Diezmo

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Espiritualidad del diezmo consiste en devolver a

Dios lo que le pertenece, afirma Arzobispo


venezolano
APARECIDA, 29 May. 07 / 07:05 am (ACI)

El Arzobispo de Maracaibo, Mons. Ubaldo Santana, afirmó que “la espiritualidad del
retorno agradecido” o del diezmo consiste en devolver “aquello que le pertenece a Dios”,
durante la cotidiana Eucaristía con la que se inician los trabajos de la V Conferencia
General del Episcopado y el Caribe.

“Cuando el discípulo con la luz de la gracia descubre que Jesús quiere compartir todo con
sus amigos, por los cuales está dispuesto a dar su vida propia, en la que todo da y nada
reclama, entonces se activa dentro de su corazón un deseo que se transforma en una
decisión: corresponderle a Dios con la misma decisión”, afirmó el también Presidente del
Episcopado venezolano.

Mons. Santana precisó que “aquí esta el origen de lo que podemos llamar la espiritualidad
del retorno agradecido, el origen del diezmo, aquello que le pertenece a Dios y que el
creyente devuelve. Dale al Altísimo tan generosamente como puedas porque el Señor
sabe reconocer” la colaboración generosa de los fieles para sostener a la Iglesia.

Tras indicar que “el mayor tesoro que nos podemos llevar de Aparecida es una renovada y
más lucida convicción de que Jesucristo, el hijo de Dios hecho hombre en el seno de
María, nos ha dado todo”, el Prelado alentó a que “el Señor nos dé la fuerza de, no solo
devolver el diezmo, sino como el primer discípulo misionero de Jesús, Pedro, estemos
dispuestos a dejarlo todo por Él y a tenerlo a Él como centro de nuestras Iglesias”.

“Que María nos acompañe y nos ayude a que nuestros pueblos a nuestra llegada
empiecen a vivir una nueva etapa de vida verdadera, de esperanza inquebrantable.
Amén”, concluyó.

Al término de la Misa y en señal de agradecimiento, el Presidente del Episcopado


venezolano obsequió, como recuerdo de la presencia de los obispos de su país en la V
Conferencia General, una imagen de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de
Venezuela, que fue colocada en el altar mayor de la Basílica de Aparecida.

http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=17066
Iglesia: Quinto Mandamiento

Socorrer a la Iglesia en sus necesidades.

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ÍNDICE:

21.1 Razón de este precepto.


21.2 Forma como se concreta este precepto.
21.1 RAZÓN DE ESTE PRECEPTO

La Iglesia, al ser Madre y preocuparse de las necesidades espirituales y


materiales de sus hijos, reclama de ellos oraciones, sacrificios y limosnas.

Con éstas puede ayudar a los más necesitados: los poderes, las misiones, los
seminarios, etc.

Además, la ayuda material que los cristianos tienen obligación de prestar a la


Iglesia sirve también para el digno sustento de los ministros y para atender al
esplendor del culto: edificios, vasos sagrados, ornamentos, etc.

Por las razones expuestas, es lógico que la Iglesia pida a sus hijos algunas
contribuciones, e indica que: “los fieles tienen el deber de ayudar a la Iglesia en
sus necesidades, de modo que disponga de lo necesario para el culto divino, las
obras apostólicas y de caridad y el conveniente sustento de los ministros” (CIC,
c. 222 & 1).

La obligación de ayudar económicamente a la Iglesia deriva del hecho de que


ésta, aunque es divina por razón de su origen y de su finalidad, se compone de
elementos humanos y tiene necesidad de recursos para cumplir su altísimo fin;
el mismo Cristo dijo a su discípulos: “el que trabaja tiene derecho a la
recompensa” (Lc. 10, 7), y San Pablo: Dios ha ordenado que los que predican el
Evangelio, vivan del Evangelio (I Cor. 9, 14).

21.2 FORMA COMO SE CONCRETA ESTE PRECEPTO

En épocas pasadas este deber se concretaba en la entrega de diezmos -la décima


parte- o las primicias -las primeras recolecciones- de los frutos de la tierra y de
los animales. Actualmente se ha dispuesto de manera distinta, variando las
indicaciones de región en región.

Así, para el sostenimiento del culto y del clero en la Arquidiócesis de México, la


indicación se concreta en aportar el equivalente de un día de trabajo al año; los
que tienen ingresos iguales o menores que el salario mínimo, no están obligados
a hacer ninguna aportación.

Conviene notar que este precepto no se cumple con la entrega de limosnas


eventuales, sino que ha de hacerse una aportación especial cuya finalidad sea el
cumplimiento de este precepto.

Ayudar a la Iglesia obliga en conciencia y en justicia, porque de otra manera no


puede atender a los gastos que demanda la dignidad del culto debido a Dios.
Esta obligación urge sobre todo en los países en que el Estado no otorga
subvenciones a la Iglesia.

http://www.encuentra.com/articulos.php?id_sec=99&id_art=3563&id_ejemplar=0

¿Dar limosma o diezmo?


Para que la limosna sea auténticamente cristiana, debe tener ciertas cualidades.
 
«El que tuviere bienes de este mundo y viendo a su hermano pasar
necesidad le cierra las entrañas, ¿cómo mora en él la caridad de
Dios?».

No confundamos los deberes de caridad con los deberes de


justicia.
¿Dar limosma o diezmo?
Sería una equivocación querer suplir con obras de caridad los
deberes de justicia.

Pero siempre habrá lugar para la caridad, porque siempre habrá desgracias en este mundo.

Y desde luego, mejor que dar pan hoy, es dar la posibilidad de que no tengan que pedirlo
mañana: puestos de trabajo, escuelas, etc.
Siempre será verdad aquello de que:«la limosna beneficia más al que la da que al que la
recibe».

A la caridad están obligados todos los hombres. Los que tienen mucho, mucho. Los que
tienen poco, poco. Cada cual, según sus posibilidades, debe cooperar a remediar las
necesidades de los que tienen menos.

Dice el Concilio Vaticano II que la limosna debe darse no sólo de los bienes superfluos, sino
también de los necesarios.

Dice el Nuevo Código de Derecho Canónico: «Todos tienen el deber de promover la justicia
social, así como ayudar a los pobres con sus propios bienes».

Quizás la limosna callejera se preste a abusos y engaños; aunque muchas veces se presentan
necesidades reales que no deberíamos desoír. Pero hoy día hay una caridad organizada que
permite encauzar las limosnas hacia necesidades reales y urgentes.

«Para que este ejercicio de la caridad sea verdaderamente extraordinario y aparezca como
tal, es necesario que se vea en el prójimo la imagen de Dios según la cual ha sido creado, y a
Cristo Jesús a quien en realidad se ofrece lo que se da al necesitado; se considere con la
máxima delicadeza la libertad y dignidad de la persona que recibe el auxilio; que no se
manche la pureza de intención con ningún interés de la propia utilidad o por el deseo de
dominar; se satisfaga ante todo a las exigencias de la justicia, y no se brinde como ofrenda
de caridad lo que ya se debe por título de justicia; se quiten las causas de los males, no sólo
los efectos; y se ordene el auxilio de forma que quienes lo reciben se vayan liberando poco a
poco de la dependencia externa y se vayan bastando por sí mismos».

Para que la limosna sea auténticamente cristiana, debe tener ciertas cualidades.

En primer lugar debe ser justa,es decir, hecha de los bienes que uno tiene y de los que
legítimamente puede disponer. Nunca tendrá valor la limosna hecha con bienes de otros,
como suele a veces suceder.

»La limosna tiene que ser prudente, es decir, que se debe distribuir entre verdaderos
necesitados, y se debe dar a aquellos pobres a los que realmente no les va a hacer más daño
que bien.

»La limosna tiene que ser pronta, es decir, se debe dar a tiempo, y no "vuelve mañana".

»La limosna debe darse con alegría, porque Dios quiere al que da alegremente.

»La limosna debe ser secreta, no proclamada a los cuatro vientos, buscando la alabanza de
los que la ven hacer.

»La limosna debe ser desinteresada, es decir, al hacer la limosna no buscar satisfacción
humana, sino solamente el cumplimiento del precepto del amor al prójimo.

»Por eso, como última cualidad, aunque debe ser la fundamental, señalemos que la limosna
debe hacerse por amor al prójimo, y no por otros motivos más o menos humanamente
legítimos, pero cristianamente no correctos».

Afortunadamente el deber de dar limosna va entrando poco a poco en la conciencia de los


católicos. Aunque algunos todavía no acaban de comprender que ellos son meros
administradores de los bienes que Dios ha puesto en sus manos. Y que Dios, que es el Dueño
de todo, desea que esos bienes ayuden también a otros, después de haber remediado sus
propias necesidades.

No es justo que la primera parcela que recibe el agua para regar la absorba toda y se
encharque, impidiendo que el agua fluya a otras parcelas que también la necesitan.
Dar cifras concretas sobre la cantidad de limosna, resulta siempre
algo arriesgado; pero peor es no darlas. Algo se puede orientar.

Para una orientación de lo que se puede dar, voy a poner aquí un


porcentaje sacado de diversas consultas a moralistas, economistas
y obreros auténticamente cristianos.

No es para que se tome como norma obligatoria, sino orientadora.


Las circunstancias particulares de alguno le impedirán llegar a
ella; pero la generosidad de otros la superará con creces.

Según la Comunidad Económica Europea, se consideran pobres los


que disponen menos del 50% de la renta per cápita de su país.

Aunque la generosidad cristiana nunca debe tener cerrada la


puerta.

Llamo ganancias a lo que queda después de haber liquidado a


Hacienda

Los matrimonios que tengan hasta tres hijos pueden reducir en un


10% la cantidad que resulte de aplicar estos porcentajes.

De cuatro a siete hijos pueden reducir esta cantidad en un 25%.

Los que tengan más de ocho hijos, pueden reducirla en un 50%.

Pueden presentarse circunstancias de gastos excepcionales que


requieran consulta particular. Y también la generosidad de
cristianos ejemplares aumentará estas cantidades orientadoras.

Conozco a personas que dan hasta el 25% de sus ingresos.

Otra forma de calcular lo que se debe dar de limosna, podría ser:

Separar los gastos fijos (casa, electricidad, gas o butano,


alimentación, limpieza, servicio doméstico, teléfono, coche,
transporte, seguros, letras, parroquia, peluquería, asignación de
los hijos, colegios y material de enseñanza).

De lo que sobre de estos gastos fijos, gastar la mitad en vestir,


diversiones, etcétera; y de la otra mitad, el 50% para ahorro o
gastos extraordinarios y el otro 50% para limosna.

http://es.catholic.net/abogadoscatolicos/783/2621/articulo.php?
id=25581

¿Debo dar limosna o diezmo?


En primer lugar debe ser justa,es decir, hecha de los bienes que uno tiene y de los que
legítimamente puede disponer. Nunca tendrá valor la limosna hecha con bienes de otros,
como suele a veces suceder.
 

6. Digamos aquí algo del deber de dar limosna22 . «El que


tuviere bienes de este mundo y viendo a su hermano pasar
necesidad le cierra las entrañas, ¿cómo mora en él la caridad
de Dios?»23 .
¿Debo dar limosna o diezmo?
http://es.catholic.net/empresarioscatolicos/475/578/articulo.php?id=8719

¿Es cierto que los católicos roban a Dios, porque no pagan el Diezmo?
En el Antiguo Testamento encontramos la costumbre del Diezmo, que estaba destinado para
el sustento de los sacerdotes y levitas que, por dedicarse al servicio a Dios, no habían
recibido su repartición de tierra. En el Nuevo Testamento, no se habla del Diezmo. Este
concepto cambia y se promueve el espíritu de ayuda. La Iglesia católica entiende por Diezmo,
no la décima parte, sino una cooperación voluntaria que puede ser el 1% de los ingresos
anuales.
http://es.catholic.net/sectasapologeticayconversos/592/1494/articulo.php?id=1887

La contribución a la Iglesia
Cada cristiano, en razón de su bautismo, está llamado a cooperar a la hermosa tarea de Evangelización que
Jesús nos dejó
 
Hoy vamos a conversar un poco sobre nuestra contribución
material a la Iglesia. Y, aunque a primera vista este tema
aparezca un poco ajeno a lo que estamos tratando, en realidad no
es así, sino que, en realidad, condiciona la misión de la Iglesia.
La contribución a la Iglesia Efectivamente, Nuestro Señor Jesucristo antes de subir al cielo
dijo a sus discípulos estas hermosas palabras: «Vayan por todo el mundo y hagan que todos
los pueblos sean mis discípulos» (Mt. 28, 19) He aquí su glosa:

El día de la Ascensión
con un gozo muy profundo
Jesús dijo por el mundo
lleven mi predicación.
Por todo pueblo y nación
prediquen la santa fe,
Yo los acompañaré
hasta el final de los tiempos
y en la cruz y en el tormento
con ustedes Yo estaré.
El mandato de Jesús

Lo primero que percibimos en las palabras de Jesús es que aquí hay un mandato: Anunciar y
propagar la Buena Nueva a través de todo el mundo.
Ello se hace con la dedicación y esfuerzo del Papa, de los obispos y sacerdotes, de los
catequistas, de los misioneros y de todos los que son consecuentes con su bautismo. Cada
cristiano, en razón de su bautismo, está llamado a cooperar a la hermosa tarea de
Evangelización que Jesús nos dejó.
Pero para cumplir con este mandato, además de recursos humanos y de la gracia del Espíritu
Santo, se necesitan también recursos materiales. Es necesario preparar personal, construir
seminarios, locales para reuniones, templos, parroquias, capillas, obras de caridad, etc. No
podemos evangelizar sin contar con los medios necesarios para el apostolado. No debemos
«tentar a Dios» pensando que El va a arreglar todo milagrosamente.

El refrán dice: «A Dios rogando y con el mazo dando». Dios nos ha dado manos y la
inteligencia para solucionar los problemas que se presentan en el camino. De ahí la
necesidad de que todos los bautizados cooperen también materialmente a la extensión del
Reino.
Y ¿en qué se fundamenta esta obligación?
Este deber tiene, por supuesto, un fundamento bíblico.

En el ANTIGUO TESTAMENTO:
Moisés en el Deuteronomio muestra el profundo sentido del diezmo o primicia, que nació
como una forma de agradecer a Dios por todos los dones recibidos (Deut. 12, 6-9 y 14, 22-
28).

En el NUEVO TESTAMENTO:
- Jesús es presentado al templo y hace su ofrenda (Lc. 2, 24).
- Jesús paga el impuesto al templo (Mt. 17, 24-27).
- Jesús elogia a la pobre viuda (Lc. 21, 1-4).
- Jesús necesita y pide cinco peces y dos panes (Jn. 6, 9).
En la Iglesia primitiva
En la primera comunidad los cristianos compartían todo (Hch. 2, 42).
San Pablo pide a los Romanos una colecta para gastos de viaje (Rom. 15, 24).
Además, la comunión de bienes materiales es signo de la comunión en la fe y en el amor. Y
al ofrecer dinero, uno se ofrece a sí mismo (2 Cor. 8, 5).

¿Cumple el cristiano con esto dando una limosna?


A veces los cristianos colaboran con la Iglesia dando una limosna en la Misa, en las Campañas
de Cuaresma o con motivo de una colecta especial. Sin duda que esto es bueno y hay que
hacerlo, pero ninguna de estas colaboraciones dispensa del compromiso mensual del
cristiano con su Parroquia.

¿Cuál es la situación real de los católicos en nuestro país?

En nuestro país el porcentaje de católicos comprometidos con su iglesia es muy bajo. Esta
situación, de por sí, ya revela una gran falta de madurez. Sólo gracias a la generosidad de
otras Iglesias extranjeras se pueden mantener las obras de la Iglesia. Pero esta dependencia
es incompatible con la condición de una Iglesia adulta. Tenemos que comprometernos.

¿A qué nos llama hoy la Iglesia?

La Iglesia nos llama a asumir este compromiso con sentido misionero. Algunos, pocos, ya lo
hacen, y lo cumplen sagradamente todos los meses. Sigan cooperando sabiendo «que Dios
ama al que da con alegría» (2 Cor. 9,7).
A quienes todavía no se han inscrito, la Iglesia los invita a hacerlo cuanto antes. Si usted es
uno de ellos, vaya a su parroquia, pregunte e intégrese al grupo de cristianos
comprometidos. No lo deje para otro día.

Asuma el compromiso en familia


¡Qué hermoso es cuando el papá o la mamá conversan sobre esto con sus hijos, los educan en
este compromiso y mes a mes van cumpliendo generosamente con este deber! Ahí sí que
experimentan el gozo y la alegría de ser cristianos.

¿Por qué hay tantos católicos pasivos en nuestra Iglesia? ¿Por qué entre los católicos hay tan
poca conciencia de pertenecer a la Iglesia? Sin duda por la falta de compromiso en lo
económico. ¿Y por qué avanzan tanto las sectas? En parte porque son sumamente exigentes
en este punto. Es frecuente que un católico que nunca ha colaborado económicamente con
su Iglesia, se pasan a las sectas e inmediatamente se compromete a pagar el diezmo.
Piense, además, cuántos misioneros laicos y sacerdotes se comprometen de por vida con el
Señor. Pregúntese: ¿Hasta dónde llega mi compromiso con Cristo? ¿Soy de los que tan sólo me
gusta recibir en la Iglesia, o soy de los que están prontos a cooperar, siquiera con un granito
de arena para que la causa del Reino siga avanzando?

Si todos cumplimos, la obra del Reino irá creciendo de día en día y nuestra Iglesia irá
avanzando. Si no cumplimos, algo quedará por hacer.
Finalmente una pregunta: ¿Cómo quisiera ver usted a su Iglesia? ¿La quiere ver hermosa, sin
mancha ni arruga, y que avance cada día?
Inscríbase hoy mismo como contribuyente y sentirá que también usted es parte de la Iglesia.
Medite estas décimas:

Este es el primer deber


que tiene todo cristiano
ayudar desde temprano
al progreso de la Fe.
Nadie se margine pues
de este hermoso compromiso
comprométase de fijo
a sacar esta tarea
y verá como la Iglesia
va cumpliendo su destino.
Si usted tiene un buen hogar
y también trabajo estable
comprométase cuanto antes
y sin hacerse rogar.
El Señor lo ayudará
téngalo por entendido
con su esposa y con sus hijos
cumpla, pues, con su tarea
y verá como la Iglesia
va cumpliendo su destino.

Resumiendo:
Desde el momento en que un católico coopera con su Iglesia ya está trabajando por extender
el Reino. Y al contrario, quien pudiendo no colabora, está frenando la acción misionera de su
Iglesia.
El verdadero católico colabora con su Iglesia.
El que es católico a su manera sólo quiere recibir de su Iglesia, pero nunca está dispuesto a
cooperar.
Piénselo bien: Dios nos da la vida, la salud, el tiempo...
Y nos pide tan poco. Unas miguitas que, sumadas a las de otros cristianos, harán posible el
crecimiento del Reino.
Si usted colabora activamente podrá decir con orgullo: Yo soy socio de mi Iglesia. Yo
también soy misionero y ayudo con lo que puedo. Ahora bien, si usted no tiene recursos o no
tiene trabajo y es tan pobre que no puede cooperar, no se haga problema. Dios ve su buena
voluntad.

He aquí unos versitos que nos llaman a participar en la misión:


Cada uno tiene un don
una gracia y un talento
para que el Reino de Dios
vaya siempre en aumento.

Vamos todos a la Viña


a la Viña del Señor
y hagamos un mundo nuevo
un mundo nuevo y mejor.

En los Hechos se asegura


que los primeros cristianos
se ayudaban mutuamente
como auténticos hermanos.

Este es el gran mandato


que dejó Nuestro Señor:
anunciar la Buena Nueva
y hacer un mundo mejor.

Coopere sin demora


y con gozo muy profundo
a extender la Buena Nueva
a través de todo el mundo.

Nuestra Santa Madre Iglesia


tiene el sagrado deber
de anunciar al mundo entero
las riquezas de la fe.

Para hacer esta tarea


a través del mundo entero
nuestra Iglesia necesita
de su aporte y su dinero.

Cuestionario:
¿Cuál fue el mandato de Jesús el día de la Ascensión? ¿A quiénes va dirigido este mandato?
¿Tiene que ser misionera toda la Iglesia? ¿Cómo se comprometen los sacerdotes y religiosos
en esta tarea? ¿cómo se comprometen los laicos? ¿Qué grado de compromiso con la Iglesia
tengo yo? ¿Coopero a la extensión de Reino también con mi aporte en lo material?

http://es.catholic.net/sectasapologeticayconversos/574/1442/articulo.php?id=7781

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