Tres Filósofos Colombianos
Tres Filósofos Colombianos
Tres Filósofos Colombianos
Facultad de Filosofía
Ortiz Rivas, Hernán A.
© Universidad Libre.
Todos los derechos reservados y se acoje en un todo a la Ley 23 de 1982, artículo 32.
© Universidad Libre.
Número de ejemplares: 500.
ISBN 978-958-8646-06-0
Pág.
Presentación....................................................................................................... 9
Introducción....................................................................................................... 11
Primera Parte
Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
CAPÍTULO I
Vida y época de Nieto Arteta................................................................................ 17
CAPÍTULO II
El marxismo en Nieto Arteta............................................................................... 25
CAPÍTULO III
El filosofar moderno de Nieto Arteta................................................................... 39
CAPÍTULO IV
Nieto Arteta y la filosofía jurídica moderna......................................................... 57
Segunda Parte
Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
CAPÍTULO I
Rafael Carrillo Lúquez, maestro socrático.......................................................... 77
h é ctor a. Tres filósofos colombianos
rivas ortíz
8 Pág.
CAPÍTULO II
Rafael Carrillo Luquez, maestro socrático, a los seis años de su muerte........... 83
CAPÍTULO III
Rafael Carrillo Lúquez, entre el socratismo y el ensayo filosófico
Tercera Parte
Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido
CAPÍTULO I
Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido.................................. 119
9
Presentación
Son tantas, las cualidades de cada uno de nuestros tres pensadores, que
desbordaría cualquier presentación que pretendiese realizar aquí, por esto dejo
al amable lector, incursionar en cada una de las páginas que a continuación se
presentan del trabajo siempre cálido en la escritura y la memoria que mantiene de
ellos, el Maestro Hernán Ortiz Rivas.
Introducción
Este libro contiene tres partes dedicadas a estudiar las vidas y las obras de Luis
Eduardo Nieto Arteta, Rafael Carrillo Lúquez y Rafael Gutiérrez Girardot, valiosos
compatriotas que, desde la cuarta década del siglo pasado, contribuyeron a introducir
en Colombia la filosofía moderna, en compañía de otros intelectuales que examinamos
en una obra colectiva1. Esta recepción tardía del nuevo pensamiento filosófico europeo
se originó en una postergación de la modernidad burguesa en Colombia, fenómeno
heredado del imperio español que estudió Cruz Vélez con mucha autoridad y
ponderación al demostrar que a la “anormalidad histórica” padecida por España, en
el tránsito de la Edad Media a la Moderna, se sumó la “anormalidad filosófica” que
consistió en mantener en su cultura una teología medieval de estirpe católica.
1 Hernán A. Ortiz Rivas y otros, Pioneros de la Filosofía Moderna en Colombia (Siglo XX), Bogotá, Grupo Ed. Ibáñez, 2008.
h é ctor a. Tres filósofos colombianos
rivas ortíz
La filosofía en Colombia, pues, estuvo cautiva en las redes de una teología católica
ultramontana, premoderna, durante toda la etapa colonial y muchos años más en
la fase republicana; sólo a mitad del siglo XIX empezaron a circular, en nuestro
país, algunas escuelas filosóficas diferentes, como el utilitarismo o el positivismo,
nada de filosofía moderna europea; más aún, en pleno siglo XXI, en varios centros
educativos de enseñanza media y universitaria sigue viva la escolástica católica, como
única orientación para la juventud. Basta recordar la Antología del Pensamiento
Filosófico en Colombia (de 1647 a 1761) de García Bacca para advertir que en la
colonia el filosofar imperante fue la teología católica, que era el sostén cultural del
imperio español3, situación que perduró hasta las primeras décadas del siglo XX,
bajo el dominio de gobiernos conservadores de ese tiempo que la situaban como
la “filosofía oficial”, dirigida por clérigos, entre los que se destacaba Rafael María
Carrasquilla, que fue Secretario de Instrucción Pública del Presidente Miguel
Antonio Caro, reconocido hombre de derecha. Dice Sierra Mejía que el pensamiento
político de Carrasquilla, “aparece como consecuencia de su pensamiento filosófico
y como la ideología adecuada para el estado teocrático que terminó en 1930. Así
como el pensamiento científico debía estar subordinado a la religión, igualmente el
pensamiento político debía concordar con las doctrinas católicas”4.
Con la llegada de gobiernos liberales al país, en la tercera década del siglo pasado,
se sentaron las bases para la génesis y desarrollo de las ciencias humanas, naturales
y la filosofía moderna, especialmente durante el gobierno de Alfonso López Pumarejo,
llamado por sus compartidarios la “revolución en marcha”, la “República Liberal”,
conocido como una “tentativa de revolución burguesa”, que aspiraba a modernizar la
nación y adecuarla al desarrollo del capitalismo, significativo período de nuestra historia
que, desafortunadamente duró poco tiempo, porque fue clausurado por gobiernos de
2 Danilo Cruz Vélez, Tabula Rasa, Bogotá, Ed. Planeta, 1991, pág. 23 y ss.
3 Juan David García Bacca, Antología del Pensamiento Filosófico en Colombia (1647 a 1761), Bogotá, Imprenta Nacional de
Colombia, 1955.
4 Rubén Sierra Mejía, Ensayos Filosóficos, Bogotá, Ed. Instituto Colombiano de Cultura, 1978, pág. 96.
Introducción
derecha iniciados con Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez Castro, que finalizaron 13
al caer la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1946-1957). En ese momento histórico
de la “República Liberal”, la Universidad Nacional, autónoma, laica, libre, popular,
democrática, tuvo un gran papel en la historia cultural de Colombia, como centro de
investigación crítica de los problemas nacionales y del estudio de las ciencias humanas
y naturales, lo mismo que del filosofar perteneciente a la modernidad burguesa europea
de tanta importancia para la humanidad. En el año de 1945 se dieron los primeros
pasos para la creación de una Facultad o Instituto de Filosofía, que estará adjunto a
la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, magno acontecimiento espiritual
que fue saludado con mucho “entusiasmo” en la Revista de la Universidad, por su
primer Director Rafael Carrillo, antes de su fundación5. En una entrevista que antecede
su libro Escritos Filosóficos, dijo Carrillo Lúquez: “A la aparición de la filosofía en la
Universidad Nacional precedió la aparición de la filosofía en el escenario cultural del
país. Por eso he dicho que la fundación del Instituto de Filosofía fue un temporis partus,
para usar la expresión de Francisco Bacon”6. En su discurso de posesión como Director
del Instituto hizo un alto elogio de la “filosofía como espacio de las ciencias” en la
“ciudad espiritual”, la universidad, que “arroja sus propios fundamentos” al fundar el
Instituto, cuya “misión no queda reducida a la propia universidad, dijo Carrillo Lúquez.
Existiendo aquí, agregó, en el plano real de la Ciudad Universitaria, existe también el
centro mismo de la nación, y desde la nación hacia fuera del país. El conocimiento de
un país no lo hacen posible fuera de él los directores intelectuales de ese país. Y nada
más propio para formar esas diplomacia intelectual que un instituto de esta índole”7.
5 Rafael Carrillo, El Instituto de Filosofía, Bogotá, Revista de la Universidad Nacional, No. 3, junio-agosto, 1945, págs.
396-397.
6 Rafael Carrillo, “Entrevista de Roberto J. Salazar Ramos”, en: Escritos Filosóficos, Bogotá, Biblioteca Colombiana de
Filosofía, Ed. Usta, 1986, págs. 19-20.
7 Rafael Carrillo, Escritos Filosóficos (Filosofía Contemporánea), Bogotá, op. cit., págs. 230-231.
8 Rafael Gutiérrez Girardot, Hispanoamérica: imágenes y perspectivas, Bogotá, Ed. Temis, 1989, pág. 308-310.
h é ctor a. Tres filósofos colombianos
rivas ortíz
Para concluir, citemos a Jaramillo Vélez: “En la circunstancia de los años 30 y 40 del
presente siglo se inaugura en Colombia el ejercicio responsable de la actividad filosófica,
que conduce en el año de 1946 a la Fundación de la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad Nacional, en dos se agruparon unos cuantos investigadores y maestros
que laboraban en las cátedras de la Facultad de Derecho… La filosofía en Colombia
aconteció a consecuencia de un proceso complejo –del país y de la totalidad del mundo
histórico– fue resultado de tensiones que comenzamos a experimentar desde el primero
y segundo decenio del presente siglo, pero ya en los años veinte se agudizan en forma
considerable. El proceso de urbanización, la industrialización, que se acelera en los
años treinta y cuarenta, la migración masiva a los centros urbanos y la formación de
un proletariado que ya cuenta por entonces con dirigentes como María Cano, Ignacio
Torres Giraldo y Raúl Mahecha, todo ello acompañado por el eco de acontecimientos
universales como los que hemos reseñado, es lo que va a definir la circunstancia que
propicia en Colombia el surgimiento de una primera generación de filósofos”9.
9 Rubén Jaramillo Vélez, Colombia: la modernidad postergada, Bogotá, Ed. Temis, Argumentos, 1994, págs. 96-97.
Primera
Parte
Nieto Arteta
y la filosofía moderna en Colombia
17
1 Marco Fidel Suárez, La Nación, Barranquilla, marzo 22 de 1921, cita en Jorge Villalón Donoso, Historia de Barranquilla,
Ed. Uninorte, Barranquilla, 2000, pág. 187.
2 Julio Enrique Blanco, El Heraldo, abril 8 de 1990, Historia de Barranquilla, op, cit., pág. 87.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
18 se gestaron las luchas populares de los obreros. De manera, pues, que la patria chica de
Nieto Arteta, sin viejas leyendas ni blasones señoriales tuvo un papel protagónico en la
historia colombiana, especialmente en el origen de nuestro contrahecho capitalismo que
se introdujo por su puerto y de allí bajó por las aguas del río Magdalena a la región andina,
papel que debió influir en Nieto Arteta, sin que él lo hubiese valorado en su obra.
En ese puerto mercantil e industrial vivió Nieto Arteta casi dos décadas de su
breve existencia, en un medio hogareño conformado por su madre, Herminia Arteta
Molina, ama de casa, y su padre, Ángel Maria Nieto Díaz, funcionario mediano de
rentas, ambos de ideas conservadoras que educaron a sus hijos bajo ese espíritu y
disciplina. El niño y adolescente Nieto Arteta era un brillante alumno en toda su vida
estudiantil, tanto que durante la primaria y el bachillerato “recibía tal número de
medallas y menciones honoríficas que no quedaba espacio para prender una más en
su chaqueta”, como dijo expresivamente su mejor biógrafo Cataño Molina3.
3 Gonzalo Cataño, Luis Eduardo Nieto Arteta: esbozo intelectual, Ed. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2002,
pág. 18.
4 Luis E. Nieto Arteta, Un diálogo con el Profesor Kelsen sobre la lógica jurídica, Revista Universidad de Colombia,
Bogotá, 1945, Nº 3 (julio a agosto), págs. 111-131.
Vida y época de Nieto Arteta CA P Í T ULO I
A raíz de su destitución Nieto Arteta regresó al país, sin rumbo definido, por lo cual,
vivió momentos difíciles que no podía compensar con sus clases universitarias, hasta
que logró conseguir una Magistratura en el Tribunal del Atlántico. Tuvo que retornar
a Barranquilla, a la casa materna, para dedicarse al trabajo judicial, a una ciudad
distinta a la que había dejado hacía más de dos décadas, con mayor impulso mercantil
e industrial y otros ambientes intelectuales que no le interesaron, salvo la amistad
con Blanco de La Rosa, un gran pensador del caribe. Para Nieto Arteta, Barranquilla
en esa época era una ciudad “provincialmente pequeño-burguesa y chismosa” que lo
estaba sumiendo en la desesperación y el aburrimiento, como le escribía a su amigo
Betancur5, no obstante sus esfuerzos por agitar el ambiente intelectual del puerto más
importante de Colombia. Por factores desconocidos sumados a su tedio constante en
Barranquilla, Nieto Arteta decidió suicidarse, un 10 de abril de 1956, cuando apenas
tenía cuarenta y dos años y diez meses de edad, en plena producción intelectual.
5 Luis E. Nieto Arteta, Carta a Cayetano Betancur, 6 de marzo de 1955, citada en Gonzalo Cataño, op, cit., pág. 92.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
En los años veinte del siglo pasado se inició en Colombia una verdadera
transformación, “la más importante que hasta ahora se ha vivido”, según Uribe Celis,
porque se dio “el paso definitivo hacia la modernización del país”, mediante “su
inserción en la órbita de la reproducción capitalista”7. Ese paso había comenzado a
insinuarse en el siglo XIX, en 1850, cuando se produjo al decir de Nieto Arteta una
“revolución anticolonial” de tipo “liberal” y “orientación burguesa”, cuyo “significado
histórico” tuvo gran importancia en la vida republicana8. Sin embargo, desde la década
del veinte hasta 1946, especialmente con la aparición y desarrollo de la República
Liberal, fue el gran momento histórico de los cambios económicos, sociales, políticos,
jurídicos, legales, culturales, que algunos autores han caracterizado como la mayor
“tentativa de revolución burguesa” en nuestro territorio colombiano, revolución que
fue sometida a una “pausa”, bajo el gobierno de Santos, y definitivamente clausurada
con los gobiernos de derecha, autoritaria y clerical, de Ospina Pérez, Gómez Castro
y Rojas Pinilla. Como iremos precisando durante éste período histórico iniciado con
la República Liberal y a punto de cerrarse con la dictadura militar se produjo la
voluminosa obra de Nieto Arteta, recogida en pocos libros y dispersa en muchas
revistas y periódicos, obra que fue hija de su tiempo y de sus vicisitudes, la mayor
parte con vigencia para nuestros días.
6 Abel Naranjo Villegas, Generaciones colombianas, Bogotá, Ed. Banco de la República, 1970, págs. 75 y ss.
7 Carlos Uribe Celis, Los años veinte en Colombia, Ideología y Cultura, Bogotá, Ed. Aurora, 1984, pág. 23.
8 Luis Eduardo Nieto Arteta, Economía y Cultura en la Historia de Colombia, Bogotá, Ed. Librería Siglo XX, 1942, págs. 245 y ss.
Vida y época de Nieto Arteta CA P Í T ULO I
nos corresponde resaltar su parte social, política e ideológica, relacionada con las 21
clases populares, fenómeno que también produjo sus huellas en Nieto Arteta. Al
respecto, dijo Mesa: “El país crecía, pues, a un ritmo que no ha tenido repetición
posteriormente; pero la masa de nuestro pueblo permanecía al nivel de la miseria
de 1925. ¡Y hasta descendía de este punto en los prósperos años de la posguerra! El
crecimiento capitalista de Colombia ha determinado la aparición de la tendencia al
empobrecimiento del pueblo trabajador”9. Debido a esta situación se incrementaron
en nuestra tierra las ideas y organizaciones socialistas para luchar contra el problema
denunciado por Mesa; basta recordar que un futuro líder político, Gaitán, defendió
en su tesis de grado de fines de 1924, tales ideas, y que el joven Nieto Arteta militará
más tarde en movimientos socialistas que abandonó por la burocracia relatada. Estas
inclinaciones por el socialismo tuvieron otra influencia externa en todo el mundo,
en ese tiempo, procedente de la Revolución Soviética de 1917 en Rusia y las luchas
proletarias libradas en Europa, fenómenos que se reflejaron en el despertar de nuestros
movimientos populares y en los intelectuales que eran contemporáneos y herederos
del momento histórico que les había tocado vivir, en la proyección revolucionaria.
9 Darío Mesa, Ensayos sobre historia contemporánea de Colombia, Bogotá, Ed. La Carreta, 1975; 4ª ed., págs. 126-127.
10 Francisco Posada, Colombia: violencia y subdesarrollo, Bogotá, Ed. Universidad Nacional de Colombia, 1969, págs. 93-94.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
22 “caudillo del pueblo” que con todos sus altibajos y contradicciones personales e
ideológicas cumplió, al decir de Robinson, un papel de “tábano incontrolable contra
el sistema político y social de Colombia, con tal vehemencia, que solamente con su
muerte fue posible deshacerse de él”. Para este autor, Gaitán introdujo la política
en el siglo XX en nuestro país y las luchas y debates ideológicos que desplazaron a
comunistas y socialistas de la causa revolucionaria11. Esta valoración de Gaitán ha sido
la más profusa; sin embargo, no faltan los autores que desde el tiempo en que vivía
Gaitán hasta el momento actual lo ha calificado de antiliberal, populista, de raíces
maurrasianas, medio fascista y hasta laureanista, críticas injustas que no podemos
ahora enjuiciar, que las encontramos en escritores rigurosos como Gómez García12, y
en el propio Nieto Arteta como veremos enseguida.
En 1933 Gaitán con otros liberales disidentes fundaron un nuevo partido, inspirado
en principios socialistas denominado Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria
- UNIR, que García la valoraba como “una fuerza de combate, nacionalistas y
revolucionaria, dirigida por Estados Mayores reclutados entre la juventud aparecida
bajo el signo de la crisis de los años treinta, con una base social compuesta por el
campesinado, el estudiantado y las clases medias”.
11 J. Cordell Robinson, El movimiento gaitanista en Colombia, Bogotá, Ed. Tercer Mundo, 1976, págs. 180-181.
12 Juan Guillermo Gómez García, Colombia es una cosa impenetrable, Bogotá, Ed. Dintel de León, 2006, págs. 58 y ss.
13 Antonio García, Gaitán: Apogeo y crisis de la República Liberal, Bogotá, Ed. Tercer Mundo, 1983, pág. 45.
14 Gerardo Molina, Las ideas socialistas en Colombia, Bogotá, Ed. Tercer Mundo, 1987, pág. 274.
15 Luis E. Nieto Arteta, Carta a Néstor Madrid Malo, Río de Janeiro, 28 de agosto de 1948, citado en: Gonzalo Cataño, op,
cit., pág. 64.
Vida y época de Nieto Arteta CA P Í T ULO I
Otro factor de peso en las obras producidas por la generación de Nieto Arteta,
fue la recepción tardía de la modernidad en Colombia, impulsada en gran parte por
la República Liberal, impulso que venía gestándose desde los gobiernos liberales del
siglo XIX, recepción que tuvo una postergación con la llegada al poder de la reacción
conservadora, autoritaria y católica, a partir de 1946, la cual perduró hasta la caída
de la dictadura militar. El problema de la modernidad en Colombia, especialmente
en el campo filosófico estuvo estrechamente unido al coloniaje hispano y a la realidad
histórica de España al comienzo y desarrollo de la Edad Moderna. Cruz Vélez en
el mejor estudio que se ha hecho sobre “nuestro pasado filosófico” precisó que el
problema de haber permanecido nosotros de espaldas al pensamiento moderno
que se estaba desarrollando en Europa, durante la dominación hispana, problema
que prevaleció en nuestro medio hasta el período que estamos estudiando, provino
de nuestra “madre patria”, como la llamaban los centenaristas. A la “normalidad
histórica” de España de haberse detenido en el desarrollo europeo que iba por el
rumbo de consolidar el modo de producción capitalista, de tanta importancia en la
18 Danilo Cruz Velez, Tabula rasa, Bogotá, Ed. Planeta, 1991, págs. 23-45.
19 Rubén Jaramillo Vélez, Colombia: la modernidad postergada, Bogotá, Ed. Temis, 1994, págs. 45-46
25
Como bien se sabe, el marxismo es una teoría científica que estudia toda
realidad socio-económica, jurídico-política o cultural, en el sentido amplio de la
palabra, teoría característica de la modernidad europea; al mismo tiempo que es
una “guía para la acción” utilizada por los partidos comunistas y de izquierda en
sus luchas revolucionarias y en la edificación de la sociedad nueva, “guía” que en
muchos momentos ha sido aplicada en forma incorrecta y desastrosa. Se trata,
pues, de una teoría científica que interpreta el mundo en su totalidad y que sirve de
arma poderosa para transformar la totalidad del mundo; por tanto, su historia debe
escribirse teniendo en cuenta ésta situación peculiar del marxismo, que complica
mucho su estudio histórico porque se entrecruzan la ciencia con las luchas populares
y la construcción del socialismo. Aquí solamente vamos a referirnos a la primera
parte de la anterior tesis, por la naturaleza propia del tema: el marxismo en la obra
de Nieto Arteta.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
Para Arico “solamente desde los años veinte” del siglo pasado, “con la formación
del movimiento comunista, se inició en América Latina una actividad sistemática de
edición y difusión de la literatura marxista”. Sin embargo, este autor sostuvo que, desde
mucho tiempo antes, hubo un conocimiento parcial del marxismo, especialmente
gracias a la Comuna de Paris de 1871. Ya en 1870 un periódico obrero mejicano
publicó el Manifiesto Comunista por primera vez en América Latina, y otro periódico
argentino La Vanguardia, en 1894, comenzó a difundir la teoría marxista “en forma
orgánica” y partidista. El fundador y dirigente socialista argentino Juan B. Justo hizo la
traducción directa y completa del primer tomo de El Capital de Marx al español21. En
otros países de América Latina surgieron formidables líderes y pensadores marxistas,
en las primeras décadas del siglo pasado, al estilo de Justo, argentino, de Recabarren,
chileno, MELLA, cubano, Mariategui, peruano, Ponce, argentino.
20 Michael Lowy, El marxismo en América Latina, Antología, Ed. Era, México, 1982, pág. 16 y ss.
21 José Arico, “Marxismo latinoamericano”, en Diccionario de Política (L-Z), dirigido a Noberto Bobbio e Incola Matteucci,
Ed. Siglo XXI, México, 1981, págs. 978 y ss.
22 Gerardo Molina, Las ideas socialistas en Colombia, Bogotá, Ed. Tercer Mundo, 1987, pág. 112.
23 Antonio García, Esquema de una república señorial, Bogotá, Ed. Cruz del Sur, 1977, págs. 25 y ss.
24 Renan Vega Cantor, Gente muy rebelde, Bogotá, Ed. Pensamiento Crítico, 2002, Vol. 4, pág. 97.
El marxismo en Nieto Arteta CA P Í T ULO II
del socialismo marxista fue posterior tuvo como protagonista iniciales a estudiantes 27
e intelectuales y al partido comunista fundado en 1930, que al decir de Montaña
Cuellar “tomaba al marxismo como dogma amputándole sus raíces culturales e
históricas y despojándolo de su carácter de guía para la acción y la interpretación
de la realidad colombiana”, como ocurrió al no haber valorado correctamente
el primer gobierno de López Pumarejo o la lucha revolucionaria de Gaitán25.
Nuestros primeros marxistas en sus luchas populares o en su labor cultural no
tuvieron gran resonancia nacional, menos un reconocimiento en el extranjero.
Fueron figuras menores en el origen y desarrollo del marxismo en América Latina,
nunca alcanzaron la altura intelectual o política de los precursores mencionados:
Justo, Recabarren, Mella, Mariategui o Ponce.
Entre los pioneros del marxismo en Colombia Nieto Arteta figura como un
representante sobresaliente de la primera generación, valoración impugnada por
Sierra Mejía al sostener que él solamente en su juventud tuvo una “inclinación al
marxismo”, sin rigor conceptual de la cual apostató en su madurez para identificarse
con la fenomenología26. De inmediato veremos que ésta crítica es incorrecta, salvo
en su parte final, sin que pretendamos demostrar que Nieto Arteta fue un marxista
convencido y confeso, un portavoz supremo del marxismo primario en el país. No.
Sin embargo, la obra de Nieto Arteta debe figurar como pionera de la aplicación del
marxismo a la economía y cultura de nuestra historia, lo mismo que como teoría
científica de la filosofía moderna. Para acometer nuestra labor vamos a estudiar
dos aspectos del marxismo en Nieto Arteta: uno relacionado con la vinculación que
establecía entre el marxismo y la filosofía; el otro, concerniente a su aplicación en el
estudio de la historia colombiana.
Desde sus años universitarios el joven Nieto Arteta se entusiasmó por la militancia
en la izquierda y las ideas marxistas que empezaban a circular en Colombia, actitudes
que efectivamente abandonó en la madurez por su vida burocrática y otros intereses
culturales como el iuspositivismo y la fenomenología. Sobre su militancia política en
la UNIR e ideológica en el Grupo Marxista, algo dijimos antes, sin que sea necesario
volver a referirnos al asunto. En un breve artículo de 1932, titulado Política socialista
colombiana, confuso y poco profundo, con referencias a De Los Ríos Urrutia y
Spengler, el joven Nieto Arteta de diecinueve años, escribió que el marxismo lo había
hecho realista, en el sentido de orientarlo a “buscar lo existente”, no lo que debía
existir, y a reconocer que cada país tenía que construir su propio socialismo27. Diez
25 Diego Montaña Cuellar, Colombia, país formal y país real, Buenos Aires, Ed. Platina, 1963, pág. 143.
26 Rubén Sierra Mejía, Ensayos filosóficos, Bogotá, Ed. Instituto Colombiano de Cultura, 1978, pág. 118.
27 Luis Nieto, “Política socialista colombiana”, en: Revista Jurídica, Universidad Nacional, Bogotá, 1932, Nos. 225-226,
págs. 292-297.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
28 años más tarde le comunicaba al filósofo Romero que “sus estudios filosóficos y aún
sociológicos se iniciaron con el marxismo”28.
Al año siguiente, 1934, apareció otro escrito abreviado de Nieto Arteta con un título
muy ambicioso y provocativo: Marxismo y liberalismo, sin que se encuentre en el texto
una síntesis polémica entre estas dos corrientes filosóficas tan valiosas en la historia
mundial, sino unas referencias críticas a los “flamantes políticos izquierdistas” del país,
que pretendían realizar “un desesperado injerto de marxismo en la caduca ideología
liberal”. El artículo de Nieto Arteta, pues, no estaba dirigido a la historia de las ideas
políticas enfrentando al liberalismo como expresión del pensamiento burgués con el
marxismo como representante del mundo nuevo. En contados pasajes se enfocó el
tema en su verdadera problemática, cuando Nieto Arteta sostuvo que la lucha de clases
movía la política, lucha que había generado los grandes momentos históricos europeos
en los siglos XVIII y XIX, entre burgueses y aristócratas, capitalistas y proletarios. La
burguesía era revolucionaria en 1789, cuando el proletariado no existía como clase bien
28 Nieto Arteta, Carta a Francisco Romero, Bogotá, Junio 8 de 1942, citado en: Gonzalo Cataño, “Luis E. Nieto Arteta:
Marxismo y participación política”, en: Revista Eco, Bogotá, 1977, Nº 191, pág. 504.
29 L.E. Nieto Arteta, Ensayos históricos y sociológicos, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1978, págs. 17-65.
30 L.E. Nieto Arteta, “En defensa del pensamiento de Marx”, en: Ensayos históricos y sociológicos, págs. 17-19.
El marxismo en Nieto Arteta CA P Í T ULO II
definida con su conciencia política. En Colombia, según Nieto Arteta, la burguesía no era 29
revolucionaria, porque tal papel le correspondía a los obreros, campesinos y artesanos.
En el siglo XIX, la historia de Colombia debía explicarse como la “pugna entre burgueses
y latifundistas, es decir, entre liberales y conservadores”. En el siglo XX, el liberalismo
“unido a los demás partidos reaccionarios” se enfrentaba “abiertamente a los partidos
revolucionarios”, la lucha era definitiva entre la burguesía y las clases oprimidas, lucha
que se reflejaba en la “pugna entre liberales y socialistas”31. Estas son en opinión de
Nieto Arteta las confrontaciones entre liberalismo y marxismo sucedidas en Colombia,
confrontaciones que pueden contener pequeñas verdades, pero presentadas de manera
simple y corriente, como corresponde a un artículo ligero de un joven intelectual.
31 Luis Eduardo Nieto Arteta, “Marxismo y liberalismo”, en: Ensayos históricos y sociológicos, op, cit., págs. 20-23.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
Estos textos de Nieto Arteta pretenden identificar al marxismo con “la morfología
de la historia universal” spengleriana dos escuelas filosóficas difícilmente conciliables.
Los dos textos carecen de rigor conceptual y de poder convincente. Como vimos antes,
en el primero hay una mezcolanza de algunas categorías utilizadas por el marxismo
con otras pertenecientes a Spengler, que no permiten formular ninguna identidad
entre estas escuelas filosóficas; lo que allí se encuentra son unos párrafos literarios de
32 LUIS Nieto Arteta, “Marx y Spengler”, en: Revista Jurídica, Universidad Nacional, Bogotá, Ed. Nacimiento, No. 234,
1934, págs. 37-44.
33 Luis Eduardo Nieto Arteta, Posibilidad teórica de un marxismo spengleriano, en Revista Universidad de Antioquia,
Medellín, Nº 42, 1940, págs. 297-312.
El marxismo en Nieto Arteta CA P Í T ULO II
lecturas hechas por el autor de Engels, Plejanov, Beer, el “camarada Bujarin”, como 31
lo llama familiarmente Nieto Arteta y naturalmente Spengler. Fuera de su crítica al
“psicologismo” spengleriano no hay otra cosa que valga la pena reseñar, salvo un
entusiasmo juvenil de Nieto Arteta al decir que el Segundo Plan Quinquenal de la
Unión Soviética iba a lograr “definitivamente la sociedad socialista sin clases, ante lo
cual desaparecerá el Estado proletario, y consiguientemente la cultura y la civilización
proletarias”34. Esta afirmación basta para entender que por ese tiempo Nieto Arteta
estaba ubicado en los aires ideológicos muy alejado de la residencia en la tierra, donde
el marxismo sitúa el punto de partida de sus reflexiones. En cuanto al segundo texto,
Nieto Arteta se vale de otros argumentos para sustentar la “posibilidad de un marxismo
spengleriano”, posibilidad que no llega a ser tal, porque entre Marx y Spengler hay
más diferencias que semejanzas, y el autor del artículo que ahora comentamos no
suministra razonamientos rigurosos que permitan realizar esa “posibilidad”. El “fluir
heraclitiano de la realidad” y el ser ambas escuelas partidarias de la “transformación
del mundo físico y cultural”, que Nieto Arteta presenta como “semejanzas” de manera
muy escueta, sin argumentos, no constituye una prueba de peso para sostener tales
“semejanzas”, al menos en la forma en que están expuestas. La tercera analogía
que descubre Nieto Arteta resulta completamente equivocada porque es verdad que
Spengler descarta la causalidad en su “morfología” histórica, vitalista e irracionalista
pero para el marxismo se trata de una categoría fundamental de su filosofía, en gran
parte tomada de Hegel que la relaciona con la necesidad y la concatenación universal
de todos los fenómenos del mundo físico o del social. El marxismo nunca niega la
causalidad, todo lo contrario, la exalta porque se trata de un problema objetivo de la
sociedad y la naturaleza. No sabemos de dónde saca Nieto Arteta que el marxismo niega
la causalidad, lo mismo que Spengler, para concluir que es otro factor de semejanza.
36 Oswald Spengler, La decadencia de Occidente, trad. Manuel G. Morente, Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1923, Tomo I, págs.
441-462.
37 Georg Lukacs, El asalto a la razón, trad. de Wenceslao Roces, Ed. Grijalbo, Barcelona, 1972, págs. págs. 384 y ss.
El marxismo en Nieto Arteta CA P Í T ULO II
Como se sabe, ni Hegel ni Marx utilizan en sus obras la triada de tesis, antítesis
y síntesis, como parte sustancial de la dialéctica. Más aún, Hegel critica la triada
porque se presenta como un “esquema sin vida”, como “un instrumento de
formalismo monótono” de naturaleza anticientífica41. Le corresponde a Fichte
el desarrollo de la famosa triada en su Teoría de la Ciencia, que empieza con la
posición de la tesis seguida por la posición de la antítesis y culmina con la posición
de la síntesis42. La dialéctica en Hegel y Marx envuelve todas sus inmensas obras
como principio motor del concepto, del ser natural y social, del pensamiento. La
dialéctica abarca tanto el Ser como el conocer en sus variadas y complejas regiones,
teniendo muchas categorías, por ejemplo: las contradicciones, las negaciones, las
necesidades, las inmanencias. En estas condiciones, las críticas de Nieto Arteta y su
mentor Proudhon, antes resumidas, carecen de rigor, de seriedad, de ponderación.
No se puede criticar una escuela filosófica o un pensador con una argumentación
falaz, como en el asunto que nos ocupa, cuando se sostiene que la dialéctica en Hegel
y en Marx se fundamenta en una serie de movimientos orientados por una triada que
ellos jamás utilizan en su producción teórica; por esto, creemos innecesario entrar
en mayores consideraciones para demostrar la inconsistencia de las críticas de Nieto
Arteta, lo mismo que creemos sobra un pronunciamiento respecto a su actitud in
genua de considerar que la dialéctica de Proudhon, demasiado pobre frente a la de
38 Eduardo Bermúdez Barrera, La dialéctica en Luis Eduardo Nieto Arteta, Barranquilla, Ed. Russell, 1988, 2ª ed., pág. 58.
39 L.E. Nieto Arteta, Dos dialécticas: Marx y Proudhon, en Ensayos, op, cit., págs. 30-52.
40 Nicolat Hartmann, La filosofía del idealismo alemán, trad. de Emilio Estiú, Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1960,
Tomo II, Hegel, pág. 250.
41 G.W.F. Hegel, Fenomenología del Espíritu, trad. de Alfredo Llanos, Buenos Aires, Ed. Rescate, 1991, pág. 92.
42 Johann Gottlieb Fichte, Doctrina de la ciencia, trad. de Juan Cruz Cruz, Buenos Aires, Ed. Aguilar, 1975, págs. 13 y ss.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
34 Hegel y Marx, tiene mayor solidez que la de ellos, por encontrarse situada en la triada
que conduce a la “metafísica”, ingenuidad que entendemos como producto de su
escasa formación filosófica en el momento de escribir sus criticas equivocadas.
En sus estudios marxistas Nieto Arteta se rodea de otros autores como Engels,
Plejanov y Bujarin. Las citas que hace del primero son abundantes en sus ensayos
de orientación marxista seguidas por las de Plejanov, en menor proporción acude
a Marx, Lenin y a veces a la Luxemburgo, a quien llama familiarmente “la genial
Rosa”, de la cual se considera discípulo43. Tiene razón Cataño Molina al decir que “fue
realmente Federico Engels quien más cautivó su atención y de quien extrajo mayores
enseñanzas filosóficas”44. No perdamos de vista que Nieto Arteta, un lector voraz y
al día de las últimas publicaciones, no pudo conocer las obras filosóficas de Marx,
porque en su tiempo eran desconocidas en ediciones castellanas. Vamos a referirnos
enseguida a un breve artículo de Nieto Arteta consagrado a una obra inacabada muy
controvertible y compleja de su mentor Engels, titulada: Dialéctica de la naturaleza
escrita en la década del setenta del siglo XIX. A diferencia de los anteriores ensayos
comentados, la reseña de Nieto Arteta tiene poca extensión con muchas citas de
Engels y una corta de Lenin. Se inicia la reseña con una cita de Engels, donde con gran
modestia reconoce que en la díada intelectual más célebre del siglo XIX su entrañable
camarada Marx “era un genio, nosotros, todo lo más, talentos. Sin él, la teoría estará
muy lejos de ser lo que es. Por eso lleva su nombre con entera justicia”45. Luego entra
a precisar que de la obra de Engels se infiere su tesis de valorar al “materialismo
dialéctico” como “una concepción del mundo y de la vida”, sin haberse percatado
Nieto Arteta que tal expresión no procede de Marx así como tampoco la valoración
de entender tal “materialismo dialéctico” como una “concepción del mundo y de la
vida”, que tanto daño produjo al marxismo por obra de los ideólogos soviéticos de
corte stalinista que deformaron las enseñanzas de Engels. Enseguida Nieto Arteta
recuerda que para Engels: “La naturaleza es la piedra de toque de la dialéctica”,
como lo demuestran “las ciencias naturales modernas” y que el “movimiento es
la forma de existencia de la materia”, movimiento que genera tres leyes claves, a
saber: la relacionada con “la transformación de la cantidad en calidad, y viceversa”,
la correspondiente a la “interpretación de contrarios” y la de “negación”46. Nieto
Arteta destaca escuetamente la parte de Engels destinada a la “humanización del
mono por el trabajo”, exclamando “¡Cuántas teorías sociológicas fluyen de las
consideraciones que Engels explica en este capítulo!”, y finalmente termina la
43 Luis E. Nieto Arteta, Carta a Pedro Rueda M., noviembre 4 de 1949, citado en: Gonzalo Cataño, “Luis E. Nieto Arteta:
Marxismo y participación en política”, en: Rev. Eco, op, cit., pág. 504.
44 Gonzalo Cataño, Luis E. Nieto A.: Marxismo y participación en política, op, cit., pág. 505.
45 Luis E. Nieto Arteta, Dialéctica de la naturaleza de Federico Engels (reseña bibliográfica), Revista Universidad de
Antioquia, Nº 59-60, Medellín, 1943, págs. 533-538.
46 Luis E. Nieto Arteta, Dialéctica de la naturaleza de Federico Engels, op, cit., pág. 535.
El marxismo en Nieto Arteta CA P Í T ULO II
reseña, así: “En la concepción marxista del mundo –materialismo dialéctico– hay 35
una determinada relación entre la filosofía y las ciencias, y la filosofía queda limitada
a las leyes de la lógica formal y a la dialéctica”47. Engels en su afán divulgativo llega a
proponer una definición de la dialéctica, como “ciencia de las leyes universales del
movimiento, de la naturaleza, de la sociedad humana y del pensamiento”48, punto
de partida del lamentable “materialismo dialéctico” creación de los soviéticos y otros
autores que es una especie de catecismo causante de la paralización del marxismo,
que afortunadamente tuvo su entierro de tercera clase con la caída del “socialismo
realmente existente” y del avance del llamado “marxismo occidental” europeo. En
todo caso, por obra de Engels se crean las bases para hablar de una dialéctica de la
naturaleza, otra para la sociedad y una tercera del pensamiento.
47 L.E. Nieto Arteta, Dos dialécticas: Marx y Proudhon, op, cit., pág. 52.
48 Federico Engels, Contra Dühring, Madrid, 1935, Ed. Verruga, trad. de José Bullegos, pág. 199.
49 Franz Mehring, Carlos Marx, trad. de W. Roces, Buenos Aires, Ed. Claridad, 1943, pág. 79.
50 Luis Eduardo Nieto Arteta, “Reportaje”, en: Revista Estampa, Nº 16, Bogotá, marzo de 1939, pág. 16.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
51 Luis Eduardo Nieto Arteta, Economía y Cultura en la Historia de Colombia, op, cit., pág. 7.
52 Jaime Jaramillo Uribe, La personalidad histórica de Colombia y otros ensayos, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura,
1977, págs. 263-264.
53 Rubén Sierra Mejía, Ensayos Filosóficos, op, cit., pág. 154.
El marxismo en Nieto Arteta CA P Í T ULO II
Para concluir esta parte, vale la pena recordar de paso otro estudio de Nieto
Arteta publicado en 1958, dos años después de su muerte, estudio que ha gozado de
gran acogida, escrito en Río de Janeiro, cuando desempeñaba un cargo diplomático,
el cual iba a editarse por el Fondo de Cultura Económica de Méjico, edición
descartada por la brevedad del texto. Se trata del pequeño ensayo: El café en la
sociedad colombiana, que junto a su magnífico trabajo sobre economía y cultura
en nuestra historia, han sido editados en Colombia profusamente porque son obras
clásicas que deben ser estudiadas en todo momento por los economistas, sociólogos,
juristas o filósofos que aspiren a conocer nuestro desarrollo cultural. En este bello
y profundo epítome también resplandece el materialismo histórico cómo método
de investigación de un fenómeno económico, social, cultural, el café, que produjo
una nueva Colombia “que ha creado la economía nacional, ha unido a Colombia a
través de la separación y la diferencia. Es la dialéctica: unir separando”, el Occidente
capitalista, el Oriente coexistiendo “con los viejos módulos económicos”55. El café no
sólo crea mercado, clases, políticas, gobiernos, sino también genera mentalidades.
El café, en cierta forma, tuvo gran incidencia en la recepción de la modernidad, el
modernismo y la modernización en Colombia.
54 Jesús Ferro Bayona, “Luis E. Nieto Arteta y su evolución hacia una fenomenología histórica”, en: Revista Huellas, No. 34,
Barranquilla, 1992, págs. 3-4.
55 Luis E. Nieto Arteta, El café en la Sociedad Colombiana, Bogotá, Ed. Villegas, Breviarios, 1958, pág. 68.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
56 Luis E. Nieto Arteta, “Cartas”, en: Esbozo intelectual de L.E. Nieto Arteta de Gonzalo Cataño, pág. 84.
57 Nieto Arteta, Mensajes bajo un mismo cielo, Cartas de amor de Nieto Arteta, Ed. Gobernación del Atlántico, Barranquilla,
1994, págs. 41 y ss.
39
58 Immanuel Kant, Lógica, trad. de María Jesús Vásquez L., Ed. Akal, Madrid, 2000, pág. 93.
El filosofar moderno de Nieto Arteta CAPÍTULO III
explica con citas de éste autor español. En la quinta parte de su ensayo Nieto Arteta 41
vuelve a la ideología spengleriana del “hombre primitivo”, el “hombre urbano”, las
culturas con sus tránsitos a las civilizaciones59.
A los diez años de publicados los textos, anteriormente comentados, Nieto Arteta
escribe un ensayo meritorio: Husserl y Heidegger. La fenomenología y la analítica
de la existencia, en el cual, ya podemos ver a un estudioso con rigor que va a las
59 Luis E. Nieto Arteta, Virtualidad creadora de la dialéctica, en Revista, Universidad de Antioquia, Nº 48-49, Medellín,
1941, págs. 387-415.
60 Luis E. Nieto Arteta, “Notas sobre la fenomenología”, en: Revista de la Universidad de Antioquia, No. 51 (mayo-junio),
Medellín, 1942, pág. 468.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
42 fuentes directas de dos grandes filósofos, posiblemente los más fecundos del siglo XX
en Occidente, mostrando un dominio de las obras analizadas, por cierto muy difíciles.
No entramos a estudiar el debate propuesto por Nieto Arteta entre los dos filósofos
alemanes, porque nos interesa la parte que Nieto Arteta dedica a la fenomenología de
Husserl con el fin de adentrarnos en su obra sistemática: Lógica y Ontología, donde
está muy presente el filósofo de Prosznitz (Moravia). Nieto Arteta recuerda que Husserl
entiende su fenomenología como un “neocartesianismo” radical, de criticar todo,
incluida la misma fenomenología, de abandonar todo constructivismo, de repudiar
toda posibilidad previamente adoptada, de no partir de supuestos. “Este deseo de
eliminar todo supuesto, dice Nieto Arteta, de abandonar toda posición previa, está
vinculado al método de ‘epoche’, del poner entre paréntesis, del no formular juicios
de existencia”61. La “epojé” de Husserl es mucho más radical que la duda cartesiana,
cuya función es restablecer el dualismo entre la “sustancia pensante” y la “sustancia
extensa”, mientras que la primera tiende a transformar la relación conciencia-objeto,
pone entre paréntesis las cosas a fin de separar la correlación consciente-cosa que es
la intencionalidad de la conciencia. Nieto Arteta toma citas directas de las obras de
Husserl, para ofrecer una síntesis de la fenomenología, así: “Es la ciencia filosófica
fundamental, es el volver a los orígenes y al comienzo radical. La esfera de dicha
fenomenología es la conciencia pura o trascendental. Esta es el reino de lo absoluto
e incondicionado. La fenomenología husserliana quiere transformar la filosofía”62.
Ciertamente Husserl funda la fenomenología como “ciencia estricta”, bajo el lema
de “ir a las cosas mismas”, de comprender directamente las cosas como ellas son,
al margen de teorías científicas o filosóficas que pudieran deformar su comprensión.
La fenomenología es una ciencia eidética, es decir, una ciencia de las esencias, una
analítica de la conciencia, una ciencia del mundo de la vida. Naturalmente que la
anterior síntesis de Nieto Arteta no puede tomarse siquiera como una visión mínima
de la fenomenología que es imposible aprisionarla en unos párrafos, máxime cuando
se trata de una filosofía difícil de comprender de la cual se han desprendido buena
parte de las corrientes filosóficas contemporáneas; además, su creador la sometía
a múltiples oscilaciones, reformulaciones, novedades radicales, que dificultan su
estudio incluso entre los especialistas. No olvidemos que Husserl ha dejado entre sus
inéditos miles de miles de hojas que se guardan en su archivo.
61 Luis Eduardo Nieto Arteta, Husserl y Heidegger. La fenomenología y la Analítica de la existencia, Revista de la
Universidad de Antioquia, Nº 114 (oc.-nov.-dic.), Medellín, 1953, pág. 246.
62 Luis Eduardo Nieto Arteta, Husserl y Heidegger, op, cit., págs. 243 y ss.
El filosofar moderno de Nieto Arteta CAPÍTULO III
desarrollo desde Nieto Arteta hasta nuestros días. Uno de sus cultivadores 43
consagrados, Herrera Restrepo, precisa que nuestro pensador caribeño: “Introdujo
la fenomenología en Colombia y, como Reale, se interesó, de manera especial, por
la ontología fenomenológica de lo jurídico. En este esfuerzo trató de establecer una
relación entre la Teoría Pura del Derecho de Hans Kelsen y Husserl”63. A propósito
conviene recordar que Cruz Vélez, uno de los filósofos más importantes del país,
también hizo un recorrido por los caminos de Husserl y Heidegger, en una obra
clásica para nosotros, donde precisa que la fenomenología del primero es “un
saber fundamental”, pero un “saber sin supuestos” que arranca con el “camino
cartesiano” siguiendo por varios itinerarios históricos para llegar a ser: “La plenitud
y fin de la metafísica de la subjetividad”64.
Cuando Nieto Arteta escribe su Lógica y Ontología, otro tipo de intereses también
rondan por su infatigable mente, de ellos hay uno que la ocupa con mayor intensidad,
ya enunciado, lo mismo que los demás. Se trata del movimiento argentino de la
teoría egológica de Cossio, cuyas base son la fenomenología de Husserl y la filosofía
de Heidegger. A este interés cultural se debe agregar el de más peso: el positivismo
de Kelsen, también comprometido con la obra de Husserl. Por esto, argumenta Nieto
Arteta que la génesis de su obra se encuentra en la elucidación de los cuatro temas
relacionados con los problemas de la “lógica jurídica” y de una “ontología jurídica”
63 Daniel Herrera Restrepo, “Fenomenología”, en: Filosofía actual en perspectiva latinoamericana, Universidad
Pedagógica, Bogotá, 2007, pág. 39.
64 Danilo Cruz Vélez, Filosofía sin supuestos, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1970, págs. 8-104.
65 Gonzalo Cataño, Luis Eduardo Nieto Arteta: esbozo intelectual, op, cit., págs. 69-70.
66 Gonzalo Cataño, Luis Eduardo Nieto Arteta: esbozo intelectual, op, cit., pág. 70.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
Para crear las bases de la ontología pura Nieto Arteta establece un principio:
la realidad tiene sus modos de existir que determinan una regionalización. Se debe
rechazar el monismo y defender la “pluralización ontológica”. Cada esfera de la
realidad es un modo, dice Nieto Arteta, modo que encierra “ciertas conexiones, las
cuales son tensiones, desgarramientos, o posiciones”, que se explican mediante la
“función”, que es “variabilidad, inestabilidad, integración”. En esta parte, Nieto
Arteta suministra la primera definición de la ontología pura “como teoría de la
función”. En las ciencias las funciones cumplen papeles claves; todas ellas tienen
unas “funciones”. Este concepto de función en Nieto Arteta proviene de Spengler,
concepto que filosóficamente carece de sustancia. Nos parece que no cuadra muy
bien en su “ontología pura”.
Ahora bien, para Nieto Arteta “la función está unida a la totalidad”, que “es una
superación de la pura vinculación mecánica”. En cada una de las esferas de la realidad
hay una determinada totalidad: natural, social, jurídica, cultural. En un breve ensayo
anterior a la obra que estamos reseñando dedicado a la totalidad, la define como la
“coexistencia de la unidad y la pluralidad, la unicidad y la multiplicidad”68, definición
que reproduce en su Lógica y Ontología, que en cierta forma sigue la directriz kantiana
de ésta categoría, sin que Nieto Arteta sea muy afortunado en analizarla, porque en
la línea hegeliana y marxista, la totalidad se comprende más allá de la suma de las
67 Luis E. Nieto Arteta, Lógica y Ontología, Ed. Cincuentenario del Atlántico, Barranquilla, 1960, pág. 9.
68 Luis Eduardo Nieto Arteta, “Introducción al estudio de la totalidad”, en: Revista Colegio Mayor del Rosario, Nos. 396-
398, Bogotá, 1946, págs. 31-35.
El filosofar moderno de Nieto Arteta CAPÍTULO III
Para cerrar el capítulo I, Nieto Arteta ofrece una definición global, de la ontología
pura, así: “Es una teoría de la función, de la totalidad, de la unidad y división de
contrarios, de la unidad y división de la inmanencia y la trascendencia, es una
determinada concepción de las categorías fundamentales de las varias esferas de
la realidad, es una categoría pura del condicionamiento recíproco y funcional. La
ontología pura es una teoría del complejo categorial de todas las esferas de la realidad.
Es una teoría pura, así como las ontologías son unas dialécticas regionales”70. Aquí
tenemos una compresión completa de lo que debe entenderse por “ontología pura”.
“Todo pensamiento tiene una unidad ideal”, que se integra como una “totalidad”,
como “un recíproco y simultáneo condicionamiento de las partes con el todo”. Dice,
69 Luis E. Nieto Arteta, Lógica y Ontología, Ed. Cincuentenario del Atlántico, Barranquilla, 1960, pág. 9.
70 Luis E. Nieto Arteta, Lógica y Ontología, op, cit., pág. 15
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
46 Nieto Arteta que “si la ontología pura es una teoría de la totalidad, será no debe
sorprender esa afirmación, una ontología de los pensamientos”71. En este sentido,
la lógica es el descubrimiento de una determinada objetividad, dada por elementos
esenciales y la estructura de todo pensamiento como totalidad. La ontología debe
diferenciarse de la lógica, porque tienen objetos diversos. La ontología descubre,
analiza y describe el modo del Ser, al paso que la lógica ejecuta esas mismas funciones
por el lado del acto del pensar. La lógica no es teoría del objeto, sino del pensamiento,
sin elementos psicológicos. Sin embargo, ontología y lógica no pueden separarse
radicalmente, entre las dos hay estrechas relaciones y grandes distinciones. Ya hemos
visto, que la lógica pura es ontología de los pensamientos, los pensamientos como
totalidades, ahora corresponde precisar con la fenomenología que es “una teoría de
la ciencia”. Hay, pues, tres formas de abordar la lógica pura, todas valiosas, ellas
sirven para proyectarse en las lógicas regionales. “Las lógicas regionales describen
la estructura pura de cada uno de los distintos pensamientos regionales”. “Hay
solamente lógicas regionales del conocimiento de lo natural, de lo jurídico y de lo
social”, según criterio de Nieto Arteta, que no respalda con argumentos, porque de
ese tipo de lógicas que denomina “regionales” se pueden presentar muchas más al
estilo de lo político, lo científico, lo cultural.
Para Nieto Arteta, la lógica pura tiene otro tema: “la relación entre la lógica formal
y la lógica transcendental. La primera estudia la “estructura pura del pensamiento, los
elementos esenciales de los pensamientos, y las conexiones entre éstos”. La segunda
estudia la “constitución de los objetos en la conciencia”. La vinculación entre la lógica
formal y la lógica trascendental, a criterio de Nieto Arteta, ofrece tres posiciones:
identidad de ambas lógicas en todas las lógicas regionales, identidad en una sola de
esas lógicas o distinción en todas o en una de ellas. Nieto Arteta concluye que “en
todas las lógicas regionales se da una identidad de la formal con la trascendental”72.
Como síntesis de las varias ontologías y lógicas regionales Nieto Arteta fija su
posición, así: “1º. Es posible descubrir una lógica jurídica y otras lógicas regionales;
2º. Hay una identidad de las lógicas formal y trascendental en la jurídica; 3º. Es una
identidad que también se da en las otras posibles lógicas regionales y 4º. La ontología
de la experiencia jurídica es el supuesto de la lógica del conocimiento jurídico”73.
Es fácil observar que al interior de sus estudios sobre ontología y lógica puras Nieto
Arteta está siempre atento a las reflexiones de temas y problemas jurídicos, desde un
punto de vista iusfilosófico que será en el futuro el núcleo central de su vida cultural.
El interés de Nieto Arteta es demostrar que las contradicciones son lo más significativo 49
de la vida, porque posibilitan la “dialéctica existencial” y originan una “nueva ontología
regional”78. La misión principal de ésta ontología regional es descubrir las “antinomias”
que rodean la vida precisadas por Nieto Arteta a lo largo del capítulo V de su obra,
comenzando por la de “existencia-esencia” que a duras penas enuncia sin detenerse
a estudiarla. En segundo lugar sitúa la “antinomia” de libertad y necesidad, que en el
pasado se debatía entre los partidarios del “libre arbitrio” y los deterministas. “La vida no
es solamente libertad, dice Nieto Arteta. Es también necesidad, más no una necesidad de
naturaleza causal, que si lo fuera, no habría libertad –el determinismo consecuente creyó
en una necesidad de rango material–. En el tener que decidir se expresa la necesidad”79.
A simple vista puede apreciarse que Nieto Arteta desconoce las relaciones dialécticas que
hay entre libertad, necesidad, causalidad y casualidad, que a la ligera señalamos antes al
estudiar el marxismo en Nieto Arteta. Su actitud se mueve en el subjetivismo idealista de
la “decisión” como factor mediante el cual gira la sociedad y el ser humano. Es cierto que
los fenómenos naturales operan al margen de la actividad humana, pero en la vida social
gracias a ella se realiza la historia sujeta a leyes causales, donde la libertad y la necesidad
discurren dialécticamente. La libertad es la conciencia y la superación de la necesidad.
Engels, el admirado maestro de Nieto Arteta, dice: “La libertad no reside, pues, en una
soñada independencia de las leyes naturales, sino en la conciencia de estas leyes y en la
posibilidad que lleva aparejada de proyectarlas racionalmente sobre determinados fines”.
Más adelante, precisa: “El libre arbitrio no es, por tanto, según eso, ni puede ser otra cosa
que la capacidad de decidirse con conocimiento de causa”. Y luego concluye: “La libertad
consiste, pues, en el dominio de nosotros mismos y de la naturaleza exterior, basado en
la conciencia de las necesidades naturales y sociales; es, por tanto, forzosamente, un
producto de la evolución histórica”80.
78 Luis E. Nieto Arteta, “Hacia una ontología dialéctica de la existencia”, en: Revista Ideas y Valores, Instituto de Filosofía,
Universidad Nacional, Bogotá, No. 2, 1951, pág. 120.
79 Luis E. Nieto Arteta, Hacia una ontología dialéctica de la existencia, op, cit., pág. 121.
80 Friedrich Engels, La subversión de la ciencia por el señor Eügen Dühring, trad. Manuel Sacristán, Ed. Grijalbo, 1977,
pág. 117.
81 Luis E. Nieto Arteta, Hacia una ontología dialéctica de la existencia, op, cit., pág. 122
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
50 Nieto Arteta encuentra la lucha entre “objetividad” y “subjetividad” como otra expresión
de la unidad y división de contrarios en la existencia, siendo la primera la “racionalidad”
y la segunda la “irracionalidad”. Dice Nieto Arteta que “el hombre es ángel y bestia.
Objetividad y división de la materia y el espíritu”, frases comunes y corrientes que no
ayudan mucho a comprender la vida humana como “ontología dialéctica”82.
82 Luis E. Nieto Arteta, Hacia una ontología dialéctica de la existencia, op, cit., pág. 123.
83 Luis E. Nieto Arteta, Hacia una ontología dialéctica de la existencia, op, cit., pág. 126.
El filosofar moderno de Nieto Arteta CAPÍTULO III
Después de ésta confusa definición vuelve con su deslinde entre “ser natural” y
“ser social” que figura en varios ensayos de Nieto Arteta, quien insiste que el primero
84 Luis Eduardo Nieto Arteta, Obras selectas, Ontología de lo económico, Bogotá, Imprenta Nacional, 1983, pág. 39.
85 Luis Eduardo Nieto Arteta, Ontología de lo económico, op, cit., pág. 40
86 Luis E. Nieto Arteta, “Ontología de lo social”, en: Revista Jurídica, Ed. Universidad Nacional, Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas, No. 24, 1954, pág. 4.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
52 se rige por causas y efectos, donde la “decisión” humana está ausente; mientras que
el segundo se orienta por medios y fines, mediatizados por la “decisión”, sin la cual
“no puede darse lo social”. Como vimos, Nieto Arteta adopta la dicotomía naturaleza-
sociedad proveniente de la sociología de su tiempo, y también la diferenciación de
Rickert entre “ciencias naturales” y “ciencias culturales o espirituales”, para explicar
todos los fenómenos de la sociedad humana, diferenciación que ha sido siempre
cuestionada por su carácter subjetivista, ya que el conocimiento dependería en buena
parte de la imaginación del analista y de su formación profesional en el estudio de los
fenómenos sociales; por lo cual, podrían presentarse tantas tesis como investigadores.
Enseguida Nieto Arteta formula una proposición fútil: “Las realidades sociales
se crean espontáneamente”, teniendo como “categorías fundamentales: la conexión
entitativa, la dependencia y la producción”87; categorías que no son explicadas, sino
que el autor pasa a hablar de la “decisión” como la palanca que mueve al mundo
de lo social, actitud subjetivista que criticamos antes. Hemos calificado de fútil la
proposición de Nieto Arteta porque todo lo que ocurre en la sociedad está sujeto
a leyes que, naturalmente, las protagonizan los seres humanos, pero no “se crean
espontáneamente”, como cree el autor de Lógica y Ontología. De ahí en adelante
Nieto Arteta procede a establecer otra diferencia candorosa entre “experiencia
social” y “experiencia jurídica”, en la segunda “hay un condicionamiento de deberes
jurídicos y derechos subjetivos, condicionamiento funcional”, en la primera hay “una
tensión recíproca de medios y fines”. “En la realidad jurídica, dice Nieto Arteta, el
deber ser es la conexión entre el antecedente y la consecuencia, y en la realidad social
es el descubrimiento y aprehensión del significado intencional de los hechos sociales
–inserción de los valores en la realidad social”88. Entre estas “realidades” hay analogías,
porque “ambas son una expresión de la vida humana, de la vida humana viviente”.
En lo social se realiza la existencia con sus variaciones históricas, los vínculos entre la
“decisión y el hecho social”. Se trata de la unidad y división del hombre y el mundo.
Aquí Nieto Arteta acude a Heidegger, sin que encontremos mucho sentido en la
referencia al gran filósofo alemán. Dice Nieto Arteta: “La existencia es el estar en
el mundo de que habla Heidegger. Pero es estar en el mundo -unidad y división del
hombre y el mundo- que produce la forzosidad óntica de la decisión. Es estar en el
mundo creándolo”89. Ese “estar en el mundo” poco tiene que ver con la “decisión”
que Nieto Arteta considera lo más importante en la “ontología de lo social”.
Para Nieto Arteta la “realidad social”, como él la entiende, tiene varias “notas
distintivas”: una de ellas es la “individualidad” basada en la “decisión” humana
54 de la realidad que generan “ontologías regionales”, y con la “lógica pura” y sus “lógicas
regionales”. El pensamiento racional no pertenece a ninguna de las anteriores divisiones
filosóficas. Ese pensamiento es “propio de la razón”, sin que se halle “condicionado
gnoseológicamente en forma inmediata”, es decir, tiene relación con la realidad; pero,
con una “peculiaridad: es una realidad desprovista de todo contenido, bien sea el
descubierto por la ontología pura o el aprehendido en las ontologías regionales”. Se trata
de un “pensamiento abstracto más no incondicionado, un pensamiento que no está
vacío de contenido pero que tampoco aprehende la materia de una determinada esfera
de la realidad. No se identifica con el pensamiento ontológico puro. Es, sin embargo,
un pensamiento puro”93. Nieto Arteta enumera unos “conceptos” característicos del
pensamiento racional, a saber: finito e infinito, autonomía y dependencia, sustancia y
accidente, objetividad y subjetividad, posibilidad e imposibilidad, ser y no ser.
Más adelante, al hablar Nieto Arteta, “de los conceptos puros de la razón”,
en la categoría de modalidad, presenta la siguiente tabla: “Ser-no ser (existencia);
cualidad-defecto (modo); unidad-pluralidad (cantidad); posibilidad-imposibilidad
(contenido); infinito-finito (límite); autonomía-dependencia (relación); sustancia-
accidente (conexión); objetividad-subjetividad (situación); esencia-hecho (dimen-
sión); materia-forma (ente) y necesidad-continencia (realización)”94. Las tablas de
los sistemas categoriales se han elaborado, desde la antigüedad permaneciendo, más
o menos iguales, salvo con algunas modificaciones introducidas por los filósofos en
diferentes tiempos, sin que podamos ahora registrar esa historia. Al respecto, basta
citar dos ejemplos muy ilustres: Aristóteles, en sus Categorías, de los Tratados de
Lógica (Organón), establece una lista de diez categorías o predicamentos, a partir
de la “sustancia” y sus determinaciones: entidad, cantidad, calidad, relación, lugar,
tiempo, acción, pasión, situación, hábito95. Y Kant en su Crítica de la Razón Pura,
siguiendo de cerca al Estagirita retoma el tema de las “categorías”, pero advierte
que en su “desarrollo se aparta notablemente” de Aristóteles, así: “Cantidad
(unidad, pluralidad, totalidad); Cualidad (realidad, negación, limitación);
Relación (inherencia y subsistencia), (causalidad y dependencia), (comunidad);
Modalidad (posibilidad-imposibilidad), (existencia-no existencia), (necesidad-
contingencia)”96. Mencionamos esta circunstancia histórica, sin comentario
alguno, para significar que la tabla de Nieto Arteta, que antes transcribimos,
carece de originalidad. Por su lado, Nieto Arteta acude a Husserl para citar sus
“categorías objetivas formales o puras” de “objeto, situación objetiva, unidad,
Para terminar el capítulo Nieto Arteta hace una diferenciación entre “dialéctica
pura” que “realiza una descripción y un descubrimiento fenomenológico del
contenido contradictorio de cualquier esfera de la realidad –la unidad del mundo”
y “dialéctica de la razón” que analiza “las antinomias que se dan en el auténtico y
propio pensamiento racional”. Nieto Arteta afirma que la “dialéctica de la razón es
una dialéctica regional ante la dialéctica pura”. No se puede identificar “la lógica
pura y la dialéctica de la razón”, que es “pura lógica”. Las frases finales de su obra
son: “No puede hablarse de una lógica de la razón en el sentido de una descripción
del contenido de la razón como realidad o de las variaciones incesantes de la razón
como realidad. Si hay una ontología de la razón ella es la del auténtico pensamiento
racional. Por eso, la dialéctica de la razón es pura lógica”97. No es difícil descubrir la
estirpe husserliana en éste capítulo final de la obra de Nieto Arteta, que con todos
los altibajos que tiene lo sitúa según hemos señalado varias veces como un pionero
de la filosofía moderna en Colombia, que intentó armonizar varias tendencias del
pensamiento característico de la modernidad europea no fáciles de conciliar, como
marxismo y fenomenología, para dar un ejemplo.
Como dijimos, en este apartado que pone fin a nuestro estudio, vamos a comentar
otro capítulo de Lógica y Ontología, porque se dedica a un tema de filosofía del
derecho, materia de la presente sección. De una vez precisemos que Nieto Arteta
consecuente con su adhesión al filosofar visto antes lo aplica al derecho; por lo cual,
también debe reconocerse como un pionero de la filosofía moderna en Colombia,
junto con Carrillo Luquez, Naranjo Villegas y Betancur Campuzano estudiados en el
libro que el lector tiene entre manos. Como veremos, Nieto Arteta es un valioso
ideólogo en éste campo, tanto que el historiador norteamericano Kunz dice: “En
la filosofía jurídica contemporánea con orientación actual, la figura más destacada
en Colombia es Luis Eduardo Nieto Arteta”98. Y el filósofo español Recaséns-Siches
98 Josef L. Kunz, La filosofía del derecho latinoamericano en el siglo XX, trad. Luis Recaséns-Siches, Ed. Losada, Buenos
Aires, 1951, pág. 163.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
58 lo cataloga como: “Uno de los pensadores jurídicos más esclarecidos, más alerta
y más fecundo de Hispanoamérica en los actuales días”99, Sin duda, la producción
iusfilosófica de Nieto Arteta para su tiempo tuvo gran importancia, supera en
cantidad. y calidad a todos sus escritos de filosofía general, y a los relacionados con
el marxismo, rápidamente analizados; sólo puede equipararse en relevancia con sus
obras dedicadas a historia de Colombia o a la sociología.
Vimos en el apartado precedente que Nieto Arteta al iniciar su obra comentada dice
que su origen es la “elucidación” de “cuatro problemas” que destacamos, problemas
relacionados con la “posibilidad” de una “lógica jurídica” y una “ontología de la
experiencia jurídica”, tarea que ya había sido emprendida por Schreier y Kaufmann
en el seno de la misma escuela vienesa, sin muchos resultados. En el capítulo que
pasamos a comentar enseguida, que nos sirve como bisagra entre la filosofía general y la
jurídica en Nieto Arteta, el autor se propone despejar particularmente la “posibilidad”
de una “lógica jurídica” y una “ontología de la experiencia jurídica” apoyándose en la
fenomenología de Husserl, la teoría pura del derecho de Kelsen, la teoría egológica de
Cossio, y en algunas obras de Schreier, Scheler, Lask, Recasens-Siches, Legaz y Lacambra.
99 Giorgio Del Vecchio y Luis Recasens-Siches, Filosofía del Derecho, Estudios de Filosofía del Derecho, trad. Luis Recaséns-
Siches, Ed. Uteha, México, 1946, Tomo II, pág. 443.
100 Luis Eduardo Nieto Arteta, “Lógica y Ontología en la esfera de lo jurídico”, en: Revista Universidad de Antioquia, No.
110, Medellín, 1953, pág. 218.
101 Luis Eduardo Nieto Arteta, Lógica y Ontología en la esfera de lo jurídico, op, cit., pág. 226.
Nieto Arteta y la filosofía jurídica moderna CAP Í TULO IV
jurídica. Ninguna realidad jurídica puede concebirse sin los tres elementos indicados, 59
que son sus “categorías jurídicas fundamentales”. Ni el “objeto de la relación jurídica”
ni “el sujeto de derecho” son parte de dichas “categorías”, el primero porque “toda
labor vital tiene un objeto”, y el segundo debido a que el ser humano, la persona, “es
el ente que cumple los deberes jurídicos y ejercita los derechos subjetivos, el ente que
vive la realidad jurídica”102. Hay otro factor que debe destacarse: “la realidad jurídica
es una realidad estimativa y valiosa”, dice Nieto Arteta exaltando a su amigo Cossio
como al autor que hizo posible un análisis exhaustivo de los valores y a Lask por haber
sostenido que “el derecho pertenece al reino de la cultura”. Los valores jurídicos se
concretan en la positividad del derecho, según las enseñanzas de Kelsen103.
Hechas las anteriores consideraciones Nieto Arteta dice que “se puede elucidar
el diverso contenido de la lógica jurídica formal y trascendental” siguiendo a Cossio.
Sin que Nieto Arteta explique lo que sigue conviene recordar que para el pensador
argentino, la “ontología jurídica” es la parte sustancial de su teoría egológica, la
que “justifica la filosofía del derecho”, ontología elaborada a partir de la idea de
Husserl sobre las “ontologías regionales” y de la clasificación de Müller en torno
a los objetos. La lógica jurídica formal en Cossio, viene a ser la contrapartida de
la ontología jurídica, que recae sobre las “acciones, conductas”, mientras que la
primera se orienta hacia los “conceptos, el logos”, que se estudia “desde dos ángulos:
102 Luis Eduardo Nieto Arteta, Lógica y Ontología en la esfera de lo jurídico, op, cit., pág. 221.
103 Luis Eduardo Nieto Arteta, Lógica y Ontología en la esfera de lo jurídico, op, cit., pág. 224.
104 Luis Eduardo Nieto Arteta, Lógica y Ontología en la esfera de lo jurídico, op, cit., pág. 228.
105 Carlos Cossio, La teoría egológica del derecho: su problema y sus problemas, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1963,
págs. 9 y ss.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
En el campo del derecho y la filosofía jurídica Nieto Arteta tuvo varias influencias,
pertenecientes todas a la modernidad burguesa; las más duraderas e importantes
fueron las procedentes de la teoría egológica de su admirado amigo Cossio, y la teoría
pura del derecho de su “egregio maestro” Kelsen, a quien conoció en Estados Unidos
cuando era diplomático en 1945, como vimos al comienzo al hablar de su vida. Al
respecto, cabe recordar que Cossio es uno de los primeros en introducir y divulgar
la teoría pura del derecho en Argentina y Latinoamérica, teoría de la cual se aparta,
bajo la consigna de “superar a Kelsen sin abandonarlo” y de otra más ilusoria basada
en la necesidad de “hacer kelseniano a Kelsen”109; pero, siempre reconociendo que
es el más “valioso jurista de la época contemporánea”. Por su parte, Kelsen formula
un juicio sobresaliente de Cossio, en carta a Kunz: “Es un hombre de gran talento,
imbuido por un interés verdaderamente apasionado por la filosofía del derecho. Es
una personalidad fascinante y sus contribuciones a la teoría del derecho deben ser
tomadas en serio, aunque yo no pueda aceptar”110. En su obra póstuma, Kelsen se
106 Carlos Cossio, La teoría egológica del derecho, op, cit., pág. 70.
107 Luis E. Nieto Arteta, “Lógica del deber ser y ontología jurídica. Entorno a la última obra del Pr. Carlos Cossio”, en:
Revista Universidad Nacional de Colombia, No. 4, 1945.
108 Luis E. Nieto Arteta, Lógica y Ontología en la esfera de lo jurídico, op, cit., pág. 236.
109 Carlos Cossio, La teoría egológica, op, cit., pág. 359.
110 Hans Kelsen, Teoría General de las Normas, trad. Hugo C. Delory Jacobs, Ed. Trillas, México, 1994, pág. 335.
Nieto Arteta y la filosofía jurídica moderna CAP Í TULO IV
Nieto Arteta como buen discípulo de los dos grandes juristas citados tiene la
pretensión de ir más lejos que ambos, en la teoría jurídica y la filosofía del derecho,
pretensión que no alcanza a realizar cabalmente, porque parte de Cossio para superar
a Kelsen, sin lograr la superación de las teorías de sus maestros. Como veremos, Nieto
Arteta acepta en gran parte la teoría de Kelsen; pero, siguiendo a Cossio, cree que esa
teoría es una “mera lógica jurídica”, relacionada con el “deber ser”, lógica diferente
al “ser” de la lógica tradicional, posición que criticamos de manera fugaz, porque
la teoría de Kelsen cubre muchos espacios conceptuales, no sólo la lógica jurídica,
que también la incluye en su doctrina. Antes vimos que Nieto Arteta va más allá
que Cossio al considerar que la teoría pura del derecho es simultáneamente “lógica
jurídica formal” y “lógica jurídica trascendental”, esto es, al mismo tiempo tiene
funciones de “lógica del pensamiento jurídico” y “lógica del conocimiento jurídico”,
sin que ésta adición o complementación solucione las objeciones vistas.
111 William Ebenstein, La Teoría Pura del Derecho, trad. J. Malagón y A. Pereña, Ed. F.C.E., México, 1947, pág. 18.
112 Luis Eduardo Nieto Arteta, “Kant, Stammler y Kelsen, vida y pasión del formalismo jurídico”, en: Revista Derecho, Nº
49, Medellín, 1939, págs. 704 y ss.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
62 por la normatividad es la única y más importante realidad jurídica, sin que interese
a la ciencia del derecho el contenido social, político o económico que sustente esa
normatividad. Otro presupuesto de Kelsen citado por Nieto Arteta es la distinción
entre el “deber ser” y el “ser”, perteneciendo el derecho al primer orden regido por
la imputación, no por la causalidad. En esta ocasión Nieto Arteta nada dice sobre tal
distinción de mucha importancia en la teoría pura del derecho; que, en cierta forma
guarda relación con otra diferencia entre mundo sensible y mundo inteligible de
larga tradición en la historia de la filosofía occidental, a partir de Parménides y Platón,
pasando por Kant que la profundiza, hasta llegar a nuestro tiempo. Nieto Arteta,
sin hacer una crítica rigurosa al formalismo kelseniano, por descuidar el mundo, la
sociedad o el individuo, en la creación y desarrollo del derecho, finaliza su ensayo
diciendo que ese formalismo debe superarse, mediante un “humanismo jurídico”
que ni precisa ni se sabe en qué consiste113.
En una breve reseña a la obra más conocida de Kelsen: La teoría pura del derecho,
con prólogo de Cossio, editada por vez primera en español, en Argentina, Nieto Arteta
hace un análisis rápido de esa teoría precisando que se trata de una ruptura profunda
con la “ciencia jurídica tradicional”, que mediante la “pureza teórica” se establece
una “diferencia irreductible” entre la política o la sociología y la nueva “ciencia
jurídica” fundada en la “norma” proveniente del “deber ser”, el cual, según Cossio es
de doble naturaleza: “lógico” y “axiológico”. Destaca Nieto Arteta que para Kelsen el
orden jurídico no puede entenderse sin Estado; por tanto, Estado y orden jurídico se
identifican realizando la unidad del objeto de conocimiento jurídico, que la “ciencia
jurídica tradicional” había duplicado inútilmente haciendo del Estado y el derecho
dos realidades diversas. También se refiere Nieto Arteta, en su reseña, a la famosa
“pirámide hipotética fundamental” sobre la cual se levanta todo el ordenamiento
jurídico, norma fundamental que “no es más que una hipótesis creadora de la unidad
del orden jurídico o estatal”. Termina su reseña con un interrogante, en el sentido
de preguntar sí con la fenomenología se podría contribuir a la superación de algunos
obstáculos existentes al interior de la teoría pura del derecho114.
Más tarde, Nieto Arteta escribe un ensayo que pretende ser la “interpretación
exacta de la teoría pura del derecho” apoyado en Cossio que ve en ésta teoría una
“lógica jurídica formal”, como sabemos; tesis también sostenida por Recaséns Siches,
pero no de manera tan radical, sino entendiendo la teoría pura, parcialmente, como
aplicación de la lógica general al derecho. Este filósofo español, a quien también
113 Luis Eduardo Nieto Arteta, Kant, Stammler y Kelsen, op, cit., pág. 718.
114 Luis Eduardo Nieto Arteta, “La teoría pura del derecho”, en: Revista de Universidad de Antioquia, Nº 48-49, Medellín,
1941, págs. 521-523.
Nieto Arteta y la filosofía jurídica moderna CAP Í TULO IV
sigue Nieto Arteta, en forma crítica, formula otra tesis sugerente, bajo la consigna de 63
“deskantianizar” a Kelsen, en la construcción de la “norma hipotética fundamental”,
porque deja al derecho en el aire. Todo el ensayo de Nieto Arteta se concreta en
adherir a la tesis de Cossio de sostener que Kelsen es el gran “descubridor de la
lógica jurídica”, lógica que no tiene contactos con la tradicional, cuyo objeto es el
“ser”, mientras que aquella se consagra al “deber ser”, donde hay un dualismo
fundamental, entre el “deber ser lógico” y el “deber ser axiológico”, conceptos
procedentes de Cossio que no vamos a tratar. Para Nieto Arteta, la interpretación de
la teoría pura del derecho que suministra Cossio la más novedosa y exacta115.
En el año de 1945, cómo sabemos, Nieto Arteta tuvo el feliz encuentro con su
“egregio maestro” Kelsen, en Estados Unidos, donde estaba exiliado, por la dictadura
nazista; encuentro que relató como “Diálogo”, sin que tenga los requisitos de ser
una entrevista o reportaje, porque se halla más cercano a la narración periodística.
El propósito de Nieto Arteta era dialogar con Kelsen sobre dos temas y problemas de
la teoría pura del derecho: el primero, conocer su criterio sobre los planteamientos
de Cossio de considerar su “teoría” como simple “lógica jurídica”, tesis siempre
rechazada por Kelsen con toda razón; la cual, según Nieto Arteta fue aceptada
parcialmente en su visita, sin que compartamos los argumentos dados por él, para
formular tal posición que sólo se respalda en escritos de gratitud de Kelsen hacia
Cossio, por su interés en torno a su obra. El segundo consistió en averiguar con
Kelsen su actitud frente a una “relación entre la fenomenología y la teoría pura del
derecho”, que había sido iniciada por dos discípulos suyos y de Husserl, los juristas
Schreier y Kaufmann, relación que tampoco fue admitida por Kelsen, debido a que
su teoría no necesita de otras ciencias o filosofías, se basta por sí sola. Ninguno de
los dos rechazos hechos por Kelsen, en el “diálogo”, fueron compartidos por Nieto
Arteta, toda vez que él si creía que la teoría pura del derecho debía entenderse como
lógica jurídica, y la fenomenología podía servir mucho para el desarrollo de la teoría
kelseniana116. En la primera parte de nuestro estudio señalamos que la vida y la
obra de Nieto Arteta deben entenderse como productos de la República Liberal y
del ideario lopista. Como remate a la relación de Nieto Arteta con la teoría pura del
derecho hay que destacar que, en el momento histórico de su difusión en Colombia
correspondiente al período indicado, se halla al servicio del liberalismo triunfante
en su valoración del Estado y el derecho, fenómenos socio-jurídicos y políticos que
en el pasado anterior a la República Liberal tenían una orientación fundada en un
iusnaturalismo católico de corte reaccionario, confesional, que era la ideología del
115 Luis Eduardo Nieto Arteta, “La interpretación exacta de la Teoría Pura del Derecho”, en: Revista Universidad de
Antioquia, No. 50, Medellín, 1942, págs. 221-236.
116 Luis E. Nieto Arteta, Un diálogo con el Profesor Kelsen sobre la lógica jurídica, op, cit., págs. 111-131.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
El corto ensayo de Nieto Arteta contiene como su título indica, temas y problemas
de lógica, fenomenología y formalismo jurídico, que se distribuyen en cinco capítulos
reveladores de una notable formación jurídica y filosófica de su joven autor, de tan
sólo veintiocho años, quien respalda sus tesis en Kant, Husserl, Scheler, Kelsen,
Stammler, Duguit, Treves, Gurvitch, Bonnecase, Celms, Muller, Cossio, Recasens,
García Morente, Romero, Xirau, esto es, en un grupo selecto de filósofos y juristas
117 Rafael Gutiérrez Girardot, Introducción a la filosofía moderna en Colombia, en Hispanoamérica: imágenes y
perspectivas, Ed. Temis, Bogotá 1989, pág. 308.
Nieto Arteta y la filosofía jurídica moderna CAP Í TULO IV
118 Luis E. Nieto Arteta, Lógica, fenomenología y formalismo jurídico, Ed. Universidad del Litoral, Santa Fe, 1942,
págs. 5-16.
119 Luis E. Nieto Arteta, Lógica, fenomenología y formalismo jurídico, op, cit., pág. 9.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
66 Arteta no pudo conocer una obra fundamental de Husserl, Lógica formal y Lógica
trascendental, obra en la cual se establecen las relaciones entre las dos lógicas,
publicada en 1929, cuya traducción al español se hizo en 1962, por Villoro.
En el orden de cosas visto, otro problema de lógica jurídica tratado por el joven
Nieto Arteta se refiere a la teoría del conocimiento Jurídico, que estudia las esencias o
categorías formales que objetivan los contenidos variables y contingentes de la realidad
o experiencia jurídica. No son “simples pensamientos formales”, representan un
orden de la realidad jurídica que tiene en ella sus supuestos ontológicos. “Si la lógica
es el estudio y análisis de las estructuras formales, dice Nieto Arteta, la lógica jurídica
será el estudio y el análisis de las estructuras ideales y específicas de la realidad
jurídica”120. Más adelante precisa Nieto Arteta: “La lógica jurídica es el estudio de la
forma pura de la cognoscibilidad de lo jurídico”121.
Todo conocimiento jurídico tiene las “mismas estructuras formales, las mismas
esencias formales, sin las cuales no se concebirían ni la realidad jurídica, ni el objeto
del conocimiento jurídico”122.
120 Luis E. Nieto Arteta, Lógica, fenomenología y formalismo jurídico, op, cit., pág. 17.
121 Luis E. Nieto Arteta, Lógica, fenomenología y formalismo jurídico, op, cit., pág. 17.
122 Luis E. Nieto Arteta, Lógica, fenomenología y formalismo jurídico, op, cit., pág. 17
123 Luis E. Nieto Arteta, Lógica, fenomenología y formalismo jurídico, op, cit., pág. 25.
Nieto Arteta y la filosofía jurídica moderna CAP Í TULO IV
En el capítulo final Nieto Arteta estudia la “ciencia jurídica pura” constituida como
tal, “en virtud del análisis de las estructuras invariables e inmodificables del orden
jurídico”, en su proyección esencial. Se trata de una ciencia eidética que analiza la
124 Luis E. Nieto Arteta, Lógica, fenomenología y formalismo jurídico, op, cit., pág. 26.
125 Luis E. Nieto Arteta, Lógica, fenomenología y formalismo jurídico, op, cit., pág. 29 y ss.
126 Arthur Kaufmann, La filosofía del derecho en la posmodernidad, trad. Luis Villar Borda, Ed. Temis, Bogotá, 1998, págs.
73 y ss.
127 Luis E. Nieto Arteta, Lógica, fenomenología y formalismo jurídico, op, cit., págs. 30 y ss.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
68 esencia de ese orden jurídico. Las estructuras variables y contingentes son analizadas
por las “ciencias jurídicas fácticas”, son ciencias empíricas, de hechos. La filosofía del
derecho y la ciencia jurídica pura son ciencias eidéticas, analizan esencias.
La obra de Nieto Arteta que analizamos enseguida tiene un título que, una vez
más, identifica la filiación doctrinal del autor: La interpretación de las normas
jurídicas. Creemos que Nieto Arteta, deliberadamente, no la titula interpretación
del derecho o de la ley, como era usual en su tiempo rotular así las obras de esa
naturaleza; por su fuerte compromiso con Kelsen y Cossio, compromiso unido a la
fenomenología husserliana de primera generación, posición asumida después de su
ruptura con el marxismo y la ideología spengleriana, aunque en varios temas de la
obra hace coqueteos con la primera escuela del pensamiento citada. Se trata, pues,
de la interpretación de normas jurídicas contenidas en un ordenamiento legal. Antes
de dedicarnos a la obra de Nieto Arteta, conviene decir unas pocas palabras sobre
la interpretación en Kelsen y Cossio, para comprender mejor la posición de nuestro
filósofo del derecho. La interpretación jurídica que hoy se prefiere denominar
hermenéutica ha sido un tema y problema nuclear en todos los momentos históricos
del mundo jurídico. En Kelsen y Cossio no lo es tanto, aunque ambos lo tratan con
esmero y con profundidad en sus obras. Para Kelsen la interpretación es un acto
intelectual que acompaña el proceso de creatividad jurídica y de aplicación del
derecho, en el tránsito “de una grada superior a una inferior”, porque en el sistema
escalonado hay una relación gradual entre la Constitución, la ley, el decreto, el fallo
providencia, la resolución, el negocio jurídico y la sanción, siendo de observar que la
última no es norma, sino mero acto jurídico. En la interpretación del derecho Kelsen
diferencia con gran nitidez la aplicación del mismo, por parte de la autoridad estatal,
jueces, magistrados, entidades administrativas, en casos sometidos a su competencia,
y la hermenéutica proveniente de los teóricos del derecho o los abogados en ejercicio
de su profesión. En el primer caso, hay una aplicación del derecho, una interpretación
auténtica, científico-jurídica; en el segundo, una interpretación no auténtica, jurídico-
política. Con Kelsen la función judicial adquiere mayor jerarquía, como creadora,
intérprete y aplicadora del derecho. Antes tal jerarquía era de la actividad legislativa
como encarnación de la “voluntad general” del pueblo. Para Kelsen, la interpretación
es más “acto de voluntad” que de “conocimiento”; los “métodos interpretativos” son
importantes, pero no tienen el papel atribuido por la tradición jurídica anterior. Estas
situaciones generan con palabras de Kelsen: “El hecho penoso de un doble fondo del
derecho”, “la doble faz del derecho” que, a la hora de la verdad, como dice Schild,
“es una faz polimorfa, ya que cada interpretación puede acarrear, por lo menos,
otra nueva”128. En síntesis, para Kelsen la interpretación es un proceso intelectual
128 Wolfgang Schild, Las teorías puras del derecho, trad. Ernesto Wolkening, Ed. Temis, Bogotá, 19-83, pág. 33.
Nieto Arteta y la filosofía jurídica moderna CAP Í TULO IV
129 Hans Kelsen, Teoría pura del derecho, trad. Roberti Vernengo, Ed. UNAM, México, 1979, págs. 348-356.
130 Carlos Cossio, La valoración jurídica y la ciencia del derecho, Ed. Acayú, Buenos Aires, 1954, pág. 132.
131 Luis Eduardo Nieto Arteta, La interpretación de las normas jurídicas, Ed. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá,
1971, pág. 10.
132 Montesquieu, Del espíritu de las leyes, trad. Mercedes Blázquez y Pedro de Vega, Ed. Tecnos, Madrid, 1972, pág. 100.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
133 Cesare Beccaria, De los delitos y de las penas, trad. Juan A. De las Casas, Madrid, Alianza Ed., 1987, págs. 29-30.
134 Luis Eduardo Nieto Arteta, La interpretación de las normas jurídicas, op, cit., pág. 9.
135 Maria José Bernuz Beneitez, Francois Gény y el derecho, la lucha contra el método exegético, Bogotá, Universidad
Externado de Colombia, 2006, pág. 127.
136 Luis Eduardo Nieto Arteta, La interpretación de las normas jurídicas, op, cit., pág. 19.
Nieto Arteta y la filosofía jurídica moderna CAP Í TULO IV
Nieto Arteta la exagerada función que Geny asigna a la “técnica jurídica” determina 71
que la vida humana desaparezca en el trabajo de interpretación jurídica originando
otro “racionalismo”, donde ya no es la ley, el dogma del derecho, sino esa “técnica”
llena de “conceptos jurídicos”, pero vacía de vitalidad humana.
Luego de estas críticas a las dos escuelas mencionadas Nieto Arteta nos dice
que debe trazar el “fundamento teórico” de sus tesis sobre la interpretación de
las normas jurídicas, que como vimos se sustentan en la teoría pura del derecho
de Kelsen y en la teoría egológica de Cossio, y en menor proporción en autores
como Merkl, Schmitt, Stammler, Recasens-Siches, Legaz y Lacambra, en el gran
filósofo Heiddeger, en sociólogos al estilo de Mannheim o Medina Echevarria. Ese
“fundamento teórico” parte de la “experiencia jurídica” que es “una manifestación
de la vida humana viviente”, experiencia del orden cultural, que al decir de Cossio
tiene un contenido axiológico y estimativo. La vida humana, pues, es el eje entorno
al cual gira la interpretación de las normas jurídicas, vida que está inmersa
en esas normas orientadas por el Estado, que es un “ordenamiento jurídico
de la conducta humana”, ordenamiento que se presenta en forma escalonada
como una “especie de pirámide de normas”, donde la superior corresponde a
la Constitución que condiciona todo ese “ordenamiento jurídico”. Esta forma
escalonada de las normas jurídicas permite explicar la variabilidad interpretativa
del derecho, porque las más altas deben iluminar el camino hermenéutico de
las menores; las primeras determinan los procesos de creación, y de manera
parcial, el contenido de las segundas. La interpretación de las normas cubre toda
la gradación del orden jurídico, teniendo a la Constitución como a la palanca
que mueve la integridad de ese orden, tanto en el momento de aplicación del
derecho, por la autoridad oficial, como en el de creación del mismo por cuenta
del legislador o del teórico jurídico. En Kelsen la interpretación de las normas deja
abiertas muchas posibilidades, según los intereses que estén en juego para su
aplicación y ejecución, para su concretización y materialización. La interpretación
es un acto general, no circunscrito únicamente a la labor del juez, como sostienen
las escuelas tradicionalistas. Tampoco es un acto voluntarista, porque el intérprete
no adopta la decisión que a bien tenga, sino la ordenada en las normas jurídicas,
objeto de la interpretación, normas donde se manifiesta la conducta humana, que
a veces provoca la intervención de la autoridad judicial o administrativa.
En términos más rigurosos Nieto Arteta define la función interpretativa como “la
aprehensión o comprensión de los sentidos implícitos en las normas jurídicas”, que
se expresan en palabras con una significación objetiva especial. Esa “comprensión”
de sentidos y significaciones lleva implícita una interpretación o vivencia del sentido
del mundo y de la vida que desemboca en una posición política. “Por eso, dice Nieto
Arteta, la interpretación de las normas jurídicas es política. Toda decisión interpretativa
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
72 es una decisión política”137. Sin duda, la tesis de Nieto Arteta es muy importante por
su interés ideológico de relacionar la hermenéutica jurídica con la política. Nieto
Arteta va más lejos que su maestro Kelsen al reiterar que la creación de las normas
jurídicas es una realidad política, entendida como expresión del poder estatal. “La
política, según Nieto Arteta, es el significado humano del proceso de creación del
orden jurídico”138. Tanto la creación de normas jurídicas, como su aplicación de
parte de la autoridad oficial e interpretación por los teóricos del derecho contienen
elementos de la realidad política. La hermenéutica jurídica, reitera Nieto Arteta, es
expresión de la vida humana viviente, porque siguiendo a su otro maestro Cossio, “el
derecho es precisamente vida humana viviente”139. Una vez más, como puede verse,
Nieto Arteta, que al comienzo de su obra en comentario acude a Marx para criticar la
escuela de exégesis se aleja del marxismo en el análisis de las relaciones entre política
y derecho, que para ésta concepción debe entenderse como producto de las luchas
de clases, las ideas dominantes y los conflictos socio-económicos y jurídico-políticos
al Interior de la sociedad civil. Sin embargo, es justo reconocer como sostiene López
Medina que: “La nueva interpretación de Kelsen permitirá, por tanto, un proceso de
aceptación de las relaciones profundas entre derecho y política como nunca había
sido posible con anterioridad en la conciencia jurídica local”140. El autor citado se
refiere a la nueva interpretación de Kelsen hecha por Nieto Arteta, en la obra en
comentario que juzga de un valor muy importante en la cultura jurídica colombiana.
Otro asunto de poca importancia tratado por Nieto Arteta se relaciona con la
naturaleza irracional del orden jurídico-político, proveniente de la condición bipolar
del ser humano: racional e irracional, no en el sentido freudiano desconocido por
él. Su análisis es más elemental, para Nieto Arteta no sólo el derecho se manifiesta
como conducta humana, según lo establece la teoría egológica de su maestro Cossio,
también la política “es una determinada conducta humana”, y como tal tiene su
toque de irracionalidad. De ahí que el orden jurídico-político posea su dimensión de
irracionalismo. Las deducciones de Nieto Arteta para llegar a la anterior afirmación
son sencillas y se apoyan en Mannheim, quien al menos describe la estructura social
integrada por clases con sus luchas y sus fuerzas irracionales que determinan el
lugar y la función del individuo en sociedad, argumentos que faltan en los análisis
de Nieto Arteta para hablar de la irracionalidad del orden jurídico-político. El afán
de Nieto Arteta al destacar el irracionalismo del orden citado lo entendemos como
una crítica a lo que él denomina el “racionalismo” de las escuelas hermenéuticas
de exégesis y de libre investigación científica, antes vistas. En este contexto Nieto
137 Luis Eduardo Nieto Arteta, La interpretación de las normas jurídicas, op, cit., pág. 73.
138 Luis Eduardo Nieto Arteta, La interpretación de las normas jurídicas, op, cit., pág. 75.
139 Luis Eduardo Nieto Arteta, La interpretación de las normas jurídicas, op, cit., pág. 77.
140 Diego Eduardo López Medina, Teoría impura del derecho, Ed. Legis, Bogotá, 2004, pág. 428.
Nieto Arteta y la filosofía jurídica moderna CAP Í TULO IV
Arteta dedica unas páginas a la “vinculación que media entre la concepción del 73
mundo y la decisión política”, que no merecen atención, lo mismo que su referencia
pasajera y superficial a Heidegger, que citamos sin comentario alguno: “La analítica
de la existencia, de Martin Heidegger, suministra la demostración y aclaración de esa
unión de concepción del mundo y decisión. El Dasein humano está en el mundo,
trasciende al mundo. La trascendencia es estar en el mundo. El estar en el mundo
supone la decisión. El Dasesin ha de decidirse en cada momento. La decisión es
la expresión de la trascendencia, porque con ella se sitúa el Dasein en el mundo.
Trascendencia y decisión son, pues, dos sectores de la misma realidad”141.
Según Nieto Arteta las escuelas tradicionales identifican las normas generales
con las normas jurídicas. Toda norma jurídica es una norma general, identificación
de estirpe liberal, porque se creía que la seguridad jurídica sólo podía garantizar
la norma general, producto de la voluntad de todos. Kelsen ha logrado demostrar
que hay normas jurídicas que no son generales, sino individuales, que aparecen
cuando se concreta e individualiza el contenido de las normas, cuando se crea
normas particulares en el desarrollo de los casos judiciales o administrativos,
mediante las sentencias y resoluciones. En consecuencia, tanto la sentencia
como la resolución son actos creadores de normas jurídicas individuales, cuyo
contenido es político. Kelsen y Cossio afirman que hay una relación lógica entre el
“momento legislativo” y “el momento judicial” del derecho, relación que adquiere
141 Luis Eduardo Nieto Arteta, La interpretación de las normas jurídicas, op, cit., pág. 34.
Primera Nieto Arteta y la filosofía moderna en Colombia
Parte
En la parte final de su obra Nieto Arteta trata un tema que se relaciona con
las llamadas “lagunas del derecho” planteado por Cossio en un ensayo especial
dedicado al asunto, que vuelve a analizar en un libro cuyo título le sirve a Nieto
Arteta para referirse al mismo tema: “La plenitud hermética del orden jurídico y la
interpretación de las normas jurídicas”. Según Nieto Arteta de acuerdo con Kelsen
y Cossio, el orden jurídico goza de plenitud debido al “tipo de logicidad inmanente
al derecho mismo”, según la frase del argentino que considera esa plenitud “como
un supuesto universal y necesario de todo el derecho positivo por ser derecho”. El
orden jurídico, dice Nieto Arteta, “es autárquico y cerrado dentro de sí mismo”.
Por estas razones, Nieto Arteta cree que no hay posibilidad de “lagunas en el orden
jurídico”, problema que proviene de una actitud axiológica que establece diferencias
entre el derecho positivo y un “orden que se considera más justo y más recto”142.
La creatividad del derecho, la producción de normas individuales, mediante las
sentencias y resoluciones, originadas en la autoridad judicial o administrativa
elimina las “lagunas del derecho” del orden jurídico.
142 Luis Eduardo Nieto Arteta, La interpretación de las normas jurídicas, op, cit., págs. 116-125.
Segunda
Parte
1 Rubén Jaramillo Vélez, Colombia, la modernidad postergada, Santafé de Bogotá, Argumentos. Temis, 1994, págs. 86 y ss.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
78 Ante la muerte del maestro Carrillo, muerte que él entendía citando a Schopenhauer
como el “genio inspirador del filosofar, sin el cual hasta sería difícil que se diera la
filosofía”2, queremos destacar una faceta sustancial de su vida octogenaria, la dedicada
a la docencia filosófica de estirpe socrática ejercida por más de medio siglo. Según su
biógrafo Gil Olivera, el “maestro Carrillo enseñó filosofía desde su juventud, primero
en colegios de bachillerato de Bogotá, cuando era estudiante en la Facultad de
Derecho de la Universidad Nacional, donde luego regentó la cátedra de filosofía
jurídica, y más tarde en distintos cursos sobre los presocráticos, Platón, Aristóteles,
Descartes, Kant, Hegel, Husserl, Heidegger, en la Facultad de Filosofía de la misma
universidad, que él había contribuido a fundar hace precisamente cincuenta años
como Instituto, del cual fue su director por más de un lustro, Instituto que gustaba
denominar ‘falansterio’, siguiendo a Nietzsche”3.
Ese magisterio tan ponderado como extenso de Rafael Carrillo Lúquez, estuvo
marcado en varios sentidos humanos y filosóficos, por la vida y la docencia de
Sócrates, “el fenómeno pedagógico más formidable en la historia de Occidente”,
según Jaeger4. En sentido humano, como Sócrates, el maestro Carrillo llevó una vida
signada por la notoria pobreza, un talante jovial, una excelente solidaridad con todo el
mundo, una extremada modestia, un completo desinterés hacia los bienes materiales,
un permanente examen de sí mismo y de sus conciudadanos, un gran amor por la
vida, la verdad, la virtud, la justicia, la ley, una preocupación tenaz por los problemas
del ser humano, la sociedad, el cosmos, y por encima de todo, una enorme pasión
por la filosofía, similar a la expresada por Sócrates ante sus jueces al decir: “Mientras
tenga un hálito de vida y sea capaz de ello, no cesaré de filosofar”5.
Para Carrillo Lúquez, “la filosofía no es una profesión, la filosofía es una vocación”
que hoy se ha desnaturalizado por la burocracia “perniciosa” de los filósofos, por su
2 Rafael Carrillo, “El miedo a la muerte en la poesía de Rilke”, en: Escritos filosóficos, Universidad Santo Tomás, Bogotá, 1986,
pág. 206.
3 Numas Armando Gil, Rafael Carrillo, pionero de la filosofía moderna en Colombia. De próxima publicación, consultado por
cortesía del autor.
4 Werner Jaeger, Paideia. Los ideales de la cultura griega, trad. de Wenceslao Roces, México, F. C. E., 1957, pág. 403.
5 Platón, Apología de Sócrates, 29 ed., traducción de Conrado Eggers Lan, Buenos Aires, Ed. Eudeba, 1971, pág. 149.
Rafael Carrillo Lúquez, maestro socrático CA P Í T ULO I
interés pecuniario, por su afán de ascender en el escalafón para ganar más dinero, 79
todo lo cual contradice el espíritu desinteresado de la filosofía, tan abundante en
su historia6. “La filosofía es un saber por el saber, un conocer por el conocer, un
investigar por el investigar. La filosofía sigue teniendo, a través de todas las épocas,
la significación que tiene en Grecia: que es una ciencia y que es una ciencia inútil”7.
Esta actitud existencial y académica fue definida por el maestro Carrillo con
el ejemplo de su propia vida y de su propia obra. Como bien se sabe, se trata de la
tesis de Sócrates, expuesta ante todos los atenienses hace más de dos mil quinientos
años, sobre la naturaleza completamente desinteresada de la filosofía, que exige a
sus cultivadores observar una vida contemplativa diferente a la vida activa, ajena al
dinero y a la burocracia, tesis contraria a la de los sofistas, calificados por Jenofonte
como “prostitutas del saber”, porque cobraban por enseñar filosofía, artes o las
nacientes ciencias8. Para Carrillo Lúquez cuando el filósofo se dedica a la vida activa y
únicamente a la vida activa, “entonces está dejando de ser filósofo”9. En la enseñanza
filosófica estas dos tendencias pedagógicas, la socrática y la sofística, conservan aún
su vigencia sin que ahora podamos entrar a valorarlas, pero de paso cabe decir que la
primera, representada por el maestro Carrillo, es la más paradigmática y acorde con
la esencia de la filosofía en toda la historia.
6 Rafael Carrillo, Entrevista de Roberto J. Salazar Ramos, en Escritos filosóficos, op. cit., pág. 13.
7 Rafael Carrillo, Una comunidad para el conocimiento, Diario El Heraldo, Revista Dominical, junio 28 de 1987, pág. 6.
8 Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, VI-14, trad. de Juan David García Bacca, Ed. UNAM, México, 1946, pág. 73.
9 Rafael Carrillo, Una comunidad para el conocimiento, op. cit., pág. 6.
10 Rafael Carrillo, entrevista de Roberto Salazar R. op. cit., pág. 14.
11 Platón, Gorgias, 509a, trad. de Francisco García Yague, Ed. Aguilar, Buenos Aires, 1961, pág. 143.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
Carrillo Lúquez, en la entrevista varias veces citada, dijo que la filosofía que tuvo
que estudiar en su juventud era “confesional, de un confesionalismo recalcitrante”15.
En efecto, durante las primeras décadas de este siglo XX todavía estábamos bajo el
imperio nefasto del escolasticismo ultramontano heredado de España, el cual había
sido impuesto oficialmente por la Regeneración en el Concordato de 1887, para refor
zar lo que Cruz Vélez ha calificado como nuestra “anormalidad filosófica”, sustentada 81
en la “anormalidad histórica” de la madre patria16.
16 Danilo Cruz Vélez, Tabula Rasa, Ed. Planeta, Bogotá, 1991, pág. 24 y ss.
17 Rafael Carrillo, Ambiente axiológico de la teoría pura del derecho. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1947.
18 Rafael Carrillo, “La filosofía del derecho como filosofía de la persona”, en Escritos filosóficos, op. cit., pág. 313 y ss.
19 Entrevista de Alfonso Fuenmayor a Rafael Carrillo, en Revista Cromos, agosto 24 de 1946.
20 Numas Armando Gil Olivera, Reportaje a la filosofía, Ed. Punto Inicial, Santafé de Bogotá, 1993, Tomo I, pág. 1 y ss.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
Para terminar se impone decir que con Rafael Carrillo Lúquez no sólo ha
muerto un amigo entrañable, un filósofo sobresaliente, un maestro excelso, un gran
escritor, sino más de media centuria de pedagógica socrática, pues, como acabamos
de ver, fue protagonista y testigo de la recepción del verdadero pensamiento filosófico
que el país ha vivido desde la década de los cuarenta con pequeñas interrupciones
de nuestro agitado devenir social. Oírlo como ocurrió en muchas e inolvidables
ocasiones, era revivir la historia de la filosofía, de esa cadena de oro de los conceptos,
como la llama Hegel.
Con la muerte del maestro Carrillo pierden Colombia, la filosofía, sus amigos,
sus colegas, sus familiares, la universidad y la juventud, a un gran valor humano
ejemplar e integral, que anduvo por la vida lleno de grandeza espiritual. Nos quedan
sus enseñanzas, su obra escrita, sus recuerdos, pero por encima de todo sus lecciones
de dignidad, libertad, justicia y pasión por la filosofía.
83
21 Edmundo Husserl, La filosofía como ciencia estricta, trad. de Elsa Taberning, Buenos Aires, Ed Nova, 1973, pág. 44.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
22 Lewis A. Coser, Hombres e ideas. El punto de vista de un sociólogo, trad. de Ivonne A. de la Peña, México, F.C.E., 1968, pág. 36.
23 Miguel de Unamuno, Discurso de 29 de septiembre de 1934, Universidad de Salamanca, en Obras Completas, Madrid, Ed.
Escelicer, 1971, tomo IX, pág. 445.
Rafael Carrillo Lúquez, maestro socrático, a los seis años de su muerte CA P Í T ULO II
de Gil Olivera, que ha sido llamado el Diogenes Laercio caribeño, por su Reportaje 85
a la Filosofía, que hasta el momento abarca dos tomos24.
Por razones parecidas a las anteriores, a raíz del fallecimiento del ilustre amigo
escribimos un breve artículo, titulado: Rafael Carrillo Lúquez, maestro socrático,
que retomamos en esta oportunidad, porque nos parece que no ha perdido su
validez26. Para nosotros, el magisterio de Carrillo estuvo marcado por la figura y la
obra pedagógica de Sócrates, por quien profesaba una gran admiración, como solía
repetir con frecuencia. En sentido humano, como Sócrates, el maestro Carrillo llevó
una vida signada por la notoria pobreza, un talante jovial, una excelente solidaridad
con todo el mundo, una extremada modestia, un completo desinterés hacia los
bienes materiales, un permanente examen de sí mismo y de sus conciudadanos, un
gran amor por la vida, la verdad la virtud, la justicia y la ley, una preocupación tenaz
por los problemas del ser humano, la sociedad, el cosmos, y por encima de todo, una
enorme pasión por la filosofía, similar a la expresada por Sócrates ante sus jueces al
decir: “Mientras tenga un hálito de vida y sea capaz de ello, no cesaré de filosofar”27.
24 Numas Armando Gil Olivera, Reportaje a la filosofía, Bogotá, Ed. Punto Inicial, tomo I, 1993; ibídem, Santafé de Bogotá, 1999,
tomo II.
25 Cicerón, Disputas tusculanas, trad. de Julio Pimentel Álvarez, México, Ed. Universidad Nacional Autónoma de México, lib. V, 11,
1979, pág. 85.
26 Hernán A. Ortiz Rivas, “Rafael Carrillo Lúquez, maestro socrático”, en: Númas Armando Gil Olivera, Rafael Carrillo, pionero de la
filosofía moderna en Colombia, Bogotá, Ed. Universidad del Atlántico, 1997, págs. 147-153.
27 Platón, Apología de Sócrates, 29 ed., traducción de Conrado Eggers Lan, Buenos Aires, Ed. Eudeba, 1971, pág. 149.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
Para Carrillo Lúquez, “la filosofía no es una profesión, la filosofía es una vocación”
que hoy se ha desnaturalizado por la burocracia “perniciosa” de los filósofos, por su
interés pecuniario, por su afán de ascender en el escalón para ganar más dinero,
todo lo cual contradice el espíritu desinteresado de la filosofía, tan abundante en
su historia28. “La filosofía es un saber por el saber, un conocer por el conocer, un
investigar por el investigar. La filosofía sigue teniendo, a través de todas las épocas, la
significación que tiene en Grecia: que es una ciencia y que es una ciencia inútil”29.
Esta actitud existencial y académica fue definida por el maestro Carrillo con
el ejemplo de su propia vida y de su propia obra. Como bien se sabe, se trata de la
tesis de Sócrates, expuesta ante todos los atenienses hace más de dos mil quinientos
años, sobre la naturaleza completamente desinteresada de la filosofía, que exige a sus
cultivadores observar una vida contemplativa diferente a la vida activa, ajena al dinero
y a la burocracia, tesis contraria a la de los sofistas, calificados por Jenofonte como
“prostitutas del saber”, porque cobraban por enseñar filosofía, artes o las nacientes
ciencias30. Para Carrillo Lúquez, cuando el filósofo se dedica a la vida activa y
únicamente a la vida activa, “entonces está dejando de ser filósofo”31. En la enseñanza
filosófica estas dos tendencias pedagógicas, la socrática y la sofística, conservan aún
su vigencia sin que ahora podamos entrar a valorarlas, pero de paso cabe decir que la
primera, representada por el maestro Carrillo, es la más paradigmática y acorde con
la esencia de la filosofía en toda la historia.
28 Rafael Carrillo, “Entrevista de Roberto J. Salazar Ramos”, en: Escritos filosóficos, op. cit., pág. 13.
29 Rafael Carrillo, Una comunidad para el conocimiento, Diario El Heraldo, Revista Dominical, junio 28 de 1987, pág. 6.
30 Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, VI-14, trad. de Juan David García Bacca, Ed. UNAM, México, 1946, pág. 73.
31 Rafael Carrillo, Una comunidad para el conocimiento, op. cit., pág. 6.
32 Rafael Carrillo, Entrevista de Roberto Salazar R. op. cit., pág. 14.
Rafael Carrillo Lúquez, maestro socrático, a los seis años de su muerte CA P Í T ULO II
Una tesis más de origen socrático practicada por Carrillo Lúquez se refiere a su
concepto sobre el interés supremo de la filosofía, que siguiendo a Sócrates, lo ubica
en plantear todos los problemas del cosmos, la sociedad o el ser humano, pero sin
entrar jamás a resolverlos, porque se trata de una ciencia universal, improductiva,
que fundamenta las otras ciencias particulares. “La filosofía, dice Carrillo Lúquez,
no tiene como misión resolver problemas. La filosofía tiene como misión plantear
problemas”34. “La tarea de la filosofía es convertir el mundo en problemas que las
ciencias particulares deben resolver; de ahí que el signo de la época actual sea una
mutua colaboración entre filosofía y ciencia; la una y la otra se solicitan en el camino
de sus progresos; la filosofía es el espacio vital de las ciencias, su fundamentación”35.
Ahora bien, la primera obra didáctica del maestro Carrillo, que nosotros hemos
calificado de socrática, fue de singular importancia en la enseñanza de la filosofía
de Colombia, porque se produjo en un momento clave de nuestra historia nacional
conocido como “República liberal”, momento de consolidación del capitalismo
criollo, que inició lo que Romero ha denominado “normalidad filosófica” y otros
autores “recepción de la filosofía moderna en nuestras tierras”36.
Carrillo Lúquez, en la entrevista varias veces citada, dijo que la filosofía que tuvo
que estudiar en su juventud era “confesional, de un confesionalismo recalcitrante”37.
En efecto, durante las primeras décadas de este siglo XX todavía estábamos bajo
el imperio nefasto del escolasticismo ultramontano heredado de España, el cual
había sido impuesto oficialmente por la Regeneración en el Concordato de 1887,
para reforzar lo que Cruz Vélez ha calificado como nuestra “anormalidad filosófica”,
sustentada en la “anormalidad histórica” de la madre patria38.
33 Platón, Gorgias, 509 a, trad. de Francisco García Yague, Ed. Aguilar. Buenos Aires, 1961, pág. 143.
34 Rafael Carrillo, Una comunidad para el conocimiento, op. cit., pág. 6.
35 Rafael Carrillo, “La filosofía como espacio de las ciencias”, en: Escritos filosóficos, op. cit., pág. 223 y ss.
36 Francisco Romero, “Sobre la filosofía en Iberoamérica”, en: Filosofía de la persona, Ed. Losada, Buenos Aires, 1944, pág. 15.
37 Rafael Carrillo, Entrevista con Roberto Salazar, op. cit., pág. 11.
38 Danilo Cruz Vélez. Tabula Rasa, Ed. Planeta, Bogotá, 1991, pág. 24 y ss.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
39 Rafael Carrillo, Ambiente axiológico de la teoría pura del derecho, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1947.
40 Rafael Carrillo, “La filosofía del derecho como filosofía de la persona”, en Escritos filosóficos, op. cit., pág. 313 y ss.
41 Entrevista de Alfonso Fuenmayor a Rafael Carrillo, en Revista Cromos, agosto 24 de 1946.
42 Numas Armando Gil Olivera. Reportaje a la filosofía, Ed. Punto Inicial, Santafé de Bogotá, 1993, Tomo I, págs. 1 y ss.
Rafael Carrillo Lúquez, maestro socrático, a los seis años de su muerte CA P Í T ULO II
a la orden del día, entre los partidarios de condenar o absolver al viejo charlatán de 89
escasa fortuna que era el mayor preguntón de Atenas y un ágrafo impenitente.
Carrillo de acuerdo con Hegel, el apologista del Estado alemán, consideró que
con el filosofar socrático y sofístico se echaron las bases de la disociación del mundo
griego y su eticidad al dar primacía al individuo frente al Estado, por tanto, el Estado
tenía que defenderse, sin otra posibilidad que decretar la condena a muerte de su
atacante Sócrates. “No había más remedio, argumenta Carrillo, que enfrentarse a
ese racionalismo que perseguía a los dioses de la ciudad, y perseguía las tradiciones
del pueblo griego”45. En otra parte, dice Carrillo: “Sócrates iba a dar muerte al Estado,
haciéndole apurar la cicuta de racionalismo. Acometiendo el problema dentro del
90 rigor filosófico, Sócrates murió inocente, pero el Estado tuvo razón”46. Como puede
verse, Carrillo encierra en una cruel dialéctica el caso Sócrates: la razón de Estado
predomina sobre la inocencia del filósofo, la libertad del individuo debe sucumbir
ante el poder político. Tanto Hegel, como Carrillo, votaron a favor del Tribunal de
heliastas, los jueces de Atenas: Sócrates era culpable por el delito imputado a él, y
merecía como sanción la pena de muerte. Muchos piensan, por el contrario, que
la condena a muerte de Sócrates ha sido el fallo más erróneo de la historia antigua.
En todo caso, se trata de una sentencia política, donde el banquillo de los acusados
estuvo ocupado por la filosofía en cabeza del hombre “más justo y más sabio de su
tiempo”. En otra ocasión dijimos que “Sócrates igual que nuestro Cid Campeador
sigue dando sus batallas después de la muerte. La legitimidad o ilegitimidad de la
condena siempre plantea una relación entre el individuo y el Estado; la ley y la justicia;
la subversión y la represión; la conciencia filosófica y el poder político de las clases
dominantes; en lenguaje hegeliano, entre la eticidad y la libertad: Sócrates contra el
Estado, el Estado contra Sócrates. En todos los tiempos hay personas que votan con
los jueces de Atenas y otros en contra. Como bien dice Jankelevitch: “Sócrates se ha
vengado de sus acusadores legándoles su muerte”.
46 Hernán A. Ortiz Rivas, La especulación iusfilosófica en Grecia antigua: desde Homero hasta Platón, Bogotá, Ed. Temis. 1990,
pág. 161.
91
En dos oportunidades hemos escrito unas breves notas sobre RAFAEL Carrillo
Lúquez, como homenajes a su muerte física, ambas orientadas por lo que en nuestro
criterio constituye la máxima directriz de su vida y de su obra: el socratismo tanto
en su labor de maestro como en su existencia humana, socratismo superado en el
primer aspecto por haber escrito unos ensayos luminosos que analizaremos al final47.
En esta tercera ocasión también estamos frente a un acontecimiento necrológico
al cumplirse en el presente año una década de su fallecimiento, que vamos a
conmemorar insistiendo en el socratismo del filosofar y la vida de Carrillo Lúquez.
Ahora lo hacemos para ajustar cuentas con uno de sus pocos detractores, el sociólogo
47 Hernán A. Ortiz Rivas, páginas de Filosofía Jurídica, Bogotá, Ed. Ibáñez, 2006, págs. 119 y ss.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
92 Gonzalo Cataño, quien escribió un documentado ensayo sobre Carrillo Lúquez, lleno
de pequeños aciertos y de grandes despropósitos.
Empecemos por los últimos. Desde el inicio de su escrito Cataño emplea una
actitud deformadora de la vida de Carrillo Lúquez al decir “que en los cafés bogotanos
pasó los mejores momentos de su vida”48; ante tal acertijo, cabe replicar que se trata
de una enormidad, de un infundio, encaminado a enlodar la imagen de un personaje
que ya en 1946 Nieto Arteta dijo en una entrevista que Carrillo Lúquez “ha publicado
estudios que lo colocan en uno de los primeros lugares de Colombia”49, y Cruz Vélez
al año siguiente lo califica como “una de las principales figuras de la naciente filosofía
colombiana”50. En efecto, Carrillo Lúquez en todos los tiempos ha sido valorado como
un filósofo emblemático en nuestro país, un hombre que entregó la vida entera al
filosofar, al estudio, las ciencias, la investigación, la universidad, la biblioteca. Es en
estos espacios del espíritu donde pasó los episodios más sobresalientes de su existencia
humana, no en los “cafés bogotanos” como expresó embusteramente Cataño.
48 Gonzalo Cataño, “El filósofo Rafael Carrillo, en Ideas y Valores”, en: Revista Colombiana de Filosofía, No. 101, Bogotá,
Universidad Nacional, 1996, agosto, pág. 3
49 Guillermo Payan Archer, “Habla el profesor Luis Eduardo Nieto Arteta”, en El Liberal, Bogotá, noviembre 12 de 1946.
50 Danilo Cruz Vélez, “Ambiente axiológico de la teoría pura del derecho, reseña”, en: Revista Universidad Nacional de Colombia,
No. 9, Bogotá, 1947, pág. 258.
Rafael Carrillo Lúquez, entre el socratismo y el ensayo filosófico CAPÍTULO III
Desde nuestro punto de vista, los superfluos cotilleos citados en lugar de manchar
la biografía de Carrillo Lúquez demuestran que su existencia humana estuvo signada
por la vida socrática, problema que no pudo comprender Cataño porque se mantuvo
en el nivel de la simple murmuración. No queremos sustentar que Carrillo Lúquez
se hubiese dedicado a copiar servilmente la vida socrática, porque su talante humano
no pertenecía a la dependencia incondicional, sino a seguir los pasos ideales de
dicha vida como son el desinterés por los bienes materiales, la entrega absoluta a la
filosofía en todas partes, sin buscar ganancias pecuniarias, la pobreza, la frugalidad,
Por el lado práctico, pues, Carrillo Lúquez ejercitaba su vida cotidiana con el
ejemplo de la existencia socrática que a duras penas acabamos de reseñar; por el
lado teórico su filosofar se orientaba también por el socratismo, donde el punto de
partida son las preguntas de los problemas no sus respuestas. Como el famoso filósofo
ateniense, Carrillo Lúquez era ante todo el maestro preguntador. El hombre siempre
dispuesto al diálogo que tuvo como fundamento de su filosofar el “sólo sé que nada
sé” socrático unido al “conócete a ti mismo” que figuraba en el frontispicio del Templo
de Delfos. En una célebre entrevista dijo Carrillo Lúquez: “La filosofía carece de meta.
La filosofía es un indagar infinito. Es un permanente preguntar y un permanente
intento de responder. Es un incesante preguntar, donde la última respuesta puede ser
la última pregunta, dice Heidegger. No se puede, pues, hablar de meta en filosofía.
Para la filosofía es mejor el camino que la posada. Así cabe decir, citando de nuevo la
expresión que usa Cervantes para otra oportunidad”53. Esta tesis de Carrillo Lúquez
compendia con mucho rigor el filosofar socrático contenido en los primeros diálogos
de Platón y en los textos de Jenofonte dedicados a Sócrates, donde el diálogo universal,
autónomo, de preguntas y respuestas o aporías fundamenta la ciencia filosófica ayer y
hoy, la dialéctica como sistema de tesis, antítesis, síntesis, que permite pasar de lo uno
a lo múltiple y a la inversa. Se trata de un elevado movimiento racional, en el cual las
posiciones en apariencia separadas se convierten por sí mismas la una en la otra, por
el mismo hecho de ser lo que son suprimiendo su separación.
Otra tesis de la pedagogía socrática practicada por Carrillo Lúquez tiene que ver
con el interés supremo de la filosofía como “espacio de las ciencias” conforme al cual
ésta ciencia plantea todos los problemas del Ser y los entes del Ser, pero sin entrar a
resolverlos, porque se trata de una ciencia ecuménica, autónoma, improductiva, que
fundamenta las otras ciencias particulares. “La filosofía, dice Carrillo Lúquez, no tiene
como misión resolver problemas. La filosofía tiene como misión plantear problemas”.
De ahí que la filosofía sea “un saber por el saber, un conocer por el conocer, un
investigar por el investigar” de donde se deduce que estamos frente a una “ciencia
inútil, pero de esa ciencia inútil se ha derivado toda la cultura occidental y toda la técnica
que hoy nos invade y todos los conocimientos que hoy tenemos de las cosas y de la
53 Rafael Carrillo, “Entrevista de Roberto J. Salazar Ramos”, en: Escritos Filosóficos, Bogotá, 1986, Universidad Santo Tomás,
págs. 13-14.
Rafael Carrillo Lúquez, entre el socratismo y el ensayo filosófico CAPÍTULO III
Sobre la docencia filosófica de Carrillo Lúquez ejercida por más de cinco décadas,
el sociólogo Cataño apelando seguramente a testimonios de segunda mano o a una
imaginación torcida, porque hasta donde llegan nuestras noticias nunca fue alumno
54 Rafael Carrillo, “Una comunidad para el conocimiento”, en: Numas A. Gil Olivera, Rafael Carrillo, pionero de la filosofía
moderna en Colombia, Bogotá, 1998, pág. 51.
55 Rafael Carrillo, Una comunidad para el conocimiento, op. cit., pág. 53
56 Arthur Schopenhauer, Sobre la filosofía de Universidad, trad. de Mariano Rodríguez, Madrid, Ed. Tecnos, 1991, pág. 27.
57 Rafael Carrillo, Panel, “Problemática y perspectivas de la Filosofía en Colombia”, en IV Congreso Internacional de Filosofía
Latinoamericana, Bogotá, Ed. Usta, 1988, pág. 583.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
Otra vez debemos enfrentarnos con una infame patraña del sociólogo, cuyo
origen fuera de las razones indicadas antes también pudo haberse gestado porque
Carrillo Lúquez en algún momento decidió excluir a Cataño del selecto grupo de
sus contertulios, sin que valga la pena precisar los motivos de su justa decisión.
Esta patraña textualmente transcrita puede ser desmentida por cualquiera de los
centenares de sus alumnos que tuvieron el placer intelectual y afectivo de haber
estudiado con el maestro Carrillo Lúquez en toda su prolongada labor docente, a
partir de su juventud hasta llegar a la vejez. Citemos el caso ejemplar de Gil Olivera,
autor de una obra valiosa sobre nuestro pensador. “Rafael Carrillo era un maestro
tierno y candoroso, dice. Lo conocí en 1975 cuando inicié mi carrera de filosofía en
la Universidad Nacional. La primera cátedra que me dictó se llamaba presocráticos.
Con esa impresionante puntualidad que lo caracterizaba, me enseñó que a la filosofía
uno tiene que entregarse con toda el alma y el cuerpo y ser muy riguroso, estricto y
dedicado. Alrededor de todos los corazones que recibimos clases, libros, fotocopias,
o algún consejo suyo, guarda un silencio profundo en el que sus palabras quedan
prendidas en sombras infinitas”. Más adelante agrega Gil Olivera: “Para el pensador
Rafael Carrillo todos los días recomenzaba la vida. Cuando me invitaba a almorzar,
me daba cuenta de que lo hacía con gente sencilla y comensales casuales. Entonces
comprendí que su vivienda sólo era para él una loa al estudio, un abrigo contra el
59 Numas A. Gil Olivera, Rafael Carrillo, pionero de la filosofía moderna en Colombia, op. cit., págs. 18-19.
60 Gonzalo Cataño, op. cit., pág. 21.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
61 Hernán A. Ortiz Rivas, “Prólogo”, en: Filosofía del Derecho y Filosofía Social, Numas Armando Gil Olivera (compilador),
Memorias del Tercer Congreso Nacional, Bogotá, Ed. Ibáñez, Bogotá, 2006, págs. 18-19.
Rafael Carrillo Lúquez, entre el socratismo y el ensayo filosófico CAPÍTULO III
Aquí únicamente destacamos que Carrillo Lúquez fue uno de los artífices de la 99
Asociación; sin lugar a duda, el más importante de todos los que de una u otra forma
contribuimos a su creación. Para él, que era por su forma de pensar y de vivir muy
alejado de las agrupaciones formales de estudio, como academias, colegios o clubes,
vio que la Asociación podía llegar a ser lo que había soñado: una comunidad de trabajo
intelectual, una especie de falansterio abierto a todas las personas interesadas en el
cultivo y la difusión del filosofar, las ciencias, las artes, que en el futuro formase una
cadena entretejida por eslabones de preguntas universales, inquietudes culturales
permanentes, diálogos de sabiduría sin límites, una comunidad fundada en la dignidad,
la libertad, la igualdad, la tolerancia. Por estas razones que varias veces nos había
comunicado tuvo gran entusiasmo hacia la creación de la entidad mencionada que a
una década de la muerte de su ilustre fundador ya va a celebrar el Quinto Congreso en
Valledupar, donde reposan los restos mortales del maestro Carrillo Lúquez.
Como bien se sabe, según las fuentes más autorizadas Sócrates no quiso
escribir ningún texto filosófico, porque su enseñanza fue totalmente dialogal en
todas partes. De acuerdo con Platón, el pensador ateniense más sabio de su tiempo
siempre mantuvo la agrafía como norma pedagógica, su diálogo acosador donde
el maestro pregunta más que contesta, siembra más dudas que cosecha certezas,
excita a la reflexión del alumno y provoca las respuestas obligándolo a descubrir
por sí mismo, mediante el parto de las ideas o mayéutica. Definitivamente Sócrates
debe entenderse más como despertador de conciencias e inteligencias que como
proveedor de conocimientos preestablecidos. Hemos visto que Carrillo Lúquez en
gran medida practicó esta orientación pedagógica de corte socrático en la universidad
y la cafetería; sin embargo, se apartó del socratismo puro al dejarnos un rico legado
filosófico en unos breves ensayos que de manera rápida y ligera vamos a tratar
a continuación, no sin antes referirnos a la valoración ambigua y definitivamente
espuria que de ellos hace el sociólogo Cataño.
100 y tendía a hacerse en ocasiones torpe”. Para Cataño cuando nuestro pensador Carrillo
Lúquez “se sintió con más fuerzas y mayor seguridad en la escritura, superó el artículo y
se aventuró por los caminos del ensayo”. Sobre uno de los ensayos de Carrillo Lúquez,
titulado: La rebelión contra los sistemas, también aparecido en El Siglo por entregas
se pronuncia así el sociólogo Cataño: “Su contenido es confuso y a veces indigesto, las
secciones no están enlazadas orgánicamente y sus temas avanzan con lentitud en medio
de un estilo opaco y pesado que socava la paciencia del más esforzado y piadoso lector”.
Más adelante al hacer un balance de la obra ensayística de Carrillo Lúquez, concluye el
libelista: “Sus mejores trabajos exhiben un espíritu filosófico realmente ejemplar… Sus
ensayos más representativos formulan un problema y plantean una solución; delimitan
un asunto, estudian sus elementos constitutivos y exploran los tratamientos ofrecidos
por otros pensadores. En medio de esta labor interroga, arguye y compara. Su labor se
ve facilitada porque siempre parte de un marco de referencia que le permite organizar
el mundo infinito de lo real… Este es quizá su mejor legado, y a sus escritos tendrán
que volver aquellos que deseen familiarizarse con una experiencia nacional del pensar
teóricamente orientado”62. Antes de escribir estas frases de apología sospechosa en medio
de los denuestos contra Carrillo Lúquez, frases que no contienen una auténtica valoración
filosófica de su obra, el sociólogo Cataño arremete de nuevo contra el maestro al decir que
después de sus trabajos iusfilosóficos publicados: Filosofía del derecho como filosofía de
la persona y El Ambiente axiológico en la teoría pura del derecho, “su pluma se secó
para siempre; una maldición de los dioses parecía haber extraído de su mente todo el
capital filosófico acumulado en los años anteriores. ¡Las tareas docentes y las demandas
administrativas del Instituto lo alejaron definitivamente de la escritura! Tenía 40 años
y la esquiva providencia habría de concederle otros 49. ¡Medio siglo de vida ajena a la
escritura y a la controversia filosófica! Algunos podrían pensar que si se hubiera muerto
por aquella época su fama habría sido mayor. En los largos años por venir su actividad se
limitará a la publicación oral y al andar y ver por las librerías y cafés bogotanos”63.
Después de leer estos agravios, a los cuales tampoco vamos a aludir, por su
poca importancia y vileza cultural, entremos a valorar la obra ensayística de Carrillo
Lúquez, como dijimos antes con suma rapidez y sin la profundidad requerida,
porque ella demanda de estudios detenidos que ojala se produzcan como merecido
reconocimiento a nuestro filósofo y a la historia de la filosofía en Colombia. Para
acometer nuestro ligero comentario dividimos la obra ensayística de Carrillo
Lúquez en dos partes: una dedicada a ensayos menores y la otra a ensayos mayores,
precisando previamente con fugacidad el momento histórico en que se produjo y el
género en que se desarrolló.
102 de la década del treinta del siglo pasado, cuya inspiración provenía del franquismo
español y del catolicismo ultramontano enemigos de la modernidad mencionada,
que tenía como centro de acción a unos ideólogos del partido conservador de nuestro
país, entre ellos a Gómez Castro. Como veremos enseguida, no es cierto la afirmación
de Cataño al decir que Carrillo Lúquez “era una apaciguada mente de derecha, un
conservador por temperamento”, al cual “sus antiguos amigos de la casa Gómez”
no le perdonaron su participación en la modernización de la universidad dirigida por
Gerardo Molina, tildándolo de “comunista y corruptor de la conciencia de los jóvenes”
junto a otros intelectuales y catedráticos como Cruz Vélez, Montaña Cuellar, Soriano
Lleras, Restrepo Piedrahita, Mujica, Socarras, Pareja.
Como acabamos de ver con la llegada del liberalismo al control del Estado en 1930
se inició el proceso de cambios para ubicar a nuestro país en el mundo moderno.
Esta nueva situación político-jurídica y socio-económica fue creando la necesidad de
un filosofar diferente al escolástico señalado con el fin de darle fundamento al poder
conquistado por el liberalismo de ese tiempo. Se quería superar lo que Jaramillo
Vélez denominó con acierto la “postergación de la modernidad” en Colombia64,
cuyos orígenes han sido bien estudiados por Cruz Vélez al sostener que “el rasgo
distintivo de nuestro pasado filosófico es la anormalidad” causada por “el rumbo
que tomó España en el siglo XVII, al desviarse del camino que venía recorriendo con
otras naciones europeas” generando una “anormalidad histórica” que puso a nuestra
madre patria de espaldas a la modernidad, las ciencias y la filosofía, “anormalidad”
que sirvió de base a nuestro atraso filosófico del cual apenas comenzamos a salir al
finalizar la década del treinta del siglo pasado65.
64 Rubén Jaramillo Vélez, Colombia: La modernidad postergada, Bogotá, Ed. Temis, 1994, págs. 22 y ss.
65 Danilo Cruz Vélez, Tabula Rasa, Bogotá, Ed. Planeta, 1991, pág. 23 y ss.
Rafael Carrillo Lúquez, entre el socratismo y el ensayo filosófico CAPÍTULO III
actividad citada la inició en los primeros días del mes de enero de 1939, como vimos 103
antes, en el periódico EL Siglo dirigido por el político ultraderechista Laureano Gómez
Castro, Presidente de nuestro país. Sin embargo, como también dijimos, los escritos
de Carrillo Lúquez publicados en ese periódico no tuvieron orientación política ni par
tidista, sino de divulgación filosófica en la mayoría de casos y a veces de crítica literaria
alejadas de tal orientación, ambas comprometidas con la modernidad. Los escritos de
Carrillo Lúquez se publicaban, por regla general, el primer día de la semana, por lo cual,
los denominó “los lunes de El Siglo”. Cruz Vélez los recordó en las “conversaciones”
con Rubén Sierra Mejía, así: “En el año de mi llegada a esta ciudad (se refiere a Bogotá),
Carrillo había iniciado con un artículo sobre El puesto del hombre en el cosmos, de
Max Scheller, una sección en el diario El Siglo, que llamó “los lunes de El Siglo”. En esa
sección Carrillo publicó regularmente hasta 1944 artículos de divulgación y agitación
filosófica. Los diálogos cotidianos con Carrillo, primero en el café Martiñon y después
en el café Lucerna, y la lectura semanal de sus “lunes”, fueron para mí una ayuda
enorme en los primeros pasos hacia una decisión firme por la filosofía”66.
Con parquedad Cruz Vélez nos dio una clave importante para valorar la obra
escrita y la oral de su amigo y colega Carrillo Lúquez al calificarlas de “divulgación
y agitación filosófica”, porque efectivamente las dos estaban encaminadas a difundir
y promover una filosofía que se necesitaba en tiempos de cambios: la filosofía de
la modernidad enfrentada a la escolástica dominante, labor que realizaba el joven
provinciano Carrillo Lúquez tanto en el café como en el periódico y las casas de
estudio. La anterior valoración de Cruz Vélez puede aplicarse a lo que hemos llamado
ensayos menores de Carrillo Lúquez, no a sus ensayos mayores porque sobrepasan
la “divulgación y la agitación filosófica”, como veremos a continuación. Lo paradójico
del asunto, en la parte relacionada con los escritos del periódico, repetimos, fue que
tan significativa experiencia filosófica se haya dado en un medio de comunicación de
la derecha hostil a la modernidad burguesa, derecha enquistada en la mentalidad
parroquial, de confesionario, anacrónica, dirigida por Gómez Castro que a la postre se
dedicó a combatir el filosofar de la modernidad inaugurado por Carrillo Lúquez en
las páginas de El Siglo y luego en la Universidad Nacional.
Tampoco sobra rememorar con igual premura que en nuestras tierras los
escritores novatos o consagrados tenían en los periódicos y las revistas los mejores
espacios para exponer sus ideas, relatos, crónicas, vivencias, reportajes, análisis
de temas y problemas de todo orden. De esos espacios salieron obras perennes de
nuestros escritores a lo largo y ancho de toda la América Latina, experiencia que
66 Rubén Sierra Mejía, La época de la crisis, conversaciones con Danilo Cruz Vélez, Santiago de Cali, Ed. Universidad del Valle, 1996,
pág. 72.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
104 todavía perdura en este mundo globalizado. Además, como resultado de dicha
experiencia cultural en esos medios de comunicación, también se desarrolló en ellos
otra producción espiritual muy valiosa: el ensayo, tan bien caracterizado por Reyes
como el “centauro de los géneros, donde hay de todo y cabe todo, hijo caprichoso de
una cultura que no puede ya responder al orbe circular y cerrado de los antiguos,
sino a la curva abierta, al proceso en marcha, al etcétera…”67. Sin poder referirnos
ahora a este “centauro de los géneros” al menos digamos que algunos de los más
grandes pensadores y escritores latinoamericanos fueron fecundos ensayistas,
como Bolívar, Sarmiento, Bello, Marti, Montalvo, Mariategui, Hostos, Rodo, Picón
Salas, González Prada, Reyes, Enriquez Ureña, Sanin Cano, Vasconcelos, los Romero,
Vaz Ferreria, Varona, Korn, Astrada, Ponce, Frondizi, Ingenieros, Borges, Gutiérrez
Girardot, para citar unos pocos ya fallecidos. El último de ellos, otro de los grandes
pensadores colombianos, Gutiérrez Girardot, al estudiar las “formas del ensayo
latinoamericano”, nos dice que a diferencia de las obras precursoras de montaigne y
de Bacon centradas en la “reflexión moral y dilucidación de la subjetividad”, nuestra
ensayística se orientó por la “interpretación social-histórica de las nuevas Repúblicas
independientes y los prolegómenos a un programa de acción”, en lo que tiene
parte de razón, lo mismo que en señalar que con posterioridad a los maestros de
este género “sobresale el ensayo filosófico-literario de Jorge Luis Borges, en el que
entreteje filosofía y ficción como elementos de la obra de arte que es el ensayo”, el
cual después de Borges “no ha logrado la altura” de intelectuales como Enriquez
Ureña o Reyes68. Desafortunadamente Gutiérrez Girardot no se ocupó del ensayo
filosófico en América Latina, el cual tuvo figuras sobresalientes en el período subsi
guiente a la dominación española y especialmente en el siglo pasado cuando se
produjo lo que Romero denomina con acierto “normalidad filosófica” que es “el
ejercicio de la filosofía como función ordinaria de la cultura”, que “marca el ingreso
de la preocupación filosófica en el común cauce cultural”, fenómeno que en nuestras
tierras latinoamericanas creció con rapidez a partir de la tercera década del siglo
pasado, tanto que según el importante filósofo argentino citado pudo registrar que
durante los años 1939 y 1940 aparecieron más de cien “artículos filosóficos”69.
67 Alfonso Reyes, La experiencia literita, México, Fondo de Cultura Económica, 1962, pág. 74.
68 Rafael Gutiérrez Girardot, “Formas del ensayo latinoamericano”, en: Tradición y ruptura, Bogotá, 2006, págs. 172-184.
69 Francisco Romero, “Sobre la filosofía en Iberoamérica”, en: Filosofía de la persona, Buenos Aires, Ed. Losada, 1944, págs.
148-151.
Rafael Carrillo Lúquez, entre el socratismo y el ensayo filosófico CAPÍTULO III
derna en Colombia”, cabe agregar que también fue un precursor del ensayo filosófico 105
moderno poco cultivado en nuestro medio. Entre los cien “artículos filosóficos” que
mencionó Romero creemos que figuraban los de Carrillo Lúquez, porque gracias a su
amigo Sanín Cano, en carta manuscrita dirigida a él, con fecha 28 de abril de 1939, le
dijo que le había recomendado al filósofo argentino Romero sus escritos de los “lunes”
de El Siglo70, escritos que comenzaron a publicarse el 9 de enero de 1939 hasta el 16
de diciembre de 1944. Esos trabajos, en hora buena, fueron recogidos en un libro,
titulado: Escritos Filosóficos. Filosofía Contemporánea, cuyo subtítulo debió figurar
como Filosofía Moderna o mejor de la Modernidad, por su contenido que veremos
inmediatamente, sin otras consideraciones distintas a recordar que el ensayo fue un
excelente y elevado producto espiritual del Renacimiento y el Humanismo europeos,
donde posteriormente se debatieron los temas y problemas de la modernidad burguesa
de manera muy adecuada, tal como lo llevó a cabo Carrillo Lúquez siguiendo la
herencia valiosa de Montaigne y Bacon al inaugurar en Colombia el ensayo filosófico
correspondiente al período de la modernidad, como hemos dicho reiteradamente.
En el libro que acabamos de citar se acopian todos los ensayos conocidos de Carrillo
Lúquez, que dividimos en menores y mayores, sin que esta división tenga únicamente en
cuenta la extensión o la calidad de los trabajos filosóficos, sino la especialización de los
temas y problemas tratados. Dentro de los primeros colocamos las reseñas hechas por
Carrillo Lúquez de obras de autores como Scheller, el biólogo Jakob Von Uexkull, Laski,
Manuel García Morente, Aloys Muller, Franc isco Romero, Kuno Fischer, Ángel Vasallo,
Georges Gurvitch, Rodolfo Lehmann, Miguel A. Virasoro o Eduardo Caballero Calderón.
No vamos a estudiar cada una de las reseñas que ocupan la mayoría de los artículos
de Carrillo Lúquez reunidos en su libro de Escritos Filosóficos, porque tal empresa
implicaría hacer rodeos sobre los textos reseñados y de la correspondiente crítica del
joven comentarista de Atánquez. De manera global cabe decir que Carrillo Lúquez en sus
recensiones tiene la virtud de no quedarse sólo en la obra comentada y en su autor, sino
en ir más lejos de las glosas puntuales del asunto invitando a una lectura provocadora
y crítica del libro, a que los lectores vean que en toda obra hay una especie de caja de
herramientas para el trabajo intelectual. Las reseñas de Carrillo Lúquez hacen entender
que toda lectura de un libro no se detiene en la adquisición de conocimientos, sino que
la lectura es por encima de todo un trabajo intelectual, una polémica entre el autor y el
lector. Así entendemos ahora el mensaje interno de las reseñas de Carrillo Lúquez de las
obras que cuando se divulgaron constituían un acontecimiento significativo en nuestra
tierra, donde apenas estábamos ingresando al pensamiento moderno ignorado por no
sotros debido a la nefasta escolástica católica dominante.
70 Baldomero Sanín Cano, Carta a Rafael Carrillo, abril 28 de 1939, en Numas A. Gil Olivera, Rafael Carrillo, op. cit., págs. 10-11,
Anexos.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
del Estado alemán, considera que el filosofar socrático y sofístico contribuyeron a 107
disociar el mundo heleno y su eticidad al dar primacía al individuo frente al Estado,
por tanto, el Estado tenía que defenderse decretando la condena del filósofo. “Sócrates,
dice Carrillo Lúquez, iba a dar muerte al Estado, haciéndole apurar la cicuta del
racionalismo. Acometiendo el problema dentro del rigor filosófico, Sócrates murió
inocente, pero el Estado tuvo razón”73.
Como puede verse, Carrillo Lúquez encierra en una cruel dialéctica el caso
Sócrates: la razón del Estado predomina sobre la inocencia del filósofo, la libertad de
pensamiento del individuo debe sucumbir ante el poder político. Muchos creemos, por
el contrario, que la condena a muerte de Sócrates ha sido el fallo más erróneo e injusto
de la historia antigua en Occidente. En todo caso, se trata de una sentencia política,
donde el banquillo de los acusados estuvo ocupado por la filosofía en cabeza del
“hombre más justo y sabio de su tiempo”, como ya se pregonaba en vida de Sócrates.
Para rematar nuestro estudio de los ensayos menores de Carrillo Lúquez, vamos
a referirnos a uno titulado: La nueva metafísica de la muerte y la posibilidad del
superhombre, escrito por Carrillo Lúquez para celebrar el centenario del nacimiento
de Nietzsche, “el más inusitado de los hombres”, como lo califica al iniciar el breve
ensayo. Para Carrillo Lúquez la posibilidad del superhombre en Nietzsche hay que
analizarla desde dos puntos de vista: uno biológico y otro espiritual, pero ambos
se encuentran ligados por “una consideración metafísica sobre el ser del hombre”.
Es cierto que el hombre ni biológica ni espiritualmente es un ser bien logrado; sin
embargo, hasta el momento en uno y otro campo es el ser más alto que existe en
la tierra se encuentra por encima de todas las especies que viven aquí, como lo
demuestran las ciencias de la naturaleza y las del espíritu. Por el lado de la biología,
la concepción de la vida de Nietzsche sirve de fondo a su idea del superhombre. “La
vida es, cada vez más, dice Carrillo Lúquez, fuerte impulso hacia la superación de
sí misma”, impulso que es también trascendencia, sin salirse del objeto, se trata de
una “trascendencia inmanente”, aunque resulte paradójica la expresión utilizada.
¿Hasta dónde puede llegar ese impulso vital? Según Carrillo Lúquez: “Nadie mejor
que el propio Nietzsche, cuando habla por boca de Zaratustra, nos lo puede decir.
El hombre, dice este predicador infatigable, es como una cuerda tendida entre el
animal y el superhombre”, que se concibe en forma de una transformación radical
del hombre, en que una especie sale de otra. Carrillo Lúquez sostiene que hay otra
fase en Nietzsche sobre el superhombre, donde se atenúa la anterior concepción,
en el sentido de ver que el superhombre no es sólo posible, sino que es un ser
histórico. No sólo realizable, sino realizado. El superhombre, en esta segunda fase, no
Nos falta por tratar lo que hemos llamado ensayos mayores de Carrillo Lúquez, los
cuales, según nuestras cuentas se reducen a cuatro: dos sobre filosofía general y los
otros dos dedicados a filosofía del derecho. De antemano conviene indicar que Carrillo
Lúquez, por razones que desconocemos, dejaba casi todos sus ensayos mayores sin
terminar, situación que a veces genera dificultades para su estudio cabal. Empecemos
por el titulado: Un nuevo problema filosófico, escrito para los “lunes de El Siglo”
en varias entregas. Para Carrillo Lúquez la filosofía siempre ha vivido asediada por
problemas, los cuales son su razón de existir en la historia, desde la antigüedad en
adelante. En las primeras décadas del siglo pasado, la filosofía con mayor fuerza que
antes “empieza a preocuparse de ella, de su propia vida y de su propio ser”. Esta
preocupación afecta a la filosofía en sí misma y a su historia. El nuevo asunto consiste
en que la filosofía como ciencia de problemas y de fundamentaciones de otras ciencias
se vuelva sobre sí misma y sobre su historia como problema y fundamentación. Es
decir, que ella se autofundamente y se autoproblematice. Ha llegado la ocasión para
que la filosofía como fundamentadora de todas las ciencias, sin otro apoyo distinto al
de ella misma, por su propio esfuerzo, se autofundamente. Se trata, pues, de crear una
filosofía de la filosofía, por una parte, y una filosofía de la historia de la filosofía.
110 embargo, para Carrillo Lúquez, “la filosofía de la filosofía”, tan sólo llega a su plenitud
con Hartmann, el pensador que produjo las mejores aportaciones al respecto, desde el
punto de vista de la ontología, asunto sobre el cual no vamos a comentar nada, al que
se refiere Carrillo Lúquez en los artículos finales de su ensayo.
Después del ensayo que acabamos de comentar viene otro también publicado en
las páginas de los “lunes de El Siglo”, en los dos primeros meses de 1944, bajo el
rótulo: La rebelión contra los sistemas, cuyo título pone de presente que sigue fiel
con el pensamiento de Hartmann de criticar los sistemas y elogiar los problemas. Según
éste pensador alemán, en la actualidad casi olvidado, el planteamiento de problemas
es el trabajo más importante del filósofo. Hartmann en palabras de Carrillo Lúquez es
el gran “sistematizador de la actitud antisistemática”. Carrillo Lúquez comienza su
ensayo diciendo que la “filosofía actual” se halla en “rebeldía” contra los “sistemas”
y la “vuelta” a esos sistemas filosóficos al estilo de los de Kant o Hegel. Enseguida se
interroga Carrillo Lúquez sobre ¿SÍ es la primera vez que esto ocurre? “¿No habrá habido
en la historia de la filosofía un acto similar de rebeldía contra la actitud sistemática
de esta disciplina?”. Carrillo Lúquez responde que una situación parecida se dio con
Descartes. “A poco tiempo de estar él rigiendo la mente moderna, dice se emprende
una lucha contra la filosofía constructiva, semejante a la emprendida por Husserl
contemporáneamente. Si el neokantismo tiene contra su aparición un movimiento
fenomenológico, el cartesianismo cuenta con un adversario semejante en la ciencia de
Newton”76. El objetivo de Carrillo Lúquez en este ensayo es explorar el rechazo de los
filósofos contemporáneos como Husserl, Scheler o Hartmann contra las edificaciones
sistemáticas al estilo de las de Kant o Hegel. En criterio de Carrillo Lúquez lo que
distingue a los unos de los otros es la forma como utilizan las diferentes modalidades
de las intuiciones en la investigación filosófica. Para los filósofos sistemáticos las
intuiciones son consideradas como recursos absolutos y terminales, al paso que para
los pensadores asistemáticos las intuiciones son abiertas, siempre susceptibles de
mutaciones. Carrillo Lúquez toma partido a favor de éstos últimos porque caminan en
medio de preguntas permanentes, de problemas abiertos, de aporías por todas partes,
siempre dispuestos a adoptar las nuevas hipótesis en reemplazo de las anteriores.
Al respecto, Carrillo Lúquez escribe que “es preferible la tarea reposada, con que
se entrega Husserl a la meditación, a la premura con que Hegel traza los planos de
su construcción filosófica”77. Por esto, las ciencias particulares buscaron apoyo en
la fenomenología de Husserl, mientras que esas mismas ciencias se alejaron en su
tiempo del sistema de Hegel cayendo en el positivismo. En su ensayo Carrillo Lúquez
apoyándose en sus ricos conocimientos de las relaciones entre filosofía y ciencia,
Como bien señala Cruz Vélez, en la primera reseña importante del libro de
Carrillo Lúquez, el autor “se propone demostrar en su trabajo cómo la Teoría Pura
del Derecho necesita buscar sus fundamentos en una filosofía de los valores, contra
lo que cree Hans Kelsen, su creador”78. Para lograr tal propósito Carrillo Lúquez en
la primera parte de su obra ofrece un valioso resumen de la filosofía de los valores o
axiología, tomando en cuenta las ideas al respecto de Scheler y Hartmann, axiología que
en ese tiempo la estaba divulgando en nuestro medio Mantilla Pineda, circunstancia
que casi nunca se menciona79. Nuestro pensador parte de la reflexión sobre la filosofía
de los valores, a los cuales considera objetivos siguiendo las enseñanzas de Scheler en
su Ética, problema discutible en ese momento, por obra de la filosofía existencial que
sostiene la naturaleza subjetiva de los valores. Según Carrillo Lúquez, en el tiempo
que escribe su obra, la preocupación filosófica dominante enfrenta dos corrientes del
pensamiento: la filosofía de los valores o axiología y la filosofía de la vida. La mayor
porción de la primera del texto se dedica al enfrentamiento señalado y a explorar los
fundamentos de la nueva región filosófica: la axiología que le va a servir de base a su
trabajo crítico de Kelsen. Una vez más estamos de acuerdo con Cruz Vélez cuando
afirma que la mayor originalidad de Carrillo Lúquez, en la primera parte de su
trabajo, son sus observaciones sobre le “epojé axiológica”80, expresión acuñada por
él, distinta a la epojé escéptica y a la epojé fenomenológica, asunto que no vamos
78 Danilo Cruz Vélez, Reseña de El Ambiente axiológico de la Teoría Pura del Derecho, op. cit., pág. 258.
79 Benigno Mantilla Pineda, Axiología o Teoría de los Valores, México, Ed. Aurora, 1947.
80 Danilo Cruz Vélez, op. cit., pág. 259.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
112 a tratar ahora. En la segunda parte de su obra Carrillo Lúquez exalta inicialmente
a Kelsen por haber delimitado con mucha precisión al derecho, por haber alejado
de la ciencia jurídica todo lo que no sea derecho, como son los elementos políticos,
los ingredientes científico-naturales, la moral, la teología, la psicología. Para Carrillo
Lúquez: “La situación de las ciencias hacia los comienzos de la presente centuria era
de lamentable contaminación de lo que no eran ellas”, contaminación que afectaba
por igual la historia, la matemática, la filosofía, la biología o la psicología. Kelsen
consecuente con la atmósfera cultural de su tiempo que había empezado a elaborar
una fuerte labor de limpieza hizo un formidable “proceso de depuración de la ciencia
jurídica”, que “era sin duda la más necesitada de depuración”. Para Carrillo Lúquez la
preocupación mayor de Kelsen es la de mantener la pureza de su teoría, garantizando
un conocimiento solamente dirigido al derecho y eliminando de ese conocimiento todo
lo que no pertenezca al objeto exactamente señalado como derecho distinguiéndolo,
de una parte, del orden natural, y de otra parte, de las diferentes normas que, como la
moral o la política, se confunden tradicionalmente con el derecho. Ahora bien Kelsen no
se interesa por determinar cómo debe ser el derecho o cómo debe formarse su interés
es precisar qué es el derecho y cómo se forma el derecho. Para él, el derecho es un
sistema coactivo de normas jurídicas positivas, normas que tienen una serie jerárquica
en forma de escala, donde cada una de ellas recibe su validez de la anterior, escala que
nunca puede ser infinita. En esta serie jerárquica de normas como coronación de la
escala se halla una norma suprema que confiere a las otras su significación jurídica,
norma que predica que hay necesidad de obedecer al legislador originario. Se trata de
una norma suprema que no es positiva ni jurídica, porque no proviene de un orden
previo, sino que es una norma trascendente al orden jurídico, trascendencia que no
pudo evitar Kelsen en su sistema. Sí la serie jerárquica de normas termina con la
norma suprema, cabe preguntar ¿cuál es el sustento de ésta norma fundamental?
Carrillo Lúquez no vacila en responder que ese sustento se halla en el valor que es
muy parecido a la norma suprema que fundamenta el derecho positivo. Es aquí en este
espacio conflictivo donde Carrillo Lúquez con gran originalidad y fortaleza introduce
el “ambiente axiológico en la teoría pura del derecho”. Para nuestro pensador no se
trata de demostrar que la axiología desemboca en la teoría de Kelsen. Nos dice que
“dejando a un lado la distancia habida entre la Teoría Pura del Derecho y la filosofía
de los valores, no creemos que sea una exageración afirmar que en aquélla no se
cumplen los ideales de pureza que determinaron su elaboración. Y, además, que esta
teoría respira una atmósfera axiológica, que está rodeada de un ambiente de axiología,
según la indicación explícita del título de este trabajo. Hemos creído haber mostrado
la instancia transpositiva de la Teoría Pura del Derecho, y el parecido que hay entre el
valor y la norma suprema que fundamenta el derecho positivo”81. En el Prólogo a su
81 Rafael Carrillo, Ambiente axiológico en la Teoría Pura del Derecho, Bogotá, Ed. Universidad Nacional de Colombia, 1947, pág. 89.
Rafael Carrillo Lúquez, entre el socratismo y el ensayo filosófico CAPÍTULO III
obra Carrillo Lúquez destaca desde otro punto de vista que la afirmación de Kelsen 113
al decir: “El derecho es esencialmente un orden para promover la paz” indica con
claridad que el derecho está referido a valores, que dentro de esta perspectiva hay un
giro “en favor de una interpretación trascendente”, sin que tal posición signifique
“que exista otro derecho que el positivo”82.
Enseguida pasa a analizar las relaciones entre la filosofía del derecho y otras
disciplinas jurídicas como la teoría general del derecho y la ciencia jurídica. La primera
82 Rafael Carrillo, Ambiente Axiológico en la Teoría Pura del Derecho, op. cit., pág. 6.
83 Gonzalo Cataño, op. cit., pág. 13.
84 Rubén Sierra Mejía, La filosofía en Colombia (Siglo XX), Bogotá, 1985, Ed. Procultura, págs. 15-49.
85 Rafael Carrillo, “Filosofía del Derecho como filosofía de la persona”, en: Revista Universidad Nacional, No. 3, 1945, pág. 14.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
114 queda circunscrita al hallazgo de un grupo de rasgos comunes entre los distintos
ordenamientos concretos, sin tomar en cuenta la esencia misma del derecho”. La
ciencia jurídica se interesa por el derecho como sistema de normas, por lo que “el
derecho dice o no dice”. Ninguna de las dos se preocupa por “el Ser del derecho”,
por su estructura óntica, espacio reservado a la filosofía jurídica que “empieza donde
termina la jurisprudencia”. La filosofía del derecho se mueve en el mundo de los
problemas, de las preguntas, en lo universal, lo esencial del todo. Luego Carrillo
Lúquez entra a debatir el difícil asunto de la obediencia al derecho que resulta, más
significativa que su temor a ser violado, transgredido. El derecho se autoafirma con la
autoafirmación del Estado. “El derecho, dice Carrillo Lúquez, no está originado en la
voluntad del legislador, sino en la voluntad del Estado, que es la voluntad general de
la comunidad”86. La obediencia al derecho sin la presencia del Estado quedaría en el
aire. Sin embargo, hay que dejar en claro que el Estado nunca puede ser absoluto, ni
el derecho arbitrario, en los tiempos actuales.
86 Rafael Carrillo, Filosofía del derecho como filosofía de la persona, op. cit., Nº 3, pág. 31.
87 Rafael Carrillo, Filosofía del derecho como filosofía de la persona, op. cit., Nº 4, pág. 41.
88 Rafael Carrillo, Filosofía del derecho como filosofía de la persona, op. cit., Nº 4, pág. 40.
Rafael Carrillo Lúquez, entre el socratismo y el ensayo filosófico CAPÍTULO III
está arrojado hacia el futuro, hacia un ideal o posibilidad de un determinado modo 115
de existir”. Más adelante explicita: “El hombre, porque es persona es un ser de la
lejanía. Y así, agregamos una idea más a los anteriores resultados. El hombre es una
persona que convive con las demás personas, y que está, dentro de esta coexistencia,
realizándose a sí misma”89. El ser humano para disfrutar de libertad jurídica, paz,
orden, justicia, vida, convivencia, debe crear una serie de normas de derecho para
estar en el mundo y hacerse a sí mismo; de ahí que una filosofía del derecho tiene
que ser, primero que todo, una filosofía de la persona. Carrillo Lúquez en un párrafo
significativo expresa: “En lugar del conocido aforismo que dice ubi societas ibi ius,
podríamos ir poniendo el concepto de persona y destituyendo el de sociedad, decir
mejor: ubi persona ibi jus. Igualmente, donde se dé la existencia personal se da
consecuentemente la norma. Donde hay persona hay normas. Pero a la vez sólo
hay normas donde hay coexistencia”90. Donde hay sociedad, dondequiera que se dé
una comunidad de personas, hay normas jurídicas llenas de valores. La filosofía del
derecho es una filosofía de la persona en el mundo y en sí misma. Como recuerda Gil
Olivera, en una célebre conferencia de Kaufmann dedicada a la filosofía del derecho
en la posmodernidad a fines del siglo pasado, éste pensador alemán contemporáneo
llega a una conclusión parecida a de Carrillo Lúquez, en el sentido de sostener que
la “persona” constituye “la relación ontológica básica”, tanto del derecho como de la
filosofía jurídica, conclusión a la que llega Kaufmann, desde puntos de vista diferentes
a los de nuestro filósofo colombiano91, que no podemos debatir en esta circunstancia.
Cabe hacer otro reconocimiento a Cataño cuando menciona una actividad cultural
de Carrillo Lúquez, muy descuidada por sus biógrafos, la de traductor del alemán a
nuestro idioma de ensayos filosóficos, científicos, literarios y sociológicos de autores
de la talla de Lukacs, Jaeger, Tillich, Heisenberg, Cassirer, Max Born, Gottfried Gotty
Benn, Max Von Laue. Esta actividad estaba destinada a la Revista Eco y era compartida
con Cruz Vélez y Gutiérrez Girardot el gran tríptico de pensadores colombianos,
actividad que se desarrolló durante la década del sesenta del siglo pasado. Pero, no
podía faltar el veneno de Cataño cuando con la mayor irresponsabilidad escribió: “Al
llegar el año de 1966 abandonó el oficio de traductor. Consideró que era una actividad
89 Rafael Carrillo, Filosofía del derecho como filosofía de la persona, op. cit., Nº 4, págs. 40-41.
90 Rafael Carrillo, Filosofía del derecho como filosofía de la persona, op. cit., Nº 5, pág. 23.
S EGUND a Tríptico sobre el filósofo Rafael Carrillo Lúquez
Parte
116 lesiva para el pensamiento y la escritura autónomas; una labor que perjudicaba
el estilo y subyugaba la meditación independiente”92. No sabemos de dónde saca
objetivamente tales afirmaciones; en su componente subjetivo con seguridad
provienen de su maledicencia contra Carrillo Lúquez.
Podemos concluir diciendo que la obra de Rafael Carrillo Lúquez, que he
mos presentado brevemente en este homenaje con ocasión a los diez años de su
fallecimiento, se bifurca en dos grandes espacios: Uno correspondiente a su prolongada
y maravillosa labor de maestro socrático desplegada tanto en la universidad como
en las reuniones académicas, en las cafeterías, en la calle o la plaza pública, labor
representada a lo largo y ancho del territorio nacional, por numerosas generaciones de
personas dedicadas a la filosofía, sus alumnas y alumnos, en más de cinco décadas de
docencia universitaria, y la de otros grupos humanos que gozaron de su generosidad
cultural, de sus diálogos filosóficos profundos y de su disposición socrática de enseñar
en todas partes, fuera del ámbito universitario, sin necesidad de títulos académicos
ni de escalafones burocráticos. El otro espacio está relacionado con su pequeña
gran obra escrita que, sin lugar a duda, continua iluminando el magnífico sendero
del filosofar en Colombia, obra a la cual nos hemos referido rápidamente invitando
ahora a la juventud para que la estudie y la complemente, especialmente a la juventud
comprometida con la noble y elevada ciencia filosófica. Debemos cultivar la memoria
hacia las personas que han engrandecido nuestra patria, por su obra y por su inteli
gencia, una de ellas es nuestro maestro Rafael Carrillo Lúquez, no olvidemos a este
gran hombre colombiano, que siempre nos repetía una sentencia de Heidegger “La
gran tragedia del mundo es no cultivar la memoria y, por tanto olvidar a sus maestros”.
Afortunadamente las personas aquí presentes no participamos de esta tragedia.
91 Arthur Kaufmann, La filosofía del derecho en la posmodernidad, trad. de Luis Villar Borda, Bogotá, Ed. Temis, págs. 67 y ss.
92 Gonzalo Cataño, op. cit., pág. 22
Tercera
Parte
1 Rafael Gutiérrez Girardot, Hispanoamérica: imágenes y perspectivas, Bogotá, Ed. Temis, 1989, pág. 308.
Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido CA P Í T ULO I
final de su vida hizo una bella Declaración política citando una conocida frase de 121
Cicerón en uno de sus Discursos ante el senado: “¿Hasta cuándo abusarás, Catilina,
de nuestra paciencia?”, para adherir a la candidatura presidencial de Carlos Gaviria
Díaz de Alternativa Democrática de orientación izquierdista. Allí Gutiérrez Girardot
exhorta a la juventud a apoyar esa candidatura para divisar “su noble futuro” frente
a la “destrucción del Estado democrático, la agudización de los conflictos sociales,
el derrumbamiento de la soberanía nacional, bajo el manto de la seguridad militar
que no puede convertirse en el estado permanente y que va abriendo camino a una
dictadura”2, conceptos premonitorios de gran actualidad. Sorprende esta solidaridad
de Gutiérrez Girardot, porque no era amigo de tomar partido, aunque su posición
política siempre estuvo a la izquierda después de su juventud conservadora. Sin
embargo, tal sorpresa decrece cuando enjuicia al gobierno de Uribe Vélez, autoritario,
proimperialista, de derecha, por lo cual, tenía el deber de dar ejemplo con su valiosa
adhesión política, especialmente a la juventud de su patria. La verdadera pasión de
Gutiérrez Girardot no fue la actividad partidaria, sino su quehacer intelectual, su
condición de estudiante y maestro, su hábitat estuvo rodeado de libros y campus
universitario, allí tenía su auténtico territorio vital, donde pasó la mayor parte de su
vida, desde la adolescencia hasta su fallecimiento, consagrado a labores pedagógicas
fundadas en la infatigable lectura y en su oficio de escritor manteniendo “siempre la
antorcha encendida”, como aconsejaba Alfonso Reyes, su compadre.
2 Carlos Gaviria Díaz, “Bases programáticas”, en: Alternativa Democrática, Bogotá, 2004, pág. 25.
tercera Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido
Parte
¿Cómo abarcar en una breve nota la obra escrita de Gutiérrez Girardot, tan
amplia y polifacética? Repetimos que tal tarea sólo puede realizarse con un estudio
detallado e interdisciplinario, que no se ha producido hasta el momento. Por nuestra
parte, como dijimos atrás, queremos rendir un modesto homenaje a uno de los
Maestros de América, en la presente nota necrológica de manera, muy esquemática,
destacando las piezas sustanciales de su obra, excluyendo los comentarios a su
valiosa labor de traducción iniciada, a partir de su juventud, de textos literarios,
filosóficos, jurídicos, históricos o filológicos.
4 Carlos Marx, “Entorno a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”, en: Escritos de Juventud, Trad. W. Roces,
México, F.C.E., 1982, pág. 491 y ss.
tercera Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido
Parte
5 R.H. Moreno-Durán, “Gutiérrez Girardot: Magisterio de la disidencia”, en: El Tiempo, Bogotá, 4 de junio de 2005.
Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido CA P Í T ULO I
Allende “es García Márquez pasada por bidé”, Álvaro Mutis “se le cae de las manos”, 125
la filosofía de Ortega y Gasset es una especie de “onanismo intelectual, con el sentido
toreril del lance”, Lyotard, Deuleze y Derrida “son charlatanes adobados por el
marketing editorial español”, Foucault es “violador de textos”.
del idealismo alemán, significando que los valores tenidos como supremos al estilo 127
del Estado, Dios o el Deber, habían perdido toda validez. En el caso de Vallejo, la
“muerte de Dios”, al decir de Gutiérrez Girardot “no constituye un postulado de
ateísmo”, como en Nietzsche, sino el “intento de rescatar a Dios de las cadenas con
las que lo han atado los filósofos para hacer de él un Dios que también sufre, que
se sienta a la mesa con la familia o en el café con los amigos y que comparte con
los hombres las penas cotidianas”. Vallejo militante comunista, en el fondo es un
poeta cristiano no en el sentido de devoción religiosa o de actitud eclesial, sino como
un ser muy desgarrado ante la “muerte de Dios” vista con mucho dolor, porque “es
el supremo consuelo de la vida”. “El Dios de los “dados eternos”, dice Gutiérrez
Girardot es el Dios que ya no es Dios, barro pensativo creatura sin Creador. Por eso,
el paso siguiente es el que da en “Los anillos fatigados”: señala a Dios con el “dedo
deicida”. En el último poema del ciclo, “Espergesia”, Vallejo afirma que él nació un
día que Dios “estuvo enfermo, grave”11.
Tampoco Gutiérrez Girardot se vale del sentido etimológico de la utopía (“lo que
no está en su lugar”) o como ideal para la vida individual o colectiva; pero irrealizable,
o en el contexto marxista de crítica al denominado “socialismo utópico”. Como
pasamos a ver la utopía que sirve a Gutiérrez Girardot de instrumento de trabajo
procede de Henríquez Ureña y de la sociología del conocimiento alemana destinada
a convertirse en realidad en la vida social, utopía que se dirige hacia el cambio de
estructuras sociales, de renovación, de crítica de las ideas dominantes. Se trata de la
utopía que combate las ideologías que preservan el statu quo, según Manheim.
En 1925, Henríquez Ureña, en dos luminosos ensayos muy breves formuló la tesis
de la utopía como “motor y sostén” de nuestra historia, tesis retomada por Gutiérrez
11 Rafael Gutiérrez Girardot, César Vallejo y la muerte de Dios, Bogotá, Ed. Panamericana, 2000, págs. 175 y ss.
tercera Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido
Parte
128 Girardot para aplicarla a la vida social e histórica de América y a su literatura. Para
Henríquez Ureña hay que “ennoblecer nuevamente la idea clásica” de utopía que nos
viene de Grecia, inmortalizada en La República de Platón. Tenemos que “devolverle
a la utopía sus caracteres plenamente humanos y espirituales”. “En medio del
formidable desconcierto en que se agita la humanidad, dice Henríquez Ureña, só
lo la luz de la utopía unifica los espíritus”, mediante ella “el hombre llegará a ser
plenamente humano”. Henríquez Ureña considera que la verdadera utopía se halla
en América, la “magna patria de la justicia” está en la utopía americana. En nuestro
medio, la utopía deja de ser ilusión, para convertirse en realidad12.
12 Pedro Henríquez Ureña, La utopía de América, Caracas, Ed. Ayacucho, 1978, págs. 3-11.
13 Rafael Gutiérrez Girardot, “Prólogo”, en: Pedro Henríquez Ureña, La Utopía en América, op. cit., pág. IX y ss.
14 Rafael Gutiérrez Girardot, “Introducción”, op. cit., pág. IX y ss.
Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido CA P Í T ULO I
postularon la Magna Patria: Pedro Henríquez Ureña, Manuel Ugarte, José Vasconcelos 129
y Alfonso Reyes. Esa herencia ha sucumbido a la «peste del olvido» de la que habla
García Márquez en Cien años de soledad (1967), pero también a la miopía de los
nacionalismos, regionalismos e indigenismos”15.
Aquí únicamente vamos a decir algo en torno a las bases conceptuales desde
las cuales Gutiérrez Girardot construyó su obra teórica inspirada en los “temas y
problemas de una historia social de la literatura”, como tituló un profundo libro
producto de sus Conferencias en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá,
en 1987. En estas Conferencias Gutiérrez Girardot esboza algunos conceptos de teoría
crítica literaria en forma sistemática, porque tales conceptos abundan en su extensa
obra al respecto; de ahí la importancia del pequeño libro que recoge las Conferencias
como introducción a los estudios literarios suyos y al mismo tiempo como una rica guía
para la investigación de dicha teoría. Gutiérrez Girardot comienza por recordar que
Hauser en su Historia social del arte y la literatura (1953) y en Sociología del arte
(1974), siguiendo los pasos de Lukacs y Adorno, respondió a las exigencias de renovar
los estudios literarios, mediante una “historia social”, donde se trataba de resolver
el problema general de la influencia recíproca del arte y la sociedad, como totalidad
extensa e intensa de la vida. Esa “historia social” ya no es anecdótica, individual,
biográfica, sino historia de formaciones, de estructuras, de clases sociales. Marx tiene
mucho que ver con la “historia social” gracias a su invaluable concepción materialista,
conforme a la cual: “No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino
al revés, su ser social el que determina su conciencia”16. La vida artística, literaria,
filosófica, política, religiosa o social está condicionada por “el modo de producción
de la vida material”, pero no de manera mecánica, sino dialéctica, esto es, mediante
la acción recíproca de los factores materiales y espirituales; a veces, los procesos
130 religiosos, jurídicos, políticos o filosóficos tienen el papel definitivo en la vida social
y sus cambios. Al respecto, Gutiérrez Girardot cita como factores definitivos para la
“elaboración de una historia social de la literatura latinoamericana”, la sociología
de la religión, el medievalismo o la historia del derecho, junto con la producción
de la vida material. Para Gutiérrez Girardot: “Una historia social de la literatura
hispanoamericana que describa la formación del hombre de letras y del intelectual,
sus barreras, sus modestos y grandes esfuerzos podrá demostrar que su situación
en la sociedad ha sido siempre una situación de oposición”17. Sobre el particular,
válido para un período histórico determinado, cita los casos de Bello que “opuso a
la anarquía amenazante el orden; Sarmiento opuso a la depravación del orden, la
civilidad liberal; Montalvo opuso a la teocracia moderna o, como cabría llamarla,
tecnoteocracia de García Moreno, la libertad de pensamiento”. A propósito de
Bello, sin menoscabo del poeta, del crítico literario, del romanista, del traductor,
según Gutiérrez Girardot, este iluminado hombre de letras sentó las bases para
las nuevas sociedades nacientes al “darles un instrumento para su expresión con
la Gramática, para su ordenamiento jurídico-social con el Código Civil y para su
reflexión con la Filosofía del Entendimiento”18.
17 Rafael Gutiérrez Girardot, Temas y problemas de una historia social de literatura hispanoamericana, Bogotá, Ed. Cave
Canem, 1989, pág. 90.
18 Rafael Gutiérrez Girardot, Hispanoamérica, op, cit., pág. 233.
Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido CA P Í T ULO I
es diferente a nuestra historia en materia literaria, por el proceso y destino propios 131
de cada continente a pesar de pertenecer al mismo mundo occidental, situación que
crea muchas semejanzas en medio de las diferencias19.
19 Rafael Gutiérrez Girardot, La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX, Maryland, University of
Maryland, 1992, págs. 1-21.
tercera Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido
Parte
132 fundamentales. No sobra decir que en la obra literaria de Gutiérrez Girardot, también
abundan los ensayos consagrados a temas y problemas que no versan sobre un autor
en particular, como los mencionados antes, sino a problemáticas de tendencias o
corrientes literarias al estilo del modernismo, el “piedracielismo” colombiano, o a
asuntos relacionados con la literatura y la política en Latinoamérica, la identidad
hispanoamericana, América sin realismos mágicos, conciencia estética y voluntad
de estilo, la transformación de la literatura por la ciudad, literatura y sociedad en
Latinoamérica, el arte de la excepción, notas para una definición de Hispanoamérica.
Si unimos los estudios consagrados a hombres y mujeres de letras a los que recaen
sobre corrientes literarias u otros problemas anejos, tenemos una obra cuantiosa y
de mucha autoridad que en Colombia ningún autor ha podido alcanzar ni menos
superar hasta el momento, obra que por su propia calidad la ubica entre las mejores
de América Latina, expresada con gran maestría en el género del ensayo tan arraigado
en nuestras tierras, desde el siglo antepasado.
de la cultura occidental, esto es, a la Grecia antigua para comprender y explicar 133
la vida intelectual y la realidad latinoamericana, cuya expresión es muy peculiar;
pero, con profundas raíces europeas. No existe propiamente hablando una literatura
puramente latinoamericana desconectada de su contexto universal, proveniente de
Occidente, como tampoco existen en nuestras tierras religiones desvinculadas de su
pasado europeo. Demos rápidamente otro ejemplo relacionado con un tema que
Gutiérrez Girardot trató con mucho cuidado y profundidad: el modernismo, como
expresión hispana de una crisis ecuménica, según valoración de De Onis, retomada
por Gutiérrez Girardot, mediante una reflexión de mayor contenido al sostener que
esa crisis procede de la imposición del modo de producción capitalista y la sociedad
burguesa que internacionaliza toda la vida humana operando de manera distinta en
Europa que en América Latina, aunque en las dos partes hay grandes identidades
como el proceso de secularización, el crecimiento de las ciudades, la situación
del artista en la sociedad burguesa, la mayoría de edad, el desencantamiento del
mundo. No olvidemos que el “capital” unifica y uniforma al mundo (Hobsbawn).
El desplome del orden feudal en Europa y del régimen de servidumbre en América
Latina que se consolida en el primer caso con la Revolución Francesa de 1789 y en el
segundo con las guerras de independencia generan toda clase de transformaciones
que deben asumir las sociedades y los individuos. En el campo literario, el
modernismo en Hispanoamérica, lo mismo que en Europa, tuvo que asumir esas
transformaciones. La complejidad de la vida urbana y su choque con la vida rural,
concomitante con la racionalidad, la secularización, la mundanidad, la formación
del “intelectual”, la desorientación y la búsqueda de sustitutos de la religión, la
pluralidad de estilos, la “prosa del mundo” (Hegel), constituyen los presupuestos
histórico-culturales del modernismo hispanoamericano que cristalizó en Darío,
como padre de este movimiento literario, seguido por González Prada, Martí, Casal,
Othon, entre otros. El modernismo, pues, es la respuesta a esas exigencias sociales,
económicas, religiosas, políticas y jurídicas; surgió como efecto de crisis y tensiones
suscitadas por la sociedad burguesa. En la obra de Gutiérrez Girardot su libro
sobre el Modernismo. Supuestos históricos y culturales es un clásico fundamental,
un verdadero texto que enriquece la historiografía literaria de América Latina,
imprescindible para quienes se dediquen a estudiar esta magnífica “expresión” de
nuestras letras latinoamericanas de proyección cosmopolita.
20 Rafael Gutiérrez Girardot, Insistencias, Bogotá, Ed. Ariel, 1998, pág. 269.
Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido CA P Í T ULO I
que no exige compromisos con el pensamiento, sino con las imágenes captadas 135
por la mera percepción. Teniendo en cuenta los intelectuales latinoamericanos
mencionados, Gutiérrez Girardot refuta de manera puntual y objetiva la tesis de
Hegel, tergiversada por Ortega y Gasset, al sostener que América Latina era más
naturaleza que historia, lo cual explica nuestro atraso y salvajismo. Nuestros autores
apoyados en la herencia del viejo mundo occidental, pero de cara al nuevo mundo
latino, generaron obras de alcance universal, que quisieron silenciar los sectores
dominantes de nuestra cultura, mediante las modas literarias del día.
Para cerrar esta parte de nuestra nota digamos que Gutiérrez Girardot es sin
discusión el crítico literario colombiano de mejor reconocimiento internacional,
porque su obra enmarcada dentro del género ensayístico se erige por derecho propio
en la de mayor alcurnia cultural en el panorama literario del siglo XX en nuestra
patria. Más aún, sin hipérbole de ninguna especie, cabe señalar que en el campo de
los estudios literarios Gutiérrez Girardot ha dejado a la posteridad una de las obras
más fecundas en Hispanoamérica en los tiempos actuales. Su metodología de trabajo
unificaba el rigor filosófico con la pasión hacia la corriente literaria o el autor, objeto de su
estudio, sin hacer concesiones, guiado por el deseo de compartir sus descubrimientos
con gran sentido democrático y pedagógico, llamando la atención para que se pensara
por cuenta propia poniendo punto final a la imitación de lo foráneo, para lograr la
auténtica autonomía cultural. Para Gutiérrez Girardot las relaciones entre sociedad,
historia y literatura debían darse dialécticamente iluminadas por las ideas filosóficas,
políticas, jurídicas, religiosas, filológicas o morales, ideas que tenían que elaborarse
a partir de los griegos clásicos, pasando luego por todo el pensamiento occidental
europeo, esto es, que la verdadera crítica literaria solamente podía adquirir seriedad
y rigor apoyada en una filosofía de la historia, la sociología, la estética, el dominio de
los idiomas modernos y clásicos. Con razón dice Zuleta Álvarez que nuestro pensador
Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido CA P Í T ULO I
colombiano: “Auténtico hispanista, integra ese raro y escaso número de hombres con 137
autoridad intelectual para moverse desde la antigüedad clásica, la romanidad y las
letras españolas de todos los tiempos, hasta la vasta inmensidad de nuestra América,
donde no hay nada que le sea ajeno, desde el Barroco mexicano, el costumbrismo
colombiano y el modernismo, hasta la poesía chilena y el ensayo argentino, desde
el Inca Garcilaso hasta César Vallejo, Eduard o Mallea y José Luis Romero.... En este
mundo hispánico y su tradición dialogan polémicamente con el presente y su futuro, y
desde múltiples ángulos temáticos que, como dijimos, abarcan la filosofía, la historia
de las ideas y la cultura y especialmente la literatura, Gutiérrez Girardot ha elaborado
un pensamiento crítico que proyecta sus principios y conclusiones hacia un horizonte
de universalidad, ya que como él lo ha repetido siempre, es en esa dimensión donde
Hispanoamérica cobra su sentido utópico, es decir, su ideal de libertad y justicia”23.
23 Enrique Zuleta Álvarez, “Sociedad, historia y literatura en la crítica de Rafael Gutiérrez Girardot”, en su Homenaje,
Frankfurt am Main, Vervuert, 1993, págs. 26-27.
24 Numas A. Gil Olivera, Reportaje a la filosofía, Bogotá, Ed. Punto Inicial, Tomo I, pág. 52.
tercera Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido
Parte
138 una institución que no puede ponerse a paz y salvo con la historia”25. Tal vez la actitud
de Gutiérrez Girardot hacia el catolicismo haya generado esa omisión imperdonable
criticada por Rodríguez Valbuena, omisión que no vale la pena comentar. Sin em
bargo, autores laicos que hacen historia de la filosofía en Colombia tampoco han
valorado la obra de Gutiérrez Girardot; por ejemplo, Sierra Mejía a duras penas lo cita
en su trabajo: La filosofía colombiana en el siglo XX26 y lo incluye en su compilación
dedicada al mismo tema con su ensayo: Hegel. Notas heterodoxas para su lectura27.
En cambio, Sierra Mejía estudia autores de menor calidad filosófica que Gutiérrez
Girardot, como son Frankl, Zuleta, Posada, Pérez Mantilla, Orozco o López Trujillo.
Por el lado de Hoyos Vásquez, en reciente artículo: La filosofía moderna en Colombia
no lo toma en cuenta para nada28. Lo propio ocurre con Herrera Restrepo, en un
trabajo titulado: La filosofía en la Colombia contemporánea, en el cual nuestro
excelente pensador no aparece por parte alguna29.
25 Manuel G. Rodríguez V., La filosofía en Colombia. Modernidad y conflicto, Rosario, Ed. Laborde, 2003, pág. 317.
26 Rubén Sierra Mejía, Ensayos filosóficos, Bogotá, Ed. Andes, 1978, pág. 112.
27 Rubén Sierra Mejía, La filosofía en Colombia (siglo XX), Bogotá, 1985, págs. 125-128.
28 Guillermo Hoyos Vásquez, “Medio siglo de filosofía moderna en Colombia”, en: Discurso y razón, Bogotá, Ed. Uniandes,
2000, págs. 127-151.
29 Daniel Herrera Restrepo, La filosofía en Colombia contemporánea (1930-1988), Bogotá, Ed. El Buho, 1988, págs 365-393.
30 Rafael Gutiérrez Girardot, Horas de estudio, op. cit., pág. 288.
Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido CA P Í T ULO I
Otra gran pasión filosófica de Gutiérrez Girardot, también desde su juventud, fue
Nietzsche a quien consagró una obra relacionada con la “filología clásica”, afortunadamente
recién reeditada junto con su trabajo: La poesía en Nietzsche, y una traducción de un
célebre ensayo del filósofo alemán: Homero y la filología clásica. En este libro Gutiérrez
Girardot estudia los trabajos de Nietzsche anteriores a su obra: El nacimiento de la
tragedia en el espíritu de la música, trabajos que fueron dedicados a la filología clásica
en la cual el joven Nietzsche era gran autoridad. “En estos trabajos, dice Gutiérrez
Girardot, se puede apreciar la discusión del filósofo alemán con la filología clásica, a la
que consideraba no sólo una ciencia rigurosa sino, especialmente, como herencia de la
cultura cristiana occidental”33. Gutiérrez Girardot en su libro quiere demostrar que no
fue la música de Wagner ni la filosofía de Schopenhauer, la inspiración fundamental de la
obra de Nietzsche, sin desconocer la importancia de las dos, sino los antiguos griegos los
gestores de su filosofar, y que los trabajos filológicos del joven Nietzsche tienen enorme
significación para estudiar su crítica a la metafísica occidental. Como vimos atrás Gutiérrez
Girardot hizo una Introducción genial al Anticristo de Nietzsche, en la cual, recorrió varios
temas de su filosofía, particularmente el relacionado con la “muerte de Dios”; además,
tradujo varios textos del filósofo alemán, entre ellos los Ditirambos de Dionysos.
31 Rafael Gutiérrez Girardot, “Hegel y lo trágico, notas sobre la génesis política de su filosofía especulativa”, en: Revista
Ideas y Valores, No. 27, 28, 29, Bogotá, 1967, págs. 33 y ss.
32 G.W.F. Hegel, Fenomenología del espíritu, trad. de Carlos Díaz, Madrid, Ed. Alhambra, 1986, págs. 68 y 72.
33 Rafael Gutiérrez Girardot, Nietzsche y la filosofía clásica, Buenos Aires, Ed. Eudeba, 1966, pág. 32
tercera Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido
Parte
140 en los que conoce a Heidegger; además de escucharlo en clase, entabla amistad con
él. Saca unas notas amarillentas como quien presenta un gran tesoro: son apuntes
de clase del maestro”34. En alguna ocasión nos dijo que iba a escribir un estudio
sobre Heidegger, ojalá esa comunicación se haya convertido en realidad como legado
para la comprensión del coloso del pensamiento filosófico contemporáneo, y qué
se publique junto con los “apuntes de clase del maestro”, antes referidos por sus
alumnas. Recordemos que Gutiérrez Girardot hizo varias traducciones de la obra de
Heidegger, entre las cuales sobresale la Carta sobre el humanismo.
La actitud de Gutiérrez Girardot ante las “Españas” fue muchas veces severa,
porque esta nación con “carencias de crítica” accedió tardíamente a la modernidad
burguesa y a su majestuoso pensamiento democrático, liberador, a la realización de las
Declaraciones de Derechos Humanos de primera generación, problemas que rebotaron
a sus colonias americanas, y en el siglo pasado desembocaron en el funesto franquismo.
Sin embargo, también en varias ocasiones hizo notables elogios a las artes, letras, ciencias,
a las mujeres y hombres valiosos de las Españas, lo mismo que a su pueblo e historia.
Uno de esos personajes españoles, a quien Gutiérrez Girardot dedicó varios ensayos fue
Ortega y Gasset, en la mayoría de los casos rememorando el pretérito, a duras penas
enunciado, y su enfrentamiento con la modernidad postergada en la península. Es
cierto que Ortega y Gasset censuraba con energía ese pasado, pero al mismo tiempo se
entregaba a él con veneración; en definitiva no pudo superar la mentalidad premoderna
vigente durante tanto tiempo en su patria, a pesar de haber tenido una formación
europea en Alemania, porque esa formación no era tan sólida como él creía. “El que
Ortega nunca pudo familiarizarse con la filosofía alemana, dice Gutiérrez Girardot,
aunque decía conocerla con minuciosidad (lo que era una desaforada exageración)
se debe especialmente al hecho de que él se acercó a la filosofía alemana con medios
intelectuales con los que esta no se dejaba captar: con modelos intelectuales católico-
escolásticos”35. Según Gutiérrez Girardot lo que produjo el “pensador de El Escorial”
fue un “catecismo” engañoso digno de una faena toreril, en medio de una “cantinflesca
cuadratura del círculo” llamada “metafísica de la razón vital”, que su discípulo Marías
pensaba que iba a pasar a la historia. Para Gutiérrez Girardot proceder con dureza
ante Ortega y Gasset es hacerle justicia, en un doble sentido, porque se lo libera de los
curas rurales, los sectarios, los obispos, y al leer sus textos a distancia del tiempo y en
el ambiente del desarrollo de la filosofía actual se llega a la conclusión de que el mérito
suyo fue haber divulgado el pensamiento y la cultura alemanas y el de suscitar y renovar
la cultura en lengua española. Ninguno de los libros filosóficos o sociológicos suyos
34 Patricia Tobón R. y María A. Mosquera G., “Un profesor colombiano en Alemania”, en: El Tiempo, 4 de junio de 2005,
pág. 8
35 Rafael Gutiérrez Girardot, Hispanoamérica, op. cit., págs. 209-210.
Rafael Gutiérrez Girardot: un heterodoxo comprometido CA P Í T ULO I
puede ponerse al lado a las obras de Husserl, Scheler, Heidegger, Wittgenstein, Weber, 141
Simmel o Parsons, para citar algunos de sus contemporáneos famosos. Tal vez ninguno
de sus textos haya engrosado el caudal de la filosofía o la sociología occidentales. “De
Ortega no ha sobrevivido ninguna teoría, dice Gutiérrez Girardot, ninguna profecía,
ningún diagnóstico, ningún análisis, y ni siquiera su prosa primorosa y brillante. La
herencia que ha dejado y permanece en su arte de la simulación, majestuosa en él;
caricaturescamente pobre en su prole, de la que es símbolo extremo el Neoduque, y de
mediana arrogancia en el enciclopédico Octavio Paz”36. Según Gutiérrez Girardot en las
Españas del tiempo de “El meditador de El Escorial” su maestro Xavier Zubiri fue un
filósofo más importante que Ortega y Gasset, que no tuvo pretensiones de elaborar un
“sistema” al estilo de la mal llamada “razón vital”, pero que trabajó sistemáticamente
con mayor profundidad en la difusión de la filosofía, como lo demostraron sus estudios
sobre Hegel y Heidegger, para dar dos ejemplos ilustres. La obra de Zubiri, a juicio
de Gutiérrez Girardot, “exige del lector un esfuerzo considerablemente mayor que el
que exige Ortega”, “enseña el diálogo filosófico, que es uno de los presupuestos de la
creatividad”37, en pocas palabras es una obra llamada a perdurar en la historia de la
filosofía en las Españas, lo que no ocurre con Ortega y Gasset. Para terminar esta nota
recordatoria de Gutiérrez Girardot, cabe simplemente mencionar que nos dejó muchos
estudios de gran contenido filosófico, entre los cuales citamos: Las formas del estilo
en filosofía; Sobre la situación presente del pensamiento; Poesía y filosofía; ¿Qué es
la dialéctica?; El fin de la filosofía; lo mismo que breves ensayos sobre Kierkegaard,
Goethe, Benjamín, Adorno, Lukacs, Foucault.
Nada más oportuno para poner punto final a nuestro sencillo homenaje a Gutiérrez
Girardot que aplicarle a él, las palabras que dijo sobre su amigo mexicano Reyes,
que era “inclasificable”, por su mente abierta a todos los tiempos, desde la antigua
Grecia hasta el mundo actual, y por su sorprendente variedad de actividades como
ensayista, crítico literario, sociólogo, historiador, filólogo, humanista, diplomático,
filósofo, traductor, hispanista, estudiante y maestro. La mejor manera de rendirle un
auténtico homenaje a la memoria del gran pensador colombiano es la “vuelta a la
vida intelectual y a la obra de Gutiérrez Girardot”.