El Derecho Maritimo en Valencia de 1707

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INITIUM

INITIUM, revista fundada en 1996 por Aquilino Iglesia Ferreirós en


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Aquilino Iglesia (Barcelona) Francisco L. Pacheco (Barcelona)
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Associació Catalana d’Història del Dret “Jaume de Montjuïc”

INITIUM
REVISTA CATALANA D’HISTÒRIA DEL DRET

17

2 01 2
El Grup de Recerca «Jaume de Montjuïc» del Seminario de Historia del
Derecho de Barcelona ha adoptado esta Revista como su medio principal de
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Carrer Múrcia, 54d, Polígon Industrial Can Calderon
08830 Sant Boi de Llobregat (Barcelona)
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EL DERECHO MARÍTIMO
EN VALENCIA DE 1707 A 1829:
¿CONTINUIDAD O CAMBIO?*1
Margarita Serna Vallejo**2

Sumario: I.− Preliminar. II.− El Derecho marítimo en el Reino de


Valencia en vísperas del Decreto de Nueva Planta. 1.− El Derecho
marítimo transnacional medieval y moderno. 2.− Las fuentes del
Derecho marítimo en el Reino de Valencia. III.− El Derecho
marítimo en Valencia entre 1707 y 1829. 1.− De 1707 a 1762.
2.− De 1762 a 1829. A.− El Derecho del Consulado de Comercio
de Valencia. a.− La Cédula de 15 de febrero de 1762 de creación de
los Cuerpos de Comercio. b.− Legislación dictada por la Monar-
quía para el Consulado valenciano: Real Orden de 9 de agosto de
1773, Real Cédula de 12 de agosto de 1773, Real Decreto de 13
de junio de 1770 y Cédula de 24 del mismo mes y Real Cédula
de 7 de noviembre de 1783. c.− Las Ordenanzas presentadas por
la Junta Particular de Comercio de Valencia y aprobadas por la
Monarquía. d.− Las Ordenanzas del antiguo Consulado del Mar
de Valencia. e.− El Derecho general de Castilla y el Derecho
de los Consulados castellanos. f.− El Derecho Común. B.− El
Derecho marítimo en Valencia.

*
El origen de este trabajo se encuentra en la intervención expuesta en el Congreso «La Consueta
del Misteri y los Decretos de Nueva Planta: Marco jurídico, social y económico», celebrado en La
Universidad Miguel Hernández de Elche los días 29 y 30 de octubre de 2009 bajo la dirección del
profesor José Antonio Pérez Juan.
**
Margarita Serna Vallejo. Universidad de Cantabria. Facultad de Derecho. Avda. Los Castros s/n.
39005 Santander. España. Correo electrónico: margarita.serna@unican.es

INITIUM 17 (2012) 583-614


584 Margarita Serna Vallejo

I.− Preliminar.− Los Decretos de Nueva Planta dictados por Felipe V


han merecido numerosos estudios elaborados desde diferentes perspectivas1.
Sin embargo, hasta la fecha, los historiadores del derecho no se han ocupado,
o al menos no lo suficiente, de las consecuencias que los Decretos tuvieron
sobre el Derecho marítimo y sobre los Consulados en Cataluña, Valencia y
Mallorca. Los motivos que explican este desinterés coinciden en relación a
Cataluña y Mallorca y difieren en parte en el caso valenciano que interesa
en esta ocasión.
En lo que concierne a los Reinos de Mallorca y Cataluña, la previsión
expresamente contenida en los Decretos de 28 de noviembre de 17152 y 16
de enero de 17163 en relación a la conservación de sus respectivos Consulados
ha tenido como efecto que, por lo general, desde la Historia del derecho se
haya aceptado, sin mayor reflexión, la pervivencia de ambas organizaciones
mercantiles hasta su sustitución por los Tribunales de comercio a partir de la
entrada en vigor del Código de comercio de 1829. Así como la continuidad del
Derecho mercantil marítimo que en la Baja Edad Media y en los siglos XVI y
XVII había ordenado las actividades marítimas en que participaban mallor-
quines y catalanes. Sin apenas considerar la posibilidad de que la Monarquía
borbónica pudiera haber introducido cambios en los Consulados y quizás
también en el Derecho marítimo que ordenaba los intercambios comerciales
marítimos de mallorquines y catalanes.
Con todo, y dejando a un lado las obras de imprescindible consulta de
Enrique Gacto4 y Carlos Petit5 sobre la jurisdicción y el Derecho mercantiles
y de Robert Sidney Smith sobre la historia consular6, en las que los autores
incorporan elementos importantes para la comprensión del Derecho mercantil
y de los Consulados del siglo XVIII, cabe mencionar como excepciones a la

1
En general, como hace un tiempo señaló Jesús Morales Arrizabalaga, los historiadores del
derecho no se han interesado por el estudio monográfico de los llamados Decretos de Nueva Planta
y cuando se han aproximado a ellos han incidido más en su análisis descriptivo que en los aspectos
relacionados con su eficacia. Jesús Morales Arrizabalaga, La derogación de los Fueros de Aragón (1707-
1711), (Huesca Instituto de Estudios Altoaragoneses 1986) 8 y 12.
2
Autos Acordados. Libro III, Título II, Auto XV, cap. 8. Cito por Tomo tercero de Autos Acordados
que contiene nueve libros, por el orden de títulos de las Leyes de Recopilacion, ivàn en èl las Pragmaticas, que
se imprimieron el año 1723. Al fin del Tomo tercero todos los Autos acordados del Tomo quarto de ella, i otras
muchas Pragmaticas, Consultas resueltas, Cedulas, Reales Decretos, i Autos Acordados, que se han aumentado
(Madrid Juan Antonio Pimentèl 1745. Valladolid 1982, se publica en dos volúmenes junto al texto
de la edición de la Recopilación de 1640).
3
Autos Acordados. Libro III, Título II, Auto XVI, caps. 43 y 44.
4
Enrique Gacto Fernández, Historia de la jurisdicción mercantil (Sevilla Publicaciones de la
Universidad de Sevilla 1971).
5
Carlos Petit, «Derecho mercantil: entre corporaciones y códigos», en Hispania entre derechos
propios y derechos nacionales: Atti dell’incontro di studio, Firenze-Lucca, maggio 1989, a cura di Bartolomé
Clavero, Paolo Grossi, Francisco Tomas y Valiente (Milán Giuffrè Editore [1990]) 315-500.
6
Robert Sidney Smith, Historia de los Consulados de Mar (1250-1700) (Barcelona Península 1979).
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 585

anterior afirmación los trabajos de varios historiadores del derecho. En ellos,


sus autores se han ocupado, si bien con distinto alcance en unos casos y en
otros, de la situación de los Consulados de Mallorca y Barcelona a partir de
los Decretos de 1715 y 1716.
En esta línea historiográfica, María Jesús Espuny y José Sarrión Gualda
se han interesado por algunos de los cambios introducidos en el antiguo
Consulado del Mar de Barcelona tras el Decreto de Nueva Planta y a partir
de su transformación en 1758 en el Consulado de Comercio de Cataluña7. Y
Antoni Planas Rosselló8 y Román Piña Homs9 han señalado diferentes cues-
tiones en relación a la evolución del Consulado de Mallorca tras la norma de
28 de noviembre de 1715.
En lo que toca al Consulado y al Derecho marítimo en el Reino de
Valencia a partir de 1707, las circunstancias que esclarecen la falta de interés
que por lo general ha habido entre los historiadores del derecho por estas
cuestiones presentan, como hemos adelantado, algunas diferencias respecto
de las apuntadas para Cataluña y Mallorca10. Su comprensión requiere atender
y relacionar convenientemente el contenido derogatorio del primero de los
Decretos de Felipe V y el desinterés que ha habido en la historiografía por
la situación del Derecho y las instituciones jurídicas en Valencia en los años
inmediatamente posteriores a la supresión del régimen foral.
Durante décadas, la historiografía consideró, sin apenas matizaciones,
que la eliminación de las instituciones y del Derecho del Reino de Valencia
por el Decreto de 1707 fue absoluta; que la implantación del modelo castellano
se cumplió, con más o menos dificultades, en todos los órdenes jurídicos; y
que a partir del Decreto los tribunales valencianos se limitaron a aplicar el
Derecho de Castilla para resolver todo tipo de conflictos, con la sola excepción

7
María Jesús Espuny y Tomás-José Sarrión Gualda, «El Tribunal de Alzadas o de Apela-
ciones del Consulado de Comercio de Barcelona. Sus reformas (1763-1813)», en Pedralbes. Revista de
Historia Moderna 8-2 (Ejemplar dedicado a: Catalunya a l’Època de Carles III) (1988) 161-180; Las
Ordenanzas de 1766 del Consulado de Comercio de Cataluña y el llamado Proyecto de Código de Comercio
de 1814 de la Diputación Provincial de Cataluña (Madrid Ministerio de Justicia e Interior Secretaría
General Técnica 1989); Espuny y Tomás, El Real Consulado de Comercio del Principado de Cataluña
(1758-1829) (Barcelona Universidad Autónoma de Barcelona 1993).
Al margen de los trabajos de estos historiadores del derecho resulta obligado dar cuenta del
trabajo de Pere Molas Ribalta sobre el antiguo Consulado del Mar de Barcelona y el Decreto de
Nueva Planta: «El Consolat del Mar de Barcelona i la Nova Planta», en Homenaje al Dr. Juan Reglà
Campistol II (Universitat de València Facultad de Filosofía y Letras 1975) 43-52. Una versión ampliada
del texto se publicó más tarde en El Comerç i estructura social a Catalunya i València als segles XVII i
XVIII (Barcelona Curial 1977) 202-239.
8
Antoni Planas Rosselló, «La pervivencia del Derecho mallorquín tras los Decretos de Nueva
Planta», en Ius Fugit 13-14 (2004-2006) 409-437, en particular 432-433.
9
Román Piña Homs, El Consolat de Mar. 1326-1800 (Palma de Mallorca Institut d’Estudis
Baleàrics 1985) 158-165.
10
Decreto de 29 de junio de 1707. Autos Acordados. Libro III, Título II, Auto III.
586 Margarita Serna Vallejo

de las causas y litigios iniciados con anterioridad a 1707 que, por razones de
seguridad jurídica, era conveniente que se resolvieran de conformidad con el
antiguo Derecho foral11.
De ahí que desde la Historia del derecho no se valorara suficientemente
el interés que podía tener el estudio del alcance de la ejecución del Decreto
de 1707 en los distintos sectores del ordenamiento jurídico valenciano y,
en particular, en el campo del Derecho marítimo. Y que tampoco se haya
atendido suficientemente a la evolución de las fuentes y de las instituciones
jurídicas, incluidas las marítimas, en Valencia en la etapa borbónica del
Antiguo Régimen. Por esta circunstancia, los estudios histórico jurídicos
sobre Valencia han quedado limitados en su mayor parte al período foral o al
momento mismo de la derogación de los fueros valencianos y a los posteriores
intentos por lograr su recuperación. En este último campo los trabajos de
Mariano Peset12, Josep Maria Gay Escoda13 y Javier Palao Gil14 constituyen
referentes de primer orden.
Por fortuna la situación señalada se encuentra en proceso de cambio
y desde hace algunos años varios historiadores vienen interesándose por el
estudio del Derecho y de las instituciones jurídicas en Valencia después del
Decreto de 1707 desde varias perspectivas diferentes.
Este cambio ha facilitado la elaboración de distintos trabajos dedicados
total o parcialmente a la Historia del derecho y de las instituciones de Valencia
en el período que transcurre entre 1707 y el advenimiento del Estado liberal.
En ellos sus autores han podido verificar la continuidad de elementos signi-
ficativos del antiguo Derecho foral valenciano, así público como privado, a
continuación de la entrada en vigor del Decreto.

11
Aniceto Masferrer Domingo, «El Derecho y su aplicación en la Valencia del siglo XVIII.
Derecho real y Derecho foral tras los Decretos de Nueva Planta», en José Antonio Escudero
López (coord.), Génesis territorial de España (Zaragoza El Justicia de Aragón 2007) 426-460, por la
cita 426-427.
12
Mariano Peset Reig, «Notas sobre la abolición de los Fueros de Valencia», en Ahde 42 (1972)
657-716; «Apuntes sobre la abolición de los Fueros y la Nueva Planta valenciana», en Primer Congreso
de Historia del País Valenciano celebrado en Valencia del 14 al 18 de abril de 1971. III. Edad Moderna
(Valencia Universidad de Valencia 1976) 625-636.
13
Josep Maria Gay Escoda, El Corregidor a Catalunya (Madrid �����������������������������
Marcial Pons�����������������
 1987), en parti-
cular 33-37 y 38-53.
14
Javier Palao Gil, «Del Derecho foral al Derecho civil valenciano: historia y evolución de
una reivindicación secular», en Revista Valenciana d’Estudis Autonòmics 51 (2008) 162-199; «Leyes y
costumbres en la recuperación del Derecho foral valenciano», en Miguel Ángel Chamocho Cantudo
(coord.), Droit et moeurs. Implication et influence des moeurs dans la configuration du droit. Société d’His-
toire du Droit. Journées Internationales 2010. Jaén-Baeza. Préface de Sophie Démare-Lafont (Jaén
Universidad de Jaén 2011) 125-142.
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 587

Entre los iushistoriadores que participan de esta renovación historiográ-


fica, y sin ningún ánimo de exhaustividad, cabe mencionar a María Dolores
Guillot Aliaga15, Pascual Marzal Rodríguez16 y Aniceto Masferrer Domingo17.
A través de las aportaciones de los dos primeros tenemos constancia
de la persistencia del antiguo Derecho privado valenciano en el siglo XVIII
en campos tan importantes de la práctica notarial y judicial como son los
referidos al Derecho de sucesiones y al Derecho de familia. En particular, en
este último ámbito, en lo relativo al régimen económico matrimonial18. Y
los trabajos de Aniceto Masferrer Domingo han ensanchado la perspectiva de
análisis una vez que el autor ha profundizado en la continuidad del Derecho
privado valenciano con carácter general con posterioridad a la victoria de
Felipe V y a lo largo de todo el siglo XVIII, sin circunscribir el estudio a una
institución jurídica en particular.
Si reparamos en la situación del Derecho y de las instituciones marítimas
en Valencia a partir del Decreto, cabe anotar que Adela Mora Cañada19 es la
única autora que desde la perspectiva histórico-jurídica se ha detenido en estos
temas. En concreto se ha preocupado por el estudio de distintas cuestiones
relacionadas con el Consulado valenciano después del restablecimiento en 1762
de la antigua institución mercantil, si bien transformada ya en Consulado de

15
María Dolores Guillot Aliaga, El régimen económico del matrimonio en la Valencia foral (Valencia
Biblioteca Valenciana 2002).
16
Pascual Marzal Rodríguez, «Una visión jurídica de los mayorazgos valencianos entre la
época foral y la Nueva Planta», en Ahde 66 (1996) 229-364 y El Derecho de sucesiones en la Valencia
foral y su tránsito a la Nueva Planta (Valencia Universidad de Valencia 1998).
17
Masferrer Domingo, «El Derecho y su aplicación»; La pervivencia del derecho foral valenciano
tras los Decretos de Nueva Planta. Contribución al estudio de la práctica forense del siglo XVIII (Madrid
Dykinson 2008); «La costumbre en la administración de justicia del siglo  xviii: el caso valenciano»,
en Chamocho Cantudo, Droit et moeurs 529-548.
18
Al margen de la continuidad práctica del Derecho valenciano en estas y otras materias
conviene recordar las dos excepciones, de carácter personal o territorial, en todo caso no generales,
introducidas por el propio Felipe V a la implantación del Derecho de Castilla. De un lado la rela-
tiva a la conservación de la estructura de la Iglesia una vez que el Monarca confirmó la jurisdicción
eclesiástica en el Decreto de 29 de junio (Autos Acordados. Libro III, Título II, Auto III) y en la
Cédula de 7 de septiembre de 1707 (Autos Acordados. Libro III, Título II, Auto VII). Y de otro la
concerniente a la jurisdicción señorial dado que a través del Decreto de 29 de julio de 1707 (Autos
Acordados. Libro III, Título II, Auto IV) y de la Resolución de 5 de noviembre de 1708 (Autos
Acordados. Libro III, Título II, Auto VIII) se confirmaron los privilegios y derechos de los nobles
valencianos fieles a la causa borbónica y de los titulares de las jurisdicciones alfonsinas.
19
Adela Mora Cañada, «El Tribunal del Consulado de Valencia en el siglo xviii: conflictos
de competencias y legislación aplicable en los procesos», en Homenaje a Juan B. Vallet de Goytisolo I
(Madrid Consejo General del Notariado 1988) 629-638; «Los principios del procedimiento mercantil
del nuevo tribunal de comercio valenciano de 1762», en Homenatge al Dr. Sebastià García Martínez II
(Valencia Generalitat Valenciana 1988) 355-366; «Los elementos personales en el proceso mercantil
valenciano del siglo XVIII: los jueces», en Coloquio Internacional Carlos III y su siglo. Actas II (Madrid
Universidad Complutense 1990) 335-350; «El renaixement de les institucions de comerç valencianes
en 1762. El seu àmbit jurisdiccional», en Afers 5, 9 (1990) 101-115.
588 Margarita Serna Vallejo

Comercio de Valencia20. Uno de los tres Cuerpos de Comercio que Carlos III


erigió en la ciudad a semejanza de lo que Fernando VI había realizado unos
años antes en Barcelona.
En la capital catalana los tres Cuerpos de Comercio (Junta, Consulado
y Matrícula de comerciantes) se implantaron por la Cédula de 16 de marzo de
1758 y sus primeras Ordenanzas se aprobaron, ya bajo el reinado de Carlos III,
el 24 de febrero de 176321.
En relación al Consulado valenciano del siglo XVIII se dispone
asimismo de las valiosas aportaciones de Jaime Carrera Pujal22, Ricardo
Franch23 y Pere Molas Ribalta24 elaboradas desde su formación como histo-
riadores económicos y modernistas.
La lectura de los trabajos indicados alumbra aspectos muy importantes
de la actividad marítima y consular en Valencia en el siglo XVIII, pero al
mismo suscita varios interrogantes sobre la situación del Derecho marítimo
en la nueva Capitanía o Provincia valenciana a partir de 1707 y en relación al
Derecho del Consulado de Comercio establecido en 176225.
A una parte de ellos intentamos dar respuesta en las páginas que siguen
tomando como punto de partida ineludible la bibliografía ya publicada, en

20
El Consulado, junto al Cuerpo de Comercio y la Junta de Comercio, se estableció por la Cédula
de 15 de febrero de 1762 y sus primeras Ordenanzas se aprobaron el 7 de mayo de 1765. Véanse en
Reales Cedulas de ereccion, y Ordenanzas de los tres Cuerpos de Comercio, que residen en la Ciudad y Reyno
de Valencia (Valencia Imprenta de la Real Junta Particular de Comercio, y Consulado, por la Viuda
de Joseph de Orga 1766).
21
Reales Cédulas de erección y ordenanzas de: los Cuerpos de Comercio de el Principado de Cathalunya
que residen en la ciudad de Barcelona (Barcelona Francisco Suriá 1763) (Facsímil Barcelona Cambra
de Comerç de Barcelona 2006). Pese a tener constancia de estas dos impresiones, lamentablemente
solo he podido manejar los textos de la Cédula de 1758 y de las Ordenanzas de 1763 reproducidos
parcialmente en la Novísima Recopilación (IX, II, 9 y 10). Cito la última de las recopilaciones
castellanas por Novísima Recopilacion de las Leyes de España. Dividida en XII. Libros. En que se reforma
la Recopilacion publicada por el Señor Don Felipe II. en el año de 1567, reimpresa últimamente en el de 1775:
Y se incorporan las pragmáticas, cédulas, decretos, órdenes y resoluciones Reales, y otras providencias no recopi-
ladas, y expedidas hasta el de 1804. Mandada formar por el Señor Don Carlos IV (Madrid 1805. Madrid
Boletín Oficial del Estado 1975).
22
Jaime Carrera Pujal, Historia de la economía española V (Barcelona Bosch 1947) 485-496.
23
Ricardo Franch, Crecimiento comercial y enriquecimiento burgués en la Valencia del siglo XVIII
(Valencia Institució Alfons el Magnànim-Institució Valenciana d’Estudis i Investigació 1986) 155-237.
24
Molas Ribalta, «València i la Junta de Comerç», en Estudis. Revista de Historia Moderna 3
(1974) 55-111, también en El Comerç i estructura 306-380.
25
Salvo que indique otra cosa, reservo el uso del término «Reino» para referirme a Valencia con
anterioridad al Decreto de 1707 y empleo las expresiones «Capitanía» y «Provincia» para nombrar
la nueva demarcación político-administrativa valenciana a partir de la recuperación del territorio
para la causa borbónica. No obstante, los autores que han trabajado sobre las fuentes valencianas
del siglo XVIII han podido observar que en algunas ocasiones, aún después del Decreto de 1707, se
siguió utilizando el término «Reino» para referirse a la nueva demarcación de Valencia que, aunque
más o menos equivalente al antiguo Reino, carecía de la autonomía política y jurídico-institucional
de la etapa anterior. Masferrer Domingo, La pervivencia 60.
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 589

especial los trabajos de Adela Mora Cañada. No obstante, conviene aclarar


que el trabajo que ahora presentamos constituye una primera aproximación
al tema. Queda pendiente la imprescindible tarea de archivo que habrá de
permitir confirmar, matizar, ampliar o, en su caso, rectificar las conclusiones
alcanzadas en este momento, apenas cubierta la primera fase del estudio.

II.− El Derecho marítimo en el Reino de Valencia en vísperas


del Decreto de Nueva Planta.− La aproximación al Derecho que ordenaba
las transacciones mercantiles por vía marítima a principios del siglo XVIII
en Valencia requiere ampliar la perspectiva y conocer el Derecho marítimo
utilizado al mismo tiempo en el conjunto de Europa y de modo particular en
el área mediterránea. En otro caso, sería imposible entender las fuentes, las
características y las circunstancias del Derecho empleado por los valencianos
con ocasión de la práctica de la actividad mercantil por vía marítima.
Por esta razón y antes de detenernos en el Derecho marítimo en vigor
en Valencia en vísperas de la conquista del Reino por Felipe V y de que el
monarca dictara el Decreto de 1707 es necesario identificar y singularizar el
Derecho marítimo empleado en el área mediterránea en las mismas fechas.

1.− El Derecho marítimo transnacional medieval y moderno.− A


principios del siglo XVIII, al tiempo de la conquista del Reino de Valencia
por las tropas de Felipe V, no existía en la Monarquía española un Derecho
marítimo castellano, valenciano, catalán o mallorquín. De igual modo sucedía
en la mayor parte de los países europeos que, con las excepciones de Suecia y
de Francia, carecían de legislaciones marítimas de alcance nacional.
Francia disponía de un cuerpo de Derecho marítimo de aplicación en el
conjunto del Reino, salvo en la región de Bretaña, desde que en el siglo XVII
Luis XIV y Colbert impulsaran la elaboración y promulgación de la Ordenanza
de la Marina de 168126, el texto marítimo que habría de estar en vigor hasta

26
Ordonnance de la marine. Fontainebleau, agosto de 1681, en François André Isambert-Atha-
nase-Jean-Léger Jourdan-Decrusy, Recueil général des anciennes lois françaises depuis l’an 420 jusqu’à la
Révolution de 1789 19 (29 vols.) (París Belin-Leprieur 1821-1833) 282-366.
La resistencia planteada en Bretaña al texto de 1681 en defensa del Almirantazgo bretón,
institución que la Monarquía había mantenido después de la incorporación del Ducado a la Corona
francesa en el siglo XVI, obligó a Colbert a redactar en 1684 una Ordenanza marítima particular
para esta región francesa (Jean-Marie Pardessus, Collection de lois maritimes antérieures au xviiie siècle IV
(6 vols.) (París Imprimerie Royale 1837) 240.
Sobre la Ordenanza de 1681 véase, Margarita Serna Vallejo, «La Ordenanza francesa de la
marina de 1681: unificación, refundición y fraccionamiento del Derecho marítimo en Europa», en
Ahde 78-79 (2008-2009) 233-260.
590 Margarita Serna Vallejo

el Código de Comercio de 180727. Y Suecia contaba con el Código marítimo


de 1667, redactado bajo el reinado de Carlos XI28.
La legislación marítima sueca nunca alcanzó el reconocimiento y la
difusión que habría de lograr la Ordenanza francesa. Y ello pese a ser anterior
en el tiempo y de haber prolongado su vigencia hasta 186429. De ahí que la
Ordenanza de Colbert de 1681 sea considerada el primer texto marítimo de
ámbito nacional en Europa.
No habiendo en el continente, ni en la Baja Edad Media ni en Época
Moderna, Derechos marítimos nacionales, con las dos tardías excepciones
referidas, el Derecho marítimo que durante siglos ordenó los intercambios
en las costas europeas era un ordenamiento de naturaleza transnacional, defi-
nido y concretado desde la Baja Edad Media en los dos ciclos que permiten
identificar y referirnos al Derecho marítimo atlántico y al Derecho marítimo
mediterráneo.
Este Derecho marítimo transnacional no era, sin embargo, el único
vinculado a las transacciones marítimas aunque sí fuera el principal. En la
práctica, convivía con otras disposiciones marítimas de carácter local, gremial
y consular, de vigencia espacial y personal sensiblemente más limitadas. Y
también con algunas normas fruto de la actividad legislativa desarrollada
por los titulares de las distintas Monarquías sobre determinadas cuestiones
de índole marítima.
De entre estas otras disposiciones que convivieron con el Derecho marí-
timo transnacional, en las próximas páginas nos referiremos a las consulares,
ya sean fruto de la actividad legislativa de los monarcas o del ejercicio de la
potestad autonormativa que el Derecho reconocía a los Consulados, de igual
modo que a otras colectividades como podían ser los gremios. La razón de este
interés reside en la estrecha relación que desde la Baja Edad Media se estableció
entre el Derecho marítimo y el Derecho consular una vez que los Consulados
se convirtieron en tribunales mercantiles y los cónsules se encargaron de la
resolución de las causas marítimas aplicando el Derecho marítimo en vigor
siguiendo el procedimiento establecido por el Derecho de cada Consulado.

27
Code de commerce (Édition originale et seule officielle Paris Imprimerie Impériale 1807).
28
Publicado en Pardessus, Collection III (1834) 134-204.
29
Durante su prolongada vigencia fue objeto de algunas reformas. Entre otras, las introducidas
a partir del Reglamento de navegación de 30 de marzo de 1748 que modificó el articulado de la
primera parte de la norma de 1667 referido a las tripulaciones y de la Ordenanza de 20 de octubre
de 1750 sobre averías y seguros que introdujo algunos cambios en estas materias.
En relación al Código marítimo sueco de 1667 véase Ludovic Beauchet, Lois maritimes
scandinaves (Suède-Danemark-Norvège), traduites et annotées par… (París Imprimerie Nationale 1895.
Facsímil Elibron Classics 2006) X-XI y Romuald Szramkiewicz, Histoire du droit des affaires (París
Montchrestien 1989) 133.
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 591

A la situación de primacía del Derecho marítimo transnacional en la


ordenación de las transacciones mercantiles marítimas se llegó una vez que
desde la Baja Edad Media los titulares del poder político dejaron en manos de
los navegantes, incluyendo en esta expresión a los comerciantes pero también a
los mareantes o gentes del mar, la producción de las normas que debían ordenar
las actividades económicas vinculadas con el medio marítimo, en particular
las mercantiles30. Por lo general, las autoridades solo prestaron atención a este
sector económico por uno de los dos motivos siguientes. Para procurar evitar
los problemas derivados de la práctica de actos violentos en el mar y de las
faltas de indisciplina a bordo de las embarcaciones31. Una inquietud paralela
a la que sentían en el ámbito del comercio terrestre respecto de la violencia
y la inseguridad en caminos y mercados. O para sujetar los intercambios
mercantiles a una rígida normativa sobre calidades, medidas, precios y pesos
con un objetivo claramente proteccionista.
Las condiciones específicas que reviste la práctica mercantil por vía
marítima, muy diferentes de las propias de las actividades comerciales terres-
tres, influyeron decisivamente en que los navegantes se responsabilizaran de la
creación del Derecho marítimo. Eran ellos quienes, por el conocimiento que
disponían del mundo marítimo, se encontraban en la mejor situación para
establecer las reglas jurídicas del comercio que practicaban entre puertos perte-
necientes a jurisdicciones políticas diferentes; en cuyo desarrollo intervenían,
habitual y simultáneamente, individuos naturales de distintas demarcaciones,
sujetos, por tanto, a jurisdicciones y ordenamientos jurídicos de origen dife-
rentes; y que requería la rápida resolución de los conflictos planteados con

30
En este contexto el Título IX de la Partida V reservado a los navíos y a los pecios representa
una excepción importante a tener en cuenta. Cito por Las Siete Partidas del Sabio Rey don Alonso nono,
nueuamente Glosadas por el Licenciado Gregorio Lopez del Consejo Real de Indias de su Magestad (Salamanca
Andrea de Portonaris 1555. Madrid Boletín Oficial del Estado 1985).
31
Esta preocupación se encuentra detrás de la regulación dictada el 22 de noviembre de 1340
por el rey Pedro IV el Ceremonioso, conocida bajo el nombre de Capítols del rei en Pere, incorporada
posteriormente como elemento constante al Llibre del Consolat de Mar. La mayor parte de los cuarenta
preceptos que integran el texto tiene como objeto la definición de las infracciones penales marítimas
susceptibles de ser castigadas por el poder público. Sobre este texto, poco y mal conocido entre los
historiadores del derecho, véase Serna Vallejo, «Las previsiones penales y procesales marítimas de
los Capítols del rei en Pere de 1340 incluidos en el Llibre del Consolat de Mar», en Mundos medievales:
espacios, sociedades y poder. Homenaje al profesor José Ángel García de Cortázar (Santander Publican
Ediciones Universidad de Cantabria en prensa).
Utilizo el texto de los Capítols del Rei en Pere publicado por Germà Colon-Arcadi Garcia
(eds.), Llibre del Consolat de Mar. Edició del text de la Real de Mallorca, amb les variants de tots els manus-
crits coneguts (5 vols.) (Barcelona Fundació Salvador Vives Casajuana 1981, 1982, 1984, 1984, 1987);
(reedición ampliada y con ciertas modificaciones en un solo volumen) (Barcelona Fundació Noguera y
Cambra de Comerç de Barcelona Rafael Dalmau 2001) 893-918. En relación a esta edición es preciso
señalar que, al menos en el ejemplar que he manejado, la página 903 es incorrecta porque por error
se reproduce la página 904. Para subsanar el defecto ha sido suficiente acudir a la primera edición
de la obra y recuperar el texto correcto.
592 Margarita Serna Vallejo

ocasión de su práctica con el fin de evitar que el alargamiento de los procesos


perjudicara el tráfico mercantil.
Pero no sólo las autoridades se desentendieron del mundo marítimo.
Por lo general la ciencia jurídica tampoco se interesó por el Derecho marítimo
medieval de origen consuetudinario creado por los navegantes. Este Derecho,
además de elaborarse al margen de los cauces oficiales, no cuestionaba la
autoridad y el valor del Derecho romano y en la práctica eran limitadas las
situaciones en las que podía colisionar con el Derecho legislado por el poder
político. De ahí que sólo en ocasiones excepcionales los juristas se ocuparan de
la costumbre marítima como fuente jurídica32 y que hasta bastante avanzado
el período moderno no se redactaran las primeras obras dedicadas específi-
camente al Derecho y a las instituciones mercantiles marítimas.
Sin embargo, la naturaleza extra estatal del Derecho marítimo transna-
cional no resultó incompatible con el apoyo, unas veces expreso, otras tácito,
que los monarcas le dispensaron, facilitando así su expansión y consolidación
como derecho en vigor en las costas bañadas por el Atlántico, el Báltico y el
Mediterráneo.
Esta situación se mantuvo hasta bastante avanzada la Época Moderna
porque la postura del poder político respecto del mundo marítimo cambió muy
lentamente. Los responsables de las diferentes demarcaciones con territorios
marítimos tardaron en preocuparse por las actividades que se practicaban en
el mar y especialmente por querer controlarlas a través de la legislación. El
cambio sólo empezó a cobrar fuerza a partir del momento en que las Monar-
quías asumieron como necesaria su intervención sobre distintos sectores econó-
micos, incluidos los marítimos, como vía de fomento de la riqueza nacional.
A todo esto se unió que la renovación de la actitud de las autoridades
respecto del comercio marítimo no conllevó la inmediata elaboración de
Derechos marítimos unitarios en los distintos Reinos a través de la redac-
ción y promulgación de textos legales extensos de vigencia nacional. Hasta
la segunda mitad del siglo XVII los responsables de las diferentes entidades
políticas continuaron dictando normas aisladas, si bien con mayor frecuencia
que en la Baja Edad Media, sobre algunos asuntos marítimos. De modo que
es necesario esperar a la segunda mitad de la centuria para que se redacten las
primeras legislaciones marítimas nacionales, a las que ya nos hemos referido,
en Suecia y en Francia.
En las demás naciones, incluida la Monarquía española, la formación
de sus respectivos Derechos marítimos nacionales se retrasó hasta la etapa

32
Sobre la costumbre marítima, véase Serna Vallejo, «La costumbre como fuente del Derecho
marítimo», en Santos M. Coronas González (coord.), Cuestiones varias sobre la costumbre jurídica en
el Norte peninsular (Oviedo Universidad de Oviedo 2010) 139-159.
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 593

liberal porque en el siglo XVIII no prosperó ninguna otra iniciativa. No llegó


a promulgarse el Código marítimo para el Reino de Nápoles redactado por
Michele de Jorio a partir del encargo que recibió de Fernando IV33. Tampoco
llegaron a tener vigencia oficial en el conjunto de la Monarquía española las
amplias Ordenanzas elaboradas por el Consulado de Bilbao y confirmadas por
la autoridad real en 1737. Y ello pese a que el texto, cuyos capítulos XVIIII
a XXIV tienen como objeto la materia marítima, logró tener una notable
difusión por la concurrencia de varios factores. Entre otros, la colaboración de
la misma Monarquía34. Y tampoco fructificaron otros intentos que hubo de
elaborar un cuerpo único de Derecho mercantil español en el que se fijaran
las leyes relativas al comercio y a la navegación35.

2.− Las fuentes del Derecho marítimo en el Reino de Valencia.−


A partir del dato de la inexistencia en Valencia de una legislación marítima
extensa, específica y propia del Reino en la Baja Edad Media y en los primeros
siglos de la Modernidad por las razones referidas, la aproximación al Derecho
marítimo en vigor en el Reino en vísperas del Decreto de 1707 requiere entre-
lazar varios planos. Y esto porque las normas marítimas utilizadas en Valencia
durante la Baja Edad Media y los dos primeros siglos de Época Moderna eran
diversas por origen, naturaleza, ámbito de aplicación y contenidos.
Por la ubicación geográfica del Reino, las transacciones marítimas en
Valencia se ordenaron desde fechas tempranas de acuerdo con el Derecho
marítimo transnacional del Mediterráneo. Sin perjuicio de la simultánea
utilización de las normas de contenido marítimo dictadas ocasionalmente
por los titulares de la Corona aragonesa. Y también de otras disposiciones
marítimas del Derecho local, gremial y consular, cuya aplicación quedaba
limitada al ámbito de la población o del gremio que las hubiere dictado o
del Consulado del Mar de Valencia.
En lo que concierne al Derecho marítimo transnacional del Levante, el
Derecho marítimo común de los navegantes de la cuenca mediterránea, cabe
recordar que sus fuentes eran el Llibre del Consolat de Mar y la costumbre
marítima mediterránea.

33
Codice Ferdinando o Codice marittimo compilato per ordine di S. M. Ferdinando IV. El texto, que
llegó a imprimirse, fue reeditado en 1979 por Moschetti (Cesare Maria Moschetti, Il codice marittimo
del 1781 di Michele De Jorio per il Regno di Napoli: introduzione e testo annotato (Nápoles Giannini 1979).
34
Así, la Monarquía otorgó varios de los capítulos de las Ordenanzas bilbaínas a distintos
Consulados, siendo el caso de los de Valencia, Cádiz y Buenos Aires. Y también estableció que
el derecho bilbaíno fuera el derecho supletorio en lo no previsto en las Cédulas de erección de las
distintas instituciones consulares y en las leyes generales de Castilla e Indias. Así se contempla para
los Consulados, entre otros, de Málaga, Alicante, La Coruña, Santander, La Laguna, La Habana,
Buenos Aires, Cartagena de Indias, Veracruz y Manila. Petit, «Derecho mercantil», 371-372.
35
Petit, «Derecho mercantil», 396-401.
594 Margarita Serna Vallejo

El Llibre del Consolat de Mar es una obra compleja que reúne varios
elementos de naturaleza diversa, originariamente independientes entre sí y
redactados en fechas y lugares distintos, cuyo contenido quedó fijado definiti-
vamente, tal y como ha llegado a nosotros, a partir de la edición realizada en
1494 en Barcelona por la iniciativa de Francesc Celelles. La obra comprende
un conjunto de previsiones procedentes del Derecho marítimo consuetudi-
nario del Mediterráneo, un bloque normativo procesal de origen consular, el
referido al funcionamiento jurisdiccional del Consulado del Mar de Valencia,
unas disposiciones de origen regio que se corresponden con los ya mencio-
nados Capítols del rei en Pere de 1340 y una parte de Derecho consuetudinario
relativo a la navegación en corso36.
Y, por lo que se refiere a la costumbre es oportuno recordar que el
Derecho consuetudinario marítimo del Mediterráneo comprendía el conjunto
de normas creadas e impuestas por el uso marítimo y consideradas obligatorias
por la comunidad de los navegantes del Mediterráneo. Unas normas que lejos
de permanecer fijas e inmutables evolucionaron en el transcurso del tiempo al
compás de los cambios introducidos en las condiciones en que se practicaban
las distintas actividades marítimas, en particular las mercantiles.
El Derecho marítimo transnacional del Mediterráneo, concretado en
las dos fuentes señaladas, contó desde la Baja Edad Media con el apoyo, con
frecuencia expreso, de la Monarquía aragonesa. La formación del Llibre del
Consolat de Mar y de la costumbre al margen de los conductos oficiales no fue
un obstáculo para que los titulares de la Corona valoraran positivamente su

36
Sobre el Llibre del Consolat de Mar resulta imprescindible la consulta de los trabajos del
profesor Aquilino Iglesias Ferreirós : «Recensión a Llibre del Consolat de Mar. Vols. I-II. Edició del
text de la Real de Mallorca, amb les variants de tots els manuscrits coneguts, a cura de Germà Colon amb la
col·laboració de la Secció Catalana de la Universitat de Basilea. Fundació Salvador Vives Casajuana.
Fundació Noguera. Barcelona 1981 y 1982, pp. 262 y 299», en Ahde 52 (1982) 774-792; «Recensión
a Llibre del Consolat de Mar. Volum III.1. Estudi jurídic. 2. Diplomatari. (Por) Arcadi Garcia. Pròleg
del doctor Joseph M. Font i Rius. Fundació Noguera. Fundació Salvador Vives Casajuana. Barcelona,
1984, pp. 298 e 365», en Ahde 55 (1985) 898-914; «Libro do Consulado da Mar», en Ahde 56 (1986)
219-439; «Recensión a Llibre del Consolat de Mar. Volum IV. Estudi filològic I índexs a cura de Germà
Colon i Arcadi Garcia amb la col·laboració de Beatrice Schmid. Fundació Noguera. Fundació Salvador
Vives Casajuana. Barcelona, 1987, 266 págs.», en Ahde 59 (1989) 912-917; La creación del Derecho.
Una historia de la formación de un derecho estatal español. Manual II (Barcelona Signo 1992); «Il Libro
del Consolato del Mare», en Rivista Internazionale di Diritto Comune 6 (1995) 81-125; «De las costums
al Llibre de Consolat o de la dificultad para escribir la historia”, en Studia et Documenta Historiae et
Iuris LXII (1996) 473-512»; «Costums de Mar», en Aquilino Iglesia Ferreirós (ed.), El Dret comú
i Catalunya. Actes del V Simposi Internacional. Barcelona 26-27 de maig de 1995 (Barcelona Fundació
Noguera 1996) 243-602; La creación del Derecho. Manual. II. Una historia de la formación de un derecho
estatal español (2ª ed. corregida) (Madrid Marcial Pons 1996); «Il Libro del Consolato del Mare (2)», en
Rivista Internazionale di Diritto Comune 7 (1996) 307-369; «La formación de los Libros de Consulado
de Mar», en Initium 2 (1997) 1-372; «El Libro del Consulado del Mar», en Carlos Petit (ed.), Del Ius
mercatorum al Derecho mercantil: III Seminario de Historia del Derecho Privado. Sitges, 28-30 de mayo de
1992 (Madrid Marcial Pons 1997) 109-142.
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 595

utilización en el tráfico marítimo en que participaban sus súbditos, incluidos


los valencianos, y que por tal razón favorecieran su empleo37.
Entre los numerosos testimonios que acreditan el favor con el que
los monarcas aragoneses vieron la utilización del Derecho marítimo del
Mediterráneo en el Reino de Valencia cabe referir la comisión que el rey
Jaime II confirió a los cónsules del mar valencianos para que entendieran de
un conflicto que podía resolverse de acuerdo con las costumbres del mar38.
Y también el mandato de Pedro el Ceremonioso para que en el Consulado
valenciano se observara el procedimiento breve y sumario conforme al uso y
costumbre del mar39.
Al margen del apoyo que desde fechas tempranas la Monarquía arago-
nesa prestó al Derecho marítimo del Mediterráneo, en varios momentos sus
titulares también se preocuparon de legislar sobre algunas cuestiones de índole
marítima o consular. La normativa regia podía concernir a todos los Reinos
marítimos de la Corona o solo a algunas de las organizaciones políticas que
la componían.
En la primera situación se encuentra el Ordenamiento marítimo
promulgado por Pedro IV en 1340, aunque inicialmente Mallorca quedará
fuera de su ámbito de aplicación. La norma se dictó para Cerdeña, Córcega,
Aragón, Cataluña y Valencia porque al tiempo de su promulgación el Reino
de Mallorca era independiente de la Corona aragonesa. Jaime III de Mallorca
ocupaba el trono. Sin embargo, a partir de 1349, tras la reincorporación del
Reino insular a la Corona aragonesa, las previsiones del Capitulado de Pedro
el Ceremonioso se extendieron al Reino mallorquín. Y ello sin perjuicio de
que el texto terminará por incluirse en el Llibre del Consolat de Mar como uno
de sus componentes permanentes.
El contenido sustantivo del Capitulado de Pedro el Ceremonioso es
heterogéneo y muestra la preocupación del monarca por distintos aspectos del
mundo marítimo. El texto define las infracciones penales marítimas suscep-
tibles de ser castigadas por el poder público así como las penas a imponer a
los autores de tales contravenciones; contempla también distintas previsiones
en relación al procedimiento a seguir en las causas penales vinculadas con
el mar; y, por último, establece varias reglas de contenido estrictamente
mercantil marítimo.
En otras ocasiones, los titulares de la Corona aragonesa dictaron normas
de contenido marítimo para su exclusiva aplicación en el Reino de Valencia.

37
Tomàs de Montagut, «El Llibre del Consolat del Mar y el ordenamiento jurídico del mar»,
en Ahde 67 (1997) 201-217, por la cita 208.
38
Valencia, 4 de enero de 1307, en Colon-Garcia, Llibre del Consolat 1278.
39
Valencia, 21 de octubre de 1336, en Colon-Garcia, Llibre del Consolat 1283.
596 Margarita Serna Vallejo

Con frecuencia, estas disposiciones tuvieron como objeto diferentes cuestiones


relacionadas con la organización y la actividad jurisdiccional del Consulado
del Mar valenciano. Muestra de estas normas son las promulgadas para crear
el Consulado del Mar en 128340; establecer el cargo de juez de apelaciones de
la institución consular41; prohibir la presentación de escritos en las apelaciones
sustanciadas en el Consulado42; establecer que uno de los cónsules del mar
de Valencia fuera mercader y otro experto en el arte del mar43; reorganizar el
Consulado y su jurisdicción44; ordenar al portantveus de gobernador del Reino
de Valencia para que tanto él como su asesor se abstuvieran de intervenir
en las apelaciones de las sentencias dictadas por el Consulado45; modificar
el procedimiento de designación del cónsul y del juez de apelaciones de
los hombres del mar46; establecer el procedimiento oral en el Consulado y
prohibir la intervención de procuradores y notarios47; y reorganizar de nuevo el
Consulado para aproximarlo al modelo de la capital del Principado catalán48.
Y, por último, para completar el cuadro del Derecho marítimo en vigor
en el Reino de Valencia con anterioridad al Decreto de 1707, no pueden dejar
de mencionarse las costumbres marítimas locales, gremiales y consulares;
los preceptos de contenido marítimo del Derecho local aprobados por los
órganos de gobierno de las poblaciones marítimas, en particular de la ciudad
de Valencia; y las disposiciones escritas fijadas por los gremios marítimos y
por el Consulado valenciano en virtud de la potestad autonormativa de que
disfrutaban.
Más allá de la diversidad que todas estas normas presentan en cuanto
a su naturaleza y origen, también se advierten diferencias entre ellas en lo
que concierne a sus contenidos. De ahí que convenga distinguir entre el
Derecho procesal, así orgánico como sustantivo, en función de si las normas
determinan la estructura y el funcionamiento del Consulado o el modo de
proceder en el orden judicial de las causas marítimas, y el Derecho marítimo,
mercantil y penal, destinado a establecer derechos, obligaciones y sanciones
para los navegantes.

40
Valencia, 1 de diciembre de 1283, en Colon-Garcia, Llibre del Consolat 1273-1275.
41
Albarracín, 9 de diciembre de 1284, en Colon-Garcia, Llibre del Consolat 1277.
42
Valencia, 21 de octubre de 1336, en Colon-Garcia, Llibre del Consolat 1284.
43
Valencia, 25 de febrero de 1358, en Colon-Garcia, Llibre del Consolat 1307-1308.
44
Perpiñán, 25 de septiembre de 1362, en Colon-Garcia, Llibre del Consolat 1312-1313.
45
Lérida, 28 de diciembre de 1364, en Colon-Garcia, Llibre del Consolat 1314-1315
46
Tortosa, 12 de enero de 1420, en Colon-Garcia, Llibre del Consolat 1328-1330.
47
Oriola, 31 de julio de 1488, en Colon-Garcia, Llibre del Consolat 1332.
48
Barcelona, 14 de marzo de 1493, en Colon-Garcia, Llibre del Consolat 1332-1339.
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 597

III.− El Derecho marítimo en Valencia entre 1707 y 1829.− Iden-


tificadas las fuentes del Derecho marítimo en vigor en el Reino de Valencia
en la Baja Edad Media y en los siglos XVI y XVII, el siguiente paso debe
conducirnos a la situación del Derecho marítimo en Valencia en el siglo XVIII.
Un período en el que desde la perspectiva de las fuentes marítimas procede
distinguir dos momentos. El primero que se extiende de 1707 a 1762. Y el
segundo que abarca los años que transcurren entre el establecimiento de los
Cuerpos de Comercio de Valencia, incluido el nuevo Consulado, en 1762 y
la entrada en vigor del Código de comercio de 1829, cuyos preceptos marí-
timos constituyen la primera legislación marítima de vigencia general en el
territorio nacional.
La aproximación al Derecho marítimo en Valencia tras la entrada en
vigor del Decreto de 1707 debe realizarse a partir de dos consideraciones.
En primer lugar, y de modo semejante a lo apuntado para la etapa ante-
rior, el punto de partida ineludible es la idea de que no existía un Derecho
marítimo valenciano, específico del Reino, que pudiera ser derogado por
Felipe V. De igual manera que tampoco existía un Derecho marítimo caste-
llano que pudiera implantarse en Valencia después del Decreto de Nueva
Planta. Lo cual no significa que no hubiera un Derecho marítimo en vigor
en Valencia, de igual forma que sucedía en Cataluña y en Mallorca o en las
costas de la Corona de Castilla.
Y, en segundo término, es preciso tener en cuenta que el Consulado del
Mar valenciano, a diferencia de los Consulados de Barcelona y de Mallorca,
había dejado de funcionar con anterioridad a la conquista del Reino por las
tropas borbónicas. Motivo por el cual la supresión de las instituciones valen-
cianas en 1707 no pudo tener ninguna consecuencia sobre la institución de
origen medieval ya desaparecida, ni tampoco sobre el Derecho particular
del Consulado que había quedado en desuso por el fin de la actividad de la
institución.
Por todo ello, aunque el primer Decreto de Nueva Planta hubiera tenido
las características y el contenido de los posteriores dictados para Cataluña y
Mallorca, tampoco hubiera habido justificación para incluir en él referencia
alguna a la institución consular valenciana49.
Las informaciones sobre el cese de la tarea consular en Valencia en los
comienzos del siglo XVIII son escasas y además imprecisas. Pero de ellas cabe

49
Una de las diferencias que existen entre el Decreto dictado para Aragón y Valencia y los que
se elaboraron más tarde para Cataluña y Mallorca reside en la brevedad y parquedad del primero.
En 1707 una preocupación principal era la derogación de los fueros aragoneses y valencianos y su
reducción a las leyes de Castilla, pero no se tenía un plan definido acerca de cómo se quería reorganizar
Aragón y Valencia. En cambio, la situación en 1715 y 1716 era distinta porque entonces ya se tenía
un proyecto amplio acerca del nuevo gobierno que se deseaba implantar en Cataluña y en Mallorca.
598 Margarita Serna Vallejo

concluir que el Consulado valenciano no pudo remontar la grave crisis que


sufrió en el siglo XVII y que a principios del XVIII, en un momento anterior
a la abolición de los fueros, la institución dejo de actuar aunque formalmente
no llegara a declararse su desaparición50.
Los escasos y parcos testimonios que dan cuenta, directa o indirecta-
mente, del cese de la actividad consular en Valencia a principios del siglo XVIII
son los siguientes. En primer término, el Memorial redactado en Valencia
en 1761 por un grupo de comerciantes con el fin de promover el restableci-
miento de la institución consular coincidiendo con un reciente crecimiento
del trafico mercantil y con la consiguiente aparición de una nueva burguesía
comercial51. En el texto se afirma que el antiguo Consulado del Mar «dexó
de continuar a principios de este siglo con la suma escasez de comerciantes
naturales, causada por las guerras y calamidades sucedidas entonces…»52.
Nótese que en ningún momento los comerciantes declaran que la interrupción
de la actividad consular se debiera a las decisiones adoptadas por Felipe V
tras la conquista del Reino.
En segundo término, el testimonio proporcionado por Larruga y Boneta,
perfecto conocedor de las instituciones mercantiles valencianas del Antiguo
Régimen, quien afirma que el Consulado de Valencia dejo de actuar en torno
a 170053.
Y, en último lugar, el silencio en torno al Consulado que existe en la
documentación inmediatamente anterior y posterior a la recuperación del
territorio por Felipe V. Mutismo que cabe atribuir a que el Consulado ya no
existía en 1707.
Del dato de la utilización de la Casa Lonja del Mar de Valencia como
cuartel militar durante la Guerra de Sucesión podría deducirse que coin-
cidiendo con el conflicto el edificio se encontraba ya en desuso porque el
Consulado había dejado de funcionar, lo que habría permitido su utilización
por las tropas. Sin embargo, tal conclusión resultaría precipitada si se tiene
en cuenta que el mismo destino militar tuvo la Casa Lonja de Barcelona y
en este caso el Consulado del Mar mantuvo su actividad, aunque reducida,
hasta su sustitución por el Consulado de Comercio en 1758. La recuperación

50
Piña Homs realiza una interpretación diferente de los testimonios relativos a la interrupción
de la actividad consular y considera que el Consulado valenciano fue abolido por Felipe V. Román
Piña Homs, «El Reino de Mallorca, redibujado tras los Decretos de Nueva Planta», en Escudero
López, Génesis territorial 463-506, por la cita 483.
51
Franch, Crecimiento comercial 155.
52
Franch, Crecimiento comercial 126.
53
Eugenio Larruga y Boneta, Historia, de la Real y General Junta de Comercio, Moneda y Minas
y dependencias de extrangeros y colección integra de los Reales Decretos, Pragmaticas y Resoluciones, Ordenes
reglamentarias que por puntos generales se han expedido para el gobierno de los comercios y manufacturas del
Reyno compuesta… (11 vols.) (Madrid 1788) I 803, cita tomada de Molas Ribalta, «Valencia» 58.
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 599

del edificio para el uso mercantil sólo se logró en 1760 en cumplimiento de lo


dispuesto en la Cédula de creación de los Cuerpos de Comercio en la capital
catalana54. En el caso valenciano la Cédula de establecimiento de los mismos
Cuerpos de Comercio también preveía que la antigua Casa Lonja recobrara
su destino mercantil como sede de las nuevas instituciones.
El ocaso de la institución consular valenciana en el siglo XVII no fue
un fenómeno aislado, sino que se produjo en paralelo a la decadencia de la
actividad comercial de la ciudad y a la limitada actividad que llegó a desplegar
la primera Junta de Comercio de Valencia.
El declive mercantil de la ciudad se acentuó a partir de los años centrales
del siglo XVII. Varios factores contribuyeron a ello. Entre otros, la peste medi-
terránea de 1647 y 1648 y el derrumbe de una parte del muelle del puerto a
fines de siglo55. Más tarde la Guerra de Sucesión, en su doble vertiente nacional
e internacional, agravó la situación del comercio valenciano56.
Y en lo que toca a la primera Junta de Comercio valenciana cabe anotar
que su contribución al desarrollo mercantil de la ciudad debió ser muy limi-
tada por no decir nula57. Conforme a la información transmitida de nuevo
por Larruga y Boneta, el rastro de esta institución se pierde en 1695, apenas
transcurridos tres años desde su establecimiento58.
En la situación descrita no sorprende que en el primer tercio del
siglo XVIII el número de comerciantes al por mayor en Valencia fuera muy
limitado. Y a ello se unía que la mayor parte de estos comerciantes no eran
naturales del territorio sino extranjeros59.
A partir de las reflexiones apuntadas corresponde, de aquí en adelante,
determinar varias cuestiones. En primer lugar, el grado de continuidad a
partir de 1707, pero también de 1762, de las fuentes del Derecho marítimo
que en la Baja Edad Media y en los siglos XVI y XVII habían ordenado los
intercambios mercantiles marítimos de los valencianos. En segundo término,

54
Espuny y Tomás, El Real Consulado 88.
55
En 1679 Valencia obtuvo la autorización para ser puerto de tráfico de mercancías para otros
Reinos, lo que requería la mejora de las instalaciones portuarias de la ciudad. Sin embargo, esta
necesidad no sólo no llegó a cubrirse en la práctica, pese a que se sucedieron los proyectos, sino que
además la situación empeoró después del derrumbe parcial del muelle a fines de siglo. María Jesús
Teixidor de Otto, Funciones y desarrollo urbano de Valencia (Valencia Instituto de Geografía de la
Institución Alfonso el Magnánimo; Diputación provincial de Valencia; Caja de ahorros y Monte de
Piedad de Valencia 1976) 48.
56
Franch, Crecimiento comercial 120-121.
57
Tras la creación de la Junta General de Comercio por el Real Decreto de 19 de enero de
1679 y su inmediata reforma por la Cédula de 15 de marzo de 1683, la Monarquía decidió extender
la jurisdicción de la Junta por todo el territorio a través del establecimiento de Juntas de Comercio
«particulares» en las principales ciudades. Entre otras en Valencia.
58
Larruga y Boneta, Historia I 803, cita tomada de Molas Ribalta, «Valencia» 58.
59
Franch, Crecimiento comercial 120-127.
600 Margarita Serna Vallejo

las razones que determinaron en el siglo XVIII la persistencia o, en su caso, el


abandono de aquellas fuentes. También el alcance y el contenido del Derecho
del nuevo Consulado de Comercio valenciano a partir de su establecimiento
en 1762. En cuarto lugar, el grado de recepción en el ámbito marítimo de la
nueva Provincia de Valencia de algunas de las normas del Derecho general
de Castilla, del Derecho marítimo en vigor en las costas castellanas y del
Derecho de los Consulados de Burgos, Bilbao y Sevilla. Y, por último, la
posible presencia del Derecho Común en el Consulado de Comercio valenciano.

1.− De 1707 a 1762.− El objetivo de extender el Derecho de la Corona


de Castilla a Valencia y a Aragón, lo que conllevaba la derogación de los parti-
culares ordenamientos jurídicos de ambos Reinos, una de las ideas principales
que informan el Decreto de 1707, carecía de sentido en relación al Derecho
marítimo utilizado por los valencianos en las transacciones mercantiles marí-
timas como consecuencia de la inexistencia de un Derecho marítimo propio
del Reino de Valencia que pudiera ser derogado y de un Derecho marítimo
específico del conjunto de la Corona de Castilla que pudiera implantarse en
Valencia en sustitución de aquél.
De ahí que consideremos que la aplicación de la norma de 1707 no tuvo
ninguna consecuencia sobre la vigencia del Derecho marítimo transnacional
del Mediterráneo utilizado hasta entonces por los comerciantes valencianos
que siguió siendo utilizado por los valencianos en los intercambios mercantiles
que mantuvieron en la primera mitad del siglo XVIII.

2.− De 1762 a 1829.− La creación de los Cuerpos de Comercio de


Valencia en 1762 significó la recuperación de una jurisdicción consular en el
territorio del antiguo Reino y al mismo tiempo la introducción de algunas
novedades en las fuentes jurídicas consulares. Una parte de las cuales será
diferente de las que habían integrado el cuerpo normativo del anterior Consu-
lado del Mar valenciano. Pero estos cambios no afectaron a la continuación
del Derecho marítimo que desde hacía varios siglos ordenaba los intercambios
marítimos en que participaban los valencianos. De ahí que para este período
y en relación al Derecho marítimo y a la institución consular quepa hablar
de la existencia de cambios pero también de importantes continuidades.
Entre 1762 y 1829 convivieron en Valencia disposiciones marítimas
recientes junto a otras más antiguas. Normas del Derecho regio dictadas por
la Monarquía de los Austrias o por la nueva dinastía borbónica con otras de
carácter consuetudinario. Los comerciantes valencianos volvieron a disponer
de un Derecho consular, en una parte recuperado del de los siglos precedentes,
en otra de nuevo cuño. Entre las fuentes que se introdujeron por primera vez
en la práctica consular y marítima valencianas figuran algunas disposiciones
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 601

del antiguo Derecho castellano y también del Derecho de los Consulados de


Burgos, Bilbao y Sevilla60. Y, además, se dieron las condiciones necesarias para
que el Derecho Común estuviera presente en la nueva institución consular.

A.− El Derecho del Consulado de Comercio de Valencia.− Varias


son las normas que interesan en relación al nuevo Consulado de Comercio
valenciano. Unas se refieren a la organización y funcionamiento interno de
la institución. Y otras a la actividad jurisdiccional que será ejercida por los
cónsules y el juez de apelaciones en las dos primeras instancias. Y por la
Junta General de Comercio y por el Consejo de Castilla, en este caso a partir
de 1770, en la tercera.
Desde esta perspectiva, las disposiciones más importantes son la
Cédula de 15 de febrero de 1762 que estableció en Valencia los tres Cuerpos
de Comercio, incluido el Consulado. En segundo lugar, distintas disposi-
ciones del Derecho borbónico, dictadas por la Monarquía o por alguna de
sus instituciones, principalmente por la Junta General de Comercio, que
incidieron de varias maneras en el devenir del nuevo Consulado. También las
Ordenanzas gubernativas de los Cuerpos de Comercio de Valencia presentadas
por la Junta de Comercio valenciana y aprobadas por la Monarquía. Es el
caso de las fechadas el 7 de mayo de 1765, el 1 de septiembre de 1766 y el
11 de julio de 1777. En cuarto término, una parte de las normas del antiguo
Consulado del Mar de Valencia una vez que recuperaron su vigencia bajo
ciertas condiciones coincidiendo con el establecimiento de la nueva institu-
ción consular. En quinto lugar, distintas previsiones del Derecho consular
del ámbito castellano, en particular de los Consulados de Burgos, Bilbao y
Sevilla. Y, por último, algunas leyes del Derecho general castellano incluidas
en la Nueva Recopilación.

a.− La Cédula de 15 de febrero de 1762 de creación de los Cuerpos


de Comercio.− La Cédula de 15 de febrero de 1762 tenía como objeto el
establecimiento de los tres Cuerpos mercantiles en Valencia. El de Comercio,
institución a la que podían acceder, sin limitación de número, todos los
comerciantes matriculados siempre y cuando cumplieran los requisitos de
ser naturales de los Reinos de España, ser sujetos de buena fama y acreditada
legalidad, ejercer el comercio en grueso y tener caudal suficiente para prac-
ticar esta actividad.
El Consulado de Comercio, cuya competencia se limitaba inicialmente
a la resolución de los asuntos contenciosos civiles del comercio marítimo y
terrestre, pero que en las Ordenanzas de los Cuerpos de Comercio de 1765

60
Mora Cañada, «El Tribunal» 635.
602 Margarita Serna Vallejo

se amplió a los asuntos penales relacionados con el comercio, así marítimo


como terrestre, y con las fábricas61. Formaban parte de la institución consular
el Intendente de Valencia, tres cónsules, un juez de apelaciones o alzada, dos
asesores abogados y un escribano62.
Y la Junta Particular de Comercio, responsable de las cuestiones
gubernativas de las tres nuevas instituciones mercantiles y del fomento del
comercio y de la agricultura63. La Junta se componía de los tres cónsules, dos
caballeros hacendados y cosecheros y siete comerciantes elegidos entre los del
Cuerpo de Comercio, además del secretario. Y su presidencia correspondía al
Intendente de Valencia64.

b.− Legislación dictada por la Monarquía para el Consulado


valenciano: Real Orden de 9 de agosto de 1773, Real Cédula de 12 de
agosto de 1773, Real Decreto de 13 de junio de 1770 y Cédula de 24
del mismo mes y Real Cédula de 7 de noviembre de 1783.− De entre las
varias disposiciones dictadas por la Monarquía borbónica que de un modo
otro afectaron a las instituciones mercantiles erigidas en Valencia en 1762
y, en particular, al Consulado, cabe destacar aquéllas que probablemente
revistieron una mayor importancia por los cambios que introdujeron en su
organización y funcionamiento.
Así, la resolución de la Junta General de Comercio, comunicada a la
Junta Particular de Valencia el 9 de agosto de 177365, ordenaba observar en
la Junta y en el Consulado valencianos los capítulos 3 y 9 de la Cédula de 15
de agosto de 176666.

61
Ordenanzas de 1765 (Ordenanza XVI, capítulo II).
62
La previsión relativa a la integración del Intendente en el Consulado valenciano no se contem-
plaba en la Cédula de creación de los Cuerpos de Comercio, como tampoco figuraba en la Cédula de
establecimiento de las mismas instituciones en Barcelona. Fue una novedad introducida para Valencia
en las Ordenanzas de los Cuerpos de Comercio de 1765.
63
En las Ordenanzas de 1765 se amplían las competencias de la Junta a los negocios de fábricas
o manufacturas (Ordenanza II).
64
La atribución de la presidencia de la Junta al Intendente, así como la subordinación de los
Cuerpos de Comercio a la Junta General de Comercio y la necesaria aprobación de las Ordenanzas por
la Monarquía determinaron la directa vinculación de los nuevos Consulados aragoneses a la Corona.
De este modo se puso fin a la unión que históricamente había existido en el área mediterránea entre
los Consulados y las corporaciones ciudadanas, lo que no sucedía en Castilla. En el ámbito castellano
los Consulados habían mantenido desde siempre una fuerte dependencia respecto de la Monarquía.
Así lo acredita el papel conferido a distintos delegados regios, es el caso de los corregidores burgaleses,
como jueces de apelaciones en el marco de la justicia consular.
65
La información de esta Resolución de 9 de agosto la hemos tomado de la Novísima Recopi-
lación (IX, II, VIII, nota I).
66
La Cédula de 15 de agosto de 1766 se incluyó más tarde en la Novísima Recopilación (IX,
II, VIII).
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 603

El capítulo 3 de esta Cédula de 1766 procuraba garantizar la impar-


cialidad de los jueces en las causas mercantiles evitando su intervención en
los procesos en los que tuvieran algún interés particular67. Y el capítulo 9
preveía el procedimiento a seguir para la sustitución de los cónsules impedidos
o enfermos con el fin de evitar los retrasos en la resolución de las causas cuyo
conocimiento correspondía a la institución consular68.
Por otra parte, el Decreto de 13 de junio de 177069 se dictó con la fina-
lidad de eludir los conflictos de competencia que pudieran suscitarse entre
la Junta General de Comercio y la justicia ordinaria por el conocimiento de
las causas mercantiles70. Las desavenencias se planteaban después de que
varias normas hubieran atribuido a la Junta General de Comercio la resolu-
ción de distintos conflictos mercantiles. En concreto, por lo que interesa en
esta ocasión, la Cédula de 1762 de creación de los Cuerpos de Comercio en
Valencia eximía a las nuevas instituciones de la jurisdicción de la Audiencia
valenciana y de cualquier otro juez o tribunal, sujetándolas directamente a
la Junta General de Comercio ante la que debían interponerse los recursos
contra las sentencias dictadas en segunda instancia por el juez de apelaciones
del Consulado71.
El Decreto de 1770 limitaba las competencias de la Junta General de
Comercio a las cuestiones gubernativas en asuntos de comercio, arte y fábricas
y reservaba al Consejo de Castilla y a las demás justicias ordinarias el cono-
cimiento de los pleitos que hasta la fecha habían correspondido a la Junta

67
Capítulo 3 de la Cédula de 15 de agosto de 1766: «Si sucediere que en un pleito, que se
intentare ó siguiere en el Consulado, fuere interesado el Prior ó alguno de los dos Cónsules; ordeno,
que en lugar de él conozca el Prior ó Cónsul último antecesor, con los dos que no lo sean; y para
ello el que entrare en lugar del interesado, segun la respectiva clase de este, hará juramento con la
solemnidad necesaria de exercer bien y fielmente en el tal negocio; y si todos fueren interesados,
serán Jueces el Prior y Cónsules últimos anteriores, que prestarán igual juramento: y lo mismo se
practicará en el caso de recusación».
68
Capítulo 9 de la Cédula de 15 de agosto de 1766: «Hallándose enfermo ó impedido legíti-
mamente alguno de los Prior y Cónsules, podrán en los expedientes y negocios pendientes seguir en
ellos los otros dos, ya sea el Prior ó uno de los Cónsules, ó ya los dos Cónsules solos, en quanto mire
á substanciar lo que requiera el negocio, hasta ponerle en estado de resolucion ó sentencia; para la
qual, subsistiendo la enfermedad, ausencia ó impedimento, entrará el Prior ó Cónsul, segun la clase
del enfermo, ausente o impedido con el juramento correspondiente, como va prevenido en el número
tercero para en el caso de interés ó recusacion».
69
Real Cédula de 24 de junio de 1770 por la cual se declaran las causas y negocios en que debe conocer
la Real Junta de Comercio y Moneda y en las que deben entender los demás tribunales del Reino (Madrid
Antonio Sanz 1770).
70
Real Decreto de Su Magestad de 13 de junio de 1770 declarando los asuntos sobre Comercio, Artes, y
Manufacturas en que ha de entender la Junta General de Comercio, y Moneda, y los que respectivamente tocan
à el Consejo de Castilla, y à Justicias Ordinarias, en Reales Cedulas de ereccion, y Ordenanzas de los tres
Cuerpos de Comercio, que residen en la Ciudad y Reyno de Valencia (Madrid Imprenta de Blas Real 1777)
67-72.
71
Ordenanzas de 1765 (Ordenanza XVI, capítulo II).
604 Margarita Serna Vallejo

General de Comercio. La entrada en vigor de esta norma obligó a modificar el


contenido de varias disposiciones. Entre otras las Ordenanzas del Consulado
de Valencia de 1765, reformadas en este extremo en 1777. A ellas volveremos
más adelante.
Al mismo tiempo el Decreto de 1770 ordenaba el cumplimiento de
las Leyes 1 y 2 del Título 13 del Libro III de la Nueva Recopilación en lo
concerniente a la ejecución de los autos y sentencias de los jueces de alzadas o
apelaciones de los Consulados, incluido el valenciano. En la práctica el Decreto
suponía la extensión a todos los Consulados del régimen fijado por los Reyes
Católicos en 1494 y 1495 para el Consulado burgalés y por Felipe IV en 1632
para el Consulado de Madrid y por extensión a todos los demás Consulados
que pudieran establecerse en el futuro72.
Apenas transcurridos tres años, a través de la Real Cédula de 12 de
agosto de 177373, Carlos III confirmó el contenido del Decreto de 13 de junio
de 1770 al tiempo que señaló la vigencia de las «Leyes destos Reynos», es
decir del Derecho castellano, y en particular de los Autos Acordados 674 y 775
del Título XX, del Libro IV de la Recopilación, en relación a los recursos
interpuestos ante el Consejo de Castilla contra las sentencias dictadas por
los jueces de alzadas o apelaciones de los Consulados de comercio, si bien
aumentando de quinientos a mil ducados el depósito exigido para la admisión
de los recursos.
Y, por último, la Real Cédula de 7 de noviembre de 1783 estableció
una nueva organización, una nueva planta, para las alzadas en el Consulado

72
Nueva Recopilación, III, XIII, 1 y 2. Cito por Recopilación de las Leyes destos Reynos hecha por
mandado de la Magestad Catolica del rey don Felipe Segundo nuestro señor, que se ha mandado imprimir,
con las leyes que después de la ultima impresión se han publicado, por la Magestad Catolica del Rey Felipe
Quarto el Grande nuestro señor. Esta Recopilación va dividida en tres tomos, y lo que se contiene en ella se
declara en la pagina siguiente (Madrid Catalina de Barrio y Anguelo y Diego Diaz de la Carrera 1640.
Valladolid 1982). Segunda parte de las Leyes del Reyno. Libro quinto (Madrid Diego Diaz de la Carrera
[1640]. Valladolid 1982). Tercera parte de las Leyes del Reyno. Libro nono (Madrid Catalina del Barrio
y Angulo 1640. Valladolid 1982).
73
Real Cedula de su Magestad, y Señores del Consejo [de 12 de agosto de 1773], por la qual se manda
que en la execucion de las Sentencias de los Jueces de Alzadas, ò Apelaciones en los Pleytos, seguidos en los
Consulados de Comercio, se guarde lo dispuesto por las Leyes I. y 2. Tit. 13. Lib. 3 de la Recopilacion, con lo
demás que contiene, en Reales Cedulas de ereccion, y Ordenanzas de los tres Cuerpos de Comercio, que residen
en la Ciudad y Reyno de Valencia (Madrid Imprenta de Blas Real 1777) 73-76.
74
Felipe V, en Madrid a consulta de 17 de febrero de 1700. Autos Acordados. Libro IV,
Título XX, Auto VI: «Forma, i deposito, con que deven admitirse en Govierno los recursos de los
pleitos seguidos en las Chancillerías, i Audiencias».
75
Felipe V, en Madrid a consulta de 24 de abril de 1703. Autos Acordados. Libro IV, Título XX,
Auto VII: «Nueva forma en la introduccion de los recursos i cantidad de 500. ducados, que deven
depositarse, o afianzarse».
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 605

de Valencia y en la Diputación de la institución consular que se había esta-


blecido en Alicante en 177776.

c.− Las Ordenanzas presentadas por la Junta Particular de


Comercio de Valencia y aprobadas por la Monarquía.− Cumpliendo,
aunque con cierto retraso, la previsión contenida en la Cédula de creación
de los Cuerpos de Comercio en relación a la formación de las reglas y orde-
nanzas necesarias para el funcionamiento de las tres instituciones, la Junta
de Comercio valenciana remitió a la Junta General de Comercio las primeras
Ordenanzas de los Cuerpos de Comercio establecidos en la ciudad, siendo
aprobadas por el Monarca con fecha de 7 de mayo de 176577. El texto se
estructura en 22 ordenanzas subdivididas cada una de ellas en un número
variable de capítulos78.
A estas primeras ordenanzas se les añadieron nueve nuevos preceptos en
1766 que tratan de los libros de los comerciantes79. Y en 1777 con el fin de
poner fin a las demandas planteadas desde 1765 por los comerciantes, naturales
y extranjeros, de Alicante, interesados en disponer de un Consulado propio,
independiente del valenciano, la Junta Particular de Comercio promovió la

76
Real Cédula de Su Magestad [de 7 de noviembre de 1783], por la qual se ha servido aprobar por
ahora la nueva Planta que en ella se expresa de los Juzgados de Alzadas del Consulado de Valencia, y de la
Diputación de Alicante (Valencia Imprenta de Joseph, y Thomas de Orga 1783).
77
La Cédula de 1762 preveía seis meses para la elaboración de las Ordenanzas, sin embargo su
formación se retrasó, no siendo posible su aprobación hasta 1765. Tendría interés el estudio de los
motivos de esta demora, máxime si se tiene en cuenta que estas primeras Ordenanzas valencianas
reproducían prácticamente de modo literal, con contadas variaciones, las Ordenanzas de los tres
Cuerpos de Comercio de Cataluña de 24 de febrero de 1763. Habría que determinar si las razones
para la demora en la formación de las primeras Ordenanzas del Consulado valenciano fueron simi-
lares a las que retardaron la formación de las reglas del Consulado catalán cuya elaboración estaba
prevista para el plazo de un año a partir de la Cédula de creación de los tres Cuerpos de Comercio.
La oposición de la Real Audiencia de Cataluña a las previsiones de la Cédula de 1758 así como la
muerte de Fernando VI y la subida al trono de Carlos III son dos de los motivos que explican el
retraso en la formación de las Ordenanzas de los Cuerpos de Comercio catalanes (Espuny y Tomás,
El Real Consulado 88-102).
78
Los encabezados de estas 22 ordenanzas son los siguientes: [I] Del Cuerpo de Comercio, su
matrícula y circunstancias de los matriculados; [II] De la Junta Particular; [III] Del presidente;
[IV] De los caballeros hacendados; [V] De los cónsules; [VI] De los individuos de la Junta Parti-
cular; [VII] Del secretario; [VIII] Del contador; [IX] Del tesorero; [X] De los asesores; [XI] De los
subalternos; [XII] Del alcaide; [XIII] Del agente; [XIV] De la elección de los oficios; [XV] De la
duración de los oficios; [XVI] Del Consulado; [XVII] Del juez de apelaciones; [XVIII] Del escri-
bano; [XIX] Del guarda-almacén; [XX] De los porteros; [XXI] De los alguaciles; [XXII] De los
privilegios.
79
Adicion que Su Magestad se ha servido conceder à las antecedentes Ordenanzas [se refiere a las de
7 de mayo de 1765] [de 1 de septiembre de 1766] en Reales Cedulas de ereccion, y Ordenanzas de los tres
Cuerpos de Comercio, que residen en la Ciudad y Reyno de Valencia (Valencia Imprenta de la Real Junta
Particular de Comercio, y Consulado, por la Viuda de Joseph de Orga 1766) 5-60.
606 Margarita Serna Vallejo

elaboración de unas nuevas Ordenanzas, aprobadas por el Monarca por Cédula


de 11 de julio80.
En 1777 los comerciantes alicantinos no lograron hacer realidad la
aspiración de contar con un Consulado propio. Y hubieron de esperar hasta
1785 para que, en el contexto de la liberalización del tráfico con las Indias81,
la Monarquía estableciera el Consulado de Alicante y pueblos del Obispado
de Orihuela. En 1777 la burguesía mercantil alicantina sólo consiguió el
establecimiento de una Diputación del Consulado valenciano en Alicante.
Precisamente la organización y el funcionamiento de este nuevo órgano es el
objeto principal, aunque no único, de las Ordenanzas de 1777. En concreto,
la Ordenanza XXIII, dividida en dieciséis capítulos, quedó reservada para la
nueva institución alicantina.
Al margen de esta nueva ordenanza, las primeras veintidós ordenanzas
de 1777 coinciden en lo sustancial con las de 1765. Solo se observan tres varia-
ciones. En primer lugar, la supresión en 1777 de la parte final del capítulo II
de la Ordenanza XVI que determinaba que las sentencias dictadas por los
cónsules y el juez de apelaciones del Consulado en primera y segunda instancia
sólo podían recurrirse ante la Junta General de Comercio. En segundo término,
la nueva redacción que se proporcionó al capítulo IV de la Ordenanza XVII
también referido a las apelaciones ante la Junta General de Comercio82. Y,
el último cambio, aunque de menor importancia, afectó al capítulo X de la
Ordenanza XXII que cambió de ubicación para convertirse en el capítulo XVI
de la nueva Ordenanza XXIII relativa a la Diputación consular de Alicante.
La lectura de las Ordenanzas de 1765 y 1777 presentadas por la Junta
Particular de Comercio Valencia de acuerdo con lo previsto en la Cédula de
creación de los Cuerpos de Comercio 1762 suscita dos cuestiones respecto de
las cuales cabe llamar la atención. La primera guarda relación con la institu-
ción a la que en el contexto del nuevo organigrama institucional mercantil
valenciano se le encomienda la responsabilidad de la elaboración de las leyes

80
Los datos relativos al enfrentamiento entre los comerciantes de la plaza alicantina y el
Consulado valenciano están extraídos de la exposición que antecede al capitulado de las Ordenanzas
de 1777. Ordenanzas de los tres Cuerpos de Comercio, que residen en la Ciudad y Reyno de Valencia de 11 de
julio de 1777 en Reales Cedulas de ereccion, y Ordenanzas de los tres Cuerpos de Comercio, que residen en la
Ciudad y Reyno de Valencia (Madrid Imprenta de Blas Real 1777).
81
Real Cédula [de 26 de junio de 1785] expedida por S. M. para la erección de un Consulado marítimo
y terrestre comprehensivo de esta ciudad de Alicante y pueblos del Obispado de Orihuela (Valencia Imprenta
de Joseph y Thomas de Orga 1785).
82
Con estas dos modificaciones las Ordenanzas quedaron ajustadas al contenido del Decreto de
13 de junio de 1770 y de la Cédula de 12 de agosto de 1773 que, como se ha expuesto anteriormente,
sustituían el recurso ante la Junta General de Comercio por los recursos extraordinarios de nulidad
o injusticia notoria ante la Sala Segunda de Gobierno del Consejo de Castilla.
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 607

y ordenanzas de las instituciones recientemente creadas. Y la segunda con el


contenido y la naturaleza de tales ordenanzas.
La facultad para formar las ordenanzas de los Cuerpos de Comercio,
incluidas las que pudieran afectar a la institución consular, se asigna a la
Junta Particular de Comercio. Una previsión que, sin embargo, no impedía
que la Junta pudiera encargar la redacción material de los textos a individuos
ajenos a la institución.
Así sucedió en el caso de las Ordenanzas aprobadas para los Cuerpos de
Comercio de Cataluña en 1763. La Junta catalana encomendó su preparación
a tres abogados barceloneses. Y del mismo modo actuó en el momento de
promover la redacción de unas ordenanzas contenciosas para el Consulado83.
Es probable que en relación a las ordenanzas valencianas la Junta proce-
diera de un modo similar aunque de momento esta cuestión se encuentra
pendiente de estudio.
Y la determinación del contenido y la naturaleza de las ordenanzas
cuya elaboración debía promover la Junta valenciana permite concretar con
mayor precisión el alcance de la atribución conferida a esta Junta Particular
de Comercio.
Conforme a la literalidad de la Cédula de 1762, a la Junta valenciana se
le encarga «la formación de las Reglas, y Ordenanzas, por las quales se hayan
de gobernar» los Cuerpos de Comercio. Previsión general que a continuación se
desarrolla señalándose que la competencia de la Junta se extiende a la forma-
ción de las ordenanzas que prescriban, «el modo de hacer las Elecciones, así
de los Consules, Juez de Apelaciones, Asesores, y demás Dependientes de este
Tribunal, como de los que han de componer la Junta Particular de Comercio,
y el tiempo que unos, y otros han de quedar en egercicio de sus Empleos» y
también las que señalen el «método, que se ha de seguir en el orden Judicial».
De lo que cabe concluir que la facultad de la Junta en relación a la
formación de las ordenanzas se extendía a las gubernativas. Es decir a las
referidas a la organización y funcionamiento de los tres Cuerpos de Comercio.
Y asimismo a las procesales en sentido estricto. Esto es, a las dirigidas a fijar
el modo de proceder en el orden judicial en el seno del nuevo Consulado de
Comercio84.
La atribución de esta doble competencia en relación a las ordenanzas
de los Cuerpos de Comercio se completaba con una última referencia que en
la práctica permitía que la Junta pudiera ocuparse de la formación de otras

83
Espuny y Tomás, El Real Consulado 94-98.
84
La misma diferenciación se observa en el marco de la Junta de Comercio catalana tal y como
ha puesto de relieve María Jesús Espuny y Tomás. Esta autora en lugar de nombrar al segundo tipo
como ordenanzas procesales en sentido estricto prefiere utilizar las expresiones ordenanzas judiciarias
o contenciosas. Espuny y Tomás, El Real Consulado 94-102.
608 Margarita Serna Vallejo

reglas y ordenanzas que sirvieran para el «más acertado gobierno de los refe-
ridos Cuerpos».
Fue esta previsión la que proporcionó la cobertura legal necesaria para
que en las Ordenanzas de los Cuerpos de Comercio de Valencia de 1765 se
ampliara la competencia de la Junta a la elaboración de las ordenanzas propias
de los fabricantes de las manufacturas o artefactos que carecieran de gremio.
Era el caso de los de indiana, franela, tejidos de azul y otros85. Mientras que la
formación de las ordenanzas de los colectivos agrupados en gremios quedaba
reservada a éstos86. En este segundo supuesto, el papel de la Junta, una vez
recibidas las ordenanzas formadas por los gremios, quedaba limitado a señalar
las correcciones y enmiendas que considerara necesario formular a los textos
que le hubieran sido presentados, antes de su envío a la Junta General de
Comercio, la institución responsable en última instancia de su aprobación87.
No obstante la previsión contenida en la Cédula de 1762, los Cuerpos
de Comercio de Valencia, del mismo modo que sus homónimos de Barcelona,
sólo llegaron a disponer de ordenanzas gubernativas. Los cuerpos de Orde-
nanzas aprobados en 1765 y 1777 tenían como objeto la determinación de la
organización y el funcionamiento de los Cuerpos de Comercio valencianos. No
nos consta que llegaran a aprobarse unas ordenanzas judiciales o contenciosas
en las que se determinara el modo de actuar en los procesos mercantiles dilu-
cidados por los cónsules y el juez de apelaciones de la institución consular.
En el caso de los Cuerpos de Comercio catalanes, cuya senda siguieron
los valencianos en varias ocasiones, en 1766 tres abogados barceloneses, por
encargo de la Junta de Comercio, también se responsabilizaron de la redacción
de unas ordenanzas estrictamente procesales. Sin embargo, el texto nunca
llegó aprobarse pese a haber sido remitido para ello a la Junta General de
Comercio. A partir de la información conservada tenemos conocimiento de
que estas ordenanzas estaban divididas en tres títulos destinados cada uno
de ellos al Consulado y su jurisdicción, a los juicios y sus formalidades y a
las «contenciones y modos de terminarlas»88.
La inexistencia de unas ordenanzas procesales propias de los Consulados
de Comercio de Barcelona y Valencia determinará, en el primer caso, la conti-
nuidad y, en el segundo, el restablecimiento, de las reglas del procedimiento
consular que con anterioridad a los Decretos de Nueva Planta habían ordenado
las causas mercantiles sustanciadas ante los antiguos Consulados del Mar. Y,

85
Ordenanzas de 1765 (Ordenanza XXII, capítulo VI).
86
Ordenanzas de 1765 (Ordenanza XXII, capítulo V).
87
Ordenanzas de 1765 (Ordenanza XXII, capítulo VII).
88
Espuny y Tomás, El Real Consulado 97-102.
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 609

también, al menos en el caso valenciano, el recurso a algunas de las reglas


procedimentales de los Consulados castellanos.

d.− Las Ordenanzas del antiguo Consulado del Mar de Valencia.−


En 1762, en la Cédula de creación de los Cuerpos de Comercio de Valencia
se establecía, como venimos de señalar, que la Junta Particular elaborara en
el plazo de seis meses las ordenanzas necesarias para el gobierno de las tres
nuevas instituciones. Al mismo tiempo que se contemplaba que en el ínterin
de su formación y aprobación se utilizaran las «antiguas Ordenanzas» en la
parte en que no estuvieran expresamente derogadas. La fórmula era similar a
la prevista en la Cédula de creación de los Cuerpos de Comercio catalanes89.
La interpretación de esta previsión relativa a la continuidad de las
antiguas ordenanzas junto al encargo realizado a la Junta de Comercio de
Valencia para que elaborara las reglas necesarias para el funcionamiento y la
organización de los Cuerpos de Comercio y el modo de proceder en las causas
mercantiles permite aportar algunas ideas en relación a las ordenanzas a cuya
prolongación podía referirse la Cédula de 1762.
A partir del dato de la existencia del anterior Consulado del Mar de
origen medieval, respecto del cual el nuevo Consulado de Comercio se presenta
como heredero, pero también de la Junta Particular de Comercio de Valencia
establecida en la década de 1690, tras la reforma de la Junta General de
Comercio de 1683, cabe considerar que la alusión a las antiguas ordenanzas
debía concernir a las reglas que durante siglos habían ordenado la actividad
del Consulado del Mar valenciano, recogidas en una parte significativa en el
Llibre del Consolat de Mar, así como a las normas que pudieron organizar el
funcionamiento de la primera Junta de Comercio valenciana en los últimos
años del siglo XVII durante el breve período en el que esta institución desplegó
su actividad.
Y en relación al requisito, reproducido literalmente de la Cédula de los
Cuerpos de Comercio catalanes, que exigía que las ordenanzas, cuya conti-
nuidad se preveía, no hubieran sido expresamente derogadas, cabe apuntar
que tenía sentido en el caso catalán pero no, o al menos no del mismo modo,
en el valenciano.
En la situación en que se encontraban los Cuerpos de Comercio del
Principado, la previsión tenía razón de ser porque el Consulado del Mar
de Barcelona había continuado operativo durante la primera mitad del
siglo XVIII, hasta su sustitución por el Consulado de Comercio. Y el Derecho
que durante siglos había ordenado la organización de la institución consular
y su actividad jurisdiccional se había mantenido en vigor, no obstante el

89
Espuny y Tomás, El Real Consulado 94.
610 Margarita Serna Vallejo

Decreto de 1716, a salvo de las correcciones que fueron necesarias introducir


en la práctica consular como consecuencia de los cambios realizados en la
situación institucional y jurídica de Cataluña.
En cambio, en Valencia, la referencia al requisito de la continuidad
de las antiguas ordenanzas carecía de sentido porque tanto el Consulado del
Mar como la Junta de Comercio valenciana del siglo XVII habían dejado
de funcionar con anterioridad al Decreto de 1707 y sus respectivas norma-
tivas habían quedado en desuso por la inactividad de ambas entidades con
anterioridad a 1707. De modo que no fueron derogadas por el Decreto. Por
este motivo, en la práctica, la Cédula de 1762 supuso el restablecimiento en
Valencia de las antiguas ordenanzas.
En cualquier caso, la recuperación de las antiguas ordenanzas en
Valencia, ya fueran las del Consulado o también las de la Junta, exigía que
sus contenidos se ajustaran a la situación jurídica e institucional establecida
en el antiguo Reino a partir del Decreto de 1707.
Por otro lado, de acuerdo con la Cédula de 1762, la antigua normativa
debía observarse hasta la aprobación de las ordenanzas propias de los nuevos
Cuerpos de Comercio. De ahí que las antiguas reglas referidas a la organiza-
ción y funcionamiento del Consulado y, en su caso, de la Junta de Comercio,
perdieran su vigencia a partir de la aprobación por la Monarquía de las
Ordenanzas de 1765. Y que las referidas al ejercicio de la actividad jurisdic-
cional del Consulado se mantuvieran vigentes, al menos teóricamente, hasta
el siglo XIX porque la Monarquía nunca llegó a aprobar unas ordenanzas
judiciales particulares para el Consulado de Comercio valenciano.

e.− El Derecho general de Castilla y el Derecho de los Consulados


castellanos.− Tomando como punto de partida la idea de que la entrada
en vigor del Decreto de 1707 conllevó, de manera general, la extensión del
Derecho de Castilla al territorio del antiguo Reino de Valencia, interesa, en
lo que toca al Derecho del nuevo Consulado, la Recopilación de 1567 porque
la Ley II, del Título XIII, del Libro III establecía la aplicación, en todos los
Consulados que pudieran crearse, de las «leyes, ordenanças confirmadas, y
cedulas que està ordenado y mandado a los dichos Consulados de Burgos,
Seuilla, y Bilbao», sin perjuicio de que, si fuere «necessario hazer alguna
nueua ordenança», el Consulado afectado pudiera proponerlo ante el Consejo
de Castilla.
Una previsión de la que cabe deducir que, al menos en el plano teórico,
el Derecho de los principales consulados castellanos se convirtió en derecho
supletorio del derecho propio del Consulado de Comercio valenciano. De
modo que, por esta vía, el Derecho consular castellano pudo extenderse a la
institución valenciana en todo aquello que no estuviera previsto de manera
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 611

expresa en el nuevo Derecho particular de la institución valenciana o en sus


«antiguas ordenanzas» entre tanto estuvieran en vigor.
Pero al margen de esta idea general acerca de la extensión del Derecho
de los Consulados castellanos de Burgos, Bilbao y Sevilla a la institución
valenciana en virtud de la citada ley de la Nueva Recopilación, una parte
del Derecho de los Consulados castellanos se incorporó de manera expresa
al cuerpo normativo del Consulado de Comercio de Valencia por medio del
Decreto de 13 de junio de 1770 y de la Cédula de 12 de agosto de 1773.
Estas normas, a las que ya nos hemos referido, preveían que en la ejecu-
ción de los «Autos, y Sentencias de los Jueces de Alzadas, ò Apelaciones», se
guardaran «las Leyes I. y 2. Del Titulo 13. y Libro 3. de la Recopilacion». Esto
significa la extensión a Valencia de la regulación sobre esta materia contenida
en las Ordenanzas del Consulado de Burgos de 1494 y en la Pragmática de
creación del Consulado de Madrid de 9 de febrero de 163290.
De otra parte, en las fuentes valencianas aparecen también referencias
concretas que dan testimonio de la vigencia en Valencia, con distinto alcance en
función de las normas, de otras disposiciones del Derecho general de Castilla.
Así sucede en las Ordenanzas de 1765 y 1777. En el ámbito de la elección
de los distintos oficios de los Cuerpos de Comercio, la Ordenanza XIV esta-
blece que en materia de elecciones, votaciones, proposiciones y nombramientos
se observen, además de las reglas establecidas específicamente en las Orde-
nanzas, «todas las demàs del Derecho, que estàn en uso en estos Reynos»91.
Y en relación a las facultades de los escribanos, la Ordenanza XVIII
declaraba que el escribano debía observar las «Leyes de estos Reynos» en la
formación y progreso de los pleitos y causas que se resolvieran por los cónsules
y el juez de apelaciones92.
Por otra parte, en la Ordenanza XXII se renueva la Pragmática dictada
por Carlos II el 13 de diciembre de 168293 que declaraba compatible la dedi-
cación a las manufacturas con la condición nobiliaria, al tiempo que la Orde-
nanza ampliaba esta compatibilidad para quienes se dedicaran al comercio al
por mayor tanto terrestre como marítimo94.
Y, desde otra perspectiva, cabe señalar que Adela Mora, a través de la
consulta de los fondos de los procesos mercantiles sustanciados ante el Consu-
lado de Comercio de Valencia, ha podido documentar distintas referencias a
la legislación castellana. Entre otras, las concernientes a la Ley de Toledo y a

90
Nueva Recopilación, III, XIII, 1 y 2.
91
Ordenanza XIV, capítulo X.
92
Ordenanza XVIII, capítulo II.
93
Autos Acordados. Libro V, Título XII, Auto II.
94
Ordenanzas de 1765 (Ordenanza XXII, capítulo II).
612 Margarita Serna Vallejo

la Ley de Madrid que la autora entiende alusivas a la Ley de Toledo de 1525


y a la de Madrid de 1552 en materia de fianzas95.

f.− El Derecho Común.− A partir del establecimiento de los Cuerpos


de Comercio en Valencia en 1762, la influencia del Derecho Común en las
tres instituciones, en particular en el Consulado, resultó inevitable como
consecuencia de la participación permanente de dos asesores abogados en las
actividades de las tres instituciones.
Y esto sin perjuicio de que la administración de la justicia en las
materias contenciosas de comercio, ya fueran civiles o criminales, debiera
realizarse a través de sentencias y autos redactados «con palabras concisas,
y claras, sin poder usar en ellas de textos, ni de autoridades, ni de alegatos,
ò razones en que fundar la decision»96, por medio de un procedimiento
«breve», desarrollado «sumariamente à estilo de Comercio, la verdad sabida,
y la buena fe guardada»97.
De acuerdo con las Ordenanzas de 1765, los Cuerpos de Comercio
valencianos debían contar con la colaboración permanente de estos asesores
en la dirección y seguimiento de todos los negocios y, de modo particular, en
los contenciosos. Y para ocupar el cargo de asesor, de carácter perpetuo98, era
necesario que los aspirantes estuvieran en posesión de los títulos necesarios
para ejercer la abogacía en la Real Audiencia de Valencia o en cualquiera de
los demás tribunales del Reino99.
La intervención de los abogados en el ejercicio de la actividad jurisdic-
cional del Consulado de Comercio se extendía tanto a la primera como a la
segunda instancia100. En el supuesto de que alguna de las partes recurriera la
sentencia dictada por los cónsules, el juez de apelaciones debía resolver con la
participación del asesor que no hubiere intervenido en la primera instancia o
con un tercer letrado, ajeno al Consulado, en el caso de que los dos asesores
permanentes de la institución tuvieran que quedarse al margen por causa de
algún impedimento legal.
Más allá de la presunción en orden a la influencia del Derecho Común
que estos abogados asesores pudieron introducir en el funcionamiento coti-
diano de los Cuerpos de Comercio valencianos y, en especial, en el Consulado,
Adela Mora ha visto en la documentación judicial del Consulado de Comercio

95
Mora Cañada, «El Tribunal» 636.
96
Ordenanzas de 1765 (Ordenanza XVI, capítulo II).
97
Ordenanzas de 1765 (Ordenanza XVII, capítulo I).
98
Ordenanzas de 1765 (Ordenanza XIV, capítulo VII).
99
Ordenanzas de 1765 (Ordenanza X).
100
Ordenanzas de 1765 (Ordenanza XVI, capítulo II y Ordenanza XVII, capítulo II).
El derecho marítimo en Valencia de 1707 a 1829 613

valenciano la utilización de expresiones y conceptos vinculados con el lenguaje


procesal del Derecho Común101.
La presencia de los asesores abogados en el Consulado de Comercio
nos permite confirmar en esta situación concreta dos ideas señaladas hace un
tiempo por António M. Hespanha. De un lado, la existencia en el Antiguo
Régimen de contextos dualistas en los que convivían planteamientos propios
del Derecho culto con otros específicos del Derecho tradicional. Y, de otro,
la colaboración que, con alguna frecuencia y bajo ciertas condiciones, se esta-
blecía entre quienes participaban de la cultura jurídica oral y quienes tenían
como referente la cultura jurídica culta, escrita, en las situaciones en las que
los jueces iletrados, como es el caso de los cónsules o del juez de apelaciones
del Consulado, contaban con la participación de asesores abogados para la
resolución de las causas, en el caso que nos ocupa, mercantiles102.

B.– El Derecho marítimo en Valencia.− El establecimiento de los


Cuerpos de Comercio de Valencia no conllevó ningún cambio en el Derecho
marítimo que regía los intercambios mercantiles por el mar de los valencianos.
El antiguo Derecho marítimo transnacional del Mediterráneo que en
la Baja Edad Media y en los siglos XVI y XVII había ordenado el comercio
marítimo valenciano y que había sobrevivido al Decreto de 1707, continuó
en vigor a partir de 1762.
La situación podría haber sido diferente si los Cuerpos de Comercio,
en particular la Junta, hubieran promovido la formación de unas ordenanzas
sustantivas referidas a las instituciones jurídicas del comercio marítimo
siguiendo el modelo de las Ordenanzas del Consulado de Bilbao de 1737.
Pero, como tal cosa no sucedió, el antiguo Derecho marítimo del Mediterráneo
continuó en vigor hasta el Código de Comercio de 1829.
Para finalizar estas páginas, y a partir de las reflexiones anteriores, cabe
señalar, dos conclusiones. De un lado, que en el mundo marítimo valenciano
del siglo XVIII se introdujeron algunos cambios desde la perspectiva del
Derecho consular como consecuencia del cese de la actividad del Consulado
del Mar en torno a 1700 y del establecimiento del nuevo Consulado de
Comercio en 1762. Y, de otro, que el Derecho marítimo transnacional del
Mediterráneo que ordenaba el comercio marítimo de los valencianos desde la
Baja Edad Media mantuvo su vigencia hasta la entrada en vigor del Código
de Comercio de 1829.

101 Mora Cañada, «El Tribunal» 637.


102 António M. Hespanha, «Savants et rustiques. La violence douce de la raison juridique», en
Ius Commune 10 (1983) 1-48.
614 Margarita Serna Vallejo

El carácter transnacional de este Derecho marítimo que no era propio


y particular del Reino de Valencia sino de toda la cuenca mediterránea,
unido a la inexistencia de un Derecho marítimo valenciano y de un Derecho
marítimo castellano, permitió que, tras la conquista del Reino de Valencia
por las tropas de Felipe V, el viejo Derecho del Mediterráneo mantuviera su
vigencia en la nueva Provincia.
Y el desinterés de las instituciones mercantiles establecidas en Valencia
en 1762 por ordenar el comercio marítimo conforme a unas nuevas reglas a
través de la elaboración de unas Ordenanzas mercantiles a semejanza de las del
Consulado de Bilbao de 1737, garantizó la continuidad del antiguo Derecho
marítimo hasta el siglo XIX.
Índice 961

ÍNDICE

Carta del Director....................................................................................................................................................................................... V

DE RE IURIDICA GESTA

Aquilino Iglesia Ferreirós, Las Constituciones de Paz y Tregua de


1173................................................................................................................................................................................................................ 3
José Domingues, Recepção do Ius commune medieval em Portugal, até às
Ordenações Afonsinas............................................................................................................................................................ 121
André Vitória, A little known version of Oldradus de Ponte’s consilium
no. 83?....................................................................................................................................................................................................... 169
Victoria Sandoval Parra, La política de administración de la merced
en la Monarquía Universal................................................................................................................................... 209
Pedro Ortego Gil, La conmutación de penas: una revisión histórica......... 263
Enrique Álvarez Cora, La teoría de la blasfemia en Castilla.................................... 345
Victor Crescenzi, Varianti della Subordinazione, 3: Il problema del rap-
porto obbligatorio e dell’adempimento......................................................................................... 389

DE BATAYLA FACIENDA

Francisco Luis Pacheco Caballero, Un Discurso de Berart sobre el valor


de las Pragmáticas del Rey y sobre la Jurisdicción del Baile Ge-
neral............................................................................................................................................................................................................... 461

DE OPINIONIBUS ET NOSCENDIS

Aquilino Iglesia Ferreirós, Frangullas ou migallas (16).................................................... 495


962 Índice

Carlos Garriga, La historia del Derecho catalán, según el abogado Vicen-


te Doménech (Academia de Jurisprudencia de Barcelona, 1780).. 531
Margarita Serna Vallejo, El derecho marítimo en Valencia de 1707 a
1829: ¿Continuidad o cambio?.................................................................................................................... 583

DOCUMENTA

Aquilino Iglesia Ferreirós, Una compilación atribuida a Guillelmus


Vallesica antiquus................................................................................................................................................................. 617

DE OFFICIIS

Aquilino Iglesia Alvariño, Os camiños dos hòmes e os camiños de


Deus.............................................................................................................................................................................................................. 823

DE RE BIBLIOGRAPHICA

I: Recensiones..................................................................................................................................................................................................... 839
Grilli, Antonio, Il difficile amalgama. Giustizia e codici nell’Europa di Na-
poleone. Rec. de AIF............................................................................................................................................................ 839

III: BIBLIOGRAFÍA...................................................................... 851

IV: ÍNDICE DE AUTORES......................................................... 909

Normas y siglas para envíos de originales...................................................................................................... 917


Últimos libros registrados............................................................................................................................................................ 927
Boletín de suscripción.......................................................................................................................................................................... 931
Publicidad................................................................................................................................................................................................................. 933

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