Guillermo Carey PDF

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Iglesia Evangélica Alcance Victoria

Caracas - Venezuela
Instituto Bíblico - VETI
Cátedra: Historia de la Iglesia Cristiana (parte II)
Profesor: David Casas

Biografía

Realizado por: José Belisario

Caracas, Marzo de 2020


INTRODUCCIÓN

Hablar de Guillermo Carey es hablar de esos hombres que se pueden llamar

literalmente “valientes y esforzados” de los que cita la Biblia. Fue llamado el “Padre de las

misiones modernas” y fundador de las misiones actuales. Fue un misionero bautista inglés,

nacido en Paulerspury, Northamptonshire, el 17 de agosto de 1761. Su padre Edmund

Carey, era sacristán en la en la iglesia Anglicana de la parroquia.

Carey tenía como profesión inicial la de zapatero. Era pobre y no parecía destinado

a la grandeza. Más que cualquier otro individuo de la historia moderna, él estimuló la

imaginación del mundo cristiano al demostrar, con su humilde ejemplo, lo que se podía y

debía hacer para llevar a Cristo a un mundo perdido. Aunque pasó por pruebas muy duras

en sus cuarenta años como misionero, demostró una tenaz determinación por obtener el

éxito de su empresa al jamás darse por vencido.

La vida de Carey ilustra a profundidad el ilimitado potencial de un individuo muy

común. Él fue un hombre que, sin su gran consagración a Dios, sin duda hubiera vivido una

existencia muy mediocre.

Presentamos a continuación un breve resumen de la vida de este gran hombre de

Dios. Cualquier cosa que se exponga sobre su vida se quedará corta ante el semejante

trabajo misionero emprendido por Guillermo Carey.


VIDA Y OBRA

Se dice de Guillermo Carey, que el secreto de su maravillo éxito fue su carácter

persistente y su espíritu indómito e inconquistable, que lo animaba a llevar a término todo

cuanto iniciaba. Siempre respondió con prontitud al llamado de Dios. Dejó que el Señor se

sirviera de su vida, no solamente para evangelizar durante un período de cuarenta y un años

en el extranjero, sino también para realizar la hazaña, por increíble que parezca, de traducir

las Sagradas Escrituras a más de treinta lenguas.

A los catorce años, en la tienda donde trabajaba como aprendiz de zapatero encontró

algunos libros, de los cuales se aprovechó para estudiar. Fue en ese tiempo que llegó a

reconocer que era un pecador perdido, y comenzó a examinar cuidadosamente las

Escrituras. A los 18 años de edad, poco después de su conversión, predicó su primer

sermón.

Argumentó sobre la importancia de esperar grandes cosas de Dios y, luego puso de

relieve la necesidad de emprender grandes obras para Dios. Organizó entonces la primera

sociedad misionera en la historia de las iglesias de Cristo, para la predicación del evangelio

entre los pueblos nunca antes evangelizados. En ese tiempo se escribió lo siguiente acerca

de él: "Ahí está Carey, pequeño de estatura, humilde, de espíritu sereno y constante; ha

trasmitido el espíritu misionero a los corazones de los hermanos, y ahora quiere que sepan

que él está listo para ir a donde quieran mandarlo, y está completamente de acuerdo en que

formulen todos los planes".

La iglesia donde predicaba, no consentía que dejase el pastorado. Sin embargo, lo

que él sintió más fue que su esposa se rehusara terminantemente a irse de Inglaterra con sus
hijos. No obstante Carey estaba tan seguro de que Dios lo llamaba para trabajar en la India,

que ni la decisión de su esposa lo hizo vacilar.

Había otro problema que parecía no tener solución: no se permitía la entrada de

ningún misionero en la India. A pesar de los contratiempos, la sociedad misionera continuó

confiando en Dios; lograron obtener dinero y compraron un pasaje para la India. Una vez

más Carey le rogó a su esposa que lo acompañase, pero ella persistió en su negativa. Muy

grande fue la sorpresa y el regocijo de todos al saber que un misionero lograra convencer a

la esposa de Carey para que acompañase a su marido. Dios conmovió el corazón del

comandante del navío para que la llevase, en compañía de los hijos, sin cobrar el pasaje.

Durante el viaje Guillermo Carey aprendió suficientemente bien el bengalí como

para entenderse con el pueblo. Poco después de desembarcar comenzó a predicar, y los

oyentes venían a escucharlo en número siempre creciente. Carey percibió la necesidad

imperiosa de que el pueblo tuviese una Biblia en su propia lengua y, sin demora, se entregó

a la tarea de traducirla.

Nadie sabe cuántas veces Carey experimentó grandes desánimos en la India. Su

esposa no tenía ningún interés en los esfuerzos de su marido y enloqueció. La mayor parte

de los ingleses con quienes Carey tuvo contacto, lo creían loco. Muchas veces Carey y su

familia carecieron de dinero y de alimentos. Para sustentar a su familia, el misionero se

volvió labrador, y trabajó como obrero en una fábrica de añil. Durante más de treinta años

Carey fue profesor de lenguas orientales. Fundó también el Colegio Serampore para

enseñar a los obreros y desempeñó un gran papel en la evangelización del país. Pasó
también mucho tiempo enseñando en las escuelas de niños pobres. Pero, sobre todo,

siempre ardía en su corazón el deseo de llevar adelante la obra de ganar almas.

Caraey vivió en la India cuarenta y un años. Hablaba con fluidez más de treinta

lenguas de la India; dirigía la traducción de las Escrituras en todas esas lenguas y fue

nombrado para realizar la ardua tarea de traductor oficial del gobierno. Todo esto fue

posible porque Carey siempre economizó el tiempo. Desempeñaba estas tareas titánicas sin

poner en riesgo su salud, porque se aplicaba metódica y rigurosamente a su programa de

trabajos, año tras año. Se divertía pasando de una tarea a la otra. Él decía que se pierde más

tiempo cuando se trabaja sin constancia e indolentemente, que con las interrupciones de las

visitas. Observaba, por lo tanto, la norma de tomar, sin vacilar, la obra marcada y no dejar

que absolutamente nada lo distrajese durante su período de trabajo.

Al avanzar en edad, sus amigos insistían en que disminuyese sus esfuerzos, pero su

aversión a la inactividad era tal, que continuaba trabajando, aun cuando la fuerza física no

era suficiente para activar la necesaria energía mental.

Finalmente, el 9 de junio de 1834, a la edad de 73 años, Carey durmió en Cristo.

Cuando Guillermo Carey llegó a la India, los ingleses le negaron el permiso para

desembarcar. Al morir, sin embargo, el gobierno ordenó que se izasen las banderas a media

asta, para honrar la memoria de un héroe que había hecho más por la India que todos los

generales británicos. Se calcula que Carey tradujo la Biblia para la tercera parte de los

habitantes del mundo. Su obra continúa siendo una bendición para una gran parte de la

humanidad.
CONCLUSIÓN

Ciertamente la vida de Guillermo Carey, parece una de esas historias de vida que

solo aparecen en las películas épicas. Es impresionante la fortaleza, el empuje y la

determinación para emprender y hacer las cosas. Pero no cualquier cosa, hablamos de la

obra de Dios.

Es impresionante ver la fuerza de voluntad de Carey para lograr entre las

dificultades el trabajo que había emprendido y su decisión para lograr lo que se proponía.

Evidentemente, cualquiera en su posición hubiera abandonado antes de comenzar la obra

misionera. Se dice de él que el secreto para lograr el éxito fue su carácter persistente, ante

las dificultades.

Es de destacar que siempre respondió con prontitud al llamado de Dios y dejó que el

Señor se sirviera de su vida, no solamente para evangelizar durante un período de cuarenta

y un años en el extranjero, sino también para trabajar en la copiosa literatura cristiana que

legó, entre ellas de traducir las Sagradas Escrituras a más de treinta idiomas.

Me llama poderosamente la atención y me conmueve su incansable personalidad

para trabajar en la obra misionera de Dios sin perder un sólo minuto de tiempo. No fue fácil

para él, pero aún así, sorteó los obstáculos y a la final Dios le concedió la victoria.

Cuantas veces nos quieren cortar los sueños cuando el contrario no está bajo la

misma visión que la tuya. Cuando Carey presentó sus ideas de evangelizar en tierras

extranjeras a un grupo de pastores, uno de ellos dijo: “Siéntese, joven. Cuando Dios quiera

convertir a los gentiles, Él lo hará sin su ayuda ni la mía”.


Imaginemos por un momento que Carey hubiese desistido de su propósito

misionero, que demás, era un llamado de Dios. No sólo hubiese desobedecido a Dios, sino

que su obra no se hubiera propagado por ese continente conforme a su voluntad.

Muchas veces tratarán de acallarnos y cortar nuestros sueños. Pero lo más

importante es seguir la voluntad de Dios a pesar de las facultades. Entonces así podremos

decir como Guillermo Carey: “Esperen grandes cosas de Dios; intenten grandes cosas para

Dios“.

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