La Generosidad
La Generosidad
La Generosidad
Los dos amigos se pusieron a buscar por todo el bosque y finalmente debajo de la
hojarasca encontraron un caparazón precioso, con una espiral dibujada, pero le iba
tan grande, que decidieron buscar otra.
Al cabo de un buen rato encontraron un pequeño caparazón, pero era tan menudo
que la babosa no cabía de ninguna de las maneras. Se puso tristísima y el pobre
Pedrito no sabía qué hacer para que parase de llorar.
Finalmente se le ocurrió una brillante idea:
- Pues claro que sí. Eres mi amiga. Se hizo de noche y los dos compañeros se
pusieron a dormir, el caracol se acurrucó al fondo del caparazón y la babosa cupo
perfectamente.
- ¡Buenas noches! dijeron los dos a la vez.
FIN
Manual de convivencia
El Manual de Convivencia Escolar comprende un conjunto de normas que se han establecido en la Institución
con el fin de dar ciertas pautas de comportamiento que deben cumplir todas las personas comprometidas en
el proceso Educativo: Administrativos, Docentes, Padres de Familia, Alumnos y Exalumnos, para así lograr
una verdadera integración que permita la realización de una labor educativa, compartida, que cumpla las
metas que se ha propuesto el Colegio, no solo en su aspecto académico sino también en lo Administrativo y
Disciplinario.
Para que reconozcamos que tenemos derechos y deberes que ayudan a nuestra formación y a una
mejor convivencia.
Para que sean reconocidos nuestros logros y los de los compañeros, a través de estímulos,
como respeto a nosotros mismos y a los demás, tolerancia, responsabilidad, honradez,
amor al propio cuerpo y resolución de conflictos propiciando así buenas relaciones entre
estudiantes, padres de familia y profesores.
Para que practiquemos hábitos de cuidado personal, cuidado del entorno, puntualidad y
participación.
Para fomentar y vivenciar la paz, la democracia y la convivencia.
Cuento
El rico y el pobre
En algún lugar del norte de Europa vivía el conde Walsegg, dueño de una enorme
fortuna: entre sus bienes se contaban casas, tierras y animales. Sus negocios lo
obligaban a viajar
con frecuencia y solía llevar consigo una bolsita con una importante cantidad de
monedas de oro. Una vez se le perdió en el camino, pero como llevaba mucha
prisa no se detuvo a buscarla.
A la orilla de ese camino vivía Roderick, un hombre muy pobre, dentro de una
modesta choza en la que apenas tenía lo necesario. Una mañana que salió a
buscar algunas hierbas para comer, se encontró la bolsita llena de relucientes
monedas. En el pueblo cercano preguntó si no sabían quién era su dueño, pues
quería devolvérsela. No logró saberlo.
Esperó varios meses a que apareciera el propietario. Como nadie llegó a
pedírsela, después de un año pensó que podía usar las monedas sin sentirse
culpable por hacerlo. Con ellas compró una granja y le regaló su chocita a un
pobre hombre que no tenía dónde dormir. Mediante su esfuerzo la finca fue
prosperando poco a poco. Llegó a ser una de las más hermosas y productivas de
la región: contaba con lechones, pollitos y vacas que producían abundante leche.
Pasaron muchos años. Una tarde el conde Walsseg andaba por el mismo camino.
Como se hacía de noche se acercó a la finca y preguntó si podía quedarse allí.
Roderick lo invitó a pasar, le asignó una habitación y le propuso que cenaran
juntos.
Animados por el calor de la fogata y una jarrita de vino comenzaron a charlar. El
visitante, admirado por el orden y riqueza de la finca, le preguntó cuándo y cómo
la había comprado
—La adquirí hace varios años gracias a una pequeña bolsa de monedas de oro
que encontré en el camino. Nunca pude hallar a su dueño —explicó Roderick.
—¿Cómo era esa bolsa? —preguntó el visitante.
—Pequeña, de piel marrón, con un lazo… ¡Espere! ¡Voy a buscarla para
mostrársela!
Al verla, el conde reconoció que era la bolsa perdida años atrás y se lo informó a
su anfitrión.
—Entonces toda esta finca le pertenece a usted. Con gusto se la puedo entregar
—dijo Roderick.
—No querido amigo. Eres un hombre trabajador y honrado que supo aprovechar
bien ese hallazgo y se merece lo que tiene. Disfrútalo —asentó Walsseg antes de
despedirse.
—Cuento tradicional nórdico.
Conviene, por una parte ser generoso cuando se da y, por otra, no mostrar dureza
en reclamar lo que nos deben, y en toda suerte de transacciones cuando
vendemos, cuando compramos, cuando damos o recibimos un alquiler, en las
relaciones de vecindad en la ciudad y en el campo, manifestarse ecuánime,
afable, dispuesto a ceder en muchos casos de su propio derecho, manteniéndose
siempre en lo posible y más que en lo posible alejados de los pleitos.
Frases
- Eurípides
No hay más que uno modo de ser felices: vivir para los demás.
-Leon Tolstoi
Una persona generosa experimenta placer al dar y compartir sus bienes con
los demás sin temor ni egoísmo.
-Anónimo
Nadie tiene más amor que el que da su vida por los que ama.
-Paul Claudel
La generosidad no consiste en que me des algo que yo necesito más que tú,
sino en darme algo que tú necesitas más que yo.
-Baruch Spinoza
-Eurípides
Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas. No te
preocupes de la finalidad de tu amor.
-Amado Nervo
-Jean de La Bruyère.