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MOVIMIENTO SACERDOTAL MARIANO

Cómo realizar los Cenáculos de Oración y de Fraternidad del


Movimiento Sacerdotal Mariano

1. La señal de la Cruz: En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu


Santo. Amén.

2. Siempre comenzar el Cenáculo con la Invocación al Espíritu Santo que


nos enseñó la Santísima Virgen María en su mensaje de fecha 7 de
junio de 1981.
Todos juntos, de pié, diciendo tres veces:
“VEN ESPÍRITU SANTO, VEN POR MEDIO DE LA PODEROSA INTERCESIÓN
DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TU AMADÍSIMA ESPOSA”.

3. EL CREDO. Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de


la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María
Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado,
muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de
entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre,
todopoderoso. Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos. Creo
en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica la comunión de los santos,
el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén

4. INTENCIONES PERSONALES Y COMUNITARIAS.

5. Rezar los cinco Misterios meditados del Santo Rosario. Después de


cada Misterio decir la siguiente jaculatoria a Jesús Sacramentado y la
jaculatoria de Fátima:
SEA AMADO Y ADORADO JESÚS EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO.

¡OH JESÚS MÍO, PERDONA NUESTROS PECADOS, LÍBRANOS DEL FUEGO


DEL INFIERNO, LLEVA AL CIELO TODAS LAS ALMAS, ESPECIALMENTE LAS
MÁS NECESITADAS DE TU MISERICORDIA!.
*JESÚS NUESTRO DIOS, JESÚS REDENTOR, TE ADORAMOS EN LA
EUCARISTÍA, JESÚS DE MARÍA, JESÚS REY DE AMOR. (Bis)

*(Adoración al santísimo).
6. Después del último Misterio, pedir por el Santo Padre y sus intenciones
rezando todos juntos: UN PADRE NUESTRO, UN AVE MARÍA Y UN
GLORIA.

7. Recemos UN AVE MARÍA por el P. Laurent Larroque, Responsable


General del M.S.M. y todos los miembros.

8. LA SALVE. Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y


esperanza nuestra. Dios te salve. A Tí clamamos los desterrados hijos
de Eva, a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos
misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu
vientre. Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por
nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

9. Leer un mensaje del libro: “A LOS SACERDOTES HIJOS PREDILECTOS DE


LA SANTÍSIMA VIRGEN”. Meditarlo y comentarlo brevemente. El Padre
Gobbi nos dice: “No es parte del espíritu de los encuentros pasar el
tiempo oyendo sabias conferencias, ya que habría el peligro de
transformar el Cenáculo en academia y la Fraternidad en polémica
(a la falta del libro leer los evangelios o el catecismo).

10. FRATERNIDAD: Para conocernos y ayudarnos mutuamente a salir


adelante por el camino que nos ha trazado la Santísima Virgen a
través de su mensaje, los cuales nos ayudan a vivir nuestra
Consagración a su Corazón Inmaculado. También crecemos en un
mutuo amor, como verdaderos hermanos, hijos de María.

11. Finalizar siempre el Cenáculo con el ACTO DE CONSAGRACIÓN AL


INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, propio del Movimiento, diciendo
todos juntos, de pié, mirando a la imagen de la Santísima Virgen.

12. Himno del Movimiento Mariano Sacerdotal Mariano: “INMACULADO


CORAZÓN DE MARÍA”.
CONSAGRACIÓN DE RELIGIOSOS Y LAICOS

Virgen de Fátima, Madre de Misericordia, Reina del Cielo y de la Tierra,


refugio de los pecadores, nosotros, adhiriéndonos al Movimiento Mariano,
nos consagramos de modo especialísimo a tu Corazón Inmaculado.

Con este acto de consagración queremos vivir Contigo y por medio de Ti


todos los compromisos asumidos con nuestra consagración bautismal. Nos
comprometemos también, a realizar en nosotros aquella interior conversión
tan requerida por el Evangelio, que nos libre de todo apego a nosotros
mismos y a los fáciles compromisos con el mundo, para estar, como Tú,
siempre dispuestos a cumplir sólo la Voluntad del Padre.

Y mientras queremos confiarte, Madre dulcísima y misericordiosa, nuestra


existencia y vocación cristiana, para que Tú dispongas de ella para tus
designios de salvación en esta hora decisiva que pesa sobre el mundo; nos
comprometemos a vivirla según Tus deseos particularmente en cuanto se
refiere a un renovado espíritu de oración y de penitencia, a la participación
fervorosa en la celebración de la Eucaristía y al apostolado, al rezo diario
del Santo Rosario y a un austero modo de vida, conforme al Evangelio, que
sirva a todos de buen ejemplo en la observancia de la Ley de Dios y en el
ejercicio de las virtudes cristianas, especialmente de la pureza.

Te prometemos también estar unidos al Santo Padre, a la Jerarquía y a


nuestros Sacerdotes, para oponer así una barrera al proceso de oposición al
Magisterio que amenaza los fundamentos mismos de la Iglesia.

Bajo tu protección queremos ser también los apóstoles de esta hoy tan
necesaria unidad de oración y de amor al Papa, para quien Te suplicamos
una especial protección.

Finalmente Te prometemos conducir a las almas con las que entremos en


contacto, en cuanto nos sea posible a una renovada devoción hacia Ti.

Conscientes de que el ateísmo ha hecho naufragar en la fe a un gran


número de fieles, que la desacralización ha entrado en el Templo Santo de
Dios, que el mal y el pecado invaden cada vez más el mundo, nos
atrevemos a levantar confiados los ojos a Ti, Madre de Jesús y Madre nuestra
misericordiosa y poderosa, e invocar también hoy y esperar de Ti la salvación
para todos tus hijos, ch clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
HIMNO DEL M.S.M. AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Inmaculado Corazón de María (2)


eres luz y guía (3)
de Tus hijos aquí.

Los Sacerdotes a Ti consagrados (2)


mira con amor
estrecha al Corazón
y hazlos semejantes a Tu Hijo Jesús.

Y a los fieles a Ti consagrados (2)


reúne en Tu ejército
listo a la batalla
para que triunfe pronto
Tu Inmaculado Corazón.

Cuando llegue nuestra última hora (2)


¡ven! y no demores (3)
a llevarnos al Cielo.

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