Habilidades Sociales y Competencia Social. 2 Ed Act PDF
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HABILIDADES SOCIALES Y
COMPETENCIA SOCIAL
2ª Edición actualizada
MIGUEL GARCÍA SÁIZ
Facultad de Psicología
Universidad Complutense de Madrid
ISSN 1989-3906
Contenido
FICHA 1 ........................................................................................................... 33
Aplicaciones del Entrenamiento en Habilidades Sociales (EHS)
FICHA 2 ................................................................................................................................. 38
Pautas adicionales sobre el proceso de aplicación del Entrenamiento en
Habilidades Sociales (EHS)
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Documento base.
Habilidades sociales y competencia social
ÍNDICE
Introducción
1. Aproximación conceptual
1.1. Origen y desarrollo del concepto
1.2. Diversidad terminológica y supuestos básicos
1.3. Modelos teóricos
1.3.1. El enfoque de Walter Mischel
1.3.2. El enfoque de Albert Bandura
1.4. Conclusiones sobre los conceptos de Habilidades Sociales y Competencia Social
2. Evaluación de las Habilidades Sociales y la Competencia Social
2.1. ¿Qué evaluar?
2.2. ¿Para qué evaluar?
2.3. ¿Cuándo evaluar?
2.4. ¿Quién va a evaluar?
2.5. ¿Con qué evaluar?
2.5.1. Observación conductual
2.5.1. Autoinformes
2.5.1. Entrevista
2.5.1. Medidas psicofisiológicas
2.6. Hacia una adecuada combinación de las técnicas de evaluación de las Habilidades Sociales y de la
Competencia Social
3. El Entrenamiento en Habilidades Sociales (EHS)
3.1. Fases del EHS
3.1.1. Fase previa
3.1.2. Fase de preparación
3.1.3. Fase de planificación
3.1.4. Fase de aplicación del procedimiento
3.1.4.1. Evaluación
3.1.4.2. Entrenamiento
3.1.4.3. Estrategias de Generalización
3.1.5. Fase de seguimiento
3.2. Criterios para la participación en un EHS
3.3. Modalidades del EHS: individual vs. grupal
3.4. El EHS en relación con otros procedimientos y técnicas
4. Referencias
FICHA 1: Aplicaciones del Entrenamiento en Habilidades Sociales (EHS)
FICHA 2: Pautas adicionales sobre el proceso de aplicación del Entrenamiento en Habilidades Sociales (EHS)
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INTRODUCCIÓN
Nuestro día a día está salpicado de infinidad de interacciones cara a cara o a través de tecnologías de la información
y comunicación (teléfono, redes sociales, chats, correo electrónico…). Afrontamos situaciones y relaciones múltiples
donde se ponen en juego objetivos, intereses y necesidades de diferentes personas que actúan a título individual, o
bien en representación de grupos y de organizaciones. En palabras de Elliot Aronson, somos auténticos animales so-
ciales, protagonistas de un entramado psicosocial en el que no sólo es importante qué hacemos, sino también el có-
mo, al relacionarnos con los demás.
Que establezcamos y mantengamos unas buenas relaciones de amistad, familiares y/o de pareja; que desarrollemos
interacciones eficaces con profesionales de ámbitos diversos (Salud, Educación, Administración, etc.); que resolvamos
conflictos con nuestros colegas; que trabajemos de manera coordinada con otros miembros de nuestro equipo; que
demos charlas amenas en público; que desempeñemos nuestro rol de padre o madre de una manera más saludable;
que ejerzamos nuestra profesión adecuadamente, y un largo etcétera, tiene implicaciones fundamentales para nues-
tras vidas: entre otras, mayor bienestar y ajuste psicológico, mayor competencia profesional o mejores redes de apoyo
social. Todas ellas se convierten en componentes esenciales de un desarrollo integral de la persona. De ahí que el
área de las Habilidades Sociales y, por extensión, el de la Competencia Social, sean de gran interés no sólo desde un
punto de vista teórico, sino también aplicado.
1. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL
1.1. Origen y desarrollo del concepto
Las bases del concepto Habilidad Social se remontan a principios del siglo XX y surgen desde dos ámbitos geográfi-
cos que aportan visiones diferentes aunque complementarias.
En Norteamérica, Thorndike y otros autores realizan, en los años 20 de dicho siglo, una serie de trabajos relaciona-
dos con la inteligencia e identifican, entre otros tipos, la que denominan “inteligencia social”, término con el que se
referían a las capacidades necesarias para comprender a los demás y relacionarse con ellos de un modo eficaz (Pluc-
ker y Sping, 2014). En la década posterior, se realizan los primeros estudios sobre socialización infantil (por ejemplo,
Jack, 1934; Page, 1936), que incluyen comportamientos que más tarde serían denominados “asertivos”, así como una
serie de trabajos referidos fundamentalmente a la incompetencia social producida por la deficiencia mental. En los
años 40 y 50 surgen dos obras importantes (Salter, 1949; Wolpe, 1958) en las que se proponen métodos de aprendi-
zaje de respuestas (denominadas conductas de “autoexpresión” y/o “asertivas”) incompatibles con respuestas desa-
daptadas (relacionadas con la ansiedad, depresión, etc.).
En Europa, si bien se encuentran algunos precedentes en los años 40, no es hasta los años 60 cuando el asunto ad-
quiere relevancia a raíz de la aplicación, en el ámbito industrial, del enfoque del procesamiento de la información,
que toma como analogía la relación persona-máquina y la aplica a la relación persona-persona bajo la etiqueta de
“habilidad social”. Basándose en dicha analogía, surgen modelos explicativos del funcionamiento de las habilidades
sociales como el de Argyle y Kendon (1967).
La tabla 1 recoge de forma resumida estas y otras características relacionadas con ambos enfoques
TABLA 1
ORIENTACIONES DE ACUERDO CON EL ORIGEN GEOGRÁFICO
NORTEAMÉRICA EUROPA
ENFOQUE Centrados en la Psicología Clínica y en el Counseling Centrados en la Psicología Social y en la Psicología del Trabajo
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Estas aportaciones se vieron complementadas y enriquecidas por los avances producidos en:
4 Psicología Social, disciplina que ya aportaba conocimientos fundamentales sobre los procesos implicados en las in-
teracciones sociales: cognición social (formación de impresiones, estereotipos, percepción social, emociones, pro-
cesos de atribución…); comunicación no verbal; actitudes; influencia social; pertenencia a grupos; roles; prejuicio;
cultura; etc.
4 Terapia de Conducta, que con su rigor metodológico característico, no sólo proporcionó un marco de gran utilidad
para analizar el comportamiento social, sino que brindaba un conjunto de técnicas de probada eficacia para su de-
sarrollo (modelado, ensayo, retroalimentación, etc.).
4 Teorías del Aprendizaje Social, que en el ámbito de la Psicología de la Personalidad supusieron una ruptura con el
tradicional enfoque del Rasgo (basado en la estabilidad y consistencia del comportamiento), al proponer abierta-
mente un nuevo marco de referencia en el que se consideraba el comportamiento social como fruto de la interac-
ción entre factores intrínsecos y extrínsecos (persona x situación) y, por lo tanto, se acentuaba la variabilidad y
especificidad situacional del mismo.
4 Todo ello contribuyó a establecer las bases de este enfoque que, a partir de los años 60 del pasado siglo, quedó
consolidado. Prueba de ello son las numerosas publicaciones (manuales, monografías, artículos) que vieron la luz a
partir de aquel momento, ya fuera para reflejar los avances tanto teóricos como empíricos relacionados con el tema
(por ejemplo, comprobación de la eficacia de las técnicas de entrenamiento de las habilidades sociales), como para
divulgar su utilidad e implicaciones sociales (véanse, por ejemplo, García Sáiz y Gil, 1995; Gil, Cantero y Antino,
2013).
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socialmente establecidos); pueden considerarse a distintos niveles: molar, intermedio y molecular. Combinadas de
diferentes maneras y con otros elementos (cognitivos, emocionales…), contribuyen a desarrollar un comportamien-
to socialmente competente. Son el elemento con-
ductual de la CS. TABLA 2
ALGUNOS MODELOS DE COMPETENCIA SOCIAL QUE ENFATIZAN,
En línea con esto último, numerosos modelos vie-
ENTRE OTROS, EL PAPEL DE LOS PROCESOS DE PENSAMIENTO Y
nen a proponer que, si bien las HS son un elemento
EMOCIONALES
esencial, necesario, de la CS, no son suficientes pa-
ra comprender qué hace que unas personas sean MODELO VARIABLES
más o menos competentes que otras en sus múlti-
Argyle y Kendon (1967) Motivación/Objetivos.
ples interacciones sociales. Así, se considera esen- Modelo ergonómico “persona- Percepción selectiva.
cial tener en cuenta los procesos cognitivos, máquina” aplicado a la relación Traducción/Planificación.
“persona-persona” (“Modelo de Respuestas motoras.
emocionales y motivacionales implicados en las habilidad motora” aplicado a las Feedback y acción correctiva.
elecciones conductuales de las personas. habilidades sociales) Sincronización de respuestas.
portamientos desadaptativos, sino también trabajar Rose-Krasnor (1997) Nivel teórico (eficacia en la interacción).
sobre ellas a la hora de intervenir en HS para que el Modelo del Prisma de la Nivel medio o de índice (éxito social,
Competencia Social autoeficacia social, calidad de la interacción,
cambio en los comportamientos se produzca y se etc.).
mantenga. Centrarse solo en el cambio de conduc- Nivel de habilidades (adoptar perspectiva,
comunicación, empatía, regulación de afectos,
tas, sin abordar el cambio en los patrones de pensa- resolución de problemas sociales, valores y
miento que llevan a la incompetencia social, metas).
probablemente lleve a la persona a volver a los
Lemerise y Arsenio (2000) Estilo emocional.
comportamientos desadaptativos. Modelo integrado de procesos Nivel de activación.
Diferentes modelos se han ocupado de reflejar es- emocionales y cognitivos en el Metas.
procesamiento de información Generación de respuestas.
tas variables, su relación y los procesos que gene- social Decisión.
Ejecución de respuestas.
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ran en relación con la CS (véase la tabla 2). De un modo u otro se basan en las Teorías del Aprendizaje Social y, por
extensión, en las Teorías Social-Cognitivas. En el ámbito de la Psicología de la Personalidad, estas últimas vienen sien-
do consideradas en su conjunto como la principal alternativa a los modelos de rasgos (Romero, 2005). La coexistencia
de ambas perspectivas no está exenta de debate desde hace décadas: mientras que algunos consideran necesaria la
integración, como hace la propia Romero (2005), otros lo ven difícil e innecesario (Cervone, 1999). De hecho, éste úl-
timo (Cervone, 2008) justifica su postura apelando a la necesidad, destacada por Kurt Lewin, de recurrir a un modo de
pensamiento galileano en lugar de uno aristotélico o, lo que es lo mismo, lo dinámico frente a lo estático. En otras pa-
labras, buscar los procesos dinámicos, los mecanismos interactivos entre una persona y su entorno que dan lugar a
una acción concreta, en vez de buscar unas cualidades abstractas, unos rasgos estáticos inherentes a cada persona
que, supuestamente, explicarían su conducta.
La perspectiva Social-Cognitiva aporta un desarrollo conceptual y aplicado que sustenta los conceptos de CS y HS.
Los dos principales modelos en este sentido son los de Walter Mischel y Albert Bandura, que se explican brevemente
a continuación.
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Mischel plantea además el concepto de “situación interna”, es decir, el estado emocional/afectivo, físico, etc., que
podemos experimentar en un momento dado y que puede interferir favorable o desfavorablemente cuando afronta-
mos situaciones concretas en momentos específicos.
En definitiva, este enfoque se desarrolla a partir de la idea de interaccionismo recíproco, esto es, las personas influi-
mos en nuestro entorno tanto como somos influidas por él. Tenemos pensamientos, emociones y conductas que cam-
bian en respuesta a los cambios en la situación. Podemos desarrollar procesos de autorregulación de nuestro
comportamiento y elaborar formas constructivas de afrontamiento: establecer objetivos; elaborar estrategias y planes
de acción; seleccionar conductas apropiadas bajo condiciones particulares, su secuencia y organización; determinar
los niveles de rendimiento esperado; identificar expectativas de resultados y consecuencias por el éxito o fracaso en el
logro de objetivos. Podemos, en suma, mejorar nuestra competencia para desarrollar nuestro potencial, con el fin de
abordar las múltiples situaciones que se nos presentan.
FIGURA 1
RECIPROCIDAD TRIÁDICA COMO EXPLICACIÓN DEL
COMPORTAMIENTO HUMANO
(ELABORADA A PARTIR DE BANDURA, 1987)
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4 Capacidad de simbolización: nos permite idear nuevas posibilidades de acción sin necesidad de practicarlas para
ver si funcionan; facilita igualmente procesar la información obtenida a partir de la observación de modelos.
4 Capacidad vicaria: el aprendizaje por observación facilita la adquisición y mejora de competencias; nos permite ad-
quirir las reglas necesarias para generar y regular patrones de conducta sin tener que ir formándolos gradualmente
mediante ensayo y error.
4 Capacidad de anticipación: podemos fijar objetivos, predecir las consecuencias más probables de nuestras accio-
nes, y planificar nuestro comportamiento futuro según esos objetivos, las consecuencias previstas y la valoración
que hacemos de nuestras propias capacidades.
4 Capacidad autorregulatoria: respondemos a los acontecimientos externos, pero también dirigimos nuestra conducta
por criterios internos. Cuando la ejecutamos, la (auto)evaluamos en relación con esos criterios personales y con las
claves contextuales bajo las que se produce. De cuáles sean los resultados de dicha evaluación dependerá cómo re-
accionemos y las implicaciones para comportamientos posteriores.
4 Capacidad autorreflexiva: podemos analizar nuestras experiencias y reflexionar sobre nuestros procesos mentales;
alcanzar un conocimiento genérico sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea, así como evaluar y modificar
nuestros pensamientos y acciones.
En relación con esta última capacidad destaca, por su influencia en nuestro comportamiento, la autoeficacia, esto es,
la creencia sobre si nos consideramos capaces de afrontar de un modo eficaz distintas situaciones, distintas realida-
des, distintas tareas (Bandura, 1997). La autoeficacia influye sobre nuestra forma de motivarnos (por medio de retos a
modo de metas y expectativas de resultados); sobre nuestra forma de pensar, sentir y actuar; sobre qué desafíos abor-
damos, cuánto esfuerzo les dedicamos, cuánto perseveramos ante los obstáculos y fracasos, y si consideramos éstos
como desmoralizantes o motivadores. En definitiva, como señala el propio Bandura,
“…la Teoría Social Cognitiva proporciona pautas explícitas sobre cómo equipar a la gente con las competencias, las
capacidades auto-regulatorias y un fuerte sentido de eficacia que les capaciten para mejorar su bienestar psicológico y
sus logros personales…” (Bandura, 1988; p. 299).
FIGURA 2
VARIABLES GENERALES IMPLICADAS EN LA INTERACCIÓN
PERSONA X SITUACIÓN
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4 Persona:
● Conocimiento: sobre el comportamiento humano en general y sobre el comportamiento social; sobre cultura,
normas y ritos sociales; sobre comunicación; sobre lo que son las habilidades sociales y la competencia social;
sobre aspectos relevantes en cada situación… Desarrollar lo que se ha dado en llamar “conocimiento declarati-
vo” (el qué) y “conocimiento procedimental” (el cómo); saber también por qué, para qué, cuándo y dónde apli-
carlo.
● Habilidades: cognitivas (diagnóstico situacional; cognición social; autorregulación; establecimiento de objetivos
herencia-; sobre grupos sociales –por ejemplo, estereotipos-; sobre uno mismo –por ejemplo, autoeficacia-…);
valores (relacionados con la adquisición y uso de poder; con el logro; con la competencia; con la tradición…);
actitudes (hacia cierto tipo de personas y comportamientos; hacia el aprendizaje de habilidades; hacia determi-
nados trabajos…).
● Motivaciones: por un lado, las mismas preferencias tienen de por sí un componente motivacional. Las actitudes
conllevan tendencias de acción, aunque no siempre se manifiesten; los valores no dejan de ser una serie de prin-
cipios que nos guían, aunque a veces tampoco los sigamos al pie de la letra; creencias como la autoeficacia tam-
bién han demostrado su impulso motivacional, pues es más probable que nos embarquemos en aquellos
comportamientos que creemos que dominamos y evitemos los que no. De todas formas, un componente motiva-
dor esencial son las metas y su adecuada formulación, aquello que deseamos conseguir y/o satisfacer y para lo
cual establecemos cursos de acción con la expectativa de alcanzarlo.
4 Situación:
● Condicionantes interpersonales: características y comportamiento de los interlocutores; tipo de interacción y ob-
equipo de trabajo; código ético de nuestro grupo profesional; pertenencia a categorías sociales (según edad, se-
xo, raza, procedencia, orientación sexual…) sobre las cuales recaen expectativas particulares o un trato discrimi-
natorio en según qué casos…
● Condicionantes organizacionales: exigencias del puesto; rol y estatus; cultura y política organizacional; estilos
En la interacción persona x situación, el debate no será tanto si son las variables personales o las situacionales las
que predicen el comportamiento, sino cuándo es más probable la incidencia de unas u otras. Siguiendo la terminolo-
gía de Mischel, hay unas situaciones más “fuertes” (más condicionantes) que otras, del mismo modo que hay indivi-
duos “más fuertes” (con más recursos personales) que otros. Según la idea de Bandura, aquellas personas con más
recursos, más competentes, estarán menos sometidas a los vaivenes situacionales, sin olvidar que algunas circunstan-
cias resultan lo suficientemente determinantes como para que nuestra competencia se vea limitada. De ahí la impor-
tancia y necesidad de contemplar la interacción de ambos aspectos.
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4 Especificidad de respuesta: los diferentes componentes conductuales no funcionan o cambian de manera necesaria-
mente sincronizada; la mejora en uno no implica la mejora en otro. Por lo tanto, habría que evaluarlos por separado.
En definitiva, habría que hacer un adecuado muestreo de situaciones y conductas a la hora de diseñar o seleccionar
un instrumento de evaluación; situaciones y conductas que son relevantes para la persona en su medio ambiente so-
cial, en el que se encuentra su “comunidad reforzadora”; dicho de otra forma, habría que dotar de validez social al
proceso. Todo ello en relación con los demás componentes de la CS (cognitivos, emocionales…).
TABLA 4
EJEMPLO DE LOS DISTINTOS NIVELES DE ANÁLISIS DE LA CONDUCTA
NIVEL COMPORTAMIENTO EVALUACIÓN
MOLAR “Comunicación”: “Mantener conversaciones con otras personas JUICIO GLOBAL: “competente”, “agradable”, etc.
en las que se produzca un intercambio eficaz de información...”.
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4 Roles y Estatus: desempeñamos roles distintos en contextos, grupos, situaciones diferentes (familia, amigos, pareja,
trabajo…). A veces están perfectamente definidos y condicionan nuestro comportamiento con claridad; otras, son
más ambiguos o resultan contradictorios o incompatibles, dando lugar a insatisfacción, dificultad para cumplirlos o
conflictos interpersonales. Igualmente, esos diferentes roles pueden conllevar diferencias de estatus que, como ta-
les, pueden provocar dificultades en la interacción (por ejemplo, jefe-subordinado, profesor-alumno, terapeuta-pa-
ciente).
4 Reglas/Normas: convencionalismos sociales y otras pautas que se desarrollan como productos culturales y se van
aprendiendo, o bien sistemas normativos más explícitos, elaborados e impuestos, propios de sistemas sociales di-
versos (grupos, comunidades, organizaciones…), cuyo incumplimiento puede conllevar consecuencias negativas;
algunas de esas normas pueden ser más universales (por ejemplo, respeto a los demás) y otras más específicas a si-
tuaciones concretas (por ejemplo, no molestar en clase).
4 Secuencias de conducta: la mayoría de las situaciones y encuentros conllevan una secuencia de conductas o accio-
nes ritualizadas típicas, cuando no siguen directamente protocolos explícitos (como ocurre con frecuencia en los
ámbitos profesionales), de cuya existencia e importancia no nos damos cuenta hasta que no las alteramos (por
ejemplo, secuencia típica en la consulta médica o en el desarrollo de una reunión de trabajo).
4 Conceptos/Argot: vocabulario, expresiones típicas de ámbitos o situaciones específicas (lenguaje técnico profesio-
nal, forma de hablar de ciertos grupos sociales…), con un significado especial para sus protagonistas.
4 Repertorio de componentes: comportamientos, emociones que se esperan en cada situación (por ejemplo, muestras
de duelo en un tanatorio).
4 Cultura: valores culturales predominantes que, a su vez, sirven como criterio de valoración de los comportamientos
socialmente hábiles. Varían de unas culturas a otras y de unos grupos sociales a otros. Interactuar en contextos cul-
turales diferentes implica repertorios de habilidades también diferentes.
4 Condicionantes físicos: factores ambientales como la iluminación, ruido, temperatura, disposición espacial, etc.,
pueden igualmente, facilitar o entorpecer el proceso de comunicación.
A partir de estos y otros condicionantes situacionales, más o menos “fuertes”, que influyen en la probabilidad de éxi-
to o fracaso en una interacción, habría que considerar los factores personales, que también condicionan la probabili-
dad de lograr los objetivos según se posean y empleen las habilidades necesarias.
b) Persona:
a. Cogniciones:
Enlazando con lo anterior, uno de los aspectos cognitivos que se suelen tener en cuenta es el grado en que las perso-
nas identifican los determinantes situacionales que influyen en su comportamiento, algo que con frecuencia induce a
error. Puede ocurrir con los factores situacionales anteriores, y puede manifestarse también en cómo percibimos cier-
tas características generales de los ambientes, como pueden ser sus percepciones de formalidad (hasta qué punto la
formalidad de una situación resta libertad de acción), de calidez (a mayor percepción de calidez mayor comodidad y,
probablemente, espontaneidad), de privacidad (con una alta privacidad percibida es más probable que se intime y se
profundice más con los interlocutores), de familiaridad (en ambientes que percibimos como poco familiares tendemos
a tener más precaución e incertidumbre), de restricción (percibir dificultad para abandonar la situación puede influir
en el grado de revelación de información personal) y de distancia (comunicación más o menos forzada en relación
con la distancia física con otras personas). Al margen de la posible objetividad de estos aspectos, las personas varían
en cómo los perciben y valoran.
Además de cómo se perciben los entornos y las situaciones, hay una serie de variables cognitivas claramente impli-
cadas en la expresión de comportamientos socialmente hábiles y que, en consecuencia, reclaman su lugar en un pro-
ceso de evaluación:
4 Conocimiento: de las conductas más y menos habilidosas; de las costumbres sociales; de diferentes alternativas de
respuesta; de cuándo, dónde y cómo ejecutar las conductas. Todo ello sería característico de lo que se suele deno-
minar perspicacia social que, junto con la flexibilidad conductual, serían los componentes esenciales de la denomi-
nada inteligencia social.
4 Empatía: ponerse en el lugar de los demás, adoptar su perspectiva.
4 Resolución de problemas: análisis de situaciones problemáticas y búsqueda de alternativas de solución.
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nernos; de la adecuada gestión de componentes Incluye las relaciones de proximidad y alejamiento entre
como las autoinstrucciones, autoobservación, au- las personas y los objetos durante la interacción.
También el manejo de los espacios y comportamiento
toevaluación, autoverbalizaciones, autorrecom- territorial.
pensa; del establecimiento de unos patrones de PROSODIA / PARALENGUAJE
actuación realistas. Volumen
Tono: grave-agudo.
Timbre/cualidad vocal
b. Emociones: Articulación
Fluidez
Las interacciones sociales se ven influidas por, y a Entonación/inflexiones
su vez son, generadoras de las emociones de sus Acento
Pausas
protagonistas. Desde el nivel de activación con que Velocidad
Ritmo
cada uno las afronta, hasta la ansiedad social fre- Tiempo de habla
cuente en muchos casos, pasando por la ira, triste-
Componentes del habla y la voz que configuran
za, alegría, sorpresa… juegan un papel importante diferentes formas de expresión vocal relacionadas con
en la expresión del comportamiento social y su ma- emociones, diversas connotaciones semánticas, énfasis
y, en general, una cierta “melodía expresiva”.
yor o menor adecuación. El concepto de inteligen-
HÁPTICA
cia emocional va relacionado, precisamente, con su Contacto físico
adecuada regulación.
Mayor o menor contacto físico entre los interlocutores y,
Aunque en menor medida, quizá por las dificulta- de producirse, diferentes tipos: profesional, social,
des técnicas, también son susceptibles de evalua- amistoso, íntimo…
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teriormente, las conductas pueden considerarse a distintos niveles de análisis. Los tres tienen su valor de cara a los en-
trenamientos, si bien es el molecular el que favorece en mayor medida su aplicación. La tabla 5 recoge de forma sin-
tetizada las principales conductas moleculares (Cuñado, 2016; López, Gordillo, Mestas y Pérez, 2016; López, Torres,
Argüello y Lizarralde, 2016; Martos, Grau y Petisco, 2016; Petisco y Sánchez, 2016). Téngase en cuenta, no obstante,
que no hay un único patrón de comportamiento “socialmente hábil” y que dichas conductas responden no sólo a pa-
trones estrictamente individuales sino también a contextos culturales determinados.
Para que la evaluación de estos elementos moleculares tenga sentido, se lleva a cabo siempre en el contexto de
interacciones sociales y de acuerdo a cómo se producen y sincronizan entre los diferentes interlocutores. Sin olvi-
dar cómo se combinan para configurar los niveles intermedio y molar. En este proceso, la realización de un análisis
descriptivo y un análisis funcional resulta de gran interés para obtener más información sobre contextos y situacio-
nes típicos para el cliente, para conocer cómo se relaciona la conducta con las demás variables y qué es lo que la
mantiene.
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que será objeto de análisis llegado el momento. OBSERVACIÓN CONDUCTUAL EN HABLIDADES SOCIALES
La observación en situaciones artificiales se pre- ¿QUÉ OBSERVAMOS?: 4 Conductas: nivel molar, intermedio, molecular.
4 Interacciones: conductas entre interlocutores.
senta como la alternativa a la anterior en la mayoría UNIDADES
ANÁLISIS
DE
4 Continuos de conducta: secuencias de comportamiento en
textos controlados y, por lo tanto, se habla de ob- ¿QUÉ MEDIMOS?: 4 Ocurrencia: se produce o no.
4 Orden: secuencia de las conductas.
servar “comportamiento análogo” o simulado. Son UNIDADES MEDIDA
DE
4 Frecuencia: número absoluto o porcentaje.
de uso frecuente los denominados “tests situaciona- 4 Duración: extensión, latencia, intervalo entre respuestas.
4 Cualidades: intensidad, adecuación.
les”, que son pruebas relativamente estandarizadas
4 Registros narrativos: descripciones generales no
que reproducen situaciones típicas (por ejemplo, ¿CON QUÉ estructuradas de lo que se hace en una situación.
OBSERVAMOS?:
para procesos de selección de personal por medio TÉCNICAS DE 4 Escalas de apreciación: para cuantificar, clasificar o
calificar conductas previamente establecidas.
de assessment centre). Y de uso mucho más extensi- REGISTRO 4 Protocolos observacionales de conducta: contienen
vo, los role-playing o “representación de papeles” conductas y sus relaciones funcionales con eventos
ambientales.
(García-Sáiz, 2004), que implican simulaciones 4 Códigos o sistemas de categorías: categorías de conductas,
eventos ambientales y/o interacciones, con sus definiciones
aunque estas pueden ir desde lo más estructurado y hoja de registro.
hasta lo completamente desestructurado, donde el 4 Procedimientos automáticos de registro: medios
audiovisuales, dispositivos móviles, registros
sujeto actúa sin seguir guion alguno. Obviamente, psicofisiológicos, etc.
esta modalidad es más fácil de ejecutar que la “na-
¿CUÁNDO Y A QUIÉN 4 Muestreo de tiempo: duración, sesiones, periodos,
tural”, aunque exige ser preparada y aplicada con OBSERVAMOS?: intervalos.
4 Muestreo de situaciones: representatividad.
esmero para que no resulte excesivamente alejada MUESTREO 4 Muestreo de personas: una, dos o más, grupo;
de la realidad. representatividad.
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sin saber que se les observa. Estrategias tipo “sala de espera”, “sala de juegos”, “llamada telefónica”, etc., donde son
introducidos sin ser avisados de las intenciones de evaluación y responden a los estímulos que se les presentan.
En cualquiera de estas opciones, la posible grabación audiovisual de las situaciones es una herramienta muy útil para
su revisión cuantas veces haga falta, para que el propio cliente se familiarice con su comportamiento y se evalúe tam-
bién, y para orientar el posterior entrenamiento. Pero es fundamental garantizar la confidencialidad de la información re-
gistrada, pedir permiso al cliente antes o después, e incluso firmar algún acuerdo que aclare los términos del asunto.
Existen algunos formatos orientados a la evaluación de conductas moleculares, como el Sistema de Evaluación Con-
ductual de la Habilidad Social (SECHS) de Caballo (2007). También existen pruebas para abordar role-playing de inte-
racción breve y semiextensa, como por ejemplo el Test de Interacción Social Simulada Modificado (SSIT-M) del
mismo autor. Numerosas pruebas de este tipo se desarrollaron en las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo para di-
ferentes comportamientos y poblaciones (véase una revisión en Gil, León y García-Sáiz, 1995), aunque aún siguen de-
sarrollándose nuevos sistemas en la actualidad, como por ejemplo el Social Observation System (SOS; Reynolds y
Kamphous, 2015). En los últimos tiempos, empieza a ser frecuente la observación en interacciones mediadas por la
tecnología, en actividades con ordenador, entornos virtuales o plataformas de juegos. Por ejemplo, con el Social Inte-
raction Observation System (SIOS; Kreimeyer, Antia, Coyner, Eldredge y Gupta, 1991) aplicado para actividades inte-
ractivas por ordenador (Lau, Higgins, Gelfer, Hong y Miller, 2005) o para juegos (More, 2011).
2.5.2. Autoinformes
Son las pruebas de uso más extendido y, aunque tienen sus limitaciones a la hora de evaluar según qué componen-
tes (por ejemplo, las conductas reales), permiten explorar información diversa sobre distintos elementos y son fáciles
de aplicar tanto individual como colectivamente en poco tiempo.
En general, se han desarrollado múltiples tipos de autoinformes para abarcar información sobre conductas, cogniciones,
emociones, respuestas fisiológicas; experiencias subjetivas sobre comportamientos; descripciones sobre uno mismo o so-
bre eventos externos; atribuciones de causalidad; estrategias de resolución de problemas; expectativas; planes; etc.
Tienen un carácter subjetivo y, como tal, están sometidos a sesgos perceptivos de quien los cumplimenta, dificulta-
des a la hora de recordar comportamientos o eventos, procesos de “(re)construcción” de tales comportamientos o
eventos, deseabilidad social, diferentes interpretaciones de los ítems, difícil cuando no imposible contrastación de las
respuestas, necesidad de imaginarse en situaciones nunca experimentadas, dificultad para mantener la concentración
en según qué poblaciones, imposibilidad de evaluar los componentes moleculares o dificultad para representar ade-
cuadamente las situaciones.
Tienen la utilidad, eso sí, de mostrar las percepciones de los implicados sobre los aspectos que se presentan, con
qué intensidad se producen y cómo van cambiando a lo largo de un entrenamiento. En el contexto de las HS, predo-
minan los autoinformes sobre conductas habilidosas específicas, sobre componentes cognitivos y sobre ansiedad so-
cial. La tabla 7 recoge las principales condiciones de su aplicación.
Los principales tipos de autoinforme son:
1. Cuestionarios, inventarios, escalas: se trata de autoinformes estructurados que incluyen una serie de afirmaciones o
preguntas a las que los individuos han de respon-
der en el sistema de respuesta que esté estableci- TABLA 7
do. De los numerosísimos autoinformes que se CONDICIONES DE APLICACIÓN DE LOS AUTOINFORMES
han desarrollado para evaluar diferentes conteni- AUTOINFORMES EN HABILIDADES SOCIALES
ballo y Salazar (2017) o la Multidimensional RESPUESTAS 4 Dicotómicas: respuesta cerrada, dos opciones.
Social Competence Scale (MSCS; Trevisan, Ta- 4 Escalares: escalas de apreciación de 3 o más puntos.
4 Ordinales: ordenar por preferencia.
freshi, Slaney, Yager y Iarocci, 2018), entre otros 4 Abiertas: respuesta amplia del cliente sin estructura a
muchos. priori.
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2. Autorregistros: son polivalentes, semiestructurados, normalmente se rellenan en la misma situación natural inmediata-
mente después de producirse la conducta o en el mismo acto, en unos protocolos desarrollados a tal efecto de forma
planificada y previa decisión de qué elementos han de incluirse y registrarse: conductas, cogniciones, emociones, an-
tecedentes, consecuentes de la conducta, etc. Incluyen, por tanto, una referencia situacional más real y/o cotidiana
para el cliente. Suele ser necesario un pequeño entrenamiento para que la persona lo utilice adecuadamente.
3. Pensamiento en voz alta: técnica no estructurada (permite cualquier tipo de respuesta), en la que no se plantean
cuestiones específicas, suele realizarse durante una situación o comportamiento objeto de análisis y normalmente
en la sala, consulta o laboratorio, a partir de estímulos que proporciona el psicólogo/a, y en donde se recoge infor-
mación sobre aspectos cognitivos fundamentalmente. Se puede registrar el audio o bien de forma escrita.
4. Autobiografía: desde un punto de vista más cualitativo, constructivista, se propone esta técnica para evaluar la sub-
jetividad del cliente por medio de sus narraciones. A través de ella, puede expresar, describir, explicar, interpretar
su experiencia a lo largo de diferentes situaciones sociales y los problemas que le hayan podido surgir en relación
con sus habilidades.
2.5.3. Entrevista
Permite recoger información de primera mano sobre las situaciones que el cliente afronta habitualmente, qué tipo de
interacciones tiene, qué piensa sobre ellas y cómo las percibe, cómo las afronta y cómo lo valora, qué emociones ex-
perimenta, en qué antecedentes y consecuentes se sustenta su comportamiento no hábil, cuál es su repertorio conduc-
tual, qué motivación tiene para mejorar sus habilidades, qué objetivos le gustaría alcanzar y qué expectativas tiene
sobre el entrenamiento.
Al tratarse de un encuentro social en sí mismo, la entrevista es también un contexto en el que es posible observar el
comportamiento del cliente, de manera que hasta se pueden registrar conductas moleculares que expresa durante la
misma. Por otra parte, puede variar en su grado de estructuración y en el tipo de cuestiones que se plantean (abiertas,
semi-abiertas, cerradas), aunque lo habitual es que se desarrolle de una manera semi-estructurada, con un guion ini-
cial que se puede ir flexibilizando a lo largo de la misma.
Cabe igualmente el desarrollo de formatos especiales, como el que elaboraron Wood, Michelson y Flynn con su
Children’s Behavioral Scenario (CBS), que consistía en una entrevista para niños preparada para obtener respuestas de
tipo asertivo, y en la que además de las preguntas, se simulaban determinados eventos (por ejemplo, el entrevistador
hacía como que buscaba algo en el cajón de la mesa y se pillaba el dedo, y esperaba a ver la respuesta del niño).
En todo caso, en línea con lo que ya se ha comentado en otro lugar, el comportamiento durante la entrevista no deja
de ser también situacionalmente específico, y por tanto, no representativo de otros comportamientos de la persona en
situaciones muy diferentes.
Como ocurre con el resto de las técnicas, también se puede llevar a cabo la entrevista con personas significativas del
entorno del cliente. Su flexibilidad permite su aplicación a diferentes tipos de personas y problemáticas, así como re-
coger información amplia, diversa y confidencial, difícil de obtener por otros medios. Sin embargo, hay que poner es-
pecial cuidado en evitar sesgos debidos a las propias características personales de quien la lleva a cabo, de la relación
que se establece y también de los procesos perceptivos y de recuerdo de la persona entrevistada.
2.6. Hacia una adecuada combinación de las técnicas de evaluación de las Habilidades Sociales y de la
Competencia Social
Cada técnica de evaluación tiene sus ventajas e inconvenientes, y abarca sistemas de respuesta distintos. En conse-
cuencia, sería deseable no depender exclusivamente de una de ellas, sino realizar una adecuada combinación de las
mismas (para un análisis de estas y otras cuestiones véase, por ejemplo, Abrahams, Pancorbo, Primi, Santos, Kyllonen,
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John y De Fruit, 2019). En el caso de obtener información contradictoria entre ellas, no habría que considerarlo como
un problema, sino más bien como una información relevante en cuanto a que podría haber déficits del cliente en un
sistema de respuesta y no en otro y, por lo tanto, esto ayudaría a encauzar los entrenamientos. En las referencias in-
cluidas al inicio de este apartado se pueden encontrar múltiples ejemplos de técnicas de evaluación de los diferentes
tipos descritos, para poblaciones diversas. Sin embargo, los avances tecnológicos, por su parte, ya han empezado a
abrir un mundo nuevo de posibilidades para la evaluación de las HS: la interacción en redes sociales, el uso de webs
y recursos online, realidad virtual, plataformas de juegos, etc., van configurando un presente y un futuro lleno de apa-
sionantes retos. Algunos ejemplos en esta línea son los trabajos de DeRosier y Thomas (2018), Le y Beidel (2017) o
Russo-Ponsaran, Lemer, McKown, Weber, Karls, et al., (2019), entre otros.
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cidirán las HS que se van a entrenar (por ejemplo, habilidades de dirección de reuniones, habilidades para gestio-
nar conflictos o habilidades para defender derechos), en relación con los contextos y situaciones previamente de-
terminados, y siempre adaptadas a sus necesidades y circunstancias vitales. Sus niveles (molar, intermedio y
molecular) y componentes (no verbales y verbales).
3. Fijación de objetivos: se acordarán también los objetivos generales del EHS (fundamentalmente, en cuanto al cum-
plimiento de lo programado) y los más específicos en relación con los comportamientos entrenados (prioritaria-
mente según niveles de aprendizaje o mejora adquiridos, medidos con las técnicas pertinentes).
4. Elección de las pruebas de evaluación apropiadas (observación conductual, autoinformes, etc.) y diseño de la estra-
tegia para llevar a cabo las evaluaciones (lugar y momentos de realización; secuencia y temporalización de las
pruebas; participación de personas significativas del entorno del cliente; participación de otros profesionales y/o
colaboradores; etc.).
5. Establecimiento de las condiciones generales para la aplicación del entrenamiento: modalidad de entrenamiento
(individual/grupal); recursos necesarios y disponibles; disponibilidad de personas significativas del entorno del par-
ticipante; propuesta de sesiones.
4 En cuanto a la modalidad de EHS: puede ser individual, grupal o ambas en combinación. La modalidad grupal
implica la necesidad de contemplar aspectos como el tamaño del grupo, su grado de apertura a otras personas
relacionadas con los miembros (por ejemplo, compañeros de trabajo, familiares, etc.), su composición (grado de
homogeneidad de sus miembros) y proceso de selección, entre otros (véanse apartados 3.2 y 3.3).
4 En cuanto a la infraestructura y recursos necesarios: el espacio físico (ubicación, tamaño…), su diseño (tipo y dis-
tribución del mobiliario), los recursos docentes y tecnológicos (pizarra, ordenador, medios audiovisuales, pro-
yector…), los recursos humanos (número de entrenadores y colaboradores, su grado de experiencia, su
disponibilidad…).
4 En cuanto a las sesiones: número, duración y periodicidad.
● Número: viene determinado por el nivel inicial de CS de los clientes y los objetivos de aprendizaje establecidos,
además de por la disponibilidad temporal (no siempre es posible mantener el número de sesiones necesario pa-
ra alcanzar determinado nivel); en todo caso, a veces podría bastar con 3-4 sesiones, mientras que otras podría
requerirse hasta 20 o más. Téngase en cuenta que, a mayor práctica, mayor consolidación de lo aprendido y,
por lo tanto, mayor dominio adquirido de las HS. Igualmente, cabría considerar si se añaden algunas sesiones
de seguimiento para mantener los cambios logrados.
● Duración: no hay un tiempo estándar ideal; depende, entre otras cosas, de las condiciones, modalidad y objeti-
vos. Se trata de facilitar el proceso, la aplicación de las técnicas y la ejecución de los ensayos, sin caer en exce-
sos que acaben por dificultar los procesos de aprendizaje (por ejemplo, cansancio o pérdida de atención). Así,
en entrenamientos individuales, la duración media de una sesión podría estar alrededor de 1 hora; en entrena-
mientos grupales, alrededor de 2 horas.
● Intervalos entre sesiones: depende de cada caso igualmente. Es necesario que el EHS tenga una continuidad, aunque
también se requiere que de una sesión a otra se pueda aplicar lo aprendido y se realicen determinadas “tareas” o ac-
tividades de práctica en contexto real (a modo de “estrategias de generalización”). Dicho esto, un intervalo mínimo
podría ser de días alternos, y de ahí hasta unos 10-12 días como máximo recomendado. De todas formas, al princi-
pio podría haber intervalos más cortos y, a medida que avanza el entrenamiento, algo más largos.
6. Programación de las actividades que favorecerán la generalización de lo aprendido en el EHS a otros momentos,
contextos físicos, situaciones interpersonales, personas y habilidades. Es importante incorporarlas desde el inicio no
solo para consolidar el aprendizaje sino para facilitar su transferencia a la “vida real” de las personas y el desarrollo
de un amplio repertorio comportamental. Suelen realizarse entre sesiones y es necesario dotarles de diversos mo-
mentos a lo largo del EHS para su supervisión. Más adelante se explican detalladamente.
3.1.4.1. Evaluación
Como ya se ha mencionado (véase el apartado 2.3), resulta esencial conocer con precisión, y en todo momento, el
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nivel de la/s persona/s en las HS objeto de entrenamiento, y en los componentes asociados a las mismas. Se reitera,
por tanto, la necesidad de evaluar antes, durante y después del entrenamiento.
3.1.4.2. Entrenamiento
El EHS se lleva a cabo a través de una serie de técnicas cuya aplicación ha de seguir una secuencia determinada pa-
ra una mayor eficacia (figura 4). En las tablas 9 a 13 se puede ver una explicación detallada de cada una de ellas.
FIGURA 4
TÉCNICAS DEL EHS Y SECUENCIA DE APLICACIÓN
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TABLA 9
TÉCNICAS DEL EHS: INSTRUCCIONES
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES
“INSTRUCCIONES”
DESCRIPCIÓN Explicaciones claras y concisas, guía sobre las conductas que se van a entrenar; en qué consisten, las consecuencias de su adecuado
empleo y el impacto situacional que tienen.
OBJETIVOS Que los participantes centren su atención en las conductas clave: aquellas que han de identificar y ejecutar (véanse fases de
“modelado” y “ensayo”); que van a ser evaluadas y reforzadas; que van a llevar a cabo en su vida “real”.
MODALIDADES Son esencialmente verbales, aunque podrían ir acompañadas por algún material gráfico o audiovisual, sobre todo en el caso de
comportamientos complejos.
PAUTASDEAPLICACIÓN Al inicio de cada entrenamiento y sesión y, durante las mismas, cada vez que sea necesario.
Deben incluir:
4 Información específica sobre los comportamientos adecuados.
4 Explicaciones claras con ejemplos.
4 Justificación de la importancia de dichas conductas y de la necesidad de ejecutarlas.
Se favorecerá que los clientes hagan sus propias aportaciones y se debatan.
Se empleará un lenguaje comprensible y se enfatizarán los aspectos más relevantes.
TABLA 10
TÉCNICAS DEL EHS: MODELADO
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES
“MODELADO”
DESCRIPCIÓN Se muestra a los clientes cómo otra/s persona/s (“modelo/s”) ejecuta/n adecuadamente los comportamientos que van a ser entrenados,
OBJETIVOS Que los clientes observen los modelos y tengan una referencia sobre cómo ejecutar la HS.Que observen diferentes formas de poner en práctica
las conductas que ensayarán y entrenarán.Que aprendan conductas nuevas y/o que activen/desactiven conductas de su propio repertorio.
MODALIDADES En función de los recursos disponibles, tipo de HS, objetivos, características de los clientes, etc., se emplearán unas u otras de las siguientes mo-
dalidades:
4 En cuanto a quién representa el papel de modelo: algún miembro del equipo de profesionales; algún miembro del grupo que ya domine la
imaginar la actuación de un modelo competente en una situación hipotética a partir de, por ejemplo, las indicaciones verbales que recibe de
quien dirige el entrenamiento.
que avanza el entrenamiento se irán presentando conductas progresivamente más difíciles y complejas; la actuación del modelo abarcará
una interacción completa en lugar de conductas aisladas y sin sentido; además, deberá ir seguida de consecuencias positivas (reconocimiento
social, logro de objetivos, etc.); finalmente, deberán crearse condiciones óptimas para la observación (eliminar distractores, evitar
interrupciones, etc.).
4 En cuanto al observador: facilitar que desarrolle una actitud favorable hacia el modelo; orientarle para que centre su atención en las
conductas objetivo; pedirle que resuma la actuación del modelo y demuestre que ha comprendido y recuerda lo esencial; fomentar que
adopte un papel activo al instarle a que haga comentarios sobre los comportamientos observados, su impacto y eficacia, su facilidad o
dificultad de ejecución, y todo aquello que beneficie su adquisición; animarle a que ejerza de modelo para otras personas que tienen un
menor nivel de dominio de la HS.
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TABLA 11
TÉCNICAS DEL EHS: ENSAYO MODELADO
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES
“ENSAYO CONDUCTUAL”
DESCRIPCIÓN Los clientes practican los comportamientos observados en los modelos, tantas veces como sea necesario para cumplir los objetivos de aprendizaje.
OBJETIVOS Que los clientes adquieran y consoliden nuevas conductas, y perfeccionen e incrementen otras que ya poseían y que pueden potenciar su com-
petencia, de manera que todas ellas caractericen su comportamiento habitual en el dominio de nuevas HS.
4 Ensayo real: práctica de las conductas objetivo con otras personas en situaciones de interacción social, ya sea en el contexto de
MODALIDADES
entrenamiento (por ejemplo, por medio de role-playing) o en contexto “natural” (véase “generalización” más adelante).
4 Ensayo encubierto: los participantes se imaginan o visualizan ejecutando las conductas objetivo igualmente en un contexto real o simulado.
Lo ideal es emplear ambas para combinar sus potencialidades. El “ensayo encubierto” puede servir de preparación para un “ensayo real” (por
ejemplo, pasos que hay que dar, posible impacto y consecuencias…) tanto en el contexto de entrenamiento, como en momentos posteriores en
situaciones reales, por lo que contribuiría tanto al aprendizaje como a la generalización del mismo.
4 Implicar a los clientes: permitir que describan las situaciones y aporten ideas sobre cómo afrontarlas; que participen como interlocutores en
los ensayos de otros; que hagan ensayos previos por parejas o en grupo pequeño antes de afrontar la situación ante todo el grupo; que
alguien del equipo profesional haga de interlocutor en las situaciones iniciales a partir de guiones estructurados para controlar la situación,
facilitar la familiarización con el proceso y potenciar el aprendizaje.
PAUTAS DE
4 Incrementar la eficacia de la técnica: las situaciones y comportamientos progresarán de menor a mayor dificultad; igualmente, las situaciones
APLICACIÓN
y comportamientos progresarán desde las simulaciones estructuradas con guiones predefinidos y la intervención del entrenador como
interlocutor, hasta situaciones no estructuradas e improvisadas con interlocutores diversos; se reiterarán los ensayos para favorecer el
“sobreaprendizaje”, esto es, el dominio de la HS; en relación con esto último, y para favorecer igualmente la generalización, se variarán
contextos, situaciones e interlocutores; siempre y cuando se produzca todo esto en el contexto de un EHS grupal, será necesario que el
“ensayo conductual” se lleve a cabo delante del grupo y del equipo profesional, ya que así se facilita el compromiso de los participantes.
TABLA 12
TÉCNICAS DEL EHS: RETROALIMENTACIÓN Y MOLDEADO
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES
“RETROALIMENTACIÓN Y MOLDEADO”
DESCRIPCIÓN Se proporciona información a los clientes sobre qué han hecho y cómo en el ensayo precedente, en relación con las conductas que se están en-
trenando.
OBJETIVOS Que los clientes sepan qué conductas han ejecutado de forma adecuada y cuáles han de mejorar aún, para que puedan perfeccionarlas. Gracias
a esto, se moldeará su comportamiento para que vayan logrando los niveles de aprendizaje y ejecución previstos.
MODALIDADES 4 En cuanto a la forma de presentación: puede ser audiovisual o verbal. Ambas son complementarias. La audiovisual consiste en la observación
de una grabación de la actuación del cliente; la información es objetiva, fiable y precisa, y se puede ver cuantas veces sea necesario, si bien
debe acompañarse de comentarios expertos para focalizar adecuadamente la atención de los clientes y evitar sesgos como, por ejemplo, la
tendencia a prestar atención exclusivamente a lo mejorable o a hacer valoraciones negativas o catastrofistas de la actuación. La verbal es
siempre imprescindible, se disponga o no de medios audiovisuales, y puede ser proporcionada desde diferentes puntos de vista
4 En cuanto a la fuente que la proporciona: resulta deseable que no sólo la proporcionen los profesionales, sino también los demás miembros
del grupo y, desde luego, el propio sujeto. Los profesionales aportarán una perspectiva más objetiva, precisa y técnica, teniendo en cuenta el
EHS en su globalidad y los objetivos establecidos; describirán, explicarán y justificarán las conductas observadas; gestionarán la información
que proporcionan los demás participantes de cara a optimizar su utilidad, y lo encuadrarán todo dentro del proceso general. En cuanto a los
demás miembros del grupo (si es el caso), aportarán un criterio más de “iguales”, desde diferentes perspectivas, habitualmente centrado en el
posible impacto social de los comportamientos ensayados, y favoreciendo la integración social o grupal de todos ellos y su papel como
grupo de referencia; es habitual que, en todo caso, vayan aprendiendo a delimitar conductas y aportar una información cada vez más
precisa. Por su parte, la “auto-retroalimentación” es muy importante porque ayuda a las personas a desarrollar su autoobservación, a
concentrar su atención y desarrollar su capacidad de análisis de su propio comportamiento, de manera que le resulte más fácil auto-valorar
su impacto sobre sí mismo y sobre su entorno social; también irá ajustando sus criterios con los más objetivos obtenidos a través de la
grabación audiovisual, los del profesional o los del propio grupo (de referencia), que suelen aportar una mayor validez social.
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TABLA 12
TÉCNICAS DEL EHS: RETROALIMENTACIÓN Y MOLDEADO (Continuación)
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES
“RETROALIMENTACIÓN Y MOLDEADO”
TABLA 13
TÉCNICAS DEL EHS: REFORZAMIENTO
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES
“REFORZAMIENTO”
DESCRIPCIÓN Cuando el cliente muestra las conductas adecuadas o ha logrado un avance en el proceso de aprendizaje, se le proporcionan consecuencias po-
sitivas.
OBJETIVOS Que los clientes mejoren su ejecución a medida que se suceden los ensayos, aumenten la tasa de respuestas adecuadas y mantengan los logros
que vayan alcanzando progresivamente. Se trata de consolidar el moldeamiento y facilitar la generalización.
MODALIDADES 4 Según el tipo de reforzador: “reforzamiento verbal”, que se expresa en forma de alabanzas, frases de reconocimiento y aprobación;
“reforzamiento material”, que consiste en proporcionar objetos tangibles o el acceso y uso temporal de los mismos.
4 Según la fuente que lo proporcione: los miembros del equipo profesional, cuyo valor añadido es su condición de expertos; los compañeros
de entrenamiento, cuyo valor añadido es su condición de grupo de referencia y el apoyo social que proporciona, además de favorecer la
interacción y cohesión del grupo; el propio protagonista (autorreforzamiento), cuyo valor añadido es el de favorecer la independencia de la
persona en relación con otras fuentes de reforzamiento, que no siempre estarán presentes, y el de poder afrontar situaciones con
consecuencias sociales negativas, lo cual implica que sepa valorar su propio comportamiento y proporcionarse un refuerzo, aunque este se
base sin más en la satisfacción de haberse enfrentado a una situación determinada.
4 Según el grado de planificación con que se proporcione: cuando el EHS se realiza en grupo, se puede dar de manera “informal” a lo largo de
las sesiones y bajo indicaciones y supervisión del profesional; también se puede dar de manera “sistemática”, de forma planificada, por
medio de “contratos” entre los miembros del grupo o, por ejemplo, por parejas.
4 Según el programa de reforzamiento empleado: el reforzador se puede proporcionar de forma continua o intermitente, lo cual da lugar a dos
tipos de reforzamiento. En el “reforzamiento continuo”, se proporciona un reforzador cada vez que la persona ejecuta la conducta esperada
o muestra un avance; es más adecuado cuando se adquiere y fortalece una conducta. El “reforzamiento intermitente” está más indicado para
conductas que ya forman parte del repertorio de la persona (por lo que el reforzador se proporciona de vez en cuando) y se dirige a
mantenerlas en el tiempo.
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De este modo, no solo se consolida el aprendizaje “de laboratorio”, sino que se traslada a la vida real de las perso-
nas, objetivo final de cualquier procedimiento de intervención.
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4 La posibilidad de ofrecerse ayuda mutua y de aprender por observación de modelos que pertenecen al grupo de
“iguales”, lo cual tiene a su vez un efecto motivador.
4 El beneficio de poder aprender y practicar habilidades complementarias que permiten participar activamente en los
entrenamientos, pero que también son de gran utilidad para el aprendizaje de las demás y en la vida cotidiana; se
trata tanto de habilidades cognitivas (identificar y evaluar conductas y alternativas de actuación, adoptar perspecti-
vas diferentes, etc.), como emocionales (expresión de afectos, “contagio” de emociones positivas…) y conductuales
(comunicar retroalimentación, refuerzo, empatía, etc.).
Además de todos estos beneficios directos para el EHS derivados de la modalidad grupal, se producen igualmente
otros procesos característicos del trabajo con grupos, cualquiera que sea su tipo o condición (de trabajo, terapéuticos,
de aprendizaje, de autoayuda, etc.). Esto plantea la necesidad a los profesionales no sólo de conocer y saber llevar a
cabo el EHS, sino también de aplicar conocimientos y recursos derivados tanto de la Psicología Social como de la Psi-
cología de los Grupos (entre otros muchos, Blanco, Caballero y de la Corte, 2005; Gil y Alcover, 1999; Gaviria, López
y Cuadrado, 2013; Molero, Lois, García-Ael y Gómez, 2017; Sabucedo, 2015). De forma resumida, algunos de esos
procesos serían: mayor consciencia de la importancia de la autopresentación, y de la influencia de los heurísticos y
los sesgos de atribución en las relaciones interpersonales; formación y/o consolidación de actitudes favorables al EHS
y a los demás; ampliación del círculo de relaciones y, por extensión, de sus redes sociales; reconocimiento de las in-
fluencias culturales en los procesos comunicativos; sentimiento de pertenencia a un grupo y configuración de una
identidad social; desarrollo de un grupo de referencia y aceptación social; mayor receptividad a la expresión de emo-
ciones; facilitación social, que implica una mayor participación debido a la presencia motivadora de los demás; de-
sempeño de diferentes roles con distintos niveles de estatus; establecimiento de normas de comportamiento
consensuadas; posibilidad de asumir tareas de responsabilidad y liderazgo de manera puntual o compartida; combina-
ción de recursos múltiples para la toma de decisiones y resolución de problemas.
Además de estos factores propios del trabajo con grupos y su aplicación al EHS, hay algunas otras cuestiones que no
se deben soslayar, como son la composición del grupo (véase tabla 14), las posibles objeciones que puedan surgir y
cómo abordarlas, y las propias habilidades para dirigir un EHS en grupo.
Efectivamente, muchas personas pueden tener sus reticencias y objeciones a participar en un EHS, y más aún si se
lleva a cabo bajo la modalidad grupal. Ansiedad social, temor a hacer el ridículo, rechazo al trabajo en grupo, dudas
sobre la confidencialidad del proceso, preocupación por recibir una atención menor, poca disposición a tratar con
personas desconocidas… son cuestiones que surgen a menudo. Todo esto es necesario abordarlo abiertamente antes
de iniciar el proceso. Cuestiones anteriormente mencionadas como explicar detalladamente el procedimiento y sus
ventajas, establecer metas, delimitar y contextualizar las HS que se van a trabajar, aclarar las expectativas mutuas,
describir las ventajas de la modalidad grupal, firmar un acuerdo, dosificar su participación una vez iniciado el EHS…
son, entre otras, medidas imprescindibles que sin duda facilitarán la reducción de dichos temores y favorecerán la
plena integración de esas personas en el grupo (véanse apartados 3.1.2 y 3.1.3).
TABLA 14
PAUTAS GENERALES PARA LA FORMACIÓN DE UN GRUPO DE EHS
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES: MODALIDAD GRUPAL
¿Cuántos El número de componentes del grupo estará en función tanto de cuántos clientes hay en disposición de ser entrenados, como de los recursos
miembros? materiales y humanos disponibles, y del tipo de HS que se van a abordar. En líneas generales, la mayor probabilidad de alcanzar las
condiciones óptimas se da en grupos de entre 4-5 y 10-12 miembros.
¿Grupo La homogeneidad total del grupo es algo prácticamente imposible de conseguir; la heterogeneidad, por su parte, es más difícil de gestionar. La
homogéneo o recomendación general es que exista al menos homogeneidad en las HS que necesitan desarrollar y una relativa heterogeneidad en el nivel de
heterogéneo? dominio que tengan de dichas HS (para que puedan ayudarse unos a otros desde distintos niveles).
¿Grupo abierto o Los grupos de EHS se crean para la ocasión, pero lejos de ser sistemas aislados, cerrados a lo que ocurre en el exterior, puede ser interesante
cerrado? que personas que en su día ya pasaron por ese mismo proceso, participen puntualmente para aportar su experiencia, ejercer de modelos o
interlocutores, contribuir en el modelado, etc.
¿Grupo uniforme Frente a la posibilidad de que el grupo esté compuesto exclusivamente por las personas que van a ser entrenadas (grupo uniforme), puede ser
o mixto? muy enriquecedor configurar grupos mixtos, en los que participen puntualmente personas relevantes del entorno de aquellas (familiares,
amigos, compañeros de trabajo…) para que se puedan abordar situaciones más reales y que les incumban.
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Una vez configurado el grupo y en disposición de empezar, adquieren relevancia no sólo las HS de los profesionales
como entrenadores, sino también aquellas que les permiten hacer una adecuada dirección y coordinación del grupo:
comunicación grupal, gestión de la participación, resolución de conflictos, toma de decisiones grupal, delegación de
responsabilidades, desarrollo de un clima agradable, afrontamiento de críticas y objeciones… y, por supuesto, la apli-
cación de técnicas de dinámica de grupos (técnicas para “romper el hielo”, favorecer la comunicación verbal y no
verbal, potenciar el aprendizaje, representación de papeles, etc.).
En definitiva, la modalidad grupal del EHS tiene unas necesidades particulares para todos, profesionales y clientes,
así como unas ventajas de indudable valor, ya que reproduce el contexto ideal para el aprendizaje de conductas so-
ciales. Aun así, su eficacia puede verse aumentada aún más si se combina con sesiones individuales de entrenamiento
según las necesidades particulares de los miembros del grupo. Así, se pueden aprovechar las ventajas que ambas mo-
dalidades pueden ofrecer, si bien, en ocasiones, el EHS individual es la única opción viable.
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Ficha 1.
Aplicaciones del Entrenamiento en Habilidades Sociales
(EHS)
Las características del EHS lo convierten en un procedimiento de aplicación indicado prácticamente para todo tipo
de poblaciones, en relación con múltiples problemas, contextos y situaciones de carácter social. Sin ánimo de exhaus-
tividad, la tabla 1 recoge algunos ejemplos.
TABLA 1
ALGUNOS EJEMPLOS DE POSIBLES APLICACIONES DEL EHS
APLICACIONES DEL EHS
Privado Relaciones sociales: interacciones básicas o informales, desarrollo de Personas de cualquier edad y condición.
amistades, formación de pareja, relación sexual...
Social Redes sociales: desarrollo de redes y grupos de apoyo… Colectivos en riesgo de exclusión social: por raza, sexo,
procedencia, orientación sexual…; por antecedentes
Discriminación: afrontar rechazo y marginación, defender derechos… delictivos o psiquiátricos; por institucionalización…
Laboral Ejercicio profesional (específico a cada profesión): transmitir conocimiento, Miembros de grupos profesionales (Psicología, Derecho,
mantener una sesión de terapia, llevar a cabo un proceso de mediación, Educación, etc.).
impartir una sesión formativa, defender a un acusado, atender una consulta
médica, realizar entrevistas de selección y un largo etcétera. Cualquier persona que ocupe un puesto de trabajo que
implique frecuentes relaciones interpersonales con
Desempeño de cualquier rol y actividad laboral: atender al público, objetivos múltiples.
participar en reuniones, presentar un producto, negociar con un
proveedor… Personas que ocupan puestos de responsabilidad en
organizaciones.
Gestión de grupos y organizaciones: dirigir un equipo (de trabajo,
deportivo…), dirigir una organización (empresa, partido político, centro
escolar, hospital, club deportivo…), dirigir reuniones, liderar proyectos,
ejercer de mentor de un colaborador…
Educativo Desarrollo evolutivo: juego cooperativo, inicio y mantenimiento de Alumnos en diferentes niveles educativos.
amistades, relaciones con figuras de autoridad, relaciones con los
profesionales de la Educación, gestión de conflictos y alternativas a la
agresión, prevención de consumo de sustancias psicoactivas…
Sanitario Dependiendo del tipo de problema o trastorno: adaptación social; Personas de cualquier edad caracterizadas por: ansiedad
desarrollo de redes sociales, amistades y pareja; gestión de relaciones social; abuso de sustancias psicoactivas; ira y agresión;
familiares; llevar una vida independiente; inserción laboral; resolución de fobia social; discapacidad física y/o psíquica; trastornos
conflictos… del habla; depresión; esquizofrenia; autismo; síndrome
de Asperger; daño cerebral; diabetes; anorexia…
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Así es, el alto potencial del EHS lo convierte en un procedimiento de intervención de referencia tanto en el plano
personal como en el profesional. Su éxito depende de su correcta aplicación, del cumplimiento de los requisitos bási-
cos detallados en apartados anteriores, cosa que lamentablemente no siempre se produce. Téngase en cuenta que la
eficacia de un procedimiento habitualmente va ligada a las condiciones en que se aplica y no tanto a sus técnicas
que, en el caso de los EHS, han demostrado suficiente evidencia a su favor.
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portamientos alternativos a la agresión e inhibición; relaciones sociales e íntimas; afrontar presión grupal…); prepara-
ción para la vida en pareja (comunicación; solución de problemas; planificación familiar…); preparación para afron-
tar la jubilación y la senectud (evitar soledad y aislamiento, depresión, desorientación…); preparación para afrontar la
pérdida de seres queridos (gestión del estrés; reorganización del núcleo familiar…); promoción de comportamientos
facilitadores de salud, etc. En este mismo ámbito, León, Gil, Medina y Cantero (1998) recogen varios ejemplos de pro-
gramas que van desde la prevención de delincuencia, comportamiento antisocial y drogadicción, hasta la reinserción
de exreclusos y drogodependientes, pasando por la integración social de personas discapacitadas y personas mayores,
o la promoción social de niños y jóvenes.
Respecto a estos últimos, son también numerosas las propuestas. Por ejemplo, la de Michelson, Sugai, Wood y Kaz-
din (1987), que plantean desarrollar una serie de habilidades clave en la infancia: hacer y recibir cumplidos; expresar
y recibir quejas; “decir no”; pedir favores; preguntar “por qué”; solicitar cambio de conducta; defender derechos; con-
versaciones (inicio, mantenimiento, terminación); empatía; interacciones con estatus diferentes; interacciones con el
sexo opuesto; tomar decisiones; interacciones de grupo; afrontar conflictos. O bien la de Goldstein, Sprafkin, Gershaw
y Klein (1989), orientada a una población adolescente: primeras habilidades sociales (escuchar; iniciar y mantener
una conversación; presentarse…); habilidades sociales avanzadas (pedir ayuda; dar instrucciones; disculparse…); ha-
bilidades relacionadas con los sentimientos (expresar sentimientos; afrontar el enfado de otro; expresar afecto a otra
persona…); habilidades alternativas a la agresión (negociar; defender derechos; responder a las bromas…); habilida-
des para hacer frente al estrés (formular una queja; responder a la persuasión; afrontar presiones de grupo…); habili-
dades de planificación (tomar decisiones; recoger información; resolver problemas…). También para adolescentes es
el programa PEHIA (Programa de Enseñanza de Habilidades Interpersonales para Adolescentes; Inglés, 2003), que
además de incluir la expresión de molestia, desagrado o disgusto, la defensa de derechos personales y “decir no”, de-
sarrolla un bloque de “habilidades para ligar” (que incluye autopresentación; “pedir salir”; hacer y aceptar cumplidos;
iniciar, mantener y terminar conversaciones) y otro sobre cómo negociar con los padres.
De un modo más específico, Bierman, Torres y Schofield (2010) delimitan necesidades típicas de HS según diferen-
tes etapas de desarrollo, que concretan en: de 3 a 6 años (en un contexto de relaciones diádicas y de grupo pequeño,
donde se inician las interacciones y se busca la aceptación de los pares: inicio de contactos prosociales; juego coope-
rativo; inhibición de la agresión…); de 7 a 11 años (en un contexto en el que se empiezan a desarrollar amistades, se
corre el riesgo de victimización y se accede a grupos más grandes: se incluye el autocontrol, seguimiento de reglas,
apoyo a los amigos…); de 12 a 17 años (en un contexto en el que se mantienen amistades más íntimas, se transita por
más grupos sociales y más grandes, y se afronta la influencia de los pares: se añaden las habilidades conversacionales,
para la toma de decisiones sociales, para relaciones más estrechas o íntimas…).
Finalmente, por mencionar solo uno más de los muchos ejemplos posibles, Van-der Hofstadt y Gómez (2006) plan-
tean un conjunto de habilidades que consideran necesarias para enfrentarse a la difícil transición del mundo educati-
vo (universitario) al laboral o profesional. Entre otras: afrontar entrevistas de selección (autopresentación; respuestas a
preguntas…); comunicación eficaz (por ejemplo, escucha activa); negociación; presentación de información en públi-
co; habilidades asertivas (pedir cambio de conducta a un compañero; rechazar peticiones; responder a críticas…); tra-
bajar en equipo; dirigir reuniones.
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der reclamaciones, coordinarse y cooperar dentro de un equipo…). O para quienes ocupan puestos directivos a dis-
tintos niveles en una organización (liderazgo; dirección de un departamento; gestión de equipos…; Costa y López,
2009; García-Sáiz, 2010).
Por ejemplo, estos últimos autores plantean la importancia del desarrollo de la Competencia Social (CS) precisamen-
te para aquellas personas que desempeñan funciones directivas y, por tanto, tienen responsabilidad sobre el trabajo
de otros en cualquier tipo de organización (ya sea una empresa, un centro hospitalario o educativo, una ONG, un
club deportivo, un partido político, etc.). Es en este caso donde los conceptos de “Dirección” y “Liderazgo” adquieren
su máxima dimensión, en cuanto que implican una intensa actividad interpersonal y un continuo flujo de influencias,
todo ello orientado al logro de importantes objetivos (Costa y López, 2009; García-Sáiz, 2010). Destacan, en conse-
cuencia, habilidades como: comunicar de forma asertiva; gestionar información y conocimiento (escuchar, preguntar,
informar); compartir poder e influencia (delegar; potenciar…); establecer metas; promover el trabajo en equipo; dirigir
reuniones; afrontar y gestionar el estrés (incluye también afrontar objeciones y quejas; afrontar críticas, enfado y hosti-
lidad); afrontar y gestionar comportamientos inapropiados (hacer críticas; resolución de problemas…); gestionar con-
flictos y negociar. Algunas de estas (comunicación, hacer y recibir críticas, asertividad, trabajar en equipo…) son
igualmente contempladas en trabajos como el de Cuadra-Peralta, Veloso-Besio, Iribaren y Pinto (2017), que encuen-
tran una mejora en el rendimiento organizacional como consecuencia de una mejora en estas habilidades.
Atendiendo al ejercicio de profesiones específicas, también Costa y López nos ofrecen un par de ejemplos más. Uno de
ellos se circunscribe a la Educación Social (Costa y López, 1991), y consiste en un paquete de habilidades compuesto por:
comunicación asertiva; afrontamiento del estrés; escucha y preguntas; ser positivo y recompensante; informar; ayudar a
pensar; hacer reír; responder a objeciones y réplicas; hacer y recibir críticas; afrontar la hostilidad, el escepticismo y el de-
sánimo; afrontar y gestionar conflictos interpersonales y grupales. El segundo ejemplo va dirigido a profesionales de la ayu-
da psicológica y consta, igualmente, de un amplio conjunto de habilidades (Costa y López, 2006). Incluye dos bloques: a)
habilidades básicas (comunicación asertiva; escucha; empatía; hacer preguntas; autorrevelación; comunicación persuasi-
va; feedback; confrontación; reforzar y motivar; mostrar acuerdo); b) habilidades complejas para la relación, la influencia y
la potenciación (desactivar objeciones; sentido del humor; confortar y apoyar; coordinar perspectivas; promover poder
personal y control; dialogar para deliberar; enseñar a conversar; enseñar a hacer y recibir críticas; ayudar a resolver proble-
mas; gestionar emociones; solucionar problemas; dar poder a los clientes).
Finalmente, mencionar solo un ejemplo más, esta vez orientado a lo que pueden ser relaciones interpersonales habi-
tuales en el trabajo, no siempre relacionadas con la tarea a realizar, pero igualmente importantes para mantener un
clima positivo y facilitador de la actividad de todos. Es la propuesta de Gilman, Morreau, Bruininks, Anderson, Monte-
ro y Unamunzaga (2002), que, entre otras habilidades, incluyen: aceptar ayuda; cooperar en la realización de una ta-
rea; mantener conversaciones con iguales; pedir ayuda; explicar una tarea a un igual; comentar problemas personales;
resolver problemas o desacuerdos interpersonales; plantear quejas; reconocer los logros de los demás; solicitar ser re-
cibido por un superior; hablar de forma positiva de su trabajo; expresar una opinión; reaccionar ante una crítica; ne-
garse a obrar mal; hacer sugerencias para mejorar el trabajo; manifestarse ante críticas o consecuencias que no
merece; etc.
Como se comentaba en el apartado 1, ya desde los orígenes del enfoque de HS se planteaban, sobre todo en Europa,
aplicaciones en el trabajo. Con el transcurrir de los años, han ido evolucionando también los sistemas de Gestión de
Recursos Humanos en las organizaciones. Desde la década de los 90 del siglo pasado, se ha ido implantando en Es-
paña la denominada Gestión por Competencias, cuyos planteamientos básicos vienen a ser coherentes con el enfoque
de HS y CS (para profundizar en este asunto, véase García-Sáiz, 2011), aunque no siempre se haya mostrado esta rela-
ción explícitamente. La idea principal es que se pueden identificar los comportamientos necesarios para desempeñar
de un modo óptimo cualquier rol laboral o profesional, y plasmarlo en un perfil de exigencias del puesto que, poste-
riormente, facilitará la evaluación y entrenamiento de dichos comportamientos. Ni qué decir tiene que las HS y, por
extensión, la CS, juegan un papel fundamental en este proceso.
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Ficha 2.
Pautas adicionales sobre el proceso de aplicación del
Entrenamiento en Habilidades Sociales (EHS)
La planificación y puesta en marcha del EHS viene condicionada por las técnicas de entrenamiento disponibles y
contrastadas, su secuencia más eficaz de aplicación, las condiciones y recursos disponibles y, por supuesto, la casuís-
tica especial que acompaña a cada cliente. Ésta marcará unas pautas claras, en la medida en que la incompetencia
social de las personas puede deberse fundamentalmente a:
4 Ausencia de conductas habilidosas en su repertorio (por no haberlas aprendido nunca o haberlas “olvidado”), falta
de utilización de las mismas (si es que las posee) o ejecución de conductas inapropiadas.
4 Ansiedad social condicionada que le impide actuar de un modo competente.
4 Autoevaluación negativa sobre su actuación social, pensamientos “autoderrotistas”, temor por las consecuencias de
la conducta habilidosa.
4 Falta de motivación para actuar de un modo socialmente hábil en una situación dada.
4 Discriminación inadecuada de las situaciones en las que puede ser eficaz una respuesta concreta.
4 Desconocimiento de los derechos personales o creencia de que no se tiene el derecho a dar una respuesta adecuada.
4 Restricciones ambientales que dificultan, impiden o incluso penalizan la expresión de conductas socialmente hábiles.
Al margen de si el EHS es el procedimiento de intervención principal o si se emplea como complemento de otros,
los factores anteriores implican la necesidad de desarrollar no sólo conductas sociales (de acuerdo con la secuencia
de técnicas explicada con anterioridad), sino también la aplicación de otras técnicas que tengan que ver con aspectos
emocionales y cognitivos, sin olvidar aspectos como los valores, motivaciones, actitudes o creencias de los clientes:
por ejemplo, técnicas de relajación, reestructuración cognitiva, autoinstrucciones, resolución de problemas, etc.
La organización de todo ello, con la inclusión del resto de técnicas en la pauta general del EHS, dependerá de las
necesidades de cada caso. El objetivo es que se produzca un cambio, una mejora de la conducta social; favorecer que
las personas desarrollen un repertorio que les permita realizar elecciones sobre sus vidas y sus actuaciones, así como
mantener interacciones sociales exitosas y satisfactorias.
SESIÓN INICIAL
Para “romper el hielo” en el grupo sería positivo realizar alguna dinámica o ejercicio grupal, que puede ir seguido
de, o combinado con, una presentación de todos los participantes.
Tras recordar los planteamientos generales del procedimiento que va a comenzar, sus ventajas y consecuencias, se
abordan dos cuestiones fundamentales para el desarrollo del proceso:
4 Establecimiento de normas grupales: relacionadas no solo con la convivencia y respeto mutuo, sino también con la
participación a lo largo de todo el procedimiento (en los ensayos propios y ajenos, en el modelado, en la evalua-
ción, en la retroalimentación y refuerzo, etc.)
4 Configuración de un marco de referencia y análisis común para todos los participantes.
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De acuerdo con la disponibilidad de tiempo, se puede ir entrando en la dinámica del EHS por medio del debate so-
bre casos expuestos verbalmente o a través de algún material audiovisual, la explicación y ejemplificación de algunas
técnicas, alguna tarea escrita, o cualquier otra actividad o dinámica que contribuya a encauzar al grupo hacia los ob-
jetivos.
Incluso sería interesante finalizar esta primera sesión encomendando ya alguna tarea a los miembros del grupo para
que la realicen en su entorno natural y la compartan y analicen en la siguiente sesión.
SESIONES SIGUIENTES
Siempre que esté pendiente, se revisarán (análisis, resultados, alternativas de comportamiento…) al inicio de cada
sesión las tareas inter-sesiones propuestas en la sesión previa. Esta actividad puede llevarse a cabo tras una dinámica
grupal inicial de “calentamiento”, o bien combinarla con alguna de ellas. Una vez resuelto este asunto, los pasos ha-
bituales a seguir son (véase también el apartado 3.1.4):
4 Presentación de la sesión: contenidos (situaciones y habilidades) y objetivos a lograr.
4 Elección de las escenas que se van a trabajar fundamentalmente por medio de role-playing o “representación de pa-
peles”.
4 Preparación de las escenas: se forman subgrupos, se distribuyen los papeles y tareas que ha de adoptar cada uno de
ellos y de sus miembros: en la escena (actores principales e interlocutores) y alrededor de la escena (observadores,
evaluadores…). Cada subgrupo prepara qué va a hacer y cómo durante el tiempo de representación. El profesional
ofrece apoyo a quien lo necesite y, en todo caso, proporciona pautas generales para la puesta en escena, para los
protagonistas y para el resto.
4 Ejecución del role-playing dentro del tiempo y las claves que se habían estipulado, aunque desde los planteamien-
tos que habían elaborado los participantes. Observación simultánea y evaluación por parte del resto del grupo.
4 Exposición al grupo de los resultados de la observación y evaluación: se sugiere que empiecen los propios protago-
nistas comentando cómo creen que lo han hecho y sus impresiones al respecto; después, intervendrá el resto del
grupo y finalmente el equipo profesional.
4 Identificación de las HS que requieren entrenamiento. Instrucciones y debate sobre cómo abordarlas.
4 Modelado: se presentan modelos de actuación, ya sea en vivo o a través de medios audiovisuales.
4 Confirmación sobre si se han identificado y comprendido correctamente las habilidades mostradas por los modelos.
4 Elección y preparación de escenas para llevar a cabo los ensayos (se puede seguir el procedimiento anterior).
4 Ensayo conductual “encubierto”: se sugiere emplearlo antes del ensayo real, para facilitar la preparación de los par-
ticipantes.
4 Ensayo conductual “real”: se representan las escenas con las HS correspondientes y con la implicación de todo el
grupo en diferentes funciones (véanse las pautas mencionadas anteriormente).
4 Retroalimentación y Refuerzo.
4 Repetición de los ensayos cuantas veces sea necesario y/o posible.
4 Retroalimentación y Refuerzo, que deberán suceder de manera contingente a cada ensayo siempre que éste se pro-
duzca.
4 Repetición del proceso con otras personas, situaciones y habilidades.
4 Finalización de la sesión con la propuesta de actividades (o “tareas para casa”) a realizar en contexto real por cada
uno de los miembros del grupo, para facilitar la generalización de lo aprendido.
Este proceso se repetirá cíclicamente, progresando a medida que lo hace el aprendizaje de los participantes y, en
cualquier caso, podrá incorporar en diferentes momentos técnicas y dinámicas que faciliten una disposición óptima
para los ensayos, tanto desde el punto de vista emocional, como desde el punto de vista cognitivo, incluyendo facto-
res actitudinales, motivacionales o bien relacionados con las creencias y valores de los clientes.
Efectivamente, a lo largo del desarrollo del EHS, buena parte de los componentes más relevantes de los clientes pue-
den ir modificándose de manera más o menos indirecta: adquisición de nuevos conocimientos y puntos de vista; ma-
yor relajación al abordar determinadas situaciones; cambios en sus metas y expectativas, en su autoeficacia, en sus
atribuciones, en su concepto sobre sí mismos; etc. No obstante, es factible, incluso con frecuencia deseable, interve-
nir directamente sobre dichos componentes: se puede trabajar sobre el sistema de creencias o teorías implícitas de los
clientes (por ejemplo, en relación con sus derechos personales y los de los demás), o bien sobre su conocimiento e
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identificación del estilo de comportamiento asertivo (frente a la agresividad o la inhibición) como forma transversal de
actuar cualquiera que sea la habilidad social que se exprese. También se pueden incorporar técnicas para reducir la
activación, así como para trabajar la modificación de pensamientos o cogniciones desadaptativas, limitantes o irracio-
nales, la solución de problemas o su cognición social; para reducir las autoverbalizaciones negativas y aumentar las
positivas; para que aprendan a pensar, en el sentido de que se habitúen a buscar datos, evidencias, que corroboren o
cuestionen sus pensamientos o inferencias automáticas a modo de hipótesis; etc. En definitiva, sincronizar cognición,
emoción y acción de cara a lograr un nivel óptimo de competencia social.
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