1 - Sacramentos de Iniciación
1 - Sacramentos de Iniciación
1 - Sacramentos de Iniciación
El Bautismo es el sacramento, por medio del cual, el hombre nace a la vida espiritual, por
medio del agua y la invocación a la Santísima Trinidad.
Este sacramento se llama "Bautismo", en razón del elemento esencial del rito, es decir, el
"bautizar" (baptizein en griego) que significa "sumergir", "introducir dentro del agua"; la
"inmersión".
Este Sacramento es llamado también "baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo
", (Tt.3, 5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual "nadie
puede entrar en el Reino de Dios." (Jn. 3,5).
"Este baño es llamado también porque, para quienes reciben, el espíritu queda iluminado.....".
El bautizado se convierte en "hijo de la luz" ( 1Ts. 5,5 ), y en "luz" él mismo. (Ef. 5,8 ).
Podemos decir que, el Bautismo es el más bello y magnifico de los dones de Dios...... Es
"Don", porque es Dios se lo da a los que nada han hecho para recibirlo y que se encuentran en
un estado de pecado. Es porque lava; "Sello", porque nos guarda y es signo de la soberanía de
Dios.
Institución
El Génesis nos habla del agua como fuente de la vida y de la fecundidad. La Sagrada Escritura
dice que el Espíritu de Dios "se cernía" sobre ella. ( Gn. 1,2 ).
El arca de Noé es otra de las prefiguraciones que la Iglesia nos menciona. Por el arca, "unos
pocos, es decir ocho personas, fueron salvadas a través del agua." ( 1 P. 3, 20 ). Si el agua de
manantial significa la vida, el agua en el mar es un símbolo de la muerte. Por lo cual, pudo ser
símbolo del misterio de la cruz. Por este simbolismo el bautismo significa "la comunión con la
muerte de Cristo." (Catec. n. 1220).
Sobre todo el paso del Mar Rojo, verdadera liberación de Israel de la esclavitud de Egipto, es
donde se anuncia la liberación obrada por el bautismo, se entra como esclavos en el agua y
salen liberados. También el paso por el Jordán, donde el pueblo de Israel recibe la tierra
prometida, es una prefiguración de este sacramento. (Cfr. Catec. 1217-1222).
Con su Pascua, Cristo hizo posible el bautismo para todos los hombres. Ya había hablado de su
pasión, "bautismo" con que debía de ser bautizado (Mc. 10,38) (Lc. 12,50). La sangre y el
agua que brotaron del costado traspasado por la lanza del soldado de Jesús crucificado (Jn.
19,34), son figuras del "bautismo" y de la "eucaristía", ambos sacramentos de la nueva vida
( 1 Jn. 5, 6-8); desde entonces es posible "nacer del agua y del Espíritu" para entrar en el
Reino de Dios. ( Jn. 3,5 ).
El Señor mismo afirma que"el bautismo" es necesario para la salvación (Jn. 3,5). Por ello
mandó a sus discípulos a anunciar el Evangelio y bautizar a todas las naciones ( Mt. 28,19-20).
Por lo tanto, el bautismo es absolutamente necesario para la salvación en aquellos a los que el
Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este Sacramento (Mc. 16,16).
Al ser Cristo el único camino para la vida eterna, nadie puede salvarse, sin haberse
incorporado a Él mediante el bautismo. Hay casos en que este medio de salvación puede ser
suplido – en casos extraordinarios – cuando sin culpa alguna no se puede recibir el bautismo
de agua. Estos son:
El Bautismo de deseo, es decir cuando se tiene un deseo explícito, como sería el adulto que
ha manifestado su deseo de bautizarse y muere antes de poder recibir el sacramento, pero
debe de estar unido a un arrepentimiento.
Quien no ha tenido la oportunidad de conocer la revelación cristiana – sin culpa alguna -,
invocan a Dios, están arrepentidos y cumplen con la ley natural, obtienen la salvación por el
bautismo de deseo. Recordemos que Dios quiere que todos se salven y su misericordia está al
alcance de todos.
El Bautismo de sangre, quedan salvados todos aquellos que mueren por medio del martirio
por haber confesado la fe cristiana o por haber practicado la virtud cristiana.
En cuanto a los niños muertos sin el bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia
divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios,
que quiere que todos los hombres se salven (1 Tm. 2, 4) y la ternura de Jesús con los niños,
que le hizo decir: "Dejar que los niños se acerquen a mí, no se los impidáis" (Mc. 10,14), nos
permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin bautismo.
Por eso es más apremiante aún la llamada de la Iglesia, a no impedir que los niños pequeños
vengan a Cristo por el don del santo Bautismo. (Catec. n. 1261).
Naturaleza
La eucaristía es el sacramento en el cual bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla
verdadera, real y substancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.
Institución
En el Antiguo Testamento encontramos varias prefiguraciones de este sacramento, como son:
El maná, con que se alimentó el pueblo de Israel durante su peregrinar por el
desierto. (Cfr. Ex. 16,) .
El sacrificio de Melquisedec, sacerdote que en acción de gracias por la victoria de
Abraham, ofrece pan y vino. (Cfr. Gen. 14, 18).
El mismo sacrificio de Abraham, que está dispuesto a ofrecer la vida de su hijo Isaac.
(Cfr. Gen. 22, 10).
Así como, el sacrificio del cordero pascual, que libró de la muerte al pueblo de Israel,
en Egipto. (Cfr. Ex. 12).
Cristo, sabiendo que había llegado su “hora”, después de lavar los pies a sus apóstoles y de
darles el mandamiento del amor, instituye este sacramento el Jueves Santo, en la Última Cena
(Mt. 26, 26 -28; Mc. 14, 22 -25; Lc. 22, 19 - 20). Todo esto con el fin de quedarse entre los
hombres, de nunca separarse de los suyos y hacerlos partícipes de su Pasión. El sacramento
de la Eucaristía surge del infinito amor de Jesucristo por el hombre.
El Concilio de Trento declaró como verdad de fe, que la Eucaristía es verdadero y propio
sacramento porque en él están presente los elementos esenciales de los sacramentos: el signo
externo; materia (pan y vino) y forma; confiere la gracia; y fue instituido por Cristo.
La Iglesia siempre ha sido fiel a la orden de Nuestro Señor. Los primeros cristianos se reunían
en las sinagogas, donde leían unas Lecturas del Antiguo Testamento y luego se daba lugar a lo
que llamaban “fracción del pan”, cuando fueron expulsados de las sinagogas, seguían
reuniéndose en algún lugar una vez a la semana para distribuir el pan, cumpliendo así el
mandato que Cristo les dejó a los Apóstoles.
Poco a poco se le fueron añadiendo nuevas lecturas, oraciones, etc. hasta que en 1570 San
Pío V determinó como debería ser el rito de la Misa, mismo que se mantuvo hasta el Concilio
Vaticano II.
Presencia Real de Jesucristo
Al pronunciar el sacerdote las palabras de la consagración, su fuerza es tal, que Cristo se hace
presente tal cual, bajo las substancias del pan y del vino. Es decir, vivo, real y
substancialmente. En Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, por lo tanto, donde está su Cuerpo,
está su Sangre, su Alma y su Divinidad. Él está presente en todas las hostias consagradas del
mundo y aún en la partícula más pequeña que podamos encontrar. Así, Cristo se encuentra en
todas las hostias guardadas en el Sagrarios, mientras que el pan, signo sensible, no se
corrompa.
Está presencia real de Cristo, es uno de los dogmas más importantes de nuestra fe. (Cfr.
Catec. n. 1373 –1381). Como los dogmas, la razón no los puede entender, es necesario
reflexionar y estudiar para, cuando menos, entenderlo mejor.
Han existido muchas herejías sobre esta presencia real de Cristo, bajo las especies de pan y
vino. Entre ellas encontramos: los gnósticos, los maniqueos que decían que Cristo sólo tuvo un
cuerpo aparente, por lo tanto, no había presencia real.
Entre los protestantes, algunos la niegan y otros la aceptan, pero con errores. Unos niegan la
presencia real, otros dicen que la Eucaristía, solamente, es una“figura” de Cristo. Calvino decía
que “Cristo está en la Eucaristía porque actúa por medio de ella, pero que su presencia no es
substancial”. Los protestantes liberales, mencionan que Cristo está presente por la fe, son los
creyentes quienes ponen a Cristo en la Eucaristía.
Lutero, equivocadamente, lo explicaba así: “En la Eucaristía están al mismo tiempo el pan y el
vino y el cuerpo y la sangre de Cristo".
Pero, la presencia real y substancial de Cristo en la Eucaristía, fue revelada por Él mismo en
Cafarnaúm. No hay otro dogma más manifestado y explicado claramente que este en la Biblia.
Sabemos que lo que prometió en Cafarnaúm, lo realizó en la Última Cena, el Jueves Santo,
basta con leer los relatos de los evangelistas. (Cfr. Mt. 22, 19-20; Lc. 22, 19 –20; Mc. 14, 22-
24).
El mandato de Cristo de: “Hacer esto en memoria mía” fue tan contundente, que desde los
inicios, los primeros cristianos se reunían para celebrar “la fracción del pan”. Y, pasó a hacer
parte, junto con el Bautismo, del rito propio de los cristianos. Ellos nunca dudaron de la
presencia real de Cristo en el pan.
La Transubstanciación
Hemos dicho que la presencia de Cristo es real y substancial, esto nos ha sido revelado, por lo
que, no es evidente a la razón, como dogma que es, resulta incomprensible. Sin embargo,
trataremos de dar una explicación de lo que sucede.
SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
El sentido e institución de la Confirmación
Naturaleza
El sacramento de la Confirmación es uno de los tres sacramentos de iniciación cristiana. La
misma palabra, Confirmación que significa afirmar o consolidar, nos dice mucho.
En este sacramento se fortalece y se completa la obra del Bautismo. Por este sacramento, el
bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo. Se logra un arraigo más profundo a la
filiación divina, se une más íntimamente con la Iglesia, fortaleciéndose para ser testigo de
Jesucristo, de palabra y obra. Por él es capaz de defender su fe y de transmitirla. A partir de la
Confirmación nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida cristiana más
perfecta, más activa. Es el sacramento de la madurez cristiana y que nos hace capaces de ser
testigos de Cristo.
El Espíritu Santo está actuando continuamente sobre la Iglesia de modos muy diversos. La
Confirmación – al descender el Espíritu Santo sobre nosotros - es una de las formas en que Él
se hace presente al pueblo de Dios.
Institución
El Concilio de Trento declaró que la Confirmación era un sacramento instituido por Cristo, ya
que los protestantes lo rechazaron porque - según ellos - no aparecía el momento preciso de
su institución. Sabemos que fue instituido por Cristo, porque sólo Dios puede unir la gracia a
un signo externo.
Don de Ciencia, es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz
invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.
Don de Consejo, saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento
necesario conforme a la voluntad de Dios.
Don de Fortaleza, es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es
una fuerza sobrenatural.
Don de Inteligencia, es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación,
camino para acercarse a Dios.
Don de Piedad, el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el
cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas.
Don de Sabiduría, es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo
que presentimos de la obra divina.
Don de Temor, es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la
misericordia divina.
Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes
de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las
inspiraciones divinas.
Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo
como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:
Caridad.
Gozo.
Paz.
Paciencia.
Longanimidad.
Bondad.
Benignidad.
Mansedumbre.
Fe.
Modestia.
Continencia.
Castidad.
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/60455/cat/196/22-sacramentos-de-iniciacion-cristiana-
bautismo-confirmacion-y-comunion.html#modal