Tema 1 El Habitat y La Organizacion Del Espacio PDF

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TEMA 1.

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EL HÁBITAT Y LA ORGANIZACIÓN DEL ESPACIO: de la
pluvisilva a las ciudades

ESQUEMA RESUMEN
1.- Planteamientos generales.
2.- Los primeros hábitats del Paleolítico.
3.- Las estructuras de habitación en el Paleolítico Medio.
4.- El acondicionamiento del espacio habitable en el Paleolítico Superior.
4.1.- Los últimos neandertales.
4.2.- El mundo Auriñaciense.
4.3.- El Gravetiense.
4.4.- El Solutrense.
4.5.- Magdaleniense.
5.- La estacionalidad de los asentamientos.

1. PLANTEAMIENTOS GENERALES.
Todos los animales tienen un cubil en el que refugiarse y el Hombre, con
mayores aptitudes y recursos, no podía ser menos superando el mero estadio
de la protección medioambiental y llegando hasta el famoso “Home sweet
Home”.
Actualmente hemos conseguido eliminar prácticamente del vocabulario
científico el término "Hombre de las cavernas" que se utilizó hasta hace algún
tiempo. Las primeras investigaciones de mediados del siglo XIX nos
presentaban a nuestros antepasados bajo esta designación y nos remitía a
unos hombres primitivos que vivían en cavernas, se comunicaban mediante
gruñidos y transportaban a los animales cazados hasta su hábitat donde los
devoraban y cubrían el suelo con sus restos. Esta representación primitiva de
los cazadores-recolectores del Paleolítico Superior se debía a la inconsistencia
y fragmentación de los conocimientos que en el siglo pasado se tenía de este
período. Fue hacia 1920 cuando los arqueólogos soviéticos empezaron a
realizar extensas excavaciones muy metódicas en las que la búsqueda de
estructuras y la organización social primaban incluso por encima de la
comprensión de la estratigrafía. Desde 1950 el perfeccionamiento generalizado
de la metodología arqueológica permitió la identificación de numerosas
estructuras en muchos yacimientos.
Desde entonces, el tiempo y la investigación, así como las hipótesis han
evolucionado, y han cambiando substancialmente aquel punto de vista. Los
investigadores han descubierto en las galerías profundas de algunas cuevas
magníficas pinturas y grabados, los cuales una vez superada la polémica sobre
su antigüedad, supuso que aquellos tuvieran que admitir que el hombre del
Paleolítico no era tan primitivo como se pensaba. A continuación, las
investigaciones demostraron que el Hombre del Paleolítico no era
verdaderamente "de las cavernas". Es evidente que cuando encontraban una
buena cueva, se instalaban en ella durante un tiempo sobre todo para pasar los
crudos inviernos glaciares, pero la mayor parte del tiempo vivían fuera de las
cuevas en campamentos al aire libre o en abrigos rocosos. Por otra parte en
determinadas zonas de Europa central y septentrional, estos cazadores no
debieron de ver nunca una cueva ya que éstas únicamente se encuentran en
zonas montañosas calcáreas escasamente representadas en el continente

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europeo. ¿Cómo lo hacían entonces para refugiarse? La respuesta se
encuentra en las numerosas investigaciones sistemáticas que se han
desarrollado en estos últimos 50 años y que nos permiten asegurar que los
hombres prehistóricos tenían un hábitat hecho a medida y sabían adaptarse y
afrontar una naturaleza a veces hostil, resolviendo el problema construyendo
ellos mismos sus propios refugios.

Figura 1.- En el desierto del Kalahari, los bosquimanos construyen


rudimentarias chozas para protegerse del sol y del viento. Posiblemente
las primeras esructuras se debieron de parecer a éstas.

La vivienda ha sido desde siempre una de las principales


preocupaciones de los seres humanos que, desde nuestros más remotos
orígenes, hemos mostrado una clara tendencia a vivir agrupados con el fin de
aumentar nuestra seguridad, satisfacer nuestras necesidades sociales, etc.

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Los paralelos etnográficos que en un principio se buscaron entre los
cazadores-recolectores actuales o subactuales, no proporcionaron las
respuestas deseadas para los restos fósiles que exhumaban los excavadores.
La paleoantropología actual sin embargo, con un enfoque distinto y con una
metodología de observación diferente, ha permitido una mejor comprensión de
aquellas estructuras. La etnoarqueología permite comprender mejor el papel de
los factores sociales y del medioambiente en el funcionamiento de un
campamento.
Dentro de los suelos de habitación, cuya noción es relativamente
reciente, nos encontramos con unas estructuras que evidencian su propio
carácter de habitación. Éstas han sido clasificadas por A. Leroi-Gourhan en dos
tipos: estructuras evidentes y estructuras latentes. El método de análisis de
estos suelos se basa en el estudio de las relaciones entre ambas estructuras.
Las estructuras evidentes son aquellas concentraciones de objetos
fabricados, utilizados o aportados por el hombre que se detectan
directamente en la excavación, tales como fondos de cabaña,
agujeros de postes, enlosados, hogares, muros, restos óseos,
material lítico, así como los diferentes elementos y
modificaciones del suelo habitado imputables a actividades
antrópicas como cubetas, hogares, agujeros de postes, muretes
de piedra, etc.
Dentro de estas estructuras evidentes distinguiremos en primer lugar
los fondos de cabaña propiamente dichos, que suelen aparecer delimitados por
unos agujeros de postes, círculos de piedras, pequeños muros o la propia
distribución de los vestigios líticos y óseos. En segundo lugar, hay que
mencionar los demás restos aislados, tales como hogares, enlosados,
pequeños muros, etc. que testimonian la existencia de habitación.
Por el contrario las estructuras latentes son todas las que se
documentan después de la excavación, en el laboratorio, y están
basadas en las relaciones internas entre los vestigios
arqueológicos, consecuencia directa del comportamiento y de la
actividad humanas. La percepción de las estructuras latentes
requiere una excavación sumamente meticulosa, en la que se
lleve a cabo una recuperación de todos los vestigios, incluso de
los denominados vestigios fugaces (fragmentos de carbón u ocre
rojo, esquirlas de sílex aislado, pequeños fragmentos óseos,
etc.), y su registro sobre un plano. Una metodología rigurosa es
la condición fundamental en las posteriores operaciones de
búsqueda de estructuras latentes y de las relaciones entre los
vestigios.
F. Bordes considera que un suelo de ocupación es una superficie
reconocible sobre la que ha vivido el hombre paleolítico durante
un lapso de tiempo lo suficientemente corto como para que se
pueda deducir, de la posición de sus vestigios, algo sobre sus
actividades. Es evidente que el objeto principal del estudio de
estos suelos de habitación son las actividades, de ahí que para
Rouse el asentamiento arqueológico sean "todos aquellos
componentes espacio/tiempo en el que una determinada
comunidad lleva a cabo sus actividades". Cuanto más tiempo
haya vivido el hombre en un lugar determinado, indudablemente,

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son mayores las posibilidades de que estas zonas de actividad
se hayan desplazado, y por tanto son menores las posibilidades
de reconstruir estas actividades a partir de la localización de los
vestigios que han dejado. Es, sin embargo, necesario que estos
vestigios sean bastante numerosos para poder ser realmente
significativos.
Este concepto de suelo de habitación queda claramente diferenciado
del de nivel arqueológico, definido por F. Bordes como "resultado del
amontonamiento de elementos naturales y restos de la actividad humana en un
espesor variable". De esta manera en un nivel arqueológico determinado hay
un número X de suelos y no todos son "horizontales". De ahí que el estudio de
la repartición horizontal sólo tiene sentido, cuando esta distribución es más o
menos constante de la base al techo del nivel arqueológico.
La delgadez de un nivel no es la prueba absoluta de que haya pasado
poco tiempo entre el depósito de la base y del techo del nivel. Todo depende
del ritmo de la sedimentación natural (arenas, limos, etc.) y humana (útiles,
restos, ceniza, huesos, etc.) en este lugar. Así, un grupo o una comunidad que
vive durante un período de sedimentación natural lento dejará un nivel delgado
y con gran densidad de vestigios. Mientras que la misma comunidad en un
período de sedimentación natural rápida dará la impresión de un hábitat
discontinuo (simples altos de caza) con el mismo número de útiles dispersos en
un mayor espesor de sedimentos. También en un período de sedimentación
natural débil o nula, diversas industrias sucesivas, o diferentes fases de una
misma industria se podrán depositar en el mismo suelo.
El horizonte cultural corresponde a la intensa acumulación de
aquellas actividades que han aglutinado una gran cantidad de
restos orgánicos y minerales.
Se han llevado a cabo diversas tentativas para clasificar los distintos
tipos de construcciones que abrigaron a los cazadores-recolectores
paleolíticos. Actualmente una de las más aceptadas es la propuesta por K.
Sklenar en 1976 que diferenciaba:
Los abrigos contra el viento
Las cabañas de superficie
Las construcciones semienterradas
Las cabañas subterráneas
Bajo la influencia anglosajona fundamentalmente de L. Binford hoy en
día también se distingue entre campamento base y alto de caza. El primero
incluye a menudo varias estructuras de tipo elaborado como pueden ser
diferentes hogares, mientras que el alto de caza generalmente no deja ninguna
estructura, o si lo hace es poco evidente o temporal.
Existen otros sitios de ocupación ligados a diversas actividades, como
son los talleres de sílex, los cazaderos y lugares de despiece de los animales.
Se han establecido una serie de tipos de hábitat, basados en la dispersión de
los restos sobre la superficie de un yacimiento. En este sentido los trabajos de
Isaac en los yacimientos del Paleolítico Inferior y Medio en África, así como
otros, permiten establecer una tipología de los mismos, atendiendo a la relación
existente entre la cantidad de restos líticos y óseos. Existen distintos tipos de
ocupación, dentro de los cuales destaca como el más sencillo el campamento
transitorio. En éste la proporción de restos líticos y óseos está equilibrada y es
pequeña, aunque es difícil comprobarlo, si tenemos en cuenta la existencia de

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diferentes tipos de sedimentación (rápida o lenta). Un caso extremo de este
campamento transitorio son los cazaderos y lugares de descuartizamiento; en
éste la cantidad de material óseo es muy alta, con restos a veces enteros, y
con poca cantidad de material lítico.
En los yacimientos de descuartizamiento o despiece de animales de
gran tamaño los artefactos son cortantes y desmenuzadores. En los
yacimientos del Paleolítico Superior predominan las puntas de proyectiles, así
como los cuchillos, mientras que los lugares de asentamiento contienen una
serie de huesos quebrados en pequeñas piezas, y a menudo quemados, como
ocurre en los yacimientos gravetienses del sur de Rusia. Las prácticas del
trabajo de pieles, separando los huesos de las pezuñas, y a menudo también
del rabo, se han podido observar en Lazaret, en Kostienki y en yacimientos
norteamericanos.
El uso de los grandes huesos en los asentamientos paleolíticos
centroeuropeos para acondicionar las viviendas, muestra que los cráneos de
los animales, generalmente, eran quebrados en varias piezas, y sus
fragmentos dispersados. Asimismo fracturaban los huesos largos y los de las
pezuñas para extraer la médula. Los animales de tamaño pequeño y mediano
eran normalmente transportados al lugar de hábitat pero sólo una pequeña
proporción del esqueleto de los grandes animales está presente en los
yacimientos.
Otro tipo de hábitat transitorio son los talleres. Aquí la cantidad de
material lítico es muy grande, predominando los restos de núcleos, lascas y
otros productos de la manufactura de útiles. Dentro de este tipo tenemos un
ejemplo bastante claro en el taller magdaleniense de La Marche (Vienne) en
Francia. Este taller aparece en una cueva a 5 m. de un pequeño muro artificial.
Está en una depresión de 30 cm. y el estado del material nos muestra que ha
estado al aire libre mucho tiempo. El taller tiene dos yunques hundidos en el
suelo cuya parte superior presenta trazos de pulido. El material lítico aparece
igualmente repartido por todo el hábitat, con una excepción, la zona cercana al
muro, en la que aparece una importante concentración de restos líticos.
Junto a los hábitats transitorios aparecen otros campamentos o
yacimientos de ocupación permanente propiamente dichos, como Lazaret,
Pincevent y Etiolles. El estudio de estos tipos de asentamientos nos demuestra
que las modificaciones experimentadas a lo largo del Paleolítico son mínimas.

2.- LOS PRIMEROS HÁBITATS DEL PALEOLÍTICO.


La localización geográfica influye indudablemente sobre el
emplazamiento de la construcción. Los sitios elegidos para vivir, solían ser
zonas que estuviesen dotadas de abundantes recursos naturales, ya que la
elección del sitio era hecha en última instancia de acuerdo a las necesidades
de alimento y de materias primas de las comunidades cazadoras-recolectoras.
Por el momento las evidencias más antiguas están localizadas en la zona
centro-este de África y se corresponden con las de nuestros antepasados el
Homo ergaster. Estas estructuras en muchos casos nos son desconocidas,
limitándose a círculos de piedras a modo de paravientos o restos de chozas,
aunque la mayoría de las veces debían de dormir al aire libre.
El primer hábitat estructurado propiamente dicho se localiza en el
yacimiento KBS encontrado por K, Behrensmeyer en 1969 cerca del Lago
Turkana en Kenia. En esta estación no existen elementos de protección y sus

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investigadores piensan que podría tratarse de un alto de caza en el que sin
embargo se encontraron un total de 139 útiles fundamentalmente choppers y
donde se fracturaron algunos restos óseos. Esta estructura evidente tiene una
antigüedad de 2,5 m.a.

Figura 2.- Paravientos en forma de semicírculo hallados en el Este de África en


el yacimiento de Orangia I. Estas estructuras sin duda sirvieron de
refugio a nuestros más antiguos antepasados.

En la Garganta de Olduvai se encontró una estación similar con una


gran acumulación de piedras no estructuradas que se conoce bajo las siglas
DK que se corresponden con las iniciales de su descubridor Douglas Korongo.
La datación de esta yacimiento es de 1,7 m.a.

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La evidencia más antigua de acondicionamiento del espacio de
habitación la encontramos en el yacimiento FLKNNI de Olduvai (Tanzania)
fechado en 1,8 m.a. en el que se descubrió una alineación de bloques que
formaba un semicírculo que ha sido interpretado como un paravientos.

Figura 3.- Planta de la estructura circular y de la superficie adyacente del


yacimiento DK en Olduvai (Tanzania).

La especial idiosincrasia de los yacimientos olduvayenses nos permite


hipotetizar sobre la existencia de una cierta estabilidad o permanencia en estos
campamentos base a partir de los cuales se organizarían otros sitios periféricos
como son los lugares de despiece o los cazaderos.
Los yacimientos etíopes de Gabra I a IV y Gambore, abarcan un arco
cronológico que va desde 1,7 m.a. hasta los 350.000 años. En ambos
yacimientos se han puesto al descubierto sendas estructuras circulares hechas
a base de bloques apilados a modo de paravientos. Algunos investigadores
piensan que además debían de tener una cubierta hecha con ramas, pero no
hay ninguna evidencia que justifique esta hipótesis. En los yacimientos de
Gabra I y III y Gambore II, encuadrados culturalmente en el Achelense,
aparecen ciertas innovaciones en el acondicionamiento del espacio por la

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presencia de cubetas excavadas y en algunos casos agujeros de postes, así
como una cierta diferenciación entre distintas áreas de actividad.
En Europa, el hábitat cambia hacia formas más complejas que denotan
una cierta reflexión y unos modos más metódicos de acondicionamiento del
lugar en el que se habita. La Grotte du Vallonet (Alpes Marítimos) con una
antigüedad de 900.000 años es el hábitat en cueva más antiguo de Europa.
Los restos arqueológicos muestran evidencias de actividades cinegéticas e
industriales, pero no hay restos de fuego.
En Solheihac (Francia) un grupo de Homo heidelbergensis de hace unos
800.000 años se estableció a orillas de un pequeño lago, construyendo una
estructura o muro de bloques de granito y basalto de 6 metros de longitud por
1,5 metros de ancho para protegerse de las inclemencias del tiempo. Se trata
del suelo de habitación más antiguo y mejor conservado que se conoce. La
industria lítica asociada incluye algunos denticulados, raederas y choppers,
mientras que los restos faunísticos, compuestos por Elephas meridionalis,
caballos, ciervos, bisontes e hipopótamos, muestran unas condiciones
climáticas bastante templadas.
En el sur de Italia, en el yacimiento de Isernia-La Pineta se localizó en
los años 70 un campamento al aire libre con una antigüedad de 736.000 ±
4.000 años B.P.. Las especies animales cazadas por estos grupos humanos
indican un paisaje de estepa templada poblada por bisontes, rinocerontes,
Elephas antiquus e hipopótamos . Entre los restos industriales encontramos
choppers y denticulados así como algunas lascas retocadas. Los primeros
están asociados a huesos de grandes mamíferos mientras que los útiles más
pequeños aparecen relacionados con huesos más pequeños y piezas
dentarias. Aparentemente no existe ninguna estructura de protección, pero los
restos antrópicos prueban la presencia humana en esta zona.
Las dos primeras glaciaciones del Günz y Mindel parecen haber
provocado un retroceso en la presencia humana en Europa, desplazando las
ocupaciones situadas entre 600.000 y 450.000 años, hacia el arco
mediterráneo. Actualmente no se ha encontrado ningún yacimiento de esta
cronología que haya proporcionado estructuras de habitación, a pesar de que
se trata de un período de tiempo suficientemente largo durante el cual el
hombre podría haber desarrollado estrategias adaptativas frente a unas
condiciones climáticas adversas.
En el período que ocupa el interglaciar Mindel-Riss se han identificado
una decena de yacimientos que han proporcionado estructuras evidentes
encuadrables en un momento “premusteriense” es decir entre 480.000 y
350.000 años.
La humanidad a lo largo de su evolución comprendió rápidamente que
era más cómodo instalarse en un abrigo o en una cueva que dormir en
espacios abiertos, donde los refugios eran precarios. Esta cuestión de la
comodidad elemental se convirtió en una necesidad en el momento en que
dominaron el fuego que les protegía de la intemperie. La supervivencia de todo
el grupo se comprometía en el momento en que la lluvia apagaba el fuego. De
esta forma el hombre del Paleolítico que no quería correr este tipo de riesgos
inventó la cueva artificial. Sin duda la verdadera cueva era mucho más
confortable, pero el pequeño espacio construido por el hombre también tenía
sus ventajas: era un espacio cerrado que le protegía del viento y la lluvia,

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donde podía vivir, comer, calentarse, trabajar y donde se encontraba protegido
del mundo exterior.
En la Costa Azul francesa se localiza el yacimiento de Terra Amata
(Niza) donde se encontraron los restos de una cabaña, construida por
cazadores-recolectores achelenses, excepcionalmente bien conservada. Esta
choza levantada sobre una playa de arena y cantos rodados tenía una forma
oval de 10 metros de longitud por 4 de anchura. La estructura esta hecha a
base de largas ramas reforzadas con bloques de piedra. La importancia de este
yacimiento radica además en la existencia de varios hogares acondicionados
ya sea en cubetas o rodeados de piedras, prueba evidente de que el hombre
ya sabía encender fuegos. Esta estación ha sido fechada en 380.000 años y ha
sido definida como un campamento de verano. La cabaña de Terra Amata
denota ya un esquema bastante complejo, en el que se advierten áreas de
actividades definidas, distribución espacial y sentido de lo utilitario. Aunque la
tecnología con la que se construyó es básica, implica una cierta planificación y
organización del trabajo.

Figura 4.- Reconstrucción del aspecto que pudo haber tenido la choza de Terra
Amata. Dibujo P. Dvorski

Estas innovaciones constatadas en el yacimiento al aire libre de Terra


Amata también se aprecian en otras estaciones francesas, pero esta vez
localizadas en cuevas como en el caso de Lunel-Viel (Herault), que albergaba
varios fondos de cabaña en cubeta rodeados por bloques y en un caso incluso
por un muro de piedra. Durante las tareas de excavación se pusieron al
descubierto algunos agujeros de poste que delimitaban superficies de
ocupación lisas, algunas veces rudimentariamente pavimentadas y hogares
rodeados por piedras. La industria lítica Achelense no presenta apenas bifaces,
pero es muy rica en útiles sobre cantos y lascas. En esta estación es donde se

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constata por primera vez la existencia de una cierta organización social dada la
presencia de varias cabañas asociadas.

Figura 5.- Encima de la zona de excavación de la estación de Terra Amata en


Niza, se ha construido un museo en el que se pueden ver todos los
restos hallados. Las distintas luces señalan diferentes áreas. (Foto S.
Ripoll).

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También en el sur de Francia, en La Caune de l’Arago (Pirineos-
Orientales), que contiene una amplia secuencia del Paleolítico Inferior, se han
encontrado abundantes estructuras, fundamentalmente hogares rodeados de
piedras, así como gran número de restos humanos entre los que destaca el
conocido fragmento de cráneo perteneciente a un Homo heidelbergensis.

Figura 6.- En la Caune de l’Aragó, cerca de Perpignan, el matrimonio De


Lumley ha encontrado abundantes estructuras de habitación y restos de
Homo heidelbergensis. (Foto S. Ripoll).

La Grotte du Lazaret en Niza es mundialmente famosa por el


descubrimiento realizado en 1969 por H. de Lumley de una larga choza
achelense adosada a una de las paredes de la cavidad y fechada en 130.000
años. Sobre una superficie de 11 x 3,5 m., el suelo de habitación estaba
cubierto de restos arqueológicos y delimitado por una hilera de bloques en el
lado más largo y un pequeño murete de piedra en la zona de la entrada de la
cavidad que servían de base a una tienda hecha posiblemente con pieles. En el
interior se distinguieron pequeños hogares y yacijas de algas para acondicionar
sus lechos que se han podido identificar gracias a pequeños moluscos que
existen únicamente en algas marinas. En esta área de unos 35 m2, pudieron
haber invernado una decena de individuos llegados a este lugar a finales de
noviembre, según las cornamentas de los caprinos y que a partir de los restos
de marmotas, animales habituales de la primavera cuando salen del letargo
invernal, se fueron de allí antes del verano.
H. de Lumley piensa que esta estructura pudo haberse desmontado y
trasladarla a otro lugar, pero parece bastante dificultoso dado el peso que pudo
haber alcanzado. Los restos humanos hallados en los alrededores de esta
tienda corresponden a un parietal de niño de la especie Homo heidelbergensis.
El conjunto industrial hay que incluirlo entre las serie achelenses clásicas y un
Achelense con indicios de talla Levallois.

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Figura 7.- Reconstrucción de la estructura de habitación encontrada en el
interior de la cueva de Lazaret (Niza, Francia). Se encuadra en el
período Achelense con una antigüedad de 130.000 años. Los hogares
se situaban cerca de las paredes y los camastros a base de algas, pieles
y hierbas se situaban a su alrededor.

En Alemania el conjunto de yacimientos de Bilizingsleben ha


proporcionado tres estructuras semicirculares hechas con muretes de piedra de
unos 3 a 4 m. de diámetro. Estas tres estructuras en forma de arco rodeaban
una zona más o menos enlosada lo que permite inferir una cierta distribución
espacial.
Desde el punto de vista antropológico, cultural y parcialmente
cronológico el yacimiento húngaro de Vértesszöllös en el norte de Budapest se
inscribe en la misma tradición. En este sitio se encontraron varios hogares
rodeados por piedras y alimentados por primera vez con combustible óseo.
Durante muchos años este yacimiento fue considerado el que presentaba los
rastros de fuego controlado más antiguo de Europa.
Podemos imaginarnos que a lo largo de este prolongado interglaciar el
Homo heidelbergensis reconquistó la parte septentrional del continente a partir
de la zona mediterránea. A pesar de la escasez de restos en esta área, parece
que el mayor dominio de los elementos constructivos permitió dicho avance.
Hoy en día se constata que las industrias clásicas del Achelense no están
asociadas a estructuras, hecho que podría hacernos pensar en la ausencia de
movimientos estacionales de estas gentes.

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Figura 8.- El yacimiento soriano de Ambrona, ha sido considerado durante
muchos años como un cazadero de elefantes, pero actualmente se
están barajando otras hipótesis. En la imagen se aprecia una gran pelvis
de Elephas antiquus. (Foto S. Ripoll).

3.- LAS ESTRUCTURAS DE HABITACIÓN EN EL PALEOLÍTICO MEDIO.


En estos últimos decenios se ha producido una auténtica revolución en
cuanto a los límites y definición del Paleolítico Medio. Mientras F. Bordes lo
circunscribía al Würm antiguo, las excavaciones sistemáticas llevadas a cabo
en yacimientos como el Abri Vaufrey, el Abri Biache-Saint-Vaast o la Grotte
Scalyn, han ampliado se límite inferior hasta el inicio de la glaciación rissiense.
La confirmación por parte de los geomorfólogos y geólogos nos lleva a una
cronología que la sitúa aproximadamente hacia el 380.000, siendo además un
momento en el que desaparecen numerosas especies animales y por lo tanto
se produce un importante cambio medioambiental. Por otra parte las
adquisiciones tecnológicas y socioculturales permitirán a los hombres de esta
época afrontar mucho mejor los rigores glaciares.
Durante el interestadio Riss-Würm el hombre reconquistó la franja
meridional del Inlandsis y prueba de ello son los numerosos yacimientos como
los de Swanscombre, Barnefield Pit y Middle Gravels en el Reino Unido, los de
Markleeberg y Hundisburg en Alemania o el de Racibòrz-Studzienna en
Polonia. El estudio de los hábitats humanos muestra, salvo en la Península
Ibérica, la presencia de estructuras protectoras y la multiplicación de hogares.
En la zona sur de Francia, media docena de yacimientos han
proporcionado una serie de acondicionamientos algunas veces muy
sofisticados.
En la Grotte de Baume-Bonne (Alpes-de-Haute-Provence), H. de Lumley
halló en unos depósitos rissienses varios suelos de habitación enlosados, uno

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de los cuales tenía una forma oval bien delimitada de 5 x 2,50 m.. En este caso
no se cree que se trate de una cabaña ya que no se ha demostrado la
existencia de agujeros de poste.

Figura 9.- En las estepas rusas se usaban los huesos de grandes proboscideos
como elementos constructivos. (Dibujo P. Dvorski).

El la zona sur de Francia existen otras estaciones con estructuras como


la Grotte Rigabe (Varois) o la sima de Orgnac (Ardeche). F. Bordes halló en la
Grotte de Pech de l’Aze II (Perigord) un conjunto de estructuras de combustión
u hogares con distinta morfología cada uno de ellos, pero la erosión fluvial no

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permitió la conservación de otros restos que pudieran haber delimitado una
choza o tienda. En los yacimientos que relacionamos a continuación, situados
más al norte, las series industriales poseen un marcado carácter musteriense a
pesar de hallarse en contextos geológicos del Riss y se trata
fundamentalmente de sitios al aire libre. En Biache-Saint-Vaast, cerca del
Estrecho de Calais, A Tuffreau puso en evidencia un conjunto enlosado para
evitar la humedad y diversas áreas de actividad como talleres de sílex o zonas
de despiece. En Alemania existen diversos yacimientos entre los que destaca
el de Rheindahlen (Baja Sajonia) donde G. Bosinski halló los restos de una
cabaña oval de 3,70 x 2,90 m. asociada a una industria laminar muy
evolucionada, pero sin duda premusteriense. Además de estos lugares con
pruebas fehacientes de campamentos, por todo el norte de Europa se han
identificado abundantes lugares de despiece y cazaderos especializados.

Figura 10.- El oso de las cavernas era un animal habitual durante todo el
Pleistoceno. Cuando los hombre penetraban en las cuevas corrian el
riesgo de encontrarse con alguno que estaba invernando.

A pesar de encontrarnos en plena glaciación, los hogares de esta época


no son de grandes dimensiones como cabría suponer, lo que ha llevado a
algunos investigadores a pensar que el fuego no era un elemento

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indispensable contra el fío. En todos estos campamentos se aprecia
claramente una organización interna del espacio lo que nos permite pensar que
existía un reparto de actividades y por lo tanto una organización social más
evolucionada.
Mientras, en el África austral entre 200.000 y 80.000 años, hace su
aparición un tipo humano anatómicamente moderno. En el río Klasies (Klasies
River Mouth) y en Border Cave (Sudáfrica) una serie de restos antrópicos están
indiscutiblemente asociados a industrias del Middle Stone Age, es decir el
Paleolítico Medio africano. Hay numerosos yacimientos de este período con
estructuras de habitación, pero destacan fundamentalmente dos: Orangia y
Kalabo Falls. En el primero, localizado en Sudáfrica, se encontraron en 1968
una serie de 7 paravientos elípticos en piedra seca que protegían otros tantos
habitáculos. En la segunda estación ubicada en Zimbawe se descubrió un gran
círculo de piedra que bien podría tratarse de un paravientos o de un zócalo
para una cubierta de ramas. Las dataciones por aminoácidos ha proporcionado
una antigüedad de 200.000 años para los dos sitios.
A lo largo del Würm antiguo asistimos a una clara expansión de las
industrias musterienses realizadas por los neandertales. Se trata de un período
climático muy largo que se prolonga desde hace 100.000 años y alcanza su
punto álgido hace unos 40.000 años. En contraposición a los hábitats más
antiguos que hemos descrito anteriormente los del Würm antiguo parecen
organizarse en el marco de regiones muy delimitadas. En este conjunto se
aprecia el surgimiento de una serie de estaciones “satélites” alrededor del
hábitat principal, donde se realizaban actividades tan diversas como la caza,
talla de sílex, pesca, etc. En los hábitats musterienses los campamentos base
están frecuentemente localizados en cuevas con la presencia habitual de
estructuras de protección contra el frío y la humedad. Estos
acondicionamientos constructivos muestran las mismas tendencias que en el
Paleolítico Inferior:
Alineamiento de piedras y muretes en Pech de l’Azé Ib capa 4,
Hauteroche y Baume des Peyards.
Cabañas en el suelo en forma de cubeta en Combe Capelle y
Hauteroche.
Agujeros de postes en Combe Grenal.
Enlosados en el interior de las cabañas Abri de la Ferrassie y Bas-
Guillotte.
Apoyo de techumbres en las paredes de los abrigos en Île de Brèhat y
Becov en Bohemia.
Una innovación importante es la utilización de restos óseos como
material constructivo en las cuevas, tal como sucede en el caso de Roc-en-Pail
(Maine et Loire), donde los muretes de protección se hicieron por
amontonamiento de huesos de grandes mamíferos y a su vez servían como
suministro de combustible.
Durante todo el Musteriense también se localizan hábitats al aire libre,
incluso en zonas donde hay abundantes cuevas. Sería muy extenso referirnos
a cada uno de estos sitios individualmente, baste con esbozar las líneas
generales. Se trata de pequeñas estaciones próximas a cursos de agua o
lagos, de tamaño variable, pero con una constante presencia de restos líticos y
óseos.

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En Europa Oriental, sin embargo se aprecia un cambio sustancial en las
construcciones musterienses. Durante los años 60 A.P. Chernich excavó el
extenso yacimiento de Molodova (Valle del Dniester, Ucrania) encuadrado en
un Musteriense de tipo Levallois con cinco niveles distintos. Mientras que la
mayoría de ellos parecen responder al tipo “alto de caza”, en el nivel 4 se halló
un “verdadero poblado musteriense”. Sobre una extensión de 1.200 m2 se
recogieron más de 32.000 fragmentos de sílex. Las dataciones radiocarbónicas
sitúan este horizonte en 44.000 años. La cabaña principal, un óvalo de 8 x 5 m.
estaba construida con gran número de huesos de mamut: 12 cráneos, 15
defensas, 34 omóplatos, 51 epífisis y 5 mandíbulas. En el interior se recogieron
29.000 fragmentos de sílex y se identificaron 15 pequeños hogares.
Los investigadores rusos piensan que todos estos restos servían para
sostener una estructura más ligera, posiblemente de pieles. Actualmente se
conocen varios sitios con este tipo de construcciones entre los que destaca por
su similitud con Molodova el complejo de Ripiceni-Izvor en Rumanía. En esta
estación se excavó una estructura de 6,70 x 4,50 m. realizada también con
huesos de mamut pero con numerosas lajas de piedra intercaladas entre los
restos faunísticos.
Todas estas construcciones nos permiten afirmar que durante el Würm
antiguo los materiales constructivos estaban íntimamente ligados al medio en
que se erigían. En Europa occidental se aprecia una mayor utilización de la
madera mientras que en la zona oriental del continente el empleo de huesos de
mamut era el material habitualmente usado. A lo largo de todo este período
vemos la aparición de las primeras aglomeraciones “urbanas” sin duda
relacionadas con la evolución de las estructuras sociales, lo que permitía unas
técnicas de caza a gran escala, perfectamente organizadas. Este hecho se
constata en Erd (Hungría) donde se cazaron unos 500 osos de las cavernas,
en Krapina (Eslovaquia) se dio caza a 300 rinocerontes lanudos y en
Starociele (Croacia) a unos 300 asnos de la especie Equus hydruntinus. Estas
grandes cacerías implican una población muy amplia y una capacidad de
almacenamiento de los productos.
Todas estas reconstrucciones de los hábitats neandertales del Würm
antiguo evocan los que describiremos a continuación para el Paleolítico
Superior. De esta forma podemos comprobar que las capacidades inventivas
de los neandertales eran similares a los del Hombre anatómicamente moderno
con el que cohabitó durante varios miles de años. Es por tanto un error hablar
de que hubo, como piensan algunos investigadores, una ruptura en cuanto al
hábitat entre el Paleolítico Medio y el Paleolítico Superior.

4.- EL ACONDICIONAMIENTO DEL ESPACIO HABITABLE, DURANTE EL


FINAL DEL PALEOLÍTICO.
La supuesta ruptura preconizada hace unos años por algunos
investigadores entre el Paleolítico Medio y el Paleolítico Superior supone en
realidad una progresiva desaparición de los neandertales mientras que el
Homo sapiens sapiens coloniza progresivamente todo el Viejo Continente a
partir de África. Este cambio en la especie humana no parece haber
convulsionado las nociones previas sobre la ocupación del espacio ya que en
definitiva se trata de una respuesta adaptativa no sólo a los cambios
medioambientales sino también a los socioculturales.

17
Dentro del Paleolítico Superior, tenemos que diferenciar tres grandes
etapas: el período inicial donde coexisten los últimos neandertales con el
primer Hombre anatómicamente moderno que a su vez está condicionado por
una inestabilidad climática que favorece las innovaciones constructivas. Una
segunda etapa coincidente con el segundo pleniglaciar del Würm, entre 30.000
y 15.000 años que marca el apogeo de la estabilidad arquitectónica y por último
los 5 milenios restantes hasta el inicio del Holoceno caracterizado por las
estructuras magdalenienses en un medioambiente de bosque-tundra.

4.1.- Los últimos neandertales.


Uno de los principales yacimientos perteneciente a estos seres humanos
es la Grotte du Renne más conocida por el municipio en la que se encuentra.
Arcy-sur-Cure (Yonne). A. Leroi-Gourhan y F. Hours encontraron en esta
cavidad, en los años 60, la cabaña más espectacular de esta época. Se trata
de una estructura más o menos circular como nos lo demuestran los agujeros
de postes. Estos agujeros estaban rellenos por tierra menos compacta que el
resto, lo que demostraba que había contenido un cuerpo duro que
posteriormente había desaparecido con lo que la tierra de alrededor se había
deslizado hacia el interior. Hay once agujeros en total de una profundidad
variable, que varía entre unos 25 cm y 6 cm., con unos contornos muy claros y
bordes regulares. Formando una especie de corona había un círculo de cantos
y plaquetas que rodeaba el espacio central. Este hemicírculo, en la zona sur de
la cavidad estaba interrumpido, hecho que ha sido interpretado como
correspondiente al acceso. En el interior de la habitación se han encontrado
también restos de dos hogares.

Figura 11.- Planta con la distribución de los diferentes restos hallados en la


Grotte du Renne en Arcy-sur-Cure. Las zonas sombreadas son los
hogares, los pequeños puntos negros corresponden a restos líticos, los
círculos negros son agujeros de postes y los puntos negros más grandes
son cantos.

18
Hacia el oeste el techo rocoso forma una especie de repliegue, que se
prolonga hacia el este, a causa de un enorme bloque caído delimitando el área
de habitación, cuyo único lugar de paso de 2 a 3 m., fue obturado por sus
ocupantes con dos grandes losas verticales. Esto forma un muro pequeño
artificial junto al que se sitúan ocho de los once agujeros. Se ha encontrado
una defensa de mamut totalmente clavada en el enlosado que recubre parte
del fondo de la cabaña. Esto hace pensar que los agujeros debieron de estar
ocupados por estas defensas que formarían el armazón de las cabañas. La
industria lítica característica del Chatelperroniense se encontró en la zona
exterior del hábitat. Esta construcción representa el último ejemplo por el
momento, por parte de los neandertales de la utilización de restos óseos en la
elaboración de sus hábitats.
En Arcy-sur-Cure, también aparecen una serie de agujeros de poste
formados por unas pequeños oquedades rellenas de tierra negra con materia
orgánica, debida probablemente a la descomposición de los postes de madera.
Estos postes formaban una línea más o menos paralela al muro que limita la
estructura. Han aparecido también marcas de un instrumento para excavar,
estaca o palo cerca del agujero nº 5. Las formas de estas marcas, que han
aparecido también en algunos hábitats de la estepa rusa, nos hacen pensar
que la punta del palo o estaca se dirigía hacia arriba durante su uso, como si
hubiera sido utilizado para vaciar el agujero nº 4. Hay que recalcar el hecho de
que aquí la distribución de los útiles no aparece alrededor de los hogares, que
en este caso son muy peculiares, sino en los bordes de estos agujeros. Al
sudeste de estos agujeros de postes, se encontraron en 1969 dos tumbas y
encima de una de ellas apareció un pequeño hogar. Estas tumbas presentaban
al lado un pozo relleno de huesos quemados, ocre etc., lo que nos hace pensar
en un posible silo ritual,

Figura 12 En el yacimiento de Miloviçe (Polonia) se encontró hace unos años


una cabaña de tipo Méziritchi-Mézine (Foto S. Ripoll)

19
En Europa central la cultura Szeletiense ha proporcionado numerosos
talleres de sílex pero pocas estructuras arquitectónicas. Todo a lo contrario que
sucede en la cultura de Sungir-Kostienki-I.5, equiparable industrial y
cronológicamente del Chatelperroniense. Las dataciones más antiguas se
remontan al 36.000, pero hay otras fases más recientes que perduran hasta el
25.000. El yacimiento más importante es el de Kostienki, cerca del río Don en
Ucrania. A.N. Rogatchev halló en el nivel 5 un suelo de habitación de 53 m2
con una estructura oval de 6 x 4,50 m. delimitada por un amontonamiento de
huesos, fundamentalmente mamut, ocre rojo, gran cantidad de sílex y muchos
carbones y cenizas. Posteriormente hablaremos de las famosas estructuras de
este yacimiento que tiene una cronología posterior.

Figura 13.- Detalle de algunos de los restos óseos utilizados en la construcción


de la cabaña de Miloviçe. (Foto S. Ripoll).

20
4.2.- El mundo auriñaciense.
El tipo humano asociado a este horizonte cultural es el Homo sapiens
sapiens, que es el autor indiscutible de las series industriales auriñacienses. Si
hacemos una distribución espacial de dataciones por los distintos yacimientos
europeos, se puede apreciar que las más antiguas corresponden a la zona
oriental y que progresivamente se va colonizando o distribuyendo hacia el
oeste.
En Bulgaria el yacimiento de Bacho Kiro representa una de las
estaciones auriñacienses más antiguas que se inician hacia el 43.000 B.P. con
una industria Auriñaciense atípica que se ha denominado Bachokiriense y
continúa hasta el 24.000 B.P. con la secuencia clásica. Es a partir del
establecimiento del horizonte auriñaciense cuando se puede contemplar un
incremento paulatino en la complejidad de los campamentos. Así vemos en el
nivel inferior un típico alto de caza. A continuación hay dos niveles con simples
hogares agrupados en conjuntos de 5 ó 6 estructuras y por último en el nivel
Auriñaciense clásico se aprecia la existencia de un hábitat permanente con
diferentes tipos de estructuras y cabañas más o menos agrupadas.
En Eslovaquia, F. Prosek encontró en el yacimiento de Barca 2 un
conjunto de 15 cubetas ovales que fueron interpretadas como fondos de
cabaña. La mayor parte de ellos tenían una línea de agujeros de postes en el
área central lo que permite suponer que las cabañas tendrían una cubierta a
dos aguas. Parece que nos encontramos ante un campamento estacional
dedicado a la caza intensiva. En Alemania, en la zona del alto Danubio
destacan las cuevas de Vogelherd, Geissenklösterle y el campamento al aire
libre de Lommersum. En la primera de las cavidades, que en realidad es un
largo corredor, excavada en los años 30, se llevó a cabo a finales de los años
80 un gran proyecto de investigación dirigido por J. Hahn, que ha permitido
reconstruir distintas áreas de actividad que durante los primeros trabajos
habían pasado desapercibidas. De esta forma se ha podido constatar la
existencia en una de las bocas de un taller de marfil y en la zona media se
hallaron 5 grandes hogares rodeados de piedras. Todo el conjunto ha sido
fechado entre el 34.000 y el 31.000 B.P. es decir en un Auriñaciense clásico.
Hay que destacar el conjunto de figuras animales descubiertas en el nivel 4.

Relativamente cerca se encuentra la pequeña cueva de


Geissenklösterle excavada por J. Hahn a finales de los años 80 con varias
estructuras de combustión y otro conjunto de figuras zoomorfas también
hechas en marfil. La cronología es similar a la anterior. La estación al aire libre
de Lommersum, situada un poco más hacia el norte en la zona de Renania
constituye uno de los escasos yacimientos de esta época que se han podido
documentar, ya que la mayoría de ellos han sido destruidos por procesos
periglaciares posteriores. La industria, bastante escasa, es claramente
Auriñaciense y cronológicamente se sitúa hacia el 32.000 B.P..

21
Figura 14.- Reconstrucción y planta de algunas de las estructuras de habitación
encontradas en el yacimiento de Barca II (Eslovaquia). Se encuadra en
el horizonte cultural auriñaciense (Basado en L. Bánesez).

Figura 15.- Reconstrucción de P. Dvorski del aspecto que pudieron haber


tenido las cabañas de Barca II.

22
En Francia destaca el nivel III del Abri Pataud (Dordoña) excavado por
Movius en los años 60 con varias estructuras bastante bien conservadas.
En Santander fue excavado por González Echegaray y Freeman el
primer fondo de cabaña español del Paleolítico Superior (Auriñaciense). Este
fondo de cabaña es el de cueva Morín (Santander) y se encuentra asociado a
un complejo mortuorio con dos enterramientos y tres individuos de los cuales
sólo se ha conservado el molde externo, al haber desaparecido todos los restos
óseos por la acidez del sedimento. La cabaña de Morín aparece enclavada en
una fosa, se le puede, por tanto, considerar una habitación semisubterránea.

Figura 16.- En el yacimiento cántabro de Cueva Morín J. González Echegaray y


L.G. Freeman encontraron un complejo funerario y de habitación
encuadrado en el horizonte cultural Auriñaciense.

23
Un tipo de cabañas, semejante al de Morín aparece en Corbiac
(Dordoña). Aquí vuelve a aparecer este tipo de agujeros de poste dibujando el
emplazamiento de dos cabañas, las cuales presentan en su interior unos
hogares excavados en el suelo y un silo. La cabaña nº 1 de Corbiac es la más
completa. Mide unos 3 x 1,40 m. tiene 14 agujeros de poste conservados.
Cerca del agujero A se conservaba un silo de 25 cm. de diámetro y 10 cm. de
profundidad, que contenía una serie de lascas y hojas. Encima del silo aparecía
una piedra gruesa y plana con otras más pequeñas apiladas en su extremo
oeste. Una segunda laja, igualmente enderezada como la anterior, se
encontraba un poco más lejos. La orientación general es oeste-sudoeste y la
abertura estaba orientada hacia el sur. Es posible que las piedras enderezadas,
que hemos mencionado anteriormente prolongasen esta estructura
sosteniendo un paraviento, sin embargo la repartición espacial de los útiles no
parece apoyar esta hipótesis. La cabaña nº 2, al sudoeste de la primera, es
más pequeña, tiene 2 x 1 m. y se encuentra peor conservada. Ésta se
encuentra delimitada por 7 agujeros, uno de los cuales el V, parece formar
parte de otra estructura destruida. Esta tienda estaba orientada hacia el sur. Se
ignora si estas habitaciones son contemporáneas, de todas maneras lo que sí
parece indudable es que la ocupación duró poco tiempo.
A lo largo del Auriñaciense, como hemos visto, los Hombres
anatómicamente modernos no hicieron grandes innovaciones y se limitaron a
seguir las tradiciones técnicas ya establecidas por sus predecesores los
neandertales.

4.3.- El Gravetiense.
El desarrollo del horizonte cultural gravetiense se produce entre el
final del primer interpleniglaciar y el segundo y último pleniglaciar del Würm. La
principal característica de este complejo industrial es la existencia de
abundante útiles de dorso sobre hojas largas y con retoque abrupto y con una
gran extensión geográfica que abarca desde el Atlántico hasta los Urales. Esta
tradición cultural pudo haber tenido un origen policéntrico ya que aparecen
útiles muy similares en un mismo momento en lugares muy alejados. El
Gravetiense es un período de grandes innovaciones tanto en las estructuras de
habitación como en la diferenciación de sus distintos usos, sin duda debido al
empeoramiento climático. Desde el punto de vista de los recursos, Europa
muestra en este período una clara subdivisión entre la zona oriental, donde la
caza se centra fundamentalmente en el mamut y la zona occidental donde
predomina del reno como presa principal. Más hacia el sur, en la Península
Ibérica los animales más cazados son el ciervo y el caballo
Esta división zonal se aprecia también en las edificaciones. Así en las
estepas rusas, se han encontrado unas estructuras complejas que demuestran
la adaptación de estas gentes al medio. Se trata generalmente de un zócalo
circular de huesos de gran tamaño de mamut (cráneos, fémures, omoplatos,
huesos ilíacos, etc.) que se aproximaban entre sí a medida que alcanzaban
altura hasta cerrarse casi en forma de cúpula. Los espacios que quedaban
abiertos en esta estructura se rellenaban con arcilla y para la parte superior de
la cúpula se empleaban largas ramas cubiertas por espesas pieles de cara a
aligerar la parte superior. Cuando no encontraban madera, utilizaban las astas
de los grandes Megaceros que en cierta forma cumplían su función. Por otro
lado en la zona occidental el material utilizado es principalmente la piedra y la

24
madera, mucho más abundantes que en la zona esteparia de Ucrania y Rusia
ya que existen muchos más afloramientos cársticos.
Entre las estructuras de habitación gravetienses de Francia destaca la
de La Vigne Brun (Loira) yacimiento en el que se encontraron 5 estructuras
subcirculares con cubetas que alcanzaban los 50 cm. de profundidad y
rodeadas por piedras y amontonamientos de sedimento. En el interior de estos
habitáculos se hallaron varios hogares simples.
En Plasenn-Al-Lomm (Bretaña) se excavaron dos concentraciones de
bloques de granito que formaban unas siluetas semicirculares y proporcionaron
una fecha cercana al 23.000 B.P. La baja densidad de material lítico tallado y la
especialización del utillaje ha permitido interpretar esta yacimiento como un
campamento estacional.
Mas hacia el este, la utilización de la piedra se hace más rara, tal como
ocurre en Dolni Vestoniçe, donde B. Klima halló una cabaña alejada del núcleo
principal de la zona de ocupación en una zona de fuerte pendiente. Esta
construcción constaba de una cubeta de unos 80 cm. de profundidad formando
un círculo de unos 6 m. de diámetro y rodeada por una mezcla de piedras,
sedimento y huesos. En esta cabaña se encontró un hogar parcialmente
recubierto por una superestructura de arcilla cocida y en el interior de la misma
se descubrieron unas 2.200 estatuillas o fragmentos de ellas, tanto de animales
como antropomorfas. Esta choza fue interpretada como la perteneciente a un
chaman, aunque actualmente dicha afirmación se considera en desuso. Sin
embargo es muy importante destacar que se trata de la primera vez que se
documentaba una cocción intencional de la arcilla, casi 20.000 años antes del
descubrimiento de la cerámica cocida. Si se trata de un hecho intencional o
casual, quedará por desgracia en una simple suposición, pero el ingente
material hallado deja muchas preguntas en el aire.

Figura 17.-La choza de Dolni Vestoniçe ha sido interpretada como la vivienda


del chaman de la tribu por encontrarse alejada del núcleo principal.
Reconstrucción de Z Burian.

25
El Gravetiense en Europa oriental únicamente ha proporcionado una
cabaña semienterrada en el yacimiento de Gagarino, en la llanura rusa cuya
antigüedad se sitúa en 21.800±300 B.P. Como ya hemos visto anteriormente
en toda la zona oriental existen unos precedentes en la utilización de grandes
huesos como material constructivo, aunque su máxima expresión se alcanza
en este momento con tres tipos de construcciones que son los del tipo
Kostienki-Anosovka, las de Mézirtchi-Mézine, y por último las de Kostienki-
Avdeevo.

Figura 18.- En la choza de Dolni Vestoniçe se han encontrado más de 2.000


figuras de animales y humanas hechas en arcilla cocida.

Este último tipo está compuesto por cabañas de reducidas dimensiones,


generalmente oval, con unos 2 a 4 m. de diámetro y con una cubeta excavada
que alcanza los 120 cm. de profundidad. En el interior de alguna de estas
cabañas se han hallado algunos restos óseos que pudieron haber servido
como soportes del techo de la misma. Este tipo de construcciones nunca
aparece aislado, sino en agrupamientos de entre 4 y 11 como en el nivel I de
Kostienki o en Avdeevo, donde estaban dispuestas en semicírculo alrededor de
varios grandes hogares. Estas pequeñas cabañas formaban verdaderos
pueblos y su antigüedad se escalona entre el 24.000 y el 18.000 B.P.
Las construcciones de tipo Kostienki-Anosovka son las edificaciones
más elaboradas del Paleolítico y se caracterizan por encontrarse a ras de
suelo y por sus dimensiones que en algunos casos alcanzan los 10 metros de
diámetro. Las de menor tamaño, es decir aquellas que únicamente alcanzan
los 5 metros se las engloba bajo el tipo Méziritchi-Mézine. Ambas tienen una
corona de restos óseos de grandes mamuts que sirven de base para el soporte
de un techo cónico hecho a base de pieles. Los grandes edificios de tipo

26
Kostienki-Anosovka, que también se han hallado en Ioudinovo y en Kostienki II,
debían de tener una estructura de ramas o troncos de árbol, ya que es difícil
imaginar un techo de estas dimensiones únicamente soportado por huesos. Por
el contrario las del tipo Méziritchi-Mézine, que también se han encontrado en
Dobranitchevka en Ucrania y en Krakow-Spadzista en Polonia, tienen cubierta
hechas sólo con restos óseos como los colmillos de mamuts, incluso aquellos
que todavía estaban insertos en los cráneos. En el primer tipo de estaciones, el
círculo exterior estaba hecho a base de cráneos y mandíbulas, en el segundo
fueron cráneos y huesos largos mientras que en el tercer tipo se usaron
mandíbulas y omóplatos. Conviene destacar que para hacer una de estas
construcciones se necesitan entre 10 y 95 esqueletos de mamut.

Figura 19.- Excavaciones en el yacimiento de Kostienki (Ucrania)

27
En todos los casos los hogares se encontraban en el exterior de las
estructuras. Las construcciones del tipo Méziritchi-Mézine están datadas entre
17.000 y 15.000 B.P. mientras que las del tipo Krakow-Spadzista son todas
ellas anteriores al 21.000 B.P.

Figura 20.- Reconstrucción de la cabaña encontrada en Mézine por N. Praslov


y conservada en el Museo de Kiev. La estructura a base de mandíbulas
y colmillos de mamut estaba cubierta mediante pieles que se sujetaban
con otros elementos óseos y tierra. Se representan las partes frontal y
trasera de esta choza.

Algunos investigadores se han planteado el problema de la duración de


la ocupación de este tipo de construcciones, pero la solución no es sencilla ya
que surgen numerosos interrogantes. ¿Los grandes huesos de mamut

28
proceden de cacerías o de una recogida selectiva de esqueletos? La mayor
parte se inclina por la segunda opción ya que en Predmosti los restos suponen
unos 1.000 individuos, mientras que en Dolni Vestoniçe se necesitaron más de
100. Para intentar solucionar este problema se han realizado dataciones
radiocarbónicas a distintos huesos y han mostrado que todos estos animales
murieron a lo largo de 2.000 años, con lo cual se confirma la recogida selectiva,
sin descartar que pudiera haber algún individuo cazado.
La robustez de estas construcciones sugiere que fueron usadas durante
el largo invierno ruso, pero la existencia de otros restos de animales más
propios de la época estival hace pensar que se trataba de campamentos
permanentes con ocupación durante casi todo el año.

Figura 21.- Reconstrucción de la cabaña encontrada en Dolni Vestoniçe (Rep.


Checa) con una cronología de hace 25.000 años. La estructura de
madera estaba cubierta por pieles que se sujetaban con colmillos de
mamut y otros elementos óseos.

La gran estabilidad que se aprecia a lo largo de todo el Gravetiense, no


sólo en la cultura material, sino también en sus manifestaciones artísticas
alcanza su máximo apogeo durante el último pleniglaciar, es decir entre 21.000
y 17.000 B.P. El intenso frío estimuló la ingeniosidad del hombre para
adaptarse a unas condiciones climáticas extremas que tendrá su réplica –
aunque algo atenuada- durante la siguiente fase.

4.4.- El Solutrense.
El fenómeno Solutrense, por llamar de alguna forma al cúlmen de las
series industriales, tiene una delimitación geográfica muy concreta en la zona
francesa y en la Península Ibérica. Su origen todavía hoy es desconocido,
aunque parece haberse gestado a partir de elementos previos existentes. Por
desgracia las excavaciones antiguas en búsqueda de los objetos creados por
los solutrenses, destruyeron gran parte de las estaciones clásicas, que sin
duda podrían haber proporcionado numerosos datos sobre las estructuras de
habitación construidas por estas gentes. La documentación más antigua de una
estructura de habitación solutrense procede de las excavaciones de D. Peyrony
en 1932 en el Abri du Fourneau du Diable (Dordoña) donde se localizaron dos
muros perpendiculares al abrigo, que delimitaban claramente un espacio. La
existencia de varios agujeros de postes, de 40 cm. de profundidad y 20 cm. de

29
diámetro en los dos laterales y 10 cm. en la zona central, hicieron pensar a los
excavadores que pudo haber existido una tienda. Esta cabaña tenía una forma
de rectángulo irregular de 12 m. de largo y 7 m. de ancho, asemejándose a la
de Timonovka en Rusia. La estructura aparece limitada al norte por unos
cantos y al este aparece delimitada por unos bloques, mientras que en el
ángulo sudeste aparece una entrada preparada de 4,20 m. de ancho.
En La Cueva de Ambrosio (Vélez-Blanco) durante nuestras
excavaciones de los niveles solutrenses, hemos hallado una sucesión de
hogares rodeados de piedras en una zona muy concreta del yacimiento, entre
grandes bloques, lo que nos hace pensar en la posibilidad de que hubiera
algún tipo de protección temporal a modo de paravientos. De cualquier forma
se trata de una estación que todavía está siendo investigada y no descartamos
hallar algún tipo de estructura.

4.5.- Magdaleniense
Durante la fase final del Paleolítico se desarrolla un sistema de
explotación intensivo del territorio, que permite un aprovechamiento más
completo y eficaz de todos los recursos disponibles y el traslado a otra zona
cuando éstos se agotan. Esta tendencia se origina en cierta manera por la
aparición de nuevas especies faunísticas tras el máximo glaciar y la mejoría
climática que se aprecia en el llamado interestadio Bölling. Paralelamente se
observa una clara adaptación industrial a este cambio de recursos con una
disminución paulatina del tamaño de los útiles y la invención de otros más
complejos.
Si en Europa occidental las grandes modificaciones faunísticas se
desencadenan a partir del Alleröd con la llegada de especies de tipo
interglaciar, en la zona oriental este proceso se inicia con anterioridad. Estos
cambios provocan el retorno a las estrategias oportunistas y por consiguiente la
transformación del tecnocomplejo magdaleniense hacia el mundo aziliense. De
cualquier forma estas ideas tienen que matizarse en el contexto del
Magdaleniense ya que actualmente no se contempla como un unicum sino
como un conjunto de culturas sincrónicas de enorme variabilidad.
Al principio de este período todavía perviven algunas de las ideas
previas como en el caso de Plateau Parrain, cerca de Mussidan, donde se
encontró una cabaña rectangular similar a la de Fourneau du Diable y que fue
excavada por Bordes y Gaussen, si bien de menor tamaño ya que posee unas
dimensiones de 5 x 4 m.. Esta cabaña aparece delimitada por una serie de
guijarros aportados desde el río vecino, mientras la zona central está
desprovista de éstos y se cubre en algunas zonas con un enlosado. La
abertura, plenamente visible, se sitúa en el sur y existen además unos muros
en el este y en el oeste delimitando el área de habitación. Es posible que esta
tienda magdaleniense haya sido parcialmente rodeada por un arroyo, ya que a
lo largo del muro oeste había una débil depresión destinada a impedir que la
corriente de agua penetrase bajo la tienda. En su interior aparecieron útiles
diseminados, pero la mayoría se encontraron en el exterior.
En la llamada provincia franco-cantábrica se han hallado escasas
estructuras magdalenienses, en parte debido a la antigüedad de las
excavaciones. Sin embargo en todas aquellas que se han realizado más
recientemente se ha constatado que dichas construcciones eran habituales en
este horizonte cultural. P. Bahn (1983) introdujo por primera vez en esta zona

30
el concepto de superestación para definir un conjunto de hábitats permanentes
en grandes cavidades o abrigos rocosos como los casos de Mas d’Azil,
Lespugue, Istruritz, etc. Alrededor de éstos se localizaban una serie de
campamentos estacionales. Existen otros yacimientos similares como Niaux,
Le Portel, el conjunto de Trois Frères-Tuc d’Audoubert, etc., con un rico
contenido artístico tanto parietal como mobiliar, y que sin entrar en el concepto
de superestación sin duda constituyeron unos importantes catalizadores de las
poblaciones magdalenienses.

Figura 22.- Vista de la zona en la que se abre la cueva de El Juyo (Igollo,


Cantabria) (Foto S. Ripoll).

El ejemplo más antiguo de hábitat de esta época en la Península Ibérica


se corresponde con el nivel Magdaleniense Inferior de la pequeña cueva de
Abauntz (Navarra), donde P. Utrilla excavó un espacio organizado alrededor de
un hogar. En distintas zonas se identificaron áreas para los deshechos, el
raspado de pieles y otra dedicada a la talla de sílex y hueso.
Otro ejemplo de estructura de esta fase inicial del Magdaleniense la
encontramos en la cueva de El Juyo (Cantabria) donde un equipo hispano-
norteamericano encontró en el interior de esta pequeña cavidad dos reducidas
cabañas con cubetas excavadas y rodeadas por lajas en posición vertical. En
una zona adyacente se identificó otra estructura compuesta por una gran losa
de piedra que contenía en uno de sus extremos un bloque calizo con algunas
incisiones intencionales, interpretado como una máscara mitad humana y mitad
carnívoro. Esta segunda área ha sido, a su vez, interpretada como un
santuario.

31
Figura 23.- Detalle de la supuesta máscara hallada en la zona del santuario de
la cueva de El Juyo y expuesta en el Museo de Altamira. (Foto S. Ripoll).

En la Cueva de Tito Bustillo (Asturias) se ha documentado otro resto


de cabaña magdaleniense. Aquí, como en anteriores excavaciones de suelos
de habitación, han aparecido una serie de agujeros de postes delimitando lo
que debía de ser una cabaña. El interior de ésta aparece cubierto por un
enlosado de guijarros sobre los que se encuentran pequeños hogares
rodeados de piedras.

32
Figura 24.- El Juyo (Cantabria), planta del conjunto en la que se aprecian las
distintas estructuras descubiertas durante las excavaciones hispano-
norteamericanas de J. González Echegaray y L.G. Freeman.

33
El Magdaleniense Superior de la zona clásica no parece haber
modificado excesivamente los modos de vida ni la organización espacial de los
grupos humanos que les precedieron. Los yacimientos principales siguen
localizandose en cuevas, con una predilección por las zonas menos profundas
de las mismas. La última gran expansión de las culturas magdalenienses hacia
las llanuras centro europeas y rusas se llevó a cabo durante la mejoría
climática del Bölling. Esta diáspora se realizó fundamentalmente por dos vías:
la septentrional a través de la cuenca parisina hacia Bélgica y la meridional por
el alto Rin y el alto Danubio.
La mejor concepción del modelo teórico del hábitat paleolítico se debe
a las ejemplares excavaciones llevadas a cabo por A. Leroi-Gourhan en uno de
los yacimientos claves como es el de Pincevent y otros de la cuenca parisina.
La proximidad entre ellos y su buena conservación, resulta de sumo interés
para conocer las habitaciones de esta época, más aún si se tiene en cuenta la
posibilidad de estudiar las relaciones existentes entre ellos, así como el
diferente aprovechamiento de un mismo ámbito ecológico como es la llanura
del Sena.
La primera de estas habitaciones a mencionar es la de Tarterets II,
estudiada por Brezillon. En Tarterets II ha aparecido una superficie con grandes
concentraciones de productos de talla de los útiles. La ausencia total de
vestigios orgánicos (carbón, restos óseos) se puede atribuir a una intensa
alteración físico-química. Los materiales líticos, sílex o fragmentos de roca,
atacados por la acción del fuego han sido los únicos testimonios de ocupación.
Existían grandes concentraciones de útiles, así como de productos de
manufactura, estos últimos ocupaban una superficie de 1 m2 y alcanzaban en
el centro un espesor de 15 cm. Asimismo aparecían grupos de pequeños
bloques de piedra, que cubrían una zona circular de 50 cm. de diámetro. En
este caso, aunque no se han encontrado restos de ninguna cubeta excavada ni
ninguna parcela de carbón, la disposición y el aspecto de estas piedras permite
pensar en un antiguo hogar.
En el sector noroeste del hábitat la presencia de algunos bloques, en
círculos, hace deducir la presencia de unos agujeros de postes o círculos de
piedra para sujetarlos. En el plano general de distribución de los vestigios sobre
el suelo de ocupación se observa en el interior del círculo formado por los
núcleos y piedras un área de 1 m. de ancho casi vacío de restos. Asimismo
esta distribución permite afirmar que la repartición de los objetos no es
aleatoria y existen unos claras relaciones entre los mismos. Todo esto nos
hace pensar en la existencia de dos estructuras subcirculares de unos 6 m. de
diámetro. La primera de éstas, en el norte, parece que tenía un hogar, cuyas
piedras quemadas se han dispersado parcialmente. Siete círculos de piedra en
esta zona son posibles agujeros de postes. La segunda estructura, tendría una
salida abierta sobre el conjunto de restos de talla y se interpreta como un
posible taller.
A pocos kilómetros de Tarterets II, unos 30 kms., se encuentra
Pincevent donde, desde 1963, se están excavando una serie de fondos de
cabaña magdalenienses. Entre 1963 y 1965 se llevó a cabo la excavación de la
habitación nº 1 de Pincevent, primer hábitat paleolítico al aire libre
documentado en Francia con una metodología rigurosa. Aquí aparecieron tres
fondos de cabaña, cuyo interior presentaban el fondo recubierto de ocre, así
como un hogar a la entrada y junto a éste una gran piedra utilizada

34
posiblemente como asiento. Estas cabañas se encuentran en dirección NE-
SW. La ausencia de agujeros de poste así como la corona que formaban los
restos muestran que podría tratarse de una pared flexible y móvil más que con
una fija, hecho que nos hacen pensar que se trate de una tienda de pieles o
cortezas de árboles.
El estudio detallado de la dispersión de los vestigios óseos y líticos que
aparecieron aquí le permitió a A. Leroi-Gourhan describir las relaciones
espaciales de unos objetos con otros y definir una serie de áreas que quedan
definidas en un modelo teórico, puesto que la mayoría de las estructuras
aparecidas son estructuras latentes. Éste modelo muestra que con variaciones
en la orientación y en el volumen de desechos, las diferentes habitaciones
descubiertas en Pincevent presentan el mismo plano y las mismas
dimensiones. En 1966, nuevas excavaciones permitieron conocer tres nuevas
unidades de habitación, con unas áreas de actividad que quedan definidas por
A. Leroi-Gourhan en este modelo teórico al que aludimos anteriormente.

Figura 25.- Reconstrucción de una habitación con tres hogares del yacimiento
de Pincevent (Seine-et-Marne). Véase detalle de los hogares en el tema
de las estructuras de comustión. (Según A. Leroi-Gourhan).

35
Este modelo teórico confirma que la habitación nº 1 corresponde a la
suma de tres tiendas unitarias, mientras que los tres hogares principales
descubiertos en la segunda fase de excavaciones, representan cada uno el
centro o el polo de atracción, de tres unidades de habitación aisladas.
Según este modelo la superficie o suelo de habitación de cada unidad
podría dividirse de la siguiente manera:
A.- Hogar; estructura evidente.
B.- Espacio de actividad doméstica, de unos 4 m. sobre el que se
encuentra en asociación el ocre y la mayoría de los útiles de sílex o
de cornamenta de reno. Este se puede subdividir en B1 o espacio de
actividad interna, que corresponde al reborde del hogar, donde
predominan el ocre y los útiles, y en B2 o espacio de actividad
externa, donde los mismos vestigios, aunque menos numerosos, se
mezclan en una capa o en un amontonamiento de restos óseos y
líticos.
C.- Espacio reservado, de unos 6 m2, con forma más o menos circular,
que ofrece una densidad de restos netamente inferior a la de B.
Parece corresponder a la zona donde se realizaría el descanso y
donde se encontrarían los lechos.
D.- Espacio de evacuación cercano, a 1 ó 2 m. del centro del hogar,
que está ocupado por los restos de talla y ocupación doméstica.
E.- Espacio de evacuación dispersa, a 3 ó 4 m. del centro hogar.
F.- Espacio de evacuación enrarecido, a 5 ó 6 m. del centro del hogar.
G.- Espacio de descubrimientos aislados.
Este modelo se repite en cada una de las unidades de habitación de la
segunda sección, lo que muestra que a pocos metros el espacio funcional de
una unidad de habitación era el mismo. De estas tres unidades, dos de ellas se
ha podido comprobar que son contemporáneas, mientras que la tercera se
habría instalado poco tiempo después. Los límites de este modelo, aplicado en
Pincevent, no son absolutamente precisos, pero se constata que, proyectado
en el suelo, encuadra los vestigios de manera bastante exacta, dejando los
desechos en el exterior y dando a los restos "nobles”, como el ocre y los útiles,
una significación topográfica no equívoca.
Este mismo tipo de análisis de las áreas de actividad por la dispersión
topográfica de los vestigios ha sido empleado por Y. Tavorin en Etiolles
(Essonne).
Etiolles fue ocupado en una época muy fría y se sitúa
cronológicamente en el Magdaleniense Antiguo. Se encuentra a la orilla
derecha del Sena y fue excavado a partir de 1972. Aquí se descubrieron cuatro
suelos de ocupación superpuestos, todos ellos magdalenienses, en los que la
repartición de los vestigios, así como los bloques de piedras mostraban la
existencia de antiguas cabañas circulares.
Las áreas de actividad se perciben claramente en la estructura A 17,
que ocupa una superficie de 80 m2. Esta presenta un hogar asociado y en el
exterior una concentración importante de restos líticos, así como tres losas que
podrían formar el borde de una tienda. Otra estructura, también circular, y con
un diámetro de 5 a 6 m., presentaba un hogar semicircular y un círculo de losas
que se interrumpe hacia el sudeste, lo que podría ser debido a la existencia de
una salida de la tienda. Una tercera estructura, presenta un gran hogar central

36
cubriendo una superficie de 4 m2. Esta estructura de habitación aparece
bordeada por losas. Estos fondos de cabaña de Etiolles aparecían recubiertos
por una serie de losas que pavimentan el suelo. Este tipo de análisis de la
dispersión topográfica de los restos arqueológicos, nos muestra una serie de
actividades realizadas por el hombre en dicho yacimiento y nos permite una
relativa aproximación al modo de vida de estos grupos humanos.

Figura 26 Reconstrucción de las distintas áreas de actividad desarrolladas en


una de las tiendas halladas en Etiolles por Y. Taborin (Según N. Pigeot)

En la vía meridional que antes mencionábamos, las culturas del


Magdaleniense Superior crearon una red de hábitats al aire libre y en pequeñas
cuevas. Gönnersdorf en la zona media-alta del Rin, es uno de los yacimientos
que más datos a proporcionado en Alemania para conocer las estructuras de
habitación. En esta estación que se extiende sobre una superficie de 700 m2,
se han podido individualizar tres concentraciones principales y varias
secundarias. En todas ellas se han encontrado extensas zonas pavimentadas
con losas de esquisto y cuarzo que a su vez estaban recubiertas por una
ingente cantidad de restos líticos y óseos. La principal estructura de habitación,
reconstruida por G. Bosinski, procede de la primera concentración con un
enlosado circular de 7m. de diámetro. La superestructura ha sido reinterpretada
a partir de los datos arqueológicos, como una tienda circular con postes de

37
madera y recubierta por pieles. La existencia en la zona central, junto al poste,
de un pequeño hogar rodeado de piedras y una gran cantidad de útiles y restos
de sílex evidencia una habitación más o menos continuada de esta cabaña. En
el interior de la misma se produjo a su vez un excepcional hallazgo de varias
decenas de plaquetas de esquisto y caliza decoradas con esquematizaciones
femeninas y mamuts. La gran riqueza de esta unidad de habitación plantea el
problema de la duración de la ocupación. Al tratarse de una choza
desmontable, Bosinski piensa que se trataría de un hábitat estacional, al que se
regresada a menudo, posiblemente todos los años, hecho que explicaría la
ingente acumulación de evidencias arqueológicas. Las otras concentraciones
son menos explícitas en cuanto a su funcionalidad pero muestran la existencia
de varios hogares y abundantes restos de sílex.

Figura 27.- Reconstrucción de la cabaña denominada habitación nº 1 del


yacimiento alemán de Gönnersdorf según G. Bosinski.

En toda esta zona se han documentado otras estaciones que presentan


estructuras de habitación, pero la antigüedad de los trabajos de excavación, no
permite interpretar los datos exhaustivamente. Se trata de las cavidades de
Petersfels, Gnirshöhle, Kniegrotte, etc. y las estaciones al aire libre de Hostim
(Bohemia), Nebra, Groitzsch y Ölknitz (Turingia).
Con el Magdaleniense se aprecia una predilección por la piedra como

38
elemento constructivo ya sea en cuevas o al aire libre. Este empleo de
materiales pétreos podría introducir por primera vez el concepto más avanzado
de arquitectura y por otra parte la existencia de los grandes superyacimientos
constata la gran complejidad social de los grupos humanos que continuará
desarrollándose en fases posteriores de la Prehistoria reciente.
En todo el hemisferio norte se aprecia a partir del 17.000 B.P. las
consecuencias de la retirada del Inlandsis, abriéndose las grandes llanuras del
centro-este europeo a la colonización humana. El período entre el 13.000 y el
10.000 B.P. con varias pulsaciones cálidas, supone la transición al Holoceno
que también provocó una nueva adaptación al medio por parte de los grupos
humanos.

4.- LA ESTACIONALIDAD DE LOS ASENTAMIENTOS.


Uno de los problemas perennes con los que se enfrenta la
arqueología Paleolítica es determinar cuando un asentamiento fue ocupado
permanentemente, es decir todo el año, o estacionalmente, o sea durante
ciertas partes del año. Intentando resolver este problema la zoología intenta dar
alguna ayuda a los arqueólogos a través del estudio e interpretación de los
restos óseos de animales de los asentamientos. Este problema puede ser
estudiado en dos direcciones: bien a partir de los peces y la avifauna por una
parte, o bien a partir de los mamíferos por otra parte. Con respecto a los peces
y a la avifauna, el primer problema que se plantea es conocer la migración
estacional de ciertas especies. La dirección de estas migraciones suele ser
hacia el sur, antes del frío del invierno, y luego vuelven hacia el norte con la
llegada de la primavera (las aves), o completan ciertas fases de un proceso
concreto de propagación (ej. los salmones).
Según los datos paleontológicos estas migraciones no han cambiado
su carácter, al menos desde hace 12.000-15.000 años. Esto es particularmente
cierto en el caso de las aves, cuyas migraciones estacionales han sido
exhaustivamente estudiadas durante mucho tiempo y están ahora bien
establecidas. En la mayoría de los casos, los ornitólogos conocen exactamente
donde pasan las diferentes estaciones del año cada una de las especies
migratorias. De esta manera, si sus restos se encuentran en un yacimiento
arqueológico dado éstos proveen una prueba de que el asentamiento se ha
llevado a cabo en cierta estación. Las migraciones de los peces, no son tan
conocidas como las de las aves. La existencia de peces y aves migradores
puede dar una información de gran valor con respecto a la estación en la que
los asentamientos fueron utilizados. El gran inconveniente es que sus huesos
están, en general, muy pobremente representados en los yacimientos
prehistóricos de la Europa templada. Hay sin embargo varias excepciones en
las que los huesos de los peces representan una gran proporción de los restos
faunísticos.
La situación con respecto a los mamíferos es mucho más optimista,
ya que sus huesos representan la mayor parte de los restos faunísticos de los
asentamientos. Las conclusiones pueden deducirse fácilmente a partir de la
presencia o ausencia de ciertos grupos de edad (que pueden determinarse por
los dientes, las suturas del cráneo y por las epífisis de los huesos) durante la
ocupación del asentamiento en las distintas estaciones del año. Los mamíferos
salvajes tienen sus crías en una estación estrictamente determinada, la mejor
para que las crías puedan sobrevivir y madurar. En general, la estación en la

39
que suelen tener sus crías es la primavera. Cada especie tiene un período
estrictamente determinado (que puede tener ligeras diferencias geográficas),
no sólo por las condiciones climáticas, sino también alimenticias que son las
mejores para una especie dada. Con respecto a esto no se han producido
cambios regionales drásticos desde el Pleistoceno, lo que hace suponer que la
época de nacimiento de los mamíferos ha permanecido igualmente inalterable.
El siguiente cuadro muestra los periodos de nacimiento de las crías para la
mayoría de las especies de mamíferos salvajes (según los restos óseos de los
asentamientos),.
Especies Períodos de nacimiento de las crías
Lobo (Canis lupus) Marzo - Abril.
Zorro (Vulpes vulpes) Abril - Mayo.
Gato salvaje (Felis silvestris) Abril - Mayo.
Tarpán (Equus ferus) Abril - Mayo.
Jabalí (Sus scrofa) Abril - Mayo.
Ciervo (Cervus elaphus) Mayo - Junio
Corzo (Capreolus capreolus) Mayo - Junio.
Muflón (Ovis musimon "Pall") Marzo - Abril.
Cabra (Capra pyrenaica) Abril - Mayo.
Conociendo los períodos de nacimiento de las crías y habiendo
determinado, a partir de la dentición, las suturas y las epífisis de los huesos, la
edad del animal cuando se le mató, se puede determinar también la estación
del año en la que fue cazado dicho animal. El hecho de que el animal fuese
abatido en un lugar en cierto periodo del año es buena prueba de que el
asentamiento fue ocupado durante esta estación.
Para este propósito los restos de los pequeños mamíferos son los
mejores indicadores. En estas especies la erupción y cambio de varios dientes
ocurre en un pequeño intervalo y las diferentes fases del proceso tienen lugar
en un espacio de tiempo menor que en las especies mayores. En estas
especies la dentición entera se desarrolla entre dos y dos años y medio,
mientras que en las grandes especies necesitan cuatro y cuatro años y medio.
Los restos de los animales jóvenes (de menos de un año) son los más
apropiados, ya que en los años posteriores el espacio de tiempo entre los
cambios de los dientes se hace mayor.
Basándose en los períodos de nacimiento de las crías y en las fases de
dentición es relativamente fácil determinar, a partir de los restos faunísticos, en
que estaciones del año fue ocupado un asentamiento. Por el contrario resulta
difícil probar que un asentamiento no fue ocupado en cualquier otra estación.
Sería demasiado simple decir que la ausencia de restos faunísticos de
un grupo de cierta edad prueba que el hombre no vivió en el yacimiento
durante la estación correspondiente del año. Sin embargo, si la excavación de
un asentamiento muestra sólo unos cuantos restos, la prueba no puede ser, de
ninguna manera, considerada como concluyente. Sólo si se está en posesión
de un gran numero de huesos puede, la ausencia completa de huesos de y
grupos de una cierta edad ser una prueba significativa a este respecto. Es
imposible, basándose en las frecuencias relativas de los grupos de edad,
determinar si toda una población vivió en un asentamiento a lo largo del año,
de forma permanente o no. Se necesita sólo pensar en la transhumancia, que
es una forma especial de migración pastoral, en la que una gran parte de los
animales pasan todo el año en el asentamiento.

40
Desgraciadamente en la mayoría de los casos no se puede
determinar cuándo los restos faunísticos encontrados en un yacimiento son de
animales que han sido cazados y cuándo proceden de animales que han
muerto naturalmente. El hombre generalmente mataba animales jóvenes más
que viejos, pero no demasiado jóvenes, sólo desde que podían proveerles de
carne. Muchos animales jóvenes, especialmente los machos, eran matados en
otoño a causa del forraje de invierno que solía durar poco tiempo. A veces el
índice de mortalidad de los animales nacidos en primavera podía incrementar
considerablemente la media de animales matados. En el pasado algunos
investigadores afirmaron que la presencia de cornamentas de ciervos era una
prueba de que la ocupación de un yacimiento había ocurrido durante el
invierno.
Estas migraciones de los animales van a determinar los movimientos
de la población paleolítica. Estos eran estacionales, y estaban en función de las
migraciones estacionales de los renos, ciervos, caballos salvajes, pequeños
mamíferos, etc.. Unos meses más tarde estas comunidades podían establecer
en la costa o en lugares que tengan apariencia de permanencia, o
semipermanencia, abandonando, temporalmente, sus hábitos nómadas.

Figura 28.- Los indios americanos de las praderas se trasladaban


continuamente siguiendo a los rebaños de bisontes. Es de suponer que
las gentes del paleolítico también se trasladaban de hábitat cuando se
agotaban los recursos.

Estos movimientos de población forman un ciclo anual regular y


ordenado, llevado a cabo de manera sistemática y con un ritmo paralelo a los
mismos cambios estacionales. Así en Terra Amata los estudios de polen han
demostrado que estos cazadores venían a fines de la primavera o comienzos

41
del verano, y no ocupaban el hábitat más de tres días seguidos. Después de
esta corta parada, emigraban a otro lugar, con lo que el suelo de ocupación era
cubierto por la arena, la lluvia, y nuevamente en primavera, volvía a ser
habitado, probablemente por los mismos hombres que acamparon 11 veces
seguidas. Este se podría considerar como un asentamiento efímero, y no
estacional. Por el contrario en Lazaret los restos encontrados nos muestran
que éste fue ocupado hacia noviembre, y al terminar la primavera se
abandonaría, con lo que la ocupación quedaba reducida a una sola estación, el
invierno. Asimismo se han encontrado restos óseos de renos en las cuevas y
abrigos de la Dordoña, Poitou, Charente, cuyos análisis muestran que fueron
ocupadas especialmente durante el periodo de noviembre a febrero. La
conclusión es que los magdalenienses no buscaban abrigo en sus cuevas más
que durante el invierno para ganar enseguida los pastos de verano del reno.
En Pincevent, habitación nº 1, la ocupación se hizo durante las últimas
semanas de primavera y con diversas ocupaciones durante el invierno. En la
sección 36 de este mismo yacimiento, Leroi-Gourhan reconoce tres máximos
de ocupación a partir de las mandíbulas de reno: una en mayo, otro en agosto,
y otro en noviembre. Coinciden, pues, con las estaciones de primavera, verano
y otoño, en que se producían las migraciones de estos grupos magdalenienses
a Pincevent; luego se marchaban y volvían en la estación siguiente.
En algunos yacimientos se ha podido llegar a una estimación
aproximada de esta población durante el Paleolítico, tal es el caso de la
habitación nº 1 de Pincevent, en la que se considera de 6 a 10 el número de
habitantes. Esta cifra podría ser aumentada, si se considera que las zonas
libres de vestigios arqueológicos, donde se supone que debieron situarse los
lechos, podría haberse alargado durante la noche, con lo que tendríamos que
los habitantes de cada cabaña podrían ascender a un numero aproximado de
15 individuos, lo que equivaldría a una familia nuclear En Etiolles la habitación
A 17, presenta las mismas características que las de Pincevent, lo que nos
hace suponer que estaría asimismo ocupada por una familia nuclear.

De todo lo expuesto anteriormente podemos concluir que las


estructuras de habitación no presentan una evolución lineal, el hombre no
abandonó las cuevas para construir hábitats al aire libre y sus construcciones
no siguieron la misma evolución que las innovaciones tecnológicas.
Las construcciones de los grupos humanos paleolíticos estuvieron
condicionadas por factores como el medio, los modos de vida y sobre todo por
la economía de subsistencia. Por lo tanto y volviendo a la idea inicial, tenemos
que abandonar totalmente la creencia de un hombre prehistórico troglodita.
Incluso nuestros más antiguos antepasados construyeron estructuras para
protegerse de las inclemencias del tiempo y su complejidad sin duda depende
de la duración de la ocupación, de las actividades especializadas y sobre todo
de la complejidad de la organización social.

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