Documento Reflexion Educacion Formal Adultos
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Taller No 1
LA CARTA
La edad adulta es una etapa dinámica de la vida. Es diferente para cada persona en
función de su situación profesional o de las circunstancias que la envuelven, de los
momentos críticos que ha pasado, de su cultura, las expectativas, los hábitos, la
situación socioeconómica, el género, la formación previa, etc., que acabarán definiendo
una relación específica de cada individuo con el mundo y consigo mismo, y un camino
propio hacia el aprendizaje. Del mismo modo que en la niñez y en la adolescencia, en
la edad adulta también hay una manera propia de enfrentarse al aprendizaje y a la
adquisición de nuevos conocimientos. Los cambios constantes en la vida de las
personas y de las sociedades obligan a adaptarse a las nuevas situaciones y, por lo
tanto, a un aprendizaje permanente. Esto es lo que ha hecho la humanidad desde los
inicios de su historia: aprender durante toda la vida.
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“Colección Educación y Comunidad, 2” Universidad de Barcelona.2012
¿A quién tiene que enseñar a personas adultas y jóvenes?
específicas para jóvenes y personas adultas que estimulen el gusto por aprender y
desarrollen la autonomía en la búsqueda de información y su análisis crítico.
Durante toda nuestra vida necesitamos aprender de forma organizada por razones muy
diversas. Esta necesidad es la que marca las expectativas de las jóvenes y adultos.
Para unos quizás sólo es la necesidad de recuperar los estudios inacabados o estudiar
para aumentar sus competencias. Otras personas pueden tener interés por explorar
nuevos conocimientos, aptitudes y habilidades artísticas, técnicas o científicas más allá
de lo que piden las necesidades de la vida cotidiana.
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Son muchas y muy diversas las motivaciones que nos mueven y nos acercan a la
experiencia de aprender en la edad adulta curiosidad, interés, influencias externas,
contexto, etc. condicionando nuestra decisión inicial ante el aprendizaje. Pero, sean las
que sean, será necesario que veamos satisfechas nuestras expectativas como
aprendices para persistir, mantenernos vinculados y poder culminar con éxito nuestro
proceso educativo.
En todos los aprendizajes será importante no sólo los conocimientos, sino el desarrollo
de las estrategias cognitivas, emocionales y sociales que faciliten continuar aprendiendo
y desarrollen la participación y la convivencia. Un aprendizaje en positivo, entre iguales,
favorece el apoderamiento de todas las personas participantes en el proceso. Todos
aprendemos de todos.
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7. Aprendemos superando los estereotipos negativos
Es importante que este reconocimiento del éxito se haga por parte del educador/docente
por “la autoridad reconocida” que tiene, pero también es importante que exista un
reconocimiento del éxito por parte del grupo, los compañeros que han vivido con él el
mismo proceso de aprendizaje y que conocen y valoran los esfuerzos que se requieren
para llegar a este éxito. Es decir, hay que tener en cuenta los procesos que ayudarán al
auto-reconocimiento de los propios éxitos educativos, condición indispensable para
conseguir aprendices conscientes y autónomos.
Sin embargo, teniendo en cuenta que quién se acerca a la formación puede tener
motivaciones muy diversas, es respetable que algunas personas adultas busquen más
o menos explícitamente un círculo de relación (podríamos encontrar ejemplos desde la
formación básica a los másters empresariales). En todo caso, y en función de los
objetivos generales del proyecto educativo, el papel de los profesionales de la
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educación, facilitadores del aprendizaje, es abrir las perspectivas del grupo a la
posibilidad de aprender cosas nuevas y conocer nuevas realidades.
Hay que tener presente que en la decisión que hace el adulto o el joven de
reincorporarse a un proceso de aprendizaje intervienen componentes sociales e
individuales. Toda sociedad necesita que sus ciudadanos estén en condiciones de
ejercer su solidaridad comunitaria produciendo, gestionando y disfrutando de los bienes
económicos, culturales y sociales de la propia comunidad, sin olvidar la necesidad que
tiene el ser humano de conseguir su equilibrio y armonía personal y con el entorno. Sea 5
cual sea el interés educativo explicitado por la joven o el adulto hay que posibilitar una
educación que considere a la persona y al ciudadano como un todo, evitando que la
vida ciudadana se convierta en la coexistencia de millones de seres viviendo juntos en
soledad.
El objetivo final del aprendizaje adulto será dar herramientas para que los participantes
puedan desarrollarse mejor como personas en una sociedad compleja: disfrutar de las
posibilidades que les ofrece la sociedad y aportar sus conocimientos, sus habilidades y
sus competencias. Las sociedades siempre han sido diversas, formadas por mujeres y
hombres, mayores y jóvenes, de profesiones varias, varias competencias, varias
mentalidades. Como reflejo de esta sociedad plural las aulas de personas adultas
siempre han disfrutado de una gran diversidad. Conseguir un clima de confianza, de
empatía, de ayuda mutua, de solución de las dificultades a través del diálogo, de
reconocimiento de la argumentación como forma de crear criterio y de llegar a acuerdos,
ayudará a incrementar ciudadanos y ciudadanas conscientes. Tener opciones de
participación real en el desarrollo del proceso de enseñanza / aprendizaje, como se ha
dicho, es fomentar la participación como forma natural de comportamiento de la persona
adulta.
Cuando los centros o los espacios educativos participan, además, como agentes
activos en la construcción de la comunidad, y se insertan en las redes locales y
culturales, aportando ideas, cediendo los locales cuando haga falta o difundiendo y
alentando las actividades del entorno, están haciendo una tarea educativa muy
importante, enseñar a participar en la sociedad común, ya que a participar se aprende
participando. La ciudadanía activa es una vivencia tanto como un aprendizaje teórico.
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Postdata
Es una de las tareas con más retos para los profesores y profesoras de personas jóvenes, adultas
y mayores por varios motivos. Al tener como objetivo que las personas jóvenes y adul-tas
aprendan a leer y escribir el mismo objetivo del aprendizaje de la lectoescritura en primaria,
podemos llegar a pensar que la metodología y la didáctica tienen que ser las mismas que en la
infancia. Pero los métodos infantiles han demostrado no estar adaptados a la edad adulta, no
son útiles. El método de las «palabras generadoras» de Paulo Freire desde un enfoque de la
transformación de la sociedad y de la persona ha demostrado, en cambio, su operatividad y
eficacia. El problema es que sin un conocimiento profundo de sus fundamentos pedagógicos
este método puede transformarse en una rutina técnica, poco eficaz también en este caso, para 6
el aprendizaje de la lectoescritura en la edad adulta.
Otro reto es que las personas adultas analfabetas suelen haber intentado aprender a leer y
escribir más de una vez a lo largo de su vida, posiblemente con métodos infantiles diversos o a
través de procesos de autoformación. Como consecuencia, en las clases de alfabetización suele
haber bastantes diferencias entre unos alumnos y otros. El trabajo en grupos interactivos, la
atención personalizada y la adecuación de unos materiales específicos y flexibles, ponen a
prueba la profesionalidad de los educadores.
En las clases de alfabetización, a menudo, se encuentran los niveles más bajos de autoestima
en relación con el aprendizaje. Es donde fácilmente se puede caer en la tentación de confundir
dificultades de aprendizaje con imposibilidad de aprendiza-je, facilitando la profecía autocumplida
a la que hemos hecho referencia anteriormente.
Finalmente, la presencia de personas inmigradas, analfabetas en sus propias lenguas y/o en las
nuestras, supone un reto más al proceso alfabetizador. Las palabras generadoras y las palabras
directamente generadas tendrán que ir acompañadas de la correspondiente fotografía o dibujo
que las identifique, tendrán que estar mucho más vinculadas a la vida cotidiana inmediata y,
siempre que se pueda, especialmente al comienzo, habrá que evitar los diptongos, intentar que
los verbos estén en presente, y no insistir en los errores de escritura causados por una dificultad
de discriminación auditiva entre lenguas (por ejemplo la “s” sorda y sonora) para las personas
que tienen como primera lengua el castellano, o la confusión /e/ e /i/, /o/ y /u/, /p/ y /b/, etc., entre
personas de otras lenguas).
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