El Ejército Romano

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EL EJÉRCITO ROMANO

1. La evolución del ejército romano


El ejército romano fue evolucionando con el tiempo. Al principio se componía de unos
pocos patricios que se costeaban su propio armamento. Más adelante los plebeyos
pasaron a formar parte de él. Ya durante el reinado de Servio Tulio se creó la legión (4000
hombres divididos en bloques de 100).
Con las guerras púnicas (264 - 146 a.C.) se produjo un nuevo cambio en la
organización del ejército, caracterizándose desde entonces por su buena organización y
su excelente preparación física y técnica de sus soldados. Durante esta época el ejército
se componía de legiones, que se articulaban en manípulos, unidades que se componían
de dos centurias. Los soldados combatían en tres filas: en la primera iban diez manípulos
de jóvenes (hastati), en la segunda, otros diez manipulo de soldados más veteranos
(principes), y cerrando la formación, otros diez manípulos de soldados más veteranos
(triarii).
Los aliados y tropas auxiliares llegaban de Italia o de fuera de Italia y se trataba de
tropas de infantería ligera o cuerpos especializados como los sagitarii (arqueros) o
funditores (honderos).
La reforma más importante la llevó a cabo Mario, rival de Sila en la guerra civil (88 - 81
a. C.). Éste permitió que los proletarios entraran en el ejército, dándoles además una
formación profesional; el alistamiento y no fue obligatorio, sino voluntario. Las
agrupaciones de soldados veteranos, leales a su jefe, ganaron importancia y los
ciudadanos más acaudalados, libres de obligaciones militares, pasaron a dedicarse a
otras actividades. Cada soldado se comprometía a permanecer en el ejército durante
viente años.
La reforma de Mario también fue táctica: la unidad básica pasó a ser la cohorte, en
lugar de la legión. En
cuanto a la disposición
en el campo de batalla,
se mantuvo la triple
línea con el frente
reforzado: la línea de
vanguardia con 4
cohortes, 3 en el centro y otras 3 en la retaguardia. Era un esquema 4 - 3 - 3. Y las tropas
auxiliares de caballería en los flancos.

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CENTURIA 100 HOMBRES

MANÍPULO 2 CENTURIAS = 200 HOMBRES

COHORTE 3 MANÍPULOS = 600 HOMBRES

LEGIÓN 30 MANÍPULOS O 10 COHORTES


= 6000 HOMBRES

La fisonomía del ejército apenas cambió en épocas posteriores, sobre todo en su


estructura y funcionalidad, aunque sí lo hizo en la mentalidad de los hombres y su función
social. El ejército pasó a ser una fuerza poderosa. El Imperio llegó a tener 50 legiones, a
las que fue licenciando poco a poco (a los soldados veteranos se les daban tierras a lo
largo del Imperio para que se establecieran allí; así floreció Emerita Augusta, por
ejemplo).
Todos los legionarios debían tener la ciudadanía romana, pero ante la expansión del
ejército, muchas veces se tuvo que completar las filas con alistamientos realizados entre
las nuevas provincias, de modo que se les concedía la ciudadanía en el mismo momento
del alistamiento o unas vez terminado el servicio militar.
2. La organización del ejército

- El armamento: al principio cada soldado se costeaba su equipo, según sus

posibilidades (los más afortunados llevaban lanza, espada larga, casco, coraza, greñas y
un escudo de bronce). A partir de la República, los soldados pasaron a recibir por parte
del Estado el sagum (especie de manto) y un pesado casco de metal.
- Armas ofensivas: pilum, jabalina de unos 2 m. de longitud (principes y hastati),
hasta (triarii), y gladius (espada corta), que llevaban los tres tipos de infantes.
- Armas defensivas: scutum (que fue evolucionando en su forma, de un perfil
ovalado a uno semicilíndrico) y coraza (formada primero por planchas de hierro y
después por cotas de malla).
- Soldados de caballería: llevaban contus (lanza larga) y parma (escudo redondo
más pequeño).
- Las unidades ligeras: llevaban parma, funda (“honda”), arcus (“arco”) y galea
(casco de cuero).
- La retribución y el aprovisionamiento de las tropas:
El ejército estaba en campaña casi todo el tiempo. Los soldados que pasaban en filas
largas etapas de tiempo recibían una paga fija (stipendium). Además recibían parte del

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botín en caso de vencer. Los aliados, sin embargo, sólo recibían la ración de alimento, sin
paga ni parte del botín.
Los jefes castigaban a los soldados si no rendían como se esperaba o les premiaban si
su rendimiento era destacado. (Castigos: privación de botín, perdida de sueldo, etc.;
premios: menciones honoríficas, medallas, etc.). Por su parte, los generales eran
agasajados con un solemne desfile triunfal de entrada en Roma (triumplhum),
acompañado de actos rituales de tipo religioso (ovatio).
- La graduación de los mandos:

De mayor a menos, la graduación era la siguientes:
- Cónsul o pretor: era el jefe del ejército. Sería el equivalente al general en
los ejércitos actuales.
- Tribunos: se renovaban cada año y eran elegidos entre los hijos de equites
y senadores o entre oficiales experimentados. Sería el equivalente a coronel.
- Centuriones: había uno al frente de cada centuria y ocupaban el puesto
clave en el ejército romano. Eran los oficiales semejantes a nuestros capitanes.
- Tropa: compuesta por los milites (rango base de la legión) y la caballería.
- Otros: el cornicen (daba las órdenes sonoras a la legión), tesserarius
(organizaba las guardias del campamento), el signifer (portaba el estandarte de la
centuria o cohorte, y el más importante era el aquilifer, que llevaba el águila de la legión).

Signifer Aquilifer Cornicen Legionario de época imperial

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3. La estrategia militar

El ejército debía movilizarse para
enfrentarse al enemigo que estaba lejos
del lugar en el que se iba a librar batalla.
Avanzaba en columna (agmen), precedida
de unas patrullas (exploratores), que
proporcionaban los primeros informes.
Cada soldado debía llevar una carga
considerable (sarcina): efectos personales
y víveres para unas dos semanas. Cada
etapa de marcha era de unos 25
kilómetros.
Al final de cada etapa se establecía el
campamento, para lo que se buscaba un
lugar con agua y zona de pastos. Se
delimitaba el recinto y se trazaba un plano
con dos líneas que se cruzaban: via decumana (de este a oeste) y la via principalis (de
norte a sur). En torno a ellas se colocaban las tiendas. A ambos extremos de las vías se
abrían dos puertas, cuatro en total, que daban acceso al campamento. El perímetro del
campamento se rodeaba de un foso al exterior y una empalizada.
Cuando el ejército entraba en combate (proelium / pugna), la disciplina táctica era
fundamental. Para el asedio de las ciudades, los romanos manejaban toda una serie de
artilugios o máquinas. En torno a la ciudad se levantaba un terraplén; sobre él se
colocaban unas torres de mayor altura que las murallas que rodeaban la ciudad sitiada;
con ballestas y catapultas se arrojaban flechas y piedras. Para abrir brecha en la puerta
de la ciudad, los soldados empleaban el ariete, una especie de viga con cabeza de
carnero (aries), hecha de metal pesado, con la que se golpeaba de forma intermitente y
sistemática hasta que se conseguía abrir brecha; una vez logrado ese primer objetivo, los
soldados penetraban en la ciudad asediada en formación compacta; avanzaban pegados
se cubrían unos a otros solapando sus escudos; daban la sensación de ser cada uno de
ellos la escama del caparazón de una tortuga (testudo). Toda esta serie de operaciones
se completaban con un sólido trabajo a cargo de zapadores (soldados encargados de
abrir trincheras y abrir camino en las marchas).

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4. Importancia del ejército en el proceso de romanización
La significación del ejército en la civilización romana es doble: por un lado, constituyó el
principal instrumento del expansionismo en casi todo el mundo entonces conocido; por
otro, el militarismo llegó a convertirse en uno de los ingredientes básicos de esa misma
civilización.
Gran parte del ejército romano pasó, tras las conquistas, a nutrirse de aborígenes
hispanos, enrolados en tropas auxiliares y que, a la postre, con la convivencia con los
soldados, hizo que estos perdieran su condición de ocupadores, amén de conseguir la
unificación lingüística ya que el pueblo llano aprendió el latín de los soldados.
5. Curiosidades del ejército romano
A) Sistemas de comunicación: Un comandante romano desde una colina podía darse
cuenta de los circunstancias de una batalla en marcha y enviar por una serie de
mecanismos sus órdenes:
- Sistema de mensajeros por relevos de caballos o corredores: cuando la distancia era
más larga, el relevo de caballos, gracias a la existencia de una serie de estaciones de
relevo (mutationes).
- Palomas mensajeras: el mensaje era atado al cuello de la paloma.
- Fuego o señales de humo.
- Heliógrafo: en el 37 d.C., bajo el mandato de Tiberio, fueron transmitidas señales a
través del reflejo de los rayos de sol por medio de metal pulido para dar instrucciones
desde su retiro en Capri, aunque no tenemos el código que utilizarían.
- Cifrado monoalfabético de César: el primer sistema criptográfico como tal conocido se
debe a Julio César. Consiste en un sistema para enviar mensajes secretos durante sus
campañas militares sin que le descubrieran los demás. A través de este método
reemplazaba en el mensaje a enviar cada letra por la situada tres posiciones por delante
en el alfabeto latino. En nuestro alfabeto actual tendríamos la siguiente tabla de
equivalencias:

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B) Alimentación del soldado romano: la dieta de un soldado romano, cibaria o cibus
castrensis, era muy importante para asegurar la salud, el bienestar y el ánimo en el
campo de batalla. Era una dieta equilibrada, saludable y adecuada para las necesidades
físicas que iba a realizar. Consumían distintos alimentos en tiempos de paz y en tiempos
de guerra:
- Tiempos de guerra (alimentos de fácil transporte y conservación):
- Frumentum (cereales)
- Laridum (panceta)
- Verduras y legumbres
- Caseus (queso)
- Oleum (aceite)
- Aqua, cervisia, posca (agua y vinagre) y vinum.
- Sal y salazones
- Tiempos de paz (mayor diversidad de alimentos):
- Frumentum (cereales)
- Carne fresca

- Huevos

- Pescado fresco
- Verduras y legumbres
- Caseus (queso)
- Oleum (aceite)
- Aqua, cervisia, posca (agua y vinagre) y vinum.
- Sal
Hay que destacar el papel de la sal en la dieta del soldado romano, no sólo como
condimento y sazonador de los alimentos, sino también como sistema de conservación de
la carne y los pescados; además era muy importante como remedio contra la
deshidratación (el alto consumo de sal hace que el cuerpo retenga líquidos) que podía
ocasionar largas marchas bajo temperaturas elevadas. A su vez, la sal era muy útil para
curar infecciones oculares, bucales y epidérmicas, además de prevenir la disentería
(infecciones intestinales).

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