Doce Cuentos Peregrinos

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Doce cuentos peregrinos.

Gabriel García Márquez

Doce cuentos peregrinos es un libro basado en textos propios del escritor Gabriel García
Márquez, el cual nos narra breves historias desarrolladas en diversas partes del mundo a lo
largo de 18 años durante la década de los 70’s y 80’s y publicados hasta el año 1992.

La esencia de cada uno de éstos cuentos recae en la sencillez de los personajes y los
ambientes relatados, siendo el principal eje del libro la vida cotidiana de personas comunes
y corrientes con situaciones nada convencionales cayendo en ocasiones en un surrealismo
caótico y perturbador al lector, pero con una armonía llevada espiritualmente en su prosa
dejando ver entre líneas temas que en su momento ayudaron al escritor a formar y deformar
cada uno de los trascendentales cuentos.

Una de las particularidades de éste libro es su tinte místico que acompaña a sus palabras, su
historia a través de los años hasta su publicación guarda evocaciones sobrenaturales creadas
a partir de las vivencias del escritor. La destrucción continua de los textos originales, la
desaparición de los mismos, la intriga y desesperación del escritor por buscarle un sentido a
sus palabras, hacen de éstos doce pequeños textos una grandiosa historia de amor, terror,
desventura y desamor, un paso por la historia de una Europa clásica y victoriosa, un caribe
añorado y asimismo el abrumador sabor del ser ajeno en tierras impropias, adonde las
miradas sobran y las palabras nunca bastan, en donde el extranjero hace suyas las fronteras
esperando siempre volver a sus tan anheladas tierras.

Un paso por un mundo inquietante y fatalista, un libro que se puede leer a medias pero que
siempre esperará tu regreso, que te inquietará a tal grado de hacerte soñar con sus letras,
con sus palabras, con sus historias.
IDEAS PRINCIPALES.

 Incertidumbre en la vida de los personajes.


 El paso a través de los años.
 Desconcierto al saberse en un lugar desconocido.
 Reencuentro con el pasado, que muchas veces no da la mejor cara.
 Muertes repentinas, inquietantes y sofocantes.

SINTESIS

-La santa

-Diecisiete ingleses envenenados.

-María dos Prazeres.

-El verano feliz de la señora Forbes.

Es si bien una manera de comenzar el siguiente texto aclarando que cito los títulos antes
mencionados para enfatizar en situaciones comunes que mantienen los cuatro textos, aun
perteneciendo a diferentes contextos y entornos guardan una semejanza llena de esperanza
y muerte.

Los personajes ficticios que se describen en cada uno de los cuentos mantienen entre ellos
aspectos similares que hacen pensar que un tema que le preocupaba a Gabriel García
Márquez al escribir éstos relatos era la vejes, la manera en la que como humanos llegamos
a ella, y el cómo vamos tejiendo nuestro destino para al final encontrarnos con la muerte de
forma que nosotros mismos hemos ganado.
LA SANTA

Mística y única es La Santa, cargada de un misterio celestial; la historia de un hombre que


carga con el ataúd de su hija muerta y momificada y que al paso de los años conserva la
frescura de su vida, pero sin la vitalidad de su cuerpo, el andar de Margarito Duarte, su
padre, a lo largo de toda Roma como un extranjero proveniente de los Andes Colombianos,
con todo el desafío que implica perderte entre un país desconocido y con el cadáver a
cuestas durante veintidós años, perdiendo su propia vida por la de su hija hecha nada,
sobreviviendo al menosprecio de su causa. Cinco Papas no bastaron en Roma para que la
desventura hacia la necesidad de ser escuchado se hiciera polvo al pasar el tiempo.

“Entonces no tuve ya ninguna duda, de que una vez la tuve, de que el santo era él. sin
darse cuenta, a través del cuerpo incorrupto de su hija llevaba ya veintidós años luchando
en vida por la causa legítima de su propia canonización”. (Doce cuentos peregrinos “La santa” pp.
63)

Y de esa manera se le fue la vida a Margarito Duarte, cargando con el peso de los años, con
la añoranza de volver a su pasado, con la canonización en vida que su causa logró para él
sin pensar que La santa nunca fue más que eso, una santa; una santa a la que solo él se
podía encomendar.

DIECISIETE INGLESES ENVENENADOS

Prudencia Linero una mujer católica que durante su vida soñó con conocer al Papa en
Roma. Fiel adoradora de San Francisco y su Orden franciscana, promete al santo portar su
hábito si es que antes de su muerte le concede la gracia de viajar al vaticano con la única
finalidad de conocer en persona al Sumo Pontífice y si es que se le permitía, confesarle sus
pecados. Pasajera de un barco turístico, su arribo a Nápoles no fue como ella lo esperaba, la
mala índole de dejar a sus muertos a la deriva desairó por completo su afán por Italia, el
desasosiego que sus ojos captaban para su interior no era el más deseado, el bullicio y la
algarabía ponían fin a sus anhelos pacíficos y espirituales. Un solo piso en un hostal
tradicional del puerto la separaron de lo que sería para ella quizá la mejor se sus suertes.

Morir junto a diecisietes ingleses justo en la planta en la que se encontraba el hostal que un
día antes le habían ofrecido y que, sin más, al ver a los extranjeros con las rodillas al aire
despreció.

No fue sin más un augurio de lo que podía sucederle, sin embargo, muerta en vida quedó al
saber del trágico fin de estos diecisiete extranjeros envenenados al comer ostras en octubre.

“Luego rodó contra la puerta la mesita de escribir y la poltrona, y puso por último el baúl
como una barricada infranqueable contra el horror de aquel país donde ocurrían tantas
cosas al mismo tiempo. Después se puso el camisón de viuda, se tendió boca arriba en la
cama, y rezó diecisiete rosarios por el eterno descanso de las almas de los diecisiete
ingleses envenenados”. (Doce cuentos peregrinos “Diecisiete ingleses envenenados” pp.136)

Una mujer con barreras existenciales, fiel a las causas nobles, pero sin el temple necesario
para defender su propia causa, quizá la vida solo quiso burlarse de ella al entregarse por
completo a un sueño inerte, probablemente su destino era quitarse el hábito y disfrutar de
Italia, enamorarse de Nápoles y comer pajarillos fritos a la sombra de una pérgola en una
fonda que en su interior no era tan sucia como ella lo imaginaba. Quizá solo debía amarse,
solo eso.

MARIA DOS PRAZERES

El relato de una vieja mujer y su única compañía, Noi, un perro viejo y faldero que es
cómplice de sus más íntimos secretos y que ha estado a su lado en los momentos más
difíciles de su vida, en las que las exuberancias propias de su profesión, prostituta, han sido
sus únicas aliadas, dejando entrever su soledad a pesar de las noches en las que sus amantes
dieron lo mejor de ellos en la cama, haciéndola sentir la más deseada pese a que a éstas
alturas de su vida no causara más que lástima por la forma no tan digna de vivir sus últimos
años.
Un sueño vivo que susurró a su oído la llegada de la muerte, hicieron que ella preparara un
ritual fúnebre del cual el futuro se reiría y la reviviría de nuevo.

María disfruta su soledad, pero le angustia el hecho de que nadie llorará en su tumba el día
en que ella muera. Es por eso que prepara su entorno para cuando la muerte toque a su
puerta. Noi será el encargado de llorar amargamente en su tumba, es por eso que lo entrena
para saber el camino exacto desde su casa hasta el cementerio, pasando por las tumbas de
tres dirigentes anarquistas de los que ella fielmente era compatriota.

El conde Cardona, cliente que había sobrepasado el límite entre el deseo carnal y la
amistad, era el único que la acompañaba en aquellas noches de soledad que inundaban el
piso de Prazeres, mitigando el dolor del haberse olvidada lo preparaba también para su
partida, tomando una copa de vino y hablando de diversos temas acerca de su pasado y su
presente. Una noche en las que las noticias de la radio se pusieron en contra de los dos, el
conde decidió retirarse dejándola éste a la deriva una vez en la que sus ideas políticas no
concordaron, y sus cuerpos olvidaron todo roce pasional.

Una noche cuando María regresaba de una de sus visitas puntuales al cementerio, la muerte
que albergaba sus sueños llegó por ella, presentándose de una forma tan sublime que aparcó
un lujoso auto a su lado y se ofreció para llevarla a casa. El joven hombre que conducía
provocó en Prazeres un sobre salto en sus adentros.

“Encontró por fin la cerradura, oyendo los pasos contados en la oscuridad, oyendo la
respiración creciente de alguien que se acercaba tan asustado como ella en la oscuridad, y
entonces comprendió que había valido la pena esperar tantos y tantos años, y haber
sufrido tanto en la oscuridad, aunque solo hubiera sido para vivir aquel instante”. (Doce
cuentos peregrinos. “María dos Prazeres” pp.121)

Al llegar al edificio pidió subir a su piso, a lo que titubeante María accedió, volviendo a
sentir el temor de sentirse amada y acariciada no importando las barreras del tiempo entre
dos cuerpos, desnudando su alma a la muerte que incesante rondaba su cabeza, pero que no
pedía llevársela, sino regalarle un suspiro más ante aquella larga y solitaria espera.
EL VERANO FELIZ DE LA SEÑORA FORBES

Una muerte sangrienta y silenciosa, carente de escrúpulos y de tacto para el acto, siendo
que solo una pared dividía el terror de la inocencia, la sangre pura de dos niños veraniegos
con padres ocupados en los quehaceres de la vida y del trabajo, que no tuvieron tiempo de
cuidar en aquellas vacaciones a sus tan amados hijos. Quedando al cuidado de una mujer
alemana la cual llevaba estrictamente su labor, sin poner importancia alguna en los deseos
de sus clientes, chiquillos traviesos que al ocupar por el verano una casa a las orillas del
mar su único deseo era pasar días enteros en el agua disfrutando la compañía de Oreste, un
joven pescador lugareño que enseñaba a los niños el oficio de la pesca, y otras suertes que a
lo largo de su corta vida había aprendido al vaivén de las olas.

Forbes en sus adentros aguardaba un misterio, sus acciones la delataban, trataba de ser
diferente, pero algo en su interior no se lo permitía, sus reprimendas a las acciones de
ambos hermanos delataban su amargura y soledad, llantos y sollozos nocturnos no eran más
que la forma a la que ella recurría para suprimir el dolor interno que albergaba a su alma.

Cierto día los chicos cansados de las reprimendas decidieron envenenarla, la muerte
portando el traje de inocencia los llevó a cometer (en su desesperación por ser “libres”
dentro de su propia casa y a una edad en la que lo único que se puede pedir es más tiempo
para jugar y explorar el mundo) un acto terrorífico como lo es un homicidio sin pensar en
las consecuencias que tenía un acto de aquella índole. Sin embargo, la larga espera de la
noche en la que el plan cobró vida al día siguiente cuando los chicos esperaban el resultado
de su maléfico ataque, no dio el resultado que ellos esperaban.

“Ya era tarde. Nunca en el resto de nuestras vidas, habíamos de olvidar lo que vivimos en
aquel instante fugaz. Dos hombres de civil estaban midiendo la distancia de la cama a la
pared con la cinta métrica, mientras otro tomaba fotografías con una cámara de manta
negra como la de los fotógrafos de los parques. La señora Forbes no estaba sobre la cama
revuelta. Estaba tirada de medio lado en el suelo, desnuda en un charco de sangre seca
que había teñido por completo el piso de la habitación, y tenía el cuerpo cribado a
puñaladas. Eran veintisiete heridas de muerte, y por la cantidad y la servicia no se notaba
que habían sido asestadas con la furia de un amor sin sosiego, y que la señora Forbes
había recibido con la misma pasión, sin gritar siquiera, sin llorar, recitando a Schiller con
su hermosa voz de soldado, consciente de que era el precio inexorable de su verano feliz”.
(Doce cuentos peregrinos. “El verano feliz de la señora Forbes” pp.159)

El misterio y la pasión cobraron la vida de la señora Forbes, el homicidio quedó en manos


del silencio, dejando como inocentes a dos pequeños asesinos a los cuales la vida decidió
darles solo una sopa (no tan amarga y mal oliente como la que preparaba la señora Forbes)
de su propio chocolate, haciéndolos asesinos sin ser culpables de aquel atroz
acontecimiento que arrebató la vida a una mujer que en sus ansias de amar callaba una pena
que ni un puñal pudo arrebatar de sus adentros.

Cuatro textos con una templanza para relatar la muerte sin escrúpulos, para dejar ver que la
vejez no es nada más que una etapa que en ocasiones nos ridiculiza, que los sentimientos no
exteriorizados a lo largo de toda una vida no son más que la amargura con a que se carga al
llegar a la edad adulta.

Todos entre sí guardan un mismo sentido que quizá al escritor le preocupaba en su


momento al grado de exteriorizar sus propios sentimientos y plasmarlos como cuentos
profanos, carentes de amor, sin limitaciones a la humillación y a la desventura, pensaría él
llegar a una vejes parecida a la de sus personajes, probablemente plasmó en cada uno de
ellos un poco de sí, para que el lector conociera más a fondo el color con el que sus ojos
proyectaban su futuro, quizá el de todos los que lo leen.

A lo largo de los próximos relatos se irán revelando más secretos, más pasiones, muertes y
desventuras, mientras tanto éstos cuatro me han parecido los más cercanos al placer de
morir; el estar muerta sin morir como lo fue La santa, ser testigo tan cercano de la muerte
cómo Prudencia Linero, esperar la hora de partir como María dos Prazeres, o la muerte
pasional de la señora Forbes. Cuentos lúgubres que no desean más que solamente
acompañar tus noches solitarias, esperando quizá la muerte afortunada de uno de los
personajes peregrinos.
Doce cuentos peregrinos. Gabriel García Márquez. Editorial planeta mexicana 2010-2015

Universidad del golfo de México.

Ventura García David Amador

Análisis y Redacción de textos.

DOCE CUENTOS PEREGRINOS

GABRIEL GARCIA MARQUEZ.

MARIA ELENA ANELL HERRERA

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