Informe de Macroeconomia y Construcción PDF
Informe de Macroeconomia y Construcción PDF
Informe de Macroeconomia y Construcción PDF
(MACh 52)
Gerencia de Estudios
Cámara Chilena de la Construcción
(Cierre estadístico: viernes 27 de marzo de 2020)
Resumen
Este informe corresponde a una actualización del régimen por el que transita la actividad de la
construcción y sus perspectivas de corto y mediano plazo. El Informe aborda los principales eventos que
han afectado el escenario económico respecto del observado en el Informe MACh 51, publicado en
diciembre de 2019. El suceso más relevante ha sido la impresionante velocidad de difusión del virus
COVID-19 y, con ello, las medidas de contención progresiva adoptadas por las autoridades de gobierno
para aplacar la tasa de contagios en la población. Esta crisis sanitaria constituye un shock negativo a la
oferta (producción) y a la demanda (consumo e inversión) sin precedentes.
En efecto, el PIB de Chile disminuirá entre -1,75% y -2,75% anual en 2020, coherente con un escenario
de recesión mundial (-0,2% de caída) y fricciones financieras. Por el lado de la demanda, los altos índices
de términos de contratos que ha venido reportando la Dirección del Trabajo en sus registros
administrativos desde la crisis político-social, permiten anticipar una disminución del consumo de los
hogares en torno a 1,3% anual. Por su parte, la inversión agregada, en el escenario base de proyección,
retrocede 14,5% anual, en línea con la disminución de la importación de bienes de capital (-17%
acumulado a mitad de marzo) y el balance negativo de la mayoría de los indicadores de actividad y de
inversión del sector construcción. Por ejemplo, las importaciones de maquinarias y equipos para la
minería y la construcción han retrocedido 49% anual acumulado al 15 de marzo de 2020.
En la inversión total predomina la caída proyectada para la inversión del sector construcción (-10,5%
anual), explicada por el ajuste de la inversión en infraestructura productiva de grandes proyectos
(catastro CBC) y la menor inversión inmobiliaria sin subsidio. Entre los principales factores que explican
esta sustancial disminución de la inversión sectorial, destacan: el impacto del COVID-19 en los costos de
construcción y en la dotación de trabajadores de aquellas obras que actualmente se encuentran en
construcción; las paralizaciones de proyectos en obra que se encuentran en comunas declaradas en
cuarentena (con la incertidumbre de que las medidas de contención se alarguen y/o extiendan a otras
zonas de Chile); y el profundo deterioro de la confianza empresarial que continuará motivando la
postergación de nuevas inversiones, originalmente programadas para iniciar actividades en estos meses.
A esto se suma el alto riesgo de observar paralizaciones en algunas obras (actualmente en ejecución)
para evitar mayores contagios de trabajadores.
Con todo, el balance de riesgos para la proyección del PIB y la inversión está sesgado a la baja, debido a
que no se descartan nuevas recalendarizaciones de proyectos en cartera programados para su ejecución
en 2020. De igual forma, existe el riesgo de que el gasto en inversión pública no se logre ejecutar en
pleno durante este año. Si bien el shock del COVID-19 es transitorio, su impacto económico será más
severo que lo observado en otros períodos de ciclo recesivo.
1. Mercado Laboral1
A nivel nacional, el número de ocupados mantiene un ritmo de crecimiento similar al observado
durante 2019, registrando una variación en torno a 2,1% en enero de 2020. Dicha expansión sigue
siendo consecuencia del incremento de los trabajadores asalariados, principalmente por el impulso
del sector público.
Si bien a la fecha los datos de empleo no han evidenciado aun los efectos de la crisis política–social
y los eventuales riesgos frente al coronavirus, sí se ha observado una destrucción importante de
empleos formales, la que se ha visto compensada por la creación de empleos informales. Con todo,
la tasa de desempleo se ha mantenido en niveles similares al promedio de 2019 (7,2%), pero no
descartamos que a lo largo de este año supere el 10% promedio. De esta manera, en el corto plazo
proyectamos una sustancial disminución del empleo Asalariado, debido a una baja significativa de
la actividad –consecuencia de una considerable desaceleración del consumo y una caída de la
inversión mayor a la prevista. Así también, las condiciones del mercado laboral de mediano plazo
estarán afectas a reformas como la reducción de la jornada laboral (de 45 a 40 horas semanales) y
la creación de un salario mínimo garantizado.
La aparente estabilidad de la tasa de desempleo, que alcanzó 7,4% en enero de este año (un
aumento anual de 0,3 puntos porcentuales), en gran parte, se explica por el significativo aumento
de ocupados informales en el mercado laboral, lo que representa un alza anual de 8,1%. Estos
trabajadores, que representan cerca de un tercio del total de ocupados, reflejan una mayor
precarización laboral, debido a la ausencia de cotizaciones y seguros sociales2.
Por su parte, el total de ocupados formales disminuyó 0,2% en doce meses, principalmente en los
meses siguientes al estallido social. Por lo que, en la medida en que las condiciones de trabajo se
vean alteradas por los efectos del coronavirus, no se descarta que el empleo formal continúe con
una trayectoria negativa. Para disminuir este riesgo, el Gobierno ha anunciado medidas de
protección al empleo, sin embargo, su efectividad no sólo dependerá de lo oportuno que sean
aprobadas e implementadas estas medidas, sino de cuán profundo pudiera ser el impacto
económico del virus COVID-19.
1 Como parte del proceso de fortalecimiento de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), desde enero del presente año el
Instituto Nacional de Estadísticas (INE) incluye la aplicación de un nuevo método de calibración de los factores de
expansión según las proyecciones de población en base al Censo 2017.
2 Se considera que tienen una ocupación informal aquellos dependientes que no cuentan con cotizaciones de salud y
previsión social por concepto de su vínculo laboral con un empleador. Para el caso de los empleadores y trabajadores por
cuenta propia, se estima que poseen una ocupación informal si la empresa, negocio o actividad que desarrollan pertenece
al sector informal. Es decir, todas aquellas unidades económicas de mercado que no cuentan con registro en el Servicio
de Impuestos Internos (SII) ni tampoco pueden ser clasificadas como cuasi-sociedades.
Evolución Ocupados Formales e Informales
(Variación anual, miles de personas)
Con todo, tras el estallido de la crisis político–social y el reciente escenario de riesgo asociado a los
efectos del coronavirus, se evidencia un deterioro de los indicadores de confianza empresarial en
torno a la evolución futura de empleo. Entre los principales sectores productivos de la economía,
Construcción continúa en una zona fuertemente pesimista, seguido por Comercio e Industria. Dada
la contingencia nacional e internacional, es altamente probable que en los próximos meses se
materialice un escenario de evidente destrucción de empleos y un aumento en los niveles de
cesantía del sector. Esto, en la medida en que los proyectos de inversión y la confianza empresarial
Expectativas Empleo
Índice Mensual Confianza Empresarial (IMCE)
Por otra parte, observando datos administrativos asociados a causales de término de contrato para
la construcción, se registra una mayor desvinculación de trabajadores asalariados en los últimos
meses. En enero la Dirección del Trabajo reportó 153 mil cartas de términos de contrato, un
aumento mensual de 35%. Esto significa que los despidos en la construcción han pasado de
representar el 19% del total de despidos en enero de 2019 a 39% en lo más reciente. Por su parte,
aún no se tienen datos sobre las causales de despido a nivel sectorial durante enero 2020. Sin
embargo, en diciembre de 2019 el número de despidos por necesidad de la empresa registró 57,5
mil, lo que representa un 51% del total de despidos en la construcción.
La proyección para el mercado laboral de la construcción considera una destrucción mayor a 70 mil
plazas de trabajo para el segundo semestre de 2020 respecto de igual lapso de 2019. Al respecto,
cabe mencionar que en el peor momento de la crisis subprime de 2009 (tercer trimestre) se
destruyeron algo más de 60 mil empleos de la construcción. Por otra parte, si consideramos que el
68% de los ocupados del sector son en promedio trabajadores asalariados, entonces observaremos
una destrucción en torno a 48 mil empleos de mejor calidad durante la segunda mitad de 2020. En
efecto, el número de ocupados previsto para dicho período bordearía 717 mil trabajadores, lo que
representa una caída de 9% en términos anuales.
4 Resaltar nuevamente que dicha proyección considera el nuevo método de calibración de los factores de expansión de
población en base al Censo 2017. No obstante, a partir de este año (enero 2020) el dato de cesantes de la construcción ya
no estará disponible en la Encuesta Nacional de Empleo del INE.
5 En el periodo 2014-2018 se registra una tasa de cesantía de 9,2% en promedio.
Creación/destrucción del empleo sectorial y crecimiento de la mano de obra
(Miles de trabajadores; variación anual, en porcentaje)
Esta proyección supone que la tasa de cesantía no experimentará grandes saltos durante los dos
primeros trimestres de 2020, en parte, debido a la posibilidad de que trabajadores y empleadores
lleguen a un acuerdo de mantener la relación laboral –pero sin el pago de remuneraciones por un
período transitorio. En este caso, ambos agentes se acogen al beneficio de las medidas de liquidez
y protección al empleo, recientemente anunciadas por el Gobierno. No obstante, suponemos que
el mayor impacto de la expansión del virus COVID-19 en la población y en la economía ocurrirán
durante la estación de invierno hasta principios del cuarto trimestre de 2020. Por lo que, es
altamente probable observar un mayor número de quiebras de empresas en este lapso y con ello
un aumento relevante en la tasa de cesantía del sector construcción.
Finalmente, se advierte que el impacto del COVID-19 podría ser devastador en la actividad del sector
construcción (por ser uno de los sectores más intensivos en el uso de mano de obra presencial). Por
lo que, dada la naturaleza propia del trabajo que se realiza en obras, el costo de un escenario de
plena paralización laboral para el sector construcción superaría los US$411 millones mensuales. Este
cálculo supone que se requerirá financiar a cerca de 770 mil trabajadores, cada uno con un ingreso
promedio de $463.581 (CASEN 2017). Cabe señalar que los 770 mil trabajadores incluyen
asalariados, cuenta propia, empleadores y familiares no remunerados. Dado que no se tiene más
información oficial sobre las remuneraciones como para identificar los costos según categoría
laboral, se supuso una remuneración promedio para todos.
2. Mercado Inmobiliario
En esta sección se analiza la evolución de los principales indicadores exhibidos por el mercado
inmobiliario en los últimos meses a nivel nacional y Gran Santiago. Asimismo, se discute la dinámica
de los principales determinantes del mercado, para así entregar las proyecciones de venta y ritmo
de comercialización para lo que resta del año.
Luego del cambio de tendencia evidenciado durante 2018, tras los malos resultados de los años
previos, post aplicación del IVA a la vivienda, el mercado inmobiliario residencial consolidó su buen
desempeño durante la primera mitad de 2019. Lo anterior estuvo fundamentado en buenas
condiciones financieras para acceder a crédito hipotecario, apoyadas en mayor estabilidad de las
principales variables macroeconómicas y tasas hipotecarías en sus mínimos históricos, lo que a su
vez incentivó la creciente presencia de inversionistas, debido al solido mercado de renta residencial.
En este ambiente, el estallido social de octubre impuso una contracción inédita en los principales
indicadores de actividad y comercialización del mercado, profundizando la tendencia que se
arrastraba desde el tercer trimestre de 2019. Así, durante los 4 meses posteriores al estallido social
de octubre, el mercado experimentó ritmos de comercialización menores a los de la crisis subprime,
con una caída anual acumulada entre noviembre de 2019 y febrero de 2020 de 41%, con
contracciones de -45,7% en departamentos y de -23,7% en casas, y ritmos de comercialización solo
comparables a los vividos durante finales de los años 90, luego de la crisis asiática.
Así, el deterioro de las expectativas, el aumento de la incertidumbre política y social, el aumento de
los spreads crediticios y del desempleo formal, junto a una contracción inédita de la inversión e
ingreso de nuevos proyectos a la oferta, permitían estimar que el mercado de vivienda nacional
atravesaría un 2020 con una contracción anual entre 15% a 20%, solo recuperando ritmos de
comercialización previos al estallido social hacia fines de 2020 y comienzos de 2021.
Sin embargo, en este contexto de contracción, a mediados de febrero del presente año comenzó a
hacerse evidente un escenario aún más incierto, con la crisis sanitaria producto del virus COVID-19,
y donde la evolución de estas últimas tres semanas muestra una velocidad de contagio similar a la
de algunos países europeos. Hasta el cierre estadístico de este informe, la mayor cantidad de casos
continúa concentrada en el cono oriente de la Región Metropolitana, lo que empujó a las
autoridades a decretar una cuarentena total a 7 comunas del Gran Santiago, Temuco y Padre las
Casas en la Región de la Araucanía, Chillán en la Región de Ñuble y Osorno en la Región de Los Lagos.
El avance exponencial del virus permite augurar un escenario preocupante para los próximos dos
meses. Si nuestro país continúa en una curva de contagio con la misma tendencia de la que ha
experimentado hasta ahora (al Igual que los países de la zona Euro), para la tercera semana de abril
nuestro país enfrentaría una crisis sanitaria de gran envergadura. Dado que el criterio para decretar
cuarentena es entre 2 y 6 contagiados por kilómetro cuadrado, durante abril se decretarían
cuarentenas totales en la mayoría de las ciudades sobre 50 mil habitantes.
Este escenario supone un estrés inédito sobre el desempeño del mercado inmobiliario, con un
segundo trimestre de actividad cercana a la nula, junto a una recuperación más lenta de la estimada
a comienzos de este año. Nuestro escenario de proyección indica que 2020 podría terminar con una
caída anual de -35%, con sesgo a la baja.
A continuación, se detallan las variables más relevantes del mercado observadas, donde las cifras
para el primer trimestre de 2020 son estimadas en base a la información de enero y febrero.
Luego del buen desempeño exhibido durante la mayor parte de 2018 y los tres primeros trimestres
de 2019, la comercialización de viviendas a nivel nacional ha experimentado una de las mayores
contracciones de su historia, con caídas anuales de -39% durante el IV trimestre de 2019 y de -50%
durante el I trimestre de 20206. Esta caída se ha observado tanto para el segmento de
departamentos (con caídas de -42% y -55% en ambos trimestres) y casas (-28% y -32%,
respectivamente).
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Cifras para el primer trimestre de 2020 son estimadas mediante interpolación lineal en base a la información
de enero y febrero.
(*) Cifras para el primer trimestre de 2020 son estimadas mediante interpolación
lineal en base a la información de enero y febrero.
En términos monetarios, al estimar los montos para el primer trimestre de 2020 con lo observado
en los meses de enero y febrero del mismo año, el valor de las viviendas comercializadas retrocedió
-34,5% en términos anuales, luego del descenso de -21% observado en el cuarto trimestre de 2019.
Esto se tradujo en una cifra de negocio estimada para el primer trimestre de 35,7 millones de UF, la
más baja desde el primer trimestre de 2016, la que registró 33 millones de UF. Según tipo de
vivienda, tanto departamentos como casas retrocedieron a ritmos similares: -33% y -39%
respectivamente. A pesar de la ralentización del ritmo de ventas, la caída del valor en menor medida
da cuenta de un efecto precio positivo que es producto de que, por un lado, la comercialización que
más ha caído son las de viviendas más baratas, y por otro, los precios de vivienda continúan
exhibiendo crecimientos anuales positivos.
(*) Cifras para el primer trimestre de 2020 son estimadas mediante interpolación lineal
en base a la información de enero y febrero.
En cuanto a la oferta de viviendas nuevas, se estima que ésta ha sufrido una importante contracción
debido al escaso ingreso de proyectos al mercado, producto de la situación de inestabilidad social
que nuestro país experimenta desde octubre. Así, la oferta promedia 72 mil unidades en lo que va
del año7, lo cual implica una caída de 15,1% respecto del primer trimestre de 2019, y alcanzando su
nivel más bajo desde el primer trimestre de 2015. Según tipo de vivienda, los resultados han sido
similares: la oferta de departamentos cayó 15% durante el primer trimestre de 2020, mientras que
las casas disponibles se han reducido 16% en el mismo lapso.
Producto de lo anterior, las velocidades de venta han exhibido deterioros significativos, dejando
atrás los valores de equilibrio exhibidos durante la primera mitad de 2019. En efecto, en lo que va
del presente año se hacen necesarios 36,7 meses para agotar las viviendas disponibles en la oferta
inmobiliaria, lo cual se compara desfavorablemente con los 17,2 meses el año previo al estallido
social. Según tipo de vivienda, las velocidades de venta a febrero del año en curso, tanto en
departamentos (38,1 meses) como en casas (21,6 meses) evidencian, análogamente, una situación
muy desfavorable respecto de los últimos siete años.
(*) Cifras para el primer trimestre de 2020 son estimadas mediante interpolación lineal
en base a la información de enero y febrero.
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Cifras para el primer trimestre de 2020 son estimadas mediante interpolación lineal en base a la información
de enero y febrero.
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Cifras para el primer trimestre de 2020 son estimadas en base a la información de enero y febrero.
departamentos sufrió una contracción anual de -58,4%, mientras que el segmento de casas
experimentó una caída importante de 32,9%, debido a la escasa comercialización de proyectos en
comunas importantes, conduciendo a la caída anual más significativa desde octubre de 2019 (-53%).
Dado el efecto que está teniendo sobre la actividad la pandemia del COVID-19, es altamente
probable que la cifra de ventas del año en curso sea más de 10 puntos porcentuales inferior a la
caída estimada luego del estallido social, profundizando el ciclo contractivo que alcanzaría su menor
nivel en abril, mayo y junio de 2020. Este ajuste a la baja se podrá ver reforzado aún más si es que
la evolución de la enfermedad alcanza dimensiones similares a los países de la Zona Euro, donde la
industria atravesaría largos períodos de cierre de salas de ventas, caídas importantes en el número
de promesas, retrasos en el avance de las obras y postergación del inicio de proyectos.
(*) Cifras para el primer trimestre de 2020 son estimadas mediante interpolación
lineal en base a la información de enero y febrero.
La oferta de viviendas nuevas en Santiago exhibió un ajuste a la baja más notorio que el agregado
nacional, producto de la escasa entrada de nuevos proyectos. Esto implicó una estimación promedio
cercana a las 46 mil unidades disponibles al primer trimestre de 2020, su nivel más bajo desde el
segundo trimestre de 20159. Esto implicó un rezago de 11,3% (estimado) al primer cuarto de 2020
respecto de 2019, y de 19,7% anual (estimado) respecto del máximo alcanzando en el último
trimestre de 2017. Según tipo de vivienda, tanto departamentos como casas exhibieron una
tendencia bajista, con descensos anuales estimados de 9,3% y 22,8%, respectivamente, durante los
tres primeros meses de 2020.
Debido al fuerte debilitamiento de la demanda por sobre el ajuste de la oferta de viviendas, las
velocidades de venta, medidas como meses necesarios para agotar la oferta disponible, han
exhibido fuertes deterioros. De esta manera, se estima que son necesarios 38 meses para agotar la
oferta de departamentos y 21 meses en casas, lo cual se compara con los promedios de 2019,
precrisis social: 20 meses en departamentos y 14,1 meses en casas.
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Cifras para el primer trimestre de 2020 son estimadas mediante interpolación lineal en base a la información
de enero y febrero.
(*) Cifras para el primer trimestre de 2020 son estimadas mediante interpolación lineal en
base a la información de enero y febrero.
Los precios de viviendas nuevas en Santiago han exhibido una evolución coherente con las
dinámicas de oferta y demanda analizadas anteriormente. En particular, se observa que el mercado
de departamentos está entrando en un estancamiento de precios en el margen, aunque mantiene
crecimientos anuales que promedia 5% en lo que va de 2020. Por su parte el mercado de casas ha
acelerado su dinámica de precios, asociada en parte a la mayor segmentación de la oferta producto
de mayor demanda de casas en el sector sur de Santiago, mostrando un alza promedio anual de 8%
en lo más reciente.
En el mercado de casas, la tendencia general en lo que va del año ha sido la aceleración de las alzas
anuales de los precios en el Sector Sur y Nor oriente, mientras que el sector Norponiete se mantiene
con caídas anuales (-0,1%). Esto se ha traducido en que anualmente, el alza alcanza 7,3%, mientras
que 4,1% respecto del trimestre anterior.
TABLA 2
Índice Real de Precios de Casas (IRPC) en la Reg. Metropolitana
Trimestre móvil diciembre febrero 2020. Base 2004=100
% Variación
Sobre el
Zona Índice
trimestre En un año
móvil anterior
2. Nor poniente 208,3 4,0% -0,1%
3. Nor oriente 191,6 0,5% 6,5%
4. Sur 225,3 4,6% 13,2%
Índice casas 2015,1 4,1% 7,3%
Fuente CChC
En los meses posteriores a la crisis social de octubre de 2019 los indicadores económicos sufrieron
una violenta contracción, profundizando las tendencias bajistas experimentadas durante el tercer
trimestre de 2019, tanto por el lado de la oferta como de la demanda. La actual crisis sanitaria
impone una condición inédita de estrés sobre el mercado inmobiliario, lo que aumenta la
incertidumbre sobre el desempeño de la economía durante los próximos meses. Sin embargo, a la
luz de las señales disponibles permiten predecir un ajuste más rápido a lo anticipado en el informe
anterior. De manera análoga, las percepciones de consumidores y empresarios sobre la situación
actual y sus expectativas de mediano y largo plazo han consolidado el pesimismo con el paso de los
meses. En este contexto, la demanda por vivienda ha experimentado una caída histórica, mayor en
magnitud a la experimentada por el mercado durante la crisis subprime, fuertemente afectada por
las caídas de las expectativas y riesgos al alza que han empujado a la expansión a los spreads
crediticios, junto al aumento de las restricciones al financiamiento, lo que ha afectado fuertemente
tanto la demanda por primera vivienda como al segmento de inversionistas.
El actual escenario de estado de catástrofe, junto con un gran porcentaje de comunas que
concentran la actividad inmobiliaria ad-portas de cuarentenas totales, permiten vislumbrar que los
próximos dos meses experimentaremos una situación inédita de inactividad. Las estimaciones del
crecimiento del número de casos en el país indica que, a finales de la primera semana de abril,
Concepción y San Pedro de la Paz, junto con un conjunto importante de las comunas peri céntricas
de la Región Metropolitana (San Miguel, Estación Central, La Cisterna, La Reina, Peñalolén, Macul y
Quinta Normal) podrían entrar en cuarentena total, mientras que durante la segunda semana de
abril se sumarían Chillán, El Gran Valparaíso y Puerto Montt. Hacia la tercera semana Antofagasta,
Valdivia y Rancagua sumarían casos suficientes para decretar la cuarentena. Esto supondrá la
paralización de entre 64% a 78% de las obras a nivel nacional.
Para el sector inmobiliario son varios los ángulos que se ven afectos por dicha contingencia: Por el
lado de la oferta tenemos salas de venta cerradas durante un período incierto y horarios restringidos
en aquellas comunas que aún no entran en cuarentena, ausentismo laboral, retrasos en el avance
de obras, postergación en el inicio de proyectos, entre otros. Por el lado de la demanda, el aumento
del desempleo y de las restricciones crediticias por parte de la banca, junto con un aumento gradual
de la tasa de interés hipotecaria, que al cierre de este informe ya reportan crecimientos de hasta un
punto en algunas entidades, y la contracción del segmento de inversionistas, cuya contracción es
difícil de cuantificar, pero que superaría el 50%.
Por todo lo anterior, asumiendo que la actividad económica en general va a sufrir un profundo
rezago durante varios meses seguidos y una lenta recuperación en el mediano plazo, estimamos
que la demanda por vivienda presentará una caída significativa durante buena parte del año en
curso. Lo anterior ocurrirá a pesar de existir determinados factores impulsores de la demanda, como
tasas de interés, aunque al aza, aun con valores en mínimos históricos, facilidades por parte de las
empresas inmobiliarias para financiar el pie exigido para firmar la promesa de compraventa,
contracción de precios y el atractivo de la compra para arriendo como activo de inversión de largo
plazo.
Respecto al mercado laboral, si bien éste evidenció un importante grado de resiliencia durante los
meses post estallido social de octubre, es posible que la contracción producto de la paralización de
todas las actividades que no son de primera necesidad, imprima una caída mucho más violenta en
la ocupación durante los próximos meses. Es esperable así que las tendencias observadas de
crecimiento del empleo informal se profundicen, deteriorando de manera ostensible las condiciones
para el acceso a financiamiento. Esta situación, si bien está golpeando a la economía en su conjunto,
es especialmente significativo en sectores Comercio, Turismo, Hoteles y Restaurantes y Transporte.
Asimismo, las paralizaciones completas de actividades golpearán a sectores como Construcción de
manera muy significativa, haciendo que el efecto sobre la salud del mercado laboral sea de gran
envergadura.
Con respecto a los ingresos, el indicador de ingreso permanente real evolucionó en forma paralela
con la demanda interna. Dadas las señales de contracción desde el mercado laboral y los continuos
ajustes a la baja en la proyección de crecimiento para 2020, estimamos que durante el año en curso
este indicador alcanzará un crecimiento en el rango -1,75% a -2,75%, en línea con la evolución
esperada para la actividad económica. Es esperable por su parte que los costos de mano de obra
sufran una importante contracción, toda vez que los ajustes al ingreso se comenzarán a dar sobre
todos los ítems de precios y bonos, en distintas actividades económicas.
Por otra parte, los estándares de aprobación de créditos hipotecarios durante 2019 exhibieron un
evidente aumento en sus restricciones, tanto en la demanda como en la oferta de créditos. En
efecto, más de la mitad de las instituciones financieras y bancos encuestados en diciembre 2019
señalaron aumentos de spread sobre los costos de fondeo, repercutiendo directamente en las tasas
hipotecarias y las restricciones al financiamiento. Por su parte, información aun no consolidada nos
indica que las condiciones para aprobación de créditos hipotecarios se irán endureciendo en los
próximos meses.
En relación con las expectativas económicas, desde el estallido social, los indicadores de confianza
de los consumidores exhibieron una evidente tendencia bajista, la que experimentó un leve repunte
durante febrero. Sin embargo, la actual coyuntura supone una nueva presión de pesimismo
importante, que de confirmase situaría los indicadores de confianza de consumidores en mínimos
históricos. Por su parte, la intención de compra de vivienda en el mediano plazo experimentó en el
IV trimestre de 2019 una caída de 4 puntos, situándose en el rango 7% a 8%, la que puede disminuir
aún más en el corto plazo producto de la crisis sanitaria. Esta caída en la intensión de compra es
coherente con las disminuciones de ventas de viviendas en los meses posteriores a la crisis de
octubre, donde se observó una disminución de 25% en el volumen de compra por parte de personas
que acceden a primera vivienda, según información entregada por las empresas asociadas. Sin
embargo, habrá que esperar a la medición de marzo que sensibilizará los impactos de la crisis
sanitaria en la intención de compra de vivienda. Como antecedente, el Índice de Percepción de la
Economía IPEC en su resultado del mes de febrero reportó una caída de 10 puntos en el grado de
confianza, en comparación con septiembre previo al estallido social. Este resultado es una de las
contracciones más significativas de la confianza de los consumidores respecto al comportamiento
histórico de este indicador, y la actual coyuntura, hace prever que este pesimismo se profundizará
en la mayoría de los otros bienes de consumo.
Por el lado de los inversionistas, aun no es posible prever el impacto que tendrá la actual situación
en su intensión de compra. Sin embargo, la crisis social ya había impuesto una caída muy significativa
en la participación de este segmento en la demanda, con disminuciones sobre 30% para
inversionistas pequeños y medianos y sobre 70% para inversionistas institucionales.
El actual escenario de expectativas y de desempeño económico, con una recesión mundial ad-
portas, y una crisis sanitaria que paralizará la actividad durante los próximos meses en la mayoría
de las ciudades que concentran la actividad inmobiliaria en el país, imprime un sesgo a la baja a las
proyecciones que incorporaban los efectos de la crisis político-social vivida en el país durante
octubre de 2019.
Como fue mencionado anteriormente, abril y mayo se perfilan como meses donde entre 64% a 78%
de los proyectos en desarrollo y venta a nivel nacional podrían verse paralizados completamente,
producto de las cuarentenas totales que experimentaremos progresivamente. Sumado a lo anterior,
la experiencia que vemos en países de la Zona Euro nos indica que esta paralización podría
extenderse a los meses de junio y julio, dado que la llegada del invierno podría agudizar las
condiciones que facilitan el contagio.
Para el Gran Santiago, consideramos un escenario base de proyección, donde existirá paralización a
mediados de abril en las comunas previamente mencionadas, la que se mantiene de manera gradual
hasta la primera mitad de junio. Bajo estas condiciones, el ritmo de comercialización promediaría
las 800 unidades mensuales, lo que se traduce en caídas anuales sobre 70% en ventas, y una oferta
que se contraer con el ritmo de ventas debido al nulo ingreso de proyectos. Durante el tercer
trimestre, el sector comenzaría a experimentar mejoría en sus ritmos de actividad y
comercialización, alcanzando ritmos mensuales de venta cercanos a 1.700 unidades, en un
escenario de reactivación de la presencia de inversionistas. Lo anterior se traduciría en una
moderación de las caídas anuales, a un nivel entre -35% a -45%. Durante el último trimestre,
esperamos una normalización de todas las actividades productivas y una recuperación de los ritmos
de comercialización, ingreso de proyectos y determinantes de la demanda, lo que llevaría a ritmos
de comercialización cercanos a un mes promedio. Dada la base de comparación muy poco exigente
producto de la crisis de octubre, se experimentarían crecimientos anuales sobre 60%. Con todo,
durante 2020 se esperaría una venta de cerca de 20.650 unidades en el Gran Santiago, lo que
representa una contracción anual de -35%.
Por otro lado, se espera que los precios de la vivienda sufran una contracción en su ritmo de
crecimiento. Sin embargo, esta disminución se vería moderada producto de la fuerte corrección a
la baja en el nivel de oferta, donde la paralización en el ingreso de nuevos proyectos se mantendría
al menos hasta la mitad de 2020. Sin embargo, esto último dependerá de cómo se comporte la
demanda de inversionistas. Un escenario de potencial salida de inversionistas del mercado producto
de la mayor incertidumbre y el recrudecimiento de las exigencias y condiciones financieras, puede
suponer presiones a la baja importantes en los precios, toda vez que la situación de paralización se
alargue más allá del segundo trimestre y las empresas se vean necesitadas de mayor liquidez. Lo
anterior es altamente preocupante toda vez que a las condiciones financieras se suma
incertidumbres que podrían provocar desequilibrios en las condiciones de los arrendamientos que
puedan afectar la rentabilidad esperada de las inversiones, iniciando una escalada que puede
afectar al sistema financiero.
Dado estos antecedentes, estimamos que la venta de viviendas a nivel nacional acumulará una
contracción de 28% en comparación con 2019, alcanzando cerca de 47.000 unidades
comercializadas en 2020. Esto supondría un nivel de demanda similar a la crisis subprime y el
terremoto 27F. En ambos casos (Nacional y Gran Santiago) las proyecciones se ajustaron
drásticamente a la baja frente a las entregadas en el Informe anterior, debido a la parálisis comercial
que se deriva de la situación de contingencia que sufre el país desde la segunda quincena de marzo.
3. Infraestructura
En esta sección se analiza la evolución reciente de la actividad en infraestructura, en particular
observando la evolución y comportamiento de múltiples indicadores observables y subyacentes de
actividad sectorial. También, se actualiza el panorama de la inversión en Chile, a partir del análisis
de los datos del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) y los proyectos con cronograma definidos
en el Catastro de la Corporación de Bienes de Capital (CBC). A esto último, se suma el análisis en
torno al balance de riesgos de shocks externos e internos a los que está constantemente expuesta
la actividad del rubro.
Durante el primer mes de 2020, los principales indicadores que miden la actividad para el subsector
de infraestructura muestran resultados preocupantes, al igual que durante todo el segundo
semestre de 2019. Tan solo dos de ellos exhiben resultados positivos, mientras que los demás
indicadores confirman que veremos un escenario contractivo de la actividad durante los próximos
meses. Las mediciones revisadas a continuación tienen estricta relación con la demanda de insumos
por parte de la actividad en materia de infraestructura, tanto en trabajo como capital.
En el resultado del IMACINF se observan los efectos de la crisis político-social que atraviesa el país,
en términos del empeoramiento de las expectativas y el aumento de la incertidumbre, lo que podría
configurar una crisis de confianza generalizada en nuestra economía, haciendo que el beneficio o
rentabilidad de esperar (wait and see) sea mucho mayor al costo de postergar las decisiones de
inversión.
En primer lugar, se observa una disminución del consumo aparente de cemento de un 2,4% en doce
meses durante enero de 2020, disminución que resultó ser menor a la de diciembre de 2019 (-9,7%
en doce meses) y la cuarta consecutiva.
Al considerar la demanda de bienes intensivos en capital, se observa que el índice asociado a la
importación de maquinaria y equipo relacionada con la minería y la construcción presentó una
disminución de 24,4% anual a principios de 2020, la cual fue algo menor a la de diciembre de 2019
(-28,2%), completando así ocho meses consecutivos de decrecimientos anuales.
Se observa también la disminución del índice asociado a los montos de inversión aprobados por el
Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de un 24% en los últimos 12 meses durante enero de 2020,
reiterando los preocupantes resultados de diciembre de 2019, período en el cual se registró una
disminución anual de 33%. Sin embargo, en el margen se observa un aumento mensual del índice
de 6,1%, al comparar su valor en enero de 2020 respecto a diciembre de 2019. Por otro lado, durante
2019 los montos de inversión aceptados a tramitación fueron casi un 92% mayores que en 2018,
por lo que se espera que en 2020 esto se refleje en mayores niveles de aprobación de proyectos,
siempre que no se produzca un aumento de los desistimientos producto de la incertidumbre
ocasionada por el contexto político-social del país y los efectos de la crisis sanitaria.
En la otra vereda, se observa un aumento en el índice asociado en los permisos de edificación no
habitacional, -relacionados con obras del Comercio, Industria y Establecimientos Financieros, y
Servicios-, de 8,5% en doce meses durante enero de 2020, revirtiendo los negativos, pero esperables
resultados de diciembre de 2019 (disminución de 17,4% en doce meses).
Así también, a partir de la estimación realizada del empleo asalariado en construcción10, en enero
se evidenció una expansión de los trabajadores asalariados de un 7,7% en 12 meses, lo que significó
la creación de cerca de 33 mil trabajos dependientes en el sector. Sin embargo, el grueso de éste se
atribuye a los proyectos en fase de ejecución y no a nuevas obras, por lo que se espera una
contracción del empleo sectorial en los próximos meses, consecuencia de la crisis político-social que
atraviesa el país. De hecho, en el margen, se observa una disminución mensual de 5,1% del índice
en enero 2020 respecto de diciembre 2019.
Sumado a lo anterior, cabe reiterar que estos resultados provienen de ejercicios realizados con cifras
hasta enero de 2020. Por lo anterior, no capturan el impacto en los proyectos e inversiones -y por
lo tanto en el subsector de la infraestructura- del arribo de virus COVID-19 a nuestro país ni sus
repercusiones económicas, el cual podría producir nuevas recalendarizaciones sumadas a las
originadas a partir de la crisis político-social que atraviesa el país. Así también, se espera una
contracción en el empleo sectorial aún mayor, producto de las paralizaciones de obras producidas
por las medidas de contención ante la propagación del COVID-19 (Ver Recuadro al final del presente
Informe).
10
A la fecha de realización de este Informe, el INE se encuentra en una fase de mejoras metodológicas, por lo que no hay
datos disponibles sobre el empleo asalariado en el sector de la construcción para el trimestre móvil nov-dic-ene (de 2020).
Provisoriamente, se ha estimado este valor a partir de la participación promedio durante 2019 del empleo asalariado en
el empleo total en el sector, multiplicando este valor por el de empleo total en el sector para el trimestre móvil
mencionado.
IMACINF: Resultados enero 202011
El Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) permite obtener una perspectiva general sobre el
panorama de la inversión en Chile, en cuanto a la tramitación obligatoria de cualquier proyecto por
este paso para efectos de la obtención de su resolución de calificación ambiental (RCA) respectiva,
11
En el caso de los indicadores Índice de permisos para la edificación no habitacional, Índice de consumo aparente de
cemento e Índice de empleo asalariado de la construcción, los crecimientos están basados en promedios móviles de tres
meses desestacionalizados. En el caso del indicador Índice de importación de maquinaria y equipo relacionado con la
construcción, los crecimientos están basados en promedios móviles de seis meses desestacionalizados. En el caso del
indicador Índice del monto de inversión aprobada por el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, los crecimientos
están basados en promedios móviles de doce meses desestacionalizados.
permiso necesario para proceder con obras asociadas a construcción y posterior operación. En este
sentido, el análisis se centra tanto en sectores económicos como en regiones asociadas.
Durante 2019, ingresaron 655 proyectos al sistema, de los cuales 468 fueron aceptados a
tramitación (71%). Esta cantidad fue un 5% mayor a las aceptadas a tramitación en 2018 (444
iniciativas), pero un 28% menor al promedio histórico desde 2009 (649 proyectos).
En términos de monto de inversión, durante 2019 ingresaron US$ 40.572 millones, de los cuales US$
25.110 millones fueron aceptados a tramitación (62%). Este monto fue un 41% mayor al aceptado a
tramitación en 2018 (US$ 17.785 millones), pero un 5% menor al promedio histórico desde 2009
(US$ 26.521 millones).
En el margen, durante los dos primeros meses de 2020, se observa un monto de inversión aceptado
a trámite de US$ 6.956 millones, cifra mayor a la del primer trimestre de los últimos tres años. Esto,
debido parcialmente a la reactivación de las tramitaciones ralentizadas durante el cuarto trimestre
de 2019.
Debido al contexto de incertidumbre que atraviesa el país, es relevante monitorear los montos de
inversión correspondientes a proyectos desistidos o abandonados. Durante 2019, éstos alcanzaron
los US$ 5.814 millones, cifra ampliamente mayor a la de los tres años anteriores. Además, durante
los dos primeros meses de 2020, esta cifra ya alcanza los US$ 4.568 millones. Si bien puede haber
algunos ajustes en el margen, esta cifra ya supera con creces los montos anuales desistidos entre
los años 2014 y 2018, lo que nos indica una señal importante sobre la reversión de la intención
inversión para una parte importante de los proyectos ingresados durante finales de 2019 y
principios de 2020.
En lo que respecta a las aprobaciones, durante 2019, se aprobaron 428 proyectos en el sistema. Esta
cantidad fue un 13% mayor a las aprobadas en 2018 (378 iniciativas), pero un 33% menor al
promedio histórico desde 2009 (638 proyectos).
En términos de monto de inversión, durante 2019 se aprobaron US$ 17.043 millones. Este monto
fue un 32,6% menor al aprobado en 2018 (US$ 25.283 millones), y un 33,1% menor al promedio
histórico desde 2009 (US$ 25.461 millones).
En el margen, durante los dos primeros meses de 2020, se observa un monto de inversión aprobado
de US$ 4.245 millones, cifra ya superior a la aprobada durante el primer trimestre de 2019 (US$
3.609 millones). Al igual que en las aceptaciones a tramitación, es probable que esto se deba a la
reactivación de las tramitaciones ralentizadas durante el cuarto trimestre de 2019.
3.3 Infraestructura productiva privada: Inversión Esperada y Calendarizada12
De esta manera, las perspectivas para este año –si bien ya se veían afectadas por el escenario
posterior al 18 de octubre– resultan aún más debilitadas, consecuencia del fenómeno sanitario
descrito anteriormente. Específicamente, para el 2020, la inversión prevista se sitúa en US$ 12.749
millones (-5% respecto a lo publicado en el Informe anterior), de los cuales US$ 6.608 millones (-
1,3% respecto a lo publicado en el Informe anterior) corresponden a gasto en construcción.
Sin embargo, al incorporar efectos preliminares que ha tenido la propagación del virus COVID-19 a
la estimación para 2020, lo cual, según un barrido de información relevante a la fecha realizado a
los mandantes de proyectos, en el corto plazo implicaría un desfase de a lo menos tres meses en
obras que estarían por iniciar en el período marzo-junio, esta experimentaría revisiones a la baja.
Específicamente, al aplicar dicho supuesto, US$ 117 millones se reprogramarían hacia 2021, lo que
implica que la inversión en infraestructura productiva privada se ubicaría en US$ 6.491 millones,
ajustándose un 1,8% a la baja en lo relativo a gasto en construcción esperado para el año. Esto,
asumiendo un escenario de normalización a ocurrir desde el segundo semestre en adelante, el cual
debe estar en constante monitoreo para efectos de analizar los impactos reales de las medidas de
contención actuales y las que se tomarán durante las próximas semanas o meses.
12
La inversión esperada sujeta a análisis es aquella que cuenta con un calendario de inicio y término de obra.
Finalmente, de acuerdo con el estado en el SEA de la inversión catastrada al cierre del año anterior,
la mayor parte de los US$ 6.062 millones previstos para gasto en construcción a efectuarse durante
2020, se encontraba en ejecución (76%), mientras que cerca de 24% de esta estaba pendiente de
ejecutarse, siendo esta última la que posee los mayores riesgos en su materialización.
Adicionalmente, es importante señalar que para 2020 la mayor parte del gasto en construcción en
etapas previas a su ejecución se encuentra sin su RCA favorable (54%), por lo que esto genera otro
factor de riesgo en cuanto al desempeño del sector para el año próximo.
4. Expectativas y Proyecciones
En esta sección se analizan las expectativas de los empresarios sobre la evolución de corto y
mediano plazo de la economía y del sector construcción. Estas expectativas, y la evolución de otras
variables económicas, forman parte del escenario base para la proyección de la inversión sectorial
y la discusión en torno al balance de riesgos.
La confianza empresarial del sector construcción, medida por el IMCE sectorial, mantiene niveles
por debajo de su promedio histórico, tras el abrupto y significativo deterioro observado a fines de
2019, debido a los efectos de la crisis político-social. La visión pesimista de la construcción es,
además, coherente con el deterioro de las expectativas de otros sectores económicos (industria,
comercio y minería), toda vez que la actividad de la construcción es transversal al desempeño del
resto de los sectores productivos.
Los efectos asociados al brote del COVID-19 en el país ha contribuido a aumentar la incertidumbre
generalizada en los distintos sectores que componen la actividad agregada. Este escenario, sin duda
impactará directamente en la inversión y, por lo tanto, en la capacidad de crecimiento del PIB de
2020.
Respecto de las perspectivas para este año, la mayoría de los entrevistados estima una situación
peor respecto de lo evidenciado en 2019. En particular, se observa un mayor deterioro de las
variables relacionadas con la demanda de proyectos, el crecimiento del sector y, por tanto, del
mercado laboral. De igual manera, una parte importante de las empresas considera una disminución
en sus niveles de inversión total, lo que incluye maquinarias y equipos, nueva infraestructura e
inversión en existencias.
Construcción, por su parte, continúa en zona altamente pesimista (muy por debajo de los niveles
observados en igual periodo del año previo), siendo el sector económico con mayores niveles de
pesimismo en los últimos meses. De esta manera, en febrero el indicador nacional y sectorial
promedian 43,9 y 25,7 puntos, respectivamente, siendo ambas cifras sustancialmente inferiores a
sus respectivos promedios históricos.
Evolución del Indicador Mensual de Confianza Empresarial (IMCE) (Índice)
Por su parte, los indicadores que conforman la percepción sobre la situación actual de la empresa
se mantienen en zona pesimista, registrando leves tendencias al alza durante los primeros meses
del año –situación que podría no mantenerse tras los efectos en la actividad del COVID–19.
Particularmente, es preocupante el deterioro de las perspectivas sobre el desempeño de la
demanda y de la actividad en general para los próximos tres meses.
Con relación a los costos y demanda de mano de obra de la construcción, los empresarios estiman
mayores costos (de producción) en el sector, en respuesta a la mayor depreciación del tipo de
cambio y su efecto en los costos de insumos para la construcción. A esto se suman los costos
asociados a las paralizaciones de obras que se encuentran en las comunas declaradas en cuarentena
(Ver Recuadro). Así también, anticipan un deterioro de la situación de empleo. Con todo, los
indicadores anticipan una disminución de la actividad sectorial, coherente con el esperado deterioro
de la demanda y las perspectivas de una menor inversión para este año.
Las expectativas de los empresarios de la CChC, recogida en la encuesta trimestral que realiza el
gremio a sus asociados, alcanzaron niveles inferiores respecto de lo reportado en el Informe previo.
Así, las expectativas para el sector alcanzaron mínimos desde que existen registros del indicador.
De esta manera, las perspectivas de corto y de mediano plazo se ubican en zona altamente
pesimista, en línea con los indicadores de percepción sectorial anteriormente descritos. Ambos
indicadores registran una caída significativa tanto en el margen como en doce meses. Cabe recalcar
que estas expectativas incluyen el evento del estallido social y los recientes efectos del brote COVID-
19.
Cabe destacar que estos resultados son consistentes con las expectativas del sector expresadas en
otras encuestas13, que mantienen visiones pesimistas en el mediano plazo –en línea con el deterioro
esperado para la inversión en construcción en 2020.
4.3 Proyecciones
El impresionante ritmo de expansión del virus COVID-19 y las medidas de contención progresiva
adoptadas por las autoridades a nivel mundial, hacen que cualquier intento por anticipar la
magnitud y duración del impacto económico pierda vigencia rápidamente. El crecimiento
exponencial de los casos de contagio y letalidad a nivel global dilata la incertidumbre en los
mercados y produce el pánico en la población. Por lo que, la crisis sanitaria es un shock de oferta
(producción) y demanda (consumo e inversión) simultáneamente.
Si bien China ha logrado demarcar el crecimiento de nuevos contagios, el resto de los países del
mundo están enfrentando un severo empinamiento de la expansión del virus y con evidentes
efectos nocivos en sus economías. En Italia, el número de decesos por la enfermedad ya supera
largamente a los casos de China Continental, por lo que su economía se mantiene prácticamente
paralizada. En Corea del Sur se reportan nuevos casos de contagio, luego de haber experimentado
cero eventos dos semanas atrás. Estados Unidos sigue encabezando la lista de países con mayor
número de contagios y con una probabilidad de recesión mayor a 50%14, a pesar de las medidas de
estímulo monetario y fiscal anunciadas por el Gobierno. Así, la preocupación de las autoridades de
13 IMCE, ICE, IPEC e Informe de Percepción de Negocios (IPN) del Banco Central.
14
Bloomberg Economics.
gobierno y de los mercados financieros es que el número de nuevos afectados por el virus COVID-
19 sigue aumentando exponencialmente en casi todos los países del mundo, lo que ha llevado a que
las predicciones en torno al PIB mundial estén en constante revisión a la baja.
Fuente: https://www.worldometers.info/coronavirus/.
A excepción de Hong Kong, Singapur, Japón y Corea, el ritmo de crecimiento promedio de nuevos
contagios oscila en torno a 33% diario entre los países afectados. En Chile, los nuevos casos de
contagio crecen a una tasa promedio de 31% diario desde el 3 de marzo hasta el día 27 del mismo
mes, aunque a partir del 16 de marzo se puede apreciar una ligera moderación en el ritmo de
crecimiento de los nuevos casos de COVID-19.
Si bien la difusión del virus se avizora como un shock transitorio en la población –dada la experiencia
observable en China Continental–, su impacto en la actividad económica mundial de corto plazo
podría ser más severo respecto de lo vivido en el peor momento de la crisis financiera de 2008. Ello
porque cerca del 50% del aparato productivo a nivel global está siendo afectado por el avance de la
crisis sanitaria. En este contexto, el sorpresivo recorte de la tasa Fed durante marzo (0%-0,25%) fue
interpretado por el mercado como una señal de mayor preocupación en torno al impacto
económico que tendrá la expansión del virus COVID-19. En efecto, el índice de volatilidad financiera
de los mercados accionarios (VIX) superó velozmente el peak observado en la crisis subprime.
Fuente: Blomberg.
Particularmente, el caso de China puede ser considerado como una muestra del potencial impacto
económico de la expansión del virus en el resto del mundo. Por ejemplo, el país asiático experimenta
caídas históricas (superior a 15% anual) de sus principales indicadores de producción, consumo e
inversión. Ello ha impactado enormemente la demanda de bienes intermedios a nivel global –
situación que, en gran parte, explica la menor cotización del cobre en los mercados internacionales
(US$ 2,17 la libra al 26 de marzo). La alta participación de China en la economía global15 y la creciente
crisis sanitaria en el resto del mundo parecen justificar una recesión generalizada, según el
promedio de las proyecciones para el crecimiento del PIB mundial de 2020 por parte de consultoras,
bancos de inversión y agencias clasificadoras de riesgo. Por lo que, es altamente probable que las
proyecciones de Organismos Internacionales (FMI y OECD) eventualmente se ajusten fuertemente
a la baja.
• Bank of America: “China sería el país más afectado, que se reduciría 40%
en el primer trimestre, seguido de lejos por la Eurozona que lo haría en
un 15% durante mismo período”.
En este contexto, nuestro escenario base de proyección considera una caída del PIB mundial mayor
a la contracción observada en la crisis subprime de 2008-2009. Dado que Chile es una economía
pequeña y abierta, su ritmo de crecimiento económico está ligado al crecimiento real del PIB
mundial16. Por lo que, si el PIB mundial retrocede 0,1% (basado en la mediana de las predicciones
de consultoras, bancos internacionales y calificadoras de riesgo), se estima que el PIB de Chile podría
caer entre -0,75% y -1,75% en 2020.
Sin embargo, dado el escenario de alta incertidumbre en torno a los alcances del virus COVID-19 en
la población y su duración, no se puede descartar una mayor caída para la economía mundial. Por
lo que, si el PIB mundial cae 0,2% durante este año, entonces la contracción del PIB de Chile se ubica
en un rango de -1,75% a -2,75% (escenario más probable). La amplitud del rango de proyección
refleja el alto grado de incertidumbre en torno al impacto real del COVID-19 en la economía chilena
(shock de origen externo) y la incertidumbre acerca de los hechos de violencia en las calles (shock
idiosincrático) –que probablemente reviva una vez saliendo de la crisis sanitaria y retomando la
discusión en torno a la reforma constitucional.
15
El PIB de China ha aumentado su participación en el PIB mundial desde 4% (2003) hasta 16%-18% (2018).
Las importaciones de China (como porcentaje de las internaciones globales) han aumentado desde un 5%
(2003) hasta un 10%-11% (2018). Por su parte, las exportaciones de bienes intermedios (sin alimentos y
energía) como porcentaje del total mundial, se han expandido desde 5% (2003) hasta 12%-13% (2018).
16
El coeficiente de correlación entre las tasas de crecimiento del PIB de chile y el PIB mundial es 0,7 (1996-
2019).
PIB mundial (crecimiento real, en %) PIB Chile (crecimiento real, en %)
Salida de capitales, a shocks de carácter global (US$ bn) Tipo de cambio nominal en Chile (pesos por US$)
Uno de los principales canales de transmisión de shocks externos son los términos de intercambio
(TI), en donde el precio del cobre y el precio del petróleo son preponderantes en la evolución de los
TI. En lo más reciente el precio del mineral anotó un sustancial descenso, hasta bordear US$ 2,13 la
libra al cierre estadístico del presente Informe17. Por su parte, el precio del petróleo también ha
descendido significativamente, en parte, debido a algunos desacuerdos entre los principales países
productores de este insumo básico. Finalmente, la baja del precio internacional del crudo contribuye
a sopesar el impacto de la depreciación cambiaria en la inflación del IPC –estimado en 3,6%
promedio anual para 2020.
Precio del petróleo (WTI) en frecuencia diaria (US$/barril) Precio del cobre en frecuencia diaria (US$/libra)
Frente a los nuevos riesgos que enfrenta la economía de Chile (crisis social, menor crecimiento
mundial y efectos reales del virus COVID-19), el Banco Central y el Gobierno anunciaron algunas
medidas de liquidez. En particular, el Gobierno realizará un gasto por US$ 11.750 millones. Este
gasto permitirá enfrentar la crisis sanitaria y financiar las medidas de estímulo a las empresas y a los
hogares durante 2020. En resumen, las principales medidas son:
Banco Central
Gobierno
• Reforzar el Presupuesto del Sistema de Salud (aprox. US$ 1.660 millones): Suplementado con el
2% constitucional (1.400 millones) adicionales al fondo especial de US$ 260 millones.
• Proteger los ingresos de los hogares (aprox. US$ 2.230 millones): Ingresos (total o
complementario) a través del seguro de cesantía (US$ 2.000 millones); Bono equivalente SUF
(US$ 130 millones); Fondo Solidario a micro comercio local (US$ 100 millones).
17
El cierre estadístico es 27 de marzo de 2019.
• Proteger los puestos de trabajo y a las empresas que los generan:
Medidas tributarias (más de US$ 5.590 millones): Suspensión PPM del IR por 3 meses
(US$ 2.400 millones); Postergación pago IVA por 3 meses (US$ 1.500 millones);
Postergación IR de Pymes por 3 meses (US$ 600 millones); Postergación pago de
contribuciones de abril con ventas bajo UF 350 mil y avalúo fiscal bajo $133 millones
(US$ 670 millones); Suspensión por 6 meses el pago de impuesto timbre y estampilla
(US$ 420 millones); Flexibilidad pago de deudas con TGR; Gasto destinados a enfrentar
emergencia sanitaria serán tratados como gasto tributario.
Otras medidas de liquidez (aprox. US$ 1.500 millones): Primera etapa pago
centralizado a proveedores del Estado (US$ 1000 millones); Nueva capitalización del
Banco Estado (US$ 500 millones).
Sin embargo, estimaciones preliminares de la Gerencia de Estudios de la CChC muestran que para
poder contrarrestar la caída del PIB en 2020 (debido a shock externos e idiosincráticos) se necesita
una expansión del Gasto Público mayor a 22% anual en términos reales (en 2009 el crecimiento del
gasto fue 14,9% anual). Esto exige que más del 50% del monto anunciado por el Gobierno (US$
11.750 millones) sea gasto adicional a la Ley de presupuesto 2020. Por ahora, sólo se tiene certeza
de que el 2% constitucional es gasto adicional al presupuesto aprobado.
Además, la efectividad del mayor gasto público dependerá de los lags con que se empiecen a
implementar las medidas de liquidez y el constante monitoreo de las autoridades de gobierno de
que las medidas están llegando rápidamente a quienes más lo necesitan. Cualquier retraso en su
implementación tendrá un bajo impacto en el ciclo económico actual, incluso, aunque el gasto
aprobado creciera más de 22% durante este año.
Respuesta del PIB real, Shock al Gasto real de Operaciones del Gobierno Central
(puntos porcentuales, basado en dos modelos: Proyección local y VAR)
Fuente: CChC.
En este contexto, es altamente probable que las medidas de aumento de liquidez no logren ser
suficientes para evitar una caída de la actividad e inversión del sector privado en 2020. Por lo que,
el impacto económico del virus COVID-19 en Chile durante 2020 podría ser de magnitud similar o
peor al que tuvo el estallido social en la dinámica del PIB durante los meses de octubre-diciembre
de 2019. De ser así, la recesión esperada para este año superaría a la crisis subprime de 2009 y a la
crisis asiática de 1999. Este escenario posible está contenido en el rango de proyección para el PIB
de 2020 (-1,75% a -2,75% anual). Ello considera una disminución del consumo privado en torno a -
1,3% anual y una inflación del IPC que promediaría 3,6% anual en 2020 –en donde el efecto de la
depreciación del tipo de cambio en los precios es relativamente compensado por la disminución del
precio del petróleo y la caída del consumo de los hogares.
A nivel sectorial, la menor actividad esperada de los principales sectores productivos mandantes de
la construcción, debido a los efectos rezagados de la crisis político-social de 2019 y el impacto
económico de la reciente crisis sanitaria, hará que la recesión esperada para el sector construcción
durante 2020 sea más profunda que la prevista en el Informe MACh anterior. Al respecto, cabe
destacar que las expectativas económicas de las empresas socias de la CChC anotaron su mayor
caída durante marzo desde que existen registros del indicador. Particularmente, el 75% de las
empresas estiman que la epidemia de coronavirus tendrá un impacto alto o muy alto en sus
actividades, y casi el 90% de las empresas estima que el país entrará en recesión durante 2020 –
según la encuesta de contingencia COVID-19 y la encuesta de situación crediticia de empresas socias
de la CChC18. Este panorama es coherente con la paralización transitoria de más de 32 mil unidades
de un total de 287 proyectos inmobiliarios que habían iniciado obra en las comunas que pertenecen
a la zona de cuarentena en el cono centro oriente de Santiago. Mientras que 99 proyectos (6.793
unidades habitacionales) se encuentran sin iniciar obras o terminados. En infraestructura, además
de la recalendarización de proyectos que iniciarían sus obras entre marzo y junio de este año
(basado en el catastro de la CBC), se espera también una recalendarización de los cronogramas de
inversión de algunos proyectos ya en ejecución, debido a que empresas mineras y de otros sectores
productivos han ido racionalizando sus operaciones progresivamente para disminuir la exposición
de sus dotaciones a la crisis sanitaria que enfrenta el país (Ver Recuadro). Como escenario de riesgo,
no se descarta que las medidas de contención (cuarentena total), ante una mayor propagación del
virus en la población, perduren y/o abarquen otras zonas del país. Ello se traduciría en nuevas
recalendarizaciones de inversión, paralizaciones de obras actualmente en construcción y
disminución de la dotación de recursos en el desarrollo de algunas obras.
Estos eventos afectarán sustancialmente el PIB y la inversión durante 2020. Una caída del PIB
agregado genera un mayor impacto negativo en la actividad sectorial de corto plazo respecto de las
medidas de estímulo de la política monetaria. Esto es así porque: (i) la actividad de la construcción
es transversal a la actividad del resto de los sectores de la economía (público y privado), siendo
además afectada por paralizaciones de obras en zonas de cuarentena total; (ii) El mecanismo de
transmisión de la política monetaria opera con cierto rezago en la actividad de la construcción (6 a
12 meses aproximadamente), debido a los procesos burocráticos (permisos y evaluaciones
ambientales) que el sistema público exige a los grandes proyectos de construcción. Por ello, se
18
La encuesta de contingencia COVID-19 y la encuesta de situación crediticia de las empresas socias de la
CChC fueron aplicada a través de sistema Web, durante los días 18 al 25 de marzo de 2020. En la primera
encuesta se recibieron 114 respuestas, con un margen de error de 9% al 95% de confianza; en la segunda
encuesta (situación crediticia) se recibieron 225 respuestas, con un margen de error de 5,3% al 95% de
confianza.
estima que la postura más expansiva de la política monetaria en Chile tendrá un mayor efecto sobre
la inversión en construcción a partir de 2021.
En el siguiente gráfico se puede observar que, para el conjunto de modelos usados en el análisis, la
inversión sectorial durante los primeros seis a nueve meses responde con mayor fuerza a la caída
del PIB agregado de la economía respecto del estímulo de la política monetaria.
BVAR: Modelo de Vectores Autorregresivos (VAR) con estimación Bayesiana; SVAR: Modelo VAR
estructural; DSGE: Modelo dinámicos y estocástico de equilibrio general.
Fuente: CCHC.
En este contexto, el nuevo escenario base de proyección para la inversión en construcción considera
un rango de caída de 9,5% a 11,5% en 2020 respecto de 2019 (versus -7,7% previsto en el Informe
anterior). Cabe destacar que este escenario es más negativo respecto de la crisis asiática de 1999 y
la crisis sub-prime de 2009, cuando la inversión sectorial retrocedió 7,4% y 7,9%, respectivamente.
La proyección para la inversión sectorial de 2020 considera una importante caída de 23,3% para la
inversión en infraestructura productiva –que representa cerca del 40% de la inversión agregada de
la construcción–, seguido por una disminución de 18,7% en la inversión inmobiliaria sin subsidio –
que explica alrededor del 28% de la inversión total del sector. Los principales factores que explican
esta recesión son: la incertidumbre en torno al impacto del COVID-19 en los costos de construcción
y en la dotación de trabajadores de aquellas obras que actualmente se encuentran en construcción;
las paralizaciones de proyectos en obra que se encuentran en comunas declaradas en cuarentena
(con el riesgo de que las medidas de contención se alarguen y/o extiendan a otras zonas de Chile);
y el profundo deterioro de la confianza empresarial que se está reflejando en la postergación de
nuevas inversiones, originalmente programadas para iniciar actividades en estos meses. Por
ejemplo, una encuesta realizada a 114 empresas socias de la CChC sobre la contingencia por la
expansión del virus COVID-19 en Chile, revela que el 62,2% de los empresarios estima que la cartera
de nuevos proyectos disminuirá más de 10% en lo que resta del año. Asimismo, se observa un
importante aumento de proyectos de inversión desistidos o abandonados en el Sistema de
Evaluación Ambiental (SEA).
Por otra parte, la CBC revisó a la baja la inversión en infraestructura productiva (pública y privada)
programada para este año, evento que fue considerado en el escenario base de proyección del
Informe MACh 51. No obstante, se advierte que el ajuste de inversión para este rubro será aún
mayor, al incorporar los efectos preliminares que ha tenido la propagación del virus COVID-19 a la
estimación para 2020. Según un barrido de información relevante a la fecha realizado a los
mandantes de proyectos, en el corto plazo implicaría un desfase de a lo menos tres meses en obras
que estarían por iniciar en el período marzo-junio. Por su parte, los registros del SEA indican un
aumento importante de los desistimientos o abandonos de los proyectos de inversiones durante los
dos primeros meses de 2020 respecto de igual período de 2019, incluso, superando con creces los
montos anuales desistidos entre los años 2014 y 2018. Por lo que, mientras continúe expandiéndose
el virus COVID-19 y se prolonguen y/o extiendan las medidas de contención en otras zonas de Chile,
continuarán en aumento los desistimientos de proyectos, las paralizaciones de obras y la
postergación de nuevas inversiones en los registros de la CBC. Con esto, el balance de riesgos para
la proyección de inversión sectorial estaría claramente sesgado a la baja.
Si los efectos económicos de la expansión del virus COVID-19 son de carácter transitorio, entonces
la senda de crecimiento de la inversión sectorial esperada para 2021 exhibe un repunte (0,8% anual)
–en línea con el efecto de menor base de comparación y el impacto rezagado tanto de la política
monetaria como del mayor gasto público en la dinámica del PIB. Sin embargo, es altamente probable
que el debate constitucional, la discusión de la reforma laboral y la continuidad de los hechos de
violencia en Chile afecten las decisiones de inversión de 2021 y 2022. En parte, ello explica que la
inversión durante 2021 crezca a un ritmo inferior respecto de su patrón de comportamiento
histórico.
Inversión en Construcción
(Crecimiento anual, en porcentaje)
20
Actuaización
15
MACh 51
10
-5
-10
-15
-20
15 16 17 18 19 20 21 22
(*) La pro yecció n base incluye intervalo s de co nfianza desde 10 % a
90%. La línea segmentada de co lo r ro jo co rrespo nde a la pro yecció n
del Info rme M A Ch 51.
Fuente: Cámara Chilena de la Co nstrucció n y B anco Central de Chile.
A continuación, se analizan las proyecciones desagregadas de la inversión en construcción, en base
a la ejecución del Presupuesto Público de 2019, el Proyecto de Ley de Presupuesto 2020, los montos
de inversión del catastro de la CBC, la información proveniente del sistema de evaluación de impacto
ambiental (SEA) y las estimaciones propias de la Gerencia de Estudios de la Cámara Chilena de la
Construcción.
Para la inversión habitacional total se proyecta una caída en torno a 13,2% anual en 2020. En la
vivienda subsidiada se espera un alza de 2,6% real anual, esto a pesar del efecto de una exigente
base de comparación. Similar a la composición del gasto público de 2019, La Ley de presupuesto
2020 destaca el aumento de los recursos destinados a programas con foco en sectores más
vulnerables, a través de los programas de fondo solidario de elección de vivienda (DS49) y el sistema
integrado de subsidios (DS01). No obstante, preocupa el hecho de que gran parte del gasto de
capital programado por el MINVU, corresponde a pagos de arrastre y no necesariamente a nuevas
iniciativas de inversión. Otro factor de alto riesgo es la subejecución del gasto en vivienda subsidiada
programado para este año, debido a la crisis sanitaria. Ello lamentablemente se reflejará en un
aumento del déficit habitacional, al menos, durante ese año. Por su parte, la inversión inmobiliaria
exhibirá una caída cercana a 19% anual en 2020. Este escenario base de proyección se condice con
el efecto de una base de comparación más exigente, la paralización transitoria de aquellos proyectos
inmobiliarias que se encuentran en zonas de cuarentena y la incertidumbre en torno al impacto
económico de la expansión del COVID-19 –con el riesgo de que se decreten nuevas medidas de
cuarentena en otras zonas de Chile. Ante este riesgo, varias empresas han empezado a acelerar la
ejecución de sus proyectos en obra, según información casuística del rubro.
La actual situación sanitaria que vive nuestro país producto de la pandemia mundial por el
Covid19, traer consecuencias económicas muy difícil de cuantificar. Por un lado, la situación
sanitaria ha impulsado recalendarizaciones de proyectos de infraestructura, y por otro lado, la
situación de cuarentena total que ya se ha aplicado a 7 comunas del Gran Santiago, además de
Padre Las casas y Temuco, junto con la implementación de una aduanas Sanitarias, supone la
paralización de toda la actividad inmobiliaria. A continuación, se explora algunos efectos sobre el
sector.
A partir de la noche del 26 de marzo Las Condes, Lo Barnechea, Providencia, Vitacura, Ñuñoa,
Santiago e Independencia entraron en cuarentena de todas las actividades que no sean de
primera necesidad. Esta medida afectará a 287 proyectos actualmente en obra, donde destaca la
comuna de Ñuñoa (91 proyectos) y Santiago (56 proyectos) como las más afectadas. Esto significa
que 48% del total de proyectos que actualmente se encuentran en obra en toda la Región
Metropolitana verán paralizadas sus faenas.
Al analizar lo anterior por número de unidades, vemos que 32 mil unidades verán paralizado su
avance de obras, donde nuevamente, Ñuñoa y Santiago, asoman como las comunas más
afectadas, cada una sobre las 11 mil unidades. Esto se traduce que el 40% de las viviendas que
actualmente se construyen en Gran Santiago verán paralizadas sus obras.
Comunas
En Obra Sin Iniciar Terminados En Obra Sin Iniciar Terminados
Por otro lado, observamos que 39 obras seguirán “Sin Iniciar”, mientras que 60 obras terminadas
tendrán que cerrar sus salas de venta presenciales. Esto se traduce en que casi 5 mil unidades no
iniciaran obras, mientras que cerca de mil ochocientas que se encuentran terminadas no podrán
ser exhibidas a público. Además, 3 proyectos pertenecen al Programa de Integración Social y
Territorial DS19, equivalentes a 341 viviendas de tipología departamento, distribuidas en la
comuna de Independencia por una parte (256 viviendas en 2 proyectos) y un proyecto en Las
Condes (reconocido proyecto de Rotonda Atenas, con 85 viviendas comprometidas).
Tomando como referencia los precios promedio por comuna, se observa que, en total, hay 75
millones de UF por vender en los proyectos que actualmente se encuentra en obra, mientras que
10 millones de UF son unidades ya terminadas. En cuanto a proyectos que aún no inician obra,
hay 17 millones de UF en ventas ofertadas. Al considerar que la cuarentena no solo paraliza la
construcción, sino que toda la actividad inmobiliaria, tenemos un monto de 103 millones de UF
comprometidas en estas comunas.
Por el lado del efecto de esta medida en el empleo, en términos generales, estimamos que entre
40% a 45% de los trabajadores del sector construcción de la Región Metropolitana se verán
directamente afectados por esta cuarentena, lo que implica aproximadamente entre 116 mil a
130 mil trabajadores. Esta cifra es coherente con una estimación desde el número de
trabajadores medio por unidad de vivienda, lo que nos conduce a una estimación de cerca de 114
mil trabajadores.
Por otro lado, desde la perspectiva de los costos de construcción, y considerando una media de
inversión de 250 mil UF por proyecto inmobiliario, esto significaría que la inversión comprometida
en estos proyectos ascendería a cerca de 72 millones de UF. Estimaciones de distintos actores de
la industria han mostrado en el último tiempo que retrasos en la ejecución pueden tener efectos
importantes producto del aumento del costo financiero. Una ralentización de la venta como la
que estamos observando, respecto a un año normal, puede llegar a aumentar la venta completa
de un proyecto en más de un año dado que las velocidades de venta están alcanzando 18 meses
más que el nivel de equilibrio de venta en nuestro mercado. Esto implicaría un aumento entre
4,5% a 7% el costo financiero, lo que implica que estaríamos en un aumento en el monto
comprometido de entre 1,3 a 5,5 millones de UF.
A la fecha, en el sector minero (que tiene un gasto en construcción estimado para 2020 de US$
3.131 millones), hubo noticias sobre la suspensión temporal de las actividades de construcción
del proyecto Quebrada Blanca Fase Dos. Además, desde la última semana de marzo, CODELCO y
Antofagasta Minerals, que trabaja en la construcción del proyecto Infraestructura
Complementaria (INCO) de Minera Los Pelambres, han reducido sus dotaciones. En un escenario
optimista (actividad reducida o suspendida durante 3 meses), se estima que el 11,7% del gasto
en construcción estimado para 2020 en el sector minero, estaría sujeto a una recalendarización.
En un escenario más pesimista (actividad reducida o suspendida durante 6 meses), se estima que
el 23,7% del gasto en construcción estimado para 2020 en el sector, estaría sujeto a una
recalendarización.
En tanto, en el sector forestal (que tiene un gasto en construcción estimado para 2020 de US$
523 millones), la empresa Arauco anunció un proceso de ajuste en las obras de construcción del
proyecto Modernización y Ampliación Planta Arauco (MAPA). En un escenario optimista, se
estima que el 11,5% del gasto en construcción estimado para 2020 en este sector, estaría sujeto
a una recalendarización. En un escenario más pesimista, se estima que el 25,1% del gasto en
construcción estimado para 2020 en el sector, estaría sujeto a una recalendarización.
Así, en lo que respecta a proyectos ya en ejecución, y con la información catastrada hasta la última
semana de marzo, la crisis sanitaria que atraviesa nuestro país producto del COVID-19,
significaría, en un escenario optimista, una recalendarización del 6,5% del gasto en construcción
estimado para 2020 (US$ 429 millones), mientras que, en un escenario pesimista, significaría la
recalendarización de un 13,3% del gasto en construcción estimado para el año (US$ 876 millones).
Lo anterior, sumado al probable desfase de a lo menos tres meses en obras que estarían por
iniciar en el período marzo-junio, impactaría aproximadamente 18.000 puestos de trabajo de
manera directa, acorde con las disrupciones en la demanda de mano de obra como consecuencia
del fenómeno. De esta manera, es de extrema relevancia el monitoreo constante de la situación,
para efectos de ir acotando los potenciales impactos del COVID-19 en la actividad a nivel agregado
para el sector de la construcción.
En resumen, existen dos mecanismos a través de los cuales el efecto COVID-19 se traspasa al
sector. El primero es el desfase de inicio de obras programadas a iniciar entre marzo y junio en
un trimestre -situación que impacta 27 obras por un monto de US$ 117 millones para 2020. El
segundo corresponde a la paralización de actividades de grandes proyectos en ejecución, lo cual
se asume tendría el mismo impacto que la situación anterior, es decir, ocurriría un desfase de 3
meses en su cronograma de ejecución de actividades. Lo anterior comprende 25 proyectos que
totalizan un monto de US$ 429 millones de ejecución para el presente año. De esta manera ambos
efectos considerados como impactos negativos asociados al COVID-19 implican un potencial
ajuste a la baja del gasto en construcción esperado para 2020 de US$ 546 millones, cayendo desde
los US$ 6.608 millones reportados en la CBC hacía fines del año anterior a US$ 6.062 millones.