el 6 de junio, se hacía la
presentación oficial en el Institut del Teatre. El espectáculo fue —según
explicaba el grupo—132 el resultado de seis meses de intensos ensayos e
improvisaciones a lo largo de los cuales se estudió minuciosamente cada
aspecto del montaje, añadiendo nuevos elementos y suprimiendo otros,
siempre en torno a las fiestas populares, los desfiles de gigantes y
cabezudos, el carnaval y las máscaras. A través de este montaje, en donde se
podían rastrear ya las semillas de la posterior evolución del grupo, se buscó
la revitalización de los festejos populares de suerte que estos desarrollasen
toda la fuerza potencial que escondían de cara a la comunicación con los
grandes públicos, devolviéndole la primitiva eficacia que
Notas
3 «En primer término —dice—, yo creo que la suprema aspiración del arte, y
especialmente del Teatro, debe ser recoger, reflejar, dar la sensación de la
vida de un pueblo o de una raza. Por esto afirmo que será mejor de todos los
escritores el que sea más estadista… ¿Comprende usted? […] En esta hora
de socialismo y comunismo, no me parece que pueda ser el individuo
humano héroe principal de la novela, sino los grupos sociales. La Historia y
la Novela se inclinan con la misma curiosidad sobre el fenómeno de las
multitudes» (Cit. en Dougherty, 1982: 61, 178).
4 Byrd (1975), Saenz de la Calzada (1976). Una empresa similar fue la llevada a
cabo por las Misiones Pedagógicas, cuyo teatro estuvo bajo la dirección de
Alejandro Casona (Otero Urtaza, 1982; Rey Faraldos, 1992).
7 El Festival de Teatro de Avignon, fundado en 1947 por Jean Vilar, así como
su dirección del Théâtre National Populaire (TNP) entre 1951 y 1963 —cuyas
representaciones frente a los muros del Patio de Honor del Palacio de los
Papas crearon época—, y, por otro, el nacimiento del Piccolo Teatro, de
Milán, en 1947 a manos de Paolo Grassi y Georgio Strehler, se convirtieron
en los modelos paradigmáticos de la idea del teatro como bien público para
toda las clases sociales (Copfermann, 1965; Wehle, 1981).
8 José Tamayo fundó la Compañía Lope de Vega en 1946 con la que recorrió
gran parte de España e Hispanoamérica, imprimiendo un nuevo sello
espectacularista a los clásicos. En el año 1952 coincidía su nombramiento
como director del Teatro Nacional Español con la creación por el Ministerio
de Información y Turismo de los Festivales de España (Santa-Cruz, 1995). En
esta línea de teatro popular, hay que destacar también el trabajo de José
Luis Alonso durante los años sesenta al frente del Teatro Nacional María
Guerrero y la atracción de un nuevo público joven a través de una expresión
escénica
9 Francisco Nieva, «La estética moderna y las nuevas tendencias del teatro.
Análisis de la vanguardia», Yorick, 33 (ab. 1969), p. 13, 20.
10 Miguel Romero Esteo, «El lenguaje popular», Pipirijaina, 1 (mar. 1974), pp.
5-11; Mariano Anós «Teatro popular y romanticismo», Pipirijaina, 2 (ab.
1974), pp. 16-17; Miguel Romero Esteo, «El lenguaje impopular», Pipirijaina, 4
(jun. 1974), pp. 3-8
12 El artículo fue presentado de nuevo por Primer Acto, 138 (nov. 1971), pp. IV-
V, y recogido por Miralles (1974).
13 Ibidem, p. 43.
16 Ibidem, p. 20.
17 Ibidem
respectivamente.
36 El espectáculo estuvo formado por Sainet nou dels estudiants que ixen de
pena, de Andrés Amat (1850), El gall robat per les festes de nadas, de Ignacio
Plana (1801) y L´Ase perdut y buscat a brams, anónimo de mitad de siglo. El
tono popular se acentuó mediante la utilización de pancartas y grotescos
monigotes de gran envergadura caracterizados por el barroquismo que Iago
Pericot y Jordi Pericot
37 Se escenificó de nuevo el Sainet del estudiants que ixen de pena per atipar-
se a costa ajena, de Andrés Amat, El casat que tractant criades viu de coses
regalades, del mismo autor, y otro anónimo, Sainet nou del porc i l´ase, bajo
la dirección de Antoni Pous, Francesc Ventura y Josep Gambús,
respectivamente.
39 Oliva (1975)
44 Higuera (1995)
45 Carbó (1975)
53 Sobre la aventura teatral del Grand Magic Circus: Savary (1985) y Godard
(1996).
54 Vicente Romero, «Entrevista con Jerôme Savary», Primer Acto, 143 (ab.
1972), p. IV.
55 El curso ofrecido por el mimo chileno Italo Riccardi, discípulo del mítico
Marcel Marceau, alumno a su vez de Étienne Décroux, en el Teatro
Candilejas de Barcelona en octubre de 1961 fue el acontecimiento
desencadenante de la fundación de Els Joglars. A este curso asistieron
Anton Font, Carlota Soldevila y Albert Boadella, que se iniciaban entonces
en el arte del mimo. De estos talleres, salió ya un programa en el Teatre
Guimerà llevado a cabo por Boadella y Soldevila, junto con Italo Riccardi.
Tras el regreso de Boadella de la Escuela de Arte Dramático de Estrasburgo,
donde estudió con Italo Ricardi y Pierre Saragoussi, y en París con este
último, discípulo también de Marceau, se encontró con que cada uno de sus
compañeros llevaba ya un grupo de pantomima. Boadella había formado
entonces un grupo llamado El Arlequín. De la fusión de los diferentes
colectivos bajo el auspicio de la Agrupació Dramàtic de Barcelona, donde se
encontraba el grupo dirigido por Soldevila, se formó Els Joglars, bajo la
dirección de Font y Boadella. Tras seis meses de experimentación,
debutaban en octubre de 1962 en el Palacio de las Naciones de Montjuïc,
dentro del Primer Salón de la Imagen, con sus primeros números de
Mimodramas.
58 Bartomeus (1987)
simple», así como a una eficaz economía de medios. Claver (Ya) destacó el
«increíble alarde de armonía, belleza y de elasticidad» de los primeros
números, y aplaudió la plenitud expresiva adquirida con los últimos juegos
de referencias más concretas a la realidad.
64 Ibidem
65 Así lo señaló el propio grupo: «El que en Cruel Ubris una serie de
personajes —como los ya citados payasos— parezcan improvisados, fáciles,
inventados ante el público exige una serie de esfuerzos ímprobos, esa
aparente naturalidad es mucho más difícil de conseguir que una cosa
brillante. […] Estamos ante un descuido y una facilonería sólo aparentes,
que nos ha costado muchos años de conseguir» («Marceau o los límites del
código», Primer Acto, 144 (mayo 1972), p. 20).
73 Interesa destacar que esta fecha coincide con la que ofrece Bettina
Grosse (1993) en su estudio sobre la historia del café-teatro en Francia
como inicio de la etapa fundacional de dicho movimiento en el país galo,
que se alargará hasta 1970. Esta experiencia, titulada Teatre de prop, fue
presentada por el Grup de Teatre Independent en el reducido escenario
circular de la sala de fiesta Cova del Drac en Barcelona. Se trataba de tres
obras cortas, Txaf y L´arca de Noé al port d´Hamburg, versiones de Joan
Oliver a partir de
74 Els Joglars, grupo que compartía muchos de los rasgos formales del
teatro cabaret, como la estructura fragmentada en sketchs, la austeridad
formal o el tono satírico y desenfadado, actuó en 1967, con Pantomimas de
music-hall, en dicha sala —fundada ya con la intención de acoger todos
aquellos espectáculos catalanes que no se avenían a las condiciones de los
teatros estables—. Racionero recordaba aquellos años de Els Joglars y la
importancia de esta sala en la vida cultural catalana del momento: «El Drac
era el señor Josep M. Espinàs, inteligente y amable promotor de cultura en
los años sesenta, en el momento decisivo de relanzar la cultura catalana»
(Racionero, 1987: 37).
78 Ibidem, p. 20.
79 Si, por un lado, esto les excluía de las obligaciones de presentar el texto
de la obra a censura —que en los casos de las obras catalogadas como de
circo, revista o espectáculo solo se ocupaba de vigilar la moralidad de los
movimientos de los actores y la honestidad de los vestidos—, por otro,
restringía fuertemente las posibilidades teatrales del montaje, por ejemplo,
con respecto al número de actores. No obstante, el registro de la Cova del
Drac como sala de fiestas y no como teatro, en parte por la carencia de
camerinos o patio de butacas tradicionales, les impedía la catalogación de
estas obras como piezas de teatro, ya que el local no estaba autorizado para
la exhibición de este género. A estos mismos problemas tuvo que
enfrentarse el TEI por las reducidas dimensiones del Pequeño Teatro
Magallanes.
103 «Al mismo tiempo que se inventaban los trucos escénicos fue surgiendo
la música o al revés, el tema musical precedía o motivaba un juego escénico
determinado. Esta yuxtaposición dio como fruto una conjunción poco
habitual en el teatro al uso» (ibidem).
105 Álvaro (1973: 102-104). Marqueríe (Pueblo) elogió los eficaces recursos
circenses ya adelantados en el prólogo, «donde la “banda” y los actuantes
realizan sensacionales apuntes paródicos y caricaturescos de los ejercicios
en la pista. Ese mismo aire circense es el que anima luego la farsa
garcialorquiana, con respecto total del texto, pero felices interpolaciones
plásticas, tales como las figuras anverso y reverso, la duplicidad de un
mismo personaje o lo que suele llamarse “entrada cómica del espejo”, que
tanta fama dio a los inolvidables Fratellini. De este modo consiguen efectos
y sorpresas inéditas que van acentuando y subrayando las intenciones del
original, y que incluso lo dotan de una dimensión nueva».
108 Enrique Buendía (entr.), «¡Hop, hop, Tábano!», Pipirijaina, 1 (mar. 1974),
p. 14.
109 A pesar de que el objetivo del nuevo escenario era una mayor
autonomía y un contacto más directo con los públicos, los resultados no
dentro de sus limitaciones y hoy puede hablarse con toda la ironía que se
quiera de que existe un nivel aceptable de circuitos “populares”
frecuentados por personas “populares” interesadas en ver espectáculos
“populares”, todo ello producto de causas complejas:
113 «está fuera de toda duda que se ha dado un cierto mimetismo por parte
de ciertos grupos, que han recogido parte del trabajo de Tábano de manera
rígida, superficial, explotándolo en cierto sentido. Todo esto me hace
preguntarme si no se darán ya en las propias bases de la fórmula Tábano
todos los requisitos para que se produzca una trivialización. ¿No es un
camino que no puede conducir más que al academicismo, a repetir una y
otra vez un mismo espectáculo trivial?» (cit. en «Mesa redonda», 1975: 68).
con Akelarre, o, en Valencia, con Rodolf Sirera (Josep Lluís Sirera, 1981) y
grupos como Quart-23. La evolución de esta explosión de los teatros de las
culturas puede seguirse en los primeros números de la segunda época de
Pipirijaina en 1976.
116 El montaje de la Farsa y licencia de la reina castiza fue dirigido por José
María Rodríguez-Buzón, sobre un trabajo de dramaturgia del mismo
director, junto con Antonio Andrés y Paco Senra, que a su vez puso la
música, interpretada en directo por el grupo de música folk Las Manos.
Como ayudante de dirección contó con Alfonso Guerra —que más adelante
llegaría a vicepresidente del Gobierno con el Partido Socialista Obrero
Español—. Se introdujeron canciones populares tomadas del Cancionero de
Rodríguez Marín, cuyas letras guardaban relación con el reinado de Isabel II.
Dos de los componentes, Eduardo López y Ramón Casajuana, permanecían
como cantantes-espectadores, elemento distanciador que aportaban su
propia lectura de la obra. La obra se estrenó en el Pabellón del Perú, en
Sevilla, el 7 de junio de 1969. Un año más tarde, participó en el polémico
Festival Cero de San Sebastián.
120 Pérez Coterillo («Canta, gallo acorralado», Primer Acto, 165 (feb. 1974), p.
58) denunció el deficiente empleo que se hacía de la estética circense: «y es
que parece que lo del circo es una moda: hay que estar “a la page” para que
no se crea que nuestros Pirineos son tan altos. Pero resulta que el circo no
solo se hace con un decorado colorista y pintoresco, por más bonito que
parezca, sino en la interpretación, en el estudio riguroso de las relaciones
existentes entre la obra y el circo, ambos con sus propias reglas de juego».
123 Gerardo Malla, apud José Monleón (entr.), «Con Gerardo Malla», Primer
Acto, 170-171 (jul.-ag. 1974), pp. 74-78.
125 «El montaje tiene que llegar por fuerza a la gente como las de Morón,
porque son ellos. Y este modelo, con matices distintos tan solo, tiene un
contenido válido igualmente para cualquier zona de Cuenca, Guadalajara,
Lugo… ¿Pero volver a Madrid, después de tres meses en uno de sus
teatros?» (Francisco Esquivel, «La Murga, un espectáculo esencialmente
popular», El Correo de Andalucía, (20.5.1976)).
128 Molla (1993: 54-55), por ejemplo, se refería a la obra en los siguientes
términos: «Ante todo hay que advertir que se trata de un espectáculo
129 Els Comediants mantuvo contactos desde muy temprano con el Bread
and Puppet Theatre, cuya influencia se hacía evidente. En este sentido jugó
una importante función el Festival de Nancy de 1973. Tanto la formación
liderada por Peter Schumann, como el grupo de Eugenio Barba acudieron
en 1977 a Canet del Mar, cuartel general de Els Comediants.
133 Ibidem
136 El modelo teatral de participación activa del público remitía a la obra del
Bread and Puppet, Chicken Little (1966), espectáculo en el que numerosos
niños del Bronx y Harlem confeccionaban sus propias máscaras y
marionetas de los más diversos tamaños y formas a partir de los materiales
ofrecidos por el propio grupo.
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