Chuck Palahniuk - Armas Enterradas - Módulo 7 PDF
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durante la lectura. Palahniuk indaga con su literatura en las
emociones intensas y la marginalidad americana, siempre
dispuesta a ser exhibida. Su utilización de estribillos, frases
cortas que conforman la columna vertebral de sus libros, lo
acercan a ese otro gran humorista de las letras que fue Kurt
Vonnegut. Los consejos que pueden leerse a continuación, y
que constituyen una versión abreviada de los ensayos sobre
escritura que el autor cuelga mensualmente en su sitio de
internet, son prácticos, generosos y útiles, aunque no dejan
de tener su costado humorístico. Atienden a la concepción
de la literatura como un juego arriesgado, un trabajo serio
pero también una fuente inagotable de placer.
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trece consejos para escribir
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blecidas en escenas anteriores salda? ¿Qué establece para
escenas posteriores? ¿Cómo activa tu trama? Cuando estés
trabajando, conduciendo, haciendo ejercicio, mantén solo
esta cuestión en tu mente. Toma notas conforme tengas
ideas. Y solo cuando estés decidido acerca de los huesos de
la escena, entonces siéntate y escríbela. No vayas a esa abu-
rrida y polvorienta computadora sin algo en la mente. Y no
hagas que tu lector camine trabajosamente a través de una
escena en la que pasa muy poco o nada.
4. Sorpréndete a ti mismo. Si puedes llevar la historia
–o dejarla que ella te lleve a ti– a un lugar que te asombre,
entonces puedes sorprender a tu lector. Cuando llegas a ver
cualquier sorpresa bien planeada, las posibilidades son que
también la verá tu sofisticado lector.
5. Cuando te atasques, vuelve y lee los capítulos anterio-
res, buscando personajes o detalles que puedas resucitar
como “armas enterradas”. Al final de estar escribiendo El
club de la pelea, no tenía ni idea de qué era lo que iba a
hacer con el edificio de oficinas. Pero releyendo el primer
capítulo, encontré el comentario desperdiciado sobre mez-
clar nitro con parafina y cómo eso era un método incierto
para fabricar explosivos plásticos. Esa tonta acotación (...la
parafina nunca me ha funcionado...) fue la perfecta “arma
enterrada” para resucitarla al final y salvar mi culo de na-
rrador.
6. Utiliza el escribir como una excusa para hacer una
fiesta cada semana –incluso aunque llames a esa fiesta un
taller−. Cada vez que pasas tiempo entre otra gente que va-
lora y apoya la escritura, eso compensará esas horas que
gastas a solas, escribiendo. Incluso si algún día vendes tu
trabajo, ninguna cantidad de dinero te compensará del
tiempo que pasas a solas. Así que disfruta tu “cheque” por
adelantado, haz de la escritura una excusa para estar con
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gente alrededor. Cuando llegues al final de tu vida, confía
en mí, no mirarás atrás y saborearás los momentos que pa-
saste a solas.
7. Permítete mantenerte en el “No Saber”. Este peque-
ño consejo viene a través de un centenar de gente famosa,
a través de Tom Spanbauer hasta mí y ahora, tú. Cuanto
más tiempo puedas permitirle a una historia que tome for-
ma, mejor forma tendrá. No apresures o fuerces el final de
una historia o un libro. Todo lo que tienes que conocer es la
próxima escena, o unas pocas próximas escenas. No tienes
que conocer cada momento hasta el final, de hecho, si lo
haces, será terriblemente aburrido de ejecutar.
8. Si necesitas más libertad en la historia, entre borra-
dor y borrador, cambia los nombres de los personajes. Los
personajes no son reales, y ellos no son tú. Por el hecho de
cambiar sus nombres arbitrariamente, consigues la distan-
cia que necesitas para torturarlo de veras. O peor, bórralo,
si eso es lo que la historia necesita de verdad.
9. Hay tres tipos de discurso –no sé si esto es VERDAD,
pero lo oí en un seminario y tenía sentido−. Estos tipos son:
descriptivo, imperativo y expresivo. Descriptivo: “El sol se
levantó alto...”; imperativo: “Camina, no corras...”; expresi-
vo: “¡Ay!”. La mayoría de los escritores de ficción utilizarán
solo uno –dos, a lo sumo−. Así que usa los tres. Mézclalos.
Es como la gente habla.
10. Escribe el libro que quieres leer.
11. Hazte ahora fotos de autor, con chaqueta, mientras
eres joven. Y hazte con los negativos y el copyright de esas
fotos.
12. Escribe sobre los temas que realmente te preocu-
pan. Esas son las únicas cosas sobre las que merece la
pena escribir. En su curso, llamado “Escritura peligrosa”,
Tom Spanbauer enfatiza que la vida es demasiado preciosa
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como para desperdiciarla escribiendo historias insulsas y
convencionales las cuales no tienen ningún lazo personal
contigo. Hay tantas cosas de las que Tom habló, pero solo
puedo recordar el arte de “manumision” que no puedo de-
letrear, pero que entendí que significaba el cuidado que uti-
lizas al mover a un lector a través de una historia. Y “sous
conversation”, el cual me hice la idea de que significaba el
mensaje escondido, enterrado entre la historia obvia. Como
no me siento cómodo describiendo temas, solo entiendo a
medias. Tom estuvo de acuerdo en escribir un libro sobre
ese trabajo y las ideas que él enseña. El título del trabajo es
“A Hole In The Heart (Un agujero en el corazón) y tiene pla-
neado tener listo un borrador en junio de 2006, con fecha
de publicación a pricipiosos de 2007.
13. Otra historia de escaparates de navidad. Casi cada
mañana, desayuno en el mismo restaurante, y esta mañana
un hombre estaba pintando el escaparate con dibujos navi-
deños. Hombres de nieve. Copos de nieve. Campanas. San-
ta Claus. Él permanecía de pie, fuera, en la acera, pintando
con pinturas de diferentes colores. Dentro del restaurante,
los clientes y los camareros observaban cómo esparcía pin-
tura roja y blanca y azul en el exterior de la gran ventana.
Tras él, la lluvia cambió a nieve, cayendo de un lado a otro
en el viento.
El pelo del pintor era de todos los tonos de gris, y su cara,
flácida y arrugada como el culo vacío de sus vaqueros. En-
tre colores, paró para beber algo de un vaso de papel.
Observándolo desde el interior, comiendo huevos y tos-
tadas, alguien dijo que era triste. Este cliente dijo que el
hombre era, probablemente, un artista fracasado. Que lo
del vaso de papel, probablemente sería whisky. Que proba-
blemente tenía un estudio lleno de pinturas fracasadas y
ahora vivía de decorar escaparates de restaurantes y tien-
das. Triste, triste, triste.
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Este pintor siguió poniendo colores. Todo el blanco nie-
ve primero. Entonces algunas extensiones de rojo y verde.
Después unas líneas de negro que delimitaban las formas
de colores y las convertían en paquetes y árboles.
Un camarero caminó por el restaurante, sirviendo café a
la gente, y dijo, “Es tan bonito. Ojalá yo pudiera hacer algo
así”.
Y tanto si envidiábamos como si nos daba pena el ca-
marero en el frío, él siguió pintando. Añadiendo detalles y
capas de color. Y no estoy seguro de cuándo pasó, pero en
algún momento ya no estaba allí. Las pinturas por sí mis-
mas eran tan ricas, llenaron tan bien la ventana, los colores
tan brillantes, que el pintor se había ido. Tanto si era un
fracasado como un héroe. Él había desaparecido, se había
largado a donde fuera, y todo lo que estábamos viendo era
su trabajo.
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